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MARZO 2013

¡Venga tu Reino!

marzo 01 Evangelio Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43. 45-46 En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.

Llegando el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo.

Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.

Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?” Ellos le respondieron: “Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo”.

Entonces Jesús les dijo: “¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?

Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos”.

Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, me postro ante Ti en esta oración, sé que me escuchas y quieres darme la gracia para saber corresponder a tanto amor. No permitas que me convierta en un viñador como el de la parábola, que se sienta «dueño» de lo que sólo le había sido encomendado. Petición. Dios mío, que sepa custodiar, hacer rendir y ofrecerte todos los dones que me has dado.

Meditación

Redescubrir el proyecto de Dios. «El Evangelio se cierra con una amonestación de Jesús, particularmente severa, dirigida a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del Pueblo: “Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos”. Son palabras que hacen pensar en la gran responsabilidad de quien en cada época, está llamado a trabajar en la viña del Señor, especialmente con función de autoridad, e impulsan a renovar la plena fidelidad a Cristo. Él es “la piedra que los constructores desecharon”, porque lo han juzgado enemigo de la ley y peligroso para el orden público, pero Él mismo, rechazado y crucificado, ha resucitado, convirtiéndose en la “piedra angular” en la que se pueden apoyar con absoluta seguridad los fundamentos de cada existencia humana y del mundo entero.[…] Dios tiene un proyecto para sus amigos, pero por desgracia la respuesta del hombre se orienta muy a menudo a la infidelidad, que se traduce en rechazo. El orgullo y el egoísmo impiden reconocer y acoger incluso el don más valioso de Dios: su Hijo unigénito» (Benedicto XVI, 2 de octubre de 2011). Reflexión apostólica «Quien ha experimentado el amor de Dios desea espontáneamente corresponder a su amor con amor. Amar a Dios sobre todas las cosas no es sólo el primer mandamiento del decálogo; es también la suprema aspiración que el ser humano lleva escrita en su corazón. Responder con la obediencia de la fe y amor filial al amor de Dios que se nos ha revelado es la tarea principal del cristiano, y de todo ser humano» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 141). Propósito Hacer una obra de misericordia corporal para corresponder a los talentos recibidos. (Obras de misericordia: Dar de comer al hambriento. Dar de beber al sediento. Vestir al desnudo. Visitar y cuidar a los enfermos. Redimir al cautivo. Dar posada al peregrino. Enterrar a los muertos). Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Sagrado Corazón de Jesús, hoy viernes primero, permite que sea fiel a las prácticas cuaresmales aconsejadas por la Iglesia. El mundo me presenta muchos bienes atractivos, muchas diversiones que me distraen, y que me pueden hacer perder el rumbo en el camino de la santidad. Ayúdame a no perder la ruta, sabiendo que Tú eres el único Dueño y Señor de toda mi vida. «Espíritu Santo inspira según su infinita sabiduría y su amor eterno; al hombre le toca corresponder, con generosidad y transparencia, con creciente amor, hasta fundir su

ser entero con ese designio sobrenatural. Es éste el sencillísimo camino de la fidelidad al plan de Dios» (Cristo al centro, n. 2337).

¡VTR!

marzo 02 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32 En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Este recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.

Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Este le contestó: “Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo

tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.

El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’”. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesucristo, en el momento en que estos hijos de la parábola empezaron a pensar en ellos mismos, dejándote a un lado, empezó su desventura material y espiritual. Humildemente te suplico que guíes mi oración para que sepa buscar la felicidad en el único lugar en que la puedo encontrar: en Ti, Señor y Dios mío. Petición Señor, ayúdame a alejarme de toda forma de pecado para volver a Ti cada día, como lo hizo el hijo pródigo. Meditación

Dios quiere darnos cosas buenas. «Advierte a los israelitas del peligro de buscar calmar su sed y su hambre en las fuentes equivocadas: “Por qué –dice- gastáis dinero en lo que no sacia, el salario en lo que no quita el hambre?”. Dios quiere darnos cosas buenas de beber y comer, cosas que nos sientan bien; mientras que a veces nosotros usamos mal nuestros recursos, los usamos para cosas que no sirven, e incluso son nocivas. Dios quiere darnos sobre todo a Sí mismo y su Palabra: sabe que alejándonos de Él nos encontraremos bien pronto en dificultad, como el hijo pródigo de la parábola, y sobre todo perderemos nuestra dignidad humana. Y por esto nos asegura que Él es misericordia infinita, que sus pensamientos y sus caminos no son como los nuestros –¡para suerte nuestra!- y que podemos siempre volver a Él, a la casa del Padre. Nos asegura pues que si acogemos su Palabra, esta traerá buenos frutos a nuestra vida, como la lluvia que riega la tierra» (Benedicto XVI, 8 de enero de 2012). Reflexión apostólica «El amor de Dios es también la respuesta contundente al pecado del hombre, que es la negación del amor. Respuesta de amor persistente y fiel, por el que Dios no abandona al hombre en su extravío, sino que compadecido le sale al encuentro y le tiende sus brazos de Padre rico en misericordia; brazos que, en su infinita bondad, poseen también una entrañable ternura maternal: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ésas llegasen a olvidar, yo no te olvido”» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 70).

Propósito Rezar un rosario al Inmaculado Corazón de María, para saber desprenderme de lo pasajero y terrenal. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, sé que muchas veces no he sabido corresponder a tu amor, pero confío en tu misericordia y, por la intercesión de tu Madre santísima, te suplico que sepa mantener un santo apego a los bienes materiales, porque cada vez que caigo en el pecado me voy a esa tierra lejana que me aparta del camino del bien. «El amor ardiente se fragua en el dolor. Sólo sabremos lo que es el amor de Dios en nuestro corazón, cuando alguna vez nos sintamos separados de Él, o porque Él se nos ha escondido, o porque, como hijos pródigos, regresamos a la casa del buen

Padre» (Cristo al centro, n.77).

¡VTR!

marzo 03 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9 En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: «¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se arrepienten, perecerán de manera semejante».

Entonces les dijo esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces el viñador: “Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?” El viñador le contestó: “Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré”». Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, te pido perdón por no hacer el suficiente esfuerzo para dar mayores frutos apostólicos, confío en que tu misericordia me proteja del desaliento y dilate mi corazón para corresponder generosamente a las innumerables gracias con las que colmas mi vida. Petición Señor, dame una fuerza de voluntad recia para cumplir siempre tu voluntad. Meditación

Vivir en permanente conversión. «Jesús, como hemos escuchado, evoca dos episodios de crónica: una represión brutal de la policía romana dentro del templo y la tragedia de los dieciocho muertos por el derrumbe de la torre de Siloé. La gente interpreta estos hechos como un castigo divino por los pecados de esas víctimas, y, considerándose justa, se cree a salvo de estos accidentes, pensando que no tiene que convertirse de nada en su propia vida. Pero Jesús denuncia esta actitud como una ilusión: "¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo

modo". E invita a reflexionar sobre aquellos hechos para vivir un mayor compromiso en el camino de la conversión, porque es precisamente la cerrazón al Señor, el no recorrer el camino de la conversión, lo que lleva a la muerte, la del alma. En Cuaresma, Dios nos invita a cada uno de nosotros a dar un cambio a su propia existencia pensando y viviendo según el Evangelio, corrigiendo algo en nuestra forma de rezar, de actuar, de trabajar y en las relaciones con los demás» (Benedicto XVI, 7 de marzo de 2010). Reflexión apostólica «Esta santidad se manifiesta en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles. Los miembros del Movimiento han de buscar colaborar con la gracia de Dios pidiéndola con humildad en la oración, aumentándola o recuperándola por la recepción fervorosa de los sacramentos, practicando las virtudes cristianas y ofreciendo desde el inicio de la jornada las actividades del día» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 277). Propósito Revisar hoy mi plan de vida para preparar mi próxima dirección espiritual.

Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, porque te amo, realizo mi misión en tu Iglesia pero no me atrae la vida crucificada del apóstol. Tiendo a evadir aquello que implique un mayor esfuerzo o generosidad de mi persona, tiempo o recursos; por ello te pido otra oportunidad y tiempo para que no busque tanto los frutos, como el crecer en mi amor a Ti y a los demás. «Si dejan que Cristo sea su vida, anteponiendo la fe a sus apreciaciones humanas, la esperanza a sus seguridades materiales, y la caridad a todo, entonces su trabajo se cuajará de frutos espirituales, y todos los que les vean, se sentirán atraídos por la

fuerza del Espíritu que actúa en ustedes» (Cristo al centro, n. 743).

¡VTR!

marzo 04 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30 En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”.

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí. Palabra del Señor. Oración introductoria Ven, Espíritu Santo, ilumina y guía esta oración. Creo, espero y te amo, Señor, pero como los que estaban en la sinagoga, tiendo a centrar mi oración en mi persona, mis preocupaciones, mis deseos, haciéndome sordo a lo que Tú me quieres decir. Señor, no dejes que me olvide que la oración es para crecer en el amor a Ti y a los demás. Petición Dios mío, que busque conocer y cumplir tu voluntad, no lo que yo considere «debería ser» tu voluntad. Meditación

La lógica de Dios es distinta a la nuestra. «¿Qué nos dice esto? Nos recuerda que la lógica de Dios es siempre "otra" respecto a la nuestra, según lo revelado por Dios a través del profeta Isaías: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros proyectos son mis proyectos". Por ello, seguir al Señor le exige siempre al hombre una profunda conversión, de todos nosotros, un cambio en el modo de pensar y de vivir, le obliga a abrir el corazón a la escucha para dejarse iluminar y transformar interiormente.

Un punto-clave en el que Dios y el hombre se diferencian es el orgullo: en Dios no hay orgullo, porque Él es toda la plenitud y está siempre dispuesto a amar y

a dar vida; en nosotros los hombres, sin embargo, el orgullo está profundamente arraigado y requiere una vigilancia constante y una purificación.

Nosotros, que somos pequeños, aspiramos a vernos grandes, a ser los primeros, mientras que Dios que es realmente grande, no teme de abajarse y ser el último. Y la Virgen María está perfectamente "sintonizada" con Dios: invoquémosla con confianza, a fin de que nos enseñe a seguir fielmente a Jesús en el camino del amor y de la humildad» (Benedicto XVI, 23 de septiembre de 2012). Reflexión apostólica «Traten de solucionar sus problemas y diferencias por medio del diálogo constructivo, en el que todos estén abiertos a los puntos de vista de los demás, los consideren desapasionadamente y hagan el esfuerzo por armonizar los intereses personales con los de la familia, sabiendo renunciar generosamente a sí mismos en bien de los demás» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 291). Propósito Escuchar hoy a los demás, estar dispuesto al diálogo, no queriendo imponer siempre mis ideas y opiniones. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, convénceme de que sólo siendo más humilde podré ser un auténtico discípulo y misionero de tu amor, porque ésa es la gran tarea de mi vida, buscar la santidad al crecer en amor a Ti y a los demás. «Se trata simplemente de pensar cristianamente, y dejar que el propio modo de ver

las cosas vaya surgiendo espontáneamente, en un diálogo sencillo, prudente y respetuoso, cuando se presenta la ocasión propicia»

(Cristo al centro, n. 927).

¡VTR!

marzo 05 Evangelio Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35 En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.

Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.

Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.

Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.

Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”. Palabra del Señor. Oración introductoria Dios mío, humildemente te pido perdón porque no sé perdonar, ni a mí mismo, ni a los demás. Que esta oración me ayude a crecer en la comprensión y la aceptación de lo que hoy acontezca en mi vida, para tener esa serenidad y esa paz espiritual que me lleve a saber perdonar. Petición Padre de misericordia, dame un corazón misericordioso.

Meditación Aprender a perdonar de corazón.

«Toda ofensa entre los hombres encierra de algún modo una vulneración de la verdad y del amor y así se opone a Dios, que es la Verdad y el Amor. La superación de la culpa es una cuestión central de toda existencia humana; la historia de las religiones gira en torno a ella. La ofensa provoca represalia; se forma así una cadena de agravios en la que el mal de la culpa crece de continuo y se hace cada vez más difícil superar. Con esta petición el Señor nos dice: la ofensa sólo se puede superar mediante el perdón, no a través de la venganza. Dios es un Dios que perdona porque ama a sus criaturas; pero el perdón sólo puede penetrar, sólo puede ser efectivo, en quien a su vez perdona. El tema del “perdón” aparece continuamente en todo el Evangelio.[…] La parábola del siervo despiadado: a él, que era un alto mandatario del rey, le había sido perdonada la increíble deuda de diez mil talentos; pero luego él no estuvo dispuesto a perdonar la deuda, ridícula en comparación, de cien denarios que le debían: cualquier cosa que debamos perdonarnos mutuamente es siempre bien poco comparado con la bondad de Dios que perdona a todos» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 67). Reflexión apostólica «El Movimiento de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia, recomienda vivamente a sus miembros la confesión frecuente. Ella acrecienta el conocimiento propio, hace crecer la humildad cristiana, ayuda a desarraigar las malas costumbres, aumenta la delicadeza de conciencia, fortalece la voluntad, y conduce al alma hacia un constante esfuerzo por perfeccionar en sí misma la gracia del Bautismo y hacia una identificación más íntima con Cristo» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 257). Propósito Poner en mi agenda la fecha de mi próxima confesión y prepararme adecuadamente Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, me has llamado a la santidad y me das la gracia sacramental que necesito para recorrer ese camino. Te doy las gracias y me atrevo, humildemente, a pedirte que me ilumines para saber reconocer mi pecado, confiando en que tu misericordia es mayor, y que la única forma en que puedo corresponderte es perdonando a los demás.

«Toma hoy para toda tu vida la resolución de jamás hablar una sola palabra en contra de nadie y de perdonar siempre»

(Cristo al centro, n.218).

¡VTR!

marzo 06 Evangelio Del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o a los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.

Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesús, a medida que avanza la Cuaresma tengo un mayor deseo de estar junto a Ti. Aunque no soy digno, quiero alabarte y glorificarte siguiendo tu ley. Necesito que me ayudes a ver claramente la verdad de tus enseñanzas para crecer en mi amor a Ti y a los demás. Petición Jesús, enséñame qué significa cumplir tu ley. Meditación

La alegría de la ley. «Dios le ha dado sabiduría. La ley es sabiduría. Sabiduría es el arte de ser hombres, el arte de poder vivir bien y poder morir bien. Y se puede vivir y morir bien solamente cuando se ha recibido la verdad y cuando la verdad nos indica el camino. Ser agradecidos por el don que nosotros no hemos inventado, pero que nos fue dado como don y vivir en la sabiduría: aprender, gracias al don de Dios, a ser hombres de manera recta. El Evangelio nos muestra entretanto que existe un peligro -como se dice hoy directamente en el inicio del párrafo del Deuteronomio: “No agregar, no quitar nada”. Nos enseña que con el pasar del tiempo, al don de Dios se añadieron aplicaciones, obras, costumbres humanas, que creciendo esconden lo que es propio de la sabiduría donada por Dios, al punto de volverse un verdadero vínculo que es necesario romper, o lleva a la presunción: ¡nosotros lo hemos inventado! » (Benedicto XVI, 10 de agosto de 2012).

Reflexión apostólica «Quien desea vivir el ideal evangélico de la obediencia procura descubrir y realizar de modo consciente y amoroso la voluntad de Dios, expresada sobre todo en la ley natural, los mandamientos de la ley de Dios y en los propios deberes de estado» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 205). Propósito Vivir responsablemente mi libertad, respetando hoy, y siempre, tanto la ley de la Iglesia, como las leyes civiles. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesucristo, sólo cumpliendo tu ley del amor se puede alcanzar la plenitud. No dejes que me conforme con el mínimo necesario, que no me sienta satisfecho con simplemente evitar el pecado grave. Ayúdame a vivir en plenitud la ley de la caridad. Quiero que esta Cuaresma sea un tiempo para crecer en el amor.

«Hagan de la vida familiar una escuela doméstica de hombres y de cristianos íntegros, en la que los hijos aprendan a amar, a respetar a Dios, a asimilar y vivir sus

leyes, a ver la vida con ojos de bondad y de esperanza, a valorar al prójimo» (Cristo al centro, n. 895).

¡VTR!

marzo 07 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 11, 14-23 En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: “Este expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios”. Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: “Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan lo hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”. Palabra del Señor. Oración introductoria Gracias, Señor, por darme la gracia de poder aspirar a tu Reino y tener este momento de oración que tanto necesito para crecer en mi fe pues sólo así poder vivir auténticamente la caridad. Quiero estar siempre unido a Ti, te ofrezco humildemente todo mi ser para que tu verdad y tu amor dirijan mi vida. Petición Dios mío, ayúdame a aceptar, con una fe sencilla, tu reinado en mi vida. Meditación

El mal siembra la guerra; Dios crea la paz. «¿En qué consiste esta profunda sanación que Dios obra a través de Jesús? Se trata de una paz verdadera, completa, fruto de la reconciliación de la persona con sí misma y en todas sus relaciones: con Dios, con los demás, con el mundo. En efecto, el Diablo siempre está tratando de arruinar la obra de Dios, sembrando la división en el corazón humano, entre el cuerpo y el alma, entre el hombre y Dios, en las relaciones interpersonales, sociales, internacionales, e incluso entre el hombre y la creación. El

mal siembra la guerra; Dios crea la paz. De hecho, como dice san Pablo: Cristo “es nuestra paz: el que de dos pueblos hizo uno, derribando el muro divisorio, la enemistad, a través de su carne”. Para llevar a cabo esta obra de reconciliación radical Jesús, el Buen Pastor, ha debido convertirse en Cordero, "el Cordero de Dios… que quita el pecado del mundo". Sólo así ha podido llevar a cabo la maravillosa promesa del Salmo: "Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa de Yahvé / un sinfín de días"» (Benedicto XVI, 22 de julio de 2012). Reflexión apostólica «El egoísmo constituye no sólo la raíz del desorden moral en cada ser humano, sino también la verdadera fuente de innumerables males que aquejan al mundo, como la injusticia social, la violencia y el deterioro moral» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 112). Propósito Participar en una hora eucarística o hacer una oración especial por la unión de la Iglesia. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, ayúdame a ver, aceptar y saber agradecer los milagros que realizas en mi vida. Permite que todas mis acciones, palabras y pensamientos sean para darte gloria y hacer el bien. No dejes que sea ciego a la fuerza de tu amor, por eso confío y pido a María que interceda por mí, para que la omnipotencia de tu amor, me rescate de mi egoísmo y de mi soberbia.

«Nos preocupa solamente evitar el mal, como si no existiera el más urgente e

ineludible deber de hacer el bien» (Cristo al centro, n. 323).

¡VTR!

marzo 08 Evangelio Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34 En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?” Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas las fuerzas. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.

El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesús, humildemente me acerco a Ti en esta oración para que seas Tú el centro de este día. Quiero contemplarte con un corazón puro. Tú conoces mi pecado, mis debilidades, pero tengo la confianza que este encuentro Contigo me dará la sabiduría y la fuerza de voluntad para convertir mi corazón por la práctica de la penitencia, la oración y la caridad fraterna en esta Cuaresma Petición Te suplico, Jesús, que me ayudes a amarte con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas, para así poder amar a los demás. Meditación

El amor es la plenitud de la Ley. «La novedad de Jesús consiste, esencialmente, en el hecho de que Él mismo "llena" los mandamientos con el amor de Dios, con la fuerza del Espíritu Santo que habita en Él. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu Santo, que nos hace capaces de vivir el amor divino. Por este motivo, todo precepto se hace verdadero como exigencia de amor, y todos se reúnen en un mandamiento único: ama a Dios con todo el corazón y ama al prójimo como a ti mismo. "El amor es la plenitud de la Ley", escribe san Pablo. Ante esta exigencia, por

ejemplo, el triste caso de los cuatro niños gitanos, fallecidos la pasada semana en las afueras de esta ciudad, en su barraca quemada, exige preguntarnos si una sociedad más solidaria y fraterna, más coherente en el amor, es decir, más cristiana, no habría podido evitar esta tragedia. Y esta pregunta es válida para otros muchos acontecimientos dolorosos, más o menos conocidos, que acontecen cotidianamente en nuestras ciudades y en nuestros países» (Benedicto XVI, 13 de febrero de 2011). Reflexión apostólica «Pero el amor a Dios se hace concreto y real en el amor al prójimo, pues “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios... a quien no ve”. La persona humana vive para amar a Dios en sus hermanos; y ama a sus hermanos para vivir en Dios. Así es coherente con su propia naturaleza, que porta la imagen y semejanza de Dios. De este modo, el hombre vive, se santifica y se salva creyendo y amando en unión con los demás» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 4). Propósito Ayunar hoy, por amor, de lo que me pueda separar de cumplir la voluntad de Dios. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, Tú eres mi único Dios, ¡te amo! Y amar quiere decir servir, por eso confío en que me ayudarás a tener siempre presente el mandamiento del amor, para vivirlo con todas mis fuerzas, en el servicio humilde y desinteresado a los demás.

«Amar a Dios sobre todas las cosas no es sólo el primer mandamiento del decálogo;

es también la suprema aspiración que el ser humano lleva escrita en su corazón» (Cristo al centro, n. 255).

¡VTR!

marzo 09 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14 En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por buenos y despreciaban a los demás:

“Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’.

El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’.

Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Palabra del Señor. Oración introductoria Ilumíname, Señor, para presentarme ante Ti como el publicano. Haz que yo tenga las mismas actitudes que él tuvo, para que pueda orar con humildad, consciente de mi miseria y de la necesidad de tu gracia. Creo, espero y te amo, Tú eres la única fuente de la bondad. Petición Señor, ayúdame a ser humilde en mi oración. Meditación

Humildad para reconocer nuestros límites y nuestras omisiones. «Esta mañana hemos dejado el aula del Sínodo y hemos venido “al templo para orar”; por esto, nos atañe directamente la parábola del fariseo y el publicano que Jesús relata y el evangelista san Lucas nos refiere. Como el fariseo, también nosotros podríamos tener la tentación de recordar a Dios nuestros méritos, tal vez pensando en el trabajo de estos días. Pero, para subir al cielo, la oración debe brotar de un corazón humilde, pobre. Por tanto, también nosotros, al concluir este acontecimiento eclesial, deseamos ante todo dar gracias a Dios, no por nuestros méritos, sino por el don que él nos ha hecho. Nos reconocemos pequeños y necesitados de salvación, de misericordia; reconocemos que todo viene de él y que

sólo con su gracia se realizará lo que el Espíritu Santo nos ha dicho. Sólo así podremos “volver a casa” verdaderamente enriquecidos, más justos y más capaces de caminar por las sendas del Señor» (Benedicto XVI, 24 de octubre de 2010). Reflexión apostólica «La humildad se opone a la soberbia, inclinación arraigada en el corazón humano desde el pecado original y que tiene múltiples manifestaciones, a veces muy sutiles, como el orgullo, la vanidad, la autosuficiencia, la susceptibilidad y la rebeldía» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 176). Propósito Rezar un misterio, o el rosario completo, a la Virgen pidiéndole que sepa vivir la humildad. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Querido Señor, dame un corazón humilde. Conoces mi debilidad, te la ofrezco para que puedas purificarla. Te pido perdón por las veces que me he olvidado de Ti y por todo lo que mi soberbia te haya podido lastimar. Perdón, porque te he herido en mis hermanos. Confío en tu bondad infinita para tener una relación íntima y profunda contigo, basada en la humildad, para reconocerte siempre como el Rey de mi vida. «Nuestra capacidad es limitada, donde estamos llenos de nosotros mismos, no está Dios; donde no nos buscamos y donde nos vaciamos del amor propio, ahí está Él,

llenándonos con su presencia y dulce compañía» (Cristo al centro, n. 1318).

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marzo 10 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32 En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: «Este recibe a los pecadores y come con ellos».

Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me toca”. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: “¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores”.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.

Pero el padre les dijo a sus criados: “¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: “Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo”. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: “¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo

tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo”.

El padre repuso: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”». Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, no merezco tu misericordia porque no he sabido corresponder. La tentación y mi debilidad me llevan a actuar como los hijos de esta parábola. Sé, creo y confío en que Tú estás aguardando este momento de oración para obsequiarme tu gracia, permite que sepa acogerla y aprovecharla para poder crecer en el amor. Petición Señor, ayúdame a volver a Ti cada día, como lo hizo el hijo pródigo. Meditación

Redescubrir y apreciar la misericordia de Dios. «Este pasaje de san Lucas constituye una cumbre de la espiritualidad y de la literatura de todos los tiempos. De hecho, ¿qué serían nuestra cultura, el arte y más en general nuestra civilización sin esta revelación de Dios Padre lleno de misericordia? No deja nunca de conmovernos, y cada vez que la escuchamos o la leemos tiene la capacidad de sugerirnos siempre nuevos significados. Sobre todo, este texto evangélico tiene el poder de hablarnos de Dios, de darnos a conocer su rostro, más aún, su corazón. Después de que Jesús nos hablara del Padre misericordioso, las cosas ya no son como antes; ahora a Dios le conocemos: es nuestro Padre, que por amor nos ha creado libres y dotados de conciencia, que sufre si nos perdemos y que hace fiesta si regresamos. Por este motivo, la relación con él se edifica a través de una historia, como le sucede a todo hijo con sus padres: al inicio depende de ellos; después reivindica su propia autonomía; por último --si se da un desarrollo positivo-- logra una relación madura, basada en el reconocimiento y en el amor auténtico» (Benedicto XVI, 14 de marzo de 2010). Reflexión apostólica «No era posible para los hombres reconstruir la intimidad y amistad con Dios. Estaban perdidos. Sólo Dios podía vencer el pecado y el mal, ofreciendo de nuevo su gracia, reconquistando, por medio de su divina misericordia, el amor del corazón del hombre caído» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 146). Propósito Conocer la vida de san José, o iniciar una novena para preparar su fiesta, por ser un modelo de esposo y padre.

Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Gracias, Señor, por esta oración, por este domingo en que deseo ardientemente contemplar y apreciar tu misericordia para dejarme transformar por tu amor, imitando la docilidad de san José quién siempre supo escuchar y cumplir tu voluntad. Permite que sepa aprovechar este día para «volver» y rectificar el mal que he podido hacer.

«El amor misericordioso del Padre es más fuerte que todo el mal presente en el mundo y que toda miseria que lacera la propia alma. La vida de quienes se nutren de

esta convicción irradia seguridad, paz y alegría, aun en medio del dolor y la oscuridad»

(Cristo al centro, n. 67).

¡VTR!

marzo 11 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54 En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían estado allí.

Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le dijo: “Si no ven ustedes señales y prodigios, no creen”. Pero el funcionario del rey insistió: “Señor, ven antes de que mi muchachito muera”. Jesús le contestó: “Vete, tu hijo ya está a salvo”.

Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando, sus criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano. Él les pregunto a qué hora había empezado la mejoría. Le contestaron: “Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre”. El padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: ‘Tu hijo ya está sano’, y creyó con todos los de su casa.

Ésta fue la segunda señal milagrosa que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, dame una fe viva y operante, un amor ardiente y desinteresado, una esperanza firme e ilimitada en Ti. Ayúdame a orar con profundidad, para escuchar tu voz y ser dócil a tus inspiraciones en este momento; aunque mi espíritu quiera rebelarse, confío en que tu gracia me fortalecerá. Petición Jesucristo, dame una fe real y verdadera que transforme mis actitudes para hacer siempre el bien. Meditación

Palabra y signo son inseparables. «Jesús habla del anuncio del Reino de Dios como del verdadero objetivo de su venida al mundo y su anuncio no es sólo un "discurso". Incluye, al mismo tiempo, su mismo actuar: los signos y los milagros que realiza indican que el Reino viene al

mundo como realidad presente, que coincide en último término con su misma persona. En este sentido, es obligatorio recordar que, también en el primado del anuncio, palabra y signo son inseparables. La predicación cristiana no proclama "palabras", sino la Palabra, y el anuncio coincide con la misma persona de Cristo, ontológicamente abierta a la relación con el Padre y obediente a su voluntad. Por tanto, un auténtico servicio a la Palabra requiere por parte del sacerdote que tienda a una abnegación profunda de sí mismo, hasta decir con el Apóstol: "No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí". El presbítero no puede considerarse "amo" de la palabra, sino siervo» (Benedicto XVI, 24 de junio de 2009). Reflexión apostólica «La espiritualidad del miembro del Regnum Christi parte de una experiencia y una convicción profundas: el amor eterno de Dios. Amor desbordante, que está en el origen de la creación del hombre y del cosmos que Él ha puesto a su servicio» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 69). Propósito Predicar, no sólo con mi testimonio y mi palabra, sino haciendo al menos un acto concreto de caridad. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, la enfermedad de su hijo motivó al funcionario a buscarte y a creer en Ti. Yo quiero madurar y crecer en mi amor a Ti, para que no sólo te busque en la necesidad, en la soledad o en el sufrimiento. Con tu gracia sé que lo podré lograr. ¡Gracias por tu amor eterno y por estar siempre conmigo!

«Dios es fiel con aquellos que lo aman. Dios nunca traiciona a los que se le

entregan» (Cristo al centro, n. 90).

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marzo 12 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16 Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de la Ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo los cuales yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Al verlo ahí tendido y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo”. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.

Aquel día era sábado. Por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: “No te es lícito cargar tu camilla”. Pero él contestó: “El que me curó me dijo: ‘Toma tu camilla y anda’”. Ellos le preguntaron: “¿Quién es el que te dijo: ‘Toma tu camilla y anda’?” Pero el que había sido curado no lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el templo y le dijo: “Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor. Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesucristo, sólo tu gracia puede cúrame de la parálisis espiritual que frecuentemente me invade. Te busco con mucha fe en esta oración, haz que camine a pasos agigantados en el abandono, en la paciencia, en la esperanza y en la caridad. Sin Ti no puedo hacer nada. Petición Señor, dame la humildad de corazón para obedecer tu voz y seguir tus palabras en todo momento. Meditación

El encuentro con Jesús. «“Se encontraba también entre ellos «un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo”, pero que no tenía a nadie que le ayudara a meterse en la piscina. Y aquí entra Jesús en su vida. Todo cambia cuando le dice: “levántate, toma tu camilla y

echa a andar”. “Y al momento, dice el evangelista, el hombre quedó sano”. Ya no necesitaba el agua de la piscina. La acogida de Jesús ofrece a África una curación más eficaz y más profunda que cualquier otra. Como el apóstol Pedro declaró en los Hechos de los Apóstoles, repito que no es oro o plata lo que África necesita en primer lugar; desea ponerse en pie como el hombre de la piscina de Betesdá; desea tener confianza en sí misma, en su dignidad de pueblo amado por su Dios. Este encuentro con Jesús, pues, es lo que la Iglesia debe ofrecer a los corazones afligidos y heridos, anhelantes de reconciliación y de paz, sedientos de justicia. Debemos ofrecer y anunciar la Palabra de Cristo que sana, libera y reconcilia» (Benedicto XVI, Exhortación apostólica post sinodal Africae munus, n. 148-149). Reflexión apostólica «La experiencia del amor de Dios está en el centro de la vida cristiana. Sólo en el amor de Dios pueden anclar todas las realidades del hombre, dando sentido y confianza a su vivir» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 72). Propósito Ir al Sagrario y hacer un acto de agradecimiento a Cristo por todos los dones que me ha regalado. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesucristo, sólo Tú puedes curarme. Ayúdame a tener ese encuentro íntimo y permanente contigo para así descubrir y realizar siempre tu voluntad. Muy especialmente te pido me des la gracia de cumplirla en las circunstancias adversas de la vida, convencido de que todo contribuye al bien de los que Tú amas. «En el amor de Cristo encontrarás siempre la razón para vivir, a pesar de tanta cruz y tanto calvario; la fuerza para seguir luchando, aunque a veces no puedas menos que

arrastrarte; el vigor y la juventud para desgastarte por la misión aunque a veces te cueste sangre»

(Cristo al centro, n. 91).

¡VTR!

marzo 13 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): “Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo”. Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.

Entonces Jesús les habló en estos términos: “Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado el Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.

Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.

Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, te doy gracias por el don de mi bautismo, por él realmente puedo decir que ya he experimentado una muerte y una resurrección, un verdadero renacimiento. Por este sacramento me has insertado en Ti. Ayúdame para que esta oración haga realidad esta vida nueva que me has otorgado, confío en tu Providencia.

Petición Jesús, ayúdame a valorar el don de mi bautismo y a vivir de acuerdo a mi vocación cristiana. Meditación

A Cristo le importa nuestro bien. «Sabemos por los Evangelios que Jesús rechazó el título de rey cuando se entendía en sentido político, al estilo de los "jefes de las naciones". En cambio, durante su pasión, reivindicó una singular realeza ante Pilato, que lo interrogó explícitamente: "¿Tú eres rey?", y Jesús respondió: "Sí, como dices, soy rey"; pero poco antes había declarado: "Mi reino no es de este mundo". En efecto, la realeza de Cristo es revelación y actuación de la de Dios Padre, que gobierna todas las cosas con amor y con justicia. El Padre encomendó al Hijo la misión de dar a los hombres la vida eterna, amándolos hasta el supremo sacrificio y, al mismo tiempo, le otorgó el poder de juzgarlos, desde el momento que se hizo Hijo del hombre, semejante en todo a nosotros. […] En su reino eterno, Dios acoge a los que día a día se esfuerzan por poner en práctica su palabra. Por eso la Virgen María, la más humilde de todas las criaturas, es la más grande a sus ojos y se sienta, como Reina, a la derecha de Cristo Rey. A su intercesión celestial queremos encomendarnos una vez más con confianza filial, para poder cumplir nuestra misión cristiana en el mundo» (Benedicto XVI, 23 de noviembre de 2008). Reflexión apostólica «Para llegar a ser un hombre nuevo en Cristo se requiere, por una parte, meditar en la riqueza y hondura del don del propio bautismo y del compromiso que conlleva, y buscar continuamente la renovación interior, que es obra de la gracia divina, de la vivencia del Evangelio, de la participación litúrgica y sacramental, de la oración, del esfuerzo moral y ascético, y de la donación al prójimo por amor al Señor» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 121). Propósito Identificar hoy un comportamiento habitual en mí que es incoherente con mi fe, para poner remedio. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor Jesús, por el don de mi bautismo estoy llamado a ser un gran santo y un gran apóstol, un auténtico discípulo y misionero que ilumine este mundo con tu Evangelio. Ayúdame a vivir con iniciativa apostólica, respondiendo a las necesidades más urgentes de la nueva evangelización.

«¿Por qué no te decides a ser un auténtico cristiano? Cambiarías tú y ayudarías a cambiar el mundo»

(Cristo al centro, n. 2138).

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marzo 14 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 5, 31-47 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de mí es válido.

Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre.

El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha enviado.

Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios?

No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?” Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, tu amor es la realidad más maravillosa de mi existencia humana. ¡Creo en Ti! Me has creado para amarte, para servirte, para glorificarte con mi vida. Ayúdame para que este momento de oración me ayude a vivir con plenitud esta vocación de modo que mi testimonio edifique en su fe a los demás. Petición Jesús, ayúdame a apreciar mi fe, más que cualquier otra cosa en la vida.

Meditación El testimonio suscita vocaciones.

«Ya en el Antiguo Testamento los profetas eran conscientes de estar llamados a dar testimonio con su vida de lo que anunciaban, dispuestos a afrontar incluso la incomprensión, el rechazo, la persecución. La misión que Dios les había confiado los implicaba completamente, como un incontenible “fuego ardiente” en el corazón, y por eso estaban dispuestos a entregar al Señor no solamente la voz, sino toda su existencia. En la plenitud de los tiempos, será Jesús, el enviado del Padre, el que con su misión dará testimonio del amor de Dios hacia todos los hombres, sin distinción, con especial atención a los últimos, a los pecadores, a los marginados, a los pobres. Él es el Testigo por excelencia de Dios y de su deseo de que todos se salven. En la aurora de los tiempos nuevos, Juan Bautista, con una vida enteramente entregada a preparar el camino a Cristo, da testimonio de que en el Hijo de María de Nazaret se cumplen las promesas de Dios» (Benedicto XVI, 25 de abril de 2010). Reflexión apostólica «El discípulo de Cristo aprende a descubrir la mano providente y amorosa de Dios en todas las circunstancias, a ver los aspectos positivos de los hombres y de las situaciones, y a aprovechar incluso las circunstancias adversas para crecer y madurar interiormente. La falta de fe y de espíritu sobrenatural, en cambio, lleva con frecuencia a convertir la vida en una sucesión de lamentaciones, quejas o visiones pesimistas que enervan el espíritu y paralizan la acción» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 276). Propósito Ante la tentación de perder hoy la paciencia, tranquilizarme y pensar: «Qué testimonio me pide Cristo que dé en esta situación». Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, no quiero que, como a los hombres del Evangelio, me tengas que reprochar mi poca fe. Dame la gracia de permitir que la fe envuelva toda mi vida, que la caridad toque mi corazón y la esperanza penetre toda mi existencia, de tal manera que mis pensamientos, palabras y obras manifiesten que soy un seguidor tuyo. Sólo si creo con una fe que abarque toda mi persona: mi corazón, mi voluntad y mi entendimiento, brotará en mí el deseo incontenible de hacer partícipes a los demás de tu amor. «Cuando Dios nos llame a cuentas, al juicio después de nuestra muerte y se eche la raya para sumar, las buenas sumas las tendrán los que hayan tenido mucha fe viva y

operante; porque es la que engendrará la verdadera caridad y el verdadero amor» (Cristo al centro, n. 955).

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marzo 15 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30 En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.

Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían: “¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”.

Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: “Con que me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora. Palabra del Señor. Oración introductoria Creo en Ti, Señor, espero tu misericordia y te amo. Permite que esta oración abra mi corazón para tener un encuentro personal contigo. Aunque no sea digno, quiero depender de Ti, dame tu gracia para saber reconocerte y ser dócil a tus inspiraciones. Petición Jesús, ¡dame el don de conocerte experimentalmente! Meditación

Anunciamos a Cristo, la fe de la Iglesia. «Todo anuncio nuestro debe confrontarse con la palabra de Jesucristo: “Mi doctrina no es mía”. No anunciamos teorías y opiniones privadas, sino la fe de la Iglesia, de la cual somos servidores. Pero esto, naturalmente, en modo alguno significa que yo no sostenga esta doctrina con todo mi ser y no esté firmemente anclado en ella. En este contexto, siempre me vienen a la mente aquellas palabras de san Agustín: ¿Qué es tan mío como yo mismo? ¿Qué es tan menos mío como yo mismo? No me pertenezco y llego a ser yo mismo precisamente por el hecho de que voy más allá de mí mismo y, mediante la superación de mí mismo, consigo insertarme en Cristo y en

su cuerpo, que es la Iglesia. Si no nos anunciamos a nosotros mismos e interiormente hemos llegado a ser uno con aquél que nos ha llamado como mensajeros suyos, de manera que estamos modelados por la fe y la vivimos, entonces nuestra predicación será creíble. No hago publicidad de mí, sino que me doy a mí mismo» (Benedicto XVI, 5 de abril de 2012). Reflexión «Conocer a Cristo: La primera necesidad espiritual es conocer más a Jesucristo, hasta llegar a una honda experiencia de su persona y de su amor. No se trata, por tanto, de un conocimiento que se funda sólo en el estudio académico, sino más bien, de un conocimiento interior, fruto de la fe y del amor. Es un conocimiento experiencial más que teórico» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 74). Propósito Hoy viernes de Cuaresma, ayunar de «juzgar» a otros y descubrir a Cristo que vive en ellos. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida… el amor ya no es sólo un “mandamiento”, sino la respuesta al don del amor». Señor, aumenta mi fe para que este mensaje del Papa Benedicto XVI penetre hondamente en mi corazón y me haga crecer en el amor a Ti y a los demás.

«Busquen conocer y experimentar íntimamente a Cristo en el Evangelio y en el Sagrario»

(Cristo al centro, n. 1721).

¡VTR!

marzo 16 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 7, 40-53 En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: “Este es verdaderamente el profeta”. Otros afirmaban: “Este es el Mesías”. Otros, en cambio, decían: “¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?” Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de él, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús, volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: “¿Por qué no lo han traído?” Ellos respondieron: “Nadie ha hablado nunca como ese hombre”. Los fariseos les replicaron: “¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita.

Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y que era fariseo, les dijo: “¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?” Ellos le replicaron: “¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta”. Y después de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa. Palabra del Señor. Oración introductoria Padre bueno, no permitas que me suceda lo mismo que a los personajes del Evangelio: que Jesús pase por mi vida y no me percate de ello. Creo que Jesús está dispuesto a encontrarse conmigo si lo busco sinceramente en esta oración. Hazme estar dispuesto a acoger su mensaje. Estoy hambriento de su gracia. Petición Señor, abre mi corazón a la verdad, que eres Tú. ¡Aumenta mi fe! Meditación

Confianza y fe en Dios Padre, todopoderoso. «Quien invoca al Señor en su sufrimiento y enfermedad, está seguro de que su amor no le abandona nunca, y de que el amor de la Iglesia, que continúa en el tiempo su obra de salvación, nunca le faltará. La curación física, expresión de la salvación más profunda, revela así la importancia que el hombre, en su integridad de alma y

cuerpo, tiene para el Señor. Cada uno de los sacramentos, además, expresa y actúa la proximidad Dios mismo, el cual, de manera absolutamente gratuita, “nos toca por medio de realidades materiales…, que él toma a su servicio y las convierte en instrumentos del encuentro entre nosotros y Él mismo”. “La unidad entre creación y redención se hace visible. Los sacramentos son expresión de la corporeidad de nuestra fe, que abraza cuerpo y alma, al hombre entero”. La tarea principal de la Iglesia es, ciertamente, el anuncio del Reino de Dios, “pero precisamente este mismo anuncio debe ser un proceso de curación: ‘…para curar los corazones desgarrados´”, según la misión que Jesús confió a sus discípulos. El binomio entre salud física y renovación del alma lacerada nos ayuda, pues, a comprender mejor los “sacramentos de curación”» (Benedicto XVI, 11 de febrero de 2012). Reflexión apostólica «La variedad y la belleza de los caminos que Dios ofrece en la Iglesia católica a la humanidad para llegar a Él y para colaborar en su plan de salvación, son un reflejo de su sabia pedagogía. Él conoce el corazón de cada hombre y sus necesidades más íntimas, y por eso ofrece a cada uno el modo o estilo de vida cristiana que más se adapta a su personalidad y circunstancias en el devenir de la historia» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 9). Propósito Visitar hoy, o al menos llamar, a esa persona enferma o sola que necesita mi cercanía y amor. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, eres mi Señor, mi Salvador, mi Redentor, el centro de toda mi vida. Ésa es la verdad que me trasmite tu Palabra, es la verdad del Evangelio que creo y que orienta mi vida. Pero necesito de tu gracia para que esta verdad no sea una teoría o un simple deseo. No permitas que la obstinación, mi deseo de independencia o mi propia comodidad, me cieguen ante las necesidades de los demás.

«Sin Jesucristo la vida de un cristiano es un sainete, una bufonada, o cuando más, una insana manera de dar satisfacción a ciertas necesidades místicas que se dan en

el hombre. Y con Jesucristo sólo se está si se es humilde». (Cristo al centro, n. 2146).

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marzo 17 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11 En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra». Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?» Ella le contestó: «Nadie, Señor». Y Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar». Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, gracias por este Evangelio que me confirma tu actitud ante el pecado, como dijo SS Benedicto XVI, «no te interesa las caídas sino las levantadas». Aquí estoy, arrepentido de todo lo bueno que he dejado de hacer, confío en tu misericordia, te quiero y deseo amarte con un corazón más puro, te suplico me des esa gracia. Petición Ayúdame, Jesús, a experimentar tu misericordia para que pueda dispensarla a los demás. Meditación

La justicia del amor. «El evangelista san Juan pone de relieve un detalle: mientras los acusadores lo interrogan con insistencia, Jesús se inclina y se pone a escribir con el dedo en el suelo. San Agustín observa que el gesto muestra a Cristo como el legislador divino: en efecto, Dios escribió la ley con su dedo en las tablas de piedra. Jesús, por tanto, es

el Legislador, es la Justicia en persona. Y ¿cuál es su sentencia? "Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra". Estas palabras están llenas de la fuerza de la verdad, que desarma, que derriba el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia mayor, la del amor, en la que consiste el cumplimiento pleno de todo precepto. Es la justicia que salvó también a Saulo de Tarso, transformándolo en san Pablo.

Cuando los acusadores "se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos", Jesús, absolviendo a la mujer de su pecado, la introduce en una nueva vida, orientada al bien: "Tampoco yo te condeno; vete y en adelante no peques más"» (Benedicto XVI, 21 de marzo de 2010). Reflexión apostólica «El soberbio no puede vivir en comunión ni en armonía con los demás; es incapaz de servirles, de colaborar con ellos, de reconocer sus logros, de comprender sus limitaciones y miserias, de perdonar sus faltas. Nadie vive tan solo como el hombre soberbio» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 178). Propósito Tener hoy una atención con esa persona que me disgusta su modo de ser, o al menos, hacer una oración por ella. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, para experimentar y valorar auténticamente la misericordia necesito tomar conciencia de mi debilidad y poca correspondencia a tu gracia. Ayúdame a tener un encuentro personal contigo, como lo tuvo la mujer del Evangelio. Mi soberbia y mi sensualidad frenan mi deseo de conversión. Señor, dame el don de saber enmendar mis faltas al experimentar tu amor profundo.

«No se puede concebir un hombre animado del verdadero espíritu de caridad, irritable, vengativo o simplemente impaciente con sus hermanos. La caridad es

paciente, sabe perdonar al prójimo sin guardar el menor resentimiento» (Cristo al centro, n. 366).

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marzo 18 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 8, 12-20 En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida”.

Los fariseos le dijeron a Jesús: “Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido”. Jesús les respondió: “Aunque yo mismo dé testimonio en mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy; en cambio, ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan por las apariencias. Yo no juzgo a nadie; pero si alguna vez juzgo, mi juicio es válido, porque yo no estoy solo: el Padre, que me ha enviado, está conmigo. Y en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo y también el Padre, que me ha enviado, da testimonio sobre mí”.

Entonces le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?” Jesús les contestó: “Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”. Estas palabras las pronunció junto al cepo de las limosnas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, gracias por esta oportunidad de estar contigo en esta oración; te suplico me liberes de lo que pueda obscurecer tu verdad radiante, estoy abierto de mente y corazón para abrazar tu voluntad. Petición ¡Ven, Espíritu Santo! Dame la luz de la fe. Meditación

¿De dónde vengo y a dónde voy? «La Iglesia de hoy debe reavivar en sí misma la conciencia de su deber de volver a proponer al mundo la voz de Aquel que dijo: "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida". Al iniciar su ministerio, el nuevo Papa sabe que su misión es hacer que resplandezca ante los hombres y las mujeres de hoy la luz de Cristo: no su propia luz, sino la de Cristo. Con esta conciencia me dirijo a todos, también a los seguidores de otras religiones o a los que simplemente buscan una respuesta al interrogante fundamental de la

existencia humana y todavía no la han encontrado. Me dirijo a todos con sencillez y afecto, para asegurarles que la Iglesia quiere seguir manteniendo con ellos un diálogo abierto y sincero, en busca del verdadero bien del hombre y de la sociedad. Pido a Dios la unidad y la paz para la familia humana y reafirmo la disponibilidad de todos los católicos a colaborar en el auténtico desarrollo social, respetuoso de la dignidad de todo ser humano» (Benedicto XVI, 20 de abril de 2005). Reflexión apostólica «La luz del amor de Dios ilumina el sendero de la vida y nos permite avanzar con serenidad y confianza» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 139). Propósito Darme el tiempo y la paciencia para dar hoy un consejo, estímulo o ayuda a quien lo necesite. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor Jesús, qué diverso sería mi comportamiento si nunca olvidara de dónde vengo y a dónde voy. Tú eres quien da significado, sentido, esperanza y propósito a mi vida. Las presiones de la sociedad afectan mis decisiones, el estira y afloja de la «moda» me apartan de la auténtica felicidad, por eso te suplico me des la luz de la fe para buscarte siempre y, unido a Ti, pueda ser la luz que ilumine a los que hoy encuentre en mi camino.

«La oración en familia llena de luz y esperanza la vida cotidiana, pues se teje

espontáneamente en torno a las vivencias de cada día» (Cristo al centro, n. 923).

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marzo 19 Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51 Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca.

Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: “Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia”. Él les respondió: “¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?”

Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad. Palabra del Señor. Oración introductoria Oh Dios, Padre bueno, no dejes que me desanime ante los problemas y angustias de la vida. Haz que aprenda de la Sagrada Familia a peregrinar en el claroscuro de la fe. Que la fe sea lo que me ilumine en los momentos de dificultad y lo que me fortalezca en los momentos de dolor. Petición Señor, revive mi la fe en Jesucristo «para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana» que encuentre hoy. Meditación

Saber ser instrumentos de Dios. «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?" Esta doble pregunta del Hijo de Dios nos ayuda a entender el misterio de la paternidad de José. Recordando a sus propios padres la primacía de Aquel a quien llama "Padre mío", Jesús afirma el primado de la voluntad de Dios sobre toda otra voluntad, y revela a José la verdad profunda de su papel: también él está llamado a ser discípulo de Jesús, dedicando su existencia al servicio del Hijo de Dios y de la Virgen Madre, en obediencia al Padre Celestial. El sexto panel representa el trabajo

de José en su taller de Nazaret. Junto a él trabajó Jesús. El Hijo de Dios está escondido a los hombres y sólo María y José custodian su misterio y lo viven cada día: el Verbo encarnado crece como hombre a la sombra de sus padres, pero, al mismo tiempo, estos permanecen, a su vez, escondidos en Cristo, en su misterio, viviendo su vocación» (Benedicto XVI, 5 de julio de 2010). Reflexión apostólica «El Regnum Christi está abierto, en este sentido, a todos los hombres, débiles y necesitados de ayuda, para invitarlos a entrar por la senda que conduce a la salvación en Cristo. Es un Movimiento que acoge a aquellos que desean emprender el camino hacia Cristo y señalarse en su seguimiento; camino estrecho y exigente que requiere muchas veces gradualidad, paciencia, aliento y apoyo para aceptar la realidad y las condiciones del Reino de Cristo» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 18). Propósito Pedir hoy, en una oración especial, la intercesión de san José para imitar su sencillez y humildad para cumplir la voluntad de Dios. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, Tú que viviste treinta años oculto en Nazaret, viviendo bajo la custodia de María y de José, ayúdame a imitarte en tu obediencia pronta, alegre y heroica. Que san José, a quien celebramos hoy, patrono de la Iglesia universal, de la familia y de la buena muerte, interceda por mí para que sepa imitar el respeto, el apoyo y el servicio que él vivió y dio a los demás.

«¡Alertas, siempre alertas! ¡Firmes, siempre firmes! ¡Siempre llenos de esperanza!

Seguros del triunfo de Cristo. ¡No dudar! ¡No aceptar la mediocridad!» (Cristo al centro, n. 741).

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marzo 20 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 8, 31-42 En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?”

Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre”.

Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le respondieron: “Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios”.

Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él”. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, tu amor y tu misericordia dan plenitud y paz a mi vida. Sin Ti no podría hacer nada bueno. De hecho, cuando hago algún bien, es porque Tú estás actuando, a pesar de mis debilidades. Aquí estoy para amarte más. Petición Señor, dame la humildad necesaria para someterme en todo a tu voluntad, permanecer en tu palabra y ser libre por tu verdad. Meditación

Buscar la verdad y optar por ella. «En este texto del Evangelio que se ha proclamado, Jesús se revela como el Hijo de Dios Padre, el Salvador, el único que puede mostrar la verdad y dar la genuina libertad. Su enseñanza provoca resistencia e inquietud entre sus interlocutores, y Él los acusa de buscar su muerte, aludiendo al supremo sacrificio en la cruz, ya cercano. Aun así, los conmina a creer, a mantener la Palabra, para conocer la verdad

que redime y dignifica. En efecto, la verdad es un anhelo del ser humano, y buscarla siempre supone un ejercicio de auténtica libertad. Muchos, sin embargo, prefieren los atajos e intentan eludir esta tarea. Algunos, como Poncio Pilato, ironizan con la posibilidad de poder conocer la verdad, proclamando la incapacidad del hombre para alcanzarla o negando que exista una verdad para todos. Esta actitud, como en el caso del escepticismo y el relativismo, produce un cambio en el corazón, haciéndolos fríos, vacilantes, distantes de los demás y encerrados en sí mismos. Personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse. Por otra parte, hay otros que interpretan mal esta búsqueda de la verdad, llevándolos a la irracionalidad y al fanatismo, encerrándose en «su verdad» e intentando imponerla a los demás» (Benedicto XVI, 28 de marzo de 2012). Reflexión apostólica «Al contemplar la vida de Cristo, es patente su libertad de espíritu. Cristo, también en cuanto hombre, gozó de una total libertad interior porque su corazón tenía un solo Señor, el Padre, y porque no se apegó a ninguna criatura» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 193). Propósito Abstenerme hoy de pensamientos mundanos y darme el tiempo para leer la biografía de un santo o santa. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Mi fe no sería real ni auténtica si no influye en mis actitudes, convicciones y, sobre todo, en mis decisiones y elecciones. Gracias, Señor, por la libertad que me has dado. Hoy, y siempre, quiero ofrecértela, para que hacer siempre tu voluntad. Es tanto lo que recibo a diario de Ti, es tan grande tu amor y tu perdón para conmigo, que sólo así podré corresponder.

«Un hombre es grande cuando acepta compartir la vida de los demás y permanecerles fiel. Una libertad que se cierra sobre sí misma, ¿se puede llamar

libertad?» (Cristo al centro, n. 1045).

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marzo 21 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”.

Los judíos le dijeron: “Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?”

Contestó Jesús: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”.

Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Les respondió Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”. Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, quiero ser siempre fiel a tu amor y a las gracias con las que has enriquecido mi vida. Creo, espero y te amo. Envía al Espíritu Santo para que no me ciegue, como lo hicieron los fariseos, ante la verdad que hoy quieres comunicarme en este momento de oración. Petición Señor, ayúdame a incrementar mi vida de gracia y a vivir siempre de acuerdo a ella. Meditación

Conocer a Jesús en su Evangelio. «El Evangelio de Juan no sólo proporciona una especie de transcripción taquigráfica de las palabras y del camino de Jesús, sino que, en virtud de la comprensión que se obtiene en el recordar, nos acompaña más allá del aspecto exterior hasta la profundidad de la palabra y de los acontecimientos, esa profundidad que viene de Dios y nos conduce a Él. El Evangelio es, como tal, “recuerdo”, y eso significa: se atiene a la realidad que ha sucedido y no es una composición épica sobre Jesús, una

alteración de los sucesos históricos. Más bien nos muestra verdaderamente a Jesús, tal como era y, precisamente de este modo, nos muestra a Aquel que no sólo era, sino que es; Aquel que en todos los tiempos puede decir en presente: “Yo soy”. “Os aseguro que antes de que Abraham naciera, Yo soy”. Este Evangelio nos muestra al verdadero Jesús, y lo podemos utilizar tranquilamente como fuente sobre Jesús» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 96). Reflexión Apostólica: «El balance o examen de conciencia del día es un encuentro sincero y confiado con Dios y con uno mismo. El tema del balance es la vida personal frente a Dios, y su finalidad es crecer cada día más en la fidelidad a la voluntad de Dios, particularmente por cuanto se refiere a la vivencia del amor» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 247). Propósito Diariamente, al hacer mi balance, pedir al Señor que abra mi entendimiento y mi corazón. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, permite que sepa imitar la humildad y la fidelidad a la misión de S.S. Benedicto XVI, para estar plenamente identificado con mi vocación y totalmente comprometido con tu Palabra, teniendo el firme propósito de buscarla y conocerla cada día más. «Una buena conciencia la tiene el cristiano que llega a compenetrarse con el Espíritu de Dios, con el Espíritu Santo, a hacerlo verdadero amigo de su alma, a dialogar con

Él, y en su compañía cumplir en todo su voluntad santísima.» (Cristo al centro, n. 1118).

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marzo 22 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42 En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?”

Le contestaron los judíos: “No te queremos por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios”. Jesús les replicó: “¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.

Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: “Juan no hizo ninguna señal prodigiosa; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad”. Y muchos creyeron en él allí. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesús, qué duros y cerrados pueden ser nuestra mente y nuestro corazón, porque tanto tu palabra como todo lo que hiciste, y haces, son prueba de tu amor e interés por mi redención. Por eso te suplico que esta oración me lleve a conocerte, amarte y seguirte, sin cuestionar tu voluntad. Petición Jesús, no dejes nunca que desfallezca mi fe, ¡auméntamela y hazla fuerte para que se concrete en obras! Meditación

La dureza de corazón no deja reconocer la Verdad. «Es obvio que esta coexistencia entre saber e ignorancia, de conocimiento material y profunda incomprensión, existe en todos los tiempos. Por eso la palabra de Jesús sobre la ignorancia, con sus aplicaciones en las distintas situaciones de la Escritura, debe sacudir también, precisamente hoy, a los presuntos sabios. ¿Acaso no somos

ciegos precisamente en cuanto a sabios? ¿No somos quizás, justo por nuestro saber, incapaces de reconocer la verdad misma, que quiere venir a nuestro encuentro en aquello mismo que sabemos? ¿Acaso no esquivamos el dolor provocado por la verdad que traspasa el corazón, esa verdad de la que habló Pedro en su discurso de Pentecostés? La ignorancia atenúa la culpa, deja abierta la vía hacia la conversión. Pero no es simplemente una causa eximente, porque revela al mismo tiempo una dureza de corazón, una torpeza que resiste a la llamada de la verdad. Por eso es más consolador aún para todos los hombres y en todos los tiempos que el Señor, tanto respecto a los que verdaderamente no sabían —los verdugos— como a los que sabían y lo condenaron, haya puesto la ignorancia como motivo para pedir que se les perdone: la ve como una puerta que puede llevarnos a la conversión» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 80). Reflexión apostólica «Para conocer a Cristo hay que amarlo. Porque el amor es la llave que abre la intimidad de las personas. Aunque es cierto que no es posible amar lo que no se conoce, en el campo de las relaciones interpersonales es necesario amar para poder conocer con profundidad a alguien» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 32). Propósito Preparar hoy qué voy a leer durante la Semana Santa, como un medio para crecer en el conocimiento del amor de Dios. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor Jesús, me emociona recordar que dentro de poco celebraremos, una vez más, los misterios de tu pasión y muerte. Tengo la certeza de que en estos días santos me otorgarás las gracias que necesito para conocerte más y creer en Ti con una fe viva que se traduzca en actos de caridad.

«Conocer para amar y amar para vivir» (Cristo al centro, n. 4).

¡VTR!

marzo 23 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 11, 45-56 En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: “¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación”.

Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.

Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: “¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?” Palabra del Señor. Oración preparatoria Jesús, ayúdame a no caer en esa actitud de los personajes del Evangelio, quienes ante un milagro, en vez de glorificarte y maravillarse, se alejan equivocando el camino. Hoy quiero contemplarte y alabarte en mi oración, por esto te pido que nada me distraiga, y que sepa guardar el silencio interior que necesito para poder escuchar lo que hoy me quieres decir. Petición Dios mío, que sepa ver y agradecer los milagros con los que enriqueces mi vida diaria.

Meditación Saber descubrir la Verdad.

«Aquí se contraponen dos tipos de saciedad: el hartarse de bienes materiales y el llenarse “de tu semblante”, la saciedad del corazón mediante el encuentro con el amor infinito. “Al despertar” hace referencia en definitiva al despertar a una vida nueva, eterna; pero también se refiere a un “despertar” más profundo ya en este mundo: despertar a la verdad, que ya ahora da al hombre una nueva forma de saciedad. […] Pensemos en la resurrección de Lázaro de Betania que nos narra el Evangelio de Juan. ¿Qué ocurre? “Muchos judíos... creyeron en él”, nos dice el evangelista. Van a los fariseos y les cuentan lo ocurrido, tras lo cual se reúne el Sanedrín para deliberar. Allí se ve la cuestión desde el punto de vista político: se podía producir un movimiento popular que alertaría a los romanos y provocar una situación peligrosa. Entonces se decide matar a Jesús: el milagro no conduce a la fe, sino al endurecimiento» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 88). Reflexión apostólica «Sólo mediante el amor el creyente puede entrar en lo más íntimo del Corazón de Cristo para captar sus sentimientos profundos, sus más vivos anhelos y la intensidad de su amor y así vivir la realidad de que el amor consiste no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 32). Propósito Aprovechar las dificultades y problemas del día de hoy para crecer en mi fe y en mi confianza en la Providencia de Dios. Diálogo con la Virgen María (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Madre santísima, Tú que supiste ser fiel en el Calvario, intercede por mí para que deje que Cristo pase de mi mente a mi corazón, para que su amor me empuje, me haga sentir la urgencia de darlo a conocer a tantos que, encandilados por el mundo, aún no han experimentado su presencia.

«El amor tiene que ser el motor de toda decisión y de toda acción» (Cristo al centro, n. 13).

¡VTR!

marzo 24 Evangelio Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22, 14—23, 56. Llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: «Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar, hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios». Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios».

Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía». Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes».

«Pero miren: la mano del que me va a entregar está conmigo en la mesa. Porque el Hijo del hombre va a morir, según lo decretado; pero ¡ay de aquel hombre por quien será entregado!» Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que lo iba a traicionar.

Después los discípulos se pusieron a discutir sobre cuál de ellos debería ser considerado como el más importante. Jesús les dijo: «Los reyes de los paganos los dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Pero ustedes no hagan eso, sino todo lo contrario: que el mayor entre ustedes actúe como si fuera el menor, y el que gobierna, como si fuera un servidor. Porque, ¿quién vale más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Ustedes han perseverado conmigo en mis pruebas, y yo les voy a dar el Reino, como mi Padre me lo dio a mí, para que coman y beban a mi mesa en el Reino, y se siente cada uno en un trono, para juzgar a las doce tribus de Israel».

Luego añadió: «Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido permiso para zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos». El le contestó: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo incluso a la cárcel y a la muerte». Jesús le replicó: «Te digo, Pedro, que hoy, antes de que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces».

Después les dijo a todos ellos: «Cuando los envié sin provisiones, sin dinero ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?» Ellos contestaron: «Nada». El añadió: «Ahora, en cambio, el que tenga dinero o provisiones, que los tome; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Les aseguro que conviene que se cumpla esto

que está escrito de mí: Fue contado entre los malhechores, porque se acerca el cumplimiento de todo lo que se refiere a mí». Ellos le dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». Él les contestó: «¡Basta ya!»

Salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos y lo acompañaron los discípulos. Al llegar a ese sitio, les dijo: «Oren, para no caer en la tentación». Luego se alejó de ellos a la distancia de un tiro de piedra y se puso a orar de rodillas, diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta amarga prueba; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya». Se le apareció entonces un ángel para confortarlo; él, en su angustia mortal, oraba con mayor insistencia, y comenzó a su dar gruesas gotas de sangre, que caían hasta el suelo. Por fin terminó su oración, se levantó, fue hacia sus discípulos y los encontró dormidos por la pena. Entonces les dijo: «¿Por qué están dormidos? Levántense y oren para no caer en la tentación».

Todavía estaba hablando, cuando llegó una turba encabezada por Judas, uno de los Doce, quien se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?»

Al darse cuenta de lo que iba a suceder, los que estaban con él dijeron: «Señor, ¿los atacamos con la espada?» Y uno de ellos hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo: «¡Dejen! ¡Basta!» Le tocó la oreja y lo curó. Después Jesús dijo a los sumos sacerdotes, a los encargados del templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: «Han venido a aprehenderme con espadas y palos, como si fuera un bandido. Todos los días he estado con ustedes en el templo y no me echaron mano. Pero ésta es su hora y la del poder de las tinieblas».

Ellos lo arrestaron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía desde lejos. Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sentó también con ellos. Al verlo sentado junto a la lumbre, una criada se le quedó mirando y dijo: «Este también estaba con él». Pero él lo negó diciendo: «No lo conozco, mujer». Poco después lo vio otro y le dijo: «Tú también eres uno de ellos». Pedro replicó: «¡Hombre, no lo soy!» Y como después de una hora, otro insistió: «Sin duda que éste también estaba con él, porque es galileo». Pedro contestó: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Todavía estaba hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, miró a Pedro. Pedro se acordó entonces de las palabras que el Señor le había dicho: “Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces”, y saliendo de allí se soltó a llorar amargamente.

Los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, le daban golpes, le tapaban la cara y le preguntaban: «¿Adivina quién te ha pegado?» Y proferían contra él muchos insultos.

Al amanecer se reunió el consejo de los ancianos con los sumos sacerdotes y los escribas. Hicieron comparecer a Jesús ante el sanedrín y le dijeron: «Si tú eres el Mesías, dínoslo». Él les contestó: «Si se lo digo, no lo van a creer, y si les pregunto, no me van a responder. Pero ya desde ahora, el Hijo del hombre está sentado a la derecha de Dios todopoderoso». Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?»

Él les contestó: «Ustedes mismos lo han dicho: sí lo soy». Entonces ellos dijeron: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca». El consejo de los ancianos, con los sumos sacerdotes y los escribas, se levantaron y llevaron a Jesús ante Pilato.

Entonces comenzaron a acusarlo, diciendo: «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación y oponiéndose a que se pague tributo al César y diciendo que él es el Mesías rey».

Pilato preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Él le contesto: «Tú lo has dicho». Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la turba:

«No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con más fuerza, diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Al oír esto, Pilato preguntó si era galileo, y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió, ya que Herodes estaba en Jerusalén precisamente por aquellos días.

Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, porque hacía mucho tiempo que quería verlo, pues había oído hablar mucho de él y esperaba presenciar algún milagro suyo. Le hizo muchas preguntas, pero él no le contestó ni una palabra. Estaban ahí los sumos sacerdotes y los escribas, acusándolo sin cesar. Entonces Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él, y le mandó poner una vestidura blanca. Después se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes eran enemigos.

Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, y les dijo: «Me han traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no he encontrado en él ninguna de las culpas de que lo acusan. Tampoco Herodes, porque me lo ha enviado de nuevo. Ya ven que ningún delito digno de muerte se ha probado. Así pues, le aplicaré un escarmiento y lo soltaré».

Con ocasión de la fiesta, Pilato tenía que dejarles libre a un preso. Ellos vociferaron en masa, diciendo: «¡Quita a ése! ¡Suéltanos a Barrabás!» A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.

Pilato volvió a dirigirles la palabra, con la intención de poner en libertad a Jesús; pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Él les dijo por tercera vez: «¿Pues qué ha hecho de malo? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte; de modo que le aplicaré un escarmiento y lo soltaré». Pero ellos insistían, pidiendo a gritos que lo crucificara. Como iba creciendo el griterío, Pilato decidió que se cumpliera su petición; soltó al que le pedían, al que había sido encarcelado por revuelta y homicidio, y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.

Mientras lo llevaban a crucificar, echaron mano a un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo obligaron a cargar la cruz, detrás de Jesús. Lo iba siguiendo una gran multitud de hombres y mujeres, que se golpeaban el pecho y lloraban por él. Jesús se volvió hacia las mujeres y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren por ustedes y por sus hijos, porque van a venir días en que se dirá: “¡Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que

no han criado!” Entonces dirán a los montes: “Des plómense sobre nosotros”, y a las colinas: “Sepúltennos”, porque si así tratan al árbol verde, ¿qué pasará con el seco?»

Conducían, además, a dos malhechores, para ajusticiarlos con él. Cuando llegaron al lugar llamado «1a Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía desde la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Los soldados se repartieron sus ropas, echando suertes.

El pueblo estaba mirando. Las autoridades le hacían muecas, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido». También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: «Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: «Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: «Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le reclamaba, indignado: «¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho». Y le decía a Jesús: «Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí». Jesús le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».

Era casi el mediodía, cuando las tinieblas invadieron toda la región y se oscureció el sol hasta las tres de la tarde. El velo del templo se rasgó a la mitad. Jesús, clamando con voz potente, dijo: «¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!» Y dicho esto, expiró.

El oficial romano, al ver lo que pasaba, dio gloria a Dios, diciendo: «Verdaderamente este hombre era justo». Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, mirando lo que ocurría, se volvió a su casa dándose golpes de pecho. Los conocidos de Jesús se mantenían distancia, lo mismo que las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, y permanecían mirando todo aquello.

Un hombre llamado José, consejero del sanedrín, hombre bueno y justo, que no había estado de acuerdo con la decisión de los judíos ni con sus actos, que era natural de Arimatea, ciudad de Judea, y que aguardaba el Reino de Dios, se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Lo bajó de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía. Era el día de la Pascua y ya iba a empezar el sábado. Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea acompañaron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Al regresar a su casa, prepararon perfumes y ungüentos, y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento. Palabra del Señor. Oración introductoria Espíritu Santo, ilumina mi oración para penetrar en la comprensión del misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, a quien quiero acompañar con mi oración, sacrificio y ayuda a los demás, no sólo este Domingo de Ramos, sino toda mi vida.

Petición Señor, dame la gracia de seguirte con disponibilidad a donde quiera que vayas, incluso si me llevas hasta la cruz y al desprendimiento de mí mismo. Meditación

Comprender el amor de Cristo por la humanidad. «Con la solemnidad del domingo de Ramos, hemos iniciado la Semana Santa, en la que seguimos los pasos de Cristo hasta la celebración de su misterio pascual. Lo aclamamos como Mesías e Hijo de David, agitando, como los niños y jóvenes de Jerusalén, las palmas de la salvación y del júbilo. Al mismo tiempo, contemplamos su dolorosa pasión y su humillación hasta la muerte. Os invito, durante estos días santos, a uniros plenamente a nuestro Redentor, recordando aquel solemne Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud. En él oramos conmovidos ante la belleza de aquellas imágenes sagradas, que expresaban con hondura los misterios de nuestra fe. Os animo a cargar también vosotros con vuestra cruz, y la cruz del dolor y de los pecados del mundo, para que entendáis mejor el amor de Cristo por la humanidad. Así os sentiréis llamados a proclamar que Dios ama al hombre y le envió a su Hijo, no para condenarlo, sino para que alcance una vida plena y con sentido» (Benedicto XVI, 2 de abril de 2012). Reflexión apostólica «Cuando en muchos ambientes se dedica este período a la diversión y disipación, los miembros del Movimiento deben esforzarse por acompañar a Cristo en la hora suprema de su sacrificio por nosotros» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 448). Propósito Seguir mi meditación diaria durante toda la Semana Santa, pidiendo a Dios me ayude a comprender el gran amor que me tiene. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, hoy te quiero dar las gracias por todas las cruces y dificultades que permites en mi vida. Ellas son muestra de tu singular predilección, son instrumentos que me concedes para santificarme y para acompañarte en tu misión redentora. Concédeme vivir todo con paciencia, con mortificación y con amor, en una palabra, ayúdame a acompañarte en tu pasión y a nunca dejarte solo. «¿No te gustan las cosas de manera especial cuando se presentan muy difíciles? Y no por testarudez, sino porque así tenemos ocasión de hacer algo que cueste a nuestra

naturaleza para la Gloria de su Santísimo Corazón» (Cristo al centro, n. 603).

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marzo 25 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11 Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.

Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: “¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?” Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.

Entonces dijo Jesús: “Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres sostendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán". Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesucristo, no quiero ser pasivo ni indiferente al misterio de mi redención. Quiero imitar a María, la hermana de Lázaro y «derrochar» todo lo que soy y lo que tengo para corresponder a tu amor y misericordia con generosidad. Por eso, comienzo esta oración con un sincero ofrecimiento de mi vida, poniendo todo en tus manos. Petición Dios mío, ayúdame a no dejar de servir por el qué dirán de los demás. Meditación

Amor que sabe servir. «María se pone a los pies de Jesús en humilde actitud de servicio, como hará el propio Maestro en la última Cena, cuando, como dice el cuarto Evangelio, "se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una jofaina y se puso a lavar los pies de los discípulos", para que —dijo— "también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros": la regla de la

comunidad de Jesús es la del amor que sabe servir hasta el don de la vida. Y el perfume se difunde: "Toda la casa —anota el evangelista— se llenó del olor del perfume". El significado del gesto de María, que es respuesta al amor infinito de Dios, se expande entre todos los convidados; todo gesto de caridad y de devoción auténtica a Cristo no se limita a un hecho personal, no se refiere sólo a la relación entre el individuo y el Señor, sino a todo el cuerpo de la Iglesia; es contagioso: infunde amor, alegría y luz» (Benedicto XVI, 29 de marzo de 2010). Reflexión apostólica «Un modo particular de vivir la Semana Santa, tanto desde el punto de vista espiritual como apostólico, consiste en participar activamente en misiones de evangelización durante estos días llevando a las zonas más necesitadas el mensaje de nuestra redención» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 448). Propósito Que el ambiente de mi familia, hoy, y durante toda la Semana Santa, se transforme por mi actitud permanente de servicio. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, no permitas que la dureza de corazón me lleve a criticar la bondad de los demás. Ayúdame a crecer en mi fe para poder así crecer en la caridad y participar en la nueva evangelización, porque llevarte a Ti a los demás, es la mejor forma de corresponder a tu amor.

«Todos los cristianos somos apóstoles, responsables de la evangelización del mundo. Pero, naturalmente, somos responsables, ante todo, de la transmisión de la fe entre

aquellos que nos son más cercanos» (Cristo al centro, n. 148).

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marzo 26 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38 En aquel tiempo, cuando Jesús estaba a la mesa con sus discípulos, se conmovió profundamente y declaró: “Yo les aseguro que uno de ustedes me va a entregar”. Los discípulos se miraron perplejos unos a otros, porque no sabían de quién hablaba. Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, se hallaba reclinado a su derecha. Simón Pedro le hizo una seña y le preguntó: “¿De quién lo dice?” Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?” Le contestó Jesús: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan, que voy a mojar”. Mojó el pan y se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote; y tras el bocado, entró en él Satanás.

Jesús le dijo entonces a Judas: “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Pero ninguno de los comensales entendió a qué se refería; algunos supusieron que, como Judas tenía a su cargo la bolsa, Jesús le había encomendado comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el bocado, salió inmediatamente. Era de noche.

Una vez que Judas se fue, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará.

Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Me buscarán, pero como les dije a los judíos, así se lo digo a ustedes ahora: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden ir’”. Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”. Jesús le contestó: “¿Con que darás tu vida por mí? Yo te aseguro que no cantará el gallo, antes de que me hayas negado tres veces”. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, ilumina mi oración para pueda contemplarte y acompañarte en tu pasión. Conoces mis muchas infidelidades, pero aun así nunca me rechazas, ni me abandonas, porque lo que realmente te interesa es que te busque con un corazón contrito y humillado. Sé que no merezco tus gracias pero Tu amor es, y será siempre, más fuerte que mi debilidad. Petición Que esta meditación sea el medio para doblegar mi orgullo y mi soberbia para poder abandonarme en tu misericordia.

Meditación La disposición de cumplir siempre la voluntad de Dios.

«La oración que Jesús hace por sí mismo es la petición de su propia glorificación, de la propia "elevación" en su "hora". En realidad, es más una declaración de plena disposición a entrar, libre y generosamente, en el diseño de Dios Padre que se cumple al ser entregado, y en la muerte y resurrección. La "hora" se inició con la traición de Jesús y culminará con la subida de Jesús resucitado al Padre. La salida de Judas del cenáculo es comentada por Jesús con estas palabras: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él”. No es casual que comience la oración sacerdotal diciendo: "Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a ti". La glorificación que Jesús pide para sí mismo como Sumo Sacerdote, es la entrada en la plena obediencia al Padre, una obediencia que lleva a la más plena condición filial: "Y ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes de que el mundo fuese". Es esta disponibilidad y esta petición es el primer acto del nuevo sacerdocio de Jesús, que es un donarse por completo en la cruz, y justamente sobre la cruz --el supremo acto de amor--, Él es glorificado, porque el amor es la verdadera gloria, la gloria divina» (Benedicto XVI, 25 de noviembre de 2011). Reflexión apostólica «Lean la Pasión del Señor durante el tiempo de la lectura evangélica según la siguiente modalidad: el miércoles santo, la Pasión según san Mateo; el jueves santo, la Pasión según san Marcos; el viernes santo, la Pasión según san Juan; y el sábado santo, la Pasión según san Lucas. » (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 448). Propósito Como demostración de mi amor a Cristo, haré hoy un acto de caridad desprendiéndome de algo que realmente me cueste. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor Jesús, ayúdame a escuchar y seguir tus inspiraciones. Sólo con la humildad y el desprendimiento de mi autosuficiencia podré crecer en mi esfuerzo diario para aspirar a la santidad. No dejes que tenga miedo de apostar todo por Ti, así como Tú no tuviste miedo de dar tu vida por mí.

«Confíen en Él a pesar de la debilidad en ofenderle… Porque si confían Él hará que su miseria se convierta en amor… ¡Qué cuadro tan diverso nos presentan Pedro y

Judas!» (Cristo al centro, n. 501).

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marzo 27 Evangelio Del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25 En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?” Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que preparemos la cena de Pascua?” Él respondió: “Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: ‘El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa’”. Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.

Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce y mientras cenaban, les dijo: “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: “¿Acaso soy yo, Señor?” Él respondió: “El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido”. Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: “¿Acaso soy yo, Maestro?” Jesús le respondió: “Tú lo has dicho”. Palabra del Señor. Oración introductoria Señor, Judas no te traicionó por un arrebato. Poco a poco, con hechos aparentemente sin trascendencia se fue alejando de tu verdad. Por eso te suplico que ilumines esta oración para que pueda luchar por ser siempre fiel y honesto. Perdóname por todos mis pecados, sobre todo por aquellos pequeños y cotidianos que, con un poco más de esfuerzo, podría superar. Petición Jesucristo, te suplico esta Semana Santa, la gracia de la conversión de corazón. Meditación

La mentira aleja del Bien. «Por último, Jesús sabía que incluso entre los doce apóstoles había uno que no creía: Judas. También Judas pudo haberse ido, como lo hicieron muchos discípulos; es más, tendría que haberse ido si hubiese sido honesto. En cambio, se quedó con

Jesús. Permaneció no por fe, no por amor, sino con la secreta intención de vengarse del Maestro. ¿Por qué? Debido a que Judas se sintió traicionado por Jesús, y decidió que a su vez lo iba a traicionar. Judas era un zelote, y quería un Mesías triunfante, que guiase una revuelta contra los romanos. Jesús había decepcionado las expectativas. El problema es que Judas no se fue, y su fallo más grave fue la mentira, que es la marca del diablo. Por eso Jesús dijo a los Doce: "Uno de ustedes es un diablo". Pidamos a la Virgen María, que nos ayude a creer en Jesús, como san Pedro, y a ser siempre honestos con Él y con todos» (Benedicto XVI, 26 de agosto de 2012). Reflexión apostólica «Trabajen con responsabilidad, competencia y honestidad. No permitan que intereses ajenos manipulen sus actuaciones para otros fines, y regulen siempre sus relaciones con todos según la justicia y la caridad cristianas» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 307). Propósito No existen «mentiras piadosas», esforzarme por ser hoy, y siempre, honesto y sincero. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, te he traicionado muchas veces. Te vendo cuando evado o soy indiferente a tu doctrina. Renuncio a tu amor cuando me dejo llevar por mi vanidad o no soy fiel a mis convicciones para no ir contra corriente. Haz que a partir de hoy ponga tu voluntad como lo primero en mi vida y que al contemplar, en mi oración, tu pasión y muerte, tenga la valentía y la madurez para vivir honestamente mi fe.

«La madurez humana se expresa en la fidelidad al deber y en la honestidad con que

se viven las propias obligaciones frente a Dios, frente a la Iglesia, frente al Movimiento, frente a la sociedad, frente a uno mismo»

(Cristo al centro, n. 1480).

¡VTR!

marzo 28 Evangelio Del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.

Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: “Señor, ¿me vas a lavar tú a mí los pies?” Jesús le replicó: “Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde”. Pedro le dijo: “Tú no me lavarás los pies jamás”. Jesús le contestó: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces le dijo Simón Pedro: “En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos”. Como sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: “No todos están limpios’.

Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si soy, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo, para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan”. Palabra del Señor. Oración introductoria Jesucristo, mi Maestro y Señor, quiero comprender e imitar lo que hiciste en tu última cena. Ilumina mi oración para poder crecer en el amor, en mi entrega, magnanimidad y sacrificio, para seguir tu ejemplo de servicio y humildad. ¡Tengo tanto que aprender de Ti, Señor! Petición Señor, ayúdame a darme cuenta de que en la Eucaristía estás realmente a mi lado para acompañarme y robustecerme con tu gracia y amor.

Meditación

Salir de sí mismo, para darse en el amor. «San Pablo insiste en que precisamente, por la obediencia a la voluntad del Padre, "Dios le exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre". Aquel que se ha abajado profundamente, tomando la condición de esclavo, ha sido exaltado, elevado por encima de todas las cosas por el Padre, que le dio el nombre de Kyrios, "Señor," la suprema dignidad y el señorío. Frente a este nuevo nombre, por cierto, que es el mismo nombre de Dios en el Antiguo Testamento, "toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: que ‘Cristo Jesús es Señor’, para gloria de Dios Padre". El Jesús que se exalta es el de la Última Cena, que se quita las vestiduras, se ciñe la cintura con una toalla, se inclina a lavar los pies a los apóstoles y les pregunta: "¿Comprenden lo que he hecho por ustedes? Ustedes me llaman ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros". Es importante recordar esto siempre en nuestra oración y en nuestra vida: "el ascenso hasta Dios está en el descenso del servicio humilde, en el descenso del amor, que es la esencia de Dios y por lo tanto la fuerza verdaderamente purificadora, que hace al hombre capaz de percibir y de ver a Dios"» (Benedicto XVI, 27 de junio de 2012). Reflexión apostólica «Durante el triduo sacro de la Semana Santa (del jueves santo por la tarde a la Vigilia Pascual), procuren recoger su espíritu con sentimientos de amor, de gratitud y de especial cercanía a Cristo, y prefieran abstenerse del uso de la radio y de la televisión –a no ser para seguir programas religiosos– y de acudir a espectáculos públicos o salas de fiesta» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 448). Propósito Renunciar hoy, con gusto y por amor, a «mi tiempo», para dedicarlo a hacer un servicio a los demás. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, a partir de hoy quiero vivir “eucarísticamente”, entregándome como Tú, por los demás. En la Eucaristía quiero resolver todas mis dudas, tomar mis decisiones, reforzar mis convicciones, fomentar la entrega, alimentar mi apostolado y consolarme en los momentos de dificultad.

«La fundación de la Eucaristía, Getsemaní, la traición, el abandono, el juicio, la negación infiel, la condena, el calvario, la muerte y resurrección que nos deja

navegando en un mar infinito de esperanza. ¡Qué abismo de amor!». (Cristo al centro, n. 574).

¡VTR!

marzo 29 Evangelio Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42 En aquel tiempo, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos.

Entonces Judas tomó un batallón de soldados y guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos y entró en el huerto con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que iba a suceder, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?” Le contestaron: “A Jesús, el nazareno”. Les dijo Jesús: “Yo soy”. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles ‘Yo soy’, retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les volvió a preguntar: “¿A quién buscan?” Ellos dijeron: “A Jesús, el nazareno”. Jesús contestó: “Les he dicho que soy yo. Si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan”. Así se cumplió lo que Jesús había dicho: ‘No he perdido a ninguno de los que me diste’.

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió a un criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: “Mete la espada en la vaina. ¿No voy a beber el cáliz que me ha dado mi Padre?”

El batallón, su comandante y los criados de los judíos apresaron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: ‘Conviene que muera un solo hombre por el pueblo’.

Simón Pedro y otro discípulo iban siguiendo a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?” Él dijo: “No lo soy”. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le contestó: “Yo he hablado abiertamente al mundo y he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, sobre lo que les he hablado. Ellos saben lo que he dicho”.

Apenas dijo esto, uno de los guardias le dio una bofetada a Jesús, diciéndole: “¿Así contestas al sumo sacerdote?” Jesús le respondió: “Si he faltado al hablar,

demuestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?” Entonces Anás lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?” Él lo negó diciendo: “no lo soy”. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: “¿Qué no te vi yo con él en el huerto?” Pedro volvió a negarlo y enseguida cantó un gallo.

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana y ellos no entraron en el palacio para no incurrir en impureza y poder así comer la cena de Pascua. Salió entonces Pilato a donde estaban ellos y les dijo: “¿De qué acusan a este hombre?” Le contestaron: “Si éste no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído”. Pilato les dijo: “Pues llévenselo y júzguenlo según su ley”. Los judíos le respondieron: “No estamos autorizados a dar muerte a nadie”. Así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: “¿Eres tú el rey de los judíos?” Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por tu cuenta o te lo han dicho otros?” Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?” Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”. Pilato le dijo: “¿Con que tú eres rey?” Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Pilato le dijo: “¿Y qué es la verdad?” Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: “No encuentro en él ninguna culpa. Entre ustedes es costumbre que por Pascua ponga en libertad a un preso. ¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?” Pero todos ellos gritaron: “¡No, a ése no! ¡A Barrabás!” (El tal Barrabás era un bandido).

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le echaron encima un manto color púrpura, y acercándose a él, le decían: “¡Viva el rey de los judíos!”, y le daban de bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo: “Aquí lo traigo para que sepan que no encuentro en él ninguna culpa”. Salió, pues, Jesús, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: “Aquí está el hombre”. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y sus servidores gritaron: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Pilato les dijo: “Llévenselo ustedes y crucifíquenlo, porque yo no encuentro culpa en él”. Los judíos le contestaron: “Nosotros tenemos una ley y según esa ley tiene que morir, porque se ha declarado Hijo de Dios”.

Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más, y entrando otra vez en el pretorio, dijo a Jesús: “¿De dónde eres tú?” Pero Jesús no le respondió. Pilato le dijo entonces: “¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?” Jesús le contestó: “No tendrías ninguna autoridad sobre

mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor”.

Desde ese momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: “¡Si sueltas a ése, no eres amigo del César!; porque todo el que pretende ser rey, es enemigo del César”. Al oír estas palabras, Pilato sacó a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman “el Enlosado” (en hebreo Gábbata). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: “Aquí tienen a su rey”. Ellos gritaron: “¡Fuera, fuera! ¡Crucifícalo!” Pilato les dijo: “¿A su rey voy a crucificar?” Contestaron los sumos sacerdotes: “No tenemos más rey que el César”. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Tomaron a Jesús y él, cargando con la cruz, se dirigió hacia el sitio llamado “la Calavera” (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron, y con él a otros dos, uno de cada lado, y en medio Jesús. Pilato mandó escribir un letrero y ponerlo encima de la cruz; en él estaba escrito: ‘Jesús el nazareno, el rey de los judíos’. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: “No escribas: ‘El rey de los judíos’, sino: ‘Este ha dicho: Soy rey de los judíos’”. Pilato les contestó: “Lo escrito, escrito está”.

Cuando crucificaron a Jesús, los soldados cogieron su ropa e hicieron cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: “No la rasguemos, sino echemos suertes para ver a quién le toca”. Así se cumplió lo que dice la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Y eso hicieron los soldados.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: “Mujer, ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí está tu madre”. Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la oca. Jesús probó el vinagre y dijo: “Todo está cumplido”, e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con él. Pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.

El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que lo dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con esos aromas, según se acostumbra enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la preparación de la Pascua y el sepulcro estaba cerca, allí pusieron a Jesús. Palabra del Señor. Oración introductoria Redentor y Señor de mi vida, hoy que una vez más oigo tus palabras en la cruz, mi corazón se estremece. Me postró ante Ti y te suplico que esta oración me ayude a aceptar mi miseria para que así pueda descubrir tu infinita misericordia. Petición Señor, ayúdame a no esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, dame la capacidad de aceptar la tribulación, madurar y encontrar en ella la unión contigo. Meditación

Cómo corresponder al amor de Cristo. «Mientras avanzábamos con Jesús, hasta llegar a la cima de su entrega en el Calvario, nos venían a la mente las palabras de san Pablo: “Cristo me amó y se entregó por mí”. Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos? San Juan lo dice claramente: “En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos”. La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros “para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre… Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza”» (Benedicto XVI, 19 de agosto de 2011). Reflexión apostólica «El Movimiento exhorta a sus miembros a practicar con frecuencia el rezo del vía crucis, especialmente durante la cuaresma y la Semana Santa, reavivando en la mente y en el corazón la contemplación de la entrega de Cristo en la cruz por cada uno, y propiciando actitudes íntimas y cordiales de compunción de corazón, agradecimiento, confianza y generosidad» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 451).

Propósito Hacer lo posible para participar, en familia, en los oficios propios del Viernes Santo. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, gracias por darme todo en la vida, especialmente a María, nuestra santísima Madre. Siempre he estado en tus manos, pero a veces me comporto como mármol por mi corazón egoísta, endurecido, cerrado. Permite que no sea sordo a tus inspiraciones y que haga vida la propuesta que ofreció Benedicto XVI para esta Cuaresma: regresar a Dios con todo el corazón. No buscar otra cosa que la gloria de Dios. «Al comprender, por la fe, que la salvación de una sola alma vale la sangre de Cristo derramada en la cruz, nace en el interior del creyente el fuego del amor que arde en

el seno de la Iglesia, que le lleva a escribir, predicar, enseñar a Cristo». (Cristo al centro, n. 1937).

¡VTR!

marzo 30 Nota: No hay liturgia para el Sábado Santo. La tradición cristiana presenta a la Iglesia esperando en la tumba del Señor, meditando en sus sufrimientos y en su muerte. La

meditación de hoy es en base a la lectura del Evangelio del Domingo de Pascua en la Vigilia Pascual.

Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 24, 1-12 El primer día después del sábado, muy de mañana llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado.

Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: «¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite”». Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no los creían.

Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Palabra del Señor. Oración introductoria Padre celestial, dame la gracia para que sepa guardar el silencio que me lleve a tener un momento de intimidad contigo en esta oración. Contemplo la tumba de tu Hijo, que nos amó hasta dar su vida por nuestra redención. En el silencio de este Sábado Santo permite que me sepa preparar para celebrar la resurrección. Petición Señor, ayúdame a comprender la magnitud de tu muerte y la gloria de tu resurrección. Meditación

Llevar la buena noticia de la resurrección a los demás. «Al igual que antes, junto al sepulcro, también ahora aparecen dos hombres vestidos de blanco y dirigen un mensaje: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse”. Con eso queda confirmada la fe en el retorno de Jesús, pero al mismo tiempo se subraya una vez más que no es tarea de los discípulos quedarse mirando al cielo o conocer los tiempos y los momentos escondidos en el secreto de Dios. Ahora su tarea es llevar el testimonio de Cristo hasta los confines de la tierra. La fe en el retorno de Cristo es el segundo pilar de la confesión cristiana. Él, que se ha hecho carne y permanece Hombre sin cesar, que ha inaugurado para siempre en Dios el puesto del ser humano, llama a todo el mundo a entrar en los brazos abiertos de Dios, para que al final Dios se haga todo en todos, y el Hijo pueda entregar al Padre al mundo entero asumido en Él. Esto implica la certeza en la esperanza de que Dios enjugará toda lágrima, que nada quedará sin sentido, que toda injusticia quedará superada y establecida la justicia. La victoria del amor será la última palabra de la historia del mundo. Como actitud de fondo para el «tiempo intermedio», a los cristianos se les pide la vigilancia. Esta vigilancia significa, de un lado, que el hombre no se encierre en el momento presente, abandonándose a las cosas tangibles, sino que levante la mirada más allá de lo momentáneo y sus urgencias. De lo que se trata es de tener la mirada puesta en Dios para recibir de Él el criterio y la capacidad de obrar de manera justa» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 110). Reflexión «La providencia divina que quiso otorgar a María un lugar tan destacado en la historia de la salvación sintoniza admirablemente con los sentimientos más íntimos y vivos del cristiano, con la necesidad hondamente sentida de una madre en la vida espiritual; una madre que acompaña, educa, guía y sostiene la peregrinación hacia la casa del Padre» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 149). Propósito Buscar el significado de las diversas partes de la celebración litúrgica de la Vigilia Pascual, para explicarlo a mi familia, y celebrarla con una participación renovada. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Señor, hoy no es un día cualquiera, es un día de dolor pero de gran esperanza; un día que quiero caminar de la mano de María, tu santísima Madre. Visitaré virtualmente tu sepulcro para llenarme de esa paz y confianza que me lleven a proclamar, con mi testimonio de una vida cristiana auténtica, que Tú no estás muerto, has resucitado y vives en quien te recibe.

«Mira a María y contémplala en su silenciosa grandeza, construida en la oración, en la humildad, en la donación generosa, en la participación dolorosa en el misterio

redentor de Cristo. Sólo la fidelidad convence» (Cristo al centro, n. 1536).

¡VTR!

marzo 31 DOMINGO DE RESURRECCIÓN Evangelio Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35 El mismo día de la Resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: «¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?».

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres Tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?» Él les preguntó: «¿Qué cosa?» Ellos le respondieron: «Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta, poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo vieron».

Entonces Jesús les dijo: «¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a Él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se los dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: «¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!». Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: «De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón». Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra del Señor.

Oración introductoria Señor, como los discípulos de Emaús a veces me dejo llevar por la tristeza y el abatimiento, y me cuesta reconocerte en el camino de la vida, aunque Tú vas siempre conmigo. Abre hoy mi corazón, Señor, para escucharte y poder así descubrirte, por medio de la fe, en la Eucaristía. Quiero salir de esta oración tan renovado como lo hicieron aquellos dos hombres que se encontraron contigo en Emaús. Petición Jesús, sé mi compañero de viaje para que con la fuerza de tu resurrección supere la debilidad de mi naturaleza humana. Meditación

Recorrer juntos el camino de la fe. «Sýnodos significa “camino común”, “estar en un camino común”, y así la palabra sýnodos me recuerda el famoso camino del Señor con los dos discípulos de Emaús, que son un poco una imagen del mundo agnóstico de hoy. Jesús, su esperanza, había muerto; el mundo, vacío; parecía que realmente Dios no estaba o no se interesaba por nosotros. Con esta desesperación en el corazón y, sin embargo, con una pequeña llama de fe, siguen adelante. El Señor camina misteriosamente con ellos y les ayuda a entender mejor el misterio de Dios, su presencia en la historia, su caminar silenciosamente con nosotros. Al final, en la cena, cuando ya las palabras del Señor y su escucha habían encendido el corazón e iluminado la mente, lo reconocen en la cena y por fin el corazón empieza a ver. También en el Sínodo estamos juntos con nuestros contemporáneos en el camino. Oremos al Señor para que nos ilumine, para que encienda nuestro corazón a fin de que vea, para que ilumine nuestra mente» (Benedicto XVI, 13 de octubre de 2012). Reflexión apostólica «A Él lo encontramos en el Evangelio, en el crucifijo y sobre todo en la Eucaristía donde el cristiano aprende cuánto Dios le ama y cómo desea ser amado por los hombres» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi, n. 148). Propósito Darme la calidad y la cantidad de tiempo para mi oración, a fin de experimentar, el día de hoy, que Jesús camina conmigo. Diálogo con Cristo (Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a corazón). Jesús, Tú supiste cómo preparar a tus discípulos para experimentar profundamente tu presencia y conocerte íntimamente. No permites que sea indiferente o ciego ante las señales y los signos de los tiempos. Pido la intercesión de todos los santos para que sepa profundizar y aumentar mi fe en tu resurrección. Que todos los eventos de mi

vida me señalen la verdad: Tú estás vivo, conmigo, dispuesto a dar plenitud a toda mi existencia.

«El camino, el libro abierto, es Jesús. Estúdienlo, medítenlo en la oración, en la Eucaristía, ante el Sagrario. Descúbranlo cada día. Ese descubrimiento les irá

llevando al amor». (Cristo al centro, n. 542).

al centro, n. 542).