revista alfolí nº 14

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1 Alfolí Publicación trimestral. Enero-Marzo 2012 Nº 14 CRONICAS, RELATOS... ...Y MUCHOS TEMAS MÁS.

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Maqueta Enero-Marzo 2012

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Page 1: Revista Alfolí Nº 14

1

Alfolí Publicación trimestral. Enero-Marzo 2012 Nº 14

CRONICAS,

RELATOS...

...Y MUCHOS

TEMAS MÁS.

Page 2: Revista Alfolí Nº 14

2

P ara fortuna de esta revista, un

lejano día, el grupo de redac-

ción de la misma tomo la deci-

sión de aprender técnicamente el ma-

nejo del programa Publisher. Hoy, des-

pués de haberlo llevado a cabo, hace

que nos sintamos muy satisfechos de

haberlo realizado. En el presente, con

una laboriosa dedicación por parte de

los componentes del equipo, podemos

decir, que esta práctica, comienza a

dar esperanzadores resultados.

La causa que motivó esta deter-

minación, fue la incertidumbre exis-

tente en el pasado, sobre la continui-

dad en la dirección de la revista.

Gracias a esta previsión no sufri-

mos tiempo después, el trauma corres-

pondiente que acompañaba al anuncio

de la dimisión en la dirección de la

misma.

Francesca Cordido, como perio-

dista profesional muy preparada para

esta labor, era quien hasta aquellos

momentos impecablemente la conduc-

ía. Hasta que desafortunadamente

aconteció lo que todos habíamos temi-

do.

Tal impedimento se debía a su

complicado calendario laboral para

continuar dirigiéndola. No obstante,

nos ofreció su colaboración y ayuda,

siempre dentro de sus posibilidades,

para nuestro próximo futuro.

Desde aquí agradecemos a Fran-

cesca su desinteresada colaboración, y

esperamos continuar disfrutando de su

aporte.

A partir de aquí, como al princi-

pio anunciamos, solo nos cabe aplicar

la técnica aprendida y no declinar en

nuestro empeño y entusiasmo para

conseguir salir airosos del reto que no

es ni puede ser otro, que el sosteni-

miento futuro de nuestra revista.

Editorial

Editorial

Alfolí

alfolí[email protected]

…..

Equipo de Redacción

Margarita Bermejo

Carlos Bernardino Arias, José Luis García, Mª Carmen

Gómez Hontoria, y Miguel Soto.

Colaboradores

Juan Díaz, Marisa Ramírez, Luis Felipe Soto,

y Félix Bernardino Arias.

Apoyo editorial y maquetación

Carlos Bernardino y Miguel Soto

Fotografía de portada y contraportada

Carlos Bernardino

Impresión

Copy May

Fotografía de portada

Niebla sobre El Monasterio

Contra portada

Campanario del Santuario de La Virgen de Gracia

Page 3: Revista Alfolí Nº 14

3

Indice

Y en este número…

Editorial ______________________________ 2

Información Centro _____________________ 4

Glosa a Madrid. F. Bernardino ____________ 5

Dulces recuerdos. Mª Carmen Gómez ______ 6

Historia de una amistad. Miguel Soto _____ 9

Citas divertidas. Groucho Marx ___________ 11

Fundación de San Lorenzo. C. Bernardino __ 12

La verdadera Historia… Marisa Ramírez ____ 15

Madrid moderno. F. Bernardino ___________ 17

“Dices tu de mili”… C. Bernardino ________ 20

Réquiem. Mª Carmen Gómez _____________ 22

Abuelos y nietos. Juan Díaz ______________ 23

La tierra y la abuela. A. Marcos __________ 24

Ya no hay palomas… M. Gonzalo. _________ 25

Sambuco Nigra. M. Bermejo ______________ 26

Los Clásicos y yo. Mcge ________________ 28

Biografía. José Luis García. ______________ 29

¡Gracias! Luis Felipe Soto ________________ 32

Sorbete de limón. Eva Arguiñano _______ 34

Repostería. Margarita Bermejo ____________ 35

Neblina sobre el Monasterio.

Kiosco en Florida Blanca.

Hada de un cuento.

Page 4: Revista Alfolí Nº 14

4

Informativo de actividades del Centro de Mayores de

El Escorial para el curso Enero-Marzo 2012

LUNES = Mañana: Escritura de cuentos, de 10,30 a

11,30 h.

“ Maquillaje, de 12,00 a 13,00 h.

_________________

MARTES = Mañana: Uso del teléfono móvil, 11,00 a

13,00 h.

Tarde: Sevillanas, de 18,00 a 19,00 h.

_________________

MIERCOLES = Tarde: Refuerzo de Informática de

17,30 a

18,30 h.

_________________

JUEVES = Mañana: CHI-CUNG, de 11,00 a 12,00 h.

Tarde: YOGA, de 18,00 a 19,00 h.

__________________

VIERNES = Mañana: Memoria, de 10,30 a 11,30 h.

Atención al Beneficiario, de 11,30 a 13,30 h.

Tarde: Bailes de Salón, de 18,00 a 19,00 h.

__________________

Page 5: Revista Alfolí Nº 14

5

Historia de Madrid

Glosa al Madrid del Siglo XX Madrid y sus tranvías

Texto: Félix Bernardino Dibujo: del mismo. Fotos: Internet

L a creación del tranvía quedo contem-

plada en el pasado siglo, como una

aplicación más del hierro, creada por

la ingeniería, para el desplazamiento de per-

sonas en las grandes urbes. Esta y otras in-

venciones técnicas como: la línea metropoli-

tana, construcción de puentes, estaciones,

mercados y un largo etc…fueron propiciadas

por el desarrollo de una moderna capital co-

mo en aquellos tiempos comenzaba a ser Ma-

drid.

Concretamente la primera línea de

tranvías entre mercados y estaciones se debe

a Don Arturo Soria.

Los primeros tranvías fueron de trac-

ción animal durante sus primeros años. Des-

pués estos, fueron reemplazados por otros ya

eléctricos, que siendo alimentados por tendi-

dos de corriente, crearon en Madrid un exten-

so tejido callejero.

Así Madrid en aquel entonces, se con-

virtió en la ciudad Europea con el mejor ser-

vicio de comunicación de superficie de este

género de transporte. Su presencia en esta

Capital discurrió en más de un siglo: comen-

zaron a circular en 1871, y los últimos cesa-

ron en el mes de Junio de 1972.

Su imagen nos dejo una estela de re-

cuerdos por haber estado íntimamente inte-

grada en el paisaje urbano matritense. Llega-

ron a hacerse sentir para los madrileños co-

mo algo muy familiar; su imagen, fácil acce-

so unido a su confort, ha sido recordada y

añorada durante muchos años.

Me fue posible tomar apuntes y pintar

numerosos y típicos lugares subido en estos

vehículos, por el amplio recorrido que reali-

zaban: calle de La Montera, Alcalá, Goya,

Toledo, Puerta del Sol, etc…

Curiosamente, al margen de los moder-

nos tiempos que nos asisten, en afamadas

capitales europeas salvo Paris y Londres,

continúan funcionando estos simpáticos

tranvías, los cuales muy lejos de desaparecer,

han visto incrementadas los números de líne-

as. Tanto en Valencia capital como en Ma-

drid, ha vuelto a hacer aparición este intere-

sante transporte que, por razones obvias no

es menester comentar.

Lisboa fue un ejemplo de adhesión a

ellos, cuando se pretendió la eliminación de

algunos de sus itinerarios. Pues aquellos que

se eliminaron, fueron de nuevo incorporados.

La popular calle de Toledo

Page 6: Revista Alfolí Nº 14

6

Relato

Dulces recuerdos empapelados Texto: Mª Carmen Hontoria Dibujos: F. Bernardino

L os puestos de golosinas han llamado

siempre mi atención. El primero que

acude a mi memoria, allá por el año

1946, es una cesta de mimbre ocupada con

bollos, chocolatinas y caramelos, que vendía

una mujer vestida con varios jerséis y faldas,

zapatones, medias de lana descoloridas y

guantes rojos con los dedos cortados. Instala-

ba su puesto junto a las verjas de la puerta

principal del hospital infantil del Niño Jesús,

de Madrid, las tardes soleadas de invierno a

la hora de visita. De aquella cesta de mis tres

o cuatro años, de su contenido, no tengo más

conciencia que un ligero deseo insatisfecho;

ya que la dulce mercancía, según mis tíos,

sólo la vendían a los padres de los niños hos-

pitalizados, a los que cuidaba sor Catalina,

porque a los que cuidaba sor Victoria, los del

asilo de huérfanos de la guerra civil, los de

cabeza rapada y ojos hambrientos, los relega-

dos de todo amor y rodeados de santa hipo-

cresía, esos, para disfrutar dulces, tenían que

esperar la visita de los Reyes Magos. Aunque

las monjas llevaban en su cabeza griñones

almidonados, que se me figuraban

cuernos de la abundancia de los

que esperaba ver salir serpentinas,

frutas, flores, pájaros y un torrente

de golosinas

La segunda de las cestas que

recuerdo, la vi a cierta distancia

años después, un día que iba de la

mano de mi padre y escoltada por

mi tío Gabriel. La cesta estaba

repleta de cacahuetes, colgaba del

brazo izquierdo, remangado, de un

hombre bajo, moreno, con bigote

largo, retorcido. ‘’De carabinero’’,

dijo mi tío. Y, exasperándome, co-

menzó a explicar a mi padre no sé

qué parecido del vendedor, con un

militar que tocaba el bombo en la

banda de música del Regimiento

de Carabineros, con acuartelamien-

to en San Lorenzo del Escorial. Yo

quería hablar del contenido de la cesta que

paseaba el hombre por las aceras de la Caste-

llana, poco concurridas esa mañana de do-

mingo, de verano, en que el sol derramaba su

fuego. Yo quería hablar de como crujían las

cáscaras de los cacahuetes al ser presionadas

por los dedos de la mano, y del sabor agrada-

ble de sus pipas tostadas; pero, por más que

pedía la venia tirando del pantalón a mi pa-

dre, no me hacían caso. Ya era bastante que

me llevaran , una vez más, al museo de Cien-

cias Naturales a ver el dinosaurio, que ellos

desestimaban por la colección de mariposas,

insectos y minerales , para que encima les

diera la lata.

Mientras esto, el hombre se acercaba a

ofrecer su mercancía ciñéndose a los muros

de los edificios, aprovechando, como noso-

tros, sus sombras alargadas y achatadas que

servían de visera. A mí se me iban los ojos

detrás de los cacahuetes embadurnados con

polvo color ladrillo. Mi padre se resistía a

comprarlos porque, con el sudor, se ponían

las manos perdidas. No obstante, vencí su

resistencia y los compró. Los comimos antes

Kiosco en Florida Blanca

Page 7: Revista Alfolí Nº 14

7

Relato

al museo, sentados en un banco, bajo unos

árboles corpulentos.

En El Escorial, en el Castillo, que fue

Monasterio de Prestado, Hospital de Labo-

rantes, Casa del padre campero, colegio pro-

testante al que asistió mi madre, compraba

con la perra gorda que me daba mi abuela

María figuritas de azúcar, que nada más en-

trar en mí boca se deshacían. Pasado el

tiempo, sabría que por la misma puerta que

penetraba yo al Castillo, en el siglo XVI, en-

traba el rey Felipe II cuando iba a oír misa a

la capilla que instalaron los jerónimos en ese

edificio de ladrillo y piedra, mientras estaba

disponible la definitiva en el Monasterio de

San Lorenzo. Y mi imaginación, algo destar-

talada, mezclaba imágenes del presente y el

pasado . Creía ver a su majestad pisar el em-

pedrado del portal y, una vez retirada la cesta

de golosinas de la silla de espadaña, sentarse

a descansar, antes de subir la escalera que

conducía al piso principal.

En San Lorenzo, las cestas de la Saleri

hacían el número cuatro de aquellos puestos

ambulantes que frecuentaba cuando era niña,

buscando barras de chicle, bolas de anís,

martillos y pirulís de caramelo, pinchados en

el entramado de mimbres. Felisa plantaba sus

dos cestas en una de las entradas a la Lonja,

frente al portal del Colegio de Alfonso XII.

Ya más avanzada su vida, sobre un poyo de

piedra en la entrada al Bosquecillo, paraje

soleado en el invierno y sombreado en el ve-

rano. Era una mujer de carácter agreste, im-

paciente, quisquilloso. Eso de que metiera la

mano en la cesta para seleccionar golosinas,

la ponía nerviosa. Me apremiaba: ‘’Vamos,

vamos ‘’. No guardo buen recuerdo de ella.

Con su brusquedad me amargaba la compra,

frenaba la alegría que recibía con los reales

que me daba mi padre, cuando mi hermana y

yo, con la tía Paca, íbamos los domingos a

esperarle a la salida del fútbol.

Pero en la soga de mis recuerdos los

nudos no todo son cestas. La señora Petra y

Juanito el cojo, abrían a la misma hora cada

mañana su quiosco sito en la calle del Rey,

delante de las puertas del mercado munici-

pal. La Petra despachaba a la menuda

clientela con gesto congelado y con voz per-

suasiva de madrastra de “Blanca nieves”,

ofrecía, recomendaba, metía por los ojos las

golosinas. Aún conservo en mi memoria ins-

tantáneas de su fisonomía, pero, sobre todo,

creo ver sus manos de prestidigitadora, orde-

nar las cajas y tarros donde guardaba regaliz,

cigarrillos de chocolate, caramelos. En ese

orden encontraba yo, además de golosinas,

envolturas de colomines para aumentar mi

colección.

En el kiosco de Juanito, gastaba parte

de mi paga semanal en comprar dulces y

cambiar tebeos. Entonces tendría yo once

años, las series del Guerrero del Antifaz, el

Jabato, Roberto Alcázar y Pedrín me atraían.

Y por el afán de no perder una aventura, de

entre la existencias que el Cojo guardaba en

su carpeta, cogía a veces ejemplares sobados,

viejísimos, en cuyas viñetas había que adivi-

nar las palabras y recomponerlas torpemente

en la cabeza. Pues bien, cuando una vez leí-

das iba a cambiarlas de nuevo, Juanito las

ojeaba con repugnancia, decía que eran por-

quería y las rechazaba. Me quedaba perpleja.

Me sentía estafada. Prometía no volver.

El apetitoso churro.

Page 8: Revista Alfolí Nº 14

8

Relato

Volvía porque estaba contaminada por

la delicia de leer.

En el invierno, los jueves y los domin-

gos iba al Cine Variedades. Antes de entrar

o en el descanso, cuando ponían programa

doble, salía a la calle de las Pozas a comprar

golosinas a un piso bajo que olía a pimentón

y ajos fritos. Entraba desde el portal directa-

mente a la salita, donde entre dos sillas, es-

taba acoplaba la cesta de las golosinas que

pertenecía a la señora Marta, también llama-

da la castañera, porque el día de Todos los

Santos instalaba su hornillo en el camino del

cementerio. Vendía castañas asadas a los

transeúntes que subían a poner sobre las tum-

bas de sus difuntos flores, velas o lampari-

llas. Era una anciana gordezuela, blanca,

blanda, encogida; yo diría aterida, a pesar de

tener el medio cuerpo de arriba arropado con

un chal y el resto con las faldas de la cami-

lla. Claro que, de poco la servía, porque al

abrir y cerrar tantas veces la puerta la cliente-

la, se colaba de sobaquillo una corriente cor-

tante que la dejaba fría e impasible igual que

a un pájaro cuando le llueve encima. En esa

actitud consentía que nos despacháramos las

golosinas, pero, como no se fiaba, sus ojos

de cornea amarilla, revoloteaban sobre nues-

tras manos, mientras contaba en voz alta las

lágrimas de caramelo. Si embargo, en ocasio-

nes, toda precaución le resultaba inútil, por-

que había pícaros, que sabiendo su falta de

agilidad, no le pagaban y salían corriendo.

Al continuar el recorrido por los dulces re-

cuerdos empapelados, como una ráfaga, se

presentan en mi cabeza los Jardincillos con la

cascada, los caminos arenosos, los macizos

sembrados de flores, los bancos de madera y

dos quioscos pintados de verde: el de prensa,

que atendía Manola, y La Barquillera en el

que se ganaba la vida la señora Crescencia.

Su especialidad eran las pipas de girasol con

y sin sal. Llenaba cucuruchos hechos de pa-

pel de periódico atrasado. O sea, que yo com-

praba pipas envueltas con noticias, viñetas

humorísticas, greguerías y hasta esquelas fu-

nerarias.

Pasados los años, la piedra reinó en esos jar-

dines, se les puso nombre de Plaza de Jacinto

Benavente. Crispín ocupo su actual pedestal

y el kiosco de la Barquillera lo trasladaron a

uno de los arcos ni cheros de la calle de Flo-

ridablanca.

Recuerdo también al piñonero, el hela-

dero y un vendedor ambulante que pregona-

ba caramelos: “ de fresa, naranja, limón y

menta”.

Dejo así constancia de momentos dis-

frutados en mi niñez y juventud y, de los que

en la actualidad disfruto, entrando en los mo-

dernos supermercados de la golosina: am-

plios, bien surtidos, decorados con habilidad

y fantasía, donde una joven dependienta

atiende a la clientela con media sonrisa en

sus labios de fresa o melocotón. Suspiro al

recordar en los ojos de aquellos vendedores

un punto triste, y en la boca un gesto hosco,

malhumorado, sombrío. Estimo como causa

la precariedad de su negocio; no debía ser

fácil ganarse la vida perra a perra gorda en la

calle, tanto si hacía calor o frío.

Monumento en Terreros al cuerpo de Carabineros.

Page 9: Revista Alfolí Nº 14

9

Relato

C uando me encontré de nuevo en las

manos de D. Matías, me sentí otra

vez en mi mundo, recordé como fue

mi vida, y mi salida de aquel escaparate que

formo parte de mi historia.

Fue un día del mes de Marzo, cuando D. Ser-

vando todo trajeado y con su muestrario se

dirigía con paso firme a la Papelería Lava

pies situada en la plaza del mismo nombre,

en el castizo barrio madrileño..

Era una tienda con sabor añejo, todas sus pa-

redes estaban recubiertas de de libros, de ma-

pas, y un sin fin de cosas, algunas tan anti-

guas que no servían para nada.

El mostrador tenía un olor especial, olía a

recuerdos. El propietario de tan mágico lugar

era D. Matías, persona de edad indefinida,

cubierto con su bata azul, donde el polvo de

las tizas y pizarrines tenían ya una presencia

eterna.

-. Buenos días D. Matías, la voz de el repre-

sentante sonó con firmeza, pasaba por aquí y

me pregunte sino le molestaría echar un vis-

tazo a los artículos de la nueva temporada.

D. Matías, sonriente acaricio el mostrador,

indicando su consentimiento para que le

mostrase los artículos. Lapiceros, cuaderni-

llos, gomas de borrar, tinteros, y muchas mas

cosas invadieron la encimera.

-. Todo de primera calidad, ya nos conoce

usted, y sabe de nuestra seriedad.

El bueno del librero contemplaba con curio-

sidad los objetos.

-.Angelita hija, ve a ver lo que D. Servando

nos ha traído.

Una mujer de edad indefinida, apareció apar-

tando la cortina de colores, saludo con una

inclinación de cabeza, donde lucia un lazo

granate.

El vendedor saludo a la joven.

-. Que guapa estas Angelita, el otro día te vi.

por Atocha con unas amigas.

-. Íbamos al Retiro, me habían regalado unas

invitaciones para el zoo. me han dicho que

esta muy bien, dijo el vendedor.

“Han traído tigres nuevos. Son precio-

sos, contesto la muchacha.

Angelita vamos a ver lo que D. Ser-

Historia de una amistad Capitulo 1º “ No se vende ”

Texto Miguel Soto Imágenes: Internet

Page 10: Revista Alfolí Nº 14

10

Relato

-vando nos trae, que se acerca la hora de la

salida del colegio y ya sabes que se nos llena

la tienda de gente.

Cuando terminaron de negociar, el ven-

dedor saco del fondo del muestrario un estu-

che de color azul, y dirigiéndose al librero le

dijo muy bajito.

-.Esto es algo especial, el precio es muy bue-

no, y le dará prestigio a la tienda.

D. Matías abrió la caja, una estilográfica, roja

como el carmín, con adornos dorados. Una

preciosidad. ¡Era yo!

Los ojos de D. Matías se iluminaron y

acariciándome me daba la bienvenida.

“Papa esa pluma aquí no se vende, dijo

Angelita.”

“Llevas razón hija, pero me gustaría

probar ya veras como tenemos suerte.”

Cerraron el trato y cuando D. Servando

se fue, Matías me acariciaba de nuevo.

Me sentía bien con aquel hombre. Me cogió

en sus manos y se dirigió al escaparate, quito

del lugar principal el libro de D. Quijote y

abriendo el estuche me deposito encima del

terciopelo rojo.

Mire a mi alrededor, había muchos li-

bros, una esfera del mundo, y varias cajas

que contenían compases, sacapuntas, Plumi-

nes y que se yo.

De repente una voz sonó en el hueco de la

izquierda.

-. Hola pluma, soy la tiza de colores. ¡Que

bonita eres!

-. Donde estas que no te veo.

-.Aquí, aquí. Antes estaba junto al terciopelo,

pero con el tiempo han ido arrinconándome.

Me acostumbre pronto al lugar, era como un

gran teatro, los actores eran la gente del ba-

rrio que con monotonía pasaban contando sus

secretos.

Solo una cosa me preocupaba, Angelita que

de manera machacona no dejaba ni un día de

decir.

-. No la vamos a vender.

Un día de Noviembre, vi. que Antonino el

mancebo de la Farmacia se dirigía al escapa-

rate, fijo su mirada en mi y recontó el dinero

que llevaba en su monedero de cuero.

Entro a la tienda y dirigiéndose a don Matías

le dijo.

-.Ya sabe usted, que D. Ramón el farmacéuti-

co se jubila dentro de unos días y nos gustar-

ía a los compañeros hacerle un buen regalo,

el es hombre de cultura y a Rosa la depen-

dienta se le ha ocurrido que la pluma del es-

caparate seria un magnifico recuerdo.

Angelita que estaba como de costumbre fis-

goneando en todo, salio apartando la cortina,

y le dijo a su padre.

-. Papa dale un buen precio, D. Ramón se lo

merece, además es amigo tuyo.

Descorrió el pestillo del escaparate y cocién-

dome sin el menor respeto me puso en el

mostrador.

¡Que mal me sentó!, ni un momento para

despedirme de mis amigos.

D. Matías, me toco con dulzura, era la mane-

ra de decirme adiós.

Cerraron el trato, me envolvieron en papel de

regalo, rematando el paquete con una flor

color violeta.

Pasaron no se cuantos días, las felicitaciones

y agasajos al jubilado, acabaron y mi estuche

fue a parar al cajón de la mesita de noche de

mi nuevo dueño.

Ramón, la que llamaba era D.ª María la mu-

jer del jubilado, ¿ Has comprado los cuentos

y las chuches para los nietos ?

Page 11: Revista Alfolí Nº 14

11

Relato Citas muy celebradas

D. Ramón que estaba sentado en la ca-

ma, miro el estuche lo cogió se lo metió en el

bolsillo de su chaqueta y le contesto a su mu-

jer. “Voy a la librería.”

Cuando llego se dirigió a su amigo:

“Matías, puedo hablar un momento contigo?

“Dime Ramón” “Mira, he pensado que yo

tengo muchas plumas y me he acostumbrado

a ellas, ¿podrías cambiarme la que me regala-

ron por libros y algunos cuentos para mis

nietos?

Puso el estuche azul encima del mostrador,

su aroma familiar me lleno de esperanza. _.

“No hay ningún problema”

La voz de Angelita sonó en la trastienda.

¡Papa, que no la vamos a vender!

D. Matías me saco de mi estuche, desenroscó

el capuchón y cogiendo un catoncillo escri-

bió unas palabras, abrió el escaparate y me

dejo encima del terciopelo rojo, puso el

cartón a mi lado.

Cuando cerró el picaporte entre entre risas de

alegría y gritos de bienvenidas, pregunte a mi

amiga la tiza.

“¿Qué pone en el cartón?” Ella con sus ojos

brillantes leyó “No se vende”, estaba en casa.

"El matrimonio es una gran institución. Por

supuesto, si te gusta vivir en una institución."

"El secreto del éxito se encuentra en la since-

ridad y la honestidad. Si eres capaz de simu-

lar eso, lo tienes hecho."

"Hay muchas cosas en la vida más importan-

tes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!"

"He disfrutado mucho con esta obra de tea-

tro, especialmente en el descanso."

"He pasado la mejor noche de mi vida, pero

no ha sido esta".

"La política es el arte de buscar proble-

mas, encontrarlos, hacer un diagnóstico

falso y aplicar después los remedios equi-

vocados."

"La próxima vez que lo vea, recuérdeme

no saludarlo."

"La televisión ha hecho maravillas por mi

cultura. En cuanto alguien enciende la

televisión, voy a la biblioteca y leo un

buen libro.

"No piense mal de mí, señorita. Mi in-

terés por usted es puramente sexual."

"No puedo decir

que no estoy en

desacuerdo conti-

go"

"No reírse de na-

da es de tontos,

reírse de todo es

de estúpidos."

Hoy… Groucho Marx

Texto e imagen: Internet

Aspecto interior de una librería.

Page 12: Revista Alfolí Nº 14

12

Relato

Fundación de San Lorenzo de El Escorial Texto: Carlos Bernardino Fotos: del mismo

E n el Siglo XVIII, tras los falle-

cimientos de Luis I y de su hermanastro Fer-

nando VI, ambos sin descendencia, el trono

de España pasó a Carlos III,- tercer hijo de

Felipe V y primero de su matrimonio con

Isabel de Farnesio, ya con gran experiencia

de gobierno al haber sido rey de Nápoles. En

tiempos de su reinado, fue fundado el pueblo

de San Lorenzo de El Escorial y constituido

en municipio en el siglo XIX, cuando tuvo su

primer alcalde.

A su llegada a la capital de España,

Carlos III madrileño de nacimiento, en él

despierta un gran interés por mejorar la des-

heredada ciudad que encuentra en aquellos

días. Un Madrid carente de los servicios más

elementales. Un trazado urbano indecoroso

y lamentable, con muy pobres edificaciones

y sin proyección de mejoras.

La única excepción la encuentra en el

Madrid de Los Austria, donde despunta la

bella y armoniosa Arquitectura de los siglos

XVI y XVII.

Una vez asentado en Madrid, da co-

mienzo el monarca a un ciclo de visitas a los

Reales Sitios de nuestra comarca. El Pardo,

al no escapar a su afición por la caza, queda

designado como principal Cazadero Real. Le

cautiva la belleza de El Palacio de La Granja

y sus magníficos jardines, así como los de

Aranjuez y el Palacio, el cual utilizara poste-

riormente como residencia. En su visita al

Monasterio de El Escorial queda tan impre-

sionado por su arquitectura, por su organiza-

da distribución interior y la belleza de su es-

plendido paraje, que decide adecuarlo, para

ser usado como nueva residencia de verano.

Para ello designa a Juan de Villa-

nueva, la proyección y ejecución en el inter-

ior del Monasterio, del nuevo palacio. Desta-

ca en ella, la construcción de una nueva y

espléndida escalera próxima a la fachada nor-

te, que resultara la más próxima a lo que des-

pués seria la población del pueblo de San Lo-

renzo de El Escorial.

El Monasterio en otoño desde Los Canapés

Page 13: Revista Alfolí Nº 14

13

Relato

Influenciado por la arquitectura clásica

y monumental de Italia, este nuevo rey em-

prende obras generalizadas por toda España.

Madrid y su provincia no escapan a estas eje-

cuciones. Dando lugar destacado a este desa-

rrollo urbanístico de Madrid, cuenta para sus

proyectos con la participación de Juan de

Villanueva, para la edificación del Museo del

Prado, Jardín Botánico y el Observatorio

Astronómico. Igualmente a él se debe el tra-

zado del Paseo de las Delicias y La Glorieta

de Las Pirámides.

Para llevar la realización de estos pro-

yectos, hace llamar a los arquitectos más ex-

cepcionales arquitectos de aquel siglo: los

Italianos Juan Bautista Saccheti, y Francisco

Sabatini. Igualmente son incorporados, los

madrileños formados en Italia, Juan de Villa-

nueva y Ventura Rodríguez. Escultores y

pintores afamados de la época, colaboraran

igualmente en la elaboración de estos planes.

Durante las temporadas de permanen-

cia del rey en El Escorial, la Corte, se en-

cuentra obligada a acudir a este palacio. Y

por la razón de dar un digno y obligatorio

alojamiento a tan distinguidas autoridades,

decide fundar la nueva población, la cual,

quedaría separada por las casas de oficios.

Para evitar cruzar La Lonja, manda

construir un paso subterráneo por debajo de

ella, que da acceso a la 2ª casa de oficios.

De esta, se cruza por el paso elevado a

la 1ª, hoy conocida como Escuela de Músi-

ca.

La decisión de Carlos III encuentra

rápidamente una muy notable resistencia por

parte de la Comunidad Jerónima del Monas-

terio. Esta, al igual que Felipe II, se negaba a

admitir algún tipo de vecindad en el entorno

del mismo y mucho menos la creación de un

pueblo.

La decisión del rey es irrevocable. Para

resolverlo este litigio, y posiblemente en evi-

tación de serios enfrentamientos con la co-

munidad, prudentemente, Carlos III nombra

representante de La Corona para solucionar

el problema, al Marques de Grimaldi.

Después de haber llevado a cabo unos

muy espinosos encuentros con el Prior, este

ilustre señor, haciendo gala de una gran habi-

lidad diplomática, logra convencer a los

monjes.

Casa de D. Felipe Díaz Bamonte

Arco de comunicación en la calle de Grimaldi

Page 14: Revista Alfolí Nº 14

14

Relato

Al dar inicio las obras de construcción

del nuevo pueblo, le fue concedida a la co-

munidad Jerónima por la administración Re-

al, la autorización para participar en la edifi-

cación de las nuevas casas que la orden pu-

diera necesitar. Así, como la realización, de

cuantas nuevas obras desearan realizar, de-

ntro del Monasterio.

Para la realización de estas obras, fue

designado como maestro mayor, el Arquitec-

to Juan Esteban, quien a su vez simultaneaba

estos compromisos con otras obras en los

Reales Sitios, tales; como los que se realiza-

ban en La Granja de San Ildefonso, Aranjuez

y El Pardo.

Por el mantenimiento de estas obliga-

ciones, sus frecuentes ausencias, venían a

impedir su presencia en las obras con la asi-

duidad que el mismo le requería.

Al margen del poder otorgado a Juan

Esteban, Carlos III, encarga a Juan de Villa-

nueva la ejecución de cuantas obras y pro-

yectos se realicen en el nuevo palacio y su-

madas a estas, las que el Prior le encarga.

La trascendencia de los proyectos de

este genial Arquitecto, pronto se ven refleja-

dos, en las edificaciones realizadas en este

pueblo de San Lorenzo de El Escorial.

Las primeras que realizó fueron: La

Casa del Cónsul de Francia. Casa de Francis-

co M. Sobral. Casa de las Tiendas y Casa de

Los Mercaderes.

Lamentablemente hoy, presentan lógi-

cas transformaciones acusando así, el paso

del tiempo. A pesar de ello, persiste en su

contemplación el sutil encanto de su diseño.

Tanto en los referidos, como en los citados a

continuación: Las Casas de Los Soportales,

El Parador, La Casa de Villanueva, sita en la

calle del Calvario, la Presa del Romeral, y un

largo etc.… que si no proyectó, no deja

lugar a dudas, que pertenecen a su escuela.

Sirva como ejemplo; La Ballestería, hoy des-

aparecida. El Real Coliseo Carlos III realiza-

do por el arquitecto francés Eduardo Mar-

quet, el Cuartel de Guardias de Corps, Hospi-

tal de La Alcaldesa…etc.

Los Cuarteles de Guardias Españolas y

Walonas, existentes hoy en el pueblo, fueron

construidos por orden de Felipe V, muy ante-

rior por tanto, a la fundación del mismo.

La trascendencia importante de este

Arquitecto, se encuentra igualmente reflejada

en su intervención en la construcción del Pa-

lacio del Duque de Alba, edificio este, que

conservando la altura inicial, luce una inmen-

sa cornisa de piedra de granito, que enlaza

con los dinteles de los huecos superiores.

El Palacio del Duque de Medinaceli, ya

edificio reformado, eleva su altura, conser-

vando la portada de ingreso. Otro palacio

desaparecido hace muchos años, fue el Pala-

cio de Godoy. En el lugar que ocupo su asen-

tamiento, en la actualidad se ubica la Esta-

ción de Autobuses.

Juan de Villanueva, al tiempo que pla-

nifica el tejido urbano, nos deja una muestra

del sensible respeto que siente por la majes-

tuosidad del Monasterio. Por entenderlo así,

se preocupo mucho de extender el trazado

del pueblo hacia la calle de Juan Bautista de

Toledo, e inmediaciones.

Neblina sobre el monasterio.

Page 15: Revista Alfolí Nº 14

15

Cuento

La Verdadera Historia de la Cenicienta Texto: Marisa Ramírez Imágenes: Internet

S iento deciros queridos amigos que este

cuento no es como todo el mundo se lo

sabe, o como vuestros oídos están

acostumbrados a escuchar.

Yo os voy a relatar la verdad de lo ocu-

rrido en este periodo.

Podéis pensar ¿Por qué tengo yo que

creer que este episodio de la historia es el

cierto?........! Pues muy sencillo!, yo soy el

abuelo de Cenicienta y conozco todo lo que

ocurrió, porque lo viví de verdad y no es

cuento, lo que sabéis vosotros si que lo es, y

por supuesto mentira de las gordas.

Comenzare presentándome, me llamo

Anselmo De la Moraleda y nací en un siglo

que ni me acuerdo ni os importa. Lo que si os

digo es que tuve una hija maravillosa que

falleció al traer al mundo a mi única nieta

Cenicienta, una niña fea y delgaducha con

piel de color ceniza.

Su pobre padre a parte de soportar el

duro golpe del óbito de su esposa, y lo llantos

incontrolados del bebe, perdió los nervios, y

se pasaba los días enteros corriendo de pue-

blo en pueblo para ver si encontraba alguna

mujer que le criara a la criatura.

Su hada madrina Remigia, ( en aquel

tiempo todas las niñas tenían una ) y yo no

conseguíamos nada de aquella fierecilla que

aparte de ser insoportable era poco aseada y

amiga de traer toda clase de animalitos a casa

( perros pulgosos, gatos tiñosos, ratas pelu-

das, etc, etc ) con lo cual mi hogar despedía

un olor bastante desagradable.

Me quede sin amigos, nadie venia a visitar-

me, solo el hada madrina que tenia problemi-

llas con su colegio oficial.

La buena de Remigia se asustaba cuan-

do corría detrás de la niña tocándole con su

barita para ver si podía entrar en razón a la

pequeña.

Por fin apareció el padre de la criatura

diciendo que había encontrado mujer, viuda

ella y con dos hijas que accedía a desposarse

con él, a condición de que todos sus bienes

fueran para ellas.

Así ocurrió, se casaron y marcharon de

casa con el consiguiente alivio de la madrina

Page 16: Revista Alfolí Nº 14

16

Cuento

y el mio. Al cabo de poco tiempo falleció mi

yerno a causa de unas fiebres muy frecuentes

en aquella época y al no querer perder el con-

tacto con mi nieta empecé a cartearme con la

viuda.

La santa mujer no podía hacer carrera

de Cenicienta, que seguía siendo muy moles-

ta, chillona y poco aseada.

Las pobres hermanastras ( ya en edad casade-

ra ) lloraban desconsoladas pues nadie se

atrevía a cortejarlas, se veían solteronas de

por vida.

Como el asunto iba de mal en peor

quedamos una tarde en mi casa toda la fami-

lia.

Yo, hacia tiempo que no veía a mi niñita y

tengo que decir en honor de la verdad ( por

muy abuelo que sea ) me quede sin habla al

contemplar aquel esperpento de jovencita en

lo que se había convertido mi pequeña. ¡No

voy a describirlo! Ya que como pariente cer-

cano me resulta doloroso hacerlo.

Clementina( la madrastra) espero a que Re-

migia y yo nos recuperásemos de la impre-

sión recibida, y junto a sus bellas hijas( Ro-

berta y Flor) nos sentamos a platicar sobre el

delicado tema, mientras Cenicienta salía al

jardín cual cabra loca a buscar algún animali-

llo para entretenerse.

Por fin mi buena amiga Remi (Así la

llamo yo cariñosamente, ya que vive conmi-

go después de que la cesaran en su profesión)

tuvo una genial idea.

El Príncipe heredero buscaba esposa y

el hada que aun conservaba sus poderes nos

comunico que casaría a Mariana con él, aun-

que fuera lo ultimo que hiciera en esta vi-

da,ya quedo muy dolida después de su expul-

sión de la hermandad y tenia clavada la espi-

na de no haber logrado hacerse con aquella

criatura.

La idea nos pareció descabellada e im-

posible de llevar a cabo pero ella insistió y

nos pidió hincado sus rodillas en el suelo que

tuviéramos confianza en ella.

Para no aburrir al lector con todos los

detalles mi amiga cumplió su promesa y

hechizó a todos los habitantes del reino

haciéndoles creer, a golpe de barita mágica,

que Cenicienta era hermosa, limpia, culta,

alegre y educada.

Se casaron, y dicen los vientos que viven fe-

lices.La verdad es que no tengo muchas noti-

cias de ellos.

Las hermanastras y la madrastra tam-

bién contrajeron nupcias con gente de bien.

Yo viví feliz y mi amiga el Hada madrina

también, luego el cuento acaba como todos

tienen que acabar, ¡ felices y contentos!

Esto es todo amigos míos, espero que hayáis

disfrutado de la verdadera historia de la Ce-

nicienta……..

Atentamente

Anselmo De la Moraleda

P.D.!Se me olvidaba! Lo del zapato tampoco

fue real pues la niña llevaba alpargatas, pero

podéis pensar lo que queráis, a fin de cuenta

esto es un cuento.

Reciente foto del hada Remigia.

Page 17: Revista Alfolí Nº 14

17

Relato

Madrid moderno

Panorámica de Madrid con el destacado Palacio de Oriente

E l llamado movimiento Moderno surge

a finales de 1900.Unos años antes

sobre el último tercio del siglo pasa-

do, Madrid se extiende a través de los arraba-

les. Con la nueva planificación diseñada por

Castro, y denominada El Ensanche que se

amplía hasta Las Rondas y, que a su vez, fue-

ron creadas como limite a este plan.

Fue entonces cuando el Marqués de

Salamanca presentó el gran proyecto para

urbanizar y edificar el extenso barrio que lle-

va su nombre. Empresa que llevo a delante y

vio cumplida, quizá siendo esta el mayor sue-

ño de su vida y, que por circunstancias ad-

versas, le condujo a la ruina y peor aún; al fin

de su vida.

Años después otro gran creador, Don

Arturo Soria, urbanista, matemático físico,

etc… emprendió otra original empresa que

causo un gran interés entre arquitectos, urba-

nistas e ingenieros de fuera de España.

El proyecto en sí, fue el propósito de la

construcción de La Ciudad Lineal. Esta cons-

trucción lamentablemente para su intención,

no llego a realizarse en la extensión proyec-

tada para ella. Pues este ambicioso proyecto

urbano-arquitectónico incluía un nuevo cuyo

y desconocido medio de comunicación. Este

no era otro que el tranvía, hasta entonces des-

conocido en nuestra capital.

Arturo Soria con el Marqués de Sala-

manca fueron los dos primeros urbanistas en

rendir culto a este medio de transporte,

mostrándose por ello muy interesados en in-

troducirlo como medio de comunicación para

los madrileños. Así pocos años después, y

mediante un enorme entramado de vías, el

centro de la capital quedo unido con el extra-

rradio madrileño.

A estos importantes ordenamientos si-

guieron otros también igualmente vitales pa-

ra la ciudad en este siglo anterior. El primero,

cuyo proyecto inicial se gesto en el siglo

XIX: se refiere a la Gran Vía, y vio la luz el

día 4 de Abril de 1910 cuando el rey Don

Alfonso XIII simbólicamente a golpe de pi-

queta inauguraba las obras.

Su trazado se inicia en la calle de Alcalá

en su confluencia con la de Caba-

llero de Gracia, y se interna hasta casi el co-

Texto: Félix Bernardino Imágenes: Internet

Page 18: Revista Alfolí Nº 14

18

Relato

en su confluencia con la de Caballero de Gra-

cia, y se interna hasta casi el corazón de los

Austrias ( muy próximo a él se encuentra el

Monasterio de Las Descalzas Reales ) Esta

vía una vez construida, elimino de su entorno

unas manzanas y callejero de muy insana sa-

lubridad.

Dos planes más de expansión sobre el

ensanche y más allá de las Rondas, se llevar-

ían a cabo en el siglo anterior, que con la

Gran Vía son tres considerables realizacio-

nes. La primera después de acabada la guerra

( 1936-1939 ) Sobre el curso convocado co-

mo eje Norte-Sur. Los ganadores fueron Don

Secundino Zuazo y H. Jansen. Se trataba de

la prolongación de La Castellana hasta con-

cluir en la Plaza de Castilla que nacía con

este proyecto. Esta era la Plaza circular ma-

yor de Madrid.

Continuando después este paseo hasta

Fuencarral – antiguo pueblo – no llego a rea-

lizarse el mismo, al tener que interrumpir las

obras por coincidir su intersección con el

nuevo trazado de la autopista de Colmenar

Viejo.

El segundo proyecto es el de la Aveni-

da de La Ilustración y concluida en el plazo

fijado. Su trazado urbano es de unos cuatro

kilómetros y de las mismas características

que el Paseo de La Castellana. A esta es-

plendida Avenida no responde la calidad de

edificación merecida.

Madrid Sur no ofrece impulsos ur-

banísticos como los emprendidos en la zona

norte. El trazado que presenta, fue iniciado

por el rey Fernando VI, que después con un

mayor alcance continuo su hermanastro el

gran rey Don Carlos III. A él se deben los

trazados de las amplias vías como el Paseo

de las Delicias, el de Santa María de la Cabe-

za, el de los Olivos, de los Olmos. Igualmen-

te trazo y construyo las Rondas de Toledo, de

Valencia y Atocha, etc… Estas vías sirvieron

de base para el Ensanche y que no rebasaron

mayor importancia que el ya realizado en el

siglo XVIII.

Sí fue dotado de medios de comunica-

ción con una de las primeras líneas de tranv-

ías que unían las estaciones de Atocha, Deli-

cias y Príncipe Pio y varios mercados. A su

promotor Don Arturo Soria, ilustre madrileño

se debieron estas interesantes aportaciones de

marcado interés urbano para Madrid.

Otra zona del Ensanche son las del

Oeste y Norte, lugar donde fueron creadas las

barriadas de Argüelles, Vallehermoso-

Quevedo y Chamberí.

Es en Chamberí entre los ejes formados

por las calles de Almagro, Zurbano, Paseo

del Cisne y General Martínez Campos donde

queda destacada una zona de edificaciones de

edificios y palacios de una extraordinaria ca-

lidad. Sorprendentemente, los madrileños

nunca demostraron algún interés por este

magnífico entorno.

Continua después en la barriada de Ar-

güelles, entre los ejes de la calle de Ferraz,

de la Princesa, del Marques de Urquijo y de

Palacio de Oriente

Palacio que fue de Telecomunicaciones.

Page 19: Revista Alfolí Nº 14

19

Relato

Rodríguez, un conjunto de edificios y algu-

nos palacios que aunque de más tibia calidad

son comparables a los construidos en la zona

de la calle de Almagro.

Un conjunto de acuarelas y dibujos,

recogen imágenes de diversos lugares madri-

leños que de algunos, hoy, solo quedan en el

recuerdo (1945-1993) pues su aspecto y dise-

ño nos aparecen totalmente transformados.

Sírvanos como ejemplo la Plaza de Colón, La

Red de San Luis, la Glorieta de los Cuatro

Caminos, etc…

En la actualidad algunos de estos espa-

cios han recreado un nuevo ambiente y popu-

laridad. La Nueva Plaza del Descubrimiento

– antes de Colón - , Glorieta de Carlos V, o

la siempre típica y popular de La Puerta del

Sol, etc…

Unos y otros lugares al margen de sus

variadas transformaciones, continúan mos-

trando el muy variado encanto de esta gran

ciudad que lo es: Madrid. Plaza Mayor

La gran Vía. Fotografía del año 1949

Palacio de Linares

Page 20: Revista Alfolí Nº 14

20

Crónica

“Dices tú de mili”… Pasajes de la vida cuartelaría. ( 4º capitulo )

Texto: Carlos Bernardino Fotos: del autor.

P or supuesto que, muy lejos de atender

esta orden, lo que hice fue comunicar

a mi teniente lo ocurrido. Este, una

vez escuchada mi versión, y entendiendo que

me asistía la razón, me dijo que a partir de

este día acudiría a la compra con mono y,

que él resolvería el asunto con el oficial de

este servicio.

Como bien merecido lo tenía, a

este reenganchado y deleznable sujeto, a par-

tir de entonces le bautizamos con el apodo de

“sargento trilita”, suave este para el que real-

mente merecía. Este calificativo, al llegar a

oídos de nuestro oficial, pudimos observar

que le hizo sonreír ampliamente. Este déspo-

ta mequetrefe, ignorando el desprecio que le

manifestábamos, acudía a la cantina a consu-

mir bocadillo y bebida. Jamás llegaría a saber

el pobre infeliz, la cantidad de moscas y

“otras lindezas”, que formando parte del bo-

cata pudo ingerir cuantas veces nos visito.

Finalmente sin saber a donde pudo ser desti-

nado, un buen día desapareció de nuestra vis-

ta. Espero que los bocadillos le causaran el

provecho deseado, y que donde se encuentre

le perduren aun los correspondientes dolores

de barriga.

Entre los proveedores que nos

surtían de productos enlatados, como de

fiambres, encontramos en uno de ellos unas

latas especiales de sardinillas y caballa, de

cinco kilos de contenido. Siendo este produc-

to de la misma calidad que las adquiridas en

latas de peso muy inferior, la diferencia habi-

da a nuestro favor por el costo de la de mayor

peso, nos llevó a la compra de ellas para la

mejora de nuestros intereses. Al mismo tiem-

po, conseguimos dos bidones vacíos de com-

bustible de Queroseno,-gasolina de aviación-

a los cuales, una vez convenientemente fre-

gados, les incorporamos sendas barras de

hielo, generosas gaseosas y, finalmente vino

económico que iba bien para la mezcla. Así,

y para alegría de la tropa, surgió “el bocata

americano con vino burbuja”. Por el módico

precio de una peseta con cincuenta céntimos,

el cliente de turno, ahorraba una peseta en la

consumación, y la bebida ahora, era delicio-

samente fría.

¡Y qué decir en lo concerniente a

nuestros intereses! Las dos barras de hielo

incorporadas en cada bidón, eran el equiva-

lente a dos arrobas de vino más, las

“generosas” gaseosas sumadas, hacían que el

ahorro de estos costes en vino, fueran a parar

directamente a nuestra “saca”. Con “este in-

vento”, la tropa se manifestó encantada, e

incluso el teniente nos felicito por ello.

También aceptamos la compra de

tabaco americano y café portugués de contra-

bando, que nos proporcionaba un brigada de

la oficina de vuelos. Este asunto al ser cono-

cido por el teniente, el brigada lo resolvió

obsequiando al teniente, dos cartones de ta-

baco y una botella de whisky.

Igualmente supimos que nuestro

teniente proveía a los oficiales de la base,

con productos canalizados a través de la can-

tina, con el consiguiente beneficio para él.

Una de mis escasas guardias en la base

Page 21: Revista Alfolí Nº 14

21

Cronica

De igual manera y siguiendo su ejem-

plo y con la debida discreción, negociamos

comisiones de compra con nuestros provee-

dores. Estando así “las cosas”, una mañana

ocurrió que… Encontrándose mi compañero

en su casa disfrutando de un permiso, me di-

rigió una llamada telefónica reclamándome

un envió de dinero, pues ya había acabado

con el que se llevó. Y cuando me encontraba

en correos entregando en ventanilla el dinero

solicitado, sentí un golpecito en mi espalda.:

Era mi teniente que, sin comentario alguno

sobre mi actuación, me indico que diera or-

den de espera al camión de la compra, pues

subiría con nosotros a la base.

Llegados a ella, inmediatamente me

pregunto por lo que estaba haciendo en co-

rreos. Ante tal situación, creí que lo más sen-

sato fuese explicarle la verdad. Al conocer él

la procedencia del dinero que, según dije, era

producto de las comisiones habidas, monto

en cólera advirtiéndome que, estas comisio-

nes no podían ser contempladas en el ámbito

del ejército. Y que por tanto, estábamos co-

rriendo un gravísimo riesgo si éramos descu-

biertos. Dicho esto, y creo que consciente de

que todos, incluido él,- “cojeábamos del mis-

mo pie”- dio por acabado su alertada recrimi-

nación. Desde este momento, nos cuidamos

muy bien de no manejar públicamente nues-

tros dineros, aunque de ninguna manera re-

nunciamos a nuestras comisiones.

El brigada de la armería, que te-

nia de militar lo que nosotros de honrados,

por aquel entonces, disfrutaba de mis favores

de barra abierta, pues gracias a ellos, él me

nombraba titular de una comisión de servi-

cio. Estos eran, conducir hasta el polvorín de

Griñón, en la provincia de Madrid, un núme-

ro determinado de cajas de balas defectuosas.

Con esta misión, disfrutaba de

una semana de asueto con mi familia, a la

que agasajaba con generosas delicias proce-

dentes de la cantina, y trasportadas en el in-

terior de mi maleta. En síntesis, así, de mane-

ra tan “casera” y desordenada, funcionaba

nuestro Ejército del Aire por aquel entonces

en nuestra nación, afortunadamente para no-

sotros dos.

Por lo tanto, el caos imperaba en

la disciplina, los malos tratos que tuvimos

que padecer, fueron la consecuencia de este

desconcierto. La falta de respeto más ele-

mental observado por los mandos militares

para con la tropa, provenía de la política de

estado militarista, que imponían los déspotas

que gobernaban en aquellos días nuestro

país. Por estas consentidas y públicas veja-

ciones, pude llegar a entender que con este

trato, este tipo de gobierno pretendía afectar-

nos psicológicamente para que al término de

nuestro servicio en el ejército, continuásemos

sumisos en lo social.

Así de descabellada, debió ser la cica-

tera interpretación del carácter del pueblo

español por estos dictadores, ya que jamás la

inmensa mayoría de los aquí nacidos, en mo-

mento alguno renuncio a sus derechos y li-

bertades. Por lo tanto, esta resistencia a la

dictadura por parte de las fuerzas democráti-

cas españolas, permaneció intacta durante los

cuarenta años maléficos que hubo de pade-

cer nuestra patria.

( Continuara )

Elvirita, Emilio, el crono y yo.

Page 22: Revista Alfolí Nº 14

22

Réquiem

Y o tenía un jilguero en una jau-

la de barrotes plateados y comederos color

rojo. La colgaba en la ventana, en una escar-

pia, junto a la persiana. El pájaro se llamaba

Quiquiriquí, porque cuando alguien deletrea-

ba su nombre, Quiquiriquí se subía al palo

alto, ahuecaba las plumas como si fuera un

gallo de pelea y hacía lo imposible por picar

el dedo del incauto que lo acercaba a los me-

nudos barrotes.

Un día , sin pensar, levanté deprisa la

persiana y con ella se abrió la puerta de la

jaula. Cuando quise darme cuenta, mi pájaro

surcaba el cielo, gozaba de su inesperada li-

bertad para, más tarde, ir a descansar al alero

de la casa de enfrente, y confundirse con los

gorriones.

Ya no tenía pájaro. No iba a sentir su

cuerpo pequeño en mis manos cuando lim-

piara la jaula. Estaba desolada, no podía vo-

lar tras él para recuperarlo, no podía hacer

nada...

La misma sensación de impotencia he

sentido hoy al ver al castaño reclinar su me-

lena de hojas requemadas en los cascotes del

derribo. El castaño, como el jilguero, era un

trocito de mi vida, forma-

ba parte de lo que esta ahí

sin que nadie lo ponga,

pero agrada verlo , inclu-

so es útil. El árbol era mi

hombre del tiempo. Sólo

con abrir las contraventa-

nas por la mañana, sabía

como estaba el día. Igual

que Kikiriki, el castaño

ahuecaba las hojas ayuda-

do por la brisa y, si llov-

ía, las lágrimas le caían

creando en la tierra

hoyos, que más parecían

pequeños hormigueros.

La nieve lo envolvía en

encajes y entre ellos, veía

yo el triángulo que forma-

ban las edificaciones cercanas cuyo vértice

era y es el Monasterio. Por encima, lo que

rozaba el horizonte unas veces era verde;

otras, ocre o exageradamente gris, de forma

que cielo y tierra eran una misma cosa.

Hoy estoy triste. El castaño no estaba muerto

como en su día lo estuvo el olmo de los Ca-

napés, ni le ha segado la sierra; a éste le ha

sacado a cuajo una excavadora de oruga ,al

mismo tiempo que mancillaba la antigua ta-

pia de piedra.

Relato

Texto: Mª Carmen Gómez Imágenes: Internet

Page 23: Revista Alfolí Nº 14

23

Cronica

Los abuelos y los nietos

D esde hace unos años, y a medida que

la mujer se ha ido incorporando a la

vida laboral, cuando en un matrimo-

nio con hijos pequeños trabajan los dos pa-

dres, a veces por necesidad, porque están pa-

gando la hipoteca de la vivienda, y con el

sueldo de uno no llega, en otros casos es por-

que estamos inmersos en el consumismo,

queremos todo lo que nos ofrece la publici-

dad, muchas cosas superfluas e innecesarias.

Por todas estas cosas son los abuelos los que

tienen que bregar con sus nietos, llevarlos y

recogerlos en el colegio, darles de comer, a

veces si es necesario llevarlos al médico etc.,

en fin, cuidarlos en todo lo que necesiten,

hasta que los padres regresan de sus trabajos.

Todo esto naturalmente lo hacen-hacemos

encantados, el problema surge cuando somos

muy mayores, cansados, con problemas de

salud y movilidad, en estos casos, con estas

obligaciones añadidas, nos sentimos agobia-

dos y con pocas fuerzas para hacer estas tare-

as.

De todas formas es una gozada, a mi perso-

nalmente me encargan estas faenas en conta-

das ocasiones, en tales casos lo hago con to-

do gusto.

Todo esto en ocasiones es un problema, prin-

cipalmente para los padres, y por añadidura

para los abuelos, yo no se qué solución puede

tener, creo que alguien tendría que pensar en

estas cosas y encontrar alguna solución.

De todas formas en algunos casos, creo que

los hijos cargan a sus padres con demasiado

trabajo, sin detenerse en pensar demasiado en

sus limitaciones, esta es mi opinión, no sé si

acertada o no.

Abuela feliz con sus dos nietos

Los niños se lo pasan bomba con sus abuelos.

Los abuelos son los que tienen

que bregar con sus nietos, ...

Texto: Juan Díaz Imágenes: Internet

Page 24: Revista Alfolí Nº 14

24

Poesia

La tierra

Hueles a hembra fecunda

al ir marcando los surcos,

donde el arado ha surcado

por una yunta de burros.

Madre de toda semilla

esperas tener simiente,

donde todo está plantado

con paciencia y buena gente.

Femenina como el agua

te van regando los surcos,

para que emane su flor

que aguarda el fruto maduro.

Vas firme como una roca

con tu manto de paciencia,

como posees frío o calor

tu cobijo siempre espera.

La pradera color verde

por donde pastan las reses

que cabalgan a sus anchas

por la tierra sin paredes.

Es la época de la siega

tus espigas son moradas,

el labrador las recoge

al final de temporada.

Abuela

Hoy recuerdo con nostalgia

a la madre de mi padre,

siento el calor en sus brazos

cuando empieza a abrazarme.

En la noche dice un cuento

nunca puedo adivinarle,

cada vez es diferente

cuando camino a acostarme.

Con mis padres laborando

es colega y compañera,

en los días de colegio

en una tarde cualquiera.

Ella me porta la paga

si hago las cosas bien hechas,

no hacer caso de la gente

que no cumple su promesa.

Seguiré siendo una niña

aunque ¡hoy! me sienta madre,

les hablaré a mi familia

de la madre de mi padre.

Aldeana

Mora la mujer aldeana

entre valles y montañas,

cabalga por sus entrañas

esta dama tan serrana,

ella se siente cercana

con vecinos del lugar,

que vienen de laborar.

Ellos pasan por su puerta

con la mano siempre abierta

que les gusta saludar.

Texto: Antonio Marcos Ortégo

La tierra y La Abuela

Page 25: Revista Alfolí Nº 14

25

Poema

Ya no hay palomas en El Escorial Texto: Margarita Gonzalo Imagen: Internet

Ese arrullo encantador falta canción de cuna eterna, bella

ya no está. Desapareció para siempre, sin razón, sin motivo

parece. Quizás sea el ruido que padece Ese antiguo pueblo de nobles,

de paz y tranquilidad. ¿Dónde estará el silencio de antaño?

La quietud que estallaba, que se grababa

en el alma de cuantos la conocieron que vivieron cuando había vida.

Se transforma en pasto de ruido mecánico sonido, metálico

que quita el sueño. Es ahora un barrio de ciudad,

Con esa misma maldad Que lo caracteriza.

Nos rodea la falta de humanidad, De ternura, bondad.

Nos tornamos en animales brutales, Y los libres nos abandonan para siempre.

Ya no hay palomas en El Escorial.

Page 26: Revista Alfolí Nº 14

26

Botanica

SAMBUCO NIGRA Texto: Margarita Bermejo Imágenes: de la autora.

E ste magnífico árbol o arbusto crece en

la zona geográfica, eurosiberiana y

mediterránea.

El origen del nombre es latino, (Sabucus o

sambucus), pero como tantas plantas tan ri-

cas y buenas para los humanos, se le conoce

con muchos más: flauta, cañilero, samuque-

ro, saúgo, sabuquero o saúco.

Yo conocí este árbol aquí en El Escorial

cuando era muy pequeña, crecían en los bor-

des de los caminos o entre las tapias de sepa-

ración de fincas.

Desde muy pequeña las flores me gustaban

mucho y siempre iba cogiendo las que veía a

mi alcance. Me gustaban mucho las del saúco

por su color blanco que era un placer para la

vista, cuando el árbol está en flor, parece que

ha nevado. Es fácil saber donde crece el

árbol del sauco por el olor que las hojas des-

prenden, que no resulta agradable.

Siempre que las personas mayores me veían

con las flores en las manos me regañaban ¡y

me decían que me iba a envenenar!

Según las señoras eran venenosas y solamen-

te decían que las hojas eran buenas para

hacer baños de pies para bajar la hinchazón.

La verdad en parte tenía razón ya que si co-

ges los frutos verdes, te puedes envenenar.

Al cavo de muchos años y lejos de España

me encontré con el árbol, mágico o maldito

como más te guste, tiene tanta historia y es

tan bueno para la humanidad que resulta inte-

resante conocer todas sus virtudes, el hombre

lleva valiéndose de las propiedades desde la

edad de piedra.

Habiendo vivido en Inglaterra durante mu-

chos años y totalmente integrada con sus cos-

tumbres, todos los domingos solíamos a visi-

tar diferentes parques para que los niños dis-

frutaran y conociesen los lugares interesantes

que tiene Londres, y junto a unos amigos y

sus hijos lo pasábamos muy bien. Un domin-

go decidimos visitar una granja-huerta donde

nos dijeron que podíamos recoger y comprar

fresas; como también tenían animales nos

pareció un día completo para que los niños

disfrutasen tocando a los animales.

Page 27: Revista Alfolí Nº 14

27

Botanica

A la llegada, la primera impresión de la

huerta fue una sorpresa, había grandes canti-

dades de coches y muchísimos niños que lo

estaban pasando muy bien. No podíamos cre-

er lo que estábamos viendo, toda clase de

fruta, cerezos, manzanos, perales y, el árbol

de saúco. Toda clase de frutos del bosque, y

mucho que yo no conocía, me quede sorpren-

dida al ver a la gente comerse los fresones

según los cogían, sólo te cobraban por los

que metías en las cestitas que te daban a la

entrada. ¡Bromeábamos que nos debían pesar

al entrar y de nuevo al salir y cobrar la dife-

rencia!

La huerta estaba dividida en diferentes

partes, las verduras tan tiernas, yo cogía las

más pequeñitas, aun recuerdo el sabor de las

judías verdes, los calabacines, los guisantes

que allí mismo te los podías comer, tan dul-

ces, los tomates con tanto sabor y de las pata-

tas qué puedo decir. Todo ello era un placer

para el paladar. Hablo así porque es lo que

más me gusta, las verduras y la fruta.

De esa manera conocí que el árbol del saúco,

era comestible, las flores no sólo son bonitas

pero se pueden comer, yo las probé fritas con

una masa de buñuelos y están muy ricas, el

sabor recuerda un poco el plátano. Con las

flores se hace vino espumoso, las flores secas

se echan cuando se hace compota de manza-

nas y le da un sabor a plátano. Cuando las

flores se acaban aparecen los frutos que son

bayas como un racimo de uva. Éstas pueden

ser negras o rojas y con ellas se hacen estu-

pendas y riquísimas mermeladas y jaleas, y

también alcohol por destilación.

Su madera es estupenda para fabricar instru-

mentos musicales, hacen un tipo de arpa si-

rio, con los tallos se fabrica una especie de

flauta, de ahí viene uno de sus nombres, la

medula es blanda y lo trabajan muy bien.

Como veréis no tiene desperdicio.

Características

El tamaño máximo es de 10 metros, sus hojas

son alargadas y verde oscuro.

Florece en junio y julio y las flores de color

blanco, cuando están en su esplendor parecen

nieve.

Crece entre escombros de edificios rurales.

En suelos húmedos y ricos en nutrientes.

Las flores desprenden un olor especial que

atrae a las abejas y otros insectos que se ocu-

pan de la polinización.

Los frutos son negros, rojos, verdes y blan-

cos, en distintas fase de la maduración.

Se puede reproducir por esquejes en otoño o

primavera.

Se puede hacer una infusión de las hojas y

fumigar sobre las plantas para protegerlas de

pulgones y orugas.

Es muy importante no confundirse con su

pariente el sauquillo o yezgo (SAMBUCUS

EBUCUS) ya que sus frutos son muy vene-

nosos.

Page 28: Revista Alfolí Nº 14

28

Literatura

Los clásicos y yo Homero

Texto: Mcge Imagen: Internet

¿ No es acaso Home-ro el poeta épico del siglo VIII antes de Cristo, empadro-nado en Grecia…?

N o se por qué, hasta hace unos días,

no me he fijado en el nombre

‘’Homero’’, grabado con tinta negra

en las piedras del edificio municipal que al-

berga la biblioteca de El Escorial. Una fuerza

desconocida, invisible, sujetó mi vista a esas

seis letras. Luego, por un proceso mental de

esos que todos conocemos, he buscado en

mi conciencia la forma de pensar en la ca-

sualidad, señuelo que conduce a preguntarme

¿No es acaso Homero el poeta épico del siglo

VIII a. de Cristo, empadronado en Grecia,

propuesto por el profesor, esta semana, para

hablar de la filosofía helénica? Homero, que

echando mano de una técnica refinada y pro-

fundidad de pensamiento narra episodios de

la época heroica de Micenas y la guerra de

Troya; además del fantástico viaje de regreso

a Ítaca de Ulises, irreducible luchador que se

impuso a la adversidad y llevó tras de sí

hazañas, gloria y un presente, a pesar de las

dificultades, de reconocida prudencia. Home-

ro, que no sacó de la nada lo que creo, pero si

lo dio sentido, hace colaborar a Ulises en una

empresa complicada, donde los dioses del

Universo intervienen en la vida de los hom-

bres. Con acciones despiadadas o recon-

fortándolos con algunos días u horas de rego-

cijo, los ata al espacio y al tiempo según ca-

pricho, voluntad o preferencia. Son dioses de

la tierra, de los mares, del viento, de la muer-

te…, seres superiores instalados en el trono

divino del Olimpo, que se distinguen de los

humanos por su inmortalidad; pero aun así

están sujetos a las pasiones, defectos, virtu-

des. Poseidón es enemigo de Ulises. Atenea

su valedora. Eolo guardián de los vientos le

hace su huésped, para, más tarde, escatimarle

su favor, desbaratar su esperanza cuando el

héroe desde su nave, por sotavento, entre el

mar negruzco y claridades nebulosas veía

aparecer y desaparecer en el horizonte su

amada tierra Ítaca. La pesadumbre merma

sus fuerzas, llega extenuado, titubeante, con

sus compañeros aqueos, a los dominios de

Circe, etc.,etc.

La personalidad del héroe resulta evi-

dente. Yo no me puedo sustraer al interés que

ejerce sobre mí este personaje nada pesimis-

ta, que en lo que vive su odisea pasa momen-

tos extraños, inquietantes, abrumadores, y

justifica sus penalidades por el mismo hecho

de vivir, incluso las da por buenas, ya que

consigue terminar su viaje después de veinte

años. He aquí la filosofía impuesta a Ulises

por Homero, el que da título a esta biblioteca.

Busto de Homero en el Museo Metropolitano de Nueva

York

Page 29: Revista Alfolí Nº 14

29

Biografía

Benito Arias Montano: Humanista

Texto: José Luis García Imágenes: Internet

Campanario en La Peña de Arias Montano

H e tenido la fortuna de visitar Extre-

madura desde Zafra a Plasencia con

distintos motivos. He disfrutado de

sus grandes bosques, dehesas, Monfragüe,

etc., de sus bellas e históricas ciudades, de su

historia, de su gastronomía y sus vinos, de

sus maravillosas ruinas. Este relato se inició

siguiendo la ruta del jamón ibérico.

Mi andadura comenzó en el bonito

pueblo de Fregenal de la Sierra, donde tiene

su sede la conocida firma Argal. La gula me

había llevado hasta este vergel y el hallazgo

resultó mucho más trascendental. Este pue-

blo fue la cuna de dos grandes prohombres

de la historia, ambos estrechamente ligados a

la historia de la Comunidad de Madrid.

Uno de ellos, Juan Bravo Murillo, naci-

do en 1803, es muy conocido por los madri-

leños por su ambicioso proyecto de llevar el

agua a la capital. El Canal de Isabel II le dio

renombre, aunque importante fue también su

trayectoria como político. Ocupó varias car-

teras y fue Presidente del Gobierno en 1951-

52. Falleció en 1873. Benito Arias Montano

es otro de los hijos preclaros de Fregenal,

donde nació en 1527. Allí se erigió un mo-

nolito con su figura, en la Barriada que lleva

su nombre. También lo lleva la calle donde

nació, y en la casa existe una placa conme-

morativa. Se le conoce como uno de los

grandes humanistas extremeños, además de

hebraísta, biólogo, escritor, teólogo, poeta y

políglota.

Poco se conoce de sus primeros años,

excepto que recibió las primeras lecciones

del párroco del pueblo. Tras la muerte de su

padre, quedó bajo la protección del canónico

de Badajoz, Don Cristóbal Valtodano. Sus

primeros maestros fueron Don Alfonso Gar-

cia Matamoros y Don Pedro Mejías, este últi-

mo acreditado experto en latín, además de

matemáticas y cosmografía. Al parecer su

padre fue notario de la Inquisición, lo que no

le impidió estar en el punto de mira de este

Tribunal. La economía de la familia no era

muy boyante, lo cual retrasó su marcha a Se-

villa para iniciar sus estudios. Pero desde ni-

ño dejó constancia de su interés por el cono-

cimiento y a los 14 años escribió su primer

trabajo científico: “Discurso sobre el valor y

Page 30: Revista Alfolí Nº 14

30

Biografía

la correspondencia de las monedas antiguas

con las nuevas”

La Peña de Arias Montano

Se ordenó sacerdote, a los 30 años e

ingresó en la Orden de Santiago. A continua-

ción se retiró a la Peña de Aralar, para con-

centrarse en el estudio de las Sagradas Escri-

turas. No hay referencias de cuanto tiempo

permaneció allí recluido. De hecho La Peña,

una pequeña hacienda en la serranía de Huel-

va, próxima a Aralar se convirtió con el tiem-

po en su refugio, donde acudió de forma re-

iterada, a meditar o a realizar estudios pro-

fundos sobre algún tema. El lugar se conoce

ahora como la Peña de Arias Montano.

En una de esas prolongadas visitas a la

Peña, en 1553, una vez conseguido el Patro-

nato de la Ermita allí existente, la recons-

truyó. Edificó una casa y estudio, plantó vi-

des y frutales, y acondicionó el antiguo ma-

nantial en lo que hoy es “La Fuente de La

Peña” El Centro de Interpretaciones ocupa un

lugar destacado entre las edificaciones allí

existentes. No olvidemos que Arias Montano

fue un gran políglota y que dedicó muchos

esfuerzos a la traducción e interpretación de

grandes obras.

Estudios en Sevilla y Alcalá de Hena-

res

En Sevilla, como en toda su vida fue

siempre austero, parco en la comida, de poco

dormir. Allí realizó sus primeros estudios

programados. Tuvo como mentores a Pedro

de Mejías y Juan Quirós, interesando por las

ciencias médicas, pero sobre todo por la filo-

sofía y la teología aparte de la lingüística y la

poesía.

En 1550 se matriculó en la Universidad

de Alcalá de Henares, donde pasó años deci-

sivos para su formación humanística y lin-

güística. Además de dominar el latín y el

griego, estudió semíticas (hebreo, arameo,

caldeo). Se inició en los secretos de la filo-

logía comparada.

En Alcalá coincidió con Fray

Luís de León, que acudió a la Universidad

atraído por el prestigio del Catedrático de

Biblia, Fray Cipriano de Huerga, quien tendr-

ía una gran influencia en el futuro devenir de

nuestro personaje. Aprendió a trabajar en

equipo con personas de distintas ideologías.

Es curioso contemplar que esta forma de

pensar con el tiempo le traería problemas con

el Santo Oficio, al igual que a Fray Luis de

León.

Dejó Alcalá en 1558.

Sin embargo estudios tan serios como

el de la Biblia no fueron óbice para que no

encontrara solaz en el estudio de la literatura

y la poesía, hasta el punto de que en las fies-

tas del Corpus de 1552 fue coronado poeta

laureado.

El Concilio de Trento y otros viajes por Eu-

ropa

Su reconocido prestigio como teólogo

hizo que en 1562 el obispo de Segovia, don

Martín Pérez de Ayala, lo llevase consigo

para participar en el. Don Benito con su sa-

piencia, demostró lo acertado de la decisión.

El Concilio concluyó en 1564 y

marcó un hito en la Iglesia Católica, dictando

las normas por las que habría de regirse en el

futuro.

En 1566 Felipe II le nombró su ca-

pellán y le otorgó una pensión anual. Al año

siguiente la encargó la dirección de la Biblia

Políglota que el editor Cristóbal Plantino le

había ofrecido publicar en Amberes. Su es-

tancia allí duró siete años, y aparte de publi-

car la Biblia Políglota, mantuvo estrecha re-

lación con los erasmistas y pensadores libera-

les, lo cual le ocasionó ciertas críticas de par-

te de los sectores radicales de la iglesia. En

los Países Bajos no sólo divulgó la cultura y

el pensamiento del humanismo españoles,

Retrato de Benito Arias Montano

Page 31: Revista Alfolí Nº 14

31

Biografía

-bernador de España en Flandes, en un tiem-

po que este territorio bajo dominio español

pasaba por momentos de grandes turbulen-

cias.

También estuvo en Inglaterra a peti-

ción de Felipe II, quien en 1954 contrajo ma-

trimonio con María Tudor, hija de Enrique

VIII. Está fue la tercera de las cuatro espo-

sas. En aquel entonces los reyes se casaban

varias veces, buscando alianzas o políticas o

hijos varones que aseguraran masculina.

María Tudor murió cuatro años después, sin

hijos, con lo cual la posible alianza política

no se consumó, pero Benito Arias Montano

estuvo en los círculos reales prestándole ase-

soría y ayuda, y fortaleciendo la expansión

del catolicismo.

Durante los años en el extranjero el

humanista extremeño aumentó sus ya vastos

conocimientos lingüísticos, a los que añadió

el francés, inglés e italiano.

El Escorial ¡al fin!

Terminado su viaje por Europa, se ins-

taló en el Monasterio de San Lorenzo donde

le esperaba una ingente tarea. Una parte im-

portante de ella era un tanto rutinaria y

monótona, pero no menos importante. Re-

quería un trabajo paciente y riguroso, para

catalogar los miles de volúmenes de la Bi-

blioteca, lo cual hizo dividiéndolos por idio-

mas. Entre ellos se encontraban algunos im-

portantes incunables. Tardó 10 meses a pe-

sar de que el catálogo tuvo que ser escrito a

mano.

Como gestor se ocupó además de con-

seguir nuevos libros para aumentar los fon-

dos de la Biblioteca iniciados con gran canti-

dad de volúmenes aportados por Felipe II.

Ésta se había enriquecido también con parte

de la colección de Gonzalo Pérez, y 4.500

volúmenes procedentes de la de Diego Hurta-

do de Mendoza. También incluía valiosos

volúmenes trasladados de la Capilla Real de

Granada, de la reina Isabel de Castilla

Durante su estancia en Amberes y en

Inglaterra entró en contacto y realizó traba-

jos conjuntos con personas librepensadoras

que tuvieron alguna influencia sobre él, lo

cual le produjo ciertos problemas con la orto-

doxia de la Iglesia y la sociedad a su vuelta a

España. Precisamente de sus viajes trajo nu-

merosas obras adquiridas con los fondos faci-

litados por el Rey. Tuvo sumo cuidado en su

elección para no enfrentarse con las opinio-

nes dominantes en España, y supo con habili-

dad sortear las dificultadas para incluirlas en

el catálogo de la Biblioteca.

Además continuó gestionando la cesión

o adquisición de nuevas colecciones entre

ellas sus cuantiosos escritos, la mayoría de

los cuales se refieren a temas religiosos y

están en latín, por lo cual son poco conoci-

dos.

Recuerdo del gran humanista.

Sin duda el mejor recuerdo que tene-

mos de él, es la propia Biblioteca en la que se

encuentra los ocho volúmenes de la Biblia

Políglota, editada en tiempos de Felipe II en

España. En El Escorial junto a la Iglesia de

San Bernabé hay una calle dedicada en su

memoria, y en San Lorenzo, la Librería que

lleva su nombre en Joaquín Costa, 1.

Biblioteca del Monasterio de El Escorial.

Restos de construcción en La Peña.

Page 32: Revista Alfolí Nº 14

32

Relato

¡¡ Gracias, muchísimas gracias !! Texto: Luis Felipe Soto Imagen: del autor

H oy 14 de febrero del 2012 es fecha

de mi cumpleaños, 71 años, no es

broma, 71.

En el Hospital de Nemba Rwanda- (África de

los grandes lagos)

Mi día ha comenzado con la rutina diaria: a

las 6h.00 de la mañana he celebrado la Misa

con las Hijas de la Caridad, comunidad de

Nemba, alguna de las cuales comparten tra-

bajo conmigo ha muchos años en el Hospi-

tal. Después desayuno, arreglar papeles, po-

nerlos en orden …, que el relevo ha llegado y

hay que traspasar a los más jóvenes los de-

beres bien hechos; este año dejo de trabajar

para Medicus Mundi Navarra, después de 15

años.

Sentado bajo el enorme bambú que adorna la

parcela y podéis ver en la foto, recuerdo los

últimos años vividos y el primer pensamien-

to que me viene a la cabeza es

“agradecimiento”, mucho “agradecimiento”,

me considero un privilegiado.

Bajo el bambú recuerdo los años 95/96 que

con Caritas Española trabajé en los campos

de refugiados rwandeses en la República De-

mocrática del Congo. Nuestro trabajo con-

sistía en organizar lo que llamaban “cocinas

comunitarias” para dar de comer a los refu-

giados; nos adentrábamos en la selva/selva

ecuatorial congoleña y de vuelta, con los re-

fugiados encontrados, eran cadáveres vivien-

tes, en un antiguo tren minero, atravesába-

mos extensiones enormes de bambúes que se

entrecruzaban encima de nuestras cabezas

formando auténticos arcos góticos de una

belleza extraordinaria e increíble.

Vivir en directo todas estas experiencias fue

para mí un privilegio en todos los sentidos y

me abrió los ojos a muchas realidades y vi-

vencias, hasta ese momento desconocidas o

deliberadamente ignoradas.

! Qué suerte he tenido por haber nacido don-

de nací ¡ Mi familia, los colegios a los que

asistí, mis formadores, la Congregación de

los Sagrados Corazones a la que pertenezco,

Sevilla, Cádiz, Jerez, donde trabajé,… y que

gran suerte tuve cuando en 1998 me enviaron

a África.

...el enorme Bambú que adorna la parcela...

El gorila en Rwanda atrae el turismo mundial.

Page 33: Revista Alfolí Nº 14

33

La violencia vivida en aquellos años

difíciles, me han regalado PAZ; la miseria

descubierta, me hizo pensar cuan rico era y

descubrir y apreciar el privilegio de comer

todos los días, de la limpieza, el agua co-

rriente y caliente, la seguridad, una cama

con sábanas limpias donde dormir, la luz

eléctrica, poder cambiarme de ropa …. Puede

parecer que desvarío, pero invito a los que

me leen, a vivir esta experiencia; leía hace

poco que por lo que soy pertenezco al grupo

del 7% de la población mundial; y esto no

me causa ningún sentimiento de culpabilidad,

al revés, mi sentimiento es agradecimiento;

es mucho lo recibido, es mucho lo que pue-

do dar. Ser generoso en la vida, ese es el se-

creto descubierto; recibir es darse, es cercan-

ía, es reconocer al otro y respetarlo en su di-

ferencia, es sensibilidad, “saisit de pitié”, que

dicen los franceses.

Hoy día de mi 71 aniversario quiero compar-

tir este regalo con todos vosotros

“agradecimiento”. Muchas, muchísimas gra-

cias.

Luís Felipe Soto ss.cc.

N.B. Estas letras quiero dedicárselas de una

forma muy especial a Fidel Ibáñez,

“compañero del alma, compañero”, que

cantó el poeta y al que por muy pocas horas

no pude despedir; el mismo día y a la misma

hora que llegué a Madrid de vacaciones le

enterraban en El Escorial. ¡Hasta siempre,

Fidel!.

Relato

Único medio de traslado de los desatendidos.

Atardecer en Rwanda.

Page 34: Revista Alfolí Nº 14

34

Sobete de limón

Sorbete de limón al cava Autora: Eva Arguiñano

El curacao es un licor de exquisito aroma,

elaborado con la piel de las naranjas que se

cultivan en la isla del mismo nombre. Si no

tienes curacao, puedes sustituirlo por otro de

licor de naranja.

Ingredientes

Para 6 personas:

1/2 botella de cava

1 L de helado de limón

8 cucharadas de nata

4 cucharadas de vodka

1 limón

Un poco de curacao azul

2 cucharadas de azúcar unas hojas de

menta

Elaboración

Limpia el limón, y con una puntilla saca un

trozo largo de la cascara. Córtalo en tiras fi-

nas y resérvalas.

Coloca el helado en el vaso de la batidora,

añade la nata, el vodka y el cava. Tritura con

la batidora eléctrica hasta que todos los in-

gredientes queden perfectamente integrados.

Pon el azúcar en un plato y vierte el curacao

en otro. A la hora de servir, moja los bordes

de las copas. Primero con el curacao y des-

pués pásalas por el plato con azúcar.

Vierte el sorbete en las copas y adórnalo con

unas hojas de mente y las tiras finas de

limón.

Consejo

A la hora de preparar este sorbete, lo mejor

es que lo hagas en el momento de consumirlo

porque pasado un tiempo, los ingredientes

tienden a separarse.

¡Os encantara!

Page 35: Revista Alfolí Nº 14

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Reposteria

Bizcocho de dos colores Texto: Margarita Bermejo Imágenes: de la autora

E n este bizcocho se utiliza chocolate

negro en una parte de la masa y en la otra se

deja normal, de esa manera una vez cocina-

do, al cortarlo se puede ver bonitos dibujos,

como si fuesen vetas de mármol. De hecho

en Inglaterra se le conoce como bizcocho de

mármol, es allí donde lo he conocido.

INGREDIENTES

225g De Mantequilla.

225g De Azúcar.

225g De Harina.

4 Huevos.

La ralladura de una naranja.

2 cucharadas de zumo de naranja.

75g De chocolate negro.

1 cucharadita de levadura royal.

1 Cucharada grande de cacao en polvo.

1 molde de 900ml alargado

Papel de hornear para forrar el molde

Modo de hacerlo:

En un recipiente, se pone el azúcar y la man-

tequilla, se bate bien hasta que se vea espon-

joso, a continuación se baten los huevos, uno

a uno hasta que estén todos bien batidos. Se

incorpora el harina y la levadura royal, con

una cuchara se incorpora hasta que esté todo

bien mezclado. La masa se divide en dos re-

cipientes. En una parte se incorpora el zumo

de naranja y la ralladura. En la otra el cacao

en polvo y el chocolate negro, que ya lo

tendréis fundido. (El chocolate se funde al

baño maría) Con una cuchara se va echando,

una de masa de chocolate y otra de la normal

hasta que esté todo en el molde. Se hornea a

180, por 1,1/4 horas.

Page 36: Revista Alfolí Nº 14

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Alfolí