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Nueva época, No. 55 Guatemala, abril de 2007 Guatemala: Juventud, violencia y sociedad

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Guatemala: Juventud, violencia y sociedad / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Page 1: Diálogo 55 Nueva Época /Guatemala: Juventud,violencia y sociedad

Nueva época, No. 55 Guatemala, abril de 2007

Guatemala: Juventud,violencia y sociedad

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2 /No. 55, abril 2007

Secretario general de FLACSOFrancisco Rojas Aravena

San José, Costa RicaCONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA

Víctor Gálvez Borrell-directorIsabel Rodas / Virgilio Álvarez / Oscar López / Santiago Bastos

Virgilio Reyes / Simona V. Yagenova

Publicación mensual de FLACSO-Guatemalay elPeriódico

Edición: Víctor Gálvez Borrell;Corrección de estilo: Karla Olascoaga

Coordinación y diagramación: Hugo de León P.

Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 24147440Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gt

Esta publicación es posible gracias al apoyofinanciero de ASDI/SAREC

30,000 ejemplares

* Zootecnista, con estudios de postgrado en género y psicologíasocial y violencia política, estos últimos, en FLACSO-Guatemala y laUniversidad de San Carlos respectivamente.

Entre la exacerbación de los deseos yla construcción de la esperanza

Diana García*

La violencia: hecho cotidiano y deshumanizante

La televisión, la prensa escrita y otros medios decomunicación nos enfrentan cotidianamente a

una realidad que, desde su existencia y constanteexposición resulta violenta. No se requiere redundaren cifras ni descripciones para saber que a solo diezaños de que amplios sectores de la poblaciónllegaran a plantear sus aspiraciones por construiruna democracia participativa y de haberse dadotuteladamente el “cese al fuego”, ha llegado a sernormal, a incorporarse en las vidas de los

guatemaltecos y guatemaltecas y, hasta propagar y aprobar el abuso yla eliminación brutal de seres humanos. Mujeres y hombres, en sumayoría niñas, niños, jóvenes y adolescentes matan y muerendiariamente a la luz de nuestra indolencia, temor ycomplicidad.

La violencia no es, sin duda, un fenómenonuevo ni exclusivo de la sociedad guatemalteca. Laviolencia que a diario va cincelando la subjetividad,cristaliza de muy distintas formas y más allá de loevidente: la búsqueda de la dominación patriarcal,racista y adultocéntrica es a la vez, una de lascaracterísticas intrínsecas a la reproducción de lasnuevas fases de expansión capitalista a nivel global.Niñas y niños que previamente aspiraban a sersujetos de protección, en esta nueva etapa seconvierten en instrumentos de la violencia, manode obra esclava, mercancías u objetos de placer.

Desde la particularidad del país, la violencia noes sólo una derivación lineal de las atrocidades ylos aprendizajes de la guerra. Tampoco es sólo elreflejo de determinados intereses lícitos o ilícitosemergentes, ni del derecho y necesidad de nuevasformas de defensa, que desde la misma juventud yniñez se han gestado. En esta violencia se ponende manifiesto problemas históricamente poster-gados y exclusiones acumuladas. En tanto que con

sus múltiples causas y dimensiones, y el impacto de su magnitud yomnipresencia, la violencia se ha convertido en la forma en que lasnuevas generaciones se están viendo cada vez más privadas de unsentido humano del presente y de toda posibilidad de concebir unfuturo.

La misma complejidad de la violencia proviene de los límites decualquier intento por acotarla. Así, cualquier niña o niño de clase media,de no más de ocho años de edad, al que se le inquiere acerca de ella,responde: la violencia está en todas partes.

La “seguridad” como violencia

En muchas ocasiones y desbordados por el temor, los guatemaltecos yguatemaltecas se han habituado a pensar en las soluciones a lainseguridad que objetiva o subjetivamente experimentan, funda-mentalmente en términos de medidas punitivas, agentes policiales,fuerzas combinadas o un creciente número de radiopatrullas. Las medidasy políticas de represión que hasta ahora son las asumidas básicamentepor el Estado para su control, cuentan con el respaldo de amplios gruposde población. Ello, mientras otras propuestas plantean y fortalecen laineludible necesidad de superar la corrupción y las múltiples dimensionesde la inoperancia del sistema de justicia, y enfrentar la impunidad de los

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2 De Sousa Santos, Boaventura. 2003. “Globalización y Democracia”. Conferencia central,Foro Social Mundial Temático. Cartagena de Indias, Colombia. 16 al 20 de junio, 2003.

delitos cometidos fuera, y cada vez, en una institucionalidad queprogresivamente pierde de nuevo la oportunidad histórica que hubieratenido para legitimarse.

Por otra parte, crece la privatización de la “seguridad”, lo que setraduce en la protección de la vida y los bienes sólo de aquellos quelos tienen en abundancia y pueden pagarla. A ello se añade, el interéspor calcular la violencia sólo por los costos indirectos que genera, porla baja en los rendimientos a causa de las pérdidas de la salud de lostrabajadores y trabajadoras; por la falta de crecimiento y la pérdida deganancias que provoca como factor de desestímulo para la inversiónextranjera, el turismo o el comercio.

El Estado continúa interpretando la conflictividad social “en clavecriminal” y se aleja permanentemente de su función de asumir lasmúltiples demandas para transformar las injustas estructuras de poderprevalecientes. Por una parte, se postergan las medidas redistributivasdel ingreso y se acepta la escasa inversión de recursos destinados ala educación, salud, vivienda o a la generación de empleo de calidadpara las nuevas generaciones y, por la otra, se sigue destinando unagran cantidad de recursos a presupuestos de los ministerios deGobernación y de Defensa.

De esta cuenta, la sociedad guatemalteca pareciera estar deespaldas a una concepción más humana e integral de la seguridad, laque, en su búsqueda por frenar la reproducción de la violencia, seacapaz de afrontar y priorizar más allá de los discursos, el cumplimientode los derechos económicos, sociales y culturales de las personas yde los pueblos.

De acuerdo con Roberto Briceño-León,1 en la mayoría de lospaíses latinoamericanos, la violencia hacia y entre la juventud se estámanifestando y se analiza como un fenómeno principalmente urbano,afectando cotidiana y más intensamente a las clases populares delas segundas generaciones de migrantes, que nacieron ya en lasciudades bajo fuertes condiciones de privación, pero a quienes el medioles genera expectativas de vida cada vez mayores.

En Guatemala, la tendencia urbana se mantiene. Pero por subrutalidad, aún la menor intensidad relativa de la violencia que ocurreen las diferentes áreas rurales, genera fuertes impactos para la vida ylas relaciones sociales de los distintos municipios. Y mientras secarezca de estudios que expliquen sistemáticamente estas dinámicas,el enfoque urbanocéntrico y segmentado de los medios de informaciónpuede estar invisibilizando los flujos y las relaciones que se dan encada región.

Son múltiples las realidades que dentro y fuera del paísdan cuenta de que no es “la pobreza” en sí misma, lacondición que desencadena o que agudiza la violencia, sinomás bien, la prevalencia de las desigualdades y de losagudos procesos de empobrecimiento en marcha, los quellegan a favorecerla; y a pesar de su mayor incidencia en elámbito urbano, tampoco se puede asociar sencillamente alas ciudades, aunque sí está fuertemente vinculada con lasdistintas dinámicas de urbanización desordenada.

Así, continuar en este agudo péndulo entre violenciacomo seguridad y seguridad como violencia, sin asumir los

problemas que sus manifestaciones más burdas lleganmuchas veces a invisibilizar, no nos llevará sino a continuar

reproduciéndola.

La violencia: abismo entre lo que se vive y loque se espera

De acuerdo con el sociólogo Boaventura de Sousa Santos,2 lo que hoyse experimenta es un “colapso” de las aspiraciones, ya que si en lassociedades antiguas, experiencias y expectativas guardaban una relaciónsimétrica, la entrada de la modernidad creó entre ellas una discrepancia.Las expectativas sobrepasaban las vivencias, pero se aguardaba conesperanza. Hoy, y para la mayoría de las personas en el mundo, esadisonancia se invirtió: las experiencias son difíciles y las expectativasson peores, ahora se espera sin esperanza. Ese es el contexto en elque a las nuevas generaciones les ha tocado crecer.

Este desencanto de las promesas de la modernidad y de lasposteriores etapas desarrollistas se ha visto a la vez, históricamenteacompañado de la incorporación, cada vez mayor al sistema

1 Briceño-León, Roberto. 2002. La nueva violencia urbana en América Latina.Sociologías, no. 8. Porto Alegre, jul./dic. 2002.

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capitalista, de mujeres y depoblaciones indígenas. Ellono sólo a través de su fuerzalaboral sino como migrantesy consumidores3, formandoparte de las dinámicas decreación de nuevas nece-sidades, y constituyendodeterminados segmentos demercado (los productos nos-tálgicos por ejemplo).

Paralelamente a lo ante-rior, la guerra contribuyó aintensificar las migracionesno planificadas campo-ciu-dad, mientras que llevó tam-bién a la pérdida de unacantidad de redes de confian-za, apoyo y solidaridad, y paramucha gente, hasta de esacapacidad de creer de nuevo en el futuro.

Recientemente, dos elementos del proyecto de esta modernidadliberal han puesto de manifiesto sus límites: educación y trabajo. Elmismo Banco Mundial, en su análisis instrumental acerca de cómo lapobreza frena el crecimiento, reconoce que los niveles de ingresos,“los retornos” no llegan a materializarse sino hasta cuando laeducación secundaria ha sido plenamente terminada, siendo enmuchas ocasiones más bien el umbral, la superación de la educaciónterciaria. Por otra parte, distintos análisis han mostrado junto a losaltos niveles de privatización de la educación secundaria que, si biense ha dado una mayor cobertura en la educación pública a nivelprimario, su calidad ha disminuido significativamente y sus contenidosse encuentran lejos de responder a las necesidades que la realidadactual le plantea, tanto a la niñez como a la juventud.

Dentro de este contexto, la Organización Internacional del Trabajo(OIT), al discutir sobre los desafíos de la juventud rural indígena enGuatemala (al igual que lo hacen otras investigaciones) plantea que alhaberse evadido después de 1954, sistemática y violentamente lageneración de cambios estructurales en la tenencia y distribución dela tierra y no haberse creado oportunidades de movilidad social, lastendencias ocupacionales que actualmente pueden observarse son:

• Para los varones, las opciones reales se encuentran entremantenerse como trabajadores familiares no remunerados opequeños productores familiares sin condiciones que le seanfavorables; continuar como obreros agrícolas temporales,sufriendo las consecuencias de la explotación; trabajar enempresas privadas de seguridad o enrolarse en el Ejército,rompiendo cultural y socialmente con su familia y comunidad,para luego quedarse en las áreas urbanas vinculados, en elmejor de los casos, con actividades económicas marginales.

• Las mujeres jóvenes, junto a la producción de artesanías,comparten las primeras dos opciones con los varones pero encondiciones de mayor desventaja (falta de reconocimiento desus derechos laborales, discriminación salarial, dobles y triplesjornadas de trabajo, una mayor incidencia de acoso sexual, etc.).Otra alternativa por la que muchas de ellas optan (sobre todopara liberarse de ciertas convenciones patriarcales yexperimentar mayores grados de libertad) es la proletarización,incorporándose como trabajadoras temporales a las zonas deagroexportación o a la industria de la maquila. No obstante, se

ven forzadas a realizar tra-bajos de muy baja calidad,que por su misma intensidadles lleva igualmente a rompercon una serie de vínculosafectivos y, que en el marcode las horas extras querequiere esa exacerbaciónde la producción de artículospara el mercado, las trans-forma a los pocos años enseres completamente ex-haustos y casi sin ningunaposibilidad de autorrea-lización.

Así, la juventud rural enla búsqueda de trabajo y denuevas oportunidades se vaagregando sistemática-

mente a los espacios de vida de la marginalidad urbana, y poco tiempodespués se ve obligada material y socialmente a asumir los riesgosde una nueva etapa de expulsión: la migración hacia Estados Unidos.

La violencia como expresión de los interesestransnacionales

A partir de la década de los ochenta, se produce una coincidencia; poruna parte, las transformaciones de los Estados-nacionales (su reducción,privatización, desregulación) y la apertura hacia el modelo de libremercado promovido desde los centros de poder económico en el ámbitomundial y, por la otra, la intensificación de distintas formas de la violenciahacia y entre la niñez y la juventud.

Formalmente, los Estados han dejado de expresar cada vez máslos intereses nacionales, para pasar a la defensa abierta de losintereses de las empresas transnacionales. A la par, pero vinculadoen su dimensión ilícita con lo anterior, el papel que ha jugado lapenetración del crimen organizado en el aumento de la violencia(controlando cada vez más parcelas del territorio) es una tendenciaigualmente observada en toda América Latina.

En este caso, las élites guatemaltecas fortalecen sus vínculoscon las del resto de Centroamérica a fin de lograr “su” mejor inserciónen los encadenamientos de la economía mundial, aún a costa de lapérdida de derechos y oportunidades para la clase trabajadora: bajossalarios, flexibilización laboral, desestímulo y falta de protección de lapequeña y mediana producción, debilitamiento del mercado interno ydel sistema de seguridad social, entre otros. Es por ello, que las nuevasgeneraciones se plantean el reto de desarrollarse en medio decondiciones que se vuelven cada vez más precarias, para ellas y susfamilias.

Al mismo tiempo, la cotidianidad de los jóvenes se ve invadidacada vez más por el estímulo de un sinnúmero de bienes de consumoy de imágenes de estilos de vida y de servicios, a los cuales ni porasomo, logran tener acceso por no contar con los ingresos, que muchasveces no les alcanzan ni para la sobrevivencia. En tanto que tambiénse ven expuestos al tráfico, distribución al menudeo, uso y consumode armas y drogas respectivamente, a niveles sin precedentes.

Un estudio de la Comisión contra las Adicciones y el Tráfico Ilícitode Drogas (SECCATID) realizado en 22 departamentos del país, entrejóvenes de 12 a 20 años de edad, muestra cómo sólo entre 1998 y el2002 se dio un incremento en el consumo de alcohol y drogas, queosciló entre 40% y 380%. Tales estimaciones, válidas únicamente parala juventud escolarizada, posiblemente sean mayores entre la población

3 Ramón González-Ponciano en su análisis sobre la modernidad y el pensamientocivilizatorio en Guatemala registra cómo a mediados del siglo XX dicho proceso mediado por elracismo comenzaba a perfilarse “(…) el enorme mercado que pueden representar treinta millonesde indios y otros tantos millones de mestizos trabajadores que hoy apenas consumen parte delo que ellos mismos producen” (Al citar a Antonio Girón, 1941).

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5 Los grupos de esquina, las cuadrillas, las pandillas, las maras transnacionalizadas o no,las bandas, el narco propiamente dicho, por ejemplo.

6 El “Plan Escoba” por ejemplo, puesto en marcha en 2003 y cuyo nombre refleja laconcepción que desde el Estado se tiene frente una juventud que antes de violenta fue fuertementevulnerabilizada.

7 Las mal llamadas “zonas rojas”.8 Escobar, Gabriela. 2005. Enfrentamientos y violencias juveniles en ciudad de Guatemala

(1985-1993). Tesis de licenciatura en Antropología. Escuela de Historia, USAC.9 En ningún momento, los vínculos entre militares, narcotraficantes y los grupos

antinarcóticos que salieran a luz pública a finales del 2005, a raíz de relación entre los ex kaibilesguatemaltecos y sicarios-narcos en México, evidenciada por Estados Unidos, han tenido tantoseguimiento y cobertura. Es más fácil criminalizar a jóvenes empobrecidos y marginados enmúltiples dimensiones.

10 En agosto del 2005, el ministro de Gobernación señalaba que “las maras se hanconvertido en un asunto de seguridad nacional”.

11 Gabriela Escobar muestra cómo jóvenes de las capas medias y medias altas del LiceoGuatemala, Liceo Javier o Don Bosco, entre otros, participaban de formas de violencia si noaprendidas en su cotidianidad, sí de las películas y programas producidos en Estados Unidos.Los testimonios directos muestran que entre los años 80 y comienzos de los 90, jóvenes deestos estratos participaban de “cacerías” en contra de jóvenes de las zonas populares.

que no cuenta con oportunidades para seguir estudiando. A la par, elInstituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible (IEPADES), a partirde las estimaciones de los cuerpos policiales en Centroamérica, haanotado que en Guatemala se encuentra el 32.0% de las armas defuego legalmente registradas en la región, mientras que llega a 63.7%la proporción de armas que, respecto de los demás países, circulanilegalmente.4

El incremento en el consumo de drogas,asociado a la mayor disponibilidad de armasaumenta desde muy temprana edad la letalidadde la violencia. Los conflictos interpersonales ogrupales, mediados por códigos autoritarios ypatriarcales de relación no han cambiadonecesariamente en todas sus dimensiones. Pero,mientras en décadas anteriores estaban acom-pañados por el consumo de marihuana, el uso dela “pega”, palos, piedras, cadenas o navajas,actualmente se “resuelven” con el uso del cracko con la disponibilidad de pistolas y fusiles AK-47.

Anteriormente, las dinámicas juveniles sedaban como producto de sus propias interac-ciones, la violencia se perfilaba como medio dedefensa ante distintas agresiones externas (otrosgrupos, las políticas de “seguridad” del Estado,etc.) o algunas expresiones pasaban a serfuncionales a ciertos intereses políticos. Ahora,además, la juventud de distintos estratos socialesbusca satisfacer ese incentivo compulsivo haciael consumo de bienes que el entorno perma-nentemente promueve, a través de su incor-poración en distintas actividades delictivas, comoel mercado de drogas o armas.

De la experiencia diaria de laviolencia a la criminalización de

la juventud y sus familias

Las políticas de empleo, precios y salarios, lasexigencias de ingresos para lograr sobrevivir ysuplir sus necesidades, han llevado a la incor-poración masiva de las mujeres al mercado de trabajo. En el caso de lasmujeres madres, su mayor aporte económico no ha significado unaredistribución de las tareas del hogar con sus parejas u otros miembrosvarones. Y mientras se sobrecargan de trabajo, se ven también forzadasa imponerle cada vez más, un mayor peso de “ayuda” a sus hijas, hijosu otros integrantes de la familia.

Paralelamente a lo anterior y, a través de la reducción delpresupuesto para servicios básicos (como salud, guarderías o jardinesinfantiles) el Estado se desentiende de prestarle a la clase trabajadora,las condiciones mínimas para su reproducción y desarrollo, mientrasque el sector empresarial no asume aún los costos reales de la fuerzalaboral que le permite generar las ganancias de las que disfruta.

Las dinámicas socioeconómicas señaladas se tensan aún más,al vincu-larse con el machismo y con las concepciones patriarcalesde familia, en las cuales el varón debiera jugar el papel de proveedor ylas mujeres las tareas domésticas de cuidado y afecto. Al ya no seresto posible, y sin que hasta ahora se logre redefinir dichos papeles,las interacciones familiares van aumentando su conflictividad, y sonlas nuevas generaciones las que asumen costos emocionales ymateriales cada vez más intensos u optan por encontrar otras

alternativas y “refugios” (entre otros, dejar de estudiar, irse a la calle,incorporarse a pandillas, consumir alcohol y/o drogas o hasta elsuicidio).

Así, la casa, la calle, la escuela y el trabajo no forman más queparte de un continuo de relaciones articuladas, con sus propiasdinámicas y expresiones de violencia. No obstante, y como la salidamás sencilla, éstas escasamente se visualizan al momento de

responsabilizar a las familias y criminalizar ala juventud de las clases populares, por los altosíndices de violencia prevalecientes. En losbarrios, las colonias, los asentamientos y áreasmarginales la vida no es homogénea. Haydistintas expresiones juveniles5 y en esa mismamedida se experimentan y enfrentan lasdiferentes formas de violencia, incluyendo enello las políticas represivas del Estado.6 Cadalugar tiene su historia.

Los jóvenes (hombres y mujeres) per-ciben cómo sus espacios de vida se venaltamente estigmatizados.7 Mientras tanto, sedan cuenta que las etiquetas y la constanteexposición de la violencia en los medios decomunicación contribuyen a su reproducción.A las maras por ejemplo, se les ha construidoya un perfil sobredimensionado. De acuerdocon Gabriela Escobar,8 ya desde 1987 lostitulares de los periódicos registraban lasdeclaraciones del entonces director de la PolicíaNacional acerca de que las “Maras causanpánico en la ciudad” o “Guatemala de rodillasante las maras”.

Lo anterior cumple sin duda, distintasfunciones: invisibilizar otros problemas socialesque tienen mayores implicaciones para lasestructuras de poder;9 generar miedo comomecanismo para contener el descontentosocial; o justificar ante las clases media y alta,que se sienten víctimas de la “amenaza” de lajuventud de las áreas populares (sin distinción),las medidas de represión, militarización ycontrol social que finalmente crean o incre-mentan condiciones favorables para negocios

ilícitos, impunidad o despojo.10

Finalmente, visibilizar la violencia de “las maras” por ejemplo,incluso más allá de lo que los mismos datos que las estadísticas institu-cionales objetivamente permiten justificar, contrasta fuertemente conla manera en que los medios y las diferentes instancias, ocultan laviolencia ejercida también por aquella juventud de los estratos socialesprivilegiados.11

4 La estimación no considera datos de Nicaragua.

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De acuerdo con Linda Green,12 la nueva penetración del capitalismo seda con la industrialización rural que comienza a finales de los añosochenta y que, en contraste con las etapas previas, emerge muy cercade la ciudad capital. Los departamentos agrícolas de Sacatepéquez yChimaltenango pasaron a convertirse en uno de los enclaves de laindustria de la maquila y la agroexportación. En ellos miles de jóvenes,sobre todo mujeres indígenas, dejan cada día su energía y su fuerzade trabajo. El testimonio anterior, no habla de su experiencia laboral,habla de sus espacios de vida.

Producto de una desigualdad altamente segregada, cada mañana,se abre el periódico y surgen nuevos nombres, a veces rostros o

cuerpos de una juventud cada vez más “silenciada” e “invisible”. Asíes como llegamos a saber tanto sobre sus muertes, mientras que elmiedo, la indolencia y la falta de coraje para asumir socialmente nuestraresponsabilidad, nos lleva a desconocer casi completamente acercade sus vidas. Parafraseando al fraile dominico brasileño Frei Betto, ¿por qué ante laconstante socialización de la “felicidad adinerada”, ligada a los bienesde consumo, tendríamos que esperar de un joven empobrecido unaactitud abnegada frente a su carencia y sufrimiento? ¿Por quéobedecer las leyes si los políticos corruptos y delincuentes de cuelloblanco permanecen en libertad? ¿Por qué, si la muerte es cierta y lavida carece de un sentido de futuro?

De las masacres en la guerra a las matanzas en la paz**

Lucía es una mujer Kaqchikel, de una de las aldeas de Chimaltenango más próximas a la capital. Tiene ocho hijos, en su mayoría adolescentes.Dos son mujeres. Una, la sustituye en gran parte de los quehaceres de la casa, mientras que la pequeña comienza a crecer y ella sale atrabajar. Uno de sus hijos ha hecho su hogar y el que le sigue estuvo en una mara durante un tiempo. Otro ha comenzado a “andar denoche”, y los demás continúan creciendo en medio de las oportunidades de vida que su comunidad les ofrece.

Lucía sabe que su lugar no ha dejado de cambiar. Hace unos diez años llegaron las maquilas. Con ellas, bastante gente. Muchosladinos, “fueranos de tierra caliente”, de la costa o de Jutiapa, de Honduras o de Nicaragua. Gente “extraña”. La cotidianidad de Lucía y desu familia, se enriquece de múltiples maneras, pero la intensidad de la violencia, los ha ido progresivamente ensordeciendo. Sus bocasenmudecen y sus cuerpos van poco a poco aceptando la experiencia del “encierro”.

Ella recuerda que 2002 y 2003 “fue lo más duro” y por eso se iniciaron “las rondas”, una forma de organización vecinal para enfrentarla violencia ante el incumplimiento de esta responsabilidad por parte del Estado. En ese tiempo mataron a dos hijos de su vecina y a unapareja que estaba sentada en la calle le pasaron disparando. Unos meses más tarde, desde un carro polarizado, mataron a otro muchachoy dejaron a otros dos graves. En una noche de ésas, el hijo de su primo, de 18 años, recibió una llamada. Le pedían que saliera a la carretera.Al llegar, en un carro con vidrios polarizados lo estaban esperando sólo para matarlo. Al poco tiempo, también machetearon a otro patojo “porconfusión” cerca de la escuela. Era el nieto de la tía de Lucía, “a quien tenían que matar”. En ese tiempo, la gente llamó a la policía por “losmareros”, pero después vinieron “los drogados”. Las amenazas y las extorsiones acompañaban el silencio de todo “lo que no se quiere, nihay que hablar”. Al año siguiente “la ronda agarró al líder del narco torturando a un muchacho”. Lucía recuerda que “cuando él llegó de lacabecera municipal, en la aldea se reforzaron las maras”, pero fue hasta esa noche cuando la gente se enojó. Él se burlaba “porque la policíalo iba a soltar”, se quitó sus cosas y se las dio a su esposa. Unas horas después lo quemaron vivo y murió. Ese año “la feria no tuvo gente”.Se corrió el rumor, y hasta desde la iglesia, el pastor “avisaba” que para la fiesta patronal iban a matar a 30 o a 32 jóvenes. No sucedió, peropara la gente “las matanzas” continuaron.

Antes de que finalizara el año asesinaron a un sobrino de Lucía cuando regresaba del instituto. Mataron a tiros al hijo de otra sobrina enla sastrería donde trabajaba, y desde otro carro con vidrios polarizados, balearon a un patojo de 11 años, también de su familia. En esosmeses mataron al hijo de unos conocidos cuando salía de la maquila en la que trabajaba, y a los dos únicos hijos de otra vecina losasesinaron con sólo nueve días de diferencia. Su padre y su madre se enferman cada vez más, y de tanto dolor han ido a parar al hospital.Éstos son sólo los casos que Lucía conoce de cerca, aunque escuchó de otros.

Ya en 2005, unos hombres entraron a la casa de otros vecinos, mataron a un joven y a una niña de cinco años. Poco tiempo despuésdesaparecía la hija de su cuñada, de sólo 20 años, de la que hasta hoy todavía no se sabe nada. A una prima más cercana también lamataron. Fue torturada, asesinada, y abandonada en el barranco de un pueblo vecino. Una pareja joven que no era de la aldea, tambiénapareció muerta en la carretera. Al poco tiempo machetearon a un vecino, por defender a una muchacha a la que unos hombres estabanviolando. Lo último que pasó antes de que acabara el año, fue la muerte del hijo de la prima del ex esposo de Lucía. El muchacho apareciódentro de un costal atado de pies y manos, tirado frente a su propia casa.

En la aldea, Lucía ya no se atreve a preguntar. Salen cada vez menos y no siempre van a los funerales, para no involucrarse. Segúnella, en algunos de los municipios vecinos se viven experiencias similares y muchos conocidos, familiares y compañeros de sus hijos “ya noestán, ya se han ido”. La “red del temor” se sigue tejiendo y a ella la sigue invadiendo el sentimiento de que “ya no tiene gracia la vida, si esque ya sólo con miedo nos pasamos”. Mientras tanto, se da cuenta, sin saber bien qué hacer, que “de esto no se investiga”.

En la mañana en que ella y yo decidimos “juntar las palabras”, aparecía un insistente “por qué”, “por qué” y un “quiénes fueron”. Pormomentos, Lucía parecía querer desprenderse de lo que sabe. Pero aunque le cuesta, ella ha abierto esta ventana de su propia vida con elúnico propósito de que todos “empecemos ya a hablar de esto” y comencemos a pensar en lo que vamos a hacer en esta Guatemala, que hapasado de las masacres en el tiempo de la guerra a las matanzas en el tiempo de la paz.

** Este testimonio construido a partir de distintos momentos de plática y diálogo, es parte de otro trabajo sobre el tema, usando un nombre distinto e igualmente ficticio, con la ideade que así como Lucía, Ester o cualquier otra mujer tan valiente como ella, otras también puedan empezar a hablar de todo esto, a “juntar las palabras”, y colectivamente “pensar en qué vamosa hacer…”. Ver: García, Diana. Ser Joven y pobre en Guatemala. Rev. Envío. Vol. 25 (302). Septiembre 2006. Universidad Centroamericana.

Green, Linda. 2003. Notes on Mayan youth and rural industrialization in Guatemala.Critique of Anthropology. Vol. 23 (1). University of Arizona.

Más allá que violencia urbana: enclaves del capital y seres humanos

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1987-200729 de diciembre

XX Aniversario de FLACSO-Guatemala

Actividades del Postgrado Centroamericano en Ciencias Sociales

En San Salvador los días 16, 17 y 18 de abril, se reunieron losestudiantes de la III Maestría en Ciencias Sociales, con expertos

internacionales vinculados con sus temáticas de investigación. Esteencuentro tuvo como objetivo evaluar los avances de investigación,aportar elementos metodológicos, teóricos y enfoques diversos parafortalecer la capacidad argumentativa de los estudiantes. A su vez, sebuscó generar la comunidad de diálogo académico en Centroamérica.Con este Foro se cierra el ciclo formativo en el ámbito de investigaciónpara los estudiantes previo al examen público de defensa de tesis.

El Guernica de Picasso 70 años después (1937-2007)

El miércoles 28 de marzo fueron presentadas a sus autores laspublicaciones del Postgrado Centroamericano en Ciencias Sociales.

La Colección cuadernos de maestría, integrada por cuatro tomos,representa un esfuerzo por dar a conocer la producción teórica de susegresados y expone al lector interesado una diversidad que es productotanto de la opción de cada autor como de la compleja realidad socialcentroamericana.

Entre las publicaciones también se presentó el libro Aspectosdel desarrollo económico y social de Guatemala a la luz de fuenteshistóricas alemanas (1868-1865), del autor Julio Castellanos Cambranes,Tomo I de la Colección lecturas de ciencias sociales.

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