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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLIX, número 16 (2.512) Ciudad del Vaticano 21 de abril de 2017 En el mensaje «urbi et orbi» el doloroso recuerdo del cruel ataque a los refugiados de Siria Paz para nuestros días A los responsables de las Naciones el Papa pide valor para evitar prolongar los conflictos Vergüenza por la sangre inocente El latir del Resucitado VÍA CRUCIS EN EL COLISEO EN PÁGINA 2 VIGILIA PASCUAL EN PÁGINA 3 URBI ET ORBI EN PÁGINA 5

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLIX, número 16 (2.512) Ciudad del Vaticano 21 de abril de 2017

En el mensaje «urbi et orbi» el doloroso recuerdo del cruel ataque a los refugiados de Siria

Paz para nuestros díasA los responsables de las Naciones el Papa pide valor para evitar prolongar los conflictos

Vergüenza por la sangre inocente El latir del Resucitado

VÍA CRUCIS EN EL COLISEO EN PÁGINA 2 VIGILIA PA S C UA L EN PÁGINA 3

URBI ET ORBI EN PÁGINA 5

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

don Sergio Pellini S.D.B.director general

Servicio fotográficop h o t o @ o s s ro m .v a

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 21 de abril de 2017, número 16

Vergüenza porla sangre inocente

Oración del Papa Francisco al finalizar el víacrucis de Viernes Santo en el Coliseo

Oh Cristo dejado solo y traicionado inclusopor los suyos y vendido a bajo precio.Oh Cristo juzgado por los pecadores,entregado por los Jefes.Oh Cristo desgarrado en la carne, coronadode espinas y vestido de púrpura.Oh Cristo abofeteado y atrozmente clavado.Oh Cristo traspasado por la lanza que haatravesado tu corazón.Oh Cristo muerto y sepultado, tú que eres elDios de la vida y de la existencia.Oh Cristo, nuestro único Salvador, volvemosa Ti también este año con los ojos abajadosde vergüenza y con el corazón lleno deesp eranza:De vergüenza por todas las imágenes dedevastaciones, de destrucción y de naufragioque se han convertido en ordinarias ennuestra vida;Vergüenza por la sangre inocente quecotidianamente es derramada de mujeres, deniños, de inmigrantes y de personasperseguidas por el color de su piel o por supertenencia étnica y social y por su fe en Ti;Vergüenza por las demasiadas veces que,como Judas y Pedro, te hemos vendido ytraicionado y dejado solo para morir pornuestros pecados, escapando como cobardesde nuestras responsabilidades;Vergüenza por nuestro silencio ante lasinjusticias; por nuestras manos perezosas en eldar y ávidas en el arrancar y en el conquistar;por nuestra voz aguda en el defender nuestrosintereses y tímida en el hablar de los de losdemás; por nuestros pies rápidos en el caminodel mal y paralizados en el del bien;Vergüenza por todas las veces que nosotrosobispos, sacerdotes, consagrados y

según nuestros méritos sino únicamente segúnla abundancia de tu Misericordia; quenuestras traiciones no hacen mermar lainmensidad de tu amor; que tu corazón,materno y paterno, no nos olvida por ladureza de nuestras entrañas;La esperanza segura de que nuestros nombresestán inscritos en tu corazón y que estamoscolocados en la pupila de tus ojos;La esperanza de que tu Cruz transformanuestros corazones endurecidos en corazón decarne capaces de soñar, de perdonar y deamar; transforma esta noche tenebrosa de tucruz en alba deslumbrante de tuR e s u r re c c i ó n ;La esperanza de que tu fidelidad no se basaen la nuestra;La esperanza de que la de multitud dehombres y mujeres fieles a tu Cruz continúa ycontinuará viviendo fiel como la levadura queda sabor y como la luz que abre nuevos

Oh Señor Jesús, Hijo de Dios, víctimainocente de nuestra redención, ante tuestandarte real, ante tu misterio de muerte yde gloria, ante tu patíbulo, nos arrodillamos,avergonzados y esperanzados, y te pedimosque nos laves en el baño de sangre y aguaque salieron de tu Corazón traspasado;perdona nuestros pecados y nuestras culpas;Te pedimos que te acuerdes de nuestroshermanos golpeados por la violencia, laindiferencia y la guerra;Te pedimos que rompas las cadenas que nostienen prisioneros en nuestro egoísmo, ennuestra ceguera voluntaria y en la vanidad denuestros cálculos mundanos.Oh Cristo, te pedimos que nos enseñes a noavergonzarnos nunca de tu Cruz, a noinstrumentalizarla sino a honrarla y adorarla,porque con ella Tú nos has manifestado lamonstruosidad de nuestros pecados, lagrandeza de tu amor, la injusticia de nuestrosjuicios y el poder de tu misericordia. Amén.

consagradas hemos escandalizado y herido atu cuerpo, la Iglesia; y hemos olvidadonuestro primer amor, nuestro primerentusiasmo y nuestra total disponibilidad,dejando oxidar nuestro corazón y nuestraconsagración.

Mucha vergüenza Señor pero nuestrocorazón está nostálgico también de laesperanza confiada de que tú no nos tratas

horizontes en el cuerpo de nuestrahumanidad herida;La esperanza de que tu Iglesia buscará servoz que grita en el desierto de la humanidadpara preparar el camino de tu regreso triunfal,cuando vendrás a juzgar a los vivos y a losmuertos;¡La esperanza de que el bien vencerá a pesarde su aparente derrota!

número 16, viernes 21 de abril de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

El Papa invita a dejarse sorprender por la novedad de Cristo

El latir del Resucitado

de aceptar que todo siempre tenga queterminar igual.

Y si hacemos un esfuerzo con nuestraimaginación, en el rostro de estas mujerespodemos encontrar los rostros de tantasmadres y abuelas, el rostro de niños y jó-venes que resisten el peso y el dolor detanta injusticia inhumana. Vemos refleja-dos en ellas el rostro de todos aquellosque caminando por la ciudad sienten eldolor de la miseria, el dolor por la explo-tación y la trata. En ellas también vemosel rostro de aquellos que sufren el despre-cio por ser inmigrantes, huérfanos de pa-tria, de casa, de familia; el rostro de aque-llos que su mirada revela soledad y aban-dono por tener las manos demasiado arru-gadas. Ellas reflejan el rostro de mujeres,madres que lloran por ver cómo la vida desus hijos queda sepultada bajo el peso dela corrupción, que quita derechos y rompetantos anhelos, bajo el egoísmo cotidianoque crucifica y sepulta la esperanza demuchos, bajo la burocracia paralizante yestéril que no permite que las cosas cam-bien. Ellas, en su dolor, tienen el rostro detodos aquellos que, caminando por la ciu-dad, ven crucificada la dignidad.

En el rostro de estas mujeres, están mu-chos rostros, quizás encontramos tu rostroy el mío. Como ellas, podemos sentir elimpulso a caminar, a no resignarnos conque las cosas tengan que terminar así. Esverdad, llevamos dentro una promesa y lacerteza de la fidelidad de Dios. Pero tam-bién nuestros rostros hablan de heridas,hablan de tantas infidelidades, personalesy ajenas, hablan de intentos y luchas falli-das. Nuestro corazón sabe que las cosaspueden ser diferentes pero, casi sin darnoscuenta, podemos acostumbrarnos a convi-vir con el sepulcro, a convivir con la frus-tración. Más aún, podemos llegar a con-vencernos de que esa es la ley de la vida,anestesiándonos con evasiones que lo úni-co que logran es apagar la esperanza queDios puso en nuestras manos. Así son,tantas veces, nuestros pasos, así es nuestroandar, como el de estas mujeres, un andarentre el deseo de Dios y una triste resig-nación. No sólo muere el Maestro, con élmuere nuestra esperanza. «De pronto

sucitado, Cristo Vive. Y eso cambió el pa-so de María Magdalena y la otra María,eso es lo que las hace salir de nuevo rápi-damente y correr a dar la noticia (cf. Mt28, 8). Eso es lo que las hace volver sobresus pasos y sobre sus miradas. Vuelven ala ciudad a encontrarse con los otros.

Así como con ellas hemos entrado en elsepulcro, los invito a que vayamos conellas, que volvamos a la ciudad, que vol-vamos sobre nuestros pasos, sobre nues-tras miradas. Vayamos con ellas a anun-ciar la noticia, vayamos… a todos esos lu-gares donde parece que el sepulcro ha te-nido la última palabra, y donde parece

que la muerte ha sido la única solución.Vayamos a anunciar, a compartir, a revelarque es verdad: el Señor está Vivo. Vivo yqueriendo resucitar en tantos rostros quehan sepultado la esperanza, que han se-pultado los sueños, que han sepultado ladignidad. Y si no somos capaces de dejarque el Espíritu nos conduzca por este ca-mino, entonces no somos cristianos.

Vayamos y dejémonos sorprender poreste amanecer diferente, dejémonos sor-prender por la novedad que sólo Cristopuede dar. Dejemos que su ternura yamor muevan nuestros pasos, dejemos quesu latir transforme nuestro débil palpitar.

como fuerza transformadora, co-mo fermento de nueva humani-dad. Con la Resurrección, Cristono ha movido solamente la piedradel sepulcro, sino que quiere tam-bién hacer saltar todas las barre-ras que nos encierran en nuestrosestériles pesimismos, en nuestroscalculados mundos conceptualesque nos alejan de la vida, ennuestras obsesionadas búsquedasde seguridad y en desmedidasambiciones capaces de jugar conla dignidad ajena.

Cuando el Sumo Sacerdote ylos líderes religiosos en complici-dad con los romanos habían creí-do que podían calcularlo todo,cuando habían creído que la últi-ma palabra estaba dicha y que lescorrespondía a ellos establecerla,Dios irrumpe para trastocar todoslos criterios y ofrecer así una nue-va posibilidad. Dios, una vezmás, sale a nuestro encuentro pa-ra establecer y consolidar un nue-vo tiempo, el tiempo de la miseri-cordia. Esta es la promesa reser-vada desde siempre, esta es la sor-presa de Dios para su pueblo fiel:alégrate porque tu vida escondeun germen de resurrección, unaoferta de vida esperando desper-t a r.

Y eso es lo que esta noche nosinvita a anunciar: el latir del Re-

Nuestro corazón sabe que las cosas

pueden ser diferentes pero, casi sin

darnos cuenta, podemos acostumbrarnos

a convivir con el sepulcro

piro de su Maestro en lacruz y luego a José de Ari-matea a darle sepultura—;dos mujeres capaces de nohuir, capaces de aguantar,de asumir la vida como sepresenta y de resistir el sa-bor amargo de las injusti-cias. Y allí están, frente alsepulcro, entre el dolor y laincapacidad de resignarse,

«El latir del Resucitado es lo que se nos haregalado, y que se nos ha pedido donar a suvez como fuerza transformadora, comofermento de nueva humanidad». Así loindicó el Papa Francisco en la homilía de laVigilia Pascual, en la Basílica de SanP e d ro .

«En la madrugada del sábado, al alborearel primer día de la semana, fueron Maríala Magdalena y la otra María a ver el se-pulcro» (Mt 28 1). Podemos imaginar esospasos…, el típico paso de quien va al ce-menterio, paso cansado de confusión, pa-so debilitado de quien no se convence deque todo haya terminado de esa forma…Podemos imaginar sus rostros pálidos, ba-ñados por las lágrimas... Y la pregunta,¿cómo puede ser que el Amor esté muer-to?

A diferencia de los discípulos, ellas es-tán ahí —como acompañaron el último res-

tembló fuertemente la tierra» (Mt28, 2). De pronto, estas mujeresrecibieron una sacudida, algo yalguien hizo temblar el suelo bajosus pies. Alguien, una vez más sa-lió, a su encuentro a decirles:«No teman», pero esta vez aña-diendo: «Ha resucitado como lohabía dicho» (Mt 28, 6). Y tal esel anuncio que generación trasgeneración esta noche santa nosregala: No temamos hermanos, haresucitado como lo había dicho.«La vida arrancada, destruida,aniquilada en la cruz ha desperta-do y vuelve a latir de nuevo» (cfrR. Guardini, El Señor). El latirdel Resucitado se nos ofrece co-mo don, como regalo, como hori-zonte. El latir del Resucitado eslo que se nos ha regalado, y quese nos ha pedido donar a su vez

página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 21 de abril de 2017, número 16

Hoy la Iglesia repite, canta, grita: “¡Jesús hare s u c i t a d o ! ”. ¿Pero cómo? Pedro, Juan, lasmujeres fueron al Sepulcro y estaba vacío, Élno estaba. Fueron con el corazón cerrado porla tristeza, la tristeza de una derrota: elMaestro, su Maestro, el que amaban tantofue ejecutado, murió. Y de la muerte no seregresa. Esta es la derrota, este es el caminode la derrota, el camino hacia el sepulcro.Pero el ángel les dice: “No está aquí, ha resu-citado”. Es el primer anuncio: “Ha resucita-do”. Y después la confusión, el corazón ce-rrado, las apariciones. Pero los discípulospermanecieron encerrados todo el día en elCenáculo, porque tenían miedo de que lesocurriera lo mismo que le sucedió a Jesús. Yla Iglesia no cesa de decir a nuestras derro-tas, a nuestros corazones cerrados y temero-sos: “Parad, el Señor ha resucitado”. Pero siel Señor ha resucitado, ¿cómo están suce-diendo estas cosas? ¿Cómo suceden tantasdesgracias, enfermedades, tráfico de perso-nas, trata de personas, guerras, destrucciones,mutilaciones, venganzas, odio? ¿Pero dóndeestá el Señor? Ayer llamé a un chico con unaenfermedad grave, un chico culto, un inge-niero y hablando, para dar un signo de fe, ledije: “No hay explicaciones para lo que tesucede. Mira a Jesús en la Cruz, Dios ha he-cho eso con su Hijo, y no hay otra explica-ción”. Y él me respondió: “Sí, pero ha pre-guntado al Hijo y el Hijo ha dicho sí. A míno se me ha preguntado si quería esto”.

Esto nos conmueve, a nadie se nos pre-gunta: “¿Pero estás contento con lo que suce-de en el mundo? ¿Estás dispuesto a llevaradelante esta cruz?”. Y la cruz va adelante, yla fe en Jesús cae. Hoy la Iglesia sigue di-ciendo: “Párate, Jesús ha resucitado”. Y estano es una fantasía, la Resurrección de Cristono es una fiesta con muchas flores. Esto esbonito, pero no es esto, es más; es el misteriode la piedra descartada que termina siendo elfundamento de nuestra existencia. Cristo haresucitado, esto significa. En esta cultura deldescarte donde eso que no sirve toma el ca-mino del usar y tirar, donde lo que no sirvees descartado, esa piedra —Jesús— es descar-tada y es fuente de vida. Y también nosotros,

guijarros por el suelo, en esta tierra de dolor,de tragedias, con la fe en el Cristo Resucita-do tenemos un sentido, en medio de tantascalamidades. El sentido de mirar más allá, elsentido de decir: “Mira no hay un muro; hayun horizonte, está la vida, la alegría, está lacruz con esta ambivalencia. Mira adelante,no te cierres. Tú guijarro, tienes un sentidoen la vida porque eres un guijarro en esa pie-dra, esa piedra que la maldad del pecado hadescartado”. ¿Qué nos dice la Iglesia hoy an-te tantas tragedias? Esto, sencillamente. Lapiedra descartada no resulta realmente des-cartada. Los guijarros que creen y se unen aesa piedra no son descartados, tienen un sen-

tido y con este sentimiento la Iglesia repitedesde lo profundo del corazón: “Cristo hare s u c i t a d o ”. Pensemos un poco, que cadauno de nosotros piense, en los problemas co-tidianos, en las enfermedades que hemos vi-vido o que alguno de nuestros familiares tie-ne; pensemos en las guerras, en las tragediashumanas y, simplemente, con voz humilde,sin flores, solos, ante de Dios, ante de noso-tros decimos: “No sé cómo va esto, pero es-toy seguro de que Cristo ha resucitado y yohe apostado por esto”. Hermanos y herma-nas, esto es lo que he querido deciros. Vol-ved a casa hoy, repitiendo en vuestro cora-zón: “Cristo ha resucitado”.

Celebración eucarística del domingo de Resurrección

El misteriode la piedra desechada

En el de Pascua, 16 de abril

el Santo Padre celebró la eucaristía

en la plaza de San Pedro

junto con miles de fieles, pronunciando

la homilía que publicamos a continuación

número 16, viernes 21 de abril de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Queridos hermanos y hermanas,¡Feliz Pascua!Hoy, en todo el mundo, la Iglesia renuevael anuncio lleno de maravilla de los pri-meros discípulos: Jesús ha resucitado —Era verdad, ha resucitado el Señor, comohabía dicho (cf. Lc 24, 34; Mt 28, 5-6).

La antigua fiesta de Pascua, memorialde la liberación de la esclavitud del pue-blo hebreo, alcanza aquí su cumplimiento:con su resurrección, Jesucristo nos ha libe-

Se hace cargo de los niños y de los ado-lescentes que son privados de su serenidadpara ser explotados, y de quien tiene elcorazón herido por las violencias que pa-dece dentro de los muros de su propia ca-sa.

El Pastor Resucitado se hace compañe-ro de camino de quienes se ven obligadosa dejar la propia tierra a causa de los con-flictos armados, de los ataques terroristas,de las carestías, de los regímenes opreso-

la carestía que está golpeando algunas re-giones de África.

Que Jesús Resucitado sostenga los es-fuerzos de cuantos, especialmente enAmérica Latina, se comprometen en ga-rantizar el bien común de las sociedades,tantas veces marcadas por tensiones políti-cas y sociales, que en algunos casos handesembocado en violencia.

Que se puedan construir puentes dediálogo, perseverando en la lucha contra

Y con los signos de la Pasión —las heridasde su amor misericordioso— nos atrae ha-cia su camino, el camino de la vida. Tam-bién hoy, Él carga sobre sus hombros amuchos de nuestros hermanos y hermanasoprimidos por el mal en sus diversas for-mas.

El Pastor Resucitado va a buscar aquien está perdido en los laberintos de lasoledad y de la marginación; va a su en-cuentro mediante hermanos y hermanasque saben acercarse a esas personas conrespeto y ternura y les hace oír su voz,una voz jamás olvidada, que les llama denuevo a la amistad con Dios.

Se hace cargo de cuantos son víctimasde antiguas y nuevas esclavitudes: trabajosinhumanos, tráficos ilícitos, explotación ydiscriminación, graves dependencias.

se propaguen los conflictos y de acabarcon el tráfico de las armas.

Que en estos tiempos sostenga en mo-do particular los esfuerzos de cuantos tra-bajan activamente para llevar alivio y con-suelo a la población civil de Siria, la ama-da y martirizada Siria, víctima de unaguerra que no cesa de sembrar horror ymuerte. Es de ayer el último innoble ata-que a los refugiados que huían provocan-do numerosos muertos y heridos.

Que conceda la paz a todo el OrienteMedio, a partir de Tierra Santa, así comotambién a Irak y a Yemen.

Que no falte la cercanía del Buen Pas-tor a las poblaciones de Sudán del Sur, deSudán, de Somalia y de la República De-mocrática del Congo, que padecen el per-petuarse de los conflictos, agravados por

aliviar los dramas de cuantos sufren lasconsecuencias.

Que el Señor Resucitado, que no cesade colmar al continente europeo con subendición, dé esperanza a cuantos atravie-san momentos de crisis y dificultad, espe-cialmente a causa de la gran falta de tra-bajo sobre todo para los jóvenes.

Queridos hermanos y hermanas, esteaño los cristianos de todas las confesionescelebramos juntos la Pascua.

Resuena así a una sola voz en cada par-te de la tierra el anuncio más hermoso:«¡El Señor ha resucitado verdaderamente,como había predicho!». Él, que ha venci-do las tinieblas del pecado y de la muerte,dé paz a nuestros días.

Feliz Pascua.

Mensaje Urbi et Orbi

Paz en nuestros díasres. A estos emigrantes forzosos, les haceencontrar hermanos bajo todo cielo, paracompartir el pan y la esperanza en el ca-mino común.

Que en los momentos más complejos ydramáticos de los pueblos, el Señor Resu-citado guíe los pasos de quien busca lajusticia y la paz; y done a los representan-tes de las Naciones el valor de evitar que

la plaga de la corrupción y en la búsque-da de válidas soluciones pacíficas ante lascontroversias, para el progreso y la conso-lidación de las instituciones democráticas,en el pleno respeto del estado de derecho.

Que el Buen Pastor ayude a Ucrania,todavía afligida por un sangriento conflic-to, para que vuelva a encontrar la concor-dia y acompañe las iniciativas dirigidas a

ha venido a buscarnos, y para salvarnos seha abajado hasta la humillación de lacruz. Y hoy podemos proclamar: «Ha re-sucitado el Buen Pastor que dio la vidapor sus ovejas y se dignó morir por sugrey. Aleluya» (Misal Romano, IV Dom. dePascua, Ant. de la Comunión). A travésde los tiempos, el Pastor Resucitado no secansa de buscarnos a nosotros, sus herma-nos perdidos en los desiertos del mundo.

rado de la esclavitud del pe-cado y de la muerte y nosha abierto el camino a la vi-da eterna.

Todos nosotros, cuandonos dejamos dominar por elpecado, perdemos el buencamino y vamos errantes co-mo ovejas perdidas. PeroDios mismo, nuestro Pastor,

número 16, viernes 21 de abril de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 6/7

También los niñosy los adolescentes pueden convertirseen santosy testimoniarcon la vida la fidelidad a Cristo

El Pontífice canonizarádurante el viaje apostólico en Portugala dos de los tres testigosde las apariciones marianasen Cova de Iria

Consistorio ordinario público para el voto sobre algunas causas

Los pastorcitos de Fátima santos el 13 de mayoY el 15 de octubre la canonización de treinta mártires de Brasil, tres adolescentes mexicanos y dos sacerdotes

La santidad no tiene edad, ni límite de tiempoy de espacio. También los niños y los adoles-centes pueden convertirse en santos y testimo-niar con la vida la fidelidad a Cristo. Comolos dos pastores de Fátima, Francisco y Jacin-

ta Marto, que tenían respectivamente once y diez añoscuando murieron afectados por la gripe española. O co-mo los adolescentes mexicanos Cristóbal, Antonio yJuan, asesinados por odio a la fe en el siglo XVI, que sonlos protomártires del continente americano.

Educados por los franciscanos, se alejaron del cultolocal de los ídolos. Y esto les costó la vida, al punto deque uno de los tres, Cristóbal, fue asesinado por su pro-pio padre.

Junto a ellos, un grupo de treinta mártires, los prime-ros de Brasil, y dos religiosos: un escolapio español fun-dador de una congregación de religiosas y un fraile ca-puchino italiano. El Papa Francisco les proclamará san-tos en dos circunstancias diferentes. En la primera, el 13de mayo, durante el viaje apostólico en Portugal, cano-nizará a los dos niños, testigos junto con la prima Lucíados Santos, de las apariciones marianas en Cova de Iria;en la segunda, el domingo 15 de octubre, en la plaza deSan Pedro elevará al honor de los altares a todos los de-más: Andrés de Soveral, Ambrosio Francisco Ferro, sa-cerdotes diocesano, Mateo Moreira, laico, y 27 compañe-ros mártires en Brasil en el siglo XVII; Cristóbal, Antonioy Juan, adolescentes mártires en México; Faustino Mí-guez (1831-1925), de los Clérigos Regulares pobres de laMadre de Dios de las Escuelas Pías, fundador del Insti-

Pontífice estableció las fechas para las canonizaciones:sábado 13 de mayo y en el XXVIII domingo del tiempoordinario. El Pontífice llegó hacia las 10 a la sala delConsistorio del Palacio Apostólico, donde le esperabancuarenta cardenales, entre los cuales Angelo Sodano, de-cano del Colegio cardenalicio, y Pietro Parolin, secreta-rio de Estado. Estaban presentes también los arzobispos

tuto Calasancio de las Hijas de la Divina Pastora; y An-gelo da Acri, en el siglo Luca Antonio Falcone (1669-1739), proceso de la orden franciscano de los capuchinos.Lo anunció el Pontífice durante el Consistorio ordinariopúblico para el voto de algunas causas de canonización,que tuvo lugar el jueves 20 por la mañana.

Después de la oración de la hora tercia y la perora-ción realizada por el cardenal Angelo Amato, prefectode la Congregación para las Causas de lo Santos, el

Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado,Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia, e Ilsonde Jesús Montonari, secretario del Colegio cardenalicio;el obispo Fabio Fabene, subsecretario del Sínodo de losobispos, y los religiosos Turek Bogusław y VincenzoCriscuolo, respectivamente subsecretario y relator gene-ral de la Congregación de las causas de los santos. Paralas postulaciones estaban presentes Angela de Fátima-Coelho para los dos pastorcitos, junto con el vicerrectordel santuario mariano portugués, Vitor Coutinho; el frai-le menor Giovannangelo Califano, para los dos gruposde mártires americanos, el escolapio Andrés ValenciaHenao, para su hermano fundador, y el capuchino CarloCalloni, para el sacerdote de su misma orden predicadoren la Italia meridional y amigo de los pobres.

Siguió la celebración de la hora tercia, con los salmos118 y 29 recitados de forma alterna y la proclamación dela lectio brevis tomada de la primera carta de san Pabloapóstol a los Corintios (12, 13). Le correspondió, portanto, al cardenal Amato la peroración de las causas,precedida de la lectura en italiano de un breve perfilbiográfico de los nuevos santos. Similares, dijo, en elanuncio del rostro tierno y misericordioso de Dios.

El Pontífice, después de haber recibido la opinión delos cardenales, decidió inscribir los 37 nombres en el li-bro de los santos. Finalmente el maestro de las celebra-ciones litúrgicas pontificias, monseñor Guido Marini, in-vitó a monseñor Leonardo Sapienza, protonotario apos-tólico, a redactar el documento público ad perpetuam reimemoriam. Así, hacia las 10.30, el Papa Francisco se que-dó solo con los cardenales presentes para proseguir conla discusión.

A la izq: Los dos pastorcillosFrancisco y Jacinta Marto quefallecerían a temprana edad

página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 21 de abril de 2017, número 16

Regina Coeli en el Lunes del Ángel

El valor de la vidaQueridos hermanos y hermanas, ¡buenosdías!

En este lunes de fiesta, llamado «Lunesdel Ángel», la liturgia hace resonar elanuncio de la Resurrección proclamadoayer: «Cristo ha resucitado, ¡aleluya!». Enel actual pasaje evangélico podemos perci-bir el eco de las palabras que el ángel diri-gió a las mujeres que acudieron al sepul-cro: «id enseguida a decir a sus discípu-los: “ha resucitado de entre los muertos”»(Ma t e o 28, 7). Oímos como dirigida tam-bién a nosotros la invitación a “darnosprisa” y a “ir” a anunciar a los hombres ya las mujeres de nuestro tiempo este men-saje de alegría y de esperanza. De espe-ranza cierta, porque desde cuando, en laaurora del tercer día, Jesús crucificado re-sucitó, ¡la última palabra ya no la tiene lamuerte, sino la vida! Y esta es nuestra cer-teza. La última palabra no es el sepulcro,¡no es la muerte, es la vida! Por eso repe-timos tanto: “Cristo ha resucitado”. Por-que en Él el sepulcro ha sido derrotado,ha nacido la vida.

En virtud de este evento, que constituyela auténtica y verdadera novedad de lahistoria y del cosmos, estamos llamados aser hombres y mujeres nuevos según elEspíritu, afirmando el valor de la vida.¡Hay vida! ¡Esto es ya comenzar a resur-gir! Seremos hombres y mujeres de resu-rrección, hombres y mujeres de vida, si, enmedio de los sucesos que afligen al mun-do —hay muchos hoy—, en medio de lamundanidad que aleja de Dios, sabremostener gestos de solidaridad, gestos de aco-gida, alimentar el deseo universal de lapaz y la aspiración a un ambiente libre deldegrado. Se trata de signos comunes y hu-manos, pero que, sostenidos y animadospor la fe en el Señor Resucitado, adquie-ren una eficacia muy superior a nuestrascapacidades. Y esto es así. Sí, porqueCristo está vivo y obra en la historia pormedio de su Santo Espíritu: redime nues-tras miserias, alcanza cada corazón huma-no y devuelve esperanza para cualquieraque es oprimido y sufriente.

Que la Virgen María, testigo silenciosode la muerte y resurrección de su hijo Je-sús, nos ayude a ser signos límpidos deCristo resucitado entre los eventos delmundo, para que cuantos se encuentranen la tribulación y en dificultades no per-manezcan víctimas del pesimismo y de laderrota, de la resignación, sino que en-cuentren en nosotros a muchos hermanosy hermanas que les ofrecen su apoyo yconsolación. Que nuestra Madre nos ayu-de a creer fuertemente en la resurrecciónde Jesús: Jesús ha resucitado, está vivoaquí, entre nosotros, y esto es un admira-ble misterio de salvación con la capacidadde transformar los corazones y la vida. Einterceda de manera particular por las co-munidades cristianas perseguidas y opri-midas que están hoy, en muchas partes delmundo, llamadas a un más difícil y valien-te testimonio. Y ahora, en la luz y la ale-gría de la Pascua, nos dirigimos a Ella conla oración que durante cincuenta días,hasta Pentecostés, toma el lugar del Ánge-lus.

Regina Coeli...

número 16, viernes 21 de abril de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

En la tarde del lunes 17 de abril, al día siguiente del 90º cum-pleaños de Joseph Ratzinger, tuvo lugar, en el monasterio Ma -ter Ecclesiae de los jardines vaticanos, un momento de fiesta ce-lebrada al estilo bávaro.

Junto al festejado estaba su hermano, monseñor Georg Rat-zinger; y con ellos el arzobispo Georg Gänswein, las Me m o re sDomini que cuidan a Benedicto XVI y Birgit Wansing, la fiel se-cretaria. Le llevaron felicitaciones, regalos y sabores de su tierra,—incluida la tradicional jarra de cerveza y los Bretzel, panesenlazados característicos— el primer ministro de Baviera, HorstSeehofer, como cabeza de una delegación del land alemán, yuna compañía de Schützen, con su traje tradicional.

En la conclusión del encuentro, antes de impartir la bendi-ción a todos los presentes, Benedicto XVI tuvo unas palabras deagradecimiento: «Os doy las gracias por haberme hecho volvera mi bellísima tierra».

En honor de Benedicto XVI

Carta del Pontífice para felicitar por la Pascua al Patriarca copto ortodoxo

Por un nuevo camino«Como siervos de la esperanza, los cris-

tianos están llamados a proclamar juntosal Resucitado mediante el alegre testimo-nio de sus vidas y mediante el amor gene-roso por el prójimo. Sabemos que el mun-do de hoy tiene una urgente necesidad dela proclamación de esta esperanza, la úni-ca que no defrauda». Son las palabras queescribió Papa Francisco en una carta alPatriarca copto-ortodoxo, Tawadros II,con quien se reunirá durante el inminenteviaje a Egipto del 28 y 29 de abril. Laocasión de la carta, entregada personal-mente por el nuncio apostólico en Egipto,monseñor Bruno Musarò, fueron las felici-taciones por la Pascua, celebrada a pocosdías de los terribles atentados en Tanta yAlejandría el día del Domingo de Ramos.«Con la victoria de Cristo sobre el pecadoy la muerte —se lee— todo hombre y todamujer es capaz de mirar la propia vidacon ojos y corazón nuevos, incluso en cir-cunstancias marcadas por la tristeza y lasdificultades. Las tinieblas, el fracaso, elpecado —subrayó el Pontífice— pueden sersuperados y convertirse en punto de parti-da para un nuevo camino». El deseo delPapa es que la Pascua, que este año loscristianos celebraron el mismo día, pueda«inspirar en nuestras Iglesias un deseo ca-da vez mayor de una cada vez más pro-funda solidaridad al proclamar el Evange-lio y al servir a los que están en necesida-des».

«Francisco es un verdadero testimoniode la paz y de la verdad. A donde vaya,lleva la voz de todas las personas más frá-

giles y que más sufren en el mundo», co-mentó Tawadros II en una entrevista ex-clusiva con el SIR (Servicio de Informa-ción Religiosa), en la que habló también,por primera vez, sobre los dos atentadosterroristas. El Patriarca estaba celebrandola liturgia de los Ramos en la iglesia deSan Jorge en Alejandría, en donde unhombre se hizo explotar en el atrio des-pués de los detectores de metales. Afortu-nadamente Tawadros II salió ileso.

«Le he preguntado al Señor: ¿por qué?¿Por qué, Dios, has permitido que la Igle-sia y tus hijos vivan un periodo tan difícilcomo este?», confesó el primado copto.«Lo segundo en lo que pensé fue en laimagen de Egipto en todo el mundo. Es-tos atentados influyen en la vida del país,en la vida económica y social. Afectan in-distintamente a todos los egipcios, cristia-nos y musulmanes. Son una herida en elcorazón de Egipto».

De cualquier manera, añadió el Patriar-ca, «los atentados que hemos vivido handado testimonio de Jesucristo y del cristia-nismo. El pueblo egipcio ha quedado im-presionado, sorprendido por la manera enla que han reaccionado los coptos frente atanta violencia, no eligiendo el odio, sinola vía de la tolerancia incluso hacia quie-nes siembran miedo, provocan el mal y lamuerte». Después de todo lo que han vi-vido, después de todos los lutos y de todoel dolor, no hay odio en los corazones delos coptos. «Nosotros —explicó TawadrosII— no poseemos más que el amor por elSeñor y el amor por todos los hombres».

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El Papa Francisco envió una carta alobispo de Asís-Nocera Umbra-GualdoTadino, monseñor DomenicoSorrentino, con motivo de lainauguración del Santuario de laExpoliación en la iglesia de SantaMaría Mayor, antigua catedral deAs í s .

Carta del Santo PadreA mi venerado hermano

Mons. Domenico SorrentinoObispo de Asís-NoceraUmbra-Gualdo Tadino

Me has informado, querido herma-no, de una iniciativa tuya, que estáligada de una manera especial a lavisita que hice a Asís el 4 de octubrede 2013, cuando, en el obispado, mequedé en la Sala de la Expoliación.Allí se recuerda el gesto del jovenFrancisco, que se despojó, hasta ladesnudez, de todos los bienes terre-nos, para donarse por entero a Diosy a los hermanos. Para arrojar luzsobre este episodio singular, hasquerido erigir, en la iglesia de SantaMaría Mayor, antigua catedral deAsís, y en los lugares del obispadoque fueron testigos del evento, elsantuario de la Expoliación. Hasañadido así una perla al panoramareligioso de la "Ciudad seráfica",ofreciendo a la comunidad cristianay a los peregrinos otra gran oportu-nidad, de la que se pueden esperar,con razón, frutos espirituales y pas-torales. Me complace, por lo tanto,acompañar con una reflexión y unabendición la inauguración oficialque tendrá lugar el 20 de mayo.

Recuerdo bien la emoción de miprimera visita a Asís. Habiendo ele-gido como inspiración ideal de mipontificado, el nombre de Francisco,la Sala de la Expoliación me hizorevivir con especial intensidad esemomento de la vida del santo. Re-nunciando a todos los bienes terre-nos se desvinculaba del hechizo deldios-dinero que había atrapado a sufamilia, especialmente a su padrePietro di Bernardone. Ciertamente,el joven convertido no tenía inten-ción de perder el debido respeto asu padre, pero se acordó de que unbautizado debe poner el amor aCristo por encima de los afectos másqueridos. En una pintura que decorala Sala de la Expoliación, se ve muybien la mirada contrariada del pa-dre, que se aleja con el dinero y laropa del hijo, mientras que éste, des-nudo, pero ahora libre, se lanza alos brazos de obispo Guido. El mis-mo episodio, en la Basílica Superiorde San Francisco, es recordado porun fresco de Giotto, que subraya elimpulso místico del joven ahora pro-yectado hacia el Padre celestial,mientras el obispo lo cubre con su

manto, para expresar el abrazo ma-ternal de la Iglesia.

Cuando visité la Sala de la Expo-liación te pedí que me encontrasesobre todo una representación de lospobres. En esa Sala, tan elocuente,ellos eran testigos de la escandalosarealidad de un mundo todavía tanmarcado por la brecha entre el in-menso número de indigentes, a me-nudo desprovistos de lo estrictamen-te necesario, y la minúscula porciónde propietarios que tienen la mayorparte de la riqueza y pretenden de-terminar los destinos de la humani-dad. Por desgracia, dos mil añosdespués del anuncio del Evangelio ydespués de ocho siglos del testimo-nio de Francisco, estamos frente aun fenómeno de «inequidad global»y de «economía que mata» (cf. Ex-hort. Ap. Evangelii gaudium, 52-60).Precisamente, el día antes de mi lle-gada a Asís, en las aguas de Lampe-dusa, se había consumado una masa-cre de migrantes. Hablando en el lu-gar de la “exp oliación”, también conla conmoción determinada por eseluctuoso evento, sentí toda la verdadde lo que había testimoniado el jo-ven Francisco: solamente cuando seacercó a los más pobres, en su tiem-po representados sobre todo por losenfermos de lepra, ejercitando conellos la misericordia, experimentó«dulzura del alma y del cuerpo»(Te s t a m e n t o , FF 110).

El nuevo santuario de Asís nacecomo profecía de una sociedad másjusta y solidaria, mientras recuerda ala Iglesia su deber de vivir, tras lashuellas de Francisco, despojándosede la mundanidad y revistiéndose delos valores del Evangelio. Repito loque dije en la Sala de la Expolia-ción: «Todos estamos llamados a serpobres, a despojarnos de nosotrosmismos; y por esto tenemos queaprender a estar con los pobres, acompartir con aquellos que carecen

de lo necesario, a tocar la carne deCristo. El cristiano no es uno que sellena la boca con los pobres, ¡no! Esuno que los encuentra, que los miraa los ojos, que los toca». Hoy esmás necesario que nunca que las pa-labras de Cristo caractericen el cami-no y el estilo de la Iglesia. Si en tan-tas regiones del mundo, tradicional-mente cristianas, se verifica un aleja-miento de la fe, y por lo tanto esta-mos llamados a una nueva evangeli-zación, el secreto de nuestra predica-ción no está tanto en la fuerza denuestras palabras, sino en la fascina-ción del testimonio, con el apoyo dela gracia. Y la condición es que nodesatendamos las indicaciones que elMaestro dio a sus apóstoles en eldiscurso sobre la misión, haciendojuntos un llamamiento a la generosi-dad de los evangelizadores y a la so-licitud fraternal entre ellos: «Gratislo recibisteis, dadlo gratis. No osprocuréis oro ni plata, ni calderillaen vuestras fajas, ni alforja para elcamino, ni dos túnicas, ni sandalias,ni bastón; porque el obrero merecesu sustento» (Ma t e o 10, 8-10).

Francisco de Asís lo tenía muyclaro. Lo había asimilado en la me-ditación del Evangelio, pero sobretodo en la contemplación del rostrode Cristo en los leprosos y en el cru-cifijo de San Damiano, de quien ha-bía recibido el mandato: «Francisco,ve, repara mi casa». Sí, como en eltiempo de Francisco, la Iglesia siem-pre tiene que ser “re p a r a d a ”. Ella es,efectivamente, santa por los donesque recibe de lo alto, pero está for-mada por pecadores, y por lo tantoestá siempre necesitada de peniten-cia y de renovación. Y ¿cómo podríarenovarse a sí misma, sino mirando asu “desnudo” Señor? Cristo es elmodelo original de la “exp oliación”,como tú, querido hermano, has que-rido resaltar, promulgando tu cartade institución del nuevo santuarioen la solemnidad de la Navidad. En

el Niño de Belén la gloria divina es-tá como escondida. Estará aún másvelada en el Gólgota. «Tened entrevosotros los mismos sentimientosque Cristo: El cual, siendo de condi-ción divina, no retuvo ávidamente elser igual a Dios. Sino que se despo-jó a sí mismo, tomando condiciónde siervo, haciéndose semejante a loshombres y apareciendo en su portecomo hombre. Y se humilló a sí mis-mo, obedeciendo hasta la muerte ymuerte de cruz» (Filipenses 2, 5-8).

Desde Navidad a la Pascua, el ca-mino de Cristo es todo un misteriode “exp oliación”. La omnipotencia,de alguna manera se eclipsa, paraque la gloria del Verbo hecho carnese exprese sobre todo en el amor yla misericordia. ¡La expoliación esun misterio de amor! No significadesprecio por las realidades delmundo. Y ¿cómo podría? El mundoentero ha salido de las manos deDios. El mismo Francisco nos invita,en el Cántico del Hermano Sol, acantar y a custodiar la belleza de to-das las criaturas. La expoliación noshace utilizarlas de manera sobria ysolidaria, con una jerarquía de valo-res que pone el amor en el primerpuesto. Hay que despojarse, en sus-tancia, más que de cosas, de sí mis-mos, dejando a un lado el egoísmoque nos hace agarrarnos a nuestrosintereses y nuestros bienes, impi-diéndonos descubrir la belleza delotro y la alegría de abrirle el cora-zón. Un auténtico camino cristianono conduce a la tristeza, sino a laalegría. En un mundo marcado portanta «tristeza individualista» (Ex-hort. Ap. Evangelii gaudium, 2), elsantuario de la Expoliación se pro-pone alimentar en la Iglesia y en lasociedad la alegría evangélica, senci-lla y solidaria.

Un bello aspecto del nuevo san-tuario viene del hecho de que, en elevento de la expoliación de Francis-co, emerge también la figura de unpastor, el obispo Guido, que proba-blemente había conocido, si no in-cluso acompañado en su camino deconversión, y ahora lo acogía en suelección decisiva. Es una imagen dematernidad de la Iglesia que mereceser redescubierta, mientras la condi-ción juvenil, en un panorama gene-ral de crisis de la sociedad, planteaserias cuestiones que he querido cen-trar convocando un Sínodo al res-pecto. Los jóvenes necesitan ser aco-gidos, valorados y acompañados. Nohay que temer proponerles a Cristoy los exigentes ideales del Evangelio.Si no que es necesario para esto po-nerse en medio de ellos y caminarcon ellos. El nuevo santuario ad-quiere así también el valor de un lu-gar precioso donde los jóvenes pue-den ser ayudados en el discernimien-to de su vocación. Al mismo tiempo,los adultos están llamados a estre-charse en una unidad de propósitosy sentimientos, para que la Iglesiahaga emerger cada vez más su carác-ter de familia, y las nuevas genera-ciones se sientan apoyadas en su ca-mino.

Por lo tanto, bendigo de todo co-razón el nuevo santuario, extiendomi bendición a los peregrinos que lovisitarán y a toda la comunidad dio-cesana. ¡Que la Virgen, a quien elsantuario sigue dedicado, haga sentirtoda su protección materna!

Carta al obispo de Asís

Tras las huellas de san Francisco

Papa Francisco en Asís, durante la Oración por la paz (20-09-2016)

número 16, viernes 21 de abril de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

Redes de asistencia en América Latina

Hospitales de campo para inmigrantes

A la familia marista en el bicentenario de la fundación

Abrirse con esperanza al futuro

Al hermanoEmili Turú RofesSuperior General

de los Hermanos MaristasQuerido hermano:

Me es grato saludarlo y a través suyo atoda la familia Marista, con motivo del bi-centenario de la fundación de su Congre-gación, durante el cual celebrarán el XXIICapítulo general que tendrá lugar en Co-lombia. Han deseado preparar esta efemé-ride bajo el lema «un nuevo comienzo»,en el que está sintetizado todo un progra-ma de renovación que supone mirar conagradecimiento el pasado, discernir el pre-sente y abrirse con esperanza al futuro.

La gratitud es el primer sentimiento quebrota del corazón. Se necesita esta actitudde reconocimiento para valorar las obrasgrandes que Dios ha hecho a través de us-tedes. Así mismo, dar gracias nos hacebien; nos ayuda a reconocernos pequeñosante los ojos del Señor y deudores de unatradición que nos ha sido dada sin haberhecho nada por nuestra parte. Ustedespertenecen a una gran familia rica de tes-tigos que han sabido donar sus vidas poramor a Dios y al prójimo con ese espíritude hermandad que caracteriza a la Con-gregación y que convierte al otro en «her-

mano muy querido para mí» (Flm 16). Es-tos dos siglos de existencia se han trans-formado a su vez en una gran historia deentrega en favor de niños y jóvenes, quehan acogido a lo largo y ancho de los cin-co continentes y los han formado paraque fueran buenos ciudadanos y, sobre to-do, buenos cristianos. Estas obras de bienson expresión de la bondad y misericordiade Dios que, a pesar de nuestras limitacio-nes y torpezas, jamás se olvida de sushijos.

Sin embargo no basta contemplar el pa-sado, sino que es necesario realizar un dis-cernimiento del momento presente. Es jus-to que se examinen y es bueno que lo ha-gan a la luz del Espíritu. Discernir es re-conocer con objetividad y caridad el esta-do actual, confrontándolo con el espíritufundacional. San Marcelino Champagnatfue un innovador para su tiempo en elámbito educativo y de la formación. Élmismo experimentó la necesidad del amorpara poder sacar a relucir las potencialida-des que cada chico lleva escondidas den-tro de sí. Su santo Fundador decía: «Laeducación es para el niño lo que el cultivoes para el campo. Por muy bueno que estesea, si se deja de arar, no produce másque zarzas y malas hierbas». La tarea deleducador es de entrega constante y tieneuna carga de sacrificio; sin embargo laeducación es cosa del corazón, esto la ha-ce diferente y sublime. Estar llamados acultivar exige antes que nada cultivarseustedes mismos. El religioso-educador tie-ne que cuidar su campo interior, sus reser-vas humanas y espirituales, para poder sa-lir a sembrar y cuidar el terreno que lehan confiado. Deben ser conscientes queel terreno que trabajan y moldean es «sa-grado», viendo en él el amor y la impron-ta de Dios. Con esta dedicación y esfuer-zo, fieles a la misión recibida, contribuirán

a la obra de Dios, que los llama a ser sen-cillos instrumentos en sus manos.

Finalmente, los animo a que se abrancon esperanza al futuro, caminando conespíritu renovado; no es una ruta diferen-te, sino vivificada en el Espíritu. La socie-dad de hoy necesita personas sólidas ensus principios que puedan construir unmundo mejor para todos y dar testimoniode lo que creen. El lema de su Institutoreligioso es ya todo un proyecto de vida:«Todo a Jesús por María, todo a Maríapara Jesús». Es confiar en María y dejarseguiar por ella en su humildad y servicio,en su prontitud y entrega silenciosa; sonactitudes que el buen religioso y educadortienen que transmitir con su ejemplo. Losjóvenes reconocerán en su modo de ser yactuar que hay algo de extraordinario ycomprenderán que merece la pena no sóloaprender estos valores, sino sobre todo in-teriorizarlos e imitarlos. María los acom-pañará en este propósito y, junto a ella,ratificarán su vocación, contribuyendo acrear una nueva humanidad, donde el vul-nerable y el descartado sean valorados yamados. Este futuro que desean y por elque sueñan no es una ilusión, sino que seconstruye desde hoy, diciendo «sí» a lavoluntad de Dios en la certeza que él, co-mo Padre bueno, no defraudará nuestraesp eranza.

Agradezco al Señor y a María, NuestraBuena Madre —como a san Marcelino legustaba llamarla—, la presencia en la Igle-sia de su vocación y servicio, y pido paraustedes el don del Espíritu Santo paraque, movidos por él, lleven a los niños yjóvenes, como también a todos los necesi-tados, la cercanía y la ternura de Dios.

Vaticano, 10 de abril de 2017

justicia y solidaridad del Consejo episcopal lati-noamericano (CELAM).

La «Red Clamor», ya desde su nombre, segúnse explicó, hace referencia al libro del Éxodo (3, 7-8) en donde el Señor escucha «el grito del pueblode Egipto». Hoy ese es el grito doliente del pue-blo de los inmigrantes, de los refugiados y de lasvíctimas de la trata. «La inmigración es un temafundamental, dado que es uno de los problemasmás grandes en el mundo», dijo el padre Francis-co Hernández, director de la Secretaría de la Cá-ritas de América Latina y del Caribe. Por esto,

añadió, «nos sentimos profundamente comprome-tidos en trabajar como comunión eclesial, en don-de la diversidad de los esfuerzos y de experienciasnos permite proceder en modo concreto y comúna favor de los inmigrantes que viven situacionesterribles». Significativamente, durante los días detrabajo en la República Dominicana los delega-dos de la «Red Clamor» se dirigieron hacia elconfín septentrional con Haití para compartir enel campo la experiencia misionera de los religio-sos comprometidos con la obra de asistencia a mi-les de inmigrantes y desplazados que huyen de si-

diocesanos, religiosos y laicos de América Latinay del Caribe —se lee en el documento— estamospreocupados por la grave situación en la que seven obligados a vivir los inmigrantes, refugiados yvíctimas de la trata, sobre todo en esta región delmundo.

Somos testigos de la grave situación en la queviven millones de hermanos y hermanas obligadosa emigrar encontrando muros físicos, políticos, re-ligiosos y culturales en vez de puertas abiertas».Situaciones ante las cuales no se puede cerrar losojos.

Un «hospital de campo» en el que losinmigrantes, los desplazados, los refu-giados y las víctimas de la trata puedanser acogidos, protegidos y curados, re-conocidos en su dignidad y ayudadospara integrarse en la comunidad deacogida. Es en lo que pretende conver-tirse la «Red Clamor», el nuevo orga-nismo para la pastoral de los inmigran-tes, refugiados y víctimas de la trataque reúne gran parte de las varias reali-dades de la Iglesia en América Latina yel Caribe comprometidas en el sectorde las inmigraciones y de la movilidadhumana. Quien selló el nacimiento dela red, en los días pasados, fue un en-cuentro que tuvo lugar en Santiago deCaballeros, en la República Dominica-na, organizado por el Departamento de

tuaciones de terrible pobreza. «Sin du-da, la Red es una gran señal de espe-ranza», dijo monseñor Julio César Cor-niel Amaro, obispo de Puerto Plata ycoordinador nacional de la pastoral so-cial, para quien este nuevo organismo«representa la consolidación de las lí-neas concretas para el trabajo con losinmigrantes, para unificar criterios, sen-tirse sostenidos y unidos en la búsque-da de soluciones a los problemas quese presentan». A la constitución de laRed le precedió, en octubre pasado, undocumento, denominado «Declaraciónde Honduras», difundido por el Con-sejo latinoamericano de movilidad hu-mana y asilo (Clamor), con ocasión deun Congreso que tuvo lugar en Hon-duras. «Nosotros, obispos, sacerdotes

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Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Nos encontramos hoy a la luz dela Pascua, que hemos celebrado ycontinuamos celebrando con la Li-turgia. Por ello, en nuestro itinerariode catequesis sobre la esperanza cris-tiana, hoy deseo hablaros de CristoResucitado, nuestra esperanza, asícomo lo presenta san Pablo en la

fe nace de la resurrección. Aceptarque Cristo murió, y murió crucifica-do, no es un acto de fe, es un hechohistórico. En cambio creer que resu-citó sí. Nuestra fe nace la mañanade Pascua. Pablo hace una lista delas personas a las cuales Jesús resuci-tado se apareció (cf. vv. 5-7). Tene-mos aquí una pequeña síntesis detodas las narraciones pascuales y detodas las personas que entraron en

qué? Por que ¡yo he visto a Jesús vi-vo! ¡Yo he visto a Jesús resucitado!Este es el fundamento de la fe dePablo, como el de la fe de la Iglesia,como el de nuestra fe.

¡Qué bonito es pensar que el cris-tianismo, esencialmente, es esto! Noes tanto nuestra búsqueda respecto aDios —una búsqueda, en verdad, tantitub eante—, sino más bien la bús-queda de Dios respecto a nosotros.Jesús nos ha tomado, nos ha agarra-do, nos ha conquistado para no de-jarnos más. El cristianismo es gracia,es sorpresa, y por este motivo presu-pone un corazón capaz de estupor.

Ser cristianos significa no partirde la muerte, sino del amor de Diospor nosotros, que ha derrotado anuestra acérrima enemiga. Dios esmás grande que la nada, y basta sólouna vela encendida para vencer a lamás oscura de las noches. Pablo gri-ta, haciéndose eco de los profetas:«¿Dónde está oh muerte, tu victoria?¿Dónde está oh muerte, tuaguijón?» (v. 55). Durante estos díasde Pascua, llevamos este grito en elcorazón. Y si nos dirán el porqué denuestra sonrisa donada y de nuestropaciente compartir, entonces podre-mos responder que Jesús está toda-vía aquí, que sigue estando vivo en-tre nosotros, que Jesús está aquí, enla plaza, con nosotros: vivo y resuci-tado.

Al finalizar la catequesis, el SantoPadre saludó a los fieles allí reunidos.A continuación las palabras deFrancisco dirigidas a los peregrinos delengua española.

Queridos hermanos y hermanas:Nos encontramos hoy, en el con-

texto de la Pascua, que hemos cele-brado y seguimos celebrándola en laliturgia. Cristo resucitado es nuestraesperanza. El cristianismo es un ca-mino de fe que nace de un evento,testimoniado por los discípulos deJesús. Como nos dice San Pablo:Cristo murió por nuestros pecados,fue sepultado, resucitó al tercer día yse apareció a Pedro y a los Doce. Si

El Pontífice recuerda el núcleo del mensaje cristiano

La fe nace de la Resurreccióncontacto con el Resucitado. Encabe-zando la lista está Cefa, es decir Pe-dro, y el grupo de los Doce, luego“quinientos hermanos” muchos delos cuales podían dar todavía su tes-

Un corazón racionalista es incapazdel estupor, y no puede entenderqué es el cristianismo. Porque elcristianismo es gracia, y la gracia so-lamente se percibe, y aún más se en-

todo hubiera terminado con lamuerte de Jesús, sólo tendríamos enél un ejemplo de entrega y generosi-dad, pero no sería suficiente paragenerar nuestra fe, porque la fe naceen la mañana de Pascua.

San Pablo, al relatarnos la expe-riencia de las personas que han en-trado en contacto con el Resucitado,hace referencia primero a Cefas, lue-go a los Doce, después a más dequinientas personas, a Santiago ypor último se cita a sí mismo. Jesúsquiso salir al encuentro de Pablo,perseguidor de la Iglesia, cuandoiba camino de Damasco, y para elApóstol ese fue un acontecimientoque cambio su vida.

También el Señor quiere hacersepresente en nuestras vidas para con-quistarnos y no abandonarnos ja-más. Ser cristianos significa recono-cer y abrazar el amor que Dios tienepor nosotros, que vence el pecado yla muerte.

Saludo cordialmente a los peregri-nos de lengua española, en particu-lar a los venidos de España y Lati-noamérica. Los invito a llevar a to-dos el gozo de la resurrección delSeñor. Que podamos comunicar connuestra vida que él está aquí y viveen medio de nosotros.

Muchas gracias.

Si efectivamente

todo hubiera

terminado con su

muerte, en Él

tendríamos un

ejemplo de devoción

suprema, pero esto

no podría generar

nuestra fe

timonio, luego es cita-do Santiago. Últimode la lista —como elmenos digno de to-dos— está él mismo.Pablo dice de sí mis-mo: “como un aborto”(cf v. 8). Pablo usa es-ta expresión porquesu historia personal esdramática: él no eraun monaguillo, sinoun perseguidor de laIglesia, orgulloso desus propias convicio-nes; se sentía un hom-bre realizado, con unaidea muy límpida dequé era la vida con

cuentra en el estupordel encuentro.

Y entonces, aunqueseamos pecadores —to-dos nosotros lo so-mos—, si nuestros pro-pósitos de bien hanpermanecido sobre elpapel, o también si,mirando nuestra vida,nos damos cuenta dehaber sumado muchosfracasos... En la maña-na de Pascua pode-mos hacer como esaspersonas de las cualeshabla el Evangelio: iral sepulcro de Cristo,

sus deberes. Pero, en este cuadroperfecto, —todo era perfecto en Pa-blo, sabía todo— en este cuadro per-fecto de vida, un día ocurrió lo queera absolútamente imprevisible: elencuentro con Jesús Resucitado, so-bre la vía de Damasco. Allí no hubosolamente un hombre que cayó alsuelo: hubo una persona aferradapor un evento que le habría cambia-do el sentido de la vida. Y el perse-guidor se convierte en apóstol, ¿por

ver la gran piedra volcada y pensarque Dios está realizando para mí,para todos nosotros, un futuro ines-perado. Ir a nuestro sepulcro: todostenemos un poquito dentro. Ir ahí, yver cómo Dios es capaz de resurgirde ahí. Aquí hay felicidad, aquí hayalegría, vida, donde todos pensabanque hubiera solo tristeza, derrota ytinieblas. Dios hace crecer a sus flo-res más bonitas en medio de las pie-dras más áridas.

Primera Carta a losCorintios (cf cap. 15).

El apóstol quieredirimir una problemá-tica que seguramenteen la comunidad deCorinto está en el cen-tro de las discusiones.La resurrección es elúltimo argumento afrontado en laCarta, pero probablemente, por or-den de importancia, es el primero:todo efectivamente se basa en estap re m i s a .

Hablando a sus cristianos, Pabloparte de un dato inapelable, que noes el resultado de una reflexión deun hombre sabio, sino un hecho, unsimple hecho que ha intervenido enla vida de algunas personas. El cris-tianismo nace de aquí. No es unaideología, no es un sistema filosófi-co, sino que es un camino de fe queparte de un acontecimiento, testimo-niado por los primeros discípulos deJesús. Pablo lo resume de esta mane-ra: Jesús ha muerto por nuestros pe-cados, fue sepultado, y el tercer díaresucitó y se apareció a Pedro y a losDoce (cf 1 Corintios 15,3-5). Este es elhecho: murió, fue sepultado, resuci-tó y se apareció. Es decir, ¡Jesús estávivo! Este es el núcleo del mensajecristiano.

Anunciando este acontecimiento,que es el núcleo central de la fe, Pa-blo insiste sobre todo en el últimoelemento del misterio pascual, es de-cir en el hecho de que Jesús ha resu-citado. Si efectivamente todo hubie-ra terminado con su muerte, en Éltendríamos un ejemplo de devociónsuprema, pero esto no podría gene-rar nuestra fe. Ha sido un héroe.¡No! Murió, pero resucitó. Porque la

En la audiencia general del pasado miércoles 19 de abril, en laplaza de San Pedro ante miles de peregrinos, Francisco reflexionósobre la resurrección de Cristo.