¡venga tu reino! miércoles 1 de...

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¡Venga tu Reino! www.missionkits.org el Centro de Recursos del Regnum Christi [email protected] 01800-2882334 Miércoles 1 de marzo Miércoles de ceniza H. Balam Loza, L.C. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino! Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Padre mío, vengo a tus pies como un hijo que necesita misericordia. Tengo sed de tu amor y por eso vengo aquí. Sé, Padre mío, que sólo Tú puedes llenar mi corazón, que nadie más en este mundo me conoce tan bien y que nadie ni nada puede amarme como Tú lo haces. Tu mirada es tan profunda y, al mismo tiempo, tan cargada de amor que sólo puedo sentir una gran paz y un gran gozo. Sólo quiero estar aquí mirándote y dejándome mirar. Sin palabras, en silencio, de corazón a Corazón. Evangelio del día (para orientar tu meditación) Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre celestial. Por tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tu des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará". Palabra del Señor.

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¡Venga tu Reino!

www.missionkits.org el Centro de Recursos del Regnum Christi [email protected] 01800-2882334

Miércoles 1 de marzo

Miércoles de ceniza

H. Balam Loza, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Padre mío, vengo a tus pies como un hijo que necesita misericordia. Tengo sed de tu amor y por eso vengo

aquí. Sé, Padre mío, que sólo Tú puedes llenar mi corazón, que nadie más en este mundo me conoce tan bien

y que nadie ni nada puede amarme como Tú lo haces. Tu mirada es tan profunda y, al mismo tiempo, tan

cargada de amor que sólo puedo sentir una gran paz y un gran gozo. Sólo quiero estar aquí mirándote y

dejándome mirar. Sin palabras, en silencio, de corazón a Corazón.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6.16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad

delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre

celestial.

Por tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en

las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su

recompensa. En cambio, cuando tu des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la

derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las

sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron

su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu

Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la

apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron

su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no

sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto,

te recompensará".

Palabra del Señor.

¡Venga tu Reino!

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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Un camino para preparar el corazón.

Cuando uno va a una montaña, un día de verano, va a disfrutar de cada momento, de cada

experiencia. Puede ir solo o pude ir con la familia o con los amigos. Es un día que pondrá a prueba

cada uno de los músculos si de verdad quiere llegar a gozar del espectacular paisaje desde la cima.

Podemos decir que es una experiencia apasionante. Y eso es justamente en lo que consiste la vida

cristiana. Y sólo quien quiere contemplar la maravilla del amor de Dios, es capaz de poner a prueba

cada una de sus capacidades.

Hoy comenzamos un hermoso camino. El camino de la cuaresma. Y podemos decir «ya llegó

otra vez…un año más» y quedarnos indiferentes, como un periodo más bien para andar con la cara

de miércoles de ceniza, con la «cara larga». Pero la cuaresma, es más bien, un periodo para darnos

cuenta que las cosas de «mundo» no son todo, que la moda, el Facebook, los likes, las grandes

cenas…pasan. Y, ¿qué queda?

La vida del cristiano es un camino hacia el cielo, un camino, sí difícil, pero que vale la pena,

porque sólo el amor de Dios, el amor del Padre es capaz de llenarnos. Un día nos podrán estar

alabando y al día siguiente pocos se acordaran, pero Dios nos mira en la profundidad del corazón y

nos ama siempre, tal cual somos. Por eso la cuaresma, que hoy comenzamos, es un periodo para

preparar el corazón para recibir el amor de Dios. Al igual que el hijo pródigo nos ponemos en

camino a la casa del Padre, dejaremos de lado todo lo que nos impida llegar y, al final, al llegar a

casa, recibiremos el amor tan grande de Dios que da la vida por nosotros.

«Que la Cuaresma sea un tiempo de beneficiosa “podadura” de la falsedad, de la mundanidad, de la

indiferencia: para no pensar que todo está bien si yo estoy bien; para comprender que lo que cuenta no es la

aprobación, la búsqueda del éxito o del consenso, sino la limpieza del corazón y de la vida; para volver a

encontrar la identidad cristiana, es decir el amor que sirve, no el egoísmo que se sirve. Pongámonos en

camino juntos, como Iglesia, recibiendo la Ceniza —también nosotros nos convertiremos en ceniza— y

teniendo fija la mirada en el Crucificado.»

(Homilía de S.S. Francisco, 10 de febrero de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

¡Venga tu Reino!

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Hoy, Señor, haré ayuno de redes sociales y dedicaré un momento delante de la Eucaristía para

comprometerme a vivir la cuaresma de manera especial.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Jueves 2 de marzo H. Cristian Gutiérrez, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Creo, Señor, que la oración es el mejor momento en el que puedo entrar en relación contigo. Sabes

bien cuánto te amo y los deseos que tengo de amarte en este día un poco más. Gracias por todos los

dones y beneficios que presentas en mi vida. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Concédeme

en esta cuaresma prepararme bien para encontrarme contigo en la Semana Santa.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea

rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite

al tercer día".

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: "Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí

mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la

perderá; pero el que la pierda por mi causa, ese la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar

todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Unir mi cruz a la de Cristo.

En este pasaje me presentas los padecimientos que sabías iban a venir en los días de tu pasión. El

dolor y el sufrimiento son elementos que quisiste tomar cuando te hiciste hombre por mí. Siendo

Dios pudiste haber elegido una vida tranquila, cómoda, sin dolores, sin traiciones, sin sufrimientos,

sin preocupaciones. Una vida de algodón. Sin embargo, quisiste compartir conmigo la realidad en la

que me encuentro a diario. Una vida de cruz.

¿Qué hombre hay que no sufra? ¿Qué ser humano se encuentra libre de toda preocupación,

dolor, traición, engaño, enfermedad o miseria? Ninguno. Tú, quisiste por ello dar sentido y valor a

esta dimensión que llevo conmigo. Tú sabías bien lo que te esperaba en pocos días, pudiste huir y

evitarlo. Pero no. Lo acogiste, lo enfrentaste, lo padeciste. Y todo ello, por amor a mí.

Permíteme, Señor, contemplar tu dolor y tu sufrimiento, permíteme contemplar tu amor

porque en Ti encuentro el modelo a mi actuar. Desde que aceptaste esta realidad humana no hay

hombre que no se pueda sentir identificado contigo. Tú, Jesús, padeciste la traición de los amigos, el

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abandono de los cercanos, la injuria, la difamación, la ira, la violencia, la debilidad, el cansancio, la

sed, la desnudez, para con ello pagar mi entrada en el cielo y demostrarme que Tú, mi Dios, me

conoces, me comprendes, me entiendes, me amas.

Dime, Señor, qué encontraste en el sufrimiento y la cruz que no huiste de ella aunque pudiste

hacerlo. Dime qué se oculta en esa cruda realidad que la aceptaste con amor y paciencia. Enséñame

los frutos del dolor, del sufrimiento en mi vida. Porque ellos no son algo vano desde que Tú los

aceptaste.

Dame la gracia, Señor, de unir mi cruz a la tuya y no padecer sólo los males de esta vida.

Sino siempre tener la confianza que caminas a mi lado, sufres conmigo, lloras conmigo y me

sostienes con tu amor para llegar así a la gloria de la resurrección.

«La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como

hermanos. Es don de Dios y signo de su presencia. Todo discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la

cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado con la certeza de su victoria y a la espera de su venida

definitiva.»

(Homilía de S.S. Francisco, 1 de mayo de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy cuando algo me sea costoso o no me guste, se lo ofreceré al Señor por alguna intención.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Viernes 3 de marzo

H. Iván Yoed González, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Dios mío, tienes todo mi querer. Si me alejase de Ti, no olvides mi querer. Jamás querré

conscientemente apartarme de Ti. Si me apartase de Ti, no olvides mi querer. Úneme a Ti, y

enséñame a vivir cerca de Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 9,14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: "¿Por qué tus

discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos si ayunamos?". Jesús les respondió: "¿Cómo

pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les

quitarán al esposo, y entonces si ayunarán".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Tan rico es el amor.

Si alguna vez me preguntasen por qué las capillas, por qué los templos, por qué las iglesias son tan

majestuosas, con franca sencillez habría de responder: «porque son la casa de nuestro Dios».

No hay momento más bello que el de celebrar como pueblo de Dios la Santa Misa, donde Tú

te haces presente, Señor, y visitas nuestro corazón por la ventana de la fe. Realmente presente,

realmente frente a mí, y entonces yo digo «amén», «creo», «quiero recibirte», «quiero amarte», mi

único deseo».

Más bello que una creatura dirigiéndose a su creador, no existe alguna cosa. Semejante al

noble amor que lleva al novio en busca de la novia paraa dedicarle un canto, donde no hay gesto que

no valga la pena para expresar afecto. Así, Señor, te cantan en la misa nuestros corazones, te cantan

siempre que se encuentran frente a Ti.

¿Mi corazón te canta así?, ¿qué le habrá sucedido, si no disfruta cantando a su creador?, ¿qué

le habrá sucedido, si le preocupa el tiempo? Tan rico es el amor, que pareciera que comprase todo el

tiempo para siempre amar.

Así, si los discípulos habrían de ayunar, habrían de hacerlo aquellos dignos días de polvo

misionero por las calles, mas no mientras se hallasen con su Dios. No mientras el novio está con

ellos.

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«Nada que ver con esos que huelen a perfume caro y te miran de lejos y desde arriba (cf. ibíd., 97). Somos los

amigos del Novio, esa es nuestra alegría. Si Jesús está pastoreando en medio de nosotros, no podemos ser

pastores con cara de vinagre, quejosos ni, lo que es peor, pastores aburridos. Olor a oveja y sonrisa de

padres... Sí, bien cansados, pero con la alegría de los que escuchan a su Señor decir: «Venid a mí, benditos de

mi Padre.»

(Homilía de S.S. Francisco, 2 de abril de 2015).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Señor, te prometo que voy a poner los medios necesarios para acordarme, en la siguiente misa, de

cantarte con fervor. En los actos sencillos se transforma el corazón.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Sábado 4 de marzo.

H. Javier Castellanos, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) María, al inicio de esta Cuaresma me pongo bajo tu manto. Guíame en este camino hacia la Pascua,

y ruega por mí para que, después de estos cuarenta días, esté más cerca de tu Hijo Jesucristo. Así

sea.

«Dios eterno y todopoderoso, mira compasivo nuestra debilidad, y extiende tu mano para

protegernos» (Oración de la misa del día)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de

recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa con ellos un

gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los

discípulos, diciéndoles: "¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?". Jesús les

respondió: "No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar

a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

El mejor negocio de Leví.

Leví era un hombre que sabía manejar riquezas. Con algo de ingenio y con mucha dedicación había

conseguido un puesto que le prometía ingresos seguros y protección del gobierno romano. No

importaba que recibiera críticas y malos ojos: él sólo se encargaba de sus negocios… Hasta que pasó

frente a él un hombre llamado Jesús.

Esa mirada tan penetrante, esa palabra, sólo una palabra, pero tan llena de convicción, no le

dejó pensarlo dos veces. Sabía que esta oferta era única, que no podía dejar pasar la oportunidad.

Pues ganaba mucho más que dinero o perlas. Ganaba algo que podía ver en el brillo de esos ojos:

algo que no sabría describir, pero que era lo que estaba buscando toda su vida.

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¿El precio por ese tesoro? Nacer de nuevo, dejarlo todo en el pasado y comenzar una vida en

pos del Maestro. No todos los negocios de antes habían sido honestos, y Leví tendría que cambiar de

hábitos. Iba a ser difícil, seguramente, abandonar todo lo que hasta entonces había apreciado. Pero

no se arrepentiría de haber elegido la Perla más preciosa de todas; Jesús antes lo había elegido a él.

Muchos años más tarde, Leví –también llamado Mateo- escribió su experiencia de Cristo. En

su Evangelio leemos: «El Reino de los cielos se parece también a un negociante que se dedica a

buscar perlas finas; si llega a sus manos una perla de gran valor, se va, vende cuanto tiene y la

compra». (Mt 13, 45-46)

Imitemos el ejemplo de Leví. Escuchemos la invitación de Cristo y sigámosle con decisión y

desprendimiento. Pues la cuaresma consiste en hacer buenos negocios según el Reino de los cielos.

«El Evangelio, sin embargo, nos hace ver que la vocación inicia con una mirada de misericordia que se ha

posado sobre mí...Así fue como Jesús miró a Mateo. Por fin, aquel publicano no percibió una mirada de

desprecio o de juicio; se sintió mirado con amor. Jesús desafió los prejuicios y las etiquetas de la gente; creó

un espacio abierto, en el que Mateo fue capaz de analizar su vida y emprender un nuevo camino.»

(Mensaje de S.S. Francisco, 21 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré darle a Dios algo de mi tiempo, rezando al menos un misterio del rosario.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Domingo 5 de marzo

H. Hiram Galán, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, estoy cansado de esta absurda rutina que agobia mi tiempo. La búsqueda frenética de felicidad

fuera de Ti, ha desgastado mis años. Ayúdame a reconocer que sólo en tu corazón descansará mi

alma

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 4,1-11

En aquel tiempo, Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.

Pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer, y al final, sintió hambre. Entonces se le acercó el

tentador y le dijo: "Si tu eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes".

Jesús Pero le respondió: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale

de la boca de Dios.

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo:

"Si eres el Hijo de Dios, échate para abajo, porque está escrito: Mandará a sus ángeles que te

cuiden, y ellos te tomarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en piedra alguna". Jesús le

contestó: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".

Después lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo ver la grandeza de todos

los reinos del mundo y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras y me adoras". Pero Jesús le replicó:

"Retírate, Satanás, porque está escrito: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás".

Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles para servirle.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Fué llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado».

En este pasaje se pueden ver las tres áreas en las que el enemigo del alma suele tentar al hombre y,

sobre todo, nos enseña Jesús cuál debe ser nuestra respuesta ante estas tres dimensiones

concupiscibles: Placer, poder, fideísmo.

¡Venga tu Reino!

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Primero podemos decir que el hombre tiene necesidad de alimento, pero incluso teniendo

esta necesidad es capaz de dominar sus instintos a través de la razón por un bien mayor. Por otro

lado el deseo de poder es casi connatural en el hombre, va unido a sus primitivos instintos de

dominación y supervivencia que buscan una seguridad humana... Y por el ultimo el fideísmo, que a

través de un una fe falsa e irracional en algo o en alguien, busca calmar la voz de la conciencia que

yace en lo profundo del corazón.

Evidentemente nuestro Señor Jesucristo quiso experimentar primero en su carne estas

debilidades para mostrarnos que «Él ha vencido al mundo»; que en Él hemos sido sanados y

tenemos la victoria. No importa cuál fuerte parezca el enemigo y sus tentaciones, Cristo es el Señor

de la historia.

«Tres tentaciones de Cristo. Tres tentaciones a las que el cristiano se enfrenta diariamente. Tres tentaciones

que buscan degradar, destruir y sacar la alegría y la frescura del Evangelio. Que nos encierran en un círculo

de destrucción y de pecado. Vale la pena que nos preguntemos: ¿Hasta dónde somos conscientes de estas

tentaciones en nuestra persona, en nosotros mismos? ¿Hasta dónde nos hemos habituado a un estilo de vida

que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida? ¿Hasta dónde

creemos que el cuidado del otro, nuestra preocupación y ocupación por el pan, el nombre y la dignidad de los

demás son fuente de alegría y esperanza?.»

(Homilía de S.S. Francisco, 14 de febrero de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Me desprenderé de alguna cosa material que aprecio, para beneficiar a otra persona y fortalecer mi

voluntad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Lunes 6 de marzo

H. Adrián Olvera, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Gracias, Jesús, por este día… Hoy quiero estar contigo. Quiero escucharte y en cada momento estar en tu

presencia.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su

gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán

congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a lo unos de los otros, como aparta el pastor a

las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del

Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron

de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me

vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme'. Los justos le contestarán entonces:

'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te

vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o

encarcelado y te fuimos a ver?' Y el rey les dirá: 'Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más

insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron'.

Entonces dirá también a los de la izquierda: 'Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno,

preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento

y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron,

enfermo y encarcelado y no me visitaron'.

Entonces ellos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero

o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?' Y él les replicará: 'Yo les aseguro que, cuando

no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo'. Entonces irán

éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna".

Palabra del Señor.

¡Venga tu Reino!

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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Un amor total.

El corazón no está hecho para migajas y sobras de amor…, no está hecho para un amor abstracto. El corazón

está hecho para un amor concreto…, para un amor que goce, que sufra, un amor total.

El corazón no se contenta con ideas y amores de película… exige un amor real.

Jesús conoce mi corazón, pues Él lo ha creado y sabe, aún más que yo, lo que necesita. Sabe lo que

necesita el que ama y lo que necesita el amado. También sabe que el corazón lo busca a Él y sólo a Él… lo

sabe muy bien.

Jesús escucha los reclamos ante su ausencia. Escucha mis oraciones vacías ante su silencio pues

desespero al no verlo.

Te pido que me muestres tu rostro y… ¡Ahí estás! Te muestras, te revelas en el prójimo… te revelas

en sus heridas.

Quieres amar en mí y ser amado en el otro. Conoces los deseos que tengo de amor y te dejas amar en

el otro. Sólo que… no te veo Señor; muchas veces sé que estás pero no te siento. Las debilidades e

imperfecciones, propias y ajenas, me distraen, sin embargo, es ahí donde hay que amar… ahí me pides amar.

El amor que me inspiras en el silencio de la oración; el que me inspiras al contemplar la cruz…ése es

el amor que me pides dar.

«Nosotros los cristianos estamos llamados a contemplar el misterio del Amor no amado, y a derramar

misericordia sobre el mundo. En la Cruz, árbol de vida, el mal ha sido trasformado en bien; también nosotros,

discípulos del Crucificado, estamos llamados a ser “árboles de vida”, que absorben la contaminación de la

indiferencia y restituyen al mundo el oxígeno del amor.»

(Homilía de S.S. Francisco, 20 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hacer un acto de caridad a una persona necesitada, consciente de que se lo estoy haciendo al mismo Cristo.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Venga tu Reino!

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¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Martes 7 de marzo H. Rubén Tornero, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, una vez más me tienes aquí, en tu presencia. Aumenta mi fe, Señor. Tú bien sabes que creo,

pero que mi fe es débil y pequeña; sabes que me cuesta mucho mantenerme fiel en los momentos de

prueba y tenerte presente en los momentos de prosperidad. Tú sabes lo presto que soy para quejarme

y lo tardo para agradecerte. Aumenta por favor mi fe.

Aumenta mi confianza. Tú sabes cuánto me cuesta abandonar todas mis cosas a tu

voluntad... ¡Aún más!, sabes lo mucho que me cuesta abandonarme plenamente en tus manos. Bien

conoces el apego que tengo a mi manera de hacer las cosas, a mi modo de pensar, a mi forma de

llevar mi vida adelante con mis propios criterios, que la mayoría de veces, no son los tuyos.

Ayúdame a confiar en Ti.

Aumenta mi amor. Sabes que me cuesta descubrirte en las personas que me rodean, sobre

todo en aquellas que me resultan antipáticas. Ayúdame a amarte tanto que sea capaz de verte en

todos, en todo y en todo momento; que me enamore tanto de Ti, Jesús, que todo me hable de Ti.

Aumenta mi amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho,

como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten,

porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu

voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros

perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre

celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus

faltas”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Ser hijo del Padre.

Padre... Así me invita el Evangelio a llamarte. Tú, el creador de todas las estrellas y planetas; Tú

que me pensaste con amor desde toda la eternidad. Tú que, pase lo que pase, haga lo que haga,

nunca dejarás de ser mi Padre.

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Eres mi Padre aun cuando yo no me comporte como tu hijo. Tú te mantienes fiel en la cruz

con los brazos abiertos para acoger siempre a todos tus hijos.

Eres Padre y sufres al ver que tantas veces yo no sé ser hermano de los demás. No hay dolor

más grande para un padre que ver cómo sus hijos se pelean como animales, se usan como a cosas y

se matan como a enemigos.

Padre, perdóname por no haberme comportado siempre como un verdadero hijo tuyo; por

haber pasado tantas veces indiferente ante mi hermano que sufre pidiendo limosna por la calle o que

me ha reclamado un poco de atención y cariño en mi propio hogar.

Enséñame a ser un verdadero hijo tuyo, un hermano de mi hermano. Ayúdame, Padre, a

saber recibir tu infinito amor, y dame la gracia de aprender a recibir el amor que Tú me tienes.

«Decir “Padre nuestro”, significa decir: Tú que me das la identidad y tú que me das una familia. Es tan

importante la capacidad de perdón, de olvidar las ofensas, esa sana costumbre de: “venga, déjalo estar... que

se encargue el Señor” y no guardes rencor, resentimiento y ganas de venganza. Así si vas a rezar y dices solo

“Padre”, pensando a quien te ha dado la vida y te da la identidad y te ama, y dices “nuestro” perdonando a

todos, olvidando las ofensas, es la mejor oración que tú puedas hacer. En este contexto, se ruega a todos los

santos y a la Virgen, todo, pero el fundamento de la oración es el “Padre nuestro”.»

(Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a rezar dos Padrenuestros pidiéndole a Dios la gracia de comportarme como verdadero hijo

suyo y hermano de los demás.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Miércoles 8 de marzo

H. Balam Loza, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) «Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga a su santo Nombre» (Salmo 103) Te doy gracias,

Señor, por estar aquí. A veces mi fe es pobre, por eso te pido que me la aumentes. Al contemplar la

Eucaristía, al ponerme delante de ella me doy cuenta, al menos en parte, del gran misterio y del gran amor.

Que mi Dios esté en ese pequeño trozo de pan me deja maravillado y lo único que me viene es darte gracias

porque, para quedarte con nosotros, te has hecho pequeño y nos esperas para que pasemos un momento de

encuentro profundo. Te alabo y te bendigo con todo mi corazón, Dios mío.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y éste comenzó a decirles: “La gente de

este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues

así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la

gente de este tiempo.

Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del

juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la

sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del

juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que

es más que Jonás”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Un tejido de misericordias.

«Nuestra vida es un tejido de misericordias» (El y yo, Gabriela Bossis). Veamos por un momento

nuestra vida, contemplemos aquellos momentos en los que hemos palpado la mano de Dios, tal vez,

una confesión, una misa, una frase de un familiar… Y contemplemos. Gocemos de ese momento y

dejémonos maravillar por el amor tan grande de Dios. Dejemos que nuestro corazón se llene de esa

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paz y alegría profundas. Nos podremos dar cuenta que el Padre ha salido tantas veces a buscarnos,

cuantas hemos salido de casa. Seguramente ha llorado un sinfín de veces por nuestra terquedad de

querer permanecer fuera, a la intemperie, pasando frío o sufriendo hambre. Nos ha querido abrazar y

le hemos dado la espalda.

Pero Él toca a la puerta de nuestro corazón en cada momento y espera que se la abramos. Él

sale a nuestro encuentro pero no nos obliga a recibir su amor. Y ése es el mayor signo, Cristo ha

dado la vida por cada uno de nosotros, ha derramado hasta la última gota de sangre. Pero ese amor

es totalmente gratuito, nadie nos puede obligar a recibirlo. Dios ama a cada hombre personalmente y

no le pide nada, no fuerza… espera, toca. ¿Quiero abrirle? ¿Quiero dejarme amar?

En la historia de Jonás es palpable el amor sencillo de Dios. Advierte a los ninivitas que si no

se convierten perecerán, pero al ver el Señor la penitencia del pueblo, se arrepiente y los perdona

diciendo a su profeta «–Y pues, Jonás, (…), ¿es que tú querrías que hiciera morir a tantas personas

que se han humillado ante mí? ¡Oh no! no, Jonás, yo no sería capaz de ello; sino todo lo contrario,

les amaré y los guardaré.» ¡Qué hermosas palabras! Y hoy, en este periodo de cuaresma, Él nos

llama a cambiar de rumbo, a dejar nuestros pecados y mirar hacia arriba. Nos pide que le dejemos

actuar en nuestras vidas, porque al final Él nos puede hacer plenamente felices.

«El mundo tiene necesidad de signos concretos de solidaridad, sobre todo ante la tentación de la indiferencia,

y requiere personas capaces de contrarrestar con su vida el individualismo, el pensar sólo en sí mismo y

desinteresarse de los hermanos necesitados. Estad siempre contentos y llenos de alegría por vuestro servicio,

pero no dejéis que nunca sea motivo de presunción que lleva a sentirse mejores que los demás. Por el

contrario, vuestra obra de misericordia sea humilde y elocuente prolongación de Jesucristo que sigue

inclinándose y haciéndose cargo de quien sufre.»

(Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, Señor, voy a dedicar un momento para estar delante de la Eucaristía para contemplar aquellas

veces que me he cerrado a tu amor, aquellas veces que he preferido el pecado, y a lo largo de la

semana me acercaré al Sacramento de la reconciliación.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

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Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Jueves 9 de marzo H. Cristian Gutiérrez, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) ¡Oh vida de mi vida, Cristo santo! ¿A dónde voy de tu hermosura huyendo? ¿Cómo es posible que

tu rostro ofendo, que me mira bañado en sangre y llanto?

A mí mismo me doy confuso espanto, de ver que me conozco y no me enmiendo; ya el

Ángel de mi guarda está diciendo, que me avergüence de ofenderte tanto.

Detén con esas manos mis perdidos pasos, mi dulce amor; ¿mas de qué suerte las pide

quien las clava con la suyas?

¡Ay Dios!, ¿a dónde estaban mis sentidos, que las espaldas pude yo volverte, mirando en

una cruz por mí las tuyas? (A Cristo en la cruz. Soneto de Lope de Vega)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; toquen y

se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca se le abre.

¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan? Y si le

pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus

hijos, con cuanto mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las

pidan.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y

los profetas”. Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Pedir el don de la oración.

Con este pasaje me invitas en esta cuaresma a meditar sobre la oración. La oración de petición es lo

que en este momento me invitas a recordar. A lo mejor pronunciaste estas palabras conociendo la

situación de los padres de familia, y quisiste valerte de ellos para presentar una imagen de la

oración.

Pedir. Los padres de familia conocen mejor que nadie lo que sus hijos necesitan. Y buscan

remediar, en la medida de las posibilidades, estas necesidades. Sin embargo, qué distinta es la

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situación cuando el hijo anda detrás de ellos día y noche pidiendo algo que carece y que anhela

ardientemente. ¡No hay forma de hacerles olvidar el tema! Hasta que no obtienen lo que desean, no

dejan de pedir, rogar, insistir, perseguir y -en algunos casos penosos- llorar y patalear.

Así eres también Tú conmigo, Dios mío. Eres un padre que conoce mejor que nadie mis

necesidades y, a veces, las satisface sin que yo lo pida. Pero quieres, y me invitas con este

Evangelio, a pedir lo que quiera, sin temor, con confianza, con perseverancia. Porque tarde o

temprano me darás lo que te pido. Pedirte en la oración lo que sea. Un día y otro y otro, sin

desfallecer.

Tocar. Es verdad también que los padres de familia, especialmente las madres, no son fáciles

a dejar los hijos fuera de casa. Se angustian cuando a las altas horas de la noche ellos no has

regresado; y ante el primer golpe en la puerta acuden inmediatamente a abrirles. Raras veces vemos

a un hijo suplicando entrar en la casa de sus padres. Ellos siempre tienen para sus hijos las puertas

abiertas para recibirles y darles el calor del hogar.

Igualmente Tú eres así en la oración. Siempre estás alerta para que a penas toque a tu puerta,

aunque sea de la manera más suave, abras sin tardanza. Permaneces a la espera de que llegue a tu

puerta cada mañana, cada noche, cada domingo en la oración y toque. Y ello porque quieres

recibirme, quieres estar conmigo, escucharme, darme afecto, darme amor y todo aquello que

necesito. Señor, concédeme más y más el don de la oración.

«Practicar y enseñar esta oración de pedir y suplicar la consolación, es el principal servicio a la alegría. Si

alguno no se cree digno (cosa muy común en la práctica), al menos insista en pedir esta consolación por amor

al mensaje, ya que la alegría es constitutiva del mensaje evangélico, y pídala también por amor a los demás, a

su familia y al mundo.»

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Antes de acostarme haré una oración agradeciendo a Dios con mis palabras este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Venga tu Reino!

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¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Viernes 10 de marzo

H. Iván Yoed González, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, muchas veces he tenido sinceros propósitos de seguirte y ser auténtico cristiano. Ayúdame a

recordar con qué corazón ellos nacieron en mí y enséñame a corresponderlos una vez más.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de

los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el

tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el

tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie,

será llevado al fuego del lugar de castigo.

Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu

hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con

tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.

Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue

al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas

pagado el último centavo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Soy libre.

¿Qué significa ser mejor que los escribas?, ¿qué significa ser mejor que alguien?, ¿qué significa ser

mejor?, ¿mejor?, ¿en qué?

¿Cómo puedo decir si soy mejor que otra persona? Jamás podré asomarme a contemplar las

intenciones más profundas de los otros. Jamás podré decir, «soy mejor» o «soy peor». El corazón de

una persona viene formado por muchas circunstancias en la vida. Pasa por tantas situaciones.

Muchas experiencias lo hacen crecer, pero muchas otras lo vuelven temeroso, nervioso. Hay algunos

que poco a poco se van tornando animosos. Y hay quienes pusilánimes. Algunos afrontan un reto

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tras el otro; otros que no pueden escapar de la rutina. Las razones de esto podrían podrían ser

muchísimas, pero una esencial, que jamás pasaría por alto, es la libertad.

Soy libre. Soy capaz de elegir el bien. Soy capaz de amar. Y bastaría poner la vista en los

millones de personas, que en algún momento de sus vidas se encontraron en problemas sin salida.

Personas que pugnaban contra fuerzas de la historia del pasado, del temor ante el futuro o de su

realidad presente. Personas que se sentían incapaces de cambiar y que obscuramente estaban

convencidos de ello. Miles y miles de personas que, pese a absolutamente todo, optaron por creer en

su capacidad más alta.

En mi interior siempre resuena una consciencia muy en lo profundo que me dice: «eres

libre», “«puedes cambiar», «puedes amar». Entonces una chispa inicia a encender un dinamismo en

mi persona que, aceptado libremente, me comienza a transformar.

La verdad es la que me hace verdaderamente libre: la verdad de conocerme hijo de Dios. El

pecado esclaviza pues me aleja de mi fin. Cristo me hace libre, pues me dirige hacia el amor: de

dónde vengo, a dónde voy.

Jamás podré decir si en lo más profundo de mi hermano se halla una intención mala. Habré

de perdonarlo y de buscar mostrarle -con mi ejemplo, mi palabra o mi oración- cuál es su verdadero

fin, cuál es la verdadera facultad de amar, que Dios ha colocado en su interior.

«Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella. Pero cuando optamos por la comodidad, por confundir

felicidad con consumir, entonces el precio que pagamos es muy, pero que muy caro: perdemos la libertad. No

somos libres de dejar una huella. Perdemos la libertad. Este es el precio. Y hay mucha gente que quiere que

los jóvenes no sean libres; tanta gente que no os quiere bien, que os quiere atontados, embobados,

adormecidos, pero nunca libres. No, ¡esto no! Debemos defender nuestra libertad.»

(Homilía de S.S. Francisco, 30 de julio de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy rezaré un misterio del rosario por una persona que se encuentre en una situación difícil y

buscaré ofrecerle la mejor ayuda de mi parte.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Venga tu Reino!

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¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Sábado 11 de marzo.

H. Javier Castellanos, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

«Señor y Padre eterno, haz que se conviertan a ti nuestros corazones a fin de que, viviendo

consagrados enteramente a tu servicio, te busquemos siempre a ti y nos dediquemos a la práctica de

las obras de misericordia». Amén (Oración de la misa del día)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia

a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y

rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace

salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los

publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso

mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Lo extraordinario del Amor.

Amar es entregarse. No es solamente un contrato, «dar para recibir». Más bien, quien ama de verdad

no espera que le paguen. Dedica su tiempo, aun sabiendo que el tiempo no vuelve, y da su propia

vida porque sabe que es un don supremo e irremplazable.

Así ama Dios. Él da a todos la vida, sabiendo que no podemos pagarle un don tan grande.

Incluso se da a sí mismo, haciéndose hombre como nosotros. Y más aún: Cristo, Dios y hombre,

muere en la cruz por todos, para salvar a los pecadores. Sabe que no todos le aman, y que no todos

le agradecen, pero no le importa. Él ama y su alegría está más en dar que en recibir.

Cristo nos invita cada cuaresma a aprender de su manera de amar. Tal vez no nos

encontraremos todos los días con enemigos que atenten contra nuestra vida o nos odien seriamente.

Pero siempre podemos crecer en la práctica que san Pablo recomienda: «Eviten la amargura, los

arrebatos, la ira, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Por el contrario, sean mutuamente

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buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.»

(Efesios 4, 31-32)

Pidamos a Cristo que nos ayude a amar como Él. Aunque sean cosas pequeñas y sencillas,

pidámosle la alegría de amar gratuitamente. Que Él nos conceda la gracia de reproducir su imagen

en nuestra vida y en cada una de nuestras acciones.

«Amar es bello, es el camino para ser felices. Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo. Por ejemplo,

pensemos cuando recibimos un regalo: nos hace felices, pero para preparar ese regalo las personas generosas

han dedicado tiempo y dedicación y, de ese modo, regalándonos algo, nos han dado también algo de ellas

mismas, algo de lo que han sabido privarse. Pensemos también al regalo que vuestros padres y animadores os

han hecho, al dejaros venir a Roma para este Jubileo dedicado a vosotros. Han programado, organizado,

preparado todo para vosotros, y esto les daba alegría, aun cuando hayan renunciado a un viaje para ellos. Esto

es amor concreto. En efecto, amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo

personal, la propia amistad, las capacidades personales.»

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de abril de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré hoy estar atento a mi manera de hablar: que sea de bondad y comprensión a ejemplo de

Cristo.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Domingo 12 de marzo

H. Hiram Galán, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero vivir con coherencia mi fe. Ayúdame a extender tu reino en la tierra incluso, si es

necesario, con las palabras.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo

subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso

resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto

aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quiere, haremos

aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Cuando aún estaba hablando, una nube los cubrió y de ella salió una voz que decía: “Este es

mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo”. Al oír esto, los

discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les

dijo: “Levántense y no teman”. Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta

que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Se trasfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol».

El Evangelio es el libro de las enseñanzas por excelencia. En él se delinea el camino a seguir para

llegar algún día a la Jerusalén celestial.

Una continua invitación de Jesús es la de ser luz de las naciones, la de guiar a nuestros

hermanos. «Ustedes son la luz del mundo». Es claro el mensaje del Señor, tenemos que ser luz en

todo el sentido de la palabra. Por ello, al presentarse transfigurado, les muestra la fuerza del

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testimonio de quien irradia esa luz. Es la luz verdadera que no se enciende para esconderla sino para

ponerla en lo alto e iluminar a los demás. Es por ello que también lo hace en un monte. Jesús

muestra que el verdadero testimonio es capaz de suscitar en los corazones aspiraciones como las de

san Pedro «que bien se está aquí», quien no termina de entender lo que está sucediendo, pero es tal

la fuerza de la luz que doblega su corazón.

Ésta es nuestra misión, las palabras pueden convencer pero el testimonio arrastra. Ayúdame,

Señor a que mi coherencia de cristiano, sirva como testimonio evangelizador. Que mi vida sea

verdadera luz para aquellos que se encuentran en tinieblas y sombras de muerte.

«Miren, queridos amigos, la fe en nuestra vida hace una revolución que podríamos llamar copernicana, nos

quita del centro y pone en el centro a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza y

esperanza. Aparentemente parece que no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, cambia

todo. Cuando está Dios en nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y

la alegría, que son frutos del Espíritu Santo, entonces y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de

pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios.»

(Homilía de S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré reconciliarme con aquella persona a la que he herido y que mi falta de testimonio ha alejado

de mi vida.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Lunes 13 de marzo

H. Adrián Olvera, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Señor, vengo ante Ti así como soy, con todo lo que tengo y también con deseos de darte aquello que no

tengo… Así me pongo ante Ti hoy… Te amo, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 36-38

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Sean misericordiosos, como su Padre es

misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y

serán perdonados.

Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los

pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Ante caminos rocosos de la vida es difícil imitar tu constancia Señor.

Es difícil seguir tu camino y tus pasos; es difícil sonreírle a aquel que me ha lastimado, pero ¿quién

dijo que el camino del amor era fácil?

Se hace más difícil el camino cuando busco la medida de los hombres… cuando río para

recibir una sonrisa de ellos. Cuando doy y espero gratificación; cuando espero perfección de aquello

que es imperfecto.

Es difícil, Señor, pues Tú bien sabes que soy débil… conoces mi carácter, mi personalidad,

en fin, conoces todo de mí.

Si espero algo de alguien es de Ti, Señor. Por Ti sonrío, por Ti ayudo y trato de hacer el bien.

Por Ti amo aunque ese amor no sea correspondido.

Tú eres la única medida…Tú eres el único por el que quiero ser medido. Tú eres la medida

del amor… Tú eres la perfección de mi imperfección. Gracias, Señor.

¡Venga tu Reino!

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«En Jesús no sólo podemos tocar la misericordia del Padre, sino que somos impulsados a convertirnos

nosotros mismos en instrumentos de misericordia. Puede ser fácil hablar de misericordia, mientras que es más

difícil llegar a ser testigos de esa misericordia en lo concreto. Este es un camino que dura toda la vida y no

debe detenerse. Jesús nos dijo que debemos ser “misericordiosos como el Padre”. Y esto toma toda la vida.»

(Homilía de S.S. Francisco, 2 de abril de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Si hay algo que perdonar o que pedir perdón éste día va ser el mejor momento.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Martes 14 de marzo

H. Rubén Tornero, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, te doy las gracias por todos los beneficios que me has dado, en especial, por este momento de

encuentro íntimo contigo. Creo en Ti, Jesús, porque eres la Verdad misma y no me puedes engañar.

Confío en Ti porque eres la misericordia infinita que jamás se cansa de perdonarme. Espero

en Ti, porque eres fiel a tus promesas y sé que de tu mano recibiré en cada momento lo que más

necesito.

Te amo por ser quien eres. A Ti mi corazón, mi alma y todo mi ser desean alabarte y amarte

por siempre. Gracias por todo y ayúdame a escuchar lo que Tú quieres decirme en esta oración.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12

En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han

sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque

dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las

espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los

vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares

en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y

que la gente los llame “maestros”.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen “maestros”, porque no tienen más que un Maestro y

todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen “padre”, porque el Padre de

ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar “guías”, porque el guía de ustedes es solamente

Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el

que se humilla será enaltecido.”

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Lo esencial de mi vida.

Jesús, Tú veías a los fariseos. Mirabas como alargaban sus ropajes, ocupaban los puestos más

relevantes en las reuniones y se atribuían cualidades que no siempre correspondían con lo que

verdaderamente eran. Tú les haces ver que el camino que van siguiendo con estas actitudes es un

camino para llegar a una felicidad...pero de plástico. Te das cuenta, Jesús, -y quieres que tus

discípulos también lo descubran- de que la felicidad verdadera no está hecha de aplausos y

¡Venga tu Reino!

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reflectores, sino de amor. Los fariseos alargaban sus mantos y las filacterias buscando que los demás

los tuvieran por fieles...olvidando así que tu amor, Jesús, es el único que nunca falla. Ellos buscan

ocupar los primeros puestos en los banquetes... no recuerdan que Tú prometes a lo largo de toda la

Escritura un lugar en tu Reino para aquellos que te aman en la humildad. Se hacen llamar maestros

para sentirse importantes... olvidando que para Ti, Señor, siempre han sido importantes, pero no por

lo que hacen o el lugar que ocupan, sino por lo que son: tus hijos.

Algunas veces, Jesús, a mí me pasa lo mismo y también olvido que la felicidad no consiste

en lo que me ponga, ni en que los demás me tengan por importante, sino en dejarme amar y amarte

cada día más. No permitas que me olvide nunca de lo verdaderamente importante en mi vida: Tú.

«El pecado también tiene este efecto: nos empobrece y aísla. Es una ceguera del espíritu, que impide ver lo

esencial, fijar la mirada en el amor que da la vida; y lleva poco a poco a detenerse en lo superficial, hasta

hacernos insensibles ante los demás y ante el bien. Cuántas tentaciones tienen la fuerza de oscurecer la vista

del corazón y volverlo miope. Qué fácil y equivocado es creer que la vida depende de lo que se posee, del

éxito o la admiración que se recibe.»

(Homilía de S.S. Francisco, 4 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a buscar ayudar a alguien sin que se dé cuenta y sin esperar nada a cambio.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Miércoles 15 de marzo

H. Balam Loza, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, tuyo soy, para Ti nací, ¿qué quieres de mí? Quiero cumplir tu voluntad en cada momento de

mi vida. Tal vez, como tus apóstoles, soy débil y no soy capaz de darte todo. Conozco bien que soy

una creatura de barro. Por eso vengo a ponerme delante de Ti, para que seas Tú quien me indique

qué es lo que quieres de mí. Yo soy capaz de hacer grandes y heroicas promesas, pero necesito que

llenes mi corazón de amor para poder darte con totalidad mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 20, 17-28

En aquel tiempo, mientras iba de camino subiendo a Jerusalén, Jesús llamó aparte a los Doce y les

dijo: “Ya vamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos

sacerdotes y a los escribas, que lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se

burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará”.

Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para

hacerle una petición. Él le preguntó: “¿Qué deseas?”. Ella respondió: “Concédeme que estos dos

hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino”. Pero Jesús replicó: “No

saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que Yo he de beber?”. Ellos contestaron: “Sí

podemos”. Y él les dijo: “Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no

me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado”.

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los

llamó y les dijo: “Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen.

Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que

quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino

a servir y a dar la vida por la redención de todos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Cada instante, un regalo.

Jesús, ¿cómo vivías con tus discípulos? Quiero contemplar, por un instante esos momentos tan

familiares y tan profundos. A veces puedo pensar que eras una persona infatigable, pero ¿cómo

¡Venga tu Reino!

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eras? Tú, eras el maestro y sin embargo te veo en la última cena lavando los pies de tus discípulos, y

dejando a Juan recostarse en tu pecho… y no me es difícil imaginar las largas caminatas, llenas de

cordialidad. Puedo pensar, en la paciencia que tendrías al escuchar a tus discípulos y sin duda te

reirías, internamente, de la valentía de la madre de los Zebedeos ante tal petición… en fin, no dudo

que más que un Señor, serías un gran Amigo.

Y hoy, al arrodillarme delante de la cruz y ver que diste tu vida por mí, veo algo más que una

imagen fría, veo a un Dios, a un amigo que lo dio todo por mí, hasta la última gota. Sé que estás

aquí para ser mi amigo. Es verdad que mis sentidos no te perciben, pero al igual que tus discípulos

puedo gozar de este rato de oración, puedo escucharte, puedo descansar en tu pecho, en tu corazón y

gozar de este momento. Te abro mi corazón y te pido ser santo. Sí, es un poco atrevida la petición y

no sé si soy capaz de compartir tu sufrimiento, pero Tú has dicho que tocásemos a la puerta y para

eso estoy aquí.

Te amo, Jesús, con todo mi corazón, con la sencillez de un niño y estoy aquí para pasar un

rato con mi mejor amigo, con el auténtico amigo. No quiero hacer grandes cosas sino quiero vivir

cada instante con pasión, hasta la más mínima cosa, pues cada instante es un regalo de tu amor.

«Un corazón tibio se encierra en una vida perezosa y sofoca el fuego del amor. El que es tibio vive para

satisfacer sus comodidades, que nunca son suficientes, y de ese modo nunca está contento; poco a poco

termina por conformarse con una vida mediocre. El tibio reserva a Dios y a los demás algunos “porcentajes”

de su tiempo y de su corazón, sin exagerar nunca, sino más bien buscando siempre recortar. […] Hay una

segunda tentación en la que se puede caer, no por ser pasivos, sino por ser “demasiado activos”: es la de

pensar como dueños, de trabajar sólo para ganar prestigio y llegar a ser alguien. Entonces, el servicio se

convierte en un medio y no en un fin, porque el fin es ahora el prestigio, después vendrá el poder, el querer

ser grandes. “Entre vosotros —nos recuerda Jesús a todos— no será así: el que quiera ser grande entre

vosotros que sea vuestro servidor”. Así se edifica y se embellece la Iglesia.»

(Homilía de S.S. Francisco, 2 de octubre de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a vivir con especial alegría, pues la vida del cristiano es un servir con alegría a ejemplo de

Jesús.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

¡Venga tu Reino!

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Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Jueves 16 de marzo H. Cristian Gutiérrez, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Creo en Ti, Señor. Creo que eres mi Dios y mi todo. Aumenta mi fe para que crea en Ti con más

firmeza. Confío en Ti porque eres el amigo que nunca falla. Aumenta mi confianza para que sepa

esperarlo todo de Ti. Te amo pero quiero amarte hoy un poco más. Gracias por todos los beneficios

que me has dado. Ayúdame en este día y concédeme aquello que sabes más necesito.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de telas

finas y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su

portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los

perros se le acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham. Murió

también el rico, y lo enterraron. Estaba éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando

levantando los ojos, vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.

Entonces gritó: 'Padre Abrahán, ten piedad de mí. Manda a Lázaro que moje en agua la

punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas'. Pero Abraham le

contestó: "Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes, y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza

ahora de consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un

abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá'.

El rico insistió: 'Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan

allá cinco hermanos, para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormento'.

Abraham le dijo: 'Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen'. El replicó: 'No, padre

Abraham. Si un muerto va a decírselos, entonces si se arrepentirán'. Abraham repuso: 'Si no

escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto' ".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

La cultura de la indiferencia.

¡Venga tu Reino!

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Hoy me presentas una parábola para recordarme la caridad. En este tiempo de cuaresma es una

virtud que puedo ejercitar de manera especial y por eso, en este Evangelio, me motivas a ello.

El mundo se ha ido encargando cada vez más de cerrar mis horizontes y reducir mis

perspectivas. Es un mundo que me centra en mí más que en los demás. Un mundo que, en palabras

del Evangelio de hoy, me enfoca en la preocupación de vestirme de púrpura, banquetear diariamente

y no mirar al pobre, al mendigo, al necesitado de mi lado.

Tal vez me he ido acostumbrando a ver esa persona en la calle sin nada que comer y que pasa

frío todas las noches. Me he arrutinado y no me conmueve el enfermo que, cerca de casa, mendiga

una ayuda material e incluso a veces algo menos: un saludo o una sonrisa. Ya no me asombra

escuchar en el noticiero o leer en el periódico los muertos por la guerra, los accidentados en un lugar

o los que han debido huir de su casa a causa de la violencia. Es lo más normal, y luego los deportes,

los anuncios publicitarios o la telenovela me hacen olvidar que mis hermanos, los hombres, padecen

necesidad. Es lo que el Papa Francisco llama la cultura de la indiferencia.

Pero no hay que ir demasiado lejos. A veces me preocupo, Señor, por hacer actos de caridad

y servicio con los de fuera de casa. Sin embargo, no descubro al Lázaro que está bajo mi mismo

techo, el familiar que necesita de mi apoyo, de mi ayuda, de mi consejo o incluso menos, necesita de

mi mirada, de mi comprensión, de mi perdón, de una sonrisa de mis labios, de una caricia.

Dame la gracia, Señor, de vivir la caridad en mi hogar. Concédeme un sexto sentido que me

ayude a percibir las necesidades de los que viven en mi casa y salir a su encuentro. Y no ser

tampoco indiferente al dolor de los demás. Ayúdame a ayudarlos por lo menos con una oración.

«En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de

narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de

entender y vivir lo que es importante. En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el

pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad

de Dios. Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de

vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo

de la oración.»

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy les diré a los que viven conmigo que los quiero y los estimo mucho.

¡Venga tu Reino!

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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Viernes 17 de marzo

H. Iván Yoed González, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dios, creador mío, Tú eres la única fuente del amor, de la esperanza, de la caridad. Quiero poner en

tus manos mi corazón, mi persona, para que en ella florezcan estas virtudes.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 21, 33-43.45-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo esta parábola: “Había

una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en él, construyó

una torre para el vigilante y luego la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje.

Llegando el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los

viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro, y a otro lo

apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del

mismo modo.

Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: ‘A mi hijo lo respetarán’. Pero cuando los

viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: ‘Éste es el heredero. Vamos a matarlo y nos

quedaremos con su herencia’. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron.

Ahora díganme: Cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores? Ellos le

respondieron: Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le

entreguen los frutos a su tiempo”.

Entonces Jesús les dijo: ¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los

constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable?

Por esta razón les digo que les será quitado a ustedes el Reino de Dios y se le dará a un

pueblo que produzca sus frutos.

Al oír estas palabras, los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús las decía

por ellos y quisieron aprehenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud, pues era tenido por un profeta.

Palabra del Señor

¡Venga tu Reino!

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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Justo aun entre injustos.

Dios constantemente envía criados a este mundo. Ahora bien, ¿los profetas fueron profetas porque

Dios los predispuso a esta vocación?, ¿o fueron profetas porque lo lograron por propia voluntad? La

respuesta son ambas. Misterio que se palpa en la experiencia del cristiano. Ni con el simple querer

se alcanzaría el ser profeta, ni con la simple gracia me tornaría profeta. Gracia y libertad. Libertad y

gracia.

El primer criado fiel que fue asesinado por los labradores murió libremente. Y, aunque esto

es una parábola, Señor, cuánto es realidad también en este mundo, que hasta podría decir, que yo

conozco el nombre de los criados.

No existe nada más doloroso que hacer el bien en medio de injusticias. Siendo justo sin

triunfar en esta vida, mientras otros «triunfan» sin ser justos. Es difícil, pero es así, Señor. O quizá

he acaso perdido el sentido moral de mi vida. Quizá he olvidado que el bien que yo obro no es

menor aunque se encuentre en medio de males. Que el mal que yo obro no es menor aunque se

encuentre en medio de bienes. Lo mismo el mal entre males o el bien entre bienes. Que mi obrar es

uno y uno solo delante de Dios. ¿Quién murió en una cruz sin haberla merecido?, ¿cuál era su

motivación?

Quizá la consciencia de lo que significa ser persona, individuo, autor de mis actos, criatura

libre, responsable ha desaparecido en mí. Porque así fuesen mil criados justos los que hubiesen

muerto a manos de los labradores, no habrían dejado de ser justos. Ni las muertes suyas habrían

dejado de ser una injusticia. Ni siquiera cuando el silencio de la corrupción no hablase más de aquel

delito cometido. El bien habrá permanecido bien. El mal habrá permanecido mal.

Vivir de cara a Ti, Señor, ése es mi deseo. No de cara a los hombres, no a mi entorno, no a la

opinión pública. Pues, aunque es verdad que debo considerar todo esto y mucho más, no son ellos

los que rigen mi actuar. No son ellos mi fuente, tampoco mi fin, son personas como yo, que están

llamadas a ir a Ti. Sólo existe una verdad, sólo un camino para hacer el bien -y ése eres Tú, Señor.

Soy un criado, fui llamado, fui creado para custodiar tu viña, para proclamar tu nombre. Pero

eso no sucederá sin que yo acoja con mi libertad esta sublime vocación.

¿Seré capaz? Sólo hay una respuesta: libertad y gracia; gracia y libertad. Confío en Ti.

Confías en mí.

«El Señor planta una viña, la rodea de una cerca, cava un lagar y edifica una torre. Esto el Señor lo ha hecho

siempre con tanto amor y con tanta ternura. Él recuerda siempre a este pueblo cuando le era fiel, cuando lo

seguía en el desierto, cuando buscaba su rostro. Pero después la situación se volvió al revés y el pueblo se

adueñó de este don de Dios. Nosotros somos nosotros, somos libres. Ese pueblo no piensa, no recuerda que

fueron las manos, el corazón de Dios quien lo hizo, y así se convierte en un pueblo sin memoria, un pueblo

sin profecía, un pueblo sin esperanza. Es, por lo tanto, a los dirigentes de este pueblo a quienes Jesús se dirige

con esta parábola: un pueblo sin memoria ha perdido la memoria del don, del regalo; y atribuye a sí mismo lo

que es: Nosotros podemos.»

(Homilía de S.S. Francisco, 30 de mayo de 2016, en santa Marta).

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Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy es el día para cambiar aquello que sé que debo cambiar, aunque vaya a ser difícil por el entorno

en que me encuentro. Pongo en tus manos este propósito, Señor.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Sábado 18 de marzo.

H. Javier Castellanos, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Muéstrame, Padre, el camino hacia Ti. Dame fuerzas para ponerme en camino con el corazón y con

las obras, «…dirige nuestra vida y condúcenos a la luz donde habitas» (Oración de la misa del día).

María, llévame a Jesús, el rostro visible de la Misericordia. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los

fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”.

Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo

a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá

derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en

aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad.

Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar

cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las

comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ‘¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen

pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré:

Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a

uno de tus trabajadores.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre

lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de

besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme

hijo tuyo’.

Pero el padre les dijo a sus criados: ‘¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela;

pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos

y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo

hemos encontrado’. Y empezó el banquete.

¡Venga tu Reino!

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El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los

cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: ‘Tu hermano

ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El

hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘¡Hace tanto tiempo que te

sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para

comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas

mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’.

El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario

hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba

perdido y lo hemos encontrado’ ”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

La entrada a casa.

La parábola del hijo pródigo es, ante todo, la historia de un Padre. Cada escena de este relato habla

por sí sola, pero el momento del abrazo habla de modo muy especial al corazón. En esta oración

acerquémonos a Dios y dejémonos abrazar por Él, que es un buen Padre…

Jesús no exigía a los pecadores unas condiciones para poder encontrarse con Él. Lo mismo el

Padre en la parábola, no pone un letrero de «paso restringido», «casa reservada para los leales». Sólo

con ser hijo ya se tienen las puertas abiertas y todos los derechos al corazón misericordioso de Dios.

Cuánta esperanza nos da, cada vez que nos alejamos de casa, recordar que las puertas

siempre están abiertas. Sólo depende de nosotros tomar la decisión de volver: «Me pondré en

camino adonde está mi Padre.» Ahí tenemos la puerta del confesionario, donde recuperamos el

anillo de familia, la vestidura de la gracia, las sandalias para volver a caminar. ¡Y cuántas veces en

nuestra vida hemos sido recibidos ya en esta puerta! Porque Cristo no se cansa nunca de

perdonarnos, y nos levanta sin contar el número de caídas. ¿Cómo no agradecer una misericordia tan

grande?

Quizá ya hemos aprovechado la oportunidad esta cuaresma para una buena confesión, o bien

pensamos hacerlo pronto. Sea como sea, pidamos en esta oración el don de una confianza cada vez

más grande en la misericordia de Dios. Pidamos a María, Madre de Misericordia, que nos guíe de

vuelta a casa si nos alejamos, y que nos enseñe a vivir cada vez más unidos a su Hijo Jesucristo.

«El relato nos hace ver algunas características de este padre: es un hombre siempre preparado para perdonar y

que espera contra toda esperanza. Sorprende sobre todo su tolerancia ante la decisión del hijo más joven de

irse de casa: podría haberse opuesto, sabiendo que todavía es inmaduro, un muchacho joven, o buscar algún

abogado para no darle la herencia ya que todavía estaba vivo. Sin embargo le permite marchar, aún previendo

los posibles riesgos. Así actúa Dios con nosotros: nos deja libres, también para equivocarnos, porque al

crearnos nos ha hecho el gran regalo de la libertad. Nos toca a nosotros hacer un buen uso. ¡Este regalo de la

libertad que nos da Dios, me sorprende siempre!»

(Homilía de S.S. Francisco, 6 de marzo de 2016).

¡Venga tu Reino!

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Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré hoy cultivar la alegría y el optimismo de saberme perdonado por Dios.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Domingo 19 de marzo

H. Hiram Galán, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, tengo sed. Estoy cansado de esta absurda rutina que agobia mi tiempo. La búsqueda frenética

de felicidad fuera de Ti, ha desgastado mis años. Ayúdame, dame tu luz para que esta oración me

ayude a reconocer que sólo en tu corazón descansará mi alma.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 4, 5-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob

a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más en

el brocal del pozo. Era cerca del mediodía.

Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dijo: "Dame de beber" (Sus

discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La samaritana le contestó: "¿Cómo es que tú,

siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". (Porque los judíos no tratan a los

samaritanos). Jesús le dijo: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le

pedirías a él, y él te daría agua viva".

La mujer le respondió: "Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo,

¿cómo vas a darme agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo,

del que bebieron él, sus hijos y sus ganados?". Jesús le contestó: "El que bebe de esta agua vuelve a

tener sed. Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se

convertirá dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna".

La mujer le dijo: "Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir

hasta aquí a sacarla". Él le dijo: "Ve a llamar a tu marido y vuelve". La mujer le contestó: "No tengo

marido". Jesús le dijo: "Tienes razón en decir 'No tengo marido'. Has tenido cinco, y el de ahora no

es tu marido. En eso has dicho la verdad".

La mujer le dijo: "Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte

y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén". Jesús le dijo: "Créeme, mujer,

que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran lo

que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos. Pero

se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en

espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y los

que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».

La mujer le dijo: "Ya sé que va a venir el Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, él nos dará razón

de todo". Jesús le dijo: "Soy yo, el que habla contigo".

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En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una

mujer; sin embargo, ninguno le dijo: "¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?". Entonces la

mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: "Vengan a ver a un hombre que

me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el mesías?". Salieron del pueblo y se pusieron en

camino hacia donde él estaba.

Mientras tanto, sus discípulos le insistían: "Maestro, come". Él les dijo: "Yo tengo por

comida un alimento que ustedes no conocen". Los discípulos comentaban entre sí: "¿Le habrá traído

alguien de comer?". Jesús les dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a

término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues bien,

yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega. Ya el

segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por igual el

sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: 'Uno es el que siembra y otro el que cosecha'. Yo

los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron su fruto".

Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer: 'Me

dijo todo lo que he hecho'. Cuando los samaritanos llegaron a donde él estaba, le rogaban que se

quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en él al oír su palabra. Y decían a

la mujer: "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y

sabemos que él es, de veras, el salvador del mundo".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«Dame de beber».

Por amor quieres necesitar de nosotros, por amor nos llamas y nos buscas sin descanso. Por amor

nos pides de beber cuando en realidad somos nosotros los sedientos. Somos nosotros los que

necesitamos llenarnos del agua viva que eres TÚ.

Cuántas veces sentimos un vacío interior; parece que nuestra vida no tiene algún propósito

concreto. Experimentamos un vacío existencial que brota de esa sed de sentido, de felicidad de

plenitud que grita continuamente nuestro corazón. Pero el problema comienza cuando tratamos de

saciar esa sed con otras cosas. Es cuando la sed, en lugar de saciarse, se vuelve más fuerte; cuando

la búsqueda misma acaba con nuestras fuerzas y terminamos irradiando toda esa frustración hacia

nuestros seres queridos.

Entonces sí, la culpa cobra nuevas fuerzas y los sentimientos de vacío viene acompañados

con la tristeza y melancolía. Pero qué dramático suena todo esto. Parece una descripción pesimista

de la vida. Pareciese la descripción de alguien que está en depresión. Pero no, es simplemente el

diálogo de un corazón que habiendo sido creado para amar, expresa su frustración e infelicidad al

ser silenciado con placebos que sólo encrudecen su sed. Es un corazón que, tras las caretas de la

moda, el lujo y el bienestar, se desangra lentamente por no encontrar su plenitud en las cosas

superficiales de la vida.

Hoy es el día, éste es el momento que tanto anhelaba mi corazón, hoy he venido a saciar la

sed de mi alma en Ti. Tú eres el agua viva, Tú eres la felicidad y plenitud de mi corazón; inflama mi

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corazón de amor por Ti, Señor, para que no me separe jamás de Ti. Sea cual sea la situación de

pecado en la que me encuentre. Soy yo esa alma samaritana que buscar saciar su sed.

«Poco a poco, la mujer samaritana entiende que quien le ha pedido de beber, puede saciarla. Jesús se le

presenta como la fuente de la que brota el agua viva que apaga para siempre su sed. La existencia humana

revela aspiraciones ilimitadas: la búsqueda de la verdad, la sed de amor, de justicia y libertad. Son deseos

satisfechos sólo en parte, porque desde lo más profundo de su ser el hombre se mueve hacia un «más», un

absoluto capaz de satisfacer su sed de manera definitiva.»

(Homilía de S.S. Francisco, 25 de enero de 2015).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Haré una visita a Jesús en la eucaristía poniéndole todos mis proyectos y sueños en sus manos,

reconociéndolo como el Señor de mi vida, el que sólo puede colmar mi corazón.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Lunes 20 de marzo

H. Adrián Olvera, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey Nuestro.

¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús… aquí estoy… aquí quiero estar hoy. Tú y yo… eso me basta.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José y antes de que

vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que

era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: “José, hijo de David, no dudes

en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un

hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

…Pues nada va más allá de Él

Tantas circunstancias en la vida donde la desesperación, la agonía y la angustia nos abrazan. Donde

todo parece estar en contra y el desenlace es inevitable. Nos sentimos solos y casi automáticamente

buscamos apoyo; alguien que nos dé la solución o una esperanza como mínimo; hasta quisiéramos

que nos dieran mentiras como analgésico para disminuir el dolor del impacto con la realidad…

quisiéramos consuelo, buscamos descanso…queremos paz.

José, un hombre justo; un hombre de Dios… un hombre. Confiaba, pero la realidad lo

traicionaba…, lo que tenía ante sus ojos no lo podía entender. Quería entenderlo, se esforzaba por

hacerlo… pero no podía.

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La duda, la confusión y la angustia lo acompañaban; buscaba ver a Dios con una mirada de

fe y desde el corazón… y nada.

Dios que ve lo más profundo del corazón pone atención a sus deseos de consuelo, de

apoyo… de una explicación y por medio del ángel comienza diciendo: «José, Hijo de David, No

dudes…» No temas…

Esas primeras palabras son muchas veces el consuelo, el apoyo y la explicación de Dios ante

la realidad que parece muchas veces golpearnos; que parece ir en contra de lo que planeamos.

Dios espera que recibamos la paz de sus palabras como un niño que sabe que, ante la

realidad más desfavorable, sólo basta ponerse detrás de su padre para estar seguro… Sólo basta

escuchar estas palabras de la persona que sabes más te ama para encontrar la paz…«no temas».

Estas palabras implican una escucha atenta y una acción pronta de la voluntad. Implican

decirle al Señor: ¡Está bien! Pero dime qué hago… a dónde voy…. Implica vivir en la libertad de la

voluntad de Dios.

Fue difícil san José, pero gracias por enseñarme que, ante la realidad más confusa, ahí está

Dios pues nada va más allá de Él… Gracias por enseñarme a confiar y, sobre todo, a escuchar.

… ¿Señor qué quieres de mí hoy?

«Yo quisiera también decirles una cosa muy personal. Yo quiero mucho a san José. Porque es un hombre

fuerte y de silencio. Y tengo en mi escritorio tengo una imagen de san José durmiendo. Y durmiendo cuida a

la Iglesia. Sí, puede hacerlo. Nosotros no. Y cuando tengo un problema, una dificultad, yo escribo un papelito

y lo pongo debajo de san José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por ese problema.»

(Homilía de S.S. Francisco, 16 de enero de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con

Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Preguntarle a Dios desde el corazón, como hijo que se sabe ante su Padre: Señor, ¿qué quieres de mí hoy?....

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

¡Venga tu Reino!

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Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Martes 21 de marzo H. Rubén Tornero, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, vengo a Ti en este día. Quiero ser consciente de tu grandeza, de tu poder y de tu amor. Creo

en Ti, Señor. Sólo Tú conoces las luchas, las victorias y las derrotas que tengo cada día. Te necesito

Jesús. Soy débil y pequeño. Te necesito para no desfallecer, para encontrar lo que mi corazón a cada

segundo anhela: un amor que nunca termine, un amor que nunca falle, un amor eterno… un amor

que sea el tuyo, Jesús.

Regálame la gracia de que en este momento de oración pueda experimentar un poco más tu

amor por mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 18, 21-35

En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces

tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?”. Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta

setenta veces siete”.

Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar

cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía

con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones,

para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia

conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la

deuda.

Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le

debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía:

‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo

pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le

pagara la deuda.

Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo

sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda

porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo

tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran

hasta que pagara lo que debía.

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Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su

hermano”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Un corazón perdonado que perdona.

Jesús, al mirar la actitud del siervo duro, me siento indignado. ¿Cómo puede ser posible que justo

después de haber sido perdonado este siervo haya sido capaz de una acción tan vil?, ¿qué clase de

bellaco era? Y sin embargo, Jesús, aquí, donde podemos hablar de Corazón a corazón, sin necesidad

de frases hechas, sin tapujos, tengo que reconocer que yo he sido peor que ese siervo inmisericorde.

Él estaba reclamando lo que legítimamente era suyo. Lo había ganado con el sudor de su

frente. Es cierto que estrangular a su compañero no era el mejor método para reclamar lo que le

correspondía, pero de ningún modo cometía una fechoría al pedir lo que había prestado… ¿y yo?

¡Ay Jesús! yo muchas veces he reclamado lo que no era mío: mis cualidades, mi tiempo, mis

triunfos... no me he dado cuenta que todo esto lo he recibido de Ti y que nada de esto me pertenece.

Además, he reclamado, no a un simple compañero, sino a mi hermano, pues todos somos tus hijos,

Jesús, aunque yo no siempre trate a los otros como mis hermanos.

El siervo ahorcaba a su compañero. Yo, con mis malos pensamientos y comentarios contra

los demás, he matado su buena fama...

Al siervo le perdonaste la deuda... a mí, no sólo me perdonas mis faltas, sino que, además,

me regalas tu gracia, tu presencia constante en mi corazón y en la Eucaristía, ¿qué más puedo pedir?

Jesús, perdóname por todas las veces que he sido un infame. Te suplico que me des la gracia

de enmendarme. Soy débil y te necesito. Regálame la gracia de que en esta cuaresma pueda hacer la

experiencia profunda y personal de tu perdón y tu misericordia, de modo que yo mismo pueda ser

para mis hermanos un mensajero de tu amor y de tu misericordia.

«Hemos escuchado la parábola con la que Jesús nos enseña a perdonar (cf. Mt 18,21-35). ¿Por qué debemos

perdonar a una persona que nos ha hecho mal? Porque nosotros somos los primeros que hemos sido

perdonados, e infinitamente más. No hay ninguno entre nosotros, que no ha sido perdonado. Piense cada

uno… pensemos en silencio las cosas malas que hemos hecho y como el Señor nos ha perdonado. La

parábola nos dice justamente esto: como Dios nos perdona, así también nosotros debemos perdonar a quien

nos hace mal. Es la caricia del perdón. El corazón que perdona. El corazón que perdona acaricia. Tal lejos de

aquel gesto: «me lo pagaras». El perdón es otra cosa.»

(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

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Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a perdonar y ser paciente con quien tengo a mi lado.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Miércoles 22 de marzo

H. Balam Loza, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) «Nada tan suave para ser cantado, nada tan grato para ser oído, nada tan dulce para ser pensado

como Jesús, el Hijo del Altísimo. Tú que eres esperanza del que sufre, Tú que eres tierno con el que

te ruega, Tú que eres bueno con el que te busca: ¿Qué no serás con el que al fin te encuentra? (…)»

(San Bernardo) Me acerco a tu presencia y contemplo el gran misterio, Señor. Gracias por

permitirme estar estos minutos contigo. Llena mi corazón con tu amor, pues sólo Tú eres capaz de

llenarlo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 5,17-19

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas;

no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la

tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.

Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres,

será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino

de los cielos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Por un ideal grande.

¿Quién es la plenitud de la ley? ¿Qué es lo que le da sentido a nuestro cumplimiento de los

mandamientos? Jesús mismo es quien da el sentido a nuestras vidas. Él es que da sentido a nuestro

cumplimiento. Podemos acostumbrarnos a escuchar frases como «Jesús derramó su sangre, Él lo dio

todo por amor…», pero si por un momento lo tomásemos en serio, creo que tocaría profundamente

nuestras vidas. Pensemos, por ejemplo, en alguna persona que haya marcado profundamente

nuestras vidas. Si nos pidiese algo, lo que fuese, aunque fuera lo más difícil, creo que nos

esforzaríamos por hacerlo del mejor modo posible.

Y he ahí el ideal. Cristo da la vida por cada persona. Da la vida por cada uno de nosotros y

nos mira y nos dice: «Al menos tú». Cristo es el que da la plenitud a la ley porque pone el amor,

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porque pone el sentido. No tenemos un Dios distante que nos hace cargar con grandes cargas y

mandamientos difíciles. Es un Dios que va a nuestro lado, que toma nuestro yugo, que cruza la

puerta estrecha con nosotros, en fin, que nos hace la carga ligera. Es un Dios que nos hace ver que

vale la pena amar aunque duela, pues Él mismo dio su vida por cada uno de nosotros.

Pensemos en lo que tiene que pasar una madre de familia. Las desveladas, los días de trabajo

intenso, las idas y venidas… y todo por uno de sus hijos. Si le faltase el amor creo que no aguantaría

mucho, pero el amor hace a las madres ir hasta el extremo del amor. Y es verdad que la vida del

cristiano no es fácil, es verdad que hay que entrar por la puerta estrecha, es verdad que hay que

negarnos a nosotros, que hay que tomar la cruz… en fin, todo eso es verdad. Pero también es verdad

que el amor todo lo puede. Y es verdad que al final del camino no nos arrepentiremos.

«Jesús revoluciona y sacude fuertemente aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios.

Él, sin embargo, no deroga la Ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud, declarando, por ejemplo, la

ineficacia contraproducente de la ley del talión; declarando que Dios no se complace en la observancia del

Sábado que desprecia al hombre y lo condena; o cuando ante la mujer pecadora, no la condena, sino que la

salva de la intransigencia de aquellos que estaban ya preparados para lapidarla sin piedad, pretendiendo

aplicar la Ley de Moisés.»

(Homilía de S.S. Francisco, 15 de febrero de 2015).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, Jesús, no me voy a quejar por nada ni de nadie. Si me viene cualquier pensamiento negativo

haré una pequeña oración y daré una sencilla sonrisa.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Jueves 23 de marzo H. Cristian Gutiérrez, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Gracias, Señor Jesús, por esta nueva ocasión para estar a solas contigo. Gracias por la vida, la salud,

el alimento, el vestido. Gracias por el afecto y los dones que no dejo de recibir de Ti y de los demás.

Gracias por el don de la fe, de la esperanza y de la caridad. Ayúdame a serte fiel siempre y

concédeme la gracia de jamás abandonarte. Inflama mi corazón de celo por la extensión de tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 11,14-23

En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló

el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: "Si echa los demonios es por

arte de Belzebú, el príncipe de los demonios."

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos,

les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás

está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el

poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de

quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el

dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y

bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo

vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el

que no recoge conmigo desparrama."

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Dios del amor y la misericordia.

En este Evangelio puedo descubrir en Ti una actitud característica tuya. Te muestras como un Dios

paciente que sabe comprender y esperar, explicar y corregir. Era bastante difícil entender cómo era

que el pueblo se resistía a creer en Ti, a pesar de ver las obras portentosas que hacías. ¡Expulsaste un

demonio y recuperaste el habla a un mudo! Esto no era que se viera todos los días en Israel. Pero

ellos no te reconocían.

Tu actitud ante esta negativa no fue la del desánimo, la de la frustración. Tampoco la del

enojo y la venganza. Eres un Dios que, con calma, respeta los tiempos de cada uno, respeta la

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libertad y espera. Espera una respuesta libre, consciente y llena de amor. Tú esperas mi respuesta.

¿Cuál es mi respuesta a tu invitación de amor? No eres el dios que anda detrás amenazándome para

que lo escoja, no eres el dios falso que se impone a mi inteligencia y voluntad para que le siga. Eres

el Dios de la invitación, de la misericordia, de la paciencia. Pero sobre todo, eres el Dios del amor.

Puede ser que estés obrando cosas grandes en el mundo de hoy y las perciba, pero no crea,

no acepte, y no te reconozca. No por ello me aniquilas, me castigas, me envías reprimendas. Eres

misericordia. Tu misericordia implica comprensión, paciencia, ternura. Misericordia que implica

decir la verdad, corregir al que está equivocado y mostrar el camino. Eso es lo que Tú haces en este

pasaje.

Dame la gracia. Señor de crecer en la fe. Aumenta mi fe, para que sepa reconocer tu acción

en mi vida. Para que pueda creer en Ti con más fuerza y te reconozca como mi Dios y mi Señor.

«Jesús dice “quien no está conmigo está contra mí”. Pero, ¿no habrá un camino en medio, un poco de aquí un

poco de allá? No. O tú estás en el camino del amor, o en el de la hipocresía. O tú te dejas amar por la

misericordia de Dios, o haces lo que quieres, según tu corazón, que se endurece más, cada vez, en este

camino. O eres santo o vas por el otro camino. Quien no recoge conmigo, deja las cosas… No, es peor:

dispersa, arruina. Es un corruptor. Es un corrupto que corrompe.»

(Homilía de S.S. Francisco, 12 de marzo de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Agradeceré a Dios el don de mi fe católica rezando un Credo.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Viernes 24 de marzo H. Iván Yoed González, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) ¿Por qué vengo a rezar?, ¿por qué me encuentro aquí? Las razones son tan conocidas como

desconocidas –unas las conozco yo, otras sólo Tú. No conozco qué obrarás en mi alma, pero puedo

estar seguro de que será algo grande. Heme aquí. Quiero estar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos

los mandamientos?”. Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es

el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente

y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún

mandamiento mayor que éstos”.

El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y

que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y

amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo

que había hablado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a

hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Un suspiro me hablaría tanto.

«Escucha»… ¿Escuchas a Dios?, ¿dónde lo escuchas? Puedo escucharlo en mi interior. Hay una

voz, puedo llamarla así, que se llama consciencia. También puedo llamarle Dios. Porque, ¿quién es

el que me lleva hacia lugares altos, sino sólo el que está en lo alto? Si quiero llamarlo reflexión,

llamarlo especulación o genialidad, lo cierto es que siempre en mi interior hay algo que me lleva a

trascender. Ése eres Tú. Lo sepa o no. Pero, ¿lo escucho?

Señor, poco sé escuchar y, ¡cómo me deleito en acariciar mis pensamientos! Es agradable de

verdad pensar que tengo la razón, que ya me encuentro bien; que no hay necesidad de cambiar algo,

que ya lo he comprendido todo; que con mi mente abarco suficientemente cuanto veo y cuanto vivo.

Y, sin embargo, ¡qué lejos estoy de la verdad! Pero no lo veo y quizá incluso ni lo creo. Tan dentro

en mí, tan profundo en mí me encuentro; y al mismo tiempo tan afuera. Pues si estuviese

verdaderamente dentro, algo distinto me hablaría y no sería mi voz sino la de alguien más.

¡Venga tu Reino!

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Si yo aprendiera este arte, incluso un suspiro me hablaría tanto... Pero es que a veces ni los

gritos o los llantos me interpelan. Ni la palabra de los pobres, ni la palabra de los santos, ni la

palabra de Dios. Y aun ahora me cuesta pensar que todavía deba escuchar más. ¿No soy ya lo

suficientemente bueno? Quizás no. Tal vez no, Señor. Al menos tal vez…

Si abriese un poco los ojos, si agudizase un poco más mi oído, alcanzaría a percibir algo más

grande aún por alcanzar. Pero la decisión es mía. El recorrido es nuestro. El don ya está ofrecido por

tu gracia. Ahora es necesario el receptor.

«Escucha Israel». «Escucha».

«Ellos no sabían dialogar, no sabían dialogar con Dios, porque no sabían orar y escuchar la voz del Señor, y

no sabían hablar con los demás. Solamente interpretaban como era la ley para hacerla más precisa, y estaban

cerrados a los signos de Dios en la historia, se cerraron a su pueblo. Estaban cerrados y la falta de diálogo, y

el cierre del corazón, les llevó a no obedecer a Dios. Este es el drama de estos doctores de Israel, de estos

teólogos del pueblo de Dios: no sabían escuchar, no sabían dialogar. El diálogo se hace con Dios y con los

demás.»

(Homilía de S.S. Francisco, 16 de abril de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Escucharé con atención a las personas.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Sábado 25 de marzo

La Anunciación del Señor

H. Javier Castellanos, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) ¡Dios te salve, llena de gracia, María! Hoy me pongo bajo tu manto. Enséñame a ser un hijo que se

parezca a ti en la fe, en la esperanza, en el amor. Muéstrame a tu Hijo, Jesucristo, pues en Él está el

Reino, la paz, la justicia y la Vida. Amén.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a

una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba

María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al

oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a

luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor

Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su

reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?”. El

ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su

sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta

Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril,

porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase

en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

María, la esclava del Señor.

¡Venga tu Reino!

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«La virgen se llamaba María». El evento más grande de la historia comienza del modo más pequeño.

Una jovencita es elegida en un pueblo a las orillas de un país que está sometido a un imperio. Dios

envía su ángel a una casa humilde, y allí decide iniciar la redención del mundo entero.

¡Qué grande es María! Y curiosamente es grande porque es pequeña, pues deja espacio en su

corazón para Dios. No vive llena de sí misma; no sabemos qué proyectos tenía, fuera de su

matrimonio con José y de su propósito de virginidad; el Evangelio no nos dice cuáles eran sus

habilidades, ni su experiencia en el trabajo, ni sus áreas de interés, nada… Todo lo que María era

hasta entonces se convirtió en una ofrenda a Dios. Se lo dio todo, y tomó lo que el Señor le pedía:

ser la Madre de Dios.

Tras el momento de la Anunciación, María comenzó un camino de fe. Sabía que sería madre,

y que su Hijo sería grande. Los detalles, sin embargo, estaban todavía ocultos: ¿Cómo evitar un

malentendido con su esposo? ¿Acaso viviría como madre soltera? ¿Quién se encargaría entonces de

dar sustento al niño? ¿Cómo lograría su Hijo llegar a ser de importancia en Israel, viniendo de un

hogar tan lejano y pobre? ¿Era posible que alguien reinara en ese rincón dominado por los romanos?

Y aun así, María confía. Todo estaba en las manos de Dios, Él se encargaría de que las cosas fueran

saliendo, paso a paso…

Gracias, María, por vivir abierta de par en par a la Voluntad de Dios. Con tu obediencia

hemos recibido a Jesús, nuestro Salvador. Enséñame, madre, a ser atento como tú a los mensajes de

Dios. Ayúdame a poner su Voluntad en el primer lugar de mis planes y acciones. Acompáñame en el

camino, que avance siempre con fe y por la fe. Que en este día y todos los días pueda repetir tu

oración: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».

«En el “sí” de María está el “sí” de toda la historia de la salvación y ahí comienza el último “sí” del hombre y

de Dios: ahí Dios recrea, como en el principio con un “sí” hizo el mundo y el hombre, esa hermosa creación:

con este “sí” yo vengo para hacer tu voluntad, y de una manera más maravillosa recrea el mundo, nos recrea a

todos nosotros. Es el “sí” de Dios que nos santifica, que nos hacer ir hacia adelante en Jesucristo. Por eso,

hoy es el día justo para dar gracias al Señor y preguntarnos: ¿soy hombre o mujer del “sí” o soy hombre o

mujer del “no”? O ¿soy hombre o mujer que miro un poco hacia otro lado, para no responder? Que el Señor

nos dé la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sido capaces de decir el “sí”.»

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de abril de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré hoy rezar al menos un misterio del rosario, pidiendo por las vocaciones a la vida

consagrada.

¡Venga tu Reino!

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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Domingo 26 de marzo

H. Hiram Galán, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, estoy cansado de esta absurda rutina que agobia mi tiempo. La búsqueda frenética de felicidad

fuera de Ti, ha desgastado mis años. Ayúdame a reconocer que sólo en tu corazón descansara mi

alma.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 9, 1-41

En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron:

"Maestro, ¿quién pecó para que éste naciera ciego, él o sus padres?". Jesús respondió: "Ni él pecó, ni

tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios. Es necesario que yo

haga las obras del que me envió, mientras es de día, porque luego llega la noche y ya nadie puede

trabajar. Mientras esté en el mundo, yo soy la luz del mundo".

Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego y le

dijo: "Ve a lavarte en la piscina de Siloé (que significa 'enviado'). Él fue, se lavó y volvió con vista.

Entonces los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, preguntaban: "¿No es

éste el que se sentaba a pedir limosna?". Unos decían: "Es el mismo". Otros: "No es él, sino que se

le parece". Pero él decía: "Yo soy". Y le preguntaban: "Entonces, ¿cómo se te abrieron los ojos?". Él

les respondió: "El hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos y me dijo: 'Ve a Siloé

y lávate'. Entonces fui, me lavé y comencé a ver". Le preguntaron: "¿En dónde está él?". Les

contestó: "No lo sé".

Llevaron entonces ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día en que Jesús

hizo lodo y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaron cómo había adquirido la vista. Él

les contestó: "Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo". Algunos de los fariseos comentaban: "Ese

hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo puede un pecador

hacer semejantes prodigios?". Y había división entre ellos. Entonces volvieron a preguntarle al

ciego: "Y tú, ¿qué piensas del que te abrió los ojos?". Él les contestó: "Que es un profeta".

Pero los judíos no creyeron que aquel hombre, que había sido ciego, hubiera recobrado la

vista. Llamaron, pues, a sus padres y les preguntaron: "¿Es éste su hijo, del que ustedes dicen que

nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres contestaron: "Sabemos que éste es nuestro hijo y

¡Venga tu Reino!

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que nació ciego. Cómo es que ahora ve o quién le haya dado la vista, no lo sabemos. Pregúntenselo

a él; ya tiene edad suficiente y responderá por sí mismo". Los padres del que había sido ciego

dijeron esto por miedo a los judíos, porque éstos ya habían convenido en expulsar de la sinagoga a

quien reconociera a Jesús como el Mesías. Por eso sus padres dijeron: "Ya tiene edad; pregúntenle a

él".

Llamaron de nuevo al que había sido ciego y le dijeron: "Da gloria a Dios. Nosotros sabemos

que ese hombre es pecador". Contestó él: "Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo era ciego y

ahora veo". Le preguntaron otra vez: "¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?". Les contestó: "Ya se

lo dije a ustedes y no me han dado crédito. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso también ustedes

quieren hacerse discípulos suyos?". Entonces ellos lo llenaron de insultos y le dijeron: "Discípulo de

ése lo serás tú. Nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios.

Pero ése, no sabemos de dónde viene".

Replicó aquel hombre: "Es curioso que ustedes no sepan de dónde viene y, sin embargo, me

ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero al que lo teme y hace su

voluntad, a ése sí lo escucha. Jamás se había oído decir que alguien abriera los ojos a un ciego de

nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder". Le replicaron: "Tú eres puro

pecado desde que naciste, ¿cómo pretendes darnos lecciones?". Y lo echaron fuera.

Supo Jesús que lo habían echado fuera, y cuando lo encontró, le dijo: "¿Crees tú en el hijo

del hombre?". Él contestó: "¿Y quién es, Señor, para que yo crea en él?". Jesús le dijo: "Ya lo has

visto; el que está hablando contigo, ése es". Él dijo: "Creo, Señor". Y postrándose, lo adoró.

Entonces le dijo Jesús: "Yo he venido a este mundo para que se definan los campos: para que

los ciegos vean, y los que ven queden ciegos". Al oír esto, algunos fariseos que estaban con él le

preguntaron: "¿Entonces, también nosotros estamos ciegos?". Jesús les contestó: "Si estuvieran

ciegos, no tendrían pecado; pero como dicen que ven, siguen en su pecado".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

«¿Quien pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?».

«Ni éste peco, ni sus padres sino para que se manifiesten en el las obras de Dios». Ante las

dificultades de la vida siempre llega a nuestra cabeza una pregunta: «¿por qué?» Una pregunta

quizás bastante natural e incluso lícita pero que la gran mayoría de las veces no tiene respuesta.

Jesús nos quiere mostrar que no debemos buscar tanto un porqué si no más bien un «¿para qué?»

Sí, para qué permite Dios que suceda esto, es la actitud de quien quiere entender cuál es el

plan de Dios en su vida y no sólo juzga su providencia con ojos humanos. Éstas son las verdaderas

interrogantes de un corazón confiando a Dios. Que a pesar del dolor que pueda causarle la cruz tiene

la dulce convicción de que «Todo sucede para bien de los que aman a Dios».

¡Venga tu Reino!

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«En cambio los doctores de la ley tenían el corazón cerrado, se sentían dueños de sí mismos, pero, en

realidad, eran huérfanos porque no tenían una relación con el Padre. Hablaban de sus padres —nuestro padre

Abrahán, los patriarcas— pero como figuras lejanas. En su corazón eran huérfanos, vivían en una condición

de huérfanos y preferían esa condición antes de dejarse atraer por el Padre. Estamos ante el drama del

corazón cerrado de esta gente: creían haber sido creados por ellos mismos porque lo sabían todo, y, por esto,

su corazón era incapaz de creer, porque no se dejaban atraer por el Padre hacia Jesús y, así, no formaban parte

de las ovejas de Jesús.»

(Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Me propondré tener una visón sobrenatural en todos los inconvenientes y las incomodidades que se

me presenten durante este día, aprovechándolos para crecer en la virtud.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Lunes 27 de marzo

H. Adrián Olvera, LC

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Vivir sabiendo que Tú estás conmigo… vivir sabiendo que no te irás… vivir sabiendo que en Ti está

mi refugio… vivir contigo, eso es vivir.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54

En aquel tiempo, Jesús salió de Samaria y se fue a Galilea. Jesús mismo había declarado que a

ningún profeta se le honra en su propia patria. Cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque

habían visto todo lo que él había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían

estado allí.

Volvió entonces a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un

funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaúm. Al oír éste que Jesús había venido de

Judea a Galilea, fue a verlo y le rogó que fuera a curar a su hijo, que se estaba muriendo. Jesús le

dijo: "Si no ven ustedes signos y prodigios, no creen". Pero el funcionario del rey insistió: "Señor,

ven antes de que mi muchachito muera". Jesús le contestó: "Vete, tu hijo ya está a sano".

Aquel hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Cuando iba llegando, sus

criados le salieron al encuentro para decirle que su hijo ya estaba sano. Él les pregunto a qué hora

había empezado la mejoría. Le contestaron: "Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre". El

padre reconoció que a esa misma hora Jesús le había dicho: Tu hijo ya está sano", y creyó con todos

los de su casa.

Este fue el segundo signo que hizo Jesús al volver de Judea a Galilea.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Los milagros suscitan o refuerza la fe en Jesús.

Jesús sabe que necesitamos ver… que necesitamos tocar… necesitamos sentir para, así, aceptar

muchas cosas que suceden en nuestra vida. Sabe que necesitamos de su amor, de su presencia y

muchas veces nos lo hace experimentar sensiblemente.

¡Venga tu Reino!

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Jesús hacía milagros, no para demostrar su poder, sino al contrario… Él era consciente de

nuestra necesidad. Lo hacía y lo sigue haciendo para que creamos; para que alcemos la mirada y

descubramos el verdadero lugar en el que nuestro corazón necesita descansar.

Sin embargo, llega un momento en donde no vemos; donde ya no pasa nada… todo sigue

igual… y, a veces, parece empeorar. Parece que Jesús se va… lo buscamos en donde sabemos que

está pero no lo encontramos… ¿Por qué, Señor?...

A veces no basta ver, sentir o tocar para creer pues muchas veces se olvida. Se olvida el

primer momento…se olvida la primera mirada, el primer lugar, se olvida lo primero…lo esencial.

Así es el amor… parece irse cuando no se siente, cuando no se ve, cuando no se toca. Si

supiera Señor que es ahí cuando se incrementa… cuando se purifica…cuando se hace más real. Es

así como me enseñas a amar. Tu silencio es también signo de tu amor… aunque a veces, confieso,

me es difícil aceptar.

No me permitas olvidar la primera mirada, el primer lugar… no me permitas olvidar lo

esencial. Dame la gracia de saber que siempre estás conmigo y que aunque no te vea, no te sienta…

ahí siempre estás.

«¡Tantos cristianos parados! Tenemos tantos detrás que tienen una esperanza débil. Sí creen que existe el

Cielo y que todo irá bien. Está bien que lo crean, ¡pero no lo buscan! Cumplen los mandamientos, los

preceptos: todo, todo… Pero están parados. El Señor no puede hacer de ellos levadura en su pueblo, porque

no caminan. Y esto es un problema: los parados. Después hay otros entre ellos y nosotros, que se equivocan

de camino: todos nosotros algunas veces nos hemos equivocado de camino, esto lo sabemos. El problema no

es equivocarse de camino; el problema es no regresar cuando uno se da cuenta de haberse equivocado”. El

modelo de quien cree y sigue lo que la fe le indica es el funcionario del rey descrito en el Evangelio, que pide

a Jesús la curación de un hijo enfermo y no duda un instante en ponerse en camino hacia casa cuando el

Maestro le asegura que la ha obtenido.»

(Homilía de S.S. Francisco, 31 de marzo de 2014, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Dedicar un momento al final de la jornada para reflexionar en los signos del amor de Dios a lo largo

del día y hacer una oración especial de agradecimiento..

¡Venga tu Reino!

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Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Martes 28 de marzo H. Rubén Tornero, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Jesús, una vez más estoy aquí, en tu presencia. Sólo vengo a rendirme a tus pies, a decirte que te

amo y que te necesito. Todo mi ser te anhela. Mi alma está sedienta de Ti como una tierra árida que

necesita y añora el agua.

Mi corazón está inquieto, busca una felicidad que no se acabe, un amor que jamás termine,

una belleza que nunca se marchite…en resumidas cuentas, busco tu rostro. ¡Muéstrame tu rostro!

Deseo descubrirte en cada segundo y circunstancia de mi vida. Ayúdame, pues yo te busco…pero

sólo Tú puedes encontrarme. Ayúdame a escuchar tu voz.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 5, 1-16

Era un día de fiesta para los judíos, cuando Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la

puerta de las ovejas, una piscina llamada Betesdá, en hebreo, con cinco pórticos, bajo las cuales

yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban la agitación del agua.

Porque el ángel del Señor descendía de vez en cuando a la piscina, agitaba el agua y, el primero que

entraba en la piscina, después de que el agua se agitaba, quedaba curado de cualquier enfermedad

que tuviera. Entre ellos estaba un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.

Al verlo ahí tendido y sabiendo que llevaba mucho tiempo en tal estado, Jesús le dijo:

"¿Quieres curarte?". Le respondió el enfermo: "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina

cuando se agita el agua. Cuando logro llegar, ya otro ha bajado antes que yo". Jesús le dijo:

"Levántate, toma tu camilla y anda". Al momento el hombre quedó curado, tomó su camilla y se

puso a andar.

Aquel día era sábado, por eso los judíos le dijeron al que había sido curado: "No te es lícito

cargar tu camilla". Pero él contestó: "El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y anda". Ellos le

preguntaron: "¿Quién es el que te dijo: "Toma tu camilla y anda?". Pero el que había sido curado no

lo sabía, porque Jesús había desaparecido entre la muchedumbre. Más tarde lo encontró Jesús en el

templo y le dijo: "Mira, ya quedaste sano. No peques más, no sea que te vaya a suceder algo peor".

Aquel hombre fue y les contó a los judíos que el que lo había curado era Jesús. Por esto los judíos

perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.

Palabra del Señor.

¡Venga tu Reino!

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Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Levántate, toma tu camilla y anda.

Jesús, hoy quiero contemplarte y oír lo que quieres decirme. Es de mañana. Te miro mientras entras

en el templo. Cojos, ciegos, paralíticos… todos enfermos, esperando que el agua de la piscina se

agite. Miras a cada uno. Tu mirada tierna y compasiva va recorriendo a todos los presentes... hasta

que se detiene en uno. Es un hombre, enfermo desde hace 38 años. No tiene más que la vieja camilla

donde reposa sus miembros. Lleva mucho tiempo intentando quedar sano. Quizá ha gastado todo su

dinero en remedios inútiles, tal vez dolorosos, y quién sabe si en lugar de mejorar, ha empeorado.

Quizá ha perdido toda su fortuna buscando sanar, hasta el punto que no tiene más posesión que la

camilla sobre la que yace.

¿Dónde están sus familiares?, ¿dónde sus amigos? Todos lo han abandonado... y lleva 38

años así. Tu mirada se detiene en este hombre y le haces una pregunta que parecería obvia:

«¿quieres quedar sano?» ¿Cómo preguntas eso Jesús?, ¿no te das cuenta de su lamentable estado? El

enfermo no te responde directamente, sino que hace alusión a su soledad y a la imposibilidad de

llegar a la piscina. Tú lo miras lleno de compasión y le dices: «levántate, toma tu camilla y anda»…

¿Qué sentido tiene, Jesús, llevar su camilla ahora que ya no la necesita?

Me miras a los ojos Jesús, y en lo profundo de mi corazón, escucho tu voz que me dice: «Tú

eres ese hombre enfermo, paralizado por el pecado. Sediento de amor, has tratado de mitigar tu sed a

base de cosas, personas, sensaciones, placeres... y no obstante, la sed y el vacío que he sentido no

sólo no ha desaparecido, sino que se han acrecentado. Llevas mucho tiempo tratando de superar por

tus propias fuerzas ese pecado, odio o situación que te lastima y te impide ser libre y feliz. ¿Quieres

curarte? Déjame actuar. Quiero sanarte, quiero hacerte feliz. No importa si parece que nada ni a

nadie puede llenar el vacío infinito que experimentas. Estoy aquí, a tu lado. No estás solo. Yo puedo

curarte. Solamente te pido que tomes tu camilla y camines. Ya sé que te parece raro, pero confía en

mí. En tu caminar encontrarás tantos heridos por el pecado, tantos envenenados por el odio...

Cárgalos. Sé testigo de misericordia y verás que esa camilla que para ti fue un peso, para otros será

una bendición... como bendición será en breve mi cruz. ¡Anda! Levántate, toma tu camilla y camina

a mi lado.»

«También le dice al paralítico de la piscina de Betesda: “No peques más”. Pero a este, que se justificaba con

las cosas tristes que “le sucedían”, que tenía una psicología de víctima —la mujer no—, lo pincha un poco

con eso de que “no sea que te suceda algo peor”. Aprovecha el Señor su manera de pensar, aquello que teme,

para sacarlo de su parálisis. Lo persuade con el susto, digamos. Así, cada uno tenemos que escuchar este “no

peques más” de manera honda, personal. Esta imagen del Señor, que pone a caminar a la gente, es muy suya:

él es el Dios que se pone a caminar con su pueblo, que lleva adelante y acompaña nuestra historia. Por eso, el

objeto al que se dirige la misericordia es muy preciso: es hacia aquello que hace que un hombre o una mujer

no caminen en su lugar, con los suyos, a su ritmo, hacia donde Dios los invita a andar.»

(Homilía de S.S. Francisco, 2 de junio de 2016).

¡Venga tu Reino!

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Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy voy a animar a quien vea desanimado.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Miércoles 29 de marzo

H. Balam Loza, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, me pongo a los pies de tu cruz en silencio. Quiero estar aquí sin decirte nada. No quiero

hacer grandes discursos o hermosas oraciones. Lo único que quiero es poner mi corazón en tus

manos. Quiero dejarme mirar por Ti y quiero darme cuenta que sólo aquí es dónde encuentro al gran

amigo. Tú conoces bien mi corazón, conoces mis sufrimientos y mis alegrías, sabes que muchas

veces te he sido infiel, pero sabes que te amo. Vengo, como san Pedro, para llorar mis pecados y

para que Tú los laves y los cures. Hoy te abro las puertas de mi corazón de par en par.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en sábado): “Mi

Padre trabaja siempre y yo también trabajo”. Por eso los judíos buscaban con mayor empeño darle

muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con

Dios.

Entonces Jesús les habló en estos términos: “Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada

por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo.

El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que

éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así

también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se

lo ha dado el Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo

tampoco honra al Padre.

Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida eterna y

no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.

Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de

Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida en sí mismo, también le

ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del

hombre.

No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la tumba oirán

mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que hicieron el mal, para la

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condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo,

porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

El camino de vuelta a la casa paterna.

Jesús viene a traernos el mensaje de la buena nueva, nos viene a sacar de las tinieblas y nos muestra

la belleza del bien y de la verdad. Nos enseña el camino difícil, el camino del sacrificio y de la

renuncia. Al mismo tiempo nos muestra la belleza del mismo, pues es un camino que da la vida. El

seguir a Cristo nos pide que lo dejemos todo. Nos pide que nos pongamos de pie y que comencemos

a caminar. Nos pide, es más, que corramos a su encuentro. Nos pide que volvamos a la casa del

Padre.

Sin duda que para el hijo pródigo el camino de vuelta a la casa del Padre fue difícil y

agotador. Sin duda que muchas veces se paró y reflexionó de nuevo si de verdad valía la pena volver

a la casa paterna. Sin duda que viviría un poco mal, pero bueno, no le faltaría lo necesario y no

tendría necesidad de emprender el largo camino. Pero me imagino, que cuando recibió el abrazo del

Padre, cuando entró en la casa y contempló la belleza de los campos se dio cuenta que la elección

que había tomado era la mejor. Que valía la pena cualquier sacrificio que hubiese hecho, pues el

premio había superado todo, porque el premio era el amor. Y eso nadie se lo pudo dar, ni el placer ni

el dinero.

Cristo viene a darnos la vida, viene a liberarnos de la esclavitud del pecado y viene a

mostrarnos el camino del amor. Sin duda que en esta vida no es fácil y a veces podemos perder la

motivación, a veces podemos volver la vista atrás. Será difícil pensar bien de alguna persona o

dominarnos cuando queremos decir algo que va a herir a otros. Pero es Cristo mismo el Camino que

nos lleva a la vida. Es Él quien nos muestra cómo se llega a la vida eterna.

«Dejar que el Señor nos consuele. ¿Por qué en la liturgia se habla también de consolación? Porque viene del

Señor y cuando viene del Señor toca el alma con estos sentimientos. Él viene como juez, sí, pero un juez que

acaricia, un juez que está lleno de ternura y hace de todo por salvarnos. Dios juzga con amor, tanto, tanto,

tanto que envió a su Hijo, y Juan subraya: no a juzgar sino a salvar, no a condenar sino a salvar. Por eso

siempre el juicio de Dios nos lleva a esta esperanza de ser salvados.»

(Homilía de S.S. Francisco 99 de diciembre de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

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Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy, Señor, voy a hacer un sacrificio a lo largo del día. Tal vez voy a evitar tomar lo que me gusta

en la comida, o voy a evitar lo dulce o voy a estar atento a las necesidades de los demás.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Jueves 30 de marzo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Quiero Señor estar contigo en este rato. Sé que me estabas esperando y que me amas sin medida. Te

pido, Señor, aumentes mi fe, mi esperanza y mi amor. Dame la gracia de vivir esta cuaresma de la

mejor manera para prepararme bien para esta Semana Santa. No permitas que sea una cuaresma más

de mi vida, sino que sea el tiempo propicio para encontrarme contigo y dejarme transformar por Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 5,31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay

otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a

Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es

para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante

de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido

realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él

mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no

habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de

mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el

amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en

nombre propio, a ése sí lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no

buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os

acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí

escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?"

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Cristo nos revela al Padre.

Hoy, Señor, me hablas de una verdad que bien meditada puede cambiar algo en mi relación contigo.

Es cierto que nunca he escuchado la voz del Padre ni visto su semblante. Pero me recuerdas que Tú

has venido a suplir esta carencia. Bien sabes, Jesús, que como ser humano que soy, necesito de los

sentidos para poder conocer algo. ¡Qué difícil es creer en alguien que no se ve, que no se toca, que

no se oye con los sentidos externos!

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Sin embargo Tú viniste para resolver ese problema. Desde que te hiciste hombre es más fácil

conocer a Dios. Un Dios hecho hombre. Esto es maravilloso porque eres un Dios que habla nuestro

lenguaje, que experimenta nuestras emociones, que padece nuestras penas. Eres un Dios que

escucha nuestra naturaleza, que camina por nuestros caminos y que come los frutos de nuestra tierra.

Gracias, Señor, por haber venido a revelar el rostro de tu Padre, de mi Padre Dios.

Pero puedo pensar que aun así no puedo conocer tu actuar humano. Y para resolver este

nuevo interrogante has querido dejarnos el Evangelio, la Sagrada Escritura. En ellos puedo encontrar

tu humanidad que interpela mi vida. En los Evangelios de verdad puedo conocerte, experimentarte y

amarte.

Concédeme la gracia, Señor, de hacer una experiencia profunda de Ti y de tu amor.

Experiencia de un Dios vivo y real, un Dios que me ama, me conoce y me comprende. Experiencia

lograda con ayuda de la Sagrada Escritura. Concédeme, Señor, esta gracia en esta cuaresma.

«El cristiano, con la fuerza del Espíritu, da testimonio de que el Señor vive, que el Señor ha resucitado, que el

Señor está entre nosotros, que el Señor celebra con nosotros su muerte, su resurrección, cada vez que nos

acercamos al altar; y lo hace en su vida cotidiana, con su modo de obrar. Es el testimonio continuo del

cristiano. Al mismo tiempo, el cristiano debe ser consciente de que a veces este testimonio provoca ataques,

provoca persecuciones: son las pequeñas persecuciones, como las de las habladurías y las críticas, pero

también las persecuciones de las que la historia de la Iglesia está llena».

(Homilía de S.S. Francisco, 2 de mayo de 2016, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Hoy leeré un pasaje evangélico y contemplaré aspectos humanos de Cristo que puedo imitar.

Despedida Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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Jueves 31 de marzo H. Cristian Gutiérrez, L.C.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios) Quiero, Señor, estar contigo en este rato. Sé que me estabas esperando y que me amas sin medida.

Te pido, Señor, que aumentes mi fe, mi esperanza y mi amor. Dame la gracia de vivir esta cuaresma

de la mejor manera para prepararme bien para esta Semana Santa. No permitas que sea una

cuaresma más de mi vida, sino que sea el tiempo propicio para encontrarme contigo y dejarme

transformar por Ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30

En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los judíos trataban

de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los Campamentos.

Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó también él,

pero sin que la gente se diera cuenta, como incógnito. Algunos, que eran de Jerusalén, se decían:

“¿No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla libremente y no le dicen nada. ¿Será que los

jefes se han convencido de que es el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en

cambio, cuando llegue el Mesías, nadie sabrá de dónde viene”.

Jesús, por su parte, mientras enseñaba en el templo, exclamó: “Con que me conocen a mí y

saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a

él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron

entonces de capturarlo, pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Experiencia de un Dios vivo y real que me ama.

Hoy contemplo en el Evangelio el contraste que vive el pueblo al verte en Jerusalén. Es un pueblo

que admira tu valentía, tu arrojo; admiran tu sabiduría y tu poder, pero a la vez no creen que seas el

Mesías porque no cumples con sus expectativas. Creen que los jefes del pueblo sí pudieron haberte

aceptado como su rey y señor, pero no así ellos. Ellos saben… ¿qué saben?

Eso también puede pasar en mi vida. Me asombro de Ti por ser el Dios Todopoderoso,

Creador de cielo y tierra. Me maravillo de Ti en los momentos de bienestar, de salud, de

prosperidad. Me admiro de tu poder, de tu acción en el mundo, de la sabiduría de tus palabras. Pero

al final, no cambia nada en mi vida. Eres tal vez un Dios que no llena del todo mis expectativas

(porque quizás ni las tengo), que veo lejano a mi vida, que no me comprende.

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Me puedo sorprender de que otros se conviertan o cambien de vida, que dejen sus vicios y

malos pasos, que se acerquen más a Ti, pero nunca repercute esto en mi vida. Incluso puedo creer

que era algo que ellos necesitaban pero que a mí poco me toca. Ayúdame, Señor, porque estas cosas

no las quiero, pero me acompañan sin notarlo.

Al igual que el pueblo de aquel tiempo, puedo saber mucho o poco de Dios, puedo conocer

sus mandamientos, cumplirlos con esfuerzo y admirarme de tu poder, pero al final el conocimiento,

el cumplimiento, la admiración no bastan. Se necesita una experiencia. Experiencia que el pueblo

tenía ante sus ojos, pero que no veía, que mejor dicho, no vivía.

Concédeme la gracia, Señor, de hacer una experiencia profunda de Ti y de tu amor.

Experiencia de un Dios vivo y real, un Dios que me ama, me conoce y me comprende. Experiencia y

no sólo conocimiento o admiración. Concédeme, Señor, esta gracia en esta cuaresma.

«La fe: eso significa vida de fe, porque la fe es vivida; caminar por el camino de la fe y dar testimonio de la

fe. La fe no es recitar el «Credo» el domingo, cuando vamos a misa: no es solo esto. La fe es creer lo que es

la Verdad: Dios Padre que ha enviado a su Hijo y al Espíritu que nos vivifica.»

(Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2017).

Diálogo con Cristo Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Rezaré un Padrenuestro con fervor y atención por la conversión de los pecadores.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los

siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Venga tu Reino!

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