adaptacion lossecuestradoresdealtona

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Una adaptacion de la obra teatral del dramaturgo y filosofo existencialista frances Jean-Paul Sartre.

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Leni: Es preciso que usted sepa que ac jugamos al que gana pirde

ACTO PRIMERO, Una sala amplia atestada de muebles pretenciosos y feos, la mayor parte de fines del siglo XIX alemn. Una escalera interior conduce a un pequeo relleno. En ese relleno, una puerta certada. Dos grandes ventanales dan, a la derecha, sobre un parque muy arbolado: la luz que llega del exterior parece revercida por las hojas de los arboles que atraviesa. Al fondo, a la derecha y a la izquierda, dos puertas. Sobre la pared del fondo, tres inmensad fotos de FRANZ, con crespones sobre los marcos, abajo y a la derecha.

ESCENA ILENI, WERNER, JOHANNA

(LENI de pie, WERNER sentado en un silln, JOHANNA sentada en un canap. No se hablan. Al cabo de un instante el pesado reloj alemn suena tres campanadas. WERNER se levanta precipitadamente.)

Leni: (soltando una carcajada)Cuidado! (una pausa.) A los treinta tres aos! (Fastidio.) Sintate!

Johanna: Por qu? Es la hora!

Leni: La hora? Es solamente el comienzo de una espera. (WERNER alza los hombros. A WERNER) Esperamos, lo sabes perfectamente.

Johanna: Cmo lo sabr l?Leni: Porque esa es la costumbre en todos los consejos de familia

Johanna: Ha habido muchos?

Leni: Eran nuestras fiestas.

Johanna: Cada cual tiene las fiestas que puede. Entonces?

Leni: (explicando) Werner llegaba con anticipacin y el viejo Hindeburg retrasado.

Werner: (a JOHANNA) No le creas una palabra: el padre ha sido siempre de una exactitud militar.

Leni: Exactamente. Lo esperbamos aqu mientras l fuma un cigarro en su escritorio controlando su reloj. A las tres y diez minutos hacia su entrada, militarmente. Diez minutos, ni uno ms ni uno menos. Doce reuniones del personal, ocho cuando presidia un consejo de administracin.

Johanna: Por qu imponerse tantos trabajos?

Leni: Para darnos tiempo a acumular miedo.

Johanna: Y en la fbrica?

Leni: Un jefe llega siempre el ltimo.

Johanna: (asombrada) Qu? Quin dice eso? (Riendo.) Ya nadie cree esas cosas.

Leni: El viejo Hinderburgo crey en eso cincuenta aos de su vida. Ahora ya no cree en nada. (Queda un rato silenciosa). Llegara sin embargo, con diez minutos de retraso. Los principios pasan, pero los hbitos permanecen: Bismarck viva todava cuando nuestro pobre padre adopto los suyos. (A WERNER.) Temblaba y se preguntaba quien seria castigado!

Werner: Y t no temblabas, Leni?

Leni: (riendo secamente) Yo? Me mora de miedo, pero interiormente me deca: Me la vas a pagar todas.

Johanna: (irnicamente) Habr pagado?

Leni: (sonriendo, pero con dureza). Paga. (Volvindose hacia WERNER.) Quin ser el castigado, Werner? Cul de nosotros dos ser castigado? Pensar en eso nos rejuvenece! (Con brusca violencia.) Detesto a las vctimas que respetan a sus verdugos.

Johanna: Werner no es una vctima.

Leni: Pero mralo!

Johanna: (sealando al espejo).Mrese usted!

Leni: (sorprendida) Yo?

Johanna: Usted no es tan orgullosa. Per habla mucho.

Leni: Para distraerlos; hace ya mucho tiempo que el padre no me causa miedo. Y adems, esta vez sabemos los que nos va a decir.

WERNER. Yo no tengo la mas leve idea.

LENI. - (A JOHANNA.) El viejo Hindenburg va a morir Johanna. Acaso no lo sabias?

Johanna: No.

Werner: Eso es falso. (Temblando.) Te digo que es falso.

Leni: No tiembles. (Con brusca violencia.) Si se va a morir! Morir como un perro! Y t no lo sabas, la prueba es que has contado todo a Johanna.

Johanna: Est equivocada, Leni.

Leni: Vamos, Johanna! El no tiene secretos para usted.

Johanna: Y sin embargo, los tiene.

Leni: Quin la informo entonces?

Johanna: Usted misma.

Leni: (asombrada) Yo?

Johanna: Hace tres semanas despus de la consulta, uno de los mdicos hablo con usted en el saln azul.

Leni: S, Hilbert, y qu ms?

JOHANNA. Yo me encontr con usted en la galera, el mdico acaba de partir.

Leni: Y que mas?

Johanna: Nada ms. (Corta pausa). Pero su cara era bien elocuente Leni.

Leni: Antes de pasar al saln azul, Hilbert entr al saln rosa. All estaba mi hermano y le he dicho todo. (Asombrada.) Es que usted no conoce bien a los Gerlach, Johanna.

Johanna: (dirigindose a Werner) Conoc uno en Hamburgo hace 3 aos; lo ame de inmediato; era un ser libre, un ser franco, alegre. Cmo ha cambiado!

Leni: Tena miedo entonces a las palabras su Gerlach, cuando estaba en Hamburgo?

Johanna: Le aseguro que no.

Leni: Ya ve, este es el verdadero.

Johanna: (dirigindose a WERNER con tristeza) Me has mentido!

Werner: (rpidamente levantando la voz) No me digas una palabra ms. (Mostrando a LENI) Observa su sonrisa; esta preparando el terreno.

Johanna: Para quin?

Werner: Para nuestro padre. Hemos sido designados como sus vctimas, su primer objetivo es el de separarnos, y pienses lo que pienses, no me reproches nada, porque sera hacerles el juego.

Johanna: (tierna pero seria). Yo no tengo nada que reprocharte.

Leni: Tambin usted empieza a convertirse en un Gerlarch, bravo!

(Se dirige a buscar una Biblia, grueso y pesado volumen del siglo XVI, y la coloca con esfuerzo sobre la mesita).

Johanna: Qu es esto?

Leni: La Biblia. La colocamos sobre la mesa cuando hay consejo de familia. (JOHANNA, extraada, la mira. LENI, un poco molesta.) Y bien, s, para el caso en que hubiera que hacer un juramento.

Johanna: Pero no habr que jurar nada.

Leni: Quin sabe?ESCENA II

Leni: Es preciso que usted sepa que ac jugamos al que gana pierde.Johanna: Y despus?

El Padre: Vivimos as durante trece aos.

Johanna: (Volvindose hacia el retrato) Trece aos.

Werner: Que buen trabajo! Lo aprecio sobre todo como amateur. Que bien lo han manejado ustedes. Al principio, Johanna apenas los escuchaba; ahora, no se cansa de interrogarlos. En fin. El retrato est terminado. (Riendo) usted es la mujer que necesitaba Bravo, padre, eso es ser genial!Johanna: Cllate, tu nos perders!

Werner: Pero si ya estamos perdidos: Qu nos queda? (El la toma de los brazos y sujetndola por los codos la atraer hacia si y la mira) Dnde va tu mirada? Tienes ojos de estatua blancos. (Alejndola bruscamente) Un cumplido tan vulgar y sin embargo dio en el clavo. Como me has decepcionado, querida!(Una pausa. Todos miran a Werner)

Johanna: Este es el momento.

Werner: De qu?

Johanna: De la condena a muerte querido.

Werner: De la condena a muerte De quin?

Johanna: De la tuya. (Una pausa). Nos han atrapado. Cuando hablaban de Franz, lo hacan de tal modo que sus palabras te tocaban de rebote.Werner: Tal vez soy yo el seducido?

Johanna: No han seducido a nadie, pero te han hecho creer que me haban seducido a m.

Werner: Y se puede saber para qu?

Johanna: Para recordarte que nada es tuyo, nisiquiera tu mujer. (El padre se frota las manos. Una pausa. Y luego bruscamente) Scame de aqu! (Breve silencio) Te lo ruego! (Werner rie. Johanna, volviendose dura y fria) Por ltima vez te lo ruego, partamos de aqu. Por ltima vez, Lo oyes?

Werner: Lo oigo. Ya no tirnrd mas preguntas que hacerme?

Johanna: No!

Werner: Esta bien. Yo har lo que yo quiera. (Gesto de Johanna, agotada.) Muy bien. (Sobre la Biblia.) Juro aceptar las ltimas voluntades de mi padre.

El Padre: Te quedars aqu?

Werner: (con la mano siempre extendida sobre la Biblia). Puesto que usted lo ha querido. Esta casa es la ma, en ella vivir y morir.

(Baja la cabeza.)

ESCENA IIIEL PADRE, LENI

Leni: No le parece a usted que es demasiado duro?

El Padre: Con Werner? Si fuera necesario ser tierno. Pero con l la dureza se impone.

Leni: Dios lo oiga (Una pausa.) Hasta la noche, padre. (Ella espera que el se vaya. Y no se mueve.) Es preciso que yo cierre y apague las luces y habr llegado la hora de Franz (Con insistencia.) Hasta esta noche.

El Padre: (Sonriendo) Ya me voy, ya me voy! (Una pausa. Con cierta timidez) Sabe l lo que me pasa?

Leni: (asombrada) Quin? Oh!, Franz, le juro que no.

El Padre: Ah! (Con penosa irona) T le evitas toda pena?

Leni: A l? Usted podra caerse bajo un tren (Con indiferencia) Solo puedo decirle que he olvidado hablarle de eso.

El Padre: Haz un nudo en tu pauelo.

Leni: (Sacando un pauelo y haciendo un nudo). Ya est.

El Padre: No lo olvidars?

Leni: No, pero deber presentarse la ocasin.

El Padre: Cuando se presente, trata de preguntarle si puede recibirme.

Leni: (Con cansancio) otra vez! (Dura pero sin clera) No lo recibir. Por qu me obliga a repetirle lo que usted sabe desde hace trece aos?

El Padre: (Violento) Qu se yo, bruja? Qu se yo? T mientes como si respiraras. Ignoro si le entregas mis cartas y mis suplicas y me pregunto a veces si no lo has persuadido de que estoy muerto desde hace diez aos.

Leni: (Alzndose de hombros) Qu pretende averiguar?

El Padre: Trato de saber la verdad o, por lo menos, una relacin entre tus mentiras.

Leni: (Mostrando el primer piso) All arriba est la verdad. Suba y la encontrar. Suba! Pero por qu no sube?

El Padre: (Cediendo en su clera y como atemorizado) Ests loca!

Leni: Interrguelo! As se tranquilizara.

El Padre: (En el mismo tono) Pero si no conozco siquiera

Leni: El santo y sea? (Riendo) Oh, si usted lo sabe muy bien! Cien veces lo he sorprendido espindome. Oa sus pasos, vea su sombra, no deca nada, pero tenia que contenerme para no rer.(El Padre quiere protestar) Me habr equivocado? Bueno, tendr el placer de informarle personalmente.

El Padre: (Por lo bajo y como a pesar suyo) No.

Leni: Golpee primero cuatro veces, despus cinco. Despus dos veces tres. Qu le impide hacerlo?

El Padre: A quin encontrar? (Una pausa. Despus con voz sorda) Si me echara no podra resistirlo.

Leni: Entonces prefiere creer que soy yo quien le impide caer en sus brazos?

El Padre: (Penosamente) Perdname, Leni. A veces soy injusto. (Le acaricia la cabeza. Ella se crispa) Tus cabellos son tan suaves. (Le acaricia mas distradamente, como si reflexionara) T tienes influencia sobre l?

Leni: (Con orgullo) Naturalmente.

El Padre: No podras t, poco a poco, procediendo con cautela? Te ruego insistir tambin sobre ese punto, que es muy importante: mi primera visita ser tambin la ltima. No estar ms que una hora. O menos si eso puede fatigarle. Y sobre todo dile que no tengo prisa. (Sonriendo) En fin no demasiada prisa.

Leni: Una sola entrevista.

El Padre: Una sola.

Leni: Una sola y usted va a morir. Para qu quiere verlo?

El Padre: Por verlo. (Leni re con insolencia) Y para despedirme.

Leni: Qu cambiaria si se fuera a la inglesa?

El Padre: Para m? Todo. Si lo viera, corto la cuenta y hago la suma.

Leni: Cree que hace falta darse tanto trabajo? La suma se har sola.

El Padre: T crees eso? (Un breve silencio) Yo debo hacer la raya, yo mismo, para que todo no se desfleque (con una sonrisa un poco timida) Despues de todo, esta vida ya la he vivido, no puedo dejar que se pierda. (Una pausa. Casi con timidez) Me prometes que le hablaras?

Leni: (brutalmente) Por qu lo hara? Hace 13 aos que monto guardia, y abandonara mi vigilancia cuando solo faltan seis meses?

El Padre: Montas guardia contra mi?

Leni: Contra todos los que quieren perderlo.

El Padre: Yo quiero perder a Franz?Leni: S.

El Padre: Ya te comprendo: Si El te ha dado esos ojos, ese es el ms refinado de los suplicios.

Leni: (casi enloquecida) Claro que s! El ms refinado, el ms refinado! He ah la felicidadad, mi loca felicidad.

El padre: (siempre con bonhoma) Y si yo no quisiera ensertela?

Leni: Sostengo que no lo ver. (Recoge la Biblia con esfuerzo y la coloca sobre una mesa.) Franz no la recibir, eso se lo juro. (Extendiendo la mano.) Juro sobre esta Biblia que usted se morir sin haberlo vuelto a ver. (Una pausa.) Ya est! (Otra pausa.) Muestre su juego.

El Padre: (apaciblemente) Vamos! Ya no te res locamente. (Acaricindole los cabellos). Cuando acaricio tus cabellos, pienso en la tierra: por encima tapizada de seda, por dentro bullente. (Se frota suavemente las manos. Con una sonrisa inofensiva y dulce). Te dejo hijita. (Sale).

ESCENA IVEL PADRE, JOHANNA

El Padre: Quin est ah? (Ella baja la mano.) Johanna! (Adelantndose). Lo siento mucho (queda en el medio de la habitacin). En los interrogatorios policiales se enfocan las luces de los proyectores sobre el inculpado: Qu pensara usted de m que le he proyectado de golpe en sus ojos toda esta luz?

Johanna: Pienso que debera apagarla.

El Padre: (sin moverse) Y despus?Johanna: Y despus, que usted no es un polica pero que piensa someterme de todos modos a un interrogatorio musical. (El PADRE sonre y deja caer los brazos en un fingido agotamiento. Con viveza.) Usted no entra jams en esa pieza. Qu hacia ah si no era espiarme?

El Padre: Pero hijita, usted tampoco entra. (JOHANNA no responde.) El interrogatorio no tendr lugar. (Enciende dos lmparas cuyas pantallas abaten la luminosidad entre muselina rosada, y se dirige a apagar las luces de la gran araa.) He aqu la luz rosada de las verdades a medias. Esta ms cmoda as?

Johanna: No, Permtame que me retire.

El Padre: Se lo permitir cuando haya escuchado mi respuesta.

Johanna: Yo no le he preguntado nada.

El Padre: S, usted me ha preguntado que hacia aqu y yo tengo mucho inters en decrselo, aunque no pueda enorgullecerme de ellos. (Un breve silencio). Desde hace aos cada da, cuando estoy seguros de que Leni no puede sorprenderme, me siento en este silln y espero.

Johanna: (interesada a pesar suyo): Esperar que?

El Padre: Que Franz se pasee en su habitacin y poder orlo caminar. (Una pausa) en su habitacin y poder orlo caminar. (Una pausa). Es todo lo que me han dejado de mi hijo , el ruido de dos suelas de zapatos contra el piso. (Otra pausa). De noche me levanto. Cuando todo el mundo duerme, yo se que Franz vela, los dos sufrimos del mismo insomnio. Es una manera de estar juntos. Y usted, Johanna? Qu espiaba aqu?

Johanna: Yo no espiaba a nadie.

El Padre: Entonces es una coincidencia, el ms grande de los azares. Y el ms oportuno (Irritacin de Johanna con viveza) No, no, no se trata de ningn secreto, salvo para Leni. Usted podr contarle todo a Werner, hasta lo deseara.

Johanna: En ese caso lo ms simple, seria llamarlo.

El Padre: Le ruego que me escuche dos minutos. Si usted as lo desea todava.

Johanna: (Sorprendida por esa ltima frase se detiene y lo mira de frente) Bien. Qu es lo que usted quiere decirme?

El Padre: Hablar con mi nuera de la joven pareja Gerlach.

Joahanna: La joven pareja Gerlach ha sido destrozada en pedazos.

El Padre: Qu novedad es esa?

Johanna: Ninguna novedad, usted mismo la ha roto en pedazos.

El Padre: Dios mo! Seria por torpeza. (Con solicitud). Pero yo cre entender que haba un medio de componerla.

Johanna: (alumbrando todas las luces de la gran araa). El interrogatorio empieza: enciendo todos los reflectores (volviendo a colocarse bajo la araa). Dnde debo colocarme? Aqu? Bien. Ahora, bajo la luz fra de las verdades enteras y de las mentiras premeditadas, yo le declaro que no le hare confesiones que hacerle. Estoy sola, sin fuerzas y enteramente consciente de mi impotencia. Estoy sola y sin fuerzas, enteramente consciente de mi impotencia.

El Padre: (con gravedad) Pobre Johanna. Nosotros solo le hemos hecho mal. (Voz cambiada sbitamente confidencial y alegre). Y sobre todo embellzcase.Johanna: Qu dice?

El Padre: Dije: embellzcase.

Johanna: (ultrajada con violencia) Bella! El da de los adioses, supongo que voy a dejarle el mejor recuerdo).

El Padre: No, Johanna: el da que vaya a ver a Franz. Los dos minutos han pasado: debo llamar ahora a su marido? (Ella le hace un signo de que no) Muy bien, ese ser nuestro secreto.

Johanna: Permtame dudar de eso.El Padre: Y por qu?

Johanna: Porque nuestros intereses son opuestos. Yo deseo que Franz vuelva a hacer una vida normal.

El Padre: Yo tambin. (Sonriendo) Yo creo que usted no tiene idea de mi poder. Bastaria que mi hijo se diera cuenta el trabajo de bajar: todo quedara arreglado en cuestin de horas.

Johanna: Permitame dudar de eso.El Padre: (con voz sorda). Apuesto uno sobre diez que le abre, uno sobre cien que l le escucha, uno sobre mil que le responda. Si usted tuviera esa milsima posibilidad

Johanna: Y bien, Qu?

El Padre: Consentir usted en decirle que voy a morirme?

Johanna: Leni no lo ha hecho?

El Padre: No, No! Simplemente un informe, el viejo se va a morir. Sin comentarios. Prometamelo!

Johanna: Esta jurado sobre la Biblia.

El Padre: Gracias.

Johanna: Dnde podre encontrarlo si tuviera necesidad de usted?

El Padre: Usted no podr encontrarme. (Una pausa) Salgo para Leipzig. (Otra pausa) Si le fallara su intento (Un gesto). Estar de regreso dentro de unos pocos das. Aunque hubiera ganado o perdido.

Johanna: (angustiada) Bien, le deseo buen viaje y le ruego que no me augure nada.

El Padre: Hace 13 aos que Franz no ha visto una persona, Ni un alma.

Johanna: (alzndose de hombros) Salvo a Leni.

El Padre: Leni no es un alma. Y hasta me pregunto si l la ve?

Johanna: Qu podra cambiar si me maquillara bien la cara?

El Padre: (con dulzura). Amaba la belleza.

Johanna: Yo no soy bella. Est claro?

El padre: Si usted no lo es, quien entonces?

Johanna: Nadie.

El Padre: Soy yo quien debe excusarse, hijita.

Johanna: Dejemos eso. Usted no poda saberlo. O tal vez lo saba usted. Poco importa. (Una pausa). Franz me tomara tal cual soy. Con este traje y con esta cara. Cualquier mujer es siempre demasiado buena para cualquier hombre.

(Un silencio por encima de sus cabezas se oye a FRANZ caminar.)

Johanna: Sera Franz?

El Padre: Si. Usted cree que est loco?

Johanna: Loco de atar.

El Padre: Eso no es locura.

Johanna: (alzndose de hombros) Y que es?

El Padre: Desgracia.

Johanna: Quin puede ser ms desgraciado que un loco?

El Padre: l.

Johanna: (brutalmente) Yo no entrare en el cuarto de Franz.

El Padre: S (una pausa). No tenemos otra oportunidad ni usted, ni l ni yo.

Johanna: Subir a esa escalera, llamare a esa puerta..., (una pausa). Est bien me pondr bella. Para protegerme. (EL PADRE le sonre frotndose las manos).

ACTO SEGUNDO, La habitacion de franz. Una puerta a la izquierda en el fondo. Esta da sobre un rellano. Trancas. Brra de hierro. Dos puertas al fondo a cada lado de la cama. Una da sobre el cuarto de bao, la otra sobre un lalavado. Una enorme cama pero sin sabanas ni colchon, con una manta doblada sobre el elastico. Una mesa apoyada contra la pared a la derecha. Una unica silla. Sobre la izquierda un amontonamiento beterogeno de muebles rotos, objetos de adornos deteriorados. Eso es todo lo que queda del amueblamiento de la habitacio. Sobre esos estantes, bobinas magnetofonicas. Dos letreros en los muros, con textos en letra de imprenta, pero trazados...a...manos. ''No molestar''. ''Prohibido tener miedo''. Sobre la mesa, ostras, botellas de champaa, copas, una regla, etc... Manchas de humedad sobre las paredes y en el techo.

ESCENA I

Franz y LeniFranz viste forme de soldado, baraposo. Por las roturas de la tela, en partes se le ve la piel. Esta sentado en la mesa y vuelve la espalda a Leni, y en tres cuartas partes al publico. Sobre la mesa otras y botellas champaa. Bajo la mesa, escondido, el magnetofobo. Leni, de frente al publico, barre la habitacion con un detalle sobre su vestido.Trabaja tranquilamente, sin prisa y sin mayor empeo, como una buena sirvienta, con la cara lavada de toda expresion, casi adormecida, mientras Franz habla. Pero de tiempo en tiempo le lanza rapidas miradas. se nota que ella lo espia y espera el final del discurso.)Franz- Habitantes escondidos en lo techos, atencion. Habitantes escondidos en los techos, atencion. Les estan mintiendo. Son millares de falsos testimonios por segundo. Millares de falsos testimonios. Escuchen las quejas de los hombres, nos traicionamos por nuestros propios actos, por nuestras propias palabras, por nuetra vida de perro. Cangrejos con cinco pares de patas, estoy seguro que no pensaban lo que decian y que no hacian lo que deseaban. Nos juzgamos. no culpables. Y sobre todo no los condeneis confesines, aunque estuvieran firmadas. en esa epoca se decia. ''El acusado ha confesado, por lo tanto es inocente.'' Querido auditorio. mi siglo fue una farsa cruel. la liquidacion de la especie humana se decidio en las altas esferas. Se comenzo por alemania hasta el hueso. (Llen una copa.) Una sola persona dice la verdad. El Titan destrozado, testigo oculas, secular, per secula seculorum. Yo. El hombre ha muerto y yo soy su testigo. Siglos, yo os describire el gusto de mi siglo yentonces vosotros absorvereis a los acusados. Yo me burlo de los hechos, eso queda para los falsos testigos. yo les dej a ellos sus causas ocacionales y sus razones fundamentales. Les gustaba eso. Nos llenabamos la boca con eso. (Bebe.) Y bebiamos para poderlo tragar. (Soando.) Demonio de gusto- verdad? (Se levanta bruscamente con una especie de terror.) Pero volvere.Leni- ( creyendo que ha terminado). - Franz, tengo que hablarte.Franz ( gritando). - Silencio, cangrejos.Leni- ( con su voz mas natural). - Franz, escuchame, es algo grave.Franz (como si hablara alos cangrejos). - Elegisteis la caparazon? brabo, a dios el desdudo. pero porque consrvvasteis vuestros ojos? Lo mas espandoso k teniamos. Eh? Porque? (finge esperar. Ruido subito. Sobresalto. Con voz seca, rapida, gangosa.) Que pasa? (Se vuelve hacia Leni mirandola con desconfianza y severidad.)Leni- (tranqulamente). - la bobina (se inclina, toma el magnetofono y lo coloca sobre la mesa.) Esta terminada... (apoya sobre un boton y la bobina vuelve a enrrollarse, de modo que se oye la voz de Franz al reves.) ahoara vas a escucharme. (Franz se deja caer sobre una silla, con la mano crispada sobre el corazon. Leni se interrumpe y volviendose hacia el, lo v crispado, con expresion de sufrimiento. sin conmoverse.) Que pasa ahora?Franz. - Que quieres que pase?Leni. - El corazon?Franz (dolorosamente) - pateaLeni - que es lo que quieres, maestro de coro? otra bobina?Franz (calmado subitamente). - eso no. ( se levanta y se hecha a reir.) estoy muerto. de cansancio, Leni, muerto de cansancion. levanta eso. (Leni se acerca a sacar la bobina.) espera. quiero escucharme.Leni- desde el comienzo?Franz- E n cualquier punto. (Leni pone a funcionar el aparato. se escuch la voz de Franz. ''Hay uno solo que dice la vedad...'' etc. Franz escucha un instante con la cara crispada, refiriendose a la voz de la grabacion.) Yo no he querido decir eso. Quien habla? No hay una solo palabra de verdad. Es una voz muerta. parala, por dios, parala, me enloquece... (Leni sin mucha prisa, para el magnetofono y enrrolla la bobina. inscribe un numero sobre la bobina y la coloca en el estante junto con las otras. Franz la mira hacer, con aire abatido.) Bien. Empezaremos de nuevo.Leni- Como siempreFranz- No, yo delante. Pero u dia las palabras no brotaran espontaneamente y dire lo que quiero decir. despues sera el reposo. (Una pausa) Tu crees que eso existe?Leni- Que?Franz- El reposo.Leni- No.Franz- Es lo que yo pensaba.(Breve silencion.)Leni- Quieres escucharme?Franz- EhLeni- Tengo miedoFranz (sobresaltado) - Miedo? (La mira con inquietud.) Tu has dicho miedo?Leni- SiFranz (brutalmente). - Entonces vete(Toma una regla que esta sobre la mesa y con ella golpea uno de los letreros, que dice. ''Prohibido tener miedo.'')Leni- Esta bien. Ya no tengo miedo. (Una pausa.) Pero escuchame, te lo suplico.Franz- Es lo unico que hago. Me destozas la cabeza. (Una pausa.) Y bien?Leni- No se exactamente que se prepara pero...Franz- Algo se prepara? De donde, en washington o en moscu?Leni- Bajo tus pies.Franz- En la planta baja? (Con brusca evidencia.) El padre va a morir.Leni- Quien habla del padre? El nos enterrara a todos.Franz- Tanto mejor.Leni- Tanto mejor, dices?Franz- Tanto mejor o tanto peor, no me importa nada. Entonces, de que se trata?Leni- Estas en peligro.Frannz (con conviccion). - Si. Despues de mi muerte Si los siglos perdieran mis trazas, el monstruo me devoraria, Y quien salvaria al Hombre, Leni?Leni- Cualquiera que sea, Franz, tu estas en peligro desde ayer, peligra tu vida.Franz (con indiferencia) - Y bien, defiendeme tu, eso es asunto tuyo.Leni- Si, pero si tu me ayudas.Franz- No tengo tiempo. Yo estoy escribiendo la historia y tu vienes a distraerme con tus anecdotas.Leni- Tambien seria una anecdota si te mataran.Franz- Por cierto.Leni- Si te mataran demasiado pronto.Franz (frunciendo el entrecejo). -Demasiado pronto? (Una pausa.) Quien quiere matarme?Leni- Los de la ocupacion.Franz- Ya comprendo. (Una pausa.) Me rompen la garganta y mistifican la treintena con documentos falsificados. (Otra pausa.) Tienen a alguie en el lugar?Leni- Yo creo que si.Franz- A quien?Leni- No lo se todavia. Pero piensa que sea la mujer de werner.Franz- La jorobada?Leni- Si, husmea por todas partes.Franz- Dale veneno pa las ratas.Leni- Es desconfiada.Franz- Cuantos inconvenientes. (Inquieto) Necesito diez aos.Leni- Dame diez minutos.Franz- Como me aburres.

ESCENA VFranz: (Gritando) Yo voy (Pasa ante ella, amenazante, y se detiene. Se deja caer sobre una silla, se toma el pulso) Doscientas cuarenta pulsaciones por lo menos! Pero vyase, en nombre de Dios, no est viendo que voy a morirme!Johanna: Esa seria la mejor solucin.

Franz: Qu dice? (Saca la mano que tena sobre el pecho y mora a Johanna con sorpresa) Leni tena razn: Usted est pagada! (Se levanta y camina con naturalidad) pero no me sometern tan fcilmente! Despacito! (Se vuelve bruscamente hacia ella) La mejor solucin? Para quien? Para todos los falsos testimonios de este mundo?

Johanna: Para Werner y para mi.

(Ella lo mira)

Franz: (Extraado) Yo lo molesto?

Johanna: Usted nos tiraniza.

Franz: Yo nisiquiera la conoca.

Johanna: Pero usted conoca a Werner.

Franz: Hasta he olvidado sus rasgos.

Johanna: Nos retienen aqu a la fuerza. En nombre suyo.

Franz: Quin?

Johanna: El padre y Leni.Franz: (Divertido) La castigan, la encadenan?

Johanna: Eso no.

Franz: Entonces?

Johanna: Con un chantaje.

Franz: Eso si. Eso los pinta como son. (Risa seca. Volviendo a su asombro) En mi nombre? Qu pretenden?

Johanna: Tenernos en reserva; nosotros tomaremos la guardia en caso de algn accidente.

Franz: (Divertido) Su marido me har la comida y usted limpiara mi habitacin. Sabe remendar?

Johanna: (Sealando el uniforme en harapos) Los trabajos de costura no parecen ser muy absorbentes.

Franz: Usted se engaa! Son agujeros muy bien consolidados. Si mi hermana no tuviera esos dedos de hada (Bruscamente serio) No habr relevo: Mande al diablo a Werner y que yo no la vea mas! (Va hacia su silla y en l momento de sentarse, se vuelve) Est todava ah?

Johanna: Si.Franz: No me entendi: le devuelvo su libertad.

Johanna: Usted no me devuelve nada!

Franz: Le digo que usted es libre.

Johanna: Esas son palabras. Viento!

Franz: Usted quiere hechos?

Johanna: Si.

Franz: Y bien, Qu debo hacer?

Johanna: Lo mejor seria que usted se suprimiera.

Franz: Otra vez? (Irnica risita) No lo espere. Sin cumplimientos.

Johanna: Entonces, aydenos.

Franz: (Sofocado) Qu?

Johanna: (Con apasionamiento) Tiene que ayudarme, Franz!

(Una pausa)

Franz: No. (Una pausa) Yo no pertenezco a este siglo. Yo salvare a todo el mundo en general, pero no ayudare a nadie en particular.

ACTO SEGUNDO, ESCENA VIIIFranz: (Con voz muy dura) Confiese que me ha mentido, digame que Alemania agoniza.

Johanna: (Sobresaliendose casi dolorosamente. Como si despertara) Ah! (Tiembla y su cara se crispa. Por un instante parece casi fea) Lo ha echado todo a perder.

Franz: Todo, he borroneado la imagen (Bruscamente) Y usted quera hacerme revivir? Romperia el espejo sin motivo. Yo bajare a vivir con ustedes. Comoere en fmilia la sopa y usted podra irse a Hamburgo con su Werner. pero a donde nos conducira todo eso?Johanna: (Dominandose. Sonriente) A Hamburgo.

Franz: Usted nunca volver a ser bella.

Johanna: No, nunca mas.

Franz: Mientras que aqu usted lo seria todos los das.

Johanna: Siempre que regrese todos los das.

Franz: Usted volver.

Johanna: Y usted me abrir la puerta?

Franz: Yo le abrire.

Johanna: (Imitando a Franz) Y a donde nos conducir todo esto?

Franz: Aqu, a la eternidad.

Johanna: (Sonriendo) Al delirio de los dos (Ella reflexiona. La fascinacin ha desaparecido, y se siente que ella ha vuelto a sus primitivos proyectos) Esta bien, volver.

Franz: Maana?

Johanna: Tal vez maana.

Franz: (Con dulzura. Johanna permanece silenciosa) Dgame que Alemania agoniza. Digamelo, para que el espejo no se haga aicos. (Excitandose, sus manos vuelven a temblar) Digamelo! Digamelo! Digamelo!

Johanna: (Lentamnete) Un delirio entre dos: sea. (Una pausa) Alemania esta en la agona.

Franz: Eso es cierto?

Johanna: Si.

Franz: Nos estn estrangulando?

Johanna: Si.

Franz: Bien (Tratando de escuchar) Ahora ella se ha ido (Recoge los zapatos de Johanna, se arrodilla ante ella y se los calza. Johanna se levanta. Frnaz se incorpora, se inclina golpeando los talones) Hasta maana. (Johanna va hasta la puerta, la sigue; sacando el cerrojo, abre la puerta. Ella hace un signo con la cabeza y una ligera sonrisa. Va a salir cuando Franz la detiene) Espere! (Ella se vuelve, lo mira con sbita desconfianza) Quin ha ganado?

Johanna: Ganado que?

Franz: La primera jugada.

Johanna: Adivinelo.

(Sale. El cierra la puerta. Echa la barra. El cerrojo. Parece aliviado de un peso. Se dirige al medio de la habitacin. Y se detiene)

Franz: Ufff!

ACTO TERCERO, ESCENA IVWERNER, JOHANNA

Werner: (Bruscamente) Has hecho el amor con Franz? (Risa seca) Confisalo, no te lo reprochare: decan que le bastaba silbar y que las mujeres caan a sus pies. (La mira con expresin de maldad) Te he hecho una pregunta!

Johanna: (Con dureza) No te perdonare si me obligas a contestarte.

Werner: Contesta y no perdones.

Johanna: No.

Werner: No habis hecho el amor, pero te mueres de ganas de hacerlo.

Johanna: (Sin violencia pero con expresin de odio) Eres innoble.Werner: (Sonriendo con maldad) Soy un Gerlach. Respondeme.

Johanna: No.

Werner: Qu puedes temer?

Johanna: (Con expresin siempre glacial) Antes de conocerte me atraan la locura y la muerte. Alla arriba eso vuelve a producirse. Tanto de evitarlo. (Una pausa) Sus cangrejos, ya creo en ellos mas que en el mismo.

Werner: Porque tu lo amas.

Johanna: Porque son reales. Los locos dicen la verdad, Werner.

Werner: No hay mas que un una verdad: El horror a la vida! (Recuperando el tono calido de su voz) Yo quiero evitarlo! Quiero evitarlo! Prefiero mentir. Si me amas, slvame. (Mostrando con su gesto el techo) Esa bveda me aplasta. Llevame a una ciudad donde todo sea de todos, donde todos se mientan. Con tormentas, tormentas que vagan a lo lejos. Volveremos a encontrarnos, Werner, Te lo juro!Werner: (Con sbita violencia y con salvajismo) Encontrarnos? Cmo te habre perdido, Johanna? Si nunca te he posedo. Dejame! No tengo nada que hacer con tu solicitud. Me has engaado en nuestro contrato. Yo quera una mujer, no he posedo mas que su cadver. Tanto peor si te vuelves loca, nos quedaremos aqu! (Imitandola) Defiendeme! Salvame! Y como? Abandonando el campo? (Dominandose. Con sonrisa frua de maldad) Me he exasperado, perdname. Tu haras lo posible por seguir siendo una esposa honesta: es el papel de tu vida. Despues de todo, la satisfaccin ser solo para ti misma. (Una pausa) Hasta donde tendramos que ir para que pudieras olvidar a mi hermano? Adonde tendramos que huir? Trens, aviones, barcos cuanta historia, cuanta fatiga! Lo miraras todo con tus ojos vacios: como una naufraga de lujo, y eso no te cambiaria. Y entre tanto yo? Te has preguntado que ser de mi durante ese tiempo? Qu yo me declare vencido por anticipado y que huya sin mover un dedo durante ese tiempo? Como un cobarde, si, como un cobarde, eso es lo que tu quieres; asi me amaras, porque podrias consolarme. (Con fuerza) No! Nos quedaremos aqu, hasta que uno de nosotros tres reviente: tu, mi hermano o yo.Johanna: Cunto me detestas!Werner: Te amare cuando te haya conquistado. Y voy a batirme, puedes estar segura. (Rie) Y ganare, ustedes las mujeres solo aman la fuerza. Y la fuerza, yo la tendre.

(La toma por el talle y la besa brutalmente. Ella lo golpea con sus punos cerrados, se desprende de su brazo y se echa a reir)

Johanna: (Riendo a carcajadas) Oh! Werner, Crees tu que el muerde?

Werner: Quin, Franz?Johanna: El soldadote a quien tu quieres parecerte. (Una pausa) Si nos quedamos en esta casa ire a ver a tu ermano todos los das.

Werner: No lo dudo. Y pasaras todas las noches en su cama. (Rie) Las comparaciones vienen solas.

Johanna: (Lenta y tristemente) Pobre Werner!

(Va hacia la puerta)

Werner: (Sintiendose bruscamente desamparado) Adnde vas?

Johanna: (Con risa de maldad) Voy a comparar.

(Abre la puerta y sale sin que Werner haga un gesto para retenerla)ACTO CUARTO

La habitacin de FRANZ. El mismo decorado que en el segundo acto. Pero todas las insignias han desaparecido. Ya no hay conchillas de ostras sobre el piso. Sobre una mesa una lmpara de escritorio. Slo ha quedado en su lugar el retrato de Hitler.

ESCENA I

FRANZ (solo). - Habitantes escondidos en los techos, atencin! Habitantes escondidos en los techos, atencin! (un silencio. Siempre dirigindose hacia el techo.) Camaradas! Camaradas! (Fastidiado, casi violento.) Hago de prostituta para serles gratos y ni siquiera me escuchan. Esperad! (Saca un reloj de sus bolsillos y lo mira.) Quince minutos! Quince minutos de atraso! Es inadmisible! Yo destrozar este reloj (Lo coloca en su mueca.) Quince minutos! Diecisis horas. (Estallando.) Cmo har para conservar mi paciencia secular si me molestan con estos pinchazos de alfiler? Todo esto va a acabar muy mal. (Una pausa.) Ya no abrir: eso es muy simple, la dejar dos horas enteras frente a la puerta.

(Se oyen tres golpes de llamada, FRANZ se apresura a abrir.)FRANZ (retrocediendo para dejar entrar a JOHANNA). - Diecisiete! (Muestra la esfera del reloj pulsera.)JOHANNA. - Qu?

FRANZ (con voz de reloj parlante). Cuatro horas, diecisiete minutos, treinta segundos. Yo debera haber sabido que ella iba a trastornarlo todo. Para desalojar al tiempo de esta habitacin necesit cinco aos, para que vuelva a entrar han bastado unos instantes. (Muestra su reloj pulsera.) Esta bestezuela cariosa que ronronea en torno de mi mueca y que escondo en mi bolsillo cuando oigo llamar a Leni, es el Tiempo Universal, el Tiempo del reloj parlante, de los indicadores y de los observatorios. Pero, qu puedo yo hacer? Acaso yo tambin sea Universal? (Mirando el reloj pulsera.) Este regalo es sospechoso.

JOHANNA. Entonces, devulvamelo!

FRANZ. En absoluto! Lo conservar. Slo que me pregunto, con qu intencin me lo ha regalado?

JOHANNA. Puesto que yo est viva, mientras usted viva

FRANZ. - Qu significa vivir? Esperarla? Yo no esperaba nada hasta dentro de mil aos. Esa lmpara no se apaga nunca, Leni viene cuando quiere: yo dorma a cualquier hora cuando el sueo me dominaba: en una palabra, no tena necesidad de saber jams la hora. (Con buen humor.) Ahora los das y las noches se persiguen. (Mirando el reloj.) Cuatro y veinticinco: las sombras se alargan, el da decae, yo detesto el atardecer. Cuando usted salga ser de noche, aqu dentro en plena claridad! Tendr miedo.

JOHANNA (tras una breve pausa, bruscamente). - El padre quiere hablarle.

FRANZ (con voz neutra). - Ah!

JOHANNA. Si usted lo recibe, l desligar a Werner de su promesa.

FRANZ (calmo pero neutro). - Y despus? Ustedes se irn?

JOHANNA. Eso slo depender de Werner.

FRANZ (siempre en el mismo juego). - Tendr que renunciar a verla?

JOHANNA. Naturalmente.

FRANZ (el mismo juego). - Qu ser entonces de m?

JOHANNA. Usted entrar de nuevo en su Eternidad.

FRANZ. Est bien. (Pausa.) Vaya a decirle a mi padre

JOHANNA (bruscamente). - No!

FRANZ. - Eh?

JOHANNA (con acalorada violencia). - No! Yo no dir nada.

FRANZ (impasible, sintiendo que ha ganado la partida). Pero tengo que darle una respuesta.

JOHANNA (en el mismo juego). Intil que me la d, no la trasmitir.

FRANZ. - Por qu entonces me ha trasmitido su pedido?

JOHANNA. A pesar mo.

FRANZ. A pesar suyo?

JOHANNA (con una sonrisa forzada, y una mirada cargada todava de odio). Siento que tengo deseos de matarlo.

FRANZ (muy amable). - Desde hace mucho tiempo?

JOHANNA. Desde hace cinco minutos.

FRANZ. - Y ya pas?

JOHANNA (calma y sonriente). Me quedan unos deseos locos de araarle las mejillas. (Arandole la cara con las dos manos. FRANZ la deja hacer.) As, as.

FRANZ (siempre amable). - Cinco minutos! Qu suerte la suya! A m los deseos de matarla me duran toda la noche. (Un silencio. Ella se sienta sobre la cama y queda mirando en el vaco.)JOHANNA (como hablando consigo misma). No me ir.

FRANZ (que la observa). - Nunca ms?

JOHANNA (sin mirarlo). Nunca ms.

FRANZ. - Johanna! (En ese instante llaman a la puerta, cinco veces cuatro, dos veces tres. JOHANNA y FRANZ se miran.) Y bien, es un poco tarde.

JOHANNA. - Franz!

FRANZ. Un poco tarde para absolverme. (Una pausa.) El padre ha hablado. (Otra pausa.) Johanna, usted va a asistir a una ejecucin capital.

JOHANNA (mirndolo). - La suya? (Vuelven a golpear.) Y usted se dejar degollar? (Otra pausa.) Entonces usted no me ama?

FRANZ (riendo silenciosamente). De nuestro amor hablaremos luego (Sealando la puerta.) en su presencia. No va a ser nada bello. Y recuerdo esto, yo pedir su ayuda y usted me la negar. (Una pausa.) Si quedara una sola posibilidad Entre all. (La empuja hacia el cuarto de bao. JOHANNA entra. FRANZ cierra la puerta y va a abrirle a LENI.)ESCENA VIII

FRANZ.LENI

(Franz se quita rpidamente el reloj pulsera y lo guarda en el bolsillo.Leni entra trayendo en un plato, un pastel de sabolla cubierto de azcar impalpable.

Sobre el pastel cuatro velitas .Trae un diario bajo el brazo izquierdo.)

Franz-Por qu interrumpirme a esta hora?

Leni-Tu sabes la hora?

Franz-Se que acabas de dejarme.

Leni-El tiempo te ha parecido muy corto.

Franz-si.(Senalando el paste).Que es eso?

Leni-Un pastel,te lo pensaba dar maana como postre.

Fraqnz- Y despus?

Leni-Ya lo ves,te lo traigo ahora. Con estas velitas

Franz-Velitas,por que?

Leni-Cuentalas

Franz-una , dos , tres, cuatro Y qu.?

Leni-Tu tienes treinta y cuatro anos

Franz-Si, desde el 15 de febrero. Y hoy?Leni-Hoy es una fecha.

Franz-Bueno. Viste al padre?

Leni-Me ha hecho una visita

Franz- Estuvo mucho tiempo?

Leni-Bastante

Franz-En tu habitacin: Es una cortesa excepcional .Me miras?

Leni-Si. (Una pausa).Eres otro. Eso debiera notarse

Franz-Y acaso no se nota?

Leni- No. Yo te veo a ti.es una decepcin.(Una pausa).La culpa no es de nadie, querida Hubiera sido preciso que me amaras. Pero pienso que tu no podias. Franz-Yo te quiero

Leni-(Con un grito de violencia y de rabia). Cllate! (Ella se domina pero su voz conservara una extrema dureza hasta el final ) El padre me ha dicho que tu conocas a nuestra cunada.

\Franz- Ella viene a verme de vez en cuando. Una excelente muchacha, me alegro por Werner. Que cosas me contabas t? Ella no tiene nada de jorobada

Leni-Claro que si

Franz-Pero no!(Hace un gesto vertical). E s

Leni- Si. Tiene la espalda recta. Pero eso no impide que sea jorobada.(Pausa) La encuentras bonita?

Franz- Y t?

Leni- Bella como la muerte.

Franz- Es muy simptico eso que dices: esa misma reflexin le hice yoLeni- Bebo por ella (Vaca su copa y la arroja)

Franz- (Con acento objetivo) Estas celosa?

Leni- No se nada

Franz- Si. Es demasiado pronto (Pausa. Franz toma un pedazo de torta y come. Con la mano derecha abre el cajn del escritorio, toma el revlver y comiendo siempre se lo alcanza a Leni) Toma.(Indicndose as mismo) Tira. Y djala tranquila.

Leni-(Riendo) Guardalo.Yo no se si quiera manejarlo.

Franz-(Que mantiene el brazo tendido y el revlver en la palma de su mano) No le haras ningn dao?

Leni- Acaso fue a ella a quien cuide durante trece aos? Ella no me debe nada. Solo deseo que sufra un poco, pero eso es por tu amorFranz- ( Franz como afirmando) Yo, yo te lo debo todo?

Leni- (Agresiva) Todo!

Franz-(Mostrndole el revlver) Tmalo entonces.

Leni- Eso quisieras. No pienso matarte. Mi adorado amor. Me ver obligada a causarte mucho dao; es mi intencin contarle todo a Johana.

Franz- Todo

Leni- Todo. Te destrozar en su corazn. (La mano de Franz se crispa sobre el revolver) Dispara contra tu pobre hermanita: pero ya he hecho una carta; en caso de una desgracia , Jhoana la recibir esta noche (Pausa) T crees que me estoy vengando?

Franz- No te estas vengando?

Leni- Hago lo que creo justo. Muerto o vivo, es justo que t me pertenezcas, porque soy la nica que te ama tal como eres.

Franz- La nica? (Pausa) Aller, yo hubiera hecho una masacre. Hoy tengo una posibilidad sobre cien de que me acepte. (Colocando el revolver en el cajn) Si estas viva? Es por que he resuelto ensayar esa posibilidad hasta el final.Leni- Muy bien. Que ella sepa lo que yo s y que la mejor gane la partida(Leni se levanta va hacia el cuarto de bano. Al pasar por detrs Franz Leni arrojaEl diario sobre la mesa.Franz se sobresalta)Franz- Qu?

Leni- Es el Frankfurter Zeitung, All se habla de nosotros.

Franz- De ti y de mi?

Leni- De la familia. Hace una serie de artculos: los gigantes que han construido a Alemania. A tal seor tal honor: Comienza su lista con los Gerlach.

Franz- (Que no se decide a tomar el diario) El padre es un gigante?

Leni- (Mostrndole el artculo.)

Eso es lo que dice; puede leerlo, dicen que es el ms grande de todos. (Franz toma el diario con una especie de gruido ronco; lo abre. Se sienta de frente al pblico dando la espalda al cuarto de bao, con la cabeza hundida entre las hojas desplegadas del diario. Leni golpea la puerta del cuarto de bao) Abra! Ya se qyue usted est ahESCENA IXFRANZ, LENI, JOHANNAJOHANNA (abriendo la puerta). Tanto mejor. No me gusta esconderme. (Buenos das.)LENI (tambin amable). Buenos das.

(Johanna, inquieta, aparta a Leni, va directo hacia Franz y lo observa leer.)

JOHANNA. - Diarios? (Franz ni siquiera se vuelve. Johanna dndose vuelta hacia Leni.) Ha andado deprisa.

LENI. Tengo mucho apuro.

JOHANNA. - Prisa de matarlo?

LENI (alzndose de hombros). Eso no.

JOHANNA. Corra porque nosotros le llevamos la delantera! Desde hoy estoy convencida de que podre soportar la verdad.

LENI. Que curioso: el tambin esta convencido de que usted la soportara.

JOHANNA (sonriendo). - Soportare todo. (Pausa.) El padre le ha dado toda la informacin?

LENI. Claro que si.

JOHANNA. Me haba amenazado con hacerlo. Pero es el quien me proporciono el medio de entrar aqu.

LENI. - Ah!

JOHANNA. - No le dijo eso?

LENI. No.

JOHANNA. El nos utiliza en sus maniobras.

LENI. Eso es evidente.

JOHANNA. - Y usted acepta eso?

LENI. Si.

JOHANNA. - Qu es lo que usted pide?

LENI (sealando a Franz). Que usted salga de su vida.

JOHANNA. No saldr mas.

LENI. Yo la hare salir.

JOHANNA. Trate de hacerlo.

LENI. Nosotras somos dos. Una esta de mas. Esa debe sealarse a ella misma.JOHANNA. - Cmo lo haremos?

LENI. Es preciso una prueba seria. Si usted gana, usted me reemplazara.

JOHANNA. Usted hara trampa.

LENI. No ser preciso.

JOHANNA. - Por qu?

LENI. Porque usted debe perder.

JOHANNA. Hagamos una prueba.

LENI. El le ha contado del cabo Heinrich, y de los prisioneros rusos? Se ha acusado de haber condenado a muerte a sus camaradas para salvar la vida de dos guerrilleros?

JOHANNA. Si.

LENI. - Y usted ha admitido que el tenia razn?

JOHANNA. - Usted lo sabe todo!

LENI. No se extrane. El ya me ha hecho a mi la misma escena.

JOHANNA. Entonces, usted pretende que el ha mentido?

LENI. No hay nada falso en lo que ha dicho. Pero la historia no termina all. He aqu la prueba.

FRANZ. Formidable! (tirando el diario se levanta, livido, con ojos de loco.) Ciento veinte astilleros! Se iria de la Tierra a la Luna poniendo uno tras otro el recorrido anual de nuestros barcos. Alemania esta de pie! Viva Alemania! (Va hacia Leni con paso mecanico.) Gracias, hermanito. Y ahora, dejanos!

LENI. No.

FRANZ (imperioso, gritando). - Te he dicho que nos dejes! (quiere arrastrarla.)

JOHANNA. - Franz!

FRANZ. - Qu hay?

JOHANNA. Quiero saber el final de la historia.

FRANZ. La historia no tiene final. Todo el mundo se muri salvo yo.

LENI. Mirelo. En el 49, un dia me confeso todo.

JOHANNA. Confesado que?

FRANZ. Bobadas. Acaso es posible hablarle seriamente? Bromeaba! (Una pausa.) Johanna, usted me ha prometido creer solo en m.

JOHANNA. S.

FRANZ. - Crame, por dios! Crame!

JOHANNA. Yo pero si usted no es el mismo en presencia de ella (Leni re.) Deme el deseo de creerlo! Dgame que ella miente, hable! Usted no ha hecho nada, verdad?FRANZ (casi con un gruido). - Nada!

JOHANNA (con violencia). - Pero dgalo! Es preciso que yo le oiga decir! Dgale: yo no he hecho nada!

FRANZ (con voz trastornada). Yo no he hecho nada.

LENI. Pero dejaste de hacer.

JOHANNA. - Qu?

LENI. Heinrich.

JOHANNA. - Los dos prisioneros?

LENI. Esos dos para empezar.

JOHANNA. - Hubo otros?

LENI. Solo cuesta el primer paso.

FRANZ. Ya me explicare. Cuando veo a las dos, pierdo la cabeza. Ustedes acabaran con mi vida Johanna, cuando estemos solos todo paso tan rpidamente pero ya recuperare mi razn, entonces dir toda la verdad. Johanna, yo la amo ms que a mi vida (la toma del brazo. Ella se desprende, gritando.)

JOHANNA. - Sulteme! (se ha colocado al lado de Leni. Franz, queda como atontado frente a ella.)

LENI (a Johanna). La prueba se ha planteado muy mal.

JOHANNA. Se ha perdido. Gurdesela.

FRANZ (enloquecido). Escchenme ustedes dos.

JOHANNA (con expresin de odio). Usted ha torturado.

FRANZ. - Johanna! (ella lo mira). No con esos ojos. No con esos ojos. (Una pausa.) Y yo lo saba. (Se hecha a rer y se pone en cuatro patas.) Hacia atrs! (Leni grita. l se incorpora) No habas visto nunca en cangrejo, hermanita? (Una pausa.) Salgan las dos! (Leni va hacia la mesa y trata de abrir el cajn.) Cinco y diez. Dganle a mi padre que le doy cita a las seis en la sala del consejo. Salgan! (Un largo silencio. La luz baja. Johanna sale primero sin volverse. Leni vacila un instante despus la sigue. Franz se sienta, retoma el diario.) Ciento veinte astilleros: un imperio!

ACTO QUINTOEl mismo decorado del primer acto. Son las siete. El dia declina. No se nota al principio porque las persianas estn cerradas y la pieza esta en penumbras. El reloj suena siete campanadas. A la tercera, la persiana del ventanal de la izquierda se abre y la luz entra. EL PADRE empuja el ventanal y entra a su vez. En el mismo instante, la puerta de FRANZ se abre en el primer piso y FRANZ aparece en el vano. Los dos hombres se miran un instante. FRANZ lleva en la mano una pequea valija negra, cuadrada, es un magnetogono.ESCENA I

EL PADRE, FRANZFRANZ (sin moverse). Buenos das, padre.

EL PADRE (con su voz natural y familiar). Buenos das, pequeo. (Vacila y debe sostenerse en el respaldo de una silla.) Espera, voy a dar la luz.

(Abre el otro ventanal y empuja las persianas. La luz verdosa del primer acto atenuada- entra en la habitacin.)

FRANZ (que ha bajado unos escalones. Lo escucho.

EL PADRE. No tengo nada que decirte.FRANZ. - Cmo? Usted ha suplicado a Leni

EL PADRE. Hijo, estoy en este pabelln porque tu me has dado cita.

FRANZ (lo mira con estupor; despus estalla de risa). La verdad, es cierto. (Baja otro escalon y se detiene.) Que buena partida! Usted ha Johanna contra Leni, despus a Leni contra Johanna. Y ha hecho jaque mate en cuatro jugadas.

EL PADRE. - Quin es el jaque mate?

FRANZ. Yo, el rey de las negras. No se ha cansado de ganar?

EL PADRE. Estoy cansado de todo, hijo. Salvo de esto: uno nunca gana, apenas si salva la apuesta.

FRANZ (alzndose de hombros). Usted acaba siempre por hacer lo que usted quiere.

EL PADRE. Es el medio mas seguro de perder.

FRANZ (con acento aspero). - Eso si! (Brusco.) Vamos al grano, Qu quera usted?EL PADRE. - En este momento? Verte.FRANZ. - Aqu estoy! Hartese de mi presencia, mientras puede tenerla enfrente: le reservo informaciones preciosas. (EL PADRE tose.) No tosa.

EL PADRE (con tono de cierta humildad. Tratare. (Tose nuevamente.) No es muy comodo (Dominandose.) Bueno.

FRANZ (mirando a su padre. Lentamente). - Que tristeza! (Una pausa.) Sonria, pues. Es un dia de fiesta, el padre y el hijo se reencuentran, hay que matar un pavo gordo. (Bruscamente.) Usted no ser mi juez?

EL PADRE. - Quin habla de eso?

FRANZ. Sus ojos. (Una pausa.) Dos criminales: uno condena al otro en nombre de principios que los dos han violado: Cmo llamaramos a esta farsa?

EL PADRE (tranquilo y neutro). La justicia. (Breve silencio.) Tu eres un criminal?

FRANZ. Si. Usted tambin. (Una pausa.) Yo lo recuso.

EL PADRE. - Para que querias hablarme?

FRANZ. Para informarle que he perdido todo, y que usted perder todo tambin. Jure o vuelvo a encerrarme en mi cuarto al instante.

EL PADRE (va hasta la Biblia, la abre, extiende la mano). - Juro!

FRANZ. - En buena hora! (Baja, va hasta la mesa, coloca sobre ella el magnetfono. Y se vuelve. Padre e hijo estn frente a frente, de pie.) - Dnde estn sus anos? Esta igual.

EL PADRE. Por cierto que no.

FRANZ (se acerca como fascinado. Con insolencia evidente pero a la defensiva). Lo vuelvo a ver sin ninguna emocin. (Una pausa. Levanta la mano y con un gesto casi involuntario la posa sobre el brazo de su padre.) El viejo Hindenburg, verdad? (Se echa hacia atrs. Seco y con maldad.) Yo he torturado. (Un silencio. Luego con violencia.) Me ha odo?EL PADRE (sin cambiar de expresin). Si, continua.

FRANZ. Eso es todo. Los guerrilleros nos asediaban, contaban con la complicidad de toda la aldea, trate de hacer hablar a los campesinos. (Un silencio. Seco y nervioso.) Es siempre la misma historia.

EL PADRE (pesado y lento pero inexpresivo). Siempre. (Una pausa. FRANZ lo mira con altanera.)

FRANZ. Usted me juzga, verdad?

EL PADRE. No.

FRANZ. Tanto mejor. Querido padre, prefiero prevenirle: yo he sido torturador porque usted fue denunciador.

EL PADRE. Yo no he denunciado a nadie.

FRANZ. - Y al rabino polaco?

EL PADRE. Tampoco a el. Corri todos los riesgos mas desagradables.

FRANZ. Yo no dire nada mas. (Reviviendo el pasado.) Los riesgos mas desagradables? Yo tambien los cambinRiendo.) Si! Muy desagradables. (Rie. EL PADRE aprovecha para toser.) Qu sucede?

EL PADRE. Nada, rio contigo.

FRANZ. - Usted tose! Por favor, no lo haga! Me desgarra la garganta!

EL PADRE. Perdoname.

FRANZ. - Va a morirse?EL PADRE. Ya lo sabes.

FRANZ (va a acercarse. Bruscamente retrocede). - De buena nos libramos! (Sus manos tiemblan.) Debe causar un dolor de perros.

EL PADRE. - Qu cosa?

FRANZ. Esa endiablada tos.

EL PADRE (fastidiado). No. (La tos vuelve. Luego se calma.)

FRANZ. Sus sufrimientos yo los siento. (Lo mira fijamente.) Me ha faltado imaginacin.

EL PADRE. - Cundo?

FRANZ. Alla lejos. (Un largo silencio. Se aleja del PADRE y mira por la puerta del fondo. Cuando habla, vive su pasado, lo hace presente, salvo cuando habla al PADRE.) Los superiores, hechos caldo; los cabos, los Klages, en mis manos; los soldados, a mis pies. La nica consigna: resistir. Yo resisto. Elijo a los vivos y a los muertos: tu ve a hacerte matar! Tu qudate aqu! (Una pausa. Adelantandose al frente de la escena, noble y siniestro.) Yo tengo el poder supremo. (Una pausa.) Qu le parece? (Actua como si escuchara a un interlocutor invisible, despus se vuelve hacia EL PADRE.) Me preguntaban: Qu piensas hacer?

EL PADRE. - Quin?

FRANZ. Algo que estaba en el aire de la noche. Todas las noches. (Imitanto el cuchicheo de interlocutores invisibles.) Qu haras? Qu haras? (Gritando.) Imbciles! Ir hasta el final! Hasta donde me alcance el poder! (Dirigindose al PADRE, bruscamente.) Sabe por que?EL PADRE.- Si.FRANZ (desconcertado). Ah, s?EL PADRE. Una vez en tu vida has conocido la impotencia.

FRANZ (gritando y riendo). El viejo Hindenburg conserva su cabeza: viva! S, yo la he conocido. (Dejando de rer).

Aqu, por culpa suya! Cuando usted le entreg al rabino, se juntaron cuatro para contenerme y lo degollaron. Qu poda hacer yo? (Levantando el dedo de la mano derecha y mirndolo). Ni siquiera levantar el telfono. (Una pausa). Fue una experiencia curiosa, pero no se la aconsejo a los futuros jefes: uno no se repone de eso. Usted me hizo prncipe, padre. Y sabe quin me ha hecho rey?El padre. Hitler.

FRANZ.- S. Por la vergenza. Despus de ese incidente, el Poder se convirti en mi vocacin. Sabe usted que yo lo admiraba?

EL PADRE. - A Hitler?

FRANZ. - Usted no lo saba? Oh! Lo odiaba. Antes y despus. Pero aquel da, me sent posedo por l. Dos jefes deben matarse el uno a al otro, o que uno se vuelva la mujer del otro. Yo fui la mujer de Hitle. El rabino sangraba y yo descubr, en el fondo de mi impotencia, una especie de asentimiento. (Reviviendo el pasado) Tengo el poder supremo. Hitler me hizo otro, implacable y sagrado: me hizo l mismo. Yo soy Hitler y me superar. (Una pausa dirigindose al Padre). No tenamos ms viveres ; mis soldados rondaban alrededor de la granja. (Reviviendo el pasado). Cuatro buenos alemanes me aplastarn contra el suelo y mis hombres sangrarn a los prisioneros hasta dejarlos blancos. No! Nunca volver a caer en abyecta impotencia. Yo lo juro. Es de noche. Todava el horror permanece encadenado Me adelantar; si alguien lo desencadena, ese alguien he de ser yo. Reivindicar el mal, pondr en evidencia mi poder por un acto singular e inolvidable. Cambiar al hombre vivo en gusano: yo slo me ocupar en delante de los prisioneros, les precipitar en la abyeccin y ellos hablarn. El poder es un abismo al que yo le veo el fondo: no basta con elegir los que deben morir; por un cortaplumas o un encendedor, decidir del reino humano. (Descontrolado.) Era fascinante! Los soberanos van al infierno, sa es su gloria, yo ir all. (Se detiene como alucinado en el frente de la escena.)EL PADRE.- (tranquilamente).- Ellos han hablado?FRANZ.- (como arrancado a sus recuerdos).- Eh? Qu? (Una pausa.) Murieron antes.

EL PADRE.- El que pierde gana.

FRANZ.- Oh! Todo se aprende. Entonces no me haba hecho la mano.

EL PADRE.- (con triste sonrisa.).- Eso no es impedimento: es el gnero humano quien ha decidido.

FRANZ (gritando). - Yo har como ellos! Morir bajo los golpes sin pronunciar una sola palabra! (Calmndose.) Y despus de todo qu me importa! He conservado mi autoridad.EL PADRE. - Mucho tiempo?FRANZ. Durante diez das. Al cabo de esos diez das, los carros enemigos atacaron, morimos todos, hasta los prisioneros. (Riendo.) Perdn! Salvo yo! Yo no estaba muerto! (Una pausa.) Nada de lo que yo he dicho es cierto, salvo que yo he torturado.

EL PADRE. - Y despus? (FRANZ se alza de hombros.) Caminaste por las carreteras? Te escondiste? Y regresaste aqu?

FRANZ. S. (Pausa.) Las ruinas me justificaban: amaba nuestras casas saqueadas, nuestros nios mutilados. Pretend que me encerraba para no asistir a la agona de Alemania, pero eso es falso. Yo dese la muerte de mi pas, y me secuestr para no ser testigo de su resurreccin. (Otra pausa.) Jzgueme ahora!EL PADRE. Me has hecho jurar sobre la BibliaFRANZ. Pero cambi de opinin; concluyamos.

EL PADRE. No.

FRANZ. Quiero decirle que lo desligo de su juramento.

EL PADRE. - Acaso el torturador aceptara el veredicto de su denunciador?FRANZ. Pero Dios no existe, verdad?

EL PADRE. Yo creo que no, y aveces es bastante fastidioso.

FRANZ. Entonces, denunciador o no, usted es mi juez natural. (Una pausa. EL PADRE hace un gesto negativo con la cabeza.) Usted no me juzgara? En absoluto? Entonces usted maquina otra cosa! Eso ser peor! (Bruscamente.) Usted espera, qu?

EL PADRE. Nada, t ests aqu.

FRANZ. - Usted espera! Yo conozco bien sus largas, largas esperas: he visto frente a usted gente dura, maligna. Ellos lo injuriaban y usted permaneca sin decir nada, esperando: al final esos hombres se liquidaban. (Pausa.) Hable! Hable! Diga cualquier cosa. Su silencio es insoportable. (Una pausa.)

EL PADRE. - Qu piensas hacer?

FRANZ. Volver all arriba.

EL PADRE. Y cundo bajars?

FRANZ. Nunca ms.

EL PADRE. - No recibirs a nadie?

FRANZ. Recibir a Leni para el servicio.

EL PADRE. - Y a Johanna?

FRANZ (secamente). - Terminado! (Pausa.) A esa muchacha le falt coraje

EL PADRE. - La amabas?

FRANZ. Me pesaba mi soledad. (Una pausa.) Si ella me hubiese aceptado tal cual soy

EL PADRE. - Acaso t te aceptas?

FRANZ. - Y usted? Usted me acepta?

EL PADRE. No.

FRANZ (profundamente afectado.). Ni siquiera mi padre.

EL PADRE. Ni siquiera.

FRANZ (con voz alterada). - Entonces? Qu estamos haciendo juntos? (EL PADRE no responde. Con una profunda angustia.) Ah! Yo no debera haberlo visto! Me lo imaginaba todo! Me lo imaginaba!EL PADRE. - Qu?

FRANZ. Lo que iba a sucederme.

EL PADRE. No te sucede nada.

FRANZ. Todava no. Pero usted est ah y yo aqu: como en mis sueos. Y como en mis sueos, usted espera. (Pausa.) Muy bien. Pero yo tambin espero. (Sealando la puerta que da a su habitacin.) Entre usted y yo, pondr esa puerta. Sern seis meses de paciencia. (Sealando con un dedo la cabeza de su padre.) Dentro de seis meses ese crneo estar vaco, esos ojos ya no vern, los gusanos se comern esos labios y el desprecio que los hincha.

EL PADRE. Yo no te desprecio.

FRANZ (irnico). - Realmente? Despus de todo lo que le ha revelado?

EL PADRE. No me has revelado absolutamente nada.

FRANZ (estupefacto). - Qu dice?

EL PADRE. Que tus historias de Smolensko yo las conozco desde hace tres aos.

FRANZ (violento). - Imposible! Todos murieron! No hubo testigos! Muertos y enterrados! Todos!

EL PADRE. Salvo dos que los rusos liberaron. Ellos vinieron a verme. En marzo del 56. Ferist y Scheidmann: los recuerdas?

FRANZ (desconcertado). No. (Una pausa.) Qu era lo que queran?

EL PADRE. Queran dinero por su silencio.

FRANZ. - Y entonces

EL PADRE. No me gustaban las extorsiones.

FRANZ. Ellos han

EL PADRE. Mudos. Los habas olvidado: contina.

FRANZ (con la mirada en el vaco). - Tres aos?

EL PADRE. Tres aos. Casi en seguida yo notifiqu tu muerte, y al ao siguiente llam a Werner, era lo ms prudente.FRANZ (que no lo ha escuchado). - Tres aos! Yo haca discursos a los cangrejos, les menta! Y durante esos tres aos, aqu, yo haba sido descubierto. (Bruscamente.) Fue a partir de ese momento cuando usted trat de verme?

EL PADRE. S.

FRANZ. - Por qu?

EL PADRE (alzndose de hombros). Porque s.

FRANZ. Ellos se sentaron en su oficina y usted los escuchaba porque ellos me haban conocido y despus en un momento dadouno de los dos le dijo: Franz Von Gerlach fue un verdugo. Qu golpe teatral! (Tratando de bromear.) Y eso le sorprendi, verdad?

EL PADRE. No mucho.

FRANZ (gritando). - Yo era puro cuando sal de aqu! Era un hombre puro, yo hubiera podido salvar al polaco!... Eso no le sorprende? (Una pausa.) Qu pens usted? Entonces usted no saba nada todava, y de golpe supo todo! (Gritando ms fuerte.) Qu pens usted, por Dios, qu pens?

EL PADRE (con profunda ternura, sombro). - Mi pobre hijo!

FRANZ. - Qu?

EL PADRE. - Me preguntas qu pens! Te lo digo! (Pausa. FRANZ se yergue con toda su talla, luego se desploma sollozando sobre el hombro de su padre.) Pobre hijo mo! (Acaricindole la nuca.) Pobre hijo mo!

(Una pausa.)

FRANZ (incorporndose bruscamente). - Alto ah! (Pausa.) Efecto de la sorpresa. Diecisis aos que no haba llorado: volver a empezar dentro de diecisis aos. No me compadezcan, eso me da deseos de morder. )Pausa.) Yo mismo no me admiro mucho.EL PADRE. - Por qu te admiraras?

FRANZ. En efecto.

EL PADRE. Eso slo me concierne a m.

FRANZ. - Usted s me quiere? Usted quiere al carnicero de Smolensko?

EL PADRE. - El carnicero de Smolensko eres t?

FRANZ. Bueno, bueno, no se intimide. (Risa expresamente vulgar.) Hay para todos los gustos en la naturaleza. (Bruscamente.) Usted trata de conquistarme! Cuando usted deja ver sus sentimientos, es porque eso puede servir a sus proyectos. Estoy seguro de que trata de ganarme, primero los insultos, despus la ternura, cuando ya est a punto Vamos! Usted ha tenido bastante tiempo para maquinar todo este asunto y adems es demasiado dominante para no desear que todo salga a su gusto.

EL PADRE (con sombra irona). - Dominante! Eso se me pas hace ya rato. (Una pausa. Re para s, con risa que pretende ser alegre y es siniestra. Volvindose hacia FRANZ, con gran dulzura pero imperioso.) Pero este asunto, s, yo lo arreglar.

FRANZ (dando un salto hacia atrs). Yo se lo impedir: eso no es cuenta suya!

EL PADRE. Quiero que ya no sufras.

FRANZ (duro y brutal como si acusara a otra persona). Yo no sufro: yo he hecho sufrir. Tal vez usted percibe la diferencia?

EL PADRE. S, la percibo.

FRANZ. Yo he olvidado todo, hasta los gritos. Estoy vaco.

EL PADRE. Ya lo creo, pero eso, eso es ms difcil, no?

FRANZ. - Y por qu lo sera?

EL PADRE. Desde hace catorce aos ests sometido a un sufrimiento que t has hecho nacer pero que ahora ya no lo sientes.

FRANZ. - Pero quin le pide que hablemos de m? S. Lo ms insoportable es que no puedo desprenderme de esa pesadilla, soy como un caballo y ella cabalga en m. Yo no le deseara un jinete semejante. (Bruscamente.) Y despus? Qu solucin? (Mira a su padre, con los ojos despavoridos.) Vyase al diablo! (Le vuelve la espalda y sube penosamente la escalera.)EL PADRE (que no ha hecho un solo gesto para retenerlo. Pero cuando FRANZ llega al primer piso, habla con voz muy fuerte). - Alemania est en tu habitacin! (FRANZ se vuelve lentamente.) Ella vive, Franz! Y eso ya no podrs olvidarlo.

FRANZ. Ella sobrevive, ya lo s, a pesar de su derrota. Yo me las arreglar.

EL PADRE. A causa de su derrota es la ms grande potencia de Europa. Te las arreglars? (Pausa.) Somos la manzana de la discordia en esta jugada. Nos mimas: todos los mercados nos han sido abiertos, nuestras mquinas giran: todo es una fragua. Derrota providencial, Franz; tenemos manteca y caones. Soldados, hijo! Maana tendremos la bomba! Entonces sacudiremos nuestras crines y entonces vers a nuestros tutores saltar como pulgas.

FRANZ (en una ltima defensa). - Dominamos a Europa y somos los derrotados! Qu seramos si hubiramos sido los vencedores!

EL PADRE. No podamos vencer.

FRANZ. - Esta guerra entonces era preciso perderla?

EL PADRE. Haba que jugar al que gana pierde, como siempre.

FRANZ. - Eso es lo que usted ha hecho?

EL PADRE. S: desde el comienzo de las hostilidades.

FRANZ. Y aquellos que amaban al pas lo bastante para sacrificar su honor militar a la victoria

EL PADRE (con clama y dureza). Arriesgaban prolongar la masacre y perjudicar a nuestra reconstruccin. (Una pausa.) La verdad es que no lograron absolutamente nada, sino asesinatos individuales.FRANZ. Un bello motivo de meditacin: tendr de qu ocuparme en mi encierro.

EL PADRE. No quedars all ni un instante.

FRANZ. Usted se equivoca, yo regresar de ese pas que reniega de m.

EL PADRE. Lo has intentado durante tres aos sin conseguirlo. Crees que ahora que sabes toda la verdad podrs empezar de nuevo esa farsa?

FRANZ. - Y cmo podra evitarlo? O Alemania revienta o yo ser un vulgar criminal de derecho comn.

EL PADRE. Eso es exacto.

FRANZ. - Entonces? (Mira al PADRE y luego bruscamente.) Yo no quiero morir.

EL PADRE (tranquilamente). - Y por qu no?

FRANZ. - Y usted me lo pregunta? Usted escribi su nombre.

EL PADRE. - Si supieras qu poco me importa eso!

FRANZ. Usted miente, padre. Quera construir barcos y los ha construido

EL PADRE. Los haca para ti.

FRANZ. - Vamos! Yo cre que usted me haba hecho a m para ellos. De todos modos ellos estn all. Muerto, usted ser una flota. Y yo? Qu dejar yo despus de mi muerte?

EL PADRE. Nada.

FRANZ (enloquecido). He aqu por qu yo vivir cien aos. Yo no tengo ms que mi vida, yo. (Desconcertado.) No tengo ms que eso! Y no me la quitarn. Bien sabe que la detesto, pero la prefiero a la nada.EL PADRE. Tu vida o tu muerte de cualquier manera ser la nada. T no eres nada, no has hecho nada, no podrs hacer nada. (Una larga pausa. EL PADRE se acerca lentamente a la escalera. Se coloca contra la lmpara que est debajo de FRANZy le habla levantando la cabeza.) Te ruego que me perdones.

FRANZ (rgido por el temor). - Usted a mi? Qu est maquinando? (EL PADRE espera. Bruscamente). Perdn de qu?

EL PADRE. De ti. (Una pausa. Luego con una sonrisa.) Los progenitores son imbciles: detienen al sol. Yo crea que el mundo no iba a cambiar ms. Y ha cambiado. Recuerdas el porvenir que te haba dado?FRANZ. S.

El PADRE. Te hablaba sin cesar de eso y t lo veas. (FRANZ hace un gesto de asentimiento.) Y bien, todo eso slo era mi pasado.

FRANZ. S.

EL PADRE. - T lo sabas?

FRANZ. Lo supe siempre. Al principio eso me gustaba.

EL PADRE. - Pobre hijo! Yo quera que t dirigieras la Gran Empresa despus de mi muerte. Pero es la Gran Empresa la que dirige. La que elige a sus hombres. A m ella me ha eliminado: yo la poseo pero ya no mando. Y a ti, principito, a ti ella te ha rechazado desde el primer instante; acaso ella necesitaba un prncipe? Ella slo forma y recluta gerentes. (FRANZ desciende las gradas lentamente mientras EL PADRE sigue hablando.) Te haba otorgado yo todas las ventajas y el gusto spero del poder, y nada de eso sirvi. Qu lstima! Para actuar corriste los mayores riesgos y ya ves, ella transformaba tus actos en simples gestos. Ese tormento te ha empujado al crimen y hasta en el crimen ella te anula: engorda con tu derrota. No me gustan los remordimientos, Franz, eso no sirve para nada. Si pudiera creer que t eres eficaz en otra parte y de otro modo Yo te haba hecho un monarca, hoy da eso quiere decir un intil.FRANZ (con una sonrisa). - Tena condiciones para serlo?

EL PADRE. S.

FRANZ. - Para la impotencia?

EL PADRE. S.

FRANZ. - Para el crimen?

EL PADRE. S.

FRANZ. Por usted?

EL PADRE. Por mis pasiones, que yo puse en ti. Dile a tu tribunal de Cangrejos que el nico culpable soy yo, culpable de todo.

FRANZ (con la misma sonrisa). He aqu lo que esperaba orle decir. (Desciende las ltimas gradas de la escalera y se vuelve de plano hacia EL PADRE.) Entonces acepto.

EL PADRE. - Qu?

FRANZ. Lo que usted esperaba de m. (Una pausa.) Pero con una sola condicin: los dos, inmediatamente.

EL PADRE (bruscamente desconcertado). - En seguida?

FRANZ. S.

EL PADRE (con voz enronquecida). - Eso quiere decir hoy mismo?

FRANZ. Quiero decir: al instante. (Un breve silencio.) No es lo que usted quera?

EL PADRE (tosiendo). No tan pronto

FRANZ. - Por qu?

EL PADRE. Acabo de rencontrarte.

FRANZ. Usted no ha reencontrado a nadie. Ni siquiera a usted mismo. (Aparece calmo y simple, por primera vez, pero se lo siente perfectamente desesperado.) Yo no he sido nada ms que sus imgenes. Las dems quedaron en su propia cabeza. La desgracia ha querido que sta se haya reencarnado. En Smolensko, una noche ela tuvo qu? Un minuto de independencia. He aqu los hechos, usted es culpable de todo, salvo de eso. (Una pausa.) He vivido trece aos con un revlver cargado en mi escritorio. Sabe usted por qu no me he matado? Porque me deca: lo que se ha hecho quedar hecho. (Una pausa. Con profunda sinceridad.) Morir no arregla nada, y nada me arreglar a m. Yo hubiera querido usted se va a reir hubiera querido no haber nacido. No siempre menta cuando hablaba all arriba. Durante las noches me paseaba a travs de la habitacin y pensaba en usted.EL PADRE. Yo estaba aqu, en este silln. T caminabas y yo escuchaba tus pasos.

FRANZ (indiferente y neutro). - Bah! (Volviendo al tema.) Yo pensaba que si usted hubiera encontrado el medio de atrapar esa imagen rebelde, retomarla en m, y reabsorberla, no hubiera existido nunca nada ms que usted.

EL PADRE. Nunca hubo nada ms que yo, Franz.FRANZ. Eso no es fcil decirlo, pero prubelo. (Una pausa.) Mientras los dos vivamos seremos dos. (Otra pausa.) Nuestro Mercedes tena seis asientos, pero usted nunca llevaba a nadie ms que a m. Usted deca: Franz, tienes que hacerte aguerrido, iremos muy ligero. Tena apenas ocho aos, y tombamos la ruta que bordea el Elba Existe todava el Teufelsbrcke?

EL PADRE. Existe.

FRANZ. Era un pasaje peligroso: cada ao haba all muchos muertos.

EL PADRE. Hay ms cada ao.

FRANZ. Usted me deca: Ya llegamos y apoyaba el pie sobre el acelerador. Yo me pona loco de miedo y de entusiasmo.

EL PADRE (sonriendo ligeramente). Una vez casi capotamos.

FRANZ. Dos veces. Los automviles marchan ms velozmente ahora?

EL PADRE. La Porsche de tu hermana alcanza 180 por hora.

FRANZ. Tommosla.

EL PADRE. Tan pronto

FRANZ. Qu espera usted?

EL PADRE. Un relax.

FRANZ. Usted lo ha tenido. (Pausa.) Y sabe que no durar. (Otra pausa.) No tengo una sola hora en que no lo odie.

EL PADRE. - En este momento?

FRANZ. En este momento, no. (Una pausa.) Su imagen se har polvo con todas aquellas que nunca salieron de su cabeza. Habr sido mi causa y mi destino hasta el fin.

(Pausa.)

EL PADRE. Bien. (Pausa.) Yo te hice, yo te destruir. Mi muerte envolver a la tuya y finalmente yo slo habr muerto. (Una pausa.) Espera. Yo no pensaba que todo acaecera tan rpido para m. (Con una sonrisa que disimula mal su angustia.) Es extrao, una vida que estalla en un cielo vaco. Eso no quiere decir nada. (Pausa.) Yo no tendr un juez. (Pausa.) Es preciso que sepas que tampoco yo me quiero mucho.

FRANZ (posando su mano sobre el brazo de EL PADRE). Eso s me interesaba.

EL PADRE (con el mismo juego). En fin, ya est. Soy la sombra de una nube; una tormenta, y el sol alumbrar el lugar en que he vivido. Nada me importa: el que gana pierde. Esta empresa que nos aplasta, yo la he hecho. No tengo nada que lamentar. (Pausa.) Franz, quieres andar un poco ligero? Eso te har fuerte y aguerrido.

FRANZ. - Tomamos la Porsche?

EL PADRE. Sin duda. Voy a sacarla del garaje. Esprame.

FRANZ. - Me hars seas?

EL PADRE. - Con los faros? S. (Una pausa.) Leni y Johanna estn en la terraza. Diles adis.

FRANZ. Yo Est bien Llmelas.

EL PADRE. Hasta la vista, hijito.

ESCENA II

FRANZ, solo, despus LENI y JOHANNA

(Se oye al PADRE gritar en bambalinas.)EL PADRE (entre bambalinas). - Johanna! Leni!(FRANZ se acerca a la chimenea y mira su fotografa; arrancando el crespon, lo arroja al suelo.)

LENI (que acaba de aparecer en la puerta). - Qu haces?

FRANZ (riendo). Estoy vivo, no?

(JOHANNA entra a su vez. Y se adelanta al frente de la escena.)

LENI. - Estas vestido de civil ahora, teniente?

FRANZ. El padre va a llevarme a Hamburgo, donde pienso embarcarme maana. Ustedes no me vern mas. Ha ganado Johanna: Werner es libre. Libre como el aire. Buena suerte. (Esta junto al borde de la mesa. Tocando el magnetfono con el ndice.) Le regalo este magnetfono. Con mi mejor grabacin: la del diecisiete de diciembre del 53. Estaba muy inspirado. Usted la escuchara mas tarde: el dia que quiera escuchar el argumento de la defensa, o simplemente cuando quiera recordar mi voz. Lo acepta?JOHANNA. Si, lo acepto.

FRANZ. Adios.

JOHANNA. Adios.

FRANZ. Adios, Leni. (Le acaricia los cabellos como lo hacia EL PADRE.) Que suaves son tus cabellos!

LENI. - Qu coche van a tomar?

FRANZ. El tuyo.

LENI. - Y por donde van a pasar?

FRANZ. Por la carretera del Elba.

(Los dos faros de un automvil se iluminan afuera, su luz aclara la habitacin a travs de la ventana.)

LENI. Ya veo. El padre te hace senas. Adios.

(FRANZ sale. Se oye el ruido del motor del automvil que aumenta y decrece. Las luces barren el ventanal y desaparecen. El coche se ha ido.)

ESCENA III

JOHANNA, LENI

LENI. - Qu hora es?

JOHANNA (que est ms de cerca del reloj).- Las seis y treinta y dos.

LENI- A las seis y treinta y nueve minutos mi Porche estar en el agua. Adios!

JOHANNA (impresionada).- por qu?

LENI. - Porque el Teufelsbrcke est a siete minutos de aqu.

JOHANNA. - Ellos van

LENI. - S.

JOHANNA (dura y crispada).- Usted lo ha matado!

LENI (con la misma dureza).- Y usted! (una pausa) Que importancia tiene eso, l no quera vivir.

JOHANNA (que se mantiene pronta a estallar).- Siete minutos.

LENI (acercndose el reloj).- Seis ahora. No, cinco minutos y medio.

JOHANNA. - Tal vez podra.

LENI (con la misma dureza).- Alcanzarlos? Ensyelo. (una pausa) Qu piensa hacer ahora?

JOHANNA. - (tratando de mantenerse dura).- Werner lo decidir. Y usted?

LENI (mostrando la habitacin de Franz).- All arriba har falta un secuestrado. Esa ser yo. Ya no la ver ms, Johanna. (una pausa).- Tenga la bondad de decir a Hilda que llame a esa puerta maana por la maana, yo le dar mis rdenes. (pausa).- Dos minutos todava. (otra pausa).- Yo no la odiaba, Johanna. (se acerca al magnetfono) .- El argumento de la defensa.

(Lo abre)

JOHANNA. - Yo no quiero

LENI. -siete minutos! Djelo, ya estn muertos. (aprieta el botn del magnetfono inmediatamente despus de estas ltimas palabras. La voz de Franz se oye casi al instante. Leni atraviesa el saln mientras Franz habla. Sube la escalera y entra en el cuarto de aqul.)

La voz de Franz (en el magnetfono).- Siglos, he aqu a mi siglo, solitario, deforme, el acusado. Mi cliente se despanzurra con sus propias manos, eso que ustedes toman por una linfa blanca, es sangre; no glbulos rojos, porque el acusado muere de hambre. Pero yo les contar el secreto de esas mltiples perforaciones: el siglo hubiera sido bueno si el hombre no hubiera estado acosado por su enemigo cruel, inmemorial, por la especie carnicera que jur su ruina, por la bestia maligna y sin pelos, el hombre. Uno y uno hacen uno, he aqu nuestro misterio. La bestia se ocultaba, sorprendamos su mirada de pronto en los ojos ntimos de nuestros prjimos; entonces golpebamos en legtima defensa preventiva. Sorprend a la bestia, golpe y un hombre cay; en sus ojos moribundos vi a la bestia, siempre viva, yo. Uno y uno slo hace uno: qu malentendido! De quin, de qu es este gusto inspido en mi garganta? Del hombre? De la bestia? De mi mismo? Es el gusto del siglo. Siglos felices, vosotros ignoris nuestros odios como comprenderis el poder atroz de nuestros amores mortales. El amor y el odio, uno y unoAbsulvannos! Mi defendido es el primero en haber reconocido su vergenza: l sabe que est desnudo. Bellos hijos, que sals de nosotros, nuestro dolor os ha hecho. Este siglo es una mujer que da a luz, Condenarais a vuestra madre?, Qu? Responded, conoces! (una pausa). El nmero treinta no contesta. Tal vez ya no haya ms siglos despus del nuestro. Tal vez una bomba apagar sus luces. Todo estar muerto: los ojos, los jueces, el tiempo. La noche. Oh, Tribunal de la noche, t que fuiste, que ser, que eres! Yo fui Yo he sido! Yo, Franz von Gerlah, aqu en esta habitacin, tom al Siglo sobre mis espaldas y le dije: yo responder. En este da y para siempre. Qu? Qu? Contestad! Contestad!

(LENI ha entrado en la habitacin de FRANZ Werner aparece en la puerta del pabelln. JOHANNA lo ve y se dirige hacia l. Sus caras son inexpresivas. Salen sin hablarse. A partir de Contestad! la escena quedar vaca).