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liliil Cedecs !1!1 1m1! Textos Abiertos 1111 llill iiill 11111 iiill il!iil u il f (_,..-' 1 La Violencia de las Formas Jurídicas La sociología del poder y el derecho de Pierre Bourdieu Andrés García Inda Profesor de filosofía del derecho Universidad de Zaragoza J s.L. Centro de Estudios de Derecho, Economía y Ciencias Sociales Barcelona 1997

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Textos Abiertos

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La Violencia de las

Formas Jurídicas

La sociología del poder y el derecho

de Pierre Bourdieu

Andrés García Inda

Profesor de filosofía del derecho Universidad de Zaragoza

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Cedecs~-Editorial s.L. Centro de Estudios de

Derecho, Economía y Ciencias Sociales

Barcelona 1997

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Primera edición, noviembre 1997

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ri su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, ni su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

Copyright© Andrés García Inda

C edecs Editorial s. L.

París, 1-7 Nave 31 Polígono Cava Solera 08191 Rubí (Barcelona)

ISBN: 84-89171-96-3 Déposito Legal: B-45.963-97 Diseño de coleección: Josep Rom

Impreso en Españó Printed in Spain

A mis padres

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«La libertad no consiste en negar mágicamente

esta necesidad, síno en conocerla, lo que en níngún caso obliga ni autoriza a reconocerla: el conocimiento científico de la necesidad encierra la posibilidad de un acción tendente a neutralizarla, y por lo tanto una libertad posible. Por lo mismo,

el desconocimiento de la necesidad implica la forma más absoluta de reconocimiento: mientras la ley es ignorada, el resultado del laisser-faire, cómplice de lo probable, aparece corno un destino;

cuando ella es conocida, éste aparece como una violencia.»

Pien·e Bourdieu (<<Le mort saisit le vif»)

«La necesidad no tiene por qué ser lo contrario de la libertad, y quizás el hombre sea más

libre cuando, en vez de manifestar sus motivos, puede limitarse a decir "soy lo que hago".»

C. S. Lewis (Cautivado por la alegría)

«El gobernador, general Miguel Marino Torralvo, expide el certificado exigido por las empresas petroleras que operan en la costa de Colombia. Los indios no existen, certifica el gobernador,

ante escribano y con testigos. Hace ya tres años que la ley número 1905/55, aprobada en Bogotá por el Congreso Nacional, estableció que los índios no existían en San Andrés de Sotavento

y otras comunidades índias donde habían brotado súbitos chorros de peh·óleo. Ahora el gobernador no hace más que

confirmar la ley. Si los índios existieran serían ilegales. Por eso ha11. sido enviados al cementerio o al destierro.»

Eduardo Galeano (Memoria del fuego In. El siglo del viento)

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In. dice

Introducción...................................................................................... 13

Capitulo I. En todas partes y en ninguna. Esbozo de una sociología del poder

l. l. La sociología del poder y el poder de la sociología l. l. l. Saber y poder: para una crítica de la crítica sociológica........................................................................... 23 !.1.2. ¿Un juego de espejos? .......................................... ,.. 28 1.1.3. Teoría y práctica........................................................ 40 I.1.4. La jerarquía de los actos epistemológicos y el

principio de vigilancia........................ .................. ....... 43 1.2. El «Estructuralismo genético»: Habitus y campo

1.2.1. Más allá de la libertad y la necesidad................... 49 1.2.2. El campo social.......................................................... 62 1.2.3. El «Habitus»............................................................... 89 1.2.4. Distancia y distinción............................................... 113

1.3. El círculo y el centro: Poder simbólico y violencia simbólica............................................................................. 124

CAPITULO II. La ilusion del campo jurídico. El constructivismo jurídico de P. Bourdieu

11.1. La regla y la práctica: Lo normal y la norma ............ 135 II.l.l. Lo normal y la norma ............................................. 137 II.1.2. La regla y el «habitus>> ............................................ 145

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LA VIOLENCIA DE LAS FORMAS JURÍDICAS

II.2. El derecho como fuerza (como lucha): La estructura del campo jurídico ....................................... . ll.2.1. El campo jurídico: la lucha en el derecho y la

lucha por el derecho ..................................................... . II.2.2. Campo jurídico y campo estatal: el Estado

co1no campo social. ..................................................... .. II.2.3. Campo jurídico y transfonnaciones del derecho: El

poder del derecho y el poder en el derecho .............. . Il.3. El derecho como forma ............................................... .

II.3.1. Economía jurídica y economía lingüística ......... .. II.3.2. La construcción jurídica de la realidad .............. ..

11.4. La fuerza de las formas jurídicas II.4.l. Eficacia y fuerza del derecho ............................... .. II.4.2. La "Vis formae": la lógica de la objetivación ...... .. II.4.3. Eficacia simbólica y condiciones de posibilidad:

la aplicación del derecho ............................................. . II.S. La reproducción jurídica

II.S.l. Reproducción jurídica y dominación social... ...... 1!.5.2. El"coste simbólico" de la reproducción

jurídica ........................................................................... .

Epílogo ............................................................................................... .

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Introducción

Hoy en día es un hecho medianamente constatable que la filosofía se ha tornado sociológica en su ambiciosa pretensión de explicar la realidad. También ha sucedido así en el ámbito jurídico, en el que la sociología del derecho sigue intentando expandirse académica y científicamente como una referencia epistemológica indispensable en la observación del derecho. Semejante afirmación puede verificarse empíricamente en la existencia de asignaturas, manuales, grupos de investigadores, revistas científicas, etc. que de un tiempo a esta parte vienen tratando de forjar un marco científico y acadél"nico, en el que desarrollar de un modo explícito el conocimiento sociológico y antropológico del derecho. Sin embargo, a pesar de esa expansión (o gracias a ella), lo cierto es que la sociología del derecho sigue siendo un marco por definir, un lugar por conquistar, en el que entran en juego diferentes opciones metodológicas e ideológicas, no sólo científicas sino también políticas. Y no son pocos los obstáculos o Jas dificultades --tanto de tipo sociológico como jurídico-que se plantean a esa definición.

Las propuestas metodológicas y la lectura de la realidad que se hace desde ellas, del sociólogo francés Pierre Bourdieu ofrecen, sin ninguna duda, un sugerente acerbo conceptual tanto para tomar parte en ese proceso como para poder analizarlo. Y no porque pensemos que la teoría de la práctica de Bourdieu es la explicación, única y definitiva, de la realidad social (más aún: pensar con las categorías que ofre.ce el sociólogo francés impediría concebir su propia obra de esa manera). Sin embargo, sí se trata de un proyecto intelectual que actualmente no puede (o no debería) dejar de ser considerado ---junto con oh'os- en la búsqueda de tma explicación total y radical (esto es, que vaya a la raíz) de la realidad social. Más que como una suerte de bloque compacto y homogéneo que es preciso asumir conjunta y dogmáticamente, dicho

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proyecto ofrece la posibilidad de un haz de herramientas intelectuales de las que tanto el filósofo o el sociólogo como el jurista pueden servirse para tratar de comprender y dar razón de la realidad jurídica en tanto realidad social. O dicho de otra manera: más que un sistema o una teoría social global, definitiva y homogénea, la obra de Bourdieu aporta un conjunto de insh·umentos o útiles conceptuales que pueden ser utilizados independiente o complementariamente, con Bourdieu o contra Bourdieu -da lo mismp-, y una serie de intuiciones y actitudes epistemológicas (encabezadas por la idea de reflexividad) de las que apro­piarse para una labor científico-social y científico-jurídica en constante vigilancia.

Por lo tanto, más que como tesis que exigen ser afirmadas o refu­tadas, es preciso comprender las ideas que se proponen como instru­mentos que pueden ser utilizados o no, según convenga, en la inves­tigación y la reflexión social. Y que encuentran su validez, precisamente, en su capacidad de servir para explicar coherenten1E'nte la realidad y abrir nuevos horizontes de expectativas en esa explicación. Por eso mismo, también pensamos que no es sólo el jurista, el científico del dere­cho o el sociólogo quien puede encontrar en estas páginas ideas clarifi­cadoras de cara a hacer mejor su trabajo y a comprenderlo. Como sociología del poder, globalmente entendida, se trata de una propuesta que trata de ofrecer claves de lectura, elementos de juicio, esquemas teóricos básicos en los que cualquiera pueda encontrar referencias o coordenadas para entender la realidad, hacerla consciente y, por lo mismo, apropiarse de ella.

Dicho eso, el libro viene a responder a dos objetivos que tratan de algún modo de llenar dos lagunas existentes. En primer lugar, a modo de parte general, se trata de ofrecer una lectura global de la teoría de la práctica de Bourdieu, exponiendo, sistematizando y tratando de desarrollar una visión sencilla y accesible de los principales elementos conceptuales y el entramado que éstos forman en la propuesta teórica de Bourdieu, entendida por nuestra parte como una sociología del poder; dicho de otro modo, pretendemos presentar una especie de guía de estudio que puede servir de introducción (y traducción) al a veces excesivamente enmarañado y confuso discurso del sociólogo francés. El segundo objetivo, por otro lado, viene a ser la parte especial, dedicada

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INTRODUCCIÓN

específicamente al análisis del derecho que se deriva de esa arquitectura conceptual previamente esbozada. En ambos casos pensamos que es una tarea útil si tenemos en cuenta no sólo la fuerza atractiva y sugerente, intelectualmente combativa, de ese discurso, sino además la todavía escasa atención que en determinados contextos culturales (como el nuestro) se le ha dedicado. En todo caso es al lector a quien corresponde juzgar tanto el interés y la oportunidad de las ideas planteadas, como la utilidad de nuestra exposición de las mismas.

Richard Jenkins, en su libro sobre Pierre Bourdieu, en el que también intenta ofrecer una visión accesible y crítica de la obra del autor francés, se pregunta en las primeras páginas de su trabajo por el interés o la valía de la tarea, así como sobre la posibilidad de efectuarla sin violentar «la sutileza y la profundidad» de los argumentos del sociólogo francés. La importancia del esfuerzo, se contesta él mismo, es equivalente a la de las contribuciones que Bourdieu ha hecho a la sociología y a la antropología social actuaP. Yrealmente basta echar una ojeada a la lista de publicaciones del autor así como al interés y debate que dicha obra ha suscitado para constatado. Sin embargo, la dificultad es también proporcional a ese interés. En primer lugar, porque el esfuerzo de Bourdieu por aprehender y comprender la lógica de las prácticas, el sentido de las diferentes prácticas, ha llevado a este autor a una abundante producción intelectual que, al estilo de la sociología clásica, aborda prácticamente todos los campos de la actividad humana. Una sociología de la cultura, en general, que es una sociología de los diferentes campos particulares de la cultura. Harker, Mahar y Wilkes separan convencionalmente los principales trabajos del autor en cuah·o grupos2• El primero de ellos incluiría aquellas obras derivadas más o menos de su experiencia en Argelia, donde comienza sus investigaciones y de dónde nacerán obras como Socíologie de l'Algérie

(1958), Le déracinement (1964), Esquisse d'une théorie de la pratique (1972) o Algérie 60 (1977), entre otras. Un segundo grupo lo integran los trabajos

l. Richard Jcnkins, Pierre Bourdieu, Routlcdge, London, 1992,9-10.

2. Richard Harkcr, Cheleen Mahar y Chrís Wilkes (Eds.), An Introduction to the Work oj

Pierre Bourdieu, MacMillan, London 1990, pp. xi-xii.

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LA VIOLENCIA DE LAS FORMAS JURÍDICAS

de sociología de la educación, y aquí se incluirían obras individuales o colectivas como Les étudiants et leurs études (1964), Les héritiers, les

étudiants et la culture (1964), Rapport pédagogique et communication (1965) y, la más importante de todas ellas, La reproduction (1970), en colaboración con Jean-Claude Passeron. Para los tres autores neozelandeses, el tercer grupo de obras importantes agruparía a aquellas dedicadas a la sociología de la cultura y el consumo cultural, tales como Un art moyen (1965), L'amour de /'art (1966) o La distinction

(1979). Y el cuarto grupo lo integrarían los trabajos en los que Pierre Bourdíeu ha reflexionado sobre su propia práctica como sociólogo, agrupando libros como Le métier de sociologue (1968), Questions de

sociologie (1980), Le9on sur la le9on (1982), F-lomo academicus (1984), Choses

dites (1987) o Réponses (1992). Es preciso sin embargo remarcar el carácter convencional de dicha

clasificación, que si bien puede servir como punto de partida no recoge la pluralidad y variedad de enfoques y perspectivas de dicha obra. En primer lugar porque obras «derivadas de la experiencia de investigación argelina» como el Esquisse o Le sens pratique, que dichos autores incluyen en el primer grupo, van mucho más allá de lo que sería solamente una sociología de la situación argelina, y se conciben como un proyecto de reflexión socio-antropológico mucho más global. Pero, además, en Bourdieu encontramos una sociología del lenguaje, de la religión, del derecho y de la política, etc. Quizás por eso se comprende mejor globalmente la obra de este autor como una sociología de la cultura y de

los sistemas simbólicos (lenguaje, arte, religión, derecho ... ) que es en sí

misma una sociología del poder o la dominación.

Pero, además de la complejidad derivada de la prodigiosa productividad de la obra bourdieuniana, encontramos una segunda dificultad en el propio lenguaje del autor. Jcnkins hablaba de «sutileza y profundidad» (subllely and depth), y no es menos cierto equiparar dichos adjetivos con los de oscuridad y densidad. Al adentrarnos en la obra de Bourdieu nos topamos con un lenguaje opaco, difícil, plagado de citas y referencias culturales, donde las propuestas teóricas se confunden en un abigarrado discurso de metáforas conceptuales y ambigüedades literarias, lo que hace del suyo, con palabras de Verónica Muñoz, «un lenguaje de intelectual, con referencias intelectuales, dirigido a los

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INTRODUCCIÓN

intelectuales, a los que se dedican constantes guiños de complicidad, incomprensibles si no se tiene el corpus de referencia cultural al que se hacen alusiones más o menos irónicas»3 • Nos encontramos así con un Bourdieu «pedante y tortuoso», que «salta deliberadamente de nivel discursivo sin tregua» y que parece cimentar sus éxitos en una forma de proceder y de expresarse a la vez arrogante y combativa4 • El mismo Bourdieu no es ajeno a este tipo de críticas, y preguntado en una entrevista por la dureza de su discurso y la complejidad técnica de su vocabulario, lo que hace difícil la lech1ra y comprensión a aquellos a los que en principio iría dirigido, que no son sólo los intelectuales, responde aludiendo al carácter esotérico de la sociología, ya que «lo complejo no se puede decir más que de forma compleja» y el riesgo de un discurso simplificado es el riesgo de la falsa claridad que se identifica con el discurso dominante: «producir un discurso simplificado y simplificador sobre el mundo social, supone inevitablemente dar armas a peligrosas manipulaciones de ese mundo. Tengo la convicción -confiesa Bourdieu- que, tanto por razones científicas como políticas, es necesario asumir que el discurso puede y debe ser tan complicado como lo exija el problema (más o menos complicado) de que se trata. Sí la gente retiene al menos el hecho de que es complicado, eso ya es una enseñanza. Por otro lado -añade-, yo no cree en las virtudes del <<buen sentido>> y de la «claridad>>, esos dos ideales del canon literario clásico» 5 Ello no obsta, sin embargo, a la crítica que hace Verónica Muñoz, ni la desvirtúa, cuando ésta dice que el lenguaje bourdieuniano «forma exactamente lo contrario de un discurso accesible, no ya por la complejidad de fondo, sino por la artificiosidad muy literaria de un lenguaje que acumula todas las estrategias de «distinción» que se denuncian por otra parte»6 • En este sentido, además, las «acrobacias verbales>> del sociólogo francés serían un ejemplo más del estilo intelectual de su generación, cuya escritura vendría caracterizada, como

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3. V. Muñoz Dardé, «Bourdieu y su consideración social del lenguaje», ReviDta

española de investigaciones sociológicas 37 (1987), 54. 4. José E. Rodríguez-Ibáñez, <<Un antiguo chico de provincias llamado Pierre

Bourdieu»: Revista de Occidente, 137 (1992) 184. 5. Pierre Bourdieu, Clwses dites, Minuit, París, 1987, 66ss.

6. V. Mufioz Dardé, «Bourdieu y su consideración social del lenguaje>>, ap. cit., 54-55.

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dicen Luc Ferry y Alain Renaut, por .«el culto de la paradoja y, si no el rechazo de la claridad, al menos la reivindicación insistente de la complejidad>i; para Ferry y Renaut, los filósofos del 68, entre los que se contaría Bourdieu, «han alcanzado su más grande éxito llegando a acostumbrar a sus lectores y oyentes a creer que la incomprensibilidad era el signo de la grandeza y que el silencio del pensador hacia la incongruente demanda de sentido constituía, no la prueba de la impotencia, sino el indicio de la resistencia ante lo h1decible»7•

Con todo, corremos el riesgo de simplificar a su vez nosotros esa misma crítica si tomamos tan sólo como una cuestión de estilo la forma de un discurso que precisamente está diciendo (o va a decir) que la fonna es fondo (o viceversa: que el fondo está en la forma). En ese sentido, la oscuridad, la Slj.tileza o la complejidad, pretendida o no, del lenguaje de Bourdieu, es aÍgo más que una virtud o un vicio estético añadido al contenido de sus propuestas, sino que tiene una fw1cionalidad propia en el esfuerzo por redefinir la expresión ideológica de la ciencia social. La forma, el lenguaje, no es transparente ni puede reflejar al modo de un espejo la realidad, sino que tiene un poder velador y desvelador en el conocimiento de la misma. O como el mismo Bourdieu sei1ala, no existen palabras inocentes8• Por lo tanto el discurso sociológico, en tanto <<ciencia de lo oculto», significa de algún modo dar voz a lo que no puede hablar, hacer visible lo invisible a través también de algo propiamente invisible como es el lenguaje; o, por decirlo de otra manera, hacer «fable» lo inefable9• De ahí que el lenguaje de Bourdieu, o lo que alguien podría llamar el «estilo» o expresión estética del mismo, dota de características propias, con funcionalidades específicas, a su discurso: Ya sea recurriendo a neologismos (como habitus) o a términos con una tradición

7. L. Ferry y A. Renaut, La pensée 68. Essai sur l'anti-humanisme confemporain,

Gallimard, Paris, 1985,38-39. 8. Pierre B<,mrdieu, Ce que parler veut dire. L'économie des échanges linguistiques,'

Fayard, Paris, 198::0, 19. Hay traducción española: ¿Qué significa hablar? Economía de los

intercambios lingüísticos, Akal, Madrid, 1985. 9. En algun" ocasión Bourdieu habla del sociólogo como tm <<escritor público», que

<<da la palabra a aquellos a quienes les es cruelmente desposeída». Ver al respecto Pierre Bourdieu, Un anr.lysateur de l'inconscient, prólogo al libro de Abdelmalek Sayad, L'ímmigration ou les paradoxes de l'alterité, De Boeck, Bruxelles, 1992,5-9.

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INTRODUCCIÓN

intelectual y científica acumulada (como capital); ya sea retorciendo y exprimiendo hasta el límite las posibilidades semánticas de las palabras (como ínvestissemen t, en jeu, schcme, méconn ai ssance, etc.), o aprovechándose de su fuerza simbólica al incorporar a la expresión científica la capacidad generativa del lenguaje ordinario (términos como violencia, reproducción); ya sea a través de reiteraciones y saltos discursivos que rompen con la ilusión de sistematicidad que constituye como autónomo a todo discurso científico; ya sea, en fin, a través de ambigüedades y juegos de palabras que permiten ampliar el espectro de perspectivas en la construcción del objeto a investigar. Se trata en suma de responder a un problema básico del lenguaje que se plantea en las ciencias sociales de una manera particular: la ruptura con relación al sentido común sobre el mundo social, sin que se produzca la ruptura en la comunicación de la visión científica del mundo social10•

Así, el lenguaje <<distinguido» de Bourdieu cumple precisamente, o puede llegar a cumplir, la función de denunciar (esto es, de enunciar solerrme y públicamente), la distancia social que trata de recorrer. Y en ese sentido puede llegar a hacer accesible (aunque sea difícilmente accesible) aquello que, debido precisamente a las estrategias de distinción con las que opera, permanece inaccesible a otros. Ese recorrido hace que Bourdi.eu aparezca como un estereotipo de «ensayista «comprometido»», que se encuentra «a medio camino entre el rigor universitario y la erudición divulgadora» 11• Pero para ser medianamente fieles (aU11que no necesariamente afiliados) al mismo, es necesario situarlo en su propia crítica en tanto discurso culto, cuya eficacia procede «de la oculta correspondencia entre la estructura del espacio social en que se produce ( ... ) y la estructura del campo de las clases sociales en que se sitúan los receptores y con relación a la cual se interpreta ellenguaje»12• O que viene determinado (no vamos a detenernos a definir en qué medida) por las posibilidades y las censuras del mercado de producción simbólica en el que habla Bourdieu. En ese contexto, lo que podría aparecer como una

172. 10. P. Bourdieu, Ce que parler veut dire. L'économie des échanges linguístiques, op. cit.,

11. José E. Rodríguez-Ibáí1ez, <<Un antiguo chico de provincias llamado Pierre Bourdieu», op. cit., 183.

12. P. Bourdieu, Ce queparler veut dire, op. cit., 19.

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cuestión de estilo, se nos antoja a nosotros como un procedimiento discursivo que intenta enfrentarse a las sanciones de ese mercado, o romper con esa «oculta correspondencia», acudiendo al lenguaje científico legítimo sin renunciar por ello a sus connotaciones políticas.

Una tercera dificultad añadida, y en relación con las anteriores, en el acercamiento a la obra de Bourdieu estriba en el carácter reflexivo de la misma. Reflexividad que además podemos considerar como una de las propuestas básicas y primordiales del autor desde un punto de vista epistemológico. Desde muy pronto, Bourdieu se interroga sobre las condiciones de posibilidad de la sociología, y toda su obra es un diálogo permanente con su su propia experiencia como sociólogo. Al principio, en sus investigaciones en el Béarn, entablando relación a la vez como investigador en relación directa con el objeto de la investigación. O más tarde y más directamente con las investigaciones sobre el campo intelectual francés del que forma parte. Existe por lo tanto una relación íntima entre la experiencia y la historia personal de Bourdieu y su proyecto intelectual, relación que el mismo autor ha reconocido en numerosas entrevistas. De forma además que es esa auto-observación, la reflexión que el mismo autor hace sobre su obra, la que se convierte en gran medida a su vez en la obra misma objeto de nuestro estudio. En efecto, toda la obra de Bourdieu es una investigación en diálogo y en tensión (y en cierto sentido también, por qué no, en contradicción) con su propia experiencia y formación y una rebelión constante frente a las modas y modismos del academicismo y la clasificación: desde su origen en un contexto provinciano y campesino en el Béarn (Bourdicu nace el 1 de abril de 1930 en Denguin, una pequeña población del Béarn, en los Bajos Pirineos) hasta la cátedra en el Colegio de Francia, quizás la institución de mayor prestigio intelectual en su país; desde la formación filosófica en un contexto dominado por escuelas de pensamiento que se traducen en pensamientos de escuela a la experiencia empírica en la investigación sociológíca; desde la experiencia etnológica y política en Argelia en los años de la guerra a las cotas más altas de la Academia (así, con mayúscula). Y todo ello sin renunciar permanentemente a una misma intención crítica.

Dejando a un lado si todos esos tránsitos de Bourdieu responden a estrategias maquiavélicas de reserva mental o no, Rodríguez-Ibáñez describe bastante bien la presencia de los mismos en el proyecto

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INTRODUCOÓN

sociológico del autor francés: «En realidad, los orígenes rurales y provincianos de Bourdieu permanecen agazapados en la cosmovisión que explica su trayectoria científica y humana. Aparte de que él_ lo reconozca explícitamente ( ... ),no hubiera supuesto ningún atrevimiento apoyar la sutil mezcla de distancia y colaboración con la que el autor transita por los asuntos públicos y académicos, en un pasado de chico listo de provincias que tuvo que conquistar Paris, esto es, entrar de lleno en los círculos más altivos de la capital (como la Escuela Normal Superior), adaptándose por fuera y manteniendo las reservas por dentro. Bourdieu recuerda con amargura la forma en que incluso hubo de reprimir su entonación dialectal. Sin duda -sigue diciendo Rodríguez­Ibáñez- esta represión se ha visto compensada por la maquiavélica habilidad con la que ha sabido ascender en el mundo que quizá un día le hizo sufrir, sin dejar por ello de criticarlo acerbamente» 13 • Además de que en la descripción que hace Rodríguez-Ibáñez, de Bourdieu se advierte otra característica importante de su pensamiento que aparecerá a lo largo de estas páginas de forma más o menos explícita o implícita y que tiene que ver también con el «estilo de vida intelectual» de su generación, A saber: una intención crítica permanente y una actitud de rebeldía constante que en general algunos han definido como «la búsqueda de la marginalidad y el fantasma del complot» como estilo de vida filosófico".

* ~· *

Una última aclaración: este libro tiene su origen en la tesis doctoral y, por eso mismo, quisiera hacer expreso aquí el agradecimiento a quienes tuvieron un papel importante en su gestación. En primer lugar al profesor José Ignacio Lacasta, director de la tesis, y a los profesores Carlos Petit, Javier de Lucas, Jesús Ignacio Martínez García, Juan Antonio García Amado y José Martínez de Pisón que integraron el tribunal encargado de juzgar aquél trabajo, del que ahora es fruto éste. Y en segundo lugar a los compañeros del Area de Filosofía del Derecho de

13. José E. Rodríguez-Ibáñez, <<Un antiguo chico de provincias llamado Pierre Bourdieu>>, op. cit., 186.

14. L. Ferry y A. Renaut, La pmsée 68. Essai sur l'anti-humanisme contemporain, op. cit., 39-40.

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la Universidad de Zaragoza, Manuel Calvo García, Ma José González Ordovás, Teresa Picontó y Pedro Santisteve, y de la l.iniversidad de la Rioja, Raúl Susín. Agradecimiento tlue hago extensivo a Ma José Bernuz y Vinyet Hernández. En determinados momentos fue inestimable la ayuda del profesor Antonio Serrano y la conversación siempre fructífera y divertida con Javier Gurpegui sobre Bourdieu y tantas otras cosas. Es especial el agradecimiento a Luisa Casares, por todo lo compartido.

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Capítulo I

En todas partes y en ninguna. Esbozo de una sociología del poder

1.1. La sociología del poder y el poder de la sociología

I.l.l. Saber y poder: para una crítica de la crítica sociológica

U na de las ideas básicas que recorre todas las páginas de la obra del sociólogo francés Pierre Bourdieu es la consideración de la

sociología (o de la ciencia, en un sen ti do más global) como un instrumento de transformación y liberación; una ciencia «en sí misma crítica» o, con palabras de Bachelard, «ciencia de lo oculto», cuyo papel no consiste en dar lecciones sino en proporcionar herramientas y armas para conocer la realidad, puesto que en ese conocimiento se encuentra la auténtica posibilidad de transformación. O como dice Verónica Muñoz, «el sentido de la ciencia social tal y como la entiende Bourdieu es descubrir el orden social oculto tras el orden simbólico, traer a la conciencia social esta inlúbida violencia simbólica que impone, al modo del confucionismo «que el soberano se comporte como soberano, el sujeto como sujeto, el padre como padre y el hijo como hijo», y aún más, que cada uno no conciba otra «razón de ser» que la que le ha sido otorgada por la dinámica social» 15

15. V. Muñoz Dardé, «Bourdieu y su consideración social del lenguaje»: REIS, 37 (1987), 41.

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