proposiciones nº 8

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1 La pintura Antonio López: LA VISIBILIDAD DE LO FEO Sebastián Roldán: JOYAS EN UNA CARPETA Las vacaciones Bergondo: LA FELICIDAD TE AYUDA A CAMINAR De vacaciones en agosto Los trabajadores Cocina: “LA COMIDA ES UN PLACER, PERO EN DOSIS APROPIADAS” César, un vasco en Madrid Reportajes LA MUJER QUE CAMINA Albarracín: un pueblo gélido ¡AMAMOS LA BOCCIA! MANIFIESTO SALTAMONTES: La biografía de una de las nuestras Revista de los residentes del CAMF de Leganés, nº 8, otoño 2011 Accesibilidad LAS RAMPAS IMPOSIBLES CÓMO SE FRUSTRÓ UNA VISITA INTERESANTE UN SISTEMA INFORMATICO PARA SORDOS Vida/2: AGRADECIMIENTO A LA VELOZ

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REVISTA DE LOS RESIDENTES DEL CAMF DE LEGANÉS

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La pinturaAntonio López: LA VISIBILIDAD DE LO FEOSebastián Roldán: JOYAS EN UNA CARPETA

Las vacacionesBergondo: LA FELICIDAD TE AYUDA A CAMINAR

De vacaciones en agostoLos trabajadores

Cocina: “LA COMIDA ES UN PLACER,PERO EN DOSIS APROPIADAS”

César, un vasco en Madrid

ReportajesLA MUJER QUE CAMINA Albarracín: un pueblo gélido

¡AMAMOS LA BOCCIA!MANIFIESTO SALTAMONTES:La biografía de una de las nuestras

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AccesibilidadLAS RAMPAS IMPOSIBLES CÓMO SE FRUSTRÓ UNA VISITA INTERESANTE UN SISTEMA INFORMATICO PARA SORDOS Vida/2: AGRADECIMIENTO A LA VELOZ

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La redacciónC. Cobo GonzálezManolo BenéitezAmparo AlmonacidFernando CastellanosInés BarrigasAmeba

MaquetaciónEnrique Muñoz

ColaboradoresSebastián RoldánCarmen SoriaPevaÁngel HernándezAMFIVIL

LAS NUBES DEL OTOÑONos ha resultado muy difícil en la redacción de esta revista hacer el balance del verano que termina, teniendo como tenemos por delante un otoño tan cargado de nubarrones. Si el balance lo tuvieran que hacer en los periódicos, lo tendrían más fácil, no habría otro recuerdo de estos meses que la crisis de la deuda. Nos han dado bien la turra con la deuda, como si quisieran convencernos de que somos nosotros los responsables del despilfarro, mayormente los cinco millones de parados. En la redacción estamos convencidos de que hacemos Proposiciones por no oírlos. Para nosotros, que somos gente del común, hubo vacaciones en la playa para unos, para otros vacaciones en el pueblo, visitas a museos para muchos, visitas al comedor tres veces al día y visitas a la familia, o descubrimientos como la pintura del gran Sebas y éxitos como el de doña Carmen Soria con su Manifiesto Saltamontes –que hasta fue invitada el pasado 14 de septiembre al programa de CarneCruda, en Radio 3, de RNE. Pero lo cierto es que el otoño viene movido y los nubarrones que amenazan son muy diversos. De momento ya no se habla solo de la deuda, sino de los responsables de esta ruina, o del cabreo de esas mareas verdes y blancas de profesores y sanitarios contra los recortes en los servicios públicos, o de los jóvenes que ahora ocupan plazas junto a las bolsas de todo el mundo para señalar con su dedo de la reprobación a los especuladores que gobiernan el planeta. En fin, que es bueno que el otoño venga cargado de nubarrones. Sin las nubes no habría lluvia y sin lluvia tampoco habría sementera o pastos. Un buen otoño es un otoño de borrascas, y en eso estamos.

Avda. de Alemania, 1428916 Leganés [email protected] en formato digital:www.issuu.com/revistaproposicioneswww.escribiradrede.blogspot.com

Rectificación: En el pasado nº 7 de nuestra revista y en la nota InMemoriam, tuvimos la osadía de afirmar que nuestro querido compañero Vicente Montes “cantaba mal”, afirmación que ofendió a algunos compañeros que cantaban a su lado en el coro, lo cual nos parece más que suficiente razón para retirar lo dicho. Pues sea, y pedimos disculpas a los escandalizados.

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DePuertasAfuera

Carmen SoriaHay demasiados pintores que lo ven todo bo-

nito. Pero la realidad no es bonita. No es bonito el mundo que habitamos, estos basureros de la civili-zación humana, o sea, las ciudades modernas con todos sus cuartos oscuros, todos sus guetos, todo lo que no limpia ese fairy que lava a la gente gua-pa, el dinero. Antonio López es un pintor que fija su mirada en lo que nadie se atreve a mirar, en los rincones llenos de fracaso y llenos de ternura, lo mismo una escombrera que un váter que Madrid. Porque Madrid, lo dice el mismo Antonio López, el pintor que mejor ha sabido mirar sus suburbios, “es una ciudad fea”, es un fracaso de ciudad.

Pintar lo feo, mantener fija la mirada y el alma en uno de esos espacios que todos reconocemos, en los restos del banquete, en lo que hemos desechado y olvidado, es la heroicidad de este pintor. Es así como nos rescata a los humillados del infierno.

Yo no soy pintora y a lo mejor admiro dema-siado a los que saben pintar. Antonio López en un pintor de recursos ilimitados. La fuerza de su mira-da es tan aguda que consigue pintarlo todo desde el interior de los objetos. Con su pincel capta el alma de las cosas. Por eso se atreve con lo feo, porque el alma de las cosas nunca es fea, porque está llena de emociones. Su dibujo, o sea, su ojo, es tan perfecto que ha pintado cuadros con solo un lápiz. No ha

necesitado del color para hacernos reparar en las ruinas que una piqueta ha producido en un cuarto de baño. Un teórico del color como es él pinta sus

cuadros apenas en tonalidades grises y ocres. Ha vaciado su paleta de todo lo que no es aire, esos metros cúbicos de aire atravesados por la luz que componen la mayoría de sus obras mayores, lo mis-mo los exteriores de Madrid que los interiores de su estudio o del comedor de su casa o un váter más lleno de mierda que los tigres de Atocha.

Su perfeccionismo le lleva a corregir y no dar por terminado nunca un cuadro. De hecho, ningu-no lo está del todo, sobre todo las grandes panorá-micas, vacías de movimiento. Hasta el agua de su Mujer en la bañera está quieta. Su mar es Madrid y la línea del cielo de Madrid se mueve muy lentamente. Todo está quieto, hasta el comedor con niña de La cena. Sólo la emoción se mueve.

Su mirada sobre lo más humilde que rodea al ciudadano moderno se completa con el retrato que hace de la figura humana en sus esculturas. No

puede haber desnudos más des-amparados que los que esculpe Antonio López. Cada una de sus esculturas, lo mismo da una mu-jer que un hombre, es triste y vul-nerable como la soledad misma. Y no arranca del espectador sino lágrimas.

Gracias, maestro, por ense-ñarnos a mirar lo que nadie ve. Tu mirada nos da mucha moral a los cojos y ciegos, que siempre pa-samos desapercibidos. Por eso, y quizá sin saberlo, hemos ido tan-tos desde aquí, desde el CAMF de Leganés, a ver tu exposición.

La exposición de Antonio López en el Thyssen:LA VISIBILIDAD DE LO FEO

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DePuertasAdentro

Inés BarrigasCuando llegué a este centro me llamó la aten-

ción un chico guapo, moreno, muy varonil, que pa-recía muy concentrado en su trabajo y muy pen-diente de las necesidades de los residentes entre las mesas del comedor. Durante un tiempo estuve observándole y puedo decir que es un chico muy responsable.

Al ver que era un amante de su trabajo, pasé a la acción. Y pensé: éste chico me gusta. Y heme aquí escribiendo estas líneas, para que a través de ellas todos le conozcáis un poco más.

Me puse en contacto con él directamente y le pedí que fuera mi invitado, a lo que accedió gusto-samente.

Hemos mantenido una muy grata, amena e intensa conversación. De ella he obtenido mi im-presión de un tipo fuera de lo común. No tuvo nin-gún problema en charlar conmigo, estuvimos casi tres horas de charla. Eso sí, hizo sus reservas en cuanto a la confidencialidad de algunas de las cosas

que me contó, las cuales yo silencio.César es un chico del Norte. Por lo tanto, es

una persona llana, solidaria, abierta, noble y simpá-tica. Hace 5 años que trabaja en el centro, y de él los residentes, todos con los que he hablado, están muy contentos. Es decir, cumple bien con su trabajo,

tiene vocación. Los residentes le quieren.

Vive solo en un pequeño apartamento. Además de ser cariñoso y amable, acce-sible, agrada-ble, correcto y educado, es un gran conversa-dor. Salió de su tierra a los 15 años, una tierra que añora mucho. Le gustaría hacerse alguna escapada más a menudo allí. Y yo le pregunto: “¿Qué hace un vasco en Madrid?” Él me contesta: “¡Pues eso mismo digo yo! Con lo bien que se está allí”.

Es amigo de sus amigos, pero sale poco, le gusta más estar en casa. Le gusta leer, escuchar mú-

sica, hacer excursiones al aire li-bre y estar con su pareja. Es un hombre tranquilo. Le pregunto por los recuerdos de su niñez. Me responde que era un niño normal, jugaba en la calle, los juegos normales. Creció como un chico normal. Y aquí añade que para él lo primero es su ma-dre.

Otro de sus grandes amo-res es la informática. Entre el mar y la montaña prefiere el mar. Le gusta mucho Cádiz y Almería.

– ¿Te gustan los niños? –le pregunto.

– Sí, me encantan, pero los de los demás –bromea.

–Tengo entendido que eres un mujeriego y has sido… O sea, que eres un picaflor…

–Ja, ja, ja –Y añadió, con el mismo buen ro-llo, algo que no se podría poner en ninguna hoja parroquial.

El retrato de un cuidador:CÉSAR GARCÍA, UN VASCO EN MADRID

César

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DePuertasAfuera

Amparo Almonacid

CRMF de BergondoLA FELICIDAD TE AYUDA A CAMINAR

Tuve la suerte de ir a Bergondo este verano en un correco-rrequetepillo. Todavía no me explico bien cómo se me brindó esta oportunidad. Or-ganizaba el viaje nues-tro Centro, en respues-ta a una invitación del CRMF de Bergondo. Había cinco plazas disponibles y me tocó la última. Ha sido una

experiencia sublime para mí.Bergondo está a la vera del mar, en las Rías Al-

tas. Sales de la residencia y lo primero que ves son las olas rompiendo en la arena de la playa. Solo esta música relajante del mar es ya un regalo. Desde algunas habi-taciones lo puedes contemplar en toda su belleza. Los viajeros de Leganés estuvimos allí cinco días, cinco ma-ravillosos días. Yo, que anímicamente no estaba viviendo mis mejores días, pues la vida nunca sabes cuándo se te va a complicar, he vuelto de Bergondo con las ilusiones renovadas y muchas ganas de vivir.

No parábamos. Y, además, estábamos muy bien asistidos por un personal muy atento. Lo más excitan-te eran las mañanas de navegación. Nos monitorizaban voluntarios de la fundación MaríaJoséJove, que organizan hasta campeonatos de vela para diversos funcionales. Son chicos jóvenes, pero muy habituados a tratar con gentes como nosotros, que nos asistían con eficacia para que pudiésemos disfrutar de estos deportes de la vela y el remo.

Los viajeros de Leganés navegábamos cada uno en su barco, acompañados del monitor, que nos enseñaba a manejar la vela, permitiéndonos vivir las emociones de esas viradas tan excitantes que vemos en los campos de regatas. Nunca me había imaginado manejando un vele-ro en mar abierto. Navegábamos por la ría, pero ya me lo imagino.

Con el remo, mi compañera y yo parecíamos Po-cahontas. Terminábamos como una sopa, empapadas de agua pero felices por esta experiencia de forzados de trainera en el Atlántico, que parece que vas sentada sobre el mar y que el remo va a huir de nuestras manos.

Estas conquistas tan nuevas en nuestras vidas nos

demostraron a los viajeros del CAMF hasta qué punto, a pesar de nuestra poca movilidad, ni el mar ni el aire están cerrados para nadie. Nosotros nos lo cerramos la mayo-ría de las veces, pensando que no vamos a ser capaces de afrontar nuevos retos. No hay como dejarse llevar por el mar para descubrirse a uno mismo e inundarse de paz.

Las tardes por Santiago de Compostela o A Co-ruña, siempre acompañados de nuestro conductor y nuestra cuidadora, fueron igualmente enriquecedoras, tranquilas, amigables. El ambiente del grupo fue en todo momento de muy buen rollo.

Tanto ha influido la vivencia de Bergondo en mi ánimo, tanta paz, seguridad y felicidad me ha transmitido que, a los pocos días, en un viaje de vacaciones, me atreví a pedir a mis asistentes que me echaran al mar para nadar yo sola, como solía hacer antes de manejarme en esta silla de ruedas. Y cuál no sería mi sorpresa cuando com-probé que sí podía, aunque solo de espalda. Y lo más importante, también descubrí que podía caminar dentro del agua. Es decir, descubrí una nueva ilusión para vivir.

O sea, que me he hecho socia de la Piscina Muni-cipal de Leganés.

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DE VACACIONES EN AGOSTO

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DePuertasAfuera

Fernando CastellanosYo paso las vacaciones, desde que me vine a

vivir a Zarzaquemada con mis padres, en un pueblo de la provincia de Toledo llamado Aldea en Cabo. Me suelo ir en el mes de agosto, pero este año, por problemas laborales, se retrasó el viaje y estuve allí la segunda quincena de agosto y la primera de sep-tiembre, incluida la semana de las fiestas del patrón, san Ramón Nonato.

Y he vuelto a hacer lo que solía: me levanto, casi nunca temprano, me aseo y desayuno. Luego voy por el pan y hago los recados que me mandan mis hermanas. Cuando termino, me vuelvo a bajar a la plaza y con mi silla eléctrica me voy a ver un ratillo a Silvia, la farmacéutica del pueblo, una chica de buen trato que no le importa gastar su tiempo charlando conmigo. Este año su obsesión ha sido el conflicto de los farmacéuticos con la Junta, que no les paga las medicinas. Todos los días me daba la lata con esto.

Dejo a Silvia y me voy al bar, a tomar una cocacola. Cuando llega la hora de la comida subo a comer y me quedo en casa hasta las seis más o me-nos, leyendo por ahora Nada, de Carmen Laforet, que me gustan los clásicos. Y me vuelvo a bajar a la calle, esta vez a charlar con los viejillos del pue-blo, que así me entero que Cándido tiene el melonar con las sandías mas gordas o que su hijo Javi lleva los mejores terneros al mercado de Talavera de la Reina. En esta tertulia me pongo al corriente de todo, que los viejos están todo el día en la plaza y no se les pasa nada.

Ya tarde, me subo a casa y les cuento las no-

vedades a mis hermanas, pues ellas salen poco. Solo por las tardes, cuando cae el calor, se van a dar un paseo por el monte, entre las encinas. Y cuando vuelven, cenamos. Y yo vuelvo a salir, esta vez a la puerta de un antiguo vecino, el Cándido de las san-días, que allí siempre hay tertulia. Aunque ahora la familia tenemos casa propia, anteriormente éramos vecinos en alquiler de Cándido. Allí me estoy con él y su mujer María, con los Machacantes y con otro matrimonio de Madrid. Siempre hay algo de qué hablar, si no es el rebaño son los huertos. Me dan las 12 o 12.30 y me voy a acostar.

Y vuelta a empezar.La víspera de las fiestas de san Ramón Nonato

hay fuegos artificiales, que yo procuro ver pruden-temente alejado, a la puerta de una vecina y protegi-do por la distancia. Al baile en la plaza me persono para mirar, que los cuerpos cuando se mueven con gracia son una obra de arte. A los toros ni me arri-mo, sinceramente, porque no me gustan. Al baile suelo ir con mis hermanas, y ellas bailan mientras yo me tomo una cocacola.

Y también voy a misa de 10, lo confieso. Y luego al bar. Tomamos unas cañas y nos subimos a

comer. También hay torneos de parchís o de mús, teatro, las verbenas. En fin, para ser un pueblo tan pequeño, las fiestas están bien, no se puede pedir mucho más.

Y una semana más en Aldea en Cabo y ter-minaron las vacaciones. Y vuelta a Zarzaquemada.

Aldea en Cabo

Aldea en Cabo en fiestas

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DePuertasAdentro

Inés BarrigasLa primera vez que vi pintar a Sebastián

Roldán, el artista estaba terminando un cuadro de mil colores. En realidad, pintaba un otoño que yo relacioné de inmediato con unos versos suyos: Quiero que a mi cuerpo/ lo purifique el fuego. Pintaba, acostado como está en la camilla, con el pincel en la boca. Yo, que he pintado muchos cuadros, comprendí enseguida que estaba ante un creador con mucho oficio, ante un verdadero genio. Tanto me picó la curiosidad que comenzó mi interrogatorio –no olvidéis que soy nueva en esta residencia– y no cesé de preguntar hasta enterarme de que tenía obra en su habitación, aparte los muchísimos cuadros que ha vendido.

Conseguí que me enseñara lo ultimísimo, una carpeta con no menos de una docena de óleos sobre madera. Por lo que sé, Sebas siempre fue un pintor figurativo, pero en estos últimos cuadros de la carpeta, pintados sin modelos, se ha dedicado a explorar nuevos territorios, tanto en la composición como en el color, muy alejados del realismo y del postimpresionismo en que se movía su pintura. Su cuadro Naturaleza con guitarra me llamó especialmente la atención por lo arriesgado, no ya en los motivos que asocia, unas flores de jarrón y una guitarra, sino sobre todo por el desequilibrio en los fondos, un verde hierba y un azul eléctrico, que dan

al conjunto un aire de irrealidad, con todo y ser tan concreto.

La irrealidad vuelve a brotar como la sensación más fuerte en el cuadro Toro y rejoneador. ¡Cómo ha conseguido pintar el movimiento! A cualquiera que se le diga que ese cuadro es obra de un artista que pinta con la boca y vive desde hace demasiados años postrado en una camilla y que apenas mueve el dedo índice de sus manos, no se lo va a creer. El movimiento de su toro y de su caballo parece música, irreal de tan exacto, perfecto, inolvidable, una danza.

“Soy yo si hago aquello en lo que creo”, escribió una vez Sebastián. Recuerdo su sentencia cada vez que contemplo otro cuadro suyo, Árbol vestido, con una fantasmagoría en el centro tan inquietante que parece todo un artículo de fe quijotesca. Cuando el autor me explicó que se lo había inspirado la Semana Santa y sus cortejos, me confirmé en mis impresiones: estaba contemplando la obra de un genio, de un quijote, de un soñador en el cepo.

En fin, Sebastián me confesó también que, como Mark Twain: “El paraíso lo prefiero por el clima, el infierno por la compañía”. O sea, que además de hacerlo todo bien,

nuestro genio tiene sentido del humor. Es una bendición haberlo conocido, a él y su obra.

Joyas en una carpeta“EL INFIERNO ME GUSTA POR LA COMPAÑÍA”

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DePuertasAdentro

C. Cobo González

El equipo de cocina lo forman, además del jefe David, ocho trabajadoras, cuatro de ellas co-cineras y otras cuatro ayudantes. No conocemos el nombre de todas porque no pudimos hablar con las que estaban ocupadas. Nos atendieron Pilar Briones, Alicia y Toñi, y por ellas sabemos que Carmen Lafuente se va a jubilar pronto, jun-to con la propia Pilar Briones. Ellas dos son las más antiguas del departamento. Desde aquí les deseamos júbilo de verdad a las dos.

A Pilar Briones, que nos confesó que no le gusta cocinar los encebollados, como era la más veterana del equipo, le hicimos las preguntas más incómodas, sobre los platos que menos nos sue-len gustar a la mayoría de los residentes, sopas a veces poco sabrosas, demasiados hervidos en el menú, etc. Ella nos contestó como suele:

–Las críticas sobre mi trabajo las encajo muy mal, pues pongo el alma en lo que hago. Yo creo que cocino muy bien, y os aseguro que no cocino mejor en mi casa. Salgo muchas veces a hablar con vosotros, a preguntaros si os ha gustado el menú, y cuando me dice alguien que no está bue-no un plato que yo he cocinado me da un disgusto, porque yo hago más de lo que puedo.

Lo que nos dijo Pilar nos lo repitieron todas sus compañeras, esto de que en la cocina todas trabajan con mucho interés. Reconocen que a ve-ces falla la calidad de los productos, y eso es lo que estropea algún plato. Ellas en esto no pueden hacer nada, pues a los proveedores no los contra-tan en cocina, son concursos del IMSERSO.

Preguntamos a Alicia, nuestra mejor repos-tera, por otro de los conflictos más habituales con los menús: el asunto de las dietas, sobre todo las equivocaciones de cocina. Y nos explicó cosas que ya sabemos, como que las dietas las fijan los médicos y no los cocineros. Nos hizo la lista de los diversos menús que ellas tienen que prepa-

rar cada día, en cada comida. Son siete: normal, colesterol, gástrico, diabético, úrico, triturado y blando, y todos ellos dobles, con sal y sin sal.

–Os quejáis de las dietas, que si os aburren y tal, pero en la cocina no podemos mejorar eso. Ya nos gustaría a nosotras que todos pudieseis comer de todo. A lo que nos en-frentamos en la cocina, con esto de las dietas, es a catorce menús diferentes para cada comida, cator-ce... Es cierto que algu-nas veces nos equivoca-mos, pero son muy pocas, una de cien, todas somos

El equipo de cocina:“LA COMIDA ES UN PLACER, PERO ENDOSIS APROPIADAS”

Alicia

Nos hemos citado con el equipo de cocina con la intención de que nos hablasen de su trabajo, pero sobre todo para que nos explicasen como encajan las críticas que unos y otros hacemos cuando no nos gustan los menús, que los residentes no solemos callar cuando se trata de juzgar lo que comemos.

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humanas. Y además, que no siempre trabajamos el equipo al completo, que si una baja, que si una libranza, etc.

Los errores puntuales los reconocen todas, y nos juran que no volverán a equivocarse, que intentan poner todos los medios.

De todas formas, hay algo que todos debe-ríamos tener más en cuenta: los que comemos somos nosotros y cada uno de nosotros hemos de hacernos responsables de nuestra ingesta. Fue con Toñi, que disfruta cuando cocina la pasta, con quien más hablamos de las responsabilidades de

cada cual en su alimentación –en realidad, to-das las compa-ñeras estaban de acuerdo– y nos dijo cosas interesantes:

–A todos nos gusta comer, pero hemos de ha-cerlo con criterio. Cada cual tiene sus necesidades y su metabolismo, y nadie mejor que

cada uno para saber lo que tienes que comer y lo que no, cantidades o incluso platos. Yo creo que tendríais que ser más responsables en esto, tener más inquietudes, preocu-paros vosotros sobre qué coméis o sobre lo que os conviene comer. La comida es un placer, pero en dosis apropiadas.

–¿Seríais partidarias en la cocina de una die-tista para decidir los menús y sus características?

–Un o una dietista sería una ayuda para hacer frente a muchos de los problemas que la mayoría tenéis con la alimentación. Y a nosotras nos ayudaría también, seguiríamos pautas más rigurosas a la hora de preparar

los alimentos.Y el jefe de cocina nos comentó

que su departamento es, a día de hoy, el que mejor funciona en el centro. Esta fue su afirmación, pero no negó tampoco que es el que más críticas re-cibe de los residentes.

–¿Por qué ocurre esto, David?–La comida es la parte fundamental

de la vida para muchos de vosotros. No tenéis acceso a algunos de los placeres que sí disfru-tamos otras personas, como jugar al balon-cesto por ejemplo, pero el placer de la comida sí que está a vuestro alcance, y exigís vuestra parte.

–Cierto, y por eso que protesta-mos tanto cuando la comida que nos ofrecéis parece que no tiene mucho fundamento.

–Yo entiendo vuestras críticas. De hecho, salgo casi todos los días a hablar con vosotros al comedor y conozco vuestra opinión. Algunos sois un poco exagerados, tam-bién hay que decirlo, todo os parece mal. Pero entre voso-tros también los hay que hacéis criticas más ponderadas, que nos orientan en nuestro trabajo.

Lo cierto es que, de un año a esta parte, la comida está más apetitosa en nuestra casa, sobre todo porque está mejor condimentada, lo cual es un gustazo. Es una opinión que hemos recogido de algunos residentes, los usuarios del comedor. Nunca nos pondremos todos de acuerdo en esto, pues el placer es la más personal de las emocio-nes. Pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte también el ambiente del comedor ha me-jorado, todo el personal está más pendiente de nosotros y esto ayuda mucho a la digestión.Alicia

Carmen y Pilar

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DePuertasAdentro

Fernando CastellanosEsa mujer que camina tan elegante entre

nuestras sillas, cada día con paso más firme, que se sienta a comer a nuestro lado y que escucha a quien se lo solicita o habla con cualquiera de nosotros, siempre atenta, siempre sonriente, esa mujer no es la concejal de Cultura del nuevo ayuntamiento de Leganés, es una residente como cualquiera de noso-

tros, una compañera, una mujer que se ha enfrenta-do al infierno y está venciéndolo. Es Inés Barrigas.

Nuestra Inés llegó hace unos meses al CAMF. Hace tres años que había sufrido un ictus. Un trom-bo en el cerebro dejó el lado derecho de su cuerpo totalmente paralizado. Inés estuvo en coma duran-te unos meses, inconsciente, al borde de la muerte. Así comenzó su calvario. Pero de pronto abrió los ojos y desde aquel día no ha dejado de luchar. Su hija Ainhoa estaba con ella, animándola a vivir y asistiéndola hasta en la menor de sus necesidades.

Estaba en el hospital de Getafe y allí mismo inició una durísima rehabilitación. Al principio, los ejercicios tenía que hacerlos en la misma cama, pues no podía levantarse. No podía ni andar y ade-más había perdido el habla. Todo tuvo que apren-

derlo de nuevo, como una niña pequeña, a hablar y a caminar.

A pesar del sufrimiento que para Inés suponía tener que hacer estos ejercicios, prescritos por los fisioterapeutas, sus ganas de rehabilitarse eran tan-tas que nunca se quejaba. El dolor que le producían los movimientos era intensísimo, tanto que a veces deseaba que la dejaran en paz. Pero su hija tampoco desfallecía.

Comprendía que ese era el camino para su re-cuperación, no había otra opción, no podía negarse esta oportunidad. Y con la colaboración de su hija Ainhoa, todo este trabajo de rehabilitación tuvo al fin su recompensa. Mejoró tanto que pronto estu-vo en condiciones de trasladarse a otro centro más especializado, ahora en la sierra de Madrid, donde prosiguió con sus ejercicios.

También le dieron el alta en este centro por-que ya no podían enseñarle más. Había aprendido a caminar otra vez, pero también había aprendido a hablar por fin. Y a orientarse, que hasta su sentido de la orientación se había visto afectado. Ya nadie podía ayudar a Inés. Todo lo que consiguiera a par-tir de ahora lo tendría que conseguir por sí sola, con su fuerza de voluntad y su tesón.

Aquí está, entre nosotros, hablando de todo sin que se le traben las palabras, caminando cada vez más segura. Es difícil imaginar que esa señora tan elegante que nos acompaña camino del come-dor haya estado afectada una vez por un ictus. Inés ha vuelto a pintar, que siempre fue su gran pasión. “Ahora pinto incluso con más atrevimiento”, me ha confesado.

Esta historia había que contarla. Inés tiene un no sé qué que hace de ella siempre el centro de atención. Todo el mundo quiere estar con ella y todo el mundo la quiere. Hablar con Inés te da calma, paz y sosiego. En fin, te hace ver las cosas de otra manera. Su ejemplo te demuestra que todo se puede conseguir, que todo está a nuestro alcance. Es cuestión de intentarlo.

Inés es una mujer muy especial, para mí que tocada por los dioses.

Inés Barrigas

LA MUJER QUE CAMINA

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DePuertasAfuera

Manolo Benéitez

Para empezar, vamos a ir a la Avda. JuanCar-los I, entre las rotondas de la Noria y de la Fuente Griega, en la acera de los pares. Hay dos rampas imposibles para acceder desde esta acera al parking y a los jardines que llegan hasta la Avda. Alemania, por detrás de la piscina municipal. Las dos rampas,

por detrás de los edificios de esta acera, tienen una pendiente excesiva, de más del 20%, tanta que una silla manual no podría subirla y una electrónica co-rrería el riesgo de volcar. Son pendientes muy supe-riores al límite legal del 6%. Y si a esto añades que una de ellas está rematada en un bordillo altísimo, que si no giras en ángulo recto y en un espacio muy reducido te la pegas, uno termina por pensar que se hizo para no ser usada: salida tan complicada de la rampa hace imposible su utilización incluso para los coches de bebés.

Ahora vamos al parque de Las Moreras, en la Avda. Gran Bretaña, enfrente de Parque Sur. Don-de estaba el antiguo paso peatonal se conservan, a ambos lados de la escalera, dos rampas suicidas. Su pendiente no tiene nada que envidiar a las de los altos asturianos del Angliru y la Farrapona, que se subieron en la recién terminada Vuelta Ciclista a España. Si las otras tenían una remota posibilidad de poder subirse, aunque con gran riesgo de vuelco, o sea, de partirse la cabeza, estas son imposibles de

subir de todo punto. Su pendiente bien puede llegar al 40%, o está muy cerca. Los obreros que la hicie-ron de seguro que usaron crampones.

También en este parque hay dos fuentes a las que no podemos acceder. Están sobre una plata-forma de cemento con un escalón altísimo que im-

pide acercarse a ellas con la silla. Y en el contiguo parque de los Cipreses, al otro lado de JuanCarlos I, existe otra fuente más, también con el mismo problema de plataforma con escalón.

En este ultimo parque citado, existe también una escalera para subir a la colina del Escudo de la ciudad. Hay escalera, pero no hay rampa. Ya mencioné esta barrera en un anterior artículo, hace años, y vuelvo a insistir para que se construya la rampa corres-

pondiente que nos permita a las sillas subir a este mirador desde este lado del parque.

Y para terminar, una felicitación. Hemos vis-to con satisfacción que los bordillos mal rematados de la Avda. Alemania han sido corregidos y están perfectos. En un número anterior habíamos de-nunciado dos escalones especialmente imposibles en la acera de los impares y muy cerca del pabellón de Hielo, casi enfrente. Pues bien, todos están co-rregidos, aunque sospecho que influyeron más en el arreglo las dos reuniones que mantuvo nuestra asociación AMFIVIL con técnicos y concejales del consistorio, que mi artículo.

En nuestro barrio de El Carrascal hay rampas y fuentes imposibles, de las que es responsable el Ayuntamiento. O sea, son rampas y fuentes que están, pero como si no estuviesen, por lo menos para los que andamos sobre cuatro ruedas.

Accesibilidad:

LAS RAMPAS IMPOSIBLES

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DePuertasAfuera

Ángel Hernández

El viaje transcurrió con normalidad hasta que llegué a la parada del autobús que debería llevar-me a Morata de Tajuña, que así se llama mi patria chica. Como era fiesta y la oficina estaba cerrada, por lo que no pude preguntar, fui directo al auto-bús. Cuando lo tenía cerca me dio mala sensación por su aspecto, me pareció que no estaría adapta-do para diversos funcionales. Me acerqué y dije al conductor que si podía llevarme. Inmediatamente comenzó a buscar el mando que acciona la rampa, pero ¡sorpresa! no lo encontraba. Ni lo encontraría, pues no llevaba rampa. El hombre, superamable, quería ayudarme a subir, pero obviamente no había sitio para mi silla. Le agradecí su interés y le dije que esperaría al siguiente.

Pero este señor, decidido a que se cumplie-ra mi objetivo de viajar, llamó a un departamento que según me informaron después se llama Tráfico y después de algunas preguntas concluyó: “Tenemos que llevarle como sea”. Así que, cuando acabó la conversación, le pregunté a qué hora venía el si-guiente y me dijo que a las tres y media pero que si ese no venía adaptado, con él vendría otro adaptado aunque fuera para llevarme a mí solo. Confieso que

me quedé sorprendido ante esta respuesta, luego de darle las gracias por su ayuda e interés, a lo que repuso que lo que sentía era no poder hacerme el servicio. Y él siguió viaje con su bus y yo me fui a dar una vuelta para hacer hora hasta que saliera el siguiente.

Poco antes de la hora prevista me personé en la parada y vuelta a la sensación que había tenido la primera vez: el aspecto del coche que llegaba no era muy tranquilizador. Efectivamente, no era el ade-cuado. Pero, ¡GLORIA A DIOS!, inmediatamente detrás venía otro que sí lo era. En cuanto pregunté al conductor me dijo que subiera y que nos íba-mos para Morata, sorprendido y en mi interior muy agradecido, sobre todo a DIOS. Subí y me alegró

que también lo hiciera alguna perso-na más. Como no era el de ruta, antes de las cuatro ya estábamos en casa, pues no hizo ninguna parada durante el recorrido. Nuevamente le mostré mi agradecimiento al chófer, a lo que me contestó que con haber hecho el servicio estaba satisfecho.

Posiblemente haya quien diga que era su obligación, pero lo cier-to es que no son pocas las veces que tenemos dificultades para movernos en transporte público por causa del mal funcionamiento de las rampas, y esto constituye un peligro tanto para las personas que nos ayudan como para nosotros. Así que quizá son dig-

nos de salir a la luz casos como este, lo mismo que cuando tenemos que rellenar una hoja de reclama-ción o quejarnos del servicio también lo hacemos, si bien tal vez no siempre.

Mi agradecimiento, pues, a los conductores que en general son muy amables y se prestan a ayu-dar, pienso que de corazón, del mismo modo mi agradecimiento a todas las personas que desintere-sadamente nos brindan su ayuda.

Vida/2

AGRADECIMIENTO A LA VELOZ

El lunes, 15 de agosto, salí de Leganés con intención de ir a mi pueblo, como ya he hecho en otras ocasiones. LaVeloz es la empresa de buses que me tenía que llevar.

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Manolo BenéitezA mediados de este verano el centro progra-

mó una excursión a la ermita de San Antonio de la Florida, con la intención de ver los frescos de Goya que se conservan en esta ermita. En realidad, la vi-sita estaba programada para unos días después de la fiesta del santo del 13 de junio, pero al no estar disponible la furgoneta aquel día, se pospuso.

Salimos con retraso, pues la furgo tuvo que hacer un viaje previo, creo recordar que para llevar a alguien al médico. Pero nos pusimos en marcha y llegamos con bien. Nos disponíamos a iniciar la visita, pero…

Y surgió el primer problema: al llegar ante la

fachada de entrada, nos encontramos con un her-moso escalón en la puerta principal. Había otra puerta en un lateral de la misma fachada, pero allí otro escalón nos impedía el paso.

Mientras las cuidadoras que nos acompaña-ban entraron para buscar a algún responsable, no-sotros nos dedicamos a dar una vuelta alrededor de la iglesia, buscando un acceso adaptado. Resultó una misión fallida.

Salieron una empleada y la vigilante jurado a darnos explicaciones. Estuvimos hablando con ellas un buen rato y nos confirmaron que no exis-tía ninguna entrada accesible. Y nos sugirieron que presentásemos una reclamación. Nos pusimos ma-nos a la obra y, redactada la misma, la firmamos

todos los que íbamos en la excursión, residentes y asistentes.

Como era pronto y teníamos toda la mañana por delante, decidimos subir a la Montaña del Prín-cipe Pío, que ahora es un parque, para ver el templo de Debod, que estaba cerca a pesar de la cuesta. Y allá que nos fuimos.

Cuando llegamos, nos encontramos con más de lo mismo. Pero ahora, a lo bestia: además de los dos escalones para acceder a la entrada, hay dos tramos de escaleras que impiden la entrada al in-terior del templo a los usuarios de sillas de ruedas.

Hablando con el personal del templo, nos sugirieron que, aunque difí-cil y complicado por el peso de las sillas electrónicas, ellos podían, ayudados por tres o cuatro personas más, subir-nos a pulso para entrar den-tro. Al parecer habían hecho esto con otra persona unos días antes. Pero nosotros nos negamos porque, aparte del peso excesivo de las sillas, que reventaría a cualquiera, y el riesgo de que un golpe podría averiarlas, es una cuestión de dignidad.

Decidimos no prestarnos a este circo porque opinamos todos que no podemos estar dependien-do de paños calientes o de la buena voluntad de la gente. Tenemos el derecho a poder entrar en los sitios públicos por nuestros propios medios. Y es obligación de los poderes públicos eliminar las barreras y obstáculos que nos impiden movernos libremente. No solo porque lo digan las leyes, tam-bién es nuestro derecho.

Y tengo que decir, para terminar, que ante una propuesta nuestra de que entraran al templo las personas andantes que nos acompañaban y una residente que iba en silla manual, ellas decidieron por unanimidad que, o entrábamos todos o no en-traba nadie. Gracias, chicas.

La excursión a San Antonio de la FloridaO CÓMO SE FRUSTRÓ UNA VISITA INTERESANTE

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DePuertasAdentro

No hace mucho que el Ayuntamiento de Le-ganés presentó por fin un nuevo sistema informá-tico para la atención a las personas sordas o con dificultades en el habla.

Este sistema, llamado Telesor, fue presentado en un acto presidido por el alcalde y las concejalas de Asuntos Sociales y Nuevas Tecnologías. La ini-ciativa consiste en un servicio que permite el acceso de manera gratuita, a las personas con discapacidad auditiva y de habla, a través de Internet y median-te ordenador o teléfono móvil con una aplicación de descarga, a cuatro dependen-cias municipales: Servicios Sociales, Área de Discapacidad, Atención al Ciudadano y Policía Local.

El nuevo sistema Telesor pone en comunicación al usuario con el departamento correspondiente me-diante Chat, de manera privada y en ambas direcciones, a través de tex-to escrito. Es lo equivalente a una llamada telefónica y se contesta de forma inmediata en horario de aten-ción al público, salvo en el caso de la Policía Local, que será las 24 horas.

Se conecta entrando en la pá-gina de Telesor: www.telesor.es, o a tra-vés del enlace de la página web del

Ayuntamiento. Presentado este nuevo recurso, se abrió un

turno de preguntas en el que salieron a relucir di-versas cuestiones y dificultades, como qué pasa en el caso de las personas mayores que no saben ma-nejar un ordenador. Para solventar este problema, se pidió un sistema de videoconferencia. Otra su-gerencia fue la posibilidad de que los servicios se realizasen de manera presencial en las dependencias municipales con un intérprete, y se informó de que este servicio ya está presente en la Casa del Reloj.

¡AMAMOS LA BOCCIA!Nos gusta la boccia. Somos un grupo numeroso de residentes

los que disfrutamos jugando, o sea, relacionándonos, discutiendo, ha-ciendo equipo, haciendo bromas, metiendo la pata, que todo esto y más es lo que permite un juego tan divertido como el nuestro, muy parecido a la petanca pero mucho más movido. ¿Cuál es el problema que tenemos? Pues que, desde que nos quedamos sin coordinadora allá por mayo, no hemos podido volver a jugar. Los entusiastas de la boccia pedimos un por favor, necesitamos un coordinador a la mayor brevedad. Somos muchos y tenemos necesidad de fiesta, que eso es jugar para nosotros.

Telesor en el AyuntamientoUN SISTEMA INFORMáTICO PARA SORDOS

DePuertasAfuera

M. B.

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DePuertasAfuera

Peva

¿Por qué en Albarracín las viejas y los viejos no se mueren nunca? Esta es la pregunta que se ha-cen algunos envidiosos y la mayoría de demógrafos, que España es tierra muy dada a la envidia y a los extremismos. El frío extremo le tocó casi en su to-talidad a Albarracín. En el resto del país nos agobia el calor, mayormente.

¿Que por qué digo esto? Pues porque los con-trastes de temperatura entre unas regiones y otras son muy grandes y yo creo que es el frío lo que tiene más que ver con la mucha edad de los albarra-cinenses, que ya salen hasta en la tele por lo viejos que son.

Descubrí no hace mucho esta ciudad de Teruel, declarada toda ella monumento nacional y que está bañada por el rió Guadalaviar. Lo de baña-da es un decir, porque ese río debe de estar siempre helado y también cubierto de nieve la mayor parte del año. Allí todos son viejos porque se conservan bien.

Hay un doctor un poco loco que afirma que “cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que ten-drá impacto en los 5 trillones de células que for-man nuestro organismo”. Se atreve a decir que hay conductas “S” (Serenidad, Silencio, Sabiduría, Sabor, Sexo, Sueño, Sonrisa) que promueven secreción de serotonina, la hormona de la alegría, y conductas “R” (Resentimiento, Rabia, Rencor, Reproche, Resistencias, Represión) que facilitan la secreción de cortisol, una hormona corrosiva para las células, que acelera el envejecimiento.

Yo, si me dieran a elegir, preferiría morir jo-ven, pero eso sí, feliz. Este doctor asegura que las conductas “S” generan actitudes “A”: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento, y que las conductas “R”, por el contrario, generan actitudes “D”: depresión, desánimo, desesperación, desolación. Mi doctor loco dice que con solo este alfabeto emocional logramos vi-vir más tiempo y mejor, porque la “mala sangre” (mucho cortisol y poca serotonina) deterioran la salud, posibilitan la enfermedad y aceleran el enve-jecimiento.

En fin, que yo con vivir mejor ya me consi-dero premiada, y los años de sobra se los regalo al doctor. Pero estoy segura que lo de Albarracín no es cosa de la serotonina. Allí es el frío lo que con-serva a los paisanos al ralentí. En este pueblo no se lleva eso de instalar nevera, no hace la mas mínima

falta. Es un negocio que está descartado, pues los lugareños tienen la fresquera en casa todo el año. En Albarracín las nieves son casi perpetuas, pues sus períodos de frío pueden ser de hasta seis me-ses. Medio año con este tiempo es fácil que alargue la vida de las personas hasta edades increíbles, de alucinar. Así de bien conservado por el frío, un al-barracinense puede que alcance hasta los 100 años con facilidad, sin cardiovasculares o demencia senil o reumas. Allí los viejos se mueren de viejos, como un coche que caduca, y lo hacen tan ricamente en su cama, eso sí, helados de frío, sin enfermedades que puedan joderte tu vida de cuento, o sea, el final feliz.

Lo de la serotonina queda para los que os criasteis lejos del frío y nunca llegaréis a centenarios por más que sonriáis.

De paseo por la demografía

U N P U E B L O G É L I D O

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DePuertasAfuera

Ameba

La biografía de una de las nuestras

MANIFIESTO SALTAMONTES

Mi amigo Gabriel López, durante el acto que quiero reseñar, dijo ante todos los presentes: “No me gus-ta hablar bien de los vivos”. A mí tampoco me gusta hablar bien de los vivos, admirado Gabriel, sobre todo si los tengo envidia, pero me ha tocado en suerte escribir esta reseña del acto/homenaje a la hija de los maestros, la concurridísima convocatoria que sus amigos escritores organizaron en la FNAC de ParqueSur este septiembre, y no sé si podré evitarlo.

Porque aquel día, 2 de septiembre, se presentó en sociedad el libro Manifiesto saltamontes, ensayo bio-gráfico escrito por Dª Carmen Soria, la susodicha hija de los maestros, y obra y autora no han recibido más que elogios desde entonces, lo mis-mo en los periódi-cos del kiosco que entre los blogeros y twitteros de “su majestad cósmica Internet”. No osaré yo contradecir a vo-ces tan reiteradas, tantas y tan altas, que han terminado por sentar a nuestra autora nada menos que ante el micro y durante una hora, en los estudios de RNE, en el programa CarneCruda de Radio 3. También soy de la opinión, amigo Gabriel, que los periódicos di-cen la verdad cuando hablan bien de nuestros amigos, por más que tengamos envidia.

Los que iniciaron esta cascada de elogios fueron en realidad sus amigos durante aquel acto en la FNAC. Allí hablaron, además de la directora Silvia Palamarchuk –muy emocionada, aunque no tanto como el hermano de la autora–, Laureano Corvo, acertado en la crítica y exagerado en los elogios, Conchi López, con mucho fundamento, Gerardo García, espectacular en su impro-visación, pues le tocó abreviar minutos que otros habían alargado, Gabriel López, prístino como siempre, Petra Olivares, la más imaginativa y entrañable, Iñaki Catá –no podían faltar en el homenaje a la compañera algunas de sus Miniaturas desde el corazón– y Manuel Herrera, que había leído tan exhaustivamente el libro que todo

lo que ha publicado la prensa después de aquel día a mí ya me sonaba. Su reseña fue, para mi gusto, si bien muy aguda en algunas observaciones, demasiado elogiosa, como el resto. El único que no se pasó en los elogios fue su hermano Enrique. Hablaba tan emocionado que nadie entendió nada, salvo la autora, que creyó pillarle algo nada favorable relacionado con la escritura de sus cuentos, y replicó: “No hagáis caso a un ingeniero, que los ingenieros no saben de letras”. Y el hermano nos tuvo que invitar a una ronda.

Después de aquel día se han publicado entrevistas con Dª Carmen Soria, se han hecho reseñas, algunas muy inteligentes, y lecturas en la radio muy emocionan-

tes, se han vendido libros, pocos... En fin, que el gabi-nete de prensa de LibrosCronopio, dirigido por Patri-cia Reguero, ha he-cho una gran labor. Estas son algunas direcciones de in-terés relacionadas con el libro:

http://desbor-damientos.wordpress.com/2011/09/08/

http://escri-biradr ede.blogspot.

com/2011/09/sentada-del-8-de-septiembre-de-2011.htmlhttp://www.youtube.com/watch?v=0qcgJOmEzlQ&fe

ature=relatedCarne cruda - Un latigazo de vida - 14/09/11Y los que deseéis comprar el libro podéis escribir

un correo a [email protected] no quería hablar mal, pero no puedo menos

que pedir cuentas al editor que tuvo la ocurrencia de subtitular el Manifiesto saltamontes como “Ensayo biográfico de una paralítica cerebral”. Cuando yo vea subtitulado el Quijote como “La novela de un manco”, por ejemplo, o las últimas obras de Vargas Llosa como “Disparates de un viejo muy nocivo” o los libros de Paca Aguirre como “La poesía de una huérfana republicana”, entonces enten-deré que sea asunto de portada la parálisis cerebral de nuestra compañera Dª Carmen Soria. Hasta entonces, mejor no ser folclóricos.