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Revista CEPA 1 Sin anestesia E P A La inseguridad antidemocrática: 8 Años de crímenes y mentiras • El informe Noche y Niebla indica que en el último año se cometieron un total de 547 asesinatos por motivos políticos. Además, en ese año se amenazó, asesinó o torturó a 575 personas porque protes- taban por el robo de sus tierras, o por haber sido explotadas en el trabajo, o porque no tenían techo, comida, salud o educación. • En 2009, se presentaron 177 agresiones contra de- fensores de derechos humanos, discriminados en 99 amenazas, 32 asesinatos, 17 atentados, 15 de- tenciones arbitrarias, 1 caso de tortura, 3 hechos donde el defensor(a) fue herido y 10 casos en los que se muestra un uso arbitrario del Sistema Penal en contra de los defensores. • En Colombia, el “país más feliz del mundo”, ocu- rren 48 muertes violentas por día, o sea, cada hora mueren dos personas en hechos violentos. • En los últimos 20 años, según la Fiscalía General de la Nación, en Colombia han sido desaparecidas 50 mil personas. Según el columnista Mauricio Botero Montoya, de El Nuevo Siglo, la situación de desapa- rición forzosa ha evolucionado así: “El promedio de desaparecidos a diario en el gobierno Samper fue de uno. En el de Pastrana subió a dos. En el primer año de Uribe hubo cuatro desaparecidos cada día. Pero entre 2002 y 2006 el número de desaparecidos fue de siete personas diariamente, y entre 2007 y 2008 subió a once seres humanos sacricados”. • Durante el gobierno de Uribe Vélez han sido asesi- nados 587 sindicalistas, 48 de ellos en el 2009. • Cuatro millones de personas han sido desplazadas por el accionar paramilitar del Estado colombiano, con el n de ampliar el área de los cultivos agro- industriales destinados al mercado externo. • La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía tiene abiertos 1.273 procesos contra miembros del Ejérci- to y civiles, involucrados, por ahora, en 2.077 asesi- nados, 59 de ellos menores de edad y 122 mujeres. • En los últimos siete años, la Procuraduría General abrió 1.274 investigaciones contra 2.965 miembros del Ejército. Los militares investigados son de 35 brigadas (10 de ellas móviles); 481 son ociales, incluyendo 14 coroneles; 1.026 son subociales y 1.458 soldados. Miembros de otras instituciones también aparecen en los expedientes. • En el rubro de seguridad se invierte, en 2010, el 14,2% del presupuesto de la nación (21,12 billones de pesos), mientras a la educación sólo se destina el 13,9% (unos 10.774 millones de dólares). • En la actualidad, las fuerzas represivas del Estado cuentan con 431.253 hombres y mujeres: 285.382 en el Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada, y 145.871 en la Policía. • El diario El Espectador (30-05-2010) comenta que en el gobierno de Uribe, siendo Ministro de De- fensa Juan Manuel Santos, “fueron brutalmente asesinado más de 1.200 muchachos (159 de ellos menores de edad) por el pago de recompensas, hechos que involucran a 33 brigadas del Ejercito. A este comportamiento homicida, el relator de la ONU para ejecuciones extrajudiciales lo denominó “Pauta criminal sistemática””. • En febrero de este año fue descubierta una fosa en La Macarena (cerca de Villavicencio) con más de 2000 cadáveres. Según el portal del diario Público de España “los cientos de cadáveres habrían sido depositados desde 2005 por las fuerzas élites del Ejercito colombiano, con la orden que fueran inhu- mados sin nombre. Este macabro descubrimiento es hasta el momento el mayor enterramiento de víc- timas de un conicto del que se tenga noticia en el continente, dejando atrás las muertes de las férreas dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, entre otras”. Según el Departamento Nacional de Estadística -DANE-, a febrero de 2010 la tasa de desempleo es 12.8%; la desocupada 2.7 millones e inactiva 13 millones de personas. De cada 100 trabajadores 58 son informales, esto es, cerca de 11 millones”. Mientras el índice de Gini, que mide la concentra- ción del ingreso, se mantuvo entre el 2002 y el 2008 en el de 0,59, uno de los más altos de América; el desempleo juvenil en Colombia llega al 23.1% y el 94% de los jóvenes que trabajan soportan la informa- lidad laboral. (Rebelión / Portada Colombia (11-05-2010).

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Revsista del Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo, pensamiento critico para aportar a las dinámicas de reflexión-accon para la transformacion de las condiciones de opresion hacia condiciones de dignidad popular y libertad de las estructuras coloniales.

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  • Revista CEPA 1

    Sin anestesiaEPA

    La inseguridad antidemocrtica:8 Aos de crmenes y mentiras

    El informe Noche y Niebla indica que en el ltimo ao se cometieron un total de 547 asesinatos por motivos polticos. Adems, en ese ao se amenaz, asesin o tortur a 575 personas porque protes-taban por el robo de sus tierras, o por haber sido explotadas en el trabajo, o porque no tenan techo, comida, salud o educacin.

    En 2009, se presentaron 177 agresiones contra de-fensores de derechos humanos, discriminados en 99 amenazas, 32 asesinatos, 17 atentados, 15 de-tenciones arbitrarias, 1 caso de tortura, 3 hechos donde el defensor(a) fue herido y 10 casos en los que se muestra un uso arbitrario del Sistema Penal en contra de los defensores.

    En Colombia, el pas ms feliz del mundo, ocu-rren 48 muertes violentas por da, o sea, cada hora mueren dos personas en hechos violentos.

    En los ltimos 20 aos, segn la Fiscala General de la Nacin, en Colombia han sido desaparecidas 50 mil personas. Segn el columnista Mauricio Botero Montoya, de El Nuevo Siglo, la situacin de desapa-ricin forzosa ha evolucionado as: El promedio de desaparecidos a diario en el gobierno Samper fue de uno. En el de Pastrana subi a dos. En el primer ao de Uribe hubo cuatro desaparecidos cada da. Pero entre 2002 y 2006 el nmero de desaparecidos fue de siete personas diariamente, y entre 2007 y 2008 subi a once seres humanos sacrifi cados.

    Durante el gobierno de Uribe Vlez han sido asesi-nados 587 sindicalistas, 48 de ellos en el 2009.

    Cuatro millones de personas han sido desplazadas por el accionar paramilitar del Estado colombiano, con el fi n de ampliar el rea de los cultivos agro-industriales destinados al mercado externo.

    La Unidad de Derechos Humanos de la Fiscala tiene abiertos 1.273 procesos contra miembros del Ejrci-to y civiles, involucrados, por ahora, en 2.077 asesi-nados, 59 de ellos menores de edad y 122 mujeres.

    En los ltimos siete aos, la Procuradura General abri 1.274 investigaciones contra 2.965 miembros del Ejrcito. Los militares investigados son de 35 brigadas (10 de ellas mviles); 481 son ofi ciales, incluyendo 14 coroneles; 1.026 son subofi ciales y 1.458 soldados. Miembros de otras instituciones tambin aparecen en los expedientes.

    En el rubro de seguridad se invierte, en 2010, el 14,2% del presupuesto de la nacin (21,12 billones de pesos), mientras a la educacin slo se destina el 13,9% (unos 10.774 millones de dlares).

    En la actualidad, las fuerzas represivas del Estado cuentan con 431.253 hombres y mujeres: 285.382 en el Ejrcito, la Fuerza Area y la Armada, y 145.871 en la Polica.

    El diario El Espectador (30-05-2010) comenta que en el gobierno de Uribe, siendo Ministro de De-fensa Juan Manuel Santos, fueron brutalmente asesinado ms de 1.200 muchachos (159 de ellos menores de edad) por el pago de recompensas, hechos que involucran a 33 brigadas del Ejercito. A este comportamiento homicida, el relator de la ONU para ejecuciones extrajudiciales lo denomin Pauta criminal sistemtica.

    En febrero de este ao fue descubierta una fosa en La Macarena (cerca de Villavicencio) con ms de 2000 cadveres. Segn el portal del diario Pblico de Espaa los cientos de cadveres habran sido depositados desde 2005 por las fuerzas lites del Ejercito colombiano, con la orden que fueran inhu-mados sin nombre. Este macabro descubrimiento es hasta el momento el mayor enterramiento de vc-timas de un confl icto del que se tenga noticia en el continente, dejando atrs las muertes de las frreas dictaduras de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, entre otras.

    Segn el Departamento Nacional de Estadstica -DANE-, a febrero de 2010 la tasa de desempleo es 12.8%; la desocupada 2.7 millones e inactiva 13 millones de personas. De cada 100 trabajadores 58 son informales, esto es, cerca de 11 millones. Mientras el ndice de Gini, que mide la concentra-cin del ingreso, se mantuvo entre el 2002 y el 2008 en el de 0,59, uno de los ms altos de Amrica; el desempleo juvenil en Colombia llega al 23.1% y el 94% de los jvenes que trabajan soportan la informa-lidad laboral. (Rebelin /Portada Colombia (11-05-2010).

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  • Revista CEPA 3

    Hacia la segunda y verdadera independencia nacional

    Hablar de soberana colombiana es un chisteNoam Chomsky.

    Resulta paradjico que cuando se conmemora el bicentenario de los comienzos de la lucha inde-pendentista que sell nuestra separacin de Espaa, el gobierno de Colombia, coaligado con el conjunto de las clases dominantes (que no son otra cosa que una tpica lumpemburguesa) haya entregado al imperialismo estadounidense en bandeja de plata nuestro territorio para que ste lo convierta en su gran portaviones te-rrestre, con la fi nalidad de expoliar los recursos ener-gticos y naturales que se encuentran en el centro y sur de Amrica y de agredir a aquellos pases de la regin que intentan consolidar proyectos nacionalistas.

    Colombia es un protectorado de los Estados Unidos, lo que explica que sea el tercer pas del mundo en captar ayuda militar de la primera potencia orbital, habiendo recibido 5.276 millones de dlares entre 1996 y 2008 y que, en un lapso similar de tiempo, hayan sido entrena-dos en escuelas de los Estados Unidos 72 mil militares colombianos. Con los condicionamientos ideolgicos profundamente anticomunistas- que se desprenden de esta formacin en la ciencia de matar, enseados en las academias blicas del imperio, qu indepen-dencia pueden tener las fuerzas armadas de Colom-bia, que se han convertido en una tropa de ocupa-cin para salvaguardar los intereses del imperialismo en estrecha alianza con la lumpemburguesa criolla? Acaso sorprende que Colombia sea el nico pas de Sudamrica que ha bombardeado a un pas vecino y pregone como legtima la guerra preventiva de clara estirpe estadounidense? No por casualidad, como ex-presin perversa de esta dependencia estructural, mi-litares y paramilitares colombianos participan como mercenarios en guerras patrocinadas por Estados Unidos en diversos lugares del mundo (Irak y Afganis-tn) o en proyectos de desestabilizacin en Amrica Latina (Venezuela, Bolivia y Honduras).

    La dependencia del pas se evidencia en la extradicin de ciudadanos colombianos hacia los Estados Unidos, que en los ltimos 8 aos super la cifra de 800 per-sonas. Que se sepa, en ningn otro lugar del mundo, ni en ninguna otra poca, un Estado haba entregado tal cantidad de connacionales, como se viene haciendo en Colombia, para que fueran condenados en forma arbitraria por parte de autoridades judiciales de los Estados Unidos. Con esto se evidencia la inutilidad del sistema judicial de este pas y se demuestra que los diversos gobiernos criollos han sido marionetas de Washington, tal y como lo va a seguir siendo, sin ninguna duda, el gobierno de Juan Manuel Santos.

    La entrega de las riquezas del pas a multinacionales de los Estados Unidos y de la Unin Europea hace parte del comportamiento tradicional de la oligarqua de Colombia, la cual ha procedido a feriar el patrimonio pblico representado en empresas de gas, energa, agua, telefona, telecomunicaciones, banca e infra-estructura. Por ello, segn el Banco Mundial, en este pas se respira un excelente aire para los negocios, puesto que aqu se ha hecho todo lo necesario por simplifi car los trmites de crdito, proteccin de la inversin, y simplifi cacin en el pago de impuestos.

    Como parte de esa dependencia econmica, se eli-min la industria nacional para servir al apetito voraz del capital fi nanciero transnacional y las multinacio-nales, y al mismo tiempo, se revitaliz el viejo esque-ma minero exportador, para convertir a nuestro pas en una gigantesca mina a cielo abierto. As, un 80 por ciento del territorio nacional se ha ofrecido, sin ninguna contraprestacin, a las empresas multinacionales de la minera y el petrleo para que sean saqueados todos los recursos, dejndonos a cambio huecos de miseria y contaminacin.

    La dependencia estructural de la sociedad colombiana con relacin a los Estados Unidos se manifi esta tam-bin en el plano cultural. Algo que no es extrao, si se recuerda que las clases dominantes de este pas siempre han tenido como modelo de vida a Londres, Madrid, Paris, y, ahora, nos han querido transformar en un suburbio pobre de Miami, ciudad desde donde se

  • Editorial

    4 Revista CEPA

    EPA

    difunde, por parte de los medios de desinformacin masiva, el sueo americano, con lo cual se cautiva a millones de colombianos de todas las clases sociales, aunque para las mayoras pobres ese sueo se convier-ta en la pesadilla cotidiana de la violencia endmica, propia de una cultura narco-traqueta, adobada con una lgica pueblerina y machista.

    *****************

    Al considerar todos los aspectos mencionados, resulta tragicmico hablar de la independencia de Colombia, en momentos en que otros pases de Sudamrica pro-ponen romper con la sumisin existente con respecto a los Estados Unidos. Ante tan tenebroso panorama se desprenden algunas preguntas: Esa dependencia es ineluctable? No tenemos alternativa distinta a seguir siendo una neocolonia de los Estados Unidos? Es obvio que la dependencia estructural de la sociedad colom-biano no es una fatalidad irreversible, sino el resultado de la sumisin de la oligarqua ante las potencias he-gemnicas desde hace dos siglos.

    La postracin servil de Colombia ante los amos del mundo, refuerza la idea de Jos Mart de proclamar una segunda y verdadera independencia, que nos per-mita obtener una autntica libertad como nacin, lo cual tiene que hacerse junto con la modifi cacin de la correlacin de fuerzas internas dentro del pas, que por ahora favorecen a los cipayos de la oligarqua, que son la correa de transmisin de la dominacin impe-rialista. Para ello, puede ser un comienzo que se vuel-van a denominar a las cosas por su nombre, como una forma de apropiarnos de la realidad, es decir, que se nombre al imperialismo, la dependencia, la perdida de soberana del pas, la vigencia de la lucha de clases y el entreguismo de que hacen gala las clases dominantes, de nuestro territorio y de nuestros recursos y riquezas.

    Diferenciar el inters de las minoras oligarcas de las necesidades de las mayoras sociales del pas, es un paso importante para contribuir al surgimiento de un nuevo sentido de nacin que le arranque de las manos, a los actuales "jerarcas vendepatrias", el presente y el

    futuro del pas. Para ello, se precisa con urgencia cons-truir un frente antiimperialista que se una a los dife-rentes esfuerzos que estn renovando el contenido del proyecto bolivariano de integracin latinoamericana, entendida como un herramienta formidable que nos permita ser parte de un nuevo proyecto histrico que enfrente y derrote la presencia y la injerencia del decadente imperialismo estadounidense en Colombia, como aporte fundamental a la lucha de los pueblos por el socialismo. Por supuesto, en procura de lograr la construccin de ese frente es preciso que las organi-zaciones populares, democrticas y revolucionarias defi -nan y construyan una agenda antiimperialista que vaya decantando consignas, acciones y posibilite articular ese gran proyecto de frente, que por supuesto debe ser na-cional, latinoamericano y mundial.

    CEPA en sus diferentes ediciones ha venido proponien-do una ruta que nos permita ir ms all de las arenas movedizas de tipo electoral, en las cuales ha quedado atrapada la lucha de cientos de activistas polticos y sociales, cuya actuacin es de vital importancia para enfrentar al imperialismo. Las reivindicaciones ms sen-cillas de los trabajadores, los campesinos, los estudian-tes, los maestros, los indgenas y las mujeres pobres no van a encontrar salida si no enfrentamos juntos al gobierno entrante de Santos, el cual va a redoblar la entrega del pas y a profundizar el modelo rentista ex-portador. Este modelo, ligado al capitalismo ganste-ril, arrasa con los ecosistemas para ponerlos al servicio del capital imperialista, combina la zanahoria de la diplomacia de Obama con el garrote, impone bases militares en nuestro territorio como mecanismo para agredir a otros pases y avala la fi rma de Tratados de Libre Comercio que aumentan la miseria y la desigual-dad y fortalecen a los sectores oligrquicos.

    La lucha antiimperialista debe estar enmarcada en la construccin de un proyecto social anticapita-lista internacional que enfrente la crisis civilizatoria actual, que erosiona la base natural de la vida (como se evidencia hoy en el Gofo de Mxico) y aniquila a los pobres y a los trabajadores.

  • Revista CEPA 5

    Comit Editorial de CEPA

    Compaeros: En las notas editoriales de la revista CEPA # 10 titulada: Imperialismo y postracin electoral ustedes ubican la correlacin de fuerzas adversas a los intereses popula-res de la revolucin socialista, como un tercer aspecto que allan el camino, desde mediados del siglo XIX, para convertir este pas en una presa fcil del imperia-lismo Estadounidense. Afi rmacin que compartimos y, adems, complementamos, afi rmando que, no solo se ha estado confi gurando una correlacin de fuerzas adversas al socialismo, si no tambin, respecto a cual-quier ideal mnimamente democrtico de la sociedad. El pas se conservaduriz! O peor, se nos derechiz!

    A rengln seguido se dice que la posicin vacilante del Polo y su incapacidad para deslindarse de la social-democracia agudiza esta tendencia negativa (la corre-lacin de fuerzas adversas, se entiende). No le resta-mos pertinencia a esta crtica, pues nosotros desde el sector poltico del Polo en el Valle, liderado por Wilson Arias sector Gavirista por lo dems hemos critica-do pblicamente la posicin vacilante y ambigua de Gustavo Petro en lo referente a temas como el TLC, las bases militares y la seguridad democrtica. Igual-mente, hemos combatido sin tregua al sector oportu-nista, clientelista y derechista del Ospino-angelinismo incrustado en el Polo.

    Pero, en relacin a lo anterior, les preguntamos: no creen compaeros que la confi guracin de esa co-rrelacin de fuerzas adversas no es coyuntural? Que por el contrario es histrica? y, que en consecuencia, tenemos que fraternalmente, con humildad y entre nosotros hacer un balance de la responsabilidad de toda la izquierda, sin excepcin, (incluida la insurgen-cia) en la conservadurizacin y derechizacin del pas?

    Es decir, esta tendencia negativa, no solo la agudiza el Polo, por muy derechista que lo consideremos, sino tambin, una tradicin y acumulado de prcticas de la izquierda en general, por todos nosotros conocida, que deterior el ideario socialista y de izquierda entre nuestra poblacin.

    A veces se dice ms con lo que se calla que con lo que se dice, y esa es nuestra preocupacin. En general, compartimos, con algunos matices, lo que se dice del Polo y su direccin. Esa no es nuestra preocupacin. Pero, si lo es el que se ignore presentando al Polo monolticamente la lucha interna que llevan a cabo varios sectores del Polo para cambiar la correlacin de fuerzas internas del Polo y por ende a nivel nacional a favor de posturas mucho mas defi nidas de izquierda, socialistas si se quiere, y en contrava del gelatino-so centro.

    Para cualquier lector desprevenido del editorial de la revista #10, ante la ausencia de un panorama ms real y objetivo del Polo, que le permita valo-rar sus perspectivas y difi cultades, su conclusin es obvia: con el Polo ya no hay nada que hacer. Apague y vmonos. No quisiramos pensar que esa es la intencin. Que se le este apostando al fracaso del Polo.Finalmente, en el seminario de CEPA del ao pasado, el compaero Renan acertadamente llam cretinismo poltico a la lucha parlamentaria cuando sta se convierte en un fi n en si misma. Totalmente de acuerdo. En el cuarto eje temtico de delibera-cin del editorial aqu comentado, se afi rma que la participacin electoral es una cuestin tctica. Nue-vamente de acuerdo. Ms adelante se dice que la participacin en elecciones es un medio, pero stas no pueden colocarse con un fi n en s mismas. Otra vez de acuerdo. Pero, para que esta reiteracin de frases en el mismo sentido no se convierta en un tpico, en una obviedad o en un clich del proyecto CEPA, proponemos que la revista, en un editorial, en un articulo o en numero dedicado al tema (en donde se publiquen experiencias latinoamericanas o de otras latitudes), contribuya a defi nir los pre-supuestos polticos-ideolgicos, criterios tcticos y estratgicos, las tareas, o los lmites que nos permi-tan evaluar s un trabajo parlamentario cae o no en el cretinismo poltico.

  • Cartas

    6 Revista CEPA

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    Compartiendo el nfasis que el editorial le da al tra-bajo ideolgico, la educacin y la formacin poltica, consideramos, que pese a las condiciones de mino-ras que enfrentaremos en el congreso, podemos contribuir a estos proceso educativos, pero desde nosotros, con nuestras fuerzas y recursos, sin caer en las ilusin que instituciones tan degradadas, como el congreso, nos hagan el trabajo de educar polticamente a los sectores populares.

    Desde la certeza que tenemos, que nuestro futura accin en el parlamento esta enmarcada en un pro-yecto poltico emancipatorio en construccin que le da sentido y que le defi ne como propsito general el de contribuir a la re-articulacin de lo social y lo poltico, Nos suscribimos

    Atte. Equipo CEPA Valle:

    La trascendencia histrica de la muerte de Mart

    Fidel Castro RuzMayo 18 de 2010

    Maana, 19 de mayo, se cumplir el 115 Aniversario de su gloriosa muerte. Haciendo abstraccin de los problemas que hoy angustian a la especie humana, nuestra Patria tuvo el privilegio de ser cuna de uno de los ms extraordinarios pensadores que han nacido en este hemisferio: Jos Mart.

    La magnitud de su grandeza no sera posible valorar-la sin tener en cuenta que aquellos con los cuales escribi el drama de su vida fueron tambin fi guras tan extraordinarias como Antonio Maceo, smbolo perenne de la fi rmeza re-volucionaria que protagoniz la Protesta de Baragu, y Mximo Gmez, internacionalis-ta dominicano, maestro de los combatien-tes cubanos en las dos guerras por la inde-pendencia en las que participaron. La Revolucin Cubana, que a lo largo de ms de medio siglo ha resistido los embates del imperio ms poderoso que ha existido, fue fruto de las enseanzas de aquellos predecesores.

    A pesar de que cuatro pginas del diario de Mart han estado

    ausentes de los materiales al alcance de los histo-riadores, lo que en el resto de aquel diario personal minuciosamente escrito y otros documentos suyos de aquellos das consta, es ms que sufi ciente para conocer los detalles de lo ocurrido. Como en las tra-gedias griegas, fue una discrepancia entre gigantes.

    La vspera de su muerte en combate escribi a su ntimo amigo Manuel Mercado: ya estoy todos los das en peligro de dar mi vida por mi pas y por mi deber puesto que lo entiendo y tengo nimos con que realizarlo de impedir a tiempo con la indepen-dencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza ms, sobre nuestras tierras de Amrica. Cuanto hice hasta hoy, y har, es para eso. En silencio ha tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantaran difi cultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fi n.

    Cuando Mart escribi esas palabras lapidarias, Marx ya haba escrito El Manifi esto Comunista en 1848, es decir, 47 aos antes de la muerte de Mart, y Darwin haba publicado El origen de las especies en 1859, para citar slo las dos obras que, a mi juicio, ms han infl uido en la historia de la humanidad.

    Marx era un hombre tan extraordinariamente desin-teresado, que su trabajo cientfi co ms importante, El Capital, tal vez no se habra publicado nunca si Federico Engels no se hubiese ocupado de reunir y

    ordenar los materiales a los que su autor consagr toda su vida. Engels no slo se ocup de esa

    tarea, sino que fue autor de una obra ti-tulada Introduccin a la dialctica de la naturaleza, en la que habl ya del mo-mento en que la energa de nuestro sol se agotara.

    El hombre no conoca todava cmo li-berar la energa contenida en la materia, descrita por Einstein en su famosa fr-

    mula, ni dispona de compu-tadoras que pueden realizar miles de millones de opera-ciones por segundo, capaces de recoger y transmitir, a su vez, los miles de millones de reacciones por segundo que tienen lugar en las clulas de

  • Cartas

    Revista CEPA 7

    EPACCCaaarrrtttaaasss

    Revista CEPA 7

    las decenas de pares de cromosomas que aportan la madre y el padre a partes iguales, un fenmeno ge-ntico y reproductivo del que tuve nocin despus del triunfo de la Revolucin, buscando las mejores caractersticas para la produccin de alimentos de origen animal en las condiciones de nuestro clima, que se extiende a travs de sus propias leyes heredi-tarias a las plantas. Con la educacin incompleta que los ciudadanos de ms recursos recibamos en las escuelas, por lo general privadas, que eran conside-radas como los mejores centros de enseanza, nos convertamos en analfabetos, con un poco de ms nivel que los que no saban leer y escribir o asistan a las escuelas pblicas.

    Por otro lado, el primer pas del mundo donde se intent aplicar las ideas de Marx fue Rusia, que era el menos industrializado de los pases de Europa. Lenin, creador de la Tercera Internacional, considera-ba que no haba en el mundo organizacin ms leal a las ideas de Marx que la fraccin Bolchevique del Partido Obrero Socialdemcrata de Rusia. Aunque buena parte de aquel inmenso pas viva en condi-ciones semifeudales, su clase obrera era muy activa y sumamente combativa. En los libros que escribi Lenin despus de 1915, fue incansable crtico del chovinismo. En su obra El imperialismo, fase supe-rior del capitalismo, escrita en abril de 1917, meses antes de la toma del poder como lder de la fraccin Bolchevique de aquel Partido frente a la fraccin Menchevique, demostr igualmente que fue el pri-mero en comprender el papel que estaban llamados a jugar los pases sometidos al colonialismo, como China y otros de gran peso en diversas regiones del mundo. A su vez, la valenta y audacia de que Lenin era capaz se demostr en su aceptacin del tren blindado que el ejrcito alemn, por conveniencia tctica, le proporcion para trasladarse desde Suiza hasta los accesos de Petrogrado, por lo cual los ene-migos dentro y fuera de la fraccin Menchevique del Partido Obrero Socialdemcrata de Rusia no tarda-ron en acusarlo de espa alemn. De no haber utili-zado el famoso tren, el fi nal de la guerra lo habra sorprendido en la distante y neutral Suiza, con lo cual el minuto ptimo y adecuado se habra perdido.

    De alguna forma, por puro azar, dos hijos de Espaa, gracias a sus cualidades personales, pasaron a jugar un papel relevante en la Guerra Hispano-Norteame-ricana: el jefe de las tropas espaolas en la fortifi ca-

    cin de El Viso, que defenda el acceso a Santiago desde la altura de El Caney, un ofi cial que combati hasta ser mortalmente herido, causndoles a los fa-mosos Rough Riders jinetes duros, norteamerica-nos organizados por el entonces Teniente Coronel Theodore Roosevelt, que el precipitado desembarco lo tuvieron que hacer sin sus fogosos caballos ms de trescientas bajas, y el Almirante que, cumpliendo la estpida orden del Gobierno espaol, zarp de la baha de Santiago de Cuba con la infantera de marina a bordo, una fuerza selecta, y sali con la escuadra de la nica forma posible, que fue desfi lar con cada barco, uno por uno, saliendo por el estre-cho acceso frente a la poderosa fl ota yanki, que con sus acorazados en lnea disparaban sus potentes ca-ones sobre los barcos espaoles de mucho menor velocidad y blindaje.

    Como era lgico, los buques espaoles, sus dota-ciones de combate y la infantera de marina fueron hundidos en las profundas aguas de la fosa de Bart-lett. Slo uno lleg a pocos metros de la orilla del abismo. Los sobrevivientes de aquella fuerza fueron hechos prisioneros por la escuadra de Estados Unidos.La conducta de Martnez Campos fue arro-gante y vengativa. Lleno de rencor por su fracaso en el intento de pacifi car la Isla como en 1871, apoy la poltica ruin y rencorosa del Gobierno espaol. Vale-riano Weyler lo sustituy en el mando de Cuba; ste, con la cooperacin de los que enviaron el acorazado Maine a buscar justifi caciones para la intervencin en Cuba, decret la concentracin de la poblacin, que ocasion enormes sufrimientos al pueblo de Cuba y sirvi de pretexto a Estados Unidos para es-tablecer su primer bloqueo econmico, lo cual dio lugar a una enorme escasez de alimentos y provo-c la muerte de incontables personas. As se viabi-lizaron las negociaciones de Pars, en la que Espaa renunci a todo derecho de soberana y propiedad sobre Cuba, despus de ms de 400 aos de su ocupa-cin en nombre del Rey de Espaa a mediados de octubre de 1492, tras afi rmar Cristbal Coln: esta es la tierra ms hermosa que ojos humanos vieron.

    La versin espaola de la batalla que decidi la suerte de Santiago de Cuba es la ms conocida, y sin duda hubo herosmo si se analiza el nmero y los grados de los ofi ciales y soldados, que en la ms desven-tajosa de las situaciones defendieron la ciudad, ha-ciendo honor a la tradicin de lucha de los espaoles,

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    8 Revista CEPA

    EPA

    que defendieron su pas contra los aguerridos soldados de Napolen Bonaparte en 1808, o la Repblica espao-la contra la embestida nazifascista en 1936.

    Una ignominia adicional cay sobre el comit noruego que otorga los premios Nbel, al buscar ridculos pre-textos para conceder ese honor en el ao 1906 a Theo-dore Roosevelt, que fue electo dos veces Presidente de Estados Unidos en 1901 y 1905. Ni siquiera haba que-dado clara su verdadera participacin en los combates de Santiago de Cuba al frente de los Rough Riders, y pudo haber mucho de leyenda en la publicidad que re-cibi con posterioridad.

    Yo slo puedo dar testimonio de la forma en que la he-roica ciudad cay en manos de las fuerzas del Ejrcito Rebelde el Primero de Enero de 1959.

    Entonces las ideas de Mart triunfaron en nuestra Patria!

    (Tomado de CubaDebate)

    Carta de Camilo Umaa, hijo de Eduardo Umaa

    ...Hoy es un da en que el nico abogado que tena la legitimidad, la autoridad moral y el derecho para estar notifi cndose en esta sala de la sentencia en el caso del Coronel Plazas Vega fue Eduardo Umaa Mendoza, que fue el que trabajo todas las pruebas, hizo las investigaciones, reuni a los familiares e hizo las denuncias para que este caso por fi n se cono-ciera. EDUARDO UMAA MENDOZA, fue asesinado en su ofi cina 18 de abril 2010, dos meses antes de que se iniciaran las diligencias de exhumacin de los cadveres en el cementerio del sur..., Jorge Molano (abogado de parte civil)

    Sentencias de muerte

    Para los y las familiares de l@s desaparecid@s del Palacio de JusticiaPor: Camilo Umaa

    Nacimiento y muerte son determinantes. Signifi can uno y otro extremo, delimitacin.

    Las arenillas que se mesen en los relojes.

    Poco despus de nacido un algo conmocion el am-biente que me rodeaba. Yo no saba sino de madre y padre, pero se hablaba de un Palacio, de la pobre

    gente, de guerra y de muerte y de balas y de una serie de cosas que en cierta medida me hubiera gus-tado nunca entender, haber proseguido en la ternu-ra indefi nidamente, infi nito. Cuando se es pequeo poco importan las profesiones, porque se quiere saltar, gritar, rer, llorar, correr; no importa el dinero porque importan las paletas y los patines; no im-portan los museos sino esos sitios gloriosos donde hay rboles, y cucarrones, y columpios, y los siempre apreciados amigos de ocasin.

    Siempre vea a mi padre grandote, con corbatas desencajadas, oliendo a cigarrillo como una chime-nea deambulante. Me enter entre los bordes de mi nobel vista que mi padre cargaba un maletn rojo de cuero con un cierre duro dorado porque all tena historias e injusticias y que en su barba que picaba cuando lo saludaba de beso yaca el impulso, las palabras, la diccin de su justicia, su quehacer. Saba muy poco de personas, porque el univer-so del nio se compone de fi guras ms ntimas, De personajes ms que de personas. Entre esos fi gurantes uno est al tanto de la palabra familia: hay viejitos y se llaman abuelos, hay jvenes y se llaman primos, hay clidos y se llaman tos.

    El problema de los nombres siempre se me difi -cult: la palabra familia se ampli en un abani-co gigantesco, se plurifi c en la sala misma de mi casa. Doctor, En la portera est la familia guarn, Llegaron los rodrguez, Jos Eduardo Haba que preparar tinto, tener agua a la mano, paue-los desechables y un abrigo invisible de sonrisas y abrazos.

    Entre esas familias que no eran la propia siendo la ma, haba una presencia mstica, siempre lo not: de nio se es extraordinariamente lcido y sensi-ble. Se escuchaban los ecos en sus pasos, se vean en las fl ores siemprevivas de los homenajes sus rostros, se gustaban en sus lgrimas, se acaricia-ban en sus sombras: desaparecidos me explicaban.

    Sabiendo tan poco de la vida, me contaban que los desaparecidos eran seres que estaban sin estar. Yo recuerdo que pensaba en los seres mgicos (dragones, gnomos, sirenas, magos) que vea en mi cotidianeidad de juego (y que nunca me han abandonado), y los fui asimilando y trayendo a mi conocimiento, paulatino, como una llovizna suave que en un trueno arrecia.

  • Cartas

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    EPA

    RevRevRevRevRevRevRevistististststistista Ca Ca CCCa Ca CEPAEPAEPAEPAEPAEPAEPA 999999999999

    Esa presencia mstica, poco a poco me llev a enten-der la inmensa oportunidad que signifi caba llegar a casa y poder abrazar a mi pap y a mi mam; paso a paso fui comprendiendo que el amor y la vida son in-asibles, vaporosos, cuestin de instante, pero que se sienten fuertes cuando abrazas y vigorosos cuando besas, abundantes cuando recuerdas y generosos cuando carcajeas, son la nica experiencia que me llevar de este mundo de muerte que injustamente arrebata y arrebata. En medio de todo eso creca en m un adulto que no pude refrenar y que hoy en da se escapa en el golpe de vista del espejo. Supe que mi padre era amenazado, que lo hostigaban. Supe que caa muerto por balas asesinas. Supe que las fa-milias que eran la ma corrieron despavoridas, como yo mismo lo hice, unos con unos, otros con otros. Supe de miedo, de huda, de dolor, desesperanza.

    Les digo, cada vez encajo ms categoras en mi pensamiento, pero al parecer cada vez comprendo menos, no entiendo porqu muchos de ustedes no pudieron tener la oportunidad de continuar, porqu el aprendizaje ha sido tan violento, porqu el sufri-miento se ha extendido con tal facilidad, porqu la esperanza no ahoga el olvido, porqu yo mismo no tuve la oportunidad.

    Hoy quera hacer este alto para comunicarme desde la distancia de este escrito y contarles que me acuer-do de ustedes, de sus rostros, de sus angustias, hoy quera recordar lo que saben, que mi padre los llev en el corazn y en el alma, que hoy es un da de coraje, que hoy hay una presencia ms juntos con los suyos: el mo. Hoy: ms vale morir por algo que vivir por nada.

  • 10 Revista CEPA

    Entre la acumulacin y el consumoDesde luego que al particularizar encontramos importantes asimetras en los ritmos de creci-miento entre los pases industrializados y los pases y regiones en vas de desarrollo, como se aprecia en el siguiente cuadro:

    Crecimiento del PIB segn el FMILos resultados del pasado reciente, enmarca-dos en la crisis y los estimativos que se hacen para ste y el prximo ao, estn relacionados, para el caso del mundo, en el papel protag-nico que juegan las economas emergentes al tener sus aparatos productivos muy activos. En

    lo que respecta a los pases industrializados, su bajo aporte al crecimiento tiene que ver con el desgaste de su locomotora productiva, metfo-ra que signifi ca, desde la concepcin de Marx, que la acumulacin de capital tiene serios limi-

    tes que, cada vez, se hace ms difcil sostener la lgica del capital basada en una ley del valor para sostener las tasas de ganancia a unas elites aburridas que retornan a formas de reproduccin simple de sus capitales, en las que tiene prioridad el consumo individual de dichas elites, incluidos sus actos altruistas con los pobres y sus juegos vio-lentos; pero al mismo tiempo recurren al Estado

    Bajo el ttulo de Perspectivas Econmicas Mundiales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de entregar los pronsticos de la situacin econmica, en los que sobresale

    la recuperacin de la economa, despus de la profunda crisis que la azoto entre 2008 y 2009. Se trata de cifras que dan cuenta del comportamiento del Producto Interno Bruto

    (PIB) del planeta tierra, en las que se augura un crecimiento del mismo entre el ao en curso y el 2011 en 4,2 por ciento y 4,3 por ciento respectivamente.

    Nelson FajardoProfesor Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas

    Fuente: Emergentes lideran el crecimiento en Portada de Portafolio, 22 de abril de 2010 pgina 4.

    PIB (en %) 2008 2009 2010 (estimativos)2011

    (estimativo)

    Mundo 3 -0,6 4,2 4,3

    Pases industrializados 0,5 -3,2 2,3 2,4

    Pases en vas de desarrollo 6,1 2,4 6,3 6,5

  • Revista CEPA 11

    DescifrandoEPA

    i AC 1a PAvviRe s a 1PA 1PA

    para que los libre de sus propias crisis. Por su parte, la situacin de los pases y regiones en vas de desarrollo es distinta, all Estado y bur-guesas emergentes, de manera diferenciada y catica, estn obligados a priorizar la acumula-cin para expandir y ampliar las relaciones capi-talistas de produccin, sin importar los niveles de consumo de los pobres.

    Las bolsas de valores y su aporte a la crisis del capitalismo

    Al papel de los pases llamados emergentes, que junto con los pases en vas de desarrollo com-pensan los lmites de la acumulacin de capitales; se agrega el comportamiento errtico, inestable y con fuertes tendencias negativas en las bolsas de valores del mundo. As lo confi rma lo sucedi-do durante el mes de mayo, cuando el conjunto de los valores fueron absolutamente negativos.

    Cada absoluta de los valores en las bolsas

    Segn datos del 20 de mayo, en el rea eu-ropea encontramos cadas importantes en Frncfort (Alemania) de -2,72 por ciento, Londres (Inglaterra) de -2,81 por ciento, Pars (Francia) de -2,92 por ciento, Madrid (Espaa) de -2,61 por ciento, Lisboa (Portu-gal) de -1,92 por ciento y Miln (Italia) de -3,45 por ciento.

    Con respecto al rea americana, el ndice Down Jones baj -0,63 por ciento, el tecno-lgico Nasdaq descendi -0,82 por ciento; mientras que S&P 500 lleg a -0,51 por ciento. Para el caso de Amrica Latina, la situacin reafirma la tendencia cuando en la bolsa de Sao Paulo (Brasil), la reduccin alcanz el -1,89 por ciento; en lo que res-pecta a Mxico, Argentina, Per y Colombia la baja con signo negativo es un hecho, que para el caso colombiano conlleva un -0,74 por ciento1.

    1 Las bolsas y el petrleo no despegan, en Portafolio, mayo 20 de 2010, p. 7.

    Posibles causas de la cada

    Hasta hace muy poco, se pregon la idea de la superacin de la crisis 2008 y 2009; pero los hechos vienen demostrando la fragilidad de dicha idea, pues estamos asistiendo a un tras-lado del epicentro de la crisis de los Estados Unidos, por medio de la debacle generada en el sector hipotecario y fi nanciero, hacia Europa, a travs de gigantescos dfi cits fi scales causados en altos endeudamientos pblicos.

    Se conjugan, entonces, dos factores importantes para que el mundo capitalista se debata entre la crisis y una tenue recuperacin, que son la espe-culacin fi nanciera sin lmite alguno, y por otro lado, el debilitamiento de las fi nanzas del Estado por fuertes endeudamientos con los especula-dores de las fi nanzas.

    Se trata de una relacin fi lial y contradictoria entre el Estado y el mayor representante del ca-pital mundial, cual es el capital fi nanciero espe-culativo, en la que el Estado protege al segundo de sus propias crisis con inyecciones de capital, que permita solventar los impactos sociales ne-gativos de sus fechoras; pero al mismo tiempo, en momentos de crisis, el capital fi nanciero amortigua la crisis cuando los dfi cits fi scales de los Estados frenan la dinmica de la acumu-lacin de capitales. En esta relacin fi lial, propia del capitalismo monopolista de Estado, sin in-tervencin directa del Estado en la economa, se desatan contradicciones entre hermanos, que en ningn momento se tornan antagnicas.

    Tal es el caso de la declaratoria de guerra de la canciller ngela Merkel en Alemania contra la especulacin fi nanciera. Es un acto de fuerza del Estado para controlar los desmanes de los es-peculadores fi nancieros, que generan un efecto multiplicador negativo al golpear la capacidad de pago del Estado y obligar a planes de ajuste con ofensiva sobre los trabajadores; quienes a su vez reaccionan y movilizan contra las polticas econmicas; situacin que genera la crisis por

  • Descifrando

    12 Revista CEPA

    EPA

    la que atraviesa, en estos momentos, la Unin Europea. Esto conduce, por lo tanto, al deterioro de los valores en las bolsas, otro brazo del com-plejo mundo de las relaciones fi nancieras.

    Hay salidas a la crisis?

    S las hay en el corto plazo, en el pacto y los acuerdos a que llegue el capital fi nanciero con sus entidades supra estatales, previa consulta con los Estados, con el propsito de salvaguar-dar la tasa de ganancia y la capacidad de acu-mulacin de capitales. Obviamente, que en el largo plazo, dichas salidas se tornan cclicas y recurrentes hasta afectar la propia lgica de funcionamiento del capital; cuestin que coloca en primer plano, la necesidad de volver a una propuesta anti sistmica que supere los ciclos econmicos del capitalismo.

    Grecia y la Unin Europea: el otro ngulo de la crisis econmica

    mundial

    La crisis econmica mundial del capi-talismo entre 2008 y 2009 inici con la crisis hipotecaria en los Estados Unidos, y ahora se sugiere una recuperacin debida, en lo fundamental, al papel jugado por el Estado y las instituciones supra estatales del capital para salvar los capitales con una fuerte inyec-cin de dineros del Estado. Ahora, se trata del traslado de los fenmenos de la crisis, que rodean permanentemente el capitalismo contemporneo, de Estados Unidos hacia la Unin Europea.

    Dos manifestaciones de la crisis permanente

    En efecto, dichos fenmenos no iniciaron por las especulaciones en que incurre el capital dinero, como el caso estadounidense; sino por el capital en manos de los Estados de la Unin Europea, que generan serios y profundos dfi-cits fiscales, tal como sucede con Grecia, Por-tugal, Espaa e Irlanda; principalmente en los dos primeros.

    Es una situacin en la que los Estados incurren en un fuerte endeudamiento pblico, como el caso de Grecia, que llega a niveles tales en que la deuda pblica alcanza el 115 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), con posibili-dades de llegar hasta el 130 por ciento en el 2014. Ante este endeudamiento gigantesco, el Estado griego emiti bonos por 1.950 millones de euros, que son colocados en los mercados burstiles y vendidos a unas tasas de inters de colocacin especulativas que pasaron de 1,67 por ciento a 3,65 por ciento. Para el caso de los bonos a largo plazo (10 aos), dichas tasas alcanzan la cifra record de 7,80 por ciento.

    Las medidas de salvacin

    Estas manipulaciones conducen a un incre-mento exponencial de la deuda pblica que obliga al Estado a endeudarse externamente; al punto que la Unin y su banco en Bruse-las, junto con el Fondo Monetario Internacio-nal colocarn 45.000 millones de euros para respaldar la emisin de bonos por el Estado griego. Esto es apremiante, porque se ven-cieron los plazos de pago de las principales deudas de dicho Estado; de no hacerse efecti-va esta medida de salvacin, los bonos incre-mentaran su carcter especulativo, al punto de afectar otros Estados como Francia, Alemania, Inglaterra, hasta tomar dimensiones globales que afectan otros continentes y regiones.

    Lo grave consiste en que las medidas de sal-vacin no solo incluyen los dineros del FMI,

    p

    LA CRISIS ECONMICA DEL CAPITALISM

    O ENTRE

    2008 Y 2009 INICI CON LA CRISIS

    HIPOTECARIA

    EN LOS ESTADOS UNIDOS, Y AHORA S

    E SUGIERE UNA

    RECUPERACIN DEBIDA, EN LO F

    UNDAMENTAL, AL PAPEL

    JUGADO POR EL ESTADO Y LAS INSTIT

    UCIONES SUPRA

    ESTATALES DEL CAPITAL PARA SALVAR

    LOS CAPITALES CON

    UNA FUERTE INYECCIN DE DINEROS

    DEL ESTADO

  • Revista CEPA 13

    DescifrandoEPA

    sino otras que descargan su peso sobre el conjunto de los trabajadores, tales como la reduccin del gasto pblico, la reestructura-cin de los aparatos productivos para buscar rentabilidad exportadora, reducir los salarios de los trabajadores y erradicar la corrupcin que se engulle los recursos del Estado.

    Qu se oculta detrs de la crisis?

    Esta crisis llama importantes explosiones socia-les por cuanto el capital siempre busca solu-ciones, no slo en el apoyo de las instituciones supra estatales y los recortes persistentes a la funcin social del Estado; sino que descarga la fuerza de sus aparatos de represin sobre un proletariado creciente, pero atrapado en una conciencia economicista que naturaliza la exis-tencia del capital y las relaciones sociales que impone, para ocultar la intensa y primitiva ex-plotacin del trabajo ajeno.

    Sin embargo esta situacin se torna insosteni-ble y el proletariado politiza sus acciones, tal como lo demuestra el largo proceso de pro-testas y manifestaciones que viene protagoni-zando el pueblo griego, que rescata conciencia poltica sobre el carcter de clase del modelo de acumulacin de capitales, que en ningn momento lo benefi cia; y por el contrario, fa-vorece los grandes capitales globalizados y transnacionalizados.

    Es una variante del capitalismo monopolista de Estado, sin compromiso social con los trabajado-res, pero con un alto compromiso poltico y eco-nmico con el capital, que tiende a polarizar la sociedad y agudizar la lucha de clases por la de-mocracia econmica con perspectiva socialista.

    Agudizacin de las desigualdades y lucha por el socialismo

    Estas cuatro circunstancias, apara-tos productivos a todo vapor en economas con bajos desarro-llos de sus fuerzas productivas,

    sociedades consumistas con altos desarrollos en sus fuerzas productivas, que no requie-ren repotenciar los niveles de acumulacin; sociedades donde el consumo es precario y limitado; as como bolsas de valores pro-fundamente inestables, conforman un nuevo escenario en el que las relaciones sociales ca-pitalistas vuelven a expresar su incapacidad histrica para superar las desigualdades y asi-metras que hacen parte de su existencia real.

    Esta incapacidad no es retrica y se plasma en serias desproporciones entre acumulacin y consumo, entre riqueza y pobreza como fe-nmeno global del capital, entre crecimiento y desarrollo ms all de los parmetros que impone el capital y sus instituciones mundia-les y entre movimiento real del capital dinero y creciente especulacin.

    Lo cierto es que los buenos estimativos hechos por el FMI para el 2010 y el 2011 son inferiores a los alcanzados en los grandes momentos del progreso capitalista y refl e-jan un forcejeo entre las deterioradas formas de acumulacin mundializadas, la bsqueda de formas ms benignas al servicio del capital y la perspectiva socialista liberada de las amarras impuestas por la ley del valor capitalista; sta ltima en proceso de marchitamien-to, como dira Samir Amin.

  • 14 Revista CEPA

    El desarrollo de las vastas y no convencionales arenas bituminosas en Alberta (Canad), constituye uno de los ltimos esfuerzos destinados a encontrar una fuente de energa fsil capaz de mantener y expandir el crecimiento econmico capitalista, en un momento en el que las reservas convencionales de petrleo -la fuente de energa que impuls la era industrial del siglo XX- estn llegando a un punto lmite (peak oil) y entrando en un irreversible perodo de declinacin. A pesar de las enormes inversiones hechas en nueva tecnologa para el descubrimiento y la recuperacin, la produccin convencional de petrleo ha estado cayendo progresivamente en la ltima dcada en los pases no-OPEP, y peor an, los grandes productores de la OPEP han sido incapaces en los ltimos aos de aumentar signifi cativamente su propia produccin. El cambio hacia alternativas no-convencionales como la de las arenas bituminosas de Alberta, trae consigo grandes problemas como un incremento dramtico de las emisiones de gases de efecto invernadero, el envenenamiento del agua y la destruccin del suelo, la desposesin de comunidades indgenas, la explota-cin de trabajadores locales y extranjeros- que tienen como consecuencia una agudizacin de las contra-dicciones de clase y de la utilizacin de combustible fsil en el capitalismo del siglo XXI.

    Este artculo busca poner dicho desarrollo en un contexto histrico mucho ms amplio -que tiene

    que ver con el proceso de crecimiento y desarro-llo capitalista de los ltimos 500 aos. Sugerir que para entender y oponerse con xito al crecimiento de las arenas bituminosas -en el que ha sido sea-lado como el ms grande proyecto industrial en la historia de la humanidad-, necesitamos desarrollar perspectivas tericas que sealen las debilidades de la divisin entre la mayora de las luchas ambienta-les y de clase hoy en da. Nuestra matriz ecologista debe ganar densidad a partir del anlisis clasista de la dinmica del capitalismo y su dependencia de las

    Tom Keefer, Canadienseensayista y activista social

  • Revista CEPA 15

    DescifrandoEPA

    diversas fuentes de energa, y nuestra estrategia en la lucha de clases debe integrar un anlisis acerca de la importancia de la circulacin de energa y ma-teriales para el desenvolvimiento del crecimiento y desarrollo capitalista. El artculo sostendr que en el curso de la historia, el capitalismo ha enfrentado numerosas crisis potencialmente terminales deriva-das de las consecuencias del desequilibrio ecol-gico, la resistencia de los explotados y los despo-sedos, y la forma en que diversos regmenes de energa han constreido o permitido la expansin capitalista. Sugerir que el sistema capitalista global contemporneo se encuentra en el umbral de otra crisis, que a su vez se cruza con las lneas de falla del colapso ecolgico, los lmites de la termodinmica y la intensifi cacin de la lucha de clases ocasionada por esas circunstancias.

    Al focalizarnos parti-cularmente en el de-sarrollo de una teora acerca de cmo el ca-pitalismo como siste-ma econmico utiliza la energa, debemos cla-rifi car no slo qu enten-demos por capitalismo, sino tambin explicar cmo ha evolu-cionado. Me baso en el trabajo de Robert Brenner, que postula a partir de Marx, que las leyes de mo-vimiento del capitalismo y otras sociedades de clase pueden ser comprendidas de mejor manera obser-vando las relaciones sociales concretas que gobiernan la dinmica entre aquellos que producen la riqueza en la sociedad y aquellos que se la apropian1.

    En la dcada de 1970, Robert Brenner desarroll la convincente tesis de que el capitalismo tuvo sus orge-nes en la campia inglesa, cuando luego de la devas-tacin ocasionada por la peste negra en el siglo XIV, la clase terrateniente inglesa, consolidada y unida por la invasin normanda de 1066, encabez un nuevo

    1 Robert Brenner: Agrarian Class Structure and Economic De-velopment in Pre-Industrial Europe [Estructura de clases agraria y desarrollo econmico en la Europa pre-industrial] in Aston, T.H. and C. H. E. Philp, The Brenner Debate: Agrarian Class Structure and Economic Development in Pre-Industrial Europe. Cambridge: Cambridge University Press, 1995.

    modelo econmico fundamentalmente diferente del tradicional sistema feudal al que reemplaz. En este nuevo sistema los propietarios de la tierra cercaron las de uso comunal y expulsaron a los campesinos, ren-tando luego las tierras a agricultores capitalistas, que a su vez, contrataron a los campesinos desplazados como trabajadores asalariados.

    El capitalismo, argumenta Brenner, fue en sus orge-nes un sistema agrcola que obtena sus ganancias y plusvalor de la clase trabajadora-campesina que ex-plotaba. Al expandirse la productividad en Inglaterra y al ser desplazados nuevos campesinos, las relacio-

    nes capitalistas viraron hacia nuevas indus-

    trias textiles y ar-tesanas- en las

    que fueron im-puestas nuevas normas de dis-ciplina y ad-ministracin, y sobre las que

    luego se asent el marco general

    del capitalismo industrial. A pesar

    de que esto parez-ca historia antigua para

    muchos activistas hoy en da, las restricciones que el capitalismo enfren-

    t en su infancia pueden proporcionar pistas acerca de sus contradicciones presentes al enfrentar una futura declinacin de la disponibilidad de combus-tibles fsiles.

    El capitalismo joven mientras todava era un sis-tema agrcola y antes de que se estableciera fi rme-mente en el resto de Europa- enfrent obstculos que parecieron insalvables para su desarrollo futuro. La primera y ms obvia de esas barreras surgi a partir de la ruptura del antiguo rgimen feudal y el modo de produccin de subsistencia que el capi-talismo reemplaz, y la enorme y creciente canti-dad de personas que desposey y explot. A pesar de que la emigracin forzosa absorbi una parte signifi cante de la poblacin sobrante, la resisten-cia a la explotacin capitalista constituy un tema serio y en repetidas ocasiones tom la forma de alzamientos armados -por ejemplo la Revuelta de

    SIEMPRE QUE HA HABIDO UNA SERIA

    INTERRUPCIN DEL ABASTECIMIENTO DE

    COMBUSTIBLE O UN MARCADO AUMENTO EN

    LOS COSTOS DEL COMBUSTIBLE FSIL, LOS

    EFECTOS HAN SIDO SENTIDOS POR LA CLASE

    TRABAJADORA Y FRECUENTEMENTE HAN

    DERIVADO EN PROTESTAS Y RESISTENCIAS.

  • Descifrando

    16 Revista CEPA

    EPA

    En el momento en que enfrentaba serios lmites eco-lgicos y cuando la resistencia de la clase trabajadora amenazaba con derrocar todo el sistema, el capitalis-mo fue salvado por el descubrimiento de abundantes y accesibles combustibles fsiles en Inglaterra. Ese pas tena enormes reservas de carbn de alta calidad que se encontraban cerca de la superfi cie y en zonas aledaas a ros que facilitaban su transporte. Esta utilizacin del carbn no slo resolvi el problema de la calefaccin en los hogares y la produccin de hierro, sino que tambin estimul el desarrollo de maquinarias ali-mentadas con combustibles fsiles, como las que contaban con motores a vapor que se utilizaron para explotar las minas de carbn. Esas nuevas

    mquinas se convirtieron en la base de la revolucin

    industrial al producir cantidades signifi -

    cantes de poten-cia y siendo ca-paces de operar las 24 horas del da. La construc-cin de barcos a vapor y casco de hierro permiti

    la proyeccin im-perial alrededor del

    globo, la conquista de pueblos indgenas, y per-

    miti la importacin de comesti-bles y fertilizantes necesarios para quitar

    presin a la agricultura inglesa, hasta el momento en que los mismos combustibles fsiles fueron utili-zados para crear fertilizantes necesarios para que la agricultura moderna pudiese sobreponerse al pro-blema de la fertilidad decreciente del suelo.

    El descubrimiento y aprovechamiento de la energa proveniente de combustibles fsiles permiti al capitalismo ir ms all de las limitaciones de las energas biticas dependientes de la circulacin de energa solar. Este cambio hizo posible el desarrollo de la globalizacin capitalista al unifi car las economas nacionales y al permitir la proyeccin del poder econmico y militar a escala global. Como argumenta Elmar Altvater: Mientras la relacin social con la naturaleza estuvo basada en energas biticas, en el suelo y los frutos a los que ofreca soporte, en la velocidad y posibilidades de

    los Mendigos en la Navidad de 1582, la Insurreccin de los Borrachos de 1586, la Revuelta de los Trabaja-dores del Fieltro de 1591, y la de los Trabajadores de Velas de Southwark de 1592, por mencionar algunas. Las perspectivas abiertamente revolucionarias de los Levellers (niveladores) y los Diggers (cavadores) en la Revolucin Inglesa de 1648 llevaron esto a un nivel superior en un intento por derrocar al mismo capita-lismo agrcola.

    El otro gran problema del joven capitalismo fue la creacin de una crisis ecolgica que amenazaba su propia existencia. Con el auge de la economa, los bosques ingleses fueron devastados al ser la fuerte de energa primaria para el combustible utilizado como calefaccin y en la produccin de hierro. Para el 1600 la deforestacin haba llega-do a tal nivel que los capitalistas fueron forzados a embarcar hierro a Irlanda, donde subsistan buenas re-servas de madera. El segundo problema ecolgico surgi de la naturaleza inten-siva del capitalismo agrcola, que oca-sion una fertilidad decreciente del suelo. Se cre una fi sura metablica debido al hecho de que mientras los moradores de la ciudad se alimen-taban con frutas, vegetales y carnes producidas en el campo, los nutrientes contenidos en esos alimentos no regresaban a los suelos, y esto cre un creciente problema de agotamiento de los mismos2. En una era anterior a los fertilizantes sintticos, la falla al reciclar nutrientes represent un desastre ecolgico persis-tente y progresivo tan serio, que los britnicos trajeron restos humanos de los campos de batalla napoleni-cos para desparramar los huesos de los muertos en sus campos como fertilizante, e iniciaron la bsqueda global de guano, que fue transportado por millones de toneladas para ser utilizado a tales efectos.

    2 John Bellamy Foster, Marxs Ecology: Materialism and Nature [La Ecologa de Marx: materialismo y naturaleza] (New York: Monthly Review Press, 2000).

    LA COMPETENCIA INTERNACIONAL

    POR LAS RESTANTES RESERVAS DE

    PETRLEO SE VER ACELERADA, Y EL

    DRAMTICO AUMENTO DEL COSTO

    DE VIDA SEGURAMENTE LLEVE A UNA

    INTENSIFICACIN DE LA LUCHA DE

    CLASES A NIVEL LOCAL, NACIONAL E

    INTERNACIONAL.

  • Revista CEPA 17

    DescifrandoEPA

    un carruaje de buey o caballo desvencijado, en el tonelaje, maniobrabilidad y velocidad de un navo y en el arte de la navegacin, la posibilidad material de superar esos lmites de espacio y tiempo era escasa y la capacidad de crear un orden mundial se mantenan restringidas. Altvater sugiere que esta apropiacin de la energa de combustibles fsiles hizo posible por primera vez un verdadero orden mundial en el que el metabolismo de la humanidad, la sociedad y la naturaleza alcanz una escala global. Altvater va tan lejos como para sugerir que sin las energas fsiles ni el proceso de produccin capitalista y acumulacin, ni el moderno mercado monetario mundial podra existir3. Adems de resolver la temprana crisis ecolgica, la integracin de combustibles fsiles a la produccin capitalista ha jugado un rol central al contener la resistencia de la clase trabajadora.

    El capitalismo produce plus-valor a partir de la explotacin del trabajo humano de dos ma-neras -en trminos absolutos y relativos. La extraccin de plus-valor absoluto proviene del tra-bajo con ms intensidad, ms rpido, ms horas por da, y por menos paga. La extraccin de plusvalor relativo involucra un aumento de la productivi-dad de los trabajadores que les permita producir ms por cada hora trabajada. El incremento en el plusvalor relativo a partir de la introduccin de maquinaria en el proceso de produccin ha sido la estrategia preferida de los capitalistas, porque al au-mentar el producto econmico, los capitalistas pueden costear incrementos de salario al mismo tiempo que continuar cosechando mayores ganancias. La llave para aumentar el plusvalor relativo descansa en la pro-duccin basada en maquinarias, y la construccin de una sociedad basada en mquinas era imposible sin un previo desarrollo del rgimen de energa de com-bustibles fsiles. Bajo el capitalismo, Marx sostiene, la

    3 Elmar Altvater, Global Order and Nature [Orden global y naturaleza] in Political Ecology: Global and Local, ed. Roger Keil, David V.J. Bell, Peter Penz, and Leesa Fawcett (New York: Routledge, 1998) p. 20.

    maquinaria no es slo un competidor superior para el trabajador sino un poder hostil a l. Es el arma ms poderosa para suprimir huelgas, esas peridicas revueltas de la clase trabajadora contra la autocracia del capital.

    De hecho, agrega, sera posible escribir toda una histo-ria de las invenciones hechas desde 1830 con el nico propsito de proveer al capital con armas contra las revueltas de la clase trabajadora4. La maquinaria era entonces un aspecto crucial del proceso de acumula-cin primitiva y de desposesin, mientras los capitalis-tas luchaban por superar y disciplinar un nuevo ejrcito industrial de fuerza de trabajo contra los viejos hbitos de solidaridad y vida comunal. Y la llave para la proli-

    feracin de la maquinaria como antagonista de la au-toorganizacin de la clase trabajadora es la fuente de energa exosomtica requerida para hacerla funcionar.

    Cuando nos alejamos y observamos el crecimiento del sistema capitalista a largo plazo desde una pers-pectiva termodinmica, vemos que el mismo siem-pre ha sido capaz de obtener cada vez ms ener-ga. El capitalismo es empujado hacia el crecimiento constante, y este crecimiento requiere aumentos en los ingresos de energa para sostener la continua ex-pansin de la maquinaria utilizada para disciplinar y reemplazar trabajo humano vivo del proceso de

    4 Karl Marx, Capital Vol. 1, p. 562

  • Descifrando

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    produccin. Esta dinmica se vuelve particularmen-te clara cuando consideramos la rpida y vigorosa industrializacin que est tomando lugar en China, India y Brasil.

    Marx distingua entre trabajo muerto (maquinaria, computadoras, capital fi jo o infraestructura) y tra-bajo vivo (humano) en el proceso de produccin. El crecimiento del capitalismo ha creado cada vez ms artefactos de trabajo muerto, y los ingresos globa-les de energa juegan un rol central para mantener en funcionamiento esta vasta variedad de maqui-naria, sistemas de transporte, computadoras, luces y electricidad. Sin un fl ujo constante de energa la acumulacin capitalista se parara en seco. La razn por la cual las arenas bituminosas y otras fuentes no convencionales de petrleo estn siendo desarrolladas hoy en da es que nos encontramos en un punto de infl exin en el rgimen de energa de combustibles fsiles del capitalismo. Con la depredacin de las reservas convencio-nales a los largo del siglo XX, las arenas bituminosas de Alber-ta y Venezuela constitu-yen las reservas ms sig-nifi cativas de energa en el planeta. Pueden ser turbias, sucias, txicas, y disruptivas con la vida humana y el medio natural, pero el capitalismo slo se interesa por la generacin de ganancias y por mantener el sistema econ-mico funcionando. Desafortunadamente para el capitalismo, su conquista del mundo y la domina-cin de la clase trabajadora global que l mismo cre se ha sostenido durante largo tiempo a partir de la disponibilidad de fuentes de energa baratas que ahora estn comenzando a agotar-se. El capitalismo, con el propsito de mantener su crecimiento debe generar una transicin hacia un nuevo rgimen de energa que reemplace los combustibles fsiles. Pero no slo necesita un nuevo rgimen de energa, sino que necesita uno con un retorno de energa mayor que la invertida. Si falla en hacer esto, los crecientes costos de la ener-

    EL CAPITALISMO ES EMPUJADO HACIA EL CRECIMIENTO CONSTANTE, Y ESTE CRECIMIENTO REQUIERE AUMENTOS EN LOS INGRESOS DE ENERGA PARA SOSTENER LA CONTINUA EXPANSIN DE LA MAQUINARIA UTILIZADA PARA DISCIPLINAR Y REEMPLAZAR TRABAJO HUMANO VIVO DEL PROCESO DE PRODUCCIN.

    ga y la declinacin terminal en la disponibilidad de combustible fsil conducirn a una intensifi cacin de la lucha de clases y la resistencia.

    Las consecuencias de los aumentos en los precios del petrleo y el gas son sentidas inmediatamente por trabajadores y personas de bajos ingresos en la medida en que sus costos de subsistencia se in-crementan directamente. Al aumentar el precio del petrleo, el costo del transporte hacia y desde el trabajo aumenta, como tambin lo hace el costo de los productos de la canasta bsica producidos con fertilizantes sintticos derivados de combustibles fsiles, y hechos y transportados por maquinarias alimentadas con petrleo. Los productos hechos a base de petrleo y gas natural son utilizados como materias primas en una amplia variedad de bienes

    de consumo, incluyendo ropa sinttica y plsticos, y en un amplio rango

    de aplicaciones industriales as como para la genera-

    cin de potencia.

    En consecuencia, siempre que ha habido una seria interrupcin del a b a s t e c i m i e n -to de combusti-ble o un marcado aumento en los

    costos del com-bustible fsil, los

    efectos han sido sen-tidos por la clase trabaja-

    dora y frecuentemente han derivado en protestas y resistencias.Indudablemente entonces, el capitalismo ha dado un giro de 360 desde el punto en el que hace 500 aos surgi como sistema econmico explotador y ecol-gicamente destructivo, pero an as increblemente dinmico, en una pequea isla de espaldas al sistema mundial. Slo ahora, luego de que el capitalismo ha conquistado el globo, ayudado en gran parte por su apropiacin de la energa de combustibles fsiles, la crisis ecolgica que ha creado es de alcance global, y afectar al conjunto de la raza humana y el medio natural. Con el pico de produccin de petrleo el ca-pitalismo enfrentar un punto de infl exin histrico. Sus nuevas estrategias de acumulacin en el corto

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    plazo se basarn en el aseguramiento de las decli-nantes fuentes de energa de alta calidad, muchas de las cuales se encuentran en Medio Oriente, as como tambin en grandes inversiones en arenas bituminosas, con la esperanza de encontrar algn adelanto tecnolgico que alivie las constricciones termodinmicas y permita un crecimiento econ-mico global continuado. El capitalismo, de sobre-vivir, debe virar hacia alguna fuente de energa alternativa de una forma tan revolucionaria como fue su viraje de energas biticas a combustibles fsiles. Esta fuente de energa no-carbnica debe ser barata, no contaminante, debe evitar contribuir al cambio climtico, y ser capaz de integrarse con la infraestructura de distribucin existente. Si el capitalismo no desarrolla tal fuente alternativa de energa a tiempo, podemos esperar una acelera-cin en el cambio climtico en la medida en que se incremente el uso de petrleo de arenas bitu-minosas, el carbn y la biomasa en reemplazo de las declinantes reservas de petrleo y gas natural. Al mismo tiempo, la competencia internacional por las restantes reservas de petrleo se ver acelerada, y el dramtico aumento del costo de vida segu-ramente lleve a una intensifi cacin de la lucha de clases a nivel local, nacional e internacional.

    Al madurar el capitalismo, y en la medida en que su maquinaria devore cada vez ms energas no re-novables, se alcanzar un punto de crisis cuando el capital ya no sea capaz de externalizar sus contra-dicciones. El famoso planteo de Rosa Luxemburgo acerca de la eleccin entre socialismo o barbarie nos recuerda que la derrota de la gran ola revo-lucionaria de su generacin, que buscaba acabar con el capitalismo y transformar el destino de la especie humana, fue an ms signifi cativa de lo que comnmente se reconoce. El capitalismo, aunque fuera ahora derrocado y reemplazado por algn tipo de sistema socialista, dejar a sus herederos con ecosistemas potencialmente fatigados ms all de su recuperacin, y con poco restante en trmi-nos de recursos de energa viable de baja entropa. Si alguna futura sociedad socialista es llamada a construir el socialismo bajo condiciones de pro-ductividad declinantes y bajo constreimientos de energa legados por el capitalismo industrial del siglo XX, las implicancias para la teora y la prc-tica revolucionarias son signifi cativas, y merecen ser puestas en el centro de la reconstitucin del proyecto socialista. A fi n de cuentas, hacerlo ser necesario si la humanidad quiere evitar un tipo de barbarie an peor que el del fascismo que destruy las esperanzas revolucionarias de la generacin de Rosa Luxemburgo.

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    Lo peor es que es slo un anticipo de lo que ser la era del petrleo degradado, una poca caracterizada por la creciente dependencia de fuentes de energa problemticas y difci-les de conseguir. La partida se desarrolla en terreno peligroso, y lo que est en juego es el destino del planeta. Es posible que nunca se llegue a dar con la causa precisa de la explo-sin que destruy la torre petrolera de Dee-pwater Horizon el 20 de abril y mat a 11 de sus 126 trabajadores. Se ha hablado de fallos en una conexin submarina y en un apara-to especfi camente diseado para prevenir explosiones. La falta de controles guberna-mentales sobre los mecanismos de seguridad tambin tuvo su parte en el desastre, produ-cido, seguramente, por una combinacin de equipo defectuoso y errores humanos. En todo caso, aunque no se determine cul fue el exacto disparador de la explosin, la razn de fondo est clara: la existencia de una em-presa a la que el gobierno autoriz a explotar reservas de petrleo y gas natural en entor-nos remotos y bajo condiciones de operacin altamente riesgosas.

    Los peligros de la nueva fi ebre del petrleo

    Los Estados Unidos ingresaron en la era de los hidrocarburos con una de las principales reser-vas de petrleo y gas natural. La explotacin de estos valiosos y verstiles recursos ha con-tribuido durante mucho tiempo a la riqueza y al poder del pas, as como a la rentabilidad de gigantes de la energa como British Petroleum (BP) y Exxon. Este proceso, empero, condujo al agotamiento de la mayora de reservas siuta-das en tierra fi rme y slo dej algunas dispo-nibles en reas martimas de difcil acceso en Alaska y el rtico. Para mantener el suministro de energa, as como los ininterrumpidos bene-fi cios de las grandes empresas del ramo, todos los gobiernos sin excepcin han impulsado la explotacin de fuentes energticas remotas, con abierto desdn por los peligros humanos y ambientales que encierran estas operaciones.La bsqueda afanosa de gas y petrleo ha entraa-do siempre un cierto grado de riesgo. Despus de todo, la mayora de las reservas energticas se encuentran bajo tierra entre sucesivas capas

    Michael T. Klare,Profesor de estudios de paz y seguridad mundial en el Hampshire College, Estados Unidos

    La cuestin est clara: el drenaje masivo de petrleo del fondo del Golfo Mxico podra consumar uno de los mayores desastres

    ecolgicos de la historia de la humanidad.

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    de rocas. Cuando las perforadoras llegan hasta ellas, las probabilidades de erupciones explosi-vas son altas. Es lo que se conoce como efecto giser.

    En los intrpidos inicios de la industria del pe-trleo, este fenmeno -bien conocido gracias a pelculas como Pozos de ambicin (There Will Be Blood, segn el ttulo ori-ginal en ingls)- era causa frecuente de importantes ac-cidentes humanos y ambien-tales. Con los aos, las compa-as petroleras consiguieron prevenir los daos causados a los trabajadores o al entor-no de los pozos. Ahora, sin embargo, la compulsin por disponer de las remotas re-servas de Alaska, el rtico y las profundidades marinas se est reeditando una peculiar y peligrosa versin de los in-trpidos inicios de la industria. Las empresas se encuentran con riesgos inesperados, y su tecnologa -diseada para escenarios ms be-nignos- resulta a menudo incapaz de ofrecer una respuesta adecuada a los nuevos desafos. En consecuencia, cuando el desastre se produce, el dao ambiental es exponencialmente mayor que cualquiera que haya podido registrarse en los anales de la industria a lo largo del siglo XIX o a inicios del XX.

    La operacin Deepwater Horizon es un ejemplo de ello. BP, la empresa que gestionaba la torre petrolera y tena a su cargo la supervisin de la perforacin, lleva aos inmersa en una frentica bsqueda de petrleo en zonas profundas del Golfo de Mxico. El pozo en cuestin, conocido como Mississippi Canyon 252, tena una pro-fundidad de 1,5 kilmetros y estaba situado a unos 80 kilmetros al sur de la costa de Luisia-na. El perforador, por su parte, se extenda unos 4 kilmetros ms bajo tierra. A semejante pro-

    fundidad, cualquier operacin en el fondo del ocano debe realizarse a travs de robots ma-nejados por control remoto por tcnicos situa-dos en el pozo. El margen de error admisible en estas circunstancias es mnimo, sobre todo en cuestiones de perforacin y corte de capas ro-cosas. Aparentemente la operacin Deepwater

    Horizon se caracteriz por una gran laxitud en materia de supervisin, de manera que cuando surgieron algunos problemas previsibles, fue imposible enviar tcnicos que pudieran evaluar la situacin y ofrecer una solucin. Acometer perforaciones en Alaska y en el rtico entraa peligros an mayores, dadas las condiciones cli-mticas y ambientales extremas con las que es menester lidiar. Cualquier pozo martimo situa-do en los mares de Beaufort o de Chukchi est expuesto a eventuales choques con trozos de hielo, a temperaturas extremas y a poderosas tormentas. Por otra parte, siempre ser ms di-fcil, en semejantes parajes, lidiar con derrames de petrleo como los de BP, da igual que sean martimos o terrestres. Es ms, un fl ujo incontro-lado de petrleo en esas condiciones represen-tar, sin ninguna duda, una amenaza letal para cualquier especie viva. Las grandes empresas de

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    energa aseguran que estn blindadas contra tales peligros. Sin embargo, tanto el desastre del Golfo como la propia historia han puesto en ridculo dicha pretensin. En 2006, por ejemplo, un oleoducto en mal estado de BP propici el derrame de ms de un milln de litros de crudo en unas lomas del norte de Alaska frecuenta-das por manadas migratorias de caribs (como el derrame tuvo lugar en invierno, los caribs an no estaban all, lo que hizo posible alejar el petrleo de los bancos de nieve; de haberse producido en verano, los riesgos para la manada hubieran sido considerables).

    Cuando hay petrleo de por medio, todo est permitido

    A pesar de los peligros evidentes y de la ausen-cia de mecanismos adecuados de seguridad, di-ferentes administraciones, incluida la de Barack Obama, han apoyado la poltica de las grandes empresas y han favorecido la explotacin de reservas de gas y petrleo en aguas profun-das del Golfo de Mxico, as como en otras eras ambientalmente sensibles. El gobierno ya asumi esta posicin frente al tema con la Poltica de Energa Nacional (PEN), adoptada por el presidente George W. Bush en mayo de 2001. Liderados por el ex Director Ejecutivo de Halliburton, el vicepresidente Dick Cheney, los diseadores de esta poltica advirtieron de que los Estados Unidos consideraron que la crecien-te dependencia de la importacin de energa comportaba un autntico peligro para la segu-ridad nacional. A resultas de ello, apostaron por un mayor aprovechamiento de las fuentes de energa locales, especialmente petrleo y gas natural. Es un objetivo primordial de la Polti-ca de Energa Nacional diversifi car las fuentes de aprovisionamiento rezaba la declaracin de principios de la PEN. Y esto supone priorizar las fuentes locales de petrleo, gas y carbn. No obstante, como la propia PEN dejaba claro, los Estados Unidos estaban perdiendo sus reservas de gas natural o de petrleo convencional y de

    fcil acceso, tanto terrestres como martimas. Es probable -se deca en el documento- que la produccin de petrleo en los Estados Unidos decaiga en los prximos diez aos; [de manera que] la demanda local exceder las propias ca-pacidades productivas.

    La nica solucin, se afi rmaba, era aumentar la explotacin de reservas de energas no conven-cionales, como el petrleo o el gas situados en el fondo martimo del Golfo de Mxico, ms all de los bancos de arena continentales, en Alaska, en el rtico e incluso recurrir a formaciones geo-lgicas complejas como el petrleo o el gas bi-tuminosos. La produccin de gas y petrleo en reas geolgicamente estimulantes -continuaba

    el documento- es vital para todos los estadouni-denses y para la seguridad energtica nacional, siempre que resulte compatible con la proteccin del medioambiente (esta ltima mencin era un explcito aadido de la Casa Blanca dirigido a contrarrestar las acusaciones -desafortunada-mente ciertas- en torno a la escasa sensibilidad gubernamental por las consecuencias ecolgi-cas de su poltica energtica).

    La primera recomendacin de la PEN consista en el desarrollo de un Refugio para la Vida Sil-vestre en el rtico, una propuesta con amplio

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    eco en los medios que se granje la inmedia-ta desconfi anza de los grupos ambientalistas. Sobre todo cuando se la vea acompaada por la apelacin a una mayor exploracin y explo-tacin en las profundidades del Golfo y en los mares de Beufort y Cukchi, en el norte de Alaska. Aunque la perforacin en el Refugio Nacional para la Vida Silvestre del rtico fue fi nalmente bloqueada, la explotacin en otras reas se abri camino con escasa oposicin. En realidad, el Ser-vicio de Gestin de Minerales (SGM), una agencia gubernamental probadamente corrupta, lleva aos facilitando la concesin de licencias de exploracin y perforacin en el Golfo de Mxico e ignorando de manera sistemtica las regulaciones ambienta-les. Esta prctica, frecuente durante la era Bush, se mantuvo inclume con la llegada de Barack Obama a la presidencia. Obama, de hecho, autoriz con su fi rma el crecimiento masivo de las perforaciones martimas, y apenas tres semanas antes del desas-tre de Deepwater Horizon, el 30 de marzo, anunci la realizacin de tareas de perforacin, por primera vez, en vastas reas del Atlntico, la zona oriental del Golfo de Mxico y las aguas de Alaska.

    Adems de acelerar las exploraciones en el Golfo de Mxico, pasando por alto las advertencias de cientfi cos y funcionarios gubernamentales, el SGM tambin aprob perforaciones en los mares de

    Beaufort y Chukchi. Todo ello a pesar de la fuerte oposicin de grupos ecologistas y de los propios pueblos nativos, que teman que las operaciones pusieran en riesgo la supervivencia de ballenas y otras especies fundamentales para mantener su modo de vida. En octubre, por ejemplo, el SGM otorg a Shell Oil una autorizacin provisional para llevar a cabo perforaciones en dos bloques del mar de Beaufort. Los opositores al plan han sealado que cualquier derrame de petrleo generado por dichas actividades entraara severos riesgos para especies ya amenazadas. Como de costumbre, sin embargo, las advertencias se ignoraron (el 30 de abril, 10 das despus de la explosin del Golfo, el presidente Obama otorg al Plan un sorpresivo visto bueno, cuando an algunas tareas de perfo-racin an estaban pendientes de revisin).

    El saln de la vergenza de British Petroleum -BP-

    Las grandes compaas energticas tienen sus propias razones para sumarse a la explotacin de opciones remotas de energa. Para evitar la cada de sus acciones, cada ao se ven obligadas re-emplazar el petrleo extrado con el de nuevas reservas. La mayora de los yacimientos tradi-cionales, sin embargo, est agotada y algunos de los ms prometedores en Oriente Medio, en Amrica Latina o en la ex Unin Sovitica se encuentran bajo control de empresas esta-tales como la saud Aramco, Pemex, en Mxico, o PDVSA, en Venezuela. Este panorama deja a las empresas privadas con reas cada vez ms restringidas en las que reponer sus provisiones. Ello explica que lleven tiempo inmersas en una bsqueda enloquecida de petrleo en el frica subsahariana, donde muchos pases todava permiten una cierta participacin privada.

    Lo cierto, sin embargo, es que incluso en estos casos deben afrontar la feroz competencia de empresas chinas as como de otras compaas de propiedad estatal. Las nicas reas en las que an pueden operar con las manos prctica-mente libres son el rtico, el Golfo de Mxico, el

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    Atlntico Norte y el Mar del Norte. No es casual que sea aqu donde estn concentrando sus es-fuerzos, con escasa o nula preocupacin por los peligros que ello pueda suponer para la huma-nidad o para el planeta. El ejemplo de BP es bastante elocuente. Originariamente conocida como Anglo-Persian Oil Company (ms tarde, Anglo-Iranian Oil Company, y fi nalmente, British Petroleum), BP comenz sus operaciones en el suroeste de Irn, donde goz durante un tiempo del monopolio en la produccin de crudo. En 1951, sus propiedades fueron nacionalizadas por el gobierno democrtico de Mohammed Mossadeq. La empresa regres a Irn en 1953, tras el golpe apoyado por los Estados Unidos que puso al Shah en el poder, y fue expulsada nuevamente en 1979 tras la revolucin islmica. La compaa todava conserva un pie en la ines-table aunque rica en petrleo Nigeria, una ex colonia britnica, y en Azerbaijan. Sin embargo, desde su absorcin de Amoco (en su momento, Standard Oil Company of Indiana) BP ha con-centrado sus energas en la explotacin de las reservas de Alaska y en algunos yacimientos de petrleo degradado en el Golfo de Mxico y en las costas africanas.

    No por casualidad, el informe anual de BP de 2009 lleva por ttulo Operar en las fronteras de la Energa. All, de hecho, se seala con orgu-llo que BP opera en las fronteras de la energa. Desde las profundidades martimas a los entor-nos ms complejos, desde remotas islas tropica-les a la prxima generacin de biocombustibles, una renovada BP trae consigo mayor efi ciencia, un impulso sostenido y crecimiento empresarial. En el marco de esta declaracin de principios, el Gofo de Mxico ocupa un papel central. BP es un operador lder en el Golfo de Mxico, seala el informe. Somos el principal productor y proveedor en la zona, adems de contar con el mayor rea de exploracin [] Nuevos des-cubrimientos, iniciativas exitosas, operaciones de alta efi cacia y un amplio abanico de nuevos proyectos nos sitan en inmejorable posicin en el Golfo de Mxico, tanto a corto como a largo

    plazo. Est claro que los altos ejecutivos de BP pensaban que un rpido incremento de la pro-duccin en el Golfo resultara fundamental para la salud fi nanciera de la empresa a largo plazo (de hecho, unos pocos das despus de la explo-sin en Deepwater Horizon, la compaa anun-ciaba que haba conseguido unos 6.100 millo-nes de dlares de benefi cios slo en el primer trimestre de 2010). Queda por determinar hasta qu punto la concepcin empresarial defendida por BP contribuy al accidente de Deepwater Horizon. En todo caso, existen indicios de que la compaa estaba inmersa en una frentica ope-racin de consolidacin del pozo de Mississippi Canyon 252, un paso previo al eventual traslado de la plataforma alquilada a Transocean a unos 500.000 dlares diarios a algn otro sitio de per-foracin rentable.

    Si bien es probable que BP sea el principal villano en este caso, otras grandes empresas energti-cas estn implicadas en actuaciones similares, con cobertura del Gobierno y de algunos de sus funcionarios. Estas empresas y sus aliados gu-bernamentales aseguran que, con las debidas precauciones, es seguro operar en estas condi-ciones. El incidente de Deepwater Horizon, sin embargo, revela que cuanto ms remota es el rea de exploracin, mayores son las posibili-dades de que el asunto acabe en desastre. Se nos dir que la explosin en Deepwater Hori-zon fue un accidente desafortunado, una des-graciada combinacin de gestin inadecuada y equipo defectuoso. Que bastara con un con-trol ms estricto para disipar los riesgos de la perforacin en aguas profundas. Pero el alega-to no es de recibo. La falta de diligencia y los defectos tcnicos pueden haber desempeado un papel crucial en la catstrofe del Golfo. Sin embargo, la fuente ltima del desastre es la ne-cesidad compulsiva de las grandes empresas de compensar el declive de las reservas convencio-nales de petrleo a travs de la exploracin en zonas altamente riesgosas. Mientras esta com-pulsin se mantenga los desastres continuarn. Tenedlo por seguro.

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    Suave Patria, vendedora de cha: /quiero raptarte en la cuaresma opaca, /sobre un garan, y con matraca, /y entre los tiros de la polica. - R. Lpez Velarde, La suave patria.

    No falta irona en el hecho de que las repblicas nacionales que se erigieron en el siglo XIX en Amrica latina terminaran

    por comportarse muy a pesar suyo precisamente de acuerdo a un modelo que declaraban detestar, el de su propia modernidad la modernidad barroca, confi gu-rada en el continente americano durante los siglos XVII y XVIII-. Pretendiendo modernizarse, es decir, obede-ciendo a un claro afn de abandonar el modelo propio y adoptar uno ms exitoso en trminos mercantiles si no el anglosajn al menos el de la modernidad pro-

    veniente de Francia e impuesto en la pennsula ibrica por el Despotismo Ilustrado-, las capas poderosas de las sociedades latinoamericanas se vieron compelidas a construir repblicas o estados nacionales que no eran, que no podan ser, como ellas lo queran, copias o imitaciones de los estados capitalistas europeos; que debieron ser otra cosa: representaciones, versiones teatrales, repeticiones mimticas de los mismos; edifi -cios en los que, de manera inconfundiblemente barro-ca, lo imaginario tiende a ponerse en el lugar de lo real. Y es que sus intentos de seguir, copiar o imitar el pro-ductivismo capitalista se topaban una y otra vez con el gesto de rechazo de la mano invisible del mercado, que pareca tener el encargo de encontrar para esas empresas estatales de la Amrica latina una ubicacin especial dentro de la reproduccin capitalista global, una funcin ancilar.

    En la conformacin confl ictiva de la tasa de ganancia capitalista, ellas vinieron a rebajar sistemticamente

    Este fue uno de los ltimos artculos escritos por el pensador ecuatoriano-mexicano Bolvar Echevarria (1941-2010), prolfi co escritor revolucionario que nos dejo obras como El discurso

    crtico de Marx, Circulacin capitalista y reproduccin de la riqueza social, Defi nicin de Cultura, Las ilusiones de la modernidad, Valor de uso y utopia, La modernidad de lo barroco, La mirada

    del ngel (sobre el concepto de historia en Walter Benjamin), entre otros libros. Ganador del Premio Libertador al Pensamiento Crtico, versin 2006, con su obra Vuelta de Siglo.

    Poco antes de su muerte, CEPA le solicit un artculo y l, amablemente, nos envi este texto, acompaado de un breve comentario Estimado Renn Vega Cantor, es muy animador saber que ustedes publican una revista con una perspectiva crtica incondicional. Estas palabras

    fueron escritas el 30 de abril de este ao. Esta fue nuestra ltima comunicacin con este maestro del pensamiento de nuestra Amrica, que muri el 5 de junio anterior.

    Que esta publicacin sirva como un homenaje pstumo a Bolvar Echevarra.

    Bolvar Echevarria

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    EPATema Central

    la participacin que le corresponde forzosamente a la renta de la tierra, recobrando as para el capital productivo, mediante un bypass, una parte del plus-valor generado bajo este capital y aparentemente desviado para pagar por el uso de la naturaleza que los seores (sean ellos privados, como los hacenda-dos, o pblicos, como la repblica) ocupan con vio-lencia. Gracias a esas empresas estatales, a la accin de sus fuerzas vivas, las fuentes de materia prima y de energa -cuya presencia en el mercado, junto a la de la fuerza de trabajo barata de que dispo-nen, constituye el fundamento de su riqueza- vieron especialmente reducido su precio en el mercado mundial. En estados como los latinoamericanos, los dueos de la tierra, pblicos o privados, fueron lle-vados por las circunstancias a cercenar su renta, y con ello indirectamente la renta de la tierra en toda la economa-mundo occidental, en benefi cio de la ganancia del capital productivo concentrado en los Estados de Europa y Norteamrica.

    Al hacerlo, condenaron a la masa de dinero-renta de sus propias repblicas a permanecer siempre en cali-dad de capital en mercancas, sin alcanzar la medida crtica de dinero-capital que iba siendo necesaria para dar el salto hacia la categora de capital pro-ductivo, quedando ellos tambin pese a los con-tados ejemplos de prohombres de la industria y el progreso- en calidad de simples rentistas disfraza-dos de comerciantes y usureros, y condenando a sus repblicas a la existencia subordinada que siempre han tenido. Sin embargo, disminuida y todo, reduci-da a una discreta mordida en esa renta devaluada de la tierra, la masa de dinero que el mercado pona a disposicin de las empresas latinoamericanas y sus estados result sufi ciente para fi nanciar la vitalidad de esas fuerzas vivas y el despilfarro discretamen-te pecaminoso de los happy few que se reunan en torno a ellas. La sobrevivencia de los otros, los cuasi naturales, los socios no plenos del estado o los semi-ciudadanos de la repblica, sigui a cargo de la naturaleza salvaje y de la magnanimidad de los de arriba, es decir, de la avara voluntad divina. Pero, sobre todo, las ganancias de estas empresas y sus estados resultaron sufi cientes para otorgar vero-similitud al remedo o representacin mimtica que permita a stos ltimos jugar a ser lo que no eran, a hacer como si fueran estados instaurados por el capital productivo, y no simples asambleas de te-rratenientes y comerciantes al servicio del mismo.

    Privadas de esa fase o momento clave en el que la reproduccin capitalista de la riqueza nacional pasa por la reproduccin de la estructura tcnica de sus medios de produccin por su ampliacin, fortaleci-miento y renovacin-, las repblicas que se asenta-ron sobre las poblaciones y los territorios de la Am-rica latina han mantenido una relacin con el capital -con el sujeto real de la historia moderna, salido de la enajenacin de la subjetividad humana- que ha debido ser siempre demasiado mediata o indirecta. Desde las revoluciones de independencia han sido repblicas dependientes de otros estados mayores, ms cercanos a ese sujeto determinante; situacin que ha implicado una disminucin substancial de su poder real y, consecuentemente, de su soberana.

    La vida poltica que se ha escenifi cado en ellas ha sido as ms simblica que efectiva; casi nada de lo que se disputa en su escenario tiene consecuencias verdaderamente decisivas o que vayan ms all de lo cosmtico. Dada su condicin de dependencia econmica, a las repblicas nacionales latinoame-ricanas slo les est permitido traer al foro de su poltica las disposiciones emanadas del capital una vez que stas han sido ya fi ltradas e interpretadas convenientemente en los Estados donde l tiene su residencia preferida. Han sido estados capitalistas adoptados slo de lejos por el capital, entidades fi c-ticias, separadas de la realidad1.

    De todos modos, la pregunta est ah: los resul-tados de la fundacin hace dos siglos de los es-tados nacionales en los que viven actualmente los latinoamericanos y que los defi nen en lo que son, no justifi can de manera sufi ciente los festejos que tienen lugar este ao? Los argentinos, brasileos, mexicanos, ecuatorianos, etctera, no deben estar orgullosos de ser lo que son, o de ser simplemente latinos? No cabe duda de que, incluso en medio de la prdida de autoestima ms abrumadora es impo-sible vivir sin un cierto grado de autoafi rmacin, de satisfaccin consigo mismo y por tanto de orgullo

    1 Lo ilusorio de la poltica real en la vida de estas repblicas se ilustra perfectamente en la facilidad con que ciertos ar-tistas o ciertos polticos han transitado de ida y vuelta del arte a la poltica; ha habido novelistas que resultaron buenos gobernantes (Rmulo Gallegos), y revolucionarios que fue-ron magnfi cos poetas (Pablo Neruda); as como otros que fueron buenos polticos cuando pintores y buenos pintores cuando polticos. Nada ha sido realmente real, sino todo realmente maravilloso.

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    de ser lo que se es, aunque esa satisfaccin y ese orgullo deban esconderse tanto que resulten im-perceptibles. Y decir autoafi rmacin es lo mismo que decir reafi rmacin de identidad. Resulta por ello per-tinente preguntarse si esa identidad de la que los latinoamericanos pudieran estar orgullosos y que tal vez quisieran festejar feliz e ingenuamente en este ao no sigue siendo tal vez precisamente la misma identidad embaucadora, aparentemente armoniza-dora de contradicciones insalvables entre opresores y oprimidos, ideada ad hoc por los impulsores de las repblicas p