el observador de la actualidad 737

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Periodismo Católico El Observador DE LA ACTUALIDAD 23 de agosto de 2009 AÑO 15 No. 737 $8.00 Fundado en 1995 www.elobservadorenlinea.com PÓRTICO «¿Para qué rezo si Dios no me escucha?» En busca de la oración «que sí sirve» ESPECIAL: LA ORACIÓN EL OBSERVADOR / REDACCIÓN El pasado 16 de julio, durante la celebración de los doscientos años de la ciudad de La Paz, Bolivia, y con el aplauso y aprobación de los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador, y Fernando Lugo, de Paraguay, el presidente boliviano Evo Morales aseguró que la oración es usada por la jerarquía de la Iglesia católica «como una anestesia que hace dormir al pueblo». Aseguró que, «cuando no pueden dominarnos con la ley, viene la oración y cuando no pueden humillarnos ni dominarnos con la oración viene el fusil». Según Evo Morales, la oración no es entonces sino una práctica para manipular al pueblo; por tan- to, las plegarias no sólo no tienen utilidad para el hombre común, sino que hasta le son dañinas. Muy diferente resulta lo que nuestro Dios y Sal- vador Jesucristo —que es el Camino, la Verdad y la Vida— nos enseña: «... Y todo cuanto pidan en la oración, lo recibirán» (Mt 21, 22); «Levantaos y orad para que no caigáis en la tentación» (Lc 22, 46); «Oren en todo tiempo , para que puedan esca- par de todo lo que ha de venir, y comparecer ante el HIjo del Hombre» (Lc 21, 36). A veces nosotros, los cristianos, sin llegar al ex- tremo de lo que enseña el mundo, tampoco le cree- mos tanto al Señor. Al menos, alguna vez nos han surgido preguntas como éstas: ¿Por qué le tengo que pedir a Dios si Él ya sabe lo que necesitamos?, ¿Qué caso tiene rezar si a mí Dios no me hace caso?, ¿Por qué el Señor no me concede nada si yo sólo pido cosas buenas? A estas interrogantes quiere responder El Ob- servador en este número especial, para descubrir cuál es la oración «que sí sirve», y, desde luego, empeñarnos en ella. SENTIDO COMÚN POR JAIME SEPTIÉN / JAIMESEPTIEN@GMAIL.COM En el debate hacia la reforma del artículo 2 de la Constitución local ha habido un gran «convidado de piedra»: el sentido común. Se nos dice que no podemos detener el reloj de la historia; que el progreso nos invita a considerar que existen personas a las cuales se les puede tratar como cosas y cosas a las cuales se les puede tratar como personas. Desde el punto de vista de las cosas como son, es que la vida es la vida y que donde hay vida no puede no haberla. Que donde hay un «quién» no hay un «que»; donde hay un «alguien» no hay un «algo». El problema que enfrentamos es el de querer defi- nir la vida. Porque la vida es –por sentido común– indefinible, es un misterio o es un milagro, que si se pretenden definir dejarían de ser tales. La vida se de- fine por sí misma: es un principio que tiene por princi- pio su propio principio. Un ser humano no es un «qué» que a la doceava o a la catorceava semana o al tercer minuto después de la concepción se convierte en un «quién»; «algo» que se vuelve, como por en- salmo, «alguien». Es una tontería que solamente los ideólogos o los intelectuales –que son los más cré- dulos que nadie en el mundo– pueden esgrimir como verdad irrefutable. En estos debates sale a relucir el progreso una vez y otra vez. A quienes se les mira por algún lado la fe, se les endilga ir en contra del progreso de la socie- dad. No veo por donde sea mejor una sociedad que quiere definir el principio de la vida a otra que se conforma con defenderla desde el principio. Pero hay algo más: nosotros inventamos el progreso. Por lo tanto, nosotros podemos cambiar el giro de sus pa- sos. Más si esos pasos conducen al abismo donde el débil no tiene voz, no tiene voto y no tiene derecho a lo único que tiene derecho: a vivir. Apostar por el sentido común en el debate por la vida es dejar a un lado la vida definida por los «exper- tos» y legislar a favor de la vida vivida por los vivien- tes. Cualquiera sabe qué es vivir. Y se aferra a esa sabiduría que nos viene de muy lejos, que nos viene desde el principio de la humanidad, sea cuando Dios sopló sobre las narices de Adán, sea cuando permitió que la cadena de la evolución derivara en esta majes- tuosa criatura llamada hombre. Ahí está la vida. ¿Es tan difícil reconocerla desde una tribuna legislativa? Los legisladores que tienen en sus manos la creación de buenas leyes, leyes que fomenten el bien común ¿de veras creen que van a tener algún poder sobre esa fuerza sobrehumana que nos atenaza y que constituye nuestro mayor tesoro en el trasunto de la existencia? Por supuesto que no. Señores legisladores: acaben con este debate. Voten por el sentido común. EDITORIAL PEDIMOS SU ORACIÓN En acuerdo con el número especial que usted, amable lector, tiene en sus manos, El Observador emprende una campaña de oraciones para poder seguir adelante, sirviendo a la Iglesia, como hasta ahora lo ha hecho. El panorama financiero es sombrío para todos. También lo es para nosotros. Nunca, en los 14 años y un mes que lleva circulando sin interrupción el periódico, habíamos atravesado por una situación económica tan delicada. No recibimos subsidios de nadie. Somos como cualquiera otra publicación, con la salvedad de que El Observador está en absolu- ta comunión con el magisterio de la Iglesia, en la batalla por recuperar en México la presencia católi- ca en la cultura, en la vida pública, en la familia y en el corazón de los seglares. No queremos ocultar el sol con un dedo: esta- mos en apuros. Por ello, les pedimos, humildemente, sus oraciones y, de ser posible, su ayuda material. Entendemos que lo más importante es el espíritu. Y que si hay unión de los cristianos a favor de una empresa como ésta, Dios escuchará nuestra súplica. El Observador es suyo; vive de su amabilidad, de su lectura. Nos comprometemos a seguir ha- ciendo periodismo de calidad, porque es el único periodismo que responde a las necesidades del mundo y al mandato de Jesucristo. ¡Por favor, ayú- denos a seguir cumpliendo nuestra misión!

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Periodismo católico. Versión impresa. Año 15 No.737 "¿Para qué rezo si Dios no me escucha?" En busca de la oración "que sí sirve"

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Periodismo Católico

El ObservadorDE LA ACTUALIDAD

23 de agosto de 2009

AÑO 15

No. 737

$8.00

Fundado en 1995

www.elobservadorenlinea.com

�PÓRTICO

«¿Para qué rezo si Dios no me escucha?»En busca de la oración «que sí sirve»

ESPECIAL: LA ORACIÓN

EL OBSERVADOR / REDACCIÓN

El pasado 16 de julio, durante la celebración delos doscientos años de la ciudad de La Paz, Bolivia, ycon el aplauso y aprobación de los presidentes HugoChávez, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador, yFernando Lugo, de Paraguay, el presidente bolivianoEvo Morales aseguró que la oración es usada por lajerarquía de la Iglesia católica «como una anestesiaque hace dormir al pueblo». Aseguró que, «cuandono pueden dominarnos con la ley, viene la oración ycuando no pueden humillarnos ni dominarnos con laoración viene el fusil».

Según Evo Morales, la oración no es entoncessino una práctica para manipular al pueblo; por tan-to, las plegarias no sólo no tienen utilidad para elhombre común, sino que hasta le son dañinas.

Muy diferente resulta lo que nuestro Dios y Sal-vador Jesucristo —que es el Camino, la Verdad y laVida— nos enseña: «... Y todo cuanto pidan en laoración, lo recibirán» (Mt 21, 22); «Levantaos yorad para que no caigáis en la tentación» (Lc 22,46); «Oren en todo tiempo , para que puedan esca-par de todo lo que ha de venir, y comparecer anteel HIjo del Hombre» (Lc 21, 36).

A veces nosotros, los cristianos, sin llegar al ex-tremo de lo que enseña el mundo, tampoco le cree-mos tanto al Señor. Al menos, alguna vez nos hansurgido preguntas como éstas: ¿Por qué le tengoque pedir a Dios si Él ya sabe lo que necesitamos?,¿Qué caso tiene rezar si a mí Dios no me hace caso?,¿Por qué el Señor no me concede nada si yo sólopido cosas buenas?

A estas interrogantes quiere responder El Ob-servador en este número especial, para descubrircuál es la oración «que sí sirve», y, desde luego,empeñarnos en ella.

SENTIDO COMÚNPOR JAIME SEPTIÉN / [email protected]

En el debate hacia la reforma del artículo 2 de laConstitución local ha habido un gran «convidado depiedra»: el sentido común.

Se nos dice que no podemos detener el reloj de lahistoria; que el progreso nos invita a considerar queexisten personas a las cuales se les puede tratar comocosas y cosas a las cuales se les puede tratar comopersonas. Desde el punto de vista de las cosas comoson, es que la vida es la vida y que donde hay vida nopuede no haberla. Que donde hay un «quién» no hayun «que»; donde hay un «alguien» no hay un «algo».

El problema que enfrentamos es el de querer defi-nir la vida. Porque la vida es –por sentido común–indefinible, es un misterio o es un milagro, que si sepretenden definir dejarían de ser tales. La vida se de-fine por sí misma: es un principio que tiene por princi-pio su propio principio. Un ser humano no es un«qué» que a la doceava o a la catorceava semana o altercer minuto después de la concepción se convierteen un «quién»; «algo» que se vuelve, como por en-salmo, «alguien». Es una tontería que solamente losideólogos o los intelectuales –que son los más cré-dulos que nadie en el mundo– pueden esgrimir comoverdad irrefutable.

En estos debates sale a relucir el progreso unavez y otra vez. A quienes se les mira por algún lado lafe, se les endilga ir en contra del progreso de la socie-dad. No veo por donde sea mejor una sociedad quequiere definir el principio de la vida a otra que seconforma con defenderla desde el principio. Pero hayalgo más: nosotros inventamos el progreso. Por lotanto, nosotros podemos cambiar el giro de sus pa-sos. Más si esos pasos conducen al abismo donde eldébil no tiene voz, no tiene voto y no tiene derecho alo único que tiene derecho: a vivir.

Apostar por el sentido común en el debate por lavida es dejar a un lado la vida definida por los «exper-tos» y legislar a favor de la vida vivida por los vivien-tes. Cualquiera sabe qué es vivir. Y se aferra a esasabiduría que nos viene de muy lejos, que nos vienedesde el principio de la humanidad, sea cuando Diossopló sobre las narices de Adán, sea cuando permitióque la cadena de la evolución derivara en esta majes-tuosa criatura llamada hombre.

Ahí está la vida. ¿Es tan difícil reconocerla desdeuna tribuna legislativa? Los legisladores que tienenen sus manos la creación de buenas leyes, leyes quefomenten el bien común ¿de veras creen que van atener algún poder sobre esa fuerza sobrehumana quenos atenaza y que constituye nuestro mayor tesoroen el trasunto de la existencia? Por supuesto que no.Señores legisladores: acaben con este debate. Votenpor el sentido común.

EDITORIAL

PEDIMOS SU ORACIÓNEn acuerdo con el número especial que usted,

amable lector, tiene en sus manos, El Observador

emprende una campaña de oraciones para poderseguir adelante, sirviendo a la Iglesia, como hastaahora lo ha hecho.

El panorama financiero es sombrío para todos.También lo es para nosotros. Nunca, en los 14 añosy un mes que lleva circulando sin interrupción elperiódico, habíamos atravesado por una situacióneconómica tan delicada. No recibimos subsidios denadie. Somos como cualquiera otra publicación, conla salvedad de que El Observador está en absolu-ta comunión con el magisterio de la Iglesia, en labatalla por recuperar en México la presencia católi-ca en la cultura, en la vida pública, en la familia y enel corazón de los seglares.

No queremos ocultar el sol con un dedo: esta-mos en apuros. Por ello, les pedimos, humildemente,sus oraciones y, de ser posible, su ayuda material.Entendemos que lo más importante es el espíritu. Yque si hay unión de los cristianos a favor de unaempresa como ésta, Dios escuchará nuestra súplica.

El Observador es suyo; vive de su amabilidad,de su lectura. Nos comprometemos a seguir ha-ciendo periodismo de calidad, porque es el únicoperiodismo que responde a las necesidades delmundo y al mandato de Jesucristo. ¡Por favor, ayú-denos a seguir cumpliendo nuestra misión!

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MIRADAS2 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737

DESDE MI MESA DE LECTURA

ORAR. SUPENSAMIENTO

ESPIRITUAL, DEJUAN XXIIIPOR JAIME SEPTIÉN / [email protected]

Es un libro maravilloso de un Papa maravilloso. Lo publicó en elaño 2000 la editorial Planeta, en su colección «Testimonio» que diri-gía nuestro amigo Álex Rosal. Su lectura abarca toda la bondad y lafortaleza del «Papa Bueno», del beato Juan XXIII, aquél que –segúnla prensa de su tiempo—había sido elegido como «un Papa de transi-ción» por su edad avanzada (77 años, lo mismo que el actual Papa,Benedicto XVI), y terminó revolucionando la vida de la Iglesia alconvocar el Concilio Vaticano II.Orar para salvarnos

«Un día sin oración es como el cielo sin sol, o un jardín sin flores»,escribió Juan XXIII. Así, con esa sencillez llena de colorido, de vidaíntima con el Señor y de sabiduría propia del pueblo, Angelo Giusep-pe Roncalli dejó su testamento espiritual. Para él, «la oración es elaliento del alma»; siguiendo a san Alfonso María de Ligorio, pensabaque «quien ora, se salva; quien no ora, se condena».

Para el Papa Roncalli, «nuestro deber es ser santos». Pero nosantos alejados del mundo, pues «santidad quiere decir vida pura(…), justicia perfecta en las relaciones sociales».

Combinar la fe y las obras: «ni fe sola, ni obras solas, sino la asocia-ción perfecta de la una y de las otras». El Papa pensaba y actuaba muyen consonancia con aquellas terribles y proféticas palabras de LéonBloy: «Sólo existe una tristeza, la de no ser santos». Y enderezó todosu magisterio para que la Iglesia volviese aproclamar la hora del laico, es decir, la hora dela santidad en la vida cotidiana, en lo más hu-milde del trabajo, en la redención de los otrosa través del amor, a ejemplo del amor infinitode Jesús por sus hermanos los hombres:«Todo lo que nos acerca a Jesús es bueno»,decía. Y remataba: «Todo lo que nos aleja deJesús es malo y funesto».Firmes en la fe

Si algo caracterizó al Papa Juan XXIII –«un regalo para la Iglesia», según lo llamóJuan Pablo II—fue la firmeza inamovible desu fe sencilla y, al mismo tiempo, informada.No la llamada «fe del carbonero», sino la de aquel que hace de la Leydel Amor su única bandera. Sobre todo porque, tal y como lo indicasu raíz hebrea, el amor del que hablaba Jesucristo es conocimiento.

Voy a tratar de resumir en una oración del propio beato Juan XXIIIla enseñanza de su testamento espiritual:

«Debemos estar firmes en el Señor, para conservar aquella estabi-lidad y firmeza que es la distinción de los hombres fuertes y decidi-dos. Firmes en la fe ante los halagos del error, con los que Satanás,transfigurado a veces en ángel de luz, intenta hacer olvidar la heren-cia sagrada del cristianismo. Firmes en la moral, en la práctica genero-sa de los diez mandamientos, de los preceptos de la Iglesia, y de lascatorce obras de misericordia, para resistir a las seducciones que aquíy allá dejan oír su voz de sirenas embusteras. Firmes en el Señor, paraconocerlo, amarlo y servirlo, alimentados por la gracia, con su mismavida, alimentados con su precioso cuerpo, que es prenda de vidaeterna y de gloria futura. Firmes en la obediencia fiel a la sagradajerarquía, que representa a Cristo en medio de vosotros, asegurándo-os la autenticidad de vuestro homenaje a Dios».

Muchos secretos se extraen de este libro. Pero hay uno, que noslo dice como en susurro el «Papa Bueno» y que puede convertirse enley de nuestra vida: «El secreto de la verdadera felicidad y de la paz esla sumisión humilde a Dios».

JUAN XXIII. Orar. Su pensamiento espiritual. Selección y traducción

de José Luis González-Balado. Editorial Planeta. Barcelona, 2000.

Dirección: Jaime Septién CrespoDirección adjunta: Maité Urquiza de Septién

Dirección de proyectos: Rogelio Hernández Murillo

Jefe de redacción: J. Jesús García y García. Contraloría: María del Carmen Velasco de Uresti. Logística: Ricardo GarcíaMeza. Jefe de diseño: Diana Rosenda García Bayardo. Jefe de información: Gilberto Hernández García. Jefatura deventas: Patricia Flores de Aboytes. Asesor: Clemente Chauvet Flores. Jefe de circulación: José Trejo Hurtado. Coordinadorde distribución: Agustín Morales Cabello. Diseño de publicidad: Octavio Espinosa Murillo. Crédito y cobranza:Fernando Maya Solano. Secretaria y suscripciones: Hilda Zendejas Frausto. Asistente de dirección: María del RefugioRojas de Hernández. Agentes de distribución y cobranza: Carmelo Aguillón Sánchez, José Trejo Hurtado y Salvador GonzálezNúñez. Mensajería: Alfonso Sánchez y Arrieta. Asistente de oficina: Teresita Solano de Maya. Responsables: San LuisPotosí (Circulación y contenido): P. Darío Pedroza Martínez (444) 812-4555 / 812-0085. Matehuala (Circulación y contenido) P.Antonio Ruiz Domínguez. Tel (488) 882-3505. León (Circulación) Mario Ante Landín (477) 716-3648. Tuxpan (Circulación y contenido)P. Matías Reyes Salazar (783) 834-2016

El Observador de la actualidad. Publicación semanal de Clip Art de Querétaro, S. de R.L. de C.V. Reforma No. 48, Centrohistórico, C.P. 76000, Santiago de Querétaro, Qro., Tels. (442) 214-1842, 224-1454 y 214-5475, lada sin costo fuera de Querétaro 01800-253 3501.- Correo electrónico: [email protected] Número de Certificado de Licitud de Título 9598.- Númerode Certificado de Licitud de Contenido 6695.- Número de Reserva al Título en Derechos de Autor 1080200/2001.- Precio del ejemplar:$8.00.- Suscripción anual en la ciudad de Querétaro (aplican restricciones): $360.00 - Impresión: Compañía Periodística Meridiano,S.A. de C.V., Prol. Calzada 208 Col. Martinica, Tel. (477) 788-2115, León, Gto. Los artículos firmados son responsabilidad del autor.

Permiso de publicación periódica, autorizado por SEPOMEX, número PP22-0001

Lada sin costo para nuestro lectores fuera de Querétaro: 01 800 253 35 01

El ObservadorDE LA ACTUALIDAD

DE LA ACTUALIDADDE LA ACTUALIDAD

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3El Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737 ESPECIAL: LA ORACIÓN

1. ¿Para qué oro? ¡Dios nunca me hace caso cuando rezo!

«Oren en todo tiempo... Perseveren en susoraciones sin desanimarse nunca» (Ef 6, 18)

Siete consideraciones para alcanzar la oración que sí funcionaPOR DIANA R. GARCÍA B.

«No tengo ganas de orar, ¿para qué hacerlo si a mí Diosno me escucha nunca?»; «Dicen que Dios sí me oye, perode nada me sirve porque igual no atiende a mis súplicas»;«Yo, cuando rezo, sólo pido cosas buenas, cosas que novan en contra de la voluntad de Dios; ¿entonces por qué aotros sí les hace caso y a mí no?»; «Dicen que Dios me ama;si es así, ¿por qué dejó que se muriera mi papá después detanto que rezamos para que se curara?».

¿Todo cuanto pidan en la oración...?Expresiones como las anteriores todos las hemos escu-

chado; incluso alguna vez nosotros mismos, cristianos, lashemos esgrimido en momentos de desaliento. Y es que nohay nada más doloroso que descubrir la —aparente— inefi-cacia de la oración, que choca tan abiertamente con lo pro-metido por Dios mismo en las Sagradas Escrituras. San Al-fonso María de Ligorio da un rápido resumen de dichaspromesas bíblicas en su libro El gran medio de la oración:

«Invócame en el día de la tribulación... Llámame y Yo telibraré... Llámame y Yo te oiré ... Pedid y se os dará... Buscady hallaréis, llamad y se os abrirá.. Cosas buenas dará miPadre que está en los cielos a aquel que se las pida... Todoaquel que pide, recibe... Lo que queráis, pedidlo, y se osdará. Todo cuanto pidieren, lo hará mi Padre por ellos. Todocuanto pidáis en la oración, creed que lo recibiréis y se harásin falta. Si alguno pidiereis en mi nombre, os lo concede-rá».

La teoría del instructivo incompletoY aquí empieza uno a hacer interpretaciones para salvar

su fe: «Seguramente Jesucristo quiso decir otra cosa y losapóstoles lo malentendieron»; «como los evangelistas sólopusieron por escrito una pequeña parte de la enseñanza deCristo [cfr. Jn 21, 25], tal vez no anotaron todo lo que elSeñor les enseñó acerca de la oración, y por eso ésta casinunca nos funciona, porque no nos llegaron las instruccio-nes completas». Conclusiones así nos ayudan a no arrojarla toalla, a no condenar a Dios, a seguir creyendo o a inten-tar seguir creyendo.

Pero, por desgracia, el sentimiento de fracaso, la sensa-ción de haber sido burlados por las sentencias bíblicas,puede llevar —y de hecho ha llevado a muchos en todas lasépocas— a la abierta enemistad con el Altísimo, o a dudarseriamente de su existencia.

La teoría del Dios ficticioEscribe el ingeniero Alfonso Aguiló en su libro ¿Es ra-

zonable ser creyente? (Ediciones Palabra) este ejemplo deuna mujer decepcionada:

«Me siento engañada. Me habían dicho que Dios erabueno y protegía y amaba a los buenos, que la oración eraomnipotente, que Dios concedía todo lo que se le pedía...Empiezo a pensar que detrás de ese nombre, Dios, no haynada. Que es todo una gigantesca fábula. Que me han enga-ñado como a una tonta desde que nací».

Y volvemos a lo mismo: si se supone que Dios es nosólamente todopoderoso, sino que nos ama tanto comoverdadero Padre, ¿cómo es que no atiende las súplicas desus hijos? Es más, ¿quién fue el... sinvergüenza al que se leocurrió escribir en la Biblia, como salidas de la boca de Je-sús, las siguientes palabras?: «Pedid y se os dará; buscady hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide,recibe; el que busca halla, y al que llama se le abrirá. ¿Ohay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pidepan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una cule-bra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosasbuenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre queestá en los cielos dará cosas buenas a los que se las pi-dan!» (Mt 7, 7-11). Como la fórmula bíblica no funciona,luego entonces Dios es sólo una ilusión.

La teoría del Dios a mi servicioEl mismo Alfonso Aguiló hace notar de inmediato, tras el

ejemplo de la frustrada mujer, que la actitud con la que mu-chos suelen recurrir a la oración es la más inapropiada, co-menzando por el hecho de que nunca o casi nunca rezan sinocuando tienen una necesidad, «y si no reciben rápidamente

un consuelo a su medida, tacharán a Dios de ser sordo a suspeticiones. ‘Son ese tipo de personas —decía Martín Descal-zo— que tienen a Dios como un aviador su paracaídas: paralos casos de emergencia, pero esperando no tener que usar-lo jamás’». Ésta sería, pues, una lamentable pero muy co-mún visión utilitarista de Dios, es decir: Dios debe estar a miservicio y no yo al servicio de Él; Dios es bueno si hace loque le pido; Dios no me ama o no existe si no me cumpleaquello por lo que le recé.

Pedir no es maloLo anterior no significa que orar para pedir sea malo,

pero sí es una llamada de atención en el sentido de que orares mucho más que sólo estar solicitando favores.

El Catecismo de la Iglesia Católica hace notar que cierta-mente la petición es la forma de oración «más habitual, porser la más espontánea» (n. 2629). Pero también recuerdaque hay muchos otros modos de orar; por ejemplo, la ora-

ción de acción de gracias, con la que se reconoce que todobien recibido es obra de la mano de Dios; la oración dealabanza, en la que se le da gloria Dios no por lo que hacesino por lo que es, y la oración de adoración, en la que, alreconocer que Dios es Dios, se ejerce una sumisión volun-taria a Él.

Obviamente, Dios quiere que le pidamos. Por eso, cuan-do los discípulos le suplicaron: «Señor, enséñanos a orar»(Lc 11, 1), Jesús les enseñó el Padrenuestro, una oracióncompuesta por un saludo y siete peticiones (Mt 6, 9-13).

Pedirle a Dios es un modo de glorificarlo pues así sereconoce que es el verdadero y único Señor de la historia,capaz de cambiar los acontecimientos y hasta de pasar poralto las leyes de la naturaleza. De igual modo, la oración depetición puede constituir un acto de humildad, pues haceevidente que el que reza no es autosuficiente sino una siem-ple criatura, necesitada de la bondad divina.

La promesa de ser escuchados es para todosComo explica el mismo Catecismo en su número 2565,

«la oración es la relación viva de los hijos de Dios con suPadre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con elEspíritu Santo». Visto así, quien se acuerda de Dios sólocuando tiene una necesidad, obviamente no es una perso-na que mantiene con una relación correcta con el Señor.

Sin embargo, aun cuando alguien no se acuerde nuncade hablar con Dios sino cuando tiene una súplica que ha-cerle, esta oración tiene su importancia en el sentido de que«la petición ya es un retorno hacia Él» (CIC, n. 2629).

Más aún, la promesa de que «todo el que pide recibe;el que busca halla, y al que llama se le abrirá» (Mt 7, 8) lahizo Cristo sin excluir a nadie, porque en Dios no hay exclu-sión de personas. Todo el que pide con fe recibe, no importasi no es cristiano, si es un protestante o si es un católicomuy pecador.

Hay a quienes el sentimiento de indignidad les impideacercarse a la oración. Jesucristo habló de esto a sor JosefaMenéndez , religiosa española de la Sociedad del Sagrado

Corazón de Jesús, a quien el Señor le concedió revelacionesprivadas desde 1921 hasta su muerte, en 1923. El Señor ledijo: «Estas almas no me conocen; no han comprendido loque es mi divino Corazón…porque precisamente sus mise-rias y sus faltas son las que inclinan hacia ellas mi Bondad.Si reconocen su impotencia y debilidad, si se humillan yvienen a Mí llenas de confianza, me glorifican mucho másque antes de haber caído».

Los pecadores también deben orarEscribre san Alfonso María de Ligorio en su tratado El

gran medio de la oración:«No faltará alguno que dirá por ventura: soy pecador y

por tanto no puedo rezar, porque leí en las Sagradas Escritu-ras: ‘Dios no oye a los pecadores’. Mas nos ataja santoTomás de Aquino.... [diciendo] que eso sólo se puede decirdel pecador, en cuanto es pecador, esto es, cuando pide alSeñor medios para seguir pecando, como si se pidiese alCielo ayuda para vengarse de su enemigo o para llevar ade-lante alguna mala intención. Y otro tanto puede decirse delpecador que pide al Señor la gracia de la salvación sin de-seo de salir del estado de pecado en que se encuentra».

En tales casos, «sus oraciones no pueden ser oídas deDios, porque son temerarias y abominables. ¿Qué mayortemeridad la de un vasallo que se atreve a pedir una gracia asu rey, a quien no tan sólo ofendió mil veces, sino que estáresuelto a seguir ofendiéndole en lo venidero? Así entende-remos por qué razón el Espíritu Santo llama detestable yodiosa la oración de aquel que por una parte reza a Dios ypor otra parte cierra los oídos para no oír y obedecer la vozdel mismo Dios. Lo leemos en el Libro Sagrado de los Pro-verbios: ‘Quien cierre sus oídos para no escuchar la ley,execrada será de Dios su oración’. A estos desatinadospecadores les dirige el Señor aquellas palabras del profetaIsaías: Por eso, ‘cuando levantareis las manos hacia Mí,Yo apartaré mi vista de vosotros, y cuantas más oracionesme hiciereis, tanto menos os escucharé’...

«Hay pecadores que han caído por fragilidad o por em-puje de una fuerte pasión y son ellos los primeros en gemir...y en desear que llegue por fin la hora de romper aquellascadenas y salir de tan mísera esclavitud. Piden ayuda alSeñor, y si esta oración fuere constante, Dios ciertamentelos oirá... Lo que la amistad no consigue, dice el Crisósto-mo, obtiénese por la oración... San Agustín razona muy biencuando dice que si Dios no oyera a los pecadores, inútilhubiera sido la oración de aquel humilde publicano que ledecía: ‘Señor, tened piedad de mí, pobre pecador’. Sin em-bargo, expresamente nos dice el Evangelio que fue oída suoración y que ‘salió del templo justificado’.

«Mas ninguno estudió esta cuestión como el DoctorAngélico, y él no duda en afirmar que es oído el pecador,cuando reza; y trae la razón que, aunque su oración no seameritoria, tiene la fuerza misteriosa de la impetración, ya queésta no se apoya en la justicia, sino en la bondad de Dios».

Condiciones para que la oración sí «funcione»Es, pues, un hecho indiscutible —que jamás debemos

olvidar— que Dios siempre escucha. Es más, como dice elpresbítero español Franciso Fernández Carvajal en su libroHablar con Dios (Ediciones Palabra), «Jesús nos oye siem-pre, también cuando parece que calla. Quizá es entoncescuando más atentamente nos escucha; quiere que le pida-mos confiadamente, sin desánimo, con fe».

Entonces —volvemos al principio—, ¿por qué no ve-mos resultados en la oración? ¿Por qué seguimos sintién-donos frustrados a la hora de pedirle algo a Dios? ¿Porqué, por qué? Definitivamente porque fallamos en algunade las cuatro grandes condiciones que el Señor nos haenseñado como necesarias para que la oración «funcio-ne»: tener fe al pedir, ser perseverantes en nuestro rezo,pedir cosas buenas y hacerlo con humildad. ¿Realmentelas cumplimos cabalmente? ¿No será que nos rendimosfácilmente si no vemos resultados inmediatos? ¿Acaso con-fiamos al cien por ciento en que Dios nos va a atender? Y,de las cosas que pedimos, ¿no será que no son tan «bue-nas» como pretendemos o, mejor todavía, no será que Diostiene pensado para nosotros algo aún mejor?

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4 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737ESPECIAL: LA ORACIÓN

2. ¿De verdad creemos sin vacilar que Dios nos dará lo que le pedimos?

«Jesús les respondió: «Yo les aseguro: si tienen fe y no vacilan, .... si dicen a este monte: ‘Quítate yarrójate al mar’, así se hará. Y todo cuanto pidan con fe en la oración, lo recibirán» (Mt 21, 21-22)

Dice san Agustín que «Diosestá más deseoso de conceder quenosotros de recibir». Sin embargo,para recibir eso que solicitamos enla oración, el Señor nos pide comoprimer e indispensable requisitoque creamos sin vacilar que se nosva a conceder.

La fe que falta

A veces puede suceder queestemos totalmente convencidosdel poder infinito de Dios, de queÉl efectivamente hace milagros einterviene constantemente en lavida humana; es decir, podemostener una gran fe en el poder deDios. Pero puede resultar que, almismo tiempo, no estemos segu-ros, convencidos, afianzados en lacreencia de que Dios nos va a con-ceder eso que pedimos, dudamosque sea voluntad divina.

«Dios sanó a mi vecino de cán-cer, pero a mí... ojalá que a mí tam-bién; yo, por las dudas, le voy apedir que me cure». Un pensa-miento como éste, por fugaz quesea, no muestra esa confianza queDios espera de nosotros. Y es queen el fondo, si bien tenemos fe enque puede librarnos de la enferme-dad, no tenemos fe en que quieralibrarnos de ella.

El que vacila ya fracasó

Ya con eso el orante va pormal camino, pues dice Santia-go, el hijo de Alfeo, que cuan-do uno le pide algo al Señordebe hacerlo «con fe, sin vaci-lar; porque el que vacila es se-mejante al oleaje del mar, mo-vido por el viento y llevado deuna a otra parte. Que no pien-se recibir cosa alguna del Se-ñor un hombre como éste»(Stgo 1, 6-7). Y no hay que sos-pechar que esta sentencia seauna particular opinión delapóstol colada extrañamente enla Biblia, pues el propio Jesúsya había dicho: «Yo les asegu-ro: si tienen fe y no vacilan, ....si dicen a este monte: ‘Quítatey arrójate al mar’, así se hará.Y todo cuanto pidan con fe enla oración, lo recibirán» (Mt21, 21-22).

A la religiosa sor JosefaMenéndez el Señor Jesús le re-veló particularmente esta mis-ma doctrina: «Si vacilan, si du-dan de Mí, no honran mi Cora-zón. Pero si esperan firmemen-te lo que me piden, sabiendoque sólo puedo negárselo si esconveniente al bien de su alma,entonces me glorifican».

Aquel que se pone a orarcon duda y desconfianza, nadapuede recibir. «Nada alcanza-rá, porque la necia desconfian-za que turba su corazón seráun obstáculo para los dones dela divina misericordia», dicesan Alfonso María de Ligorio.Y san Basilio: «No pediste biencuando pediste con descon-fianza».

Cómo hacer «violencia» a Dios

Cristo no puso un límite asu omnipotencia. Por lo mismo,a pesar de nuestra falta de fe,bien podría darnos lo que le pe-dimos. Entonces, ¿por qué nolo hace? Porque nos falta con-fianza. Dice san Alfonso Maríade Ligorio que «la causa de quenuestra confianza en la miseri-cordia divina sea tan grata alSeñor es porque de esta mane-ra honramos y ensalzamos suinfinita bondad, que fue la queÉl quiso sobre todo manifestaral mundo cuando nos dio lavida».

A santa Gertrudis le revelóel Señor que el que pide conconfianza tiene tal fuerza sobresu corazón, que no parece sinoque le obliga a oírle y darle

todo lo que pide. Lo mismo afirmósan Juan Clímaco: «La oraciónhace dulcemente violencia sobreDios».

¿Qué hacer cuando la confianza senos escapa?

Vuelve san Alfonso María deLigorio con sus enseñanzas: «Ver-dad es que hay momentos en que,por aridez del espíritu o por otrasturbaciones, que agitan nuestrocorazón, no podemos rezar con laconfianza que quisiéramos tener.Mas ni en estos casos dejemosde rezar, aunque tengamos quehacernos violencia... ¡Oh, cómo secomplace el Señor al ver que en lahora de la tribulación, de los te-mores y de la tentación, seguimosesperando en Él contra toda es-peranza, esto es, contra aquel sen-timiento de desconfianza que ladesolación interior quiere levan-tar en nuestro espíritu!... Perse-veremos en la oración hasta el fin.Así lo hacía el Santo Job, el cualrepetía generoso: ...Dios mío, aun-que me arrojes de tu presencia nodejaré de orar». Y ése es, precisa-mente, el segundo requisito paraobtener lo que pedimos en la ora-ción: la perseverancia.

D. R. G. B.

Es posible que suceda queestemos totalmenteconvencidos del poderinfinito de Dios, de que puedeconcedernos eso que lepedimos; pero, al mismotiempo, quizá no creemos queÉl esté dispuesto afavorecernos. «Si vacilan, sidudan de Mí, no honran miCorazón», dijo Jesucristo asor Josefa Menéndez

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5El Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737 ESPECIAL: LA ORACIÓN

3. Si Dios siempre me escucha, ¿por qué tarda tanto en responder?«La oración del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante» (Stgo 5, 16)

«La única razón por la que ob-tenemos tan poco de Dios es por-que le pedimos demasiado pocoy con poca insistencia.... No hayque cansarse de orar. Los que secansan después de haber rogadodurante un tiempo... no merecenser escuchados.... Es tener muypoca confianza en la bondad deDios el desesperar tan pronto, eltomar las menores dilaciones porrechazos absolutos».

El siglo de la inmediatez

Lo anterior fue escrito por sanClaudio de la Colombiere en el si-glo XVII, pero pareciera que alpresente tuviera más actualidadque en aquel entonces dada lavida acelerada y la búsqueda deinmediatez que padecemos hoy.Si ya no invertimos tiempo ni encocer frijoles —para algoexisten los enlatados—ni en preparar una elabo-rada comida en casa —mejor se pide pizza ocualquier otra versión de«comida rápida»—, noes de extrañar que en loreferente a la vida espiri-tual también queramostodo fácil y al instante.

Pero Dios tiene una vi-sión totalmente diferentede la nuestra; por eso asus discípulos «les decía una pa-rábola para inculcarles que erapreciso orar siempre sin desfalle-cer: Había un juez en una ciu-dad, que ni temía a Dios ni res-petaba a los hombres. Había enaquella ciudad una viuda que,acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazmejusticia contra mi adversario!’.Durante mucho tiempo no qui-so, pero después se dijo a sí mis-mo: ‘Aunque no temo a Dios nirespeto a los hombres, como estaviuda me causa molestias, le voya hacer justicia para que novenga continuamente a impor-tunarme’. Dijo, pues, el Señor:‘Oíd lo que dice el juez injusto;y Dios, ¿no hará justicia a suselegidos, que están clamando aél día y noche, y les hace espe-rar? Os digo que les hará justi-cia pronto’» (Lc 18, 1-8).

Ciertamente hay respuestas ala oración que no pueden esperar.Si yo me encuentro colgando deuna roca al borde de un altísimoprecipicio y pido a Dios que mesalve de la muerte, el Señor no va atardar un mes, un año o una déca-da en darme la respuesta. Pero enotras ocasiones habrá que esperar

un tiempo, insistiendo confiada-mente en la oración, hasta ser tes-tigos de la intervención de Dios.Pensemos, por ejemplo, en los fa-mosos dieciséis años de oracionesque santa Mónica requirió para verque se le concedía lo pedido: laconversión de su hijo Agustín.

¿Qué tan pronto es «pronto» paraDios?

¿Entonces por qué el Altísimopromete en la cita bíblica una prontarespuesta: «Os digo que [Dios] leshará justicia pronto» (Lc 18, 8)?El aparente retraso que creemospercibir en la respuesta divina anuestras oraciones en realidad noes tal; y tampoco las sagradas Es-crituras mienten; antes bien, éstasnos aclaran la situación: «No seretrasa el Señor en el cumplimien-

to de la promesa, como algunoslo suponen, sino que usa de pa-ciencia con vosotros, no querien-do que algunos perezcan, sinoque todos lleguen a la conver-sión» (2 Pe 3, 9). Aunque dichacita se refiere de manera específi-ca a la segunda venida de Cristo,explica con claridad cuál es el pro-ceder de Dios respecto del tiem-po. Por eso en el versículo ante-rior explicaba el apóstol: «Mas unacosa no podéis ignorar, queri-dos: que ante el Señor un día escomo mil años y, mil años, comoun día» (2 Pe 3, 8). Mas a noso-tros, mortales y encerrados en eltiempo, el transcurso de las sema-nas, los meses y los años sin unarespuesta puede parecernos into-lerable; pero Dios, inventor deltiempo y ubicado por fuera deltiempo, no actúa ni antes ni des-pués sino en el momento oportu-no. «Así dice Yahveh: ‘En tiempofavorable te escucharé’» (Is 49,8); y todo esto, como dice la Es-critura, porque el Señor quiereque « todos lleguen a la conver-sión» (2 Pe 3, 9).

«Quiere Dios salvarnos; mas,para gloria nuestra, quiere que nos

salvemos, como vencedores»apunta san Alfonso María de Li-gorio en su libro El gran medio dela oración; «por tanto, mientras vi-vamos en la presente vida, tendre-mos que estar en continua guerra.Para salvamos habremos de luchary vencer. Sin victoria nadie podráser coronado».

A más tiempo, mayor satisfacción final

Por su parte, san Claudio de laColombiere enseña: «Cuando seconcibe verdaderamente hastadónde llega la bondad de Dios,jamás se cree uno rechazado, ja-más se podría creer que deseequitarnos toda esperanza. Pienso,lo confieso, que, cuando veo quemás me hace insistir Dios en pediruna misma gracia, más siento cre-cer en mí la esperanza de obtener-

la; nunca creo que mi ora-ción haya sido rechazada,hasta que me doy cuentade que he dejado de orar;cuando tras un año de so-licitaciones, me encuentroen tanto fervor como teníaal principio, no dudo delcumplimiento de mis de-seos; y lejos de perder va-lor después de tan larga es-pera, creo tener motivopara regocijarme, porqueestoy persuadido de que

seré tanto más satisfecho cuantomás largo tiempo se me haya de-jado rogar. Si mis primeras instan-cias hubieran sido totalmente in-útiles, jamás hubiera reiterado losmismos votos, mi esperanza no sehubiera sostenido».

Continúa el Santo: «En efecto,la conversión de san Agustín nofue concedida a santa Mónica has-ta después de dieciséis años de lá-grimas; pero también fue una con-versión incomparablemente másperfecta que la que había pedido».

Y concluye san Claudio con unaexhortación para «usted que solici-ta la conversión de este marido, deesta persona querida: no os can-séis de rogar, sed constantes, sedinfatigables en vuestras peticiones;si se os rechazan hoy, mañana loobtendréis todo; si no obtenéisnada este año, el año próximo osserá más favorable; sin embargo, nopenséis que vuestros afanes seaninútiles: se lleva la cuenta de todosvuestros suspiros, recibiréis enproporción al tiempo que hayáisempleado en rogar; se os está ama-sando un tesoro que os colmará deuna sola vez, que excederá a todosvuestros deseos».

Con la oración aun losmás débiles pueden

transformarse en fuertes

Esta mañanaquiero hablarte deuno de estos bie-nes en particular, dela oración; ella es:

+ arma podero-sa con la que pode-mos obtener deDios todo;

+ arma formi-dable con la queaun los más débi-les pueden trans-formarse en fuer-tes, hasta el pun-to de hacerse in-vulnerables a to-dos los ataqueslanzados por losenemigos;

+ arma que si esusada sabiamenteconsigue siemprehacer prevalecer alcombatiente sobreel enemigo;

+ es el arma em-puñada constantemente por lossantos y de la cual Yo, Verbo eter-no de Dios, he hablado amplia-mente en el Evangelio.

La oración es, pues, el armapor Mí confiada a mi Iglesia como«garantía de seguridad y de co-bertura»; es un arma infalible sise usa con humildad, fe, esperan-za y amor; es decir, si es usada enlas condiciones de perfecta sa-lud espiritual, en cuanto quequien usa esta arma debe estaren Gracia de Dios, ya que la Gracianos liga a Dios con un «pacto deamistad», esencial a todos los efec-tos, sea para las victorias particu-lares como para la victoria final...

Desde 1975 y hasta 1979, año de su muerte,el sacerdote italiano Ottavio Michelini recibiórecibió una serie de revelaciones privadas yvisiones de Jesucristo que contienenmaravillosas enseñanzas para ser buenoscristianos y enfrentar la realidad de nuestrotiempo. Esto es parte de lo que el Señor lecomunicó el 24 de noviembre de 1978:

La oración es como

saeta que penetra y

rasga esta oscuridad

como un rayo

luminoso, como una

flecha imparable; es

arma poderosa que

detiene siempre la

arrogancia del

Enemigo y lo pone

en fuga.

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6 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737ESPECIAL: LA ORACIÓN

«Jesús se adelantó un poco, y cayó en tierra suplicando que, si era posible, no tuviera quepasar por aquella hora. Decía: ‘Abbá —o sea, Padre—, si para Ti todo es posible, aparta de Mí

esta copa. Pero no se haga lo que Yo quiero, sino lo que quieres Tú» (Mc 14, 35-36)

4. Yo pedí sólo cosas buenas, y definitivamente Dios no me las concedió

Una experiencia de oraciónLo siguiente fue escrito por un atleta al

quedar paralítico a la edad de 24 años.

Pedí a Dios ser fuerte a finde ejecutar proyectos grandiosos,y Él me hizo débil para conservarme humilde.

Pedí a Dios que me dierasalud para realizar grandesempresas,y Él me dió enfermedadpara comprenderlo mejor.

Pedí a Dios riquezas paraposeerlo todo,y Él me dejó pobre para noser egoísta.

Pedí a Dios poder para quelos hombresprecisaran de mí,y Él me dió humildad paraque Él me precisara.

Señor, no recibí nada de lo que pedí,pero me diste todo lo que yo precisaba.

¡ Alabado sea el Señor !Entre todos los hombres nadie tiene más que yo.

Fuente: http://www.misionerosdelapalabra.org

Si realmente hemos pedido confe, y si también fuimos perseveran-tes en la oración, ¿por qué aun asíno siempre recibimos de parte deDios lo que le solicitamos? El após-tol Santiago responde: «Pedís y norecibís porque pedís mal» (Stgo4, 2- 3).

No pidamos cosas mezquinasEs verdad: con frecuencia lo

que se pide en la oración no es to-talmente bueno ni totalmente puro;aun cuando tenga elementos quelo hagan conveniente —la saludde una persona, un empleo en tal ocual lugar—, aquel deseo puedeestar contaminado por inconve-nientes intereses —quiero que mipadre se cure porque lo amo perotambién para que me siga mante-niendo, deseo aquel puesto de tra-bajo no sólo para ganarme el pansino para estar más cerca de aque-lla persona que me interesa aun-que sea casada—. Por eso exhortasan Agustín:

«Tratamos con un Dios que esinfinito en poder y riquezas. No lepidamos cosas ruines y mezquinas,sino cosas muy altas y grandes.Pedir a un rey poderoso un cénti-mo vil, sería sin duda una especiede injuria. ¿ Y no lo será hacer lomismo con nuestro Dios? Aunqueseamos pobres y miserables y muyindignos de los beneficios divinos,sin embargo, pidamos al Señorgracias muy grandes, porque asíhonramos a Dios».

Añade el santo que pedimosno pocas veces a Dios bienes tem-porales y no nos escucha, y queesto es porque nos ama y nos quie-re bien: «Cuántos que caen en pe-cados, estando sanos y ricos, no

caerían si se encontraran pobres oenfermos. Y por esto cabalmente aalgunos que le piden salud del cuer-po y bienes de fortuna se los nie-ga el Señor».

Pero lo anterior «no quiere de-cir —afirma san Alfonso María deLigorio— que sea una falta pedircosas convenientes para la vidapresente. También las pedía el Sa-bio en las Sagradas Escrituras:‘Dame tan sólo, Señor, las cosasnecesarias para la vida cotidia-na’... Por eso, cuando pedimos aDios gracias temporales, debemospedirlas con resignación y a con-dición de que sean útiles para nues-tra salvación eterna. Si por ventu-ra el Señor no nos las concedieraestemos seguros de que nos lasniega por el amor que nos tiene,pues sabe que serían perjudicialespara nuestro progreso espiritualque es lo único que merece consi-deración».

Lo primero que se debe pedirOtro tanto afirma san Claudio

de la Colombiere: Jesucristo «nosha prescrito observar un orden entodo lo que pedimos y, sin la ob-servancia de esta regla, en vanoesperaremos obtener nada. En SanMateo se nos ha dicho: ‘Buscadprimero el reino de Dios y su jus-ticia, y todo lo demás se os darápor añadidura’. No se os prohíbedesear las riquezas, y todo lo quees necesario para vivir, incluso paravivir bien; pero hay que desearestos bienes en su rango, y si que-réis que todos vuestros deseos aeste respecto se cumplan infalible-mente, pedid primero las cosas másimportantes, a fin de que se aña-dan las pequeñas al daros las ma-

yores. He aquí exactamente lo quele sucedió a Salomón... Su pruden-cia le mereció en seguida lo quepedía e incluso lo que no pedía:‘Te concedo de gusto esta sabidu-ría porque me la has pedido, perono dejaré de colmarte de años, dehonores y de riquezas, porque nome has pedido nada de todo esto’.Si este es el orden que Dios obser-va en la distribución de sus gra-cias, no nos debemos extrañar deque hasta ahora hayamos oradosin éxito».

Y añade el santo jesuita fran-cés: «Os confieso que a menudoestoy lleno de compasión cuandoveo la diligencia de ciertas perso-nas, que distribuyen limosnas, quehacen promesa de peregrinacionesy ayunos, que interesan hasta alos ministros del altar para el éxitode sus empresas temporales. ¡Hom-bres ciegos, temo que roguéis yque hagáis rogar en vano! Hay quehacer estas ofrendas, estas prome-sas de ayunos y peregrinaciones,para obtener de Dios una enterareforma de vuestras costumbres,para obtener la paciencia cristia-na, el desprecio del mundo, el des-apego de las creaturas; tras estosprimeros pasos de un celo regula-do, hubierais podido hacer oracio-nes por el restablecimiento de vues-tra salud y por el progreso de vues-tros negocios; Dios hubiera escu-chado estas oraciones, o mejor, lashubiera prevenido y se hubieracontentado de conocer vuestrosdeseos para cumplirlos».

¿Y cuando pedimos cosas buenas?Sin embargo, hay ocasiones en

que realmente pedimos cosas enorden a nuestra salvación eterna,

y aun así Dios no parece escuchar.¿Qué ocurre aquí?

Responde san Alfonso Maríade Ligorio: «Sucede también a me-nudo que pedimos al Señor quenos libre de una tentación peligro-sa, mas el Señor no nos escucha ypermite que siga la guerra de la ten-tación. Confesemos entonces tam-bién que lo permite Dios para nues-tro mayor bien. No son las tenta-ciones y malos pensamientos losque nos apartan de Dios, sino elconsentimiento de la voluntad.Cuando el alma en la tentación acu-de al Señor y la vence con el soco-rro divino, ¡cómo avanza en el ca-mino de la perfección! ¡Qué fervo-rosamente se une a Dios! Y por esocabalmente no la oía el Señor».

El monje dominico francés An-tonin Dalmace Sertillanges se re-fiere a este proceder del Señor conuna genial frase: «Dios muchasveces nos ayuda no ayudándo-nos».

Hasta el propio san Pablo ates-tigua haber sido «víctima» del«no» divino. El santo era presa deun mal o de una tentación muy par-ticular y gave, y oraba al Señor paraque se la quitara: «Por este moti-vo tres veces rogué al Señor quela alejase de mí. Pero Él me dijo:‘Te basta mi gracia, que mi fuerzase muestra perfecta en la flaque-za’» (2 Co 12, 8-9).

¿Hágase mi voluntad o la de Dios?Quien de verdad confía en el

Señor debe estar dispuesto a

aceptar su voluntad, porque siem-pre será de más provecho que lanuestra. «Así como elcielo estámuy alto por encima de la tierra,así también mis caminos se ele-van por encima de sus caminos ymis proyectos son muy superio-res a los de ustedes» (Is 55, 9),dice Yahveh.

Por eso escribe José AntonioPagola en su libro La oración deCristo y la oración de los cristia-nos que «la eficacia de la oraciónno consiste en que Dios cambiesu voluntad para hacer la nues-tra, sino en que nosotros confor-memos nuestra voluntad a la suya.De ahí, que todas nuestras peti-ciones deben estar condicionadasal plan salvífico de Dios».

San Francisco de Borja, antesde convertirse en jesuita, era unhombre casado y rezaba por la sa-lud de su esposa enferma con to-tal confianza. El Señor se le apa-reció y le dijo: «Te concedo lo queme pides: la salud de tu esposa,pero te advierto que ni a ti ni a ellales conviene». El santo, entonces,aceptó con generosidad la volun-tad de Dios y su esposa falleció alos pocos días.

Por eso, cuando pedimos aDios algo, es recomendable repe-tir lo que Jesucristo mismo nosenseñó cuando oraba en el Huer-to de los Olivos: «Abbá —o sea,Padre—,... no se haga lo que Yoquiero, sino lo que quieres Tú»(Mc 14, 35-36).

D. R. G. B.

«Lo que ustedes piden puede estar bien hoy, perono mañana. Ustedes sólo saben el

presente, Dios conoce también lo futuro»nada”. El niño llora, chilla, supli-ca, parece que se va a morir. Lamadre, siempre buena, une suslamentos a los de su hijo. Le pa-rece duro lo que dijo el médico;le parece que pueda hacer mal asu hijo el no comer y el tanto llo-rar. Pero el médico permanece in-flexible. Al fin dice: “Mujer: yosé y tú no sabes. ¿Quieres per-der a tu hijo, o quieres que te losalve?” La madre grita: “Quieroque viva”. “Entonces”, dice elmédico, “no puedo permitir quecoma. Sería su muerte”. Tambiénel Padre algunas veces dice así.Vosotras, madres compasivas devuestro “yo”, no queréis oírlo llo-rar porque no ha obtenido lo quepedía. Pero Dios dice: “No pue-do. Sería tu mal”. Llega el día, ollega la eternidad, en que se dirá:“¡Gracias, Dios mío, por no ha-ber escuchado mi necedad!”».

yor, no escucha vuestra plegaria.En el año de vida pública más deuna vez he oído decir a corazones:“Cuánto sufrí cuando Dios no meescuchó. Pero ahora: ‘Estuvo me-jor así porque esa gracia me habríaimpedido llegar a esta hora deDios’”. He oído a otros que diceny que me dicen: “¿Por qué, Señor,no me escuchas? Lo haces contodos y conmigo no”. Y, sin em-bargo, aun cuando duele el versufrir, he dicho: “No puedo, por-que si los hubiese escuchado ha-bría puesto un obstáculo en su vue-lo a la perfección.

«Algunas veces también elPadre dice: “No puedo”, no por-que no pueda realizar al punto eseacto, sino porque sabe las conse-cuencias futuras. Oíd: un niño estáenfermo del estómago. La madrellama al médico y este dice: “Paracurarlo es menester que no coma

Esto le revelóJesús a la místicaMaría Valtorta:

«Ved que os pongo en guar-dia contra un error común. Nohagáis como si fueseis débilesen la fe o en el amor, así hacenlos paganos de la religión ver-dadera —porque también entrelos fieles hay paganos—, loscuales sienten que muere su fesi no son escuchados.

«Pedís y justo os parece elpedir. En realidad, en ese instan-te no sería ni siquiera injustaaquella gracia. Pero la vida notermina con ese momento: y loque puede estar bien hoy, no lopodrá estar mañana. Esto no losabéis porque tan sólo sabéis elpresente, y es también esto unagracia de Dios. Pero Él conocetambién lo futuro, y muchas ve-ces para ahorraros una pena ma-

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7ESPECIAL: LA ORACIÓNEl Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737

5. Si Dios ya sabe lo que necesitamos, ¿por qué se lo tenemos que decir?

Quien reza y queda decepcionado es porponerse fuera del Primer Mandamiento

El Señor Jesús le comunicó el 5 de febrero de 1976 lo siguiente al

sacerdote italiano Ottavio Michelini:

Es verdad, lo dice Jesucristo enlas Sagradas Escrituras: «antes deque ustedes pidan, su Padre yasabe lo que necesitan» (Mt 6, 8).Y, sin embargo, también dice: «Pi-dan y se les dará» (Mt 7, 7).

Cuando el Señor llegó a Jeri-có, un mendigo ciego le gritaba:«Jesús, Hijo de David, ten compa-sión de mí» (Mc 10, 47). Así hizoinsistentemente, a pesar de las des-aprobaciones de la gente, hastaque Jesús se detuvo y lo hizo lla-mar. Luego Cristo le hizo la más ex-traña pregunta: «¿Qué quieres quehaga por ti?» (Mc 10, 51). ¡Vaya!¿Qué no era obvio? ¡El hombre es-taba ciego y necesitaba recobrarla vista! Si Dios sabe todo, ¿porqué el ciego tuvo qué decirle cuálera su necesidad?

Afortunadamente el ciego fuelo bastante humilde para respon-der al instante: «‘Rabbuní, ¡quevea!’. Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe teha salvado’. Y al instante [el cie-go] recobró la vista y le seguíapor el camino» (Mc 10, 51-52).

Es que «la oración, sepámosloo no, es el encuentro de la sed deDios y de la sed del hombre. Diostiene sed de que el hombre tengased de Él» (CIC, n. 2560), y «la pe-tición ya es un retorno hacia Él»(CIC, n. 2629).

Así, aunque Dios ya sepa loque necesitamos, el que nosotrosdemos el paso de acercarnos a Ély decírselo es algo que redundaen nuestro beneficio, y por eso elSeñor quiere que le pidamos.Quien se niega a hacerlo alegan-do el conocimiento infinito delSeñor, sencillamente no ha enten-dido nada del amor que Dios nostiene, o bien carece de la humildadpara acercarse a pedir.

La humildad, precisamente, esla cuarta y última condición paraque la oración «funcione». Jesúsnos lo enseña a través de la pará-bola de los dos hombres que su-bieron al templo a orar: «El fari-seo, de pie, oraba en su interior

«Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosamano de Dios para que, llegada la ocasión, os ensalce; confiadle todas vuestras

preocupaciones, pues Él cuida de vosotros» (1 Pe 5, 5-7)de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doygracias porque no soy como losdemás hombres, rapaces, injustos,adúlteros’... En cambio, el publi-cano, manteniéndose a distancia,no se atrevía ni a alzar los ojos alcielo, sino que se golpeaba el pe-cho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Tencompasión de mí, que soy peca-dor!’. Os digo que éste bajó a sucasa justificado y aquél no. Por-que todo el que se ensalce, seráhumillado; y el que se humille,será ensalzado» (Lc 18, 9-14).

Por falta de humildad alguienpuede negarse a orar; pero tambiénpuede ocurrir que sí haga oración,pero con soberbia. «Escucha elSeñor —dice san Alfonso Maríade Ligorio— bondadosamente lasoraciones de sus siervos, perosólo de sus siervos sencillos y hu-mildes, como dice el Salmista: Miróel Señor la oración de los humil-des. Y añade el apóstol Santiago:Dios resiste a los soberbios y dasus gracias a los humildes. No es-cucha el Señor las oraciones de lossoberbios que sólo confían en susfuerzas, antes los deja en su pro-pia miseria».

Un día le dijo el Señor a santaCatalina de Siena: «Aprende, hijamía, que el alma que persevera enla oración humilde, alcanza todaslas virtudes».

Y advierte san Claudio de laColombiere: «Los que se cansandespués de haber rogado duranteun tiempo, carecen de humildad ode confianza; y de este modo nomerecen ser escuchados. Parececomo si pretendierais que se osobedezca al momento vuestra ora-ción como si fuera un mandato...¿Qué? ¿Acaso vuestro orgullo noos permite sufrir que os hagan vol-ver más de una vez para la mismacosa? Es tener muy poca confian-za en la bondad de Dios el deses-perar tan pronto, el tomar las me-nores dilaciones por rechazos ab-solutos».

D. R. G. B.

elevar a Él oraciones que sean la expresión del orgu-llo y del egoísmo, como el pedir sólo el éxito de lascosas materiales, la salud, riqueza y honores. Si sepiden solamente estas cosas, no se puede estable-cer ningún contacto con Dios.

«Dios no entra en almas llenas de preocupacio-nes materiales, sedientas sólo de bienes terrenos;estas almas están envueltas por la oscuridad...

«Dios no sería Dios si no fuera fiel a sus prome-sas. ‘Pedid y se os dará, llamady se os abrirá...’. Quien reza yqueda decepcionado, lo debe alhecho de ponerse fuera del Pri-mer Mandamiento: ‘Yo soy el Se-ñor Dios tuyo, no tendrás otroDios fuera de Mí’. Y porque noobserva el Mandamiento funda-mental: ‘¡Ama a Dios con todo el

corazón!’, su oración no es escuchada....«Ponerse en la presencia de Dios es un elemen-

to de primer orden en la oración. El orante se olvidade sí mismo para subir con su alma a Dios Padre quees el único Grande, el único Santo, el único Bueno.Aquí entra el Mandamiento del amor como parteesencial de la oración a Dios Padre...

«‘Santificado sea tu Nombre’. Debemos santi-ficar, esto es, glorificar el santo Nombre de Dios,uniéndonos al coro de todas las voces y satisfa-ciendo así la finalidad de la Creación que es la glori-ficación de Dios. ‘Venga Tu Reino’. Quien verdade-ramente ama se olvida de sí mismo, porque su pen-samiento corre hacia la persona amada para la quequiere la felicidad. ‘Hágase tu Voluntad’. El buscarla realización de nuestros deseos y quereres es an-teponernos a los demás, y esto es egoísmo. El ante-poner a nuestra voluntad la Voluntad Divina, estoes amor.

«Si el que reza, reza con estos sentimientos y sepone en la presencia de Dios, preocupado sólo desu Gloria, del advenimiento de su Reino, de la reali-zación de su Voluntad, ve que su oración produceefectos inesperados y maravillosos. Todo le serádado y en medida sobreabundante».

«Hijo mío, escribe: ‘Yo Soy el Señor Dios tuyo;¡no tendrás otro Dios fuera de Mí!’. También es-cribe: ‘Ama al Señor Dios tuyo con todo el cora-zón, con toda tu alma, con toda tu mente’.

«Os habéis habituado a escuchar estos Man-damientos como se escucha el sonido de las cam-panas que cada día hacen oír su repique. Todos lasoyen pero casi ninguno les hace caso; así tambiénlos Mandamientos han quedado como letra muer-ta, mientras que deberían estarvivos en vuestros corazones.

«He querido poner esta pre-misa para hacerte comprendermejor cómo se reza mal, inclusopor los pocos que rezan. Poquí-simos son los que rezan bien, yaque no es posible rezar si se ig-nora el primer Mandamiento;peor todavía si, conociéndolo, se olvida.

«Ponerse en la presencia de Dios quiere decircumplir una serie de acciones espirituales, esencia-les para una oración buena y eficaz.

«Es necesario hacer un acto de fe que elevenuestra alma hasta Él. Lo que quiere decir tomarcontacto espiritual con Dios Uno y Trino.

«A este acto de fe tienen que seguir, necesaria-mente, actos de humildad, de confianza y de amorque sirven para intensificar el contacto con Dios.Estos actos son indispensables para una buenaoración, porque impiden un ejercicio puramente me-cánico que repugna a Dios. Yo alejo de Mí a los queme honran sólo con los labios y no con el corazón.

«Desgraciadamente son muchos, entre los po-cos que rezan, los que rezan sólo materialmente,engañándose a sí mismos de haber cumplido undeber que en realidad no se ha cumplido

«Por lo que vengo exponiendo, ¿ves qué gra-ves deficiencias hay en la vida espiritual de loscristianos?; por el momento me limito a ésta, pero¡cuántas otras hay que señalar!

«‘Ama al Señor, tu Dios, con todo el corazón...’.Para quien ama verdaderamente a Dios, poniéndo-lo en el vértice de toda su vida, no hay peligro de

Dios no sería Dios si

no fuera fiel a sus

promesas: «Pedid y se

os dará, llamad y se os

abrirá...»

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ESPECIAL: LA ORACIÓN8 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737

6. Orar no es lo mismo que repetir frases mecánicamente

«Al orar no multipliquen las palabras como hacen los paganos, que piensan que por muchohablar serán atendidos. Ustedes no recen de ese modo...» (Mt 6, 7-8)

¡NADA DE REZOSRUTINARIOS YSUPERFICIALES!POR EL PADRE JORGE LORING, S.I.

+ Orar es hablar con Dios paramanifestarle nuestro amor, tributarle elhonor que se merece, agradecerle sus beneficios, ofrecerle nuestrostrabajos y sufrimientos, pedirle consejo, confiarle las personas queamamos, los asuntos que nos preocupan y desahogarnos con Él.

+ Habla a Dios con sencillez y naturalidad. Háblale con tus propiaspalabras. Se puede orar con fórmulas ya hechas, o espontáneas. Ytambién repitiendo siempre la misma frase.

+ Para hablar con Dios no es necesario pronunciar palabrasmaterialmente. Se puede hablar también sólo con el corazón.

+ La oración no se aprende. Sale sola. Lo mismo que no se aprendea reír o a llorar. La oración sale espontáneamente del corazón queama a Dios. La oración bien hecha no es la recitación de plegariasque se repiten distraídamente sólo con los labios. La verdadera

oración pone siempre enmovimiento el corazón.

+ Dice Santa Teresa que orar es untrato amoroso con Dios. Nopedimos para obligar a Dios quecambie sus planes, lo cual esimposible. Ni para informarle de loque necesitamos, pues Él ya losabe. Ni para convencerle para quenos ayude, pues lo desea más quenosotros mismos. Pedimos porqueÉl quiere que lo hagamos paracolaborar con Él en lo que quiereconcedernos.

+ Pero no sólo hay que pedir. También hay que alabar y adorar aDios.

+ Más vale rezar poco y bien que mucho y mal. Si por dedicarte alargos rezos vas a hacerlos de forma distraída y rutinaria, más valeque reces la mitad o la cuarta parte; pero concentrándote ypensando lo que haces. Glorificas más a Dios y enriqueces más tualma con un acto intenso de fervor que con mil remisos,superficiales y rutinarios .

+ Todos deberíamos dedicar algún momento del día a hacer actosinternos de amor de Dios. En estos breves instantes se puedemerecer más que en el resto de la jornada diaria. Hay que pedirle aDios la gracia eficaz para hacer con mucho fervor estos actos deamor.

+ Por otra parte, el buen hijo nunca se avergüenza de su padre, yDios es mi Padre y Creador. Ningún padre es tan padre como el quees Padre-Creador de sus hijos. Es una ingratitud regatear a Dios lasmanifestaciones de amor y reverencia. Solía decir el emperadorCarlos V : «Nunca es el hombre más grande que cuando está derodillas delante de Dios. Los animales nunca rezan».

+ Convendría que cada familia fijase un mínimo de rezo en común,el cual podría ser: 1) Leer un trozo del Evangelio, de cuando encuando, y comentarlo entre todos. 2) Dar gracias a Dios antes decomer, por poderlo hacer, y pedirle que nunca nos falte lonecesario. 3) Rezar un misterio del rosario cada día. Al menos sepodrían aprovechar los desplazamientos de fin de semana en rezarun rosario entero, o algún misterio suelto. Esta buena costumbrenos ayudaría, además, a alcanzar la protección de Dios en lacarretera. Durante el día deberíamos estar unidos a Dios como dospersonas que se aman.

+ El valor de la oración es muy grande. Con ella trabajamos más quenadie en favor del prójimo: convertimos más pecadores que lossacerdotes, curamos más enfermos que los médicos, defendemos ala patria mejor que los mismos soldados; porque nuestrasoraciones hacen que Dios ayude a los soldados, a los médicos y alos sacerdotes para que consigan lo que pretenden.

Extractado de su libro «Para salvarte»

En su libro Catolicismoy Cristianismo, el telepredi-cador Jimmy Swaggart diceque el Rosario «fue copiado delos hindúes y los mahometanos.Recitar oraciones repetitivamen-te es una práctica pagana y estácondenado explícitamente porCristo». Éste y muchos otrospracticantes del protestantismogustan de tomar la cita bíblica deMateo 6, 7 para criticar las fór-mulas oracionales empleadas porla Iglesia, pasando por alto queel Nuevo Testamento exalta laoración insistente:

+ «Le suplica [Jairo a Jesús]con insistencia, diciendo: ‘Mihija está a punto de morir; ven,impón tus manos sobre ella,para que se salve y viva’» (Mc5, 23).

+ «Éstos [ancianos que pe-dían a Cristo la curación del sier-vo del centurión], llegandodonde Jesús, le suplicabaninsistentemente diciendo:‘Merece que se lo concedas’»(Lc 7, 4).

+ «Así pues, Pedro estabacustodiado en la cárcel, mien-tras la Iglesia oraba insistente-mente por él a Dios» (Hch 12,5).

+ «Noche y día le pedimos [aDios] insistentemente poder vervuestro rostro y completar lo quefalta a vuestra fe» (1 Tes 3, 10).

El Padrenuestro, sí o noOrar insistentemente por una

cosa es repetir una y otra vez lomismo. Volver a las mismas pala-bras no tiene en sí nada de malo,defectuoso o inútil. De hecho, elmismo Señor nos dejó la oracióndel Padrenuestro para que la repi-tamos toda nuestra vida: «Voso-tros, pues, orad así: Padre nues-tro que estás en los cielos...» (Mt6, 9ss).

Pero algunos hasta dicen queel Padrenuestro es sólo una «ora-ción modelo» para inspirarnos ahacer nuestra propia oración, sinfórmulas escritas ni memorizacio-nes, y que sólo de este modo evi-taremos caer en el «pecado» de lavana repetición.

La enseñanza de Jesús¿A qué se refiere Cristo al des-

aconsejarnos orar multiplicandolas palabras «como hacen los pa-ganos, que piensan que por mu-cho hablar serán atendidos» (Mt6, 7)? Responde Fernando Sales-Mayor en Apologética.org:

«Jesús... no condena las ora-ciones repetitivas judías, de lascuales había muchas. Por ejemplo,el libro de los Salmos es una co-lección de himnos y oraciones usa-das repetidamente en celebracio-nes judías en las cuales el mismoJesús participaba. Uno de los sal-mos, el 136, es en sí mismo unaoración repetitiva, en forma de le-tanía. La Pascua, celebrada porJesús antes de su crucifixión, in-cluía oraciones fijas que eran re-petidas anualmente, entre ellas lossalmos del 113 al 118. A continua-ción de la Última Cena, Jesús fueal huerto de Getsemaní y oró la

misma oración tres vecesseguidas (cfr. Mt 26, 39-

44). Así pues, también Él re-currió a la oración repetitiva.

«En Mt 6, 7-8 Jesús nospreviene contra las prácticas deoración de los paganos, quienestenían una visión mágica de laoración y cuyas oraciones repe-titivas Él sí condenó... Pero nocondena la mera repetición sinola charlatanería de los paganos.¿Qué tipo de charlatanería prac-ticaban los paganos? Miremosen 1 Reyes 18, 26-29, donde losprofetas paganos en el monteCarmelo trataban de invocar aBaal durante todo el día, invo-cando repetidamente su nombrey llevando a cabo danzas ritua-les: ‘Pero no se oyó ni una res-puesta’...

«Las oraciones de los pro-fetas paganos eran vanas por-

que, después de pasar el díaentero llamando desespera-damente a Baal, éste nuncales respondía. No era un

dios real, a diferencia del Diosde Israel, que siempre respon-de a la oración sincera. El argu-

mento de Jesús en Mt 6, 7 es queno necesitamos —como hacíanesos paganos— pasarnos todo eldía saltando sobre altares, cortán-donos con cuchillos o delirandopara ser escuchados por nuestroPadre del Cielo. Él escucha nues-tras oraciones al margen de quétipo de oración sea, larga o corta,compuesta o improvisada, en gru-po o individual, repetitiva o úni-ca; eso sí, siempre y cuando seasentida, entendida, y no ‘de corri-dillo’, en cuyo caso es vana, va-cía, reducida a palabrería».

Repeticiones «espaciadas»Entonces, pues, al rezar no se

falla por emplear oraciones escri-tas o aprendidas de memoria.Tampoco si nuestro rezo empleapalabras repetitivas; de hecho, lamanera más fácil de hacer unaoración perseverante es repitién-dola. Y al argumento de algunosde que, si nuestra oración es lamisma, al menos debemos espa-ciarla en el tiempo para que nosea repetitiva, responde Sales-Mayor: «Dios está por encima deltiempo, le da igual que le pida-mos lo mismo cada quince segun-dos que cada mucho rato»; y aña-de que conviene hacer esa ora-ción sin espaciarla pues así «enun tiempo razonable presentamosnuestra oración másveces, mientras queal rezar un Avema-ría cada muchorato, difícilmentenos permitiría re-zar el Rosario enteroen un día, aparte deque interrumpiríaconstantemente nues-tras actividades.San Pablo diceque tenemos queorar constante-mente (cfr. 1Tes 5,17); no dice ‘orar conmoderación, no sea

que nos repitamos’, lo cual es in-evitable en la oración continua».

Por su parte, el padre Jordi Ri-vero, en Corazones.org, dice queen Mateo 6 Jesús también nos ad-vierte de la vanagloria que obsta-culiza la auténtica oración: «Siem-pre hay la tentación en quien rezade creerse mejor que los demás porel hecho mismo de rezar. En el tiem-po de Jesús los fariseos desarro-llaron una élite religiosa con prác-ticas y rezos que eran inaccesiblesal hombre común. Por eso se creíansuperiores. Repetían palabras enla oración poniendo más importan-cia en sus propios logros que en eldon de Dios. Su pecado era la so-berbia. ‘Algunos... se han dado avanas palabrerías; pretenden sermaestros de la Ley, cuando no sa-ben lo que dicen, ni lo que rotun-damente afirman’ (1 Tim 1,6-7).

«Podemos ver en este contex-to por qué Jesús critica a los ‘quese figuran que por su palabreríavan a ser escuchados’. Se trata depalabras que no surgen del cora-zón, a lo que hoy llamamos rezar‘de la boca para afuera’. Éstos po-nen su confianza en el poder desus propias palabras más que enDios».

¿Oración o magia?En realidad hay muchos hoy

que siguen poniendo su confian-za en las palabras, en lugar de po-nerla en el Señor; caen, así, en lapráctica de la magia, puesto que lamagia pretende utilizar recursos(oraciones, ritos, etc.) que, se su-pone, guardan en sí mismos unpoder tan grande sobre Dios queÉl no puede resistirse. Así, las fa-mosas cartas en cadena —ya tam-bién las hay por internet— y lasnovenas infalibles para obligar aDios a conceder un favor — «pidaun deseo de negocios y dos im-posibles», dice una de las cade-nas más famosas— son magia y,por tanto, pecado de superstición,porque pretenden conseguir unresultado garantizado con sólorepetir mecánicamente una serie depalabras, sin necesidad alguna deconversión.

Así, cualquier oración hechaen forma distraída es una total pér-dida de tiempo. Santa Teresa ad-vierte que cualquier oración vocalrequiere «advertencia», es decir,tener clara conciencia de lo que seestá diciendo en el momento mis-mo en que se dice, además de ha-cerlo con una actitud básica de

amor a Dios. Reuniendo estascondiciones cualquier ora-

ción repetitiva es tan meri-toria como una oración

espontánea, y, por tan-to, puede acercarnos ala vida en el Cielo, don-de esperamos, con loscuatro vivientes delApocalipsis, repetir«sin descanso día ynoche: ‘Santo, Santo,Santo es el Señor Diosdel Universo, aquelque era, que es y que hade venir’» (Ap 4, 8).

D. R. G. B.

Si por dedicarte a

largos rezos vas a

hacerlos de forma

distraída y rutinaria,

más vale que reces

la mitad; pero

concentrándote y

pensando lo que

haces.

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9El Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737 ESPECIAL: LA ORACIÓN

7. Quien reza se salva

«Nada más claro que el lengua-je de las Sagradas Escrituras cuan-do quieren demostramos la nece-sidad que de la oración tenemospara salvamos: ‘Es menester orarsiempre y no desmayar’... ‘Vigilady orad para no caer en la tenta-ción’. ‘Pedid y se os dará’... Estábien claro que las palabras es me-nester, orad, pedid significan y en-trañan un precepto y grave nece-sidad». Estas palabras son de sanAlfonso María de Ligorio, quienadvierte en su libro El gran mediode la oración sobre la actitud deaquéllos que menosprecian la ora-ción como medio salvífico: «Pre-tendía el impío Wicleff que estostextos sólo significaban la necesi-dad de buenas obras, y no de laoración; y era porque, según suerrado entender, orar no es otracosa que obrar bien. Fue éste unerror que expresamente condenóla santa Iglesia».

A fin de cuentas, «la gracia dela salvación eterna no es una solagracia; es más bien una cadena degracias, y todas ellas unidas for-man el don de la perseverancia. Aesta cadena de gracias ha de co-rresponder otra cadena de oracio-nes, si es lícito hablar así, y, portanto, si rompemos la cadena de laoración, rota queda la cadena delas gracias que han de obtenernosla salvación y estaremos fatalmen-te perdidos».

Ciertamente, Nuestro SeñorJesucristo advierte que en el Jui-cio Final seremos juzgados por lacaridad ejercida: «Cuando el Hijodel hombre venga en su gloriaacompañado de todos sus ánge-les... pondrá las ovejas a su dere-cha y los cabritos a su izquierda.Entonces dirá el Rey a los de suderecha: ‘Venid, benditos de miPadre.... porque tuve hambre, y

Jesús les dijo: «... Levantaos y orad para que no caigáis en tentación» (Lc 22, 46)me disteis de comer; tuve sed, yme disteis de beber; era foraste-ro, y me acogisteis; estaba des-nudo, y me vestisteis; enfermo, yme visitasteis; en la cárcel, y vi-nisteis a verme’... Y el Rey les dirá:‘En verdad os digo que cuanto

hicisteis a unos de estos herma-nos míos más pequeños, a Mí melo hicisteis’» (Mt 25, 31-40). Losde la izquierda, lo sabemos, irán ala condenación eterna por negar-se a realizar buenas obras en fa-vor de sus hermanos.

Entonces, si la Biblia enseñaque la salvación está ligada a laactuación humana, ¿por qué ha-bría de ser necesaria la oración?Porque la misma Escritura nos pre-senta a Jesucristo advirtiéndonos:«Sin Mí nada podéis hacer» (Jn15, 5). Y es cierto: sin orar no po-demos permanecer mucho tiemposin pecado.

Dice el doctor Leonardo Les-sio, sacerdote del siglo XVII: «Nose puede negar la necesidad de laoración a los adultos para salvar-se sin pecar contra la fe, pues esdoctrina evidentísima de las Sagra-

das Escrituras que la oración es elúnico medio para conseguir lasayudas divinas necesarias para lasalvación eterna».

En otras palabras, sin la graciade Dios no podemos realizar el bien.

Nos recuerda santo Tomás deAquino: «Después del Bautismole es necesaria al hombre continuaoración, pues si es verdad que porel Bautismo se borran todos los pe-cados, no lo es menos que quedala inclinación desordenada al pe-cado en las entrañas del alma y quepor fuera el mundo y el demonionos persiguen a todas horas». Yexplica que no es necesario rezarpara que Dios conozca nuestras ne-cesidades, sino para que nosotroslleguemos a convencernos de lanecesidad que tenemos de acudira Dios para alcanzar la salvación.

Volviendo a san Alfonso Ma-ría, resumamos: «Sin oración, cosamuy difícil es que nos podamossalvar... Con la oración, la salva-ción es segura y fácil porque, enefecto, ¿qué se necesita para sal-varnos? Que digamos: Dios mío,ayudadme; Señor mío, amparadmey tened misericordia de mí. Estobasta. ¿Hay cosa más fácil? Puesrepitámoslo, que si lo decimos bieny con frecuencia esto bastará parallevrnos al Cielo... Pensemos que,si no rezamos, ninguna excusa po-dremos alegar, porque Dios a to-dos da la gracia de orar... Si no nossalvamos, culpa nuestra será. Y lacausa de nuestra infinita desgra-cia será una sola: que no hemosrezado».

Entonces, ¿hasta cuándo he-mos de orar? Responde san JuanCrisóstomo: «Hemos de orar siem-pre, hasta que oigamos la senten-cia de nuestra salvación eterna, esdecir, hasta la muerte».

D. R. G. B.

Para Dios no todas lasoraciones son iguales

Esto le fue revelado a la beata estigmatizada AnaCatalina Emmerick en una visión simbólica:

Me fue mostrado el valor de las diferentes oraciones en lapresencia de Dios. Todas ellas estaban señaladas en grandestablas blancas y parecían divididas en cuatro clases.

Unas oraciones habían sido escritas con magníficos caracteres deoro; otras con letras de color plata; otras con letras oscuras, y lasúltimas, negras; éstas habían sido luego borradas con una raya.

Temiendo no ser digna de entender su significado, apenas meatrevía a preguntárselo a mi guía [su ángel de la guarda].

«Lo que está señalado con letras de oro —me dijo— es la oraciónde aquéllos que tienen intenciones de hacer buenas obras enunidad con los méritos de Jesucristo, renovando frecuentementeesta intención; los cuales están también prontos a obedecer susmandatos y a imitar sus ejemplos.

«Lo que está señalado con letras de plata, esla oración de los que no piensan unir susobras con los méritos de Cristo, pero sonpiadosos y oran con sencillez de corazón.

«Lo escrito con letras oscuras, es la oraciónde aquéllos que, aunque no están tranquilossi no se confiesan y comulgan con frecuenciay rezan todos los días ciertas oraciones, sinembargo son tibios y hacen sus obras sólopor costumbre.

«Finalmente, lo que está con letras negras yluego borrado, es la oración de aquéllos queponen toda su confianza en las oracionesvocales y en las buenas obras que creenpracticar; pero no cumplen los mandamientos,ni hacen violencia a sus pasionesdesordenadas. Esta oración no tiene valoralguno en la presencia de Dios; por eso estáborrada. De la misma manera están borradas las buenas obras deaquéllos que se afanan mucho en hacer el bien, pero sólo tienenpresente, al hacerlo, su propia honra y provecho temporal».

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10 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737EN DEFENSA DE LA VIDA

Oración y acción por la defensa de la VidaGUETTY RAFAELA COLIN ACEVEDO

Este mes de agosto los legisla-dores de Querétaro están escu-chando a grupos ciudadanos ex-poner su posición respecto a lavida y el aborto. Por lo tanto, es-tos días de audiencia deben ser demucha oración para nosotros ca-tólicos que defendemos y amamosla vida desde el primer instante: lafecundación. Tenemos la oportu-nidad de unirnos como Iglesia ypedir a Dios Padre, por medio de laintercesión de María de Guadalu-pe, que nos ayude a proteger lavida en nuestro Estado.

Las audiencias, las firmas y lascartas que se están presentandoa los legisladores son todas muyvaliosas. Cada una es una gotade agua que se suma a un torren-te que no podrán ignorar. Sin em-bargo, la mejor arma que tenemoscomo creyentes defensores de lavida es la oración. Las audienciaspodrán ser ignoradas, las cartas yfirmas podrán no ser tomadas encuenta, pero nuestra oración es

invencible. No hay, ni habrá po-der humano que pueda contra ella,pues nuestro buen Padre Dios nolas dejará olvidadas en un rincón,al contrario, las escucha compla-cido y las responderá en el mo-mento justo.

¿Qué haces por tus hermanos?

Esta batalla, más que asustar-nos, nos mueve como hijos deDios a luchar por nuestros her-manos más indefensos. Debemossentirnos orgullosos, pero sobretodo muy bendecidos, por perte-necer a la Iglesia que no tiene mie-do de alzar su voz por los inocen-tes, no se avergüenza de defen-der la vida con oración y acción.Somos hijos muy amados de Dios,y por ello, nos toca hablar pornuestros pequeños hermanos. Noes suficiente decir «yo no he abor-tado, no estoy de acuerdo con elaborto, no lo promuevo…» Recor-demos que el Señor nos pedirácuentas de las cosas buenas quepudimos haber hecho y omitimospor flojera, vergüenza, apatía, etc.Ninguno de estos pretextos seráuna razón válida ante Dios parajustificarnos por la falta de accióncuando nos pregunte qué hicimospara cuidar a esos pequeños porlos que Él también entregó suvida, a los que Él ama profunda-mente, por los que su corazón si-

gue sangrando hoy en día.Todos podemos hacer algo

por ellos. No se vale decir «es queyo no podría hablar ante tantagente en una audiencia, por esono hago nada… que tal si firmouna carta con mi nombre y direc-ción y después me pasa algo…»Recordemos que a cada uno denosotros Dios le dio denarios(dones) y espera que los multipli-quemos. No le exige lo mismo alque le dio 1 denario que al que ledio 10, pero a todos nos pide quehagamos algo con esos denariosque nos ha confiado.

Exponer tus razones para de-fender la vida ante la Legislatura,no es lo único que puedes hacer.Recuerda, lo más importante, con-tra lo que no pueden hacer nada,es tu oración. Ofrece tus Misas,reza el Rosario, visita a Jesús enel Sagrario, ofrece tu ayuno o unabuena confesión por la defensade la vida en Querétaro y en nues-tro país.

Si en tu Parroquia aún no seofrecen las Eucaristías por la de-fensa de la vida en este mes deaudiencias, invita al sacerdote aunirse a esta causa. Si hacestodo lo anterior, siéntete segurode que no llegarás ante Dios conlas manos vacías cuando te pre-gunte «¿Qué hiciste por tus pe-queños hermanos?»

Ser voz de los que no la tienen

Recuerda también unir tu ora-ción a la oración de la Virgen deGuadalupe, Madre amorosa y de-fensora de los no nacidos. Comomexicanos, tenemos el honor, elprivilegio de contar con su ben-dita presencia en la Basílica, enla tilma de un humilde indígenadesde el 12 de Diciembre de 1531.Por este regalo que nos ha he-cho, debemos actuar para queQuerétaro se sume a los Estadosque ya blindaron la vida y apre-surarnos a recuperar el DistritoFederal, que toda nuestra naciónsea defensora de la vida, la cuidey proteja desde la concepción,sin importar las circunstanciasbajo las cuales haya iniciado. Eslo menos que podemos hacercomo católicos mexica-nos para agradecerle

a Nuestra Madre todos los añosque nos ha acompañado y cui-dado con ese amor de Madre quesolo ella sabe dar.

Por lo anterior, te invito a quete unas en oración y acción a ladefensa de la vida. En tu corazónDios te dirá qué tanto espera deti en esta batalla, dale tiempo parahablarte y date la oportunidad deresponder este llamado tan im-portante. Cuentas también conMaría, principal protectora de losno nacidos, para ayudarte en estecamino. Se voz de los que aún notiene voz y con orgullo y firmezadi: Yo amo la vida.

No es suficiente decir «yo

no he abortado, no estoy

de acuerdo con el aborto,

no lo promuevo…»

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El Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737 CONTEXTO ECLESIAL 11

DOMINGO XXI TIEMPO ORDINARIO

«Señor, ¿a quién iremos?» (Jn 6, 55. 60-69)POR EL PADRE UMBERTO MARSICH, M.X. / [email protected]

El difícil lenguaje de Jesús

El famoso discurso catequéti-co de Jesús, acerca de que su car-ne es verdadera comida y su san-gre verdadera bebida, sigue escan-dalizando a los oyentes, incluyen-do a los discípulos: «Al oír suspalabras –nos confirma el evan-gelista Juan- muchos discípulos deJesús dijeron ‘Este modo de ha-blar es intolerable’». Nada de sor-presa, entonces, si también hoy laspalabras de Jesús siguen siendo‘misterio de fe’. Jesús se ha pre-sentado como el ‘pan’ vivo bajadodel cielo, refiriéndose a su encar-nación; que da la vida almundo, refiriéndose al mis-terio de su muerte salvado-ra. Las dos verdades son dedifícil aceptación.

Las palabras de Jesús son‘espíritu y vida’

Jesús, dándose cuenta–nos dice el evangelista- deque los discípulos ‘murmu-raban’, parece aprovecharpara rematar con otra miste-riosa revelación más: «¿Quésería si vieran al Hijo delhombre subir a donde es-taba antes?». En dos pala-bras, les explica el sentidode su venida: de Dios havenido, en efecto, el quenos comunica la vida mis-ma de Dios y que nos lle-vará hasta el seno de Dios.La revelación de Jesús abarca suorigen, su destino divino y el deaquellos que creen en Él. En estaspalabras de Jesús entrevemos, porcierto, la anticipación de su próxi-ma resurrección y, en Él, tambiénde la nuestra.

El Hijo de Dios ha subido, ves-tido de nuestra humanidad: el pri-mero de nuestra especie humana,en efecto, ha llegado hasta Diostrasformando y renovando, así,nuestra identidad y la de la crea-ción entera. Según las apariencias,sin embargo, todo parece seguircomo siempre. El problema resideen la dificultad que nuestra ‘carne’tiene para entender que otro mun-

do, en Cristo y por Él, se está ha-ciendo presente: «La carne –nosexplica Jesús- no sirve de nada».Nos cuesta creer en la obra divinay en las palabras de Jesús que,como nos lo explica Él mismo, son‘Espíritu y vida’, o sea, pertene-cen a la esfera de las realidadesdivinas y tienen fuerza eficaz paradar vida espiritual.

Para entender y creer urgimos,sin embargo, de un ‘suplemento’de inteligencia que sólo el Espíritunos puede donar; además, perci-bimos que es el Espíritu mismoquien actúa, entre los hombres, y

trasforma el pan y el vino eucarís-ticos en carne y sangre de Jesúsresucitado. Lo que se evidencia,en esta página evangélica, es laoposición endémica entre carne yespíritu: la ‘carne’ es el principionatural que se sitúa en el plano delas realidades de aquí abajo, mien-tras el ‘Espíritu’ es el principio dearriba, que se sitúa en el nivel delas realidades divinas y trascen-dentes. Sólo Él, por cierto, es ca-paz de vivificar, de producir vidaeterna y hacer conocer las cosasde Dios. No obstante todo, entrelos discípulos, hay quienes se obs-tinan a no creer. Por esta razón,Jesús les recuerda: «Que nadie

puede venir a mí, si el Padre no selo concede».

La gente abandona a Jesús

Poco a poco, como arrolladospor la carga de los misterios reve-lados, la gente empieza alejarse:«Desde entonces –escribe el evan-gelista- muchos de sus discípulosse echaron para atrás y ya no que-rían andar con Él». Para muchos,en efecto, la aventura del segui-miento de Jesús ha sido y seguirásiendo nada más ‘aventura’ termi-nada. Desilusionados quizá por-que Jesús no parece fomentar ni

responder a sus expectativas na-cionalistas, o tal vez escandaliza-dos de verdad por un discurso di-fícil de entender y de acepar hu-manamente, abandonan a Jesús.Desde luego, los que lo rechazany se van son los que no han supe-rado el nivel de la ‘carne’ y no hanlogrado entrar en la dimensión tras-cendente del espíritu.

¿Ustedes también quieren dejarme?

Testigo del éxodo de muchosde sus discípulos incrédulos Jesús,repentinamente, quiere probar lafidelidad de los ‘suyos’ y les pre-gunta: «¿Ustedes también quierendejarme?». Afortunadamente, los

‘doce’, por boca de Pedro, eligenquedarse con Jesús. Se han abier-to al Espíritu que los ha llevado,de hecho, a la confesión mesiá-nica plena y a entender el escan-daloso lenguaje de Jesús: «Se-ñor –le contestó Pedro- ¿a quiéniremos? Sólo tú tienes palabrasde vida eterna. Nosotros cree-mos y sabemos que tú eres elSanto de Dios». Las palabras dePedro, que reconocen en Jesúsla fuente de la vida y al Santo deDios, van más allá de la lógicahumana de la carne y se colocanen sintonía con el Espíritu. El Es-

píritu, en efecto, hace siem-pre posible que el hombredescubra las palabras deJesús como ‘espíritu yvida’, es decir, como fuer-za, consolación y luz.

Conclusión

Nos complace, a estepunto, ver en Pedro y en elconjunto de los ‘doce’, ala comunidad pascual. Éstaes la que ha reconocido, enJesús Resucitado, al Señorde la vida y, en ciertomodo, representa a cadacreyente que, libremente,acepta correr el riesgo dela fe, adhiriéndose sin re-servas a Jesús, a su pala-bra salvadora y a la comu-nidad cristiana. En efecto,es en ella y con ella como

cada creyente puede recorrer elcamino que lo conduce a Dios y asu salvación. La pregunta de Je-sús, en cierta forma, no ha perdi-do actualidad y Él la vuelve a diri-gir a cada uno de sus discípulos;a cada uno de nosotros que deci-mos creer en Él: «¿Tú tambiénquieres dejarme?». En un mundoy en una sociedad donde tiranizael ‘relativismo’ y donde Dios pa-rece haberse convertido en un es-torbo inútil, creemos necesaria lapregunta y, desde luego, oportu-na nuestra profesión de fe y de-claración de amor: «Señor, ¿aquién iremos? Sólo tú tienes pa-labras de vida eterna».

DESDE EL VATICANO

LA «ESTRELLADE LAESPERANZA»SANDRA RAMIREZ / ROMA

El sábado 15 de agosto, elPapa Benedicto XVI presidióla Solemnidad de la Asunciónen la capilla de Santo Tomásde Villanueva en el PalacioApostólico de Castelgandolfo.El Santo Padre rezó despuésel Ángelus y ante miles de fie-les recordó que en el «cora-zón» del mes de agosto, la Vir-gen Asunta, brinda una oca-sión privilegiada para meditarsobre el sentido último de laexistencia humana.

Fue así como el Pontífice,desde su residencia estiva in-vitó a todos los católicos delmundo a vivir orientados a losbienes eternos, volviendo losojos hacia María, Estrella de laEsperanza, y reviviendo elamor y la veneración a la Vir-gen Santísima.

El dogma de la Asunción,proclamado por el Papa Pío XIIen la Constitución Munificen-tisimus Deus de 1950, se refie-re a que la Madre de Dios, lue-go de su vida terrena fue ele-vada en cuerpo y alma a la glo-ria celestial.

En el contexto del Año Sa-cerdotal, Joseph Ratzinger re-cordó al patrono San Juan Ma-ría Vianney, quien hablaba deMaría con devoción, confian-za e inmediatez.

«La Santa Virgen es inma-culada, adornada de todas lasvirtudes que la hacen tan be-lla y agradable a la SantísimaTrinidad».

El Santo Cura de Ars – ex-plicó el obispo de Roma – sesentía atraído por la belleza deMaría, belleza que coincide consu ser Inmaculada, la únicacreatura concebida sin sombrade pecado.

El Papa invitó a los fieles ahacer propios los sentimientos delSanto y con la misma fe, dirigirsea María Asunta al cielo, confián-dole de modo particular a los sa-cerdotes del mundo entero.

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EN FAVOR DE LA VIDA12 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737

NUMERALIA«Legislar a favor de la vida es legislar

también a favor de la mujer»Asegura el filósofo Rodrigo Guerra, director del CISAV

REDACCIÓN EL OBSERVADOR

Durante la se-mana que terminahan continuadolas audiencias enel Congreso delEstado de Queré-

taro, para presentar –por parte de lasociedad civil– las reflexiones yconsideraciones a favor o en con-tra de la iniciativa de ley que refor-ma el artículo 2 de la Constituciónlocal, con lo cual se protegería ex-presamente el derecho a la vida des-de la concepción.

El doctor Rodrigo Guerra, direc-tor del CISAV, ha señalado que cuan-do existen voces que, desde otrasinstancias de la sociedad civil, argu-mentan que «los derechos de lamujeres no son suficientemente to-mados en cuenta cuando se legislaa favor de la vida» es importanterecordar que «legislar a favor de lavida es legislar también a favor dela mujer», porque «son mujeres ge-néticamente identificadas como ta-les, las que muchas veces pierdenla vida en el momento en el que elderecho a la vida no es suficiente-mente protegido y garantizado porlas constituciones».

Derecho de las mujeres reciénconcebidas

El director del CISAV indicó que

una reforma como la se está impul-sando en Querétaro es también unalegislación «a favor de los derechosde las mujeres que, en el momentode mayor indefensión –en el momen-to en que están recién concebidasdentro de su madre– también mere-cen respeto».

Enfatizó que solamente «conuna bioética y un bioderecho inclu-yentes, que de manera simultáneadefiendan con todo vigor el dere-cho del concebido y el derecho a lavida digna de la mujer –que a lo me-jor ha concebido en contra de suvoluntad–, y en la medida que ten-gamos una política social y una le-gislación incluyente, podremos ayu-dar a México y a nuestro estado atomar un mejor derrotero y a no dis-criminar nunca a nadie. La verdade-ra exclusión social comienza cuan-do no se reconocen los derechos delos últimos e indefensos, de los máspobres y marginados de la historia,como es el caso del no-nacido».

Rodrigo Guerra señaló que «unaauténtica posición social con altaconciencia de los derechos sexua-les y reproductivos de las personasno puede más que partir del recono-cimiento del derecho a la vida. Falsosería el derecho sexual y reproducti-vo de las mujeres que fuera recono-cido y que no partiera del más am-

plio reconocimiento al derecho a lavida, porque sin este derecho nin-gún derecho sexual y reproductivopuede ser promovido y defendido».

Estado de derecho basado en la justicia Enfatizó que «el primero y más

fundamental de los derechos, poruna cuestión elemental de ordencronológico, es el derecho a lavida; el bien más preciado que estáa la base de todos los otros bienesque podemos gozar, incluido el le-gítimo derecho a vivir nuestrasexualidad de una manera plena,es el derecho a la vida».

Guerra se mostró convencido deque «en la medida en que la socie-dad queretana haga conciencia delorden que los derechos tienen entresí, se ayudará no solamente a haceruna mejor legislación, sino tambiénuna cultura cívica y de respeto másamplia, más profunda en nuestrasociedad tan necesitada de un esta-do de derecho».

«El estado de derecho no es unsimple estado de leyes, sino basa-do en la justicia, es decir en leyesjustas que reconozcan los dere-chos, aun los más básicos contoda claridad y contundencia comoes el caso de la legislación que hoyestamos discutiendo en el estadode Querétaro», concluyó.

PINCELADAS

EL ATEO Y LA RAMAPOR EL PADRE JUSTO LÓPEZ MELÚS

Entonces, por si acaso, gritó:— ¡Dios!

Pero sólo hubo silencio.Y volvió a gritar:— ¡Dios, si existes, sálva-

me y creeré en Ti!Una voz poderosa contes-

tó:— Eso dicen todos cuando

están en apuros.— No, Dios, no —dijo el

hombre—. Como ves, ya heempezado a creer.

Después de un momentodesde lo alto respondió la voz:

— De acuerdo , te salvaré. Suelta la rama.— ¿Soltar la rama? ¿Crees que estoy loco?

Se dice que, cuando Moisés alzó su cayadosobre el mar Rojo, no se produjo el milagro de divi-dir las aguas para que pasaranlos israelitas. Sólo cuando elprimer israelita se lanzó al marretrocedieron las olas y se divi-dieron las aguas, dejando ex-pedito el paso a los judíos. Fuesu confianza la que obró el mi-lagro.

Esa fe intrépida le faltó a unateo cuando estaba empezan-do a creer.

Se cayó un día por un pre-cipicio y aún pudo agarrarse ala rama de un árbol. Pero no podía aguantar asímucho tiempo.

Page 13: El Observador de la Actualidad 737

13El Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737 EN FAVOR DE LA VIDA

«En realidad no es que la Suprema Corte esté a favor del aborto»

El experto constitucionalista Víctor Manuel Montoya señala que la resolución de la Corte sobrela despenalización del aborto en el DF ha sido mal entendida

POR GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA / [email protected]

«La vida debe ser respetada nosolo por la ley sino por el auténti-co y profundo estado de derechodesde las Constituciones localesde todos y cada uno de los Esta-dos de la República», ha señaladoVíctor Manuel Montoya, expertoconstitucionalista.

El abogado egresado de laUNAM, participó esta semana ante

la Comisión de Puntos Constitu-cionales del Congreso de Queré-taro, en las audiencias programa-das respecto a la Iniciativa de Leyque reforma el Artículo 2 de laConstitución local.

El abogado Montoya, que estáa la vanguardia de la investigaciónen derecho constitucional, coordi-nó el libro «Vida humana y abor-to», considerado como el mejor es-

tudio en materia de análisis jurídi-co, científico y filosófico sobre losdebates que en México existen hoyen torno al derecho a la vida.

No es verdad que la Corte esté a favordel aborto

Durante su participación elabogado puntualizó que la resolu-ción que emitió la Suprema Cortede Justicia de la Nación (SCJN) enel caso de la despenalización delaborto en el Distrito Federal (DF)«ha sido muy mal conocida y mu-cho peor entendida» porque «enrealidad no es que la SCJN esté afavor del aborto».

El experto señaló que en la sen-tencia final sólo se declaró «quelos artículos correspondientes delCódigo Penal para el DF no soninconstitucionales», pero que enel fondo no se desconoció en for-ma alguna la tesis de jurispruden-cia que existía desde el año 2002,esto es, «una resolución obligato-ria de la SCJN para todos los tribu-nales, que sostienen que el dere-cho a la vida es un derecho que esla base, la esencia y el presupues-to para la existencia de todos losdemás derechos».

Montoya aclaró que el debateen torno a la defensa de la vida odel aborto, se ha planteado en «unaforma incorrecta», porque «tal pa-rece que se pretende contraponerel derecho a la vida, por un lado, yel derecho de la mujer, por el otro.Ambos derechos no se contrapo-nen, se complementan. Hay queproteger tanto el derecho de lamujer como el derecho a la vida,pero siempre tomando en cuentaque el derecho a la vida es el pri-mer y principal derecho que se es-tablece en la Constitución de la Re-pública y que así debe ser recono-cido en Querétaro, como ya fue re-conocido por 14 estados del país».

Libertad para legislar sobre laprotección a la vida

El abogado recordó que cuan-do se discutió en la SCJN la incons-titucionalidad de ciertos artículosdel Código Penal para el DF, hubouna divergencia de opiniones delos ministros, sin embargo 3 minis-

tros coincidieron absolutamente enla mayor parte de los argumentosque expresaron (Sergio Aguirre,Mariano Azuela, y Guillermo Ortiz),y se pronunciaron en forma francay contundente por la proteccióndel derecho a la vida. «Los restan-tes ministros en cambio dieron opi-

niones diversas que no se refleja-ron en ninguna forma en la sen-tencia final que fue formulada porel ministro José Ramón Cossío»,señaló.

Montoya aseveró que «en lapropia sentencia de Cossío hayalgo muy rescatable: señala con

toda claridad que el legislador or-dinario, los congresos locales, tie-nen libertad de configuración, esdecir, en este caso, consecuente-mente el estado de Querétaro tie-ne libertad absoluta para legislaren materia de protección del dere-cho a la vida».

No existe un «derecho irrestricto aabortar»

El estudiosos argumentó que«si ponemos en la balanza por unlado un ‘derecho irrestricto a abor-tar’ –que no existe– y por otro elderecho a la vida, obviamente te-nemos que inclinarnos, desde unpunto de ética social, por el dere-cho a la vida, porque para inter-pretar derechos que supuestamen-te se contraponen no podemos su-primir el núcleo esencial de lo quees un derecho. En este caso, pri-vando de la vida al ser humano re-cién concebido desde el primer mo-mento en el vientre de su madre lequitamos toda posibilidad de de-rechos. En cambio el derecho de lamujer, –a la intimidad, libertadsexual y reproductiva-– de ningu-na manera pueden desconocer elderecho a la vida del ser humanomás indefenso de todos».

El jurista reconoció que tal vezal hecho de que el no-nacido se en-cuentra «enclaustrado en el vien-tre materno no podemos, muchasveces, ni siquiera darnos cuenta desu existencia; por eso se cree quese puede hacer todo con él. Perono se le puede privar de la vida por-que es ‘otro’, otra persona, no seidentifica con la persona de la ma-dre, no forma parte del cuerpo de lamadre, sino que es un ser humanoesencialmente diferente».

Montoya indicó que cada unade las ideas puestas en el debate afavor de la vida «debe ser recogidapor las constituciones de cada es-tado de la República y consecuen-temente que debe continuarse coneste movimiento que ya se ha ini-ciado con 14 estados protegiendola vida desde el momento de la con-cepción». «Ante estos argumen-tos, Querétaro debería adoptar unalegislación protectora del ser huma-no más débil», concluyó.

«Si ponemos en la

balanza por un lado un

‘derecho irrestricto a

abortar’ -que no existe-

y por otro el derecho a

la vida, obviamente

tenemos que

inclinarnos, desde un

punto de ética social,

por el derecho a la

vida, porque para

interpretar derechos

que supuestamente se

contraponen no

podemos suprimir el

núcleo esencial de lo

que es un derecho»

Page 14: El Observador de la Actualidad 737

ESPECIAL: LA ORACIÓN Y LOS JÓVENES14 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737

El Padrenuestro rezado poruna muchacha «fresa»

Dear dady que estás en el cielooooo.....Santificado mil sea tu nombre.

Venga tu reino a nosotros,y has tu voluntad, o sea, así como enel Cielo, igual en la Tierra,¿me entiendes?

Perdóname por esas cosasque a veces hago que, yo así comoque, ¡o sea, noooo!... nada que verContigo,así como yo perdono a los queme hacen cosas en mal plan.

Bendice a mi prójimo, a mi papi,a mi mami, al boy que me gustay a toda la prole que me rodea.

No dejes que caiga en la tentación,porque, o sea, Tú sabes que el diabloes súper mala onda y me quiere hacer cosasque yo ¡ni en cuenta!Amén, ¿ok?

¡Bye! ¿Te cuidas!O sea pues....

Anónimo

Oración para pedir el buen humorComo dijo el gran escritor católico G. K. Chesterton, «divertido no es lo contrario deserio. Divertido es lo contrario de aburrido y de nada más». Por eso muchos santosse dieron el lujo de ser divertidos incluso en el momento de orar. Para muestra,esta oración de santo Tomás Moro, canciller de Inglaterra, escrita cuando estaba

en la cárcel —después fue decapitado— por oponerse al divorcio de Enrique VIII:

Señor, dame una buena digestióny, naturalmente, algo que digerir.

Dame la salud del cuerpoy el buen humor necesario para mantenerla.

Dame un alma santa, Señor,que tenga siempre ante los ojos lo que es bueno y puro.De modo que, ante el pecado, no me escandalice,sino que sepa encontrar el modo de remediarlo.

Dame un alma que no conozca el aburrimiento,los ronroneos, los suspiros y los lamentos.Y no permitas que tome demasiado en serioesa cosa entrometida que se llama «el yo».

Dame, Señor, el sentido del humorismo.Dame el saber reírme de un chistepara que sepa sacar un poco de alegría a la viday poder compartirla con los demás. Amén.

Palabras cruzadasLa Liturgia de las Horas u Oficio Divino es el conjunto de oraciones (salmos, antífonas, himnos, lecturasbíblicas y otras) que la Iglesia ha organizado para ser rezadas en determinadas horas de cada día. Es, con laSanta Misa, la plegaria pública y oficial de la Iglesia. Aunque es necesaria la oración privada, igualmente esbueno que recemos unidos como Iglesia.Los sacerdotes, religiosos y religiosastienen obligación de rezar el OficioDivino, y los laicos se les pueden unir.

En la parte inferior hayuna pequeña oraciónde la Liturgia de lasHoras; acomoda enlas cuadrículas laspalabras que aparecenen negrita.

HumorHumor HumorHumor

Oración efectiva 1.- Un hombre de pro-funda oración se hallaba en su departamen-to cuando el edificio comenzó a incendiarse

y él quedó atrapado. De inmediato rezó a Dios con gran confianza yhumildad, pidiéndole que lo salvara. Pronto llegaron la policía, losbomberos y las ambulancias. Todos intentaron convencerlo paraque saltara por la ventana para ser recibido en una lona; pero él senegó diciendo: «Confío en Dios, Él me va a salvar». Al final el hom-bre murió en el incendio. Cuando llegó ante la presencia de Dios le

reclamó:— ¡Señor, yo confiaba en Ti! ¿Por qué no me ayudaste?

— ¡Cómo que no! —respondió el Altísimo — ¿Acaso no teenvié a la policía, a los bomberos y las ambulancias?

- - - - - - - - - - - - - - - - - -

Oración efectiva 2.- En las estepas africanas va un sacerdotemisonero corriendo porque lo persigue un león. De repente el hom-bre de Dios se arrodilla y reza así:

— Señor, te pido que este león se vuelva cristiano.De inmediato el león se detiene, se arrodilla y dice:— Señor, bendice estos alimentos que por tu bondad voy a con-

sumir.

Como dice san Juan Crisósto-mo, «orar es siempre posible... Esposible incluso, en el mercado oen un paseo solitario, hacer unafrecuente y fervorosa oración. Sen-tados en vuestra tienda, compran-do o vendiendo, o incluso hacien-do la cocina». Si Dios está en to-dos lados, en todos lados pode-mos orar, ya que orar no es otracosa que platicar con Él, decirletodo aquello que queramos.

Pero si de verdad se quiereavanzar en la vida espiritual, o sea,

ser más como Jesús quiere queseamos, además de orar en cual-quier oportunidad: en la escuela,entre una clase y otra; en el cine,mientras esperamos que inicie lapelícula; en el autobús, de caminoa casa; etc., habrá que elegir ade-cuadamente un lugar y el momen-to para hacer la oración. De granimportancia será apagar el televi-sor, la computadora, el celular, eliPod y todo lo que haga ruido cer-ca de nosotros —no te asustes, elsilencio no mata a nadie— porque,

si bien nosotros podemos hablar-le a Dios en medio del bullicio, esmuy difícil —por no decir imposi-ble— que escuchemos lo que Diosnos contesta, porque, ¡oye: Diosen verdad responde!

Si nunca has experimentado deforma clara esta respuesta divina—puede ser a través de palabrasinteriores, de una intuición, de unaidea sorpresiva, etc.— es porqueseguramente te ha faltado el silen-cio para darle al Señor oportuni-dad de responderte.

Un día le dijo el Señor a unamística laica: «Yo no habito en labulla, en el alboroto; a Mí se meencuentra en el silencio» (mensajea Catalina Rivas, 27 de octubre de1996). Y la madre Teresa de Calcu-ta decía: «Es necesario que encon-tremos el tiempo de permanecer enel silencio y de contemplar, sobretodo si vivimos en la ciudad don-de todo se mueve velozmente. Esen el silencio del corazón dondeDios habla».

D. R. G. B.

«Yo no habito en la bulla, en el alboroto;a Mí se me encuentra en el silencio»

Page 15: El Observador de la Actualidad 737

15El Observador 23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737 ESPECIAL: LA ORACIÓN Y LOS NIÑOS

Dios, quiero platicar ContigoJesús hablaba con su Padre con mucha

confianza,y nos enseñó a rezar así también.

La siguiente oración te puede inspirar para

que reces todos los días, con estas palabras o

con las tuyas propias:

Padre Bueno, yo sé que para hablar contigono necesito hacer cosas raras,como hacen algunas personaspara que todo el mundo las mire.

Yo sé que tampoco necesito muchas palabrasni oraciones aprendidas de memoria.Lo importante es que platique Contigo.

Tengo que confiar en Ti,porque eres mi Padre y me quieres.

A veces te pido muchas cosas:que apruebe los exámenes,que cures a mi abuelito,que mi papá encuentre trabajo,que no haya más guerras,ni más hambre,ni más pobres en el mundo.

Cuando te pido estas cosas,lo que quiero decirtees que, pase lo que pase,yo sé que eres mi Padre Bueno.

Porque si yo no quiero que haya pobres,ni guerras, ni hambre,ni que la gente se muera,ni que mi abuelito esté enfermo,¿cómo lo vas a querer Tú?Yo no sé muchas cosas,pero de eso estoy segurode que Tú no lo quieres.

Ayúdanos a hacer que no haya guerras,que no haya hambre,que no haya desempleo,que no haya enfermedades.Que los hombres sean buenoscomo Tú quieres que sean.

Ayúdanos a querer a todoscomo Tú nos quieres a todos.Que sepamos perdonarnoscomo Tú nos perdonas.

Y que nunca, nunca, nunca se nos ocurra desanimarnos;no dejes que lleguemos a pensarque no vale la pena ser buenos.

Adaptado de http://www.infancia-misionera.com

La oración que Jesús nosenseñó: el Padrenuestro

De todas las oraciones que llegamos a aprendernos en la vida, el Padre-

nuestro es la principal porque Jesús mismo nos la enseñó. Los apóstoles ledijeron: «Señor, enséñanos a orar», y entonces Él les dio este rezo. Pon las 20palabras que le hacen falta a la oración y luego búscalas en la sopa de letras:

Padre ___________, que estás en el Cielo,

________________ sea tu _______________;

__________ a _____________ tu __________;

hágase tu _________ en la ________ como en el _________.

Danos _______ nuestro _______ de cada _______;

___________ nuestras _________

como también nosotros ___________ a los que nos __________.

No nos dejes _________ en la ____________,

y ______________ del ________.

— ¿Qué puedo hacer para no caer en pe-cado, señor cura?

— Ora.— Las tres y cuarto. Pero, padre, ¿qué ha-

cer para no caer en pecado?

Dos niñitas estaban rezando el Padrenues-

tro. Una de ellas pregunta:— ¿Por qué rezamos por el pan de cada día

y no mejor por el de toda la semana?La otra le contestá:— Porque se pone duro.http://www.infancia-misionera.com

Chispitas

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

P E R D O N A M O S D

E C E E T I E R R A S

R I A N E D N E F O A

D E C N O M B R E N N

O L V E N G A S Z O T

N O E O I R O F N S I

A H F S L N E A A O F

L O T E A U Í I P T I

O Y O R N E N O N R C

S I B D O S R T C O A

M Í G í P A A T A S D

L A G A F A E S Ó D O

A S L O R T S E U N S

S T E N T A C I Ó N Í

Page 16: El Observador de la Actualidad 737

NIÑOS16 El Observador23 de agosto de 2009, AÑO 15, No. 737

Chispitas

MÁS

Dos hermanitos estaban rezan-do en la noche desde sus literas. Elde la cama de arriba terminó comosimpre así su oración:

— Con Dios me acuesto, conDios me levanto, con la Virgen Ma-ría, y el Espíritu Santo.

En eso se cae la litera de arribay el niño de la cama de abajo ape-nas alcanza a quitarse a tiempo. En-tonces le reclama a su hermanito:

— ¿Viste? ¡Eso pasa por dor-mir con tanta gente!

En la escuela primaria pre-gunta la profesora a la alumnaen la clase de historia:

— Rosita, ¿podrías decir-me quién crees que sea el hom-bre mas malo del mundo?

La oración de una niña muy ri-sueña y muy glotona: «Padre nues-tro que estas en el cielo, santifica-do sea tu nombre; venga a noso-tros tu reino; hágase tu voluntaden la tierra como en el cielo; danoshoy nuestro pan decada día... conmermelada o conmantequilla... ¡ji jiji ji!».

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○

— Yo creo que es un tal Mala-mén.

— ¿Malamén?— Sí, maestra, un señor llama-

do Malamén.— ¿Y por qué piensas eso?

¿Quién es ese Malamén? ¡En dón-de lo viste? —pregunta la extraña-da profesora.

— Bueno, yono lo conozco;pero todas las tar-des, cuando rezoen casa con miabuelita, al final

decimos siempre:«No nos dejescaer en la ten-tación y líbra-nos de Mala-

mén».

Elabora tu propia cajaportátil de la oración

Si quieres pasar momentos muy lindos con Dios, la Virgen, tu ángelde la guarda y los santos, te proponemos que te ayudes preparando tupropia caja portátil de la oración. No es que la caja vaya a orar en tu lugar,sino que va a contener lo necesario para ayudarte en tus plegarias.

Necesitas conseguirte una caja de zapatos con su tapa, o cualquierotra en la que quepa tu Biblia —después de hacer la Primera Comunióncada niño debería tener su propia Biblia—, una cruz sencilla, una peque-ña veladora (si ya tienes permiso de usar cerillos incluye una cajita deéstos; de no ser así, pide a una persona mayor que encienda la velitacuando quieras rezar) y alguna estampa religiosa que te guste mucho.

Forra con papel o tela la caja, o píntala con pintura acrílica del colorque tú quieras. Puedes pegarle un broche a la caja (con velcro o con loque se te ocurra) pero esto no es necesario; lo que es bueno es que latapa quede pegada a la caja por uno de sus lados, como se ve en eldibujo. Por dentro de la tapa pega la estampa. En el fondo de la caja pegala cruz.

Cuando quieras orar, sólo toma tu caja, ve a un lugar tranquilo, sacala Biblia y la veladora, acomoda la caja parada y con su tapa abierta,enciende la veladora (¡cuidado!, ¡cuando esté encendida ponla cerca dela caja pero nunca dentro de ella!) y empieza a platicar con el Señor.