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SEPTIEMBRE — DICIEMBRE/2009 REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Nº. 54 Contenido 2 26 34 42 30 29 18 20 16 8 Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresión de las disposiciones y puntos de vista de los universitarios. Alberto Uribe Correa, Rector - Luquegi Gil Neira, Secretario General Editor: Alberto González Mascarozf, [email protected] Correción: Luis Javier Londoño Balbín Diseño original: Saúl Álvarez Diagramación: Juan Camilo Vélez Rodríguez Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en http://almamater.udea.edu.co/debates El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete. Reelecciones presidenciales en América Latina: Un caso de crisis institucional Por Juan Carlos Arenas Gómez y Germán Darío Valencia Agudelo AMÉRICA LATINA es el lugar más estimulante del mundo América del Sur de cara al futuro Por José Luís Fiori BRIC, la comunidad fantasma Por Jorge Majfud El llanto de Gaia Por Dagoberto Acevedo Vergara HAMBRE Otra oportunidad perdida Por Elvira Corona Ante una bomba social de efectos incalculables Por José Carlos García Fajardo Derechos Humanos Declaración de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de derechos humanos en Colombia Por Margaret Sekaggya Las relaciones de género o la cultura de la obviedad Por Carlos A. Ospina Cruz ¿Qué defendemos? ¿La libertad de prensa, o la de empresa? Por Adolfo Pérez Esquivel De la hipocresía del periodismo y sus vergüenzas Por David Rodríguez Seoane Periodismo independiente Por María Helena Vivas López Democratizar las comunicaciones sí, pero... ¿sabemos cómo y para qué? Por Aram Aharonian Morin, humanista planetario Por Nelson Vallejo-Gómez Edgar Morin reclama una metamorfosis del conocimiento, la ética y la política Por Alberto Martin Libertad, igualdad, fraternidad Por Eduardo Domínguez Gómez ¿Paz con Venezuela? Por Fáber Cuervo La Secta del Perro Por Adrián Restrepo Parra Tres ideas sobre la EXTENSIÓN Por Beethoven Zuleta Ruiz Pronunciamiento público y crítica al procedi- miento de medición de grupos de COLCIENCIAS La responsabilidad de los intelectuales Por José M. Castillo 44 46 50 54 62 64 69 74 76 82 87

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REVISTA DEBATES N° 54 Septiembre—Diciembre 2009

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SEPTIEMBRE — DICIEMBRE/2009

REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Nº. 54

Contenido2

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29

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Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresiónde las disposiciones y puntos de vista de los universitarios.

Alberto Uribe Correa, Rector - Luquegi Gil Neira, Secretario GeneralEditor: Alberto González Mascarozf, [email protected]ón: Luis Javier Londoño BalbínDiseño original: Saúl ÁlvarezDiagramación: Juan Camilo Vélez Rodríguez

Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en http://almamater.udea.edu.co/debates

El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete.

Reelecciones presidenciales en América Latina:Un caso de crisis institucionalPor Juan Carlos Arenas Gómez y Germán Darío Valencia Agudelo

AMÉRICA LATINA es el lugar más estimulante del mundo

América del Sur de cara al futuroPor José Luís Fiori

BRIC, la comunidad fantasmaPor Jorge Majfud

El llanto de GaiaPor Dagoberto Acevedo Vergara

HAMBREOtra oportunidad perdidaPor Elvira Corona

Ante una bomba social de efectos incalculablesPor José Carlos García Fajardo

Derechos HumanosDeclaración de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de derechos humanos en ColombiaPor Margaret Sekaggya

Las relaciones de género o la cultura de la obviedadPor Carlos A. Ospina Cruz

¿Qué defendemos? ¿La libertad de prensa, o la de empresa?Por Adolfo Pérez Esquivel

De la hipocresía del periodismo y sus vergüenzasPor David Rodríguez Seoane

Periodismo independientePor María Helena Vivas López

Democratizar las comunicaciones sí, pero... ¿sabemos cómo y para qué?Por Aram Aharonian

Morin, humanista planetarioPor Nelson Vallejo-Gómez

Edgar Morin reclama una metamorfosis del conocimiento, la ética y la políticaPor Alberto Martin

Libertad, igualdad, fraternidadPor Eduardo Domínguez Gómez

¿Paz con Venezuela?Por Fáber Cuervo

La Secta del PerroPor Adrián Restrepo Parra

Tres ideas sobre la EXTENSIÓNPor Beethoven Zuleta Ruiz

Pronunciamiento público y crítica al procedi-miento de medición de grupos de COLCIENCIAS

La responsabilidad de los intelectualesPor José M. Castillo

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En la década de 1980 sorprendió en la ciencia política el resurgimiento de un enfoque teó-rico para el análisis de los fenómenos politológicos. Se trataba del neoinstitucionalismo, que se propuso como una “nueva opción” frente al conductismo y la elección racional, que habían dominado después de la posguerra (March y Olsen, 1993 y 1997). El enfoque, asimilando aprendizajes teóricos y meto-dológicos de sus críticos, recuperó el énfasis en la interdependencia entre las instituciones y los proce-sos políticos y sociales, la toma de decisiones de los agentes y el desarrollo, entre otros muchos asuntos.

Como se sabe, la teoría tenía antecedentes impor-tantes desde comienzos del siglo veinte, en los que se defendía la centralidad de las instituciones para descifrar el comportamiento social e individual. De manera general, concebían las instituciones como el

PorJuan Carlos Arenas Gómez**

Germán Darío Valencia Agudelo***

Reelecciones presidenciales en América Latina:Un caso de crisis institucional*

La idea que se quiere dejar planteada aquí es que la ola reeleccionista en América Latina es un fenómeno que obedece más al carácter de personalización del poder y provisionalidad institucional que a las conveniencias teóricas y prácticas que tiene para el sistema político. Una idea que se puede evidenciar cuando se pasa revista a cada uno de los países que ha adoptado la reelección presidencial en América Latina recientemente. Donde incluso en aquellos países donde no hay reelección, hoy se está pensando en ella, esgrimiendo argumentos basados en la emoción.

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conjunto de prácticas repetidas en el tiempo y acep-tas por la comunidad (Ayala, 1999); o como “las re-glas de juego en una sociedad, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interrelación humana. Por consiguiente, estructu-ran incentivos en el intercambio humano, sea social, político o económico. El cambio institucional confor-ma el modo en que las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave para entender el cambio histórico“ (North, 1993, pp. 13-14).

En lo político, por ejemplo, las instituciones permi-ten el orden político, aseguran la autoridad, le dan le-gitimidad al poder y permiten la gobernabilidad; sin ellas, por el contrario, es imposible la convivencia y el orden político. Las instituciones permiten a los ciuda-danos que se sientan tranquilos y confiados, pues sus derechos de propiedad serán respetados y sus vidas cuidadas. Esta es una de las razones por las cuales el tema de las instituciones cobra mayor importancia entre académicos y hacedores de políticas. Ven en estas una fuente del desarrollo y la clave para explicar el origen de la riqueza y la pobreza de las naciones; por ello, buscan sin cesar crear instituciones eficien-tes o al menos adecuar las actuales para mejorar la asignación de los recursos, aumentar el bienestar so-cial y cambiar la distribución del ingreso.

En este sentido cabe destacar que uno de los mayo-res logros del enfoque neoinstitucionalista es el énfasis que le da a las instituciones como factor que explica el desarrollo. Éste ha mostrado que los países exito-sos comparten el hecho de tener instituciones fuertes, duraderas y aceptadas por todos; mientras que los no exitosos tienes instituciones débiles, de corto plazo y que varía permanentemente. Es ejemplo de institucio-nes fuertes la división de poderes que ha permitido controlar el despotismo, evitar el abuso del poder y controlar la actuación del ejecutivo; y de instituciones débiles aquellas donde se cambian las normas per-manentemente, se generan conflictos y se incentiva la desconfianza y la deslealtad, que son muchos los ejemplos en el mundo. Se sabe que en ambas circuns-tancias se crea un orden, pero el enfoque neoinstitu-cionalista sugiere que la estabilidad en las reglas del juego potencializa la promoción de ciertos valores y abre posibilidades al desarrollos económico y político.

Esto no quiere decir que los cambios institucio-nales no se permitan o no sean posibles. Por el con-trario, el enfoque histórico del neoinstitucionalismo aboga por transformaciones en las reglas de juego, pero estas deben ser el resultado de los cambios en la

historia, de largo plazo, concertadas y aceptadas por la comunidad (Guy, 2003). Una buena institución se caracteriza porque permite la adaptación de los comportamientos a las circunstancias históricas; por tanto, se debe hablar de crisis institucional cuando en un momento indeterminado se da una ruptura en el funcionamiento de un sistema, un cambio cua-litativo sea positivo o negativo, un giro no esperado en el modelo normal. El carácter de impredecible, limitado y dañino para el sistema hace que se pueda hablar de crisis (Pasquino, 1997, p. 391).

Y esto es precisamente lo que está pasando en América Latina recientemente, una crisis institucio-nal que se puede ilustrar con la ola reeleccionista. En 2009, 14 de los 19 países que conforman la re-gión, introdujeron dentro de sus marcos constitu-cionales la reelección presidencial, argumentando que este tipo de diseño premia el buen desempe-ño de los gobernantes. La situación es paradójica si se contrasta con la costumbre de tres lustros atrás, cuando la reelección presidencial en los países lati-noamericanos era casi inexistente y los argumentos que se esgrimían en su contra eran precisamente el buen desempeño de las instituciones democráticas. Hasta 1993, la mayoría de las constituciones de la

En lo político, por ejemplo, las instituciones permiten el orden político, aseguran la autoridad,

le dan legitimidad al poder y permiten la gobernabilidad;

sin ellas, por el contrario, es imposible la convivencia y el

orden político. Las instituciones permiten a los ciudadanos que

se sientan tranquilos y confiados, pues sus derechos de propiedad

serán respetados y sus vidas cuidadas. Esta es una de las

razones por las cuales el tema de las instituciones cobra mayor importancia entre académicos y

hacedores de políticas.

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región consagraban el principio de no reelección o de reelección pero con un periodo de por medio (Camargo, 1965, p. 30)1. El juicio histórico asociaba estas experiencias con nefastas restricciones de las libertades, atropello a los derechos humanos y cre-denciales antidemocráticas de los regímenes. Algo de aquellos temores fundados estuvo en la base de los diseños institucionales en los que se abogaba por el fortalecimiento del republicanismo y la democra-cia, conservando dentro de sus principios políticos la rotación del poder.

Sin embargo, al correr la década de 1990 países como Perú, Brasil y Argentina, tomaron la decisión constitucional de permitir la reelección presiden-cial. También es el caso de Colombia, que en 2004 constitucionalizó la reelección inmediata de su pre-sidente y, desde mediados de 2008, está enfrascada en la discusión de un nuevo cambio normativo que permita extender la reelección a un tercer período. Con esta serie de cambios se abrió en nuestro país y en la región el debate sobre la conveniencia o no de permitir este tipo de situación. En este contexto de-bemos preguntarnos por los efectos que tienen esta serie de modificaciones constitucionales para el for-talecimiento de la institucionalidad democrática y de la gobernabilidad en los países de la región.

La idea que se quiere dejar planteada aquí es que la ola reeleccionista en América Latina es un fenómeno que obedece más al carácter de personalización del poder y provisionalidad institucional que a las conve-niencias teóricas y prácticas que tiene para el sistema político. Una idea que se puede evidenciar cuando se pasa revista a cada uno de los países que ha adoptado la reelección presidencial en América Latina recien-temente. Donde incluso en aquellos países donde no hay reelección, hoy se está pensando en ella, esgri-miendo argumentos basados en la emoción.

Son los casos de Honduras, Paraguay y Uruguay, donde aunque hoy no se permite la reelección, hay procesos políticos que marchan en esa dirección. Honduras, por ejemplo, desde junio de 2009 se ha convertido en el epicentro del análisis político lati-noamericano debido al efecto que tuvo la decisión del presidente Manuel Zelaya de buscar una reforma constitucional que le permitiera la reelección presi-dencial (Cuba 2.0, 2009). En Uruguay, aunque no han propuesto la reelección seriamente, esto se debe más al fantasma de una larga dictadura que a la falta de interés de su presidente Tabaré Vázquez. Por su parte Paraguay, que también sufrió una larga dicta-

dura con Alfredo Stroessnner, hoy está discutiendo la posibilidad de la reelección presidencial; su actual presidente Fernando Lugo se viene inclinando a favor de la reelección y ha manifestado que la buscaría si las leyes y el pueblo lo permiten2.

Le siguen los países que han aceptado la reelección pero de manera alternada, que son Costa Rica, Chi-le, Nicaragua, Panamá y Perú. En este grupo vale la pena destacar a Nicaragua y Perú. En el primero, su actual presidente Daniel Ortega está disfrutando de la segunda designación y viene impulsando la idea de una reforma que le permita la reelección consecutiva. En el segundo, desde 1993 se permitió la reelección consecutiva, propuesta que hizo su presidente Alberto Fujimori, pero luego de finalizar su mandato y acusado de corrupción, fue modificada de nuevo en 2000 y se permitió la reelección sólo de manara alternada.

En el grupo de los reeleccionistas consecutivos está Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, República Dominicana y Colombia. Todos ellos se caracterizan porque fue un presidente de turno el que patroci-nó la reelección y cada uno de ellos disfrutó en el siguiente periodo de la reelección consecutiva. Eso

Es ejemplo de instituciones fuertes la división de poderes que ha permitido controlar el

despotismo, evitar el abuso del poder y controlar la actuación

del ejecutivo; y de instituciones débiles aquellas donde se cambian

las normas permanentemente, se generan conflictos y se incentiva

la desconfianza y la deslealtad, que son muchos los ejemplos en el mundo. Se sabe que en ambas circunstancias se crea un orden,

pero el enfoque neoinstitucionalista sugiere que la estabilidad en las reglas del juego potencializa la promoción de ciertos valores y

abre posibilidades al desarrollos económico y político.

Reelecciones presidenciales en América Latina: Un caso de crisis institucional

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pasó en Argentina con Carlos Menem, en donde lue-go de la enmienda constitucional en 1994 éste fue reelegido para el periodo 1995-1999; en Bolivia, con Evo Morales, donde la reelección presidencial fue aprobada en febrero de este año (2009) y lo más probable es que su actual presidente sea reelegido el próximo diciembre; en Brasil, con Fernando Hen-rique Cardoso, encargado de promover y aprobar la enmienda constitucional de 1997 que permitió a los funcionarios electos buscar una reelección consecu-tiva y que como se esperaba éste fue reelecto.

Lo mismo ha ocurrido en Ecuador, con Rafael Co-rrea, que promovió la reforma; ésta fue aceptada en septiembre de 2008 y fue aprovechada por el mismo Correa en abril de 2009, quien logró que además se le permitiera por una única vez la reelección conse-cutiva. En República Dominicana y en Colombia ha pasado algo muy similar: en el primer país se permitió en 1994 pasar de la reelección consecutiva a la alterna y en 2002 volvió a la reelección consecutiva; el domi-nicano Leonel Fernández ha ajustado su tercer perio-do presidencial, avanza a la par en pro de la reforma constitucional que le permita continuar en el poder. Caso similar ocurre en Colombia; aunque la Constitu-ción de 1991 no permitió la reelección, ésta fue modi-ficada en 2004 para permitir que el presidente Álvaro Uribe pudiera ejercer dos mandatos consecutivos, que efectivamente hizo realidad en 2006, y hoy de nuevo se está buscando otra enmienda que le permitiría bus-car un tercer mandato el próximo año.

Finalmente Venezuela, que es el único que con-forma el grupo de reelecciones indefinidas, aprobó esta situación a principios de este año. Ya en 1999, el presidente Hugo Chávez había impulsado la pro-mulgación de una nueva constitución donde se am-plió el período presidencial de cinco a seis años e incluyó la reelección inmediata por un solo ciclo gubernamental. Situación que logró modificarse de nuevo en febrero 2009, luego de ser rechazado a finales de 2007 el referendo por estrecho margen. Hoy Venezuela ha aprobado la eliminación de los límites de reelección para todos los cargos de elec-ción, entre ellos la del presidente. El objetivo de Chávez es ser reelecto hasta 2019, por ahora.

Este paso rápido de revista permite afirmar que la tendencia reeleccionista en el ejecutivo en América Latina es cierta. Casi todos los países, incluso los que hoy prohíben la reelección, están pensando en esta alternativa. Los cambios además muestran que la ten-dencia es pasar por varias etapas, permitiendo en pri-

mera instancia la reelección, ya sea alternada o por un solo periodo, y luego, como en Venezuela y próxi-mamente en Colombia, a una reelección indefinida. Teniendo como característica la hipótesis señalada al inicio: que es una decisión que se toma más por premios o castigos a personalidades y no como una decisión argumentada desde la teoría política, que muestra la conveniencia para el sistema político.

Además se puede también constatar que en la dis-cusión sobre la reelección casi siempre se dejan de lado los temas centrales y se anula la reflexión sobre las consecuencias que ésta tiene para la calidad de la democracia. No se identifican las consecuencias institucionales que tienen estas decisiones sobre el fortalecimiento o debilitamiento del sistema demo-crático, la conservación de sus lógicas de pesos y contrapesos y la preservación efectiva del principio de gobierno pro tempore. Además, tampoco se ana-lizan los efectos en el proceso político, en la dimen-sión procedimental –vital en el juego democráti-co– que apunta fundamentalmente al respeto de las reglas de juego. En este sentido, y buscando advertir sobre estos importantes aspectos, a continuación se presentan algunos factores institucionales que hay que advertir a la hora de realizar reformas como las reeleccionistas en América Latina.

Es necesario advertir que en la oleada reeleccio-nista, como resulta obvio, lo primero que se afecta

En 2009, 14 de los 19 países que conforman la región,

introdujeron dentro de sus marcos constitucionales la reelección

presidencial, argumentando que este tipo de diseño premia el buen

desempeño de los gobernantes. La situación es paradójica si

se contrasta con la costumbre de tres lustros atrás, cuando la reelección presidencial en los

países latinoamericanos era casi inexistente y los argumentos que

se esgrimían en su contra eran precisamente el buen desempeño

de las instituciones democráticas.

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son los arreglos constitucionales, creando ciertas si-tuaciones de inestabilidad. La constitución política es una expresión normativa del acuerdo político básico, que sustenta las instituciones creadas para garantizarle a los asociados mecanismos de inter-vención en política y establecer las ataduras que deben respetar los gobernantes. Por esta razón un cambio constitucional provoca una modificación de los principios regulatorios, afectando el equilibrio institucional y los juegos de poder que se dan en su marco. Y eso sucede con los principios que guían la toma de decisiones, con las garantías que se ofrecen a los diversos miembros del sistema y con las atadu-ras que deben respetar los gobernantes.

Lo segundo que se afecta es la legitimidad de los actos de poder que se desprendan de dicho conjunto de normas fundamentales. Allí cabe ubicar el hecho de que las circunstancias que han rodeado los cambios en las reglas del juego se vinculan en muchos casos con la percepción que una coalición de poder tiene del desempeño de un gobernante concreto –Fujimori, Chávez, Uribe, Correa y Morales– y con la activación de mecanismos de cambio constitucional por parte de un grupo interesado en que ese mandatario perma-nezca en el poder. Cambios de esta naturaleza están saturados de cálculos a corto plazo, sometiendo a las

sociedades a una lógica de constitucionalismo circuns-tancial, hecho a la medida de coyunturas específicas y climas políticos concretos –picos altos de favorabili-dad, por ejemplo–, que ayudan muy poco al fortaleci-miento institucional a largo plazo.

Como tercero se afecta es la dimensión administra-tiva del Estado. Estos cambios son diferenciales según se trate de casos como Bolivia, Venezuela o Ecuador, comparados por ejemplo con Colombia o Argenti-na. En algunos de estos casos las reelecciones vinie-ron acompañadas de reformas más estructurales del Estado, incluyendo la reorientación de las tareas que éste debía asumir frente a la economía, e incluso, re-definiendo la orientación política de la nación. Pero lo que interesa resaltar aquí es que al introducir el me-canismo de la reelección, necesariamente el esquema administrativo del Estado sufre por lo menos dos mo-dificaciones relevantes:

El cambio en la duración de los periodos de gobier-no afecta la lógica de coordinación de los diversos ni-veles del sistema administrativo del Estado.

La introducción de este mecanismo obliga a incor-porar un conjunto de instrucciones y regulaciones del comportamiento de los funcionarios, lo que revela los riesgos que se corren al momento de entrar en campa-ña de desvío de las funciones administrativas.

Esto apunta a un tema más general: el modo en que los diversos diseños institucionales juegan con los pesos y contrapesos, concentrando el poder en unas instancias, poniendo en manos de unas pocas personas o entidades la capacidad de determinar el destino de los recursos esenciales estatales, afectan-do todos los niveles administrativos. ¿Cuántas insti-tuciones relevantes del ordenamiento institucional fueron concebidas bajo la lógica de un escenario de no reelección del ejecutivo? ¿Qué consecuencias precisas se derivan de la reelección para el funcio-namiento de los controles horizontales entre diver-sos órganos de poder público? ¿Qué ajustes tendrían que emprenderse para restablecer lo lógica de pesos y contrapesos concebidos por las diversas constitu-ciones? ¿Qué mecanismos establecer para que la estructura administrativa del Estado y su funciona-miento no se vieran afectados inadecuadamente en la dinámica de campaña que implica la reelección?

Finalmente, cabe advertir que los cambios consti-tucionales afectan las lógicas de competencia por el poder institucionalmente regulado. Eso quiere decir que producen un desequilibrio en la competencia por

Es necesario advertir que en la oleada reeleccionista,

como resulta obvio, lo primero que se afecta son

los arreglos constitucionales, creando ciertas situaciones de

inestabilidad. La constitución política es una expresión

normativa del acuerdo político básico, que sustenta las

instituciones creadas para garantizarle a los asociados mecanismos de intervención

en política y establecer las ataduras que deben respetar

los gobernantes.

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Bibliografía

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Camargo, Pedro Pablo (1965). Reelección presidencial y re-elección parlamentaria en América y México. México: Uni-versidad Nacional Autónoma de México.

Cuba 2.0. Publicación digital del partido democrático cris-tiano de Cuba (2009). “América Latina se prepara para elec-ciones presidenciales”. NoticieroDigital.com [Artículo en Internet], disponible en: http://pdc-cuba.org/component/content/article/46-internacional/103-america-latina-se-pre-para-para-elecciones-presidenciales.html?directory=69. Sábado 08 de Agosto de 2009.

Guy, Peters, B. (2003). El nuevo institucionalismo: Teoría ins-titucional en ciencia política. Barcelona: Gedisa.

March, James G. y Johan P. Olsen (1997). El redescubrimien-to de las instituciones. La base organizativa de la política. México: CNCPYAP/UAS/FCE.

_______ (1993). “El nuevo institucionalismo: factores orga-nizativos de la vida política”, Zona Abierta, Num. 63/64; pp. 1-43.

North, D. (1995). Instituciones, cambio institucional y desem-peño económico. México: Fondo de Cultura Económica.

Pasquino, G (1997). “Crisis”. En Bobbio, Norberto; Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino. Diccionario de Política, 7ª edición. México: Siglo XXI editores.

Notas

1. Hacia 1965 según el balance hecho por Pedro Pablo Ca-margo (1965, p. 30 y siguientes), en América Latina sólo los casos de Haití, República Dominicana y Cuba, presentaban una situación en la que los esquemas de reelección o de condición vitalicia del cargo de presidente, socaban todos los principios de la democracia representativa.

2. Ya Nicanor Duarte Frutos, quien gobernó entre 2003 y 2008, había propuesto un cambio constitucional en esa di-rección, pero se le fue negado.

el principal cargo del ejecutivo, generando accesos diferenciales a los recursos de que disponen los dis-tintos competidores: información privilegiada, acceso más expedito a los medios de comunicación y mayor visibilidad, entre otros. Adicionalmente, el jefe del ejecutivo nacional queda en la híbrida y ambigua po-sición de gobernante-candidato. Híbrida porque una y otra función implican lógicas de naturaleza distinta y ambigua porque esta nueva función (presidente-candidato) induce o refuerza la tendencia a ocultar o no definir claramente las actitudes u opiniones de un agente que mientras gobierna también desarrolla estrategias para mantenerse en el poder.

De esta manera, y sólo tomando uno de los muchos aspectos que hay que considerar en la oleada reelec-cionista en América Latina, se muestran los nefastos efectos que tienen estos cambios institucionales en la calidad de la democracia y en el desarrollo de los paí-ses. El llamado que se quiere dejar en este texto es mostrar que al discutir el tema reeleccionista de mane-ra seria y argumentada, no desde el deseo y la pasión, no desde el personalismo y la coyuntura, sino desde los ámbitos de la teoría y la ciencia, desde el derecho constitucional, desde la teoría institucional y desde la conveniencia para los sistemas políticos, no se puede continuar con la lógica de discutir el tema sólo desde el enfoque netamente pragmático, asociado a la per-sona o líder carismático; se debe pensar seriamente en la conveniencia teórica, general y abstracta que deben tener las reformas institucionales.

* Este texto fue presentado en el Simposio de Economía y Filoso-fía. Crisis en América Latina en el contexto de la crisis económica mundial realizado por los institutos de Filosofía y de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, el 22 de septiembre de 2009, en Ciudad Universitaria, Bloque 19, auditorio 104.

** Sociólogo y magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Uni-versidad de Antioquia y miembro del grupo de investigación Estudios Políticos y de UreA (Unidad de Redacción Inmedia-ta). Dirección electrónica: [email protected].

*** Economista, especialista en Gerencia Social y magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia. Profesor Aso-ciado del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y miembro de los grupos de investigación Hegemo-nías, Guerras y Conflicto, Microeconomía Aplicada de la UreA (Unidad de Redacción Inmediata). Dirección electrónica: [email protected] y [email protected].

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América Latina es hoy el lugar más estimulante del mundo. Por pri-mera vez en 500 años hay movimientos hacia una verdadera indepen-dencia y separación del mundo imperial; se están integrando países que históricamente han estado separados. Esta integración es un pre-rrequisito para la independencia. Históricamente, Estados Unidos ha derrocado un gobierno tras otro; ahora ya no puede hacerlo.

Brasil es un ejemplo interesante. Hacia principios de los 60, los pro-

Noam Chomsky

AMÉRICA LATINA es el lugar más estimulante del mundo

Fuente:

David Brooks, Hermann Be-llinghausen y Luis Hernández

Informativo Internacional de ATTAC “El Grano de Arena” destinado a

incorporar artículos de interés que por su extensión no pueden ser pu-blicados en el informativo semanal

http://attac-info.blogspot.com/

Estados Unidos está reaccionando y ha dado pasos para remilitarizar la región. La Cuarta Flota, dedicada a América Latina, había sido desmantelada en los 50, pero se está rehabilitando, y las bases militares en Colombia son un tema importante.

La elección de Barack Obama generó grandes expectativas de cambio hacia América Latina. Pero son sólo ilusiones. Sí hay un cambio, pero el giro es porque el gobierno de Bush se fue tan al extremo del espectro político estadunidense que casi cualquiera se hubiera movido hacia el centro.

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gramas de (Joao) Goulart no eran tan diferentes de los de (Luiz Inacio) Lula. En aquel caso, el gobierno de (John F.) Kennedy organizó un golpe de Estado militar. Así, el Estado de seguridad nacional se propagó por toda la región como una plaga. Hoy día Lula es el muchacho bueno, al que están tratando de cultivar, en reacción a los gobiernos más militantes en la región. En Estados Unidos no publican los comentarios de Lula favorables a (Hugo) Chávez o a Evo Morales. Los silencian porque no son el modelo.

Hay un movimiento hacia la unificación regional: se em-piezan a formar instituciones que, aunque no funcionan del todo, comienzan a existir. Es el caso de Mercosur y Unasur. Otro caso notable en la región es el de Bolivia. Después del re-ferendo hubo una gran victoria, y también una sublevación bas-tante violenta en las provincias de la Media Luna, donde están los gobernadores tradicionales, blancos. Un par de docenas de personas murieron. Hubo una reunión regional en Santiago de Chile donde se expresó un gran apoyo a Morales y una firme condena a la violencia, y Morales respondió con una declara-ción importante. Dijo que era la primera vez en la historia de América Latina, desde la conquista europea, en que los pueblos habían tomado el destino de sus países en sus propias manos sin el control de un poder extranjero, o sea Washington. Esa declaración no fue publicada en Estados Unidos.

Centroamérica está traumatizada por el terror reaganiano. No es mucho lo que sucede allí. Estados Unidos sigue toleran-do el golpe militar en Honduras, aunque es significativo que no lo pueda apoyar abiertamente.

Otro cambio, aunque atropellado, es la superación de la patolo-gía real en América Latina, probablemente la región más desigual del mundo. Es una región muy rica, siempre gobernada por una pequeña elite europeizada, que no asume ninguna responsabili-dad con el resto de sus respectivos países. Se puede ver en cosas muy simples, como el flujo internacional de capital y bienes. En América Latina la fuga de capitales es casi igual a la de la deuda. El contraste con Asia oriental es muy impactante. Aquella región, mucho más pobre, ha tenido mucho más desarrollo económico sustantivo, y los ricos están bajo control. No hay fuga de capitales; en Corea del Sur, por ejemplo, se castiga con la pena de muerte. El desarrollo económico allá es relativamente igualitario.

Control debilitadoHabía dos formas tradicionales con las que Estados Unidos

controlaba América Latina. Una era el uso de la violencia; la otra,

Los asesores de Obama durante la campaña fueron muy cuidadosos en no dejarlo comprometerse con nada. Las consignas fueron la esperanza y el cambio, un cambio en el que creer… McCain decía cosas parecidas, pero Obama era más agradable, más fácil de vender como producto. Las campañas son sólo asuntos de mercadotecnia, así se entienden a sí mismas. Estaban vendiendo la marca Obama en oposición a la marca McCain. Es dramático ver esas ilusiones, tanto fuera como dentro de Estados Unidos.

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el estrangulamiento económico. Ambas han sido debilitadas. Los controles económicos son ahora más débiles. Varios países se han liberado del Fondo Monetario Internacional a través de la colaboración. También se han diversificado acciones entre el sur, en lo que la relación de Brasil con Sudáfrica y China ha entrado como factor. Han podido enfrentar algunos problemas internos sin la poderosa intervención de Estados Unidos.

La violencia no ha terminado. Ha habido tres golpes de es-tado en lo que va de este siglo. El venezolano, abiertamente apoyado por Estados Unidos, fue revertido, y ahora Washing-ton tiene que recurrir a otros medios para subvertir al gobierno, entre ellos ataques mediáticos y apoyo a grupos disidentes. El segundo fue en Haití, donde Francia y Estados Unidos tiraron al gobierno y enviaron al presidente a Sudáfrica. El tercero es el de Honduras, que es un asunto mixto. La Organización de Estados Americanos asumió una postura firme y la Casa Blan-ca tuvo que seguirla, y proceder muy lentamente. El FMI aca-ba de otorgar un enorme préstamo a Honduras, que sustituye la reducción de asistencia estadunidense. En el pasado éstos eran asuntos rutinarios. Ahora esas medidas (la violencia y el estrangulamiento económico) se han debilitado.

Estados Unidos está reaccionando y ha dado pasos para remi-litarizar la región. La Cuarta Flota, dedicada a América Latina, había sido desmantelada en los 50, pero se está reahabilitando, y las bases militares en Colombia son un tema importante.

La ilusión de ObamaLa elección de Barack Obama generó grandes expectativas

de cambio hacia América Latina. Pero son sólo ilusiones. Sí hay un cambio, pero el giro es porque el gobierno de Bush se fue tan al extremo del espectro político estadunidense que casi cualquiera se hubiera movido hacia el centro. De hecho el propio Bush en su segundo periodo fue menos extremista. Se deshizo de algunos de sus colaboradores más arrogantes y sus políticas fueron más moderadamente centristas. Y Obama, de manera previsible, continúa con esta tendencia.

Giró hacia la posición tradicional. Pero ¿cuál es esa tradición? Kennedy, por ejemplo, fue uno de los presidentes más violentos de la posguerra. Woodrow Wilson fue el mayor intervencionista del siglo XX. El centro no es pacifista ni tolerante. De hecho Wilson fue quien se apoderó de Venezuela, sacando a los ingle-ses, porque se había descubierto petróleo. Apoyó a un dictador brutal. Y de allí continuó con Haití y República Dominicana.

Obama acaba de hacer un acuerdo secreto con las compañías

farmacéuticas para asegurarles que

no habrá esfuerzos gubernamentales por

regular el precio de las medicinas. Estados Unidos es el único país en el mundo occidental

que no permite que el gobierno use su

poder de compra para negociar el precio de los

medicamentos.

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Mandó a los marines y prácticamente destruyó Haití. En esos países dejó guardias nacionales y dictadores brutales. Kennedy hizo lo mismo. Obama es un regreso al centro.

Es igual con el tema de Cuba, donde durante más de me-dio siglo Estados Unidos se ha involucrado en una guerra, desde que la isla ganó su independencia. Al principio esta guerra fue bastante violenta, especialmente con Kennedy, cuando hubo te-rrorismo y estrangulamiento económico, a lo que se opone la mayoría de la población estadunidense. Durante décadas, casi dos tercios de la población han estado en favor de la normali-zación de las relaciones, pero eso no está en la agenda política. Las maniobras de Obama se fueron hacia el centro; suspendió algunas de las medidas más extremas del modelo de Bush, y hasta fue apoyado por buena parte de la comunidad cubano-es-tadunidense. Se movió un poco hacia el centro, pero ha dejado muy claro que no habrá cambios.

Las reformas de ObamaLo mismo sucede en la política interna. Los asesores de Oba-

ma durante la campaña fueron muy cuidadosos en no dejarlo comprometerse con nada. Las consignas fueron la esperanza y el cambio, un cambio en el que creer. Cualquier agencia de publicidad sensata habría hecho que ésas fueran las consig-nas, pues 80 por ciento del país pensaba que éste marchaba por el carril equivocado. McCain decía cosas parecidas, pero Obama era más agradable, más fácil de vender como produc-to. Las campañas son sólo asuntos de mercadotecnia, así se entienden a sí mismas. Estaban vendiendo la marca Obama en oposición a la marca McCain. Es dramático ver esas ilusio-nes, tanto fuera como dentro de Estados Unidos.

En Estados Unidos casi todas las promesas hechas en el ámbito de reforma laboral, de salud, de energéticos, han quedado casi anuladas. Por ejemplo, el sistema de salud es una catástrofe. Es probablemente el único país en el mundo en el que no hay una garantía básica de atención médica. Los costos son astronómicos, casi el doble de cualquier otro país industrializado. Cualquier persona que tiene bien puesta la cabeza sabe que es la conse-cuencia de que se trate de un sistema de salud privado. Las em-presas no procuran salud, están para obtener ganancias.

Es un sistema altamente burocratizado, con mucha supervi-sión, altísimos costos administrativos, donde las compañías de seguros tienen formas sofisticadas de evadir el pago de las póli-zas, pero no hay nada en la agenda de Obama para hacer algo

La industria petrolera anunció que va a utilizar las mismas tácticas [de las compañías farmacéuticas] para derrotar cualquier proyecto legislativo de reforma energética. Si Estados Unidos no implanta controles firmes sobre las emisiones de dióxido de carbono, el calentamiento global destruirá la civilización moderna.

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al respecto. Hubo algunas propuestas light, como por ejemplo la opción pública, pero quedó anulada. Si uno lee la prensa de negocios, encuentra que la portada de Business Week reportaba que las aseguradoras celebraban su victoria.

Se realizaron campañas muy exitosas en contra de esta re-forma, organizadas por los medios y la industria para movilizar segmentos extremistas de la población. Es un país en el que es fácil movilizar a la gente con el miedo, e inculcarle todo tipo de ideas locas, como que Obama va a matar a la abuela de uno. Así lograron revertir propuestas legislativas ya de por si débiles. Si en verdad hubiera habido un compromiso real en el Congreso y la Casa Blanca, esto no hubiera prosperado, pero los políticos estaban más o menos de acuerdo.

Obama acaba de hacer un acuerdo secreto con las compañías farmacéuticas para asegurarles que no habrá esfuerzos guberna-mentales por regular el precio de las medicinas. Estados Unidos es el único país en el mundo occidental que no permite que el gobierno use su poder de compra para negociar el precio de los medicamentos. Un 85 por ciento de la población se opone, pero eso no significa diferencia alguna, hasta que todos vean que no son los únicos que se oponen a estas medidas.

La industria petrolera anunció que va a utilizar las mismas tácticas para derrotar cualquier proyecto legislativo de refor-ma energética. Si Estados Unidos no implanta controles firmes sobre las emisiones de dióxido de carbono, el calentamiento global destruirá la civilización moderna.

El diario Financial Times señaló con razón que si había una esperanza de que Obama pudiera haber cambiado las cosas, ahora sería sorprendente que sí cumpliera con lo mínimo de sus promesas. La razón es que no quería cambiar tanto las cosas. Es una criatura de quienes financiaron su campaña: las instituciones financieras, las energéticas, las empresas. Tiene la apariencia de buen tipo, sería un buen acompañante de cena, pero eso no permite cambiar la política; la afecta un poco. Sí hay cambio, pero es un poco más suave. La política proviene de las instituciones, no está hecha por individuos. Las instituciones son muy estables y muy poderosas. Por su-puesto, encuentran la manera de confrontar lo que sucede.

Más de lo mismoLos medios están un poco sorprendidos de que se esté re-

gresando adonde siempre se estuvo. Lo reportan, es difícil no hacerlo, pero el hecho es que las instituciones financieras se

Hoy día Lula es el muchacho bueno, al

que están tratando de cultivar, en reacción a los gobiernos más

militantes en la región. En Estados

Unidos no publican los comentarios de

Lula favorables a (Hugo) Chávez o a Evo Morales. Los silencian

porque no son el modelo.

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pavonean de que todo está quedando igual que antes. Gana-ron. Goldman Sachs ni siquiera intenta ocultar que después de haber hundido la economía está entregando jugosos bonos a sus ejecutivos. Creo que en el pasado trimestre acaba de reportar las ganancias más altas de su historia. Si fueran un poquito más inteligentes lo intentarían ocultar.

Esto se debe a que Obama está respondiendo a quienes apoyaron su campaña: el sector financiero. Miren nada más a quién escogió para su equipo económico. Su primer asesor fue Robert Rubin, el responsable de la derogación de una ley que regulaba al sector financiero, lo cual benefició mucho a Gold-man Sachs; asimismo, se convirtió en directivo de Citigroup, hizo una fortuna y se salió justo a tiempo. Larry Summers, quien fue la principal figura responsable de detener toda re-gulación de los instrumentos financieros exóticos, ahora es el principal asesor económico de la Casa Blanca. Y Timothy Gei-thner, quien como presidente de la Reserva Federal de Nueva York supervisaba lo que sucedía, es secretario del Tesoro.

En un reportaje reciente se examinó a algunos de los principales asesores económicos de Obama. Se concluyó que gran parte de ellos no deberían estar en el equipo de asesoría, sino enfrentando demandas legales, porque estuvieron involucrados en malos ma-nejos en la contabilidad y otros asuntos que detonaron la crisis.

¿Por cuánto tiempo se pueden mantener las ilusiones? Los ban-cos están ahora mejor que antes. Primero recibieron un enorme rescate del gobierno y los contribuyentes, y lo utilizaron para fortalecerse. Son más grandes que nunca; absorbieron a los dé-biles. O sea, se está sentando la base para la próxima crisis. Los grandes bancos se están beneficiando con una póliza de seguros del gobierno, que se llama demasiado grande para fallar. Si se es un banco enorme o una casa de inversión importante, es demasiado importante para fracasar. Si se es Goldman Sachs o Citigroup, no puede fracasar porque eso derrumbaría toda la economía. Por eso pueden hacer préstamos riesgosos, para ganar mucho dinero, y si algo falla, el gobierno los rescata.

La guerra contra el narcoLa guerra contra la droga, que desgarra a varios países de Amé-

rica Latina entre los que se encuentra México, tiene viejos ante-cedentes. Revitalizada por Nixon, fue un esfuerzo por superar los efectos de la guerra de Vietnam en Estados Unidos.

La guerra fue un factor que llevó a una importante revolución cultural en los 60, la cual civilizó al país: derechos de la mujer,

¿Por cuánto tiempo se pueden mantener las ilusiones? Los bancos están ahora mejor que antes. Primero recibieron un enorme rescate del gobierno y los contribuyentes, y lo utilizaron para fortalecerse. Son más grandes que nunca; absorbieron a los débiles. O sea, se está sentando la base para la próxima crisis.

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derechos civiles. O sea, democratizó el territorio, aterrorizando a las elites. La última cosa que deseaban era la democracia, los derechos de la población, etcétera, así que lanzaron una enorme contraofensiva. Parte de ella fue la guerra contra las drogas.

Ésta fue diseñada para trasladar la concepción de la guerra de Vietnam, de lo que nosotros les estábamos haciendo a los vietnamitas, a lo que ellos nos estaban haciendo a nosotros. El gran tema a fines de los 60 en los medios, incluso los liberales, fue que la guerra de Vietnam fue una guerra contra Estados Unidos. Los vietnamitas estaban destruyendo a nuestro país con drogas. Fue un mito fabricado por los medios en las pelí-culas y la prensa. Se inventó la historia de un ejército lleno de soldados adictos a las drogas que al regresar se convertirían en delincuentes y aterrorizarían a nuestras ciudades. Sí, había uso de drogas entre los militares, pero no era muy diferente al que existía en otros sectores de la sociedad. Fue un mito fabricado. De eso se trataba la guerra contra las drogas. Así se cambió la concepción de la guerra de Vietnam a una en la que nosotros éramos las víctimas.

Eso encajó muy bien con las campañas en favor de la ley y el or-den. Se decía que nuestras ciudades se desgarraban por el movi-miento antibélico y los rebeldes culturales, y que por eso teníamos que imponer la ley y el orden. Allí cabía la guerra contra la droga. Reagan la amplió de manera significativa. En los primeros años de su administración se intensificó la campaña, acusando a los comunistas de promover el consumo de drogas.

A principios de los 80 los funcionarios que tomaban en serio la guerra contra las drogas descubrieron un incremento significativo e inexplicable de fondos en bancos del sur de Florida. Lanzaron una campaña para detenerlo. La Casa Blanca intervino y suspen-dió la campaña. Quien lo hizo fue George Bush padre, en ese tiempo encargado de la guerra contra las drogas. Fue cuando la tasa de encarcelamiento se incrementó de manera significativa, en gran parte con presos negros. Ahora el número de prisione-ros per cápita es el más alto en el mundo. Sin embargo, la tasa de criminalidad es casi igual que en otros países. Es un control sobre parte de la población. Es un asunto de clase.

La guerra contra las drogas, como otras políticas, promovidas tanto por liberales como por conservadores, es un intento por controlar la democratización de fuerzas sociales.

Hace unos días, el Departamento de Estado de Obama emi-tió su certificación de cooperación en la lucha contra las dro-

Varios países se han liberado del Fondo Monetario

Internacional a través de la colaboración.

También se han diversificado acciones entre el sur, en lo que

la relación de Brasil con Sudáfrica y China

ha entrado como factor. Han podido enfrentar algunos

problemas internos sin la poderosa intervención de Estados Unidos.

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gas. Los tres países que fueron descertificados son Myamar, una dictadura militar –no importa, está apoyada por empresas petroleras occidentales–, Venezuela y Bolivia, que son ene-migos de Estados Unidos. Ni México, ni Colombia, ni Estados Unidos, en todos los cuales hay narcotráfico.

Un lugar interesanteEl elemento central del neoliberalismo es la liberalización

de los mercados financieros, lo cual hace vulnerables a los países que tienen inversionistas extranjeros. Si uno no puede controlar su moneda y la fuga de capitales, está bajo control de los inversionistas extranjeros. Pueden destruir una econo-mía si no les gusta lo que este país hace. Ésa es otra forma de controlar pueblos y fuerzas sociales, como los movimientos obreros. Son reacciones naturales de un empresariado muy concentrado, con gran conciencia de clase. Claro que hay resistencia, pero fragmentada y poco organizada, y por ello pueden seguir promoviendo políticas a las que se opone la mayoría de la población. A veces esto llega al extremo.

El sector financiero está igual que antes; las aseguradoras de salud han ganado con la reforma sanitaria, las empresas ener-géticas ganarán con la reforma energética, los sindicatos han perdido con la reforma laboral y, por supuesto, la población de Estados Unidos y la del mundo pierden porque ya de por sí la destrucción de la economía es grave. Si se destruye el medio ambiente, los que de veras sufrirán son los pobres. Los ricos sobrevivirán a los efectos del calentamiento global.

Por esto América Latina es uno de los lugares verdaderamen-te interesantes. Es uno de los sitios en los que hay verdadera resistencia a todo esto. ¿Hasta dónde llegará? No se sabe. No me sorprendería que haya un giro a la derecha en las próximas elecciones en América del Sur. Aun así, se ha logrado un avance que sienta las bases para algo más. No hay muchos lugares en el mundo de los que pueda decirse lo mismo.

El elemento central del neoliberalismo es la liberalización de los mercados financieros, lo cual hace vulnerables a los países que tienen inversionistas extranjeros. Si uno no puede controlar su moneda y la fuga de capitales, está bajo control de los inversionistas extranjeros. Pueden destruir una economía si no les gusta lo que este país hace. Ésa es otra forma de controlar pueblos y fuerzas sociales, como los movimientos obreros.

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Después de una década a la izquierda, América del Sur está entrando en una zona de fuer-te turbulencia. En este final de 2009, Uruguay podría elegir como presidente de la República a un hombre del pueblo y ex guerrillero tupamaro, y Chile quizás elija a un billonario arrogante y de derecha, que re-cuerda mucho al primer ministro italiano Silvio Berlus-coni. Está la reelección de los presidentes de Bolivia y de Ecuador que se proponen cambiar radicalmente la estructura del Estado y de la propiedad de sus países, con objetivos socialistas, pero sin ruptura revoluciona-ria. En 2010, habrá elecciones en Colombia y en Bra-sil, y en 2011, en Perú y en Argentina.

Durante esta primera década del siglo, los cam-bios en el continente fueron favorecidos por la ex-pansión económica mundial, que también estimuló el proyecto de integración de América del Sur. Pero la crisis financiera de 2008 provocó una desacele-ración del crecimiento y del propio proyecto de in-tegración económica. Y el proyecto de integración política fue afectado de lleno por el nuevo acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos, que auto-riza el uso del territorio colombiano por efectivos militares norteamericanos, desde donde podrán controlar el espacio aéreo de Venezuela y de toda América del Sur. Por ello, no es exagerado decir que

América del Sur de cara al futuro

el futuro de América del Sur, en la primera mitad del siglo XXI, estaría decidiéndose en estos próxi-mos dos años. Y ya es posible mapear las grandes disyuntivas y elecciones que están en el horizonte del continente suramericano.

En primer lugar, desde el punto de vista econó-mico, lo que se debe esperar para después de la crisis es un aumento de la presión de los mercados internacionales y la profundización de la condición periférica y primario-exportadora de la mayoría de los países suramericanos. Incluso si se amplían y se diversifican sus exportaciones en dirección a Asia, y a China, en particular. En esta nueva coyuntura, sólo una voluntad política coherente y continuada podrá mantener en pie el proyecto de integración suramericana. Esto supone una decisión de Estado y una capacidad colectiva de mantener bajo control los conflictos locales, a despecho de los cambios de gobierno. Y supone también una política conjunta de fortalecimiento del mercado interno de América del Sur, con la reducción de la dependencia regio-nal de las crisis y de las fluctuaciones de los precios internacionales. En este punto, no existe término medio, porque los países dependientes de la expor-tación de productos primarios, incluso en el caso del petróleo, nunca conseguirán dirigir su propia polí-tica macro-económica, y mucho menos todavía su inserción en la economía mundial.

En segundo lugar, desde el punto de vista polí-tico, la crisis económica evidenció todavía más las asimetrías y desigualdades nacionales y sociales que están detrás de la heterogeneidad política regional y que explican, en parte, la falta de interés o de entu-siasmo de algunos países del continente, por el pro-yecto sur-americanista. Finalmente, desde el punto de vista de la seguridad continental, el aumento de la presencia militar estadounidenses en Colombia sirve para recordar que América del Sur seguirá por un buen tiempo –y aunque no lo quiera– bajo la “protección” del poder espacial, aéreo y naval de EE UU. Y deberá tener una enorme persistencia y tenacidad para construir un sistema autónomo de seguridad regional, sin producir una carrera arma-mentista dentro de la propia región.

De cualquier forma, una cosa es cierta: el futuro del proyecto suramericano dependerá cada vez más de las elecciones brasileñas y de la forma que Brasil desarrolle sus relaciones con Estados Unidos. Desde el punto de vista económico, la presión de los merca-dos internacionales y las nuevos descubrimientos de

Por José Luís Fiori*

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petróleo en la capa del pre-sal, también están ofre-ciendo a Brasil la posibilidad de transformarse en una economía exportadora de alta intensidad, una espe-cie de “periferia de lujo” de las grandes potencias compradoras del mundo, como fueron en su debido tiempo, Australia y Argentina, entre otros. Pero existe la posibilidad de que Brasil escoja otro camino que combine su potencial exportador con una estructu-ra productiva industrial asociada y liderada por una economía más dinámica, como es el caso contem-poráneo de Canadá, por ejemplo. Además existe una tercera alternativa, absolutamente nueva para el país, y que apunta de cierta forma hacia el modelo de la estructura productiva norteamericana: con una industria extensa y sólida, y una enorme capacidad de producción y exportación de alimentos y otros commmodities de alta productividad, incluyendo el petróleo, en el caso brasileño. Por otro lado, en el campo político, después de la hegemonía de las ideas neoliberales y privatistas, y del “cosmopolitismo ser-vil”, en el campo internacional, se está consolidando en Brasil un nuevo consenso desarrollista, democrá-tico y popular, pero que en este caso no tiene nada que ver con el socialismo.

Las perspectivas futuras de esta coalición de po-

der, sin embargo, dependerán, en gran medida, de la estrategia internacional de los próximos gobiernos brasileños. Brasil puede transformarse en un “aliado estratégico” de Estados Unidos, de Gran Bretaña y de Francia, con derecho de acceso a una parte de su tecnología de punta, como en el caso de Japón, o el mismo Israel, que accedió a la tecnología atómica militar, con el apoyo de Francia. Pero Brasil también puede elegir un camino propio de afirmación sobe-rana y de expansión de su poder internacional. Y en este caso, si Brasil quisiera cambiar su posición geopolítica, obedeciendo las “reglas del juego” del sistema mundial, tendrá que desarrollar un trabajo extremadamente complejo de administración con-tinua de las relaciones de competencia, conflicto y complementariedad con Estados Unidos y con las demás potencias, teniendo como norte sus propios intereses económicos y geopolíticos. En una disputa prolongada por la hegemonía de América del Sur, como si fuese una “lucha oriental” con Estados Uni-dos. Caminando a través de una vereda muy estre-cha y durante un tiempo que puede prolongarse por varias décadas. Además de esto, si Brasil quisiera li-derar la integración soberana de América del Sur en el mundo, tendrá que inventar una nueva forma de expansión económica y política continental y mun-dial, sin “destino manifiesto” ni vocación misionera, y sin el imperialismo bélico de las dos grandes po-tencias anglosajonas.

...desde el punto de vista de la seguridad continental, el aumento de la presencia militar estadounidenses en

Colombia sirve para recordar que América del Sur seguirá por

un buen tiempo –y aunque no lo quiera– bajo la “protección”

del poder espacial, aéreo y naval de EE UU. Y deberá tener

una enorme persistencia y tenacidad para construir un

sistema autónomo de seguridad regional, sin producir una

carrera armamentista dentro de la propia región.

• En honor de Carlos Estevam Martins, amigo y compañero en Santiago de Chile y profesor de la Universidad de São Paulo, que falleció el día 9 de octubre de 2009

Fuente: Agencia Latinoamericana de Información

email: [email protected]

Traducción ALAI

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En el año 2001 el británico Jim O’Neil inventó el nombre y quizás el concepto del grupo de algunos países emergentes: BRIC [Brasil, Rusia, India, China]. A juzgar por el incremento anual del PIB pro-medio sólo dos países destacan por arriba del promedio mundial: China e India (hasta hace un año Rusia tam-bién, pero la recesión ha contraído su economía más que la brasileña). La inclusión de otros dos países con grandes extensiones de tierra daba al grupo más visiblili-dad. Siguiendo el juego, algunos propusieron el nombre de RICH por las iniciales de Rusia, India y China. No obstante, en términos de ingreso per cápita, los países del BRIC se sitúan por debajo de otros cincuenta países y las proyecciones más optimistas para el 2050 no me-joran mucho este ranking, aun cuando China supere en veinte años el volumen bruto del PIB de Estados Unidos. Sin mencionar el abismo que separa ricos de pobres en cualquiera de los cuatro países, característica que pue-de soportar un país rico y hasta un país poderoso pero nunca un país verdaderamente desarrollado.

Pero ¿por qué el éxito mediático de esta comunidad fantasma? La idea de BRIC combina una percepción de grandes manchas territoriales en el mapa mundial; sus PIB son semejantes a cuatro países europeos pero sin una moneda común como la del euro y con el dó-lar como moneda enemiga en el discurso pero que ninguno quiere reemplazar en la práctica. La unidad

BRIC, la comunidad fantasma

PorJorge Majfud

Lincoln University (USA)

del BRIC no va más allá de estos intereses puntuales pero se presenta a sí mismo como algo excepcional. Brasil, Rusia e India poseen democracias muy diferen-tes. Me atrevería a decir que la brasileña es la mejor de los tres, dentro de un casi obsoleto sistema repre-sentativo que impera en el mundo. China ni siquiera tiene un sistema representativo sino una especie de comunismo de mercado. Los cuatro países poseen formas políticas y sociedades en las antípodas.

Brasil, un país afroamericano. La mayor comunidad africana fuera de África vive allí e impregna casi todos los rincones de su cultura, excepto en las clases altas del sur industrializado. Rusia es una sociedad hecha en el rigor invernal de zares y moldeada por un siglo de experimentos comunistas seguido de un capitalismo abiertamente salvaje. India, una sociedad subtropical sobre una cultura milenaria que en algunas provin-cias aun distingue por su nacimiento a intocables, los hombres excremento que limpian las letrinas, y a castas un poco más blanquitas que se consideran el aliento de Brama. Y China, un país en proceso rápido de industrialización pero cuya cultura es en mayor parte rural, todavía obediente, todavía laboriosa, to-davía populosa pero cada vez menos austera.

Entonces, ¿qué une al ladrillo? Dos cosas y poco más: (1) su interés por jugar un rol más importante en la geopolítica y (2) confirmar el éxito de sus originales proyectos pareciéndose cada vez más a la sociedad nor-teamericana, la que sigue siendo el demonio en los dis-cursos, el mal ejemplo a evitar pero el modelo imitado sin tregua. En palabras orgullosas del ministro de Asuntos Estratégicos Brasileño –profesor de Harvard y de Oba-ma–, Roberto Unger, “Brasil es el país del mundo más parecido a Estados Unidos”. El concepto mismo de “paí-ses emergentes” se define según los estándares impues-tos por la idea de “éxito” de Estados Unidos: los índices en las bolsas de valores, la automovilización de la vida, la nuevayorkización de las ciudades, la expansión de las autopistas, de los shopping centers, el aumento del con-sumo a través del consumismo, etc. Hasta la adopción de las sectas religiosas procedentes de Estados Unidos es consecuente con esta imposición de una forma de ser, de pensar, de sentir y de medirse a sí mismo.

Si a Estados Unidos e Inglaterra los unían los inte-reses económicos e imperiales, también los unía una cultura en común y sociedades muy parecidas. Poco y nada une a los países BRIC. Es decir, estamos ante una asociación muy útil que dará resultados interesantes a corto plazo. Pero se partirá apenas un mínimo interés entre en conflicto, apenas Estados Unidos, el socio-

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enemigo en común, mengüe su poder relativo sobre el planeta; apenas se reemplace al dólar, que empezan-do por China pocos tienen interés en reemplazar por un papel nuevo. O antes.

Todas las proyecciones se realizan considerando un escenario presente y sosteniéndolo. Sin embargo, el sostenimiento de un escenario genera condiciones que acumuladas suelen producir resultados imprevis-tos. Es decir, mantener significa postergar una crisis. En los años 60 se preveía el fin del petróleo para el 2000. Pero siempre hay alguien inventando algo nuevo que cambia cualquier escenario.

Un escenario que nadie considera en cada uno de estos modelos de desarrollo es la alta posibilidad de una gran crisis en China. Es difícil sostener un indefini-do incremento anual del 12 por ciento del PIB, realizar una industrialización en la era postindustrial en un país mayoritariamente rural sin un profundo cambio en la educación y en la cultura. Inevitablemente la nueva sociedad china reclamará una progresiva democratiza-ción del sistema político. Una democratización al esti-lo de las viejas democracias representativas que antes de la mitad de este siglo se revelarán obsoletas ante una masa mundial que reclamará una participación más directa. Y esa crisis político-económica quizás lle-gue cuando el mundo alcance un límite de saturación entre el exceso de gasto de recursos naturales y la in-

capacidad de seguir absorbiendo tantas toneladas de baratijas y basura de exportación.

En el caso de Brasil es difícil reprocharle a Lula no haber hecho las cosas bien. Por lo menos no lo hizo mal. Si bien su slogan preelectoral de “fome zero” está muy lejos de ser algo parecido a la realidad, no son pocos los brasileños que han pasado de una po-breza crónica a una clase media con mayores posibi-lidades. No obstante, mientras la economía de China sigue creciendo un exagerado 8 por ciento anual en plena recesión mundial, Brasil apenas sale de su re-cesión. Cuando Lula escribe en El País de Madrid que “hoy generamos el 65% del crecimiento mundial”, refiriéndose al BRIC, omite que el BRIC al día de hoy representa sólo el 15 % de la economía mundial (la mitad de EEUU) y que sólo China produce lo que producen los otros tres países juntos. A pesar de los progresos realizados, el crecimiento del PIB brasile-ño ha estado muy por debajo de muchos otros paí-ses emergentes con menos visibilidad. Sin mencio-nar que, si excluimos este último año de recesiones, México no ha estado lejos de Brasil en crecimiento porcentual y absoluto. Es más, con la mitad de pobla-ción, con menos recursos naturales y con un territorio mucho menor, su PIB es algo más de un trillón de dólares, mientras que el de Brasil es 1.5 trillones. Lula omite también que en el último año sólo el 2% del comercio de China fue con su vecino, Rusia.

Pero más allá de las distintas percepciones sobre estos datos declarados y omitidos, se sigue confun-diendo riqueza con desarrollo. Y lo que es peor, se termina de liquidar cualquier otra opción para imaginar un mundo que no se mida exclusivamente en términos de fuerza y de éxito, de capital y de “investment grade”, de consumo y de competencia. Todo eso que nos hace tan parecidos a las vacas que pastan todo el día en el campo y rumian mientras descansan. Vacas consumidoras, vacas para la ex-portación de carne; ni siquiera vacas sagradas.

De justicia social, de igual-libertad, de infancia des-violentada, de pueblos desoprimidos, de trabajo des-esclavizado, de países y de ciudades desamuradas… hablamos el siglo que viene.

Fuente:

Agencia Latinoamericana de Información

email: [email protected]

El concepto mismo de “países emergentes” se define según los estándares impuestos por la idea de “éxito” de Estados Unidos: los índices en las bolsas de valores, la automovilizacion de la vida, la

nuevayorkización de las ciudades, la expansión de las autopistas,

de los shopping centers, el aumento del consumo a través del consumismo, etc. Hasta la

adopción de las sectas religiosas procedentes de Estados Unidos es consecuente con esta imposición

de una forma de ser, de pensar, de sentir y de medirse a sí mismo.

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“La Comisión de Agricultura y Ganade-ría de la Cámara de Diputados advirtió que en México existen 120 millones de hectáreas dañadas –unos 90 millo-nes con pérdida sustancial de produc-tividad– y cada año son deforestadas más de 500 mil hectáreas. En el marco del Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, el presidente de la ins-tancia legislativa, el priista Cruz López

El llanto de Gaia

PorDagoberto Acevedo Vergara

Estudiante de Trabajo SocialUniversidad de [email protected]

Dedicado a Jailer Alberto Vergara

¿Es de todos la culpa de la deterioro del planeta?

Falso, tomar esto como verdadero es un insulto a

las personas de los mal llamados “países del tercer

mundo”. ¿Como pueden las familias que sobreviven

con menos de un dólar diario generar la cantidad de basura que genera una

persona de Estados Unidos o de Europa?

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Aguilar, destacó que 400 mil hectáreas irrigadas están inservibles por saliniza-ción y cada año 500 mil toneladas de tierra son afectadas por la erosión.” 1

A pesar del desarrollo tecnológico e industrial al que ha llegado la humanidad, lo ideal sería hablar de todas esas hermosas realidades que han sido con-secuencia de dicho desarrollo; pero, por lo visto, no es posible hacerlo. Lastimosamente, y para desgracia nuestra, el planeta se transforma poco a poco en un sitio peor para vivir. Ni las cumbres, ni los foros que se pintan de verde y que hablan y hablan sobre eco-logía, han servido de mucho para frenar el camino de nuestra propia destrucción. El hombre es un animal que destruye su propio entorno y pone en la cuerda floja su propia existencia, pero aunque esta última afirmación pudiese tener algo de cierto no puede ser utilizada de un modo tan generalizado. ¿Es de todos la culpa de la deterioro del planeta? Falso, tomar esto como verdadero es un insulto a las personas de los mal llamados “países del tercer mundo”. ¿Como pueden las familias que sobreviven con menos de un dólar diario generar la cantidad de basura que gene-ra una persona de Estados Unidos o de Europa? Si observamos con detenimiento, tanto la problemática ambiental como la desigualdad social y económica comienzan desde el descubrimiento de América:

“De la plantación colonial, subordinada a las necesidades extranjeras y financiada, en mu-chos casos, desde el extranjero, proviene en línea recta el latifundio de nuestros días. Este es uno de los cuellos de botella que estrangulan el desarrollo económico de América Latina y uno de los factores primordiales de la marginación y la pobreza de las masas latinoamericanas…El nordeste era la zona más rica de Brasil y hoy es la más pobre; en Barbados y Haití habitan hormigueros humanos condenados a la miseria; el azúcar se convirtió en la llave maestra del do-minio de Cuba por los Estados Unidos, al precio del monocultivo y del empobrecimiento impla-cable del suelo. No sólo el azúcar. Esta es tam-bién la historia del cacao, que alumbró la fortu-na de la oligarquía de Caracas; del algodón de Maranhao, de súbito esplendor y súbita caída; de las plantaciones de caucho en el Amazonas, convertidas en cementerios para los obreros nordestinos reclutados a cambio de moneditas; de los arrasados bosques de Quebracho en el norte argentino y del Paraguay; de las fincas de

Henequén, en Yucatán, donde los indios yaquis fueron enviados al exterminio.”2

Así que, la situación actual no es nada nuevo. Por ejemplo la inversión extranjera realizada por algunas multinacionales no es más que el aprovechamiento de la mediocridad de las leyes ambientales de algu-nos países. Algunos mandatarios tienen el descaro de decir que poner leyes ambientales más estrictas es espantar a los inversionistas que quieren inver-tir en el país. En 1992 la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos reconoció que Méxi-co recibió legalmente 72 mil toneladas de desechos tóxicos. La explotación y el agotamiento tanto de los recursos humanos como naturales de los países en vías de desarrollo han significado el crecimiento económico de los demás países. Se ha provocado por igual el deterioro de la dignidad humana y el desperdicio de unos recursos que si bien alcanzan para muchos son retenidos por unos pocos.

Aproximadamente el 20% de la población del planeta consume el 80% de lo que se produce y el 6% más rico de la humanidad consume un tercio de la energía y un tercio de los recursos naturales que se consumen en el mundo; y lo peor de todo es que a los que no pueden consumir de semejante forma les venden la idea de que el desarrollo les permitirá consumir así y que de esta manera todos serán fe-lices. Si en proporción un estadounidense consume lo mismo que cincuenta haitianos, para que éstos hagan lo mismo se necesitarían diez planetas como este para resistir semejante carga.

El problema no es el consumo sino la forma como se realiza, en estos momentos vivimos en una socie-

Aproximadamente el 20% de la población del planeta consume el 80% de lo que se produce y el 6%

más rico de la humanidad consume un tercio de la energía y un tercio de los recursos naturales que se consumen en el mundo; y lo peor

de todo es que a los que no pueden consumir de semejante forma les

venden la idea de que el desarrollo les permitirá consumir así y que de

esta manera todos serán felices.

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dad del desperdicio en la cual el sujeto ha perdido su identidad y ha roto el estrecho lazo con el pla-neta que lo ha vinculado a él desde sus orígenes, el desarrollo vinculado al agotamiento de los recursos ha provocado un desequilibrio entre el hombre y la naturaleza, donde tomamos lo que ella nos brinda sin devolverle el favor, sin cuidar y preservar la vida que habita en ella, todo lo tratamos en término de consu-mo y de ganancia como si la belleza presente en un ave o en una flor pudiese ser transmitida en términos económicos o, en palabras de Eduardo Galeano: “No se puede mirar la luna sin calcular la distancia, no se puede mirar un árbol sin calcular la leña, no se puede mirar un cuadro sin calcular el precio, no se puede mirar un menú sin calcular las calorías, no se puede mirar un hombre sin calcular la ventaja, no se puede mirar una mujer sin calcular el riesgo.”3

“Riesgo”, ¿qué es entonces el riesgo? En nuestra sociedad actual todo es efímero, pasajero. La flexibili-zación laboral, por ejemplo, le impide a una persona establecer unos vínculos afectivos, sociales con otros individuos. Es más, en ocasiones hasta con su propia familia. El riesgo es el miedo de perder ante los de-más, porque todo es una constante carrera. Estamos en la ley del más fuerte: si eres competitivo vives, si no lo eres mueres. La competitividad a la que estamos

expuestos, a la que nos someten los sistemas actuales ha llevado a una pérdida de los valores que durante años habían sido transmitidos como modelo de guía social que permitían interactuar con el otro. Dicho de otra manera: de sentir al otro. Esa es la palabra que estaba buscando: sentir; perdimos la capacidad de sentir el dolor de los demás y en muchas ocasio-nes hasta el dolor propio. Estamos atrapados, como diría Weber, en una “jaula de hierro” donde “…todos los que habitan están configurados por sus barrotes; somos seres sin espíritu, sin corazón, sin identidad sexual o personal, casi podríamos decir que sin ser. Aquí, al igual que en las formas futuristas y tecnopas-torales del modernismo, el hombre moderno como sujeto (como ser vivo capaz de respuesta, juicio y ac-ción sobre el mundo) ha desaparecido”4.

En el proceso de divinización de nuestro ego nos estamos destruyendo a nosotros mismos y por consi-guiente al planeta, idolatramos el cuerpo y ponemos fin a la diversidad; de la misma manera que acabamos con las especies animales y vegetales del planeta esta-mos acabando con la diversidad de nuestros pueblos intentando que todos seamos el modelo permitido de “belleza” que a fin de cuentas parece sacado de una película de terror donde todas las caras son iguales, to-dos los pensamientos, los gustos, etc. La globalización de la economía, de los mercados, de la cultura, en fin, de todo aquello que nos identificaba como individuos, está en la tendencia a desaparecer. Las raíces cultura-les de nuestros pueblos indígenas, caen de la misma forma que los árboles que protegen. La pachamama o gaia como la llamo James Lovelock, está llorando.

Así como olvidamos escuchar y sentir al otro olvi-damos a nuestro planeta. El calentamiento global, la lluvia ácida, el agotamiento de los mantos acuíferos, la extinción acelerada de especies, son los mejores indi-cadores de que en nuestro planeta está pasando algo, y negarlo es como si tomaras veneno y, aún sintiendo los síntomas, continuaras tomándolo.

Por sí solas, las emisiones de combustibles fósiles han incrementado la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera en un 30% desde el revo-lución industrial, en la segunda mitad del siglo XVIII. Los océanos y las plantas ayudan a paliar esta apor-tación extrayendo del aire una parte de las mismas, pero las concentraciones de dióxido de carbono con-tinúan aumentando. Del bombeo constante de gases de invernadero a la atmósfera resulta, inevitable, el calentamiento global. Por eso, la mayoría de los cien-tíficos están de acuerdo en que la temperatura media

En el proceso de divinización de nuestro ego nos estamos

destruyendo a nosotros mismos y por consiguiente al planeta,

idolatramos el cuerpo y ponemos fin a la diversidad; de la misma manera que acabamos con las especies animales y vegetales del planeta estamos acabando con la diversidad de nuestros pueblos intentando que todos

seamos el modelo permitido de “belleza” que a fin de cuentas parece sacado de una película

de terror donde todas las caras son iguales, todos los

pensamientos, los gustos, etc.

El llanto de Gaia

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de la tierra ha subido al menos 0.6 grados Celsius a lo largo de los últimos 120 años, por culpa, en buena medida, de la quema de combustibles fósiles5. Ha lle-gado el momento de recurrir de manera inmediata a la utilización de fuentes renovables y más limpias de energía, como el biogás, la energía eólica, térmica, mareomotriz etc. Si ahora el daño es grave no pode-mos esperar que los efectos ocasionados por la indus-tria sean tan grandes que ya no haya vuelta atrás.

Vivimos en una sociedad en riesgo, la ambición hu-mana ha generado, por no decir todos, la mayoría de los problemas que sufrimos hoy. El hombre olvido que para subsistir necesita del agua, del suelo, del aire, de aquellos componentes que le brindan la salud y la ali-mentación necesarias para su vida, los mismos que en las últimas décadas han venido escaseando mientras que el crecimiento demográfico aumenta de manera inversamente proporcional a la cantidad disponible de

recursos de un país y provoca, además de hambre en-tre la población, desplazamientos humanos a zonas de alto riesgo como orillas de ríos, laderas de montañas, etc., que no son sitios condicionados para vivir y que por lo general son zonas donde, si no existen ya di-chos desplazamientos, generan problemas de erosión, basuras y otras problemáticas ambientales. No sólo ha aumentado la contaminación sino también los índices de pobreza en el mundo; la ONU afirma que más de 2400 millones de personas viven sin sistemas de sa-neamiento, 1200 millones carecen de agua potable segura, vivienda, servicios sanitarios y educativos ade-cuados y, además, 1500 millones de personas sufren desnutrición, no porque falte comida o sobre sequía sino por la creciente marginalización y exclusión de los países pobres, sumado a que estos países gastan más en pagar las deudas externas generadas por las políticas del libre mercado que en satisfacer sus propias necesida-des humanas básicas6, como son la subsistencia, la pro-tección, el afecto, el entendimiento, la participación, el ocio, la creación, la identidad, y la libertad.7 En un estado de desarrollo tecnológico y científico de las mag-nitudes que tenemos hoy, ¿no es lógico que debiéramos buscar la solución de los problemas fundamentales que están deteriorando la vida humana? Sería desastroso tener que recurrir a las soluciones que proponen algu-nos autores, por ejemplo Susan George en el Informe Lugano: “Para lograr el objetivo de 4000 millones de habitantes en el año 2010, la población mundial debe disminuir una media de 100 millones de personas al año durante dos décadas. Nueve décimas partes o más de la reducción deberá producirse en los países menos desarrollados. Hay que hacer un esfuerzo para que au-mente la mortandad al mismo tiempo que disminuye la fertilidad en proporciones que variaran en función del momento y del azar”8 (La cursiva es mía). ¿Es esta, en-tonces, una visión apocalíptica de nuestro futuro? Para desgracia nuestra, las bases planteadas en dicho libro son las condiciones actuales de nuestra sociedad.

La sociedad necesita transformarse de una mane-ra económica, ambiental, social. Necesitamos una nueva reestructuración del mundo que nos lleve a estados de bienestar colectivos, no sólo de los países del primer mundo.

Aunque es posible hablar de estrategias ecológicas en una región como América Latina, es poco proba-ble que éstas puedan ser puestas en práctica cuando los habitantes de los llamados países del tercer mundo poseen tantos problemas y dificultades en sus vidas. Como plantee anteriormente, muchas de las personas

No sólo ha aumentado la contaminación sino también los

índices de pobreza en el mundo; la ONU afirma que más de 2400 millones de personas viven sin

sistemas de saneamiento, 1200 millones carecen de agua potable

segura, vivienda, servicios sanitarios y educativos adecuados

y, además, 1500 millones de personas sufren desnutrición,

no porque falte comida o sobre sequía sino por la creciente

marginalización y exclusión de los países pobres, sumado a que estos

países gastan más en pagar las deudas externas generadas por las políticas del libre mercado que en

satisfacer sus propias necesidades humanas básicas6, como son

la subsistencia, la protección, el afecto, el entendimiento, la

participación, el ocio, la creación, la identidad, y la libertad7.

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que viven en estas regiones carecen de sus necesida-des básicas como la educación, el sistema de agua potable, la electricidad o una vivienda que no se des-morone al primer viento fuerte. Sería un insulto hacia ellos hablarles de que cuiden los recursos naturales cuando pasan hambre y frio y diciéndoles que esto les traerá bienestar cuando ésta es una palabra descono-cida en su vocabulario.

Aunque existen opciones para transmitir el men-saje, es necesario primero que estas personas tengan una vida digna y respetable como debe de ser. Al con-trario que para el resto de los países, en América La-tina se deben crear nuevas alternativas de desarrollo; para nosotros, la satisfacción de nuestras necesidades básicas fundamentales son alternativas de crear un mundo mejor. Si solucionamos los problemas de al-cantarillado, solucionamos también la contaminación provocada por las aguas negras que pasan cerca de viviendas con niños que al tener contacto con éstas se enferman, logrando en algunos casos cifras alar-mantes de muertes por enfermedades tratables como la diarrea, o la gripe. Es sorprendente también que muchos niños mueran porque sus padres no saben leer las etiquetas de los medicamentos o porque no conozcan los derechos que tienen en los sistemas de salud. Desde este punto de vista la ignorancia provo-ca contaminación, en múltiples aspectos. Si una per-sona no sabe leer, escribir y desarrollar habilidades matemáticas básicas mucho menos podrá afrontar las circunstancias presentes en la vida cotidiana. No-sotros necesitamos políticas tanto económicas como ambientales que se adapten a nuestros modelos de vida; que la automatización de empresas no signi-fique despidos, ya que éstos generan carestía en las familias y por consiguiente problemáticas, que, en el fondo, provocan serios problemas ambientales.

Desafortunadamente las ideas de consumo están siendo transmitidas de forma directa o indirecta a nuestros niños y niñas del mundo a través de la televi-sión, la Internet, los juegos de video, los juguetes, etc.

Como dicen muchas personas, en los niños está el futuro del mundo. Con ellos debemos recuperar la mentalidad de que la Tierra o, más concretamente, la Naturaleza, no es un elemento aislado del cual saca-mos nuestros recursos para vivir, sino que somos parte de ella y que nuestras acciones sobre ella nos afectan a nosotros mismos. La educación básica acompañada y fortalecida por la educación ambiental es un méto-do eficaz para lograr dicha meta. El efecto invernade-ro, la lluvia ácida, la erosión, la extinción masiva de

especies tanto animales como vegetales, etc. deben ser temas de conocimiento de todas las personas del planeta, ya que si conocemos el problema y sabemos qué lo causa, estamos frente una posible forma de prevenirlo y, porque no, de solucionarlo.

Hay que comenzar desde ahora con las nuevas ge-neraciones, tanto de los países del primer como del tercer mundo. En una sociedad donde la calidad de vida está determinada por el consumo, se debe en-señar que la felicidad que nos prometen los artículos que consumimos no es el camino, debemos corregir el error humano de crecer en la cultura del desperdicio.

Actualmente nuestros niños han perdido ese con-tacto con la Naturaleza que tanto bien les haría; la tecnología y las realidades virtuales han reemplazado el contacto con los árboles y con la tierra, y al ritmo actual es posible que las futuras generaciones no pue-dan ver siquiera un cielo azul. Veo la desesperanza en los niños que habitan las calles y sus ojos más que una moneda piden piedad para con ellos; veo los animales que mueren en laboratorios “para el bien de la cien-cia”, los bosques desolados, los cielos manchados de muerte. Gaia, Tierra, Pachamama, como quiera que sea llamada está muriendo, y nosotros con ella.

Notas

1. http://www.cronica.com.mx/nota.php?idc=187378

2. GALEANO, Eduardo. Úselo y tírelo: El mundo del fin del milenio visto desde una perspectiva latinoamericana. Bogo-ta: Editorial Planeta, 1995. 189p.

3. GALEANO, Eduardo. Ibíd.

4. BERMAN, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire: La experiencia de la modernidad. Bogota: Siglo XXI Editores. 386p.

5. KARL, Thomas; TRENBERTH, Kevin. Influencia del hom-bre sobre el clima. En: Investigación y ciencia. No 280 (Ene 2000); p 54-59.

6. Beck, Ulrich. La sociedad del riesgo global. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 2002. 290 p.

7. MAX-NEEF, Manfred. Desarrollo a escala humana una opción para el futuro. Medellín: Gerardo Pineda Editores, 2003. 119p.

8. GEORGE, Susan. Informe Lugano. Madrid: Icaria Edito-rial, 2002. 255p.

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La Cumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria de 2009, que se llevó a cabo en Roma del 16 al 18 de noviembre, ofreció una oportunidad única para adoptar medidas y políticas que permitan comba-tir el hambre que sufren mas más de mil millones de personas desarrollando un sistema de gobernanza de la seguridad alimentaria mundial. Sin embargo, los resulta-dos finales de la Cumbre arrojan pobres resultados.

La Declaración final1 del evento no contiene ob-jetivos cuantificados y plazos que permitan un mejor seguimiento de su progreso, según dijo el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, siglas en in-

HAMBRECumbre Mundial sobre la Seguridad Alimentaria

Otra oportunidad perdida

Por Elvira Corona

Periodista.ALAI AMLATINA

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glés), Jacques Diouf, expresando así su decepción por los resultados logrados. A pesar de esto y la certeza que no se alcanzará la meta de reducir a la mitad el número de personas que padecen hambre para el año 2015, Diouf aclaró que “tenemos que mantener los pies en la tierra: un solo foro no puede pretender resolver el problema del hambre, pero es un espacio de discusión para llegar a una solución común para este desafío y, al aprobar la declaración final, con-seguimos este objetivo compartido. Yo esperaba que todos los países presentes en la Cumbre estuvieran representados por sus líderes, su ausencia ha reduci-do el debate a un nivel técnico”, agregó.

Sin embargo, Diouf, defiende el papel de la Cum-bre, a pesar de la inacción de los Jefes de Estado: “Estos tres días han sido para nosotros un paso importante en la consecución de nuestro objetivo común: un mundo libre de hambre. Esto confirma que los esfuerzos de-dicados a la preparación de esta cumbre no fueron en vano. El vaso está medio vacío y medio lleno”, dijo, señalando que “ ha habido una gran participación y una declaración adoptada por unanimidad”.

Movimientos cuestionan falta de interés de países ricosMás severa fue la opinión del Foro de los Movi-

mientos Sociales/ONG/OSC que se reunió en forma paralela a la cumbre oficial.

Para el movimiento mundial Vía Campesina “La cumbre demostró que no le interesaba tomar el desafío de un cambio radical y desesperadamente necesario dentro de las políticas alimentarias y agrí-colas, garantizando el acceso y el control por parte de campesinos y pequeños agricultores, hombres y mujeres, sobre los recursos productivos a través de una auténtica reforma agraria. La ausencia de los je-fes de estado del G8 permite ver una tremenda falta de responsabilidad para resolver esta cada vez más profunda crisis del hambre”2.

La Vía Campesina también exigió una mayor inver-sión dentro de las políticas públicas basadas en la so-beranía alimentaria que promueve la agricultura y la producción de alimentos a pequeña escala.

Sergio Marelli, Presidente del Grupo Consultivo del Foro de los Movimientos Sociales/ONG/OSC, la Declaración aprobada es “una herramienta vacía de esfuerzos precisos para tratar las políticas y los recur-sos adecuados para solucionar el problema escanda-loso de millones de personas que padecen hambre,

el precio pagado para obtener el voto afirmativo de los Estados Unidos, Canadá y otros países del G8, más Australia, es muy alto”.

Marelli agregó que “borrar en las últimas etapas de la negociación de la Declaración Final de la Cumbre, la referencia temporal del 2025 para la eliminación total del hambre en el mundo, así como la necesidad de destinar 44 mil millones de dólares por año para apoyar a la agricultura, solicitada por el Director Gene-ral de la FAO, hace de esta declaración un documento que carece de todos los instrumentos concretos para hacer efectiva la lucha contra el hambre en el mundo. La ausencia de los líderes de la Cumbre del G8 y las observaciones hechas al principio de la Cumbre sobre el acuerdo alcanzado entre EE.UU. y China de restar importancia a los resultados de la Cumbre de Copen-hague sobre cambio climático, es también un mensaje claro de cómo los países ricos todavía están tratando de imponer su política hacia los países pobres”.

Las asociaciones de la sociedad civil también de-nunciaron que la política agrícola y alimentaria y la gestión de los recursos para su aplicación sólo pue-den ser responsabilidad de los organismos especia-lizados de las Naciones Unidas, la FAO y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (IFAD, siglas en inglés) a la cabeza, y no deben ser entregados al Banco Mundial como le gustaría al G8. Plantearon

“borrar en las últimas etapas de la negociación de la Declaración Final de la Cumbre, la referencia

temporal del 2025 para la eliminación total del hambre en

el mundo, así como la necesidad de destinar 44 mil millones de

dólares por año para apoyar a la agricultura, solicitada por el Director General de la FAO,

hace de esta declaración un documento que carece de todos los instrumentos concretos para hacer efectiva la lucha contra el

hambre en el mundo.

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que no se puede asignar el papel de responsable político al Banco Mundial porque es la institución que tiene la mayor responsabilidad de la actual cri-sis mundial de alimentos. La ausencia del reconoci-miento de que la función principal en la política y gobernanza mundial, le corresponde a las Naciones Unidas, un concepto que también está ausente en la Declaración Final de la Cumbre, es un ataque a la soberanía alimentaria y a la autonomía para decidir sobre la política alimentaria de la población y los gobiernos de los países pobres, afirmaron.

Gawain Kripke, portavoz de Oxfam Internacional, dijo: “ya hemos oído las mismas obviedades una y otra vez sin que haya cambios profundos que reviertan la falta de apoyo a la agricultura”. Oxfam Internacional calificó con muy bajas notas a la Declaración final por ser demasiado ambigua, condicionada y carente de ambición. Sin embargo, Oxfam Internacional destaca como punto importante de la reunión la voluntad de reformar el Comité de Seguridad Alimentaria Mun-dial (CSAM), aunque se necesita hacer mucho más. Por eso, las organizaciones de la sociedad civil decla-ran su apoyo a este Comité y enfatizan su importan-cia fundamental por ser el principal órgano inclusivo para la formulación de políticas internacionales de la alimentación y la agricultura, dentro del sistema de las Naciones Unidas.

Además, las organizaciones de la sociedad civil acogieron como un gran paso adelante el recono-cimiento de la autonomía en la ejecución de los planes implementados por los países del mundo en desarrollo, que no deben ser influenciados por los países donantes y organizaciones internacionales. Por primera vez, una declaración de la FAO recono-ce el importante papel que la sociedad civil y de las organizaciones internacionales, como actores que deben trabajar, de ahora en adelante, de una mane-ra coordinada en el nuevo CSAM.

Según el documento final del Foro de los Movimien-tos Sociales/ONG/OSC: “los gobiernos tienen la obli-gación de proporcionar ayuda de emergencia. Pero no deben socavar la soberanía alimentaria y los derechos humanos. La ayuda de emergencia debe obtenerse lo más localmente posible y no debe ser utilizada para presionar a los países a aceptar los organismos genéti-camente modificados (OGM). Los alimentos no deben ser usados jamás como un arma política”3.

El manifiesto pone énfasis en la necesidad de un cambio radical de perspectiva en la agricultura:

“la única solución a la crisis mundial de alimentos y la soberanía alimentaria llegará de los pequeños productores de alimentos”. Ellos son más de mil quinientos millones en el mundo y producen más del 75% de la demanda de alimentos en el planeta. Pueden llegar a cubrir el 100% de las necesidades de la agricultura sostenible y de pequeña escala. Según los datos disponibles, de hecho, el 80% de los mil millones de personas amenazadas por el hambre y la malnutrición está compuesto por los pequeños agricultores y residentes rurales que, con políticas públicas adecuadas y fondos específicos, rápidamente serían capaces de garantizar su propia alimentación y la de los demás.

Los participantes en el Foro de los Movimientos Sociales/ONG/OSC en Roma también están conven-cidos –como dijo Nettie Weib de Vía Campesina– que la agricultura y los mercados locales pueden ser es-tratégicos para el enfriamiento del planeta. “Políticas de apoyo justas y adecuadas a la agricultura familiar, tales como fomentar la reforma agraria auténtica que distribuya la tierra a los pequeños agricultores en lugar de crear nuevas propiedades en manos de las multina-cionales, darían como resultados muchos más benefi-cios para el medio ambiente y el cambio climático de cualquier acuerdo que pueda surgir de las próximas negociaciones de Copenhague”, concluyó Weib.

Notas

1. Declaración final oficial en pdf

http://www.fao.org/fileadmin/templates/wsfs/Summit/Docs/Final_Declaration/K6050S_WSFS_OEWG_06.pdf

2. FAO: G8 demuestra total falta de voluntad políticahttp://alainet.org/active/34513?=es

3. Declaración de los Movimientos Sociales/ONG/OSC Foro Paralelo a la Cumbre Mundial de la Seguridad Alimen-taria en pdfhttp://peoplesforum2009.foodsovereignty.org/sites/peoplesforum2009.foodsovereignty.org/files/Final_Declara-tion-ES.pdf

Fuente:

Agencia Latinoamericana de Información

[email protected]

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La crisis económica mundial tiene efectos devasta-dores sobre el hambre en el mundo. La Cumbre de la FAO ha concluido con estrepitoso fracaso pues no apor-ta compromisos serios. Una vez más, el mundo enri-quecido y obeso mental pretende ignorar una realidad explosiva ya que el número de personas hambrientas ha alcanzado un récord histórico de 1020 millones. La FAO recuerda que “es posible vencer la batalla contra el hambre. Lo que se necesita es el compromiso de los propios gobiernos de los países empobrecidos y un sólido apoyo de la comunidad internacional”.

Una de cada seis personas padece hambre y desnutri-ción, es decir, 100 millones de personas más que en 2008. Y el dato escalofriante de que cada seis segundos muere un niño de hambre, más de catorce mil al día y más de cinco millones al año. Hablamos tan sólo de niños.

El Director de la FAO, Jacques Diouf, criticó la falta de compromiso de la mayoría de los líderes mundiales al no acudir a la cita en Roma: “El efecto psicológico de la ausencia de jefes de Estado y de Gobierno de los grandes países da la impresión de que no es una prioridad el problema del hambre en el mundo”.

“Se necesitan 44.000 millones de dólares de la ayuda oficial al desarrollo, alrededor del 17% del total, para resol-ver el problema del hambre. Hemos visto que los países de la OCDE gastan cada año 375.000 millones de dólares en apoyo a los productores agropecuarios en sus países. Además, cada año se gastan 1,34 billones de dólares en armas. Son miles de miles de millones de dólares los que han gastado para resolver la crisis económica y financiera mundial, en unas semanas”, ha recordado Diouf.

Es urgente luchar contra el despilfarro, y es inadmisible la destrucción de alimentos con fines comerciales ya que la comida necesaria para vivir con dignidad no se puede considerar como una mercancía. Las cosas no son de su dueño sino del que las necesita y la propiedad privada no es un bien absoluto cuando se trata de la supervivencia.

Ante una bomba social de efectos incalculables

El problema no es de falta de recursos, sino de prio-ridad ante un derecho tan fundamental como el dere-cho a la alimentación.

La crisis actual “no tiene precedentes históricos”, porque conjuga varios factores. La recesión económi-ca se solapa con la crisis alimentaria, que entre 2006 y 2008 disparó el precio de los alimentos.

Los datos sobre el incremento del hambre en el mun-do han ensombrecido el hecho de que 31 de 79 países objeto de seguimiento por la FAO registraron un descen-so en el número de personas desnutridas desde princi-pios de la década de 1990, según revela su último infor-me publicado con el título ‘Los caminos hacia el éxito’.

El estudio destaca el progreso realizado por 16 de estos países, que ya han alcanzado el objetivo de re-ducir el número de personas hambrientas para el año 2015 o se encuentran bien situadas para alcanzarlo.

De acuerdo con el informe, existen cuatro denomina-dores comunes que permiten tener éxito en la reducción del hambre: la creación de un contexto adecuado para promover el crecimiento económico y el bienestar per-sonal; invertir en las personas empobrecidas en las zonas rurales y llegar hasta los más vulnerables; asegurar que los logros obtenidos se mantienen y protegen frente a las amenazas, y por último, planificar un futuro sostenible.

El Gobierno de Brasil introdujo en 2003 el progra-ma hambre Cero para llegar a los más vulnerables. El Gobierno movilizó a las autoridades locales y a las or-ganizaciones de la sociedad civil para apoyar la inicia-tiva, que incluyó la transferencia de fondos en efectivo para aumentar el poder adquisitivo de los pobres al tiempo que se invertía en la agricultura familiar.

El Programa de Seguridad Alimentaria en Nigeria logró aumentar a más del doble la producción y los ingresos de los pequeños agricultores que practican la agricultura de secano, al introducir tecnologías que les permitía obtener dos o tres cosechas anuales, en vez de una sola.

Además, el estudio de la FAO analiza la forma en que otros han transformado su sector agrícola en motores de crecimiento y fuente de ingresos que contribuyen a la reducción del hambre y la pobreza, y a la seguridad del suministro de alimentos a nivel mundial.

La pobreza no es una fatalidad sino que es el pro-ducto de una expansión demográfica desorbitada, al tiempo que refleja los criminales efectos de un mode-lo de desarrollo económico inhumano y suicida. Esta-mos ante una bomba social de efectos incalculables.

PorJosé Carlos García Fajardo

Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS

[email protected]

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Del 7 al 18 de septiembre, realicé una visita de investigación para evaluar la situación de los defensores de derechos humanos en Colombia, y viajé a Bogotá, Barranquilla (Atlántico), Medellín (Antioquia), Cali (Valle del Cauca) y Arauca (Arauca). Me reuní con el Presidente, el Vicepresidente y otros funcionarios de alto rango del ejecutivo; con jueces de la Corte Suprema de Justicia y la Corte Constitucional, y la Oficina de la Fiscalía General de la Nación; así como con congresistas. Además, me entrevisté con los Jefes de la Policía, el Ejército y el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS). Asimismo, celebré reuniones con funcionarios del Gobierno local en las cuatro regiones que visité. También me encontré con miembros de la comunidad diplomática y los organismos de Naciones Unidas en la capital. Finalmente, en el transcurso de la misión, me reuní con un amplio y diverso sector de la sociedad civil colombiana.

Agradezco encarecidamente al Gobierno de Colombia su invitación y su colaboración ejemplar a lo largo de toda la misión. Asimismo, doy las gracias a todos los defensores de derechos humanos con quienes me reuní, algunos de los cuales viajaron desde muy lejos

Derechos HumanosDeclaración de la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de derechos humanos en Colombia

PorMargaret Sekaggya

En primer lugar, deseo encomiar al Gobierno por

la mejora significativa de la situación general de seguridad

en el país desde 2002. Han mejorado tanto el respeto por

el derecho a la vida como el ejercicio de las libertades

fundamentales para los ciudadanos colombianos.

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para verme. Por último, quisiera expresar mi agra-decimiento a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Co-lomina (OACNUDH) por su valioso apoyo tanto du-rante la misión como en la fase de preparación.

Si bien ahora he de tomarme un tiempo para revi-sar y analizar la importante cantidad de información que he recibido, así como para continuar intercam-biando información con el Gobierno, los defenso-res de derechos humanos y demás interlocutores, quisiera presentar aquí unas cuantas observaciones preliminares y recomendaciones.

En primer lugar, deseo encomiar al Gobierno por la mejora significativa de la situación general de seguridad en el país desde 2002. Han mejorado tanto el respeto por el derecho a la vida como el ejercicio de las libertades fundamentales para los ciudadanos colombianos.

Además, deseo saludar al Gobierno por haber concebido políticas y estrategias para la protección de los defensores de derechos dumanos. Celebro el aumento notable de fondos dedicados al Progra-ma Nacional para la Protección de los Defensores de Derechos Humanos (de 13 millones de dólares en 2002 a 40 millones de dólares en 2009). Apoyo asimismo el trabajo de las Defensorías del Pueblo nacionales y regionales, en particular su sistema de alertas tempranas, y considero que sus informes de-ben hacerse públicos y ser tenidos en cuenta con mayor frecuencia por el Comité Interinstitucional de Alertas Tempranas (CIAT). Asimismo, felicito al Gobierno por la adopción de la Ley de Inteligencia y Contrainteligencia, y le insto a implementarla lo antes posible.

Dada la situación actual de polarización, consi-dero notable que el Gobierno y la sociedad civil ha-yan logrado concluir una serie de acuerdos a través de las mesas para las garantías de protección de los defensores de derechos humanos. Observo con es-pecial satisfacción que, tras mi reunión con él, el Presidente Uribe declarara públicamente el 17 de septiembre de 2009 que:

“la defensa de los derechos humanos es una ac-ción necesaria y legítima para la democracia, en un país como Colombia que tiene el orgullo de estar plenamente abierto y dispuesto al escrutinio inter-nacional en esta materia“.

Espero que esta declaración ayude a reducir la tensión y contribuya a mejorar el clima de diálogo

entre el Gobierno y los defensores de derechos hu-manos. Con este nuevo avance, insto al Gobierno a implementar diligentemente los acuerdos alcan-zados con los defensores de derechos humanos en materia de garantías para su trabajo; a proseguir con el diálogo; y a dar prioridad a las investigacio-nes de las amenazas recibidas por los defensores que participaron en las mesas de garantías para de-fensores de derechos humanos.

Si bien reconozco los esfuerzos del Gobierno men-cionados anteriormente para mejorar la situación de los defensores de derechos humanos, aún queda mu-cho por hacer para garantizar un entorno seguro y propicio para los defensores de derechos humanos. A la luz de lo que he visto y oído en los últimos 12 días, puedo concluir que siguen existiendo en Colombia patrones de hostigamiento y persecución contra los defensores de derechos humanos, y a menudo contra sus familiares. Periodistas, sindicalistas, magistrados, abogados, activistas estudiantiles y juveniles, mujeres defensoras, líderes indígenas y afrocolombianos, así como activistas LGBT han sido asesinados, tortura-dos, maltratados, desaparecidos, amenazados, cap-turados y detenidos arbitrariamente, judicializados, vigilados, desplazados por la fuerza, u obligados a exiliarse; o bien se han allanado sus oficinas y se han robado sus archivos, a causa de su trabajo de defensa

Si bien reconozco los esfuerzos del Gobierno mencionados

anteriormente para mejorar la situación de los defensores de derechos humanos, aún queda

mucho por hacer para garantizar un entorno seguro y propicio para los

Defensores de Derechos Humanos. A la luz de lo que he visto y oído en los últimos 12 días, puedo concluir que siguen existiendo en Colombia

patrones de hostigamiento y persecución contra los defensores de derechos humanos, y a menudo

contra sus familiares.

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de los derechos humanos y libertades fundamenta-les. Al parecer, algunas de estas violaciones hay que atribuirlas a miembros de la guerrilla, a nuevos gru-pos armados ilegales y a grupos paramilitares que, según los defensores de derechos humanos, no han sido desmantelados. El Gobierno tiene la responsa-bilidad de denunciar e investigar de manera exhaus-tiva estas violaciones y enjuiciar a sus autores. Sin embargo, según distintas fuentes, la fuerza pública también ha cometido violaciones contra defensores de derechos humanos, o ha mostrado complacencia con respecto a las violaciones cometidas por actores privados contra los defensores.

En particular, me preocupa profundamente el fe-nómeno tan extendido de las amenazas provenien-tes de autores desconocidos contra defensores de derechos humanos y sus familiares, que con frecuen-cia se materializan a través del envío de panfletos, sufragios, correos electrónicos, llamadas telefónicas y mensajes de texto. Estas amenazas generan un cli-ma de miedo dentro de la comunidad de defensores de derechos humanos. Es necesario que la policía se tome estas amenazas en serio adelantando sistemá-ticamente investigaciones y haciendo que los auto-res comparezcan ante la justicia. En este contexto, deseo señalar que las amenazas contra magistrados de la Corte Suprema de Justicia debilitan el sistema de justicia en su conjunto, fomentan la impunidad y, por ende, repercuten negativamente en el trabajo de los defensores.

Un motivo fundamental de la inseguridad de los defensores de derechos humanos radica en la es-tigmatización y el señalamiento sistemáticos de que son objeto por parte de funcionarios del Gobierno. Haciéndome eco de la declaración del Relator Es-pecial sobre ejecuciones extrajudiciales al término de su visita a Colombia, el 18 de junio de 2009, los defensores de derechos humanos en repetidas ocasiones han sido acusados por altos funcionarios del Gobierno de ser “terroristas” o “guerrilleros”, o de estar operando en secreto con ellos. La decla-ración pública del Presidente Uribe reconociendo el trabajo legítimo de los defensores de derechos humanos, y las realizadas recientemente por el Vi-cepresidente y el Ministro del Interior y Justicia son pronunciamientos importantes para la comunidad de derechos humanos. Es asimismo importante que la Procuraduría General de la Nación siga inves-tigando las declaraciones hechas por servidores públicos en relación con defensores de derechos

humanos, que son extremadamente nocivas para el trabajo de estos últimos.

La impunidad por las violaciones cometidas con-tra los defensores de derechos humanos también contribuye enormemente a su inseguridad. Si bien tomo nota de las investigaciones en curso en rela-ción con las actividades ilegales de agentes del DAS, la Oficina de la Fiscalía General de la Nación debe-ría hacer más para investigar cabalmente las viola-ciones de derechos humanos contra defensores de derechos humanos y enjuiciar a los responsables. El Estado debe facilitar recursos adicionales para re-solver efectivamente todos los casos de violaciones de derechos humanos contra defensores. Celebro la reciente creación de las Unidades de Asuntos Humanitarios en la Oficina de la Fiscalía General de la Nación, y espero que pronto se obtengan re-sultados concretos. Por último, me preocupa tam-bién el hecho de que algunos fiscales operen desde instalaciones militares, lo que arroja dudas sobre la independencia del poder judicial en Colombia. Recomiendo que la Fiscalía General de la Nación aborde esta cuestión.

En cuanto a la seguridad de los defensores de de-

El Ministerio de Defensa, el DAS y la Procuraduría General deberían crear un mecanismo

para depurar todos los archivos de inteligencia sobre

defensores de derechos humanos, sus familiares y sus organizaciones, con la

asistencia de la OACNUDH y la comunidad internacional.

Esto debería acompañarse de una redefinición por parte del aparato del Estado de los objetivos de sus actividades de inteligencia, mediante la

instauración de un control democrático de estas

actividades.

Derechos Humanos

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rechos humanos, se me informó de que el Gobier-no está reformando el Programa de Protección para Defensores de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y Justicia. Algunos elementos importan-tes de dicha reforma deberían tener en cuenta las necesidades especiales de las mujeres, los pueblos indígenas y los afrodescendientes. Sugiero encareci-damente que los agentes del Estado que defienden los derechos humanos (magistrados, y miembros de las Defensorías regionales y nacionales) sean inclui-dos en dicho programa. Además, debería simplifi-carse y agilizarse el proceso de solicitud de medidas de protección. También hay que resolver la cuestión del espionaje a defensores de derechos humanos por parte de los escoltas asignados para su protec-ción. Además, deberían ampliarse las medidas pre-ventivas del programa. Por último, los defensores de derechos humanos han manifestado su inquietud por la privatización de este programa, una cuestión que debería ser debatida y resuelta conjuntamente.

Me preocupa asimismo la información sobre el seguimiento y la interceptación por parte de los ser-vicios de inteligencia civiles y militares sufridos por defensores de derechos humanos nacionales e inter-nacionales, entre ellos magistrados de la Corte Su-prema de Justicia, el anterior Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pue-blos indígenas en 2005 y la Relatora Especial para los Derechos de la Mujer de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2005. Celebro que la Ofi-cina del Fiscal General de la Nación esté enjuician-do actualmente al menos a 40 funcionarios del DAS, incluidos cuatro de sus antiguos directores. No obs-tante, sigo preocupada por la posible continuación de los seguimientos. En caso de que persistan estos seguimientos ilegales, insto al DAS a ponerles fin in-mediatamente. El Ministerio de Defensa, el DAS y la Procuraduría General deberían crear un mecanismo para depurar todos los archivos de inteligencia sobre defensores de derechos humanos, sus familiares y sus organizaciones, con la asistencia de la OACNUDH y la comunidad internacional. Esto debería acompañar-se de una redefinición por parte del aparato del Esta-do de los objetivos de sus actividades de inteligencia, mediante la instauración de un control democrático de estas actividades. Por último, debería garantizarse a los defensores pleno acceso a la información de in-teligencia que les concierne.

En relación con la recabación de información de

inteligencia sobre defensores de derechos humanos, quiero expresar mi grave preocupación por las cap-turas y detenciones arbitrarias (a veces masivas) de defensores de derechos humanos, así como por los procesos penales infundados iniciados contra ellos, sobre la base de informes de inteligencia militares o policiales, y de testimonios de personas desmovili-zadas o de informantes a cambio de beneficios lega-les o pecuniarios. Las oficinas de la Procuraduría y la Fiscalía General de la Nación deberían investigar cabalmente todos los abusos y castigar a los culpa-bles. Además, el Gobierno debería restaurar el buen nombre y la reputación de los defensores que hayan sido víctimas de la arbitrariedad del Estado.

Presentaré mi informe completo con las conclu-siones finales y las recomendaciones ante el Con-sejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en marzo de 2010.

BOGOTÁ, 18 de septiembre de 2009

El Ministerio de Defensa, el DAS y la Procuraduría General deberían

crear un mecanismo para depurar todos los archivos de inteligencia

sobre defensores de derechos humanos, sus familiares y sus

organizaciones, con la asistencia de la OACNUDH y la comunidad

internacional. Esto debería acompañarse de una redefinición por parte del aparato del Estado

de los objetivos de sus actividades de inteligencia, mediante la

instauración de un control democrático de estas actividades.

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“Esas cosas son para que las hagan los hombres, porque ellos son más inteligentes que nosotras”1. Así, con esa rotunda expresión, una jo-ven mujer de una institución educativa donde algu-na vez laboré, le dio impulso a este ejercicio analí-tico a partir de informaciones de campo. Mi tarea autoasignada consistió, para entonces, en tratar de analizar con ella misma y con la totalidad de su gru-po escolar muchas de las situaciones que podrían desprenderse de su afirmación. La escuela, nuestra escuela formadora de niños y jóvenes, esa poderosa institución social, pasa de lado y mira con desdén problemáticas como la planteada en este caso; se va quedando absorta en el academicismo inocente

Las relaciones de género o la cultura de la obviedad

PorCarlos A. Ospina Cruz*

Candidato a Doctor en EducaciónUniversidad de Antioquia

“Más que los hombres, son las generaciones las que se corrigen:es la juventud aún exenta de prejuicios e indiferente a los sistemas,la que los juzga más sanamente”(De Luc, 1779)

Coordinador I. E. FANUT. Calle 32 65-20, Medellín.

Teléfonos 3513394 y 2655463. Docente Cátedra en

la Universidad de Antioquia

[email protected]

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mientras que la realidad que tiene en sus propias narices parece ser la menos susceptible de ser con-vertida en objeto de análisis. En este contexto, hasta los mismos estudiantes terminan por desaparecer como sujetos poseedores y creadores de saber y con los cuales se puede aprender; pasan a convertirse simplemente en receptores de los problemas de la ciencia y de otras comunidades ajenas a sus intere-ses o a sus verdaderos problemas. Es claro que esta-mos en una situación problemática cotidiana.

En efecto, pensamos que es un deber ineludible para el cuerpo docente estar atento a ese tipo de manifestaciones y percatarse de las formas en las que, al interior de la escuela, se reproducen, con su propia complacencia, muchas de las cosas que ellos mismos desde su sentido discurso académico pueden estar aparentemente tratando de analizar, dizque desde una perspectiva crítica, pero pasando por alto un elemento fundamental: la vivencia de los estudiantes, lo que a cada segundo expresan, refle-jan, sienten y piensan como normal. Las relaciones o las creencias de género van cayendo aletargadas en esta normalidad y es allí donde se requiere hacer un alto para otear como observadores comprome-tidos y adentrarnos en los fenómenos que, a fuerza de la costumbre, configuran a diario e instauran en la tradición y en la costumbre la perniciosa cultura de la obviedad reflejada en expresiones como: Eso siempre ha sido así, no hay por que preocuparse.

Según Scott (1996) citado por Estrada, el género es una categoría relacional mediada por dispositivos de poder (2001:14) es decir que, cualquier mirada analítica e interpretativa que se realice para estable-cer los diferentes roles que entran a jugar los diversos actores humanos en las distintas situaciones propias de la escuela o de las instituciones sociales como la familia o como una comunidad barrial cualquie-ra, debe considerar la necesidad de una mirada de género sobre el marco de estructuras de significado presentes; en el mismo sentido, Bohan (1997) tam-bién citado por Estrada, recalca sobre la importancia de tomar la conducta humana como un producto que no está determinado esencialmente por el sexo de los actores sino por el contexto discursivo de las interacciones, particularmente el poder y el estatus (2001:14). En ese orden de ideas, el hecho de dete-nernos en esas aparentemente tranquilas estructuras relacionales humanas de la escuela para observarlas, adentrándonos en las tensiones internas que pue-den ir quedando invisibles por la falta de criterios, o

de voluntad política y pedagógica, es un aporte bien importante en términos de lo que, algunas veces, se denomina como el currículo oculto tan poderoso y efectivo como las actividades diarias concretas del aula, de la escuela en general y por extensión del gran laboratorio social donde viven nuestros estu-diantes. En esta ocasión el análisis ha sido dividido por cuestiones metodológicas en dos de los tres es-cenarios resultantes de la información entregada por el grupo mixto de cuarenta jóvenes estudiantes, es decir, el hogar y la Institución Educativa. El barrio no ha sido analizado por separado ya que la mayor parte de las situaciones allí presentadas son encon-tradas en los dos primeros escenarios.

Hogar, ácido hogarEn el presente ejercicio hay tres dispositivos dis-

criminadores en los que se hace evidente la práctica soslayada, o tácita, ocurrida al interior de los núcleos familiares de los jóvenes actores y observadores: en primer lugar, la preparación que se les permite o posibilita para el desempeño laboral; seguidamen-te, la distribución de tareas en el hogar y, un tercer aspecto enfocado en el uso de los espacios sociales extramurales pero controlados desde éste. Para cada uno de los dispositivos iremos señalando algunas de

el hecho de detenernos en esas aparentemente tranquilas

estructuras relacionales humanas de la escuela para observarlas, adentrándonos en las tensiones

internas que pueden ir quedando invisibles por la falta de

criterios, o de voluntad política y pedagógica, es un aporte bien

importante en términos de lo que, algunas veces, se denomina como

el currículo oculto tan poderoso y efectivo como las actividades

diarias concretas del aula, de la escuela en general y por extensión

del gran laboratorio social donde viven nuestros estudiantes.

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las manifestaciones que lo hacen evidente a medida que avance el análisis.

Allí, entre las estrechas paredes –casi siempre más estrechas según el grupo social–, de los espacios en los cuales conviven varias personas, relacionados o no filialmente, tal y como sucede comúnmente hoy en día, se hace carne, se materializa todo un imagi-nario tradicional sobre la perspectiva de lo que debe ser el rol femenino. En ese escenario, tal y como lo expresan Worchel y otros (2002:437), la cultura es compartida por un grupo de personas y se trasmi-te de generación en generación. Según el informe presentado por el Banco Mundial y firmado por Ma-ría Elena Ruiz A., las mujeres de América Latina y el Caribe han logrado grandes avances en materia de equidad, pero los patrones sociales tradiciona-les siguen limitando su participación en el mercado laboral (2003:1). En este caso, los patrones sociales tradicionales se ven reflejados en la creencia de que las mujeres “carecen de preparación para asumir otros papeles sociales” distintos al de ser amas de casa, pero no se profundiza en que es precisamen-te debido a esto y a la existencia de barreras para “que se les permita trabajar por fuera, por parte de los esposos o maridos” es decir, lo que parece ser la causa, deviene en realidad, a nuestro modo de ver como posible consecuencia. Las mujeres no se

sienten o no se ven capacitadas, lo son así porque no se les da la oportunidad de prepararse por fuera de sus hogares para ejercer también por fuera de ellos; es una especie de círculo vicioso que se va reproduciendo: “no puedes hacerlo porque no estás preparada, pero no te dejaremos prepararte, enton-ces tendrás que seguir encerrada”.

El círculo se torna tan nocivo que de hecho, la participación de la mujer en el mercado del tra-bajo sigue siendo muy inferior a la del hombre (Ruiz Abril, 2003:1). En Colombia, por ejemplo, sólo trabaja el 44% de las mujeres frente al 56% de los hombres (2003:2) y, a esas féminas que traba-jan, todavía no se les reconoce que puedan hacer un trabajo de igual o mayor eficiencia, que el del hombre: discriminatoriamente ganan en Colom-bia sólo el 84% del salario masculino (Ruiz Abril, 2003:2). En consecuencia, las prácticas y las creen-cias tradicionales sostenidas por criterios, en este caso, básicamente familiares sobre el desempeño laboral de un grupo de personas, adquieren todo un discurso económico e inciden notablemente en las reflexiones sobre la eficiencia y la eficacia. En esencia, creemos que el círculo del que venimos hablando debe ser flexibilizado atendiendo las re-comendaciones del Banco Mundial al respecto: que las políticas de empleo se concentren en reducir las barreras que enfrentan las mujeres, especialmente las pobres, para acceder al mercado laboral, tales como incrementar el número de guarderías –para sus hijos–, disponibilidad de servicios de planifica-ción familiar –libres de ataduras moralistas– y ha-cer más equitativo el trabajo doméstico (2003:3). En este nuevo contexto propuesto, no estaría jus-tificada totalmente la obligatoria presencia de la mujer en el hogar en detrimento de su potencial rol laboral y/o profesional o en otros frentes de desempeño social que le proporcionen felicidad y satisfacción. En términos sociales, es decir, no es-trictamente económicos sino también relacionados con el capital social y humano que se podría sus-citar favoreciendo unas mejores condiciones para la participación de la mujer en el campo laboral, vale la pena considerar la afirmación de María Va-léria Pena, Líder de la Unidad de Género del Ban-co Mundial para América Latina y el Caribe, citada por Ruiz Abril: “a pesar de los grandes progresos en los últimos 20 años, las desigualdades de género siguen siendo un obstáculo para el desarrollo pleno de los países de la región; la desigualdad se traduce

...creemos que el círculo del que venimos hablando debe

ser flexibilizado atendiendo las recomendaciones del Banco Mundial al respecto: que las

políticas de empleo se concentren en reducir las barreras

que enfrentan las mujeres, especialmente las pobres, para

acceder al mercado laboral, tales como incrementar el número

de guarderías –para sus hijos–, disponibilidad de servicios de

planificación familiar –libres de ataduras moralistas– y hacer más

equitativo el trabajo doméstico

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en pérdidas derivadas de la ausencia de la mujer de la actividad económica (2003:1).

Otro de los dispositivos discriminatorios encontra-dos tiene que ver con la distribución de tareas en el hogar expresado en los siguientes axiomas que hemos tomado como referentes: “el hombre no hace trabajos domésticos”, “la mujer es quien hace todos los oficios en la casa” y “las mujeres deben permanecer en la casa para cuidar a los hijos”. Para Worchel y otros, las cultu-ras que se encuentran en el extremo superior del con-tinuo de masculinidad creen que los hombres deben dominar en todos los medios: los roles sexuales están muy diferenciados y se valora el machismo (2002:439). Lo ocurrido en el contexto de nuestro estudio refleja, en cierto modo, el tinte machista tanto de los hombres que imponen esa conducta como de las mujeres que la aceptan ciegamente o con miedo, ya a los dictados culturales o a los machos dominantes. Pervive, pues, en el trasfondo de todo esto una formación histórica y tradicional del concepto del trabajo doméstico, que se manifiesta de muy diversas formas a través de los años y las generaciones pero en la que siempre funcionan rezagos discriminadores. En esas creencias sobrevive, lo que Ricoeur ha llamado como el carácter, o sea el conjunto de signos distintivos que permiten identifi-car de nuevo a un individuo humano como siendo él mismo (Ricoeur, 1996: 113). El hombre machista de nuestras costumbres ancestrales, de nuestra época de la Colonia, y la mujer sumisa y casera que han ido enalteciendo la iglesia y la escuela, durante el siglo XIX y buena parte del XX. El hecho de permitirse la repro-ducción del esquema, de los roles asignados, certifican en gran parte el reconocimiento de que la identidad de una persona, de una comunidad, está hecha de identificaciones con valores, normas, ideales, modelos en los que la persona o la comunidad se reconocen (Ri-coeur, 1996: 116) y, tal parece, que fueran aceptados. Aceptación que permite la reproducción de esquemas y la consiguiente andanada de consecuencias prácticas en la vida de las mujeres invisibilizadas y en los propios hombres obligados históricamente y normalmente a oficiar como superiores. Pero una superioridad que permite hasta socarronamente la risa y se filtra por los poros de una sociedad machista mediante los chistes, las novelas o la películas rosa, por sólo citar algunos ejemplos. Empezar a reconocerse y a desconocerse en esas identidades opresoras u oprimidas sería un buen comienzo para ahondar los abismos, producir rupturas y avanzar en prácticas discursivas deconstructivas.

La discriminación de género hacia la mujer tam-

bién se percibe en el uso de los espacios sociales por fuera del hogar. Es una discriminación negativa (Matsumoto, 2000) que las condena, a ser trata-das injustamente por los otros (y hasta por las otras mismas) en el uso de su tiempo y de sus lugares, con base en creencias preexistentes y socialmente reproducidas y mantenidas. Los prejuicios que ori-ginan la discriminación se fundan en que “la mujer no es bien vista estando mucho en la calle hasta tarde” y en que “no tiene el mismo horario que los hombres para salir de casa”. Creencias como estas se encuentran afincadas de tal forma en la tradición (Worchel y otros, 2003:459) y en la cultura, que tie-nen la capacidad de moldear consecuentemente las maneras en que nos vemos y cómo interpretamos las acciones o posibles acciones de los demás. Así pues, los pre-juicios existentes sobre las actuaciones masculinas y femeninas y el espacio nocturno son extrapolados a las mujeres repercutiendo en los es-quemas de relación que los varones establecen con ellas. En ese orden de ideas, el inconsciente mascu-lino piensa: no es bueno que tú salgas hasta tarde porque de pronto, haces lo mismo que hago yo, y eso sólo es de hombres.

Instituciones hipócritasLa escuela necesita hacer evidentes los fenómenos

que, tanto en ella como en la sociedad, perpetúan ciertas situaciones dañinas para cualquier ser huma-

La escuela necesita hacer evidentes los fenómenos

que, tanto en ella como en la sociedad, perpetúan

ciertas situaciones dañinas para cualquier ser humano, independientemente de su género. Solo así se puede

entender que sea realmente una escuela para la vida y para la construcción de un

mundo mejor, y no solamente para mantener verdades y

poderes opresores.

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no, independientemente de su género. Solo así se puede entender que sea realmente una escuela para la vida y para la construcción de un mundo mejor, y no solamente para mantener verdades y poderes opresores. En ese sentido, es que “los educadores se han de percatar que es totalmente imposible alcan-zar un nuevo orden mundial sin crear antes en casa un nuevo orden moral, es decir, en las aulas y en los hogares de la nación; un orden moral que recha-ce el reto a las verdades recibidas y a las conviccio-nes aceptadas que ha provocado la actual crisis de historia e identidad” (McLaren, 1997: 27). Nuestra identidad, y es necesario decirlo una vez más, es una identidad forjada en discursos machistas en tanto no se someta a procesos develatorios que permitan en-contrar la voz de las mujeres y sus sentires profundos e individuales en ese mar de obviedades –aparente-mente sereno– que continuamos navegando.

En este orden de ideas, la importancia de la es-cuela como eje central del ambiente escolar2 radica en que es el escenario físico en el cual se desarrollan tres aspectos fundamentales de la formación socia-lizante; lo cognitivo dirigido al conocimiento y, por lo tanto, a la ciencia; lo volitivo dirigido a la acción y, por lo tanto, a la moral y la política; y lo sensible, dirigido a la sensibilidad y por ende al goce. En ese

orden de ideas, lo que suceda en su interior pare-ce quedar validado desde el conocimiento como desde lo moral, lo político y lo sensible. Vale decir, las discriminaciones allí sucedidas y no analizadas ni combatidas adquieren la validez estipulada en el principio popular3 de que si los maestros lo ven, le entienden y lo saben y, además, lo permiten es porque el trato de los jóvenes hacia las mujeres es normal o no puede ser controvertido ni siquiera por la misma escuela; si los estudiantes terminan por ver las cosas así, en connivencia con sus profesores, en-tonces la escuela ha reforzado con todo el poder de su imagen histórica y de su tradición los procesos discriminatorios de género en su interior.

Con todo lo planteado, cobran importancia otros datos entregados por los actores del presente ejer-cicio analítico; según sus aportes, pueden observar-se en el ambiente escolar varios dispositivos discri-minadores: el uso de los espacios de la escuela, la participación en las actividades deportivas, las rela-ciones con el cuerpo de profesores (hombres), el es-tablecimiento de relaciones grupales y las formas de comunicación. En el primero de ellos, “las mujeres sufren el desplazamiento voluntario pero forzado de los sectores deportivos debido a la brusquedad mas-culina”. Hay una cesión de territorios, en la misma niñez y la juventud y en el comunitario patio de jue-gos y en los corredores institucionales, ambientes en los que debería por su naturaleza lúdico-recreativa realizarse un encuentro mucho más amigable entre los géneros a instancias de los principios de libertad y formación humanística en general que se propug-na en la escuela. Aquí, la repartición inequitativa de los espacios se realiza basada en el principio de la diferencia de géneros. Lo que parece quedar apa-rentemente claro es que no se cumple la pretendida educación multiculturalista4 porque no se enseña a todos y todas a valorar, conocer y analizar las di-ferencias entre las culturas, en este caso entre los géneros; no se orienta, entonces, la escuela hacia el enriquecimiento cultural de todos los estudiantes, ni la multiculturalidad inter-génerica deviene como un contenido curricular y una vivencia diaria. En tal sentido, es útil en esta conceptualización considerar la posición de autores como García Castaño y Gra-nados Martínez (1999) sobre lo que debe ser la edu-cación multicultural (o reconocedora y respetuosa de los géneros) vista como aquella que se desarrolla en la sociedad a semejanza de un proceso de pro-ducción y crítica cultural caracterizado porque con-

...la importancia de la escuela como eje central del ambiente

escolar2 radica en que es el escenario físico en el cual

se desarrollan tres aspectos fundamentales de la formación

socializante; lo cognitivo dirigido al conocimiento y, por lo tanto, a la ciencia; lo volitivo dirigido a la acción y, por lo tanto, a la

moral y la política; y lo sensible, dirigido a la sensibilidad y por ende al goce. En ese orden de

ideas, lo que suceda en su interior parece quedar validado desde el

conocimiento como desde lo moral, lo político y lo sensible.

Las relaciones de género o la cultura de la obviedad

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templa diversidad en los contenidos curriculares, asegura diversidad en los métodos de transmisión, fomenta mayores niveles de consciencia acerca de la diversidad cultural y, finalmente, elabora los pro-gramas a partir de una combinación entre el análisis de las comunidades concretas en las que se ponen en marcha y el compromiso con una concepción global, universal del hecho cultural.

Develan también las participantes en el estudio que los compañeros las discriminan porque “las con-sideran inadecuadas para los deportes” y “se las go-zan porque no pueden hacer las actividades físicas”. Imperando así, una valoración externa que termina por convertirse en infravaloración interna o personal, incidiendo así sobre el autoconcepto de sí mismas que puedan desarrollar las jóvenes mujeres. Las pre-guntas que surgen se relacionan directamente con el tipo de actividades físicas y de ejercicios y la forma de enfocar los procesos didácticos para unos y otras. En gracia de discusión, es importante poner en la balan-za los contenidos curriculares, las didácticas aplica-das y las diferencias de género (en lo físico), para que todos los estudiantes sin distinción de género, apren-dan acerca de las diferencias culturales; diferencias hacia las cuales, la escuela debe mostrar una mayor sensibilidad, modificando sus contenidos y acciones, si fuese necesario, para reflejar de manera más preci-sa diversos intereses y peculiaridades.

En este orden de ideas, se unen en la escuela dos situaciones que la dejan mal parada frente a la eficiencia de su formación de ciudadanos para sociedades en donde los grupos humanos puedan convivir y llegar a ser en sus particularidades. De un lado, la falta de criterios para asumir prácticas que respondan a las necesidades de ambos géneros y, por el otro, la permisividad para que proliferen actitudes discriminatorias materializadas en los pro-fesores y replicadas en los estudiantes y profesores hombres. Esa cultura escolar, el escenario en el que se desenvuelve el drama de la conducta humana (Worchel y otros, 2002: 438) a pequeña escala, repercute en un amplio espectro de la conducta humana; por tanto, es fundamental considerar su influencia en la sicología social, en las formas de pensar y actuar de los futuros adultos que seguirán, lamentablemente, tal vez repitiendo el incesante círculo vicioso del que estamos hablando.

Otro de los factores de discriminación detecta-dos tiene que ver con el mal trato de parte de los profesores hacia las estudiantes mujeres. Situación

que se observa en casos como el de “darle menos participación y responsabilidades que a los hom-bres” y en que “las hacen sentir poco inteligentes con algunas expresiones”.

Remitámonos a Ricoeur: la persona de la que se habla, el agente del cual depende la acción, tie-ne una historia, su propia historia (1996:106); la historia de los profesores, resultante de escenarios consciente o inconscientemente discriminadores queda al descubierto y los posibles problemas de reacción de las jóvenes quedan sometidas frente al estatus de poder que mantiene el docente. Es evidente que parte de los análisis del problema requieren apertura y reflexividad por parte de los protagonistas. En este mismo apartado se puede ubicar la preocupación de las mujeres por el efecto discriminador presente en las formas de comunica-ción: “hombres que maltratan moral y físicamente a las mujeres”. Solamente, retomo el aspecto del maltrato moral, para referirme al efecto que en la formación de la personalidad femenina puede tener el continuo uso de expresiones o ademanes con un connotado marco sexista y chistes deva-luadores de la condición femenina. Sin embargo, y sólo como referencia quiero anotar al respecto que en el documento del Banco Mundial sobre la mu-jer se aclara que aunque hay problemas de género que se repiten en la mayoría de los países de la re-

...se unen en la escuela dos situaciones que la dejan mal

parada frente a la eficiencia de su formación de ciudadanos para sociedades en donde los grupos

humanos puedan convivir y llegar a ser en sus particularidades. De un lado, la falta de criterios para

asumir prácticas que respondan a las necesidades de ambos géneros

y, por el otro, la permisividad para que proliferen actitudes

discriminatorias materializadas en los profesores y replicadas en los

estudiantes y profesores hombres.

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gión, como la mortalidad materna, América Latina y el Caribe presenta grandes contrastes en cuanto a indicadores de desarrollo y la situación de la mujer. Lo más grave se encuentra en el siguiente dato: en Colombia la violencia doméstica es el principal problema (Ruiz Abril, 2003:3). Y lo peor aquí es que hay una suerte de violencia a la que también llamaremos doméstica, en tanto que se sigue pre-sentando en el contexto del segundo hogar como filantrópicamente ha sido llamada la escuela.

En línea a forjar propuestasSegún Ernesto May, director del Banco Mundial

para la Política Económica y el Programa de Re-ducción de la Pobreza en América Latina y el Ca-ribe, para atacar la pobreza en los hogares latinoa-mericanos es imprescindible contar con políticas y programas destinados a remediar las desigualdades de género, ya que éstos beneficiarían no solamente a la mujer, sino a sus familias y a la sociedad lati-noamericana en su conjunto (citado por Ruiz Abril, 2003:2). Tal vez, en la sociedad capitalista se ha en-tendido muy bien la importancia del valor agregado y del mercado para la creación y el sostenimiento de capitales, sin embargo, no parece estar bien claro, que uno de los principales valores agregados de la sociedad contemporánea ha sido descuidado: es la realidad potencial de que la mujer sea considerada como un ser humano coequipero del hombre, con distintas posibilidades de construcción social, pero dueña de toda una historia para ser y aportar en el sueño colectivo de dar a luz mundos mejores.

Hay que estar bien atentos. Los procesos de los distintos grupos y manifestaciones que jalonan pro-cesos reivindicadores de los derechos y los debe-res femeninos, y de otros grupos humanos histó-ricamente discriminados como los indígenas y las negritudes son una demostración de que las insti-tuciones modernas, al tiempo que ofrecen posibi-lidades de emancipación, también crean mecanis-mos de supresión, más que de realización del yo (Giddens,1995:15). Tal y como lo expresa Giroux, no podemos seguir restringiendo la pedagogía a simples cuestiones de técnica o epistemología. Tenemos que abordar el tema de qué identidades sociales estamos produciendo, a quienes se está si-lenciando, y a quienes se toma en cuenta (Flecha, 1991:2). La cultura es mucho más que artefactos y creencias; se construye a diario en las interacciones

humanas. Según Triandis (1994) citado por Wor-chel y otros (2002:438) estas interacciones están fundadas sobre actitudes, valores, convicciones y conductas, elementos que no dejan de tener algún carácter de subjetividad lo que los hace todavía mas dinámicos y cambiantes. En efecto, es en esta característica de la producción cultural en donde pueden asentarse los nuevos valores, conductas y actitudes con y hacia la mujer, desde los hombres y desde las mismas mujeres para que, como lo dice Worchel, la cultura no sólo repercuta en la manera que tenemos de considerarnos, sino que también guíe concretamente lo que sentimos acerca de los acontecimientos de la vida (2002:445).

Esa misma subjetividad señalada por Worchel la da a entender en cierto modo Giddens. Para éste úl-timo, las circunstancias sociales no están separadas de la vida personal, ni constituyen un medio externo a ella y al luchar con sus problemas íntimos, los indi-viduos ayudan activamente a reconstruir el universo de actividad que los rodea (Giddens, 1995: 23). Lo cual significa, que un paso importante en dirección a transformar los discursos vivenciales (el ser en ac-ción con los otros) es la apropiación que logren los actores, tanto hombres como mujeres de la capaci-dad intrínseca de la subjetividad puesta en confron-tación con la imperante cultura de la obviedad para producir nuevas y divergentes conceptualizaciones.

Finalicemos. Para Giroux los estudiantes vienen

La escuela debe, con carácter urgente, aceptar el reto de

resignificar esos modelos para armar esqueletos categoriales

en donde la niña-mujer sea vista como un ser humano

para el respeto, el trabajo, el amor y el disfrute mutuo. Ser

mujer no significa ser inferior, sino diferente, diferencia que

muestra confluencias con el ser humano en general, pero lejos

de la desvalorización,

Las relaciones de género o la cultura de la obviedad

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Notas

1. A lo largo de todo el artículo, las expresiones encerradas en comillas han sido tomadas de las respuestas de los y las jóvenes participantes en este ejercicio.

2. Urbanidad para el nuevo milenio. (2000) Aprende a con-vivir y habitar. Cartilla publicada por la Cámara de Comer-cio de Medellín.

3. “El que calla otorga” dicho popular usado en Colombia para significar que sí algo nada mal pero no se corrige, es porque se acepta.

4. Comprendida desde el enfoque del entendimiento cultural planteado por García Castaño, Pulido Moyano, y Montes del Castillo (1993).. Para estos autores la escuela debe trabajar en el conocimiento de la diferencia y en la búsqueda de una necesaria educación acerca de las diferencias culturales y no de una educación de los llamados culturalmente diferentes.

Referencias bibliográficas

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Estrada, Angela M. Los fragmentos del calidoscopio, una propuesta teórico-metodológica para el análisis cualitativo de las relaciones de género en la escuela. Nómadas, Bogo-tá: Universidad Central, 14. 2001.

Flecha, Ramón. Henry Giroux o la solidaridad. Cuadernos de pedagogía No. 198, Diciembre de 1991.

García C., Javier, Pulido M., Rafael y Ángel Montes del Cas-tillo. La educación multicultural y el concepto de cultura. En: www.campus-oei.org/oeivirt/educmulti.htm. 1993. Fe-cha de consulta: Diciembre de 2001.

García C., J. y Granados Martínez, A. Lecturas para una educación intercultural. Madrid: Trotta, 1999.

Giddens, Anthony. (1995). Modernidad e identidad del yo. El yo y la sociedad en la época contemporánea. Barcelona (España): Ediciones Península.

McLaren, Peter. Pedagogía crítica y cultura depredadora. Buenos Aires, Argentina, Paidós, 1997.

Matsumoto, David. Etnocentrismo, estereotipos, prejuicios y discriminación (traducción al Español por Zayda Sierra). En: Culture and Psychology: People around the world. Bel-mont, CA: Wadsworth, 2000.

Ricoeur, Paul. La identidad personal y la identidad narrati-va. En: El mismo como otro. México: Siglo XXI, 1996.

Ruiz Abril, María E. Desafíos y oportunidades para la equi-dad de género en América Latina y el Caribe. En: http://www.bancomundial.org/ E-mail: [email protected]. 2003. Fecha de consulta: 5 de marzo de 2003.

Urbanidad para el nuevo milenio. Aprender a convivir y ha-bitar. Medellín, Cámara de Comercio de Medellín, 2000.

Worchel, S., Cooper, J., Goethals, G. y Olson, J. Cultura y conducta. En: Psicología social. México, Thomson, 2002.

a las escuelas con modelos de significados en sus cuerpos y en sus mentes, con categorías organiza-doras de su visión del mundo. Traen experiencias históricas que dan un sentido de voz, lugar e identi-dad (Flecha, 1991: 3). La escuela debe, con carácter urgente, aceptar el reto de resignificar esos modelos para armar esqueletos categoriales en donde la niña-mujer sea vista como un ser humano para el respeto, el trabajo, el amor y el disfrute mutuo. Ser mujer no significa ser inferior, sino diferente, diferencia que muestra confluencias con el ser humano en general, pero lejos de la desvalorización, en tanto:

“Las mujeres quieren amor.Las mujeres quieren comprensión.Las mujeres necesitan respeto. Las mujeres luchan por iguales oportunidades en los lugares de trabajo.Las mujeres esperan que los hombres no abu-sen de su ternura”.

Por lo pronto, hay una buena noticia para las mujeres de Colombia, aunque no tanto para los hombres (según la perspectiva en la que miremos a las mujeres, y entendamos a nuestros niños, ob-viamente): en educación, la brecha entre hombres y mujeres se ha ido reduciendo en todos los países de América Latina y, en algunos de ellos, el grado de educación alcanzado por la mujer es superior al del hombre, como en Brasil, Costa Rica, Venezuela, Ar-gentina, Jamaica, Nicaragua y Colombia, ya que los niños se matriculan menos y abandonan la escuela con mayor frecuencia para ayudar al sustento eco-nómico de sus familias (Ruiz Abril,2003:3).

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Muchas veces las empresa van de contra-mano con la libertad de prensa y algunas son monopolios que controlan la información, ejercen la censura y bus-can provocar reacciones y manipular la opinión pública para imponer sus intereses políticos a la sociedad.

Este mecanismo de concentración y contaminación de la información se realiza en nuestro país y a escala mundial. Se pretende confundir la libertad de prensa con la libertad de empresa, y no son sinónimos. Los mo-nopolios generan reacciones sociales como la de penali-zar la pobreza y las protestas sociales, señalan a los jóve-nes como responsables de todos los males que sufre la sociedad, y han desatado campañas para reclamar más “seguridad” contra los “chicos de la calle” y de las villas que, por ser pobres y de piel oscura, se les señala como delincuentes. Se pide bajar la edad de imputabilidad.

Esos medios informativos destilan violencia a través de sus programas y desinforman en lugar de informar,

PorAdolfo Pérez Esquivel

Premio Nobel de Paz 1980

Argentina: Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

¿Qué defendemos? ¿La libertad de prensa, o la de empresa?Se pretende confundir la libertad de prensa con la libertad de empresa, y no son sinónimos

La nueva Ley de Servicios de Comunicación

Audiovisual ha causado revuelo y preocupación,

principalmente a aquellos que no quieren cambio

alguno y pretenden continuar con la ley vigente

impuesta durante la dictadura militar.

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pero no preguntan a ninguno de esos chicos que vi-ven en la calle y que son violentados y marginados de la sociedad, “cuál es su seguridad”. Esos jóvenes son considerados no personas y los invisibilizan cuando les conviene a esos medios perversos.

La nueva Ley de Servicios de Comunicación Au-diovisual ha causado revuelo y preocupación, princi-palmente a aquellos que no quieren cambio alguno y pretenden continuar con la ley vigente impuesta durante la dictadura militar.

Vemos que varios dirigentes políticos se rasgan las vestiduras cuando el poder ejecutivo presenta una nueva ley. Habría que preguntarles qué han hecho durante estos años, que no quisieron escuchar los re-clamos en defensa de la libertad de prensa y miraron para otro lado y se cajonearon proyectos.

Todos los gobiernos que se sucedieron desde 1983 hasta la fecha, no tuvieron voluntad política de solucio-nar y democratizar los medios de comunicación. Por el contrario, Menem impulsó políticas de entrega del pa-trimonio del pueblo, de los recursos del país a los gran-des capitales extranjeros; permitiendo el monopolio de los medios de comunicación y la concentración del poder en pocas manos. Lo mismo podemos decir de los dirigentes radicales y la Alianza.

Durante muchos años emisoras comunitarias como FARCO, y otros medios independientes, han trabajado para la sanción de la nueva ley de radiodifusión, a fin de alcanzar la libertad de prensa. La nueva ley promoverá la regulación de medios comunitarios, que han estado excluidos durante décadas y contempla desterrar los mo-nopolios. Cualquier ley que se sancione y que no ponga fin a los monopolios existentes, terminará siendo más de lo mismo y una nueva frustración para el pueblo.

La Autoridad de Aplicación que regulará los Servi-cios de Comunicación Audiovisual, según la propuesta del gobierno, es un órgano colegiado del Estado. Es parcial y puede servir para la manipulación y control de los medios. El organismo debe ser integrado por re-presentantes de la sociedad, eso generaría credibilidad y evitaría la presión de los lobby y la manipulación. Es fundamental que sea un ente autárquico y pluralista en su integración, con mandatos renovables.

La ley tiene muchos aspectos positivos, pero es ne-cesario el debate y mejorarla con propuestas supera-doras, que realmente puedan concretar la libertad de prensa, como fundamento de los derechos humanos, la libertad de informar y ser informado, por sobre los intereses imperante de los monopolios y oligopolios.

Hay quienes promueven, desde la oposición, que la ley debe ser sancionada después del 10 de diciembre, lo que llevaría al retraso y permanencia de la ley de la dictadura. El justificativo es que “todo se hace apre-surado y hay que esperar que asuman los legisladores electos”. Me pregunto: ¿los actuales legisladores que tienen mandato hasta el 10 de diciembre, deben dejar de actuar en sus funciones y salir de vacaciones?

¿Tiene que esperar el país otros 25 años más para sancionar una nueva ley de medios de comunicación audiovisuales? Las empresas que controlan los medios seguirán presionando para continuar usufructuando sus intereses y embarrando la situación, para impedir que se sancione la nueva ley.

El debate está abierto y es importante terminar con la contaminación mental y visual de los medios, la po-breza y la falta de nivel que impone la dominación cultural. La ley debe contemplar a los pueblos origina-rios para que puedan difundir sus valores, culturales e identidad. Siempre que se proponen leyes, los pueblos originarios no son tenidos en cuenta.

Es lamentable que los medios audiovisuales en manos de los poderosos impongan el 97 por ciento de los programas. Son extranjeros, de pésima cali-dad, incentivan la violencia ignorando a los pensa-dores, artistas y valores de nuestro país y del conti-nente latinoamericano. Basta tener presente la falta de programas de música, teatro, cine. El desconoci-miento y desinterés, que como bien lo señalara Tito Cosa, de los que mandan, miran el país con mirada de sometidos y dominados.

El próximo año el país cumplirá 200 años y hay que pensar si somos un país libre y soberano, con pensamiento propio, o si a doscientos años segui-mos siendo sometidos y dominados y colonia de las empresas transnacionales. Será difícil saber si vamos a celebrar o llorar. Creo que es importante reflexio-nar y saber dónde estamos parados. Comprender ese viejo proverbio que dice: “Si no sabes a dónde vas, regresa para saber de dónde vienes”.

La nueva Ley de Servicios y Medios Audiovisuales debe abrir espacios de libertad de expresión y valores que nos permita construir un nuevo amanecer de la patria, una palabra, una pertenencia y pensamiento ol-vidado que debemos recuperar. La dominación no co-mienza por lo económico, comienza por lo cultural.

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¿Qué pensaría de un político que co-mienza su discurso apelando a los altos valores de la democracia y termina su verborrea animando a sus seguidores a que cometan fraude electoral para favorecer sus intereses personales? ¿Qué opinión le merecería que en unos grandes almacenes, por ejemplo, presentasen en los escaparates de sus esta-blecimientos una imagen luminosa y cuidada de los productos en venta cuando en las trastiendas no hay más que manufacturas en mal estado?

Eso es exactamente lo que ocurre con muchos pe-riódicos de todo el mundo cuando en sus primeras páginas se publican alegatos contra la prostitución

De la hipocresía del periodismo y sus vergüenzas

Por David Rodríguez Seoane

PeriodistaCentro de Colaboraciones Solidarias (CCS)

[email protected]

El Centro de Colaboraciones So-lidarias (CCS) es un servicio de información gratuito de la ONG Solidarios a los medios de comuni-cación de América Latina, EE.UU. y España. El CCS parte de la ne-cesidad fundamental de integrar la información al desarrollo y la comunicación como elemento de cooperación y está integrado por periodistas, economistas y profe-sores de universidad expertos en pobreza, educación, salud, eco-logía, derechos humanos, política internacional, etc. Los artículos pueden reproducirse libremente citando la fuente. Las opiniones de los artículos enviados no reflejan necesariamente las del CCS y son responsabilidad de los autores.

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y en las últimas, decenas de anuncios de contactos. Prostitución sí, pero del periodismo.

En las últimas semanas, varias cabeceras espa-ñolas han dirigido su atención sobre una industria criminal que fomenta la esclavitud sexual y el trá-fico de personas. El caso del Raval, el antiguo Ba-rrio Chino de Barcelona, ha sido una de las últimas cruzadas que la prensa ha aprovechado para de-nunciar con grandes titulares y fotografías a cuatro columnas una realidad preocupante para la que tampoco las leyes demuestran eficacia ni control. Pese a todo, lo criticado en portada pasa en la sec-ción de “clasificados” como una irresistible oportu-nidad de hacer caja. Al fin y al cabo, en los días de prisas y empujones en los que vivimos pocos llegan tan lejos en su lectura de prensa.

Vicente Romero, periodista de los servicios infor-mativos del ente público TVE (Televisión Española) y corresponsal en importantes acontecimientos histó-ricos como las guerras de Camboya y Vietnam, apli-ca en su blog, para hacer visible tanta “desfachatez y desvergüenza”, el mismo argumento que defien-de la existencia de los anuncios de contactos. En su ejemplo, la publicidad podría difundir también los servicios de otras organizaciones “tan respetables” como las dedicadas al tráfico de inmigrantes sin pa-peles o al blanqueo de dinero negro. En dicho caso, nadie debería rasgarse las vestiduras ni alterarse lo más mínimo si cualquier día, las últimas hojas de su diario soportan proclamas como las siguientes:

“Trabajadores clandestinos se ofrecen por debajo del salario mínimo. Hacen de todo sin limitación de horarios y duermen en un sótano’. ‘Invertimos sus sobornos en un paraíso fiscal. Rentabilidad segura. Experiencia acreditada”.

Tras un anuncio por palabras, como cualquiera de los cientos que ofrecen, en cada edición, los servicios de una prostituta en periódicos de mayor o menor tira-da, pueden darse dos delitos establecidos en el Código Penal: proxenetismo y trata de personas. A la vista de cualquier lector están las pruebas. Epígrafes tan ha-bituales como “Gemma, 22 años. Elegante, sensual y muy atractiva” o “Brasileñas espectaculares. Com-placientes y discretas” esconden una verdad, muchas veces solapada, en la que el sexo de la mujer es con-vertido en un objeto de compraventa que reporta un lucro incesante para un proxeneta sin escrúpulos o para una empresa que opera cobijada en la sombra. En el 90% de los casos no son autónomas, sino autó-matas a las órdenes de las mafias que las explotan.

No importa que sus páginas estén escritas con tintes progresistas, conservadoras, revolucionarias o incluso que sean afines a una determinada reli-gión. Cuando hay dinero de por medio la mayoría se olvida de las ideologías, de un supuesto código deontológico, de juicios morales y de valores tan importantes para el ejercicio del buen periodismo como la credibilidad y la honestidad. Prefieren caer en la incoherencia y la hipocresía mientras siguen guareciendo actividades criminales.

En España ha surgido el debate en la calle y entre la clase política para determinar si este tipo de anun-cios se prohíben en los medios de comunicación, de una vez por todas, o se atienen a una regulación más estricta que elimine, el menos, las imágenes y las des-cripciones de marcado contenido sexual. Ahora que se ha conseguido esa reflexión falta que las soluciones se concreten y no se queden, como para tantas otras cosas, en agua de borrajas.

Con nuestro permiso e indiferencia hemos norma-lizado un hecho sonrojante que deja al descubierto las vergüenzas y los trapos sucios del periodismo. En nuestras manos está asumir el error y las reprimendas y lavar la conciencia y la buena praxis de una de las profesiones más bellas del mundo.

Cuando hay dinero de por medio la mayoría se olvida de las ideologías, de un supuesto

código deontológico, de juicios morales y de valores

tan importantes para el ejercicio del buen periodismo

como la credibilidad y la honestidad. Prefieren caer en

la incoherencia y la hipocresía mientras siguen guareciendo

actividades criminales.

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Los ideales de servicio público, del derecho a la vida y a la información y la creación de un espacio de discu-sión para la solución de los conflictos que nos afectan, conforman el espíri-tu en el que se enmarca De la Urbe, un medio de comunicación, que, aunque es producto de un ambiente académico, aspira a distinguirse lo suficiente de las demás propuestas de este tipo como para hacer una diferencia significativa en nuestra ciudad y nuestra comunidad…Nuestra práctica del periodismo va

Celebración de los 10 años del Periódico De la URBE

Periodismo independiente

PorMaría Helena Vivas López

Ex Decana Facultad de Comunicaciones y actual Vicerrectora de ExtensiónUniversidad de Antioquia

Texto leído en el Teatro Camilo Torres Restrepo de la Univer-sidad de Antioquia, el 15 de

octubre de 2009, en el acto de celebración de los 10 años del

Periódico De la URBE.

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más allá de los trabajos de clase, más allá de la simulación de la actividad periodística hasta un compromiso real y tangible con la sociedad.Un periódico, producido principal-mente por periodistas en formación, no tiene que hacer concesiones en su calidad. El esfuerzo mancomunado de profesores y estudiantes, desde las clases hasta la dirección, asegura la profundidad y el análisis propios de un periodismo independiente. (A nuestros Lectores, De la Urbe No. 1, octubre de 1999, página 4)

Así describió su orientación el Periódico De la Urbe en una columna titulada “A nuestros lectores”. Allí también se señalaba que De la Urbe rescataría géneros periodísticos olvidados por los grandes periódicos del país. Se refería a la crónica, el reportaje y la entrevista, todos ba-sados en la investigación, con el tema esencial de lo que sucede en la ciudad.

El periódico De la Urbe nació de la idea de un grupo de estudiantes y profesores de revivir el viejo periódico de prácticas de la Facultad llamado Entrevista. Bajo el riesgo de olvidar a algunos protagonistas me atrevo a recordar hoy aquí especialmente a Alfonso Buitrago, Alejandro Arango y Paulo Cepeda, los tres crí-ticos mordaces de la administración que presi-día por entonces como Decana de la Facultad. Recuerdo claramente su gacetilla denominada “El Ahorcado”, en la cual enviaban anónima-mente mensajes críticos a la Facultad. Ade-más de sus críticas ellos tuvieron la capacidad de integrar sus esfuerzos a esta propuesta. El coordinador de la primera fase del periódico, el profesor Gonzalo Medina, planteó en marzo de 1999 una línea editorial que contenía una formulación filosófica, instancias de decisión, planta de cargos y responsabilidades.

El primer número de De la Urbe, de octubre de 1999, tenía en su portada el título Historias de Ciudad e incluía textos de los estudiantes de entonces Nora Villa, Jaime Quintero, César Alejandro Mejía, Alejandro Arango, Alfonso

Buitrago, Rafael González y Juan David Arbo-leda entre otros. Traía también la crónica Po-bres Viejecitos escrita por Wilber Alberto Rico acerca de la muerte de una pareja de ancia-nos en su apartamento del centro de la ciudad, descubierta varios días después del suceso por los vecinos. Al lado de estos reporteros en for-mación escribieron los ya consagrados Gonzalo Medina, Maryluz Vallejo y Darío Ruiz.

Esa primera edición tuvo como director al pro-fesor Carlos Agudelo y en su Comité Editorial se destacaban los profesores Maryluz Vallejo, Gon-zalo Medina, Juan José Hoyos y Arturo Giraldo, y el estudiante Paulo Cepeda.

Esa intención de trabajar en un periodismo de calidad, independiente, basado en la inves-tigación, al servicio de la comunidad y con la mirada sobre la ciudad, se ha mantenido du-rante estos diez años. Los jóvenes estudiantes al lado de sus profesores aprendieron y aprenden hoy este retador oficio de hacer periodismo independiente y crítico en una ciudad con la compleja realidad de Medellín. Los periodistas De La Urbe hacen este trabajo con una rigu-rosa pasión que los ha hecho merecedores de

Poco ha cambiado el panorama del ejercicio del periodismo

en Colombia. Hace diez años, como hoy, nuestro oficio

padecía censura, autocensura, amenazas, asesinatos, limitadas

condiciones laborales, obstáculos para desarrollar periodismo

de investigación, falta de independencia y conflictos de

intereses de los propietarios de los grandes medios de comunicación.

Situaciones que ocurren con una frecuencia inusitada en los últimos

años en Colombia

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múltiples premios nacionales y regionales, pero sobre todo con la capacidad analítica de quien reconoce los problemas de nuestra sociedad, se empeña en denunciar la corrupción y contri-buir al debate público con altura.

Poco ha cambiado el panorama del ejercicio del periodismo en Colombia. Hace diez años, como hoy, nuestro oficio padecía censura, au-tocensura, amenazas, asesinatos, limitadas con-diciones laborales, obstáculos para desarrollar periodismo de investigación, falta de indepen-dencia y conflictos de intereses de los propie-tarios de los grandes medios de comunicación. Situaciones que ocurren con una frecuencia inusitada en los últimos años en Colombia y que se siguen expresando en los cada vez más frecuentes episodios entre directores de perió-dicos y columnistas, cuya opinión debe ser res-petada en el marco de una democracia repre-sentativa, para producirse libremente y servir fundamentalmente al debate sano y civilizado de las ideas en la esfera pública. Recordemos que la libre expresión pública es esencial en una democracia. En ese sentido, Robert A. Dahl (2008:26), plantea que:

Los ciudadanos pueden expresarse de manera pública sobre una amplia varie-dad de temas políticamente relevantes, sin peligro de recibir un castigo severo.Todos los ciudadanos tienen el derecho a buscar fuentes de información inde-pendientes sobre otros ciudadanos, en periódicos y en muchos otros materiales; además existen fuentes de información que no están bajo el control del gobierno o de ningún grupo en particular; y la ley protege con eficacia su expresión.1

Sin embargo, a juzgar por las evidencias en nuestro país, algunos directores consideran que los columnistas no se deben tanto a los ciudada-nos como al medio para el cual escriben.

Pero hay otras situaciones que también ame-nazan al periodismo independiente en nuestro país, según lo indica un estudio2 que realizamos un grupo de profesores de la Facultad de Co-

municaciones, por solicitud del Ministerio de Comunicaciones en 2007 y 2008 en 16 ciuda-des del país (capitales y ciudades intermedias), en talleres con cerca de 200 periodistas en ejer-cicio, graduados o no en las universidades.

En las ciudades intermedias los periodistas tra-bajan mayoritariamente en radio (35%) y en pe-riódicos (26%), un 14% lo hacen en televisión y solamente un 4% en medios digitales.

Un alto porcentaje (55%) de ellos trabaja por cuenta propia y como arrendatario de espacios en radio, donde además se ocupan de la venta de pauta publicitaria para poder sobrevivir, lo que ocasiona serios inconvenientes de naturaleza éti-ca para el ejercicio periodístico.

Un 65% de los periodistas asistentes a los ta-lleres manifestó haber tenido episodios de cen-sura, en los cuales los principales actores son en su orden: políticos o autoridad pública (35%), en segundo lugar el jefe y directivos de la empresa (22%), el gerente o director del medio (21%) y los anunciantes (10%).

La censura parece tener una relación direc-ta con las modalidades de trabajo en las cuales se presenta una mezcla entre la relación co-

La historia de De la Urbe que hoy festejamos en sus diez

años es también el testimonio de la capacidad de nuestra

Universidad de Antioquia de comprometerse con el

fortalecimiento de la democracia y la formación de mejores

ciudadanos y mejores periodistas para un país agobiado por males que parecen insuperables, pero que solamente ciudadanos más

ilustrados, más deliberantes e informados podrán enfrentar.

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Notas

1. Dahl, Robert A. (2008) La igualdad política. Buenos Ai-res: Fondo de Cultura Económica.

2. Facultad de Comunicaciones Universidad de Antioquia (2008) Informe Talleres de Ética para Periodistas. Responsa-bilidad, Independencia y Verdad., Ministerio de Comunica-ciones, Universidad de Antioquia, inédito.

mercial de búsqueda de pauta para la supervi-vencia y el oficio propiamente periodístico ya que en casi todas las ciudades coinciden las autoridades y los políticos en su papel como anunciantes y como fuentes.

Así mismo, las condiciones del contexto por la existencia de grupos armados ilegales y el narcotráfico, y la presencia de corrupción de políticos en la mayoría de las zonas visitadas, se encontraron como factores contribuyentes a que se presente la censura.

En el estudio, la mayoría de los periodistas indagados afirmó haber tenido episodios de au-tocensura. Las causas de la autocensura son atri-buidas principalmente a: temor al Estado (22%), mantener la fuente (19%), miedo a grupos al mar-gen de la ley (17%), miedo al despido (13%), y no desagradar a los anunciantes (12%).

En cuanto a las amenazas, el 41% de ellos manifestó haber sido víctima de las mismas. En cuanto a los causantes de las amenazas, el 31% de los participantes las atribuye a políticos y au-toridades, cifra que resulta consistente con la que relaciona estos mismos actores con la censura.

Son importantes la cifras sobre investigados por corrupción que aparecen como causantes de amenazas en Sincelejo (21%), en Florencia (14%), en Leticia (18%) y en San Andrés con un 13%.

Los tipos de amenazas recibidas más comu-nes son: amenaza de muerte (26%), de pérdida de imagen personal (injuria, calumnia, difama-ción) (18%), de agresión o muerte a familiares (17%) y de acoso judicial (16%).

En medio de este nada grato contexto nacional del ejercicio periodístico el periódico De la Urbe, que dio origen al Sistema De la Urbe, constituido por: De la Urbe Impreso, De la Urbe Radio, De la Urbe Televisión y De la Urbe Digital, trabaja desde hace diez años con un sentido democráti-co, incluyente, analítico, crítico y de servicio a la comunidad. Mantiene su independencia de cual-quier poder y el respeto por las opiniones diver-sas como sus principales características.

El Sistema de la Urbe tiene una historia y unos resultados dignos de mostrarse nacional e inter-

nacionalmente. Muchas escuelas y facultades de comunicación y periodismo de América Latina imitarían gustosas esta experiencia que permite vincular a los estudiantes y profesores con la so-ciedad, que los permea con los problemas con-temporáneos y los hace mejores ciudadanos.

La historia de De la Urbe que hoy festejamos en sus diez años es también el testimonio de la capacidad de nuestra Universidad de Antioquia de comprometerse con el fortalecimiento de la democracia y la formación de mejores ciudada-nos y mejores periodistas para un país agobiado por males que parecen insuperables, pero que solamente ciudadanos más ilustrados, más deli-berantes e informados podrán enfrentar.

Puedo afirmar que De la Urbe es uno de los pocos periódicos universitarios de este país que leen desde los líderes de opinión hasta los más sencillos ciudadanos que pagan con dificultades un pasaje en bus para venir desde la Plazuela Nutibara o desde Junín, donde tienen un pues-to de venta de lotería para reclamarlo. Por esos ciudadanos vale la pena insistir.

A los profesores de Comunicación y Periodis-mo, al director del periódico, profesor Ramón Pineda, a quienes han sido sus directores, al di-rector del Sistema, profesor Carlos Agudelo y a su equipo de profesores y estudiantes editores, al se-ñor Decano, doctor Edison Neira, al Consejo de Facultad, y a sus lectores, felicitaciones por estos diez años y reciban de parte de las directivas de la Universidad una fuerte voz de respaldo a este aporte a nuestra democracia.

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Se ha puesto de moda hablar de la ne-cesidad de desalambrar los latifundios mediáticos (Vi-glietti/Aram dixit), de la “necesaria democratización” de la comunicación y de la información y del llamado “te-rrorismo mediático” (Chomsky dixit). Y muchas veces, todo eso no pasa de consignas o, peor, de lamentos.

Y mientras desde por aquí declamamos, desde el Norte siguen usando a los medios de comunicación masiva –trasnacionales y sus “repetidoras” nacionales– como arietes de la globalización neoliberal a través del impacto combinado de la información, la publicidad y el entretenimiento, como poderosas armas que impo-nen su estilo de vida y sus intereses, aumentando el in-dividualismo, el consumismo, la pérdida de identidad, y la dependencia cultural, social, económica, política.

Estas consignas y lamentos también incluyen de-clamaciones instando a cambiar la legislación. Cla-

Democratizar las comunicaciones sí, pero... ¿sabemos cómo y para qué?

PorAram Aharonian*

* Periodista y docente uruguayo-venezolano. Direc-tor del mensuario Question,

fundador de Telesur, director del Observatorio Latinoame-

ricano en Comunicación y Democracia (ULAC)

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ro, desde arriba, sin debate ni participación y sin siquiera identificar cuál es la problemática y cuál es la estrategia a implementar.

Es necesario identificar con claridad cuáles son las razones por las cuales se requiere una nueva legisla-ción, y establecer con precisión los objetivos que se buscan con dicha normativa legal.

Qué es lo que se quiereTodos parecen estar de acuerdo en la necesidad

de “democratizar” los medios, pero cada uno tiene su propia idea de para qué debemos hacerlo. Hay dema-siadas fisuras en este reclamo colectivo.

Cuando se habla de la necesidad de democratizar los medios, las frecuencias y las comunicaciones, hay que saber para qué se quieren tomar esas medidas, qué significa realmente esa “democratización”. En definitiva, si las nuevas medidas respetan el derecho a informar y estar informados, si fomentan la formación de ciudada-nía, si impiden monopolios y oligopolios, si garantizan la recuperación de le memoria y la cultura propias.

La peor de las situaciones que podría ocurrir consisti-ría en que se pagase el costo político de una normativa que fuese denunciada como autoritaria y restrictiva de la libertad de expresión sin que en realidad se produzca con una nueva normativa legal ningún avance significa-tivo desde el punto de vista de los objetivos que debe-rían orientarla. Ejemplo sobran en nuestra región.

Y cuando hablamos de “democratizar” no debe-mos olvidar que la Ley Venezolana de Telecomu-nicaciones es considerada como las más neoliberal de América Latina. Es imprescindible comenzar por una revisión de esta ley madre, para seguir con la Ley de Responsabilidad Social de Radio y TV (alias Resorte), con los reglamentos que impiden la difu-sión libre y en igualdad de condiciones de las radios y televisoras comunitarias...

Lo que hace falta es una Constituyente Comunica-cional, donde participe el pueblo todo y no quede la normativa en el libre albedrío de unos funcionarios. Para no seguir recitando “socialismo”, hay que garan-tizar que las decisiones sean colectivas. No hay nada que se construya desde arriba: sólo un pozo.

Una nueva normativa debiera facilitar la demo-cratización del acceso plural a la información, a las opiniones y a las opciones culturales como con-dición para la democracia. Sin una esfera pública democrática, plural, no es posible la democracia. Debe, asimismo, garantizar la libertad de expresión,

sin que quede abierta la posibilidad de la censura, sea ésta previa o a posteriori.

Una democratización significa normar restriccio-nes a los monopolios y oligopolios en los medios y avanzar en la democratización de la propiedad y el control de los medios, porque si no, 80% de la audiencia seguirá controlada por la estructura mo-nopólica de los medios corporativos.

Una nueva normativa debe avanzar en la con-traloría social de los medios, sin duda un objetivo democratizador, dado que los medios juegan un papel vital en la construcción del imaginario colec-tivo y de la reproducción cultural, en la educación y en el acceso a la información.

En materia de los medios audiovisuales, es nece-sario recordar que las ondas radioeléctricas son patri-monio de la humanidad, administradas por cada Es-tado. Ningún particular puede ser propietario de una frecuencia, pues solo tiene derecho a usufructuar una concesión otorgada por el Estado. El uso de las ondas radioeléctricas es para la nación en su totalidad y co-rresponde al Estado tomar las medidas administrativas acorde con los marcos legales establecidos.

En el caso venezolano, no sólo es procedente sino necesario democratizar el uso de ese bien público, mediante una reingeniería de frecuencias y licencias, que permita una distribución equitativa entre el sector estatal, el privado y el espacio público. Por lo menos, ese es el criterio que prima en las legislaciones más

Hoy somos conscientes de que el tema de los medios

de comunicación social tiene relación directa con el futuro de

nuestras democracias, porque la dictadura mediática pretende

suplantar a las dictaduras militares de tres décadas atrás.

Hoy no hacen falta bayonetas: los medios llevan el bombardeo

ideológico hasta la sala o el dormitorio, en su propia casa.

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adelantadas en el continente. Pero si esta sociedad avanzara hacia el socialismo, ¿no se debiera hablar de un solo y gran espacio público? Asimismo, es necesario establecer una vigilancia de su uso a través de un mar-co regulatorio que garantice su uso democrático.

No es suficiente realizar una nueva redistribución de las licencias efectivamente democrática y limi-tar la cantidad de emisoras que pueden participar en una red. Es necesario tener presente que la car-telización de los medios privados venezolanos no se basa tanto en el régimen de transmisión (redes) como en la difusión unívoca de mensajes. De allí la necesidad de establecer un marco regulatorio pre-ciso que, en ningún caso, debería atentar contra la libertad de expresión, principio considerado como el valor absoluto en un sistema democrático.

Comunicación y democraciaHoy somos conscientes de que el tema de los me-

dios de comunicación social tiene relación directa con el futuro de nuestras democracias, porque la dictadura mediática pretende suplantar a las dictaduras militares de tres décadas atrás. Hoy no hacen falta bayonetas: los medios llevan el bombardeo ideológico hasta la sala o el dormitorio, en su propia casa.

Desde el Norte nos bombardean con una gran canti-dad de información-basura que solo sirve para desinfor-marnos y sentirnos dependientes. Sabemos de Afganis-tán y los talibanes, pero no conocemos siquiera nuestro reflejo y mucho menos a nuestros propios vecinos.

Son los grandes grupos económicos que usan a los medios y deciden quién tiene o no la palabra, quien es

el protagonista y quién el antagonista. Y plantean una realidad virtual, invisibilizando la realidad adversa a sus intereses. La democracia sigue instalada como sistema formal, sin apropiación ciudadana, razón por la cual su institucionalidad es precaria. Construir democracia es construir ciudadanía, empoderar a los pobres.

También somos conscientes del necesario cam-bio de paradigmas. Hemos sido entrenados para pensar que prensa alternativa significa comunica-ción marginal. Hoy sabemos que la única forma de plantearse la batalla de las ideas es con una es-trategia comunicacional masiva, que sea realmente alternativa al bombardeo constante, hegemónico, que nos llega desde el Norte.

No cabe duda de que los medios comunitarios, po-pulares, alternativos, son un paso en el camino a la de-mocratización, pero por sí mismo no son suficientes. Podemos tener centenares de medios comunitarios, pero si el 93% de la audiencia está controlada por una estructura monopólica y/o oligopólica de los medios corporativos comerciales, poco será lo que habremos avanzado en la dirección de la democratización.

Debemos tener conciencia de que lo que se está li-brando es una guerra cultural, la batalla de las ideas. Es una guerra que no se agota en consignas, sino para la cual hay que prepararse adecuadamente. Para ello de-bemos adueñarnos de la tecnología, aprender a usarla mejor –o tan bien- como el enemigo y, sobre todo, tener en claro para qué queremos esas armas, para que, en definitiva, no se sumen al arsenal hegemónico en contra de nuestros propios pueblos.

Las últimas experiencias nos indican, asimismo, que de nada sirve tener medios nuevos, televisoras nuevas, si no tenemos nuevos contenidos, si segui-mos copiando las formas hegemónicas. De nada sir-ven nuevos medios si no creemos en la necesidad de vernos con nuestros propios ojos. Porque lanzar medios nuevos para repetir el mensaje del enemigo, es ser cómplice del enemigo.

Fuente:

Agencia Latinoamericana de Información

[email protected]

También somos conscientes del necesario cambio de paradigmas.

Hemos sido entrenados para pensar que prensa alternativa significa

comunicación marginal. Hoy sabemos que la única forma de plantearse la batalla de las ideas es con una

estrategia comunicacional masiva, que sea realmente alternativa al

bombardeo constante, hegemónico, que nos llega desde el Norte.

Democratizar las comunicaciones sí, pero... ¿sabemos cómo y para qué?

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Morin, humanista planetario

PorNelson Vallejo-Gómez*

* Licenciado, magíster y diplomado de tercer ciclo (DEA) en Filosofía por la Sorbona París-IV. Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Tumbes y de la Universidad Nacional de Cajamarca. Profesor honorario de la Universidad Ricardo Palma. Secretario general de la Association pour la pensée complexe (APC-Paris) entre 1997 y 1999. Secretario ejecu-tivo y miembro fundador, junto con Cándido Mendes, de la Academia de la Latinidad. Asesor externo de la UNESCO entre 1997 y 2000. Miem-bro del Consejo del IHEAL (Instituto de Altos Estudios sobre América Lati-na) de la Universidad Sorbona Nueva Paris III.Vicepresidente de GERFLINT-Synergies. Correo electrónico perso-nal: [email protected]

«Cultivarse es una aventura peligrosa»Edgar Morin

¿Quién es Edgar (Nah-o-um) Morin? ¿Cuáles son sus ideas y propuestas para comprender el mundo de la era planetaria, virtual y numérica, el mundo de la diversidad cultural, del fin de los grandes relatos, de la incertidumbre y de la complejidad? Nos encontramos de entrada frente a un pensador prolijo y audaz; capaz como el que más de enfrentar sin com-plejos la complejidad del mundo. Morin ha producido una obra enorme, con más de 60 libros que él mismo presenta en planos enciclopédicos, es decir, en puesta en movimiento, confrontación, organización y recrea-ción de los conocimientos pasados, presentes y pros-pectivos sobre la naturaleza, el hombre y la sociedad: La Méthode o la obra magna, Complexus, Anthropolo-gie fondamentale, XX° siècle, Politique, Vécu -Vivencia. Una breve presentación de Morin es un desafío. Por lo demás, como si la obra moriniana fuera poco, ésta

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...el pensamiento moriniano es tan revolucionario que al profundizarlo

se profundizan los paradigmas que constituyen el pensamiento

mismo, las propias vivencias del sujeto-lector. Leerlo pone en cuestión la arqueología tanto de

certezas emblemáticas heredadas por la modernidad como aquellas

producidas por la postmodernidad y la mundialización. Con Morin el pensamiento entra en la era

de la complejidad de la mano de la incertidumbre sin temerle a la

autoridad petrificada y con apuesta pascaliana.

va entretejida con vivencias del pensador y, como un bucle virtuoso, vida y obra interactúan y auto-regeneran el pensar vital. Para el filosófo francés, con alas y raíces conversas, el pensamiento es memoria, anamnesis, tem-poralidad de lo humano. «Mi vida intelectual es insepa-rable de mi vida», escribe Morin con acentos nietzschea-nos y precisa: «No escribo (no pienso) desde una torre que me sustrae a la vida, escribo (pienso) en la depresión de un remolino que implica mi vida en la vida»1.

Igual sucede al leerlo: el pensamiento moriniano es tan revolucionario que al profundizarlo se profun-dizan los paradigmas que constituyen el pensamiento mismo, las propias vivencias del sujeto-lector. Leer-lo pone en cuestión la arqueología tanto de certezas emblemáticas heredadas por la modernidad como aquellas producidas por la postmodernidad y la mun-dialización. Con Morin el pensamiento entra en la era de la complejidad de la mano de la incertidumbre sin temerle a la autoridad petrificada y con apuesta pasca-liana. Morin es un místico laico que enseña en su obra principios de estrategia y dialógica, Los siete saberes que permiten afrontar los riesgos, lo inesperado, lo in-cierto; que llevan a religar la parte y el todo, a enfocar lo local con dimensión global y a percibir en la globa-lidad lo específico; que llevan a tomar conciencia que vivimos en una comunidad planetaria, frente a ame-nazas globales, entre barbarie y dignidad. Con Morin se aprende a navegar alegremente en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos de certeza. La obra de Morin aporta la comprensión-aprehensión del paradigma de complejidad para entender un mundo en local/global, repensar el legado de la modernidad, re-ilustrar la ilustración, aceptar en las acciones y los pensamientos la interdependencia de lógicas diferen-tes sin levantar nuevas o viejas inquisiciones. Con Mo-rin se aprende que cuando todo está perdido, vengo a traer mi corazón, un pétalo de camelia y un siempre dentro de un jamás; se aprende a pensar/actuar sere-namente, en ciencia con consciencia; se aprende que si todo es polvo y en polvo se hará de convertir, hay sin embargo para la humanidad una esperanza: hacer con la materia un polvo enamorado, un soplo de vida.

Un «omnívoro cultural»Edgar Nah-o-um –quien se nombrará clandestinamente

Morin en la Resistencia francesa durante la Segunda Gue-rra Mundial– nace en París, en la calle Mayran del distrito nueve, el 8 de julio de 1921. Hijo de Vidal Nah-o-um y Luna Beressi. Su padre había nacido en 1894, en Saló-nica, tierra griega bajo dominación otomana, en el seno

de una familia sefardita con «protección consular» italiana. Sus abuelas hablaban a la mesa el castellano sefardí del siglo XV. Su padre no le transmite una cultura fosilisada ni una verdad revelada. Morin venía enraizado en dimensión planetaria. Del padre aprenderá el gusto por las canciones populares y un vivo sentido de la solidaridad y de la fami-lia. La ausencia de cultura ritualizada, de “ideal fósil”, o sea el “vacío” cultural «ha sido la base para cultivarme», dice Morin. Y precisa: «no he dejado de ser estudiante porque he sido investigador en el sentido pleno y existencial de la palabra. He sido y sigo siendo un estudiante que elige a sus educadores y liba su propia miel, utilizando tanto la cultura universitaria, como también los autores margina-dos o excluídos por la cultura»2. Y no ha dejado de ser un adolescente estudioso porque desde siempre ha sentido la necesidad de cultivar sus poderes psíquicos, porque sabe que lo que más resiste en la tarea educativa no es la cultura fósil o ideal fósil, sino el temor al vacío que dejaría su puesta en duda y hasta su transformación.

Hijo único de una madre adorada, Morin vivió por los diez años la terrible experiencia de la horfandad. «Un Hirochima interior me invadió», escribirá sesenta años más tarde, en Mis Demonios. «Durante meses, durante años esperé, a sabiendas de que el regreso de mi madre era imposible», anota con desgarro en Autocrítica3.

De la esperanza de lo imposible nacerán dos sen-timientos, tanto más fuertes cuanto más contradic-

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torios, «que han irrigado toda mi manera de pensar», nos dice Morin4: el primero es una especie de escep-ticismo, no como postura intelectual de quien duda de que la razón sepa deveras algo y se mantiene airosamente irresoluto, sino como propensión psi-cológica contra dogmatismos doctrinales y hechizos raciocinadores. La insostenible ligereza de la incerti-dumbre se había convertido en una defensa natural contra cualquier determinación. Morin aprenderá luego, estudiando la física cuántica, que lo indeter-minado emerge del seno mismo de la naturaleza y, por lo tanto, es uno de los datos que integran el pensamiento en su oficio cognitivo5.

Del terrible duelo materno surgió un segundo sen-timiento: la absoluta necesidad de redención o la es-peranza pura. Si de veras ser niño es no conocer la muerte, poseyendo así por un momento efímero, gra-cias a tan dulce e ingenua negativa, una dicha beata, la conciencia de thanatos arrancará a Morin su dicha tempranera, su matriz afectiva; volcándole al universo infinito sin fundamento; poniéndole en lo abierto y lo indefinido de la vida, como una explosión cósmica lan-za al perenne azar una promesa de mundo. Aprende que hacer mundo es un quehacer de trabajos y días, un trabajo de duelo, de cavadura y alcorque hasta que albore la vida; pues si supiéramos cuántos albores por venir resguarda la desesperanza, no habría tiempo ni lugar para la desesperación y el desánimo.

En Morin, esos dos sentimientos contrarios, espe-ranza y desesperanza, representan uno de los temas fundamentales que animan su dialógica existencial e intelectual6.

Desde los diez años, desde aquella irremediable perdición, la vida y el pensamiento de Morin han sido como un combate titánico entre la desesperanza y la

Y no ha dejado de ser un adolescente estudioso porque desde

siempre ha sentido la necesidad de cultivar sus poderes psíquicos,

porque sabe que lo que más resiste en la tarea educativa no es la

cultura fósil o ideal fósil, sino el temor al vacío que dejaría su puesta

en duda y hasta su transformación.

esperanza, entre lo que nos conmina a la dispersión espiritual o a la desidia mental, a la cosificación o a la indiferencia humana, y la esperanza creadora de mun-dos, de belleza, de fraternidad, entre un paradigma de disyunción y un pensamiento de religación7.

Sentimientos a su vez contrarios y complemen-tarios que llevan a Morin a definirse como un «om-nívoro cultural»; explorando desde chico los terri-torios de la literatura, la música, el cine; hilando por doquier con qué comprender el mundo. «Mi espíritu –anota Morin– dio primacía a los libros que alimentaban el escepticismo y la esperanza, así como a los que anunciaban la redención después de tantos dolores. La contradicción entre fe y duda siempre fue vivida, violenta, inextinguible, inalterada, nunca superada, con accesos mesiánicos anunciándome redención y salvación, y accesos nadáticos que me confirman que todo está perdido para siempre. De ahí mi irresistible atracción por la duda fundamental (Montaigne) pero también por el impulso fundamen-tal más allá de la duda y de la razón (Rousseau); por las verdades del corazón que responden a todas mis insatisfacciones anunciándome amor, redención, sal-vación, y las verdades de la razón que satisfacen mi escepticismo y mi sentido de la relatividad. De ahí mis impulsos, nunca agotados, hacia el escepticismo, el misticismo, la racionalidad, la poesía, el realismo, el utopismo. De ahí mi fascinación por los autores que más intensa e íntimamente vivieron esta contra-dicción (Pascal, Dostoievsky), por los filósofos de la contradicción que, en profundidad, nunca la supri-men (Heráclito, Hegel). Paso de una a otra polaridad según la última influencia principal, pero, al hacerlo, no dejo de alimentar a la una y a la otra »8.

Hay que anotar que en toda la obra de Morin cruza una reflexión recurrente sobre qué es cultura. Morin muestra que en realidad este concepto es polisémico, es un macroconcepto abierto, irreductible a su pro-pio contenido. Pero ante todo la lección moriniana indica que la cultura requiere un sujeto que la con-ciba y observe, la reviva y revise. Es decir, el meollo de la cultura está en cultivarse –peligro y salvación, el juego intersubjetivo del reconocimiento; pues no basta con acumular mil datos, ni con procesarlos, computarizarlos y archivarlos así sea necesario–, sino que tenemos que experimentar la recursividad y la creatividad –la espiritualidad– en el surgimiento de lo que tiene sentido, siguiendo una religación inten-cional y/o azarosa, dentro de un contexto dado o una complejidad contextual. Así resulta que la experien-

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cia cultural nunca es lógica ni científica. La experiencia cultural es vivencial, subjetiva e intersubjetiva o no es. Cultivarse requiere pues reflexividad, pensar en suma, es decir, presupone también la paradoja propia de toda empresa reflexiva: el sujeto que se cultiva debe convertirse al mismo tiempo en objeto cultural9.

De la guerra a «una temporada en el estalinismo»Morin buscó en la literatura (Rolland, France, Du

Gard, Malraux, Tolstoi, Dostoievski, éste ha sido el más revelador, el más presente, el más íntimo, según Morin), en el cine, en la cultura popular de la calle Ménilmontant durante su adolescencia parisina, en los focos izquierdistas y anarquistas de los años trein-ta; buscó con qué organizar un mundo, una matriz afectiva e intelectual, en fin, algo con qué ir hilán-dole a su existencia en crisis de proyecto un mañana abierto y sin futuro definido. «Tenía veinte años –dice

«Mi espíritu –anota Morin– dio primacía a los libros que alimentaban

el escepticismo y la esperanza, así como a los que anunciaban la redención después de tantos

dolores. La contradicción entre fe y duda siempre fue vivida, violenta,

inextinguible, inalterada, nunca superada, con accesos mesiánicos

anunciándome redención y salvación, y accesos nadáticos que me confirman

que todo está perdido para siempre. De ahí mi irresistible atracción por la

duda fundamental (Montaigne) pero también por el impulso fundamental

más allá de la duda y de la razón (Rousseau); por las verdades del

corazón que responden a todas mis insatisfacciones anunciándome

amor, redención, salvación, y las verdades de la razón que satisfacen

mi escepticismo y mi sentido de la relatividad.

Morin–, veinte años en 1941. Me encontraba en el corazón de la tragedia, ahí donde vacila el destino»10. Fue aquel un tiempo, nos dice, en que la desesperan-za tomó forma de necesidad interior por «dar su vida a la gran causa, creer en la trascendencia y entregar su vida a la lucha de toda la humanidad» (idem).

La Segunda Guerra Mundial cambiará por com-pleto la vida de Edgar Morin; en ella encontrará su destino de intelectual/actor enfrentado al drama an-tropológico de una racionalidad doctrinaria y de su corolario epistemológico, el cientismo alienador. De ella aprenderá la fuerza y la fragilidad del oficio in-telectual: el deber de conciencia y de palabra. De la Resistencia a la Guerra nacerá otro nombre, una «identidad» inédita, un nuevo apellido, un nue-vo hombre: Edgar Morin. «La Resistencia es –escri-be Heinz Weinmann11–, la prueba de iniciación en donde el sujeto, puesto al lado de la vida ordinaria y enfrentado a la muerte, renace con otra identidad. Edgar Nahum (Nahum, profeta bíblico cuyo nombre significa «el compasivo») se convierte en Edgar Morin, nombre (clave secreta) de Resistencia. Bajo ésta nueva identidad, fruto de sus propios trabajos y que nada debe al «nombre del padre», vivirá y escribirá».

En 1940 la desbandada del ejército francés es to-tal, inesperada y asombrosa. El país es invadido por los nazis y los fascistas. La Constitución de la tercera República francesa se derrumba. El Gobierno dimite, se disuelve la Asamblea Nacional, desaparecen las ins-tituciones republicanas y democráticas, se transfieren plenos poderes en las manos de un viejo de 84 años (héroe absoluto de la Primera Guerra), el Mariscal Pe-tain, quien concluye un armisticio con Hitler. «Es con el corazón en la mano que os digo: ¡cesad el comba-te!», ordenará Petain por radio, el 17 de junio. Charles de Gaulle se refugia en Inglaterra al día siguiente y lan-za su famoso «llamado del 18 de junio» a la resistencia y al combate por la liberación de Francia. El país se divide entre los que colaboran con los nazis y los que resisten a éstos y a aquéllos.

Morin se refugia en Tolosa, ciudad del suroeste francés, en zona «libre». Entra en contacto con la Re-sistencia y con las corrientes comunistas clandestinas. Impulsado por su dialógica esperanza/desesperanza12, Morin empieza a «cultivarse» –forma de resistencia in-telectual a cualquier opresión–, en busca de criterios para comprender y, de seguido, neutralizar la desinte-gración antropo-socio-política que conlleva la guerra. Estudia historia y sociología, bajo el marco teórico del marxismo. En el furor, la barbarie y el maniqueísmo

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de entonces, y frente a la crisis de proyecto socio-po-lítico, el marxismo-comunismo aparece, por razones y azares de una extraordinaria complejidad, como «la salvación», además aporta un modelo lógico-identita-rio de inteligibilidad de la condición humana y cierto proyecto de «comprensión global de su destino». Sin embargo, esta doctrina representaba para el joven Mo-rin, no el paradigma cerrado que reduce la historia de la humanidad a un simple resultado de las funciones: «lucha de clases/fuerzas de producción », sino la utópi-ca ciencia multidimensional del «saber total» capaz de articular cientismo y humanismo. Morin nos dice que al terminarse la guerra, la idea de totalidad, de «saber total», que tanto lo hechizó, perdió su «carácter triun-fal»: «(...) comprendí, escribe, que nadie podía preten-der detener la verdad del todo («poseer la verdad en un alma y un cuerpo», Rimbaud), pero guardé la idea de que en todo saber parcial, hay que conservar la con-ciencia de todo en tanto todo»13. Cuarenta años des-pués, en su obra mayor El Método, Morin verá en esa conciencia de todo en tanto todo uno de los principios fundamentales del pensamiento complejo el llamado principio hologramático, que reza: no sólo la parte está en el todo, sino que también el todo en tanto todo está al interior de la parte14. Resuena aquí un fascinante pensamiento de Pascal, que es uno de los faros de Mo-rin: «(...) yo tengo por imposible conocer las partes sin conocer el todo, así como conocer el todo sin conocer particualarmente las partes»15.

Durante la guerra, la Resistencia francesa se orga-niza en diferentes corrientes clandestinas, federadas por dos fuerzas mayores: la del general Charles de Gaulle y la del partido comunista. En el furor de la guerra se desarrolla asombrosamente el maniqueís-mo, se polarizan las posiciones y cualquier decisión implica la alternativa vital «amigo/enemigo». El co-munismo soviético representaba en aquella época las ideas de «revolución», «liberación», «justicia social». Los intelectuales comunistas franceses las integraban como una transferencia sublimada del ideal revolu-cionario de 1789. En el terreno concreto de la guerra, después de las gloriosas batallas de Moscú y de Esta-lingrado (Hitler ataca a la Unión Soviética, violando el tratado de «no agresión», firmado con Estalin, y que tenía por finalidad repartirse a Polonia entre los dos), el comunismo soviético logra la extraordinaria meta-morfosis ideológica de presentarse como el estandar-te moral de la resistencia, no sólo contra el nazismo, sino contra toda forma de opresión, de humillación y de explotación del hombre por el hombre.

De las diferentes corrientes clandestinas de la Re-sistencia, Morin integra la federada por el partido comunista. Hay en este acto razones y pasiones. Morin explicará años más tarde que esa adhesión «significaba más que una decisión política o ética, era una reconciliación consigo mismo y con el mundo»16. Pero en términos concretos dicha adhesión es el re-sultado de una reacción, de un combate contra la guerra. «Yo fuí comunista de guerra; sin la guerra, nunca hubiese adherido al comunismo. Es esto lo que hay que saber y lo que hay que decir», afirma Morin17. «Fui comunista de guerra, y aquel comunis-mo no sobrevivió a la paz… »18.

Al terminar la guerra, el maniqueísmo vital «ami-go/enemigo» se debilita en maniqueismo político o «guerra fría». Morin constata que el comunismo, alienado por el aparato del partido, y éste por el esta-linismo, se mueve de «teoría abierta » sobre la justicia social, hacia una ideología o «doctrina cerrada» en pos del poder, bajo el mito de «revolución universal». Morin no sólo desenmascara entonces la pretensión prometeica del comunismo, sino que muestra cómo la facultad de fabulación o de mistificación es uno de los elementos fundamentales del entendimiento humano. El pensamiento es capaz de «echar mano –escribe Morin– de ardides mentales para neutralizar la desintegración en cadena que acecha naturalmente todo sistema doctrinario y racionalizador »19. El des-mantelamiento de dichos ardides es el oficio noble del intelectual. Su deber inalienable de toma de con-ciencia y de denuncia de los mismos llevará a Morin a convertirse, casi de entrada, en «persona no grata» para el partido. Su expulsión se oficializa en 1951.

Hay que anotar que en toda la obra de Morin cruza una reflexión

recurrente sobre qué es cultura. Morin muestra que en realidad

este concepto es polisémico, es un macroconcepto abierto,

irreductible a su propio contenido. Pero ante todo la lección

moriniana indica que la cultura requiere un sujeto que la conciba

y observe, la reviva y revise.

Morin, humanista planetario

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Con todo, lo más importante para la futura obra de Morin y para la ejemplificación del pensamiento complejo, es el descubrimieto antropológico y epis-temológico que resulta de la toma de conciencia del hechizo ideológico, vivido durante la «temporada en el estalinismo», según el cual: el enajenamien-to ideológico, como el hechizo mistificador hacen parte de organizaciones mentales de la inteligencia humana, y no son producciones o resultados de instancias de poder territorializadas. Si bien Morin es conciente de la llamada «crisis de racionalidad», tan nombrada por la fenomenología y por el post-modernismo, no está de acuerdo en considerar que «el fracaso de una cultura racional no se halla en la esencia del mismo racionalismo, sino únicamente en su enajenamiento», como lo escribe Husserl20.

Para Morin, el enajenamiento hace parte del racio-nalismo como tal, bajo la forma lógica de paradigmas de simplificación. En efecto, los procedimientos de la simplificación forman parte del pensamiento com-plejo, tanto como éste segrega los antídotos contra la simplificación. Lo que importa, dice Morin, «es saber permanentemente, acordarse, de que simplificamos más por razones prácticas, heurísticas, no para extraer la quintaesencia de la realidad»21. En otras palabras: acordarse de por qué pensamos, tomar conciencia de cómo y para qué pensamos es ser sujeto constituyente y no sólo objeto constituido del pensamiento.

Morin experimenta en carne propia dicho descu-brimiento. Por consiguente importa destacar, en la viviencia moriniana del comunismo y en su «tem-porada en el estalinismo», la individual y progresiva toma de conciencia, de lo que supone el encierro espiritual-ideológico en cualquier sistema doctrina-rio. Esta toma de conciencia es de por si un acto de rebeldía, una autocrítica, una auto-ética, una higie-ne mental. Morin nos dice que gracias a Autocritique pudo entender el fanatismo y la ideología, amén de tomar conciencia de que nunca jamás podría revivir un fanatismo y adherir a una ideología.

La lección moriniana de ética del pensamiento, que deja «una temporada en el estalinismo», es nunca ol-vidar que en el conocimiento somos sujeto y objeto, y que por lo tanto, cuando una doctrina nos aliena y atonta por exceso de objetivización, también po-demos reflexionar, retomar conciencia de que somos ante todo sujetos pensantes, es decir, un ser capaz de caer por si mismo en cuenta de «los amores engaño-sos» (Rimbaud, Una temporada en el infierno), un ser capaz de reirse de sus propios hechizos ideológicos.

De la inter-disciplinariedad a la transdisciplinariedadMorin hará una «carrera oficial (1951-1989)» como

sociólogo del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS). Pero los trabajos realizados bajo el manto de la institución crearán un horizonte inédito de reflexión, capaz de atravesar, como un arco iris, por cualquier disciplina o espacio de «saber reserva-do». En su primer trabajo de antropología fundamen-tal, El hombre y la muerte (Seuil, 1951), Morin analiza la idea de la muerte como objeto de estudio a través de diferentes disciplinas, que van de la biología a la mitología, y sobre todo se enfrenta con el bloqueo institucional de la llamada «inter-disciplinariedad»; es decir, Morin constata cómo cada disciplina bus-ca erigirse en espacio territorializado de saber y de poder, queriendo hacer de su objeto de estudio una marca depositada. Por ejemplo, en una concepción inter-disciplinaria sobre la cuestión de la muerte, la biología cree poseer «más verdad» que la mitología o la religión. La inter-disciplinariedad pone de presen-te los conflictos de identidad, de interés y de poder institucional entre saberes. La inter-disciplinariedad muestra cómo los campos del conocimiento estan trazados con paradigmas de púas conceptuales.

Morin denuncia la inter-disciplinariedad sin buscar por ello erigir una instancia de saber para destruirla; por el contrario, su obra se servirá de la lógica disyuntiva, reduccionista y simplificadora, que utiliza la concep-ción inter-disciplinaria del conocimiento, para ejem-plificar la necesidad de otro tipo de concepción del saber, es decir para defender una concepción trans-disciplinaria del conocimiento. La idea central de una cultura transdisciplinaria está en introducir la reflexi-vidad, la conciencia en las ciencias; es constatar que en el conocimiento de cada saber institucionalizado por una disciplina con sus conceptos propios existe un paradigma de complejidad, cuya toma de con-ciencia pone de presente el carácter organizacional, interactivo, generativo y degenerativo de dicho sa-ber. «Nuestro pensamiento no es abstracción –escribe Morin–, es ante todo vitalidad; siendo algo vivo está sometido a degeneración y corrupción»22.

A partir de entonces, toda la reflexión epistemoló-gica de la obra moriniana tendrá por principal motivo la ejemplificación de un modo de pensar transdiscipli-nario. Los saberes pueden estar, pues, territorializados, estructurados y defendidos por disciplinas institucio-nalizadas; pueden existir entre ellos frías o cordiales

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relaciones de inter-disciplinariedad; pero toda toma de conciencia de un saber definido, nos enseña Mo-rin, pondrá de presente su condición de unicidad en un juego organizacional de multiplicidad, su inevitable relación al sujeto que lo piensa y a formas culturales de comprensión, aplicación técnica y/o transmisión educativa. En fin, el saber solo de una disciplina de-finida (el saber médico, físico, matemático, filosófico, sociológico, biológico, sicológico, etc.) ¡no existe! Lo que existe en realidad es un pensamiento complejo de interacciones conceptuales y saberes en movimiento organizacional, dentro de algo que nombramos co-nocimiento, algo tan ligado a la conciencia humana como a la cosmogénesis del Universo.

¿Pero cuál es pues la estructura del conocimiento? ¿Cómo actúa el pensamiento? ¿Quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos? Estas preguntas y sus respectivos corolarios animarán, a partir de los años sesenta la obra moriniana. Una estadía en el Instituto Salk de San Diego (USA), como profesor invitado en 1969, permitirá a Morin estudiar tres teorías funda-mentales sobre los modos del conocimiento humano: la cibernética, la teoría de sistemas y la informática. En el Salk Institute for Biological Studies descubre la obra de Gregory Bateson. Un replanteo epistemológico radical se anuncia al contacto de Jhon Hunt, Jacques Monod, Henri Atlan, de la teoría de los autómatas de Jhon von Neuman y del principio de order from noise («azar organizador») de Heinz von Foerster. De regreso a París, Morin funda el Centro Royaumont para el Estu-dio de una Ciencia del Hombre.

Entender la complejidad organizacional del universo como producto de una explosión termo-nuclear primigenia, un big-bang, como un orden emergiendo de innumerables desórdenes, como un entorno complejo de auto-eco-re-organización, lleva a Morin a concebir nuevos conceptos, ya no tanto en términos sustancialistas, abstractos, idea-listas y materialistas, sino en términos relacionales, temporales y dinámicos. La obra de Morin aborda el pensamiento de la naturaleza, del hombre y de la sociedad en términos de orden en movimiento, de unidad diversificada, de lógica incluyente.

La obra de Morin propone un pensar más amplio que, como lo subraya el filosófo Emilio Roger Ciura-na, no elija de manera simplista entre simplificación o complejidad, sino que integre la simplificación como uno de los momentos del pensamiento com-plejo. Ya que, como precisa Morin en Ciencia con Conciencia, “el pensamiento es el arte de navegar

entre confusión y abstracción, el arte de distinguir sin aislar, es decir, hacer que se comunique lo que está distinguido. La distinción requiere la conexión que requiere a su vez la distinción, etc. (…) Lo impor-tante es saber permanentemente, acordarse de que simplificamos por razones prácticas, heurísticas y no para extraer la quintaesencia de la realidad”.

Parafraseando al poeta Machado, que Morin tanto cita, podríamos decir del pensar que no hay pensa-miento, se hace pensamiento al pensar; al pensar en cuerpo y alma, es decir, para decirlo en términos kan-tianos, de intuición y concepto, al mismo tiempo.

A partir de entonces, a los cincuenta años, Mo-rin no le teme a convertirse él mismo en un labo-ratorio de experimentos mentales y reforma todos sus paradigmas de conocimiento, escribiendo de seguido una obra epistemológica y teórica enorme. Esta corre bajo el nombre de La Méthode y traza los modos en que emerge, se actualiza y/o ejemplifica el pensamiento complejo. Tal posición conlleva una redefinición del concepto de razón. Morin opone a la razón reduccionista/simplificante/cerrada, una ra-cionalidad abierta, capaz de abordar la complejidad en la base misma de lo real.

La Méthode de Morin propone tres operadores de lógica compleja para trazar el surgimiento de una com-plejidad general y restringida, para reformar el pensa-miento clásico de la lógica identitaria, para entender que la diada espiritual cerebro/mente funciona cuan-

La lección moriniana de ética del pensamiento, que deja «una temporada

en el estalinismo», es nunca olvidar que en el conocimiento somos sujeto y objeto, y que por lo tanto, cuando una

doctrina nos aliena y atonta por exceso de objetivización, también podemos

reflexionar, retomar conciencia de que somos ante todo sujetos pensantes,

es decir, un ser capaz de caer por si mismo en cuenta de «los amores

engañosos» (Rimbaud, Una temporada en el infierno), un ser capaz de reirse de sus propios hechizos ideológicos.

Morin, humanista planetario

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do piensa como la física clásica y cuántica del univer-so. Esos tres operadores son: el operador dialógico: la interrelación simultáneamente complementaria, con-currente y antagonista de las instancias necesarias en la organización de un fenómeno. El operador recursivo: no sólo hay interacción, sino también retroacción de los procesos en circuito solidario. El operador holográ-mico: cada punto del holograma contiene la presencia del objeto en su totalidad.

Estos tres operadores del pensamiento complejo permiten una representación del proceso de auto-eco-re-organización o de la existencia como tal de todo fenómeno. La idea de ser no se entiende aquí como noción sustancial, sino como «idea organiza-cional». «Se hizo evidente –escribe Morin– que la vida (el ser) no es una sustancia, sino un fenóme-no de auto-eco-re-organización extraordinariamente complejo que produce la autonomía (…) La dificul-tad del pensamiento complejo es que debe afrontar lo entramado (el juego infinito de interretroacciones), la solidaridad de los fenómenos entre sí, la bruma, la incertidumbre, la contradicción. Pero nosotros po-demos elaborar algunos de los útiles conceptuales, algunos de los principios, para esa aventura, ya po-demos entrever el aspecto del nuevo paradigma de complejidad que debiera emerger»23. Esta estrategia conceptual inédita conmina a la toma de conciencia que requiere la emergencia significativa del para-digma de complejidad, el cual gobierna hoy nuestro espacio mental. Se trata, en suma, de una propuesta estratégica y no de otra opción programática, para comprender e integrar los nuevos modos de conoci-miento que organiza nuestra era de mundialización y de conciencia planetaria; se trata de un “evangelio filosófico” para humanistas planetarios.

Notas

1. In Mes Démons (Mis Demonios). Ed. Stock, Paris, 1994, p.11. Los paréntesis son míos.

2. Idem, p.25

3. In Autocritique. Ed Seuil, Paris, 1959, p. 16 (ed. de 1994).

4. In La pensée complexe : antidote contre les pensées uniques. Entrevista con N. Vallejo G., París, 1997, publicada en revistas de Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia, México, Francia.

5. Ver La Métthode 1.La Naturaleza de la Naturaleza. Seuil, 1977. París. Trad. Ana Sánchez, ed. Catedra, Madrid, 1977. Primera parte, capítulo sobre La articulación del segundo principio de termodinámica y la idea de entropía en el prin-cipio de complejidad de la física.

6. La dialógica moriniana integra la dialéctica en una aso-ciación de instancias complementarias y antagonistas a la vez. El mundo se concibe de tal manera como un tetagrama orden-desorden-interacciones-organización, términos a la vez complementarios, concurrentes y antagonistas (veáse: El bucle tetralógico, in La Méthode 1, op. citada, p. 56). Avanzado en su obra, Morin integra en el concepto de orga-nización, tratándose de los seres vivos, la idea de autonomía y de ecosistema. La reflexión sobre La recursión, in La Mé-thode 2.La vida de la vida (trad. Ana Sánchez, ed. Cátedra, Madrid, 1997), p. 392 y 393, complejifica el concepto de organización, dando al final un auto-(geno-feno-ego)-eco-re-organización. En toda la obra de Morin el bucle tetra-lógico es una idea clave para entender sus propuestas de pensamiento complejo.

7. En relación a estos conceptos véase al final.

8. In Mes Démons, op. cité, p. 54

9. El tema de la cultura puede discutirse a partir de la teoría propuesta por Morin, in Sociologie, Fayard, Paris, 1984 et Seuil, 1994, p.153. Y, el capítulo primero, Cultura/Conoci-miento, in El Metodo, vol. 4-Las Ideas. Ed. du Seuil, Paris, 1991. Trad. Ana Sánchez, ed. Cátedra, Madrid, 1994.

10. In Mes Démons, op. cité, p. 56

11. In Introducción al libro de Morin La Complexité Humai-ne. Ed. Flammarion, Paris, 1994, p.46

12. « Así se inicia y prosigue mi dialógica interior entre es-peranza/desesperación, duda/fe y, desde otro ángulo, entre « verdades del corazón » y « verdades de la razón », in Mes Démons, p.54

13. Idem, p.70

14. In primera parte del tomo 1-La Naturaleza de la Na-turaleza.

15. In Pensée 84, edición Chevalier.

16. In Autocritique. Ed. Seuil, Paris, 1994, p.70

17. In Entrevista con Nelson Vallejo-Gómez, op. cité.

18. In Més Démons, p.239

19. In Autocritique, op. cité, p.118

20. In La filosofía en la crisis de la humanidad europea, Nova, Buenos Aires, 1969, p. 171

21. In La Métode, vol. 4 – Las ideas, su hábitat, su vida, sus costumbres, su organizacion. Ed. Cátedra, Madrid, 1992, trad. Ana Sánchez.

22. In Mes Démons, op. cité, p.293

23. In Introduction à la pensée complexe. Ed. ESF, Paris, 1990. Trad. Marcelo Pakman, Ed. Gedisa, Barcelona, 1994. p. 33

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Edgar Morin (París, 1921) ha desa-rrollado a lo largo de su extensa obra el con-cepto denominado “pensamiento complejo”. A grandes rasgos, éste se refiere a la necesidad de abordar las cosas, sean estas de la naturale-za que sean, desde una perspectiva global, que analice las partes con visión unitaria, organiza-da, y nunca reduccionista. Se trata de ver el todo pero también las cualidades de las partes. Para Morin, la tendencia al reduccionismo que, a su juicio, propicia el modelo educativo im-perante, “nos impide ver los problemas funda-mentales y globales”. Parafraseando a Ernesto Sábato, Morin reclama en lugar de especialistas

Edgar Morin reclama una metamorfosis del conocimiento, la ética y la política

Por Alberto Martin

Periodista y Subdirector del semanario Tribuna Complutense

Fuente:

Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS). Para cualquier sugerencia pueden contactarnos en [email protected]

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la presencia de mundiólogos. “Nunca –afirma– hemos tenido tantas informaciones pero tan pocas soluciones”.

La complejidad de las cosas, las aparentes contradicciones entre distintas verdades, está siendo utilizada en lugar de como una oportu-nidad o reto, como una excusa. “Complejidad es una palabra cada vez más utilizada, pero se hace como un indicativo de la derrota de nues-tra capacidad y no como un desafío a nuestra mente”, indicó el pensador francés.

El primer ámbito que es necesario modificar para dotar de esa complejidad positiva es, por lo tanto, el educativo. “El actual –afirmó Morin– re-parte los conocimientos por disciplinas, sin rela-cionarlos. Es un modelo que propicia un conoci-miento lineal en lugar de circular”.

Una vez que se alcance ese modo de pen-sar que respete y asuma la complejidad, lle-ga, a juicio de Morin, el siguiente paso, no es otro que aceptar y aplicar la “ética compleja”. Aceptarla en el sentido que una acción puede deparar un resultado distinto al pretendido. “El comunismo –puso de ejemplo el pensador– dio como resultado un crecimiento del capitalismo y de la religión. Dos cosas que seguro que no pretendió. Por ello –continuó Morin– debemos ver la ética con esta complejidad, con esa po-sibilidad de contradicción”. No obstante, para Morin las cosas irán mucho mejor si a las accio-nes se les dota de dos fuentes éticas fundamen-tales: la solidaridad y la responsabilidad.

El tercer paso, tras modificar pensamiento y ética, debe ser cambiar la manera de hacer po-lítica. Para ello es necesario introducir en ella la complejidad, o dicho de otra manera lograr que nuestros políticos actúen aplicando pensa-miento y ética compleja. Se trata de que sus decisiones las pasen por un doble filtro: la crí-tica de la utopía y la crítica del realismo. La primera, la de la utopía, consiste, según descri-bió Morin, en no dejarse cegar por la búsqueda de la perfección, de la armonía absoluta, “algo imposible de alcanzar”, pero a la vez jamás re-nunciar a lograr un mundo mejor. En cuanto a la crítica del realismo, Morin la argumenta en

la necesaria huída de cualquier actitud inmo-vilista y no aceptar pretextos como el “no estar preparados para empezar lo inesperado”.

Para finalizar, Morin dejó a un lado su dis-curso teórico y se centró en el actual momento de crisis económica mundial, “una situación que puede parecer que conduce a la catástro-fe, al aumento del capitalismo y de la miseria, pero que también nos concede una oportuni-dad: una confederación de los humanos para salir a una nueva época. Es una posibilidad po-sitiva muy improbable, mientras que las nega-tivas son muy probables. Pero hemos de pen-sar –continuó el pensador su reflexión– que la historia humana nos habla de situaciones improbables que se hicieron realidad. Atenas fue defendida por unos pocos de un ejército de miles. Sus posibilidades eran pocas, pero resistieron y gracias a ello nació la democracia y la filosofía”, señaló Morin.

Antes de concluir, el autor de La mente bien ordenada, dejó una última reflexión. Si en un momento dado llega esa conexión, si se pro-duce este cambio en el modo de ver las cosas para ayudar a la gente a tratar sus problemas, si se hace realidad esa esperanza posible en un mundo donde impera la desesperación, la des-esperanza y la pérdida de ilusión en el futuro, Morin solicita que nadie lo llame revolución y sí metamorfosis. “Donde se pronuncia la palabra revolución siempre aparece la violencia. Opte-mos por el cambio tranquilo, por la metamor-fosis y, como dijo Heráclito hace muchos siglos, no olvidemos que si tú no buscas lo inesperado, nunca lo encontrarás”.

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1. La utilidad de los emblemas para la conciencia colectiva.Desde mediados del siglo XIX ha cre-

cido el interés por aclarar la dimensión espiritual del ser humano y su modo de intervenir en la toma de decisiones y en las actividades que emprende. El in-terrogante no era nuevo, ya Tales de Mileto, Anaxi-mandro, Anaxímenes, Pitágoras, Heráclito, Parméni-des, Zenón, Empédocles, Anaxágoras y Demócrito (los “pre-socráticos”) intentaron respuestas. Y desde Platón se configuró un argumento que convenció a media humanidad: los individuos y los colectivos se mueven siguiendo arquetipos ideales en pos de los cuales moldean sus acciones y delinean sus modos de

Libertad, igualdad, fraternidad

PorEduardo Domínguez Gómez

Historiador, Profesor Titular, Universidad de Antioquia

Dijo Sartre: “Castoriadis siempre tuvo razón, pero en el momento equivocado”.

Respondió Castoriadis: “En cambio Sartre siem-pre estuvo equivocado en el momento justo”.

A pesar del optimismo generalizado en los triunfos del Estado Constitucional, de los balances favorables que presentan los mandatarios del mundo entero, podemos pensar que estamos ante un retroceso visible de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Que ni siquiera está pensada la sociedad en términos de verdad, belleza y bondad.

Palabras pronunciadas en los actos de conmemoración de

los 220 años de la Revolu-ción Francesa, organizados por la Facultad de Derecho

y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, el

19 de agosto de 2009.

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organización. Y las convicciones religiosas, que com-binaban el poder espiritual (el de “el más allá”) con el poder temporal (el de la tierra), inspirando el “de-recho divino de los reyes” así parecía corroborarlo. La historia no era más que el despliegue de la volun-tad divina, prevista ya en los libros sagrados.

Pero las grandes revoluciones y el desencanto por las cosmovisiones religiosas abrieron el camino del conocimiento científico. Liderado por el empirismo, hubo cambio de rumbo: lo que mueve al hombre son sus intereses circunstanciales en el “aquí y el ahora” (hic et nunc) acatando las leyes de la natu-raleza que pueden ser identificadas para predecir los comportamientos de la naturaleza y del hom-bre mismo. Este enfoque se impuso en occidente y permitió, en los siglos XVII y XVIII (llamada “Época Clásica” del pensamiento moderno), separar la cien-cia de la filosofía. Desde entonces emprendimos un camino ambiguo, esquizoide, que escindió la mente entre dos alternativas: razón con prueba empírica (“conocimiento verdadero”) o ilusión con sustancia ideal (“conocimiento falso”).

Los debates liderados por Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, por el lado idealista, y Ro-ger y Francis Bacon, por el lado positivista del cono-cimiento, provocaron nuevas búsquedas como las del materialismo histórico y la fenomenología que no se resignaron a la separación tajante. Los desa-fíos nacientes permitieron la emergencia de nuevas propuestas para entender el papel que juega la con-ciencia y cómo se origina.

De un heredero del positivismo, el sociólogo Emi-le Durkheim, nació la teoría de las representaciones colectivas, y de un heredero del idealismo, Gustav Le Bon, surgió la propuesta de la psicología colecti-va. Ambos autores conocieron la teoría de la Gestalt Psicologie, o Psicología de la forma, que explicó los procedimientos de la mente para percibir el mundo por conjuntos (formas) que sintetizan lo material y lo espiritual ya no a través de experiencias aisladas y su-cesivas, sino conexas y concatenadas en tiempos de larga, mediana y corta duración.

A pesar de los riesgos de abolir o subestimar el papel del individuo en las decisiones sociales (que el sicoanálisis restaura con toda fuerza a principios del siglo XX, y hacia la tercera década el existencia-lismo acaba de perfilar), son las entradas más claras a una nueva comprensión: la mente, lo espiritual, en el ámbito personal y en el de los agrupamientos, ha-cen parte constitutiva de lo social. Es decir, lo social

existe no sólo por la búsqueda de solución a las ne-cesidades naturales, sino también y a la vez, porque el modo de percibir esas necesidades transforma las comprensiones y provoca nuevas pautas de com-portamiento. Por eso el ser humano hace consignas, emblemas, se traza metas y organiza su acción. Es decir, hace uso de signos que le permiten ir más allá de la satisfacción biológica de los instintos.

Es a Cornelius Castoriadis y a Edgar Morin a quienes les debemos la renovación de estas tesis y, con sus propuestas de “Institución Imaginaria” y “Pensamiento Complejo” abrieron un nuevo pa-norama para comprender el valor de las formas simbólicas (tan bien explicadas por Ernst Cassirer), más allá del lenguaje oral o escrito. Hoy sabemos que las ideas, las representaciones colectivas, las ensoñaciones y las ilusiones son tan reales como el trabajo, los objetos, los dispositivos de vigilancia, los premios y los castigos. Es decir, que los mo-dos de ver condicionan nuestras acciones tal como lo hacen la salud o la alimentación. Que estamos entrelazados de tal forma por una red infinita de símbolos que hasta la ciencia misma ha sido posi-ble gracias a nuestra capacidad humana de crear símbolos (matemáticos, algebraicos, por ejemplo) y los respectivos mitos, ritos y jerarquías.

2. La trinidad cristiana del mundo pre-modernoEntre las representaciones colectivas de más

trayectoria en la cultura occidental judeo-cristiana,

Pero las grandes revoluciones y el desencanto por las cosmovisiones

religiosas abrieron el camino del conocimiento científico. Liderado

por el empirismo, hubo cambio de rumbo: lo que mueve al hombre son

sus intereses circunstanciales en el “aquí y el ahora” (hic et nunc)

acatando las leyes de la naturaleza que pueden ser identificadas para

predecir los comportamientos de la naturaleza y del hombre mismo.

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está el trinitarismo. Así como el Ser Supremo, el Creador de Creadores o el también conocido como Gran Arquitecto del Universo es el Dios Verdadero compuesto misteriosamente por Padre, Hijo y Es-píritu Santo, su modo de revelarse entre los seres humanos es el conjunto –también misterioso– de “verdad, belleza y bondad” que

“Son atributos esenciales e inseparables del ser de Dios y que han sido comunicados a todo lo creado. Por eso, donde hay bondad verdadera hay necesariamente verdad y belleza, y viceversa

(En: http://www.formacioncristiana.org/forma/n53/n53.htm. Visitada el 13 de agosto de 2009)

Parte de este misterio trató de ser explicado por Georg Steiner, el discípulo de Göethe y promotor de la Teosofía, el Método Waldorf y la Euritmia. Se expresa en los siguientes términos:

“El cómo sus distintos órganos, la forma y funciones del cuerpo han sido configurados en periodos de existencia anteriores al de la Tierra, son temas totalmente ignorados. En estos periodos pre-terrenales la existencia del hombre se desarrollaba en un mundo puramente espiritual, donde, en comunión con seres superiores, se ocupaba en la cons-trucción del prototipo espiritual, la forma es-piritual de su cuerpo físico. El cuerpo físico, aquí en la tierra, es la copia posterior del germen espiritual que ha sido elaborado, en cierto sentido, por el hombre mismo en su existencia pre-terrenal”

(“Verdad, Belleza y Bondad”, por Rudolf Steiner (1861 – 1925), discípulo de Göethe, Fundador de la teosofía y del método Waldorf. Conferencia pronunciada en Dornach, Suiza, el 19 de enero de 1923.

Tomada de: http://www.puertasalcielo.com.ar/paginas/miscelanea/verdad.html (Visitada el 13 de agosto de 2009)

Es decir, por la existencia del hombre en condi-ciones de éter que prefiguró su existencia en la Tie-rra que después será creada y en ella será formado, le es posible entender lo verdadero, lo bello y lo bondadoso que están en su interior y se expresan como intelecto, emoción y voluntad. Según el teó-sofo, así lo percibimos:

Cuando el hombre se confronta con un simple hecho, puede, o bien formarse una

idea que armoniza estrictamente con su ve-racidad, o, por inexactitud, pereza u aversión a la verdad se envuelve en una idea que no coincide con el hecho. Cuando lo que piensa es verídico está en armonía con el sentimien-to que tiene de su cuerpo físico, mejor dicho, con su sentimiento de conexión entre su cor-poralidad y su existencia pre-terrenal. Si no es por pereza o falsedad que se forma una idea no acorde al hecho, es como si cortara el hilo que le une a su existencia anterior a la vida en la tierra. La falsedad es como si cortara esta unión. Una delicada trama espi-ritual es tejida en la existencia pre-terrenal, y ello se concentra en su copia posterior en el cuerpo físico. Múltiples hilos son los que conectan este cuerpo físico con la existencia previa a la tierra, y están separados a causa de la falsedad. La pura conciencia intelec-tual, que es una cualidad característica en las etapas tempranas del alma espiritual, no se da cuenta (de) que se produce esta sepa-ración. Y es por esto por lo que el hombre está sujeto a tantas ilusiones en lo que res-pecta a su existencia cósmica. (idem)

Para el autor, siguiendo la tradición mística, el mundo físico en el que nos desempeñamos no tiene ser propio; es una copia de la verdadera realidad, y si nos damos cuenta de ello lo comprenderemos correctamente. Las fuerzas constitutivas pre-terrena-les, etéricas, del ser humano están en su interior, y a partir de su espíritu es que sabe cuándo ejerce lo

Las guerras mundiales del siglo XX y las guerras

transnacionales de este el siglo XXI, se han convertido

en nuevos episodios por consolidar una forma de Estado

que garantice la justicia y la equidad, a la vez que hicieron

identificar los vacíos que la Revolución Francesa no llenó.

Libertad, Igualdad, Fraternidad

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verdadero, lo bello y lo bondadoso, es decir, cuando la plenitud de la divinidad de Dios se realiza en cada persona y se manifiesta en sus actuaciones. Esta es la clave mística que acompañó durante milenios a occidente, desde las fundaciones del judaísmo y el cristianismo, hasta el advenimiento de la moderni-dad, incluido el humanismo.

El mayor esplendor de este pensamiento lo al-canzó en España durante El Siglo de Oro cuyo im-pacto en la configuración de las instituciones po-líticas de la modernidad europea apenas empieza a entenderse. Las obras de Juan Luis Vives, el hu-manista; Alonso de Castrillo, el fraile; Antonio de Guevara, el utópico; Bartolomé de las Casas, el es-toico; Francisco de Vitoria, el organicista; Francisco Suárez, el pactista; Juan de Mariana, el constitucio-nalista, vuelven a ser examinadas con otros ojos. El ostracismo en que se encontraban por la primacía de su militancia religiosa, cede, y los fundamentos institucionales que propusieron son revelados para probar cómo en el mundo intelectual francés tam-bién los tuvo en cuenta.

3. La segunda trinidad: libertad, igualdad, fraternidadUn detalle interesante lo revela el historiador Frie-

drich Heer, en su primer tomo de la obra Europa, ma-dre de revoluciones.(Alianza editorial, 1980. La prime-ra versión en alemán fue en 1964):

En el salón de la duquesa de Borbón, formu-ló, por vez primera, el Conde de Saint-Martín la salvadora fórmula político-religiosa de la “nue-va era” de la revolución: “libertad, igualdad, fraternidad” (pg. 27).

El dato llama la atención por venir de quien se tra-taba: Saint-Martin era el mentor ideológico de José de Maistre, que en trío con Edmund Burke lideraron la postura contrarrevolucionaria. Y se torna más intere-sante porque libertad, igualdad y fraternidad permitió que la herencia escolástica y las pretensiones revolu-cionarias se entendieran en la crítica hacia el mundo católico y el legado romano. Dice Heer:

Saint-Martín… habita en París en casa de la Duquesa de Borbón, Matilde de Orleans…esta gran dama, “despierta” a los nuevos estí-mulos religiosos y políticos, recibe la revolu-ción de 1789 con sus Pensamientos religiosos sobre la revolución. La revolución es para ella el juicio deseado por Dios para sancionar a

un mundo pecador y a una Iglesia caída en la “soberbia” y en el “ansia de poder”. El violen-to anticlericalismo de la Duquesa de Borbón, procede, en parte no escasa, de Madame Gu-yon y de aquellos círculos quietistas que en tiempos de Luis XIV habían sido exterminados de Versalles y Roma por el absolutismo católi-co-monárquico y la curia romana (Idem).

Pero la consigna que circuló profusamente por los círculos masónicos –que desde los primeros años del siglo XVIII se habían constituido en las formas organizativas sediciosas que inundarían a Europa y América para movilizar a la población en contra de las monarquías– tomó su propio rumbo y terminó sirviendo de fermento a la institución que entre los acontecimientos de 1789 se perfiló como la inauguración más valiosa de la democracia: el Estado Constitucional.

Tal como nos lo propone Peter Häberle, en su obra, “Libertad, igualdad, fraternidad. 1789 como historia, actualidad y futuro del Estado Constitucional (Madrid: Trotta, 1998, pg 39), los temas que asociamos con ese año fueron decisivos:

– La Asamblea Nacional francesa se procla-ma Asamblea Nacional Constituyente en nom-bre de la soberanía popular;

– Proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano como programa de una voca-ción cívica universal, autonomía y emancipa-ción de la persona;

– Nacionalización del patrimonio de la Igle-sia, constitución civil del clero;

– Suspensión del orden feudal-estamental, erección de la sociedad de ciudadanos y del mundo político moderno, formulación de los postulados de la ilustración;

– Derechos de autodeterminación de los pueblos;

– Potestad legislativa y fiscal del parlamento; – Igualdad del ciudadano ante la ley, igual-

dad de sufragio, igualdad impositiva en función de la riqueza;

– Supresión de los privilegios de nacimiento y honor (y con ello de la nobleza);

– Constitución escrita representativa de 1791, dominio de la burguesía propietaria e ilustrada;

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– Estado nacional como unidad de pueblo, Estado, nación.

Conjunto de hechos que si detonaron en Francia, se esparcieron por el mundo bajo la consigna de li-bertad, igualdad, fraternidad, y desde entonces ningún país del mundo ha podido mantenerse al margen de su influencia.

Las guerras mundiales del siglo XX y las guerras transnacionales de este el siglo XXI, se han conver-tido en nuevos episodios por consolidar una forma de Estado que garantice la justicia y la equidad, a la vez que hicieron identificar los vacíos que la Revo-lución Francesa no llenó (citemos por ejemplo la di-mensión social del individuo y el modo en que este rasgo influye en los hechos políticos; o la ausencia de una explicación acerca del sentido cultural de las constituciones, más allá de su condición jurídica; y el modo en que las culturas combinadas o multicul-turalismo invitan a los estrategas políticos a interpre-tar la vigencia de las constituciones. Todos, aspectos que ocupan a los analistas contemporáneos.

4. La tercera trinidad¿En qué vamos? A pesar del optimismo genera-

lizado en los triunfos del Estado Constitucional, de los balances favorables que presentan los manda-

tarios del mundo entero, podemos pensar que es-tamos ante un retroceso visible de los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Que ni siquiera está pensada la sociedad en términos de verdad, belleza y bondad. No. Las reformas del capitalismo y la consolidación de la industria cultural (que ha impuesto su lema descifrado por Fr. Lyotard: “se produce para ser vendido y se es valorado si es consumido”) han integrado una nueva trilogía, que Sigmund Baumann formula así: seguridad, paridad y uso egoísta de la red. Es decir, la libertad sacrifi-cada ante la urgencia de vigilancia en los ámbitos públicos y privados; la igualdad ante la ley sustitui-da por el reclamo de acceso al consumo masivo; la fraternidad reemplazada por las citas egocéntricas en el uso de la red electrónica.

Los sistemas de la moda han impuesto su pau-ta y, la lógica de significaciones, la dictadura del valor de distinción. Esto quiere decir que ya nada se usa por el servicio práctico que preste, por su carácter seductor como oportunidad lúdica ni por los sentimientos que represente. Simplemente se le consume, bajo el influjo de una marca que se ha “posicionado” como la que otorga mayor prestigio. ¡Y a esto se le llama el triunfo de la democracia! Se pregona desde distintas tribunas que el modelo es adorar la sociedad de mercado, mantener la compe-tencia de poder, resignarse frente a las variaciones en las relaciones laborales, y servir de informantes a los gobiernos porque al Estado hay que protegerlo. Y como si fuera poco, se le presenta ante la opinión pública como el mejor de los mundos posibles. Lo grave está en que la pobreza de imaginación y de ar-gumentos para oponerse es tan evidente que termi-nan dándole la razón a los preservadores del estado de cosas. …¡Y que viva la felicidad mercantil!

Los sistemas de la moda han impuesto su pauta y, la

lógica de significaciones, la dictadura del valor de

distinción. Esto quiere decir que ya nada se usa por el

servicio práctico que preste, por su carácter seductor como

oportunidad lúdica ni por los sentimientos que represente. Simplemente se le consume, bajo el influjo de una marca

que se ha “posicionado” como la que otorga mayor prestigio. ¡Y a esto se le llama el triunfo

de la democracia!

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Colombia y Venezuela son países ter-cermundistas que comparten un origen y una his-toria comunes, adolecen de problemas graves –al-gunos similares–, hablan idéntico idioma, creen mayoritariamente en la misma doctrina religiosa, se apasionan con sus selecciones de fútbol, han sido socios comerciales complementarios y son dirigidos por dos presidentes parecidos, que tienen una con-ducción personalizada de los asuntos de Estado, con un gran ego, aferrados a ultranza a sus convicciones, caudillos aclamados, con mucho apego al micrófo-no y a los consejos comunales.

Durante décadas, Venezuela fue tierra de promi-sión para los colombianos que evadieron el “sueño americano”, cuando el bolívar estaba cotizado frente al peso, y el mercado laboral de allí acogía genero-samente a profesionales y técnicos criollos. Más de

¿Paz con Venezuela?

PorFáber Cuervo

Economista, egresado de la Universidad de Antioquia<[email protected]>

Se ha demostrado hasta la saciedad que la “cooperación

norteamericana” nos trae más problemas, más

profundización del conflicto, nos aísla por la desconfianza creciente en los vecinos, nos

pone como portaaviones de un imperio que bombardea

sin misericordia.

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dos millones de colombian@s viven en territorio ve-nezolano, envían remesas hacia sus coterráneos en Colombia; 20.000 venezolanos viven en Colombia; más de 200.000 colombianos que tienen la condi-ción de refugiados son beneficiarios –gratuitamen-te– de todos los programas sociales, de microcréditos y otras ventajas de las políticas públicas nacionales que impulsa el gobierno de ese país. Del comercio en la frontera colombovenezolana subsisten hijos de aquí y de allá; un gran número de colombian@s está casado o en unión libre con venezolan@s, se han tejido lazos de sangre binacionales con tí@s, prim@s y abuel@s; futbolistas profesionales colombianos perciben buenos ingresos en clubes venezolanos. Históricamente, el valor de las exportaciones colom-bianas hacia Venezuela ha sido superior al valor de las importaciones, lo que en economía se denomina tener una balanza comercial superavitaria –que no es fácil conquistar–; las pequeñas y medianas empresas colombianas (pymes) han encontrado buenos com-pradores en ese país, al punto que han contribuido a disminuir la tasa de desempleo en el nuestro y a aumentar el producto interno bruto.

Pero dicen por ahí con mucho escándalo, que va a haber guerra entre los dos países, que el “loco” Chávez nos va a invadir. “¡Oh!, –advierte un gua-són–, ¿quién podrá defendernos?” “¡Yo, el Tío Sam, estaré con ustedes en 7 bases militares y todos los fierros que necesiten!”. Bueno, considero que la

pregunta pertinente no es ¿habrá guerra?, sino, ¿ha-brá paz con Venezuela? Porque la guerra contra ese país empezó hace diez años cuando otra concep-ción de Estado y del desarrollo económico social comenzó a instaurarse allí. Ocurrió que la intoleran-cia política mundial (rasgo inherente al totalitarismo de la modernidad capitalista: lo que no es capita-lismo duro es bárbaro y se debe destruir) clasificó ese régimen como otro igual a los fracasados estados socialistas del siglo XX; desde los centros de poder se generó una matriz de opinión (algo parecido al “Estado de opinión”) que desprestigiaba con todo tipo de argumentos y banalidades al gobierno de ese país. El propósito fue claro desde que Chávez se po-sesionó: destruir ese modelo de desarrollo económi-co elegido por la libre determinación del pueblo ve-nezolano. “¿Cómo permitir que las terceras reservas de petróleo más grandes quedaran en manos de un chafarote?” Una vez más se demuestra que la demo-cracia no es de los afectos de la modernidad, que la tolerancia con modelos de desarrollo distintos a la economía de mercado capitalista es una utopía, como utopía es la libertad.

Le pregunté, por pura curiosidad, a un primo andariego que estuvo un tiempo en Venezuela, si estaría dispuesto a ir a la guerra contra ese país, me contestó: “Los ciudadanos de a pie de Colombia y Venezuela no queremos enfrentarnos; que se enfren-ten los gobiernos, que zanjen sus diferencias ideo-lógicas y políticas entre ellos, pero que no nos usen en sus descontroles. Los de a pie solicitamos, muy comedidamente, ambientes más sanos, descontami-nados de encono y resentimiento para desarrollar nuestros planes de vida. Queremos países donde se pueda hablar sin amenazas, sin nacionalismos divi-sionistas, sin idolatría ni exaltaciones, donde haya lugar a la posibilidad, a otras opciones distintas a las que tantas veces han fracasado. Queremos bus-carle la comba al palo por donde no se ha mirado, démonos una oportunidad. ¿Cómo crees que voy a arriesgar mi sabrosa vida por esta “patria boba”, no daría un solo paso a la guerra, y si fuera venezolano tampoco lo haría por la revolución bolivariana”.

Le di la razón a mi primo. Hasta ánimos me in-fundió para aconsejarles, humildemente, desde este escrito, a los dos gobernantes que nos tienen al bor-de de una locura bélica: al presidente Chávez, por favor ¡mida sus palabras! Al presidente Uribe, por favor, ¡mida sus actos! Porque ya hicieron un daño inmenso; las consecuencias de sus enfrentamientos

¿Paz con Venezuela?

No obstante, el objetivo principal trazado por el instigador principal de

esta guerra absurda, ya ha sido conseguido: arabizar

a Suramérica. Han logrado dividir a nuestros países

(divide y reinarás) en dos bloques, los que apoyan incondicionalmente los

intereses norteamericanos de dominación geopolítica y económica y los que no

lo hacen.

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han afectado a los pueblos de los dos países, pero el perjuicio mayor ha sido para el de Colombia pues ya han caído sus exportaciones hacia el hermano país en un 40%, lo cual ha provocado una pérdida masi-va de puestos de trabajo que llegará pronto a los dos millones. Suplantar ese mercado en el corto plazo será muy difícil porque se trata de productos agroin-dustriales y manufacturados con valor agregado, que los Estados Unidos no están interesados en comprar; allí se privilegia la compra de nuestras exportaciones tradicionales (flores, carbón, petróleo, café).

La guerra contra Venezuela empezó, entonces, hace 10 años. Se inició como una guerra mediática que luego hizo transición a una guerra conspirativa cuando grupos de irregulares enviados desde Co-lombia intentaron un magnicidio. Una vez fracasado este irresponsable proyecto (silenciado por los me-dios de comunicación), que hubiera podido dar pie a una declaratoria de guerra por parte del gobierno venezolano, se intensificó la matriz de opinión con una propaganda antichavista virulenta y despropor-cionada, tan emocional y manipuladora cada vez, que hoy en día, quien no esté contra Chávez no es “patriota”. Inclusive, se ha llegado a la defenestra-ción del más mínimo llamado a la sensatez, con los desesperados intentos de suplantar los análisis polí-ticos ponderados, contextualizados y pedagógicos, por el potpurrí vulgar y comediante de un periodista peruano, contratado exclusivamente para sembrar más cizaña y provocar más confusión y odio no sólo contra el gobierno venezolano, sino contra gobier-nos que transitan otros modelos de desarrollo distin-tos al modelo neoliberal dominante.

No obstante, el objetivo principal trazado por el instigador principal de esta guerra absurda ya ha sido conseguido: arabizar a Suramérica. Han logra-do dividir a nuestros países (divide y reinarás) en dos bloques, los que apoyan incondicionalmente los intereses norteamericanos de dominación geopolíti-ca y económica y los que no lo hacen. Pero, ¿cuáles intereses norteamericanos? El control y apropiación de la Amazonia y del Triángulo Acuífero de la triple frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay. En los Es-tados Unidos le enseñan a los niños en las escuelas, que la Amazonia es una enorme selva rica en recur-sos, pero que está ubicada en países habitados por indios, ineptos, perezosos, narcotraficantes, guerri-lleros, analfabetas, y políticos corruptos; por lo tanto es un deber de las nuevas generaciones norteameri-canas apropiarse de esa riqueza mal administrada y

ponerla al servicio de la “humanidad”. Pues bien, ya vienen “a por ella”. La Amazonia es un gigantesco banco genético –farmacéutico y mineral– megadi-verso; la más grande riqueza natural que le queda al planeta después de la destrucción que europeos y norteamericanos han hecho de otros santuarios y recursos naturales. Los indígenas y comunidades afrodescendientes que han preservado esta región selvática por milenios ya sobran, pues el necesario “desarrollo” del capitalismo global requiere de las materias primas que ella almacena. Occidente ha sido incapaz de mirar la tierra desde una concep-ción de cuna en la versión griega de Gaia –la Gran Madre Tierra– o la versión aborigen precolombina de La Pacha Mama, es decir, como la casa de to-dos que debemos cuidar; sino que la ha visto como “materias primas” útiles para los procesos produc-tivos, los mismos que calentaron el planeta y lo tienen al borde de un colapso. ¿Racionalidad? Si, racionalidad económica que no acepta (es incapaz de comprender) que el bienestar de los humanos depende del bienestar de la tierra; que no piensa en los ecosistemas, en la protección de comunidades ancestrales, en la entropía, en el nivel de los mares, en la existencia de los polos, en la prolongación de la vida humana. La racionalidad económica inme-diatista y narcisista que rige la modernidad es la mis-ma que aplasta la ética, la democracia, la libertad y la tolerancia, convirtiéndolos en meras retóricas que justifican las atrocidades derivadas de la codicia.

Algunos gobiernos latinoamericanos han compren-dido la necesidad de transitar caminos diferentes al de-sastroso modelo de desarrollo neoliberal; y en pocos

El modelo de desarrollo de Colombia sigue

siendo el mismo que han apoyado históricamente

las administraciones norteamericanas: un modelo

excluyente y concentrador de los beneficios del crecimiento

económico, que enriquece más a los ricos y empobrece

más a los pobres.

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años ya han logrado significativas conquistas, acompa-ñadas de algunos errores que no faltan en los proyec-tos humanos. Uno de ellos, Venezuela, ha conseguido, a través de las políticas públicas más eficaces de Su-ramérica, reducir los niveles de pobreza, de hambre, de mortalidad infantil y desescolarización en un corto período (datos de la Comision Económica para Amé-rica latina –CEPAL– y el Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD- 2008-09). También ha po-dido articular una oferta educativa y en salud, amplia y de calidad; mejorar el índice de desarrollo humano –IDH– de su población; ampliar las reservas naturales y recuperar tierras baldías para el autoabastecimiento alimentario. Pero allí también hay graves problemas de delincuencia; de inseguridad; de escasez de agua, energía, alimentos e insumos. Su economía basada en la industria petroquímica ha impactado el medio am-biente, lo cual obliga a costosas labores de mitigación. Persisten problemas estructurales y de gestión en la salud pública venezolana, todavía existe un mercanti-lismo en los servicios de la salud. Tampoco Venezuela es, como creen algunos, un país comunista, una copia de los capitalismos de Estado de la Cortina de Hierro; ni siquiera se acerca a los niveles socialistas de Cuba. Encaja más en un modelo de desarrollo de “promo-ción de las realizaciones humanas”, una propuesta del Nóbel de economía hindú Amartya Sen, modelo inscrito en el marco de un capitalismo y economía de mercado mixto. En Venezuela no se ha abolido la li-bre competencia, la Constitución respeta la propiedad privada, salvo casos de aberrante posesión de extensos predios improductivos; los medios de comunicación siguen en manos de poderosos y tradicionales empre-sarios privados (los mayores enemigos de Chávez).

El modelo de desarrollo de Colombia sigue siendo el mismo que han apoyado históricamente las admi-nistraciones norteamericanas: un modelo excluyente y concentrador de los beneficios del crecimiento econó-mico, que enriquece más a los ricos y empobrece más a los pobres. Aunque se ha obtenido una excelente infraestructura energética, de zonas francas, servicios financieros, telecomunicaciones, hoteleros y seguridad para los inversionistas extranjeros (“confianza inversio-nista”), ésta ha sido a costa de la pobreza de los nacio-nales, la que según el último informe del PNUD, está creciendo a un ritmo superior al del país africano más pobre del mundo. Hay más de 20 millones de pobres en nuestro país, 8 millones de indigentes, parte de la clase media en trance de desaparecer; tenemos uno de los peores indicadores de inequidad en el planeta,

medido por el coeficiente Gini, el cual anda –mal cal-culado– por el 0.59 (se mide entre 0 y 1, donde 0 = perfecta igualdad y 1 = total desigualdad). De ahí que de la única democracia de la que se puede hablar en Colombia es la democratización expansiva de la mi-seria. El desempleo ha aumentado, en parte por las pérdidas de divisas que generaban las exportaciones que teníamos hacia Venezuela y Ecuador; las tierras más fértiles se han concentrado en una clase emergen-te conectada con la explotación de la palma africana y los agrocombustibles. Peligra la soberanía alimentaria, pues dependemos de la importación de alimentos (10 millones de toneladas anuales); por unas tímidas políticas ambientales y preventivas empezamos a te-ner problemas de abastecimiento de agua, aumentan los desbordamientos de ríos, las inundaciones y de-sastres naturales provocados. Se ha duplicado la pro-ducción de droga durante los años que ha regido “el Plan Colombia”; la producción industrial ha frenado, al igual que la demanda interna. Los sectores que no han retrocedido en los últimos siete años son los del sistema financiero y el sistema privado de salud, que cada año reportan mayores utilidades. La violencia en Colombia no es comparable con la de Venezue-la, pues los focos que la generan aquí son múltiples, complejos y en crecimiento constante.

El clima de hostilidad entre los gobiernos de Co-lombia y Venezuela (que no ocurre entre los pueblos) expresa las naturales tensiones entre dos modelos de Estado que comportan distintas concepciones de la política, del desarrollo económico y de las relaciones internacionales. Este deterioro progresivo en las relacio-nes bilaterales no existiría si no fuera por la intolerancia

¿Paz con Venezuela?

El clima de hostilidad entre los gobiernos de Colombia y Venezuela (que no ocurre entre los pueblos) expresa

las naturales tensiones entre dos modelos de Estado

que comportan distintas concepciones de la política, del

desarrollo económico y de las relaciones internacionales.

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política instigada desde los centros de poder mundiales, si no fuera, también, por el deplorable fracaso del perio-dismo en el tratamiento de las contradicciones entre los dos gobiernos. En lugar de promover una información, veraz, imparcial y responsable sobre los roces ideoló-gicos y políticos, la información se ha agitado, desde desafortunadas interpretaciones de los acontecimien-tos, con un sello de unanimismo, intolerancia y fana-tismo, que determinan una percepción sesgada y una exacerbación en los sentimientos de los ciudadanos. Se han potenciado las energías en torno a la creación de un conflicto mayor, en lugar de poner los comen-tarios de cada una de las partes en su justo lugar, sin exagerar ni quitar los alcances de los contenidos. Se ha vuelto casi patológica la obsesión de algunos medios de comunicación que saturan con propaganda dirigida a desacreditar aun más la imagen de Chávez; el sím-bolo ha jugado un importante papel en una campaña de conductismo mediático que oscurece la verdadera problemática que es de alcance mundial.

Pero es que ni el presidente Chávez ni el presiden-te Uribe se libran de críticas constructivas. Ninguno de los dos es un dios, ni el uno ni el otro es infalible. El mismo presidente Chávez “da papaya” con sus de-claraciones imprudentes, arrogantes e inoportunas, las cuales son esperadas como “perlas primicias” para abrir noticieros. Acosado por una matriz de opinión que no reconoce nada bueno en su gestión, el presi-dente Chávez, como cualquier ser vivo, se ha sentido acorralado y ha sido llevado a tomar actitudes ultra-defensivas que son interpretadas como armamentis-tas y amenazas bélicas; ha sido conducido a excesos verbales que son interpretados según como le con-venga a sus adversarios políticos. El señor presidente Chávez debería guardarse sus arengas y despliegues mediáticos para concentrarse en el desarrollo de su proyecto de socialismo Siglo XXI; debería dedicar sus energías en resolver los desafiantes problemas que enfrenta su país, entrar de verdad a construir un mo-delo de desarrollo alternativo al modelo neoliberal que tanto pregona combatir.

La mejor solidaridad que podemos tener los colom-bianos con los venezolanos consiste en no interferir en los asuntos internos de ellos, ofrecerles disculpas por-que lamentablemente hemos exportado nuestra endé-mica violencia al hermano país; es el conflicto interno colombiano alimentado por los dólares del narcotráfi-co, los dólares de la “ayuda norteamericana” y los pesos tributados por los contribuyentes colombianos, el que ha penetrado en territorio venezolano y ha empezado

a desestabilizar su nación. Por eso, el presidente Uribe debería rectificar sus actos de evidente inamistad con el gobierno del vecino país, al suscribir innecesarios e inoportunos tratados de cooperación militar con los Estados Unidos. Se ha demostrado hasta la saciedad que la “cooperación norteamericana” nos trae más problemas, más profundización del conflicto, nos aísla por la desconfianza creciente en los vecinos, nos pone como portaaviones de un imperio que bombardea sin misericordia. El presidente Uribe debe rectificar, tam-bién, su insensibilidad e indolencia para con aquellas personas que han perdido sus empleos, o han sido per-judicadas por la disminución del comercio, debido al resquebrajamiento de las relaciones con los países de la debilitada Comunidad Andina de Naciones (CAN). Por favor señor presidente, no destruya más fuentes de empleo; nosotros los ciudadanos de a pie –como dice mi primo-, lo elegimos para que garantice el derecho al trabajo que reza en la Constitución. No lo elegimos para que cambie dos millones de empleos en Colom-bia por tropas extranjeras. Usted, señor presidente, es nuestro empleado porque pagamos su sueldo con los impuestos que nosotros tributamos; por eso cumpla con nuestro mandato, siquiera el de proteger lo que deriva nuestra subsistencia. Haga algo por los que no tenemos apellidos emergentes con los cuales reclamar “agro ingreso seguro”. Por otro lado, con todo respe-to, reconsidere esa entrega de bases militares a tro-pas norteamericanas; esa concesión va a intensificar la guerra y el dolor. Donde hay tropas gringas no hay sino atropello y destrucción; mire la situación de Afga-nistán, de Irak, de Pakistán; mire cómo se despedaza la confianza entre los países asiáticos. Desde estas 7 bases se puede incendiar a Suramérica.

El pueblo venezolano merece la paz que le estamos arrebatando, merece la fraternidad del pueblo colom-biano; por ninguna “causa patriótica” vamos a enfren-tarnos como idiotas útiles de prepotentes poderes. Suel-ten a Venezuela de una perniciosa matriz de opinión; clamamos para que la guerra que vivimos en Colombia no se traslade hacia allá, la paz es nuestro anhelo más sagrado, por eso creemos en la educación política des-de el ejercicio responsable de los medios de comuni-cación, porque como dijo nuestro pensador Estanislao Zuleta: “Sólo un pueblo escéptico con la fiesta de la guerra y maduro para el conflicto merece la paz”.

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Hace pocos días los medios de comu-nicación y los órganos de control estatal del país afir-maron la existencia de posibles irregularidades en la asignación de subsidios otorgados por el programa de gobierno Agro Ingreso Seguro, dirigido por el Ministe-rio de Agricultura. Más allá de si los beneficiarios cum-plieron cabalmente o no con eso de “como lo dice la ley”, la discusión en cuestión ha contado con la par-ticipación de algunos críticos de los medios de comu-nicación, dirigentes de partidos de oposición, analistas políticos y público en general.

Estos sectores sociales, independientemente de la le-galidad de la asignación de los recursos de Agro Ingreso Seguro, encuentran cuestionable que la designación de los recursos del Estado, por medio del programa agrario, termine en las manos de un exclusivo grupo de familias que suelen ser reconocidas por su poderío económico y las “influencias políticas” en la vida nacional. Por su-puesto, la situación se torna más escandalosa al con-trastarla con las recientes estadísticas de pobreza, las cuales indican que más del 50% de los pobres cayeron en indigencia; grandes cantidades de personas en con-diciones de miseria que el Gobierno, honesto como es, reconoce que efectivamente existen.

La Secta del Perro

PorAdrián Restrepo Parra

Profesor Instituto de Estudios PolíticosUniversidad de Antioquia

Miembro de UreA

En medio de todo ese barullo cabe preguntar ¿el escándalo es escándalo para quién? Ciertas fuer-zas vivas de la sociedad son las escandalizadas, mientras el Gobierno, por su parte, muestra una pasmosa tranquilidad, digamos mejor, frescura, que compagina bien con los otros dos principios compañeros de viaje: desfachatez y perseverancia. Estos tres principios de comportamiento han sido los rasgos básicos del pensamiento cínico y guía de vida para los seguidores de esta forma de vida co-nocida históricamente como la Secta del Perro.

Diógenes Laercio, biógrafo de Diógenes Sinope, es quien describe el surgimiento de esta secta y sus postulados. Nos cuenta Diógenes Laercio que el vie-jo Sinope promovió el lema “trasmutar los valores”, asunto que hizo con actos más que con palabras. El estilo de vida de este filósofo resultó molesto para sus conciudadanos de época y condujo a que le pusieran el epíteto del perro. Ese apodo buscaba aplicar una sanción social, porque para ese entonces el perro de-signaba no sólo un animal sino también un ser que vive naturalmente, que sin ser humano convive con ellos, come de sus manos, recibe abrigo y, todo ello, sin tener que renunciar a ser lo que es, un animal. Pues bien, Diógenes Sinope, consecuente con su ca-rácter, tomó el epíteto como reconocimiento e hizo del apodo y sus características un emblema de vida al encontrar en los comportamientos del perro, fres-cura, desfachatez y perseverancia, los principios para llevar una vida cínica. Así Diógenes Sinope dejó de ser el perro y pasó a llamarse el Perro.

El cinismo y los tres principios enunciados pare-cen formar parte de la guía de comportamiento del Gobierno colombiano. Veamos: una pasmosa tran-quilidad del Gobierno que permite entender que Agro Ingreso Seguro junto con Carimagua, las em-presas recicladoras, las zonas francas, entre otros, son escándalos para los actores distintos al Gobier-no Nacional y no para el Gobierno mismo, que de manera franca invita a callar a la crítica so pretexto de la legalidad que autoriza al beneficio de quienes mejor están socialmente. Sin embargo, el argumento legal no ha podido silenciar la crítica; pareciera ser que la legalidad empieza a cruzar la delgada línea de su legitimidad y ahora el público siente que de la ley no emana justicia sino privilegio.

Para el cínico empieza a valer que las decisiones estén revestidas de legalidad, socavando, sin pen-sarlo, los alcances de la misma ley. La flamante jus-ticia que debe expresar la ley cae por el peso de los

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hechos sociales que tiran en la cara de las personas la fría respuesta: “así es esta realidad ¡y qué!” El cínico cada vez más dice su verdad, pero como el contenido de sus palabras es escandaloso para los demás, entonces, el cínico apela a la legalidad. La justicia ha salido corriendo de la legalidad de este país al escuchar los ladridos de los seguidores de la Secta del Perro. Las acciones de Gobierno pro-siguen su manera peculiar de utilizar la ley, poco se inmutan cuando cuentan con más del 70% de popularidad, guarismo que da para sentirse frescos, asistimos a las facturas que cobra el Gobierno por el llamado “efecto teflón”, redondeado por la consigna de representar a las mayorías, y punto.

La frescura es ese punto de la vida en el cual la persona siente que es inmune al mundo, un cesar de la opinión del otro que le permite actuar libre-mente, al extremo de llevar a los perrunos a la des-fachatez, o sea a la desvergüenza. El cínico busca mostrarse tal y como es; siguiendo el ejemplo del perro obra naturalmente, la naturaleza se impone, mucho más cuando el poder está del lado propio; ¿alguien podrá gritar ¡el rey está desnudo!? Para sorpresa, el cínico “moderno” nos quita el problema de encima, él mismo grita a los cuatro vientos que le gusta estar como la naturaleza lo trajo al mundo.

De tan natural forma el Gobierno dice que es jus-to entregar dinero público a los mejor económica-mente posicionados, siempre y cuando cumplan con los requisitos diseñados por el Gobierno; y, simul-táneamente, el Gobierno acepta las altas cifras de pobreza. ¿Nos miente el Gobierno sobre estos asun-

tos? ¡No¡ honradez y realidad son lo mismo para el cínico, él y su frase lapidaria ¡sí, así soy¡ ¡y qué¡ y así es la naturaleza y así son las cosas ¡y qué¡

El cínico para consagrarse como tal requiere ser perseverante, perseverar en las dos virtudes ante-riores, es decir, en la frescura y la desfachatez. Para el caso, la sucesión de escándalos ubicados en el plano económico dan muestra de la perseverancia del Gobierno por atender las demandas de empo-rios económicos (entre los cuales el sector finan-ciero reluce) y políticos que hacen parte de la base que conduce la mayoría de Gobierno. En el plano económico, el Gobierno ha dado serias muestras de querer implantar una economía de mercado lo más moderna posible, los esfuerzos empeñados en tal empresa no han sido pocos y todos apuntan a insistir hasta lograr dicho cometido. Aunque para mejor claridad sobre la perseverancia, valga una pregunta ¿qué puede decirse de la perseverancia que diga más que el mismo intento del Presidente por continuar en el poder por un tercer periodo?

Finalmente, es más que justo aclarar, a favor del cinismo clásico, que el Perro Mayor, Diógenes de Sinope –el fundador–, con esta doctrina pretendió burlarse del poder, al tiempo que, como sabio, reco-rría el camino del conocimiento agitando la verdad sobre los poderosos; al decir de los griegos un acto de parresia, el cual es redimensionado por los cíni-cos de hoy, “modernos” que gustan, a contrapelo de la tradición clásica, quemar incienso al poder y usufructuar para bien propio el erario público. En otras palabras, los viejos cínicos podían serlo por-que en cierto sentido no tenían “nada” que perder y por eso eran tan radicales contra el poder; por el contrario, nuestros cínicos lo son porque tienen la sartén por el mango y ponen su cinismo como una especie de demostración de que la realidad es así y no habría mucho qué hacer al respecto.

...los viejos cínicos podían serlo porque en cierto sentido no tenían “nada” que perder y por eso eran tan radicales contra el poder; por

el contrario, nuestros cínicos lo son porque tienen la sartén por el mango y ponen su cinismo como una especie de demostración de

que la realidad es así y no habría mucho que hacer al respecto.

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UNOLa palabra extensión tiene varias acep-

ciones. Una de ellas es la de ser contenedor y con-tenido de una acción orientada o dirigida a producir hechos, por ejemplo, conectar algo con algo; alguien con algo. Otra acepción es la de constituir un movi-miento físico constituyente de relaciones, mediante las cuales se amplía la cobertura o el espacio de un obje-to, de una idea, orientada a constituir campos, áreas, tendencias, fuerzas, competencias, etcétera. Otra acepción, es la de diferenciar los límites y las fronte-ras de algo constituido como interior de “otra cosa” nombrada como exterior; de un afuera y un adentro espacial, institucional, corporal, orientado a establecer distinciones, competencias, rangos, jerarquías, mate-

Tres ideas sobre la EXTENSIÓN

• Una crítica a la visión funcional del trabajo docente-investigativo

• El imperativo de pensar filosóficamente el hacer universitario

PorBeethoven Zuleta Ruiz

Director de Investigación y Extensión de la Facultad de Arquitectura de la Universidad

Nacional de Colombia

Conferencia presentada el 18 de septiembre de 2009 en Medellín, en la primera sesión de la Cátedra Abierta de Extensión, organizada por la Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Antioquia. La segunda sesión tuvo lugar el 25 de noviembre del mismo año.

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Existe la idea de que la extensión es un estado terminal de la

acción universitaria en el que el acto académico consuma un proceso destinado al servicio, la empresa o a la solidaridad, mediando herramientas más o

menos eficaces que garantizan un efecto instrumental múltiple…

Sin embargo, el movimiento inverso de retorno de información

emergente de las prácticas y acciones experimentadas a través

de los programas de extensión, hacia los conocimientos-fuente, es

desestimado o considerado nulo.

rializados como unidades, componentes o estructuras espaciales de los objetos e ideas implicados.

Según lo anterior, la extensión universitaria, podemos caracterizarla como un movimiento in-tencionado de acciones dirigido a transferir infor-mación especializada, dotada de una capacidad determinada para producir un impacto físico o efectos de escala informacional en ambientes co-rrelativos o paralelos donde compatibilizan lógicas de conocimiento, maneras de hacer y resolver co-sas, de gestionar procesos, y procedimientos, de implantar modelos para organizar la satisfacción de intereses de individuos, colectivos, grupos social-mente estructurados o no estructurados.

En suma, la extensión en el contexto de una or-ganización de conocimiento, es un momento expe-rimental en el que las fuerzas movilizadoras de una idea o de una acción asociadas a un saber, ciencia o disciplina materializan cambios, producen tendencias, modifican procesos, y crean nuevos estados y nuevas posibilidades en la producción y creación de informa-ciones, que favorecen el desarrollo de innovaciones e invenciones en las distintas escalas de los usos sociales y culturales de informaciones, programas y sistemas de memoria colectiva, individual y social.

La producción intencionada de espacios experi-mentales de los sistemas especializados de memoria llamados ciencias, saberes o disciplinas, no puede entenderse entonces como un acto o un conjunto de actos diferenciados del sistema que aporta los materiales experimentados. Se trata solamente de una información intensificada por las pruebas y de-rivas del acto experimental. Una idea pedagógica teórica no puede ser ajena al espacio que motiva su experimentación (la docencia), y tampoco al movi-miento que suscita sus atributos y capacidades de uso incremental de las informaciones de que está dotada (la investigación).

Existe la idea de que la extensión es un estado terminal de la acción universitaria en el que el acto académico consuma un proceso destinado al ser-vicio, la empresa o a la solidaridad, mediando he-rramientas más o menos eficaces que garantizan un efecto instrumental múltiple, susceptible de medir en la estabilización de un proceso, la regularización de unas prácticas, la normalización de unos proce-dimientos, la satisfacción de deseos o de necesida-des, la compatibilización de unas lógicas institucio-nales con los usos y las proyecciones de normas y

reglas técnicas, la adaptación de las costumbres y los hábitos individuales y colectivos a las tendencias del cambio tecnológico. Sin embargo, el movimiento inverso de retorno de información emergente de las prácticas y acciones experimentadas a través de los programas de extensión, hacia los conocimientos-fuente, es desestimado o considerado nulo.

Los conceptos y escalas territoriales de la extensión (un laboratorio sociológico; un laboratorio o progra-ma de salud; o también un laboratorio de física o de química) comúnmente son tratados como meros espa-cios de experimentación vacía, es decir, como lugares puramente instrumentales donde los materiales utili-zados no son interpelados con un enfoque de uso no convencional, y por lo tanto las fuerzas y cualidades informativas de los materiales son disipadas por la res-tricción de las exigencias requeridas por una industria o empresa, también convencional.

Sin embargo, en un ambiente experimental (por ejemplo, el que se configura en un hospital entre los profesionales médicos y paramédicos, los pacientes y las enfermedades) las informaciones sufren oscila-ciones entre lo convencional y lo no convencional, y están “naturalmente” presionadas a establecer con los medios biofísicos a que están destinados (per-sonas, ambientes enfermos, enfermedades, tecnolo-

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gías, etc.) relaciones antrópicas de distinta escala, intensidad y posición, que producen redes de in-tercambio de información capaces de configurar o desconfigurar un sistema de conocimientos, inclui-da la información almacenada en forma de energía potencial (el sistema hospitalario) y el de las ma-terias naturales y humanas atribuidas al sistema u organización territorial de la salud.

Esta visión de ambiente experimental, que ponemos como ejemplo, hay que proyectarlo a otros sistemas: el fabril; el pedagógico; el de las instituciones públi-cas; el de las culturas barriales; el de la organización ambiental y paisajística de la ciudad; el de los sistemas productivos; el de la guerra, etc.

DOSLas relaciones del sistema de información univer-

sitario con la sociedad, la cultura, los hábitats na-turales y humanos con sus instituciones, son de un carácter territorial. Sin embargo, los vínculos terri-toriales cuando son desestimados sufren un efecto disociativo en varias escalas: la materia y la función (tecnologías y conocimientos); la decisión y la ac-ción (las organizaciones); el procedimiento y la di-rección (la estrategia); los actores y los lugares (el paisaje escenográfico); produciéndose así un efecto de homologación o traslapamiento en los niveles de los intereses, el reconocimiento, pero también en las escalas del espacio y del tiempo.

Cuando los componentes pares de un sistema territorial de producción de conocimientos se diso-cian, derivan en disfunción. Es lo que sucede cuan-do un programa de alfabetización cultural o de en-trenamiento tecnológico es disociado de su medio; o un sistema hospitalario de la salud pública. Ocurre generalmente que el acto funcional o instrumental-mente asumido, deriva en acto disfuncional y con-vierte en autista a su usuario. En una escala social o cultural ampliada, la disfunción puede traducirse en autismo social o autismo territorial. Los conceptos de extensión social, extensión solidaria, regionali-zación, internacionalización, pueden resonar como eco autista o gesto mimético de reproducción de la disfunción social o territorial.

El dinamismo de una organización de conocimien-to crea territorios compatibles con una sociedad, que son mediados por instituciones, en el sentido de que éstas son realmente entidades de memoria dotadas de una capacidad tecnológica y moral para

acometer problemas, y cumplen una función tera-péutica expresada en las escalas de satisfacción y bienestar de una sociedad.

“La institución se presenta siempre como un sis-tema organizado de medios. En ello reside, por otra parte, la diferencia entre la institución y la ley: esta última limita las acciones, aquella última es un mo-delo positivo de acción. A diferencia de las teorías de la ley, que sitúan la positividad fuera de la socie-dad (los derechos naturales), y conciben la sociedad como negación (la limitación contractual) la teoría de la institución sitúa fuera de la sociedad lo nega-tivo (las necesidades) y presenta la sociedad como algo fundamentalmente positivo, inventivo (de unos medios originales de satisfacción). Este tipo de teo-ría nos suministra criterios políticos: una tiranía es un régimen en el que hay muchas leyes y pocas instituciones, mientras que la democracia es un ré-gimen en el que hay muchas instituciones y muy pocas leyes. La opresión se produce cuando las le-yes se aplican directamente a los hombres, y no a las instituciones antepuestas que sirven a los hom-bres de garantía”(Deleuze).

Una institución, por ejemplo, la institución fi-losófica, es un espacio territorial móvil, que lleva consigo la memoria de sus experiencias. Porque la memoria es el lugar destinado por el cuerpo para

La historia de nuestras culturas particulares, constata que

el proceso de diferenciación social y la formación de valores

espirituales y corporales tienen un origen o comienzo

común en la fuente religiosa. Con el lenguaje religioso, la institución religiosa produce una intensa movilización de valores, que cohesionados

como creencia sirve de soporte y fundamento de la identidad

de un amplio y diverso conglomerado humano.

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almacenar el conocimiento que le gratifica y com-prender las emociones que le incitan al sufrimiento o que le producen defecto o exceso emocional. Por la memoria, el individuo sana sus heridas y cura en si mismo las dolencias del alma de sus semejantes.

Michel Onfray en “La comunidad filosófica. Ma-nifiesto por una universidad popular”, recuerda que “La Antigüedad propone una definición senci-lla del filósofo que yo hago mía. Se trata de una actividad reflexiva y de meditación que da lugar a una existencia en consecuencia. Teorizar es cierta-mente ejercitar el pensamiento, también lo es la di-sertación, la retórica y el análisis, la confrontación, la explicación y la argumentación, así como, evi-dentemente, la profundización conceptual, desde luego pero únicamente en función de transfigurar la vida, de operar una conversión netamente identi-ficable en lo cotidiano. Antes de que el cristianismo se apodere, para confiscarla definitivamente, de la noción de conversión, la etimología da cuenta de un origen dinámico: girar con. De ahí las muchas acepciones que desbordan la opción religiosa: en mecánica, significa el punto alrededor del cual se efectúa una rotación; en teoría militar, sirve para nombrar el cambio de frente; en la marina, para formular la maniobra de un cuerpo de navíos; en alquimia, para indicar la transmutación de los meta-les; pero también en los ámbitos de las finanzas, de la jurisprudencia, de la medicina, de la lógica, de la aritmética y de la astronomía se encuentran sentidos posibles fuera de la acepción clásica monopolizada por la religión católica: “Tirer les âmes hors d’une religión qu’on croit fausse pour les faire entrer Dans une religión qu’on croit vraie”, decia Littré.

Con el análisis de la normalización, mostramos cómo con el uso estratégico de la moral, el catolicismo convierte la conversión en un asunto metodológico, que transforma la naturaleza del hombre nativo en su doble estructura corporal y espiritual, y modifica sus cualidades sociales reproductivas y sus valores.

La importancia metodológica del término conver-sión es un asunto central cuando interrogamos el na-cimiento de nuestra cultura y con ella interpelamos las condiciones de un movimiento de conversión de masas, mediando esquemas de institucionalización de las conductas por un programa educativo y cultural de alfabetización estructural liderado por un sistema arti-culado de organizaciones universitarias en el llamado periodo colonial y poscolonial republicano.

En su estudio del origen de la cultura griega Werner

Jaeger le asigna a la educación la responsabilidad prin-cipal de la fundación de cultura y sociedad. En Paideia puntualiza Jaeger: “De la disolución y la destrucción de las normas resulta la debilidad, la falta de seguridad y aun la imposibilidad absoluta de toda acción educa-dora. Esto ocurre cuando la tradición es violentamente destruida o sufre una íntima decadencia”1.

Sin embargo, apoyados en Jaeger, pensamos que la disolución de las coordenadas originarias de la cultu-ra de un pueblo, puede marcar también el comienzo de un proceso fundacional de una sociedad distinta. Y esto ocurre con los pueblos nativos que habitaban la Nueva Granada, los cuales sometidos a un traba-jo de transformación y re-educación en valores, son desplazados radicalmente del destino vital originario y orientados en su voluntad hacia una perspectiva histórica de comunidad de sentido.

Un elemento que resalta de este horizonte histó-rico, es el carácter singular de la institución religiosa que al esculpir un nuevo tipo de hombre y sociedad, da indicios de un poder reestructurador y de una ca-pacidad de influenciar las fuerzas formadoras del alma colectiva de una sociedad. Porque la institución reli-giosa fue y es un factor decisivo en la construcción de una imagen de individuo acuñado en la idea universal y normativa de la visión de mundo católico.

Pero, la idea sólo puede ser movilizada por la ins-titución, porque sólo ella es portadora de su conoci-miento y puede ponerla a tono de las circunstancias de los hombres en los cuales busca germinar y ma-durar el espíritu de su fuerza.

En el contexto geográfico colombiano, la activi-dad instituyente de la Iglesia logra consolidar una cultura nacional, historiográficamente narrada con un sentido instrumental y operativo, es decir, como si la Iglesia se hubiera limitado a acompañar e inter-venir una iniciativa de empresa de dominio básica-mente económico y político.

La formación de un perfil de individuo y cultura, y la proyección experimental de estos perfiles en el diseño de un tipo particular de sociedad y en la cons-titución de un pueblo histórico, han sido considerados subproductos de la implantación de un poder econó-mico y político, o a lo sumo, un efecto ideológico de la religión, es decir, una expresión superestructural de un proceso económicamente determinado.

La actitud intelectual de homologar e incluir la experiencia amerindia en la cronología histórica de otras sociedades y pueblos (especialmente euro-

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peos), nos dificulta apreciar la especificidad de las rutas y de los acontecimientos que correlacionan lo cultural y lo religioso. Por ejemplo, el deseo de jun-tar y de interpretar la experiencia del hecho religioso en el mundo amerindio, con los parámetros históri-cos de la formación del hecho religioso cristiano en mundos culturales como los de la Europa occiden-tal, no nos ha dejado ver una diferencia central con la Europa: la de que la colonizacion cristiana de las culturas paganas en este continente, debe enfrentar pueblos y sociedades que tienen por traza común histórica la de pensar de un modo cosmo-filosófico sus propias relaciones como hombres, y sus relacio-nes con la vida y el mundo.

Con base en esta diferencia fundamental del expe-rimentalismo cultural de los pueblos, adoptamos una óptica distinta para pensar la incursión religiosa cató-lica en la mentalidad mítica del hombre amerindio, para caracterizar su impacto en la formalización de un nuevo tipo de sociedad, y para comprender su defini-tivo vínculo raigal con la cultura y los pueblos nativos.

Pretendemos mostrar, entonces, que con la insti-tución religiosa y mediante un proceso experimental comunicativo centrado en la actividad cognoscitiva y simbólica que usa la creencia como un sistema de conocimiento, la Iglesia logra inventar una cultura y dar cimiento a sociedades comúnmente integradas al sistema de creencias católico.

El uso experimental del lenguaje religioso aportó al hombre nativo colonizado los materiales culturales y los referentes históricos para definir el estatus político de sus organizaciones primarias y sienta las premisas básicas para organizar la sociedad en clases sociales e implantar en ella un sistema o un estilo de poder.

Pues, dice Jaeger “es un hecho fundamental de la historia de la cultura que toda alta cultura surge de la diferenciación de las clases sociales, la cual se origina, a su vez, en la diferencia de valor espiritual y corporal de los individuos”2.

La historia de nuestras culturas particulares, constata que el proceso de diferenciación social y la formación de valores espirituales y corporales tienen un origen o comienzo común en la fuente religiosa. Con el lenguaje religioso, la institución religiosa produce una intensa movilización de va-lores, que cohesionados como creencia sirve de so-porte y fundamento de la identidad de un amplio y diverso conglomerado humano.

Del poder de la creencia y de su propagación como

sistema de conocimiento y sociedad no nos ocupamos realmente. Sin embargo, la creencia ha constituido en múltiples ocasiones el soporte de los movimientos contestatarios sociales o también los movimientos y campanas de reactualización del régimen político.

Por esta razón, consideramos importante volver so-bre el poder de una creencia que pudo y fue capaz de proyectar socialmente sus imágenes del mundo y con-vertirlas en imágenes de un mundo real, en la imagen natural de una cultura. La experimentación colonial y postcolonial en el marco del accionar de la institución católica es, pues, un contexto que forja ideas, crea na-rraciones, produce actores e inventa escenarios. Así, el Nuevo Mundo es una invención cultural, como lo son también las formas sociales, los hábitats y las ciudades que sirven de contenedor, contenido y plataforma de expansión del experimento colonial.

Un acercamiento a la ciudad y específicamente a su principio creador el de la urbanización de los hábitos, de las costumbres, de las reglas y prácticas individuales y colectivas de convivencia y formación de sociedad, aporta indicios y conocimientos acerca del procedi-miento constructivo de la idea religiosa de mundo en la fundación y desarrollo de las bases espirituales y físi-cas del sistema cultural nativo.

Por la urbanización, lo religioso sedimenta y vuelve material una idea de mundo y la fija como norma de la colectividad. Y este acontecimiento explica la impor-tancia de articular el análisis de lo urbano con la prác-tica religiosa, y ésta con la práctica y la organización universitaria, concebida generalmente como fenóme-nos de la cultura independientes y autónomos.

TRESContemporáneamente, el giro universitario y sus

estrategias de la extensión dan cuenta de un discur-so funcional de la ciencia y la tecnología, en el que podemos apreciar un atavismo cultural de filiación marcadamente orientado a la sobrevaloración de los instrumentos, que es un gesto cultural analógica-mente cercano a la consideración de que la partici-pación en el acto litúrgico de la elevación, produce por efecto funcional un alivio terapéutico del alma enferma, cuando en realidad lo que obra es un si-mulacro de un síntoma que al no encontrar un alivio real, fáctico y afectivo se repite y reproduce como promesa de liberación y de transformación. En rea-lidad, se trata de una aceptación individual y social de la frustración de la vida personal y colectiva.

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Con el aprendizaje pasa otro tanto o lo mismo. Y con la organización de los planes de estudio es apre-ciable la tendencia atávica a producir simulacros, que reducen el diseño metodológico de los progra-mas a ideas que imitan totémicamente un modelo asumido filiativamente.

Una evaluación de los planes curriculares que contrastamos con el análisis en escalamiento mul-tivariado, herramienta aplicada para analizar los planes curriculares de 12 países, constató la existen-cia de un eje cultural formado por Estados Unidos, Italia, Argentina y Chile, diferenciado de otro eje en el cual se agrupan las universidades españolas, colombianas y brasileñas, con lo cual identificamos materialmente una filiación estrecha con España, no reconocida formalmente, lo cual nos invita a volver a pensar su influencia en la cultura nativa.

La filiación que podría interpretarse como un resultado puramente posicional del sistema acadé-mico mundial de formación en arquitectura y ur-

Notas

1 Werner, Jaeger, Paideia. Fondo de Cultura Económica, México, 1992, p. 4

2 Ibid. p. 20

Contemporáneamente, el giro universitario y sus estrategias

de la extensión dan cuenta de un discurso funcional de

la ciencia y la tecnología, en el que podemos apreciar un

atavismo cultural de filiación marcadamente orientado a

la sobrevaloración de los instrumentos, que es un gesto

cultural analógicamente cercano a la consideración de que la

participación en el acto litúrgico de la elevación, produce por

efecto funcional un alivio terapéutico del alma enferma,

cuando en realidad lo que obra es un simulacro de un síntoma

que al no encontrar un alivio real, fáctico y afectivo se repite y reproduce como promesa de

liberación y de transformación.

banismo, deja abierta sin embargo la pregunta por la permanencia de invariantes culturales asociadas a un sistema lingüístico vehicular como el español, por ejemplo, tienen un mayor poder de expansión y de influencia, llegando a ser histórica y geográfi-camente hegemónica.

El problema de cómo la hegemonía lingüística lo-gra según las parámetros de su racionalidad crear y desarrollar en la sociedad nativa las funciones de la cognición y de la organización de ésta en estructuras operatorias lógicas, es una cuestión que rebasa los argumentos políticos con los cuales se ha explicado su aparición y dominio en el nuevo mundo.

Porque la formación de las estructuras básicas de conocimiento en una sociedad tiene una relación ope-rativa directa con el desarrollo de funciones no sola-mente políticas ni sólo simbólicas.

Y es con base en la interactividad de las funciones cognoscitivas y técnicas que un programa de aprendi-zaje o de inculcación cultural enfrenta y pone a prueba a individuos y grupos con la materialidad del mundo, con la percepción e interpretación de sus formas para organizar la vida cotidiana y modelar el juicio.

El sometimiento del presente ante el pasado crea un efecto de desconfianza asumida por la sociedad, que es transmitida por la educación a través de sus múltiples vías. Es por este motivo que la sumisión perdura en el ejercicio del conocimiento. Pero, la su-misión como característica cultural no es catalogada como un valor religioso ni tampoco como un rasgo de la tradición. Su presencia como huella histórica está neutralizada por un modo de obrar racional descon-fiado con el presente y atado al pasado.

La sumisión no se percibe como factor inhibitorio o impedimento mental, porque mimetizada en el juego de un obrar racional autolimitado, no alcanza tampoco a considerarse como indicio de una cultura incapaz de colonizarse ella y darse su propia curación filosófica.

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Pronunciamiento público y crítica al procedimiento de medición de grupos de COLCIENCIAS

Medellín, 30 de Septiembre de 2009

Doctora CECILIA MARÍA VELÉZ WHITEMinisterio de Educación Nacional

Doctor Juan Francisco Miranda Miranda Director del Departamento Administrativo De Ciencia, Tecnología e Innovación, COLCIENCIAS

Doctor Alberto Uribe Correa Rector Universidad de Antioquia

Doctor Jairo Humberto Restrepo ZeaVicerrector de InvestigacionesUniversidad de Antioquia E.S.D

Asunto: Pronunciamiento público y crítica al proce-dimiento de medición de grupos de COLCIENCIAS.1

Respetados señores/as,Atentamente y con todo respeto me dirijo a ustedes

con el fin de presentarles una serie de reflexiones sobre los resultados que publicó recientemente el Departamen-to Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Colciencias, y sobre las valoraciones de esos resultados, expresadas por el doctor Jairo Humberto Restrepo Zea de la Universidad de Antioquia (en adelante Vicerrector), en el artículo: “La nueva medición de grupos de Col-

ciencias. Análisis e implicaciones para la Universidad de Antioquia”, (ALMA MATER No. 579), y por el Director de Colciencias, doctor Juan Francisco Miranda Miranda.

Los puntos que quiero presentar para la discusión, análisis y posible inicio de reclamaciones jurídicas como peticiones, quejas, reclamos o derechos de petición, según lo considere la Oficina Jurídica de la Universidad de Antioquia, o lo consideren particulares afectados y otras universidades, son los siguientes:

1.- Colciencias puso freno a la grupomanía. La afir-mación hecha en el comentario del ALMA MATER No. 579, a la intervención del señor Director de Colciencias, que afirma: “Colciencias puso freno a la grupomanía”. (ALMA MATER, p. 19). Esta afirmación constituye una parte importante del núcleo argumentativo del artículo del Vicerrector y es parte del argumento, recogido por los periodistas de la intervención del Director de Col-ciencias, doctor JUAN FRANCISCO MIRANDA MIRAN-DA y publicada en este periódico universitario.

Es una afirmación muy problemática y no se funda-menta en argumentos racionales. ALMA MATER repro-dujo una tesis falsa, como voy a demostrarlo.

2.- El vicerrector y lo público. Las conclusiones ge-nerales sobre el proceso de la nueva medición de gru-pos de COLCIENCIAS, que fueron obtenidas por el Vicerrector en el artículo mencionado. Las valoracio-nes del Vicerrector sobre los grupos perjudicados por la medición que Colciencias publicó hace pocas sema-nas, dejan ver unas claras preferencias hacia los grupos favorecidos por esta medición hecha por Colciencias, y permiten ver las intenciones de las directivas de la Universidad de Antioquia de promover políticas y el uso de recursos públicos importantísimos, como son los de la Estrategia de Sostenibilidad en la Universi-dad de Antioquia, para favorecer la posición de los grupos que quedaron mejor situados tras la medición,

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como son concretamente los 31 grupos en categoría A1, 23 en A, y 49 en B de la Universidad de Antioquia. Los juicios de valor expresados en su artículo sobre los aspectos positivos de la reducción del número de los grupos A y sobre los aspectos negativos implicados en que muchos grupos A pasaron a B, C, D o no fue-ron reconocidos, manifiestan unas claras preferencias y unos claros sentimientos de estimación y reconoci-miento del Vicerrector y del actual Director de Col-ciencias por unos grupos (concretamente los 31 grupos en categoría A1, 23 en A, y 49 en B de la Universidad de Antioquia); pero a la vez, estos juicios de valor ex-presan que las preferencias de las políticas de apoyo que la Universidad de Antioquia le ha dado a sus gru-pos de excelencia a través de la Estrategia de Sosteni-bilidad van a ser suspendidas temporalmente para los grupos que eran A y ahora no lo son más, es decir, los 39 grupos en C, 52 en D y “los 1729 grupos (en todo el país) que no cumplían los requisitos mínimos para reconocer su existencia”. (ALMA MATER, p. 22).

Esta relación entre las preferencias y los claros senti-mientos de estimación y reconocimiento de las directivas de la Universidad de Antioquia, del actual Director de Colciencias y en general de Colciencias por unos grupos y las no preferencias y el no-reconocimiento hacia otros grupos, se concreta magníficamente al definir una clara constelación de poder en la Universidad de Antioquia entre quienes han quedado ahora sí “definidos, esta-blecidos y legalizados” como los verdaderos grupos de investigación del Alma Máter y quienes han quedado excluidos de la posibilidad de ser grupos de investiga-ción en las categorías A1, A y B de la Universidad en mención. Hay que apreciar bien la fantástica amplitud de los cambios de una universidad que se está moder-nizando e insertando en una economía globalizada y la estrecha interdependencia de sus componentes.

3.- Colciencias está equivocada. Los resultados sobre el proceso de la nueva medición de grupos que publicó recientemente COLCIENCIAS, permiten ver que el pro-cedimiento contiene serios errores. Colciencias abrió por esta razón un plazo para presentar solicitudes de aclara-ción de los resultados publicados, como está estableci-do en la Resolución 00980 de 2009 del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación, Col-ciencias. La demostración de que el procedimiento de la nueva medición de grupos tiene serios errores la debo hacer refiriéndome al grupo de investigación de Filosofía Política que coordino desde 1995, fecha en la que este grupo fue creado, el cual pasó de A en la anterior convo-catoria a D en esta última. El proceso de reclamación ante

Colciencias que este grupo ha presentado está en curso. Pero voy a presentar en esta carta pública los argumentos con los que el Grupo está presentando la reclamación. Es importante destacar aquí también los inconvenientes de tipo técnico, como son la plataforma y el soporte muy regular a los grupos y al ingreso de la información en el aplicativo para los grupos.

a) El grupo se presentó a la convocatoria de 2008 y se sometió de manera voluntaria al proceso de me-dición, llenando los formularios respectivos, según la metodología propuesta por Colciencias.

b) Se ingresaron los productos y demás datos sobre las actividades del grupo para el período en cuestión.

c) Esperamos los resultados con cierta tensión y pre-ocupación, ya que se rumoraba en los corrillos y en re-des sociales de Internet como facebook, que Colciencias al cambiar la metodología podría generar una situación ventajosa para unos grupos y desventajosa para otros. Y este resultado negativo se produjo. Los resultados so-bre el proceso de la nueva medición de grupos son la concreción de una política impulsada por Colciencias y que se reproduce en las universidades del país. Y la concreción de esa política en la Universidad de Antio-quia se expresa este año en definir quienes quedan es-tablecidos y legalizados como los verdaderos grupos de investigación del Alma Máter y quienes han quedado por ahora excluidos de la posibilidad de ser grupos de investigación en las categorías A1, A y B.

d) ¿Cómo se produjo la medición? El asunto no es muy claro. No conocemos cómo funcionan los proce-dimientos para ingresar, valorar y validar los productos en el sistema del CvLAC y el GrupLAC de la plataforma ScienTI. Como un grupo con expectativas de quedar bien clasificado, esperamos el resultado de la medi-ción. La consecuencia del resultado de la medición para el grupo de investigación que coordino es que quedamos excluidos de la posibilidad de seguir siendo considerados grupo de excelencia (A1 o A).

Entonces, nos hicimos la pregunta: ¿Qué sucedió? ¿Por qué nos degradaron? Hay personas que han di-cho que los grupos que eran A y que en esta medición quedaron en C, o D, habían hecho trampa. Yo, como profesor titular de la Universidad de Antioquia y Di-rector del Grupo de Investigación de Filosofía Polí-tica (GIFP), solicito muy respetuosamente al señor Rector de la Universidad de Antioquia, Doctor Al-berto Uribe Correa que la Oficina Jurídica del Alma Mater, investigue quien dijó eso para demandarlo por calumnia e injuria. Es probable que algunos gru-

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pos hayan hecho trampa, pero esa generalización es muy problemática, especialmente para las Ciencias So-ciales, las Ciencias Básicas, Artes y la Filosofía, porque las pone en la picota pública. La afirmación sugiere que la mayoría de los grupos de estas áreas han hecho trampas, pues fueron los grupos que mayoritariamente bajaron su clasificación. Parece además que pasar de A a D quiere decir degradar, bajar de grado. De todas maneras hay un hecho real que están celebrando los artífices del sistema de poder imperante en universi-dades como la de Antioquia que, impulsado por Col-ciencias, se ha configurado o consolidado; y esta con-figuración de relaciones de poder se expresa en lo que el Director de Colciencias celebra en la entrevista que concedió al periódico ALMA MATER como el retorno a la senda natural del crecimiento de los grupos antes de que se produjera LA GRUPOMANÍA.

Es incomprensible que en Colciencias, su director y sus más importantes directivos, y que en algunas uni-versidades del país, sus directivos se alegren de que haya pocos grupos de excelencia y no muchos grupos de excelencia. Es inaudito y es una falta de respeto que se pongan felices por el hecho de que una medición, que ya se sabe tiene muchas fallas técnicas, genere re-sultados que se expresan en que hay menos grupos de excelencia. Las directivas de una universidad, el direc-tor de Colciencias, el Ministro/a de Educación deberían alegrarse porque en su país hay muchos grupos de ex-celencia y entristecerse por que no los hay. Pero no, esto aquí no sucede así. Aquí, en Colombia todo es al revés. Aquí se alegran porque hay pocos grupos de excelen-cia y muchos grupos degradados. El problema es que la medición se ha hecho mal. Y considero por esto que es muy probable que en Colombia seguramente deba ha-ber más grupos de excelencia de los que resultaron de la medición de grupos publicada en junio de este año. Por eso tenemos que esperar a que Colciencias se pro-nuncie sobre las reclamaciones que han hecho los gru-pos y las universidades. Entonces, la alegría de algunas autoridades universitarias y del Director de Colciencias, es pues la alegría de aquellos que al ejercer el poder de forma no democrática, excluyen a las mayorías de la posibilidad de participación en la lucha democrática.2

¿Y por qué digo esto último? se preguntaran algunos. Pues sencillamente porque este es un procedimiento institucional, del Estado democrático de derecho, es-pecífico de una institución estatal, a saber, un Depar-tamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Inno-vación dedicado a promover las políticas públicas para fomentar la CTI. En los procedimientos de participación

institucionales-democráticos, como el de medición de grupos de investigación, se cambiaron las reglas sin in-tervención de los posibles afectados, como se puede ejemplificar con el asunto de si un investigador y sus productos pueden estar en uno o varios grupos. Enton-ces, las preguntas que tenemos que plantearnos aquí son: ¿Se cambian las reglas y se mide de acuerdo a las conveniencias de unos grupos? ¿Pero por qué pasa esto en las instituciones que regulan la educación superior en Colombia? Parece ser que en el caso de Colciencias, sus burócratas han cambiado las reglas sin preguntar primero a los afectados, o mejor crearon una máquina para medir los grupos que funciona mal o que no saben manejar, o que con cierta intención negativa funciona mal y lo que produjo la máquina (el sofisticado aparato del CvLAC y GrupLAC de la plataforma ScienTI) en el caso de la Universidad de Antioquia es que el susodicho resultado es funcional a los intereses de los tradicionales grupos de poder de esta Universidad, que debo decirlo de una vez son grupos de excelencia.

Mi posición no es criticar o cuestionar esos grupos, pienso que son grupos de excelencia porque han hecho las cosas bien; han hecho y están haciendo ciencia, in-vestigación y han formado investigadores con disciplina y responsabilidad. Son grupos con grandes capacidades en la generación de conocimiento. No quiero que me entiendan mal. La crítica es contra el sistema o conste-lación de poder que se ha formado en el país, que tiene como consecuencia una subvaloración de las Ciencias Sociales, las Artes, las Ciencias Básicas y la Filosofía. Pero más adelante me referiré a esto con más precisión.

4.- La máquina de medición diseñada por Col-ciencias funciona mal. ¿Por qué afirmo que la má-quina (es decir el sofisticado aparato del CvLAC y GrupLAC de la plataforma ScienTI) funciona mal? Lo digo porque puedo demostrar con argumentos racio-nales que el grupo de investigación de Filosofía Política que coordino desde 1995, fecha en la que fue crea-do, pasó de A en la anterior convocatoria a D en esta última. Y considero que esta descalificación es resulta-do de un error. Ya ha sido radicada una reclamación ante el Director de Colciencias para que se inicie este proceso administrativo y se haga una revisión de la in-formación presentada. Y ya se solicitaron los respaldos de la información que el grupo ha presentado en el GrupLAC en los años anteriores para poder aclarar las razones de por qué desapareció información. Es pro-bablemente un error porque los siguientes productos presentados a la convocatoria no fueron considerados porque Colciencias afirma que no tenían los indicado-

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res de existencia o porque faltaba en el GrupLAC uno o dos números del ISSN.

Productos:Capítulo de libro: Justicia: ¿global, nacional o trans-

nacional? Artículo de investigación: La exigencia ética. Sobre

la doctrina del amor en Kierkegaard.Capítulo de libro: ¿Hay un conflicto insuperable en-

tre la soberanía de los Estados y la protección de los derechos humanos?

Capítulo de libro: Justicia global, derechos humanos y responsabilidad.

Capítulo de libro: Justicia, exclusión y pobreza en América Latina

Libro: Justicia y exclusión. Nota: Al autor del libro le fue otorgado por la Universidad de Antioquia un pre-mio de investigación por este libro. Mención Especial de Investigación- 2008.

Capítulo de libro: La renta básica. Herramienta para la justicia global.

Una primera conclusión de este punto es, entonces, que si tenemos razón en la reclamación y esto manifiesta una tendencia general en el país, en Colombia volvería-mos a tener una grupomanía, o para no usar ese tér-mino tan despectivo, volveremos a la realidad del país y es que en este país hay un número considerable de grupos de investigación y muchos de esos grupos de ex-celencia son de las Ciencias Sociales, las Ciencias Básicas, de Artes y de Filosofía. Seguramente hay muchos grupos de las Ciencias Sociales y Básicas que no son grupos de excelencia, que son pequeños grupos, que están en su etapa de crecimiento y consolidación, eso es cierto. La argumentación presentada aquí no es una defensa de las Ciencias Sociales porque como tales, de forma igualitaria deben recibir apoyo para potenciar sus capacidades. No, no es un igualitarismo simple en el que todos debemos recibir por igual, independientemente de lo que haga-mos. Deben recibir más los que hagan mejor las cosas, se lo merecen. El modelo de distribución debe ser el del merecimiento, tal y como lo propuso John Rawls en su libro Teoría de la Justicia. La argumentación presentada aquí es, ciertamente, una defensa de las Ciencias Socia-les, las Ciencias Básicas, Artes y Filosofía, porque los in-vestigadores de estas disciplinas son personas (hombres y mujeres) con grandes capacidades para la docencia, la investigación, la crítica política y social, el impacto con sus publicaciones en el ámbito nacional e internacional, quienes al no obtener apoyos en recursos para hacer las tareas mencionadas, pues quedan bastante limitados en

la potenciación de sus capacidades y en la formación de nuevos investigadores. Hay ejemplos de investigadores de las Ciencias Sociales, que estaban en grupos A y en esta medición sus grupos bajaron de categoría: María Teresa Uribe, María Victoria Uribe, Guillermo Hoyos Vásquez, Rubén Sierra Mejía, Rodrigo Uprimny, por mencionar so-lamente unos pocos. ¿Son realmente investigadores que no tienen el perfil de los investigadores de los recién de-finidos grupos A1, A y B?

Una segunda conclusión es que todos vivimos en tensión con Colciencias. Su trabajo, en vez de ser una institución neutral al servicio de la potenciación de las capacidades para el conocimiento, se ha convertido prin-cipalmente en el simple asunto de cambiar las metodo-logías de medición, las metodologías para otorgar becas, para asignar recursos y con esto lo que hacen es generar inestabilidad. Es una institución generadora de inesta-bilidad. Cambian las reglas sin atender las exigencias es-pecíficas de los procedimientos institucionales del Estado democrático de derecho. Luego dicen que los cambios de las reglas fueron avalados por un grupo de expertos in-ternacionales o nacionales, que por lo general la opinión pública no sabe quienes son. ¿Pero, entonces, en que se ha convertido Colciencias?, nos preguntamos los intelec-tuales y humanistas de las Ciencias Sociales. Parece que ha devenido en una burocracia experta en medir, pero con el metro equivocado. O mejor, un grupo de burócra-tas de la medición científica que no tiene idea de lo que es hacer ciencia en la medicina, las ciencias exactas, las naturales, las sociales y por supuesto no tiene idea de lo que es hacer filosofía. ¿Qué va a entender un burócrata de Colciencias aquello que es hacer filosofía, lo que sig-nifica su praxis? Debo decirlo, es comprensible que eso les pase a estos burócratas de la medición debido a lo que el economista del siglo XIX Adam Schmitt denominó la división social del trabajo. No todos podemos saber de todo. Unos nos dedicamos a intentar hacer ciencia, de-recho, jurisprudencia, política o filosofía y otros a medir y a cambiar las reglas de medición. El problema es que los que se dedican a medir y a cambiar las reglas de medi-ción a veces miden mal. O no saben medir, o tienen un metro equivocado, o miden con preferencias valorativas funcionales a ciertas disciplinas. Y esta vez la máquina que los burócratas de Colciencias crearon o contrataron (el CvLAC y el GrupLAC de la plataforma ScienTI) midió mal a algunos de los más importantes grupos de investi-gación. Finalmente es importante destacar dos asuntos:

De un lado, es importante señalar la incidencia que la casi carencia de un buen soporte técnico que prestó Colciencias (o que no prestó) influyó en los resulta-

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dos de muchos de los grupos; y de otro lado, que las Universidades en general, no estaban preparadas para apoyar a los grupos (técnicamente) ni contaban con personal dedicado exclusivamente a ese proceso.

5.- La universidad y el poder. Vuelvo para finalizar esta larga carta a los problemas concretos de poder en la Universidad de Antioquia, un espacio social del mi-cropoder, como diría Foucault. La pregunta aquí es:

¿Entonces, qué es lo que sucede en este espacio social del micropoder? A la constelación de poder de los gru-pos de excelencia o de las grandes Facultades de la Uni-versidad de Antioquia (Ciencias de la Salud, Ingeniería y Ciencias Económicas), siempre les ha interesado tener el poder. Pero eso es apenas lógico, todos aspiramos siem-pre a tener más poder, nos lo enseño Thomas Hobbes en el famoso Leviathan. “La ciencia sirve sólo al poder”, escribió en Tratado sobre el cuerpo y en El Leviatán: “el poder de un hombre consiste en sus medios presentes para obtener un bien manifiesto en el futuro. El conoci-miento es, por tanto, poder, porque permite, por medio del razonamiento elucidar el mecanismo de la naturale-za”. Es decir, para hacer ciencia, docencia e investigación es definitivo tener el poder sobre los recursos, las posibili-dades y las capacidades. Y muchos de esos grupos lo han hecho muy bien. Son grupos excelentes. Yo, como un profesor del Instituto de Filosofía del Alma Máter, reco-nozco que muchos de esos grupos hacen las cosas bien. Conozco los resultados de algunas de sus investigaciones. Tengo importantes amigos, científicos, de la Facultad de Medicina, de la Facultad de Salud Pública, de Matemá-ticas y Economía que me cuentan lo que hacen, que me han mostrado cómo tienen organizados sus programas de maestría y doctorado. Y los admiro por lo que descu-bren, patentan, explican teóricamente y ejecutan en la enseñanza y en la proyección social de la Universidad.

El problema es que en este caso, como en muchos otros anteriores, al definirse una clara constelación de poder en la Universidad de Antioquia, entre quienes han quedado ahora sí “definidos, establecidos y legaliza-dos” como los verdaderos grupos de investigación del Alma Máter y quienes han quedado excluidos de la po-sibilidad de ser grupos de investigación en las categorías A1, A y B de la Universidad de Antioquia, se puede ver con total claridad cómo el poder de unos grupos es favo-rable a la posibilidad de su crecimiento y fortalecimiento y cómo este poder es desfavorable a la posibilidad de acceder a los recursos para potenciar las capacidades de otros grupos, pues significa que quedan excluidos de la posibilidad del acceso a los recursos económicos necesa-rios para hacer ciencia e investigación.

Así para concluir voy a resumir mi posición así:1) El método para introducir la información en los

programas de la Plataforma Scienti no es amigable, con lo que no existiendo por parte de Colciencias ni por parte de las universidades un apoyo a los grupos, esto tiene como consecuencia que se descalifiquen o se desaparezcan productos, lo que tiene efectos en la evaluación. En ese momento el problema deja de ser formal para convertirse en un problema sustancial.

2) Ahora bien, como precisamente la posición insti-tucional es la de acabar con la “grupomanía”, lo que en otras palabras significa reducir el número de grupos de investigación, los problemas que presenta la Plata-forma Scienti contribuyen a esa reducción.

3) Se trata de hacer una depuración de los grupos, a lo que aporta la Plataforma, en la medida en que la informa-ción que en ella se consigna no se verifica en forma ade-cuada y se reduce por ejemplo el criterio de existencia de un producto a si el ISSN contiene todos los dígitos, como si no existieran soportes que prueban la existencia de ese producto, y como si Colciencias no fuera consciente de que el mismo sistema no permite muchas veces la intro-ducción de la información completa o incluso la borra.

4) Respecto del celebrado fin de la “grupomanía” mi afirmación es que me parece impropio que la reduc-ción del número de grupos de investigación en las uni-versidades sea considerada como un éxito. Pienso que debe ser considerada como exactamente lo contrario, al menos esa debería ser la mirada que dieran a estos te-mas instituciones como Colciencias y las universidades.

5) Mi posición sobre Colciencias es que se ha con-vertido en una institución que genera inestabilidad e incertidumbre.

Atentamente,Prof. Dr. Francisco Cortés RodasProfesor TitularInstituto de FilosofíaUniversidad de AntioquiaMedellín-Colombia

Notas

1. Agradezco a los profesores Jorge Antonio Mejía y Eufrasio Guzmán del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antio-quia por sus críticas y comentarios a una primera versión de este texto.

2. Véase: Cortés Rodas, Francisco, Justicia y exclusión, Siglo del Hombre Editores e Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, Bogotá, 2007, cap. 1, 5,6 y 7.

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Cuando cada año se conceden los premios Nobel, no sólo se premia el tra-bajo de investigación de personas eminentes en determinados ámbitos del saber, sino que además e inevitablemente también se presen-ta un modelo de ciencia, de conocimientos y de avances tecnológicos que se consideran los más importantes de cada año.

Nadie va a poner en duda que los 770 pre-mios Nobel, que la Real Academia Sueca de las Ciencias (y otras conocidas instituciones

La responsabilidad de los intelectuales

PorJosé M. Castillo

Sin duda alguna, la ciencia y la tecnología, que hoy tenemos, merecen un premio. Pero, si somos honestos y sinceros, hay que reconocer que merecen también un juicio severo y, en asuntos muy determinantes, un justificado castigo

Fuente:

Prensa Ecuménica

INFO n° 522. Octubre 19 de octubre de 2009

[email protected]

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

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de alto prestigio) han concedido desde 1901 hasta 2007, representan la enorme aportación que la ciencia, la tecnología, la literatura, al igual que las ciencias económicas y sociales, han hecho en favor de la humanidad.

Los asombrosos avances que, en los últimos cien años, se han realizado en medicina, en las más diversas tecnologías, en el progreso de las letras y en el esfuerzo por mejorar las condiciones de paz entre los pueblos, todo eso, en gran medida está reflejado en la im-presionante lista de hombres y mujeres que han obtenido el premio Nobel. Si hoy vivimos mejor que las gentes de hace un siglo, se lo debemos a quienes han obtenido el galardón del Nobel y a tantos otros hombres y mujeres que con su paciente y callado trabajo han he-cho posible el bienestar y otras ventajas de las que hoy podemos disfrutar.

Todo esto es verdad. Y nunca lo elogiare-mos bastante, para fomentar la pasión por el estudio, el trabajo intelectual y la investiga-ción científica. De todo esto depende el fu-turo de la humanidad. Pero en esto, como

en todo, tendríamos que ser más lúcidos de lo que hemos sido hasta ahora. Porque, si es verdad que los premios Nobel de cada año representan, en gran medida, los avances de la ciencia y el saber que han hecho posible el progreso y el bienestar, no es menos cierto que la ciencia y los saberes, que se han pre-miado en los Nobel, nos han acarreado de-masiados sufrimientos y enormes desgracias, hasta abocarnos a un mundo amenazado de destrucción y de posible exterminio.

Sin duda alguna, la ciencia y la tecnolo-gía, que hoy tenemos, merecen un premio. Pero, si somos honestos y sinceros, hay que reconocer que merecen también un juicio severo y, en asuntos muy determinantes, un justificado castigo.

No debe ser mera casualidad el hecho de que, de los 770 premios Nobel son ciudada-nos de Estados Unidos 276, Reino Unido 96, Alemania 76, Francia 50, Rusia 22, Japón 11.

Es decir, los países que más premios Nobel han acumulado han sido precisamente los países que más guerras, más violencia y más muerte han causado o permitido en el último siglo. De la misma manera que son los países que más armamentos bélicos han inventado, han fabricado y han vendido, para hacer po-sibles, no sólo sus propias guerras, sino tam-bién las guerras de los demás.

Y ya, puestos a hablar de este patético asunto, no olvidemos la lista de los Nobel de Economía que, desde 1969, se vienen conce-diendo. De los 61 premios que se han dado en esta especialidad, el 65 % han sido para economistas de Estados Unidos y el 15 % para los del Reino Unido.

Descaradamente se ha privilegiado la eco-nomía neoclásica, especialmente la Escuela de Chicago, es decir el modelo económico que nos ha metido en el espantoso desequili-brio económico mundial en que vivimos.

Es decir, los países que más premios Nobel han acumulado

han sido precisamente los países que más guerras, más violencia

y más muerte han causado o permitido en el último siglo. De

la misma manera que son los países que más armamentos

bélicos han inventado, han fabricado y han vendido, para

hacer posibles, no sólo sus propias guerras, sino también las

guerras de los demás.

La responsabilidad de los intelectuales

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El modelo económico que ha entrado en crisis y que, premiando con la impuni-dad e incluso con enormes cantidades de dinero a los causantes del desastre, ahora todos queremos reconstruir para seguir vi-viendo, disfrutando y padeciendo, del mo-delo de “economía canalla” que nos han impuesto los más autorizados Nobel de Economía de los últimos cuarenta años. Y a todo esto, hay que sumar el silencio y la complicidad de tantos hombres de ciencia y de tantos intelectuales que trabajan, más para satisfacer los intereses económicos de las multinacionales, que las necesidades de la gente, sobre todo si se trata de las pobres gentes de los países pobres. Por poner un ejemplo, como es bien sabido, los turbios manejos de determinadas empresas quími-cas y farmacéuticas constituyen auténticos crímenes que claman al cielo.

El problema que todo esto nos plantea es más grave de lo que mucha gente se imagina. Porque estos hechos nos vienen a decir que, en este momento, la ciencia no es neutral. Decididamente, la ciencia ha tomado parti-do, en favor de quien la costea.

Es decir, la ciencia se ha puesto de parte de los intereses de los Estados más podero-sos y de las empresas multinacionales que, como sabemos, no tienen como finalidad aliviar el sufrimiento de la gente, sino acu-mular riqueza y poder.

Llegando más al fondo de las cosas, todo esto nos lleva a pensar que, en el estado ac-tual de la sociedad tecnocrática, no es posi-ble separar la “naturaleza” de la ciencia de los “fines” concretos para los que se utiliza la ciencia. Decir que una cosa es la ciencia “en sí”, y otra cosa es la “utilización” que se hace de la ciencia, es el intento desespe-rado que hacen no pocos científicos (bien pagados por las empresas para las que tra-bajan) para tranquilizar sus conciencias.

Al decir esto, me parece acertado recor-dar lo que J. Habermas argumentó contra K. R. Popper, en la conocida “disputa del posi-tivismo en la sociología alemana”: cuando las esferas del “ser” (lo que es la ciencia) y del “deber ser” (para qué se utiliza la cien-cia) quedan separadas, se produce el divor-cio entre el “conocimiento” y los “valores”. Una ciencia, así entendida, se presta a las manipulaciones más peligrosas y nos puede conducir a los horrores del totalitarismo, ya sea político, ya sea ideológico.

El problema que todo esto nos plantea es más grave de lo que

mucha gente se imagina. Porque estos hechos nos vienen a decir

que, en este momento, la ciencia no es neutral. Decididamente,

la ciencia ha tomado partido, en favor de quien la costea.

Es decir, la ciencia se ha puesto de parte de los intereses de los Estados más poderosos y de las empresas multinacionales que, como sabemos, no tienen como

finalidad aliviar el sufrimiento de la gente, sino acumular

riqueza y poder.

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