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La muerte de Orlando Fals Borda acaecida el pasado 12 de agosto de 2008, tan sentida por los luchadores de Colombia y América Lati- na, es un insuceso que conlleva la pregunta ¿En qué anda el compromiso político de los intelectuales en Colombia?. Más aún cuando Orlando repre- sentó durante toda su vida la premisa de que es posible colocar al servicio de los sectores populares el conocimiento, la investigación y la creatividad que lo caracterizaron y que se podrían resumir en la frase: “Sentir, pensar, actuar”. En tal sentido es preciso saber qué está pasando con el compromiso político de los intelectuales, no para definir un ¨modelo¨de intelectual politicamente correcto, sino para entender cual es la cuota de responsabilidad de muchos intelectuales que se vanaglorian de su compromiso politico con el país, y que en algunos casos se han pasado abiertamente al servicio del actual regimen, o de otro lado terminan siendo instrumentales al proyecto totalitario que padece el país. En momentos en que predomina un proyecto autoritario como el que se presen- ta en Colombia, los intelectuales, pensadores y trabajadores del pensamiento que se deciden a participar abiertamente en politica, bien sea en partidos o a través de su trabajo, tienen que definir claramente si estan del lado del opro- bioso régimen o de una propuesta de nación digna y democrática. CEPA sostiene, que en Colombia, en lo que respecta a la relación trabajo intelectual y compromiso politico, existen al menos tres tipos de intelec- tuales: aquellos que sirven al régimen establecido, aquellos que se autopro- claman “progresistas” o de “izquierda” y los trabajadores del pensamiento articulados con la acción política colectiva. Es de anotar que hay muchos trabajadores de la cultura y del pensamiento que trasceinden estas cate- gorias y a los cuales no nos referimos en el presente editorial. Los “intelectuales del régimen” Al examinar los acontecimientos recientes del país, durante el gobierno del potentado del Ubérrimo, es notorio como individuos que antaño eran “intelectuales de izquierda”, ahora se convirtieron en voceros oficiosos de tan nefasto gobierno, incluso se han dado a la tarea de justificar las “grandes realizaciones” de la “inteligencia superior” que irradia “sabiduría” desde la “Casa de Nari”, como la llaman los facinerosos que a diario entran y salen de la sede presidencial.

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Revista para la construccion de nueva sociedad desde una postura critica y revolucionaria

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La muerte de Orlando Fals Borda acaecida el pasado 12 de agosto de 2008, tan sentida por los luchadores de Colombia y América Lati-

na, es un insuceso que conlleva la pregunta ¿En qué anda el compromiso político de los intelectuales en Colombia?. Más aún cuando Orlando repre-

sentó durante toda su vida la premisa de que es posible colocar al servicio de los sectores populares el conocimiento, la investigación y la creatividad que lo

caracterizaron y que se podrían resumir en la frase: “Sentir, pensar, actuar”.

En tal sentido es preciso saber qué está pasando con el compromiso político de los intelectuales, no para definir un ¨modelo¨de intelectual politicamente correcto, sino para entender cual es la cuota de responsabilidad de muchos intelectuales que se vanaglorian de su compromiso politico con el país, y que en algunos casos se han pasado abiertamente al servicio del actual regimen, o de otro lado terminan siendo instrumentales al proyecto totalitario que padece el país.

En momentos en que predomina un proyecto autoritario como el que se presen-ta en Colombia, los intelectuales, pensadores y trabajadores del pensamiento que se deciden a participar abiertamente en politica, bien sea en partidos o a través de su trabajo, tienen que definir claramente si estan del lado del opro-bioso régimen o de una propuesta de nación digna y democrática. CEPA sostiene, que en Colombia, en lo que respecta a la relación trabajo intelectual y compromiso politico, existen al menos tres tipos de intelec-tuales: aquellos que sirven al régimen establecido, aquellos que se autopro-claman “progresistas” o de “izquierda” y los trabajadores del pensamiento articulados con la acción política colectiva. Es de anotar que hay muchos trabajadores de la cultura y del pensamiento que trasceinden estas cate-gorias y a los cuales no nos referimos en el presente editorial.

Los “intelectuales del régimen”Al examinar los acontecimientos recientes del país, durante el gobierno del potentado del Ubérrimo, es notorio como individuos que antaño eran “intelectuales de izquierda”, ahora se convirtieron en voceros oficiosos de tan nefasto gobierno, incluso se han dado a la tarea de justificar las “grandes realizaciones” de la “inteligencia superior” que irradia “sabiduría” desde la “Casa de Nari”, como la llaman los facinerosos que a diario entran y salen de la sede presidencial.

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Los “intelectuales del régimen” se tomaron los espa-cios de difusión del pensamiento. En buena parte de las universidades públicas se han entronizado rec-tores y académicos incondicionales del régimen, y reconocidos centros de investigación mutaron en transmisores de la ideología de la “seguridad de-mocrática”.

En la radio y la televisión, los consejeros del inqui-lino de Palacio, calumnian e insultan a todos aque-llos que osen oponerse a sus designios. Como lo enuncia el dramaturgo vasco Alfonso Sastre: “lo peligroso que puede ser un micrófono en las ma-nos de un cretino, cuando el tal cretino goza de total impunidad”.

En la prensa que domina el diario El Tiempo propiedad del grupo español Planeta en asocio con la familia Santos, escritores de izquierda conversos a la derecha, publican columnas en las cuales alaban los logros de Uribe Vélez para “beneficio de la patria”, y aplauden los hechos de impunidad que se gestan desde la sede presidencial, tales como la expulsión de campesinos de sus tierras, la antirreforma agraria de tinte paramilitar, la persecución a los indígenas y hasta la violación de la so-beranía de los países vecinos.

Algunas ONG, administradas por “intelec-tuales” que se reclaman a sí mismos como miembros de la “sociedad civil”, reciben recursos del gobierno, realizan campa-ñas y estudios en los cuales ponderan los “extraordinarios logros” de esta ad-ministración. Así impiden concretar for-mas de autogestión popular, captan re-cursos por parte de las organizaciones sociales para resolver las necesidades en el ámbito de la educación, la salud o la cultura. Se trata en verdad de un ominoso usufructo de recursos públi-cos por parte de agentes oficiosos progobierno.

Los violentólogos cumplen su fun-ción de legitimadores ideológicos del régimen y se ocupan ahora en

la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, la Consejería Presidencial de Derechos Humanos y otras instituciones oficiales, de pontificar sobre el posconflicto. Alaban las virtudes “democráticas” del aparato de guerra del Estado, avalan la “ayuda” proporcionada por los Estados Unidos, vía Plan Co-lombia, para arreciar la guerra y hacerle juego a la macabra acción de los genocidas, sin ningún éxito procuran justificar lo injustificable.

CEPA no contemporiza con el proyecto paramili-tar, por su baño de sangre y terror, y su inocul-table vinculacion con las fuerzas del capitalismo nacional y transnacional. CEPA no acepta su prác-tica genocida y se solidariza en la acción concreta con el dolor de las comunidades perseguidas y exterminadas.

CEPA no acepta en el plano ético, ni en el espacio político, ni en la economía este régimen traque-to. CEPA se caracteriza por sacar a la luz las acciones gansteriles de las clases dominantes, y considera ilegítima la perfidia, el engaño, el uso de la violencia para acallar y matar a los oposito-res, los “falsos positivos” (un eufemismo para ocultar el terrorismo de Estado), el destierro de cuatro millones de campesinos de sus tierras, la contrarreforma laboral, la privatización de las empresas públicas, la imposición de los agro-combustibles en tierras que producían alimen-tos, la entrega incondicional de los recursos del país a las multinacionales que se cobijan en la ‘responsabilidad social empresarial’, y el vil asesinato de sindicalistas, indígenas, cam-pesinos y habitantes de los barrios pobres de las ciudades.

Mientras la vasta mayoría soporta diversas formas de opresión, explotación, racismo y exclusión, un reducido sector de traficantes del intelecto se deleita con las prebendas que les brinda el poder. En Colombia, estos intelectuales pasaron del Yo acuso de Emilio Zola, al Yo consiento, Yo callo, Yo alabo el poder y la dominación, Yo aplaudo la tiranía (…), como contraprestación se reducen a insignificantes personajes que en su condi-ción de esclavos y mercenarios, figuración

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y bienestar individual, dan rienda suelta a su arri-bismo para satisfaccion del régimen y vergüenza de los adversarios al uribismo.

No son intelectuales orgánicos, en la categoría de Antonio Gramsci, son “intelectuales transgéni-cos”, porque -como lo anota Marco Rascón-, son “producidos y legitimados, no desde la crítica, sino desde el poder”. En estos tiempos, los inte-lectuales transgénicos, “son ‘clones’ a la medida, carecen de personalidad, no tienen ideas propias; conforman un producto homogenizado y libre de asperezas”. A los cuales se les removió con in-geniería genética “todos los genes defectuosos (conflictivos), como el gen crítico, el gen de la conciencia, los han modificado por genes pragmá-ticos (...) al igual que las semillas, son híbridos, dejaron de producir pensamiento propio y son instrumento del “pensamiento único”, en nuestro caso el neoliberalismo armado que rezuma el uri-bismo.

Estos intelectuales sostienen que, ante los cam-bios mundiales, hay que ser pragmáticos y en aras del realismo olvidar las utopías y los sueños de su-perar el capitalismo. Su abyección es proporcional a la forma como se acomodan en el capitalismo y empiezan a recibir canonjías por el servicio que prestan al sistema de dominación establecido.

Ante la indignidad y postración ideológica que predomina en Colombia, es difícil pensar que esos individuos sean intelectuales, si es que se quie-re dar altura y valor a una palabra cada vez más mancillada en las últimas décadas en el mundo, por la estolidez mediática y la manipulación de masas que ha generalizado el capitalismo. Como lo afirmó hace ocho décadas el cubano Julio Anto-nio Mella, “a los que denigran su pensamiento escla-vizándolo a la ignorancia convencional o a la tiranía oprobiosa no debe llamárseles jamás intelectuales (...) A los que venden las ideas (...) no les llamaremos intelectuales, (...) llamémosles tartufos, pero nunca intelectuales”. (Valga recordar que Tartufo es el nombre del célebre personaje de la obra de Molie-re, caracterizado por su mediocridad, estupidez e hipocresía).

Los ¨intelectuales progresistas¨

Un segundo tipo de intelectual es aquél que se au-toproclama de izquierda y, a diferencia de los an-teriores, no pretende legitimar de manera directa el régimen, pero en últimas acepta al capitalismo como una realidad insuperable, aunque cuestione algunos aspectos del neoliberalismo. Considera a la Constitución de 1991 como un logro político sin parangón, concibe a Colombia como una so-ciedad democrática (sin comillas) y asume la par-ticipación electoral como la única forma de lucha política.

Este intelectual también es “transgénico” como el primero, aunque se considere de izquierda, pues-to que piensa que la democracia es sinónimo de capitalismo y que a este último sólo hay que darle un rostro humano. No considera las raíces históri-cas y sociales del conflicto armado que sufre Co-lombia y cree -como los intelectuales funcionales al régimen-, que la solución manu militari del ‘fin del fin’ allanará el camino para que esa izquierda tenga las garantías para ganar las elecciones y ‘ser gobierno’. La seguridad que ofrece el régimen es una prioridad por encima de cualquier conside-ración sobre la injusticia y la desigualdad social. No valora en su dimensión antisocial el monopolio terrateniente del suelo y acepta en forma pasiva la propaganda a favor del capital y de la empre-sa privada como supuesta fuente de progreso y bienestar. Reniega de las luchas sociales, de la acción directa y de las movilizaciones callejeras, piensa que la política de “seguridad democráti-ca” beneficia el país, porque ahora si se puede transitar por las carreteras y descansar los fines de semana. Este género se organiza en forma de algunas ONG y tramita proyectos ante organis-mos de “cooperación internacional” en el marco de las políticas de ajuste social y atención a los ‘más pobres de los pobres’ que focaliza el Banco Mundial o la Organización de las Naciones Unidas. Se trata de ‘proyectos productivos’ para que los campesinos cultiven comodities (productos de exportación) como la palma africana y actúen en ‘alianzas’ y emprendimientos con inversionistas agrícolas que no son ajenos a la expansión de sus fundos por la vía paramilitar.

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Este tipo de intelectual no denuncia al régimen ni al gobierno de Uribe y mucho menos a las clases domi-nantes dueñas de este país, cuando mucho denuncia los “excesos” del régimen –al que, por lo demás, consi-dera legal y legítimo-, pero no enfrenta la explotación estructural, puesto que abandonó la crítica social y política, y adopta la jerga tecnocrática propia de los neoliberales y de los consultores expertos en control social. Estos se acomodan y ansían dádivas, en cuan-to tienen oportunidad, se convierten en voceros del régimen y brincan sin titubeo para formar parte del primer tipo de intelectuales, ante una candidatura para acceder al privilegio de ser congresista, ministro o em-bajador.

De tales tartufos poco puede esperarse, porque ab-juran de la acción directa de las comunidades y del trabajo político en barrios y veredas, pues sólo les interesan los individuos como electores potenciales y no como sujetos colectivos de carne y hueso que se articulan en torno a un proyecto emancipatorio. Para completar, algunos de estos personajes transgénicos de izquierda, también son eclécticos e híbridos puesto que al mismo tiempo se mueven en el terreno de los intelectuales de derecha, trabajan con instituciones oficiales, legitiman el régimen, tienen sus propias ONG y son consultores privados que venden “sus ideas” al mejor postor.

Si se considera que el trabajador del pensamiento tiene una responsabilidad irrenunciable de buscar, defender y decir la verdad, denunciar la injusticia, la desigualdad y los abusos del poder y coadyuvar, con sus ideas y sus acciones, en la construcción de una sociedad emanci-pada, aquellos que arriba se mencionaron no pueden ser considerados como intelectuales stricto sensu.

Los trabajadores del pensamiento

En Colombia los trabajadores del pensamiento y ac-ción colectiva se encuentran en medios de comuni-cación alternativos, en grupos independientes que trabajan con los sectores populares, en unos cuantos catedráticos universitarios que no se han plegado ni al unanimismo del régimen, ni a la tecnocracia uribis-

ta, ni a esas ONG que adornan el neoliberalismo. Se encuentran presentes en algunos columnistas que, contra viento y marea, y entre amenazas y señalamientos, denuncian con valentía todas las bajezas, el oprobio e iniquidades de este régimen y en general estan todos aquellos que piensan y actúan contra el capitalismo no sólo en su versión neoliberal. De la misma manera, esos trabajadores del pensamiento se encuentran entre los educa-dores populares que con su quehacer diario en las comunidades buscan construir en la práctica otro tipo de sociedad, regida por unos valores diferen-tes a los de la ganancia y el individualismo propios del mercantilismo y el consumismo.

Los trabajadores del pensamiento, son todos aquellos que plantean lo siguiente: más importan-te que la pura participación electoral es el trabajo con la gente y no se escabullen cuando se trata de impulsar la movilización social y organizar la lu-cha directa. Estos trabajadores del pensamiento se soportan en la filosofía de la praxis, en la cual se funden la teoría y la práctica de la transformación social, algo muy alejado de la pura especulación teórica como un fin en sí mismo.

A estos intelectuales podemos llamarlos, como lo hacia Julio Antonio Mella, trabajadores del pensa-miento, denominación con la que se refrenda el vínculo que existe entre todos los trabajadores, incluyendo a aquellos que más sufren, como los cañeros de los ingenios y los comuneros indígenas, que hoy nos dan un gran ejemplo de dignidad y de valentía. Porque como lo esclareció el luchador cu-bano: “Intelectual es el trabajador del pensamiento. ¡El trabajador!, o sea, el único hombre que a juicio de Rodó merece la vida, es aquel que empuña la pluma para combatir la iniquidades, como los otros empuñan el arado para fecundizar la tierra”. A estos trabajado-res del pensamiento los guían otros propósitos que van más allá de las dádivas y prebendas inmediatas del poder de turno y cuya acción es radical, como afirma Carlo Fabretti, “en el más pleno y literal sen-tido del término, puesto que lo que está podrido son las raíces mismas del sistema”.

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El movimiento altermundialis-ta es sin duda alguna el más importante fenómeno de re-sistencia antisistémica a co-mienzos del siglo XXI. Esta nebulosa, esta suerte de “mo-vimiento de movimientos”, que se manifiesta en forma visible cuando se realizan los foros sociales –regionales o mundiales- y las grandes manifestaciones de protesta –contra la Organización Mun-dial de Comercio, el G8 o la guerra imperialista en Irak- no corresponde a las formas ha-bituales de la acción social o política.

Es una amplia red descentra-lizada, múltiple, diversa y he-terogénea, que asocia sindi-catos obreros y movimientos campesinos, ONG y organiza-ciones indígenas, movimien-tos de mujeres y asociaciones ecológicas, intelectuales y jó-venes activistas. Lejos de ser una debilidad, esta pluralidad es una de las fuentes de la fuerza, crecimiento y expan-sión del movimiento.

Las solidaridades internacio-nales que nacen en el interior

de esa vasta red son de un nuevo tipo, un poco diferen-tes a las que han caracteri-zado las movilizaciones inter-nacionales de las décadas de 1960 y 1970. En aquella época, la solidari-dad se movilizaba en apoyo de los movimientos de libera-ción, bien fuera en los países del Sur –revolución argelina, cubana, vietnamita- o en Eu-ropa del Este, con los disiden-tes polacos o la Primavera de Praga. Un poco más tarde, en la década de 1980, fue la solidaridad con los Sandinis-tas de Nicaragua o con el Sin-dicato Solidaridad en Polonia.

Esta tradición, generosa y fraternal, de solidaridad con los oprimidos, no ha desapa-recido en el nuevo movimien-to por la Justicia Global que comenzó en el curso de la década de 1990. Un ejemplo evidente es la simpatía y el apoyo al neozapatismo, tras el levantamiento de los indí-genas de Chiapas el primero de enero de 1994. Pero se vislumbra aquí algo nuevo, un cambio de perspectiva. En

Michael Löwy*

Manifestaciones Antiglobalización en Londres Fotos John Brownlow

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1996, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional convocó en las mon-tañas de Chiapas un encuentro internacional –designado irónicamente como « intergaláctico » por el subcomandante Marcos – contra el Neo-liberalismo y por la Humanidad. Millares de participantes, provenientes de cuarenta (40) países, han asistido a este encuentro –que puede ser considerado como el primer signo anticipador de aquello que se llamará más tarde el “altermundialismo”. También habían venido, ciertamente, por solidaridad con los zapatistas, pero el objetivo del encuentro, defi-nido por estos últimos, era mucho más amplio: la búsqueda de conver-gencias en la lucha común contra un adversario común, el neoliberalis-mo, y el debate sobre las alternativas posibles para la humanidad.

He aquí pues, la nueva característica de las solidaridades que se tejen en el seno, o en torno, del movimiento de resistencia global a la glo-balización capitalista: el combate por objetivos inmediatos comunes a todos –por ejemplo, el fracaso de la Organización Mundial de Comercio- y la búsqueda común de nuevos paradigmas de civilización. En otros términos, más bien que una solidaridad con, es una solidaridad entre organizaciones diversas, movimientos sociales y fuerzas políticas de di-ferentes países y continentes, que se ayudan mutuamente y se asocian en un mismo combate, frente al mismo enemigo planetario.

Para dar un ejemplo: la red campesina internacional Vía Campesi-na reúne movimientos tan diversos como la Confederación Campesina Francesa, el Moviento de los Sin Tierra de Brasil o a grandes movi-mientos campesinos de la India. Estas organizaciones se apoyan mu-tuamente, intercambiando sus experiencias, y actúan en común contra las políticas neoliberales y contra sus adversarios comunes: las multinacionales de los agros negocios, los monopolios de semillas, los fabricantes de transgénicos, los grandes terratenientes. Su solidari-dad es reciproca y constituyen en conjunto uno de los más podero-sos, activos e inquietos componentes del movimiento mundial contra la globalización capitalista. Se podrían dar otros ejemplos, en el dominio sindical feminista – la Marcha Mundial de las Mujeres-, movimientos eco-lógicos o políticos. Desde luego, este proceso de revitalización de soli-daridades antiguas y de invención de nuevas solidaridades esta todavía en ciernes. Es frágil, limitado, incierto e incapaz, por el momento, de poner en peligro el dominio apabullante del capital global y la hegemo-nía planetaria del neoliberalismo, pero constituye el lugar estratégico donde se elabora el internacionalismo del futuro.

La dinámica del movimiento alter mundialista comporta tres momentos distintos, que son complementarios: la negatividad de la resistencia, las propuestas concretas y la utopia de otro mundo.

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La radicalidad del movimiento resulta, en gran medida, de esta capacidad de revuelta y de insumisión, de esta disposición inflexible a decir: no!

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La negatividad de la resistencia

En el primer momento, el punto de partida del mo-vimiento, es el rechazo, la protesta, la necesidad imperativa de resistir al estado de cosas existen-te. Esto constituye de hecho la Internacional de la Resistencia a la que Jacques Derrida invocaba en su libro Espectros de Marx (1993). La motiva-ción inicial de las masas que se han movilizado en Seatle en 1999 era la voluntad de oponerse, acti-vamente, no a la “mundialización” en sí, sino a su forma capitalista y liberal, a la globalización corpo-rativa con su cortejo de injusticias y catástrofes: desigualdades crecientes entre el Norte y el Sur, desempleo, exclusión social, destrucción del medio ambiente, guerras imperialistas, crímenes contra la humanidad. El movimiento, por lo demás, nació con un grito lanzado por los zapatistas en 1994: ¡Basta ya!

La fuerza del movimiento viene, en principio, de esta negatividad radical, inspirada por una profun-da e irreductible indignación. Celebrando la digni-dad de la indignación y el rechazo incondicional a la injusticia, Daniel Bensaïd escribía: «La corriente ardiente de la indignación no es soluble en las aguas tibias de la resignación consensual. (...) La indignación es un comienzo. Una manera de levantarse y de andar. Uno se indigna, uno se subleva, y después se mira».1 La radicalidad del movimiento resulta, en gran me-dida, de esta capacidad de revuelta y de insumi-sión, de esta disposición inflexible a decir: no!

Los críticos del movimiento y las medias confor-mistas insisten bastante sobre el carácter excesi-vamente “negativo” del movimiento, su naturaleza “puramente” protestataria, la ausencia de propo-siciones alternativas y “realistas”. Es necesario re-chazar este chantaje: incluso si el movimiento no tuviera una sola proposición que hacer, su revuel-ta estaría totalmente justificada. Las protestas callejeras contra la OMC, el G-8 o la guerra im-perialista con la expresión concentrada, visible e ineludible, de esta desconfianza hacia las reglas de juego impuestas por los poderosos. El movi-miento está orgulloso de su negatividad activa, de su fibra protestaria y rebelde. Sin ese sentimiento radical de rechazo, el movimiento altermundialista no existiría.

¿Contra cuál adversario se dirige este rechazo? ¿Se trata de las institu-ciones financieras inter-nacionales (OMC, FMI, Banco Mundial)? ¿O de las políticas neoliberales? ¿O de los grandes monopo-lios multinacionales? Todas estas fuerzas responsables de la mercantilización del mundo, son los blancos del movimiento. Pero éste es m á s radical. Esa palabra significa, como se sabe, ir a la raíz de los problemas. Ahora bien, ¿Cuál es la raíz de la dominación totalitaria de los bancos y de los mono-polios, de la dictadura de los mercados financieros, de las guerras imperialistas, si no el sistema capitalista mismo? Por supuesto, todos los componentes del movimiento altermundialista no están dispuestos a sacar esta conclusión: algunos sueñan todavía con un retorno al neo keynesianismo, al crecimiento de los “treinta gloriosos” o al capitalismo regulado, con un rostro humano. Estos “moderados” tienen su lugar en el movimiento pero es innegable que una tendencia más radical tiende a predominar.

La mayor parte de los documentos generados por el movimiento ponen en cuestión no solamente las polí-ticas neoliberales y belicistas, sino el poder del capital en sí mismo. Nombres como por ejemplo la “Carta de Principios del Foro Mundial” redactados por el Comité de Organización Brasileño –donde ocupan un lugar no solamente los sindicatos obreros y los movimientos campesinos, sino también ONG’s y un representante de la comisión Justicia y Paz de la Igle-sia Católica – y fue aprobado, con algunas modifica-ciones, por el Consejo Internacional del Foro Social Mundial. Ahora bien, este documento, uno de los más representativos y “consensúales” del movimiento al-termundualista, afirma: «El foro social mundial es un espacio de encuentro abierto tendiente a profundizar la reflexión, el debate de ideas democráticas, la formulación de proposiciones, el intercambio con toda libertad de ex-periencias y la articulación en la perspectiva de acciones eficaces, de instancias y movimientos de la sociedad civil que se oponen al neoliberalismo y a la dominación del

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mundo por el capital y toda forma de imperialismo y que se dedican a labrar una sociedad planetaria cen-trada en el ser humano. (...) Las alternativas propuestas en el FSM se oponen a un proceso de mundialización capitalista dirigido por las grandes empresas multina-cionales (...)»2.

La principal consigna del movimiento, «el mundo no es una mercancía», no esta muy alejada de las ideas de un tal Karl Marx, que escribía en los Ma-nuscritos de 1844: en el sistema capitalista «el obrero se convierte en una mercancía tanto más vil entre más crea mercancías. La depreciación del mundo de los hombres aumenta en razón directa de la valorización del mundo de las cosas»3. La radicalidad del rechazo altemundialista concierne a la naturaleza capitalista de la dominación.

Propuestas concretas

Contrariamente a lo que pretenden los plumíferos del consenso oficial, al movimiento no le faltan proposiciones alternativas, concretas, urgentes, prácticas e inmediatamente realizables. Claro que ninguna instancia ha aprobado un « programa co-mún» y ninguna fuerza política ha impuesto «su» proyecto. Pero se han esbozado en el curso de los foros y los debates, un conjunto de reivindicaciones que no son unánimes, pero al menos son am-pliamente aceptadas y compartidas por el movi-miento: por ejemplo, la abolición de la deuda del Tercer Mundo, impuestos a las tran-sacciones financieras, supresión de los pa-raísos fiscales, moratoria a los organismos genéticamente modificados, derecho de los pueblos a alimentarse ellos mismos, igualdad efectiva entre hombres y muje-res, defensa y ampliación de servicios pú-blicos, prioridad a la salud, a la educación y a la cultura, salvaguardia del medio am-biente.

Estas reivindicaciones han sido ela-boradas por redes internacionales altermundialistas - Marcha Mundial de mujeres. Attac, Focus on Global South, Vía Campesina, Comité por la abolición de la deuda del Tercer Mun-do, etc. - y por diferentes movimien-tos sociales, debatidos en los foros.

Una de las grandes cualidades de estos últimos radica en permitir el encuentro y el escucharse recíprocamente entre feministas y sindicalistas, creyentes y no creyentes, militantes del Norte y del Sur. En ese proceso de confrontación y de enriquecimiento mutuo los desacuer-dos no han desaparecido, pero poco a poco dibujan los contornos de un con-junto de proposiciones comunes.

¿Estas proposiciones son «realistas»? La pregunta está mal formulada. En la corre-lación de fuerzas existente, las elites y las clases dominantes las rechazan en bloque; ellas son inimaginables para el « pensa-miento único» neoliberal, son intolerables para los representantes del capital - o, en la versión hipócrita de los social liberales, ellas son «desgraciadamente irrealizables». Pero es suficiente que la correlación de fuerzas cambie y que las opiniones públicas se movilicen, para que los « responsables » sean obligados a retroceder, hacer concesio-nes, siempre intentando vaciarlas de sustan-cia. Pero la importancia de estas proposicio-nes radica en que ellas son extensibles: toda victoria parcial, toda conquista, todo avance, permite pasar a la etapa siguiente, a la etapa superior, a una reivindicación más radical. Es, bajo una forma diferente a la del movimiento obrero tradicional, una dinámica « transitoria » que conduce, en otros términos, a cuestionar el sistema mismo.

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Utopía de otro mundo La dimensión utópica del movimiento. Ella también es radical: «otro mundo es posible ». No se trata simplemente de corregir los excesos del mundo capi-talista/industrial y de sus monstruosas políticas neo-liberales, sino de soñar, y de luchar por otra civi-lización, otro paradigma económico y social, otra forma de vivir todos en el planeta.

Más allá de las múltiples proposiciones concretas y especificas, el movimiento contiene una perspectiva transformadora más ambiciosa, más « global», más universal. Desde luego, allá también, se buscaría en vano un proyecto común, un programa reformador o revolucionario concensuado. La utopía altermundia-lista se manifiesta en compartir ciertos valores co-munes. Estos son los que esbozan los contornos de ese otro «mundo posible».

El primero de esos valores es el ser humano en sí mismo. La utopia del movimiento es resueltamen-te humanista, ella exige que las necesidades y las aspiraciones de los seres humanos se conviertan en el centro vital de una reorganización de la economía y de la sociedad. Su insumisión contra la mercanti-lización de los seres humanos y de sus relaciones, contra la transformación del amor, de la cultura, de la vida, de la salud, en mercancía, supone otra forma de vida social, más allá de la reificación y del fetichismo. No es un azar si el movimiento se dirige a todos los humanos, incluso si privilegia a los oprimidos y a los explotados como actores del cambio social. La de-fensa del medio ambiente es también una inspiración humanista: salvar los equilibrios ecológicos, proteger la naturaleza contra la depredación del productivis-mo capitalista es la condición para asegurar la conti-nuidad de la vida humana en el planeta.

Otro valor esencial de la utopia altermundialista es la democracia. La idea de la democracia participativa, como forma superior de ejercicio de la ciudadanía, más allá de los límites de los sistemas representa-tivos tradicionales, porque permite a la población

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ejercer directamente su poder de decisión y de control, es uno de los temas centrales del mo-vimiento. Se trata de un valor «utópico», en la medida en que se cuestionan las formas de poder existentes, pero al mismo tiempo ya ha sido llevada a la práctica, bajo forma experi-mental, en diferentes ciudades, comenzando, por supuesto, en Porto Alegre. El gran desafío, desde el punto de vista de un proyecto de so-ciedad alternativa, es extender la democracia al terreno económico y social. ¿Por qué permi-tir, en ese dominio, el poder exclusivo de una elite que se rechaza en la esfera política?

El capital ha reemplazado los tres grandes valores revolucionarios del pasado - libertad, igualdad, fraternidad - por conceptos más « modernos »: liberalismo, equidad, caridad. La utopía altermundialista retoma por su cuenta los valores de 1789, pero les brinda un nuevo alcance: así, la libertad no es solamente liber-tad de expresión, de organización, de pensa-miento, de crítica, de movilización, duramen-te conquistadas por siglos de luchas contra el absolutismo, el fascismo y las dictaduras. Ahora más que nunca, la libertad se plantea en relación a otra forma de absolutismo: el de la dictadura de los mercados financieros y de la elite de los banqueros y jefes de em-presas multinacionales que imponen sus in-tereses al conjunto del planeta. En cuanto a la igualdad concierne no solamente a la « fractura social» entre opulentos y despo-seídos, sino también a la desigualdad entre naciones, entre etnias y entre el hombre y la mujer. En fin, la fraternidad - que parece limitarse a los hermanos (frates) – busca ser complementada por la solidaridad, es decir, por las relaciones de cooperación, de compartir, de ayuda mutua. La expresión civilización de la solidaridad es un buen re-sumen del proyecto alternativo del movi-miento. Esto significa no solamente tener una estructura económica y política radi-calmente diferente, sino, sobretodo, una sociedad alternativa que celebra las ideas de bien común, de interés general, de de-rechos universales, de gratuidad.

Otro valor importante del altermundialismo es la di-versidad. El mundo nuevo con el que sueña el mo-vimiento es todo lo contrario a un universo homo-géneo, donde todos deben imitar un modelo único. Nosotros queremos, dicen los zapatistas, «un mundo en el cual quepan diferentes mundos». La pluralidad de las lenguas, de las culturas, de las mú-sicas, de los alimentos, de las formas de vida y una riqueza inmensa que es necesario saber cultivar. Esos valores no definen un paradigma de sociedad para el futuro. Ellos proveen las pistas, las pro-puestas, las ventanas hacia lo posible. El camino hacia la utopia no está trazado, son los caminantes mismos quienes lo trazan. Para muchos de los participantes de los foros y de las manifestaciones, el socialismo es el nombre de esa utopia. Es una esperanza compartida por marxistas y libertarios, cristianos y ecologistas de izquierda, así como por un numero significativo de militantes de movimientos obreros, campesinos, feministas e indígenas. Una democracia socialista significa que las grandes opciones socio-económi-cas, las prioridades en materia de inversiones, las orientaciones fundamentales de la producción y la distribución son democráticamente debatidas y fi-jadas por la misma población, y no por un puñado de explotadores o de supuestas « leyes del mer-cado» (tampoco por, una variante ya fracasada, un Buró Político todopoderoso). No se trata de imponer el socialismo como programa del movi-miento, pero el debate sobre el socialismo es un componente legítimo de la confrontación de ideas sobre las alternativas. Durante el Segundo Foro So-cial Mundial en febrero de 2002 fue organizado un ciclo de conferencias de tres días sobre el socialis-mo, con la participación de miles de delegados, por la red internacional Vía Campesina. En todo caso, no se trata para el movimiento es-perar un futuro prometedor, es necesario actuar, aquí y ahora. Cada foro social, cada experiencia local de democracia participativa, cada ocupación colectiva de tierras por los campesinos, cada ac-ción concertada internacionalmente contra la gue-rra es una prefiguración de la utopia altermundia-lista, inspirada en sus valores, que son los de una civilización de la solidaridad.

1

D. Bensaïd, Les irréductibles. Théorèmes de la résistance à l’air du temps, Paris, Textuel, 2001, p. 106.2

En annexe dans Bernard Cassen, Tout a commencé à Porto Alegre, Paris, Mille et une nuits, 2003, p. 166.3

Marx, k Manuscrits de 1844, Paris, Ed. Sociales, 1962, p. 57.

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*Michäel Löwy (Sao Paulo, Brasil, 1938). Sociólogo y filósofo franco-brasileño. Actualmente es director de investigación emérito del CNRS y profesor de la EHESS de París. En 1970 publicó una obra sobre el pensamiento del Ché Guevara. En 2001 fue coautor del Manifiesto Ecosocialista Internacional. Estudioso de la teología de la liberación.

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Por Frente Popular Darío Santillán* ARGENTINA

Para abordar el debate actual sobre el Poder Po-pular, desde una organización joven como lo es el Frente Popular Darío Santillán1, nos apoyamos en la reflexión sobre nuestra práctica, pero también abordamos críticamente las concepciones sobre el Poder que se impusieron, a lo largo de la lucha re-volucionaria de nuestros pueblos, con más frecuen-cia en las organizaciones populares y de izquierda. Problematizamos las concepciones que insisten en limitar la lucha revolucionaria al objetivo excluyente de “la toma del poder”. Entendemos que teórica y prácticamente se ha puesto en evidencia que ni “el poder” ni “el Estado” pueden ser tratados como una “cosa” o simplemente como un “aparato” que podríamos arrebatar a la burguesía y poner a fun-cionar, de un día para otro, al servicio de la revo-lución.

Tampoco coincidimos con las concepciones que se han puesto de moda sobre la posibilidad de “cam-biar el mundo sin tomar el poder”, porque deja de lado las mediaciones necesarias para enlazar la

idea de la revolución con las exigencias de un com-bate efectivo contra el capital y el Estado, porque se desentiende de la batalla por construir la fuerza o bloque social contrahegemónico que cuente con el poder necesario para lograr las transformaciones radicales que perseguimos para avanzar hacia el so-cialismo.

Estas delimitaciones nos ayudaron a encontrar una perspectiva distinta: ni limitamos toda la estrategia revolucionaria al momento de la “toma del poder”, ni descalificamos cualquier tipo de estrategia de po-der. En cambio, necesitamos desarrollar un proce-so de construcción de poder desde el pueblo, rea-lizar las experiencias prácticas en la lucha cotidiana y madurar la reflexión teórica que retroalimente la práctica. De esta forma llegamos al concepto de Po-der Popular. Por supuesto que no empezamos de cero: encon-tramos las raíces de aquello que hoy denominamos “construcción de poder popular”, en la rica tradición

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teórico-política del “consejismo” en su sentido más amplio (desde la experiencia soviética de Lenin y Troksky a los aportes fundamentales de Rosa Luxemburgo y Gramsci) contando con las numerosas “lecciones” derivadas de una extensa experiencia latinoamericana. Para recordar algunos ejemplos: los “Cordones Industriales” en Chile, en Bolivia las milicias de la COB o posteriormente la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y su control territorial. En Argentina, las experiencias anarquistas de principios de siglo, los grupos autónomos de la resistencia peronista, las “ocupaciones o toma de fábricas” durante la década del sesenta (1960) y los desarrollos marcados de “clasismo” que culminaron en las “Coordinadoras” de 1975 y las concepciones de “doble poder” desarrolladas por las organiza-ciones político militares en la década del setenta (1970).

Pensando el Poder PopularEl Poder Popular que construyen las clases subalternas, las dominadas, debe ser un poder entendido no como objeto, sino como relación social. ¿Qué significa concebir el poder como relación social? Cuando hablamos de la construcción de nuevos valores, de la lucha por los valores cotidianos de solidaridad, justicia e igualdad en nuestras construcciones sociales, cuando tenemos que empezar a cambiar la sociedad, cuando tenemos que empezar a cambiar

Foto Grita y Agita

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nuestra manera de pensar, de construir y de conducirnos. Cuando tratamos de construir relaciones no alienadas, no burocratizadas, estamos anticipando, a partir de nuestra práctica -aunque sea en pequeños gestos- la sociedad que queremos.

En esta idea de construcción de Poder Po-pular, la sociedad que queremos, no va a empezar el día que nos tomemos el apa-rato del Estado (aunque concebimos ese momento como un paso necesario para el cambio radical de la sociedad)

En las experiencias que nos precedieron, en las organizaciones revolucionarias de la década del setenta en nuestro país, había una concepción que, en general, era instru-mental cuando se hablaba de Poder Popular: organizar a trabajadores, a campesinos, a pobladores de villas urbanas, a inquilinos, a movimientos de masas, era un medio para llegar al fin.

¿Cuál era el fin? Tomar el Estado. Según nuestra concepción, toda la práctica coti-diana no se desarrolla meramente para su-bordinarse al “fin” de la toma del poder, sino que intenta ser práctica “prefigurativa”. En esta concepción los nuevos valores, la nue-va sociedad, no son solamente un medio, pues son también parte del fin, parte de “lo importante”. Sin esta construcción cotidia-na no hay fin posible, no hay cambio social posible. En esta concepción de Poder Popu-lar el cambio social, el cambio de valores se va construyendo previamente. A diferencia de las concepciones que, en nombre de la “multitud” y el “antipoder”, se apoyan en el mero espontaneísmo, el planteamiento de Poder Popular que asumi-mos, no reniega de la organización: por el contrario, la considera una herramienta fun-damental para la consolidación de los bas-tiones de Poder Popular alcanzados, para la proyección de esa lucha enfocada hacia la conquista del objetivo estratégico de la so-ciedad socialista. Esto no implica asumir, a libro cerrado, la concepción tradicional de vanguardia, que tantas veces generó que las organizaciones revolucionarias termi-

naran proponiendo reemplazar al pue-blo como sujeto de cambio convirtién-dose, como definie-ra el militante revo-lucionario Rodolfo Walsh en “patrullas perdidas”. Nosotros concebimos que la “herramienta estra-tégica”, la “organi-zación revoluciona-ria”, la “vanguardia”, están surgiendo al calor del proceso de lucha que el pueblo desarrolla a través de sus organizacio-nes y sus movimien-tos. Nos apoyamos en las concepciones desarrolladas por Rosa Luxemburgo, quien planteaba que la organización no se de-creta, sino que surge y se va creando en el proceso de la lucha de los trabajadores y el pueblo.

Una organización de nuevo tipo

Estamos hablando, del desarrollo de organizaciones de nuevo tipo, que no terminen reproduciendo en su interior, ni en su práctica junto al pueblo, relaciones de dominación; por el contrario, buscamos organizaciones que generen ins-tituciones no coercitivas. Cuando hablamos de “institucio-nes” pensamos, por ejemplo, en una asamblea democrática como institución de las clases subalternas. Tratamos que nuestra forma de organización no copie las lógicas estata-les, y pensamos que las construcciones de Poder Popular deben mantener su autonomía. Esto debe ser así aún en el caso donde el Estado permita o aliente las formas de or-ganización popular, como está sucediendo en la Venezuela bolivariana, por ejemplo. Por eso, en nuestra organización tratamos que los compa-ñeros o compañeras elegidos para tareas de representación no se “atornillen” en sus responsabilidades, pues debemos ir rotando periódicamente a los compañeros elegidos para realizar esas tareas. Debatimos y concluimos que no pue-den existir unos pocos compañeros que sean los únicos capacitados para adelantar las relaciones con las autorida-des nacionales, o actuar como voceros ante los medios

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Publicaciones del Frente Popular Darío Santillán

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de comunicación, o manejar los recursos financieros o las relaciones políticas; es decir, los lugares donde se centra-liza poder y capacidad de decisión al interior de la organi-zación.

Cuando se buscan que las gestiones sean colectivas y no personales o individuales, cuando se construye de manera colectiva, cuando hay una cierta rotación de tareas con continuidad del conocimiento previo, estamos intentando generar una organización de nuevo tipo que no reproduzca las relaciones de dominación de los viejos esquemas de la organización.

Símbolos populares y construcción de hegemonía

No se presenta construcción de hegemonía sin el desarrollo de una simbología propia que refuerce la identidad popular, la mística, las figuras que proyecten los sentimientos y los objetivos de transformación social que nos proponemos buscar desarrollar en el seno de las clases subalternas. No existe Poder Popular sin símbolos, el Poder Popular crea sus propias banderas de lucha, sus propias formas cultu-rales. Por eso, el nombre de “Darío Santillán” como refe-rencia máxima de nuestra organización, no es únicamente un homenaje al compañero caído, tambien proyecta, en su reivindicación, los valores de solidaridad, compañerismo, entrega, disposición de lucha y compromiso revolucionario de un joven que dio su vida por los demás.

La democracia de base

Otro pilar de la construcción de Poder Popular, es la democracia de base, ella conjuga el intento permanente de desarrollar una cultura de deba-te, diálogo y decisiones entre iguales, que debe atravesar todo nuestro proyecto, pues surge desde el seno mismo de nuestro pueblo. Desea-mos que la información sea accesible a todos y que la posibilidad de la palabra y la formación política estén al alcance a todos. Que todos los compañeros tengan la posibilidad de formarse y discutir en pie de igualdad. Esta “democracia de base” debe darse en el marco de la construcción de hegemonía, de consenso. El poder de las cla-ses dominantes construye su legitimidad para que los dominados acepten; las clases subalter-nas no tienen que construir legitimidad, tienen que construir hegemonía. La hegemonía -en esta reelaboración del concepto de Gramsci- es con-senso entre iguales: es absolutamente necesario reconocerse como iguales.

El concepto de “pueblo” y la “multisectorialidad”

El concepto de multisectorialidad se encuentra íntimamente relacionado con la noción de “pue-blo”. La definición de pueblo requiere precisiones para cada formación social particular. Cada país tiene una estructura económica diferente, por lo tanto el concepto de pueblo será estructural-mente diferente.

La contradicción fundamental “burguesía-prole-tariado” tiene sentido en el marco de un análisis puro del modo de producción capitalista, pues en-tendemos que explica la esencia del sistema en su conjunto. Pero las formaciones sociales realmen-te existentes -como planteaba Antonio Gramsci- son aquellas en cuales la sociedad civil es “den-sa”, el despliegue de la política concreta requiere atender esta densidad que complejiza no sólo la estructura de clases sino las mediaciones entre éstas, el poder y el Estado.

El modelo neoliberal nos dejó una sociedad frag-mentada, y una composición del “sujeto pueblo” también fragmentada: entre los trabajadores for-males, los informales, los desocupados, ocupan-tes de tierras, habitantes de las villas miserias,

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Mercado Popular organizado por el FPDS

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los campesinos, estudiantes, entre otros. Las clases dominantes promueven el en-frentamiento de sectores de nuestro pue-blo entre sí: por ejemplo que obreros de la construcción desalojen a docentes de un corte de ruta, que un vecino de un asenta-miento se oponga a los vecinos de una vi-lla, o que alguien que tiene trabajo se enoje porque los piqueteros desocupados están cortando la ruta. La única manera de supe-rar eso es -retomando a Gramsci- a través de la construcción de un bloque histórico, una alianza de las clases subalternas, de las clases dominadas, una alianza del obre-ro, del desocupado, del campesino, de los estudiantes, de buena parte de los intelec-tuales, de buena parte de las clases medias que permita cambiar esto.

No quedarse en la “micropolítica”

No se presenta construcción sólida de Po-der Popular quedándose sólo en el plano más inmediato de la comunidad (que es un punto de partida imprescindible, pero no es suficiente). Si nuestras organizaciones populares no se proponen intervenir per-manentemente en la realidad nacional, la realidad nos “intervendrá” a nosotros de la peor manera.

El poder popular que construimos se de-sarrolla en un “ecosistema hostil”, en una sociedad hegemonizada por los intereses antipopulares que expresan las clases do-minantes. Por lo tanto, en la medida que construimos poder con nuevas relaciones de justicia y rebeldía, en la medida en que intentamos practicar otras lógicas de cons-trucción antagónicas a las que propone el sistema capitalista, el poder de las clases dominantes vendrá a castigarnos con re-presión, persecución, como ha sucedido históricamente y como venimos sufriendo y resistiendo en los últimos años. Por eso para no quedar aislados, para no reproducir

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El Frente Popular Darío Santillán se conforma en el año 2004, gracias a la confluencia de distintos movimientos de trabajadores desocupados MTD, piqueteros, agrupaciones barriales y territoriales, centros culturales, militantes sindicales, corrientes estudiantiles e intelectuales. Buscando superar la política reivindicativa de cada sector, proyectándose como organización popular, político social, multisectorial y con presencia en las distintas provincias de Argentina. Toma el nombre de un integrante del MTD asesinado en la represión a la protesta piquetera que bloqueó los accesos a la Capital Federal en junio del año 2002, conocida como Masacre de Avellaneda.

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la fragmentación, para no reproducir el aislamiento, los espacios de gene-ración de Poder Popular tienen que interpelar al conjunto de la sociedad, “hacer política”. Nuestra construc-ción es una tarea cotidiana, gradual, pero existen momentos en los cuales es necesario dar saltos, dar disputas políticas que exceden nuestra coti-dianidad, porque si no se hace, las experiencias de micropoder encuen-tran sus límites y son aniquiladas. Así como existen experiencias en cuales la revolución “desde arriba” devino en nuevos sistemas de opresión, también hay ejemplos donde los sec-tores populares no acompañaron la construcción de poder desde abajo con una estrategia revolucionaria in-tegral.

La coordinación de las experiencias continentales de Poder Popular

De la misma forma que, a partir de la reflexión anterior, “maduramos” nuestras ideas y nues-tras luchas por las situaciones reivindicativas de nuestros movimientos sociales a la proyec-ción política como organización popular, cada vez con más dedicación estamos volcando esfuerzos a la articulación -por abajo- entre las experiencias de resistencia antiimperialis-ta y de construcción del socialismo en nues-tra América. No es suficiente mantener esce-narios locales o nacionales de lucha, tampoco debemos limitarnos a valorar los aportes an-tiimperialistas de los líderes que, como Fidel, Chávez y Evo, proyectan importantes apor-tes a la lucha continental. Nuestra experien-cia también se nutre y se potencia a partir de los aprendizajes de los pueblos hermanos, en el camino de avanzar colectivamente hacia la construcción del socialismo en todo nuestro continente como aporte a la lucha para cons-truir una nueva humanidad.

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Mientras las fracciones liberales y de izquierda se dis-putan un espacio en el Polo a través de elecciones in-ternas, los campesinos y los indígenas tratan de abrirle espacios a la democracia y a las reformas necesarias a través de la acción en la calle. Estas dos formas de acción política parecen no encontrarse en el camino; la primera vive en una dinámica electoral permanente, la segunda experimen-ta la urgencia de la necesidad concreta del derecho a la tierra y las reformas estructurales.

El vértigo experimentado por los colombianos como efecto de los cruentos acontecimientos sociales y políticos del país, nos deja en-trever la incursión de nuestra realidad en uno de los momentos cru-ciales de su historia. La situación crónica de crisis, expone ante todos, los signos de la descomposición nacional; signos que se manifiestan en la progresiva violencia social como expresión de los ya viejos desajustes económicos; la creciente legión de pobres, la proliferación de cárceles y de sistemas legales e ilegales de castigo, incluidos el crimen, el desplazamiento y la masacre; la prostitución y la militarización de la vida nacional, además del profundo fraccionamiento del país entre proyectos antagónicos, son signos claros de los momentos decisivos para cualquier cultura. Estos elementos ge-neran por si mismos, aunque ninguna de las fracciones del país se lo proponga, la urgencia de construcción de recursos y dispositivos políticos de los sectores más afectados para consolidar un proceso capaz de llevar a la superación de la afrentosa condición económica, cultural y social en la que se encuentra sumergida una parte de la población colombiana.

Los procesos de convergencia de sectores sociales, sindicales y agrupaciones políticas que asumen la responsabilidad de no dejar descomponer las posibilidades de construcción colectiva y la creación de un proyecto de país propiciado desde una vertiente democrática en proceso de construcción, tiene la no muy cómoda brega histórica de activar en este mo-mento de definiciones, un proceso de construcción de un proyecto nacional democrático y de sentar sus bases desde las mismas prácticas culturales que la acción política, como ejercicio de construcción social, pedagógica y cultural, comporta.

Existe en algunos la intuición que percibe que ha llegado el momento de superar los manifiestos maximalistas, los reiterados diagnósticos y los precarios resúmenes de la historia nacional presenta-dos como proyectos nacionales, pues el proceso actual ensaya nuevos caminos y nuevas formas de construcción de un sentido político y cultural concordante con las elevadas exigencias que demanda el enmarañado conflicto colombiano.

Por Álvaro Marín*

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Si no hay todavía una manifestación irrefutable que sirva de clara respuesta a esas intuiciones, que pueden ser también una manera de pen-sar con el deseo, -que es entre otras cosas la forma más ingenua y también la más humana y generosa del pensar- es pertinente plantearse las preguntas que lleven a la indagación sobre la superación de nuestras prácticas culturales en lo político y el posible estado de transición de algu-nos sectores de la vida colombiana hacia formas de acción política que superen los anquilosados métodos de pensamiento y acción.

Ante estas circunstancias y ante la desmesurada tarea a desarrollar que requiere de fuerzas bien articuladas y concentradas en propósitos comu-nes, aparecen las preguntas necesarias sobre los diversos movimientos contemporáneos. ¿Aban-donan estos los maximalismos paralizantes para asumir las contingencias que rebasan toda de-claración de principios, para poner frente a este proceso el reto de construir nuevas formas de acción derivadas de una nueva actitud mental que exige anteponer los intereses populares so-bre los principios ideológicos de las fracciones?

La ideología necesariamente es parte de todo proceso histórico, pero es un componente simul-táneo de los procesos y una expresión de los mismos, y no una cartilla que se elabora apriorís-ticamente para señalarle un camino a la historia como pretende la actitud conservadora de par-tidos colombianos de todas las pelambres, here-deros de una cultura dogmática.

Otra pregunta derivada de este planteamiento se enfoca necesariamente sobre el ánimo frac-cionalista que ha acompañado históricamente la política colombiana. ¿Es posible superar por el camino de las convergencias la política de frac-ciones heredada de una larga historia de prácti-cas dogmáticas y retóricas de la política?. Si se entiende además que nuestra cultura política es heredada de las costumbres de los viejos parti-dos, y por que no decirlo, de la mentalidad colo-nial que anteponía los dogmas e intereses de las cofradías sobre la ominosa realidad concreta ¿Se insinúa entonces un giro, un cambio de ritmo, un viraje importante en el camino de la acción política?

Foto Sombra Azul

El caciquismo político e intelectual es otro de los com-ponentes de nuestro rezago cultural. Los personalis-mos, tan nocivos como la actitud de las fracciones ¿están siendo superados en las vertientes y prácticas políticas y culturales de convergencia? ¿Supera esta convergencia el viejo ánimo parlamentarista que ca-racteriza la política colombiana y que plantea junto al Banco Mundial y las organizaciones sociales aleja-das de los procesos populares, que el problema de la violencia en Colombia es un asunto exclusivo de “sectores armados”?. ¿Se está superando por esta vía de la confluencia la práctica manida de establecer acuerdos sobre “lo que nos une” para olvidarnos de lo que nos diferencia solo para retomarlo luego como argumento de una nueva ruptura, cuando el ejercicio necesario en nuestra cultura es precisamente el de asumir el trabajo en la diferencia y la incorporación del otro, como lo hemos aprendido en nuestra cultura urbana de tradición mestiza?

La dependencia intelectual de un discurso académico prestado de las escuelas europeas y sajonas es des-de hace mucho tiempo parte estructural de nuestra violencia social y política. ¿Diferencian nuestros inte-lectuales el discurso colonialista y fraccionador de la diversidad cultural impuesto por el Banco Mundial a través de la UNESCO frente a la realidad de la diversi-dad cultural propia que se expresa, no en el “mosaico de culturas” como dice la UNESCO, sino en los proce-sos de intercambios endógenos a través de nuestro histórico y complejo proceso de mestizaje? Si las respuestas a estas preguntas dejan entrever un cambio de sentido y de argumentación, podemos afirmar que entramos en un nuevo ciclo de nuestras costumbres políticas, que nuestras prácticas dogmá-ticas parecen estar siendo rebasadas finalmente por

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las prácticas y dinámicas que impone la misma realidad social y que las últimas movilizaciones de indígenas, estudiantes, trabajadores, sindicalistas, junto al paradójico debilitamiento acompañado de agresividad y violencia del proyec-to autoritario, registran los signos de un nuevo ciclo de las luchas sociales en Colombia.

Pero hay que considerar otro elemento importante y es el surgimiento de una corriente crítica que ha aprendido a diferenciar el movimiento social encabe-zado por organizaciones dependientes de la política del Banco Mundial y las Naciones Unidas, frente al movimiento popular liderado por campesinos, ne-gros e indígenas. El inane discurso de los Derechos Humanos se ha convertido en un discurso forense que cuenta los muertos, heridos y judicializados y lue-go pasa la cuenta de cobro a Naciones Unidas que es precisamente la instan-cia de donde surgen las políticas que violentan a los colombianos a través del Banco Mundial. Muchos hombres y mujeres del pueblo colombiano empiezan a observar la insistencia en el discurso seudo humanista de las organizaciones sociales como un nuevo “opio del pueblo” que trata de impedir el ejercicio del derecho de rebelión y la acción directa en los procesos populares y democrá-ticos. Dudamos con ellos de la eficacia y la validez de tales organizaciones en la defensa concreta de los derechos, que mejor asumen los indígenas y campesinos por la vía de la acción directa.

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Foto Omar VeraEl poder desde el pueblo. Minga Social y Comunitaria. 2008

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Los preocupantes signos de la realidad, más allá de todo apego doctrinario y partidista y de toda ve-leidad ideológica y personalista, notifican al movi-miento social, a las organizaciones políticas y a los trabajadores culturales, la radicalización del proce-so colombiano donde la corriente del uribismo sólo es una parte de la salida de madre de las mareas históricas y sociales en conflicto; de un pasado de conflictos no resueltos, de una cultura señorial que pretende eternizarse con el apoyo del discurso neo-liberal y seudo humanista sobre una realidad urgida de una fundación democrática.

Por las anteriores razones el momento exige la su-peración de toda visión mezquina y de todo ánimo fraccionalista de la acción política por parte de los actores tradicionales y de una renovada práctica en el campo de las ideas y de la acción, por parte de las vertientes creadoras que convergen en el remo-lino originado por las mareas políticas de la Colom-bia actual.

Si bien es cierto la represión y el militarismo han reducido los espacios de acción abierta, también se supone que la inteligencia y la creación, deben ha-cer parte de todo movimiento social, precisamente para superar los obstáculos que la misma realidad impone. Digamos que un ejercicio de ensayo en la confluencia del movimiento popular como ocurre en el Cauca, Nariño y el Sur de Colombia, trata de abrir-se paso entre las breñas de nuestras viejas prácti-cas políticas que han hecho impracticable el camino de la consolidación nacional como ayer lo hicieron las breñas geográficas e ideológicas en los caminos de la Independencia.

El momento deja en evidencia la pérdida de rumbo del proyecto de las élites, sus fisuras abren la po-sibilidad de un proyecto nacional como condición previa de una construcción democrática; nos en-contramos en una condición similar a la de los co-lombianos del siglo XIX, el ciclo se cierra y las tareas históricas aplazadas vuelven a hacerse evidentes con su rotunda violencia; entre la cultura señorial sostenida ahora por la pervivencia de la oscura y tenebrosa imagen del patrón de nuestros días, y de otro lado el mercantilismo y la debilitada empresa. Como en el siglo XIX unos quieren comerciar, otros producir, y los otros gobernar sobre el poder de la tierra y la milicia privada, y para agravar el asunto, todas estas vertientes no encuentran un cauce que los desestanque de la lógica de los procesos inter-

venidos por Norteamérica dónde los intereses de quien produce no coinciden con los intereses de los que co-mercian, y los intereses de los dos anteriores grupos en nada coinciden con los del feudo señorial armado con los brazos de los más humildes, muchos de ellos simplemente quieren ser soldados.

Sólo desde una elevada estatura humana, y una ge-nerosa y aguda visión política es posible vislumbrar la salida y ese es precisamente el reto de los movimien-tos que surgen, algunos como continuidad histórica de los movimientos conocidos en el pasado, otros como ensayo de nuevas formas de acción y articulación sus-tentada en la diferencia pero con objetivos comunes.

Nuestro país se caracteriza por ser una cultura conser-vadora, ultramontana, tanto, que al liberalismo nues-tros intelectuales le llaman “izquierda democrática”. Nuestro miedo histórico a la capacidad transgresora de las fuerzas populares ha hecho que en los momentos de crisis nuestra intelectualidad busque refugio en las filas ladinas de la derecha liberal. En muchos dirigentes es evidente esa transición, los espíritus rebeldes termi-nan entregando su ánimo de revuelta en los estrados de un poder, que bien les paga sus traiciones, pero los desprecia. Nuestro conservadurismo es evidente en nuestras formas de acción política, unas veces ex-presado como miedo al alma popular, y en otras se expresa como una forma de verticalismo y de juegos jerárquicos que imposibilitan la renovación de los lide-razgos y de sus formas de expresión.

*Álvaro Marín: poeta y ensayista

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Foto Omar VeraLa lucha de los Corteros de Caña del Valle del Cauca. 2008

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Hildebrando Veléz G. CENSAT-Agua Viva

Amigos de la Tierra-Colombia.

La idea de re-significar la soberanía nos sirve para la construcción de proyectos de vida sustentables, para la construcción de proyectos de vida con justicia, por-que las nuevas “soberanías”: la soberanía alimentaria, la soberanía energética, la soberanía ecológica, tie-ne que estar en manos de los pueblos. Ellos deciden el camino de construcción de sustentabilidad para las sociedades de justicia ambiental y de justicia con la naturaleza; ahí esta la fuerza de este concepto de so-beranía.

La soberanía energética es también aquella que se construye en defensa de los territorios. Por ejemplo, se construye soberanía energética cuando los habitan-tes de unas zonas “Paramunas” en los Andes colom-bianos defienden sus territorios contra la agresión de empresas que pretenden extraer el carbón que allí se encuentra, amenazando su provisión de agua para la agricultura; amenazando sus posibilidades de vida y las posibilidades de vida de las generaciones venideras.

Es soberanía energética la lucha que hace el pueblo Uwa en sus territorios para mantener el petroleo bajo tierra. Es soberanía energética la lucha que hacen los

indígenas Emberas contra esos monstruos de re-presas que se instalan en sus territorios. Estas son luchas de soberanía energética, pero también estos pueblos realizan grandes esfuerzos para mantener sus tradiciones culturales, para recuperar las formas de uso de la naturaleza.

Por ejemplo, la agroecología que practican las co-munidades campesinas e indígenas es una forma de producción que contribuye a la soberanía energéti-ca; en la medida que no requiere insumos petroleros, ni insumos químicos. En la forma como aprovecha la energía solar, el trabajo y la creatividad humana.

Es soberanía energética, aquello que hacen los campesinos en muchas regiones donde utilizan las excretas de los animales para producir bíogas. Es soberanía energética el proceso que tienen los tra-bajadores de la industria petrolera y energética para devolverle el control sobre los recursos energéticos a sus pueblos, a sus países. Es soberanía energética la lucha del pueblo Boliviano por mantener un domi-nio sobre los recursos gasiferos que había perdido en manos de las transnacionales.

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La soberanía energética se está construyendo en el planeta, se está construyendo en estas lu-chas, se esta construyendo en estas resistencias y se esta cons-truyendo en las propuestas de las organizaciones sociales.

La soberanía de los pueblos se ve menoscavada por acciones -por ejemplo- de empresas transnacio-nales que irrumpen en los terri-torios para instalar grandes mo-numentos de cemento, como las represas, como los oleoductos, como los sistemas de redes eléc-tricas que muchas veces no traen ningún beneficio a las personas, al contrario se les desplaza, se les quita el territorio. Esta energía y esta infraestructura sirve funda-mentalmente a los sistemas de acumulación económica, que enri-quecen a unos pocos en el mundo y empobrecen a las grandes ma-sas de población.

CUANDO SE PIERDE LA SOBERANIAENERGÉTICA

Se pierde la soberanía energética y se pierde la soberanía, cuando los Estados sometidos no tienen la posibilidad de brindar bienes-tar a sus pobladores, así pasa en todo el mundo con la energía. Los Estados no tienen la posibili-dad de proveer energía barata y asequible a sus pobladores. Cabe preguntarse: ¿Por qué existiendo abundancia de energía, encontra-mos países o lugares, en donde la energía abunda; donde las fuentes de energía abundan y sin embargo son miserables en términos ener-géticos?

La energía sirve fundamentalmente para sostener un modelo inicuo en el planeta, para sostener una diferen-cia y una desigualdad enorme que esta instalada en-tre los países que concentra los beneficios, entre los grupos de élite, y las grandes masas de pobladores y personas que viven en la miseria.

Se pierde la soberanía energética, cuando las corpora-ciones transnacionales concentran el poder de decisión e impiden que la sociedad tenga la posibilidad de decidir sobre su propia matriz energética. Las corporaciones transnacionales, afectan de esta manera la soberanía energética, y la afectan cuando reducen a las comu-nidades a ser simples observadores del saqueo que se hace consecutivamente a su patrimonio ambiental.

Se pierde la soberanía energética cuando las elites de los países concentran los beneficios de la riqueza ener-gética sin que ella sirva para sembrar esperanza y para sembrar posibilidades de sustentabilidad.

La soberanía energética tiene varios constituyentes: uno de ellos, es la matriz energética. Cuando hablamos de una matriz energética, estamos hablando de dejar atrás, la sociedad petroadicta, la sociedad energivora; esta sociedad que se funda-mentó en el modelo de uso del petroleo como fuente principal de energía.

Esta sociedad petroadicta y energivora trae consigo el enloquecimiento del cli-ma planetario. La fiebre que vive el planeta es una fiebre que se debe al uso desorbitado de la energía petrolera.

Ante estos aconteci-mientos nos quieren responder con diver-sas propuestas: por ejemplo los agro-combustibles. Para transitar a una matriz energética más sostenible de-bemos desarrollar

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los agrocombustibles. Sin embargo en nuestros países constatamos que el desarrollo de los agrocombustibles es promovido directamente por esta alianza macabra de las organizaciones empresariales petroleras, de las em-presas transnacionales de las semillas y alimentos, de las transnacionales de la industria automotriz. Esta alianza que promueve la agroindustria energéti-ca, trae desgracia para los pueblos, trae miseria. Los precios de los alimen-tos están disparados en el planeta. En nuestro país vemos como desafortu-nadamente el precio de los alimentos se encarecen enormemente debido a que están destinados a la producción agrícola para satisfacer la demanda de energía para los vehículos. Nosotros hemos dicho: no podemos seguir llenando los tanques de los vehículos, y vaciando los territorios, expoliando las culturas, vaciando y destruyendo la vida y la esperanza de la gente en su territorio.

La matriz energética es pues fundamental; transitar hacia una matriz ener-gética sostenible implica necesariamente que contemplemos la posibilidad de emplear la mayor fuente de energía que llega al planeta que es la energía solar; a través de procesos de producción de biomasa, que son fundamentalmente los tipos de procesos que más aprovechan energía.

Pero también hablamos de una nueva matriz energética en la medida en que podamos utilizar adecuadamente la creatividad del trabajo humano. El trabajo humano le agrega a la economía gran cantidad de energía. Sin embargo, la crea-tividad y el trabajo humano se dilapidan. Millones de seres humanos carecen de posibilidades para desarrollar su capacidad de trabajo; que sin duda hace parte de nuestro concepto de soberanía energética

ÉTICA Y SOBERANÍA ENERGÉTICA

Sin duda, la soberanía energética tiene entre sus componentes el tema ético. Cuan-do hablamos de la soberanía energética desde una perspectiva ética de la vida, de la sustentabilidad, estamos hablando de la posibilidad de emplear las fuentes de energía de manera eficiente, de tal forma que no contribuyan al desorden climático, que mantengan la estabilidad social y cultural de las sociedades. Pero a este plan-teamiento se opone una ética de la codicia, una ética del filibusterismo en donde la energía sirve simplemente como medio de acumulación de capital para unos pocos.

SOBERANÍA ENERGÉTICA Y DEMOCRACIA

Desde la perspectiva de la democracia hablamos de soberanía energética, cuando las sociedades locales, las comunidades locales, incluso las organizaciones populares de un país, toman la decisión de defender la soberanía. En el caso de la soberanía alimentaria o la soberanía energética estamos hablando de procesos democráticos, de procesos donde la gente auto -constituye su mandato, se auto - gobierna, tiene la posibilidad de decidir sobre el futuro de su vida. Pero esta posibilidad, la coarta el tipo de decisiones que se toma de manera centralista por las grandes corporaciones transnacionales en asocio con élites nacionales o con élites transnacionales; que dejan sin posibilidad de participar en la toma de decisiones sobre la vida que se quiere tener, sobre el modelo de desarrollo que se quiere implementar.

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Hablamos de soberanía energética cuando decimos que los procesos de decisión sobre las fuentes de energía y su uso están en manos de las personas de manera solidaria. Porque sabemos que existen unas condiciones de distribución geográfica de las fuentes de energía y probablemente existan lugares que tengan más posibilidades de proveerse de energía que otros.

SOBERANÍA ENERGÉTICA Y SOLIDARIDAD

Estamos hablando de la solidaridad entre los pueblos. La unidad y la solidaridad entre los pueblos permite acceder a la soberanía popular. La gente pueda compartir con otros si tiene excedentes energéticos y puede a su vez cuidar la energía que se use, en todos los terrenos, para fines benévolos. La energía se usa de manera desbordante para productos inútiles. Ne-cesitamos que la energía se use para aquello que es esencial, para mantener la vida digna de todos los seres humanos, para mantener la vida en el planeta.

También hablamos de soberanía energética cuando usamos responsablemente la energía en nuestra vida cotidiana. Cuando actuamos con responsabilidad frente a los demás seres huma-nos y frente a la naturaleza. En nuestra vida cotidiana hacemos cosas en función del beneficio y bienestar de los seres humanos. El consumismo que es el uso desbordado e inútil de la na-turaleza es algo que esta en contra de esta posibilidad de la soberanía energética en la vida cotidiana.

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Foto LordFerguson

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Pero en la soberanía energética tam-bién puede considerarse la ecoeficien-cia, los procesos y procedimientos tecnológicos que contribuyan a aho-rrar y salvar energía.

Hablamos de la ecoeficiencia, y de la ecosuficiencia: la coeficienca significa procesos técnicos que contribuyen a salvar energía y salvar materiales. La ecosuficiencia nos permite acceder al uso apropiado de la naturaleza y de la energía. No basta que existan proce-sos técnicos ecoeficientes sino limi-tamos el consumismo, sino limitamos nuestra propia demanda de energía y materiales.

Sin embargo, cuando hablamos de los procesos técnicos necesariamen-te tenemos que referirnos a los de-rechos de propiedad intelectual que tiene la tecnología. Para que la sus-tentabilidad en el planeta avance, se requiere que las tecnologías se com-partan desinteresadamente, se re-quiere que la sabiduría, como lo han hecho los pueblos de nuestro conti-nente, se comparta. Se requiere que se comparta la sabiduría, se requiere que no existan derechos de autor in-telectual sobre la tecnología; porque estos limitan las posibilidades de de-mocratización, de acceso a la tecnolo-gía, limitan las posibilidades de uso de las tecnologías y limitan la posibilidad de que el mundo avance en función de la sustentabilidad.

Las reglas de comercio internacional que se organizan a través de los tra-tados de libre comercio o a través de las imposiciones de la organización mundial de libre comercio, tienen la tendencia a imponer privilegios de los países que concentran el desarrollo tecnológico, sobre aquellos países que tienen dependencia tecnológica; estas reglas inicuas e inequitativas no contribuyen a la soberanía energética.

Por eso la lucha por la soberanía energética es también la lucha contra la imposición de estos tratados de libre comercio y de estas normas que se imponen desde la organización mundial del comercio, como los bancos multilaterales, las instituciones financieras del Norte y las ins-tituciones financieras transnacionales.

En el mundo vienen organizándose diferentes fuerzas que defienden la soberanía energéti-ca. La vía campesina habla no solo de sobe-ranía alimentaria, sino también de la soberanía energética. Amigos de la tierra Internacional, las organizaciones ambientalistas en el plane-ta, las organizaciones indígenas hablan de la soberanía energética como un propósito, pero también como una guía para la construcción de sociedades sustentables, democráticas y justas.

La soberanía energética es una condición para alcanzar un equilibrio climático en el planeta; sin soberanía energética no será posible res-taurar la calma climática del planeta. Solo me-diante la lucha de los pueblos, (como acaba-mos de presenciarlo en Bali, en la conferencia de partes de cambio climático), solo mediante la coalición y la unidad de los pueblos y de los movimientos sociales, es posible que detenga-mos la barbarie que se impone en el planeta y que detengamos esta destrucción de las con-diciones de vida y de sustentabilidad, que se nos imponen a través del capital y las trans-nacionales.

El movimiento de lucha por la justicia climática que se acordó en Bali, comienza a tener sus primeros frutos. En el futuro será aquel movi-miento que reivindique las víctimas del cam-bio climático, que reivindique las víctimas de este modelo pretroadicto y energívoro, que se erija como una fuerza mundial capaz de re-direccionar las negociaciones en el marco de la conferencia del cambio climático, en el marco de la convención del cambio climático, en el marco del protocolo de Kyoto. A partir de allí es posible que las organizaciones mundiales aprendamos y socialicemos diversas condicio-nes para construir localmente nuestra sobera-nía energética.

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Wilson AriasConcejal de Santiago de Cali

En recientes publicaciones, el Presidente del BID Luis Alberto Moreno, viene insistiendo que, a diferencia de países templados que derivan el etanol del maíz, “en la mayoría de los países productores de azúcar en la región (A.L. y el Caribe), el etanol puede rendir beneficios sociales, ambientales y económicos, sin impactar el precio de los alimentos”. Por ello, el BID estaría contribuyendo a aprovechar esta oportunidad “con los más altos niveles de sostenibilidad ambien-tal”, entretanto “las autoridades de Brasil y Colombia ya están desarrollando sistemas de certificación que permitirán a los productores garantizar el cumpli-miento de normas internacionalmente aceptadas1” , agrega en tono tranquilizador.

Similares bondades son presentadas en la prensa tan-to de Centro y Suramérica como del valle geográfico del Río Cauca −zona de influencia de la producción de caña de azúcar colombiana−, especialmente después de que los cables internacionales se ocuparan en ex-tenso de la inflación del precio del maíz, a cuenta de su utilización para la producción de etanol y de la es-peculación de la cual han sido objeto los alimentos en los mercados a futuro2. Buena parte de la argumenta-ción del BID se refiere a obtener mayor eficiencia de la producción de etanol a partir de la caña de azúcar sobre la del maíz; a la conveniencia de sustituir com-bustibles de origen fósil por los de origen vegetal; a su impacto ambiental, y a su capacidad para impulsar el crecimiento económico con desarrollo social, hechos

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que de paso estarían siendo ejem-plificados en el caso brasilero. El arrastre que su industria ejerce sobre la industria de otros países del área (ha suscrito acuerdos en la materia con Ecuador y algunos países centroaméricanos) explica-ría el entusiasmo de aquel Banco para invertir a través del mercado brasilero del etanol.

El planteamiento comporta, sin embargo, varias falacias y oculta calculadamente algunos hechos. El primero de ellos, básico en la discusión del tema es el siguiente: no es posible sustituir sino parcial-mente el uso del combustible fó-sil por el de origen vegetal. Pero esto no es posible bajo los pa-trones actuales de consumo. Dos datos lo ilustran: “La dinámica de los agrocombustibles (AGC) no logrará suplir la demanda energé-tica mundial. Valga como ejemplo señalar que el 60% de los com-bustibles derivados del petróleo se destina al sector del transporte y, para el 2030, los AGC apenas podrán suplir el 8% de la demanda energética de ese sector”3.

“Si en Estados Unidos todos los automóviles utilizaran como único combustible uno que ten-ga 100% de etanol, sería necesa-rio destinar el 97% de la superfi-cie de la tierra al cultivo de maíz para abastecer esa proporción, con consecuencias extremas para la biodiversidad”4.

Sí esto es así, sea con maíz o con caña de azúcar se debería cultivar la superficie de éste y de otros planetas si se intentara surtir con etanol la demanda de combustible que suman los vehículos en todos los países del orbe.

Pero existen otras debilidades muy significativas en la insistente defensa “social” que de la producción de etanol a partir de la caña de azúcar hace el Presidente del BID. Hoy existe copiosa literatura especializada que da cuenta de los severos impactos ambientales de ese monocultivo: “Lo que es posible prever (en relación con el ímpetu de la producción agroindustrial de combustibles), es el alza de los precios de los ali-mentos, la expansión acelerada e incontrolada de cul-tivos y plantaciones transgénicas, la contaminación masiva con agrotóxicos, el uso de nanotecnologías en la agricultura, el control cada vez más profundo y monopólico de la alimentación por parte de unas po-cas transnacionales, el control y apropiación de más territorios indígenas y campesinos por parte de los mismos conglomerados, y por parte de los grandes terratenientes regionales que ahora se globalizan; la expulsión desde el campo, la escasez y contamina-ción crecientes del agua y la expansión a gran escala de los procesos de destrucción de los ecosistemas que juegan un papel central en el ciclo de carbono del planeta. Todo ello sin remediar, ni superficialmente ni de fondo, los procesos de cambio climático y calen-tamiento global: estos no sólo no mejoran sino que empeoran y pueden tornarse irreversibles”, sostiene el editorial de la revista “Biodiversidad, sustento y culturas” en su No. 54, dedicado en su integridad al tema que nos ocupa.

En efecto, los “beneficios sociales” vinculados al procesamiento de la caña de azúcar en Colombia se han discutido desde la fundación de esa industria, y tienden a empeorar con su destino en la producción de etanol. Al respecto, hagamos algunos subrayados importantes que son de actualidad con motivo de los recientes conflictos ambientales y laborales en su zona de influencia.

Entre ellos se destaca la falta de disponibilidad de agua necesaria para el consumo humano. Aconteci-miento que capturó la atencion temporal colectiva con motivo de la huelga de hambre que en Bogotá adelantaron los concejales del municipio de Candela-ria. Este servicio fue suspendido plantación adentro, inmerso en la eterna y uniforme extensión de caña. Pero el problema no se remite a la supuesta insolida-ridad de las poblaciones ubicadas cuenca arriba de los ríos de los que deberían surtirse las situadas “río abajo”, como de manera simplista lo quisieron pre-sentar los grandes medios de comunicación, varios de

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ellos vinculados a los gru-pos económicos que do-minan los ingenios azu-careros. También en este caso resulta concluyente una somera comparación, la del uso del agua en el Departamento del Valle del Cauca, que registra un impresionante 86.4% para actividades agrícolas, contra el 6.9% para el uso doméstico, el 2.9% para usos industriales y el 3.8% para otros usos. Esto se da porque el requerimien-to de agua de las planta-ciones de caña de azúcar resulta con creces mayor que otros cultivos: 10.620 M³/ha en su caso, contra 4.000 M³/ha para el to-mate, 3.320 M³/ha para el maíz y 2.860 M³/ha para el sorgo. La enorme demanda de agua para el monocultivo en la región genera una grave presión sobre el recurso hídrico, limita su preservación y determina su inequitativo acceso.

Ahora bien, el asunto no se circunscribe al complejo problema ambiental referido brevemente y a modo de ejemplo en los párrafos anteriores. Tal como se ha señalado, el despojo de los territorios indígenas y la esclavización de sus comunidades marcaron el arribo de la caña a la zona. Ricardo Sánchez nos recuerda que “las primeras explotaciones de jugos de caña en la región del Valle del Alto Cauca se adelantaron me-diante la encomienda, con mano de obra indígena a mediados del siglo XVI”5. El engaño, el fraude y la vio-lencia estuvieron al centro de la concentración de la tierra y la apropiación de su renta. La mixtura de re-laciones de producción en el sector no estuvo deter-minada solamente por nuestro desarrollo capitalista tardío y su evolución no correspondió solamente al cambio tecnológico impuesto, tambien estuvo atra-vesada por el modo en que se resuelve la cuestión de la usurpación de los territorios y las condiciones de

sometimiento de mestizos, negros e indígenas, entre la esclavitud, el terraje y el peonazgo.

La industrialización requirió desde la recurrente utilización de la fuerza pública al servicio del capital −a la que resistieron fuertemente colo-nos y campesinos6−, una prolonga-da política agraria funcional y hasta algunas medidas gubernamentales destinadas a estimular, por acción o por omisión (por ejemplo, de la tan reclamada reforma agraria) la expansión del cultivo y la obtención de la tasa media de ganancia por los ingenios, incluida la expropiación de

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Foto Bensons

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la propiedad campesina vía fomento de cultivos que indujeron su endeuda-miento y políticas crediticias, agenciados principalmente por el ICA y la Caja Agraria a comienzos de los setenta (1970)7. Pero dicho compor-tamiento gubernamental en favor de este sector económi-co no se circunscribe al período aludido.

Actualmente es requisito indispen-sable para el sostenimiento del ne-gocio del etanol y no propiamente en procura de los beneficios socia-les que todos: presidente del BID, medios de comunicación y gobier-nos del área prometen con cinis-mo, la obtención de enormes ingresos para los grupos económicos que mono-polizan el sector.

La idea que suscri-bimos es que el nuevo papel del Estado colom-biano en mate-ria económica, --una vez que ha renunciado a buena parte de su función social-, radica en ordenar los recursos e institucionalidad de que dispone, al servi-cio de lo privado. La situación de los agro-combustibles le im-pone una hiperactividad favorable al gran capital y una permanente conducta omisiva contra los de abajo: des-de la promoción (flexibilización) o inobservancia de las normas laborales, hasta la intervención represiva o la per-misividad del paramilitarismo.

La resistencia de los corteros ha puesto al desnudo algunas de esas atrevidas omisiones gubernamenta-les. Aquello que escasamente ha trascendido es su actividad casi febril para legislar sobre incentivos ha-cia esa industria produciendo enormes oportunidades a su “empresarismo” nacional y transnacional.

Así por ejemplo, en el Plan de Desarrollo y el do-cumento “Visión Colombia 2019” se orienta una reprimarización de la economía dentro de la cual se destaca la producción de agrocombustibles. La Ley 693/2001 estimula la producción y uso del alcohol carburante al establecer que a partir del 2005 la gasolina en Bogotá, Cali, Medellín y Ba-rranquilla debe contener un 10% de esa sustan-cia. La Ley 188/2002 introdujo exenciones de IVA, impuesto global y sobretasa al componente de alcohol de los combustibles oxigenados. La Resolución 180687/2003 reglamenta su pro-ducción, acopio, distribución y puntos de mez-cla y su uso en los combustibles nacionales e importados. La Ley 939/2004 establece que el agrocombustible nacional para uso de motores

diesel queda exento del IVA y del impuesto global al ACPM. La Resolución 351/2005 reglamenta los procedimientos para la inscripción y registro de los nuevos cul-tivos de tardío rendimiento, con miras a la exención sobre la renta tributaria. El Decreto 383/2007 crea las zonas francas especiales en los ingenios que produzcan alcohol carburante, y la Ley 1152/2007 (Estatuto Rural) crea el marco institucional para adecuar el cam-po al plan agroexportador a favor del gran inversionista y los grandes dueños de la tierra8.

Los ingenios también reciben incenti-vos en su condición de productores de

azúcar, pues su precio interno es tres ve-ces superior al externo, y uno y otro tien-

den al alza con el crecimiento de la demanda de etanol. Sus conglomerados económicos se

benefician de legislaciones favorables en otros renglones, como la generación de energía eléctrica

desde los ingenios, que resultó exonerada de subsi-diar a los estratos uno y dos, y como operadores de telecomunicaciones, en trance de nuevas reglamen-taciones al servicio de los privados.

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La cuestión es que con unos costos por galón en Co-lombia (U$1.25) superiores a los de EUA (U$ 1.09) y del Brasil (U$ 0.83), al etanol colombiano le será difícil competir en el mercado internacional. Su buen precio en relación con el petróleo no será de largo plazo, pues quienes potencian su producción son los mismos actores que manejan el flujo financiero, el mercado y los precios del crudo. Está claro que por ahora resulta un mejor negocio la producción de etanol que la de azúcar. Pero su competitividad internacional y aún en relación con los precios del crudo corre por cuenta de la obtención de mayores incentivos, razón por la cual el documento CONPES 3510 orienta seguir creándolos en el orden nacional y a escala territorial sobre el impuesto de industria y comercio. Tal es la realidad que, dada esta comparación de precios y las enormes gabelas ofreci-das por el gobierno colombiano al etanol, se teme que persiguiendo la suma de subsidios otorgados empiece a llegar al mercado nacional etanol importado. Pero dicha competitividad corre por cuenta de una mayor explotación del trabajador, pues aquello que siempre se ha obtenido por mejoras tecnológicas, mayores rendimientos de la materia prima (más glucosa/me-nor peso de la caña), o por menor remuneración a la mano de obra, se traduce inexorablemente en mayor esclavitud y desempleo.

Las empresas transnacionales impulsan la oleada pla-netaria de agrocombustibles para obtener mayores ganancias: las compañías de automóviles que espe-ran la reposición del parque automotor; las petroleras que controlan la distribución de combustibles; las del comercio mundial de granos ganan con su utilización para agrocombustibles y con la especulación que ello propicia en el mercado de los alimentos, y las trans-

nacionales de los transgénicos al introducir semillas que no se aprobarían para alimentación humana, creando nuevos riesgos de contaminación de cul-tivos y granos para el consumo humano. Se trata de una pesada suma de intereses corporativos in-ternacionales que moviliza a varios y poderosos conglomerados.

El sentido de las “certificaciones internacionales” y las razones de los créditos y estímulos a la inversión promovidos por el BID van saltando a la vista. No los anima el cacareado interés “social” que invoca su presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno. Unos y otros, organismos de crédito multilateral, empresarios nacionales y transnacionales, gobier-nos y medios de comunicación, desdeñan de las medidas que en lo ambiental, social y económico reclaman sus pueblos y estarían decididos a burlar o negar a precio alto sus justas reivindicaciones.

En ese sentido, coinciden con el discurso “social” de Uribe. Pues el interés de las poderosas mino-rías, ni el de las mayorías empobrecidas, jamás se realizarán sin el auxilio del poder político. Las pri-meras, se han procurado una normatividad nacio-nal e impulsan una legislación internacional que les asegure sus negocios a perpetuidad. Las segundas, van aprendiendo que la política es la expresión más condensada de la economía, que cristaliza sus in-tereses fundamentales y penetra todas las esferas de la vida social. Del mismo modo que no se pre-sentan soluciones inmediatas a los corteros de la caña de azúcar sin una profunda reforma laboral, tampoco habrá reforma agraria, reivindicación del campo, justicia ambiental, equidad redistributiva, bajo el imperio de la “democracia profunda” que agencia este gobierno.

1 Ver www.nacion.com, Costa Rica, 27.07.20082 ÁLVAREZ, Paula “Los agrocombustibles una historia de ciencia ficción”, en “Tierra y territorios sin agrocombustibles”, Asproinca, Grupo semillas, Bogotá, Octubre de 2008. 3 MORALES, Juan carlos, “Contexto y geopolítica de los agrocombustiblers: Algunas consideraciones”, Ponencia presentada al seminario nacional “Agrocombustibles y derecho al territorio”, Bogotá 20084 VELEZ, Hildebrando, “Cambio climático y agroenergía. Los espejismos de los agrocombustibles”. Revista Semillas N° 34/35, Bogotá , Diciembre de 20075 SANCHEZ, Ricardo “Las iras del azúcar: La huelga de 1976 en el ingenio Riopaila” Revista N° 35, Historia Crítica Uniandes, Bogotá, Enero - Junio de 20086 Aunque muchos campesinos fueron expulsados de sus tierras casi todos ellos resistieron, negándose a pagar terrajes o a desocupar las fincas. A partir de 1915 los parceleros constituyeron juntas de defensa en Puerto Tejada, La Serafina, Sabanetas y Guachené, para protegerse del abuso de los hacendados, defender sus intereses, promover la lucha por la tierra, abolir la obligación de pago de terraje y luchar organizadamente contra los desalojos. La resistencia de los negros provocó en muchas ocasiones enfrentamientos con los terratenientes, quienes en general, se apoyaron en el ejército para intentar sacar a los colonos. En 1912 por ejemplo, trajeron tropas para desalojar a los campesinos de El Pastal; en 1920 enviaron soldados a Mendiola y en repetidas ocasiones a Puerto Tejada entre 1925 y 1930, en “Norte del Cauca: región rica- pueblo pobre en “Cuadernos de FUNCO”, N° 1, Santiago de Cali. 1988.7 Ibid, “Cuadernos de FUNCOP” N° 1, Santiago de Cali, 19988 ÁlVAREZ, Paula “La política del gobierno colombiano en la promoción de agrocombustibles”, Revista Semillas N° 34/35, Bogotá, diciembre de 2007

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Frank Molano Camargo1

El siglo XXI no será un si-glo americano. Será un siglo de vastos conflictos, del as-censo de luchas sociales que cuestionarán las ambiciones de Washington y del capital. La crisis está exacerbando las contradicciones entre las clases dominantes. Estos con-flictos cobrarán dimensiones internacionales cada vez más agudas, y empujarán a Esta-dos y grupos de Estados unos contra otros. Uno ya puede discernir los primeros flir-teos de un conflicto entre los Estados Unidos, Japón y su fiel aliado australiano, por un lado, China y otros países asiáticos por el otro. No es difícil prever el renacimien-to del conflicto entre Estados Unidos y Rusia, si la última se las arregla para librarse de la espiral de muerte y de desin-tegración a donde la arroja-ron Boris Yeltsin y sus “con-sejeros” norteamericanos.2

Presentación

Brotes de guerra en el Cáucaso, relaciones militares entre Ru-sia y Venezuela, crisis financiera en Norteamérica, llamados a revalorizar el monopolio estatal para salvar los bancos, mayor presencia de China en el mercado mundial, son algunos de los hechos que empiezan a visibilizarse al finalizar el año 2008. Algunos analistas plantean la existencia de una “nueva guerra fría”, otros la vuelta del keynesianismo, pero ambos son argu-mentos insuficientes para comprender la magnitud de los pro-blemas mundiales. A partir de la mirada clásica sobre la teoría del imperialismo propuesta por Lenin al comenzar el siglo XX, se propone una lectura, que tiene como centro el fin de la matriz de acumulación imperialista, compuesta por la triada (Estados Unidos Europa y Japón), en la cual EE.UU. tuvo un lugar privile-giado de dominación y control mundial, intentando constituirse en el Imperio e implantar su “pax romana”.

Sin embargo, asistimos a un debilitamiento -no a un fin- del pro-yecto imperial yanqui y a una reacomodación del sistema mun-dial imperialista. Para esto se plantean asuntos como: la crisis de la matriz de acumulación y el debilitamiento norteamericano, la emergencia de dos poderosos rivales imperialistas: Rusia y China y sus proyectos globales de dominación y finalmente, una reflexión sobre aquello que implica para la izquierda ser antiim-perialista y no sólamente ser antinorteamericano.

La crisis de la matriz de acumulaciónimperialista

El análisis de los rasgos distintivos del sistema imperialista fue captado tempranamente por Lenin en su clásica obra “Impe-rialismo, fase superior del capitalismo”, quien caracterizó esta etapa de desarrollo capitalista a partir de cinco elementos: 1. La concentración y centralización de la producción en los monopolios imperialistas; 2. La fusión del capital bancario con el capital industrial y la creación, basada en ese “capital financie-ro” de una oligarquía financiera; 3. La exportación de capitales,

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que difiere de la exportación de mercancías; 4. La formación de asociaciones internacionales de capitalistas monopolistas, que se reparten el mundo entre sí, 5. La división territorial del mundo en-tre las potencias capitalistas más importantes”.3

Sobre estos elementos el proce-so histórico del capitalismo en su fase imperialista, se constituye con las matrices de acumulación del sistema imperialista, matrices de acumulación relacionadas con diversos factores como el tipo de monopolios dominantes en el mercado mundial, el modo en que está repartido el mundo entre las potencias dominantes, y las formas de acumulación y explo-tación dominante en el conjunto del sistema imperialista.

Después de la restaura-ción del capitalismo en la Unión Soviética en la década de 1950, Mao Tsetung, anali-

zó la existencia de una matriz de acumulación a partir de dos super-potencias imperialistas: Estados Unidos y la Unión Soviética. Cada una con una estrategia de expor-tación de capital y red de alianzas en el mundo, basadas en el capital monopolista estatal. Con la diso-lución de la URSS en 1991 surgió una nueva matriz de acumulación, a partir de tres bloques imperialis-tas: Estados Unidos, Europa y Ja-pón, que pugnan por el reparto del mundo. La matriz de acumulación tuvo varias características: la tria-da imperialista4 (Estados Unidos, Europa y Japón), con un lugar pri-

vilegiado para EE.UU.; la confor-mación de los megamonopo-lios imperialistas que pugnan por el control de mercados, materias primas y empresas de todo el mundo a partir del neoliberalismo; la reducción del intervencionismo económico del Estado; y el pre-dominio del capital especulativo sobre el capital productivo.

En la triada, cada potencia se tra-zó una agenda para pasar de es-feras de influencia a bloques im-perialistas. Esta matriz, que por lo visto está llegando a su fin, surgió en medio de una nueva forma de organización de la producción a escala mundial, como un aspecto de larga duración. Se trata de un nuevo mercado mundial unitario, con acceso relativamente libre para los monopolios internaciona-

les, impulsado por el desarrollo de las fuerzas productivas que

ha permitido una gigantes-ca concentración y cen-

tralización de la produc-ción5.

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Los megamonopolios lograron en los últimos años una gigantesca socializa-ción de la producción (a costa del au-mento de la superexplotación del tra-bajo), centralización, concentración e integración de la economía capitalista mundial.

En el seno de esta matriz de acumula-ción pugnan fuerzas y tendencias del capital, no solamente las potencias im-perialistas, sino también aquellas fuer-zas de los monopolios capitalistas, en los que unos pugnan por la disolución del papel del Estado y otras por su mantenimiento.

Los imperialistas norteamericanos buscaron ocupar un lugar privilegiado dando un salto a superpotencia hege-mónica única, capaz de subordinar a otros poderes mundiales. Para Samir Amin, el proyecto hegemónico de los EEUU se basa en el poder militar, que sustenta una estrategia global de cin-co objetivos: 1. Neutralizar y subyugar a las otras partes de la tríada (Europa

y Japón), minimizando su habilidad para actuar fuera de la órbita de los EEUU. 2. Establecer el control militar de la OTAN mientras se “latinoameri-canizan” los fragmentos del antiguo mundo soviético. 3. Ejercer absoluta influencia sobre el Medio Oriente y el Asia Central, especialmente sobre los recursos petroleros. 4. Desmantelar China, asegurando la subordinación de las otras grandes naciones (India y Brasil), previniendo la constitución de bloques regionales capaces de negociar los términos de la globaliza-ción. 5. Marginar las regiones del Sur que carecen de interés estratégico6.

Esta estrategia militar, cuyo máxi-mo desarrollo fue la guerra mundial contra el terrorismo a partir del año 2001, con la invasión a Afganistán y a Irak, tenía una clara motivación económica: de una parte privilegiar

sus monopolios; de hecho hasta el año 2005, de los doce megamonopolios que más venden en el mundo seis eran norteamericanos y no existían para entonces ningún megamonopolio provenientes de China, Rusia o India. Por orden de importancia estaban: Wall Mart (EEUU), Exxon-Mobil (EEUU), Royal Dutch Shell (holan-desa británica), British Petroleum (británica), General Motors (EEUU), Toyota (japonesa), Chevrón (yanqui), Daimler-Chrysler (Alemana), Conoco-Phillips (EEUU), Total (francesa), General Electric (EEUU) y Ford Mo-tors (EEUU).

Por otra parte, los Estados Unidos se convirtieron en una aspiradora de capital mundial, para tapar el déficit fiscal de la agenda guerrerista. En esto jugó un pa-pel importante el dólar “fuerte” durante la década de 1990. La masa de dinero que venía del exterior (de un Japón en recesión desde el estallido de “su” burbuja especulativa inmobiliaria en 1989; del Tercer Mundo, y de Europa) fue la base que financió la llamada “New Economics”, con el siguiente argumento: a partir del espectacular cambio tecnológico y de la organización del trabajo con base en el procesamiento electrónico de información y las telecomunicaciones, esta nueva rama recuperaba definitivamente las tasas de ganancia sin necesidad de depender del capital productivo7.

DESENCANTAMIENTO DEL MUNDO

Foto Milipeti ©Iraq 2006

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No analizaré la agenda propuesta por Japón y Europa, en el marco de esta matriz imperialista. Japón desde finales de la década de 1990 no se ha logrado recomponer de su crisis bursátil y de su productividad. En Eu-ropa, a pesar de la conformación de la Unión Europea, aún no existe una economía común, sino una pugna entre los imperios alemán y francés por ser cabeza de bloque.

A continuación analizaré los cuatro elementos que llevaron a la crisis de esa matriz de acumulación: 1. La derrota militar norteamericana en Irak. 2. La crisis financiera norteamericana. 3. El creciente papel económico y militar de Rusia. 4. La emergencia de China como emergente motor imperialista.

La derrota Norteaméricana en las arenas de Irak

Al finalizar el año 2006, se dio a conocer el Informe del Grupo de Estudio de Irak, o Informe Baker, compuesto de diez políticos de la clase dominante de larga trayectoria: cinco demócra-tas y cinco republicanos, dirigidos por James Baker, ex secretario de Estado, y Lee Hamilton, ex representante. El Informe Baker puso sobre el tapete la aceptación de la derrota militar en Irak, y las enormes contradicciones que confronta Estados Unidos, y en particular las contra-dicciones que agudizó la invasión de Irak.

Por otra parte, la resistencia Irakí se ha fortalecido y unificado, como lo afirma reciente-mente Abu Muhammed, vocero del Partido Socialista Árabe Ba’ath en Irak y del Coman-do Supremo del Frente de Lucha [jihad] y Liberación en Irak (FSL siglas en inglés]: “(…)Irak está actualmente viviendo bajo una ocupación militar y bajo aquellos que apo-yan la ocupación. (…)En una encuesta reciente del periódico USA Today, la mayoría de los iraquíes apoya la resistencia y está en contra de la ocupación y favorece a un Irak democrático y pluralista. (…) Nosotros en la resistencia armada y no armada somos la única vía hacia la independencia y la estabilidad de Irak. Seguiremos resistiendo hasta la derrota de los EEUU o hasta que los EEUU acepte una retirada. Sólo aceptaremos la negociación si EEUU reconoce los derechos de los iraquíes. De lo contrario, seguire-mos con la resistencia. Hubo más de millón y medio de iraquíes muertos durante el período de las sanciones [1990 hasta 2003] y adicionalmente, más de un millón de iraquíes han sido muertos desde la invasión. En el lado de los EEUU, los 3700 muertos reportados son los miembros de la Marina. No incluye a los mercena-rios, y hay tantos mercenarios en Irak como tropas estadounidenses. Los mer-cenarios están combatiendo más que las tropas regulares en Faluya, Samara, y en otras ciudades”8.

La crisis en Irak ha restringido la capacidad de Estados Unidos de proyectar su poder por todo el mundo, ha abierto brechas y oportu-nidades para sus rivales imperialistas y otras fuerzas que considera hostiles a sus intereses, como China y Rusia9. La bancarrota militar en Irak, fue uno de los temas de las elecciones imperialistas: Mc-Cain se identificó estrechamente con la concepción maniquea y unilateralista de los neoconservadores y nacionalistas agresivos que definieron la política exterior durante el primer mandato del presidente George W. Bush, entre el año 2001 y el 2005, que privilegió la opción militar frente a la diplomacia; pero la tendencia a la baja en las encuestas hizo girar su discurso hacia un mayor énfasis en el empleo de la diplomacia y el diálogo con otros países para promover los intereses na-

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cionales estadounidenses. Por su parte Obama, se mos-tró como un “internacionalista progresista”, seguidor de la escuela de pensamiento creada por el ex presidente demócrata Woodrow Wilson (1913-1921), que promo-vió un orden mundial presidido por la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, es claro que Obama expresa la necesidad de relevo de un sector de las clases dominantes imperialistas, que reconoce la necesidad de una nueva agenda de dominación mundial, que combina el poderío militar con la diplomacia, no en vano Obama tiene entre sus asesores a un hombre clave: Zbigniew Brzezinski, fundador de la Comisión Trilateral10 y brazo de acero de los intereses de Rockefeller.

La crisis financiera Norteaméricana

La actual crisis financiera con centro en Estados Unidos es otra de las causas del debilitamiento de la matriz de acumulación imperialista. Esta crisis señala la bancarrota de la primacía de dos mitos imperialistas: la indestructi-bilidad del capital especulativo y la “nueva economía” de las telecomunicaciones y la información, que según se dice, aumentaría sin límites el crecimiento económico, acortaría las distancias, virtualizaría el trabajo, y con-vertiría a la web en el nuevo ciberespacio del capital y el trabajo, esta vez sin lucha de clases.

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Foto Woodleywonderworks

El crecimiento del sector de las empresas tecnológicas a escala mundial, fue una burbuja especu-lativa que empezó a deteriorarse en marzo del año 2000 con el “derrumbe” del Nasdaq y los ma-los balances de las empresas del sector; se desató una ola de des-pidos y reestructuraciones que empezaron a poner en duda la estabilidad de este renglón de la economía imperialista.

Simultáneamente se conocieron los fraudes de grandes monopo-lios como Enron y World Com, tras los ataques a las Torres Gemelas. Decenas de miles de millones de dólares se pusieron a circular para “estabilizar los mercados tras los ataques”; la Reserva Federal yan-qui, comenzó a bajar las tasas de interés, para estimular el creci-miento, aumentar los préstamos y financiar la inversión en gasto mi-litar. Al mismo tiempo se fomentó el crédito para el consumo, funda-mentalmente a través de présta-mos hipotecarios, hecho que subió los precios de las propiedades.

La Reserva Federal redujo las ta-sas de interés e inyectó fondos en el sistema bancario. Los bancos tuvieron acceso a créditos abun-dantes de bajo interés. Mediante el marketing agresivo y engañoso, presionaban a la gente a adquirir hipotecas. El Banco de la Reserva Federal inyectó fondos de bajos intereses en el sistema bancario a fin de apuntalar los préstamos y alimentar una burbuja hipotecaria especulativa de largo plazo.

Los bancos vendieron esas hipo-tecas a bancos de inversión. Los bancos combinaban estos présta-mos con otros préstamos, crearon productos financieros complejos y

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Foto

Tony th

e Misfit

los vendieron a grandes inversio-nistas, en Estados Unidos y otros países. Estos bonos con aval hi-potecario (así se llaman) circula-ron en los mercados financieros y llegaron a constituir la base para otros préstamos. La garantía fi-nal de esta cadena de préstamos eran los préstamos hipotecarios iniciales.

El déficit fiscal de Estados Unidos es gigantesco, en septiembre del año 2008, se reconocían 438.000 millones de dólares, superando al récord anterior de 413.000 millo-nes del año 2004, presentando un déficit comercial que asciende a más de 800.000 millones de dólares. Además está presente el “déficit privado” de empresas y familias que están fuertemente endeudadas, gastando más de lo que ahorran. Este sobredimensio-namiento del consumo se financia-ba con el resto del mundo, donde miles de millones de dólares vol-vían a los Estados Unidos gracias a que los demás países, y en par-ticular Asia –y especialmente Chi-na- acrecientan sus reservas, en dólares o bonos del Tesoro.

Los desequilibrios del modelo económico norteamericano pro-vocó dos “avisos” de crisis, que no fueron atendidos por el go-bierno de Bush, porque espera-ba un triunfo militar en Irak, para reversar los efectos de la crisis financiera: las fuertes caídas de la Bolsa de Wall Street en mayo-junio del 2006 y fe-brero del 2007, fueron el preludio de los proble-mas venideros.

La burbuja inmobiliaria, con los valores de las propiedades por las

nubes, hizo que los agentes inmobiliarios tuvie-ran dificultad para encontrar nuevos compra-dores; se vieron obligados a bajar los pre-cios de las propiedades, mientras creció el número de viviendas invendibles. En ese mismo momento subieron las tasas de interés y muchos se encontraron con que no podían pagar las cuotas de sus hipotecas; esto llevó a una acu-mulación de créditos impagables, generando la posterior reacción en cadena.

La crisis estalló en julio del 2007, cuando quebraron dos fondos de riesgo de la banca de inversiones de EE.UU. Generando una grave caída en la Bolsa de Wall Street, a continuación quebró el Ameri-can Home Mortgage Investment, uno de los principales bancos hi-potecarios, y después se extendió a otras instituciones que no tenían nada que ver con del negocio inmo-biliario, pero que estaban relaciona-das con los negocios especulativos. En agosto la crisis llegó a Europa, cuando tanto el banco alemán IKW como el francés BNP-Pari-bas (primer banco de Francia), anunciaron dificultades debido a que tenían fondos de crédito invertidos en hipotecas. En Esta-dos Unidos la situación se agra-vó cuando se conoció que tres grandes bancos habían tenido que recurrir a la Reserva Federal porque se encontraban en dificul-tades.

La reacción del capital financiero especulativo, fue buscar la ayu-

da de los Estados, o mejor de sus bancos centrales; experiencia conocida como el “salvataje”, que consiste en que el mercado mundial de divisas es inundado con dineros es-

tatales para evitar una quiebra en masa. A pesar que en diciembre del año 2007, la Reserva Federal de EE.UU. y el Banco Central Europeo ha-

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bían hecho circular más de un billón de dólares, la crisis no se detuvo. A comienzos de octu-bre del 2008 del secretario del Tesoro Paulson propuso un nuevo plan de rescate de la banca norteamericana, lo que llevó a algunos a hablar de “Socialismo en Wall Street”, debido a esa in-adecuada confusión de los teóricos neoliberales entre estatismo y socialismo.

Si bien no estamos aún en el colapso del sistema imperialista, la crisis financiera si muestra ten-dencias que son importantes a la hora de ana-lizar el sistema mundial y las luchas por venir. Como lo sostiene el investigador independiente Andrés Tapia, se trata de una lucha de la ban-ca mundial, europea principalmente, canadien-se, China y japonesa para destrozar el esquema bancario desregulado y especializado de EEUU e Inglaterra, que los llevo a ser los líderes mundiales de la banca de inversión.

Es el fin de las políticas desreguladoras de los mercados financieros mundiales sobre todo de los EEUU e Inglaterra, a cambio de regulaciones por parte de los Estados y de sus bancos centrales. La cuestión no es que el Estado someta al capital financiero sino al revés, el capital monopolista del Estado, queda subordinado completamente al capital financiero especulativo, pero con contradicciones. Aquello que está por su-ceder es el surgimiento de nuevos o actuales forta-lecidos súper monopolios bancarios que cuentan con una regulación estatal acorde a esos intereses11.

La revitalización imperialista de Rusia y la pugna con EE.UU

Bajo los gobiernos de Vladimir Putin (diciembre de 1999 y mayo de 2008) y el reciente de Dmitri Medvé-ded, un poderoso sector de la mafia rusa y de la bur-guesía monopolista estatal y privada, busca recuperar aceleradamente el poder y la influencia que perdió con la implosión de la URSS, poniendo fin al esquema de privatizaciones desmedidas impulsadas por el gobierno de Boris Yeltsin en la década de 1990. La agenda de lucha por la supremacía mundial de Putin (hoy primer ministro de Medvéded) ha estado sustentada en los al-tos precios del petróleo y el uso intensivo que hace de

su producción y exportaciones. A partir del año 2002, la elevación del precio del pe-tróleo ha hecho resurgir la economía rusa, que a su vez ha permitido repotenciar sus Fuerzas Armadas, influenciando el sistema internacional, comenzando por las repúbli-cas ubicadas en su periferia.

No se trata de una completa nacionaliza-ción de las empresas, sino de un forta-lecimiento de los monopolios imperialis-tas rusos para la lucha por el control de mercados. De las cien mayores empresas rusas, cuarenta y cinco tienen estrate-gias multinacionales de expansión en el extranjero. El monopolio Gazprom es el más importante a escala internacional en el control del mercado de gas. Además de los monopolios rusos quince corres-ponden al sector energético, veinte a la transformación de materias primas.

Actualmente el poderío económico de Rusia es sólo un 14% del norteameri-cano, más de la mitad de sus exporta-ciones se destinan a la Unión Europea, presionando a la burguesía imperialis-ta rusa a abrirse paso en la economía mundial, para lo cual debe desafiar el cerco militar y económico que Estados Unidos ha tendido a su alrededor, ins-pirado en la perspectiva geopolítica que va de Spykman (1943) a Brzezin-ski (1997), que consiste en negarle el control de la “Rimland” o región co-lindante con los mares. El Cáucaso y Ucrania son las piezas principales en esta disputa, que además se vincula con arterias de gas y petróleo a la Europa, dependiente de la energía rusa.

En septiembre y octubre del año 2008, Georgia convertida en una neocolonia de Washington que bus-ca el control de los gigantes oleo-ductos que van hacia Europa, atacó a Osetia del Sur. Por su intento se-paratista, Rusia invadió y bombar-deó a Georgia, creando una tensa

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y

situación en la que Rusia mostró su disposición de confrontar militarmente cualquier intento de ingerencia en su proyecto imperialista para el Cáucaso.

Simultáneamente, los rusos desafían la dominación imperialista Norteamericana en el Caribe, al buscar acuer-dos para operaciones conjuntas con la armada venezolana. El gobierno de Chávez plantea que se trata de contrarrestar la presencia nuevamente de la IV Flota de marina norteamericana. Tras las maniobras militares, son claros los intereses rusos, a partir de sus relaciones con Venezuela, para el control del mercado mundial del petróleo y el gas. No en vano, se buscan relaciones comerciales entre el monopolio imperialista ruso Ga-zprom y la venezolana PDVSA.

Por su parte, Estados Unidos impulsa iniciativas para frenar el expansionismo ruso, aconsejando su expulsión del G8, el grupo de los países más industrializados del mundo y promoviendo el boicot para que Rusia no sea el anfitrión de los Juegos Olímpicos del año 2012. Es evidente que la pugna ruso-americana, empieza y tiende a agravarse.

El papel del imperialismo chino

En los últimos quince años China se ha convertido en el nuevo “milagro” asiático y en una de las fuerzas mo-trices del capitalismo mundial. En el período que va de 1990 al 2005 China creció a una tasa media anual del 10,1% (en dólares de 2000), gracias a esto su participación en la producción mundial pasó del 1,9% en 1990 al 7% al comenzar el siglo XXI, manteniendo una tendencia expansiva importante.

La agenda imperialista China tiene como reto inmediato posicionarse a escala global como poder económico fundamental. Por ahora, en términos de cifras, el PBI de los Estados Unidos es de 13.195 miles de millones de dólares, casi cinco veces el de China, que alcanza a 2.645 miles de millones de dólares (valores del 2006 del FMI). Es decir, que aún, ni China, ni la suma de los BRICs (“big recent industrialised countries”: China, India,

Rusia y Brasil) están en condiciones de reemplazar el con-sumo norteamericano. Estados Unidos absorbe el 75% de

los excedentes mundiales. El consumo norteamericano representa casi 9 billones de dólares, mientras que el chino sólo tiene un billón y la India 600 mil millones. La mitad de las exportaciones chinas tienen como destino Estados Unidos, Europa o Japón. Si bien

es cierto que la China tiene un mercado interno “potencial” de 1.300 millones de personas, la

realidad es que sólo 120 millones –con un in-greso anual de 30.000 dólares –tienen una

capacidad de consumo similar a la clase media de los países desarrollados.

Sin embargo, la crisis prolongada en Estados Unidos y el rápido cre-

cimiento chino, constituyen las principales ventajas de esta po-

tencia económica cuyo éxito ha estado fundamentado en

un modelo económico so-cial-imperialista, en el cual

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una de las quinientas principales a nivel mundial, se ha convertido en la mayor compañía de alimentos de China. La Corporación Gree, la mayor fabricante de acondicionadores de aire, estableció su primera sucursal en Brasil en el año 2001. La Corporación TCL, uno de los mayores fabricantes de televisores de China, se fusionó con Thomson S.A. de Francia el 4 de noviembre para establecer la mayor fábrica de televisores del mundo con una capacidad anual de 18 millones de aparatos.

Entre los años 2001 y 2005, China invirtió más de 50.000 millones de dólares en el resto del mundo a través de más de 10.000 empresas distintas. Aun-que Asia fue la región que más recibió la inversión china, África y América Latina, presentan nuevos escenarios de inversión, esto afecta inevitablemen-te los intereses imperialistas norteamericanos. En el año 2005, por ejemplo, el país asiático invirtió 659 millones de dólares en América Latina y anunció proyectos de inversión por un total de 100.000 mi-llones de dólares antes del año 2015, con la mayor parte de los planes concentrados en Argentina, Bra-sil, Chile, Colombia y Venezuela. Los proyectos de inversión ejecutados por China en la región se han concentrado en las materias primas, incluyendo el cobre, el petróleo, el hierro, y el sector transporte.

Por ejemplo, en Venezuela, China ha invertido más de 400 millones de dólares en la infraestructura de 15 pozos petrolíferos, así como en la producción de gas y en la mejora del sistema ferroviario y de refi-nería. En el caso brasileño, empresas públicas chinas han empezado a trabajar con Petrobrás para expan-dir la producción de petróleo, mejorar la infraestruc-tura y construir un gasoducto. En otros países como Argentina y Bolivia los planes de inversión también se concentran en infraestructuras y producción mi-nera.

Desde hace diez años, China exporta capitales a África, buscando tener el control de reservas de pe-tróleo y gas (sin olvidar las de cobre, cobalto, car-bón y oro), necesarias para mantener el rápido ritmo de crecimiento económico. Pero también están los mercados de fácil penetración, en los cuales las ma-nufacturas chinas, de buena tecnología y poco pre-cio, desbaratan toda competencia particularmente la francesa y norteamericana.

fueron reformadas las empresas del Estado, permi-tiendo la inversión de capital extranjero para capita-lizarlas, promoviendo procesos de concentración de capital para colocarlas en una condición digna en el mercado mundial.

Esto se realizó con el desmonte de las conquistas de los trabajadores; en tiempos de la China maoís-ta, la jornada de trabajo fue elevada de ocho a doce horas, los salarios fueron reducidos. De otra parte, el Partido Comunista de China, ha tenido que justificar los cambios y giros como potencia imperialista. El 16 Congreso del PCCH, realizado en noviembre del año 2002, aprobó la tesis de las “tres representaciones”, que sostiene que el partido, no representa los intereses del proleta-riado y el campesinado sino a las fuerzas pro-ductivas avanzadas, a la cultura innovadora y a las masas. Con estos argumentos los jefes de los monopolios imperialistas han empezado a ser parte de la dirección partidaria: el director del conglomerado del acero Shen Wenrong y el presidente de la junta directiva del mono-polio Haier, Zhang Ruimin, son parte del nue-vo Comité Central12.

Hacia el futuro, los social-imperialistas chi-nos buscan que sus monopolios formen par-te de los quinientos principales del mundo, actualmente doce monopolios hacen parte de esta flamante lista. “Nosotros promove-remos activamente a nuestras propias mul-tinacionales”, dijo la vice primera ministra Wu Yi en la Conferencia de Declaración so-bre el Desarrollo Económico Mundial, en el año 2007. Las estadísticas del Ministerio de Comercio chino muestran que durante los veinte años pasados, las firmas chi-nas se han vuelto más fuertes. En el año 2002, el volumen de negocios de las principales quinientas compañías indus-triales de China constituyó el 68 % del producto interno bruto del país.

Estos monopolios han empezado a dirigir su mirada hacia el extranjero. La corporación nacional de importa-ción y exportación de cereales, ole-aginosas y productos alimenticios,

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Foto Riot Jane

En el año 2006 Pekín declaró el “Año de África” fortaleciendo sus relaciones diplo-máticas y firmando contratos con países estratégicos para su proyecto global: Mozambi-que (fuente clave de madera), Zambia (cobre), Congo (amplia gama de minerales), Guinea Ecuatorial (petróleo)13. Sudán es el principal destinatario de las inversiones extranjeras chinas y uno de los países africanos con los cuales Pekín tiene más intercambios comercia-les. Las tres principales compañías petrolíferas estatales de China, la CNPC, la CNOOC, y la SINOPEC se están quedando con todos los espacios de la explotación del crudo africano. Mientras la CNPC anda comprometida en prospecciones en el Sur del Chad y en Etiopía Occidental, la CNOOC ha firmado en enero del año pasado un acuerdo multimillonario con Nigeria para comprar el 45% de la concesión de propiedad de la South Atlantic Petroleum, que comprende importantes yacimientos off-shore tanto de petróleo como de gas.

Estos vínculos económicos y comerciales, inversiones en infraestructuras, cooperación técnica y militar, se desarrollan desde la perspectiva diplomática del pragmatismo chino, impulsado por Teng Siao-pin en contra de la Revolución Cultural maoísta consignada en la famosa frase “no importa de que color es el gato siempre que cace ratones”, de ahí que el gobierno chino se haga de la vista gorda con los gobiernos corruptos, la violación de Derechos Humanos, las guerras de mercenarios, el comercio de nuevos es-clavos. Por ejemplo en el año 2004, los Estados Unidos propusieron repetidamente al Consejo de Seguridad que se adoptaran sanciones económicas contra Sudán por su acti-tud agresiva y militarista, pero el veto de China bloqueó cualquier sanción a su principal abastecedor de crudo en África.

Por ahora, este tipo de diplomacia china en África, es mirada con recelo por Estados Unidos y Europa, quienes tratan de frenar la «expansión amarilla » acudiendo a las san-ciones contra los gobiernos « corruptos » de África, que ellos mismos ayudaron a forjar y que hoy tienen excelentes relaciones con la potencia imperialista asiática. Sin duda se trata de un escenario de nuevas pugnas interimperialistas. Mientras que Occidente buscó aislar las zonas salvajes y pobres del capitalismo, los Chinos recurren a ellas para fortalecer su estrategia mundial.

Anti imperialismo o anti-norteamericanismo

Todos saludamos el debilitamiento y ojala el fin de esa máquina de horror que es el imperialismo norte-americano. Todo parece indicar, que las clases do-minantes de EE.UU. enfrentaran serias dificultades económicas y una mayor competencia de sus riva-les imperialistas nuevos y viejos.

No obstante, ser antinorteamericano no pue-de confundirse con ser antiimperialista, esto tiene implicaciones políticas y sobre todo tiene im-plicaciones de principios. Hay quienes consideran que solo es imperialista la potencia yanqui, mien-tras que Europa, Rusia, China, son Estados no im-perialistas, amigos de la paz mundial y el bienestar de los pueblos.

Este tipo de posturas, proponen una estrategia

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de lucha de alianza con enemigos de Estados Unidos, sin tener en cuenta que tales aliados, están orientados por los intereses rapaces de los monopolios imperialistas. Por esta razón, son preocupantes las recientes actuaciones y decla-raciones del Presidente venezolano Hugo Chávez frente a las agresiones de Rusia en el Cáucaso. No se trata de negar el derecho que tiene toda nación a buscar relaciones internacionales, como en el caso de Venezuela, donde Estados Unidos busca aislarla e invadirla para derrotar el proyec-to revolucionario. Se trata de llamar la atención, como preocupación solidaria y llamado fraterno a planteamientos no revolucionarios que se ins-piran en la “real politik”, bajo el siguiente argu-mento: “el enemigo de mi enemigo es mi amigo” desconociendo el carácter de clase y los intere-ses en juego. En tal sentido, preocupan declara-ciones como la presentada por la Cancillería de la República Bolivariana de Venezuela en Agosto del año 2008, en la cual se dice: “… el gobierno de la República Bolivariana de Vene-zuela, observó que la Federación de Rusia, ampara-da en los acuerdos internacionales que legitiman la presencia de sus fuerzas de paz en Osetia del Sur, actuó para preservar la vida de la población surose-ta, así como la de sus connacionales”.

Este tipo de afirmaciones, en nombre de la de-fensa contra las intenciones norteamericanas en el Cáucaso, soslayan y minimizan el genocidio im-perialista ruso ejercido contra la población civil y sobre todo, desconocen uno de los principios del antiimperialismo: “el derecho a la autodetermi-nación de los pueblos”.

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1

Docente de Licenciatura en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”2

SAMIR Amín, La Economía Política del Siglo XX.3

LENIN, Imperialismo Fase superior del Capitalismo, Ediciones en lenguas Extranjeras, Pekín, 1975.4

SAMIR, Amin. Geopolítica del siglo XX. http://www.rcci.net/globalizacion/2000/fg129.htm5

STEFAN, Ángel. Crepúsculo de los dioses sobre el “nuevo orden mundial”. Verlag Neuer Weg. Essen, Alemania, 2004.6

Ibid.7

CASTILLO, José Ernesto. Crisis de la economía mundial. En el marco de 40 años de crisis crónica del capitalismo http://www.ieco.clarin.com/2008/10/21/analisiscrisiseconomicamundial.pdf8

La resistencia irakí demanda reconocimiento y retiro de EE.UU. http://www.workers.org/mo/2007/irak-1101/9

EVEREST, Larry. Grandes apuros, profundas divisiones, opciones cada vez más. http://rwor.org/a/073/bakerplan-es.html10

Esta Comisión surgió en la década de 1970, y busca un gobierno mundial comandado por el sector financiero de los Estados Unidos, que basa su poder en los acuerdos interimperialistas y en las operaciones de sabotaje y conspiración, más que de intervención militar directa (que no se descarta), para obtener los objetivos globales.11

TAPIA, Andrés. Sobre las crisis inmobiliaria, bursátil, bancaria, financiera y las recesiones. Bogotá, octubre de 2008. Inédito.12

STEFAN, Ángel. op. cit. p. 212.13

CHIAFRICA. Richard Behar. Revista Avianca, octubre de 2008, p. 201.14

José Carlos Mariátegui. Punto de Vista Antiimperialista. Lima 21 de mayo de 1929.

Por esto resulta cuestionador la respuesta a los saludos de Hugo Chávez, a los imperialistas rusos, que publicó el diario Pravda de agosto 14, en un artículo titulado “El combate por Osetia del Sur se traslada a América Latina”, en algunos de sus apar-tes dice:

“Cuba y Venezuela respaldaron abierta-mente a Rusia durante la agresión geor-giana contra Osetia del Sur. La cooperación con La Habana, Caracas y La Paz en los ámbitos técnico-militar y de hidrocarburos nos reportan ya in-gresos multimillonarios. (…) Sin embargo es necesario trabajar activamente con los líderes de los Estados de la región, concertar con ellos la realización de proyec-tos económicos a largo plazo (…). Tanto Cuba como Venezuela, no están en contra de suministrar su te-rritorio para instalar bases militares rusas (…) Rusia, respaldándose en sus aliados en América Latina, po-dría obligar a los norteamericanos a preocuparse por el cuidado de sus propias fronteras”.

Hoy más que nunca la lucha anti imperialista exige una caracterización clara y sin ambigüedades de este tipo de orden social, para poder asumir una postura sin compromisos, independiente, aprove-chando las pugnas y crisis inter imperialistas, para fortalecer proyectos de emancipación.

En conclusión, como lo plantea José Carlos Mariá-tegui “somos anti-imperialistas porque somos marxis-tas, porque somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialismo como sistema antagónico”14. Yporque no necesariamente ser anti norteamerica-no es ser anti capitalista ni anti imperialista.

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BATAY OUVRIYE

HAITÍ

Foto Nick Falling ©

¿Por qué la mano de obra barata de Haití es la más desfavorecida del continente? ¿Por qué es el país más destruido? ¿Por que es el Estado más corrupto y sus cla-ses dominantes las más “repugnantes”?

La primera mentira a descifrar está en aque-llos que actúan como si en Haití nada pasa-ra. Quienes, frente a la declaración de guerra abierta se quedan en el pacifismo de buen gusto, creyentes fieles de esa “democracia” construi-da al tamaño de personas imbéciles y sometidas de forma complaciente.

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La ventaja comparativa del país... la mano de obra barata

Lo que pasa en Haití se puede explicar en pri-mer lugar por el papel que ocupa este país en la producción capitalista.

La industria capitalista llamada “de la aguja” que elabora (textiles de todo tipo, pelotas de cuero, pelotas de béisbol), durante las ultimas decadas por ser incapaz de mecanizarse, y de informatizarse precisa aumentar su tasa de plusvalía para aumentar su prosperidad dentro de la competencia capitalista, usando la mano de obra más barata, mano de obra que se encuen-tra en condiciones de ser explotada sin mayores riesgos de seguridad. Esto genera un flujo, de dis-locamientos en los cuales las fábricas nacionales de Canadá y EEUU, (especialmente aquellas dedi-cadas a los textiles) se han convertido en multi-nacionales y se aglomeran en México, en América Central, en el Caribe, África, y Asia.

El Plan Reagan de los años ochenta, conocido como Iniciativa para la Cuenca del Caribe (CBI en inglés) ya resumía y definía esa intención. Después, vendrían a instalarse las maquílas, los parques industriales, al principio en forma aislada y ahora agrupados y asegurados en las zonas francas: áreas liberadas, con ventajas fiscales y libertad completa para la ex-plotación, el tráfico de drogas, entre otras.

La burguesía haitiana, consciente de los desa-fíos de esta sórdida competencia, proclamaba para quien estuviera dispuesto a escucharla que “la ventaja comparativa del país (léase su propia ventaja) es nuestra mano de obra barata”. Tal frase, aparentemente in-ofensiva, trae consecuencias desastrosas para los tra-bajadores “baratos” y para el pueblo en general. Pues eso significa trabajar por un salario nominal de miseria. Este salario es muy bajo, su valor real tendrá siempre que ir disminuyendo, de allí se origina la aceleración inflacionaria en los productos de primera necesidad y la caída libre del valor de la moneda local. Sin embargo los burgueses cobran tarifas de montaje en dólar y pagan salarios en moneda local. Para garantizar esos salarios de miseria, precisan gestar una represión antisindical feroz y permanente, tanto legal (a través del Ministerio de Asuntos Sociales y Justicia) como policial (la Policía Nacional, las fuerzas armadas, los “paramilitares” de toda especie persiguen a los obreros en sus casas).

Además, ésta lógica de explotación extrema necesita generar una miseria generalizada en la población, para lograr provocar la aceptación de esos salarios misera-bles y la precarización extrema del trabajo. Los distin-tos, gobiernos populistas tienen conciencia de todo esto, pero desempeñan totalmente el papel que les impone la burguesía: continúan hablando de la “cau-sa popular”, sin nunca realizar realmente alguna rei-vindicación, no realizan ninguna acción a favor de los trabajadores, sobre todo cuando estos últimos se enfrentan a los capitalistas. En realidad, abusan del poder del Estado para realizar su propia acumulación y se aproximan a la burguesía para servir a sus in-tereses, contribuyendo alegremente en la organiza-ción de su principal proyecto: preparar y garantizar la máxima explotación posible en las zonas francas que se siguen construyendo. Para llegar a ese punto, se precisa contar con la des-trucción gradual de la economía nacional. De hecho, al inicio de los años ochenta tuvo lugar la erradica-ción de los cerdos criollos (quien sabe de la impor-tancia de esos animales en el medio rural, podrá entender el significado de esa masacre). Enseguida se dio la destrucción de la economía azucarera: de país exportador, Haití se fue volviendo gradualmen-te país importador de azúcar. ¡Hoy en día, impor-tamos el 100% del azúcar de consumo! De ahí al dumping del arroz, a la negligencia para tratarla enfermedad de la banana, del café, el comercio de vestidos usados para reemplazar el artesana-do de vestidos y calzados. Los “préstamos” del Banco Mundial, las imposiciones políticas del FMI y del BID, las privatizaciones que se suman al desa-rrollo desenfrenado del capital financiero ¡hay que haber vivido la proliferación de los bancos en Hai-tí! que fueron importando la famosa deuda que al final de cuentas fue pagada por los pequeños consumidores y, sobre todo, por los pequeños campesinos a través del mecanismo del crédito, facilitando de ese modo, su enriquecimiento.

Los balseros «boat people» intensifican entonces su movimiento mientras que se aumenta la emi-gración hacia la República Dominicana. El medio rural, ya tan deteriorado, genera aún más mi-grantes que se concentran en las ciudades en donde, por ausencia de un desarrollo capitalis-ta, forman un subproletariado multiforme, que se constituye como un gran ejército industrial de reserva. En otras palabras es la manifesta-cion de la “mano de obra barata”, en su expre-sión amplia.

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Una mirada histórica: del régimen esclavista a la ocupación “humanitaria”

El régimen esclavista extremadamente infernal de St Do-mingue, polarizaba radicalmente los intereses económicos dando lugar a una feroz lucha de clases. Las clases revo-lucionarias de aquella época, aprovechando una coyuntu-ra metropolitana favorable, lograron hacer una revolución cualitativamente diferente a las que se dieron en el resto de América. Alli no sólo se dio el combate de los colonos criollos contra las autoridades realistas, sino también él de los esclavos y libertos contra los colonos locales, sobre aquellos que se impusieron. ¡Hecho único! Esta ruptura ra-dical implico el establecimiento de una autonomía mayor en relación al antiguo sistema, tanto a nivel económico como cultural. La resistencia fue generalizada, se trataba de un pueblo en armas: ¡la revolución fue ejemplar! hasta que se exportó al conjunto de América Latina.

Sin embargo, deja un país comple-tamente desvastado: todas las ciu-dades incendiadas, todas las plan-taciones destruidas. Además, por el hecho de que los colonos fueron eli-minados, la acumulación de capital fue drásticamente parada. Por otro lado, los EE.UU, que aún conserva-ban el sistema esclavista (en pleno régimen “democrático”) impusieron a Haití un embargo, el primero de la historia moderna, embargo que duro sesenta años (en realidad re-cién finalizado con la Guerra de Se-cesión, después de 1863). Francia, para no quedarse atrás, agregaría una deuda (también la primera de la historia moderna) de 150 millones de francos oro, que los gobiernos haitianos pagaron durante varios de-cenios utilizando cada año el 65% del presupuesto nacional, sabiendo las clases dominantes en formación que iban a debitarla de la cuenta de los trabajadores. Los trabajadores resistieron de diferentes modos y por todos los medios. La primera gran revuelta colectiva y ampliamente organizada fue la del “ejército de los hambrientos”, también conoci-da como “la revuelta de los Piquets”, en el Sur. En 1840, estos pequeños campesinos, ya dominados y explotados, reivindicaban “la tierra para quién la trabaja”, actitud que fue denunciada, sobre todo por el historiador Beaubrun Ar-douin, como comunista y fue reprimida a sangre y fuego en 1843.

Viniendo de la revolución más progresista, Haití se desarrolla como formación social débil, bloqueada. En el país no existen cla-ses dominantes con dinámica de futuro que le permita consolidarse como “Nación”. Así, a pesar del impulso que dejaba abierto la revolución de 1804, esa sociedad no pudo desarrollarse.

El proceso se fue volviendo más grave y, después de doscientos años de esa extraor-dinaria epopeya, es forzoso constatar el es-tado de destrucción, deterioro, ausencia de saneamiento y gangrena en movimiento en la cual se encuentra esta nación.

Los tres períodos de intentos de acumu-lación a nivel del Estado, marcan el ritmo de esos sobresaltos. El primero se originó a finales del siglo XIX en el cual las “ma-yores familias” de la burguesía compradora se apropiaban de todos los mecanismos del Estado para garantizar su pillaje, robando y apropiándose de las tierras de los pequeños y medianos campesinos. El proceso llamado “la Consolidación” fue la prueba mayor de esa acumulación canallesca. Después ven-dría el pillaje generalizado, “vitalicio”, de los duvalieristas, constituyendo una tenaz burguesía burocrática. Finalmente, el perío-

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do populista contemporáneo que tampoco va a acabar sin dejar sus rasgos. Intenta continuar por un lado con la reproducción ampliada de la burguesía burocrática y siguiendo los pasos populistas anteriores, la “reconci-liación” sería el nuevo barniz que les permite elevarse a la altura de las clases dominantes, volviendo al pillaje como medio para que los nuevos pequeños burgueses puedan mostrarse “dignos de ser ricos”.

La debilidad estructural y la opresión internacional que, en su propia génesis, han marcado a las clases dominan-tes haitianas, impiden cualquier desarrollo. El imperia-lismo europeo y, después el americano, se apropian de la mayor parte de la plusvalía, muchas veces utilizando la fuerza, no sólo para explotar a los trabajadores y ro-bar tierras y recursos disponibles, sino también para re-primir cualquier ámbito de desarrollo de una burguesía nacional, ayudando a crear, una serie de intermediarios locales, tan dependientes, tan alienados, tan sumisos y tan lacayos, que son incapaces de proponer algo por fuera de la rendición.

La debacle es total. Sin embargo, en ese abierto de-rrumbe que transforma a Haití en el caso más extremo, el más triste, consiguen por lo menos una cosa: está disponible la mano de obra más pobre, más miserable y por lo tanto la más barata. La llaman: ¡ventaja! Y ¡se juntan los vampiros! Con el disfraz de “dar trabajo”.

Aristide había firmado en Monte-rrey, México, el acuerdo para es-tablecer dieciocho zonas francas, de las cuales trece están situadas a lo largo de la frontera con la Re-pública Dominicana. Coloca (en la clandestinidad) la primera piedra para su inauguración en Ouana-minthe, región agrícola rara en ese nordeste torrificado por la ocu-pación americana de 1915, con capitales dominicanos prestados por el Banco Mundial. Más tarde, el cuadro de Cooperación Interi-na (CCI en francés) del gobierno de facto de Latortue definió con claridad: ¡la prioridad se da a las zonas francas! El círculo está, por lo tanto, cerrado. Sin perder tiem-po, otras zonas francas se están construyendo: en Drouillard, Puer-to Príncipe; en el Noroeste; otras aún tienen que ser instaladas: en Linthau, en el camino que condu-ce hasta Tabarre, y otras más en Puerto Príncipe, en Cap-Haítien, en Jacmel.

Con distintas suertes, los Acuer-dos Hero-Act, HOPE, CAFTA-DR que permitirán sin ninguna barrera la penetración de las transnacio-nales junto con la libre circulación de mercaderías (mientras que los trabajadores migrantes son inter-ceptados y martirizados en cual-quier punto del planeta, como lo muestra la situación de los traba-jadores haitianos en República Do-minicana).

Sin embargo, este desarrollo his-tórico no se da sin choques. A causa de ese proceso destructi-vo, la situación además de estar totalmente deteriorada, es muy peligrosa, ya que las clases domi-nantes y su Estado reaccionario han, por un lado, creado una re-lación de clases extremadamente antagónicas y la situación se pue-da tornar altamente explosiva en

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Foto Joseph Wenkoff

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Jacques Roumain in “Madrid”

Puerto-Príncipe,HAITÍ, Mayo del 2008

cualquier momento. Por otro lado, tienen una incapa-cidad crónica y total en traer una solución cualquiera, tanto en la economía, en la política, como en la mis-ma represión. De ahí la necesidad de la ¡ocupación! Económica, política y militar.

La “Cooperación” para la guerra

De haber empezado con el famoso e integrista “Thank you, Mister Clinton” pronunciado a su vuelta en el 1991, acompañado de 20.000 (¡veinte mil!) soldados Norte-americanos, Aristide abría las puer-tas para este ciclo de Ocupaciones “legales”, bajo mando de la ONU. Disfrazadas de distintos ropajes : “ayuda humanitaria, democracia, restauración de la democracia, países amigos”. En realidad, están para controlar la situación, construida -como acabamos de ver- por una historia de larga duración. Dominan de hecho - con las masacre y el terror si es necesa-rio - a esas masas que han empobrecido al extremo, pero ésta masa es demasiado ruidosa, y puede llegar a ser consciente del bienestar de los dominantes en este país totalmente devastado.

Por eso, las tropas de la ONU traen la paz,. pero la “paz de los cementerios”, la “paz” que necesitan los imperialistas, los burgueses locales y los comelones del Estado para asegurar la implantación de ese pro-yecto, preparado desde hace mucho tiempo pero tan difícil de estabilizar: la explotación máxima de esa mano de obra barata.

A estas masas, ningún servicio de base les es ofreci-do (ni agua, ni electricidad, ni vivienda, ni saneamien-to, ni salud, ni previsión social, ni transporte público, ni diversión) : Aquí el capitalismo es árido. Es escla-vizante.

Ese es el proyecto que vienen a defender las tropas latinoamericanas. Anteriormente las ocu-paciones se realizaban con tropas norteamericanas, de raza blanca. Pero, conscientes de la importancia del fenómeno epidérmico en Haití, después vinieron soldados de la ONU y, aunque también eran norte-americanos, la mayoría eran negros, algunos de ori-gen haitiano. Disfrazados del “indigenismo” de rigor, recorrían las villas de miserias con ametralladora en mano.

Hoy, las tropas latinoamericanas, vienen acompaña-das de una “movilización salvadora”, en nombre de partidos de trabajadores, partidos de lucha, de fren-

tes populares. Lula, Evo, Kirchner, Tabaré Vásquez, Correa, Bachelet, vienen rei-vindicando la lucha contra el sistema que también oprime a sus respectivos países. ¡Enorme contradicción!¿Será que todos ellos han caído crédula-mente en una trampa? ¿O será que, con-cientemente utilizan esos adornos para ac-ceder al rango de ricos y así formar parte de aquellos que dominan el mundo?

¿Será que todos son dueños verdadera-mente de sus decisiones? ¿O será que sus Fuerzas Armadas son simples apéndices de la dominación imperial? El hecho de que Pinochet no se juzgue en Chile, pue-de ayudar a entender ciertas relaciones de fuerzas. En otros países, son las mismas Fuerzas Armadas que reprimen en Río, en Santiago. Nos ha llegado una entrevista de un oficial que dice que las tropas brasileñas iban a Haití “a entrenarse”.

Esa “solidaridad” existente, cobijada bajo el argumento de ayuda de los países del Sur, no es más que una solidaridad entre las clases dominantes de los diferentes países, dirigida por los vampiros de las transnacio-nales, para explotar la situación de pobreza del país y su mano de obra barata.

¡Rechazamos esa “solidaridad” con todas nuestras fuerzas! ¡Apelamos a los trabaja-dores, los progresistas y todos los pueblos latinoamericanos, así como a los del mundo entero, a oponerse a la misma, con mayor determinación y vehemencia!

Hace falta otra clase de cooperación: aque-lla que surge de la unidad de los pueblos en contra de la establecida por el regimen vi-gente. Una cooperación de pueblos, natural y fundamentalmente hermanados en sus fábricas, en sus talleres, en la agricultura, en la medicina, en la construcción, en sus risas francas, en sus danzas y canciones entonces liberadas, en la producción colec-tiva y en los intercambios igualitarios.

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Orlando Fals Borda, superó el límite del hombre común y corriente. Sin dejar de ser precisamente un hombre común y corriente, ocupará un lugar especial en la historia de las luchas de los pueblos por alcanzar su dignidad. En los años sesenta de la mano de Orlando, la sociología entró a hacer parte de la vida nacional, desde el seno de la Universidad. En los años seten-ta la revista Alternativa alzó su vuelo. En los años ochenta la investigación acción participativa (IAP) tomó posición con un diálogo entre los saberes aca-démico y popular. En los años noventa la Asamblea Nacional Constituyente y el reordenamiento territo-rial, convocaron a mirar de otra manera el conflicto social, introducciendo elementos para configurar una Constitución de la pluralidad y la diversidad. El siglo XXI, llegó con sus agudos análisis tendientes a re-crear las formas de inter-vención política y social, desde una nueva estruc-tura democrática y alter-nativa, para enfrentar los esquemas excluyentes del bipartismo. En la mi-tad de la primera década contribuyó en la siembra de la CEPA del socialismo propio.

Para mirar el modo de ser y estar de Orlando, como un intelectual que repre-sentó aquello que pro-fesaba, sin convertirse en autómata ni actuar a instancias de un sistema1, -en esta época en la cual las formas de vida, en realidad son de muerte- existe una idea sostenida

por luchadores de todos los tiempos que sirve para dar una explicación: es el Oximoron, texto titulado por sus creadores, habitantes del Sur de México. El texto hace referencia a una metáfora, que se desliza entre una luz oscura y un sol negro, que sirve de excusa para preguntar por el papel de los intelectuales: deba-te invisibilizado, por el pensamiento único2, impuesto por los estrategas de esta globalización, quienes a diferencia de la anterior parecen carecer de talento y genio, pero se exceden en truculencia y perversión.

El monarca de hoy, que gobierna, con la premisa de actuar conforme a las circunstancias, que el mismo elabora, es paranoico, retaliador y vive hechizado por el poder3. Con sus actuaciones provoca consciente-

mente un modo de estar poco alentador para la inte-ligencia. Este nuevo monar-ca, responsable político de la derechización, se esfuer-za en crear confusión, en convertir a sus victimas en responsables de su destino errante, usa palabras vacia-das de contenido, combina frases para la ocasión, ten-siona las relaciones, crea temor y terror generalizado, es mitómano y nunca pier-de. No confronta: impone. Usa un doble sentido para gobernar combinando di-plomacia y represión, sobre las cuales basa su idea de moldear la inteligencia. Oxi-moron es un buen pretexto para enfrentar, aquello que significa Orlando Fals Bor-da, como ser humano, como pensador y como creador

Manuel Humberto Restrepo Domínguez Profesor titular UPTC

Orlando Fals Borda y Camilo Torres en un acto público de la Facultad de Sociología, 1960.Imagen archivo Universidad Nacional

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de mundos de conocimiento y de resisten-cia. Orlando Fals Borda, apostó siempre por

la emancipación y por un país que pudiera salir de los tiempos grises, por un país que pudiera liberarse de los monarcas y de las estructuras patriarcales de dominación, con miras a recons-truir la vigencia del intelectual de este tiempo y este trópico, como un ser comprometido con la verdad, no con el poder.

Orlando Fals Borda, tuvo presente, recordarnos que los conceptos, las palabras y los discursos no son asépticos, ni las prácticas sociales son resul-tados inconscientes. Los contenidos teórico-prác-ticos de las formas de representación social, se moldean, se modelan. Sus contenidos se encuen-tran influenciados por los resultados políticos y sociales, consecuencia de la supremacía del poder financiero, de la influencia tecnológica e informáti-ca, de las avanzadas de la guerra, del estadio de las relaciones de destrucción, despoblamiento, re-construcción y reordenamiento, con la consiguiente redefinición del poder y la política. Como los intelectuales tienen que ver con la sociedad, con el poder y con el Estado, Orlando, siempre pre-guntaba: ¿Cuál es la posición que tenemos en esta guerra?. ¿Cuál es el vínculo con el poder hegemónico?. ¿Qué lugar tene- m o s en el mercado? Con estas preguntas, nos ayudó a observar con detenimiento que los intelectua-les como categoría, es un concepto muy vago y es necesario definir su función intelectual4. Función que consiste, en determinar crítica-mente, aquello que se considera una aproxima-ción satisfactoria al propio concepto de ver-dad; para que cualquiera pueda desarrollarla y pueda “traicionarla un escritor que reaccione ante los acontecimientos con apasionamiento, sin imponerse la criba de la reflexión”5. Si esto es así, entonces el quehacer intelectual es, fun-damentalmente, analítico y crítico. Fals Bor-da, fue ese intelectual, que además agregó su compromiso, convirtiéndose en un inte-lectual orgánico, al servicio de su pueblo y de su tiempo.

Frente al hecho social, tomó partido a favor de los ex-cluidos, colocó sus conocimientos, extraídos de las cien-cias sociales, del lado de la investigación-acción, de la interpretación de causas y efectos. Logro incrustar sus teorías en lo más profundo de la condición humana. Creó un espacio de reflexión-acción con seres humanos con-cretos, contextualizados en un territorio y en unos mo-dos de la cultura.

Fals Borda, ejerció la función intelectual, conjugó sus co-nocimientos de Doctor en Sociología, con el compromiso político a favor de los sectores populares. La función intelectual, la ejerció adelantándose a aquello que po-dría suceder, se adelanto a su tiempo, sin descuidar su papel en el presente. Por su función intelectual, vivió en la orilla opuesta a la de los nuevos monarcas. Represen-tó a toda una generación. Convertido en una especie de conciencia incómoda e impertinente de la sociedad del poder y de las soluciones de fuerza. Fue un intelectual cabal, que supo mantener la independencia con todo,

sin abandonar su compromiso social y político con la emanci-pación. Supo ser un inconforme con toda imposición o falta de reflexión profunda, con las fuer-zas políticas y sociales, con el Estado, con el gobierno, con los medios de comunicación, con la cultura, con las artes, con la religión, con la mediocridad y el oportunismo. Fue un promotor del cambio, un progresista, un

comunicador de ideas criticas inserto en una sociedad polarizada, enfrentada entre si de muchas formas y con variados argumentos, pero dividida en lo fundamental entre quienes usan el poder para que las cosas no cam-bien y entre quienes luchan por el cambio. Se enfrentó con diligencia al intelectual reaccionario que renuncia a la reflexión crítica, recorta la memoria colectiva y con-vierte la fuerza de los hechos en lo verdadero, en lo incuestionable.

Orlando Fals Borda -como creador y comunicador de análisis críticos-, se convirtió en objeto y objetivo para el poder dominante. Objeto que el poder nunca pudo cooptar, comprar, ni callar. El intelectual progresista que supo ser Orlando, vivió en medio de este ambiente de asedio y seducción persecutoria. Algunas veces se defendió y resistió casi en solitario, pero no claudicó. Otros, en cambio, tal vez fatigados, buscaron entre su

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Fue un intelectual cabal, que supo mantener la independencia con todo, sin abandonar su compromiso social y político con la emancipación

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bagaje de ideas y sacaron aquellas que sir-ven a la vez de coartada y razón para legi-timar al poder. En una época marcada por los paradigmas de comunicación y mer-cado, el intelectual de derecha, y los “ex de izquierda”, entienden que ser moderno significa cumplir la consigna: ¡adaptaos o perded vuestros privilegiados lugares! Or-lando no tuvo privilegios, pues, entendió que si en algún lado hay mesianismo, es en la derecha intelectual de la cual Vásquez Montalbán señala: el Gran Circo de Intelec-tuales Neoliberales químicamente puros o “ex Marxistas arrepentidos”, pueden ser mesiánicos cuando prefiguran la fatalidad de un universo basado en la verdad única, el mercado único y el ejercito gendarme único vigilando el fogonazo de flash que acompaña la foto final de la Historia, pul-sado ante los mejores paisajes de las me-jores sociedades abiertas.

Orlando Fals Borda, fue en medio de este difícil camino, un buscador incesante de la coherencia, de la opción liberadora, aun a la hora de las amenazas y las exclusiones, que recibió porque sus ideas no se dejaron seducir. Al contrario las ideas de Orlando, están en crecimiento, se enriquecen con la conciencia, quedaron del lado de las ma-yorías que padecen el arbitrio del poder, pero también están presentes entre las minorías que resisten y no se dejan envol-ver ni con riquezas ni con honores.

Sin seres humanos como Fals Borda, le hubiera quedado fácil a los crea-dores de los valores del individualis-mo egoísta, desvertebrar las estruc-turas éticas de la sociedad e imponer a cambio de la inteligencia la fuerza, a cambio de la profundidad analítica la ba-

nalidad, a cambio del compromiso con la transformación, la astucia, a cambio de la verdad la mentira, de la justicia la norma sin consenso, de las ideas la chequera o la pistola o ambas a la vez. Aunque la barbarie y el autoritarismo ganan terreno, las ideas y prácticas que propuso Orlando siempre serán freno para el poder.

Como lo señaló la homilía de despedida en la Universidad Nacio-nal -que lo caracteriza como ejemplo social y político- Orlando Fals Borda siempre ocupará un lugar destacado en la vida de Colombia y del llamado “tercer mundo”. Su ejemplo, como ser humano, como sociólogo y como promotor de iniciativas po-líticas comprometidas con su pueblo y con su tiempo será la CEPA de nuevos y mejores tiempos de Investigación-Acción, y de emancipación para que las huellas de la tragedia nacional, se superen alcanzando las libertades que nos faltan. La estatura ética, política y social, de Orlando lo convierte en un intelectual sin mancha. Su sabiduría tendrá que ser medida por su toma de partido frente a la realidad concreta que lo desafió, por la naturaleza de las resistencias y libertades, que encarnó para sí y multiplicó para todo su pueblo.

1 Cfr. SAID, E. Representaciones del intelectual, Debate, Barcelona, pp 140 y ss.2 Cfr. RAMONET, Ignacio. “El pensamiento único”, El viejo Topo, núm 83, 1995, pp 7-8. Pensamiento único es la traducción de los términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas; especialmente las del capital internacional.3 Cfr. MORENO Duran. Discurso, Rayuela, numero 6, Tunja, UPTC, 2005, p 10.4 Cfr. GRAMSCI, Antonio. Los intelectuales y lo organización de la cultura, Nueva Visión, Buenos Aires, 5^. Ed, 1997. vease sobre la función social de la categoría profesional de los intelectuales, pp 13 y ss.5 ECO, Humberto. Cinco escritos morales. Lumen. Traducción Helena Lozano Miralles, pp. 14-15.

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Participando en una Huelga 1960

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Matilde Eljach*

“Los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por nosotros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.” 1

Orlando Fals Borda no es simplemente un sociólogo, do-cente universitario e investigador. No es simplemente alguien a quien hemos conocido porque fuimos sus alum-nos. Orlando Fals Borda es el científico social más im-

portante nacido en el Caribe colombiano después de Luis Eduardo Nieto Arteta quien a su vez, en la primera mitad del siglo XX realizó importantes aportes a la producción intelectual del Caribe. Fals Borda, fue heredero de Nieto Arteta. A partir de los años setenta se dedicó con total compro-miso y convicción al estudio de la historia de la sociedad rural costeña.

De esa conjunción de ciencia social, compromi-so militante, sueños juveniles y realismo mágico, construye su obra científica, académica, política, metodológica; rescatando de la desmemoria y del olvido oficial, el pasado de los pueblos campesi-nos del Caribe; recuperando la historia desde la mirada de los actores sociales olvidados, margi-nados y relegados al papel de consumidores de conceptualizaciones e interpretaciones ajenas, hegemónicas y excluyentes.

Ese es el propósito y resultado por ejemplo, de la “Historia Doble de la Costa” en la cual la his-toria es narrada a doble voz: el científico social y los actores sociales; en una bella construcción científico-literaria que en cuatro tomos da cuen-ta de las verdaderas historias de los pueblos del Caribe colombiano, cuyo propósito es claramen-te referenciado por Gustavo Bell: “(…) Resaltaría también el rescate de la dignidad de los poblado-res del Caribe nuestro y de sus antepasados, que logra con gran finura Orlando Fals a lo largo de esta obra (…)”. (Fals Borda, 1981: xiv).

Convencido que ser de izquierda significa: cono-cer para comprender y amar para comprometerse, participó en la creación del Frente Unido en 1965; de Colombia Unida en 1987; de la Alianza Demo-crática en 1990; del PDA en años más recientes. Su vida ejemplificó su palabra. Fue un científico bastante particular: afable, humilde, sencillo, ser-

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vicial; cálido y dispuesto a en-señar y a colaborar; carente de autoritarismo, enemigo de las relaciones jerárquicas. Tuvo como norte alimentar todas las alternativas para derrotar la espiral de violencia, presen-te en Colombia, que como un castigo signó el siglo XX y pro-bablemente el siglo XXI.

Totalmente convencido que los colombianos y colombia-nas merecemos otro destino, nos dejó un legado inconmen-surable, integrado por su pen-samiento político, sociológico, epistemológico, organizativo y metodológico. En este escrito referiré aspectos relevantes de la metodología de la Inves-tigación-Acción Participativa –I.A.P.-, con la cual Orlando Fals Borda realizo desde los años setenta, una declaración de principios para fundamentar una nueva comprensión para-digmática del conocer y de la ciencia:

“Colombia necesita que se le estudie desde este nuevo án-gulo, porque requiere proyec-tarse hacia el futuro con clari-dad de miras y al menor costo social. El país ha pagado muy caro en vidas humanas y en re-cursos materiales los ensayos anteriores que desembocaron en frustraciones colectivas, estancamiento económico y atraso tecnológico. Los inte-lectuales y hombres de ciencia colombianos, por lo menos, de-beríamos sentir la urgencia de comprometernos en esta gran tarea del siglo, que es la de di-señar y vigilar la construcción de una nueva sociedad entre nosotros, capaz de llevar a su

realización plena las potencialidades de la tierra y de llenar las aspiraciones de quienes la habitamos y trabajamos, es-pecialmente los miembros de las clases humildes” 2

La anterior reflexión de Orlando Fals Borda tiene eco en la década de los setenta, en un contexto histórico concreto que condicionó necesariamente la percepción y la interpre-tación de los procesos definitivos para la historia de Améri-ca Latina y del mundo. Proceso irrepetible en el cual conflu-yeron en el ámbito académico y de las ciencias sociales, la crisis de la ciencia social positivista; los cambios políticos a nivel latinoamericano y colombiano; y la crisis y radicaliza-ción de la Universidad pública.

Este panorama se materializó en la efervescencia popular continental; en la búsqueda de las transformaciones radi-cales conducentes a un nuevo orden social: África, Asia, América Latina, convergieron en una sola lucha por la libe-ración nacional, contra las hegemonías imperialistas, contra las dictaduras, por la unidad, por el territorio, por la cultura, por la dignidad. Angola, Vietnam, el Cono Sur, Latinoaméri-ca entera, desbordaron en compromiso, entrega y mística. (Fals Borda, 1987).

Gestación de la Investigación Acción Participativa

El surgimiento de la I.A.P. estuvo nutrido por cuatro grandes rupturas en el ámbito de la teoría y de la praxis política de los años sesenta e inicios de los setenta. En primer lugar los trabajos desarrollados por Celso Furtado, Cardozo y Faletto entre otros, quienes formulan la Teoría de la Dependencia en la cual sostienen que, el subdesarrollo proviene de la in-tervención, el control político, económico y la influencia que ejercen las grandes estructuras mundiales. Este esfuerzo interpretativo tuvo eco en Europa con los desarrollos de Wallerstein sobre el “sistema mundo”.

La teoría de la dependencia fue el primer gran grito de inde-pendencia intelectual latinoamericano frente al colonialismo académico que se evidenció en los años cincuenta con la transposición de la sociología cientifista, integradora y el consenso que trajo la corriente norteamericana a nuestros claustros universitarios. Esta primera ruptura avanza hacia el logro de una interpretación independiente de la proble-mática latinoamericana, enraizada en nuestra realidad.

Un segundo elemento fundante que reforzó este grito de independencia intelectual, lo constituyó la reinterpretación

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del marxismo que colonizó de manera arrasadora la intelectualidad latinoameri-cana; despojando la concepción dialécti-ca marxista, de su condición cambiante, contradictoria, creciente, subversiva. E instaurando una mirada lineal, cortopla-cista, dogmática, impositiva de una gama de modelos que se amalgamaron y entor-pecieron una interpretación científica y ajustada a las condiciones concretas de la realidad concreta latinoamericana.

Esta segunda ruptura aportó la interpreta-ción teórica del concepto de explotación logrado por Pablo González Casanova en su libro “Sociología de la explotación”, re-creando para la realidad latinoamericana un concepto que Carlos Marx no alcanzó a desarrollar y a elaborar para aplicarla a esta realidad.

Irrumpe como tercer elemento, la contra-corriente de subversión representada por Camilo Torres. Paradigma de la antiélite

de mediados del siglo XX. Este sacerdote, sociólogo, capellán, investigador, docente universi-tario, resignificó con su trabajo investigativo, académico y de liderazgo político, el concepto de subversión rescatándolo de la impronta moralista impuesta por el poder hegemónico de to-dos los tiempos. Camilo Torres, paradigma de vida, de pensa-miento, de proyección humana y social. Desde la tierra mancha-da con su sangre, sigue latiendo su luminoso corazón que habla, que canta, que agita la posibili-dad de una sociedad construida con dignidad y justicia social.

Una cuarta condición que in-tervino de manera definitiva en la concreción de la I.A.P. como apuesta metodológica fue la Educación Popular madurada por Paulo Freire en el Brasil. Esta propuesta valora especialmente la construcción del diálogo; la

concepción “dialógica” del conocer; la construcción de una nueva y respetuosa relación sujeto-objeto entre seres sentipensantes. De estas convergencias emanadas de los inigualables años sesenta y setenta, nace la I.A.P.

En sus inicios, la I.A.P., se basó en las técnicas de la Antropología clásica, usando la observación partici-pante que se denominaba simplemente intervención o inserción en la comunidad. Surgió enfrentada a los cuestionamientos de los cientifistas tradicionales, detentadores y defensores a ultranza del colonialis-mo intelectual. Inicialmente predominó el empirismo activista; asumiendo el concepto de praxis como un hacer, buscando descubrir qué era lo que en esencia buscaba, convencidos de estar escribiendo la “ciencia del proletariado”, cuando lo que ocurría en realidad era una transposición mecánica, simplificada y empi-rista del marxismo a la gente de la base.

Orlando Fals Borda nos invitó a abordar el conocimien-to de la sociedad desde una perspectiva holística, dialógica, respetuosa de la diferencia. Invitándonos a

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responder como investigadores sociales, interrogantes tan simples y complejos como: ¿Cómo surgen los seres sociales? ¿Su organización ha existido siempre? ¿En qué condiciones históricas surgió, perdurará por siempre? Orlando nos llevó a escoger varios caminos, a través de las respuestas a estos interrogantes. Nos permitió con-trastar la interpretación bíblica, idealista contenida en el Génesis sobre el origen del hombre y del mundo, las teo-rías darwinianas sobre la evolución del hombre desde las especies inferiores; la teoría materialista histórica sobre el papel del trabajo en la formación del hombre; con las mitopoéticas que nos hablan de la creación desde diver-sas culturas ancestrales y que ubican nuestro origen en el agua, en el trueno, en una laguna, en una tinaja, en el maíz, en las ramas del baobab.

Contribuciones de la IAP a una ciencia popular

Es, en esta convergencia de sentidos, donde surge la historia social de la humanidad, historia que exige inex-cusablemente otros tipos de conceptualizaciones, y de metodologías para su comprensión. Es, en este marco de comprensiones donde madura la I.A.P. confiriéndole a la ciencia sociológica el cometido de: ver los tejidos sociales que constituyen la sociedad, trascendiendo la apariencia y trascendiendo las explicaciones oficialmente establecidas; desenmascarando y develando las tenden-cias ocultas, desmontando las afirmaciones “obvias” y el lenguaje políticamente correcto, permitiendo que la voz del pueblo se exprese. Nos invita a relativizar las identidades, las ideas, las instituciones mismas, dejando que la historia fluya y se nutra de sentimiento y pensa-miento. El aporte más valioso fue aprender que se puede recuperar la historia y la sabiduría de todas las culturas que habitan en nuestro territorio, devolviendo la voz al pueblo.

Epistemológicamente la I.A.P. primero replantea la rela-ción sujeto-objeto; rompe la tradicional relación de domi-nación-dependencia en la construcción del conocimien-to. Conduce a un proceso de autonomía y participación que lleva a un nuevo tipo de sociedad, a un nuevo tipo de relaciones en la producción del conocimiento; en las relaciones de género; en las relaciones maestro-alumno; en las prácticas de la medicina; en las prácticas econó-micas; en las relaciones políticas. En la formación de otro tipo de movimientos sociales y partidos políticos.

Igualmente la I.A.P. plantea el reco-nocimiento de la ciencia popular y las ciencias académicas como algo válido. Rompe la concepción carte-siana de asumir la naturaleza como una cosa que fractura la relación sujeto-objeto. Para los viejos para-digmas, el ser social es un objeto, no es un ser pensante sino un obje-to material, que debe ser observa-do, analizado y fragmentado en el laboratorio. La ciencia popular en la perspectiva del análisis que estamos desarrollando, ha sido despreciada o considerada de segunda clase por-que no responde a la rigurosidad y racionalidad señalada por Descartes; pero el conocimiento popular tiene su propia racionalidad y lo demues-tra en la vida cotidiana.

La I.A.P. otorga poco énfasis al co-nocimiento usualmente llamado “científico” y privilegia el conoci-miento “práctico” que surge de la comunidad. Las personas de la co-munidad independientemente de su nivel educativo y status ocupacio-nal, tienen un conocimiento prácti-co que les ha permitido su supervi-vencia; la comunidad conoce mejor su realidad que los extraños a ella. Entonces, desde sus orígenes pro-pugnó por la creación de una ciencia autónoma al servicio del pueblo.

Metodológicamente, la I.A.P. trazó el siguiente derrotero: determinó los grupos claves para el trabajo de inserción; determinó la importancia social, política y cultural de la región en la cual se proyectaba el trabajo investigativo; propugna la devolu-ción sistemática del conocimiento; adopta respetuosamente la posición de clase de los explotados; constru-ye elementos para una organización política. Este proceso metodológi-co se condensó en cuatro niveles. Primer nivel: Análisis del contexto

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situacional. Segundo nivel: interpretación de la realidad para comprenderla, determinando el acontecimiento, el tiempo, el escenario, los actores sociales inmersos en ella, las relaciones de poder, expresión y comunicación evidenciadas por el acontecimiento. El Tercer nivel, con-siste en lograr una visión integral de la realidad, develan-do los mensajes ocultos de los acontecimientos y esta-bleciendo la relación entre acontecimiento y sociedad, o entre el nivel micro y macro. El Cuarto nivel conduce a establecer las alternativas de acción y decisión.

La I.A.P. busca devolver la voz al pueblo, resaltando el papel participativo de la comunidad destacando sus im-plicaciones educativas; no se trata de un ejercicio mera-mente intelectual; es importante que la comunidad apro-veche no solo los resultados de la investigación sino el proceso mismo, involucrándose desde la formulación del problema hasta la interpretación de los descubrimientos, la discusión de las alternativas de solución y adopción de los caminos, mediante la participación activa de la pobla-ción.

De allí se deriva la implicación política de esta opción metodológica, porque genera procesos de cambio y de transformación de la sociedad; construyendo participa-ción e interacción espontánea; aportando reflexión, auto-

gestión y autoconocimiento en las comunidades, proyectando inicia-tivas, creatividad y valoración po-tencial; valorando la experiencia y el sentido común; conceptuali-zando el hombre libre con senti-do crítico; valorando el hombre como ser histórico. El problema de investigación se decanta en el mismo ambiente de trabajo de los participantes; finalmente, con-tribuye a los propósitos de trans-formación de las estructuras bá-sicas del sistema institucional. En síntesis, el proceso investigativo propuesto por la I.A.P. constituye una experiencia educativa total que establece, prioriza, respeta las necesidades de la comunidad y potencializa la conciencia y el compromiso de la misma a favor de sus propios intereses.

Durante el tiempo comprendido entre 1972 y 1974, la Fundación ROSCA de Investigación y Acción Social adelantó en Córdoba y Su-cre (Caribe colombiano), la expe-riencia más controvertida de I.A.P. que se ha realizado en el país, al apoyar las luchas de la ANUC re-cién creada. La historia de la se-gunda mitad del siglo XX en Colom-bia está enriquecida por múltiples experiencias de trabajo político y comunitario inspiradas en esta nueva concepción paradigmáti-ca, en los sectores indígenas del suroccidente colombiano; en las marchas sindicales y campesinas, en los procesos de comunidades negras.

Finalmente, como expresión de reconocimiento y respeto, pro-fundamente conmovida por su reciente fallecimiento, a manera de despedida del Maestro Orlan-do Fals Borda, permítanme hablar desde el corazón:

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Huelga estudiantil 1960

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Maestro Orlando:

Usted decidió marcharse a recorrer otros caminos; optó por descansar para retomar el aire que nos está faltando en esta patria nuestra que se debate entre las mentiras y las carencias; entre los silencios y las palabras marcadas. Usted es ya un habitante nuevo de eternas estancias; donde habitan también algunos seres que amamos profundamente y que también nos dejaron.

Pero nos ha heredado un legado precioso, incon-mensurable. Su recuerdo, sus palabras, sus enseñan-zas. Los caminos que recorrimos juntos, siguiendo su seña por los caminos de Córdoba, Sucre, Bolívar, por los recovecos del Caribe, escribiendo, pensando, soñando. Construyendo el concepto de investigación militante. Escribiendo en nuestras almas la posibili-dad de crear una sociedad nueva, resuelta, rebelde, comprometida hasta la médula con la vida y con la esperanza, en aquellos años de primera juventud donde no era la razón la que nos impulsaba, sino la certeza simple de colaborar en el trabajo de un hombre transparente, valioso, humano, amigo.

Las selvas intrincadas guardarán sus pasos; el Mar Caribe desplegará ondeante su verde-azul para sa-ludarlo en este nuevo viaje. Nuestro afecto irá a su lado, eternamente. Hoy en nombre del aprecio y de la amistad construida para siempre, prometo arrancar de mis múltiples tristezas el sentido de dignidad que marcó su existencia para apuntar la mía; no olvidar su palabra; no renunciar; no claudi-car. Hasta siempre maestro Orlando Fals Borda; hasta siempre.

Popayán, Octubre de 2008.

* Matilde Eljach es Socióloga, Magister en Antropología Jurídica. Integrante del Grupo de Investigación Cultura y Política y de la Red de Justicia Comunitaria y Tratamiento del Conflicto.1

GARCÍA Márquez, Gabriel 1982:12.2

FALS Borda,2006: 16

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REFERENCIAS- FALS BORDA Orlando y Rodríguez Brandao, Carlos. Investigación par-ticipativa. Comentario Ricardo Cetrulo. Instituto del Hombre. Ediciones de la Banda Oriental. 2ª Edición. Montevideo, 1987.- FALS BORDA Orlando. La subversión en Colombia. El cambio social en la historia. 4ª edición actualizada. FICA-CEPA. Bogotá, 2008.- FALS BORDA Orlando. La Historia Doble de la Costa. 2ª Edición. Bogotá, 2002.- GARCÍA MÁRQUEZ Gabriel. La soledad de América Latina. Brindis por la poesía. Corporación Editorial Universitaria de Colombia. Cali, 1983.

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“Por una parte, se montan gran-des luchas en el terreno de las ideas (…) que buscan el progreso y el mejoramiento de la sociedad colombiana, especialmente de las clases trabajadoras. Profeso-res, universitarios y muchas veces los mismos obreros y campesinos, descubren las desigualdades in-herentes y las inconsistencias mo-rales hasta entonces encubiertas en el orden vigente, las traducen en la acción y se declaran en re-beldía contra ellas. Se lanzan a las calles o a los campos, en in-trépido gesto para dramatizar sus puntos de vista y acelerar el cambio, buscando las ventajas del poder político para imponer sus ideales. Pero, por otra parte, sal-tan a la brecha grupos y personas comprometidos con la continui-dad del orden vigente, dispuestos a jugarse a fondo en la lucha y a contrarrestar el efecto de los gru-pos subversores”1

Las realidades de hoy y la vigencia de Fals Borda

El epígrafe con el cual se abre esta reflexión fue escrito por el maestro Orlando Fals Borda hace más de cua-renta años durante la gestación de su obra “La subver-sión en Colombia”: El cambio social en la Historia. Más que una pieza de literatura sociológica o política, estas palabras retratan las realidades de luchas por el poder que han marcado el sendero recorrido por la socie-dad colombiana y que siguen definiendo las apuestas reivindicativas de hombres y mujeres que desde sus realidades cotidianas aspiran a la realización de una nueva sociedad que supere las desigualdades del pre-sente. Estas palabras dibujan una senda de permanen-te cuestionamiento a la injusticia, un camino que debe ser recuperado para mirar las propuestas del futuro de los sectores populares.

La vivacidad de las contradicciones del régimen vi-gente, la intensidad de las reivindicaciones del campo popular nos permiten decir hoy, que las gestas polí-ticas y teóricas inauguradas por Orlando Fals Borda, hombro a hombro con luchadores incansables como el desaparecido maestro Eduardo Umaña Luna siguen te-niendo plena vigencia. Las realidades que determinan el momento histórico actual de la sociedad colombiana revelan la urgencia y la necesidad de que las organi-zaciones sociales, los intelectuales democráticos, los pueblos originarios, construyan escuelas de pensa-miento que contraviniendo los vientos imperantes no sucumban ante el silencio, la cooptación y el academi-cismo aséptico que desde la contemplación, renuncia a transformar las bases de la desigualdad que perviven en nuestro medio.

César Eduardo Osorio Sánchez*

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Desde las propuestas políticas y académicas promovidas por el Maestro Orlando Fals Borda, el logro de un orden social superior, la superación de las barreras es-tructurales que obstaculizan la realización plena de los pueblos, implica el desarrollo de proce-sos de movilización popular que se alimenten por propuestas de pensamiento, de análisis de la sociedad, en las que se sinte-ticen los saberes logrados por nuestros pueblos y en las que cobre un lugar central el papel creativo y transformador de las utopías y procesos ético-políti-cos emancipatorios. Desde este punto de vista, el conocimien-to -lejos de ser un objetivo en sí mismo-, se constituye en una posibilidad para provocar trans-formaciones en el horizonte polí-tico de los movimientos sociales en la medida en que contribuye a desentrañar las condiciones es-tructurales que determinan las luchas por el poder y entronice el papel protagónico que han jugado los actores sociales en la transformación de tales es-tructuras, en su búsqueda de nuevos senderos de justicia.

En la actualidad, Colombia producto de las históricas alianzas entre sus clases políticas tradicionales y los poderes transnacionales que promueven la victoria del mercado, se ha consolidado como escenario es-tratégico para las fuerzas del capitalismo global. La sociedad colombiana se presenta como un enclave de los poderes imperiales en nuestra América, un continente que aunque irredento ha demostrado con la movilización popular y -con algunos gobier-nos de signo democrático- que está hastiado de la voracidad del capital y necesita transitar hacia democracias raizales, respetuosas de la identidad latinoamericana y de las aspiraciones de los pue-blos que por más de quinientos años han sostenido procesos de organización, movilización y de cons-trucción de poder en procura de la dignidad y la autodeterminación.

La crisis del neoliberalismo en América Latina conduce a que la sociedad colombiana se vislumbre como un escenario en el cual se expresan claramente las contradic-ciones, las incongruencias morales del régimen político y económico. De esta manera, los poderes del capital que continua acrecentando su condición dominante en las po-líticas de guerra, en la sobreexplo-tación del trabajo y en la violencia cultural, se confronta con las vo-ces que claman y construyen for-mas propias de organización de la vida colectiva, con las conciencias críticas que reclaman para sí la po-sibilidad de construir un futuro en el cual la economía y la política no se sigan encarnizando contra las mayorías y contra los sectores más humildes. En la arena política colombiana, la movilización popu-lar, las luchas en el terreno de la teoría y el análisis crítico de la his-toria evidencian que el paradigma

societal del capitalismo trasnacional se enfrenta a las lógicas de los movimientos sociales que señalan las contradicciones cada vez más profundas entre la diná-mica del mercado y las aspiraciones de realización de los derechos y los proyectos políticos tejidos desde la orilla de los movimientos populares.

La realidad que confrontamos cotidianamente, nos revela que lejos de ser un proceso meramente eco-nómico, la dinámica de extensión del mercado global – en la que Colombia es un engranaje estratégico- está sustentada en nuevos esquemas de dominación y de confrontación de los sectores alternativos en el te-rreno social, cultural, político e ideológico. El modelo de globalización propuesto por los precursores de la ortodoxia neoliberal se revela ante nuestros ojos como un proceso en el que los dispositivos económicos van acompañados por una intensiva labor ideológica para sembrar la desesperanza. La tecnocracia, las clases políticas tradicionales han centrado sus esfuerzos en construir un andamiaje académico, mediático y políti-co para demostrar a toda costa que no existen alter-nativas a la economía de mercado y a las instituciones políticas que lo sustentan.

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Los tiempos recientes y la necesi-dad de una nueva lectura de la his-toria

En Colombia son notables los efectos de este conjunto de políticas orientadas a la preservación del régimen. En primer lugar, la dinámica política e institucional de los úl-timos tiempos, trae consigo la generalización de lógicas autoritarias en el ejercicio del poder que buscan que los hombres y mujeres se reconozcan como pertenecientes a una comunidad política constituida desde la militancia común en las políticas de gobierno. En segundo lugar, en el marco de la guerra integral contra el terrorismo se ha generado una nueva oleada de estigmatización frente a las organizaciones populares, sindicales, campesinas, indígenas en la cual se enfatiza la peligrosidad de estos sectores sociales por cuestionar los cimientos sobre los cuales se edifica el modelo político y económico. En ter-cer lugar, los tiempos recientes han estado marcados por una invasión de los valores de la guerra a la vida cotidiana que torna hostil el escenario de la deliberación política en la arena pública, cuyo objetivo central es la polarización social en torno al consentimiento o el re-chazo de la agenda gobernativa.

En el mismo sentido, el incremento sin precedentes de los recursos invertidos en la sofisticación de las fuerzas militares contrasta con la inversión cada vez más preca-ria en sectores como la educación, la salud, y en general con los esfuerzos institucionales para garantizar los De-rechos Económicos Sociales y Culturales de las mayorías de la población. El fortalecimiento de la capacidad repre-siva del Estado pone en evidencia el desarrollo de una carrera armamentista a nivel nacional y en tal sentido, la profundización de las políticas de guerra.

De acuerdo con el Maestro Fals Borda, estas dinámicas obedecen a un curso político cuyo objetivo es la “socia-lización del guerrerismo”2 como lógica dominante para el tratamiento de las contradicciones del régimen las cuales tratan de ser enmascaradas a partir de: 1. La activación de dispositivos ideológicos orientados a ge-neralizar de una imagen deformada de la realidad exenta de contradicciones y luchas populares, 2. La profundi-zación del tratamiento punitivo de contradicciones que se gestan en el terreno social, político y cultural. De esta manera, la ideología y el ejercicio de la fuerza se

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constituyen en herramientas com-plementarias para la preservación del statu quo.

En este sentido, el pensamiento político dominante mistifica el régi-men vigente satanizando y triviali-zando el ejercicio de la oposición y de la diferencia política acudiendo a una visión de la historia en la cual no existen ideales democráticos, ni conflictos de clase y mucho me-nos idearios políticos emancipato-rios. El pensamiento único trata de convertir a la historia en una desabrida sucesión automática de fases, en la cual desaparecen los rostros de dignidad, de resisten-cia, que proponen nuevos valores y nuevas exigencias a sus realida-des.

En esta visión de la historia se encuentran tres argumentos de fuerza que pueden ser entendi-dos como retos para construir una nueva perspectiva de la historia que aborde la dinámica de las lu-chas sociales por el poder y revele los factores que determinan las desigualdades sociales, políticas y culturales.

En primer lugar, la historia oficial parte de reconocer al régimen po-lítico y económico vigente como el único posible y por ello debe ser defendido por los sectores más amplios de la población. En segun-do lugar, desde el pensamiento del régimen las alternativas sociales políticas y económicas fracasaron, son inviables y por ello el sentido las luchas sociales es la injustifi-cada desestabilización del orden social establecido. En tercer lugar, los discursos oficiales parten de la siguiente idea: las dinámicas so-ciales se pueden explicar a partir de la historia de las instituciones

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políticas estatales y desde los es-fuerzos de los dirigentes políticos tradicionales para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad del orden institucional.

Una mirada a la his-toria del campo po-pular: utopía y cam-bio social

De cara a estos retos, el Maestro Fals Borda, emprende un nuevo abordaje de la historia de Colom-bia para tratar de desentrañar las raíces, buscando las determinacio-nes históricas de las luchas poder. Partiendo de la idea de que cada orden social contiene en su seno un universo de contradicciones que alcanzan su clímax cuando un conjunto de conciencias críti-cas, cuando las masas populares generan propuestas políticas para transformar los valores, las nor-mas, las instituciones y tecnolo-gías que sostienen los regímenes vigentes. En esta exploración so-ciohistórica, uno de los hallazgos más notables es el siguiente: el modelo hegemónico que se expre-sa en las ciencias e instituciones políticas oficiales ha invertido es-fuerzos ingentes en reafirmar la justeza de lo que existe, argumen-tando la inmoralidad y la destruc-ción que se encarna en las gestas políticas de corte subversivo.

En la reconstrucción de la historia popular que propone Fals, en cada orden social por el cual ha transitado la sociedad colom-biana afloran gestas políticas y sociales protagonizadas por luchadores como Benkos Bioho, José Antonio Galán, José María Melo, Manuel Quintin Lame, Jorge Eliecer Gai-tán, Camilo Torres, quienes orientados por un horizonte utópico llaman a la búsqueda de un nuevo orden social.

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Foto Archivo Cepa

Circa 1976. Chocontá.

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De esta forma, la subversión adquiere una connotación dis-tante a la califi-cación negativa de los saberes oficiales para ser valorada como un acto político orientado a reve-lar las contradic-ciones sobre las cuales se edifi-can las certezas de los órdenes sociales. Desde esta perspectiva de subversión moral, los sec-tores sociales tradicionalmen-te excluidos de las estructuras dominantes de la economía, del poder político y la cultura irrumpen en la historia criticando las injusticias que definen sus realidades históricas, proponiendo nuevas formas de organización de la vida colectiva, afirmando su capacidad soberana de orientación de su destino colectivo.

Los procesos políticos protagonizados por estos hombres y mujeres revelan que una acción política es una práctica sub-versiva solamente si se propone la superación de las realida-des de injusticia, explotación y opresión, si provoca procesos sociales dirigidos a la construcción de un nuevo orden social con una nueva comprensión de la dignidad colectiva. Tal como lo señala Fals Borda, las instituciones, las normas, los valores sociales no son justos por el solo hecho de responder a la tradición, por el contrario, las ciencias y saberes se encuen-tran en permanente cuestionamiento y transformación en la medida en que afloren nuevas reivindicaciones de justicia y de realización de derechos que se expresen en movimientos sociales y políticos.

Gracias a las dinámicas sociales de construcción de contra-poder, la subversión moral que desencadena los cambios en las sociedades puede ser entendida como el momento histó-rico en el cual se revelan con mayor claridad los proyectos

de sociedad, las utopías e ideologías que se confrontan en la arena de la política. Al mismo tiempo desenmascaran las in-consistencias, las incoherencias entre las declaraciones morales y las prácticas políticas, económicas y sociales que fun-damentan el poder de las clases domi-nantes.

En este punto, otro de los aportes que se deben destacar de la obra de Fals Bor-da -para encausar el abordaje del cam-bio social en la historia- lo constituye la recuperación política y sociológica del concepto de utopía. Tras una mirada a las distintas formas que han cobrado las luchas populares en la historia de Colom-bia, las utopías lejos de concebirse como imaginarios, sueños, ilusiones distantes de las realidades sociales y políticas se valoran como complejos de ideas que inciden en la realidad por medio de la acción colectiva, los cuales orientan la transformación de los aspectos de orden social que son considerados injustos y propende por la construcción de nuevas relaciones sociales sustentadas en nue-vos referentes de justicia. La existencia de utopías en el horizonte político y rei-vindicativo garantiza el cuestionamiento de los regímenes políticos, económicos y culturales y la persistencia de luchas que permitan su superación.

En la historia de Colombia, al lado de las ideas que promueven el mantenimiento del orden establecido (ideologías) exis-te una larga tradición de utopías que portan la doble condición de sostener la crítica a los órdenes sociales establecido impulsando dinámicas de organización y movilización popular.

Las utopías raizales de la historia colom-biana se han construido al fragor de lu-chas seculares contra los poderes colo-niales, la esclavitud, la explotación de los trabajadores, el destierro de indígenas y campesinos, la violencia directa, estruc-tural y cultural contra nuestros pueblos

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* Centro Estratégico de Pensamiento Alternativo CEPA.Director Académico nacional de la Red de Justicia Comunitaria y Tratamiento del Conflicto.1

FALS Borda, Orlando.2

FALS BORDA, Orlando. (2008) La subversión en Colombia: El cambio social en la historia. Bogotá. FICA. Pp.262 y ss.

ancestrales. En las acciones y propuestas de las organizaciones populares, indígenas, campesinas, cívicas, sindicales, se ha configu-rado un horizonte utópico que si-gue incidiendo en las búsquedas de regímenes políticos cercanos a las aspiraciones de poder de los excluidos, cimentado por modelos económicos que superen la depre-dación del hombre por el hombre y de su medio natural, construyendo un modelo de sociedad edificado en un nuevo humanismo.

Así, emerge la utopía del socia-lismo raizal, como el fruto de una historia de dignidad y conflicto, como una propuesta política ba-sada en la capacidad creativa e inagotada de los campesinos, indí-genas, obreros, del campo popular para configurar nuevas institucio-nes, normas, valores, tecnologías asentadas en el trabajo, la solida-ridad, la autonomía, la identidad, el territorio, en el espíritu libertario entendidos como valores legados de esta tradición de luchas. Mien-tras estas aspiraciones no asuman su lugar como intereses genera-les de la sociedad, reverdecerán las expresiones de movilización popular, seguirán en el horizonte utópico animando la organización y la búsqueda de espacios de po-der que prefiguren un nuevo orden social.

En la actualidad son grandes los esfuerzos invertidos por las aca-demias militantes del régimen y por los medios de comunicación del empresariado, para trivializar la política en los titulares de las

primeras páginas, en los efectos de las en-cuestas. Son necesarios los esfuerzos para encubrir con nuevas doctrinas y con espec-tacularidad mediática las carencias de un modelo de sociedad que sigue engendrando profundas contradicciones sociales y políti-cas. En este contexto es urgente recuperar el análisis riguroso de la historia, del momen-to social y político de la vida nacional, con los lentes de un conocimiento social eman-cipatorio de utopías y subversiones morales vigentes e inconclusas que recupera en su obra el maestro Orlando Fals Borda.

Frente a las fuerzas de la desesperanza y frente a la farándula que pretende hacer de la política un asunto frívolo, es crucial vol-ver al análisis de la dialéctica de la historia, a las fuentes de las transformaciones socia-les para edificar nuevas reflexiones y nuevas formas de acción política. La gramática de la historia sigue su curso, con luchas, moviliza-ciones, con acción política y con propuestas de pensamiento libertario. La historia de Colombia sigue su curso, siguen vigen-tes los valores fundantes de libertad, solidaridad, trabajo, aspiraciones de los pueblos originarios por la edifica-ción de una nueva democracia constru-yendo propuestas de ciencia popular al servicio del ideario democrático.

El socialismo raizal, como el fruto de una historia de dignidad y conflicto, como una propuesta política basada en la capacidad creativa e inagotada de una tradición de luchas

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Klaus Meschkat*

Cuando llegué a Colombia hace cuarenta años para enseñar so-ciología en la Universidad de An-tioquia, varios de mis colegas y amigos fueron ex-alumnos de Or-lando Fals Borda. En ese tiempo la obra de Fals Borda era indispen-sable para cualquier persona que trataba de estudiar la realidad so-cial colombiana, comenzando con sus libros y artículos de los años 1950 sobre los campesinos y la situación del agro en las regiones andinas del país. Para la orien-tación general sobre la historia contemporánea de Colombia, fue obligatorio leer los dos tomos de una obra maestra de las ciencias sociales latinoamericanas: “La violencia en Colombia”. Este libro actualmente es punto de partida para cualquier estudio serio de un proceso social que no terminó con la publicación del libro en 1962.

En las décadas que siguieron, llegué a

conocer a Orlando personalmente, no solo como sociólogo de merecida fama internacio-

nal, sino como compañero en una lucha común para construir otro mundo posible. Su camino como investi-gador destacado en Historia y Ciencias Sociales, dentro y fuera de la universidad, fue inseparable de su com-promiso político consecuente, hasta el final de sus días. Un aspecto importante de la vida y obra de Fals, es la lógica del paso de un pensador cosmopolita en el mejor sentido de la palabra, que se ha formado aprendiendo la instrumentalización de una sociología (main stream) de alto nivel en la academia de los Estados Unidos, al intelectual colombiano que busca y encuentra su cami-no político con base en un conocimiento profundo de la historia de las luchas por la emancipación social en su propio país. En su rechazo -más que justificado- del co-lonialismo intelectual tan frecuente en América Latina, Orlando no cayó en un provincialismo autosuficiente, pues siempre buscaba la comunicación con la teoría crí-tica más avanzada e intervino en los debates interna-cionales de un marxismo independiente. Así fue capaz de superar el positivismo de sus estudios iniciales, sin caer en la imitación de un pseudomarxismo deductivo de determinados teóricos europeos de moda que nunca fueron capaces de interpretar la realidad, de su propio país ni de los países subdesarrollados, y nunca intervi-nieron en luchas concretas. También en Colombia en los años setenta, existían círculos de estudiosos del “Capi-tal” que tenían miedo de acercarse a la vecindad de los movimientos sociales antes de terminar la lectura del tercer tomo de la obra principal de Marx. Fals optó por

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otro camino: salió de la universi-dad capitalina, para vincularse con las luchas reales de los oprimidos en la zona del país donde el mismo tenía sus raíces familiares: la Costa Caribe. Trabajó con un movimien-to campesino fuerte que pretendía impulsar la Reforma Agraria desde abajo: la ANUC, para esta organi-zación social elaboró materiales de educación sobre el desarrollo del capitalismo en la Costa. Pero también entendió que tenía que revisar sus métodos iniciales para estudiar los movimientos sociales: no reducirlos a objetos de investi-gación, sino trabajar con ellos con base en una identificación de sus principales metas, entrando en un proceso en el cual el investigador aprende y cambia su relación con los “investigados” que se convier-ten en sujetos de un intercambio permanente. Elaboró el conocido método de “Investigación Acción Participativa” (IAP) con la cual Orlando Fals Borda enriqueció las Ciencias Sociales, no solo en Co-lombia y América Latina. No hay necesidad ni espacio para reflexio-nar sobre esta contribución a las Ciencias Sociales.

Resultado de este método y de un trabajo paciente de muchos años fue la obra maestra de Fals, su “Historia Doble de la Costa” que se publicó en cuatro tomos de 1979 a 1986. Este libro, es más que una obra de historia regional: en sus implicaciones muestra con claridad que una izquierda con un proyecto político alternativo de cambio debe apoyarse en auto-nomías regionales. Vemos en este momento en Bolivia que puede pasar, si una izquierda deja esta consigna en manos de una dere-cha retrógrada que opone una au-tonomía de los privilegiados a un

proyecto nacional progresista. Al contrario, Orlando Fals Borda con-tribuyó al trabajo de la Constitu-yente de 1991 con sus conceptos novedosos sobre el reordenamien-to territorial. Aquello que parece una obsesión de un investigador es-pecializado en asuntos regionales, ahora muestra su relevancia en la coyuntura política actual de Améri-ca Latina.

Ricardo Sánchez, en su discurso de presentación de la cuarte edición de “La subversión en Colombia” todavía en presencia de su autor el 23 de julio de 2008, hizo su elogio como “Héroe Cultural”, como uno de los grandes revolucionarios de América Latina. Eso es cierto. Pero en mis recuerdos personales de Orlando, aparece un hombre sin la soberbia habitual de los héroes y por eso para mi fue un hom-bre ejemplar. Le admiraba en sus com-portamientos cotidianos, comenzando con la relación con su compañera Maria Cristina Salazar, eminente socióloga, siempre trabajando en otras áreas dife-rentes a las de Orlando, pero con igual prestigio en muchas partes del mun-do. Recordamos nuestra preocupación cuando ella estuvo en la cárcel durante quince largos meses bajo la represión de Turbay al final de los años setenta. A nadie se le hubiera ocurrido considerar a Maria Cristina como simple acompañan-te de un hombre ilustre. Incluso recuerdo una visita en su apartamento en Bogotá cuando mi conversación fue sólo con ella, tratando de ganarla para una conferencia en Hannover, mientras que Orlando se ha-bía retirado para atender otros asuntos. Una relación de igualdad de este tipo no es frecuente, tampoco en parejas de aca-démicos con ideas progresistas, ni en Ale-mania ni en Colombia. Todos recordamos como Orlando cuidaba a Maria Cristina en los años de su grave enfermedad, hasta su muerte acaecida en el año 2006.

Klaus Meschkat

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* Sociólogo alemán de la Universidad de Hannover. Miembro de ATTAC (Alemania). Ha publicado importantes estudios científicos sobre los procesos de lucha social y pasajes sobre la historia política de la izquierda en Colombia. Amigo personal y colega de Orlando Fals Borda durante más de cuatro décadas. El profesor Meschkat es colaborador de CEPA.

Recuerdo cuando visité a Orlando un día al final de febrero del 2003. El me pidió disculpas, esta vez no me podía invitar a su casa, porque Maria Cristina estaba muy mal, con dolores. Me daba una cita en su oficina en un edificio grande en la séptima, sede de una nueva organización llamada frente Social y Político. Encontré a Orlando en un cuarto modesto, con muebles viejos, sin secretaria y con un teléfono como único equipo. Entendí que este hombre que ya se acercaba a sus ochenta años, el sociólogo más prestigioso de su país, dedicaba horas de su pre-cioso tiempo asumiendo tareas de oficina para una organización con pretensiones de unir ¡otra vez! a una izquierda independiente en este país tan difícil. Seguro no fue por aburrimiento que se dedicaba a este trabajo poco atractivo pero necesario. Sobra decir que así urgió nuevamente una fuerza política de izquierda cuya importancia para Colombia hoy día es innegable.

Mi última visita a Orlando tuvo lugar en marzo de este año. Sabía de su delicada salud y estaba pre-ocupado por la hora, cuando llegué a su apartamen-to era tarde, como varias veces en años pasados estaba en compañía de su amigo de confianza Mi-guel Eduardo Cárdenas. Yo estaba preparado para encontrar a Orlando solo, tal vez cansado por la hora avanzada. Sin embargo encontré un hombre alegre que sabía muy bien esconder su fragilidad, se encontraba en compañía de una docena de jóvenes que querían aprovechar mi llegada para seguir con-versando con su maestro para tratar el tema de la situación del movimiento altermundista. Después de la despedida de estas amigas y amigos jóvenes, en-tramos en una conversación sobre la herencia perdi-da del socialismo revolucionario de los años veinte. Orlando -curioso como siempre- quería saber de los materiales de los archivos de Moscú que estamos preparando para un libro que se va a publicar en Co-lombia. Conversando sobre el Polo Democrático Al-ternativo, entendí que Fals no tomaba su condición de “Presidente Honorario” como una obligación de callarse cuando aparecieron tendencias negativas en la nueva organización. No se sentía jubilado sino militante hasta sus últimos días.

En un poema de Bertold Brecht hay unas líneas que me parecen como un retrato de Orando Fals Borda:

“Die Schwachen Kämpfen nicht. Die StärkerenKämpfen vielleicht eine Stunde lang.Die noch stärker sind, kämpfen viele Jahre. AberDie Stärksten kämpfen ihr Leben lang. DieseSind unentbehrlich.

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay otros que luchan mu-chos años y son muy bue-nos. Pero hay quienes luchan toda la vida, esos son im-prescindibles.

Hannover, 8 de septiembre de 2008

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La combinación melancólica del recuerdo y los adioses con las gratifi-cantes vivencias, compartidas fugazmente con seres excepcionales - aquellos que nos brindan la compañía sin robarnos la soledad – es aquello que trato de invocar en este trajín del camino de la memoria, iluminado con la generosa imagen y ejemplar legado de Orlando Fals Borda, identificado a lo largo de medio siglo de compartir en la presencia y la distancia los mismos mundos.

Orlando, el maestro, amigo y compañero de utopías realizables, como son todos los hermanos de esa familia esencial – que va más allá de la consanguínea- son seres irrepetibles que nos facilitan y justifican la vida procelosa. Esa personalidad, austera y sabia, sencilla y compleja, se fue en este agosto del 2008, llevándose con el viento y la lluvia su genio, su grato humor costeño, enmarcado con su sonrisa y murmullo de sabias palabras. Sin embargo nos invita a no olvidarlo en estas mon-tañas duras y socarronas.

Esta la razón de escribir sen-tidas y rápidas notas para la Revista CEPA. Revista que fun-dó y dirigió Orlando, acompa-ñado de gente semejante a él: como Miguel Eduardo Cárde-nas, Libardo Sarmiento Anzola y otros tantos integrantes del equipo de soñadores puros, to-dos ellos constructores com-prometidos con la realización de un mundo mejor, una nube habitable con felicidad.

No pretendo repetir el inventa-rio de sus escritos y acciones, cuyos merecidos elogios a su

amplia obra, son producto de su sólida disciplina y formación de científico social, pues han sido re-señados ampliamente. Esta obra constituye un precioso legado y paradigmático patrimonio para Co-lombia, Latinoamérica y el Caribe, allí se perciben geografías huma-nas y físicas, que Orlando estudió y amó, en el referente de un pen-samiento crítico, propositivo, in-novador, creador, socialista y pro-fundamente democrático. La obra y acciones de este gran hombre, también son y serán útiles para el

Por Luis Emiro Valencia

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mundo de las ciencias sociales, reflejada en su fun-ción insobornable y ética de humanista militante en la democracia radical. Sin sombras, intransigentes en los principios y flexible en las tácticas, centrado en la defensa de los pueblos y regiones marginadas de Colombia y el mundo, como único compromiso vital e intelectual, como lo acreditó con su presencia hono-raria y altiva en el Polo Democrático Alternativo.

En la saudade o añoranza, abruma la definitiva des-pedida en el concurrido y abierto campus de la Uni-versidad Nacional de Colombia, en su viaje definitivo y sin retorno, hacia el “limbo”, pues no pretendía ha-bitar el cielo ni el infierno fantástico, como premoni-toriamente describiera su final residencia, el Maestro, en reciente teleconferencia con la Universidad Abier-ta y a Distancia UNAD. Así se fue, el amigo y compa-ñero de sueños, triunfos, frustraciones y esperanzas, quien tuvo por nombre Orlando Fals Borda; entre flores, murmullos, silencios respetuosos y perplejos frente a una realidad irreversible.

Es el recuerdo de Orlando, sustentando su sólidas ponencias sobre la Vivienda y el Habitat, en el Sim-posio sobre el Trópico Húmedo, realizado en Quibdo patrocinado por la UNESCO, bajo la Dirección Acadé-mica de Monseñor Enrique Pérez Arbeláez, científico fundador del Jardín Botánico José Celestino Mutis en Bogotá y continuador de esa tarea histórica. A este acto académico concurrieron el Director de la UNESCO y en el horizonte del Río Atrato, pensaron y hablaron eminentes científicos de Europa, de Esta-dos Unidos y América. Allí Orlando recibió cálidos elogios por su trabajo y su grata presencia aca-

démica en las demás discusiones sobre bioambiente, antropología, etnología y sociología aplicadas al medio chocoano y su extensión en la geografía mundial. En las Actas del Simposio, registramos en la Secretaría Académica del Simposio, con Teresita Arango, Lucien Pasquieu y Roberto Pineda, los valiosos aportes so-bre temas como la tenencia de las tierra en el Chocó, el habitat, el trabajo, la cultura y las danzas y cantos afrocolombianas (alabaos), la agricultura y la silvicultu-ra en el trópico húmedo, los manglares destruidos y la necesaria ganadería de búfalos de Pakistán, los caminos del agua y la pesca artesanal, la botánica y la zoología, la biodiversidad, entre otros temas de ayer que hoy mantienen una actualidad desconcertante que amerita repasar en este panorama depredador. En las comisio-nes de trabajo y en largas tertulias que se extendían hasta perder los linderos del anochecer y amanecer lluvioso, enmarcados con luna y rumores frescos, mira-das curiosas con los ojos grandes de las negritudes, se desenvolvía el derroche de conocimientos, sabidurías y pasiones. Esta presencia múltiple, integraba el paisaje cultural del evento, relevado con el sabio pensamiento y la amable risa leonardesca de Orlando, matizada con su natural humor y mirada distraída pero presen-te. Este fue nuestro primer encuentro intelectual, que nos hizo amigos por siempre. Es fácil reconstruir en el recuerdo ese ámbito selvático y hermoso, acosado por la marginalidad, el abandono y la pobreza, en medio de tanta riqueza natural y humana. Pero aún permanece la población marginada, excluida, violentada, ayer y hoy, como lo hemos constatado después de décadas mar-chitas.

Cómo no recordar los paseos nocturnos con Orlando, entre el follaje del Pacífico chocoa-no, junto con Joaquín Molano Campuzano, ictiólogo y conservacionista, también ido, exhibiendo su perfecto francés el uno e in-

glés el otro, ante la bella suiza Lucien, nuestra políglota traductora de ver-

dades e ilusiones. Molano, fue uno de los fundadores de

la Universidad Jorge Ta-deo Lozano, en búsque-

da de coleópteros para su colección, como Orlando, también funda-dor de la Facultad

de Sociología de la Universidad Nacio-nal.

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Estos fueron nuestros temas iniciales, los de siempre y los de la hora del ahora. Todo parece como una fotografía en sepia, que sólo tiene en el presente más colores: verdes, terrosos, amarillos, ne-gros y rojo sangre, como el nuevo luto de los ríos. Y hay más dolor humano y social, acompañado en el presente con la palma africana y la tala del bosque primitivo, mal llamada silvicultura, implantada por los agentes del neo y narco latifundio, disfrazado de comodato, CTI y múltiples violencias, reproducidas y multiplicadas.

Estos horizontes y celajes, mostraban los conflictos germinales de la tragedia regional y nacional, que interpretó y analizó, en su mo-mento y en la actualidad, Orlando Fals, junto con Eduardo Umaña Luna y Monseñor Guzmán en su origen y profundidad, en ese trata-do sobre la infamia, denominado “La Violencia en Colombia”. Todo esto lo recordábamos con Orlando, en nuestros viajes al pasado como si nunca se hubiera interrumpido en su acaecer dramático e injusto y repetitivo como las pesadilla eterna de los condenados de la tierra de Franz Fanon. Es el caleidoscopio que vivimos.

Luego en los años cincuenta y sesenta, época de oro democráti-co de la Universidad Nacional de Colombia, los fundadores de las disciplinas académicas en los campos de la Economía y Sociología en nuestro medio, fueron Antonio García Nossa y Orlando Fals Borda, quienes impulsaron la presencia moderna del conocimiento científico en estas disciplinas, como nos consta a quienes fuimos, más que sus alumnos, sus leales y consecuentes discípulos.

En estos escenarios de la Universidad, en barrios y veredas y con actores como Orlando Fals Borda y Camilo Torres Restrepo, pole-mizamos públicamente sobre la institucionalización de la Acción Comunal en Colombia (que no fue fundación o creación republi-cana, pues el trabajo comunitario comunal preexistía histórica y culturalmente desde antes del descubrimiento de América y las conquistas europeas), cuya manipulación se inicia con los artículos insertos en la ley miscelánea número 19 de 1958 - precisamente hace 50 años- esta ley cumple medio siglo en este 2008.

En el Censo Nacional Calificado de 1993 sobre acción comunal, el cual dirigí, se identifican las huellas de estos cordiales coloquios, algunos fueron idealizados y otros fueron premonitorios de la co-optación popular. Estos debates se efectuaron en el Paraninfo de la Facultad de Derecho Universidad Nacional.

En el curso de los años, siempre nos encontramos con Orlando, defendiendo los objetivos y tareas de la acción comunal, en el mutuo afán de compartir su profundización democrática y mo-dernización, definida como sujeto social participante. Siempre apuntando a la autonomía, capacitación, organización democrá-tica y fortalecimiento de la economía solidaria, considerando medios y fines para alejarla de la politiquería, el protagonismo y el clientelismo, hasta el punto que compartíamos el anhelo de

Esta tarea inconclusa de la re-volución liberadora requiere de muchos Orlandos para su reali-zación. ¡Ya están, ya vendrán!

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reimpulsar estas líneas de políticas social en la actualidad y ad honorem, integran-do el equipo consultor de la Confederación Comunal Nacional.

Esta tarea inconclusa de la revolución libe-radora, que describe en uno de sus libros y propuso culminar el Maestro, en forma per-manente, requiere de muchos Orlandos, para su realización. ¡Ya están, ya vendrán!

En el año 1991, nos encontramos en la Asamblea Nacional Constituyente: Orlan-do Fals, como Constituyente por Alianza Democrática-M-19 y el autor de estos re-cuerdos presente como Asesor del Cons-tituyente Angelino Garzón en la Comisión V de las Asambleas, relacionadas con los asuntos Económicos, Sociales y Ecológicos. Esta circunstancia renovó la posibilidad de intercambiar diariamente documentos, opi-niones, objetivos y tareas, con los Consti-tuyentes, especialmente con Orlando Fals

Borda, quién lideró es-pecialmente los

temas en mate r i a

de ordenamiento territorial, bajo la línea innovativa de construir un Estado Unitario Regional defendien-do las entidades territoriales para las etnias y socie-dades originarias, ETIs.

Estas tesis coinciden con el redimensionamiento territorial urbano-rural integrado mediante la figu-ra geopolítica de las agrópolis, que impulsa Alberto Mendoza Morales, presidente de la Sociedad Geográ-fica de Colombia, también asesor de la Constituyente. Esta circunstancia permitió rememorar estas luchas sociales y políticas compartidas, en el último homena-je realizado a Orlando.

En los diversos temas de participación comunita-ria y economía solidaria, esta Comisión propuso los artículos pertinentes. En estas comisiones y plena-rias trabajaba y defendía sus ideas con su discurso y voto limpio, Orlando Fals Borda, junto a la mayoría de constituyentes. En esos inolvidables momentos en los cuales fertilizaron con su tesón la democracia moderna participativa, se perfilaron los contenidos basicos de los derechos fundamentales, consagrados en la nueva Constitución, cuyo desmantelamiento progresivo comentábamos con tristeza histórica e impotencia política, en los encuentros y diálogos fra-ternos con Orlando Fals, como aquel último ocurrido el 23 de julio de este año, semanas antes de su adiós definitivo, en el Paraninfo de las Universidad Central, en el lanzamiento apoteósico de la reedición actuali-zada de su libro “La Subversión en Colombia”, cuyo saludo, agradeciendo la presencia al acto, rubricó con un cordial abrazo y con su sonrisa de siempre, mar-cando el ritmo de su voz, casi callada, silenciosa, di-ciendo, “pues sí, Luis Emiro, gracias por la presencia, pues ya somos parte de la historia … inconclusa”, remató sonriendo. Esta anécdota fue lo último que compartimos.

Así fue la última vez que dialogamos con la mirada lejana. En cuanto a las notas del Camino de la Memo-ria, para la Revistas CEPA, las transmite el milagro fabuloso del Internet, en reemplazo del diálogo vivo.

Sin embargo, Orlando Fals Borda, como canta el ver-so romántico medieval sobre el amor ¨Para curar las dolencias del corazón, se requiere la presencia y la figura. En este caso, el legado del Maestro se encuen-tra en sus obras. Siempre, en su ejemplo humano, está y estará presente su figura y su talante.

Esa es su figura eterna, incrustadas en el futuro de la Colombia posible, que vendrá, gracias a hombres como Orlando!

Foto

Otton

assar

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A manera de introducción

La década de los noventa se caracterizó por el afianza-miento del paramilitarismo en todo el país. La siniestra asociación entre los carteles del narcotráfico que apor-taron dinero y su ejército de sicarios asociados con miembros activos de las Fuerzas Militares (encargados de su entrenamiento), contaban con la participación de numerosos terratenientes en cuyas fincas eran adies-trados. Organizados con ganaderos, comerciantes, multinacionales y políticos de las diferentes regiones del país. Fueron muchas las personas que participa-ron directa e indirectamente, en la consolidación de un proyecto político presentado como la única opción para enfrentar el peligro de la guerrilla: las temibles Autodefensas.

La persecución implacable, el asesinato, la desapari-ción y el desplazamiento de miembros de la oposición, dirigentes campesinos, sindicalistas estudiantes, indí-genas y todo aquello que representaba una voz crítica, cuestionadora o simplemente disidente del poder que se acunaba con esta tenebrosa alianza, pasó a ser la amenaza diaria de numerosas comunidades a lo largo y ancho del país.

Esto produjo como resultado el desplazamiento for-zado, inicialmente y en forma masiva en la región del Urabá chocoano, hacia finales de 1996, en lo que se conoció como ‘Operación Génesis’, dirigida por el en-

MARIELA GUERRERO*

Alternativa era el único medio infor-mativo independiente de Colombia, sacaron por primera vez a la luz pública, la verdad que se ocultaba tras las llamadas “Cooperativas de Seguridad Privada” (Convivir) tan defendidas, promocionadas y multi-plicadas por el entonces Gobernador de Antioquia y hoy presidente, Álvaro Uribe Vélez.

En esta edición inauguramos la sección De Vuelta a la Página, en donde se reproducen y recrean documentos históricos de publicaciones de los sectores populares que cobran vigencia para del presente.

En tal sentido se enmarca la Revista Alternativa, una de las publicaciones más prolijas en denunciar los abusos de poder en la historia de Colombia, por esto reproducimos uno de sus artículos más polémicos y reveladores para el presente: “El modelo Uribe Vélez: ¿Mano dura o tenaza paramilitar?” Dic. 1996, el cual está precedido de un contexto en el cual se escribió el artículo a cargo de Mariela Guerrero, miembro del equipo de redacción de ese entonces, y una entrevista a Gloria Cuartas, en donde recrea desde el presente lo que significó el “Modelo Urabá” en la paramilitarización del país en la última década.

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tonces General Rito Alejo del Río, Comandante de la XVII Brigada del Ejército, con sede en Carepa, Ura-bá antioqueño. Se calcula que más de treinta y cinco mil personas de las comunidades negras e indígenas se encontraron de la noche a la ma-ñana frente a un régimen de terror que a punta de masacres, descuar-tizamientos y asesinatos usando la motosierra, generaba pánico e inti-midación a miles de pobladores que, despavoridos, huían a un futuro in-cierto, con los pocos enseres que podían llevar consigo. Práctica que se hizo extensiva al resto del país, desalojando de sus terruños a casi cuatro millones de personas, ante la mirada pasiva e indiferente de un país que los dejaba solos.

En medio de este panorama desolador, que contaba con la complicidad directa de innumerables persona-jes de la vida nacional y el silencio absoluto de los medios de comunicación. Cuando el pais se debatía en el conocido ‘Proceso 8.000’, que acusaba al go-bierno de Ernesto Samper de haber sido elegido con dineros de los carteles de la droga, un grupo de inte-lectuales, dirigentes políticos y periodistas a la cabe-za del maestro ORLANDO FALS BORDA, asumieron el reto de re-crear de nuevo la Revista Alternativa, que jugó un importante papel en el escenario político, a comienzos de los años noventa.

Soplaban vientos difíciles y peligrosos. Sin embargo, el compromiso consistía en asumir con seriedad el rol que los medios de comunicación se negaban a cumplir, como era el ser testigos y fiscales sociales a la vez. Esto primó sobre todas las dificultades. Cons-cientes de que el país requería una voz que no se dejara silenciar, ni intimidar, se trabajó bajo los prin-cipios del ejercicio de un periodismo crítico, analítico, cuestionador; un periodismo que no fuera compla-ciente con ningún sector.Se rescató el periodismo de investigación, tan perse-guido y asediado (hasta el presente), que ha costado la vida a numerosos periodistas, así como ha inducido el exilio de otros tantos.

En las páginas de Alternativa fueron publicadas nu-merosas denuncias sobre sistemáticas violaciones a Derechos Humanos, hechos de corrupción, asesina-tos, desapariciones y sobre todo daba razón del dra-

ma del desplazamiento forzado analizando sus intereses ocultos. También en esa época, Alternativa era el único medio informativo inde-pendiente de Colombia, sacaron por primera vez a la luz pública, la ver-dad que se ocultaba tras las llama-das “Cooperativas de Seguridad Privada” (Convivir) tan defendidas, promocionadas y multiplicadas por el entonces Gobernador de Antioquia y hoy presidente, Álvaro Uribe Vé-lez. Denuncias que posteriormente demostraron que el paramilitaris-mo se parapetaba detrás de la legali-dad de las Cooperativas de Seguridad Privada. Desde hace diez años fueron

los primeros en señalar la complicidad que existe entre numerosos políticos y mandatarios locales, re-gionales y nacionales con el paramilitarismo, también denunciaron desde su nacimiento sus nexos con el narcotráfico.

Ante todas las denuncias hechas por Alternativa, los demás medios de comunicación callaron y ninguno quiso atender la verdadera dimensión de aquello que estaba sucediendo. Una década después, el desenvolvimiento de los hechos les da la razón. Lo allí denunciado, cobra tanta vigencia que parece escrito hoy mismo.

La reacción del mandatario antioqueño, no se hizo esperar. Tuvieron que enfrentar intimidaciones constantes, amenazas diarias y una demanda por calumnia e injuria.

Pero nada de eso los hizo desistir. Hoy, con orgu-llo y la frente en alto, pueden decir que dieron la batalla hasta el final, ganando uno de los pleitos más importantes para la dignidad del periodismo nacional, pues la Fiscalía falló a su favor, negan-do que lo publicado en ese número, fuera calum-nia o injuria. Con esto reinvidicaban el derecho a la información, a la libertad de prensa, procla-mando el rechazo a la mordaza oficial. A continuación, el texto completo de aquello que se publicó en ese año de 1996, cuando in-cluso premonitoriamente señalaron que Uribe Vélez llegaría a la Presidencia de la República, como en efecto sucedió.

* Periodista, investigadora social y miembro del equipo de redacción de la revista Alternativa, Nueva Época

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En un país cuyos ídolos suben y bajan de los pedestales con extremada facilidad, subió en el último trimestre del año Álvaro Uribe Vélez. Semana, RCN, Francisco Santos y obviamente Plinio Puleyo Mendoza lo lanzaron como precandidato presidencial para 1998, una aspiración que él no desmiente.

El “modelo” de Uribe se centra en las Asociaciones Co-munitarias de Seguridad, Convivir, que se iniciaron en Antioquia en abril de 1995 y se han extendido a varios departamentos del país. Las Convivir han sido promo-vidas públicamente por el gobernador, como en ningún otro departamento. Públicamente, su administración diferencia las cooperativas, a las que considera como entes de beneficio comunitario, de las autodefensas y del paramilitarismo. Lo cual es discutible.

Al contrario de los promotores del nombre de Uri-be Vélez, una figura que aglutina a la derecha y a la ultraderecha colombianas que todavía creen que la guerrilla se puede neutralizar con las armas, los orga-nismos de derechos humanos, incluida Amnistía Inter-nacional, ven en las Convivir una amenaza al Derecho Internacional Humanitario, por colocar a los civiles ya no sólo como víctimas sino como victimarios en me-dio del conflicto.

Para Jesús María Valle, miembro del Comité de Dere-chos Humanos Héctor Abad Gómez, “se puede pre-sentar desbordes hacia el futuro muy graves, sobre todo contra sectores populares. Si ha sido difícil con-trolar al Ejército y la Policía, que será controlar a las

Convivir. Se van a ver afectados los sectores más indefensos y el Estado tendrá la responsabilidad directa, por lo cual tendrá que res-ponder contra las demandas que se instauren en su contra”.

Un folleto de la Gobernación des-cribe a las Convivir como “una

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Equipo de Alternativa

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asociación de ciudadanos que con el respaldo de una central privada de comunicaciones, un grupo de coordinación, la Policía, el Ejército , la Fis-calía, el CTI y la Procuraduría, reportan, informan las irregularidades que se presentan en su área para que éstas puedan capturar al delincuente en su flagrancia o bien colaborar en la judicialización del proceso”.Pero funcionarios de la Dirección de Investigaciones Especiales de la Pro-curaduría califican como falso que la entidad “esté ejerciendo vigilancia y control sobre las Convivir, por cuanto sus miembros no son funcionarios públicos. Si se cometen irregularidades, éstas serían de conocimiento de justicia ordinaria”.

En Antioquia prácticamente cualquiera que tenga 80 millones de pesos –terrateniente, empresario, paramilitar, narco- puede ir a una oficina en el edificio de la Gobernación donde un coronel del Ejército le indica como formar su propio ejército privado. Los miembros de las Convivir tienen derecho a portar armas cortas, y si el Gobernador y el Ejército se salen con la suya, dentro de poco tendrán armas largas. En la actualidad, la Gobernación reconoce la existencia de 56 Convivir en el mismo número de municipios, pero el Instituto Popular e Capacitación (IPC), de Medellín, calcula 70, 14 de ellas sólo en Medellín -6 de ellas en el centro-.

VIOLENCIA: VIVITA Y COLEANDO

Álvaro Uribe Vélez debe estar enterado de que las Convivir no han te-nido ningún efecto en la disminución de la violencia en Antioquia. Los datos de a Dirección de la Policía Judicial son contundentes para el caso antioqueño. Secuestros: 274 en 1994, 282 en 1995, 314 en 1996 (a noviembre 15). Homicidios, excluidos los de tránsito: 7334 en 1994, 7725 en 1995, 6164 (a septiembre de 1996).

El Banco de Datos de Violencia Política del Convenio Cinep & Justicia y Paz reporta, de otro lado, una mayoritaria participación de Antioquia en las cifras nacionales de víctimas de violación a los Derechos Humanos en el trimestre de julio a septiembre de este año: ejecuciones extrajudicia-les, 104 en el Departamento, de 166 en el país; desapariciones, 11 de 43; secuestro, 3 de 6; heridos, 15 de 19; atentados, 2 de 2; asesinatos por intolerancia social, 4 de 15. El organismo señala a los paramilitares como presuntos responsables de 103 de las 104 ejecuciones extrajudi-ciales, de las 11 desapariciones, de los3 secuestros, de los 14 de los 15 heridos, de 1 de los 2 atentados, y de los 4 asesinatos por intolerancia social.

En opinión de Jorge Enrique Molano, director de la Corporación Jurídica Libertad, “hoy hay más muertos, más desaparecidos y más desplazados. El conflicto se ha arreciado y éste ni siquiera se plantea entre las Convi-vir, el paramilitarismo y la insurgencia, sino que son acciones que inciden directamente contra la población civil”.El mayor Hernán Cubides Rodríguez, comandante de la Policía en una amplia zona del suroriente del departamento que comprende 21 muni-

cipios y unos 4.000 kms.2, y que coordina junto con el Ejército la operación de las Convivir en dicha zona, le comentó a Alternativa: “Mao dijo ‘la guerrilla es a la po-blación civil como el pez al agua’; imagínese ese hijueputa comunis-ta. Si la población no apoya a los bandidos, la guerrilla no tiene po-sibilidades”.

DE CONVIVIR A “RAMBONEAR”

Aunque el epicentro del paramili-tarismo es Córdoba y el Urabá an-tioqueño, feudos de los hermanos Fidel y Carlos Castaño, tiene una base social que empieza a exten-derse a toda Antioquia de la mano de un gobernador tan atractivo como para contrarrestar en el rei-no de la imagen el poder sin freno de sus protagonistas.

En teoría, se establecen fronteras entre las Convivir y los grupos pa-ramiltiares, pero sus campos de acción coinciden o se complemen-tan. Además, de los 56 municipios donde el periódico El Mundo del pasado 17 de noviembre ubicó a las Convivir del Departamento, 48 forman parte de 88 munici-pios (Antioquia posee en total 124) donde los narcotraficantes han comprado tierras, de acuerdo con un estudio de la Universidad nacional (ver mapa). El resultado: una total contrarreforma agraria. Esto coincide con el hecho de que en las principales zonas de culti-vos ilegales en el departamento hay presencia de grupos parami-litares.

La ubicación de las Convivir en zo-nas de megaproyectos como las

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tierras por donde pasaría un ferrocarril extrarrápido que conectaría la zona de Urabá con el centro del país, hidro-eléctricas y el mismo canal interoceánico, hacen pensar que éstas son parte del rompecabezas estratégico que se está tramando en la región con miras al siglo XXI. En el Oriente antioqueño, en el Valle de Rionegro y en espe-cial en Llanogrande, Jardín, San Pedro, Porce, El Retiro, Girardota, La Pintada, Ciudad Bolívar y Puerto Berrío. En el centro de Medellín, en donde hay seis Convivir, ya se investigan los posibles vínculos de una de ellas con la banda La Terraza, de la comuna nororiental, conectada con los paramilitares de los Castaño.

CERRANDO EL CERCO

Juan Manuel Santos sugirió que en caso de que Uribe Vé-lez renuncie a la gobernación para no inhabilitarse en sus aspiraciones presidenciales, se encargara al secretario de Gobierno Pedro Juan Moreno Villa, de terminar el período. Moreno Villa ha sido señalado como el principal promotor del avance paramilitar en el departamento: las autorida-des de Urabá y Córdoba, al mando de los Castaño, han avanzado desde el 94 sobre el norte e Urabá y el Urabá chocoano. Además, se proyectan hacia el noroeste de Antioquia, desde el municipio de Frontino, y comienzan a actuar en el Carmen del Atrato, municipio chocoano limítrofe con el suroeste antioqueño.

Desde el norte de Antioquia, con base en Caucasia, ope-ran las llamadas Autodefensas de Colombia, en las que participan sectores ligados al Cartel de la Costa, y los grupos liderados por el Castaño han realizado acciones en Valdivia, Ituango y municipios aledaños.Con apoyo de narcotraficantes de Pereira, los paramili-tares han avanzado hacia el suroeste antioqueño, con el nombre de Colsingue hace un par de años y últimamen-te bajo la denominación de las mismas Autodefensas de Córdoba y Urabá.

Las Autodefensas del Magdalena Medio Antioqueño, cuyo comandante es Ramón Isaza, tienen su epicentro en Puerto Berrío. Desde allí han realizado una proyección en dos direcciones: el oriente (San Carlos, San Rafael, San Luis, Cocorná, etc) y el nordeste (Remedios, Sego-via, Zaragoza).

Así se va configurando una verdadera tenaza paramilitar sobre Medellín y el Valle de Aburrá (Ver mapa).En relación con Ramón Isaza, denuncias elevadas por fa-

miliares de 14 personas desaparecidas en la vereda La Esperanza, de Cocorná, en junio y julio pasados, lo señalan como responsable del hecho, así como de la muerte de 48 perso-nas en ocho masacres y asesinatos colectivos ocurridos este año.Un abogado defensor de derechos humanos considera que “el paramilitarismo se constru-ye mucho más rápidamente o se establecen cooperativas Convivir en la zona de donde es oriundo o en las zonas donde tienen intereses económicos los familiares del gobernador. Ca-sos de Salgar y San Roque”.

Según el Colectivo Semillas de Libertad, que reúne a once organizaciones de derechos hu-manos, las 19 veredas de San Roque han sido víctimas del paramilitarismo. Desde mediados de 1995 y con mayor rigor desde junio de este año, la población ha sufrido –y en ocasiones ha sido obligada a presenciar- el asesinato de personas de la comunidad, a manos de grupos de entre 15 y 25 individuos. Por lo menos 13 personas han muerto en los últimos meses y 60 familias han abandonado la zona.

EN CARNE PROPIA

Las versiones sobre vínculos con el paramilita-rismo han tocado al propio gobernador. El 31 de marzo del 95, él y su hermano Santiago, administrador de una de las fincas de la familia, solicitaron que la Fiscalía abriera investigación por su posible relación con el grupo paramilitar “Los Doce Apóstoles”, grupo que hoy estaría reactivado bajo la sombrilla de “Autodefensas de Córdoba y Urabá”. En pronunciamiento del 5 de mayo del 96, la Fiscalía no encontró mé-rito para abrirles investigación, y luego de un conflicto de colisión de competencias, dirimido a favor de la justicia penal militar, fueron deja-dos en libertad, por vencimiento de términos, oficiales y soldados que también estaban in-volucrados.

Juan Diego Y Mario Vélez Ochoa, primos del gobernador, no corrieron, sin embargo, con igual suerte. Se encuentran huyendo para elu-dir las órdenes de captura en su contra –co-

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rrespondientes al procesos 1805 de la Dirección Re-gional de Fiscalías-, por su supuesta participación en un grupo paramilitar cuyo epicentro es el municipio de Armenia-Mantequilla y que opera también en Titi-ribí, Bolombolo y Angelópolis, conocido con el nom-bre de “Grupo de Don Efraín” (en memoria de Don Efraín Ochoa, uno de los promotores de los grupos en la zona) y uno de cuyos gestores fue el hoy pre-so ex parlamentario conservador y dirigente cafetero Néstor Garcés Soto.

Además, los organismos de derechos humanos han señalado con insistencia a la finca “Guacharacas” –propiedad de la familia de Uribe Vélez en San Roque- como epicentro de la violencia desatada en el muni-cipio. De otro lado, la finca ha sido objeto en varias oportunidades de acciones de la guerrilla, incluyendo el intento de secuestro del padre del gobernador, Alberto Uribe Sierra, que terminó con su asesinato. Algunos campesinos advierten que la finca puede dar pie a una segunda Bellacruz.

EL TIRO POR LA CULATA

El talón de Aquiles del modelo Uribe Vélez es que la mano dura termina por generar más violencia. También, se crece el “salvador” y la tenaza aprie-ta cada vez más. Se han identificado acciones de los paramilitares en Betania, Venecia, Ebéjico, La Ceja, y en el propio Valle de Aburrá, como lo com-prueba la masacre del 29 de junio de el barrio Belén-Altavista. La policía reportó 17 muertos, pero los vecinos hablan de 20. Ocho campesinos fueron asesinados el 20 de noviembre en Muta-tá, a manos de las “Autodefensas de Córdoba y Urabá”.

Entre tanto, Uribe Vélez es cada vez más depen-diente del poder de la tenaza. La autonomía re-gional que ha conseguido en el manejo del orden público es una victoria pírrica. En noviembre de 1995, aseguraba en una entrevista de televisión que las Convivir no llegarían hasta Urabá y solo tendrían armas de corto alcance. Un año después se proyectan 18 en la zona, el Gobernador anun-ció a mediados de octubre la creación de las pri-meras seis y pude armas de largo alcance. Sigue la gran pregunta sin respuesta: ¿Cómo establecer fronteras entre el paramilitarismo y unas Convivir cada vez más armadas y regadas?

Para Paolo Costello, el investigador del IPC, “el pa-ramilitarismo ha ingresado a una nueva fase de su desarrollo en la que apunta a constituirse en una alternativa de poder. El narcotráfico sigue siendo su principal fuente de sustento económico, pero ya no es la única como en los grupos paramilitares típicos de la década de los ochenta”.

En ese contexto, las Convivir –a ojos de estudiosos sociales- refuerzan una trágica espiral de violación de derechos humanos, asesinatos, apropiación de tierras y su valorización a la fuerza, y afianzamien-to de “corredores” para tráfico de armas y salidas de embarques de droga, que ha traído consigo la expansión paramilitar. En otras palabras, aceitan la tenaza.

Tenaza que, al paso que vamos en todo el país, podría llegar a apretar el Palacio de Nariño.

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“Todos los miércoles iba a los colegios porque en la agenda de trabajo estaba planteada una discusión con los docentes sobre la región del Urabá, sobre el por qué del conflicto en la zona, de cómo los niños y las niñas conocían la historia del conflicto. Yo les insistía que antes de empezar clases los profesores preguntaran a los niños qué había pasado en las veredas y en las zonas urbanas.

Ese miércoles, llegué a la escuela “La Cadena”, en el límite entre lo urbano y lo rural. Una profesora me recibió alarmada porque los paramilitares habían pintando las paredes de la escuela con “Fuera guerrilla, fuera sapos, vinimos para quedarnos”, y firmaban Autode-fensas Unidas de Colombia.

Cuando ella me estaba contando eso, una niña, llamada Victoria, se me acercó y me dijo que César Augusto, un niño de 12 años, había visto cuando los paras habían pintado la escuela. Nosotros estábamos en el patio. Atrás había una manga (un potrero), yo estaba con cien niños, la profesora, el Secretario de Educación y el conductor. Tengo el cuadro muy claro porque eso siempre se quedó grabado en mi mente. Y cuando estábamos ahí, Victoria, la niña, me dijo: Alcaldesa, mire al fondo. Van a matar a César Augusto. Yo le dije, ¡nooo!, tratando de tranquilizarla porque jamás creí que fueran capaces de hacerlo.

Miré y vi a dos muchachos. Habían cogido al niño. Fue muy rápido, porque la niña me repetía “lo van a matar, lo van a ma-tar” yo le decía, tranquila, no va a pasar nada. Cuando yo dije eso vi que el machete cortó la cabeza del niño y la tiraron. Todo fue en silencio. No dijeron nada. Nunca entendí por qué nadie gritó. La gran mayoría eran niños, todos se llevaron la mano a la boca, con un terror, pero sin decir nada y los comenzamos a meter en los salones. Empecé a oír tiros. Toda la escuela eran tiros, eran gritos.

Luego salimos, cerca a la escuela - en la casa del frente - estaba Victoria con otros niños y una bebecita de dos meses. Había pa-sado la balacera. Victoria me decía: quítese los zapatos, póngase las manos en la cabeza, agáchese porque nos van a disparar. Yo le hacía caso, me agachaba y ella volvía y me decía qué de-

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Gloria Cuartas

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laboratorio de la política de seguridad democrática

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bía hacer. Ella me decía córrase, venga, haga esto y al final, ella me metió bajo de la cama y me tapó con otros niños. Y me dijo: los niños no la vamos a dejar matar.

A mí eso nunca se me olvidará, porque ella dijo, los soldados están al lado de la casa, se van a meter, los soldados se van a meter. Ella los llamaba ‘los soldados’. Estuvimos desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde, a esa hora tocaron a la puerta.

Era el jefe de Planeación del municipio, Omar Largo, y me gritó: ¡Alcaldesa, ya vinimos por usted, ya puede salir, ya la situación está controlada! Y el Ejército, que ya estaba allí, me gritaba ‘guerrillera hijueputa’. Era lo único que yo oía: ‘gue-rrillera hijueputa’, ‘guerrillera hijueputa’. Apartadó estaba revuelto y el rumor era que me habían matado

Cuando llegué a mi oficina, llamé al Ge-neral Rito Alejo del Río y le dije: General, pasó esto, estaban los paramilitares (…) y él me decía: ¡En Apartadó no existen paramilitares! Yo le insistía, General, yo los vi. Y él me decía que no, que yo estaba loca y que debía buscar ayuda porque eso no había pasado. Me devolví otra vez al sitio donde mataron a César Augusto el niño de 12 años y encontré a la mamá con el cuerpo del niño y al her-manito con la cabeza, llegó la Fiscalía, el cuadro era aterrador.”

El relato del asesinato de César Augusto, de apenas doce años, condensa la situación de barbarie que se vivió en la región del Ura-bá, desde mediados de los años noventa. Gloria Cuartas había sido elegida por elección popular como alcaldesa de Apartadó, para el pe-ríodo 1995-1997, época que co-

incide con la presencia de Rito Alejo del Río como Comandante de la Brigada XVII en Urabá, controver-tido General, desde entonces acusado y señalado de ser cómplice del paramilitarismo que, como proyec-to político-militar, a sangre y fuego se imponía en la zona.

Gloria Cuartas tipifica, con el asesinato de César Augusto, todo aquello que significó la deshumaniza-ción, la destrucción, la indiferencia y el olvido en el Urabá. Pero además denuncia el terror. Eso ocurrió el 16 de junio de 1997, finalizando su alcaldía. A lo largo de su mandato sufrió atentados, amenazas de muerte, confrontaciones y acosos permanentes tan-to de los paramilitares como del propio ejército, para obligarla a abandonar la región. Pero ella los desafió y los enfrentó. Consciente del peligro que corría su vida, no se dejó intimidar y aguantó valientemente hasta el último día en su cargo como alcaldesa.

A los trece años de haber ocurrido los hechos, y te-niendo la difícil responsabilidad de ejercer uno de los cargos más peligrosos por las condiciones que vivía entonces la región, presenta su testimonio:

URABÁ MODELO DE GOBIERNO

Cuando uno escucha hoy en día que hubo un acuerdo de los paramilitares en San José de Ralito para “refundar la pa-tria”, me devuelvo a 1994 cuando empresarios antioqueños, políticos, religiosos, militares estaban hablando del gran con-senso por la ‘paz’ en el Urabá. Han pasado trece años y hoy podemos visualizar que en la región del Urabá también había un acuerdo. Quiero hacer un paralelo porque creo que es hora de armar el gran enigma de las piezas que, aparentemente, estuvieron dispersas y hoy se puede ver con gran claridad. Es como armar el rompecabezas de aquello que significó este laboratorio que más tarde se llamaría ‘la política de seguridad democrática’.

Si preguntamos cuándo se empezó a refundar la patria, puedo afirmar que no fue solamente en Santa Fe de Ralito, porque había ocurrido un primer momento. Puedo advertir que el modelo que se instauró en la región del Urabá fue el de posicionar un modelo legitimador del exterminio por la vía de la fuerza, del desplazamiento, del silenciamiento de orga-nizaciones sindicales, de un reordenamiento territorial.

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En el Urabá se empezó a hacer un pacto entre políticos, rein-sertados del Ejército Popular de Liberación –EPL-, militares y la multinacional bananera Chiquita Brands, entre otros. Tenía como objetivo recuperar el poder político perdido en la región. En este sentido, es necesario e importante abrir un debate sobre qué responsabilidad tuvo el Sindicato Antioqueño, los empresarios del banano, el capital financiero, cuando hicieron el rearme de lo que algunos llamaron ‘Operación Génesis’. ¿Qué significaba esa recu-peración, esa reconquista del Atrato, para que las tierras del Chocó pasaran a ser manejadas por el capital financiero, que más tarde tuvo la siembra extensiva de la palma africana, en tierras que fueron robadas y forzadas a abandonar, mediante una política de desplazamiento masivo en la zona?

Pese a existir documentos, fotografías, entrevistas, se ha genera-do una desmemoria colectiva que trata de justificar que lo que sucedió en el Urabá era necesario. Y es aquí donde quiero hacer énfasis. En este rearmar el rompecabezas, hay personajes que tienen nombre propio y hoy vale la pena traerlos a la mesa: Carlos Castaño, Pedro Juan Moreno Villa, Rito Alejo del Río, Álvaro Uribe Vélez (en ese entonces Gobernador de Antioquia), la Convivir Papagayo. Y en ese mismo escenario, sectores de la Igle-sia a quienes el paramilitarismo entregó parte de tierras, cuando apenas iniciaba la etapa de profundización del crimen organi-zado. Eso llevó a que la Iglesia tomara un lugar importante en el marco del conflicto, porque definitivamente con esas tierras le hizo perder la fuerza que tenía en la región para ayudar a dirimir los conflictos. Estamos hablando de La Tanela, en lo que se conoció como Santa María la Antigua del Darién, hoy Urabá chocoano, que significaba un punto fuerte e importante en el trabajo de la acción militar.

Aquí es significativo detenernos, entre otros, en dos personajes; el general Rito Alejo del Río, Comandante la XVII Brigada y en el entonces Gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez. ¿Por qué; Qué papel jugaron en ellos? Porque, en este ejercicio de la retoma del poder político, necesitaban sacar a la izquierda de la región. Recordemos además, que Uribe desencadenó un gran debate alrededor de la seguri-dad privada, legalizando las estructuras paramilitares en la región del Urabá, a través de las famosas “cooperativas de seguridad privada”, conocidas como “Convivir”. El municipio de Apartadó fue el único que se opuso a ellas. Hoy veo con mucha claridad aquello que denominaron acuerdo por la paz, que era un acuerdo del silencio. Porque lo que se estaba conjugando en la zona era la transformación de la organización sindical, social de la región para definir una gran matriz. Yo fui testigo de cómo se fue asesinando a líderes campesinos, líderes indígenas, a mujeres, a médicos, a enferme-ras, a estudiantes.

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Fue una estrategia sistemática, planifi-cada, que no fue una acción marginal de la XVII Brigada. Cuando me dicen, ¿y dónde está la prueba? ¿Cómo usted advierte la responsabilidad del Gene-ral Rito Alejo del Río con los crímenes de lesa humanidad en el municipio de Apartadó?, contesto que tendríamos que recurrir a lo que es la prueba material enfrentada a la prueba procesal. Es que el general Rito Alejo y el presidente Uri-be han tenido algo en común: la capa-cidad para borrar las pruebas. Y quiero denunciar en esta entrevista, trece años después, que las personas que fuimos testigos presenciales del exterminio de la región del Urabá, han venido siendo eliminadas progresivamente. Quienes tenían fotografías, quienes tenían la evi-dencia de los diálogos en la finca El Co-bre, en Necoclí, quienes tenían registro de cuánto dinero y de los diálogos de Rito Alejo del Río y la Convivir Papagayo, estas personas, han sido eliminadas o si-lenciadas a punta de terror. Por ejemplo, José Germán, Concejal de la Unión Pa-triótica tenía todas las pruebas que de-mostraban la relación Rito Alejo - Carlos

Castaño - multinacionales - crimen selectivo. Y cuando iba a entregar a la Fiscalía todos los documentos procesales, fue asesinado, después del año 2000, en Bogotá. Toda esa información la desaparecieron.

CARA A CARA CON CASTAÑO

Hablé con Carlos Castaño y me dijo: ‘usted no puede seguir metiéndose con el General Rito Alejo del Río y tiene que dejar de seguir denunciando a la región de Urabá

Decidí ir a hablar con Carlos Castaño por varias razones: porque yo pú-blicamente había dicho que no me iba a ir de la zona; que el presupuesto de Apartadó no lo iba a someter a discusión con el paramilitarismo y que yo continuaría haciendo un presupuesto participativo, así me siguieran acusando que yo concertaba con la guerrilla.

Quería hablar con él también para advertirle que las Compañías Ba-naneras, el Ejército y ellos, que estaban trabajando jun-tos, deslegitimaban cualquier acción del Estado. No iba a decirle a Carlos Castaño que me perdonara la vida, ni que concertara el presupuesto, ni fui a firmar pactos. Fui a decirle que estaban legalizando la vía del exterminio de la región del Urabá. Estoy aquí, le dije porqué ustedes, con el Ejército, con el General Rito Alejo, con Mario Agudelo (reinserta-do del EPL), eso que están haciendo en la región de Urabá es deslegi-timando todo. Le pregunte: ¿Y por qué están asesinando la gente? tengo esta lista de la gente desaparecida, en ese momento entró Mancuso con un portátil y empezó a decir: sí guerrillero, sí guerrillero, sí guerrillero. Todos los nombres que yo decía ellos los señalaban como jefes de la guerrilla. Al salir de esa reunión le dije a Castaño: no me dejo silenciar; nunca voy a pactar con el paramilitarismo. El Ejército no puede asesinar a la gente de Apartadó, simplemente porque los están relacionando con la guerrilla. Y Castaño me dijo ‘usted no puede seguir metiéndose con el General Rito Alejo del Río y tiene que dejar de seguir denunciando la región de Urabá’. Esto fue en al año 1996.

SEGUNDA ENTREVISTA CON CASTAÑO

Pero yo seguí denunciando que Urabá estaba reverdeciendo con la sangre de la gente, porque ellos ya hablaban de la exportación al Japón, de la palma africana.

Les dije ese día que la región del Urabá no iba a superar el conflicto ar-mado hasta tanto no existiera negociación política y que ellos, en asocio

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con el Ejército lo que estaban haciendo era reverdecer el crimen en la región. Y que en quince o veinte días en la región del Urabá, la gente le iba a preguntar al Estado por qué dejaron matar a sus padres, por qué dejaron violar a sus hermanas, por qué permitieron que les robaran sus tierras. Dije, no entiendo qué estoy haciendo aquí, porque ni voy a concertar con ustedes, ni voy a dejar de seguir denunciando, ni tam-poco me voy a ir de la región y si quieren, me matan, porque cuando salga de aquí voy a seguir diciendo lo mismo.

Cuando entré en su habitación vi a una bebecita y a la mujer joven que él tenía. El tipo se me acercó y me dijo: usted es una mujer muy valiente, por qué no es coman-dante nuestra en la región del Urabá. Yo me volteé y le dije: Mire, quiero decirle que a esta bebecita que está aquí, que es su hija, la gente del Urabá tarde o temprano le va a reclamar lo que el Estado no está haciendo y yo no quiero ser parte de ese silencio. Fue la última vez que vi al tipo, pero yo seguí denunciando que Urabá estaba reverdeciendo con la sangre de la gente, porque ellos ya hablaban de la exportación al Japón, de la palma africana.

EL PACIFICADOR DE URABÁ

El Gobernador Uribe Vélez, a través de Pedro Juan Moreno Villa -su Secretario de Gobierno- conocía a profundidad todos los asesinatos, todos los despla-zamientos, toda la persecución, todo lo que estaban desarrollando en la zona. Ade-más, la “Convivir Papagayo” recibía los dineros de Chiquita Brands y pactaban cómo manejar los dineros. “La Convivir” funcionaba en Apartadó, entre Carepa y la XVII Brigada.

En los Consejos semanales de Seguridad en la ciudad de Medellín, en la que par-ticipaba cómo Alcaldesa, la reacción y la respuesta del Gobernador Uribe Vélez, de Pedro Juan Moreno como Secretario de Gobierno, del General Rito Alejo fue siempre tratarme como loca. Siempre hubo un maltrato y una agresión donde me decían que yo exageraba la realidad, que aquello que yo denunciaba no había pasado en la zona, que yo era funcionaria de la guerrilla. Las denuncias que yo ponía no eran valoradas en su dimensión.

Los Consejos de Seguridad fueron usados para deslegitimar la autoridad local: no respetar las denuncias, no respetar el Comité Epidemiológi-co de la Violencia, no respetar las voces de las víctimas. El entonces Gobernador logró silenciar, desvirtuar lo que estaba pasando en la región. Eso se evidencia cuando Rito Alejo es acusado –una vez más- de ser promotor del paramilita-rismo y le hacen un ‘homenaje de desagravio’ en Bogotá, en el Hotel Tequendama, con la presencia

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Fotos, archivo particular

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de ganaderos, empresarios bananeros, miembros de las Fuerzas Armadas, la Iglesia y cuya intervención central estuvo a cargo del propio Uribe. Es cuando lo bautiza como el gran Pacificador de Urabá.

Ahora pregunto, ¿Cómo se logró que empresa-rios, militares, Iglesia, narcotráfico, trans-formaran la estructura política de la región del Urabá? ¿Cómo se sacó a la izquierda? ¿Cómo eliminó físicamente al contrario?

El presidente Uribe, siendo candidato, le ofreció al país que no eran necesarias salidas políticas, que no era necesario reconocer a la insurgencia, reconocer a una instancia sindical porque él, con su política aplicada en la gobernación de Antioquia y el modelo de Urabá prometía al país acabar con la guerrilla, que no era otra cosa que hacer en el resto del país ‘la pacificación’ que ya el General había experimen-tado con éxito en la región del Urabá.

Quiero advertir, la gente asesinada en el Urabá no era gente combatiente, era población civil y por lo tanto, lo que ocurrió fue un crimen sistemático, pla-nificado, un genocidio para eliminar la oposición, para eliminar el pensamiento crítico, para eliminar una corriente de izquierda política en la región del Urabá y además, transformar el uso del suelo. Por eso creo que la Comunidad de Paz de San José de Apartadó sigue siendo un obstáculo para los “pacificadores”. Creo que el presidente Uribe tiene que responderle al país la forma como se están bo-rrando las pruebas.

Es claro entonces, que con las declaraciones del primer Ministro del Interior y Justicia del mandato Uribe, Fernando Londoño, se confirmaría que todo aquello que ocurrió en el Urabá fue planificado, or-ganizado cuando él dice que hay que agradecer-le a Álvaro Uribe y a Rito Alejo del Río el que hoy podamos hablar de megaproyectos (el Puerto Seco, los túneles, el Canal Interoceánico). También hay un interés político muy alto de empresarios, ganaderos, capital trasnacional, sectores privados, políticos pai-sas, el Sindicato Antioqueño y del presidente Uribe con interés en la Zona de Urabá.

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Álvaro Uribe, durante el homenaje de desagravio a Rito Alejo del Río, Hotel Tequenda-ma Bogotá, 29 de abril de 1999 Foto El Espectador Abril 29 de 1999

Detención de Rito Alejo del Río. Bogotá, Septiembre 2008.

El entonces Gobernador logró silenciar, desvirtuar lo que estaba pasando en la región. Eso se evidencia cuando Rito Alejo es acusado –una vez más- de ser promotor del paramilitarismo y le hacen un homenaje de desagravio (...) cuya intervención central estuvo a cargo del propio Uribe.

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PROMESAS AL PIE DE LA LETRA

Muchos me han preguntado ¿Cómo una mujer como Gloria Cuartas enfrenta una estructura del crimen organizado, del narcotráfico, del paramilitarismo, del sector po-lítico paisa en la reorganización de una estrategia económica que concebía un nuevo modelo de desarrollo en la región y aún está viva?

Hoy todos estos relatos se tienen que volver a poner en el escenario público pero mostrando la responsabilidad del Estado, por acción o por omisión. Que si usted no puede mostrar la foto de Rito Alejo disparando es porque tenemos que entender que estos crímenes no se hacen sólo con el que dispara: el que acompaña, el que piensa, el que realiza, el que permite que pase.

Naciones Unidas, acompañantes internacionales, las misiones internacionales, todos fuimos testigos cómo operaban. Fue visto por todo el mundo. Cuando uno salía del barrio Policarpo hacia San José de Apartadó en la Serranía de Abibe, se encontraba la XVII Brigada y su Unidad, y a los tres kilómetros estaba el Comando paramilitar, a la luz de todo el mundo. Pero además, ni Rito Alejo, ni tampoco Carlos Castaño fueron elementos marginales. Ellos, determinaban los comportamientos políticos, los compor-tamientos de la Iglesia, de los concejales. Y lo que reiteraré en la Fiscalía es la relación Álvaro Uribe-estrategia paramilitar como una nueva manera de gobernar.

Si se realiza un análisis desde 1995 hasta hoy, se observa cómo se eliminó físicamente toda la oposición política en la región, cuáles fueron los nuevos actores políticos, qué significó, por ejemplo, el pacto de la Virgen del Cobre, en Necoclí, que se volvió como el centro de reuniones de los paramilitares. Ahí se reunían ‘El Alemán’, Castaño, Mancuso, todos hacían las cumbres. Pero a partir del 2002, dijeron: ahora sí podemos hablar de paz en la región del Urabá, ahora sí podemos realizar el gran acuerdo político regional, que es el resultado de aquello que está pasando ahorita.

No importa si me dicen que me van a abrir una investigación por calumnia, o que me van a meter a la cárcel. A esta edad ya no me importa porque alguien tiene que pagar. Podría por ejemplo afirmar quien mandó a matar a Pedro Juan Moreno. Porque a pesar de que él era de la oposición, era el que más sabía de los vínculos de Uribe con el narcotráfico y con el crimen organizado. Él tenía la prueba, tenía la cita, tenía la foto, tenía todo. Y, “casualmente” muere en accidente de helicóptero, sin ninguna justificación.

Quiero finalizar diciendo que Álvaro Uribe Vélez, siendo gobernador de Antioquia creó en el Urabá cordobés, el Darién chocoano y el Urabá antioqueño, aquello que se llamó el Observatorio para la Paz, que se constituyó en ese gran gremio -sector privado, militares, narcotráfico y crimen- lo que se denominó el plan retorno, que no fue otra cosa que eliminar a la izquierda con poder político y posicionar un modelo de desarrollo, una forma de vivir y una forma de ser. Después que Uribe llega a la presidencia en su primer gobierno, promete al país que eso que pasó allá, esa paz de allá va a ser la paz prometida para el resto del país.

Trece años después, el ejemplo del Urabá es el modelo para la política de seguridad democrá-tica. Lo que se aplicó allá, se replicó en toto el país, por eso Urabá fué el laboratorio de la polí-tica de seguridad demo-crática.

San José de Apartadó, 2007. Foto http://fotos.cdpsanjose.org/main.php

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RENAN VEGA CANTOR

“Esta huelga es el fruto del dolor de mi-les de trabajadores explotados y humi-llados día y noche por la Compañía y sus agentes; esta huelga es la prueba que hacen los trabajadores para saber si el gobierno nacional está con los hijos del país, en su clase proletaria, o contra ella y en beneficio exclusi-vo del capitalismo norteamericano

y sus sistemas imperialistas”.1

Entre el cinco y el seis de diciembre de 1928 y en los días subsiguientes se pre-sentó la masacre de los trabajadores ba-naneros, que laboraban para la compañía estadounidense United Fruit Company, por parte de tropas del ejército colom-biano. Este luctuoso acontecimiento, del que se cumplen ochenta años, llenó de sangre y dolor al naciente proletariado colombiano. En este aniversario quere-mos reconstruir en forma muy breve parte de lo sucedido.

Foto Gabriela Diaz

Conmemoración 80 años de la huelga y masacre de los traba-jadores bananeros de la United Fruit Company. Ciénaga, Di-ciembre 6 de 2008.

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El enclave bananero y los trabajadores

El plátano o banano es un fruto originario de Asia Meridional que llegó a América traído por los conquis-tadores españoles en el siglo XVI. Su producción se desarrolló en los países centroamericanos, en donde todavía sigue siendo uno de sus principales artículos de exportación. Sin embargo, durante varios siglos fue un cultivo de consumo local por parte de algunas sociedades agrarias de Asia, África y América Lati-na. Solamente hasta la segunda mitad del siglo XIX se convirtió en una fruta apetecible para el capitalis-mo internacional, porque se empezó a consumir en los Estados Unidos, siendo significativo que antes de 1870 el plátano fuera completamente desconocido en ese país. En ese año llegaron los primeros carga-mentos, procedentes de Costa Rica, traídos por un ingeniero ferroviario de nombre Minor Cooper Keith. Sólo treinta años después el consumo de plátano en los Estados Unidos ya ascendía a unos 16 millones de racimos. Este individuo, que llegó a ser conocido como “el rey sin corona de Centroamérica”, fundó en 1899 en la ciudad de Bostón la United Fruit Company (UFCO), la empresa bananera más grande del mundo, con plantaciones en Costa Rica, Cuba, Honduras, Ja-maica, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Colombia.

El banano se exportaba hacia los Estados Unidos desde los países mencionados y en éstos se ha-bían implantado enclaves agrícolas, donde miles de trabajadores producían el fruto. En estos enclaves la empresa estadounidense había sometido todo lo que encontraba: monopolizaba la tierra y el agua; era dueña de los ferrocarriles y todos los medios de co-municación existentes, incluyendo el telégrafo; tenía su propia flota marítima, con la que llevaba los bana-nos a los Estados Unidos, formada por unos treinta buques. Imponía y quitaba presidentes y dictadores en los países centroamericanos, siendo célebre la afirmación del aventurero Sam Zemurray, llamado el “hombre banana”, cuando dijo que “en Honduras es más barato comprar un diputado que una mula”. Por todo ello, en los países de la región la empresa esta-dounidense era conocida como “mamita yunai”.

La United llegó a Colombia a fines del siglo XIX y se implantó en la región contigua a Santa Marta; una zona idónea para la producción de banano por sus ca-racterísticas ambientales, la fertilidad de sus tierras y su cercanía a la costa, lo cual facilitaba la exporta-ción del fruto. En Colombia, usando la misma forma

implantada en los otros países donde se había ins-talado, la UFCO desarrolló una economía de enclave, controlando todo aquello que encontraba a su paso subordinando a los pequeños productores de banano. Estos no desaparecieron, pero si quedaron sujetos a los designios de la empresa estadounidense, por la apropiación de la tierra (incluyendo a los baldíos na-cionales) y del agua, la monopolización de la infraes-tructura de transportes y comunicaciones, la imposi-ción de su propio sistema de crédito, y porque era la única compradora de la producción local.

Los trabajadores de la compañía eran antiguos cam-pesinos, colonos e indígenas que formaron el primer contingente de asalariados. Mientras en 1906 había 15 mil jornaleros dependientes de la UFCO, en 1928 eran 32 mil. Estos trabajadores desempeñaban diver-sas actividades: encargados de sembrar y cuidar el banano en las plantaciones; estibadores del muelle y del ferrocarril; coleros, que cargaban los racimos al borde de los campos; puyeros, que cortaban la fruta; y carreros que la apilaban en paquetes que eran lleva-das por las mulas hacia los ramales del ferrocarril.

Aunque a la UFCO le interesaba desarrollar relaciones libres o semilibres de trabajo con el fin de romper los vínculos de campesinos y colonos con la tierra, no implementaba en forma directa las formas salaria-les características del capitalismo. Para ello procedía a vincular a contratistas y subcontratistas que en-ganchaban a los trabajadores, los cuales no tenían ningún vínculo directo con la empresa. Dicha forma de vinculación laboral le resultaba muy efectiva, por-que dificultaba la organización de los trabajadores y

LA HISTORIA PROHIBIDA

Foto ProunActos Culturales durante la conmemoración 80 años masacre de las bananeras, al fondo la antigua estación de trenes de Ciénaga.

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creaba una jerarquía de contratistas, capataces y productores directos. Como consecuencia, el salario que recibían los trabajadores era exiguo, pues se diluía en una cadena de in-termediarios. Predominaba el salario a destajo, porque a los trabajadores no se les pagaba un sueldo fijo sino de acuerdo a las tareas realizadas: a los corteros por la cantidad de guineos que cortaran, a los estibadores por el número de bultos cargados. Además, no se pagaba en dinero sino con va-les, que funcionaban como una mone-da interna que sólo se recibían en los comisariatos de la empresa.

Las condiciones laborales, higiénicas y habitacionales de los trabajadores eran deplorables. En el trabajo el jor-nalero no contaba con ningún tipo de protección para adelantar sus labores, no habían hospitales ni dispensarios médicos, sólo se atendía a los traba-jadores cuando estaban muriendo y si se enfermaban se les cobraba por la hospitalización. Los trabajadores dor-mían en campamentos desvencijados, dormían en esteras hechas con las hojas de guineo, invadidas por chin-ches.

La huelga de 1928

Las condiciones materiales descritas, junto con la emergencia en la costa atlántica de variadas influencias ideo-lógicas radicales y socialistas desde finales de la década de 1910, lleva-ron a los trabajadores a organizarse para exigir sus derechos. Las protes-tas obreras se dieron en el enclave y en el ferrocarril, los dos epicentros de la actividad de la UFCO. Luego de va-rios intentos organizativos en 1925 se formó la Unión Sindical de Traba-jadores del Magdalena (USTM) que aglutinaba a la inmensa mayoría del proletariado bananero. Antes de la USTM y de la huelga de 1928 se habían presentado varias huelgas contra la United, desde cuan-

do en 1910 los trabajadores del ferrocarril cesaron actividades exi-giendo el mismo trato y salario que los trabajadores extranjeros. En 1918 se presentó una segunda huelga en la que participaron los trabajadores del ferrocarril y los de las plantaciones de banano, solicitando aumento de salarios, pagos semanales y abolición de los vales que los obligaban a comprar en los comisariatos. Ante tales solicitudes, la gerencia de la UFCO afirmó que no podía solucionarlas ya que eso sólo lo podían hacer en las oficinas centrales, en Bostón, a donde se envió el pliego de peticiones, pero la empresa nunca dio respuesta.

En noviembre de 1924 se efectuó una huelga general en la zona. En octubre los trabajadores del ferrocarril y los bananeros presentaron pliegos, teniendo como peticiones centrales el pago de horas extras a los cargadores o braceros del ferrocarril; un jornal mínimo de $2 en las plantaciones y pago doble por trabajo dominical; eliminación del sistema de contratistas; auxilio por enfermedad, indemnización por accidentes de trabajo y pago de seguros de vida; jornada de ocho horas; campamentos higiénicos y servicio médico; e indemnización por cesantía y despido. Esta huelga fue declarada ilegal, el sindicato fue desconocido por la empresa, se contrataron esquiroles, fueron expulsados muchos huelguistas y se llego hasta el extremo de reba-jar el salario de los trabajadores enganchados por los contratistas.

Exactamente cuatro años después, en octubre de 1928, se presen-tó otro pliego de peticiones, muy similar al de 1924. Ese pliego te-nía nueve puntos: establecimiento del seguro colectivo para todos los empleados y obreros de la compañía; reglamentación sobre ac-cidentes de trabajo; dotación de habitaciones higiénicas y recono-cimiento del descanso dominical remunerado; aumento de salarios; eliminación de los comisariatos y libertad comercial en la zona ba-

nanera; supresión del sistema de vales como forma de pago; cancelación salarial cada semana y no por quin-cenas; cesación de con-tratos individuales y creación de contratos colectivos; construcción de hospitales, dotados de instrumental adecua-do y de medicamentos, así como ampliación de los campamentos.

La UFCO en principio se negó a considerar las peticiones, lo cual llevó al sindicato a decretar la huelga el 11 de noviembre de 1928 en la población de Sevilla, una decisión aprobada de manera unánime por miles de trabajadores.

Desde un principio tanto la compañía como el gobierno colombiano consideraron que esto no era una huelga sino un movimiento sub-versivo, capitaneado por “agitadores comunistas”. La zona banane-ra fue militarizada y el gobierno nacional envió al general Carlos Cor-tes Vargas a ese lugar. El gerente de la UFCO, Thomas Bradshaw,

LA HISTORIA PROHIBIDA

No habían hospitales ni dispensarios médicos, sólo se atendía a los traba-jadores cuando estaban muriendo y si se enfermaban se les cobraba por la hospitalización.

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afirmaba que esa no era una huelga, “sino un movimiento claro y absoluta-mente subversivo, un motín o asona-da, una insinuación del levantamiento de las masas en la zona bananera, un movimiento, en fin, que están dentro de los que caen bajo la sanción del Có-digo Penal y bajo el refreno de las au-toridades”.

El 25 de noviembre el Gerente de la UFCO respondió a las peticiones de los trabajadores, aceptando algunos de los nueve puntos presentados: el me-joramiento en las condiciones higiéni-cas de las habitaciones de los trabaja-dores y la construcción y dotación de hospitales, la supresión de los pagos quincenales, el pago semanal, la can-celación del 50 % del salario en dinero efectivo (suprimiendo en forma par-cial los vales), y el aumento diferen-cial de salarios para los trabajadores de las diversas localidades de la zona bananera. Pero negaba las principales solicitudes como el seguro de trabajo, reparaciones por accidente, el descan-so dominical y la eliminación de los co-misariatos.

Al mismo tiempo, el gobierno, el ejér-cito y la UFCO empezaron a difun-dir el rumor que los trabajadores no realizaban una huelga sino que esta-ban preparando una insurrección y se aprestaban a atacar a Santa Marta y los poblados de la región. Como prepa-rándose para una guerra y no para un conflicto laboral, en el ejército empe-zaron a ser reemplazados los soldados locales por un contingente de soldados traidos del interior, porque Cortes Var-gas temía que aquéllos, por tener rela-ciones familiares o de amistad con los huelguistas, pudieran “vacilar en caso de que tuvieran que asumir una actitud decisiva”.

El 5 de diciembre fue implantado el Estado de Sitio y se designó a Carlos Cortes Vargas como Jefe Civil y Militar, con la orden terminante de despejar las vías y movilizar los trenes “haciendo uso de las armas si fuere necesario”.

La masacre

En la noche del 5 de diciembre se reunieron en la plaza de Ciénaga unos 4.000 obreros, luego de ser convocados por la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena para organizar una manifestación en la que se pediría al gobierno que obligara a la UFCO a negociar con los obreros en huelga. En el curso de ese día cinco, se les in-formó que tanto el Gerente de la empresa estadounidense como el Gobernador del Magdalena se dirigían hacia la plaza para firmar el acuerdo con los trabajadores, pero al despuntar la tarde se confir-mó que ninguno de los aludidos vendría, por supuestas amenazas contra sus vidas. Los obreros congregados en Ciénaga decidieron permanecer allí para dirigirse al otro día hacia Santa Marta, capital del Departamento, a solicitar a las máximas autoridades locales una respuesta a sus peticiones. Mientras los obreros se encontraban reunidos en forma pacífica en Ciénaga, le llegó a Cortes Vargas la declaración del Estado de Sitio y su designación como Jefe Civil y Militar, a las 9 y 45 de la noche. Ese general reunió a sus soldados, muchos de los cuales habían in-gerido alcohol, les ordenó preparar las armas y se dirigió a la plaza central de Ciénaga donde se encontraban los 4.000 trabajadores, algunos de los cuales dormían desprevenidamente en el suelo. Entre las últimas horas de ese fatal cinco de diciembre y las pri-meras horas del seis la plaza de Cienága se llenó de espanto y olor a muerte, porque Cortes Vargas dio la orden de disparar contra la inerme población de obreros y familiares que allí se encontraban, la cual sólo añoraba una solución positiva a sus peticiones: pero la única respuesta que recibió fue el sonido tétrico de los fusiles del ejército colombiano.

LA HISTORIA PROHIBIDA

La United Fruit Company no contrataba trabajadores directamente sino por medio de un sistema de contratistas y subcontratistas que hacía mas difícil la organización de los trabajadores y ocultaban la explotación de la fuerza de trabajo llevada a cabo por la compañía. Foto, Historia de Colombia, fascículo No. 6, Ed. Oveja Negra, p. 141.

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En Ciénaga, cientos de trabajado-res fueron asesinados a sangre fría, envueltos en la bandera nacional. Los cadáveres que quedaron en la plaza y en los potreros de los alre-dedores fueron recogidos y ente-rrados por el ejército. Tal seria la magnitud del aleve ataque contra los trabajadores que, pocos días después, cuando el corresponsal de El Espectador visitó la plaza de Ciénaga constató que “el destro-zo producido por las balas de fusil es realmente aterrador. Vi rieles en la estación de Ciénaga y pilares metálicos literalmente atravesa-dos por las balas”.

Después del fusilamiento de Cié-naga se originó una cacería in-discriminada de los trabajadores, considerados como una cuadrilla de malhechores, porque durante su huida le prendieron fuego a al-gunas plantaciones de banano e intentaron organizarse contra los criminales ataques del ejército. Este realizó sus acciones pasan-do por encima de las autoridades civiles y judiciales, y persiguiendo abiertamente a todos aquellos que discreparan de la acción militar. Cortes Vargas justificó la masacre porque era necesario “sentar pre-cedentes contra comunistas que amenazan la tranquilidad de la patria” y en forma cínica dijo, en un libro que escribió sobre aquello que llamó los “sucesos de las ba-naneras”, que los muertos habían sido nueve, uno por cada punto del pliego de peticiones. Este co-mentario es cinico, pues los muer-tos, sumando los de Ciénaga y sus alrededores, en las jornadas de la noche del 5 de diciembre y los días siguientes fueron más de mil, como lo reconocía el repre-sentante de los Estados Unidos en Colombia, en información interna enviada a su país.

1

“Manifestó de la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena”, Cienaga, noviembre 12 de 1928, El Espectador, noviembre 19 de 1928, p. 2.

LA HISTORIA PROHIBIDA

PARA SEGUIR ESTUDIANDO

En un análisis más amplio de este tema se en-cuentra en nuestro libro Gente muy rebelde, I. Enclaves, transportes y protestas obreras, Ediciones Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002, capítulo 3, pp. 265-338.

“El suelo colombiano fue teñido de sangre para complacer las ar-cas ambiciosas del oro americano” Jorge Eliecer Gaitán

Varias razones impidieron que se precisara el número de jornaleros asesinados: como los trabajadores procedían de diversos lugares, no tenían familia que los reclamaran; una parte de las victimas fue arro-jada al mar, para que no fueran encontrados los cadáveres; otros fueron obligados a cavar su propia tumba antes de ser asesinados y enterrados en fosas comunes; en la zona se implantó una feroz cen-sura de prensa que impidió la in-vestigación de los periodistas que estuvieran interesados en averi-guar lo que allí aconteció; se per-siguió y se acalló con saña a los dirigentes de la huelga, algunos de los cuales fueron asesinados, como Erasmo Coronel, otros fueron encar-celados, como Alberto Cas-trillón, y el principal de to-dos, Raúl Eduardo Mahecha, huyó escondido en bultos de comida, mientras a su cabe-za le ponía precio el ejercito colombiano.

Con todo esto quedó en evi-dencia -como lo dijo Jorge Eliécer Gaitán-, que “el suelo colombiano fue teñido de sangre para com-placer las arcas ambiciosas del oro americano” y dolorosamente “sabemos que en este país el go-bierno tiene para los colombianos la metralla homicida y una temblo-rosa rodilla en tierra ante el oro americano”. Ochenta años des-pués las cosas han cambiado muy poco para los obreros bananeros de Colombia y ahora la motosierra homicida se ha puesto al servicio de la Chiquita Brands, heredera de la United Fruit Company, espar-ciendo, nuevamente, sangre obre-ra por los suelos de este adolorido país, de la misma manera que en las luctuosas jornadas de diciem-bre de 1928.

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Renán Vega Cantor

Uno de los luchadores colombianos más importantes de las primeras décadas del siglo XX nació en 1884 en el Guamo (Tolima) y era el mayor de una familia compuesta por cinco hijos. Sus padres eran Manuel Antonio Mahecha y Manuela Caycedo, siendo nieto del general José Ignacio Caicedo, figura del conserva-tismo en la segunda mitad del siglo XIX. Con escasos 11 años de edad huyó de su casa paterna e ingresó poco después, en 1899, a la artillería del Ejército, peleando a lado de las tropas del gobierno conserva-dor durante la Guerra de los Mil Días (1899-1902), donde ascendió hasta obtener el grado de capitán. Participó en el Batallón Colombia en Panamá durante los acontecimientos de la pérdida del Istmo en 1903, lugar donde se encontraba en ese momento.

Inconforme con la decisión de esas tropas de no lu-char para defender la soberanía nacional, pidió la baja del Ejército y en Barranquilla se alistó como volunta-rio en una expedición de colombianos que decidieron

Los dirigentes de los trabajadores Isaac Gutierrez, José Lopez, Julio Buritacá, Floro Piedrahita y Raúl Eduardo Mahecha en un cepo de Mogotes, Santander, camino hacia el panóptico de Tunja.

Foto Archivo CISF.

ir a Panamá para impedir su separa-ción. Esa expedición fue un fracaso, porque en el camino muchos de los participantes murieron de hambre y de peste. Mahecha regresó a Carta-gena en 1904 y se afilió a la Socie-dad Obrera de Calamar. Este fue el comienzo de su lucha al lado de los trabajadores y los pobres colombia-nos, razon de su continuo peregrinar por distintos lugares de la geografía nacional, principalmente por el Río Magdalena, las regiones cafeteras del Occidente y la zona bananera de la Costa Atlántica.

Pese a que Mahecha no había estudia-do muchos años en la escuela formal, como autodidacta se formó leyendo libros de literatura universal, algunos

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de los cuales siempre le acompañaban, como El Qui-jote, Las Mil y Una Noche y obras de Víctor Hugo. Estos libros, cumpliendo una función social y políti-ca de tipo didáctico, eran empleados como instru-mentos para convencer a los trabajadores de la ne-cesidad de organizarse y luchar por sus derechos, ya que Mahecha les leía fragmentos de esas obras a las gentes con las que se reunía. Siempre llevaba consigo una imprenta, cargada en una mula. Pe-riodista infatigable, Mahecha publicaba periódicos populares con su imprenta portátil. Entre esos periódicos se destacaron El Baluarte (1918) y El Luchador (1919-1923), editados en Girardot y Medellín respectivamente. Sus artículos generalmen-te iban firmados con seu-dónimos, como Modesto Bueno, Han de Islandia o Miguel Strogoff. ¨

Intelectual e ideológica-mente Mahecha tuvo una rápida y profunda trans-formación, ya que evolu-cionó de conservador en su juventud, a una pos-tura social-cristiana un poco después hasta una concepción comu-nista y revolucionaria en la década de 1920. Estos cambios estaban relacionados con las transformaciones ideológicas que se presentaban en esa época entre algunos sectores políticos y sociales de Colombia, y con el compromiso práctico con las lu-chas de artesanos, campesinos y obreros, en los puertos del Río Magdalena, como La Dorada, Honda, Girardot y Barranca-bermeja.

A finales de la década de 1910 se insta-ló en Girardot, importante y combativo puerto sobre el Magdalena. Desde ese sitio se desplazaba por los cafetales de regiones próximas de Cundinamarca, Caldas y el Tolima. En su trabajo de agitación, educación y formación po-lítica, como nos recuerda Ignacio To-rres Giraldo, Mahecha solía recurrir a trucos ingeniosos, a contar cuentos, historias de duendes y de hadas, con

lo cual se familiarizaba con las creencias ancestrales de los habitantes ribereños. Al respecto en una oca-sión señaló: “Para introducirme en la región cafetera tuve que ingeniarme y conquistarme la confianza de los obreros, contándoles primero cuentos de hadas -los cuales les gustan mucho- pero a través de esos cuentos les explicaba la situación en que vivían y los incitaba a la huelga. Hacía ese trabajo porque el pue-blo es muy supersticioso y cree más en los cuentos de hadas que en otra cosa”.

En la Dorada asesoró en 1922 la exitosa huelga de los trabajadores del ferrocarril y en septiembre de ese

año se trasladó a Barrancaberme-ja, con el fin de colaborar en la formación de un sindicato de los trabajadores petroleros del

enclave de la Tropical Oil Com-pany (Troco).

Al respecto señaló: “Comenza-mos a preparar espiritualmente a los trabajadores, valiéndonos del periódico Vanguardia Obre-ra que editábamos por medio de una imprenta volante de mi

propiedad, que antes me propor-cionaba los medios de vida, y luego de la huelga fue destruida y destrozada, lo mismo que mis muebles”. Se dio a la tarea de organizar a los pobladores de la región, empezando por los colonos y campesinos, a los que ase-soró en algunos de sus conflictos con la Troco.

Luego contribuyó a organizar directamente a los tra-bajadores petroleros, para lo cual fundó Vanguardia Obrera y colaboraba en Germinal. En estos periódicos se empezaron a denunciar las iniquidades de la compañía estadounidense y las desastrosas condiciones de vida de la población trabajadora. Con gran brío y constancia, Mahecha señalaba a la empresa, en complicidad con los gobernantes colombianos y las clases dominantes, como la responsable de las pésimas condiciones de vida de la población pobre. Por sus permanentes denuncias, la ase-soría que les proporcionaba a los trabajadores y su en-trega en las labores organizativas, soportó la calumnia por parte de la Troco que siempre lo calificó como un ex presidiario que no merecía ser escuchado. A medida que el trabajo organizativo de Mahecha cosechaba frutos, siendo el más importante la fundación de la Unión Obrera, la compañía estadounidense empezó a presionar al go-

Comenzamos a preparar espiritual-mente a los trabajadores, valiéndo-nos del periódico Vanguardia Obrera que editábamos por medio de una imprenta volante

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bierno para que lo persiguiera. Por eso tuvo que soportar amenazas, multas y luego prisión y ostracis-mo tras las huelgas petroleras de 1924 y 1927. En Barrancabermeja, como en to-dos los otros lugares donde se radicó, Mahecha desempeñaba las más disímiles actividades, pero todas con el fin de educar políti-camente a la gente humilde, para que ésta luchara por sus dere-chos: fue periodista, tinterillo, cu-randero y homeópata. Todo esto le permitía relacionarse en forma directa con trabajadores, campe-sinos, colonos y comerciantes. Por ejemplo, cuando llegó a Barranca-bermeja arrendó un cuarto en una de las desvencijadas casas de la población y allí empezó a ofre-cer sus servicios como abogado, anunciando que sólo cobraba “ho-norarios para favorecer a los obre-ros”.

La labor de Mahecha en Barranca-bermeja le dio dignidad y autoes-tima al obrero colombiano, como creador de riqueza cuyo trabajo beneficiaba a la Troco. Esta au-toestima adquiría un carácter de reivindicación nacional ante la ex-plotación por medio de la cual el imperialismo estadounidense so-metía al país y a sus habitantes. La acción de Mahecha conjugaba, al mismo tiempo, la reivindicación del trabajo, obrero y campesino, como la lucha contra la domina-ción imperialista, aspectos que en el caso de la explotación petrolera estaban íntimamente ligados. Esa abnegada actividad cotidiana de Mahecha en defensa de obreros, campesinos y comerciantes la ha-cía a nombre del socialismo. Esto lo llevó a convertirse en uno de los principales líderes del Partido

Socialista Revolucionario, fundado en 1926. Mahecha fue el dirigente indiscutido del movimiento obrero en la zona petrolera de Barranca-bermeja en la década de 1920, cuyas acciones más resonantes fueron las huelgas de 1924 y 1927. Durante las dos huelgas, Mahecha fue encarcelado. En 1924 fue sacado a la fuerza del puerto por las tro-pas del gobierno que lo condenaron a un ostracismo forzoso, al que tambien sometieron a 1500 trabajadores de la Troco, con el fin de erradicar los sentimientos de lucha de la población trabajadora del enclave. En esta ocasión, Mahecha permaneció encarcelado durante 13 meses. En 1927 nuevamente fue capturado, junto a los principa-les organizadores de la huelga, y confinado en Tunja, donde se les sometió al terrible suplicio del cepo, como quedo registrado en una memorable fotografía de la época, e incluso en el camino hacia la cárcel se les quiso aplicar la ley de fuga.

Por esa razón, cuando después de recobrar la libertad Mahecha anun-ció que se dirigiría otra vez a Barrancabermeja, el gobierno y la com-pañía se alarmaron y advirtieron que recurrirían a todos los medios necesarios para impedir que aquél volviera a editar su temida Van-guardia Obrera y a organizar a los obreros petroleros. Mahecha no se podía acercar a Barrancabermeja, asediado como estaba por los cuerpos secretos del Estado, cuyos esbirros seguían paso a paso sus movimientos.

Llevando consigo su imprenta portátil se refugió clandestinamente en diversos sitios del río Magdalena hasta llegar a la zona bananera a comienzos de 1928, para librar, junto a campesinos, peones y jornaleros, un nuevo combate contra los enclaves estadounidenses. Allí, ayudó a organizar la huelga de finales de 1928, la cual terminó con la masacre del 5 de diciembre y días subsiguientes en Ciénaga y otros lugares del emporio bananero de la United Fruit Company.

Mahecha fue perseguido con saña por las tropas del general Carlos Cortes Vargas, carnicero de las bananeras, e incluso la prensa lle-gó a anunciar su captura y muerte en combate. Nada de eso era cierto, puesto que Mahecha, aprovechando su experiencia conspi-rativa y de lucha clandestina, logró huir, escondido en unos bultos de yuca que llevaron unos pescadores hasta Barranquilla, desde donde luego pasó a Cartagena y de ahí fuera del país. Estuvo como refugiado en Panamá, Uruguay, Argentina, Francia y la Unión Soviética. Participó como delegado por el Partido Socialista Revo-lucionario en la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires en 1929, lugar desde donde denunció a nivel internacional la masacre de las bananeras y también participó en el Congreso Mundial Antiimperialista de Paris.

En 1930 regresó a Colombia, y cuatro años después contrajo ma-trimonio por lo civil con la profesora Filomena Sarmiento Rangel, con la cual tuvo tres hijos. En 1940, cuando tenía 56 años, murió en su humilde casa del Barrio Olaya de Bogotá.

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“Mateo, en tu nombre digo coca, quinua, maíz, amaranto, autonomía, organización, minga, video, olla, bici y pedales al poder, que son entre otros nuestros viajes.Te fuiste como se te dió la gana, viajando, caminando la palabra, y no te despediste. Mono rebelde, berraco, berrion-do, suizo, colombiano, chileno, latinoamericano, ciudadano del mundo, anarko; tantos apelativos se quedan tan cortos para descubrir esa humanidad tan bonita, tan pura, tan clara, tan sencilla, tan feroz, tan combativa, política. Que gran ser humano te fuiste siendo. HICISTE LO QUE SE TE DÍO LA GANA” Omar Alaín

Saben que la Minga no se detiene, saben que lo que comenzó el pasado 12 de Octubre de 2008, esa gran movilización esta tomando un respiro para emprender la minga definitiva, saben que les llegó la hora de perder ese ilegitimo poder que se han autoasignado, saben que el descontento crece y por eso en las montañas del Cauca asesinaron con frialdad a Edwin Legarda Vázques, compañero sentimental de Aida Quilcué.Pese a este asesinato la minga continúa, la movilización no se va a callar, la dignidad esta por encima de las miserias de estos asesinos indignos. Mientras el presidente y sus guardianes han respondido con balas, discursos insulsos, desde el miedo de saberse contra las cuerdas de la historia, la Minga sigue, sigue… En esta larga marcha que es la minga definitiva por la victoria del pueblo digno, no nos acompañara la presencia física del compañero Edwin, pero sí su espiritu, su compañera, sus amigos, sus recuerdos. Nos arrebataron su presencia fisica, pero no sus luchas, estas continúan, y su nombre se suma al panteon de los que estan construyendo la historia de la dignidad del pueblo.

Alexander Gamba Trimiño

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por Eduardo Gómez

El poeta Walt Whitman (1819-1892) nació en la aldea de West Hills, en la región que hoy ocupa en toda su extensión la metrópoli de New York, que en ese entonces era una ciudad pujante y pequeña. Era descendiente de recios pioneros, cuyos antepasa-dos fueron soldados del ejército liber-tador de Washington, agricultores y cazadores pero también (en una rama de la familia más afortunada) de gra-duados en Harvard y pastores protes-tantes. El padre de Walt era carpinte-ro y constructor de casas de madera, descendiente de ingleses, y la madre era hija de un “lobo de mar” holandés. Walt se cría muy cerca de las ciuda-des, pero tambien crece entre una es-pléndida naturaleza a la orilla del mar. Su familia se trasladaba con frecuen-cia a diversos lugares (como lo exigía el trabajo del padre) y el futuro poeta adquiere el gusto por el nomadismo y el vagabundaje, aunque sin descuidar sus amadas y desordenadas lecturas de autores clásicos. Probó múltiples oficios y era amigo de conductores de omnibuses, pescadores y trabajado-res de todo tipo, aunque con el tiem-po conoce a importantes personalida-des de la cultura y la política. En una ocasión reemplazó a un conductor de tranvía enfermo y durante varios me-ses estuvo pasándole el sueldo que le correspondía. El joven poeta, todavía desconocido, trabaja en diversos ofi-cios, como conductor, tipógrafo y periodista. Era fervoroso partidario de Lincoln, de su causa antiesclavista y su aspiración a una democracia “del pueblo y para el pueblo”, todo lo cual lo llevó a organizar y ganar la Guerra de Secesión contra los atrasados es-tados del Sur, (empeñados en conser-var la esclavitud) imponiéndoles la de-mocracia y la unidad del país. Lincoln fue asesinado por haber triunfado en esa gesta, y Whitman lo veneraba como a una de los grandes líderes de la historia. Durante la guerra, el poeta

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se desempeñó, con abnegación in-fatigable y durante varios años, fue enfermero y ayudante en los hospi-tales y frentes de guerra.

El magnetismo y la capacidad so-lidaria de su fuerte personalidad, se hicieron célebres entre los mé-dicos que lo conocieron, los cuales le enviaban casos desesperados de soldados abatidos y enfermos por esa guerra atroz entre hermanos, para que el poeta los ayudara con su vitalidad desbordante y su hu-mana sabiduría. Después de la gue-rra, unos amigos le consiguieron un puesto en el Ministerio del Interior para ayudarlo en su pobreza. Cuan-do el ministro del Interior, James Harlam, supo que su empleado aca-baba de publicar un libro de poemas (Hojas de Hierba, editado el 31 de mayo de 1865) aprovechó una au-sencia de su subalterno para buscar el libro en su escritorio. Despues que lo leyó, procedió indignado a expulsar al poeta. Esa reacción de rechazo fue casi masiva, por consi-derar el libro inmoral y subversivo: los libreros bloquearon la distribu-ción, los críticos lo agraviaron, los moralistas lo condenaron, y una se-rie de personalidades de las letras y la política, devolvieron al poeta el ejemplar que les había enviado, con una decisiva excepción: la del emi-nente humanista, Emerson, quien le escribe una carta donde le dice: “Considero Hojas de Hierba , como el más extraordinario logro de espiri-tualidad y sabiduría que América haya producido hasta hoy”. Era la consa-gración del genio por descubrir, por el genio ya consagrado, y eso bas-taba como augurio.

Pletórico de salud, sensibilidad e inteligencia, el gigante del Norte se canta “a sí mismo” pero no en un sentido narcisista, sino como creación de la Naturaleza y de la sociedad, como ser humano repre-

sentante del pueblo pujante de Norteamérica. Sabe que en cierto sentido, él es todos, y se siente orgulloso de su cuerpo y de su vitalidad:

“Yo me celebro y yo me canto/ y todo cuanto es mío también es tuyo/porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca/ Indolente y ocioso convido a mi alma/ me dejo estar y miro un tallo de hierba de vera-no/ Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire/ nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres/ Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo/ y espero no cesar hasta mi muerte.”

Whitman no se plantea como juez de nadie, ni como representante sectario de ninguna tendencia. Las conoce, lo enriquecieron pero las trasciende: “Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás/ me sirvieron, no las olvido/ soy puerto para el bien y para el mal, hablo sincui-darme de riesgos/ naturaleza sin freno con elemental energía.”

Su apertura a todos, especialmente al hombre común y productivo, a los animales y plantas y a la naturaleza en general, hace que su poesía se abra abarcadora, mediante enumeraciones extensas, minuciosas, imposibles de encontrar, con esa abundancia concreta, en otro poeta anterior o posterior a él, con la excepción relativa de Neruda, en algu-nos pasajes de “Canto General”. Como ejemplo, de esa avidez de tes-timoniar presencias y situaciones, está el extenso fragmento No. 33 de Canto de mi mismo, entre otros. Whitman intuye que en cualquier ser existente, por insignificante que parezca, se puede vislumbrar un microcosmos que remite al macrocosmos. Con mayor razón en el cuerpo humano. El poeta siente que su cuerpo es el resultado de una evolución de millones de años y que encierra en su organismo rastros de los innumerables estados por los cuales ha pasado; porque sabe que el cuerpo humano está hecho de los mismos elementos que con-tiene todo lo existente (así sean plantas, animales o minerales) pero en combinaciones y grados evolutivos más complejos:

“Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas/ y que la hormiga es perfecta, y que también lo son el grano de arena y el huevo del zorzal/ y que la rana es una obra maestra, digna de las más altas/ y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo, y que la menor articulación de mi mano puede humillar a todas las máqui-nas/ y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera todas las estatuas/ y que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos/ Siento que en mi ser se incorporan el gneis, el carbón, el musgo/ de largos filamentos, las frutas, los granos, las raíces comestibles/ y que estoy hecho de cuadrúpedos y de pájaros/ y que puedo recuperar cuanto he dejado atrás/ pero que puedo hacerlo volver cuando se me antoje.”

Ama y admira, especialmente, toda vida orgánica, y exalta la noble-za callada y la entrega de los animales a su destino; se asombra de la concordancia de su comportamiento con su naturaleza peculiar; aprende de ellos la autenticidad instintiva y la confianza en sus posi-bilidades:

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“Creo que podría vivir con los animales, son tan secretos y tan plácidos/ me detengo y me demoro mirándolos/ No se atormentan ni se quejan de su condición/ no se quedan despiertos toda la noche ni lamentan sus culpas/ no me abruman con discusiones sobre sus deberes para con Dios/ ni uno solo está descontento, ni uno sólo está dominado por la locura de tener cosas/ ni uno solo se arrodilla ante otro.”

En sucesivos fragmentos, Whitman exal-ta a los héroes de la guerra de liberación, al hombre medio, paciente y laborioso lo mismo que al pionero indómito. Habla en primera persona, en forma representativa del hombre como ser social, expresa su potencia vital, dice que no vale nada sin los otros, que es producto del legado de las generaciones anteriores, que la demo-cracia es su consigna, que el amor es in-concebible sin la liberación sexual, y canta la gloria del cuerpo humano contra todo intento de degradacion:

“Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo/ turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando/ ni sentimental, ni sin-tiéndose superior a otros hombres y mujeres/ ni alejado de ellos/ No menos modesto que inmodesto/. ¡Arrancad los cerrojos de las puer-tas! / ¡Arrancad las puertas de los goznes!/ El que degrada a otro me degrada/ y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin/ A través de mí surge la voluntad creadora, a través de

mí, el torrente y el índice/ Digo el principal santo y seña, hago el signo de la democracia (…)/ No aceptaré nada que no sea ofrecido a los de-más en iguales condiciones/ Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mí/ voces de las interminables generaciones de prisioneros y de es-clavos/ voces de los enfermos y de los inconsolables/ de los ladrones y de los enanos/ voces de ciclos de preparación y de crecimiento/ de los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres, y de la simiente paterna/ y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros (…)/ Brotan de mí voces prohibidas/ voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo, voces indecentes clarificadas y transfiguradas por mí (….)/ Me conservo tan puro en las entrañas como en la cabeza y en el corazón/ la cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte/ Creo en la carne y en los apetitos/ ver, oir, tocar, son milagros/ y cada parte de mí es un milagro/ Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca/ el aroma de estas axilas es más fino que las plegarias/ esta cabeza es más que las iglesias, las biblias y todos los credos.”

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Escultura Walt Whitman en el Bear Mountain State Park, Nueva YorkFoto MCS_flickr

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Después del “Canto de mi mismo”, existen otras tres partes (“Hijos de Adán”, “Riachos de otoño” y “Cantos de despedida”), con las cuales se comple-ta la obra magna de conjunto que Whitman tituló, “Hojas de hierba”. Esta en realidad forma una po-derosa unidad de gran poema. “En Hijos de Adán”, resurge, con más fuerza, el gran sensual que era Whitman, valorando su entrega festiva y amoral (término que no se puede confundir con inmoral, que es reactivo respecto a la moral cristiana) a la unión amorosa. Su actitud es la de un hombre bi-sexual, con tendencia hacia su propio sexo. Esta posición (expresada con discreción y delicadeza) es de una inusitada audacia en pleno siglo XIX, y desa-fía el moralismo victoriano que venía de Inglaterra a reforzar el moralismo de las austeras sectas pro-testantes del Nuevo Mundo. Proclama, además que aquello llamado alma no son sino las funciones del cuerpo y que el cuerpo “es el alma”:

“Yo canto el cuerpo eléctrico/ me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo/ no han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda/ hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma/ ¿ No es sabido que quienes corrompen su cuerpo están ocultándose?/ ¿Y quienes profanan a los vivos son tan viles como quienes profanan a los muertos?/ ¿Y que el cuerpo no vale menos que el alma?/ Y si el cuerpo no fuese el alma, qué es el alma?El amor del cuerpo de un hombre o del cuerpo de una mujer/ no admite explicación/ El cuerpo del hombre es perfecto, y es perfecto el cuerpo de la mujer.”

En “Hijos de Adán”, Whitman desarrolla temas ya esbozados en “Canto de mi mismo”, y la diferen-cia está en que estos temas los trata en forma es-pecializada y concentrada. En el poema, “Durante cuánto tiempo nos engañaron”, vuelve a la profun-da intuición (que ya había esbozado parcialmente en poemas anteriores) sobre el tema de la evolu-ción desde el seno de la Naturaleza, expresa cómo volvemos a Ella, y cómo estamos constituidos por los mismos elementos que contiene la materia lla-mada “inanimada” (con lo cual está insinuando que no hay materia inanimada puesto que ella es capaz de producir los organismos conscientes más com-plejos). Así, Whitman esboza ese “Eterno Retorno”, del que nos habla Nietzsche, sin haber leído al filó-sofo alemán. El poema, “Durante cuánto tiempo nos engañaron”, es una composición sobre las muertes y resurrecciones, tal como las concibe un agnóstico y materialista integral; cuando dice, por ejemplo:

“Durante cuanto tiempo nos engañaron! (…) / Somos la Naturaleza, durante mucho tiempo estuvimos lejos, pero ahora volvemos/ nos convertimos en plantas, en troncos, en follaje, raíces y cortezas/ estamos asentados en la tierra, somos peñascos/ somos encinas, crecemos juntos en los claros del bosque(…) / somos dos peces que nadan juntos en el mar/ somos lo que son las flores del algarrobo, de-rramamos fragancia/ en los caminos de tierra/ somos dos soles que deslumbran, somos nosotros dos los que giramos (…)/ somos dos nubes que se desplazan en lo alto cuando amanece o atardece/ somos dos mares que se unen (…)”.

Aquí la singularidad (respecto a Nietzsche y a todo lo que se ha escrito sobre estos procesos) radica en que Whitman habla de un proceso, no en la soledad, sino realizado por una pareja amorosa. Como quien dice: el amor es tan fuerte que continúa vivo en la descompo-sición y en todos los avatares de la evolución, más allá de la vida consciente. Por eso el sujeto del poema es plural: “somos dos soles que deslumbran (…).”

Queda por dilucidar el singular título del poema; ¿A qué engaño alude? Indudablemente al engaño de la supers-tición religiosa que niega la procedencia del hombre en la naturaleza y se refiere al alma como a una imposible y absurda “chispa divina” que estaría en contradicción absoluta con el cuerpo. Para Whitman, como ya vimos, el cuerpo es el alma y el alma es el cuerpo vivo, en lo que coincide con los grandes filósofos modernos (Marx, Nietzsche, Heidegger, entre otros).

En los últimos fragmentos de sus “Hojas de Hierba”, Whitman dice que somos eternos, como la naturaleza de la cual provenimos (lo cual coincide con la tesis de Nietzsche al respecto, cuando dice en “El Eterno Re-torno”, que con esa teoría ha descubierto “La Inmor-talidad del Hombre pero dentro de la Naturaleza”). Su canto va elevando el tono y tornándose profético:

“Para concluir, anuncio lo que vendrá despúes (…) / cuan-do América cumpla lo prometido (…)/He cantado las canciones de la vida y la muerte/ las canciones del nacimiento, y he probado que hay muchos nacimientos (…) / anuncio el advenimiento de personas elementales / anuncio a la justicia triunfante / anuncio intransigentes igualdades y libertades (…) / anuncio una abundante vida, vehemente, espiritual, audaz (…) / sien-to que estoy muriendo/ Apresúrate garganta, canta por última vez (…) / camarada, esto no es un libro / el que lo toca, toca a un hombre / (¿es de noche? ¿estamos solos los dos?).”

Los poemas y versos fueron tomados de la traducción de Jorge Luis Borges.

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Las transformaciones mundiales y su incidencia en la enseñanza de las ciencias socialesRenán Vega Cantor.Editorial Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá, 2007. ; V. 1, 458 pags; V. 2, 645 pags.

Por: José Abelardo Díaz JaramilloIntegrante del equipo de la revista Viento del Sur y de la revista CEPA

Obra ganadora del Premio Libertador al pen-samiento Crítico (2007) que ofrece la Repúbli-ca Bolivariana de Venezuela. La premiación se realizó el 24 de julio de 2008 en el hermano país. En esta edición también participaron 82 obras de todo el mundo, de autores como Luis Britto, Enrique Dussel, Susan George, Daniel Pereyra y Theotonio Dos Santos.

El jurado del Premio Libertador al Pensamien-to Crítico 2007 estuvo integrado por Fernando Báez (Venezuela), Stella Calloni (Argentina), Bo-lívar Echeverría (Ecuador) -ganador de la edi-ción 2006-, Roberto Fernández Retamar (Cuba), y Daniel Hernández (Venezuela).

Un mundo incierto, un mundo para aprender y enseñar

Ceremonia de entrega del premio Libertador, Caracas, 24 de julio de 2008. Foto Gobierno República Bolivariana de Venezuela

El objetivo central del trabajo, en palabras del autor, es: “elaborar una investigación en la cual se relacionaran los cambios mundiales de las últimas décadas con las ciencias sociales que se enseñan en las instituciones escolares”. (Vol. I, pág. 11). Este tema ha sido una preocupación perma-nente, en su desempeño como investigador y docente, la cual ha consignado en varios trabajos, entre los que se destacan ¿Fin de la historia o desorden mundial? (1997), Historia: conocimiento y enseñanza (1998) y Los econo-mistas neoliberales (2005).

La pregunta central en “Un mundo incierto...” es si las ciencias sociales pueden cumplir algún papel ante una crisis de dimensiones globales como la contemporánea. Para Vega Cantor la respuesta a este interrogante es afirmativa, pues la enseñanza de las ciencias sociales tie-ne una importancia que se relaciona con la explicación de los grandes problemas del presente. No en vano, la crisis civilizatoria que ha propiciado la expansión mun-dial del capitalismo exige un nuevo modelo de sociedad y civilización: “Considerando la magnitud de esta crisis civilizatoria y la necesidad de enmendar la enseñanza de las ciencias sociales para que, entre todos, estudiantes y profesores, reconstruyamos la esperanza, lo único que puede proponerse, por ahora, es un programa mínimo a tener en cuenta en esa renovación de la enseñanza de las ciencias sociales” (Vol. II, p. 566). Dicho programa debe contemplar criterios, enfoques y contenidos como los siguientes: una critica al progreso, una visión no euro-céntrica de la sociedad, revaluar la memoria de los ven-cidos y de sus luchas, replantear los vínculos hombre –

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naturaleza, incluir a las mujeres en la historia y la sociedad, considerar la diversidad cultural como un patrimonio de la humanidad, reivindicar una visión radical de la democracia, una critica al consumismo, al lujo, al dinero, a la propiedad privada y al mercado, romper con el autorita-rismo y con las formas verticales de enseñanza, combatir toda forma de fundamentalismo religioso, étnico, nacional o económico.

En cuanto a la estructura del libro, lo conforma dos volúmenes. Cada capitulo tiene un conjunto de documentos relacionados con el tema tratado, detalle que posibilita ampliar las miradas; además, en cada uno de ellos se ofrece una propuesta didáctica, para que el profesor, estudiante o cualquier lector de la obra, aborde en escenarios diversos, individual o colectivamente, los contenidos de una manera crítica. Pre-cisamente, sobre esto último hay que destacar que si bien la obra ha sido pensada inicialmente para docentes y estudiantes de ciencias so-ciales, el autor ha buscado que la investigación también pueda ser de utilidad para personas que se desenvuelvan en escenarios distintos a la universidad o el colegio, entre ellos estan dirigentes y organizaciones sociales de diverso tipo. Lo anterior no es simple pretensión: la obra esta escrita y armada de una manera especial para facilitar la lectura y comprensión en personas no especializadas. Además, el manejo amplio y variado de información (en donde se incluyen mapas, caricaturas y gráficas), oportunamente relacionada con las interpretaciones y tesis que el autor va proponiendo a lo largo de la obra, contribuye con ese propósito.

Imperialismo, geopolítica y retórica democrática

En el primer volumen, dedicado a la memoria del pedagogo Paulo Frei-re, se abordan -en tres capítulos- los siguientes temas: el imperialis-mo, la geopolítica y la actual retorica democrática. El autor comienza planteando la necesidad de precisar los conceptos que considera per-tinentes para poder entender el mundo de hoy, destacando como los conceptos no son denominaciones neutras, pues detrás de ellos se esconden intereses políticos que se deben develar. Señala que una interpretación acertada del mundo de hoy “tiene implicaciones analíticas para comprenderlo cabalmente, para proponer y desarrollar formas de acción política” (Vol. I, pág. 19).

En esa medida, se cuestiona un conjunto de conceptos ligados a plan-teamientos teóricos (era de la información, imperio, globalización, pro-ducción flexible), queriendo demostrar sus limitaciones analíticas, a la vez que reivindica otros planteamientos que se han venido desechando últimamente: capitalismo, imperialismo, clases sociales, burguesía, tra-bajo asalariado, entre otros. En efecto, aquí se describen y discuten conceptos como era de la información, asociado a la obra tardía del sociólogo español Manuel Castells, el cual “resulta poco pertinente para

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En el primer volumen se analizan las modificaciones geopolíticas más significa-tivas de los últimos veinticinco años, destacándose lo que el autor denomina la nueva geografía del capitalismo, el fin de los socialismos históricos, el eclipse o desaparición del Tercer Mundo vía deuda externa y guerras criminales, estimuladas especialmente por los Estados Unidos, el despliegue del neoliberalismo, “convertido en un proyecto cultural del capitalismo de tipo economicista”

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comprender los procesos de la economía y de la política internacionales, en la medida en que se le atribuye un papel preponderante a la tecnología y al capital financiero, pero se desconoce el rol de la violencia y de la guerra imperialistas, como parámetro central de dominación en el nuevo desorden mundial” (Vol. I, p. 30).

De igual modo el concepto de Imperio de Toni Negri y Michael Hardt, que en síntesis, tiene como principal debilidad no dar

cuenta “de los procesos fundamentales del mundo contemporáneo en donde se ha reforzado el poder del imperialismo estadouniden-se”. (Vol. I, p. 44). La tozudez de los hechos desbarata las tesis de estos autores a quienes habría que preguntarles qué opinión le merecen hechos como la puesta en funcionamien-to por parte del Departamento de Defensa de los E.U. de la IV Flota Naval (con sus potentes portaviones y submarinos), con claros intereses de control geoestratégico sobre Améri-ca Latina; o los hechos recientes en el denominado Corredor Euroasiático en donde intereses imperialistas (con Rusia y

E.U. a la cabeza) sobre reservas petroleras y gasíferas, produ-cen tensiones, invasiones y guerras.

Así mismo, en este primer volumen se analizan las modificaciones

geopolíticas más significativas de los últimos veinticinco años, desta-cándose lo que el autor denomina la nueva geografía del capitalismo (cambios geopolíticos, urbanización acelerada, entre otros); el fin de los socialismos históricos (incluyendo algunas razones que explicarían su debilitamiento y caída, pero también sus logros y significados polí-ticos); el eclipse o desaparición del Tercer Mundo vía deuda externa y guerras criminales, estimuladas especialmente por los Estados Unidos; el despliegue del neoliberalismo, “convertido en un proyecto cultural del capitalismo de tipo economicista” (Vol. I, p. 215); y finalmente, la golpeada hegemonía imperialista de los Estados Unidos, agudizada con la actual crisis financiera. Este primer volumen se cierra con una mirada a las transformaciones del Estado capitalista, el renacimiento y difusión mundial de diversas clases de nacionalismo, y la retorica democrática de los últimos años (en donde se cuestionan concep-tos como “Elecciones Libres”, “Sociedad Civil”, “Derechos Humanos” y “Ciudadanía”), entre otros.

Capitalismo, tecnociencia y ecocidio planetario

En el segundo volumen, dedicado a la memoria del poeta y revolucio-nario Roque Dalton, se abordan tres temas: el capitalismo, la tecno-ciencia y el ecocidio planetario. Inicialmente, el autor estudia las ca-racterísticas del capitalismo contemporáneo en el ámbito económico, “con el ánimo de demostrar que no entramos en ninguna nueva fase histórica, sino que la relación social capitalista sigue existiendo” (Vol. II, pág. 25). Señala que actualmente la mercancía y el fetichismo que la acompaña, se han universalizado como nunca.

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Se identifican las viejas y nuevas formas de explotación del trabajo, se critica las teorías que hablan del fin del trabajo y del auge de la produc-ción flexible, es decir, sin explotación. Se discute el papel y el carácter de las multinacionales, especialmente el supuesto de que no tienen ningún vínculo con algún Estado – Nación: “siguen teniendo una base estrictamente nacional en los aspectos fundamentales, como la propiedad del capital, el país sede hacia el cual se remiten las ganancias, el centro de las decisiones y de la gestión y el espacio en el cual se desarrollan las principales innovaciones tecnológicas y productivas e incluso el lugar en donde realizan sus principales inversiones” (Vol. II, p. 41).

Se describe igualmente aquello que el autor denomina: “ macdo-nalización del trabajo”, es decir, el deterioro de las condiciones de trabajo en el capitalismo actual (degradación laboral, femini-zación, informalización y casualización), en donde por ejemplo, prolifera la “sustitución de los trabajadores fijos, con un salario básic por empleados temporales, sin ningún tipo de seguridad social ni protección legal” (Vol. II, p. 54). Además, se aborda otro campo social íntimamente ligado con la mundialización del capital: el ámbito de la cultura. Al respecto, Vega Can-tor cuestiona los presupuestos teóricos de los estudios cul-turales y posestructuralistas que reivindican un análisis de la cultura sin ninguna ligazón con el modo de producción capitalista, enfoque o pretensión que desestima el autor, “simplemente porque la cultura –dice él- se ha convertido en una mercancía universal, lo cual no puede entenderse sin relacionarlo estrechamente con el capitalismo” (Vol. II, pág. 26). Enseguida, desarrolla una argumentación que relaciona los cambios del capitalismo con las modifica-ciones tecnológicas, se valora su alcance en el mundo actual, y se estudia el carácter político de los principales mitos tecnológicos de esta época, entre ellos, los rela-cionados con la educación.

Especial importancia tiene el tema del carácter ecocida del capitalismo, que se analiza desde cuatro aspectos: la relación entre capitalismo y degradación ambiental del planeta, las caracte-rísticas actuales del imperialismo ecológico, los discursos ecologistas y su relación con el capi-talismo, y, finalmente, los presupuestos para una ecopedagogía, entendida como una pro-puesta para analizar los problemas ambienta-les de nuestro tiempo.

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En la parte final de este segun-do volumen (cuarto capítulo) se analizan las implicaciones que en las ciencias sociales han tenido las transformaciones de las úl-timas décadas; se reivindica un programa para su enseñanza con contenidos críticos, que permi-te dar cuenta de todas las con-secuencias que ha producido la mundialización del capital. Inicial-mente, se describen algunas de las características dominantes de las ciencias sociales escolares en Colombia, entre ellas, su divorcio con la investigación social, con las innovaciones pedagógicas, al con-vertirse en saberes coyunturales, reactivos y ligeros. A continuación se analizan las trasformaciones del sistema educativo colombiano como resultado de la aplicación de los enfoques neoliberales (por ejemplo, el impacto de la noción de competencias escolares, los estándares y las transformaciones de las Facultades de Educación, las transformaciones curriculares que contemplan la desaparición de la Historia y la Geografía en la enseñanza y la ampliación de los campos de conocimiento de las ciencias sociales escolares, la im-posición de una terminología em-presarial neoliberal en el ámbito de la educación, entre otros).

De acuerdo con Vega Cantor to-dos estos aspectos “no pueden ser entendidos al margen de la modificación de las políticas pu-blicas del Estado colombiano, ni tampoco deben ser vistos como resultado de una acción autónoma y original de las clases dominantes

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colombianas” (Vol. II, p. 512). Además, han condu-cido a lo que el autor denomina la macdonalización de la enseñanza, especialmente en la educación superior, la cual “se ha convertido en una mer-cancía, cuyos objetivos, contenidos y alcances están dictados por los intereses de los merca-chifles que se lucran con esta actividad” (Vol. II, p. 514). También se analiza el impacto de los medios de comunicación y del posmodernismo en la enseñanza, este último es responsable del acoplamiento de las ciencias sociales con la cul-tura del mercado (Vol. II, p. 545).

Todo el panorama descrito se encuentra re-lacionado con la expansión mundial del capi-tal, demuestra que la humanidad se encuen-tra ante una crisis civilizatoria nunca antes vista, la cual se manifiesta en hechos como los siguientes: una creciente polarización mundial entre los países imperialistas y las periferias; la recolonización de importantes espacios geográficos de aquello que antes se llamaba el Tercer Mundo; la acelerada destrucción de los ecosistemas en todo el planeta; el desempleo, subempleo y precarización laboral de una gran porción de la población económicamente activa del mundo; la perdida de las conquistas históricas de las clases subalternas; un regreso a la vieja división internacional del trabajo; disparidades tecnológicas y científicas que producen resultados divergentes; la destrucción del tejido social en la mayor parte de países del mundo; la mundialización del crimen; el resurgimiento de la limpieza étni-ca, xenofóbica y el racismo en di-versos confines del planeta; la des-trucción y arrinconamiento de las culturas nacionales y locales ante la expansión mundial e incontrola-ble del capital; y finalmente, una urbanización acelerada del plane-ta y una drástica reducción de los campesinos.

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Foto Ahron de Leeuw

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- Se trata de una investigación crítica que va “con-tra la corriente”, es decir, contra el pensamiento oficial y las modas intelectuales que predominan hoy en día. Por eso, no es casual que circulen y se reivindiquen a lo largo de la obra críticos como Carlos Marx, James Petras, Noam Chomsky, Sa-mir Amín, Peter McLaren, Eduardo Galeano, Pierre Bourdieu, Ricardo Antunes, entre otros. En esa medida, el trabajo asume y da continuidad a una corriente de pensamiento crítico que cuestiona la tesis que pregona la indestructibilidad del capita-lismo y, por esa vía convoca insistentemente a la resignación política.

- Como recurso explicativo, se acude a la idea de totalidad social, lo que facilita una mejor com-prensión e interrelación de los problemas sociales contemporáneos que aquí se someten al análisis. Por lo tanto las transformaciones sociales son es-tudiadas estableciendo la relación que guardan con la economía, pero también con la política, con la ecología, con la comunicación, con la cultura y con la educación, logrando de esta manera elabo-rar una explicación de conjunto de los procesos señalados. Dicho enfoque, que se retoma de la mejor tradición marxista –pensemos en Mariáte-gui y sus Siete Ensayos de la Realidad Peruana-, es una respuesta a la tendencia dominante que privilegia la mirada de lo micro, propia de la híper especialización a la cual han llegado las ciencias sociales hoy en día.

- Para comprender y explicar los fenómenos so-ciales contemporáneos se cuenta con el manejo del elemento histórico en la obra, los hechos so-ciales (atraso, explotación, dependencia, imperia-lismo) tienen explicaciones finamente ligadas con procesos históricos que deben ser percibidos para lograr una mejor comprensión analítica y política de los mismos. Como lo advierte Vega Cantor, un

Aspectos centrales de la obra“examen y comprensión de nuestra contemporanei-dad, (…) es imposible sin una perspectiva histórica” (Vol. II, p. 554).

- El autor aporta una abundante bibliografía so-bre todos los temas tratados (economía, política, cultura, educación, comunicación, ecología, entre otros).

- Con esta investigación se realiza un aporte so-bresaliente para comprender las transformaciones sociales contemporáneas, lo que arroja un valioso material para la cualificación política de individuos y colectivos dispuestos a asumirse como sujetos sociales: “En la consideración de los problemas ac-tuales de la humanidad y la urgencia de que sean examinados en los espacios escolares, el objetivo supremo debe ser el de contribuir a formar sujetos para una nación y un mundo que pueda ser hecho por nosotros y no impuesto por poderes ajenos” (Vol. II, p. 575). En ese sentido, esta obra será de gran utilidad no solo para profesores y estudiantes, sino para las organizaciones políticas y sociales que programen talleres de formación y capacitación, escuelas de liderazgo y jornadas de estudio, ten-dientes a reforzar viejas militancias. Tambien sirve para acercarse a nuevos contingentes de luchado-res que, al estar decididos a asumir la siempre per-tinente confrontación contra el capitalismo -quieran como pregona el líder cubano de los versos senci-llos- echar su suerte con los pobres del mundo. Finalmente, esta obra, al ser galardonada con el Premio Libertador al Pensamiento Critico, se cons-tituye en un estímulo oportuno para continuar en la batalla de ideas por un mundo mejor. Más aún, en momentos como los que vive el país, en donde avanza el autoritarismo cobijado bajo “razones de-mocráticas”, y se ponen en marcha campañas ideo-lógicas y políticas contra posturas disidentes.