diálogo extraordinario nueva Época / guatemala, 20 años de democracia: el camino recorrido

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Nueva época, No. Extraordinario Guatemala, mayo de 2006 Guatemala, 20 años de democracia: el camino recorrido Jonathan Moller, 2000.

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Guatemala, 20 años de democracia: el camino recorrido/ Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Page 1: Diálogo extraordinario Nueva Época / Guatemala, 20 años de democracia: el camino recorrido

Nueva época, No. Extraordinario Guatemala, mayo de 2006

Guatemala,20 años de democracia:

el camino recorrido

Jonathan Moller, 2000.

Page 2: Diálogo extraordinario Nueva Época / Guatemala, 20 años de democracia: el camino recorrido

2 / mayo 2006, No. Extraordinario

Secretario general de FLACSOFrancisco Rojas Aravena

San José, Costa RicaCONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA

Víctor Gálvez Borrell-directorClaudia Dary / Virgilio Álvarez / Oscar López / Luis F. Mack

Virgilio Reyes / Simona V. Yagenova

Publicación mensual de FLACSO-Guatemalay elPeriódico

Edición: Víctor Gálvez Borrell;corrección: Mario Maldonado

coordinación y diagramación: Hugo de León P.

Tel. PBX (502) 2362-1431 Fax: (502) 2332-6729Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gt

Esta publicación es posible gracias al apoyofinanciero de ASDI/SAREC

30,000 ejemplares

Presentación:Presentación:Presentación:Presentación:Presentación:dos décadas dedos décadas dedos décadas dedos décadas dedos décadas de

democraciademocraciademocraciademocraciademocracia.... . .. . .. . .. . .(...) he preferido hablar decosas imposibles,porque de lo posible se sabedemasiado…

Resumen de noticias,Silvio Rodríguez (1978).

Los inicios

Luego de 32 años de funcio-namiento de un régimen

autoritario, en el que se pro-dujeron el asesinato de un jefede Estado (Castillo Armas en1957), golpes y gobiernos mi-litares (1963-1966 y 1983-1985),elecciones fraudulentas (1974,1978 y 1982) así como el iniciode una guerra civil, de las máslargas y sangrientas del con-tinente (1962-1996), Guatemalaprincipió a recorrer a mediadosde 1980, el camino de rupturapara instaurar el esperado ré-gimen democrático. Los veinteaños de democracia que seconmemoran este año (1986-2006) tampoco han sido ajenosa crisis y tensiones: alzamientos militares (1987y 1988), el golpe de Estado protagonizado porel propio presidente Jorge Serrano Elías(1993), la elección por el Congreso de laRepública de una administración de transicióndentro de la transición (Ramiro de León Carpio1993-1995), así como la complicada e inéditadepuración de diputados y la elección de unanueva legislatura (1994). No obstante, lasmayores dificultades de la democracia en suprimera década (1986-1996) derivaron de sucoincidencia con la guerra interna.

La coexistencia con la guerrainterna

La guerra constituyó un lastre para la de-mocratización. Y los negativos efectos de estacohabitación entre el régimen democrático quese iniciaba y la guerra que continuaba parecenno haber sido suficientemente evaluados. Enefecto, a la natural oposición entre lasexigencias y valores democráticos por unaparte (respeto; tolerancia; libertad de orga-nización, expresión y participación; rendiciónde cuentas y control ciudadano, etc.) y laslimitaciones propias de todo conflicto armado

(control y ocupación militar de territorios,acciones armadas, restricción de derechos ygarantías) por la otra, se añadieron las nefastasconsecuencias de la guerra sucia en el país.Así, persecución, tortura, masacres, desa-pariciones y ejecuciones extrajudiciales enlugar de presos políticos se siguieron pro-duciendo o se incrementaron durante la décadaen la que se “estrenaba” la nueva democracia.Aparte de contribuir a la confusión entre laciudadanía, esta contradicción también provocó

el desgaste prematuro de algunas institu-ciones democráticas establecidas por laConstitución Política de 1985: el Procuradorde los Derechos Humanos, el MinisterioPúblico, la independencia de los juzgados ytribunales; igualmente contribuyó a limitartanto el proceso de reconversión de lospartidos políticos, como el surgimiento de unnuevo liderazgo en las organizacionessociales.

Sin embargo, es necesario señalar, que lacoexistencia entre democratización y guerra fuemás allá de su mera coincidencia en el tiempo.La transición política y la democratizacióntambién tuvieron un origen contrainsurgente.

En efecto, una de las principalesrazones para el inicio de la demo-cratización fue la dificultad delrégimen autoritario para justificar laguerra que sostenía en contra del“comunismo” y los “delincuentessubversivos” (como se les llamabaa los alzados en armas). En lamedida en que los gobiernoslegitimaban dicha lucha en ladefensa de la libertad, el biencomún y las instituciones y valoresdemocráticos y republicanos,negados arbitrariamente por lasadministraciones autoritarias ycorruptas nacidas de eleccionesfraudulentas entre 1974 y 1982, lasituación se hacía cada vez másinsostenible. En este contexto, laapertura política y la democra-tización estaban llamadas a devol-verle credibil idad al régimen

político y a eliminar o debilitar las “banderasde lucha” de la guerrilla. La democracia sirviópara desactivar la guerra, pero la guerra queno concluía, terminó por ser un lastre para lademocratización.

La difícil cohabitación entre gobiernosciviles electos y fuerzas armadas durante laprimera década de la democratización (1986-1996) exigió constantes negociaciones yarreglos mutuos, en la medida en que losmilitares se habían reservado de hecho, el veto

Jonathan Moller, 1993.

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político sobre las decisiones de los primeros(estrategia de la guerra y cuestiones conexascomo participación política y organizaciónpopular). Ello generó gobiernos débiles y unademocracia tutelada, que se extendió a laintervención de ciertos intereses tradicionalesdel poder económico, aliados de los militaresdurante el período autoritario. Lo anteriorincrementó la confusión y el desgaste de lasinstituciones y provocó una sensación de fatigade la democracia. Ante la ausencia desalvaguardas expresas del poder militar en laConstitución política (como ocurrió expre-samente en las transiciones española y chilena,por ejemplo) fue común que el uso del vetofuera negado por los presidentes civiles, alafirmar que “contaban con toda la cooperaciónde los militares y poder de decisión sobre elEjército”.

Los diez años de paz

La segunda década de democratización seinició con la firma de la paz en 1996. La pazfue determinante para atenuar el caráctercontrainsurgente del Estado guatemalteco ypara la reconversión del Ejército. Durante elúltimo tramo de la negociación, los militaresfueron comprometiéndose más con este

proceso y termi-naron por com-prender que lademocracia y lapaz también lesgarantizaban unlugar en la es-tructura del Es-tado. Si bien escierto que no handesaparec idocompletamentelos enclaves au-toritarios y quela responsabili-dad por la par-ticipación demiembros de lasfuerzas armadasy de grupos irregulares en las violaciones alos derechos humanos durante la “guerra sucia”es un tema no resuelto, en la actualidad cuestatrabajo imaginar que existan intereses quepuedan llevar a un golpe militar del tipotradicional en Guatemala. No obstante, uno delos problemas más graves y que se haagudizado durante esta segunda década dela democracia, es la violencia delictiva (asaltos,robos, homicidios, maras, linchamientos,asesinatos de mujeres, etc.), el crimen

organizado y la crisis de laseguridad ciudadana, forta-lecidos por la impunidad yla inoperancia del sistemade seguridad y justicia. Enla impunidad y el crimenorganizado se nota la he-rencia del período auto-ritario y de la guerra.

La paz de 1996 permitióconcluir la guerra y, con ello,creó las condiciones paraprofundizar la democracia.No obstante, la paz noprodujo la necesaria y es-perada refundación delEstado guatemalteco. Lejosde ello, éste sigue siendo unEstado débil, cuya fragilidades más visible durante lasegunda década de la de-mocracia respecto de laprimera, precisamente por-que el fin de las hostilidadespermitió visualizar con todaclaridad, dramatismo e in-tensidad, los inadmisiblesrezagos históricos de Gua-temala: la lacerante pobre-za, la injusticia, la exclusión

Jonathan Moller, 1993.

social y la desigualdad, el racismo, la ampliaexplotación de la infancia y el abandono yatraso de la mayoría de regiones del país.

Es necesario tener presente que lademocracia es más que una cita electoral cadacuatro años; sin embargo, la práctica deelecciones generales ha sido uno de losmejores resultados de la democracia guate-malteca en estos veinte años. La refundacióndel Estado y el fortalecimiento de su soberaníainterna se dibujan entonces como tareasineludibles en las próximas décadas, paraavanzar efectivamente en la consolidación dela democracia

Este diálogo

Para conmemorar las dos décadas trans-curridas desde el inicio de la democratizaciónen el país y motivar así el debate sobre el tipodemocracia, sus características, avances y detropiezos, FLACSO-Guatemala dedica el presentediálogo a este tema. Para ello, invitó a tresacadémicos de diferentes profesiones, ge-neraciónes e ideologías y adscripcionesétnicas, a elaborar sendos ensayos. Se tratade Alejandro Maldonado Aguirre, abogado ynotario, diplomático de carrera, diputado alCongreso de la República y actualmentepresidente de la Corte de Constitucionalidad;de Edelberto Torres-Rivas, sociólogo, profesoruniversitario, investigador, autor de numerosostextos sobre Guatemala y Centroamérica, y exsecretario general de FLACSO; y de IrmaliciaVelásquez Nimatuj, k’iche’, licenciada enciencias de la comunicación, con una maestríay doctorado en antropología, y columnista deelPeriódico.

Jonathan Moller, 1996.

Jonathan Moller, 1993.

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Hoy es siempreHoy es siempreHoy es siempreHoy es siempreHoy es siempretodavíatodavíatodavíatodavíatodavía

Lic. Alejandro Maldonado Aguirre

Una de las evidentesventajas del sistema

de libertades públicas esla información diagnós-tica de los componentesde la sociedad y delEstado. Con frecuencialos países están sujetosa mediciones y encues-tas de sus diversas va-riables: evolución política, desarrollo humano,seguridad pública, certeza financiera, es-tabilidad tributaria, predictibilidad jurídica,transparencia administrativa (con menoseufemismos: nivel de corrupción), y otras áreassusceptibles de evaluaciones sociométricas.Ahí están los datos de una realidad palmaria,desafiando la imaginación de los conductorespara afrontar las carencias en orden a unacuestión: ¿ha sido apto el Estado democráticoy constitucional para garantizar las basesefectivas de la convivencia?

Quizás antes de adelantar criterio acercade las calificaciones de la democracia cons-titucional, valdría la pena recordar la preguntaque en época del franquismo un periodistaeuropeo hiciera a Julián Marías: “¿Están losespañoles preparados para la democracia?”y la inteligente respuesta del filósofo: “Tal vezno, pero tampoco estamos preparados para ladictadura”.

En términos semejantes, si bien la recientedemocracia no aprueba los estándares, nopodría apostarse a que las dictaduras losestuvieren alcanzando.

Los indicadores de desarrollo político,social y económico revelan graves situa-ciones deficitarias que no han podidoatenuarse. Estos rezagos no son productocontemporáneo sino acumulaciones históricasde estrategias equivocadas. La recurrencia dela inequidad social, con sus ominosos signosde pobreza crítica y circular de amplias masasde población, alta incidencia delictuosa eingobernabilidad, no habrían de endilgarse ala democracia, pero se producen en la de-mocracia; y este efecto plástico es el que lospueblos perciben. No obstante, debe recor-darse –siguiendo a Heller– que en la historiade las ideas no existe una crisis de lademocracia. Lo que habría en todo caso es unfracaso de los partidos y de las agrupacionespolíticas para definir y hacer actuar el consenso

acerca de las metas comunes de desarrollo.La precaria no es la democracia, habida cuentaque, fuera del sustento popular, no existe otrosistema de legitimación del poder. Lo que estáen mora es la operatividad de los agentes delpoder y de las fuerzas sociales para pres-tigiarla.

La democracia se ha desempeñado dentrode un marco constitucional que ha permitido laformación de cinco gobiernos de elecciónpopular y uno, transitorio, de designacióncongresal. Ninguno de los comicios fue tachadode ilegítimo en cuanto acto apegado a laformalidad de la ley y controlado por el órganosupremo electoral. Todos esos procesoseleccionarios para discernir la presidencianecesitaron resolverse en dos vueltas; enalgunos casos, el Poder Ejecutivo no fueacompañado de una mayoría parlamentariaque compartiera su visión política ni suprograma. Dentro del esquema democrático senegoció la paz que canceló el conflicto armadointerno y se suscribieron los acuerdos queimplicaron una agenda que atendiera temasde equidad y desarrollo. Durante las dosdécadas operó la Corte de Constitucionalidad,como garante (no siempre certera) delconstitucionalismo, y el Procurador de losDerechos Humanos en cumplimiento de suinherente función protectora. Los diferentesgobiernos, según las prioridadesderivadas de la perspectivapolítica y social de cada uno delos equipos que se alternaron,emprendieron pocas y débilesreformas, aunque unas cuantassí trascendieron más allá delagotamiento de su tiempo, porejemplo: privatizaciones, aper-tura de mercados y construcciónde infraestructura vial, pero seretrasaron en proyectos dedesarrollo humano.

Lo importante es que laConstitución puede permitir yfacilitar la operatividad de losgobiernos, sean de una orien-tación u otra, en materia de suvisión política, en cuanto cabríaentender que el texto máximotolera o da cabida a cualquierenfoque de las dos grandescorrientes ideológicas que, demodo razonable, privilegien lalibertad o la igualdad. Quizás loque podría hallar dificultades esla contraposición radical de unaesfera en menoscabo de la otra,pues, como dice Borges, “bastan

dos espejos opuestos para construir unlaberinto”.

Correlativo al ejercicio democrático, se havenido señalando un fenómeno políticorotulado como de “ingobernabilidad”, puestoque la amenaza de colapso del Estado ha sidoadvertida en relación con la sobrecarga deprestaciones que los ciudadanos esperan dela gestión de los gobiernos libremente electos.Señal de alarma encendida por un investigadornoruego, Goran Therborn, a quien ha preo-cupado la insuficiencia de aparatos estatalescon capacidad real de intervención y susinevitables problemas de control y dirección.Es paradójico si, como se ha dicho, que losmales de la democracia se curan con másdemocracia, haya sido ésta la que hace posibleel recambio o alternancia de los partidosprovocando la discontinuidad programática.

Algunas voces, quizás angustiadas por lapersistencia de factores perversos quedesacreditan la democracia, quisieran que,principiando por la cúspide formal, se hicierancambios radicales a la Constitución o sepromulgara una completamente nueva. Sinembargo, la pregunta inicial que limitaría elalcance de la propuesta no está en cómo sehace una Constitución sino el quién la hace.

Acerca de la simpleza de imputar a lasnormas las deficiencias conductuales, nada

Foto Hugo de León.

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mejor, por sintéticas y autorizadas, que laspalabras de Ernesto Garzón Valdés:

El problema de la relación entre Cons-titución y democracia en América Latinano reside tanto en la promulgación denuevas constituciones sino más bien enla aplicación efectiva de las ya existentesa través de una política jurídica que hagaposible el establecimiento de una relacióncausal entre prescripción normativa ycomportamiento humano. Esta es una víamás económica y moralmente máshonesta…

La cuestión medular del análisis es que nila democracia ni su símbolo más concreto, laConstitución, tienen que ver con las carenciassociales, la estrechez de las economías y lainmadurez política. El ideal hobbesiano desustituir los gobiernos de los hombres por losde las leyes, lo que reclamaría ahora es unaética de conductores políticos de cualidadesatenienses y de virtudes espartanas.

Los factores ominosos que los analistastoman en cuenta son múltiples y complejos.Para principiar, véanse los políticos que seexpresan en la creciente apatía electoral,resultante de una ecuación muy rara: a cuantosmás partidos menos votantes. Otra fórmula:desaparición de los partidos históricos ysustitución por nuevos emblemas (aunquereciclando las pautas ideológicas tradicionales)que hacen más difícil al elector la reiteración

de la confianza partida-ria. Respecto de los so-ciales, los resultadosson para quitar el sueño;los económicos tampocoson halagüeños. Agré-guese a estos diagnós-ticos pesimistas, unaconstante metódica:que no son problemasnuevos, ya que sobre lomismo se ha venido con-jeturando recurrente-mente. Cada relevo po-lítico ha estado impreg-nado de promesas y deesperanzas. Tampocohan fa l tado a lgunasref lex iones, cer teraspero aisladas, acercade estrategias de desa-rrollo integral.

Por otro lado, tampocohay razón lógica paraignorar algunas señalesde optimismo, quizás sólopercibidas por quienespuedan apreciarlas desde

un gran angular mental. Así, le podemosacreditar a la democracia mejores posibilidadesde inclusión social y de igualdad, pues, aunquelos registros actuales parezcan inequitativos,hay ahora mejores oportunidades para lasmujeres, los jóvenes y los indígenas. Tambiénes evidente que los gobernantes pueden dormirsin el sobresalto golpista y los políticos tienenoportunidad de acceder a su cuota de poderpor vía electoral. Es claro que los avances sonrelativos, todavía lentos según criterios

Foto Hugo de León.

impacientes, pero es previsible que el procesodemocratizador siga su curso. Factores comola libertad de expresión y de organización yano son objeto de reparos tajantes, a pesar delos excesos en que pueden incurrir algunosque detentan tales derechos. La sociedad tieneintuición del Estado de Derecho y de lainstitucionalidad del mismo, también con suscarencias y, a veces, con sus extravagancias.

La suma de elementos disociales yantisociales que ocurren dentro del sistemapuede compensarse con los factores positivosque han permitido que la democracia, aunquecon dificultades, se haya sostenido en el país.Estos fenómenos merecen ser estudiados afondo, cuestión que debe ocupar a las elitesintelectuales, abordándolos con sociología yfilosofía sustentadas en la combinación deteoría, método y técnica que, por lo general,han estado divorciadas de la prospecciónpolítica. En tales casos, no es equitativo quese carguen las culpas sólo a los políticos, losempresarios o los activistas populares, puesaquí funcionaría lo señalado por Juan LuísCebrián: “no puede esperarse que la clasepolítica alumbre estadistas si la clase intelectualno alumbra pensadores.”

Es probable que éste sea el principaldesafío que las universidades, los colegiosprofesionales, la prensa de opinión y, engeneral, todo conductor moral de la sociedaddeban afrontar para entender y perfeccionarnuestra democracia y, para ello, aunque sehaya perdido mucho tiempo, tendríamos querecordar el verso de Machado: “Hoy es siempretodavía.”

Foto Simona Yagenova.

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VEINTE AÑOS DEVEINTE AÑOS DEVEINTE AÑOS DEVEINTE AÑOS DEVEINTE AÑOS DEDEMOCRACIA LIBERALDEMOCRACIA LIBERALDEMOCRACIA LIBERALDEMOCRACIA LIBERALDEMOCRACIA LIBERAL

Contradicciones fatales

Dr. Edelberto Torres-Rivas

¿Por qué la democracia?

La pregunta iniciales inevitable. ¿Por

qué hay democracia enGuatemala? Las he-rencias políticas noabonan en su favor ymenos el legado trá-gico del período delEstado terrorista, quecon unánime hipocresía llamamos “conflictoarmado interno”. ¿Puede salir la democraciade la boca de un cañón? Por de pronto, lademocracia liberal en Guatemala no es elresultado mecánico de la coyuntura, el efectolocal de la ola planetaria predicada porHuntington, apoyado en la teoría del contagio.Aquí ya hay democracia política porque hubo“guerra” y ésta desacreditó a los militares, nopor tanta sangre homicida provocada sinoporque no la ganaron. La crisis de su cúpulafue la oportunidad para volver al gobierno civil.

La democracia en Guatemala, como enmuchos otros países, también fue un efectolocal de la Guerra Fría. Las elecciones de 1985-1986 tuvieron una finalidad contrainsurgente.Democracy through war significa un equilibrioen que la modernidad política se alcanzó porvía casi militar. Es lo que en otra oportunidadllamamos “transición a la democracia por la víaautoritaria”. Éste es el punto de partida delbalance de veinte años.

Las tensiones del tiempopresente

Con ese parto con dolor, la construcción de lademocracia política está llena de tensionesque afectan el balance de estos veinte añosde democracia. La primera contradicción surgesiempre en contextos nuevos; es un sesgofatal, pues tiende a ser mas liberal quedemocrática.Se reconoce la libertad, laautonomía del sujeto, sus derechos y suindependencia frente al Estado. En la de-mocracia electoral, el ciudadano típico es eltitular de derechos civiles y políticos. Los

principios liberales se le reconocen: libertad depensamiento y conciencia, libertad de orga-nización personal y de asociación, derecho ala propiedad y a la justicia. Es el sujetoautónomo y libre que los neoconservadoresquieren.

La Constitución de 1985 es un pacto socialque proclama la igualdad formal del ciudadanoen el uso de sus derechos; es un reco-nocimiento legal en el interior de una sociedadcon profundas diferencias y desigualdades. Lademocracia busca la equidad y no se conciliacon las desigualdades. Las relaciones entredemocracia e igualdad tienen múltiples efectos,pues, a mayor igualdad, mayor libertad; lademocracia es participación colectiva, es acciónconjunta, es la vigencia de (la ley de) lamayoría, de la que abjuraron con temor liberalesde la talla de Mill, Tocqueville, Madison. Lademocracia liberal guatemalteca es más liberalque democrática y esto califica cualquierbalance. La igualdad básica de los ciudadanoses la esencia misma de la democracia.

Una segunda contradicción acompleja laexperiencia de este período y ya no deriva dela Constitución sino de la historia: la democraciaelectoral guatemalteca ha vivido más tiempocoexistiendo con el conflicto armado que conla paz. En consecuencia, ha sido una demo-cracia plagada de violaciones a los derechoshumanos, con un pluralismo escaso, derechosciviles limitados y con baja participaciónelectoral. Entre 1985 y 1996 se vivió un períodoprotodemocrático en el sentido de ser un primermomento de la transición, con gobiernos queno fueron autoritarios sino escogidos enelecciones sin fraude, en el que el Ejércitoretuvo poder, dirección (hasta la firma de lapaz) y autonomía para tomar iniciativas noconsultadas con el poder civil. Ello define uningrediente de ilegiti-midad democrática. Laherencia del Estado te-rrorista se filtra en eljuego democrático for-mal e informal de estetrecho histórico.

Una tercera tensiónque erosiona la demo-cracia es la extremadebilidad del Estado quecondiciona el funcio-namiento de la demo-cracia. El Estado, y de-mocracia forman unaunidad funcional en elentendido que la demo-cracia requiere de unEstado fuerte en la co-

nocida tradición republicana. Se califica comofuerte un poder estatal que articula interesessociales generales y no corporativos, querepresenta a actores con algún grado de or-ganización, cuyos intereses definidos por supeso socioeconómico y cultural son capacesde influir en el curso de la historia de la nación.En otras palabras, la democracia necesitaactores organizados y con proyectos sociales,y eso sólo se logra por medio de los partidospolíticos representativos. En Guatemala no hayun sistema político, como adelante seargumenta.

Una cuarta y última tensión, no históricasino coyuntural, radica en el paradójico desfasehabido entre una larga etapa de importantecrecimiento económico (5% promedio anual,1960-1978) pero sin democracia, y un periodocon estancamiento virtual o crecimiento lento,pero con democracia política (2.4% promedioanual, 1985-2005). La democracia liberal seconstruye en la precariedad, cuando aumentanlas desigualdades y la pobreza. ¿Cuántapobreza soportará esta democracia? Le hacedaño a esta experiencia el desencanto conella,1 asociado a la degradación de la situaciónsocioeconómica actual y vinculado con laconfusión que produce hoy día la simultaneidadde procesos de liberalización política yeconómica. Procesos contradictorios en susefectos.

Partidos sin representatividad

La gráfica del balance de veinte años dedemocracia electoral no es la de una ancha

1 No es posible, por el espacio disponible, incluir aquí lasnumerosas encuestas en que los guatemaltecos responden conpoco ánimo democrático, con nostalgias autoritarias.

Hugo de León, 2006.

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avenida ascendente, sino la de una vereda quepor momentos se vuelve atajo, como está ocu-rriendo desde que comenzó este milenio. Elbalance sugiere un retroceso. Hay unacalistenia ciudadana que se ha satisfecho conlos derechos políticos, pero no alcanza aincorporar el ejercicio de los sociales; y no segarantizan los derechos civiles. En esa acotadarealidad la dimensión ciudadana es menor ytambién lo es el papel de las instituciones. Porejemplo, dos décadas es tiempo suficiente paraordenar, modernizándolo, el sistema judicial,el talón de Aquiles de la institucionalidaddemocrática en Guatemala. El sistema judicialfue el más envilecido en la época del Estadoterrorista y, de allí, la hercúlea tarea dereformarlo.

El balance sobre el poder legislativo, elpapel del Ejecutivo, de las políticas sociales yde otras, cabe hacerlo a la luz del gran déficithistórico de la democracia guatemalteca: lospartidos políticos. No hay democracia ni Estadosin partidos. Si éstos faltan la democracia essólo electorera; sólo habrá unaciudadanía despolitizada, convertidaen electora pasiva y el Estado tendráun poder débil, sin representación nifuerza en la dirección.

Talvez es bueno plantear, denueva manera, cómo el sistema departidos necesita su plena institu-cionalización para realizar funcionesesenciales en la democracia: lospartidos establecen la calidad de ladelegación democrática, que así ya nodepende sólo del tema de la cantidadde votos; responsabilizan la conducta de lospolíticos electos, quienes, además, puedenapoyarse creativamente en la estructurapartidaria; facilitan la gestión legislativa, dandoapoyo técnico. El político tiene más incentivospara seguir una orientación ideológica, la delpartido, lo que reduce el papel personalista quese tiende a desempeñar; mejoran la cohesiónde los partidarios, simpatizantes y afiliados auna corriente ideológica; y ase-gura más la lealtad política. Unpartido político con cuadroscompetentes, cuando hace go-bierno, fortalece al Estado. Todolo anterior supone partidos orgá-nicamente estables, liderazgocolectivo, cohesión ideológica,lealtad al programa y sedimen-tación social y no sólo electoral.

Estos años de democracia nohan podido consolidar el sistemapolítico partidario, cuyo resultadoes que el partido político noayuda a la consolidación demo-

crática. El círculo vicioso es pertinaz. Veamosalgunos datos: los tres partidos mayoritariosen las elecciones fundantes de 1984-1985desaparecieron; no menos de 59 partidos hanparticipado en las cinco elecciones generales(1985-2003) y 2/3 han muerto; solo uno, laDemocracia Cristiana, ha estado en todas ycuatro han participado en cuatro elecciones,cinco en tres... La volatilidad es la suma devalores absolutos de los cambios en elporcentaje obtenido por cada partido en doselecciones seguidas, dividido entre dos.Establece preferencias entre los electores. ElCuadro 1 “mide” la volatilidad en las eleccionesparlamentarias, que revela una altísimatendencia a cambiar el voto. Para eleccionespresidenciales, el índice promedio fue 53.8,mientras que en América Latina fue 21.5 y enocho democracias europeas fue de 5 a 10%.2

El 42% de los diputados de la actual legislaturahan cambiado de partido, conducta incon-cebible en una democracia estable.

Finalmente, otra medida de inestabilidad:la tasa de nacimiento y muerte de los partidosen Guatemala. La primera mide los partidosnuevos en el Congreso (que han obtenidocurules por vez primera), como porcentaje deltotal de partidos con representación y la

segunda, mide a los que pierden presenciaparlamentaria. Desde 1985, 36.6 fueronpartidos nuevos, mientras que 34.6 “falle-cieron”. Hay una circulación electorera.Todavía el partido es efímero, no llegan a ser

adultos; la democracia nacional es uncementerio de partidos.

Epítome

Hay dos maneras de resumir estebalance. Uno, comparando lo que es lademocracia liberal, en su dimensiónelectoral actual, frente a lo que el paísvivía antes de 1985: una dictadura militaral frente de un Estado terrorista. Hemosdado un gran salto hacia adelante. Otro,es comparando la realidad de la so-ciedad guatemalteca el día de hoy en laóptica de lo que debería ser su de-sarrollo democrático. Por imperativo de

un balance-resumen habría que decir que, conun Estado débil, sólo puede producirse la rutinade lo electoral y tener un elector pasivo, unremedo de democracia plebiscitaria. Y que losdos objetivos superiores del Estado demo-crático no están siendo satisfechos: laseguridad y la igualdad ciudadanas. Se tratade un proceso gradual en que no vale laimpaciencia de ese guatemalteco típico quereniega de todo para que todo camine bien.Seamos sensatos. La inseguridad de larepresión política la hemos sustituido por lainseguridad de la violencia criminal, apolítica,privada. El mar de la pobreza y las desi-gualdades extiende sus orillas. El balancesobre el Estado democrático sería ama-blemente positivo si hubiese menos criminalidady ésta fuese decreciente, y si en el combate ala pobreza, hubiésemos disminuido algunospuntos y el proceso fuese sostenido. ¿Es muchopedir?

Fuente: TSE. Hecho por O. Sánchez.

Elección Tasa nacimiento Tasa de muerte

1985 25.0% 40.0%

1990 63.6% 37.3%

1994 16.7% 63.6%

1995 14.3% 0.0%

1999 50.0% 50.0%

2003 50.0% 16,7%

Promedio 36.6% 34.6%

Tasa de nacimiento y muerte de los partidos políticos

2 Esta información pertenece a O. Sánchez, The (inexistent)Party System in Guatemala: assessing its level of insti-tutionalization, work paper, Iowa State University, april,2006.

Foto Hugo de León.

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Democracia yDemocracia yDemocracia yDemocracia yDemocracia yPueblos Indígenas:Pueblos Indígenas:Pueblos Indígenas:Pueblos Indígenas:Pueblos Indígenas:

Veinte añosVeinte añosVeinte añosVeinte añosVeinte añosdespuésdespuésdespuésdespuésdespués

Dra. Irmalicia Velásquez Nimatuj

El 14 de enero de1986 fue una fe-

cha trascendental parael Estado guatemal-teco por dos eventosformales: primero, en-tró en vigor la nuevaConstitución Política y,segundo, Marco Vini-cio Cerezo Arévalo tomó posesión como elprimer presidente civil electo democráticamentedesde 1966. La historia oficial registra esemomento como el inicio de la época demo-crática en el país. ¿Pero, qué ha significado lademocracia para los pueblos indígenas deGuatemala?

Pueblos indígenas y conflictoarmado interno

Veinte años después, en términos generales,la realidad para los indígenas se ha tornadocompleja, porque sigue manteniéndose ladiferencia de poder; por una parte, entre la elitedel pueblo ladino y, por la otra, entre los mayasque son la mayoría del país (aunque los censosoficiales publiquen lo contrario). Estasrelaciones de poder se han sostenido a pesarde los leves cambios producidos.

En 1986 (en el marco de la Guerra Fría) elpueblo maya aún vivía la violencia institucional;el entonces ministro de la Defensa, HéctorGramajo, así lo registra en sus memorias(1995). Sin embargo, debe subrayarse que,en el conflicto armado interno, tuvo parti-cipación activa un significativo número demayas. Pero esta fue una actuación que segestó por sí misma, al cerrárseles los caminosque les permitirían una vida digna. Se tratabade colectivos mayas viviendo en condicionesinhumanas, sin acceso a servicios básicos ydevengando un salario diario en el campo de25 centavos de quetzal. Estas condicionesllevaron a numerosos mayas a participar, porconvicción, en una respuesta violenta contrael Estado, y se acercaron, especialmente, a

dos grupos guerrilleros en los que encontraronuna tenue apertura: el Ejército Guerrillero delos Pobres (EGP) y la Organización del Puebloen Armas (ORPA). Los indígenas que parti-ciparon en la guerrilla actuaron desde suterreno, reuniéndose en cualquier espacio,desde capillas evangélicas, iglesias católicase institutos, hasta residencias de comerciantesmayas. Argumentaron que la Constitución de1965 no respondía al mundo indígena, y sólolegitimaba al Estado ladino colonial, lo quemoralmente justificaba que se alzaran. Sinembargo, fue desproporcionado el precio quelos mayas que participaron tuvieron que pagarpor apoyar una propuesta que buscaba tomary transformar el Estado.

Durante el gobierno de facto de Efraín RíosMontt (1982-1983), el entonces presidente delBanco de Guatemala, en una reunión degabinete, presenció cuando el General dijo:“Ante la sublevación de los indios, la orden esmatarlos”. Y la orden se ejecutó, sin distinguirentre quienes apoyaban y quienes no apo-yaban la propuesta de la izquierda armada. Losinformes de la Comisión para el EsclarecimientoHistórico (1999) y del REMHI, Guatemala, NuncaMás (1999); las investigaciones de RicardoFalla (1995, 1992, 1983), Jennifer Schirmer(1998), Victoria Sanford (2003), Beatriz Manz(2004), entre otros estudios, documentan cómoel Estado de Guatemala barrió y cometiógenocidio contra la población maya.

Los estudios citados arrojan datos y análisisde los niveles de exterminio que enfrentó elpueblo maya, desde el final de la década de1970 hasta principios de la década de1980, que dio inicio con el proyecto deAcción Cívica del Ejército, que resultóun proyecto caro y lento. Bajo el mandodel protestante Ríos Montt, se eje-cutaron sangrientas masacres. Lapolítica de tierra arrasada convirtió encenizas y en cementerios clandestinosa más de 400 aldeas mayas; al mismotiempo dio inicio la campaña de fusilesy frijoles y se ampliaron las funcionesde las Patrullas de Autodefensa Civil(pac), creadas en 1981.

La convocatoria a la AsambleaNacional Constituyente, a finales de1983, bajo el régimen del generalHumberto Mejía Víctores no significóun respiro para los mayas porque,sometidos a acciones de exterminio nopodían participar. A pesar de estascondiciones, llegaron a la Cons-tituyente seis mayas de un total de 88diputados electos, pero no todos ellosrespondían a los intereses de su

pueblo. En parte por esto, la Constitución de1985 es una camisa que no está a la medidade las realidades de los pueblos indígenas. Enlas elecciones generales de 1985, los mayasrurales tampoco estaban en condiciones departicipar; la represión hacia ellos continuaba.Además, miles de hombres y mujeres noexistían legalmente, porque no tenían docu-mentos de identidad; sus registros habían sidoquemados. A pesar del ambiente de terror,acudió a votar un considerable número deindígenas, especialmente quienes vivían enáreas urbanas.

El triunfo del demócrata Vinicio Cerezo fueasumido con cautela por los pueblos indígenas(a pesar de la atención otorgada por lacomunidad internacional y la prensa) y nocreyeron en su promesa de que cambiaríaGuatemala en 126 días. Y no se equivocaron.En su administración no se redujeron los nivelesde violencia política, que contabilizaronejecuciones extrajudiciales y desapariciones delíderes, incluyendo matanzas de indígenascampesinos. Durante su mandato, 70 por cientode la tierra cultivable continuó en manos de 3por ciento de la población. Además, este primergobierno democrático se negó a reconocer alas Comunidades de Población en Resistencia(CPR), conformadas por mayas de diversascomunidades, todos sobrevivientes de lasmatanzas que habían logrado huir a la selva oa las montañas, desde donde se organizarony resistieron las operaciones de caza y losbombardeos aéreos del Ejército. Bajo elgobierno de Cerezo, el pueblo maya continuó

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viviendo lo que Carlos Guzmán Böckler hadenominado "la guerra anti-india".

Los acuerdos de paz

La guerra no produjo sino un país dividido ypueblos indígenas despojados, tratadoslegalmente como inferiores con base en suidentidad racial. Lo anterior, sarcásticamente,continuaba sucediendo dentro del marco de lademocracia formal. En ese período, dos hechosdieron impulso al pueblo maya: el primero fueel otorgamiento del Premio Nóbel de la Paz aRigoberta Menchú Tum, en 1992. Este reco-nocimiento proporcionó nombre internacionala la desposesión histórica y se principiaron areconocer, lentamente, los tres holocaustosmayas, que hasta ese momento se rechazaban.Rigoberta Menchú, como mujer k´iche´ quehabía resistido a la persecución estatal en losespacios personales y familiares, simbolizó latragedia histórica de los indígenas de lasaméricas. Personificó, además, la tenacidadde un pueblo indígena que enfrentaba conahínco los intentos de deshumanizarlo. Elsegundo, fue la firma del Acuerdo sobreIdentidad y Derechos de los Pueblos Indígenas(AIDPI), entre la Unidad Revolucionaria NacionalGuatemalteca (URNG) y el Gobierno, en México,en 1995. A pesar de sus limitaciones, esteacuerdo reconoce por primera vez la existenciade mayas, xincas y garífunas como pueblos.Es, además, el único documento que aceptalegalmente que Guatemala es un país multi-cultural. Lamentablemente, el acuerdo noaborda de frente el sistema de opresión racial,uno de los pilares sobre los que descansa ladesigualdad del país. Desde nuestra pers-pectiva, el AIDPI es histórico, pero no innovador,

porque los mayas, estratégica-mente, han desarrollado, desde elsiguiente día de la llegada de losespañoles, tácticas de sobrevi-vencia que han sido la base paramantener su vitalidad colectiva.

Aunque los indígenas no partici-paron directamente en la negociaciónde los Acuerdos de Paz, la mayoríaapostó por el fin de la guerra,precisamente porque fueron los másgolpeados. Por ello, celebraron elAcuerdo de Paz Firme y Duradera,firmado en diciembre de 1996,porque implicaba el compromiso delEstado para avanzar en los doceacuerdos de manera simultánea.Vislumbraron que, con voluntadpolítica, medidas precisas y unpresupuesto real, la paz trascen-

dería el papel y se materializaría en libertad eigualdad. Sin embargo, veinte años después,aunque la realidad social se ha transformado,ésta no es alentadora. Hoy, Guatemala secaracteriza por ser un productor de cam-pesinos indígenas sin tierra, a quienes exportapor miles a los países del norte. Así, casi 60por ciento de los inmigrantes ilegales que vivenen EEUU son de ascendencia maya.

Las grandes carencias

El escenario actual muestra que se ha hechopoco por solucionar el principal problema delos pueblos indígenas: el tema agrario. Nisiquiera se ha aprobado una ley de catastro oun código agrario, bases para empezar aabordar este problema. Por elcontrario, la situación en el agrose agravó a partir de la crisis delcafé (finales de la década de 1990)cuando su precio en el mercadointernacional empezó a caer comoconsecuencia de la globalizacióneconómica, lo que llevó a cuatrocompañías, en el ámbito mundial,a controlar la producción, compray comercialización de dicho grano.Sin embargo, la crisis mostró susdevastadores efectos durante2002 y 2003, cuando quedarondesempleadas más de 120 milfamilias, en su mayoría mayas, quese empleaban en casi 102 fincascafetaleras que fueron cerradas.Desde entonces, han enfrentadouna hambruna ignorada por elEstado, recrudecida con el paso de

la tormenta Stan que, en octubre de 2005,golpeó nuevamente a esas mismas regionescampesinas, y puso al desnudo que seintentaba ayudar a colectivos mayas que antesde este fenómeno natural ya necesitabanayuda.

La democracia real no llegó para lasmayorías de indígenas pobres y rurales, queactualmente devengan ingresos anualescorrespondientes a US$ 650.00. Sí llegaronlas políticas del Banco Mundial por medio delFondo de Tierras, que quedaron plasmadas yrecogidas en el Acuerdo sobre AspectosSocioeconómicos y Situación Agraria, firmadoen 1996. Este acuerdo resulta ser una trampapara las demandas de reparación territorial ehistórica que los mayas han enarboladodurante siglos. Irónicamente, estas medidasneoliberales han permitido a los indígenasacceder a la tierra por medio del mercado,dando lugar a que muchas comunidades hayancomprando tierra improductiva, a preciosmillonarios, generando deudas impagables.En pocas palabras, el mercado de tierras seha convertido en el nuevo sistema deesclavitud indígena.

Mientras tanto, el movimiento indígena ycampesino, no solo sigue fragmentado, sino,además, enfrascado en un círculo desgastantecon el Estado. Este va, de la protesta, a lapropuesta, luego a las habituales mesas denegociación, para terminar en el incum-plimiento de los acuerdos que se alcanzan yvolver nuevamente a empezar en el proceso,sin que sus bases vislumbren los urgentescambios estructurales que requieren pararomper el círculo de la pobreza, en la que,

Jonathan Moller, 2000.

Jonathan Moller, 2000.

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según la Comisión Económica para la AméricaLatina (CEPAL), el 86.6 por ciento de ellos vive.

En el tema de la participación política, lospueblos indígenas han avanzado poco. Ellose debe a la vigencia de una limitante LeyElectoral y de Partidos Políticos que, entre otrostemas, no regula la interracialidad en losorganismos de los partidos políticos (entién-dase en los comités ejecutivos nacionales,departamentales y municipales) que permitiríanel ejercicio de una plena multiculturalidadpolítica. La ley plantea una exigencia mínimade 15 mil doscientos afiliados para formar unpartido político, de los cuales el 50 por cientodebe saber leer y escribir. Este requisito esuna clara muestra de la exclusión que enfrentanlos indígenas rurales (hombres y mujeres)quienes por su condición social son anal-fabetos, factor que les impide ejercer el derechode participar políticamente. Y, aunque uno delos pocos espacios de participación sean loscomités cívicos, los mismos sufren de limitantesformales. Por ejemplo, la Ley es clara alsubrayar que dichos comités sólo puedenparticipar postulando planillas municipales.Además, a los comités se les asigna una vidatemporal, mientras que a los partidos políticosse les permite una permanencia indefinida.Esto implica que las expresiones políticaslocales, en su mayoría indígenas, no puedaninstitucionalizarse, porque la ley los disuelve,dejándolos sin el apoyo de sus afiliados y desu estructura interna. Pero, quizás una de lasmáximas expresiones de la exclusión políticade esta norma radica en la exigencia a quetodos los afiliados a los comités cívicos, en lascabeceras departamentales, sean alfabetos, locual no concuerda con la realidad de lospueblos q´eqchi´, k´iche´ y mam, entre otros,en los que la mayoría de los militantes sonmonolingües y analfabetos en castellano.

En el tema de la educación, sibien se han dado pasos, éstospoco han transformado la realidadnacional, porque no se han defi-nido políticas concretas para laejecución plena de la reformaeducativa. Y en el acceso a estederecho, si bien los hombresindígenas tienen rezagos, son lasmujeres indígenas las más ex-cluidas. De acuerdo con CEPAL yPNUD, en 2000 el promedio nacionalde educación en las mujeresindígenas era de 1.7 años; pero,para las mujeres indígenas ruralesbajaba a 1.2 años. En lo que serefiere al acceso al trabajo, en lasúltimas dos décadas la globa-

lización económica trajo al país las maqui-ladoras, que sacaron de la servidumbre sexualy doméstica a miles de mujeres mayas; noobstante, este cambio laboral ha terminadosiendo la sustitución de una esclavitud por otra,porque no las ha liberado, al no permitirles elgoce y el ejercicio pleno de sus derechoshumanos.

Una situación similar ocurre en el tema dela opresión racial. Han sido las mujeresindígenas quienes, con conocimiento de causay valentía, han levantado la voz y desafiado alEstado democrático, exigiéndole penalizar loque hasta 2002 era legalmente permitido enGuatemala: discriminar, humillar y echar alas y los indígenas de los espacios públicos.Pero, esta lucha también ha demostrado ladificultad de intentar derrumbar los murospatriarcales, raciales y sociales que han sidoconstruidos para seguir sometiendo a lasmujeres mayas a la más ignominiosa posición.Prueba de ello es que hasta el día de hoy, noexiste una ley contra del racismo, a pesar deser una demanda constante de los colectivosindígenas.

Perspectivas y retos

“La historia es un árbitro cruel”, nos recuerdaEdward Said; y esta sentencia me confirma, alescribir esta reflexión, que la democracia y lapaz se construyen con medidas firmes quedemandan, por un lado, la acción del Estado y,por el otro, la unidad relativa de los pueblosindígenas, especialmente de sus líderes, paraconstruir propuestas estratégicas y coherentes.El presente demanda dirigentes indígenascapaces de trascender sus intereses per-sonales, que superen el conformismo de loslogros simbólicos, la fragmentación y la

cooptación. Exige que éstos construyan lo queen el país resulta inevitable: sacar de lapobreza extrema a más de las dos terceraspartes de sus hermanos y lograr la coexistenciacon el pueblo ladino y mestizo en condicionesecuánimes, honestas e igualitarias. En otraspalabras, el reciente genocidio debe servir parareflexionar y edificar la necesaria agendacomún que guíe la lucha indígena.

El reto no es fácil. Concluyo este artículoal mismo tiempo que una gira por casi todo elpaís, en la que he podido visitar comunidadese instituciones indígenas organizadas endiferentes niveles y con diferentes propósitos.Obviamente, Guatemala no es la misma queveinte años atrás; la incipiente democracia hadelineado la vida de los pueblos indígenas, aligual que los pueblos indígenas han carac-terizado la democracia en la cual hemos estadoviviendo. En 1985, voté por primera vez,cuando, por aquel entonces, concluía misegundo año de universidad. Ahora, mientrasrecorría caminos o cruzaba lagos, recordabalos textos de economía política que entoncesleí, en los que se analizaba la crueldad de laexplotación en el campo y en la selva. Hoy,teóricamente, muchos de esos planteamientoshan sido superados. Sin embargo, la realidadindígena que recién he terminado de visitar meconfirma que la vida de las comunidadesrurales, si bien se ha transformado, resultasiendo hoy (en plena mundialización eco-nómica) más aguda y que, por lo tanto,demanda propuestas y soluciones complejas.

Sobre foto original de Ricardo Ramírez Arriola.

Jonathan Moller, 2000.

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El jueves 4 de mayo tuvo lugar en el Centro de Formación de laCooperación Española de Antigua Guatemala, el VI Encuentro de

Discusión del Proyecto de In-vestigación Mayanización y vidacotidiana, que FLACSO-Gua-temala desarrolla en cola-boración con el Centro deInvestigaciones Regionales deMesoamérica (CIRMA). En elevento participaron 72 repre-sentantes de diversos centrosde Investigación, universi-dades nacionales y extran-jeras, organizaciones sociales,mayas, instancias guberna-mentales y de la cooperacióninternacional.

En los encuentros ante-riores, los quince etnógrafos/asdel equipo de investigación delProyecto presentaron avances de sus investigaciones, tocándole enesta ocasión presentar lo propio al equipo de analistas externos/as:expertos en diversas temáticas étnicas, quienes, sobre la base delecturas de etnografías, realizaron análisis de aspectos puntuales ydieron a conocer y debatieron sus primeras aproximaciones.

En la primera mesa de discusiones, el doctor Demetrio Cojtí expusolos "Límites y alcances de la mayanización en los municipios indígenas

estudiados"; y los maestros JoséRoberto Morales Sic y SergioMendizábal expusieron "Expre-siones religiosas y la espi-ritualidad maya", y "Política ytransformación estructural en lasdinámicas de mayanización". Enla segunda mesa, la doctoraIrmalicia Velásquez abordó"Género y racismo, como con-dicionantes para las trans-formaciones ideológicas entrelos y las mayas", y la maestraClaudia Dary, "Cambio socio-económico, ideología y rela-ciones interétnicas".

Para 2006 están previstosdos encuentros más: el VII, que

tendrá lugar el jueves 3 de agosto, y el VIII, el 30 de noviembre. Enéstos se expondrán los avances de la investigación Mayanización yvida cotidiana. En febrero de 2007 se llevará cabo el IX y último encuentroprevisto.

Mayanización y vida cotidianaLa ideología y el discurso multicultural en la sociedad guatemalteca

Taller: Metodologías participativas aplicadas al desarrollo rural sostenible

El doctor Marco Verschuur, de la Universidadde Larenstein, Holanda, impartió el taller

“Metodologías participativas aplicadas al desarrollorural sostenible”.

Dicho taller, desarrollado en dos fases, tuvolugar en Flores, Petén, los días 27 y 28 de abrildel presente año, dentro del marco de actividadesdel Área de población, ambiente y desarrollo ruralde FLACSO-Guatemala, y como parte del ProyectoNUFFIC, que cuenta con el apoyo de la Universidadde Wageningen, Holanda y la Asociación deComunidades Forestales de Petén (ACOFOP).

El objetivo principal de esta actividad fue dara conocer técnicas de enseñanza participativa,para realizar un diagnóstico local que permitaidentificar los problemas más relevantes, con laparticipación de técnicos y profesionales comu-nitarios.

El doctor Marco Verschuur, cuando impartía una de las fases del taller sobre metodologías participativas en Ixlú,Flores, Petén. Foto Thelma Ajquejay.

Vista parcial de las y los asistentes al VI Encuentro de discusión del Proyecto de investigaciónmayanización y vida cotidiana

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“A sugerencia de nuestros lectores y lectoras,que han hecho ver que la mayoría de lostextos que circulan a través de diálogo sonde difícil localización y consulta, FLACSO-GUATEMALA decidió publicarlos como libroy continuar una nueva colección que principióa circular en 2002”.