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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLIX, número 40 () Ciudad del Vaticano 6 de octubre de 2017 Elogio de la política GIOVANNI MARIA VIAN E ntre los muchos temas de la visita del Papa a Cesena y a Bolonia, la atención se centra en la política y su elogio elevado y realista al mismo tiempo. No es nuevo en el Pontífice, pero unió entre sí los diferentes momentos del viaje, desde el importante prólogo en la ciudad de Cesena a las citas en Bolonia. Gracias a las palabras y reflexiones que Francisco expresó, hablando al mundo del trabajo delante de San Petronio, válidas «para Italia en su con- junto y para toda Europa». Como también el diálogo con las comunidades religiosas en las dos catedrales y la homilía van mucho más allá de los lími- tes de la región. Territorio angosto que en el arco de sesenta años, desde 1769 hasta 1830, aportó cinco pontífices, mientras que dos siglos más tarde, el progresivo crecimiento mundial de la Iglesia llevó a la sucesión, desde 1978, de tres obispos de Roma que ya dejarían de ser italianos. En un contexto en el que en Italia y en Europa se multiplican las particu- laridades, a menudo miopes, en Casena, que vio nacer a dos de los Papas arriba recordados, Bergoglio habló así de la importancia de un «lugar em- blemático» como la plaza. Allí donde los deseos de los grupos «se armoni- zan con los de la colectividad», donde es «esencial trabajar todos juntos pa- ra el bien común», donde es necesaria una política «buena». Precisando que esta política no es «aquella sometida a las ambiciones in- dividuales o a la prepotencia de facciones o centros de interés», con el rea- lismo, al mismo tiempo, de la antipolítica, de que «sabe que también la me- jor clase dirigente no puede resolver en un destello todas las cuestiones». Y la misma pasión política tradicional de Emilia Romaña sirvió al Pontífice para alentar, frente a la supremacía financiera y mediática, el redescubri- miento de «esta dimensión existencial de la convivencia civil», pero «hacer prevalecer el bien del todo sobre el de una parte». Y la atención a la dimensión política recorrió el encuentro, no por casuali- dad, el primero de las horas en Bolonia, con cientos de inmigrantes a los que el Papa quiso saludar parándose con cada uno bajo una llovizna fría e insistente. En confirmación de la previsión con la que mira la cuestión mi- gratoria. El fenómeno de las migraciones, de hecho, «requiere visión y gran determinación en la gestión, inteligencia y estructuras, mecanismos claros que no permitan distorsiones o explotaciones, aún más inaceptables porque se cometen sobre los pobres», dijo Bergoglio. Quien después pidió a los inmigrantes que estuvieran abiertos a la cultura de una ciudad tradicionalmente hospitalaria y que «caminen sobre el camino indicado por las leyes» italianas. La alta política volvió finalmente en el encuentro con la universidad, lu- gar identificativo para Bolonia, donde el Papa habló de nuevo de los «sue- ños valientes» de los fundadores de la Europa unida. En nombre de los millones de muertos, víctimas de conflictos, como ex- plícitamente declaró en Naciones Unidas Pablo VI, cuyas palabras fueron re- petidas por su sucesor («nunca más la guerra, nunca más contra los demás, nunca más sin los demás»), que condenó con fuerza a «quien produce vio- lencia, alimentando la carrera armamentística y pisoteando la paz con la es- peculación». Viaje pastoral en Italia Palabra, pan y pobres

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLIX, número 40 () Ciudad del Vaticano 6 de octubre de 2017

Elogio de la políticaGI O VA N N I MARIA VIAN

Entre los muchos temas de la visita del Papa a Cesena y a Bolonia,la atención se centra en la política y su elogio elevado y realistaal mismo tiempo. No es nuevo en el Pontífice, pero unió entre sílos diferentes momentos del viaje, desde el importante prólogo enla ciudad de Cesena a las citas en Bolonia.

Gracias a las palabras y reflexiones que Francisco expresó, hablando almundo del trabajo delante de San Petronio, válidas «para Italia en su con-junto y para toda Europa». Como también el diálogo con las comunidadesreligiosas en las dos catedrales y la homilía van mucho más allá de los lími-tes de la región. Territorio angosto que en el arco de sesenta años, desde1769 hasta 1830, aportó cinco pontífices, mientras que dos siglos más tarde,el progresivo crecimiento mundial de la Iglesia llevó a la sucesión, desde1978, de tres obispos de Roma que ya dejarían de ser italianos.

En un contexto en el que en Italia y en Europa se multiplican las particu-laridades, a menudo miopes, en Casena, que vio nacer a dos de los Papasarriba recordados, Bergoglio habló así de la importancia de un «lugar em-blemático» como la plaza. Allí donde los deseos de los grupos «se armoni-zan con los de la colectividad», donde es «esencial trabajar todos juntos pa-ra el bien común», donde es necesaria una política «buena».

Precisando que esta política no es «aquella sometida a las ambiciones in-dividuales o a la prepotencia de facciones o centros de interés», con el rea-

lismo, al mismo tiempo, de la antipolítica, de que «sabe que también la me-jor clase dirigente no puede resolver en un destello todas las cuestiones». Yla misma pasión política tradicional de Emilia Romaña sirvió al Pontíficepara alentar, frente a la supremacía financiera y mediática, el redescubri-miento de «esta dimensión existencial de la convivencia civil», pero «hacerprevalecer el bien del todo sobre el de una parte».

Y la atención a la dimensión política recorrió el encuentro, no por casuali-dad, el primero de las horas en Bolonia, con cientos de inmigrantes a losque el Papa quiso saludar parándose con cada uno bajo una llovizna fría einsistente. En confirmación de la previsión con la que mira la cuestión mi-gratoria. El fenómeno de las migraciones, de hecho, «requiere visión y grandeterminación en la gestión, inteligencia y estructuras, mecanismos clarosque no permitan distorsiones o explotaciones, aún más inaceptables porquese cometen sobre los pobres», dijo Bergoglio.

Quien después pidió a los inmigrantes que estuvieran abiertos a la culturade una ciudad tradicionalmente hospitalaria y que «caminen sobre el caminoindicado por las leyes» italianas.

La alta política volvió finalmente en el encuentro con la universidad, lu-gar identificativo para Bolonia, donde el Papa habló de nuevo de los «sue-ños valientes» de los fundadores de la Europa unida.

En nombre de los millones de muertos, víctimas de conflictos, como ex-plícitamente declaró en Naciones Unidas Pablo VI, cuyas palabras fueron re-petidas por su sucesor («nunca más la guerra, nunca más contra los demás,nunca más sin los demás»), que condenó con fuerza a «quien produce vio-lencia, alimentando la carrera armamentística y pisoteando la paz con la es-p eculación».

Viaje pastoral en Italia

Palabra, pan y pobres

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

don Sergio Pellini S.D.B.director general

Servicio fotográficop h o t o @ o s s ro m .v a

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Via Monte Rosa 91, 20149 Milanos e g re t e r i a d i re z i o n e s y s t e m @ i l s o l e 2 4 o re . c o m

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 6 de octubre de 2017, número 40

Homilía del Papa durante la misa en Bolonia

Arrepentimiento frente a la hipocresía

En la homilía de la Misa en Bolonia, Italia, el Papa Francisco explicóque en la vida de cada uno, que no debe centrarse en las aparien-cias, existen dos caminos: ser pecadores arrepentidos o pecadores hi-pócritas. El Pontífice comentó, ante unas 40 mil personas en el esta-dio «Renato Dall’Ara» de Bolonia, en la homilía con la que conclu-

yó su viaje apostólico a esta ciudad y a Cesena, la parábola evangélica de losdos hermanos a los que su padre envió a trabajar a la viña. El primero contestó«no», pero después fue.

El segundo contestó «sí», y luego no fue a la viña. «En el corazón del pri-mero, después del “no”, resonaba la petición del padre. En el corazón del se-gundo, en cambio, a pesar del “sí” inicial, la voz del padre había quedado se-pultada», explicó. En la parábola, «la palabra clave es arrepentirse.

Es el arrepentimiento el que permite no endurecerse, transformar el “no” aDios en “sí”, y el “sí” al pecado en “no” por amor al Señor». «La voluntad del

Padre, que cada día delicadamente habla a nuestra conciencia, se cumple soloen forma de arrepentimiento y de conversión continua».

«La vida cristiana es un camino humilde de conciencia nunca rígida, sino enrelación con Dios, que sabe arrepentirse y confiarse a Él en su pobreza, sinpresumir nunca de bastarse a sí mismo».

«Así se supera la reedición actualizada de aquel mal antiguo denunciado porJesús en la parábola: la hipocresía, la doble vida, el clericalismo que se acom-paña del legalismo, el desapego de la gente». «Esta parábola —continuó el Pa-pa— Jesús la dirige a algunos de los jefes religiosos del templo que se parecíanal hijo de doble vida, mientras que la gente común se comportaba con frecuen-cia como el otro hijo».

El Pontífice se preguntó cuál era el problema de aquellos jefes del templo:«De palabra, y con los demás, eran inflexibles custodios de las tradiciones hu-manas, incapaces de comprender que la vida hacia Dios está en camino y pidela humildad de abrirse, arrepentirse y recomenzar».

Estos jefes «lo sabían y lo explicaban todo, de modo formalmente intacha-ble, eran verdaderos intelectuales de la religión. Pero no tenían la humildad deescuchar, la valentía de interrogarse, la fuerza de arrepentirse».

Encuentro con los estudiantes

Soñara lo grande

Una invitación a los jóve-nes para «no conformarsecon sueños pequeños» ypara «soñar a lo grande»la ofreció el Papa en un

encuentro con los estudiantes y repre-sentantes del mundo académico de Bo-lonia, a quienes dirigió un discurso enla plaza Santo Domingo, el pasado 1de octubre, en el marco de su visitapastoral. Ante los miembros de una delas principales universidades europeas,que Francisco definió como «laborato-rio de humanismo», y que recibe cadaaño a numerosos estudiantes proceden-tes de Italia y todo el mundo, el Pontí-fice recordó que «cada universidad estállamada a buscar aquello que une, esti-

mulando y compartiendo los buenosintereses comunes. Añadió que «la bús-queda del bien es la llave para teneréxito realmente en los estudios; el amores el ingrediente que da sabor a los te-soros del conocimiento y, en particular,a los derechos del hombre y de lospueblos».

El Papa confesó a los jóvenes quesueña «con una Europa “universitaria ym a d re ” que, grata por su c u l t u ra , infun-da esperanza a sus hijos y sea instru-mento de paz para el mundo». Y con-virtió estos tres principios: cultura, es-peranza y paz en «tres derechos», mis-mos que propuso a los jóvenes.

El derecho a la cultura, que significa,tal y como explicó el Papa, «tutelar elconocimiento, un saber humano y quehumaniza»; a la esperanza, que es «elderecho a no ser invadidos cotidiana-mente por la retórica del miedo y delodio, a no quedar sumergidos por lasfrases hechas de los populismos o porla inundación inquietante y rentable delas falsas noticias. Y derecho a la paz,que Francisco también calificó como«un deber». En este sentido, recordólas palabras de sus antecesores: «nuncamás la guerra, nunca más contra los de-más, nunca más sin los demás».

número 40, viernes 6 de octubre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Es tarea de la sociedad enterala preocupación por el trabajo digno

«Comprometámonos a leer y a meditar la Biblia, especialmente el Evangelio». Ha sido uno de los estímulosdel Papa Francisco en el ángelus dominical que celebró en Bolonia. Al mediodía, el Papa se ha reunido conrepresentantes del mundo del trabajo, en la «Piazza Maggiore» en la región Emilia Romaña, en el norte deItalia. Ha recitado con ellos la oración mariana, saludando la beatificación del Padre eslovaco Titus Zeman,mártir, uniéndose a los fieles reunidos en el Santuario de Pompeya para la tradicional Súplica a NuestraSeñora del Rosario.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buen domingo!Los saludo a todos ustedes que pertenecen al

mundo del trabajo, en la variedad de sus expre-siones. Entre ellas existe lamentablemente tam-bién aquella negativa, es decir, la situación difícil,a veces angustiante, de la falta de trabajo. ¡Gra-cias por su acogida!

Ustedes representan las diversas partes sociales,muchas veces en discusión incluso dura entreellas, pero han aprendido que solo juntos se pue-de salir de la crisis y construir el futuro. Sólo eldiálogo, en las reciprocas competencias, puedepermitir encontrar respuestas eficaces e innovado-ras para todos, también en la calidad del trabajo,en particular el indispensable bienestar. Es aque-llo que algunos llaman el «sistema Emilia». Tra-ten de llevarlo adelante. Hay necesidad de solu-ciones estables y capaces de ayudar a mirar al fu-turo para responder a las necesidades de las per-sonas y de las familias.

En su territorio desde hace tiempo se ha desa-rrollado la experiencia cooperativa, que nace delvalor fundamental de la solidaridad. Hoy esa tie-ne todavía mucho por ofrecer, también para ayu-dar a tantos que están en dificultad y tienen nece-sidad de ese «ascensor social» que según algunosestaría del todo fuera de uso. No dobleguemos ja-más la solidaridad a la lógica del provecho finan-ciero, porque así la quitamos — podría decir la ro-bamos— a los más débiles que tienen tanta necesi-dad. Buscar una sociedad más justa no es un sue-ño del pasado sino un compromiso, un trabajo,que hoy tiene necesidad de todos.

La situación de la desocupación juvenil y aque-lla de tantos que han perdido el trabajo y no lo-gran reinserirse son realidades a las cuales no po-

demos acostumbrarnos, tratándolas como si fue-ran solamente estadísticas.

La acogida y la lucha a la pobreza pasan engran parte a través del trabajo. No se ofrece ver-dadera ayuda a los pobres sin que puedan encon-trar trabajo y dignidad. Este es el desafío apasio-nado, como en los años de la reconstrucción des-pués de la guerra, que tanta pobreza había deja-do. El reciente «Pacto para el trabajo», que havisto a todas las partes sociales, y también la Igle-sia firmar un común empeño para ayudar en labúsqueda de respuestas estables, no de limosnas,es un método importante que deseo pueda dar losfrutos esperados.

La crisis económica tiene una dimensión euro-pea y global; y, como sabemos, esta es tambiéncrisis ética, espiritual y humana. A la raíz existeuna traición del bien común, de parte tanto delos individuos como de los grupos de poder. Esnecesario pues quitar centralidad a la ley del pro-vecho y asignarla a la persona y al bien común.Pero para que esta centralidad sea real, efectiva yno sólo proclamada con palabras, es necesario au-mentar las oportunidades de trabajo digno. Estaes una tarea que pertenece a la sociedad entera:en esta fase en modo particular, todo el cuerposocial, en sus varios componentes, está llamado arealizar todo esfuerzo para que el trabajo, que esfactor primario de dignidad, sea una preocupa-ción central.

Aquí nos encontramos ante San Petronio, re-cordado como Pater et Protector y representadosiempre con la ciudad entre sus manos. De aquífísicamente vemos tres aspectos constitutivos desu ciudad: la Iglesia, el Municipio y la Universi-dad. Cuando ellos dialogan y colaboran entre sí,se refuerza el precioso humanismo que ellos ex-

presan y la ciudad – por así decir – respira, tieneun horizonte, y no tiene miedo de afrontar los de-safíos que se presentan. Los animo a valorizar es-te humanismo del cual son depositarios para bus-car soluciones sabias y prudentes a los complejosproblemas de nuestro tiempo, viéndolas si comodificultades, pero también como oportunidadesde crecimiento y de mejoría. Y esto que les digovale para Italia en su conjunto y para la enteraE u ro p a .

Queridos amigos, les soy particularmente cerca-no, poniendo en las manos del Señor y de la Vir-gen de San Lucas todas sus ansias y preocupacio-nes. A Ella, tan venerada por todos los boloñeses,nos dirigimos ahora con la oración del Ángelus.

Al finalizar el rezo del Ángelus, el Pontífice recordó almártir eslovaco Titus Zeman y se unió a la oraciónpor Nuestra Señora del Rosario.

Queridos hermanos y hermanas:Ayer, en Bratislava (Eslovaquia) fue beatificadoTitus Zeman, sacerdote salesiano. Él se une a lalarga línea de mártires del siglo XXI, porque mu-rió en 1969, después de haber pasado un largotiempo en la cárcel a causa de su fe y de su servi-cio pastoral. Que su testimonio nos sustente enlos momentos más difíciles de la vida y nos ayudea reconocer, también en la prueba, la presenciadel Señor. Este domingo culmina la semana dedi-cada de modo particular a la Palabra de Dios,con ocasión de la reaparición, ayer, de la memoriade San Girloamo, gran maestro de la Sagrada Es-critura. Agradezcamos a Dios por el regalo de suPalabra y empeñémonos en leer y meditar la Bi-blia, especialmente el Evangelio.

Finalmente, nos unimos espiritualmente a losfieles reunidos en el Santuario de Pompeya por latradicional Súplica a Nuestra Señora del Rosario,presidida hoy por el Preseidente de la Conferen-cia Episcopal Italiana, el cardenal Bassetti.

A todos vosotros, boloñeses nativos y «adopti-vos», les deseo un buen domingo. Por favor, nose olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y has-ta luego!

página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 6 de octubre de 2017, número 40

Sentado a la mesa con los últimosAlmuerzo de solidaridad en la basílica de San Petronio

La última cita del Papa el domingo por lamañana fue el almuerzo de solidaridad con lospobres, los refuguados y los detenidos, en labasílica de San Petronio. Antes de sentarse ala mesa, el Pontífice dirigió un breve discurso alos comensales.

Queridos hermanos y hermanas:¡Qué alegría ver a tantos de vosotros en estacasa! Es como la casa de Nuestra Madre, lacasa de la misericordia, la Iglesia que acogea todos, especialmente a aquellos que nece-sitan un sitio. Sois el centro de esta casa. LaIglesia os quiere en el centro. No preparaun lugar especial o diferente: en el centro yjuntos. La Iglesia es de todos, particular-mente de los pobres. Todos somos invita-dos, solamente por gracia. Es un misterio deamor gratuito de Dios que nos quiere suyos,aquí, no por mérito, sino por su amor.

En esta casa normalmente se celebra elmisterio de la Eucaristía, la mesa en la quese depositan el pan y el vino que se convier-ten en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, parti-do y derramado por la multitud de los hom-bres que Él ama. ¡Qué extraña es la mate-mática de Dios!: Se multiplica solamente sise divide! Pongamos siempre una mesa deamor para quien la necesite. La caridadnunca es en sentido único, siempre es circu-lar y todos dan y reciben algo. Todos recibi-mos y todos sabemos y podemos dar mu-cho. Jesús no descarta a nadie, no desprecia.Tiene sed y nos pide que le demos de beberporque camina con nosotros y sufre con no-sotros. ¡Y nosotros precisamente tenemos es-ta jarra, quizás algo usada, que le puede daragua, que es nuestro corazón! Nuestra vidaes siempre preciosa y todos tenemos algoque dar a los otros.

Al final, os será dado el alimento másprecioso, el Evangelio, la Palabra de Diosque todos llevamos en el corazón, que paranosotros cristianos tiene el rostro bueno deJesús. ¡Es para vosotros! Se dirige precisa-mente a aquellos que tienen necesidad. To-madlo todos y llevadlo como signo, sellopersonal de amistad con Dios que se haceperegrino y sin sitio para prepararlo para to-dos. Todos somos viandantes, mendigos deamor y de esperanza, y necesitamos a eseDios que se hace cercano a nosotros y se re-vela en la fracción del pan.

Este pan de amor que hoy compartimos,llevadlo vosotros también a los demás. Re-galad a los otros simpatía y amistad. Es elcompromiso que todos podemos tener. Hayuna gran necesidad. Tenéis una sensibilidadparticular para captar la dimensión humana,porque vosotros sabéis lo que es la fragili-dad, la necesidad de tender las manos, dedejarse ayudar dejando de lado el orgullo.El «Padre nuestro» que rezaremos al final esverdaderamente la oración de los pobres. Lapetición de pan, en efecto, expresa la con-fianza en Dios para las necesidades prima-rias de nuestra vida. Lo que nos ha enseña-do Jesús con esta oración expresa y recogela voz de los que que sufren por la precarie-dad de la existencia y la falta de lo necesa-rio. A los discípulos que pedían a Jesús queles enseñara a rezar, Él respondió con laspalabras de los pobres que se dirigen al úni-co Padre en el cuál todos se reconocen co-mo hermanos. El «Padre nuestro» es unaoración que se conjuga en plural: el pan quese pide es «nuestro», y esto implica compar-tir, participación y responsabilidad común.En esta oración, todos reconocemos la exi-gencia de superar cualquier clase de egoís-mo para acceder a la alegría de la acogidarecíproca. Hoy podemos compartir nuestropan cotidiano. Y todos queremos dar gra-cias a Dios.

número 40, viernes 6 de octubre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Oración en Bolonia por los migrantes

Luchadores de esperanza

Concluída la visita a Cesena, a mediamañana, el Papa se dirigió enhelicóptero a Bolonia, segunda etapade su visita pastoral del domingo, 1 deoctubre. Después se trasladó en autobúsal centro de acogida de la calle EnricoMattei para encontrar a losinmigrantes hospedados y al personalque los asiste. A continuación, elsaludo que el Pontífice les dirigió.

Queridos hermanos y hermanas:Os saludo cordialmente y os aseguromi cercanía. Quería que fuera preci-samente aquí mi primer encuentrocon Bolonia. Este es el «puerto» deldesembarco de aquellos que vienende más lejos y con sacrificios que aveces ni siquiera podéis contar.

Muchos no os conocen y tienenmiedo. Esto hace que se sientan conel derecho de juzgar y de hacerlocon dureza y frialdad, creyendo tam-bién que ven bien. Pero ese no es elcaso. Se ve bien sólo con la cercaníaque da la misericordia. Sin ella, elotro es un extraño, incluso un ene-migo, y no puede llegar a ser miprójimo. Desde lejos podemos deciry pensar cualquier cosa, como suce-de fácilmente cuando se escribenfrases terribles e insultos a través deInternet. Si miramos al prójimo sinmisericordia, no nos damos cuentade su sufrimiento, de sus problemas.Y si miramos al prójimo sin miseri-cordia, corremos el peligro de quetambién Dios nos mire sin misericor-dia. Hoy veo solamente tantas ganasde amistad y ayuda. Me gustaría darlas gracias a las instituciones y a to-dos los voluntarios por la atención yel esfuerzo para atender a todos queestán aquí alojados. En vosotros, co-mo en todo extranjero que llama anuestra puerta, veo a Jesucristo, quese identifica con el extranjero, de to-das las edades y condiciones (Mt 25,35, 43).

El fenómeno requiere visión ygran determinación en la gestión, in-teligencia y estructuras, mecanismosclaros que no permitan distorsioneso explotaciones, aún más inacepta-bles porque se hacen con los pobres.Creo realmente necesario que unmayor número de países adopte pro-gramas de apoyo privados y comuni-tarios de acogida y se abran pasillos

humanitarios para los refugiados enlas situaciones más difíciles, paraevitar esperas insoportables y tiem-pos perdidos que pueden iludir. Laintegración comienza con el conoci-miento. El contacto con el otro llevaa descubrir el «secreto» que todo elmundo lleva consigo y también eldon que representa, a abrirse a élpara aceptar sus aspectos válidos ypor lo tanto aprender a amarlo, y asuperar el miedo , ayudándolo a in-corporarse a la nueva comunidadque lo acoge. Cada uno de vosotrostiene su propia historia, me decía laseñora que me acompañaba. Y estahistoria tiene algo sagrado, hay querespetarla, aceptarla, acogerla y ayu-dar a seguir adelante. Algunos devosotros sois menores de edad: estoschicos y chicas tienen una necesidadparticular de ternura y tienen dere-cho a la protección, que incluye pro-gramas de custodia temporal o aco-gida. He venido entre vosotros por-que quiero llevar en mis ojos losvuestros —yo he mirado vuestros

ojos— y en mi corazón el vuestro.Quiero llevar conmigo vuestros ros-tros que piden ser recordados, ayu-dados, yo diría «adoptados», porqueen el fondo buscáis a alguien queapueste por vosotros, que os dé con-fianza, que os ayude a encontrar esefuturo cuya esperanza os ha hechollegar hasta aquí.

¿Sabéis que sois vosotros? Voso-tros sois «luchadores de la esperan-za». Alguno no ha llegado porquese lo tragó el desierto o el mar. Loshombres no los recuerdan, peroDios conoce sus nombres y los reci-be a su lado. Quedémonos todos unmomento en silencio, recordándolosy rezando por ellos (silencio). A vo-sotros, luchadores de la esperanza,deseo que la esperanza no se vuelvadesilusión o, peor aún, desespera-ción, gracias a tantos que os ayudana no perderla. En mi corazón quierollevar vuestro miedo, vuestras difi-cultades, vuestros riesgos, vuestra in-certidumbre tantas pancartas: «Ayu-

dadnos a tener los papeles»...; laspersonas que amáis, que os impor-tan y por las que os habéis lanzadoa buscar un futuro. Llevaos en losojos y en el corazón nos ayudará atrabajar más por una ciudad acoge-dora y capaz de crear oportunidadespara todos. Por eso os exhorto a es-tar abiertos a la cultura de esta ciu-dad, dispuestos a caminar por el ca-mino indicado por las leyes de estepaís. La Iglesia es una madre que nodistingue y ama a cada hombre co-mo hijo de Dios, como su imagen.Bolonia es, desde siempre, una ciu-dad conocida por su hospitalidad.Este dato se ha renovado con tantasexperiencias de solidaridad, hospita-lidad en parroquias y realidades reli-giosas, pero también en muchas fa-milias y contextos sociales. Algunoshan encontrado un nuevo hermanoal que ayudar o un niño al que cre-cer. Y algunos han encontrado nue-vos padres que quieren un futuromejor con él. ¡Cómo me gustaríaque estas experiencias, posibles paratodos, se multiplicaran! Que la ciu-dad no tenga miedo de donar loscinco panes y los dos peces: la Pro-videncia intervendrá y todos estaránsaciados.

Bolonia fue la primera ciudad enEuropa, hace 760 años, que liberó alos siervos de la esclavitud. Eranexactamente 5.855. Tantos. Sin em-bargo, Bolonia no tuvo miedo. Fue-ron redimidos por el ayuntamiento,es decir por la ciudad. Tal vez lo hi-cieron también por razones econó-micas, porque la libertad ayuda yconviene a todos. No tuvieron mie-do de dar la bienvenida a aquellosque entonces eran considerados "nopersonas" y de reconocerlos comoseres humanos. ¡Escribieron en un li-bro los nombres de cada uno deellos! Cómo quisiera que vuestrosnombres fueran escritos y recordadospara encontrar, como entonces, unfuturo común.

Os doy las gracias y os bendigode todo corazón. Y por favor rezadpor mí.

número 40, viernes 6 de octubre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 6/7

Encuentro con sacerdotes, religiosos y seminaristas

La experiencia de ladio cesaneidad

El Papa encontró en la catedral deCesena al clero de la diócesis de Cesena-Sarsina, a los laicos de los consejospastorales y a representantes de lasparroquias. Después del saludo que lesdirigió en obispo Douglas Regattieri, elPontífice pronunció el siguiente discurso.

Queridos hermanos y hermanas:Os doy las gracias por vuestra acogiday os saludo cordialmente, comenzandopor vuestro obispo Mons. Douglas Re-gattieri. Mi presencia hoy entre voso-tros expresa en primer lugar cercanía avuestro compromiso con la evangeliza-ción. Esta es la misión principal de losdiscípulos de Cristo: anunciar y testi-moniar el Evangelio con alegría.

La evangelización es más eficazcuando se lleva a cabo con unidad depropósito y con la colaboración sinceraentre las diferentes realidades eclesialesy pastorales entre los diferentes sujetospastorales, que encuentran en el obispoun punto seguro de referencia y de co-hesión. Corresponsabilidad es una pa-labra clave, tanto para avanzar en eltrabajo común en los campos de la ca-tequesis, la educación católica, la pro-moción humana y la caridad; como enla búsqueda valiente, ante los desafíospastorales y sociales, de nuevas formasde cooperación y presencia eclesial enel territorio. Ya es un testimonio eficazde la fe el hecho mismo de ver a unaIglesia que se esfuerza por caminar enla fraternidad y la unidad. Si no hayesto, lo demás no sirve.

Cuando el amor en Cristo se colocapor encima de todo, incluso de las ne-cesidades particulares y legítimas, en-tonces se es capaz de salir de sí mismo,de descentralizarse tanto en el ámbitopersonal como en el de grupo y siem-pre en Cristo, de salir al encuentro delos hermanos.

Las llagas de Jesús siguen siendo vi-sibles en tantos hombres y mujeres queviven al margen de la sociedad, inclui-dos los niños: marcados por el sufri-miento, la incomodidad, el abandono yla pobreza. Personas heridas por lasduras pruebas de la vida, que están hu-milladas, que están en la cárcel o en elhospital. Acercándoos y curando conternura estas llagas, a menudo no sólocorporales, sino también espirituales,también nosotros nos purificamos ytransformamos por la misericordia deDios. Y juntos, pastores y fieles laicos,experimentamos la gracia de ser porta-dores humildes y generosos de la luz yla fuerza del Evangelio . Me gusta re-cordar, a propósito del primer deberdel diaconado con los pobres, el ejem-plo de San Vicente de Paul, que co-menzó hace más de 400 años en Fran-cia una verdadera "revolución" de la ca-ridad. A nosotros también se nos pideque nos adentremos hoy con ardorapostólico en el mar abierto de las po-brezas de nuestro tiempo, conscientes,sin embargo, de que solos no podemoshacer nada. «Si el Señor no edifica lacasa, en vano, fatigan los constructo-res». (Sal 127, 1).

Por lo tanto, es necesario reservar unespacio adecuado para la oración y lameditación de la Palabra de Dios: laoración es la fuerza de nuestra misión—como, también nos ha mostrado másrecientemente, Santa Teresa de Calcu-ta—. El constante encuentro con el Se-ñor en la oración es indispensable tantopara los sacerdotes y las personas con-sagradas, como para los agentes de pas-

toral, llamados a salir de su «huerteci-ta» para ir a las periferias existenciales.Mientras el impulso apostólico nos lle-va salir- pero siempre salir con Jesús -sentimos la profunda necesidad de per-manecer firmemente unidos en el cen-tro de la fe y la misión: el corazón deCristo, lleno de misericordia y amor.En el encuentro con El, nos contagiade su mirada, la que se compadecía delas personas que se encontraba en loscaminos de Galilea. Se trata de recupe-rar la capacidad de «mirar» ¡la capaci-dad de mirar! Hoy se pueden ver mu-chas caras a través de los medios de co-municación, pero existe el riesgo de mi-rar cada vez menos a los ojos de los de-más. Si miramos con respeto y amor alas personas que encontramos también

nosotros podemos hacer la revoluciónde la ternura. Y os invito a hacerla, ahacer esta revolución de la ternura.

Entre los que más necesitan experi-mentar este amor de Jesús, están los jó-venes. Gracias a Dios, los jóvenes sonuna parte viva de la Iglesia —la próxi-ma Asamblea del Sínodo de los Obis-pos los involucra directamente— y pue-den comunicar a sus compañeros sutestimonio: jóvenes apóstoles de los jó-venes, como escribió el beato Pablo VIen su exhortación apostólica Evangeliinuntiandi (véase el número 72). La Igle-sia cuenta mucho con ellos y es cons-

ciente de sus grandes recursos, de suactitud hacia lo bueno, lo bello, a la li-bertad auténtica y a la justicia. Necesi-tan que se les ayude a descubrir los do-nes que el Señor les ha dado, animadosa no temer ante los grandes desafíosdel momento presente. Por eso animo aencontrarlos, a escucharlos, a caminarcon ellos para que puedan encontrar aCristo y su mensaje liberador de amor.En el Evangelio, y en el testimonio co-herente de la Iglesia los jóvenes puedenencontrar la perspectiva de vida que lesayude a superar los condicionamientosde una cultura subjetivista que exalta elyo hasta idolatrarlo —esas personas, de-

berían llamarse «yo, mí, conmigo, paramí y siempre yo»— y los abra a metas yproyectos de solidaridad. Y para impul-sar a los jóvenes, hoy es necesario resta-blecer el diálogo entre los jóvenes y losancianos, los jóvenes y los abuelos. Seentiende que los ancianos se jubilen pe-ro su vocación no se jubila, y tienenque darnos a todos, especialmente a losjóvenes, la sabiduría de la vida. Debe-mos aprender cómo hacer que los jóve-nes hablen con los ancianos, que vayana ellos. El profeta Joel tiene una buenafrase en el capítulo III versículo 1: «Losviejos soñarán y los jóvenes profetiza-rán». Y esta es la receta revolucionaria

de hoy. Que los viejos no se pongan enesa actitud que dice: «Pero, son cosaspasadas, todo tiene herrumbre ...» ¡no,¡sueña! Sueña! Y el sueño del ancianohará que el joven siga adelante y se en-tusiasme, que sea un profeta. Pero pre-cisamente el joven es el que hará que elviejo sueñe y luego hará suyos esos sue-ños. Os recomiendo que, en vuestrascomunidades, en vuestras parroquias,en vuestros grupos, os aseguréis de quehaya este diálogo. Este diálogo harám i l a g ro s .

Una Iglesia atenta a los jóvenes esuna Iglesia familia de familias. Os ani-mo en vuestro trabajo con las familias ypor las familias, que os ocupa en esteaño pastoral sobre la reflexión en laeducación a la afectividad y al amor. Yvuelvo al argumento de los viejo, por-que me importa. A un joven que no haaprendido, que no sabe acariciar a unanciano, le falta algo. Y a un ancianoque no tiene paciencia para escuchar aljoven, le falta algo. Ambos deben ayu-darse a seguir adelante juntos. Educa-ción a la afectividad y al amor. Es untrabajo que el Señor nos pide que ha-gamos sobre todo en este tiempo, quees un tiempo difícil tanto para la fami-lia como institución y célula base de lasociedad, como para las familias con-cretas, que soportan la mayor parte dela carga de la crisis socioeconómica sinrecibir, a cambio, el apoyo adecuado.Pero justo cuando la situación es difícil,Dios hace sentir su cercanía, su gracia,la fuerza profética de su Palabra. Y es-tamos llamados a ser testigos, mediado-res de esta cercanía a las familias y deesta fuerza profética para la familia. Yaquí también quiero decir algo más.Cuando confieso a una mujer o unhombre joven y me dice que está cansa-do, que también pierde la pacienciacon los niños, porque tiene mucho quehacer, yo, la primera pregunta que ha-go es: «¿Cuántos hijos tienes?», Y di-cen: dos, tres ... Y luego hago otra pre-gunta: «¿Juegas con tus hijos?» Y mu-chas veces me dicen, sobre todo los pa-dres: «Padre, cuando salgo de casa, to-davía duermen, y cuando vuelvo ya es-tán acostados». Esta situación socioeco-nómica impide la buena relación de lospadres con sus hijos. Tenemos que tra-bajar para que esto no suceda, para quelos padres pueden perder el tiempo ju-gando con sus hijos. ¡Esto es importan-te!

Queridos sacerdotes ... Vosotros notenéis hijos ... sí, hay uno allí, griego-católico, que los tiene; pero vosotros nolos tenéis, y se dice que cuando Diosno da hijos, ¡el diablo da sobrinos!Queridos sacerdotes, a vosotros, de ma-nera especial, está confiado el ministe-rio del encuentro con Cristo; y estopresupone vuestro encuentro cotidianocon Él, vuestro ser en Él. Os deseo quesigáis redescubriendo, en las diversasetapas de vuestro viaje personal y mi-nisterial, la alegría de ser curas. ¡Noperdáis esa alegría! ¡No la perdáis!. Talvez os ayude leer los cuatro números fi-nales de la Evangelii nuntiandi del bea-to Pablo VI: Habla de esto. La alegríaNo perdáis la alegría. Muchas veces lagente encuentra sacerdotes tristes, to-dos enfurruñados , con la cara avina-grada y a veces se me ocurre pensar :¿Pero que tenía su desayuno? ¿Café

con leche o vinagre? No. ¡Alegría, ale-gría! Y si encuentras al Señor, estarásalegre. La alegría de ser sacerdotes, dehaber sido llamados por el Señor a se-guirlo para llevar su palabra, su per-dón, su amor, su gracia. La alegría determinar el día cansado: ¡ es hermoso!Y no necesitar pastillas para dormir.Estás cansado, vas a la cama y duermessolo. Es una llamada que nunca dejade sorprendernos, la llamada del Señor.Cada día se renueva en la celebracióneucarística y en el encuentro con elpueblo de Dios al que somos enviados.Que el Señor os ayude a trabajar conalegría en su viña como obreros acoge-dores, pacientes y sobre todo misericor-

al otro y te vas tan contento. Chismo-rrear es esto. Pensadlo. ¿Qué dice Je-sús? «Si tienes algo contra tu hermano,ve y díselo a la cara» (Mt 18, 15). Sedvalientes. Y si no tenéis valor de decir-lo, mordeos la lengua. Y estará bien.En vuestro camino, sentíos siempreacompañados y sostenidos por la pro-mesa del Señor, es decir, la fuerza delEspíritu Santo. Os agradezco sincera-mente este encuentro y confío a cadauno de vosotros y a vuestras comunida-des, proyectos y esperanzas a la Virgen,a la que se llama con un nombre muybonito: «Nuestra Señora del pueblo»—¡no populista!—, es la madre del pue-blo, es buena. Os bendigo de corazón

Encuentro en la catedral de Cesena

Ancianos y jóvenes dialogando

diosos. Como lo fue Jesús. Y que po-dáis contagiar a las personas y a la co-munidad del espíritu misionero.

Queridos hermanos y hermanas de ladiócesis de Cesena-Sarsina, no os desa-niméis frente a las dificultades. Sed te-nacees en dar testimonio del Evangelio,caminando juntos: sacerdotes, consa-grados, diáconos y fieles laicos. A veceshabrá malentendidos, pero cuando haymalentendidos, hablad o hablad con elpárroco para que os ayude. Pero, nadade habladurías. Las habladurías destru-yen una comunidad: una comunidadreligiosa, una comunidad parroquial,una comunidad diocesana, una comu-nidad presbiteral. Las habladurías sonun acto «terrorista». Sí, chismorrear esterrorismo, porque tú vas, lanzas elchisme - que es una bomba - destruyes

y os pido que recéos por mí. Ahora osdoy la bendición.

Saludo enfrente de la catedral. Osdeseo un buen domingo. Saludo al co-ro: canta muy bien; lo mismo que elcoro dentro de la Catedral. Saludo alos dos. Muchas gracias.

Y aquí están los jóvenes: ¡Que levan-ten las manos, los niños y los jóvenes!¿Qué tienen que hacer los jóvenes?¿Habéis escuchado lo que dije [en eldiscurso de la catedral? ] ¿Qué tienenque hacer? ... ¿Hablar con? ... [Res-ponden: «Hablar con los ancianos»]Hablar con los ancianos. Escuchar, ha-blar con los ancianos. Así os volveréisre v o l u c i o n a r i o s .

¡Adiós! ¡Gracias, y que el Señor osb endiga!

En su visita a Bolonia, el domingo, 1 de octubre por la tarde, el Papa participó en un encuentro con

sacerdotes, religiosos, seminaristas y diáconos permanentes de la archidiócesis de la ciudad. Francisco

dialogó con los presentes en el evento y respondió a sus preguntas.

página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 6 de octubre de 2017, número 40

Contra la carcoma de la corrupción y en favor del bien común

Por la buena política

Queridos hermanos y hermanas,buenos días:Me alegra comenzar mi visita a Ce-sena encontrando a la ciudadanía,en este lugar tan significativo para lavida civil y social de vuestra ciudad.Una ciudad rica en historia y civili-zación, que entre sus hijos ilustrestambién ha sido cuna de dos papas:Pío VI, del que recordamos el tercercentenario del nacimiento, y Pío VII.

Desde hace siglos, esta plaza es ellugar de encuentro de los ciudada-nos y el ámbito donde se desarrollael mercado. Por lo tanto, merece sunombre: Piazza del Popolo, (Plazadel Pueblo) o simplemente «la Pla-za», porque es del pueblo, un espa-cio público donde se toman decisio-nes importantes para la ciudad en suAyuntamiento y se toman iniciativaseconómicas y sociales. La plaza Esun lugar emblemático donde las as-piraciones de los individuos se con-frontan con las necesidades, expecta-tivas y sueños de toda la ciudadanía;donde los grupos particulares se dancuenta de que sus deseos deben ar-monizarse con los de la colectividad.Yo diría, permitidme la imagen, queen esta plaza se «amasa» el bien co-mún de todos, aquí se trabaja por elbien común de todos. Esta armoni-zación de deseos propios con los dela comunidad hace el bien común.En esta plaza se aprende que sinperseguir con constancia, esfuerzo einteligencia el bien común, tampocoel individuo podrá gozar de sus de-rechos y realizar sus nobles aspira-ciones, porque faltaría el espacio or-denado y civil para vivir y trabajar.

La centralidad de la plaza, por lotanto, envía el mensaje de que es

esencial trabajar todos juntos por elbien común. Esta es la base de labuena gobernanza de la ciudad, quela hace bella, sana y acogedora, cru-ce de caminos de iniciativas y motorde un desarrollo sostenible e inte-gral.

Esta plaza, como todas las otrasplazas de Italia, recuerda la necesi-dad para la vida de la comunidad dela buena política; no de la que essierva de las ambiciones individualeso de la prepotencia de grupos o cen-tros de interés. Una política que nosea ni sierva ni patrona, sino amigay colaboradora; no temerosa o im-prudente, sino responsable y por lotanto valiente y prudente al mismotiempo; que aumente la participa-ción de las personas, su inclusión yparticipación progresiva; que no dejeal margen a determinadas categorías,que no saquee ni contamine los re-cursos naturales —no son un pozosin fondo, sino un tesoro que Diosnos da— , para que lo usemos conrespeto e inteligencia. Una políticaque pueda armonizar las aspiracio-nes legítimas de individuos y gruposmanteniendo el timón firme en el in-terés de toda la ciudadanía.

Este es el rostro auténtico de lapolítica y su razón de ser: un servi-cio invalorable al bien de toda la co-munidad. Y por eso la doctrina so-cial de la Iglesia la considera comouna noble forma de caridad. Por lotanto, invito a los jóvenes y a losmenos jóvenes a que se preparen demanera adecuada y a esforzarse per-sonalmente en este campo, asumien-do desde el principio la perspectivadel bien común y rechazando cual-quier forma, por muy mínima que

sea, de corrupción. La corrupción esla polilla de la vocación política. Lacorrupción no deja que crezca la ci-vilización. Y el buen político llevasu propia cruz cuando quiere serbueno porque debe dejar tantas ve-ces sus ideas personas para tomar lasiniciativas de los demás y armonizar-las, acomunarlas, para que efectiva-mente sea el bien común el que sal-ga adelante. En este sentido el buenpolítico acaba siempre por ser un“mártir” al servicio, porque deja susideas pero no las abandona, las poneen discusión con todos para ir haciael bien común, y esto es muy hermo-so.

Desde esta plaza os invito a consi-derar la nobleza de la acción políticaen nombre y favor del pueblo, quese reconoce en una historia y en losvalores compartidos y pide tranquili-dad de vida y desarrollo ordenado.Os invito a exigir de los protagonis-tas de la vida pública coherencia decompromiso, preparación, rectitudmoral, iniciativa, longanimidad, pa-ciencia y fortaleza para afrontar losdesafíos de hoy, sin pretender, sinembargo, una perfección imposible.Y cuando el político se equivoca,que tenga la grandeza de ánimo pa-ra decir: «Me he equivocado, perdo-nad, sigamos adelante». ¡Y esto esnoble! Los acontecimientos humanose históricos y la complejidad de losproblemas no permiten que se re-suelva todo y de inmediato. La vari-ta mágica no funciona en la política.Un realismo saludable sabe que in-cluso la mejor clase dirigente nopuede resolver todos los problemasen un instante. Para darse cuenta, essuficiente tratar de actuar personal-mente en lugar de mirar y criticar eltrabajo de los demás desde el bal-cón. Esto es un defecto, cuando lascríticas no son constructivas. Si elpolítico se equivoca, díselo, hay tan-tas formas de decírselo : «Pero creo

que esto sería mejor así o así». Através de la prensa, de la radio.. Pe-ro decirlo constructivamente. Y nomirar desde el balcón esperando aque fracase. No, así no se construyela civilización. Encontraremos así lafuerza para asumir nuestras respon-sabilidades, entendiendo al mismotiempo que, incluso con la ayuda deDios y la colaboración de los hom-bres, en cualquier caso, cometeremoserrores. Todos nos equivocamos.«Perdonad, me he equivocado. Rea-nudo el camino justo y sigo adelan-te».

Queridos hermanos y hermanas,esta ciudad, como toda la Romagna,ha sido tradicionalmente tierra deencendidas pasiones políticas. Quie-ro deciros a vosotros y a todos: re-descubrid también hoy el valor deesta dimensión esencial de la convi-vencia civil y dad vuestra contribu-ción, dispuestos a que prevalezca elbien del todo antes que el de unaparte; listos para reconocer que cadaidea necesita ser verificada y remo-delada confrontándola con la reali-dad; dispuestos a reconocer que escrucial poner en marcha iniciativasgenerando amplias colaboracionesen lugar de concentrarse en la ocu-pación de puestos . Sed exigentescon vosotros mismos y con los de-más, sabiendo que el esfuerzo con-cienzudo precedido por la prepara-ción adecuada dará su fruto y au-mentará el bien e incluso la felicidadde las personas.

Escuchad todos, todos tienen de-recho a que se escuche su voz, peroescuchad sobre todo a los jóvenes ya los ancianos. A los jóvenes porquetienen fuerzas para sacar adelante lascosas; y a los ancianos porque tienenla sabiduría de la vida y tienen laautoridad para decir a los jóvenes—también a los políticos jóvenes— :«Mira, chico, chica, en esto te equi-vocas, toma ese otro camino, piénsa-lo». Esta relación entre jóvenes y an-cianos es un tesoro que debemosrestablecer. ¿Hoy es la hora de losjóvenes? Sí, a mitad: es también lahora de los ancianos. Hoy es la horaen política del diálogo entre los jó-venes y los ancianos. Por favor, se-guid por este camino.

En los últimos años, la políticaparece retroceder frente a la agresióny la omnipresencia de otras formasde poder, como la financiera y lamediática. Es necesario relanzar losderechos de la buena política, su in-dependencia, su capacidad específicade servir al bien público, de actuarde tal manera que disminuya las de-sigualdades, promueva el bienestarde las familias con medidas concre-tas, de proporcionar un marco sólidode derechos y deberes –equilibrarunos y otros— y de hacerlos eficacespara todos. El pueblo, que se reco-noce en un ethos y en su propia cul-tura, espera de la buena política ladefensa y el desarrollo armónico deeste patrimonio y de su mejor poten-cial. Oremos al Señor para que sus-cite buenos políticos que realmentese preocupen por la sociedad, elpueblo y el bien de los pobres. A Él,Dios de justicia y paz, encomiendola vida civil y social de vuestra ciu-dad. Gracias.

Por la mañana del domingo, 1 de octubre, el Papa Francisco se dirigió de visitaa Cesena y Bolonia. Después de llegar en helicóptero a la primera, el Pontífice setransladó en automóvil a la plaza del Popolo para encontrar a la comunidad dela ciudad. A continuación, su discruso pronunciado en este acto.

número 40, viernes 6 de octubre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

El Pontífice recuerda el carisma de la fraternidad

Hermanas de todos

Los obispos de Nicaraguase reúnen con el Papa

Durante la mañana del sábado, 16 de septiembre, la Conferencia episcopal de Nicaragua se reunió

con el Papa, con ocasión de la visita «ad limina Apostolorum»

El lunes 2 de octubre, por la mañana, el Papa Francisco recibió en audiencia a su Excelencia elseñor Gerardo Ángel Bugallo Ottone, nuevo embajador de España, con ocasión de la presentación

de las cartas con las que se le acredita ante la Santa Sede

Las credencialesdel embajador de España

El carisma de la fraternidad hacia todos fuerecordado por el Papa a las hermanitas de Jesúsrecibidas en audiencia el lunes, 2 de octubre por lamañana, en la Sala del Consistorio, con ocasión delcapítulo general.

Queridas hermanas:Me alegra recibiros con ocasión de vuestro Capí-tulo General. Saludo a la responsable general y através de vosotras saludo a todas las Hermanitasde Jesús.

La celebración de un Capítulo General es unmomento de gracia para todo instituto de vidaconsagrada. En un clima de oración y afecto fra-terno, los religiosos se reúnen para escuchar al Es-píritu Santo, para afrontar juntos las múltiplespreguntas y desafíos que el instituto afronta enese preciso momento de su historia. Sin embargo,antes de ser un momento de reflexión sobre cues-tiones prácticas, un capítulo es la experiencia es-piritual común de un retorno a la fuente de la lla-mada, personal y comunitaria.Y la fuente de vues-tro instituto es la experiencia arrolladora de la ter-nura de Dios que sintió vuestra fundadora, la her-manita Magdalena de Jesús. Tras los pasos delBeato Charles de Foucauld, se dio cuenta de queel Dios Todopoderoso, Creador y Señor del uni-verso, no tuvo miedo de hacerse un niño peque-ño, confiado, en los brazos de María por amor anosotros, y todavía quiere entregarse humilde-mente a cada uno de nosotros por amor. Hoy, ca-si ochenta años después de la fundación del Insti-tuto, más de mil Hermanitas están esparcidas portodo el mundo. Se encuentran en situaciones hu-manamente difíciles, con los más pequeños y losmás pobres. No están allí principalmente para cu-rar, educar, enseñar el catecismo - aunque estascosas las hacen bien – sino para amar, para estarcon los más pequeños, como lo hizo Jesús, paraanunciar el Evangelio con la vida sencilla hechade trabajo, de presencia, de amistad, de acogidaincondicional. Es importante, de vital importanciapara vosotros que volváis a esta experiencia origi-nal de la proximidad de Dios, que se entrega,manso y humilde a nosotros para salvarnos y col-marnos de su amor. Y este amor debe expresarsemás con la evangelización de los gestos que conla de las palabras: la sonrisa, el silencio, la adora-ción, la paciencia. Me viene en mente el diálogoentre el roble y el almendro. El roble dijo al al-mendro: «Háblame de Dios» y el almendro flore-ció. Esto es lo que os pide la Iglesia: floreced, flo-reced en gestos de amor y de Dios.

Sobre todo, queridas hermanas, aseguraos demantener ferviente vuestra vida espiritual, porquees de este amor recibido de Dios de manera ince-sante y siempre nuevo, de donde se desbordavuestro amor por nuestros hermanos y hermanas.Es de esta vida espiritual de la que los jóvenestienen sed y que les permite responder a su vez ala invitación del Señor. De esta vida espiritual na-ce el testimonio evangélico que esperan los po-bres. Las recetas sirven, pero después; si no hayeso, no tienen efecto.

No tengáis miedo de seguir adelante, llevandoen vuestros corazones al Niño Jesús, en todos loslugares donde están los pequeños en nuestromundo. Manteneos libres de los lazos con lasobras y las cosas, libres para amar a aquellos queencontréis donde quiera que el Espíritu os guíe.Libres para volar, libres para soñar. Las dificulta-des del tiempo presente os hacen compartir losdolores de tantos hermanos: también vosotras, co-mo ellos, a veces os encontráis obligadas a cerraro abandonar vuestros hogares para huir a otro lu-gar; también conocéis las pruebas de la edad, la

soledad y el sufrimiento; también experimentáis ladureza del camino cuando se trata de permanecerfiel atravesando desiertos. Pero en todo esto, elamor que lleváis en vuestros corazones hace devosotros mujeres libres apegadas a lo esencial.

Tened en cuenta la calidad de la vida fraternaen vuestras comunidades. A pesar de las pruebas,la Hermanita Magdalena, siguiendo a Jesús pobreentre los pobres, encontró la verdadera alegría,una alegría que compartió con todos, empezandopor sus hermanas. La sencillez y la alegría perte-necen a la vida consagrada, y de manera especiala la vuestra. El Niño Jesús en Nazaret estaba ale-gre, seguramente jugó y río con María y José, conlos niños de su edad y con los vecinos. Para en-contrar el sabor de la vida comunitaria, siemprehay que buscar la sencillez, el afecto, las pequeñasatenciones, el servicio y la maravilla.

De esta fraternidad entre vosotras nace el servi-cio de la autoridad. El ejercicio de la responsabili-dad, en la Iglesia, está enraizado en la voluntadcomún y fraterna de escuchar al Señor, de estaren su escuela y vivir de su Espíritu para que suReino pueda extenderse a todos los corazones. Esen este contexto de escucha común y fraternal esdonde encuentran lugar el diálogo y la obedien-cia. Y en tal obediencia, como el Niño Jesús, to-das las Hermanitas crecerán «en sabiduría, edad ygracia delante de Dios y de los hombres» (Lc 2,52). La fraternidad vivida entre vosotras abrevuestros corazones a la fraternidad hacia todos.Vuestra fundadora, os invitó a haceros «árabesentre los árabes, nómadas entre los nómadas, tra-bajadoras entre los trabajadores y, sobre todo, hu-manas entre los seres humanos» (Annie De Jesús,La hermanita Magdalena de Jesús. La experienciade Belén hasta el fin del mundo, Cerf, 2008, p.184).Feriantes con los feriantes, como aquí en Roma.Y así es cómo el Instituto se ha extendido a mu-chos países y vosotras habéis encontrado a tantosde estos pequeños, de todas las razas, idiomas yreligiones. Vuestros corazones no tienen barreras.Por supuesto, no podéis cambiar el mundo solas,pero lo podéis iluminar llevando la alegría delEvangelio en los barrios, en las calles, mezcladascon la multitud, siempre cerca de los más peque-ños.

Estando vosotras mismas entre los pequeñosque la Virgen Bienaventurada presenta a su HijoJesús nuestro Señor, puede contar con su maternaintercesión, así como con la oración de la Iglesiapor vuestro Instituto, especialmente con motivode este Capítulo General. Os agradezco, de ver-dad, os agradezco vuestra visita, y os pido por fa-vor que recéis por mí. Gracias

página 10 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 6 de octubre de 2017, número 40

Los ángeles son los grandescontempladores que contemplan al Señor,sirven y contemplan. Pero el Señortambién los envía para acompañarnosen el camino de la vida

Confiémonosa los arcángeles

Un verdadero y característico acto de entre-ga a los arcángeles Miguel, Rafael y Gabrielpara que nos ayuden en la lucha contra lasseducciones del diablo, nos lleven las bue-nas nuevas de la salvación y nos tomen dela mano para no que no tomemos el caminoequivocado en la vida, cooperando así «alplan de salvación de Dios». Es la oraciónpronunciada por el Papa en la misa celebra-da en la capilla de la Casa Santa Marta, elviernes, 29 de septiembre, día de la fiesta delos santos arcángeles Miguel, Gabriel y Ra-fael.

«En la oración del principio de la misa—señaló Francisco inmediatamente— hemosrezado así: “oh, Dios que llamas a los ánge-les y a los hombres a cooperar en tu plan de

han tenido un papel importante en la histo-ria de la salvación. Y conmemoramos aestos tres porque también tienen un papelimportante en nuestro camino hacia la sal-vación».

Comenzando por «Miguel —el gran Mi-guel— el que hace la guerra al diablo»,explicó el Papa refiriéndose al pasaje delApocalipsis (12, 7-12) propuesto por la litur-gia y subrayando: «Al final, cuando el dra-gón combatía contra Miguel, cuando ganó,el texto dice así: “el gran dragón, la serpien-te antigua, el llamado diablo y Satanás, elseductor del mundo entero; fue arrojado ala tierra”». El diablo es «nuestro enemigo»y ésta, explicó el Pontífice, es «una visióndel fin del mundo, pero , mientras tantomolesta, molesta en nuestra vida: siemprebusca seducir, como sedujo nuestra madreEva, con argumentos convincentes: “come elfruto, te hará bien, te hará conocer tantascosas”». Y así «comienza, como la serpien-te, a seducir, a seducir y después, cuandohemos caído, nos acusa delante de Dios: “esun pecador, ¡es mío!”».

Por lo tanto, dijo Francisco, «”este esmío” es precisamente la palabra del diablo,nos gana con la seducción y después nosacusa delante de Dios: “es mío, a este lo lle-veo conmigo”». Y «Miguel le hace la guer-ra, el Señor le pidió hacer la guerra: por no-sotros que estamos en camino, en esta vidanuestra, hacia el cielo, Miguel nos ayuda ahacerle la guerra, a no dejarnos seducir poreste espíritu maligno que nos engaña conseducciones». Precisamente «por esto hoyagradecemos a san Miguel por este trabajoque hace por la Iglesia y por cada uno denosotros y le pedimos que continúe defien-diéndonos».

El segundo arcángel, «Gabriel, es el quelleva las buenas nuevas, el que llevó la noti-cia a María, a Zacarías, a José» continuóFrancisco. Gabriel, por lo tanto, lleva «lasbuenas nuevas y la buena nueva de la salva-ción». También él «está con nosotros y nosayuda en el camino». Sobre todo cuando, ysucede «tantas veces, nosotros con tantasnoticias malas o tantas noticias que no tie-nen sustancia, olvidamos la buena nueva,aquella del Evangelio de Dios, de la salva-ción, que Jesús vino con nosotros y nos tra-

jo la salvación de Dios». Y es precisamente«Gabriel quien nos recuerda esto y por esohoy pedimos a Gabriel que nos anunciesiempre la buena nueva». Gabriel, fue laoración de Francisco, «recuérdanos la buenanueva de Dios, lo que Dios ha hecho».

«Y después está el tercer arcángel, Rafael,el que nos ayuda en el camino, el que cami-na con nosotros», dijo el Pontífice. «Miguel—esp ecificó— nos defiende, Gabriel nos da

Agradecemos a san Miguel

por este trabajo que hace por la Iglesia

y por cada uno de nosotros y le pedimos

que continúe defiendiéndonos

la buena nueva y Rafael nos toma de la ma-no y camina con nosotros, nos ayuda entantas cosas que suceden en el camino». ARafael «le debemos pedir: por favor, quenosotros no seamos seducidos para dar elpaso equivocado, equivocarse de camino;guianos por el buen camino. Tu eres elcompañero de camino, como fuiste el com-pañero de camino de Tobías».

Los tres arcángeles, prosiguió Francisco,«están delante de Dios, son nuestros com-pañeros porque tienen la misma vocación enel misterio de la salvación: llevar adelante elmisterio de la salvación. Adoran a Dios,glorifican a Dios, sirven a Dios». Y así,«hoy recemos simplemente a los tres arcán-geles, Miguel, Gabriel Rafael», invitó el Pa-pa sugiriendo las palabras de la oración:«Miguel, ayúdanos en la lucha; cada unosabe qué lucha tiene en su propia vida hoy,cada uno de nosotros conoce la lucha prin-cipal, la que hace arriesgar la salvación.Ayúdanos, Gabriel, traenos noticias, traenosla buena nueva de la salvación, que Jesúsestá con nosotros, que Jesús nos ha salvadoy danos esperanza. Rafael, tómanos de lamano y ayúdanos en el camino para noequivocarnos de rumbo, para no quedarnosparados: siempre caminar, pero ayudadospor ti».

Salvación, concédenos, a nosotros, peregri-nos en la tierra la protección de los espíritusbienaventurados, que en el cielo están frentea ti para servirte y contemplan la gloria detu rostro”».

«Algo que llama la atención desde el ini-cio —explicó el Papa— es que los ángeles ynosotros tengamos la misma vocación: coo-perar en el plan de salvación de Dios; so-mos, por decirlo así, “hermanos en la voca-ción». Los ángeles «están frente al Señorpara servirlo, para alabarlo y también paracontemplar la gloria del rostro del Señor:los ángeles son los grandes contempladores,contemplan al Señor; sirven y contemplan.Pero el Señor también los envía para acom-pañarnos en el camino de la vida».

«Hoy celebramos el día de tres de estosarcángeles —afirmó el Pontífice— p orque

Misa en Santa Marta

número 40, viernes 6 de octubre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

Solohacia Jerusalén

«Pedir a Jesús la gracia de seguirlo de cerca», para no dejarlo solo, supe-rando así las tentaciones de mirarnos a nosotros mismos para “dividirse elpastel” de los intereses personales»: es el consejo espiritual sugerido porFrancisco en la misa celebrada el martes, 3 de octubre en Santa Marta.

«Este pasaje del Evangelio —señaló el Pontífice refiriéndose al pasaje li-túrgico de Lucas (9, 51-56)— nos cuenta el momento en el que se acerca lapasión del Señor: “Mientras se estaban cumpliendo los días en los que sehabría elevado al alto”». Y así, explicó, «Jesús va adelante, se acerca elmomento de la cruz, el momento de la pasión y frente a esto, Jesús hacedos cosas».

En primer lugar, el Señor «tomó la firme decisión de ponerse en mar-cha —“acepta la voluntad del Padre”— y va adelante». Después, «anunciaesto a sus discípulos: Jesús ha decidido hacer la voluntad del Padre hastael final». Y se lo dice claramente al Padre: «Es tu voluntad, yo estoy aquípara obedecer; tu no quieres sacrificios, sino que quieres obediencia y yoobedezco y voy adelante».

Por lo demás, afirmó el Papa, Jesús «solo una vez se permitió pedir alPadre alejar un poco esta cruz»: cuando en el monte de los olivos pre-gunta al Padre: «Si es posible, aleja de mí este cáliz, pero que no se hagala mía, sino tu voluntad». Jesús es «obediente con lo que el Padre quiere:decidido y obediente y nada más y así, hasta el final».

«El Señor entra en paciencia» prosiguió el Pontífice, porque «es unejemplo de camino no solo morir sufriendo en la cruz, sino caminar conpaciencia». Así Jesús, «frente a esta decisión firme que Él tomó, comuni-ca a sus discípulos que se acerca el tiempo». Por su parte, «los discípulos—muchos pasajes del Evangelio cuentan su actitud frente a este caminohacia Jerusalén— algunas veces no entienden qué quiere decir o no quie-ren entender, porque tenían miedo, estaban asustados». Tanto que, expre-só el Papa, «cuando Jesús les dijo de ir a casa de Marta y María, porqueLázaro había muerto, ellos intentan convencerlo de no ir allí, a Judeaporque era peligroso para su vida: tenían miedo, estaban asustados».

Por esta razón, por lo tanto, los discípulos «no preguntaban, no enten-dían», tal vez diciéndose entre ellos que era «mejor no preguntar sobreesto: dejemos que el tiempo vaya adelante, tal vez cambia y no, sobre estetema no se habla”». En resumen, es la actitud de «esconder la verdad ba-jo la mesa, allí, que no se vea». Es más: «otros, en otros momentos ha-blaban de sus cosas, cosas totalmente separadas de lo que Jesús decía».

De hecho, cuando el Señor exhortaba: «vayamos a Jerusalén, el hijodel hombre será crucificado», ellos no entendía de qué hablaba. Y «seavergonzaban porque habían hablado de quien, entre ellos, sería el másgrande: “No, a ti te toca esto cuando viene el reino; a mi a la derecha, túa la izquierda”. Y se dividían el pastel, un trozo para cada uno». Mien-tras Jesús se quedaba «solo, solo». En cambio, «otras veces, como en estecaso, buscaban hacer algo: “Señor, hay uno que da caza a los demonios,pero no es de los nuestros, ¿qué hacemos?». P jacían «como los dos hijosde Zebedeo que querían estar a la izquierda y a la derecha de Jesús en elmomento de la venida del reino». Lucas, en su evangelio, cuenta que lossamaritanos no quisieron recibir a Jesús en un pueblo. Y la reacción deSantiago y Juan es fuerte: «¿Hacemos que descienda del cielo fuego y lesconsuma?». En conclusión, explicó el Papa, «intentan hacer cosas alie-nantes», pero, prosigue el evangelista, «Jesús se giró y les reprobó».

En sustancia, afirmó el Pontífice, los discípulos «buscaban una coarta-da para no pensar en esto que esperaba». Y en cambio «Jesús» estaba«solo, no estaba acompañado en esta decisión, porque ninguno entendíael misterio de Jesús, la soledad de Jesús en el camino hacia Jerusalén: ¡so-lo!». Todo «esto hasta el final»: basta pensar, reafirmó el Papa, «en elabandono de los discípulos, en la traición de Pedro». Jesús, por lo tanto,está «solo: el Evangelio nos dice que solo le aparece un ángel del cielopara confortarlo en el monte de los olivos. Solo esa compañía, ¡solo!»

«Pero Él, solo, tomó la decisión de ir adelante y hacer la voluntad delPadre» observó Francisco. Y los discípulos «no entendían: hacían otrascosas, luchaban entre ellos o buscaban alternativas para no pensarlo». Es-ta «soledad de Jesús a veces se manifiesta: recordemos aquella vez que seda cuenta de que no había sido entendido: “oh, generación incrédula yperversa, ¿hasta cuando debería estar entre vosotros y soportaros?». El se-ñor, por tanto, «sentía esta soledad».

Precisamente en esta perspectiva, el Papa sugirió «que hoy todos noso-tros tomemos un poco de tiempo para pensar: Jesús nos ha amado tantoy no fue entendido por los suyos». Incluso «los parientes, dice el Evan-gelio, cuando fueron a encontrarlo decía: “ha perdido la cabeza, ha perdi-do la cabeza”. No era entendido». Y así, insistió Francisco, es importante«pensar en Jesús solo, hacia la cruz, decidido, en medio de la incompren-sión de los siyos: pensar esto y ver a Jesús caminar decididamente haciala cruz y agradecerlo». Decir, en conclusión: «Gracias Señor, porque hassido obediente, has sido valiente; has querido tanto, me has querido tan-to».

De este modo, se puede «hacer hoy un coloquio con él: ¿cuántas vecesyo intento hacer tantas cosas y no te miro, que hiciste esto por mí? Túque fuiste paciente —el hombre paciente, Dios paciente— y que con tantapaciencia toleraste mis pecados, mis fallos». Y entonces, dijo aún Francis-co, se puede «hablar con Jesús así —él siempre está decidido a andar ade-lante, a poner la cara— y agradecerlo».

Por lo tanto, concluyó el Pontífice, «tomemos un poco de tiempo, po-cos minutos —cinco, diez, quince— frente al crucifico, tal vez, o veamoscon la imaginación a Jesús caminar decididamente hacia Jerusalén y pedirla gracia de tener el valor de seguirlo de carca».

página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 6 de octubre de 2017, número 40

En la audiencia general el Papa habla de esperanza y de las comunidades perseguidas en Oriente Medio

El verdadero cristiano

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!En esta catequesis quiero hablar deltema «Misioneros de esperanzahoy». Estoy contento de hacerlo alinicio del mes de octubre, que en laIglesia está dedicado de modo parti-cular a la misión y también, en lafiesta de San Francisco de Asís, quefue un gran misionero de esperanza.

En efecto, el cristiano no es unprofeta de desventura. Nosotros nosomo profetas de desventura. Laesencia de su anuncio es lo opuesto,lo opuesto a la desventura: es Jesús,muerto por amor y que Dios resuci-tó la mañana de Pascua. Y este es elnúcleo de la fe cristiana.

Si los Evangelios se parasen en lasepultura de Jesús, la historia de esteprofeta se sumaría a las muchas bio-grafías de personajes heroicos quepasaron su vida por un ideal. ElEvangelio sería entonces un libroedificante, también de consulta, perono sería un anuncio de esperanza.

Pero los Evangelios no se cierrancon el viernes santo, van más allá; yes precisamente este fragmento pos-terior el que transforma nuestras vi-das. Los discípulos de Jesús estabanabatidos aquel sábado después de sucrucifixión; aquella piedra en lapuerta del sepulcro había cerradotambién los tres años entusiasmantesvividos por ellos con el maestro deNazart. Parecía que todo había aca-bado, y algunos, desilusionados yasustados, estaban ya dejando Jeru-salén.

¡Pero Jesús resurgió! Este hechoinesperado voltea y subvierte lamente y el corazón de los discípulos.Porque Jesús no resurge solo por símismo, como si su renacimiento fue-ra una prerrogativa de la que estarceloso: si sube hacia el Padre es por-

que quiere que cada ser humano to-me parte en su resurrección y quecada criatura sea arrastrada haciaarriba. Y en el día de Pentecostés losdiscípulos se transformaron en elaliento del Espíritu Santo.

No tendrán solamente una hermo-sa noticia que llevar a todos, sinoque serán ellos mismos diversos queantes, como renacidos en una vidanueva. La resurección de Jesús nostransforma con la fuerza del EspírituSanto. Jesús está vivo, está vivo en-tre nosotros, está vivo y tiene esafuerza de transformar.

¡Qué bonito es pensar que se esanunciador de la resurección de Je-sús no solamente de palabra, sinocon hechos y con el testimonio de lavida! Jesús no quiere discípulos ca-paces solo de repetir fórmulas apren-didas de memoria. Quiere testigos:personas que propaguen esperanza

con su modo de acoger, de sonreír,de amar. Sobre todo de amar: por-que la fuerza de la resurección haceque los cristianos sean capaces deamar incluso cuando el amor parecehaber perdido sus razones. Hay un«más» que vive en la existencia cris-tiana y que no se explica simplemen-te con la fuerza de ánimo o un ma-yor optimismo.

La fe, la esperanza nuestra no essolo un optimismo; es otra cosa,¡más! Y como si los creyentes fueranpersonas con un «pedazo de cielo»de más sobre la cabeza. Es hermosoesto: nosotros somos personas conun pedazo de cielo de más sobre lacabeza, acompañados de una presen-cia que alguno no es capaz ni siquie-ra de intuir.

Así, el deber de los crisitianos eneste mundo es el de abrir espaciosde salvación, como células de rege-neración capaces de restituir la saviaa aquello que parecía perdido parasiempre. Cuando el cielo está com-pletamente nublado, es una bendi-ción quien sabe hablar del sol.

El verdadero cristiano es así: noquejumbroso y enfadado, sino con-vencido, por la fuerza de la resurec-

ción, de que ningún mal es infinito,ninguna noche dura sin fin, ningúnhombre está definitivamente equivo-cado y ningún odio es invenciblepor el amor. Claro, alguna vez losdiscípulos pagarán con un alto pre-cio esta esperanza dada a ellos porJesús. Pensemos en tantos cristianosque no han abandonado su pueblo,cuando ha llegado el tiempo de lap ersecución.

Se han quedado allí, donde inclu-so el mañana era incierto, donde nose podía hacer proyectos de ningúntipo, se quedaron esperando enDios. Y pensemos en nuestros her-manos, en nuestras hermanas deOriente Medio que dan testimoniode esperanza y también ofrecen lavida por este testimonio. ¡Estos sonverdaderos cristianos! Estos llevan elcielo en el corazón, mirando másallá, siempre más allá.

Quien ha tenido la gracia de abra-zar la resurección de Jesús puedeaún esperar lo inesperado. Los már-tires de cada tiempo, con su fideli-dad a Cristo, cuentan que la injusti-cia no es la última palabra en la vi-da. En cristo resucitado podemoscontinuar esperando. Los hombres ylas mujeres que tienen un «por qué»vivir resisten más que los demás enlos tiempos de desventura.

Pero quien tiene a Cristo a su pro-pio lado realmente ya no teme a na-da. Y por eso los cristianos, los ver-daderos cristianos, nunca son hom-bres fáciles y acomodados.

Su mansedumbre no se confundecon un sentido de inseguridad y desumisión. San Pablo espolea a Ti-moteo a sufrir por el Evangelo y di-ce así: «Dios nos ha dado un espíri-tu de timidez, pero de fuerza, de ca-ridad y de prudencia». (2 Tm 1, 7).

Caídos, se levantan siempre. Heaquí, hermanos y hermanas, por quéel cristiano es un misionero de espe-ranza. No por su mérito, sino gra-cias a Jesús, el grano de trigo queno cae en la tierra y muere, queda élsolo; pero si muere da mucho fruto(cf Jn 12, 24).

«Desde el 19 hasta el 24 de marzo de2018 está convocada por la secretaríageneral del Sínodo de los obispos unareunión presinodal a la que estáninvitados jóvenes provenientes dediversas partes del mundo: tantocatólicos, como de diversas confesionescristianas y de otras religiones o nocreyentes»: lo anunció el PapaFrancisco saludando a los diferentesgrupos de fieles al término de laaudiencia general.

Saludo cordialmente a los peregri-nos de lengua española, especial-mente a los provenientes de Españay América Latina. Pidamos a Jesús,por intercesión de la Virgen María yde san Francisco de Asís, que sepa-mos difundir siempre a nuestro alre-dedor semillas de esperanza y dea m o r.

Que el Señor los bendiga.Muchas gracias.

«Pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas de Oriente Medio quedan testimonio de esperanza y también ofrecen la vida por este testimonio. ¡Estosson los verdaderos cristianos! Estos llevan el cielo en el corazón, miran más allá,siempre más allá»: Lo subrayó el Papa en la audiencia general del miércoles, 4de octubre en la plaza San Pedro. Continuando las reflexiones sobre el tema de laesperanza cristiana, el Pontífice recordó que el deber de los creyentes «en estemundo es abrir espacios de salvación».