estaya nº 54

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1 Revista Digital “Estaya” nº 54 febrero 2016 CP Santa Eulalia de Mérida. Pravia (Asturias) “ESTAYA DIGITAL” BOLETIN MENSUAL TIC Nº 54 FEBRERO 2016 AÑO VII l “Antroxu” ya pasó, ahora a hacer penitencia y a perder kilos. Espero que disfrutarais plenamente de estas fiestas tan divertidas aunque algo pasadas por agua ¡no se puede tener todo! Continuamos el trimestre y esperemos que de esta, podamos disfrutar de la nieve, las nuevas fechas para la Semana Blanca son: 21, 22 y 23 de marzo. Un saludo Paco Coordinador TIC SUMARIO 1. Nuestras cosas. 2. CPR Avilés-Occidente. 3. ¿Cómo se despertaba la gente cuando no había despertadores? 4. El enigma de las formas geométricas del Amazonas. 5. Día mundial de la radio. 6. ¿Qué es la obsolescencia programada? 7. Di no a los cables enredados:soluciones y trucos para evitarlos. 8. Buzón de sugerencias. E

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Boletín digital TIC del CP Santa Eulalia de Mérida. Pravia (Asturias)

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Revista Digital “Estaya” nº 54 febrero 2016 CP Santa Eulalia de Mérida. Pravia (Asturias)

“ESTAYA DIGITAL”

BOLETIN MENSUAL TIC Nº 54 FEBRERO 2016 AÑO VII

l “Antroxu” ya pasó, ahora a hacer penitencia y a perder kilos. Espero que disfrutarais

plenamente de estas fiestas tan divertidas aunque algo pasadas por agua ¡no se puede

tener todo!

Continuamos el trimestre y esperemos que de esta, podamos disfrutar de la nieve, las nuevas

fechas para la Semana Blanca son: 21, 22 y 23 de marzo.

Un saludo

Paco

Coordinador TIC

SUMARIO

1. Nuestras cosas.

2. CPR Avilés-Occidente.

3. ¿Cómo se despertaba la gente cuando no había despertadores?

4. El enigma de las formas geométricas del Amazonas.

5. Día mundial de la radio.

6. ¿Qué es la obsolescencia programada?

7. Di no a los cables enredados:soluciones y trucos para evitarlos.

8. Buzón de sugerencias.

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1. Nuestras cosas

o Programa de Mediación Escolar. El próximo lunes, día 15, dentro del horario de

comedor tendrá lugar la primera sesión de formación para el alumnado que lo solicitó

La formación estará a cargo de la ONG “Movimiento asturiano por la Paz” y se llevará

a cabo a lo largo de 8 sesiones en lunes alternos.

o La Semana Blanca está prevista para los días 21, 22 y 23 de marzo. Previamente se

convocará una reunión con los padres.

o El día 3 de marzo el alumnado del 2º ciclo de EP realizará una visita guiada al “Museo

del Pueblo de Asturias”en Gijón dentro del horario lectivo es decir de 9.30 a 14.30 h.

Así mismo el alumnado del 3º Ciclo visitará La Laboral y la TPA.

o El lunes, día 15, comenzarán las obras de refuerzo de la estructura del edificio.

2. CPR Avilés - Occidente

Formación profesorado.

A día de hoy, 13 de febrero de 2016, no hay actividades convocadas para EI y EP.

Para saber más:

http://www.cpravilesoccidente.es/

3. ¿Cómo se despertaba la gente cuando no había despertadores?

Reproduzco aquí el artículo publicado en El País el 11/01/2016 por Adela Franzé Munadó

Los internautas se preguntan cómo se despertaba la gente cuando no existían los

despertadores. Una curiosidad del todo lógica, teniendo en cuenta su invención

relativamente reciente. Según consta, en 1787 el relojero Levi Hutchins ‑ movido no solo

por el ingenio, sino por los imperativos de su oficio-, añadió un mecanismo de apariencia

trivial a la manecilla pequeña de su reloj que activaba una campanilla cuando llegaba a una

hora determinada: mientras sus coetáneos se levantaban con la salida del sol, el señor Levi

debía hacerlo a las 4 de la mañana, lo que obviamente le impedía valerse para estos fines de

la luz del astro rey.

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Pero hablar de relojes y despertadores nos obliga a dar un rodeo y a detenernos en la

organización y consecuente percepción socio-histórica del tiempo.

Naturalmente los pueblos han vivido miles de años sin contar con esas máquinas que hoy

nos son tan familiares como imprescindibles. Podríamos pensar que medir el tiempo con

instrumentos más exactos ha sido una necesidad consustancial a la humanidad. Lo que

ocurre, solemos concluir espontáneamente, es que si ésta ha vivido siglos sin relojes ni

despertadores, se debe a que los avances científicos y tecnológicos llevan su tiempo: tal

necesidad se habría podido colmar poco a poco, ensayando primero, y perfeccionando

después, sistemas de notación capaces de capturar y comunicarnos, con mayor precisión, la

sucesión de los días, meses y años (calendarios), así como el orden de las horas, los minutos

y los segundos (relojes).

De hecho, buceando en la historia de los ingenios elaborados en diferentes épocas y lugares,

encontramos evidencias de mecanismos destinados a dividir o a introducir discontinuidades

en el flujo del devenir: la clepsidra, de origen mesopotámico que delimitaba fracciones de

tiempo, según lo que tarda una cantidad de agua en pasar de un recipiente a otro de iguales

dimensiones; el reloj de sol egipcio, vinculado en principio a funciones sacerdotales; el

pájaro mecánico inventado por los griegos (250 a.C.), que sonaba cuando subían la mareas;

los campanarios de las iglesias comunales que tañían, en los albores del mercantilismo (siglo

XII), al ritmo de las actividades de comerciantes y artesanos; el reloj de arena usado para

establecer la duración de las misas (siglo XVI), o el cuerno utilizado por los encargados para

despertar a los trabajadores de los talleres en los distritos textiles ingleses (siglo XVI).

Sin embargo, tales indicios no deben tomarse como una mera sucesión de intentos que

responden a simples peldaños en la evolución del mundo humano. En verdad, como sugiere

el sociólogo e historiador Lewis Mumford en Técnica y civilización, son esas máquinas, que

forman parte indiscutible de nuestra vida cotidiana, las que contribuyen a asentar la creencia

en una realidad -la del tiempo serializado en horas, minutos y segundos- independiente del

acontecer humano, como si de un hecho externo se tratase. Al punto que llegamos a

atribuirle al instrumento físico, en sí mismo, el conjunto de costumbres que lo crearon y lo

acompañaron. El sociólogo Norbert Elías, en su libro El tiempo, recuerda el papel jugado

tanto por las ciencias físico-naturales como por la filosofía en la representación del tiempo

como un hecho ajeno a la acción humana. Mientras las primeras lo presentaron como un

dato equivalente a otros fenómenos naturales no-humanos; la segunda ‑ en particular el

pensamiento cartesiano y posteriormente el kantiano- lo concibe como una categoría innata

de la experiencia, un hecho inalterable de la naturaleza del hombre.

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Lo que ambas tienen en común, en definitiva, es hacer del tiempo un hecho universal, previo

y extrínseco a toda época, lugar y mundo social particular: como si fuese un fenómeno

transhistórico y transcultural. Los planteamientos de Mumford y Elías contribuyen a desafiar

nuestras impresiones habituales, al hacernos ver que el tiempo no es solo materia de

intervención humana sino, más aún, que no es ajeno al conjunto de símbolos utilizados para

percibirlo, ordenarlo y regularlo (los relojes y los calendarios, entre otros, todos de factura

humana), los cuales responden a pautas, procesos y formas concretas de organización social.

El historiador británico Edward Thompson en su texto Tiempo disciplina y capitalismo

ilustra, con casos sorprendentes a nuestros ojos, la “indiferencia a las horas del reloj” en

diversas geografías sociales, no excesivamente remotas. Así, por ejemplo, los intervalos de

tiempo en Madagascar se medían en función de “una cocción de arroz”, o de la “fritura de

una langosta”. La duración de un terremoto en el Chile del siglo XVII se medía en “credos”.

Entre los Nuer del Sudán, en los años 1940, el paso de un día se componía de la sucesión de

las labores ganaderas y los ciclos de tareas domésticas. Las actitudes del campesino de la

kabilia argelina, donde al reloj se lo conocía como “el molino del diablo”, fueron descritas

en la década de 1960 por el sociólogo Pierre Bourdieu en términos de una “impasible

indiferencia ante el paso del tiempo, al que nadie pretende dominar, utilizar o ganar”. La

prisa se consideraba una falta de pudor y la noción de una cita exacta era desconocida; los

kabiles solían quedar diciendo, simplemente, “nos encontramos en el próximo mercado”.

Resistencia a la 'modernidad'

Tendemos naturalmente a considerar extraños estos comportamientos. Los atribuimos a la

resistencia de las sociedades tradicionales ante la modernidad; o al desconocimiento

tecnológico e, incluso, a la indisciplina o indolencia propia de quienes lo malgastan. Y si lo

hacemos es, en realidad, porque los percibimos y juzgamos mediante un modo de ver

aprendido que ha forjado en nosotros una experiencia específica del tiempo y de su valor. En

consecuencia, apenas si nos preguntamos cómo hemos llegado a considerar imprescindibles

esos aparatos tan precisos y, más todavía, a ordenar nuestra vida en torno a las regularidades

y cadencias que ellos representan.

La perplejidad que nos generan aquellas costumbres, se comprenden mejor, de un lado, si

reparamos en la relación existente entre las distintas modalidades y condiciones de la vida

común y las formas de usar y, por ende, medir, fraccionar y/o notar el tiempo, asociadas a

ellas. De otro lado, si nos detenemos a considerar la gradual, y no por ello menos profunda,

transformación que tuvo lugar con el proceso de transición a la sociedad industrial.

Basta con detenerse en las comunidades de pequeños agricultores y ganaderos (con escasas

estructuras de comercialización). Ellas se han orientado a unos quehaceres que se

superponen y combinan criar animales, ordeñarlos, protegerlos; sembrar/cosechar; cuidar de

los incendios o heladas…; procesar y almacenar productos; sin olvidar la fabricación o

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arreglo de los aperos y herramientas, tejer, cocinar, comer, dormir, criar a un niño y enterrar

a un fallecido, etc.- y han de remitirse a pautas estacionales que guardan escasa consistencia

con la del trabajo regulado por las horas del reloj. Proteger al ganado de los depredadores,

por ejemplo, puede requerir utilizar las noches para instalar trampas.

La época de la cosecha, entretanto, puede obligar a laborar intensivamente de sol a sol, antes

de que el producto se arruine o que lleguen las épocas de climas desfavorables. Los pueblos

pescadores, dependientes de las mareas y de los vientos, han de observar y atenerse a sus

movimientos, entre otras tantas cosas … ¿A que el pájaro mecánico griego, que sonaba con

la pleamar, cobra mayor sentido en un contexto como ese, que un reloj despertador al que le

fijamos una determinada hora para despertarnos? En tales y otras condiciones semejantes,

las jornadas pueden alargarse o acortarse en función de las labores necesarias en cada

momento, la distinción a las que estamos tan habituados entre las actividades ordinarias

(festividades, mercados, rituales, conversaciones, salidas, intercambios y contactos sociales

de todo tipo, crianzas y enterramientos, etc…) y las relativas a la subsistencia, se anudan

entre sí y entremezclan. Como poco, en el sentido de que no existe una demarcación entre

los hechos y tiempos de la vida, y los del trabajo.

Si nos retrotraemos al medioevo, de la mano del historiador Jacques Le Goff (Au Moyen

Âge: temps de l’Église et temps du marchand), se pone en evidencia una crucial

transformación del pensamiento cristiano occidental sobre el tiempo y la historia, el cual

tiene lugar en el corazón del siglo XII cuando entra en conflicto el tiempo de la iglesia y el

tiempo del mercader, y comienza a tomar forma la elaboración de la ideología del mundo

moderno. Tras la emergencia del comercio y la formación de redes mercantiles el tiempo se

convierte en objeto de una atención y regulación particular. Las tareas del mercader

requieren de un tiempo mensurable, orientado y previsible: la duración de los viajes por mar

o tierra, la fluctuación de los precios en el curso de las operaciones comerciales, la duración

del trabajo artesanal que provee las mercancías, devienen objeto de reglamentación cada vez

más exacta. Si en la mayoría de las regiones cristianas de Europa, las campanas de los

monasterios anunciaban las “horas canónicas”, es decir una división regular del día en siete

momentos, a cada uno de los cuales correspondía un conjunto especifico de oraciones,

pronto el instrumento se extenderá fuera del monasterio y su modelo de regularidad se

prestará a otras funciones. Las campanas se pondrán al servicio de los fines profesionales y

del control del trabajo artesano: sonarán en los momentos de las transacciones comerciales,

y para marcar los turnos de trabajo de los obreros textiles, a quienes se comienza a fijar

horarios precisos de entrada y salida de los talleres.

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Con la integración en sociedades más abarcadoras, en el proceso de transición a la sociedad

industrial y una vez que la mano de obra se convierte en contratada, se produce una

profunda reestructuración de los hábitos anteriores. Mientras en las sociedades

preindustriales, ya sean éstas las (mal) llamadas “primitivas”, o las campesinas, sean las

manufactureras a escala doméstica… (etc.), responden a pautas fluctuantes, discontinuas,

cambiantes e incluso estacionales de ejecución de los quehaceres cotidianos, el

advenimiento de la industria mecánica exige una sincronización, regularidad y exactitud

muy precisas del trabajo para determinar la posición, la duración, el ritmo y la sucesión de

actividades de los trabajadores.

No obstante, no se trata solamente de una exigencia reductible a los cambios tecnológicos o

económicos, puesto que involucra simultáneamente la modificación del sentido –y del valor-

que adquiere el tiempo. El tiempo, al convertirse en dinero, no pasa ni acontece, se “gasta”,

“malgasta” o “ahorra”. Ya no se compondrá de los acontecimientos y experiencias que se

suceden en el proceso de los quehaceres, igualmente laboriosos, que lo llenan. Se torna una

realidad abstracta que se divide, fracciona, mide y ordena, y exige la observancia de las

horas a una escala inusitadamente amplia y en cierto modo uniforme del trabajo.

Una nueva vida social

La disciplina fabril engendra nuevos hábitos de trabajo, pero igualmente reconfigura la vida

social e individual. El trabajo reglado por hora”, establece horarios de entrada y salida,

distingue entre periodos laborales y de ocio, incluyendo las horas de descanso, de almuerzo,

los días de libranza, así como la duración de un contrato laboral o los años productivos de un

ser humano. No es baladí, como documenta E. Thompson, que en los albores de la

revolución industrial una nueva óptica moral, que apela a una economía del tiempo, se

difunde dentro de la fábrica pero también fuera de ella. Las convenciones, formas de vida y

hábitos de trabajo precedentes, son vistos en términos de pérdida de tiempo, falta de

disciplina, ineficiencia y desorden u ociosidad, que obstaculizan la disciplina del trabajo

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industrial. La función del vigilante del tiempo, las hojas de horas para anotar al minuto la

labor de cada trabajador, la marcación estricta, mediante toques de campana, de los horarios

de entrada, de desayuno, de almuerzo y salida, o los estímulos e incentivos a la puntualidad,

hacen su entrada en taller o la fábrica. Y fuera de ellos, un conjunto de reglamentaciones

civiles urbanas ordenarán la vida pública (fiestas, mercados…).

Estos cambios fueron graduales, y no hubo una sola forma de transición, en todo lugar. De

hecho no son desconocidos los oficios mixtos en los comienzos del industrialismo (mineros

que eran pequeños agricultores; artesanos textiles ocupados en la construcción, etc.). Y a

poco que lo pensemos, podemos descubrir algunas formas contemporáneas de otros usos del

tiempo. En cuanto a los relojes, y formas de despertar, tal vez la cuestión, no sea tratar de

dilucidar si la difusión del reloj –y del despertador o sus sucedáneos- fue en sí mismo un

factor del cambio, o a la inversa, el síntoma de una nueva forma de organización de la vida.

No obstante, desde el siglo XIV se erigen relojes en iglesias y lugares públicos, y la difusión

general de los relojes se produce al ritmo que la revolución industrial exige mayor

sincronización del trabajo.

Tiempos de agricultores, tiempos de pescadores, de artesanos, de comerciantes, de la iglesia,

del trabajador industrial, del patrón… y podríamos seguir distinguiendo “tiempos”. El

tiempo, en palabras de Elías, “se desarrolla en el contexto de tareas bien definidas y

finalidades especificas a cumplir”, sirve a los individuos y los coacciona para orientarse en

la sucesión de procesos sociales en los cuales están inmersos, es un medio para regular su

conducta y coordinarla con la de los demás. No es, sin embargo, una mera idea que surja en

la cabeza de alguien, sino una institución variable que depende de las características de los

modos de vida, así como de los medios o dispositivos que lo representan y comunican a

través de la experiencia corriente que los individuos tienen de él desde su tierna infancia y

durante el curso de su existencia.

El reloj es, tal vez, el más notable de esos dispositivos de la modernidad, aunque también

integramos esos usos y valores, a través de los sistemas de fichado a la entrada y salida del

trabajo, o de las sanciones que acompañan los retrasos, de los permisos establecidos con

minuciosidad para los llamados “asuntos personales”… y más aún, con los horarios de la

escuela, o los establecidos para el juego, el dormir o el comer.

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Como señala Elías, “los relojes no son el tiempo”. Quizás haya que considerar con

detenimiento la afirmación de Lewis Mumford cuando sostiene que el reloj, y no la máquina

de vapor, es el artefacto clave de la era industrial capitalista, puesto que asegura con peculiar

pulcritud y rigor la articulación de los trabajos humanos y hace posible la producción regular

y estandarizada a gran escala.

En todo caso, la pregunta de los internautas sobre el despertador y los despertares a tiempo

no tiene una repuesta que se resuma en unas pocas frases. Puede intuirse que aquella está

formulada desde el punto de vista de quienes hemos incorporado el tiempo del reloj, y el

control horario al que nuestra realidad nos obliga. Se pueden listar los artefactos ideados

(pájaros mecánicos, cuernos, relojes despertadores…) o los fenómenos naturales utilizados

como referentes (los gallos, la luz del sol, la rotación de los astros… etc.). Sin embargo ellos

en sí mismos y en tanto aparatos, no dicen nada acerca de sus usos, ni menos aún de las

dinámicas contextuales e históricas a las que obedecen. Para muestra, basta un botón: las

variaciones en las funciones cumplidas por las campanas ¿avisan y despiertan para los

rezos?, ¿o señalan los turnos de entrada al taller textil? Depende, todo depende.

Adela Franzé Mudanó. Departamento de Antropología Social. Universidad Complutense de Madrid

Para saber más:

http://elpais.com/elpais/2016/01/05/ciencia/1452008025_038284.htm

http://www.inforeloj.com/spa/item/Longines.html

http://elrelojpp.blogspot.com.es/

http://laclasedetercero-carmen.blogspot.com.es/2012/03/tipos-de-relojes.html

http://museocerralbo.mcu.es/informacion/visita.html

http://tiempo-tecnologico.webnode.es/clases-de-relojes/

http://www.qore.com/productos/8718/Galaxy-Gear

http://ponchar.com/blog/que-es-un-reloj-de-fichar/

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Página web de una empresa de Pravia que vende relojes para todo el mundo:

http://www.todo-relojes.com/

4. El enigma de las formas geométricas del Amazonas

Reproduzco aquí el artículo publicado en El Mundo el 7/02/2016, por Juan Carlos de la Cal

La floresta guardaba un secreto oculto por los árboles desde hace 3.000 años. Quizá más.

Círculos ofrecidos por el hombre a los dioses, dicen algunos. Cuadrados creados para

albergar pueblos, aseguran otros. Hexágonos para hacer rituales, comentan los más

antiguos. En cualquier caso, quien los hizo parece que quería transmitirnos un mensaje del

pasado. Un mensaje que, cual paradoja ecológica, ha salido a la luz por la destrucción

incontenible de la selva amazónica.

Hay más de 300 repartidos por el estado brasileño de Acre, el más occidental de Brasil,

junto a la frontera con Perú y Bolivia. Se trata de detalladas zanjas o fosos de uno a cuatro

metros de profundidad y unos 12 metros de ancho, reforzados en sus lados por la propia

tierra de la excavación. Forman diferentes bajo relieves sobre un suelo arcilloso con

diferentes diseños, desde los mas simples rectas paralelas, cuadrados o rectángulos- hasta

otros un poco más complejos como círculos, pentágonos o en forma de U. Pueden medir

hasta 300 metros cuadrados de superficie.

Su descubrimiento, como suele pasar en muchos de los grandes hallazgos arqueológicos de

la Historia, tuvo también su parte azarística. En 1977 el profesor Ondemar Dias, del

Instituto Brasileño de Arqueología de Río de Janeiro, los incluyó como parte del inventario

que estaba realizando para el Programa Nacional de Investigaciones Arqueológicas en la

cuenca del Amazonas. En aquel momento su trascendencia apenas salió de los círculos

académicos. La vegetación todavía cubría la mayor parte de unas formaciones que, por otra

parte, abundaban ya en las vecinas selvas bolivianas.

El impacto mediático llegó unos años más tarde. A mediados de los ochenta, el geólogo y

paleontólogo de la Universidad Federal de Acre (UFAC) Alceu Ranzi, discípulo de

Ondemar, viajaba en un vuelo comercial entre Porto Velho y Río Branco, en un vuelo que

solía hacer con cierta frecuencia. Y cada vez que miraba por la ventanilla del avión sentía la

misma preocupación al ver como avanzaba la colonización del hombre sobre la selva. De un

mes a otro aparecían nuevas y enormes superficies desarboladas donde ya pastaban

innumerables cabezas de ganado. Las carreteras, primero de tierra y luego de asfalto, iban

abriendo brecha en esa selva otrora intacta. Y, precisamente junto a una de ellas, la BR 317,

que comunica los estados de Rondonia y Acre, Ranzi se dio cuenta de una estructura

circular de doble borde que aparecía en una zona antes tapada por la floresta.

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A partir de este momento la noticia se fue expandiendo en la medida que los expertos

cayeron en la cuenta de que sólo una civilización avanzada podía haber tallado formas

geométricas tan perfectas. Desde 2007, con el apoyo del satélite taiwanés Formosat-2, los

descubrimientos en una zona de 25.000 kilómetros cuadrados se han multiplicado por 10 y

se calcula que apenas se ha localizado el 20% del total. Actualmente, los geoglifos de Acre

están a punto de ser incluidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

La Amazonía fue hogar de grandes pueblos

Hasta ahora los investigadores estaban convencidos de que en la época precolombina, la

Amazonía Occidental presentaba muy pocas señales de población y civilización. Sin

embargo, lo que ha venido a demostrar la existencia de los geoglifos y sus estudios

asociados, es que esta zona olvidada del planeta pudo ser el hogar de varios pueblos

estructurados y de gran tamaño.

Las figuras están conectadas entre sí por lo que parecen ser caminos: dos líneas paralelas,

más elevadas, como si estuvieran protegidos. Hasta hace pocos años la hipótesis inicial era

que las construcciones, cuyos contornos están formados por zanjas continuas abiertas en el

terreno, tenían funciones defensivas similares a las de un fuerte.

«Las crónicas de los primeros conquistadores de Orellana a Schnidel, por ejemplo-

describían aldeas defendidas por altas empalizadas de madera. Si había aldeas fortificadas

significa que los pueblos que allí vivían tenían que defenderse de invasores. La expansión de

los pueblos de lengua tupi-guaraní y pano en tierras habitadas por indígenas que hablaban

arawak podría esclarecer parcialmente esta tesis», asegura el arqueólogo Marcos Vinicius

das Neves, uno de los investigadores pioneros que acompañó las investigaciones del

profesor Ondemar.

No obstante, esta teoría no explica los geoglifos dobles, o bien, los que están constituidos

por un círculo al interior de un cuadrado. Los últimos estudios realizados por los finlandeses

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parecen apuntar otra cosa: como una especie de plaza tribal, el área interna de los geoglifos

habría sido utilizada para la realización de ceremonias. «La evidencia arqueológica sugiere

que en estos sitios se realizaban encuentros especiales, cultos religiosos por ejemplo, y sólo

ocasionalmente hacían las veces de aldea», afirma la profesora Denise Schaan, de la

Universidad Federal de Pará (UFPA).

La última de las teorías, también relacionada con la espiritualidad indígena, es la que

afirma que estos geoglifos fueron construidos para rendir tributo a la divinidad como en el

caso de los de Nazca, descubiertas en 1927, con el advenimiento de la aviación comercial.

«Los geoglifos de la Amazonía son tan importantes como los de Nazca. Pero a pesar de

haber sido descubiertos hace más de veinte años, nadie ha sabido nunca nada de ellos»,

afirma su propio «redescubridor», Alceu Ranzi. «Era evidente que, como los de Nazca, se

trataba de geoglifos: grandes diseños labrados en el suelo -geométricos, zoomorfos o

antropomorfos-, que pueden ser mejor observados desde lo alto, y a veces sólo así. El

dominio de la geometría y las dimensiones de los geoglifos -hay círculos de hasta 300

metros de diámetro- revelan algo más fascinante, y que revoluciona la historia del

Amazonas», añade.

Uno de los misterios que envuelven a estos geoglifos es que, a pesar de su gran número, no

hay indicios de que hubiese habido grandes poblaciones en la zona. «Antes se creía que en

esta parte de la Amazonía sólo había cazadores y recolectores, nómadas. Pero por el número

y el tamaño de las estructuras, los pobladores de entonces tenían que ser sedentarios y

organizados haciendo trabajos en cooperación», deduce Ranzi. Calcula que, al menos en los

sitios descubiertos, la población rondaba las 70.000 personas.

Sin embargo, y a pesar de las afirmaciones del profesor, no se ha encontrado ninguna

evidencia de ocupación humana a gran escala y durante un período prolongado en sus

zonas aledañas. «Los constructores de los geoglifos no tenían piedras en aquella región, pero

hicieron enormes trabajos en la tierra, que demandaban un poderío y habilidades de

organización comparables con las de otras civilizaciones antiguas», añade Ranzi. Tampoco

se han encontrado restos óseos ni manchas de la llamada «tierra negra», un tipo de suelo

negro muy común en otras partes de la Amazonia, que se forma a partir de restos orgánicos

producidos por la ocupación humana prolongada en una zona. En todo caso, la construcción

de geoglifos en una selva tan densa es difícil. Por ello los estudiosos consideran la

posibilidad de que la selva que actualmente cubre el área fuera, no hace tanto tiempo, mucho

menos espesa que hoy día. A no ser que la talaran, como hicieron los mayas en el Yucatán...

Los escasos artefactos asociados a una cultura material, en general algunos trozos de

cerámica, fueron rescatados en la cima o en el fondo de las zanjas que forman las líneas

geométricas. La datación de estos restos, con el método del Carbono 14, es del 1294 d.C.

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Aunque hay dataciones de movimientos terrenos como campos elevados, canales de riego y

balsas redondas, que pueden tener más de 4000 años de antigüedad. Tampoco se han

localizado los lugares de residencia y los cementerios de los constructores. Esta puede ser la

fecha del fin de esta civilización, que habría permanecido en la zona desde un milenio antes.

Fecha que sugiere que los desconocidos autores de los geoglifos pueden haber desaparecido

antes de la llegada a América de los europeos.

Una gran civilización perdida

Todo esto indica que en esta zona no hubo una gran civilización perdida, como tampoco

existen evidencias concretas acerca de quiénes fueron los constructores de los geoglifos, ni

cuánto tiempo emplearon en esa tarea. «No podemos hablar de un enorme imperio perdido

que adoraba a sus dioses geométricos en ese rincón de la Amazonía. De momento todo

parece apuntar a dos o tres pueblos semi nómadas y dispersos por pequeñas aldeas que

compartían algunos rasgos culturales comunes, tales como la construcción de los geoglifos,

asegura la arqueóloga Sanna Saunaluoma, de la Universidad de Helsinki.

Saunaluoma pertenece al Instituto Iberoamericano de Finlandia, con sede en Madrid. Esta

institución colabora desde hace casi 15 años con las universidades brasileñas en el estudio de

los misteriosos geoglifos de Acre a raíz de la tesis doctoral por la que su director, Martti

Pärssinen, demostró que los incas habían llegado a áreas relativamente próximas a la selva

acreana. En 1997, Pärssinen y un equipo de la Universidad de Helsinki, descubrió una

fortaleza incaica conocida por el nombre de Las Piedras, próxima al pueblo de Riberalta, en

el extremo norte de la región de Bení y bastante cerca de los geoglifos. La conclusión de esta

cadena de descubrimientos parece probar que la zona de Acre fue un punto de encuentro

cosmopolita entre la Amazonía oriental y las Cordilleras de los Andes.

«Nuestra hipótesis ayuda a entender la razón por la cual los primeros españoles que

exploraron la selva amazónica hablaban de grandes ciudades densamente pobladas, pero en

los escritos posteriores sólo mencionan pequeños pueblos», aclara Pärssinen. Algunas de

estas tribus, como los tucanos, son apuntados como los posibles descendientes de los

pueblos que hicieron los geoglifos. Una pista, si bien tenue, surge de un texto de finales del

siglo XIX. Ese escrito relata el encuentro entre un coronel brasileño y 200 indios que vivían

en una aldea sumamente organizada y que adoraban a dioses geométricos tallados en

madera, en la frontera con Bolivia.

Quizá la solución a este misterio venga algún día de la mano de los propios herederos de los

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constructores de estos geoglifos: los indios. «De forma indirecta hemos sugerido a los

arqueólogos que porqué no juntan en uno de esos círculos a los pajes (chamanes) más viejos

de nuestras tribus y hacen un ritual con nuestras plantas visionarias», asegura Xia

Kaxinawá, cacique de la tribu de los Huni Kuin. «Quizá venga del otro lado alguna

inspiración para dar claridad al origen de todo esto después de 20 años de no saber nada...»

Para saber más:

http://www.elmundo.es/ciencia/2016/02/07/56b637a522601d4e4f8b45a4.html

5. Día mundial de la radio

Reproduzco aquí el artículo publicado en Vanguardia.com el 7/01/2016

¿Por qué el Día Mundial de la Radio?

La Conferencia General de la UNESCO, en su 36 ª reunión, proclama el Día Mundial de la

Radio el 13 de febrero.

El Consejo Ejecutivo de la UNESCO recomendó à la Conferencia General que se

proclamara el Día Mundial de la Radio, sobre la base un estudio de viabilidad realizado por

la UNESCO en respuesta a una propuesta de España.

Hay que considerar a la radio como un medio de comunicación de bajo costo, especialmente

apropiado para llegar a las comunidades alejadas y a las personas vulnerables como los

analfabetos, los discapacitados, las mujeres, los jóvenes y los pobres, que además ofrece una

plataforma para intervenir en el debate público, independientemente de cuál sea el nivel de

educación de los oyentes. La radio desempeña, asimismo, un papel importante y específico

en la comunicación en situaciones de emergencia y en las operaciones de socorro. Por otra

parte, los servicios radiofónicos de la radio están experimentando cambios en el contexto

actual de convergencia de los medios de comunicación, y adoptan nuevas formas

tecnológicas, como la banda ancha, los teléfonos celulares y las tabletas. Sin embargo, hoy

en día, cerca de mil millones de personas no tienen todavía acceso a la radio.

En junio de 2011 la UNESCO inició un amplio proceso de consulta dirigido a todos los

interesados, es decir, las asociaciones de medios de radiodifusión; las emisoras públicas,

estatales, privadas, comunitarias e internacionales; los organismos, fondos y programas de

las Naciones Unidas; las organizaciones no gubernamentales relacionadas con el tema; las

universidades , las fundaciones y los organismos bilaterales para el desarrollo, así como las

Delegaciones Permanentes y las Comisiones Nacionales de la UNESCO. En el 91% de las

respuestas se apoyaba el proyecto. El impulsor del proyecto, la Academia Española de la

Radio, recibió más de 46 cartas de apoyo de distintas partes interesadas, tales como: la

Unión de Radiodifusión de los Estados Árabes (ASBU), la Unión de Radiodifusión para

Asia y el Pacífico (ABU) la Unión de Radiodifusión del Caribe (CBU), la Unión Europea de

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Radiodifusión (UER), la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR), la North

American Broadcasters Association (NABA), la Organización de Telecomunicaciones

Iberoamericanas (OTI), la BBC, la Universidad Internacional de Radio y Televisión (URTI),

Radio Vaticano , etc. El World Radio Day Feasibility Study (Estudio de viabilidad para el

Día Mundial de la Radio) contiene detalles relativos al proceso consultivo.

La Directora General de la UNESCO propuso la fecha del 13 de febrero, día en que se creó

Radio Naciones Unidas en 1946, para conmemorar el Día de la Radio. Los objetivos de la

jornada son concienciar al público y a los medios de comunicación acerca de la importancia

de la radio; alentar a los encargados de tomar decisiones a crear y ofrecer acceso a la

información a través de la radio; así como mejorar las redes y la cooperación internacional

entre los organismos de radiodifusión.

Los interesados que participaron en la consulta propusieron asimismo ideas para el programa

de actos del Día, tales como el uso generalizado de los medios de comunicación social,

temas anuales, creación de un sitio web dedicado al tema que permita la participación

virtual, programas especiales de radio, intercambio de programas de radio, celebración de un

festival en el que participarían los principales asociados, y otras propuestas de este tipo.

El 14 de enero de 2013, la Asamblea General aprobó formalmente la proclamación de la

UNESCO del Día Mundial de la Radio. En su 67.a reunión, la Asamblea General de la ONU

aprobó la resolución adoptada durante la 36 ª reunión de la Conferencia General de la

UNESCO proclamó 13 de febrero, día de la creación de la radio de las Naciones Unidas en

1946, como el Día Mundial de la Radio.

El tema del Día Mundial de la Radio 2016 es “La radio en tiempos de desastre y

emergencia”, con el que se pretende celebrar la importancia de la radio en nuestras vidas,

tanto en tiempos de paz como en tiempos de desastres y emergencias.

De las conversaciones con nuestros colegas de todo el mundo se desprende que 2016 será un

año decisivo para la respuesta de emergencia y para educar a la comunidad en materia de

reducción del riesgo de desastres. La mejor manera de hacerlo es por conducto del medio de

comunicación de más fácil acceso y más utilizado que poseemos: la radio. Se trata de un

medio económico que utiliza una tecnología relativamente sencilla y cuyo alcance le permite

llegar tanto a los responsables de la formulación de políticas como a las comunidades

remotas y los grupos marginados. Los medios de comunicación social son un componente

importante, pero no pueden sustituir a los servicios radiofónicos fiables, oportunos e

interactivos basados en la confianza comunitaria.

Desde los casos de conflictos provocados por el hombre que obligan a grandes masas de

población a buscar asilo hasta las emergencias cada vez más frecuentes y graves

relacionadas con el cambio climático, es importante que la UNESCO destaque la

repercusión de la radio en las épocas de desastres y emergencias.

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Hay CINCO temas principales que ayudarán a hacer realidad el Día Mundial de la Radio

el 13 de febrero de 2016, y en fechas cercanas. Los temas son los siguientes:

La libertad de expresión y la seguridad de los periodistas deben ser a prueba de desastres.

La radio empodera a los supervivientes y a las poblaciones vulnerables, teniendo en

cuenta su derecho a la privacidad.

La radio tiene repercusión social y proporciona acceso a la información. Debe protegerse

el derecho de las personas a la información.

La radio salva vidas.

La accesibilidad inmediata de las frecuencias radiofónicas resulta fundamental para salvar

vidas. Dichas frecuencias deben protegerse en situaciones de emergencia.

Nuestro Cole con la radio

Desde hace cinco años tenemos en antena el programa de Radio Escolar “Patio de Recreo”

aunque este año debido a la desaparición de Radio Pravia emitiremos desde la nube en

nuestra página web:

www.cppravia.es

Imagen del Equipo de “Patio de Recreo” de la presente temporada 2016

Para saber más:

http://www.diamundialradio.org/es

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6. ¿Qué es la obsolescencia programada? Reproduzco aquí el artículo publicado por Ana Muñoz para Ticbeat

A día de hoy pocos son los artículos que no están “programados para morir” antes o

después. Decidme si os suena: Impresoras que dejan de funcionar, baterías de smartphones

que se rompen, bombillas que dejan de lucir… A esto se le llama obsolescencia programada.

Concretamente, este concepto hace referencia a planificar desde el diseño de un bien hasta el

momento en el cual éste dejara de funcionar.

Y es que todos somos testigos de cómo, año tras año, electrodomésticos y dispositivos

evolucionan introduciendo grandes mejoras que implican una mejor funcionalidad. Sin

embargo, esto no suele implicar que alarguen la vida del aparato.

El concepto de obsolescencia programada tomó fuerza en 1932. En un principio, su

objetivo era obligar a las fábricas a producir bienes que se deterioraban fácilmente y, por

consecuencia, tuvieran que ser sustituidos. De esta forma, se lograba aumentar la demanda.

En cierto momento existió una iniciativa de implementar la obsolescencia programada por

medio de una ley, de forma que fuese una verdadera obligación de los fabricantes, pero esto

nunca ocurrió. A pesar de ello, muchos empresarios aplicaron esta política de producción,

especialmente en las bombillas.

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Existen varios ejemplos de productos que, en un principio, se fabricaban de un material

duradero y que, en la actualidad, no es así. Es el caso de las medias de las mujeres que, en un

primer momento, duraban años. Cuando las ventas descendieron, sus fabricantes decidieron

que les convenía fabricar un producto menos duradero.

La obsolescencia programada representa un verdadero problema que impacta en el bolsillo

de los consumidores, pero sus consecuencias van más allá. Y es que esta conducta genera

enormes desperdicios de materiales, que son tirados a la basura con poco tiempo de uso.

Esto produce un gran impacto en el medio ambiente, ya que algunos países están siendo

utilizados como vertederos de productos desechados.

Si te queda cualquier duda sobre qué es la obsolescencia programada o qué

consecuencias tiene, te recomendamos echar un vistazo a nuestro vídeo.

Para saber más:

http://www.ticbeat.com/tecnologias/que-es-la-obsolescencia-programada/

http://computerhoy.com/noticias/software/que-es-obsolescencia-programada-40045

http://blogthinkbig.com/bombilla-centenaria/

Videos:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/el-documental/documental-comprar-tirar-

comprar/1382261/

https://www.youtube.com/watch?v=9Ygs4BZz9VU

7. Di no a los cables enredados: soluciones y trucos para evitarlos

Reproduzco aquí el artículo publicado por Pedro Santamaría el 12/02/2016 para Xataka.

La lucha por evitar problemas con los dichosos cables nunca acaba. Es cierto que hay ya

algunas opciones para intentar minimizarlos. Bien optando por conexiones inalámbricas o

bien organizando y ocultándolos. El problema es que no todos los cables se pueden

esconder. Porque muchos de ellos los usamos a diarios y en diferentes ubicaciones.

El cable USB de carga de tu smartphone, los de los auriculares, cargador del portátil, etc.

Son muchos los candidatos que a lo largo del día optarán al premio al cable más enredado de

todos. Si quieres ponerle fin, aquí van algunas ideas para evitar los molestos enredos en

los cables.

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¿Por qué se enredan los cables?

Evitar que los cables se enreden es algo imposible si no adoptamos ciertas medidas. Según

pudo comprobar la Universidad de California, el propio movimiento al que se ven sometidos

hacen que, en un cable enrollado, las secciones más cortas se van introduciendo en las

mayores provocando así el enredo. Un estudio tan curioso que incluso sacaron fórmulas para

explicar cada tipo de nudo.

De todos modos, lo más interesante fueron algunas conclusiones como las de que los cables

con longitud menor de 46cm o mayor a 150cm son menos propensos a enredarse. Lo

que, en cierta medida, ya nos da algunas pistas para poner fin a esa maraña de incómodos

cables enredados entre sí.

Primer paso, reduce el número de cables

Los enredos de cables son muy molestos. Da igual que los liemos con cuidado, sin forzar o

apretar en exceso,… terminan enredados. A veces, eso sí, se debe a la longitud del cable

pero en muchas otras ocasiones por culpa de tener varios juntos. Conectas los auriculares,

luego el de carga del móvil, más tarde quitas uno y cuando vas a conectarlo de nuevo ya está

en lío montado.

Por tanto, la regla de oro: reducir al máximo el número de cables que necesitas. Al igual

que cuando vimos cómo organizar los cables de tu equipo, el primer paso es conseguir

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quedarse sólo los que realmente resultan imprescindibles. Tu smartphone, tablet, reloj, lector

de libros… posiblemente todos tengan su propio cable con conexión micro USB. ¿Necesitas

tener tantos cables idénticos?

Habrá situaciones o momentos del día en el que sí podrás requerir tener a mano ambos, pero

seguro que son las que menos. Por tanto, vamos a comenzar por ahí, por evitar tener cables

de más.

Una vez nos hemos quedado con el número de cables imprescindibles, si quieres reducir aún

más puedes optar por comprar alguno de esos cables que incorpora diferentes “puntas” con

conexiones distintas.

Soluciones para evitar enredos de cable

Ya hemos eliminado de nuestra vista todos aquellos cables sobrantes. Ahora será más

sencillo organizar y tenerlos bien controlados. El problema es que suelen seguir liándose.

Así que, aquí van algunos trucos, hacks caseros y pequeños accesorios con los que evitar

enredos. El mayor clásico de todos es el uso de pinzas para sujetar papel o aprietapapeles. Se pueden

aprovechar de varias maneras. Una interesante es colocándolas en la mesa o estantería dónde

sueles tener el o los cables. Claro que también son prácticas para cuando son cables que

llevas en una mochila o bolsa.

Por supuesto, hay soluciones más elaboradas como las de BlueLounge y sus CableDrop.

Pequeñas piezas de plástico con una hendidura en el centro que sirve para sujetar el cable.

Normalmente, cables que no tienen un diámetro muy elevado. Ideal para los de cargadores

de móviles, auriculares, etc.

Si quieres organizar otros cables algo más gruesos entonces prueba con LogiLink. Piezas de

diferentes tamaños que sujetan los cables de forma individual o bien por grupos.

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Otra opción de bajo coste y muy efectiva es el velcro. Yo reconozco que soy fan, y no es

para menos. Es cómodo de usar y da mucho juego. Con un poco de velcro puedes liar el

cable y dejarlo con el tamaño necesario para tu día a día. Igual con 30 cm de cable tienes

suficiente y no necesitas los 120 cm que llega. Una solución también práctica para organizar

otros tipos de cables, si os interesa encontráis rollos de 5m por sólo 7 euros en Amazon.

Cómo controlar los cables que siempre van con nosotros

Todo lo visto antes está genial, son soluciones a esos cables que solemos tener más o menos

en un lugar fijo. Puede ser nuestro escritorio, un mueble en el que cargamos dispositivos,

etc. Pero qué ocurre cuando esos cables vas a tener que llevarlos contigo.

Una opción es saber cómo enrollarlos de forma correcta. En LifeHacker publicaron hace

ya tiempo un vídeo en el que mostraban diferentes métodos para enrollar los cables y evitar

enredos. Son soluciones efectivas pero o se olvidan o simplemente terminan dañando el

cable, sobre todo si se trata de auriculares.

Mis tres soluciones básicas, según la situación, son las siguientes. No es nada nuevo pero sí

suficiente para evitar esos líos.

ç La primera, cuando llevo la mochila, es usar Grid-it. Un accesorio que no es más que un

conjunto de elásticos de diferentes tamaños con los que sujetar gadgets y cables. Creedme,

es realmente útil.

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Reaprovechar la caja de auriculares como la de los EarPods de Apple o accesorios como

CableYoYo de Bluelounge. Aunque no es el único que este fabricante ofrece. En su web hay

otras opciones interesantes como CableClip, en Amazon cuestan 10,99€

La última es tiras de velcro o los aprietapapeles (sin que presionen mucho) para sujetar cada

cable de forma individual.

¿Problemas al enrollar los cables? Sí y no

Por cierto, igual te preguntas si hay algún problema por enrollar los cables demasiado.

La respuesta rápida es no, pero vayamos por partes. Si tu miedo es que puedan hacer bobina,

calentarse y salir ardiendo tranquilo. Eso ocurriría sólo con los de corriente y siempre que la

demanda o corriente sea mayor a la que pueda soportar el cable. Eso en entornos domésticos

no suele ser algo habitual, así que no hay riesgo.

Respecto a la resistencia, los cables están preparados para aguantar aunque siempre hay

unos límites. Según la elasticidad del mismo podremos enrollarlo más o menos pero

siempre es recomendable dejarlo algo más suelto para no forzar. Pero, sobre todo, hay que

tener mucho cuidado con las terminaciones. El punto en que se conecta cable y conector es

el más débil.

En esos puntos los fabricantes normalmente añaden un "guardacables" que evita un doblado

excesivo que rompería bien el cable o las conexiones realizadas. Así que recuerda, cuando

vayas a doblarlos, los extremos déjalos algo más sueltos.

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Cables, cables y más cables

Como puedes ver, solución a los enredos de cables hay de todo tipo. Si quieres gastar más o

menos ya depende de ti. Lo importante es que podrás evitar perder tiempo quitando nudos la

próxima vez que saques un cable del cajón o de tu mochila.

Claro que si no te importa comprar nuevos, lo cables planos son una gran opción anti-

enredos. Por sus características son menos propensos a terminar enredados. El problema es

que más allá de cables de conexión es complicado encontrarlos en auriculares, etc. Y claro,

tampoco vas a comprarte unos auriculares sólo porque tenga cables planos, ¿no?

Para saber más:

http://www.xataka.com/accesorios/di-no-a-los-cables-enredados-soluciones-y-trucos-para-

evitarlo

Videos:

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=7nf_OxIrZN4

https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Rgt1enwLTRs

8. Buzón de sugerencias

Podéis mandar vuestros comentarios y sugerencias a:

[email protected]

¡Feliz día de San Valentín!

“ Estaya Digital“ es una Revista Digital de divulgación TIC sin ánimo de lucro.

Pravia, febrero 2016

Con nuestro agradecimiento a:

M. Raúl Fernández, diseño logo CP Santa Eulalia de Mérida (Pravia).