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ENERO — ABRIL/2012 Contenido Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresión de las disposiciones y puntos de vista de los universitarios. Alberto Uribe Correa, Rector - Luquegi Gil Neira, Secretario General Editor: Alberto González Mascarozf, [email protected] Correción: Luis Javier Londoño Balbín Diseño original: Saúl Álvarez Diagramación: Juan Camilo Vélez Rodríguez Impresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en http://almamater.udea.edu.co/debates El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete. La educación contemporánea debe desarrollar la cultura de la creatividad hacia la sostenibilidad Por Raúl Cuero Investigación en Biodiversidad: esencial para la competitividad Por Carlos Alberto Zárate Yepes Acción colectiva virtual: de viejas, nuevas y actuales movilizaciones sociales Por James Granada Actores sociales y políticas públicas en la construcción de agendas en los nuevos periodos de gobierno Por Jonathan Alejandro Murcia ¿La acción colectiva como participación? Por Tatiana Parra Otálvaro Si te van a matar, no te suicides Por Soledad Gallego-Díaz Violaciones a los derechos humanos de los periodistas La universidad en las brumas del capitalismo cognitivo Por Carlos Enrique Restrepo ¿Es posible que la Universidad se gobierne democráticamente? Por Francisco Cortés Rodas Universidad, crisis de sentido y des- institucionalización en la actualidad Por Rafael Rubiano Muñoz ¿Un nuevo amanecer? Por Federico Mayor Zaragoza “Una Antioquia más educada”. Retos para la Educación Superior y las universidades Por David Marulanda García Vivir la Historia Por Eduardo Domínguez Gómez La ayuda mutua en el espíritu social Por Piero Emmanuel Silva Arce Atlántico Sur. Del colonialismo del siglo XIX al imperialismo del siglo XXI Por Rina Bertaccini Gran Bretaña pone en serio riesgo la paz y la convivencia en Latinoamérica y el Caribe La izquierda marrón Por Eduardo Gudynas 2 8 13 16 20 24 32 38 42 46 56 64 72 76 82 85 87 REVISTA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA Nº 61

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REVISTA DEBATES N° 61 Enero—Abril 2012

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No. 61

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ENERO — ABRIL/2012

Contenido

Respuesta al anhelo de estudiantes y profesores de disponer de una publicación que sea canal de expresiónde las disposiciones y puntos de vista de los universitarios.

Alberto Uribe Correa, Rector - Luquegi Gil Neira, Secretario GeneralEditor: Alberto González Mascarozf, [email protected]ón: Luis Javier Londoño BalbínDiseño original: Saúl ÁlvarezDiagramación: Juan Camilo Vélez RodríguezImpresión y terminación: Imprenta Universidad de Antioquia

Departamento de Información y Prensa – Secretaría General - Ciudad Universitaria, Bloque 16 oficina 336. Medellín. Teléfonos 2195023 y 2195026. Fax 2331627. E-mail: [email protected] Consulte DEBATES en http://almamater.udea.edu.co/debates

El contenido de los artículos que se publican en DEBATES es responsabilidad exclusiva de sus autores y el alcance de sus afirmaciones sólo a ellos compromete.

La educación contemporánea debe desarrollar la cultura de la creatividad hacia la sostenibilidadPor Raúl Cuero

Investigación en Biodiversidad: esencial para la competitividadPor Carlos Alberto Zárate Yepes

Acción colectiva virtual: de viejas, nuevas y actuales movilizaciones socialesPor James Granada

Actores sociales y políticas públicas en la construcción de agendas en los nuevos periodos de gobiernoPor Jonathan Alejandro Murcia

¿La acción colectiva como participación?Por Tatiana Parra Otálvaro

Si te van a matar, no te suicidesPor Soledad Gallego-Díaz

Violaciones a los derechos humanos de los periodistas

La universidad en las brumas del capitalismo cognitivoPor Carlos Enrique Restrepo

¿Es posible que la Universidad se gobierne democráticamente?Por Francisco Cortés Rodas

Universidad, crisis de sentido y des-institucionalización en la actualidadPor Rafael Rubiano Muñoz

¿Un nuevo amanecer?Por Federico Mayor Zaragoza

“Una Antioquia más educada”. Retos para la Educación Superior y las universidadesPor David Marulanda García

Vivir la HistoriaPor Eduardo Domínguez Gómez

La ayuda mutua en el espíritu socialPor Piero Emmanuel Silva Arce

Atlántico Sur. Del colonialismo del siglo XIX al imperialismo del siglo XXIPor Rina Bertaccini

Gran Bretaña pone en serio riesgo la paz y la convivencia en Latinoamérica y el Caribe

La izquierda marrónPor Eduardo Gudynas

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El objetivo en educación del nue-vo gobierno de Antioquia es loable. Esa debe ser la mira de todos los gobiernos. Sin embar-go nosotros los científicos y los miembros de la academia debemos contribuir con el uso apro-piado del concepto de educación.

Es necesario tener clara la premisa de para qué se educa a las personas, entendiendo muy bien la diferencia entre educación, información y cono-cimiento. El conocimiento, la educación, la crea-tividad tienen como objetivo único corresponder a la solución de las necesidades del individuo y de la sociedad en la época en la cual se vive. Las necesidades pueden ser espiritual, mental/inte-lectual, material u otras. Esa satisfacción de las ne-

La educación contemporánea debe desarrollar la cultura de la

creatividad hacia la sostenibilidad

PorRaúl Cuero, PhD

Científico e inventorDoctor Honoris Causa en Ciencias

Biológicas, Universidad de Antioquia*

Este texto fue elaborado gentilmente por el autor a petición del Departamen-to de Información y Prensa de la Uni-versidad de Antioquia, y en el contexto del programa de gobierno departamen-tal “Antioquia la más educada”.

* Inventor científico con más de 15 invenciones. Nacido en el puerto colombiano de Buenaventura. Gestor del Parque de la Creatividad con sede en varias ciudades del país y en USA. En la actualidad es investigador y profesor distinguido en la Universidad de Prairie View A&M (Texas, Estados Unidos) y miembro del Centro para la Investi-gación de la Ingeniería de la Biología Sintética, SynBerg, que reúne a las universidades MIT, Harvard, Berkeley, Stanford y San Francisco. Autor de los libros “Entre el triunfo y la superviven-cia”, “De Buenaventura a la NASA”, “La creatividad: La mente de la mente, cómo lograrla” (en preparación). Autor de varios capítulos científicos y de más de noventa publicaciones científicas en revistas internacionales. Su última publi-cación científica en biología sintética es el desarrollo de un sensor de DNA para detectar concentraciones mínimas de metales tóxicos.

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cesidades debe ayudar a la sostenibilidad armo-niosa y estas necesidades dependen de la época en la cual se vive. El conocimiento en la época en que se inició la agricultura no es el conoci-miento para la agricultura de hoy. Igual eran otros parámetros para la era de la mecánica cuando se gestó la revolución industrial. En el mundo con-temporáneo las necesidades son las mismas pero los mecanismos son diferentes y los requerimien-tos de los elementos de obtenerlos son diferen-tes, debido a los cambios de estilos de vida, a los cambios geopolíticos, filosóficos y tecnológicos y a los cambios poblacionales y sus interacciones. Después de terminada la revolución industrial y del reciente término de la guerra fría (1989) se es-tablece un nuevo orden económico y de interac-ción intercontinental. Por ejemplo, los países en desarrollo pierden ciertas preferencias de protec-ción de mercados y quedan expuestos a competir directamente con todo el mundo, en una especie de selección darwiniana que les exige tener co-nocimientos y habilidades creativas contundentes para competir en los mercados mundiales y para su autosostenibilidad. Esto requiere una acepta-ción de una nueva actitud con pertenencia mun-dial y una cultura creativa que sea natural en la sociedad y no lúdica o de glamour.

Cuando se habla de educación generalmen-te no tenemos una claridad de qué es educa-ción. Y no podemos caer en una eufemia de la educación por status y/o estética al estilo griego antiguo, a pesar de que allí surgieron Pitágoras, Euclides, Platón y esa cultura superior del pen-samiento que influyó el desarrollo intelectual del mundo occidental. En la parte norte de Eu-ropa no se eufemizó ni se exacerbó tanto esta antología pero sí una epistemología producto del balance entre la práctica y la teoría, la cual redunda en la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX y es la que le da un gran empuje al desarrollo europeo y contribuye como conse-cuencia al desarrollo de Estados Unidos.

Al invocar la educación tampoco podemos caer nosotros en una especie de narcisismo académico o de conocimiento. Recordemos que Uruguay produjo un gran número de mé-

dicos y con el tiempo esto se tradujo en un gran problema de empleo, llegando muchos de ellos a tener que manejar un taxi.

Entonces pongamos las cosas en perspectiva: la educación es un medio y no un objetivo único, por lo tanto debe de ajustarse a las necesidades y procesos de la sociedad de acuerdo a la época en la cual se vive. ¿Cuál es la educación que reque-rimos hoy en día? Antioquia es de los departa-mentos donde el apetito intelectual es de los más grandes en el país, donde la calidad académica es de excelencia y donde el don de la enseñanza distingue a sus profesores. Eso lo reconozco yo desde mis épocas de estudiante y es de reconoci-miento nacional e internacional.

También la educación en el resto de Colombia sigue siendo buena, de allí que los estudiantes y profesionales colombianos sean de preferen-cia en los centros educativos e investigativos de USA y Europa y en el resto de América Latina. Lo que pasa es que esa buena educación formativa no se está utilizando en forma apropiada para la premisa que mencioné inicialmente. No se debe

Después de terminada la revolución industrial y del reciente

término de la guerra fría (1989) se establece un nuevo orden económico y de interacción

intercontinental. Por ejemplo, los países en desarrollo pierden

ciertas preferencias de protección de mercados y quedan expuestos

a competir directamente con todo el mundo, en una especie

de selección darwiniana que les exige tener conocimientos

y habilidades creativas contundentes para competir en

los mercados mundiales y para su autosostenibilidad.

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incurrir en cambiar el contenido de la educación sino simplemente adaptar su uso a la época, no podemos perder esa ventaja comparativa de la buena educación de fundamentos, lo que se debe hacer es hacerla pragmática. “No se debe tumbar la casa para construir o adicionar un piso”. No hay que confundir el contenido con la pedagogía. Tenemos que contemporanizarla. Y se contemporaniza dándole una praxia, una práctica que se aplique para resolver los proble-mas de la sociedad. Y el problema central de los países de América Latina es el desempleo y la falta de autosostenibilidad. Desafortunadamen-te en América Latina la educación formal sigue siendo vista como “el tiquete de pertenencia en la sociedad”, aunque el individuo que la adquie-ra no sea productivo. La educación contempo-ránea de América Latina debe ser funcional y no de forma, como lo hizo Inglaterra y USA.

La educación convencional está contemplada bajo tres parámetros: la pedagogía, el contenido y la evaluación. Desafortunadamente parece existir un desbalance entre ellas. Hoy en día hay necesi-dad de ajustar los mecanismos de la pedagogía y el contenido hacia materializar lo desconocido y reconciliar los fundamentos con la aplicación en la parte del contenido. Asimismo, hacer una eva-cuación más balanceada entre el desarrollo inte-lectual y el uso del mismo en forma práctica por el estudiante. Entonces debemos hacer un refuerzo en el contenido que, cuando es profundo, lo es solamente en el conocimiento existente. Necesita-mos darle más avance hacia el conocimiento des-conocido para poder competir y crear empleo. En Antioquia y en toda Colombia hay el material y la capacidad para hacerlo. Basta desarrollar la que yo he llamado cultura de la creatividad. Los individuos crean o conciben ideas, pero ellas son productivas tan sólo cuando se practican como una cultura o sea por un conglomerado de varias disciplinas in-cluyendo arte, ciencias sociales y humanísticas e ingenierías. Así se desarrolló Europa y USA. Esto se logra cuando la creatividad sea vista como algo inherente natural y no como algo no normal y/o exotérico. En Colombia hay mucha gente creativa y hay un gran apetito por el conocimiento. Lo que

necesitamos es integrarlo como una cultura y eso es lo que hemos venido haciendo en el Parque de la Creatividad donde son tangibles los resultados, donde los jóvenes tienen invenciones patentadas y están creando empresas apoyadas en la nue-va tecnología. Este proceso es factible cuando se hace creativamente, ya que la creatividad es ex-ponencial o sea que aún con bajos presupuestos y pocos individuos se obtienen beneficios inme-diatos y de gran cobertura poblacional.

¿Y cómo haríamos eso? Yo tengo establecida la pirámide del desarrollo del conocimiento hacia paradigmas y hacia el uso práctico del conocimiento. Aquí es fundamental no confundir información con conocimiento y es clave hacer algo que nosotros en Colombia no estamos ha-ciendo y es tomar ventajas de las nuevas tecno-logías en la educación. Por eso insisto en que se necesita hacer un mejor uso de las nuevas tec-nologías hacia el desarrollo de lo desconocido. Conocer o saber manejar computadores o mane-

No hay que confundir el contenido con la pedagogía.

Tenemos que contemporanizarla. Y se contemporaniza dándole una praxia, una práctica que se aplique para resolver los

problemas de la sociedad. Y el problema central de los países de

América Latina es el desempleo y la falta de autosostenibilidad.

Desafortunadamente en América Latina la educación formal sigue

siendo vista como “el tiquete de pertenencia en la sociedad”,

aunque el individuo que la adquiera no sea productivo. La educación

contemporánea de América Latina debe ser funcional y no de forma,

como lo hizo Inglaterra y USA.

La educación contemporánea debe desarrollar la cultura de la creatividad hacia la sostenibilidad

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jar un carro electrónico o construir un robot no es saber o conocer tecnologías, ésta se conoce cuando se crea de cero y no cuando se copia, para que así haya ventaja competitiva.

Información es todo lo que uno encuentra en los libros, en las bibliotecas, en las conferencias, en las clases. Hoy los jóvenes leen y extraen in-formación de internet pero eso no es conoci-miento. La información, una vez sea probada, adquiere la categoría de conocimiento y la su-matoria de ese conocimiento, procedente de di-ferentes disciplinas como historia, matemáticas, ciencias naturales, religión, sociología y demás, forma lo que se llama la antología.

Más que conocer, uno necesita saber para po-derle dar una aplicabilidad al conocimiento en pro del sostenimiento del individuo y la socie-dad. Ahí entra en acción la epistemología que es la que me dice “lo que yo sé”, y yo solamente sé lo que he podido probar y desarrollar (Cuero, R. Creativity: the mind of the mind – How to get it. 2012 in process).

En el pasado, el paso de la antología a la episte-mología era teórico. Era lo que se llama el discur-so. Aun cuando sigue siendo válido e importante, debe tener un balance con la práctica, ya que lo que le sigue es la invención o descubrimiento y luego el paradigma. Y éstos no se hacen en el vacío sinoen hechos o experiencias. Y al individuo que dominaba el discurso se le llama erudito o conoce-dor porque él podía ahondar y redundar en el co-nocimiento sin probarlo e indiferente a que tuviera un uso. Pero hoy en día no se puede hacer eso so-lamente, porque el acceso a la información teórica está disponible libremente por múltiples medios y además la competencia por la existencia es mayor debido a mayores divisiones territoriales que han aumentado la competencia. Y tan solo aquel que pueda estar al frente de la curva de competencia sobrevive y esto se logra tan solo con creatividad.

Nadie comparte libremente lo que le da venta-ja competitiva. Mi experiencia de vida (ver libro “De Buenaventura a la NASA”) me confirma este principio y mucho más cuando se nace en des-ventajas de cualquier tipo incluyendo territorial o geográfica, económica, social y étnica o aun

emocionales, físicas, psicosociales, etc. Hoy en día, en el paso de la antología a la epistemolo-gía, tiene que haber una praxia. Esa es la que se requiere en nuestros países para llenar el vacío o el abismo que existe en ellos. Así se hicieron los países industriales. Las culturas agrícolas (practi-cas) desarrollaron la industria de USA: Detroit, Cleveland, Pittsburg y otros centros industriales de USA nacieron de la zona agrícola. Fueron Manchester y Glasgow los centros de la revolu-ción industrial, después vino Cambridge al igual que Harvard. Desafortunadamente en América Latina no ha habido conexión entre el campo práctico y lo industrial o el campo y lo urbano. O sea que no ha habido un proceso cultural industrial con base en el uso del conocimiento científico y tecnológico porque se prefirió desde un principio lo teórico a la práctica o a demos-trar lo conocido y descuidar lo desconocido.

Nosotros debemos analizar más lo que hicieron los europeos y los americanos en un principio: hacer el proceso de desarrollo del conocimiento

En Colombia hay mucha gente creativa y hay un gran apetito

por el conocimiento. Lo que necesitamos es integrarlo como

una cultura y eso es lo que hemos venido haciendo en el Parque de

la Creatividad donde son tangibles los resultados, donde los jóvenes

tienen invenciones patentadas y están creando empresas

apoyadas en la nueva tecnología. Este proceso es factible cuando

se hace creativamente, ya que la creatividad es exponencial o sea que aún con bajos presupuestos

y pocos individuos se obtienen beneficios inmediatos y de gran

cobertura poblacional.

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para dejar de copiar simplemente la información que otros generan, porque ello ahonda la brecha entre ellos y nosotros.

En tal sentido, nosotros necesitamos dos acer-camientos. Un acercamiento dentro de la estruc-tura organizativa de la educación, no del conteni-do, sino el orden de la mecánica pedagógica para determinar que los colegios destinen el ochenta por ciento del tiempo a la formación y el veinte por ciento a la práctica hacia la productividad. Esto permitiría a los estudiantes formular proyec-tos y resolver problemas. Y no serían proyectos copiados sino originales y obligatorios para gra-duarse de bachiller, con el fin de que el joven de-sarrolle la capacidad de crear. Por supuesto que los profesores deben ser entrenados para asumir ese tipo de experimentación, tal como yo lo inicié en Colombia en compañía de algunos profesores en el Parque de la Productividad.

En el caso de las universidades, en ellas se in-vertirían los porcentajes: ochenta por ciento para la creatividad, la experimentación y la producti-vidad, y el veinte por ciento para la formación. Ello, además, pondría en práctica la gran capaci-dad creativa de nuestros profesores y convertiría a las universidades en los centros iniciales de pro-ductividad del país. Asimismo, haría realidad algo que hoy no existe en Colombia y es una conexión

real de continuidad entre el bachillerato y la edu-cación superior. Los estudiantes de bachillerato entrarían a las universidades con habilidades para funcionar y crear durante esos 4 o 5 años de estu-dio, esto ayudaría a los profesores a llevar a cabo proyectos de gran productividad y competencia y la cultura de la productividad y la competitivi-dad se establecería automáticamente. Esto daría oportunidad a los profesores a usar más eficiente y felizmente sus granes capacidades creativas e intelectuales. Recordemos que las universidades son centros para crear conocimientos y que los Doctorados o PhD son para crear nuevas ideas y paradigmas que satisfagan las necesidades del individuo o la sociedad como se mencionó an-tes. Creo que así se incrementaría el número de personas creativas, productivas e industriosas. Por eso considero que esto debería hacerse en nues-tro país de forma inmediata, reduciendo a la vez el tiempo de los semestres de 16 a 10 semanas, dedicándose esas 6 semanas exclusivamente a la productividad, o sea a los proyectos orientados a tratar de resolver problemas de la ciudad, de las comunidades y del país. Hoy se ha perdido en colegios y universidades la intensidad del trabajo como capacidad humana.

Otro asunto que se debe tener en cuenta es el de la diversidad que es el común denominador de las sociedades latinas como la colombiana, porque es necesario involucrar todos los matices étnicos que hay en nuestro país. En forma complementaria se debe tener cuidado de que esta interacción no sea en forma asimilable sino más bien integracio-nista. Cuando se imita se asimila y cuando se crea se integra. Entonces hay que crear este espacio de creatividad para tomar ventajas de la diversidad. La enseñanza sola no crea este espacio, hay que tener en cuenta que la educación es también un proceso de culturización, el aprendizaje es más accequible cuando se hace con conocimiento na-tural de la cultura que imparte el conocimiento, a mí me fue más fácil adaptarme a la enseñanza de USA a Inglaterra que de Buenaventura al interior del país, hasta que me familiarice con la cultura real del interior de Colombia que en mi época de niño era diferente a la de Buenaventura (Cuero, R. 2011. De buenaventura a la NASA). Se perdería

Desafortunadamente en América Latina no ha habido

conexión entre el campo práctico y lo industrial o el

campo y lo urbano. O sea que no ha habido un proceso

cultural industrial con base en el uso del conocimiento

científico y tecnológico porque se prefirió desde un principio

lo teórico a la práctica o a demostrar lo conocido y descuidar lo desconocido.

La educación contemporánea debe desarrollar la cultura de la creatividad hacia la sostenibilidad

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esa ventaja comparativa de la diversidad que es el pilar de la creatividad como lo demostró Europa en el renacimiento y luego USA. La diversidad es la gran fuerza de la creatividad. En ese sentido con-sidero que las universidades en cada región deben crear sus programas académicos conforme a sus recursos naturales, a las fortalezas y a la deman-da de problemas concretos que reclaman solución en dicha región. Y aquellos departamento que en Colombia compartan un recurso natural común, como es el caso de Antioquia, Caldas, Risaralda y Tolima, deben integrar un pool para actuar. Consi-dero que la distribución de los departamentos no debe obedecer solamente a un asunto geopolítico sino también racional. Eso sería demasiado bené-fico para el país porque cada unidad geográfica complementa la otra y contribuiría con su forta-leza. Además, Colombia es un país relativamente pequeño y tiene una gran diversidad natural pero es pequeña para una demanda mundial.

Pero ahí es necesario no confundir experticia técnica con creatividad, ni recursividad con crea-

tividad. La recursividad es limitada hasta cuando haya recursos disponibles, pero la creatividad está siempre presente aun cuando no haya recursos. Nosotros en Colombia tenemos muchas personas con experticia técnica pero que no han experi-mentado el proceso de creatividad como tal. A ese tema hay que ponerle toda la atención.

Finalmente, se debe enfatizar la creatividad en todos los niveles, especialmente en los sistemas de manejo público y de industria. Recordemos que son las industrias las que generan empleos y el gobierno es un facilitador. Debido a que las industrias en América Latina, con excepción de algunos sectores en Argentina, se crearon a partir de un proceso de comercialización, de servicio empírico y no con base en ciencia y tecnologías, pienso que las universidades deberían iniciar un proceso tecnológico de productividad industrial para crear esa cultura entre los jóvenes y que ellos salgan con esa cultura industrial con base en tecnología y ciencia y de mercado internacional. Algunas universidades deberían ser estimuladas hacia procesos de producción industrial y crear empresas semillas competitivas dentro de su pro-pio seno. Luego establecerían consorcios con el gobierno y las industrias del país. También deben fortalecer su capacidad de mercadeo internacio-nal competitivo, de acuerdo a las realidades del mundo y a las necesidades nacionales.

Se debe tener en cuenta que para competir es necesario crear pero manteniendo un balance real entre el tiempo de concepción de ideas y la rapidez con que se implementen. Esto hace la di-ferencia en la competencia. Este se logra dentro de una cultura de la creatividad en la que inter-vienen todas las disciplinas sociales e intelectua-les a nivel educacional, industrial, investigativo, público gubernamental y aún familiar.

Estoy disponible para acompañar en este pro-ceso de implementación de los principios que antes presenté, ya que los he implementado no solamente en el Parque de la Creatividad sino en mi propia vida y en varias partes del mundo.

La diversidad es la gran fuerza de la creatividad. En ese sentido considero que las universidades en cada región deben crear sus

programas académicos conforme a sus recursos naturales, a las

fortalezas y a la demanda de problemas concretos que reclaman

solución en dicha región. Y aquellos departamento que en

Colombia compartan un recurso natural común, como es el caso

de Antioquia, Caldas, Risaralda y Tolima, deben integrar un pool para

actuar. Considero que la distribución de los departamentos no debe

obedecer solamente a un asunto geopolítico sino también racional.

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La biotecnología o “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos u organismos vivos, partes de ellos o sus derivados, para la creación o modificación de productos o procesos para usos es-pecíficos”1, al igual que la informática y la robótica, es una de las ciencias fundamentales para la globalización.

Desde esta perspectiva, países como Colombia, considerado uno de los más megadiversos del planeta, tiene una ventaja competitiva y comparativa, que es

Investigación en Biodiversidad:esencial para la competitividad

Por Carlos Alberto Zárate Yepes

Abogado y Economista AgrícolaCorporación Académica Ambiental

Universidad de Antioquia

Como en los peores tiempos, estamos enfrentados al oscurantismo, con riesgos presentes de ilegalidad, informalidad y ostracismo. Pese a que son las autoridades ambientales nacionales y regionales, unidas al Gobierno Nacional, las que en tal sentido deben ayudar en primera instancia a cerrar esa brecha y no a incrementarla, al parecer, no es lo que está ocurriendo en los tres decretos propuestos por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

El proyecto de reformas a las norma-tivas sobre acceso a los recursos ge-

néticos plantea desafíos, desaciertos y asuntos espinosos para la competencia

del país y el desarrollo de la ciencia. Además pone en tela de juicio el cum-plimiento de acuerdos internacionales

y de la Constitución Política.

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necesario valorar, preservar, regular y potenciar desde el punto de vista económico, social y comercial.

Nuestra especial posición ambiental y natural debe articularse con una clara equidad internacional al de-sarrollo técnico-científico que los países industrializa-dos poseen; en la perspectiva de lograr que dentro del nuevo orden económico mundial y las nuevas relacio-nes económicas internacionales, los países del tercer mundo y más específicamente los países megadiver-sos, logren una adecuada distribución y retribución de la riqueza y una efectiva transferencia de tecnología con cooperación internacional.

Se cierne sobre nuestros investigadores, las uni-versidades y en general las personas interesadas por la conservación y preservación ambiental serias dudas e inquietudes sobre cómo desarrollar la in-vestigación en biodiversidad y recursos genéticos, respetando los derechos adquiridos, la propiedad nacional sobre nuestra diversidad natural y cultural, los territorios ancestralmente ocupados por comuni-dades campesinas, indígenas y afrocolombianas, en un marco de interés general y respeto por la genera-ciones presentes y futuras.

Después de la cumbre de Brasil del año 1992, la Ley 99 de 1993 y los múltiples tratados y acuerdos de Cartagena firmados sobre bioseguridad y acceso a re-cursos genéticos, el Gobierno Nacional no puede ge-nerar más dudas y lagunas de tipo político y jurídico, con respecto al papel del intelectual en nuestro país, y la posibilidad de generar una investigación necesaria, urgente, responsable y respetuosa de todo los dere-chos que actualmente gozan nuestras comunidades.

De hecho, la jurisprudencia nacional e internacional ha reconocido que la Consulta Previa en Colombia no es un solo aspecto de procedimiento, es un derecho fundamental, sin el cual la posibilidad de participar, defender los recursos naturales y acceder a la biodi-versidad es un imposible legal y ético en nuestro país.

Pero no hay seguridad jurídica en el país ni para los investigadores, con unos proyectos de decretos que dejan abierta esta discusión y que además evidencian falta de consulta y validación con toda la comunidad interesada, que les deja maniatados para el ejercicio de su profesión, del deber acadé-mico y de la transferencia de conocimiento.

Desde la discusión del Convenio de Diversi-dad Biológica (Ley 165 de 1994) y las decisiones del Acuerdo de Cartagena, pasando por la reciente aprobación de la Convención de Nagoya, los países

no alineados, los del tercer mundo y los países de la biodiversidad, se ha defendido la posición en el sentido de que exista un reconocimiento económi-co y una transferencia de tecnología y conocimiento al país y las comunidades.

No queda claro cómo valorar esos recursos, cómo hacer la transferencia, y peor aún, se radica esa obli-gación en los investigadores locales, cuando mucha de las discusión tiene que ver con la equidad global, la deuda ecológica planetaria y corresponsabilidad nor-te-sur en materia ambiental. También en este tema, los proyectos son bastante ambiguos y generales

Sería ideal una seguridad jurídica en materia de acceso a los recursos genéticos y la biodiversidad, que reconozca todos los derechos y las potencia-lidades que en un mundo globalizado el país debe enfrentar, pero atendiendo a los compromisos que como país se hayan adquirido en los diferentes tra-tados y cumbres internacionales.

Colombia y los países megadiversos poseen la bio-diversidad, materia prima de la biotecnología, que

Se cierne sobre nuestros investigadores, las

universidades y en general las personas interesadas por la

conservación y preservación ambiental serias dudas e inquietudes sobre cómo

desarrollar la investigación en biodiversidad y recursos

genéticos, respetando los derechos adquiridos, la

propiedad nacional sobre nuestra diversidad natural

y cultural, los territorios ancestralmente ocupados por

comunidades campesinas, indígenas y afrocolombianas,

en un marco de interés general y respeto por la generaciones

presentes y futuras.

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requieren los países industrializados para sus aplica-ciones tecnológicas. Es necesario que nuestros países se preparen a nivel técnico, científico y económico para potenciar y valorar adecuadamente nuestras riquezas naturales en el marco de un nuevo orden económico mundial y unas nuevas relaciones inter-nacionales. Desde este punto de vista, una reglamen-tación que respete los derechos vigentes y adquiridos sobre el acceso nacional e internacional a los recursos genéticos, es una tarea inaplazable.

La Ley 99 de 1993, en su artículo 5º, numeral 1º, le asigna al hoy Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, una de las más importantes funciones para la seguridad jurídica del país en materia ambiental, como es “formular la política nacional en relación con el medio ambiente y los recursos naturales renovables, y establecer las reglas y criterios de ordenamiento am-biental de uso del territorio y de los mares adyacentes, para asegurar el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales renovables y del medio ambiente”.

Cuando en materia de investigación en biodiversi-dad y acceso a recursos genéticos el Ministerio deja abierto para desarrollos futuros o la iniciativa pri-vada temas tan álgidos como la Consulta Previa, la negociación sobre los beneficios, la concreción del concepto ya aceptado nacional, internacional y juris-prudencialmente como es el Concepto Previo, Libre e Informado, entre otros temas; después de tantos años de solicitud, requerimientos y necesidades ins-titucionales y profesionales, nos queda como menos la duda sobre el efectivo papel que en estos temas el coordinador del Sistema Nacional Ambiental está cumpliendo y la ya conocida frustración colectiva que las mismas comunidades y los investigadores están vi-viendo al momento de aportarle al país posibilidades para reducir el déficit en investigación científica so-bre nuestros recursos naturales renovables.

Como en los peores tiempos, estamos enfrentados al oscurantismo, con riesgos presentes de ilegalidad, informalidad y ostracismo. Pese a que son las auto-ridades ambientales nacionales y regionales, unidas al Gobierno Nacional, las que en tal sentido deben ayudar en primera instancia a cerrar esa brecha y no a incrementarla, al parecer, no es lo que está ocurriendo en los tres decretos propuestos por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Los tres proyectos referidos para ordenar jurídi-camente el tema: “Por el cual se reglamentan las colecciones biológicas”, “Por el cual se reglamen-ta el permiso de colecta científica de la diversidad biológica silvestre colombiana, con fines de investi-gación científica comercial” y aquel “Por el cual se reglamenta el acceso a los recursos genéticos, sus productos derivados, el conocimiento tradicional asociado y la distribución justa y equitativa de bene-ficios derivados de su utilización”, no corresponden a las expectativas de la investigación y al cumpli-miento de los derechos de las comunidades.

La Consulta PreviaLa Constitución Política de Colombia plantea en

sus artículos 7, 8, 58 y 330, que el Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana; la obligación del mismo y de las personas a salvaguardar dichas riquezas; así mismo, establece la gobernabilidad de los territorios indígenas por parte de consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades.

El acceso y protección de los recursos naturales y genéticos en Colombia, está regulado por la Consti-tución Política Nacional; las decisiones 345 y 391 del Acuerdo de Cartagena y el Protocolo de Cartagena so-bre Seguridad en la Biotecnología.

Uno de los aspectos tenidos en cuenta es la nece-

La protección y conservación de nuestra riqueza natural y cultural pasa también por su reconocimiento y valoración adecuada de sus bienes y servicios ambientales. Desde esta perspectiva corresponde al Estado Colombiano y a los

particulares que puedan llegar a utilizar los recursos naturales y el ambiente, garantizar su conservación y preservación, de acuerdo con los principios de

desarrollo sostenible establecidos en la legislación ambiental colombiana.

Investigación en Biodiversidad: esencial para la competitividad

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sidad de realizar Consulta Previa como un Derecho Humano Fundamental y el cual es reconocido por los investigadores en Colombia, tanto universitarios, como los públicos y privados.

Sin embargo, tanto el Ministerio del Interior como el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible to-davía no definen claramente las reglas, tiempos, auto-ridades, costos, procedimientos, en acuerdo con las comunidades para realizar este proceso, y si bien –de-rivado de los acuerdos y compromisos internacionales, la jurisprudencia nacional y la legislación interna– es justo y necesario convenir con las comunidades étnicas la conveniencia de los proyectos, el Gobierno Nacio-nal no puede simplemente dejar espacios en blanco, dilatando el debate, mientras las necesidades de inves-tigación básica y aplicada siguen en la informalidad o peor aún en el atraso y desfinanciación, en perjuicio de las comunidades locales y el interés nacional.

La protección y conservación de nuestra riqueza natural y cultural pasa también por su reconocimiento y valoración adecuada de sus bienes y servicios am-bientales. Desde esta perspectiva corresponde al Esta-do Colombiano y a los particulares que puedan llegar a utilizar los recursos naturales y el ambiente, garan-tizar su conservación y preservación, de acuerdo con los principios de desarrollo sostenible establecidos en la legislación ambiental colombiana.

Soberanía y biodiversidad regionalLa Comisión del Acuerdo de Cartagena, mediante

la decisión 345, regula desde octubre de 1993 el régi-men común de protección a los derechos de obtento-res de variedades vegetales.

Con ello se pretende garantizar el amparo y be-neficio que tienen a nivel económico y social los países de origen de las riquezas naturales y los me-joradores de variedades vegetales, en su proceso de investigación científica.

Así mismo, las garantías para el conocimiento y reconocimiento de la biodiversidad y de los saberes ancestrales, establecidas en el acuerdo sobre biodi-versidad aprobado en la Cumbre de Brasil de 1992, determinan que las riquezas naturales de los países de América Latina son zonas de interés común, y que cada Estado tiene la posibilidad de autodeter-minarse y regular el uso sostenible de sus recursos naturales, garantizando el derecho de otros Estados y de las generaciones presentes y futuras a gozar de un ambiente sano2.

Por su parte, la decisión 391 de 1996 establece claramente la soberanía de los países miembros so-bre sus recursos genéticos y sus productos derivados y, en consecuencia, determina las condiciones de su acceso mediante regulaciones específicas.

El acceso a los recursos genéticos requerirá de la presentación, admisión, publicación y aprobación de una solicitud, de la suscripción de un contrato, de la admisión y publicación de la correspondiente resolución y del registro declarativo de los actos vin-culados con dicho acceso.

Las propuestas de decreto indicadas en lo atinen-te al proceso legal y reglamentario para obtener los permisos de investigación y acceso a recursos gené-ticos, acoge los términos del contrato de acceso exi-gidos por los Acuerdos de Cartagena; pero en nada facilitan la gestión del investigador. Por el contrario, lo aíslan, asustan y le imponen cargas que sobrepa-san sus capacidades.

Mientras las obligaciones internacionales perma-nezcan, las universidades deben constituir equipos especializados de gestores para los términos técnicos, económicos y jurídicos de dichos contratos, porque como lo hemos indicado, con la complejidad de las reglamentaciones planteadas, en vez de facilitarse la actividad investigativa se complejiza y dificulta.

Parodiando la recomendación legal internacional, “en vez de estar acercando a los ciudadanos a la justicia”, estamos “aislando aún más a los investiga-dores del derecho”. En todo caso, las universidades, al menos las públicas, deberían tener la posibilidad de exenciones legales y reglamentarias en los mis-mos términos y condiciones de las propuestas para los institutos de investigación y las autoridades am-bientales, porque al comparar, son precisamente las primeras más que las segundas las que tienen mayor cantidad y compromiso con la investigación científi-ca en biodiversidad en Colombia.

Para desarrollar a nivel de cada país y en el ámbito andino la Decisión 391, se crea el Comité Andino so-bre Recursos Genéticos, del cual harán parte las Auto-ridades Ambientales Respectivas.

Sin claridad jurídicaLos decretos propuestos crean en la práctica dos

métodos para la “compensación” económica deri-vada de la investigación científica y el acceso a los recursos genéticos; el primero, al momento de la Consulta Previa a las comunidades para hacerlos

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Bibliografía

Decisión 391. Régimen Común sobre Acceso a los Recur-sos Genéticos. Gaceta Oficial del Acuerdo de Cartagena. Año XII - Número 213. Lima, 17 de julio de 1996

Globalización, Medio Ambiente y Derecho. Fondo Editorial de la Cancillería de San Carlos. Documentos Corporación Penca de Sábila. Director Académico Carlos Alberto Zárate Yepes. Noviembre de 1997

Comisión del Acuerdo de Cartagena. Decisión 345 de 1993

Constitución Política de Colombia 1991

Ley 99 de 1993

Revista ECOS No. 4. Corporación Ecofondo, Octubre de 1995. Santafé de Bogotá. 160p

Derecho y Medio Ambiente I. Corporación Penca de Sábi-la. Medellín. Noviembre de 1992. 300p.

Notas

1. Decisión 391. Régimen Común sobre Acceso a los Re-cursos Genéticos. Gaceta Oficial del Acuerdo de Cartagena. Año XII - Número 213. Lima, 17 de julio de 1996.

2. Constitución Política Colombiana, articulo 79. Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las de-cisiones que puedan afectarlo. Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines.

partícipes de los beneficios de la misma investiga-ción, y, el segundo, la creación de un fondo nacio-nal de beneficios monetarios generados por el uso de los recursos genéticos o productos derivados.

La participación de las comunidades, el tipo de beneficios a entregar y la forma colectiva de su dis-tribución no es claramente tratada en los decretos reglamentarios, lo cual expone a los investigadores y a las propias comunidades con cosmovisiones y op-ciones colectivas diferentes al debate disímil y riesgo-so. Debe ser el Gobierno Nacional, quien de manera concertada con las diferentes autoridades étnicas y sus organizaciones representativas en el orden nacio-nal, regional y local, siente las bases mínimas para dicha negociación, apropiación y distribución.

Deben también atreverse a concretar los criterios y bases mínimas para esa participación en los be-neficios, so pena de aislar a los investigadores de su objetivos, haciéndolos incurrir a ellos y a sus en-tidades en riesgos legales y económicos que para nada ayudan a la unidad nacional en medio de la diversidad y podrían en vez de incrementar las in-vestigaciones en el país a retrasarlas.

Igualmente reflexionar que el fondo que entonces se crearía tendría otra destinación específica, más orientada a cubrir actividades misionales del Ministe-rio, que a resolver el sentido filosófico de los benefi-cios aprobados en las cumbres internacionales, que-dando entonces este tema fundamental nuevamente en la generalidad y la incertidumbre.

Sería ideal una seguridad jurídica en materia de acceso a los recursos genéticos y la biodiversidad, que reconozca todos los derechos y las

potencialidades que en un mundo globalizado el país debe enfrentar, pero atendiendo a los compromisos que como país se hayan adquirido en los

diferentes tratados y cumbres internacionales.

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En los últimos días en internet ha circu-lado gran cantidad de información sobre un tema que se ha nombrado como la “ciberguerra”, o en otras pa-labras la “World War Web”; en gran medida aparece luego del cierre del sitio de descargas y almacenamiento de video, música y datos Megaupload, pero es un tema del que se habla desde años antes, una situación que se viene produciendo con la aparición y acciones per-manentes del grupo de “Hacktivistas” o “ciberactivistas”

PorJames Granada

Profesor ocasionalInstituto de Estudios Políticos

Universidad de [email protected]

Acción colectiva virtual: de viejas, nuevas y actuales movilizaciones sociales

El presente artículo, remitido por el autor para su publicación en Revista DEBATES, hace parte del proyecto de investigación “Estado del arte sobre la re-lación acción colectiva y po-líticas públicas”, financiado por el CODI y el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

llamado Anonymous, que incluso tiene su versión feme-nina en Anonymiss, y tiene antecedentes por lo menos desde 1995 cuando comienzan a presentarse las prime-ras acciones de protesta a través de internet.

En la coyuntura actual el grupo se ha atrevido a de-safiar a grandes poderes políticos, económicos y poli-ciales, y entre sus objetivos ha estado la industria del entretenimiento de la que han tomado producciones y las han puesto a circular de manera gratuita en la red. Han atacado el Departamento de Justicia de Estados Unidos y al FBI, de quien revelaron datos personales de su director y una llamada telefónica entre éste y la policía británica. Así mismo se fueron contra empre-sas, instituciones, entidades y artistas que apoyaron la propuesta de ley que pretendía endurecer el control en Internet a los contenidos, limitando las posibilida-des para compartir archivos.

Estas acciones hacen cada vez más visibles otros es-cenarios y formas de protesta que, aunque se venían utilizando, han cobrado mayor relevancia. Internet es una herramienta de lucha, además de un escenario

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propicio y permanente para realizarla; además, gran parte de los activistas de la red suelen combinar sus ac-ciones con intervenciones en “la calle”; y a la inversa, los movimientos y agrupaciones que mantenían sus ac-ciones en “la calle” las han combinado con las de la red; así sucedió entre diciembre y enero del presente año: los activistas bloquean páginas de internet asociadas a la tauromaquia y al mismo tiempo se realizan protestas callejeras en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín.

Este tema hace volver sobre categorías que se han utilizado tradicionalmente para la lectura de las ac-ciones colectivas y los movimientos sociales, actuali-zando la pregunta surgidas a raíz de los movimientos post 68: ¿qué es lo nuevo en esas manifestaciones? El mayo francés significó la coyuntura que mostró el rom-pimiento con una forma en que se venía presentando la movilización, muchos vaticinan un cambio que se produce desde los movimientos altermundialistas y los que se están expresando a través, entre otros, de la internet y la telefonía móvil.

Surgen entonces preguntas sobre la aparición, o no, de variables nuevas, sobre el cómo se manifiestan las que ya han sido trabajadas. Sin embargo, es muy pron-to para dar respuestas; está pendiente el estudio sobre el alcance de las nuevas manifestaciones y las modifi-caciones que pueden traer en el mundo socio- político y en el de la movilización social en particular.

A falta de respuestas en este texto se recogen y mencionan ocho conceptos claves que pueden mar-car pistas para el análisis de las expresiones de des-contento colectivo actual, que se hacen visibles en la calle, a través de internet y de los teléfonos móviles, más aun con el auge de los Smartphone; es nece-sario entonces volver sobre: actores, repertorios, re-laciones-redes, escenarios, recursos, oportunidades, ciclos y problemas. Estos ocho conceptos no agotan el tema, simplemente se retoman como claves desde la politología (y la sociología) a la hora de estudiar las acciones colectivas disruptivas en diferentes escena-rios, pasaremos a considerarlos brevemente.

Los actores. Desde la irrupción de los movimien-tos sociales post 68 o nuevos movimientos, se ha acrecentado la participación de la juventud y de las mujeres1 marcando una tendencia que se profundi-za en el activismo practicado en internet, en don-de impera el accionar juvenil y aparecen por igual hombres y mujeres, en ocasiones resaltando el pa-pel de la mujer, en otras oportunidades simplemen-te expresando el actuar similar. Sin embargo, a la hora de la manifestación callejera es notorio el cre-

cimiento de la manifestación femenina desde hace décadas; en Colombia se hace mucho más visible en los movimientos de víctimas por ejemplo.

Los repertorios de acción más que modificados han sido ampliados, la red misma se ha convertido en una forma de manifestación de los descontentos, a veces como un simple muro cargado de informa-ción, en otras ocasiones incluso como lugar de “ci-ber-batallas”; internet ha venido jugando un papel similar al que jugó la prensa para las movilizaciones sociales de hace algunos siglos2.

Las relaciones o conformación de redes entre los di-ferentes actores es otro tema que se ha modificado con-siderablemente, si bien en muchas ocasiones las redes sociales que posibilitan el contacto entre individuos y la movilización social no han cambiado, por lo menos si hacen uso de las nuevas tecnologías para mantenerse en permanente contacto y en una activación persisten-te; incluso, retomando a Tilly, se podría hablar de cir-cuitos políticos3 en permanente funcionamiento y que están disponibles, entre otros, para el activismo.

Los escenarios de lucha también han sido modifi-cados. Son cada vez más comunes las movilizaciones virtuales en contra de una situación concebida como problemática o un actor poderoso; sin embargo se ha leído la necesidad de alternar el “ciberactivismo” con el activismo tradicional. La movilización en el mundo árabe, la de los indignados en España, las de Grecia o Inglaterra, e inclusive las de los estudiantes en Puerto

La movilización en el mundo árabe, la de los indignados en España, las de Grecia o Inglaterra, e inclusive las

de los estudiantes en Puerto Rico, Chile y Colombia, han

mostrado una interesante y aun no suficientemente

explorada combinación de repertorios y de escenarios de

lucha: informales-formales, virtuales y materiales, directos

e indirectos, simbólicos, tradicionales y violentos.

Acción colectiva virtual: de viejas, nuevas y actuales movilizaciones sociales

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Rico, Chile y Colombia, han mostrado una interesan-te y aun no suficientemente explorada combinación de repertorios y de escenarios de lucha: informales-formales, virtuales y materiales, directos e indirectos, simbólicos, tradicionales y violentos.

Los recursos también han sido modificados; vol-viendo a Tilly, se tiene una exclusión casi que definitiva para las personas que no tienen acceso a internet4, que no hacen uso de comunicación móvil y de quienes ha-cen uso de herramientas exclusivamente tradicionales; sin embargo, una vez se tiene acceso regular a la red se abre un amplio abanico de posibilidades, recursos para el activismo, la circulación de información y el fortalecimiento de redes y circuitos de movilización.

Las oportunidades políticas que posibilitan la acción colectiva tal vez es una de las grandes categorías que pre-senta menos variaciones, aunque algunas actividades no están sujetas a estas, las grandes acciones virtuales como la que se desarrolló luego del cierre de Megaupload si-guen dependiendo en gran medida de las oportunidades que se presentan, en ese caso, ese mismo día, horas an-tes se había producido una leve división entre las élites y partidos presentes en el congreso de los EEUU que oca-sionó el archivamiento de la Ley SOPA.

Respecto a los ciclos aun no se sabe en qué mo-mento estaríamos de éstos en las protestas virtuales, hay momentos álgidos como el mencionado de “cibe-rataques”, pero se tienen planeadas acciones a media-no plazo que están por demostrar, a largo plazo, cuál es el alcance de los ciclos de protesta de las acciones que son exclusivas de la red y las que combinan ac-ciones virtuales con las callejeras, situación similar a lo que ha pasado con los ciclos de protesta tradicional.

Frente al tema de los problemas que son leídos y reconstruidos por los movimientos sociales y las orga-nizaciones que los componen, han sido modificados en la medida en que se asocian nuevos elementos que tienen que ver con la velocidad que circula la infor-mación. Permanece sin embargo la construcción de problemas, como lo hacían los movimientos sociales tradicionales y nuevos, alrededor de la existencia de los Estado nación; aunque los problemas sean leídos y enfrentados como globales, se expresan, y por lo ge-neral se reclaman, ante autoridades gubernamentales en territorios concretos aunque también se refieren a problemáticas y aspectos culturales de largo alcance.

Alrededor de los problemas se construyen otros dis-cursos, se actualizan conceptos asociados al comunis-mo, al anarquismo, a los movimientos tradicionales, al

Bibliografía

RIECHMANN, Jorge y FERNÁNDEZ, Francisco. Redes que dan libertad: introducción a los nuevos movimientos socia-les. España: Paidós, 1994. Pág301 p.

TARROW, Sidney. 2. La acción colectiva modular. En: El poder en movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. 2 ed. Alianza editorial, Madrid, 2004. 352 Pp.

TILLY, Charles. Los Movimiento Sociales entran en el siglo veintiuno. (Social Movements Enter the Twenty-First Cen-tury). En: Revista: Política y Sociedad: Madrid, España. 2005. Vol. 42 Núm. 2. Pp. 11-35.

Notas

1. RIECHMANN, Jorge. Una nueva radicalidad emancipato-ria: las luchas por la supervivencia y la emancipación en el ciclo de protesta <<post-68>>. En: RIECHMANN, Jorge y FERNÁNDEZ, Francisco. Redes que dan libertad: intro-ducción a los nuevos movimientos sociales. España: Paidós, 1994. Pág. 15- 45.

2. TARROW, Sidney. 2. La acción colectiva modular. En: El poder en movimiento: Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. 2 ed. Alianza editorial, Madrid, 2004. Pp. 57 – 74.

3. TILLY, Charles. Los Movimiento Sociales entran en el siglo veintiuno. (Social Movements Enter the Twenty-First Century). En: Revista: Política y Sociedad: Madrid, España. 2005. Vol. 42 Núm. 2. Pág. 18.

4. TILLY, Charles. Los Movimiento Sociales entran en el siglo veintiuno. (Social Movements Enter the Twenty-First Century). En: Revista: Política y Sociedad: Madrid, España. 2005. Vol. 42 Núm. 2. Pág. 18.

ecologismo, el feminismo, el antiautoritarismo juvenil y se construyen nuevas narraciones relacionados con la libertad en internet, que a la vez se asocia con los otros que vienen de los movimientos tradicionales y nuevos.

Queda abierta la pregunta sobre el papel que juegan las nuevas tecnologías asociadas a internet y a la movili-dad en y con la información; pensar si son meros instru-mentos y herramientas, si se trata de nuevos repertorios y/o si facilitan los tradicionales, si se constituyen en ac-tores a favor de la causa, o en escenarios no territoriales en los que se despliegan acciones de diverso tipo, entre ellas las manifestaciones, o si en el más extremo y nove-doso de los casos se trata de todas las anteriores.

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PorJonathan Alejandro Murcia

PolitólogoInvestigador asociado del Instituto de

Estudios PolíticosUniversidad de Antioquia

[email protected]

Actores sociales y políticas públicas

en la construcción de agendas en los

nuevos periodos de gobierno

El comienzo de nuevos periodos de gobierno representa la entrada, continuidad y salida de temas y problemáticas de carácter público en las agendas gubernamentales a nivel municipal y de-partamental. El pasado primero de enero, durante sus respectivos discursos de posesión, el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama, y el alcal-de de Medellín, Aníbal Gaviria Correa, confirmaron los principales ejes de intervención en los cuales se centrarán sus administraciones, reafirmando, en parte, compromisos adquiridos con sus electores durante sus campañas.

Temas como la educación para la innovación, la ciencia y la tecnología, la cultura ciudadana como

NOTAEste artículo expresa algunos de los avances parciales del pro-yecto de investigación “Estado del arte sobre la relación acción colectiva y políticas públicas”, financiado por el CODI y el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

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mecanismo de erradicación de la violencia, el au-mento de cobertura en el suministro de agua pota-ble, la salud, entre otros –elementos presentes en el discurso de posesión del gobernador Fajardo1–, o la promesa de cien mil viviendas nuevas, mejoradas y legalizadas, la multiplicación de las becas ofrecidas por el Fondo EPM, la promoción institucional del respeto y el apoyo integral a las mujeres, la jornada escolar extendida, entre otros –presentes en el De-cálogo de Compromisos de Aníbal Gaviria2–, serán temas centrales durante el próximo cuatrienio.

Algunos de esos ejes temáticos, que harán parte de la agenda gubernamental, implicarán la elabora-ción de nuevas políticas públicas y el seguimiento a otras ya existentes. Estas políticas públicas adquieren pertinencia en cuanto se configurarían como poten-ciales instrumentos de gestión orientados a solucionar diferentes problemáticas de orden social, económico y participativo en Medellín y Antioquia.

En el marco del escenario de coordinación y arti-culación de políticas para el desarrollo de la ciudad y la región, anunciada como la Alianza Medellín y An-tioquia (ama), tanto el alcalde Aníbal Gaviria, como el gobernador Sergio Fajardo, se han comprometido a fomentar la creación de escenarios de políticas públi-cas alrededor de temas como la equidad de género y a “fortalecer los observatorios de políticas públicas como espacios de análisis, evaluación y construcción colectiva de los programas”3.

Estos escenarios de construcción de las agendas gubernamentales en el ámbito territorial y departa-mental, que implican no sólo la puesta en marcha de nuevos planes de desarrollo de los gobiernos, sino también el comienzo de nuevos periodos de sesio-nes en los cuerpos colegiados –Concejo Municipal y Asamblea Departamental– se consolidan como una oportunidad política para que los actores sociales que vienen tratando ciertas problemáticas de rele-vancia pública puedan ejercer presión social y políti-ca, para que dichos asuntos sean incorporados a las agendas gubernamentales, y en un escenario futuro, puedan participar del posible diseño y formulación de políticas públicas orientadas a intervenir aquellas situaciones que perciben como problemáticas.

No obstante, el proceso de inscripción de un tema o una problemática en la agenda gubernamental no es tarea sencilla, en cuanto requiere atender a ciertas racionalidades y dinámicas institucionales, técnicas y políticas, las cuales deben tener presentes los actores

sociales que pretendan instalar sus demandas en la arena gubernamental a través de su acción colectiva.

Desde la academia se contemplan al menos tres dimensiones correspondientes a la formación de las agendas, que van desde la consolidación del tema o problema en la agenda pública –entendida como el “conjunto de problemas que un público más o menos amplio considera relevantes”4– hasta su inscripción en la agenda gubernamental –entendida esta como el “conjunto de temas a los que se dedica tiempo en alguna de las arenas políticas”5–. Estas tres dimensio-nes son: a) Identificación del problema, en la cual se requiere conocer la naturaleza del tema o problema que intervendría la política pública, los derechos que afecta dicha problemática, la evolución en el tiempo de esta y los impactos que generaría la implementa-ción de una política; b) Definición del problema, en la que se busca conocer las representaciones, defi-niciones y explicaciones que se le han dado al pro-blema, especialmente en estudios e investigaciones; y, c) Inscripción del tema o problema en la agenda gubernamental, en la que se pretender conocer las situaciones que trasladaron al problema de la esfera privada hacia la esfera pública, así como las oportuni-dades y acciones favorables que se presentaron para que fuera posible tal inscripción6 .

Por otra parte, existen ciertas restricciones que

Algunos de esos ejes temáticos, que harán parte

de la agenda gubernamental, implicarán la elaboración

de nuevas políticas públicas y el seguimiento a otras ya existentes. Estas políticas

públicas adquieren pertinencia en cuanto se configurarían

como potenciales instrumentos de gestión orientados a solucionar

diferentes problemáticas de orden social, económico y participativo en Medellín y

Antioquia.

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pueden limitar eventualmente el proceso de ins-cripción en la agenda de determinada problemáti-ca por parte de los actores sociales. Una de estas restricciones se presenta debido al límite de temas o problemáticas que los gobiernos pueden incluir en sus agendas. De todos los problemas de carácter público que podrían ser elegidos, sólo unos cuantos llegan a incorporarse realmente en las agendas. Esta situación tiene como consecuencia que se genere una gran competencia por la inscripción del tema o problema en la agenda gubernamental7 .

A esta restricción se le puede sumar otra, con-sistente en que muchos de los actores sociales que buscan incidir en la creación de políticas públicas no disponen de los recursos organizativos, políticos o materiales necesarios para llegar con facilidad a los escenarios de deliberación y decisión propios de las agendas gubernamentales8. Este es el caso de muchas organizaciones, colectivos o movimientos de carácter cultural, comunitario o social en Me-dellín y Antioquia.

El asunto de los recursos resulta importante, en la medida en que la disponibilidad o no de estos marca significativamente el repertorio de acción colectiva y los escenarios en los cuales pueden ex-poner los actores sociales sus demandas y exigen-cias. Es posible que, entre más recursos tengan los actores, más posibilidades tengan de recurrir a tác-ticas internas9, como el lobby, el cabildeo, el litigio o la interlocución directa con representantes en las élites políticas; tácticas que en muchas ocasiones son efectivas a la hora de concertar con los gobier-nos medidas orientadas a resolver alguna demanda o problemática específica.

No obstante, muchos actores no cuentan con los recursos materiales ni con la experiencia organizativa y política para emplear las anteriores estrategias. Ante esta situación, los actores sociales pueden apelar al empleo de tácticas externas orientadas a llamar la atención del público y de la institucionalidad com-petente para la atención de sus problemáticas10. Estas estrategias externas consisten en buscar aliados en otros grupos sociales, en el público general, y en las denominadas “elites de referencia”11. Este último tipo de aliado es de una importancia considerable, ya que se refiere a aquellos grupos con un nivel importante de interacción con las élites en el poder y de acceso a los escenarios de consultoría y decisión guberna-mental. Este es el caso de la consolidación de alian-zas y apoyos que llevan a cabo determinados actores

sociales con las elites intelectuales, la academia, las ONGs, centros de investigación, o los mismos medios de comunicación, por citar algunos ejemplos.

Por otra parte, los actores sociales siempre ten-drán a la mano otras formas de acción colectiva me-nos convencionales, que en términos generales no implican la movilización de grandes recursos eco-nómicos y que no necesariamente entran en contra-dicción con la legalidad y con los valores dominan-tes. Estas estrategias han demostrado ser efectivas a la hora de lograr ciertos objetivos, por ejemplo al intentar convocar a la opinión pública y a los me-dios de comunicación, a través de diversas mani-festaciones en la calle o actos culturales en espacios públicos, en los cuales se hacen explícitas determi-nadas demandas sociales, a través de lo que podría denominarse alteraciones creativas del orden.

A modo de reflexión final, se dirá que el comien-zo de nuevos periodos de gobierno constituye una

Las actuales administraciones del Municipio de Medellín y del Departamento de Antioquia se

han mostrado en sus discursos dispuestas a rediseñar el

ámbito de la gestión pública, a través de la configuración

de un modelo de gobernanza democrática basada en la

inclusión de los medellinenses y los antioqueños en los

escenarios de participación ciudadana dispuestos por la institucionalidad local

y departamental, y en la consolidación de una ambiciosa estrategia de

articulación y coordinación del desarrollo para la ciudad y la región, a través de la Alianza

Medellín y Antioquia (ama).

Actores sociales y políticas públicas en la construcción de agendas en los nuevos periodos de gobierno

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oportunidad política para que diversos actores pú-blicos y privados intenten poner sus demandas en el orden del día de las agendas gubernamentales. Las actuales administraciones del Municipio de Mede-llín y del Departamento de Antioquia se han mostra-do en sus discursos dispuestas a rediseñar el ámbito de la gestión pública, a través de la configuración de un modelo de gobernanza democrática basada en la inclusión de los medellinenses y los antioqueños en los escenarios de participación ciudadana dispues-tos por la institucionalidad local y departamental, y en la consolidación de una ambiciosa estrategia de articulación y coordinación del desarrollo para la ciudad y la región, a través de la Alianza Medellín y Antioquia (ama). Este es un escenario propicio para que las organizaciones sociales y comunitarias, los colectivos a favor de las minorías, y diversos acto-res sociales que representan los intereses y reivin-dican los derechos de los sectores menos favoreci-dos de la población, reanuden sus reivindicaciones y retomen la movilización en pro de agendar sus problemáticas en la arena gubernamental, comen-zando por definir sus problemas en un lenguaje que vincule lo social y lo institucional, y echando mano de todos los recursos disponibles mediante el accionar colectivo, en aras de la consecución de políticas públicas orientadas a subsanar la enorme brecha económica y las desigualdades sociales que aquejan a Medellín y a Antioquia.

BibliografíaGRANADA VAHOS, James y LOPERA MORALES, Juan Es-teban. “Metodología de seguimiento a las políticas públicas en los planes de desarrollo”. Informe de proyecto. Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. Mede-llín, mayo de 2008.

MCCARTHY, John D., SMITH, Jackie y ZALD, Mayer N. “El acceso a la agenda pública y a la agenda del gobierno: me-dios de comunicación y sistema electoral”. En: Movimien-tos Sociales: Perspectivas Comparadas. Madrid, Ediciones Istmo, 1999. Capítulo 13.

Páginas webwww.antioquia.gov.co

www.elmundo.com

www.sergiofajardo.com

Notas1. Tomado de: “Sergio Fajardo Valderrama se posesionó ofi-cialmente como gobernador de Antioquia”. 01 de enero de 2012. Disponible en: http://www.antioquia.gov.co/index.php/es/gobernador/noticias/6531

2. Tomado de: “Decálogo de compromisos de Aníbal”. Disponible en: http://www.elmundo.com/portal/opinion/columnistas/decalogo_de_compromisos_de_anibal.php

3. Tomado de: “AMA: Medellín y Antioquia: Una Alian-za Histórica, una Oportunidad Única”. Disponible en: http://www.sergiofajardo.com/index.php?option=com_content&view=article&id=303:alianza-medellin-y-antioquia&catid=7:ultimas-noticias

4. MCCARTHY, John D., SMITH, Jackie y ZALD, Mayer N. “El acceso a la agenda pública y a la agenda del gobierno: medios de comunicación y sistema electoral”. En: Movi-mientos Sociales: Perspectivas Comparadas. Madrid, Edicio-nes Istmo, 1999. Capítulo 13. pp. 416-417.

5. Ibíd. pp. 416-417.

6. GRANADA VAHOS, James y LOPERA MORALES, Juan Esteban. “Metodología de seguimiento a las políticas públi-cas en los planes de desarrollo”. Informe de proyecto. Ins-tituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. Medellín, mayo de 2008. pp. 6-7.

7. MCCARTHY, John D., SMITH, Jackie y ZALD, Mayer N. op. cit. pp. 417-418.

8. Ibid. pp 413-414.

9. Ibid. pp. 433.

10. Ibid. pp 413-414.

11. Ibid. pp 413-414.

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Podría pensarse que dentro del con-cepto participación cabe el de acción colectiva y movi-lización comprendidos como el libre ejercicio de orga-nización y expresión, en tanto el marco constitucional así lo garantiza; desde esta perspectiva la significación de la participación es lo bastante amplia como para ab-sorber a la acción colectiva como un fenómeno parti-cipativo en el sentido de la posibilidad de influir en la toma de decisiones políticas. Desde otra perspectiva se afirma que la acción colectiva rebasa la acepción del concepto participación y por tanto debe considerarse como un fenómeno que merece interpretación rigurosa y no denominársele como participación.

Con la intención de plantear una discusión ligera sobre la delimitación y significados de los conceptos, acción colectiva y participación, seré muy breve al mo-mento de plantear definiciones conceptuales que sirvan de derrotero al momento de enfrentar sus acepciones, identificando posibles relaciones. A partir de las tipolo-gías y definiciones sobre participación que Nuria Cunill (1991) nos ofrece, de manear general pero concisa, se abordará la problematización sobre la necesidad de diferenciar la acción colectiva de la participación polí-

¿La acción colectiva como participación?

PorTatiana Parra Otálvaro*

Universidad de [email protected]

De la participación a la acción colectiva o de la acción colectiva a la participación

* Estudiante de sexto semestre del pregrado Ciencia Política. Adscrita al programa Estudiante en Formación del Grupo de Estudios Políticos de Universidad de Antioquia, en la lí-nea de investigación “Movilidad, mi-gración y desplazamiento forzado”.

Este escrito es el resultado de algu-nos elementos analíticos arrojados por el proyecto de investigación “Es-tado del arte sobre la relación ac-ción colectiva y políticas públicas”, el cual es financiado por el CODI y el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.

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tica. Por lo que respecta a la acción colectiva se tendrá como referente las definiciones dadas por el teórico mas representativo en el tema, Sidney Tarrow advierte al respecto: «La acción colectiva adopta muchas for-mas: puede ser breve o mantenida, institucionalizada o subversiva, monótona o dramática. En su mayor parte se produce en el marco de las instituciones por parte de grupos constituidos que actúan en nombre de objetivos que difícilmente harían levantar una ceja a nadie. Se convierte en contenciosa cuando es utilizada por gente que carece de acceso regular a las instituciones, que actúa en nombre de reivindicaciones nuevas o no acep-tadas y que se conduce de un modo que constituye una amenaza fundamental para otros o las autoridades.»1

Para el concepto de participación se retomaran al-gunos elementos de la tipología que plantea Cunill:

« […] Existen cuatro tipos de participación: partici-pación social, que se refiere a las dinámicas de orga-nización de las personas en la sociedad en pro de la defensa de sus derechos e intereses sociales; la parti-cipación comunitaria, que, vinculada al desarrollo co-munitario, busca que las personas fomenten acciones, asistencialismo e iniciativas a favor de la solución de problemas inmediatos que le afectan como comuni-dad; la participación política, que se relaciona con la intervención de las personas en la sociedad a través de los partidos políticos y de las instancias de gobierno, ya sea accediendo a estos espacios de poder o bien exi-giéndole a sus representantes en las corporaciones que gobiernen en beneficio de todos los ciudadanos y las ciudadanas; y la participación ciudadana, que apunta a crear nuevos mecanismos y espacios compartidos por los ciudadanos con las administraciones de gobierno para que colaboren en la ejecución de algunas tareas o bien para que sustituyan al Estado en determinadas funciones que beneficien al conglomerado social.» 2

Teniendo en cuenta las precisiones anteriores se plantea la problematización conceptual sobre los alcan-ces denotativos de la tipología elaborada en torno a la participación, sí entendemos la participación desde su acepción política tendremos que tener en cuenta la re-presentatividad y el componente electoral dentro de las definiciones que el común tiene sobre la participación, además de la salvedad hecha por Cunill: la participa-ción política se refiere a la intervención de los ciudada-nos en la sociedad a través de los partidos políticos y las instancias de gobierno, en este sentido, se puede ver el distanciamiento entre participación política y acción co-lectiva, en tanto la participación política supone un gra-do de institucionalidad tal que suprime características

fundamentales de la acción colectiva que no siempre se inscribe en un rol político, la movilización adquiere diversos roles y matices entre ellos el social.

Por otro lado la participación en ocasiones puede interpretarse, como la configuración de una acción colectiva cuando un conjunto de ciudadanos se unen con la finalidad de presentar iniciativas, decidir, con-certar, negociar, fiscalizar y controlar, pero estas ac-ciones son esporádicas, no poseen una estructura de movilización, ni objetivos, ni repertorios entre otras características propias de la acción colectiva, a su vez la participación ciudadana implica responsabilidades deberes y derechos y muchas veces la acción colecti-va no posee estas particularidades; vemos que el tipo de participación que más se acerca a lo propuesto anteriormente es la social, no obstante, a pesar de la claridad que pretende la elaboración de esta tipología es peligroso aceptarla sin peros en la medida en que definiciones declarativas de este tipo conllevan a am-bigüedades que vacían los conceptos de sentido.

No obstante, hay que tener presente otros análisis en torno a la significación de participación política,« Fer-nández (1999, citado en Blanca & Moreno, 2008) la caracteriza en dos tipos: la participación política con-vencional, relacionada con las acciones llevadas a cabo

La connotación política que tiene el concepto participación expone las limitaciones del mismo, que

se encuentra ligado a entramados conceptuales más complejos

como la democracia, la ciudadanía y más concretamente a los

fenómenos del régimen político, en este sentido el concepto

participación evidencia su corto alcance en cuanto no expresa el contenido social, cultural –

cognitivo, político, económico de la movilización, es por esta razón

que los fenómenos de movilización deben ser interpretados desde un

enfoque teórico que rescate sus particularidades.

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durante un proceso electoral y que indica el derecho de ciudadanía por medio del sufragio, y la participación política no convencional, que se refiere a acciones que van más allá de los mecanismos institucionales de par-ticipación y, en algunas ocasiones, hace oposición a la legalidad constitucional establecida, mediante moviliza-ciones, boicot y huelgas, entre otras manifestaciones.»3

Si aceptara las precisiones hechas por el autor estaría aceptando que la participación política, de hecho todos los tipos de participación, se asimilaría a la acción colec-tiva, esto es, la participación como una fenómeno macro dentro de un régimen político democrático absorbería a la acción colectiva y a la movilización como hechos mi-cros que ocurren dentro de este espectro; es posible que una de las forma de analizar la acción colectiva sea ubi-cándola dentro de un contexto más amplio, que vedarla única y exclusivamente a sus características específicas sin tener en cuenta el entramado conceptual que la rodea, no obstante al momento de considerar su dependencia del contexto macro, dependiendo del régimen político, es de vital importancia reconocer la especificidad de la características que denotan el concepto.

La connotación política que tiene el concepto par-ticipación expone las limitaciones del mismo, que se encuentra ligado a entramados conceptuales más complejos como la democracia, la ciudadanía y más concretamente a los fenómenos del régimen político, en este sentido el concepto participación evidencia su corto alcance en cuanto no expresa el contenido so-cial, cultural –cognitivo, político, económico de la mo-vilización, es por esta razón que los fenómenos de mo-vilización deben ser interpretados desde un enfoque teórico que rescate sus particularidades. Además en muchas ocasiones el derecho de participar se inscribe dentro del status que el Estado Nación confiere a las personas nacionales, esto es, la ciudadanía y muchas de las personas que se organizan y defienden unos ob-jetivos no poseen este estatus ¿Sigue siendo participa-ción el accionar de estos sujetos no ciudadanos?

¿Poseen todos los ciudadanos las mismas condiciones para hacer uso de los mecanismos de partición? Si el uso de los mecanismos de participación otorgados por la Car-ta Magna remiten a la participación en sí, la protesta y a la acción colectiva como movilización no serian fenómenos de participación política, entonces ¿podrían definirse la acción colectiva como participación pero agregándole que adjetivo? ¿El de iniciativa popular?

Las redes sociales y políticas juegan un papel impor-tante al interior de los ámbitos públicos lo que no tie-ne que suscribir estas categorías a las denominaciones

generales del concepto participación, en este sentido la acción colectiva puede analizarse dentro de fenó-menos participativos pero no concebirse como pura participación política.

Las prácticas participativas ayudan en el proceso de fortalecimiento de las organizaciones, digamos que la participación y la acción colectiva son procesos que pueden corresponderse, hasta articularse, pero no ne-cesariamente aunarse y tener un mismo sentido.

Sabemos que la participación genera y construye escenarios publico-políticos que pueden ser promo-tores de la organización, pero no siempre, puesto que la movilización y la diversidad de actores que se or-ganizan parte de diferentes motivaciones y acciones catalizadoras, es decir, no siempre los escenarios par-ticipativos generan movilización. El estudio de la ac-ción colectiva/movilización no puede reducirse a una comprensión desde la perspectiva participativa pero si puede interpretarse como un fenómeno que involucra la participación (tipos de participación) en su sentido más amplio y no estrictamente político.

Bibliografía

TARROW, Sídney, El poder en Movimiento. (2ª Edición). Madrid, Alianza Editorial, 2004.

GARCÉS PRETTEL, Miguel E., PALACIO SAÑUDO, Jorge y AGUILAR RODRÍGUEZ, Daniel E. “Análisis de la cultura política de Montería en el periodo 2006-2008, desde las categorías de participación y comunicación política” En: Investigación y desarrollo. Vol. 18, No 01, Ene-Jun. 2010 Barranquilla – Colombia.

Constitución Política de Colombia 1991. Título III “De los ha-bitantes y el territorio”, Capítulo II “De la ciudadanía”, Título IV “De la participación democrática y de los partidos políticos”, Capitulo II “De los partidos y de los movimientos políticos”.

Notas

1. TARROW, Sídney, El poder en Movimiento. (2ª Edición). Madrid, Alianza Editorial, 2004. Pág.24

2. GARCÉS PRETTEL, Miguel E., PALACIO SAÑUDO, Jorge y AGUILAR RODRÍGUEZ, Daniel E. “Análisis de la cultura política de Montería en el periodo 2006-2008, desde las categorías de participación y comunicación política” En: Investigación y desarrollo. Vol. 18, No 01, Ene-Jun. 2010 Barranquilla – Colombia. Pág. 51-52

3. Ibíd. Pág. 53

¿La acción colectiva como participación?

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Universidad de Antioquia (Medellín) * Septiembre 12 al 15 de 2012 • Convocan: Instituto de Filosofía y Facultad de Comunicaciones

Mesas de trabajo: * Retrospectiva y balance de la historia intelectual o de los intelectuales en América Latina * Pensamiento histórico e historiografía en América Latina * Historia del periodismo y la opi-nión pública en América Latina * Historiografía literaria en América Latina * Historia de los intelectuales de izquierda y movimientos sociales en América Latina * Pensamiento y literatura indígena en América Latina * Tradición y crítica literaria en América Latina; Teoría crítica (Escuela de Frankfort) en América Latina * Universidad y sociedad en América Latina * Cultura intelectual antioqueña * Intelectuales afrodescendientes en América Latina * Movimiento estudiantil latinoamericano * Mujer y literatura en América Latina * Pensamiento constitucionalista en América Latina * Historia del psicoanálisis y la psicología en América Latina * Educación e inte-lectuales en América Latina * Ciencias sociales en América Latina.

Conferencistas: Carlos Altamirano (Argentina); Rubén Jaramillo Vélez (Colombia); Luca

D’ Ascia (Italia); Juan Marchena (España); Amado de León Reyes (República Dominicana); Renán Silva (Colombia); Liliana Weinberg (España); Miguel Ángel Urrego (Colombia); Luis Alberto Romero

(Argentina); Alejandro Blanco (Argentina); Gilberto Loaiza (Colombia)

Términos de la convocatoria en: http://gelcil.wordpress.com • Informes: teléfonos (4) 2188914 y 301 4260959 • [email protected]

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Antes que nada querría darle las gracias al patronato de la Escuela de Periodismo por invitarme hoy a estar aquí y a dar esta charla. La Escuela de Periodismo de EL PAÍS-UAM tiene ya 26 años y en actos similares a este han inter-venido periodistas a los que admiro mucho (algu-nos están sentados en esta misma mesa) y de los que he aprendido lo bueno que sé de este oficio. Quiero darles las gracias aquí expresamente.

Decía que, en total, antes que yo han hablado aquí 25 conferenciantes en 25 años… Y yo soy la primera mujer. Como hay ahora mucha polémica con este asunto, dejen que empiece diciéndo-

Si te van a matar, no te suicides

Por Soledad Gallego-Díaz

Periodista

Este texto corresponde a la conferencia que la periodista

del diario español El País, Soledad Gallego-Díaz, ofreció el 15 de marzo del presente año en la

inauguración del 26º curso de la Escuela de Periodismo

EL PAÍS-UAM. Fue publicado en www.elpais.es y Revista

DEBATES lo reproduce para sus lectores por la

importancia que entraña como documento público

necesario en la agenda ciudadana de cualquier país.

Soledad Gallego-Díaz es vicepresidenta de la sección

española de Reporteros Sin Fronteras. Ha sido

corresponsal de El País en Bruselas, Londres y París. Se

desempeñó como Defensora del lector.

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les: señoras y señores, queridos amigos y amigas, compañeros y compañeras, queridos profesores y profesoras.... me paro aquí. Podría resumir di-ciendo: queridos alumnos y queridos periodistas, pero si he hecho esta larga enumeración no es porque quiera discutir sobre gramática, que tiene sus propios expertos, sino para que quede claro que pienso que las mujeres en este oficio segui-mos siendo demasiado transparentes.

Pero este no es el tema de la charla.Tengo una amiga que es un fenómeno en Inter-

net y en todas las nuevas tecnologías aplicadas a la comunicación y que se esfuerza en evangelizar-me en esta nueva fe. Yo me dejo evangelizar en-cantada porque estoy sinceramente deslumbra-da y agradecida a estas tecnologías. Lo estamos todos los que empezamos en este oficio cuando había que depender de una máquina infernal que, gracias a los dioses, ha quedado completa-mente obsoleta, que se llamaba télex. Sufríamos como locos con aquellas cintas llenas de aguje-ritos y con las miles de maniobras que teníamos que hacer para llamar por teléfono o, peor aún, para conseguir cualquier papel, conferencia, libro o documento que necesitábamos para el trabajo que tuviéramos entre manos y que ahora logra-mos con un simple clic.

Todas aquellas angustias que entorpecían nuestro trabajo no servían para nada, salvo, qui-zás, para forjarnos el carácter en la adversidad y para alentar nuestra cultura del esfuerzo, de la que tanto se habla hoy en día.

Así que, ¡¡cómo no estar deslumbrada por to-das las posibilidades que se han abierto gracias a esas nuevas tecnologías!!

Cuando miremos para atrás dentro de unos años, cuando miren ustedes para atrás, se darán cuenta de que, antes que nada, esta fue una épo-ca apasionante para el periodismo. Una época de auténtica conmoción, que ustedes tuvieron la oportunidad de presenciar en primera fila; mejor todavía, la oportunidad de ser los protagonistas. Los que acaban hoy el máster, los que inician este año su formación, serán los protagonistas de una formidable transformación y, si hay algo irresisti-ble para un buen periodista, es estar ahí, asistir a un cambio radical, ser testigo de una revolución.

Obviamente, esta transformación no se limita a la aparición de nuevas herramientas. Sería de-masiado simple. Es mucho más. Lleva aparejada también un profundo cambio del modelo de la empresa periodística, que es ya una empresa de comunicación y, si me apuran, de telecomunica-ción, un cambio del modelo de negocio, y, con-secuentemente, de las formas de trabajar; una revolución, incluso de conceptos que parecían inconmovibles y que han saltado por los aires. En algunos casos, ya se observan los fundamen-tos de la nueva obra que se está levantando. Pero en otros, nadie sabe todavía como prose-guir ni en que acabará el nuevo edificio.

Lo que los periodistas hemos constatado siem-pre es que en todos los periodos de cambios ra-dicales, en todas las transformaciones tan brutales

Lo que los periodistas hemos constatado siempre es que en todos los periodos de cambios radicales, en todas las transformaciones tan

brutales como esta a la que estamos asistiendo, suele haber muertos. Decenas de muertos por el camino. Y la pregunta que nos hacemos

no es cuántos periodistas quedarán en el camino (que son muchos), sino si el propio periodismo será una de esas víctimas, porque las

transformaciones le lleven a ser engullido por esa cosa mucho más extensa, y muy diferente, que es la comunicación.

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como esta a la que estamos asistiendo, suele ha-ber muertos. Decenas de muertos por el cami-no. Y la pregunta que nos hacemos no es cuán-tos periodistas quedarán en el camino (que son muchos), sino si el propio periodismo será una de esas víctimas, porque las transformaciones le lleven a ser engullido por esa cosa mucho más ex-tensa, y muy diferente, que es la comunicación.

Lo más triste es que de puro miedo a que nos maten, los periodistas terminemos pegándole un tiro al periodismo. De ahí el título de esta charla, que puede parecer un poco extraño: si te van a matar, no te suicides.

Yo creo, he creído siempre, que no hay nada más tonto que dejarse matar dando facilidades. Y eso es lo que nos puede pasar, si no reflexio-namos, sin miedo, sobre lo que está ocurriendo.

Esto va muy deprisa, evoluciona rápido y de manera impredecible (casi como la Unión Euro-pea, diría yo) y la capacidad de influir que tene-mos los periodistas en esta vertiginosa transforma-ción parece estar cada día, cada minuto, más en declive. Nuestro papel en el debate es cada vez menor y ese es un dato relevante.

Como reconoce mi amiga, la evangelizadora, que tiene un gran sentido del humor: “Estos se-rían unos momentos maravillosos para el perio-dismo, si no fueran tan terribles”.

Les voy a explicar las muy variadas posibilida-des que tenemos los periodistas de suicidarnos. Una especie de suicide, mode d´emploie que di-ría un francés, con la pretensión de que, si las

identificamos, quizás podamos huir de todas las oportunidades que se nos presentan, y se nos ofrecen, de abrirnos las venas.

a) Una manera de suicidarse es creer que el periodismo es “nuestro”, de una generación de-terminada de periodistas, que nos hemos conver-tido en sus guardianes, en los guardianes de sus esencias y que somos los únicos con derecho o autoridad para ejercer su control. Esa es una idea bastante letal y funesta, porque lleva a no aceptar cambios, a negarse a ver las nuevas realidades y, sobre todo, porque impide precisamente lo que más necesitamos, un debate abierto entre perio-distas de todas las generaciones y de todos los distintos medios, que nos permita recuperar in-fluencia como profesionales.

Creer que hay un grupo que debe proteger al periodismo de los cambios o de nuevas influen-cias es absurdo. Nos suicidaremos si, entre todos, no favorecemos el debate y el análisis de esas nuevas transformaciones, muchas de ellas im-prescindibles, pero algunas de ellas absolutamen-te contraproducentes.

Hay que hablar sobre los beneficios de la ra-pidez, de la conectividad, de la interrelación con los ciudadanos, pero también de sus inconve-nientes, de sus peligros, de lo que favorece y de lo que perjudica al trabajo periodístico.

Las utopías regresivas no valen de nada. Pero tampoco hay que tener miedo a decir qué cambios creemos que perjudican el traba-jo periodístico.

Creer que hay un grupo que debe proteger al periodismo de los cambios o de nuevas influencias es absurdo. Nos suicidaremos si, entre todos, no

favorecemos el debate y el análisis de esas nuevas transformaciones, muchas de ellas imprescindibles, pero algunas de ellas absolutamente

contraproducentes.

Hay que hablar sobre los beneficios de la rapidez, de la conectividad, de la interrelación con los ciudadanos, pero también de sus inconvenientes, de

sus peligros, de lo que favorece y de lo que perjudica al trabajo periodístico.

Si te van a matar, no te suicides

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Por ejemplo, yo creo que uno de esos cam-bios que perjudica es creer que la conversa-ción con los lectores, la intercomunicación, puede sustituir a la indagación de los hechos; que, como veremos más adelante, para mí es la esencia de este oficio.

b) El problema no es si sigue existiendo el pe-riódico en papel o en la tableta.

El problema es: qué es el periodismo en esta nueva época, cómo le afectan esas nuevas herra-mientas y si esas herramientas y nuevos procesos pueden deteriorar, o romper incluso, las reglas básicas de nuestra profesión.

Y merece la pena también plantearse si sigue existiendo el concepto mismo de periódico. Que como su nombre indica, no está relacionado con la instantaneidad sino con la periodicidad, con la fijación de agendas y con la valoración propia, e interpretación, de un momento fijo.

A mí me da igual el papel o la tableta. Lo que no me da igual es si sigue existiendo el perio-dismo o no. Aunque, todo sea dicho, tengo una relación de agradecimiento con los lectores del papel, una especie de historia de amor. Son segu-ramente pocos, en relación con los millones que acceden a nuestro trabajo hoy día a través de la web, pero han sido lectores fieles, durante de-cenas de años, y nosotros hemos procurado ser-les leales. Como comprenderán, no quiero hacer nada que pueda acelerar el fallecimiento de ese grupo de personas, ni tan siquiera que les ponga en una situación incómoda. Yo, personalmente, les debo mucho, les estoy muy agradecida y les tengo un gran respeto.

c) Otro modo de suicidarse es confundir perio-dismo y comunicación.

Cuanto más sé del mundo de la comunica-ción, más exigente me vuelvo con el mundo del periodismo. ¿Todo es periodismo? Desde luego que no. Quizás todo es comunicación, pero el periodismo tiene reglas, normas y ob-jetivos determinados.

Uno de los mayores peligros de esta apasio-nante etapa es que se confunda las dos cosas, que la formidable fortaleza y expansión de la comuni-

cación asfixie al periodismo y a sus reglas, como algo antiguo e innecesario.

El peligro es que vayamos olvidándonos de esas reglas, porque las nuevas herramientas presionen tan fuertemente sobre ellas que no seamos capaces de defenderlas. Tenemos que hablar de todo esto.

¿Qué reglas son esas? Las que elaboraron Kova-ch y Rosenstiel en su libro «Elementos del perio-dismo» son un buen resumen. Seguramente, los que acaban hoy el máster ya las conocen. Pero no viene mal recordarlas de vez en cuando:

«La primera obligación de un periodista es la verdad. Debe lealtad ante todo a los ciudada-nos. Su esencia es la disciplina de la verificación. Debe mantener la independencia con respecto a aquellos a quienes informa. (Y con respecto a sus fuentes, diría yo). Debe ejercer un control inde-pendiente del poder...»

También puede ser una buena regla para los periodistas no pensar nunca en «usuarios», sino en lectores, oyentes, televidentes, que es algo más personalizado. Es como cuando los médi-cos hablan de «clientes» en lugar de «pacien-tes». La confianza en el médico sufre un bajón muy explicable.

Con «usuarios» se consigue, sin duda, mucha audiencia. Pero con «lectores, oyentes y televi-dentes» se consigue influencia, que es algo a lo que debe aspirar el periodismo.

La influencia del periodismo se basa en su ca-pacidad para imponer agendas públicas, agen-das relacionadas con el interés público (del que hablaré más adelante). Es algo que es realmen-te difícil en la actualidad, debido a la enorme fragmentación de los medios en los que los ciu-dadanos buscan su información, pero que debe seguir siendo uno de los grandes objetivos del periodismo. Influir es: decir explícitamente las cosas sobre las que creemos que hay que ha-blar colectivamente.

Esas agendas públicas son también las que marcan las diferencias con la prensa amarilla o sensacionalista, porque ese tipo de medios lo que quiere es imponer una propia como si

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fuera pública. El ejemplo más claro son los su-cesos puestos en primera página. Si aparecen en la sección de sucesos, invitan a la reflexión sobre la insondable condición del ser humano. Si aparecen en la primera página, exigen decla-raciones sobre la pena capital, la cadena per-petua o la reforma de incontables leyes (sobre todo, si afectan a los menores).

Las agendas públicas que el periodismo quiere imponer tampoco tienen nada que ver con los Trending Topic, que son otra cosa.

De hecho, los trending topics que han batido récords de cientos de millones de citas, como la muerte de Michel Jackson o los papeles de Wi-kileaks, no son consecuencia de una voluntad de fijar agendas.

La muerte de Jackson fue un hecho que marcó la agenda por sí mismo. Y los wikileaks fueron una agenda marcada por otros medios de comunica-ción, no en Twitter o Facebook, que se limitaron más bien a rebotarlo o glosarlo.

d) Ya he mencionado las reglas que enume-raron Kovach y Rosenstiel. Me gustaría también recordar las recomendaciones de Albert Camus a los periodistas. Sus reglas. Eran estas:

“Reconocer el totalitarismo y denunciarlo. No mentir y saber confesar lo que se ignora. Negarse a cualquier clase de despotismo, inclu-so provisional”.

Si olvidamos estas recomendaciones estamos en peligro de perder el orgullo de esta profe-

sión, que es algo más importante de lo que les puede parecer.

No sé si se han dado cuenta de que en mu-chas de las películas de hoy día los periodistas son unos canallas de tomo y lomo. Antes no era así. Incluso en películas tan críticas como Primera Plana, el protagonista, Jack Lemmon, era un re-portero decente que buscaba la verdad.

Precisamente, es muy fácil caer en ese des-crédito si los periodistas no creemos que existe la verdad. Una verdad de los hechos que quere-mos y debemos contar. Quieren convencernos de que no existe la verdad. Pero existe, claro que existe. No se trata de verdades filosóficas, ni religiosas, ni judiciales, sino de la verdad re-lacionada con los hechos.

Es esa verdad la que ayuda al sostenimiento de la democracia, porque le da al ciudadano instrumentos para llegar a sus propias conclu-siones. Que les proporciona conocimientos ne-cesarios para ser más autónomos.

Los periodistas que no creen en esa verdad, no creen en ellos mismos y, además, han per-dido algo fundamental: la lealtad al ciudadano, de la que hablaba Kovach.

El descrédito del periodismo viene cada vez más unido del descrédito de la democracia y entraña los mismos peligros. Los periodistas hemos sido, y somos, responsables de buena parte de ese descrédito, hemos ayudado a esa pérdida de reputación, porque no cumplimos con nuestras obligaciones.

Precisamente, es muy fácil caer en ese descrédito si los periodistas no creemos que existe la verdad. Una verdad de los hechos que queremos y debemos contar.

Quieren convencernos de que no existe la verdad. Pero existe, claro que existe. No se trata de verdades filosóficas, ni religiosas, ni judiciales, sino de la verdad

relacionada con los hechos.

Es esa verdad la que ayuda al sostenimiento de la democracia, porque le da al ciudadano instrumentos para llegar a sus propias conclusiones. Que les

proporciona conocimientos necesarios para ser más autónomos.

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Somos responsables, porque nos falta inde-pendencia, porque no cumplimos con la obli-gada verificación, ni con la obligación de con-trolar los poderes. Porque no creamos los foros de discusión crítica, que deberíamos promover. Porque, como denunciaba Camus, ejercemos el despotismo, amigándonos con las fuentes.

En momentos como estos, colaborar con ese descrédito es mortal para esta profesión. Al-guien dijo que hacer funcionar lo público es competencia de la izquierda. Pues bien, hacer funcionar el periodismo es competencia de los periodistas. No se retiren del debate. Partici-pen. Y tengan autonomía en esa discusión. Sea-mos abiertos, pero no sean ingenuos.

Tenemos que hacer un mayor esfuerzo. Este oficio es más difícil de lo que creemos. Difícil, porque esta vez la discusión se produce al mismo tiempo que una transformación del modelo de negocio. Es inevitable que esas incógnitas afecten al modelo de periodismo que se practica.

Es verdad que las empresas necesitan ganar tiempo para definir el modelo de negocio. Los periodistas necesitamos también ganar deter-minación para defender un periodismo que merezca ese nombre y que no se convierta en un sucedáneo de comunicación.

Si quieren que les diga la verdad, siempre me he sentido cómoda trabajando para una empresa periodística, en la que los espacios estaban muy bien definidos. Seguramente eso es algo que ya ha cambiado para siempre y no merece la pena ni discutirlo. Pero hay cosas in-quietantes en la nueva situación.

Por ejemplo, me preocupa que ahora el pe-riodismo de investigación, el periodismo de calidad, esté siendo financiado en Estados Uni-dos, sobre todo, por fundaciones sin ánimo de lucro, porque eso quiere decir que las grandes empresas periodísticas norteamericanas ya no se lucran del periodismo de calidad y de inves-tigación. Y eso me parece peligroso.

Peligroso que desaparezca el papel de la em-presa como impulsora del periodismo de calidad. Si el periodismo de investigación tiene que de-

pender de la filantropía, malo. Malo también que se confíe e impulse exclusivamente el periodismo público, el periodismo amateur, como si pudiera sustituir al profesional.

Porque si para saber qué sucede en Homs basta Twitter, Facebook o los blogs de quienes viven en la ciudad, ¿por qué fue allí y por qué murió Marie Colvin?

Yo conocí a Marie Colvin. Ella era la jefe de la oficina de la agencia norteamericana UPI cuando yo era corresponsal de EL PAÍS en París y tenía una oficina en la UPI. Muchos días comimos jun-tas. Era una periodista magnífica.

Yo no creo que su trabajo en Homs pudiera haberse hecho mirando los twitters desde París o leyendo los blogs desde Nueva York. Colvin fue a Homs porque su testimonio era importante. Ella trabajaba con unas reglas y ella buscaba la verdad de los hechos. Indagaba la verdad de los hechos.

e) Otra manera de suicidarnos es rendirse a la prisa. Siempre ha habido prisas en este oficio. Desde aquellos tiempos en que Reuters decidió enviar una paloma mensajera para adelantar al-gunas informaciones económicas, siempre hemos tenido que trabajar bajo presión. Pero una cosa es trabajar con prisas y otra, suprimir completamen-te el contexto de los hechos para ganar tiempo. La instantaneidad es un fenómeno formidable, pero no debe suplir a la obligación de proporcio-nar ese contexto.

Por eso creo que necesitamos los periódicos, sean en papel o en tabletas. Un periódico es una publicación que transmite hechos, contextos, análisis y opinión al respecto de esos hechos en un momento concreto. Además genera un espa-cio público de discusión, de discusión política, no de comunicación.

Para eso hace falta tiempo. Para hacer un pe-riodismo molesto. El periodista británico John Wilson llamó la atención sobre la obligación de ejercer un periodismo “irrespetuoso”, pero res-ponsable. “Los periodistas”, dijo, “cuestionan temas que mucha gente prefiere que se dejen en paz, amenazan valores que cohesionan una sociedad cuando creen que tienen motivos

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para ello, erosionan el respeto si tienen datos que revelan que ese respeto está mal emplaza-do y agitan las instituciones en las que la socie-dad confía para su estabilidad si descubren que no cumplen su función. En definitiva, iIuminan problemas intratables, sin tener en cuenta si eso hace más y más difícil la posición de un Gobierno. Y destruyen la confianza en indivi-duos que no se la merecen”.

Reconocerán que para hacer todo eso hace fal-ta un poco de tiempo. No se puede ni se debe hacer sin verificación e indagación. Hacen falta reglas. Normas conocidas y respetadas que me-rezcan la confianza de los ciudadanos.

Si tienen dudas sobre cómo se hace todo eso, pueden leer el libro Ifigenia en Forest Hill, de la periodista Janet Malcolm, que acaba de salir y que es un reportaje magnífico sobre un juicio, ejemplo de todo lo que acabo de decir.

Si no hacemos todo eso de acuerdo con re-glas, perderemos definitivamente la confianza de los ciudadanos. Una confianza que todavía hoy, pese a todos estos problemas, tenemos. Por lo menos, el último informe del Pew Center asegura que cuando pasa algo importante, los ciudadanos siguen buscando masivamente su información en medios de comunicación conocidos.

f) La peor manera de suicidarse es dejar de in-dagar los hechos y limitarse a vocear las distintas versiones. Eso no es periodismo. Volvemos a la comunicación, que consiste en compartir mensa-jes, y no en averiguar qué tienen de cierto.

Periodismo, insistamos, es indagar en hechos, acontecimientos que tienen interés público y ha-cerlo respetando unas reglas.

¿Qué es de interés público?, se preguntan algunos. Desde luego, no lo que más interesa al público, sino algo muy distinto.

La definición más clara que he encontrado es la que proporciona el Código de Práctica de la Press Complain Commission, del Reino Unido. Dice así:

«Es de interés público detectar y exponer de-litos o graves fechorías. Detectar o exponer una seria conducta antisocial. Proteger la seguridad y la salud pública. Evitar que los ciudadanos sean confundidos por declaraciones o hechos de un individuo». (Especialmente si su conducta no se ajusta a lo que predica)

Los periodistas deben creerse estas reglas y es-tos objetivos porque es lo que da sentido a su tra-bajo. El gran periodista polaco Kapuchinsky decía que este no es un oficio para cínicos.

Él se hubiera quedado frío si le hubieran dicho, con la nueva terminología comunicacional, que era un smart aggregator o un sense maker. Son palabras nuevas para cosas antiguas. Como cuan-do se dice que la banca esta “apalancada” y los ciudadanos “endeudados”. Significa simplemen-te que los dos tenemos un agujero. En este caso, igual. Los smart aggregator y los sense makers son periodistas que investigan y que proporcionan contexto, sentido y comprensión a lo que sucede.

...me preocupa que ahora el periodismo de investigación, el periodismo de calidad, esté siendo financiado en Estados Unidos, sobre todo, por

fundaciones sin ánimo de lucro, porque eso quiere decir que las grandes empresas periodísticas norteamericanas ya no se lucran del periodismo

de calidad y de investigación. Y eso me parece peligroso.

Peligroso que desaparezca el papel de la empresa como impulsora del periodismo de calidad.

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Los periodistas mexicanos que arriesgan su vida analizando lo que sucede en su país, y que merecen toda nuestra admiración, son sense makers. No importa cómo se les llame siempre que no se confunda qué hacen. En el fondo, lo que importa es el emocionante texto que hicie-ron público algunos periodistas guatemaltecos, quizás los más amenazados del mundo:

“Nadie dijo que fuera fácil para los periodis-tas perder el miedo ante los poderosos. Pero, ¿para qué sirve el periodismo, si no es para que el resto de la sociedad tenga información con la que enfrentar esos miedos?”.

El periodismo de indagación sigue siendo un trabajo importante para la sociedad. Exige contexto, credibilidad, testimonio, verificación. Todas esas técnicas exigen un cierto tiempo y no deben abandonarse por ninguna circunstan-cia. Eso es algo que debemos tener claro. Si lo abandonamos, nos suicidamos.

Es peligroso limitarse a escuchar lo que quie-re la audiencia. Eso no es el centro del perio-dismo. No es eso lo que piensan los periodistas guatemaltecos. Ellos ofrecen a sus compatriotas instrumentos de conocimiento de su sociedad, los pidan o no, sepan que los necesitan o no.

g) Termino ya. Nadie sabe nada del futuro. Los periodistas, menos que nadie. Limitemos a describir lo que pasa en el presente y explique-mos por qué pasa.

Las relaciones de los periodistas con el futuro son muy traicioneras. Solo después de analizar

el presente y de explicarlo, podemos limitar-nos, quizás, a decir lo que queremos para el futuro, pero poco más.

Las utopías regresivas no sirven de nada. Pero tampoco nos suicidemos con utopías ve-nideras. Nosotros, a lo nuestro. Perdamos esta especie de cultura defensiva que nos atenaza y nos paraliza y empecemos a pensar y a discutir.

El periodismo ha servido a la democracia y a la sociedad y sigue siendo vital para su sosteni-miento. Sobre todo en estas épocas de incerti-dumbre.

Periodismo sigue siendo la indagación de los hechos en busca de la verdad. Pero para saber indagar en los hechos, para saber preguntar por la verdad, hace falta tener entrenamiento y ofi-cio. Y orgullo y determinación.

Salud, compañeros… y compañeras.

Las utopías regresivas no sirven de nada. Pero tampoco nos suicidemos con utopías venideras. Nosotros, a lo nuestro. Perdamos esta especie de cultura defensiva que nos atenaza y nos paraliza y empecemos a pensar

y a discutir.

El periodismo ha servido a la democracia y a la sociedad y sigue siendo vital para su sostenimiento. Sobre todo en estas épocas de

incertidumbre.

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Eduardo se saca la chaqueta y apare-ce, blanco y reluciente, un chaleco antibalas. Ministe-rio del Interior y la Justicia se lee en letras azules. Se lo descuelga, pone cerrojo a la puerta, y entonces parece cómodo. Es el presidente de la Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper), que reúne más de 1300 perio-distas de 28 organizaciones en todo el país. Su amenaza le llegó días después de que tomó la vocería del gremio para denunciar, en febrero pasado [2011], el aumento de agresiones contra periodistas colombianos y un au-tor destacado: los paramilitares. La amenaza la firma un grupo de ultraderecha “para” Águilas Negras.

Ya en julio, Eduardo Márquez opina que su caso es el de menos, explica que rechaza el acompañamiento

Violaciones a los derechos humanos de los periodistas

El siguiente es un capítulo del informe “Impunidad y prensa en Colombia”, elaborado por los periodistas y profesores de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, Gonzalo Medina Pérez y Raúl Osorio Vargas, y en cuya elaboración también participaron las periodistas Katalina Vásquez Guzmán y Clara Crizón Klapcsik, y los estudiantes Edna Liliana Guerrero Caicedo y Juan David Ortiz Franco. Con esta investigación la Universidad de Antioquia respondió a la convocatoria que la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) hizo a 22 universidades de 15 países latinoamericanos para desarrollar estudios sobre la impunidad de crímenes contra periodistas en los respectivos países y hacer recomendaciones sobre reformas de políticas públicas para combatirla.

El informe completo, suministrado a Revista DEBATES por el profesor Gonzalo Medina, está publicado en http://almamater.udea.edu.co/debates

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policial porque sospecha que hagan inteligencia a sus actividades gremiales, y ofrece un panorama preocu-pante del periodismo de hoy que no se distancia mu-cho de lo registrado por la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip) y de la información ofrecida desde la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y su Programa de Protección a Periodistas.

“Hemos detectado que las violaciones de dere-chos humanos a periodistas en los últimos cinco años van en un ascenso sostenido. No ha habido un solo momento con tendencia a la baja. El año pasado [2010] detectamos 189 ataques contra pe-riodistas. Este año [2011], desde enero a finales de mayo, hemos detectado 104 ataques. Mientras en 2010 veíamos que el mayor agresor, el depredador de la prensa colombiana, era el propio Estado –a través de funcionarios públicos, la Fuerza Pública, la Policía y el Ejército–, este año [2011] los principales agresores de periodistas son los grupos paramilita-res llamados Bacrim (Bandas criminales), las mismas estructuras paramilitares. Tenemos mucho temor de que este año sea muy violento y que aumenten las cifras del año pasado como se está mostrando”, comenta Márquez desde sus oficinas en el centro de Bogotá, en medio de periódicos, revistas, folle-tos que le llegan de todos los rincones del país y le muestran que aún en impresiones baratas y diseños pobres la prensa tiene poder.

“Estos pequeños periódicos, ahí donde los ven, tum-ban alcaldes, mandan corruptos a la cárcel… ¡Por eso nos amenazan, nos matan!”, afirma el presidente de Fecolper, recordando que este es año electoral en Co-lombia [2011]. Muchas amenazas provienen de parti-dos políticos y justamente en temporada de elecciones, como informa la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip). Es la primera semana de julio en “un país don-de el periodismo vive amenazado de muerte”, como lo describe Ignacio Gómez, presidente de la Flip.

2011: preocupante“Hay una cifra que es verdaderamente escanda-

losa”, dice la locutora de Radio Caracol para anun-ciar los datos más recientes sobre libertad de prensa: “58 periodistas han denunciado amenazas contra su vida solo en los primeros seis meses de este año, mientras que en todo el año 2010 sumaron 49”, precisa. La mayoría están en los departamentos de Antioquia, Nariño y Cauca, donde también han sido desplazados seis periodistas hacia otras regiones por temor frente a los macabros anuncios de la muerte

que les llegan por teléfono, por email y por redes sociales como Facebook.

“Si se mantiene la tendencia al incremento, ob-tendremos un aumento del 100 por ciento en ame-nazas a periodistas en el país”, asegura en la radio Andrés Morales, director ejecutivo de la Flip, ong fundada en los años más duros para el periodismo cuando fuerzas del narcotráfico y otras asesinaron y desterraron cientos de comunicadores de Colom-bia, en 1999. Desde entonces, la Flip ha auxiliado más de 675 periodistas en riesgo, y en la actualidad realiza seguimiento de los casos de periodistas que, como Eduardo Márquez, conforman la lista de pro-tegidos por el Ministerio del Interior y su programa para periodistas creado en el año 2000.

Según datos de Fecolper, de enero a mayo de 2011 se presentaron 4 tentativas de homicidios contra pe-riodistas, 1 acoso judicial, 2 hurtos y 3 tentativas de hurtos de materiales periodísticos, 15 casos de obsta-culización al trabajo periodístico, 12 agresiones físicas y 9 verbales contra periodistas, 1 privación injustificada de la libertad, 2 agresiones a instalaciones de medios (entre ellos Caracol en Bogotá, la cadena radial más importante del país), 1 desplazamiento forzado, 1 caso de acoso judicial a un periodista, y ningún secuestro o desaparición forzada. Las amenazas eran, hasta mayo, unas 49 y los homicidios cero.

Pero el 30 de junio fue asesinado Luis Eduardo Gómez, reportero de Arboletes, Antioquia. Esa no-

No existe pues una política pública para investigar

y condenar los crímenes contra la prensa en

Colombia ni las violaciones a los derechos humanos en

el caso de periodistas. Lo que se ofrece de parte del

Estado son, concretamente, unas medidas de protección

que se clasifican en ordinarias y extraordinarias.

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che, mientras el hombre regresaba a su casa, dos desconocidos a bordo de una moto le dispararon y huyeron. “El periodista era testigo en la Fisca-lía en casos de parapolítica en la región y su hijo y colaborador había sido asesinado hace dos años en circunstancias que las autoridades no han escla-recido. Desde entonces se había apersonado de la investigación por la muerte de su hijo y exigía a las autoridades avances en la investigación (…) Estuvo por muchos años investigando el manejo de recur-sos públicos de la alcaldía; además de la muerte de su hijo”, informó la Flip. Éste caso abrió la lista de periodistas asesinados en 2011. Gómez no había re-portado amenazas en su contra ante las organizacio-nes nacionales de periodista ni recibía medidas de protección de parte del Ministerio del Interior.

La respuesta del EstadoEn una oficina fría y descolorida de la Unidad de De-

rechos Humanos del Ministerio del Interior, junto a par-lamentarios, sindicalistas, afros y otras víctimas de hos-tigamientos y agresiones, una abogada entrega las cifras del Programa de Protección a Periodistas, preparadas especialmente para este informe. Estos números, los ofi-ciales, coinciden con el aumento anunciado por la Flip.

Según el Ministerio, los “periodistas directamente con medidas de protección” de enero a abril de 2011 suman 230, mientras que en todo 2010 fueron 175; en 2009, 171; en 2008, 154; en 2007, 128; en 2006, 64; y en 2005, 46 […] Porcentualmente, esto significa que en tan solo cuatro meses, el número de periodis-tas que están protegidos por el Estado a razón de ame-nazas por su profesión aumentó en un 300% en 2011.

¿Quiénes amenazan? ¿Por qué? ¿Para qué? Son preguntas que está obligada a responder la autoridad judicial, Fiscalía General de la Nación, institución con asiento en el Comité de Reglamentación y Evaluación de Riesgos (Crer) de este programa. ¿Cómo avanzan las investigaciones según lo analizado en el Programa? Nancy Rumie, analista del Programa de Protección a Periodistas, responde que “lo que pasa en el Crer tiene carácter de reserva”. Entre tanto, en la Fiscalía hay es-casas respuestas y cero entrevistas frente al avance de las investigaciones. En su Unidad Nacional de Dere-chos Humanos y Derecho Internacional Humanitario explican que allí funciona una subunidad que tiene la tarea de investigar delitos contra periodistas cometi-dos en razón o por motivo del ejercicio profesional. “Hay que precisar que esos fiscales no se dedican úni-camente a los procesos por delitos contra comunica-dores. A un fiscal de esa Unidad se le pueden asignar casos ocurridos en cualquier parte del país”, explica Bernardo Colmenares, profesional de la oficina de di-vulgación y prensa de la Fiscalía.

“No hay investigadores dedicados especialmente a los casos de periodistas. La Fiscalía General tiene en su Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) su gru-po de policía judicial que brinda apoyo a los fiscales en múltiples procesos”, añade el funcionario Col-menares, quien asegura que son 24 los fiscales en todo Colombia que están investigando los crímenes contra periodistas.

Ignacio Gómez, experimentado periodista y diri-gente gremial, opina que aunque esta subunidad es-pecializada en homicidios de periodistas tiene más de quince años, todavía no hay en Colombia “un solo caso donde se produzca condena por investigación y traba-jo propio de la Fiscalía”, refiriéndose a que las escasas condenas se han dado por confesiones de paramilita-res durante versiones libres en la Ley de Justicia y Paz. “Ha producido sí falsos positivos1 –dice Gómez sobre la subunidad dentro de Derechos Humanos del ente judicial– como en el caso de Jaime Garzón”, declara con vehemencia. “Yo creo que al Estado le resultaría mucho más fácil pagar uno o dos años de una buena

La corrupción, la infiltración de la ilegalidad

en las instituciones del Estado, la presencia de

una antiquísima guerrilla y otras fracciones de

insurgencia, así como una poderosa estructura

mafiosa y paramilitar anquilosada en las

bases de la sociedad y la democracia misma, hacen complejo el panorama de

la justicia. Acercarse a éste, narrarlo y denunciarlo

públicamente como en el caso del periodismo parece

aún más difícil.

Violaciones a los derechos humanos de los periodistas

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investigación criminal, que escoltas por cinco años o más como en mi caso”, concluye Ignacio Gómez.

Sobre los casos de amenazas, la Unidad investiga desde las distintas regionales y capitales como Bogo-tá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cúcuta, Bucaraman-ga y Villavicencio. En algunos casos una denuncia por amenaza llega a unidades de delitos contra la libertad, y no directamente a Derechos Humanos. Por eso, es impreciso hablar de cifras en materia judicial para el caso de amenazas.

Además, por lo general, el proceso es lento. Eduar-do Márquez, explica que en su caso “a pesar de ha-berlo denunciado al otro día en el mismo Ministerio y ante todas las autoridades, la Fiscalía me llamó tres meses después, y cuatro meses después se me dio el estudio del riesgo que dijo que era extraordinario (el más preocupante). Con ese nivel de reacción, estando uno al frente de los temas, porque soy presidente de una agremiación y tengo asiento en el Crer, hay que imaginarse lo que sucede con los colegas de las regio-nes. Hay que hacer mucha presión de tipo político a través de derechos de petición y de tutelas, para que

el Estado cumpla con su función de proteger a los pe-riodistas y más aún de investigar”.

Nancy Rumie, quien recibe en primera instancia las solicitudes de ingreso al Programa de Protección a Pe-riodistas, también suele recibir las quejas por falta de celeridad en las medidas de protección. En el fondo, dirá un funcionario de una ONG que pide reservar su nombre, en el Ministerio saben que son lentos, y que son pocos los resultados en materia de investigación. Pero Nancy no opina. Ella firma papeleos, brinda las medidas, ordena un estudio de riesgo, envía un telé-fono avantel2. Preocuparse por qué pasa más allá con el drama del periodista amenazado a quien le llega un panfleto o un mail donde le piden que se calle o se muere, no es tela de su corte.

Críticas al MinisterioCon dulzura, Nancy explica que su jefa, la funcio-

naria coordinadora del programa, no podrá atender ninguna entrevista. Rara vez este sector del Estado ofrece explicaciones públicas sobre los avances y frus-traciones en materia de Derechos Humanos, en espe-cial en lo relacionado con periodistas. Las discusiones se dan internamente y gracias a que la Flip y Fecolper están comprometidos en su papel de representantes y voceros del periodismo en el Crer.

Por ejemplo, en el Informe de evaluación suma-tiva de lucha contra la impunidad en violaciones a Derechos Humanos y el DIH de 2010, realizado por este Ministerio, ni siquiera se menciona a los pe-riodistas como grupo poblacional. No hay un trata-miento alguno a éstos como grupo especialmente vulnerable y atacado en el contexto de conflicto ar-mado que vive Colombia. La interlocución con los periodistas es reducida, y recientemente ya ni Flip ni Fecolper tienen voto en el Crer, solo voz, lo que ellos consideran “sumamente grave”.

Esto después de que se aprobó el Decreto 1470 de 2010, el cual reglamenta el Programa y puso nuevas condiciones como el carácter de “confiden-cial” que tiene la información del Crer. Para la Flip, esto se convierte en un obstáculo al acceso a la in-formación pública. Por eso el Programa que recibe aplausos en la comunidad internacional por ser uno de los pocos de este tipo en el continente, también es criticado ampliamente, entre otras razones, por la falta de información pública, celeridad, y la ausen-cia de participación de la Fiscalía.

Con nombres propios y reiteradamente la Flip

“Es lamentable el diagnóstico en materia de justicia, pero

no es un tema que solo concierne a los periodistas.

Los niveles de impunidad en Colombia son muy altos, y particularmente en el caso

de periodistas el diagnóstico no puede ser menos que

deplorable. Los grandes casos de asesinatos de periodistas

están en la impunidad. En el magnicidio de Guillermo

Cano Isaza, asesinado en diciembre de 1986, no hay

nada. Fue declarado crimen de lesa humanidad, hay una

reapertura del proceso, pero no hay avance de ninguna

naturaleza”, asegura Cardona.

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ha levantado la voz al respecto como lo muestra su informe de 2010 sobre la libertad de prensa: “Se reitera en que la mejor medida de protección y la mejor manera para evitar casos de riesgo futuros, consiste en judicializar y castigar a los responsables de los hechos. Desafortunadamente la Fiscalía ha ju-gado un papel insignificante en el CRER”.

No existe pues una política pública para investigar y condenar los crímenes contra la prensa en Colombia ni las violaciones a los derechos humanos en el caso de periodistas. Lo que se ofrece de parte del Estado son, concretamente, unas medidas de protección que se clasifican en ordinarias y extraordinarias. Rumie ex-plica que en su implementación el Ministerio ha in-vertido este año (enero a abril) [2011] unos mil 959 millones de pesos, lo que representa el 4.53% del pre-supuesto anual del Ministerio. Esto se representa en: 46 chalecos antibalas, 5 esquemas de blindajes y 40 esquemas de protección.

David González, de la Flip, explica que “si el riesgo es extraordinario se dan unas medidas, y unos esque-mas más duros de protección como el carro blindado y los escoltas, que no garantizan que al periodista no le pase nada, y que sin embargo son las medidas que otorga el Estado”. Este es el caso del periodista Clodo-miro Castilla, asesinado en 2010 mientras pertenecía al Programa de Protección a Periodistas. “El riesgo or-dinario –agrega González– es el de casi todos los co-lombianos, diría yo, pero que determina que hay otro tipo de medidas de protección que pueden ser efecti-vas para asegurar que ese periodista siga haciendo su trabajo (un teléfono avantel, rondas policiales, entre otras)”, anota David González, uno de los abogados que más conoce sobre el día a día del periodismo en el país. En el tablero de su oficina está escrito entre signos de admiración: “panfleto”, “amenaza”, “agre-siones”, “Urabá”, “revisar”, “prescripción de casos por homicidio” “demanda CIDH”.

Para David, el Programa de Protección a Periodistas, aunque tiene sus fallas, camina, y por eso mantiene su constante participación en el Crer. Otros piensan que respuestas como tres salarios mínimos por tres meses (750 dólares) para que un periodista amenazado de muerte se traslade a otra ciudad con su familia, a fin de proteger su vida, es una medida verdaderamente irrisoria. Este Programa ni ninguna otra dependencia del Estado colombiano ofrece apoyo en solicitud de exilios o solvento económico, psicológico o de cual-quier clase si el periodista decide irse del país. Algunos de los reporteros más reconocidos en el país que han

tenido que exiliarse, como Daniel Coronell, lo han lo-grado gracias a apoyos de gobiernos de otros países o fundaciones amigas, o bien, con recursos personales.

Para concluir, la Flip considera “que la política de protección del Estado no debe limitarse únicamente a entregar material de protección, sino que incluye estrategias integrales que permitan prevenir el riesgo, combatirlo y sobre todo, encontrar a los responsables que lo provocan”.

El país de la impunidadSobre la impunidad que rodea los crímenes contra

periodistas también los adjetivos van desde preocupan-te hasta canalla y risible, de acuerdo con los testimonios recogidos para esta investigación. “La impunidad se ha convertido en una mancha sobre la justicia colombia-na y en la columna vertebral de la crisis humanitaria del país; sin embargo, en el caso de los periodistas es una forma más de violación a la libertad de expresión”, como lo declara la Flip en su más reciente informe so-bre la libertad de prensa (2010). Quienes han vivido en carne propia los dramas de ser periodista y recibir una amenaza en un país en guerra donde la justicia es la injusticia, son los olvidados que describe el informe de la Flip sobre el tema, El olvido de la justicia: “Ni los dos asesinatos ni las 51 amenazas registradas (en 2010) han resultado en actuaciones procesales relevantes”.

Eduardo Márquez de Fecolper opina que “la impunidad es casi que total. Estamos hablando que

desde 1989 hasta la fecha han sido asesinados más o menos 200 periodistas, y creo que ni son 20, los que ha resuelto la justicia. Si eso es en el caso de homicidios, en el caso de

amenazas y agresiones puedo decir que la impunidad es casi

total. También los periodistas denuncian destrucción de

equipos, amenazas, y realmente nunca hay responsables”.

Violaciones a los derechos humanos de los periodistas

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Notas

1. Los falsos positivos fueron en Colombia aquellos civiles asesinados por ejército y presentados ante los medios de co-municación y el país como bajas de guerrilleros, para mostrar estas acciones como éxitos en la lucha contrainsurgente.

2. Es una modalidad de telefonía no convencional que tiene comunicación directa con la policía y las autorida-des judiciales.

Para Arturo Guerrero, reconocido columnista y miembro de la ONG Medios para la Paz, “la impuni-dad no es solo con periodistas, es que ese es el común denominador en el país. En todos los crímenes inclui-dos los de guerra la investigación, el juzgamiento y la claridad son muy bajos. Entonces, no es que los perio-distas seamos la mayor víctima, y los peores tratados; somos parte del conjunto”. Fabián Salvioli, del Comité de Derechos Humanos de la ONU, dijo al presentar el informe de 2010 que “el principal problema de Colombia es la impunidad, y eso no ha mejorado en nada en los últimos años”. El funcionario, al presentar su sexto informe sobre el tema, criticó la falta de in-vestigaciones sobre las graves violaciones de los dere-chos humanos y los ataques contra distintos activistas, y solicitó a Colombia que adopte las medidas para dar pleno efecto a las recomendaciones del Comité.

La corrupción, la infiltración de la ilegalidad en las instituciones del Estado, la presencia de una antiquí-sima guerrilla y otras fracciones de insurgencia, así como una poderosa estructura mafiosa y paramilitar anquilosada en las bases de la sociedad y la democra-cia misma, hacen complejo el panorama de la justicia. Acercarse a éste, narrarlo y denunciarlo públicamente como en el caso del periodismo parece aún más difícil.

“El periodismo no puede ser distinto al entorno que acompaña a la sociedad misma. Para nadie es un secreto que Colombia desde hace varias décadas vive una crisis generada por un conflicto armado que se ha desbordado en organizaciones ilegales de todo tipo: la guerrilla, los paras, las bandas criminales, los secuestradores, la corrupción pública. Son demasia-dos escenarios que hacen que Colombia sea un país, a pesar de que progresa y tiene unos buenos niveles de producción económica, crítico. En ese entorno el periodismo no puede ser inferior, y vive las conse-cuencias de esas mismas circunstancias. El escenario de trabajo es un poco complejo, pero así mismo, hay unas posibilidades de ejercer la libertad de expre-sión”, opina Jorge Cardona, quien ejerce el periodis-mo desde hace más de veinte años y hoy es editor general del diario El Espectador.

Para Jorge y otros periodistas es de destacar que la Ley 1426 de 2010 aumentó de 20 a 30 años el tope para la preclusión de homicidios y que, además, se declaró como crimen de lesa humanidad el asesinato del periodista Guillermo Cano, director del diario El Espectador, y del que 14 periodistas fueron asesinados entre 1986 y 1992 como retaliación por las denuncias que develaban el nacimiento de una era de mafias y

del estado narco. Si diez años o toda una vida alcan-zarán para dar con los responsables del desangramien-to del periodismo nacional, está por verse. Muchos, como Eduardo Márquez y Arturo Guerrero, opinan que se trata de voluntad política.

“Es lamentable el diagnóstico en materia de justicia, pero no es un tema que solo concierne a los periodis-tas. Los niveles de impunidad en Colombia son muy altos, y particularmente en el caso de periodistas el diagnóstico no puede ser menos que deplorable. Los grandes casos de asesinatos de periodistas están en la impunidad. En el magnicidio de Guillermo Cano Isaza, asesinado en diciembre de 1986, no hay nada. Fue declarado crimen de lesa humanidad, hay una reaper-tura del proceso, pero no hay avance de ninguna na-turaleza”, asegura Cardona.

Es pues la impunidad un tema que preocupa al país en la actualidad. En ongs que se ocupan del periodis-mo como la Flip se viene trabajando especialmente en el tema. Sandra Pérez explica que “en los casos de periodistas asesinados son muy pocos los avances que se han dado en Colombia para dar con los responsa-bles de los crímenes, y eso ha motivado que en las regiones no se encuentre una respuesta positiva para las autoridades”.

Eduardo Márquez de Fecolper opina que “la impu-nidad es casi que total. Estamos hablando que desde 1989 hasta la fecha han sido asesinados más o menos 200 periodistas, y creo que ni son 20, los que ha re-suelto la justicia. Si eso es en el caso de homicidios, en el caso de amenazas y agresiones puedo decir que la impunidad es casi total. También los periodistas denuncian destrucción de equipos, amenazas, y real-mente nunca hay responsables”.

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La imposición de una política univer-sitaria en Colombia, cuyo proceso hemos visto con-solidarse a fuerza de reelecciones, no deja elección. Los universitarios quedamos inexorablemente atados a un destino que los poderes del “mundo suprasensi-ble” ciernen sobre nosotros como una rueda de Ixión, subyugados a esta especie de curso implacable bajo el cual se disuelven todas las voluntades y sucumben los intereses primarios que otrora se consideraban fundantes de la idea de Universidad. Acompasado por una indeclinable estrategia de reestructuración legislativa y reglamentaria, y por el dispositivo hi-

La universidad en las brumas del capitalismo cognitivo

(Tentativas de un manifiesto)*

PorCarlos Enrique Restrepo

Instituto de FilosofíaUniversidad de Antioquia

[email protected]

El cliché de la denominada “universidad de

investigación” es el que más fácilmente permite delinear esta mutación profunda, en

la que un ente en esencia distinto ha sustituido a la

vieja Universidad… Los intereses del “modelo”,

como lo llaman sus agentes, son pues extracognitivos.

Tal es el resultado de la disolución del vínculo entre

Universidad y Sociedad, toda vez que lo ha desplazado la reputada triangulación

Universidad-Empresa-Estado.

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giénico de un sitio policial encargado de acallar el más pequeño “brote” de discrepancia, el proceso ha iniciado una nueva fase. Ante nuestros propios ojos vamos viendo levantarse al fin el esperpento todavía difuso de una nueva “universidad” que ha desnatu-ralizado el concepto, la práctica y el sentido de los saberes al condicionar el desarrollo académico, tec-nológico y científico a fines de lucro, sometiéndolos concomitantemente a los cada vez más abigarrados dispositivos de gestión y estandarización.

El cliché de la denominada “universidad de in-vestigación” es el que más fácilmente permite deli-near esta mutación profunda, en la que un ente en esencia distinto ha sustituido a la vieja Universidad. Se lo reconocerá, sin embargo, aunque en contornos imprecisos, dondequiera que una neolengua (la de la econometría, la cienciometría, la bibliometría) y un medio de competencia como el de la financiación por proyectos, con su respectivo sistema de premios e in-centivos, prefigure la conformación de verdaderas éli-tes pseudocientíficas ordenadas a la triple función de investigación-transferencia-innovación, para las que el valor (contante y sonante) de los conocimientos sólo estriba en su articulación con el “sector productivo”. Los intereses del “modelo”, como lo llaman sus agen-tes, son pues extracognitivos. Tal es el resultado de la disolución del vínculo entre Universidad y Sociedad, toda vez que lo ha desplazado la reputada triangula-ción Universidad-Empresa-Estado.

Las consecuencias del “modelo” son, en cambio, perceptibles de manera inmediata: quedan en en-tredicho valores como el de la imparcialidad aca-démica y científica; los sustituye una interminable cadena de mediación burocrática por los fondos y las clasificaciones; se segregan los saberes no renta-bles dejándolos subsistir en condiciones infamantes; se promueve, en suma, un darwinismo universitario cuyo mecanismo es la selección natural, análogo a los dinamismos de competencia que rigen los inter-cambios en la sociedad del libre mercado.

El Departamento Administrativo de Ciencia, Tecno-logía e Innovación COLCIENCIAS, sus análogos regio-nales (CONICYT-Chile, CONICET-Argentina, CNPq-Brasil, CONACYT-México, etc.), así como los Sistemas de Investigación Universitarios y sus respectivos cen-tros administrativos son los agentes que sustentan esta imposición eminentemente política. Ellos integran y garantizan ecuménicamente esta nueva episteme, que ha pervertido a la Universidad desde sus cimientos, instalando en ella el artificio de un nuevo juego que,

al propagarse entre los estamentos, enturbia el sentido del trabajo universitario, desagrega las causas colecti-vas y desvía el interés primero por las demandas socia-les a las que décadas atrás se debía incondicionalmen-te la Universidad, así fuese en la forma de proyecto. Entre tanto, el orden del discurso se ha convertido en discurso del orden, que como disposición normativa rige la sacralización de los saberes mediante la gestión de la producción científica, a la vez que impide, con-dena y margina tanto los discursos críticos como las enunciaciones de las minorías.

Ciertamente, hay una parte del conocimiento a la que le va de suyo producir bienes materiales y servi-cios, siendo por tanto “productivo” y “rentable” en términos económicos. Hay otra parte que también produce, pero a su manera, y que rinde a su manera —ya no en los términos de la economía—, caso de la filosofía, la teología, el arte, la literatura, las cien-cias sociales y humanas, saberes que están en con-diciones reales de mayor autonomía al salvaguardar el hecho de darse a sí mismos su norma, lo cual de-bería ser el “principio de los principios” para todos los saberes congregados en lo que todavía queda del antiguo recinto de la Universidad. Esta parte del conocimiento, el conocimiento espiritual, social y humano, experimenta necesariamente su desajuste

Ante nuestros propios ojos vamos viendo levantarse

al fin el esperpento todavía difuso de una nueva

“universidad” que ha desnaturalizado el concepto,

la práctica y el sentido de los saberes al condicionar

el desarrollo académico, tecnológico y científico a

fines de lucro, sometiéndolos concomitantemente a los

cada vez más abigarrados dispositivos de gestión y

estandarización.

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cuando se lo pone a competir en los estándares del “modelo” y cuando se lo valora con patrones (y con patronos) que le son constitutivamente foráneos. Pero, en su afán por preservarse en las condiciones que le imponen los tiempos siempre modernos, in-cluso dichos saberes han caído en la trivialidad de querer mostrar, a costa de sí mismos, que son igual de rentables, terminando por engranarse de manera también esperpéntica a un sistema que les es anta-gónico y contrario por naturaleza.

En las brumas de semejante condición, la de un capitalismo cognitivo que toca así su entrada triunfal, la pregunta es inminente: ¿Dónde queda la respon-sabilidad social, humana, ética y política de los sabe-res? ¿Dónde quedan la Universidad y sus genuinas dimensiones de sentido en el trajín cotidiano de ese marasmo de sinsentido tan característico de lo que ha-cemos? Si bien la nación colombiana sobrevive como nación fracasada, de lo que dan prueba la inequidad, la violencia, la mendacidad institucional, la decaden-cia general del orden político, ¿tendremos que decir lo mismo de la Universidad: que ha fracasado y sigue fracasando, a medida que se aleja más de tareas his-tóricas como la de la integración social, la integración cultural y la integración regional en el contexto de la realidad latinoamericana?1 Lo cierto, al menos, es que

la utopía se vuelve disonante para los ritmos que im-pone la machacona regularidad del capital.

Pero dondequiera que haya imposiciones habrá siempre resistencias. En el caso de la Universidad, és-tas pasan por flujos de discursividades que reactivan el antiguo “conflicto de las facultades”. El “modelo” hegemónico de la investigación tendrá que ser, por tanto, necesariamente desmentido y combatido por ciertos saberes, en un frente de oposición que habrá de intensificarse a medida que las políticas actuales al-cancen su culminación. Aunque, en sentido estricto, si las preguntas que formulábamos resonaran debida-mente, tendría que ser una exigencia unánime de aca-démicos, intelectuales, artistas y científicos la de man-tener a resguardo una dimensión más originaria, la de la producción de saber, por fuera de un “modelo de investigación” del que el conocimiento nunca tuvo ne-cesidad, pero que ahora vemos conformado y erigido en tribunal a expensas del trabajo de los universitarios, a los que pretende regir advenedizamente como su instancia última de validación y legitimación.

Como lo advertía Marx, quien una vez más resulta reivindicado históricamente a despecho de muchos, el desarrollo industrial y tecnológico se produce en un movimiento de apropiación progresiva del trabajo vivo por el capital. Esta apropiación presupone “un desa-rrollo determinado de las fuerzas productivas, y entre tales fuerzas, también la ciencia”2. La imposición polí-tica de un nuevo modelo de “universidad” es relativa a una fase del capitalismo que “demuestra hasta qué punto el conocimiento social general se ha converti-do en fuerza productiva inmediata, y hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del General Intellect (Intelecto General)”3. De este modo, las condiciones de una nueva lucha, que hoy se prefigura de pro-porciones planetarias, están dadas: o la Universidad sucumbe entregada por sus funcionarios de turno al juego de una mercantilización de la producción de sa-ber, siempre más originaria de lo que pretenden una “investigación” y una politiquería siervas de la econo-mía mundial; o bien, recobra esta dimensión, y con ella sus muchos horizontes de sentido (y de paso su honestidad), en función de la reapropiación social del conocimiento como patrimonio inmaterial colectivo.

CodaBajo la creciente economización de la vida “demo-

crática”, ningún flujo escapa al registro y sobre-deter-minación económica, ya sea un flujo de petróleo…

El Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e

Innovación COLCIENCIAS, sus análogos regionales (CONICYT-

Chile, CONICET-Argentina, CNPq-Brasil, CONACYT-México,

etc.), así como los Sistemas de Investigación Universitarios

y sus respectivos centros administrativos son los agentes

que sustentan esta imposición eminentemente política.

Ellos integran y garantizan ecuménicamente esta nueva

episteme, que ha pervertido a la Universidad desde sus cimientos

La universidad en las brumas del capitalismo cognitivo

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o de palabras. La cuantificación monetaria sustituye la valoración de los nuevos valores, reduciendo “el valor del valor” a una pura y dura monetarización. Es notable, por ejemplo, como las ataduras del “Tratado de Libre Comercio” ponen en la picota los ya esca-sos márgenes de libertad enunciativa, de tal manera que no sólo es controvertible o condenable política-mente un enunciado, sino judicializable en nombre de un retrógrado derecho de autor (para el caso, la Segunda Ley Lleras), que la “investigación” refuerza con el registro de patentes, degradando la produc-ción intelectual a su equivalencia general monetaria. Se impone entonces una ley del silencio económica sobre las posibles enunciaciones, al punto que cual-quier enunciado deberá pasar por el tribunal de los “derechos” para constatar su autenticidad, pero segu-ramente también su pertinencia. Si la potencia enun-ciativa de las redes modulaban los nuevos agencia-mientos colectivos, los “derechos de autor” moldean las enunciaciones reduciéndolas a un puro y simple juego de posibles… ¡económicos!

* En principio, este texto pretendía ser un construc-to colectivo, que alcanzara a componer un “Mani-fiesto por la Libertad de Investigación”. En vista de que, como dice Carlos Arturo Gamboa (Universidad del Tolima), los intelectuales en Colombia están hoy “demasiado ocupados escaneando sus diplomas”, la iniciativa del manifiesto fue desafortunada. He reco-gido, sin embargo, los aportes que a tal efecto me allegaron profesores e investigadores como Luz Glo-ria Cárdenas (Instituto de Filosofía, U. de A.), Mario Elkin Ramírez (Departamento de Psicoanálisis, U. de A.), Pablo Emilio Angarita (Facultad de Derecho, U. de A), Jaime Rafael Nieto (Departamento de Sociología, U. de A), Germán Vargas Guillén (Universidad Peda-gógica Nacional) y Ernesto Hernández (Investigador independiente), a quienes expreso mi reconocimiento y gratitud.

Notas

1. Cf., Boletín La Palabra, No. 47. Asociación de Pro-fesores de la Universidad de Antioquia, Febrero de 2012, pp. 1-2. Disponible en: http://asoprudea.udea.edu.co

2. Marx, Karl. “Fragmento sobre las máquinas”. En: Elementos fundamentales para la crítica de la eco-nomía política (Grundrisse) 1857-1858, Vol. 2. Trad. Pedro Scaron. México: Siglo XXI, 1972, pp. 216-230.

3. Ibíd., p. 230. Cf. Virno, Paolo. “General Intellect”. En: Lessico Postfordista. Feltrinelli, 2001. Versión en inglés disponible en: http://www.generation-online.org/p/fpvirno10.htm

En las brumas de semejante condición, la de un capitalismo

cognitivo que toca así su entrada triunfal, la

pregunta es inminente: ¿Dónde queda la

responsabilidad social, humana, ética y política de los saberes? ¿Dónde quedan la Universidad y

sus genuinas dimensiones de sentido en el trajín

cotidiano de ese marasmo de sinsentido tan

característico de lo que hacemos?

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¿Es posible que la Universidad se gobierne democráticamente?

PorFrancisco Cortés Rodas*

Profesor Instituto de FilosofíaUniversidad de Antioquia

[email protected]

Esta es una pregunta difícil de respon-der como son las preguntas que tienen que ver con la democracia. Y para responderla es necesario pregun-tarse qué es la democracia. Si logramos responder esta pregunta tendríamos que plantear, entonces, la cues-tión de cuál universidad es la que se debe gobernar democráticamente. ¿La universidad pública, la univer-sidad privada? ¿No es acaso mejor que la universidad sea administrada como son administradas muchas otras instituciones del Estado, que se manejan con

criterios empresariales y que siguen orientaciones de competencia y eficiencia? ¿El gobierno de los técnicos es conveniente para las universidades? ¿Es suficiente con que haya democracia política en una sociedad en el ámbito estatal o se requiere una ampliación de la democracia a las instituciones de la familia, la escuela, la administración de servicios? ¿Porqué las universi-dades públicas en Colombia tienen una forma de go-bierno representativo en la conformación del Consejo Superior? Y ¿por qué el rector es designado por este cuerpo? ¿A quién y qué representan los consejeros?

Voy a tratar sólo algunas de estas preguntas. En-tonces, ¿qué es la democracia? La democracia es un método de formación de las decisiones públicas. Más exactamente, consiste en el conjunto de “reglas de juego” que atribuyen al pueblo, o mejor, a la mayoría de sus miembros, el poder, directo o a través de repre-sentantes, de asumir dichas decisiones. La democra-cia es un conjunto complicado de argumentos sobre el hombre, la sociedad, la economía, la historia, que no son en sí mismos evidentes, antes bien, han ido plasmándose a medida que el hombre ha luchado por

NOTA:

Este artículo hace parte del proyecto de investigación: “Los fundamentos norma-tivos de la democracia y el problema de la represen-tación política”, aprobado por el Centro de Investiga-ción de la Universidad de Antioquia CODI.

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construir un mundo adecuado a sus aspiraciones e in-tereses. Por eso no se puede pensar la democracia sin conocer su historia.

Quien se disponga a pensar sobre la democracia, quien reflexione sobre la política como si no tuviese no-bles antecesores, debe asumir consecuencias negativas: superficialidad, incoherencia; la democracia no es con-versar simplemente, no es tampoco reclamar un espa-cio para hablar, para que la palabra y la razón imperen. Todo esto es trivialización, retórica. Estas consecuencias negativas son fatales para el argumento de la política. Las carencias en la comprensión del significado de la democracia y de su historia son muy problemáticas por-que terminan en la justificación de prácticas políticas contrarias al espíritu democrático. La democracia es un sistema complejo y la historia de las luchas políticas por la democracia es una historia amplia y ardua. Así que el rigor en la comprensión del pensamiento democrá-tico resulta inseparable del compromiso práctico con la democracia. “Si la democracia no se comprende no se lucha por ella. Si no se tiene idea de sus principios, se reemplaza por la demagogia” (Villacañas, J.L, 2009, 206). En nuestro mundo político, sin mayor rigor inte-lectual, la democracia ha sido utilizada para justificar todos los fines. Pero esto no debería continuar siendo así, en tanto que la democracia es un hecho esencial de nuestra vida social.

Para poder entender con claridad lo que es la de-mocracia voy a exponer brevemente dos de las más importantes tradiciones del pensamiento político de-mocrático, a saber, el constitucionalismo democrático y el populismo democrático. Para el constitucionalismo democrático una constitución se define estableciendo que sus funciones básicas son: de un lado negativas: quitarle ciertas decisiones al proceso democrático, limi-tar las acciones de la comunidad (Holmes, 1995, 135) y, de otro lado, positivas: garantizar los derechos sociales como fundamentales. Como norma de orden superior la Constitución no puede ser cambiada por las asam-bleas elegidas popularmente, según los procedimientos normales de creación de leyes, porque los cambios que alteren o deroguen normas constitucionales están con-dicionados a la adopción de procedimientos gravosos y de larga duración, predispuestos para tal fin.

En este sentido, el constitucionalismo democrático afirma que para garantizar la democracia es necesario quitarle constitucionalmente a la mayoría el poder de suprimir o limitar aquellos principios fundamentales que el legislador democrático, el pueblo como cons-tituyente primario o sus representantes, establecieron

en la Constitución, a saber, el sistema representativo igualitario, los derechos fundamentales y el principio de la separación de poderes. Dicho de otra forma, en el constitucionalismo democrático el ejercicio de la autonomía política, de la democracia como gobierno para “el pueblo y por el pueblo”, encuentra límites ab-solutos en los mencionados principios fundamentales establecidos por el constituyente en la Constitución. ¿Pero cómo podemos justificar un sistema democráti-co que obstaculice la voluntad de la mayoría?

Una perspectiva diferente, evidentemente contra-ria, es representada por los defensores el populismo democrático. Ellos defienden una concepción formal de la democracia, que se identifica solamente con el poder del pueblo, o mejor, con la voluntad de la mayoría de sus representantes. Así, los teóricos de la democracia mayoritaria sustentan la omnipotencia del parlamento, que quiere decir, también, la suprema-cía de la política y de su prioridad sobre el derecho. Conforme a la idea del pueblo como constituyente primario, se concibe que la democracia consiste en “gobernarse por sí mismos” y en el hecho de que las decisiones se adopten, directa o indirectamente, por sus mismos destinatarios, o, más exactamente, por su mayoría, de modo que sean expresión de su “volun-tad” y de la “soberanía popular”. La democracia defi-nida como autogobierno es entendida como una for-ma de libertad “política”, “positiva”, “de los antiguos”, pero en rigor, es más adecuado caracterizarla como el derecho de todos los miembros del cuerpo político a participar en pie de igualdad en la toma de decisiones públicas, lo que implica que cada uno ha de disponer, directamente o por medio de sus representantes, del más amplio poder posible en cuanto a la determina-ción del resultado de esos procesos de decisión.

Los defensores del constitucionalismo democrático oponen al populismo democrático límites y vínculos absolutos definidos por los derechos fundamentales, límites que establecen lo que puede ser denominado “el ámbito de acción del individuo”, el cual no puede ser restringido por la voluntad de cualquier mayoría, plebiscitaria o legislativa. El constitucionalismo demo-crático, desde esta perspectiva, le pone límites a la democracia. Sus jueces invalidan normas legislativas con el argumento de que, en su opinión, algunas de éstas violan la Constitución. Un ejemplo de esto es la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley que con-vocaba al referendo reeleccionista hecha por la Corte Constitucional de Colombia en la sentencia C-141 de 2010. Para el constitucionalismo democrático cuando

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un tribunal declara inconstitucional una norma emitida por el legislativo al encontrar que hay incompatibilidad con normas constitucionales somete la voluntad de los representantes del pueblo para garantizar así los princi-pios fundamentales consagrados en la Constitución.

A esto los defensores de la democracia mayoritaria han objetado que no hay una razón válida para acep-tar que las opiniones de las mayorías legislativas tengan menos peso que las opiniones de los jueces constitu-cionales. Las decisiones de los jueces constitucionales están determinadas, como las decisiones de los ciu-dadanos en general y los legisladores en particular, por estrechas consideraciones de interés propio, por motivaciones personales o por posiciones ideológicas.

Esta objeción, conocida también como “objeción contra-mayoritaria al poder judicial”1 pregunta si pue-de justificarse un sistema democrático en el que las opiniones de los jueces sobre principios sustantivos plasmados en la Constitución deben prevalecer sobre las opiniones de las mayorías legislativas. Los autores de la objeción democrática afirman también que en tanto los jueces no son elegidos por el pueblo sino nombrados por el Congreso, ellos no tienen legitimi-dad para establecer que la voluntad soberana, expre-sada democráticamente, pueda ser limitada por algún poder y que sus normas no deben formar parte del sistema jurídico. Desde un punto de vista democrático esto es regresivo, más que progresivo.

Así, quienes plantean la objeción democrática aseve-ran que el control judicial de constitucionalidad ejerci-do por una Corte al declarar inconstitucional una norma planteada por el legislativo es la expresión de una fuer-za contra-mayoritaria en el sistema, la cual pertenece por completo a una esfera de acción diferente de la democracia; por esta razón es posible que los críticos del constitucionalismo democrático hagan la acusación según la cual el control judicial es anti-democrático.

Ahora volvamos a las preguntas iniciales: ¿Es sufi-ciente con que haya democracia política en una socie-dad en el ámbito estatal o se requiere una ampliación de la democracia a las instituciones de la familia, la escuela, la administración de servicios? ¿Qué quiere decir democratización de la universidad? ¿Se sigue de la exigencia de la democracia política en el ámbito es-tatal la exigencia de imponer el gobierno democrático en una institución como la universidad? ¿Qué quie-re decir democratización de la universidad? Aquellas personas que piensan que la democracia radical, y no representativa, se puede extender al ámbito de las uni-versidades presentan una respuesta positiva. Las uni-

versidades deben ser no sólo democratizadas en este momento, sino que eso es posible jurídica e institucio-nalmente. Una visión opuesta es presentada por los escépticos que argumentan que es inviable desarrollar un sistema político democrático radical o populista en las universidades. La academia, que es lo específico de la universidad, resultaría engullida por la política.

Esto hay que decirlo de forma clara. La academia y la política no son prácticas contradictorias en la uni-versidad. Pero si, de un lado, la academia excluye a la política, convierte a la universidad en un instituto de investigación especializada, la aísla de la socie-dad, la aleja de sus fines propios, y de esta forma, se desnaturaliza la universidad que entonces pierde su vocación humanista. Y, de otro lado, si la política excluye a la academia, conduce también a una des-naturalización de la universidad que se convierte en una institución militante, en una institución sometida a intereses partidistas. Esto es muy negativo para la universidad porque la universidad por esto también se desnaturaliza y pierde su esencia humanista.

Así, quienes consideran que la democracia política se puede extender al ámbito de las universidades, se valen del concepto populista de la democracia para afirmar, por ejemplo, que la autonomía universitaria

Así, quienes plantean la objeción democrática aseveran

que el control judicial de constitucionalidad ejercido

por una Corte al declarar inconstitucional una norma planteada por el legislativo

es la expresión de una fuerza contra-mayoritaria en el

sistema, la cual pertenece por completo a una esfera de acción diferente de la democracia; por

esta razón es posible que los críticos del constitucionalismo

democrático hagan la acusación según la cual el control judicial

es anti-democrático.

¿Es posible que la Universidad se gobierne democráticamente?

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depende de la posibilidad de gobernarse por sí mismo y en el hecho de que las decisiones se adopten, directa o indirectamente, por sus mismos destinatarios, o, más exactamente, por su mayoría, de modo que sean ex-presión de su “voluntad”. Esto se traduce en extender el concepto de democracia, específico de la esfera de acción político estatal, a una esfera de acción diferente como la universidad. Si se acepta esta extensión y esta perspectiva de la política es necesario entonces adop-tar en la universidad los mecanismos representativos de toma de decisiones, propios de la esfera política, para configurar el gobierno universitario. El Rector, el Consejo Superior, el Consejo Académico, los decanos etc., deberían ser elegidos por votación popular. Nor-mativas como el Estatuto General, el Estatuto Profeso-ral, el Reglamento Estudiantil deberían ser hechas me-diante mecanismos de participación de las mayorías universitarias. Pero todo esto es un error.

Si se habla de un proceso de democratización, éste consiste no tanto en el paso de la democracia repre-sentativa a la democracia directa, como en el paso de la democracia política a la democracia deliberativa y participativa, a la posibilidad de que diferentes asocia-ciones de la sociedad civil intervengan y participen en la vida política. Frente al sistema actual de designación del Rector, y de los miembros del Superior, fuertemen-te politizado, burocratizado, excluyente, tiene todo el sentido pensar y proponer una forma más democrática de designación de estos funcionarios y consejeros, y de construcción democrática de las normas.

Sin embargo, el modelo de democracia populista puede tener serios problemas. Los principios universi-tarios fundamentales son la autonomía y la excelencia académica; esta última abarca el desarrollo de proce-sos académicos de alta calidad, con equidad, igual-dad, eficiencia. La misión de la Universidad como institución es formar personas, avanzar en el conoci-miento, promover la cultura y la consolidación de la sociedad. La autonomía universitaria debe ser un de-recho fundamental indispensable para el cumplimien-to de su misión. Como entidad autónoma la Univer-sidad tiene la capacidad de auto-organizarse y auto regularse, conforme a su naturaleza, misión y visión que desempeñe dentro de los límites que establezcan la Constitución y la ley. En el ámbito académico la au-tonomía universitaria se fundamenta en el principio de libertad académica y en el ámbito financiero se con-creta en recibir, administrar y disponer de sus recursos de acuerdo con sus planes y programas.

Así pues, el problema que se puede derivar de la

adopción de una concepción populista de la democra-cia con rasgos partidistas es que la Universidad se con-vierta en una institución militante. Y el riesgo de esto es que mayorías con determinadas orientaciones partidis-tas puedan eliminar principios fundamentales como la excelencia académica, la autonomía universitaria y des-dibujar sus objetivos misionales. Es importante poder crear un mecanismo distinto al existente para hacer el conjunto de normas regulativas de la actividad univer-sitaria, y para designar al rector y a las otras autoridades representativas en el gobierno universitario, pero con-sidero que el modelo populista no es el adecuado. Si estudiantes, profesores y trabajadores eligieran al Rector por elección popular, al Rector lo nombrarían los estu-diantes, son la mayoría. Y esto no está bien, hablando en términos de política democrática. Si se apela a la idea de que los estudiantes son una mayoría y que como tal mayoría pueden, en su asamblea estudiantil, disponer soberanamente del conjunto de actividades que se de-sarrollan en la universidad o pueden restringir los prin-cipios universitarios fundamentales, los estudiantes y sus representantes en la asamblea terminarían practicando uno de los peores vicios del método democrático: “la tiranía de la mayoría”.

Para finalizar volvamos a la primera pregunta ¿Es posible que la universidad se gobierne democrática-mente? Según lo dicho anteriormente la universidad debe gobernarse democráticamente, pero bajo ningu-na razón de acuerdo con el modelo populista o radical de la democracia, sino más bien, de acuerdo con el modelo constitucional y deliberativo.

Para que la universidad pública sea democrática es necesario que diseñemos reglas de la discusión, la re-presentación y la decisión, de tal manera que las ma-yorías no puedan tener el poder de limitar la posibili-dad de acción de las minorías.

Notas

1. Esta objeción fue planteada por el jurista estadounidense Alexander Bickel, The Least Dangerous Branch (New Ha-ven: Yale University Press, 1962). Nuevas formulaciones se encuentran en Juan Carlos Bayón, Víctor Ferreres, Rodolfo Vázquez, Roberto Gargarella y Gustavo Zagrebelsky. Véan-se sus respectivas contribuciones en: Miguel Carbonell y Leonardo García Jaramillo (eds.) El canon neoconstitucional, Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2010.

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Los últimos cambios sociales acaeci-dos por el fenómeno de la globalización en el mundo han puesto en entredicho las relaciones entre la uni-versidad y la sociedad, particularmente, en el manejo como en la dirección administrativa. En lo que co-rresponde a la ciencia, la tecnología, la investigación y la extensión, son perceptibles graves desavenencias como contradicciones en su orientación y proyec-ción a largo plazo. Más aún, las incidencias de las presiones de la globalización mundial han puesto en la encrucijada a las universidades, en el sentido del liderazgo como en su papel de integración, que ellas debían propiciar en las naciones.

En el contexto latinoamericano es mucho más aguda la percepción de la crisis y la des-institucio-nalización de la universidad, pese a la existencia

Universidad, crisis de sentido y des-institucionalización en la actualidad

Por Rafael Rubiano Muñoz

Profesor AsociadoFacultad de Derecho y Ciencias Políticas

Universidad de Antioquia

...las incidencias de las presiones de la

globalización mundial han puesto en la encrucijada

a las universidades, en el sentido del liderazgo como en su papel de integración, que ellas debían propiciar

en las naciones.

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de una tradición desde el siglo XIX que se preten-de ocultar premeditadamente. Dicha tradición se asentó bajo una concepción democrática y republi-cana, a la que se ha intentado otorgar autonomía a la universidad como corresponde, desde Andrés Bello1 y se asienta en la concepción liberal moderna con el Manifiesto Estudiantil de Córdoba de 19182, referentes históricos que en el presente son profun-damente ignorados por quienes manejan las univer-sidades de arriba abajo, de los administradores o directivos a los estudiantes y profesores.

Uno de los problemas centrales de esta globaliza-ción es que incentiva una falta de conciencia histórica3 tal y como lo indica José Luis Romero. Dicha carencia de conciencia histórica genera un pragmatismo burdo, político e insustancial, que acaba, poco a poco, las po-sibilidades de una concepción de la universidad, ilus-trada y humanista, para convertirla en un ente de dis-putas económicas, burocrático políticas o de dominios personales, un encerramiento en los vicios como en las concepciones todavía arraigadas tradicionalistas pese a la parafernalia, modernista o modernizante. Conso-lida, además, relaciones clientelares en todos los espa-cios o escenarios –académicos obviamente– en la que no existe el consenso del debate como de la confron-tación, sino la imposición arbitraria y caprichosa de egos individuales, que arrastran con su peculiar idea de poder o soberanía, los referentes modernos de lo que es la universidad frente al siglo XXI. Además van, acabando como desterrando del campus la responsa-bilidad pública que exige construir su sentido como su institucionalización, en términos racionales o bajo las exigencias democráticas que se esperan, más allá de lo nominal del deseo o la propaganda, como una reali-dad encarnada además de realizable día a día.

Para refundar la universidad en nuestras sociedades como eje de integración y como referente de demo-cracia, además de los contenidos éticos o morales que ello implica colectivamente, es fundamental repensar las relaciones universidad y sociedad4 en los actua-les momentos, pero ello no es posible, con el simple enunciado, si se procede con la caricatura reflexiva de comentarios aislados en el tiempo como de ana-listas de ocasión. Estos, en su ignorancia y profundo desconocimiento, sacan bajo la manga la fórmula o la receta perfecta, lo que es entre otros motivos, acen-tuación del desasosiego, como también intensifica el desconcierto que doblega hoy a los estudiantes o a los profesores frente a la crisis de la universidad latinoa-mericana como colombiana por su puesto.

Una construcción moderna de la ciudadanía en la universidad exigiría desmonopolizar propagandística e ideológicamente la opinión de las directivas, los estu-diantes y los profesores, debido a la cantidad de prejui-cios como de dogmas que los convocan y alentar una idea de la universidad, en la que la responsabilidad de las opiniones sea políticamente argumentada como profundamente estructurada en su horizonte histórico, que no riñe, con las premuras de la actualidad y de la última hora. La apelación a los enunciados –libertad, igualdad, solidaridad, responsabilidad, entre otros– no bastan, pues, la asimilación de contenidos acumulados sobre el sentido del estudio universitario y proyectados a lo largo del tiempo, la refundación del análisis y la reflexión sobre los problemas de la universidad es una tarea urgente, que implica y demanda la participación de todos los estamentos, en sus funciones como en sus tareas frente a la sociedad. Lo anterior debido en no pocas incidencias, a las disyuntivas como a las disputas que genera pensar la universidad en medio de la glo-balización a través de las relaciones entre la ciencia y la investigación, la ciencia y la creación de tecnología, la ciencia y el ámbito de la política, la ciencia y su con-texto administrativo o burocrático.

Con todo, la influencia, o el desgarro más claro de las contradicciones entre universidad y sociedad en el marco de la globalización hoy es el de la relación entre

Para refundar la universidad en nuestras sociedades como eje

de integración y como referente de democracia, además de los

contenidos éticos o morales que ello implica colectivamente,

es fundamental repensar las relaciones universidad y sociedad en los actuales momentos, pero ello no es

posible, con el simple enunciado, si se procede con la caricatura

reflexiva de comentarios aislados en el tiempo como de

analistas de ocasión.

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ciencia y democracia, o mejor dicho, el problema de la representación y participación dentro y fuera de la universidad. No hay una conciencia de la crisis o el cambio en las universidades de Colombia, hay impro-visación y como consecuencia de ello, autoritarismo rancio y una tendencia mediocre al conservadurismo, en todos los estamentos del campus. Esta falta de ca-pacidad de comprensión de los cambios sociales ha generado una crisis de sentido como una desorienta-ción sobre la manera de cultivar la educación, sobre la toma de decisiones e inclusive sobre la direccionalidad administrativa de la misma, en la que riñen los pre-supuestos normativos con la practicidad política, las expectativas públicas como las opiniones diarias, las ambiciones personales con la proyección a largo plazo de la universidad, las acciones cotidianas con las res-ponsabilidades privadas y públicas.

Acerca de los contornos de esta crisis de sentido en la educación superior se pueden trazar elemen-tos cómo los que siguen; extendida información y menos debate con calidad; liderazgos improvisados, clientelismo personalizado, autoritarismo académico y administrativo, democracia nominal, voluntarismo ideológico político, discriminación política, intole-rancia como también dogmatismo. Los anteriores in-dicadores son, entre otros, ya no los síntomas, sino la normalidad de la convivencia universitaria, a la que se insiste, hay que agregar la carencia de la concien-cia histórica y su contraste con la realidad inmediata, teñida de desconocimiento como de premeditado desconocimiento de los problemas acumulados de la institución de educación superior.

Este aserto es un referente que ha incidido en las es-tructuras académicas de la universidad y en sus funcio-nes o roles institucionales en la actualidad. Todas estas eventualidades expresan como contracara, el desgaste de instrucciones o modelos educativos, tan lamenta-blemente inefectivos, anclados en la concepción auto-ritaria de la educación y de la formación universitaria, ausentes de febrilidad como de innovación en sus con-diciones más caras de la enseñanza y el aprendizaje.

O, por otro lado, alteran las formas tradicionales de los modelos de enseñanza y aprendizaje, acen-tuado en el relajamiento o la incontrolable flexibili-dad de las exigencias o demandas escolares, frente a lo cual, alientan un ambiente en que es necesario el establecimiento de nuevos acuerdos como con-sensos en el proceso de formación o de educación a nivel universitario, lo que en el fondo ha generando desasosiego como lo señala con audacia Wallers-

tein5, al referirse al problema de la institucionaliza-ción de las ciencias sociales en la modernidad tardía (Wallerstein, 2005, pp. 43-44).

En conjunto es una problemática que plantea la disyuntiva entre la tradición y la innovación, entre las presiones de la globalización económica frente al discurso de la modernidad humanista e ilustrada que concebida en su tratamiento conceptual lleva a una crisis de sentido6. Sin embargo, la innovación no aca-rrea necesariamente consigo la creatividad o la crea-ción con calidad, puede que sí con cantidad o con resultados, pero no necesariamente con expectativas sociales construidas en el tiempo y el espacio.

Por ello, las presiones que se ejercen en la actua-lidad en la educación superior se han constituido en el modo más taimado para replicar la inoperancia como la inadecuación de las instituciones públicas de educación superior en Latinoamérica como en Europa, ya que a las demandas irresueltas debido a los problemas referidos estrictamente a la administra-ción como a la infraestructura de la educación supe-rior, se une la modificación propiciada por el ingreso masivo de las clases sociales a la educación, asuntos

Con todo, la influencia, o el desgarro más claro de las contradicciones entre

universidad y sociedad en el marco de la globalización

hoy es el de la relación entre ciencia y democracia, o mejor dicho, el problema

de la representación y participación dentro y fuera

de la universidad. No hay una conciencia de la crisis o el

cambio en las universidades de Colombia, hay improvisación

y como consecuencia de ello, autoritarismo rancio y una tendencia mediocre al

conservadurismo, en todos los estamentos del campus.

Universidad, crisis de sentido y des-institucionalización en la actualidad

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que tienden a sacudir los referentes tradicionales de la enseñanza y el aprendizaje corriente.

Sobre el contexto de los vinculados aspectos críticos, los de mayor incidencia se deben a la “transmisión de los conocimientos” y al de los “cambios generaciona-les”, que como ha sido explicado en disímiles frentes geográficos y culturales, han degradado, cuando no, arruinado, la efectiva consolidación de comunidades científicas, como igualmente han afectado con mayor injerencia, la investigación y la creación científica. Lo han notado con distinción el profesor Rafael Gutiérrez Girardot7 y en su antecedente histórico más inmedia-to, Max Horkheimer y Theodor Adorno8.

En la idea central de Gutiérrez como de estos in-telectuales se hallan los interrogantes sobre el sentido del estudio universitario en las sociedades masifica-das. Para el caso, Gutiérrez se fija en la comprensión de lo que el sentido del estudio universitario repre-senta para una sociedad tradicional, y a su vez, se interroga sobre lo que significa en una sociedad en transición en un proceso de masificación (Gutiérrez, 2011, Pp. 33- 50). A partir de esta pregunta central sobre el sentido del estudio universitario, aduce que, en una sociedad cuya percepción de la educación es estática, quiere decir, escolarizada y tradicional, son los factores externos los que primordialmente guían u orientan la respuesta del significado sobre el sentido del estudio universitario.

Esos factores externos pueden ser en extremo las diferencias de clases o los intereses vinculados con las desigualdades sociales, el ascenso social y económico, el clientelismo personalizado por ejemplo, la fama, el éxito, el reconocimiento, el estatus o los privilegios, se imponen como también se anteponen, a cualquier va-loración subjetiva e individual (Gutiérrez, 2011, p. 34). Las metas o los fines que se externalizan por las des-igualdades sociales y de clases, responden de antema-no al sentido del estudio universitario, los que se con-vierten además, en una manera de paralización como de cauterización del saber y de los conocimientos, que será más intenso aún cuando se introduce el mercado o la globalización, tras una nueva masificación.

En Alemania de los años 50 esos cambios fueron analizados por Adorno y Horkheimer, quienes escri-bieron sobre las implicaciones de las transformacio-nes sociales y económicas, con agudas observaciones y detectaron cómo se iba forjando la serie de muta-ciones de la universidad y por ende, de la educación superior, divisando a su vez, cómo se iban invirtiendo los horizontes y las expectativas que habían orienta-

do el saber y el conocimiento como ejes centrales de la construcción del desarrollo y de las naciones desde el siglo XIX al XX como lo ha señalado Habermas, incluso en sus ensayos en los años 80.

El contexto histórico que aceleró los anteriores procesos se debieron a la presión de la masificación y a las reformas de la educación superior tras el movi-miento estudiantil mundial de 1968. El evento reper-cutiría en el sistema universitario, no solamente en Europa sino años después en Latinoamérica, pese a las diferencias del contexto social y cultural que pre-suponen ambas geográficas. La masificación deman-dó la inclusión de amplios sectores sociales, que era apenas una necesidad como también estaba justifica-do, pero dejó en su discurrir consecuencias hasta ese entonces inusitadas como reveladoras.

Con el reformismo no se logró solventar los fines que pretendía, calidad, participación y representación en los estamentos administrativos de la comunidad universitaria, por el contrario, no se produjo el mo-delo de democracia, o procedimientos libres e iguali-tarios que se esperaban, ya que lo que se generó fue

En conjunto es una problemática que plantea la disyuntiva entre la tradición

y la innovación, entre las presiones de la globalización

económica frente al discurso de la modernidad humanista e ilustrada que

concebida en su tratamiento conceptual lleva a una crisis

de sentido. Sin embargo, la innovación no acarrea

necesariamente consigo la creatividad o la creación con

calidad, puede que sí con cantidad o con resultados,

pero no necesariamente con expectativas sociales

construidas en el tiempo y el espacio.

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un estatismo científico como una burocratización de la institución de educación superior, los que a la postre afectarían de manera grave la enseñanza y aprendizaje en todas las ciencias, incluidas con mayor incidencia, las ciencias sociales. Lo refiere con especial ángulo analítico, Gutiérrez Girardot al comentar que:

“La creciente democratización de la sociedad –in-dependientemente del grado y de las causas en los diversos países– ha obligado a revisar la tarea y la fun-ción de la universidad y a realizar reformas universita-rias que satisfagan esa nueva tarea. Bajo el impulso del movimiento estudiantil del 68, que pretendió acabar con una tradición secular universitaria en Europa, esas reformas impusieron una mayor o menor democratiza-ción de la universidad (como en Francia y en la Repú-blica Federal de Alemania) que en la praxis se convirtió en una burocratización y finalmente en una profunda perturbación de la investigación y la docencia, que no fue compensada por ninguna de las expectativas que despertó la reforma” (Gutiérrez, 2011, Pp. 89).

La democratización invirtió sus premisas, ya que la mayor participación y representación en los cargos

administrativos como en las direcciones principales de la universidad, así mismo, en los diversos cuerpos científicos de la institución masificada se convirtió en una burocratización y en un control político, en la que más que decisiones propiamente de la ciencia o de la discusión científica, se asumieron disposiciones que dependían más de relaciones o vínculos políticos, mu-chas veces de amistad, filiación o adhesión, ideológica o partidista, esto es, unas nuevas formas de clientelis-mo tradicional arropados bajo la relación de fines o de intereses personales no públicos necesariamente.

La intensa construcción de clientelas o de grupos políticos e ideológicos en la universidad, desviaron o alteraron las disposiciones democráticas de elec-ción, para cargos administrativos de la ciencia, ade-más que generalizó una falsa democracia, disfrazada de representación en la que las decisiones científicas fueron asumidas como tomadas por grupos con po-der e ideologías políticas contrarias a las expectativas de la creación científica e investigativa, lo que en la era de la globalización se ha hecho más intenso con la idea empresarial de la política según los expertos. Esta burocratización política de la universidad en las de-mandas democráticas falseó como mudó, los valores de la transparencia, la libertad, la igualdad e induda-blemente el debate público democrático en el campus universitario; por ello una vez más lo señala Gutiérrez:

“Antes por el contrario. La burocratización aniquiló los efectos que se buscaba lograr con la democrati-zación, es decir, más transparencia en las decisiones y proyectos de investigación y docencia, y abrió las puertas a la manipulación de esas decisiones y proyec-tos por grupos que, consecuentemente velaban por sus intereses, ahondando así las hendijas que se habían labrado en la idea primigenia de la universidad, en la relación entre discentes y docentes. Los promotores e ideólogos de esas reformas –provenientes casi siempre de los sociólogos de diversa observancia política, pero aunados por la tecnocracia implícita en la sociología moderna– han callado ante los resultados negativos de sus reformas. Pues si en la universidad que ellos reformaron fueron posibles Theodor W. Adorno y Max Horkheimer, Helmut Schelsky y Jürgen Haber-mas, Raymond Aron y Henri Lefebvre, en la univer-sidad reformada desapareció la posibilidad de esos contrastes, es decir, de esas personalidades, que fue-ron sustituidas por grupos de composición variable, necesariamente anónimos y consecuentemente me-diocres. Los grupos no podían sustraerse a la llamada dinámica del grupo, a la formación de una jerarquía

A nivel universitario es la comprensión de los cambios

o las transformaciones que se producen en las sociedades

como en las estructuras sociales en los últimos

tiempos, una de las claves para ubicar o percibir los

procesos de desintegración de la actualidad en las sociedades.

Los presupuestos sobre los cuales se puede planificar la

educación y por ende proyectar la universidad como institución de enseñanza de la ciencia en todos sus campos, se debe en mayor medida, a la capacidad

de conocimiento de la sociedad y de los problemas que la

complejizan en un largo plazo.

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inexpresa pero eficaz, que rehuía su responsabilidad y la imputaba al grupo. La democratización de la uni-versidad se convirtió en la manipulación irresponsa-ble de las jerarquías veladas de los grupos que no siempre cooperaban” (Gutiérrez, 2011, p. 90).

En conjunción con las críticas de Gutiérrez, refe-ridas a este proceso de transformación y de cambio de las instituciones universitarias debido a la masifi-cación y la burocratización, en las que se pervierten las tareas de la ciencia como de la investigación, de la técnicas y de los conocimientos sociales y natura-les, es menester añadir el problema en un panorama más amplio y decisivo, el que se refiere a las relacio-nes entre la universidad y la globalización desde la des-institucionalización.

Ha sido la sociología la que con mayor destreza y prestancia ha comprendido el problema de la desinte-gración y de la crisis social, pensando para ello el asun-to de las instituciones, en un largo proceso de transi-ción de la sociedad tradicional a la moderna. Se ha concebido de manera corriente que las instituciones constituyen la base de la producción y estabilidad del sistema social. Sin embargo, al investigar y compren-der este proceso de integración en la globalización es imprescindible comprender la transformación desde la masificación que se ha experimentado en los últimos lustros, y es uno de los pasos indispensables sobre los cuales se puede descifrar las crisis de la educación en el mundo y especialmente en Colombia.

A nivel universitario es la comprensión de los cam-bios o las transformaciones que se producen en las sociedades como en las estructuras sociales en los últimos tiempos, una de las claves para ubicar o per-cibir los procesos de desintegración de la actualidad en las sociedades. Los presupuestos sobre los cuales se puede planificar la educación y por ende proyec-tar la universidad como institución de enseñanza de la ciencia en todos sus campos, se debe en mayor medida, a la capacidad de conocimiento de la so-ciedad y de los problemas que la complejizan en un largo plazo. En la actualidad los diversos estamentos universitarios, administrativos y científicos, en espe-cial en Colombia y Latinoamérica han desconocido o premeditadamente no han advertido, cómo se han ido dando las transformaciones, y se han ido transfor-mando las estructuras sociales, que inciden en el es-tamento estudiantil que entra a la universidad como igualmente infieren en la composición del cuerpo profesoral que la conforma como institución.

Suspendidos en el tiempo pretenden mantener

una imagen de la universidad para una sociedad que la ha transgredido como se le ha transpuesto en sus dinámicas como en sus contradictorios procesos por lo menos hace tres décadas. Este proceso es parte de una nueva forma de la masificación, que en sus com-ponentes como en los efectos han acarreado nuevos retos y dilemas en la estructuración como integración de las sociedades de hoy, han tenido una influencia negativa en la enseñanza y en el aprendizaje en todas las ciencias. Ni desde el Estado ni desde las directivas se comprende ni reflexiona, además se entiende qué es la des-institucionalización.

Se la refiere en todas las ocasiones como a una aguda crisis de sentido de la universidad en la so-ciedad actual, sin reparar con serenidad sobre cuál es su naturaleza o definición, por ello la opinión común suele asociarla del modo más general, con ausencia o con carencia e inexistencia de institucio-nes, como el caso de la escuela, de la Iglesia, de la Familia, del Estado entre muchas otras, sin ahondar o profundizar reflexivamente en lo que este fenó-meno significa para la actualidad.

Para el caso basta revisar los análisis que en ese con-texto se hacen entre la escuela y la institucionalidad en la misma era de la globalización. Partiendo de la crítica a la noción clásica de instituciones desde la sociología, que las entendía como entes que producían el orden social, además de constituir a los individuos autóno-mos y mantener el sistema social, mediante normas y valores, a partir de la socialización, Dubet y Matucelli9

A nivel universitario es la comprensión

de los cambios o las transformaciones que se

producen en las sociedades como en las estructuras sociales en los últimos

tiempos, una de las claves para ubicar o percibir los

procesos de desintegración de la actualidad en las

sociedades.

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estiman que es inadecuado lograr captar estas defini-ciones de las instituciones en la actualidad, en la so-ciedad globalizada del modo uniforme como se hace.

No se trata que en la vida actual la experiencia de los sujetos dentro de los sistemas implique una “crisis de las instituciones”, se trata de algo más profundo que invita a la reflexión según la cual, lo que se evidencia es un proceso de des-institucionalización que tiene re-lación con la globalización. De hecho las instituciones como la familia, la escuela, la iglesia, la universidad perviven y subsisten, pero su composición, su rol y su función social han cambiado y se han transformado radicalmente. La des-institucionalización se ve en un terreno más propicio como una serie de cambios entre los valores y las normas, en las relaciones que los indi-viduos establecen y las nuevas formas de socialización, con un acentuado individualismo que altera la noción de responsabilidad y racionalidad pública.

Es de advertir que los valores y las normas ya no pueden considerarse como “trascendentales”, por encima de los individuos, ellas son coproducciones y como tales, son múltiples y contradictorias, se consti-tuyen por intereses, emociones, actitudes, contienen además, envolturas políticas, jurídicas y sociales, en las que los individuos construyen sus experiencias. Es de notar que en la globalización, los procesos de institu-cionalización y socialización suponían normas y valo-res que se ubicaban de manera externa.

A diferencia de la anterior perspectiva propia de la concepción de la modernidad por lo menos en Durkheim, en la globalización instituciones y normas son recompuestas por los individuos, ya que en el día de hoy, los mismos individuos las juzgan, controvierten o las aceptan racional o irracionalmente dentro de gru-pos como de actores y sujetos desiguales, pero en socie-dades como la colombiana, son impuestas sobre la base de concepciones dogmáticas e irracionales, el chantaje, la amenaza, el soborno y la sumisión entre otros.

Para tenerlo más claro se afirma que la des-institu-cionalización de hoy establece la separación entre dos procesos: la subjetivación y la socialización (Dubet y Matucelli, 2001, p. 202). Afirman los autores, que la escuela como institución tenía una diversidad de me-tas y de funciones como fines que son apreciables en los procesos de socialización e integración de la so-ciedad moderna que procuraba realizar a partir de las aspiraciones a la consolidación de la sociedad. Más o menos se puede describir el papel de la escuela en varios frentes, entre los que se destacan, siguiendo en ello al sociólogo francés Durkheim, de modo principal,

que los maestros cumplían una misión sagrada, no era una tarea mimética la enseñanza, sino que era la pieza de construcción de la moral de los ciudadanos.

La institucionalidad pensada desde la escuela exigía varias características: A) La afirmación de metas antes que su dispersión y multiplicidad; B) la construcción de la identidad nacional y el sentimiento patriótico mediante la historia y la geografía; C) la enseñanza de la lengua como fundamento de la cultura nacional; D) el liceo republicano es el lugar de la Ilustración huma-nista y de las ciencias prácticas; E) la separación entre el mundo escolar y el social, afirmando un tipo del in-dividuo contra el mundo, la separación de lo público y lo privado, separación sexual; F) la autonomía escolar; G) la Jerarquía de los valores; H) no tiene que luchar contra la diversificación social; son entre muchos as-pectos, lo que define los contornos de la escuela como Institución” (Dubet y Matucelli, 2001, Pp. 201-212).

Su institucionalización se orientaba a reducir como a limitar la mezcla de grupos sociales y de las igualda-des de oportunidades. La movilidad en la escuela es de interés nacional, se buscaba homogenizar los pú-blicos escolares y se estrechaban los vínculos de los maestros y los alumnos a partir de la emulación no de la imitación, se limitaba el proceso de la masificación en el sentido del no permitir el relajamiento de los valores y de las normas, entre la escuela y los alum-nos, los maestros y los alumnos. Con todo, la escuela Republicana al estilo de Durkheim, procuraba reducir las alteraciones producidas por la masificación de la sociedad, claro, que no es el interés apelar nostálgica-mente a ella, sino explicar dicho proceso y colocar en el debate por qué nuestras elites universitarias, cultu-rales y políticas no han entendido, ni reflexionado con capacidad analítica este proceso en nuestro país.

El carácter más fuerte de la institucionalidad esco-lar es el de la socialización por intermedio de valores universales que generarían la autonomía individual y la obediencia, lo que a su vez, engendraría la liber-tad. Siguiendo este modelo de Durkheim entonces, Dubet y Matucelli aseguran que la educación y la enseñanza como institución, fueron pensadas como las bases de una integración social fundamental de la nación, sin embargo, en la actualidad esos procesos se han tornado a veces irresolubles, pues la escuela se ha convertido en un ámbito de violencia simbólica y en ella si bien se constituyen los individuos para la sociedad, se amplían y se extienden como se repro-ducen las desigualdades sociales, además de recalcar que intensifican las condiciones contradictorias del

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sistema social. Esta mirada crítica de ambos autores, se debe comprender en un proceso histórico de ma-sificación y transformación de la institución escolar desde los años 60 y con incidencia en las consecuen-cias que dejó el movimiento estudiantil de mayo de 1968, importante pero todavía incidente en no pocos aspectos de la universidad colombiana, que preten-den rehuir en su demanda de análisis los estamentos del campus universitario.

La masificación de la escuela cambió su naturale-za, además de su institucionalidad. La selección en el ámbito escolar se daba a partir del nacimiento y no del desempeño, aquí concurren otros cambios, las desigualdades se acentúan en términos de clases, razas y etnias, se profundiza la diversificación que es mayor confrontación en términos de clases sociales, se fragmentan y dividen las disciplinas, es en lo que más insisten los autores en la masificación, se crean varios mercados, en términos de establecimientos y de diplomas. El cambio que tiene este proceso, es que impone por encima de la elección y el acceso a las carreras profesionales, el interés de obtener los di-plomas, porque el diploma ha pasado a ser un bien, indispensable y la carencia de título constituye una desventaja en la consecución de fines específicos, la-borales especialmente, dentro de la vida del sistema.

Sobre la base igualmente de la masificación, la es-

cuela adquiere un carácter utilitarista, lo que significa que la escuela es un bien útil y como mercancía no como expectativa o proyección social, importan más las demandas dentro de una sociedad desigual que busca según sus fines qué modelo de escuela se adap-ta mejor a los intereses mercantiles y en ese sentido se rebajan los valores como los contenidos culturales institucionales de la escuela. La educación pasa a tra-vés del mercado y con la masificación se genera una desregulación en la que se deben acoger nuevos pú-blicos que rompen con los valores y las normas que regían la institucionalidad, en su sentido más racional, asuntos que no se discuten como no se debaten con contundencia en la vida universitaria, la elección de alumnos, de profesores, de administradores científicos prestantes como competentes científicamente no sali-dos de partidos, de grupos o de intereses personales.

Comentan los autores que en la relación entre escuela y sociedad se demolieron sus barreras, los problemas sociales se hicieron visibles al interior de la escuela, en especial de la entrada masiva de gene-raciones jóvenes y de las mujeres a las instituciones escolares, en un cambio generacional que no ha sido mediado ni menos aún reflexionado ni normativa ni cultural, ni sociológicamente.

La escuela como institución afirmaba la construc-ción de valores y fines homogéneos, éstos se vuelven flexibles, laxos y relativos con la masificación. Una de las características que acompaña la des-institucionali-zación es lo relacionado a la formación humanista que se ve deteriorada como menoscabada de los pensum, por la presión del utilitarismo. A lo anterior se une que los procesos de socialización y los modelos pe-dagógicos no se fijan y se tienen como fines a lograr, transformando con ello los roles y las funciones. Si algo caracteriza la des-institucionalización es que la escue-la como institución no se constituye en proyecto de vida, en vocación, sino más bien se aprecia en general como recurso de las presiones sociales y del mercado.

Al mismo tiempo, la socialización de la educación de masas tiene como injerencia el descontrol en los procesos de aprendizaje, porque una heterogénea población es sencillamente difícil de seguir en su cali-dad y en su estudio, lo que deriva en la circunstancia que, cada uno construye su proceso de estudio, que lleva a logros o que los conducen al fracaso. En este sentido se separan la socialización y la subjetivación porque se desgaja el propósito constitutivo de con-solidar valores y construir su personalidad e indivi-dualidad orientada al sistema social. Antes, el rol se

Sobre la base igualmente de la masificación, la escuela

adquiere un carácter utilitarista, lo que significa que la

escuela es un bien útil y como mercancía no como expectativa

o proyección social, importan más las demandas dentro de una

sociedad desigual que busca según sus fines qué modelo de escuela se adapta mejor a los intereses mercantiles y en ese sentido se rebajan los valores

como los contenidos culturales institucionales de la escuela.

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anteponía a la personalidad y con él en las institu-ciones, se proyectaba la posibilidad de construir la emulación del maestro o del cura.

En la actualidad otros de los signos de la des-institucionalización es la proyección de las relacio-nes personales y subjetivas como la anteposición de los roles. Con lo anterior se quiere destacar que el maestro divide sus tareas en una diversidad de fun-ciones que impide tener un control seguro de los valores que transmite y a su vez, un público diverso no encuentra en la figura del maestro más que un medio funcional, un instrumento para alcanzar sus metas, no para emularlo y superarlo.

En conclusión, la autonomía de la institución escolar y con ella, la supremacía de la individua-lización en los procesos de enseñanza como en el discurso de los modelos pedagógicos, dada la ma-sificación de la educación, ha traído como conse-cuencias cambios drásticos en la institucionalidad escolar dentro del proceso de la globalización, que han quebrantado muchos de sus presupuestos insti-tucionales, las garantías del ser una institución en el sentido de constituir la base de la integración como de la reproducción del orden y del sistema social.

A lo anterior se une la falta de conciencia y natural-mente un reformismo propuesto desde el Estado con la ignorancia que los confirma en su desconocimiento de los problemas sociales e históricos que han afec-tado a las Instituciones de educación superior. Estos eventos significativos tendrán una injerencia hasta ahora poco reflexionada sobre la crisis de sentido o la des-institucionalización de la enseñanza en la educa-ción superior, a la que no está exenta en este marco, el de la formación en las ciencias sociales. La disgrega-ción como la desintegración alentada desde los lideres administrativos y los líderes políticos es manifiesta, in inaceptable considerar que las decisiones sobre la vida académica y científica universitaria se asuman bajo los costos políticos, de cuotas o bajo los costos econó-micos del Estado sin pensar los costos sociales a largo plazo, en lo que se refiere a la inversión social o la racionalidad pública de la educación superior.

Este es el centro de la crisis de la universidad hace mucho tiempo, el que sean los NO científicos quie-nes toman las decisiones científicas, en la que por lo demás, el docente vinculado se ve más disgregado en una variedad de actividades que ya no se soportan en un proyecto intelectual de larga duración y en la construcción de problemas específicos de estudio o de

investigación de largo aliento, y una comunidad estu-diantil quienes llegan cada vez más con disimiles, di-vergentes y contradictorios concepciones de la univer-sidad, por la desigualdad social que les antecede, en la educación primaria y secundaria, en la conformación de una estratificación social, tan o más, autoritaria o degradada en la percepción de la democracia.

No se ha querido enfrentar ninguno de los esta-mentos de la universidad con seriedad a los fenó-menos aquí descritos, ni al del cambio generacional de las directivas, los estudiantes ni de los profesores, quienes en las expectativas que elaboran como en sus demandas frente a la institución universitaria, carecen de conocimiento y de conciencia sobre el acumulado y el rumbo de la universidad latinoame-ricana a un extendido tiempo.

Por el contrario, si se homogeniza la experiencia de la necesidad del diploma para el mercado, el autorita-

“Pues el sentido del estudio universitario no se agota

ni puede agotarse en la formación profesional. El saber

mismo que se trasmite en la universidad, por estático que

sea, esto es, por repetición de saberes logrados por otros que sea, exige una superación de ese saber mismo, es decir,

contiene una dinámica que sobrepasa los límites de la

simple formación profesional. El saber no se satisface con lo logrado, el saber

consiste también en ponerse permanentemente en tela de

juicio. El saber que no se pone en tela de juicio se convierte

en dogma y el dogma, entiéndase por tal opinión

o artículo de fe, petrifica el saber, lo esteriliza”

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Notas

1. Bello, Andrés. Discurso de Inauguración de la Uni-versidad de Chile, 1843. En: Revista Argumentos, Nos. 14-16, Bogotá, 1986.

2. Cuneo, Dardo. La Reforma Universitaria. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1970.

3. Romero, José Luis. Introducción al mundo actual. Buenos Aires: Nueva Visión, 1956, Pp. 15-16.

4. Gutiérrez Girardot, Rafael. La Encrucijada Universi-taria. Medellín: Asociación de Profesores-Universidad de Antioquia, 2011.

5. Wallerstein, Immanuel. Las incertidumbres del sa-ber. Barcelona: Gedisa, 2005.

6. Tal y como lo define Berger y Luckmann no se re-fiere a una desorientación o secularización de carác-ter nihilista, a un anarquismo desmedido, sino más bien a una variación en las condiciones sociales de las relaciones entre los individuos y la comunidad mo-derna, que han sido alteradas, variadas y transforma-das en los últimos tiempos. Berger Peter y Luckmann Thomas. Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. La orientación del hombre moderno. Barcelona: Pai-dós, 1997. Véase comentario capítulo 1. p. 40.

7. Gutiérrez Girardot, Rafael. “Universidad y Socie-dad”. En: Hispanoamérica: Imágenes y Perspectivas. Bogotá: Temis, 1989.

8. Adorno, Wiesengrund Theodor y Horkheimer, Max. Sociológica. Madrid: Taurus, 1986.

9. Dubet, Francoise y Matucelli, Danilo. ¿En qué so-ciedad vivimos? Buenos Aires: Losada, 2001.

rismo verbal, los prejuicios políticos, la violencia, y una intolerancia acentuada de rivalidades y de fanatismos en todas las direcciones, o sea, se intensifica un espíri-tu universitario, en contra de lo que es la universidad, porque entre otras cosas, el mayor interés es el de ob-tener el grado para lograr trabajar, con ello, ubicarse posiblemente en el mercado y por ende, ascender en la escala de la estratificación económica como social.

Por lo anterior, crisis de sentido y des-institucio-nalización provocada en todos los frentes y escena-rios de la sociedad colombiana será el gravamen de una situación en las que la irresponsabilidad como los costos sociales de la universidad no se alcanza-rán a medir a largo plazo si las cosas siguen como van, en la universidad colombiana y en especial en la Universidad de Antioquia, que en lo corrido de varias décadas ya no tiene una imagen, ni menos una comprensión y control, racional, científico, político, cultural, de lo que ella significa como ente integrador de la nación. Y si se trazan aquí otros temas, como los de la normatividad en la educación superior, la elec-ción del rector, la representación y la participación dentro del campus, el reformismo administrativo y su influencia estatal, la cotidianidad en la universidad, entre muchos otros temas, de seguro convendríamos en que el colapso y la debacle de la educación en Colombia, es mayor de lo que presupuestamos.

Sin embargo, es más plausible ser optimistas y que la reflexión y su conciencia histórica es un antídoto ante tanta displicencia, autismo, indiferencia y sordi-dez; por ello, es pertinente cerrar las anteriores dis-quisiciones, una vez más con una de las reflexiones del profesor Gutiérrez Girardot cuando dice:

“Pues el sentido del estudio universitario no se agota ni puede agotarse en la formación profesional. El saber mismo que se trasmite en la universidad, por estático que sea, esto es, por repetición de saberes logrados por otros que sea, exige una superación de ese saber mismo, es decir, contiene una dinámica que sobrepasa los límites de la simple formación pro-fesional. El saber no se satisface con lo logrado, el sa-ber consiste también en ponerse permanentemente en tela de juicio. El saber que no se pone en tela de juicio se convierte en dogma y el dogma, entiéndase por tal opinión o artículo de fe, petrifica el saber, lo esteriliza” (Gutiérrez, 2011, p. 35).

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2011 fue un año no tan aciago por-que, por primera vez en la historia, “Nosotros, los pueblos…”, como se inicia la Carta de las Naciones Unidas, se han hecho realidad a escala local y global.

El próximo mes de diciembre es el final de un “ci-clo Maya” de 400 años, fecha denominada Baktun. Podríamos aprovechar este final para hacer posible un gran comienzo, la inflexión histórica que la huma-nidad anhela y merece. Después de siglos de poder absoluto masculino y de ciudadanos sumisos, obe-dientes y atemorizados, es ahora posible la participa-

PorFederico Mayor Zaragoza

Ex Director General de la UnescoPresidente de la Comisión Internacional

contra la Pena de Muerte*

¿Un nuevo amanecer?

* Doctor en Farmacia por la Uni-versidad Complutense de Madrid (1958). Ex Rector de la Univer-sidad de Granado (España). Ex Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Cofundador en 1974 del Centro de Biología Molecular “Severo Ochoa” (CBM), y director del mismo hasta 1978. Desde el año 2000 preside la Fundación para una Cultura de Paz. En 2005 fue designado copresiden-te del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones.

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ción no presencial, la libre expresión de opiniones, de criterios, de críticas, de propuestas.

Lo que está claro es que, en muy poco tiempo, la voz de “los pueblos” no sólo se dejará oír sino que será escuchada y comenzará el proceso de eman-cipación cívica. Lo que no podía consentirse hasta hace bien poco en las plazas y avenidas de las ciu-dades tendrá lugar sin cortapisas en el infinito lugar del ciberespacio. El tiempo del silencio ha concluido. El siglo XXI será el “siglo de la gente”, de todos, no de unos cuantos privilegiados, y las democracias ya no serán frágiles y encorsetadas sino sólidas, ágiles y eficientes. Los ciudadanos ya no serán sólo contados en los comicios electorales sino que contarán, serán tenidos en cuenta de forma permanente… porque manifestarán sus puntos de vista y su voluntad de for-ma igualmente permanente.

Se ampliará rápidamente el porcentaje de “habi-tantes efectivos” del planeta que hoy se reducen a un 20%. El resto sobreviven en condiciones de gran precariedad, que alcanzan con frecuencia límites hu-manamente insostenibles. Sin embargo, la pobreza no figura entre los objetivos de los países prósperos, ocupados en las fluctuaciones bursátiles, en el dine-ro, en mantener inmensos arsenales de armamento para garantizar su “seguridad”. Y así, las soluciones a los grandes problemas de la humanidad, enraizados en el acceso a la alimentación y a la educación, van siendo sucesivamente aplazadas, pospuestas. José Manuel Navarro cita en su obra “Amapolas en el jar-dín”, a B. F. Skimmer: “Algo va mal cuando lo que hay que salvar es el sistema y no la forma de vida a la que el sistema debería servir”.

En España, el “escándalo” Urdangarín oculta teje-manejes todavía peores que los que tanto se habían criticado y, a escala europea, todos miran de reojo a la señora Merkel, a las primas de riesgo y a los mer-cados, en lugar de mirar de frente a la democracia. En lugar de crear empleo, sólo en Italia se anuncian 300 mil despidos más como consecuencia de las ra-dicales medidas adoptadas. Eso sí, también allí los sueldos de los directivos de las grandes instituciones financieras permanecen astronómicos.

Sumamente importante es, al parecer, “devolver la deuda”, reducir el déficit. Pero, ¿quién se ha en-deudado? ¿Quiénes son los responsables, en pro-porción muy superior al Estado, del endeudamien-to? ¿Por qué deben ser, siempre, los contribuyentes quienes mitigan estos desmanes, sobre todo los pro-cedentes del sector privado?

El año 2012, ¿un nuevo amanecer? Resumo a con-tinuación doce puntos que me parecen especialmente relevantes para que el año que empezó pudiera ser crucial para pasar desde el naufragio presente a la tie-rra firme del “nuevo comienzo”.

Sobre algunos de los puntos ahora sucintamente es-bozados escribiré con más detalle –o reescribiré– en el curso de las próximas semanas.

1. Una crisis sistémica requiere cambiar el sistema, es decir, conferir el poder y la iniciativa a la sociedad y volver a orientar la acción política por los principios democráticos –tan bien expresados en el preámbulo de la Constitución de la UNESCO– y no por los merca-dos, tanto a escala local y regional como global.

De esta forma, podría procederse a la urgen-te refundación de un Sistema de Naciones Unidas fuerte y con la autoridad moral que sólo poseen aquellas instituciones capaces de reunir a todos los países del mundo sin exclusión. Las ambiciones he-gemónicas que condujeron a pretender gobernar el mundo desde agrupaciones plutocráticas de 7, 8 o

Lo que está claro es que, en muy poco tiempo, la voz de

“los pueblos” no sólo se dejará oír sino que será escuchada

y comenzará el proceso de emancipación cívica. Lo que

no podía consentirse hasta hace bien poco en las plazas y

avenidas de las ciudades tendrá lugar sin cortapisas en el infinito lugar del ciberespacio. El tiempo

del silencio ha concluido. El siglo XXI será el “siglo de la gente”, de todos, no de unos

cuantos privilegiados, y las democracias ya no serán frágiles

y encorsetadas sino sólidas, ágiles y eficientes.

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20 países, deben dar ahora paso, como respuesta al clamor mundial que sin duda se producirá en poco tiempo, a la cooperación multilateral. He escrito ya en varias ocasiones diversas fórmulas para que tanto la nueva Asamblea General como los Consejos de Seguridad (al actual se añadirían el Consejo de Se-guridad Socioeconómica y el Consejo de Seguridad Medioambiental) permitieran el pleno desempeño de las funciones que, especialmente cuando la go-bernanza global así lo exige, requieren disponer de estructuras internacionales adecuadas.

2. Después de la intolerable e inmoral interven-ción en Irak, el poder cívico mundial deberá ahora oponerse con especial firmeza a otras “aventuras” de esta naturaleza y muy especialmente a la que tendría a Irán como objetivo, tanto por razones geoestraté-gicas (espoleadas por Israel) como por las fabulosas reservas iraníes de oro negro. Para los problemas que pueda plantear Irán, o los que ya plantean Yemen y Siria, la única solución aceptable es –como hubiera sido en el caso vergonzoso de Libia– la intermedia-ción de las Naciones Unidas como único interlocutor contando con el respaldo del mundo entero.

¿Hemos reflexionado sobre las horrendas cifras que arroja el balance de la intervención en Irak? ¿Hemos pensado en los cinco millones de desplaza-dos, en los miles de mutilados y muertos? ¿Hemos

revisado quién explota ahora los pozos petrolíferos? Los “pueblos” ya no tolerarán en el futuro atrocida-des de esta naturaleza.

Es cierto que los republicanos de los Estados Uni-dos, que siguen influyendo tanto en la política de su país, redoblan sus esfuerzos –iniciados en la década de los 80– para la demolición del Sistema de las Na-ciones Unidas. Abandonaron la UNESCO en 1984…, luego volvieron, cuando invadían Irak. Ahora inten-tan de nuevo paralizarla, no pagando las cuotas co-rrespondientes porque la Organización ha decidido admitir al Estado Palestino en su seno, haciendo uso de la autonomía que le confiere la Conferencia Ge-neral. Tratan con denuedo de activar al G20, al G8… y al G2 (¡) al mismo tiempo que vuelven la espalda a la cooperación multilateral. Pero serán los últimos coletazos de un Sistema en total declive.

3. Hambre, genocidio cotidiano: “Me duele este niño hambriento como una grandiosa espina”, escribió el inolvidable Miguel Hernández. Debemos procurar que nos duela a todos, todos los días, para reclamar con voz firme y permanente que no podemos seguir tolerando que, al socaire de problemas económicos y de primas de riesgo, sigan muriendo de hambre miles de seres humanos cada día.

4. Medioambiente. Después de Durban, de un nuevo fracaso por total abandono de los países más poderosos de la Tierra, las perspectivas para la cele-bración en el año 2012 de Rio+20 no pueden ser menos halagüeñas. Y sin embargo, Rio+20 no puede fracasar. Se trata de una cuestión esencial, de cons-ciencia de solidaridad intergeneracional. Millones de mujeres y hombres de toda la Tierra deben gritar que no van a consentir que se alcancen puntos de no retorno, de lesiones irreversibles en el entorno eco-lógico que afecten irreversiblemente la habitabilidad del planeta. Los líderes actuales dan muestra de un cortoplacismo irresponsable. Todo buen gobernante debe tener en cuenta, en primer lugar, los procesos que pueden conducir a daños irreparables.

5. ¿Creación de empleo? ¿Sin poder “emitir” fondos para incentivos? ¿Sin poder disponer de eurobonos? ¿Sin asegurar un mayor equilibrio entre tantas asime-trías sociales y económicas? ¿Sin federación fiscal en Europa? ¿Sólo con recortes y más recortes? ¿Por qué no hacemos como los Estados Unidos –300.000 millo-nes de dólares en emisiones para incentivos– y en el Reino Unido –75.000 millones de libras– para iniciar el crecimiento? ¿Por qué no se procura una cierta re-localización productiva?

Sumamente importante es, al parecer, “devolver

la deuda”, reducir el déficit. Pero, ¿quién se

ha endeudado? ¿Quiénes son los responsables,

en proporción muy superior al Estado, del endeudamiento? ¿Por

qué deben ser, siempre, los contribuyentes

quienes mitigan estos desmanes, sobre todo

los procedentes del sector privado?

¿Un nuevo amanecer?

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Ahora, como era previsible, dice el nuevo Go-bierno español que el “déficit” que ha encontra-do era mayor de lo esperado… cuando, en buena medida depende de las Comunidades Autónomas, incluyendo en lugar destacado algunas en las que vienen gobernando hace años.

La solución se halla a escala europea y norteame-ricana. Sólo así podría ser occidente interlocutor de China y de los “países emergentes”. De otro modo, el naufragio se acentuará mientras seguirán prometien-do empleo. Recuerden la frase atribuida a Winston Churchill: “No hay peor error en el liderazgo público que promover falsas esperanzas que pronto se esfu-marán”. El hecho de que el déficit previsible sea ma-yor del 6% ha llevado a adoptar medidas más drás-ticas que las que con tantos espavientos rechazaron en mayo de 2010. Entonces y ahora, está claro, son los “rescatados” los que imponen sus actuaciones a los “rescatadores empobrecidos”… mientras el señor Bush y los suyos, los que forman parte del “gran do-minio”, se frotan las manos con gran satisfacción.

6. No más olvido de los muertos, de los que fa-llecen cada día de inanición y extrema pobreza, de las víctimas de todas las guerras, de los asesinados, de los marginados, de los pueblos que no hallan el “acomodo” internacional que merecen después de tantos años de aguardar en condiciones a menudo

inhumanas… El mejor ejemplo es Palestina: de nue-vo, tras el fracaso permanente de los esfuerzos de paz, de la mediación del “cuarteto”… es apremian-te que no se prolonguen situaciones que constitu-yen una afrenta –por las personas que tanto sufren, por los aplazamientos producidos y previsibles, por las indefiniciones constantes, por la violencia y las represalias…– a la conciencia de la humanidad en-tera. De nuevo, sólo unas Naciones Unidas, con el respaldo mayoritario de los países que la integran, podrían hallar la solución, de una vez, a una cues-tión que, en las actuales circunstancias, Israel –apo-yada desde los Estados Unidos por el lobby sin duda más poderoso de la Tierra– no permitirá alcanzar, después del infausto final de Isaac Rabin, que sí pre-tendió culminar el proceso de paz.

7. Desarme nuclear y reducción inmediata y profun-da de la venta y exigencia de adquisición de artefactos militares, propios, en gran medida, de guerras pretéri-tas. Está claro que es imposible que se produzcan los cambios radicales que permitan atender el desarrollo de todos los países y transitar desde una economía de especulación, deslocalización y guerra (4 mil millones de dólares al día) a una economía de desarrollo global sostenible, sin una reducción sustancial de los gastos en armamento, especialmente de aquellos que, des-de la guerra de Vietnam, han demostrado carecer de cualquier posibilidad de uso en los conflictos actuales.

Y, sobre todo, ¡drones, no! ¡Lo que faltaba! Ade-más de soldados mercenarios, “Guerras S.A.”, ahora aviones sin piloto, manejados a miles de kilómetros de distancia por formidables mecanismos de “GPS”. Guerras sin soldados, con efectos colaterales “anóni-mos”… Hasta aquí podíamos llegar. La Humanidad debe manifestarse con especial fuerza a este respecto.

8. Europeos, atención al Pacífico: mientras se-guimos vinculados al Tratado del Atlántico Norte en lugar de disponer de nuestra propia autonomía en materia de seguridad, los Estados Unidos están dan-do, con inusitada rapidez, una atención prioritaria al Pacífico. En la próxima década, según la señora Clinton, “Norteamérica realizará la mayor inversión diplomática, económica y estratégica en la región Asia-Pacífico”. Al incremento de la presencia mili-tar se suma un ambicioso acuerdo de libre comer-cio entre varios países de la zona (TPP- Acuerdo de Asociación Trans-pacífico). Está claro que, al mismo tiempo que se ocupan del euro, los de la “dólar-zona” no se olvidan del yuan!

9. Emancipación de América Latina, aconteci-

Millones de mujeres y hombres de toda la Tierra deben gritar que no van a consentir que se

alcancen puntos de no retorno, de lesiones irreversibles en

el entorno ecológico que afecten irreversiblemente

la habitabilidad del planeta. Los líderes actuales dan

muestra de un cortoplacismo irresponsable. Todo buen gobernante debe tener en

cuenta, en primer lugar, los procesos que pueden conducir

a daños irreparables.

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miento muy importante a tener en cuenta. Hace poco se ha iniciado en Caracas, con la asistencia de la práctica totalidad de los países de América Latina y del Caribe, el proceso constitutivo de la CELAC, la Confederación de Estados de toda la región. Después de Mercosur y Unasur, ahora –amigos, sí, tutelados, no– la CELAC constituye la esperada “edad adulta” de una región importantísima para la estabilidad mun-dial, ya que no sólo moderará la influencia del “gran hermano del Norte” sino que atemperará la creciente y excesiva influencia de China. Con liderazgo brasi-leiro –Lula al frente como líder del altermundismo y de la ponderada alternativa a Davos que ha repre-sentado Porto Alegre– representan el “otro mundo es posible” que tantas adhesiones ha promovido.

Lejos quedan los tiempos –¡tan próximos en el ca-lendario!– de la “Operación Cóndor”… La contribu-ción de la CELAC al “nuevo amanecer” puede ser muy relevante no sólo por la economía y la riqueza de sus recursos naturales sino, sobre todo, por su potencia intelectual –en literatura, pintura, etc.– y su capacidad de insurgencia, de rebelión.

10. Drogas. Me he referido muchas veces al pro-fundo y gravísimo problema de la adicción a las drogas naturales o de síntesis y el complejísimo y delictivo entramado de su tráfico, hasta tal punto de representar en muchos países, por los inmen-sos beneficios económicos que de él se derivan, no sólo uno de los principales desafíos nacionales sino “el” principal reto a la seguridad y convivencia en muchos países (Colombia, México, Guatemala…). Las acciones –incluidas las militares– se centran en los países de la “oferta”, cuando la posible solución se halla en los grandes países de “demanda”, co-menzando por los Estados Unidos de Norteamérica. Queda claro que la solución no llega por la fuerza ni por eliminar cultivos que proporcionan grandes beneficios a los narcotraficantes. Así, en Afganistán, de cuya “amapola” procede más del 90% de la he-roína que se consume actualmente en el mundo, se calcula que una hectárea proporciona alrededor de 13 mil dólares al año, cuando cualquier plantación de cereales no llega a los 500 euros. La solución no pasa sólo por la eliminación de los cultivos sino por una sustitución –por ejemplo, el azafrán– que com-pense razonablemente, ayudando de manera simul-tánea con otras posibilidades de desarrollo.

Lo que es absolutamente cierto es que el precio carece de efecto disuasorio alguno. Empezando por nuestro país, España, donde, a nadie le cabe la menor

duda, la droga es fácilmente asequible y se paga el precio que sea a través de la coacción familiar, el robo y acciones delictivas de toda índole… En barrios “co-laterales “de la sociedad de consumo, se venden y se compran los productos que se ofrecen a continuación en lugares tan conocidos que hay, incluso, vehículos con conductores” especializados”…

La única solución, como sucedió con la “Ley seca”, es reducir drásticamente el coste… y se acabó Al Capone. Es necesario, con urgencia, tratar a los “pacientes adictos” debidamente, proporcionándo-les las dosis que necesitan y, sucesivamente, unirlas a sustancias terapéuticas adecuadas. En otros términos, hay que acabar con el negocio. Llevar a cabo una

Drogas. Me he referido muchas veces al profundo y gravísimo problema de la adicción a las drogas naturales o de síntesis

y el complejísimo y delictivo entramado de su tráfico, hasta

tal punto de representar en muchos países, por los inmensos

beneficios económicos que de él se derivan, no sólo uno

de los principales desafíos nacionales sino “el” principal

reto a la seguridad y convivencia en muchos países (Colombia,

México, Guatemala…). Las acciones –incluidas las

militares– se centran en los países de la “oferta”, cuando la posible solución se halla en los grandes países de “demanda”,

comenzando por los Estados Unidos de Norteamérica. Queda

claro que la solución no llega por la fuerza ni por eliminar cultivos

que proporcionan grandes beneficios a los narcotraficantes.

¿Un nuevo amanecer?

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gran campaña educativa e informativa, realmente ex-cepcional, para advertir de los riesgos de su consumo. Pero, como en el caso del alcohol y del tabaco, dejar bien claro que se trata de una responsabilidad ex-clusiva de los consumidores quienes, conscientes de los peligros que corren y del coste social de su vicio, deben ser ayudados a desistir. Es urgente transformar una cuestión de seguridad en una cuestión sanitaria.

11. La voz de “los pueblos”. La primavera árabe y el 15-M. El 15-M y la protesta global han sido con-siderados, ¡nada menos!, “personaje del año” por la conocida revista internacional Time. La “primavera árabe”… otoño occidental, invierno de quienes si-guen pretendiendo que un puñado de países ricos dirija el mundo. En los cinco continentes, “los indig-nados”, siguiendo la recomendación del joven no-nagenario Stephane Hessel, han conseguido no sólo manifestar pacíficamente sus protestas y disenti-miento sino ofrecer nuevas propuestas de un nuevo modo, habiendo iniciado un proceso de despliegue planetario que ya no se detendrá. No se engañen: en poco tiempo, “los pueblos” reducirán a los “mer-cados”. El “99%” se impondrá, lógicamente, al 1% que hoy acapara el poder y la riqueza.

Es necesario escuchar a quienes desde las plazas y avenidas se han desplazado al ciberespacio y, haciendo uso adecuado de la moderna tecnología de la informa-ción y de la comunicación, son capaces de movilizar a muchos ciudadanos que están, rápidamente, pasando de testigos a actores. Es necesario escucharlos. Es ne-cesario atenderlos, porque son, serán, por fortuna, los grandes protagonistas del “nuevo amanecer”.

Pacíficamente, siempre pacíficamente, propo-nen… que se cumplan las promesas sobre la regula-ción financiera; sobre la suspensión de los paraísos fiscales, anunciando que retirarán sus nóminas de ahorro de aquellas instituciones bancarias que, en un plazo determinado, no puedan demostrar sus to-tal desvinculación de la insolidaria evasión fiscal; la reforma de la ley electoral; supresión de los anun-cios de prostitución, anunciando que no adquirirán más aquellos periódicos o programas que los con-tengan, por ser una ofensa a la dignidad femenina; la “apolitización” de la justicia; reducción apremiante de los gastos militares; erradicación de la pobreza; acceso a la educación y los servicios sanitarios; la desaparición inmediata de los grupos plutocráticos y la refundación de un sistema multilateral efectivo; reposición de los principios democráticos; elimina-ción de agencias de calificación que fomentan la es-

peculación y que actúan al servicio de los “grandes mercaderes”…

Ya que hemos consentido que el 20% de la huma-nidad que vive en el barrio próspero de la aldea global se haya olvidado de quienes no tienen acceso al agua potable y a los alimentos… son “los indignados” los que han movilizado y movilizarán progresivamente a la gente para que se termine de una vez el gasto mili-tar y en armamento –4.000 millones de dólares al día, no debemos cansarnos de repetirlo y de repetírnoslo– cuando mueren de hambre miles de personas…

Ha llegado el momento de expresarnos todos, de constituir las auténticas democracias que son precisas a escala local y global. Ha llegado el momento de ha-blar y de escucharnos. Miriam Subirana repite la frase lúcida de Martin Luther King: “Tendremos que arre-pentirnos, en esta generación, no tanto de las muchas acciones de la gente perversa como del pasmoso silen-cio de la gente buena”.

“¿Callados ahora para llorar después?”, escribió Rubén Darío. Serenamente, hablemos, escuchemos. El tiempo del silencio, de la imposición y de la inac-ción ciudadana ha terminado.

12. El “Baktun” del calendario Maya. La “cuenta larga” del calendario Maya termina el 21 de diciem-bre de 2012 y marca el punto medio exacto del ci-clo de 26 mil años!. Algunos pretenden dar a este fin de “ciclo de 400 años”, que coincide con el “gran punto medio”, malos augurios. No es cierto. Bien al

Después de la intolerable e inmoral intervención en Irak,

el poder cívico mundial deberá ahora oponerse con especial firmeza a otras “aventuras”

de esta naturaleza y muy especialmente a la que tendría

a Irán como objetivo, tanto por razones geoestratégicas

(espoleadas por Israel) como por las fabulosas reservas

iraníes de oro negro.

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contrario, prevén que la “gran energía solar” influirá en que exista una mayor consciencia individual que actúe sobre el comportamiento y, debo destacarlo, se calcula que en los años comprendidos entre el 2012 y el 2032 la mujer adquirirá un especial relie-ve por su capacidad y mayor sensibilidad en favore-cer el advenimiento de una “nueva era”.

Quizás esta “mayor energía” redunde en favorecer la “(r)evolución pendiente”. Sin la (r) inicial, este es el título, “Evolución pendiente” del último y oportuní-simo libro de José Monleón. Evolución o revolución: esta es la alternativa. Por no querer evolucionar con-servando lo que debe conservarse pero cambiando lo que debe cambiarse, estamos abocados a una revolu-ción, que podría tener lugar más pronto de lo que se imaginan quienes siguen ampliando las presentes asi-metrías y desgarros sociales. Al sometimiento de los valores al mercado, el pueblo reaccionará con una “insumisión axiológica”. Se está gestando la rebelión de “los pueblos” que observan, perplejos, como fi-nalmente son los más débiles y vulnerables los que deben cargar con la mayor parte del fardo de un sis-tema que ha llegado a su fin.

La propia Declaración Universal de los Derechos

Humanos, en el segundo párrafo de su Preámbu-lo, establece que cuando no sea posible el pleno ejercicio de los mismos, las personas pueden verse “compelidas” a la rebelión. Tengámoslo en cuenta.

Tengamos en cuenta, sí, las noticias que se reco-gían en la prensa del 30 de diciembre de 2011, que destacaban la incompetencia de las organizaciones actuales –sin unas Naciones Unidas a la altura de las circunstancias– para atajar los gravísimos aconte-cimientos en Siria; para regular la venta masiva de armas de los Estados Unidos a Arabia Saudita y ¡a Irak!; la histeria colectiva en Corea del Norte por la muerte de Kim Jong-il y entronización de Kim Jong-un; matanza de kurdos en Irak por confusión de los aviones turcos que atacaban a pretendidos terro-ristas; aumento de la destrucción de empleo en la Unión Europea mientras aumentan los “recortes”…

En un artículo publicado en “El País” titulado “Esperanzas racionales para un futuro mejor”, G. Jackson comenta el decrecimiento de la confianza de los Estados Unidos en el capitalismo, y los “nue-vos” modelos y experiencias que se están llevando a cabo: cooperativismo, banca pública…

Por otra parte, Occidente incumple los acuerdos de Kyoto, y no tiene recursos –acosado por “los mercados”– para ayudar a los países que tanto ha explotado. Entre tanto, China, los países “emergen-tes”, la Federación Rusa, los de las “primaveras”… todos requieren y aspiran a un nuevo orden local, regional y mundial.

François Bernard ha escrito que “Europa no se ama, no ama y, en consecuencia, no es amada”. El número de euroescépticos predomina sobre el de eurófilos. Los parlamentarios deberían ahora dar una gran sorpresa y proclamar, en una declaración solemne, los valores de Europa, los principios demo-cráticos que la guiarán en el futuro.

Si considero que el “Baktun” puede coincidir con este “nuevo amanecer” que tanto soñamos y procu-ramos, es porque se han producido en 2011, junto al “despertar” de tanta gente gracias a la capacidad de participación no presencial, otros sucesos que no deben quedar silenciados: se han consolidado muchos aspectos importantes para la plena digni-dad humana en España, en los aspectos religioso, sensibilidad sexual, formativo, bioéticos… y, sobre todo, ha significado el fin, por fin, de la banda te-rrorista ETA. Es de esperar que se aprendan bien la lección quienes pretenden imponer sus puntos de

Ya que hemos consentido que el 20% de la humanidad que

vive en el barrio próspero de la aldea global se haya

olvidado de quienes no tienen acceso al agua potable y

a los alimentos… son “los indignados” los que han movilizado y movilizarán

progresivamente a la gente para que se termine de una vez el gasto militar y en armamento

–4.000 millones de dólares al día, no debemos cansarnos

de repetirlo y de repetírnoslo– cuando mueren de hambre

miles de personas…

¿Un nuevo amanecer?

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Fuente

Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.

vista a través de la violencia. El mundo hoy ya no acepta –es otra victoria de estos albores de siglo y de milenio– la imposición, el dominio, el fanatismo, el dogmatismo, el extremismo. A partir de ahora, “hablando se entiende la gente”, nos espera la gran transición de la fuerza a la palabra, de una cultu-ra de dominio masculino absoluto a una cultura de equidad, conciliación, conversación y paz.

También, en mi calidad de Presidente de la Co-misión Internacional contra la Pena de Muerte, quiero resaltar los avances que se han conseguido recientemente en favor de la abolición de la pena capital que, además de atentar gravemente contra el Derecho a la Vida, no reduce en absoluto la cri-minalidad ni tiene la menor influencia sobre quie-nes comenten gravísimos actos delictivos. Queda mucho por hacer, pero los países abolicionistas ya son mayoría (105) que, sumados a los 39 países que llevan muchos años sin practicar ejecuciones, per-miten establecer horizontes bastantes satisfactorios, especialmente si somos capaces de convencer a los 33 Estados que en Norteamérica siguen siendo re-tencionistas y, muy especialmente, somos capaces de actuar sobre China, que constituye en este pun-to, también, uno de los grandes retos del presente.

Puntos de esperanza en el año que ahora co-mienza, en el que los aspectos negativos, sobre todo

en Occidente, se destacan en demasía. La gran es-peranza reside en que tras el ocaso democrático ac-tual se inicie una reacción que, siguiendo la sabia y oportuna recomendación de Amin Maalouf, que tanto me gusta reiterar, aporte “soluciones sin pre-cedentes a situaciones sin precedentes”.

En 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos ofreció al mundo unas pautas universales, unas referencias éticas que daban fuerza a la formi-dable riqueza de la diversidad cultural de la huma-nidad. Poco a poco se han supeditado a los mer-cados. La Declaración Universal de la Democracia podría situarse ahora, junto a los de los Derechos Humanos, en el firmamento del “nuevo amanecer”.

Se trata, insisto, de cambios radicales: estos días he recordado la frase que, pintada en los muros de Praga, tanto me impresionó en su momento: “Ahora que nos sabíamos todas la respuestas, nos han cam-biado todas las preguntas”.

“La única solución a los problemas de la humani-dad –ha escrito O.M. Aïvanhov– está en la fraterni-dad universal, en que todos los pueblos se unan y se den la manos. Un día se levantarán voces para que esta fraternidad se realice finalmente, y ese día será el más bello de la historia humana”. ¿Será éste el día previsto en el calendario Maya?

Los pueblos se despiertan en todas las partes del mundo…

El mundo hoy ya no acepta –es otra victoria de estos

albores de siglo y de milenio– la imposición, el dominio, el fanatismo, el

dogmatismo, el extremismo. A partir de ahora, “hablando

se entiende la gente”, nos espera la gran transición de

la fuerza a la palabra, de una cultura de dominio masculino

absoluto a una cultura de equidad, conciliación,

conversación y paz.

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El contexto económico y social en el mundo contemporáneo está caracterizado por una creciente competencia entre países, regiones y orga-nizaciones en un entorno cada vez más globalizado y por la necesidad de investigar, innovar y actualizar co-nocimientos y destrezas en un marco de rápido cam-

PorDavid Marulanda García

Asistente Oficina de PlaneaciónUniversidad de Antioquia

Sociólogo, PhD(c) Ciencia Polí[email protected]

“Una Antioquia más educada”Retos para la Educación Superior y las universidades

“El hombre que no vive a la altura de su tiempo, vive por debajo de lo que sería su auténtica vida, es decir,

falsifica o estafa su propia vida, la desvive….De aquí la importancia histórica que tiene devolver a la Univer-

sidad su tarea central de “ilustración” del hombre, de enseñarle la plena cultura del tiempo, de descubrirle

con claridad y precisión el gigantesco mundo presente, donde tiene que encajarse su vida para ser auténtica. Yo haría de una “Facultad” de Cultura el núcleo de la

Universidad y de toda la enseñanza superior.”

José Ortega y Gasset

La construcción de procesos de pensamiento propio

sitúa a la universidad y a la educación superior de cara

a un reto político importante. Más allá de la instalación

física de aulas y edificios en diferentes puntos geográficos,

lo que debe prevalecer es la intencionalidad política de

construir nichos académicos.

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bio tecnológico y en el que las tecnologías de la infor-mación y comunicación ocupan un sitio fundamental.

El papel de las universidades se vuelve esencial para dar respuestas a las nuevas demandas de las eco-nomías y sociedades en las que se hallan inmersas. De las universidades ya no sólo se espera que se ocu-pen de investigar e impartir docencia y formar a los alumnos, sino que también se les exige que contribu-yan al desarrollo económico y social de su entorno, que compitan en un marco internacional con otras instituciones y que persigan la excelencia. Se les pide realizar I+D+i y que ésta se revierta en la sociedad a través de una efectiva transferencia de tecnología al sistema productivo, que colaboren con empresas o creen ellas mismas spin offs y que licencien paten-tes, entre otros. La universidad se vuelve central en el desarrollo del capital humano para formar en cono-cimientos y habilidades y facilitar la inserción de los jóvenes estudiantes en el mercado laboral en condi-ciones óptimas, para dar respuesta a las necesidades de las empresas en cuanto a los requerimientos de trabajadores altamente cualificados y para formar el talento científico que requieren los distintos entornos territoriales; también resulta clave el papel de la uni-versidad en la formación a lo largo de la vida, permi-tiendo que la población activa en el mercado laboral pueda actualizar y renovar conocimientos y adquirir nuevas habilidades, o en el incentivo y fomento de las capacidades emprendedoras. Lo anterior, sin de-jar de lado el papel fundamental de la universidad en el desarrollo social y cultural y en la expansión de los valores cívicos y humanos.

Las dinámicas descritas son reconocidas en la pro-puesta de gobierno de la actual administración depar-tamental de Antioquia. En este contexto, el gobierno departamental asume el compromiso para el actual periodo administrativo de hacer de “Antioquia la más educada”. Este compromiso implica para el gobierno el reto de orientar las políticas y disponer los instrumen-tos necesarios para que las instituciones de educación se sumen con su contribución. Además, comprende un gran reto y oportunidad para las instituciones edu-cativas, especialmente para las instituciones de edu-cación superior, pues deben asumirse como agentes corresponsables en hacerlo realidad.

Se precisa que el Subsistema de Educación Su-perior en Antioquia –SESA– opere realmente como sistema de manera que potencie la articulación si-nérgica de sus unidades, se integre con otras uni-dades sectoriales y pueda contribuir realmente con

las dinámicas del desarrollo regional y nacional. Se requiere hacer de la misión esencial de la educación superior un propósito compartido para el conjunto de instituciones y definir una estrategia de coordi-nación o gobernanza que facilite configurar una red institucional de actuación cooperativa en función de alcanzar dicho propósito compartido. En este orden, es de interés del actual gobierno que la Universidad de Antioquia asuma el liderazgo en la definición e implementación de dicha estrategia a fin de hacer de Antioquia “una región educada” y coopere en este propósito con las regiones vecinas.

Avanzar en esta dirección presupone, entre otros, un asunto central: reconocer como propios, por parte de cada institución, los retos de la educación superior en la región de cara a concebir y atender una misión esencial compartida. El presente texto intenta hacer al-gunos aportes en relación con el asunto de referencia.

Retos a la gestión de la educación superior en el departamento: apuntes generales para un marco de referencia1

—Brindar una educación pública con función socialLa universidad, que en esencia tiene una función

pública, debe guardarse y recuperarse como espacio social de aprendizaje colectivo y para el colectivo,

El papel de las universidades se vuelve esencial para dar

respuestas a las nuevas demandas de las economías y

sociedades en las que se hallan inmersas. De las universidades

ya no sólo se espera que se ocupen de investigar e

impartir docencia y formar a los alumnos, sino que también se les exige que contribuyan al desarrollo económico y social

de su entorno, que compitan en un marco internacional

con otras instituciones y que persigan la excelencia.

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA

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y como espacio democratizador del conocimiento desde sus funciones de investigación, docencia y extensión.

Vista como factor de desarrollo, la universidad debe aumentar la cantidad y calidad de oportunida-des de formación, no sólo para formar habilidades y competencias sino también actitudes y comporta-mientos, de acuerdo con el reconocimiento de los referentes sobre los cuales se sustenta la sociedad y que garantizan las condiciones de estabilidad y desarrollo. En síntesis, la educación superior forma para el trabajo, el desarrollo económico y prepara para la ciencia y la tecnología pero también debe garantizar la socialización y transmisión de la cultu-ra, el desarrollo de la personalidad y la identidad, la construcción del sentido de nación y la contribución por la equidad y la superación de la pobreza.

En las sociedades actuales el conocimiento se constituye en un factor fundamental para el desa-rrollo y la ampliación de oportunidades sociales. La equidad implica, por tanto, la redistribución del

conocimiento. La educación superior y la universi-dad tienen la función de socializar el conocimiento y así constituirse en factores sociales de inclusión y equidad.

En este orden, se pueden nombrar algunos presu-puestos fundamentales que deberán considerarse en la definición de una política pública de educación su-perior para el departamento:

• La educación debe constituirse en una responsa-bilidad prioritaria del Estado, especialmente en países como el nuestro y si se quieren atender problemas de inequidad y exclusión.

• Promover la defensa de la educación pública y específicamente de la educación superior.

• Velar por el respeto de la autonomía universitaria.• Ampliar la base presupuestal para la educación

superior y las universidades.—Ampliar la cobertura con calidad y pertinencia Quien requiere de la universidad ya no sólo es

el estudiante de pregrado recién egresado del ba-chillerato sino también el trabajador y otros agentes sociales que han ingresado al sistema y están modi-ficando, en buena medida, la composición demo-gráfica de las universidades. Una mayor cobertura universitaria debe considerar la articulación de esta diversidad de agentes sociales para el cumplimiento de sus funciones y asumir la enseñanza postsecun-daria como educación permanente, abierta a los adultos y accesible a lo largo de toda la vida.

En materia de cobertura se considera fundamental instrumentalizar el fortalecimiento de por lo menos los siguientes elementos:

• Apropiación de los desarrollos comunicaciona-les y tecnológicos en información

• Diseño de nuevas estrategias pedagógicas para la enseñanza-aprendizaje

• Experimentación de nuevas modalidades de estudio

• Alianzas de cooperación entre distintos sectores sociales

• Articulación de las funciones universitarias de docencia, investigación y extensión como un todo en el hacer educativo.

De manera preliminar se proponen los siguientes instrumentos:

• Crear un órgano consultivo de la Gobernación, conformado por reconocidos académicos regionales y

Quien requiere de la universidad ya no sólo es el

estudiante de pregrado recién egresado del bachillerato sino

también el trabajador y otros agentes sociales que han

ingresado al sistema y están modificando, en buena medida, la composición demográfica de

las universidades. Una mayor cobertura universitaria debe considerar la articulación de

esta diversidad de agentes sociales para el cumplimiento

de sus funciones y asumir la enseñanza postsecundaria

como educación permanente, abierta a los adultos y accesible

a lo largo de toda la vida.

“Una Antioquia más educada”. Retos para la Educación Superior y las universidades

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nacionales, para que definan los términos en que debe proponerse un plan regional integral para la amplia-ción de cobertura con calidad y pertinencia.

• Fijar políticas y definir el presupuesto necesario para incentivar la ampliación de cobertura orienta-da a “más y mejor”.

• Generar planes de apoyo e incentivos para las entidades de educación superior que implementen proyectos relacionados con la ampliación de cober-tura con calidad.

Cuando se habla de calidad como reto de la educación superior, se habla de calidad de la ense-ñanza, de la investigación y de la extensión de una manera autorreferida y también en relación con la comunidad académica e investigativa universal. La realidad cada vez es más exigente en conocimientos y habilidades, y el servicio educativo tiene que reco-nocer de manera responsable su compromiso social, asumir las consecuencias de las acciones ejecutadas y rendir cuentas ante la sociedad.

En esta perspectiva se considera importante atender los siguientes asuntos:

• Incentivar la carrera y la formación de alta calidad de los docentes

• Vincular más estrechamente la investigación a atender los problemas del ejercicio académico docente

• Mantener y fortalecer los procesos de autoeva-luación y acreditación de calidad de programas e ins-tituciones y respaldar este trabajo con evaluaciones de redes internacionales para incentivar e impartir una formación de carácter mundial.

• Apoyar financiera y técnicamente la ejecución de los planes de mejoramiento y mantenimiento resulta-do de la acreditación de alta calidad de programas e instituciones.

La pertinencia significa adecuar el papel de la universidad a lo que la sociedad espera de ella en cuanto al cumplimiento de sus objetivos sectoriales pero también en cuanto parte del tejido social. Lo anterior la enfrenta con objetivos de carácter eco-nómico, político, cultural y social pues la inserción con pertinencia significa un proceso dinámico de interrelaciones entre la universidad y otros espacios y actores sociales, de modo que encuentre en ese diálogo el sentido y alcance de las transformacio-nes institucionales y las reformas sectoriales. En ese diálogo, la universidad pone su cuota para el forta-lecimiento de la capacidad productiva y comercial

de la economía; para la promoción de los valores de la convivencia, la democracia y la modernización del Estado y, para el aumento de la equidad social y regional del sistema educativo.

En esta dirección se considera oportuno atender al-gunos asuntos centrales:

• Adelantar “estudios de demanda” en las tres áreas misionales tendientes a establecer no sólo la dimensión cuantitativa de las necesidades sino tam-bién las áreas y núcleos de conocimiento claves a potenciar para apalancar el desarrollo de sectores considerados estratégicos.

• Diseñar y ofrecer nuevos programas en los dis-tintos niveles (pregrado y posgrado) en áreas claves de conocimiento que realmente contribuyan a me-diano y largo plazo en la formación de actores para el desarrollo regional.

• Impulsar la ampliación de cobertura en áreas y núcleos claves de conocimiento.

• Fortalecer la articulación de la investigación y

La pertinencia significa adecuar el papel de la universidad a

lo que la sociedad espera de ella en cuanto al cumplimiento

de sus objetivos sectoriales pero también en cuanto parte del tejido social. Lo anterior la enfrenta con objetivos de

carácter económico, político, cultural y social pues la

inserción con pertinencia significa un proceso dinámico

de interrelaciones entre la universidad y otros espacios

y actores sociales, de modo que encuentre en ese diálogo el sentido y alcance

de las transformaciones institucionales y las reformas

sectoriales.

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la extensión al desarrollo de sectores estratégicos en las regiones.

—Fortalecer la flexibilización de la educación superior

Insertarse en los cambios implica a la universidad pensar de manera proactiva para intentar comprender-los, interpretarlos e ilustrarlos mientras hace lo mismo al interior de ella. Estos cambios la impulsarán a ser flexible con su estructura, programas, formas de ope-rar y, en general, de llegar a la sociedad reconociendo y potenciando los valores inherentes al “sistema” y a la organización. La universidad debe asumir innovación y gestión como partes de un mismo concepto.

La flexibilidad es un reto que debe articular al con-junto de la organización; implica reconocer nuevas concepciones del proceso enseñanza-aprendizaje acentuando la intervención activa del alumno en el proceso de aprendizaje y un nuevo rol del docente en el proceso de enseñanza.

Se espera desarrollar en el alumno las destrezas emocionales e intelectuales que lo preparen para un mundo en constante cambio y que lo conduzcan a ser flexible para entrar a un mundo laboral que demanda formación, transformación e innovación durante toda la vida. Se debe generar un mayor grado de libertad y opcionalidad de los estudiantes en el acceso, admi-sión, selección de cursos y el control del alumno sobre el contenido y la estructura del programa.

El docente tiene que ser un solvente conocedor de los recursos existentes, ser un orientador para acceder al saber, guiar el uso de los recursos disponibles, po-tenciar en los alumnos la autodirección de sus proce-sos, asesorar y gestionar el ambiente propicio para los aprendices. A la administración, a su vez, le implica cambios que faciliten la coexistencia de materiales y cursos de enseñanza reglada, con la elaboración de currículo interinstitucional a medida del usuario.

Esto implica, entre otros asuntos claves:• Impulsar la revisión de los modelos pedagógi-

cos y transitar a otros modelos para ofrecer el servi-cio en regiones específicas.

• Adoptar decididamente la formación por ciclos propedéuticos en el marco de alianzas estratégicas interinstitucionales.

• Fortalecer la “formación continuada” para la cualificación permanente de la población vinculada laboralmente, en el contexto de promover “la edu-cación durante toda la vida”.

—Mejorar la gestión de la educación superior y de las universidades

Mejorar la gestión comprende dos ámbitos de tra-bajo: la gestión de la educación superior en la región y la gestión de las instituciones de educación superior. En relación con el primer frente, es preciso repensar la estrategia y estructura de coordinación de las IES, buscando hacer de la misión esencial de la educación regional un propósito compartido para las distintas instituciones. Esto implica definir un modelo de coor-dinación y gobernanza2 para lograr la articulación de las distintas instituciones como unidades del sistema, redefinir la concepción y diseño del SESA, estructu-rar un plan educativo regional que precise correspon-sabilidades y la agenda de cooperación y definir una estrategia de incentivos que garantice la participación de las distintas unidades y actores públicos y privados.

Frente al segundo ámbito, los modelos de orga-nización y gestión de las actuales instituciones de educación superior se concibieron en momentos anteriores para dar respuesta a entornos más senci-llos y estables. La universidad hoy tiene como reto acompañar e ilustrar los procesos de transformación de las sociedades así como generar, transmitir y so-cializar un conocimiento que haga posibles los cam-bios de acuerdo con la realidad social que los suje-tos valoren para sí. Para ello la universidad también tiene que transformarse a sí misma y, mediante una revisión crítica de su propio modelo, adoptar los cambios necesarios para las exigencias de las nuevas

La flexibilidad es un reto que debe articular al

conjunto de la organización; implica reconocer nuevas concepciones del proceso

enseñanza-aprendizaje acentuando la intervención

activa del alumno en el proceso de aprendizaje y un nuevo rol del docente en el

proceso de enseñanza.

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realidades. En la revisión del modelo, la universi-dad podrá juzgar qué significa transformarse para los nuevos tiempos y seguramente sacará el germen de lo que realmente significa una universidad perti-nente para los nuevos tiempos de la “gestión”.

En esta línea se recomienda tener en cuenta los si-guientes asuntos:

• Orientar procesos de investigación sobre proble-máticas de la educación superior y de su gestión.

• Mejorar la medición del desempeño de las IES y articular la información resultante a las decisiones de política pública en educación superior en los distintos órdenes territoriales.

• Articular las universidades, en tanto actores socia-les, en los procesos de las políticas públicas que atañen a su hacer y en los ámbitos de diseño, implementación y evaluación de las mismas.

• Apoyar procesos de formación para directivos y personal administrativo en general.

• Mejorar los procesos de aseguramiento de la cali-dad administrativa en educación.

• Apoyar a las IES en los procesos de transforma-ción organizacional.

—Fortalecer la descentralización en la oferta de la educación superior

La conducción del sistema de educación supe-rior requiere serios procesos de descentralización para poder responder a la diversidad regional de Antioquia. Así será posible facultar y empoderar las regiones para que tomen parte en la genera-ción, transmisión y socialización de conocimiento. Un empoderamiento real de las regiones conlleva descentralizar responsabilidades y recursos, no solo económicos. Bajo esta perspectiva, la educación su-perior en Antioquia debe atender las disparidades entre regiones y la consuetudinaria segregación que existe entre algunas de ellas, entre localidades y en-tre ámbitos de carácter urbano-rurales.

Esto no implica crear una “universidad” en cada localidad o subregión, asunto que no se considera de-seable y que puede tener nefastas implicaciones para la calidad del servicio como lo demuestran algunas experiencias en la región y el país. Se trata más bien de disponer estratégicamente la capacidad instalada en el territorio, consolidar universidades regionales en ubicaciones estratégicas que, en tanto nichos aca-démicos fuertes, sean capaces de impactar con su hacer las estructuras sociales y desde allí extender

territorialmente el servicio a otras zonas y regiones, mediante distintas modalidades de enseñanza.

Es oportuno considerar los siguientes asuntos:• Impulsar la consolidación de universidades re-

gionales a partir de las sedes universitarias creadas en regiones geográficas estratégicas3, dotándolas de capa-cidad académica, investigativa administrativa y logísti-ca. Lo anterior implica programas académicos, recurso docente, recursos investigativos, recursos logísticos y capacidad administrativa propios.

• Promover la extensión de programas mediante la utilización de nuevas tecnologías de la comunicación y el uso de metodologías multimodales.

• Articular la capacidad institucional y social regio-nal a la prestación del servicio educativo superior.

—Consolidar nichos académicos regionalesLa construcción de procesos de pensamiento pro-

pio sitúa a la universidad y a la educación superior de cara a un reto político importante. Más allá de la ins-talación física de aulas y edificios en diferentes puntos geográficos, lo que debe prevalecer es la intencionali-dad política de construir nichos académicos.

Se entiende como nicho académico el espacio com-plejo de entrelazamiento de roles, instituciones, acto-res, saberes, aspiraciones, procesos sociales y acciones orientadas a producir y reproducir las condiciones nece-sarias para el avance del conocimiento. La cimentación

Mejorar la gestión comprende dos ámbitos de trabajo: la

gestión de la educación superior en la región y la

gestión de las instituciones de educación superior. En relación

con el primer frente, es preciso repensar la estrategia

y estructura de coordinación de las IES, buscando hacer

de la misión esencial de la educación regional un

propósito compartido para las distintas instituciones.

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de nicho requiere la construcción de sujetos académi-cos, es decir, personas y organizaciones con la voluntad de convertirse y ser reconocidos como actores sociales autónomos con capacidad de modificar el entorno. Un sujeto académico se construye en la medida en que se dinamicen e impulsen comunidades sociales de apren-dizaje arraigadas en realidades concretas y capaces de tomar el pulso de las necesidades de conocimiento es-pecífico local para elevarlas a la categoría de problema científico; ello requiere de una actitud investigativa per-manente de las realidades regionales.

Se trata de aprovechar la actual capacidad instalada (humana, institucional, física y financiera) y reconocer valores potenciales ocultos que permitan dinamizar ejes de investigación y procesos de formación y apren-dizaje colectivos que apunten a transformar la estruc-tura social y económica en su conjunto en el mediano y largo plazo, en otras palabras, que apunten a recono-cer y a generar cambios en la(s) cultura(s) de los territo-rios regionales. Una universidad consolidada como ni-cho académico en un territorio, genera contribuciones importantes a su desarrollo no sólo por los programas de formación impartidos, más que esto, por lo que re-presenta su presencia como institución y las dinámicas asociadas que puede generar en cumplimiento de sus funciones misionales.

—Fortalecer las redes y alianzas para el cono-cimiento

La educación superior y la universidad tienen, como mínimo, tres escenarios para la construcción de redes y alianzas para el conocimiento. El primero es el escenario propio, es decir, el académico, construido en red con otras entidades e instituciones educativas que en cooperación contribuyan a la formación de una verdadera comunidad académica que ponga sus conocimientos e información al servicio de cualquier interesado y de la sociedad en general.

El segundo escenario es el intergremial e interistitu-cional para articularse con la comunidad, las coope-rativas, los gremios y el sinnúmero de organizaciones e instituciones que hacen presencia en las regiones. Con ellos es posible insertarse en los procesos en mar-cha y generar nuevos procesos que le den contenido a las iniciativas plasmadas en los planes, programas y proyectos de las instituciones públicas y privadas.

El tercer escenario es el de las administraciones Departamental y municipales y demás actores guber-namentales para que con su compromiso se generen políticas públicas que le den la viabilidad a los dos es-

cenarios anteriores y se haga realidad la transforma-ción que requieren las regiones a la medida de sus sueños y expectativas.

Un eje central de trabajo en este sentido es el dise-ño de una estrategia de coordinación institucional en los tres escenarios planteados que posibilite integrar las capacidades de distintos actores en pro de conso-lidar la educación superior en las regiones y articular-la al desarrollo de dichos territorios. En este orden de ideas, la evaluación de la estrategia del SESA en su concepción y diseño y su rediseño estructural y de contenido, deberá apuntar en la dirección de posicio-nar el discurso educativo en el seno del aparato gu-bernamental, estimular la participación de diferentes actores públicos y privados, y articular a dichos actores en las distintas fases del proceso de política pública, a saber: diseño, implementación y evaluación.

—Fortalecer la articulación de la educación supe-rior al sistema de ciencia y tecnología

Retomando las palabras de Gómez Buendía y pen-

Una educación superior que avance en la atención

de los retos planteados precedentemente, apunta a

la formación de un individuo transformador e investigador de

su propia realidad; productor y no solo consumidor de

conocimiento; gestor y no solo ejecutor de propuestas;

empresario cooperativo y participativo formado para la actividad social de la que el cargo forma parte; crítico y

reflexivo frente al impacto de su acción; dinamizador de la

práctica social y constructor de conocimiento a partir de ella;

dotado de visión desarrolladora e integrado consciente y

afectivamente a su realidad.

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Notas

1. Este aparte considera vigentes y retoma algunos de los planteamientos en este sentido expuestos en el “Plan de Regionalización de la Universidad de Antioquia”, proyecto en el que participé en calidad de coordinador.

2. Se hace referencia al proceso de gobernación en la pers-pectiva de trabajo en red

3. Se refiere a regiones como Oriente, Urabá y Bajo Cauca por sus dinámicas socio-económicas propias y por la posibi-lidad que representa para articular el servicio de ES con las regiones vecinas, en el caso de las dos últimas.

4. Gómez Buendía, Hernando. (1999). ¿Para dónde va Colombia?. TM Editores. Colciencias. Santafé de Bogotá, Colombia. p.121

sando el conocimiento como elemento estructurante del desarrollo “La política de ciencia y tecnología debe contribuir, entre otros propósitos fundamentales, a un desarrollo regional equitativo”4 (Gómez, 1999, p. 121). Esta política deberá apuntar a:

• La formación de una intelectualidad, de una cla-se dirigente capaz de interpretar y administrar el bien público desde el interés público, donde intelectuales y comunidades científicas estén a la vanguardia de la construcción de región y de atender sus necesidades en materia de conocimiento y aplicaciones del mismo.

• La institucionalización del que hacer científico y tecnológico desde la cual la innovación y el descubri-miento sean prácticas continuas y autosostenidas, en-focadas en atender las problemáticas del departamen-to y las distintas subregiones. Un sistema de ciencia y tecnología que garantice la producción y aplicación de conocimiento como bienes públicos, de un lado por ser esencia de lo institucional y de otro por ser producto o resultado de un esfuerzo de organización colectiva, en otras palabras, por ser una construcción desde el ejercicio de la inteligencia social.

• Encontrar e inventar el futuro social, económico y cultural de las regiones mediante una lectura inteligen-te de las ventajas competitivas construidas desde y con la historia de contextos regionales específicos. Se trata de reconocer la esencia y contenidos de la ciencia y la tecnología para el siglo XXI.

Para dar cuenta de esta política de ciencia y tec-nología, se precisa un sistema en el que se fortalezca la articulación del sistema de educación superior al sistema de ciencia y tecnología. Esta articulación pue-de profundizarse concibiendo y ejerciendo acciones en contextos territoriales específicos, consolidando redes y alianzas para la aplicación de conocimiento en los escenarios señalados anteriormente, actuan-do en el marco de los nichos académicos descritos y con una estructura orgánica y financiera capaz de responder por los asuntos anteriores y de dinamizar la acción conjunta de los distintos actores que se ar-ticulen al sistema en la diversidad de territorios del departamento y las regiones vecinas.

Una educación superior que avance en la aten-ción de los retos planteados precedentemente, apunta a la formación de un individuo transforma-dor e investigador de su propia realidad; productor y no solo consumidor de conocimiento; gestor y no solo ejecutor de propuestas; empresario cooperati-vo y participativo formado para la actividad social

de la que el cargo forma parte; crítico y reflexivo frente al impacto de su acción; dinamizador de la práctica social y constructor de conocimiento a par-tir de ella; dotado de visión desarrolladora e inte-grado consciente y afectivamente a su realidad. De esta manera se atiende la tarea propuesta en la parte inicial por Ortega y Gasset para las universidades “devolver a la Universidad su tarea central de “ilus-tración” del hombre, de enseñarle la plena cultura del tiempo, de descubrirle con claridad y precisión el gigantesco mundo presente, donde tiene que enca-jarse su vida para ser auténtica”.

El esfuerzo del gobierno regional deberá centrarse en consolidar un subsistema de educación superior y una universidad capaz de atender los anteriores retos y que le apunte a la formación de verdaderos acto-res del desarrollo en sus propios entornos regionales, pero además, se constituya en sí misma en un actor del desarrollo con posibilidad de articularse en la acción con los demás agentes de cambio.

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1. El título de esta intervenciónEl título de esta serie de conferencias

“Vive la Historia” es interpretable de dos sentidos, como la palabra historia. Puede ser una afirmación, una cons-tancia dada para dejarles claro a los posmodernistas que ni llegó el fin de la historia ni terminó su influencia por-que hace parte de nuestra propia naturaleza humana. Por su parte, el término historia nos remite a nuestras huellas en el espacio y en el tiempo, identificables a partir de pistas en los archivos –de los cuales hace parte la actualidad en forma viva– y a la narración que hace-mos acerca de lo que nos ha pasado. Esta polivalencia permite entonces que el nombre de esta serie pueda ser entendido también como la historia vive, la historia viva,

Vivir la Historia

Por Eduardo Domínguez Gómez

Historiador. Profesor titular Universidad de Antioquia

Para Diana Uribe, Andrés Op-penheimer y ciertos profesores de comunicaciones. A la primera, por su voluntad de invitar al estudio de la historia. Al segundo por su llama-do a “¡Basta de historias! Contra la obsesión latinoamericana con el pa-sado”. Y a los terceros por aceptar con frecuencia que hay diferencia entre la historia y la actualidad. Aman la historia a su manera….

Intervención al inaugurar la serie de conferencias “Vive la Historia”

promovida por la Asociación Colombiana de Historiadores.

Biblioteca Pública Piloto de Me-dellín, 29 de febrero 2012

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viva la historia, vivamos la historia, o, como he denomia-do esta intervención: vivir la historia.

Tal vez sonaría mejor cambiarlo por “Vivir es histo-ria”, pero nos arriesgaríamos a dar por válido que todo ser viviente es histórico. Y no me atrevo a aceptarlo por-que mis conocimientos de biología no son suficientes para demostrar que todos poseen sistemas de represen-tación simbólica que les permite configurar el mundo en la mente como lo hacemos los seres humanos.

Nuestra creación de lenguajes (verbales, vestimenta-rios, escritos, numéricos, pictóricos, corporales, arqui-tectónicos, sonoros) hizo viable el proceso que nos se-para de las formas inicales de vida, determinadas por las herencias y las combinaciones físico-químicas ambien-tales, hasta llegar a las complejas relaciones de especie (humana) que adicionan al proceso sus modos de ver y de ser en el mundo, capaces de transformar su propia existencia a partir de prácticas y de reglas; de princi-pios e inauguraciones; de esencia y de apariencia; de resignaciones y desafíos; de satisfacciones y rebeldías. Y, lo interesante para esta sesión: el ser humano hace de su vida una incesante brega de repasos y búsquedas. La dinámica de hominización no es más que nuestra intervención en los modos de vivir. Nuestras creencias, convicciones y percepciones con respecto al pasado, al presente y al futuro nos hacen co-autores de nuestros propios destinos en tanto necesitamos decisiones y tran-sacciones para la supervivencia.

Si algo va quedando claro al empezar esta segun-da década del siglo XXI, es que la humanidad consis-te en la creación incesante de significaciones que no encuentra satisfacción en el aquí y el ahora porque el pasado y el futuro son fuentes de incógnitas a las que buscamos darles respuestas con sentido para orientar nuestra acción. Acudimos a las religiones y las cien-cias, al arte o al amor, a la ensoñación y las comuni-caciones, con la misma urgencia con que necesitamos alimentarnos para no morir de inanición. Y lo hace-mos en circunstancias concretas de espacio, tiempo, intereses individuales y sociales, armamentos y medios de comunicación. Religión, arte, política y diario acon-tecer se concretan al son de las interpretaciones, las rivalidades, las amistades, los recuerdos y los anhelos. En esto consiste el ser histórico.

2. Tres equívocos circulantes hoy en los mediosHe sido testigo de la polémica que levantan dos au-

tores con presencia en los medios, y un actor colectivo

que se manifiesta en ellos: Diana Uribe, Andrés Op-penheimer y algunos profesores. Veamos:

De la filósofa Diana Uribe se dice que al cautivar radioescuchas con sus programas acerca de la histo-ria prolonga mitos de derechas e izquierdas sin darles oportunidad a sus oyentes de dudar, polemizar o ela-borar otra versión. Que su aporte es nulo a los estudios históricos y que universidades y academias deben im-pedir su presencia masiva en los medios. Lo primero –la prolongación de mitos y esquemas validados sin demostración– no es propio de ella, es de cualquier investigador, profesor o locutor que se ocupe de la his-toria. ¿Hemos podido identificar a alguien irrefutable? O, lo que es más decisivo, ¿es anhelable que exista? Lo inherente a cualquier tipo de investigación basada en hipótesis y sustentación de las demostraciones es que el autor lo hace desde su situación en el mundo, su perspectiva que está moldeada por sus intereses y los de las comunidades académicas y sociales en con las que siente empatía. Es cierto que hoy tenemos mejores oportunidades de interacción a través de los medios electrónicos y que se le pueden recomendar estrategias digitales para lograrla, pero es un anhelo para minorías que asisten a bibliotecas, conferencias y escuchan este tipo de programas. Segundo, no creo

Si algo va quedando claro al empezar esta segunda década del

siglo XXI, es que la humanidad consiste en la creación incesante

de significaciones que no encuentra satisfacción en el aquí y el ahora porque el pasado y el futuro son fuentes de incógnitas a las que

buscamos darles respuestas con sentido para orientar nuestra

acción. Acudimos a las religiones y las ciencias, al arte o al amor, a la ensoñación y las comunicaciones,

con la misma urgencia con que necesitamos alimentarnos para no

morir de inanición.

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que sus aportes a los estudios históricos sean nulos. Por el contrario, tal como lo hace cualquier profesor que logre cautivar a sus estudiantes con obras impresas o audiovisuales acerca del pasado y el futuro de la etnia, la nación o la humanidad, cada persona que sea ga-nada para la curiosidad en la historia, así sea a través de fantasías como en los cuentos de hadas, es un ser humano que tendrá más oportunidad de preguntar, criticar, entusiasmarse o disentir cuando pueda dialo-gar con historiadores de profesión o con ciudadanos preocupados por estos conocimientos.

Y una afirmación librepensadora: el propósito de los cursos de historia no es convertir en historiadores a todos los estudiantes que se matriculen, sino prepararlos para el argumento ilustrado que, indefectiblemente, será equí-voco, con derecho a error, a retracción o a confirmación, porque lo contrario es la verdad inobjetable, propia de la piedad dogmática, completamente ajena a la ciencia e inconveniente para la vida en sociedad.

En tercer lugar, ya está insinuada mi propuesta: NO hay que impedirle su presencia en los medios. Todo lo contrario, hay que abrirle más espacio. Si ella no hu-biera hecho su labor matutina, vespertina y nocturna en las cadenas radiales o en los auditoros de las cajas de compensación, en las cámaras de comercio o en los clubes sociales, no tendríamos hoy el entusiasmo de un buen número de jóvenes que hoy piden a las universidades programas nuevos (en Medellín hay dos con tres décadas de exitencia y cerraremos el 2012 con cuatro o cinco) quienes encantados con la narra-

tiva historiográfica quieren complementarla con el ar-tilugio seductor de la multimedialidad.

Y cierro con una propuesta herética: si el MEN, FECODE o ADIDA tuvieran a su servicio siquiera un 20% de los profesores con una visión no profesional de la historia pero erudita de su disciplina como la tiene nuestra filósofa Diana Uribe, otro sería el desempeño académico, político y artístico de los estudiantes uni-versitarios y del bachillerato en Colombia….

De Oppenheimer puedo decir que se trata de uno de los ideólogos más lúcidos del neo-liberalismo. Azul de Prusia como les gustaría a Laureano Gómez, al Tuso Luis Navarro Ospina o Pedro Juan Moreno, y disfru-tan encantados también, la ex - ministra Martha Lucía Ramírez, los ex – presidentes Georg Bush y Álvaro Uri-be Vélez. Pero su llamado a menos historia en América Latina obedece a una concepción honesta y oportuna para este subcontinente: como él y las elites estatales entienden la historia a la manera de narración de gran-des acontecimientos patrios, siente que es mejor no entretenerse ahí porque quita tiempo para lo trascen-dental. Estoy de acuerdo con él en que tal es el fecto, pero es necesario aclarar algo sobre la causa: lo que nos perjudica no es la historia, sino ese modo heroico, acontecimental e irrepetible de verla. Es la inanidad de ese enfoque la que la vuelve inoportuna, tal como lo demuestran los romanticismos de los gobiernos hispa-noamericanos acerca del bicentenario de la indepen-dencias; los heroismos castristas en Cuba y Nicaragua, el bolivarianismo en Venezuela, Ecuador y Bolivia, el delirio pro Hitler entre las bandas de “cabezas rapadas” o los entusiasmados idólatras de Camilo Torres Restrepo o el Che Guevara entre los adolescentes que cursan su bachillerato o están recién llegados a las universidades.

Lo anterior me permite ir al tercer caso: un afiche de una facultad de comunicaciones en nuestra ciu-dad que invita a unos eventos para el mes de mar-zo, cuenta entre los titulares de conferencias con uno que termina así: “de la historia a la actualidad”. Esta disyunción expresa la concepción generalizada acerca de la historia como pasado que reposa contenido en bibliotecas, documentos, archivos, memorias, testimo-nios ancianos y materiales probatorios, a la espera de verdaderos profesionales que lo descubran para ayu-darnos a identificar y tomar nuestro lugar en el mundo.

La historia no ha pasado, es ancestro, filiación, ata-vismo y herencia, como tal está presente, se expresa entre nosotros. Y no reposa porque es un proceso de construcción sociocultural que nos ayuda a ponernos en perspectiva espacio- temporal. Como herencia, se

La historia no ha pasado, es ancestro, filiación, atavismo y

herencia, como tal está presente, se expresa entre nosotros. Y no

reposa porque es un proceso de construcción sociocultural que nos ayuda a ponernos en

perspectiva espacio- temporal. Como herencia, se manifiesta en

el aquí y ahora pero intervenida por las percepciones y los criterios

cognitivos actualizados, las formas simbólicas y los proyectos de futuro.

Vivir la Historia

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manifiesta en el aquí y ahora pero intervenida por las percepciones y los criterios cognitivos actualizados, las formas simbólicas y los proyectos de futuro. El ser hu-mano vive en un retro-futuro sin final. En su sensación de devenir constante se genera su angustia de ser, y cuando no le satisfacen las significaciones que elabora en el debate cotidiano con las cosas, los valores, las ins-tituciones o las personas, se acerca al dolor que puede llevarlo a la provocación, al reto, al desafío o, por el contrario, a la simple declinación existencial. En este caso, el desengaño y la depresión tocan su puerta y las teorías del fin de la historia se convierten en su aliciente.

Llegados a este punto, ¿qué importancia tiene la verdad y cómo se adquiere? Lo adecuado es dejar claro qué se entiende por la verdad. No se trata de algo o de un modo de ser o haber sido que está por ahí disponible y silencioso para ser descubierto. En sí misma no existe. Se trata de un criterio de certidum-bre pactado en colectivo que nos permite obrar con la confianza de acertar para nuestros propósitos. Es una elaboracón psico-social que no depende de alguien en particular ni de la perfección de un método. Se cons-truye como explicación proveniente de aplicar valores, demostraciones y principios validados por las distintas comunidades que de ella se ocupan, siempre relativa a cánones admitidos porque se les ve satisfactorios. Y la permanencia de las verdades en el tiempo será la mis-ma que tenga el prestigio de estos cánones o términos de referencia, no dependerá de la voluntad o capricho individuales o de trascendencia alguna.

En consecuencia, no es cualquier verdad la que se admite como válida. Por eso la ética y la moral de la investigación obligan a la búsqueda sincera, autónoma y probatoria; a la revisión constante ilustrada por los nuevos postulados y descubrimientos.

3. ¿Qué quiere decir “Vivir la historia”?Como inicio de la respuesta, hago estas cuatro reco-

mendaciones relacionadas con el conocimiento: Primera: Ejercer de modo perpetuo el interrogante

con el que inauguramos nuestra racionalidad: el in-fantil ¿Y por qué?” ha de crecer con nosotros hasta la senectud. Al tratar de responder encararemos las etio-logías de cuantos aspectos examinemos: nuestra pro-cedencia biológica, geográfica, vestimentaria, política o cultural. ¡Que nada se quede sin examen!

Segunda: Tomar conciencia de que las respuestas obtenidas vienen intervenidas por nuestra ubicación en el mundo. Nada es inocente ni aséptico, todo se

nos configura al son de nuestros intercambios simbó-licos. Esto quiere decir que nadie ni nada pertenece al mundo de la neutralidad, la objetividad o la plena racionalidad controlada. Somos sentimiento en acto con posibilidades de concretarse a través de la razón, los argumentos y las pruebas pero siempre suscepti-bles de equivocación y falsaciones.

Tercera: No añorar ni acostumbrar un mismo tipo de explicaciones para lo que nos sucede, es decir, no buscar respuestas definitivas, válidas en cualquier cir-cunstancia. Somos devenir perpetuo y esto hace que las condiciones de explicación se transformen de tal manera que al volver sobre los interrogantes otros elementos hayan surgido y sea necesario tenerlos en cuenta para nuevas respuestas.

Cuarta: No delegar nuestra posibilidad de juicio crí-tico solo a la responsabilidad de los historiadores. Todos somos historia no es una marca registrada, es la traduc-ción que podemos hacer de la experiencia humana. Nadie escapa a los condicionantes de su tiempo, del pasado ni del futuro. Somos seres en el tiempo y no bastan las narraciones historiográficas. El mundo es más ancho y para habitarlo no hay que confiarle a nadie nuestra capacidad de elaboración y de experiencia. Es indispensable gozar con el cuerpo y con la mente, razo-nar y actuar, decidir, afirmar o corregir. Siempre con la firme convicción de estar leyendo una obra sin fin que nos hace intérpretes hasta el final de nuestras vidas.

Todos somos historia no es una marca registrada, es la traducción

que podemos hacer de la experiencia humana. Nadie escapa a los

condicionantes de su tiempo, del pasado ni del futuro. Somos seres en el tiempo y no bastan las narraciones

historiográficas. El mundo es más ancho y para habitarlo no hay que

confiarle a nadie nuestra capacidad de elaboración y de experiencia.

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Las miradas negativas del individuo a través de la historia han sido objeto de interés de gran parte de historiadores y de estudiosos de la sociedad en general. Desde las sociedades más antiguas, pasan-do por las más cercanas, hasta las actuales, el énfasis en las miradas oscuras, perversas, salvajes e incivilizadas ha sido una constante. Este tipo de análisis se pueden observar en la biología, por parte de algunos darwinis-tas que plantean la evolución como un resultado de la competencia y la lucha ardua entre las distintas especies de la naturaleza, lo cual es verdad en cierta medida y no se puede desconocer, no obstante, otras perspecti-vas desde el punto de vista biológico, incluso plantea-mientos del mismo Darwin muestran la importancia de las relaciones solidarias y de cooperación para la evo-

La ayuda mutua en el espíritu social

Por Piero Emmanuel Silva Arce

Estudiante de Ciencia PolíticaUniversidad de [email protected]

Los días claros y soleados se pierden de vista por obra

de las descripciones de las tempestades y los

terremotos.

“Piotr Kropotkin”

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lución de las especies. Por otro lado, la historia de la humanidad ha sido descrita en gran parte por medio de hechos sangrientos –que indudablemente han sido numerosos– donde los más fuertes y hábiles se han im-puesto siempre sobre los débiles, perdiendo de vista las diferentes organizaciones solidarias y las cotidianidades sociales que muestran un alto grado de ayuda mutua entre los individuos, esto es:

“Siempre hubo escritores que han mirado a la humanidad como pesimistas. Conocían al Hombre, más o menos superficialmente, según su propia experiencia personal limi-tada; en la historia se limitaban al conoci-miento de lo que nos contaban los cronistas, que siempre han prestado atención princi-palmente a las guerras, a las crueldades, a la opresión; y estos pesimistas llegaron a la conclusión de que la humanidad no cons-tituye otra cosa que una sociedad de seres débilmente unidos y siempre dispuestos a pelearse entre sí, y que sólo la intervención de alguna autoridad impide el estallido de una contienda general” (Kropotkin, 1907)

En este escrito, muy optimista por cierto, se va a plantear desde el autor ruso Piotr Kropotkin princi-palmente, cómo las organizaciones solidarias, aunque bastante menospreciadas, se han movido y se han transformado en las sociedades al lado de las relacio-nes de dominación y de las situaciones violentas con las que ha contado la humanidad. El medioevo, ca-racterizado típicamente como un periodo oscuro y de estancamiento intelectual, guarda en sus entrañas for-maciones sociales muy interesantes que lograron avan-ces en el arte, en la ciencia, en el intelecto, y demás, gracias a las prácticas de solidaridad y de autonomía de los individuos agrupados en comunidades más bien pequeñas llamadas “guildas”, que a su vez no conta-ban con una autoridad central sino con una asamblea en donde participaban las personas sin importar su oficio o su procedencia. En este orden de ideas es fun-damental observar cómo la entrada de la modernidad y el poder centralizado en el Estado rompe con las im-portantes “guildas” medievales, sin olvidar por supues-to que las relaciones de solidaridad se transforman y logran permear en la modernidad.

Las “guildas” medioevales y su importancia en el desarrollo individualCuando la edad media parece estar cooptada por

los señores feudales, los reyes, los príncipes y demás

encarnaciones del dominio y del poder, las ciuda-des libres o también llamadas “guildas”, van consti-tuyendo un referente social que genera un ambiente propicio para la solidaridad y la ayuda mutua en-tre los hombres, generando de igual forma grandes avances en lo que tiene que ver con la ciencia y el arte, no obstante los anteriores adelantos; las formas organizativas de este periodo (alrededor de los siglos X; XI Y XII) son muy poco conocidas en el ámbito general de la historia, cuestión que en lugar de res-tarles valor debe ser un incentivo para investigar a profundidad estas sociedades.

Las ciudades libres o “guildas medioevales”, fueron surgiendo paulatinamente y de una forma muy natu-ral, con el objetivo de ir respondiendo a las necesida-des que las circunstancias otorgaban a los diferentes pueblos que habitaban en este caso, el continente europeo, es decir, las “guildas” “era el resultado, en constante variación, de la lucha entre diferentes fuer-zas que se ajustaban mutuamente una y otra vez, de conformidad con la fuerza viva de cada una de ellas y también según las alternativas de la lucha y según el apoyo que hallaban en el medio que las circundaba” (Kropotkin, 1907). Este hecho sobre la formación de las ciudades libres como un proceso muy esponta-

El artesano que hoy representa en el imaginario

colectivo una posición social baja y un trabajo poco honorable, fue en las ciudades libres del Medioevo una pieza de

gran importancia, ya que este maestro era el que, por un lado, daba vida al

comercio de las ciudades y, por el otro, era el que

poseía el conocimiento y las destrezas necesarias para

realizar trabajos de gran valor artístico.

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neo, plantea que si bien las “guildas” tenían un alma común que era la solidaridad, el trabajo agradable y el apoyo mutuo, también diferían entre sí sobre todo en aspectos formales más que de fondo, pues como veíamos, estas organizaciones respondían a las nece-sidades de cada comunidad.

El artesano que hoy representa en el imaginario colectivo una posición social baja y un trabajo poco honorable, fue en las ciudades libres del Medioevo una pieza de gran importancia, ya que este maestro era el que, por un lado, daba vida al comercio de las ciudades y, por el otro, era el que poseía el conoci-miento y las destrezas necesarias para realizar traba-jos de gran valor artístico. Por otra parte, el artesa-no de las “guildas” más allá de realizar un negocio netamente económico, poseía un deber ético y de compromiso con su comunidad, y es por este mo-tivo que él ponían todo su empeño en su creación, pues sabía para quienes iba dirigido el producto ya terminado. En nuestras sociedades modernas donde las mercancías son producidas a gran escala y donde las maquinas son las que hacen la mayor parte del trabajo, sin olvidar que la mano de obra es paupe-rizada y explotada, el empeño individual por darle toques especiales a los objetos se ha perdido. La co-

mida que consumimos en las grades tiendas de ca-dena, por ejemplo, parece plástica, pero no hay que olvidar que estas características de nuestra sociedad hacen parte de todo una organización que nos obli-ga a consumir este tipo de mercancías superfluas, ya que, el tiempo en el capitalismo, como dice cierto dicho popular: “vale oro”. Entonces en las ciudades libres, “puesto que el artesano medioeval no produ-cía para un comprador que no conocía, no arrojaba sus mercaderías en un mercado desconocido; ante todo producía para su propia guilda, que al princi-pio vendía ella misma, en su cámara de tejedores, de cerrajeros, etc.” (Kropotkin, 1907)

La forma en que funcionaba el trabajo en las “guildas” medievales era muy desarrollado, pues se logró en una muy buena medida hacer que los oficios fueran agradables para los individuos, debi-do entre otras cosas al desarrollo alcanzado por las ciudades libres y a la organización social horizontal que predominaba en ellas. La organización social horizontal de las “guildas”, que también contaba con algunos grupos especiales capaces de supervisar algunos procesos y conflictos, era fundamental y de-mostró de alguna forma que la autoridad central del estado, representado en un rey o en un gobierno, crea una burocracia lenta y pesada que en lugar de llevar a cabo las iniciativas individuales, lo que hace casi siempre es frenarlas.

A medida que se fue desarrollando la ciudad libre en el Medioevo, los señores feudales, los reyes y de-más poderes centralizados también se consolidaban sobre todo por medio de la fuerza, ejercida a través del robo, de la explotación y del pago de mercena-rios. Así, en el plano existían dos fuerzas sociales en contienda: por una parte los sectores burgueses co-merciantes y artesanos en las “guildas” y por otro los señores hacedores y herederos de grandes fortunas que ocupaban ostentosas estructuras y grandes por-ciones de tierras. Se puede entonces deducir que estas dos formas de organización eran excluyentes y por lo tanto chocaron en grandes conflictos, dejan-do miles de muertos en los pasajes de este periodo histórico. Los conflictos dejaron muy debilitados a los comerciantes, quedando obligados a conceder algunos derechos a los señores feudales, como el de aceptarlos en la ciudad pero aun con toda su visión esclavista, es decir, los señores feudales si-guieron traficando con campesinos y los miembros de las ciudades no comprendieron que este hecho significaba atraso cultural, artístico y científico. Pero

La organización social horizontal de las “guildas”,

que también contaba con algunos grupos especiales

capaces de supervisar algunos procesos y

conflictos, era fundamental y demostró de alguna forma

que la autoridad central del estado, representado

en un rey o en un gobierno, crea una burocracia lenta y pesada que en lugar de

llevar a cabo las iniciativas individuales, lo que hace

casi siempre es frenarlas.

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más allá de estos equívocos de las ciudades, lo que ocurrió entre ellas fue un ejemplo histórico de unión y solidaridad, que se vio reflejado en las luchas en las que enfrentaron a los señores dueños de la tie-rra, los cuales a pesar de contar con gran poder in-cluyendo a la iglesia, sufrieron en algunas ocasiones golpes mortales en determinadas batalla, lo que no impidió que finalmente casi que desapareciera este modelo de ciudad libre.

La decadencia de las ciudades libres medioevalesEn el periodo posterior al siglo XVI, las ciudades

libres de Europa entraron en una decadencia a cau-sa de la violencia tan atroz que sufrieron sus ciuda-danos por parte de los diferentes grupos de poder que conformaban facciones de burgueses y aristó-cratas, que en su ánimo de poder y de lucro fueron constituyendo lo que hoy conocemos como Estado y todo lo que ello significa: desigualdad y poder. No obstante, los grandes adelantos en los diferentes campos del conocimiento que se construyeron gra-cias a las ciudades libres quedaron plasmados en la arquitectura y en los adelantos mecánicos de la edad media, solo por nombrar dos. Esto es: “Recibimos el pergamino y el papel, la imprenta y el grabado, el vidrio perfeccionado y el acero, la pólvora, el reloj, el telescopio, la brújula marítima, el calendario re-formado, el sistema decimal, el álgebra, la trigono-metría, la química, el contrapunto (descubrimiento que equivale a una nueva creación de la música): hemos heredado todo esto de aquella época que tan despreciativamente llamamos “periodo de es-tancamiento”. (Kropotkin, 1907)

Además de las batallas que libraron los ciudada-nos de la edad media contra los señores feudales, las ciudades libres decayeron debido a que el papel del campesino fue subestimado por los comerciantes y artesanos, hecho que aprovecharon las clases nobles y aristócratas para disminuir la fuerza de las “guildas”. De esta forma queda planteado que los vencedores en este momento fueron las clases privilegiadas, que aprovecharon la división de las clases más bajas, las confundieron y les originaron golpes contundentes a su forma de organización social.

El factor religioso le otorgó uno de los golpes más contundentes a las ciudades libres, ya que, al ser el cle-ro en ese momento uno de los dueños del saber y del conocimiento, tuvo la facilidad de propagar las ideas que dictaban que la salvación de los hombres recaía

sobre un Estado poseedor del poder centralizado, re-presentado en la figura uno o un grupo de individuos, que al mismo tiempo tenían la representación de dios en la tierra. Pero estos dictámenes no se impusieron con amor, sino con un odio y una violencia tal, que in-cluso posteriormente a esto no nos podemos imaginar una sociedad sin un Estado central que nos otorgue seguridad y el sueño de vivir durante unos días más.

Cuando se impone la idea religiosa del Estado cen-tralizado, varios sectores salen a reclamar otro tipo de ideales organizativos, uno de estos sectores fue el pro-testantismo con sus planteamientos sobre la religión y el aparato clerical, que plasma entre otras cosas la necesidad de la interpretación popular de la biblia y la urgencia de ir en contra de los poderes feudales terra-tenientes, lo cuales afectan el desarrollo y el comercio.

A pesar de los diferentes intentos de rebeldía en contra de ese gran Estado centralizador, sectores mez-clados de la burguesía, de la aristocracia y de la iglesia lograron apoderarse de esa gran máquina. Es por ello que en el principio de la consolidación de su Estado moderno, fueron muy contundentes con cualquier tipo de organización que reclamaba ciertos derechos. De esta forma “únicamente el Estado y la iglesia del Estado debían ocuparse de los intereses generales de

En el periodo posterior al siglo XVI, las ciudades libres de Europa entraron

en una decadencia a causa de la violencia tan atroz que

sufrieron sus ciudadanos por parte de los diferentes

grupos de poder que conformaban facciones de burgueses y aristócratas,

que en su ánimo de poder y de lucro fueron

constituyendo lo que hoy conocemos como Estado y

todo lo que ello significa: desigualdad y poder.

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los súbditos: los mismos súbditos debían ser grupos de hombres poco vinculados entre sí, no unidos por clase alguna de lazos especiales y obligados a recurrir al Es-tado cada vez que tenían una necesidad común. Hasta la mitad del siglo XIX esta teoría y su práctica corres-pondiente dominaban en Europa”. (Kropotkin, 1907)

Ya se van perfilando algunas cuestiones que mues-tran el cambio que el Estado centralizador provocó en las sociedades occidentales. Al ser ese artífico llamado Estado, el encargado de los individuos, el sentido de la solidaridad y de la ayuda mutua se va perdiendo. Con el siguiente ejemplo esto se ve claramente En la guilda –en la edad media todos pertenecían a alguna guilda o cofradía–, dos “hermanos” debían cuidar por turno al hermano enfermo; ahora basta con dar al compañero de trabajo la dirección del hospital para pobres más próximo”. (Kropotkin, 1907) Lo más irónico de este asunto es que el Estado no ha sido capaz de responder a las necesidades de los individuos, pues es un aparato lento debido a procedimientos casi que innecesarios pero que otorgan seguridad, sin olvidar que cuenta con una burocracia lenta y amañada.

¿Están en desaparición los actos de solidaridad y de ayuda mutua?La imposición del Estado moderno y la desaparición

de uno de los modos de organización más solidarios como las “guildas” o las ciudades libres medioevales, llevan a pensar que el individualismo propio del capi-talismo, formado después de la edad media y el mis-mo que se ufana de alcanzar un desarrollo muy alto para las personas, arrasó con las instituciones de ayuda mutua; a simple vista ello parece ser así. Así mismo, la violencia, tan repudiada por las personas, ha sido una de las herramientas que se ha utilizado en contra de las asociaciones federativas de apoyo mutuo. El mie-do que ella genera es suficiente para aplacar los senti-mientos de reivindicación de los individuos.

Ahora, la historia ha demostrado que los individuos se han ingeniado infinidad de formas y lineamientos sociales que plasman la necesidad del apoyo mutuo. El capitalismo, siendo un sistema de individualismo salvaje, sigue soportando los molestos grupos y aso-ciaciones en diferentes campos sociales, que además de demostrar el instinto comunitario en el hombre, realizan una función de contención y de crítica a las políticas que implanta el capitalismo en la cotidiani-dad. Cuando observamos la formación de los sindi-catos de los trabajadores en las industrias capitalistas, reclamando sus derechos, es decir, luchando por los

compañeros obreros, podemos entender por qué es-tos se convirtieron en la piedra en el zapato de los capitalistas, pero también, podemos rastrear la forma en que las empresas y las industrias acabaron aque-llos sindicatos de una forma tan contundente que hoy es casi que imposible tratar de conformar un grupo de este tipo en algún lugar de trabajo.

La ciudad promedio capitalista es un territorio árido espiritualmente, donde las personas no cono-cen a sus vecinos, no les interesa conocerlos, por-que además no les queda tiempo, pues el trabajo y la ansiedad de consumir son mucho más impor-tantes, todo esto rindiendo gran culto a ese dios lla-mado mercado. No obstante, cerca o lejos de estos edificios sin alma, existen otro tipo de dinámicas y de comunidades donde todos se conocen entre sí y aun sobreviven los sentimientos de solidaridad; al-gunos lugares en el campo e incluso en las zonas po-pulares de las grandes urbes, aun se puede observar como los niños y los adultos se conocen y se ayudan entre sí, teniendo en cuenta que la ayuda no es solo material, si no en lo que tiene que ver con la comu-nicación, la información y la transmisión del cono-cimiento necesario para afrontar de una forma más llevadera los obstáculos que impone el diario vivir.

La imposición del Estado moderno y la desaparición

de uno de los modos de organización más solidarios

como las “guildas” o las ciudades libres medioevales,

llevan a pensar que el individualismo propio

del capitalismo, formado después de la edad media

y el mismo que se ufana de alcanzar un desarrollo

muy alto para las personas, arrasó con las instituciones

de ayuda mutua; a simple vista ello parece ser así.

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Bibliografía

Kropotkin Piotr. “El apoyo mutuo: un factor de evolución” Editorial proyección. Mayo 1907

ConclusiónLas “guildas” de la edad media nos demuestran

que las asociaciones libres que no poseen una au-toridad central, le dan un amplio margen de manio-brabilidad creativa a los individuos, sin embargo lo importante no es decir esto es lo bueno y lo que te-nemos hoy no sirve de nada, se trata solo de recor-dar hechos importantes de la historia que son invi-sibilizados en las memorias colectivas, con el fin de sacar algunos de sus elementos más importantes y retomarlos en nuestras sociedades o en nuestras cla-nes y grupos familiares. Otro punto importante que nos muestra el hecho de devolvernos a estudiar otro tipo de organizaciones sociales como las ciudades libres o las comunidades indígenas o primitivas, es que el capitalismo no es la única sociedad posible, así hoy muchos lo sostengan. Por el contrario, estas miradas retrospectivas nos muestran la importancia de los cambios en las sociedades y como estos cam-bios son necesarios para crear nuevas cosas y para salir de las homogeneidades que algunos paradig-mas intentan imponer.

Por otro lado, es fundamental añadir que las for-mas organizativas solidarias siempre han estado pre-sentes en la historia de la humanidad y que estas tienen la capacidad de transformarse y adaptarse a nuevos retos. Es por esto que cuando desaparecen las “guildas”, aparecen otros tipos de organizaciones solidarias que están presentes incluso en los países donde el capitalismo se ha consolidado y donde pri-ma el individualismo salvaje.

Finalmente como lo demuestra Kropotkin siendo un darwinista, la evolución, además de contener una dosis de lucha para la supervivencia de las especies, también contiene una alta dosis de ayuda mutua entre las especies, pues, “en la práctica de la ayuda mutua, cuyas huellas podemos seguir hasta los más antiguos rudimentos de la evolución, hallamos, de tal modo, el origen positivo e indudable de nuestras concepciones morales, éticas y podemos afirmar que el principal pa-pel de la evolución ética de la humanidad fue desem-peñado por la ayuda mutua y no por la lucha mutua. En la amplia difusión de los principios de ayuda mu-tua, aun en la época presente, vemos también la mejor garantía de una evolución aun más elevada del género humano”. (Kropotkin, 1907)

...es fundamental añadir que las

formas organizativas solidarias siempre

han estado presentes en la historia de la

humanidad y que estas tienen la capacidad de transformarse y

adaptarse a nuevos retos. Es por esto que cuando desaparecen

las “guildas”, aparecen otros tipos

de organizaciones solidarias que están

presentes incluso en los países donde el capitalismo se ha consolidado y donde

prima el individualismo salvaje.

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En la mira del colonialismoDesde el siglo XIX, las Malvinas y los

otros archipiélagos argentinos del Atlántico Sur (Geor-gias del Sur y Sandwich del Sur) se encuentran en la mira del colonialismo. Producida la Revolución de Mayo (1810) y con ello la independencia respecto a la Corona Española, el gobierno patrio toma posesión del archipiélago como parte del territorio heredado de España (por sucesión de Estados en virtud del principio del Uti Possidetis Jure). Instala en 1823 un goberna-dor y en 1829 una guarnición militar encabezada por un comandante político y militar. Pero en los años 30, Gran Bretaña, con el apoyo activo de Estados Unidos,

PorRina Bertaccini

Vicepresidenta del Consejo Mundial por la Paz*

Atlántico SurDel colonialismo del siglo XIX al imperialismo del siglo XXI

Una serie de acontecimientos desarrollados en el último período en torno a Malvinas nos obliga a fijar la mirada en el Atlántico Sur, esa inmensa superficie marítima que vincula tres continentes: África, América y la Antártida. Una observación atenta nos indica que la cuestión Malvinas tiene su origen casi dos siglos atrás, pero se extiende al presente como parte del proyecto de la OTAN global.

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y tras una serie de actos agresivos, que culminan con el ataque a Puerto Soledad, desaloja a la guarnición argentina y concreta militarmente la ocupación de las Islas el 3 de enero de 1833. Esta puntualización es im-portante para arrojar luz sobre el absurdo de la preten-sión británica de presentar el caso Malvinas como un tema de autodeterminación de los isleños.

Comenzó entonces y continúa hasta el presen-te la usurpación británica de una parte de nuestro territorio nacional. Aquella acción pirata de 1833 también pone a la vista la fuerte alianza entre el go-bierno de EEUU y la Corona británica, alianza que se consolidaría luego en el marco de la OTAN.

La guerra fría y los pactos agresivosOtra necesaria referencia histórica nos lleva a me-

diados del siglo XX. Es pertinente recordar que, en 1947, Washington impuso a los países de la región el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un tratado que –según sus impulsores– pro-tegería a nuestros países del ataque de alguna po-tencia extracontinental; y en 1948 promovió la fun-dación de la Organización de Estados Americanos (OEA), verdadero ministerio de colonias al servicio de la política expansionista y el intervencionismo de los Estados Unidos en el continente.

A nivel mundial impulsó la firma de pactos milita-res en varias regiones así como la creación en abril de 1949 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), todos ellos instrumentos de naturaleza agresiva que minaban la idea de la seguridad colectiva basada en el principio de la coexistencia pacífica establecido en 1945 en la Carta de las Naciones Unidas. En la ac-tualidad la OTAN ha crecido hasta integrar a 28 países, mucho más allá de los doce Estados del Atlántico Norte que le dieron nacimiento, y en la Cumbre realizada en Portugal, en noviembre de 2010 ha proclamado abier-tamente su condición de poder militar global.

El Atlántico Sur y la expansión de la OTANEn los años 80 del siglo XX todavía la OTAN no se

había expandido. Al asumir la presidencia de Estados Unidos el 20 de noviembre de 1981, Ronald Reagan se planteó el objetivo de desplegar una política ofensi-va de “recuperación de los espacios políticos, geográ-ficos y estratégicos”, para lo cual iba a emprender un gigantesco programa de armamentismo y reactivación de la economía. Reclamando más atención de Wash-

ington hacia las Américas, Reagan insiste en que “los Estados Unidos deben asumir de nuevo su papel de fuerza de cohesión indesafiable en la construcción de una comunidad del Hemisferio Occidental”.

Con ese propósito la administración Reagan trabaja para la creación de “un acuerdo regional para la se-guridad del Atlántico Sur”, un acuerdo que no llegó a concretarse –entre Chile, Argentina, Uruguay y Pa-raguay– y que se visualizaba como una Organización del Tratado del Atlántico Sur (OTAS), complementado con la participación de África del Sur entonces bajo el régimen del Apartheid.

Tales objetivos han sido explicitados tanto en el co-nocido Documento de Santa Fe (1980) como en otro documento aprobado ese mismo año por el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, el deno-minado Free Oceans Plan (Plan para el Océano Libre) donde, explicando la importancia estratégica del At-lántico Sur, se afirma: “Aun cuando los Estados Unidos puedan contar con un apoyo efectivo y duradero de la Unión Sudafricana y de la República de Chile, y even-tualmente de la Argentina (entonces bajo la dictadura de 1976/83), que facilite la ejecución de sus planes para el extremo sur de los tres océanos, es indispen-

...en los años 30, Gran Bretaña, con el apoyo activo

de Estados Unidos, y tras una serie de actos agresivos,

que culminan con el ataque a Puerto Soledad, desaloja

a la guarnición argentina y concreta militarmente la

ocupación de las Islas el 3 de enero de 1833. Esta

puntualización es importante para arrojar luz sobre el

absurdo de la pretensión británica de presentar el caso

Malvinas como un tema de autodeterminación de los

isleños.

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sable contar con el apoyo de Gran Bretaña (…) que debe ser nuestra principal aliada en esa área, no sólo porque es nuestra amiga más confiable en el orden internacional, sino porque todavía ocupa diversas islas en el Atlántico Sur que, en caso de necesidad, podrían convertirse en bases aeronavales, de acuerdo con el modelo de Diego García, o en punto de apoyo logísti-co como la isla Ascensión”.

Este es el trasfondo real de la posición yanqui en la Guerra de Malvinas: desde una política de fuerza, es-tratégica y militar, el gobierno norteamericano no tuvo dudas en alinearse con Gran Bretaña, su principal alia-do en la OTAN, contra la Argentina, a pesar de que, en virtud del TIAR, debía haberla defendido frente a una “agresión extracontinental”. Washington se atuvo estrictamente a estos criterios.

Y, al fin de la guerra de 1982, logra, entre sus objeti-vos militares, la construcción de una gran base militar en Malvinas que permitirá a la OTAN el control de las rutas oceánicas del Atlántico Sur y una posibilidad concreta de proyectar su poder hacia el continente Antártico.

Aparte de las razones geopolíticas ya mencionadas, la ocupación de los archipiélagos del Atlántico Sur tuvo y tiene para los imperialistas un interés adicional asocia-do a la explotación de los cuantiosos recursos naturales de la región. Al respecto, lo que realmente importa es la extensa plataforma continental argentina, el mar que rodea a las islas, la abundancia de peces, el krill, las ri-quezas del suelo submarino –petróleo y nódulos meta-líferos de manganeso, cobre, hierro–. Algunos de esos recursos, particularmente el petróleo tienen una enor-me y creciente importancia estratégica, y además ya en el presente les reportan grandes ganancias que obtienen de la venta ilegal de licencia de pesca y de exploración de petróleo, con la consiguiente depredación de bienes que pertenecen al pueblo argentino.

La militarización del Atlántico SurTerminada la Guerra de Malvinas, y desde que

Inglaterra retoma el control total del archipiélago, el proyecto de instalar una base militar aeronaval se con-creta con los trabajos de ampliación de las pistas y las instalaciones del aeropuerto de Mount Pleasant, en la Isla Soledad. Las obras concluyen en 1985 y la base comienza a operar en 1986. Hoy, la Fortaleza Mal-vinas que dispone también de una estación naval de aguas profundas –llamada Mare Harbour-- donde atra-can submarinos atómicos, se ha constituido en uno de los cinco principales enclaves militares extranjeros del Hemisferio Occidental, y funciona en conexión con

la red mundial de bases de control y espionaje que la OTAN tiene en el planeta.

La descripción y los alcances de esta Fortaleza me-recen un artículo especial. Digamos por ahora que los buques y aeronaves militares que van y vienen desde Gran Bretaña, vía Isla Ascensión, son portadores de ar-mas nucleares. En la actualidad, con la reactivación en 2008 de la IV Flota de Guerra de los EEUU los peligros que se derivan de la instalación de la Fortaleza Malvi-nas a 700 kilómetros de nuestra costa patagónica, se han agravado considerablemente.

Las recientes medidas adoptadas por Gran Bretaña no hacen sino empeorar la situación. Nos referimos a la decisión de establecer alrededor de las Islas Geor-gias del Sur y Sandwich del Sur una zona de exclusión pesquera con una extensión de un millón de kilóme-tros cuadrados, zona que será patrullada por naves de la marina de guerra del Reino Unido; así como al envío del buque de guerra “HMS Dauntless”, armado con misiles antiaire de alta tecnología, helipuertos y 60 marines, para reforzar la custodia de nuestras Islas.

Con ello, además de transgredir la Resolución de la ONU que reclama hacer del Atlántico Sur una Zona de Paz y Cooperación, agregan nuevas amenazas y tensiones, con las que intentan bloquear el necesario proceso de negociaciones políticas imprescindibles para avanzar en la solución del diferendo de sobera-nía y encontrar el camino pacífico de la descoloniza-ción de los archipiélagos del Sur.

A despecho de los planes del imperialismo, éste es el camino que ha elegido Argentina y cuenta hoy con el apoyo fundamental de la Unasur, el Mercosur, el ALBA, la CELAC y todos los pueblos de la región.

* Presidenta del Movimiento por la Paz, la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (Mopassol), de Argentina

Fuente

Agencia Latinoamericana de Informaciónemail: [email protected]://alainet.orghttp://alainet.org/rss.phtmlTwitter: http://twitter.com/ALAIinfo

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Gran Bretaña pone en serio riesgo la paz y la convivencia en Latinoamérica y el Caribe

Advierten seis premios Nobel de Paz sobre el caso Malvinas

En un documento público dirigido al Primer Ministro de Gran Bretaña, los premios Nobel de Paz Adolfo Pérez Esquivel, Mairead Corrigan Maguire, Rigoberta Menchu Tum, Desmond Tutu, Jody Williams y Shirin Ebadi, advierten sobre las consecuencias que en esta parte del mundo, “un territorio de paz y de prosperidad”, traería la preferencia británica de acciones y maniobras militares en las Malvinas, en vez de un diálogo abierto y franco que conduzca a una solución pacífica del añejo conflicto.

Señor David CameronPrimer Ministro del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Los abajo firmantes, ciudadanos/as de distintos países del mundo interesados en la paz mundial, queremos hacerle llegar nuestra preocupación en relación a la disputa territorial que mantienen el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte con la República Argentina por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.

Como lo señaló la Presidenta de la República Argentina, Dra. Cristina Fernández de Kirchner, el gobierno argentino solicita que su país cumpla con

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la Resolución 2065 que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 16 de diciembre de 1965, la que expresa que:

“Tomando nota de la existencia de una disputa entre los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acerca de la soberanía sobre dichas Islas,

Invita a los Gobiernos de la Argenti-na y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a proseguir sin de-mora las negociaciones recomendadas por el Comité Especial [...] a fin de en-contrar una solución pacífica al proble-ma, teniendo debidamente en cuenta las disposiciones y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas y de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, así como los intereses de la población de las Islas Malvinas”.

Asimismo, la máxima instancia internacional vuelve a expedirse a través de la Resolución 3160 (XXVIII) de la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1973, con una muy amplia mayoría de votos a favor y sin votos en contra, re-conociendo “los continuos esfuerzos realizados por el gobierno argentino” y declaraba “la necesidad de que se aceleren las negociaciones previstas en la Re-solución 2065 (XX) [...] para arribar a una solución pacífica de la disputa de soberanía existente” entre los gobiernos de ambos países.

Desde 1982 la Asamblea General de las NNUU viene generando y renovando Resoluciones que lla-man a los dos países a sentarse a dialogar. Asimismo, el Comité Especial de Descolonización de las NNUU adopta anualmente una Resolución en la que se so-licita a ambos Gobiernos afianzar el actual proceso de diálogo y cooperación mediante la reanudación de las negociaciones, a fin de encontrar, a la mayor brevedad posible, una solución pacífica a la contro-versia de soberanía.

Este llamado al diálogo y a la negociación también ha sido realizado –a través de Resoluciones y Decla-raciones– por distintas instancias de la comunidad internacional, organismos internacionales regiona-les, organismos multilaterales y foros internacionales tales como la Organización de Estados Americanos (OEA), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI),

la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), el Sistema de Integración Centroamericana (SICA), Comunidad Sudamericana de Naciones, Grupo de Río, Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Comunidad de Estados Latinoa-mericanos y del Caribe (CELAC); Declaraciones de las Cumbres Iberoamericanas, Cumbres Sudameri-canas, Primera Cumbre Energética Sudamericana, Cumbres de Países de América Latina y el Caribe (CALC), II Cumbre América del Sur – África, Cum-bres de Países Sudamericanos y Países Árabes, Gru-po de los 77 y China, entre otros.

Queremos recordar que en la actualidad la región latinoamericana y el Caribe constituyen un territorio de paz y de prosperidad, mientras que en el resto del mundo muchas regiones padecen conflictos bélicos que ponen en serio riesgo la paz mundial.

El incumplimiento por parte del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte de las Resolu-ciones de las Naciones Unidas, la falta de voluntad para dialogar con un país (Argentina) democrático y con vocación de paz plenamente demostrada, y la instalación y mantenimiento de una base militar en este continente (en las Islas Malvinas), su constante reforzamiento y la realización de maniobras militares aero-navales, ponen en serio riesgo la paz y la convi-vencia de esta parte del mundo.

Por ello le solicitamos que el gobierno británico revea su posición de no dialogar en este tema, y le reiteramos nuestro pedido de cumplimiento de las Resoluciones de las Naciones Unidas para dialogar con la República Argentina.

Premios Nobel de la Paz firmantes:Adolfo Pérez Esquivel (Argentina)Mairead Corrigan Maguire (Irlanda del Norte)Rigoberta Menchu Tum (Guatemala)Desmond Tutu (Sudáfrica)Jody Williams (Estados Unidos)Shirin Ebadi (Irán)

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Está quedando en claro que para los gobiernos progresistas o de la nueva izquierda, las cuestiones ambientales se han convertido en un flanco de serias contradicciones. El decidido apoyo al extractivismo para alimentar el crecimiento eco-nómico está agravando los impactos ambientales, desencadena serias protestas sociales, y perpetúa la subordinación de ser proveedores de materias primas para la globalización. Se rompe el diálogo con el mo-vimiento verde, y se cae en una izquierda cada vez menos roja porque se vuelve marrón.

Una rápida mirada a los países bajo gobiernos pro-gresistas muestra que en todos ellos hay conflictos am-bientales en curso. Es impactante que esto no sea una excepción, sino que se ha convertido en una regla en toda América del Sur. Por ejemplo, en estos momentos

La izquierda marrón

PorEduardo Gudynas

Investigador. Centro Latino Americano de Ecología Social –CLAES–

Fuente:

Agencia Latinoamericana de Información

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http://alainet.org/active/53106

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hay protestas frente al extractivismo minero o petro-lero, no solo desde Argentina a Venezuela, sino que incluso en Guyana, Suriname y Paraguay.

En Argentina se registran conflictos ciudadanos fren-te a la minería en por lo menos 12 provincias; en Ecua-dor, la protesta local ante la minería sigue creciendo; y en Bolivia, poco tiempo atrás finalizó una marcha indígena en defensa de un parque nacional y ya se anuncia una nueva movilización. En estos mismos paí-ses, los gobiernos progresistas alientan el extractivismo, sea amparando a las empresas que lo hacen (estatales, mixtas o privadas), ofreciendo facilidades de inversión o reduciendo las exigencias ambientales. Los impactos sociales, económicos y ambientales son minimizados. Los gobiernos en unos casos enfrentan la protesta so-cial, en otros la critican ácidamente, y en un giro más reciente la criminalizan, y han llegado a reprimirlas.

La contradicción entre un desarrollo extractivista y el bienestar social acaba de alcanzar un clímax en

Perú. Allí, el gobierno de Ollanta Humala decidió apoyar al gran proyecto minero de Conga, en Caja-marca, a pesar de la generalizada resistencia local y la evidencia de sus impactos.

Esto generó una crisis en el seno del gabinete, la salida de muchos militantes de izquierda del gobier-no, y una fractura en su base política de apoyo. El gobierno se alejó de la izquierda al decidir asegurar las inversiones y el extractivismo.

Posiblemente el caso más dramático está ocurrien-do en Uruguay, donde en unos pocos meses el go-bierno de José Mujica está decididamente volcado a cambiar la estructura productiva del país, para volverlo en minero. Se propicia la megaminería de hierro, a pe-sar de la protesta ciudadana, sus impactos ambienta-les y sus dudosas ventajas económicas. Paralelamente, se acaba de aprobar un controvertido puente en una zona ecológica destacada, cediendo a los pedidos de inversiones inmobiliarios, y por si fuera poco, ahora amenaza con desmembrar el Ministerio del Ambiente. El gobierno Mujica no está rompiendo promesas de compromiso ambiental, ya que la coalición de izquier-da es un caso atípico donde en su programa de gobier-no carece de una sección en esos temas, sino que deja en claro que está dispuesto a sacrificar la Naturaleza para asegurar las inversiones extranjeras.

Estos son sólo algunos ejemplos de las actuales con-tradicciones de los gobiernos progresistas. Estas resul-tan de estrategias de desarrollo de intensa apropiación de recursos naturales, donde se apuesta a los altos pre-cios de las materias primas en los mercados globales. Su macroeconomía está enfocada en el crecimiento económico, atracción de inversiones y promoción de exportaciones. Se busca que el Estado capte parte de esa riqueza, para mantenerse a sí mismo, y financiar programas de lucha contra la pobreza.

Bajo ese estilo de desarrollo, la izquierda gobernan-te no sabe muy bien qué hacer con los temas ambien-tales. En algunos discursos presidenciales se intercalan referencias ecológicas, aparece en capítulos de ciertos planes de desarrollo, y hasta hay invocaciones a la Pa-cha Mama. Pero si somos sinceros, deberá reconocerse que en general las exigencias ambientales son percibi-das como trabas a ese crecimiento económico, y que por ellos se las considera un freno para la reproducción del aparato estatal y la asistencia económica a los más necesitados. El progresismo se siente más cómodo con medidas como las campañas para abandonar el plástico o recambiar los focos de luz, pero se resiste a los contro-les ambientales sobre inversores o exportadores.

Es que muchos compañeros de la vieja izquierda que

ahora están en el gobierno, en el fondo siguen soñando

con las clásicas ideas del desarrollismo material, y

están convencidos que se deben exprimir al máximo

las riquezas ecológicas del continente. Los más veteranos,

y en especial los caudillos, sienten que el ambientalismo es un lujo que sólo se pueden

dar los más ricos, y por eso no es aplicable en América Latina

hasta tanto no se supere la pobreza. Tal vez algunos de

esos líderes, como Lula o Mujica, llegaron muy tarde a

ocupar el gobierno, ya que esa perspectiva es insostenible en

pleno siglo XXI.

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Se llega a una gestión ambiental estatal debilitada porque no puede hincarle el diente a los temas más urticantes. Es que muchos compañeros de la vieja iz-quierda que ahora están en el gobierno, en el fondo siguen soñando con las clásicas ideas del desarro-llismo material, y están convencidos que se deben exprimir al máximo las riquezas ecológicas del conti-nente. Los más veteranos, y en especial los caudillos, sienten que el ambientalismo es un lujo que sólo se pueden dar los más ricos, y por eso no es aplicable en América Latina hasta tanto no se supere la pobreza. Tal vez algunos de esos líderes, como Lula o Mujica, llegaron muy tarde a ocupar el gobierno, ya que esa perspectiva es insostenible en pleno siglo XXI.

¿Estas contradicciones significan que estos gobier-nos se volvieron neoliberales? Por cierto que no, y es equivocado caer en reduccionismos que llevan a calificarlos de esa manera. Siguen siendo gobiernos de izquierda, ya que buscan recuperar el papel del Estado, expresan un compromiso popular que espe-ran atender con políticas públicas y generar cierto tipo de justicia social. Pero el problema es que han aceptado un tipo de capitalismo de fuertes impactos ecológicos y sociales, donde sólo son posibles algu-nos avances parciales. Más allá de las intenciones, la insistencia en reducir la justicia social a pagar bonos asistencialistas mensuales los ha sumido todavía más en la dependencia de exportar materias primas. Es el sueño de un capitalismo benévolo.

Parecería que el progresismo gobernante sólo puede ser extractivista, y que éste es el medio pri-vilegiado para sostener al propio Estado y enfrentar la crisis financiera internacional. Se está perdiendo la capacidad para nuevas transformaciones, y la ob-sesión en retener los gobiernos los hace temerosos y esquivos ante la crítica. Esta es una izquierda al fin, pero de nuevo tipo, menos roja y mucho más progresista, en el sentido de estar obsesionada con el progreso económico.

Este tipo de contradicciones explican el distan-ciamiento creciente con ambientalistas y otros mo-vimientos sociales, pero también alimentan la ge-neralización de una desilusión con la incapacidad del progresismo gobernante en poder ir más allá de ese capitalismo benévolo. Muchos recuerdan que en un pasado no muy distante, cuando varios de estos actores estaban en la oposición, reclamaban por la protección de la Naturaleza, monitoreaba el desempeño de los controles ambientales, y aposta-ban a superar la dependencia en exportar materias

primas. Esas viejas alianzas rojo-verde, entre la iz-quierda y el ambientalismo, se han perdido en prác-ticamente todos los países.

Llegados a este punto, es oportuno recodar que, desde la mirada ambiental, se distingue entre los temas “verdes”, enfocados en áreas naturales o la protección de la biodiversidad, y la llamada agenda “marrón”, que debe lidiar con los residuos sólidos, los efluentes industriales o las emisiones de gases. La mirada verde apunta a la Naturaleza, mientras que la marrón debe enfrentar los impactos del desarrollismo convencional.

Bajo este contexto, el progresismo gobernante en América del Sur se está alejando de la izquierda roja y al obsesionarse cada vez más con el progreso, se vuel-ve una “izquierda marrón”. La “izquierda marrón” es la que defiende el extractivismo o celebra los mono-cultivos. Frente a esa deriva, la tarea inmediata no está en la renuncia, sino en proseguir las transformaciones para que la izquierda sea tanto roja como verde.

Posiblemente el caso más dramático está ocurriendo

en Uruguay, donde en unos pocos meses el

gobierno de José Mujica está decididamente

volcado a cambiar la estructura productiva del

país, para volverlo en minero. Se propicia la

megaminería de hierro, a pesar de la protesta

ciudadana, sus impactos ambientales y sus dudosas

ventajas económicas.

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