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FRIDA KAHLO: FUERZA Y TERNURA LA ARTISTA MEXICANA ENCARNÓ UNA PECULIAR E INTENSA DICOTOMÍA ENTRE EL AMOR Y EL ODIO, CONSTITUYENDO UN SER MUY PARTICULAR Y FASCINANTE, EN UNA VIDA HECHA POEMA Y PINTURA. NERUDA DESPUÉS DE LA MUERTE MÁS ALLÁ DE QUE EL CUERPO DEL POETA HAYA SIDO EXHUMADO EN 2013, CON EL FIN DE ESCLARECER LAS CAUSAS DE SU MUERTE (UNA INTERROGANTE SUSCITADA DESDE EL DÍA DE SU MUERTE), SI HAY ALGO QUE ESTÁ CLARO ES QUE LA OBRA DE NERUDA SIGUE VIGENTE, MÁS AÚN CON LA APARICIÓN DE TEXTOS INÉDITOS EL AÑO PASADO. 4 Y 5 7 DOMINGO | 12 de julio de 2015 | año 6 | N° 293 codex99.com

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Page 1: La Esquina 12-07-15

FRIDA KAHLO: FUERZA Y TERNURALA ARTISTA MEXICANA ENCARNÓ UNA PECULIAR E INTENSA DICOTOMÍA ENTRE EL AMOR Y EL ODIO, CONSTITUYENDO UN SER MUY PARTICULAR Y FASCINANTE, EN UNA VIDA HECHA POEMA Y PINTURA.

NERUDA DESPUÉS DE LA MUERTE

MÁS ALLÁ DE QUE EL CUERPO DEL POETA HAYA SIDO EXHUMADO EN 2013, CON EL FIN DE ESCLARECER LAS CAUSAS DE SU MUERTE (UNA INTERROGANTE SUSCITADA DESDE EL DÍA DE SU MUERTE), SI HAY ALGO QUE ESTÁ CLARO ES QUE LA OBRA DE NERUDA SIGUE VIGENTE, MÁS AÚN CON LA APARICIÓN DE TEXTOS INÉDITOS EL AÑO PASADO.

4 Y 5

7

DOMINGO | 12 de julio de 2015 | año 6 | N° 293

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Page 2: La Esquina 12-07-15

2 Domingo 12 de julio de 2015

Ciudad del Illimani

Te vi nacer

En una parcela de civismo,

inaugurando tu futuro.

Niña vestida de colegiala

Enamorada de tu nívea corona.

Camino por donde transita

Bolivia;

El Himno Nacional

Vuela en alas de tus cóndores.

Vino Tinto, en ascenso permanente;

Villa Pabón, solicitando de pie la palabra;

aprendió a vencerse El Tejar;

crece la Patria en Tembladerani;

intransigente avanza El Carmen.

Villa Copacabana, forjando su destino;

Valle Hermoso, escalando hasta tocar

el azul;

Pampahasi, princesa que se acicala;

Villa Salomé, aprendiendo a volar;

Chinchaya, campiña sonriente que

medita;

Miraflores, acumulando sueños en sus

pupilas.

Obrajes, donde el verso se hace canto;

Seguencoma, con su traje de

románticas flores;

Amor de Dios, silencio que despierta

aprisa;

Marcelino Guibarra

San Pedro, ensayando abrazos de

hermanos;

Llojeta, donde Cecilio Guzmán de

Rojas

pinta el alma dolida de Bolivia.

Calacoto, progreso que se hace poesía;

Urbanización Primavera, coronda de

esperanzas;

Villa San Antonio, cantando a su

futuro;

Juapapina, donde se rinde su arisca

geografía;

ás que una feria como tal, se constituyó en un epicentro literario y cultural, y una marca obli-gatoria en el calendario de cualquier agenda anual de actividades locales que se respete. Se trata de la Feria Internacional del Libro de La Paz, también conocida como ‘la FIL’.

Este 2015, el evento alcanza su cumpleaños número 20, y como todo ente que crece en el tiempo, la Feria ha experimentado una evolución, y para suerte del mencionado evento y de todos los que la frecuentan, ésta ha sido más que favorable.

Hace 20 años, en ambientes del Círculo Aeronáutico, empezaba la experiencia. Para ese entonces ya se trataba de una actividad grande, puesto que hasta ese momento las ferias que se habían organizado en la ciudad ocupaban reducidos espacios o se realizaban al aire libre, aunque siempre despertando el interés del público lector.

Pero con su aparición y desarrollo, ‘la FIL’ trascendió esa difícil barrera franqueada sólo por un público específico, ya que año tras año aprendió a llamar a los otros públicos alrededor suyo, congre-gando no sólo a estrictos lectores, sino a cualquiera que podía en-contrar sus aficiones ligadas a algún tipo de texto.

Al mismo tiempo, gente no muy familiarizada con el hábito de los libros empezó a congregarse en los distintos ambientes donde se iba desarrollando la Feria, algunas veces tomándola más como un

punto de encuentro y actividad social plenamente en la búsqueda de las novedades literarias. Obviamente, los beneficiados fueron los textos y sus autores, y también los estands arriesgados a buscar y esperar a estos nuevos públicos.

Este crecimiento no fue una casualidad o una conjunción favora-ble de eventos, fue la realización de una visión de los organizadores y una solución lógica y necesaria a una necesidad local y nacional. Fue una iniciativa que ciertamente colmó las expectativas, pero que todavía requiere un impulso más para poder establecerse como un referente internacional en el rubro. Es indudable que la participación de otros países y editoriales internacionales se incrementa y fortale-ce paulatinamente, pero resta aún alcanzar la cima de esa particular montaña de eventos en la que se encuentran Argentina o Colombia.

Han sido 20 felices años, toda una vida podrán decir algunos, pero aún queda alcanzar la simbólica mayoría de edad marcada por el cumpleaños 21, a veces más dada por la experiencia que por un número. En el caso de ‘la FIL’, creo que esta adultez está a la vuelta de la esquina, a los 20, exactamente el 5 de agosto, cuando se alce el telón del esperado evento y nos encontremos con un ser hecho y derecho, algo vivido, pero siempre con una visión de superación y crecimiento, no sólo por el bien propio, sino por el de todos.

Esperemos que sea un sonado cumpleaños y que todos asista-mos a la fiesta.

A punto de cumplir los 20 años...

DIRECTORAdalid Cabrera Lemuz

EDITOR GENERALJavier Mancilla Luna

EDITOR DE LA ESQUINAMiguel A. Rivera [email protected]

Colaboradores: Marcelo Arduz Víctor Montoya Claudio Sánchez Juan Cori Ch.

Escriben en este número:Marcelo ArduzVíctor MontoyaJuan Cori Ch.Marcelino Guibarra

Diseño: Eusebio Lazo Sumi

Diagramación: Horacio Copa Vargas

M

Chicana, pintando sus amaneceres;

Irpavi, respirando vida y lejanías.

Achumani, recitando sus versos;

Coani, refugio de la ciudad;

Bella Vista, aprendiendo a ser

porvenir;

Bolonia, esmeralda de civismo sin par;

Mallasa, saludando a su agreste

geografía;

La Florida, joven sueño que medita;

Aranjuez, conviviendo con sus

vértigos.

Valle de la Luna, fuente de inspiración;

Mallasilla, echando luz en su camino;

Purapura, jardín donde el amor canta;

Los Pinos, poesía hecha porvenir;

San Miguel, titán que crece

incontenible;

Urbanización Auto Pista, retozando

con sus vientos;

Zona Central, saludando a sus

montañas.

Esta es mi ciudad y del Illimani,

Es vigía de la libertad

Que inunda su Himno de fraternidad

En cada voz de hermano

“Oh, linda La Paz,

Cuna de la libertad y tumba de

tiranos”

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Page 3: La Esquina 12-07-15

3Domingo 12de julio

de 2015

A fines del año 2004, ante la Bibliote-ca Apostólica del Vaticano, en pos de recabar la necesaria documentación de respaldo para la comisión que en el país se formara (para solicitar

ante la Santa sede el pedido de beatificación de Francisco Tito Yupanqui) al buscar en los ficheros la palabra Copacabana, no se pudo encontrar re-gistrada ninguna obra de importancia…

Tras la decepción inicial, al revisar una volu-minosa obra muy general sobre la Virgen María, hallé a un escritor que me sorprendió, no tan-to por la cantidad de libros que había publicado (115 según los bibliófilos, sin contar las nume-rosas reediciones en Placencia, Viena, Austria, Colonia, etc. y las 32 obras inéditas que dejó a su muerte), sino porque todas estuvieran dedica-das a la Reina de los cielos, que inmediatamen-te me abrió las puertas a más de una decena de otros autores latinos especializados en el tema, entre ellos Félix Astolphus, Ioachimus Brullos, Franciscus Bencius, Dominio Fabio Chisio y lo-nes Bonifacius, solamente por citar algunos.

Con la indicaciones contenidas en uno de esos volúmenes se determinó la ubicación exac-ta del templo que la orden de San Agustín había levantado en honor a N. S. “Copacavana de San Idelfonso” (Sic.) en la hoy centralísima zona de Plaza España –en Cabo las Casas de Fabula Alta, Pal. 6, Lar. 4. - cuya memoria de localización se había perdido a causa de la desaparición de la es-cultura en una de las crecidas del río Tiber (léa-se Tevere en nomenclatura romana) y la ruina posterior en que entrara el templo, reconstrui-do años después por otra orden religiosa y con otro nombre, para ser conocido en nuestros días como basílica de San Andrés de la Frate, famosa por custodiar un valiosísimo patrimonio artísti-co en su interior, con grandes murales y bellos lienzos del entrante siglo.

La historia de esta milagrosa Virgen sola-mente guarda paralelo con la Candelaria More-na de las Islas Canarias, que en remotos tiem-pos arribara a su costa y donde los primitivos Guanches (considerados los últimos sobrevi-vientes de la desaparecida Atlántida) le cons-truyeron en tiempos precristianos una gruta, pero así como llegó un día por el mar en una de las crecidas de las aguas marinas, también desapareció, mencionando una leyenda que la

Dama de las aguas (sirena) trasladó su trono a ese pequeño mar interior que es el Titikaka.

Por rara casualidad, su autor Ippolytus Ma-rraccius (1604 – 1675) cumplía ese año su cuar-to centenario natal, así que publiqué en pren-sa nacional el artículo titulado El cronista de la Virgen (El Diario 26.12.2004), en momentos en que tanto en la Ciudad Santa o cualquier otro punto de la territorialidad italiana, nadie se hubiera acordado de él.

La historia no terminaría ahí, pues al revi-sar luego en ese mismo repositorio una anto-logía en cuatro volúmenes publicada en 1782 por Pietro Bombelli, me enteré de que la efi-gie de posible autoría de Tito Yupanqui que fuera coronada por el reverendísimo Capítulo de San Pietro, era considerada como una de las más antiguas, milagrosas y de mayor devo-ción en la capital de la cristiandad universal.

Antes de despedirme de suelo italiano, en abril del 2005, me correspondió presenciar los más llorados funerales de todos los tiempos, el de Juan Pablo II, donde las multitudes agolpadas en la plaza de San Pedro durante más de una semana pidieron su inmediata canonización;

que finalmente (cubiertos los trámites previos), su sucesor Francisco la cumplió el pasado año en solemne ceremonia en la plaza de San Pedro.

Concluida la investigación en la Biblioteca Apostólica y los Archivos Secretos del Vaticano, recabé copias autenticadas de los libros en latín de los autores mencionados líneas antes, que a mi llegada al país se los entregó a la Comisión FTY y con su expresa autorización se incluyeron en el precioso álbum titulado Francisco Tito Yu-panqui Siervo de Dios, de autoría del entonces Rector de la Universidad Católica, Hans Van den Berg, entregado en mano al papa Francisco en la peregrinación al país que acaba de concluir.

Al título de “El Papa de Copacabana”, que el Santo Padre recibiera el pasado año en su visi-ta a Brasil, por el multitudinario recibimiento que recibiera en las famosas playas cariocas de ese nombre (trasladado desde márgenes del Titicaca a la Bahía de Guanabara), a su llegada a la ciudad recostada a los pies del majestuoso Illimani se le añadió el de “Papa mensajero de La Paz”, mostrándolo en un gigantesco cartel con la mano extendida y una paloma blanca que levanta vuelo del cielo paceño…

Algo más que etimologías: Papa (parte 3)EXISTEN VARIOS ASPECTOS DESCONO-CIDOS DE LA VIRGEN DE COPACABANA QUE POCO A POCO SALEN A LA LUZ.

Marcelo Arduz RuizEscritor

Santuario de Copacabana, en La Paz, hogar de la Virgen patrona de Bolivia.

Playa brasilera de Copacabana, que debe su nombre a a una copia de la Virgen de Copacabana boliviana.

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Page 4: La Esquina 12-07-15

ARTE

Mi Diego:

Espejo de la noche.

Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne,

ondas entre nuestras manos.

Todo tú en el espacio lleno de sonidos - En

la sombra y en la luz. Tú te llamarás Auxo-

cromo el que capta el color. Yo Cromoforo - La

que da el color.Tú eres todas las combinaciones de números.

La vida.Mi deseo es entender la línea la forma el mo-

vimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra re-

corre todo el espacio y llega a mis células que

son mis astros y va a las tuyas que son mi luz.

Mi amor, hoy me acordé de ti aunque no lo

mereces tengo que reconocer que te amo. Cómo

olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis

cuadros por vez primera. Yo chiquilla tonta, tu

gran señor con mirada lujuriosa me diste la res-

puesta aquella, para mi satisfacción por ver-

me feliz, sin conocerme siquiera me animaste

a seguir adelante. Mi Diego del alma recuer-

da que siempre te amaré aunque no estés a mi

lado. Yo en mi soledad te digo, amar no es peca-

do a Dios. Amor aún te digo si quieres regresa,

que siempre te estaré esperando. Tu ausencia

me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Tu

eres el Dios inexistente cada que tu imagen se

me revela. Le pregunto a mi corazón por que tu

y no algún otro. Suyo del alma mía. Frida K.

Diego:Nada comparable a tus manos, ni nada igual

al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de

ti por días y días. Eres el espejo de la noche.

La luz violeta del relámpago. La humedad de

la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio.

Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu

fuente-flor que la mía guarda para llenar todos

los caminos de mis nervios que son los tuyos,

tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne, on-

das entre nuestras manos. Solo tú en el espacio

lleno de sonidos. En la sombra y en la luz; tú

te llamarás auxocromo, el que capta el color. Yo

cromóforo, la que da el color. Tú eres todas las

combinaciones de números. La vida. Mi deseo

es entender la línea, la forma, el movimiento.

Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el

espacio y llega a mis células que son mis astros

y va a las tuyas que son mi luz.

Frida

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Page 5: La Esquina 12-07-15

4-5Domingo 12 de julio

de 2015

Yo elegí a Frida KahloNACIÓ Y MURIÓ EN JULIO, VIVIENDO POR 47 INTENSOS AÑOS. TIEMPO SUFICIEN-TE PARA CONVERTIRSE EN PERENNE Y PROFUNDO SÍMBOLO DE FEMINIDAD

Camila Builes El EspectadorO curre, de pronto, que el

tiempo retrocede ante nues-tros ojos y lo que un día fue un momento vital, certero y latente, se convierte en

un rezago, un pedazo de existencia que se perdió en los escombros de la memo-ria y que de vez en vez reluce ante un tri-vial estímulo externo. También pasa que nuestros mejores recuerdos son vestigios de días y meses de alegría y certidumbre, que al final los reducimos en segundos para tener de qué alimentarnos en las no-ches donde el frío y la ausencia quema y perfora y fractura; esos son los recuerdos normales, los recuerdos lúcidos, los que no le dan cuerda al mundo, pero que nos ayudan a sobrevivir.

Pero hay otros. Unos recuerdos que de-terminaron nuestra manera de crear y de creer. Unos recuerdos que aparecen todos los días como un mapa para continuar, como guía y mantra. Un momento tan pe-queño, tan insignificante, tan real que uno cambia para siempre y la vida como la co-nocíamos deja de ser igual. Esos momentos decisivos pueden estar ligados a una perso-na, un libro, una canción, una calle o un cigarrillo. Depende.

Mi recuerdo decisivo, uno de los que le dan movimiento a mi mundo y consisten-cia a mi esencia está ligado a ella. A la mu-jer con cejas pájaro y bigote de charro. A un corcel de lata y unas trenzas con flores amarradas.

Aventureras, científicas, escritoras y madres. Un universo lleno de las mejores formas de representar la feminidad, la ra-zón de ser mujer: que va más allá del sexo y el físico. Y yo la elegí a ella. Entre todas las opciones –igual de importantes- elegí a Frida Kahlo como ejemplo, tal vez. Como amiga, seguro.

Había detrás de su fuerza desmesurada, una ternura que me cautivó. Todas sus pin-turas, sus obras y sus cartas me llevaban al centro de la fragilidad disfrazada del pode-río de una mujer que siempre, a pesar del mundo y sus contradicciones, lucharía y vi-viría según su parecer, su pensamiento.

Su filosofía del amor y del odio al mis-mo tiempo, esa dicotomía que la volvía un ser tan perturbado, tan intenso que escri-bía desde el cuarto de un hospital y en la antesala del quirófano. Donde intentaban apresurarla pero resuelta a terminar aque-lla carta para Diego Rivera, su eterno y más profundo amor. No quería dejar nada a me-dias y menos en ese momento en el que

1. Kahlo trascendió no sólo por su arte, sino por su actitud, ideales e imagen, la que hasta hoy en día es considerada como ícono de moda.2. Frida junto a su gran amor, el también artista Diego Rivera.3. El ciervo herido, obra de Kahlo que, como muchas otras suyas, tiene un tinte autobiográfico.

Mi Diego:

Espejo de la noche.

Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne,

ondas entre nuestras manos.

Todo tú en el espacio lleno de sonidos - En

la sombra y en la luz. Tú te llamarás Auxo-

cromo el que capta el color. Yo Cromoforo - La

que da el color.Tú eres todas las combinaciones de números.

La vida.Mi deseo es entender la línea la forma el mo-

vimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra re-

corre todo el espacio y llega a mis células que

son mis astros y va a las tuyas que son mi luz.

Mi amor, hoy me acordé de ti aunque no lo

mereces tengo que reconocer que te amo. Cómo

olvidar aquel día cuando te pregunté sobre mis

cuadros por vez primera. Yo chiquilla tonta, tu

gran señor con mirada lujuriosa me diste la res-

puesta aquella, para mi satisfacción por ver-

me feliz, sin conocerme siquiera me animaste

a seguir adelante. Mi Diego del alma recuer-

da que siempre te amaré aunque no estés a mi

lado. Yo en mi soledad te digo, amar no es peca-

do a Dios. Amor aún te digo si quieres regresa,

que siempre te estaré esperando. Tu ausencia

me mata, haces de tu recuerdo una virtud. Tu

eres el Dios inexistente cada que tu imagen se

me revela. Le pregunto a mi corazón por que tu

y no algún otro. Suyo del alma mía. Frida K.

Diego:Nada comparable a tus manos, ni nada igual

al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo se llena de

ti por días y días. Eres el espejo de la noche.

La luz violeta del relámpago. La humedad de

la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio.

Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu

fuente-flor que la mía guarda para llenar todos

los caminos de mis nervios que son los tuyos,

tus ojos, espadas verdes dentro de mi carne, on-

das entre nuestras manos. Solo tú en el espacio

lleno de sonidos. En la sombra y en la luz; tú

te llamarás auxocromo, el que capta el color. Yo

cromóforo, la que da el color. Tú eres todas las

combinaciones de números. La vida. Mi deseo

es entender la línea, la forma, el movimiento.

Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el

espacio y llega a mis células que son mis astros

y va a las tuyas que son mi luz.

Frida

repente comprendí que la felicidad y la mis-ma vida eran ideas que estaban fijadas por Disney, novelas y canciones que no tomaban en cuenta a las personas como yo, como ella: extrañas por naturaleza, profundamente perturbadas y con una rara fascinación por la tristeza, por las personas tristes.

Los árboles, las flores, los olores, los atardeceres, eso también estaba dentro. Y uno lo ve fuera cuando se da cuenta que está ahí y entonces uno en ese momento lo vuelve realidad. Lo aprendí de ella, cuando volvió una noticia en pintura y una vida en poema. Lo aprendí de ella. Me miré, hacia dentro, en un espejo lleno de telarañas con una imagen que no reconocía: era yo. La verdadera. Un montón de basura: miedos, pedazos de pasado que me dejaron otros y me sesgaron para siempre. Y entonces tuve que vaciarme viendo todos los días una pintura diferente, leyendo una de sus car-tas chingadas. Y me dolió tanto, tantísimo que todo mi cuerpo se fracturó en pedaci-tos incontables. Y quedé para siempre un poco triste y un poco rota, pero yo. Quedé gracias a ella hecha yo.

planeaban herir su orgullo cortándole una pata... Una pata que se fue y que con su pér-dida de a poco la marchitó.

Entendí, después de verle a ella en nues-tra lejanía temporal e intelectual, que todo está dentro. En el alma, en las entrañas. Pen-sar que nuestra obra y destino está en un lu-gar geográfico nos envía directo a la frustra-ción, al desespero y al olvido. Entonces, de

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Page 6: La Esquina 12-07-15

6 Domingo 12 de julio de 2015

E ntre los acontecimientos históri-cos que han sacudido a la nación boliviana, tanto por su dramatis-mo como por su impunidad, está la masacre de San Juan, acaecida

en las poblaciones mineras del norte de Po-tosí, la madrugada del 24 de junio de 1967, cuando el régimen militar de René Barrien-tos Ortuño, asesorado por los mercenarios de la CIA., perpetró un crimen de lesa hu-manidad amparado por la Ley de Seguri-dad Nacional, en un intento por evitar el estallido de un movimiento insurreccional entre los mineros de Llallagua, Siglo XX y Catavi, donde se tenía previsto realizar un ampliado minero para plantear al gobierno sus demandas salariales y, al mismo tiem-po, lanzar un pronunciamiento de apoyo al foco guerrillero del Che Guevara, que se venía desarrollando en el sudeste del país, aislado de los movimientos populares del campo y las ciudades.

Desde la madrugada de aquel fatídico día, en que la fogata de San Juan comenzó siendo una fiesta y terminó siendo una ma-sacre, han trascurrido casi cinco décadas. Y, aunque los hechos quedaron en la abso-luta impunidad, el pueblo no ha olvidado a sus muertos ni heridos, ni a las familias que fueron desalojadas de los campamentos tras la masacre ni a las emisoras intervenidas por las tropas militares.

Todos estos episodios, que forman parte de la memoria histórica de los mineros boli-vianos, aparecen relatados en la novela bre-ve San Juan rojo, de Grover Cabrera García, cuya primera edición salió a luz a mediados de 2014. La novela, dividida en 15 capítulos y un epílogo, y cada capítulo precedido por un poema de contenido revolucionario, se inicia en vísperas de la fiesta de San Juan y en el seno de una familia minera, que está entera-da de las medidas antidemocráticas y antipo-pulares lanzadas por el régimen militar de René Barrientos Ortuño y de las luchas liber-tarias enarboladas por los guerrilleros en las montañas de Ñancahuazú.

Lo interesante de San Juan rojo, aparte de la temática tratada con un lenguaje que

Fuego y sangre en San JuanUN TESTIMONIO QUE ACERCA A NUEVAS GENERACIONES A UN DRAMÁTICO HECHO DE LA HISTORIA NACIONAL

Víctor Montoya Escritor y pedagogo

recrea el habla popular, radica en las intui-ciones y observaciones de su protagonista principal; un niño de nueve años de edad, quien, a poco de quedar huérfano, pasó a vivir en casa de sus tíos y abuelos. Panchito es el niño que nos conduce, paso a paso, a través de los acontecimientos de la masacre de San Juan, que en su debido momento con-movió a todo un país que quedó en estado de llanto y dolor.

La novela breve de Grover Cabrera Gar-cía, quien tenía nueve años de edad como su protagonista en 1967, es un testimonio válido no sólo porque llena un vacío en el ámbito de la literatura minera, sino tam-bién porque es un texto literario que per-mitirá a las nuevas generaciones acercarse a una de las tragedias mineras a través de una historia novelada, donde los hechos y personajes se ref lejan con un acertado rea-lismo, desde la perspectiva de un niño que contempla el panorama desolador de una población en la cual, al rescoldo de las men-guantes fogatas de la noche de San Juan, el tableteo de las ametralladoras y los tiros de

fusil se confunden con el estallido de los cachorros de dinamita y los cohetillos.

San Juan rojo es la primera novela que aborda el tema de la masacre minera de 1967 y la más reciente propuesta de un au-tor oriundo de Llallagua, quien se atrevió a manejar los testimonios personales y colecti-vos en un género literario que requiere des-treza en el manejo del lenguaje, la adecuada caracterización de los protagonistas y, sobre todo, el dominio de las técnicas propias del arte narrativo, que son los instrumentos fun-damentales en el proceso de estructuración de una obra que pretende ser innovadora, sin dejar de ser costumbrista tanto en la forma como en el contenido.

Cabe destacar que esta breve novela, que hoy se encuentra en busca de sus lectores, es un aporte oportuno en el campo dedicado al rescate de la memoria histórica de los mine-ros bolivianos, una obra que destaca entre los ensayos y libros de testimonios que se publica-ron hasta la fecha, como San Juan a Sangre y Fuego, de Carlos Soria Galvarro, José Pimentel y Eduardo García; Una mina de coraje, de José López Vigil; Mineros bolivianos (hombres y ambiente), de Gregorio Iriarte; Si me permi-ten hablar. Testimonio de Domitila Chungara, de Moema Viezzer; El baño de sangre de San Juan, de Guillermo Lora; Semblanzas, de File-món Escóbar; y Crónicas mineras, de Víctor Montoya, entre otros.

Cabe recordar que los sucesos de la masa-cre de San Juan, además de contar con otros testimonios que circularon desde hace años en forma de folletos y artículos de prensa, han inspirado la obra de varios artistas plás-ticos como Miguel Alandia Pantoja, los ver-sos de destacados poetas como Jorge Calvi-montes y Calvimontes, y las letras de algunos cantantes como Nilo Soruco, quien compu-so la emblemática canción La noche de San Juan, dedicada al dirigente obrero Rosendo García Maisman, quien fue uno de los már-tires que cayó, fusil en mano, defendiendo la radio La Voz del Minero, la madrugada en que se ejecutó la masacre de San Juan.

La novela breve de Grover Cabrera García es un regio ejemplo de que, a veces, la rea-lidad supera a la fantasía, habida cuenta de que se trata de un episodio histórico, con principio, nudo y desenlace, que desde 1967 buscaba a un autor capaz de convertirlo en una obra literaria, a partir del acopio de un material rico en matices lexicales y relatos diversos, que abundan en la oralidad y en el recuerdo de los sobrevivientes de aque-lla tragedia minera que, a pesar de no es-tar registrada en las páginas de la historia oficial, es una espina clavada en el pescue-zo de quienes se mancharon las manos con sangre obrera.

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1. Portada del libro.2. Obra de Miguel Alandia Pantoja, en la que muestra uno de los varios dramas que enfrentaron los mineros a causa de la represión.

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7Domingo 12 de julio

de 2015

En la letanía del dolor, acostado en la cama de un hospital, me puse a gara-batear en una hoja de papel. El silen-cio del lugar actuó de buena compa-ñera temporal, tan calmada y tan fría

por la ausencia de los que quieres y no están.Mientras el galeno, alto, formal y de túnica

blanca, pone en mi pecho el frío estetoscopio, la voz se me apaga y prácticamente no respiro. El respirador me salva.

El doctor da su diagnóstico y me receta an-tibióticos cada ocho horas, inyecciones cada doce, pastillas y, principalmente, reposo, re-poso, reposo…

Cumplí las pautas de ese hombre descono-cido, y, reconozco, me ayudaron. Ahí me pre-gunté ¿Cuánto dolor podría soportar? ¿Cuán-to podemos soportar?

En la población colombiana de Pereira, Ovidio González, un zapatero retirado de 79 años, no aguantó más. Certificó ante las auto-ridades que su voluntad era morir dignamen-te con la asistencia de los médicos.

Su pedido fue aceptado, ya que cumplía con los requisitos para acceder a este proce-dimiento: ser mayor de edad y padecer una enfermedad terminal, según lo explicó el Mi-nisterio de Salud de Colombia.

El hombre sufría de cáncer vestibular y fue operado. Le extrajeron un pedazo de hueso y no había hecho metástasis en otros órganos. Pero según los médicos, podía padecer un año y medio en la cama, sufriendo.

La historia de don Ovidio conmovió profun-damente a la sociedad colombiana, ya que mi-nutos antes de ser sometido a la eutanasia uno de los médicos expresó dudas sobre los alcan-ces y por temor a cometer un error fatal pidió la suspensión de la inyección. Esto en junio.

Finalmente, el 3 de julio, Ovidio González se convirtió en el primer paciente en Colom-bia y en América Latina en someterse a la eu-tanasia. Su cuerpo fue cremado.

El poeta chileno Pablo Neruda, de quien el 12 de julio se cumplen 111 años de su na-cimiento, escribió en alguna ocasión que “la muerte va por el mundo vestida de escoba, lame el suelo buscando difuntos; la muerte está en la escoba, en la lengua de la muerte buscando muertos, es la aguja de la muerte buscando hilo”.

“La muerte como un zapato sin pie, como un traje sin hombre, llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo, llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta”.

En noviembre de 2013, un equipo de espe-cialistas contratados por la justicia chilena aseguró en un informe que el poeta sufría de cáncer de próstata cuando murió en 1973 y que no se encontraron agentes químicos en su cuerpo que permitan concluir que el Premio Nobel fue envenenado.

La historia oficial indicaba que Neruda fa-lleció por cáncer de próstata el 23 de septiem-bre de 1973, doce días después del golpe mili-tar que derrocó a Salvador Allende.

En 2011, sin embargo, el chófer del poeta, Manuel Araya, denunció que fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet mien-tras estaba ingresado en la Clínica Santa Ma-ría de Santiago.

El Partido Comunista, donde militaba el es-critor, presentó una querella para esclarecer las causas de su muerte y la Justicia chilena abrió una investigación. El cuerpo fue exhumado el 8 de abril de 2013, en Isla Negra, una localidad costera a 100 kilómetros de la capital.

Si bien las pruebas de toxicología realiza-das en 2013 resultaron negativas, en un co-municado firmado por el Programa de Dere-chos Humanos se señaló que los exámenes “no permiten descartar ni confirmar la posi-bilidad de que horas antes de su fallecimien-to el paciente pudiera haber recibido algún agente (químico, biológico o radioactivo) que posteriormente perjudicara su estado de sa-lud, en forma aguda”.

Las dudas aún se mantienen intactas en Chile, como la obra del poeta.

En junio de 2014 se anunció en España la aparición de 21 poemas inéditos del escritor, en su mayoría entre los años de 1956 y 1973.

La variedad de temas de los inéditos es am-plia. En la década del 60, Neruda anota a bor-do de un transatlántico: “De tanto vivir y mo-rir/ las personas bien educadas/ de tanto decir buenos días,/ decir adiós con parsimonia/ no se despidieron a tiempo…”.

Neruda interpelando al joven que fue: “Te miro/ y no lo creo/ soy yo mismo/ tan tonto, tan remoto,/ tan desierto/ Joven/ recién llega-do/ de provincia...”. Neruda inventando nue-vas odas “a la oreja” y a la Cordillera de los An-des. Neruda escribiendo un poema de amor en el avión rumbo a Río de Janeiro, “a las 11 de la mañana, volando a 3.500 metros de altu-ra”. Neruda obsesionado apuntando versos so-bre la carrera espacial. El político registrando las miserias humanas.

Menciona también en sus versos a Matilde Urrutia su tercera y última esposa, quien lo acompañó en su refugio de Isla Negra hasta sus días finales en el litoral central y luego en la clínica, donde murió en septiembre de 1973.

“Nunca solo, contigo/ por la tierra,/ atrave-sando el fuego./ Nunca solo./ Contigo por los bosques/ recogiendo/ la flecha/ entumecida/ de la aurora...”, anota Neruda.

En enero de 1973, cuando ya no soportó el dolor de cadera se apegó a un reposo intenso, ahí escribe el poema Del incomunicado. “En-tre el orgullo y el terror de vivir sin ser amado,/ pasé a darle la mano a todo el mundo”. Es su des-pedida: “Vivo temblando de que no me llamen/ o de que me llamen los idiotas,/ mi ansiedad re-sistió medicamentos,/ doctores, sacerdotes, es-tadistas,/(...) el desprecio que me consagrarán/ cuando yo ya no sirva para nada/ es decir para que hablen/ a través de mi cuerpo las avispas”.

Incumpliendo la receta del galeno, pero ya con opciones para poder ponerme de pie, me acuerdo que no pedí permiso para enfermar-me en el trabajo. Debo aparentar estar sano.

Pablo Neruda 111LAS DUDAS SOBRE LA MUERTE DEL POETA AÚN SE MANTIENEN INTACTAS, COMO SU OBRA...

Juan Cori Ch. Periodista

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Page 8: La Esquina 12-07-15

8 Domingo 12 de julio de 2015

V er La Paz a través de sus habitantes con-duce a mi mente di-rectamente a Jaime Saenz. Mi retina se

vuelve más sensible y me permi-te captar y entender de distinta forma las imágenes que se me presentan. Mientras en mi cabe-za retumba un collage de pala-bras y sensaciones, provocadas por los versos del escritor, con-virtiendo a mis fotos y sus pa-labras en un homenaje a mi ciu-dad, mi La Paz.

Recorrer esta distancia en la Hondura

Miguel Alejandro Nina Pérez Fotógrafo y cineastaVersos de Jaime Saenz

“Es necesario que recuerden todos su amor a la música, su

sosiego y su desdicha”

“Los viernes por la tarde con el aire

de la noche cantando una

canciónme propongo vivir trescientos

años”

“Al calor de tu forma

progresa mi sangre, en el

aire de sueño”

“Permaneces todo el tiempo en el olor de las montañas cuando el sol se retira,

y me parece escuchar tu respiración en la frescura de la sombra como un adiós pensativo” (de Eres visible - Jaime Saenz)

“Tiene un olor de antigüedad es el de los adivinos”

(de La muerte por el tacto - Jaime Saenz)

(de En lo alto de la ciudad oscura - Jaime Saenz)

(de A tí - Jaime Saenz)

(de El frío - Jaime Saenz)

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