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  • 8/16/2019 Editado EticaII U1 Introd 1er Mandamiento

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    6 ÉticaDr. Pablo A. Marini, Dr. Raúl E. Petrinelli

    Segunda parte. Unidad 1 

    Los mandamientos. Primer mandamientoVersión 2 /febrero 2012

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    Marini – Petrinelli

    06 – Ética – 2da Parte – Los mandamientos. Primer mandamiento

    Copyright © Universidad FASTA 2011. Se concede permiso para copiar y distribuir sin fines comerciales este documento con laúnica condición de mención de autoría / responsabilidad intelectual del contenido original.

    2

    ÍndiceIntroducción ........................................................................................................................................... 3 

    Noción ................................................................................................................................................ 3 

    El Decálogo y la ley natural................................................................................................................ 4 

    El Decálogo y la gracia de Dios ......................................................................................................... 5 

    Formulación de los diez Mandamientos............................................................................................. 6 Primera tabla: amar a Dios por sobre todas las cosas.. .................................................................................6 Segunda tabla: amar al prójimo como a uno mismo. .....................................................................................6 

    Primer Mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas ................................................................... 7 

    “Adorarás al Señor tu Dios, y lo servirás”........................................................................................... 7 La fe ................................................................................................................................................................7 La esperanza ..................................................................................................................................................8

     

    La caridad .......................................................................................................................................................9 

    “A Él sólo darás culto” ...................................................................................................................... 10 Noción de la virtud de religión.......................................................................................................................10 

    Actos propios de la virtud de religión............................................................................................................10 

    “No habrá para ti otros dioses delante de Mí” .................................................................................. 12 Pecados contra la virtud de religión..............................................................................................................12 

    “No te harás escultura alguna…” ..................................................................................................... 13 

    Errores con respecto al primer mandamiento .................................................................................. 14 Ateísmo.........................................................................................................................................................14 Agnosticismo.................................................................................................................................................14

     

    Masonería .....................................................................................................................................................14 Liberalismo....................................................................................................................................................15 

    Fuentes bibliográficas citadas.............................................................................................................. 16 

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    Introducción

    Noción

    Como ya hemos visto en el primer volumen de Ética cristiana , uno de los mayoreserrores en la interpretación de la moral cristiana (si no es el principal) es verla comouna moral primordialmente prohibitiva, una moral en la que se insiste más en la abs-tención del pecado que en las virtudes positivas y la santidad. Por eso, mostramos enel cuadro de las páginas 6 y 7 de este volumen II las virtudes y actos que cada man-damiento exige.

    La moral católica fundada en la visión de Santo Tomás de Aquino ha puesto de re-lieve –mucho más que el pecado– el esplendor y la belleza de la bondad moral trans-figurada por la gracia de Cristo y el impacto de las virtudes morales y su importancia.El gran tema, como ya dijimos antes, citando a Dietrich von Hildebrand (1960), es la

    santidad.

    Por un lado , como señala el P. Sáenz en su introducción a Los Mandamientos co- mentados   (Tomás de Aquino 2000), un exceso de casuismo, que presentaba unamoral como si se tratase de algo exclusivamente imperativo con una serie de deberesy de prohibiciones que parecían imponerse sin razones evidentes, podía llevar a ciertaobsesión de pecado y hasta escrúpulos. En tal concepción, el asunto central parece-ría ser: “¿Qué es lo que se permite hacer?” o, mejor “¿qué es lo que se debe hacer uomitir para no caer en pecado?”. Era en cierto modo una moral del mínimum, noexenta de cierto espíritu de pusilanimidad, poco coherente con la exhortación de Cris-to: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48). Esto dejaba enun cono de sombra la exposición de las virtudes.

    Por el otro lado , surgió en las últimas décadas una reacción contra esa mentalidad,que no fue sana sino que condujo a nuevos y más graves errores. Como ya hemosvisto también en la primera parte, son erróneas:

      una “moral de situación”, resumida en la frase “a nuevos problemas, nuevamoral”, o

      una “moral de actitudes” que reduce el seguimiento de Cristo a sólo una ac-titud, una inspiración.

    Toda esta “nueva moral” está basada en una concepción radicalmente subjetivista del juicio moral.

    Frente a ambas posiciones –la de una moral casuística empobrecedora o la de unamoral relativista degradante– la moral de Santo Tomás plantea un camino de perfec-ción moral comparable a la creación artística: el hombre va modelando  la “estatua”de su vida, de tal modo que quien fue creado como imagen de Dios se vaya haciendosemejante a Dios por el recto uso de su libertad. La acción moral se diferencia de laacción del artista porque aquella no versa sobre materia exterior sino sobre la propiapersona, merced a lo cual el hombre se va pareciendo más y más a Dios, su Creador.Y si usa mal su libertad, si la usa para el pecado, se degrada, se animaliza, traicionasu imagen inicial haciéndose semejanza del demonio.

    En la moral de acti-tudes, no importan losactos particulares sinola “opción fundamen-tal” que se toma en

    general y que está másallá de todo compor-tamiento particular, ennada dependiente dedeterminados manda-mientos.

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    Esta auténtica obra, la principal que debe realizar el hombre en su vida terrena, daenorme importancia al papel de las virtudes, auxiliadas por la gracia.

    Dios no se contenta con que le entreguemos un “mínimum” legal sino que pide latotalidad  de nuestro ser, exige que busquemos la santidad, la perfección, el Bien

    supremo.

    Para Santo Tomás, el análisis de los diez mandamientos no se trata de un análisisfrío, de un catálogo de pecados y obligaciones, sino de una aplicación de la caridad a cada uno de los preceptos, los tres primeros expresando el amor a Dios, y los sieteúltimos el amor al prójimo.

    El cumplimiento de los mandamientos es el amor en acción .

    De tal manera que la moral católica no se queda congelada en las facetas prohibiti-vas de los mandamientos, sino exponiendo también los deberes positivos que  invo-

    lucran, siguiendo aquello de que la moral no es solamente  lo que no se debe hacer,sino principal y prioritariamente lo que se debe hacer.

    En definitiva, el gran engaño demoníaco  respecto a la moral católica es verla (yasí –lamentablemente– la ve el mundo moderno) como una permanente y reiteradalimitación a la libertad humana, y no como lo que es, el camino hacia la perfección yla felicidad al que nos llama Dios.

    La palabra “decálogo” significa literalmente “diez palabras”. Estas “diez palabras”Dios las reveló a su Pueblo en la montaña santa. Las escribió “con su Dedo” (Ex 3,18; Dt 5, 22), a diferencia de los otros preceptos escritos por Moisés (cf. Dt 31, 9. 24).Su pleno sentido será revelado en la Nueva Alianza en Jesucristo.

    La división y numeración de los mandamientos han variado en el curso de la histo-ria. El Catecismo de la Iglesia Católica sigue la división de los mandamientos estable-cida por San Agustín, que ha llegado a ser tradicional en la Iglesia.

    Los diez mandamientos enuncian las exigencias del amor de Dios y del prójimo.Los tres primeros se refieren más al amor de Dios y los otros siete más al amordel prójimo.

    El Decálogo forma un todo indisociable. Cada una de las “diez palabras” remite acada una de las demás y al conjunto; se condicionan recíprocamente. No se puede

    honrar a otro sin bendecir a Dios, su Creador. No se podría adorar a Dios sin amar atodos los hombres, que son sus criaturas. El Decálogo unifica la vida teologal y la vidasocial del hombre (cfr. CATIC 2069).

    El Decálogo y la ley natural

    Los diez mandamientos pertenecen a la Revelación de Dios. Ponen de relieve losdeberes esenciales y, por tanto, indirectamente, los derechos fundamentales inheren-tes a la naturaleza de la persona humana.

    Aunque accesibles a la sola razón, los preceptos del Decálogo han sido revelados.En el estado de pecado, una explicación plena de los mandamientos del Decálogoresultó necesaria a causa del oscurecimiento de la luz de la razón y de la desviaciónde la voluntad (San Buenaventura, sent. 4, 37, 1, 3). Conocemos los mandamientos de

    Ver Unidad 9.

    Por ejemplo, po-

    demos asistir a Misa“por obligación”, “pordeber”, “para cumpliruna ley”. “Para cumplir”basta con llegar a unahora límite y con unaparticipación mínima;pero también se puedeir con espíritu de ado-ración. Y esto paraDios no es indiferente.

    Sobre la palabradecálogo, ver Ex 34,28; Dt 4, 13; 10, 4

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    la Ley de Dios por la Revelación divina, que nos es propuesta en la Iglesia, y por lavoz de la conciencia moral (CATIC 2071).

    Los diez mandamientos, por expresar los deberes fundamentales del hombre haciaDios y hacia su prójimo, revelan en su contenido primordial obligaciones graves. Sin

    embargo, la obediencia a estos preceptos implica también obligaciones cuya materiaes, en sí misma, leve. Son inmutables y valen siempre y en todas partes; por lo tanto,nadie podría dispensar de ellos (CATIC 2072-2081).

    El Decálogo y la gracia de Dios

    “Por su gracia, Dios hace posible lo que manda”

    (CATIC 2082).

    Como hemos visto cuando tratamos el tema del Evangelio y la Ley Nueva, sabemosque para el hombre herido por el pecado se hace prácticamente imposible el cumpli-miento de los mandamientos si la gracia de Cristo  no lo auxilia radicalmente. En elmejor de los casos, podrá cumplir éste o aquél mandamiento pero no la totalidad deellos, y –principalmente– sin esa ayuda sobrenatural le será imposible el cumplimientodel primer mandamiento de la Ley de Dios: amarlo sobre todas las cosas. Y esto esun don de Dios.

    El don del Decálogo no se ha de considerar como una carga porque la gracia, soli-citando nuestra cooperación, posibilita su pleno cumplimiento, ni mirarlo como unaatadura que coartara nuestra libertad.

    Si el hombre cumpliera con la misma perfección que el resto del universo, la ley de

    Dios alcanzaría la plenitud y sería feliz; porque el secreto de esta felicidad  está ensujetarse voluntariamente a esa ley de Dios. Mientras el hombre camina en ella, con laayuda de la gracia, está santificándose pero cuando sale de ella limita sus capacida-des y puede llegar incluso a destruirse a sí mismo y a los demás.1 

    1 La rebeldía del hombre moderno contra Dios parece no tener límites. La pretensión de reemplazar losDiez Mandamientos por la Carta de la Tierra ya no es una mera utopía. La Carta de la Tierra  es un docu-mento de neto corte materialista y panteísta, pensado en el seno del Consejo de la Tierra que presideMaurice Strong, ex subsecretario general de la ONU, conocido impulsor de políticas compulsivas de con-trol de natalidad. Del mismo consejo forma parte el ex premier soviético, que ahora vive en Suiza, MikhailGorbachov, fundador de la organización Cruz Verde Internacional. También intervinieron, entre otros, ensu redacción el ex Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, y los difuntos Paulo Freirey Bella Abzug, entonces presidenta de WEDO, la Organización para el Desarrollo de las Mujeres y elMedio Ambiente, una de las poderosas ONG's con status consultivo en las Naciones Unidas, que busca,entre otras cosas, el reconocimiento del aborto como derecho humano y la equiparación de las parejashomosexuales a las heterosexuales. La Carta de la Tierra, como indica Gorbachov, es “el manifiesto deuna nueva ética para el nuevo mundo”, un verdadero “Decálogo de la Nueva Era”, base para un código deconducta universal que deberá regir al mundo desde el año 2000. “Estos nuevos conceptos –dijo el expremier soviético y antes jefe de la KGB–, se deberán aplicar a todo el sistema de ideas, a la moral y a la

    ética y constituirse en un nuevo modo de vida. El mecanismo que usaremos será el reemplazo de los DiezMandamientos   por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra” (extractado deNoticias Globales N°472 Preparando Río + 10 , 5 de enero de 2002, Buenos Aires).

    Como comentaSanto Tomás citando a

    San Juan: “‘No es quenosotros hayamosamado a Dios, sinoque Él nos amó prime-ro’ (I Jn 4,10); es decir,Dios no nos ama por-que nosotros lo haya-mos amado, sino quenuestro mismo amor aÉl es causado en no-sotros por el amor queÉl nos tiene” (Exposi- ción de los dos precep- tos de la caridad y delos diez mandamientosde la Ley , 26).

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    Formulación de los diez Mandamientos

    Primera tabla: amar a Dios por sobre todas las cosas

      El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas. Esto a su vez, implicacuatro preceptos:

      adorarás al Señor tu Dios y le servirás;

      a Él sólo darás culto;

      no habrá para ti otros dioses delante de Mí;

      no te harás escultura alguna…

      El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano.

      El tercero, santificarás las fiestas.

    Segunda tabla: amar al prójimo como a uno mismo.

      El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.

      El quinto, no matarás.

      El sexto, no cometerás actos impuros.

      El séptimo, no robarás.

      El octavo, no dirás falso testimonio ni mentirás.

      El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.

      El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.

    Antes de considerar cada mandamiento de la ley de Dios o de la Iglesia, convienetener presente que todos ellos han de estar informados por la caridad, pues es la for-ma de todas las virtudes, haciendo que lo sean plenamente.

    Cuando le hacen la pregunta: “¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?” (Mt 22,36), Jesús responde: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma ycon toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejan-te a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientospenden toda la Ley y los Profetas” (Mt 22, 3740; cf. Dt 6,5; Lv 19, 18). El Decálogodebe ser interpretado a la luz de este doble y único mandamiento de la caridad,plenitud de la Ley. En efecto, lo de no adulterarás, no matarás, no robarás, no codicia-rás y todos los demás preceptos se resumen en esta fórmula: Amarás a tu prójimocomo a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo.

    La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud. 

    Cf. Rm 13, 910 yCATIC 2055.

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    Primer Mandamiento:

    Amar a Dios sobre todas las cosas

    Jesús resumió los deberes del hombre para con Dios en estas palabras: “Amarás alSeñor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (…) Dios nosamó primero. El amor de Dios único es recordado en la primera de las “diez palabras”.Los mandamientos explicitan a continuación la respuesta de amor que el hombre estállamado a dar a su Dios (CATIC 2083).

    “Adorarás al Señor tu Dios, y lo servirás”

    La primera llamada y la justa exigencia de Dios consisten en que el hombre lo acojay lo adore. El primero de los preceptos exige las virtudes de la fe, la esperanza y lacaridad. En Él tenemos que tener una confianza completa. En Él tenemos que ponertodas nuestras esperanzas. ¿Y quién no podrá amarlo, al contemplar todos los tesoros

    de bondad y de ternura que ha derramado en nosotros?

    La fe

    Aquí trataremos de lo que el primer mandamiento nos pide y exige respecto a estavirtud y los pecados y vicios que prohíbe. Nos pide que alimentemos y guardemos con vigilancia y prudencia nuestra fe.

    Hay diversas maneras de pecar contra la fe, tanto por exceso como por defecto.

    Los pecados contra la fe puede darse:

      Por exceso: No se dan propiamente pecados por exceso contra la fe, ya queen la infinita verdad y veracidad divina no cabe exageración. Pero se danimpropiamente, en cuanto que pueden tomarse como verdades pertenecien-tes a la fe algunas que de ningún modo pertenecen a ella. Son la excesivacredulidad, que consiste en admitir con demasiada facilidad y sin suficientefundamento, como pertenecientes a la fe, ciertas verdades y opiniones queestán muy lejos de pertenecer a ella. También la superstición propiamentehablando, es un pecado contra la virtud de la religión.

      Por defecto: los pecados de este tipo son infidelidad (o incredulidad), laapostasía, la herejía, el cisma, la ignorancia de fe y la omisión de los actos

    de fe.  Infidelidad o incredulidad: es la carencia de fe en quien no está bautizado.

    Se distinguen tres clases: la infidelidad puramente negativa es la carenciade fe en quien no ha tenido nunca la menor noticia de la verdadera religión;la infidelidad privativa es la carencia de fe en el que, por su propia culpa, hadescuidado instruirse en ella teniendo ocasión oportuna para ello; la infideli-dad positiva o formal es la carencia de fe en quien la rechaza positivamen-te o la desprecia después de haber sido suficientemente instruido en ella.

      Apostasía: consiste en el abandono total de la fe. Para ello no se requiere eltránsito del catolicismo a una religión falsa. Son verdaderos apóstatas los

    que, después de recibir el bautismo, se han apartado totalmente de la fe ca-tólica cayendo en la incredulidad, el indiferentismo religioso, el libre pensa-

    Ver: CATIC 2086

    Se da con frecuen-cia entre gente devotae ignorante, que con-cede importancia a lamenor manifestaciónde cualquier visionarioo visionaria

    Tanto la privativacomo la positiva sonsiempre pecado grave,pero en el caso de lapositiva es uno de losmayores pecados quese pueden cometer.Por eso Jesucristo diceterminantemente en elEvangelio que el queno creyere [despuésde la predicación delos apóstoles] se con-

    denará (Mc 16, 16).

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    miento, el racionalismo, el panteísmo, el teosofismo, y demás errores in-compatibles con la fe católica.

      Herejía: es el error voluntario y pertinaz de un bautizado contra alguna verdadrevelada por Dios y propuesta como tal por la Iglesia.

      Cisma: es un pecado grave contra la unidad de la Iglesia al negar la obedien-cia a los legítimos Pastores, y suele ir acompañado de la herejía, por ejem-plo, no reconociendo la verdad sobre el primado del Romano Pontífice. Nose admiten dudas voluntarias contra la fe: los creyentes nunca pueden te-ner causa justa para cambiar o poner en duda la fe.

      Ignorancia de la fe: es el pecado de los que descuidan por culpable negli-gencia el deber de aprender las cosas necesarias para la vida cristiana.

      Omisión de los actos de fe: se puede pecar directamente contra la fe, omi-tiendo su ejercicio en las circunstancias y casos en que es obligatorio y quevimos al hablar de los actos de fe.

    Además  de los pecados que se oponen directamente a ella, la fe puede encontraren su camino multitud de obstáculos y peligros. Los principales son cuatro:

      el trato con acatólicos,2 

      las escuelas acatólicas,

      la lectura de libros heréticos y erróneos y

      el matrimonio con incrédulos, herejes o infieles.

    La esperanza

    El primer mandamiento nos manda aguardar confiadamente la bendición divina yla bienaventurada visión de Dios.

    Y nos advierte que se puede pecar contra la esperanza de dos maneras, una pordefecto y otra por exceso.

    2Santo Tomás de Aquino enseña en la Suma Teológica (IIII, q. 10, a 7) que el católico, al disputar con losinfieles y herejes, puede pecar  de tres modos: bien porque acepta la discusión en el plano de duda real , ydispuesto a atenerse al resultado que den de sí los argumentos, pues tal católico ya perdió la fe; seaporque discute “con escándalo de los débiles”, de gentes sencillas que se hallan en posesión pacífica desu fe y no han sido “turbadas” aún por los herejes, a las cuales más bien se les hace un daño; bien por-que no se encuentra idóneo y doctrinalmente preparado para tales discusiones. Excluidos estos peligros,el Doctor Angélico afirma, en cambio: “Es lícito y laudable, ante el sólo derecho divino natural, disputarcon los infieles y herejes cuando se cumplen las debidas condiciones” . Tales condiciones han de ser lascontrarias del caso anterior, es decir: que el católico tenga debida competencia doctrinal, que en la dispu-ta el público católico sea docto y firme en su fe, o si son fieles sencillos, estén ya contaminados por lapropaganda herética. En este último caso será obligatorio promover las discusiones si el silencio causarala confirmación del error en muchos. Y por supuesto que jamás se podrá promover encuentros ecuméni-

    cos en un pie de igualdad con los cristianos separados de la Iglesia católica, ni con reticencias sobrepuntos dogmáticos, sino sobre la base de explicar íntegramente la verdad católica (cfr. Dominus Iesus ,22).

    Para que la dudavoluntaria sea pecadose requiere que seaadvertida  y consenti-da. Si se trata única-mente de dudas oasaltos reiteradoscontra la fe, pero sinadmitirlos en modoalguno y rechazándo-los enseguida al adver-tirlos, no hay pecadoalguno y no pasan detentaciones contra lafe.

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      Por defecto:  la desesperación  consiste en dejarse dominar por la descon-fianza en la misericordia divina de tal manera que la voluntad renuncia a labienaventuranza eterna por considerarla imposible de alcanzar.

      Por exceso: la presunción es la temeraria confianza de obtener la salvación

    eterna por medios no ordenados  por Dios. Una forma frecuente de pre-sunción implica el desprecio de la oración, los sacrificios y los sacramentos,medios instituidos por Jesucristo en la Iglesia para la salvación de los hom-bres.

    Otra clase de presunción podrían ser ciertas herejías, por ejemplo, la de Pelagio (siglo V) que presume obtener la salvación por las propias fuerzas naturales (natura-lismo), sin la ayuda de la gracia; o la herejía de Lutero (siglo XVI) que lo espera todode la “fe fiducial”, sin la necesidad de las buenas obras (sobrenaturalismo). Pero tam-bién hoy aparecen determinadas doctrinas que afirman la autorredención del hombre,por medio de un supuesto progreso indefinido de tipo económico-social. Otros hacen

    del progreso tecnológico la clave de la salvación como si lo nuevo por el mero hechode serlo fuera necesariamente mejor que lo anterior, ignorando que junto a estosavances se dan, a veces, graves regresiones de tipo humano, moral y social.

    La caridad

    Con respecto a esta virtud, el primer mandamiento nos manda responder a la ca-ridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar aDios sobre todas las cosas, y a las criaturas por Él y a causa de Él (CATIC 2093).

    Además de cualquier pecado mortal –que hace perder la gracia santificante y conella la caridad–, y de los pecados de omisión contra el precepto afirmativo del amor a

    Dios, se puede pecar de diversas maneras especiales contra el amor de Dios.

    El odio a Dios es absolutamente el primero y el mayor de todos los pecados que sepueden cometer, porque la gravedad de una culpa se mide por el grado de aversióna Dios, que es máximo en el pecado de odio, por cuanto se da en él directamente yper se , mientras que en los demás pecados se da tan sólo de una manera indirecta yper accidens . Por eso, el odio a Dios es también el mayor de los pecados contra elEspíritu Santo que se pueden cometer.

    Hay dos clases de odio:

      El odio de enemistad es el que considera a una persona como mala en sí

    misma o le desea algún mal. Cuando recae sobre Dios, es un pecado graví-simo –el mayor de todos los posibles–, que destruye totalmente la caridad aloponerse directamente a la infinita bondad de Dios en sí misma.

      El odio de abominación, llamado también de aversión, es el que rechaza auna persona, no por sus malas cualidades (sean éstas reales o ficticias) sinoporque resulta nociva para nosotros (por ejemplo, el ladrón abomina de lapolicía). Se opone directamente al amor de concupiscencia; y cuando recaesobre Dios (por ejemplo, por los castigos que nos inflige o con que nosamenaza), constituye también un pecado gravísimo, aunque no tanto comoel anterior que recaía directamente sobre su propia bondad.

    La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad divina, despreciasu acción y niega su fuerza.

    Del odio a Dios,pueden proceder mu-chas blasfemias, exe-craciones, maldiciones,sacrilegios, persecu-ciones a la Iglesia,entre otros pecados.

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    La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad de Dios y a devolverle amorpor amor.

    La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor divino.

    La acedia o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentirhorror por el Bien divino. Considera las cosas que a él se refieren como cosa triste,sombría y melancólica.

    El amor desordenado a las criaturas constituye un pecado especial contra la divi-na caridad cuando alguien voluntariamente y a sabiendas ama tan desordenadamentea una criatura que está dispuesto a quebrantar cualquier precepto divino antes querenunciar a ella, aunque no lo quebrante de hecho.

    “A Él sólo darás culto”

    Las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad informan y vivifican las virtudesmorales. Así, la caridad nos lleva a dar a Dios lo que en toda justicia le debemos encuanto criaturas. La virtud de religión nos dispone a esta actitud.

    Noción de la virtud de religión

    Es una virtud moral que inclina la voluntad del hombre a dar a Dios el culto de-bido como primer principio de todas las cosas.

    El culto son todos los actos –interiores y exteriores– con que el hombre da al SerSupremo el honor y la gloria que le debe.

    Se diferencia de las virtudes sobrenaturales en que, mientras estas tienen a Diospor objeto directo, la virtud de religión lo tiene indirectamente: va al culto y, por el culto,se dirige a Dios.

    Actos propios de la virtud de religión

    La  Adoración  es el primer acto de esta virtud. Adorar a Dios es reconocer, conrespeto y sumisión absolutos, la grandeza, perfección y bondad absoluta de Dios y, almismo tiempo, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios (CATIC 2096).

    La Oración es la elevación de la mente a Dios para alabarle y pedirle cosas conve-nientes a la eterna salvación. Los tipos de oración se dividen según su finalidad:

      La adoración (oración latréutica), o sea el supremo homenaje que toda cria-tura racional debe tributar a la infinita perfección de su Creador.

      El agradecimiento  (oración eucarística), o sea los sentimientos de gratitudque son debidos a la suma bondad de Dios, causa de todo bien.

      El perdón (oración expiatoria o propiciatoria), o sea la súplica elevada a Dioscomo juez de nuestras faltas para que remita los pecados y penas corres-

    pondientes.

    También la oración,por su forma de expre-sión, puede ser mentalo vocal.

    La mental  es laque se hace en el

    interior del alma, conpensamientos, recuer-dos y afectos.

    La vocal  es la quese exterioriza por me-dio de palabras, acom-pañadas de la atencióndel entendimiento y dela devoción del cora-zón.

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    06 – Ética – 2da Parte – Los mandamientos. Primer mandamiento 11

      La petición  (oración deprecatoria), o sea la impetración de los auxilios quenecesitamos, ya espirituales, ya corporales, para mejor cumplir con nuestrasobligaciones o deberes.

    La oración, revestida de las debidas condiciones, obtiene infaliblemente lo que pi-

    de en virtud de las promesas de Dios. Sin embargo, para que la oración tenga eficaciainfalible se requieren cuatro cosas:

      Que se pida para sí mismo. El prójimo puede no estar dispuesto convenien-temente a recibir la gracia que se pida para él. Lo cual no quiere decir queno pueda alcanzarse nada para el prójimo, sino que no podemos tener se-guridad infalible de ello.

      Cosas necesarias para la salvación. De aquí la insensatez de muchas ora-ciones, que recaen exclusivamente sobre cosas temporales.

      Piadosamente. Que se haga con humildad, con atención, con firme confianzay en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

      Con perseverancia. Conviene orar siempre sin desfallecer jamás (Lc 18, 1),bien seguros de que obtendremos lo que pedimos si de veras nos convienepara la salvación.

    El sacrificio  es un acto de culto por el cual se ofrece a Dios una cosa sensible(causa material), con cierta inmutación o destrucción de la misma en su honor (causaformal), realizada por el sacerdote (causa eficiente), para expresarle que lo adoramos,le damos gracias, le pedimos perdón por nuestras faltas, y le rogamos la ayuda nece-saria para el alma y para el cuerpo (causa final).

    Se confirma por la práctica universal del género humano. En todas las religioneshay ritos sacrificiales, lo que no puede explicarse más que por ser una exigencia de laley natural impresa en el fondo de todos los corazones.

    En la Nueva Ley, el único sacrificio verdadero y legítimo es la Santa Misa, queperpetúa a través de los siglos el sacrificio del Calvario. El sacrificio de la Nueva Ley es infinitamente superior a los de la Antigua, que eran meros anuncios y figuras delnuevo:

      Por su dignidad infinita, tanto por parte del oferente, que es el mismo Cristo,Hijo de Dios, como por parte de la cosa ofrecida, que es su mismo cuerpo y

    sangre preciosísima.

      Por su fin, que abarca en grado eminente los cuatro fines del sacrificio en ge-neral: latréutico, impetratorio, satisfactorio y eucarístico.

      Por su eficacia infinita, tanto por parte del agente, Cristo, como de la obra.

      Por su perfección y estabilidad, porque no prefigura, anuncia o prepara nin-gún otro sacrificio sino que fue prefigurado por todos los de la Antigua Leyque, por lo mismo, han perdido ya su razón de ser y deben cesar en absolu-to.

    En varias circunstancias el católico es llamado a hacer promesas a Dios. En elbautismo, en la confirmación, en el matrimonio y el Orden Sagrado, se exigen siempre.

    “Pedid y se os da-

    rá, buscad y hallaréis,llamad y se os abrirá.Porque quien piderecibe, quien buscahalla, y a quien llamase le abre” (Mt 7, 78).

    A partir de Jesu-cristo han sido abroga-dos los sacrificios de laAntigua Ley comomeras figuras y símbo-los que eran del au-gusto sacrificio que seconsumó en el Calva-rio. De donde se sigueque los sacrificios de laAntigua Ley son ac-tualmente ilícitos ypecaminosos, porcuanto, siendo merasfiguras y símbolos delsacrificio del Calvario,derogan la fe en Cristo,como único Mesías yRedentor del mundo,como si el sacrificioredentor no se hubieraverificado aún (cfr. Dz938-939).

    Por devoción per-sonal, el cristiano pue-de también prometer aDios un acto, unaoración, una limosna,una peregrinación, etc.

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    El voto es un acto de devoción, en el que el católico se consagra a Dios o le pro-mete una obra buena. Por tanto, mediante el cumplimiento de sus votos entrega aDios lo que le ha prometido y consagrado (cfr. CATIC 2102).

    “No habrá para ti otros dioses delante de Mí”

    El primer mandamiento prohíbe honrar a dioses distintos del único Señor que se harevelado.

    Al evangelizar sin cesar a los hombres, la Iglesia trabaja para que puedan “informarcon el espíritu cristiano el pensamiento y las costumbres, las leyes y las estructuras dela comunidad” en la que viven (AA, 13). Deber social de los católicos es respetar ysuscitar en cada hombre el amor de la verdad y del bien. Les exige dar a conocerel culto de la única verdadera religión, que es la Iglesia Católica. Los cristianos sonllamados a ser luz del mundo. La Iglesia manifiesta así la realeza de Cristo sobretoda la Creación y, en particular, sobre las sociedades humanas (cfr. León XIII, enc.

    Inmortale Dei ; Pío XI, enc. Quas primas ; CATIC 2104-2105).Pecados contra la virtud de religión

    El pecado por exceso es la superstición, que puede definirse como un vicio queofrece culto divino a quien no se debe, o a quien se debe, pero de un modo indebido.Implica una “frenética, obsesiva y neurótica repetición de ritos sin alma”. Al llamarsevicio por exceso no debe entenderse un exceso de cantidad o intensidad del culto, quenunca será mucho en relación con la excelencia y merecimientos de Dios. La palabraexceso, en este caso, indica desviación. Las formas más comunes de supersticiónson: la idolatría, la adivinación, la magia y el espiritismo.

      Idolatría: la palabra significa “falso dios” y consiste en tributar a una criaturala adoración debida exclusivamente a Dios. El primer mandamiento condenael politeísmo.

      Adivinación: es la superstición que trata de averiguar las cosas futuras uocultas por medios indebidos o desproporcionados. Es una curiosidad pe-caminosa porque se usurpa con ello algo que pertenece exclusivamente aldominio de Dios. Y si Dios no puede permitir que en esto nos ayuden ni án-geles ni santos, sólo puede llegarse a ello por recurso directo o indirecto alos demonios.

      Magia: son las prácticas mediante las que se pretende domesticar potencias

    ocultas para ponerlas al servicio de uno y obtener un poder sobrenatural so-bre el prójimo –aunque sea para procurar la salud–. Son más condenablescuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no ala intervención de los demonios (cfr. CatIC, N°2117).

      Espiritismo: consiste en la invocación e interrogación a los espíritus, princi-palmente de los muertos conocidos, con el fin principal de averiguar por me-dio de ellos cosas ocultas. Esta actividad no se fundamenta en leyes natura-les; se presta visiblemente al engaño y al fraude; incide perniciosamente enla tranquilidad espiritual de quienes la practican, y son varios los que por esecamino llegan a la obsesión y a la locura. La asistencia activa o pasiva a lassesiones espiritistas está gravemente prohibida por la Iglesia.

    “Todos los hom-

    bres están obligados abuscar la verdad, so-bre todo en lo que serefiere a Dios y a suIglesia, y, una vezconocida, a abrazarla ypracticarla” (DH, 1).

    La idolatría no serefiere sólo a los cultosfalsos del paganismo.Es una tentación cons-tante de la fe. Consisteen divinizar lo que noes Dios. Se puedetratar de “dioses” o dedemonios (por ejem-plo, el satanismo), depoder, de placer, de laraza, de los antepasa-dos, del Estado, deldinero, entre otros.

    Todas las formasde adivinación debenrechazarse: el recursoa Satán o a los demo-nios, la evocación delos muertos y otrasprácticas que equivo-cadamente se supone

    que ‘develan’ el porve-nir. La consulta dehoróscopos, la astrolo-gía, la quiromancia, lainterpretación de pre-sagios y de suertes,los fenómenos de‘visión’, el recurso amediums, encierranuna voluntad de podersobre el tiempo, lahistoria y, finalmentelos hombres, a la vezque un deseo de ga-narse la protección depoderes ocultos (CA-TIC 2116).

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    El pecado contra la religión por defecto es la irreligión, es decir, la acción de tentara Dios con palabras o con obras, el sacrilegio y la simonía.

      La tentación de Dios  consiste en el dicho o hecho por el cual se pretendeponer a prueba algún atributo de Dios o se pide temerariamente su divina

    intervención. El ejemplo clásico: Satán quería conseguir de Jesús que searrojara del pináculo del Templo y obligase a Dios, mediante este gesto, aactuar (cfr. Lc 4, 9). Jesús le opone las palabras de Dios: “No tentarás alSeñor tu Dios” (Dt 6, 16). El reto de la tentación lesiona el respeto y la con-fianza que debemos a Dios. Incluye siempre una duda respecto de su amor,su providencia y su poder.

      El sacrilegio: consiste en profanar o tratar indignamente los sacramentos ylas otras acciones litúrgicas, así como a las personas, las cosas y los luga-res consagrados a Dios. Especialmente grave sería el sacrilegio de quienprofanara a Jesús Sacramentado o lo recibiera indignamente en pecadomortal; por eso, es preciso confesar, antes de comulgar, todos los pecadosmortales de los que acusara la recta conciencia. También peca contra Diosel que no respeta debidamente a los sacerdotes y personas consagradas, otrata las cosas santas con descuido.3 

      Simonía: la intención deliberada de comprar o vender por un precio tempo-ral una cosa intrínsecamente espiritual o una cosa temporal inseparable-mente unida a una espiritual.

    “No te harás escultura alguna…”

    El mandamiento divino implicaba la prohibición de toda representación  de Dios

    hecha por la mano del hombre.

    El mandamiento del Antiguo Testamento que prohibía la construcción de toda re-presentación de Dios hecha por la mano del hombre tenía por objeto preservar a losisraelitas de caer en la idolatría de sus vecinos paganos. Que el precepto del Decálogono tuviese un alcance absoluto lo demuestra el hecho de que Moisés, por orden delmismo Dios, mandó colocar dos querubines de oro sobre el arca de la alianza, e hizomodelar una serpiente de bronce como signo de salvación (cfr. Nm 21, 8).

    3Esto se ha agravado por el fenómeno de la desacralización litúrgica modernista que, por su frecuencia yconsiguiente acostumbramiento, impide a muchos fieles darse cuenta de las faltas de respeto y venera-ción que se debe observar, por ejemplo, en los lugares sagrados: “Nada de cálices o copones: vasoscomunes, o latas de Coca Cola. Nada de “templos”: la Misa se puede celebrar en cualquier parte, encasas particulares, en el comité, en un club o sala de baile. Total… Dios está en todas partes. Y consi-guientemente la iglesia podrá ser utilizada para cualquier fin: para cine, para huelguistas, etc. Vemos contristeza cómo no pocos templos recientemente edificados están como perdidos entre los edificios de laciudad, con lo que Dios queda, a los ojos del común, disminuido o diluido en el anonimato de la urbe, adiferencia de lo que ocurría siglos atrás con esas grandes iglesias cuya imponencia material constituíatodo un signo del primado de Dios sobre el mundo” (Sáenz 1981: 244-245). Agreguemos nosotros a estoque últimamente parecería que para algunos arquitectos no debe haber ninguna relación entre la funciónestrictamente sagrada que cumple un templo y su aspecto exterior e interior (hay iglesias que, exterior-mente, parecen “boliches”, oficinas, hospitales y hasta restaurantes). Parecen olvidar que la arquitecturacatólica siempre fue expresión de una teología y de una fe particular. También señalemos como una típicamuestra de la falta de percepción de lo sagrado, la desubicación de algunos respecto a su vestimenta

    para ir a misa (especialmente en verano), las posturas, los movimientos (suscitados por una música mu-chas veces ramplona y horizontalista), actitudes de personas que parecen estar asistiendo a una confe-rencia, etc.

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    San Juan Damasceno, por su parte, señala que “así como Moisés permitió a los ju-díos, por la dureza de su corazón, dar el libelo de repudio [matrimonial], no siendo asíal comienzo, también por esa dureza les prohibió las imágenes, al verlos tan propen-sos al culto de los ídolos” (De imaginibus oratio  II, 20: PG 94, 1308).

    El VII Concilio Universal de Nicea (787), haciendo hincapié en la tradición, declarócontra los iconoclastas que era permitido erigir venerables y santas imágenes deCristo, de la Madre de Dios, de los ángeles y de todos los santos, y tributarles venera-ción obsequiosa, aunque no la propia y verdadera adoración, que a sólo Dios es debi-da; porque el honor tributado a una imagen va dirigido al que es representado por ella.

    También el Concilio de Trento renovó estas declaraciones contra los protestantesque, junto con el culto a los santos y a las reliquias, también reprobaban el culto a lasimágenes.

    Contra la posición iconoclasta (siglo VIII y IX), que consideraba el culto de las imá-genes como una vuelta al paganismo, la Iglesia siempre ha propiciado la legitimidadde la veneración de las imágenes  fundada, principalmente, en que la Encarnacióndel Hijo de Dios “ha inaugurado una nueva economía de las imágenes” (CIC N°2131).

    Errores con respecto al primer mandamiento

    Ateísmo

    El ateísmo se funda en una concepción falsa de la autonomía humana, llevadahasta el rechazo de toda dependencia respecto de Dios. Considera falsamente que elhombre es el fin de sí mismo, el artífice y demiurgo único de su propia historia.

    Tiene varias formas, como el materialismo, el existencialismo ateo, el marxismo,entre otros.

    En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el ateísmo es un pecado contra lavirtud de religión.

    Agnosticismo

    El agnosticismo reviste varias formas. En ciertos casos, el agnóstico se resiste anegar a Dios; al contrario, postula la existencia de un ser trascendente que no podríarevelarse y del que nadie podría decir nada. En otros casos, el agnóstico no se pro-nuncia sobre la existencia de Dios, manifestando que es imposible probarla e, inclu-

    so, afirmarla o negarla.

    El agnosticismo puede contener a veces una cierta búsqueda de Dios, pero mu-cho más frecuentemente representa un indiferentismo, una huida ante la cuestiónúltima de la existencia y una pereza de la conciencia moral. Muchas veces es un ate-ísmo práctico.

    Masonería

    La masonería proviene del racionalismo de los siglos XVII y XVIII y se basa en filo-sofías deístas, panteístas o ateas. Aunque sus afirmaciones hablan de una genéricabúsqueda de la verdad y la fraternidad de los hombres, tiene un objetivo más profun-do: construir un mundo sin Dios, cuyo centro sea el hombre, implantando el laicismoindiferentista y oponiéndose a la religión institucionalizada.

    “Iconoclasta” pro-viene del griego: deεικων, eikón = imageny κλαω, klao = romper,adversarios violentosdel culto a las imáge-nes sagradas.

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