número suelto € 1,00. número atrasado € 2,00 ol’ s s e rvator … · 2020-06-19 · número...

7
Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año LII, número 25 (2.672) Ciudad del Vaticano 19 de junio de 2020 T IENDE TU MANO AL POBRE

Upload: others

Post on 17-Jul-2020

10 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año LII, número 25 (2.672) Ciudad del Vaticano 19 de junio de 2020

TIENDETU

MANOAL

POBRE

Page 2: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoredazione.spagnola.or@sp c.va

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

ANDREA MONDAd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

Servicio fotográficop h o t o @ o s s ro m .v a

Publicidad: Il Sole 24 Ore S.p.A.System Comunicazione Pubblicitaria

Via Monte Rosa 91, 20149 Milanos e g re t e r i a d i re z i o n e s y s t e m @ i l s o l e 2 4 o re . c o m

Tarifas de suscripción: Italia - Vaticano: € 58.00; Europa (España + I VA ): € 100.00 - $ 148.00; AméricaLatina, África, Asia: € 110.00 - $ 160.00; América del Norte, Oceanía: € 162.00 - $ 240.00.Administración: 00120 Ciudad del Vaticano, teléfono + 39 06 698 99 480, fax + 39 06 698 85 164,e-mail: [email protected] México: Arquidiócesis primada de México. Dirección de Comunicación Social. San Juan de Dios,222-C. Col. Villa Lázaro Cárdenas. CP 14370. Del. Tlalpan. México, D.F.; teléfono + 52 55 2652 99 55,fax + 52 55 5518 75 32; e-mail: [email protected] Perú: Editorial salesiana, Avenida Brasil 220, Lima 5, Perú; teléfono + 51 42 357 82; fax + 51 431 67 82;e-mail: [email protected].

página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 19 de junio de 2020, número 25

Proteger a los migrantes y detener las violencias en Libia

Ángelus El llamamiento del Pontífice

Un llamamiento por el finde las violencias en Libia ypor la protección de los mi-

grantes fue lanzado por elPontífice al finalizar el Án-gelus rezado a mediodía deldomingo 14 de junio. Antes

de la oración mariana elPapa ofreció a los fieles

—reunidos en la plaza deSan Pedro en respeto de lasdistancias de seguridad im-puestas a causa de la pan-demia— una meditación so-bre la Eucaristía partiendo

de la liturgia de la solemni-dad del Corpus Christi

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Hoy, en Italia y en otros países,se celebra la Solemnidad delCuerpo y la Sangre de Cristo,el Corpus Christi. En la segun-

da lectura de la liturgia de hoy, San Pablodescribe la celebración eucarística (cf. 1Corintios 10, 16-17). Hace énfasis en dosefectos del cáliz compartido y el pan par-tido: el efecto místico y el efecto comunita-rio. En primer lugar el Apóstol afirma:«¿La copa de bendición que bendecimos,¿no es acaso comunión con la sangre deCristo? Y el pan que partimos, ¿no es co-munión con el cuerpo de Cristo?» (v. 16).Estas palabras expresan el efecto místico opodemos decir el efecto espiritual de laEucaristía: se trata de la unión con Cristo,que se ofrece a sí mismo en el pan y el vi-no para la salvación de todos. Jesús estápresente en el sacramento de la Eucaristíapara ser nuestro alimento, para ser asimi-lado y convertirse en nosotros en esa fuer-za renovadora que nos devuelve la energíay devuelve el deseo de retomar el caminodespués de cada pausa o después de cadacaída. Pero esto requiere nuestro asenti-miento, nuestra voluntad de dejarnostransformar, nuestra forma de pensar y ac-tuar; de lo contrario las celebraciones eu-carísticas en las que participamos se redu-cen a ritos vacíos y formales. Y muchasveces se va a misa porque se tiene que ir,como un acto social, respetuoso, pero so-cial. El misterio, sin embargo, es otra co-sa: es Jesús presente que viene a alimen-tarnos. El segundo efecto es el comunita-rio y lo expresa San Pablo con estas pala-bras: «Porque aun siendo muchos, un so-lo pan y un solo cuerpo somos» (v. 17). Setrata de la comunión mutua de los queparticipan en la Eucaristía, hasta el puntode convertirse en un solo cuerpo, como lo

es el pan que se parte y se distribuye. So-mos comunidad, alimentados por el cuer-po y la sangre de Cristo. La comunióncon el cuerpo de Cristo es un signo efecti-vo de unidad, de comunión, de compartir.No se puede participar en la Eucaristía sincomprometerse a una fraternidad mutua,que sea sincera. Pero el Señor sabe bienque nuestra fuerza humana por sí sola noes suficiente para esto. Sabe, por otro la-do, que entre sus discípulos siempre exis-tirá la tentación de la rivalidad, la envidia,los prejuicios, la división... Todos conoce-mos estas cosas. Por eso también nos hadejado el Sacramento de su presencia real,concreta y permanente, para que, perma-neciendo unidos a Él, podamos recibirsiempre el don del amor fraterno. «Perma-neced en mi amor» (Juan 15, 9), decía Je-sús; y esto es posible gracias a la Eucaris-tía. Permanecer en la amistad, en el amor.

Este doble fruto de la Eucaristía: el pri-mero, la unión con Cristo y, el segundo, lacomunión entre los que se alimentan deÉl, genera y renueva continuamente la co-munidad cristiana. Es la Iglesia que hacela Eucaristía, pero es más fundamentalque la Eucaristía haga a la Iglesia, y lepermita ser su misión, incluso antes decumplirla. Este es el misterio de la comu-nión, de la Eucaristía: recibir a Jesús paraque nos transforme desde adentro y recibira Jesús para que haga de nosotros la uni-dad y no la división. Que la Santa Virgennos ayude a acoger siempre con asombroy gratitud el gran regalo que nos ha hechoJesús al dejarnos el Sacramento de suCuerpo y su Sangre.

Al finalizar la oración, después delllamamiento por Libia, el Pontífice recordó el Día Mundial del Donante de Sangredefiniéndolo como una «oportunidad dealentar a la sociedad a ser solidaria y

sensible con los necesitados».

Queridos hermanos y hermanas:

Sigo con gran preocupación y tam-bién con dolor la dramática situa-ción de Libia. Ha estado presente en

mis oraciones estos últimos días. Por fa-vor, exhorto a los organismos internacio-nales y a quienes tienen responsabilidadespolíticas y militares a que reanuden conconvicción y decisión la búsqueda de uncamino para poner fin a la violencia, queconduzca a la paz, la estabilidad y la uni-dad del país. También rezo por los milesde migrantes, refugiados, solicitantes deasilo y desplazados internos en Libia. Lasituación sanitaria ha agravado sus ya pre-carias condiciones, haciéndolos más vulne-rables a las formas de explotación y vio-lencia. Hay crueldad. Invito a la comuni-dad internacional, por favor, a que a quede gran importancia su difícil situación,identificando vías y proporcionando me-dios para proporcionarles la protecciónque necesitan, una condición digna y unfuturo de esperanza. Hermanos y herma-nas, todos tenemos responsabilidad en es-to, nadie puede sentirse dispensado. Rece-mos todos por Libia en silencio.

Hoy se celebra el Día Mundial del Do-nante de Sangre. Se trata de una oportu-nidad de alentar a la sociedad a ser solida-ria y sensible con los necesitados. Saludoa los voluntarios presentes y expreso miagradecimiento a todos aquellos que reali-zan este simple pero muy importante actode ayudar al prójimo: donar sangre.

Os saludo a todos, fieles romanos y pe-regrinos. Os deseo a vosotros, y a todoslos que están conectados con los mediosde comunicación, un buen domingo. Porfavor, no os olvidéis de rezar por mí. Quetengáis un buen almuerzo y hasta pronto.

Page 3: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

número 25, viernes 19 de junio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Reflexiones en el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil

Proteger el futuro de la familia humana

“ Por la actual pandemia del Covid-19,existe el riesgo de que la situación

se agudice aún más, forzando a más niños aabandonar la escuela para caer en la trampa del

trabajo infantil. Desde el inicio de la crisis delcoronavirus, al menos 320 millones de niños notienen acceso a las comidas escolares. Debido al

cierre de las escuelas y a las dificultades económicasque deben afrontar las familias a causa de la

pandemia, los menores pueden verse obligados atrabajar en condiciones perjudiciales e inaceptables

FERNAND O CHICA ARELLANO

El pasado miércoles 10 de junio, al finali-zar la audiencia general, el Papa Francis-co hizo un sincero y enérgico llamamien-to para que se ponga fin a la explotación

del trabajo infantil en el mundo, «que priva a losniños y niñas de su infancia y amenaza su desa-rrollo integral». De hecho, muy a menudo, estaforma de instrumentalización de los más peque-ños, que en el lenguaje de la ONU se conoce comochild labour, se concreta mediante formas de es-clavitud y segregación, con el consiguiente sufri-miento físico y psicológico de los menores.

Se trata de prácticas que denigran el derechofundamental de cada niño a vivir una infancia se-rena, vertebrada por la educación, el amor fami-liar y la escolarización. Por desgracia, no son nue-vas. Ya con el apogeo de las Revoluciones Indus-triales, la lacra de la explotación de mano de obrainfantil comenzó a proliferar.

Con respecto a la situación de aquel tiempo, seha avanzado mucho, tanto en ámbito nacional co-mo internacional, por medio de propuestas legis-lativas encaminadas a contener este fenómeno.Basta pensar en la primera legislación en materiade trabajo infantil en el Reino Unido, donde, en1842, se promulgó el Mines Act, en el cual Antho-ny Ashley Cooper excluyó a todas las mujeres ymenores de diez años del trabajo en las minas. O,posteriormente, el English Factories Act de 1883que, también en el Reino Unido, prohibía el tra-bajo en fábricas a menores de nueve años.

Cómo no mencionar, además, a nivel interna-cional, el papel clave que ejerció la OrganizaciónInternacional del Trabajo (OIT) durante años, pormedio de la creciente codificación de conferenciasinternacionales destinadas a proteger a los meno-res obligados a cargar equipamiento de trabajo enlugar de una pluma o una pelota para jugar. Tra-tados internacionales como el Convenio sobre lainspección del trabajo en agricultura (C129) de 1969,el Convenio sobre la edad mínima de admisión alempleo (C138) de 1973, el Convenio sobre las peoresformas de trabajo infantil (C182) de 1999 y el Con-venio sobre la seguridad y la salud en la agricultura(C184) de 2001 son ejemplos de un diálogo quenunca se ha detenido en la comunidad internacio-nal con el fin de erradicar definitivamente la lacrade la explotación infantil.

La Convención sobre los Derechos del Niño de lasNaciones Unidas de 1989 fue otro hito clave en latutela del niño, «para el pleno y armonioso desa-rrollo de su personalidad», del derecho a «creceren el seno de la familia en un ambiente de felici-dad, amor y comprensión».

A pesar de que la regulación a nivel internacio-nal haya contribuido ciertamente a restringir elproblema, en gran parte del mundo actualmenteles son negados sus derechos a los niños, si se

piensa que hay en torno a 152 millones entre 5 y17 años forzados al trabajo infantil.

Según los datos de la OIT anteriores a la pande-mia (cfr. Global Estimates of Child Labour: Resultsand trends, 2017), la mayor parte de ellos, alrede-dor de 72 millones, se encuentran en el continenteafricano, mientras unos 62 millones se hallan enlas regiones de Asia y Pacífico. La FA O señalóademás en 2017 que más de dos tercios de estosniños, unos 108 millones, trabajan en la agricultu-ra (en el 2012 eran 98 millones), y es interesanteevidenciar que, mientras desde el 2012 hasta la fe-cha ha disminuido el trabajo infantil, el empleode menores en el sector agrícola ha aumentado enun 12 % (cfr. Ending Child Labour. The decisive roleof agricultural stakeholders, 2017). Por la actualpandemia del Covid-19, existe el riesgo de que lasituación se agudice aún más, forzando a más ni-ños a abandonar la escuela para caer en la trampadel trabajo infantil. Desde el inicio de la crisis delcoronavirus, al menos 320 millones de niños notienen acceso a las comidas escolares. Debido alcierre de las escuelas y a las dificultades económi-cas que deben afrontar las familias a causa de lapandemia, los menores pueden verse obligados atrabajar en condiciones perjudiciales e inacepta-bles. Las agencias de la ONU registran que, en elsector agrario, el trabajo infantil suele estar vincu-lado al desempeño de tareas agotadoras y peligro-sas, lo que puede llegar a un alto porcentaje delesiones fatales y no fatales, así como de enferme-dades profesionales. Los niños se ven forzadoscon frecuencia a manejar aperos agrícolas pesa-dos, a hacer uso de pesticidas tóxicos y a desarro-llar actividades de pesca con dinamita, exponién-dose, en los casos más extremos, también al ries-go de graves amputaciones. Son situaciones que,como muestran numerosos estudios, pueden pro-vocar graves consecuencias de naturaleza psicoló-gica en quienes las sufren: se han evidenciado, en-tre otros, problemas de estrés, depresión, pérdidade esperanza, sentimiento de frustración e inade-cuación, vergüenza, culpabilidad, inmadurez psi-cológica, incapacidad comunicativa e incluso has-ta el riesgo de enfermedades mentales.

Junto a estos datos, que nos proporcionan unareferencia de la propagación del trabajo infantilen el mundo, a menudo hay que sumar la consta-tación de que no siempre es sencillo identificar elproblema, porque se minimiza o no lo recogenadecuadamente las estimaciones estadísticas, debi-do a la escala mundial que asume el fenómeno dela producción. A esta incertidumbre se le añade elhecho de que, si bien puede ser más fácil censarel número de trabajadores del sector agrícola, estecálculo se hace todavía mucho más complejo enlo que respecta a la producción de bienes y servi-cios y, por consiguiente, a la definición de la cuo-ta de trabajo infantil, de trabajo forzoso y de latrata de seres humanos que, como prácticas ilíci-tas e ilegales, permanecen soterradas deliberada-

mente. Por tanto, es necesario reiterar que la ex-plotación infantil es un fenómeno todavía bastan-te presente y puede ser particularmente demole-dor porque, ante todo, viola el derecho de los ni-ños a la educación, comprometiendo asimismo sudesarrollo y el futuro de sus familias, de sus co-munidades y de sus países. Con una educacióninexistente o limitada, se vuelve complejo adquirirconocimientos técnicos necesarios para desarrollarun mayor número de tareas en la agricultura ohabilidades más especializadas que permitan larealización de otros empleos: el riesgo es quedaratrapado en el círculo vicioso de la pobreza y enla inseguridad de tener una alimentación abun-dante.

Por esta razón, la Iglesia Católica ha condena-do en varias ocasiones el fenómeno del trabajo in-fantil, considerándolo en primer lugar como unasunto de naturaleza moral (Compendio de la Doc-trina Social de la Iglesia, 296). Es significativo queya el Papa León XIII, hace más de un siglo, en lacelebérrima Carta Encíclica Rerum novarum de-nunciara el problema, afirmando: «En cuanto alos niños, se ha de evitar cuidadosamente y sobretodo que entren en talleres antes de que, con laedad, hayan logrado el suficiente desarrollo de sucuerpo, de su inteligencia y su alma. La actividadprecoz agosta, como en el caso de las hierbas tier-nas, las fuerzas propias de la infancia y, de esemodo, se imposibilita totalmente la educación delos infantes» (n. 31). Es una advertencia que per-manece constante en el tiempo, si se piensa en loque dijo San Juan Pablo II: «El trabajo infantil,de manera intolerable, constituye un tipo de vio-lencia con frecuencia menos manifiesta, pero nopor ello menos terrible» (Mensaje para la XXIX

Jornada Mundial de la Paz, 1996); y posterior-mente a lo reiterado por Benedicto XVI que, ha-blando en términos de dignidad, apelaba a «untrabajo que permita satisfacer las necesidades delas familias y escolarizar a los hijos sin que estosse vean obligados a trabajar» (Caritas in veritate,63).

Los niños y los jóvenes nos enseñan a hacerfrente a actitudes de opresión, predominantes ennuestra sociedad, con actitudes que comportencuidado: «Cuidado de la tierra y de las generacio-nes futuras», recordaba el Santo Padre Franciscoen el Mensaje a los participantes en la 108 sesiónde la Conferencia de la O I T, añadiendo que «estaes una cuestión básica de justicia [y de justicia in-tergeneracional], puesto que el mundo que hemosrecibido también pertenece a aquéllos que nos se-guirán». Protejamos, por tanto, a nuestros jóve-nes, a tantos niños que sufren y son explotadoshoy en día. Permitámosles mantener y cultivar sussueños y formarse a sí mismos: solo así garantiza-remos un futuro para nuestra familia humana.

*Observador Permanente de la Santa Sede ante laFAO, el FIDA y el PMA

Page 4: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

número 25, viernes 19 de junio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 4/5

En el mensaje por la Jornada de los pobres nuevo elogio del Papa a quien durante la pandemia desafía el contagio y el miedo para ayudar al prójimo

Manos tendidas con generosidadpara responder al grito silencioso

de los más necesitados

Jornada mundial de los pobres

muchas palabras, sino de comprometer concretamentela vida, movidos por la caridad divina. Cada año, conla Jornada Mundial de los Pobres, vuelvo sobre estarealidad fundamental para la vida de la Iglesia, por-que los pobres están y estarán siempre con nosotros(cf. Jn 12, 8) para ayudarnos a acoger la compañía deCristo en nuestra vida cotidiana.

4. El encuentro con una persona en condición depobreza siempre nos provoca e interroga. ¿Cómo po-demos ayudar a eliminar o al menos aliviar su margi-nación y sufrimiento? ¿Cómo podemos ayudarla ensu pobreza espiritual? La comunidad cristiana estállamada a involucrarse en esta experiencia de compar-tir, con la conciencia de que no le está permitido de-legarla a otros. Y para apoyar a los pobres es funda-mental vivir la pobreza evangélica en primera perso-na. No podemos sentirnos “bien” cuando un miem-bro de la familia humana es dejado al margen y seconvierte en una sombra. El grito silencioso de tantospobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera

línea, siempre y en todas partes, para darles voz, de-fenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocre-sía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a parti-cipar en la vida de la comunidad.

Es cierto, la Iglesia no tiene soluciones generalesque proponer, pero ofrece, con la gracia de Cristo, sutestimonio y sus gestos de compartir. También sesiente en la obligación de presentar las exigencias delos que no tienen lo necesario para vivir. Recordar atodos el gran valor del bien común es para el pueblocristiano un compromiso de vida, que se realiza en elintento de no olvidar a ninguno de aquellos cuya hu-manidad es violada en las necesidades fundamentales.

5. Tender la mano hace descubrir, en primer lugar,a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la ca-pacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida.¡Cuántas manos tendidas se ven cada día! Lamenta-blemente, sucede cada vez más a menudo que la prisanos arrastra a una vorágine de indiferencia, hasta elpunto de que ya no se sabe más reconocer todo elbien que cotidianamente se realiza en el silencio ycon gran generosidad. Así sucede que, sólo cuandoocurren hechos que alteran el curso de nuestra vida,nuestros ojos se vuelven capaces de vislumbrar labondad de los santos “de la puerta de al lado”, «deaquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo

de la presencia de Dios» (Exhort. ap. Gaudete et ex-sultate, 7), pero de los que nadie habla. Las malas no-ticias son tan abundantes en las páginas de los perió-dicos, en los sitios de internet y en las pantallas de te-levisión, que nos convencen que el mal reina sobera-no. No es así. Es verdad que está siempre presente lamaldad y la violencia, el abuso y la corrupción, perola vida está entretejida de actos de respeto y generosi-dad que no sólo compensan el mal, sino que nos em-pujan a ir más allá y a estar llenos de esperanza.

6. Tender la mano es un signo: un signo que re-cuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad,el amor. En estos meses, en los que el mundo enteroha estado como abrumado por un virus que ha traídodolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántasmanos tendidas hemos podido ver! La mano tendidadel médico que se preocupa por cada paciente tratan-do de encontrar el remedio adecuado. La mano tendi-da de la enfermera y del enfermero que, mucho másallá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidara los enfermos. La mano tendida del que trabaja en laadministración y proporciona los medios para salvarel mayor número posible de vidas. La mano tendidadel farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticio-nes en un contacto arriesgado con la gente. La manotendida del sacerdote que bendice con el corazóndesgarrado. La mano tendida del voluntario que so-corre a los que viven en la calle y a los que, a pesarde tener un techo, no tienen comida. La mano tendi-da de hombres y mujeres que trabajan para propor-cionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manostendidas que podríamos describir hasta componeruna letanía de buenas obras. Todas estas manos handesafiado el contagio y el miedo para dar apoyo yconsuelo.

7. Esta pandemia llegó de repente y nos tomó des-prevenidos, dejando una gran sensación de desorien-tación e impotencia. Sin embargo, la mano tendidahacia el pobre no llegó de repente. Ella, más bien,ofrece el testimonio de cómo nos preparamos a reco-nocer al pobre para sostenerlo en el tiempo de la ne-cesidad. Uno no improvisa instrumentos de misericor-dia. Es necesario un entrenamiento cotidiano, queproceda de la conciencia de lo mucho que necesita-mos, nosotros los primeros, de una mano tendida ha-cia nosotros.

Este momento que estamos viviendo ha puesto encrisis muchas certezas. Nos sentimos más pobres ydébiles porque hemos experimentado el sentido dellímite y la restricción de la libertad. La pérdida detrabajo, de los afectos más queridos y la falta de lasrelaciones interpersonales habituales han abierto degolpe horizontes que ya no estábamos acostumbradosa observar. Nuestras riquezas espirituales y materialesfueron puestas en tela de juicio y descubrimos que te-níamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestroshogares, redescubrimos la importancia de la sencillezy de mantener la mirada fija en lo esencial. Hemosmadurado la exigencia de una nueva fraternidad, ca-paz de ayuda recíproca y estima mutua. Este es untiempo favorable para «volver a sentir que nos necesi-tamos unos a otros, que tenemos una responsabilidadpor los demás y por el mundo [...]. Ya hemos tenidomucho tiempo de degradación moral, burlándonos dela ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad [...].Esa destrucción de todo fundamento de la vida socialtermina enfrentándonos unos con otros para preservarlos propios intereses, provoca el surgimiento de nue-vas formas de violencia y crueldad e impide el desa-rrollo de una verdadera cultura del cuidado del am-

«El tiempo que se dedica a la oración nunca puedeconvertirse en una coartada para descuidar al prójimonecesitado; sino todo lo contrario: la bendición del Señordesciende sobre nosotros y la oración logra su propósitocuando va acompañada del servicio a los pobres» loescribe el Papa Francisco en el mensaje por la IV ediciónde la Jornada mundial de los pobres, que se celebrará elpróximo 15 de noviembre.

“Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7, 32).La antigua sabiduría ha formulado estas palabras

como un código sagrado a seguir en la vida. Hoy re-suenan con todo su significado para ayudarnos tam-bién a nosotros a poner nuestra mirada en lo esencialy a superar las barreras de la indiferencia. La pobrezasiempre asume rostros diferentes, que requieren unaatención especial en cada situación particular; en cadauna de ellas podemos encontrar a Jesús, el Señor, quenos reveló estar presente en sus hermanos más débiles(cf. Mt 25, 40).

1. Tomemos en nuestras manos el Eclesiástico, tam-bién conocido como Sirácida, uno de los libros delAntiguo Testamento. Aquí encontramos las palabrasde un sabio maestro que vivió unos doscientos añosantes de Cristo. Él buscaba la sabiduría que hace alos hombres mejores y capaces de escrutar en profun-didad las vicisitudes de la vida. Lo hizo en un mo-mento de dura prueba para el pueblo de Israel, untiempo de dolor, luto y miseria causado por el domi-nio de las potencias extranjeras. Siendo un hombrede gran fe, arraigado en las tradiciones de sus antepa-sados, su primer pensamiento fue dirigirse a Dios pa-ra pedirle el don de la sabiduría. Y el Señor le ayu-dó.

Desde las primeras páginas del libro, el Sirácidaexpone sus consejos sobre muchas situaciones concre-tas de la vida, y la pobreza es una de ellas. Insiste enel hecho de que en la angustia hay que confiar enDios: «Endereza tu corazón, mantente firme y no teangusties en tiempo de adversidad. Pégate a él y note separes, para que al final seas enaltecido. Todo loque te sobrevenga, acéptalo, y sé paciente en la ad-versidad y en la humillación. Porque en el fuego seprueba el oro, y los que agradan a Dios en el hornode la humillación. En las enfermedades y en la pobre-za pon tu confianza en él. Confía en él y él te ayuda-rá, endereza tus caminos y espera en él. Los que te-méis al Señor, aguardad su misericordia y no os des-viéis, no sea que caigáis» (2, 2-7).

2. Página tras página, descubrimos un preciosocompendio de sugerencias sobre cómo actuar a la luzde una relación íntima con Dios, creador y amante dela creación, justo y providente con todos sus hijos.Sin embargo, la constante referencia a Dios no impi-de mirar al hombre concreto; al contrario, las dos co-sas están estrechamente relacionadas.

Lo demuestra claramente el pasaje del cual se tomael título de este Mensaje (cf. 7,29-36). La oración aDios y la solidaridad con los pobres y los que sufrenson inseparables. Para celebrar un culto que sea agra-dable al Señor, es necesario reconocer que toda per-sona, incluso la más indigente y despreciada, llevaimpresa en sí la imagen de Dios. De tal atención de-

riva el don de la bendición divina, atraída por la ge-nerosidad que se practica hacia el pobre. Por lo tan-to, el tiempo que se dedica a la oración nunca puedeconvertirse en una coartada para descuidar al prójimonecesitado; sino todo lo contrario: la bendición delSeñor desciende sobre nosotros y la oración logra supropósito cuando va acompañada del servicio a losp obres.

3. ¡Qué actual es esta antigua enseñanza, tambiénpara nosotros! En efecto, la Palabra de Dios va másallá del espacio, del tiempo, de las religiones y de lasculturas. La generosidad que sostiene al débil, con-

suela al afligido, alivia los sufrimientos, devuelve ladignidad a los privados de ella, es una condición parauna vida plenamente humana. La opción por dedicar-se a los pobres y atender sus muchas y variadas nece-sidades no puede estar condicionada por el tiempo adisposición o por intereses privados, ni por proyectospastorales o sociales desencarnados. El poder de lagracia de Dios no puede ser sofocado por la tenden-cia narcisista a ponerse siempre uno mismo en primerlugar. Mantener la mirada hacia el pobre es difícil,pero muy necesario para dar a nuestra vida personaly social la dirección correcta. No se trata de emplear

En los próximos meses, cuando las consecuencias económicas y sociales de la pandemia se sientan conmás fuerza, aumentarán al mismo tiempo las demandas de ayuda de hombres y mujeres afectados ensu seguridad y dignidad. Entonces será la tarea de la Iglesia que al número cada vez mayor de pobresque encontramos no le falte la «mano tendida» de atención, apoyo y solidaridad. Al presentar el men-saje del Papa para la cuarta Jornada Mundial de los Pobres, el sábado 13 de junio, en la Oficina dePrensa de la Santa Sede, el arzobispo Rino Fisichella destacó cómo esto está directamente relacionado«con el dramático momento que ha vivido el mundo entero a causa de la covid-19, y que muchos paí-ses siguen luchando para llevar alivio a las víctimas inocentes».

Por eso, dijo el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, esnecesario alimentar «los signos cotidianos que acompañan nuestra acción pastoral y los extraordina-rios que la Jornada Mundial de los Pobres prevé y realiza desde hace varios años».

La imagen de «tender la mano», recordada por Francisco, se concreta -explicó el prelado, retoman-do los temas fundamentales del documento- en la de las muchas manos extendidas que en los últimosmeses se han visto operando entre los sufrimientos que trae el coronavirus: las de los médicos, enfer-meras, farmacéuticos, sacerdotes, voluntarios. Una «letanía de buenas obras» que es también una invi-tación a cada cristiano «a asumir la responsabilidad de dar su propia contribución, que se pone de re-

mos meses ha sido y sigue siendo constante. Y es una atención que nunca falla, como ha sucedidopor ejemplo en los últimos días —recordó el prelado— con la institución por parte del Papa Franciscodel Fondo Jesús Divino trabajador a favor de aquellos en la diócesis de Roma que ven su dignidadsocavada, junto con la seguridad de la ocupación. En este contexto, añadió, es necesario tener unaidea de corresponsabilidad, de compartir y de justicia. Un «principio ético que mira al bien común» yque también debe ser asumido por la ciencia para hacer frente a la crisis. Así, por ejemplo, en la bús-queda de una vacuna que contraste con el coronavirus, no se pueden favorecer los intereses persona-les, ni deben existir zonas geográficas privilegiadas por ser más ricas.

El compromiso, esperaba, debe ser proteger la imagen de Dios que está «impresa en cada hombresin importar el color de su piel y su cuenta bancaria». La presencia masiva de tantos rostros de po-bres, concluyó el presidente del Consejo Pontificio, exige que «los cristianos estén siempre en primeralínea y sientan la necesidad de saber que les falta algo esencial cuando un pobre se presenta anteellos», y el mensaje del Papa «es una invitación a sacudirse la indiferencia, y a menudo el sentimientode molestia hacia los pobres, para recuperar la solidaridad y el amor que viven de la generosidad dan-do sentido a la vida».

lieve en los gestos de la vida cotidiana para ali-viar la suerte de los que viven en la incomodi-dad y carecen de la dignidad de hijos de Dios».Una imagen, dijo nuevamente el Arzobispo,que se contrasta con la de otras manos, las ma-nos codiciosas de quienes actúan sólo para acu-mular dinero y poder y, sin una pizca de res-ponsabilidad social, terminan por hacer crecer,fuera de toda proporción en el mundo, «bolsasde pobreza extrema».

También las preguntas de los periodistas, queentraron en directo por Skype, insistieron en eltema de la crisis provocada por el coronavirus.A este respecto, el Presidente del Consejo Pon-tificio para la Promoción de la Nueva Evangeli-zación reiteró cómo el mensaje del Papa implicaparticularmente a quienes sufren esta situaciónen la que hay un continuo aumento de «nuevospobres» en todo el mundo. Basta con salir a lacalle, comentó Monseñor Fisichella, para quever persianas bajadas y tiendas cerradas. Por esoel compromiso de la Iglesia, a través de sus ins-tituciones, parroquias, asociaciones, en los últi-

El logo de la Jornada

Una invitación a dejar de lado la indiferencia

SIGUE EN LA PÁGINA 6

Page 5: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

página 6 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 19 de junio de 2020, número 25

A causa del coronavirus «vuestro trabajo como marineros y pescadores seha vuelto aún más importante, para proveer a la gran familia humana dealimentos y otros géneros de primera necesidad. Os estamos agradecidos».Lo dice el Papa Francisco en un mensaje de vídeo enviado a lostrabajadores del mar y que se publicó la tarde del 17 de junio. Publicamos,a continuación, una transcripción del mensaje.

Queridos hermanos y hermanas:

Estos son tiempos difíciles para el mundo porque nos enfrenta-mos al sufrimiento causado por el coronavirus. Vuestro trabajocomo marineros y pescadores se ha vuelto aún más importan-te, para proveer a la gran familia humana de alimentos y otros

géneros de primera necesidad. Os estamos agradecidos. También por-que sois una categoría muy expuesta.

En los últimos meses vuestra vida y vuestro trabajo han cambiadoconsiderablemente y os habéis enfrentado —y todavía os enfrentáis— amuchos sacrificios, a largos períodos de alejamiento a bordo de losbarcos sin poder bajar a tierra. La lejanía de la familia, los amigos y elpropio país, el miedo al contagio, todos estos elementos son una pesa-da carga de llevar, ahora más que nunca.

Me gustaría deciros: sabed que no estáis solos y que no estáis olvi-dados. Vuestro trabajo en el mar a menudo os mantiene alejados, peroestáis presentes en mi oración y en mi mente, así como en la de los ca-pellanes y voluntarios de “Stella Maris”.

El mismo Evangelio nos lo recuerda cuando nos habla de Jesús consus primeros discípulos, que eran todos pescadores, como vosotros.Hoy deseo enviaros un mensaje y una oración de esperanza, una ora-ción de alivio y de consuelo contra toda adversidad.

Al mismo tiempo, animo también a todos los que trabajan con voso-tros en el apostolado del mar.

Que el Señor bendiga a cada uno de vosotros, bendiga vuestro tra-bajo y a vuestras familias; y que la Virgen María, Estrella del Mar, osproteja siempre. Yo también os bendigo y rezo por vosotros. Y voso-tros, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.

Hay manos tendidas para acumulardinero con la venta de armas queotras manos, incluso de niños, usa-rán para sembrar muerte y pobreza.Hay manos tendidas que en las som-bras intercambian dosis de muertepara enriquecerse y vivir en el lujo yel desenfreno efímero. Hay manostendidas que por debajo intercam-bian favores ilegales por gananciasfáciles y corruptas. Y también haymanos tendidas que, en el puritanis-

mo hipócrita, establecen leyes queellos mismos no observan.

En este panorama, «los excluidossiguen esperando. Para poder soste-ner un estilo de vida que excluye aotros, o para poder entusiasmarsecon ese ideal egoísta, se ha desarro-llado una globalización de la indife-rencia. Casi sin advertirlo, nos volve-mos incapaces de compadecernosante los clamores de los otros, ya nolloramos ante el drama de los demásni nos interesa cuidarlos, como si to-do fuera una responsabilidad ajenaque no nos incumbe» (Exhort. ap.Evangelii gaudium, 54). No podemosser felices hasta que estas manos quesiembran la muerte se transformenen instrumentos de justicia y de pazpara el mundo entero.

10. «En todas tus acciones, tenpresente tu final» (Si 7, 36). Esta esla expresión con la que el Sirácidaconcluye su reflexión. El texto sepresta a una doble interpretación. Laprimera hace evidente que siempredebemos tener presente el fin denuestra existencia. Acordarse denuestro destino común puede ayu-darnos a llevar una vida más atentaa quien es más pobre y no ha tenidolas mismas posibilidades que noso-tros. Existe también una segunda in-terpretación, que evidencia más bienel propósito, el objetivo hacia el quecada uno tiende. Es el fin de nuestravida que requiere un proyecto a rea-lizar y un camino a recorrer sin can-sarse. Y bien, la finalidad de cadauna de nuestras acciones no puedeser otra que el amor. Este es el obje-tivo hacia el que nos dirigimos y na-da debe distraernos de él. Este amores compartir, es dedicación y servi-cio, pero comienza con el descubri-miento de que nosotros somos losprimeros amados y movidos al amor.Este fin aparece en el momento enque el niño se encuentra con la son-risa de la madre y se siente amadopor el hecho mismo de existir. Inclu-so una sonrisa que compartimos conel pobre es una fuente de amor ynos permite vivir en la alegría. Lamano tendida, entonces, siemprepuede enriquecerse con la sonrisa dequien no hace pesar su presencia yla ayuda que ofrece, sino que sólo sealegra de vivir según el estilo de losdiscípulos de Cristo.

En este camino de encuentro coti-diano con los pobres, nos acompañala Madre de Dios que, de modo par-ticular, es la Madre de los pobres.La Virgen María conoce de cerca lasdificultades y sufrimientos de quie-nes están marginados, porque ellamisma se encontró dando a luz alHijo de Dios en un establo. Por laamenaza de Herodes, con José suesposo y el pequeño Jesús huyó aotro país, y la condición de refugia-dos marcó a la sagrada familia du-rante algunos años. Que la oración ala Madre de los pobres pueda reunira sus hijos predilectos y a cuantosles sirven en el nombre de Cristo. Yque esta misma oración transformela mano tendida en un abrazo de co-munión y de renovada fraternidad.

Roma, en San Juan de Letrán, 13 dejunio de 2020, memoria litúrgica de

san Antonio de Padua.

FRANCISCO

Manos tendidas con generosidadpara responder al grito silencioso de los más necesitados

En un mensaje de vídeo enviado a pescadores y marineros

Reconocimiento por los sacrificiosafrontados durante la pandemia

biente» (Carta enc. Laudato si’, 229).En definitiva, las graves crisis econó-micas, financieras y políticas no ce-sarán mientras permitamos que laresponsabilidad que cada uno debesentir hacia al prójimo y hacia cadapersona permanezca aletargada.

8. “Tiende la mano al pobre” es,por lo tanto, una invitación a la res-ponsabilidad y un compromiso di-recto de todos aquellos que se sien-ten parte del mismo destino. Es unallamada a llevar las cargas de losmás débiles, como recuerda san Pa-blo: «Mediante el amor, poneos alservicio los unos de los otros. Por-que toda la Ley encuentra su pleni-tud en un solo precepto: Amarás atu prójimo como a ti mismo. [...]Llevad las cargas los unos de losotros» (Ga 5, 13-14; 6, 2). El Apóstolenseña que la libertad que nos ha si-do dada con la muerte y la resurrec-ción de Jesucristo es para cada unode nosotros una responsabilidad pa-ra ponernos al servicio de los demás,especialmente de los más débiles.No se trata de una exhortación op-cional, sino que condiciona de la au-tenticidad de la fe que profesamos.

El libro del Eclesiástico viene otravez en nuestra ayuda: sugiere accio-nes concretas para apoyar a los másdébiles y también utiliza algunasimágenes evocadoras. En un primermomento toma en consideración ladebilidad de cuantos están tristes:«No evites a los que lloran» (7, 34).El período de la pandemia nos obli-gó a un aislamiento forzoso, inclusoimpidiendo que pudiéramos conso-lar y permanecer cerca de amigos yconocidos afligidos por la pérdidade sus seres queridos. Y sigue di-ciendo el autor sagrado: «No dejesde visitar al enfermo» (7, 35). He-mos experimentado la imposibilidadde estar cerca de los que sufren, y almismo tiempo hemos tomado con-ciencia de la fragilidad de nuestraexistencia. En resumen, la Palabrade Dios nunca nos deja tranquilos ycontinúa estimulándonos al bien.

9. “Tiende la mano al pobre” des-taca, por contraste, la actitud dequienes tienen las manos en los bol-sillos y no se dejan conmover por la

pobreza, de la que a menudo sontambién cómplices. La indiferencia yel cinismo son su alimento diario.¡Qué diferencia respecto a las gene-rosas manos que hemos descrito! Dehecho, hay manos tendidas para ro-zar rápidamente el teclado de unacomputadora y mover sumas de di-nero de una parte del mundo a otra,decretando la riqueza de estrechasoligarquías y la miseria de multitu-des o el fracaso de naciones enteras.

VIENE DE LA PÁGINA 4

Page 6: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

número 25, viernes 19 de junio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 7

El Papa celebra la misa del Corpus Christi

Junto a quien tienehambre de comida y de

dignidadEs necesario crear auténticas cadenas de solidaridad

El Señor, que se nos ofrece en la sencillez del pan,nos invita también a no malgastar nuestras vidasbuscando mil cosas inútiles que crean dependencia ydejan vacío nuestro interior. La Eucaristía quita ennosotros el hambre por las cosas y enciende el deseode servir. Nos levanta de nuestro cómodosedentarismo

«R ecuerda todo elcamino que el Señ-or, tu Dios, te hahecho recorrer» (Dt

8,2). Recuerda: la Palabra de Dioscomienza hoy con esa invitación deMoisés. Un poco más adelante,Moisés insiste: “No te olvides delSeñor, tu Dios” (cf. v. 14). LaSagrada Escritura se nos dio paraevitar que nos olvidemos de Dios.¡Qué importante es acordarnos deesto cuando rezamos! Como nos en-seña un salmo, que dice: «Recuerdolas proezas del Señor; sí, recuerdotus antiguos portentos» (77, 12).También las maravillas y prodigiosque el Señor ha hecho en nuestrasvidas.

Es fundamental recordar el bienrecibido: si no hacemos memoria deél nos convertimos en extraños anosotros mismos, en “transeúntes”de la existencia. Sin memoria nosdesarraigamos del terreno que nossustenta y nos dejamos llevar comohojas por el viento. En cambio,hacer memoria es anudarse con lazosmás fuertes, es sentirse parte de unahistoria, es respirar con un pueblo.La memoria no es algo privado, sinoel camino que nos une a Dios y alos demás. Por eso, en la Biblia elrecuerdo del Señor se transmite degeneración en generación, hay quecontarlo de padres a hijos, comodice un hermoso pasaje: «Cuando eldía de mañana te pregunte tu hijo:“¿Qué son esos mandatos […] queos mandó el Señor, nuestro Dios?”,responderás a tu hijo: “Éramos es-clavos […] —toda la historia de laesclavitud— y el Señor hizo signos yprodigios grandes […] ante nuestrosojos» (Dt 6, 20-22). Tú le darás lamemoria a tu hijo.

Pero hay un problema, ¿qué pasasi la cadena de transmisión de los re-cuerdos se interrumpe? Y luego,¿cómo se puede recordar aquelloque sólo se ha oído decir, sinhaberlo experimentado? Dios sabelo difícil que es, sabe lo frágil que esnuestra memoria, y por eso hizoalgo inaudito por nosotros: nos dejóun memorial. No nos dejó sólo pa-labras, porque es fácil olvidar lo quese escucha. No nos dejó sólo la Es-critura, porque es fácil olvidar loque se lee. No nos dejó sólo símbo-los, porque también se puede olvid-ar lo que se ve. Nos dio, en cambio,un Alimento, pues es difícil olvidarun sabor. Nos dejó un Pan en el queestá Él, vivo y verdadero, con todoel sabor de su amor. Cuando lorecibimos podemos decir: “¡Es elSeñor, se acuerda de mí!”. Es poreso que Jesús nos pidió: «Haced es-

to en memoria mía» (1 Co 11, 24).Haced: la Eucaristía no es un simplerecuerdo, sino un hecho; es la Pas-cua del Señor que se renueva pornosotros. En la Misa, la muerte y laresurrección de Jesús están frente anosotros. Haced esto en memoriamía: reuníos y como comunidad,como pueblo, como familia, celebradla Eucaristía para que os acordéis demí. No podemos prescindir de ella,es el memorial de Dios. Y sananuestra memoria herida.

Ante todo, cura nuestra memoriahuérfana. Vivimos en una época degran orfandad. Cura la memoriahuérfana. Muchos tienen la memoriaherida por la falta de afecto y lasamargas decepciones recibidas dequien habría tenido que dar amorpero que, en cambio, dejó desoladoel corazón. Nos gustaría volver atrásy cambiar el pasado, pero no sepuede. Sin embargo, Dios puedecurar estas heridas, infundiendo ennuestra memoria un amor másgrande: el suyo. La Eucaristía nostrae el amor fiel del Padre, que cura

los invitados que Él espera a su ban-quete, los comensales que ansía. Yno sólo porque es generoso, sinoporque está realmente enamorado denosotros: ve y ama lo hermoso y lobueno que somos. El Señor sabeque el mal y los pecados no sonnuestra identidad; son enfer-medades, infecciones. Y viene a cur-arlas con la Eucaristía, que contienelos anticuerpos para nuestra memor-ia enferma de negatividad. Con Je-sús podemos inmunizarnos de latristeza. Ante nuestros ojos siempreestarán nuestras caídas y dificult-ades, los problemas en casa y en el

Nos vuelven temerosos y suspicaces;cerrados al principio, pero a la largacínicos e indiferentes. Nos llevan areaccionar ante los demás con anti-patía y arrogancia, con la ilusión decreer que de este modo podemoscontrolar las situaciones. Pero es unengaño, pues sólo el amor cura elmiedo de raíz y nos libera de las ob-stinaciones que aprisionan. Estohace Jesús, que viene a nuestro en-cuentro con dulzura, en la asom-brosa fragilidad de una Hostia. Estohace Jesús, que es Pan partido pararomper las corazas de nuestro ego-ísmo. Esto hace Jesús, que se da a símismo para indicarnos que sólo ab-riéndonos nos liberamos de los blo-queos interiores, de la parálisis delcorazón. El Señor, que se nos ofreceen la sencillez del pan, nos invitatambién a no malgastar nuestras vi-das buscando mil cosas inútiles quecrean dependencia y dejan vacíonuestro interior. La Eucaristía quitaen nosotros el hambre por las cosasy enciende el deseo de servir. Noslevanta de nuestro cómodo sedentar-ismo y nos recuerda que no somossolamente bocas que alimentar, sinotambién sus manos para alimentar anuestro prójimo. Es urgente queahora nos hagamos cargo de los quetienen hambre de comida y de dig-nidad, de los que no tienen trabajo yluchan por salir adelante. Y hacerlode manera concreta, como concretoes el Pan que Jesús nos da. Hacefalta una cercanía verdadera, hacenfalta auténticas cadenas de solidarid-ad. Jesús en la Eucaristía se hacecercano a nosotros, ¡no dejemos so-los a quienes están cerca nuestro!

Queridos hermanos y hermanas:Sigamos celebrando el Memorialque sana nuestra memoria, —re c o r -demos: sanar la memoria; la memor-ia es la memoria del corazón—, estememorial es la Misa. Es el tesoro alque hay dar prioridad en la Iglesia yen la vida. Y, al mismo tiempo, re-descubramos la adoración, que con-tinúa en nosotros la acción de laMisa. Nos hace bien, nos sana den-tro. Especialmente ahora, que real-mente lo necesitamos.

Hoy es urgente dar vida a «auténticas cadenas de solidaridad» para hacersecargo «de los que tienen hambre de comida y de dignidad, de los que no tienentrabajo y luchan por salir adelante». Lo afirmó el Papa Francisco en la homilíade la misa celebrada en la basílica Vaticana el domingo por la mañana, 14 dejunio, solemnidad del Corpus Christi.

“nuestra orfandad. Nos da el amor deJesús, que transformó una tumba depunto de llegada en punto departida, y que de la misma manerapuede cambiar nuestras vidas. Noscomunica el amor del EspírituSanto, que consuela, porque nuncadeja solo a nadie, y cura las heridas.

Con la Eucaristía el Señor tambi-én sana nuestra memoria negativa,esa negatividad que aparece muchasveces en nuestro corazón. El Señorsana esta memoria negativa. quesiempre hace aflorar las cosas queestán mal y nos deja con la tristeidea de que no servimos para nada,que sólo cometemos errores, que es-tamos “equivo cados”. Jesús viene adecirnos que no es así. Él está felizde tener intimidad con nosotros ycada vez que lo recibimos nos re-cuerda que somos valiosos: somos

trabajo, los sueños incumplidos.Pero su peso no nos podrá aplastarporque en lo más profundo está Je-sús, que nos alienta con su amor. Es-ta es la fuerza de la Eucaristía, quenos transforma en portadores de Di-os: portadores de alegría y no denegatividad. Podemos preguntarnos:Y nosotros, que vamos a Misa, ¿quéllevamos al mundo? ¿Nuestratristeza, nuestra amargura o laalegría del Señor? ¿Recibimos laComunión y luego seguimos queján-donos, criticando y compade-ciéndonos a nosotros mismos? Peroesto no mejora las cosas para nada,mientras que la alegría del Señorcambia la vida. Además, la Eucaris-tía sana nuestra memoria cerrada.Las heridas que llevamos dentro nosólo nos crean problemas a nosotrosmismos, sino también a los demás.

Page 7: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S E RVATOR … · 2020-06-19 · Número atrasado € 2,00 EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt

página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 19 de junio de 2020, número 25

En la audiencia general el Papa habla de la oración de Moisés y de la misión de los pastores

Puentes entre el pueblo y DiosLa misión de los pastores es ser «puentes entre elpueblo al que pertenecen y Dios». Lo dijo el PapaFrancisco en la audiencia general del miércoles 17 dejunio, que se llevó a cabo en la Biblioteca privadadel Palacio apostólico Vaticano, sin la presencia defieles, a causa de la pandemia. Continuando con elciclo de catequesis iniciado el 6 de mayo, el Pontíficehabló de la oración de Moisés.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En nuestro itinerario sobre el tema de laoración, nos estamos dando cuenta deque Dios nunca amó tratar con oradores“fáciles”. Y ni siquiera Moisés será un in-

terlocutor “débil”, desde el primer día de su voca-ción. Cuando Dios lo llama, Moisés es humana-mente “un fracasado”. El libro del Éxodo nos lorepresenta en la tierra de Madián como un fugiti-vo. De joven había sentido piedad por su gente yhabía tomado partido en defensa de los oprimi-dos. Pero pronto descubre que, a pesar de susbuenos propósitos, de sus manos no brota justi-cia, si acaso, violencia. He aquí los sueños de glo-ria que se hacen trizas: Moisés ya no es un fun-cionario prometedor, destinado a una carrera rápi-da, sino alguien que se ha jugado las oportunida-des, y ahora pastorea un rebaño que ni siquiera essuyo. Y es precisamente en el silencio del desiertode Madián donde Dios convoca a Moisés a la re-

pentina que los exiliados sienten por el pasado,pensando en cuando estaban en Egipto.

Moisés no reniega de Dios, pero ni siquiera re-niega de su pueblo. Es coherente con su sangre,es coherente con la voz de Dios. Moisés no es,por lo tanto, un líder autoritario y despótico; esmás, el libro de los Números lo define como “unhombre muy humilde, más que hombre algunosobre la haz de la tierra” (cf. 12, 3). A pesar de sucondición de privilegiado, Moisés no deja de per-tenecer a ese grupo de pobres de espíritu que vi-ven haciendo de la confianza en Dios el consuelode su camino.

Es un hombre del pueblo.Así, el modo más proprio de rezar de Moisés

será la intercesión (cf. Catecismo de la Iglesia Cató-lica, 2574). Su fe en Dios se funde con el sentidode paternidad que cultiva por su pueblo. La Es-critura lo suele representar con las manos extendi-das hacia arriba, hacia Dios, como para actuar co-mo un puente con su propia persona entre el cie-lo y la tierra. Incluso en los momentos más difíci-les, incluso el día en que el pueblo repudia aDios y a él mismo como guía para hacerse un be-cerro de oro, Moisés no es capaz de dejar de ladoa su pueblo. Es mi pueblo. Es tu pueblo. Es mipueblo. No reniega ni de Dios ni del pueblo. Ydice a Dios: «¡Ay! Este pueblo ha cometido un

lejanía de Dios, estos orantes no los condenan, nolos rechazan.

La actitud de intercesión es propia de los san-tos, que, a imitación de Jesús, son “puentes” e n t reDios y su pueblo. Moisés, en este sentido, ha sidoel profeta más grande de Jesús, nuestro abogadoe intercesor. (cf. Catecismo de la Iglesia Católica,2577). Y también hoy, Jesús es el pontifex, es elpuente entre nosotros y el Padre. Y Jesús interce-de por nosotros, hace ver al Padre las llagas queson el precio de nuestra salvación e intercede. YMoisés es la figura de Jesús que hoy reza por no-sotros, intercede por nosotros.

Moisés nos anima a rezar con el mismo ardorque Jesús, a interceder por el mundo, a recordarque este, a pesar de sus fragilidades, pertenecesiempre a Dios. Todos pertenecen a Dios. Losmás feos pecadores, la gente más malvada, los di-rigentes más corruptos son hijos de Dios y Jesússiente esto e intercede por todos. Y el mundo vi-ve y prospera gracias a la bendición del justo, a laoración de piedad, a esta oración de piedad, elsanto, el justo, el intercesor, el sacerdote, el obis-po, el Papa, el laico, cualquier bautizado eleva in-cesantemente por los hombres, en todo lugar y entodo tiempo de la historia.

Pensemos en Moisés, el intercesor. Y cuandonos entren las ganas de condenar a alguien y nos

Con estos temores, con este corazón que a me-nudo vacila, ¿cómo puede rezar Moisés? Es más,Moisés parece un hombre como nosotros. Y tam-bién esto nos sucede a nosotros: cuando tenemosdudas, ¿pero cómo podemos rezar? No nos apete-ce rezar. Y es por su debilidad, más que por sufuerza, por lo que quedamos impresionados. En-cargado por Dios de transmitir la Ley a su pue-blo, fundador del culto divino, mediador de losmisterios más altos, no por ello dejará de mante-ner vínculos estrechos con su pueblo, especial-mente en la hora de la tentación y del pecado.Siempre ligado al pueblo. Moisés nunca perdió lamemoria de su pueblo. Y esta es una grandeza delos pastores: no olvidar al pueblo, no olvidar lasraíces. Es lo que dice Pablo a su amado jovenobispo Timoteo: “Acuérdate de tu madre y de tuabuela, de tus raíces, de tu pueblo”. Moisés es tanamigo de Dios como para poder hablar con Élcara a cara (cf. Éxodo 33, 11); y será tan amigo delos hombres como para sentir misericordia por suspecados, por sus tentaciones, por la nostalgia re-

velación de la zarza ardien-te: «“Yo soy el Dios de tupadre, el Dios de Abraham,el Dios de Isaac y el Diosde Jacob.» Moisés se cubrióel rostro, porque temía ver aD ios”» (Éxodo 3, 6).

A Dios que habla, que leinvita a ocuparse de nuevodel pueblo de Israel, Moisésopone sus temores y sus ob-jeciones: no es digno de esamisión, no conoce el nom-bre de Dios, no será creídopor los israelitas, tiene unalengua que tartamudea… Yasí tantas objeciones. La pa-labra que florece más a me-nudo de los labios de Moi-sés, en cada oración que di-rige a Dios, es la pregunta“¿por qué?”. ¿Por qué mehas enviado? ¿Por qué quie-res liberar a este pueblo? Enel Pentateuco hay, de hecho,un pasaje dramático en elque Dios reprocha a Moiséssu falta de confianza, faltaque le impedirá la entradaen la tierra prometida. (cf.Números 20, 12).

enfademos por dentro —en-fadarse hace bien, pero con-denar no hace bien— inter-cedamos por él: esto nosayudará mucho.

Un llamamiento a respetar lalibertad de conciencia«siempre y en todo lugar» fuelanzado por el Pontífice alfinalizar la audiencia general.Dirigiendo los saludoshabituales a los fieles quesiguieron a través de losmedios el encuentro —que seconcluyó con el rezo del PadreNuestro y de la bendiciónapostólica— el Papa recordóla Jornada de la conciencia yexhortó a los cristianos a«dar ejemplo de coherenciacon una conciencia recta eiluminada por la Palabra deDios».

Se celebra hoy la “Jor-nada de la Concien-cia”, inspirada en el

testimonio del diplomáticoportugués Aristides de Sou-sa Mendes, el cual, haceochenta años, decidió seguir

gran pecado al hacerse un dios de oro. Con todo,si te dignas perdonar su pecado..., y si no, bórra-me del libro que has escrito» (Éxodo 32, 31-32).Moisés no cambia al pueblo. Es el puente, es eli n t e rc e s o r.

Los dos, el pueblo y Dios y él está en el medio.No vende a su gente para hacer carrera. No es unarribista, es un intercesor: por su gente, por sucarne, por su historia, por su pueblo y por Diosque lo ha llamado. Es el puente. Qué hermosoejemplo para todos los pastores que deben ser“puente”. Por eso, se les llama pontifex, puentes.Los pastores son puentes entre el pueblo al quepertenecen y Dios, al que pertenecen por voca-ción. así es Moisés: “Perdona Señor su pecado, deotro modo, si Tú no perdonas, bórrame de tu li-bro que has escrito. No quiero hacer carrera conmi pueblo”. Y esta es la oración que los verdade-ros creyentes cultivan en su vida espiritual. Inclu-so si experimentan los defectos de la gente y su

la voz de la conciencia y salvó la vida a miles dejudíos y otros perseguidos.

Que la libertad de conciencia pueda ser respe-tada siempre y en todas partes; y que todo cristia-no pueda dar ejemplo de coherencia con una con-ciencia recta e iluminada por la Palabra de Dios.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua es-pañola, que siguen esta catequesis a través de losmedios de comunicación social. Pasado mañana,el viernes, celebramos la solemnidad del SagradoCorazón de Jesús; y vinculada a esta fiesta se en-cuentra la Jornada de santificación sacerdotal.

Los animo a rezar por los sacerdotes, por vues-tro párroco, por aquellos que están cerca de uste-des y conocen…, para que a través de vuestraoración el Señor los fortalezca en su vocación, losconforte en su ministerio y sean siempre ministrosde la Alegría del Evangelio para todas las gentes.Que Dios los bendiga.