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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLIX, número 47 (2.542) Ciudad del Vaticano 24 de noviembre de 2017 Derribar los muros de la enemistad En la tarde del 23 de noviembre, en el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana, el Papa Francisco presidió una celebración de oración por la paz en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo. Publicamos a continuación las palabras del Pontífice. Esta noche, queremos esparcir con nuestra oración semillas de paz en la tierra de Sudán del Sur y de la República Democrática del Congo, así como en todas las partes del mundo que sufren por la guerra. Había decidido visitar Sudán del Sur, pero no ha sido posible. Sin embargo sabemos que la oración es más importante, porque es más poderosa: la plegaria actúa con la fuerza de Dios, para quien nada es imposible. Por eso agradezco de corazón a quienes han ideado esta vigilia y se han esforzado en llevarla a cabo. «Cristo resucitado nos invita. Aleluya». Estas palabras del canto en lengua suajili han acompañado la procesión de entrada, con algunas imágenes de los dos países por los que estamos rezando especialmente. Los cristianos creemos y sabemos que la paz es posible porque Cristo ha resucitado. Él nos da el Espíritu Santo, a quien hemos invocado. Como san Pablo nos ha recordado hace unos instantes, Jesucristo «es nuestra paz» (Ef 2,14). En la Cruz, ha cargado con todo el mal del mundo, también con los pecados que generan y fomentan las guerras: la soberbia, la avaricia, la sed de poder, la mentira... Jesús ha vencido todo esto con su resurrección. Cuando se apareció en medio de sus amigos les dijo: «Paz a vosotros» (Jn 20, 19.21.26). Nos lo repite también a nosotros aquí, en esta noche: «Paz a vosotros». Sin ti, Señor, vana sería nuestra oración y engañosa nuestra esperanza de paz. Pero tú estás vivo y obras para nosotros y con nosotros; tú, nuestra paz. Que el Señor resucitado derribe los muros de la enemistad que dividen hoy a los hermanos, especialmente en Sudán del Sur y en la República Democrática del Congo. Que socorra a las mujeres víctimas de la violencia en las zonas de guerra y en cualquier parte del mundo. Que salve a los niños que sufren a causa de conflictos que no tienen que ver con ellos, pero que les roban su infancia y a veces también la propia vida. ¡Cuánta hipocresía cuando se niegan las masacres de mujeres y niños! Aquí la guerra muestra su rostro más horrible. Que el Señor ayude a los humildes y a los pobres del mundo a seguir creyendo y esperando en que el Reino de Dios está cerca, que está en medio de nosotros, y es «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14, 17). Que sostenga a todos los que, día tras día, se esfuerzan por combatir el mal con el bien, con gestos y palabras de fraternidad, de respeto, de encuentro, de solidaridad. Que el Señor afiance en los gobernantes y en todos los que tienen responsabilidades un espíritu noble y recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, mediante el diálogo y la negociación. Que el Señor nos conceda a todos nosotros ser artesanos de paz allí donde estemos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, en las comunidades, en cualquier ambiente; «lavándonos los pies» unos a otros, a semejanza de nuestro Maestro y Señor. A él la gloria y la alabanza, hoy y por los siglos de los siglos. Amén.

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLIX, número 47 (2.542) Ciudad del Vaticano 24 de noviembre de 2017

Derribar los muros de la enemistadEn la tarde del 23 de noviembre, en el altar dela Cátedra de la Basílica Vaticana, el PapaFrancisco presidió una celebración de oración porla paz en Sudán del Sur y en la RepúblicaDemocrática del Congo. Publicamos acontinuación las palabras del Pontífice.

Esta noche, queremos esparcir con nuestraoración semillas de paz en la tierra de Sudándel Sur y de la República Democrática delCongo, así como en todas las partes delmundo que sufren por la guerra. Habíadecidido visitar Sudán del Sur, pero no hasido posible. Sin embargo sabemos que laoración es más importante, porque es máspoderosa: la plegaria actúa con la fuerza deDios, para quien nada es imposible. Por esoagradezco de corazón a quienes han ideadoesta vigilia y se han esforzado en llevarla acabo. «Cristo resucitado nos invita. Aleluya».Estas palabras del canto en lengua suajili hanacompañado la procesión de entrada, conalgunas imágenes de los dos países por losque estamos rezando especialmente. Loscristianos creemos y sabemos que la paz esposible porque Cristo ha resucitado. Él nos dael Espíritu Santo, a quien hemos invocado.Como san Pablo nos ha recordado hace unosinstantes, Jesucristo «es nuestra paz» (Ef2,14). En la Cruz, ha cargado con todo el maldel mundo, también con los pecados quegeneran y fomentan las guerras: la soberbia, laavaricia, la sed de poder, la mentira... Jesús havencido todo esto con su resurrección.Cuando se apareció en medio de sus amigosles dijo: «Paz a vosotros» (Jn 20, 19.21.26).Nos lo repite también a nosotros aquí, en estanoche: «Paz a vosotros».Sin ti, Señor, vana sería nuestra oración yengañosa nuestra esperanza de paz. Pero túestás vivo y obras para nosotros y connosotros; tú, nuestra paz.Que el Señor resucitado derribe los muros dela enemistad que dividen hoy a los hermanos,especialmente en Sudán del Sur y en laRepública Democrática del Congo.Que socorra a las mujeres víctimas de laviolencia en las zonas de guerra y encualquier parte del mundo.Que salve a los niños que sufren a causa deconflictos que no tienen que ver con ellos,pero que les roban su infancia y a vecestambién la propia vida. ¡Cuánta hipocresíacuando se niegan las masacres de mujeres yniños! Aquí la guerra muestra su rostro máshorrible.Que el Señor ayude a los humildes y a lospobres del mundo a seguir creyendo yesperando en que el Reino de Dios está cerca,que está en medio de nosotros, y es «justicia,paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14, 17).Que sostenga a todos los que, día tras día, seesfuerzan por combatir el mal con el bien,con gestos y palabras de fraternidad, derespeto, de encuentro, de solidaridad.Que el Señor afiance en los gobernantes y entodos los que tienen responsabilidades unespíritu noble y recto, firme y valiente en labúsqueda de la paz, mediante el diálogo y lanego ciación.Que el Señor nos conceda a todos nosotrosser artesanos de paz allí donde estemos, en lafamilia, en la escuela, en el trabajo, en lascomunidades, en cualquier ambiente;«lavándonos los pies» unos a otros, asemejanza de nuestro Maestro y Señor. A él lagloria y la alabanza, hoy y por los siglos delos siglos. Amén.

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

don Sergio Pellini S.D.B.director general

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 24 de noviembre de 2017, número 47

Nuevo llamamiento del Pontífice

Por la paz en Oriente Medio

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

En este penúltimo domingo delaño litúrgico, el Evangelio nospresenta la parábola de los talen-tos (cf Ma t e o 25, 14-30). Un hom-bre, antes de partir de viaje, entre-ga a sus siervos unos talentos, queen aquel tiempo eran monedas denotable valor: a un siervo, cincotalentos; a otro, dos; a otro, uno,según la capacidad de cada uno.El siervo que recibió cinco talen-

por no hacer nada bueno. Para iradelante y crecer en el camino dela vida no hay que tener miedo,hay que tener confianza.

Esta parábola nos hace entenderlo importante que es tener unaidea verdadera de Dios. No debe-mos pensar que Él es un patrónmalo, duro y severo que quierecastigarnos. Si dentro de nosotrosestá esta imagen equivocada deDios, entonces nuestra vida nopodrá ser fecunda, porque vivire-

ro también con sus advertencias,que revelan su interés para quenosotros no desperdiciemos inútil-mente nuestra vida. Es un signo,de hecho, de que Dios tiene unagran estima de nosotros: esta con-ciencia nos ayuda a ser personasresponsables en cada una de nues-tras acciones. Por lo tanto, la pa-rábola de los talentos nos reclamaa una responsabilidad personal y auna fidelidad que se conviertetambién en capacidad de caminarcontinuamente sobre caminos nue-vos, sin «enterrar el talento», esdecir, los dones que Dios nos haconfiado y sobre los que nos pedi-rá cuentas.

culo entre anuncio del Evangelio yamor a los pobres.

Es lo que hemos querido recor-dar con la Jornada Mundial de losPobres de hoy, que en Roma y enlas diócesis del mundo se expresaen tantas iniciativas de oración yde compartir.

Espero que los pobres estén enel centro de nuestras comunidadesno solamente en momentos comoeste, sino siempre; porque ellos es-tán en el corazón del Evangelio,en ellos encontramos a Jesús quenos habla y nos interpela a travésde sus sufrimientos y sus necesida-des.

Quiero recordar hoy de modoparticular a las poblaciones que vi-

ven una dolorosa pobrezaa causa de la guerra y delos conflictos. Renuevo,por lo tanto, a la comuni-dad internacional un tris-te llamamiento para queparticipe en todo esfuerzoposible para favorecer lapaz, en particular enOriente Medio. Dirijo unpensamiento especial alquerido pueblo libanés yrezo por la estabilidad delpaís, con el fin de quepueda continuar siendoun «mensaje» de respetoy convivencia para toda laregión y para el mundoe n t e ro .

Rezo también por laspersonas de la tripulacióndel submarino militar ar-gentino del que se hanperdido las pistas. Hoy estambién el Día de recuer-do de las víctimas de acci-dentes de tráfico, institui-do por la O N U. Animo alas instituciones públicasen el empeño de la pre-

tos es emprendedor y les hacefructificar ganando otros cinco. Deigual modo se comporta el siervoque había recibido dos y se procu-ra otros dos. En cambio, el siervoque recibió uno, excava un aguje-ro en la tierra y esconce la mone-da de su patrón.

Es este el mismo siervo que ex-plica al patrón, a su regreso, elmotivo de su gesto, diciendo: «Se-ñor, sé que eres un hombre duro,que cosechas donde no sembrastey recoges donde no esparciste. Poreso me dio miedo y fui y escondíen tierra tu talento». (vv. 24-25).Este siervo no tiene con su patrónuna relación de confianza, sinoque tiene miedo de él y esto lobloquea. El miedo inmovilizasiempre y a menudo hace tomardecisiones equivocadas. El miedodesalienta de tomar iniciativas, in-duce a refugiarse en soluciones se-guras y garantizadas y así termina

mos en el miedo y este no nosconducirá a nada constructivo; dehecho, el miedo nos paraliza, nosautodestruye. Estamos llamados areflexionar para descubrir cuál esverdaderamente nuestra idea deDios. Ya en el Antiguo Testamen-to Él se reveló como «Dios miseri-cordioso y clemente, tardo a la có-lera y rico en amor y fidelidad»(Éxodo 34, 6). Y Jesús siempre nosha mostrado que Dios no es unpatrón severo e intolerante, sinoun padre lleno de amor, de ternu-ra, un padre lleno de bondad. Porlo tanto, podemos y debemos te-ner una inmensa confianza en Él.

Jesús nos muestra la generosi-dad y la premura del Padre detantos modos: con su palabra, consus gestos, con su acogida haciatodos, especialmente hacia los pe-cadores, los pequeños y los pobres—como hoy nos recuerda la I Jor-nada Mundial de los Pobres—; pe-

Que la Virgen Santa intercedapor nosotros, con el fin de quepermanezcamos fieles a la volun-tad de Dios haciendo fructificarlos talentos de los que nos ha do-tado. Así seremos útiles a los de-más y, en el último día, seremosacogidos por el Señor, que nos in-vitará a tomar parte de su alegría.

Al finalizar la oración mariana, elPapa dirigió a los fieles presentes lassiguientes palabras:

Queridos hermanos y hermanas:Ayer, en Detroit, en Estados

Unidos, fue proclamado beatoFrancesco Solano, sacerdote de losFrailes Menores Capuchinos. Hu-milde y fiel discípulo de Cristo, sedistinguió por un incansable servi-cio a los pobres. Que su testimo-nio ayude a sacerdotes, religiososy laicos a vivir con alegría el vín-

vención e insto a los conductoresa la prudencia y al respeto de lasnormas, como primera forma deprotección para sí y para los otros.

Y os saludo a todos vosotros,familias, parroquias, asociaciones yfieles, que habéis venido desdeItalia y desde tantas partes delmundo. En particular, saludo a losperegrinos de la República Domi-nicana; a los participantes de lacarrera de solidaridad de Košice(Eslovaquia) en Roma; y a la co-munidad ecuatoriana residente enRoma, que celebra la Vigen delQuinche. Saludo a la fraternidaddel Orden secular Trinitario Italia-no, a los fieles de Civitanova Mar-che, Sanzeno, Termoli, Capua yNola y a los jóvenes de confirma-ción de Mestrino (Padua).

Os deseo a todos vosotros unbuen domingo. Y por favor, no osolvidéis de rezar por mí. ¡Buen al-muerzo y hasta pronto!

Un nuevo «triste llamamiento a comprometer cada posible esfuerzo parafavorecer la paz, en particular en Oriente Medio» fue dirigido por elPointífice a la comunidad internacional al finalizar el Ángelus recitado en laplaza San Pedro después de la misa del domingo 19 de noviembre.

número 47, viernes 24 de noviembre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Entrevista con monseñor Collazzi

Abrir el corazóna las palabras

del Papa

RO CÍO LANCHO GARCÍA

Un encuentro marcado por lafamiliaridad y la fraternidad. Asídefine monseñor Carlos MaríaCollazzi, obispo de Mercedes ypresidente de la ConferenciaEpiscopal de Uruguay, el encuen-tro con el Papa Francisco durantela visita ad limina, el día 16 denoviembre. Además, pudieroncompartir con él las preocupacio-nes y desafíos de la Iglesia de supaís.

¿Cómo fue el tiempo previo al viajea Roma para la visita ad limina?

La visita ad limina es una gra-cia que el Señor nos regala a lasIglesias diocesanas para entrar encomunión con la Iglesia de Ro-ma, a los arzobispos entrar en co-munión con el sucesor de Pedropara que nos confirme en la fe.Lo hemos vivido como una graciade Dios, no solo el encuentro deljueves sino ya desde el mes deagosto, cuando la ConferenciaEpiscopal tuvo una Asamblea ex-traordinaria en la cual nos prepa-ramos para estos encuentros. Fui-mos viendo cuáles eran los temasa tratar. Es una gracia que se ex-perimenta al venir a Roma, a lastumbas de los apóstoles Pedro yPablo. Visitar las cuatro Basílicasromanas y en nuestro caso tam-bién la Basílica de los 12 apósto-les donde están Felipe y Santiago,patrones de Montevideo y Uru-guay, y está también la réplica dela imagen de la Virgen de losTreinta y Tres, patrona de Uru-guay. Ese momento de gracia fuepreparar el encuentro con el suce-sor de Pedro y los grandes temasque queríamos tratar con él.

¿Cómo vivieron el encuentro perso-nal con el Papa Francisco?

Hay un hecho que me parecemuy interesante. Sucedió haceunos días, el 12 de noviembre, pa-ra nosotros es la peregrinaciónanual a la Virgen de los Treinta yTres. Allí fuimos a poner la visitaad limina en las manos de la Vir-gen. El obispo auxiliar de Monte-video, que fue quien predicó, lehizo a la gente dos preguntas queal comienzo del encuentro con elPapa se lo pusimos de manifiesto.

Preguntó a los presentes: ¿le po-demos decir al Papa que ustedesrezan por él? Y la exclamacióncon aplauso, vivas y síes fue uná-nime. Y la segunda pregunta fue:¿le podemos decir que lo espera-mos con los brazos abiertos enUruguay? Y ahí la exclamaciónfue más fuerte. Yo llevo tres visi-tas ad limina, y esta fue diferentea los anteriores. Primero con sanJuan Pablo II, después con Bene-dicto XVI y ahora con Francisco.El encuentro esta vez fue distintoporque en vez de hacer un dis-curso preparado, conversamoscon él. Llegamos y las sillas esta-ban ya colocadas formando uncírculo, y te recuerda a las «rue-das de amigos» donde te sientasa compartir un mate, algo que eslindo, dialogar, hacer una picadi-ta. Esto habla de familiaridad yfraternidad. Y el encuentro con elPapa Francisco tuvo esa caracte-rística. No fue solo poner de ma-nifiesto las cosas lindas y bellasde las diócesis sino también laspreocupaciones que tenemos.

¿Qué le transmitieron al Pontíficesobre su realidad uruguaya?

Las letanías de nuestra visiónde la realidad que siempre la que-remos ver con corazón y ojos depastores. No somos ningunos so-ciólogos ni analíticos de situacio-nes y realidades, pero nos hacepercibir la búsqueda de la gente,y eso lo pusimos de manifiesto alSanto Padre. Nosotros tratamosde acercarnos con valor de cerca-nía, familiaridad, solidaridad. Yel Papa nos animó a una vitalidadde pastoral juvenil, seguir vivien-do la alegría del Evangelio... losgrandes temas de su pontificado.Nosotros salimos del encuentromuy animados, alegres y para mífueron más de dos horas de gozo-so encuentro. Se trató de algomuy familiar, hablando según nosvenían los temas. Fue un encuen-tro de mucha gracia de Dios enesta tercera visita que vivo comoobisp o.

¿Qué temas eran importantes paraustedes poder abordar?

Uno de los grandes temas essiempre el tema de la evangeliza-ción. Cómo llegar y llevar al

hombre y a la mujer uruguaya laalegría del Evangelio. Ese es elgran desafío. El Papa nos dejabahablar e intervenía. Había un mo-derador, pero fue un diálogo muynatural. También le quisimos ha-cer llegar la cercanía de la gente.Y le trajimos unos regalos de ca-da diócesis, cartas de algunos fie-les. Y le trajimos un abrigo de la-na uruguaya.

¿Qué supone para los obispos venira Roma y realizar la visita ad limi-na?

El pasar por los diversos orga-nismos de la Santa Sede para no-sotros es una riqueza de diálogo yde presentar nuestras preguntas yproblemáticas para las que quere-mos pedir indicaciones. En mi ex-periencia, las visitas ad limina sonsiempre ocasión para irse de Ro-ma animado por la gracia y loque significa la oración y el senti-do profundo de lo que estamosviviendo; y por la voz de aquellosque tienen la misión en la Iglesiade ayudarnos en nuestro ejerciciode ministerio episcopal.

Dentro de poco tiempo el Papa re-gresa a América Latina, visitará enenero Chile y Perú. ¿Cómo cree queestas visitas ayudan a los fieles detodo el continente?

Es verdad el sentido de unidadvivido gracias a Consejo Episco-pal Latinoamericano y del Caribe(CELAM). Creo que es un organis-mo pionero de unidad episcopalque tiene una historia muy larga,desde antes del Concilio. Y estoha sido y es un fuerte instrumen-to de comunión. Existe una fuertevinculación de las Iglesias. Porejemplo, he sido invitado comopresidente de la ConferenciaEpiscopal de Uruguay a estar enChile y Perú. Y por eso augura-mos y nos alegramos de que laIglesia Peruana y Chilena tenganesta gracia. Estuve en Colombiacuando el Papa llegó a Bogotá.Vi el fervor de la gente, la alegríapor recibirlo. Vi una Iglesia orga-nizada y una Iglesia abierta a es-cuchar la palabra del sucesor dePedro. Es necesario preparar elcorazón a escucharlo, a recibir sumensaje, a seguir descubriendo ensus signos las cercanía de Dios. Y

sobre todo, creo que es más quesignificativo que en su exhorta-ción apostólica La alegría delEvangelio él nos invita a descubrirbrotes de resurrección en la vidade nuestros pueblos, en la vidacotidiana. Corazón y oídos abier-tos a escuchar su palabra. Ver ca-minos y discernir los signos delos tiempos.

El Papa Francisco ha convocado yaun sínodo para la Amazonia, ¿quéimportancia cree que tendrá este Sí-nodo para la Iglesia y para el mun-do?

Creo que es fundamental. Creoque también en su magisterio conla Laudato si' da ya orientacionesprecisas. Nosotros de alguna ma-nera, por la zona y la conforma-ción de pueblos, el tema del acuí-fero guaranítico, la gran reservade agua que tenemos bajo nuestrosuelo, nos hace pensar tambiénesa realidad tan profunda de la ri-queza de la naturaleza. El hom-bre no es dueño, es administra-dor. Como Iglesia y como huma-nidad tenemos que tener el cora-zón abierto a saber descubrir losregalos que el Creador nos ha da-do.

Uno de los temas que más preocupaal Papa es salir hacia las periferias,para la Iglesia en Uruguay, ¿cuálesson las periferias?

No es fácil enumerar y priori-zarlas. Pasa mucho encontrar per-sonas que se profesan creyentespero no participantes de la vidade la Iglesia. Y entonces hay quesalir mucho a las periferias queson los nuevos barrios en las ciu-dades grandes. Es importantetambién la actitud que tenemosque tener ante tantos hermanosque no están integrados en la vi-da de la Iglesia y hay que ir, unaIglesia en salida. Esto se lo digomucho a la gente en mi catedral.Tenemos algo tan significativo co-mo una puerta que se abre haciafuera. ¿Qué significa abrir lapuerta hacia fuera? Salir tal y co-mo nos invita al Papa. La nuevaevangelización es muy urgente:métodos y expresiones para acer-carnos al que aparentemente estáalejado de la Iglesia.

página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 24 de noviembre de 2017, número 47

A MyanmarQueridos amigos:

Mientras me preparo para visitar Myanmar, quie-ro enviar unas palabras de saludo y amistad a todosu pueblo. Tengo muchas ganas de encontraros.Voy a proclamar el Evangelio de Jesucristo, unmensaje de reconciliación, de perdón y de paz.

Mi visita está destinada a confirmar a la comuni-dad católica de Myanmar en su fe en Dios y en sutestimonio del Evangelio, que enseña la dignidadde cada hombre y mujer y nos exige que abramosel corazón a los demás, especialmente a los pobresy necesitados.

Al mismo tiempo, deseo visitar la nación con es-píritu de respeto y aliento por todos los esfuerzosencaminados a construir armonía y cooperación alservicio del bien común. Vivimos en una época enque los creyentes y los hombres de buena voluntadsienten cada vez más la necesidad de crecer en lacomprensión mutua y en el respeto y de apoyarseunos a otros como miembros de la única familiahumana. Porque todos somos hijos de Dios.

Sé que muchos en Myanmar están trabajandomucho para preparar mi visita y se lo agradezco.Pido a cada uno que rece para que los días que estécon vosotros sean fuente de esperanza y aliento pa-ra todos.

¡Sobre vosotros y sobre vuestras familias invocolas bendiciones divinas de alegría y de paz!

¡Hasta pronto!

El Pontífice entrega los premios Ratzinger 2017

Intercambio armonioso

A BangladeshQueridos amigos:

Mientras me preparo para visitar Bangladesh yadentro de pocos días, quiero enviar unas palabrasde saludo y amistad a todo su pueblo. Espero conganas el momento en que podamos estar juntos.

Voy como ministro del Evangelio de Jesucristo,para proclamar su mensaje de reconciliación, deperdón y de paz.

Mi visita tiene como objetivo confirmar a la co-munidad católica de Bangladesh en su fe y en sutestimonio del Evangelio, que enseña la dignidadde cada hombre y mujer, y nos llama a abrir el co-razón a los demás, especialmente a los pobres y ne-cesitados.

Al mismo tiempo, quiero conocer a toda la gen-te. En particular, tengo muchas ganas de encontrar-me con los líderes religiosos en Ramna. Vivimos enun momento en que los creyentes y los hombres debuena voluntad en todas partes están llamados apromover la comprensión recíproca y el respeto, y aapoyarse unos a otros como miembros de la únicafamilia humana. Sé que muchos en Bangladesh es-tán trabajando duro para preparar mi visita, y se loagradezco.

Pido a cada uno de vosotros que rece para quelos días que esté con vosotros sean fuente de espe-ranza y de aliento para todos. ¡Sobre vosotros yvuestras familias invoco las bendiciones divinas dealegría y paz!

¡Hasta pronto!

Videomensajes del Papa

El Papa recibió en audiencia a losmiembros de la Fundación VaticanaJoseph Ratzinger – Benedicto XVI elsábado 18 de noviembre por lamañana con motivo de la concesión delPremio Ratzinger 2017, llegado a suséptima edición. Los ganadores de esteaño y a los que el Pontífice entregó elgalardón son: el Prof. Theodor Dieter,teólogo luterano alemán; el Prof. Karl-Heinz Menke, teólogo y sacerdotecatólico alemán, y el maestro ArvoPärt, compositor musical estonio,cristiano ortodoxo. Al final Franciscopronunció un discurso, seguido de laejecución musical del «Pater Noster»por el maestro Arvo Pärt, que tocó elpiano perteneciente al Papa emérito. Acontinuación, el discurso pronunciadopor el Pontífice.

Queridos hermanos y hermanas:Me alegra encontraros en esta cita

anual para la concesión de los Pre-mios a personalidades eminentes queme han sido presentadas por la Fun-dación Vaticana Joseph Ratzinger —Benedicto XVI y por su ComitéCientífico. Saludo en primer lugar alos ganadores, a los miembros y ami-gos de la Fundación, y doy las gra-cias al cardenal Kurt Koch y al pa-dre Lombardi que nos han explicadoel significado y la importancia de es-te evento culminante de sus activida-des encaminadas a la promoción dela investigación teológica y al com-promiso cultural animado por la fe yel ímpetu del alma hacia Dios. Di-rijo junto con vosotros un pensa-miento afectuoso e intenso al Papaemérito Benedicto. Su oración y supresencia discreta y alentadora nosacompañan en el camino común; suobra y su magisterio continúan sien-do una herencia viva y valiosa parala Iglesia y para nuestro servicio.Precisamente por eso, invito a su

fundación a continuar con el empe-ño, estudiando y profundizando estaherencia y, al mismo tiempo a mirarhacia adelante, para valorar su fe-cundidad tanto con la exégesis delos escritos de Joseph Ratzinger, co-mo para continuar —según su espíri-tu— el estudio y la investigación teo-lógica y cultural, incluso entrandoen nuevos campos donde la culturaactual insta a la fe al diálogo. De es-te diálogo, el espíritu humano siem-pre tiene una necesidad urgente y vi-tal: lo necesita la fe, que se abstrae sino se encarna en el tiempo; lo nece-sita la razón, que se deshumaniza sino asciende a lo Trascendente. Dehecho, «la fe y la razón —afirmabasan Juan Pablo II— son como las dosalas con las cuales el espíritu huma-no se eleva hacia la contemplación

de la verdad». (Enc. Fides et ratio,Prefacio). Joseph Ratzinger continúasiendo un maestro y un interlocutoramigo para todos aquellos que ejer-cen el don de la razón para respon-der a la vocación humana de buscarla verdad.

Cuando el beato Pablo VI lo lla-mó a asumir la responsabilidad dearzobispo de Munich y Freising, es-cogió como lema Cooperatores Verita-tis (Colaboradores de la verdad), to-mándolo de la Tercera Carta de sanJuan (v. 8). Estas expresan bien elpleno sentido de su obra y su minis-terio. Ese lema destaca en los diplo-mas de los Premios que he entrega-do, para dar a entender que los ga-lardonados también han dedicadosus vidas a la altísima misión de ser-vir a la verdad, a la diaconía de la

verdad. Me alegro de que las ilustrespersonalidades galardonadas hoycon el Premio provengan de tresconfesiones cristianas, entre ellas laluterana, con la que este año hemosvivido momentos particularmenteimportantes de encuentro y de cami-no común. La verdad de Cristo noes para solistas, sino que es sinfóni-ca: requiere una colaboración dócil,un intercambio armonioso. Buscarla,estudiarla, contemplarla y traducirlaa la práctica juntos, en la caridad,nos atrae con fuerza hacia la unidadplena entre nosotros: la verdad seconvierte así en una fuente viva devínculos de amor cada vez más es-trechos. He recibido con alegría laidea de ampliar el horizonte del Pre-mio para incluir también las artes,además de la teología y las cienciasque naturalmente se asocian con él.Es una ampliación que se correspon-de bien con la visión de BenedictoXVI, que tantas veces nos ha habladode un modo emocionante de la be-lleza como un camino privilegiadopara abrirnos a la trascendencia yencontrar a Dios. En particular, he-mos admirado su sensibilidad musi-cal y su ejercicio personal de este ar-te como camino hacia la serenidad ypara la elevación del espíritu.

Mis felicitaciones, por lo tanto, alos ilustres ganadores del premio: elprofesor Theodor Dieter, el profesorKarl-Heinz Menke y el maestro Ar-vo Pärt; y mi aliciente a vuestraFundación y a todos sus amigos, pa-ra que se continúen recorriendo ca-minos nuevos y cada vez más am-plios para colaborar en la investiga-ción, el diálogo y en el conocimientode la verdad. Una verdad que, comoel Papa Benedicto no se ha cansadode recordar, es, en Dios, logos yágape, sabiduría y amor encarnadoen la persona de Jesús.

número 47, viernes 24 de noviembre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Investigación e inversiones miren por el bien de toda la humanidad

No a un progreso científico en beneficio de pocos

Queridos hermanos y hermanas:Os doy la bienvenida y agradezco

al cardenal Gianfranco Ravasi su sa-ludo y presentación. Esta AsambleaPlenaria ha elegido como tema lacuestión antropológica proponiéndo-se entender las líneas futuras de de-sarrollo de la ciencia y la técnica.Entre los muchos argumentos posi-bles de discusión, vuestra atenciónse ha centrado en tres temas.

toda la Revelación, desarrollándoseen torno a los elementos fundamen-tales de la relación y la libertad. Larelación se ramifica en una triple di-mensión: hacia la materia, la tierra ylos animales; hacia la trascendenciadivina; hacia otros seres humanos.La libertad se expresa en la autono-mía —naturalmente relativa— y enopciones morales. Esta estructurafundamental ha gobernado durantesiglos la idea de gran parte de la hu-

mento último en el plan de Diosque «nos ha elegido en él antes dela fundación del mundo [...] eligién-donos de antemano para ser sushijos adoptivos por medio de Jesu-cristo» (cf Efesios 1, 3-5) y que nosconfió el cuidado de la creación:«cultivar y cuidar» la tierra (cf Géne-sis 2, 15). Precisamente porque elhombre es imagen y semejanza deun Dios que creó el mundo poramor, el cuidado de toda la creación

ner este diálogo. El primero es lacentralidad de la persona humanaque hay que considerar como un finy no como un medio. Debe estar enrelación armoniosa con la creación y,por lo tanto, no debe comportarsecomo un déspota con la herencia deDios, sino como un custodio amoro-so de la obra del Creador.

El segundo principio a recordar esel del destino universal de los bie-nes, que también atañe al conoci-miento y a la tecnología. El progresocientífico y tecnológico sirve al biende toda la humanidad, y de sus be-neficios no pueden disfrutar sola-mente unos pocos. De esta forma, se

humano y nos hace diferentes de lasmáquinas.

Todos estos avances científicos ytécnicos inducen a algunos a pensarque nos encontramos en un momen-to singular en la historia de la hu-manidad, casi en el alba de una nue-va era y en el nacimiento de un nue-vo ser humano, superior al que he-mos conocido hasta ahora.

Efectivamente, las cuestiones y losinterrogantes que enfrentamos songraves y serios. En parte han sidoanticipados por la literatura y las pe-lículas de ciencia ficción, que se hanhecho eco de los miedos y las expec-tativas de los hombres. Por esta ra-zón, la Iglesia, que sigue de cercalas alegrías y las esperanzas, las an-gustias y los temores de los hombresde nuestro tiempo, quiere poner a lapersona humana y los problemasque la conciernen en el centro de susre f l e x i o n e s .

La pregunta sobre el ser humano:«¿Qué es el hombre para que de élte acuerdes?» (Salmos 8, 5) resuenaen la Biblia desde sus primeras pági-nas y ha acompañado todo el cami-no de Israel y de la Iglesia. A estapregunta, la misma Biblia ha ofreci-do una respuesta antropológica queya se delinea en el Génesis y recorre

manidad y en la actualidad todavíamantiene su vigencia. Pero, al mis-mo tiempo, hoy nos damos cuentade que los grandes principios y losconceptos fundamentales de la an-tropología se ponen a menudo entela de juicio, incluso sobre la basede una mayor conciencia de la com-plejidad de la condición humana yrequieren una profundización adicio-nal.

La antropología es el horizonte dela autocomprensión en el que todosnos movemos y determina nuestraconcepción del mundo y las decisio-nes existenciales y éticas. En nues-tros días se ha convertido, con fre-cuencia, en un horizonte cambiantey fluido en virtud de los cambios so-cioeconómicos, de los movimientosde las poblaciones y de las relativasconfrontaciones culturales, pero tam-bién de la difusión de una culturamundial y, sobre todo, de los increí-bles descubrimientos de la ciencia yde la técnica.

¿Cómo reaccionar ante estos desa-fíos? En primer lugar, debemos ex-presar nuestra gratitud a los hom-bres y mujeres de ciencia por sus es-fuerzos y su compromiso en favor dela humanidad. Este aprecio por laciencia, que no siempre hemos sabi-do manifestar, encuentra su funda-

debe seguir la lógica de la gratuidady del amor, del servicio, y no la deldominio y la intimidación.

La ciencia y la tecnología nos hanayudado a profundizar los límitesdel conocimiento de la naturaleza y,en particular, del ser humano. Perouna y otra no bastan, por sí solas,para dar todas las respuestas. Hoynos damos cuenta cada vez más deque es necesario recurrir a los teso-ros de la sabiduría que se conservanen las tradiciones religiosas, en la sa-biduría popular, en la literatura y lasartes, que llegan profundamente almisterio de la existencia humana, sinolvidar, sino al contrario, redescu-briendo, las contenidas en la filoso-fía y en la teología.

Como quise decir en la encíclicaLaudato si’ «se vuelve actual la nece-sidad imperiosa del humanismo, quede por sí convoca a los distintos sa-beres, [...] hacia una mirada más in-tegral e integradora» (n. 141), a finde superar la división trágica entrelas «dos culturas», la humanista-lite-raria-teológica y la científica, queconduce al empobrecimiento mutuo,y de fomentar un mayor diálogo en-tre la Iglesia, la comunidad de cre-yentes y la comunidad científica.

La Iglesia, por su parte, ofrece al-gunos grandes principios para soste-

evitará que el futuro agregue nuevasdesigualdades basadas en el conoci-miento y aumente la brecha entre ri-cos y pobres. Las grandes decisionessobre la orientación de la investiga-ción científica y la inversión en elladeben tomarse por toda la sociedady no estar dictadas únicamente porlas reglas del mercado o el interés deunos pocos.

Finalmente, sigue siendo válido elprincipio de que no todo lo que estécnicamente posible o factible es,por lo tanto, éticamente aceptable.La ciencia, como cualquier otra acti-vidad humana, sabe que tiene lími-tes que se deben observar por elbien de la humanidad misma, y re-quiere un sentido de responsabilidadética. La verdadera medida del pro-greso, como recordaba el beato Pa-blo VI, es lo que está dirigido al biende cada hombre y de todo el hom-b re .

Os doy las gracias a todos, miem-bros, consultores y colaboradores delPontificio consejo de la cultura, por-que lleváis a cabo un valioso servi-cio. Invoco sobre vosotros la abun-dancia de las bendiciones del Señor,y os pido, por favor, que recéis pormí. Gracias.

Con un firme no al progreso científico en beneficio de unos pocos, Francisco pidió que investigación e inversiones miren porel bien de toda la humanidad. Recibiendo el sábado 18 de noviembre, por la mañana, en la sala del Consistorio, a losparticipantes de la plenaria del Pontificio consejo de la cultura —que se había abierto el miércoles 15— el Papa ofreció unareflexión sobre el tema de las obras dedicadas al «Futuro de la humanidad: nuevos desafíos de la antropología».

En primer lugar, la medi-cina y la genética que nospermiten mirar la estructuraíntima del ser humano e in-cluso intervenir para modifi-carla. Nos hacen capaces deerradicar enfermedades da-das por incurables hasta ha-ce poco, pero tambiénabren la posibilidad de de-terminar a los seres huma-nos «programando», por asídecirlo, algunas cualidades.

En segundo lugar, lasneurociencias ofrecen cadavez más información sobreel funcionamiento del cere-bro humano. A través deella, las realidades funda-mentales de la antropologíacristiana, como el alma, laconciencia de sí mismo y lalibertad, aparecen ahora ba-jo una luz inédita, e inclusopueden ser seriamente cues-tionadas por algunos.

Finalmente, los increíblesprogresos de las máquinasautónomas y pensantes, queya se han convertido en par-te de nuestra vida cotidiana,nos lleva a reflexionar sobrelo que es específicamente

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El gran pecado de la indiferenciaAyudar a los pobres es un deber

Tenemos la alegría de partirel pan de la Palabra, y den-tro de poco de partir y reci-bir el Pan Eucarístico, queson alimento para el camino

de la vida. Todos lo necesitamos, nin-guno está excluido, porque todos so-mos mendigos de lo esencial, del amor

(Mt 25, 15). En primer lugar, debemosreconocer que tenemos talentos, somos«talentosos» a los ojos de Dios. Poreso nadie puede considerarse inútil,ninguno puede creerse tan pobre queno pueda dar algo a los demás. Hemossido elegidos y bendecidos por Dios,que desea colmarnos de sus dones, mu-

multiplique. Pero, mientras los dos pri-meros realizan la misión, el tercero nohace fructificar los talentos; restituyesólo lo que había recibido: «Tuve mie-do —dice—, y fui y escondí tu talentoen la tierra; mira, aquí tienes lo que estuyo» (v. 25). Este siervo recibe comorespuesta palabras duras: «Siervo maloy perezoso» (v. 26). ¿Qué es lo que nole ha gustado al Señor de él? Para de-cirlo con una palabra que tal vez ya nose usa mucho y, sin embargo, es muyactual, diría: la omisión. Lo que hizo

tir y multiplicar los dones, lo ha custo-diado celosamente, se ha conformadocon preservarlo. Pero quien se preocu-pa sólo de conservar, de mantener lostesoros del pasado, no es fiel a Dios.En cambio, la parábola dice que quienañade nuevos talentos, ese es verdade-ramente «fiel» (vv. 21.23), porque tienela misma mentalidad de Dios y no per-manece inmóvil: arriesga por amor, sejuega la vida por los demás, no aceptael dejarlo todo como está. Sólo una co-sa deja de lado: su propio beneficio.

Esta es la única omisión justa. La omi-sión es también el mayor pecado contralos pobres. Aquí adopta un nombrepreciso: indiferencia. Es decir: «No esalgo que me concierne, no es mi pro-blema, es culpa de la sociedad». Es mi-rar a otro lado cuando el hermano pasanecesidad, es cambiar de canal cuandouna cuestión seria nos molesta, es tam-bién indignarse ante el mal, pero nohacer nada. Dios, sin embargo, no nospreguntará si nos hemos indignado conrazón, sino si hicimos el bien.

Entonces, ¿cómo podemos compla-cer al Señor de forma concreta? Cuan-do se quiere agradar a una personaquerida, haciéndole un regalo, porejemplo, es necesario antes de nada co-nocer sus gustos, para evitar que el donagrade más al que lo hace que al que lorecibe. Cuando queremos ofrecer algoal Señor, encontramos sus gustos en elEvangelio. Justo después del pasaje quehemos escuchado hoy, Él nos dice:«Cada vez que lo hicisteis con uno deestos, mis hermanos más pequeños,

es la verdadera fortaleza: no los puñoscerrados y los brazos cruzados, sino lasmanos laboriosas y tendidas hacia lospobres, hacia la carne herida del Señor.Ahí, en los pobres, se manifiesta la pre-sencia de Jesús, que siendo rico se hizopobre (cf. 2 Co 8, 9). Por eso en ellos,en su debilidad, hay una «fuerza salva-dora». Y si a los ojos del mundo tienenpoco valor, son ellos los que nos abrenel camino hacia el cielo, son «nuestropasaporte para el paraíso». Es para no-sotros un deber evangélico cuidar de

mo. Sólo esto dura para siempre, todoel resto pasa; por eso, lo que invertimosen amor es lo que permanece, el restodesaparece. Hoy podemos preguntar-nos: «¿Qué cuenta para mí en la vida?¿En qué invierto? ¿En la riqueza quepasa, de la que el mundo nunca estásatisfecho, o en la riqueza de Dios, queda la vida eterna?». Esta es la elecciónque tenemos delante: vivir para teneren esta tierra o dar para ganar el cielo.Porque para el cielo no vale lo que setiene, sino lo que se da, y «el que acu-

mal fue no haber hechoel bien. Muchas vecesnosotros estamos tambiénconvencidos de no haberhecho nada malo y asínos contentamos, presu-miendo de ser buenos yjustos. Pero, de esa ma-nera corremos el riesgode comportarnos como elsiervo malvado: tampocoél hizo nada malo, nodestruyó el talento, sinoque lo guardó bien bajotierra. Pero no hacer na-da malo no es suficiente,porque Dios no es un re-visor que busca billetessin timbrar, es un Padreque sale a buscar hijospara confiarles sus bienesy sus proyectos (cf. v. 14).Y es triste cuando el Pa-dre del amor no recibeuna respuesta de amorgenerosa de parte de sushijos, que se limitan arespetar las reglas, acumplir los mandamien-tos, como si fueran asala-riados en la casa del Pa-dre (cf. Lc 15, 17). El sier-vo malvado, a pesar deltalento recibido del Se-ñor, el cual ama compar-

conmigo lo hicisteis»(Mt 25, 40). Estos her-manos más pequeños,sus predilectos, son elhambriento y el enfermo,el forastero y el encarce-lado, el pobre y el aban-donado, el que sufre sinayuda y el necesitadodescartado. Sobre susrostros podemos imagi-nar impreso su rostro; so-bre sus labios, incluso siestán cerrados por el do-lor, sus palabras: «Estoes mi cuerpo» (Mt 26,26). En el pobre, Jesúsllama a la puerta denuestro corazón y, se-diento, nos pide amor.Cuando vencemos la in-diferencia y en el nombrede Jesús nos prodigamospor sus hermanos máspequeños, somos susamigos buenos y fieles,con los que él ama estar.Dios lo aprecia mucho,aprecia la actitud que he-mos escuchado en la pri-mera Lectura, la de la«mujer fuerte» que «abresus manos al necesitadoy tiende sus brazos al po-bre» (Pr 31, 10.20). Esta

ellos, que son nuestra verdadera rique-za, y hacerlo no sólo dando pan, sinotambién partiendo con ellos el pan dela Palabra, pues son sus destinatariosmás naturales. Amar al pobre significaluchar contra todas las pobrezas, espiri-tuales y materiales. Y nos hará bienacercarnos a quien es más pobre quenosotros, tocará nuestra vida. Nos harábien, nos recordará lo que verdadera-mente cuenta: amar a Dios y al próji-

mula tesoro para sí» no se hace «ricopara con Dios» (Lc 12, 21). No busque-mos lo superfluo para nosotros, sino elbien para los demás, y nada de lo quevale nos faltará.

Que el Señor, que tiene compasiónde nuestra pobreza y nos reviste de sustalentos, nos dé la sabiduría de buscarlo que cuenta y el valor de amar, nocon palabras sino con hechos.

de Dios, que nos da el sentido de la vi-da y una vida sin fin. Por eso hoy tam-bién tendemos la mano hacia Él pararecibir sus dones.

La parábola del Evangelio nos hablaprecisamente de dones. Nos dice quesomos destinatarios de los talentos deDios, «cada cual según su capacidad»

cho más de lo que un papá o una ma-má quieren para sus hijos. Y Dios, parael que ningún hijo puede ser descarta-do, confía a cada uno una misión.

En efecto, como Padre amoroso yexigente que es, nos hace ser responsa-bles. En la parábola vemos que cadasiervo recibe unos talentos para que los

Aunque «a los ojos del mundo tienen poco valor», los pobres «nos abren el caminohacia el cielo, son nuestro “pasaporte para el paraíso”». Lo dijo el Papa Francisco enla homilía de la misa celebrada el domingo 19 de noviembre en la basílica vaticana,con ocasión de la primera Jornada mundial de los pobres.Después de la celebración eucarística y la oración del Ángelus, el Pontífice y milquinientos pobres compartieron la comida en el Aula Pablo VI.

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El Papa Francisco recomienda cercanía y proporcionalidad para las terapias

Curar sin ensañamiento

Al venerado hermanoMons. Vincenzo Paglia

Presidente de la Academia Pontificiapara la Vida

Le envío mi cordial saludo así co-mo a todos los participantes en elencuentro regional europeo de laWorld medical association sobre lostemas del llamado «final de la vi-da», organizado en el Vaticano juntocon la Academia para la Vida.

Vuestro encuentro se centrará enlos interrogantes que se refieren al fi-nal de la vida terrenal. Son interro-gantes que siempre han interpeladoa la humanidad, pero que hoy asu-men nuevas formas debido a la evo-lución del conocimiento y de las he-rramientas técnicas puestas a dispo-sición por el ingenio humano. Dehecho, la medicina ha desarrolladouna capacidad terapéutica cada vezmayor, que ha permitido superarmuchas enfermedades, mejorar la sa-lud y prolongar el tiempo de vida.Por lo tanto, ha desempeñado unpapel muy positivo. Por otro lado,hoy también es posible prolongar lavida en condiciones que en el pasa-do no se podrían ni siquiera imagi-nar. Las operaciones sobre el cuerpohumano son cada vez más eficaces,pero no siempre son decisivas: pue-den mantener funciones biológicasque se han vuelto insuficientes, o in-cluso reemplazarlas, pero esto noequivale a promover la salud. Se re-quiere, pues, un suplemento de sabi-duría, porque hoy en día es más in-sidiosa la tentación de insistir en tra-tamientos que producen efectos po-derosos en el cuerpo, pero a vecesno ayudan al bien integral de la per-sona.

El Papa Pío XII, en un discursomemorable dirigido hace 60 años alos anestesistas y especialistas en rea-nimación, afirmó que no es obligato-rio utilizar siempre todos los recur-sos potencialmente disponibles yque, en casos bien determinados eslícito abstenerse (cf. Acta ApostolicaSedis XLIX [1957], 1027 - 1033). Portanto, es moralmente lícito renunciara la aplicación de los medios tera-péuticos, o suspenderlos, cuando suuso no corresponde a ese criterio deética y humanidad que se denomi-nará en lo sucesivo «proporcionali-dad de la cura» (Cf. Congregaciónpara la Doctrina de la Fe, D e c l a ra -ción sobre la eutanasia, 5 de mayo de1980, I V: Acta Apostolicae Sedis LXXII[1980], 542-552). El aspecto peculiar

de este criterio es que toma en con-sideración «el resultado que puedeesperarse, dadas las condiciones delenfermo y de sus fuerzas físicas ymorales» (ibid.). Permite, por lotanto, llegar a una decisión que secalifica moralmente como renunciaal «ensañamiento terapéutico».

Es una decisión que asume demanera responsable el límite mortalde la condición humana, en el mo-mento en que se da cuenta de queno se puede contrarrestar. «Con estono se pretende provocar la muerte;se acepta no poder impedirla», co-mo especifica el Catecismo de la Igle-sia Católica (n.° 2278). Esta diferen-cia de perspectiva restituye humani-dad al acompañamiento del morirsin abrir justificaciones a la supre-sión de la vida. Notamos, de hecho,que no activar o suspender el uso demedios desproporcionados, equivalea evitar el ensañamiento terapéutico,es decir, a llevar a cabo una acciónque tiene un significado ético com-pletamente distinto de la eutanasia,que sigue siendo siempre ilícita, yaque se propone interrumpir la vidadando la muerte.

Ciertamente, cuando nos sumergi-mos en la concreción de las coyun-turas dramáticas y en la práctica clí-nica, los factores que entran en jue-go a menudo son difíciles de eva-luar. Para determinar si una inter-vención médica clínicamente apro-piada es efectivamente proporciona-da, no es suficiente aplicar mecáni-camente una regla general. Es nece-sario un cuidadoso discernimiento,que considere el objeto moral, lascircunstancias y las intenciones delos sujetos involucrados. La dimen-sión personal y relacional de la vida—y de la muerte misma, que sigue

siendo un momento extremo de lavida— debe dar, en el cuidado y elacompañamiento del enfermo, un es-pacio adecuado a la dignidad huma-na. En este camino, la persona en-ferma tiene el papel principal. Lo di-ce claramente el Catecismo de la Igle-sia Católica: «Las decisiones debenser tomadas por el paciente, si paraello tiene competencia y capacidad»(ibid.). Es él, en primer lugar, quientiene el derecho, obviamente en diá-logo con los médicos, de evaluar lostratamientos que le ofrecen y de juz-gar su proporcionalidad efectiva enla situación concreta, y de renunciarnecesariamente si dicha proporciona-lidad faltase. No es una evaluaciónfácil en la actividad médica actual,donde la relación terapéutica se frag-menta cada vez más y el acto médi-co debe asumir múltiples mediacio-nes, requeridas por el contexto tec-nológico y organizativo.

También cabe señalar que estosprocesos de evaluación están sujetosal condicionamiento de la crecientebrecha de oportunidades, favorecidapor la acción combinada de la po-tencia técnico-científica y de los inte-reses económicos. Los tratamientosprogresivamente más sofisticados ycostosos son asequibles a grupos depersonas y poblaciones cada vez másrestringidos y privilegiados, lo queplantea serias dudas sobre la sosteni-bilidad de los servicios sanitarios.Una tendencia, por decirlo así, sisté-mica, al aumento de la desigualdadterapéutica. Es bien visible a nivelmundial, especialmente si se compa-ran los diferentes continentes. Perotambién está presente en los paísesmás ricos, donde es probable que elacceso a las curas obedezca más a ladisponibilidad económica de las per-sonas que a las necesidades efectivasde la misma.

En la complejidad determinadapor la incidencia de estos factores enla práctica clínica, pero también enla cultura de la medicina en general,es necesario poner absolutamente enevidencia el mandamiento supremo

de la proximidad responsable comoaparece claramente en la páginaevangélica del Samaritano (cf. Lucas10, 25 -37). Se podría decir que elimperativo categórico es no abando-nar nunca a la persona enferma. Laangustia de la condición que nos lle-va al umbral del límite humano su-premo y las decisiones difíciles quetenemos que tomar nos exponen ala tentación de abandonar la rela-ción. Pero este es el lugar donde senos pide amor y cercanía, más quecualquier otra cosa, reconociendo ellímite que a todos nos acomuna yallí, precisamente, haciéndonos soli-darios. ¡Que cada uno dé amor de lamanera que le corresponde: comopadre o madre, hijo o hija, hermanoo hermana, médico o enfermero!¡Pero que lo dé! Y si sabemos queno siempre se puede garantizar lacuración de la enfermedad, a la per-sona que vive debemos y podemoscuidarla siempre: sin acortar su vidanosotros mismos, pero también sinensañarnos inútilmente contra sumuerte. En esta línea se mueve lamedicina paliativa que reviste tam-bién una gran importancia en ámbi-to cultural, esforzándose por comba-tir todo lo que hace la muerte másangustiosa y llena de sufrimiento, esdecir, el dolor y la soledad.

En las sociedades democráticas,los temas delicados como estos de-ben tratarse con moderación: de unamanera seria y reflexiva, y estandodispuestos a encontrar soluciones,incluso normativas, lo más comparti-das posible. Por un lado, debemostener en cuenta la diversidad de lasconcepciones del mundo, de las con-vicciones éticas y de las afiliacionesreligiosas, en un clima de escucha yaceptación mutuas. Por otro lado, elEstado no puede dejar de proteger atodos los sujetos involucrados, de-fendiendo la igualdad fundamentalpor la cual el derecho reconoce a ca-da uno como ser humano que convi-ve con otros en la sociedad. Hayque prestar una atención especial alos más débiles, que no pueden de-fender por sí mismos sus intereses.Si merma este núcleo de valores queson esenciales para la convivencia,merma también la posibilidad decomprendernos basándonos en el re-conocimiento del otro que es el pre-supuesto de cada diálogo y de lamisma vida asociativa. También lalegislación en ámbito médico y sani-tario requiere esta visión amplia y unenfoque integral de lo que más pro-mueve el bien común en las situacio-nes concretas.

Con la esperanza de que estas re-flexiones puedan seros de ayuda, osdeseo de todo corazón que vuestrareunión tenga lugar en un clima se-reno y constructivo; que podáisidentificar las formas más adecuadaspara abordar estos asuntos delica-dos, en vista del bien de todos losque encontráis y con los que colabo-ráis en vuestra exigente profesión.Que el Señor os bendiga y la Virgenos proteja.

Del Vaticano,7 de noviembre de 2017

«Debemos siempre cuidar» al enfermo que vive la fase terminal de su existencia,«sin abreviar nosotros mismos su vida, pero sin ensañarnos inútilmente contra sumuerte». Es lo que recomienda el Pontífice en el mensaje enviado a losparticipantes del encuentro regional europeo de la World medical association sobrecuestiones que conciernen el fin de la vida, celebrada del 16 al 17 de noviembre enel aula vieja del Sínodo.

número 47, viernes 24 de noviembre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 9

Al venerado hermano cardenalPeter Kodwo Appiah Turkson

Prefecto del Dicasteriopara el servicio

del desarrollo humano integralQuisiera extender mi saludo cordiala los participantes de la XXXII Con-ferencia Internacional sobre el tema«Enfrentar las disparidades mundia-les en materia de salud». Doy lasgracias de todo corazón a quieneshan colaborado en este evento, enparticular al Dicasterio para el servi-cio del desarrollo humano integral yal Comité Internacional de Institu-ciones Sanitarias Católicas.

En la conferencia del año pasado,no obstante algunos datos positivossobre la esperanza de vida y la luchacontra las enfermedades a nivelmundial, resultó evidente la granbrecha entre los países ricos y lospaíses pobres en el acceso a las curasy tratamientos sanitarios. Por lo tan-to, se decidió abordar la cuestión delas disparidades y los factores socia-les, económicos, ambientales y cultu-rales que las alimentan. La Iglesiano puede por menos que interesarsepor ello, sabiendo que su misión,orientada al servicio del ser humanocreado a imagen de Dios, es tambiénhacerse cargo del cuidado de su dig-nidad y de sus derechos inalienables.

En la nueva Carta para los agen-tes sanitarios está escrito, en estesentido, que «el derecho fundamen-tal a la protección de la salud atañeal valor de la justicia, según el cualno hay distinciones de pueblos y na-ciones, teniendo en cuenta las condi-ciones objetivas de vida y el desarro-llo de los mismos en la búsquedadel bien común, que es al mismotiempo el bien de todos y de cadauno» (n. 141). La Iglesia sugiere quela armonización del derecho a laprotección de la salud y el derecho ala justicia esté garantizada por unadistribución equitativa de las estruc-turas sanitarias y de los recursos fi-nancieros de conformidad con losprincipios de solidaridad y subsidia-riedad. Como recuerda la Carta,«también los responsables de las ac-tividades sanitarias deben sentirseinterpelados en modo fuerte y singu-lar, conscientes de que “mientras lospobres del mundo siguen llamandoa la puerta de la opulencia, el mun-do rico corre el riesgo de no escu-char ya estos golpes a su puerta, de-bido a una conciencia incapaz de re-

conocer lo humano”» (n. 91, Bene-dicto XVI, Caritas in veritate, 75).

Me alegra saber que la Conferen-cia haya redactado un proyecto paracontribuir a abordar estos desafíosde forma concreta: el establecimien-to de una plataforma operativa paracompartir y colaborar entre las insti-tuciones sanitarias católicas presentesen diferentes contextos geográficos ysociales. Animo, de buen grado, alos actores de este proyecto a perse-verar en el esfuerzo, con la ayuda deDios. A ello están llamados en pri-mer lugar los profesionales de la sa-lud y sus asociaciones profesionales,llamados a hacerse promotores deuna sensibilización cada vez mayoren las instituciones, los organismosde asistencia y la industria sanitariapara que todos puedan beneficiarsedel derecho a la protección de la sa-lud. Ciertamente, esto no dependesolamente de la asistencia sanitaria,sino también de complejos factoreseconómicos, sociales, culturales y detoma de decisiones. Por lo tanto, «lanecesidad de resolver las causas es-tructurales de la pobreza no puedeesperar, no sólo por una exigenciapragmática de obtener resultados yde ordenar la sociedad, sino para sa-narla de una enfermedad que lavuelve frágil e indigna y que sólopodrá llevarla a nuevas crisis. Losplanes asistenciales, que atienden

ciertas urgencias, sólo deberían pen-sarse como respuestas pasajeras.Mientras no se resuelvan radical-mente los problemas de los pobres,renunciando a la autonomía absolutade los mercados y de la especulaciónfinanciera y atacando las causas es-tructurales de la inequidad, no se re-solverán los problemas del mundo yen definitiva ningún problema. Lainequidad es raíz de los males socia-les» (Evangelii gaudium, 202).

También me gustaría detenermeen un aspecto indispensable, espe-cialmente para aquellos que sirven alSeñor dedicándose a la salud de loshermanos. Si el aspecto organizativoes crucial para proporcionar los de-bidos cuidados y ofrecer la mejoratención al ser humano, también esnecesario que no falte nunca en los

La compasión es un camino privi-legiado para construir la justicia, yaque, ponerse en la situación delotro, no sólo nos permite encontrarlas fatigas, dificultades y miedos, si-no también descubrir, dentro de lafragilidad que caracteriza a todo serhumano, su valor precioso y único,en una palabra: la dignidad. Porquela dignidad humana es el fundamen-to de la justicia, mientras el descu-brimiento del valor inestimable decada hombre es la fuerza que nosimpulsa a superar con entusiasmo yabnegación la disparidad.

Deseo, finalmente, dirigirme a losrepresentantes de algunas empresasfarmacéuticas convocados aquí enRoma para abordar el problema delacceso a terapias antirretrovirales enla edad pediátrica. Hay un pasaje enla nueva Carta para los agentes sani-tarios que quisiera encomendaros:«si es innegable que el conocimientocientífico y la investigación de lasempresas farmacéuticas tienen leyespropias a las que atenerse, como,por ejemplo, la protección de la pro-piedad intelectual y un equitativobeneficio como apoyo a la innova-ción, deben encontrar la composi-ción adecuada con el derecho de ac-ceso a los tratamientos esenciales y/onecesarios sobre todo en los paísesmenos desarrollados, y esto especial-mente en el caso de las denominadas“enfermedades raras” y “olvidadas”,a las que se acompaña el conceptode “medicamentos huérfanos”. Lasestrategias sanitarias, orientadas a labúsqueda de la justicia y el bien co-mún, han de ser viables económica yéticamente. De hecho, mientras de-ben salvaguardar la sostenibilidad,tanto de la investigación como delos sistemas sanitarios, tendrían almismo tiempo que poner a disposi-ción los medicamentos esenciales encantidades adecuadas, en formas far-macéuticas accesibles y de calidadgarantizada, acompañados de unainformación precisa y a costes ase-quible para los individuos y las co-munidades» (n. 92).

Os agradezco el generoso compro-miso con el que ejercéis vuestra pre-ciosa misión. Os doy la bendiciónapostólica y os pido que me recor-déis en la oración.

Desde el Vaticano, 18 de noviem-bre de 2017

Fármacos y cuidados accesibles para todosEn la vigilia de la Jornada mundial de los pobres

Mensajepor el submarino

a rg e n t i n oPublicamos el mensaje que el cardenal PietroParolin envió, en nombre del Papa Francisco,al Ordinario Militar de Argentina, monseñorSantiago Olivera, por la tripulación delsubmarino disperso en aguas argentinas delAtlántico Meridional.

Monseñor Santiago Olivera,ordinario militar

El Papa Francisco asegura su fervienteoración por los 44 tripulantes del ARA SanJuan, que se encuentra desaparecido desdeel pasado miércoles y le ruega que hagallegar a sus familiares y a las autoridadesmilitares y civiles de ese país su cercaníaen estos difíciles momentos. Asimismo,alienta los esfuerzos que se están llevandoa cabo para encontrar el navío. Su Santi-dad los confía a la maternal intercesión dela Santísima Virgen y, a la vez que les rue-ga que recen por él y por su ministerio alservicio del Santo Pueblo de Dios, pide alSeñor que les infunda serenidad espiritualy esperanza cristiana en estas circunstan-cias, en prenda de lo cual les imparte decorazón la confortadora bendición apostó-lica.

CARDENAL PIETRO PAROLINSE C R E TA R I O DE ESTAD O

DE SU SANTIDAD

Un renovado llamamiento para que cuidados y fármacos sean accesibles paratodos fue lanzado por el Papa en la vigilia de la Jornada mundial de los pobres.El sábado 18 de noviembre, Francisco envió una carta a los participantes de laConferencia internacional sobre el el tema «Enfrentar las disparidades mundialesen materia de salud» celebrada en el Vaticano por iniciativa del Dicasterio p a rael servicio del desarrollo humano integral.

agentes sanitarios, la di-mensión de la escucha,de la compañía y delapoyo a la persona. Je-sús, en la parábola delBuen Samaritano, nosmuestra las actitudes através de las cuales pode-mos hacer concreto elcuidado de nuestro próji-mo marcado por el sufri-miento. El Samaritano,primero «ve», se dacuenta y «tiene compa-sión» por el hombre des-nudo y herido. Esa com-pasión no es solamenteun sinónimo de pena otristeza, es algo más: in-dica la predisposición aentrar en el problema, aponerse en la situacióndel otro. Aunque el hom-bre no puede igualar lacompasión de Dios, queentra en el corazón delhombre y habitándolo loregenera, sin embargo,puede imitarla «hacién-dose cercano», «vendan-do las heridas», «hacién-dose cargo», «cuidándo-lo» (cf. Lucas 10, 33-34).Una organización sanita-ria eficiente y capaz deabordar las disparidadesno puede olvidar sufuente primaria: la com-pasión, del médico, delenfermero, del agente,del voluntario, de todoslos que por este caminopueden restar el dolor ala soledad y la angustia.

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así». Pero lo será, añadió el Pontífice, «hasta el día que Noé subióal arca, hasta el día que el Señor hizo caer fuego y azufre del cie-lo».

Porque seguramente «vendrá un día en el que el Señor nos digaa cada uno de nosotros: “ven”», recordó el Pontífice. Y «la llamadapara algunos será repentina, para otros será después de una enfer-medad, en un accidente: no sabemos». Pero «la llamada estará y se-rá una sorpresa: no la última sorpresa de Dios, después de está ha-brá otra —la sorpresa de la eternidad— pero será la sorpresa de Diospara cada uno de nosotros».

A propósito del final, continuó, «Jesús tiene una frase, la leímosayer en la misa: será “como el rayo que deslizándose brilla de unextremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día”, eldía que llamará a nuestra vida».

«Nosotros estamos acostumbrados a esta normalidad de la vida—continuó Francisco— y pensamos que será siempre así». Pero «elSeñor y la Iglesia, nos dice en estos días: párate un poco, párate, nosiempre será así, un día no será así, un día te quitarán y lo que estájunto a ti quedará».

«Señor, ¿cuándo será el día en el que me quitarán?»: precisamen-te «esta —sugirió el Papa— es la pregunta que la Iglesia invita a ha-cernos hoy y nos dice: párate un poco y piensa en tu muerte». Heaquí el significado de la frase citada por Francisco, colocada al in-

Pe n s a ren la muerte

«P ensar en nuestra muerte no es una fantasía mala»;de hecho, vivir bien cada día como si fuera «el últi-mo» y no como si esta vida fuera «una normalidad»que dura para siempre, podrá ayudar a encontrarse

verdaderamente listos cuando el Señor llame. Es una invitación areconocer serenamente la verdad existencial de nuestra existencia loque el Papa Francisco propuso en la misa celebrada el viernes 17 denoviembre, por la mañana, en Santa Marta.

«En estas dos últimas semanas del año litúrgico —hizo presenteinmediatamente— la Iglesia en las lecturas, en la misa, nos hace re-flexionar sobre el final». Por una parte, claro «el final del mundo,porque el mundo se derrumbará, será transformado» y llegará «lavenida de Jesús, al final». Pero, por la otra parte, la Iglesia hablatambién del «fin de cada uno de nosotros, porque cada uno de no-sotros morirá: la Iglesia, como madre, maestra, quiere que cada unode nosotros piense en la propia muerte».

«A mí me llama la atención —confesó el Pontífice, haciendo refe-rencia al pasaje evangélico de san Lucas (17, 26-37)— lo que dice Je-

Las homilías del Papa

greso «en un cementerio, en el norte de Italia: “Pe -regrino, tú que pasas, piensa en tus pasos, el últimopaso”». Porque «habrá un último» paso.

«Este vivir la normalidad de la vida como si fue-ra una cosa eterna, una eternidad —explicó el Pa-pa— se ve también en las vigilias fúnebres, en lasceremonias, en las honras fúnebres: tantas veces laspersonas que realmente están implicadas con lapersona muerta, por la que rezamos, son pocas».

Y así «una vigilia fúnebre se transforma normal-mente en un hecho social: “¿Dónde vas hoy?” —“Hoy debo ir a hacer esto, esto, esto y después alcementerio, porque hay una ceremonia”». Se con-vierta así en «un hecho más y allí encontramos alos amigos, hablamos: el muerto está allí, pero no-sotros hablamos: normal». Así «también ese mo-mento trascendente, por el modo de caminar de lavida habitual, se convierte en un acto social». Y«esto —confió de nuevo Francisco— yo lo he vistoen mi patria: en vigilias fúnebres hay un servicio derecibimiento, se come, se bebe, el muerto está allí:pero nosotros aquí hacemos un poco, no digo “fies-ta”, pero hablamos, mundanamente; es una reuniónmás, para no pensar». «Hoy —afirmó el Pontífice—la Iglesia, el Señor, con esa bondad que tiene, dicea cada uno de nosotros: párate, párate, no todos losdías serán así; no acostumbrarte como si eso fuerala eternidad; habrá un día en el que te irás, otroquedará, tú te irás». En definitiva, así «es ir con elSeñor, pensar que nuestra vida tendrá final y estohace bien porque lo podemos pensar al inicio deltrabajo: hoy tal vez será el último día, no sé, peroharé bien el trabajo». Y «haré» bien también «enlas relaciones en casa, con los míos, con la familia:ir bien, tal vez será el último, no lo sé». Lo mismodebemos pensar, continuó Francisco, «tambiéncuando vamos al médico: ¿será una más o será elinicio de las últimas visitas?»

«Pensar en la muerte no es una fantasía fea, esuna realidad», insistió el Pontífice, explicando: «Sies fea o no fea depende de mí, de como lo piensoyo, pero estará y allí habrá un encuentro con el Se-ñor: esto será lo hermoso de la muerte, habrá unencuentro con el Señor, será Él quien venga al en-cuentro, será Él quien diga “ven, ven, bendecidopor mi Padre, ven conmigo”». No sirve de nadadecir: «Pero, Señor, espera que debo arreglar esto,esto». Porque «no se puede arreglar nada: aqueldía quien se encuentre en la terraza y haya dejadosus cosas en casa que no baje: donde estés te toma-

sús en este paso que hemos leído». En particular su respuesta«cuando preguntan cómo será el fin del mundo». Pero, mientrastanto, relanzó el Papa las palabras del Señor, «pensemos en cómoserá mi final». En el Evangelio Jesús usa las expresiones «como su-cedió en los días de Noé» y «como sucedió en los días de Lot». Pa-ra decir, explicó, que los hombres «en aquel tiempo comían, be-bían, tomaban mujer, tomaban marido, hasta el día que Noé entróen el arca». Y, aún «como sucedió en los días de Lot: comían, be-bían, compraban, vendían, plantaban, construían».

Pero he aquí, continuó el Papa, cuando llega «el día en el que elSeñor hace llover fuego y azufre del cielo». En definitiva, «hay nor-malidad, la vida es normal —señaló Francisco— y nosotros estamosacostumbrados a esta normalidad: me levanto a las seis, me levantoa las siete, hago esto, hago este trabajo, voy a encontrar esto maña-na, domingo es fiesta, hago esto». Y «así estamos acostumbrados avivir una normalidad de vida y pensamos que esto siempre será

rán, te tomarán, tu dejarás todo».Pero «tendremos al Señor, esta es la belleza del encuentro», ase-

guró el Papa. «El otro día —añadió— encontré a un sacerdote, máso menos de 65 años: no se encontraba bien y fue al médico», que«después de la visita» le «ha dicho: “Mire, usted tiene esto, esto esalgo malo, pero tal vez estemos a tiempo de pararla, haremos esto;si no se para haremos lo otro o si no se para comenzaremos a cami-nar y yo le acompañaré hasta el final”». Por eso, comentó Francis-co, «¡un médico capaz aquel! Con tanta dulzura dijo la verdad:también nosotros acompañémonos en este camino, andemos juntos,trabajemos, hagamos el bien y todo, pero siempre mirando allí».

«Hoy hagamos esto» concluyó el Papa, porque «nos hará bien atodos pararnos un poco y pensar en el día en el que el Señor vengaa encontrarme, venga a tomarme para ir con Él».

número 47, viernes 24 de noviembre de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

No a lascolonizacionesideológicas

El cristiano debe dar su testi-monio frente a las «coloni-zaciones ideológicas y cultu-rales» que suenan como

verdaderas y propias «blasfemias» ysuscitan «persecuciones» furiosas.Introduciendo «novedades» malas,hasta llegar a considerar normal«matar a niños» o perpretar «geno-cidios» para «anular las diferencias»,tratando de hacer «limpieza» deDios con la idea de ser «modernos»y al compás de los tiempos. Comoejemplo concreto para responder alas «colonizaciones culturales y espi-rituales que se nos proponen» el Pa-pa Francisco relanzó el testimoniode Eleazar, sugerido por la liturgiade la misa celebrada en martes 21 denoviembre en Santa Marta.

«En la primera lectura —observóinmediatamente el Pontífice refirién-dose al pasaje extraído del segundolibro de los Macabeos (6, 18-31)—hemos escuchado el martirio de unhombre que fue condenado a morirpor fidelidad a Dios, a la ley, en unapersecución: hay varios motivos parauna persecución, pero podemos citartres principales».

Hay, ante todo, «una persecuciónsolamente religiosa: yo voy contra tufe porque mi fe dice no y con el po-der que tengo hago la persecución»explicó Francisco. «Otra persecu-ción, otro motivo es uno religioso,cultural, histórico, político, religioso-político, cuando se mezcla lo religio-so con lo político» añadió, invitandoa pensar «en la guerra de los treintaaños, en la noche de san Bartolomé:estas guerras religiosas o políticas».

Y de nuevo, «otro motivo de per-secución —señaló el Papa— es pura-mente cultural: viene una nueva cul-tura que quiere hacer todo nuevo yhace limpieza de las tradiciones, dela historia, también de la religión deun pueblo: lo que sucede en la lec-tura de hoy, el martirio de Eleazar,es propio de este estilo cultural».

«Ayer comenzó el relato de estapersecución cultural» explicó Fran-cisco haciendo referencia a los pasa-jes bíblicos propuestos por la litur-gia. «Algunos —continuó— viendo elpoder y también la belleza magnífi-ca de Antioco Epífanes, también lacultura que venía de esa parte, dije-ron: “Vayamos y hagamos alianzacon las naciones que nos rodean, so-mos modernos, estos tienen una mo-dernidad más grande, estos estánrealmente “al día”; nosotros vamoscon nuestras tradiciones, que no sir-ven para nada».

A este respecto el Pontífice quisorepetir precisamente las palabras dela Escritura: «Este razonamiento pa-reció bueno a sus ojos y, por lo tan-to, algunos del pueblo tomaron lainiciativa, fueron al rey que les diola facultad de introducir las institu-ciones paganas de las naciones». Yasí, añadió Francisco, no pidieron«introducir las ideas o introducir losdioses, no: las instituciones, es decir,este pueblo que había nacido, quehabía crecido en torno a la ley delSeñor, en el amor del Señor, a travésde sus dirigentes, introduce nuevasinstituciones, nueva cultura que ha-cen limpieza de todo, de todo: cul-tura, religión, ley, todo. Todo esnuevo».

«La “mo dernidad” es una verda-dera colonización cultural, una ver-

de Israel y entra esta raíz, calificadacomo perversa porque hará nacer enel pueblo de Dios estas actitudesnuevas, paganas, mundanas y lo ha-rá crecer con el poder, con el domi-nio». Y «este es el camino de las co-lonizaciones culturales que terminanpor perseguir también a los creyen-tes».

Por el resto, afirmó el Pontífice,«no tenemos que ir demasiado lejospara ver algunos ejemplos: pense-mos en los genocidios del siglo pa-sado, que era algo cultural, nuevo:“Todos iguales y aquellos que no tie-nen la sangre pura, fuera y estos...Todos iguales, no hay espacio paralas diferencias, no hay espacio paralos demás, no hay espacio paraD ios”».

He aquí «la raíz perversa», conti-nuó el Papa. «Frente a estas coloni-zaciones culturales que nacen de laperversidad de una raíz ideológicaseñaló Eleazar, él mismo, se haceraíz: es interesante, Eleazar muerepensando en los jóvenes». Eleazarafirma: «Por eso, abandonando aho-ra de fuerte esta vida, me mostrarédigno de mi edad y dejaré a los jó-venes un ejemplo noble para que se-pan afrontar la muerte preparados ynoblemente». Y de nuevo, «dos ve-ces más habla de los jóvenes». Endefinitiva, «Eleazar, el martir, el queda la vida, por amor a Dios y a laley, se hace raíces para el futuro: esdecir, da vida, hace crecer, hace cre-cer al pueblo y frente a aquella raíz

perversa que nació y hace esta colo-nización ideológica y cultural, estáesta otra raíz que da la propia vidapara hacer crecer el futuro». «Escierto, eso que llegó desde el reinode Antioco era una novedad» aña-dió el Papa, invitando a preguntar-nos si «las novedades son todas ma-las, todas». La respuesta es «no».Por el resto, «el Evangelio es unanovedad, Jesús es una novedad, es lanovedad de Dios». Por lo tanto, «esnecesario discernir las novedades:¿esta novedad es del Señor, vienedel Espíritu Santo, viene de la raízde Dios o esta novedad viene de unaraíz perversa?». Y así «antes, sí, erapecado, no se podía matar a los ni-ños, pero hoy se puede, no hay mu-cho problema, es una novedad per-versa».

Además: «Ayer las diferencias es-taban claras, como hizo Dios, lacreación se respetaba; pero hoy so-mos un poco modernos: tú haces, túentiendes, las cosas no son muy dife-rentes si se hace una mezcla de co-sas». Y «esta es la raíz perversa: lanovedad de Dios nunca hace unamezcla, nunca hace una negociación;es vida, va de frente, es raíz buena,hace crecer, mira al futuro».

En cambio, afirmó el Papa, «lascolonizaciones ideológicas y cultura-les miran sobre todo al presente, re-niegan del pasado y no miran al fu-turo: viven en el momento, no en eltiempo y por esto no pueden prome-ternos nada». Y «con este compor-

tamiento de hacer a todos iguales yborrar las diferencias cometen, hacenel pecado feísimo de blasfemar con-tra el Dios creador». Por eso, recor-dó Francisco, «cada vez que llegauna colonización cultural e ideológi-ca se peca contra Dios creador por-que se quiere cambiar la creación co-mo Él la ha hecho».

De todos modos, advirtió el Pon-tífice, «contra este hecho que a tra-vés de la historia ha sucedido mu-chas veces hay solamente una medi-cina: el testimonio, es decir, el marti-rio». Hay algunos, como Eleazarque dan «el testimonio de la vida,pensando en el futuro, en la heren-cia que daré yo con mi ejemplo. Enla mayoría el testimonio de vida: yovivo así, sí, dialogo con aquellos quepiensan diferente, pero mi testimo-nio es así, según la ley de Dios, se-gún lo que Dios me ha ofrecido».

Francisco sugirió mirar el ejemplode Eleazar: «En aquel momento élno pensó: “dejo este dinero a este,dejo esto”, no, pensó en los jóvenes,pensó en el futuro, pensó en la he-rencia del propio testimonio, pensóque ese testimonio sería para los jó-venes una promesa de fecundidad yfrente a la raíz perversa él mismo sehace raíz para dar vida a los de-más». Por eso, concluyó el Pontífice,«que este ejemplo nos ayude en losmomentos tal vez de confusión fren-te a las colonizaciones culturales yespirituales que se nos proponen».

dadera colonización ideoló-gica» relanzó el Papa. Y«así quiere imponer al pue-blo de Israel esta costumbreúnica, todo se hace así, nohay libertad para estas co-sas». Pero «algunos acepta-ron porque parecía buena lacosa: “No, pero es cierto,¡tenemos que ser como loso t ro s ! ”». Y «esta gente quellegaba a las nuevas institu-ciones —afirmó Francisco—expulsa esto, corta las tradi-ciones y el pueblo comienzaa vivir de un modo diver-so».

He aquí que precisamente«para defender la historia,para defender la fidelidaddel pueblo, para defenderlas tradiciones, las verdade-ras tradiciones, las buenastradiciones del pueblo, secrean resistencias, algunasresistencias». La primeralectura de hoy, explicó elPontífice, nos dice que«Eleazar no quiere: era unhombre digno, muy respeta-do y él no quiere hacerlo».Y como él «muchos otros,en el libro de los Macabeosse cuenta la historia de es-tos mártires, de estos hé-roes». «Así avanza siempre—p ro s i g u i ó — una persecu-ción nacida de una coloni-zación cultural, de una co-lonización ideológica, quedestruye, hace todo igual,no es capaz de tolerar lasdiferencias». En particular,afirmó Francisco, «hay unapalabra clave en la lecturade ayer extraída del primerlibro de los Macabeos—cuando comienza este rela-to: “En aquellos días salióuna raíz perversa”» y «esoes Antioco Epífanes». Porlo tanto, insistió el Papa,«se corta la raíz del pueblo

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Memorial de PascuaEn la Audiencia general el Pontífice continúa las reflexiones sobre la importancia de la misa

En la misa «Jesús nos arrastra con Él para hacer la Pascua». Continuando las reflexiones sobre laimportancia de la celebración eucarística, el Papa Francisco, durante la Audiencia general del miércoles 22de noviembre en la plaza San Pedro, explicó el significado de la palabra «memorial» y dijo que la misa«no es solamente un recuerdo, es más: es hacer presente lo que sucedió hace veinte siglos».

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Continuando con las Catequesis so-bre la misa, podemos preguntarnos:¿Qué es esencialmente la misa? Lamisa es el memorial del Misteriopascual de Cristo. Nos convierte en

partícipes de su victoria sobre el pecado y lamuerte y da significado pleno a nuestra vida.

Por esto, para comprender el valor de la misadebemos ante todo entender entonces el signifi-cado bíblico del «memorial». «En la celebra-ción litúrgica, estos acontecimientos se hacen,en cierta forma, presentes y actuales. De estamanera Israel entiende su liberación de Egipto:

altar el sacrificio de la cruz, por medio del cual«Cristo, que es nuestra Pascua, ha sido inmola-do» (Cost. Dogm. Lumen gentium, 3).

Cada celebración de la eucaristía es un rayode ese sol sin ocaso que es Jesús resucitado.Participar en la misa, en particular el domingo,significa entrar en la victoria del Resucitado, seriluminados por su luz, calentados por su calor.A través de la celebración eucarística el EspírituSanto nos hace partícipes de la vida divina quees capaz de transfigurar todo nuestro ser mor-tal. Y en su paso de la muerte a la vida, deltiempo a la eternidad, el Señor Jesús nos arras-tra también a nosotros con Él para hacer la Pas-

(Oración eucarística IV). La Pascua de Cristo esla victoria definitiva sobre la muerte, porque Éltrasformó su muerte en un supremo acto deamor. ¡Murió por amor! Y en la eucaristía, Élquiere comunicarnos su amor pascual, victorio-so. Si lo recibimos con fe, también nosotros po-demos amar verdaderamente a Dios y al próji-mo, podemos amar como Él nos ha amado,dando la vida.

Si el amor de Cristo está en mí, puedo darmeplenamente al otro, en la certeza interior de quesi incluso el otro me hiriera, yo no moriría; deotro modo, debería defenderme. Los mártiresdieron la vida precisamente por esta certeza dela victoria de Cristo sobre la muerte. Solo si ex-perimentamos este poder de Cristo, el poder desu amor, somos verdaderamente libres de dar-nos sin miedo. Esto es la misa: entrar en estapasión, muerte, resurrección y ascensión de Je-sús; cuando vamos a misa es si como fuéramos

cada vez que es celebrada la Pascua, los aconte-cimientos del Éxodo se hacen presentes a la me-moria de los creyentes a fin de que conformensu vida a estos acontecimientos». Catecismo dela Iglesia Católica (1363). Jesucristo, con su pa-sión, muerte, resurrección y ascensión al cielollevó a término la Pascua. Y la misa es el me-morial de su Pascua, de su «éxodo», que cum-plió por nosotros, para hacernos salir de la es-clavitud e introducirnos en la tierra prometidade la vida eterna. No es solamente un recuerdo,no, es más: es hacer presente aquello que ha su-cedido hace veinte siglos.

La eucaristía nos lleva siempre al vértice delas acciones de salvación de Dios: el Señor Je-sús, haciéndose pan partido para nosotros, vier-te sobre vosotros toda la misericordia y su amor,como hizo en la cruz, para renovar nuestro co-razón, nuestra existencia y nuestro modo de re-lacionarnos con Él y con los hermanos. Dice elConcilio Vaticano II: «La obra de nuestra re-dención se efectúa cuantas veces se celebra en el

cua. En la misa se hace Pascua. Nosotros, en lamisa, estamos con Jesús, muerto y resucitado yÉl nos lleva adelante, a la vida eterna. En la mi-sa nos unimos a Él. Es más, Cristo vive en no-sotros y nosotros vivimos en Él: «Yo estoy cru-cificado con Cristo —dice san Pablo— y ya novivo yo, sino que Cristo vive en mí: la vida quesigo viviendo en la carne, la vivo en la fe en elHijo de Dios, que me amó y se entregó por mí»(Gálatas 2, 19-20). Así pensaba Pablo.

Su sangre, de hecho, nos libera de la muertey del miedo a la muerte. Nos libera no solo deldominio de la muerte física, sino de la muerteespiritual que es el mal, el pecado, que nos to-ma cada vez que caemos víctimas del pecadonuestro o de los demás. Y entonces nuestra vidase contamina, pierde belleza, pierde significado,se marchita.

Cristo, en cambio, nos devuelve la vida; Cris-to es la plenitud de la vida, y cuando afrontó lamuerte la derrota para siempre: «Resucitandodestruyó la muerte y nos dio vida nueva».

al calvario, lo mismo. Pero pensad vosotros: sinosotros en el momento de la misa vamos alcalvario —pensemos con imaginación— y sabe-mos que aquel hombre allí es Jesús. Pero, ¿nospermitiremos charlar, hacer fotografías, hacer es-pectáculo? ¡No! ¡Porque es Jesús! Nosotros se-guramente estaremos en silencio, en el llanto ytambién en la alegría de ser salvados. Cuandoentramos en la iglesia para celebrar la misa pen-semos esto: entro en el calvario, donde Jesús dasu vida por mí. Y así desaparece el espectáculo,desaparecen las charlas, los comentarios y estascosas que nos alejan de esto tan hermoso que esla misa, el triunfo de Jesús.

Creo que hoy está más claro cómo la Pascuase hace presente y operante cada vez que cele-bramos la misa, es decir, el sentido del memo-rial. La participación en la eucaristía nos haceentrar en el misterio pascual de Cristo, regalán-donos pasar con Él de la muerte a la vida, esdecir, allí en el calvario. La misa es rehacer elcalvario, no es un espectáculo.