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CURSO DE FORMACIÓN CONTINUADA A DISTANCIA TALLER DEL LABORATORIO CLÍNICO BETALACTAMASAS DE ESPECTRO EXTENDIDO. IMPORTANCIA CLÍNICA. CURSO 2007 - 2008 Nº 2

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CURSO DE FORMACIÓN CONTINUADA A DISTANCIA

TALLER DEL LABORATORIO CLÍNICO

BETALACTAMASAS DE ESPECTRO

EXTENDIDO. IMPORTANCIA CLÍNICA.

CURSO 2007 - 2008 Nº 2

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I.S.S.N.- 1988-7469 Título: Taller del Laboratorio Clínico Editor: Asociación Española de Biopatología Médica Maquetación: AEBM Fecha de Distribución: Diciembre 2007

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BETALACTAMASAS DE ESPECTRO EXTENDIDO IMPORTANCIA CLÍNICA

Ana Carrillo Redondo. Residente Análisis Clínicos. H. U. La Princesa.

Alicia García Blanco. Facultativo especialista de área. Servicio de Microbiología. H. U. La Princesa.

1. Introducción

La resistencia a antibióticos es un problema de relevancia mundial, y más

concretamente a los antibióticos betalactámicos tan ampliamente utilizados. Existen

numerosos mecanismos de resistencia a este tipo de antibióticos a través de

modificaciones de las proteínas fijadoras de penicilina, la inactivación enzimática del

antibiótico por producción de betalactamasas, la alteración de la permeabilidad por

reducción de las porinas de la pared bacteriana o la eliminación del antimicrobiano

una vez que ha penetrado en las bacterias gracias a bombas de expulsión presentes

en sus envolturas (eflujo activo). Además, las bacterias pueden crear tolerancia, que

es una forma particular de resistencia en la que la concentración bactericida mínima

(CBM) es unas 32 veces la concentración inhibitoria mínima (CIM), de manera que

frente a estos microorganismos “tolerantes” el betalactámico se comporta como un

antibiótico bacteriostático en lugar de bactericida (1,2).

De los distintos mecanismos, las betalactamasas son la principal causa de

resistencia a estos antibióticos (3). Estas enzimas hidrolizan el enlace amida del anillo

betalactámico (figura 1), de manera que pueden inactivar penicilinas, cefalosporinas,

monobactámicos, carbapenemas o distintas combinaciones de estos antibióticos.

Pueden ser cromosómicas o plasmídicas y sintetizarse de forma permanente (E. coli,

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Shigella, Proteus mirabilis) o sólo en presencia de un agente inductor (Pseudomonas

aeruginosa, Enterobacter, Citrobacter, Serratia, Morganella y Providencia rettgeri).

Figura 1. Acción de betalactamasas.

La existencia de estas enzimas limita de forma importante el uso empírico de

antibióticos betalactámicos en los hospitales. Además, la fácil transferencia de unos

organismos a otros, la aparición de nuevos tipos de betalactamasas, su prevalencia

cada vez mayor, así como la aparición de cepas multirresistentes a distintos

antibióticos, resultan especialmente problemáticas en la práctica clínica.

2. Clasificación de betalactamasas

Las betalactamasas se clasifican principalmente atendiendo a dos esquemas

(tabla 1): la clasificación molecular de Ambler (4) y la clasificación funcional de Bush,

Jacoby y Medeiros (5). La clasificación de Ambler divide las betalactamasas en cuatro

clases (A-D). Se basa en la homología de las proteínas. Las clases A, C y D son

serina-betalactamasas y la clase B son metalo-betalactamasas. La clasificación de

Bush-Jacoby-Medeiros también consta de cuatro grupos y diversos subgrupos. Se

basa en las características funcionales, teniendo en cuenta distintos criterios como

las propiedades bioquímicas (peso molecular, secuenciación de nucleótidos), las

propiedades físicas (punto isoeléctrico), el espectro de hidrólisis, el espectro de

H2O

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inhibición, la codificación (plasmídica o cromosómica), etc. Esta clasificación es

mucho más importante en el diagnóstico microbiológico de laboratorio ya que

considera los substratos y los inhibidores de las betalactamasas clínicamente

relevantes.

Grupo (B-J-M)

Características Clase Molecular (Ambler)

Inh AC Inh EDTA Enzimas representativas

1 Cefalosporinasas C - - AmpC; MIR-1 2a Penicilasas A + - PCI (S aureus) 2b Enzimas de

amplio espectro A + - TEM1,2;SHV1

2be Enz de espectro extendido (BLEE)

A + - TEM3-28; SHV2-6

2br Enz de amplio espectro resistente a inh

A ± - TEM30-36; TRC-1

2c Carbenicilinasas A + - PSE-1; CARB3 2d Cloxacilinasas D ± - OXA1-11; PSE-2 2e Cefalosporinasas A + - P vulgaris 2f Carbapenemasas A + - IMI1, NMCA,Sme13 Melalo

betalactamasas B - + L1 (S maltophilia)

4 Penicilinasas ND - ? B cepacia Tabla 1. Clasificación de betalactamasas. Inh: inhibidores; AC: ácido clavulánico.

3. Betalactamasas de espectro extendido (BLEEs)

La producción bacteriana de betalactamasas existe desde antes del uso

generalizado de la penicilina. Aunque inicialmente esta actividad enzimática era más

importante en cepas de Staphylococcus aureus se empezó a desarrollar como

principal mecanismo de resistencia a antibióticos betalactámicos en bacterias

gramnegativas (BGN). Sin embargo, su existencia no llama la atención hasta el

descubrimiento de la resistencia a ampicilina mediada por plásmidos en E. coli. Más

tarde, aparecen resistencias a cefalosporinas de segunda generación por la

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hiperproducción de la betalactamasa cromosómica AmpC. La siguiente explosión de

betalactamasas sucede con la aparición de resistencias a cefalosporinas de tercera

generación a principios de los años 80 que se denominaron betalactamasas de

espectro extendido (BLEEs). Éstas derivan de betalactamasas ya existentes que

han sufrido mutaciones aleatorias por presión selectiva al introducir las

cefalosporinas de tercera generación. Inicialmente estaban restringidas a E. coli y

Klebsiella spp., organismos que contenían las tres betalactamasas progenitoras de

las BLEEs (TEM-1, TEM-2 y SHV-1) (6).

Tras la introducción de la cefotaxima en Europa apareció la primera BLEE

documentada en una cepa de Klebsiella ozonaea en Alemania en 1983 (7). Se

denominó SHV-2 ya que sólo difería de su progenitora SHV-1 en un único

aminoácido. Un año después, se describió en Francia una nueva BLEE que se

denominó TEM-3. En los siguientes cinco años, se describieron nuevas BLEEs

resistentes a cefotaxima en Klebsiella spp., E. coli y Citrobacter freundii. La

introducción de la ceftazidima, hizo que rápidamente aparecieran nuevas BLEEs que

conferían resistencia a ella. Desde entonces, ha habido una rápida evolución de este

tipo de enzimas por todo el mundo, incluso se han descrito BLEEs que confieren

resistencia a cefaminicas y carbapenemas (6,8,9).

Las BLEEs pertenecen al grupo 2be y a la clase molecular A (tabla 1). Deben su

nombre a que confieren resistencia a un amplio espectro de antibióticos

betalactámicos como las amino-, carboxi- y ureidopenicilinas (ampicilina, ticarcilina y

piperacilina respectivamente), cefalosporinas de tercera y cuarta generación (excepto

cefamicinas) y monobactámicos (aztreonam) pero no carbapenemas (imipenem,

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meropenem). Esta acción hidrolítica es inhibida por ácido clavulánico, sulbactam y

tazobactam (inhibidores de betalactamasas).

Las BLEEs se encuentran codificadas en plásmidos lo que permite su amplia y

fácil diseminación no sólo entre cepas de la misma especie sino también entre cepas

de distintas especies. Su aparición es especialmente importante por el amplio patrón

de resistencia que provocan y son las responsables de infecciones nosocomiales

graves pero también de infecciones de menor gravedad aunque más frecuentes

como las infecciones urinarias (ITU).

El perfil de multirresistencia asociado a otros antibióticos no betalactámicos

ocasiona un problema terapéutico de notables dimensiones (10).

4. Tipos de BLEEs

4.1 SHV

Son las betalactamasas más frecuentes en aislamientos clínicos (11). Su nombre

hace referencia a “sulfhydryl variable”. La primera betalactamasa descrita, SHV-2,

sólo difería en el cambio de una glicina por una serina en la posición 238 de su

progenitora SHV-1. Desde su descubrimiento hace algo más de 15 años, se han

encontrado organismos con BLEEs tipo SHV en todos los continentes, sugiriendo que

el incremento de la utilización de cefalosporinas de tercera generación ha sido el

factor responsable de su expansión (8, 12).

Se ha descrito este tipo de BLEEs en un amplio rango de Enterobacteriaceae y en

brotes de Pseudomonas aeruginosa y Acinetobacter spp.

4.2 TEM

Derivan de las betalactamasas clásicas TEM-1 y TEM-2 que se aislaron por

primera vez en una paciente griega llamada “Temoneira”. Retrospectivamente, la

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primera BLEE aislada se describió en Liverpool en 1982 en un aislamiento de

Klebsiella oxytoca y que portaba un plásmido de resistencia a ceftazidima, hoy se

conoce como TEM-12 (13). Desde entonces, más de 100 TEM han sido descritas, la

mayoría BLEEs. Algunas de estas BLEEs son conocidas con más de un nombre (14).

Las características de estas enzimas se pueden consultar en la dirección

www.lahey.org/studies.

4.3 CTX-M y Betalactamasas Toho

Su nombre refleja la potente actividad hidrolítica de este tipo de enzimas frente a

cefotaxima. Además muchas de las betalactamasas tipo CTX-M hidrolizan también

ceftazidima y cefepimas aunque con menor eficacia. La actividad frente a aztreonam

es variable. La capacidad inhibitoria de tazobactam es casi diez veces mayor que la

del ácido clavulánico. Derivan de betalactamasas cromosómicas de distintas especies

del género Kluyvera. Debemos tener en cuenta que un mismo organismo puede

contener betalactamasas tipo CTX-M y SHV o CTX-M y AmpC simultáneamente, lo

que altera su patrón de resistencia antibiótica.

Toho-1 y Toho-2, también conocidas como CTX-44 y CTX-45 respectivamente

(14), son betalactamasas estructuralmente relacionadas con las del tipo CTX-M. Su

actividad hidrolítica también es más eficaz frente a cefotaxima que a ceftazidima.

4.4 OXA

Las betalactamasas tipo OXA deben su nombre a su capacidad de hidrolizar la

oxacilina. Pertenecen al grupo 2d de la clasificación de Bush (tabla 1). Predominan

en Pseudomonas aeruginosa pero también se han detectado en otras BGN. No todas

las betalactamasas de este tipo son BLEEs (OXA-10-11, 14-20, -28, 31-32, -35 -45).

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La evolución de las BLEEs tipo OXA a partir de sus predecesoras de espectro más

reducido tiene muchas semejanzas con la evolución de las BLEEs tipo SHV y TEM.

4.5 PER

Las BLEEs tipo PER comparten entre un 25 y un 27% de homología con las BLEEs

del tipo TEM y SHV. Fueron originariamente descritas en Turquía en Pseudomonas

aeruginosa y más tarde en Salmonella enterica, Acinetobacter, E. coli, Klebsiella

pneumoniae, Proteus mirabilis, Alcaligenes faecalis y Vibrio cholerae.

4.6 VEB-1, BES-1 y otras BLEEs

Se están describiendo continuamente nuevas betalactamasas por toda la

diversidad geográfica. VEB-1 tiene homología con PER-1 y PER-2, confiere resistencia

a ceftazidima, cefotaxima y aztreonam, y es inhibida por ácido clavulánico. Esta

acción está mediada por un plásmido que además confiere resistencia a otros

antibióticos no betalactámicos. Fue originariamente descrita en un paciente

vietnamita hospitalizado en Francia (8).

GES, BES, TLA, SFO y IBC son otros ejemplos de BLEEs no TEM no SHV que se

han ido descubriendo a lo largo de los cinco continentes en los últimos años (8).

5. Epidemiología de organismos productores de BLEEs.

La aparición de los primeros organismos productores de BLEEs fue en Europa, en

Alemania y en Inglaterra, aunque fue en Francia donde se produjo el primer brote

epidémico. Desde entonces se han publicado brotes epidémicos de organismos con

este tipo de enzimas, por los cinco continentes desde América hasta Asia pasando

por África y Australia (8). En España se describió la primera BLEE en 1988 y la

primera epidemia documentada ocurrió entre 1988 y 1990 (15. 16).

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La especie más frecuente involucrada en estos brotes epidémicos es Klebsiella

pneumoniae (17) en más del 75% de los casos (8), sobre todo en unidades de

cuidados intensivos (UCI), aunque con menor carácter epidémico aparece cada vez

más frecuentemente E. coli (18) principalmente fuera del ámbito hospitalario en

infecciones del tracto urinario adquiridas en la comunidad.

En las primeras décadas tras el descubrimiento de las BLEEs, la mayoría

pertenecían a los tipos TEM o SHV. Sin embargo, actualmente las más frecuentes en

la mayoría de países, son las de tipo CTX-M (15,19,20). El resto de tipos de BLEEs

presentan menor importancia desde el punto de vista epidemiológico, al menos por

el momento.

Los factores de riesgo para la infección por organismos con BLEE son similares a

aquellos para las enfermedades nosocomiales: períodos de hospitalización

prolongados, permanencia en UCI, ser sometido a procedimientos quirúrgicos o

invasivos, así como la administración inicial de antibióticos (10).

Otro aspecto epidemiológico importante es la progresiva asociación de BLEEs con

otros mecanismos de resistencia, como las betalactamasas cromosómicas tipo AmpC.

Este es el caso del aislamiento de la cepa Enterobacter aerogenes productora de

TEM-24 que ha sido la causa de brotes epidémicos en distintos hospitales de países

europeos (15). También se asocian con resistencia a antibióticos no betalactámicos

como aminoglicósidos, cotrimoxazol o fluoroquinolonas, que les confieren a estos

organismos características especiales de multirresistencia a tratamientos

combinados.

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6. Detección de BLEEs en el laboratorio.

La detección de organismos productores de BLEEs en los laboratorios de

microbiología es de vital importancia para poder optar rápidamente a un tratamiento

antibiótico adecuado y evitar la rápida diseminación de estos organismos sobre todo

en pacientes más susceptibles.

Los métodos más utilizados en los laboratorios de microbiología están basados en

la observación fenotípica de la susceptibilidad de estos organismos a cefalosporinas y

la pérdida de resistencia en presencia de inhibidores de betalactamasas (15). Se

utilizan métodos de aproximación de discos como la sinergia de doble disco o la

combinación de discos (figura 2a y 2b respectivamente).

Las limitaciones de estos métodos dependen de la disposición de los discos y de

la interpretación de la sinergia. En algunas cepas con problemas de permeabilidad o

con resistencia simultánea a los inhibidores puede verse restringida la detección de

BLEEs. También pueden producirse falsos positivos en cepas hiperproductoras de

SHV-1 o que presenten betalactamasas cromosómicas sensibles a los inhibidores.

Además existen sistemas comerciales que añaden inhibidores de betalactamasas,

fundamentalmente ácido clavulánico, a las cefalosporinas de amplio espectro

(cefotaxima, ceftazidima y cefepima). Cabe destacar las tiras E-test (figura 2c) que

contienen en una parte de ellas concentraciones decrecientes de cefalosporina y en

la otra parte las mismas concentraciones del antibiótico con una concentración fija de

ácido clavulánico. Para confirmar la presencia de BLEE debe existir una reducción de

al menos tres diluciones en presencia del inhibidor [consultar las recomendaciones

del “National Committee for Clinical Laboratory Standards” (21) para cada antibiótico

y microorganismo específico].

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Es frecuente observar en el laboratorio cepas productoras de BLEEs con CMI para

las cefalosporinas dentro del rango de sensibilidad. En este sentido, es importante

resaltar que la detección de BLEE en estas cepas obliga a cambiar la interpretación

de sensible a resistente frente a las cefalosporinas.

Figura 2. Métodos de detección de BLEEs. a) Sinergia de doble disco. b)

Combinación de discos. c) E-test. CAZ: ceftazidima. AMX: amoxicilina; CLA: ácido

clavulánico; CTX: cefotaxima.

En todos los casos es recomendable utilizar simultáneamente los discos o las tiras

de ceftazidima y cefotaxima en asociación con ácido clavulánico ya que no todas las

enzimas hidrolizan por igual los dos substratos. Éste sería el caso de los

microorganismos productores de una BLEE tipo CTX-M en los que la utilización de

ceftazidima impediría su correcta detección, al contrario de lo que ocurre si las BLEEs

son del tipo TEM o SHV.

Es importante tener en cuenta que un mismo organismo puede presentar

betalactamasas tipo BLEE y tipo AmpC simultáneamente. El ácido clavulánico induce

la actividad AmpC y puede esconder la inhibición sobre la BLEE. En estos casos, es

preciso añadir cefepima con clavulánico ya que esta cefalosporina queda poco

CTX

CTX/CLA

CAZ AMX/CLA CTX

cba

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afectada por AmpC, incluso cuando está hiperproducida, y sÍ que puede observarse

la sinergia con el ácido clavulánico. Además, la detección de las betalactamasas tipo

AmpC se puede manifestar por la inhibición selectiva que muestran en presencia de

ácido borónico (22).

7. Alternativas terapeúticas en infecciones por organismos productores

de BLEEs.

La detección de BLEEs en distintos microorganismos implica resistencia a los

siguientes antibióticos betalactámicos: las penicilinas (ureido-, carboxi- y

aminopenicilinas), las cefalosporinas (excepto las cefamicinas) y las monobactamas.

Por tanto, los únicos betalactámicos que se pueden utilizar frente a estos

microorganismos son las cefamicinas como la cefoxitina, las combinaciones de

betalactámicos con inhibidores (ácido clavulánico, tazobactam o sulbactam) o las

carbapenemas (15).

Algunos de estos tratamientos presentan limitaciones, por ejemplo el uso de

cefamicinas puede desarrollar resistencia por pérdida de expresión de las porinas

necesarias para la entrada del antibiótico. La combinación amoxicilina-clavulánico es

una buena opción cuando no existe resistencia por producción simultánea de otras

betalactamasas, alteraciones de permeabilidad o, en menor medida, la

hiperproducción de la propia BLEE.

La presencia de BLEEs en especies productoras de la betalactamasa cromosómica

AmpC (Enterobacter cloacae, Citrobacter freundii, Serratia marcescens, etc) añade

complejidad al tratamiento ya que estos microorganismos son intrínsicamente

resistentes a cefoxitina y a amoxicilina-clavulánico, con lo cual la única opción entre

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los betalactámicos para el tratamiento de estas cepas sería las carbapenemas o la

piperacilina-tazobactam. La aparición de AmpC plasmídica demostrada por primera

vez en los años 90 (23) complica aún más el problema, ya que puede aparecer en

especies que carecen de AmpC cromosómica como K. pneumoniae y P. mirabilis. La

detección de organismos productores de AmpC es importante para asegurar un

tratamiento antibiótico rápido y efectivo al paciente.

En cuanto al uso de antibióticos no betalactámicos, hay que tener en cuenta la

resistencia a otros antimicrobianos como los aminoglucósidos y cotrimoxazol a través

de elementos genéticos (plásmidos, transposones o integrones), que en muchas

ocasiones, la resistencia se transfiere conjuntamente con el gen responsable de la

BLEE. Además, es importante mencionar el aumento de la frecuencia de resistencia a

las fluoroquinolonas, especialmente en E. coli. Se observa una asociación significativa

entre la producción de BLEE y la resistencia a estos antibióticos, debida

probablemente a la presión selectiva por el frecuente uso de betalactámicos y

fluoroquinolonas en el mismo contexto terapéutico.

La expresión de un patrón de multirresistencia asociado a la producción de BLEEs

es cada vez más frecuente, lo que limita enormemente las opciones terapéuticas. No

obstante, para el tratamiento de ITUs no complicadas producidas por E. coli con

BLEE, es posible recurrir al uso de antibióticos casi ya olvidados, como son la

fosfomicina y la nitrofurantoína (15).

8. Conclusiones

Nos enfrentamos a un creciente problema de resistencia antibiótica, tanto en el

ámbito hospitalario como a nivel comunitario, con claras implicaciones terapéuticas y

de morbimortalidad. La rápida detección en el laboratorio de microorganismos

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productores de BLEEs es esencial para poder ofrecer un tratamiento adecuado al

paciente.

La incesante aparición de nuevas BLEEs como mecanismos de resistencia a

betalactámicos pone una vez más de manifiesto la importancia del correcto uso de

los antibióticos.

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