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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLIX, número 11 (2.507) Ciudad del Vaticano 17 de marzo de 2017 El Papa para este tiempo El Papa en la parroquia romana de Santa Maddalena di Canossa Llevar la paz al mundo Y respondió a las preguntas de los niños del catecismo La invitación en Cuaresma Vencer el hambre en el mundo PÁGINA 3 Sobre las apariciones de Fátima Mensaje de esperanza PÁGINA 9 Visita una parroquia romana Es bonito ser Papa y sacerdote PÁGINAS 6-7 Empieza el quinto año del pontificado y Francisco ha aprovechado de nuevo la opor- tunidad que le ha brindado la pregunta di- recta de un niño, en una parroquia romana, para reflexionar sobre el servicio papal, res- pondiendo con palabras simples y radicales: «Jesús elige a quien quiere que sea el Papa en este tiempo; en otro tiempo elige otro, y otro, y otro». Abriéndose enseguida después a una confidencia: «A mí me gusta, y me gustaba también cuando era párroco en una parroquia, rector de la facultad y también pá- rroco, las dos cosas, me gustaba mucho. Me gustaba también dar clases de catequesis, la misa de los niños, me gustaba. Siempre, ser sacerdote es una cosa que a mí me ha gusta- do mucho». Esta conciencia del Pontífice, sencilla e inmediata, impresiona porque deja ver una sinceridad de vida que se presenta de una manera que te desarma. «Lo que Dios quiere, lo que el Señor te da es bonito, por- que cuando el Señor te da una tarea para ha- cer —un trabajo, ser pastor de una parroquia, o de una diócesis o ser el Papa, pastor— ahí, te da una tarea» añadió, dirigiéndose luego a los niños sobre la misión de los párrocos y obispos: no sólo llevar la paz, sino «enseñar la Palabra de Dios, dar catequesis». He aquí que quien quiere entender de verdad a Ber- goglio debe tener en cuenta estas respuestas suyas, dejando caer caricaturas malvadas y «chismorreos» peligrosos porque son des- tructivos, o peor aún diabólicos, en sentido etimológico de la palabra (diàbolos precisa- mente significa “calumniador” o “aquel que divide”). Claro, en los medios de comunicación no es fácil encontrar todo lo que Francisco dice, pero para que hubiera honestidad sería preci- so que al menos los periodistas y los llama- dos “líderes de opinión” lo tuvieran en cuen- ta, para hacerse una idea fiable de quién es verdaderamente el Pontífice, y para no trans- mitir imágenes que, sin embargo, están lejos de la realidad. Más aún cuando el mismo Bergoglio había delineado, poco antes del inicio del Cónclave, el perfil del nuevo Papa, «un hombre que, a través de la contempla- ción de Jesucristo y de la adoración de Jesu- cristo, ayude a la Iglesia a salir de sí misma hacia las periferias existenciales». Por consi- guiente un Pontífice misionero. Y misionero se está confirmando Francisco cada día que pasa, radicado en la oración y en la medita- ción, como explicó una vez más a los niños deseosos de conocerle de verdad, a diferencia de muchos adultos. «Un momento muy bo- nito para mí —a mí me gusta mucho— es cuando puedo rezar en silencio, leer la Pala- bra de Dios: me hace mucho bien, me gusta mucho» dijo, añadiendo al final, para quie- nes todavía no hubieran entendido: «yo estas cosas se las digo a los niños, ¡para que las oi- gan también los grandes!». Bergoglio ya había invitado a rezar por Benedicto XVI desde los primeros tiempos de su Pontificado, cuando rezó junto a los fieles el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria, pi- diendo después «la oración del pueblo» por su obispo, y concluyendo su primer e inolvi- dable discurso con una petición luego solici- tada continuamente, y con el anuncio de un gesto que se ha vuelto también familiar: «re- zad por mí y ¡hasta pronto! Nos vemos pron- to: mañana quiero ir a rezar a la Virgen, para que custodie toda Roma». (g.m.v) PÁGINAS 6-7

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLIX, número 11 (2.507) Ciudad del Vaticano 17 de marzo de 2017

El Papapara este tiempo

El Papa en la parroquia romana de Santa Maddalena di Canossa

Llevar la paz al mundoY respondió a las preguntas de los niños del catecismo

La invitación en Cuaresma

Vencer el hambreen el mundo

PÁGINA 3

Sobre las apariciones de Fátima

Mensajede esperanza

PÁGINA 9

Visita una parroquia romana

Es bonito ser Papay sacerdote

PÁGINAS 6-7

Empieza el quinto año del pontificado yFrancisco ha aprovechado de nuevo la opor-tunidad que le ha brindado la pregunta di-recta de un niño, en una parroquia romana,para reflexionar sobre el servicio papal, res-pondiendo con palabras simples y radicales:«Jesús elige a quien quiere que sea el Papaen este tiempo; en otro tiempo elige otro, yotro, y otro». Abriéndose enseguida despuésa una confidencia: «A mí me gusta, y megustaba también cuando era párroco en unaparroquia, rector de la facultad y también pá-rroco, las dos cosas, me gustaba mucho. Megustaba también dar clases de catequesis, lamisa de los niños, me gustaba. Siempre, sersacerdote es una cosa que a mí me ha gusta-do mucho». Esta conciencia del Pontífice,sencilla e inmediata, impresiona porque dejaver una sinceridad de vida que se presenta deuna manera que te desarma. «Lo que Diosquiere, lo que el Señor te da es bonito, por-que cuando el Señor te da una tarea para ha-cer —un trabajo, ser pastor de una parroquia,o de una diócesis o ser el Papa, pastor— ahí,te da una tarea» añadió, dirigiéndose luego alos niños sobre la misión de los párrocos yobispos: no sólo llevar la paz, sino «enseñarla Palabra de Dios, dar catequesis». He aquíque quien quiere entender de verdad a Ber-goglio debe tener en cuenta estas respuestassuyas, dejando caer caricaturas malvadas y«chismorreos» peligrosos porque son des-tructivos, o peor aún diabólicos, en sentidoetimológico de la palabra (diàbolos p re c i s a -mente significa “calumniador” o “aquel quedivide”).

Claro, en los medios de comunicación noes fácil encontrar todo lo que Francisco dice,pero para que hubiera honestidad sería preci-so que al menos los periodistas y los llama-dos “líderes de opinión” lo tuvieran en cuen-ta, para hacerse una idea fiable de quién esverdaderamente el Pontífice, y para no trans-mitir imágenes que, sin embargo, están lejosde la realidad. Más aún cuando el mismoBergoglio había delineado, poco antes delinicio del Cónclave, el perfil del nuevo Papa,«un hombre que, a través de la contempla-ción de Jesucristo y de la adoración de Jesu-cristo, ayude a la Iglesia a salir de sí mismahacia las periferias existenciales». Por consi-guiente un Pontífice misionero. Y misionerose está confirmando Francisco cada día quepasa, radicado en la oración y en la medita-ción, como explicó una vez más a los niñosdeseosos de conocerle de verdad, a diferenciade muchos adultos. «Un momento muy bo-nito para mí —a mí me gusta mucho— escuando puedo rezar en silencio, leer la Pala-bra de Dios: me hace mucho bien, me gustamucho» dijo, añadiendo al final, para quie-nes todavía no hubieran entendido: «yo estascosas se las digo a los niños, ¡para que las oi-gan también los grandes!».

Bergoglio ya había invitado a rezar porBenedicto XVI desde los primeros tiempos desu Pontificado, cuando rezó junto a los fielesel Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria, pi-diendo después «la oración del pueblo» porsu obispo, y concluyendo su primer e inolvi-dable discurso con una petición luego solici-tada continuamente, y con el anuncio de ungesto que se ha vuelto también familiar: «re-zad por mí y ¡hasta pronto! Nos vemos pron-to: mañana quiero ir a rezar a la Virgen, paraque custodie toda Roma». (g.m.v)

PÁGINAS 6-7

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

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EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de marzo de 2017, número 11

En el Ángelus llamamiento del Papa por los jóvenes víctimas de la violencia

La Cruz no es ornamento ni adornoA medio día del segundo domingo deCuaresma, el Santo Padre Francisco seasomó a la ventana del Palacio Apostólicopara rezar el Ángelus junto a los peregrinospresentes en la Plaza de San Pedro.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenosdías!

El Evangelio de este segundo domingode Cuaresma nos presenta la narración dela Transfiguración de Jesús (cf. Ma t e o 17,1-9). Se lleva aparte a tres apóstoles: Pe-dro, Santiago y Juan, Él subió con ellos aun monte alto, y allí ocurrió este singularfenómeno: el rostro de Jesús «se puso bri-llante como el sol y sus vestidos se volvie-ron blancos como la luz» (v. 2). De talmanera el Señor hizo resplandecer en sumisma persona la gloria divina que se po-día percibir con la fe en su predicación yen sus gestos milagrosos. Y la transfigura-ción es acompañada, en el monte, con la

sías: no un rey potente y glorioso, sino unsiervo humilde y desarmado; no un señorde gran riqueza, signo de bendición, sinoun hombre pobre que no tiene dondeapoyar su cabeza; no un patriarca con nu-merosa descendencia, sino un célibe sincasa ni nido. Es de verdad una revelaciónde Dios invertida, y el signo más descon-certante de esta escandalosa inversión es lacruz. Pero precisamente a través de la cruzJesús alcanzará la gloriosa resurrección,que será definitiva, no como esta transfi-guración que duró un momento, un ins-tante.

Jesús transfigurado sobre el monte Ta-bor quiso mostrar a sus discípulos su glo-ria no para evitarles pasar a través de lacruz, sino para indicar a dónde lleva lacruz. Quien muere con Cristo, con Cristoresurgirá. Y la cruz es la puerta de la resu-rrección. Quien lucha junto a Él, con Éltriunfará. Este es el mensaje de esperanza

Después del Ángelus, Francisco dedicó unaspalabras para recordar a las víctimas y asus familiares, del terrible incendio en laCasa Refugio Virgen de la Asunción enGuatemala, acaecido el pasado 8 de marzoen el cual perdieron la vida decenas dejóvenes. Además hizo un llamamiento contrala explotación y violencia sobre chicos ychicas. Finalmente el Santo Padre dirigió unsaludo a los fieles allí reunidos.

Queridos hermanos y hermanas:Expreso mi cercanía al pueblo de Gua-

temala, que vive un luto por el grave ytriste incendio producido en el interior dela Casa Refugio Virgen de la Asunción,causando víctimas y heridos entre las chi-cas que allí vivían. Que el Señor acoja susalmas, cure a los heridos, consuele a susfamilias doloridas y a toda la nación. Re-zo también y os pido que recéis conmigopor todas las chicas y los chicos víctimas

aparición de Moisés y de Elías, «que con-versaban con él» (v. 3).

La “luminosidad” que caracteriza esteevento extraordinario simboliza el objeti-vo: iluminar las mentes y los corazones delos discípulos para que puedan compren-der claramente quién es su Maestro. Es undestello de luz que se abre de repente so-bre el misterio de Jesús e ilumina toda supersona y toda su historia.

Ya en marcha hacia Jerusalén, dondedeberá padecer la condena a muerte porcrucifixión, Jesús quiere preparar a los su-yos para este escándalo —el escándalo dela cruz—, para este escándalo demasiadofuerte para su fe y, al mismo tiempo, prea-nunciar su resurrección, manifestándosecomo el Mesías, el Hijo de Dios. Y Jesúsles prepara para ese momento triste y detanto dolor. En efecto, Jesús estaba de-mostrando ser un Mesías diverso respectoa lo que se esperaba, a lo que ellos imagi-naban sobre el Mesías, como fuese el Me-

que la cruz de Jesús contiene, exhortandoa la fortaleza en nuestra existencia. LaCruz cristiana no es un ornamento de lacasa o un adorno para llevar puesto, lacruz cristiana es un llamamiento al amorcon el cual Jesús se sacrificó para salvar ala humanidad del mal y del pecado. Eneste tiempo de Cuaresma, contemplamoscon devoción la imagen del crucifijo, Je-sús en la cruz: ese es el símbolo de la fecristiana, es el emblema de Jesús, muertoy resucitado por nosotros. Hagamos quela cruz marque las etapas de nuestro itine-rario cuaresmal para comprender cada vezmás la gravedad del pecado y el valor delsacrificio con el cual el Redentor nos hasalvado a todos nosotros. La Virgen Santasupo contemplar la gloria de Jesús escon-dida en su humanidad. Nos ayude a estarcon Él en la oración silenciosa, a dejarnosiluminar por su presencia, para llevar enel corazón, a través de las noches más os-curas, un reflejo de su gloria.

de la violencia, de maltratos, de explota-ción y de las guerras. Esta es una plaga,este es un grito escondido que debe serescuchado por todos nosotros y que nopodemos seguir fingiendo no ver y no es-c u c h a r.

Dirijo un cordial saludo a todos losaquí presentes, fieles de Roma y de mu-chas partes del mundo. Saludo a los pere-grinos de Friburgo y Mannheim, en Ale-mania, así como a los del Líbano y a losmaratonistas de Portugal. Saludo a losgrupos parroquiales provenientes deGioiosa Ionica y Pachino; a los chicos deLodi que se preparan para la “P ro f e s i ó nde fe”; a los estudiantes de Dalmine yBusto Arsizio. Es verdad lo que decís: “noa la cultura del descarte” [lee la pancarta];y al coro juvenil “Gota a gota” de Bérga-mo.

A todos os deseo un feliz domingo. Porfavor no os olvidéis de rezar por mí.¡Buen almuerzo y hasta pronto!

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número 11, viernes 17 de marzo de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

La Cuaresma nos llama a derrotar el individualismo

Vencer el hambre en el mundoFERNAND O CHICA ARELLANO

«El ayuno que yo quiero es éste: partirtu pan con el hambriento. Cuando partastu pan con el hambriento y sacies el estó-mago del indigente, brillará tu luz en lastinieblas, tu oscuridad se volverá medio-día» (Isaías 58, 6-7.10).

Como cada año, al comenzar la Cuares-ma, la Palabra de Dios resuena con clari-dad, llamándonos a la oración y al ayunoque debe traducirse en ayuda concreta alhermano necesitado, especialmente alhambriento.

Sobre la importancia fundamental de laoración en la batalla de los creyentes con-tra el hambre, vale la pena recordar a sanJuan Pablo II, que hizo una original refle-xión sobre el Padrenuestro en su Mensajecon motivo de la Jornada Mundial de laAlimentación del año 2001: «El "Padre-nuestro", la oración que Jesús enseñó a susdiscípulos (cf. Ma t e o 6, 9-13; Lucas 11, 2-4),puede ofrecer a todos los creyentes, en elpleno respeto de la pertenencia religiosade cada uno, significativos motivos de re-flexión y valiosos criterios para la acción[…] El "Padrenuestro" es la oración de loshermanos que, conscientes de que no pue-den llegar a Dios por sí solos, confían enpoder encontrarlo juntos, viviendo en co-munión entre sí. Invita a ver el rostro deDios en el rostro del prójimo, por el quecada uno debe interesarse, especialmentecuando es muy débil y carece del alimentodiario. En efecto, Jesús mismo dijo:"Cuanto hicisteis a uno de estos hermanosmíos más pequeños, a mí me lo hicisteis"(Ma t e o 25, 40)».

Estas palabras de Jesús inspiraron a sanAgustín a la hora de expresar, con su ca-racterística genialidad, que «en el pobrequiso ser alimentado Aquél que no tuvonecesidad de alimento» (Sermón 206, 2).La conclusión a la que llegaba el santoobispo de Hipona no puede ser más opor-tuna en esta Cuaresma: «Que la mortifica-ción voluntaria sea para el sustentamientodel que no tiene» (Sermón 210, 12). Laoración y el ayuno han de conducir a uncompromiso sincero de solidaridad concre-ta, de una fe que desemboca en la caridadpasando por «nuestro bolsillo».

Podría ocurrir que, frente al hambre,existiera la tentación de pensar que sólo laintervención de los Estados o las grandesinstituciones puede exterminar esta dolo-rosa lacra. Por eso, el beato Pablo VI, enla carta encíclica Populorum progressio (26de marzo de 1967), de cuya publicación sevan a cumplir próximamente cincuentaaños, animaba a sumar también la aporta-ción individual para acabar con el ham-bre: «Ello exige mucha generosidad, innu-merables sacrificios y un esfuerzo sin des-canso. A cada uno toca examinar su con-ciencia» (n. 47).

El ayuno que busca compartir con elpobre el propio pan incide en la necesariaopción por la sobriedad. El Papa Francis-co nos recuerda frecuentemente que he-mos de «amar la pobreza», uniendo laausteridad a la sencillez de vida (cf. Dis-curso en el encuentro con el Comité de coordi-nación del CELAM, 28 julio 2013). A esterespecto, en la exhortación apostólicaEvangelii Gaudium, el Sucesor del apóstolPedro nos hace caer en la cuenta de quese requiere hacer propia la suerte del her-mano pobre y hambriento cuando, denun-ciando la «globalización de la indiferen-cia», describe sin ambages el mecanismoque la alimenta: «Casi sin advertirlo, nosvolvemos incapaces de compadecernos an-

te los clamores de los otros, ya no llora-mos ante el drama de los demás ni nos in-teresa cuidarlos, como si todo fuera unaresponsabilidad ajena que no nos incum-be. La cultura del bienestar nos anestesiay perdemos la calma si el mercado ofrecealgo que todavía no hemos comprado,mientras todas esas vidas truncadas porfalta de posibilidades nos parecen un me-ro espectáculo que de ninguna maneranos altera» (n. 54). El Sumo Pontífice nosindica una vía muy práctica y atinada paraque el ayuno parta del corazón, que es loque Dios mira y aprecia en las obras de laCuaresma: el control del deseo de pose-sión de bienes, que está en la base de estacultura del bienestar que produce pobre-za, insolidaridad y exclusión.

La encrucijada que estamos viviendo noes para nada fácil. ¿Qué nos está pasan-do? ¿De qué mal estamos aquejados cuan-do en pleno siglo XXI se manejan cifrastan escandalosas como las suministradaspor los organismos internacionales, quenos hablan de la existencia de casi ocho-cientos millones de hambrientos en elmundo? ¿Cómo explicaremos que la hu-manidad esté legítimamente empeñadahoy en buscar por el espacio sideral plane-tas con agua, sin empeñarnos con muchomayor ahínco en evitar que en la tierramueran de sed cada día mil niños? ¿Quémotivaciones esgrimiremos ante el tribunalde la historia para dar razón de los ingen-tes gastos armamentísticos mientras ac-tualmente se están dando espeluznantescrisis humanitarias y alimentarias en paísescomo Yemen, Nigeria, Sudán del Sur oSomalia?

Ha llegado la hora de actuar, de nopermitir que los pobres queden atrás. Aesto nos puede ayudar reavivar el profun-do significado que esta Cuaresma tiene: espreciso oír la voz de Dios que nos apre-mia a la oración, al ayuno y a la justicia, auna activa y eficaz solidaridad, a derrotarde una vez por todas el individualismoque nos devora poniendo en la vanguardiade nuestras vidas la generosidad, la frater-nidad y el trabajo por la paz.

No se pueden negar los beneficios delos programas de desarrollo impulsadospor instancias internacionales, estatales,regionales o locales; nadie ignora la impli-

cación de muchas asociaciones en aras delos desfavorecidos. Pero no podemos dar-nos por satisfechos. Se puede hacer más,mejor y con mayor rapidez.

A lo realizado desde esos ámbitos, cadauno de nosotros deberíamos añadir unainiciativa personal. Sin querer ser exhaus-tivo, enumero algunas: ahorrar agua; pro-curar no contaminarla; cocinar sólo lacantidad de alimento que se va a consu-mir; abstenernos de algún manjar costoso,optando por uno más sencillo, echando elahorro en la alcancía de los pobres; nodesperdiciar alimentos; no sucumbir a ca-prichos y despilfarros, a banquetes osten-tosos que terminan con mucha comida ti-rada; cuidar la diferenciación en la basura;brindar el producto de nuestras privacio-nes voluntarias durante la Cuaresma y unaparte de nuestros ingresos a auxiliar a losm e n e s t e ro s o s .

Estos gestos manifiestan un corazón ge-neroso. Nacen de personas que no son im-permeables a la Palabra de Dios ni cierranlos ojos ante las penurias de los hombres.Son obras que complacen al Señor y po-nen de relieve que la misericordia no esmera retórica, antes bien promueven efec-tivamente la construcción del Reino deDios, nuestro Padre.

Es hora de pasar a la acción. No bastanlas declaraciones solemnes contra el ham-bre y la miseria. Debemos convencernosde que es posible, urgente e imprescindi-ble erradicarlas. Hoy contamos con todoslos medios para ponerles fin. Lo que faltaes voluntad.

Ojalá que esta Cuaresma entrañe paranosotros el inicio de una nueva y pujanteetapa en nuestra vida. Que no quede co-mo un mero conato, como un simple sus-piro, como tantas otras Cuaresmas quesignificaron sólo un buen propósito queluego nunca vimos cumplido. Esta Cua-resma es la nuestra, la decisiva. Consideré-mosla como el primer paso hacia este ob-jetivo tan imperioso como necesario devencer el hambre y la miseria en el mun-do.

Lo conseguiremos, Dios mediante, conla colaboración decidida de todos, pres-cindiendo de evasiones irresponsables,acusaciones estériles o dilaciones nocivas.

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de marzo de 2017, número 11

Respecto a las sentencias relativas a las parejas de hombres

Contra las mujeres

LU C E T TA SCARAFFIA

Hemos sido muchos los que hemosidentificado un diseño político detrás decasos recientes de sentencias que en Italiahan reconocido la posibilidad de ser pa-dres a las parejas homosexuales, no obs-tante la persistente ausencia de leyes quelo permitan. Es decir la posibilidad deeludir, a través de la sentencia de un tri-bunal, la prohibición de la ley. Esta praxisconstituye un hecho desconcertante, por-que en los países democráticos las leyesson hechas y votadas por un parlamentoelecto, y por eso representativo de las opi-niones de los ciudadanos. En consecuen-cia, no se puede negar que, con estas ini-ciativas, se traspasa de hecho la voluntadpopular, infligiendo un daño no irrelevan-te a la democracia.

Pero hay otro aspecto, todavía más in-quietante, detrás de esta manera de proce-der. Las decisiones tomadas por los tribu-nales afectan casi todas, quizás el noventapor ciento, a parejas de homosexualeshombres. Cierto esto, desde el punto devista social, se explica muy bien: los hom-bres todavía son favoritos respecto a lasmujeres desde el punto de vista de la ren-ta y del acceso a los recursos, por consi-guiente para ellos es más fácil actuar enun juicio para eludir la ley, para satisfacersu propio deseo. Pero la mayor fuerza so-cial no explica todo.

También hay otro aspecto, efectivamen-te. En general, las parejas homosexualesde hombres con hijos intentan y obtienenuna mayor visibilidad respecto a las feme-ninas. Basta pensar en las exhibicionestriunfales del hijo por parte de personajesfamosos con su pareja. No es casual. Enestos casos no es exhibida sólo una felici-dad familiar alcanzada, sino mucho más:es exhibida como posible una realidad im-posible. Los dos hombres parecen querercelebrar un resultado que de hecho es un

hurto, un atraco, que consiste en haber ro-bado finalmente a las mujeres lo que elgénero masculino les ha envidiado mayor-mente siempre, es decir, la posibilidad dedar la vida. En los casos más graves, lamadre gestante, reducida a puro instru-mento del deseo masculino, pagada comoun animal de reproducción, es de hechocancelada. En otros casos también laadopción, aunque sólo desde el punto devista simbólico, cancela la presencia ma-terna, la declara no necesaria.

La exhibición, de todos modos, no hacesino confirmar que el hijo es de dos hom-bres, venido al mundo gracias a la fuerzaeficiente de su deseo. Todos sabemos quees falso, que existe en realidad una madregestante, una que ha vendido el óvulo, otambién una que ha abandonado al hijo,pero la imagen de dos hombres y del niñoquerría convencer al observador que esta-mos ante una realidad ya indiscutible.

¡Nada que ver con la envidia del pene,sería para decirle al doctor Freud! Y hayotra confirmación en el aspecto negativode lo que acabamos de decir: las mujeresque, cierto, en menor medida, intentanformar una familia homosexual, no seexhiben nunca, prefieren estar en la som-bra, quizás también para proteger a loshijos de una curiosidad fastidiosa.

Todo esto impone reflexionar sobre lasposibles consecuencias de lo que está ocu-rriendo. El objetivo declarado es afirmarel derecho a la filiación de los homosexua-les, anunciado por alegres familias arcoírisy por declaraciones de progreso de la li-bertad individual.

Pero la consecuencia no declarada, aun-que sea ya evidente, es otra: estamos anteel enésimo capítulo de la lucha de loshombres para poner a las mujeres en susitio, para marginarlas, para excluirlas.Llegando a excluirlas de la cosa más im-portante de todas: la procreación de unser humano. Quizás su sueño de siempre.

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número 11, viernes 17 de marzo de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

La visita en programa del 6 al 11 de septiembre

Francisco en Colombia

La capital Bogotá, Villavicencio, Medellín y Cartagena: son lascuatro etapas del viaje que el Papa Francisco realizará a Colom-bia del 6 al 11 de septiembre próximo.

La noticia se oficializó el viernes 10 de marzo a través de uncomunicado de la Oficina de prensa de la Santa Sede, en el quese hizo público que la visita se realiza «acogiendo la invitacióndel presidente de la República y de los obispos colombianos» yque el «programa se publicará próximamente».

Contemporáneamente en la sede de la representación pontifi-cia en Bogotá, el nuncio apostólico, Ettore Balestrero, anunció elviaje papal al pueblo colombiano, en presencia del jefe de esta-do, Juan Manuel Santos, y de su esposa; del cardenal arzobispode Bogotá, Rubén Salazar; del presidente de la Conferencia epis-copal, el arzobispo Luis Augusto Castro Quiroga, y del obispoFabio Suescún Mutis, ordinario militar. Durante la conferenciafueron presentados el lugar y el lema de la visita: «Demos el pri-mer paso».

Se trata del quinto viaje del Pontífice a Amércia Latina, des-pués de los realizados a Brasil en julio del 2013 para la J M J, aEcuador, Bolivia y Paraguay en julio de 2015, a Cuba en septiem-bre del mismo año y a México en febrero del 2016.

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número 11, viernes 17 de marzo de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 6/7

La seguridad de la transfiguración

El Santo Padre visita la parroquia romana de Santa Magdalena de Canossa

Es bonito ser Papa y sacerdote

El domingo 12 de marzo por la tarde, el Papa hizo unavisita pastoral a la parroquia de Santa Magdalenade Canossa situada en el barrio Ottavia de Roma. A sullegada, en torno a las 15.50, Francisco se encontró enlas instalaciones deportivas con un grupo de niños yniñas de la catequesis. Después, en la Cripta, saludó alos ancianos y a los enfermos. A continuación,en el teatro parroquial, se reunió con los esposos quebautizaron a sus hijos en 2016. Además saludóbrevemente a los sacerdotes de la Prefectura XXXVI a lacual pertenece la parroquia, y a algunas de las Hijas dela Caridad (Canossianas), acompañadas por laSuperiora General. A continuación confesó a algunospenitentes y a las 18.00 celebró la Santa Misa en laiglesia donde dio una homilía que pronuncióespontáneamente y que publicamos a continuación.

Los encuentros con los niños se han convertidopara el Papa en un momento de confidencias. So-licitado por la espontaneidad de los más peque-ños, Francisco abre su corazón recurriendo al li-bro de los recuerdos. Y narra. Ocurrió tambiénen la parroquia de Santa Magdalena di Canossa,donde el Pontífice se reunió enseguida con los ni-ños y chicos de la catequesis, junto con los jóve-nes ya confirmados y los scout —reunidos en elcampo deportivo— y respondió a algunas pregun-tas.

Como siempre lo hizo entablando un diálogoanimado, que entre memoria y reflexión, se con-virtió de hecho en un momento de catequesis: ¿elencuentro con Jesús? El primer paso lo da siem-pre Él. ¿Mejor Papa o párroco? Las dos cosas, loimportante es hacer bien lo que Dios quiere.¿Hay algo que me da miedo? A mí me asustacuando una persona es mala, la maldad de lagente, de los chismes que son como bombas.¿Los momentos bonitos? Muchos, ir a ver el par-tido el domingo con papá y a veces también conmamá; y el encuentro con un grupo de viejosamigos del colegio. ¿Teléfonos y televisión? Latecnología ayuda a comunicar, pero ya no se escapaz de dialogar, sobre todo de escuchar a losdemás.

Fueron Elisabetta, Patrizio, Sara, Edoardo yCamilla los que empezaron la sesión de preguntasde este diálogo. «Yo haré en cambio una pregun-ta» respondió enseguida el Papa a Elisabetta:«¿por qué cada vez que te acercas a Jesús, te dascuenta de que Él se ha acercado antes? Él dasiempre el primer paso». Francisco explicó que«Jesús nos espera, sale a nuestro encuentro» y es-tá cerca de tí incluso «si haces un poco el tonto ymiras a otra parte: Jesús te habla al corazón, tehace comprender qué es el amor, y si tú no quie-res oírlo, permanece ahí. Tiene paciencia. Jesúsespera siempre. Y si tú has hecho algo feo, y estásarrepentido, no te echa: te perdona. Está siempreen nuestros corazones. No nos abandona nunca:en los momentos bonitos está con nosotros, cuan-do jugamos, cuándo estamos felices está con no-sotros y también en los momentos feos de la vidanos consuela».

Prosiguiendo con las preguntas, Francisco re-cordó «no se estudia para ser Papa» y ni siquiera«se paga: si tú tienes un montón de dinero y se lodas a los cardenales, ellos no te harán Papa poreso». Y a los niños les volvió a proponer la figurade san Pedro, «el primer Papa: no fue siempre unsanto, renegó de Jesús. ¡Un pecado feo! Y a estepecador le hicieron Papa. Jesús elige quién quiere

que sea el Papa en este tiempo; en otro tiempoelige a otro, y a otro, y a otro». Francisco prosi-guió con una confidencia: «a mí, que he sido ele-gido para hacer este trabajo, me gusta». Pero «megustaba también cuando era párroco en una pa-rroquia, rector de la facultad y también párroco,las dos cosas: me gustaba mucho. Me gustabatambién dar clases de catequesis, la misa de losniños, me gustaba. Siempre, ser sacerdote es una

do que papá y mamá se pelean por algo: esto esnormal, esto sucede. Siempre hay cosas por lasque pelearse. Pero ellos después deben hacer laspaces. Y decid a vuestros padres: “Si os peleáis,haced las paces antes de que termine el día”».Cuidado, también con las «palabrotas» y sobretodo con las «blasfemias».

Antes de responder a la tercera pregunta—«Hay algo que te asusta o te da miedo?»—Francisco dijo con una sonrisa, que cuando la pe-queña Sara se acercó para saludarle le dijo que ledaban miedo las brujas. Pero no tiene sentido,afirmó, querer ir «a la bruja porque me sientomal y ella me hará tres o cuatro cosas y me cura-rá».

Esto es decir una «mentira. Mentir. Eh, sí, sellama estupidez, porque las brujas no tienen al-gún poder».

Sin embargo, dijo el Papa, «a mí me asustacuando una persona es mala, porque puede hacermucho mal». Y «me asusta también cuando enuna familia, en un barrio, en un lugar de trabajo,en una parroquia, también en el Vaticano, cuandohay chismes. ¿Vosotros habéis oído o visto en te-levisión lo que hacen los terroristas? Lanzan unabomba y escapan. Los chismes son así: es tiraruna bomba e irse. Y los chismorreos destruyenuna familia, un barrio, una parroquia, todo. Perosobre todo los chismes destruyen tu corazón. Por-que si tu corazón es capaz de lanzar una bomba,tú eres un terrorista, tú haces el mal a escondidasy tu corazón se hace corrupto». Por tanto, añadióel Papa, «esto, sí, es “ser bruja”: es como si unofuese una bruja. Es un terrorista».

En este contexto tomó la palabra el párroco pa-

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cosa que a mí me ha gusta-do mucho».

Por esto, explicó, es boni-to ser Papa y ser sacerdote.Las dos cosas: lo que Diosquiere. Lo que el Señor teda es bonito, porque cuan-do el Señor te da una tareapara hacer, un trabajo, serpastor de una parroquia, ode una diócesis o ser el Pa-pa, pastor, ahí, te da una ta-rea». Por otro lado, siguiódiciendo Francisco, «el Se-ñor cuando te hace párrocoo te hace obispo te pide lle-var la Palabra de Dios, ha-cer catequesis». Y también«llevar la paz al mundo: pe-ro esto lo debemos hacer to-dos, en la familia, en el co-legio, con tu compañero,cuando juegas con los de-más». Y sobre todo, sobrela paz en la familia el Pontí-fice quiso insistir en el diá-logo con los más pequeños:«A veces vosotros habéis oí-

Dos veces se hace referencia, en este pasajedel Evangelio (cf. Ma t e o 17, 1-9), a la bellezade Jesús, de Jesús-Dios, Jesús luminoso, deJesús lleno de alegría y de vida. Primero, enla visión: «Y se transfiguró». Se transfiguraante ellos, ante los discípulos: «su rostro sepuso brillante como el sol y sus vestidos sevolvieron blancos como la luz». Y Jesús setransforma, se transfigura. La segunda vez,mientras bajaban del monte, Jesús les ordenóque no hablasen de esta visión antes de queÉl no hubiese resucitado de entre los muertos,es decir en la resurrección Jesús tendrá —habíatenido, pero en ese momento todavía no ha-bía resucitado— el mismo rostro luminoso, bri-llante, ¡así será! Pero ¿qué quería decir? Queentre esta transfiguración, tan hermosa, y esaresurrección, habrá otro rostro de Jesús: habráun rostro no tan bonito; habrá un rostro feo,desfigurado, torturado, despreciado, sangrien-to por la corona de espinas... Todo el cuerpode Jesús estará precisamente como una cosapara descartar. Dos transfiguraciones y en me-dio Jesús Crucificado, la cruz. ¡Debemos mi-rar mucho la cruz! Es Jesús-Dios —«este es miHijo», «este es mi Hijo, el amado»—, Jesús, el

Hijo de Dios, Dios mismo, en el cual el Padrese complace: ¡Él se aniquiló para salvarnos! ypara usar una palabra demasiado fuerte, de-masiado fuerte, quizás una de las palabrasmás fuertes del Nuevo Testamento, una pala-bra que usa Pablo: se ha hecho pecado (cf 2Corintios 5, 21). El pecado es la cosa más fea;el pecado es la ofensa a Dios, el bofetón aDios. Es decir a Dios: «Tú no me importas,yo prefiero esto...». Y Jesús se hizo pecado, seaniquiló, se abajó hasta ahí... Y para preparara los discípulos a no escandalizarse de verleasí, en la cruz, hizo esta transfiguración.

Nosotros estamos acostumbrados a hablarde los pecados: cuando nos confesamos —«hecometido este pecado, he cometido eseo t ro . . . » —; y también en la confesión, cuandonosotros somos perdonados, sentimos que so-mos perdonados porque Él tomó este pecadoen la Pasión: Él se hizo pecado. Nosotros es-tamos acostumbrados a hablar de los pecadosde los demás. Es una cosa fea... en lugar dehablar de los pecados de los demás, no digoque nos hagamos pecado nosotros, porque nopodemos, sino mirar nuestros pecados y a Él,que se hizo pecado. Este es el camino hacia la

Pascua, hacia la Resurrección: con la seguri-dad de esta transfiguración seguir adelante;ver este rostro tan luminoso, tan bonito queserá el mismo en la Resurrección y el mismoque encontraremos en el Cielo, y también vereste otro rostro, que se hizo pecado, que pagóasí, por todos nosotros. Jesús se hizo pecado,se hizo maldición de Dios por nosotros: elHijo bendecido, en la Pasión se convirtió enmaldito porque cargó sobre sí nuestros peca-dos (cf. Gálatas 3, 10-14). Pensemos, en esto.¡Cuánto amor! ¡Cuánto amor! Y pensemostambién en la belleza del rostro transfiguradode Jesús que encontraremos en el Cielo.

Y que esta contemplación de los dos rostrosde Jesús —el transfigurado y el hecho pecado,hecho maldición— nos anime a seguir adelantepor el camino de la vida, en el camino de lavida cristiana. Nos anime a pedir perdón pornuestros pecados, a no pecar tanto... nos ani-me sobre todo a tener confianza, porque Él sehizo pecado y porque cargó sobre sí los nues-t ro s .

Y Él está dispuesto siempre a perdonarnos.Solamente, debemos pedírselo.

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ra preguntar a Francisco cuáles han sidolos momentos más bonitos de su vida.«Un momento bonito de mi vida —re s -p ondió— fue cuando de niño iba al esta-dio con papá; también mamá venía, algu-nas veces, a ver el partido. En aquellostiempos no había problemas en el esta-dio».

Y «otro momento bonito de la vida esencontrarse con los amigos. Antes de ve-nir a Roma —re v e l ó — cada dos meses nosencontrábamos los diez amigos, compañe-ros de escuela, que habíamos terminado“el instituto” juntos, terminamos con 17años, y continuábamos encontrándonos,sí, cada uno con su familia. Era bellísimo.Y también un momento muy bonito paramí es cuando puedo rezar en silencio, leerla Palabra de Dios: me hace mucho bien,me gusta mucho». Pero entre los «mo-mentos bonitos», bromeó respondiendo aun niño, no está precisamente el de verseen televisión: «eso es perder el tiempo».

Una palabra de agradecimiento, des-pués, quiso dirigir el Pontífice a los cate-quistas: «¿Qué sería la Iglesia sin voso-tros? Vosotros sois los pilares en la vida deuna parroquia, en la vida de una diócesis.No se puede concebir una diócesis, unaparroquia sin catequistas. Y esto desde losprimeros tiempos, desde el tiempo des-pués de la Resurrección de Jesús: estabanlas mujeres que iban a ayudar a las ami-gas, y eran catequistas. Es una vocaciónbellísima. No es fácil ser catequista, por-que el catequista no sólo debe enseñar“cosas”, debe enseñar actitudes, debe en-señar valores, muchas cosas, cómo se vi-ve... Es un trabajo difícil».

Finalmente, trató el problema de dialo-gar en la era de los smartphone. Para Fran-cisco, «es bonito porque hoy nos pode-mos comunicar en cualquier lado. Perofalta el diálogo. Cerrad los ojos, imaginadesto: en la mesa, mamá, papá, mi herma-no, mi hermana, yo, cada uno de nosotroscon su propio móvil. Todos hablan perohablan fuera: entre ellos no se habla. To-dos comunican a través del móvil, pero nodialogan. Este es el problema: la falta dediálogo y la falta de escucha». Recordan-do la audiencia del día anterior en el Vati-cano con la Asociación «Teléfono amigo»,el Papa explicó que «la escucha es el pri-mer paso para el diálogo: una de las en-fermedades más feas del tiempo de hoy esla poca capacidad de escucha. Como sinosotros tuviésemos los oídos bloquea-dos». Quizá estás «comunicando con elteléfono, pero no escuchas a los que estáncerca de ti, no dialogas». Sin embargo«debemos llegar al diálogo concreto» y no«virtual».

«Se comienza a dialogar con el oído»es el consejo del Papa: «Desbloquear losoídos y oídos abiertos para escuchar quésucede». Y así cuando se va a visitar a unenfermo es necesario saber escucharle. Poreso «la lengua en el segundo lugar» pero«en el primer lugar los oídos». Y despuéses necesario pasar «de la escucha al diálo-go concreto, porque esto que se hace conel teléfono móvil es virtual, es “líquido”».

A los jóvenes —que le entregaron un li-bro con preguntas, cartas y dibujos—Francisco sugirió, para concluir, aprendera hacer las preguntas adecuadas, con la re-comendación de saber escuchar: «El otrohabla siempre primero». Y «esto se llama“el apostolado del oído”. En nuestra zonase dice que los sacerdotes deben “hablar ala nuera para que escuche la suegra”; y yoestas cosas se las digo a los niños, peropara que escuchen también los mayores».

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Con motivo de las apariciones de Fátima

Mensaje de esperanzaEl 15 de marzo, en la embajada de Portugalante la Santa Sede, el cardenal Sodano ha-bló al cuerpo diplomático sobre el mensaje deFátima, en vista del próximo viaje del Pontí-fice al santuario mariano en el centenario delas apariciones. Estaba presente también elobispo de Leiria-Fátima, monseñor Dos San-tos Marto. Publicamos la intervención del de-cano del colegio cardenalicio.

ANGELO SODANO

El centenario de las apariciones maria-nas verificadas en Fátima en 1917 nos llevaa reflexionar sobre el significado para laIglesia y para el mundo de tal evento ex-traordinario. La historia es maestra de vi-da, decían los antiguos romanos: historiamagistra vitae. El recordar los aconteci-mientos de Fátima puede hacernos com-prender mejor la presencia providencial deDios en los acontecimientos humanos.

Personalmente, desde pequeño aprendía conocer en la familia y en la parroquiatoda la fascinante historia de las aparicio-nes de la Virgen en Fátima. En los añostrágicos de la última Guerra Mundial, pa-ra nosotros los jóvenes sirvieron de granconforto las palabras que la Virgen habíadicho a los tres pastorcillos en julio de1917, ante los dolorosos acontecimientosde ese tiempo. Eran palabras llenas de es-peranza: «Al final ¡mi Corazón Inmacula-do triunfará!».

Nos parecía ya entonces que el mensajede Fátima no sólo era una invitación a laconversión y a la oración, sino tambiénuna invitación a la esperanza, recordándo-nos la continua presencia de Dios en me-dio de nosotros, también en las horas mástrágicas de la historia. La Virgen parecíarecordarnos las palabras dirigidas por Je-sús a sus discípulos: «En el mundo ten-dréis tribulación, pero ¡confiad! yo hevencido al mundo» (Juan 16, 33).

Crecí así en un ambiente mariano, queera típico de nuestras poblaciones pia-montesas. Ordenado sacerdote en 1950,después tuve ocasión de experimentar ca-da vez mejor la misión de María santísimaen la comunidad cristiana. Así fue todavíamás cuando, en 1961, fui llamado al servi-cio de la Santa Sede, durante el pontifica-do del Papa Juan XXIII. Trabajando des-pués en América Latina, primero en Ecua-dor y luego en Uruguay y por último enChile, descubrí aún mejor las señales de lapresencia de María en la vida de la Igle-sia. Llamado de nuevo finalmente a Romaen 1988 por el Papa Juan Pablo II, su pro-funda devoción mariana siempre fue unmodelo para mí . No por nada él habíatomado como su lema totus tuus (“to dotuyo”), dirigido a María. Esta fue tambiénla actitud del Papa Benedicto XVI y lo esahora con el pontificado de Francisco.Como se sabe, él irá muy pronto a Portu-gal para rendir homenaje a la Madre deCristo en su bonito santuario de Fátima.Este es precisamente el lema del impor-tante evento: «Con María peregrino en laesperanza y la paz».

Últimamente los teólogos nos han ayu-dado a profundizar el significado de estapresencia de María en la vida de los cre-yentes. Al respecto me ha gustado particu-larmente una interesante publicación deun teólogo italiano, padre Stefano De Fio-res, titulado Perché Dio ci parla medianteMaria. Significato delle apparizioni marianenel nostro tempo (Cinisello Balsamo, Edi-ciones San Pablo, 2011). En tal escrito, élnos recuerda lo que es conocido para to-dos los cristianos, y eso es que con las dosgrandes fuentes de la revelación cristiana,

la Sagrada Escritura y la tradición divinaapostólica, los creyentes guiados por elmagisterio de la Iglesia, pueden ya descu-brir todo lo que Dios espera de ellos. Peroel dicho autor añadía que Dios siemprepuede intervenir en la historia humana.Así se explican también las intervencionessobrenaturales obradas por Dios en elmundo por medio de María Santísima yde muchos santos. Son intervenciones quea lo largo de los siglos han ayudado amuchos cristianos a descubrir mejor la vo-luntad de Dios. Por otro lado, esto estabaya en el mensaje que el apóstol Pablo da-ba a los cristianos de Tesalónica: «No ex-tingáis el Espíritu; no despreciéis las pro-fecías; examinadlo todo y quedaos con lobueno» (1 Te s a l o n i c e n s e s 5, 19-21).

A tal propósito son además iluminanteslas palabras del Catecismo de la IglesiaCatólica que nos dice: «Sin embargo, aun-que la Revelación esté acabada, no estácompletamente explicitada; corresponderáa la fe cristiana comprender gradualmentetodo su contenido en el transcurso de lossiglos» (n.66).

Se comprende así la riqueza del magis-terio de la Iglesia sobre la misión de laMadre de Dios y de los santos en la reali-dad de la historia humana. Así se tomatambién conciencia del progresivo desarro-llo del culto mariano a lo largo de los si-glos. Es lo que ya nos recordaba hace másde cuarenta años el cardenal Manuel Gon-çalves Cerejeira, patriarca de Lisboa, cuan-do decía que «no es la Iglesia que ha im-

puesto Fátima al mundo, sino que es Fáti-ma misma que se ha impuesta al mundo»,para llamar a todos los hombres de nues-tro tiempo a Jesús Salvador, que ha «veni-do al mundo para que tengan vida y latengan en abundancia» (Juan 10, 10).

Al respecto he leído con gran satisfac-ción lo que recientemente nos ha recorda-do el actual obispo de Leiria-Fátima,monseñor António Dos Santos Marto, enun bonito artículo publicado hace pocoen la revista italiana «Vita e Pensiero», conel título significativo: Fátima, il Novecentoed il mistero dell’iniquità. El texto terminaprecisamente así: «Gracia y misericordia.Estas palabras de la última aparición de laVirgen a Lucía, en Tuy, son la síntesis delmensaje de Fátima y de la revelación deDios compasivo (...) que se explica en to-dos los sufrimientos humanos» (2017, 1, p.54).

Hay entonces un mensaje de esperanzaque proviene de la celebración del cente-nario de las apariciones de María Santísi-ma en Fátima. Numerosas y graves pue-den ser las pruebas de la vida y las trage-dias del mundo, pero más grande todavíaes el amor de Dios por nosotros. Desde elsantuario de Fátima la madre de Jesús pa-rece querer recordarnos las palabras dirigi-das por Jesús a sus discípulos antes de laascensión al cielo: «he aquí que yo estoycon vosotros todos los días hasta el fin delmundo» (Ma t e o 28, 20).

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Homilías del PontíficeA p re n d e ra hacer el bien

La conversión que se pide a cada cristiano, de forma particular enel periodo cuaresmal, es un recorrido arduo pero con «reglas»muy «sencillas» que es necesario hacer propias «no con palabras»,sino en lo concreto de la vida. Y es, sobre todo, un camino en elcual nadie está solo: es suficiente dejarse «tomar de la mano» del«Padre que nos quiere».

Después de la pausa de la semana de ejercicios espirituales enAriccia junto a la Curia romana, el Papa Francisco retomó las ha-bituales celebraciones eucarísticas matutinas en la capilla de SantaMarta y, en la homilía del martes 14 de marzo, se detuvo en el te-ma de la conversión. Punto de partida de la meditación fue la in-vitación que el profeta Isaías (1, 10.16-20) hace en el pasaje pro-puesto por la liturgia de la Palabra: «Lavaos, limpiaos, quitadvuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal,aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos aloprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda».

Dos expresiones, subrayó el Pontífice, «llaman la atención» eneste pasaje: «desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien».De hecho, dijo, es precisamente este «el camino de la conversión:es simple». Esta indicación se basa en lo que cada persona vive ensu propia carne: «Cada uno de nosotros —explicó Francisco— cadadía hace algo feo: la Biblia dice que el más santo peca siete vecesal día... Pero el problema está en el hecho de no acostumbrarse avivir en las cosas feas». Así, prosiguió, «si yo hago algo feo medoy cuenta y quiero alejarme». Al respecto dice Isaías: «desistidde hacer el mal», de «eso que te envenena el alma, que encoge elalma, que te hace enfermar». He aquí la primera actitud requeri-da: «alejarse del mal».

Pero no es suficiente. Porque después se lee: «aprended a hacerel bien». Y, reconoció el Papa, «no es fácil hacer el bien: tenemosque aprenderlo, siempre». Afortunadamente está el Señor que«enseña». Por eso los hombres tienen que hacer «como los niños»y «aprender». Esto significa que «en el camino de la vida, de lavida cristiana se aprende todos los días. Se debe aprender todoslos días a hacer algo, a ser mejores que el día anterior». Esta espor tanto «la regla de la conversión: alejarse del mal y aprender ahacer el bien». Explicó el Pontífice: «Convertirse no es ir dondeun hada que con la varita mágica nos convierte: ¡no! Es un cami-no. Es un camino de alejarse y de aprender». Es un camino querequiere «valentía para alejarse» del mal, y «humildad para apren-der» a hacer el bien. Y que, sobre todo, necesita «cosas concre-tas». No es casualidad, indicó el Papa, que el Señor, a través delprofeta, indica algunos ejemplos concretos: «buscad lo justo, dadsus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad porla viuda». Pero se podrían enumerar muchos otros. Es importantecomprender que «se aprende a hacer el bien con cosas concretas,no con palabras». Y de hecho Jesús, como se lee en el Evangeliodel día (Ma t e o 23, 1-12), «regaña a esta clase dirigente del pueblode Israel, porque “dicen y no hacen”, no conocen la concreción. Ysi no hay concreción, no puede haber conversión».

En este punto, después de haber individuado qué hacer en elcamino de la conversión, el Papa pasó a reflexionar sobre “cómo”actuar. Y, siguiendo la lectura del pasaje de Isaías, se detuvo sobretodo en una «bonita palabra» dicha por el Señor: «Venid, pues, ydisputemos». Es decir, el Señor «primero, nos invita, después, nosayuda». Y usa la palabra “venid”, o «la misma palabra que dijo alos paralíticos: “Ven, levántate, toma tu camilla y vete”. Ven. Lamisma palabra que dijo a la hija de Jairo, la misma palabra quedijo al hijo de la viuda en la puerta de Naín: ven».

Dios siempre invita a levantarse, pero siempre «nos da la manopara ir». Y lo hace, dijo el Pontífice, con la característica de la hu-mildad. En el pasaje de Isaías se lee: «Venid y disputemos». Esdecir: Dios «se abaja, como uno de nosotros, nuestro Dios es hu-milde». Es esta la lógica que lleva a la conversión: «primero la in-vitación, después la ayuda, el caminar juntos para ayudarnos, paraexplicarnos las cosas, para tomarnos de la mano y llevarnos de lamano». Y «el resultado de esto», subrayó Francisco, «es algo ma-ravilloso: “Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nie-ve blanquearán”». El Señor «es capaz de hacer este milagro» el«de cambiarnos. No de un día para otro: ¡no, no, no! Con el ca-mino. En el camino».

Por tanto, sugirió el Papa, este «es el camino de la conversióncuaresmal. Simple. Es un Padre que habla, es una Padre que nosquiere, nos quiere mucho. Y nos acompaña». Lo único que se nospide es «ser humildes». Jesús de hecho dice: «Quien se ensalzará,será humillado y quien se humillará será ensalzado». Por esto,concluyó el Pontífice: «Si tú dejas que el Señor te tome de la ma-no y te lleve adelante, ven, y te alza y vas con Él, con este gestode humildad serás ensalzado, serás perdonado, serás blanqueado».Así, dijo, «creceremos como buenos cristianos».

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número 11, viernes 17 de marzo de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

Misa en Santa MartaComosi nada

Los sintecho, los nuevos pobres sin dineropara el alquiler, los desempleados y los ni-ños que piden limosna —que se les miramal porque pertenecen a «esa etnia quero b a » — parece que ya forman parte del«panorama de la ciudad». «Como una es-tatua, la parada del autobús, la oficina decorreos». Y son tratados con la misma in-diferencia, como si no existieran, como sisu situación fuera incluso «normal» y nollega a tocar el corazón. Pero así se resba-la «del pecado a la corrupción» donde nohay remedio, advirtió el Papa Francisco enla misa celebrada en Santa Marta el juevespor la mañana, 16 de marzo. Así, insistióel Pontífice, es como cuando pensamosque es suficiente con «un Avemaría y unPadrenuestro», y se continua después «vi-viendo como si nada», viendo en la televi-sión y en los periódicos niños asesinadospor una bomba lanzada a un hospital o auna escuela.

«En la antífona del inicio», indicó ense-guida el Papa en su homilía citando elSalmo 139 (23-24), «hemos rezado: “E s c ru -ta, Dios, mi corazón; mira si recorro uncamino de mentira, y guíame en el caminode la vida”». Porque, explicó, «podemosrecorrer una vida de mentira, de aparien-cias: aparentar una cosa y la realidad esotra». Precisamente «por esto pedimos alSeñor que él escrute la verdad de nuestravida: y si yo recorro una vida de mentira,que me lleve por el camino de la vida, dela verdadera vida».

«Esta oración —explicó Francisco— estáen armonía con lo que el profeta Jeremíasnos dice en la primera lectura» (17, 5-10)presentando «estas dos opciones que sonpilares de vida: “Maldito el hombre queconfía en el hombre; bendito el hombreque confía en el Señor”». Por tanto, «mal-dito y bendito». Por un lado está «elhombre que confía en el hombre, y hacede la carne su apoyo, es decir en las cosasque él puede gestionar, en la vanidad, enel orgullo, en las riquezas, en sí mismo» y«se siente como si fuera un dios, aleja sucorazón del Señor». Precisamente «estealejamiento del Señor “no verá venir elbien”» escribe el profeta Jeremías. Y elhombre «será como un tamarisco en la es-tepa», es decir «sin fruto, no será fecun-do: todo termina con él, no dejará vida, secierra esa vida con la propia muerte, por-que su confianza estaba en sí mismo».«Sin embargo “bendito el hombre queconfía en el Señor y el Señor es su con-fianza”» afirmó el Pontífice, repitiendo laspalabras de Jeremías. Ese hombre de he-cho «se fía del Señor, se aferra al Señor,se deja conducir por el Señor». Aquel queconfía en el Señor será, escribe Jeremías,«como un árbol plantado a orillas delagua, hacia la corriente echa sus raíces; noteme cuando viene el calor». En una pala-bra, «será fecundo». Mientras que aquelque confía en sí mismo «será “como untamarisco en la estepa”, estéril».

Es así, explicó el Papa, que «esta op-ción, entre estas dos formas de vida que seconvierten luego en pilares de vida, vienedel corazón: la fecundidad del hombreque confía en el Señor y la esterilidad delhombre que confía en sí mismo, en suscosas, en su mundo, en sus fantasías otambién en sus riquezas, en su poder». Je-remías no deja de advertirnos: «Estateatento, no te fíes de tu corazón: “¡nada esmás traicionero que el corazón y difícil-mente se cura!”». Por tanto, insistió Fran-cisco, «nuestro corazón nos traiciona si

nosotros no estamos atentos, si no estamosen vigilancia continua, si somos perezosos,si vivimos con ligereza, un poco así, mi-rando solamente las cosas». Y «este cami-no es un camino peligroso, es un caminoresbaladizo, cuando me fío solamente demi corazón: porque es traicionero, es peli-g ro s o » .

Precisamente «esto —prosiguió el Papahaciendo referencia al pasaje de Lucas (16,19-31)— le sucedió a este señor rico delEvangelio: cuando una persona vive en suambiente cerrado, respira ese aire de susbienes, de su satisfacción, de la vanidad,de sentirse seguro y se fía solamente de símismo, pierde la orientación, pierde labrújula y no sabe dónde están los lími-tes». Su problema es que «vive solamenteahí: no sale fuera de sí». Es la historia,precisamente, del hombre rico del cual ha-bla Jesús a los fariseos en la narración deLucas: «Vivía bien, no le faltaba nada, te-nía muchos amigos», porque «cuando haydinero hay amigos y cuando no hay dine-ro no hay fiestas, los amigos desaparecen,se van». Entonces ese hombre «estabasiempre con amigos, en las fiestas», peroen su «puerta estaba el pobre». Pero «él

na?». Quizá pensamos que «son de esa et-nia que roba». Pero «¿qué siento yo cuan-do veo a los sintecho, a los pobres, a losabandonados, también a los sintecho bienvestidos, porque no tienen dinero para pa-gar el alquiler, porque no tienen traba-jo?». Y todo «esto —afirmó el Papa— esparte del panorama, del paisaje de unaciudad, como una estatua, la parada delautobús, la oficina de correos: y ¿tambiénlos sintecho son parte de la ciudad? ¿Estoes normal? Estad atentos, estemos atentoscuando estas cosas suenan como normalesen nuestro corazón —“pero sí, la vida esasí, yo como, bebo, pero para quitarme unpoco de sentimiento de culpabilidad doyun donativo y sigo adelante”— el caminono va bien».

Si tenemos estos pensamientos quieredecir que «estamos, en ese momento, porese camino resbaladizo», que lleva «delpecado a la corrupción». Por esto, prosi-guió el Pontífice, es oportuno preguntar-nos: «qué siento yo cuando en el teledia-rio, en los periódicos, veo que ha caídouna bomba allá, en un hospital, y hanmuerto muchos niños, en una escuela,¿pobre gente?». Quizá «digo un Avema-

sabía quién era ese pobre —¡lo sabía!—porque después, cuando habla con el pa-dre Abraham, dice: “¡envía a Lázaro!».Por eso «sabía también cómo se llamabapero no le importaba». Y entonces «¿eraun hombre pecador? Sí. Pero del pecadose puede volver atrás, se pide perdón y elSeñor perdona».

Respecto a ese hombre rico, en cambio,«el corazón le ha llevado por un caminode muerte, hasta tal punto que no se pue-de volver atrás: hay un punto, hay un mo-mento, hay un límite del cual difícilmentese vuelve atrás». Y «es cuando el pecadose transforma en corrupción». Por eso, ex-plicó el Papa, ese hombre rico «no era unpecador, era un corrupto porque conocíalas muchas miserias, pero era feliz allí yno le importaba nada». Aquí vuelven confuerza las palabras de Jeremías: «Malditoel hombre que confía en sí mismo, queconfía en su corazón: “nada es más trai-cionero que el corazón, y difícilmente secura” y cuando tú estás por ese camino deenfermedad, difícilmente sanarás».

Llegados a este punto Francisco quisoproponer un examen de conciencia: «yohoy haré una pregunta a todos nosotros:¿qué sentimos en el corazón cuando va-mos por la calle y vemos a los sintecho,vemos a los niños solos que piden limos-

ría, un Padrenuestro por ellos y sigo vi-viendo como si no pasara nada». En cam-bio es bueno preguntarse si el drama detanta gente «entra en mi corazón» o sisoy exactamente «como ese rico» del cualhabla el Evangelio, en cuyo «corazón Lá-zaro jamás entró», del cual «tenían máspiedad los perros». Y «si yo fuese así co-mo ese rico, estaría en camino del pecadoa la corrupción». «Por esto —concluyóFrancisco refiriéndose a las palabras delSalmo 139 proclamadas en la antífona delinicio— pedimos al Señor: “Escruta, ohSeñor, mi corazón; mira si mi camino esequivocado, si yo estoy en ese camino res-baladizo del pecado a la corrupción, delque no se puede volver atrás”». Porque,reiteró, «habitualmente el pecador, si searrepiente, vuelve atrás; el corrupto difícil-mente, porque está cerrado en sí mismo».Por eso «hoy la oración» que hay que ha-cer es precisamente: «Escruta, Señor, micorazón y hazme entender en qué caminoestoy, en qué camino estoy yendo».

Al finalizar la celebración, el Papa diri-gió un saludo especial a los cardenalesAngelo Comastri y Crescenzio Sepe queconcelebraron con él con motivo de loscincuenta años de su ordenación sacer-dotal.

Page 11: Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 OL’ S S … · ron blancos como la luz» (v. 2). De tal manera el Señor hizo resplandecer en su ... Y la cruz es la puerta de

página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 17 de marzo de 2017, número 11

En la audiencia general el Papa advierte que la caridad no es creación del hombre sino una gracia

El amor de Dios nunca fallaY recuerda que el Señor nos abre un camino de liberación

«Existe el riesgo de que nuestra caridad sea hipócrita». Esta fuela advertencia lanzada por el Papa Francisco durante la Audien-cia General del miércoles 15 de marzo en la plaza de San Pedro.En presencia de miles de fieles venidos de todo el mundo, el Pontí-fice recordó que todo lo que podemos vivir y hacer por los herma-nos no es otra cosa que la respuesta a lo que Dios ha hecho y con-tinúa haciendo por nosotros.

de cuando nos dejamos sanar y re-novar el corazón de Cristo resucita-do. El Señor resucitado que vive en-tre nosotros, que vive con nosotroses capaz de sanar nuestro corazón:lo hace, si nosotros lo pedimos. EsÉl que nos permite, aun en nuestrapequeñez y pobreza, experimentar lacompasión del Padre y celebrar lasmaravillas de su amor. Y se entiendeentonces que todo lo que podemosvivir y hacer por los hermanos no esotra cosa que la respuesta a lo queDios ha hecho y continúa haciendopor nosotros. Es más, es Dios mis-mo que, habitando en nuestro cora-zón y en nuestra vida, continúa ha-ciéndose cercano y sirviendo a todosaquellos que encontramos cada díaen nuestro camino, empezando por

los últimos y los más necesitados enlos cuales Él, en primer lugar, se re-cono ce.

El apóstol Pablo, entonces, conestas palabras no quiere tanto rega-ñarnos, sino más bien animarnos areavivar en nosotros la esperanza.Todos de hecho tenemos la expe-riencia de no vivir en plenitud o co-mo deberíamos el mandamiento delamor. Pero también esta es una gra-cia, porque nos hace comprenderque por nosotros mismos no somoscapaces de amar verdaderamente:necesitamos que el Señor renuevecontinuamente este don en nuestrocorazón, a través de la experienciade su infinita misericordia. Es enton-ces que volveremos a apreciar las pe-queñas cosas, las cosas sencillas, or-dinarias; que volveremos a apreciartodas estas pequeñas cosas de todoslos días y seremos capaces de amar alos demás como les ama Dios, que-riendo su bien, es decir que seansantos, amigos de Dios; y estaremoscontentos por la posibilidad de ha-cernos cercanos a quien es pobre yhumilde, como Jesús hace con cadauno de nosotros cuando estamos le-jos del Él, de doblarnos ante los piesde los hermanos, como Él, Buen Sa-maritano, hace con cada uno de no-sotros, con su compasión y su per-dón.

Queridos hermanos, esto que elapóstol Pablo nos ha recordado es elsecreto —uso sus palabras— para es-tar «con la alegría de la esperanza»(Romanos 12,12), porque sabemosque en toda circunstancia, tambiénen la más adversa, y también a tra-vés de nuestros mismos fracasos, elamor de Dios nunca falla. Y enton-ces, con el corazón visitado y habita-do por su gracia y su fidelidad, vivi-mos en la alegre esperanza de co-rresponder a los hermanos, por esepoco que podamos, el equivalentede lo que recibimos de Él cada día.

Al finalizar la catequesis, se realizóun resumen en las distintas lenguas yel Papa saludó a los grupos de peregri-nos allí presentes. Estas son las pala-bras que el Santo Padre dirigió en es-pañol.

Queridos hermanos y hermanas:En la Catequesis de hoy, san Pa-

blo nos recuerda que el secreto paramantenernos alegres en la esperanzaes reavivar en nuestros corazones elamor de Dios.

Todos somos pecadores, pero elSeñor, que es rico en misericordia,abre ante nosotros una vía de liber-tad y de salvación, que es la posibili-dad de vivir el mandamiento delamor, dejándonos guiar por el cora-zón de Jesús Resucitado. Vivir y ac-tuar el mandamiento del amor es undon de la gracia de Dios; por eso,cuando amamos, hay que evitar caeren la hipocresía de buscar nuestrospropios intereses, y también en laidea falsa de pensar que si amamoses sólo mérito nuestro. La auténticacaridad nace del encuentro personalcon el rostro misericordioso de Je-sús, y nos lleva al encuentro sincerocon los hermanos. Sólo de esta for-ma podremos mantenernos alegresen la esperanza, pues sabemos que apesar de nuestras debilidades y fa-llos, y hasta en los momentos másdifíciles, el amor de Dios nunca nosabandona, y nos impulsa a compar-tir con nuestros hermanos todo loque cada día recibimos de él. Saludocordialmente a los peregrinos de len-gua española, en particular a losgrupos provenientes de España yLatinoamérica. En este tiempo deCuaresma, los invito a que, alegresen la esperanza, reaviven en sus co-razones el amor que han recibido deDios y lo compartan con todos loshombres con obras de caridad since-ra. Que Dios los bendiga.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Sabemos bien que el gran manda-miento que nos ha dejado el SeñorJesús es el de amar: amar a Dios contodo el corazón, con toda el alma ycon toda la mente y amar al prójimocomo a ti mismo (cf Ma t e o 22,37-39),es decir estamos llamados al amor, ala caridad: y esta es nuestra vocaciónmás alta, nuestra vocación por exce-lencia; y a esta está unida también laalegría de la esperanza cristiana.Quien ama tiene la alegría de la es-peranza, de llegar a encontrar elgran amor que es el Señor.

El apóstol Pablo, en el pasaje dela Carta a los Romanos que acaba-mos de escuchar, nos advierte: existeel riesgo de que nuestra caridad seahipócrita, que nuestro amor sea hi-pócrita. Nos tenemos que preguntarentonces: ¿cuándo sucede esta hipo-cresía? ¿Y cómo podemos estar se-guros de que nuestro amor es since-ro, que nuestra caridad es auténtica?De no fingir hacer caridad o quenuestro amor no sea una telenovela:amor sincero, fuerte...

La hipocresía puede insinuarse encualquier parte, también en nuestraforma de amar. Esto se verifica cuan-do el nuestro es un amor interesado,movido por intereses personales; ycuántos amores interesados hay...cuando los servicios caritativos enlos que parece que nos esforzamosse cumplen para mostrarnos a noso-tros mismos o para sentirnos satisfe-chos: “¡Pero qué bueno soy!” ¡No,esto es hipocresía! O incluso cuandotendemos a cosas que tengan “visibi-lidad” para hacer una demostración

so y misericordioso deJesús.

Pablo nos invita areconocer que somospecadores, y que tam-bién nuestra forma deamar está marcada porel pecado. Al mismotiempo, sin embargo,nos hace portadoresde un nuevo anuncio,un anuncio de espe-ranza: el Señor abredelante de nosotros uncamino de liberación,un camino de salva-ción. Es la posibilidadde vivir también noso-tros el gran manda-miento del amor, deconvertirse en instru-mento de la caridadde Dios. Y esto suce-

de nuestra inteligenciao de nuestras capaci-dades. Detrás de todoesto hay una idea fal-sa, engañosa, es decir,que, si amamos, esporque nosotros so-mos buenos; como sila caridad fuera unacreación del hombre,un producto de nues-tro corazón. La cari-dad, sin embargo, essobre todo una gracia;un regalo; poder amares un don de Dios, ydebemos pedirlo. Y éllo da con gusto, si lopedimos. La caridades una gracia: no con-siste en hacer ver loque somos, sino loque el Señor nos donay que nosotros libre-mente acogemos; y nose puede expresar enel encuentro con losotros si antes no esgenerada del encuen-tro con el rostro man-