diálogo 71 nueva Época / la seguridad alimentaria...¿problema coyunturalo estructural?

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Nueva época, No. 71 Guatemala, diciembre de 2008 LA SEGURIDAD ALIMENTARIA... ¿Problema coyuntural o estructural?* Luis Llambí* Laboratorio de Estudios Rurales y Agrícolas Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) Foto Luis Alejandro de León Soto

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LA SEGURIDAD ALIMENTARIA... ¿Problema coyuntural o estructural? / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Nueva época, No. 71 Guatemala, diciembre de 2008

LA SEGURIDAD ALIMENTARIA...¿Problema coyuntural

o estructural?*

Luis Llambí*Laboratorio de Estudios Rurales y Agrícolas

Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC)

Foto Luis Alejandro de León Soto

2 Diciembre 2008

Publicación mensual de FLACSO-Guatemala y elPeriódico

Secretario general de FLACSO

Francisco Rojas AravenaSan José, Costa Rica

CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALAVirgilio Álvarez Aragón- director

Oscar López / Marcel ArévaloAura Cumes/Claudia Donis / Virgilio Reyes

Simona V. Yagenova/Edgar F. MontúfarLuis Raúl Salvadó

Corrección de estilo: Brenda MejíaCoordinación y diagramación: Hugo de León P.Fotografía artículo: Luis Alejandro de León Soto

Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 24147440Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gtEsta publicación es posible gracias al apoyo

financiero de ASDI/SAREC

Las ideas expresadas en esta publicación no necesariamente son compartidas por FLACSO-

Guatemala y su patrocinador

30,000 ejemplares

INTRODUCCIÓN

Después de una década de ininterrumpido crecimiento económico en casi todos los

países de la región, América Latina pareciera estar entrando en un período depresivo arras-trada por la crisis financiera internacional y la consecuente recesión en el sector real de la economía mundial. Este contexto internacio-nal es nuevo, altamente complejo, volátil e impredecible, sin embargo, plantea un con-junto de oportunidades y desafíos a todos los países latinoamericanos.

En particular, el incremento coyuntural de los precios de los alimentos tiene serias implicaciones tanto para los países, como para los productores y consumidores nacio-nales. En el ámbito nacional, este incremento tiene efectos diferenciales para los sectores más pobres de la población.

Sin lugar a dudas, las actuales crisis glo-bales (financiera, energética, ambiental, y ali-mentaria) están interrelacionadas, pero sus causas y efectos son específicos para cada una de ellas, y sus orígenes no sólo están vinculados con eventos coyunturales, sino también, a problemas estructurales de más larga data.

Como es de imaginarse, discernir sobre este tema ayudaría a identificar estos víncu-los y descifrar las causas y consecuencias de estas crisis. Por ello, esto constituye el primer objetivo de este artículo. El objetivo último, sin embargo, es promover el debate sobre las posibles soluciones, con la finalidad de en-contrar los contenidos mínimos que podemos exigir al Estado en la fijación de sus agendas de política.

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA NOCIÓN DE SEGURIDAD ALIMENTARIA

La noción de Seguridad Alimentaria ha evolu-cionado conforme el tiempo, en consonancia con los cambios en las normativas interna-

cionales y en las políticas de los gobiernos nacionales.

Los orígenes de la noción de Seguridad Alimentaria se remontan al artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Hu-manos que consagró, entre otros, el Derecho a la alimentación:

Cada quién tiene derecho a un nivel de vida adecuado para su salud y su propio bienestar y el de su familia, incluyendo la alimentación.

En 1974, en el contexto del alza de los precios del petróleo, y debido al consiguiente incremento de los precios de los alimentos,

para mantener una expansión constante del consumo (...) y contrarrestar las fluctuaciones de la producción y los precios...

En 1996, la profundización del análisis sobre las causas, efectos y posibles solucio-nes a la inseguridad alimentaria a diferentes escalas realizada durante la Cumbre Mun-dial de la Alimentación, dio como resultado la definición consensuada por todos los países presentes:

Existe Seguridad Alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos ino-cuos y nutritivos para satisfacer sus necesida-des alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana.

Dicha definición enfatiza las cuatro di-mensiones del problema: disponibilidad, ac-ceso, utilización y estabilidad de la oferta, además abarca diferentes unidades de análi-sis: global, nacional, subnacional, e individual(de hogares y personas). Empero, la causa-lidad de cada dimensión y en cada nivel de análisis, es diferente, lo que supone políticas diferenciadas para su superación.

NIVELES DE ANÁLISIS Y HORIZONTES TEM-PORALES

LA SEGURIDAD ALIMENTARIA GLOBAL: UNA VISIÓN DE LARGO PLAZO

Durante todo el siglo XX, el precio de los ali-mentos, en términos reales, mostró una ten-dencia levemente declinante más pronuncia-da aún, a partir de la década de 1970. Fue desde esta observación sobre la tendencia declinante de los precios de las materias primas, y el consecuente deterioro de sus términos de intercambio en relación a los productos manufacturados que, a inicios de la década de 1950, la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, enunció su pro-puesta de industrialización por substitución de importaciones.

la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, (FAO, por sus siglas en inglés) definió la Seguridad Alimen-taria desde un punto de vista normativo di-ciendo:

...que haya en todo tiempo existencias mun-diales suficientes de alimentos básicos (...)

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En el siglo XXI, la disminución de las re-servas mundiales de cereales, principalmen-te, maíz y soya, incrementó la volatilidad de precios, como consecuencia de las políticas de restricción a la producción de EEUU y Eu-ropa. Dichas reservas, sin embargo, habían contribuido a desestabilizar los mercados mundiales, en perjuicio de los productos pro-venientes de los países pobres.

En 2004, pero más claramente a partir de 2006, los precios nominales de los alimen-tos comenzaron a subir significativamente, poniendo fin a un período de cuatro déca-das de caída. En la actualidad, el incremento de los precios está concentrado en tan sólo cinco productos de gran consumo a escala mundial: trigo, arroz, leche en polvo, soya y aceites comestibles. Durante el 2007, el maíz se añadió a la mencionada lista, en gran me-dida como resultado del incremento de la pro-ducción de etanol a partir de este cereal, por parte de EEUU.

En abril 2008 los precios de estos pro-ductos alcanzaron niveles sin precedentes, lo que inmediatamente, condujo a disturbios en países tan alejados como Haití y Egipto.

Hoy en día, lo más significativo no es el nivel alcanzado por los precios, sino la rapidez de su incremento, lo que genera un conjunto de efectos negativos en el contexto nacional, tanto desde el punto de vista ma-croeconómico (especialmente en los países importadores netos de alimentos) como del punto de vista del bienestar de la población más pobre (particularmente, de su Seguridad Alimentaria) y especialmente, la urbana.

Un estudio reciente de Martine Dirven, sintetiza las diversas explicaciones que se han ofrecido sobre las causas de esta recien-te alza en los precios de los alimentos. Una de ellas es el rezago de la producción mundial en relación con el incremento de la deman-da. Este incremento, básicamente, se debe al crecimiento económico y al consumo de dos grandes países: China e India. Mientras tanto, en los países pobres, el rezago de la oferta se explica por los débiles incrementos de la productividad agrícola, como resultado de la caída de la inversión en ese campo; y, en los países ricos, porque los incrementos de su productividad agrícola parecieran ha-ber alcanzado su máximo potencial de ren-dimiento.

Entre los fenómenos coyunturales, Dirven cita el efecto de la producción de agro-com-bustibles en diversos países, por ejemplo: EEUU, Brasil y Argentina, y algunos even-tos climáticos, como varios años sucesivos de sequía sobre grandes productores como Australia. A esto, según la autora, habría que añadir las políticas de la Unión Europea, EEUU y China, para reducir sus reservas es-tratégicas de alimentos, en gran medida por razones financieras.

El gran riesgo para América Latina, y en particular, para los países más pobres, es el incre-mento de la inseguridad alimen-taria tanto en el ámbito nacional como a nivel de los hogares. Más grave aún, es que en los países importadores netos de alimentos, los altos precios ya están ejer-ciendo graves impactos negativos sobre su Seguridad Alimentaria.

No obstante, para la región latinoamericana, la gran oportuni-dad es que el sector agrícola se reposicione como un importante motor del crecimiento económi-co, particularmente, en los países que disfrutan de mayores venta-jas comparativas naturales, y que en la actualidad son exportadores de alimentos, tales como Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Co-lombia, entre otros. El incremento mundial de precios también pue-de generar oportunidades para algunos países importadores ne-tos, quienes anteriormente, tenían pocas oportunidades de competir debido a los altos subsidios de los países ricos.

¿En qué medida esto se tra-ducirá en beneficios para los di-ferentes sectores de la población rural? Esto es otro asunto. Indudablemente, si los países pobres lograran beneficiarse de la producción de agrocombustibles, y si estos beneficios incluyeran a los agricultores pobres, la ma-yor demanda podría contribuir al crecimiento económico rural. Pero estas dos condiciones, suponen políticas proactivas y efectivas por parte de los gobiernos nacionales.

Por otra parte, si los pequeños agri-cultores recibieran apoyo para expandir su producción y mercados, esto también podría contribuir a un desarrollo rural más equitativo. Pero este otro, condicionado, también supo-ne fuertes inversiones por parte del Estado, en el desarrollo integral de sus territorios ru-rales: crédito, infraestructura, investigación, información de mercados, y otros, además de profundas reformas institucionales (lo que abordaremos en la segunda parte del traba-jo).

Según Dirven, “Aunque la fuerte alza de los precios internacionales de los alimentos básicos ha afectado los precios internos en países exportadores e importadores netos de alimentos, los países que son importadores netos tanto de alimentos como de energía están en una situación especialmente, vulne-rable. Entre ellos se encuentran los países de Centroamérica” (Dirven 2008:21-22)

LA SEGURIDAD ALIMENTARIA DE LOS HOGARES

A escala de los hogares, el principal proble-ma es el acceso a una ingesta suficiente y balanceada de alimentos, lo que en gran me-dida depende de los ingresos y, por lo tanto del poder adquisitivo de los hogares. Por ello, no basta con garantizar una oferta suficiente y estable en el ámbito nacional, pues es ne-cesario también, asegurar el acceso de los hogares más pobres a todos los alimentos que requieren sus miembros (niños, jóvenes, ancianos) para que estén en capacidad de lo-grar una vida activa y saludable.

Quienes están en mayor riesgo son los consumidores urbanos pobres y pobres rura-les que son compradores netos de alimentos. A esto añade Dirven:

Entre los quintiles rurales más pobres hay una proporción importante de vendedores netos de alimentos básicos. Por lo tanto, si hubie-ra una transmisión correcta de precios, habría una transferencia de recursos desde los con-sumidores netos, la mayoría de ellos de zonas urbanas y de los quintiles más altos de ingre-sos. Canales de venta y mercados inexisten-tes, problemas de infraestructura, de costos de transporte y de transacción, así como una fuerte concentración de los agentes aguas arriba y abajo de la agricultura impiden o dis-minuyen las señales de precios. Por otra parte, los agricultores que hacen un uso intensivo de

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insumos han visto sus ganancias mermadas por el aumento de precios que ha sobrepasa-do el de los alimentos” (Dirven 2008:1).

En el medio rural, pobreza e inseguridad alimentaria son dos caras de la misma mone-da. Sus causas se encuentran íntimamente vinculadas. Sin una activa intervención del Estado, las posibilidades para acceder a los activos que requieren para su supervivencia o para incrementar sus ingresos, son prácti-camente inexistentes. Hay, por lo tanto, una reproducción sistemática de las limitaciones que impiden beneficiar a muchos hogares rurales pobres de las oportunidades de mer-cado más favorables, como el actual contexto de alza de precios de ali-mentos. Sin políticas proactivas del Estado, estas poblaciones no logra-rán salir adelantes por sí mismos, ni aun en contextos de crecimiento eco-nómico. En otras palabras, no existe un “trickle down” o derrame para los hogares rurales más pobres.

Garantizar a los pequeños pro-ductores rurales, la posibilidad de producir sus alimentos, o de obtener ingresos estables y seguros para comprar lo que no pueden producir por sí mismos, supone la implemen-tación de una reforma agraria Inte-gral, la cual, bajo las actuales con-diciones tecnológicas y de mercado, supone no sólo tierra y agua en cantidad y calidad suficiente para la viabilidad de la pequeña producción agrícola, sino también, el acceso al crédito, a la asistencia técnica y a los mercados más dinámicos.

RELACIONES CAUSALES Y VÍNCU-LOS ENTRE LAS CRISIS

A escala nacional, e incluso, sub-nacional, la inseguridad alimentaria puede estar relacionada con diferen-tes factores coyunturales: la inesta-bilidad climática, ataques de plagas a las cosechas nacionales, fluctua-ciones de precios en los mercados mundiales, o conflictos sociales con efectos localizados o de corto plazo, entre otros.

Pero estos factores coyunturales (que se supone, pudieran ser revertidos en el corto plazo) en general se superponen a otros de índole estructural y, por lo tanto, de más largo plazo, que suelen ser mucho más difíciles de superar.

En gran parte, la actual situación de in-seguridad alimentaria de América Latina, es la herencia tanto de políticas de ajuste imple-mentadas durante las tres últimas décadas, como de raíces históricas mucho más profun-das, algunas de ellas específicas al aconte-cer nacional de cada país. Veamos.

CRISIS FINANCIERA MUNDIAL Y CRISIS ALIMENTARIA

La actual crisis financiera mundial pudiera profundizar la situación de inseguridad ali-mentaria de un gran número de países de América Latina. Por una parte, la incertidum-bre que hoy afecta a los mercados mundia-les, y el peligro de una recesión global puede conducir a los gobiernos de los países ricos, a la implementación de nuevas y más sofis-ticadas formas de proteccionismo. Por otra parte, una caída en el valor de las exportacio-

nes y una disminución de las remesas envia-das, principalmente desde EEUU y Europa a América Latina, se reflejará, especialmente, en los países más vulnerables: los de más bajos ingresos, con altos niveles de pobreza, y con inseguridad alimentaria crónica a nivel de los hogares.

LOS PROGRAMAS DE AJUSTE Y LA INSEGURI-DAD ALIMENTARIA ACTUAL

Como consecuencia de los Programas de Ajuste estructural implementados en Amé-

rica Latina, en el contexto del Consenso de Washington, las condiciones de producción del sector agrícola se deterioraron sustan-cialmente.

La liberación y apertura de los merca-dos de bienes, servicios, financieros y cam-biarios, así como la disminución del papel del Estado en la economía, fueron los dos principales rasgos generales del ajuste. Para el sector agrícola, los elementos de política más importantes durante ese período fueron, por una parte, el desmonte de servicios que anteriormente, proporcionaba el Estado a los

agricultores: extensión agrícola, y otros) y de los subsidios que disfru-taban los agricultores: crédito agrí-cola, entre otros. Por otra parte, la sobrevaluación del tipo de cambio y la eliminación de las barreras a las importaciones y exportaciones agrícolas.

El impacto más notorio de la eliminación de los aranceles a las importaciones agrícolas, fue el in-cremento del dumping de produc-tos fuertemente subsidiados por los países ricos, lo cual socavó la producción doméstica de alimen-tos. De hecho, muchos países que anteriormente eran exportadores de alimentos, como consecuencia del ajuste, se convirtieron en impor-tadores netos de alimentos.

Todo esto indujo cambios en la estructura productiva a favor de los rubros exportables, en desme-dro de los productos menos transa-bles y, en general, crearon efectos adversos sobre la producción agrí-cola nacional y sus niveles de ren-tabilidad.

CRISIS ENERGÉTICA Y CRISIS ALIMEN-TARIA

Los precios agrícolas siempre han sido afectados por los precios de

la energía, en la medida en que su costo afecta directamente, los costos de pro-ducción y de insumos, como los fertilizantes, agroquímicos, y el diésel. A esto compete agregar, más recientemente, la demanda de materias primas agrícolas para la producción de agro-combustibles.

Entre 2000 y 2007, la producción de combustibles con base en productos agríco-las, se triplicó a escala mundial, y en la ac-tualidad cubre casi el 2% del consumo global de combustibles para transporte. Es prede-cible suponer que este mercado continuará creciendo, aunque la contribución de agro-combustibles líquidos, básicamente, etanol

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y biodiesel) por algún tiempo seguirá siendo relativamente reducida al compararla con los combustibles fósiles.

PLANTEAMIENTOS NORMATIVOS Y AGENDAS DE POLÍTICA

LA AGENDA DE SEGURIDAD ALIMENTARIA DE LOS HOGARES

Si el objetivo último de una política de Se-guridad Alimentaria es la satisfacción de las necesidades alimentarias de la población, en general, y de los estratos más pobres de la población, en particular, los problemas de demanda insatisfecha de los hoga-res deben ocupar un lugar prioritario en relación con los problemas generados por una demanda agregada insuficien-te.

El logro de este objetivo plantea al Estado tres condiciones principales. Por una parte, la necesidad de identi-ficar los grupos vulnerables a fin de implementar políticas capaces de su-plir las carencias nutricionales de estos sectores poblacionales. Por otra parte, la necesidad de diseñar e implementar políticas de prevención de crisis en la oferta de alimentos, mediante la crea-ción de reservas en el ámbito nacional. Por último, pero no por ello menos im-portante, dadas las condiciones actuales de los mercados alimentarios, la necesidad de diseñar e implementar estándares de calidad e inocuidad de los alimentos, a la vez que se implementan programas nutricionales con alto impacto en función de criterios de equi-dad y sustentabilidad ambiental, como la va-lorización de alimentos tradicionales con alto valor nutritivo. Todo esto, a su vez, comple-mentado por programas focalizados a deter-minados estratos de población: Programas de alimentación y de distribución de alimentos fortificados y suplementos vitamínicos en las escuelas públicas (rurales y urbanas); pro-gramas de incentivo a los huertos familiares (en particular en áreas rurales); y programas educativos sobre nutrición focalizados hacia las poblaciones de menores recursos (rurales y urbanas).

LA AGENDA DE SEGURIDAD ALIMENTARIA NACIONAL

¿SOBERANÍA O SEGURIDAD ALIMENTARIA?

Según quienes proponen el criterio de sobe-ranía alimentaria, la Seguridad Alimentaria sólo estaría garantizada cuando la capacidad productiva del país permita producir todos los

alimentos considerados básicos que requie-ren sus habitantes, sin tener que recurrir a importaciones. Un posible objetivo sería evi-tar que las importaciones se constituyan en un serio obstáculo financiero a la capacidad del país para importar otros bienes y recursos claves para su crecimiento económico.

Esto daría origen a dos tipos de política:

1. Las que inciden directamente en la de-manda, que suelen ser de naturaleza asis-tencialista o humanitaria, en general son políticas de corto plazo, con la finalidad de enfrentar las crisis coyunturales. 2. Las que no son medidas dirigidas a afec-tar la oferta, y a buscar enfrentar problemas de más largo plazo, tales como incentivos

para incrementar la producción nacional. A estas habría que añadir otras dirigidas a modificar las actuales reglas de juego globales (por ejemplo: en la Organización Mundial del Comercio, OMC). Es decir, polí-ticas dirigidas a proteger la oferta domésti-ca de los países de menores ingresos fren-te a las actuales prácticas de dumping de los países ricos, como la creación de reser-vas nacionales de alimentos básicos a fin de amortiguar el efecto sobre el mercado doméstico de las tendencias a la volatilidad de los precios internacionales.

A mi juicio, sin embargo, este argumento necesita ser contextualizado. En la mayoría de los países de bajos ingresos, la producción nacional de alimentos depende de las condi-ciones climáticas y de otras que ocasionan fluctuaciones de la oferta. Los pequeños paí-ses del Caribe, por ejemplo, no disponen de suficientes condiciones para producir todos los alimentos que requieren, por lo que tienen que generar ventajas competitivas para apro-vechar otros recursos como los abundantes días de sol y sus playas no contaminadas. Es evidente que, al menos en estos casos, la oferta agregada de alimentos tendrá que pro-venir tanto de la producción nacional, como de la importación.

Un criterio más matizado aún, es que una política de Seguridad Alimentaria Nacio-nal debería priorizar por los recursos locales para producir alimentos, minimizando el volu-men de materias primas importadas para su producción y su transporte. No es lógico, por ejemplo, aunque por el momento sea econó-micamente rentable, consumir en América Latina, leche importada de Nueva Zelandia; o, por el contrario, que los neozelandeses im-porten kiwi de Chile.

LOS RETOS TECNOLÓGICOS

Uno de los principales retos de las políticas de Seguridad Alimentaria para Améri-ca Latina, es la posibilidad de generar patrones tecnológicos de intensifica-ción agrícola sustentable. Por ejemplo, la posibilidad de un uso mucho más in-tensivo de la biomasa y la utilización de tierras degradadas en lugar de áreas más fértiles y de agroquímicos.

Una alternativa que se necesita explorar, es la implementación masiva del modelo de la finca agroecológica integral, al menos, entre los pequeños productores agrícolas. Éste es un mo-delo que propone la integración de la producción animal y vegetal en cam-pos de cultivos diversificados y el re-ciclaje de materiales, como una forma de optimizar el aprovechamiento de los

recursos locales y facilitar la sostenibilidad del sistema productivo, según Abramovay y Magalhae (2008).

La agricultura ecológica, al basarse en la ecología de suelos (sistemas de mínima labranza, incremento de la cobertura de sue-los) y en una apropiada rotación de cultivos, minimiza la necesidad de controles de plagas y enfermedades, ya que en un ambiente de abundante oferta alimenticia aparece, igual-mente, una gran cantidad de organismos, lo que facilita el autocontrol del agroecosiste-ma. Por el contrario, un cultivo genéticamen-te uniforme, tiene una mayor susceptibilidad a cualquier factor adverso porque no posee la diversidad de organismos que lo contrarres-ten.

A través de la historia, los pequeños agricultores han obtenido gran parte de la energía que necesitan de sus tierras para responder a sus necesidades de consumo. Estas tecnologías pueden ser sustentables, siempre y cuando se generen, previamente, las condiciones económicas y sociales para su implementación.

A nuestro criterio, es importante explorar también lo que algunos denominan “una se-gunda generación de agrocombustibles” que utilizan plantas herbáceas y residuos de culti-

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vos, con potencialidad para mejorar el balan-ce entre el consumo energético y la reducción de los gases con efecto invernadero. En este sentido, urge explorar la potencialidad de cul-tivos que puedan adaptarse a las condiciones de las tierras menos fértiles.

No obstante, ni la agricultura ecológica ni los agrocombustibles, pueden ser consi-derados la panacea para la solución de los problemas actualmente existentes, aunque puedan constituir componentes importantes de un desarrollo agrícola más sustentable y de un crecimiento económico menos depen-diente de los combustibles fósiles.

Si no se abordan las causas estructura-les de la actual inseguridad alimentaria glo-bal, nacional, y de los hogares, la adopción de nuevas tecnologías no resolverán los pro-blemas. Según Rosset (2004), los posibles impactos de los cambios tecnológicos depen-den de los arreglos institucionales que me-dian entre la tecnología y la distribución de los activos necesarios para implementarlas.

La solución más fácil sería producir más alimentos por medio de agroquímicos o inge-niería genética, independientemente de sus efectos distributivos o sociales, y de sus ne-gativos impactos ambientales. Los incremen-tos en la productividad de algunos cultivos como resultado de la revolución verde, no son un mito. Gracias a las semillas de alto rendi-miento se obtuvieron incrementos de millones de toneladas de cereales y oleaginosas, pero no se eliminó el hambre ni siquiera en países donde, principalmente, se implementaron es-tas tecnologías (Rosset. 2004).

LOS RETOS INSTITUCIONALES

Por último, es necesario repensar el papel del Estado, los mercados y las organizaciones de la sociedad civil, para lograr los cambios estructurales que se requieren a fin de lograr niveles socialmente aceptables de Seguridad Alimentaria en todos los niveles: nacional, subregional, y de los hogares e individuos, como ya se dijo.

En relación con el Estado, la prioridad debería estar dirigida a implementar las polí-ticas estructurales necesarias. Lo que, como se sabe, no está exento de grandes dificulta-des, principalmente, de índole político. Ade-más de la necesidad de largos plazos para su eficiente implementación, lo que supone el lo-gro de consensos nacionales: un proyecto de país consensuado. Sin embargo, es impor-tante destacar también, la conveniencia de diseñar e implementar políticas de protección temporal hasta que las políticas estructurales den sus frutos.

No obstante, hay que superar los peli-gros de la excesiva intervención que tuvo

el Estado en el pasado, sobre el funcio-namiento de los mercados, por ejemplo: el peligro de los controles de precio y su corolario: el desabastecimiento; el peligro de los tipos de cambio sobrevaluados, y sus incentivos perversos sobre los agentes económicos; el peligro de políticas protec-cionistas extremas, y sus consecuencias: la retaliación por parte de los países con mayor poder político y de mercado.

Es necesario también, repensar el papel de los mercados, y en particular, la tentación de construir “muros de Berlín”, con la finalidad de proteger los mercados internos. Si algo demostró la caída de di-cho muro, fue la imposibilidad de impedir el funcionamiento de los mercados

CONCLUSIÓN

Pero no nos llamemos al engaño. El proble-ma fundamental es de naturaleza política, y como tal, tiene que ser resuelto política-mente. No se trata de proponer soluciones fáciles, como adaptar o diseñar nuevas tecnologías, independientemente del con-texto social, económico y político para su implementación. O de pretender que los pro-blemas se resuelvan sólo con dinero.

El problema es político, porque su ori-gen es de naturaleza estructural y su solución pasa por la necesidad de generar consensos viables entre las diferentes fuerzas sociales, económicas y políticas de nuestros países. Esto, bien lo sabemos, no es simple. Sería más fácil consolarnos con recetas importa-das de otros contextos sociales, o echarle la culpa a “el sistema”, a nuestras raíces histó-ricas, o a los agentes externos que nos impi-den llegar a “el desarrollo”.

Es cierto, nuestros problemas tienen raíces históricas, lo que está en el origen de determinadas estructuras. También es cier-to, que nuestros problemas están vinculados con la estructura y funcionamiento del actual sistema económico y político mundial, lo que impide algunas soluciones y no hace fácil su solución únicamente en el interior de nues-tros pequeños países. Pero una gran parte de la solución está en nuestras manos. Y esto sólo se logrará si generamos los consensos que hagan posible, el diseño de políticas para lograr cambios estructurales en el interior de nuestras fronteras. Y si, luego, los consensos dejan de ser sólo discursos y se convierten en políticas que, de hecho, transformen la realidad desde abajo, con la participación de la gente, de la sociedad civil organizada y, principalmente, de quienes a diario, sufren de inseguridad alimentaria. Y eso no es senci-llo, pues requiere la coordinación de políticas entre los diferentes niveles de gobierno, para

alinear los incentivos dirigidos a fortalecer las economías de los hogares rurales y sus orga-nizaciones.

En síntesis, requiere de gran tesón y trabajo, pero también de inteligencia. Espero que nosotros, desde la academia, estemos en capacidad y contemos con la disposición para participar en la tarea.

BIBLIOGRAFÍAAbramovay, R. “Fallas de longo prazo no sistema ali-mentar mundial”. 2008. www.econ.fea.usp.br/abra-movay)Abramovay, R. y Magalhaes, R. “The access of fa-mily farmers to biodiesel markets: partnerships bet-ween big companies and social movements”. 2008. www.econ.fea.usp.br/abramovay)COCODES. “Pronunciamiento sobre la crisis alimen-taria, la pobreza y políticas públicas”. III Foro Social de las Américas. Guatemala: FLACSO. 2008.Dirven, M. “Impactos diferenciados de la crisis por tipos de países y territorios en su interior”. Ponencia presentada en el Diálogo Rural Interamericano Crisis Alimentaria y Territorios Rurales. Septiembre 2008. (inédito)Graziano da Silva, José. “Estrategias de Desarrollo, Políticas Públicas y Seguridad Alimentaria en Amé-rica Latina y el Caribe”. San Salvador: Diálogo Rural Iberoamericano “Crisis Alimentaria y Territorios Ru-rales”. Septiembre, 2008.Piñeiro, M. “Crisis alimentaria y territorios rurales”. Documento de Trabajo No. 16, Programa Dinámi-cas Territorios Rurales. Santiago de Chile: RIMISP. 2008. www.rimisp.orgRosset, P., Collins, J. y Moore Lappé, F. “Revolución verde: Lecciones”, Tikkun Magazine. 2008. www.eco-sitio.com.arSchejtman, S. “Seguridad, Sistemas y Políticas Ali-mentarias en Centroamérica: Elementos para una estrategia integral de Seguridad Alimentaria”. De-bates y Temas Rurales. Santiago de Chile: RIMISP. 2007.

7Diciembre 2008

El 3 de diciembre del presente año, el doctor Edelberto Torres- Rivas fue homenajeado por El Consejo Latinoamericano de

Ciencias Sociales, CLACSO, conjuntamente con FLACSO-El Salva-dor. El evento, al cual asistieron investigadores de ambos centros, miembros de la cooperación internacional y del cuerpo diplomáti-co. se efectuó en el Museo de Antropología de la ciudad de San Salvador y, miembros de la cooperación internacional y del cuerpo diplomático.

FLACSO-Guatemala imparte desde septiembre de 2008, una Maes-tría en desarrollo rural sostenible, la cual tiene como fines la ca-

pacitación y formación de profesionales de las ciencias sociales de distintas instituciones estatales, universidades y del sector privado, en los temas de ecología y recursos naturales con aplicación en el medio rural.

A la fecha, los estudiantes han cursado cuatro módulos y se ha contado con la participación de un equipo de profesores de alto nivel internacional; entre ellos, el doctor Neptali Monterroso, Universidad Nacional Autónoma de México (Módulo I); el doctor Alberto Arce, Chi-le (Módulo II) y el doctor Luis Llambí, Venezuela (Módulo III y IV).

MAESTRÍA EN DESARROLLO RURAL SOSTENIBLE

HOMENAJE AL DOCTOR EDELBERTO TORRES-RIVAS

Alumnos y alumnas de la Maestría en desarrollo rural sostenible, junto al doctor Luis Llambí, profesor de los módulos III y IV.

Doctor Edelberto Torres-Rivas

El Área de estudios de pobreza de FLACSO-Guatemala, llevó a cabo las presentaciones públicas de cuatro investigaciones concluidas

por los participantes de la generación 2007-2008 del Programa de formación de investigadores en pobreza.

Las presentaciones tuvieron lugar en la sede de FLACSO en la ciu-dad capital y en las ciudades de Huehuetenango y Cobán. Con estas actividades se cerró este programa iniciado desde junio de 2002, con el apoyo de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional (ASDI) bajo cuyo proceso se formaron cerca de 70 profesionales de diversas disciplinas interesados en la problemática de la pobreza y en conso-lidar sus conocimientos y habilidades en metodología y técnicas de investigación.

Las investigaciones presentadas fueron “Los pobres ante la irre-nunciabilidad de las prestaciones laborales mínimas”, de la licenciada-Claudia Serrano López; Yool Ti’j Xileen Meb’ayi’b’il. Relatos de pobre-zas. Casos de ex-trabajadoras de casa particular originarias de San Sebastián Huehuetenango”, de Losh Baln Lainez; “Exclusión jurídica de los derechos laborales de la trabajadora de casa particular en la le-gislación guatemalteca”, de la licenciada. Gabriela de Mata; y “Mujeres indígenas en la radio comunitaria. Presencia, participación y propues-tas para reducir la exclusión”, de la licenciada. Liliana Villatoro.

Investigadores en pobreza presentan publicaciones de sus estudios

Vista parcial del público asistente a la presentación en Huehuetenango.

Del 29 de noviembre al 7 de diciembre, en Guadalajara, México, tuvo lugar la edición XXIII de la Feria Internacional

de Libro, que en esta ocasión tuvo como país invitado a Italia. FLACSO-Guatemala participó, como es ya usual, dentro de la misma, aunque ahora con una nueva modalidad, al integrarse en un solo stand de las ciencias sociales La Red Nacional Al-texto, las FLACSO de Argentina, Ecuador, Guatemala, México y República Dominicana, CLACSO, CIESAS, CIDE, CEMCA, El Colegio de México, de Michoacán, de La Frontera Norte, de La Frontera Sur, entre otros.

A la FIL Guadalajara –considerada como la feria del libro de habla hispana más importante del mundo– asisten editores, libreros, bibliotecarios y otro profesionales ligados al mundo del libro, para participar en presentaciones editoriales, actividades para profesionales, actividades académicas y culturales. Este año logró un nuevo record de editoriales participantes y de afluencia de público.

FLACSO-Guatemala en la XXIII Edición de la FIL Guadalajara