misioneros nº 136

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Page 1: Misioneros Nº 136
Page 2: Misioneros Nº 136

Bangladesh se presenta hoy almundo como una nación social-mente fracturada, donde "laicos" y"religiosos" mantienen un pulsopor definir el modelo de Estado.

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en este número...

y además...

EDITA OBRAS MISIONALES PONTIFICIASC/ Fray Juan Gil, 5 28002 - Madrid Tfno: 91 590 27 80 Fax: 91 563 98 33 E-Mail: [email protected]://www.omp.eshttp://www.domund.org

Nº 136 . JUNIO, 2013

AGUSTINOS RECOLETOSPaseo de La Habana, 167. 28036 Madrid.Tel. 91 345 34 60 COMPAÑÍA DE JESÚSAvda. de la Moncloa, 6. 28003 Madrid. Tel. 91 534 48 10 COMPAÑÍA MISIONERA DEL SAGRADO CORAZÓNEstocolmo, 9. 28022 Madrid. Tel. 91 313 56 40 FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARÍACardenal Marcelo Spínola, 38. 28016 Madrid.Tel. 91 302 61 99 MISIONERAS DE NUESTRA SEÑORA DE ÁFRICA(HERMANAS BLANCAS)Asensio Cabanillas, 39. 28003 Madrid. Tel. 91 553 82 60 MISIONEROS CLARETIANOSClara del Rey, 6. 28002 Madrid. Tels. 91 415 23 61 y 91 415 21 99 INSTITUTO ESPAÑOL DE MISIONES EXTRANJERASFerrer del Río, 17. 28028 Madrid. Tel. 91 355 23 42 MERCEDARIAS MISIONERAS DE BÉRRIZFereluz, 2. 1ª A 28039 Madrid. Tel. 91 571 63 03MISIONERAS CRUZADAS DE LA IGLESIAMadre Nazaria, 7. 28044 Madrid. Tel. 91 525 32 04 MISIONERAS DE CRISTO JESÚSPeñuelas, 18. 5º A. 28005 Madrid. Tel. 91 517 41 78 MISIONERAS DOMINICAS DEL ROSARIOGeneral Kirkpatrick, 44. 28027 Madrid. Tel. 91 367 36 71 MISIONEROS ESPIRITANOSSanta Engracia, 149. 1º B. 28003 Madrid. Tel. 91 554 21 57 Olivos, 12. 28003 Madrid. Tel. 91 553 36 16 MISIONEROS DE MARIANNHILL Arturo Soria, 249. 28033 Madrid. Tel. 91 359 07 40 MISIONEROS DEL VERBO DIVINO Corazón de María, 19. 5º B. 28002 Madrid. Tel. 91 415 43 55 MISIONEROS OBLATOS DE MARÍA INMACULADA Diego de León, 36. 28006 Madrid. Tel. 91 411 12 12 Pozuelo de Alarcón, Madrid. Tel. 91 352 34 16 PADRES BLANCOSMenorca, 3. 28009 Madrid. Tel. 91 574 04 00SOCIEDAD DE MARÍA - MONFORTIANOSGarabay, 7. 2º. 28850 Torrejón de Ardoz(Madrid). Tel. 91 677 69 11 SOCIEDAD DE MISIONES AFRICANAS Asura, 34. 28043 Madrid. Tel. 91 300 00 41

coeditores

T E R C E R M I L E N I O

IGLESIA A FONDO

PRIMER PLANO

Los Hermanos de la Caridad trabajanen la R. D. del Congo desde hace unsiglo. En Goma, al este del país, llevanadelante varios proyectos de atención adiscapacitados y enfermos mentales.

INFORMEEl fundamentalismo islámico se ha desa-rrollado con rapidez en algunos países delÁfrica subsahariana. La pretensión de

imponer un islam radical lleva a diver-sos grupos a recurrir a la violencia.

7 TRIBUNA «Dadles vosotros de comer»

10 EL OBSERVADORVATICANO - TANZANIALATINOAMÉRICA

20 ASÍ VA EL MUNDOCHAD - HONDURASMÉXICO/EE UU

36 ENTREVISTATToommááss ZZhhaanngg, diácono chino

39 ANIMACIÓN MISIONERA

43 CARISMASFraternidad Misionera Verbum Dei

46 CULTURA"La ciudad se derrumba,y yo cantando"

54 MISIÓN VIVAMMooddeessttee MMuunniimmii, misionero en España

56 MISIÓN VIVAUna Iglesia viva y misionera

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Ala hora de abordar elgrave problema de lacrisis económica queafecta a la humani-

dad, y especialmente a los desiempre, a los más pobres, se pue-de decir que el papa Francisco hacaptado a la perfección las causasy consecuencias del deterioro fi-nanciero actual. Con pinceladadescriptiva y realista, ha dibujadoel negro panorama en el que an-damos inmersos. “El miedo y ladesesperación –ha dicho– se apo-deran del corazón de las perso-nas, incluso en los así llamadospaíses ricos; la alegría de vivir seva apagando; la indecencia y laviolencia aumentan; la pobreza escada vez más patente. Hay queluchar para vivir, y a menudo, pa-ra vivir sin dignidad”.

Como en una nueva versión dela obra de Goya, el Santo Padre hacaptado a la perfección cómo elsueño económico de una humani-dad devoradora de consumo pro-duce monstruos. A la vista quedael dramatismo de una escenamundial que lleva al suicidio apersonas amenazadas de desa-hucio; la desesperación de quiense ve obligado a buscar comida enlos cubos de basura; la vida quese apaga de los casi 900 millonesde personas que pasan hambre; laviolencia de los numerosos conflic-tos armados que salpican el plane-ta; la lucha por la supervivencia

del refugiado, del emigrante, delos 1.200 millones de personasque se han de apañar con 1,2 dó-lares al día...

Pero, si preciso se muestra elpapa Francisco a la hora de dibu-jar las consecuencias de la crisis,se puede decir que mete el dedoen la llaga en el momento en quese decide a profundizar en suscausas. Ahí están “la negación dela primacía del hombre” y “la re-

lación que hemos establecido conel dinero, aceptando su dominiosobre nosotros y nuestras socieda-des”. Casi nada.

Aún incide más el Pontíficecuando se adentra en la vergüen-za de la degradación a la que hanllevado “el fetichismo del dinero”y “la dictadura de la economíasin un rostro y un objetivo verda-deramente humano”, que hacenque se considere “al ser humanoen sí mismo como un bien deconsumo, que se puede usar yluego tirar”. Demoledor, lamenta-ble y vergonzoso, pero real comola vida misma. Y en el fondo deeste abismal desequilibrio, comobases que lo sustentan y lo ali-

mentan, “ideologías que promue-ven la autonomía absoluta de losmercados y la especulación finan-ciera, negando el derecho de con-trol de los Estados, encargados develar por el bien común”.

El resultado de toda esta es-tructura de pecado es la instaura-ción de “una nueva tiranía invisi-ble, a veces virtual, que impone,de forma unilateral y sin remedioposible, sus leyes y sus reglas”.

Una tiranía que esconde el recha-zo de la ética –que relativiza eldinero y el poder, y condena lamanipulación y la degradación dela persona– y el rechazo de Dios–que está fuera de las categoríasdel mercado–. “Para los agentesfinancieros, económicos y políti-cos –señala el Papa–, Dios es in-controlable, inmanejable, inclusopeligroso, porque llama al hombrea su plena realización y a la inde-pendencia de cualquier tipo de es-clavitud”. Benditos, por tanto, losque, como nuestros misioneros ymisioneras, que trabajan en unaevangelización integral, están alservicio del bien común de lospueblos a los que acompañan.

E D I T O R I A L

DIRECTOR Alfonso Blas REDACCIÓN Rosa Lanoix, Rubén Azuara DISEÑO Antonio Aunés COLABORADORES Anastasio Gil, Rafael Santos, DoraRivas, Montserrat Vilaseca, Antonio José Molina, José Beltrán, José Carlos Ro-dríguez, José Ignacio Rivarés, Modeste Munimi, José Ramón Carvallada, María

Jesús Sahagún, Carmina Sofía Fernández, Juana Gómez, Joaquín Martínez, Juan Lázaro Sánchez, Vicente MarquésRuiz, Lourdes Gabilondo DOCUMENTACIÓN Ana Fernández ARCHIVO FOTOGRÁFICO Antonio Aunés, Rafael SantosFOTOGRAFÍAS Efe, Missio SUSCRIPCIONES Roberto Murga DEPÓSITO LEGAL M-48558-1999 ISSN 1695-1034 IMPRESIÓN Gráficas Dehon. PP. Reparadores. C/ La Morera, 23-25. Torrejón de Ardoz, Madrid. Tfno: 91 675 15 36

T E R C E R M I L E N I O

Para el papa Francisco, el fetichismo del dineroy la dictadura de la economía son dos de las

principales causas de la actual crisis mundial.

El papa Francisco y la crisis

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Le samedi je me repose!”.Los diez niños, que enel aula circular repitena coro en voz alta la

frase que proclama el descansodel sábado, hasta el año pasadonunca habrían soñado, ni remota-mente, con aprender los días de lasemana en francés. Todos ellos sondiscapacitados mentales, y en laciudad congoleña de Goma, dondese desarrolla esta feliz escena, a

estos niños se les conoce comobiwelewele, una palabra suajili, po-co cortés, que podría traducirsecomo “tontos inútiles”. Los veci-nos del barrio de Kyeshero, dondese ubica la “Escuela de Vida” queles acoge, tardaron en asimilarque, a sus puertas, alguien tuvierainterés por abrir una escuela parapersonas que, según la mentalidadtradicional, ni aportan nada a susfamilias ni producen nada útil.

Pero el hermano Augustin Chi-mango, un jovencísimo religiosocongoleño de 27 años con el novi-ciado recién terminado, ve las co-sas de otra manera. “La mayorparte de estos niños pasaban eldía encerrados en sus casas, don-de sus padres, por vergüenza, noquerían que sus vecinos les vie-ran. Nos costó mucho convencer-les, pero ahora, cuando ven elcambio en sus hijos, son ellos mis-

Los Hermanos de la Caridad trabajan en laRepública Democráticadel Congo desde haceun siglo. En la ciudad

de Goma, en el estedel país, están volcados

en la atención a disca-pacitados y enfermosmentales. Es todo unreto en una sociedad

que sufre la guerradesde hace dos déca-

das y donde la mentali-dad tradicional margi-na a los más débiles.

I G L E S I A A F O N D O

Siempre al serviciode los más débiles

Siempre al serviciode los más débiles

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Un siglo de los Hermanos de la Caridaden la R. D. del Congo

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mos los que intentan modificar lamentalidad de otros padres con hi-jos discapacitados”. La subdirecto-ra del centro, Madeleine Kasoki,cree que “las niñas que han naci-do con estas taras sufren una mar-ginación aún mayor, al ser des-preciadas incluso por sus mismospadres, que saben que nadie secasará con ellas, lo que quiere de-cir que no pagarán la dote”.

El centro, dirigido por los Her-manos de la Caridad, se terminóde construir en febrero del año pa-sado, gracias a fondos recibidos dela cooperación italiana. Este es susegundo año, y a sus aulas acudena diario 34 niños y niñas discapa-citados mentales que aprenden ta-reas esenciales, como lavarse, ves-tirse, utilizar el baño, planchar suropa, comer sin mancharse y ex-presarse correctamente, la mayo-ría en su lengua natal, el suajili, yen francés para los más avanza-dos. El hermano Augustin lamentaque “la escuela podría tener mu-chos más alumnos, pero solo losque viven más cerca pueden llegarandando; para los más alejados esdifícil costearse el transporte”.

Además de las aulas y talleres,donde siete maestros se ocupande los niños, el centro cuenta tam-bién con dos pistas deportivas yalgunos columpios, donde los ni-ños pasan largos ratos entregadosa lo que antes no han podido ha-cer: jugar, reír y disfrutar de su in-fancia. El programa de educaciónincluye otras actividades, comopintura, manualidades y cuidadode una granja anexa de gallinas yconejos, donde los chicos del cen-tro disfrutan dando de comer alos animales. “Aquí se sientenbien y son felices”, expresa el jo-ven director, quien se siente orgu-lloso de verlos salir de la escuelacon su uniforme azul y blanco ysu cartera escolar, algo que, se-

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El hermano Augustin, junto a un grupo de niños con discapacidad mental.

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gún él, “les confiere una digni-dad que hace que la gente en la

calle les mire de otra forma”. El hermano Augustin, natural

de Kananga, conoció en su ciudadnatal a los Hermanos, y segúnconfiesa, le atrajo “el gran amorque mostraban por los más débi-les”, un signo distintivo de losHermanos de la Caridad. Funda-dos a principios del siglo XIX porel sacerdote belga Joseph Triest,esta orden se dedica al cuidado delos pacientes más marginados (so-bre todo, discapacitados y enfer-mos mentales) y a la educación.Actualmente está presente en 29países, incluidos diez africanos.En la República Democrática delCongo acaban de cumplir su pri-mer centenario. En esta escuela,como en la mayor parte de susinstituciones, los Hermanos lu-chan no solo contra una mentali-dad que valora a las personas porlo que producen, sino contra el re-to diario de sacar a flote un servi-cio que cuesta dinero mantener.“El Estado del Congo no tiene nin-guna política en favor de los dis-capacitados, y, si no fuera por losbienhechores de nuestra congrega-ción, no podríamos hacer nuestrotrabajo, porque las familias de es-tos niños pueden pagar muy po-co”, concluye el hermano.

“Me habéis liberado”Más dramática aún es la situa-

ción del Centro de Salud Mental, si-tuado a pocos metros de la escue-la, y que ostenta el nombre de Tu-lizu Letu (“Nuestra Esperanza”, ensuajili). Cuando pregunto a su di-rector, el hermano Justin Bashom-be, por los problemas de los pa-cientes que reciben sus servicios,me muestra unas fotos recientesen las que se ve a un hombre ma-niatado con cables metálicos. “Asínos llegan muchos de ellos, y lo

peor de todo es que son sus pro-pios familiares los que les han con-vertido en prisioneros”, explica.“Cuando rompimos los grilletes alhombre de la foto, nos dijo: «Mehabéis liberado, ahora no tendrévergüenza de ir a donde quiera»”.

Vivir con las manos atadas noes lo peor que le puede ocurrir aun enfermo mental en el este delCongo, donde, según el hermanoJustin, “muchos de ellos han lle-gado a esta situación debido atraumas profundos causados porla guerra”. El hermano, que es ori-ginario de Bukavu, conoce bien es-ta situación por su propia expe-riencia personal. Estas víctimasdel conflicto sufren una doblemarginación, puesto que a menu-do son sus propios familiares quie-

nes les acusan de haber sido em-brujados, y eso les hace vivir es-tigmatizados. Todos los pacientesque actualmente están hospitali-zados en este centro han pasadopor este calvario, que casi nuncatermina cuando se les da de alta ytienen que seguir el tratamiento.“Solo un porcentaje muy bajo depacientes consigue recuperarse,porque, una vez que vuelven a suscasas, sus parientes raramente sepreocupan de que sigan la medi-cación y vengan a pasar los con-troles necesarios”, lamenta el reli-gioso. “También hay que respetarsu ritmo, porque la mayoría sonvíctimas de depresiones muy pro-fundas y tardan en abrirse y con-tar su historia. No es solo cuestiónde tomar medicamentos”.

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Los Hermanos de la Caridad sehan volcado siempre en el cuidadode los pacientes más marginados.

Los hermanos Justin y William, en la puerta del Centro de Salud Mental Tulizu Letu.

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La falta de medios para atendera personas con enfermedadesmentales no es un problema ex-clusivo del este del país. El Con-go, que tiene 70 millones de habi-tantes, cuenta solo con seis hospi-tales psiquiátricos, y solo uno deellos –ubicado en la capital, Kin-shasa– es del Estado. Los otros cin-co están gestionados por los Her-manos de la Caridad. El de Gomatiene capacidad para hospitalizar a40 pacientes. El día que visito elcentro veo en el registro que hay23. A sus consultas externas acudeuna media de 15 personas al día.Algo más de la mitad, tanto de lospacientes ingresados como de losexternos, son mujeres, la mayorparte de ellas víctimas de violen-cias sexuales, y su recuperaciónpsicológica suele llevar muchotiempo: “Los meses o años que tar-den en decidirse a sacar a flote suhistoria de dolor”, sentencia elhermano, quien insiste en que “elcentro tiene una visión holística

de la realidad del enfermo, y poreso damos importancia al serviciode capellanía, porque también ladimensión existencial de la perso-na que sufre tiene que ser sanada”.

Pero además de dar terapiaspsicológicas, hacer visitas a domi-cilio o repartir medicamentos, elhermano Justin y su compañero, elhermano William Mulendo, tienenpreocupaciones muy inmediatasque atender en el día a día de suservicio. La primera, asegurar elpago de las 20 personas que traba-jan allí y que reciben sesiones deformación permanente un día a lasemana. El año pasado sufrieronun duro golpe, cuando falleció lapsiquiatra jefe del centro. Un mé-dico especialista en enfermedadesmentales es todo un lujo en el Con-go, donde, según estadísticas ofi-ciales, solo hay 38 psiquiatras entodo el país, de los cuales 36 estánen Kinshasa. También hay que lu-char para encontrar comida paraalimentar a los pacientes internos

y asegurar el suministro eléctrico,que es costoso y muy irregular.“Si hubiese colaboración del Esta-do, estaríamos más desahogados”,apunta el hermano William, que seocupa de la administración, “pero,por desgracia, no recibimos ningu-na ayuda oficial”.

Recuperar la movilidadOtro lugar donde los hermanos

suplen la falta de medios con ladedicación absoluta es el Centropara Discapacitados Físicos, situa-do enfrente de la prisión centralde Goma. En su entrada charlananimadamente varios hombres ymujeres que tienen en común ha-ber perdido una pierna o sufrir dealguna enfermedad que les impidemoverse con normalidad. “Nuestroobjetivo es hacer que todas estaspersonas sean autónomas”, expli-ca el hermano Floribert Kabinda,director del centro. También losdiscapacitados físicos sufren unamarginación social considerable,

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y los religiosos están decididos aluchar contra esta mentalidad

predicando con el ejemplo: un 40%de los empleados de esta institu-ción son discapacitados.

En la sala de quinesioterapia, laenfermera Véronique Mashekeatiende pacientemente a un niñode nueve años, escayolado de arri-ba abajo y que hace ejercicios derehabilitación para recuperar lamovilidad de sus brazos. Se llamaMungbere, es de Rutshuru, una lo-calidad al norte de Goma, y haceun año se rompió varias vértebrasal caerse de un árbol adonde habíasubido para recoger papayas. En lasala de al lado, otros tres niños se

recuperan muy lentamente, trashaber sufrido tuberculosis ósea.Uno de ellos, de nombre Tumaini,de 13 años, lleva cinco meses entratamiento y ha sido intervenidoquirúrgicamente ya dos veces.Otros han perdido sus miembroscomo consecuencia de un cáncer, ose han quedado tetrapléjicos o pa-rapléjicos al haber sufrido caídaspor barrancos, mientras escapa-ban de la guerra que asola esta re-gión desde hace casi dos décadas.“Un momento muy duro lo vivi-mos durante noviembre de 2012,

cuando los rebeldes del M23 bom-bardearon Goma y ocuparon laciudad durante doce días”, explicaVeronique. “Los pacientes entra-ron en un estado de pánico y, pa-ra animarlos, los hermanos veníana pasar la noche con ellos, lo queles daba algo más de seguridad”.

Donde se ve con mayor evi-dencia el resultado de la guerra esen el edificio donde se fabrican lasprótesis. El hermano Floribert ex-plica que, entre abril y mayo de es-te año, 180 pacientes han recibidoo están en proceso de adaptarse a

sus nuevas prótesis. Faido es unode ellos. Se ganaba la vida comoconductor de una de las furgone-tas que hacen el trayecto entre lalocalidad de Sake y Goma, cuando,en 2011, cayó en una emboscadade uno de los grupos rebeldes queoperan en esta zona. Desde hacevarios meses acude a diario a lasala de rehabilitación, donde losenfermeros le ayudan a hacer ejer-cicios para que pueda acostum-brarse a usar su miembro artifi-cial. En el taller, el responsable delservicio repasa las estadísticasy nos informa de que en 2007, elpeor año desde que puede recor-dar, llegaron a fabricar algo másde 400 prótesis para el mismo nú-mero de personas, todas las cualessufrieron amputaciones por heri-das causadas por armas de guerra.Un censo oficial realizado en 2004en la ciudad de Goma daba la cifrade 40.000 discapacitados, una can-tidad muy alta para una ciudad dealrededor de 700.000 habitantes.

Hoy el hospital cuenta con 68personas admitidas. Teniendo en

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El hermano Floribert, junto a un niño con tuberculosis ósea. Arriba, atendiendo a otro

niño, junto a la enfermera Véronique Masheke.

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cuenta que los tratamientos suelenser largos y que los familiares de lamayor parte de los pacientes tie-nen pocos medios, el servicio socialdel centro hace lo imposible porcostear la estancia y la alimenta-ción de los que no pueden pagarseel ingreso. Thérèse Malubaye, unamujer de 40 años que se mueve ensilla de ruedas desde hace una dé-cada y que dirige una asociación dediscapacitados, piensa que esta si-tuación de marginación e indigen-cia es consecuencia de la falta deinterés del Estado por sus ciudada-nos. “Nuestro país ni siquiera haratificado la Convención Internacio-nal de Personas Discapacitadas”, di-ce a modo de muestra.

Pero el centro no se dedica soloa fabricar piernas artificiales, mule-tas y triciclos. Para cumplir su ob-jetivo de que “la persona discapaci-tada sea autónoma”, desde febrerode 2013 han puesto en marcha unode los proyectos que durante mu-chos años los Hermanos concibie-ron y que ahora se ha hecho reali-dad, gracias a una ayuda concedida

por el Comité Episcopal Italiano:un centro socio-profesional cuyasaulas, dentro de pocos meses, aco-gerán a discapacitados que segui-rán cursos de Informática, Hostele-ría y Gestión de Negocios. Comoinsiste Thérèse Malubaye, “los dis-capacitados tenemos talento, y he-mos de demostrarlo”. En el nuevocentro se construyen también pis-tas deportivas, donde los discapa-citados físicos practicarán juegosadaptados, como el sitting-voleibol,el baloncesto y el fútbol a una pier-na. Al mismo tiempo, un jardineroha comenzado a rodear el edificiode setos, flores y árboles, para ha-cer que el nuevo recinto sea un lu-gar agradable, que se convierta enun punto de vida social para per-sonas con discapacidad. El proyec-to prevé también dedicar una par-te de los fondos a realizar una

campaña pública en favor de losderechos de estas personas.

El hermano Floribert, que antesfue superior provincial de los Her-manos de la Caridad en el Congo, esun hombre optimista, que está or-gulloso del trabajo que él y sus her-manos realizan en este país, donde–en su opinión– “se han invertidomuchos esfuerzos y recursos en laguerra, pero muchos menos en lapaz”. Una de sus mayores satisfac-ciones es ver cómo el carisma de sucongregación sigue atrayendo amuchos jóvenes, como muestra elhecho de que en la actualidad ten-gan 40 novicios de varios paísesafricanos en su casa de formaciónen Nairobi. “Existimos para servir aDios en los pobres”, concluye el re-ligioso, “y esta es una dedicaciónque nos hace felices”.

JOSÉ MANSO ORTIZ

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“Se ha invertido mucho esfuerzo ydinero en la guerra, pero mucho

menos en la paz”, apunta Floribert.

Taller ortopédico del Centro para Discapacitados Físicos.

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P R I M E R P L A N O

BANGLADESHBANGLADESH

En los dos últimos meses, losmedios de comunicación nohan dejado de hablar deBangladesh. Esta vez el país

no ha sido noticia por sus frecuen-tes desastres naturales (ciclones einundaciones, sobre todo), sino por

la oleada islamista que sufre su so-ciedad y, sobre todo, por la enormetragedia que causó la codicia hu-mana: el derrumbamiento en lasproximidades de Dacca, la capital,del edificio Rana Plaza, un inmue-ble de ocho plantas que albergaba,

además de un banco y otros nego-cios, seis o siete empresas textiles.Poco antes de que se viniera abajo,los trabajadores de esas fábricasfueron amenazados por los dueñoscon no cobrar si no subían a traba-jar, pese a que la policía había pe-dido que nadie entrase en el edifi-cio hasta que los ingenieros eva-luasen su seguridad, a causa de lasgrandes grietas detectadas el díaanterior. El balance final de la tra-gedia no se supo hasta el 14 de ma-yo, cuando el Ejército dio por con-cluidas las operaciones de rescate.Perecieron 1.127 personas (los aten-tados del 11-S, que desencadenarondos guerras, causaron algo más de3.000) y 98 fueron dadas por de-saparecidas. Venturosamente, otras2.438 pudieron ser rescatadas convida de entre los escombros. El due-ño del edificio, Sohel Rana, un em-

Desde hace unos meses, Bangladesh –167 millones dehabitantes, la cuarta nación musulmana más pobladadel mundo– está totalmente fracturada desde el puntode vista social. En el "país de Bengala", antiguo Pakis-tán Oriental, se enfrentan "laicos" contra "religiosos".

Los primeros quieren que la patria siga siendo un paísbasado en la democracia y el laicismo. Los segundos,

islamistas radicales, pretenden en cambio implantar lasharia y castigar, hasta con la muerte, a los difamado-

res del islam. El pulso no ha hecho más que comen-zar. A finales de año debería haber nuevas elecciones.

¿OTRO PAKISTÁN?

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presario con importantes conexio-nes políticas, fue detenido en lafrontera, cuando se disponía a huira la India. Había levantado sin li-cencia las tres últimas plantas.

La tragedia de Bangladesh hapermitido sacar a la luz la misera-ble existencia de los aproximada-mente tres millones de personasque trabajan en su industria textil.El país, en efecto, tiene en el sec-tor de la fabricación de ropa paralas grandes multinacionales ex-tranjeras una de sus más impor-tantes fuentes de ingresos. El ne-gocio de sus 4.500 fábricas textilesle supone unos 15.000 millones deeuros anuales (el 70% del total deexportaciones) y representa el 17%de su producto interior bruto. Ban-gladesh crece al 6% anual y es unode los “milagros económicos” delcontinente asiático. Las cifras ma-croeconómicas aseguran que lapobreza se ha reducido un 20% enlas últimas décadas. Aun así, surenta per cápita en 2010 era tansolo de 590 dólares, cuando el pro-medio mundial era de 10.200.

En lo que atañe al sector textilal menos, el problema radica enque todas esas magnitudes –aligual que las cuentas de resultadosde multinacionales del sector, co-mo H&M, Inditex, Mango, etc.–ocultan el trabajo en esclavitud decientos de miles de personas. En elmejor de los casos, se trata de em-pleados, sobre todo mujeres, quecobran entre 36 y 38 euros al mespor jornadas de diez y doce horasde trabajo en instalaciones cuyossistemas de seguridad –a la vistaestá– dejan mucho que desear. Enel peor de los escenarios, los tra-bajadores son niños que operan enfábricas clandestinas a las que losproveedores locales subcontratanuna parte de la producción. Pareceque lo importante en ese mundoes que se cumplan los plazos deentrega y el precio estipulado; las

condiciones de trabajo y los dere-chos laborales son lo de menos.Cuando suceden las tragedias, lasmultinacionales miran para otrolado, se lavan las manos y eludenresponsabilidades.

Como de lo que se trata es deabaratar costes para obtener elmáximo beneficio, hoy por hoynadie puede competir con Bangla-desh, que es ya el segundo paísdel mundo que más ropa exporta,detrás de China. Eso sí, ahí se pa-gan a los trabajadores textiles lossueldos más bajos del planeta. Elsalario mínimo apenas llega a los30 euros. Y no existen sindicatosque reivindiquen derechos labora-les. El lunes 20 de mayo, unos7.000 trabajadores de las fábricasde ropa se manifestaron en Daccapara pedir un aumento del sala-rio mínimo –como había prome-

El día de San José Obrero el Papadenunció el “trabajo esclavo”

que sufren millones de personas.

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Familiares de las víctimas por el derrumbe del complejotextil en Daca rezan al finalizar las tareas de rescate.

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tido el Gobierno tras el derrum-be del Rana Plaza– hasta los 102

dólares (79,8 euros mensuales). Laprotesta degeneró en enfrenta-mientos con la policía que deja-ron, al menos, 30 heridos.

Poco después de la última grantragedia, el Gobierno anunció que,tras una inspección, habían sidoclausuradas 18 fábricas textiles.Unos días más tarde, seis de ellasya estaban de nuevo funcionando,supuestamente tras haber subsa-nado las anomalías detectadas. To-do parece indicar que se trató deun gesto de cara a la galería, conel que acallar las críticas suscita-das en el extranjero. De hecho, aldía siguiente, un nuevo incendioen otro taller en Dacca dejó otrossiete muertos. Y lo peor es quellueve sobre mojado: en 2005, elderrumbe de la fábrica SpectrumGarments causó 64 víctimas más,y otro incendio en noviembre pa-sado, otro centenar largo. Nadacambió tras esos accidentes. Y na-da cambiará si la tragedia del Ra-na Plaza cae en el olvido.

“Dirijo desde lo profundo de micorazón un fuerte llamamiento pa-ra que siempre sea tutelada la dig-nidad y la seguridad de los traba-

jadores”, dijo el papa Francisco na-da más ser informado de lo sucedi-do en el Rana Plaza. Posteriormen-te, con ocasión del Primero de Ma-yo, festividad de San José Obrero yDía del Trabajo, el Pontífice volvió adenunciar “el trabajo esclavo” alque están sometidas millones depersonas en todo el mundo.

Presión islamista A pesar de todo lo dicho, la si-

tuación laboral de los trabajadorestextiles es, probablemente, el me-nor de los problemas que tiene an-te sí la primera ministra SheikhHasina Wazed. La mayor de las hi-jas de Mujibur Rahman, el hombreque proclamó la independencia dePakistán en 1971, lidera la LigaAwami desde hace más de 30años, y con esta formación arrasóen las elecciones de 2008 a unacoalición de cuatro partidos.

En los últimos meses, el prin-cipal quebradero de cabeza de lamandataria, que ya gobernó entre1996 y 2001, lo constituyen los is-lamistas, que quieren poco menosque hacer de Bangladesh un nue-vo Pakistán, con la introducciónde la sharia o ley islámica comoúnica fuente de Derecho y con la

promulgación de una ley antiblas-femia tan vergonzosa e injusta co-mo la vigente en aquel país. Elproblema es que la mayoría de lapoblación no está por la labor y si-gue apostando por un Estado lai-co. Y eso es algo que no entien-den, o se niegan a aceptar, los mi-les de seguidores fundamentalis-tas de Hefajat-e-Islam (literalmen-te “protector –o salvador– del Is-

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lam”), un movimiento radical queen abril convocó una huelga ge-neral y una manifestación quecongregó en Dacca a medio millónde seguidores. En una nueva de-mostración de fuerza, esta mismaagrupación y los partidos que laapoyan (entre ellos Jamaat, laprincipal formación islamista) vol-vieron a tomar las calles el 5 demayo. En esa jornada hubo enDacca graves desórdenes públicos–asalto a la sede del partido go-bernante e incendio de más de uncentenar de establecimientos co-merciales y de vehículos– y en-frentamientos con la policía, quese saldaron con 29 muertos (tresde ellos, miembros de las fuerzasdel orden) y más de 50 heridos.

Los radicales exigían al Gobier-no trece puntos para alcanzar lapaz social. Y el primero de ellos es

la aprobación de la citada ley de lablasfemia, norma que se pretendeque sancione con hasta la pena demuerte, como en Pakistán, a quie-nes difamen al islam. Las otras rei-vindicaciones son del tenor de res-tablecer en la Constitución la fór-mula “Fe y confianza absoluta enAlá el Altísimo”; impedir a las mu-jeres trabajar con hombres; prohi-bir toda actividad cultural que seconsidere ofensiva para la religiónoficial; y hacer obligatoria la edu-cación islámica. Hasina hasta aho-ra ha mantenido el tipo. Ha dichoque “no permitirá ningún caos ennombre del islam, una religión depaz”, y que el país “es una demo-cracia laica en la que cada uno tie-ne el derecho a practicar su reli-gión libremente”, si bien cuando“se atenta contra los sentimientosreligiosos se debe actuar”. Es, pre-

cisamente, lo que hizo el Gobiernomeses atrás, al arrestar a variosblogueros que atentaron contralos sentimientos religiosos de loscreyentes y que se enfrentan aho-ra a una posible pena de hastadiez años de prisión. Uno de ellos,sin embargo, nunca podrá ser en-carcelado: fue asesinado y decapi-tado por los mismos fanáticos queen las manifestaciones reseñadaspedían que se colgara al resto deblogueros ateos.

Situación de la mujerVarias de las reivindicaciones

islamistas están relacionadas, co-mo se ha dicho, con la educación ycon la presencia social de la mujer.Con respecto a este último punto,y dado que los fundamentalistasreclaman una mayor segregación,el lector podría llamarse a engañoy pensar que estamos en una so-ciedad paritaria, con igualdad dederechos para hombres y mujeres.Nada más lejos de la realidad. EnBangladesh las discriminacionesestán a la orden del día: uno pue-de ser discriminado por su casta(aunque la Constitución lo prohí-be), por su pertenencia a una razao grupo étnico (los derechos de lospueblos indígenas son sistemática-mente negados), por su religión (elislam es la “religión del Estado”) y,por supuesto, por su sexo.

Las mujeres, que viven comple-tamente subordinadas a los hom-bres, no tienen los mismos dere-chos que estos. Para empezar, sipor regla general el destino na-tural de las mujeres bangladesíes(como las de tantos otros países)no es otro que el matrimonio, elproblema aquí es que dos de cadatres de ellas se casan, o son casa-das más bien, antes de cumplir los18 años, que es la edad mínima re-querida para contraer nupciassegún la ley vigente.

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P R I M E R P L A N O

Los islamistas pretenden que sepromulgue una ley antiblasfemia

al estilo de la vigente en Pakistán.

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Muchas niñas son desposa-das alrededor de los doce años.

Sus progenitores las entregan ahombres mayores por cuatro moti-vos fundamentales. El primero, so-ciocultural: diga lo que diga la ley,esos matrimonios no están malvistos, por lo que las autoridadesraramente intervienen. La segun-da y tercera razones son de índoleeconómico: al casarlas siendo me-nores, el padre puede ahorrar en ladote, y prescinde, además, de unaboca que alimentar. A diferenciadel hombre, la mujer habitual-mente se queda en casa y no apor-ta un sueldo a la economía fami-liar, algo muy de valorar cuando lafamilia es pobre de solemnidad.Así que, cuanto antes salga la hijadel hogar y matrimonie, mejor que

mejor. Y el último motivo es fun-damentalmente pragmático: al ca-sarse, habrá menos posibilidadesde que las muchachas sean objetode acoso y violencia sexual.

El tema de la educación tam-bién merece una reflexión. Vayapor delante que el país ha experi-mentado un gran avance en las úl-timas décadas, lo que ha permiti-do que la tasa de alfabetización dela población de entre 15 y 24 añossea ya del 75% (2008). Pero, aunasí, el 45% de los niños y niñasque tienen la suerte de poder ir ala escuela (muchos ni siquieracuentan con esa posibilidad, por-que no son inscritos en el registroal nacer) no acaban la primaria.Muchas veces dejan la escuela pa-ra buscar un trabajo y ayudar a la

familia, y en el caso de las niñas,también para casarse. En Bangla-desh, además, hay varios tipos deescuelas: por un lado están las es-cuelas oficiales, del Gobierno, ypor otro las madrazas o escuelascoránicas. Y estas últimas, ade-más, pueden ser de tres clases: lasreconocidas y financiadas por elEstado, sobre las que el Gobiernotiene cierta autoridad; unas se-gundas, privadas, financiadas porArabia Saudí, que no reciben sub-venciones y propagan una inter-pretación estricta y extremista delislam (habrá unas 50.000 en todoel país); y unas terceras, madrazas“caseras” (podría haber más de450.000), puestas en marcha en ca-sas, locales y pequeñas mezquitas,que están ligadas a predicadoreslocales y sobre las que tampoco seejerce ningún control guberna-mental, con lo que ello implica.Hace un par de años, el Ejecutivodiseñó un plan para insertar a lasescuelas islámicas en la educación

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Los obispos han expresado su granpreocupación por las presiones dequienes quieren imponer la sharia.

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demás del de la discrimi-nación que sufren sus ha-bitantes por razones de et-

nia, raza, casta, religión o sexo,y el de los islamistas, Bangla-desh tiene otros dos serios pro-blemas. El primero es el de laenorme corrupción de su clasepolítica, una corrupción generali-zada que afecta a todos los par-tidos y organismos del Estado. Elaño pasado, el país ocupó elpuesto número 144 (de un totalde 176) en el índice de percep-ción de corrupción elaboradopor Transparencia Internacional.Obtuvo solo 26 puntos, muy le-jos de los 90 que lograron Dina-marca, Finlandia y Nueva Zelan-da, los primeros de la lista. Amodo de referencia, España fuevalorada en ese ranking con 65puntos, en el puesto 33.

El otro gran drama del paísasiático –uno de los de mayordensidad del mundo, con másde 1.100 habitantes por kilóme-tro cuadrado– lo constituyen losniños de la calle. Se calcula queen Bangladesh hay entre400.000 y 700.000 niños y ni-ñas pobres de solemnidad queviven, duermen y trabajan en lacalle, sobre todo en Dacca, lacapital. Según un informe delaño pasado, de las niñas de lacalle, el 37,5% sobrevivía ven-diendo flores; un 18,8% lo ha-cía prostituyéndose y el 12%trabajaba informalmente en elcomercio. Entre las restantes,muchas de ellas estaban en laindustria de la confección, sededicaban a la venta ambulanteo ejercían la mendicidad.

Y otro dato reseñable más:tres de cada diez niños deBangladesh nunca han sidomatriculados en una escuela.

Corrupción yniños de la calle

pública, lo cual habría permitidoincluir en los currículos educativosmaterias como las matemáticas, elinglés o la informática.

Unos pocos cristianosLa Iglesia católica también tie-

ne sus escuelas. En 2009, y segúnla agencia Fides, gestionaba, enconcreto, 287 colegios, en los quese formaban 143.500 estudiantes.Pero a diferencia de lo que ocurrecon las madrazas, se trata de cen-tros caracterizados por el alto ni-vel de instrucción que imparten,lo que los convierte en lugares deexcelencia. De hecho, hace unosaños se realizó una prueba en 20escuelas católicas de la archidióce-sis de Dacca. De los 1.961 alumnosque se sometieron a la misma,únicamente 71 no superaron elexamen preparado por el Gobier-no, con el que se da por concluidala enseñanza primaria. El porcen-taje de éxito fue del 96%, frente al70% de la media nacional.

Ni que decir tiene que la in-mensa mayoría de los estudiantesde los centros de la Iglesia (227 es-cuelas primarias, 56 liceos y cuatrocolegios) son niños y niñas musul-manes. Y es que, como ya se haapuntado, el islam –además de lareligión del Estado, reconocida co-mo tal en la Carta Magna desde1988– es la confesión del 90% de lapoblación, lo que hace de Bangla-desh el cuarto país musulmán delmundo por número de habitantes,tras Indonesia, Pakistán e India. Lanación, no obstante, cuenta tam-bién con sus minorías religiosas. Lamás importante la constituyen loshinduistas, el 9% de la población.Los budistas son el 0,7%, y los cris-tianos, apenas un 0,3%, principal-mente católicos. La exigua presen-cia de estos últimos no impide uncierto reconocimiento social. “LaIglesia es apreciada por el Gobiernoy por el pueblo por nuestras obrassociales y educativas y por nuestracredibilidad”, corrobora el obispode Chittagong, monseñor Moses M.Costa, quien explica que, en gene-ral, la convivencia social es buena.

Ese aprecio social hacia la Igle-sia está hoy, sin embargo, más quenunca en el aire, debido a la pre-sión de la minoría islamista. La je-rarquía católica ya ha expresado supreocupación por la deriva radicalde quienes quieren imponer la sha-ria. “El Gobierno está haciendo to-do lo posible por proteger a las mi-norías”, ha confesado el secretariode Cáritas Bangladesh, BenedictRozario. ¿Será suficiente? ¿Aguan-tará el Gobierno la presión o aca-bará cediendo ante los radicales?

Bangladesh nació en 1972 comoun Estado laico que se debía sus-tentar en cuatro principios: la de-mocracia, el nacionalismo, el laicis-mo y el socialismo. ¿Acabará con-virtiéndose en otro Pakistán?...

JOSÉ IGNACIO RIVARÉS

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A

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I N F O R M E

El fundamentalismo islámi-co se ha desarrollado conrapidez en algunos lugaresde África subsahariana du-rante la última década.Sus militantes utilizan mé-todos terroristas y quierenimponer un islam violento.Es un fenómeno que preo-cupa mucho a Gobiernosafricanos y occidentales.Es también una amenaza ala convivencia pacífica queha existido durante mu-chos años entre cristianosy musulmanes.

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l islam lleva en suelo afri-cano muchos siglos. El cris-tianismo, también; inclusollegó antes. Florecientes co-

munidades cristianas se desarro-llaron durante la primera épocade la historia de la Iglesia en elnorte del continente negro, y mu-chos de los Padres de la Iglesia –yalgunos Papas– eran africanos.Mucho antes de la expansión mi-sionera del siglo XIX, ya existía enEtiopía el cristianismo copto. Encuanto a la influencia que la femusulmana tuvo desde el siglo VIIen el desarrollo de culturas y uni-dades políticas africanas, uno seencuentra con infinidad de escri-tos, monumentos y tradiciones enlugares como Tombuctú o los an-tiguos reinos de Songhai, Ghana oKano, y en la costa suajili del Ín-dico. El islam africano siempre tu-vo un rostro propio (o varios), quemuchos llamarían sincretista.

Uno de los lugares donde se en-tiende mejor esta interpretacióntolerante del islam es en la ciudadde Djenne, en el centro de Malí.Cada primavera se celebra allí elfestival conocido como “el remo-zado de la gran mezquita”, en elque, durante varios días, miles depersonas venidas de todo el paísrestauran con sus manos desnudasel edificio, cuya construcción datadel siglo XIII y que hace pocosaños fue declarado Patrimonio dela Humanidad por la UNESCO. Setrata del edificio erigido en barromás grande del mundo. El festival,que la gente celebra con variasjornadas de música y bailes, es laexpresión de una sociedad que du-rante siglos ha cultivado un islammuy influenciado por costumbresy tradiciones africanas.

A lo largo de la historia, anti-gua o reciente, no han faltado losconflictos entre cristianos y mu-sulmanes en África. Pero, como

afirma el director de la AfricanRoyal Society de Londres, RichardDowden, “cuando se habla deguerras religiosas en África, lacausa suele ser una disputa sobrederechos de uso de la tierra en laque están involucradas dos comu-nidades que profesan creenciasdistintas, y raramente el motivoes, per se, religioso”.

El historiador y periodista Dow-den, que argumentaba así el pasa-do mes de febrero en un artículoen el que abogaba por un Papaafricano, precisaba también que“esa tradicional tolerancia religiosase encuentra hoy bajo una granpresión, no por parte del ateísmo,sino por un fundamentalismo reli-gioso financiado desde el exterior,importado de Arabia Saudita”.

Esta es también la valoracióndel académico Dawit Giorgis, an-tiguo ministro del Gobierno etío-pe, quien recientemente afirmaba:“El wahabismo, que aboga por

una interpretación fundamentalis-ta del Corán y condena cualquierelemento considerado como inno-vador, se ha extendido desde Ara-bia Saudita al continente africanoen décadas recientes”. Para esteinvestigador, “se trata de una per-versión del islam en África queamenaza una identidad africanaque se ha desarrollado al unir tra-diciones islámicas con otras loca-les”. Los nuevos yihadistas deÁfrica no solo atacan objetivoscristianos, sino también costum-bres centenarias, como el festivalde Djenne, cofradías musulmanaso incluso tumbas en las que se ve-nera a creyentes que murieronconsiderados como santos.

Radicales y fanáticos han exis-tido siempre en todas las religio-nes. Pero la novedad más peligro-sa de esta versión africana del is-lamismo radica en que sus expo-nentes tienen un plan: Áfricatiene que ser únicamente mu-

E

La tradicional tolerancia religiosa africana vivehoy bajo la presión de un fundamentalismo

religioso financiado desde el exterior.

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sulmana y estar regida por la leyislámica en su interpretación

más rigurosa. Y, para llevarlo a lapráctica, no dudan en imponer, apoblaciones que durante sigloshan vivido en la tolerancia, unainterpretación violenta y estrictade su ideología, propugnando lalucha armada para la creación deEstados regidos por la sharia –leyislámica– y en los que exista solola educación islámica. El fenóme-no, que hace algunos años estabalocalizado en pocos países, comoSudán, Nigeria y Somalia, se haido extendiendo de forma preocu-pante, cogiendo a muchos Gobier-nos africanos desprevenidos y po-niendo en alerta a países occiden-

tales, que temen que la violenciapropugnada por estos grupos pue-da golpear a sus propios ciudada-nos e intereses.

Muchos piensan que la instau-ración de la República Islámica deIrán en 1979 es uno de los facto-res decisivos que contribuyó al na-cimiento del islam radical en Áfri-ca subsahariana, pero también losgrupos wahabistas presentes enArabia Saudita han extendido biensus antenas en lugares estratégi-cos del continente, desde dondeatraen a jóvenes líderes para for-marlos en el fundamentalismoviolento y después enviarlos a suspaíses de origen, con la misión decomenzar la guerra santa. Tampo-

co hay que olvidar que otra cir-cunstancia que ha hecho fuertes aalgunos de estos grupos ha sido larevolución libia de 2011. Todavíahoy vastas zonas de su territorioescapan a todo control, y desdeseptiembre de 2011 grandes arse-nales de armas han estado abier-tos al mejor postor. Antiguos mer-cenarios que en su día sirvieron aGadafi se pasaron en 2012 a las fi-las yihadistas de los grupos queocuparon el norte de Malí y quesiembran la inseguridad en otrospaíses del Sahel. Todos ellos llega-ron muy bien armados.

Yihadismo en ÁfricaEl yihadismo, que utiliza méto-

dos terroristas, está formado porvarios grupos presentes, sobre to-do, en África occidental, surgidosen los últimos años. Los islamistasde Somalia –con sus ramificacio-nes en África del este– son un ca-

I N F O R M E TERRORISMO YIHADISTA EN ÁFRICA

El objetivo final de todos estos gruposextremistas es el mismo: hacer de África un

continente exclusivamente musulmán.

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so aparte. El más conocido y vete-rano de todos ellos es Al Qaeda enel Magreb Islámico (AQMI). Estemovimiento nació en Argelia en1999, como una escisión del Gru-po Islamista Armado (GIA), que seencontraba por aquel entoncesderrotado y desmoralizado, debi-do a las contundentes accionesantiterroristas del Gobierno presi-dido por Liamine Zéroual. Dirigi-do por Abou Moussab Abdelwa-doud, comenzó atacando intere-ses argelinos y occidentales. Muypronto se refugió en el norte deMalí, donde se financió rápida-mente, gracias a los elevados res-cates pagados por empresas y Go-biernos occidentales para asegu-rar la liberación de rehenes se-cuestrados por ellos; también, altráfico de cocaína. Aunque exper-tos franceses en la lucha antite-rrorista estiman que su númeroactual de combatientes podría nosobrepasar los 300, sorprende laextensísima zona en la que du-rante los últimos años han lleva-do a cabo sus acciones: Maurita-nia, sur de Argelia (campamentosde Tinduf), norte de Malí y Níger.En el norte de este país está tam-bién activo el grupo conocido co-mo Al Mouakaoun Be Dam (“losfirmantes de la sangre”), creadopor el argelino Makhtar Belmon-khtar a finales de 2012.

De AQMI surgió en 2011 una es-cisión que tomó el nombre de MU-JAO (Movimiento para la Unidad dela Yihad en África del Oeste). Diri-gido por el mauritano Ahmed UldKheirou, sus efectivos realizan ata-ques alrededor de la ciudad de Gao,en el norte de Malí. Sus líderes re-procharon a AQMI ser un movi-miento excesivamente dirigido porargelinos y extendieron su base deinfluencia para incluir a malienses,nigerinos y mauritanos. Ocuparonel norte de Malí el año pasado, y

allí fueron dueños y señores hastaque fueron desbancados por laofensiva francesa de principios deeste 2013. Sus militantes han ame-nazado varias veces con lanzaratentados suicidas contra ciudadesafricanas como Bamako, Uagadugúy Niamey, amenazas que tanto Ma-lí como Burkina y Níger se tomanmuy en serio.

Otro grupo que también sigueactivo en el norte de Malí es AnsarDine. Fundado en marzo de 2012por el antiguo jefe de la rebelióntuareg Lyad Ag Ghali, mantienevínculos directos con Al Qaeda, yfue responsable de la ocupación deuna buena parte del norte de estepaís africano durante el caótico pe-riodo que siguió al golpe de Estadomilitar de marzo de 2012.

El principal grupo islamistaque opera en Nigeria es Boko Ha-ram, un nombre que en lenguahausa significa “la educación occi-dental es pecado”. Fue fundado en2002 por el predicador radical Us-taz Mohammed Yusuf. Inspiradoen los talibanes de Afganistán, si-gue una lectura fundamentalistadel Corán, y se ha aprovechado deldescontento causado por la co-rrupción de los políticos en elpaís para atraer a su causa a estu-diantes y jóvenes diplomados de-socupados. En julio de 2009 pro-movió una gran insurrección envarios estados del norte, en la quesus principales objetivos eran es-taciones de policía. El Ejército in-tervino con contundencia y mu-rieron alrededor de 1.000 perso-

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nas. Después de su gran derrota,en la que su fundador murió a

manos de las fuerzas del orden ni-gerianas, se le dio por desapareci-do. Pero en septiembre de 2010 elgrupo reapareció, lanzando ata-ques en los que los nuevos objeti-vos eran los cristianos. Numerosasiglesias fueron incendiadas.

Esta milicia ha tenido una esci-sión importante: de su seno surgióel grupo conocido como Ansaru,creado en 2012 por Abou UsmatulAl Ansari y que, a diferencia deBoko Haram, ha recurrido al se-cuestro de extranjeros para finan-ciarse con los rescates exigidos. Secree que Ansaru fue responsabledel secuestro de siete ciudadanosfranceses de una misma familia enel norte de Camerún en febrero deeste año, que fueron liberados elpasado 19 de abril.

Una mención aparte merece lamilicia de Al Shabaab (“los jóve-nes”, en árabe), un movimiento is-lamista somalí que se desarrolló araíz de la derrota por parte delEjército etíope, en 2007, de laUnión de Cortes Islámicas, que du-rante varios meses impuso su au-toridad en Mogadiscio y otras zo-nas del país. Considerado comouna organización terrorista, es res-ponsable de numerosas lapidacio-nes y mutilaciones en las áreasque ha controlado. Sus métodos ylegislaciones –han llegado inclusoa prohibir la música y el fútbol–recuerdan a la ley de los talibanescuando tomaron el poder en Kabulen 1996. Estados Unidos consideraprobado que este grupo tienenvínculos muy directos con Al Qae-da. La ONU, en varios informes, haacusado a Eritrea de apoyar a AlShabaab, y la Unión Africana (UA)pidió en 2009 al Consejo de Segu-ridad que impusiera sanciones aeste país, hecho que provocó la sa-lida de Eritrea de la UA.

Las fuerzas de intervención dela UA, formadas por tropas ugan-desas y burundesas (AMISOM),consiguieron hace más de un añoexpulsar a Al Shabaab de la capitalsomalí. Pero de este grupo preocu-pa que sigue realizando aún aten-tados suicidas en Mogadiscio y queestá interesado en golpear a paísesde África del este. Uganda pagó ca-ro su envío de 8.000 soldados aMogadiscio el día de la final de laCopa Mundial de Fútbol de 2010,cuando Al Shabaab realizó dosatentados con bombas en sendosbares de Kampala, en los que mu-rieron 76 personas.

Estado de confusiónLa amenaza terrorista en África

del este no es un fenómeno nuevo.Los atentados simultáneos contralas embajadas de Estados Unidos

en Nairobi y Dar Es Salaam el 7 deagosto de 1998, en los cuales mu-rieron más de 200 personas, deja-ron muy claro que el terrorismo is-lamista estaba en proceso de esta-blecer nuevas bases en África. Des-de entonces, los cinco países de laComunidad de África del Este(Uganda, Kenia, Tanzania, Ruanday Burundi) tienen muy claro que lalucha contra el terrorismo yihadis-ta es una de sus prioridades. Esta-dos Unidos les ayuda generosa-mente en esta tarea.

Sin embargo, muchas otras na-ciones africanas se encuentranaún en un estado de confusión yno han terminado de reaccionardecididamente. Es el caso de Ní-ger, Chad y Mauritania, lugaresque se encuentran bastante ex-puestos a la nueva amenaza. Ní-ger ha desplegado 1.000 soldados

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para vigilar su frontera noroestecon Malí, pero cabe preguntarse siestos efectivos bastan para asegu-rar una franja de algo más de 800kilómetros. También Senegal estápreocupado, sobre todo desde quese suceden las amenazas de bom-ba en Dakar. Y en cuanto a Came-rún, considerado como un modelode estabilidad y seguridad, nadiehubiera predicho hace unos meses

que un comando islamista pudie-ra secuestrar en su región norteñaa los mencionados siete francesesmiembros de una misma familia,en un lugar que hasta entonceshabía sido un paraíso turístico pa-ra los aficionados al trekking. Enotros países, la amenaza islamistaaparece de formas algo más vela-das. Este es el caso de Chad, entrecuyos rebeldes –apoyados por Jar-tum– hay destacados islamistas, yde la República Centroafricana,donde el pasado 24 de marzo lacoalición rebelde Seleka tomó elpoder violentamente. Muchos desus líderes –centroafricanos o deotras nacionalidades– exhibenabiertas simpatías por el islamis-mo radical y están provocando unfuerte conflicto entre cristianos y

musulmanes en un país en el que–como es el caso de la mayor par-te de África– ambas comunidadeshabían convivido pacíficamentedurante generaciones.

Además de la inseguridad, otrasconsecuencias –las de las pérdidaseconómicas– son igualmente in-quietantes para los países en cuyoterritorio opera el terrorismo isla-mista. Muy especialmente, la ame-

naza de secuestros contra residen-tes occidentales ha tenido comoconsecuencia el que, en algunosde estos países, el sector turísticose haya hundido. También las ONGy las empresas inversoras buscanlugares más seguros, con las con-siguientes pérdidas económicaspara los países del Sahel.

La Iglesia también sufre lasconsecuencias de esta onda ex-pansiva del terrorismo islamista.En países como Níger, congrega-ciones religiosas, como la Socie-dad de Misiones Africanas, han te-nido que abandonar recientemen-te algunas de sus parroquias yotras instituciones, con las queprestaban una valiosa ayuda a lagente. Y en Nigeria, los cristianosson, desde hace algunos años, ob-jetivos prioritarios de grupos co-mo Boko Haram, que no dudan enatacar iglesias durante la celebra-ción de funciones religiosas. A pe-sar de todo, destacadas figuras ca-tólicas no dudan en apostar porlas soluciones pacíficas, como elcardenal arzobispo de Abuya,monseñor John Onaiyekan, quien,en recientes declaraciones a la re-vista Jeune Afrique, abogaba por“encontrar los medios para dialo-gar con Boko Haram”. MonseñorOnaiyekan, premio Pax Christi2012, se decía partidario de reali-zar todos los esfuerzos posiblespara mantener el diálogo entremusulmanes y cristianos, y exhor-taba a estos últimos a no entraren la escalada de violencia. Lo quees seguro es que durante los añosvenideros los medios militares nobastarán para acabar con estaamenaza, y se necesitarán líderesreligiosos –cristianos y musulma-nes– que trabajen por la creaciónde una cultura de paz en medio deun ambiente de violencia que na-da tiene de religiosa.

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ

NÚM. 136, JUNIO DE 2013 misioneros 35

Dos estudiantes contemplan los restos de una escuela privada

quemada por Boko Haram en Nigeria.

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