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UNA PIZCA DE EDMUNDO PAZ SOLDÁN EN EL MARCO DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LA PAZ, EL ESCRITOR COCHABAMBINO RECIBIRÁ UN HOMENAJE POR SU TRAYECTORIA LITERARIA, EN LA QUE SE DESTACAN 10 NOVELAS Y MÚLTIPLES CUENTOS. AQUÍ, UNO DE ELLOS. MÉLIÈS Y LA VERDADERA MAGIA DEL CINE “EL CINE TIENE UNA DEUDA IMPAGABLE CON GEORGES MÉLIÈS, AQUEL LOCO GENIAL QUE VIO QUE EL CINE ERA MÁS, MUCHO MÁS, QUE UN MERO ENTRETENIMIENTO PARA CONTEMPLAR POSTALES CON PERSONAJES QUE SE MOVÍAN”, ALGO QUE PUSO DE MANIFIESTO EN SU ICÓNICO FILME, ‘VIAJE A LA LUNA’, DE 1902. 3 4 DOMINGO | 3 de agosto de 2014 | año 5 | N° 244 latamrob.com

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Page 1: La Esquina 03-08-14

UNA PIZCA DE EDMUNDO PAZ SOLDÁNEN EL MARCO DE LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE LA PAZ, EL ESCRITOR COCHABAMBINO RECIBIRÁ UN HOMENAJE POR SU TRAYECTORIA LITERARIA, EN LA QUE SE DESTACAN 10 NOVELAS Y MÚLTIPLES CUENTOS. AQUÍ, UNO DE ELLOS.

MÉLIÈS Y LA VERDADERA MAGIA DEL CINE

“EL CINE TIENE UNA DEUDA IMPAGABLE CON GEORGES MÉLIÈS, AQUEL LOCO GENIAL QUE VIO QUE EL CINE ERA MÁS, MUCHO MÁS, QUE UN MERO ENTRETENIMIENTO PARA CONTEMPLAR POSTALES CON PERSONAJES QUE SE MOVÍAN”, ALGO QUE PUSO DE MANIFIESTO EN SU ICÓNICO FILME, ‘VIAJE A LA LUNA’, DE 1902.

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DOMINGO | 3 de agosto de 2014 | año 5 | N° 244la

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2 Domingo 3 de agosto de 2014

Pablo Neruda fue parte de mi tribu. Para ser más precisos, yo me sumé al de él cuando empecé a caminar por las odas y versos de las noches estrella-

das, de los paisajes en calma, del sonido del viento y de los sueños alcanzados.

Fue bautizado como Ricardo Elié-cer Neftalí Reyes Basoalto y será situado siempre entre los mejores y más grandes poetas del siglo XX, parafraseando al Pre-mio Nobel del Literatura 1982, el colom-biano Gabriel García Márquez.

El 21 de octubre de 1971, Neruda fue ga-lardonado con el Nobel y viajó a Estocolmo a recibirlo el 10 de diciembre, y de ese mo-mento conversó dos días después con ‘Gabo’.

Hicieron un espacio en la biblioteca de un edificio en París. Ahí Gabo y Neruda ha-blaron de relatar las historias de los pueblos en la poesía y de hacer poéticas las narra-ciones de las novelas. De Mallarmé, de Ho-mero, de Dante... Del distanciamiento de la “realidad viva” de poetas y novelistas...

Por aquellas fechas, García Márquez vi-vía en Barcelona, España, y escribía su no-vela El Otoño del Patriarca, publicada en 1975.

Le contó a Neruda que estaba feliz por el premio que había recibido y que espera-ba que el chileno sintiera lo mismo cuan-do le tocara a él recibir la distinción de la Academia Sueca. Pero cuando el escritor colombiano recibió el Nobel, en 1982, se habían cumplido nueve años de la muer-te de Neruda.

“Las buenas conversaciones que hace-mos con Pablo es cuando estamos solos, sin tantos periodistas, sin tantos micrófo-nos y tantas cámaras”, decía un relajado Gabo al finalizar la grabación porque los temas de conversaciones “ya los hemos agotado, ya no nos quedó nada para esta entrevista”.

Antes había bromeado con Pablo di-ciéndole que no sabía “hacia dónde nos va a conducir toda esta conversación, porque es absolutamente falsa y hecha para la te-levisión, ¿verdad?”.

En la entrevista, Neruda hace unos co-mentarios sobre su pasión por la poesía y la construcción literaria que fue para él casi como respirar.

Jorge Edwards no se equivocó cuando señaló que “Neruda guardaba con celo, con un sentido profundo de secretos, los asuntos relacionados con su propia poe-sía. Parecía que su vida cotidiana y el de-sarrollo interno de su obra caminaban por cuerdas separadas”.

Para el escritor peruano Marco Martos Cabre-ra, Neruda fue, sin enterarse, uno de esos poe-tas clásicos “que trae el perfume de otro tiempo y que se mezcla con el olor de la actualidad”.

“Neruda, desde sus comienzos, se convier-te en la voz de la tribu. Cada uno de sus poe-mas nos remite a situaciones que conocemos y lo que el poeta expresa es un sentimiento que es nuestro”.

Crepusculario, Veinte poemas de amor y una canción desesperada y El hondero entusiasta son el claro reflejo de ello…

6Te recuerdo como eras en el último otoño.Eras la boina gris y el corazón en calma.En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera, las hojas recogían tu voz lenta y en calma. Hoguera de estupor en que mi sed ardía.Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: boina gris, voz de pájaro y corazón de casa hacia donde emigraban mis profundos anhelos

y caían mis besos alegres como brasas.Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque encalma!Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Neruda falleció en septiembre de 1973. Para cuando todos pensaban que la pluma del poeta chileno se secó, la Fundación que lleva su nombre informó, hace menos de un mes, que halló más de veinte poemas inéditos del premio Nobel de literatura que serán publica-dos este año en ocasión del 110 aniversario de su nacimiento.

Los poemas fueron encontrados en unas cajas con los manuscritos de sus obras duran-te una revisión del archivo de la fundación.

La publicación está prevista para finales de 2014 en Latinoamérica y principios de 2015 en España, coincidiendo con el 110 aniversa-rio de su nacimiento y los 90 años de la publi-cación de su obra más conocida, Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Anteriormente sólo se habían publicado dos inéditos del Nobel de Literatura de 1971: El río invisible en 1980 y Cuadernos de Temuco en 1996, afirma la editorial, que avanzó uno de los poemas que se publicarán próximamente.

Sin título, el texto fue encontrado en la caja correspondiente a la obra Memorial de Isla Negra de 1964.

“Reposa tu pura cadera y el arco de flechas mojadas / extiende en la noche

los pétalos que forman tu forma / que suban tus piernas de arcilla el silencio y su clara escalera / peldaño a peldaño volando conmi-go en el sueño / yo siento que asciendes en-tonces al árbol sombrío que canta en la som-bra”. “Oscura es la noche del mundo sin ti

amada mía, / y apenas diviso el ori-gen, apenas comprendo

el idioma, / con difi-cultades descifro

las hojas de los eucaliptos”.

Neruda y la tribuMÁS DE 20 NUEVOS POEMAS INÉDITOS DEL CHILENO MOTIVAN ESTE RECORDATORIO.

Juan Cori Ch. Periodista

DIRECTORAdalid Cabrera Lemuz

EDITOR GENERALJavier Mancilla Luna

EDITOR DE LA ESQUINAMiguel A. Rivera G.

Colaboradores: Juan Cori

Diseño: Eusebio Lazo Sumi

Diagramación: Horacio Copa Vargas

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3Domingo 3 de agosto

de 2014

La puerta cerrada, cuento de Edmundo Paz Soldán EL ESCRITOR ES REFERENTE DE LA NARRATIVA HISPANOAME-RICANA, ESTA ES UNA MUESTRA DE SU TRABAJO.

La Esquina Acabamos de enterrar a papá. Fue una ceremonia majestuosa; bajo un cielo azul salpicado de hilos de plata, en la calurosa tarde de este verano agobiador. El cura

ofició una misa conmovedora frente al lujoso ataúd de caoba y, mientras nos refrescaba a to-dos con agua bendita, nos convenció una vez más de que la verdadera vida recién comien-za después de ésta. Personalidades del lugar dejaron guirnaldas de flores frescas a los pies del ataúd y, secándose el rostro con pañuelos perfumados, pronunciaron aburridos discur-sos, destacando lo bueno y desprendido que había sido papá con los vecinos, el ejemplo de amor y abnegación que había sido para su esposa y sus hijos, las incontables cosas que había hecho por el desarrollo del pueblo. Una banda tocó La media vuelta, el bolero favorito de papá: Te vas porque yo quiero que te vayas, / a la hora que yo quiera te de-tengo, / yo sé que mi ca-riño te hace falta, / porque quie-ras o no

Este es un pueblo chico, y aquí todo, tar-de o temprano, se sabe. Acaso todos, en el cementerio, ya sabían lo que yo sé, pero acaso, por esas formas extrañas pero obli-gadas que tenemos de comportarnos en sociedad, debían actuar como si no lo su-pieran. Acaso mamá, mientras lloraba, se sentía al fin liberada de un peso enorme, y los personajes importantes, mientras elo-giaban al hombre que fue mi padre, se sen-tían aliviados de tenerlo al fin a un metro bajo tierra, y el cura, mientras prometía el cielo, pensaba en el infierno para esa frágil carne en el ataúd de caoba.

Acaso todos los habitantes del pueblo sepan lo que yo sé, o más, o menos. Aca-so. Pero no podré saberlo con seguridad mientras no hablen. Y lo más probable es que lo hagan sólo después de que a al-gún borracho se le ocurra abrir la boca. Alguien será el primero en hablar, pero ése no seré yo, porque no quiero revelar lo que sé. No quiero que María, de regreso a casa con mamá y conmigo, mordiendo el jazmín y con la frente húmeda por el calor de este verano que no nos da sosiego, deci-da, como lo hizo antes con papá, cerrarme la puerta de su cuarto.

(Cuento incluido en Amores imper-

fectos, 1998)

El escritor nació en Cochabamba, en 1967, es uno de los autores más repre-sentativos de la nueva narrativa hispanoamericana. Ha merecido distincio-nes como el Juan Rulfo de cuento (1997) y el Nacional de Novela en Bolivia (2002). Ha recibido una beca de la fundación Guggenheim (2006). Su última obra es Iris (2014), una novela de ciencia ficción. Desde 1991 enseña literatu-ra en la Universidad de Cornell, Estados Unidos.

yo soy tu dueño. Mamá lloraba, los hermanos de papá lloraban. Sólo mi hermana no llora-ba. Tenía un jazmín en la mano y lo olía con aire ausente. Con su vestido negro de una pie-za y la larga cabellera castaña recogida en un moño, era la sobriedad encarnada.

Pero ayer por la mañana, María tenía un aspecto muy diferente.

Yo la vi, por la puerta entreabierta de su cuarto, empuñar el cuchillo para destazar cerdos con la mano que ahora oprime un jaz-mín, e incrustarlo con saña en el estómago de papá, una y otra vez, hasta que sus entra-ñas comenzaron a salírsele y él se desplomó al suelo. Luego, María dio unos pasos como sonámbula, se dirigió a tientas a la cama, se echó en ella, todavía con el cuchillo en la mano, lloró como lo hacen los niños, con tan-ta angustia y desesperación que uno cree que acaban de ver un fantasma. Esa fue la única vez que la he visto llorar. Me acerqué a ella y la consolé diciéndole que no se preocupara,

que estaría allí para protegerla. Le quité el cuchillo y fui a tirarlo al río.

María mató a papá porque él jamás respetó la puerta cerrada. Él ingresa-ba al cuarto de ella cuando mamá iba al mercado por la mañana, o a veces, en las tardes, cuando mamá

iba a visitar a unas amigas, o, en las noches, después de asegu-

rarse de que mamá estaba profundamente dormida. Desde mi cuarto, yo los oía. Oía que ella le decía que la puerta de su cuarto estaba cerrada para él, que le pesaría si él continuaba sin respe-tar esa decisión. Así sucedió lo que sucedió. María, poco a poco, se fue armando de va-lor, hasta que, un día, el cuchillo

para destazar cerdos se convir-tió en la única opción.

Paz Soldán presenta en La puerta cerrada a uno de sus mejores cuentos cortos.

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4 Domingo 3 de agosto de 2014

El cine tiene una deuda impagable con Georges Méliès, aquel loco genial que vio que el cine era más, mucho más, que un mero entretenimiento para contemplar postales con perso-

najes que se movían. Si todos los que se hubie-ran dedicado al cine hubieran tenido la misma imaginación que los hermanos Lumière, toda-vía estaríamos filmando salidas de fábricas, tre-nes entrando en estaciones o salidas de misas. Pero Méliès, que tenía el veneno de la creativi-dad, supo ver, desde aquella primera proyec-ción de los hermanos Lumière, a la que asistió, en el Boulevard del Capucines de París el 28 de diciembre de 1895, que el cinematógrafo tenía unas posibilidades insospechadas.

Prácticamente desde ese momento Méliès se vuelca en el cine; su producción, al principio cortos con imágenes en la misma línea que los Lumière, pronto dará entrada a pequeñas ver-siones de clásicos, de Fausto a algún pasaje reli-gioso. Pero cuando realmente da un paso de gi-gante en el lenguaje cinematográfico es en este filme, Viaje a la luna, que ha quedado como una pequeña maravilla de fantasía e imaginación. Basándose muy libremente en la novela de Jules Verne De la Tierra a la Luna, Méliès imagina un grupo de astrónomos (aunque por la pinta más parecen astrólogos al estilo del artúrico Mer-lín…) concibiendo un viaje a la luna mediante el verniano procedimiento del cañón cargado con una bala gigantesca, convenientemente apunta-do hacia nuestro satélite. Veremos después los preparativos del lanzamiento, con unos fondos pintados de irresistible encanto naïf, y una vez lanzado, asistimos al que probablemente es el primer travelling de la Historia del Cine, con una visión subjetiva de lo que supuestamente se vería desde la bala de cañón aproximándose a la Luna, antropomorfizada para la ocasión como una cara masculina en cuyo ojo derecho se em-potra la nave terrícola. Ya en la superficie de la luna (con un aspecto enteramente como de esce-nario teatral…), los científicos-astronautas, tras la primera sorpresa, se echan a dormir, lapso de tiempo en el que aparecerán las estrellas (para

la fuerza de la gravedad, en un despropósito acientífico que hará las delicias de cualquiera con sentido del humor.

Filme obviamente en mantillas en cuanto al lenguaje cinematográfico que posteriormente fue tomando forma, Viaje a la luna, sin embar-go, conserva intacta su ingenuidad, su extraña fascinación por un mundo inverosímil, tanto el selenita como también el propiamente terríco-la, un mundo de científicos que parecen magos y magos que parecen científicos, de selenitas que parecen zulúes y astronautas que parecen caballeros dickensianos, con enormes peluco-nes y levitas victorianas.

Méliès utiliza con fruición uno de sus trucos técnicos, el stop trick o desaparición de panta-lla de cualquier personaje o cosa, que descubrió por casualidad unos años antes, así como la so-breexposición de imágenes; pequeños trucos que entonces parecían auténticos prodigios de magia, pero que el tiempo dejaría obsoletos.

Con todo, ver hoy día, en pleno siglo XXI, esta pieza de arqueología nos llena de emoción: Méliès fue uno de aquellos pioneros que inició el camino: sin él, y sin otros, muy pocos, como él, no existiría el cine sensu stricto.

Uno de los privilegios de los que hemos naci-do en el siglo XX es haber asistido a la evolución de un arte, el cine, desde sus pañales hasta su mayoría de edad. Otras generaciones se han en-contrado ya las artes más que sustanciadas, ar-ticuladas y vertebradas. Los que hemos nacido con el cine, y también con la fotografía, que es algo anterior, hemos sido tan afortunados como si hubiéramos podido asistir al mismo tiempo a la construcción de la pirámide de Keops y al World Trade Center, como si hubiéramos visto esculpir el Discóbolo de Fidias y el Peine de los Vientos de Chillida, como si hubiéramos visto pintar los bisontes de Altamira y el Guernica de Picasso. Pocas, muy pocas generaciones, pueden decir lo mismo

Aquí empezó (casi) todoUN VERDADERO CLÁSICO: VIAJE A LA LUNA, DE GEORGES MÉLIÈS.

Enrique Colmena Crítico de cine

la ocasión de nuevo con rostro humano, en este caso femenino) y otros astros celestes, como un Saturno con muy malas pulgas.

Asistimos después al encuentro con los se-lenitas, personajes que parecen sacados de un carnaval, y que desaparecen como desintegra-dos cuando los científicos los atacan con sus bastones o paraguas. Capturados, son llevados ante su rey, pero el científico líder lo desinte-gra también y salen por patas hasta llegar a la bala cañón, volviendo a la Tierra gracias a

1. El director creo una gran variedad de seres fantásticos a base de efectos visuales sencillos, pero revolucionarios para la época.2. El alunizaje, una de las escenas más reconocibles del filme.

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