el escritor como promotor de valores - repositorio...

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\ * INVESTIGACIÓN Y SOCIAL ' No. 2J. UMI-<G. 2000 El escritor como promotor de valores Fcrnmzdo Solo Aparicio' POllmeia presentada (11 el Primer CO IIgrc so InternadO/mi wbre Ética de In InDeS/igllci6n OÓltifica, ",,,liUlda en la Unh>er sidad Militar Granada" , Bogo/á, D,e., Iwviemhr,· 18 y 21 de 2000 E l escritor es el vocero de una socie- dad muda. Habla por los que callan, reclama por los resignados, grita por los que tienen miedo, razona por los que se mim etizan en el silencio. En el Tercer Mundo, que por múltiples razones no ha tenido mucho acceso a la m¡¡raviH<l dé' la lect ura, la mayor parte de los miembros de la comunidad son ecos, solamente. El escritor tiene qué ser la voz. La mayoría son solamente pasos: el escritor tiene qué ser y hnccr c"mino_ Además, no sólu un tes tigo de su tiem- po, [) un espejo colocado a 10 brgo del sen- dero de la vida: en o cas io nes es fiscal. acusador, develador de las situ.'lciones que le sionan a los seres humanos, En tonces, en esa forma, el beritor es vulnerable, Y en un mundo donde la guerra ma ta a qu i enes habl an de pa;>:, el escri tor es el blanco perfedo para que los violentos de cualquier ideología, los extremistas, los fundamenta listas, los xenó fobos, le mues- tren a una comunidad acobardada cómo el bárbaro poder de las acalla la sica de las ideas , Pero pese a la amenaza existente, o q Ui lAs por el mismo miedo que genera, y que engendra la rebeldía dcldcsafío, el escritor sigue diciendo su verdad, cueste lo que cueste , Y así se cons tituye en el que fe de lo que va ocurriendo, en el relator por excelencia, y va incor porand o a su labor hechos y personajes, sueños y frust ra- ciones, fantasías y realidades: t odo lo q ue, en definitiva, hace la historia. No la de las fechas frías y los nombres de héroes o Doc!ot "'Hoooris Cau",,- E"",;!ot y or= ylsta <lo famo "' emacional. ""."" .... 11'*<1.00 H""",r"IÓdade$ Y óo ka "1'1""'& Grar>a<f o",

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INVESTIGACIÓN Y [)ES~RRO!.LO SOCIAL ' No. 2J. UMI-<G. 2000

El escritor como promotor de valores

Fcrnmzdo Solo Aparicio'

POllmeia presentada (11 el Primer COIIgrcso InternadO/mi wbre Ética de In InDeS/igllci6n OÓltifica, ",,,liUlda en la Unh>ersidad Militar ~N""w Granada" ,

Bogo/á, D,e., Iwviemhr,· 18 y 21 de 2000

E l escritor es el vocero de una socie­dad muda. Habla por los que callan, reclama por los resignados,

grita por los que tienen miedo, razona por los que se mimetizan en el silencio. En el Tercer Mundo, que por múltiples razones no ha tenido mucho acceso a la m¡¡raviH<l dé' la lect ura, la mayor parte de los miembros de la comunidad son ecos, solamente. El escritor tiene qué ser la voz. La mayoría son solamente pasos: el escritor tiene qué ser y hnccr c"mino_ Además, no e~ sólu un testigo de su tiem­po, [) un espejo colocado a 10 brgo del sen­dero de la vida: en ocasiones es fiscal. acusador, develador de las situ.'lciones que lesionan a los seres humanos, Entonces, en esa forma, el beritor es vulnerable, Y en un mundo donde la guerra mata a

quienes hablan de pa;>:, el escri tor es el blanco perfedo para que los violentos de cualquier ideología, los extremistas, los fundamenta listas, los xenófobos, le mues­tren a una comunidad acobardada cómo el bárbaro poder de las arm~s acalla la música de las ideas,

Pero pese a la amenaza existente, o q Ui l As por el mismo miedo que genera, y que engendra la rebeldía dcldcsafío, el escritor sigue diciendo su verdad, cueste lo que cueste, Y así se constituye en el que dá fe de lo que va ocurriendo, en el relator por excelencia, y va incorporando a su labor hechos y personajes, sueños y frust ra ­ciones, fantasías y realidades: todo lo que, en definitiva, hace la historia. No la de las fechas frías y los nombres de héroes o

Doc!ot "'Hoooris Cau",,- E"",;!ot y or=ylsta <lo famo "'emacional. ""."" ~ .... 11'*<1.00 H""",r"IÓdade$ Y E~ óo ka ~roklaO M;I~", "1'1""'& Grar>a<fo",

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" batallas, sino la historia cotidiana del hombre, qut't'S el que h~ idooonstnJyendo ydestruyendoel rnl.lndoquc le dicron ro­mo casa, como refugio, como navc cósmi­ca para irdcsdcsu realidad hasta el olvido.

y en ese quehacer de todos los díos, 1'1 escritor va form¡¡ndo y modificando el criterio de la sociedad dentro de la que escribe. Dich"ns dció sembrada la semilla para los (ilmbios que Juego de sus obras se produ;Cron en el tratamiento a la infan­cia desamparada; Zola magnificó <.'1 caw Dreyfuss para que luego la justicia penal y la legislación penitenciaria rrann>sa se modificaran sustnndahncnte. Y los ejem­plos se multiplicarían hasta el infinito. Porque no son los legisladores los que cambian las costumbres: es el escritor quien las transforma, con el poder 5Upre­mode la Palabra. y, utilizándola, defiende, resucita, establece valores, normas de comportamiento, maneras dc pl"OCl;'C!er. El poder inmenso del escritor lostá en que él le otorga a la Palabra el sonido de una camp;ma qucconvoca para la solidaridad ~n las desgracias y la al~gr\a cn las horas del ángelus;cn que le adjudica a la Palabra cltono d{"l grito para la protesta, el volu­men del himno par~ las celebraciones o las efemérides y el susurro de la ternura p,lfa las intimidades de la amistad y los júbilos claros del amor. Y con esa Palabra, define y promueve los valoT'{"5, que a lra­v~ de los tropiezos de la civilización se hiln convertido en la razón, en la brújula yen la meta d{" los seres humanos que aún supcrvivimos {"11 nucstra casa grande de la TIerra.

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Primera memoria: libertad, un punto dc encucntro

Si cI hombre no tiene libertad, no tiene nada. Sinel sujctoactivoquc C5el hombre, la libertad no tiene sentido. El hombre integro, el hombre verdadero, pOSl't! una sola patria: la libertad. Cuando la pierde, lo ha perdido todo. La libertad es para el hombrecomoc1 "ire para la cometa, como el horil'..onte para los paisajes, como el agua pilra los dclfiT\es, como los suenos p.1Tilla vida.

Pero desde siempre, la libertad ha sido atropellilda. Intentaron matarla en los ban:os negreros que con un cargamento de dolor y de sangre, de rebeldía escon­did" y de gritos callados atran$lron el mar para traer los esclavoscazadoscobar­demente en Iils tierras de Africa; Ir~taron de asesinarla en el fondo de las minas don­de los primitivos duei'los de esta América fueron obligados a bUSCM los met~les empujados por las órdenes cortantes de los látigos; prOCUraron callarla l'n los guc­thos Y le cii'lcrOIl cinturones d~ al~mbre de púas, que ahora hemos visto horroril'.a­dos resurgir dentro de nuestras propias fronteras. A Iillibertad le disparan todos, de un lado y de otro lado, de un bando y de otro bando, la buscan los de una pan­dilla y otra pandilla: y, persiguiéndola, todos son igualmente bárbaros. Pero a la libertad no la matan, a la libertad no la encarcelan, a la libertad no le ponen co­yunda, a la libertad no pueden comprarla ni venderla. Exist", en el fondo decada S<.'r humano, como un componente del aire que nos permite respirar; existe en el

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IrNESTK>ACtON y DESARROlLO SOCI,I,L · NO. 23 ' UMNG • 2000

corazón de loses.clavos igual a un torren!l' detenido o a un pájaro enjaul<ldo pronto a estrenar el vuelo; existe pese a los barrotes y las celdas y los calabozos y, curiosamen" te,donde la ni(-gan ~donde'-'Stá más viva.

Cuando perdió la libertad. Miguel Hcr­nández le escribió a la libertad: "Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, cI!.l pondrá dos picdrasde futura mirada". Porque b libertad lo [('construye tono, y tal vez s ... a ésa, precisauwnte, su caracte­rísticn principal. Pueden masacrar al hombre; pero ni siquiera las salpicaduras de la sangre mancharán el ¡x..::ho dncho y hermoso de l¡¡ libertad. Y esto lo S,lbe de primera mano el escritor, y esto es lo que defiende. Yen su camino para reconstnlir 1'1 rasado ~ imnginflT ('1 f1 1 tu ro, recurre no sólo a la imaginación sino a la investig~­

ción deto llada, científica, cuidadosa, para quesu Palabra tenga un soporte y sea más convincente y perdurable.

Segunda memoria: respeto, porque el otro es nuestro cspeío

l a honestidad es tal vez la maneIil más hermosa y p lenu de respetar al otro La honestidad es reconocerle lo que tiene y TlO disputárselo, sino del'cndérse/o. Yes tumbién tolera rlo, pese a lilS di ferencias; 0, mejor, en razón de las d iferencias. Res­pe!il quien reconoce la unicidud del otro, cuida su p rivacidad, su parcel~ de intimi­dad y de s.ilencio. Respeta el que no m.,I­gastu la palabra, el que sabe escuchar, el que comprende. Respeta el '1ue cree en el prójimo, el qucabre sin ruido las ventanas

y puertas de esta casa cerrada que somos todos, para que por ellas entren las razo­ne~ del otro,)' salgan hacia el OtronUL'Stras propias razones.

El verdadero progreso de l ~ humal1id<ld no puede sos tenerse sobre el atropello. Desafortunadamente, la historia nos mues­tra cómo muchas veces la ciencia avanza al tiempo COII la destrucción. ]-liroshima nunc¡) podr.i borrar las cicMnces que le quediHon no en sus calles sino en la me­moria colectiva. Hiroshima es un símbolo que le seguirá doliendo a In humanidad mientras no se asesine la cunciencia. Y también le dQ!crán las guerras cutidiunns que son el irrespelo ekV¡ldo a su máxima potencia. lrrcspctocontra millones de per­sonas ajenas a los conflictos, que pierden su territorio, su familia, sus raíces, su iden­tidad. El mayor irR>Spcto colc<:tivode este cruento mumento histórico lo forman las filas interminablcsde los desplazados que se quedaron sin la fe en su Dios y el amor a su Patria, y que van de un lado a otro sin encontrar nuevamente la vida, no por­que los hubierall matado sino porque 1.1 vida que les dejaron no tiene sentido.

El respeto es, entonces, permitirle ser al otro, con su alegria y su amargura, con su camino y su c~n;;ancio, con su canto y su paisaje, con Su cuerpo y su alma. Por eso, a través de las obras que los escritores han dejado a lo largo de los siglos, y que les sirven como pasuporles para regresar constantemente del olvido, está plasmada esa necesidad de respetar al otro. Ese otro que, en el último fondo, es igual a m í y en 1<1 misma media esabsolutamcnte distinto,

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" INVfSTIGACION v OESARAOUO SOCIAl. ' NO :Jo UMNG • 2000

porque la igualdad y la diversidad son simultáneas.

Tercera memoria: solidaridad, brindar un hombro

A veces necesitamos un hombro para que nos ayude a soportar una targa,o simple­mente para que nos p<'rmita reclinamos a lloraren silencio. Esoesser solidario, com­partirse, entregarse, abrir los brazos para que en ellos quepa el universo, illistar las manos para trabajar const ruyendo el mundo de los otros, dejar de par en par el coraZÓn para que sus sístoles y sus diásto­les sean comO titilaciones de luz que les permitan a todos encontrar el camino.

Tasore escribió: Nosotros trabiljamos por­gue estamos enamorados de la vida, y de~mos ha<xc que nueo¡,tra vida valga su eternidad. Yes ahí donde cabe la solid ari­dad: en el amor con que seamos para los demás; en la precisión con que abramos un surco junto a su surco, a fin de oonstruir una sementera; en el esfuerzo con que llevemos una gota de agua a su oasis para hacer imposi bles los desie r tos; en la voluntad con que unamos nuestra voz a su coro para derrotar el temor que engen­dran los grandes silencios de la vida.

Para que la solidaridad exista, hay qué saber convivir con los demás. Un barrio desordenad o, sucio, anárquico, ind ica fa milias ind ividualistas, solitarias, amar­gadas. Un barrio de calles limpias y de niños alegres, señala núcleos fJmiliares que secolaboran para edificar entre todos

el bien común. El solidario se entrega sin pedir nada a cambio. Ayuda sin esperar una retribución. Tiene la mano abier ta para apoyar al otro; tiene la inteligencia despejada para pensaren el otro, y a trJvés de ese otro pensar en la comunidad en que vive. La solidaridad es lo más cercano a la fraternidad, y con ésta se puede mover el mundo. La Biblia dice que el hermano ayudado por el hermano es como una cui­dad fortificad a. Y si el escritor ahonda en el lema, investiga hacia las ex~iencias que han dejad o los siglos ya vividos, encontrará miles de ejemplos en los cuales la solidaridad, la unión, la fratern idad, fueron suficientes para salvar un hombre, una comunidad, una generación.

Cuarta memoria: amistad, la casa sin puertas

Hay cuatro palabras de común raíz la tina que articulan el sentido de la amistad : fidelidad, confianza, fe, confidencia. Jalil Gibran dice: ¿qué amigo seña aquel que tuvieras qué buscar para m¡l\ar las horas? Búscalo para vivir las horas.

Entregar la amistad es un acto de fe. Sólo a un amigo le permitimos ent rar en noso­tros, conocernos, saber lo que somos_ Un verdadero amigo es aquel a quien neva­mos de la mano a nuestras buhardillas interiores, para abrir con él los viejos baú­les en donde duermen los recuerdos, y permi tirle sacud ir los anaqueles de la memori .. ~ donde e5\¡>¡ban ¡>¡rrumadoslo:. duend('S que nos desvelarOn cuando ni­ños, las primeras lágrimas y los primeros

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INVESTIGACIÓN Y OESAAROllO SOCIAl' NO, 23 • UMNG ' 2000 " sueños; un amigo puede recibir nuestras confidencias, delante de él nos quedamos desnudos sin que nos de verguenza por­que sabemos que sus ojos no juzgan sino que comprenden; un amigo es el apoyo cuando vacilamos, esel que nos regala su silendo cuando nos duelen las palabras, el que se vuelve una muleta cuando tro­pezamos, el que abre las jaulas interiores donde duermen las aves negras de 105

malos recuerdos, el que le dá alas a nuestra alcgría y les presta caminos a los pasos que teníamos reprimidos en el desván de los fracasOS.

La amistad es confianza, y ésta tiene un parentesco evidente con 10 más escondido qu{' poseemos: los ideales, las frustrado­nps, lo que '1uisimos ser y 10 que somos El amigo entiende, acepta, nunca critica. l'ara el amigo somos importantes, irrepe­tibles, únicos.

Es la amistad lo que ha sostenido pueblos. imperios, mundos. La amistad escoincidir en los mismos propósitos, o entender cla­ramente los opuestos. El amigo no cues­tiona, apoya. El amigo no empuja: con­duce. Ya través de los siglos, loscscritorcs han exaltado la amistad, han cnCOJ\trado oídos propicios para sus confidencias, han rcctificlldo grilcias II un amigo oportuno SUS erroI"CS, y han comPllrtido con él los triunfos, que son sobmentc la confirma­ción de los otros a que un esfuerzo estuvo bien encaminado.

Quinta memoria: verdad, mostrarnos sin disfraces

La verdad nos da autenticidad. y el hombre au téntico es un ser humano cabal, pleno, íntl'gru. Y lo es en la medida en que vive dialógicamente, abierto generosa­mente a los demás, ycrea con esta apertura ámbitos de Iib('rtad. La verdad os hará libres, dijo Cristo. Y la historia, desde antes de su frase hasta ahora, no ha hecho otra cos.a que confinnarla.

Si alguien miente. se manifiesta como no es: se disfraza. ¿Qué se esconde detrás de la máscara? Tal vez sólo la oScuridad, lo inauténtico, lo ficticio. ¿O lo ficticio es la máscara, y detrás de ella se oCulta la per­sona'! Noolvidemosquc la vOZ latma per­sonam significa máscara dcactor. En todo caso, el disfraz es una mentira, y la relación entre los seres humanos, para que tenga proyección y significado, deh<: estar edifi­cada sobre la verdad_

La vida social, la vida de relación, muchas vcces nOS obligan a maquill.'lmos. Pero debajo de la capa de maquillaje, ¿seguimos siendo nosotros mismos? Lo grave viene cuando la mascara se vuelv(' más impor­tante que IJ persona. CuandQ el disfraz tiene mayor importancia que el hombre.

La verdad nos da transparencia. Una per­sona transparente csconfiable, es valiosa. Pura como el agua, se deda no hace mu­cho. Nooculta nada, no tiene pliegues de hipocresía, no camufla puñales de doblez, no soslaya la realidad con prel1das fals.1s. Una persona verdadera es bUefIil, es recta.

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20 ItNESTIGACION y DESNIAOLLO SOCI.ll· No 23 ' UMNG • 2000

Quien dice la verdad propida la verdad. A una persona que tiene la verdad en los labios no se le puede h.lblar con la ffit'Iltiril. L(l autenticidad del interlocutor obliga nuestra propia autenticidad. Así, el mundo podría desenvolverse dentro de unos parámetros de transparencia, y el engtlño sería imposible. La verdad des­nuda es pulcra como una espada, hermosa como una mujer, delicada como una rosa, comunic.:lnlc como un perfume. En el mundo moderno, la mentira es la gran ¡nvilnda a las nxcpdoncs ~oduk-s. a los actos dl' gobiemo, a los tralados nudo­nalcseintemacionnlcs. Y suele colarse con su olor de flores moribundas en las aulas dedase donde la verdad debería rcsplan­decer como una madrogada,en las iglesias donde bs parábolas de Cristo son lumi­nosamente verdaderas, en los hogares detrás de las disculpas y los lldulterios. Pero si no decimos la verdad, estaremos perdidos en el pantano oscuro de la negllción y de la incertidumbre.

Sexla memoria: paz, para que haya fu lUro

Es cruel. doloroso y frustrante pensar que la guerra nació con el primer pensamiento del hombre, un primer pensamiento que ha debido ser para el amor. Pema su com­pañera sólo la vio más adelante, yen cam­bio divisó a su vecino y lo calificó como su enemigo. Y no alistó su mano para la caricia y la ternura sino que la aprt'Stópara el rechazo y el comb¡lte. Y no tocó la cara o el scno de la que estaba a su lado sino que tomó la maza par ...... tncnr. Y así la

guerra ha ido diezmando periódic¡¡mente cl ... nes, tribus, nacione-s, contin~tes. Yen el momenlo aclual, por cada pt.'SO que se destina de mala gana para la causa de la paz, hay millones que se gastnn con entu­siasmo para la sinrazón de la guerra.

U! paz es diálogo. Dos personas que no conversen no podrán acercarse ni espiri­tual ni materialmente. La paz es conci­linción, que implica el deseo d e la no vio­lencia; es compromiso, porque ~ste lleva I"'lda el mutuo respeto; es justicia, a fin de que cada cual tengn lo que le corres­ponda y no empiece a codiciar 10 que les pertenece a olros; l'S comprensión porque quien comprende no ,llaca. La paz es tra­bajo, armonia, rectitud, y In guerra podría asimilarse con un ocio y 1In odio enfure­cido yciego porque destruye lo que la paz yel trabajo han construido solidariamente.

L'l paz: noes sólo la ausencia de connictos, sino la creación de ámbi tos de concordia. y csl:il paz exterior se vive y se consigue a partir de la paz interior, y de la tolerancia que parte de la convicción de que el hom­bre, por su finitud, pUL'(/e encontrar tuda In verdad, pero no 1" verdad toda. La paz es In acept"ción goWS-il y plenificante de lo que somos. y es aceptar en la misma medida y con la misma sensación de plenitud lo que son los demás.

Camus dijo que vencer a un hombrees tan amargo como ser vencido por ~I . En la guerra no hay vencedores: todos son ven­cidos. Nadie gana una guerra: la pierden todos. El país que logra someter a los otros queda tan arruinado como ellos. Los con-

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INVESTtGACION y DES.o.F\FIOU.O SOCIAL ' NO. 23' UI.',NG· 2(00 " flietos in!l'Tnos producen décadas de retraso en lo económico, en lo socia\' d~­truycn las familias y a"'lball con lJ ¡u\ 'CI1-tud. Un país vl-nccdor o vencido quooa roto por ¡u\os y años, y [a S1\ngn: y [as lágrimas hacen 6tériles los campos y su­mergen los corazones en un sedimento oscuro y sudo de resentimiento y de amnr­gura.

No se entiende el afán de resolver las dife­n:ncias mooiante el incremento indefinido del sufrimiento colectivo. A la larga, de-s­pués de años de genocidios y mas • ."cres, las id"as que prelld¡~ron la gU(.'f'r,1 pierden su actualidad ysu \' igencia, y dejan de ser importantes. Lo úniwque queda C5 la ter­qu(.>dad dd hombre en destruirse mientTas dP.:itruye ti ntro~.

No solamente Tolstoi moslró los desastres de la guena y las afloranzas de la p;!z. El escrltor, a travtts de milenios. ha contado las bondades de una y \oshorrores de otra, y ha dl'jado su testimonio en obras que, traspllsando la finitud irrem~iable de los seres humanOS, han qu(..odado p.:ua .1i1o­ranza y para escarnio dc quicncs nos pre· <:edieron y nos sucedcr.'m. Investigando haría el pasado. e imaginando hada el futuro, vemos que la paz ha sido desterra­da del., ~ d011de los domingos podría Sl.'ntarse junto con la n\cgrin, de los cole­gios donde en las mml¡lnas podría saltar a la golO5<l, de las sementeras dOnde en los diciembres deberla presidir las cere­monias dI.' la CQSCCha.

y la p.lzC!senciJla, rordial, fáci!. Sólo que su cnnlo de alOndra, su voz de zagala en

el refugio de los apriscos, su acento de ter­nura en las ceremonias de la dan7.a, es aca­nad,1 por los nlgidos del cañón,. que con su furia muestra la parte oscura del hom­bre, empeñado dL'Sdc si.::mpte en ¡'](ras.1rlo todo, para sembrar sobre las ruinas los cambuches de la desesperanza.

Séptima O1cmoria:d amor, puerta de salvación

Amilr d \llIa persona (.'5 penSoJr que no morirá nunCil Amar es desear que el ser amado exista siempre. Es decirle, como dfirma el autor de El Prinrípito: Si ~ que vas a venir a las cuatro, empe?.aré a ser feli~ de5dclas dos. AI1UrcsSólberqUl' otro ser, fuera dc mi. muy lelOS, me estA VI­

viendo. Y es pen!¡,~r un poro como lope de Vega, que no quiero la glQr\a de ganarlo por no lener e\ miedo de perdnlo.

El amor nO es po!K'Sivo: cs generoso, abier­to, a!lIplio. Poseer es convertir al amado en un objeto-El que de veras ama, nO C01l5-lruye una jaula, sino que abre sus puertas para que el ¡¡mor se quede. El amor es 10 único que puede salvarnO!;, aún desde el sufrim¡cn!o dcl de5.lmor, alln desde las oscurldades del olvido.

El amor es fidelidad. Si ésta no existe, el amor es una mentira y, como tal, se dcs­tTuyca sí mismO. Elamor implica una con­fianza plena. El que ama desnudn su cuer­po y su alma y !osdos qucd3n igu<,lment(' vulnerables, pero los muestra delante del amndo porque CQnfía en ':1, porque S<lbe que lo va a mirar con los ojos enormes de

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" la tl1mura, y que lo acepta. porque lo ama. Amar es ser el otro pilla uno y ser en la misma medida el uno para el otro. El amor pleno es un sentimiento de doble vía donde S(! da y se redbc, si/1 que esto sea un cálculo sino porque constituye la esencia misma del amor. El amor no lo forrrmn el e'>pejo y la imagl!rl: lo fOTlT\an dos personas con un propósito común_ El amor no asimila al otro p¡¡ra aniquilarlo sino que le abre 1.In espacio par,} que se n!illicc. Amar no es suploditaT al otro sino darlcalas para que haga su vuclQ. Yamar es quedarse confiado ('11 la roma y ver al otro C'5\~nando !>\1 PTopio ciclo, con la esperanza de que rcgres.1rá, pero con la «,Me7.i1 anticipada de que .solamente vol­verá si asi lo quiere.

No hay \mil obra traba¡ad.a COn el apoyo de la Palabra, o del pentagrama, o del pincel, o de cualq\.llL"T .l de llls mimi¡e~ta­dones del arte, que no esté inspirada en el amor. 1-as f;lcciones de Nelertiti queda­ron. plasmadas para la eternidad por una mano que la OlmOlba. Y recordamos a Hele­na de Troya por el ameor, y soñamos con Terpsfcore porque danzaba enamorada, y i'lmi'll'i\OO el amor (k Afrodita porque amó el amor y lo convirtió en el 5.1cramcnto por excelencia, y sabemos de Dafnis y Cloc que in.1U¡;uraron el amorelemento'll frente al p':llS<lje, y Il't'm~ a Saio porque le dioal amor una dimensión difere(lte; y L'n los sueños vamos de la mano con las hcroÚlas de l<,s novelas y las dc;;tina\aTias de los poemns y las inspiradoras de los cuentos y de los drnmas, porque el amor que anidó en ellas desplegó desde eUas sus alas inlmitas para que las convirtiéramos en

las luminarias de la galeria interminable de los recuerdos.

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y volviendo un poco al comienzo de estas meditaciones, dl'spuéSdc! viaje por varias Instancias o estancias de la memoria, tenemos que Uegar a la conclusión de que {'I escritor, el narrador, el poeta, el drama­turgo, (('Crea la verdadera hisluri1l. Nu la de los textos frí.'lml'llte académico~ que tienen, como ya seiíalomos, nombres de batall~$ y de combatientes, fechns de fun­daciones y derrotas, ci fras de epidemias r hambronas, sino la qve se refiere al hom­bre de carne y hUL'SO, a los SCIl.'S humanos que habitaron la T \erra en otr1lS ~pQCas, 11

los hombres y mujeres que omJI"OTl y rolde ' CiL1"on y g07.Jron en la vida. esa breve pau­sn de luz entredos etemidade!s de! sombra.

El escritor, con sus capacidades imagina­tivas y recurriendo a veces a un riglJfOSO proceso de itwestigadón, \~ da ,'id1l s. sus personajes. No desconocemos la impor­tancia hi&tórica, por ejemplo, de Robes­pierre o de Mara! en el marco de la Re\'o­lución FranC(.'Sa, Pero no podemos negar que mucho más vivos que ellos, mucho más cercanos a nosotros, capaces de desa­fiar Jos siglos y aptos pata vet\a!r el olvido, son los pen;onajes que Víctor J-Iugo creó l"n su Tlovel1l LOS MISERABL.ES. Jean Valjcan, el hombre que purgó durante su vida el delito de haber robado un pan, es un símbolo válido para toda las fronteras de Jil humanidad y para todas las épocas de la historia. El Inspector J.:\\'erl,que gas­tósu vida persiguiéndolo, es Un t1rquetipo

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INV€STIGACÓN y OE"SARFlQlLO SOCIAL. No. ZJ • UMNG • 2000

de la terquedad de la injusticia. Y las figu­fas ferneni(las de esta novela, como Fantine, la prostih¡t¡¡, o Coscttc,l¡¡ adoles­cente, iluminan con su propio resplandor la noche inevitable del olvido.

El mundo de la historia es matcm,jlico, exacto, situado. El mundo de lJ narrativa es inmenso, cálido, permanente. La nist<.>­ria informa. L.l novela convence.

y en resumen: el escritor es, sin lugar a dudas, un promotor de valores. No es el que los define desde el punto de vist~ estrictamente filosóftco o jvrídko, sino el que los ¡lpliC.l y los c>:plica a tnwés de b vida de sus personajes . No es el <¡\le los reglamenta o loscolJX:a eneMigos y ley~,

sino el que Los mucl'.!ta en las vivencia:> y en la cotidünürl"d d" los se!\!S q,le llenan sus historias. Como vocero de una socie­dad rnudil, <el <es<:ritor es también el forja ­dor de las nuevas generaciones, y el que les €xpli<:iI cómo la ¡¡bcItad es la verdadera patria del hombl'i', cómo el r(.'Speto es el camino para la conviv€ocia, cómo la ¡;()lid~ridad nos hace hwencibl€S, cómo la amistad nos permite conocer lJ confi.1!lZa y el consuelo de las confidencias, cómo la verdad nos quita el disfraz y nos devuelve 3 13 autenticidad y a la pureza, cómo la paz hace que florezcan de nuevo los cami­nm" y c6nlO el amor es lo úniCo que /lUS podrá justificar al11(' el juzgamicnto impla­cable de los siglos.