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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año LII, número 17 (2.664) Ciudad del Vaticano 24 de abril de 2020 P ENSAR EN UN PROYECTO COMÚN

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año LII, número 17 (2.664) Ciudad del Vaticano 24 de abril de 2020

PENSAREN UN

PROYECTOCOMÚN

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoredazione.spagnola.or@sp c.va

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

ANDREA MONDAd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 24 de abril de 2020, número 17

Regina Coeli

Al finalizar la misa, antes de impartir la bendición final, el Santo Padreguió el rezo del Regina Coeli, introduciéndolo con las palabras quepublicamos a continuación.del Regina caeli, introducendola con le paroleque publicamos a continuación.

Queridos hermanos y hermanas:

Ha sido algo significativo celebrar la Eucaristía de este segun-do Domingo de Pascua aquí, en la Iglesia del Espíritu Santoen Sassia, que San Juan Pablo II deseaba como el Santuario

de la Divina Misericordia. La respuesta de los cristianos en las tem-pestades de la vida y de la historia no puede ser otra que la miseri-cordia: el amor compasivo entre nosotros y hacia todos, especialmen-te hacia los que sufren, los que tienen que afrontar más, los másabandonados... No el pietismo, ni el bienestar, sino la compasión,que viene del corazón. Y la misericordia divina viene del Corazón deCristo, del Cristo Resucitado. Brota de la herida de su costado, siem-pre abierta, abierta para nosotros, que siempre necesitamos perdón yconsuelo. Que la misericordia cristiana también inspire la generosi-dad justa entre las naciones y sus instituciones, a fin de enfrentar lacrisis actual de un modo solidario.

Quiero felicitar a los hermanos y hermanas de las Iglesias Orienta-les que hoy celebran la fiesta de la Pascua. Juntos anunciamos: «¡Esverdad! ¡El Señor ha resucitado!» (Lucas 24, 34). Especialmente eneste tiempo de dificultad, ¡sintamos qué gran regalo es la esperanzaque surge de haber resucitado con Cristo!

En particular, me alegro con las comunidades católicas orientalesque, por razones ecuménicas, celebran la Pascua junto con las orto-doxas: que esta fraternidad sea un consuelo allá donde los cristianosson una pequeña minoría.

Dirijámonos ahora a la Virgen María, Madre de Misericordia, conla alegría pascual.

La felicitación a las Iglesiasde oriente por la Pascua

Misa del Pontífice en la iglesia del Santo Espíritu en Sassia para la fiesta de la Divina Misericordia instituida por Juan Pablo II

Contra el virus del egoísmo

El domingo pasado celebra-mos la resurrección delMaestro, y hoy asistimos ala resurrección del discípu-

lo. Había transcurrido una semana,una semana que los discípulos, aunhabiendo visto al Resucitado, vivie-ron con temor, con «las puertas ce-rradas» (Jn 20, 26), y ni siquiera lo-graron convencer de la resurreccióna Tomás, el único ausente. ¿Qué hi-zo Jesús ante esa incredulidad teme-rosa? Regresó, se puso en el mismolugar, «en medio» de los discípulos,y repitió el mismo saludo: «Paz avosotros» (Jn 20, 19.26). Volvió aempezar desde el principio. La resu-rrección del discípulo comenzó enese momento, en esa misericordiafiel y paciente, en ese descubrimien-

to de que Dios no se cansa de ten-dernos la mano para levantarnos denuestras caídas. Él quiere que lo vea-mos así, no como un patrón conquien tenemos que ajustar cuentas,sino como nuestro Papá, que nos le-vanta siempre. En la vida avanzamosa tientas, como un niño que empiezaa caminar, pero se cae; da pocos pa-sos y vuelve a caerse; cae y se caeuna y otra vez, y el papá lo levantade nuevo. La mano que siempre noslevanta es la misericordia. Dios sabeque sin misericordia nos quedamostirados en el suelo, que para caminarnecesitamos que vuelvan a ponernosen pie.

Y tú puedes objetar: “¡Pero yo si-go siempre cayendo!”. El Señor losabe y siempre está dispuesto a le-

vantarnos. Él no quiere que pense-mos continuamente en nuestras caí-das, sino que lo miremos a Él, queen nuestras caídas ve a hijos a losque tiene que levantar y en nuestrasmiserias ve a hijos a los que tieneque amar con misericordia. Hoy, enesta iglesia que se ha convertido ensantuario de la misericordia en Ro-ma, en el Domingo que veinte añosatrás san Juan Pablo II dedicó a laDivina Misericordia, acojamos conconfianza este mensaje. Jesús le dijoa santa Faustina: «Yo soy el amor yla misericordia misma; no existe mi-seria que pueda medirse con mi mi-sericordia» (Diario, 14 septiembre1937). En otra ocasión, la santa ledijo a Jesús, con satisfacción, que lehabía ofrecido toda su vida, todo loque tenía. Pero la respuesta de Jesúsla desconcertó: «Hija mía, no mehas ofrecido lo que es realmente tu-yo». ¿Qué cosa había retenido para

sí aquella santa religiosa? Jesús ledijo amablemente: «Hija, dame tumiseria» (10 octubre 1937). Tambiénnosotros podemos preguntarnos:“¿Le he entregado mi miseria al Se-ñor? ¿Le he mostrado mis caídas pa-ra que me levante?”. ¿O hay algoque todavía me guardo dentro? Unpecado, un remordimiento del pasa-do, una herida en mi interior, unrencor hacia alguien, una idea sobreuna persona determinada... El Señorespera que le presentemos nuestrasmiserias, para hacernos descubrir sum i s e r i c o rd i a .

Volvamos a los discípulos. Habíanabandonado al Señor durante la Pa-sión y se sentían culpables. Pero Je-sús, cuando fue a encontrarse conellos, no les dio largos sermones. Sa-bía que estaban heridos por dentro,y les mostró sus propias llagas. To-más pudo tocarlas y descubrió loque Jesús había sufrido por él, que

El Papa Francisco celebró el 19 de abril, el segundo Domingo de Pascua, día dela Divina Misericordia, la misa, sin fieles, en la iglesia del Espíritu Santo enSassia, cerca de la plaza de San Pedro. En su homilía, el Pontífice invitó a notemer y recordó que “la misericordia no abandona a quien se queda atrás”. ElPapa Francisco ha celebrado en este segundo Domingo de Pascua, día de laDivina Misericordia, la Santa Misa en forma privada en la Iglesia de SantoEspíritu en Sassia. Una homilía en la que el Papa recordó dos momentos delcarisma de Santa Faustina Kowalska, venerada como el apóstol de la DivinaM i s e r i c o rd i a .

número 17, viernes 24 de abril de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

lo había abandonado. En esas heri-das tocó con sus propias manos lacercanía amorosa de Dios. Tomás,que había llegado tarde, cuandoabrazó la misericordia superó a losotros discípulos; no creyó sólo en suresurrección, sino también en elamor infinito de Dios. E hizo laconfesión de fe más sencilla y her-mosa: «¡Señor mío y Dios mío!» (v.28). Así se realiza la resurrección deldiscípulo, cuando su humanidad frá-gil y herida entra en la de Jesús. Allíse disipan las dudas, allí Dios seconvierte en mi Dios, allí volvemos aaceptarnos a nosotros mismos y aamar la propia vida.

Queridos hermanos y hermanas:En la prueba que estamos atravesan-do, también nosotros, como Tomás,con nuestros temores y nuestras du-das, nos reconocemos frágiles. Nece-sitamos al Señor, que ve en nosotros,más allá de nuestra fragilidad, unabelleza perdurable. Con Él descubri-mos que somos valiosos en nuestradebilidad, nos damos cuenta de quesomos como cristales hermosísimos,frágiles y preciosos al mismo tiempo.Y si, como el cristal, somos transpa-rentes ante Él, su luz, la luz de lamisericordia brilla en nosotros y, pormedio nuestro, en el mundo. Ese esel motivo para alegrarse, como nosdijo la Carta de Pedro, «alegraos deello, aunque ahora sea preciso pade-cer un poco en pruebas diversas» (1P 1, 6).

En esta fiesta de la Divina Miseri-cordia el anuncio más hermoso se daa través del discípulo que llegó mástarde. Sólo él faltaba, Tomás, pero elSeñor lo esperó. La misericordia noabandona a quien se queda atrás.Ahora, mientras pensamos en unalenta y ardua recuperación de lapandemia, se insinúa justamente estepeligro: olvidar al que se quedóatrás. El riesgo es que nos golpee unvirus todavía peor, el del egoísmoindiferente, que se transmite al pen-sar que la vida mejora si me va me-jor a mí, que todo irá bien si me vabien a mí. Se parte de esa idea y sesigue hasta llegar a seleccionar a laspersonas, descartar a los pobres e in-molar en el altar del progreso al quese queda atrás. Pero esta pandemianos recuerda que no hay diferenciasni fronteras entre los que sufren: to-dos somos frágiles, iguales y valio-sos. Que lo que está pasando nos sa-cuda por dentro. Es tiempo de eli-minar las desigualdades, de repararla injusticia que mina de raíz la sa-lud de toda la humanidad. Aprenda-mos de la primera comunidad cris-tiana, que se describe en el libro delos Hechos de los Apóstoles. Habíarecibido misericordia y vivía con mi-sericordia: «Los creyentes vivían to-dos unidos y tenían todo en común;vendían posesiones y bienes y los re-partían entre todos, según la necesi-dad de cada uno» (Hch 2, 44-45).No es ideología, es cristianismo.

En esa comunidad, después de laresurrección de Jesús, sólo uno sehabía quedado atrás y los otros loesperaron. Actualmente parece locontrario: una pequeña parte de lahumanidad avanzó, mientras la ma-yoría se quedó atrás. Y cada uno po-dría decir: “Son problemas comple-jos, no me toca a mí ocuparme delos necesitados, son otros los que tie-nen que hacerse cargo”. Santa Faus-tina, después de haberse encontrado

con Jesús, escribió: «En un almaque sufre debemos ver a Jesús cruci-ficado y no un parásito y una car-ga… [Señor], nos ofreces la oportu-nidad de ejercitarnos en las obras demisericordia y nosotros nos ejercita-mos en los juicios» (Diario, 6 sep-tiembre 1937). Pero un día, ella mis-ma le presentó sus quejas a Jesús,porque: ser misericordiosos implicapasar por ingenuos. Le dijo: «Señor,

a menudo abusan de mi bondad», yJesús le respondió: «No importa,hija mía, no te fijes en eso, tú sésiempre misericordiosa con todos»(24 diciembre 1937). Con todos, nopensemos sólo en nuestros intereses,en intereses particulares. Aproveche-mos esta prueba como una oportuni-dad para preparar el mañana de to-dos, sin descartar a ninguno: de to-

dos. Porque sin una visión de con-junto nadie tendrá futuro.

Hoy, el amor desarmado y desar-mante de Jesús resucita el corazóndel discípulo.

Que también nosotros, como elapóstol Tomás, acojamos la miseri-cordia, salvación del mundo, y sea-mos misericordiosos con el que esmás débil. Sólo así reconstruiremosun mundo nuevo.

Meditación de Francisco en la revista Vida Nueva

Un plan para resucitarPublicamos, a continuación la reflexión escrita por el PapaFrancisco y que ha sido publicada el día 17 de abril en larevista Vida Nueva. En su texto, el Pontífice llama acontagiarse con “los anticuerpos necesarios de la justicia, lacaridad y la solidaridad” para la reconstrucción en el díadespués de la pandemia.

De pronto, Jesús salió a su encuentro y las sa-ludó, diciendo: ‘A l é g re n s e ’” (Mt 28, 9). Es laprimera palabra del Resucitado después deque María Magdalena y la otra María descu-

brieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel. ElSeñor sale a su encuentro para transformar su duelo enalegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31,13). Es el Resucitado que quiere resucitar a una vidanueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera.Quiere hacernos empezar ya a participar de la condi-ción de resucitados que nos espera.

Invitar a la alegría pudiera parecer una provocación,e incluso, una broma de mal gusto ante las graves con-secuencias que estamos sufriendo por el COVID-19.No son pocos los que podrían pensarlo, al igual quelos discípulos de Emaús, como un gesto de ignoranciao de irresponsabilidad (cfr. Lc 24, 17-19). Como las pri-meras discípulas que iban al sepulcro, vivimos rodea-dos por una atmósfera de dolor e incertidumbre quenos hace preguntarnos: “¿Quién nos correrá la piedradel sepulcro?” (Mc 16, 3). ¿Cómo haremos para llevaradelante esta situación que nos sobrepasó completa-mente? El impacto de todo lo que sucede, las gravesconsecuencias que ya se reportan y vislumbran, el do-lor y el luto por nuestros seres queridos nos desorien-tan, acongojan y paralizan. Es la pesantez de la piedradel sepulcro que se impone ante el futuro y que ame-naza, con su realismo, sepultar toda esperanza. Es lapesantez de la angustia de personas vulnerables y an-cianas que atraviesan la cuarentena en la más absolutasoledad, es la pesantez de las familias que no saben yacomo arrimar un plato de comida a sus mesas, es lapesantez del personal sanitario y servidores públicos alsentirse exhaustos y desbordados… esa pesantez queparece tener la última palabra. Sin embargo, resultaconmovedor destacar la actitud de las mujeres delEvangelio. Frente a las dudas, el sufrimiento, la perple-jidad ante la situación e incluso el miedo a la persecu-ción y a todo lo que les podría pasar, fueron capacesde ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por loque estaba aconteciendo. Por amor al Maestro, y conese típico, insustituible y bendito genio femenino, fue-ron capaces de asumir la vida como venía, sortear astu-

tamente los obstáculos para estar cerca de su Señor. Adiferencia de muchos de los Apóstoles que huyeronpresos del miedo y la inseguridad, que negaron al Se-ñor y escaparon (cfr. Jn 18, 25-27), ellas, sin evadirse niignorar lo que sucedía, sin huir ni escapar…, supieronsimplemente estar y acompañar. Como las primerasdiscípulas, que, en medio de la oscuridad y el descon-suelo, cargaron sus bolsas con perfumes y se pusieronen camino para ungir al Maestro sepultado (cfr. Mc 16,1), nosotros pudimos, en este tiempo, ver a muchosque buscaron aportar la unción de la corresponsabili-dad para cuidar y no poner en riesgo la vida de los de-más. A diferencia de los que huyeron con la ilusión desalvarse a sí mismos, fuimos testigos de cómo vecinos yfamiliares se pusieron en marcha con esfuerzo y sacrifi-cio para permanecer en sus casas y así frenar la difu-sión. Pudimos descubrir cómo muchas personas que yavivían y tenían que sufrir la pandemia de la exclusión yla indiferencia siguieron esforzándose, acompañándosey sosteniéndose para que esta situación sea (o bien,fuese) menos dolorosa. Vimos la unción derramada pormédicos, enfermeros y enfermeras, reponedores de gón-dolas, limpiadores, cuidadores, transportistas, fuerzasde seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas, abue-los y educadores y tantos otros que se animaron a en-tregar todo lo que poseían para aportar un poco de cu-ra, de calma y alma a la situación. Y aunque la pre-gunta seguía siendo la misma: “¿Quién nos correrá lapiedra del sepulcro?” (Mc 16, 3), todos ellos no dejaronde hacer lo que sentían que podían y tenían que dar.

Y fue precisamente ahí, en medio de sus ocupacio-nes y preocupaciones, donde las discípulas fueron sor-prendidas por un anuncio desbordante: “No está aquí,ha resucitado”. Su unción no era una unción para lamuerte, sino para la vida. Su velar y acompañar al Se-ñor, incluso en la muerte y en la mayor desesperanza,no era vana, sino que les permitió ser ungidas por laResurrección: no estaban solas, Él estaba vivo y lasprecedía en su caminar. Solo una noticia desbordanteera capaz de romper el círculo que les impedía ver quela piedra ya había sido corrida, y el perfume derrama-do tenía mayor capacidad de expansión que aquelloque las amenazaba. Esta es la fuente de nuestra alegríay esperanza, que transforma nuestro accionar: nuestrasunciones, entregas… nuestro velar y acompañar en to-das las formas posibles en este tiempo, no son ni seránen vano; no son entregas para la muerte. Cada vez que

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LAS HOMILÍAS DEL PONTÍFICE

Junto a las personas con discapacidad

Ayer recibí una carta de una religiosa que trabaja como traduc-tora de lengua de señas para sordomudos y me habló del tra-bajo tan difícil que tienen los trabajadores de la salud, los en-fermeros, los médicos, con los pacientes discapacitados que se

han contagiado de Covid-19. Recemos por ellos que están siempre alservicio de estas personas con habilidades diferentes, que no tienen lashabilidades que nosotros tenemos.

Los jefes, los ancianos, los escribas, al ver la franqueza con la quehablaban estos hombres, y sabiendo que era gente sin instrucción, quetal vez no sabían escribir, se asombraban. No entendían: “Es algo queno podemos entender, cómo esta gente es tan valiente, cómo tiene estafranqueza” (cf. Hechos 4, 13). Esta palabra es una palabra muy impor-tante que se convierte en el estilo de los predicadores cristianos, tam-bién en el Libro de los Hechos de los Apóstoles: franqueza. Coraje.Esto lo dice todo. Decirlo claramente. Viene de la raíz griega de decirtodo, y nosotros también usamos esta palabra muchas veces, precisa-mente la palabra griega, para indicar esto: parresia, franqueza, coraje.Y veían esta franqueza, este coraje, esta parresia en ellos y no enten-dían.

Franqueza. La valentía y la franqueza con los que los primeros após-toles predicaban... Por ejemplo, el Libro de los Hechos está lleno deesto: dice que Pablo y Bernabé trataron de explicar el misterio de Je-sús a los judíos con franqueza y predicaron el Evangelio con franque-za.

Hay un versículo que me gusta mucho en la Carta a los Hebreos,cuando el autor de la Carta a los Hebreos se da cuenta de que hay al-go en la comunidad que está decayendo, que se pierde algo, que hayuna cierta tibieza, que estos cristianos se están volviendo tibios. Y diceesto —no recuerdo bien la cita...—, dice esto: “Traed a la memoria losprimeros días, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate: noperdáis ahora vuestra franqueza” (cf. H e b re o s 10, 32-35). “Recup era”,recuperar la franqueza, el valor cristiano para seguir adelante. No sepuede ser cristiano sin que se dé esta franqueza: si no se da, no eresun buen cristiano. Si no tienes el coraje, si para explicar tu posiciónresbalas en ideologías o explicaciones casuísticas, te falta esa franque-za, te falta ese estilo cristiano, la libertad de hablar, de decirlo todo. Elcoraje.

Y luego vemos que los líderes, los ancianos, los escribas son vícti-mas, son víctimas de esta franqueza, porque los acorrala: no saben quéhacer. Sabiendo “que eran hombres sin instrucción ni cultura, queda-ban sorprendidos y los reconocían como los que habían estado con Je-sús; y, al mismo tiempo, veían de pie, junto a ellos, al hombre que ha-bía sido curado; así que no podían replicar” (Hechos 4, 13-14). En vezde aceptar la verdad que veían, tenían el corazón tan cerrado que bus-caron la vía de la diplomacia, la vía del compromiso: “Vamos a asus-tarlos, amenacémoslos y veamos si así se callan” (cf. Hechos 4, 16-17).La franqueza, realmente, los había acorralado: no sabían cómo salir.No se les ocurrió decir: “¿No será verdad esto?”. Su corazón estaba yacerrado, era duro: el corazón estaba corrompido. Ese es uno de losdramas: la fuerza del Espíritu Santo que se manifiesta en esta franque-

za de la predicación, en esta locura de la predicación, no puede entraren los corazones corruptos. Por eso hemos de estar atentos: pecadoressí, corruptos nunca. Y no llegar a esta corrupción que tiene muchasmaneras de manifestarse...

Pero estaban arrinconados y no sabían qué decir. Y al final, encon-traron un compromiso: “Amenacémoslos un poco, asustémoslos un po-co”, y los invitaron, los llamaron de nuevo y les ordenaron, los invita-ron a no hablar en ningún momento y a no enseñar en el nombre deJesús. “Hagamos las paces: ustedes vayan en paz, pero no hablen ennombre de Jesús, no enseñen” (cf. Hechos 4, 18). Conocemos a Pedro:no era un valiente nato. Fue un cobarde, negó a Jesús. ¿Pero qué pasaahora? Respondieron: “Pensad si Dios considera justo que os obedez-camos a vosotros antes que a Él. Nosotros no podemos dejar de hablarde lo que hemos visto y oído” (Hechos 4, 19-20). ¿Pero de dónde leviene el coraje a este cobarde que ha negado al Señor? ¿Qué ha pasa-do en el corazón de este hombre? El don del Espíritu Santo: la fran-queza, el coraje, la parresia es un don, una gracia que el Espíritu San-to da el día de Pentecostés. Justo después de haber recibido el EspírituSanto fueron a predicar: un poco valientes, algo nuevo para ellos. Estaes coherencia, el signo del cristiano, del verdadero cristiano: es valien-te, dice toda la verdad porque es coherente.

Y a esta coherencia llama al Señor en el envío. Después de esta sín-tesis que hace Marcos en el Evangelio: “Habiendo resucitado al ama-n e c e r. . . ” (16, 9) —una síntesis de la resurrección—, “les echó en cara suincredulidad y dureza de corazón, por no haber creído a quienes le ha-bían visto resucitado” (v. 14). Pero con la fuerza del Espíritu Santo —esel saludo de Jesús: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20, 22) — y les

dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu” ( v.8), es decir, libre. Una persona que se deja llevar de una parte y deotra parte por el Espíritu Santo: esta es la libertad del Espíritu. Ycualquiera que haga esto es una persona dócil, y aquí se habla de ladocilidad al Espíritu.

Ser cristiano no es sólo cumplir los mandamientos: hay que cumplir-los, eso es cierto; pero si te detienes ahí, no eres un buen cristiano. Serun buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en ti y te lleve, te llevedonde quiera. En nuestra vida cristiana muchas veces nos detenemoscomo Nicodemo, ante el “por tanto”, no sabemos qué paso dar, no sa-bemos cómo hacerlo o no tenemos la confianza en Dios para dar estepaso y dejar entrar al Espíritu. Nacer de nuevo es dejar que el Espírituentre en nosotros y que sea el Espíritu quien me guíe y no yo, y aquí:libre, con esta libertad del Espíritu que nunca sabrás dónde acabarás.

Los apóstoles, que estaban en el Cenáculo, cuando vino el Espíritusalieron a predicar con ese valor, esa franqueza (cf. Hechos 2, 1-13)... nosabían que esto iba a suceder; y lo hicieron, porque los guiaba el Espí-ritu. El cristiano no debe nunca detenerse sólo en el cumplimiento delos Mandamientos: hay que cumplirlos, pero hay que ir más allá, haciaeste nuevo nacimiento que es el nacimiento en el Espíritu, que le da lalibertad del Espíritu.

Esto es lo que le pasó a esta comunidad cristiana de la primera Lec-tura, después de que Juan y Pedro volvieran de ese interrogatorio quetuvieron con los sacerdotes. Fueron a ver a sus hermanos, en esta co-munidad, y reportaron lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos

dijo: “Id por todo el mundo y proclamad el Evan-gelio a toda la creación” (Ma rc o s 16, 15). Id con va-lor, con franqueza, no tengáis miedo. No —re t o m oel versículo de la Carta a los Hebreos —, “no per-dáis vuestra franqueza, no perdáis este don del Es-píritu Santo” (cf. H e b re o s 10, 35). La misión naceprecisamente de aquí, de este don que nos hacevalientes, francos al proclamar la Palabra.

Que el Señor nos ayude siempre a ser así: va-lientes. Esto no significa imprudentes: no, no. Va-lientes. El coraje cristiano es siempre prudente, pe-ro es coraje.

Que los políticos busquen el bien comúny no el del propio partido

Recemos hoy por los hombres y mujeresque tienen vocación política: la políticaes una alta forma de caridad. Por lospartidos políticos de los distintos países,

para que en este momento de pandemia busquenjuntos el bien del país y no el bien de su propiopartido.

Este hombre, Nicodemo, es un jefe de los ju-díos, un hombre prestigioso; sintió la necesidad deir donde Jesús. Fue por la noche, porque tenía quetomar precauciones, ya que los que iban a hablarcon Jesús no estaban bien vistos (cf. Juan 3, 2). Esun fariseo justo, porque no todos los fariseos sonmalos: no, no; también había fariseos justos. Estees un fariseo justo. Sintió la inquietud, porque esun hombre que había leído a los profetas y sabíaque lo que Jesús estaba haciendo había sido anun-ciado por los profetas. Sintió la inquietud y fue ahablar con Jesús. “Rabbí, sabemos que has venidode Dios como maestro” (v.2): es una confesión,hasta cierto punto. “Porque nadie puede realizarlas señales que tú realizas, si Dios no está con él”(v.2). Y se detiene. Se detiene antes del “por tan-to”. Si digo esto... por tanto... Y Jesús respondió.Respondió misteriosamente, como no se lo espera-ba Nicodemo. Respondió con esa figura del naci-miento: “el que no nazca de lo alto, no puede verel Reino de Dios” (v. 3). Y Nicodemo, se sienteconfundido, no entiende y toma ad litteram la res-puesta de Jesús: pero “¿Cómo puede uno nacersiendo ya viejo?” (cf. v. 4). Nacer de lo alto, nacerdel Espíritu. Es el salto que debe dar la confesiónde Nicodemo y él no sabe cómo hacerlo. Porqueel Espíritu es imprevisible. La definición del Espí-ritu que Jesús da aquí es interesante: “El viento so-pla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de

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Un plan para resucitarVIENE DE LA PÁGINA 3

tomamos parte de la Pasión del Señor, que acom-pañamos la pasión de nuestros hermanos, vivien-do inclusive la propia pasión, nuestros oídos escu-charán la novedad de la Resurrección: no estamossolos, el Señor nos precede en nuestro caminar re-moviendo las piedras que nos paralizan. Esta bue-na noticia hizo que esas mujeres volvieran sobresus pasos a buscar a los Apóstoles y a los discípu-los que permanecían escondidos para contarles:“La vida arrancada, destruida, aniquilada en lacruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo” (1) .Esta es nuestra esperanza, la que no nos podráser robada, silenciada o contaminada. Toda la vi-da de servicio y amor que ustedes han entregadoen este tiempo volverá a latir de nuevo. Basta conabrir una rendija para que la Unción que el Señornos quiere regalar se expanda con una fuerza im-parable y nos permita contemplar la realidad do-liente con una mirada renovadora.

Y, como a las mujeres del Evangelio, también anosotros se nos invita una y otra vez a volver so-bre nuestros pasos y dejarnos transformar por esteanuncio: el Señor, con su novedad, puede siemprerenovar nuestra vida y la de nuestra comunidad(cfr. Evangelii gaudium, 11). En esta tierra desola-da, el Señor se empeña en regenerar la belleza yhacer renacer la esperanza: “Mirad que realizo al-go nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” (Is 43,18b). Dios jamás abandona a su pueblo, estásiempre junto a él, especialmente cuando el dolorse hace más presente.

Si algo hemos podido aprender en todo estetiempo, es que nadie se salva solo. Las fronterascaen, los muros se derrumban y todo los discur-sos integristas se disuelven ante una presencia casiimperceptible que manifiesta la fragilidad de laque estamos hechos. La Pascua nos convoca e in-vita a hacer memoria de esa otra presencia discre-ta y respetuosa, generosa y reconciliadora capazde no romper la caña quebrada ni apagar la me-cha que arde débilmente (cfr. Is 42, 2-3) para ha-cer latir la vida nueva que nos quiere regalar a to-

dos. Es el soplo del Espíritu que abre horizontes,despierta la creatividad y nos renueva en fraterni-dad para decir presente (o bien, aquí estoy) antela enorme e impostergable tarea que nos espera.Urge discernir y encontrar el pulso del Espíritupara impulsar junto a otros las dinámicas quepuedan testimoniar y canalizar la vida nueva queel Señor quiere generar en este momento concretode la historia. Este es el tiempo favorable del Se-ñor, que nos pide no conformarnos ni contentar-nos y menos justificarnos con lógicas sustitutivaso paliativas que impiden asumir el impacto y lasgraves consecuencias de lo que estamos viviendo.Este es el tiempo propicio de animarnos a unanueva imaginación de lo posible con el realismoque solo el Evangelio nos puede proporcionar. ElEspíritu, que no se deja encerrar ni instrumentali-zar con esquemas, modalidades o estructuras fijaso caducas, nos propone sumarnos a su movimien-to capaz de “hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

En este tiempo nos hemos dado cuenta de laimportancia de “unir a toda la familia humana enla búsqueda de un desarrollo sostenible e inte-gral” (2). Cada acción individual no es una ac-ción aislada, para bien o para mal, tiene conse-cuencias para los demás, porque todo está conec-tado en nuestra Casa común; y si las autoridadessanitarias ordenan el confinamiento en los hoga-res, es el pueblo quien lo hace posible, conscientede su corresponsabilidad para frenar la pandemia.“Una emergencia como la del COVID-19 es de-rrotada en primer lugar con los anticuerpos de lasolidaridad” (3). Lección que romperá todo el fa-talismo en el que nos habíamos inmerso y permi-tirá volver a sentirnos artífices y protagonistas deuna historia común y, así, responder mancomuna-damente a tantos males que aquejan a millones dehermanos alrededor del mundo. No podemospermitirnos escribir la historia presente y futurade espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señorquien nos volverá a preguntar “¿dónde está tuhermano?” (Gn, 4, 9) y, en nuestra capacidad derespuesta, ojalá se revele el alma de nuestros pue-blos, ese reservorio de esperanza, fe y caridad en

la que fuimos engendrados y que, por tanto tiem-po, hemos anestesiado o silenciado.

Si actuamos como un solo pueblo, incluso antelas otras epidemias que nos acechan, podemos lo-grar un impacto real. ¿Seremos capaces de actuarresponsablemente frente al hambre que padecentantos, sabiendo que hay alimentos para todos?¿Seguiremos mirando para otro lado con un silen-cio cómplice ante esas guerras alimentadas pordeseos de dominio y de poder? ¿Estaremos dis-puestos a cambiar los estilos de vida que sumer-gen a tantos en la pobreza, promoviendo y ani-mándonos a llevar una vida más austera y huma-na que posibilite un reparto equitativo de los re-cursos? ¿Adoptaremos como comunidad interna-cional las medidas necesarias para frenar la devas-tación del medio ambiente o seguiremos negandola evidencia? La globalización de la indiferenciaseguirá amenazando y tentando nuestro cami-nar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos ne-cesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad.No tengamos miedo a vivir la alternativa de la ci-vilización del amor, que es “una civilización de laesperanza: contra la angustia y el miedo, la triste-za y el desaliento, la pasividad y el cansancio. Lacivilización del amor se construye cotidianamente,ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo compro-metido de todos. Supone, por eso, una compro-metida comunidad de hermanos” (4).

En este tiempo de tribulación y luto, es mi de-seo que, allí donde estés, puedas hacer la expe-riencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te salu-da y te dice: “Alégrate” (Mt 28, 9). Y que sea esesaludo el que nos movilice a convocar y amplifi-car la buena nueva del Reino de Dios.

N O TA S1. R. Guardini, El Señor, 504.2. Carta enc. Laudato si’ (24 mayo 2015), 13.3. Pontificia Academia para la Vida. Pandemia

y fraternidad universal. Nota sobre la emergenciaCOVID-19 (30 marzo 2020), p. 4.

4. Eduardo Pironio, Diálogo con laicos, BuenosAires, 1986.

La homilía del PontíficeMisa en Santa Marta

les habían dicho. Y la comunidad,cuando oyó esto, todos juntos, seasustaron un poco (cf. Hechos 4, 23).¿Y qué hicieron? Rezaron. No se de-tuvieron en las medidas de precau-ción, “no, hagamos esto ahora, vaya-mos un poco más tranquilos...”: no.Rezar. Dejar que sea el Espírituquien les diga qué hacer. Levantaronsus voces a Dios diciendo: “¡Señor!”(v. 24) y rezaron. Esta hermosa ora-ción de un momento oscuro, de unmomento en el que tienen que to-mar decisiones y no saben qué ha-cer. Quieren nacer del Espíritu,abren sus corazones al Espíritu: quesea Él quien lo diga... Y dicen:“Porque verdaderamente en esta ciu-dad se han aliado Herodes y PoncioPilato con las naciones y los pueblosde Israel contra tu santo siervo Je-sús, a quien has ungido” (cf. v. 27),cuentan la historia y dicen: “¡ S e ñ o r,haz algo!”. “Y ahora, Señor, ten encuenta sus amenazas y concede a tussiervos que puedan predicar tu Pala-bra con toda valentía” (v. 29) pidenla franqueza, la valentía, de no tenermiedo: “extendiendo tu mano pararealizar curaciones, señales y prodi-gios por el nombre de tu santo sier-vo Jesús” (v. 30). “Acabada su ora-

ción, retembló el lugar donde esta-ban reunidos, y todos quedaron lle-nos del Espíritu Santo y predicabanla Palabra de Dios con valentía” ( v.31). Sucedió un segundo Pentecos-tés, aquí.

Ante las dificultades, ante unapuerta cerrada, que no sabían cómoavanzar, van al Señor, abren sus co-razones y el Espíritu viene y les dalo que necesitan y salen a predicar,con valentía, y adelante. Esto es na-cer del Espíritu, esto es no detenerseen el “por tanto”, en el “por tanto”de las cosas que siempre he hecho,

en el “por tanto” del después de losMandamientos, en el “por tanto”después de las costumbres religiosas:¡no! Esto es nacer de nuevo. ¿Y có-mo se prepara uno para nacer denuevo? A través de la oración. Laoración es lo que abre la puerta alEspíritu y nos da esta libertad, estafranqueza, este coraje del EspírituSanto. Que nunca sabrás dónde teva a llevar. Pero es el Espíritu.

Que el Señor nos ayude a estarsiempre abiertos al Espíritu, porquees Él quien nos llevará adelante ennuestra vida de servicio al Señor.

VIENE DE LA PÁGINA 5

Se posponen unaño los

e n c u e n t ro smundiales delPapa con las

familias y con losjóvenes

Los próximos encuentrosinternacionales del PapaFrancisco con las familiasy los jóvenes se pospon-

drán un año. Esta información sedio a conocer el lunes 20 de abril,a través de una declaración delDirector de la Oficina de Prensade la Santa Sede, Matteo Bruni,en la que aclaró que «debido a lasituación sanitaria actual y a susconsecuencias en el desplazamien-to y la reunión de los jóvenes y lasfamilias, el Santo Padre, junto conel Dicasterio para los Laicos, laFamilia y la Vida, ha decididoaplazar un año el próximo En-cuentro Mundial de las Familias,previsto en Roma en junio de2021, y la próxima Jornada Mun-dial de la Juventud, en programaen Lisboa en agosto de 2022, res-pectivamente a junio de 2022 y aagosto de 2023».

número 17, viernes 24 de abril de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 7

Un decálogo del ecumenismoMarcelo Figueroa

En este tiempo de pandemiaen el que debemos orar yobrar en el Evangelio lasdistintas confesiones de fe,

sabiendo que estamos “en la mismab a rc a ” y que “nadie se salva solo”,acercamos un decálogo, solo a modode aporte reflexivo, a sabiendas in-completo y básico del diálogo ecu-ménico. El mismo se construye utili-zando el recurso de la conjunciónadversativa “antes que” a modo degénero sapiencial, para ayudar a re-flexionar en los contrastes de la na-turaleza de ese diálogo.

1. Diversidad antes que uniformi-dad: La riqueza en el diálogo, capazde construir puentes de encuentro yno “torres de babel” con una semán-tica unívoca es requisito fundamen-tal del ecumenismo. Para que “el to-do” supere a las “partes”, éstas de-ben existir y coexistir en una armo-nía integradora y que sea superadoraa la suma de ellas. La unicidad sereconoce cuando está construida enforma armónica y es entendida comola diversidad reconciliada.

2. Cosmovisión antes que univi-sión: Es deseable elevar nuestras mi-radas a horizontes y universos vario-pintos y diversos. El quedarnos den-tro de nuestra propia observaciónparcial y considerarla única no ayu-da al ecumenismo. Sabernos partede un cosmos multiforme nos enri-quece no solo de forma individualsino social y comunitaria.

3. Pedagogía antes que ideología:El estar abiertos a aprender y apre-hender del que piensa y mira su fede otra manera es esencial. En estola pedagogía del diálogo demandaen primer lugar la escucha silenciosay justo después la expresividad pro-pia de nuestra espiritualidad. A me-nudo la religión revestida de ideolo-gía no escucha y solo intenta con-v e n c e r.

4. Lo natural antes que lo ideal.Aquí utilizo el término “natural” pa-ra referirme a la relación que cadauno tiene con lo creado, los seres vi-vientes, la “madre tierra” para otrosy las urgencias de acuerdos en elmarco de un ecumenismo ecológico.Por otro lado, lo “ideal” se asemejaa conceptos abstractos, que desdeluego son buenos y constructivos,pero que a menudo son usados paraevadir o escapar de realidades con-cretas más demandantes.

5. Identidad antes que universali-dad. Este concepto no solo no con-tradice los anteriores, sino que loscoloca en un lugar fundamental enel ecumenismo. Mantener nuestrapropia identidad de fe, espirituali-dad y convicciones es un requisitono solo honesto sino clave en el ecu-menismo. Por otro lado “licuar” esasidentidades en pos de una mezclauniforme llamada “universalidad”desintegra la posibilidad del encuen-tro en lo diverso.

6. Fundamentos antes que funda-mentalismos: Este punto comple-menta el anterior a la vez que ad-vierte sobre una de las amenazas delecumenismo. El mantener la identi-dad de fe no debe usarse como unarma o una trinchera para conven-cer, someter o confrontar al que tie-ne otra distinta. La “v e rd a d ” comotal, reconocida por diferentes creen-cias como la persona de Dios, por

atributo único de eternidad nos de-be poseer a cada uno y a cada espi-ritualidad. De esta manera, el pensarque se es poseedor de esa “v e rd a d ”contradice la persona del Creadorreduciéndola a una caricatura forma-da a nuestra imagen y semejanza.Los fundamentalismos religiosos sonlamentablemente herramientas histó-ricas de infinitos males y atrocidadesen el “nombre de Dios”.

7. Inclusión antes que selección:Incluir a cualquier otro dentro denuestro universo de vivencia espiri-

tual es la manera de acercarlo paraque pueda ser participante con pres-cindencia de su procedencia. Cuan-do seleccionamos con quién preferi-mos dialogar, estamos realizando unacto discriminatorio. La discrimina-ción por motivos de religión quepuede aparecer inicialmente comoejercicio selectivo inadecuado, sabe-mos tristemente cuán fácil puedetransformarse en germen de los másatroces males y hasta genocidios reli-giosos.

8. Otredad antes que tolerancia:El “o t ro ” o “los otros” son siempreel motivo imprescindible y los parti-cipantes indispensables en una expe-riencia que se precie de llamar ecu-ménica. La tolerancia que en apa-riencia puede plantearse como sinó-nimo de aquella, no es un términoadecuado. Esto es porque se suele“tolerar” al diferente desde una posi-ción de poder, y dominación y node igualdad.

9. Incomodidad antes que con-fort: Dialogar siempre implica salirde nuestra zona de confort que mu-chas veces está acotada a los quepiensan, sienten, viven o simplemen-te son como uno mismo. La conver-sación ecuménica produce incomodi-dad porque me invita a salir de esazona para ingresar en un territoriodesconocido que puede tener códi-gos, conceptos o herramientas de co-municación de vida y espiritualidadmuy diferentes a las nuestras.

10. Dudas antes que certezas: Si laduda es una amiga inseparable de lafe, es también una compañera inse-parable del camino ecuménico. Lascertezas, que muchas veces se cons-truyen como barreras para escucharal otro, o el temor a incorporar du-das sanas a mi pertenencia, no nosayudan. Bienvenida la bendita dudaque nos hará ser siempre mejores pe-regrinos en el maravilloso senderodel encuentro ecuménico.

La tierra está más limpiadurante la cuarentena

Lorena Pacho

Las imágenes que ofrecen los satélites espacialesen este periodo en el que la mayoría de lospaíses ha decretado diferentes medidas de con-finamiento para sus ciudadanos con el objetivo

de combatir la pandemia vienen acompañadas de unanoticia positiva y extraordinaria para el medio ambien-te. Las panorámicas tomadas desde el espacio muestranuna reducción inédita de los niveles de contaminaciónatmosférica y una mejora en la calidad del aire a escalaglobal. Las cotas de gases contaminantes, procedentes,en gran mayoría, de la combustión de los vehículos amotor se han reducido marcadamente en numerosasciudades de todo el planeta por las restricciones a lamovilidad. En las principales capitales de Europa, deacuerdo con las recientes observaciones de los satélitesde la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglasen inglés) las concentraciones de dióxido de nitrógeno(NO2) han caído entre un 40 y un 50 por ciento res-pecto a los niveles del año anterior. La NASA ha reco-nocido la misma tendencia en otras regiones del mun-do, como Estados Unidos o China, donde el NO2 seha reducido entre un 30 y un 40 por ciento.

Los expertos recuerdan que el cambio climático es elefecto de un proceso de acumulación de incremento deemisiones durante periodos muy largos y señalan queaún es pronto para determinar si la actual ralentizaciónde las actividades productivas mundiales a causa de lapandemia de coronavirus tendrá un impacto o no en elclima. Dependerá, en cualquier caso, del tiempo queduren las medidas excepcionales de contención del vi-rus, de la intensidad de la recuperación de la actividady de los estímulos que se adopten después. La duda essi el descenso será compensado o si se revertirá cuandose reactive la economía. Por lo pronto, estas constata-ciones han revelado que hay una relación directa entrela movilidad a través de vehículos a motor y la calidaddel aire.

En cambio, las concentraciones en la atmósfera dedióxido de carbono, CO2, el principal gas de efecto in-vernadero e impulsor del calentamiento global, proce-dente fundamentalmente de los sistemas de produccióny de consumo de energía, continúan creciendo porqueel impacto de la reducción no se refleja a tan corto pla-zo con este compuesto nocivo. Los científicos apuntana que el uso de combustibles fósiles tendría que dismi-nuir en torno a un 10% en todo el planeta durante unaño para impactar claramente en las concentracionesde dióxido de carbono.

Algunos organismos científicos, como la asociaciónbritánica Carbon Brief ha pronosticado que la emisiónde CO2 podría contraerse en torno a un 5% este año.Sin embargo, esta reducción sería insuficiente paracumplir con el Acuerdo de París, que tiene como obje-tivo que el incremento de la temperatura media globaldel planeta quede muy por debajo de los 2ºC. Para al-canzar esta meta, según las Naciones Unidas, la dismi-nución de los gases de efecto invernadero debería ron-dar el 7,6% anual hasta 2030.

Científicos de todo el mundo han comenzado a tra-bajar para crear análisis más detallados, a través de losdatos terrestres, meteorológicos y otros modelos de es-tudio con el objetivo de interpretar las observacionesde los satélites. Esto ofrecerá una visión más completasobre el impacto real que las restricciones de movilidadestán teniendo sobre la calidad del aire.

Naciones Unidas ha recordado que “la Tierra clara-mente nos pide que actuemos”. Y ha subrayado: “Lanaturaleza sufre”. También ha recordado que la pande-mia actual guarda “una fuerte relación con la salud denuestro ecosistema”. Y ha precisado: “El cambio climá-tico, los cambios provocados por el hombre en la natu-raleza, así como los crímenes que perturban la biodi-versidad, como la deforestación, el cambio de uso delsuelo, la producción agrícola y ganadera intensiva o elcreciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden au-mentar el contacto y la transmisión de enfermedadesinfecciosas de animales a humanos”.

página 8 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 24 de abril de 2020, número 17

En la Jornada mundial de la Tierra el Papa pide a la comunidad internacional un plano compartido contra las amenazas a la casa común

No hay futuro para el hombre si se distruye el ambiente«No hay futuro para nosotros si destruimos el ambienteque nos sostiene»: es la severa advertencia lanzada por elPapa en la audiencia general del miércoles 22 de abril,con ocasión del quincuagésimo Día de la Tierra y delquinto aniversario de su carta encíclica Laudato si’ s o b reel cuidado de la casa común. Continuando con lascatequesis semanales desde la biblioteca privada delPalacio apostólico vaticano — a causa de las medidas dedistanciamiento social impuestas por la pandemia decovid-19 — el Pontífice pronunció una reflexión especialdedicada a la iniciativa de la ONU para sensibilizarsobre la necesidad de salvaguardar el planeta. Acontinuación, las palabras pronunciadas por el Papadespués de la lectura del pasaje bíblico extraído del Librodel Génesis (2, 8-9.15).

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy celebramos el 50º Día de la Tierra. Esuna oportunidad para renovar nuestrocompromiso de amar nuestra casa comúny cuidar de ella y de los miembros más

débiles de nuestra familia. Como la trágica pandemiade coronavirus nos está demostrando, solo juntos yhaciéndonos cargo de los más frágiles podemos ven-cer los desafíos globales. La Carta Encíclica Laudatosi’ tiene precisamente este subtítulo: «Sobre el cuida-do de la casa común». Hoy reflexionaremos un pocojuntos sobre esta responsabilidad que caracterizanuestro «proprio paso por esta tierra» (LS, 160). De-

común. Entendámonos: esta no es un depósito de re-cursos que explotar. Para nosotros creyentes, el mun-do natural es el «Evangelio de la Creación», que ex-presa la potencia creadora de Dios al plasmar la vidahumana y al hacer que el mundo exista, junto lo quecontiene para sostener a la humanidad. El relato bí-blico de la creación se concluye así: «Vio Dios cuantohabía hecho, y todo estaba muy bien» (Génesis, 1, 31).Cuando vemos estas tragedias naturales que son larespuesta de la tierra a nustro maltrato, yo pienso:«Si yo pregunto ahora al Señor qué piensa, no creoque me diga que es algo muy bueno». ¡Hemos sidonosotros los que hemos arruinado la obra del Señor!

Al celebrar hoy el Día de la Tierra, estamos llama-dos a reencontrar el sentido sagrado por la tierra,porque no es solo nuestra casa, sino también la casade Dios. ¡De aquí surge en nosotros la conciencia deestar en una tierra sagrada!

Queridos hermanos y hermanas, «despertemos elsentido estético y contemplativo que Dios puso ennosotros (Exhort. ap. postsin. Querida Amazonia, 56).La profecía de la contemplación es algo que aprende-mos sobre todo de los pueblos originarios, los cualesnos enseñan que no podemos cuidar a la tierra si nola amamos y no la respetamos. Ellos tienen esa sabi-duría del «buen vivir», no en el sentido de pasarlobien, no: sino del vivir en armonía con la tierra. Ellosllaman «buen vivir» a esta armonía. Al mismo tiem-po, necesitamos una conversión ecológica que se ex-

queado, poniendo en peligro nuestra misma vida. Poreso, se han formado varios movimientos internaciona-les y locales para despertar las conciencias. Apreciosinceramente estas iniciativas, y será todavía necesarioque nuestros hijos bajen al campo para enseñarnos loque es obvio, es decir, que no hay futuro para noso-tros si destruimos el ambiente que nos sostiene.

Hemos fallado custodiando la tierra, nuestra casa-jardín y custodiando a nuestros hermanos. Hemospecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y, endefinitiva, contra el Creador, el Padre bueno que pro-vé a cada uno y quiere que vivamos juntos en comu-nión y prosperidad. ¿Y cómo reacciona la tierra?.Hay un dicho español que es muy claro en esto y di-ce así: «Dios perdona siempre; nosotros los hombresperdonamos algunas veces sí, algunas veces no; la tie-rra no perdona nunca». La tierra no perdona: si no-sotros hemos deteriorado la tierra, la respuesta serámuy fea.

¿Cómo podemos retomar una relación armoniosacon la tierra y con el resto de la humanidad? Una re-lación armoniosa… Muchas veces perdemos la visiónde la armonía: la armonía es obra del Espíritu Santo.Incluso en la casa común, en la tierra, también ennuestra relación con la gente, con el prójimo, con losmás pobres, ¿cómo podemos retomar esta armonía?Necesitamos un nuevo modo de mirar nuestra casa

bemos crecer en la conciencia del cui-dado de la casa común.

Estamos hechos de materia terrestrey los frutos de la tierra sostienen nues-tra vida. Pero, como nos recuerda el li-bro del Génesis, no somos simplemente«terrestres»: llevamos en nosotros tam-bién el soplo vital que viene de Dios(Cf. Génesis 2,4-7). Vivimos, por lotanto, en la casa común como una úni-ca familia humana y en la biodiversi-dad con las demás criaturas de Dios.Como imago Dei, imagen de Dios, esta-mos llamados a cuidar y respetar a to-das las criaturas y a sentir amor y com-pasión por nuestros hermanos y herma-nas, especialmente los más débiles, aimitación del amor de Dios por noso-tros, manifestado en su Hijo Jesús, quese hizo hombre para compartir con no-sotros esta situación y salvarnos.

A causa del egoismo, hemos incum-plido nuestra responsabilidad comocustodios y administradores de la tie-rra. «basta mirar la realidad con since-ridad para ver que hay un gran deterio-ro de nuestra casa común» (ibíd., 61).La hemos contaminado, la hemos sa-

no van a cambiar el mundo. Esas acciones derramanun bien en la sociedad que siempre produce frutosmás allá de lo que se pueda constatar, porque provo-can en el seno de esta tierra un bien que siempretiende a difundirse, a veces invisiblemente» (LS, 212).En este tiempo pascual de renovación, comprometá-monos a amar y a apreciar el magnífico don de la tie-rra, nuestra casa común y a cuidar e todos los miem-bros de la familia humana. Como hermanos y herma-nas que somos, supliquemos juntos a nuestro Padrecelestial: «Envías tu soplo y son creados, y renuevasla faz de la tierra» (cf. Salmos 104, 30).

Al finalizar la catequesis, antes de guiar el rezo delPadre nuestro y de impartir la bendición, el PapaFrancidco saludó a los diferentes grupos lingüístixos defieles que siguieron la audiencia a través de la radio, latelevisión e internet.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua españolaque siguen esta catequesis a través de los medios decomunicación social. En estos días iluminados por laResurrección del Señor Jesús, pidámosle que con suEspíritu vivificante renueve todas las cosas, nos con-ceda encontrar el sentido del santo respeto por la tie-rra y estar más atentos a las necesidades de todos loshermanos. Que Dios los bendiga.

“ Como la trágicapandemia de

coronavirus nos estádemostrando, solo juntos

y haciéndonos cargo delos más frágiles podemos

vencer los desafíosglobales. La Carta

Encíclica Laudato si’tiene precisamente este

subtítulo: “Sobre elcuidado de la casa

común”. Hoyreflexionaremos un poco

juntos sobre estaresponsabilidad que

caracteriza nuestro“proprio paso por esta

t i e r ra ”

”Cuandovemos estastragedias naturales queson la respuesta de latierra a nustro maltrato,yo pienso: «Si yopregunto ahora al Señorqué piensa, no creo queme diga que es algo muybueno». ¡Hemos sidonosotros los que hemosarruinado la obra delSeñor! ¡De aquí surge ennosotros la conciencia deestar en una tierras a g ra d a !

prese en acciones concretas. Como fa-milia única e interdependiente, necesi-tamos un plan compartido para vencerlas amenazas contra neustra casa co-mún. «La interdependencia nos obligaa pensar en un solo mundo, en un pro-yecto común» (LS, 164). Somos cons-cientes de la importancia de colaborarcomo comunidad internacional para laprotección de nuestra casa común. Ex-horto a cuantos tienen autoridad a diri-gir el proceso que conducirá a dos im-portantes Conferencias internacionales:la COP15 sobre la Biodiversidad enKunming (China) y la COP26 sobre elCambio Climático en Glasgow (ReinoUnido). Estos dos encuentros son muyimp ortantes.

Quisiera animar a organziar interven-ciones concertadas también a nivel na-cional y local. Es bueno converger jun-tos desde todas las condiciones socialesy dar vida también a un movimientopopular «desde abajo». El proprio Díade la Tierra, que celebramos hoy, nacióprecisamente así. Cada uno de nosotrospuede dar su pequeña contribución:«No hay que pensar que esos esfuerzos