proposiciones nº 12

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1 Revista de los residentes del CAMF de Leganés, nº 12, otoño 2012 Entrevista El Desván del Duende, rumberos solidarios Opinión A MI TÍO LUIS EUGENESIA COMENZÓ EL NUEVO CURSO Viajar MOJÁCAR, UN LUGAR PARA VOLVER En la playa de Almería Reportajes LA FELICIDAD DE CAMINAR EL VERANO EN MI FERRARI A vueltas con la boccia Accesibilidad La acera del Botánico Cultura HOPPER, PINTOR DE CIVILIZACIÓN

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Revista creada por los residentes del CAMF de Leganés

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201

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EntrevistaEl Desván del Duende, rumberos solidarios

OpiniónA MI TÍO LUIS EUGENESIACOMENZÓ EL NUEVO CURSO

ViajarMOJÁCAR, UN LUGAR PARA VOLVEREn la playa de Almería

ReportajesLA FELICIDAD DE CAMINAREL VERANO EN MI FERRARI

A vueltas con la boccia AccesibilidadLa acera del Botánico

CulturaHOPPER, PINTOR DE CIVILIZACIÓN

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EL ESTRÉS Y LA TORPEZAVivimos con mucho estrés en este país y comenzar el nuevo curso no lo ha mitigado. Los científicos que estudian el cerebro humano han llegado a la conclusión de que el estrés ayuda a tomar decisio-nes más inteligentes a los individuos. El estrés está originado en una gran medida porque empatizamos/simpatizamos con el otro, o sea, con esas personas que nos rodean y a las cuales afectará po-sitiva o negativamente cada una de nuestras decisiones.¿Por qué razón, entonces, se nos insiste tanto en que las decisiones hay que tomarlas con la cabeza fría? Los bancos buscan conseje-ros con la cabeza fría, las multinacionales buscan ejecutivos con la cabeza fría, en las campañas electorales se nos ofrecen líderes “equilibrados” y con la cabeza fría, hasta para verdugo se buscan tipos con la cabeza fría en EEUU y por ahí. La misma cabeza fría engorda una burbuja financiera o decide una guerra o arruina un país y ciento. Con la cabeza fría se despide a la plantilla entera de trabajadores de una empresa y se impide que esos mismos despe-didos vuelvan a encontrar trabajo a lo mejor en toda su vida. La cabeza fría vale lo mismo para decidir recortes de derechos socia-les que para ordenar cargas policiales contra ciudadanos que no están de acuerdo con esos recortes. (“No hay cosa más fría y estú-pida que un tonto con un protocolo”, ha dicho alguien). Los recientes episodios del drama económico mundial confirman las sospechas de que la sangre fría está más relacionada con la tor-peza que con la inteligencia. El cerebro humano evolucionó para que el estrés se hiciese cargo de los momentos centrales en la exis-tencia cotidiana, pero sólo porque eran momentos puntuales. Si hoy el estrés tiene tan mala prensa –ha dejado de considerarse un medio necesario del orden social y se ha convertido en un subpro-ducto del desorden que nos invade– la razón es porque hemos consentido un mundo ordenado por la competitividad y el éxito, lo cual es mucho más “estresante” que la empatía y la solidaridad. Nos han construido una sociedad de adeptos al “estrés” de la ca-beza fría, y el precio, desgraciadamente, es la torpeza que dirige el mundo y que no lleva buena dirección. Al loro, pues, y no consin-tamos que nadie nos llame torpes a nosotros.

La redacciónC. Cobo GonzálezManolo BenéitezAmparo AlmonacidFernando CastellanosAmeba

MaquetaciónEnrique Muñoz

ColaboradoresSebastián RoldánCarmen SoriaPevaÁngel HernándezBelén SánchezAna Belén VelascoCésar VidaurreGabriel López LaraPilar PueblasAMFIVIL

Avda. de Alemania, 1428916 Leganés [email protected] en formato digital:www.issuu.com/revistaproposicioneswww.escribiradrede.blogspot.com

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Cómo disfrutaste, tío, durante la grabación del vi-deoclip del grupo El Desván del Duende. El que más, seguro.Estos músicos del Desván, rumberos extremeños, estuvieron en el CAMF un día entero grabando un videoclip de su canción Di que sí, y con el Langui (que llegó más tarde y no le pude entrevistar), cuyos derechos han cedido a la Asociación Española de En-fermedades Raras, dentro de una campaña permanen-te de apoyo a la diversidad funcional, que podéis seguir en la página http://www.sisequieresepuede.comA ver cómo te sale este artícu-lo.Vaya serenata les diste con tu armónica. Quedaron satisfe-chos, sí, estos chicos, que los conocí en la facultad de Cien-cias Ambientales de la Univer-sidad de Badajoz hace ya diez años.El colega les decía “Baúl de Sas-tre”, ya le vale.Qué plasta es mi colega, pero es un buen chico, todos tene-mos defectos.El colega me obligaba a estar todo el día haciéndoles pre-guntas a los chicos. Me contestó Carlos Jerez sobre todo, el bajista del grupo. Gracias.–Los permisos para grabar en el centro, ¿fue costo-so conseguirlos?–Todo facilidades, si lo comparamos con otras producciones que hemos hecho ya. Nos pusimos en contacto con la dirección del centro, con Silvia (un enorme abrazo de nuestra parte), y dio el visto bueno para el uso de las instalaciones. Los dere-chos de imagen fue cosa vuestra, TODOS os apuntasteis a colaborar en la grabación.–¿Qué os parece nuestra residencia? ¿Qué impre-sión os lleváis?

–Si preguntas por las instalaciones, vivís bien, con amplitud, con luz. Hemos visto otros centros y muy diversas instalacio-nes en nuestro particular periplo de implicación con la causa de la “diversidad funcional” y el vuestro es un buen centro... La lata de las obras... Lo mejor que nos llevamos en la mo-chila es el buen rollo entre vosotros y visitas como nosotros, tratáis muy bien a las visitas. Ha sido genial, ilusionante, mágico, único y muy especial, mil veces GRACIAS.–Después de 10 años haciendo música juntos, ¿qué os ha enseñado el escenario?

–El escenario ha sido la “escuela de la vida y de la música” para noso-tros. Hablar de tantos años, aunque parezca que fue ayer la primera vez que nos juntamos a aporrear cajones flamencos y guitarras, supone mu-chas experiencias, anécdotas, acier-tos, errores, éxitos, fracasos... Resu-mirte todo en pocas palabras es poco menos que imposible. La lección mejor aprendida es de humildad: si hubiésemos olvidado quiénes somos y de dónde venimos, no podríamos lograr lo que queremos... Y ahora mismo, nuestro “plan maestro” pasa porque el videoclip que estamos grabando con vosotros genere todos los derechos de autor de que seamos

capaces y que eso repercuta positivamente en todo el colectivo de personas con discapacidad de España, pues para ellos será la recaudación, hemos regalado los derechos de la canción. –Ya se echaban de menos vuestros “besos de la cabra” en el panorama musical de este país, ¿para cuándo vuestras rumbas ocuparán las calles de todo Extremadura, de todo Madrid y de todo Cataluña?–Jejejeje... Gracias por echar de menos Besos de Cabra. Realmente nos gustaría poder exportar la alegría, el salero y la trascendencia de nuestra música y nuestras canciones a todas partes. En Extremadura, tenemos muchos caminos andados de norte a sur y de este a oeste. Ahora, no obstante,

DePuertasAdentro

Gabriel López Lara

GRABARON CON NOSOTROS SU VIDEOCLIP

El Desván del Duende, un grupo solidario

Carlos Jerez, bajista del grupo

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nos queda seguir haciendo lo mismo por toda la piel de toro. Que lleguemos a “ocupar” o “tomar” plazas como Madrid o Barcelona está en manos de la buena gente desvanera que quiera venirse A VOLAR con este rebaño de CABRAS,

INCREÍBLES PERO CIERTAS... Sabemos y somos realistas de cómo está todo con la dichosa crisis económica, pero creemos en nuestras posibilidades y en nuestro sueño de seguir viviendo de, por y para la música hasta que los cuerpos aguanten.–Cuando cantáis vuestra canción “Di que sí” y repetís tan obsesivamente ese estribi-llo de “Si se quiere, se puede” ¿os estáis di-rigiendo al Presidente del Gobierno, a los banqueros, a la sociedad en la que vivimos, a los millones de parados... ?–Es el mensaje central de nuestra campaña en pro de la visibilidad de la diversidad funcional, “si quieres, puedes”, y lo queremos hacer extensivo a los que hemos querido y hemos podido hacer algo, con esfuerzo, sacrificio y trabajo, y a todos aquellos que no están seguros de dar el paso para hacerlo... La canción “Di que sí”, en un principio, está dirigida a todo el mundo que se siente bajo de áni-mo o de voluntad para hacer las cosas. La hicimos pensando en muchas personas con discapacidad que nos dan ejemplo de esfuerzo, ambición y su-peración. Ellos, vosotros, y todo el mundo debemos

tener claro que SI SE QUIERE, SE PUEDE. En estos tiempos inciertos, creemos que es un lema totalmente válido y útil para el día a día... como “leitmotiv” de cualquier per-sona.–¿Cuándo tocáis la próxima vez en Madrid y dón-de? –Para don Gabriel López Lara, Gabi, HeavyMetal y la BUENA GENTE del CAMF, TODO-EN-UNO: En cuanto que volvamos a Madrid a tocar, es un juramen-to, os haremos llegar algunas invitaciones a los que queráis venir a disfrutar de la rumba desvanera en directo. Creemos que, salvo sorpresas, no volveremos a tocar a la capital o cercanías hasta el próximo 2013. Pero, a través tuya, Gabi, trataremos de teneros informados, amén de si os apuntáis a seguirnos a través de redes sociales como facebook o Twister lo sabréis rápido también.–¿Y cuándo tocaréis para nosotros aquí, en el CAMF, en alguna fiesta de los adredistas, que tenéis que pagar el favor que os hemos hecho?– Mmmm... No sé si va a poder ser. No puedo decirte, hasta Navidad estaremos cavilando nuevos temas, no sé si saldrán cabras, cabritos o cabrones, pero estaremos ocupados.O sea, una respuesta de escaqueo… Y me querían enseñar, a mí, lo que es heavy metal, qué lástima.Del rock soy el número uno, sigo a los grupos por todo Madrid.Y a las cosas que me molestan les suelo dar jaque mate. Pero los del Desván del Duende me cayeron bien.

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Si quería caminar, tendría que ir a una pisci-na privada. Me aburrí preguntando en una piscina y en otra si estaban adaptadas, dejando en cada una mis quejas por escrito para que los responsables in-tervinieran. Su respuesta siempre fue la misma: no hay presupuesto para adaptaciones.

Pero era tal mi ilusión por seguir caminando que no podía quedarme de brazos cruzados. Llamé a un sitio y a otro, y nada. Fue cuando recordé que yo era socia de la Asociación de Esclerosis Múltiple de Madrid desde hacía 17 años y que nunca me habían fallado. La secretaria me dio la dirección de una pis-cina en Cuatro Vientos, Fundación Instituto San José,

de los Hermanos de San Juan de Dios, que tiene un programa de terapia en el agua. No lo pensé dos veces y me presenté.

Cada día te enfrentas a nuevas decisiones, tienes que sacrificar unas cosas para disfrutar de otras. Desde que voy a la piscina me siento con más fuerza interior. El bienestar que siento al ca-minar dentro del agua, una paz y una seguridad en mí misma que había olvidado, me hace preguntar-

me un poco ingenuamente hasta dónde seré capaz de llegar. Estoy disfrutando de un regalo que no esperaba, quizá de Dios, quizá de la naturaleza, qui-zá de mí misma. Solo podemos comprenderlo los que hemos dejado de caminar en algún momento. Porque yo ahora he vuelto a caminar, es la misma sensación, soy capaz de moverme con autonomía, las piernas me sostienen. Solo cuando lo perdemos es cuando verdaderamente sabemos valorar este re-galo.

Por unas horas, desde que salgo del centro a la una de la tarde del miércoles y cojo la 483 –con plataforma para sillas de ruedas y unos conducto-

res superamables– que me deja en la puerta de la Fundación Instituto San José, vivo en un sueño: Atravieso el jardín que me separa de los vestua-rios, me ayudan a transferirme de mi silla a la manual y poco a poco me introduzco en las aguas, siem-pre templadas, de la piscina, estoy en otro mundo.

La alegría que siento al po-nerme en pie agarrada de las parale-las o de la mano de María, mi fisio, y dar los primeros pasos de la tar-de, hace que me pregunte por qué a mí, por qué he tenido esta inmen-sa suerte. Un gozo me estremece, siento mi cuerpo. Y mi cuerpo se siente bien. Recuerdo todo lo ocu-

rrido durante toda mi vida hasta este momento y creo que todo encaja. Son estas sensaciones las que me animan a esperar ilusionada hasta el próximo miércoles.

Y continúo esperando. El tiempo y las situa-ciones tendrán la última palabra. La ilusión no de-cae, aunque hoy tengo un esguince en el pie porque la vida te da sorpresas… Las mismas sorpresas que deseo darle yo.

DePuertasAfuera

Amparo Almonacid

LA FE LICIDAD DE CAMINAR

Hace un año ya que descubrí, perpleja, que podía caminar dentro del agua. Entonces me apunté a la piscina municipal de Leganés, pero lo tuve que dejar por falta de equipamientos, no tenían ni tienen grúa.

En la piscina

Amparo en la piscina andando por las paralelas

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Este verano me enteré de que habías falle-cido. Cuando me contaron los detalles todavía lo lamenté más.

Al principio de tú venir aquí, a la residencia, no teníamos relación. Para mí solo eras el señor al que traía su mujer en el coche al taller de Ampa-ro para pasar con nosotros el día. Comenzaste por probar a pintar y nunca te satisfacía el resultado de tu obra.

Empecé a conocerte un poco más, y a apre-

ciar tu sabiduría, cuando yo dejé una relación senti-mental que tú siempre me habías dicho que no me convenía. Como acertaste en el diagnóstico antes que yo misma, ¡vaya si acertaste!, desde entonces comencé a escucharte con más atención.

Y procuraba hacerte caso, salvo cuando me decías que me ibas a presentar a un sobrino tuyo,

funcionalmente diferente como nosotros, “que es más de tu edad y que te vendrá mejor”. Pero nunca llegaste a presentármelo, no sé si porque él no quiso hacer el esfuerzo de conocerme o porque tú no se lo dijiste nunca.

Y por esta ocurrencia tuya fue que te empe-cé a llamar tío. Y ya nunca podré dejar de llamártelo.

Precisamente ahora que en el taller habías encontrado algo que te gustaba, la composición con arenas de colores, y hacías unos payasos que

a mí me hacían llorar, vas y te mueres. Siem-pre te recordaré por tu equilibrio en los juicios, siempre tenias en la boca las palabras adecua-das para la gente del taller. Nunca te descubrí una mala cara, un mal gesto. Siempre tenías la sonrisa dibujada en el rostro y a todos nos la ofrecías como alternativa de vida, incluso a los más pesados. Y esto a pesar de tus muchos achaques, que no te hundían. Siempre estabas optimista.

Yo quiero ser como tú de mayor. Ahora no podría, soy joven y me gusta demasiado la bronca (es un decir), pero cuando tenga un mal día, te prometo que me acordaré de ti e inten-taré sonreír.

Gracias, tío Luis, por todas las cosas que sin tú saberlo me has enseñado. He apren-dido de ti (lo que son las cosas, es la lección más repetida por todas las buenas personas de este mundo) que lo primero son los demás, mi-rar por el bien de los demás y su bienestar, y después tú misma.

También eras muy cabezón, como casi todos nosotros, los que necesitamos de asis-tentes personales para vivir nuestra vida. Por-

que nunca pedías asistencia si creías que ese movi-miento podías hacerlo solo. Si la hubieras solicitado no te habrías caído, no se te hubiera complicado la fractura y seguirías aquí dándome tus consejos, tan provechosos para todos.

¡Y a quién le voy a dar ahora el postre cuan-do no me guste! Por ejemplo, los yogures.

DePuertasAdentro

Ana Belén Velasco

En recuerdo de Luis González Valle

A MI TÍO LUIS

Luis en el taller haciendo lo que le gustaba

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Para mí el verano tiene una gran venta-ja sobre otros momentos del año: los días son infinitos y hay tiempo para todo. Yo necesito tiempo para hacer cualquier cosa, las mil tareas de la vida cotidiana que alguien con toda su mo-vilidad ni memoriza y que a mí tanto tiempo me cuesta. Por eso que en verano la vida es más fácil para la gente como yo.

Y además ocurre que, si yo no tengo pe-reza para ir a cualquier sitio o hacer cualquier cosa, es porque en mi Fe-rrari se va muy fresqui-to, sin esfuerzo. El calor siempre me agotaba, a cuarenta grados en Sevilla no sale a la calle ni la Ma-carena. En cambio, con el ferrari amarillo, y en Ma-drid, soy capaz de presen-tarme en cualquier sitio y a cualquier hora, desde el centro comercial de La Vaguada hasta Aranjuez y desde El Capricho hasta Majadahonda.

Además, que mi si-lla amarilla es mi amiga, mi confidente y mi fiel aliada. Tengo tanta confianza en ella que, si me falta, no soy nadie. Con mi silla no me siento di-ferente. Y repito, ella me permite hacerlo todo y llegar a todas partes, con obstáculos y sin obstá-culos. Porque soy cabezona y digo: “esto puedo, esto puedo y esto puedo”, y cada día la quiero más y voy más lejos.

¿Y si os cuento mis principios en la Fe-rrari, que no la quería ver ni en fotos? No me cuadraba que mi silla de ruedas fuera para toda

mi vida y aquel monstruo parecía mi enemigo. Pero el tiempo pasa, las ganas de vivir vuelven, la experiencia me ha enseñado y he madurado de forma bestial. Vamos, que ya ni me acuerdo de cuando andaba y hacía las cosas sudando y con esfuerzo. Y lo que es la vida, hoy no puedo vivir sin mi silla.

Y me atrevo a decir al que empieza a usar el Ferrari que, por favor, no se sienta mal, que no se deje destruir por la falta de estima.

Es muy fácil hundirse cuando las cosas se tuercen, pero mi experiencia con el uso de la silla es que vuelves a encontrarte y a disfrutar de tu nueva vida, con sus luces y sus sombras.

La silla me ha hecho feliz a mí y ha hecho feliz a toda mi familia. Sobre todo, a mi padre, que siempre me apoyó, incluso en los peores momentos. Verlo a él, a sus 88 años, feliz, y oírle decir que está así de activo porque su hija le da vida, ya me diréis si no es como para querer a mi ferrari cada día más.

DePuertasAfuera

Cipriana Cobo

Paseando de sol a sol

EL VERANO EN MI

Los veranos en mi ferrari son un lujo: Y explico por qué son un lujo: mi ferrari amarillo es como yo llamo a mi silla de ruedas.

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Hacía ya tres veranos que no tenía vacacio-nes y las he cogido con muchas ganas. Mojácar es un pueblo muy difícil para las sillas de ruedas, pero hermoso, redescubierto hace ya muchos años por los primeros hippies de este país y que aún conser-va el encanto de lo auténtico.

No tuvimos ninguna mala experiencia con el hotel, las habitaciones enormes, las camas muy cómodas, el servicio muy bien adaptado, con un plato de ducha muy funcional. Íbamos a pasar aquí nueve noches y el lugar era confortable, comenzá-bamos muy bien. Nos instalamos, nos presentamos

todos los miembros del grupo que íbamos a convi-vir –desde Madrid íbamos veintidós, entre el foro y la periferia, y allí nos encontramos con otros tantos que venían de Galicia, León, Barcelona, Valencia, Huelva, Sevilla, etc– y nos fuimos a cenar. Por cier-to, la cena de lujo. Y el grupo, también de lujo, que no había ningún tocapelotas, lo cual ya es raro.

En realidad, con todo y ser lugares hermo-sos los que hemos visitado, quizá lo más estimu-

lante para mí sea haber conocido a buena gente. Sara, por ejemplo, me ha llegado al corazón. Le caía bien a todo el mundo. Su hermana Susana la asistía, es una mujer de corazón hermoso. Susana ama a Sara, que por su esclerosis, necesita de una atención continua. Carmelo e Isabel, por ejemplo, una pareja muy accesible y muy amable. Con Carmelo se pue-de hablar de todo, los dos somos del Madrid y los dos de Fernando Alonso, y cuando cantaba Medite-rráneo me emocionaba. Ana Gálvez y Enrique, por ejemplo, otra pareja con luz, que saben afrontar los problemas sin tristezas. Él es un personaje y ella,

un encanto. Al volver a Madrid, el bus nos dejó en COCEMFE y ellos no me permitieron coger un taxi, me trajeron hasta aquí en su propio coche. Carmen y Juanma, madre e hijo, casi mi familia. En realidad, Carmen era la mamá de todos, una mujer inagotable, cariñosa, amable, generosa. Es un lujo conocer a gente así. Y Juanma es muy parecido, tiene mucha movilidad y la aprovecha para ayudar a los compañeros. Mayca, una chica inteligente, con su pareja que, por cierto, fue cuidador en este cen-tro y me conocía. Y los dos herma-

nos asturianos, cuyo nombre ya no recuerdo pero de los que no me quiero olvidar en esta relación porque me gustaba observar cómo disfrutaban de todo.

Cada día salíamos del hotel en alguna direc-ción. Un día fuimos a la almazara Castillo de Tabernas, hoy también museo etnográfico y pinacoteca. Otro día, a la lonja de Garrucha, que era por la tarde y los pescadores subastaban el pescado según iban lle-

DePuertasAfuera

Pilar Pueblas

En Cabo de Gata

MOJÁCAR, UN LUGAR PARA VOLVER

Cuando sale una de la rutina de esta residencia, como me ha ocurrido a mí durante mis vacaciones en Mojácar, aprendes a valorar lo que tienes a diario. Y esto lo digo, que conste, después de pasar unos días inolvidables por el Cabo de Gata, en Almería, y bien asistida por Paloma.

Arrecife del Dedo

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gando los barcos. Los jardines del Paseo Marítimo de Garrucha son interminables. Otro día nos subi-mos a Mojácar. Desde el mirador de la plaza se ve toda la sierra, era como si estuvieses suspendida en el aire y fueses mariposa. Y otro día nos paseamos en camello por la playa. A mí me tocó una camella

que se movía como un tiovivo, pero no me escupió.El día grande fue cuando llegamos todos

al Cabo de Gata. Fuimos atravesando el parque y me parecía mentira, las pitas, las chumberas, los palmitos. No entiendo que la gente pague para irse a otros países y no conozca este lugar. El camino desde San José hasta el mismo Cabo de Gata es una ruta de ensueño. Íbamos dejando playas míticas a nuestra izquierda, el molino de Los Genoveses, El Barronal, la duna de Mónsul, lugares de cine, y no es metáfora, que aquí se han rodado grandes pelícu-las desde La muerte tenía un precio hasta Indiana Jones y cientos más.

Pero lo más espectacular del paseo fue cuan-do nos acercábamos al faro del Cabo de Gata, allí los acantilados te hacen cerrar los ojos. El guía nos iba diciendo los nombres de todo, plantas, flores, pájaros, las calas. Cuando nos señalaba algún ejem-plar de foca monje en el arrecife de El Dedo, yo no podía mirar, aquellos acantilados me daban vértigo.

El domingo por la mañana, penúltimo día, nos fuimos al mercadillo de Los Gallardos. Era un Rastro interminable, estrecho y petado de gente del lugar, más algún turista como nosotros.

Y el último día, playa y más playa.Y había que volver y, con tristeza, nos subi-

mos a los buses. No puedo olvidarme de los moni-tores, Álex, perfecto en todos los sentidos, y Móni-ca, un diez. Y Jesús, un conductor con sensibilidad que además nos asistía en todo, un diez más uno. Y mención especial para Paloma, mi asistente y mi amiga, una persona extraordinaria. Aquí, en la resi-dencia, tenemos la suerte de que nos asiste a todos. Gracias, Paloma.Pilar y Paloma

Playa de Mónsul

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¿Cuál es, entonces, el mundo que retra-ta Hopper en su obra? Repasando los cuadros de nuestro pintor descubrimos que nos devuelven las imágenes que cualquiera de nosotros tenemos de la vida cotidiana en EEUU. ¿Qué fue primero, nuestra imagen de América o estos cuadros de Hopper? Tan personal es su mirada que hemos aprendido todos a mirar en ellos, y no solo nosotros, sino también los fotógrafos, los cineastas, los publicistas, etc. La mirada de Hopper sobre Nueva York y la sociedad americana se ha multiplicado por infinito desde que muriera en 1967. Durante mucho tiempo, todos los

creadores de imagen le debían algo y por eso ahora todos repetimos EEUU con sus ojos.

Hopper se formó en la escuela realista ame-ricana de la mano de un profesor como Robert Henri, el iniciador de la AshCan School (la Escuela del Cubo de Basura), muy influenciado por todos los grandes pintores del barroco, Velázquez, Ver-meer, por Courbet y los demás socialistas franceses, por Manet, Degas y los maestros del Impresionis-mo. De estos últimos aprende Hopper a matizar el color. Todo lo demás, sobre todo su mirada tan es-pecial, lo aprende solo y lo aprende dibujando ilus-traciones para las revistas que le dieron de comer

durante muchos años. El primer cuado lo vendió en 1923, cumplidos los 41 años. Todavía tendrá que esperar otros dos años para poder vivir de la pin-tura.

Su mirada se fija en temas nunca centrales, las butacas semivacías de un teatro, la media facha-da de un inmueble con ventanas cerradas o abiertas, una mujer asomada a cualquier edificio de viviendas suburbanas, gasolineras vacías, oficinas semivacías o casualmente ocupadas en la noche por el jefe y su secretaria. Pero sobre todo pinta los interiores. En los interiores Hopper retrata a America, la soledad

de la vida americana, una habitación de hotel, una ventana al amanecer, una terraza al sol, mujeres solas, hombres aburridos, ausentes de sí mismos, ex-trañados, incomunicados, solos, la vida misma. Son todas ellas unas imágenes inolvidables de aislamiento y derrota, de soledad. Los trenes, las autopistas, las farolas, la vida moderna es soledad y tristeza, incluso cuando pinta el mar (que sus marinas fueron los cuadros que más me gustaron, pero por mis ob-sesiones con el agua, aunque he de re-conocer que no son los más originales).

Hay un cuadro, Reunión nocturna, en que cambia la soledad por ansiedad, por nerviosismo, por conspi-ración. En la caza de brujas del senador McCarthy, Hopper estaba del lado de los buenos y los pintaba así, acorralados.

Hopper le debe mucho al cine, sobre todo a los encuadres más arriesgados de los buenos direc-tores del cine mudo. Pero tanto cuidó sus perspec-tivas en cada cuadro, su punto de vista tan original, que ha terminado siendo su pintura la que orienta los tiros de cámara de la mayoría de los clásicos del séptimo arte. Y como el cine, Hopper es un pintor de civilización, del fracaso de nuestra civilización.

DePuertasAfuera

Carmen Soria

Los cuadros de la soledad

Iba a la exposición de Edward Hopper convencida de que vería muchos rascacielos. Es el pintor de Nueva York y un pintor realista. Pues bien, ni un rascacielos en sus cuadros, ni uno solo, ni una referencia a esa sociedad masiva y bulliciosa que nos muestran por televisión, generalmente presa de la prisa, pero sobre todo del miedo.

HOPPER, PINTOR DE CIVILIZACIÓN

Recreación de Sol de la mañana

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Fui a revisar de nuevo este tramo del paseo con la intención de detallar los obstáculos y fotogra-fiarlos si era posible, y me encontré con la agradable sorpresa de que la acera había sido reparada y era totalmente accesible.

Efectivamente, los escalones habían sido eli-minados, dejando el tramo completamente llano y, donde no era posible allanar el terreno, como tam-

bién en los terraplenes de tierra que había junto a los árboles, se habían construido rampas, haciendo el paseo accesible en su totalidad. Mis felicitaciones, pues, al Ayuntamiento de Madrid por ello.

Pero no todo es perfecto. De inmediato ob-servé varias deficiencias, la primera en la misma acera reparada: han dejado un doble escalón que es casi invisible según se sube desde Atocha hacia el Museo del Prado, y la rampa que lo salva, si bien tiene la an-chura suficiente para una silla, es muy estrecha y muy difícil de ver sentado, como ya he dicho antes, por lo que más de dos se la tragarán si van algo descuidados. La solución a este peligro sería ensanchar la rampa los metros que faltan y eliminar el escalón.

Las otras deficiencias, aunque no ya en la

acera recién arreglada, se pudieron aprovechar estas obras para eliminarlas, y son: Una, en el cruce situado un poco más arriba del Ministerio de Sanidad no hay rebaje en un bordillo, ahora inaccesible pero fácil-mente subsanable. Dos, en el paseo central, a la altura del mismo Ministerio, hay una serie de escalones que nos impiden el acceso a algunos tramos del paseo. Y tres, incluso en uno de los cruces que atraviesan este paseo existen unos bordillos excesivamente altos que nos impiden el paso. Todavía recuerdo las dificulta-des que tuvimos las sillas para colocarnos donde nos exigía la policía cuando estuvimos en la manifesta-ción para protestar por la falta de personal en este CAMF y que se celebró ante el Ministerio de Sanidad hace un par de años.

Por último, la plazoleta existente entre la en-trada al Botánico y la Puerta Murillo del Museo del Prado, está pavimentada con unos adoquines de tal manera que al circular por ella con la silla es una tor-tura para la espalda, por los saltos.

En conclusión, se ha perdido una oportuni-dad preciosa para eliminar obstáculos y dejar el Paseo del Prado en perfectas condiciones de accesibilidad, aprovechando estas obras recientemente hechas.

DePuertasAfuera

Manolo Benéitez

La acera del Botánico:

Hace tiempo que tenía pensado escribir este artículo para denunciar la lamentable accesibilidad de la acera en el lateral del Jardín Botánico, en el Paseo del Prado de Madrid, pues había intentado alguna vez pasear por allí y tuve que desistir y cruzarme a la otra acera, ya que era totalmente intransitable para una silla de ruedas, con tramos de escalones a lo largo de todo el trayecto, amén de otros obstáculos. Solo había conseguido recorrer el tramo entero, de la glorieta de Atocha hasta el Museo del Prado, una vez que iba acompañado por mis sobrinos, que me ayudaron a salvarlo al estilo motocross.

UNA SORPRESA AGRADABLE, CON REPAROS

Desde arriba el escalon apenas se ve

Paso de cebra sin rebaje de bordillo

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Recuerdo que en mis años de estudiante, des-pués de pasar las vacaciones, en las que también traba-jaba ayudando a mi padre en las tareas de recolección agrícola, sentía ese gusanillo de experimentar cómo se desarrollaría el curso que estaba por comenzar, siempre con ganas de sacar buenas notas y de ser de los prime-ros de la clase (entonces ni se hablaba del síndrome pos-tvacacional). La idea era clara: trabajar duro para llegar a final de curso y, con los nervios a flor de piel, poner el listón bien alto. No siempre se conseguía, pero era la meta. Ahora me identifico plenamente con San Pablo cuando dice: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya al-canzado; pero una cosa hago: olvidando cier-tamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, pro-sigo a la meta, al premio del supremo llamamien-to de Dios en Cristo Je-sús” (Fil. 3: 13-14).

Hemos co-menzado una nueva etapa que sin duda, como las pasadas y las por venir, marcará nuestras vidas. Es fundamental olvidar lo pasado y extendernos a lo que está delante. El cristiano como el que no lo es necesita desarrollar y usar los dones y capacidades, ya sean naturales o espiri-tuales, que Dios le ha dado, es la única forma de lograr el propósito para el que cada uno ha sido creado. Todo lo que existe está al servicio del hombre/mujer, plantas, animales, minerales, todo. Para que lo use con sabidu-ría, inteligencia y bondad, de manera que cualquier cosa que haga redunde en beneficio de los demás y del suyo propio. Y para conseguirlo hay un método infalible: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Col. 3: 23-24).

Así que sin duda es importante tener una carre-ra, un buen trabajo, saludable posición social, salud, etc., pero si nos quedamos estancados en lo material, tarde o temprano la monotonía e insatisfacción harán mella

en nosotros y nos sentiremos vacíos y en muchos casos no encontraremos sentido a nuestra vida. Queramos o no, nuestro lugar está junto al Creador que es quien de verdad nos llena de VIDA.

Quizás no estamos pasando por los mejores momentos de nuestra existencia y esto hace que mu-chos lleguen a la desesperación y la desidia ante una si-tuación precaria y frente a un horizonte en apariencia nada claro. La solución es dejar de sumirnos en nues-tra impotencia y abrir bien los ojos y oídos, porque hay quien nos habla de paz, salvación, gloria, misericordia, verdad, justicia, bien, fruto… Sin duda son palabras que

no se oyen mucho en este tiempo, pero es la realidad de los que nos acercamos a Dios haciendo nuestras estas pala-bras del salmista:

“Escucharé lo que hablará Dios; por-que hablará paz a su pueblo y a sus santos, para que no se vuelvan a la locura.

Ciertamente cercana está su salvación a los que le temen, para que habite la gloria en nuestra tierra.

La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron.

La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos.

El Señor dará también el bien, y nuestra tierra dará su fruto”

(Salmo 85: 8-12)Como decía una joven que nos acompañó du-

rante las vacaciones hace años: “Tenemos el padre más rico del mundo”. Amigos lectores, estoy plenamente convencido de que si todos aplicamos a nuestra vida los mandatos de Jesús España cambiará y el mundo será otro. Empecemos por nosotros mismos ya, no espere-mos a que lo hagan otros.

NADIE ES MÁS QUE NADIE, TODOS NOS NECESITAMOS.

DePuertasAfuera

Ángel Hernández

VidaCOMENZÓ EL NUEVO CURSO

Casi todos hemos terminado nuestro período de vacaciones estivales, las calles vuelven a llenarse de coches, nuestros compañeros conocidos aparecen de nuevo, los estudiantes reanudan sus clases y el engranaje de lo habitual arranca.

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En el pasado mes de Julio, para terminar el cur-so, hicimos en el CAMF una liguilla de boccia entre los miembros del equipo. Empezamos con dos grupos de cuatro jugadores cada uno, en los que se clasificaron

dos semifinalistas de cada grupo y de los que salimos los finalistas. Las partidas en su mayoría fueron muy disputadas e interesantes, especialmente la final, con al-ternativas en el marcador y buenas jugadas. El podio quedó así: Antonio Martín en lo más alto, Manolo Be-néitez en el segundo cajón y José Carlos García en el tercero. Terminó el torneo con la entrega de medallas, y regalos para todos, y con una pequeña fiesta de despe-dida antes de las vacaciones.

El torneo con que hemos comenzado este cur-so fue un Open que se celebró en Guadalajara el pasado 23 de Septiembre. Del centro fuimos seis deportistas,

más cinco voluntarios y la entrenadora, Alicia. Después de un buen madrugón llegamos sobre las 11, que era la hora prevista para comenzar. Y empezamos a jugar, con retraso, que todo hay que decirlo. El resultado fue muy desigual, pues empezamos perdiendo. Solo al final se salvaron de la quema Pilar Pueblas y Juan Prats, que ganaron una partida cada uno. A pesar de todo, nos di-vertimos. Hay que decir que los rivales, en su mayoría, eran muy buenos y algunos hasta habían participado en las recientes Paraolimpiadas de Londres. Como ya dije, nos divertimos, conocimos gente y comimos una buena paella. Por la tarde nos tuvimos que venir para Leganès antes de la entrega de premios debido al retraso con que comenzó la competición y que se arrastró todo el día. Incluso algún partido se dejó de jugar para poder llegar a la cena.

DePuertasAfuera

Manolo Benéitez

Salimos del centro sobre las 5 de la tarde para coger el Metro e ir a Plaza España, donde iniciamos el paseo por la Calle Bailén y el Palacio Real en dirección a la Calle Mayor, pues íbamos a la Plaza Mayor y coincidía con la marcha de los mineros. No queríamos pasar por Sol, por si estaba cortada. El objetivo era comernos un bocata de calamares donde siempre se ha comido, allí, en los sopor-tales del callejón de Ciudad Rodrigo junto al Mercado de San Miguel. Éramos un gru-pito de jugadores de boccia,

más asociados, e íbamos en buena compañía, Laura, la terapeuta, Alicia, la monitora de boccia y una volunta-ria, Gema. Entramos a la Plaza Mayor y nos pusimos

a comer, que el objetivo del paseo era hacer hambre para esto. Por cierto, el bocata de calamares, aparte de servir de excusa para el viaje, nos supo a gloria. La pena fue que, a la vuelta, esta vez por Sol, para coger el tren a Getafe y de allí a casa por el Metro, vol-víamos a tener hambre y no nos esperaba ningún bocata de calamares.

A vueltas con la boccia

UN BOCATA COMPARTIDO

DOS TORNEOS, FIN DE UN CURSO Y COMIENZO DE OTRO

Manolo Benéitez

Antonio mostrando su bocata de calamares

Medallas y regalos para todos

El equipo de la boccia en Guadalajara

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Estoy a favor del aborto, pero hay cosas que no se deberían consentir. Ha habido gente muy buena a lo largo de la historia en el campo de la música, de la literatura, de la física, de todas las ramas del saber, que eran ciegos, cojos, mancos, paralí-ticos cerebrales, locos, y etc., etc., etc. Hombres como Ho-mero, el filósofo Diógenes, Milton, Galileo, Quevedo, Juan Ruiz de Alarcón, Lord Byron, Haendel, Francisco de Salinas, Joaquín Rodrigo, o los premios Nobel Stephen Hawking y John Forbes Nash, y hasta un dios griego, Hefes-to, o yo misma, que no tengo que demostrar aquí mi agudo ingenio, pues ya lo hice sobra-damente en otras ocasiones, si bien a estas alturas de mi vida me noto un poco espesa pues el ambiente en el que vivo no es el más propicio para afilar mi lengua con inteli-gencia, probablemente no existiríamos si la eugene-sia hubiera sido ley, como lo es hoy en España y en otros muchos países.

La historia de la humanidad no sería como la conocemos si alguno de estos hombres u otros mu-chos como ellos hubiesen faltado. Aun así, desde el Monte Teigeto, en Esparta, hasta los hornos cremato-rios de Hitler o las actuales leyes que apoyan la eugene-sia no han faltado los inten-tos de hacernos desaparecer de entre los vivos. Del pe-núltimo intento me enteré por la prensa esta última primavera. El artículo que se comentaba había sido publicado en el “Journal of Medical Ethics”, se titu-laba “El aborto después del nacimiento” y lo firmaba

Albert Giubilini y Francesca Minerva, profesores y exalumnos de Oxford. Entre otros mil disparates, estos señores concluyen que los “abortos después de nacer” deberían estar permitidos en todos los

casos, pero especialmente en “los casos en los que los re-cién nacidos tienen alguna dis-capacidad”. Leí esta noticia y no me quedé helada.

Últimamente me sorprenden pocas cosas, pero la discriminación ha-cia cualquier colectivo es lo que soporto menos. Porque si hay que matar a un diverso funcional por-que da muchos gastos a la sociedad, por la misma ra-zón habría que exterminar a toda la clase de parásitos que dirigen a la humanidad al desastre y que viajan en limusina, que no se cortan

en pagar con dinero público o robado mediante la plusvalía, cualquiera de sus gastos de restaurante y cama, como acostumbraba a hacer el presidente del Tribunal Supremo, de cuyo nombre no quiero acor-darme.

La manía de contar los gastos de unos tipos educados en la austeridad, como somos nosotros, la mayoría de diversos fun-cionales, y no contar lo que despilfarran tan irresponsa-blemente todos esos parási-tos que nos explotan o go-biernan, es la causa de que nunca nos salgan las cuen-tas. No somos nosotros los que sobramos en este mun-

do, sino toda esa gente que se cree en el derecho a pensar y decidir por nosotros, y que por cierto dirige tan mal el mundo que lo lleva al desastre.

DePuertasAfuera

Peva

E U G E N E S I A

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Me decidí este verano y la he acompañado a Almería. Conchi tenía razón, hemos vivido el día a día conociéndonos unos a otros e intentando apro-vechar todos los minutos, pues los días en vacacio-nes se te hacen muy cortos. Las actividades que nos proponen los voluntarios son muy variadas. Desde la misa hasta las fiestas de disfraces o las salidas a la playa, hay para todos los gustos y para que nadie se quede al margen. Te despiertas y ya estás ocupada. Los voluntarios, la mayoría, nos ayudan a vivir con intensidad cada nueva experiencia.

Conchi conocía la colonia y me hablaba de todo con entusiasmo. Por ejemplo, me hablaba de las maravillas que con-seguía hacer Josefina en el agua del mar, y estos comentarios su-yos fueron los que me inspiraron para pro-yectar este artículo. Yo misma tenía mucho interés por compro-bar mi movilidad en el agua de la playa y por eso me interesaba la experiencia de Josefi-na.

El primer día de playa no hice otra cosa que observarla. Dejó la silla de ruedas, los voluntarios la ayudaron a intro-ducirse en el agua, se puso de pie y dio unos pasos. No había manera de sacarla de allí, se podía tirar en el agua hasta una hora sin cansarse. Gritaba de feli-cidad, daba envidia. Entre paréntesis diré que mi ex-periencia con el mar ha sido un poco desilusionante, pues no podía hacer frente a la fuerza del agua, las olas me tiraban y no podía caminar como en la pis-cina. Por lo demás, el mar es una buena compañía y viví momentos inolvidables.

La verdadera sorpresa, sin embargo, me la dio Conchi. Disfrutábamos de una mañana de playa ideal, el agua limpia, el sol clemente y baños prolon-

gados. Me había sentado por fin en mi silla después de los baños y miraba el horizonte cuando un mur-mullo se corrió entre nosotros y me puse a observar lo que ocurría. Vi a mi amiga Conchi de charla con Santos, un cura que nos había venido a visitar. Esto no tendría la menor importancia si no fuera porque ella estaba caminando descalza por la arena de la playa, sin andador y sin apoyos, sola, ni siquiera del brazo del cura. Pero es que Conchi nunca camina sola, y siempre ha de apoyarse en alguien si le falta su andador. Todo el grupo nos quedamos helados, nunca jamás la habíamos visto tan derecha y tan gar-bosa caminando, como si nada le ocurriese.

Hace quince años que Conchi se cayó y desde entonces no puede caminar sin ayuda. Gracias a sus dos hijos, que la mo-tivan, aprendió a ma-nejar el andador y se intenta superar.

Ni ella misma se creía lo que estaba ocurriendo. Se reía y parecía feliz. Muy ner-viosa no podía estar porque caminaba de-

recha como una modelo. Un compañero la gravó en su cámara y cuando ella misma se contemplaba caminando, se reía con cara de incredulidad.

¿Qué pudo ocurrir? Me lo pregunto y no acierto a responder. Estuvo caminando más de un cuarto de hora sin el menor contratiempo. Cuando se lo pregunté a ella no supo qué contestar, volvió a reírse.

Yo pensé si no sería el buen habiente de la colonia, la relajación de unas vacaciones, no sé. Has-ta se me ocurrió si no sería un milagro, el milagro de la amistad, del cariño y de las buenas vibraciones. En fin, no hay como disfrutar de los buenos momentos y estar bien acompañado para tener buena salud.

DePuertasAfuera

Amparo Almonacid

En la playa de Almería

Tengo una amiga, Conchi, que me animaba a pasar unas vacaciones con ella. Conchi es habitual de las colonias de FRATER y aseguraba que me lo iba a pasar muy bien.

SORPRESAS TE DA LA VIDA…

Conchi caminando por la arena de la playa

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Trabajadoras/es del CAMF de Leganés manifestándose contra los recortes

Trabajadores y residentes del CAMF de Leganés participando en la grabación del vídeo

El rapero y actor Langui, en algunos momentos de la grabación