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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año L, número 9 (2.556) Ciudad del Vaticano 2 de marzo de 2018 La Cruz fue el primer altar cristiano

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L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año L, número 9 (2.556) Ciudad del Vaticano 2 de marzo de 2018

La Cruzfue elprimeraltar

cristiano

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

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GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

don Sergio Pellini S.D.B.director general

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de marzo de 2018, número 9

En el Ángelus sentido llamamiento para que en Siria cesen las hostilidades y sea posible la ayuda humanitaria

Violencia inhumanaUn «sentido llamamiento para que ceseinmediatamente la violencia, se dé acceso a lasayudas humanitarias —comida y medicinas— yse evacúe a los heridos y a los enfermos» fuelanzado por el Papa al finalizar el Ángelus deldomingo 25 de febrero. Antes de la oraciónmariana recitada con los fieles en la plaza SanPedro, el Pontífice había comentado el episodioevangélico de la transfiguración narrado porMarcos (9, 2-10)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenosdías!

El Evangelio hoy, segundo domingo deCuaresma, nos invita a contemplar la trans-figuración de Jesús (cf. Ma rc o s 9, 2-10).

Este episodio está ligado a lo que sucedióseis días antes, cuando Jesús había desvela-do a sus discípulos que en Jerusalén debería

Jesús toma consigo a los tres discípulosPedro, Santiago y Juan y «los lleva, a ellossolos, a parte, a un monte alto» (Ma rc o s 9,2); y allí, por un momento, les muestra sugloria, gloria de Hijo de Dios.

Este evento de la transfiguración permiteasí a los discípulos afrontar la pasión de Je-sús de un modo positivo, sin ser arrastra-dos. Lo vieron como será después de la pa-sión, glorioso.

Y así Jesús les prepara para la prueba. Latransfiguración ayuda a los discípulos, ytambién a nosotros, a entender que la pa-sión de Cristo es un misterio de sufrimiento,pero es sobre todo un regalo de amor, deamor infinito por parte de Jesús.

El evento de Jesús transfigurándose sobreel monte nos hace entender mejor tambiénsu resurrección. Para entender el misterio de

Concluido el Ángelus, el Pontífice invitó a losfieles a rezar por Siria y saludó a algunosgrupos de peregrinos presentes.

Queridos hermanos y hermanas:En estos días mi pensamiento está a me-

nudo dirigido a la amada y martirizada Si-ria, donde la guerra se ha intensificado, es-pecialmente en Guta oriental. Este mes defebrero ha sido uno de los más violentos enseis años de conflicto: centenares, millaresde víctimas civiles, niños, mujeres, ancianos;los hospitales han sido golpeados; la genteno puede procurarse comida... Hermanos yhermanas, todo esto es inhumano. No sepuede combatir el mal con otro mal. Y laguerra es un mal. Por lo tanto, dirijo misentido llamamiento para que cese inmedia-tamente la violencia, se dé acceso a las ayu-

«sufrir mucho y ser reprobado por los an-cianos, los sumos sacerdotes y los escribas,ser matado y resucitado a los tres días»(Ma rc o s 8, 31).

Este anuncio había puesto en crisis a Pe-dro y a todo el grupo de discípulos, que re-chazaban la idea de que Jesús terminara re-chazado por los jefes del pueblo y despuésmatado.

Ellos, de hecho, esperaban a un Mesíaspoderoso, fuerte, dominador; en cambio, Je-sús se presenta como humilde, como manso,siervo de Dios, siervo de los hombres, quedeberá entregar su vida en sacrificio, pasan-do por el camino de la persecución, del su-frimiento y de la muerte.

Pero, ¿cómo poder seguir a un Maestro yMesías cuya vivencia terrenal terminaría deese modo? Así pensaban ellos. Y la respues-ta llega precisamente de la transfiguración.¿Qué es la transfiguración de Jesús? Es unaaparición pascual anticipada.

la cruz es necesario saber con antelaciónque el que sufre y que es glorificado no essolamente un hombre, sino el Hijo de Dios,que con su amor fiel hasta la muerte nos hasalvado. El padre renueva así su declaraciónmesiánica sobre el Hijo, ya hecha en la ori-lla del Jordán después del bautismo y ex-horta: «Escuchadle» (v. 7).

Los discípulos están llamados a seguir alMaestro con confianza, con esperanza, a pe-sar de su muerte; la divinidad de Jesús debemanifestarse precisamente en la cruz, preci-samente en su morir «de aquel modo», tan-to que el evangelista Marcos pone en la bo-ca del centurión la profesión de fe: «Verda-deramente este hombre era el Hijo de Dios»(15, 39). Nos dirigimos ahora en oración a laVirgen María, la criatura humana transfigu-rada interiormente por la gracia de Cristo.Nos encomendamos confiados a su maternalayuda para proseguir con fe y generosidadel camino de la Cuaresma.

das humanitarias —comida y medicinas— yse evacúe a los heridos y a los enfermos. Pi-damos juntos a Dios que esto suceda inme-diatamente. [Pausa de silencio]

Dios te salve María…Os dirijo un cordial saludo a todos voso-

tros peregrinos de Roma, de Italia y de di-versos países, en particular a los que vienende Spis, en Eslovaquia. Saludo a los repre-sentantes de la cadena de televisión diocesa-na de Prato con su obispo, los jóvenes de laorquesta Oppido Mamertina y los scout deGénova. Saludo a los confirmandos y a losmuchachos de la profesión de fe de Serrava-lle Scrivia, Verdellino, Zingonia, Lodi, Re-nate y Verduggio. Saludo al grupo que havenido con motivo del «Día de las enferme-dades raras», con un estímulo a las asocia-ciones que trabajan en este campo.

Gracias. Gracias por lo que hacéis. A to-dos os deseo un buen domingo. No os olvi-déis de rezar por mí. Buen almuerzo ¡y has-ta pronto!

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número 9, viernes 2 de marzo de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Misa del Papa en la parroquia romana de San Gelasio

Lo que nos espera

La Iglesiano es una jaula para el Espíritu

En la tarde del 25 de febrero, el Papase dirigió en visita pastoral a la parro-quia romana de San Gelasio. Durantela celebración de la misa en la iglesiaparroquial, el Pontífice comentó en lahomilía las lecturas del segundo domin-go de Cuaresma (Génesis 22, 1-2.9.10-13.15-18, Romanos 8, 31-34 y Marcos9, 2-10).

Jesús se deja ver a los Apóstolescomo es en el cielo: glorioso, lumi-noso, triunfante, vencedor. Y esto lohace para prepararles a soportar laPasión, el escándalo de la cruz, por-que ellos no podían entender queJesús hubiera muerto como un cri-minal, no podían entenderlo.

Ellos pensaban que Jesús fuera unlibertador, pero como son los liber-tadores terrenales, los que ganan enla batalla, los que son siempre triun-fadores. Y el camino de Jesús esotro: Jesús triunfa a través de la hu-millación, la humillación de la cruz.Pero puesto que esto hubiera sidoun escándalo para ellos, Jesús les ha-ce ver lo que viene después, lo quehay después de la cruz, lo que nosespera a todos nosotros. Esta gloriay este cielo.

¡Y eso es muy hermoso! Es muyhermoso porque Jesús —y esto escu-chadlo bien— nos prepara siemprepara la prueba. En un modo o enotro, pero este es el mensaje: nosprepara siempre. Nos da la fuerzapara ir adelante en los momentos deprueba y vencerlos con su fuerza.

Jesús no nos deja solos en laspruebas de la vida: siempre nos pre-para, nos ayuda, como ha preparadoa estos [los discípulos], con la visiónde su gloria. Y así ellos después re-cordaron esto [el momento] para so-portar el peso de la humillación.

Esto es lo primero que nos enseñala Iglesia: Jesús nos prepara siemprepara las pruebas y en las pruebas es-tá con nosotros, no nos deja solos.Nunca. Lo segundo, podemos to-marlo de las palabras de Dios: «Estees mi Hijo, el amado. Escuchadle».Este es el mensaje que el Padre da alos Apóstoles. El mensaje de Jesúses prepararlos, haciéndoles ver sugloria; el mensaje del Padre es: «Es-cuchadle». No hay un momento enla vida que no se pueda vivir plena-mente escuchando a Jesús. En losmomentos hermosos, deteneos y es-cuchad a Jesús; en los momentosmalos, deteneos y escuchad a Jesús.Este es el camino. Él nos dirá lo quetenemos que hacer. Siempre. Y va-mos adelante en esta Cuaresma conestas dos cosas: en las pruebas, re-cordad la gloria de Jesús, es decir, loque nos espera; que Jesús está pre-sente siempre, con esa gloria paradarnos fuerza.

Y durante toda la vida, escuchada Jesús, lo que nos dice Jesús: en elEvangelio, en la liturgia, siemprenos habla; o en el corazón.

En la vida cotidiana, tal vez ten-gamos problemas, o tengamos queresolver muchas cosas. Hagámonosesta pregunta: ¿Qué nos dice Jesúshoy? Y busquemos escuchar la vozde Jesús, la inspiración desde den-tro. Y así seguimos el consejo delPadre: «Este es mi Hijo, el amado.Escuchadle». Será la Virgen la quete dé el segundo consejo en Caná,

en Galilea, cuando se produce el mi-lagro del agua [trasformada] en vi-no. ¿Qué dice la Virgen? «Haced loque Él diga». Escuchar a Jesús y ha-cer lo que Él dice: este es el caminoseguro. Ir adelante con el recuerdode la gloria de Jesús, con este conse-jo: escuchar a Jesús y hacer lo queÉl nos dice.

Antes de regresar al Vaticano, saludó alos fieles que estaban reunidos fuera dela parroquia:

Estoy pensando en algo: abrir unaparroquia en el Polo Norte, y voso-

tros que habéis pasado tanto frío po-déis ir allí para hacer la parroquia...¿Qué decís? ¿Os gusta? Gracias,gracias por quedaros aquí, al frío.

Muchas gracias por haber venido.Gracias por vuestra acogida y porvuestra bondad. Que el Señor osbendiga tanto. Y me gustaría darosla bendición ahora. Recemos losunos por los otros, por todas las fa-milias de la parroquia, por los sacer-dotes, por todos los que trabajanaquí y por todos los fieles y los nofieles. [Bendición] Y por favor, ospido que recéis por mí, no os olvi-déis. ¡Gracias! ¡Gracias!

Concluyeron, el viernes 23 de febrero por la mañana, los ejercicios espiritualesdel Papa Francisco y la Curia Romana. Al finalizar la última meditaciónpropuesta por el sacerdote portugués José Tolentino de Mendoça, en la capillade la casa Divin Maestro de los religiosos paulinos en Ariccia, el Pontíficequiso agradecer al predicador con las siguientes palabras:

Padre, quisiera agradecerle, en nombre de todos, por este acompaña-miento en estos días, que hoy se prolongarán con la jornada de ayuno yoración por Sudán del Sur, el Congo y también Siria. Gracias, padre, porhabernos hablado de la Iglesia, por habernos hecho sentir la Iglesia, estepequeño rebaño. ¡Y también por habernos advertido de no «encogerlo»con nuestras mundanidades burocráticas! Gracias por habernos recordadoque la Iglesia no es una jaula para el Espíritu Santo, que el Espíritu vuelatambién fuera y trabaja fuera. Y con las citaciones y las cosas que él nosha dicho nos ha hecho ver cómo trabaja en nosotros creyentes, en los«paganos», en las personas de otras confesiones religiosas: es universal,es el Espíritu de Dios, que es para todos. También hoy hay «Cornelios»y «centuriones», «guardianes de la cárcel de Pedro» que viven una bús-queda interior o también saben distinguir cuando hay algo que llama.Gracias por esa llamada a abrirnos sin miedo, sin rigidez, por ser blandosen el Espíritu y no momificarnos en nuestras estructuras que nos cierran.Gracias, padre. Y continúe rezando por nosotros. Como decía la madresuperiora a las hermanas: «¡Somos hombres!», pecadores, todos.

Gracias, padre. Y que el Señor le bendiga.

Concluye lareunión del C9

El estatuto teológico de lasConferencias episcopales,los recursos humanos y lacontención de los costes

de la Santa Sede, la protección delos menores: han sido estos los te-mas principales afrontados en la23ª reunión de los cardenales con-sejeros con el Papa Francisco, quetuvo lugar del 26 al 28 de febrero.Lo indicó el director de la oficinade prensa, Greg Burke, duranteuna sesión informativa que se rea-lizó en la mañana del 28 de febre-ro. En los tres días de trabajo es-tuvieron presentes todos los miem-bros del Consejo excepto el carde-nal Pell; mientras que el cardenalMonsengwo Pasinya llegó el lunespor la noche por la cancelación desu vuelo por el mal tiempo. ElPontífice se ausentó el miércolespor la mañana por la audienciageneral. Las sesiones se celebraronde 9 de la mañana a 12.30 y por latarde de 16.30 a 19. Diversos temasafrontados. Además, los cardenalesprofundizaron sobre el Dicasteriopara el servicio del desarrollo hu-mano integral y sobre la Congre-gación para las Iglesias orientalesy para la evangelización de lospueblos.

La reflexión sobre el primer te-ma inició por el n.32 de Evangeliigaudium: «No se ha explicitadosuficientemente un estatuto de lasConferencias episcopales que lasconciba como sujetos de atribucio-nes concretas, incluyendo tambiénalguna auténtica autoridad doctri-nal. Una excesiva centralización,más que ayudar, complica la vidade la Iglesia y su dinámica misio-nera». Se trata de releer el motuproprio Apostolos suos en el espíri-tu de sana descentralización de laque habla a menudo el Papa, rei-terando que siempre es él quiencustodia la unidad en la Iglesia.

Los purpurados escucharon alarzobispo Pawłowski sobre la Ter-cera sección de la Secretaría deEstado, nacida recientemente parala selección y la formación delpersonal diplomático, y presididapor él. El cardenal Marx presentóel trabajo del Consejo para la eco-nomía, que está estudiando pro-puestas para delinear las compe-tencias para una «sala de control»para los recursos humanos. Elpurpurado explicó también losprogresos positivos en las áreas dela presentación de los balances, dela contención de los costes y de lareducción del déficit de la SantaSede. En este ámbito, el Consejopara la ecomonía ha decidido es-cribir líneas guía para los entes dela Santa Sede con el fin de reducirlos costes. Los cardenales tambiéndiscutieron diversas opciones parala Congregación para la Doctrinade la fe para procesar en tiemposbreves los casos de abusos a me-nores. Además, escucharon al car-denal prefecto Appiah Turkson so-bre la evolución del Dicasterio pa-ra el servicio del desarrollo huma-no integral e hicieron ulteriores re-flexiones sobre la Congregaciónpara las Iglesias orientales y parala evangelización de los pueblos.

La próxima reunión del Consejode cardenales tendrá lugar del 23al 25 de abril.

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de marzo de 2018, número 9

Cuaresma ecuménicaMARCELO FIGUEROA

Estos tiempos de Cuaresma son siempre pro-picios para releer las Escrituras y sus textospascuales en la búsqueda de reinterpretar elkairos divino con el c ró n o s de nuestras agen-

das, los de la Iglesia y del orden planetario. Uno delos textos fundamentales que narra los tiempos cua-resmales de Jesús en su peregrinar hacia su Pascua,son los de su entrada triunfal en la Ciudad Santa.Sabiendo que su k a i ro s había llegado y que los tiem-pos de enfrentamiento y planes en su contra ya nose ocultaban, decidió entrar en procesión mesiánicaa Jerusalén. En la narración que el Evangelio de Lu-cas hace de ese evento, la algarabía de sus discípu-los, en su inmensa mayoría jóvenes, se hace inocul-table y a la vez la molestia para algunos fariseos, ensu mayoría adultos mayores, evidente. (Lucas 19, 37-39).

Dos actores más resultan significativos para esetiempo y aparecen como significantes hoy. En pri-mer lugar, los prosélitos y personas afines a la reli-gión pero no observantes, ni tampoco seguidoresmisioneros de Jesús. Ellos no quisieron quedar fuerade la historia. Nos narra el Evangelio que «Mientrasavanzaban, la gente alfombraba con sus mantos elcamino» (Lucas 19, 3). En su percepción de los

religiosa y la variedad creacional, no son actores dereparto sino protagonistas de la historia de ayer y dehoy. Resultaría inspirador considerar a estos gruposen el contexto de los tiempos actuales y del futuropróximo. Estamos en los albores de dos Sínodos, elde los Jóvenes y el Panamazónico y a menos de unaño de la Jornada mundial de la juventud. En elk a i ro s de la Iglesia no son hechos casuales, en el c ro -nos de los tiempos son dos años definidos y en elespacio geográfico, Latinoamérica ocupa un lugarde privilegio y enorme responsabilidad.

En el comunicado de la Secretaría General del Sí-nodo, hablando de la reunión presinodal para losjóvenes, que está a pocas semanas de ocurrencia sedice: «… estarán invitados jóvenes en representaciónde las Conferencias Episcopales, de las IglesiasOrientales, de la vida consagrada y de los que sepreparan para el sacerdocio de las asociaciones y losmovimientos eclesiales, de otras Iglesias y comuni-dades cristianas y de otras religiones…». En la con-vocatoria al Sínodo Panamazónico, Francisco expre-só la necesidad de: «…encontrar nuevos caminospara la evangelización de este pueblo de Dios, espe-cialmente de los indígenas, a menudo olvidados ysin perspectivas de un futuro sereno, también debi-do a la crisis de la selva amazónica, pulmón de ca-pital importancia para nuestro planeta».

tiempos, pensaron que debían allanar el camino delMesías dejando sus propios mantos para sumarse aun fin superador: la esperanza de una paz duradera.Bien podrían ser hoy los «creyentes a su manera», oparticipantes de la fe desde distintas vertientes con-fesionales o grupos étnicos con sus propias cosmovi-siones espirituales. En Latinoamérica serían los her-manos de diferentes confesiones cristianas que dejande lado por un tiempo su traje denominacional paradejar al descubierto su identidad cristiana profunda,o bien hermanos de diferentes etnias indígenas queofrendan sus ponchos, mantas, vestidos artesanales,etc. para unirse al peregrinar del Rey de la paz. Ensegundo lugar, la creación toma de la misma bocade Jesús un protagonismo histórico participativoinesperado cuando Él responde al pedido de silen-ciar a los celebrantes «Yo les digo que, si éstos ca-llan, gritarán las piedras» (Lucas 19, 40). Toda lacreación, incluido a modo simbólico el burrito deJesús, que ya comenzaba a sufrir dolores de partohasta la llegada de los tiempos de redención (Roma-nos 8, 22) aparecen claramente en la escena. Hastael material orgánico como las piedras, bien podríanser anunciantes proféticos gritando que los tiemposnuevos del reino de Jesús y la Casa Común peregri-nan juntos en los tiempos pascuales y nos siguen in-terpelando hoy.

Esos actores de la escena evangélica: Jesús, los jó-venes discípulos, los representantes de la diversidad

El rol ecuménico a la luz del mosaico religioso ycultural y el enfoque como tierra habitada de la di-versidad geográfica son hilos conductores funda-mentales de estos dos Sínodos con sus encuentrosprevios y jornadas especiales. Buscar que los jóvenesinteractúen con estas dos realidades ecuménicas re-sulta tan providencial como revelador del kairos deDios. Comprender el diálogo de formas, fondo,contenido y contexto de los padres participantes delos dos Sínodos será vital para leer los documentosque se produzcan como crónicas de los tiempos ac-tuales.

En el texto del Evangelio de Lucas, Jesús muestrauna emoción que parece desconcertante para esa en-trada triunfal en Jerusalén: ¡llora!, y lo hace sintien-do que la paz que su gesto y entrega debe provocarno es reconocida (Lucas 19, 41, 42). No llora por elmajestuoso templo que ya había anunciado que serádestruido, sino por algo mucho más profundo, tem-poral, pero también cósmico y profético: «…p orqueno reconociste el momento en que fuiste visitadapor Dios» (Lucas 19, 44b). Que el Señor de la histo-ria eterna y del tiempo actual sonría al ver que so-mos capaces de reconocer estos meses de providen-cial coincidencia entre jóvenes, ecumenismo confe-sional, ecumenismo creacional, sionodalidad eclesiale impronta latinoamericana. No volvamos a dejarque las lágrimas de Jesús muestren nuestros ojosempañados para discernir estos tiempos de Paz.

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número 9, viernes 2 de marzo de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Mirar a las muchedumbres con los ojos de CristoFERNAND O CHICA ARELLANO*

En su Mensaje para la Cuaresma del 2006, Be-nedicto XVI comentaba este versículo evangélico:«Al ver a las muchedumbres, se compadecía deellas» (Ma t e o 9, 36). Apoyado en este sentimientode Jesús, el Papa emérito meditaba acerca de unacuestión muy debatida: el problema del desarro-llo. Al respecto, reflexionaba: «Hoy el Señor es-cucha también el grito de las multitudes ham-brientas de alegría, de paz y de amor. Como entodas las épocas, se sienten abandonadas. Sin em-bargo, en la desolación de la miseria, de la sole-dad, de la violencia y del hambre, que afectan sindistinción a ancianos, adultos y niños, Dios nopermite que predomine la oscuridad del horror...Con su mirada Jesús abraza a las multitudes y acada uno, y los entrega al Padre, ofreciéndose a símismo en sacrificio de expiación».

La Iglesia sigue hoy prestando sus ojos a Cristopara mirar a los que más sufren, a los descartadosdel progreso, a cuantos se hacinan en las perife-rias más lejanas del bienestar y el desarrollo. Perono se trata de un desarrollo cualquiera, de satisfa-cer solamente las necesidades materiales, sino deponer en el centro a la persona humana y su in-violable dignidad. Ello requiere que nuestra «mi-rada» sobre el hombre se asemeje a la del Señor.La «mirada» de Cristo sobre la gente nos muevea afirmar los verdaderos contenidos de ese «hu-manismo pleno» que, según el beato Pablo VI,consiste en el «desarrollo integral de todo el hom-bre y de todos los hombres» (cf. Populorum Pro-g re s s i o , 42).

La Madre Teresa de Calcuta, aguda conocedorade los dramas que afligen al mundo, decía: «Laprimera pobreza de los pueblos es no conocer aCristo». Llevaba razón, porque con Cristo lleganal hombre todos los bienes. Sin Él, en cambio,cualquier intento por edificar la sociedad, por ha-cer avanzar a la humanidad, carece de bases sóli-das. De ahí que la primera aportación que la Igle-sia ofrezca al desarrollo del hombre y de los pue-blos no estribe en medios materiales o recursostécnicos, sino en el anuncio de la verdad de Cris-to, que forma las conciencias y muestra la auténti-ca dignidad de la persona humana y del trabajo,promoviendo la creación de una cultura que res-ponda a todos los interrogantes del hombre. Eneste contexto conviene recordar la advertencia desan Juan Pablo II: «En un mundo fuertemente se-cularizado, se ha dado una gradual secularizaciónde la salvación, debido a lo cual se lucha cierta-mente en favor del hombre, pero de un hombre amedias, reducido a la mera dimensión horizontal.En cambio, nosotros sabemos que Jesús vino atraer la salvación integral» (Redemptoris missio, 11).Precisamente por ello, la Iglesia, imitando a suMaestro, tiene la certeza de que el mejor servicioque puede prestar a los hombres de hoy sea pro-clamar el Evangelio, repetirles la respuesta queCristo dio a Satanás al término de su Cuaresmaen el desierto: «No solo de pan vive el hombre,sino de toda palabra que sale de la boca deDios» (Ma t e o 4, 4). E, inspirada en la mismacompasión de Jesús por las multitudes, sientetambién hoy que su tarea propia consista en pedira quien tiene responsabilidades políticas y ejerceel poder económico y financiero que facilite undesarrollo que no deje a nadie atrás, olvidado omenospreciado. Para ello es necesaria la conside-ración del papel esencial que los auténticos valo-res religiosos desempeñan en la vida del hombre,como respuesta a sus interrogantes más profundosy como motivación ética respecto a sus responsa-bilidades personales y sociales. La Iglesia es cons-ciente de que promoviendo el hambre de Diosayuda a saciar el hambre de la humanidad.

La Cuaresma es una llamada a la conciencia decada cristiano para que vuelva a Dios. Dios noquita nada al hombre, antes bien le brinda y posi-bilita su plenitud. La luz divina es la que le indi-ca el camino para ponerse de parte de los necesi-tados. Y esto no por cálculo interesado o mera es-trategia, sino por amor. Dios es la fuente delamor verdadero. Quien ama a Dios acaba descu-briendo su rostro en los pobres. Quien ama a

Dios encuentra en Él la fuerza para luchar contrael mal. No es extraño, por tanto, que en su re-ciente Mensaje para la Cuaresma, fijándose en elversículo del Evangelio: «Al crecer la maldad, seenfriará el amor en la mayoría» (Ma t e o 24, 12), elPapa Francisco haya invitado a los miembros dela Iglesia y a todos los hombres de buena volun-tad a tomar en serio el amor, advirtiendo al mis-mo tiempo que, «frente a acontecimientos doloro-sos, algunos falsos profetas —encantadores de ser-pientes y charlatanes— engañarán a mucha gentehasta amenazar con apagar la caridad en los cora-zones, que es el centro de todo el Evangelio».

No sucumbamos a la fascinación del Maligno.Procuremos librarnos de sus seducciones encen-diendo por doquier el fuego del amor. La presen-cia de Dios en las almas será la que avive su lla-ma. El pecado, por el contrario, conduce a la in-diferencia, al egoísmo que impide afrontar los te-rribles desafíos de la pobreza que asola a granparte de la humanidad. En cambio, afianzar eltrato de amistad con el Señor nos ayuda a vencernuestro hermetismo y a brindar un nítido testimo-nio de amor. Con amor nada es imposible, sinamor nada es posible. Y justamente será la cari-dad la que nos proporcione ojos nuevos para nopasar de largo ante el dolor de nuestros hermanos

y manos laboriosas que pongan bálsamo en susheridas. Será el amor el que nos empujará a nocontentarnos con echarles unas pocas migajas, si-no a entregarnos del todo a su servicio. Es esto loque señalaba Benedicto XVI en el Mensaje antescitado: «Hoy, en el contexto de la interdependen-cia global, se puede constatar que ningún proyec-to económico, social o político puede sustituir eldon de uno mismo a los demás en el que se ex-presa la caridad. Quien actúa según esta lógicaevangélica vive la fe como amistad con el Diosencarnado y, como Él, se preocupa por las necesi-dades materiales y espirituales del prójimo. Lomira como un misterio inconmensurable, dignode infinito cuidado y atención».

No dejemos que estas palabras caigan en sacoroto. De este modo, estaremos acogiendo tambiénel pedido de Francisco, que, en su Mensaje parala Cuaresma, nos alentaba a que no se enfriara ennuestro interior el amor, porque «si en muchoscorazones a veces da la impresión de que la cari-dad se ha apagado, en el corazón de Dios no seapaga. Él siempre nos da una nueva oportunidadpara que podamos empezar a amar de nuevo».

*Observador Permanente de la Santa Sede ante laFAO, el FIDA y el PMA

Habitantes indígenas en la región de Perú

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número 9, viernes 2 de marzo de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 6/7

En el Centro Hurtado, el Papa estuvoacompañado por el provincial CristiAn delCampo en la capilla que conserva los res-tos de san Alberto. Inaugurado en 1995,el santuario custodia la tumba, un sarcó-fago de piedra con terrones de tierra decada región de Chile, como símbolo delabrazo de todos los fieles del país. El pro-vincial saludó al Papa en nombre de losjesuitas, entre los que se veían muchos jó-venes. El encuentro fue inmediatamentefamiliar y caluroso por la presencia, entreotros, de los padres Carlos y José Alduna-te, dos hermanos que tienen 101 y 100años respectivamente. Reconociéndoles,Francisco comenzó con estas palabras:

¡Me alegra ver al padre Carlos! Fuemi director espiritual en el año 1960durante mi juniorado. José era el maes-tro de novicios en aquella época, des-pués lo hicieron provincial… Carlos erabedel y era… el rey del sentido común.Aconsejaba espiritualmente con muchosentido común. Una vez, me acuerdoque fui a verlo porque estaba con mu-cha rabia contra una persona. Queríadecirle cuatro frescas, decirle esto nova, vos sos esto y esto… Él me dijo:«Tr a n q u i l o … No conviene romper ar-mas de entrada. Busque otros cami-nos…». Ese consejo no lo olvidé nuncay le agradezco ahora por esto. Sí. EnChile me sentí bien enseguida. Lleguéayer. Durante el día de hoy he sidomuy bien recibido. He visto muchosgestos de gran afecto. Ahora, pregun-ten lo que quieran.

Un jesuita pregunta cuáles han sido lasgrandes alegrías y los grandes dolores queha tenido durante el pontificado.

Ha sido un tiempo tranquilo este delpontificado. Desde el momento en queen el Cónclave me di cuenta de lo quese venía —una cosa de golpe, sorpresivapara mí—, sentí mucha paz. Y esa pazno me dejó hasta el día de hoy. Es undon del Señor que le agradezco. Y deverdad espero que no me lo saque. Esuna paz que siento como regalo puro,un regalo puro. Las cosas que no mequitan la paz, pero sí me dan pena, sonlos chismes. A mí los chismes me due-len, me ponen triste. Sucede a menudoen los mundos cerrados. Cuando estose da en un contexto de sacerdotes oreligiosos me viene preguntar a las per-sonas: ¿Pero cómo es posible? Vos quedejaste todo, decidiste no tener al ladoa una mujer, no te casaste, no tuvistehijos, ¿querés terminar como un solte-rón chismoso? ¡Qué vida triste, Diosmío!

Un jesuita de la provincia argentino-uru-guaya pregunta qué resistencias ha encon-trado y cómo las ha vivido.

Nunca, frente a la dificultad nuncadigo que es una «resistencia». Eso seríafaltar al deber de discernir. Es fácil de-cir «es resistencia» y no darse cuentade que en esa disputa puede haberaunque sea un poquito así de verdad.Y yo me hago ayudar con eso. A me-nudo pregunto a una persona: «¿quépiensa de esto?». Esto me ayuda tam-bién a relativizar muchas cosas que, aprimera vista parecen resistencia, peroque en realidad son una reacción quenace de un malentendido, del hecho deque algunas cosas hay que repetirlas,explicarlas mejor… Puede ser un defec-to mío el hecho de que a veces doy porsentadas algunas cosas o pego un salto

lógico sin explicar bien el proceso por-que estoy convencido de que el otroentendió al vuelo el razonamiento quehago. Me doy cuenta que si vuelvoatrás y explico mejor entonces ahí elotro dice: «Ah, sí, está bien…». O sea,me ayuda mucho examinar bien el sig-nificado de las disputas. Ahora, cuandome doy cuenta de que hay verdaderaresistencia, la sufro. Algunos me dicenque es normal que haya resistenciascuando alguno quiere hacer cambios.El famoso «siempre se hizo así» reinaen todas partes: «Si siempre se hizoasí, para qué vamos a cambiar? Si lascosas son así, si siempre se hizo así pa-ra qué hacerlas de manera diversa?».Esta es una tentación grande que todoshemos vivido. Por ejemplo, todos lasvivimos en el posconcilio. Las resisten-cias después del Concilio Vaticano II,que todavía están presentes, y llevan arelativizar el Concilio, aguar el Conci-lio. Y me me duele más todavía cuandoalguno se enrola en una campaña deresistencia. Lamentablemente veo estotambién. Vos me preguntaste por lasresistencias, y no puedo negar que es-

tán. Las veo y las conozco. Después es-tán las resistencias doctrinales, que us-tedes las conocen mejor que yo. Por sa-lud mental yo no leo los sitios de inter-net de esta así llamada «resistencia».Sé quiénes son, conozco los grupos,pero no los leo, simplemente por saludmental. Si hay algo muy serio, me loavisan para que yo sepa. Ustedes loscono cen… Es una pena, pero creo quehay que seguir adelante. Los historia-dores dicen que para que un concilioarraigue hace falta un siglo. Estamos amitad de camino. A veces uno se pre-gunta: pero este hombre, esta mujer,¿leyó el Concilio? Y hay gente que noleyó el Concilio. Y si lo leyó, no lo en-tendió. ¡Cincuenta años después! No-sotros estudiamos filosofía antes delConcilio, pero tuvimos la ventaja de es-tudiar teología después. Vivimos elcambio de perspectiva, y ya estaban losdocumentos conciliares.

Cuando percibo resistencias, trato dedialogar, cuando el diálogo es posible,pero algunas resistencias vienen de per-sonas que creen poseer la vera doctrinay te acusan de hereje. Cuando en estas

personas, por lo que dicen o escriben,no encuentro bondad espiritual, yosimplemente rezo por ellos. Siento pe-na, pero no me detengo en este senti-miento por salud mental.

Sigue la pregunta de un novicio sobre có-mo acercar la Iglesia jerárquica a las per-sonas.

Lo que yo pienso respecto de la rela-ción entre obispo y pueblo de Dios, sela acabo de decir a los obispos. Así quelo que pienso yo acerca de los obisposestá en ese discurso, muy breve, ya quetuvimos dos encuentros largos el añopasado en la visita ad límina. El dañomás grande que pueda sufrir hoy endía Iglesia en América Latina es el cle-ricalismo, es decir no caer en la cuentade que la Iglesia es todo el santo pue-blo fiel de Dios, que es infalible in cre-dendo, todos juntos. Hablo de AméricaLatina porque es lo que conozco mejor.Hace un tiempo escribí una carta a laPontificia Comisión para América Lati-na y hoy volví sobre el tema. Hay quecaer en la cuenta de que la gracia de lamisionariedad tiene que ver con el bau-tismo, no con el orden sagrado ni conlos votos religiosos.

Consuela ver que hay muchos sacer-dotes, religiosos, religiosas, que se jue-gan enteros con la opción conciliar deponerse al servicio del pueblo de Dios.Y eso hay que tenerlo en cuenta. Peroen algunos todavía están vigentes com-portamientos de tipo principesco. Sedebe dar al pueblo de Dios el lugarque le corresponde. Y podemos pensarlo mismo respecto del tema de la mu-jer. Tuve una experiencia particular co-mo obispo de una diócesis: había quetratar cierto tema, y se hacía una con-sulta —por supuesto solo entre curas yobisp os— y habíamos hecho una refle-xión que nos llevaba a una serie depuntos sobre los que había que tomaruna decisión. La misma cosa, tratadaen una reunión conjunta de hombres ymujeres, llevó a conclusiones muchomás ricas, mucho más viables, muchomás fecundas. Es una simple experien-cia que me viene ahora a la mente yque me hace reflexionar. La mujer debedar a la Iglesia toda aquella riquezaque von Balthasar llamaba «la dimen-sión mariana». Sin esta dimensión laIglesia queda renga o tiene que usarmuletas y entonces camina mal. Creoque en esto hay mucho que andar. Yrepito, como les dije hoy a los obispos:«desprincipiar», estar cercanos a lagente…

El padre Juan Díaz toma la palabra y elPapa lo reconoce y lo saluda «¡Juanito!».El sacerdote pregunta en qué aspectos dela vida de los jesuitas es necesario estarmás atentos para no caer en la tentaciónde la mundanidad.

A mí la alarma sobre la mundanidadme la despertó el último capítulo de lasMeditaciones sobre la Iglesia, de Henride Lubac. Él cita ahí al benedictinodom Ascar Vonier, que habla de lamundanidad como del peor mal que lepuede suceder a la Iglesia. Eso me des-pertó el deseo de comprender que es lamundanidad. Claro que san Ignaciohabla de ella en los Ejercicios, en el ter-cer ejercicio de la primera semana, allídonde pide descubrir los engaños delmundo. El tema de la mundanidad estáen nuestra espiritualidad jesuítica. Las

Las conversaciones del Papa con los jesuitas en Chile y en Perú

El Vaticano II en América Latina

tres gracias que pedimos en esa medita-ción son el arrepentimiento de los pe-cados, es decir el dolor de los pecados,la vergüenza y el conocimiento delmundo, del demonio y de sus cosas.Por tanto, en nuestra espiritualidad lamundanidad entra como algo a teneren cuenta y a considerar como una ten-tación. Sería superficial afirmar que lamundanidad es llevar una vida dema-siado relajada y frívola. Estas son sola-mente consecuencias. Mundanidad esusar los criterios del mundo y seguirlos criterios del mundo y elegir segúnlos criterios del mundo. Significa hacerdiscernimiento y preferir los criteriosdel mundo. Por tanto, lo que nos tene-mos que preguntar es cuáles son estoscriterios del mundo… Y eso es lo quesan Ignacio hace pedir en ese tercerejercicio. Y nos hace hacer las tres peti-ciones: al Padre, al Señor y a la Virgen.¡Que nos ayuden a descubrir esos crite-rios! Cada uno, por tanto, tiene que irbuscando qué cosa es mundana en supropia vida. No basta una respuestasimple y en general. ¿En qué soy mun-dano yo? Esta es la verdadera pregun-ta. Por ejemplo, no sé, un profesor deteología se puede hacer mundano si an-da a la pesca de la última cosa que sedice para estar siempre en la moda: es-to es mundano. Pero los ejemplos pue-den ser miles. Y hay que pedir al Señorno ser engañados tratando de discernircuál es nuestra propia mundanidad.

En otra pregunta se afronta el tema delas reformas de la Curia y de la Iglesia.

Creo que una de las cosas que laIglesia más necesita hoy, y esto estámuy claro en las perspectivas y en losobjetivos pastorales de Amoris Laetitia,

es el discernimiento. Nosotros estamosacostumbrados al «se puede o no sepuede». La moral usada en Amoris lae-titia es la más clásica moral tomista, ladel santo Tomás, no del tomismo deca-dente como ese con el que algunos hanestudiado. También yo recibí en mi for-mación esta manera de pensar «se pue-de o no se puede, hasta aquí se puede,hasta aquí no se puede». No sé si voste acordás (y aquí el Papa mira a unode los presentes) de aquel jesuita co-lombiano que nos vino a dar moral alColegio Máximo, cuando tocó hablardel sexto mandamiento: uno se atrevióa hacer la pregunta: «Los novios pue-den besarse?». ¡Si podían besarse!¿Comprenden? Y él dijo: «Sí, sí, si.¡No hay problema! Basta que ponganun pañuelo en el medio». Esta es unaforma mentis de hacer teología en gene-ral. Una forma mentis basada en el lími-te. Y seguimos arrastrando las conse-cuencias. Si ustedes dan una ojeada alpanorama de las reacciones que suscitóAmoris Laetitia, van a ver que las críti-cas más fuertes contra la Exhortaciónson sobre el capítulo octavo: un divor-ciado «¿puede o no puede tomar la co-munión?». Y Amoris Laetitia, en cam-bio, va por otro lado totalmente distin-to, no entra en estas distinciones y po-ne el problema del discernimiento. Queya estaba en base en la moral tomistaclásica, grande, verdadera. Entonces elaporte que querría de la Compañía esel de ayudar a la Iglesia a crecer en eldiscernimiento. Hoy la iglesia necesitacrecer en discernimiento. Y a nosotrosel Señor nos ha dado esta gracia de fa-milia de discernir. No sé si ustedes sa-brán, pero hay una cosa que ya dije enotras reuniones como esta con jesuitas:

al fin del generalato de Ledóchowski,la obra culmen de la espiritualidad dela Compañía fue el Epítome. Allí esta-ba regulado todo lo que tenías que ha-cer, en una mescolanza enorme entreFórmula del Instituto, Constituciones yreglas. Estaban incluso las reglas delcocinero. Y estaba todo mezclado, sinjerarquización. Ledóchowski era muyamigo del abad general de los benedic-tinos y, una vez que fue a visitarlo, lellevó aquel escrito. Poco tiempo des-pués, el abad se comunicó con él y ledijo: «Padre General, con esto ustedmató la Compañía de Jesús». Y teníarazón, porque el Epítome quitaba cual-quier capacidad de discernimiento.Des-pués viene la guerra. El padre Jansens,tuvo que guiar la Compañía en la pos-guerra, y lo hizo bien, como podía,porque no era fácil. Y después vino lagracia del generalato de Arrupe. PedroArrupe con el Centro Ignaciano de Es-piritualidad, la revista Christus y el im-pulso dado a los Ejercicios Espirituales,renovó esta gracia de familia que es eldiscernimiento. Superó el Epítome yvolvió a las lecciones de los padres, aFabro, a Ignacio. En esto hay que reco-nocer el rol de la vida de la revistaChristus en aquel tiempo. Y después,también el rol del padre Luis Gonzálezcon su centro de espiritualidad: recorriótoda la Compañía dando ejercicios es-pirituales. Iban abriendo puertas, re-frescando este aspecto que hoy día ve-mos que ha crecido mucho en la Com-pañía. Lo que yo te diría, recordandoesta historia de familia, es que hubo unmomento en que habíamos perdido —ono sé si lo habíamos perdido, pero di-gamos que no se usaba mucho— el sen-tido del discernimiento. Hoy día, dén-

selo —¡démoslo!— a la Iglesia, que lonecesita tanto.

La última pregunta es de un teólogo de laprovincia de Perú en relación a la colabo-ración de la Compañía con el Pontífice.

¡Desde el segundo día después de mielección! Adolfo Nicolás vino a mi pie-za en Santa Marta… Ahí empezó la co-laboración. Él vino a saludarme, yo to-davía estaba en la piecita que me tocódurante el Conclave, en Santa Marta,no en la que tengo ahora, y allí charla-mos ahí un rato… Y los generales, losdos, Adolfo y ahora Arturo, los dosapostaron fuerte a esto. Creo que sobreeste punto… está el padre Spadaroaquí... Está en la popular… Creo queél fue testigo desde el primer momentode esta relación con la Compañía. Ladisponibilidad es total. Y además coninteligencia, como por ejemplo sobre ladoctrina de la fe: realmente muchoapoyo. Pero nadie puede acusar de «je-suitismo» al pontificado actual. Lo di-go y creo que soy sincero al decirlo. Setrata de una colaboración eclesial, den-tro del espíritu eclesial. Es un sentircon la Iglesia y en la Iglesia en el res-peto del carisma de la Compañía. Losdocumentos de la última CongregaciónGeneral no necesitaron aprobaciónpontificia. Yo no lo consideré necesarioporque la Compañía es adulta. Y simete la pata… ya vendrá la queja ydespués se verá. Creo que esta es lamanera de colaborar. Bueno les agra-dezco tanto… y quiero decirles aún unacosa importantísima, una recomenda-ción: ¡la cuenta de conciencia! Para losjesuitas es una joya, una gracia de fami-lia… Por favor: ¡no la dejen!

El Papa bendice el vehículo usado por el jesuita Alberto Hurtado para llevar ayuda a los pobres (Santiago del Chile, 16/1/2018)

Un momento del encuentro con lospueblos de la Amazonia en Puerto

Maldonado. Perú (19/1/2018)

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página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de marzo de 2018, número 9

Un pueblo creativo

Encuentro de Franciscocon los jesuitas en Perú

(19/1/2018)

Después de la visita de cortesía al pre-sidente Pablo Kuczynski, el Papa se di-rigió a la iglesia de San Pedro, consi-derada como uno de los más importan-tes complejos religiosos del centro histó-rico de Lima. Francisco fue recibido porel Provincial, P. Juan Carlos Morante,y por el Superior local, P. José EnriqueRodríguez, en la entrada de la Capillade la Penitenciaría. Atravesando la na-ve izquierda de la iglesia, el Papa llegóa la sacristía, donde estaban reunidosalrededor de cien jesuitas. El padreMorante agradeció a Francisco por suvisita y habló del compromiso de laCompañía en la evangelización de lospueblos originarios y en la educacióncitando a los padres Alonso de Barza-na (1528-1598), Francisco del Castillo(1615-1673), Antonio Ruiz de Montoya(1585-1652), y otros. Luego tomó lapalabra el Papa. Francisco saludó alos presentes.

Buenas tardes… Gracias. Vamos aempezar a conversar para no perdertiempo. Tienen preparadas algunasp re g u n t a s … Con toda libertad…

La primera pregunta es sobre los temasde la reconciliación y la justicia.

Gracias. La palabra «reconcilia-ción» no solo está manipulada: estáquemada. Hoy día —no solo acá sinotambién en otros países de AméricaLatina— se ha depotenciado la pala-bra reconciliación. Cuando san Pa-blo describe la reconciliación de to-dos nosotros con Dios, en Cristo,pretende usar una palabra fuerte.Hoy, en cambio, «reconciliación» seha convertido en una palabra de car-tón. La depotenciaron. La depoten-ciaron no solo en su contenido reli-gioso sino en su contenido humano,ese que se comparte cuando uno semira a los ojos. Hoy se negocia de-bajo de la mesa. Yo diría que no hayque jugar al circo, pero tampoco pa-tear en contra. Hay que decir a losque la usan depotenciada: úsenla us-tedes, nosotros no vamos a usar unapalabra que hoy está quemada. Perohay que seguir trabajando procuran-do reconciliar gente. Desde abajo,desde los costados, con una buenapalabra, con una visita, con un cursoque ayude a comprender, con el ar-ma de la oración, que es la que nosva a dar la fuerza y va a hacer mila-gros, pero sobre todo con el armahumana de la persuasión, que es hu-milde. La persuasión actúa así: conhumildad. Yo propongo esto: ir alencuentro del adversario, ponersefrente al otro si se da la oportuni-dad… ¡La persuasión! Sobre la re-conciliación que hoy día se plantea—no quiero tocar a fondo y en deta-lle el problema peruano porque nolo conozco, pero me fío de tus pala-bras, y dado que, como te decía, estefenómeno se da también en otrospaíses de América Latina—, puedodecirte que no se trata de una verda-dera reconciliación, profunda, sinode un negociado. Y está bien: el artede la conducción política suponetambién la capacidad de negociar. Elproblema está en qué se negociacuando se negocia. Si entre el mon-

tón de cosas que llevás a negociarestán tus intereses personales, enton-ces ya está… No podemos hablar nisiquiera de un negociado. Es otracosa… Entonces, en lugar de hablarde reconciliación es mejor hablar de«esperanza». Busquen una palabraque no sea un caballito de batallamezquino, usado sin su pleno signi-ficado. Quiero repetirlo, no conozcoen detalle la situación del Perú, mefío de tus palabras, pero es un fenó-meno de varios países de AméricaLatina, por eso puedo hablar así.

Sigue una pregunta sobre el envejeci-miento del clero.

Vos dijiste que tenemos bastantes«instituciones». Me atrevo a corre-girte la palabra: tenemos bastantes«obras». Y hay que distinguir entreobras e instituciones. El aspecto ins-titucional es esencial en la Compa-ñía. Pero no todas las obras son ins-tituciones. Quizás lo fueron, pero eltiempo hizo que dejaran de ser insti-tuciones. Hay que discernir entre loque es hoy día institución «que con-voca, que te da fuerza, que promete,que es profética—y lo que es unaobra, que sí, fue institución en unmomento, pero que ahora pareceque dejó de serlo. Y ahí hacer lo desiempre: un discernimiento pastoraly comunitario.

El padre Arrupe insistía en esto.Hay que hacer la selección de obrascon este criterio: que sean institucio-nes, en el sentido ignaciano de lapalabra, es decir que convoquen per-sonas, que den respuesta a las exi-

gencias de hoy. Y esto requiere quela comunidad se ponga en estado dediscernimiento. Y ese quizás sea elreto que ustedes tienen… Conside-rando esta disminución de jóvenes yde fuerzas se podría entrar en deso-lación institucional. No, eso no se lopueden permitir. La Compañía pasóun momento de desolación institu-cional durante el generalato del pa-dre Ricci, que terminó preso en elCastillo Sant’Angelo. Las cartas queescribió el padre Ricci a la Compa-ñía en ese tiempo son una maravillade criterios de discernimiento, decriterios de acción para no dejarsechupar por la desolación institucio-nal. La desolación te tira abajo, esuna frazada mojada que te tiran en-cima y a ver cómo salís, y te lleva ala amargura, a la desilusión… Es eldiscurso postriunfalista de Emaús:«nosotros esperábamos…» que deci-mos también nosotros, por ejemplo,cuando usamos expresiones como«la gloriosa Compañía era otra co-sa», «la caballería ligera de la Igle-sia… ahora en cambio…». Y otrascosas como estas. El Espíritu de de-solación marca profundamente. Lesaconsejo que lean las cartas del pa-dre Ricci. Más tarde el padre Root-han atravesó otro período de desola-ción de la Compañía con motivo dela masonería, pero no tan fuerte co-mo la de Ricci, que terminó en lasupresión. Hubo algunos otros pe-ríodos así en la historia de la Com-pañía. Por otro lado, hay que buscara los padres, a los padres de la insti-tucionalización de la Compañía: por

supuesto Ignacio, Fabro. Aquí pode-mos hablar del padre Barzana. A míBarzana me sedujo: cuando estuvoen Santiago del Estero, en Argenti-na, manejaba doce lenguas indíge-nas. Lo llamaban el Francisco Javierde las Indias Occidentales. Y esehombre, ahí, en el desierto, sembróla fe, fundó la fe. Dicen que era deorigen hebreo y que su apellido eraBar Shana. Hace bien mirar a esoshombres que fueron capaces de ins-titucionalizar, y que no se dejarondesolar. Yo me pregunto si Javier,ante el fracaso de mirar China y nopoder entrar, estaba desolado. No,yo imagino que Javier se dirige alSeñor diciendo: «Vos no lo querés,entonces chau, está bien así». Optópor seguir el camino que se le pro-ponía, ¡y en aquel caso era la muer-te!… ¡pero está bien! La desolación:no debemos dejar que entre en jue-go. Al contrario, debemos buscar alos jesuitas consolados. No sé, noquiero dar un consejo, pero… bus-quen siempre la consolación. Bús-quenla siempre. Como piedra de to-que del estado espiritual de ustedes.Como Javier en las puertas de Chi-na, miren siempre adelante… ¡D iossabe! Pero que la sonrisa del cora-zón no se embarre. No sé, no se meocurre darte recetas. Hace falta eldiscernimiento de los ministerios yde lo institucional en un clima deconsolación. Lean, por tanto, lascartas del padre Lorenzo Ricci. Esuna maravilla cómo quiso siempreelegir la consolación en el momentode mayor desolación que haya teni-

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número 9, viernes 2 de marzo de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

do la Compañía, cuando sabía quelas cortes europeas estaban por darel golpe de gracia a la Compañía.

A continuación hay una pregunta sobreel escándalo de los abusos sexuales.

Ayer hablé de esto a los sacerdo-tes, religiosos y religiosas chilenos enla catedral de Santiago. Es la desola-ción más grande que está pasando laIglesia. Y esto nos lleva a pasar ver-güenza, pero hay que recordar quela vergüenza es también una graciamuy ignaciana, algo que san Ignacionos hace pedir en los tres coloquiosde la primera semana. Así que tomé-moslo como gracia y avergonzémo-nos profundamente. Debemos amaruna Iglesia con llagas. Muchas lla-gas… Te cuento un hecho. El 24 demarzo en Argentina es la memoriadel golpe de estado militar, de la

a veces se sabe y a veces no se sabe,me encuentro habitualmente con al-gunos de ellos. En Chile tuve un en-cuentro. Como su proceso es tan du-ro, quedan destrozados. Quedandestrozados. Para la Iglesia es unagran humillación. Muestra no sola-mente nuestra fragilidad, sino tam-bién —digámoslo claramente— nues-tro nivel de hipocresía. Sobre los ca-sos de corrupción en el sentido delabuso más de tipo institucional, essingular el hecho de que haya variascongregaciones, relativamente nue-vas, cuyos fundadores cayeron en es-tos abusos. Son públicos los casos.El Papa Benedicto tuvo que supri-mir una congregación de varonesnumerosa. El fundador había sem-brado estas costumbres. Era unacongregación que tenía también surama femenina y también la funda-dora había sembrado estas costum-

Gracias. Te respondo con una solapalabra. Parecerá que no digo naday en cambio digo todo. Y esta pala-bra es «Concilio». Tomen el Conci-lio Vaticano II. Relean la LumenGentium. Ayer con los obispos chi-lenos —o anteayer, ya no sé qué díaes hoy— los exhortaba a la descleri-calización. Si hay una cosa muy cla-ra es la conciencia del santo pueblofiel de Dios, infalible in credendo,como nos enseña el Concilio. Elpueblo de Dios es quien lleva ade-lante la Iglesia. La gracia de la mi-sionariedad y del anuncio de Jesu-cristo nos lo da el bautismo. De allípodemos ir adelante. No hay que ol-vidar que la evangelización la hacela Iglesia como pueblo de Dios. ElSeñor quiere una Iglesia evangeliza-dora, lo veo claro. Es lo que me sa-lió decir del corazón y con sencillez,

de que ese es el camino. Si no fueraasí, el demonio no se molestaría enhacer resistencia. Te diría que estosson los criterios: la pobreza, la mi-sionariedad, la conciencia de pueblofiel de Dios… En América Latina enparticular deberían preguntarse:«Pero, ¿dónde es que nuestro pue-blo ha sido creativo?». Con algunasdesviaciones, sí, pero ha sido creati-vo en la piedad popular. ¿Y por quénuestro pueblo fue capaz de ser tancreativo en la piedad popular? Por-que no le interesaba a los curas yentonces dejaban que hiciera… Y elpueblo iba adelante… Y después, sí,lo que la Iglesia hoy pide a la Com-pañía —esto ya lo dije en todos la-dos, y Spadaro que publica esas co-sas ya está cansado de escribirlo—, esenseñar con humildad a discernir. Sí,esto se lo pido oficialmente comoPontífice. En general, sobre todo,nosotros que pertenecemos a la vidareligiosa, sacerdotes, obispos, a vecesdemostramos poca capacidad de dis-cernimiento, no sabemos hacerlo,porque fuimos educados en otra teo-logía quizás más formalista. Nos de-tenemos en el «se puede o no sepuede», como les decía también alos jesuitas chilenos a propósito delas resistencias a Amoris Laetitia. Al-gunos reducen todo el resultado dedos Sínodos, todo el trabajo hecho,al «se puede o no se puede». Ayú-dennos pues a discernir. Claro, nopuede enseñar a discernir quien nosabe discernir. Y para discernir unodebe entrar en Ejercicios, hace faltaexaminarse. Hace falta comenzarsiempre por uno mismo. El encuen-tro concluye así.

El rector de la iglesia le explica al Pa-pa el significado de la silla que le pre-pararon. Dice que en 1992 hubo unatentado de Sendero Luminoso y queuna parte de la iglesia quedó dañada.En la restauración se reforzaron lasparedes y se extrajo un arquitrave demadera de 1672, con el cual se hizo lasilla tallada en el estilo barroco de Li-ma para esta visita. El Papa agradecesonriendo y bromea: «Estoy sentado en1672. Jugaré este número a la lote-ría!». Al final el Provincial agradeceal Papa antes de pedir una foto degrupo. El Papa responde al agradeci-miento con estas palabras:

Les agradezco mucho. ¡Recen pormí! Les comparto una gracia muygrande. Desde el momento en queme di cuenta de que iba a ser elegi-do Papa sentí mucha paz y no se mefue hasta el día de hoy. ¡Pidan paraque el Señor me la mantenga!

Al final del encuentro el Papa re-galó a los jesuitas una cruz de platarealizada en 1981 por el orfebre ita-liano Antonio Vedele, que en su in-terior representa las estaciones delVía Crucis. Las estaciones no son ca-torce sino quince, porque el artistaha querido incluir en el centro delos brazos la representación de laResurrección de Cristo. Vedele es elorfebre que diseñó la cruz pectoraldel Papa Francisco, que luego, en1998, fue realizada en plata por sudiscípulo Giuseppe Albrizzi, autortambién del Pastoral usado por elentonces cardenal de Buenos Aires,Jorge Mario Bergoglio. Por últimoel Papa posó para una foto de gru-po. Luego atravesó la iglesia de SanPedro y antes de salir por la puertaprincipal se detuvo ante la tumbadel venerable padre Francisco deCastillo, apóstol de Lima.

Encuentro del Papa con miembros de la Comapañía de Jesús durante su viaje a Perú (19/1/2018)

dictadura, de los desaparecidos… Ytodos los 24 de marzo la Plaza deMayo se llena recordando eso. Enuno de estos 24 de marzo salí delArzobispado y fui a confesar a lasmonjas carmelitas. Cuando volvíatomé el subterráneo y bajé no enPlaza de Mayo sino seis cuadras an-tes. Estaba llena la plaza… y caminéesas cuadras para entrar por el costa-do. Cuando iba a cruzar la calle, es-taba un matrimonio con un nene dedos años y medio o tres años, más omenos. El chico corre por delante yel papá le dice: «Vení, vení, vení…Cuidado con los pedófilos!». ¡Lavergüenza que pasé! No se dieroncuenta de que yo era el arzobispo,era un cura y… ¡qué vergüenza! Aveces se dicen cosas como «recursoconsuelo» y alguno llega a decir:«Bueno, mirá las estadísticas… el…no sé… 70 % de los pedófilos sondel entorno familiar, vecinal. Des-pués en los clubes, en los natatorios.La porcentual de los pedófilos queson sacerdotes no llega al 2 %, es el1,6 %. No es para tanto…». ¡Pero esterrible aunque fuese solo uno de es-tos hermanos nuestros! Porque Dioslo ungió para santificar a los chicosy a los grandes y él, en vez de santi-ficarlos, los destruyó. Es horrible.Hay que escuchar lo que siente unabusado o una abusada. Los viernes,

bres. Él abusaba de religiosos jóve-nes e inmaduros. Benedicto comen-zó el proceso de la rama femenina.A mí me tocó suprimirla. Ustedesacá tienen muchos casos dolorosos.Pero lo curioso es que el abuso haafectado a algunas congregacionesnuevas, exitosas. El abuso en estascongregaciones es siempre el frutode una mentalidad ligada al poderque debe ser sanada en sus raícesmalignas. Y agrego que son tres ni-veles de abuso que van juntos: abu-so de autoridad —con lo que signifi-ca mezclar los fueros interno y exter-no—, abuso sexual y enredos econó-micos. Siempre está la plata de pormedio: el diablo entra por el bolsi-llo. Ignacio pone el primer escalónde las tentaciones del demonio en lariqueza… Después vienen la vanidady la soberbia, pero el primero es lariqueza. En las congregaciones nue-vas que han caído en este problemade los abusos, a menudo los tres ni-veles se dan juntos.

Perdonando la falta de humildad,te sugeriría leer lo que dije a los chi-lenos, que está más pensado y másrumiado que lo que me puede salirahora espontáneamente.

Finalmente se pide al Pontífice afrontarla cuestión del discernimiento.

en los pocos minutos que hablé enlas congregaciones generales previasal cónclave. Una Iglesia que va afue-ra, una Iglesia que sale a anunciar aJesucristo. Después o en el mismomomento en que lo adora y se llenade Él. Uso siempre un ejemplo liga-do al Apocalipsis donde leemos:«Estoy a la puerta y llamo. Si algu-no me abre voy a entrar». El Señorestá afuera y quiere entrar. A veces,sin embargo, el Señor está adentro¡y golpea para que lo dejemos salir!A nosotros, el Señor nos está pidien-do que seamos Iglesia afuera, Iglesiaen salida. Iglesia afuera. Iglesia hos-pital de campo… ¡Ah, las heridasdel pueblo de Dios! A veces el pue-blo de Dios está herido por una ca-tequesis rígida, moralista, del «sepuede o no se puede», o por unafalta de testimonio. ¡Una Iglesia po-bre y para los pobres! Los pobres noson una fórmula teórica del partidocomunista. Los pobres son el centrodel Evangelio. ¡Son el centro delEvangelio! No podemos predicar elEvangelio sin los pobres. Entonceste digo: es en esta línea que sientoque el Espíritu nos está llevando. Ylas resistencias para no hacerlo sonfuertes. Pero debo decir también quepara mí el hecho de que nazcan re-sistencias es un buen signo. Es elsigno de que se va por buen camino,

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página 10 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de marzo de 2018, número 9

pecto al «prójimo nos dice que no debemos juzgar:“No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y noseréis condenados. Es más: perdonad y seréis perdo-nados”». Y «el Señor es claro en esto» explicó Fran-cisco, citando el pasaje del Evangelio de Lucas (6, 36-38) propuesto por la liturgia del día.

Cierto, prosiguió el Pontífice, «cada uno de noso-tros puede pensar: “yo nunca juzgo, yo no hago dejuez». Pero «si nosotros buscamos en nuestra vida, ennuestras actitudes, ¡cuántas veces el argumento denuestras conversaciones es juzgar a los otros!». Quizátambién «un poco de forma natural» nos sale decir:«esto no va». Pero, insistió Francisco, «¿quién te hahecho juez a ti?».

En realidad «este juzgar a los otros es algo feo,porque el único juez es el Señor». Por otro lado, «Je-sús reconoce esta tendencia nuestra a juzgar a losotros» y nos avisó: «Estate atento, porque en la medi-da con la que tú juzgas, serás juzgado: si tú eres mi-sericordioso, Dios será misericordioso contigo». Portanto, «no juzgar».

Casi como si fuera un test, el Papa propuso: «Po-demos hacernos esta pregunta: en las reuniones quenosotros tenemos, una comida, lo que sea, pensemosde dos horas de duración: de esas dos horas, ¿cuántosminutos se han gastado para juzgar a los otros?» Y si«esto es el “no”, ¿cuál es el “sí”? Sed misericordiososcomo vuestro Padre es misericordioso. Es más: sedgenerosos, “dad y se os dará”». Pero, «¿qué se me da-rá? “Una medida buena, apretada, remecida y rebo-sante”», recordó Francisco citando una vez más el pa-saje de Lucas. Y esto es «la abundancia de la genero-sidad del Señor, cuando nosotros estemos llenos de laabundancia de nuestra misericordia al no juzgar».

Francisco sugirió así pensar «un poco en esto: ¿yojuzgo a los otros? ¿Cómo juzgo? De la misma forma,yo seré juzgado. ¿Soy misericordioso con los otros?De la misma forma el Señor será misericordioso con-migo». Y «podemos —hoy, mañana, pasado mañana—tomar algunos minutos para pensar en estas cosas, ynos hará bien».

«La segunda parte del mensaje de la Iglesia de hoy—p ro s i g u i ó — es la actitud con Dios». Y «es tan boni-to como el profeta nos dice, cómo debe ser la actitudcon Dios: humilde», explicó el Pontífice refiriéndoseal pasaje bíblico de Daniel (9, 4-10). Por tanto, «túeres Dios, yo soy pecador: el diálogo con Dios em-pieza siempre de esta adoración penitencial: tú eresDios, yo soy pecador». Escribe, de hecho, Daniel:«Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemossido malos, nos hemos rebelado y nos hemos aparta-do de tus mandamientos y de tus normas». En unapalabra, «hemos pecado, Señor».

Pero precisamente «esta es la humildad delante deDios. Cada uno de nosotros conoce los propios peca-dos y esto puede decirlo delante de Dios: Señor, hepecado, soy un pecador y “a ti la justicia”».

Por otro lado «nosotros sabemos que la justicia deDios es misericordia, pero es necesario decirlo: “A ti,Señor, la justicia, a nosotros, la vergüenza”». Y«cuando se encuentran la justicia de Dios con nuestravergüenza, ahí está el perdón».

Al respecto, Francisco sugirió las preguntas parahacerse a uno mismo para un examen de conciencia:«¿Yo creo que he pecado contra el Señor? ¿Yo creoque el Señor es justo? ¿Yo creo que es misericordio-so? ¿Yo me avergüenzo delante de Dios, de ser peca-dor?». Y la respuesta es «así de simple: “A ti, la justi-cia, a mí, la vergüenza”». Por tanto, debemos «pedirla gracia de la vergüenza».

«En mi lengua materna —confió el Papa— a la gen-te fea, mala, que hace el mal, se le llama “d e s v e rg o n -zado”, sin vergüenza». Por eso, insistió, debemos«por favor pedir la gracia de que nunca nos falte lavergüenza delante de Dios: “A ti la justicia, a mí lav e rg ü e n z a ”». Porque «la vergüenza es una gran gra-cia».

En conclusión, el Pontífice invitó a examinar nues-tra «actitud hacia el prójimo», recordando «que conla medida con la que yo juzgo, seré juzgado». Poreso «no debo juzgar». Y «si digo algo sobre otro,que sea generosamente, con mucha misericordia». Encuanto a la «actitud delante de Dios», debe estarcentrada en «este diálogo esencial: “A ti, la justicia, amí, la vergüenza”».

La graciade la vergüenza

Dos consejos espirituales del Papa Franciscopara la Cuaresma: «no juzgar a los otros» y«pedir a Dios la gracia de la vergüenza porlos propios pecados». Son «el juicio» y «la

misericordia», con la sugerencia de una examen deconciencia personal, los puntos cardinales de la medi-tación del Pontífice en la misa celebrada el lunes porla mañana, 26 de febrero, en Santa Marta.

«La Cuaresma es un camino de purificación: laIglesia nos prepara para la Pascua y nos enseña tam-bién a renovarnos, a convertirnos» hizo presenteFrancisco. Y «podemos decir que el mensaje de hoyes el juicio, porque todos nosotros seremos sometidosa juicio: todos». Tanto que «ninguno de nosotros po-drá huir del juicio de Dios: el juicio personal y des-pués el juicio universal».

«Bajo esta óptica —afirmó el Papa— la Iglesia noshace reflexionar sobre dos actitudes: la actitud haciael prójimo y la actitud con Dios». En particular, res-

Las homilías del Pontífice

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número 9, viernes 2 de marzo de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

Como un padrecon el hijo

«U n café» con el Señor y después, con«el recibo del perdón», adelante«en el camino de conversión». Conla conciencia de que el Señor nos

llama de todas las formas para encontrarlo, el PapaFrancisco indicó —en la misa celebrada el martes 27de febrero en Santa Marta— la imagen del padre quetiene que lidiar con las «chiquilladas del hijo adoles-cente» pero le da «confianza» para que no lo repita.

«El Señor no se cansa de llamarnos a la conver-sión, a cambiar vida» recordó el Papa. Y «todos de-bemos cambiar de vida: todos necesitamos convertir-nos siempre, dar un paso adelante en la camino delencuentro con Jesús». La Cuaresma «nos ayuda a es-to, a la conversión, a cambiar de vida». Pero «esta—explicó Francisco— es una gracia que pedimos al Se-ñor porque, como hemos rezado en la oración colec-ta, la Iglesia no puede sostenerse sin el Señor: es Élquien nos da la gracia».

«El Señor —hizo presente el Pontífice— nos repren-de muchas veces, de distintas maneras, nos advierte,nos hace ver el pecado que es tan feo». Pero «el Se-ñor cambia la manera de hacernos ver la maldad delpecado y con esto nos ayuda a la conversión».

Precisamente en la liturgia del día, relanzó el Paparefiriéndose al pasaje del profeta Isaías (1, 10.16-20),«hemos escuchado en la primera lectura una llamadaa la conversión, pero es una llamada en un estilo es-pecial: no amenaza, allí, el Señor», sino que «llamacon dulzura, dando confianza».

«Después de haber dicho las cosas que se debíanhacer y no se debían hacer —recordó Francisco— elSeñor dice: “Ven, arriba: venid y discutamos. Hable-mos un poco”». El Señor, por tanto, «no nos asusta,es como el padre del hijo adolescente que ha hechouna chiquillada y debe regañarlo y sabe que si va conel bastón la cosa no irá bien, debe ir con la confian-za».

Por tanto, prosiguió el Pontífice, «el Señor en estepasaje nos llama así: “Arriba, venid, tomemos un caféjuntos, hablemos, discutamos, no tengas miedo, noquiero hacerte daño”». Y «si como sabe que el hijopiensa: “pero yo he hecho cosas...”, enseguida» aña-de: «Aunque tus pecados fueran como escarlata, sevolverán blancos como la nieve. Si fueran rojos comopúrpura, se volverán como lana». En resumen, «elSeñor da confianza, como el padre da confianza alhijo adolescente».

Francisco hizo notar que «muchas veces el Señornos llama así». E hizo referencia a un episodio evan-gélico, cuando Jesús dice: «¡Tú, Zaqueo, baja! Baja,ven conmigo, vamos a comer juntos!». Y en esa oca-sión, afirmó el Papa, «Zaqueo llama a toda la corda-da de sus amigos —¡que no eran precisamente de Ac-ción Católica!— pero llama a todos y escuchan al Se-ñor». Precisamente «con ese gesto de confianza el Se-ñor se acerca al perdón y cambia el corazón».

El mismo sistema utilizó Jesús con Mateo, dicién-dole: «Debo ir a tu casa». Es así como «el Señorsiempre busca la manera»; sin embargo «otras vecesadvierte: “no, malditos, vosotros que no habéis hechoesto, esto...”». Es una advertencia «fuerte», explicó elPontífice, «pero también en nuestra vida el Señor to-ma esta actitud de padre con hijo adolescente, tratan-do de hacerle ver con la persuasión que debe dar unpaso adelante: dar un paso adelante en el camino dela conversión».

«Agradecemos al Señor por su bondad», relanzóFrancisco, explicando que «él no quiere hacernos da-ño ni condenarnos: dio su vida por nosotros y esta essu bondad y siempre busca el modo de llegar al cora-zón». Por esa razón, afirmó «cuando nosotros sacer-dotes, en el lugar del Señor, debemos escuchar lasconversiones, también nosotros debemos tener estaactitud de bondad, como dice el Señor: “Venid, dis-cutamos, no hay problema, el perdón existe”». Y «nola amenaza, desde el principio».

Al respecto el Papa confió haberse «quedado con-movido hace algunos días cuando un cardenal queconfiesa varias veces a la semana, por la tarde aquí enel Santo Espíritu en Sassia —hace dos horas de confe-sión, cada día— me contó cómo es su actitud: “Cuan-do yo veo a una persona a la que le cuesta decir algo,que se ve que es grande, grande y yo entiendo inme-

diatamente qué es, digo: he entendido, he entendido,está bien, ¿otra cosa?”». Y este comportamiento, hizopresente Francisco, «abre el corazón y la otra personase siente en paz y va adelante y continúa el diálogo».

Pero esto es también lo que hace «el Señor con no-sotros: “Venid, discutamos, hablemos; toma el recibodel perdón, el perdón existe; ahora hablemos un po-co para que tú no hagas otra chiquillada después”».

«A mí me ayuda ver este comportamiento del Se-ñor: el padre con el hijo que se cree grande, que secree crecido y todavía está a mitad de camino», aña-dió el Pontífice. Y «el Señor sabe que todos nosotrosestamos a mitad de camino y tantas veces necesitamosesto, sentir esta palabra: “Ven, no te asustes, ven, elperdón existe”». Esto, concluyó, «nos alienta: ir alSeñor con el corazón abierto, es el padre que nos es-p era».

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página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de marzo de 2018, número 9

En la Audiencia general

El primer altar fue la cruz

La cruz «fue el primer altarcristiano»: lo recordó el PapaFrancisco en la Audiencia general delmiércoles, 28 de febrero, por lamañana. Durante el encuentro en elAula Pablo VI el Pontífice continuó elciclo de catequesis dedicadas a la misa.A continuación se dirigió a la basílicavaticana para saludar a los fieles queno habían encontrado sitio en el Aula.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Continuamos con la catequesis so-bre la santa misa. En la liturgia de laPalabra —sobre la que me he deteni-do en las pasadas catequesis— sigueotra parte constitutiva de la misa,que es la liturgia eucarística. En ella,a través de los santos signos, la Igle-sia hace continuamente presente elSacrificio de la nueva alianza selladapor Jesús sobre el altar de la Cruz(cf. Concilio Vaticano II, Const. Sa-crosanctum Concilium, 47). Fue el pri-mer altar cristiano, el de la Cruz, ycuando nosotros nos acercamos alaltar para celebrar la misa, nuestramemoria va al altar de la Cruz, don-de se hizo el primer sacrificio. El sa-cerdote, que en la misa representa aCristo, cumple lo que el Señor mis-mo hizo y confió a los discípulos enla Última Cena: tomó el pan y el cá-liz, dio gracias, los pasó a sus discí-pulos diciendo: «Tomad, comed...bebed: esto es mi cuerpo... este es elcáliz de mi sangre. Haced esto enmemoria mía». Obediente al manda-miento de Jesús, la Iglesia ha dis-puesto en la liturgia eucarística elmomento que corresponde a las pa-labras y a los gestos cumplidos porÉl en la vigilia de su Pasión. Así, enla preparación de los dones. son lle-vados al altar el pan y el vino, es de-cir los elementos que Cristo tomó ensus manos. En la Oración eucarísticadamos gracias a Dios por la obra dela redención y las ofrendas se con-vierten en el Cuerpo y la Sangre deJesucristo. Siguen la fracción delPan y la Comunión, mediante lacual revivimos la experiencia de losApóstoles que recibieron los doneseucarísticos de las manos de Cristomismo (cf. Instrucción General delMisal Romano, 72). Al primer gestode Jesús: «tomó el pan y el cáliz delvino», corresponde por tanto la pre-paración de los dones. Es la primeraparte de la Liturgia eucarística. Estábien que sean los fieles los que pre-senten el pan y el vino, porque estosrepresentan la ofrenda espiritual dela Iglesia ahí recogida para la euca-ristía. Es bonito que sean los pro-pios fieles los que llevan al altar elpan y el vino. Aunque hoy «los fie-les ya no traigan, de los suyos, elpan y el vino destinados para la li-turgia, como se hacía antiguamente,sin embargo el rito de presentarlosconserva su fuerza y su significadoespiritual» (ibíd., 73). Y al respectoes significativo que, al ordenar unnuevo presbítero, el obispo, cuandole entrega el pan y el vino dice:«Recibe las ofrendas del pueblo san-to para el sacrificio eucarístico»(Pontifical Romano – Ordenación delos obispos, de los presbíteros y de losdiáconos). ¡El Pueblo de Dios quelleva la ofrenda, el pan y el vino, lagran ofrenda para la misa! Por tan-

to, en los signos del pan y del vinoel pueblo fiel pone la propia ofrendaen las manos del sacerdote, el cual ladepone en el altar o mesa del Señor,«que es el centro de toda la LiturgiaEucarística» (IGMR, 73). Es decir, elcentro de la misa es el altar, y el al-tar es Cristo; siempre es necesariomirar el altar que es el centro de lamisa. En el «fruto de la tierra y deltrabajo del hombre», se ofrece portanto el compromiso de los fieles ahacer de sí mismos, obedientes a ladivina Palabra, «sacrificio agradablea Dios, Padre todopoderoso», «porel bien de toda su santa Iglesia». Así«la vida de los fieles, su alabanza, susufrimiento, su oración y su trabajose unen a los de Cristo y a su totalofrenda, y adquieren así un valornuevo» (Catecismo de la Iglesia Cató-lica, 1368). Ciertamente, nuestra

ofrenda es poca cosa, pero Cristonecesita de este poco. Nos pide po-co, el Señor, y nos da tanto. Nos pi-de poco. Nos pide, en la vida ordi-naria, buena voluntad; nos pide co-razón abierto; nos pide ganas de sermejores para acogerle a Él que seofrece a sí mismo a nosotros en laeucaristía; nos pide estas ofrendassimbólicas que después se converti-rán en su cuerpo y su sangre. Unaimagen de este movimiento oblativode oración se representa en el incien-so que, consumido en el fuego, libe-ra un humo perfumado que sube ha-cia lo alto: incensar las ofrendas, co-mo se hace en los días de fiesta, in-censar la cruz, el altar, el sacerdote yel pueblo sacerdotal manifiesta visi-blemente el vínculo del ofertorio queune todas estas realidades al sacrifi-cio de Cristo (cf. IGMR, 75). Y no

olvidar: está el altar que es Cristo,pero siempre en referencia al primeraltar que es la Cruz, y sobre el altarque es Cristo llevamos lo poco denuestros dones, el pan y el vino quedespués se convertirán en el tanto:Jesús mismo que se da a nosotros. Ytodo esto es cuanto expresa tambiénla oración sobre las ofrendas. En ellael sacerdote pide a Dios aceptar losdones que la Iglesia les ofrece, invo-cando el fruto del admirable inter-cambio entre nuestra pobreza y suriqueza. En el pan y el vino le pre-sentamos la ofrenda de nuestra vida,para que sea transformada por el Es-píritu Santo en el sacrificio de Cristoy se convierta con Él en una solaofrenda espiritual agradable al Pa-dre. Mientras se concluye así la pre-paración de los dones, nos disponesa la Oración eucarística (cf. ibíd.,77). Que la espiritualidad del don desí, que este momento de la misa nosenseña, pueda iluminar nuestras jor-nadas, las relaciones con los otros,las cosas que hacemos, los sufrimien-tos que encontramos, ayudándonos aconstruir la ciudad terrena a la luzdel Evangelio.

El Papa invitó a los fieles presentes enla Audiencia general a rezar por loscristianos de Oriente Medio«perseguidos y obligados a dejar sutierra». Lo hizo saludando a losgrupos de lengua árabe. Saludótambién a los fieles de lengua española.

Saludo cordialmente a los peregri-nos de lengua española, en particu-lar a los grupos provenientes de Es-paña y Latinoamérica.

En este tiempo de Cuaresma losanimo a vivir profundamente la espi-ritualidad de la entrega que la Euca-ristía nos enseña, de modo que laoración, el ayuno y la limosna de es-tos días, den frutos concretos de au-téntica conversión del corazón. Mu-chas gracias.