reincidente 68

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Año IV, Número 68, 1ra. quincena de noviembre de 2013 Q ue es un país diminuto (5.6 millones de hab.), que tiene el mayor ingreso per capita en el mundo, que es miembro de la OTAN (y se la vive invadiendo Medio Oriente junto con E.U. y Francia), que es productor de petróleo, alimentos, muebles carísimos y música pop (‘Barbie Girl’ de Aqua, por ejemplo) y que Billund, en la península de Jutlandia, es el lugar de origen de LEGO, el mejor juguete jamás inventado. Oprah popularizó a los daneses como el pue- blo más feliz del mundo luego de echarle una mirada a sus sistemas de salud y educación. Los daneses, gracias a su mezcla de sangre germáni- co-vikinga, son altos, robustos, rubios y de ojos claros, por lo general azules. Los hombres tienden a ser musculo- sos y las mujeres esbeltas y de pies y piernas grandes. El componente más importante de la población danesa con origen extranjero son los hijos y nietos de los inmigrantes turcos que sirvieron como la principal mano de obra en el crecimiento industrial del país durante los 60’s y 70’s, se- guidos por inmigrantes provenientes de Europa oriental y refugiados de media docena de países en conflicto del Medio Oriente. En general, la mezcla de colores, rasgos faciales y estaturas en este rincón del mundo es muy dis- tinta a lo que uno está acostumbrado a ver en las urbes mexicanas. Quien haya puesto pie alguna vez en Dinamarca o cualquier otro país escandinavo, opinará de primera im- presión que no existe nada más alejado en el mundo de la turbulenta situación política, económica y social que vive México últimamente. Cierto y no cierto a la vez. Cierto es que en Dinamarca no hay bandas de se- cuestradores aterrorizando a la población, narcotrafi- cantes que disparan con armas más poderosas que el ejército, ni áreas del territorio nacional donde el gobier- no no tiene autoridad; sin embargo, y a pesar de lo que la intuición diría, los titulares en periódicos mexicanos y daneses no difieren tanto los unos de los otros. Un buen ejemplo es el conflicto magisterial que dejó a prácticamente todos los niños de Dinamarca sin clases por varias semanas en la primavera de este año. ¿Suena? A principios del 2013, el gobierno danés (o más bien, la congregación de gobiernos locales, que por al- guna razón no es equivalente al gobierno nacional), impulsó una reforma educativa que suponía muchas más horas de clases, sin incremento presupuestal o am- pliación de planteles. Esto, por supuesto, recibió con- tundente oposición por parte de la unión de maestros (Danmarks Lærerforening, el equivalente al SNTE en Dinamarca) con el argumento de que la calidad en la enseñanza se hundiría como resultado de la falta de tiempo y recursos que maestros y educadores tendrían que enfrentar. Es decir, que la solución propuesta por el gobierno no solucionaría nada y sólo pondría más presión en un gremio que ya de por sí trabaja de más con recursos de menos. El conflicto escaló debido a la falta de comunicación entre el Congreso de gobiernos locales (Kommunernes Landsforening) y el gobierno nacional, y poco tiempo después los sindicatos de maestros anunciaron que blo- quearían completamente la reforma (¿Cómo es que uno hace eso? Me imagino que es un mecanismo disponible sólo en democracias más respetuosas que lo que tene- mos en México). Y ahí es donde la marrana torció el rabo, y las escue- las cerraron sus puertas, pero curiosamente fue el go- bierno quien instituyó el paro de labores, y no el sindica- to. Para quien sienta curiosidad y, como yo, nunca antes haya visto algo semejante, a ese raro fenómeno se le lla- ma "Lock-out", y es como que lo opuesto a una huelga, donde es el patrón el que le impide el acceso a los tra- bajadores como protesta ante un desacuerdo gremial.. Al final, los maestros perdieron la batalla y la re- forma se aplicó con un simbólico incremento salarial a cambio de que el sindicato de maestros cesara la pro- testa. Los niños regresaron a sus aulas y la gente parece haberse olvidado de lo que hace unos meses era tema de conversación en toda mesa y barra del país. Curiosamente familiar, ¿no? Otro buen ejemplo es el de la impunidad policial. Aunque usted no lo crea, resulta que en Dinamarca los puercos también se salen con la suya. Debajo de las apariencias y la eficiente calma de la sociedad danesa, se esconde un pequeño ejército de pro- blemas sociales, entre ellos conflictos raciales y religiosos, pandillas y movimientos políticos motivados por fuertes desacuerdos entre el pueblo y la gente en el poder. Y por supuesto, cada vez que las cosas se salen de control (que con tamaños mastodontes que son los da- neses es más bien seguido), entra la policía a imponer el orden. Y como toda fuerza de uniformados sub-infor- mados con autoridad de sobra que tienen que lidiar con problemas que no comprenden, a la tira danesa también se le pasa la mano sin querer queriendo, todo el tiempo. El detalle se encuentra en que, casi como para ver quién se queja, no hay un sistema establecido para iden- tificar a los policías abusadores. Es más, no hay forma alguna de identificar a un oficial de policía en particu- lar. No portan números de placa, nombre o seña alguna de quiénes son. El uniforme policial danés es completa- mente anónimo. Dinamarca es un país donde el buen funcionamien- to de las instituciones depende directamente del uso efi- ciente de la información sobre cada persona, negocio y actividad dentro de sus fronteras. En algún sótano de algún edificio de la capital, se encuentran las computa- doras del gobierno que corren un sistema centralizado de información donde todas y cada una de las personas y empresas con domicilio en el país están registradas. Bajo el CPR, equivalente al malogrado CURP en México, se encuentran guardados nombre, domicilio actual, regis- tro fiscal, número(s) de teléfono, historial de entradas y salidas del país, número y registro bancario, y claves y códigos previstos para que el ciudadano pueda regis- trar cambios en su información personal, o acceder sus documentos. Los inmigrante, tienen también guardados en ese sistema fotografía con datos biométricos, hue- lla digital de los diez dedos y otros detalles migratorios. Para el habitante común que sigue la ley y no hace alborotos, este espeluznante sistema computarizado no es en realidad cosa tan mala. Los trámites burocráticos se llevan a cabo a la velocidad del relámpago, y uno nun- ca tiene que cargar sus documentos de aquí para allá, ni sacar copias ni pedir sellos o firmas ni acudir a la si- guiente ventanilla. La mayoría de los trámites cotidia- nos se realizan por conexión segura de internet, y cuan- do ya no hay de otra más que acudir a las oficinas mu- nicipales, basta una pasada de la banda magnética de la credencial de identificación que carga todo mundo en la billetera para estar a la mitad de camino para dar por terminada nuestra gestión. Sin embargo, cuando ocurre una transgresión a las garantías individuales de un ciudadano o habitante legal de Dinamarca, y al puerco no se le puede poner ni nom- bre ni seña, resulta indignantemente contradictorio que los oficiales de policía puedan hacer y deshacer desde el anonimato, mientras nosotros los ciudadanos, bola de ovejas, y nuestra identidad nos encontramos bajo abso- luta y total vigilancia informática. El pretexto que ofrecen los altos mandos es que adrede se evita identificar a los miembros de las fuerzas del orden, para impedir represalias contra sus personas o a sus familias por parte de criminales o terroristas. Se excusan de casi ser policía secreta con el argumento de que nos están cuidando de temibles criminales que to- man venganza con las familias de los policías bonacho- nes que salen por igual a cuidar manifestaciones durante reuniones de la ONU sobre el cambio climático, que a combatir a los secuaces de Osama Bin Laden por los ca- llejones de Copenhague. El resultado es, entonces, que de acuerdo con Am- nistía Internacional, más del 90% de los casos de abuso por parte de oficiales de policía en Dinamarca quedan sin resolver, por la única y simple razón de que no saben a quién levantarle cargos. Y como las autoridades son personas muy ocupadas, los casos se cierran sin ningún seguimiento. Así que, activistas y revoltosos ándense con cuidado: probablemente no haya que preocuparse por desapari- ciones forzadas o granadas de gas asesinas, pero si usted hace encabronar a un policía en Dinamarca, lo más se- guro es que le propinen una tunda con total impunidad. Cabe mencionar que el clima político actual en Dina- marca es tenso. Una tormenta de crítica cae sin cesar so- bre la primer ministro Helle Thorning-Schmidt, que no sólo es la primera primer ministro mujer en la historia del país, sino que es la abanderada del regreso del partido So- cial-Demócrata al poder después de varios mandatos del partido de centro-derecha, Venstre (que en danés significa “izquierda”, pero no hay que irse con la finta, son cuates del partido cristiano blanco-supremacista de ultradere- cha, Danske Folkeparti). El problema es que Helle prome- tió una panacea de reformas, cambios y prosperidad que por supuesto no ha podido cumplir en lo más mínimo, y el pueblo ya clama por el regreso del partido “malo por conocido” ante el pobre desempeño de la candidato del cambio. Otra simpática similitud entre dos países tan dis- tintos, y a la vez extrañamente parecidos. Aún más, la selección danesa de fútbol seguramente también se va a quedar fuera del mundial. *El autor es estudiante de Bachillerato Internacional en Ciencias Naturales en la Universidad de Roskilde, Di- namarca. Jorge Federico Miranda Vélez* ¿Qué podemos decir del lejano y exótico país llamado Dinamarca? COMUNICADO DESDE UNA DIMENSIÓN ALTERNA Jorge Federico Miranda Vélez REALIDAD Y DISCURSO Francisco Hernández Echeverría Noé Cano Vargas Edinson Aladino Samantha Sotelo Espinosa ENGAÑO Enrique Condés Lara DICCIONARIO (poblano) DEL DIABLO Humberto Sotelo Mendoza REINCIGRAMA Fernando Contreras HISTORIA DE LOS TENANGOS María Esther Pacheco Medina AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín FRANTASÍAS José Fragoso Cervón ARITMOMANÍA Gabriela Breña * Reincidente no incluye sección de Sociales * Reincidente no incluye sección de Sociales Año IV, Número 68, 1ra. quincena de noviembre de 2013 Q ue es un país diminuto (5.6 millones de hab.), que tiene el mayor ingreso per capita en el mundo, que es miembro de la OTAN (y se la vive invadiendo Medio Oriente junto con E.U. y Francia), que es productor de petróleo, alimentos, muebles carísimos y música pop (‘Barbie Girl’ de Aqua, por ejemplo) y que Billund, en la península de Jutlandia, es el lugar de origen de LEGO, el mejor juguete jamás inventado. Oprah popularizó a los daneses como el pue- blo más feliz del mundo luego de echarle una mirada a sus sistemas de salud y educación. Los daneses, gracias a su mezcla de sangre germáni- co-vikinga, son altos, robustos, rubios y de ojos claros, por lo general azules. Los hombres tienden a ser musculo- sos y las mujeres esbeltas y de pies y piernas grandes. El componente más importante de la población danesa con origen extranjero son los hijos y nietos de los inmigrantes turcos que sirvieron como la principal mano de obra en el crecimiento industrial del país durante los 60’s y 70’s, se- guidos por inmigrantes provenientes de Europa oriental y refugiados de media docena de países en conflicto del Medio Oriente. En general, la mezcla de colores, rasgos faciales y estaturas en este rincón del mundo es muy dis- tinta a lo que uno está acostumbrado a ver en las urbes mexicanas. Quien haya puesto pie alguna vez en Dinamarca o cualquier otro país escandinavo, opinará de primera im- presión que no existe nada más alejado en el mundo de la turbulenta situación política, económica y social que vive México últimamente. Cierto y no cierto a la vez. Cierto es que en Dinamarca no hay bandas de se- cuestradores aterrorizando a la población, narcotrafi- cantes que disparan con armas más poderosas que el ejército, ni áreas del territorio nacional donde el gobier- no no tiene autoridad; sin embargo, y a pesar de lo que la intuición diría, los titulares en periódicos mexicanos y daneses no difieren tanto los unos de los otros. Un buen ejemplo es el conflicto magisterial que dejó a prácticamente todos los niños de Dinamarca sin clases por varias semanas en la primavera de este año. ¿Suena? A principios del 2013, el gobierno danés (o más bien, la congregación de gobiernos locales, que por al- guna razón no es equivalente al gobierno nacional), impulsó una reforma educativa que suponía muchas más horas de clases, sin incremento presupuestal o am- pliación de planteles. Esto, por supuesto, recibió con- tundente oposición por parte de la unión de maestros (Danmarks Lærerforening, el equivalente al SNTE en Dinamarca) con el argumento de que la calidad en la enseñanza se hundiría como resultado de la falta de tiempo y recursos que maestros y educadores tendrían que enfrentar. Es decir, que la solución propuesta por el gobierno no solucionaría nada y sólo pondría más presión en un gremio que ya de por sí trabaja de más con recursos de menos. El conflicto escaló debido a la falta de comunicación entre el Congreso de gobiernos locales (Kommunernes Landsforening) y el gobierno nacional, y poco tiempo después los sindicatos de maestros anunciaron que blo- quearían completamente la reforma (¿Cómo es que uno hace eso? Me imagino que es un mecanismo disponible sólo en democracias más respetuosas que lo que tene- mos en México). Y ahí es donde la marrana torció el rabo, y las escue- las cerraron sus puertas, pero curiosamente fue el go- bierno quien instituyó el paro de labores, y no el sindica- to. Para quien sienta curiosidad y, como yo, nunca antes haya visto algo semejante, a ese raro fenómeno se le lla- ma "Lock-out", y es como que lo opuesto a una huelga, donde es el patrón el que le impide el acceso a los tra- bajadores como protesta ante un desacuerdo gremial.. Al final, los maestros perdieron la batalla y la re- forma se aplicó con un simbólico incremento salarial a cambio de que el sindicato de maestros cesara la pro- testa. Los niños regresaron a sus aulas y la gente parece haberse olvidado de lo que hace unos meses era tema de conversación en toda mesa y barra del país. Curiosamente familiar, ¿no? Otro buen ejemplo es el de la impunidad policial. Aunque usted no lo crea, resulta que en Dinamarca los puercos también se salen con la suya. Debajo de las apariencias y la eficiente calma de la sociedad danesa, se esconde un pequeño ejército de pro- blemas sociales, entre ellos conflictos raciales y religiosos, pandillas y movimientos políticos motivados por fuertes desacuerdos entre el pueblo y la gente en el poder. Y por supuesto, cada vez que las cosas se salen de control (que con tamaños mastodontes que son los da- neses es más bien seguido), entra la policía a imponer el orden. Y como toda fuerza de uniformados sub-infor- mados con autoridad de sobra que tienen que lidiar con problemas que no comprenden, a la tira danesa también se le pasa la mano sin querer queriendo, todo el tiempo. El detalle se encuentra en que, casi como para ver quién se queja, no hay un sistema establecido para iden- tificar a los policías abusadores. Es más, no hay forma alguna de identificar a un oficial de policía en particu- lar. No portan números de placa, nombre o seña alguna de quiénes son. El uniforme policial danés es completa- mente anónimo. Dinamarca es un país donde el buen funcionamien- to de las instituciones depende directamente del uso efi- ciente de la información sobre cada persona, negocio y actividad dentro de sus fronteras. En algún sótano de algún edificio de la capital, se encuentran las computa- doras del gobierno que corren un sistema centralizado de información donde todas y cada una de las personas y empresas con domicilio en el país están registradas. Bajo el CPR, equivalente al malogrado CURP en México, se encuentran guardados nombre, domicilio actual, regis- tro fiscal, número(s) de teléfono, historial de entradas y salidas del país, número y registro bancario, y claves y códigos previstos para que el ciudadano pueda regis- trar cambios en su información personal, o acceder sus documentos. Los inmigrante, tienen también guardados en ese sistema fotografía con datos biométricos, hue- lla digital de los diez dedos y otros detalles migratorios. Para el habitante común que sigue la ley y no hace alborotos, este espeluznante sistema computarizado no es en realidad cosa tan mala. Los trámites burocráticos se llevan a cabo a la velocidad del relámpago, y uno nun- ca tiene que cargar sus documentos de aquí para allá, ni sacar copias ni pedir sellos o firmas ni acudir a la si- guiente ventanilla. La mayoría de los trámites cotidia- nos se realizan por conexión segura de internet, y cuan- do ya no hay de otra más que acudir a las oficinas mu- nicipales, basta una pasada de la banda magnética de la credencial de identificación que carga todo mundo en la billetera para estar a la mitad de camino para dar por terminada nuestra gestión. Sin embargo, cuando ocurre una transgresión a las garantías individuales de un ciudadano o habitante legal de Dinamarca, y al puerco no se le puede poner ni nom- bre ni seña, resulta indignantemente contradictorio que los oficiales de policía puedan hacer y deshacer desde el anonimato, mientras nosotros los ciudadanos, bola de ovejas, y nuestra identidad nos encontramos bajo abso- luta y total vigilancia informática. El pretexto que ofrecen los altos mandos es que adrede se evita identificar a los miembros de las fuerzas del orden, para impedir represalias contra sus personas o a sus familias por parte de criminales o terroristas. Se excusan de casi ser policía secreta con el argumento de que nos están cuidando de temibles criminales que to- man venganza con las familias de los policías bonacho- nes que salen por igual a cuidar manifestaciones durante reuniones de la ONU sobre el cambio climático, que a combatir a los secuaces de Osama Bin Laden por los ca- llejones de Copenhague. El resultado es, entonces, que de acuerdo con Am- nistía Internacional, más del 90% de los casos de abuso por parte de oficiales de policía en Dinamarca quedan sin resolver, por la única y simple razón de que no saben a quién levantarle cargos. Y como las autoridades son personas muy ocupadas, los casos se cierran sin ningún seguimiento. Así que, activistas y revoltosos ándense con cuidado: probablemente no haya que preocuparse por desapari- ciones forzadas o granadas de gas asesinas, pero si usted hace encabronar a un policía en Dinamarca, lo más se- guro es que le propinen una tunda con total impunidad. Cabe mencionar que el clima político actual en Dina- marca es tenso. Una tormenta de crítica cae sin cesar so- bre la primer ministro Helle Thorning-Schmidt, que no sólo es la primera primer ministro mujer en la historia del país, sino que es la abanderada del regreso del partido So- cial-Demócrata al poder después de varios mandatos del partido de centro-derecha, Venstre(que en danés significa “izquierda”, pero no hay que irse con la finta, son cuates del partido cristiano blanco-supremacista de ultradere- cha, Danske Folkeparti). El problema es que Helle prome- tió una panacea de reformas, cambios y prosperidad que por supuesto no ha podido cumplir en lo más mínimo, y el pueblo ya clama por el regreso del partido “malo por conocido” ante el pobre desempeño de la candidato del cambio. Otra simpática similitud entre dos países tan dis- tintos, y a la vez extrañamente parecidos. Aún más, la selección danesa de fútbol seguramente también se va a quedar fuera del mundial. *El autor es estudiante de Bachillerato Internacional en Ciencias Naturales en la Universidad de Roskilde, Di- namarca. Jorge Federico Miranda Vélez* ¿Qué podemos decir del lejano y exótico país llamado Dinamarca?

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Page 1: Reincidente 68

* Reincidente no incluye sección de Sociales* Reincidente no incluye sección de Sociales

Año IV, Número 68, 1ra. quincena de noviembre de 2013

Que es un país diminuto (5.6 millones de hab.), que tiene el mayor ingreso per capita en el mundo, que es miembro de la OTAN (y se la vive invadiendo Medio Oriente junto con

E.U. y Francia), que es productor de petróleo, alimentos, muebles carísimos y música pop (‘Barbie Girl’ de Aqua, por ejemplo) y que Billund, en la península de Jutlandia, es el lugar de origen de LEGO, el mejor juguete jamás inventado. Oprah popularizó a los daneses como el pue-blo más feliz del mundo luego de echarle una mirada a sus sistemas de salud y educación.

Los daneses, gracias a su mezcla de sangre germáni-co-vikinga, son altos, robustos, rubios y de ojos claros, por lo general azules. Los hombres tienden a ser musculo-sos y las mujeres esbeltas y de pies y piernas grandes. El componente más importante de la población danesa con origen extranjero son los hijos y nietos de los inmigrantes turcos que sirvieron como la principal mano de obra en el crecimiento industrial del país durante los 60’s y 70’s, se-guidos por inmigrantes provenientes de Europa oriental y refugiados de media docena de países en conflicto del Medio Oriente. En general, la mezcla de colores, rasgos faciales y estaturas en este rincón del mundo es muy dis-tinta a lo que uno está acostumbrado a ver en las urbes mexicanas.

Quien haya puesto pie alguna vez en Dinamarca o cualquier otro país escandinavo, opinará de primera im-presión que no existe nada más alejado en el mundo de la turbulenta situación política, económica y social que vive México últimamente. Cierto y no cierto a la vez.

Cierto es que en Dinamarca no hay bandas de se-cuestradores aterrorizando a la población, narcotrafi-cantes que disparan con armas más poderosas que el ejército, ni áreas del territorio nacional donde el gobier-no no tiene autoridad; sin embargo, y a pesar de lo que la intuición diría, los titulares en periódicos mexicanos y daneses no difieren tanto los unos de los otros.

Un buen ejemplo es el conflicto magisterial que dejó a prácticamente todos los niños de Dinamarca sin clases por varias semanas en la primavera de este año. ¿Suena?

A principios del 2013, el gobierno danés (o más bien, la congregación de gobiernos locales, que por al-guna razón no es equivalente al gobierno nacional), impulsó una reforma educativa que suponía muchas más horas de clases, sin incremento presupuestal o am-pliación de planteles. Esto, por supuesto, recibió con-tundente oposición por parte de la unión de maestros (Danmarks Lærerforening, el equivalente al SNTE en Dinamarca) con el argumento de que la calidad en la enseñanza se hundiría como resultado de la falta de tiempo y recursos que maestros y educadores tendrían que enfrentar. Es decir, que la solución propuesta por el gobierno no solucionaría nada y sólo pondría más presión en un gremio que ya de por sí trabaja de más con recursos de menos.

El conflicto escaló debido a la falta de comunicación entre el Congreso de gobiernos locales (Kommunernes Landsforening) y el gobierno nacional, y poco tiempo después los sindicatos de maestros anunciaron que blo-quearían completamente la reforma (¿Cómo es que uno hace eso? Me imagino que es un mecanismo disponible

sólo en democracias más respetuosas que lo que tene-mos en México).

Y ahí es donde la marrana torció el rabo, y las escue-las cerraron sus puertas, pero curiosamente fue el go-bierno quien instituyó el paro de labores, y no el sindica-to. Para quien sienta curiosidad y, como yo, nunca antes haya visto algo semejante, a ese raro fenómeno se le lla-ma "Lock-out", y es como que lo opuesto a una huelga, donde es el patrón el que le impide el acceso a los tra-bajadores como protesta ante un desacuerdo gremial..

Al final, los maestros perdieron la batalla y la re-forma se aplicó con un simbólico incremento salarial a cambio de que el sindicato de maestros cesara la pro-testa. Los niños regresaron a sus aulas y la gente parece haberse olvidado de lo que hace unos meses era tema de conversación en toda mesa y barra del país.

Curiosamente familiar, ¿no?Otro buen ejemplo es el de la impunidad policial.

Aunque usted no lo crea, resulta que en Dinamarca los puercos también se salen con la suya.

Debajo de las apariencias y la eficiente calma de la sociedad danesa, se esconde un pequeño ejército de pro-blemas sociales, entre ellos conflictos raciales y religiosos, pandillas y movimientos políticos motivados por fuertes desacuerdos entre el pueblo y la gente en el poder.

Y por supuesto, cada vez que las cosas se salen de control (que con tamaños mastodontes que son los da-neses es más bien seguido), entra la policía a imponer el orden. Y como toda fuerza de uniformados sub-infor-mados con autoridad de sobra que tienen que lidiar con problemas que no comprenden, a la tira danesa también se le pasa la mano sin querer queriendo, todo el tiempo.

El detalle se encuentra en que, casi como para ver quién se queja, no hay un sistema establecido para iden-tificar a los policías abusadores. Es más, no hay forma alguna de identificar a un oficial de policía en particu-lar. No portan números de placa, nombre o seña alguna de quiénes son. El uniforme policial danés es completa-mente anónimo.

Dinamarca es un país donde el buen funcionamien-to de las instituciones depende directamente del uso efi-ciente de la información sobre cada persona, negocio y actividad dentro de sus fronteras. En algún sótano de algún edificio de la capital, se encuentran las computa-doras del gobierno que corren un sistema centralizado de información donde todas y cada una de las personas y empresas con domicilio en el país están registradas. Bajo el CPR, equivalente al malogrado CURP en México, se encuentran guardados nombre, domicilio actual, regis-tro fiscal, número(s) de teléfono, historial de entradas y salidas del país, número y registro bancario, y claves y códigos previstos para que el ciudadano pueda regis-trar cambios en su información personal, o acceder sus documentos. Los inmigrante, tienen también guardados en ese sistema fotografía con datos biométricos, hue-lla digital de los diez dedos y otros detalles migratorios.

Para el habitante común que sigue la ley y no hace alborotos, este espeluznante sistema computarizado no es en realidad cosa tan mala. Los trámites burocráticos se llevan a cabo a la velocidad del relámpago, y uno nun-ca tiene que cargar sus documentos de aquí para allá,

ni sacar copias ni pedir sellos o firmas ni acudir a la si-guiente ventanilla. La mayoría de los trámites cotidia-nos se realizan por conexión segura de internet, y cuan-do ya no hay de otra más que acudir a las oficinas mu-nicipales, basta una pasada de la banda magnética de la credencial de identificación que carga todo mundo en la billetera para estar a la mitad de camino para dar por terminada nuestra gestión.

Sin embargo, cuando ocurre una transgresión a las garantías individuales de un ciudadano o habitante legal de Dinamarca, y al puerco no se le puede poner ni nom-bre ni seña, resulta indignantemente contradictorio que los oficiales de policía puedan hacer y deshacer desde el anonimato, mientras nosotros los ciudadanos, bola de ovejas, y nuestra identidad nos encontramos bajo abso-luta y total vigilancia informática.

El pretexto que ofrecen los altos mandos es que adrede se evita identificar a los miembros de las fuerzas del orden, para impedir represalias contra sus personas o a sus familias por parte de criminales o terroristas. Se excusan de casi ser policía secreta con el argumento de que nos están cuidando de temibles criminales que to-man venganza con las familias de los policías bonacho-nes que salen por igual a cuidar manifestaciones durante reuniones de la ONU sobre el cambio climático, que a combatir a los secuaces de Osama Bin Laden por los ca-llejones de Copenhague.

El resultado es, entonces, que de acuerdo con Am-nistía Internacional, más del 90% de los casos de abuso por parte de oficiales de policía en Dinamarca quedan sin resolver, por la única y simple razón de que no saben a quién levantarle cargos. Y como las autoridades son personas muy ocupadas, los casos se cierran sin ningún seguimiento.

Así que, activistas y revoltosos ándense con cuidado: probablemente no haya que preocuparse por desapari-ciones forzadas o granadas de gas asesinas, pero si usted hace encabronar a un policía en Dinamarca, lo más se-guro es que le propinen una tunda con total impunidad.

Cabe mencionar que el clima político actual en Dina-marca es tenso. Una tormenta de crítica cae sin cesar so-bre la primer ministro Helle Thorning-Schmidt, que no sólo es la primera primer ministro mujer en la historia del país, sino que es la abanderada del regreso del partido So-cial-Demócrata al poder después de varios mandatos del partido de centro-derecha, Venstre (que en danés significa “izquierda”, pero no hay que irse con la finta, son cuates del partido cristiano blanco-supremacista de ultradere-cha, Danske Folkeparti). El problema es que Helle prome-tió una panacea de reformas, cambios y prosperidad que por supuesto no ha podido cumplir en lo más mínimo, y el pueblo ya clama por el regreso del partido “malo por conocido” ante el pobre desempeño de la candidato del cambio. Otra simpática similitud entre dos países tan dis-tintos, y a la vez extrañamente parecidos.

Aún más, la selección danesa de fútbol seguramente también se va a quedar fuera del mundial.

*El autor es estudiante de Bachillerato Internacional en Ciencias Naturales en la Universidad de Roskilde, Di-namarca.

Jorge Federico Miranda Vélez*

¿Qué podemos decir del lejano y exótico país llamado Dinamarca?

COMUNICADO DESDE UNA DIMENSIÓN ALTERNA

Jorge Federico Miranda Vélez

REALIDAD Y DISCURSO Francisco Hernández Echeverría

Noé Cano Vargas Edinson Aladino

Samantha Sotelo Espinosa

ENGAÑO Enrique Condés Lara

DICCIONARIO (poblano) DEL DIABLO

Humberto Sotelo Mendoza

REINCIGRAMA Fernando Contreras

HISTORIA DE LOS TENANGOS María Esther Pacheco Medina

AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín

FRANTASÍAS José Fragoso Cervón

ARITMOMANÍA Gabriela Breña

* Reincidente no incluye sección de Sociales

* Reincidente no incluye sección de Sociales

Año IV, Número 68, 1ra. quincena de noviembre de 2013

Que es un país diminuto (5.6 millones de hab.),

que tiene el mayor ingreso per capita en el

mundo, que es miembro de la OTAN (y se

la vive invadiendo Medio Oriente junto con

E.U. y Francia), que es productor de petróleo, alimentos,

muebles carísimos y música pop (‘Barbie Girl’ de Aqua,

por ejemplo) y que Billund, en la península de Jutlandia,

es el lugar de origen de LEGO, el mejor juguete jamás

inventado. Oprah popularizó a los daneses como el pue-

blo más feliz del mundo luego de echarle una mirada a

sus sistemas de salud y educación.

Los daneses, gracias a su mezcla de sangre germáni-

co-vikinga, son altos, robustos, rubios y de ojos claros, por

lo general azules. Los hombres tienden a ser musculo-

sos y las mujeres esbeltas y de pies y piernas grandes. El

componente más importante de la población danesa con

origen extranjero son los hijos y nietos de los inmigrantes

turcos que sirvieron como la principal mano de obra en el

crecimiento industrial del país durante los 60’s y 70’s, se-

guidos por inmigrantes provenientes de Europa oriental

y refugiados de media docena de países en conflicto del

Medio Oriente. En general, la mezcla de colores, rasgos

faciales y estaturas en este rincón del mundo es muy dis-

tinta a lo que uno está acostumbrado a ver en las urbes

mexicanas.Quien haya puesto pie alguna vez en Dinamarca o

cualquier otro país escandinavo, opinará de primera im-

presión que no existe nada más alejado en el mundo de la

turbulenta situación política, económica y social que vive

México últimamente. Cierto y no cierto a la vez.

Cierto es que en Dinamarca no hay bandas de se-

cuestradores aterrorizando a la población, narcotrafi-

cantes que disparan con armas más poderosas que el

ejército, ni áreas del territorio nacional donde el gobier-

no no tiene autoridad; sin embargo, y a pesar de lo que

la intuición diría, los titulares en periódicos mexicanos y

daneses no difieren tanto los unos de los otros.

Un buen ejemplo es el conflicto magisterial que dejó

a prácticamente todos los niños de Dinamarca sin clases

por varias semanas en la primavera de este año. ¿Suena?

A principios del 2013, el gobierno danés (o más

bien, la congregación de gobiernos locales, que por al-

guna razón no es equivalente al gobierno nacional),

impulsó una reforma educativa que suponía muchas

más horas de clases, sin incremento presupuestal o am-

pliación de planteles. Esto, por supuesto, recibió con-

tundente oposición por parte de la unión de maestros

(Danmarks Lærerforening, el equivalente al SNTE en

Dinamarca) con el argumento de que la calidad en la

enseñanza se hundiría como resultado de la falta de

tiempo y recursos que maestros y educadores tendrían

que enfrentar. Es decir, que la solución propuesta por

el gobierno no solucionaría nada y sólo pondría más

presión en un gremio que ya de por sí trabaja de más

con recursos de menos.

El conflicto escaló debido a la falta de comunicación

entre el Congreso de gobiernos locales (Kommunernes

Landsforening) y el gobierno nacional, y poco tiempo

después los sindicatos de maestros anunciaron que blo-

quearían completamente la reforma (¿Cómo es que uno

hace eso? Me imagino que es un mecanismo disponible

sólo en democracias más respetuosas que lo que tene-

mos en México).

Y ahí es donde la marrana torció el rabo, y las escue-

las cerraron sus puertas, pero curiosamente fue el go-

bierno quien instituyó el paro de labores, y no el sindica-

to. Para quien sienta curiosidad y, como yo, nunca antes

haya visto algo semejante, a ese raro fenómeno se le lla-

ma "Lock-out", y es como que lo opuesto a una huelga,

donde es el patrón el que le impide el acceso a los tra-

bajadores como protesta ante un desacuerdo gremial..

Al final, los maestros perdieron la batalla y la re-

forma se aplicó con un simbólico incremento salarial a

cambio de que el sindicato de maestros cesara la pro-

testa. Los niños regresaron a sus aulas y la gente parece

haberse olvidado de lo que hace unos meses era tema de

conversación en toda mesa y barra del país.

Curiosamente familiar, ¿no?

Otro buen ejemplo es el de la impunidad policial.

Aunque usted no lo crea, resulta que en Dinamarca los

puercos también se salen con la suya.

Debajo de las apariencias y la eficiente calma de la

sociedad danesa, se esconde un pequeño ejército de pro-

blemas sociales, entre ellos conflictos raciales y religiosos,

pandillas y movimientos políticos motivados por fuertes

desacuerdos entre el pueblo y la gente en el poder.

Y por supuesto, cada vez que las cosas se salen de

control (que con tamaños mastodontes que son los da-

neses es más bien seguido), entra la policía a imponer el

orden. Y como toda fuerza de uniformados sub-infor-

mados con autoridad de sobra que tienen que lidiar con

problemas que no comprenden, a la tira danesa también

se le pasa la mano sin querer queriendo, todo el tiempo.

El detalle se encuentra en que, casi como para ver

quién se queja, no hay un sistema establecido para iden-

tificar a los policías abusadores. Es más, no hay forma

alguna de identificar a un oficial de policía en particu-

lar. No portan números de placa, nombre o seña alguna

de quiénes son. El uniforme policial danés es completa-

mente anónimo.

Dinamarca es un país donde el buen funcionamien-

to de las instituciones depende directamente del uso efi-

ciente de la información sobre cada persona, negocio y

actividad dentro de sus fronteras. En algún sótano de

algún edificio de la capital, se encuentran las computa-

doras del gobierno que corren un sistema centralizado

de información donde todas y cada una de las personas y

empresas con domicilio en el país están registradas. Bajo

el CPR, equivalente al malogrado CURP en México, se

encuentran guardados nombre, domicilio actual, regis-

tro fiscal, número(s) de teléfono, historial de entradas

y salidas del país, número y registro bancario, y claves

y códigos previstos para que el ciudadano pueda regis-

trar cambios en su información personal, o acceder sus

documentos. Los inmigrante, tienen también guardados

en ese sistema fotografía con datos biométricos, hue-

lla digital de los diez dedos y otros detalles migratorios.

Para el habitante común que sigue la ley y no hace

alborotos, este espeluznante sistema computarizado no

es en realidad cosa tan mala. Los trámites burocráticos

se llevan a cabo a la velocidad del relámpago, y uno nun-

ca tiene que cargar sus documentos de aquí para allá,

ni sacar copias ni pedir sellos o firmas ni acudir a la si-

guiente ventanilla. La mayoría de los trámites cotidia-

nos se realizan por conexión segura de internet, y cuan-

do ya no hay de otra más que acudir a las oficinas mu-

nicipales, basta una pasada de la banda magnética de la

credencial de identificación que carga todo mundo en

la billetera para estar a la mitad de camino para dar por

terminada nuestra gestión.

Sin embargo, cuando ocurre una transgresión a las

garantías individuales de un ciudadano o habitante legal

de Dinamarca, y al puerco no se le puede poner ni nom-

bre ni seña, resulta indignantemente contradictorio que

los oficiales de policía puedan hacer y deshacer desde el

anonimato, mientras nosotros los ciudadanos, bola de

ovejas, y nuestra identidad nos encontramos bajo abso-

luta y total vigilancia informática.

El pretexto que ofrecen los altos mandos es que

adrede se evita identificar a los miembros de las fuerzas

del orden, para impedir represalias contra sus personas

o a sus familias por parte de criminales o terroristas. Se

excusan de casi ser policía secreta con el argumento de

que nos están cuidando de temibles criminales que to-

man venganza con las familias de los policías bonacho-

nes que salen por igual a cuidar manifestaciones durante

reuniones de la ONU sobre el cambio climático, que a

combatir a los secuaces de Osama Bin Laden por los ca-

llejones de Copenhague.

El resultado es, entonces, que de acuerdo con Am-

nistía Internacional, más del 90% de los casos de abuso

por parte de oficiales de policía en Dinamarca quedan

sin resolver, por la única y simple razón de que no saben

a quién levantarle cargos. Y como las autoridades son

personas muy ocupadas, los casos se cierran sin ningún

seguimiento.

Así que, activistas y revoltosos ándense con cuidado:

probablemente no haya que preocuparse por desapari-

ciones forzadas o granadas de gas asesinas, pero si usted

hace encabronar a un policía en Dinamarca, lo más se-

guro es que le propinen una tunda con total impunidad.

Cabe mencionar que el clima político actual en Dina-

marca es tenso. Una tormenta de crítica cae sin cesar so-

bre la primer ministro Helle Thorning-Schmidt, que no

sólo es la primera primer ministro mujer en la historia del

país, sino que es la abanderada del regreso del partido So-

cial-Demócrata al poder después de varios mandatos del

partido de centro-derecha, Venstre (que en danés significa

“izquierda”, pero no hay que irse con la finta, son cuates

del partido cristiano blanco-supremacista de ultradere-

cha, Danske Folkeparti). El problema es que Helle prome-

tió una panacea de reformas, cambios y prosperidad que

por supuesto no ha podido cumplir en lo más mínimo, y

el pueblo ya clama por el regreso del partido “malo por

conocido” ante el pobre desempeño de la candidato del

cambio. Otra simpática similitud entre dos países tan dis-

tintos, y a la vez extrañamente parecidos.

Aún más, la selección danesa de fútbol seguramente

también se va a quedar fuera del mundial.

*El autor es estudiante de Bachillerato Internacional en

Ciencias Naturales en la Universidad de Roskilde, Di-

namarca.

* Reincidente no incluye sección de Sociales

* Reincidente no incluye sección de Sociales

Año IV, Número 67, 2da. quincena de octubre de 2013

Es un ahorro del Estado que ritualmente, en la

época de lluvias, de siembra, sacrifica la vida,

cierra el paso a un horizonte de libertades, de

derechos, a la mayoría de los jóvenes aspirantes a una

formación universitaria. Las manecillas del reloj corren

en sentido contrario al ciclo de fecundidad del tiempo

agrícola: contra los hombres y las mujeres de maíz.

Alguien me contó que entre la alta tecnocracia de

la educación superior en México suele concebirse a ese

cruel proceso excluyente, quizá para naturalizarlo sin

culpa, como un desecho normal del sistema de edu-

cación superior. Por más que pienso no encuentro ar-

gumento teórico o fundamento filosófico -y mucho

menos moral- con el cual apoyar tales juicios de valor.

Más bien creo que es una burocracia con exceso de

suficiencia, de intelectuales cortesanos que han renun-

ciado a la mirada autónoma, reflexiva y crítica que les

correspondía ejercer en la sociedad mexicana.

Este año la UAP, por ejemplo, admitió alrededor

de 20 mil y rechazó a cerca de 28 mil estudiantes, la

mayoría de los cuales viven en condiciones de pobreza

y provienen de zonas urbanas abatidas y de comunida-

des rurales e indígenas. Y millones de moscas zumban

dentro de la universidad pública y un aire de sepulcro

se respira. Y el amargo silencio me hace gárgaras en

los umbrales del pensamiento.

Y pienso en Alma, una animosa estudiante de la

Sierra Norte de Puebla a la que conocí cuando estu-

diaba la telesecundaria. Yo era por entonces coordina-

dor de un proyecto de intervención educativa que se

llamaba Nuestra Escuela Pregunta su Opinión (NEP-

SO, 2006), era una creativa estrategia de conocimiento

que al mismo tiempo se experimentaba en Argentina,

Brasil, Chile y Colombia, era un trabajo conjunto con

UNESCO Brasil.

No digo que haya sido por NEPSO y sus virtudes

pedagógicas, pero cuando Alma era estudiante de se-

cundaria alcanzó, por dos años consecutivos, el primer

lugar estatal por sus capacidades y habilidades comu-

nicativas en español. Y, por si fuera poco, Alma termi-

nó el bachillerato con un promedio de 9.8, el más alto

de su generación.

Alma quizo estudiar la carrera de Derecho y se

vino a la capital para ingresar a la BUAP, con su breve

pero sobresaliente trayectoria académica estaba segura

de aprobar el examen de selección. Ordenó sus papeles

oficiales, consiguió hospedaje como pudo y se inscri-

bió en tiempo y forma.

Con el nerviosismo y la angustia de quien se juega

el todo por el todo en una sola carta se presentó el día

del examen a la universidad pública. Luego contó en

silencio los largos días que la separaban del veredicto.

Y la fecha llegó.

La lista de resultados le anunciaba que había ob-

tenido 687 puntos, 28 por debajo del mínimo para in-

gresar a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Me habló para comunicarme, con inmensa tristeza en

la voz, su sentimiento de frustración. Sin saber qué

hacer, ni a quién recurrir, le prometí ingenuamente

que la ayudaría. Dormí muy mal esa noche, dándole

vueltas al enigma: ¿a quién puedo ver para que nos

ayude?, ¿quién con sensibilidad razonable me escu-

chará?, ¿me acusarán de pretender ensuciar la transpa-

rencia del examen universitario?

Al día siguiente busqué, por vez primera en trein-

ta años de labores, una excepción a la homogeneidad

de la evaluación universitaria. Un ábrete sésamo im-

posible.Esperé al funcionario que coordina la Maestría

que yo fundé, al que tantas veces he visto y al que tan

bien conozco desde los tiempos del Partido Comu-

nista. Sin preámbulos le dije que quería hablar con él

de una estudiante muy destacada que quería estudiar

Derecho; se llama Alma, alcancé a decirle antes de que

me arrebatara la palabra con un gesto de indignación

para tarjeta postal. Con el dedo índice meciendo en el

aire, me advirtió que ni él ni su jefe podían hacer nada

de eso, que no estaban acostumbrados. 

Mi entrevista terminó abruptamente, pues el coor-

dinador estaba muy ocupado, tenía una reunión muy

importante con unos almirantes de la Marina intere-

sados en conocer el programa de la Maestría. Me en-

cabroné con la respuesta y con la actitud, pero celebré

a mi modo que el funcionario de marras no recordara

o pasara por alto que soy el co-autor del programa del

posgrado y el responsable de la actualización de dos de

ellos: Historia del Pensamiento Político y Filosofía Política.

Anécdotas universitarias al calce, el caso de Alma

ilustra claramente las terribles condiciones de des-

igualdad contra las que compiten los estudiantes de

comunidades rurales e indígenas de Puebla a la hora

de aspirar a ingresar a la Universidad Autónoma de

Puebla. El nuevo rector de la BUAP, el maestro Al-

fonso Esparza, debiera intervenir urgentemente para

enderezar el entuerto. ¿A qué me refiero?

La aplicación de un mismo examen para todos

los estudiantes debe desaparecer, pues es inequitativo

y excluyente. Nuestra Universidad, señor rector, debe

adecuar los criterios de evaluación a la garantía de los

derechos humanos fundamentales, entre los que bri-

lla el derecho a la educación pública de calidad. Y los

debe adoptar a la brevedad porque son principios fi-

losóficos y criterios técnicos redistributivos de un bien

estratégico fundamental: la educación pública. Es un

imperativo moral.

Ya el Instituto Nacional para la Evaluación de la

Educación (INEE) desechó del sistema de educación

básica los exámenes homogéneos y, de paso, enterró

la tortura que para la niñez mexicana significaba la

prueba ENLACE. El centro de esa reforma es el reco-

nocimiento a la diversidad de condiciones materiales

y culturales de los estudiantes, es el fin de la injusti-

cia que representaba juzgar con criterios iguales a los

desiguales.

Veamos el tema de los puntajes y el de los porcen-

tajes de las evaluaciones universitarias homogéneas,

porque creo que ahí se revela el mecanismo sacrificial

de la juventud mexicana.

Manuel Gil Antón desarrolla esta idea de manera

impecable. Nos dice: “Si, pongamos por caso en el es-

quema de un experimento mental, un muchacho par-

te de condiciones sociales y educativas previas que lo

colocarían –si origen fuese destino inevitable– en una

calificación inicial de 40 aciertos, y merced a su empe-

ño, al estudio con otros, al esfuerzo sostenido consigue

obtener 80 aciertos en la susodicha prueba, ha logrado

menos que otro que obtiene 100, sin duda; pero si el

segundo arrancó de condiciones propicias equivalen-

tes a 80 “buenas”, advertimos la diferencia: el primero

tiene, como aproximación al mérito de su esfuerzo, un

100% de incremento en sus condiciones de origen, y

20 puntos menos en el logro medido por aciertos; el

segundo, claro está, obtiene más puntaje y quizá eso le

permita entrar a la Prepa 6, pero el valor relativo del

mérito, advertido por el diferencial entre las condicio-

nes de origen y las de llegada, es menor: 25%.”

Desde esa perspectiva, Alma debiera tener derecho

a un lugar en la Universidad Autónoma de Puebla, no

sólo por la destacada trayectoria estudiantil que la lle-

vó a la conquista estatal de sendos premios en el do-

minio del castellano –por cierto su segunda lengua-,

sino porque el puntaje obtenido trasciende con creces

sus condiciones de origen y el mérito relativo es muy

superior a la mayoría de los estudiantes que ingresa-

ron este semestre a la Facultad de Derecho y Ciencias

Sociales.A su corta edad Alma, la menudita estudiante de

la Sierra Morena, se dedica a investigar y dar cuenta

de Las condiciones de existencia de la juventud indígena

en México y ya participó, como ponente en Colom-

bia, durante los trabajos de la Reunión de los 20 en

el 2012.Por todo lo anterior, creo que las nuevas autori-

dades tienen un área de oportunidad en el terreno de

la justicia universitaria. Pienso que convendría poner

a tiempo el reloj de la BUAP en materia de criterios

de evaluación para la selección de las próximas gene-

raciones de estudiantes universitarios; es decir, en una

distribución más justa y equitativa de las oportunida-

des educativas para hacer más vinculante el derecho a

una educación pública de calidad.

De lo contrario, continuaremos des-almando a la

juventud y a la universidad pública de Puebla. Será,

como hasta ahora, la madrasta de los estudiantes po-

bres: Des-Alma mater.

* El autor es Doctor en Ciencias Políticas por la

UNAM y se desempeña como profesor-investigador

TC en el programa de Maestría en Ciencias Políticas

de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la

BUAP.

La Universidad Autónoma de Puebla terminó con el proceso de

selección 2013 y, como cada año, va en ruta ascendente la cantidad de

jóvenes sin derecho a la educación, sin derecho a conquistar, por la

vía del estudio, una buena vida. Son semillas dejadas caer en el vacío.

REALIDADES DE LA BUAP

Miguel Ángel Rodríguez

LAS FOTOGRAFÍAS DEL

ARCHIVO GENERAL MUNICIPAL

Felícitas Ocampo López

Rocío del Carmen Gómez Hernández

REALIDAD Y FICCIÓN

Hugo Israel López Coronel

Jorge Luis Gallegos Vargas

Luis Frías

DESDE LA FACULTAD

Mariano Torres Bautista

ENGAÑO

Enrique Condés Lara

DICCIONARIO (poblano)

DEL DIABLO

Humberto Sotelo Mendoza

REINCIGRAMA

Fernando Contreras

AQUÍ, PUROS CUENTOS

Paco Rubín

FRANTASÍAS

José Fragoso Cervón

ARITMOMANÍA

Gabriela Breña

¿QUÉ FUE Y QUÉ QUEDÓ DEL 68?

* Reincidente no incluye sección de Sociales

* Reincidente no incluye sección de Sociales

Año IV, Número 66, 1ra. quincena de octubre de 2013

Tenemos el deber de re–dimensionar algunos

aspectos y cuestiones que en apariencia ya

han sido resueltos, si es que no superados,

pero que en realidad continúan presentes en

la vida de la institución, sobredeterminando no pocos

aspectos fundamentales de la misma. Nos referimos a

cuestiones vinculadas a las relaciones de la Universi-

dad con el poder público.

I. Se torna preciso que las autoridades

se comprometan ante los universitarios,

a través de un Código de Ética, a no

involucrarse en la vida política de la

entidad, por lo menos en un periodo

determinado, tanto durante su gestión

como al final de la misma.

Por ser la BUAP la principal institución educativa de

nuestra entidad, es comprensible que sus autoridades

se conviertan en personajes públicos notorios y rele-

vantes, propiciando que amplios sectores de la pobla-

ción y de la clase política los asuman como potenciales

líderes capaces de encabezar determinadas esferas gu-

bernamentales. Dicha situación ha permeado buena parte de la

historia de nuestra principal casa de estudios, gene-

rándole toda una cauda de situaciones peligrosas para

su autonomía y estabilidad política. Sin embargo, pese

a las experiencias negativas al respecto, no existe re-

glamentación alguna que le impida a las autoridades

escuchar el “canto de las sirenas” del poder, sobre todo

cuando se acercan al fin de sus gestiones. De ahí que se

haya convertido en un acontecimiento – casi natural

o esperado– que al término de los rectorados nuestra

institución se vea inmersa en las vicisitudes derivadas

del surgimiento de “aspiraciones políticas”.

¿Cómo ponerle fin a dicha situación?

Abriéndole paso a una ley u ordenamiento que

prohíba a las autoridades aspirar a determinados car-

gos públicos, sobre todo una vez que hayan concluido

su gestión. En tanto ciudadanos, tienen todo el dere-

cho del mundo a acceder a dichos cargos, y al respec-

to pueden fundamentar sus aspiraciones en la misma

Constitución Política de los Estados Unidos Mexica-

nos, misma que les permite –por lo menos teórica-

mente– a todos los habitantes de nuestro país la pre-

rrogativa de votar y ser votado.

Así las cosas, no puede existir un ordenamiento

jurídico que pase por encima de la norma citada. Nin-

guna ley secundaria puede estar por encima de la ley

principal. Entonces, ¿qué proponemos o sugerimos para en-

frentar la problemática de referencia?

A nuestro parecer, la única forma de resolverla es

a través de un Código de Ética, en el que se establezca

claramente –reiteramos– el compromiso de las autori-

dades de no involucrarse en la vida política del estado,

sobre todo en el transcurso de su gestión, y, por lo me-

nos, al cabo de un año al final de la misma .

Desde luego, sería preciso que las autoridades for-

mulasen tal responsabilidad de frente a los universita-

rios y, de preferencia, ante un Notario Público.

De esta forma la Institución dejaría de estar expues-

ta a los sobresaltos y contratiempos que suelen presen-

tarse cada vez que un periodo rectoral llega a su fin.

II. Reivindicar la sana o prudente

distancia necesaria entre autoridades

universitarias y autoridades

gubernamentales.

Estrechamente relacionado con el punto anterior,

pensamos que también se torna preciso que las autori-

dades de la institución eviten en todo momento llevar

a extremos inconvenientes la relación con las autori-

dades gubernamentales. Si bien recusamos la visión extremista o izquier-

dista que solía –o suele– satanizar dicha relación, del

mismo modo cuestionamos la otra cara de la moneda

de tal postura: esto es, la obsecuencia excesiva hacia

los representantes del poder político, cuestión que ge-

nera situaciones incómodas que, si bien no alteran la

autonomía universitaria, sí lastiman profundamente la

dignidad institucional, e incluso el mismo pudor de la

comunidad universitaria.Todo mundo sabe que las autoridades universita-

rias se ven ante la necesidad de entablar todo un cú-

mulo de relaciones con el poder público, sobre todo a

la hora de las negociaciones relativas al subsidio de la

Institución. Por consiguiente, nadie puede reprochar-

les el tener que merodear en los pasillos de los gobier-

nos federal y estatal.Empero, no pocas veces determinadas autorida-

des interpretan erróneamente los protocolos ínsitos en

dichas relaciones, deslizándose por la pendiente de la

sumisión o la cortesía exagerada, perdiendo de vista el

decoro que debe distinguirles por ser representantes

de una institución educativa que goza de autonomía.

A diferencia de las otras instituciones o instancias

estatales a las que la ley ha otorgado autonomía, las

universidades públicas son espacios que tienen el de-

ber de tomar distancias respecto al poder, no por el

prurito de “evitar la contaminación política”, sino por

la función social que les asignó el legislador de velar

por la salud moral y espiritual de la nación. En ese

sentido, cuando los representantes de la Universidad

asumen posturas cortesanas extremas, comprometen

seriamente dicha función.Tenemos muy presente en nuestra memoria un

hecho lamentable que se presentó hace pocos años en

nuestra casa estudios, en ocasión de un informe recto-

ral en el que estuvo presente el gobernador del Estado.

El Secretario General de la universidad, al anunciar

la presencia del titular del poder ejecutivo estatal en

la sesión del H. Consejo Universitario, expresó, pala-

bras más palabras menos: “el señor Gobernador pre-

side esta sesión”. Este tipo de aberraciones no deben

repetirse, so riesgo de convertir en una caricatura la

autonomía institucional.Ha llegado la hora de que las autoridades univer-

sitarias pongan fin a la práctica de convertir los Infor-

mes de Rector en una ceremonia inefable en la que

los consejeros aparecen como “convidados de piedra”,

mientras que los invitados especiales –comenzando

por el Gobernador– se presentan cual si fuesen los

principales sujetos de dicho evento. Esto tergiversa to-

talmente los fines para los que fueron concebidos los

informes rectorales. Éstos, aparte de retomar su carác-

ter de eventos destinados a la comunidad universitaria,

deben reivindicar su impronta austera y republicana,

eludiendo la frivolidad y el fasto que las han distingui-

do en las últimas décadas.

III. – El Rector de la institución, más

que un líder político, debe ser un líder

académico.La cristalización de las propuestas anteriormente ex-

puestas exige, ante todo, que el Rector de la BUAP

concentre sus energías en el liderazgo académico, en

lugar de ceder a la tentación de convertirse en líder

político.Si bien no perdemos de vista que la estabilidad de

la Institución exige que su principal autoridad ejecu-

tiva sea un individuo con experiencia o sensibilidad

política –tanto para hacer frente a la problemática in-

terna de la Universidad como a la problemática que se

desprende de las relaciones con el conjunto de actores

sociales– , esto no debe ser pretexto para que la opera-

ción política se convierta en la principal preocupación

(u obsesión) del Rector, tal como ha sucedido en las

últimas administraciones. La experiencia nos muestra que, cuando prevalece

tal situación, las funciones sustantivas de la Univer-

sidad pasan a segundo término, causándose un gran

daño a la comunidad universitaria. En ese escenario, queda poco espacio para el im-

pulso de programas y proyectos académicos que con-

tribuyan a la cohesión la Universidad, y sí mucho te-

rreno para la actuación de los grupos que no piensan

otra cosa que en el control político de la institución.

Ha llegado la hora de terminar con esa tenden-

cia. Las autoridades universitarias deben esforzarse

–reiteramos– por abrirle paso a un liderazgo que se

sustente principalmente en su capacidad para enal-

tecer los valores y normas asociadas con la academia

y la cultura.* El autor es investigador en el Programa de Estudios

Universitarios Comparados de la BUAP.

F. Humberto Sotelo M.*

Los universitarios de la BUAP, en esta coyuntura de renovación de

su autoridad ejecutiva, debemos impulsar un proceso de debates y

reflexiones acerca de los principales problemas y desafíos que tiene

frente a sí nuestra casa de estudios, en particular los que tienen

que ver con los aspectos centrales de su vida académica, cultural,

administrativa y con sus formas de gobierno.

REALIDADES DE LA BUAPHumberto Sotelo MendozaErnesto Licona ValenciaJosé Agustín Pacheco GonzagaENGAÑOEnrique Condés LaraDESDE LA FACULTADMariano Torres BautistaREINCIGRAMAFernando ContrerasAQUÍ, PUROS CUENTOSPaco RubínFRANTASÍASJosé Fragoso CervónARITMOMANÍAGabriela BreñaDESAPARECERÁN

Miguel Ángel Rodríguez Rodríguez*

Jorge Federico Miranda Vélez*

¿Qué podemos decir del lejano y exótico país llamado Dinamarca?

COMUNICADO DESDE

UNA DIMENSIÓN ALTERNA

Jorge Federico Miranda Vélez

REALIDAD Y DISCURSO

Francisco Hernández Echeverría

Noé Cano Vargas

Edinson Aladino

Samantha Sotelo Espinosa

ENGAÑO

Enrique Condés Lara

DICCIONARIO (poblano)

DEL DIABLO

Humberto Sotelo Mendoza

REINCIGRAMA

Fernando Contreras

HISTORIA DE LOS TENANGOS

María Esther Pacheco Medina

AQUÍ, PUROS CUENTOS

Paco Rubín

FRANTASÍAS

José Fragoso Cervón

ARITMOMANÍA

Gabriela Breña

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Page 2: Reincidente 68

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Enrique Condés Lara*

Cuando al día siguiente de lo sucedido, el presidente norteamericano oficialmente informó al Congreso que “ayer, 7 de di-ciembre de 1941, una fecha que vivirá en la

infamia, los Estados Unidos de América fueron ataca-dos repentina y deliberadamente por fuerzas navales y aéreas del Imperio Japonés… mientras bajo solicitud de Japón, se encontraban todavía en negociaciones con el gobierno y su emperador con vistas al mante-nimiento de la paz en el Pacífico”, la opinión pública había cambiado ya de parecer. Se trataba, y así lo ma-nejó siempre el gobierno de Estados Unidos, de un ataque a traición, injustificado e inesperado, lo cual no era completamente cierto. Gracias a que los servicios de inteligencia navales habían descifrado los códigos secretos japoneses, el gobierno norteamericano cono-cía desde hacía meses las intenciones y proyectos del Japón.

Para entonces, los Estados Unidos estaban ya su-mamente involucrados en la contienda bélica. Su neu-tralidad era aparente, aunque debía “cuidarse” porque, como sucede frecuentemente en las democracias, los gobernantes estaban haciendo “lo que debían hacer”, “lo correcto”, a pesar de la opinión de sus ciudadanos y mientras encontraban la forma de hacerlos que mo-dificaran su posición. Poco más de un año antes, con motivo del día de La Raza, Roosevelt se dirigió por ra-diodifusión a todos los países de Norte, Centro y Sur América para decirles:

“Los Estados Unidos de América están movilizando sus hombres y sus recursos, y armándose no solamente para defenderse, sino también para defender al hemisferio en-tero, en cooperación con las otras repúblicas americanas.

Estamos organizando una defensa total en tierra, mar y aire, que sea suficiente para rechazar un ataque total proveniente de cualquier parte del mundo. Puestos en avi-so por el deliberado ataque de los dictadores contra los pue-blos libres, los Estados Unidos, por primera vez en su his-toria, han emprendido la movilización de sus hombres en tiempos de paz.

[…] “Ninguna combinación de potencias dictatoria-les de Europa y Asia interrumpirá la ayuda que estamos prestando al que constituye casi el último pueblo libre que combate para detenerlas.

“El curso a seguir es claro. Hemos tomado ya nuestra decisión. Continuaremos organizando nuestra defensa y aumentando nuestros armamentos; continuaremos tam-bién ayudando a aquéllos que resisten la agresión y que hoy día mantienen a los agresores alejados de nuestras costas.” (F. D. Roosevelt: ¿Por Qué Nos Armamos? Publicado por el Coordinador de Relaciones Comerciales y Cul-turales entre las Repúblicas Americanas. Washington, mayo 1941. pp. 41 y 44).

El ataque no solo levantó en armas al pueblo nor-teamericano en torno de su gobierno, sino que desató fobias y pasiones contra los japoneses, más o menos contenidas hasta entonces. Tan sólo dos meses des-pués de Pearl Harbor, con el propósito de preservar el país de sabotajes y espionaje extranjeros, el presidente Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 9066 y las Instruc-ciones para Descendientes de Japoneses (Nisei) median-te las cuales el Secretario de Guerra y los comandan-tes militares fueron autorizados para establecer “zonas restringidas” dentro de las cuales fueron concentrados principalmente los ciudadanos norteamericanos de ascendencia japonesa. Se construyeron 10 centros de internamiento en los que fueron obligados a perma-necer alrededor de 120 mil personas norteamericano-japonesas hasta el final de la guerra. Sus automóvi-les, casas, negocios, terrenos y bienes personales que-daron en manos del Banco de la Reserva Federal de San Francisco y de la Dirección de Seguridad Agrí-cola, para su gestión, venta, almacenamiento o arren-damiento. En la práctica, la mayoría de los invernados perdió sus posesiones, casas y granjas.

La Orden Ejecutiva 9066, trascendió el territorio de los Estados Unidos. Durante la guerra, 2264 la-tinoamericanos japoneses de Perú, Colombia, Costa Rica, México, Ecuador, El Salvador, República Do-minicana, Guatemala, Panamá y Venezuela, según la Comisión de Derechos Humanos de la ONU (1998), fueron deportados a bases norteamericanas donde se les mantuvo en condiciones de hacinamiento, insalu-bridad y realizando trabajos forzados. Uruguay, Para-guay y Brasil establecieron sus propios centros de con-finamiento.

No fueron actos secreto o escondidos. Prensa, pú-blico, organizaciones gremiales, partidos políticos y

asociaciones ciudadanas estadounidenses avalaron y aplaudieron tales medidas. Fueron decisiones tomadas en el contexto de la guerra pero, en el caso de los japo-neses, contenían una carga racista y xenofóbica incu-bada desde mucho tiempo atrás.

La nacionalidad norteamericana es producto de la amalgama de distintas cepas nacionales, que no inclu-ye, sino hasta poco y parcialmente, a negros, mexica-nos, asiáticos e indígenas. Hasta 1965, estuvieron vi-gentes las leyes Jim Crow que a partir del principio “iguales pero separados”, consagraron la educativa, social y económica de los grupos no WASP (White, anglosaxon and protestant). En el caso de los japone-ses afincados en Estados Unidos, su gran número en la costa Oeste y su disposición a trabajar por salarios inferiores a los recibidos por los trabajadores blancos, los hicieron blanco desde principios de siglo XX cam-pañas de promoción de la “superioridad blanca”. En 1922, la Suprema Corte prohibió la naturalización de los japoneses a partir de criterios raciales y dos años después, el presidente Calvin Coolidge, ratificó dicha resolución. Un par de décadas antes, cuando el Impe-rio del Sol Naciente acabó con la flota imperial del Zar de Rusia en la batalla naval de las islas Tsushima, los círculos militares, industriales y comerciales nor-teamericanos comenzaron a considerar al país nipón como una potencia rival en el Pacífico. La xenofobia y el racismo se recrudecieron durante la Gran Depre-sión, como ocurre en periodos en que las instituciones pierden credibilidad y los grupos nacionales convier-ten a los extranjeros en chivos expiatorios. Así, antes de que estallaran las hostilidades, el ambiente políti-co e ideológico antijaponés estaba más abonado. Con toda naturalidad, el teniente general John L. de Witt, jefe del Comando de Defensa Occidental, con sede en San Francisco, declaró: “La raza japonesa es una raza enemiga… Si bien es cierto que hay una segunda y tercera generación de japoneses nacidos en los Esta-dos Unidos eso no diluye sus lazos raciales.” “A Jap´s a Jap”, aseguró este militar, con el asentimiento de los estadounidenses.

* El autor es Doctor en Sociología Política por la Uni-versidad de Granada, España.

Este es el mundo feliz sin Eros. ¿Qué es esa cosa llamada madre y esa llamada padre?Un mundo feliz sedado de soma, soma siem-pre tan eufórica, narcótica y agradablemente

alucinante “Amo lo que hago, Soy una mexicana jodi-da y orgullosa de serlo”

¿Qué es un mundo feliz no parido de mujer? ¿Se puede prescindir del miedo y el dolor? ¿Qué es la vida sin el sufrimiento y la pasión?

Éste un mundo perfectamente controlado Desde la raíz del corazónExisten doctrinas del shockDoctrinas macabrasQue mentes enfermas procreanMentes enfermas de eterna y maloliente ambición

Pero en un Mundo Feliz, todo es diferenteEs una utopía; una ambigua e irónica utopíaDonde no existe la historia.Ni las opiniones personales, el pensamiento, los

sueños, ni la poesía; Esa cosa decadente, ese artefacto de changos¿De qué nos sirve la poesía, el arte? ¿De qué nos

sirve tener alma?¿Qué es la inmortalidad?

Un mundo feliz te ofrece unas eternas vacaciones.En el MagnasomaPenthouse, exclusivo para Alfas

refinaditos.Uno puede tomarse unas vacaciones de la realidad

siempre que se le antoje, y volver de las mismas sin si-quiera un dolor de cabeza o una mitología.

Y tú, tierno enanito color caqui, has sido exitosa-mente un Epsilón, hemos reducido el tamaño de tu cerebro, bloqueamos arterias para que la sangre no lle-gue a la cabeza, así te evitamos el esfuerzo de pensar, ¡qué horror, el pensamiento! Tienes suerte enanito co-lor caqui

Tu pequeño cerebro sirve de algo, aunque sea chi-quito

Naturalmente aspiras a ser un obediente obreroEres miembro de una sociedad progresista

(Aplausos, aplausos)

Este es el mundo feliz alejado del romanticismo primitivo

¿Cuál ritual? ¿Cuál magia?¿Para qué la ciencia?

Todo el mundo pertenece a todo el mundo.Hay que coger por coger, disfrutar el momento

En un mundo feliz “Gobernar es legislar, no pe-gar. Se gobierna con el cerebro y las nalgas, nunca con los puños.”

Lo que el hombre ha unido, la naturaleza no pue-do separarlo…

Pero miremos con nuestros propios ojos y nos da-remos cuenta del poder de la naturaleza que escupe la bazofia de la humanidad por doquier.

* La autora estudió Diseño Audiovisual en el Colegio de las Artes Caftán Rojo. De Jalapa, Ver. Ha colabora-do en diversas revistas y proyectos fotográficos, gráfi-cos y pictóricos.

El ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor, resolvió un gran problema que tenía Franklin D. Roosevelt con la mayoría de los ciudadanos que se oponían a que su país entrara en guerra.

Samantha Sotelo Espinosa*

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Acto seguido, se pasó a su sustitución por su antípoda: no más muerte del sujeto y del autor, primacía de la ironía, manierismo, autoreferencialidad, antihistoricismo, es-

cepticismo de lo político y banalización de la verdad, mutaciones que permitieron reivindicar al yo, generar nuevas formas de realismo, deseo de relatar el presen-te, hablar de la participación ciudadana y la denuncia, cuya base fue cualquier posible verdad que se le qui-siera conceder a la literatura. Así, el compromiso perdía fuerza en su realización práctica, tanto por la desapa-rición de las estructuras que lo sostenían, como por la subordinación en que la misma posmodernidad lo colocaba, y el presente tomaba un sitio señero como objeto hacia el cual desembocarían todos los actos y los juicios: “viva al día, goce el momento presente, ex-perimente la mística de lo cotidiano”.

Hoy, la literatura trata de dar una vuelta de tuerca de la posmodernidad para exigir una realidad moral y una eficacia práctica. Por desgracia, el cambio climático y el calentamiento global (que es lo mismo que decir tardo-capitalismo y neoliberalismo) no han coincidido con el declive del discurso posmoderno, a pesar del fracaso del mito del “fin de la historia” —de hecho, desde antes de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001.

Bajo este esquema un nuevo discurso ha surgido: ya no son tiempos del “todo está permitido” inaugura-do por el laissez faire posmoderno —aparente apertura que nos proporcionaba una armadura de plástico para enfrentar la furia del dragón del Nuevo Orden Mun-dial. Sin embargo, hay ausencia de transformaciones radicales capaces de enfrentar la arrogancia tardo-ca-pitalista y la única arma que nos ha quedado es la iro-nía, aquel elemento tan socorrido por la posmoderni-dad, pero que nos es útil para poder darle la vuelta a ésta y poder presentarla como una ilusión que no pudo liquidar a la modernidad por completo.

A esta posibilidad, siguiendo a Lipovetsky, se le llama hipermodernidad; es decir, que aquel mundo del ser optimista, ensimismado en su gozo, que vive el presente, olvidado del pasado y sin preocupación por el futuro, ya se agotó. Ahora estamos ante el f in de la euforia posmoderna.

Los autores hipermodernos tratan ahora con sus relatos comprender la cultura, las artes, y en particular

la literatura que se impuso a mediados de la década de 1990. Escritores como Roberto Bolaño, David Foster Wallace o Don DeLillo representan la transición de lo posmoderno hacia algo que va más allá de lo traba-jado por Saramago, Munro, Richler, Roth, Yehoshua, Coetzee, Blanco, Cunningham, Franzen, Schulze, Houellebecq y Littell. En ellos no se evita la confron-tación con la tradición modernista; y como el moder-nismo se oponía a la modernidad hasta el rechazo y la reacción, así estos escritores practican una historiogra-fía crítica del presente que tiene poco que ver con la Metaficción Historiográfica de Thomas Pynchon o de E. L. Doctorow. Sin embargo, lo que caracteriza su es-critura es la conciliación de la herencia modernista con las formas históricas del realismo del siglo XIX: con-ciliación extraordinariamente fructífera y paradójica, si se considera que, en todos los historiadores moder-nistas, existía una fuerte pugna contra la “vulgaridad” del naturalismo.

La esencia de la literatura hipermoderna radica precisamente en su realismo, independientemente de algunas cosas con las que la posmodernidad guarda antipatía. Hoy, la norma del realismo es responder a la angustia que produce la desilusión, midiéndose con la irrealidad o con la insignificante realidad que pro-ducen los mass media. Para Walter Siti, el realismo se ha convertido en un soufflé pronto a desinflarse en el recipiente de la ficción; es decir, tiene la duda cons-tante de su credibilidad y de tener cierto control sobre las cosas. La idea de reducir el mundo a un cuento de hadas, fomentada por la posmodernidad, ha sido mo-tivo de lucha y resistencia por parte de la literatura hipermoderna. La hipermodernidad es, pues, un rea-lismo que sabe que a pesar de que la realidad siempre se ha encontrado mediatizada por las imágenes y los constructos culturales, no está exenta de oponerse a la falsificación integral. Georges Didi-Huberman dice entonces que la pregunta no es sobre la realidad exte-rior o sobre las imágenes, sino la verdad de las, y en las, imágenes. Las formas del realismo hipermoderno son por lo tanto, producidas desde dos instancias comple-mentarias: el documental y el testimonio.

La literatura documental sabe de inmediato que la realidad no es una cosa en la cual se debe reflexionar tanto, puesto que ya está elaborada bajo la forma de

discurso social. Como dice Maurizio Ferraris, el docu-mento es verdadero sólo si tiene una sanción pública, es decir, sólo si exhibe las marcas de su propia arti-ficialidad. Si la autorreferencialidad posmoderna dice que toda reescritura retorna sólo a sí misma, por lo que en el fondo de ella no hay nada, el realismo docu-mental hipermoderno reescribe porque la realidad ya está escrita, narrada o representada, y no por eso deja de ser menos verdadera. Pero la raíz de su credibili-dad no será positivista, por el contrario, reclama una responsabilidad ética y un compromiso subjetivo. Por lo tanto, el documento demandará más el recurso tes-timonial, pues no existe verdad sin que alguien se nos ponga de frente y nos relate algo.

*Trabajo basado en Goodbye, Postmodernism de Raffae-le Donnarumma, con traducción de Óclesis. Víctimas del Artif icio.

**El autor, Maestro en Educación Superior por la Fa-cultad de Filosofía y Letras de la BUAP, es Coordi-nador Académico del colectivo Óclesis. Víctimas del Artificio. AC.

Francisco Hernández Echeverría**

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En la actualidad, la mayoría de la gente está convencida —principalmente en las sociedades desarrolladas—del agotamiento de la cultura y la literatura posmodernas. Las grandes consignas lanzadas a mediados de la

década de 1960, ya para la mitad de la de 1990, habían expirado.

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Hace más de un siglo, en 1905, el malagueño Mario de Cárcer y Diesder al encontrarse extranjero en México, relató los aportes que España y el Nuevo Mundo se dieron mutuamente. El mestizaje gastronómico fue algo de interés para este viajero, pero otra cosa le preocupaba más y que-

dó plasmada en la introducción de su escrito Apuntes para la historia de la Transcultu-ración Indoespañola. Fue la inquietud por el cierre de su vida: “Si España me vio nacer, México me vera morir. Las brisas perfumadas del Mediterráneo mecieron mi cuna, y velarán mi sueño eterno los reflejos helados que el sol arranca de las nieves perpetuas del Iztacihuatl (la mujer dormida); mi compañera eternidad…”

Mario De Cárcer, a pesar de considerar a México su patria, el hogar de su mujer, hijos y nietos, muestra su soledad, la nostalgia por su tierra natal, y mediante una serie de palabras y frases empleadas manifiesta lo que piensa y siente sobre el transcurrir de su vida con un toque romántico y sutil “Traje a México un tesoro: mi juventud; que se fue desgranado al transcurrir del tiempo, y gasté generoso, confiado y alegre, en amores, trabajos, pesares, optimismos y proyectos elevados e ilusorios todas las ener-gías y reservas de esta edad inocente, incauta, dichosa y soñadora”.

¿Tales palabras pueden ser tomadas sólo como un discurso o reflejan con fideli-dad lo que el autor siente y cree?, ¿será real la preocupación que le atañe al mencionar esa parte denominada espíritu que muchos de nosotros hemos cuestionado alguna vez en la vida? “Si nací al otro lado del mar y muero en este otro, al volar de mi alma ¿no se romperá?...O dicho de otra manera. Si Málaga me dio el ser y me prestó el cuerpo, ¿no lo reclamará?... ¿Tengo derecho a disponer de él como se me antoje?”. Si la verdad es la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente y eso se hace tratando de comprender la realidad, entonces el contexto y los elementos que lo conforman se vuelven el elemento fundamental para comprender la realidad.

Debemos entender que las creencias son el elemento central que permiten al ser humano proyectarse al mundo. El individuo trata de adecuar sus creencias y cono-cimientos mediante discursos para hacer accesible su entorno; dentro de esas creen-cias se deben tomar en cuenta la ideología y dentro de ella sus preceptos religiosos, O, ¿cómo se puede interpretar la creencia de Cárcer en la Divina Providencia?, ¿Será verdad cuando menciona “Mi corazón es por igual de España y México, pero después de muerto, el corazón se pudre…y el alma vuela…y si esta sustancia espiritual e in-mortal que constituye mi esencia, me la concedió la Divina Providencia en Málaga, ¿no debo yo entregársela allí?”

El hombre al iniciar su trayecto en la vida, como cualquier otro hombre nacido en su mismo tiempo, lo que consumirá física e intelectualmente lo conducirá a un punto a partir del cual va a ver y entender la vida desde un horizonte cultural cuya perspec-tiva incluirá las circunstancias que le rodean, y seleccionará ciertos aspectos de ellas tomando como base su carácter, su formación y sus creencias con los cuales su punto de vista de la realidad, un punto de vista sobre el mundo.

Un fenómeno puede ser fragmentado en muchas realidades, precisamente porque el fenómeno es lo velado y la interpretación es lo que le da sentido a éste. La pers-pectiva que de este fenómeno tiene el sujeto le da sentido para tomar decisiones, la peculiaridad con que se tomen depende de cada sujeto: el médico, el artista, el abo-gado. De ellas, ¿cuál es la correcta? Depende del sujeto, pues “Todas esas realidades son equivalentes, cada una la auténtica para su congruo punto de vista. Lo único que podemos hacer es clasificar estos puntos de vista y elegir entre ellos el que prácti-camente parezca más normal o más espontáneo. Así llegaremos a una noción nada absoluta, pero, al menos, práctica y normativa de la verdad”, asegura José Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo.

Ésta es una invitación a compartir el discurso de Mariano de Cárcer y Dies-der sobre España y México, sus dos patrias, en su libro Apuntes para la historia de la Transculturación Indoespañola, pues, como dice, es una forma de pagar la deuda que adquirió:

“Con estas cosas que digoY otras que paso en silencio,A mis soledades voy,de mis soledades vengo”.

* El autor Maestro en Historia por la BUAP. Actualmente se desempeña como pro-fesor e investigador en la Universidad del Valle de Puebla. Es colaborador en Óclesis, Víctimas del Artif icio, AC..

Noé Cano Vargas*

La vida de cada persona involucra cosas que hay que tomar en cuenta; el hombre y las circunstancias son diferentes en cada

caso. Partiendo de un hecho cualquiera, las cosas que convergen en cada individuo lo llevan a comportarse de cierta manera: es

ésa la actitud vital que proyecta en el mundo, es su quehacer, sus preocupaciones, sus creencias, su discurso.

 Es claro que Ludwig Wittgenstein (1889-1951) tiene dos momentos filosóficos. O como suelen decir, hay dos Wittgenstein: el primero es el del Tractatus lógico-

philosophicus; el segundo es el de las Investigaciones Filosóficas. El primer libro se centra en la incomprensión lógica de nuestro lenguaje; el segundo, va más allá de

esto y nos plantea múltiples reflexiones sobre la forma en que hacemos uso de él.

Juegos del lenguaje Al inicio de sus Investigaciones Filosóficas, Wittgenstein cita a San Agustín para enfatizar sobre la esencia del lenguaje humano. De ahí que refiera, a partir de la cita,  que “las palabras del lenguaje nombran objetos” (Ludwig Wittgenstein: Investigaciones Filosóficas. Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM- Crítica, 1988). Es decir, que cada palabra contiene un significado, comporta una denominación. En esta alusión están las bases del aprendizaje del lenguaje. Este aprendizaje consiste en señalar el objeto que se quiere nombrar, para fa-cilitar el ejercicio y el entendimiento de dicha instrucción. Esto es, que con los sonidos (la palabra) que se pronuncia, la gente puede llamar “aquella cosa cuando pretende llamarla”. Teniendo en cuenta esto, surge el primer planteamiento acerca de los juegos del lenguaje.

Wittgenstein pone el ejemplo de un tendero al que se le ha enviado un papel. En el pa-pel anida una oración: “cinco manzanas rojas”. Luego el tendero codifica el mensaje, dado que tiene un previo conocimiento numérico y pictórico. Por tanto, responde al pedido y entrega las cinco manzanas rojas. Aquí vemos que la oración “cinco manzanas rojas” denota un número determinado de estas frutas, con un singular color. El anterior ejemplo nos re-mite a la relación que coexiste entre la palabra que nombra y el objeto nombrado. Pero  no se profundiza sobre el significado de dichos objetos y su relación con el lenguaje: ¿el “rojo” es entonces una propiedad que poseen algunas cosas?, ¿por qué el “rojo” es una propiedad que algunas cosas poseen y otras no? La pregunta también cabe para la palabra “cinco” y su proporción o significado.

Sin embargo, este es un primer atisbo para introducir las formas en que es utilizado el lenguaje. Por eso Wittgenstein afirma que en este aprendizaje del que habla San Agustín, reside una imagen primitiva del modo y la manera en  que funciona el lenguaje. Aunque el sentido del lenguaje no se agota ahí enteramente, pues también es menester vislumbrar los usos del lenguaje, los juegos que hay implícitos allí, y ver claramente la finalidad y el funcionamiento de las palabras.

HerramientasEl lenguaje como herramienta se establece a partir de los usos de las palabras. Según el filósofo austriaco, existen varios juegos del lenguaje: me puedo servir de él para nombrar, para comunicarme, preguntar, describir, elogiar, dar órdenes, persuadir, y así sucesivamente, ad infinitum. El fondo del asunto recae, por consiguiente, sobre el modo en que utilizo una palabra para cierta finalidad. Entonces la palabra se configura como una herramienta, por-que me sirve para un determinado fin. Por tanto, el lenguaje se constituye como un medio propicio de utilidad, de acuerdo a los intereses que me muevan para ejercer su uso.

ObjecionesEn el uso del lenguaje como denominación se observa que, al señalar el objeto y nombrarlo, se intenta llegar al significado de dicho objeto. Nos dicen, verbi gratia: “Esto es una mesa”, y a la vez nos señalan ese objeto. Con esta acción nos quieren explicar qué es la mesa y al mismo tiempo dejar por sentado el sentido o la esencia misma de la mesa. Pero no es así. En el ejemplo anterior sólo se han remitido a señalarnos un objeto y el significado de ese objeto se ha escapado en la acción de la denominación. Surge, por tanto, la pregunta por el significado: ¿qué es en realidad una mesa?

De ahí que los únicos tipos de explicación en filosofía, según Wittgenstein, sean ex-plicaciones por descripción: descripción del uso de las palabras. De manera que esta labor la emprende el filósofo austriaco describiendo los juegos del lenguaje: las prácticas, activi-dades, acciones y reacciones en contextos característicos, en los que está integrado el uso relegado de una palabra. 

 Nombres propiosEn este punto, Wittgenstein propone la reflexión acerca de la instancia del lenguaje y su fun-ción denominadora. Es decir, que existe una necesidad por dar nombres a determinas “cosas” (personas, colores, números, objetos) y ello se constituye como una forma de etiquetar, de ponerle un sello a algo. De modo que el acto de nombrar es,  dicho en palabras Wittgenstein, “fijar un rótulo a una cosa”. No obstante, en este uso del lenguaje no existe la pregunta por la denominación misma: ¿qué relación hay entre el objeto y la palabra que lo nombra? Pareciera, pues, que una de las funciones intrínsecas de nuestro lenguaje es la de inventar un nombre para cada cosa y de esta manera “poder hablar” de ella, “poder codificarla”.

A un individuo se le fija un nombre y él, a su vez, responde cuando se le llama por ese nombre. Pero, ¿por qué reacciona así cuando se le llama por un nombre que ha sido in-ventado para él? ¿Qué relación hay entre el nombre y la persona? Aquellos interrogantes residen precisamente en el sentido de la denominación misma. La significación en este uso del lenguaje recae sobre el sentido de la correlación entre el objeto y el nombre. Por eso Wittgenstein afirma que los problemas filosóficos surgen cuando “el lenguaje hace fiesta”; pues nos enredamos en las reglas para el uso de nuestras expresiones, de nuestros extravíos en el uso del lenguaje. Por ello, la tarea de la filosofía es llegar a una visión clara de este enredo, y no encubrirlo.

* El autor es licenciado en Literatura por la Universidad del Valle (Cali.Colombia) y ac-tualmente cursa el programa de Maestría en Literatura Mexicana dela FFyL de la BUAP. Es colaborador de Óclesis, Víctimas del Artif icio. AC.

Edinson Aladino*

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CUENTO DE UN CUENTOLa bella durmiente sueña con despertar. En su propio sueño sueña y en su letargo se

despierta, o quizás sueña más. Porque se sueña dormida y se sueña des-

pierta. Y son tantos sus sueños que se enreda en

ellos.La bella durmiente está atada de sueños. Sueños verdes y sueños rosas. Y sueños grandes y sueños transparentes y

sueños redondos. Tan redondos como el cuadro de la pared.

La bella durmiente se enmaraña entre tan-tos sueños.

Y corre y se tropieza porque los sueños le han atado los tobillos. Y vuela y no puede volar porque no tiene alas.

Sólo tiene sueños.Sopla y los sueños se van. Huyen.La bella durmiente, entre tantos sueños, no

sabe si ya despertó o si está dormida.

HáBITOEl sacerdote, dictó una lista interminable de

oraciones por penitencia.

Lo merecía.Semejantes pecados lo aterraron.Al otro lado del confesionario no había na-

die.Pensó tanto en voz alta que lo delató el eco.

ABSURDOS…Les juro que esta historia, en verdad es mentira…Se sentía frío por el calor que hacía.Esa noche en el día, eran demasiados los

pocos que estaban dentro de la casa.  Todos afuera.

Nadie se reconocía porque ninguno iba dis-frazado.

Inés a la distancia, se le acercó a Ramiro y le dijo:

-Hola Ramiro.  Me gustaría saber tu nom-bre.

Sólo era un pretexto y empezaron a bailar los dos rígidamente con su cada cual.

En uno de los rincones platicaban una mu-chacha muda con un extranjero que ha-blaba otro idioma, y se entendían per-fectamente.

En esa aburrida diversión, recuerdo haber visto a un enfermo muy sano, un glotón

que no comía, un enfurecido alegre, un religioso sin Dios, un vanidoso modes-to y un tipo con la rutina de no tenerla.  También estaban un vividor desahucia-do y aquel hombre apurado que se to-maba su tiempo.  Había un gato que ladraba y una mujer caía de sueño por haber dormido tanto.  De lo que no me acuerdo, es de aquel millonario que me pidió limosna…

Y como no llovía, algunos sacaron sus pa-raguas.

Una muchacha de ojos verdes contestó al teléfono que no sonaba.  Regina sugi-rió bajarle el sonido a la música que no había.

Qué lástima que no estaba el culto escritor analfabeta con el que estuve platican-do abiertamente sin hacer mucho co-mentario.

Y quedándome ahí, me retiré y subí las esca-leras de esa casa de un solo piso.

Balido.-Sonido que emiten los carneros, las ovejas, las cabras y no pocos diputados de la LVIII legis-latura del Congreso del Estado de Puebla, sobre todo quienes aprueban sin pensar (tal vez esto es mucho pedir) las iniciativas del Ejecutivo.

De ningún modo lo anterior es un prejui-cio del diablo, sino una opinión de expertos en ciencia política. Así, el pasado 20 de agosto, el especialista en temas parlamentarios, Fernando Dworak Camargo, coordinador del Diploma-do en Planeación y Operación Legislativa del ITAM, observó que las derrotas experimenta-das por el PRI en el último proceso electoral en Puebla se deben a que el grupo parlamentario de este partido “se desdibujó como oposición”, apro-bando las iniciativas del gobernador”. Y agregó: “La debacle del PRI en Puebla —aseguró— se debió al mal trabajo de los diputados poblanos en la actual Legislatura; en lugar de comportarse como un partido que es una opción de gobierno, aprobó todo lo que presentó el Ejecutivo de ma-nera unánime y en un tiempo promedio de cinco días” (Intolerancia, 20 de agosto de 2013, nota de Mario Martell).

Lo mismo sucede con los diputados del PRD, quienes han mostrado una pasmosa sumi-sión al Poder Ejecutivo.

Balín.-En México, sinónimo de chafa, de mala cali-dad. Se dice, por ejemplo, que en la LVIII Le-gislatura del Estado de Puebla abundan los dipu-tados “balines”.

Barbarroja (Operación).- Nombre que la Alemania Nazi dio a su invasión de la Unión Soviética du-rante la Segunda Guerra Mundial. Iniciada en junio de 1941, tomó completamente despreveni-da a las fuerzas militares soviéticas, debido en no poca medida al Pacto firmado por Hitler y Stalin en agosto de 1939. Poco tiempo después, sin em-bargo, el Ejército Rojo contraatacó, derrotando al invasor el 31 de enero de 1943. El Führer exclamó: “El dios de la guerra se pasó al otro bando.” Sinón (Biograf.).- Barbarroja, célebre corsario de Argel, que sembró el terror en el Mediterráneo occiden-tal durante la primera mitad del siglo XVI. Él y su hermano mayor, Aruj, navegaron saqueando puer-tos y ciudades, y cargando sus galeras de infinitas riquezas y un número enorme de cautivos. Pero Hayreddín Barbarroja no fue un simple hombre de fortuna con patente de corso, sino un diestro guerrero con olfato político que se convirtió en va-lioso servidor del sultán otomano Solimán el Mag-nífico; desafió al emperador Carlos V, y fundó en Argelia un reino cosmopolita y próspero(National Geographic, No. 105, Nota de Juan Pablo Sán-chez, Doctor en Filología Clásica).

Barbero.- Hombre que se dedica a cortar y/o arre-glar la barba o el bigote de sus clientes.

Sinón. (Adj.).- En México se aplica a los adula-dores y zalameros, sobre todo a quienes acostum-bran alabar a los poderosos. En los últimos años

el número de éstos ha crecido de manera alar-mante, al grado de convertirse en una plaga. Cu-riosamente, los barberos que se dedican a cortar la barba o el bigote están en proceso de extinción.

Barbosa, Huerta Miguel (Biog.).-Dueño de la franquicia del Partido de la Revolución Demo-crática (PRD) en Puebla. Uno de los principa-les artífices de la “democradura” que surgió en Puebla bajo el gobierno de Rafael Moreno Valle. Barbosa logró convertir en un rebaño inofensivo de ovejas a los otrora aguerridos militantes de la organización de referencia, quienes –en su ma-yoría—no aspiran a otra cosa que convertirse en diputados o regidores (desde luego, de represen-tación proporcional).

Barrabasada.-Disparate, despropósito, trastada. Se dice, por ejemplo, que no pocos diputados de la LVIII Legislatura del Estado de Puebla se dis-tinguen por decir muchas “barrabasadas”.

Bartola (¡ay!).- Celebérrima canción compuesta por Salvador (Chava) Flores, e interpretada por Pe-dro Infante. Es, tal vez, la sátira más despiadada contra la crisis económica (“¡Ay!, Bartola, ahí te dejo esos dos pesos, para que pagues, la renta, el teléfono y la luz….”).

Valido.- Figura que desempeñó un papel central en las monarquías europeas del siglo XVII. Eran algo así como ministros sin cartera, dado que se ocupaban de las principales tareas del gobierno, en una época en la que los monarcas se desaten-dían de éstas. No pocos historiadores se refieren al valido como un personaje español, pero lo cier-to es que también –aunque no llevase ese nom-bre—aparecieron en Francia. El mejor ejemplo al respecto lo tenemos en Richelieu.

Aunque los validos gobernaban al margen de los órganos institucionales de la monarquía, lo cierto es que desempeñaron un papel funda-mental en lo concerniente a la estabilidad políti-ca e incluso, contribuyeron de manera decisiva a edificar el Estado nacional. Entre los validos más célebres tenemos al conde-duque Olivares (que colaboró con Felipe IV), y a Godoy (que colabo-ró con Carlos IV).

Sin embargo, pese al inmenso poder que detentaban estaban muy expuestos a las intrigas cortesanas y a los caprichos de los monarcas. En la comedia de Quevedo ¿Cómo ha de ser el Pri-vado? (sinónimo de valido. HS), el marqués de Valisero (anagrama de Olivares) dice que es “un átomo pequeño junto al rey”. Richelieu escribió algo parecido al anotar que “Yo era un cero, lo cual significa algo cuando hay números delante; y ahora que el rey ha querido ponerme delante, soy el mismo cero, lo cual para mí no significa nada” (frases citadas por J.H. Elliott, en Richelieu y Olivares, Crítica, Barcelona, 1984, pp. 78,79).

* El autor es investigador del Programa de Estudios Universitarios Comparados de la BUAP.

HORIZONTALES

2. (Lingüístico), realización de la lengua en las expresiones, duran-te la comunicación. Es el lenguaje puesto en acción.

11. Prefijo privativo (inv.).13. Discurso representativo o mimé-

tico que evoca “un universo de experiencia” mediante el lengua-je, sin guardar con el objeto del referente una relación de verdad lógica.

14. Contracción gramatical.15. Calabaza cortada por la mitad.17. (Chumacero), poeta mexicano, na-

cido en Nayarit.18. Acecha desde un lugar alto.20. Pronombre demostrativo.22. Gitano (inv.).23. Símbolo del tantalio24. Elemento más simple de la lengua

(pl).27. Símbolos del azufre e hidrógeno.28. Clase que agrupa en una sola fun-

ción los distintos papeles de un mismo tipo: héroe, adversario, etcétera. También denominado actante, antagonista, sujeto, anti-sujeto, etc.

29. Símbolos de la plata y del amperio.31. Repetición significativa de fone-

mas que se produce sobre todo cuando el discurso adopta la for-ma de un molde métrico-rítmico.

32. En los relatos, unidad sintáctico-temática recurrente en la tradi-ción merced a que ofrece algo in-usual y sorprendente que la hace distinta del lugar común. Motivo, intriga.

34. Mil dos en números romanos.35. Símbolos del uranio y bario.37. Prefijo negativo.39. Semema, lexema.43. Río de Italia (inv.).44. Secuencia de elementos que cons-

tituye la unidad aislable dentro de la oración o discurso. Sintagma.

46. Un signo del zodiaco.47. Unidad sintagmática que se

mantiene constante en todos los cuentos maravillosos y cuya suce-sión constituye el cuento.

49. Enfermedad de úlceras faciales.52. Tratamiento de nobleza inglés.53. Nota musical.54. Juego de palabras de doble sentido

acostumbrado en México y Puer-to Rico (pl.).

58. Percibí por medio del oído.59. Figura retórica que consiste en

designar un objeto con el nombre de otro, con el cual mantiene una relación clara y directa.

VERTICALES

1. Figura de pensamiento de la clase de los tropos. Consiste en que, para mejor afirmar algo, se dismi-nuye, se atenúa o se niega aquello mismo que se afirma, es decir, se dice menos para significar más.

3. Símbolos del yodo y flúor.4. Adverbio que significa así y se usa

en impresos para indicar que se copia textualmente.

5. Doscientos en números romanos.6. Decreto del zar.7. Símbolos de resistencia eléctrica y

momento de inercia.8. Sonido agradable.9. Terminación de aumentativo.10. Expresión lingüística marchita por

el uso excesivo, se utiliza como sinónimo de lugar común.

12. Advertencia, explicación, comen-tario o noticia que en impresos o manuscritos va fuera del texto.

14. (Leopoldo), escritor español, autor de Su único hijo.

16. Forma de pronombre.17. Símbolo del aluminio.19. Del verbo atomizar.20. Prefijo que significa fuera de.21. Sílaba sagrada en la mística hindú.22. (San), diácono y protomártir del

cristianismo, fue uno los siete primeros diáconos consagrados por los apóstoles.

25. Amárrala (inv.).26. En la tradición retórica clásica,

adecuación del discurso, tanto en su mismo propósito como a la si-tuación en que se produce.

28. Estación orbital rusa ya desmante-lada (inv.).

30. Dueña de una cosa.33. Breve narración en prosa o en ver-

so, de un suceso de cuya ocurren-cia se desprende una enseñanza para el lector, llamada moraleja.

36. Dilema o incertidumbre que un lector experimenta frente a un texto ambiguo, equívoco, ilógico.

38. Sustancia grasa que sobrenada en la leche.

40. Abreviaturas de angstrom y de litro.

41. Preposición que significa confor-me, con arreglo a.

42. Río de Galicia43. Aborrecimiento.45. Sociedad Anónima.48. Unidad Socialista (sigla).50. Símbolos del cloro y tesla.51. Hijo de Noé (Biblia).54. Interjección de estímulo (inv.).55. Símbolos del boro y oxígeno.56. Dirigirse a un lugar (inv.).57. Afirmación.

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Los tenangos “se inventaron” durante la déca-da de los sesenta, cuando la región de la que son originarios, sufría una grave crisis eco-nómica debido a la sequía, las malas cosechas

y la migración de su población masculina. Lo relevan-te de este hecho es que no sólo introdujo una nueva manera de generar ingresos y emplear a la población en el periodo entre la siembra y la cosecha, sino que además, puso en marcha una serie de acciones que se conjuntaron para lograr el beneficio colectivo de toda la zona. El proceso fue lento y no ha estado exento de problemas, sin embargo, demuestra que es posible crear fuentes de trabajo a partir de la herencia cultural de los pueblos indígenas. La globalización y la econo-mía neoliberal fueron incapaces de solucionar la crisis que azotó a esta región, en cambio, la creatividad y el esfuerzo colectivo si fueron capaces de generar so-luciones. Los tenangos, son trabajos con un colorido tan rico y diseños tan complejos que han asombrado a propios y extraños. Los bordados que originalmente se vendía únicamente en Pahuatlán y Tulancingo, ac-tualmente se exportan a varias partes del mundo.

La cuna de los tenangosLa región de Tenango de Doria está enclavada en la Sierra Madre Oriental que atraviesa la zona nororien-tal del Estado de Hidalgo; esta sierra es conocida tam-bién como Sierra Norte de Puebla, Sierra Oriental, Sierra de Tenango y Sierra Otomí-Tepehua. Colinda al norte con Veracruz, al este y sureste con el Estado de Puebla y al oeste y suroeste con el Valle de Tulancingo. La abrupta topografía de la región, dificulta el acceso a las poblaciones, que se compensa con el impresio-nante paisaje que es cruzado por el río Huehuetla y sus afluentes; la integran los municipios de Tenango de Doria, Huehuetla y San Bartolo Tutotepec. La po-blación de los tres municipios está conformada básica-mente por otomíes, aunque existen minorías nahuas. Es relativamente reciente la construcción de carreteras que ha permitido una mejor comunicación entre la ca-becera, Tenango, y sus principales comunidades San Nicolás, San Pablo y Santa Mónica.

Elaboración de los tenangosLos bordados se realizan casi siempre sobre manta, se caracterizan por ser multicolores; en ellos se utiliza la puntada conocida como “pata de gallo”, la cual no permite el desperdicio de hilo. Originalmente sólo se hacían “metritos”, cuadrados de un metro por metro, actualmente se elaboran una gran cantidad de objetos: manteles, caminos de mesa, cortinas, carpetas, cojines, morrales, chales, prendas de vestir, etc. Algunos tra-bajos se realizan únicamente en dos colores, negro y rojo, aunque son menos comunes son muy apreciados.

Actualmente se bordan también sobre manta negra y otras telas.

Origen de lOs tenangOs Existen varias versiones sobre el origen de estos bor-dados. Algunas personas de San Nicolás y San Pablo el Grande, pueblos que pertenecen al municipio de Te-nango de Doria, aseguran que la idea surgió a princi-pios de los ’60, cuando las comunidades otomíes de la Sierra Oriental atravesaban por otra crisis económica. A mediados de los ’70, durante una corta estancia en la comunidad de San Nicolás, pudimos apreciar como la mayoría de la población, hombres, mujeres y niños se dedicaban a bordar los “metritos” que un hombre les llevaba. En ese entonces consideramos que se trataba de algún programa del Instituto Nacional Indigenista, o algún tipo de maquila.

Bordadora de San Nicolás, Hgo. “Metrito” bicolor. 1975. Bordado, 100 x 100 cm. Fotografía de mepm.

De acuerdo con la investigación realizada por la doctora Elena Vázquez y de los Santos (2008), Josefi-na José Tavera (mujer de San Nicolás, 70 años), con-tó que su madre le llevó desde Tenango una servilleta para bordar y que le pareció que estaba demasiado va-cía, “que tenía muchos huecos”, los cuales rellenó con dibujos de las cosas que la rodeaban y algunos de los diseños de sus blusas, que bordó con hilo de diferentes colores. Su trabajo fue vendido con éxito en Pahuatlán, por lo que continuó realizando estos bordados; más tarde decidió comprar la manta sin dibujos y elabo-rar sus propios diseños. Las mujeres de su comunidad empezaron a imitarla y a pedirle que les dibujara los diseños. Se ha afirmado que los diseños están inspi-rados en las pinturas rupestres que se encuentran en cuevas cercanas a la comunidad de San Nicolás y que recrean mitos y ritos ancestrales como: los orígenes, el

nacimiento, las bodas, los funerales, fiestas patronales, el carnaval, el día de muertos y los lugares sagrados. La comercialización de estos bordados fuera del estado la inició, de acuerdo a algunas versiones, el pastor pen-tecostés Ricardo Bling, quien llevó algunas muestras a Estados Unidos donde fueron muy bien recibidas. Tuvieron tanto éxito que no se daban abasto con los pedidos, por lo que buscaron bordadoras en otras co-munidades. Actualmente, los bordados se realizan en distintas comunidades del municipio de Tenango de Doria y se venden de manera particular y a través de algunas cooperativas.

Como los bordados han llamado la atención de propios y extraños, han surgido propuestas por parte de algunos legisladores para tramitar la denominación de origen y para que sean considerados como patrimo-nio cultural inmaterial del Estado de Hidalgo. Una re-conocida empresa mexicana ha sacado al mercado una mascada con el nombre de “Bordados de Hidalgo”, el diseño está inspirado en los bordados de San Nico-lás, y una firma francesa ha comercializado otra, “Din Tini Yä Zuë” –el diseño revela el mundo sagrado de los otomíes y su relación con la naturaleza- fue reali-zado por el artesano Vicente Ezequiel y realizado por bordadoras de la comunidad de San Pablo el Grande. En ambos casos, las mascadas se comercializan a muy altos precios en todo el mundo. La empresa france-sa ofreció pagar regalías a la comunidad por el uso de sus diseños.

Cristina Monroy Almaraz. “Tenango multicolor”. 2013. Bor-dado. 41.5 x 35.5 cm. Tenango de Doria, Hidalgo. Fotografía

de mepm.

* La autora es Licenciada en Historia por la Univer-sidad Autónoma del Estado de Hidalgo y Maestra en Estética por la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.

María Esther Pacheco Medina*

Se suele pensar que al igual que muchas otras artesanías, los bordados sobre manta conocidos como “tenangos”, son producto de una antigua tradición indígena. Pero no es así, aunque los diseños estén inspirados en antiguas costumbres.

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Director y editor: Enrique Condés LaraConsejo Editorial: Mariano E. Torres Bautista, Jaime Cid Monjaraz,Juan Lozada León, Gloria A. Tirado Villegas, José Fragoso Cervón,

María de Lourdes Herrera Feria, Hugo López Coronel.Corrección: Enrique Condés BreñaDiseño: Israel Hernández Cedeño

Correo electrónico: [email protected]*No incluye sección de Sociales

RE~INCIDENTE. Año 4. No. 68. Primera quincena de noviembre de 2013. Es una publicación quincenal editada por el C. Enrique Condés Lara, domicilio Costado del Atrio de San Francisco 22 bis. Cuadrante de san Francisco, Delegación Coyoacán, CP. 04320, tel. (55) 55-17-76-63. Correo electrónico: [email protected]. Editor responsable: Enrique Condés Lara. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2011-032210460200-101. ISSN: 2007-476X. Otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud y Contenido No. 15198 otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas de la Secretaría de Gobernación. Impresa en los talleres de El Errante, Editor. Privada Emiliano Zapata No. 5947, San Baltasar Campeche, Puebla Pue. C.P. 72550. Este número se terminó de imprimir en noviembre de 2013 con un tiraje de 5000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Que-da estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de RE-INCIDENTE.

sOlución alreincigrama de este númerO

Estábamos en la cortina dándonos un cualquier cualquier, cuando apareció el mal viviente del estupidiñan (el apodo por el parecido a un

viejo futbolista llamado Estupiñán) que siempre se hace el aparecido cuando huele el material (un go-rrón) pero en esta ocasión, ante la sorpresa de todos, sacó del bolsillo un toque de la roja de Panamá con lo que colaboró a la jubilosa quema de judas. Y ya todos en punto, nos comentó que venía de la marcha del 2 de octubre convocada por las redes de Anar-quistas y que le había dado en la madre a dos que tres granaderos “jijos de su puta madre”. Esperó a que se terminara su toque y se fue en busca de el dado, otro de su calaña.

Nos quedamos con la incógnita “¿qué estaba ha-ciendo este “nini” ahí?” (¿qué pinche onda?). Los que conocemos al estupidiñan sabemos que no es un es-tudiante, ni hay nada que lo relacione con el aconte-cimiento, que lo expulsaron de la secundaria por vio-lento y mala madre, que siempre estaba en problemas con los compañeros de pupitre y que era un cliente asiduo de las delegaciones policíacas.

Como justificación de su presencia en la marcha del 2 de Octubre, empezó una doctrinal explicación de lo ocurrido el prendido filosofo Bonfis: “Algunos anarcos –dijo— circularon en redes sociales panfle-tos con recomendaciones para encapucharse y evitar ser detectados por agentes infiltrados, además de ins-trucciones sobre el equipo deben llevar a las mani-festaciones. Otros más sofisticados –agregó— difun-dieron el “Manual de Autodefensa”, que detalla, entre otros puntos, que los escudos de los granaderos no soportan una temperatura superior a los 250 grados, cómo burlar vallas y tanquetas, romper las formacio-nes de los agentes antimotines y hasta cómo eludir las cámaras de seguridad. Además, da un kit básico para las protestas que incluye máscaras antigás case-ras, lentes, rodilleras, anclas para romper vallas, botas, pirotecnia; guantes, resorteras y hasta cómo fabricar bombas caseras”. Y es que ahora –concluyó el Bon-fis—, a diferencia de hace 10 años, los grupos anar-

quistas utilizan manuales de autodefensa, contrain-teligencia y tácticas aprendidas de grupos radicales europeos”. Su perorata fue interrumpida por el ratón: “¡no mames ese jodido ni sabe qué es una computa-dora o una página electrónica!”.

—Duele que los llamen anarquistas, ¡son valema-dristas!— replicó la grillita de Sociología, ya eleva-da. Los anarquistas son Durruti, los hermanos Flo-res Magón, el magnífico poeta estadounidense Walt Whitman, el gran escritor y poeta portugués Fernan-do Pessoa, etc: esos sujetos desvirtúan a movimientos sociales como el de 1968 y su recuerdo. “Un anarquis-ta –agregó— es un ciudadano que rechaza el poder y la autoridad y busca el beneficio para todos (¡oooora-le!). El anarquismo es una teoría social, política y fi-losófica que rechaza todo tipo de poder y autoridad; a cambio, se propone el mutuo acuerdo, la libre asocia-ción, la paz, la libertad y la autogestión; el anarquismo es fundamentalmente pacífico, pues se basa en el libre contrato entre los individuos sin mediación de la vio-lencia La promoción de esta corriente de pensamien-to se realiza mediante círculos de estudios y la divul-gación de la creatividad, nunca se te impone nada, todo es por mutuo acuerdo, es un método social de toma de conciencia”. “No chingues, interrumpió otra vez el ratón, ¡ese pendejo va a darse en la madre con lo policías porque con alguien tiene que rompérsela!”.

—Los llamados anarquistas, interpeló el José, son una porción de los jóvenes en México con mucho resentimiento, producto de la pobreza, abandono, fal-ta de oportunidades para estudiar y trabajar, vivencia en de zonas marginadas y sin servicios básicos y, por supuesto, condiciones familiares muy problemáticas; con ganas de pelear, para manifestar su impresionante carga de violencia contenida—.

—¡Chaaaale!, ustedes todo lo sicologizan—, vol-vió a interrumpir el Ratón. Mejor ármate otro fuetazo y que cada quien, en sus respectivos viajes, lo alucine.

* El autor es Doctor en Sociología Jurídica por la BUAP, y cuatachín.

José Fragoso Cervón*

Hay sobre la tierrados congregaciones:una es muy buena y la otra muy mala.Aquella que es muy buena, se llama iglesia católicay la que es muy mala se llama iglesia diabólica.

Fray Andrés de Olmos

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Egresados de las instituciones educativas presentan una tasa de des-empleo de 13%.

Si en la carrera se adquiere algún tipo de experiencia laboral, la cifra baja a 3%.

Una forma distinta de medir el desempleo es la tasa neta o el desem-pleo abierto, que contabiliza solo aquellos desempleados que indican estar buscando trabajo. Si consideramos este criterio para los egre-sados universitarios, la tasa de desempleo baja hasta el 6.6%. Así, se sitúa en el mismo orden que en otros países.

La tasa bruta de desempleo llega hasta el 27% en el caso de las Ciencias, frente al 10% en el caso de Técnicas. Obviamente, operan diferentes lógicas: las carreras técnicas suelen preparar directamente para el mercado laboral, mientras que en las ciencias se suele seguir hacia el posgrado.

En Economía y Empresas, la tasa neta de desempleo se sitúa en 5%, en las Técnicas en 5.4%, en Salud en 5.7%. Pero en el otro extremo, las Sociales tienen un desempleo abierto de 7.9%, las Humanidades un 8.2%, y las Ciencias 12.8%. En un nivel intermedio están Dere-cho con 6.8% y Educación con 6.7%.

El área peor pagada es Educación, seguida por Salud y Ciencias. En cambio, Economía y Empresa, las carreras Técnicas y, sobre todo, Derecho, tienen mejores remuneraciones.

Según los datos de PROFLEX (“El profesional flexible en la socie-dad del conocimiento”, Universidad Politécnica de Valencia), el sa-lario promedio mensual de un egresado universitario en México se sitúa en 859 dólares y en 960 dólares con trabajos adicionales, frente a 1,703 en Chile o 1,752 en Uruguay.

Para la inmensa mayoría de los egresados, su trabajo actual requiere de estudios de licenciatura o superiores. Solo el 5.2% indica que su trabajo no requiere de ellos.

En áreas como Derecho y Salud, más del 30% de los egresados tra-baja por cuenta propia (como trabajo principal). En el caso de las Humanidades, la cifra llega a 27%.

Dentro del conjunto de países que participaron en PROFLEX, Méxi-co registra el porcentaje más alto de egresados que trabajan por cuenta propia, con un 21.2%, frente a Chile (10.8%) o España (9.2%)

Wietse De Vries, Wietse y Yadira Navarro (2011), "¿Profesionistas del futuro o fu-turos taxistas? Los egresados universitarios y el mercado laboral en México", en Revista Iberoamericana de Educación Superior (RIES), México, IISUE-UNAM/Universia, vol. II, núm.4, http://ries.universia.net/index.php/ries/article/view/71

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En la fila del supermercado, el cajero le dijo a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de compras ya que

las bolsas plásticas no eran buenas para el me-dio ambiente.

La señora pidió disculpas y explicó: "Es que no había esta onda verde en mis tiempos."

El empleado le contestó: "Ese es nuestro problema ahora. Su generación no tuvo sufi-ciente cuidado para preservar nuestro medio ambiente."

Tenía razón -- nuestra generación no tenía esa onda verde en esos tiempos.

En aquel entonces, las botellas de leche, las botellas de gaseosas y las de cerveza se de-volvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta para ser lavadas y esterili-zadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían usas las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.

Pero no teníamos onda verde en nuestros tiempos.

Subíamos las gradas, porque no había es-caleras mecánicas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén en lugar de montar en nuestro vehículo de 300 caballos de fuerza cada vez que necesitábamos recorrer dos cua-dras.

Pero tenía razón. No teníamos la onda ver-de en nuestros días.

Por entonces, lavábamos los pañales de los bebés porque no había desechables. Secába-mos la ropa en tendederos, no en esas máqui-nas consumidoras de energía sacudiéndose a 220 voltios -- la energía solar y eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. Los chicos usa-ban la ropa de sus hermanos mayores, no siem-pre modelitos nuevos. Pero esa señora está en lo cierto: no teníamos una onda verde en nues-tros días.

En ese entonces teníamos una televisión, o radio, en la casa -- no un televisor en cada ha-bitación. Y la TV tenía una pantallita del tama-ño de un pañuelo (se acuerdan?), no una panta-llota del tamaño de un estadio.

En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo ha-gan todo por nosotros.

Cuando empacábamos algo frágil para en-viarlo por correo, usábamos periódicos arruga-dos para protegerlo, no plastoformos o bolitas plásticas.

En esos tiempos no encendíamos un mo-tor y quemábamos gasolina sólo para cortar el pasto. Usábamos una podadora que funciona-ba a músculo. Hacíamos ejercicio trabajando,

así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.

Pero ella está en lo cierto: no había en esos tiempos una onda verde.

Bebíamos de una fuente cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas plásticos cada vez que teníamos que tomar agua.

Recargábamos las plumas fuente con tinta, en lugar de comprar una nueva y cambiábamos las hojillas de afeitar en vez de echar a la basura toda la afeitadora sólo porque la hoja perdió su filo.

Pero no teníamos una onda verde por en-tonces.

En aquellos tiempos, la gente tomaba el tran-vía o un omnibus y los chicos iban en sus bici-cletas a la escuela o caminaban, en lugar de usar a la mamá como un servicio de taxi de 24 horas.

Teníamos un enchufe en cada habitación, no un banco de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico para recibir señales de sa-télites a kilómetros de distancia en el espacio para encontrar la pizzería más próxima.

Así que ¿no les parece lamentable que la ac-tual generación esté lamentándose cuán botarates éramos los viejos por no tener esta onda verde en nuestros tiempos?