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Los Cuadernos del Pensamiento EL CREACIONISMO CIENTIFICO. SU ORIGEN Y FUTURO Edn W. House L a convicción de que el Génesis explica los orígenes del mundo mediante una descripción científica ha estado en vigor durante varios siglos. No obstante, para entender los movimientos políticos y sociales que abogan por la enseñanza de la creación en las clases de ciencias de los colegios públicos, es preciso tomar en cuenta la historia del protes- tantismo ndamentalista y evangelista durante los últimos 150 años. A principios del XIX, el ndamentalismo y el evangelismo protestantes constituían poderosas erzas religiosas en Esta- dos Unidos e Inglaterra. Bajo el liderazgo de in- dividuos como John y Charles Wesley en Ingla- terra, la iglesia Metodista surgió en ambos paí- ses. También se desarrollaron otras amplias de- nominaciones que ponían el acento en la creen- cia de la Biblia y la proclamación de su buena nueva. Durante mucho tiempo, dichos grupos eclesiales constituyeron poderosas erzas de rerma social. Significativas rermas peniten- ciarias, así como el desarrollo de leyes sobre el trabajo inntil y el buen trato del obrero no cualificado se desarrollaron en gran parte debido a la influencia del cristianismo evangelista. Los cristianos evangelistas estuvieron entre los pri- meros densores del abolicionismo, primera- mente en Inglaterra, y poco después en Estados Unidos. La aparición del libro de Darwin, El origen de las especies en 1859, se vio acompañado de va- rios ctores que actaron a las iglesias ortodo- xas protestantes. Entre mediados y finales del siglo XIX se descubrieron nuevos manuscritos de la Biblia original. Aumentó el número de es- tudiosos que se dedicaron a investigar dichos manuscritos, y empezaron a desarrollarse las ló- gicas discrepancias de interpretación y traduc- ción de dichos documentos. Hacia finales del XIX eran varias las iglesias protestantes de las actualmente llamadas «establecidas». Estas eran los metodistas, los presbiterianos, los luteranos, los congregacionalistas y los baptistas. Hasta en- tonces sus similitudes de fé reflejaban sus oríge- nes, mediante la afirmación de la divinidad de Jesucristo y la inspiración de la Biblia por Dios. Todas estas iglesias se vieron, entre 1860 y 1890, seriamente conontadas por la visión propiciada por Darwin de que el hombre y todas las demás cosas vivientes podían provenir de un lento y gradual proceso, desarrollado a lo largo de miles o millones de años, antes que en seis días de 24 horas, mediante un fiat. 61 Hacia 1900 la mayor parte de las iglesias esta- blecidas habían resuelto el problema de la evo- lución pensándolo como un proceso mediante el cual el Creador había traído al ser al mundo y a la vida. También por esta época, la iglesia Cató- lica resolvió el conflicto potencial al dictaminar los tres primeros capítulos del Génesis como una descripción de verdades espirituales, y no una descripción cientffica de cómo habían ocu- rrido las cosas. Concomitantemente con esta resolución de la controversia evolucionista, muchos estudiosos de las iglesias establecidas empezaron a poner en duda la validez de interpretar al pie de la letra diversas partes de la Biblia, incluyendo la exis- tencia histórica de Jesús, y dieron lugar a los en- ques teológicos de la Biblia agrupados bajo el nombre de «modernismo» o «liberalismo». Al- gunos de ellos llegaron a hacerse puntos de vista dominantes en muchos de los seminarios de las iglesias establecidas. Como reacción a este desplazamiento del punto de vista en lo rerente a la Biblia, mu- chos miembros de las iglesias establecidas aban- donaron sus antiguas denominaciones y dieron lugar a nuevas iglesias protestantes. Entre 1900 y 1920, así pues, se produjo una considerable agmentación de las denominaciones eclesiales hasta entonces dominantes, surgiendo nuevos y reducidos grupos. La imagen de marca de dichos grupos era su total compromiso con una inter- pretación prondamente literal de las partes na- rrativas e «históricas» de la Biblia, incluyendo los primeros capítulos del Génesis. Son estos grupos eclesiales los que han puesto las bases del ndamentalismo y el evangelismo del siglo . Para mejor comprender el creacionismo «científico» es importante penetrar la percep- ción del mundo de los grupos evangelistas. Fun- dándonos en su interpretación de la Biblia, los evangelistas son dualistas. Ven todo lo que ocu- rre en el mundo como una batalla entre dos erzas, las erzas del Mal dirigidas por el Dia- blo, y las erzas del Bien dirigidas por Dios. Por tanto, todos los ctores del mundo pueden ser explicados por las acciones de uno y otro o por batallas entre ambos. Puesto que la interpreta- ción de las pruebas sobre el origen de las espe- cies, y las rmas de vida en general, por parte de Darwin y los biólogos posteriores, no se amoldan a la creación instantánea en seis días de todas las cosas vivientes, resulta natural para los pensadores del evangelismo identificar a ta- les ideas como procedentes del diablo. La erza y ectividad del creacionismo «científico» y su movimiento han tomado por sorpresa a muchos científicos y académicos. Dando por supuesto que el proceso Scopes en 1925 dejó bien sentadas las cosas y que la explo- sión del conocimiento biológico bloqueaba cual- quier serio reto serio al pensamiento evolucio- nista, la mayor parte de los biólogos han enseña- do ciegamente como un hecho irrebatible (esen-

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Los Cuadernos del Pensamiento

EL CREACIONISMO

CIENTIFICO.

SU ORIGEN Y FUTURO

Edwin W. House

La convicción de que el Génesis explica los orígenes del mundo mediante una descripción científica ha estado en vigor durante varios siglos. No obstante, para

entender los movimientos políticos y sociales que abogan por la enseñanza de la creación en las clases de ciencias de los colegios públicos, es preciso tomar en cuenta la historia del protes­tantismo fundamentalista y evangelista durante los últimos 150 años. A principios del XIX, el fundamentalismo y el evangelismo protestantes constituían poderosas fuerzas religiosas en Esta­dos Unidos e Inglaterra. Bajo el liderazgo de in­dividuos como John y Charles W esley en Ingla­terra, la iglesia Metodista surgió en ambos paí­ses. También se desarrollaron otras amplias de­nominaciones que ponían el acento en la creen­cia de la Biblia y la proclamación de su buena nueva. Durante mucho tiempo, dichos grupos eclesiales constituyeron poderosas fuerzas de reforma social. Significativas reformas peniten­ciarias, así como el desarrollo de leyes sobre el trabajo infantil y el buen trato del obrero no cualificado se desarrollaron en gran parte debido a la influencia del cristianismo evangelista. Los cristianos evangelistas estuvieron entre los pri­meros defensores del abolicionismo, primera­mente en Inglaterra, y poco después en Estados Unidos.

La aparición del libro de Darwin, El origen de las especies en 1859, se vio acompañado de va­rios factores que afectaron a las iglesias ortodo­xas protestantes. Entre mediados y finales del siglo XIX se descubrieron nuevos manuscritos de la Biblia original. Aumentó el número de es­tudiosos que se dedicaron a investigar dichos manuscritos, y empezaron a desarrollarse las ló­gicas discrepancias de interpretación y traduc­ción de dichos documentos. Hacia finales del XIX eran varias las iglesias protestantes de las actualmente llamadas «establecidas». Estas eran los metodistas, los presbiterianos, los luteranos, los congregacionalistas y los baptistas. Hasta en­tonces sus similitudes de fé reflejaban sus oríge­nes, mediante la afirmación de la divinidad de Jesucristo y la inspiración de la Biblia por Dios. Todas estas iglesias se vieron, entre 1860 y 1890, seriamente confrontadas por la visión propiciada por Darwin de que el hombre y todas las demás cosas vivientes podían provenir de un lento y

gradual proceso, desarrollado a lo largo de miles o millones de años, antes que en seis días de 24horas, mediante un fiat.

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Hacia 1900 la mayor parte de las iglesias esta­blecidas habían resuelto el problema de la evo­lución pensándolo como un proceso mediante el cual el Creador había traído al ser al mundo y a la vida. También por esta época, la iglesia Cató­lica resolvió el conflicto potencial al dictaminar los tres primeros capítulos del Génesis como una descripción de verdades espirituales, y no una descripción científica de cómo habían ocu­rrido las cosas.

Concomitantemente con esta resolución de la controversia evolucionista, muchos estudiosos de las iglesias establecidas empezaron a poner en duda la validez de interpretar al pie de la letra diversas partes de la Biblia, incluyendo la exis­tencia histórica de Jesús, y dieron lugar a los en­foques teológicos de la Biblia agrupados bajo el nombre de «modernismo» o «liberalismo». Al­gunos de ellos llegaron a hacerse puntos de vista dominantes en muchos de los seminarios de las iglesias establecidas.

Como reacción a este desplazamiento del punto de vista en lo referente a la Biblia, mu­chos miembros de las iglesias establecidas aban­donaron sus antiguas denominaciones y dieron lugar a nuevas iglesias protestantes. Entre 1900 y 1920, así pues, se produjo una considerable fragmentación de las denominaciones eclesiales hasta entonces dominantes, surgiendo nuevos y reducidos grupos. La imagen de marca de dichos grupos era su total compromiso con una inter­pretación profundamente literal de las partes na­rrativas e «históricas» de la Biblia, incluyendo los primeros capítulos del Génesis. Son estos grupos eclesiales los que han puesto las bases del fundamentalismo y el evangelismo del siglo XX.

Para mejor comprender el creacionismo «científico» es importante penetrar la percep­ción del mundo de los grupos evangelistas. Fun­dándonos en su interpretación de la Biblia, los evangelistas son dualistas. Ven todo lo que ocu­rre en el mundo como una batalla entre dos fuerzas, las fuerzas del Mal dirigidas por el Dia­blo, y las fuerzas del Bien dirigidas por Dios. Por tanto, todos los factores del mundo pueden ser explicados por las acciones de uno y otro o por batallas entre ambos. Puesto que la interpreta­ción de las pruebas sobre el origen de las espe­cies, y las formas de vida en general, por parte de Darwin y los biólogos posteriores, no se amoldan a la creación instantánea en seis días de todas las cosas vivientes, resulta natural para los pensadores del evangelismo identificar a ta­les ideas como procedentes del diablo.

La fuerza y efectividad del creacionismo «científico» y su movimiento han tomado por sorpresa a muchos científicos y académicos. Dando por supuesto que el proceso Scopes en 1925 dejó bien sentadas las cosas y que la explo­sión del conocimiento biológico bloqueaba cual­quier serio reto serio al pensamiento evolucio­nista, la mayor parte de los biólogos han enseña­do ciegamente como un hecho irrebatible (esen-

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cialmente contemplado por muchos como una ley), sin mostrar en serio las dificultades que presentan determinados segmentos del pensa­miento evolucionista. Por añadidura, han fraca­sado en conseguir educar firmemente a los estu­diantes en los principios básicos de toda ciencia, y sus limitaciones.

Durante las últimas décadas ha existido una buena porción de americanos ( de 40 a 50 millo­nes según las últimas estimaciones) que suscri­ben una visión del cristianismo etiquetada como «evangélica» y/o «fundamentalista». Tales tér­minos significan cosas distintas según las gen­tes, pero para nuestros fines basta con identifi­carlas diciendo que se resumen en la creencia de que la Biblia es una serie de escritos inspirados por Dios, que fue y es el Creador de todo el uni­verso y de nuestro mundo. Tales escritos se su­pone que están libres de error y deben ser toma­dos como verdad literal, a menos que su carácter simbólico o metafórico sea evidente.

Dichos americanos se agrupan fundamental­mente en pequeñas denominaciones eclesiales de las ramas más conservadoras de las denomi­naciones más amplias (p.e. la Missouri Lutheran Church). Numéricamente, estas gentes forman una buena parte de la población del Sur y el Me­dio oeste (regiones a veces agrupadas bajo el nombre de Bible Belt, o «Cinturón de la Biblia»). Aunque los cristianos evangélicos tendían gene­ralmente a ser conservadores, no solían partici­par activamente en campañas o actos específicos como grupo organizado y comprometido hasta los últimos 5-10 años. Se veían a sí mismos como «extranjeros de paso» en un mundo ajeno, tal como dice uno de sus cantos religiosos. Un amplio porcentaje de estas personas provenían de familias de rentas bajas, que no solían verse llamadas a ingresar en profesiones o estudios de alto nivel cultural (salvo honrosas excepciones, por supuesto).

No obstante, a finales de los 50 y a lo largo de los 60 muchos individuos procedentes de tales medios empezaron a estudiar en colegios y uni­versidades laicos, al ir aumentando el nivel ge­neral de la población. Descubrieron entonces, entre otras cosas que la teoría de la evolución era el tema central de la biología y que tenían sustanciales significados para otros campos. Esto hizo que muchos de dichos estudiantes tu­vieran que hacer una de estas cinco elecciones: 1) dejar de asistir al colegio; 2) pasarse a un cole­gio patrocinado por su iglesia; 3) abandonar susanteriores creencias religiosas y abrazar los nue­vos puntos de vista; 4) intentar coordinar su po­sición de «creyentes bíblicos» con los datos y elconocimiento del mundo que le aportaba sueducación laica superior; ó 5) mantenerse firmeen su fe y resistirse a las presiones que empuja­ban a un cambio de modo de pensar.

Darwin en 1840, pintado por George Richmond.

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Hubo algunos que eligieron alguna de estas cinco opciones. Por su parte, muchos de nues­tros profesores universitarios laicos se encuen­tran entre quienes, dejando a un lado su educa­ción religiosa, han incluido entre sus nuevos puntos de vista la aceptación de la teoría de la evolución. Otros, en cambio, dejaron las univer­sidades laicas para ir a enseñar en centros finan­ciados eclesialmente, llevando con ellos la im­presión de que los centros laicos estaban domi­nados por profesores «descreídos», que tendían a suprimir cualquier creencia religiosa. Muchos de estos últimos individuos son en la actualidad los más influyentes miembros claustrales de los seminarios teológicos donde se forman los mi­nistros que dirigen las iglesias conservadoras y evangélicas. Esta gente, junto con los que han permanecido como resistentes en los centros laicos, consideran como valores primordiales del mundo académico la glorificación de todo lo es­pecífico del hombre, su intelecto, su naturaleza y sus deseos -conceptos que sugieren que los humanos forman parte del mundo animal en el que el ser supremo (Dios) se considera como superfluo, cuando no inexistente. En ocasiones, esta percepción de la universidad laica y de sus influencias sobre la sociedad ha recibido el nombre de «humanismo secularista». Se carac­teriza este sistema como un entramado de creencias que niega la necesidad de un Dios per­sonal y mantiene valores morales contrarios a los principios bíblicos.

Concomitantemente con estas experiencias y formas de ver a las universidades públicas ha ha­bido otros dos desarrollos fundamentales: pri­meramente, el comienzo de lo que actualmente se denomina la revolución biológica. A princi­pios de los 50, y junto con el descubrimiento de la estructura del material genético (DNA), se dio una explosión de conocimientos en biología básica y biología aplicada. Una comprensión cre­ciente de las interrelaciones entre plantas y ani­males con su entorno condujo al movimiento ecologista de principios de los 70, como parte de esa revolución. El marco teórico integrador de todos estos conocimientos, tanto en biología molecular como en biología organística, fue la teoría de la evolución.

En segundo lugar, tal vez como respuesta al expansionismo de la biología, un esfuerzo con­certado por parte de los biólogos llevó a situar al evolucionismo, en los libros de texto de biología para enseñanza secundaria, como el principio unificador de la biología. El Plan de Estudios de Ciencias Biológicas (Biological Sciences Currí­culum Study) se inició en 1960 para mejorar la enseñanza de las ciencias biológicas en los insti­tutos. Desarrolló planes de estudios para ense­ñanza secundaria en lo que específicamente se identificaba a la teoría de la evolución como el principal, si no el más abarcador principio que subyace a todas las formas biológicas, concluido el hombre; con anterioridad a esto, la palabra

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evolución ni siquiera aparecía en los más vendi­dos libros de texto de biología para la secun­daria.

Este énfasis sobre la evolución en la enseñan­za pública hizo que los conservadores vieran sus creencias y valores drásticamente amenazados. No se obligaba a nadie a acudir a universidades laicas, pero se obligaba a los niños a acudir a las escuelas públicas. Y, desde su punto de vista, el «humanismo secularista descreído» constituía una enseñanza básica y oficial, que se imponía a sus hijos. A decir verdad, los cristianos conser­vadores identifican el «humanismo secularista» como el sistema de valores y la orientación que embebe toda nuestra sociedad y la lleva a la des­trucción y al desastre, un sistema de pensamien­to que tiene por fundamento la idea de evolu­ción. Y, puesto que los profesores de biología de las escuelas públicas se forman en universidades estatales, dichas instituciones han acabado con­virtiéndose en lugares temidos y considerados de poco fiar. Son trampas para destruir las creencias religiosas de los inadvertidos e inocen­tes hijos de las familias que creen en la Biblia.

Durante las últimas cuatro décadas, muchos científicos de educación cristiana o convertidos a tal fe creyeron que era posible conservar sus creencias científicas y ser al mismo tiempo bue­nos científicos. Fundaron en 1941 una organiza­ción llamada la American Scientific Affiliation (ASA), que lleva publicando una revista trimes­tral desde 1949. La mayor parte de sus miem­bros pertenecían originalmente a la Missouri Sy­nod Lutheran Church. Más de 2.500 científicos son miembros de ella en la actualidad. Esta or­ganización no ha rechazado la teoría de la evolu­ción ni los presupuestos básicos que subyacen a la ciencia, y está dominada por «evolucionistas teístas». Muchos de sus componentes son hoy profesionales prominentes de las disciplinas bio­lógicas.

A finales de los 50, el Dr. Henry Morris, miembro de la ASA dejó la organización porque ésta se negaba a reconocer oficialmente que la interpretación literal de los primeros capítulos del Génesis fuera la única posible interpretación cristiana, por más que individualmente cada miembro pudiera sostener tal posición.

Henry Morris, entonces, se mudó al Sur de California, convirtiéndose en líder de la Sout­herna California Bible Science Association (SCBSA), grupo que abogaba por emplear la Bi­blia como fuente inicial de toda comprensión científica, particularmente en lo relacionado con los orígenes. Durante estos años ( de finales de los 50, hasta mediados de los 60), Nell Segraves trabajó estrechamente con Morris en sus esfuer­zos. Se había sentido particularmente afectada por las experiencias que sus hijos habían tenido en los institutos y en las universidades estatales: su hijo mayor, Kelly, asistía al orange Coast Ju­nio College (California) y empezó a plantear en casa preguntas sobre la validez de la acción del

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gobierno americano en Viet-Nam, a abogar por reformas sociales y a cuestionar la autoridad de las Escrituras; su segundo hijo vino a casa que­jándose de que su profesor de biología en el ins­tituto había tomado en su mano una calavera de mono y se lo «había presentado como su ante­pasado». Encendida de ira, Nell Segraves, en so­ciedad con Henry Morris, organizó la Creation Research Society en 1963, como una rama del capítulo sudacaliforniano de la Bible Science Association (BSA). Dicha agrupación acabó ad­quiriendo covertura nacional, con afiliados en todos los estados. En 1970, Segraves y Morris organizaron la Creation Science Research Cen­ter (CSRC) [«Centro de Investigación de la Ciencia de la Creación»], ubicado en S. Diego. Su finalidad era «parar los pies a la conjura na­cional que intenta obstaculizar las enseñanzas cristianas», así como «desembarazarse de los principios evolucionistas» que subrayan la im­portancia del entorno como factor determinante en la configuración del destino humano, frente al concepto cristiano de la libre voluntad.

Dos años más tarde, Morris y Segraves tuvie­ron serios enfrentamientos, y Morris, junto con Duane Gish, que detenta un doctorado en bio­química por la U. of C. en Berkeley, fundó el Instituto for Creation Research (ICR), asociado al Christian Heritage College, que regenta la Scott Memorial Baptist Church.

Hasta fecha reciente, ambas organizaciones tenían misiones bien diferentes. Los esfuerzos del ICR se orientaban hacia la preparación de li­bros de texto, y otros libros destinados a incor­porar datos científicos al creacionismo y a seña­lar los puntos flacos de la teoría evolucionista. Produjeron libros de texto que intentaron fue­ran aceptados en el plan de estudios de la secun­daria en California. Han preorganizado debates en las universidades con profesores de biología, con ánimos de retar frontalmente la validez de la teoría evolucionista. Duane Gisch ha termi­nado convirtiéndose en un habilidoso discuti­dor, lleno de recursos, que raramente «pierde» un debate.

Los objetivos de Nell Segraves desde el prin­cipio han sido siempre altamente políticos. Ha planificado una cuidadosamente pautada campa­ña con vistas a conseguir que el pensamiento creacionista se enseña en las escuelas, y si es po­sible que el pensamiento evolucionista sea ex­pulsado de ellas. Para apreciar la eficacia de sus esfuerzos, es importante darse cuenta de que ayudó a convencer al senador Everett Dirksen y al senador Robert Kennedy a incluir la palabra credo en la proposición de ley sobre Derechos Civiles de 1964, donde se fundan la mayor parte de los actuales procesos legales de los creacio­nistas. El CSR proporciona consejo, informa­ción bibliográfica y experiencia práctica a quie-

Gabinete de Da,win donde escribió quince de sus diecisiete libros.

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nes, procedentes de cualquier estado de la Unión, quieran:

a) Presentar proyectos de ley que eliminenla teoría de la «evolución» de las escuelas pú­blicas.

b) Presentar proyectos de ley que obliguen aun enfoque dual de la enseñanza de los orígenes (siendo una parte de dicho enfoque el creacio­nismo).

c) Entablar procesos contra el Estado parabloquear la enseñanza del evolucionismo, o for­zar la enseñanza del creacionismo.

Recientemente, el ICR ha venido a unirse a la refriega en la arena política. Dicha agrupación proporciona proyectos de ley cuidadosamente redactados, para someterlos a las cámaras de re­presentantes de cada estado (p.e. Georgia, Arka­nas, Louisiana, Mississipi, e Iowa). Había diez proyectos de ley presentados en ocho estados en 1980, y eran ya 23 en 15 estados los presentados en 1981. Proporcionan igualmente montañas de atractiva literatura que puede usarse para la en­señanza del «creacionismo» «científico». Son los únicos editores de materiales o libros de tex­to que proporcionan un enfoque dual para el es­tudio de los orígenes, para su uso en las es­cuelas.

El desarrollo y composición de las más impor­tantes organizaciones del creacionismo «cientí­fico» aparece desglosado en la tabla que a conti­nuación se detalla bajo el título Orígenes del Creacionismo «Científico». Aunque la Creation of Social Science y la Human Society, la Min­neapolis Bible Scince Association y la Citizens por Fairness in Education Ciudadanos Por Jue­go Limpio en Educación no se derivan del CSRC ni del ICR, sus orígenes están estrecha­mente relacionados con individuos influencia­dos por ambas organizaciones.

Aunque aquí se ha tratado de proporcionar una cierta penetración de las ideas y motivacio­nes de tales grupos, importa especificar sus creencias básicas respecto de la evolución, resu­miéndolas así:

1) La teoría de la evolución es satánica yprobablemente procede del mismo diablo.

2) Las ideas evolucionistas dieron lugar alhumanismo secularista, que ha engendrado:

a) el materialismob) el existencialismoc) el comunismod) el modernismoe) el socialismof) el fascismo

3) La aceptación del pensamiento evolucio­nista niega los principios básicos del Cristianis­mo y sus conceptos de naturaleza humana y ne­cesidad de salvación.

4) El humanismo secularista es responsablede los valores cambiantes de nuestra sociedad, incluidas las actitudes hacia la reproducción, la vida familiar, el papel de la mujer y el papel del gobierno.

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Para ilustrar las creencias básicas sobre la evo­lución antes articuladas, véanse las siguientes citas de los miembros del creacionismo «cientí­fico».

ORIGENES DEL CREACIONISMO «CIENTIFICO»

AMERICAN SCIENTIFIC AFFILIA TION, I 941 (2.500 MIEMBROS)

(Dominada actualmente por evolucionistas teistas-1983) .,.

Henry Morris .,.

Southern California Bible Science Association; finales 50 "'

"' Nell Segraves y su hijo Kelly

l. Creation Research Society y afiliados, 1963; actualmente con su cuartel general en Ann Arbor, Michigan (John N. Moore)

Michigan State university (Afiliados actuales = 3.000)

2. Creation Science Research Center, 1970. S. Diego (CA.) (Morris y Segraves)

.,. 3. Institute of Creation Research, 1972. S. Diego (CA.)

1 (Morris y Gish)J ------� 800 miembros '-------�

1 Christian Heritage College, Scott Memorial Baptist Chruch

1 Tim La Haye (Fundador del Christian Heritage College) Jerry Falwell (Protegido de La Haye). Líder de la Moral Majority.

4. Creation of Social Science y Humanity Society (Wichita, Kansas)

5. Citizens for Fairness in Education (Paul Ellwanger)

Murphy, Carolina del Norte

El origen de todo el mal en el universo debe haber coincidido con el origen de la idea de evolución, ya que ambos surgen del rechazo que Satán manifiesta contra la re­velación que Dios ha hecho de sí como Creador y Dueño del Universo.

Henry Morris

La teoría de la evolución es una doctrina demoníaca destinada a seducir espíritus.

Libro de texto del ICR

Enseñar evolucionismo implica enseñar ateísmo, aunque explícitamente no se lo en­señe.

Henry Morris

Con semejante perspectiva, los grupos crea­cionistas han acabado alineándose recientemen­te con los grupos políticos conservadores (deno­minados Extrema Derecha, Derecha Radical, y Ultraconservadores por las gentes más libera­les). Su tácita incluye las siguientes actividades:

1) Poner a los biólogos a la defensiva, ata­cando sus puntos flacos o las aparentes debilida­des del pensamiento evolucionista.

2) Intentar implicar a los media, incluyendodebates televisivos, reseñas de periódicos, esca­ramuzas en el ámbito de los parlamentos de cada estado sobre la enseñanza del evolucionis­mo, y detalladas referencias en los periódicos sobre las querellas legales iniciadas contra el evolucionismo.

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3) Mantener un continuo y masivo bombar­deo postal sobre los pastores y fieles de las igle­sias fundamentalistas y evangélicas, desacredi­tando la enseñanza del evolucionismo.

4) Predicar constantemente contra la evolu­ción desde los púlpitos o en los sermones televi­sivos (como Jerry Falwell).

5) Proponer argumentos que apelen a lasmás altas cualidades del ser de la emoción hu­mana para hacer que el creacionismo sea ense­ñado en las escuelas mediante el recurso al jue­go limpio.

6) Jugar constantemente el papel de vícti­mas. En los debates, hacer caer en ridículo a un profesor universitario encanta a la mayor parte de los públicos.

7) Citar fuera de contexto a prominentescientíficos.

8) Contribuir a hacer creer que el pensa­miento evolucionista en nada se diferencia de un dogma religioso.

Aunque la meta última de los creacionistas «científicos» parece ser la eliminación de la en­señanza del evolucionismo en las escuelas pú­blicas, o en aquellas instituciones ayudadas con fondos federales, su objetivo inmediato es con­seguir que la enseñanza del creacionismo sea al menos equiparada a la enseñanza de la teoría evolutiva por las delegaciones locales de ense­ñanza o por las legislaturas de cada estado. Para cumplir esta tarea, emplea diversos argumentos con los que convencer a los legisladores, no sólo de la aceptabilidad sino incluso la deseabilidad de semejante propuesta. Los más poderosos y efectivos argumentos son los siguientes:

1) Ambas son teorías que no pueden ser fac­tualmente demostradas. Es sólo una cuestión de interpretación de datos. Unos eligen creer de una manera, y otros de otra. Así, como en toda ciencia que se precie, deben ser tomadas en cuenta todas las teorías.

2) Puesto que algunos segmentos de la po­blación aceptan el punto de vista creacionista, los profesores deben en justicia otorgarle el mis­mo tiempo e idéntica consideración (con fre­cuencia se utilizan encuestas de opinión para apoyar su postura).

3) Libertad académica de los estudiantes.4) El reclamo patriótico: América fue funda­

da sobre la base de ideas y valores cristianos. 5) El modelo creacionista se apoya en análi­

sis científicos de los datos disponibles. 6) Algunos evolucionistas admiten que el

creacionismo podría ser «verdadero», luego los profesores deberían ayudar a los estudiantes a buscar la verdad.

7) La enseñanza por contraste es un modoefectivo de presentar información y conceptos.

Para completar el esbozo de los planes políti­cos de los creacionistas, conviene añadir una nota al cuarto argumento de esta lista. Según M. Marty, en Morality, Ethics and the New Christian Right [«Moralidad, ética y la nueva derecha cris-

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tiana» ], «América, según creen los evangelistas, es la nueva nación elegida, una 'última y nueva esperanza' de redención en la Tierra, porque Dios la ha elegido como terreno de entrena­miento para los evangelistas que han de rescatar a gentes de otras naciones». Así, los individuos que han sido elegidos para oficios públicos de­ben refutar y desbancar el evolucionismo y apoyar el creacionismo, si quieren ser considera­dos «patriotas por los creacionistas «científicos».

El movimiento creacionista «científico» se­guirá haciéndonos compañía durante muchos años. Los que actúan como líderes de su activi­dad política están comprometidos con una ideo­logía que sería muy difícil que olviden. Conside­ran sus esfuerzos como vitalmente importantes para el país y para el mundo. Sus planes pro­puestos son presionar a cada junta de gobierno escolar para que utilice libros de texto y material escolar con ideas creacionistas, si fracasan en las legislaturas estatales y en los tribunales de justi­cia. Ciertamente seguirán apelando aquellos procesos que pierdan hasta llegar al Tribunal Supremo, si es posible. Cada batalla que ganen a nivel estatal o nacional tendrá serias repercusio­nes. Es posible que den lugar a cambios en el sistema· de educación público, como pueda ser la redefinición de la idea de ciencia. También es posible que contribuyan a una notoria disminu­ción de los fondos federales para investigación básica, en los que se utilicen indiferencias o conceptos evolucionistas. En este momento hay ya presentados dos proyectos de ley, en este sentido, en el Congreso de los Estados Unidos. El eventual fracaso de los creacionistas en su in­tento de incluir su teoría en los planes de estu­dios de las escuelas públicas, sin duda estimula­rá la proliferación de escuelas privadas eclesia­les. Parece inevitable el desarrollo de un impor­tante sistema educativo paralelo en los próxi­mos años.

Aunque muchos empiecen a ver con desáni­mos los esfuerzos de los creacionistas «científi­cos», hay varios efectos laudables en esta con­troversia. Los biólogos se han mostrado durante todo este tiempo perezosos y autosatisfechos en sus exposiciones de la teoría evolucionista. Han presentado como hechos muchos conceptos que son sólo postulados o especulaciones. Los pro­fesores de biología con frecuencia han olvidado educar a sus alumnos en la naturaleza de la ciencia, su filosofía y sus postulados. La reac­ción frente al creacionismo científico requerirá, necesariamente, que profesores e investigadores vuelvan a plantearse los fundamentos de la cien­cia moderna, y repiensen la importancia del em­pirismo, la lógica y la razón. Si esto llega a ser el resultado primario de la actividad de los creacio­nistas «científicos», nos habrán hecho sin duda un buen servicio. Esperemos que la �biología se beneficie, en vez de lesio- � � narse, ante este reto. �

(Traducción: Alberto Cardín)