revista debates n° 41

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MAYO — AGOSTO/2005 No. 41 REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Contenido 3 11 17 32 49 55 ¿Quién es dueño de nuestras semillas? Por Víctor M. Quintana S. La biopiratería humana como espectáculo Por Silvia Ribeiro La realidad de las maquilas Por Christian Sellés La degradación ambiental amenaza los Objetivos de Desarrollo del Milenio ¡Alerta 2005! Conflictos, derechos humanos y paz Construcción del tejido social y la convivencia ciudadana Por Jaime Álvaro Fajardo Landaeta Comunicación y organización, Palabra y vida Por Luz Marina Restrepo U. 38 67 73 5 7 9 76 24 El devenir de una generación Por Fabio Zuluaga Ángel Efectos de la Ley 100 sobre la institucionalidad de la salud en Colombia Por Rubén Darío Gómez Arias Las Facultades de Educación ante una nueva oportunidad de florecimiento Por José Ramiro Galeano Londoño Relaciones entre educación y cultura Por Gabriel Jaime Arango Velásquez Internet, software libre, brecha digital y analfabetismo informacional: una reflexión y discusión pendiente en la Universidad Por Alejandro Uribe Tirado Título robado Por Verónica Echeverry Alvarán La ilusión del progreso Por Dagoberto Acevedo Vergara

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REVISTA DEBATES N° 41 Mayo—Agosto 2005

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MAYO — AGOSTO/2005

No. 41REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Contenido

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11

17

32

49

55

¿Quién es dueño de nuestras semillas?Por Víctor M. Quintana S.

La biopiratería humana como espectáculoPor Silvia Ribeiro

La realidad de las maquilasPor Christian Sellés

La degradación ambiental amenaza los Objetivos de Desarrollo del Milenio

¡Alerta 2005! Conflictos, derechos humanos y paz

Construcción del tejido social y la convivencia ciudadanaPor Jaime Álvaro Fajardo Landaeta

Comunicación y organización, Palabra y vidaPor Luz Marina Restrepo U.

38

67

73

5

7

9

76

24

El devenir de una generaciónPor Fabio Zuluaga Ángel

Efectos de la Ley 100 sobre la institucionalidad de la salud en ColombiaPor Rubén Darío Gómez Arias

Las Facultades de Educación ante una nueva oportunidad de florecimientoPor José Ramiro Galeano Londoño

Relaciones entre educación y culturaPor Gabriel Jaime Arango Velásquez

Internet, software libre, brecha digital y analfabetismo informacional: una reflexión y discusión pendiente en la UniversidadPor Alejandro Uribe Tirado

Título robadoPor Verónica Echeverry Alvarán

La ilusión del progresoPor Dagoberto Acevedo Vergara

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

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Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresiónde las disposiciones y puntos de vista de los universitarios.

Alberto Uribe Correa, Rector - Ana Lucía Herrera Gómez, Secretaria General

Editores: Alberto González Mascarozf, [email protected] Luis Javier Londoño Balbín, [email protected]: Carlos Alberto Mejía WalkerDiseño original: Saúl ÁlvarezDiagramación: Juan Camilo Vélez RodríguezImpresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia

Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2105023 y 2105026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en almamater.udea.edu.co/debates

El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete.

Desvelar aspectos de la realidad que no tocan los medios de comunicación convencionales

El mundo está dividido hoy, de manera radical, entre quienes publicitan bien-estares como consecuencia del comercio sin talanqueras (defensores del dogma “la economía es regida por la ‘mano invisible’ del mercado”), y quienes se han propuesto descifrar los intereses ocultos de las recetas neoliberales. Los primeros encuentran pista de aterrizaje despejada en los medios masivos comerciales de prensa y en los grandes auditorios donde se aloja el poder-poder. Los segundos abren el camino para sus opiniones e informaciones en medios alternativos con una audiencia creciente y atenta. Entre estos últimos se encuentra la Agencia de Información Solidaria (AIS), “un centro de comunicación social sin ánimo de lucro formado por periodistas, profesores de universidad y miembros de ONG con el objetivo de concienciar a la sociedad y a los profesionales de la información en temas de pobreza, derechos humanos, salud, medio ambiente, infancia, conflic-tos armados, etc.” Coincidentes con los propósitos de AIS, la Revista DEBATES y el Periódico ALMA MATER de la Universidad de Antioquia ofrecen a sus lectores en cada número una selección de textos de actualidad mundial, los cuales ‘desve-lan aspectos de la realidad que no tocan los medios de comunicación convencio-nales’, ‘aportan perspectivas inéditas’ y ‘destacan informaciones de países o sec-tores sociales que pasan desapercibidas para las grandes agencias’. Esta edición de DEBATES prosigue en la línea de suministrar argumentos para la comprensión del rumbo al que está siendo arrastrado el sector agrícola, y para entender quién es el dueño de las semillas, qué se busca con la biopiratería, cuál es la realidad de las maquilas y hasta dónde está llegando la degradación ambiental. También se ofrecen artículos sobre la conflictividad en el orbe; sobre cómo construir tejido social y convivencia ciudadana; y sobre los efectos casi siempre negativos de la Ley 100, entre otros asuntos concernientes al interés de la comunidad universita-ria colombiana y de la opinión ciudadana.

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¿Quién es dueño de nuestras semillas?

Por Víctor M. Quintana S.

[email protected]

Es falso que la economía globalizada esté acabando con la agricultura. Está acabando con los agricultores. La agricultura como actividad mul-tifuncional, generadora de bienes públicos, de satis-factores, de recreación de la vida, de producción de comunidades y de cultura, está batallando enormida-des. Pero florece como generadora de mercancías y de ganancias. Y esto se debe, en gran parte, a que los actores de la agricultura están cambiando: se despla-za a los más, a los pequeños, a los pobres y se forta-lece a los poderosos, a los pocos: las corporaciones trasnacionales agroalimentarias.

Por estos días se ha reunido en Londres un gru-po de investigadores, de activistas, de dirigentes campesinos de todo el mundo convocados por la red Agribusiness Accountability Initiative: iniciativa para exigir a las corporaciones agroalimentarias la rendición de cuentas. Ponen en común su infor-mación y sus análisis sobre la concentración del

El sistema agroalimentario dominante es una compleja red

planetaria de insumos, producción, procesamiento y mercadeo de bienes

agroalimentarios dominada totalmente por empresas trasnacionales. Once de ellas, entre las que se destacan

Cargill, Nestlé, Monsanto, Unilever y ConAgra, controlan esta red y manejan un valor combinado de

ventas de 293 mil millones de dólares al año, mayor que el Producto Interno Bruto de la gran mayoría de los países

latinoamericanos.

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poder en la cadena agroalimentaria para diseñar estrategias de resistencia y de defensa.

El sistema agroalimentario dominante es una com-pleja red planetaria de insumos, producción, procesa-miento y mercadeo de bienes agroalimentarios domi-nada totalmente por empresas trasnacionales. Once de ellas, entre las que se destacan Cargill, Nestlé, Mon-santo, Unilever y ConAgra, controlan esta red y mane-jan un valor combinado de ventas de 293 mil millones de dólares al año, mayor que el Producto Interno Bru-to de la gran mayoría de los países latinoamericanos.

Este sistema es altamente dinámico, montado en los adelantos de la economía informatizada, las tele-comunicaciones y la biotecnología. No únicamente transforma las economías; también las prácticas productivas, el paisaje, las comunidades rurales e incluso los hábitos alimenticios y la vida cotidiana de las personas.

La concentración en el sistema agroalimentario do-minante se hace de dos formas: horizontal, es decir, al interior de una de las fases del proceso agroalimenta-rio. Y vertical: formando conglomerados –clusters– de varias empresas que manejan varias o todas las fases de este proceso: desde los genes hasta el anaquel del supermercado.

La concentración horizontal se da en todas las fases del proceso: provisión de semillas, agroquímicos, pro-cesamiento de comidas, manejo y comercialización de granos, venta al menudeo. Los especialistas señalan que cuando cuatro corporaciones controlan más de 40 por ciento del mercado en una de las fases, dicho mer-cado ya no es competitivo. Y en todas las fases la con-centración excede dicho porcentaje. Las corporaciones dominantes: en semillas, Monsanto, Bayer, Syngenta

y Dupont. En fertilizantes: la noruega Yara y Cargill. En alimentos procesados: Nestlé, Unilever, Kraft; en granos: Archer Daniels-Midland, Bunge, Cargill; en distribución al menudeo: Wal-Mart, Metro y Carrefour.

Pero lo más nuevo es la concentración vertical, la formación de clusters a lo largo de todas o varias fases del proceso agroalimentario. Así, Cargill, el gigante de los granos, fertilizantes y alimentos de ganado, se une con Monsanto, el amo de los transgé-nicos, y con Krohger para la distribución al menudeo. ConAgra, gran procesador de comida, hace empresas conjuntas con Dupont. Y otro de los amos de los gra-nos básicos, Archer Daniels, se alía con la gran con-troladora de innovaciones fitogenéticas, Novartis. El procesador número uno de oleaginosas en el mundo, Bunge, emprende aventuras comunes con la japonesa Zen-Noh, filial de Mitsubishi.

La dinámica de concentración del poder agroalimen-tario plantea grandes problemas a los productores cam-pesinos o familiares, tanto de los países del norte como del sur. Sobre todo los primeros muchas veces no tienen otra alternativa que comprar sus semillas e insumos a las corporaciones y comercializar a través de ellas.

Por otro lado, las cooperativas de agricultores y ganaderos tienen enormes dificultades para enfrentar a las corporaciones gigantes. En Estados Unidos se desintegra la cooperativa Farmland’s y la de produc-tores de leche, DFA, está en aprietos, al punto que se plantea la pregunta: ¿qué tan efectivo es organizarse en cooperativas ante la fuerza de las corporaciones?

Lo que más preocupa es que ya no son los propios productores campesinos, ni siquiera los gobiernos, quienes están tomando las decisiones fundamentales de qué sembrar, cómo sembrarlo, cómo y a quién venderlo. Son las corporaciones que dominan el sistema agroalimentario global. Y, lo que es peor, ya ni siquiera la decisión de cómo conservar su tierra, su agua y sus recursos naturales se está de-jando a los campesinos. Se está imponiendo por las potencias del agronegocio. Ante ellas no hay nego-ciación posible, sólo desatar la creatividad para idear nuevas y múltiples formas de defensa y de resisten-cia. Greenpeace acaba de dar un buen ejemplo de las primeras al lograr que se haga público el estudio que demuestra que el maíz transgénico MON683, de Monsanto, causa severos daños a la salud de las ratas. Hay que multiplicar acciones como éstas.

Lo que más preocupa es que ya no son los propios productores campesinos, ni siquiera los

gobiernos, quienes están tomando las decisiones fundamentales de qué sembrar, cómo sembrarlo, cómo y a quién venderlo. Son las corporaciones

que dominan el sistema agroalimentario global...Ante ellas no hay negociación posible, sólo desatar la creatividad para idear nuevas y múltiples formas de defensa y de resistencia.

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La biopiratería humana como espectáculo

PorSilvia Ribeiro

Investigadora Grupo ETC (antes RAFI)[email protected]

de a 85 dólares en Internet. Yucatán, junto con Oaxaca, son las entidades federativas con mayor porcentaje de población indígena.

Desde hace un par de décadas, investigadores de universidades de países del norte se dedican a la caza de genes humanos, fundamentalmente de poblaciones indígenas, discapacitados y grupos geográficamente aislados, para descubrir diferencias mínimas en sus genomas que pudieran indicar tendencias a resistir –o a ser más propenso– a ciertas enfermedades. Lejos de ser proyectos altruistas para atender los problemas de salud de esos grupos, quienes tienen la tecnología y medios para usar esta información son poderosas trasnacionales, farmacéuticas o relacionadas con ese campo, que esperan encontrar nuevos medicamentos best-seller, y monopolizarlos por medio de sus paten-tes. No necesariamente como medicinas: la mayor fuente de ingresos de la industria farmacéutica son las drogas para gente sana. Por ejemplo, se investiga con el pretexto de atender la diabetes, pero el resultado se vende 10 veces más como droga para reducir de peso.

Las empresas ni necesitan muestrear a la gente. Desde hace años, muchas universidades han investi-gado, aislado y colocado a la venta en Internet líneas celulares o genes humanos ‘para la investigación’ genó-mica. Por ejemplo, en el banco de células humanas del Instituto Coriell, de los Institutos de Salud de Estados Unidos, se puede comprar ADN de indígenas de mu-chas partes del mundo. Significativamente, comprar material genético de ‘México-americanos’ de Los Ánge-les, garantizada su ascendencia indígena en tres gene-raciones, cuesta 3.800 dólares, mientras que muestras de ‘indios mexicanos’ se consiguen por 200 dólares, y las de ‘indios mayas’ de la península de Yucatán al mó-dico precio de 85 dólares.

La genómica está de moda. No porque vaya a resolver los problemas de salud de la gran mayoría de la gente –provocados fundamentalmente por la mala alimentación, falta de agua limpia y otros factores producto de la explotación y marginación en que viven, y no por sus genes– sino por las enormes ganancias que las trasnacionales farmacéuticas esperan conseguir al patentar nuevas drogas derivadas de la ‘farmacogenómica’ (drogas diseñadas según la compo-sición genética de los pacientes).

Este es el contexto del anuncio del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen), en el que informaba que el 27 de junio comenzaría el muestreo de la po-blación de Yucatán, para ‘elaborar el mapa del genoma de los mexicanos’. Claro, los mayas ya deberían tener experiencia en el tema: su información genética se ven-

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Al mismo precio se puede comprar células humanas de indígenas huorani del Ecuador, de quechuas de los Andes, de Karitiana y Suruí de la Amazonia en Brasil, de Guyana, Venezuela, Puerto Rico y el Caribe, entre muchos otros africanos, asiáticos y hasta algunos eu-ropeos. Los Karitiana y Suruí han protestado enérgica-mente y están en un proceso contra la venta de estas células, apoyados por el estado brasilero. Por ahora, sus células siguen a la venta.

Probablemente muchas de estas muestras provienen del Proyecto Diversidad Genética Humana (HGDP, por sus siglas en inglés), proyecto de varias universidades iniciado a principios de los años 90, que se proponía buscar las diferencias genéticas –llamadas SNP, tam-bién por sus siglas en inglés– en 722 comunidades en todo el mundo, muchas de ellas grupos indígenas definidos ‘en peligro de extinción’. El HGDP pretendía ‘conservar el material genético para la investigación’ antes que desaparecieran. No conservar la gente, sino solamente el material genético. Los muestreados no sabían para qué fines fueron utilizados y la informa-ción fue colocada en Internet y en bancos similares al del Instituto Coriell, dando origen posterior a muchas patentes sobre ellas, de empresas y universidades. Gracias a las denuncias de RAFI (ahora llamada Grupo ETC), junto a pueblos indios del mundo, el Proyecto Vampiro, como se le llamó, tuvo que diluirse, pero nunca dio cuenta de las muestras obtenidas.

Un lavado de cara y el vampiro ataca de nuevo, aplaudido como espectáculo, con un despliegue mediático de enormes proporciones. Ahora es el pro-yecto Genographic (Genográfico), patrocinado por la multinacional IBM y la revista National Geographic. Siguen tras el ADN de los pueblos indios, diciendo que solamente será para ‘investigación’, y otra vez, para el bien de toda la humanidad: esta vez para establecer genéticamente los orígenes y migración de la especie humana. Luigi Luca Cavalli-Sforza, principal impulsor del HGDP, preside ahora el consejo de asesores del proyecto Genográfico. Spencer Wells, director del pro-grama, es uno de sus discípulos.

Otro proyecto similar, de recolección de muestras de grupos indígenas, está en marcha desde hace dos años: el Proyecto Internacional HapMap, financiado por fuentes públicas y privadas para tomar muestras de poblaciones de Estados Unidos (y ‘México-ameri-canos’), China, Nigeria y Japón. Entre los financiadores privados del HapMap se encuentra el SNP Consortium, integrado por AP Biotech, AstraZeneca, Aventis, Bayer, Hoffman La Roche, Glaxo Wellcome, Novartis, Pfizer,

Searle, SmithKlineBeecham, Wellcome Trust, Motoro-la... y otra vez, IBM, cuyas tecnologías digitales están en el centro de la farmacogenómica.

Tanto el proyecto HapMap como el Genográfico dicen que no patentarán los genes que consigan, y que todo estará en Internet, a disposición del público. Pero, ¿qué público? El ‘público’ altamente privado de quie-nes tengan las tecnologías (todas patentadas) y los re-cursos para usarlas, o sea, las mismas compañías. Las reglas de acceso a esta información genética dicen que no se puede patentar en la misma forma en que se las obtiene, pero cualquier mínima modificación es sufi-ciente para solicitar una patente. Pese a eso, las empre-sas cuentan también con la participación oficial de los gobiernos y recursos públicos para el saqueo de genes.

En Brasil, pese al supuesto apoyo a los Karitiana para impedir la venta de sus células, el propio Estado está promoviendo la participación de los indígenas en el Genográfico. Incluso, uno de los centros regionales de toma de muestras del proyecto, está justamente ubicada en Brasil. Para facilitar la colaboración de los pueblos indios y prevenir protestas, han rebautizado el emprendimiento como ‘Proyecto Gente’.

En México, el informe 2003-2004 del Instituto Na-cional de Medicina Genómica incluye en sus activida-des la preparación del ‘proyecto del HapMap entre los mexicanos’. Varias de las empresas del SNP Consortium financian al instituto. IBM diseñó especialmente la com-putadora que usarán para la secuenciación de los indíge-nas mexicanos. Los medios celebran el espectáculo. De los indios sólo se espera que pongan su sangre. Gracias a IBM, ahora hasta parece que sabrán de dónde vienen.

Debra Barry, indígena paiute de Estados Unidos, directora del Consejo de Pueblos Indios contra el Biocolonialismo, nos recuerda: ‘Nuestras historias de la creación y lenguajes nos informan sobre nuestra ge-nealogía y nuestros ancestros. No necesitamos pruebas genéticas para saber de dónde venimos’.

Para esta organización, el Genográfico es solamen-te una máscara para conseguir lo que les faltó con el HGDP, por lo que ya han iniciado una campaña contra el proyecto, a través de su sitio en la red www.ipcb.org

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Las multinacionales trasladan susempresas en busca de mayorrentabilidad

La realidad de las maquilas

PorChristian Sellés*

En las décadas de los sesenta y seten-ta, muchas empresas estadounidenses iniciaron una reubicación de sus industrias a pocos kilómetros de distancia de su lugar de origen, situándose sobre todo en Centroamérica. El auge de esta nueva localización llegó hacia los años noventa cuando empresas euro-peas y asiáticas, conscientes del fenómeno globaliza-dor de la economía y de la liberalización del comercio internacional, trasladaron sus inversiones de capital a estos países.

Estas fábricas se denominan maquilas, término ára-be que hace referencia a la porción de grano que le co-rresponde al molinero tras la molienda. En México, una cuarta parte de los trabajadores del sector industrial

Los principales sectores que se benefician de esta situación

son los que requieren de un mayor uso de mano de obra.

Así, las industrias textiles, de montaje de productos

eléctricos, de muebles o de juguetes, deciden traspasar sus

fronteras buscando una mayor rentabilidad a costa del pago de

salarios bajos.

–más de un millón–, trabaja en las más de cuatro mil maquilas situadas en el país. En Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala, Panamá y República Dominica-na son más de medio millón las personas que trabajan en este tipo de fábricas, en condiciones muy precarias y con multitud de derechos recortados como la libertad sindical o de negociación.

La economía prima sobre la personaLos principales sectores que se benefician de esta

situación son los que requieren de un mayor uso de mano de obra. Así, las industrias textiles, de montaje de productos eléctricos, de muebles o de juguetes, deciden traspasar sus fronteras buscando una mayor rentabilidad a costa del pago de salarios bajos. En Es-tados Unidos, hace siete años, un trabajador percibía por una hora de trabajo aproximadamente diecisiete dólares; por el mismo trabajo, en México, país vecino, un trabajador percibía alrededor de un dólar y medio. Por ello, empresas como Mattel Toys, Chrysler o Ford Motor Company decidieron establecer fábricas allí.

Los gobiernos de los países centroamericanos consi-deraron a las maquilas la solución ante la falta de em-pleo y la pobreza que padece el sesenta por ciento de los más de treinta millones de centroamericanos. Por ello, facilitaron su asentamiento a través de la creación de las llamadas zonas francas, áreas sometidas a con-troles aduaneros y fiscales especiales para fomentar las inversiones de las multinacionales. En muchos casos los gobiernos dejan totalmente exentas del pago de im-puestos a estas empresas. Si estas situaciones cambian, las empresas trasladan las maquilas importándoles muy poco lo que dejan atrás.

La principal excusa que interponen los gobiernos para justificar la instalación de maquilas en sus territorios es que contribuyen a la modernización e industrialización del país y favorecen el desarrollo económico de la nación.

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Esta afirmación se ha demostrado que no es real. En pri-mer lugar, el sector textil es una de las ramas con menor desarrollo industrial. Para la labor que se realiza en estas fábricas de Centroamérica, la maquinaria no es necesaria. Lo son más las manos de las personas que trabajan en la cadena, ya que para coser botones o bolsillos se requiere de mano de obra, no de tecnología de punta. Es la parte de la confección más sencilla, la que no necesita forma-ción ni alta mecanización.

El desarrollo económico tampoco va ligado a las ma-quilas. Los gobiernos centroamericanos se jactan de sus guarismos de exportación de bienes y consideran a las maquilas las responsables. Pero la realidad se presenta de manera sesgada. Las maquilas deben importar todos los insumos de los países de origen de las empresas multinacionales y no emplean materias primas nacio-nales, salvo madera o productos agrícolas. Además, su grado de reinversión en el país es prácticamente nulo.

Hasta hace pocos años, las importaciones de insu-mos y las exportaciones de productos elaborados no se registraban en la balanza comercial de los países. Por recomendaciones del Fondo Monetario Internacional se han incorporado, generando un espejismo de industria-lización y desarrollo económico inexistentes.

Si el limbo fiscal en el que se encuentran y los suel-dos ínfimos fueran poco, otras de las características que las marcan son la precariedad laboral y la supre-sión de derechos elementales de cualquier trabajador como la libertad sindical o de negociación.

Siempre pierden más las mujeresOtra de las particularidades de las maquilas es la

primacía de la contratación de mujeres: en torno a un ochenta por ciento del total de los maquiladores centroamericanos. Los empresarios buscan a chicas, de entre quince y veinticinco años, sin hijos y sin expe-riencia laboral. Al ser chicas tan jóvenes y en muchos casos proceder de zonas rurales, no tienen formación en lo referente a las legislaciones laborales ni derechos que deberían tener. Ellos consideran que de esta forma la mano de obra es dócil, paciente y disciplinada. Ade-más, al dedicarse en muchos casos al sector textil, dan por hecho que son prácticas que dominan ya que tam-bién las deben realizar en sus tareas domésticas.

En todo el mundo las mujeres trabajan y tienen a su cuidado a sus respectivas familias. Pero también sucede que el trabajo, aunque sea idéntico al de los hombres, es considerado menos importante y se les paga menos por ello. Las mujeres centroamericanas trabajan por varias razones, pero la fundamental es la

económica: las casadas no tienen dinero suficiente para atender a sus familias con el dinero de sus maridos o porque ellos no trabajan; las madres solteras tienen que mantener a sus hijos; y las solteras, necesitan ayu-dar a sus familias porque con el dinero de sus padres no pueden vivir.

Una de las condiciones que debe tener una trabaja-dora de una maquila es que no esté embarazada. Para ello se realizan de forma rutinaria pruebas de emba-razo. La organización Human Rights Watch (HRW) denunció esta práctica en determinados países como la República Dominicana a pesar de estar prohibida por varios tratados internacionales de derechos humanos. Una de las encuestadas por HRW, Sergia Báez, declaró que “me hicieron la prueba de embarazo, que es lo más importante para ellos”. En caso de dar positivo, la trabajadora es despedida en el momento.

Además de las horas extras no pagadas, los salarios denigrantes o las largas jornadas de trabajo, hay otros hechos más graves como las denuncias presentadas por la violencia de los empresarios o supervisores con las trabajadoras. Se ejerce en todas sus vertientes, des-de la física, hasta la sexual. El hecho de que las mujeres trabajen en horarios nocturnos facilita en algunos casos los abusos sexuales.

Las condiciones en las fábricas no facilitan el trabajo ya que no son las apropiadas. No se respetan las legis-laciones medioambientales y tampoco las sanitarias. En las galerías hace demasiado calor, las maquiladoras trabajan durante horas de pie, sin tiempo para tomarse un descanso. En el caso de tener que asistir a consultas médicas, los permisos para tomarse unas horas brillan por su ausencia. Y la seguridad laboral es una utopía, sobre todo en lo referente al manejo de productos quí-micos, a causa de lo cual en algunos países han acaeci-do intoxicaciones masivas

Las maquilas son una forma “legal” de explotación. Las condiciones en las que se encuentran sus trabaja-dores, especialmente las mujeres, son indignas. Como decía Ken Loach en una de sus últimas películas, a tra-vés de la voz de una de las trabajadoras protagonistas: “queremos pan, pero también queremos rosas”. El trabajo, el pan, con salario ridículo, no es lo único que requieren estos países víctimas de esta práctica. Los derechos laborales y mejores situaciones de trabajo, las rosas, deben ser igualmente importantes.

*PeriodistaAgencia de Información [email protected]

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La degradación ambiental amenaza los Objetivos de Desarrollo del Milenio

Más del 60 por ciento de los recursos que permiten la vida sobre la tierra, y que forman los ecosistemas, como el agua dulce, la pesca, el aire o el clima, «se están degradando peligrosamen-te» o se utilizan de forma insostenible, según revela el estudio ‘Evaluación de los Ecosistemas del Mile-nio’, elaborado por Naciones Unidas y presentado en varias ciudades del mundo.

Los autores del informe advierten que las conse-cuencias perniciosas de esa degradación «pueden aumentar significativamente en los próximos 50 años». «Cualquier progreso que se alcance en la consecución de los objetivos de erradicar la pobreza y el hambre, mejorar la salud y proteger el medio ambiente, probablemente no será sostenible si la mayoría de los recursos de los ecosistemas de los que depende la Humanidad continúan degradándo-se», señala el Informe de Síntesis de esta Evaluación, elaborada por más de 1.300 expertos de 95 países.

Según los resultados obtenidos, la degradación actual de los recursos de los ecosistemas es un obs-táculo muy importante para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, adoptados en la cumbre de Naciones Unidas en 2.000.

El informe llega a cuatro conclusiones principales, entre

ellas que en los últimos 50 años los seres humanos han

cambiado los ecosistemas de manera «más rápida y

extensa que en cualquier otro periodo de la historia», debido

a la necesidad de satisfacer las crecientes demandas de

alimento, agua, madera, fibra y combustible.

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Aunque las pruebas no son «irrefutables», los expertos están en condiciones de afirmar que la de-gradación que se está produciendo en 15 de los 24 recursos naturales que se encuentran en los ecosis-temas analizados, tienen el riesgo de sufrir cambios «potencialmente abruptos» que tendrían una reper-cusión «muy seria» sobre el bienestar humano, como la aparición de nuevas enfermedades, cambios en la calidad del agua, aparición de ‘zonas muertas’ en las costas, colapso de las zonas pesqueras, o cambios en los climas regionales.

El informe llega a cuatro conclusiones principales, entre ellas que en los últimos 50 años los seres huma-nos han cambiado los ecosistemas de manera «más rápida y extensa que en cualquier otro periodo de la historia», debido a la necesidad de satisfacer las cre-cientes demandas de alimento, agua, madera, fibra y combustible.

Los expertos afirman que esto ha llevado a una significativa pérdida de la diversidad de la vida en el planeta, en gran parte «irreversible», y a que entre el 10 y el 30 por ciento de los mamíferos, las aves y los anfibios estén ahora en peligro de extinción.

Estos cambios han permitido hacer progresos muy importantes en materia de bienestar humano y desarrollo económico, pero han implicado un coste cada vez más alto en lo referido a la degradación de otros recursos naturales.

La pesca, por ejemplo, ha sobrepasado «con creces» los límites de su capacidad de satisfacer la demanda actual, y por supuesto la demanda futura. Los expertos afirman que estos problemas «harán disminuir significativamente los beneficios de los que gocen las futuras generaciones».

En las condiciones de futuro ‘verosímil’ analizadas por los autores del informe, se prevén progresos en cuanto a la eliminación del hambre, pero a un ritmo «mucho más lento» que el que se necesitaría para reducir a la mitad el número de personas que sufren hambre para 2015, que es Objetivo del Milenio esta-blecido.

Los expertos advierten que los cambios en los ecosistemas, como la deforestación, tienen una influencia sobre el número de agentes patógenos, como los de la malaria y el cólera, y también sobre el riesgo de aparición de nuevas enfermedades.

El informe hace referencia a las opciones que existen para conservar o mejorar los recursos, entre ellos, la protección de los bosques naturales, por ejemplo, que no sólo ayudaría a conservar las espe-

cies silvestres sino también a asegurar el suministro de agua y a reducir las emisiones de carbono y gases contaminantes.

«La conclusión primordial de esta evaluación es que las sociedades humanas tienen el poder de re-ducir las presiones que estamos ejerciendo sobre los recursos naturales del planeta, al tiempo que continuamos utilizándolos para alcanzar un mejor estándar de vida para todos», señala este informe en el anexo titulado ‘Estamos gastando más de lo que tenemos: capital natural y bienestar humano’. Para lograrlo, sin embargo, se requieren «cambios radica-les» en la manera en que se trata a la naturaleza «en todos los niveles de la toma de decisiones», y nuevas formas de cooperación entre gobiernos, empresas y sociedad.

El Informe de Síntesis también concluye que son los países más pobres los que más sufren las con-secuencias de los cambios en los ecosistemas. Las regiones con problemas más serios de degradación son el África subsahariana, Asia central, algunas re-giones de América Latina, y partes de Asia surorien-tal y meridional, que son también las que encuentran más dificultades para alcanzar los Objetivos del Milenio.

Este documento es el primero de una serie de siete informes de síntesis y resúmenes y cuatro volú-menes técnicos que evalúan el estado de los ecosis-temas del mundo y su repercusión sobre el bienestar humano.

El trabajo ha sido respaldado por 22 de las institu-ciones científicas más importantes del mundo, como la Royal Society británica. El trabajo de la evaluación es supervisado por un consejo directivo de 45 miem-bros co-presidido por el científico jefe del Banco Mundial, Robert Watson, y el director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Nacio-nes Unidas, A. H. Zakri.

Fuente:www.pobrezacero.orgCONGDE -

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¡Alerta 2005!Conflictos, derechos humanos y paz*

“¡Alerta 2005!: Informe sobre conflic-tos, derechos humanos y construcción de paz” es un estudio que anualmente realiza la Unidad de Alerta de la Escola de Cultura de Pau de la Universitat Autònoma de Barcelona, y que sintetiza el estado del mundo al fi-nalizar el año a partir del análisis de varios indicadores. La Unidad de Alerta también edita semanalmente un boletín con información sobre la actualidad internacio-nal, “Semáforo”, que a su vez es analizada trimestral-mente en la publicación “Barómetro”.

En el informe “¡Alerta 2005!” se han utilizado 37 indicadores, agrupados en 10 grandes apartados, a saber: conflictos armados, situaciones de tensión y disputas de alto riesgo, procesos de paz, rehabilitación posbélica (acompañamiento internacional), crisis hu-manitarias, militarización y desarme, derechos huma-nos y Derecho Internacional Humanitario, desarrollo, dimensión de género en la construcción de paz y com-portamiento ante la sociedad internacional.

La descripción y el análisis de lo que ha ocurrido en el mundo a lo largo del año a través de estos indicado-res, puede ayudarnos a conocer mejor los avances, los retrocesos y las dinámicas de diversa índole que afec-tan al conjunto de la humanidad. La mayoría de estos indicadores, una vez entrecruzados, pueden ayudarnos también a comprender las influencias de unos factores sobre otros. La comparación de estos datos con los

*Informe de la Unidad de Alerta de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona, España

En cuanto a los indicadores de desarrollo, y a pesar de pequeños

avances en algunos de ellos, la situación general muestra los

profundos desequilibrios existentes en el planeta y la perduración de

la pobreza y la marginalidad en un número importante de países.

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de años anteriores da al informe un carácter de alerta preventiva sobre algunas tendencias generales o sobre la situación de determinados países, lo que sin duda puede resultar útil, entre otras cosas, para el rediseño de las políticas exteriores, de cooperación al desarrollo, y de control de las transferencias de armas, así como para elaborar políticas concretas de prevención de con-flictos armados, que permitan consolidar los procesos de paz y los contextos de rehabilitación posbélica.

La atención de los medios de comunicación y de la opinión pública ha estado muy centrada durante todo el año 2004 en los sucesos, atentados y polémicas vinculadas con la intervención en Irak y los intentos fallidos de estabilizar el país. A finales de ese año, ade-más, el tsunami que afectó mortal-mente a más de 250.000 personas de varios países, en particular del continente asiático, desvió la aten-ción sobre otros acontecimientos y dinámicas importantes que ocu-rrían en paralelo. En este sentido, “¡Alerta 2005!” pretende recupe-rar esa visión global sobre cuanto ha sucedido durante todo el año.

En relación al conjunto de los conflictos armados que existen en el planeta, el año finalizó con un total de 25 conflictos, dos más que en diciembre de 2003. 10 de ellos están localizados en el con-tinente africano, y diez más en el asiático. A pesar de la finalización de los conflictos de Indonesia (Irian Jaya) y del sur del Sudán (con el SPLA), durante el año se abrieron hostilidades armadas en 3 nuevos escena-rios: Haití, Nigeria (centro y norte), y Tailandia, y ha quedado pendiente el logro de un acuerdo de paz en Sri Lanka. Como en años anteriores, la característica esencial de estos conflictos armados es su carácter intraestatal, aunque con una evidente repercusión re-gional en muchos de ellos. En cuanto a la naturaleza de dichos conflictos, son frecuentes los enfrentamientos intercomunitarios, la lucha por conseguir mayores cotas de autonomía o por los recursos naturales, y los enfrentamientos por conseguir el poder político o man-tenerse en él.

En el año 2004, además, han hecho acto de presen-cia otros factores, todos ellos frecuentes en los conflic-tos armados de los últimos años, como las numerosas

violaciones del alto el fuego, las disidencias en los gru-pos armados, el fracaso de varios procesos de desarme y desmovilización, las disputas electorales, la falta de gobernabilidad y la consideración de la población civil como objetivo militar.

Varios de estos factores se manifiestan también en las situaciones de tensión y disputas de alto riesgo, que han pasado de 52 en diciembre de 2003 a 58 a finales de 2004, aumentando las registradas en el continente africano (de 21 a 25) y en Oriente Medio (de dos a cinco). África es, de lejos, el continente que acumula mayor número de situaciones de este tipo (el 43% del total), frente al 28% que acumula el continente asiáti-co, aunque con tendencia a la disminución. A escala

global, un tercio de las situaciones analizadas están en proceso de escalada o agravamiento, cuando un año antes este porcentaje no sobrepasaba al 13% de los contex-tos de crisis. Es igualmente signifi-cativa la aparición, en 2004, de 7 nuevas situaciones de tensión, 4 de ellas en África.

Durante todo el año se produ-jeron diversos actos terroristas en varios países, siendo los ocurridos el 11 de marzo en la ciudad de Madrid y la masacre de la escuela de Beslán, en Osetia del Sur, al-gunos de los que causaron mayor número de víctimas e impacto en la comunidad internacional. Otras masacres, sin embargo, como las ocurridas en Darfur (Sudán) o en el campo de refugiados congole-

ños de Gatumba (Burundi), no han recibido siquiera el apelativo de terroristas, a pesar de que las víctimas han sido mayoritariamente población civil desarmada e in-defensa, evidenciando así la extrema manipulación de este fenómeno a través del mismo lenguaje.

La preocupación de los Gobiernos para hacer frente a determinadas expresiones del terrorismo y entender su naturaleza, ha llevado a que Naciones Unidas sugi-riera una definición del terrorismo a través del grupo de alto nivel sobre las amenazas, los desafíos y el cambio, en cuyo informe final proponen definirlo como “cualquier acto destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a un no combatiente, cuando el propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un

¡Alerta 2005! Conflictos, derechos humanos y paz

La preocupación de los Gobiernos para hacer frente a determinadas expresiones del terrorismo y entender su naturaleza,

ha llevado a que Naciones Unidas sugiriera una definición del terrorismo

como...“cualquier acto destinado a causar la muerte o lesiones

corporales graves a un civil o a un no combatiente, cuando el

propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar

a una población u obligar a un gobierno o a una organización

internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”.

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gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo”.

La lucha global contra el terrorismo y la introduc-ción de leyes antiterroristas en numerosos países, sin embargo, ha erosionado de una manera general el respeto de los derechos humanos. Así lo han adver-tido organismos internacionales y organizaciones no gubernamentales dedicadas a los derechos humanos, señalando que bajo la excusa del fortalecimiento de los mecanismos gubernamentales de lucha antiterro-rista, se ha incrementado la censura, se ha deteriorado la libertad de expresión en varias democracias, se ha reprimido o juzgado como terroristas a personas, gru-pos y etnias acusadas de realizar actos de violencia, se han dado facultades judiciales a fuerzas militares, se ha generalizado la tortura, los abusos, las detencio-nes arbitrarias y los malos tratos a los detenidos por terrorismo, se ha reintroducido la pena de muerte en algunos países, y se ha demonizado y estereotipado a comunidades enteras, particularmente la musulmana. El descubrimiento de los abusos cometidos sobre los prisioneros iraquíes por parte de las fuerzas de ocu-pación, no obstante, ha servido como toque de alerta sobre la imperiosa necesidad de replantear la estrategia de “guerra contra el terrorismo”, a fin de no generar nuevas situaciones que alimentan precisamente el pro-pio fenómeno terrorista. En este sentido, el informe de Naciones Unidas antes mencionado recomienda una nueva estrategia promovida por la propia organización, basada en 5 elementos:

— La disuasión, que procuraría remediar las cau-sas del terrorismo o los factores que lo facilitan, entre otras cosas con medidas para promover los derechos sociales y políticos, el Estado de Derecho y la reforma democrática; poner fin a la ocupación y atender a las principales reivindicaciones políticas; luchar contra la violencia organizada; reducir la pobreza y el desempleo y evitar la desintegración de los Estados.

— Medidas para contrarrestar el extremismo y la intolerancia, entre otras cosas mediante la educación y la promoción del debate público.

— El desarrollo de mejores instrumentos de coope-ración mundial en la lucha contra el terrorismo, dentro de un marco jurídico que respete las libertades civiles y los derechos humanos, en particular en las esferas de la aplicación de la ley; el intercambio de información confi-dencial, cuando sea posible; las medidas de interdicción, cuando corresponda, y los controles financieros.

— El fortalecimiento de la capacidad estatal para im-pedir las actividades de reclutamiento y las operaciones de grupos terroristas.

— El control de materiales peligrosos y la protección de la salud pública.

Como contrapunto al aumento de los conflictos armados y a las numerosas situaciones de tensión, 2004 fue un año especialmente interesante por lo que al desarrollo de procesos de paz se refiere, destacando la incorporación de 10 nuevos procesos de negociación o intentos exploratorios a lo largo del año. El balance final es que en diciembre de 2004 existían 30 procesos de negociación abiertos (nueve más que en diciembre de 2003), de los que 17 corresponden a conflictos armados y 13 a conflictos que al finalizar el año no es-taban en fase armada, pero tampoco estaban resueltos. Estos datos indican, por tanto, que prácticamente en 2 de cada 3 de los conflictos armados que hay en la actualidad existen procesos de negociación en marcha o en fase exploratoria, un porcentaje pocas veces alcan-zado y que invita a reforzar las diplomacias de paz que apuestan por abrir diálogos.

Es de señalar también que en los últimos meses del año se iniciaron intentos de negociación en 2 conflictos sumamente complejos: el palestino y el ugandés. El conflicto del Sudán (SPLA) ya no figura en la categoría de “armados”, en razón a la ausencia de enfrentamientos significativos a lo largo de todo el año y por el acuerdo alcanzado el último día de diciembre, por lo que ha sido catalogado en la categoría de “no resuelto”, a la espera de una próxima implementación del acuerdo de paz. También se ha retirado de este apartado el caso de Chipre, ya que a mediados de año el Secretario General de la ONU consideró que de momento ya no eran necesarios sus buenos oficios, al no tener éxito sus propuestas. Al finalizar el año, y sin contar los tres procesos en fase exploratoria, un 37%

La lucha global contra el terrorismo y la introducción de leyes antiterroristas

en numerosos países, sin embargo, ha erosionado de una manera general el respeto de los derechos humanos.

Así lo han advertido organismos internacionales y organizaciones no

gubernamentales dedicadas a los derechos humanos...

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de las negociaciones funcionaban relativamente bien, un 44% con dificultades, y un 19% funcionaban mal. En “¡Alerta 2005!” se incluyen, por primera vez, unas figu-ras que muestran la evolución de los procesos de paz africanos y asiáticos, mostrando la “temperatura” de los mismos, las oscilaciones habituales en el transcurso de dichos procesos y las tendencias generales en cada continente.

Respecto a los países que se encuentran en una fase de rehabilitación posbélica, se analizan 19 países, 10 de los cuales se encuentran en el continente africano. Los principales problemas a los que deben hacer frente estos países son las tensiones derivadas por la mani-pulación de los procesos electorales, la corrupción y la falta de transparencia (con frecuencia vinculada a la gestión ilícita de los recursos naturales), y al clima de inseguridad imperante. También suelen producirse pro-blemas con relación a los procesos de desarme, des-movilización y reintegración (DDR), la configuración o sometimiento de las fuerzas armadas al poder político, la falta de fondos para llevar a cabo los programas de rehabilitación, la falta de colaboración con los organis-mos internacionales de justicia, o las disputas internas a nivel gubernamental, entre otros factores que mues-tran la fragilidad de la mayor parte de los países que se encuentran en esta fase.

El tsunami de final de año ha relegado injustamente a un segundo plano la situación de 44 países que a lo largo del año han padecido crisis humanitarias, el 64% de los cuales son africanos, lo que ha motivado múlti-ples llamamientos desde la ONU y otros organismos para no olvidar las otras catástrofes naturales o de origen humano.

En 2004, nada menos que 41 países, de nuevo africanos en su mayoría, han estado en situación de emergencia alimentaria, como consecuencia de los conflictos armados, los desastres naturales, el VIH/SIDA o la marginación. Un total de 48 países han vi-vido situaciones que han motivado desplazamientos internos masivos, y 69 países han presentado movi-mientos de personas que han buscado refugio en el exterior, aunque con una cifra notablemente inferior a la de 2003. Antes del tsunami de diciembre, Naciones Unidas había hecho un llamamiento consolidado para recaudar 1.700 millones de dólares para asistir a 26 mi-llones de personas de 25 países, 23 de ellos africanos, recogiendo sólo algo más de la mitad de la cantidad solicitada. En aquellos momentos, las prioridades eran Palestina, La RD del Congo y muy especialmente la región sudanesa de Darfur. Esta última crisis humani-

taria, que se inició en febrero de 2003, es una mues-tra palpable de la falta de prevención sobre muchos contextos de crisis humanitarias, pues no se empezó a actuar hasta abril de 2004, cuando el conflicto ya había producido 800.000 personas desplazadas. De la misma manera, si se hubiera actuado con celeridad ante las primeras observaciones de la plaga de langostas que ha asolado parte del continente africano, su coste no habría superado los siete millones de dólares, mientras que la dejadez y la falta de reacción han supuesto que, para finales de año, el coste de combatir dicha plaga haya ascendido a 600 millones de dólares, esto es, 85 veces más.

Durante el año 2004, y como consecuencia de las divergencias entre EEUU y varios países europeos por la ocupación de Irak, se realizaron numerosos intentos para reconstruir las relaciones transatlánticas e impul-sar el multilateralismo. También es de señalar el refuer-zo del papel de la UE en misiones de mantenimiento de la paz, particularmente en Bosnia y Herzegovina y Afganistán. Como contrapunto, hay varios aspectos contradictorios en las dinámicas de militarización y de desarme en el conjunto del planeta.

Así, los gastos militares aumentaron un 11% en el año 2003, alcanzando los 956.000 millones de dóla-res, esto es, 2.620 millones de dólares diarios (más de 109 millones de dólares por hora), de los que la mitad corresponden al gasto estadounidense. Quince países, además, han tenido un gasto militar superior al 6% de su PIB. Rusia y EEUU han sido de nuevo los principales exportadores de armas, aunque Brasil y China les han acompañado en el “ránking” de vendedores de armas ligeras. En el ámbito de la estrategia militar, es de seña-lar igualmente la prioridad estadounidense de convertir el espacio ultraterrestre en campo de batalla, la priva-

¡Alerta 2005! Conflictos, derechos humanos y paz

Tanto Naciones Unidas como los organismos no gubernamentales dedicados a la promoción y

vigilancia de los derechos humanos han coincidido en señalar que estamos atravesando uno de los

momentos de mayor deterioro en los últimos cincuenta años, tanto por el impacto negativo de las políticas antiterroristas, como por las graves

violaciones de derechos humanos que se producen en muchos países, y las restricciones al derecho de

asilo y refugio.

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tización cada vez mayor de la seguridad a través de la contratación de mercenarios (especialmente en Irak), y las numerosas alianzas que EEUU ha realizado con paí-ses musulmanes para la lucha antiterrorista. Como as-pecto positivo en el campo de desarme, es de destacar que desde la adopción del Tratado de Ottawa, el uso de las minas ha caído drásticamente, aumentando en un 80% los fondos destinados al desminado, con lo que el número de víctimas también ha descendido.

Tanto Naciones Unidas como los organismos no gubernamentales dedicados a la promoción y vigilancia de los derechos humanos han coincidido en señalar que estamos atravesando uno de los momentos de mayor deterioro en los últimos cincuenta años, tanto por el impacto negativo de las políticas antiterroristas, como por las graves violaciones de derechos humanos que se producen en muchos países, y las restricciones al dere-cho de asilo y refugio. Según estos organismos, en 59 países se cometen abusos respecto al derecho a la vida y a la seguridad de las personas de manera sistemática y generalizada, en 108 países se practica la tortura y en 43 países se da una situación general de violación de los derechos humanos (45 en 2003). La pena de muerte continúa extendida en muchos países, y China, Irán, EEUU y Vietnam han sido responsables del 84% de las ejecuciones. Como aspectos positivos podemos señalar que la Comisión de Derechos Humanos ha aprobado el establecimiento de un experto independiente sobre la lu-cha antiterrorista y los derechos humanos, y que durante el año se desarrollaron varias iniciativas para vincular los derechos humanos al ámbito empresarial, particular-mente a través de una demanda creciente de mayor transparencia en la gestión de los recursos generados por las industrias extractivas.

En cuanto a los indicadores de desarrollo, y a pesar de pequeños avances en algunos de ellos, la situación general muestra los profundos desequilibrios existentes en el planeta y la perduración de la pobreza y la mar-ginalidad en un número importante de países. 16 de ellos todavía tienen unos gastos militares superiores a los de educación y salud juntos (22 en el año anterior), 32 presentan serias deficiencias de gobernabilidad (33 en el 2003) y 54 no alcanzarán los Objetivos de Desarrollo del Milenio previstos para 2015 si persisten las tendencias actuales; otros 19 presentan un Índice de Desarrollo Humano inferior al que tenían en 1990, siendo los más afectados los de África Subsahariana (fundamentalmente por el impacto del SIDA) y los de Europa Central y Oriental (por el derrumbe económico en la etapa de transición).

Un grupo de 49 países presentan un índice alto en cuanto a la desigualdad de ingresos, mostrando el au-mento de la brecha entre los sectores de la población más rico y pobre del planeta, así como la concentra-ción de la riqueza. Nueve países tienen una deuda externa superior a su PIB (12 en 2003), y 53 pagan más en concepto de servicio de la deuda que lo que reciben de Ayuda Oficial al Desarrollo. Como aspecto positivo se señala que la concesión de microcréditos en los úl-timos años está aumentando a un ritmo del 25 al 30% anual.

Por primera vez, “¡Alerta 2005!” recoge 2 indicado-res medioambientales para mostrar algunos aspectos ecológicos del desarrollo. En este sentido, 26 países presentan una tasa anual de deforestación superior al 1% en el conjunto de la década de los noventa (siete de ellos con una tasa superior al 3% anual), afectando es-pecialmente al África Subsahariana y al Sudeste Asiáti-co. El informe señala también que 8 países tienen unas emisiones de dióxido de carbono superior a las 10 Tm por persona, y otros 6 con una tasa superior a las 15 Tm. En cuanto a la salud, preocupa especialmente que durante el año casi 5 millones de personas se hayan infectado con el VIH/SIDA (en su mayoría mujeres) y que 3 millones más hayan muerto a causa de dicha enfermedad. Los organismos internacionales calculan que en el año 2010 podría duplicarse el número de huérfanos a causa de la enfermedad, que actualmente asciende a 14 millones de niños y niñas, una orfandad equivalente a toda la población de Bélgica y Países Ba-jos, o a la suma de los habitantes de Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia.

Como se habrá advertido, en muchos de estos in-

Es actuando frente a las situaciones de tensión y de conflicto, yendo a las raíces más profundas

de los mismos, actuando preventivamente, apuntalando los instrumentos multilaterales de

desarme y derechos humanos, reduciendo la vulnerabilidad de las sociedades y posibilitando su desarrollo, y haciendo realidad el diálogo de

civilizaciones, como se construirá un mundo más seguro, con menos desigualdades y con

mayores oportunidades...

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dicadores puede hacerse una lectura distintiva desde una perspectiva de género. Una década después de la Cumbre de Beijing, los indicadores que muestran la dimensión de género en la construcción de la paz advierten que la situación de la mujer es especialmente grave en al menos 35 países, que persisten las dificulta-des para que las mujeres participen en los procesos de paz y que la perspectiva de género sea incorporada en dichos procesos, incluyendo la fase de desmovilización y reintegración de excombatientes. Durante el año, y una vez más, la violencia sexual ha sido utilizada como estrategia de guerra, evidenciando el fracaso de los sis-temas de protección actuales. Como apunte innovador y esperanzador, de las 17 operaciones de manteni-miento de la paz de Naciones Unidas, en 10 de ellas ya hay algún componente de asesoría de género; estas mejoras, no obstante, se han visto empañadas por los casos descubiertos de explotación sexual y de abusos protagonizados por soldados y personal humanitario.

Con relación al comportamiento ante la sociedad internacional, cabe mencionar que sólo 68 países han ratificado los 7 instrumentos jurídicos seleccionados de la Declaración del Milenio. Falta todavía que un centenar de países ratifiquen el Estatuto de la Corte Penal Internacional, más de 50 lo hagan con el Tratado de Ottawa, y más de 60 con el Protocolo de Kyoto, ha-biendo de celebrar que Rusia lo haya hecho ya durante el año con este último tratado. Nueve países, incluidos EEUU, Irán e Irak, han ratificado menos de la mitad de dichos instrumentos.

En cuanto a la protección de los derechos huma-nos, 28 países han ratificado menos de la mitad de los 7 principales instrumentos sobre la materia (30 al finalizar 2003), entre los cuales figuran 4 países asiá-ticos: Indonesia, Malasia, Myanmar y Pakistán. Como aspecto positivo, cabe señalar que la ONU está deba-tiendo varios nuevos instrumentos, relacionados con la prevención de la tortura, los derechos de los pueblos indígenas o la protección contra las desapariciones forzadas.

Respecto a la transparencia financiera, el informe da cuenta de la existencia de 38 paraísos fiscales, uno menos que hace un año, y de los que 5 son no cooperativos con las directrices de la OCDE; otros 6 países están señalados por blanquear capitales (9 al finalizar 2003), entre los cuales figuran Filipinas, Indonesia, Myanmar y Nigeria.

Finalmente, y en relación a la seguridad militar, 48 países no han ratificado alguno de los 3 acuerdos exis-tentes de no proliferación (49 en 2003), destacando Israel, que no ha ratificado ninguno.

Este país y EEUU, además, han votado en contra de la mayoría de las resoluciones de la Asamblea General de la ONU sobre temas de desarme, evidenciando las contradicciones entre sus exigencias de desarme sobre otros países y su actitud nada colaboradora en el refor-zamiento de los mecanismos multilaterales.

Como aspecto positivo en estos temas, durante el año 2004 se procedió al desmantelamiento de las armas de destrucción masiva de Libia, continuaron las conver-saciones para la desnuclearización de la RPD de Corea e Irán, no exentas de dificultades, y Siria reconoció po-seer armas químicas y biológicas, lo que ha de permitir un proceso de desarme de dichos arsenales.

En diciembre de 2004, el Secretario General de la ONU señalaba ante la Asamblea General de dicho organismo, que los próximos años serán críticos para que tanto Naciones Unidas como la sociedad interna-cional sean capaces de afrontar la nueva globalización de las amenazas, como por ejemplo el VIH/SIDA, la proliferación nuclear, el genocidio o el terrorismo, aña-diendo que ninguna amenaza podrá ser abordada con eficacia si al mismo tiempo no se actúa sobre el resto de las amenazas. Frente a la visión miope, unilateral e interesada de quienes sólo perciben como amenaza los desafíos derivados del terrorismo global, los datos que aporta el informe “¡Alerta 2005!” dejan entrever por el contrario la multiplicidad de factores y dinámicas de todo orden que interrelacionan negativamente entre sí.

Es actuando frente a las situaciones de tensión y de conflicto, yendo a las raíces más profundas de los mismos, actuando preventivamente, apuntalando los instrumentos multilaterales de desarme y derechos hu-manos, reduciendo la vulnerabilidad de las sociedades y posibilitando su desarrollo, y haciendo realidad el diá-logo de civilizaciones, como se construirá un mundo más seguro, con menos desigualdades y con mayores oportunidades, multiplicando las numerosas iniciativas internacionales, estatales y de la sociedad civil que ya han aportado éxitos en la lucha contra la pobreza, la exclusión, la guerra, la degradación medioambiental y otras expresiones de violencia.

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Construcción del tejido social y la convivencia ciudadana

Por Jaime Álvaro Fajardo Landaeta

Asesor de PazGobernación de Antioquia

La construcción del tejido social y la convivencia

ciudadana se fortalece con el estímulo de la participación

ciudadana. Las comunidades del País, del Departamento

y de los distintos municipios, basadas en su inteligencia colectiva y en la pluralidad,

pueden generar alternativas de solución a las violencias que

nos aquejan. El alcance de la paz es un esfuerzo multilateral,

diverso y original, no es exclusivamente un acuerdo

entre actores enfrentados militarmente.

Tal y como lo plantea el Plan de Desa-rrollo de Antioquia 2004-2007 «Antioquia Nueva, un Hogar para la Vida», en su Cuarta Línea Estratégica, el concepto de tejido social en su acepción más simple, se refiere al conjunto de relaciones, reglas e intercambios que realizan el universo de organi-zaciones sociales en un territorio determinado y su capacidad para crear “puentes” de interlocución y de transacciones políticas, culturales, económicas y sociales útiles con otras esferas del orden social donde se concentran las decisiones de poder político y económico.

La existencia de un número elevado de organiza-ciones, aunque es condición indispensable, no ga-rantiza por sí misma la construcción de tejido social; se requiere fundamentalmente que éstas desarrollen las capacidades necesarias para articular sus inte-reses y recursos mediante la construcción de redes sociales. El tejido social por lo tanto, es un concepto íntimamente ligado al de trabajo en red.

El tejido social fortalece la autorregulación ciuda-dana y la civilidad, entendida ésta como los patrones generales de comportamiento que posibilitan el orden social. A mayor resquebrajamiento y fragmentación social, menores posibilidades para establecer consen-sos y tramitar pacíficamente los conflictos y diferen-cias.

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El tejido social implica el desarrollo de una so-ciedad civil madura, con capacidad de formar orga-nizaciones autónomas con el objetivo de proponer y defender causas sustentadas en el bien común y realizar contrapeso ciudadano en la estructura social, elemento indispensable del sistema democrático.

El tejido social está constituido y afirma los valo-res de la participación y el empoderamiento ciudada-no, la organización y la articulación, la democracia, la cultura y el capital social.

Las redes y el tejido social juegan un papel pri-mordial en los procesos de formación de cohesión social, identidad colectiva, solidaridad, recipro-cidad y corresponsabilidad. La cohesión social hace referencia a los procesos de acumulación de sentimientos de confianza, solidaridad y de expectativas compartidas sobre la manera en que debería operar el orden social.

Los valores fundamentales que se afianzan con la construcción de tejido social son los que con-forman el capital social, elemento sin el cual no es posible hablar de desarrollo humano integral.

El capital social consiste en el conjunto de recursos relacionales (compartidos) que pueden ser utilizados por los miembros de una comunidad o grupo social para mejorar las posibilidades de éxito de sus apuestas y proyec-tos, al estar articulados a una red.

El desarrollo y la acumulación de capital social en un país o región, presuponen también un nuevo ciudadano; formado para el ejercicio y control de-mocrático, organizado para la tramitación de las de-mandas y diferencias y con un claro sentido de em-poderamiento para fortalecer la esfera de lo público.

Otro componente preponderante para la construc-ción de tejido social es el papel de la institucionalidad pública, en la medida en que las instituciones formales del Estado y sus reglas y procedimiento, pueden ser consideradas como fuentes de capital social, en la medida en que contribuyan a modificar estructuras so-ciales, normas y creencias compartidas, con base en la legitimidad y la transparencia, elevando así el nivel de confianza y credibilidad ciudadana y la actuación cívica,

factores que a su vez contribuyen al establecimiento de las redes sociales.

Es así como se enmarca y se hace relevante la instauración, consolidación y ejercicio de un “Buen Gobierno” que actúe con eficacia, transparencia y en proceso continuo de formación y aprendizaje. Un buen gobierno se evidencia básicamente en la capa-cidad de generación de gobernabilidad democrática.

Gobernabilidad democráticaEl Plan de Desarrollo de Antioquia 2004-2007 «An-

tioquia Nueva, un Hogar para la Vida», en su Cuarta Línea Estratégica, plantea que la gobernabilidad de-mocrática no es sólo producto de la capacidad de los

gobiernos para definir los asuntos de lo público y convocar a sus ciu-dadanos para sus propios atributos (transparencia, eficiencia, buena imagen), sino de la capacidad de todos los actores políticos para establecer reglas de juego para la concertación y pactación de lo público, para la definición de po-líticas públicas como ejercicio de concertación con actores sociales y políticos, para que la acción pú-blica articule los esfuerzos de la sociedad y sus instituciones tengan un impacto apropiado y sostenible, sin crear incertidumbre en el con-junto de la sociedad.

Igualmente, «la gobernabilidad democrática no es sólo el produc-to de la capacidad de un gobierno

para ser obedecido por sus propios atributos (trans-parencia, eficiencia, buena imagen), sino de la capa-cidad de todos los actores políticos estratégicos para moverse dentro de determinadas reglas de juego: una especie de concertación sin amenazas constan-tes de ruptura que siembren la incertidumbre en el conjunto de la sociedad» (Rojas Bolaños M, La go-bernabilidad en Latinoamérica, 1995).

Desde esta perspectiva, la gobernabilidad democrá-tica tiene diversos atributos: es participativa y transpa-rente en el proceso de toma de decisiones y dispone de mecanismos para la exigencia de responsabilidades por parte de la sociedad; es eficiente en la utilización de los recursos para lograr los fines previstos; es equi-tativa y promueve el Estado Social de Derecho.

La existencia de un número elevado de organizaciones,

aunque es condición indispensable, no garantiza

por sí misma la construcción de tejido social, se requiere

fundamentalmente que éstas desarrollen las capacidades

necesarias para articular sus intereses y recursos mediante la construcción de redes sociales.

El tejido social por lo tanto, es un concepto íntimamente ligado al de

trabajo en red.

Construcción del tejido social y la convivencia ciudadana

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Construcción de tejido social y competencias ciudadanasLa construcción de tejido social presupone el for-

talecimiento de las organizaciones del sector social, pero también de los escenarios de deliberación y concertación. Igualmente, su articulación con otras organizaciones e instituciones para el trabajo en red, así como la implementación de procesos sistemáti-cos de formación en competencias ciudadanas.

El Gobierno Departamental actualmente impulsa el programa «Para una sociedad participante». En él se expresa la voluntad política de entregar poder efectivo a los ciudadanos y ciudadanas para inter-venir en la toma de decisiones y consolidar una cultura de prácticas democráticas. Se espera que con ello se eleve el nivel de gobernabilidad demo-crática de las comunidades, es decir, su capacidad para participar en la solución de los problemas colectivos y de mejorar la convivencia.

Para el ejercicio democrático se requiere que los ciudadanos desarrollen diversas competencias, en-tendidas éstas como el conjunto de conocimientos y habilidades cognitivas (capacidad para realizar diversos procesos mentales), emocionales (las habi-lidades necesarias para la identificación y respuesta constructiva ante las emociones propias y las de los demás) y comunicativas (para establecer un diálogo constructivo con las otras personas), para actuar de una manera constructiva en la sociedad democrática. Para la formación en competencias ciudadanas es preciso trabajar en tres dimensiones fundamentales:

• Convivencia y paz• Participación y responsabilidad democrática• Pluralidad, identidad y valoración de las diferencias

Seguridad democráticaComo lo plantea Luis Jorge Garay, en el texto «Re-

pensar a Colombia» (2003): «El país debe transitar al desarrollo de un concepto de seguridad demo-crática en el carácter estricto de bien público fun-damental, que trascienda la conceptualización de seguridad entendida exclusivamente como defensa y seguridad. La seguridad democrática no se basa esencialmente en la aplicación de la capacidad de coacción, de intimidación o de penalización por parte del Estado sobre el resto de la sociedad, sino que se fundamenta cada vez más en el perfeccio-namiento de una cultura de convivencia ciudada-na, en términos de tolerancia, solidaridad, respeto a las diferencias y en un ambiente crecientemente igualitario en el que prevalezcan criterios, postu-lados y principios básicos de justicia distributiva».

Para ello partimos de las reflexiones realizadas en el marco de la definición del problema de Antio-quia, “deterioro de la convivencia y de la seguridad democrática en un contexto de inequidad, exclu-sión, violencias y conflicto armado, rural y urbano”, y de la definición sobre seguridad democrática de los Talleres del Milenio organizados por Naciones Uni-das (ONU), que comprende:

—Seguridad individual: garantías para la vida, la dignidad, la integridad y la libertad personal.

—Seguridad colectiva: garantías para el manteni-miento de todos los bienes públicos, infraestructura y equipamientos institucionales y sociales.

—Seguridad institucional: condiciones que garan-tizan la existencia y la estabilidad de las instituciones públicas.

—Seguridad social: referida a la satisfacción de las condiciones de existencia de la población.

Los Talleres del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU-PNUD), definen la go-bernabilidad democrática como la condición en la que diversos grupos, comunidades y organizaciones sociales consideran que hay un ambiente idóneo para la convivencia ciudadana sin que exista peligro del poder de intimidación y amenaza o de daño gra-ve por parte de grupos criminales y de ataque por grupos armados, en el que prima el respeto de los derechos económicos, políticos y sociales como lo

Las redes y el tejido social juegan un papel primordial en los procesos de

formación de cohesión social, identidad colectiva, solidaridad, reciprocidad y corresponsabilidad. La cohesión

social hace referencia a los procesos de acumulación de sentimientos de

confianza, solidaridad y de expectativas compartidas sobre la manera en que

debería operar el orden social.

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pregonado en un Estado Social de Derecho y en el que no se presentan inseguridades políticas, sociales o económicas suficientemente riesgosas para la es-tabilidad del sistema, de tal manera que sientan que pueden actuar libremente en búsqueda de su propio desarrollo humano y de su progreso colectivo como una sociedad moderna y democrática.

Convivencia pacífica y seguridad democráticaLa violencia y la guerra no son herramientas legítimas

e idóneas para construir órdenes democráticos, por el contrario nos han llevado al empobrecimiento general y a la supresión de las libertades. La convivencia se recupera generando y socializando reglas de juego para el tratamiento de las diferencias y la transformación no violenta de los conflictos que puedan surgir frente a dife-rentes temas de real interés para la comunidad.

Lo que se necesita en primera instancia para salir del colapso y de la sociedad violenta es precisa-mente la construcción de nuevos sujetos sociales y políticos que sean capaces de redefinir las reglas para edificar una convivencia pacífica y ampliar las fronteras de bienestar y equidad. Así pues, la partici-pación, la democracia y la solidaridad, no son estra-tegias para la paz sino parte de su esencia.

Convivencia y Paz Incluyente y ParticipativaLa Quinta Línea Estratégica del Plan de Desarrollo

2004-2007 «Antioquia Nueva, un Hogar para la Vida», busca superar los problemas de convivencia y segu-ridad humana de la población antioqueña, profunda-

mente afectada por la agudización del conflicto social y armado interno, que atenta no sólo contra la calidad de vida de los antioqueños y antioqueñas, sino que genera impedimentos de diversa índole para el desarrollo hu-mano integral. El Gobierno Departamental será garan-te, en forma permanente, de la defensa y aplicación de los derechos humanos, el derecho internacional huma-nitario y la protección a los ciudadanos, fortaleciendo y destacando el papel de la institucionalidad como pro-pósito fundamental para el logro de la paz.

En el camino de hacer de Antioquia un hogar para la vida, esta línea recoge los principios orientadores y el resultado del proceso del Plan Congruente de Paz que inició la administración “Una Antioquia Nueva”, e inte-gra la convivencia ciudadana como el bien democrático de mayor importancia para una vida civilizada.

“Un buen gobierno y una sociedad participante”, que apeló a las comunidades territoriales y a los dife-rentes sectores y grupos poblacionales, para abordar la encrucijada de la construcción de la convivencia y la paz, y la solución de los conflictos a la luz de la filosofía de la no violencia.

La paz como una política de Estado, que garantice su sostenibilidad en el tiempo, independiente de los cam-bios de gobierno. Si la paz es una política de Estado para una sociedad en conflicto armado, todas las instancias del Estado deben propender por la convivencia ciudada-na de manera sistemática y permanente.

A partir de estos pilares se busca aplicar en An-tioquia un tratamiento integral al conflicto social y armado, reconociendo la complejidad de sus mani-festaciones en las diferentes localidades y territorios, y la necesidad de que el respeto a la vida, la dignidad, integridad y libertad de todas las personas, sean ejes que propicien condiciones para la convivencia y la paz.

Cobra importancia en este aparte el concepto y la fuerza de la movilización social por la paz. En efecto, durante los años 2001 y 2003, la Gobernación de An-tioquia realizó en 113 municipios del Departamento la identificación en primera instancia de los problemas que afectan la convivencia y la paz, y se formularon las agendas municipales que propiciaron la construcción de la Asamblea Constituyente de Antioquia, como el espacio de deliberación ciudadana, que definió el Gran Pacto So-cial por la Convivencia y el Desarrollo para una Paz Inclu-yente y Participativa. Esta iniciativa reafirma los principios constitucionales referidos al reconocimiento de Colombia como Estado Social de Derecho y como República Unita-ria y los consagrados en los Títulos I y II, especialmente lo referente al carácter inviolable de la vida.

El desarrollo y la acumulación de capital social en un país o región, presuponen también un nuevo ciudadano; formado para el ejercicio y control democrático,

organizado para la tramitación de las demandas y diferencias y con un

claro sentido de empoderamiento para fortalecer la esfera de lo público.

Construcción del tejido social y la convivencia ciudadana

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Los resultados del Pacto Social resultan fundamen-tales para atender los problemas ligados a la construc-ción del tejido social y la convivencia ciudadana, espe-cialmente aquellos relacionados con los ejes del conflic-to social preferencialmente y el armado interno. Por lo anterior, el Plan de Desarrollo de Antioquia 2004-2007, enfoca la realización de operaciones que se derivan de los cuatro componentes orgánicos del Pacto Social:

• Fortalecer la gobernabilidad con participación de-mocrática.

• Contribuir a la búsqueda de la solución política del conflicto armado interno bajo el marco y las directrices del Gobierno Nacional con participación de la institu-cionalidad y la sociedad civil, haciendo de Antioquia un territorio de convivencia y de paz.

• Promover una educación y una cultura de convi-vencia y paz en Antioquia.

• Emprender la construcción e implementación de un modelo de desarrollo a escala humana integral, sos-tenible, sustentable y diverso.

Como lo decíamos en la primera parte de esta expo-sición, es necesario actuar frente a la baja gobernabilidad y participación democrática; y frente a la prolongación del conflicto armado interno y la falta de garantías de la población para habitar en paz. Esto exige el estable-cimiento de nuevas relaciones horizontales y perma-nentes de interlocución, respeto y cooperación con la nación; el fortalecimiento de los municipios; la resolu-ción del conflicto armado interno y el establecimiento de una cultura de convivencia, retos que quiere asumir esta administración, para hacer realidad el pacto sus-crito por la Asamblea Constituyente en el sentido de hacer de Antioquia un territorio de convivencia y de paz.

En este sentido, la Quinta Línea del Plan de Desarro-llo de Antioquia 2004-2007, se concibe como transver-sal a todo el plan, en tanto el conjunto de operaciones y acciones consideradas en las demás líneas estratégi-cas, contribuyen al propósito de la convivencia, la paz y el desarrollo humano. Igualmente confluyen en ella los pactos que han sido suscritos en el Departamento: Visión Antioquia Siglo 21, Plan Estratégico de Antioquia y Asamblea Constituyente de Antioquia.

Antioquia, un territorio de convivencia y de pazTodos los conceptos teóricos que arriba hemos

expresado encuentran desarrollo material y práctico. Expongo de manera general las acciones, operaciones

y programas que la Gobernación de Antioquia, a través del Plan de Desarrollo, está realizando para la construc-ción del tejido social y la convivencia ciudadana, para hacer de Antioquia un territorio de paz:

1. Creación en los municipios de Centros de En-trenamiento para la Democracia (CED). Con el nom-bre de CED, la Secretaría de Participación Ciudadana de la Gobernación de Antioquia, denomina genéricamente cualquier escenario de participación ciudadana donde se definen y defienden los intereses públicos, donde se promueve la convivencia pacífica y la seguridad democrática, donde se forma a la sociedad civil y sus organizaciones, escenario en el cual se logra el empo-deramiento y la educación ciudadana, donde se logra desarrollar la solidaridad, la concertación pública y privada,y el control social de la gestión pública.

2. Impulsar las Asambleas Constituyentes y/o Comunitarias Municipales. Entendidas como formas y expresiones de los Centros de Entrenamientos para la Democracia, son reuniones extraordinarias de un grupo relativamente grande de ciudadanos, que actúan por sí mismos o como delegados de otros. Pueden

Como lo plantea Luis Jorge Garay, en el texto «Repensar a Colombia» (2003): «El país debe

transitar al desarrollo de un concepto de seguridad democrática en el carácter estricto de bien público

fundamental, que trascienda la conceptualización de seguridad entendida exclusivamente como defensa y seguridad. La seguridad democrática no se basa esencialmente en la aplicación de la capacidad de

coacción, de intimidación o de penalización por parte del Estado sobre el resto de la sociedad, sino que se

fundamenta cada vez más en el perfeccionamiento de una cultura de convivencia ciudadana, en términos de tolerancia, solidaridad, respeto a las diferencias

y en un ambiente crecientemente igualitario en el que prevalezcan criterios, postulados y principios

básicos de justicia distributiva».

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

estar acompañados o no por la administración pública del municipio. En ellas se adoptan algunas decisiones –generalmente relacionadas con la vida municipal y la forma de incidir en todo aquello que la afecte–. Por lo general en estas reuniones se nombra un grupo coor-dinador para que gestione las decisiones adoptadas. En algunas se ha tomado la decisión de convertirse en Asamblea Permanente; incluso se autoconvocan, así que no dependen, por ejemplo, de una decisión de la administración municipal para volver a reunirse.

Así pues, las asambleas son ejercicios de soberanía popular y autonomía territorial, de reconocimiento a la diversidad étnica, cultural y geográfica, de carácter democrático, incluyente y transparente, de planeación, concertación y control social entre la ciudadanía y el Estado, para facilitar la transformación social e institu-cional, la gobernabilidad democrática, la promoción de la convivencia pacífica y la construcción de confianza en el territorio.

3. Organización de un Sistema de Control Social de la Gestión Pública. El Estado debe actuar como una institución social por excelencia: legítima, transparente, responsable y abierta al permanente escrutinio, fica-lización e intervención por parte de la ciudadanía. El control social supera la simple fiscalización posterior a la inversión y se constituye en proceso de inclusión permanente de los ciudadanos y organizaciones en los diferentes momentos del proceso de gestión pública; y para esto se está promoviendo la celebración de pactos de transparencia, rendición pública de cuentas y vee-durías ciudadanas.

4. Contribuir a la disminución de la intensidad del conflicto armado, político y social y a la conso-lidación de la convivencia pacífica, la seguridad y la protección ciudadanas. Para lograr este objetivo estra-tégico, la política de seguridad democrática integral del Gobierno de Antioquia trabaja en función de:

a) Fortalecer la capacidad del Estado Departamental para garantizar los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.

Es evidente, necesitamos aumentar la capacidad de respuesta institucional y social para disminuir la criminalidad en todos sus aspectos y lograr el respeto a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario, especialmente la atención a la población en condición de desplazamiento y a las víctimas de la violencia. Para esto debe realizarse:

• Promoción, prevención, protección y respeto de los Derechos Humanos y promoción del acatamien-

to a las normas del Derecho Internacional Humanita-rio en Antioquia.

• Desarrollar acciones de atención integral a la población desplazada, emplazada, bloqueada y otras víctimas afectadas por la violencia en Antioquia.

b) Realización de programas de apoyo institucional a las entidades territoriales y comunidades organizadas, en donde se destacan las siguientes acciones:

• Promoción de acuerdos y acercamientos humani-tarios en zonas afectadas por los actores del conflicto armado interno, para el respeto y la protección de la población civil.

• Impulso y consolidación en el Departamento del Programa Nacional de Mecanismos Alternativos de Solución de Conflictos: Conciliadores en Equidad y Jueces de Paz.

• Prevención de accidentes por minas antipersona, municiones sin explotar y “remanentes de guerra” e implementar mecanismos de atención integral a las víctimas.

• Apoyo al Programa Nacional de Reincorporación a la Vida Civil y otros que tiendan a la desmovilización de los actores armados ilegales y a la reconciliación.

Así mismo, mantendremos el programa de apoyo a los procesos de resocialización de la población car-celaria y penitenciaria del Departamento, y para esto

Los procesos de participación ciudadana en la búsqueda de la paz y la convivencia,

han mostrado la pertinencia de orientar y apoyar a los actores sociales,

institucionales y empresariales de las subregiones para desatar procesos

sostenibles de desarrollo local y regional como laboratorios de paz, sobre la base del aprovechamiento de sus potencialidades y

recursos. Por tanto, la creación y puesta en marcha de laboratorios y observatorios de paz, en las subregiones de Antioquia, son

tareas centrales en la implementación de la política de seguridad de Antioquia.

Construcción del tejido social y la convivencia ciudadana

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se realizará una amplia estrategia de formación en la filosofía de la Noviolencia.

5. Contribuir al fortalecimiento de la autonomía y de los procesos de descentralización y de la capaci-dad política del Estado en lo local, subregional y de-partamental, para el logro de la paz, la convivencia, el desarrollo y la solución negociada del conflicto ar-mado, político y social. Es necesario crear un sistema interinstitucional de apoyo a la participación y la movi-lización ciudadana orientada a atender los factores del conflicto y a mitigar los efectos de la violencia sobre la población civil y las administraciones municipales. Para lo anterior nos proponemos:

• La promoción del mejoramiento de la capacidad de gestión de las instituciones públicas locales, subre-gionales y departamental, en materia de convivencia y desarrollo para la paz. Se articulan aquí los instru-mentos del programa «Departamentos y Municipios Seguros»: Consejos de Seguridad Departamental y Municipales (Decreto 2615 de 1.991); Comités de Orden Público (Decretos 2615 de 1.991 y 2093 de 1.993); Fondos de Seguridad de las Entidades Territo-riales (Decretos 2615 de 1.991 y 2093 de 1.993, Ley 418 de 1.997; Ley 782 de 2002) y los Planes Integrales de Seguridad y Convivencia.

• La organización de redes de experiencias de par-ticipación para enfrentar colectivamente y de manera coordinada la construcción de condiciones para la con-vivencia y el desarrollo para la paz.

6. Fortalecer la capacidad social e institucional de las subregiones para impulsar los Laboratorios de Paz como procesos sostenibles para el desarrollo lo-cal y el logro de condiciones para la convivencia. Los procesos de participación ciudadana en la búsqueda de la paz y la convivencia, han mostrado la pertinencia de orientar y apoyar a los actores sociales, institucionales y empresariales de las subregiones para desatar pro-cesos sostenibles de desarrollo local y regional como laboratorios de paz, sobre la base del aprovechamiento de sus potencialidades y recursos. Por tanto, la crea-ción y puesta en marcha de laboratorios y observato-rios de paz, en las subregiones de Antioquia, son tareas centrales en la implementación de la política de seguri-dad de Antioquia.

7. Promoción de una cultura de paz en Antioquia mediante el fortalecimiento de la noviolencia y otras estrategias de resolución pacífica de conflictos como patrón de convivencia y estrategia de movili-zación ciudadana.

• Integración de la filosofía y metodología de la No-violencia, paz y convivencia en los procesos de educa-ción y formación ciudadana. En este sentido se apoyará la construcción de los manuales de convivencia en los centros educativos.

• Difusión masiva de la filosofía y metodología de la Noviolencia y otras estrategias y mecanismos alterna-tivos de resolución pacífica de conflictos para la paz y convivencia. Debe mencionarse en este aparte la inte-resante labor que la Policía Antioquia ha realizado con la formulación del Código de Convivencia.

• Impulso y acompañamiento a iniciativas de movili-zación noviolenta en Antioquia.

A manera de conclusiónPara ofrecer a nuestros conciudadanos posibi-

lidades de vivir en paz, Antioquia debe compro-meterse con ímpetu y a plenitud en avanzar en los procesos de construcción de tejido social a través de la seguridad democrática integral, basándose para ello en la promoción de la participación ciu-dadana, el respeto a los derechos individuales y en brindar garantías a los ciudadanos y ciudadanas para el ejercicio real de los mismos.

La búsqueda de la paz tanto en lo estratégico como en el corto plazo exige emprender y pro-mover un camino de transformación cultural que permita interiorizar conductas noviolentas y soli-darias para la convivencia pacífica. En ese proceso de transformación cultural avanzamos con la imple-mentación de programas de pedagogía ciudadana que permitan a la gente tramitar y resolver sus con-flictos sin necesidad de acudir a la violencia.

Por último, la construcción del tejido social y la convivencia ciudadana se fortalece con el estímulo de la participación ciudadana. Las comunidades del País, del Departamento y de los distintos municipios basa-das en su inteligencia colectiva y en la pluralidad pue-den generar alternativas de solución a las violencias que nos aquejan. El alcance de la paz es un esfuerzo multilateral, diverso y original, no es exclusivamente un acuerdo entre actores enfrentados militarmente.

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Comunicación y organización,

Por Luz Marina Restrepo U.

Asistente y Comunicadora Programa de Egresados*

epistemológicos, significa adentrarse en la proble-mática central del acto de comunicar para así cons-truir una definición en la que no sólo está implicado el sujeto mismo de la comunicación, sino todo cuanto le ayuda a construir un conocimiento que involucra la palabra y el lenguaje, permitiendo así la puesta en común de saberes, culturas e intersub-jetividades, porque como dice Joan Costa “las pala-bras son herramientas del espíritu para la acción”.

Palabra y lenguajeLa palabra como medio para construir conocimien-

to hace parte de las posibilidades de entendimiento mutuo que el lenguaje brinda a los hombres, sobre esta base se hacen acuerdos que trascienden la vida cotidiana a las esferas de lo social, lo político, lo económico y lo cultural; en tanto la palabra, hablada como escrita, permite acercamientos entre los indivi-duos en el mundo de la vida, los cuales siempre están mediados por el lenguaje.

En esta perspectiva, el lenguaje está referido al con-junto de símbolos, signos y ritos que son comunes a una comunidad que lo requiere para su cotidiano devenir, donde la palabra a la par que instaura sentidos se juega al azar de los acontecimientos, proponiendo encuentros o desencuentros con esos significantes que van a quedar articulados al ser de cada individuo, permitiéndoles cons-truir tanto una realidad individual como colectiva.

Sin embargo, tener la capacidad de la palabra no hace a los seres humanos mejores o peores que el resto de especies vivientes en el planeta. Por eso re-sulta muy interesante la definición que el pensador Georges Gusdorf en su libro La palabra1 plantea de hombre como “animal que habla”, porque en ella se vislumbra un matiz que acerca al humano con la bes-

En momentos en que la Universidad de Antioquia se plantea el diseño de su Plan Estra-tégico para los próximos diez años, cobra vigencia el debate en torno a los aspectos centrales de la comunicación, que implica adentrarse en conceptos tales como palabra, lenguaje, comunicación y partici-pación. En esta medida es necesario hacer un reco-rrido por dichos conceptos para llegar a establecer acuerdos en torno a las características básicas que debe contener el acto humano por excelencia: la pa-labra, y con ella la comunicación, en el horizonte de un diálogo de saberes a partir del cual los hombres se reconocen y concretan acciones en el mundo de la vida.

Avanzar en la perspectiva lingüística implica así mismo decantar algunos conceptos en términos

Palabra y vida

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tia que anida en su alma, que espera el menor descui-do para salir y trastocar todo lo que de bueno, noble y bello nos ha enseñado durante milenios la cultura.

Hombre y lenguaje son las posibilidades en las que se inscribe la vida; por eso, la palabra como me-diadora de la acción puede ser la propuesta para que entre ambas se construya mundo, donde la palabra se ponga en evidencia, se juegue su destino de ser para una comunidad de hablantes que la requieren para intercambiar sus sentidos de vida, en un movimiento de búsqueda recíproca.

Se hace necesario entonces reconstruir el concepto de comunicación, y en esta medida pensar la palabra como ligada a la vida de los hombres, más allá de cualquier teoría, donde lo cotidiano sea un campo pri-vilegiado de estudio para el ejercicio del lenguaje en un mundo concreto, histórico y socio-cultural, en el que prevalezcan las representaciones del pensamiento y del sentido común.

La palabra se abre camino en el pensamiento, ha-blar es construir sentido, es abrir una posibilidad para el encuentro entre los seres humanos, es reconcilia-ción de mundos y miradas donde cada quien va asu-miendo su verdad a partir de lo que el lenguaje está convocando desde sus diversas manifestaciones. Por eso, en la comunicación se abre paso el encuentro de conciencias, de humanidades que se reconocen en sus múltiples semejanzas y desemejanzas.

Con el lenguaje el hombre accede a la facultad de simbolizar, de representar lo real con un signo, y además de comprender e interpretar ese signo como parte de la realidad. En esta medida el sujeto construye sentido para su vida, se abre a la vida, deviene ser para otro ser que lo nombra y lo inscribe de esta manera en el mundo de la vida con sus múltiples relaciones y posibilidades.

Para Barthes en el Grado cero de la escritura2, las palabras producen una suerte de continuo formal del que emana poco a poco una densidad intelectual o sentimental imposible sin ellas; la palabra es entonces el tiempo denso de una gestación más espiritual, du-rante la cual el pensamiento es preparado, instalado poco a poco en el azar de las palabras.

Pensar es adentrarse por los laberintos del cono-cimiento humano, es buscar qué se esconde detrás de cada saber, es dejarse atrapar por la palabra que sugiere un ir más allá de lo que a simple vista se ofre-ce, para ir aproximando pensamiento y palabra a la cotidianidad donde habita el hombre contemporáneo, sin verdades preestablecidas pero con el propósito de

ir acercándose a un entendimiento recíproco que no necesariamente implica ponerse de acuerdo en todo.

Palabra y escritura Para acceder a la escritura, la palabra se ha de-

purado en la conversación más trivial y en la lectura más erudita. Borges decía “que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullece las que he leído”. Por eso no es de extrañar que para escribir antes haya que pasar por el nacimiento de la lectura, dejarse llevar por los miles de mundos que ella con-voca, perderse en sus laberintos para al final encon-trar la palabra que restituya al mundo de la vida.

La palabra va haciendo el texto, se va grabando en el alma y en el cuerpo de los hablantes, se vuelve realidad que nombra otra realidad donde los sujetos del lenguaje van recreando su pensamiento, van poniendo en común sus saberes para acceder a otro mundo, donde lo simbólico se cruza con el habla que da nombre al acontecimiento.

De esas conversaciones surge luego el texto de la escritura, donde cada quien tendrá que vérselas con sus fantasmas más voraces, es decir, consigo mismo. Barthes3 decía que la escritura es solo un momento, pero ese momento es uno de los más explícitos de la historia, en el que se entrecruzan la unidad de la escritura clásica con la pluralidad de sentidos que nombra la escritura moderna.

Sin embargo, tener la capacidad de la palabra no hace a los seres humanos mejores o

peores que el resto de especies vivientes en el planeta. Por eso resulta muy interesante la definición que el pensador Georges Gusdorf

en su libro La palabra1 plantea de hombre como «animal que habla», porque en ella se

vislumbra un matiz que acerca al humano con la bestia que anida en su alma, que espera el menor descuido para salir y trastocar todo lo que de bueno, noble y bello nos ha enseñado

durante milenios la cultura.

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La palabra también es morada, donde la escritura se encuentra antes de volverse alimento que colma la necesidad de un decirse para otro, decirse que es a la vez escucha y habla, constructor de un discurso que viene de fuera de él, pero al que contribuye a elaborar a partir de su propia experiencia en el mundo de la vida. Barthes dirá que la escritura en la actua-lidad es la anticipación de un estado absolutamente homogéneo de la sociedad, donde la mayoría com-prende que no puede haber lenguaje universal fuera de una universalidad concreta, ya no mística o nomi-nal, sino del mundo civil.4

Así la escritura va encontrando su lugar en el espíritu de los tiempos, se va edificando pedazo a pedazo a partir de la multitud de voces que la reclaman para de-cir de la vida y de cuanto en ella acontece. No en vano han surgido símbolos, imágenes y ritos que convocan un lenguaje más allá de la palabra pronunciada o escrita, en la cual se pueda significar su posibilidad creadora de sentidos.

La palabra hablada o escrita conlleva un compro-miso para quien la pronuncia, que en muchos casos va más allá de su propia humanidad. Por eso, la ética de la palabra como la plantea Gusdorf,5 en la expe-riencia cada día renovada, expresa una exigencia de verdad. El hombre de palabra no paga con palabras sino con su propia persona. De ahí que siguiendo a este pensador el paisaje cultural de la humanidad está hecho de palabras instituidas, palabras dadas, palabras sostenidas o palabras deshechas.

Ese encuentro de la palabra con el pensamiento fue mediatizado por el lenguaje, de ahí surgió un diálogo de saberes que aún se sigue edificando, en el que la humani-dad se juega su más caros anhelos de supervivencia. Por eso, ahora cuando la guerra parece ser la única alternativa, la palabra surge como posibilidad para tender puentes y propiciar acercamientos entre los rivales, instituyendo un universo en el que los hombres no están solos, donde las palabras no tienen el peso terrible de las cosas, porque la palabra siempre es encuentro con el otro.

Solo en la medida que la palabra se articula con el lenguaje puede crear y recrear mitos, ritos y signifi-cantes para los hombres inscritos en el horizonte de un tiempo dado, allí cobra sentido lo que dice Geor-ges Gusdorf en su libro La palabra, cuando plantea que el paisaje cultural de la humanidad está hecho de palabras 6, a lo que es preciso agregar que ellas son en últimas la expresión de la vida y las que tien-den el puente entre los sujetos y las organizaciones sociales en donde inscriben su accionar.

La comunicación Para comenzar, es necesario intentar un acerca-

miento a la palabra comunicación desde la perspec-tiva etimológica, así encontramos que comunicar viene del latín comunicare, que significa hacer o poner en común, un salir del yo al encuentro con el otro para compartir saberes, sentimientos, palabras, experiencias, todo eso que el lenguaje permite com-partir para la construcción e instauración de sentido entre los sujetos que por esta vía trascienden su con-dición de soledad y apartamiento del resto de sus semejantes.

Avanzar en un planteamiento de comunicación organizacional requiere retomar la palabra como elemento sustancial de todo acto comunicativo, y en esta medida reconocer la palabra que instaura sentidos, cumpliendo una función mediadora para la acción, donde una comunidad de hablantes la re-quieren para intercambiar sus sentidos de vida. Así, la palabra trasciende el mero marco instrumental y se enlaza con el lenguaje.

En este orden de ideas, se hace necesario explicar los factores que intervienen en la comunicación or-ganizacional, lo que requiere aclaraciones en torno a lo que es la comunicación y su papel en las orga-nizaciones sociales. En tal sentido, se hace necesario plantear algunos aspectos generales acerca de la comunicación y su importancia para el desarrollo de las personas y los grupos a los cuales pertenecen, donde realizan su labor cotidiana. Por ello, la comu-nicación se abordará como un proceso multidirec-cional para la interpretación de realidades, construc-ción de sentidos e intercomunicación de subjetivida-des en un horizonte de tiempo determinado.

Comunicación y participación Si se parte del criterio de que la comunicación es la

puesta en común de ideas, valores, sentimientos, sen-saciones y pensamientos, podemos afirmar que ella es por excelencia un acto afirmativo de un individuo y de un grupo en un espacio y tiempo dado, para fortalecer su identidad y capacidad de gestión con los demás.

Joan Costa en su libro La comunicación en ac-ción afirma: “El paradigma de todas las formas que adquiere y adquirirá la comunicación es el modelo originario de la comunicación humana: el diálogo, la relación y la vida en común. La matriz por excelencia es, pues, la comunicación interpersonal entre indi-viduos y pequeños grupos, que intercambian expe-

Comunicación y organización Palabra y vida

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riencias e ideas y comparten una misma cultura”.7

Desde esta perspectiva la comunicación se entien-de como un proceso multidireccional que requiere conocer la dinámica e interacción de los distintos elementos que en él intervienen (emisores, percep-tores, códigos, canales, medios, mensajes, contexto, formación social y cultural). De esta manera, el pro-ceso se da por participación de los seres humanos en una situación específica, dentro de tensiones so-ciales, producto entre otras de relaciones de poder.

Se puede decir entonces que la comunicación es el resultado de un proceso horizontal, de puesta en co-mún y entendimiento, que facilita la interdependencia de las partes del sistema total, y que a su vez cumple como mecanismo de coordinación y armonización de la organización con sus partes. En esta medida Costa plantea que en las organizaciones y su relación con el entorno, los actos y las comunicaciones son objeto de gestión, en las cuales se involucran los individuos.

No obstante, una comunicación que se diga parti-cipativa y se proponga ir más lejos en su trabajo en una organización dada, debe permitir a los diversos actores sociales involucrados en ella, realizar un pro-ceso continuo de exploración, diseño, conocimiento y codificación de la realidad y de su entorno, con el pro-pósito de actuar de manera estratégica y coordinada para transformarla.

De lo anterior se desprende que la comunicación es un proceso intencional de intercambio de sentidos, que en las organizaciones contribuye a dinamizar las rela-ciones entre los sujetos que en ella intervienen, movi-lizando ideas, conceptos, propuestas y acciones para

el logro de los propósitos institucionales y personales; donde proceso y sentido contribuyen a demarcar el ámbito en que se lleva a efecto la acción comunicativa.

Por eso, una parte fundamental de la comunicación que marca la diferencia con la información es la posi-bilidad de retorno, de respuesta por parte del recep-tor, abriéndose así la posibilidad de un diálogo a partir de la identificación de un código común conformado por los mismos símbolos. De esta manera, se crea y recrea el lenguaje que da vida y pone en movimiento las palabras como propiciadoras de encuentros entre los seres humanos.

Más allá de las funciones específicas de la comuni-cación como informar, persuadir, motivar, interpretar, educar, socializar, entretener y recrear, ella reúne, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y creencias de los grupos sociales que interactúan. En últimas, es la percepción que toda sociedad tiene de sí misma, su información, sus imágenes de futuro y su posibilidad de actuación.

De esta manera se puede llegar a la conclusión de que la comunicación es un proceso activo que per-mite a las personas, a través de referentes comunes, hacer construcciones colectivas para el desarrollo de la sociedad; lo que a su vez brinda la posibilidad de acceder a la cultura como proceso generador de relaciones e interacciones, gracias al intercambio de mensajes y actos para la convivencia. 8

Comunicación participativa y organizaciónLa participación es la clave para dinamizar el quehacer

de una organización, ella es la que convoca a la acción integradora de los individuos en torno a las propuestas institucionales, brindando posibilidades de formación tanto personal como grupal, donde el énfasis está dado por el respeto y la valoración de las competencias in-dividuales que permitirán el desarrollo organizacional.

El auge de la comunicación en los últimos tiempos ha llevado a que cada vez haya más publicaciones so-bre administración o gerencia que se ocupen de ella, donde la comunicación se plantea como una de las grandes alternativas para poder obtener resultados en el campo de las organizaciones.

De esta manera, la comunicación ha pasado de ser considerada como los medios o instrumentos de la publicidad, a la comunicación como apoyo al crecimiento de las organizaciones. Como lo plantea Annie Bartoli, la comunicación en las organizaciones

La palabra se abre camino en el pensamiento, hablar es construir sentido, es abrir una

posibilidad para el encuentro entre los seres humanos, es reconciliación de mundos y miradas donde cada quien va asumiendo

su verdad a partir de lo que el lenguaje está convocando desde sus diversas

manifestaciones. Por eso, en la comunicación se abre paso el encuentro de conciencias, de humanidades que se reconocen en sus

múltiples semejanzas y desemejanzas.

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está referida a los actos más o menos estructurados a partir de los cuales se dinamiza el quehacer de la institución, porque de ella depende en buena medida que la información circule en el ámbito laboral, permi-tiendo la interacción entre los sujetos para el logro de los propósitos tanto grupales como individuales. 9

Estos planeamientos hacen pensar que al fin se está empezando a superar el esquema tradicional de las comunicaciones que las reducían a fuente, emisor, mensaje, código, señal, canal, receptor, ruido y retroa-limentación; para avanzar hacia la construcción de un concepto en el cual se integran otros elementos, que ponen el énfasis en la interpretación de realidades, construcción de sentidos, intercomunicación de sub-jetividades y negociación de conflictos.

La comunicación en las organizaciones debe contri-buir como medio de motivación, a la vez que trabaja el concepto de la información en términos de funcionali-dad (descendente, ascendente y lateral), articulada como un sistema tanto de información como de procedimien-tos y coordinación. De igual manera, la comunicación debe ser activa, o sea que comprometa la vida interna de la organización, permitiendo intercambios informales entre sus distintos integrantes y, debe ser coherente con la imagen que proyecta al entorno.10

En tal sentido, la comunicación que se impone en la actualidad es aquella que parte de la vida misma para su desarrollo, para su comprensión y para su aplicación. Es por esto que cuando se habla de co-municación están implícitos los conceptos de libertad y participación, pues sin estos dos elementos no se puede pretender una verdadera comunicación.

Múltiples estudios sobre la problemática organiza-cional se han centrado en demostrar que ésta se deriva, en un alto porcentaje, de aspectos humanos por encima de situaciones técnicas, que parten del simple hecho de aprender a escuchar, de convertirse en oyentes activos, o sea, alguien que escucha de manera comprensiva.

A este nivel se plantea la inquietud de ¿cómo pretender realizar una comunicación participativa si no se sabe escuchar? Escuchar activamente implica escuchar con todos los sentidos y con el corazón. No basta con entender el significado de las palabras, se requiere además comprender los elementos no ver-bales que en ella están implícitos; por eso se dice que escuchar implica interpretar el sentir del otro.

La comunicación efectiva, como interacción per-manente e interdependiente, requiere la habilidad de identificar y reconocer las influencias mutuas dadas

por el lenguaje, los símbolos, los gestos y las motiva-ciones, entre otras. De ahí que sea preciso entender la comunicación como una necesidad básica de todo individuo, y en tanto es una demanda individual tam-bién es un requerimiento de existencia social que per-mite usar los recursos comunicacionales con el objeto de compartir e interactuar con otros. En este proceso de interacción social democrática que propicia la co-municación, los seres humanos comparten voluntaria-mente experiencias en condiciones de acceso, diálogo y participación libre y democrática.

Un valor esencial a la comunicación es la educación, por cuanto más que informar o transmitir conceptos descontextualizados de la realidad, la comunicación debe buscar en los sujetos fomentar una actitud crítica, donde el individuo aprenda a aprender y sea capaz de razonar por sí mismo. En este sentido, la comunicación debe contribuir a forjar una pedagogía que fomente la creatividad, la comprensión y la participación social.

Para Gusdorf el valor de la palabra no está dado por las palabras mismas sino por el propio sujeto, que a su vez implica reciprocidad, es decir, que es nece-sario cederle la palabra al otro, formalizar el diálogo, impidiendo con ello caer en el monólogo. Aceptar la palabra del otro implica además tomarla en el mejor de los sentidos, sin reduccionismos ni banalidades, sino encontrándole su valor original.

De esta manera, puntualiza Gusdorf, al ayudar al otro a manifestar su propia voz, se le incitará a la vez, a descubrir su más secreta exigencia; tal es la tarea del maestro, cuando al ir un poco más allá del mo-nólogo de la enseñanza, sabe llevar la obra educativa hasta el auténtico diálogo en que se descifra la perso-nalidad. Gran educador por lo tanto, es aquel que es-parce a su alrededor el sentido del honor del lenguaje, como una muestra de probidad en su presencia ante el mundo y ante sí mismo. 11

Las comunicaciones así entendidas pueden participar como garantes del desarrollo ciudadano a ser escuchado y a ser informado, y se establece la función social de los medios como vehículo de la formación de una concien-cia esencialmente humana, como mecanismo de par-ticipación y democratización en la toma de decisiones, lo que conlleva el empoderamiento de grupos sociales a la par que se da el reconocimiento de otras formas de hacer comunicación en las organizaciones que van más allá de los medios llamados institucionales.

La comunicación horizontal permite que se ges-ten procesos de cohesión grupal, de organización y

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de participación. Mediante ella es posible clarificar y adoptar pautas y líneas de acción, rescatar tradiciones y manifestaciones culturales, entender la historia y el papel que tanto el individuo como la organización pueden cumplir en los procesos de transformación de la sociedad.

Al respecto, Joan Costa plantea cómo el mecanismo que sustenta todo el proceso de comunicación es la interactividad, la cual se basa en los mecanismos de retroacción como acción de retorno o feedback, en el cumplimiento del ciclo que va del emisor al receptor en un continuo crear y recrear el sentido y la acción, donde actos y mensajes son mutuamente determinados –porque no hay acción en estado puro sin contexto ni significado, más aún, no hay mensaje funcional que no implique una acción sobre la psicología o la conducta del individuo–. 12

Según Costa, la comunicación debe ser entendida desde la pers-pectiva sistémica, que asume la comunicación como opuesta a las viejas doctrinas conductistas y reduccionistas, que consideran al individuo como receptor exclusi-vamente desde una faceta reacti-va o mecanicista. En tal sentido, Costa propone una comunicación dialéctica, donde el receptor no es un simple receptor pasivo ni ex-clusivamente receptor; y donde el emisor es también receptor.

En este sentido, Costa afirma que la relación entre emisor y receptor no es un contacto puntual ni un proceso lineal como fue concebido por el esquema clásico de una comu-nicación dogmática e imperativa, sino que es una relación circular, equilibrada y continua entre la orga-nización y su público.

Al respecto, el documento Comunicación en insti-tuciones y organizaciones: una aproximación teórico analítica a su diversidad conceptual 13, parte de hacer un análisis crítico a las distintas concepciones impe-rantes en la comunicación organizacional, y que van desde el enfoque funcionalista, que otorga a los inter-locutores importancia en la medida en que responden al logro de los objetivos institucionales, asignándole a la comunicación un rol persuasivo basado en los efectos que ella tiene en la adaptación del individuo al sistema, hasta llegar a un enfoque dialéctico, en el que se destacan criterios de mediación y procesos participativos en la comunicación.

El texto en mención observa que la concepción funcionalista de la comunicación (Bartoli entre otros) está ligada a la organización, y presupone por lo tan-to la concepción behaviorista de la comunicación, en la medida en que a determinados estímulos co-rresponden determinadas conductas o respuestas. En esta misma línea se inscribe también la comuni-cación empresarial centrada en el mercado, donde el mercado de los productos pasa a convertirse en el mercado de la comunicación, y la “publicidad institucional” está sustentada en una concepción persuasiva de la comunicación, porque de lo que se trata es de enviar información (mensaje como proyecto de empresa) en forma unidireccional des-de un emisor (empresa) a un receptor (entorno y consumidores).

Concepción dialéctica del proceso comunicativo

En oposición a estas concepcio-nes, los autores acogen una visión superadora de la comunicación que integra las mediaciones y los procesos participativos 14, donde el concepto de comunicación so-cial aplicado a las organizaciones, denota un sistema peculiar de comunicación en el que el inter-cambio de expresiones entre acto-res colectivos (como emisores las organizaciones y como receptores sus públicos o audiencias) se so-

mete a los procesos de producción y consumo de un servicio convertido en mercancía profesional.

Dicho servicio, sostienen los autores, consiste en facilitar (por el intercambio de datos codificados y decodificados por los actores-agentes sociales) la reproducción de conocimientos a propósito del acontecer social que compromete a la organización. Tales conocimientos constituyen un universo de objetos de referencia frente al cual los miembros de la organización y de la colectividad social necesitan ajustar sus conductas como agentes y como sujetos con aspiraciones sociales y materiales.

Es innegable la función mediadora de la comu-nicación entre el entorno y los sujetos o actores de la comunicación, sostienen los autores, quienes reconocen que no sólo se provee información sobre el acontecer social sino que también se transmiten significados sociales; al respecto, llaman la atención

Si se parte del criterio de que la comunicación es la puesta en común de ideas, valores, sentimientos, sensaciones y

pensamientos, podemos afirmar que ella es por excelencia un

acto afirmativo de un individuo y de un grupo en un espacio y

tiempo dado, para fortalecer su identidad y capacidad de gestión

con los demás.

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en las acciones que desarrollan los departamentos de comunicación de las organizaciones en su afán por relacionar éstas con sus públicos. En tal sentido, manifiestan que esta concepción de la comunicación mediada y mediadora trabaja las relaciones dialéc-ticas que se establecen entre los diferentes compo-nentes, subsistemas y sistemas involucrados en las formaciones sociales históricas.

Avanzar en el enfoque dialéctico, según los auto-res, implica hablar de la comunicación educativa insti-tucional (Pedro Avejera), entendida como el conjunto de fenómenos, actividades y/o procesos cuya finalidad implícita o explícita es la de generar, inducir, producir, conservar y/o transformar los conocimientos, actitu-des, sentimientos, habilidades y/o destrezas de las personas, grupos, colectividades, sectores y/o clases sociales que constituyen su población meta.

Se vislumbra así la noción de proceso comunicati-vo con un carácter dinámico, sin adjudicarle una fina-lidad persuasiva con relación a los intereses organiza-cionales, como lo hacen los autores que se inscriben en el enfoque conductista y funcionalista; acciones de comunicación que desde este enfoque se pueden llamar información pública, extensión, relaciones pú-blicas, prensa y difusión, orientación al usuario, etc.

Sin embargo, tales actividades constituyen un ser-vicio al público meta que desde el área específica de cada institución (gobierno, obras y servicios públicos, educación, salud, trabajo...) responde a las necesida-des, problemas y demandas de las poblaciones meta; y donde tales demandas, manifiestas o no, pueden caracterizarse como un conjunto de conocimien-tos, actitudes, sentimientos, habilidades y destrezas cotidianos necesarios para establecer, consolidar y desarrollar estrategias de sobrevivencia y desarrollo económico, político y cultural en los planos personal, familiar, comunitario, regional y de sector social.

Para este enfoque de comunicación (dialéctico), dichas actividades son servicios de comunicación complementarios a los bienes o servicios especí-ficos que brinda la institución y que coadyuvan a su mejor prestación u oferta, su ausencia o déficit contribuye a la alienación de las relaciones con los públicos meta. Estas acciones pueden ir desde el mero acto de brindar información unidireccional-mente, de modo esporádico o eventual, pasando por interacciones más o menos regulares de intercambio recíproco y co-determinado con cierta finalidad, o estableciéndose de modo permanente, regular y sistemático en procesos debidamente planificados, evaluados y participados por ambas partes.

Los autores sostienen que hablar de las activida-des de comunicación en respuesta a necesidades, problemas y demandas de las poblaciones meta (Avejera), remite a un modelo comunicativo parti-cipativo y dialogal, donde no se trata solamente de enviar información desde una institución fuente a sus destinatarios. En esta medida, el reconocimiento de las demandas de los públicos y la posibilidad de participación otorgada a los mismos en los procesos de comunicación, determina la figura de los inter-locutores del proceso más que de los emisores y receptores. Así, se entiende que las actividades de comunicación son aquellas que se construyen en la práctica cotidiana de relaciones entre los miembros de la institución y sus públicos meta.

De esta manera, interacciones, intercambio recíproco y co-determinado y procesos participados, son concep-tos (empleados por Avejera) que remiten a un modelo dialéctico y dialogal de la comunicación, donde la oferta y la demanda son dos polos en permanente interacción y recíproca influencia del proceso de comunicación edu-cativa. La institución ofrece y los públicos demandan; la oferta de comunicación entonces se constituye en función de las demandas comunicativas de sus públicos.

La concepción dialéctica del proceso comunicati-vo parte del criterio de que en un principio la comu-nicación es un encuentro dialéctico, un proceso de intercambio, ya que emisor y receptor forman parte de una actividad conjunta donde el enunciado de uno se apoya sobre el enunciado del otro, situados en un contexto que influye a cada uno de los compo-nentes y a su vez influenciado por ellos. Se destaca

Se puede decir entonces que la comunicación es el resultado de un

proceso horizontal, de puesta en común y entendimiento, que facilita

la interdependencia de las partes del sistema total, y que a su vez cumple como mecanismo de coordinación y

armonización de la organización con sus partes. En esta medida, Costa plantea que en las organizaciones y su relación con el

entorno, los actos y las comunicaciones son objeto de gestión, en las cuales se

involucran los individuos.

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así la importancia de la función articuladora entre los diferentes niveles de la organización; la misma tiende a asegurar que los miembros poseen la infor-mación necesaria para desempeñar sus funciones y lograr los objetivos personales e institucionales.

En los procesos comunicativos, la visión dialéctica permite que los interlocutores participen en tanto sujetos/actores sociales, y los medios e instrumentos intervengan en función de su condición de medios de producción y de las relaciones que se generan a partir de su apropiación y uso. Ninguno de los componen-tes de los procesos comunicativos puede desligarse o apartarse de la condición y/o significación que le otor-ga su propio origen y los factores que intervienen en el entorno en el cual se desarrollan e interactúan. Por su parte, los mensajes son importantes en la medida que ejercen influencia en las normas, pautas, valores culturales y sociales y las organizaciones.

Por último, el modelo participativo y dialogal (pro-puesto por Avejera) centra el proceso comunicacio-nal en prácticas cotidianas entre la organización y el público, siendo el eje de esa relación las demandas y necesidades de las personas que integran los pú-blicos de la institución. Otro rasgo distintivo de este modelo es la posibilidad de participación en simetría entre público e institución en los procesos de comu-nicación, referidos en lo fundamental a la posibilidad de intercambiar roles, permitir la intervención de los públicos en la producción de los mensajes, en la elección de su temática y en el reconocimiento de sus derechos a la información y a la comunicación.

Vale destacar cómo este modelo introduce a los procesos educativos, soportados por los de comu-nicación, en el marco de la educación permanente, que le asigna al proceso su potencialidad de generar, inducir, producir, conservar y/o transformar los co-nocimientos, actitudes, sentimientos, habilidades y/o destrezas, necesarios para el desarrollo de las per-sonas. Así mismo, incorpora la noción de desarrollo humano integral en el marco de una construcción social, institucional e individual, en la que confluyen imágenes, valores, principios, expectativas, etc., que solo se pueden explicar desde una visión dialéctica de las formaciones sociales históricas.

Desde esta perspectiva, la construcción del Plan Estratégico de la Universidad debe incluir a la comunicación como propiciadora de los cam-bios, donde la misión institucional, a partir de la docencia, la investigación y la extensión, sirve a la búsqueda del conocimiento, que está ligado a

NOTAS

1 GUSDORF, Georges, La palabra, traducido por Horacio Crespo, Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1971, p 10

2 BARTHES, Roland, El grado cero de la escritura, Traducción de Nicolás Rosa, Bogotá: Editorial Siglo XXI, 6ª. edición en español, p 19

3 Ibíd., p 25, p 87

4 BARTHES, Roland, El grado cero de la escritura, Op. Cit., p 88

5 GUSDORF, Georges, La palabra, Op. Cit, p 99

6 Ibíd., p 101

7 COSTA, Joan, La comunicación en acción, Barcelona: Editorial Paidós, 1999, p 57

8 MÚNERA URIBE, Pablo Antonio y otro, Comunicación empresarial, Medellín: Colección Hermes AICE, 1ª. edición mayo de 2003, p 73

9 BAROLI, Annie, Comunicación y organización, Traducción de Stella Maris García, Barcelona: Editorial Paidós, 1ª. edición, 1992, p 71

10 Ibíd., p 71.

11 GUSDORF, Georges, La palabra, Op. Cit. p 69

12 COSTA, Joan, La comunicación en acción, Op. Cit. p 63

13 Los autores del texto son Dionisio Egidos y Lilian Paéz, profesionales argentinos expertos en temas de comunicación. Texto bajado de Internet, que se puede encontrar en la siguiente dirección electrónica: http://www.ull.es/publicaciones/latina/argentina2000/16egidos.htm

14 Esta visión que los autores llaman dialéctica tiene dos grandes exponentes, en primera instancia está José Piñuel Raigada y su enfoque de mediación dialéctica de la comunicación. El otro enfoque es el sostenido por Pedro Avejera y su noción de proceso comunicativo dialéctico de carácter dinámico y formativo; participativo y dialogal.

la reflexión y a la acción de lo que se enseña y se aprende. Por eso, un valor esencial de la comunica-ción es la educación, que busca ante todo formar a los sujetos en actitudes críticas, donde cada quien aprenda a aprender y sea capaz de razonar por sí mismo, fomentando valores como la solidaridad, la participación social y el compromiso ciudadano.

* Filósofa y Especialista en Comunicación Organizacional de la Universidad de Antioquia

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El devenir de una generación

Los devenires son lo más imperceptible. Son actos que no pueden ser contenidos sino

en una vida y expresados en un estilo.DELEUZE

Por Fabio Zuluaga Ángel

Profesor Facultad de Ciencias Exactas y Naturales

Universidad de Antioquia

Aunque cada generación emprende sus propias luchas y escoge sus propias banderas,

¿no será posible llevarlas a cabo sin que toda lucha conduzca irremediable e

inexorablemente a la parálisis de la Universidad?

¿En estos tiempos del Neoliberalismo Económico y de

privatización de las empresas del Estado, hasta cuando

podrá resistir y ser sostenible este proyecto social, científico y cultural llamado Universidad de Antioquia, frecuentemente

paralizada?

La generación de estudiantes que in-gresó en el año sesenta y cinco al por entonces, recién creado, Instituto de Estudios Generales de la Universidad de Antioquia, protestó contra el imperia-lismo norteamericano por la invasión de los marines a República Dominicana. La manifestación fue repe-lida por la Policía, y el Instituto, localizado en las que habían sido las vetustas instalaciones y calabozos del antiguo Tránsito Municipal de Medellín, donde ahora funcionan las torres Marco Fidel Suárez, fue rodeado y allanado después de dos días de sitio, por orden del rector de la época, el doctor Ignacio Vélez Escobar, y con la autorización del gobernador, Mario Aramburo Restrepo. Los muchachos y muchachas fueron des-alojados a bolillo y detenidos por la fuerza pública. El hecho fue considerado como un grave acto de violación de la autonomía universitaria y generó un movimiento universitario a nivel nacional que paralizó la Universidad pidiendo la salida del rector, y liderado por la FUN, Federación Universitaria Nacional. Una tarde hubo manifestaciones públicas en las principa-les capitales del país, pedreas, enfrentamientos con la Policía y resultó muerto en Bogotá el estudiante Jorge Useche. Fue tal la gravedad de los desórdenes que el gobierno decretó el Estado de Sitio y el propio presi-dente conservador, Guillermo León Valencia, intervino para solicitar la renuncia al rector Vélez Escobar.

El rector destituido se ocupó de la Oficina de De-sarrollo de la Universidad y desde allí continuó lide-rando la gestión de la actual ciudadela universitaria,

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a cuya encomiable labor se debe su construcción y la transformación de la vieja Universidad rumbo a la modernidad. Al médico Vélez Escobar lo sucedió el abogado Lucrecio Jaramillo Vélez.

Vientos revolucionarios soplaban por toda América Latina que activaban las hormonas de los jóvenes de aquella época, al influjo del triunfo de la Revolución Cubana y de las tesis del padre Camilo Torres, entre otros, y quien por entonces vino a la ciudad y durante una de sus visitas se parapetó en una de la mesas de la cafetería del Instituto de Estudios Generales y expuso sus tesis revolucionarias y luego dictó una conferencia en el interior del Paraninfo de la Universidad, analizan-do el ciclo revolucionario de los líderes estudiantiles y señalando que a medida que iban avanzando en sus estudios se iban despojando de la barba (uno de los símbolos revolucionarios de la época, junto con la mochila.) y que finalmente terminaban absorbidos por el mercado laboral y olvidándose de los ideales que defendieron como estudiantes. Por entonces el padre Camilo no se había emboscado en el monte.

El movimiento que empezó por móviles políticos transnacionales se convirtió en un problema interno, con repercusión a nivel nacional, que paralizó la Uni-versidad y a todas las agrupadas bajo la FUN, y terminó convirtiéndose en un movimiento contra el Rector de la de Antioquia y se volvió problema de orden público con heridos, detenidos y muerto incluido.

El ideal del Instituto de Estudios Generales, de formar un profesional humanista, crítico, pensante, solidario, con visión universal y conciencia social, que contribuyera a la solución de los grandes proble-mas del país, se iba formando en estos escenarios de agitación, y cursos como el de Historia del Arte y el de Geopolítica dictado, entre otros, por el profesor Fabián Orozco, contribuían a ese ideal.

Años más tarde, esa misma generación protestó y paralizó la Universidad en contra de la Ordenanza 36 de la Asamblea Departamental, que obligaba a los estudiantes cuando terminaran la carrera a devolver los dineros que la Universidad hubiera invertido en su formación profesional. En el marco de ese movi-miento hubo de nuevo enfrentamientos con la fuerza pública y parálisis de la Universidad. El movimiento logra que se derogue la polémica norma.

Llegan los años setenta y esa generación enfrenta El Plan Básico de la Educación Superior, en el que se refleja la penetración imperialista; se propone en cambio El Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos en el que se exige, entre otras cosas,

la abolición de los organismos de dirección del mo-mento y la creación de otros donde participen estu-diantes y profesores, elegidos democráticamente (El cogobierno de la Universidad). Se pelea por espacios de poder al interior de la Universidad y como reafir-mación de la autonomía universitaria, en contra del imperialismo norteamericano presente, incluso, en los cursos de inglés.

De nuevo ocurren enfren-tamientos con la fuerza pública y la Universidad es allanada, los estudiantes son golpeados, detenidos, la Policía entra incluso a los laboratorios de química y arremete a bolillo con-tra el material docente, causando grandes destrozos materiales y no queda beker ni tubo de ensayo con cabeza. De nuevo la Universidad es paralizada y el movimiento termina exigiendo libertad para los dete-nidos e investigación de los hechos.

Para el año setenta y tres ya algunos de los mu-chachos de la generación del sesenta y cinco se han graduado, se vinculan como profesores de tiempo completo y entran a formar parte de la joven Asocia-ción de Profesores en cuyo seno dan la lucha contra el Estatuto Docente que intenta implantar a espaldas del profesorado el rector de entonces, Luis Fernando Duque Ramírez. Hay marchas de protesta. Prestigio-sos profesores pertenecientes a la Asociación son expulsados por el rector. El 8 de junio es asesinado el estudiante Luis Fernando Barrientos, de la Facul-tad de Economía, cuyo cadáver es llevado al Salón de los Consejos en momentos en que el rector está ausente. El bloque administrativo arde en llamas. En este agitado período las universidades públicas son cerradas durante varios meses por el presidente Misael Pastrana y a esta ciudad universitaria entra la soldadesca y toma posesión de los predios, y a esa generación le toca aguantarse la reapertura y el reini-cio de clases entre fusiles y cascos de combate.

Llega el nuevo Gobierno, el del doctor Alfonso Ló-pez Michelsen, hay cambio de rector, se reintegran los profesores expulsados y se reanudan las activida-des académicas.

Hacia el año setenta y cinco con la decisión del gobierno del doctor López de ampliar los cupos en las universidades públicas, se lleva a cabo una vin-culación masiva de profesores, seleccionados en los consejos normativos de la época, dominados por profesores politizados y gremialistas, con criterios políticos y no académicos. Al solo Departamento de Química ingresan de una vez más de veinte profeso-res de tiempo completo que es la modalidad de con-

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tratación de profesores en esta época. La lucha enfila baterías contra la ampliación de cupos sin el corres-pondiente aumento de presupuesto, pretendiendo aumentar el número de estudiantes por grupo y la carga académica. Al final se pacta entre doce y ca-torce horas de docencia directa por semana, como parte de la carga normal del profesorado y se fija en cincuenta el tope máximo de estudiantes por grupo que en general hasta hoy se respeta en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales e Ingenierías, para los cursos en Ciencias Básicas.

Con la vinculación masiva de profesores en el año setenta y cinco, otro tanto de los de la generación del sesenta y cinco se vincula, y desde el seno de la Asociación de Profesores continúa la lucha por reivin-dicaciones gremiales, salariales, y por la financiación adecuada de la Universidad. Hay pugnas internas en-tre los grupos políticos en que se mueven profesores y estudiantes, debates por todo, lo político es lo esen-cial, lo académico no cuenta, la Universidad no puede ser formadora de cuadros para la clase dominante, reina gran confusión, estallan bombas, petardos, muerte a la cultura burguesa, se lanzan bolsas llenas de tinta contra el monumento El hombre creador de energía, del maestro Rodrigo Arenas Betancur, y con-tra la valiosa pintura mural El hombre ante los grandes descubrimientos de la física, del maestro Pedro Nel Gómez, quien manifiesta durante la concentración de reinauguración de la obra que él no entiende que se atente contra un patrimonio de todos ustedes y de la humanidad. Al lado del acto, y mientras el profesor Luis Fernando Vélez pronuncia el discurso de desa-gravio, explota un petardo pero los asistentes siguen ahí sin desbandarse. En este período los estudiantes forcejean por la repetición automática de exámenes, cuando la norma dice que sólo se repiten si se con-cluye que el examen estuvo mal elaborado por el profesor. Se presiona por la declaratoria de semestres especiales, lo cual significa ni más ni menos que nin-gún estudiante puede salir de la Universidad por bajo rendimiento académico, pues, después de todo, lo académico no importa sino la fuerza política del mo-vimiento estudiantil y profesoral.

Mientras los estamentos universitarios se des-cuartizan y se sacan los ojos en su torre de Babel, la Universidad de Antioquia experimenta un gran des-prestigio social y político, es vista como un antro de subversivos y desalmados que son capaces hasta de quemar a una monja. Una institución del Estado muy costosa, que nada aporta a la sociedad y que sólo

sirve para quemar buses y alterar el orden público y el tránsito vehicular por la calle Barranquilla. Llega a ser una suerte de desprestigio ser estudiante o pro-fesor de la Universidad de Antioquia.

La institución misma y la generación que debía encarnar el ideal del Instituto de Estudios Generales, de formar el profesional culto, pensante, crítico, transformador de la realidad, pagaban su propio barcaje, su precio, en desprestigio propio y en des-estabilización de la institución que lo formó. Nadie es culpable de nacer en un tiempo, en un lugar, en una época y bajo el influjo de los agitados vientos o las serenas aguas de los tiempos. Son los tiempos, Señor, dice un personaje en Pedro Páramo, para ex-plicar lo que está pasando en ese momento.

Lo luminoso de los oscuros ochenta La década de los ochenta se inicia con una Uni-

versidad desprestigiada y en luchas internas entre los estamentos, y es cerrada durante un año por el enton-ces rector Jesús Arturo Aristizabal Guevara, para apli-car el Decreto 80 de reforma de las universidades pú-blicas. De paso expulsa al presidente de la Asociación de Profesores, Antonio Restrepo, con el argumento de que no tenía legalizado el título profesional.

Pero llega lo luminoso de los oscuros ochenta, el ochenta y cuatro. La Universidad hace un alto en el ca-mino durante la administración del economista Santiago Peláez Valdés, pero esta vez para repensar la Universi-dad, revisar en lo que se ha caído, replantear el quehacer de la Institución. De esta profunda reflexión llevada a cabo por el profesorado a través de los claustros sale el acuerdo de que la gran misión de la Universidad de Antioquia, la que le da su razón de ser en la sociedad, es la excelencia académica, investigativa y de extensión. Por primera vez desde el sesenta y cinco se pone lo académico por encima de lo político y partidista.

Pero llegó lo oscuro de los ochenta, el año ochenta y siete, el de las muertes de estudiantes y profesores como Pedro Luis Valencia, Leonardo Betancur (Leo), el doctor Héctor Abad Gómez y Luis Fernando Vélez. La Universidad se ve obligada a hacer un alto en el camino para enterrar y llorar a sus muertos y para que los que corren peligro por estar en la negra lista de muertes anunciadas se vayan a otras ciudades o al exterior, mientras pasa la borrasca siniestra. ¿Quién seguirá? era la enloquecedora pregunta del momento.

El proyecto de Universidad de excelencia acadé-mica, investigativa y de extensión se va poco a poco

El devenir de una generación

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consolidando durante las administraciones posterio-res, y en la Rectoría de Rafael Aubad López se enfren-ta el problema del pasivo pensional, el relevo genera-cional sistemático y se crea la estampilla Universidad de Antioquia, cuyos dineros no podrán ser utilizados para gastos de funcionamiento sino para inversión. El Ministerio de Hacienda gira a la Universidad para resolver el problema pensional trece mil millones de pesos de los de la época, cifra que sería la cifra jamás vista por algunos de la generación del sesenta y cinco, allegados a la administración del rector Rafael Aubad. La Universidad continúa consolidándose hasta llegar a ser la primera en grupos de investigación de exce-lencia, y la construcción de la SIU, durante la admi-nistración del rector Jaime Restrepo Cuartas, marca un hito en la historia de la Universidad de Antioquia en las postrimerías del siglo veinte, comparable a la construc-ción de la Ciudad Universitaria realizada por el rector Ignacio Vélez en la segunda mitad del mismo siglo. En palabras del ex presidente de la República, Alfonso Ló-pez Michelsen, en reciente visita en el mes de marzo, la SIU es una de las cosas más grandes que le ha podi-do pasar a Colombia. Y alguno de los de la generación del sesenta y cinco dijo, contemplando el enorme hueco que abrieron para hacer las cepas: jamás había visto en mi vida un hueco tan grande. Era tan ancho como una manzana de cuadras a la redonda y tan hondo que los trabajadores allá abajo en lo profundo parecían muñequitos entre el pantano. Otro respon-dió: yo si había visto uno muy grande en mi época de muchacho: el de la torre Coltejer, donde sepultaron el teatro Junín para construirla. Pero no más grande que éste, replicó el otro asustado.

Una constante en los movimientos estudiantilesUna mirada de pájaro a los movimientos de estos

últimos treinta años revela que ha habido un esque-ma común: empiezan contra una causa externa o interna y terminan en enfrentamientos con la Policía en los que resultan estudiantes heridos o muertos y detenidos, el movimiento se transforma en movi-miento de solidaridad con los estudiantes damnifi-cados que termina paralizando la universidad, y el objetivo inicial pasa a segundo plano. Es como si los movimientos necesitaran sangre para fortificarse. Después de un tiempo de parálisis se reanudan las actividades académicas y siguen normales durante un tiempo hasta que se presenta una nueva parálisis.

Además, puede afirmarse que las parálisis de los

últimos treinta años fueron generadas desde aden-tro, con la única excepción de la parálisis del año ochenta y siete que fue generada por causas exter-nas: las muertes vinieron desde afuera.

Las batallas La generación del sesenta y cinco luchó contra el

imperialismo norteamericano en todas sus formas, fuera y dentro de la Universidad. Luchó contra la injusticia social y creyó en la panacea socialista para resolver todos los males. Luchó por la autonomía universitaria y protestó cuando la consideró golpea-da (Movimiento contra el doctor Ignacio Vélez). Lu-chó por acabar con las formas de gobierno vigentes en la Universidad y crear nuevos espacios con su participación por libre elección (cogobierno) Protes-tó contra la bota militar en los predios universitarios y contra rectores autoritarios y policías.

Como profesores, esa generación peleó por reivindi-caciones del gremio profesoral, dentro de la Asociación de Profesores que acaba de cumplir cuarenta años de fundada, por la adecuada financiación de la universidad pública, por estatutos docentes concertados y discuti-dos, por aumentos salariales y cargas académicas.

Una mirada a las banderasHoy ya el imperialismo norteamericano se campea

con todo su poder por el mundo. El ideal socialis-ta se vino a pique. ¿Quién iba siquiera a imaginar que se derrumbaría el imperio ruso? La pobreza y la miseria y la concentración de capitales en pocas cuentas se incrementaron. ¿Por qué cabeza pasó el advenimiento del Neoliberalismo y la apertura económica decretada por el gobierno del presidente Gaviria y que de un plumazo sumió a todo el mundo en la miseria y acabó con la industria y el empleo? La lucha por abrir espacios de participación los abrió, pero esta conquista como que no interesa a las nuevas generaciones y ni siquiera es problema para ellas o es una actitud política no participar en estos espacios. En el consejo de Instituto de Química hace años no hay representante estudiantil. Hace poco se robaron y quemaron las urnas en las elecciones para representante estudiantil al Consejo Superior, y los votos que se lograron contar estaban todos en blan-co; total que no se ha podido elegir representante estudiantil. Es simpático que lo que para una gene-ración fue una conquista arrancada a sangre y lágri-mas, para la otra no importa, pero esto puede estar hablando de lo relativo que son las valoraciones de una generación y de otra.

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El destino de los líderesEn el transcurso de estos últimos treinta años la

generación del sesenta y cinco vio formar grandes líderes estudiantiles. ¿Qué se hicieron, a dónde han ido? Algunos harían parte de administraciones posteriores de la Universidad, incluyendo la actual del 2005. Otros murieron en la horrible noche del ochenta y siete. Uno muy importante presta hoy en día sus especializados servicios técnicos y políticos al Partido Liberal. Otro trabaja en la oposición al Gobierno Nacional. De muchos otros no se volvió a saber nada. De los que se quedaron como profe-sores la mayoría ya están jubilados y en este mo-mento muchos deben estar asoleando a sus nietos, sacando a orinar el perrito, o cantando en el coro de Asoprudea (Asociación de Profesores Jubilados de la Universidad de Antioquia, fundada por jubilados de la generación y para su propio recogimiento), es decir, disfrutan de la vida del retiro como cualquier jubilado del Estado, en completa paz. Otros ya pa-saron papeles porque no ven la hora de jubilarse, y si corrieron a hacerlo fue para que no los cogiera la recién aprobada reforma pensional del gobierno Uribe. Evitaban así no perder la mesada catorce que afectaría ostensiblemente el salario pensional.

Podría decirse, como conclusión, que la mayoría de aquellos fogosos muchachos siguieron el ciclo anunciado por el padre Camilo Torres, aquella tarde remota en que se parapetó en la mesa de la cafetería del recién creado Instituto de Estudios Generales, a cuyo ideal de profesio-nal culto y crítico debe la generación del sesenta y cinco lo que fue, lo que hizo, lo que hace y lo que es.

Lo igual, lo distinto y lo único del movimiento del 10 de febrero Los recientes acontecimientos del 10 de febrero

de 2.005 se inician en el marco de las protestas con-tra el Tratado de Libre Comercio, TLC, se presentan enfrentamientos con la Policía y posteriormente ocurre una explosión que produce heridos graves y ocho días después dos estudiantes de la Nacional muertas. El movimiento se convierte en un movi-miento de solidaridad con los presos y los heridos, que paraliza la Universidad desde ese día. Esto es lo igual de este movimiento con los movimientos de los últimos treinta años en la Universidad; y lo distinto de este movimiento es que, por primera vez en estos últimos treinta años, los heridos y los muertos y aún los detenidos no son resultado de los enfrentamientos directos con la fuerza pública: son

consecuencia de la explosión ocurrida en el interior de la Universidad.

Pero lo único y sui géneris de los acontecimien-tos del 10 de febrero y que puede estar hablando de una nueva cultura en los movimientos es que, por primera vez en estos últimos treinta años, una ma-nifestación pública de estudiantes, acompañada de la fuerza pública con antimotín incluido, no termina en enfrentamientos. A la generación del sesenta y cinco le tocó incluso recibir clases con el Ejército al interior de la ciudad universitaria y con soldados custodiando la entrada a los salones.

Finalmente el viernes 20 de mayo, hacia las tres de la tarde, la asamblea multitudinaria de estudiantes, que había empezado en las horas de la mañana, abandona el Teatro Camilo Torres con la anormalidad levantada. En pocos minutos la UdeA volvió a ser lo de siempre: un reguero de muchachos y muchachas sentados en las gradas de las plazoletas, en el suelo de cemento y en las sillas de las cafeterías. Hacia las cuatro de la tarde irrumpió el concierto de guitarras que se prolon-gó hasta entrada la noche bajo una carpa de hule rojo patrocinada por Pilsen Cervunión. La U recuperaba la normalidad perdida desde el diez del segundo mes.

El ayer desde hoyMirando desde hoy el ayer es como si la historia di-

reccionada por los más poderosos del Planeta, siempre impusiera su aplastante pezuña, sin importarle nada ni nadie. Es como si a la larga las luchas políticas contra los poderes económicos y políticos se perdieran o rin-dieran muy poco dividendo. Es como si todo transcu-rriera como afirma la frase del escritor Saramago:

La realidad es como es no como uno quiere que sea.Si uno analiza la evolución del mundo desde

aquella época hasta nuestros días puede concluir que, en su conjunto, el mundo sí ha cambiado pero ha cambiado para mal e independientemente del de-seo individual y de las luchas colectivas y generacio-nales. Hoy hay mayor desempleo, hambre y miseria, más dolor en el mundo, se han deteriorado más la salud y los sistemas de salud con la Ley 100. El Planeta en su conjunto está más contaminado y pa-rece que ya lo enloquecimos: veranos más extremos, inviernos más rigurosos, inesperados fenómenos como el tsunami. Hoy más que antes es más fuerte la sensación de impotencia ante la avasalladora fuer-za de los poderes económicos y políticos mundiales.

El devenir de una generación

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Desde un lugar de la vidaDesde un lugar de la vida donde no están presentes

las exuberantes hormonas de la juventud que hacen sen-tir, creer, pensar a quien las posee que se puede cam-biar el mundo y que lo que se siente por esa hermosa muchacha que marcha al lado tiene visos de eternidad. Desde la atalaya de la vida en que otras hormonas permiten entender que hasta el amor es fugaz, se pue-de plantear algunas inquietudes: ¿Tiene realmente la universidad pública, y más paralizada, la fuerza política para contener semejantes avalanchas de la historia?

La Universidad de Antioquia es una institución muy frágil y cualquiera puede paralizarla. Es tan vulnerable como un adolescente enamorado. Contrariamente a lo que muchos piensan, el verdadero poder de la Univer-sidad, demostrado en los últimos años, lo ha consegui-do no a través de la actividad política sino por el arduo camino de la excelencia académica e investigativa, reemprendido desde el año ochenta y cuatro.

¿Se justifica que paralice la Universidad cada ge-neración de muchachos y muchachas que llega con renovado ímpetu hormonal a formarse y a alcanzar la plena madurez humana y profesional antes de continuar a su destino final?

¿Se justifica tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta sangre humana derramada, tanto daño ocasionado a la Universidad Pública y a tantas generaciones de es-tudiantes de la ciudad y de otras partes, los desplaza-dos de los movimientos estudiantiles, que tienen que abandonarla en las parálisis, conseguirse un trabajo o regresar a sus lugares de origen sin haber podido culminar el sueño de poder decir algún día, a boca llena: soy egresado de la de Antioquia?

En la sola Facultad de Ciencias Exactas y Naturales la mortandad académica estudiantil en tiempos nor-males es actualmente del cuarenta y cinco por ciento y en épocas de crisis este valor se dispara, y en toda la Universidad aumenta, debido a la deserción pero nadie, que se sepa, la ha cuantificado.

Aunque cada generación emprende sus propias lu-chas y escoge sus propias banderas, ¿no será posible llevarlas a cabo sin que toda lucha conduzca irremedia-ble e inexorablemente a la parálisis de la Universidad?

¿En estos tiempos del Neoliberalismo Económico y de privatización de las empresas del Estado, hasta cuando podrá resistir y ser sostenible este proyecto social, científico y cultural llamado Universidad de Antioquia, frecuentemente paralizada?

¿Tendrá que educar la misma Universidad a las su-

cesivas generaciones, en la cultura de La Universidad Funcionando a pesar del conflicto social y político del momento?

¿No es un absurdo, una contradicción ontológica, corear la defensa de la Universidad Pública y propi-ciar la parálisis?

Hoy más que nunca se debe tomar como un principio filosófico, político, religioso, humanitario, democrático, o como se le quiera calificar:

La Universidad funcionando por el bien de todos.Una nueva consigna en las marchas debería ser:

Viva la U....Viva la U...no la dejes pa-ra-li-zar¿Hasta cuando seguiremos encarnando la frase

del poeta T.S. Eliot, en su obra: Tierra baldía?No sabemos mucho del futuro

Excepto que generación tras generación Las mismas cosas se repiten una y otra vez.

Y mientras aprendemos a manejar los conflictos sin que la Universidad se debilite, ponemos en peligro la validez del proyecto social, científico y cultural más grande de Antioquia en toda su histo-ria y único lugar en el que todo se permite pensar y al que los menos favorecidos de la fortuna todavía pueden ingresar, pero del que muchos también tie-nen que partir durante las parálisis.

La Universidad de Antioquia es una institución muy frágil y cualquiera puede

paralizarla. Es tan vulnerable como un adolescente enamorado. Contrariamente

a lo que muchos piensan, el verdadero poder de la Universidad, demostrado en los últimos años, lo ha conseguido no a través de la actividad política sino

por el arduo camino de la excelencia académica e investigativa, reemprendido

desde el año ochenta y cuatro.

Nota: Para detalles y ambiente social y político de los movimientos de los últimos treinta años, ver el libro: Universidad de Antioquia. Historia y presencia, coordinado por la profesora María Teresa Uribe de Hincapié.

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Efectos de la Ley 100 sobre la institucionalidad de la salud en Colombia*

PorRubén Darío Gómez Arias

Profesor Facultad Nacional de Salud Pública Universidad de Antioquia

La ley 100 no es más que una de las expresiones de la política pública que afecta la salud.

Aunque la noción de política pública es todavía objeto de controversia entre los expertos, los enfo-ques predominantes en la literatura técnica han sido el producto de una corriente institucionalista herede-ra de la revolución francesa y la ideología liberal, que cree en el Estado como instancia de concertación de los asuntos públicos y como espacio apropiado para el contrato social. La corriente institucionalista define las políticas públicas como las grandes decisiones que el Estado impone al colectivo en relación con un asunto público y que se expresan en la asignación de los recursos. Pese a su difusión y aceptación, este enfoque tiene problemas para dar cuenta de la realidad, pues las grandes decisiones que definen los asuntos públicos no siempre se encuentran de forma explícita en las acciones del Estado y con frecuencia son impuestas por actores privados, directamente o a través del Estado.

Miremos ahora en qué consiste analizar una polí-tica pública. Cuando uno quiere analizar una política pública debe tener en cuenta que estas se expresan por lo menos en cuatro dimensiones: a) en la nor-matividad jurídica (Constitución, leyes, decretos, ordenanzas y acuerdos); b) en los planes, programas y proyectos; c) en los contratos establecidos por el

Si nos centramos sólo en la Ley 100 de 1993, quedamos atrapados en

sus elementos formales y perdemos de vista otros elementos de la política

que influyen aún más en la salud; este enfoque nos haría pensar, erróneamente, que basta con

modificarla para resolver muchos de los problemas que afectan la salud

de la gente, sostiene el investigador del Grupo de Epidemiología, quien, en cambio, enfoca su análisis en la

institucionalidad, la respuesta social y las características de los efectos que

la racionalidad de la actual política sanitaria de Colombia imponen a la respuesta social. “Una racionalidad

perversa –en su concepto–, que constituye un excelente negocio para los inversionistas, pero no resuelve los

problemas públicos en salud”.

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Estado para enfrentar problemas públicos y d) en los cambios de comportamiento que se incorporan en la población en calidad de norma de conducta frente a un asunto público.

Estas expresiones de la política son complemen-tarias y determinan el éxito de la norma frente al problema público que pretenden resolver. En este sentido, explicar una política pública es algo más que analizar un documento legal. Walt propone que al considerar una política, el analista debe dar cuenta por lo menos de cuatro aspectos íntimamente rela-cionados entre sí: a) el contenido de la política, b) el contexto en que ésta se formula, c) los actores interesados e invo-lucrados en el problema y en su solución y d) el proceso impli-cado en la formulación y puesta en marcha de la directriz. Según la autora, este proceso, más que técnico, es siempre un proceso político, en el sentido en que se refiere al ejercicio del poder para modificar la voluntad de otros. Los expertos insisten también en que las políticas responden más a intereses de grupos específicos que a una racionalidad científica, y que la clave para comprender una política pública radica en la identificación y valoración de los intereses que la promueven y respaldan.

Precisemos ahora la noción de institucionalidad. La “institucio-nalidad” no se agota en la estructura del Estado, pues en un sentido amplio se refiere a un sistema relativamente estable de vínculos y relacio-nes entre los miembros de una sociedad, que com-prometen también la cotidianidad y que en el caso de la salud configura la respuesta de la sociedad a sus problemas prioritarios. Una sociedad desarrolla múltiples mecanismos para enfrentar sus problemas. El Estado, la gestión de las políticas públicas, los sis-temas de prestación de servicios y los mecanismos de participación social son algunas de las expresio-nes de la institucionalidad. Las instituciones sociales pueden ser muy complejas y cambiantes y si quere-mos hacer un buen análisis debemos estar dispues-tos a reconocer y dar cuenta de estos cambios.

En relación con la institucionalidad, el Estado jue-ga un papel prioritario que no puede desconocerse

en los análisis de políticas públicas; sin embargo, es necesario considerar que su estructura y su función han sido objeto de cambios sustanciales a lo largo de la historia. El Estado colombiano de hoy no es el mismo de hace 20 años.

En principio, el papel del Estado ha sido desde sus orígenes, mantener y reproducir el control de los grupos dominantes sobre los agentes produc-tores de riqueza. Es muy importante reconocer que el Estado es en esencia un aparato político al servicio del poder; aunque algunos enfoques se empeñen en verlo como un ente supranatural, neu-

tral, conformado por personas y estructuras sin ningún interés y guiado sólo por los principios filosóficos del bien común. En diferentes momentos el Estado ha desempeñado otras funciones que varían con el grupo que está en el poder. Desde la Revolu-ción Francesa, por ejemplo, el Estado moderno ha pretendido mantener un orden basado en lo que los dueños del capital consideran que son deberes y derechos de los ciudadanos: ac-tuar libremente en el mercado, garantizar que haya mano de obra disponible, garantizar que haya consumidores, garantizar que el inversionista conserve su

propiedad..., etc. Uno de los mecanismos utilizados por el Estado para cumplir con las funciones que se le asignan es la gestión de las políticas públicas.

Habiendo precisado el punto de partida de esta pre-sentación podemos entrar en materia.

La política colombiana en materia de salud

1. Aspectos formales de la políticaEl análisis de los diferentes aspectos involucrados

en una política puede ser complejo, sin embargo esta tarea puede facilitarse si el analista comienza por los aspectos formales de la norma, pues estos son más explícitos y evidentes. En este punto sí es muy importante revisar los contenidos formales de la Ley 100 y sus decretos reglamentarios. For-malmente la política sanitaria desarrollada por el gobierno colombiano desde la década de los 90, tiene como objetivo mejorar la equidad y extender la

La fragmentación de los agentes y de los procesos es una de las características más notorias de

la política sanitaria en Colombia; esta condición es especialmente importante en tres lineamientos

de la política que con frecuencia son también el núcleo de

profundas incoherencias al interior de la norma: la separación de competencias, la segmentación

de la clientela y la diferenciación de los paquetes.

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cobertura, facilitando el acceso a la atención médica y desarrollar mecanismos para atender a los pobres. Esta política se fundamenta en los siguientes princi-pios:

• La competencia regulada de los agentes esta-tales y privados que participan en el sistema. Una competencia que debe darse para mejorar la calidad, reducir los costos y lograr la satisfacción de los usua-rios, en el marco de una regulación estatal.

• El pluralismo estructurado, desarrollado por Frenk y Londoño; más que un modelo para explicar la compleja situación sanitaria de una población, este planteamiento es una propuesta organizativa de los recursos basada en cuatro funciones:

–La modulación estatal de las reglas de juego en-tre la gente y las instituciones.

–La articulación de las transacciones entre los miembros de la población, las instituciones, las agencias financieras y los prestadores de servicios, con el fin de facilitar el flujo de los recursos hacia la producción y consumo de los servicios.

–La búsqueda de fuentes alternativas de financia-ción y

–La organización de la oferta con criterios de mer-cado.

Los análisis formales suelen ser muy pobres si uno se queda en la descripción fenomenológica de la ley o el decreto, pero constituyen un buen punto de referencia para la contratación de otros análisis.

2. El contexto de la políticaMuchas políticas no son más que el producto de

cambios en el contexto socioeconómico y sólo se entienden a la luz de estos procesos. Por eso es im-portante analizar el contexto en que se desarrolló la política sanitaria del país.

En Colombia, la reforma sanitaria es una política de segunda generación subordinada a la política eco-nómica (reforma de primera generación). La historia de este proceso es larga pero vamos a retomarla sólo desde la posguerra europea. En una Europa destrui-da por la guerra, sin vías, sin comunicaciones, sin infraestructura para la producción, habitada por una población en la miseria y sin capacidad adquisitiva, sumida en una crisis social y económica de una mag-nitud enorme, el Estado sale en ayuda del mercado: en cumplimiento del plan Marshal, el Estado euro-peo invierte en servicios para la gente y mejora su capacidad de consumo; canaliza la inversión social

hacia la infraestructura y eso también le conviene al mercado. Este modelo europeo es lo que los analis-tas denominan “Estado de bienestar”. Los estados de bienestar constituyen un momento importante en la historia del capitalismo; en contra de lo que podría pensarse, el papel protagónico del Estado frente a las necesidades sociales no respondía a la generosidad del capitalismo sino a su necesidad de sobrevivir a una de sus continuas crisis. El mecanismo reactiva-dor funcionó por varios años. Pero el mercado siem-pre busca nuevas fuentes de enriquecimiento, y a mediados de los 80 encontró en los servicios públi-cos un área inexplotada. Pero los servicios públicos eran ofrecidos por el Estado bienestarista que tenía el monopolio de escuelas, hospitales, hidroeléctricas y acueductos. Un Estado que ya había cumplido su función estabilizadora, se convierte ahora más en un obstáculo que en un mecanismo útil. Desde la escuela de Chicago, Milton Friedman la emprende contra el Estado, desacredita su eficiencia, y cues-tiona su honestidad para manejar bienes y servicios; propone en cambio que el mercado es mucho más eficiente para resolver las demandas de la gente y que debe promoverse la iniciativa privada. Los bene-ficiarios directos de los planteamientos de Friedman son los dueños del capital y los grandes inversionis-tas que están a la espera de los futuros contratos y negocios en comunicaciones, educación y salud. Con el respaldo de estos grupos, el modelo neoli-beral se expande rápidamente y genera una serie de “reformas” dirigidas a facilitar la internacionalización y libre flujo de los capitales, la expansión de los inversionistas al ámbito del mercado de servicios, el desmonte de controles nacionales mediante el debilitamiento de los estados periféricos, el cambio de la cooperación internacional por el empréstito y la reducción del gasto público que ahora se reorienta al pago de la deuda.

Reformas de primera generación (socioeconómicas) Las primeras políticas de la reforma socioeconó-

mica se orientaron a la liberalización de capitales, la transformación de la cooperación internacional en el negocio de los empréstitos y la reducción del Estado en los países periféricos. En realidad no es correcto decir que el modelo neoliberal se propone debilitar el Estado. Es comprensible que el mercado y los inversionistas necesitan sacudirse los controles estatales; de ahí que apoyen el debilitamiento de los

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estados en la periferia; pero la liberalización de los mercados implica riesgos que los grandes inversio-nistas mundiales no van a correr sin el respaldo de estados fuertes en el núcleo. El mercado no puede prescindir completamente del Estado y sus aparatos, pues requiere de ellos para poner en marcha sus políticas; un ejemplo típico de ello es el papel nu-clear que jugó el Ejecutivo en la transformación de la política sanitaria colombiana, como veremos más adelante.

En América Latina las reformas socioeconómi-cas se propusieron a mediados de los 80 como la solución para superar las condiciones de pobreza. Paradójicamente los estudios sobre el desarrollo social y económico de América Latina muestran que el modelo fracasa sistemáticamente. En concepto de Stiglitz, (1) las reformas aumentaron la exposición de los países al riesgo sin acrecentar su capacidad para enfrentarlos; las reformas macroeconómicas han sido desequilibradas pues se centraron en la inflación y prestaron poca atención al desempleo y el crecimiento, y las reformas impulsaron la priva-tización y el desarrollo de sistemas privados, pero dieron escasa importancia al desarrollo del sistema público. El informe del Banco Mundial de 2.000 reconoce que en esta materia Colombia ha regre-sado al nivel de 1.988 (World Bank Group) y no es gratuito que recrudezcan la violencia, el crimen y los desplazamientos forzados; para 2.004 el mismo Banco Mundial estimaba que el 10% de la población más rica obtiene el 46.5% del ingreso total del país mientras el 20% más pobre sólo tiene el 2.7% (BAN-CO MUNDIAL, mayo 12 de 2.004).

Las reformas de segunda generación Las reformas de segunda generación se refieren

al sector social y sus servicios. En relación con los sistemas de servicios de salud, las reformas se origi-nan en dos frentes ideológicos diferentes. Desde los años 80, la Organización Panamericana de la Salud impulsó en América Latina la descentralización de los servicios como una estrategia para flexibilizarlos y acercarlos a las necesidades de las comunidades. (2) Paralelamente, la escuela de Chicago, asumía que los sistemas instalados en los estados de bienestar eran ineficientes y que los modelos de mercado resuelven mejor los problemas públicos y promo-vía otro enfoque; en vista de la ineficiencia de los servicios a cargo del Estado proponía desmontar su monopolio y sustituirla por servicios privados. En

Colombia este principio hizo carrera y la justificación de la reforma sanitaria en la ineficiencia del Sistema Nacional de Salud es un lugar común entre los ana-listas. (3) Varios análisis de la época coinciden en mostrar las fallas del viejo Sistema Nacional de Sa-lud; lo más posible, sin embargo, (como lo demostró posteriormente el desarrollo del modelo) es que la verdadera justificación de la reforma se apoyara más en los intereses económicos en juego que en la in-tención de mejorar la salud pública.

3. Intereses en la reforma Más que un proceso técnico, la reforma sanitaria

colombiana es producto de un movimiento global que, en el campo de la salud, refleja los intereses económicos de los inversionistas nacionales e inter-nacionales en el mercado de los servicios sanitarios. Desde este punto de vista la reforma es un proceso político que responde a intereses económicos en controlar el negocio de los servicios médicos. En nuestro país, la reforma sanitaria fue impulsada por el gobierno de Gaviria, en seguimiento de las polí-ticas del Banco Mundial y con el apoyo de la élite económica del país.

4. El proceso de la reformaEn Colombia, la gestión de la política nacional fren-

te a la salud fue propuesta desde la élite política en el gobierno, con base en estrategias y principios muy similares a los que aplicaron la reforma de primera ge-

Estimulados por el principio de utilidad financiera, que es en el fondo

el verdadero principio filosófico que mueve el sistema, las administradoras

incursionaron en el negocio de la prestación de los servicios y mediante

un hábil manejo de la integración vertical instalaron sus propios

servicios de salud desde donde realizan las actividades de mayor

rentabilidad y contratan con las otras agencias los servicios donde la tasa

interna de retorno es menor.

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neración, y con poca participación de otras agencias. (4)

La Ley 100 de 1.993 es expresión concreta de una tendencia internacional en el campo de la re-forma de la seguridad social, que estuvo expuesta a un contexto particular y que sucede a un complejo proceso de reforma política donde se habían dado ya otros momentos cruciales: “La descentralización de la administración pública y la transferencia de responsabilidades y recursos a los municipios; la descentralización de las instituciones de salud (Ley 10 de 1.990); la Asamblea Nacional Constituyente (Enero–Junio de 1991); la Comisión de Seguridad Social establecida por la nueva Constitución para definir los puntos básicos de un proyecto de seguri-dad social (Julio–Diciembre de 1991); la formulación del proyecto de reforma (1992); el debate en el Congreso con sus diferentes etapas: comisiones, se-siones plenarias, y el proceso de conciliación (1993); la redacción de la entidad regulatoria de la reforma (Enero–Agosto de 1.994); los decretos de transición (1.995) y el proceso de implementación”. (5)

En este contexto, el Gobierno se propuso varias estrategias dirigidas a promover la reforma, que al-gunos investigadores han agrupado en tres: (4)

• Formular nuevos esquemas de relación• Promover la creación de nuevos actores en el

sector• Transformar los viejos actores. Al igual que en otros países de América Latina, el

proceso en Colombia estuvo a cargo de un “equipo de cambio” reclutado por el gobierno, técnicamen-te competente en economía, con fuertes vínculos verticales con oficiales de alto rango en el Gobierno y con vínculos horizontales entre sí y con otros nú-cleos decisores de la política económica (el Ministe-rio de Hacienda y Planeación Nacional). Desde esta perspectiva el hecho de que el Ministerio de Salud se haya entregado a un economista no responde a un capricho del Presidente. Tampoco lo es que los altos cargos de dirección del sistema a nivel nacio-nal, departamental y municipal se hayan entregado a profesionales con más interés en las finanzas que en salud pública. Desde la Universidad de Harvard, González y Bossert han estudiado los procesos de reforma en México, Colombia y Chile, encontrando grandes semejanzas entre ellos; específicamente en el caso de Colombia, los investigadores han destacado el papel de este pequeño grupo para liderar la reforma en salud en el país. De acuerdo con su investigación, este grupo estaba constituido por jóvenes que ha-bían participado en reformas económicas de primera generación y que eran ajenos al sector de la salud pública, cuyo éxito estuvo relacionado con varios factores: a) su capacidad para desarrollar argumen-tos técnicos que dieran a la reforma un soporte de datos confiables y creíbles; b) su gran capacidad de cabildeo ante el Congreso y las élites económicas que veían en la reforma una jugosa fuente de utili-dades y c) su aislamiento durante la etapa de for-mulación de las políticas, para que pudiera generar un paquete único y coherente.(4) “El aislamiento fue en parte por la premura del tiempo, pero tam-bién fue una estrategia deliberada dirigida a retener el control sobre la reforma” (5), aislar a grupos de interés adverso y limitar la influencia de actores que se oponían a la propuesta.(6) Sin embargo, duran-te la implementación de la reforma fue necesario involucrar otros sectores que inicialmente tuvieron menor capacidad de influencia. Al hacer énfasis en la regulación, los gestores de la reforma tanto en Chile como en Colombia suponían que los actores nuevos y las nuevas reglas del juego para el sector iban a forzar un cambio en la institucionalidad, sin necesi-dad de una confrontación directa en este campo; la reestructuración de las instituciones estatales corres-pondería a una segunda fase. (7). Hay que reconocer

En la racionalidad del administrador, si el servicio no es una obligación

expresamente citada en la ley no se brinda al usuario, aunque de acuerdo con el criterio médico el servicio sea

indispensable para la vida. La gran contradicción de este lineamiento

radica en su profunda inequidad pues siendo precisamente los más pobres

quienes mayor necesidad tienen de ayuda, reciben un paquete más

restringido.

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que acertaron en su estrategia y que la regulación desencadenó otros cambios, mucho más profundos, sobre la respuesta social. En la práctica durante la implementación, el debilitamiento de los hospitales y de la capacidad rectora de los organismos estatales de salud no sólo hacen más fácil su reestructuración sino que se esgrime como argumento para liquidar-los, fusionarlos o reformarlos.

Durante la implementación, las instituciones pri-vadas también cambiaron y refinaron notablemente su capacidad para obtener utilidades. En poco tiem-po las aseguradoras se consolidaron como uno de los sectores económicos de mayor desarrollo, forta-lecieron su poder financiero, traspasaron su negocio inicial e incursionaron en la prestación directa de los servicios con lo que mejoraban sus ganancias. Diez años después de la reforma se han convertido en el poder hegemónico del sistema. Una vez aprobada la ley, la fase de implementación de la política ha estado dominada por las EPS que en poco tiempo controlaron los recursos financieros y tienen en la actualidad un poder enorme sobre los demás actores y sobre el mismo gobierno. El poder político de las aseguradoras depende de su poder financiero y sus vínculos con las élites políticas y económicas del país. Los investigadores consideran que “fuera del Congreso existen otros grupos que intervienen en el proceso de desarrollo de políticas tales como asocia-ciones de productores, sindicatos, institutos priva-dos de investigación, los medios, y grupos particula-res que son afectados por decisiones sobre políticas. Aunque todos tienen cierto grado de influencia en ciertas etapas del proceso, son más vulnerables a la agenda del Estado por su falta de representación, la fragmentación en su interacción con los funcionarios públicos, y los mecanismos deficientes para afectar la formulación de políticas”. (8)

Las organizaciones sociales han cambiado a lo largo de la historia. A decir verdad, la participación social en el viejo Sistema Nacional de Salud, nunca pasó (con honrosas excepciones) de una presencia instrumentalizada en comités institucionales con poca capacidad para incidir en las decisiones públi-cas. Es posible afirmar entonces que los usuarios han jugado un papel muy pobre en la formulación e implantación de la reforma; fuera de la acción de tutela y la movilización popular, los usuarios tienen muy pocos mecanismos efectivos para influenciar la política pública; no existe un defensor del enfermo y muchos de ellos no tienen la suficiente información

sobre sus derechos. (9)En cada una de las etapas que ha recorrido la for-

mulación y puesta en marcha de la política, hubo un juego particular de intereses que se ha incorporado a la normatividad de manera explícita o implícita. Las tensiones dieron origen a dos tendencias: los grupos promercado, defensores del modelo neolibe-ral, y los grupos estatistas, defensores de un Estado Social fuerte y activo en el campo de lo público; las controversias más marcadas se dieron acerca de las ideas de solidaridad y eficiencia, y los roles del Esta-do y el mercado. Los intereses no sólo exigían que la ley incluyera explícitamente una frase, como que no la incluyera o la dejara insinuada. Los grupos pro-mercado sustentaron su influencia en su cohesión interna, su competencia técnica en microeconomía y finanzas, los vínculos verticales y horizontales con los núcleos de poder del gobierno y las élites econó-micas, y el apoyo de agencias internacionales como el Banco Mundial y la Universidad de Harvard, el acceso a información crítica que manejaron a discre-ción, y el control selectivo sobre la participación de otros grupos.(3) (10). La argumentación económica se constituyó en un mecanismo que limitaba de hecho la participación de otros actores. (11) Por su parte, los grupos proestatistas, muy débiles durante el período de formulación de la política y sin respal-do político ni internacional, han actuado de manera desarticulada, y su poder para influenciar la política se ha relacionado más con la capacidad de movilizar

Gran parte de las acciones de promoción y prevención que se

realizan en el país son ejecutadas por el sector privado con base en contratos que poco o nada tienen que ver con un plan territorial de salud. Por su parte, las agencias privadas realizan sus planes con

un criterio de utilidad institucional cuya relación con los planes

gubernamentales está mediada por la conveniencia particular.

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a los gremios afectados y a la opinión pública. Por diferentes razones, las universidades colombianas y sus académicos han tenido en este proceso un papel muy pobre.

Cambios en la respuesta socialLos cambios que la reforma ha introducido en

la respuesta social frente a la salud, son también muy complejos. Yo me voy a detener sólo en al-gunos aspectos:

1. La fragmentación de las estructuras y los proce-sos del sistema.

2. La desinstalación del sistema de información. 3. La desarticulación del sistema de planeación.4. El deterioro en la calidad de los servicios.5. La tergiversación del principio de eficiencia.6. La desintegración de los sistemas populares. 7. La reinterpretación de los valores y principios

de la atención médica.

1. Fragmentación de las estructuras y los procesos del sistemaLa reforma ha fragmentado profundamente el siste-

ma de atención sanitaria. Antes de la reforma política, el prestador del servicio era responsable de controlar el problema de salud integrando las acciones de preven-ción, diagnóstico, tratamiento y control de los determi-nantes en la comunidad. En contraste con lo anterior, la fragmentación de los agentes y de los procesos es una de las características más notorias de la política sanitaria en Colombia; esta condición es especialmen-te importante en tres lineamientos de la política que con frecuencia son también el núcleo de profundas incoherencias al interior de la norma: la separación de competencias, la segmentación de la clientela y la dife-renciación de los paquetes.

•Separación de competencias. La separación de pagadores, proveedores y reguladores se propuso con la idea de que las administradoras privadas hi-cieran una mejor administración de los recursos de la que hacía el viejo Sistema Nacional de Salud, y se encargarían específicamente de asegurar los riesgos y hacer una gestión eficiente de los recursos. Por su parte, los prestadores debían dedicarse a atender los enfermos con la máxima eficiencia y calidad, y los entes territoriales, exentos del engorroso trámite de la administración podían encargarse de controlar el sistema. En la práctica ninguna de estas premisas

se cumple. Estimulados por el principio de utilidad financiera, que es en el fondo el verdadero principio filosófico que mueve el sistema, las administradoras incursionaron en el negocio de la prestación de los servicios y mediante un hábil manejo de la inte-gración vertical instalaron sus propios servicios de salud desde donde realizan las actividades de mayor rentabilidad y contratan con las otras agencias los servicios donde la tasa interna de retorno es menor; este caso ilustra una forma muy especial de concebir la eficiencia para beneficio de la empresa pero no del sistema. Por su parte, las instituciones que prestan servicios de salud, públicas y privadas, se mueven en función de sus contratos, de sus facturas y de sus descuentos por pronto pago; esta es la atmós-fera que ahora se respira en los hospitales donde los médicos se limitan a prestar aquellos servicios que puedan facturar de acuerdo con el contrato. Los entes territoriales, a quienes la Constitución y la Ley les asignan la función de garantizar la salud, están también atrapados en un sistema donde no tienen ningún poder efectivo sobre las transacciones que hacen los administradores con los prestadores. Los entes territoriales argumentan que no tienen ni mecanismos ni recursos para realizar un control efectivo y menos para sancionar las anomalías. A esta condición debe sumársele el bajo perfil que los últimos gobiernos nacionales y regionales han dado al Ministerio de Salud, reduciéndolo a la condición de viceministerio y a las direcciones de los entes te-rritoriales. La capacidad técnica y política del Estado

Un indicador de la calidad del servicio proviene de los reclamos de los usuarios. En este sentido,

las acciones de tutela también son un indicador de la calidad.

Entre 1.999 y junio de 2.002 se resolvieron más de 500.000 tutelas y la cuarta parte de ellas

se interpuso para reclamar servicios de salud.

Efectos de la Ley 100 sobre la institucionalidad de la salud en Colombia*

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para orientar la salud pública se ha deteriorado nota-blemente. Mucho de la memoria técnica en gestión de proyectos de salud pública se perdió después de la reforma, como lo sugieren los estudios de Arbe-láez y de Kroeger sobre el control de la tuberculosis y la malaria respectivamente.

•Segmentación de la clientela. La segmentación de la clientela es otra de las características del mo-delo, que fragmenta la población según su capacidad de pago en tres regímenes: contributivo, subsidiado y no asegurado. Se necesita hacerse el de la vista gorda para no percibir la profunda contradicción entre esta segmentación y los principios de universa-lidad e integralidad que defiende la misma ley. No se puede seguir afirmando que las directrices de la po-lítica son la universalidad, la integralidad, la equidad y la solidaridad, cuando la misma norma reconoce a unas personas un derecho y a otras no.

•Diferenciación de los paquetes de servicios. Algo similar debe decirse de la diferenciación de los paquetes de servicios (Plan Obligatorio de Salud –POS–; POS Subsidiado, POS Parcial y PAB) organi-zados por el sistema según la capacidad de pago del cliente. Esta es otra incoherencia que exige muchos malabares éticos para ajustar la práctica a los princi-pios. Quiero llamarles la atención sobre el término “obligatorio”, que en la práctica se ha convertido en plan mínimo. En la racionalidad del administrador, si el servicio no es una obligación expresamente citada en la ley no se brinda al usuario, aunque de acuerdo con el criterio médico el servicio sea indis-pensable para la vida. La gran contradicción de este lineamiento radica en su profunda inequidad pues siendo precisamente los más pobres quienes mayor necesidad tienen de ayuda, reciben un paquete más restringido.

Consecuencia: desintegración de las interven-ciones. La fragmentación de competencias, la seg-mentación de la clientela y la fragmentación de los paquetes de servicios, deterioran el ejercicio médico pues llevan a:

• La desintegración de las intervenciones de pre-vención, diagnóstico y tratamiento que pretenden controlar la enfermedad.

• La discontinuidad de los procesos asistenciales. • La desarticulación entre las actividades indivi-

duales y colectivas. En la actualidad, unos hacen el diagnóstico, otros

el tratamiento y otros la visita domiciliaria, y cada

uno debe limitarse a lo que diga el contrato. El al-bañil tuberculoso tiene quimioterapia mientras esté asegurado; cuando pierde el trabajo pierde el seguro y la droga. Los pacientes con VIH saben que, aún con tutela, un mes tienen tratamiento y el otro no. Para cualquier médico es muy difícil hacer un buen trabajo en estas condiciones y el perjudicado es el enfermo. Aunque la desintegración del sistema es uno de sus aspectos más notorios, paradójicamente ha sido poco documentada. Muchas veces el mismo paciente no está en condiciones para captar esto. En Colombia hay muchos estudios en relación con la reforma pero pocos en salud pública. Algunas inves-tigaciones, sin embargo, han puesto en evidencia la dinámica del deterioro.

Un estudio sobre el control de tuberculosis –TB– en la reforma, elaborado por la doctora Arbeláez y otros investigadores (12) de la Facultad Nacional de Salud Pública, encontraron un franco deterioro en las acciones de control de la tuberculosis reflejado en la disminución de dosis aplicadas de BCG, la reducción en la búsqueda de casos y en la identificación de contactos, las bajas tasas de curación, las altas pro-porciones de pérdida en el seguimiento, la ruptura entre las acciones individuales y colectivas de con-trol y la desintegración del sistema de información; el estudio concluye que la competencia regulada en Colombia ha mostrado un efecto negativo en el control de la tuberculosis debido a la dominancia de la racionalidad económica y al debilitamiento del liderazgo estatal.

El estudio sobre el control de la malaria realizado por Kroeger y colaboradores (13) encontró que va-rias de las deficiencias del viejo Sistema Nacional de Salud no han sido resueltas, mientras algunas de sus fortalezas como la capacidad instalada, la planeación y la supervisión de las actividades se han perdido en el nuevo modelo y que estos cambios han llevado no sólo a una reducción en las acciones de control sino también a un aumento de los casos de malaria. Los investigadores conceptúan que reconstruir el control de la malaria implicará en la actualidad un esfuerzo aún mayor que el que pudiera anticiparse hace unos años.

2. Deterioro del sistema de informaciónAntes de la reforma había en Colombia un sistema

de información que condicionaba la transferencia de recursos a la documentación de las variables críticas. Después de la reforma este sistema ha

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presentado un marcado deterioro. La información sobre mortalidad sale con cuatro años de retraso y en algunas regiones el subregistro puede superar el 10%. Desde 1.998 no hay registro de contactos en TB. El problema no es solo falta de información sobre aspectos críticos. Actualmente las agencias del sistema recogen un volumen enorme de información que nadie procesa; no existe un proceso definido para la utilización de las bases de datos del SISBEN y de los RIPS que se recopilan más en cumplimiento de un requisito que para la toma de decisiones. Más grave aún, las agencias estatales y privadas son muy celosas con información que puede comprometer su gestión y retienen la información crítica sobre el funcionamiento del sistema dándole un manejo con-fidencial. Este deterioro en el sistema de información no es un lamentable subproducto de la reforma, sino el reflejo del desinterés de los actores por evidencias que demuestren el resultado de la gestión.

3. La desarticulación del sistema de planeaciónLa política vigente durante el Sistema Nacional

de Salud se fundamentaba en el subsistema de planeación y condicionaba también el flujo de re-cursos al cumplimiento de los planes territoriales. Había una subordinación de los planes municipales al departamento y de estos a la Nación. El valor de la planeación ha cambiado mucho en los últimos años. Los inversionistas y en general el mercado li-beral responden mal a los límites que les impone la planificación; se sienten incómodos ante planes que les obligan al cumplimiento de metas; saben que en cualquier momento puede presentarse una oportu-nidad más rentable y que los planes centralizados pueden atraparlos en obligaciones que ya no son rentables. El mercado cree más en la flexibilidad de los proyectos que pueden elegirse por conveniencia o pueden liquidarse y abandonarse cuando dejan de ser rentables. Pese a los esfuerzos de algunos orga-nismos de control, los planes de los entes territoria-les han perdido mucho de su fuerza indicativa y se han convertido en nichos para incubar contratos con el sector privado. Gran parte de las acciones de pro-moción y prevención que se realizan en el país son ejecutadas por el sector privado con base en contra-tos que poco o nada tienen que ver con un plan te-rritorial de salud. Por su parte, las agencias privadas realizan sus planes con un criterio de utilidad institu-cional cuya relación con los planes gubernamentales

está mediada por la conveniencia particular.

4. Deterioro en la calidad de los serviciosOtro de los objetivos formales de la política sani-

taria es el mejoramiento de la calidad. En el campo de la salud, la evaluación de la calidad es un serio problema aún no resuelto; los expertos coinciden en que la calidad presenta dos dimensiones inde-pendientes: la calidad técnica, relacionada con las condiciones de seguridad, efectividad, eficiencia y oportunidad, y la calidad percibida, relacionada con las experiencias previas, los conocimientos, las acti-tudes y los valores culturales. La primera es relativa-mente más fácil de establecer.

Interesados por establecer el impacto de las re-formas sobre la calidad técnica, un estudio realizado por funcionarios de OPS en 14 países (14) evaluó cinco indicadores: la disponibilidad de medicamen-tos esenciales, la incidencia de infecciones intrahos-pitalarias, el porcentaje de pacientes a quienes se entrega un informe de alta, el porcentaje de hospita-les con comités activos de calidad y el porcentaje de establecimientos de primer nivel con comités activos de calidad. Aunque los investigadores no identifi-can los países, los hallazgos fueron desalentadores; sólo un país superaba la prueba. En relación con la calidad percibida, el problema es más serio y radica en la validez de los métodos utilizados; hacer una evaluación de la calidad percibida es algo más que hacer una encuesta de satisfacción; los investigado-res (14) estudiaron cinco indicadores: la posibilidad de que el usuario seleccione libremente el prestador, independientemente de su capacidad de pago, el porcentaje de instituciones con programas activos para mejorar el trato al usuario, el porcentaje de establecimientos con procedimientos específicos de orientación al usuario, el porcentaje de instituciones que exploran sistemáticamente la percepción de los usuarios, la existencia de comisiones de arbitraje y la satisfacción de los usuarios.

Podemos estar de acuerdo en lo difícil que es evaluar la calidad en salud. Pero un indicador de la calidad del servicio proviene de los reclamos de los usuarios. En este sentido, las acciones de tutela tam-bién son un indicador de la calidad. Entre 1.999 y junio de 2.002 se resolvieron más de 500.000 tutelas y la cuarta parte de ellas se interpuso para reclamar servicios de salud. Esta reclamación, que refleja la insatisfacción de los usuarios frente la calidad del servicio de salud es vista por las administradoras

Efectos de la Ley 100 sobre la institucionalidad de la salud en Colombia*

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como una amenaza para sus ingresos. En una de-claración de diciembre de 2.004, la directora de la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social consideraba que el 62% de las tutelas en Colombia se refieren a la seguridad social y son un peligro para el equilibrio financiero del sistema.

5. Reinterpretación del principio de eficiencia Uno de los argumentos más socorridos para im-

pulsar la reforma sanitaria fue la ineficiencia del viejo Sistema Nacional de Salud. En honor a la verdad, muchas de las críticas fueron perfectamente válidas y reflejaban bien la dinámica de un sistema que en sus 15 años de existencia tuvo muchos aciertos y muchos errores. En relación con la eficiencia es im-portante tener en cuenta tres situaciones:

La reforma ha tenido mucho más dinero, sin mos-trar mejores resultados. Efectivamente, nunca hubo en Colombia tanto dinero para salud; en 10 años el PIB destinado a salud ha aumentado de 1,7% a 9%, y el sistema dispone ahora de cuatro veces más dinero que antes de la reforma. Pocos países en América Latina invierten tanto dinero en salud, y sin embargo los indicadores de salud de la gente no muestran mejoría. El indicador de cobertura con aseguramien-to es engañoso; no refleja un beneficio real para la población; un seguro no es un bien por sí mismo; un seguro sirve si me protege del daño o me atiende cuando se me presenta la inevitable contingencia; afir-mar que el aseguramiento pasó del 20% al 54% sólo indica que antes se cobraba cotización al 20% de la población y hoy el negocio ha mejorado notablemen-te. El aseguramiento no refleja la atención efectiva a los usuarios. De acuerdo con Ascofame, la atención en salud sólo llega al 54% de los colombianos (Asco-fame, agosto 24 de 2.005).

Aunque en teoría el término eficiencia se asume como un tecnicismo, en la práctica es un concepto muy contaminado ideológicamente, y en la política sanitaria de Colombia se ha convertido en una he-rramienta de las administradoras para aumentar su rentabilidad institucional. Cuando las asegurado-ras contratan por volumen, solicitan descuentos o contratan a destajo, están aumentando sus utilida-des, pero a costa del esfuerzo de los prestadores y trabajadores de la salud. Es una eficiencia ficticia...Otros hacen el esfuerzo para ellas, pero este aho-rro no revierte en el beneficio del sistema. Este es un manejo muy amañado del término que escon-

de la inutilidad de la intermediación y justifica la subcontratación. La política sanitaria colombiana incentiva la subcontratación entre diferentes inter-mediarios generando una cadena de “costos agre-gados” que no necesariamente están respaldadas en un valor agregado. Yo me pregunto, ¿en qué consiste el servicio que cobra una aseguradora cuando subcontrata por capitación y responsabi-liza del riesgo a la institución hospitalaria? En esta cadena de intermediaciones gran parte del dinero no llega al usuario. De acuerdo con el reporte de Planeación Nacional en septiembre de 2.004, de 25 billones de pesos destinados por el Estado a los subsidios, 9 billones no llegan a la población más pobre.

Otro uso amañado del término eficiencia se rela-ciona con la contención de costos. La eficiencia pue-de relacionarse con la contención de costos, pero no puede hacerlo a expensa de costos de operación que reflejan la obligación de la empresa frente a los dere-chos de los usuarios.

La eficiencia del sistema debe valorarse también en función de la corrupción. La encuesta de Confe-cámaras de agosto 4 de 2.001 estimaba que la co-rrupción en la contratación en salud asciende anual-mente a 10-13%, equivalente a 250.000 millones de pesos y el Ministro de Protección Social considera que la corrupción es el principal problema del siste-ma. Comparto parcialmente este concepto del señor Ministro y creo que debería profundizarse en su aná-lisis. Uno de los supuestos del modelo neoliberal es que el sector estatal corrupto no hace un buen ma-nejo de los recursos. Esta es una concepción ideo-logizada y muy superficial de la corrupción. Yo no conozco una agencia estatal que corrompa a otra; en cambio, en el 100% de los casos de corrupción está involucrada una institución privada o un funcionario que obra como agente particular. Esta concepción amañada de un problema tan serio como la corrup-ción exime de responsabilidad al sector privado y nos lleva a pensar que la fiebre está en el Estado, cuando las comisiones y pagos por el cabildeo de contratos pueden ser una regla de juego implícita en el modelo de mercado.

En este contexto, no extraña que algunas asegu-radoras generen utilidades de $58.000 millones de pesos anuales y que algunos de sus directivos per-ciban salarios de 61 millones de pesos mensuales, mientras los hospitales estatales se encuentran en quiebra y un médico de tiempo completo, que adi-

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cionalmente hace tres turnos nocturnos por mes, gane menos de 2 millones de pesos.

6. Desintegración de los sistemas popularesLa reforma también ha desarticulado los recursos

de promotoras rurales y promotores de saneamien-to que, con gran esfuerzo, se habían integrado a lo largo del país para controlar los determinantes de la salud y movilizar las organizaciones populares hacia el autocuidado. Hoy son pocos los municipios que, por su cuenta y sin el respaldo del sistema, mantie-nen esta estrategia. Como es muy difícil facturar el servicio de una promotora, no cabe en el modelo.

7. Reinterpretación de los valores y principios de la atención médicaPara terminar, voy a referirme a un asunto, cier-

tamente intangible y que no figura explícitamente en la ley, pero que en mi opinión refleja un cambio crucial en la política sanitaria; es la reinterpretación de los valores y principios que inspiran la compren-sión y atención de la salud. El énfasis de la política sanitaria en el modelo de competencia ha impuesto un cambio en los patrones éticos del sistema, donde la rentabilidad económica de los inversionistas, la competencia por los recursos y el afán por sobrevivir en el mercado se consideran más valiosos que la solidaridad, la equidad y el derecho a la vida. Este, a mi modo de ver, es el núcleo del cambio que ha experimentado la política nacional en salud. La actual política sanitaria de Colombia impone a la respuesta social una racionalidad perversa que en lugar de contribuir a amortiguar las enfermedades y defun-ciones y controlar sus determinantes, supedita el beneficio público al beneficio de los inversionistas. Los intereses del mercado se han impuesto también a la ética social y quieren hacernos creer que el pretendido derecho de los inversionistas a la renta-bilidad predomina sobre el interés de la gente por sobrevivir.

Es en este punto donde algunos no estamos dis-puestos a ceder.

Referencias

(1) Stiglitz J. El rumbo de las reformas: Hacia una nueva agenda para América Latina. Revista de la Cepal 2003 Aug;80:7.

(2) Vásquez M, Siqueira E, Kruze I, Da Silva A, Leite I. Los proecesos de reforma y politica social en América Latina. Gac Sanit 2002;16(1):30-8.

(3) González-Rossetti A, Mogollón O. La reforma de salud y su componente político: Un análisis de factibilidad. Gaceta Sanitaria 2002;16(1):39-47.

(4) González-Rossetti A, Mogollón O. La reforma de salud y su componente político: un análisis de factibilidad. Gaceta Sanitaria 2002;16(1):39-47.

(5) González-Rossetti A, Bossert T. Mejorando la Factibilidad Política de la Reforma en Salud: un análisis Comparativo de Chile, Colombia y México. [36]. 2000. Iniciativa Regional de Latino América y el Caribe para la Reforma en Salud. Ref Type: Serial (Book,Monograph)

(6) Ibid

(7) Ibid

(8) Ibid

(9) Varela A, Carrasquilla G, Tono T. Asimetría en la información: Barreras para la implementación d ela reforma en Colombia. Colombia Médica 2002;33(3):95-101.

(10) Op. cit.

(11) Op. cit

(12) Arbeláez M, Gaviria M, Franco A, Restrepo R, Hincapié D, Blas E. Tuberculosis control and managed competition in Colombia. Int J Health Plann Mgmt 2004;2004(19):S25-S43.

(13) Kroeger A, Ordoñez-Gonzalez J, Aviña A. Malaria control reinvented: health sector reform and strategy development in Colombia. Tropical Medicine and International Health 2002;7(5):450-8.

(14) Ross A, Zeballos J, Infante A. La calidad y la reforma del sector salud en América Latina y el Caribe. Rev Panam de Salud Pública 2000;8(1:2):93-8.

* Ponencia presentada en el seminario internacional “El derecho a la salud en Colombia y la reforma al sistema de salud”, que promovió la Facultad Nacional de Salud Pública el 9 y 10 de marzo de 2005 en Medellín.

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Las Facultades de Educación ante una nueva oportunidad de florecimiento

“Aprender es, simplemente, una nueva forma de trabajar” (De la

Rica E. 2002)

Por José Ramiro Galeano Londoño*

*Profesor TitularDepartamento de PedagogíaFacultad de EducaciónUniversidad de Antioquia

En el último decenio, con el auge del capital intelectual como uno de los recursos in-tangibles que confiere mayor valor a la sociedad, con el ingreso en un nuevo siglo, a la sociedad del conocimiento, a las universidades se les ha co-menzado a exigir producción del conocimiento, es decir, hacer el tránsito del conocimiento tácito al ex-plícito, del conocimiento enraizado en el individuo, desde sus paradigmas, técnicas e ideas subjetivas, al conocimiento de forma verbal, escrito y expresado a través de códigos, para dar cuenta de una univer-sidad investigadora por excelencia. Dar este cambio en la universidad es tocar la estructura mental de estudiantes y profesores, para la creación de cono-cimiento y la reconversión del recurso humano que trabaja en la universidad. Que existan planes de for-mación con acreditación de calidad, informes sobre el crecimiento de grupos investigaciones, planes de

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desarrollo. Bienvenido el florecimiento de los grupos de investigación en la universidad, como indicador de cambio, pero ante todo como demostración del paso del aprendizaje individual al grupal y camino al aprendizaje organizacional, para el cambio insti-tucional.

Expertos y emprendedoresPero hay que tener un especial cuidado. El discurso

académico convencional, por lo demás oficial que ostentan los grupos que no renuevan sus paradig-mas y que forman discípulos dentro de él, tiende a oscurecer el proceso de creación y gestión del cono-cimiento cuando sólo lo hacen por el afán de mostrar productos, sin revisar y propiciar los cambios; para algunos grupos lo más importante es escribir para los evaluadores de artículos de revistas, para entregar informes de investigación, de gestión o el balance so-cial, para la publicidad o la simple y natural búsqueda de reconocimiento a fuerza de aparecer en revistas y periódicos.

Una parte de la esencia de la investigación está en cuanto se aprovecha para renovar, para ascen-der del aprendizaje individual al organizacional y esto necesita algo más que informes, requiere de la reconversión de los individuos, para hacer que exploren nuevas formas del conocimiento mientras se explota lo aprendido, es decir, “mientras la intui-ción del experto ilumina los procesos importantes de reconocimiento de los patrones, la intuición del em-prendedor tiene que ver más con la innovación y el cambio” (Ibídem, 2002: 68). Son los emprendedores los que exploran nuevas conexiones, perciben nue-vas y emergentes relaciones como aspectos clave de su intuición. Los emprendedores se guían por la in-terpretación, la integración y la creación del conoci-miento. Quedarse en la explotación del conocimien-to, en el haber sido, que ya no es, ser esencialmente tradicionalista, conservadurista, seguir viviendo de las glorias pasadas, es el comienzo del fin.

Esta tensión entre la explotación y la exploración del conocimiento en los procesos de aprendizaje organizacional para la excelencia en la universidad de hoy, implica un esfuerzo en tres sentidos: en pri-mer lugar, hallar, de una parte, el equilibrio entre la práctica de explotación del conocimiento, la práctica de creación; segundo, hacer el cambio del aprendi-zaje individual al organizacional con la mediación de los grupos de investigación para que lo investigado pueda permear inicialmente los individuos del gru-

po; y tercero, entender la gestión de una facultad, escuela, instituto o universidad como gestión del co-nocimiento en tránsito de un aprendizaje individual al organizacional, dentro de un Plan de Desarrollo y un Proyecto Educativo y no como simples informes de actividades.

Universidades privadas y oficialesHoy, más que nunca, la universidad debe inser-

tarse en la sociedad a través de los procesos de creación, transferencia y acumulación de conoci-miento, participando en actividades y programas de desarrollo local, ingresando en las dinámicas de los nuevos tiempos, aportando sus productos a la so-ciedad, egresados de excelencia, y conocimiento en sus diferentes formas de circulación: revistas, libros, impresos, periódicos, CD-ROM, DVD, videos, etc.; aportar lecturas sobre la realidad en este mar de in-certidumbre.

La universidad ha ingresado en los cambios téc-nicos y en los diseños curriculares y de gestión por la aplicación a estrujones de la normatividad últi-mamente impuesta por el gobierno, acreditación y registro calificado, pero también ha ingresado en una integración epistemológica, esto es, entró en una reforma al pensamiento universitario, de la cultura universitaria, las modernas teorías de la educación,

El discurso académico convencional, por lo demás oficial que ostentan los grupos

que no renuevan sus paradigmas y que forman discípulos dentro de él, tiende a

oscurecer el proceso de creación y gestión del conocimiento cuando sólo lo hacen por

el afán de mostrar productos, sin revisar y propiciar los cambios; para algunos

grupos lo más importante es escribir para los evaluadores de artículos de revistas, para entregar informes de investigación,

de gestión o el balance social, para la publicidad o la simple y natural búsqueda de reconocimiento a fuerza de aparecer en

revistas y periódicos.

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el currículo, la pedagogía, la didáctica, las metodo-logías de investigación y del mismo uso cotidiano de las modernas tecnologías de informática y comu-nicaciones; es decir, no es sólo rediseño de planes de formación. La universidad ha iniciado el paso del aprendizaje individual de profesores y estudiantes al aprendizaje organizacional como bien lo muestra el florecimiento de los grupos de investigación, sobre todo el de aquellos que han entrado en la integra-ción de teorías curriculares como mediación entre el pensamiento y la acción en la búsqueda de la exce-lencia en la universidad.

Y, aunque parezca extraño para algunos plan-tearse la existencia de un currículo posmoderno, sin éste no sabríamos cómo dirigir la innovación y el cambio, las posturas epistemológicas de los profesores en su desempeño docente, los paradig-mas que orientan su metodología de desarrollo de la clase y de la investigación, la interpretación que hacen de los cambios en los planes de formación, su participación en el diseño de un proyecto colectivo de universidad y la acción de los grupos de investi-gación y de los comités de currículo, los comités de carrera y los colegios académicos en la dirección de la reforma al pensamiento en cuanto a la gestión del conocimiento y a la creación del mismo en la univer-sidad.

La velocidad a la que se producen los cambios, la facilidad de acceso a la información, los nuevos pro-ductos y servicios, la globalización de la economía, la política, la cultura, la información, la música, los nuevos mercados y los nuevos competidores hacen ver el modelo de universidad deseado en la búsque-da de una ventaja competitiva, entendida ésta como la superioridad o mejoría respecto a otra, “determi-nando cómo somos percibidos por el cliente. En es-tas circunstancias, aprender más rápido que nuestros competidores puede ser la única ventaja competitiva sostenible en el tiempo” (De la Rica, E. 2002:1).

La integración de voluntadesLa teoría para la transformación a partir de la in-

terpretación de las normas que viene expidiendo el Gobierno Nacional, no surge de forma espontánea; las teorías y tendencias curriculares surgen a partir de la dimensión teleológica y de la dimensión peda-gógico-curricular, didáctica y de nuevas tecnologías de informática y comunicaciones que se sustentan en el Proyecto Educativo Institucional (PEI) y no es suficiente como conocimiento tácito, sino como

conocimiento explícito de aprendizaje individual, grupal y posteriormente organizacional, como visión compartida de universidad. Sobre estos documen-tos puede ocurrir una de estas opciones: identificar los elementos más pragmáticos como proceso ins-trumental para seguir haciendo lo mismo, aunque se diga que se tiene la acreditación, o hacer la reflexión filosófica como proceso creativo, en donde aprender es el camino hacia las organizaciones inteligentes (Ibí-dem, 2002: 3).

Es aceptado que al sistema educativo superior colombiano le falta calidad, por ello la normatividad aplicando la reforma, pero poco avanzamos mientras las viejas concepciones epistemológicas del currículo se sigan apoderando de lo que podrían ser el nuevo sentido para la universidad de comienzos de mile-nio. La calidad de la educación superior, así sea un término polisémico, está íntimamente relacionada con la concepción epistemológica y el desempeño integral de los docentes, estudiantes y docentes di-rectivos.

En este momento, después de la acreditación de calidad, lo más importante es la realidad curricular como cultura universitaria, como pensamiento epis-temológico de los profesores, es decir, el currículo concebido a partir de un proyecto político y cultural de facultad, de universidad, de ciudad, de región y de nación en la globalización, en un espacio de singularidad y de identidad dentro de la diversidad. Habrá cambio si la época de los objetos epistémi-cos únicos y eternos queda atrás para abrir campo a una concepción interdisciplinaria, de integración epistemológica pero sobre todo de integración de voluntades. “La mesa está servida para que el docen-te elija el menú, pero falta una pregunta: ¿estamos preparados para saber hacer las combinaciones de un buen gourmet y no tener problemas de indiges-tión?” (Torres G., José A. 2002). ¿Para conjurar el malestar que ha creado la nueva normatividad en la cultura universitaria?

Se trata en este caso de integrar sinérgicamente las teorías en un proceso que reconcilie lo académi-co con lo cotidiano, lo filosófico con lo científico, el pensamiento racional con el pensamiento extrarra-cional, lo divergente con lo convergente, lo global con lo local. El discurso curricular posmoderno debe recuperar la voz de los históricamente marginados, los alumnos, para que puedan contar sus propias historias. Toda esta dinámica no se produce en el vacío, viene envuelta en una concepción epistemo-

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lógica como marco político y cultural, del que se suelen tomar referentes, teorías, enfoques, valores, como un sistema abierto y complejo de donde re-sultan las llamadas concepciones o tendencias cu-rriculares necesarios de explicitar, en donde la teoría curricular posmoderna se empieza a ver como la integración de paradigmas epistemológicos y sabe-res, pero ante todo de voluntades para un cambio concertado y planeado. La actividad pedagógica admite dos formas de actuación: enseñar y educar. Mientras la enseñanza implica simplemente exponer conocimientos, por lo común de tipo conceptual y procedimental y de carácter casi siempre científico o técnico dirigidos a formar trabajadores, la educación conlleva una actividad más compleja, pretende el desarrollo de todas las capacidades de la persona, incluidos los valores y las actitudes, capacidades que se consideran necesarias para desenvolverse como ciudadanos con plenos derechos y deberes en la so-ciedad en la que viven y esto es lo que debe hacer la universidad.

Las concepciones epistemológicasLas concepciones epistemológicas más repre-

sentativas en la tradición crítica del pensamiento contemporáneo son: el empirismo, el racionalismo, el pragmatismo, el positivismo, el materialismo dialéctico, el pensamiento histórico-hermenéutico y el crítico social, en relación con la pedagogía están los empírico-positivistas y los constructivistas, con

el currículo, los técnicos, prácticos y críticos, y en relación con la didáctica están los tradicionales y constructivistas.

Cada una hace un enfoque del conocimiento de singular importancia para los educadores universita-rios en su desempeño como proceso de gestión del conocimiento en la universidad. Estos enfoques epis-temológicos influyen en los tipos de práctica que se presentan en la formación de normalistas superiores, licenciados, nutricionistas, bacteriólogos, ingenie-ros, abogados, médicos y en los posgraduados, etc. ¿Cuál de estos enfoques podemos recomendar a las Facultades de Educación que forman los educadores, si reconocemos que las concepciones epistemológi-cas de los profesores son básicas para interpretar el currículo?

Poco más de tres décadas lleva el currículo de hacer presencia en nuestro medio, pero es en este nuevo milenio cuando ha comenzado a formar parte del lenguaje del profesorado no sólo de los niveles infantil, básica y media, también en el nivel univer-sitario y desde entonces ha evolucionado hasta dar cuenta de distintas teorías y tendencias, prevalecien-do en nuestro medio la teoría técnica. Esta teoría es la que ha venido sirviendo de enfoque al currículo, aún en estos procesos de acreditación, como trán-sito del currículo tradicional al técnico. Centra toda su atención en el objeto de conocimiento (ciencia, tecnología, técnica, artes), pero a la vez se ha he-cho una apertura importante al currículo de interés histórico hermenéutico al considerar el desarrollo integral del individuo (ético, moral, social, político, emocional), y al comenzar a responder a los reque-rimientos sociales, las necesidades y problemas del contexto: (políticos, sociales, económicos, culturales e históricos) se ha dado también una apertura a la teoría crítica.

Los avances del currículo se han venido incor-porando paulatinamente en los cambios de mejo-ramiento de la calidad de la educación superior, aunque en muchos casos queda oculto bajo el ropaje del lenguaje, se dice pero no se hace, o abiertamen-te se orienta desde el interés técnico negando su avance y desconociendo su desarrollo como una práctica compleja; esto obliga a un necesario des-entrañamiento como posibilidad de adentrarnos en un lenguaje nuevo. Y es así como los estudiantes se resisten a cambiar, a abandonar sus paradigmas y cambiarse al paradigma que el profesor les ofrece; también el profesor se niega a cambiar los propios, y

La universidad ha iniciado el paso del aprendizaje individual de profesores y estudiantes al

aprendizaje organizacional como bien lo muestra el florecimiento de los grupos de investigación,

sobre todo el de aquellos que han entrado en la integración de teorías curriculares como mediación entre

el pensamiento y la acción en la búsqueda de la excelencia en la

universidad.

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sin un aprendizaje individual nuevo, no llegaremos al aprendizaje grupal para avanzar hacia un aprendizaje organizacional.

Los empiristas representan la filosofía que acom-paña al currículo técnico, el cual se orienta desde la teoría empírico-analítica. Los racionalistas son los que sustentan la primacía de la razón en el desa-rrollo del conocimiento, afirman que la experiencia no puede proporcionarnos todo el potencial para el conocimiento, en particular las ideas normativas y los principios por cuyos medios razonamos. Los pragmáticos se basan en la experiencia práctica, tan-to del individuo mismo como de otras personas, de las cuales toman recomendaciones de una importan-cia teórica directa, en donde se ha dado ese cambio, como muestra de que sí es posible. Los positivistas dicen que el espíritu humano es incapaz de conocer la naturaleza y las causas reales de las cosas. Dicen que la prudencia exige contentarse con el establecimiento de las leyes concebidas en sucesión constante y que el filósofo se debe ocupar de la realización de la sín-tesis de esas leyes (filosofía positivista). Lo que pro-piamente niega el positivismo es el método reflexivo; quiere construir la ciencia del hombre sin el hombre. Sólo reconoce a la presencia inmediata de los objetos, hacer del cambio una reingeniería de los objetos, sin una reingeniería humana.

Los materialistas por su parte consideran que el conocimiento del estudiante no puede separarse, ni en lo más mínimo de la práctica; repudian todas las teorías que niegan su importancia o separan de ella el conocimiento, dicen que hay que tener presente la unidad concreta e histórica de lo objetivo y de lo subjetivo, de la teoría y de la práctica, del saber y del hacer.

En una interpretación más explícita de la pedago-gía, los empirico-positivistas afirman que enseñar es transmitir conocimientos, que para enseñar no es necesario tener en cuenta lo que los alumnos ya saben, porque enseñar es exponer de manera clara los contenidos. En tanto que los profesores construc-tivistas parten de lo que los alumnos ya saben, crean un ambiente en el cual las reelaboraciones y nuevas elaboraciones de los estudiantes son sometidas a discusión y al juicio del grupo, en una posibilidad continua de creación de conocimiento. En el campo del currículo los técnicos solo precisan lo que exi-ge la norma, los prácticos interpretan y los críticos transforman; en tanto que los didácticos hacen del aprendizaje una transmisión o creación del conoci-

miento por medio de la investigación según el enfo-que epistemológico que adopten.

La metodología de enseñanza guía el trabajo en el aula, pues no se concibe la educación descrita como una instrucción basada en la transmisión o la acumulación memorística del saber, sino mediante la construcción personal del conocimiento por parte de cada alumno que aprende. Por eso se afirma que sin el profesorado no es posible ninguna innovación en la enseñanza y en el aprendizaje. Esto significa que la educación, en todos los niveles, ahora más que nun-ca, requiere educadores profesionales capaces de tomar decisiones con autonomía y rigor, no en forma individual sino desde los comités de currículo, los grupos de investigación, los colegios académicos, los núcleos curriculares interdisciplinarios, como lugares en el camino hacia el aprendizaje organizacional, ha-cia el cambio institucional.

Un nuevo florecimiento de las Facultades de EducaciónEsto nos lleva a reconocer la importancia de

las concepciones epistemológicas en la forma-ción de los profesores, su aprendizaje individual, pues de estas concepciones depende la gestión del currículo, del conocimiento y no solamente de los documentos escritos; es desde estas con-cepciones que los profesores interpretan el currí-culo y determinan sus prácticas, los cambios, las

Son los emprendedores los que exploran nuevas conexiones, perciben

nuevas y emergentes relaciones como aspectos clave de su intuición.

Los emprendedores se guían por la interpretación, la integración y la

creación del conocimiento. Quedarse en la explotación del conocimiento,

en el haber sido, que ya no es, ser esencialmente tradicionalista,

conservadurista, seguir viviendo de las glorias pasadas, es el comienzo

del fin.

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BIBLIOGRAFÍA

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Torres González, José Antonio, 2002. ¿Existe un currículo posmoderno? De las teorías curriculares de la modernidad al currículo posmoderno. En: Revista Innovación Educativa N° 12. Universidad de Santiago, España.

innovaciones. Es desde el aprendizaje individual como se puede generar el cambio pasando por el aprendizaje grupal hasta llegar al aprendizaje organizacional y esta es una tarea para las Facul-tades de Educación, la formación, reconversión y actualización de docentes para responder no sólo a esta dinámica de la acreditación si no también a las exigencias de los nuevos estatutos docentes expedidos para acompañar esta reforma educativa, los decretos 1278 y 1279 del 2002.

De conformidad con esta dinámica y estas normas, las mismas Facultades de Educación ne-cesitan una actualización de su profesorado, una tarea que habrá de iniciarse por los comités de currículo, asesorando los consejos en los perfiles de docentes deseados y abriendo seminarios de actualización del profesorado, de conformidad con los nuevos planes de formación diseñados para vincular a esta reconversión a los docentes de las Normales Superiores e instituciones acreditadas con ISO 9000 y a los profesores de la universidad; apoyando los grupos de investigación, generan-do semilleros de docentes y estudiantes en los conocimientos nuevos. Vinculando los doctores que están regresando después de varios años en el extranjero, a generar liderazgo para abrir en la universidad el mismo programa recibido; es decir, estamos ante una oportunidad para un nuevo flo-recimiento de las Facultades de Educación como la que se dio ante la expedición de los decretos 2277 de 1979 y 080 de 1980.

Las Facultades de Educación deberán abrir di-plomas, especializaciones, maestrías y doctorados en las disciplinas propias de la educación: la pe-dagogía, el currículo, la didáctica, las didácticas específicas, la formación en nuevas tecnologías aplicadas a la educación, para la reconversión y actualización de los docentes que demanda la actual reforma educativa tanto de la universidad con docentes de tiempo completo, medio tiempo, ocasionales y de cátedra que sólo tienen pregra-do, y los que tienen maestría para que realicen el doctorado; y las mismas Facultades de Educación al fijar los perfiles para las nuevas convocatorias de docentes, debe ser coherente con los planes de mejoramiento después de la acreditación.

De los nuevos profesores se espera mucho más que un aprendizaje individual, se necesitan liderando procesos para hacer que las institucio-nes educativas acreditadas entre ellas la misma

universidad, toda en su conjunto, pueda ascender del nuevo aprendizaje individual al aprendizaje organizacional, dar el paso de la inteligencia indi-vidual a la inteligencia colectiva del profesorado para seguir el camino en la búsqueda continua de la excelencia universitaria.

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Relaciones entre educación y cultura

Por Gabriel Jaime Arango Velásquez*

Este texto corresponde a la conferencia

de marzo/2005 de la CÁTEDRA ABIERTA

Universidad, Cultura y Sociedad, coordinada

por el Departamento de Extensión Cultural

(Vicerrectoría de Extensión) de la

Universidad de Antioquia.

Al reflexionar sobre la dimensión social de la cultura, lo que en verdad buscamos es una opor-tunidad para agudizar la comprensión de los proce-sos culturales, mediante los cuales el Hombre y la Sociedad definen y logran el pleno desarrollo de su ser individual y comunitario. Comprensión que a su vez posibilita nuestro compromiso con el desarrollo educativo y cultural de la sociedad. Para el logro de este propósito consideramos una de las variables que mejor explica esa dimensión: la relación existen-te entre educación y cultura.

EducaciónSea lo primero precisar qué es la educación y

cuál es su función social, o lo que quizá sería mejor, cómo es que la organización social determina la edu-cación. Al nacer, el hombre encuentra establecidas, y en buena medida, las condiciones físicas, naturales y culturales en las cuales ha de realizar su existencia. En el mundo cada individuo encuentra desde su ori-gen, en forma más o menos organizada, al hombre que lo ha precedido, y frente a él se le presentan como primeras alternativas el acercamiento, la inte-gración y la socialización. Por ello se ha dicho, y con razón, que por naturaleza el hombre es un ser social.

Si bien es cierto que desde su más temprana edad el hombre inicia el proceso específico que le permite adquirir la cultura de su grupo e interiorizar sus nor-mas, buscando que su conducta comience a tener en cuenta las experiencias y las expectativas de los otros,

*Subdirección Educación, Cultura y BibliotecasComfenalco Antioquia

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también lo es, que la organización social imperante no le permite ni le deja a libre elección o arbitrio la dirección de ese proceso, ya que prácticamente se lo señala, regula y obliga como una necesidad imperio-sa, que a su vez le promete o garantiza, como resul-tado, la propia subsistencia. La acción de la sociedad en el individuo y de éste en aquella es lo que da consistencia al proceso educativo, que entendido en la forma señalada nos permite verlo en relación con la sociedad como una aplicación del antiguo principio “El ser tiende a permanecer en el Ser”.

“Toda sociedad necesita unidad en el espacio –co-hesión– y unidad temporal –tradición–. La necesidad primera de la sociedad, luego de ser una, es conseguir individuos que la prolonguen y continúen integrándola para mantener la comunidad, para lograr que el grupo se mantenga idéntico así mismo aunque sus miem-bros cambien o desaparezcan”1.

La forma o el proceso especial con el cual la sociedad cuenta para inculcar y orientar en cada hombre, como individuo, los valores, las actitudes y el comportamien-to que espera de él, y la cultura que lo identifica con el grupo, ha sido, desde muchos años atrás y hasta nues-tros días, la educación, entendida como sistema.

De ahí que la educación sea identificada como un proceso y un producto social e históricamente con-dicionado, que implica la relación entre un agente educador o regulador y un sujeto que se educa en condiciones determinadas. La educación no está dada en sí por una sociedad en abstracto, ni habilita en sí para la sociedad en general, sino por y para una deter-minada sociedad. 2

Este doble proceso: aporte por parte de la sociedad de ciertos ingredientes culturales propios y asimila-ción por parte de los individuos de aquellos que les permite convertirse en socios, es lo que se denomina educación y lo que históricamente nos muestra el ”fenómeno” educativo en toda cultura.

De acuerdo con lo expuesto, la comprensión y de-sarrollo de la educación exigen un marco social y no puede ser considerada como un acontecer individual e independiente, sino como una función social con este fin: adaptación o ubicación crítica del individuo en la sociedad de la cual forma parte. Así se expresa Krieck: “El sentido de toda educación es...en una palabra, incorporarlos como miembros de una co-munidad». Educación se presenta, hasta ahora, como socializar, convertir al hombre en socio permitiéndole la integración al grupo”.3

Por tales motivos podemos deducir que el individuo es un producto que para su comprensión reclama en primer término el estudio de las condiciones sociales imperantes y concretas en las cuales llega a la vida y en las cuales vive, condiciones sociales que no son para todos los hombres las mismas ya que en todas partes y en todos los tiempos suelen presentarse particularida-des que devienen y cambian con relativa facilidad.

En su época, Platón lo vio claro desde la educación: “...La educación, decíamos, consiste en traer y con-ducir a los niños al principio que la luz enuncia como justo, y cuya rectitud reconocen de común acuerdo las personas más virtuosas y de más edad, en virtud de su experiencia».4

En consecuencia, concluimos que la educación es un proceso axiológico –referido a valores–, teleológico –di-rigido a unos fines determinados–, social, cultural e his-tórico, a través del cual, en forma dialéctica y positiva, el hombre y la sociedad logran el pleno desarrollo de ser.

En Colombia, según la Constitución Nacional, artí-culo 67, “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene una función social; con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cul-tura”, y agrega: “La educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recrea-ción, para el mejoramiento cultural, científico, tecno-lógico y para la protección del ambiente”.

En el mismo artículo se afirma que: “El Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educa-ción, que será obligatoria entre los cinco y los quince años de edad y que comprenderá como mínimo un año de preescolar y nueve de educación básica”, disponiendo que “La educación será gratuita en las instituciones del Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos”; señala además que “corresponde al Estado regular y ejercer la suprema inspección y vigilancia de la educación con el fin de velar por su calidad, por el cumplimiento de sus fines y por la mejor formación moral, intelectual y física de los educandos; garantizar el adecuado cubrimiento del servicio y asegurar a los menores las condiciones necesarias para su acceso y permanencia en el sistema educativo”. Y concluye mandando que “la Nación y las entidades territoriales participen en la dirección, financiación y administra-ción de los servicios educativos estatales, en los tér-minos que señalen la Constitución y la Ley”...

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En la Ley General de Educación, 115 de 1994, la educación se definió como “un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se funda-menta en una concepción integral de la persona huma-na, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes“.

CulturaEn segundo lugar y por conveniencia de procedi-

miento, definamos el concepto de cultura, en el cual apoyamos la relación que tratamos de establecer y de cuya materialización surgen en buena medida las identidades individuales y colectivas.

El dinamismo humano, expresado en la cultura, contiene la más alta dimensión que debe tenerse en cuenta para la concepción de la identidad. Sin sus referencias culturales no es posible pensar al Hom-bre, ya que es en la cultura donde éste fundamenta su ser y expresa su totalidad. La cultura es el ámbito propio de la existencia humana. El Pontífice Juan Pablo II lo señaló en su discurso ante la UNESCO en 1.980 cuando afirmó: “El Hombre vive una vida ver-daderamente humana gracias a la cultura”.

La cultura significa todo aquello que el ser humano ha conquistado o está en condición de adquirir por su triple capacidad de pensar, de actuar y de sentir. “En ella se agrupa el conjunto de los comportamientos propios de una determinada sociedad. Por lo tanto, se tomará necesariamente conciencia de que la carac-terización cultural constituye la especificidad de un grupo, su razón de vivir y, por este hecho, su razón de ser respetado y eventualmente protegido” .5

La cultura como cualidad fundamental de ser, la describe Ernesto Sábato en su totalidad “como una aventura del hombre, como la fascinante aventura de su pensamiento, su imaginación y su voluntad; desde la invención de la rueda y del plano inclinado hasta la filosofía, desde el invento del fuego hasta la creación del lenguaje, desde las danzas primiti-vas hasta la música de nuestro tiempo”. Para él la cultura no tiene “nada de enciclopedismo muerto, nada de catálogos de nombres y fechas de batallas y nombres de montañas, es la viviente y conmove-dora hazaña del hombre en su lucha contra las po-tencias de la naturaleza y las frustraciones físicas y espirituales. No es información sino formación”. 6

Los Griegos designaban con la palabra “PAIDE-LA” la educación y la cultura, y en su origen latino el término “COLERE” significaba “conservación” y también cultivo del espíritu.

La palabra cultura, aplicada al ámbito humano y ya no

al mundo de la naturaleza, surgió a mediados del siglo XVI y designaba ante todo un refinamiento intelectual que el ser humano podía adquirir, lo que le permitiría alcanzar su plenitud, abrirse al mundo y distinguirse.

Desde comienzos del siglo XIX el concepto ha co-brado un nuevo sentido: es, además, el conjunto de signos por el cual los miembros de una sociedad se reconocen mutuamente y se diferencian, al mismo tiempo, de los extranjeros. En esta acepción designa el ser profundo de una colectividad, su mentalidad y su estilo de vida.

La concepción contemporánea de la cultura debe mucho al antropólogo británico E. B. Tylor quien la define como un todo complejo que comprende los conocimientos, las ciencias, el arte, la moral, las leyes, las costumbres y todas las demás disposiciones y há-bitos que el ser humano adquiere por ser miembro de una sociedad -“Primitive Culture”, 1.871.

Otra definición más reciente, y que también adopta una perspectiva antropológica, es la de Kluc-khohn (1.951), quien considera que la cultura es un conjunto de formas de pensar, sentir y reaccionar, que se adquieren y transmiten sobre todo mediante símbolos7 y confieren a las colectividades humanas un carácter distintivo. Comprende asimismo los productos y objetos que esas colectividades fabrican y que son encarnación de esas mismas formas. Sin embargo, el principal núcleo de cultura lo constitu-yen las ideas y sobre todo, los valores tradicionales que van unidos a ellas; ideas y valores que las colec-tividades han producido y adoptado a lo largo de la historia. (Citado en A. Little, “Understandig Cultu-re: a precondition for effective learning”, 1990) “.8

En la Conferencia mundial de la UNESCO celebrada en México en 1982 sobre Políticas Culturales, se concluyó en entender la cultura “como el conjunto de rasgos distin-tivos, espirituales y materiales. Intelectuales y afectivos

...la cultura no tiene “nada de enciclopedismo muerto, nada de catálogos

de nombres y fechas de batallas y nombres de montañas, es la viviente y conmovedora hazaña del hombre en su

lucha contra las potencias de la naturaleza y las frustraciones físicas y espirituales. No

es información sino formación”.

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que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las Artes y las Letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

En esta definición la expresión “rasgos distintivos” no se deberá interpretar como una negación a perci-bir los rasgos compartidos por culturas por lo demás diferentes. Ninguna cultura, o casi ninguna de ellas ha vivido en total autarcia. En la obra Minorías Cultu-rales y Alternativas Cosmopolitas, el profesor Jeremy Waldron, de la Universidad de Chicago, señala “en realidad, entre culturas se produce un gran número de intercambios. Las culturas se han influido tanto unas a otras que no tiene sentido decir dónde termina una cultura y empieza otra”.

Como observación a lo aquí consignado y atendien-do a la Conferencia Intergubernamental sobre Políti-cas Culturales en Europa, convocada también por la UNESCO en Helsinki, en 1972, es importante anotar que “la cultura no es ya sólo una acumulación de obras y de conocimientos que una minoría selecta produce, recoge y conserva para ponerlos al alcance de todos, o que un pueblo rico en pasado y en patrimonio ofrece a todos como un modelo del que les habría privado su historia; que la cultura no se limita al acceso a las obras de arte y a las humanidades, sino que es al mis-mo tiempo adquisición de conocimientos, exigencia de un modo de vida y necesidad de comunicación; que no es territorio que ha de conquistarse o poseerse sino una manera de comportarse consigo mismo, con sus

semejantes y con la naturaleza, que no es solamente una esfera que conviene todavía democratizar, sino que se ha convertido en una democracia que es necesario poner en marcha”.

Antes, Carlos Marx había hecho la síntesis diciendo que la cultura es “la conciencia social”, es decir la com-prensión acumulada y valorativa de todo aquello que el hombre es y hace. Recientemente Guillermo Bonfil, avanza sobre esta idea y nos introduce en la concep-ción de la cultura como un fenómeno social, en la me-dida en que es el conjunto social quien dispone las for-mas de control sobre las decisiones de los individuos.

En términos sociológico, suele hablarse de cul-tura societal para indicar la cultura que proporciona a los miembros de una sociedad formas de vida significativas a través de todo el abanico de activida-des humanas, entre las que se incluyen vida social, educativa, religiosa, recreativa y económica y los desempeños en las esferas pública y privada. Dichas culturas tienden a concentrarse territorialmente y se basan en una lengua compartida, gracias a lo cual se dispone de las tradiciones y convenciones que sirven de base a las prácticas institucionales.

Para el profesor Ronald Dworkin, de la Universidad de Harvard, (1985) “Comprender el significado de una práctica social requiere por tanto que comprendamos este “léxico compartido”; es decir, comprender la len-gua y la historia que componen dicho léxico. Que una línea de conducta tenga algún significado para nosotros depende de si –y cómo– nuestra lengua nos hace ver claramente la importancia de esta actividad, y la mane-ra en que el lenguaje nos representa claramente estas actividades está conformado por nuestra historia, por nuestras tradiciones y convenciones. La comprensión de estas narrativas culturales es una condición previa para hacer juicios inteligentes sobre cómo dirigir nues-tras vidas. En este sentido, nuestra cultura no sólo nos proporciona opciones, sino que también “nos propor-ciona las pautas mediante las cuales identificamos el valor de las experiencias”.

Relaciónes Educación-CulturaCon los anteriores presupuestos veamos entonces

las relaciones entre Educación y Cultura:La educación, en cuanto acción de educar a al-

guien, no es un proceso directo sino indirecto, ya que se realiza a través de un contenido. No es el educa-dor quien se traslada y penetra en la conciencia del educando, sino el contenido educativo que aquel le formula y le presenta para su discernimiento. Educar y

Si bien es cierto que desde su más temprana edad el hombre inicia el proceso específico

que le permite adquirir la cultura de su grupo e interiorizar sus normas, buscando

que su conducta comience a tener en cuenta las experiencias y las expectativas de los otros, también lo es, que la organización social imperante no le permite ni le deja a libre elección o arbitrio la dirección de ese proceso, ya que prácticamente se lo

señala, regula y obliga como una necesidad imperiosa, que a su vez le promete o garantiza, como resultado, la propia

subsistencia.

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ser educado son acciones posibles gracias a la media-ción del contenido denominado cultura. La tradición cultural en una sociedad determinada se constituye, sin duda alguna, en un elemento que definitivamente incide en lo que la educación es en sí y en lo que sig-nifica para ella.

La cultura es un resultado que en la práctica da estricta cuenta de las acciones realizadas por el Hombre para llegar a la comprensión de la realidad, a la superación de las condiciones naturales de exis-tencia y a la expresión de sus máximos valores. La cultura se vuelve tradición al conservar, reproducir y transformar todos los precitados posibles de la vida del ser humano, sus obras y sus pensamientos. De la tradición cultural dan cuenta la mitología, la religión, la filosofía, la ciencia, la tecnología, la ideología, las costumbres y el arte en todas sus manifestaciones: literatura, pintura, escultura, música, arquitectura, teatro, danza, etc., pero de manera especial deberían hacerlo los currículos del sistema educativo formal y no formal, ya que la Ley General de Educación los concibe como “el conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos que contribuyen a la formación integral y a la construc-ción de la identidad cultural nacional, regional y lo-cal, incluyendo también los recursos humanos, aca-démicos y físicos para poner en práctica las políticas y llevar a cabo el proyecto educativo institucional”. (Artículo 76). “Las maneras de actuar y de pensar que los hombres encuentran preestablecidas, le son transmitidas por diversas vías, pero fundamental-mente por la Educación”9 a través del currículo, que generalmente expresa una selección cultural inten-cionalmente formulada, con el propósito de alcanzar los fines socialmente deseados.

Dado que el hombre no sólo vive sumido en el presente, sino que vive el presente desde el pasado,

que tiene historia y que vuelve el rostro hacia atrás para aprender a vivir hacia adelante, que tiene como su más grande e importante tarea la responsabilidad de hacerse a sí mismo y de desarrollar completa-mente el proyecto de vida que es, la educación que socialmente se establezca tiene que llegar a dirimir el conflicto que se le presenta entre la tendencia específica y declarada de convertirse en adaptación –con lo que supone de conservación de la cultura tradicional– para llegar a convertirse en instrumen-to de liberación y superación de ese mismo orden, generando las condiciones propicias para un salto cualitativo de la sociedad y el individuo.

Se concluye así que “Conciencia Social” y “Toma de Conciencia”, esto es cultura y educación, respec-tivamente, se corresponden una a otra en el interior de la sociedad y en la definición esencial de lo que cada una es.

Por lo que son y por lo que pueden llegar a ser, educación y cultura han de pensarse y elaborarse juntas.

... “La toma de conciencia del proceso social que se vive, con las contradicciones que lo determinan y constituyen, prefiguraría acaso, la cultura en la li-bertad. La toma de conciencia debería significar inmediatamente la intervención en el proceso y, por tanto, la aceleración voluntariamente asumida de las contradicciones”.10

En el caso específico de Colombia la relación entre educación y cultura tiene un fundamento explí-citamente reconocido y consignado desde la Consti-tución de 1.886, en cuyo artículo 41, se leía: ... “Se garantiza la libertad de enseñanza. El Estado tendrá, sinembargo, la suprema inspección y vigilancia de los institutos docentes, públicos y privados, en or-den a procurar el cumplimiento de los fines sociales de la cultura y la mejor formación intelectual, moral y física de los educados”.

Con la Constitución Política de 1.991, se inició en Colombia un proceso de transformación y reorganiza-ción de sus instituciones, pero lo que desde entonces puede afirmarse, de manera más trascendente, es que el país adquirió el compromiso de repensar y redefi-nir su propio ser, es decir su identidad como pueblo, como comunidad nacional y como Estado.

Identidad Cultural: condición y fin de la educaciónLa creación permanente de la identidad nacional,

La educación, en cuanto acción de educar a alguien, no es un proceso directo sino indirecto,

ya que se realiza a través de un contenido. No es el educador quien se traslada y penetra en

la conciencia del educando, sino el contenido educativo que aquel le formula y le presenta para

su discernimiento. Educar y ser educado son acciones posibles gracias a la mediación del

contenido denominado cultura.

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como un propósito de atención prioritaria por parte de los colombianos y como un deber de ineludi-ble compromiso para el Estado, aparece, como un mandato del pueblo soberano, en el artículo 70 de la Carta, el mismo que define la cultura, en todas sus manifestaciones, como el fundamento de la nacionalidad y que concibe la educación como el medio más apropiado para garantizar a todas las personas el acceso a la cultura.11

De ahí que los educadores y los artistas, como traba-jadores de la cultura que son, las instituciones públicas y privadas, las administraciones municipales y departa-mentales, y los medios de comunicación, deban asumir ahora, con mayor conciencia que nunca, el papel que tienen como agentes educativos y culturales. Con el mayor esfuerzo laboral del que sean capaces y con los recursos económicos que dispongan, deben dedi-carse al fomento de las acciones que permitan a sus comunidades participar activamente en los procesos de creación, depuración, enriquecimiento, conservación, transmisión y evolución de las culturas locales, regio-nales y nacional, pues no puede haber identidad sin un sólido enraizamiento del hombre en su propia cultura y en el conocimiento de su propia historia.

Pero ¿tiene vigencia hablar hoy de la identidad cultural como un valor fundamental de la sociedad, cuando el reconocimiento del multiculturalismo de los países, el relativismo cultural, la conectividad mundial y la hibridación de culturas, parecen tener una mayor dinámica que el compromiso con la de-finición y el fomento de las identidades individuales, comunitarias y nacionales?

A nuestro juicio el tema es históricamente vigente, socialmente necesario, culturalmente ineludible y políticamente apremiante en los tiempos que transcu-rren. La responsabilidad que recae sobre los agentes educativos y culturales debe lograr que la discusión sea pertinente, superando las connotaciones decimonóni-cas que algunos argumentan para desautorizarlo y que se dé en un contexto actualizado de carácter filosófico, antropológico, sociopolítico, vivencial y de convenien-cia práctica para el entendimiento y la interacción entre los distintos Individuos, Pueblos, Estados y Naciones del Mundo.

Como una respuesta al interrogante planteado es importante no perder de vista el testimonio de Constantín Von Borloewen: “el ser humano no pue-de vivir sin identidad, ni como individuo ni dentro de la colectividad nacional o cultural. La identidad le confiere una genuinidad que lo legitima para recla-

mar un derecho vital propio… La identidad cultural determina el modo en que alguien contempla la vida, tanto la propia como la ajena”

Identidad Cultural: más que un concepto, una necesidad vitalLa identidad cultural de los seres humanos, que en

principio se inicia con el reconocimiento y la acep-tación de la igual dignidad que a todos asiste por el sólo hecho de ser humanos, no sólo se define por el arraigo en las filiaciones grupales o en la tradición nacional, sino que implica el sentimiento de identifi-cación mutua entre los ciudadanos, acuñado en unas fuentes comunes; la devoción y lealtad a las ideas, a los valores y a los ideales compartidos; la conciencia de existir “en concreto y en la inmediatez”, esto es en un espacio y en un tiempo, condiciones que hacen posible la concepción del sí mismo que cada uno es.

El amplio conocimiento de los rasgos distintivos que caracterizan a cada persona y comunidad, la capacidad de reconocerlos, comprenderlos y apre-ciarlos críticamente, la aceptación de ese “sí mismo” que cada uno es, el sano orgullo de ser lo que se es, o lo que se está en condiciones de “volverse”, el de-sarrollo del sentido de pertenencia, la capacidad de superarnos mediante la apertura al “otro” o al “dis-tinto”, y las expectativas o vivencias que se tengan, son las condiciones que posibilitan y definen la iden-tidad, aquella que Carl Frankestein ha definido como “la permanencia esencial del yo... y el yo como el centro de coordinación y de síntesis de la concien-cia”, conciencia que de corromperse conlleva a la pérdida de la identidad.

¿tiene vigencia hablar hoy de la identidad cultural como un valor fundamental de la sociedad, cuando el reconocimiento del

multiculturalismo de los países, el relativismo cultural, la conectividad mundial y la

hibridación de culturas, parecen tener una mayor dinámica que el compromiso con la

definición y el fomento de las identidades individuales, comunitarias y nacionales?

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Al respecto, téngase en cuenta la frase de R. J. Co-llingwood en la entrada al Museo Nacional de Escul-tura de la Ciudad de Valladolid, en la que se lee: “el arte es la medicina de la comunidad para la peor en-fermedad del espíritu: la corrupción de la conciencia”.

La construcción de la identidad obedece a un pro-ceso permanente en el que se elabora la conciencia de lo que somos y a la vez de lo que no somos. Impli-ca el desarrollo de la capacidad de acercarnos a otros sin alejarnos definitivamente de nosotros mismos. Definir la identidad significa elaborar pensamiento autónomo y generar la dinámica necesaria para expre-sarlo como voz y no como simple repetición o eco de voces que no son las propias. Es encontrarle sentido a la vida individual y colectiva, tener una razón para existir y ocupar conscientemente el lugar que nos co-rresponde en el mundo.

“La identidad es la fuente de sentido y experiencia para la gente”. Como escribe Calhoun:12

“No conocemos gente sin nombre, ni lenguas o culturas en las que no se establezcan de alguna manera distinciones entre yo y el otro, nosotros y ellos. […] El conocimiento de uno mismo –siempre una construc-ción pese a que se considere un descubrimiento– nunca es completamente separable de las exigencias de ser conocido por los otros de modos específicos”

Manuel Castells dice: “Por identidad, en lo referente a los actores sociales, entiendo el proceso de construc-ción del sentido atendiendo a un atributo cultural, o un conjunto relacionado de atributos culturales, al que se da prioridad sobre el resto de las fuentes de sentido. Para un individuo determinado o un actor colectivo puede haber una pluralidad de identidades… Ello se debe a que la identidad ha de distinguirse de lo que tradicionalmente los sociólogos han denominado roles y conjunto de roles… Las identidades son fuentes de sentido para los propios actores y por ellos mismos son construidas mediante un proceso de individualiza-ción”.13

Para este profesor Barcelonés lo esencial en relación con la construcción de las identidades es saber cómo, desde qué, por quién y para qué es que se construye, y al respecto señala: “La construcción de las entidades utiliza materiales de la historia, la geografía, la biología, las instituciones productivas y reproductivas, la memo-ria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder y las revelaciones religiosas. Pero los individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos estos materiales y los reordenan en su sentido según

las determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su marco es-pacio – temporal”.14

Bajo el supuesto que la construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un contexto marcado por las relaciones de poder, el mismo autor propone una distinción entre tres formas y orígenes de la cons-trucción de la identidad así:

“Identidad Legitimadora: introducida por las insti-tuciones dominantes de la sociedad para extender y ra-cionalizar su dominación frente a los actores sociales…

Identidad de Resistencia: generada por aquellos ac-tores que se encuentran en posiciones y/o condiciones devaluadas o estigmatizadas por la lógica de domina-ción, por lo que construyen trincheras de resistencia y supervivencia basándose en principios diferentes u opuestos a los que impregnan las instituciones de la sociedad…

Identidad Proyecto: cuando los actores sociales, basándose en los materiales culturales de que dispo-nen, construyen una nueva identidad que define su posición en la sociedad y, al hacerlo, buscan la transfor-mación de toda la estructura social…”15

La Educación en la hora actual de ColombiaEn la hora actual, Colombia busca y desea una co-

rrección substancial a su devenir histórico, anhela un mejor porvenir por la niñez y la juventud, y para ello la Nación confía plenamente en el poder cualificador de la educación. En la educación está depositada la con-fianza de la sociedad para el diseño de un futuro más promisorio que el presente. De ahí que en la Ley Ge-neral de Educación se haya consignado entre los fines de la educación “El estudio y la comprensión crítica de la cultura nacional y de la diversidad étnica y cultural del país, como fundamento de la unidad nacional y de su identidad”. Tiene entonces razón Eduardo Galeano cuando se pregunta “¿Cómo va a convertirse en pro-tagonista de la historia, haciendo la historia en lugar de padecerla, un pueblo que ignora su identidad?, y la base de ella: su cultura.

En consecuencia, es a lograr los fines sociales de la cultura, a lo cual se debe encaminar, por excelencia, el trabajo educativo. A la educación da esencia y especifi-cidad la cultura cuando se le concibe y entiende como la fuerza capaz de:

- Cohesionar y aglutinar intelectual y moralmente a la comunidad, para que participe en los grandes proyectos

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de desarrollo humano y social, convirtiéndose así en el más importante recurso de integración nacional.

- Fundamentar la identidad nacional, regional o local de los Colombianos.

- Posibilitar y explicar al individuo el sentido de per-tenencia social, histórica, territorial y nacional.

- Definir los grandes proyectos de superación indivi-dual, grupal y social.

- Acuñar los códigos de comunicación y expresión entre los hombres y de las comunidades entre sí, facili-tando su interacción.

- Recoger y transmitir la experiencia creadora de los pueblos.

- Incentivar y desarrollar la capacidad creadora y transformadora del hombre frente a la naturaleza y la sociedad.

- Descubrir a los individuos la multiplicidad de op-ciones y formas preexistentes para el desarrollo de su proyecto de vida personal, habilitándolos, mediante los procesos educativos, para enfrentar los desafíos de su realización personal, grupal y comunitaria.

- Dotar de contenidos al sistema educativo, cargan-do de sentido y significación los acumulados de la cien-cia, la tecnología y el arte.

- Caracterizar los grupos humanos y los modos de vida, que constituyen la sociedad, como condición indispensable para explicar y prospectar las prácticas sociales.

- Jerarquizar los valores y esclarecer el devenir o el comportamiento de los grupos sociales.

- Impedir la desintegración moral de los pueblos, convirtiéndose en un activo factor de resistencia a los procesos de colonización y dominio.

- “Estimular la capacidad creativa, es decir esa acti-tud de pensar, querer, hacer y soñar que define la natu-raleza humana” (Guillermo Bonfil Batalla).

- Hacer posible el proceso de apropiación inteligente y crítico, de todos aquellos aportes científicos, tecnoló-gicos, políticos y artísticos de otras sociedades y cultu-ras, para lo cual se requiere siempre la acción de una matriz cultural propia.

- “Promover las búsquedas conceptuales y creati-vas a través de las cuales cada sociedad se renueva” -Néstor García Canclini-.

- Ampliar el horizonte de lo posible, en la forma que lo pensaron los estudiantes que participaron en el mo-vimiento de 1.968, en Francia, cuando se expresaron así: “Seamos razonables. Pidamos lo imposible”.

- “Ser fundamento de los movimientos de libera-ción. De esa lucha, que es en sí un acto cultural y un factor de cultura, ya que sólo pueden movilizarse y luchar los pueblos que conservan su cultura” -Amílcar Cabral. Héroe de la Independencia de Guinea y de las Colonias Portuguesas del África-.

Finalmente, y como resultado de la relación que procuramos establecer debemos afirmar, que los fines y objetivos de la educación en una sociedad determinada no son posibles de alcanzar sino en la medida que toda la sociedad se lo proponga. Al ser “la educación una actividad humana en el orden de la cultura y la cultura uno de los elementos fundamenta-les que constituyen la identidad de un pueblo”, como bien lo expresara el Pontífice Juan Pablo II en su visita a la ciudad de Medellín, la suerte de la educación y el desarrollo de la cultura no pueden ni deben ser una responsabilidad que se delegue simplemente al Estado para que sean los gobiernos quienes exclusivamente se ocupen de ellas, ni tampoco el monopolio de los especialistas o los educadores. Por el contrario, debe y tiene que ser una responsabilidad asumida en su pleni-tud y conciencia por la totalidad de las fuerzas sociales.

Igualmente, así lo entendió y confirmó la Asamblea Nacional Constituyente, cuando en la Carta Fundamen-tal de 1.991, refiriéndose a la educación, consignó en los artículos 44 y 67, respectivamente, que “la familia, la sociedad y el Estado tienen la obligación de asistir y proteger al niño para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos”, y que “el Estado, la sociedad y la familia son responsables de la educación”.

Lo dicho anteriormente puede más fácilmente asimi-larse y aceptarse como axioma si compartimos con el profesor Rafael Flórez, que “el nivel cultural de una so-ciedad no se mide por la cantidad de bienes y de rique-za material y espiritual creada en ella, sino sobre todo

Finalmente, y como resultado de la relación que procuramos establecer

debemos afirmar, que los fines y objetivos de la educación en una

sociedad determinada no son posibles de alcanzar sino en la medida que toda

la sociedad se lo proponga.

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por el grado de asimilación creadora de esa riqueza por parte de los individuos que la componen, por el tipo de personas individuales que esa misma sociedad está generando, por las dimensiones de la personalidad humana que caracterizan a sus individuos en relación consigo mismos, con el colectivo social presente y fu-turo y con la naturaleza, con su propio cuerpo e incluso por el mismo modo de vida de esas personas, por su grado de humanización en el pensamiento, por sus necesidades y valores en su vida cotidiana, en su tra-bajo, en el tiempo libre, en el vivir, etc.” Esto es lo que nos indica el nivel de cultura de una sociedad y estarán ustedes de acuerdo en que todas estas preocupaciones son el propósito fundamental en el trabajo educativo.

ImplicacionesLa concepción en nuestros alumnos y en nuestra

población de una auténtica cultura de la libertad y el logro en nuestro medio de la libertad social y perso-nal, que por esencia debe fundamentar la “cultura de la verdad”, como búsqueda permanente a la cual as-piramos, no sin sacrificios, es uno de los principios en los cuales deberíamos afianzar los educadores de hoy la tarea pedagógica.

Para que en Colombia se conserve y desarrolle armónica y positivamente su cultura, la niñez y la ju-ventud están reclamando, sin compás de espera, que los educadores e intelectuales, hombres de ciencia y tecnólogos, artistas, filósofos, teólogos y políticos, y en fin todos sus trabajadores, cierren filas y formen un frente común de trabajo por la autonomía y la defensa de nuestra soberanía cultural, pues sin ella no existe nacionalidad y la Patria se diluye. Sólo con su cultura la Patria se identifica, se define, se siente, se ama. Sin, ella el Hombre termina por extraviarse en su propia tierra.

Actualmente sabemos que en muchos de nues-tros estamentos, algunos piensan que la sociedad colombiana se deshace inevitablemente a causa de sus múltiples contradicciones y conflictos, pero se advierte fácilmente que no es la mayoría. Esta parece coincidir en la idea de estar contribuyendo y asistiendo, mediante grandes esfuerzos, luchas y temores, a la formación y al nacimiento de una nueva Colombia, más justa, equitativa y soberana. Por ello, ahora más que nunca, requerimos de un proyecto global que cohesione e impulse esa fuerza social creadora con un propósito de superación y engrandecimiento, y qué mejor causa para lograrlo, que la que nos brindan la educación y la cultura? Lo que por Colombia no han hecho los modelos

económicos, las posiciones ideológicas, las alter-nativas del poder político: definir y arraigar en los colombianos su identidad nacional, que no es otra cosa que el autorreconocimiento, la autovaloración o autoestima y el sentido de pertenencia y amor a la Patria, bien puede lograrse, y de hecho lo estamos haciendo, con los proyectos de formación individual y el sistema social de ideas, valores, conocimientos, sentimientos y hábitos, que se expresan y forman a través de la educación y la cultura.

Relacionar en la práctica social la educación y la cultura, posibilita reafirmar, en torno a la investiga-ción cultural, al humanismo, al saber, a la ciencia, a la tecnología, al arte y en fin, a la producción inte-lectual y material, nuestro propósito de afianzar la identidad cultural, que redime y supera a los pueblos cuando la tienen, o que los deforma y pierde cuando no la enriquecen, la dejan alinear o enajenar.

“La ideología occidental, bautizada como ciencia es tenida por principio como punto de referencia.... He aquí la explicación más adecuada de las razones del colonialismo y del neocolonialismo y de todo lo que falsea las relaciones con el llamado tercer mun-do, es decir con un mundo no occidental, entre el cual, desde hace quinientos años, se ha venido co-metiendo todo lo cometible desde el pillaje de sus riquezas y la destrucción de sus estructuras sociales, hasta la negación de su cultura, con el fin de detener su propio desarrollo”. 16

Retos para el Estado frente a la cultura y las actividades de promoción cultural- Incorporar la Cultura, como un componente

Para que en Colombia se conserve y desarrolle armónica y positivamente su cultura, la niñez y la

juventud están reclamando, sin compás de espera, que los educadores e intelectuales, hombres de

ciencia y tecnólogos, artistas, filósofos, teólogos y políticos, y en fin todos sus trabajadores, cierren

filas y formen un frente común de trabajo por la autonomía y la defensa de nuestra soberanía

cultural, pues sin ella no existe nacionalidad y la Patria se diluye. Sólo con su cultura la Patria se

identifica, se define, se siente, se ama. Sin, ella el Hombre termina por extraviarse en su propia tierra.

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esencial y estructural, en la concepción jurídica del Estado y la Nación colombiana y en consecuencia, en los planes de desarrollo y en las relaciones del Gobierno con la comunidad, tal como lo manda la Constitución Política en sus artículos 339 y 340.

- Considerar la cultura como una variable de obligada presencia en la investigación, concepción, definición y aplicación de los proyectos socio-econó-micos con los cuales se propende por el desarrollo nacional, buscando que en verdad, éste sea integral.

- Definir, desde el Ministerio de Cultura, sin menos-cabo de la originalidad y creatividad de las personas y de las comunidades, una política coherente de identi-ficación, reconocimiento, valoración, conservación y desarrollo de las culturas regionales del país, en la cual se apoyen e informen las acciones de los diferentes estamentos administrativos y operativos del Estado, tales como los Departamentos, los Ministerios, Insti-tutos Descentralizados y Empresas Estatales, y que a la vez oriente el sector privado de la producción y la economía, con el fin de lograr que la Cultura ejerza o se convierta, según el caso, en la fuerza de cohesión e identidad que el Estado y la sociedad requieren para su supervivencia y mejoramiento.

- Destinarle a la cultura, por la función social que ella cumple, una continua y proporcional participa-ción económica en la distribución anual del Presu-puesto Nacional.

- Reconocer en la cultura y por consiguiente en el trabajo intelectual, artístico o material que propen-de por su desarrollo, que es ella, por excelencia, el factor de reordenamiento social con el cual puede contar el país para reencausar su destino.

- Así como el desarrollo del sector educativo exige la planeación y prospección del mismo, el crecimiento y enriquecimiento de la cultura obliga, a que las accio-nes estatales encaminadas al fomento, a la promoción y al desarrollo de ella, sean objeto de investigación, estudio, divulgación, financiación e incorporación a la práctica educativa cotidiana. Para ello deben crearse en las secretarías territoriales de Educación, dependencias cuyo objetivo básico sea propiciar condiciones para el mejoramiento de la calidad de vida y la identidad cul-tural de los ciudadanos, dinamizando los procesos de investigación cultural e histórica; organización social para la participación comunitaria en el quehacer cultu-ral; creación, fomento y divulgación del arte, el folclor, la recreación, el deporte, los servicios de información y documentación cultural y museos, de acuerdo con las políticas y los programas señalados en los diferentes planes gubernamentales del desarrollo.

- Elaborar, en consecuencia con los planes de de-sarrollo socioeconómico, planes específicos para el sector cultural, estableciendo y precisando en ellos la debida y estrecha relación que debe existir entre los fines y objetivos de la educación y la cultura nacional.

- Diseñar y dirigir la creación de un subsistema educativo, de cobertura nacional, para la educación artística.

- Establecer políticas y programas de formación y capacitación de animadores, promotores y agentes de desarrollo cultural comunitario.

- Propiciar condiciones materiales favorables para el mejoramiento de la calidad de vida y la identidad cul-tural de los colombianos, cooperando a su crecimiento espiritual y a su dignificación y humanización social.

- Dirigir y organizar con un mayor rigor y pro-fesionalismo administrativo las instituciones y las actividades estatales requeridas para el fomento y desarrollo de las culturas regionales y de la cultura nacional y en consecuencia, formular políticas, estra-tegias, planes, programas, objetivos y criterios para su planeación y evaluación, con el fin de efectuar los reajustes y correcciones que periódicamente se con-sideren necesarios para el logro de los objetivos de las comunidades regionales y nacional.

- Organizar y mantener, a través del Sistema Na-cional de Cultura y de los organismos propios del sector, la debida coordinación para la ejecución de los planes y programas de investigación, creación, fomento y desarrollo cultural auspiciado por la Na-ción a través de sus organismos y recursos.

“El derecho de cada hombre a la cultura no está asegurado sino se respeta la libertad

cultural. Con demasiada frecuencia la cultura degenera en ideología y la educación se transforma en instrumento al servicio del

poder político y económico. No compete a la autoridad pública determinar el tipo de

cultura. Su función es promover y proteger la vida cultural de todos, incluso la de las

minorías”.

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- Articular de manera coherente y efectiva la Red Nacional de Medios Masivos de Comunicación al proyecto de desarrollo socio cultural del país, exi-giendo que estos cumplan con la alta responsabili-dad que les es inherente en la concepción y cons-trucción de una sociedad pluralista y democrática, ya que son, por esencia, medios de formación y educa-ción permanente para la comunidad.

- Finalmente, y como reto para el Estado, es im-portante conocer la voz de la Iglesia, en cuya ins-trucción sobre “Libertad Cristiana y Liberación”, el Pontífice Juan Pablo II escribió:

“Las desigualdades, contrarias a la justicia, en la posesión y el uso de los bienes materiales, están acompañadas y agravadas por desigualdades tam-bién injustas en acceso a la cultura. Cada hombre tiene un derecho a la cultura, que es característica específica de una existencia verdaderamente huma-na a la que tiene acceso por el desarrollo de sus fa-cultades de conocimiento, de sus virtudes morales, de su capacidad de relación con sus semejantes, de su aptitud para crear obras útiles y bellas. De aquí se deriva la exigencia de la promoción y difusión de la educación a la que cada uno tiene derecho inalie-nable para cuyo ejercicio, dice él, la condición pri-mera es la eliminación del analfabetismo (p. 136).

Por último, dice el Papa: “El derecho de cada hombre a la cultura no está asegurado sino se res-peta la libertad cultural. Con demasiada frecuencia la cultura degenera en ideología y la educación se transforma en instrumento al servicio del poder político y económico. No compete a la autoridad pública determinar el tipo de cultura. Su función es promover y proteger la vida cultural de todos, incluso la de las minorías”. (p. 137).

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NOTAS1 CIRIGLIANO, Gustavo. F.j. Filosofía de la Educa-

ción. P.142 KARL Monnhein destaca esta nota como funda-

mental: “La educación no moldea al hombre en abs-tracto sino dentro y para una determinada sociedad.

3 CIRIGLIANO, Gustavo. F.J. Filosofía de la Educa-ción. P. 14

4 Platón. Las Leyes o la Legislación. Libro II 1299.559 C/660d.

5 CONFERENCIA DE LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES CATÓLICAS. 1989. “La cultura Camino de un desarrollo Solidario”. Ginebra, 1989. Pág.14.

6 SABATO, Ernesto y Carlos Catancia. Entre la Letra y la Sangre. Editorial Planeta. Bogotá. 1989. Pág. 88.

7 Nota Aclaratoria: Se llama símbolos a aquellos signos en los que prima la función significativa en de-trimento de la función señalizadora ... para significar

Metodología para la Realización de Diagnósticos Socio-culturales. 1986. 77 p.

______ . ______. Programa de trabajo: 1986 - 1988. En: Boletín Informativo. (Oct. 1986).

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“objetos o relaciones” .... simbolizar es ser capaces de representar, materialmente o de palabra (imagen, figura o divisa) un concepto moral o intelectual, por alguna semejanza o correspondencia que el entendimiento percibe entre este concepto y aquella imagen. Huserl.

El símbolo es el modo de expresión natural del mito, de lo sagrado pero también de lo social, de lo político, de lo económico, en resumen de toda acti-vidad humana en la medida en que no es puramente objetiva”. Georges Thines y Otros. Diccionario Ge-neral de Ciencias Humanas. Págs. 8 -29 .

8 UNESCO: “Conferencia Internacional de Educación 43ª Reunión. La Contribución de la Educación al Desarro-llo Cultural, Ginebra, septiembre 14-19 de 1992. Pág. 3 .

9 GARCÍA RUÍZ, Enrique. La Descolonización de la Cultura. P. 22

10 GARCÍA RUÍZ, Enrique. La Descolonización de la Cultura. P. 67.

11 República de Colombia. Constitución Nacional, Artículo 70:... “El Estado tiene el deber de promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los colom-bianos en igualdad de oportunidades, por medio de la educación permanente y la enseñanza científica, técnica, artística y profesional en todas las etapas del proceso de creación de la identidad nacional.

La cultura en sus diversas manifestaciones es fun-damento de la nacionalidad. El Estado reconoce la igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país. El Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los valores culturales de la Nación”.

12 CALHOUN, Craig. (ed.) (1994): Social Theory and the Polities of Identity, Oxford, Blackwell. Citado en Manuel Castells, La Era de la Información – Econo-mía, Sociedad y Cultura. Vol. II, El Poder de la Identi-dad. Pág. 28.

13 CASTELLS, Manuel. La Era de la Información – Economía, Sociedad y Cultura, Vol. II El Poder de la Identidad. Siglo XXI Editores, México, D.F. 2000. Manuel Castells define sentido como la identificación simbólica que realiza un actor social del objetivo de su acción y advierte la necesidad de diferenciar la identidad individual de la identidad colectiva . Pág. 29.

14 Ibidem15 Ibid. Pág. 2916 GARAUIDY, Roger. Palabra de Hombre.

Cuadernos para el Diálogo. Traducción José María de Llanos. Madrid, 1976. Pág. 132.

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Internet, software libre, brecha digital y analfabetismo informacional: una reflexión y discusión pendiente en la Universidad

PorAlejandro Uribe Tirado*

Quienes nos suscribimos a la quimera de la justi-cia queremos creer que sí es posible un nuevo orden

internacional de la economía y la información, más incluyente y equitativo, porque, como lo señalara

Pablo VI, las realidades de hoy suelen ser las utopías de ayer… además, compartimos con Paulo Freire la convicción de que lo utópico no es lo idealista inal-

canzable sino lo dialéctico que denuncia la estructura deshumanizante y anuncia la humanizadora.

Luis Ramiro BeltránEl sueño en la nevera

Revista Chasqui No.70

Si se hace una investigación sobre cuáles son algu-nos de los términos que más auge o crecimiento en su uso están teniendo en la sociedad actual, específi-camente entre los medios de comunicación, tanto masivos como especializados, bajo sus diferentes modalidades (impresos o electrónicos, textuales, hi-pertextuales o hipermedia), con seguridad estarían los términos Internet, software libre, brecha digital y anal-fabetismo informacional.

Dicho auge y crecimiento no es de extrañar, pues la Internet y sus herramientas (servicios y software es-pecializados) son las que han permitido dar el impulso

*Comunicador SocialDocente Escuela Interamericana de BibliotecologíaUniversidad de Antioquia

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final para que esta actual sociedad, entre el conflicto de lo local y lo globalizado, tenga una denominación co-mún en diferentes ámbitos (académico, científico, polí-tico, comercial, etc.), y lenguajes (especializados o na-turales), pues quién no ha oído la expresión “sociedad de la información y el conocimiento” o sus diferentes modalidades que identifican una semejante transforma-ción y realidad dependiendo del campo conceptual o posición social desde la que se le mire 1.

Internet y sus herramientas han posibilitado el acceso a una información globalizada y enorme –que años atrás nadie hubiera imaginado–, además de una “democratización” de la publicación de infor-mación hacia públicos “masivos”. Sin embargo, esta misma ventaja con el paso del tiempo y su crecimiento exponencial2, ha propiciado sus principales desventa-jas:

• Exceso de información, “infodiluvio”, y poca cali-dad de la información, “asimetría de la información”:

”La información que tenemos no es la que queremos. La información que queremos no es la que necesitamos. La información que necesitamos no está disponible”.

Maureen Malanchuk3

”Ya no es la información lo que hace falta al ciu-dadano, sino una clasificación, una selección, una opción, la que convenga con precisión a lo que cada uno busca en función de sus actividades, sus convic-ciones o su identidad”.

Ignacio Ramonet4

• Acceso sólo para algunos dependiendo del desa-rrollo del país, la región, la localidad y de particulares condiciones generacionales, educativas, culturales, económicas y tecnológicas que ocasionan una nueva forma de discriminación social, causa y efecto de otras ya existentes, “brecha digital”; a lo cual se le suma, la poca formación dirigida a permitir la adquisición de habilidades y conocimientos para un uso eficiente de la Internet y sus herramientas especializadas, además de otras tecnologías, para así lograr una mejor recupe-ración de información, “analfabetismo informacional - alfabetismo informacional”:

… ”la brecha digital no debe ser medida sólo por la infraestructura (por ejemplo, el número de máquinas que tengamos conectadas), sino por la capacidad que hayamos desarrollado para transformar la información

disponible y las relaciones existentes en la Internet en conocimientos provechosos para mejorar nuestras con-diciones de vida y nuestras relaciones de apoyo mutuo [alfabetismo informacional”.

COMUNIDAD VIRTUAL MÍSTICA. Documento colectivo. 2002.

http://funredes.org/mistica/castellano/ciberoteca/tematica/

Frente a esta situación, las universidades colombia-nas, y específicamente la Universidad de Antioquia, no ha estado ajena, pues todos los que aún estábamos o pasamos por ella en la última década como docentes, investigadores, empleados o estudiantes, recordamos lo maravillados que nos sentíamos cuando a mediados de los 90´s comenzamos a utilizar la Red, pensábamos que ahora ya sí teníamos toda la información que ne-cesitábamos, que las bibliotecas se quedaban cortas e incluso se oía hablar del “fin de la biblioteca y sus pro-fesionales”; no obstante, con el paso del tiempo, entre más navegábamos y publicábamos (nosotros y todos los “otros” alrededor del mundo), esa visión maravi-llosa cada vez se hacía menos clara, hasta llegar a esta situación actual: quién no se ha quejado al hacer una búsqueda en Internet y encontrar millones de páginas sobre un tema y casi siempre con información de otro tipo a la que uno realmente buscaba (comercial y por-nográfica) o de poca calidad y dudosa autoridad aca-démica y científica; o quién no ha conocido a alguien que se siente en inferioridad, que pierde oportunidades o que no puede rendir igual que sus compañeros de trabajo porque él no tiene acceso frecuente a Internet o no sabe utilizar ciertas herramientas; o más grave aún, que se esté atrasado en su plan de estudios o no pueda presentarse a determinado pregrado o posgrado nacional o internacional porque no tiene acceso y/o co-nocimientos para cursarlo bajo la modalidad “virtual” o porque gran parte de la información y los intercambios entre compañeros de estudio y profesores se soporta en diferentes herramientas de Internet.

Todo lo anterior, aunque ya cotidiano, desafortu-nadamente no ha generado una reflexión y discusión amplia en nuestra Alma Máter, ni en muchas otras universidades, pues no se trata de caer en análisis y po-siciones simplistas que tiendan a la tecnoutopía5 (véase además a Negroponte, Toffler, o Gates) o que caigan en la tecnofóbia6 (véase además a Roszak, Bloom, Post-man, Stoll), sino en generar espacios y prácticas que permitan tener una posición clara, crítica, alternativa y proactiva frente a todas las implicaciones de las nuevas tecnologías, específicamente Internet, que permita aprovechar al máximo todas sus ventajas pero hacien-do frente en forma directa a sus desventajas de acuer-

Internet, software libre, brecha digital y analfabetismo informacional una reflexión...

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do a las características de cada contexto universitario: generacionales, educativas, culturales, económicas y tecnológicas.

Para el caso de la Universidad de Antioquia, todos sa-bemos que en el Alma Máter siempre ha habido temas de gran trascendencia que discutir, máxime cuando a nuestras actividades de docencia, investigación, exten-sión y administración, con sus respectivos conflictos y problemáticas –propios del pensamiento y la práctica universitaria–, se le suman situaciones de orden público y presupuestales causadas por actores externos, que nos desbordan y afectan todo nuestro quehacer; pero el hecho que siga pasando el tiempo y ejecutándose acciones y proyectos sin discutir y hacer investigaciones de campo sobre las implicaciones de la Internet en la Universidad es una gran amenaza que a futuro generará situaciones conflictivas, y por consiguiente, respuestas reactivas entre los diferentes estamentos.

Algunos hechos y datos actuales que dan pie a esta amenaza son7:

• Según estudios de la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones, el DANE y Planeación Nacional, el promedio entre las universidades colombianas es de un computador por cada 11 estudiantes mientras que en la Universidad, considerando los datos del Departamento de Cómputo, estaría alrededor de un computador por cada 21 estudiantes. Además de estos promedios, al caso de las sedes regionales, se le agrega los graves problemas de conexión que no permiten muchas veces ni enviar un correo electrónico. En la Ciudad Universitaria, a finales del año anterior, con el aumento del ancho de banda habilitado para conexión a Internet y la adecuación y consecución de servidores

se ha logrado una mejora considerable, pero como ocurrió hace algunos años, si no se amplía periódica y proporcionalmente al aumento de la comunidad universitaria y a los nuevos requerimientos que ésta va teniendo, los problemas de demora, pérdidas de mensajes de correos electrónicos o imposibilidad de acceder a los sitios web de la Universidad desde fuera de ciudad universitaria reaparecerán.

• En Colombia la población que tiene un com-putador propio y acceso permanente a Internet se concentra en los estratos 4, 5 y 6; en la Universidad, según datos de Admisiones y Registros, alrededor del 88% de los estudiantes pertenece a los estratos 1, 2 y 3. (Este porcentaje de pertenencia a dichos estratos, aunque puede no ser muy exacto por los fraudes que se presentan en los papeles que se entregan a esta de-pendencia de la Universidad, no cambiarían mucho la tendencia, como mínimo las 2/3 partes de la población estudiantil pertenecen a dichos estratos).

• Según las clasificaciones y datos de la Unión Internacional de Comunicaciones –UIT– y de otras entidades, Colombia a pesar de los logros de diferentes programas de e-government o conectividad (Agenda de Conectividad, Computadores para Educar, Colom-bia Aprende, etc.) no alcanza en conectividad sino el 7.91% de la población, lo cual nos ubica como un país de acceso medio bajo a las TIC8; además, es uno de los países latinoamericanos donde el acceso a Internet es más costoso para los ciudadanos debido tanto al valor cobrado como a que para dicha conexión se hace un doble pago: a las empresas proveedoras de conexión a Internet y a las empresas de teléfono (en otros países es un solo pago); por ende, dichos estratos 1, 2 y 3 difícilmente tienen capacidad económica para pagar dichos costos.

• Estudios latinoamericanos evidencian que para un adecuado desempeño académico e investigativo de un estudiante universitario son necesarias más de 8 horas semanales de acceso a Internet, en el caso de la Universidad si las salas de computadores se utilizaran al máximo y sólo para Internet (no para digitar trabajos ni para dictar algunas asignaturas) nuestros estudiantes tendrían como máximo aproximadamente 3 horas de acceso, y siendo a su vez estas salas, su única posibili-dad de acceso.

• Según datos de los Departamentos de Cómputo y Organización y Sistemas, la Universidad sólo en el pro-grama de Campus Agreement con Microsoft gasta 300 millones de pesos anualmente, sin contar los costos de otros software y plataformas como Oracle y Olib, que

Según estudios de la Comisión de Regulación de Telecomunicaciones, el

DANE y Planeación Nacional, el promedio entre las universidades colombianas

es de un computador por cada 11 estudiantes mientras que en la Universidad,

considerando los datos del Departamento de Cómputo, estaría alrededor de un

computador por cada 21 estudiantes.

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casi triplicarían esa cifra. Sin embargo, en diferentes universidades latinoamericanas, y en forma especial en Brasil y Venezuela, todas las universidades públicas han comenzado el proceso de trabajar sólo con software libre, lo cual les ha permitido excelentes resultados en lo tecnológico e invertir todos esos recursos en más hardware y redes para facilitar el acceso a Internet a toda la comunidad universitaria o utilizarlos en otros rubros estratégicos de la institución. Además, es una gran contradicción que la Universidad gaste grandes recursos económicos en software comerciales mientras que otras organizaciones están aprovechando los cono-cimientos de estudiantes y profesores de la Universi-dad para crear aplicaciones basadas en software libre y lograr economizar grandes recursos.

• Si retomamos los resultados de la investigación sobre usuarios realizada por el Sistema de Bibliotecas el año anterior (algunas variables relacionadas con ne-cesidades de capacitación en Internet y sus herramien-tas o la opinión sobre esta formación mediante cursos “virtuales”, e-learning, o “semivirtuales”, blended lear-ning), y los logros en capacitación y creación de cursos basados en nuevas tecnologías obtenidos en los últi-mos 5 años por parte del Centro de Capacitación de In-ternet –CCI–, al hacer proyecciones simples, da como resultado, que a pesar de los esfuerzos y buen trabajo de estas dos dependencias de la Universidad por hacer frente al analfabetismo informacional, específicamente en lo digital, actualmente requerirían esta formación alrededor de 15.000 miembros de la comunidad uni-versitaria, pero con los recursos humanos, técnicos y locativos vigentes sólo se alcanzarían a capacitar alre-dedor de 2.500 personas.

Como evidencian estas cifras, aún parciales y que necesitan estudios más amplios e interdisciplinarios9, esta situación amerita un trabajo de reflexión y discu-sión constructiva, creativa e integradora entre todos los estamentos, pensando en un camino y destino com-partido, pues si aún no hay la Infoestructura Informa-cional para acceder efectivamente a la Internet y sus herramientas, mucho menos se tendrá la Infocultura Informacional10 para que la información y el posterior conocimiento que ésta genera por su adecuado uso, además de las posibilidades y ventajas reales de la edu-cación mediante nuevas tecnologías; se conviertan en una herramienta que nos facilite mejorar nuestros nive-les académicos, investigativos, profesionales y cultura-les, que permitan finalmente, aprovechar estas tecnolo-gías como fuente para disminuir nuestro subdesarrollo, y anteriores y nuevas realidades de desigualdad e

inequidad (Socioestructura informacional)11, como ya se está haciendo en diferentes proyectos en el ámbito mundial (Centro y sur américa, África, países del este de Europa, etc.)12, sino por el contrario, lo aumentarán, con sus respectivas consecuencias.

Reflexión y discusión que nos lleva a buscar alterna-tivas efectivas, entre las cuales podrían estar, como ya lo han planteado algunas instancias de la Universidad en otros momentos, o como nuevas opciones comple-mentarias y no excluyentes entre sí mismas:

• Destinar un porcentaje fijo y creciente año tras año del presupuesto de fondos comunes de la Uni-versidad, que facilite el no quedarse sólo en la actua-lización de los equipos aprovechando los recursos de estampilla, como lo hacen actualmente las facultades, escuelas e institutos, pero sin opciones locativas para aumentar las salas de computadores y puntos de acce-so a Internet.

• Crear convenios con empresas prestadoras de servicios de acceso a Internet o telecentros privados-mixtos como se llaman en otros países (Café Internet, Salas de Internet de Cajas de Compensación Familiar y de Bibliotecas, etc.) para que los estudiantes de la Uni-versidad tengan tarifas preferenciales.

• Incrementar los recursos de las dependencias que actualmente están realizando esas labores de conectivi-dad y alfabetización informacional-digital.

• Crear un modelo pedagógico para la formación por internet (educación “virtual”, e-learning) surgido de una reflexión amplia en este ámbito, no determinada por la plataforma tecnológica que se vaya seleccionan-do cada cierto tiempo y que responda a las caracterís-ticas de los diferentes estamentos que conforman la comunidad de la Universidad de Antioquia.

• Crear una asignatura permanente y obligatoria en todos los currículos, en cuanto al uso de herramientas que permiten el acceso a información de calidad y su evaluación crítica (Cátedra de Formación en Informa-ción) como se ha logrado en la Facultad de Medicina o mediante diferentes temáticas en distintas asignaturas de la Escuela Interamericana de Bibliotecología, con excelentes resultados, la cual se estructuraría en dife-rentes niveles según los conocimientos previos de los estudiantes, profesores y empleados. Esta cátedra sería similar a la que ya se está realizando en Formación Ciudadana o la recientemente aprobada en Formación Legal propuesta por la Facultad de Derecho, la cual además del Centro de Capacitación de Internet –CCI– y el Sistema de Bibliotecas, debería estar avalada y

Internet, software libre, brecha digital y analfabetismo informacional una reflexión...

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apoyada académica y logísticamente por la Escuela In-teramericana de Bibliotecología y el Departamento de Ingeniería de Sistemas.

Estas son sólo algunas posibles alternativas, pero las verdaderas y efectivas sólo se lograrán si se comien-za y facilita un espacio de reflexión y discusión entre todos los estamentos de la Universidad, siempre con una perspectiva constructiva, creativa e integradora, conscientes de nuestras capacidades y posibilidades humanas, técnicas y económicas, pues sólo así estare-mos preparados como Universidad y miembros de la misma, para hacer frente a la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento:

“En efecto, la capacidad o falta de capacidad de las sociedades para dominar la tecnología, y en particular las que son estratégicamente decisivas en cada periodo histórico, define en buena medida su destino, hasta el punto de que podemos decir que aunque por sí misma no determina la evolución histórica y el cambio social, la tecnología (o su carencia) plasma la capacidad de las sociedades para transformarse, así como los usos a los que esas sociedades, siempre en un proceso conflictivo, deciden dedicar su potencial tecnológico”.

Manuel Castells13

“Las TICs no son positivas ni negativas en sí mismas; pero tampoco son neutras. Dejándolas a la deriva, ter-minan por reproducir y profundizar las desigualdades existentes en la sociedad”… “

Sally Burch y Osvaldo L.14

NOTAS

1 Alvin Toffler la considera un segundo estadio económico, posterior al estadio industrial, en el cual la información y el conocimiento aplicado son la base de las economías. Este concepto se aproxima igualmente al de Peter Drucker, de sociedad poscapitalista, que se basa en la información y el conocimiento como base de las relaciones económicas y culturales. Manuel Castells la denomina en términos generales como sociedad informacional o informacionalismo la cual está constituida y se subdivide en “… una nueva sociedad dominante, la sociedad red; una nueva economía, la economía informacional/global; y una nueva cultura, la cultura de la virtualidad real” TOFFLER, Alvin. La Tercera Ola. Barcelona: Plaza & Janés, 1980.

DRUCKER, P.F. La sociedad poscapitalista. Barcelona:

Apóstrofe, 1993.CASTELLS, Manuel. La era de la información: economía, sociedad y cultura, Madrid: Alianza editorial, Vol. 1-3, 1998

2 El ritmo de difusión de la Internet, comparado con el alcanzado por innovaciones previas del campo de la información y la electrónica, es sencillamente asombroso: los Estados Unidos tardaron 38 años para que 50 millones de personas estuvieran conectadas a la radio como sistema de transmisión de información, 13 años para que el mismo número de personas estuvieran conectadas a la televisión, 16 años para que 50 millones de consumidores tuvieran un computador personal y sólo cuatro años para que ese mismo número de personas estuvieran conectadas a la Internet, contando desde el momento en que se abrió al gran público.MEEKER, M.; PEARSON, S.. Knowledge societies: information technology for sustainable development, Oxford (Reino Unido), Oxford University Press. 1998

3 MALANCHUK, Maureen. Información: habilidades para organizarla y mantenerla. México: PretinceHall, 1997.

4 RAMONET, Ignacio. El nuevo orden Internet. En: Le Monde Diplomatiquè, edición española, enero 2004.

5 La sociedad actual de la información y el conocimiento es el producto del desarrollo de las sociedades anteriores en las cuales siempre la tecnología ha cumplido un papel determinante que las caracterizó y a su vez, su transformación, dio origen al nacimiento de otro paradigma de sociedad. “Con cada generación técnica se reavivará el discurso salvífico sobre la promesa de concordia universal, democracia centralizada, justicia social y prosperidad general. Cada vez, también, se comprobará la amnesia respecto de la tecnología anterior. Del telégrafo óptico al cable submarino, del teléfono a la Internet, pasando por la radiotelevisión, todos estos medios, destinados a trascender la trata temporo-espacial del tejido social, reducirán el mito del reencuentro con el ágora de las ciudades del África”.MATTELART, Armand. Historia de la sociedad de la información, Buenos Aires: Paidos, 2002.

6 “…En la edad digital nuestro quehacer se reduce a pulsar botones de un teclado. Así vivimos sin ningún contacto auténtico con la realidad, con el mundo real. La ´hipermediación´(es la tesis de Gehle, 1990) nos priva de experiencias nuestras, experiencias de primera mano. Lo cual tiene graves consecuencias. Pues cada uno de nosotros sólo comprende de verdad las cosas sobre las que tiene una experiencia directa, una experiencia personal”. SARTORI, Giovanni. En Homo videns. La sociedad teledirigida. Madrid: Tauros, 1998.

7 Datos resultado de la investigación: “Acceso, conocimiento y uso de las herramientas especializadas de Internet entre la comunidad académica, científica, profesional y cultural de la Universidad de Antioquia. Etapa 1: creación del modelo para recopilación y análisis de información”. Especialización en Gerencia de Servicios de información. 2004 (Mención de honor): http://docencia.udea.edu.co/investigacionInternet/

8 Informe sectorial de Telecomunicaciones. Comisión de Regulación de Telecomunicaciones. 2004 . (Basado en datos

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de la Unión Internacional de Telecomunicaciones –UIT–) http://www.crt.gov.co/documentos/biblioteca/Informe_semestral_2004.PDF [Consultado en febrero de 2005].

9 Esta sería la etapa siguiente de la investigación: “Acceso, conocimiento y uso de las herramientas especializadas de Internet entre la comunidad académica, científica, profesional y cultural de la Universidad de Antioquia” para la cual se buscará este año la financiación por parte del CODI y otras instancias de la Universidad, con el apoyo del Centro de Investigaciones en Ciencia de la Información –CICINF– de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia.

10 La Economía de la Información o Infraestructura Informacional:

•Una fuerte industria informática y de telecomunicaciones

•Un adecuado nivel de acceso en telecomunicaciones y redes para todos los ciudadanos.

•Bajos costos en servicios de telecomunicaciones

•Innovación tecnológica en hardware y software

La Cultura de la Información o Infoestructura Informacional:

•Un sistema educativo formal y no formal que tenga como objetivo enseñar a aprender (Metacognición).

•Un sistema ciencia-tecnología que aproveche la capacidad creativa de los ciudadanos y la transforme en nuevos productos y servicios competitivos en los mercados mundiales.

•Un sistema legal que pueda responder a los retos que impone la velocidad de desarrollo de las tecnologías.

•Una base de contenidos que haga posible que las actividades de ciudadanos y organizaciones en la era de la información sean más fáciles.

•Un entorno fiscal que facilite el surgimiento, y el crecimiento, del sector información autóctono.

CORNELLA, Alfons. En la sociedad del conocimiento la riqueza está en las ideas. En: El profesional de la información,

marzo 1999 (Fuente Académica. Base de datos de revistas a texto completo EBSCO).

11 Conceptualización propia resultado de la investigación mencionada anteriormente. Este concepto sería un complemento al trabajo de Alfons Cornella y busca responder a la pregunta: Qué tipo de sociedad de la información y el conocimiento requiere América Latina? Respuesta: Una sociedad de la información y el conocimiento con equidad y sostenibilidad pues se comparte en este sentido la visión de Álvaro Cuadra: “la noción de brecha digital es indisociable del concepto de desarrollo... los países en vías de desarrollo están atrapados en la contradicción de la red. Por una parte, el hecho de estar desconectados o superficialmente conectados a Internet supone la marginación del sistema reticular global. El desarrollo sin Internet sería equivalente a la industrialización sin electricidad durante la era industrial. Por ello aducir, como suele hacerse, que es necesario comenzar por “los problemas reales del Tercer Mundo”, o sea, la salud, la educación, el agua, la electricidad y otras necesidades, antes de plantearnos el desarrollo de Internet, revela un profundo desconocimiento de las cuestiones que realmente importan hoy día. En efecto, sin una economía y un buen sistema de gestión basados en Internet, es prácticamente imposible que un país sea capaz de generar los recursos necesarios para cubrir sus necesidades de desarrollo, sobre una base sostenible, o sea, económica, social y ecológicamente sostenible”.

CUADRA, Álvaro. La brecha digital... [Documento electrónico] Santiago: IHEAL / CEPAL / Universitè de Paris III. Agosto 2003 http://www.labrechadigital.org/ [Consultado el 27 de julio de 2004].

12 Asociación para el Progreso de las Comunicaciones. Internet y TIC por el Desarrollo y la Justicia Social

http://www.apc.org/espanol/index.shtml

13 CASTELLS, Manuel. La era de la información. Economía, sociedad y cultura. Vol. 1-3. España: Alianza Editorial, 1998.

14 RED MÍSTICA (Metodología e Impacto Social de las TIC en América Latina y el Caribe), SOMOS@ TELECENTROS (Red Latinoamericana de Telecentros), FUNDACIÓN ACCESO. www.acceso.org.cr

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Título robadoPor

Verónica Echeverry AlvaránEstudiante de Comunicación Social-Periodismo

Universidad de Antioquia

Sea dicho desde el principio que no me agrada escribir sobre barbaries de la humanidad, pero que se le va a hacer. Al parecer, éstas siempre han hecho parte de nuestra historia, y no será preciso elu-dirlas. Además, son estos ‘gajes del oficio’ (el de vivir).

¿Cómo? ¿Dice usted que el mundo es un pañuelo? Claro que sí. No puede perderse uno, viviendo en este planeta, de un despliegue de grandiosos avances e innovaciones que abren el telón a una función estelar que no deja de asombrar –señor, cierre la boca que no conviene que alguna baba caiga sobre su zapato–: redes, circuitos, satélites, conexiones, luces, cámara, acción, pareciese que estuviésemos entrando a una nueva dimensión. Ha ocurrido una revolución feno-menal, los medios de comunicación insisten en acortar las distancias, en ‘hacer el mundo más pequeño’, (y a pesar de tanta insistencia se siente uno a veces tan lejano..); como sea, tal parece que dicha obstinación ha dado resultados, pues se aprecia hoy en día que esta gente de los medios ‘cuenta con un control de la

información increíble, quizá nunca antes imaginado’, las noticias van de aquí para allá, llegan y se van; unas para vencer el olvido, otras para quedarse en un lugar donde no haya memoria, y en ese ir y venir no se pue-de alzar las manos e intentar siquiera atrapar una: son así de veloces. ¿Pero están ahí? Sí señor, están ahí, y las imágenes también, que a donde quiera que se mire se encontrará usted con una lluvia intermitente de juegos de colores y de formas.

Una buena sombrilla habrá de conseguirse; conven-dría también mantener los sentidos bien despiertos y un buen colador, pues a velocidades fantásticas vuelan por el espacio letras, aes, ies, efes; palabras, mu dice la vaca, mamá, cielos, pink panter; buenas nuevas y no tan buenas, que de todo hay en esta vida.

Siendo todos humanos no hemos de ignorar la materia de la que estamos hechos. Con lo que se me ha permitido estar de pie en este planeta he podido observar y reconocer en otras gentes, y en mí misma, rostros de espanto, de miedo... Y no es miedo única-mente a fantasmas, brujos, espantos y hechicerías, a la oscuridad, a mortales enfermedades, a la selva con sus bestias o al misterioso océano; es miedo a todo, a la condenación, a violar las reglas, a ser castigado, a ser herido (no sólo en la piel), a perder el control de la vida (si es que lo hay), a perder seguridad, a que se desvanezcan los sueños, a morir... a desvanecerse de repente, a que la vida sea arrebatada, quién sabe dón-de, quién sabe pensando qué cosas; de pronto todo es un vacío... ¡pum! ¡zaz! Ya no existes más. (Y esta no es la única forma de matarlo a uno, pues perder un sueño también es gran herida).

El miedo es fibra constituyente del tejido social mun-dial; tenemos miedo de todo, no se confía en nadie, no

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se le cree a nadie. El miedo al otro es un miedo cultural que persigue como una sombra. ¿Quién hay detrás de cada rostro? ¿Qué oculta esta piel, esta máscara? ¿Quién es el enemigo? CONTEO FINAL: cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero.

Identificar al enemigo público Venimos a un mundo que convive con estados de

guerra constantes y estados de miedo también. Pare-ciese que nuestro mundo propicia una burbuja perfecta para el temor. Para todo hay una regla, una ley, nos condicionan desde antes de nacer, y entonces hay que buscar una aguja para estallar esa pompa y escapar.

No le ha bastado al hombre el conocimiento de la historia para darse cuenta de que las reglas son gene-radoras de rebeldía (o talvez sí se ha dado cuenta, pero lo disimula), ha de reconocerse que su naturaleza le impulsa a rebelarse contra el orden establecido. El caos le es inherente. Thomas Hobbes una vez observó: “al dar una mirada sobre el hombre, sobre su naturaleza, sobre la condición de ser mortal, le encontraremos con derechos naturales, es verdad; pero también con deseos y pasiones, con odios y amores, con temores y esperanzas, con ánimos de competencia y con pro-pósitos de gloria y honor, en suma, un ser común, un cuerpo pasional lleno de deseos que compite por ellos con otros hombres iguales a él y que por tanto desean y temen las mismas cosas”. Y, como deseos y temores andan bajo las suelas de nuestros zapatos como chicle mal pegado, habrá que coger una tapita y despegarlos, pues se ha sabido por palabras de Aung Sans Kyi que “el poder no es lo que corrompe, sino el miedo: el mie-do a perder el poder para los que lo tienen, el miedo de los que el poder oprime y castiga”. Somos un mundo corrupto.

Habla Hobbes acerca del miedo como artífice del Estado (del Leviatán), pues éste, logrando intervenir en el desorden propiciado por pasiones humanas, introdu-ce un principio de orden social, mando y obediencia, apoyándose en el miedo que incline a los hombres razonablemente hacia su intervención (la del Estado).

Yo hablo de que las imposiciones del Estado y las reacciones a las que conllevan son todo un desor-den. Hay un orden natural en el universo: los pla-netas giran alrededor del sol, las lunas giran alrededor de los planetas, la fuerza de gravedad nos mantiene con los pies en la tierra (aunque hay quienes gustan de andar en las nubes), los mares tienen su límite, los días y las noches saben cuándo es tiempo de aparecer

y de desaparecer... el orden para la humanidad parece inexistente.

Inexistente también está el respeto a la vida, gente torpe y ciega atenta contra la humanidad, (que de nada sirven diplomas y tenerse por señor para ser inteligen-te, aunque de astucia sí se sepa).

La presencia terrorista viene de tiempo atrás. Es en los siglos XVIII y XIX, a partir de la Revolución Francesa, que cobra fuerza dada la propagación de ideologías y nacionalismos. Con esto ha tenido la humanidad que presenciar terribles masacres como las perpetradas por los regímenes de Hitler y los países comunistas, además de otros absurdos llevados a cabo por sectas como el Ku Klux Klan, sin dejar de lado la persistencia hoy de constantes enfrentamientos entre protestantes y católicos en Irlanda y el problema sinfín de los países del Medio Oriente, (lo anterior sólo un sutil pincelazo, que de barbaries los humanos somos expertos propa-gadores y conocedores); ni qué decir de las bombas con auge en los 90’s y de los bomber-men o kamika-zes, y más recientemente de los aviones secuestrados que chocan contra edificios. Y se deshace, todo se des-hace, la humanidad se esfuma...

Pero para no cansarle, señor, con tanta palabra, pasaré a decir que es cosa seria lo que se ve en el mundo. No se sabe cuánta vida queda ante los ojos. SEÑAL/ imágenes devastadoras, confusión, pánico, estupefacción, esto es lo que se vive en estas calles, en estos muros. SEÑAL/ INFORMANDO PARA EL PLANETA/ CORRESPONSAL EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO.

Allá se abre el telón y está el drama, aquí se abre el telón y está la tragedia. “El terrorismo es un acto vio-lento que se concibe de forma específica para atraer la atención, y entonces, a través de la publicidad que ha generado, comunica su mensaje. Para conseguir impul-sar el cambio político, los terroristas deben alcanzar el máximo potencial de influencia, y esto sólo lo pueden hacer difundiendo el terror y violencia a un público lo más amplio posible”.

Unos dentro de la pantalla, otros frente a ella. El terrorismo es noticia tanto en el contexto na-

cional como en el internacional, es un boom, es un acontecimiento de dimensiones extraorbitales, tendría por ello que tratarse, con sensatez. Y actuando los medios de comunicación como conformadores de la opinión pública, no hemos de ignorar entonces la percepción, justamente pública, que se tiene sobre el terrorismo y los terroristas, por demás, la manera en

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que su transmisión afecta esta opinión. “Puede que la gente no acepte el terrorismo igual que no acepta el asesinato, pero está claro que siente curiosidad por ellos”. (Acto por naturaleza dramático, suscita interés, las voluntades se mueven, los ánimos se encuentran, la contradicción despierta estados de desilusión, de rabia, de desaliento...).

Ante tanta curiosidad ¿qué se hará? Respondiendo a la ‘demanda del consumidor’, la información, en es-pecial la televisada, se trivializa y realza aspectos de las historias con las que se pueda identificar una audiencia más amplia en lugar de desarrollar un análisis y pro-porcionar una comprensión de los antecedentes de un determinado asunto.

Que no sea convertido el terrorismo en una especie de ‘perverso espectáculo’, que no se caiga en la ‘in-sensatez gaga y los excesos de emoción’, que no sea preocupación única para las cadenas dar una noticia, sino que exista una posición seria frente a las conse-cuencias que sus acciones podrían tener ante la toma de decisiones políticas.

Y es que se ha acusado a los medios de haberse convertido en un amplificador más o menos cons-ciente, y en ocasiones consciente, de la campaña de publicidad de los terroristas. Benjamín Netanyahu mantiene que los atentados terroristas sin cubrir por los medios serían como el dicho del árbol que cae en el bosque y nadie lo oye. Luego no habría tanta conmo-

ción, y como se dice por ahí, los terroristas quedarían ‘mirando para el techo’, y de su mensaje sólo se oiría en algunas tierras, que para tanto mundo talvez no sea nada; quizá tanta infección de terror y tanto afán por conseguir cambios ‘a la brava’, ‘a las malas’ se iría des-vaneciendo. Pienso que tendría que haber otra forma de acceder al mundo (o de desacceder del mundo). Bueno... pero no le demos campo a la confusión que de confusiones ya tenemos bastante. Veamos mejor, la contrapartida: aunque por un lado Laqueur critique a los medios por su ligereza en el tratamiento del terro-rismo, por el otro, reconoce que ello no ha producido actitudes públicas más favorables hacia los terroristas o sus causas.

Curiosidad sí se ha asomado, pues anda ésta sor-prendiendo al espíritu de vez en cuando. Y esta es una ocasión.

Pero no se hable de lo que se ha dicho renglones atrás. Fascinante es que se crucen fronteras, que tengamos

noción de lo que les sucede a las gentes del mundo. La responsabilidad del periodista supondría el dar a conocer los hechos de manera objetiva con una pizca de lo subjetivo. Una pizca. Que no es buena la noticia desabrida como tampoco lo es la que con exceso de condimentación se encuentre. El público recibiendo una visión ha de construir la suya propia aprendiendo a asumir la realidad con todas sus sazones y desazones. Tarea difícil.

“La felicidad en esta vida no consiste en el reposo de una mente satisfecha porque no hay ese ‘finis ultimus’ (fin último) ni ese ‘summus bonnus’ (sumo bien)... y no puede vivir un hombre sin deseos, como tampoco puede vivir aquel cuyos sentidos e imaginaciones se han detenido”.

Pero este no es un asunto de felicidad, así que, diri-jamos nuestra mirada hacia el impacto que causan las transmisiones de actos violentos, infames y terroristas en la toma de decisiones políticas.

Eso de la competitividad es bien serio. Tal parece que ésta cada vez toma más fuerza, no sólo en lo que a los medios respecta, sino en toda una atmósfera cultu-ral, social, política... Se sabe hoy del llamado ‘Síndrome CNN’ de peculiar slogan ‘todas las noticias, todo el tiempo’ y al parecer tal ocurrencia ‘pone los pelos de punta’ a los dirigentes, especialmente cuando atenta-dos de tipo ‘horrorista’ suceden. El ex primer ministro británico, John Major, da su comentario acerca del impacto del citado ‘Síndrome’ en la toma de decisiones de gobiernos: “Creo que es malo para el gobierno.

Título robado. De qué habla señor, ¿Qué título nos ha sido robado?

No ha de ser el de la paz, ¿verdad? Pues la paz quizá sea un sueño

equívoco del hombre. No, no es de ese del que hablo. Hablo del

título de LA VIDA, que ésta sólo es una, al menos aquí en la Tierra.

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

Por Dagoberto Acevedo Vergara

Estudiante de Trabajo SocialUniversidad de [email protected]

La ilusión del progreso

La apropiación de conocimiento depen-de de muchos factores. Ya sea en la escuela (cuando digo escuela me refiero a un término que abarca la educación de manera global: primaria, secundaria, superior) donde a través de distintas actividades bien sean audiovisuales, de multimedia, de lectura, etc. se expone una serie de datos e información que el indi-viduo retiene y asimila, o a través de actividades ex-tracurriculares donde se estudian comúnmente temas de interés personal. Aunque en la actualidad algunas universidades han logrado establecer programas de di-vulgación científica y cultural como es el caso del pro-grama radial “Historias de la ciencia” de la Universidad de Antioquia, o los parques temáticos que existen hoy en la ciudad de Medellín, para nuestro contexto social el mejor medio para la apropiación de conocimientos es la lectura. Primero que todo, para que la ciencia tenga el impacto que se necesita en nuestras ciudades y deje de ser una mera cátedra que se queda en la escuela debemos crear una conciencia crítica a través de la lectura y por consiguiente con la socialización de aquellos conocimientos adquiridos. Para obtener estos

Creo que la idea de que tienes que tener, de forma inmediata, una política para cada cosa antes de que esa cosa ocurra, y que tengas que responder a las cosas antes de que hayas tenido la oportunidad de evaluarlas, no es sensato”.

Lloyd Cutler, consejero del presidente Carter durante la crisis de rehenes de Irán de 1979-1980, explicaría: “Si se informa en la televisión sobre un siniestro acon-tecimiento extranjero, el presidente y sus consejeros se ven obligados a tener una declaración preparada para el siguiente informativo”. No sólo se precipita el deba-te, sino que este se apura rápidamente y luego se trun-ca con la misma facilidad, privando de esta manera a los políticos y a los militares del tiempo necesario para analizar a fondo temas de importancia, llegar a decisio-nes bien reflexionadas, elaborar respuestas coherentes y actuar con una confianza basada en la exhaustiva deliberación.

¿Qué decir pues ante esto? Digo que los medios y los gobiernos tendrán que actuar con cautela evitando la manipulación los unos y la precipitación los otros. (Que de tontos ninguno ‘tiene un pelo’).

El peligro acechante seguirá sintiéndose pero como dice Jean Paul Aron “Será necesario inmunizar el cuer-po y el espíritu contra las incertidumbres y el peligro”. Esto suena como a Misión Imposible, pero debe haber una forma...

Título robado. De qué habla señor, ¿Qué título nos ha sido robado? No ha de ser el de la paz, ¿ver-dad? Pues la paz quizá sea un sueño equívoco del hombre. No, no es de ese del que hablo. Hablo del título de LA VIDA, que ésta sólo es una, al menos aquí en la Tierra.

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conocimientos es necesario recurrir al libro, como medio para alcanzar las metas. ¿Por qué el libro? En un país como el nuestro que intenta igualarse a los mejores países y aplicar las tecnologías de las mejores ciudades del mundo, nuestros dirigentes no han caído en cuenta de un pequeño detalle: ¿Cómo se pretende adaptar a las nuevas tecnologías a ciudadanos que ni siquiera tienen unas habilidades básicas en la compren-sión de textos? Mientras las bibliotecas públicas tienen los mismos libros viejos que en la actualidad son bási-camente obsoletos, se dotan de varios computadores que en algunas ocasiones ni siquiera el bibliotecario es capaz de manejar. Si bien es cierto que los sistemas audiovisuales son benéficos para el desarrollo de la lec-tura hay que observar que no todas las personas tienen acceso a un computador para continuar en sus hogares con las labores escolares, además que genera un gran cansancio visual.

En el año 2.004, la Presidencia de la República sacó el programa “Leer libera” con el propósito de fomen-tar la lectura como medio de distracción, crecimiento cultural y aprovechamiento del tiempo libre. Pero en una situación donde la mayoría de las familias tienen que replantear cada mes sus prioridades (o se paga servicios o se compra comida), es casi que imposible pretender que se incluyan libros en la canasta familiar. Otro caso similar es el llamado que se hace a no com-prar libros piratas, pero un libro original de literatura cuesta alrededor de 30.000 pesos, lo que cuesta un mercado familiar básico. También es doloroso el caso que se presentó con Gabriel García Márquez al ser el primer autor que cobra en una biblioteca por leer un libro suyo. Si no se crean las condiciones no podemos progresar. Caso contrario fue el programa que surgió hacia 1.992 llamado “El furor de leer”, que se reali-zaba a fines de año y en el que se hacían actividades recreativas, tardes de lectura, se obsequiaban libros y se fomentaba la lectura en niños y jóvenes. En el programa “Leer libera” si los libros son la libertad, ¿dónde están? ¿Se pretende que una mera frase cum-pla con el objetivo?

Sí, tampoco podemos decir que seamos los mejores lectores y que pidamos libros a gritos, pero existe una explicación histórica para el bajísimo nivel de lectura en Colombia: “una encuesta reciente indica que unos cua-tro millones de personas leen de vez en cuando el pe-riódico, y aunque quienes leen ocasionalmente libros son más, el público verdaderamente lector en Colom-bia no supera los tres o cuatro millones de personas. El resto tiene un dominio elemental de la lectura y pro-

bablemente aprendió a leer después de haber tenido acceso a la radio y en años recientes, a la televisión. En vez de haber pasado de un predominio de la comuni-cación oral a una cultura con fuerte presencia del texto, sobre la cual se impusieron gradualmente los medios de comunicación audiovisual, como fue la secuencia europea, en Colombia pasamos directamente de la voz viva a la radio y la televisión. Mientras en Europa una gran parte de la población se había acostumbrado a usar el libro para educarse, informarse o divertirse, y al llegar los medios audiovisuales pudo conservar buena parte de sus hábitos de lectura, en Colombia la gente se acostumbró a informarse y divertirse mediante el ra-dio o el televisor, sin que se desarrollaran la infraestruc-tura cultural y los hábitos de uso del tiempo libre liga-dos al libro”1. Aunque tengamos una razón para nues-tra mediocridad como lectores, han pasado décadas y nuestra situación sigue igual, el mismo conformismo, la misma pereza mental de siempre. Es cierto que un pueblo sin educación es más fácil de controlar pero ¿el control debe ser pagado con un precio tan alto? ¿Cuán-tos niños mueren por una enfermedad tratable como es la diarrea, solo porque sus padres no saben leer las indicaciones del suero oral y de otros medicamentos, o el alarmante crecimiento demográfico ya que las perso-nas no conocen los métodos anticonceptivos, o los que se permiten ultrajar porque no conocen sus derechos? ¿El orden de un país debe ser establecido por medio de la ignorancia colectiva?

¿Es el saber un arma tan destructiva como para impedirnos el acceso a él? En primer lugar hagamos una distinción entre lo que es saber y lo que es cono-cimiento: “El conocimiento goza de la legitimidad de

Mientras en Europa una gran parte de la población se había acostumbrado a usar el

libro para educarse, informarse o divertirse, y al llegar los medios audiovisuales pudo conservar

buena parte de sus hábitos de lectura, en Colombia la gente se acostumbró a informarse y divertirse mediante el radio o el televisor, sin que se desarrollaran la infraestructura cultural

y los hábitos de uso del tiempo libre ligados al libro

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NOTAS

1 MELO, Jorge Orlando. Mas libros y menos maestros. En: El malpensante. #42. (Nov 01-Dic 15 2002); p 73-85

2 MEJIA, Marco Raúl; AWAD, Miriam. Pedagogías y metodologías en educación popular. La Paz: Editorial Cebiae, 2000. p 117-118

3 PINEDA GAVIRIA, Guillermo. La ciencia de este mundo. Medellín: Universidad de Antioquia. 2003. 29p.

que le da el ser sancionado oficialmente con títulos. Podemos hablar incluso de una organización social del conocimiento. En torno al conocimiento, prima en nuestro medio una concepción muy europea que lo ubica como un proceso de construcción y de acceso a un saber mucho más elaborado que goza de gran validación y reconocimiento social. El saber, en cambio hace mas referencia a un fenómeno diverso en el que encontramos saberes populares, saberes específicos y saberes de disciplina científica. Desde nuestra con-cepción, los procesos del saber son diferentes entre sí y se encuentran ligados de manera especial a los fenó-menos de la cultura. A diferencia del conocimiento, su validación está en la práctica”2. Después de esto pode-mos ver lo que sucede en nuestro entorno, en nuestra universidad: se produce mano de obra calificada y en grandes cantidades, pero ¿cuántos de ellos poseen saberes aplicables a nuestra sociedad? ¿O son sólo recipientes llenos de datos que ven la realidad como un laboratorio donde se aplican las teorías pero a nivel práctico no poseen ningún interés por comprender lo que hacen sino simplemente hacerlo? Con este tipo de condiciones es prácticamente imposible realizar inves-tigaciones que lleven a conocimientos innovadores, a formular nuevos conceptos respecto a nuestro contex-to, tecnologías que se adapten a nuestras regiones, que se encarguen de fomentar el empleo, no a acabarlo; teorías de las ciencias humanas que sean aptas para nuestras problemáticas sociales, en fin, crear ciencia para nosotros, dejar de consumir lo que otros descu-bren sin aportar también el granito de arena.

En estos momentos, no sólo se mide el capital de un país según sus bienes materiales sino que también se habla de un capital intelectual o de economía del conocimiento. Dicho capital está condicionado por el nivel educativo de sus habitantes, la cantidad de conocimiento que genera un país, sus principales in-novaciones tecnológicas y sociales, etc. Si nos paramos a evaluar el nivel de capital intelectual presente en Colombia debemos verificar también el índice del PIB que se destina al I+D (Investigación y Desarrollo.) “En los países industrializados se sabe que el conocimiento científico es altamente retributivo y se invierten porcen-tajes muy significativos de su PIB, del orden del 4%, en investigación y desarrollo, inclusive en algunos temas de investigación básica que no ofrezcan perspectivas a corto plazo de aplicación práctica...El modestísimo papel, si hay alguno, que desempeña la ciencia en la industria colombiana se ve reflejado en la casi simbóli-ca participación del rubro de investigación y desarrollo

en el presupuesto nacional, del orden del 0.2% del PIB...El día en que el presupuesto de investigación y desarrollo del país se aproxime, por ejemplo, al de la industria publicitaria, cercano al 2% del PIB en el 2002, o al de defensa, que para el presente año (2003) será del orden del 5% del PIB, empezaremos a ver cambios significativos en nuestra situación”3. Es bien sabido que un incremento en la investigación provoca un mayor avance industrial, y en ocasiones se generan productos sin ninguna utilidad con el solo objetivo del consumo, pero, como planteaba anteriormente, es posible elegir el tipo de crecimiento acorde a nuestro contexto so-cial. Si se encaminara la investigación por ejemplo, a desarrollar nuevos tipos de complementos alimenticios a partir de alimentos con altos niveles de proteína que prevengan la desnutrición y que tengan un margen de descomposición bajo, se podría orientar a solucionar los niveles de hambre y desnutrición generados por el rápido crecimiento demográfico. Nuestro mayor defec-to es que no damos prioridades a solucionar los pro-blemas que tenemos, en lugar de importar tecnologías que solo benefician a las clases altas, aumentan el des-empleo o contribuyen al fortalecimiento de la guerra.

Después de todo esto la pregunta es: ¿realmente queremos progresar?

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