cuadernos de psiquiatría comunitaria vol 2.2

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Fundada en 2001 Consejo de redaccin: Vctor Aparicio Basauri, Jos Filgueira Lois, Juan Jos Martnez Jambrina, Alberto Durn Rivas Copyright 2001: Asociacin Asturiana de Neuropsiquiatra y Salud MentalProfesionales de Salud Mental (Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra) Camino de Rubn s/n. Edificio Teatinos - 33011 Oviedo. e-mail: [email protected] www.telecable.es\personales\aenasturias Ilustracin de la cubierta: Los constructores de Fernand Lger (1960). Museo Nacional F. Lger. Biot Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, trasmitida en ninguna forma o medio alguno, electrnico o mecnico, incluyendo fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de recuperacin de almacenaje de informacin, sin la autorizacin por escrito del titular del Copyright. N. ejemplares: 1.000 Depsito Legal: AS - 3.607 - 01 ISSN: 1578/9594 Impresin: Imprenta Goymar, S.L. - Padre Surez, 2 - Oviedo Periodicidad: Semestral Los autores son responsables de la opinin que libremente exponen en sus artculos

Cuadernos de Psiquiatra ComunitariaSUMARIO Vol. 2 - Nm. 2 - 2002

Presentacin.

..........................................................................

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Bases documentales en la Historia de la Psiquiatra Espaola.Fernando Dualde Beltrn, Antonio Rey Gonzlez y Enrique Llord Moscard. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84

Estrategias profesionales y retricas de legitimacin de la medicina mental espaola del siglo XIX.Rafael Huertas.............................................................................

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Sobre la introduccin del hipnotismo en Espaa: La recepcin de los planteamientos de las escuelas francesas.Jos Diguez Gmez y Antonio Diguez Gmez.......................................

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La introduccin de la psicologa en Espaa en el primer tercio del siglo XX a travs de Lafora y su grupo.Begoa Olabarra..........................................................................

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Las tres primeras dcadas de la Casa de Dementes de Santa Isabel de Legans: Un frustrado proyecto de Manicomio-Modelo.Olga Villasante.............................................................................

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Congresos.

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Revistas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164 Normas de Publicacin............................................................

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PRESENTACIONEste nmero recoge algunos de los trabajos presentados en el seminario de Historia de la psiquiatra en Espaa celebrado los das 14 y 15 de febrero de 2002, dentro del 6. Curso de Psiquiatra y Salud Mental que organiz la Asociacin Asturiana de Neuropsiquiatra y Salud Mental (AEN-Profesionales de Salud Mental). Estas actividades formaron parte de las actividades de la Escuela de Salud Mental de la AEN.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria, Vol..2, N. 2, pp. 84 - 91, 2002

Bases documentales en la Historia de la Psiquiatra Espaola.Fernando Dualde Beltrn Antonio Rey Gonzlez Enrique Jord MoscardSeminario de Historia de la Psiquiatra Universidad de Valencia

La historia de la psiquiatra es una disciplina que ha conocido un inusitado auge durante el ltimo cuarto del siglo pasado, donde figuras como BERRIOS, BEER, PORTER y tantos otros, aglutinados en torno a la revista History of Psychiatry, desarrollaron y superaron los esquemas propuestos medio siglo antes por ACKERNECHT, huyendo de las posiciones ms partidistas de autores como FOUCAULT, BOYLE o ZILBORG. En Espaa la situacin fue similar, conformndose distintos grupos geogrficos surgidos alrededor de las distintas ctedras e institutos de Historia de la Medicina, junto a notables colaboraciones por parte de investigadores independientes. De este modo, al finalizar la centuria, encontrbamos en nuestro pas al menos cincos centros productores dedicados a la materia, infinidad de publicaciones versadas sobre las ms distintas cuestiones, la celebracin de cuatro Jornadas Nacionales de Historia de la Psiquiatra auspiciadas por la seccin de esta disciplina de la AEN, la creacin de la Sociedad de Historia y Filosofa de la Psiquiatra con sus correspondientes congresos y jornadas y, ya en este siglo, la aparicin de la Phrenia, Revista de Historia de la Psiquiatra.

Entre las muchas y variadas razones que contribuyeron a este fenmeno1, destacaran principalmente el inters recproco de psiquiatras clnicos e historiadores acerca de sus respectivas disciplinas, y del cual ambos resultan mutuamente beneficiados: no solo se ha conseguido una mayor solidez terica a travs del estudio conceptual, aplicable al trabajo diario, sino que el mtodo de trabajo propio de los historiadores ha posibilitado estudiar los avatares de la asistencia y la socializacin de una especialidad mdica que trasciende, ms que otras, el mbito de la clnica. Qu duda cabe que los beneficios de esta colaboracin entre historiadores y psiquiatras ha permitido contextualizar mejor el estudio de la disciplina. Todos aquellos que hemos abordado el estudio histrico de la psiquiatra, independientemente del enfoque escogido, nos hemos encontrado con el problema del manejo de las fuentes lo cual, a su vez, est ntimamente relacionado con la dispersin, la recuperacin y el anlisis de las mismas. A este respecto, desde Valencia hemos dedicado un importante esfuerzo a lo largo de varios aos, al hilo de los estudios documentales sobre la ciencia que han sido all tradicionales. El trabajo que aqu presenta-

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mos es el avance de un ambicioso proyecto encaminado a proporcionar al historiador de la psiquiatra espaola una valiosa herramienta de trabajo. Pensamos que su utilidad, como prueban los numerosos trabajos publicados en los ltimos aos, est sobradamente demostrada. No obstante, antes de pasar a describirla con detalle, nos gustara hacer una exposicin del contexto en que se encuadra nuestra base de datos, proponiendo un sistema de clasificacin de las fuentes que creemos puede aportar algn inters en el estudio de la historia de la psiquiatra y servir, en cualquier caso, de marco de reflexin sobre la triplicacin de las fuentes de informacin. Clasificamos las fuentes documentales siguiendo el criterio del contenido de la informacin que portan. De acuerdo con la finalidad expositiva de este trabajo, pensamos que dicha clasificacin es preferible a la que atiende al soporte documental. Por lo que respecta a la divisin de los documentos en primarios o secundarios, dedicaremos unas lneas al particular previo a la exposicin de nuestro repertorio. As, vemos en la tabla I siete tipos distintos de fuentes: informacin cientfica, informacin clnica, documentos administrativos, informacin general, expresiones artsticas, tradicin oral y otros, cada una de ellas con sus divisiones. En el caso de la informacin cientfica, encontramos, por un lado, fuentes peridicas o en serie, es decir, publicaciones que aparecen secuencialmente, con indicaciones cronolgicas y de manera indefinida, lo que excluye las obras publicadas en volmenes o fascculos de acuerdo con un plan previsto de antemano. Segn la frecuencia y la regularidad, diferenciamos entre peridicos, de aparicin regular y fre-

cuencia inferior a una semana, clasificndose su contenido en editoriales y artculos de opinin, noticias y reportajes, anuncios y avisos, y publicidad; revistas, tambin de aparicin regular pero con frecuencia entre una semana y un ao, en cuyo contenido encontramos editoriales y artculos de opinin, artculos de contenido cientfico, cartas al director, reseas de libros y revistas, noticias, anuncios y avisos, y publicidad; y series, cuya periodicidad es superior al ao o bien es irregular, y cuyo contenido, por lo general, se estructurar de forma similar al de las revistas. Y, por otro, las fuentes no peridicas, que se denominan libros si su extensin es superior a cincuenta pginas; y folletos en caso contrario. Tanto en uno como en otro caso, podremos hablar de tratados y manuales; monografas, es decir, publicaciones dedicadas a una determinada parte de una ciencia, a algn asunto en particular, tanto de carcter cientfico como con una finalidad ms comercial (como las monografas de productos); tesis doctorales y trabajos de investigacin2; memorias e informes; actas de congresos y reuniones que, de manera cada vez ms habitual, aparecen como fascculo o suplemento dentro de algn volumen de las revistas especializadas y, menos frecuentemente, en formato de libro3; comunicaciones personales y apuntes; y otros, que incluye aquellos documentos que no encuentran su acomodo entre los anteriores. La existencia de soportes documentales distintos al impreso, adems de facilitar la difusin de la informacin, tambin contribuye a la dispersin de la misma, provocando dificultades a la hora de recuperar parte de ella. Aunque muchas de las caractersticas del medio impreso son aplicables al formato digital en soporte magntico, los principales inconvenientes provienen de las

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publicaciones virtuales para consulta online puesto que, a pesar de que algunas de ellas no son mas que la correspondiente versin de su homnima impresa, hay publicaciones que nicamente se encuentran en la red, lo que las hace susceptibles de perecer cuando no existe previsto un sistema de almacenamiento perdurable en el tiempo4. En cuanto al soporte audiovisual, comentar que su empleo como medio de difusin de informacin cientfica es ms limitado, al menos en comparacin con la informacin general, encontrndonos habitualmente con contenidos de carcter divulgativo y formativo. No obstante, la clasificacin de este material sigue los mismos criterios que los de los medios impresos. Antes de proseguir con la exposicin del resto de fuentes nos gustara dedicar unas lneas a la triplicacin de las mismas en funcin de su relacin con la actividad cientfica. As, se denomina fuente primaria a la que recoge de modo directo la informacin procedente de la actividad cientfica, independientemente de la periodicidad y el soporte y que, en el caso de la medicina son, fundamentalmente, artculos de revista, libros monogrficos, tesis, memorias e informes. Por el contrario, llamamos fuentes secundarias a las que elaboran la informacin contenida en las primarias o dan noticia acerca de ellas, es decir, artculos de revisin, tratados y obras de consulta, manuales didcticos, libros y revistas de divulgacin, series de revisiones peridicas y repertorios y bases de datos. Precisamente estas ltimas, los repertorios y bases de datos, han supuesto una importante novedad desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo, con un importante aumento tanto en su nmero como en la cantidad de registros recogidos, tal y como recoge TILLEY (1990). Profundizando un poco ms en la materia,

los repertorios y bases de datos pueden, a su vez, dividirse en factuales, si recogen, sistematizan o sintetizan la informacin primaria; y bibliogrficos, cuando dan noticia de fuentes primarias y secundarias mediante referencias, resmenes y citas. Por su inters para el historiador de la psiquiatra destacaremos, en el mbito internacional, tres bases de datos de bibliografa secundaria: la serie del Current Work in the History of Medicine editada por el WELLCOME INSTITUTE FOR THE HISTORY OF MEDICINE; la Bibliography of the History of Medicine de la NATIONAL LIBRARY OF MEDICINE; y los distintos volmenes del ISIS Current Bibliography of the History of Science and its Cultural Influences, publicados por la HISTORY OF SCIENCE SOCIETY; y, a nivel nacional, el de LZARO y BUJOSA, Historigrafa de la psiquiatra espaola. Una variedad de especial inters para el historiador de la psiquiatra dentro de los repertorios y bases de datos bibliogrficos son los repertorios retrospectivos de bibliografa mdica, destinados a facilitar la bsqueda de publicaciones mdicas del pasado. Tales repertorios pueden agruparse en dos grandes epgrafes, a saber, el de los editados en otras pocas con destino a los profesionales que vivan en ellas (y que, en su momento, cumplieron el papel que para nosotros cumplen las actuales bases de datos y repertorios bibliogrficos); y el de los que actualmente publican los historiadores de la ciencia al servicio de los objetivos de su disciplina. Destacaremos tres de ellos: La Mortons Medical Bibliography. An annotated Check-list of Texts Illustrating the History of Medicine; la Bibliographia Medica Hispnica, 14751950, de LPEZ PIERO ET AL; y dentro de la psiquiatra espaola, nuestra propia base de datos. Aunque los repertorios mencionados

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hasta el momento estn fundamentalmente dedicados a las fuentes peridicas, tambin los hay para las no peridicas. En aras de la brevedad, remitimos al lector al trabajo de LPEZ PIERO Y TERRADA (1993), donde encontrar cumplida informacin al respecto. Una cuestin prctica sobre la recuperacin de la informacin son los servicios de documentacin de bibliotecas y hemerotecas. Habitualmente disponen de los medios adecuados para la localizacin y recuperacin de las fuentes, no estando de menos recordar la existencia del catlogo informatizado C-17, en formato CD-ROM, que incluye los fondos documentales de un buen nmero de instituciones mdicas espaolas, con posibilidad de solicitud y entrega de copias de documentos va correo electrnico. Otras opciones incluyen el servicio de prstamo bibliotecario, existiendo en algunos centros la posibilidad de consulta en microficha. En el caso particular de las fuentes no peridicas, la visita a los fondos de la Biblioteca Nacional es una buena prctica, que se completar, siempre que sea posible, con la de colecciones particulares, donde pueden encontrarse verdaderos incunables.

togrficos divididos, segn el punto de vista del observador, en autobiografa, biografa, crnica histrica y ficcin, susceptibles en muchos casos de ser clasificados bajo el apartado de expresiones artsticas. La consulta de las historias clnicas suele hacerse a travs de los archivos de historias de instituciones asistenciales tanto pblicas como privadas, as como los archivos de consultas particulares. El repertorio es, en este caso, el registro de historias, no existiendo un catlogo que indique en qu lugares estn disponibles los fondos. Por lo general, el acceso suele estar restringido al personal sanitario, imponindose tambin lmites en funcin de criterios temporales. Normalmente se recurre al vaciado de series de historias segn criterios cronolgicos, aunque tambin puede hacerse en funcin de una determinada patologa, de un tipo de tratamiento, etc. El principal problema es la conservacin de este tipo de fuentes, siendo pocos los lugares que cuentan con fondos suficientemente antiguos y completos para su estudio. En cuanto a los peritajes e informes, su localizacin es an ms difcil, formando parte bien de historiales clnicos, bien de los respectivos expedientes administrativos para los que fueron confeccionados o bien como artculos de publicaciones peridicas en los su divulgacin obedeca a diversos motivos (sociales, profesionales, ideolgicos, formativos, etc.). Los relatos patogrficos, por lo general, formarn parte de los documentos que hemos incluido ms abajo como literatura. En cuanto a los documentos administrativos, y dada la multiplicidad que pueden adoptar, hemos preferido clasificarlos de acuerdo con la naturaleza del organismo del que proceden. As, hablamos de

Por lo que respecta a la informacin clnica, ensayamos aqu una clasificacin distinta a la propuesta por LIVIANOS (2001), aunque apoyndonos en ella 5. Hablamos as de: historias clnicas, en las que encontraremos anotaciones hechas por facultativos, por los propios pacientes, por personal de enfermera y auxiliares, por personal no facultativo, y las exploraciones complementarias realizadas; peritajes e informes, como sntesis de un trabajo previo, habitualmente en forma de historial; comunicaciones entre profesionales, que incluye los volantes de interconsulta; y relatos pa-

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documentos administrativos sanitarios; de agentes sociales y laborales; los referidos a la administracin de Justicia; y la legislacin y jurisprudencia. Por la naturaleza de este tipo de informacin, es obvio que admite ulteriores divisiones en funcin de las circunscripciones territoriales de las que dimana. La consulta de archivos oficiales y de los fondos de organismos de la administracin permitir la recuperacin de los mismos, sin que exista un catlogo que recoja los distintos repertorios que puedan existir. La excepcin viene determinada por los documentos relativos a la legislacin y jurisprudencia, que cuentan con un adecuado sistema de recopilacin cuya explicacin cae fuera de nuestra exposicin. En el apartado de informacin general encontramos que las principales diferencias que se establecen respecto al de informacin cientfica son las relativas al almacenamiento y al mayor desarrollo del medio audiovisual aplicado a la transmisin de informacin. En concreto, la existencia de repertorios y de fondos documentales no ha alcanzado el mismo desarrollo que en el caso de la informacin cientfica. En general, la localizacin de los fondos debe hacerse mediante la visita a hemerotecas y bibliotecas, as como a travs de la consulta de los diferentes catlogos de fondos albergados en las mismas6. Una vez localizado el material debe procederse al vaciado sistemtico y manual del mismo. Por lo que respecta al formato audiovisual, somos conscientes de que la divisin de las fuentes en funcin de su periodicidad puede resultar insuficiente o inapropiada, por lo que contemplamos la posibilidad de emplear otra terminologa. Entre las muchas utilidades de este tipo

de fuente es se encuentra la contextualizacin de periodos histricos, tal y como lleva a cabo POLO GRIN en su estudio sobre la reforma psiquitrica en la provincia de Valencia. Creemos que el apartado de expresiones artsticas es suficientemente explicativo por s mismo, de modo que no haremos otro comentario que no sea el referido al enorme inters, apenas explotado en psiquiatra, que tiene en general todo este material. Aunque no tenemos constancia de un catlogo de publicaciones o de la existencia de un repertorio sistemtico que recoja las distintas obras, es imprescindible el empleo de catlogos de autores, museos, etc. y en los que se encuentra informacin sobre los fondos. En el caso de la pintura contamos con colecciones como la Prinzhorn, la del Royal Bethlem y, en Espaa, el museo de pintura de enfermos mentales del Hospital psiquitrico de Ciempozuelos. Dos interesantes estudios relacionados con el empleo estas fuentes son el de Hernndez Merino sobre las relaciones entre la pintura psicopatolgica y el arte como terapia; y el de Porcel, sobre la imagen del mdico a travs de los tebeos. La tradicin oral merece un apartado aparte debido a las particularidades del medio su medio de transmisin. Pensamos que su temtica es difcilmente encuadrable dentro de los apartados precedentes dadas las inevitables peculiaridades de la comunicacin oral. El criterio escogido para la subdivisin tiene en cuenta la distancia de la fuente respecto al tema de estudio. Finalmente, como en toda clasificacin que se precie de exhaustiva, el apartado de Los Otros, para aquellos elementos extraos, inclasificables, ya desaparecidos, ve-

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TABLA I: Clasificacin de las fuentes segn el contenido de la informacin1. Informacin cientfica.1.1. Fuentes peridicas o en serie 1.1.1. Peridicos 1.1.1.1. Editoriales y artculos de opinin 1.1.1.2. Noticias y reportajes 1.1.1.3. Anuncios y avisos 1.1.1.4. Publicidad 1.1.2. Revistas 1.1.2.1. Editoriales y artculos de opinin 1.1.2.2. Artculos de contenido cientfico 1.1.2.3. Cartas 1.1.2.4. Reseas 1.1.2.5. Noticias 1.1.2.6. Anuncios y avisos 1.1.2.7. Publicidad 1.1.3. Series 1.2. Fuentes no peridicas 1.2.1. Libros 1.2.1.1. Manuales y tratados 1.2.1.2. Monografas 1.2.1.3. Tesis doctorales y trabajos de in vestigacin 1.2.1.4. Memorias e informes 1.2.1.5. Actas de congresos y reuniones 1.2.1.6. Comunicaciones personales y apuntes 1.2.1.7. Otros 1.2.2. Folletos 1.2.2.1. Manuales y tratados 1.2.2.2. Monografas 1.2.2.3. Tesis doctorales y trabajos de in vestigacin 1.2.2.4. Memorias e informes 1.2.2.5. Actas de congresos y reuniones 1.2.2.6. Comunicaciones personales y apuntes 1.2.2.7. Otros 2. Informacin clnica. 2.1. Historia clnica 2.1.1. Anotaciones de facultativos 2.1.2. Anotaciones de pacientes 2.1.3. Anotaciones de personal de enfermera y auxiliar 2.1.4. Anotaciones de personal no sanitario 2.1.5. Exploraciones complementarias 2.2. Peritajes e informes

2.3. Comunicaciones entre profesionales 2.4. Relatos patogrficos 2.4.1. Autobiografa 2.4.2. Biografa 2.4.3. Crnica histrica 2.4.4. Ficcin 3. Documentos administrativos. 3.1. Instituciones sanitarias 3.2. Agentes sociales y laborales 3.3. Administracin de Justicia 3.4. Legislacin y jurisprudencia 4. Informacin general. 4.1. Fuentes peridicas 4.1.1. Peridicos 4.1.1.1. Editoriales y artculos de opinin 4.1.1.2. Noticias y reportajes 4.1.1.3. Anuncios y avisos 4.1.1.4. Publicidad 4.1.2. Revistas 4.1.2.1. Editoriales y artculos de opinin 4.1.2.2. Noticias y reportajes 4.1.2.3. Cartas 4.1.2.4. Reseas 4.1.2.5. Anuncios y avisos 4.1.2.6. Publicidad 4.1.3. Series 4.2. Fuentes no peridicas 4.2.1. Libros 4.2.2. Folletos 5. Expresiones artsticas. 5.1. Produccin de los enfermos mentales 5.1.1. Cartas y diarios 5.1.2. Boletines y revistas realizadas por pacientes 5.1.3. Literatura (incluye los relatos autobiogrficos) y tebeos 5.1.4. Artes plsticas (incluye cine y teatro) 5.1.5. Msica 5.2. Produccin sobre los enfermos mentales 5.2.1. Literatura (incluye los relatos patogrficos) y tebeos 5.2.2. Artes plsticas (incluye cine y teatro) 5.2.3. Msica 6. Tradicin oral. 6.1.1. Testigos directos 6.1.2. Testigos indirectos 6.1.3. Profesionales y estudiosos 6.1.4. Personas ajenas al tema de estudio 7. Otros.

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Fernando Dualde Beltrn, Antonio Rey Gonzlez, Enrique Jord Moscard

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1

Entre nosotros, de forma ms reciente, citaremos los trabajos de COLINA (1999), LZARO (2000) o HUERTAS (2001). Entre las razones que explicaran el empleo restringido de este tipo de fuentes estaran las dificultades de accesibilidad y, en

2

menor medida, la consideracin que algunos tienen de ellos como trabajos de muy desigual calidad.3

Poseen un inters limitado en cuanto a que suelen incluir, sobre todo en los ltimos 20 aos, resmenes de los trabajos pre-

sentados sin opcin a consultar la versin ntegra, por lo que su empleo suele acompaar al de trabajos que utilizan artculos de revista y libros y folletos.4

Variable esta, la temporal, que tambin se tiene en cuenta a la hora de referenciar una cita y que representa una cierta com-

plejidad a quienes no estn familiarizados con ello.5

Entre otras cosas, pensamos que la diferenciacin que hace de los documentos por su pertenencia al mbito pblico o al pri-

vado no impone diferencias sustanciales en lo que al contenido de informacin se refiere. Recordar que Livianos ley su tesis acerca de las historias clnicas de Perales.6

Como en el caso de las fuentes no peridicas, es tarea casi obligada la consulta de los fondos de la Biblioteca Nacional, a

pesar de sus peculiares limitaciones de acceso.

Cuad. Psiquiatr. Comunitaria, Vol.2, N. 2, pp. 92 - 106, 2002

Estrategias profesionales y retricas de legitimacin de la medicina mental espaola del siglo XIX.*Rafael Huertas.Depto. Historia de la Ciencia. Instituto de Historia. Consejo Superior de Investigaciones Cientficas. Madrid.*Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigacin PB98-0659, financiado por la Direccin General de Investigacin (Ministerio de Ciencia y Tecnologa-Espaa).

A la hora de abordar el proceso de institucionalizacin de una especialidad mdica, es tradicional analizar una serie de factores que intervienen en el mismo y que crean unas supuestas "condiciones objetivas" para que una determinada disciplina se desgaje del tronco comn de la medicina general; as, factores tcnicos (la creciente complejidad del acto mdico), factores tericos (crecimiento de un cuerpo de conocimientos especfico) y factores sociales (requerimientos para solucionar problemas sanitarios concretos), han sido manejados con frecuencia en el estudio de diversas formas de especialismo mdico1. Sin embargo, este tipo de acercamiento ha sido puesto en cuestin por una serie de trabajos recientes que prestan mayor atencin a la capacidad de oferta, por parte de un colectivo profesional interesado -que necesita legitimarse ante la sociedad y ante la propia profesin mdica-, de una mercanca claramente distinguible, sobre la cual poder reclamar un monopolio2. La capacidad de organizar un "mercado de servicios" primara, pues, sobre las concepciones que defienden la aparicin del especialismo como el camino natural y lgico del desarrollo cientfico-tcnico en medicina. Este tipo de enfoque ha sido aplicado con xito al estu-

dio de diversas especialidades mdicas como la pediatra o la rehabilitacin3, habiendo sido desarrollado en Espaa con gran acierto por Rosa Medina en su estudio sobre el origen de la radioterapia en nuestro pas4. Asimismo, en el ms clsico trabajo sobre la especializacin mdica, George Rosen apuntaba, ya en los aos cuarenta, que dicho proceso se produca, adems, como un fenmeno relativamente independiente de las demandas y necesidades de los usuarios5, habindose destacado ms recientemente que esa demanda no se debe a unas necesidades medidas objetivamente sino que sera la consecuencia de una "transformacin social de las necesidades"6. En lo que se refiere a la psiquiatra, podra parecer, a priori, que las propias caractersticas de su prctica, al menos en la segunda mitad del XIX, haran muy poco factible una interpretacin similar a la apuntada para el anlisis de otras especialidades. Por un lado, porque el alienismo decimonnico no contaba an con un arsenal teraputico suficiente como para transmitir con claridad una oferta de servicio eficaz7. Por otro lado, por el carcter de "prestacin especial" que la asistencia psiquitrica ha tenido durante aos y que ha sido llevada a cabo en

Estrategias profesionales y retricas de legitimacin de la medicina mental espaola del siglo XIX

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instituciones especficas que se hacan cargo "de aquellas personas que, incapaces de cuidarse por s mismas, constituyen adems una amenaza involuntaria para la comunidad"8. No en vano, como apunt Ronald Laing en uno de sus ltimos trabajos, la psiquiatra es "lanica rama de la medicina que trata a las personas en contra de su voluntad (...) Es la nica rama de la medicina que encarcela a sus pacientes si lo cree necesario"9. En este sentido, como a veces se ha insistido, el psiquiatra y su ciencia, actuando como fieles aliados del poder establecido, colaboraran, junto a la Salud Pblica o la Medicina Legal, en la gobernabilidad de los Estados10, siendo realmente difcil relacionar este viejo alienismo con la dinmica mercantil aludida. Sin embargo, a pesar de las caractersticas especiales sealadas, no resulta imposible ubicar la psiquiatra en la aludida dinmica del monopolio y de otras estrategias profesionales tendentes a afianzarla como especialidad mdica, y no desde la ptica exclusiva del control social -aun cuando creo que sta no debe desecharse sin ms11-. Las especiales caractersticas en que se desarrolla la psiquiatra en la Espaa finisecular, cientficamente dependiente de la francesa pero conunas notables diferencias en cuanto al funcionamiento del aparato asistencial, nos ofrece, como a continuacin intentar demostrar, la posibilidad de considerar los primeros intentos de institucionalizacin de la medicina mental en Espaa desde el enfoque de la creacin de un monopolio ciertamente peculiar, y no como un simple remedo de lo acaecido en Francia12. Como es bien conocido, la Ley de Beneficencia de 1849 vino a establecer los principios bsicos de lo que fue el modelo asistencial del Estado liberal-burgus en la Espaa de la segunda mitad del siglo XIX y primeras dcadas del XX: una precaria asistencia para pobres a cargo de la

Beneficencia pblica y, al amparo de esta inhibicin estatal, un cierto florecimiento de la iniciativa privada. La Ley de 1849 perfil con nitidez las dos lneas bsicas sobre las que se desarrollar la atencin psiquitrica en Espaa: una red pblica de manicomios dependientes de las Diputaciones locales y un nmero relativamente importante de establecimientos privados dedicados al tratamiento de los desarreglos mentales13. Ambas redes asistenciales siguieron caminos muy diferentes a lo largo del siglo XIX. As, los manicomios pblicos espaoles no llegaron a ser verdaderos espacios medicalizados. Manicomios como los de Valladolid, Conxo o el mismo Legans fueron regidos por clrigos14, relegndose a los mdicos a una simple funcin de "asesores" o "jefes facultativos". Se trata, sin duda, de un importante rasgo diferenciador con respecto a los manicomios franceses, donde el mdico llega a ostentar el poder supremo en el interior del asilo15. As pues, una asistencia psiquitrica pblica muy escasamente medicalizada y "relegada al ostracismo por parte del Estado"16 y, junto a ella, un auge nada desdeable de las instituciones privadas que llegarn a jugar un papel verdaderamente protagonista en el origen y en el desarrollo de la psiquiatra espaola del fin de siglo. No creo que pueda negarse que la psiquiatra naci en Espaa, en centros privados como el manicomio de Nueva Beln, dirigido por Juan Gin i Partags, el de San Baudilio de Llobregat de Pujadas, el Sanatorio del doctor Esquerdo en Madrid, etc. En suma, los ms destacados representantes de nuestro alienismo contaron con un centro asistencial propio donde desarrollar su labor cientfica -lejos de los ingratos y masificados manicomios para pobres- y propiciar su lanzamiento social. Es de destacar que este desarrollo de la asistencia privada no debe entenderse, como bien ha indicado J. M. Comelles, en los tr-

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minos en que se produca la gestin de las instituciones durante el Antiguo Rgimen (obras pas, patronatos, etc.) sino en estrictos trminos de gestin empresarial, como verdaderas empresas privadas con nimo de lucro. Sobre las razones de este fenmeno casi exclusivamente cataln, este autor apunta que "La cuestin que se puede plantear es si esta poltica de cesin de competencias asistenciales a los particulares era la consecuencia de la incapacidad del Estado o de la existencia de un pacto implcito entree la burguesa catalana y el Estado que implicara delimitar dos esferas de actuacin separadas segn las cuales el Estado no intervendra en el Principado a cambio de algunas contrapartidas para la burguesa autctona"17. En estas condiciones, no parece difcil suponer la capacidad de los directores de las "casas de reposo" o clnicas psiquitricas privadas para disear y definir la "mercanca" ofertada. Veamos a continuacin de qu manera se pudo conformar en Espaa dicha oferta profesional y cul fue su capacidad para generar mercados, as como los mecanismos de organizacin y legitimacin cientfica y social que se pusieron en marcha con la pretensin de institucionalizar (de profesionalizar) unos saberes y unas prcticas mdicas sobre las que conseguir unas determinadas "rentas de monopolio".

LAS PROMESAS DE LOS EXPERTOSEs evidente que, para determinadas especialidades, la aparicin de tcnicas especficas ha resultado fundamental en la puesta a punto de todo un discurso de legitimacin basado en las nuevas posibilidades, de diagnstico o de tratamiento, que dicha tecnologa ofrece18. A este respecto, como ya he indicado, la psiquiatra no contaba, en la poca que estamos estudiando, con grandes ni novedosos medios tcnicos pero no por

ello renunci a intentar convencer -y convencerse- de que con los conocimientos y los recursos adecuados, se poda intervenir sobre la locura de una manera cientfica y eficaz. Antonio Pujadas (1811-1881), fundador en 1854 del Instituto Manicomio de San Baudilio de Llobregat, concentr toda su actividad profesional en presentar dicho establecimiento como modlico para el tratamiento de las enfermedades nerviosas19. Prcticamente toda su produccin escrita est al servicio de este objetivo: trabajos de divulgacin, breves y esquemticos, sobre las bondades teraputicas de la msica o de los baos -no en vano San Baudilio contaba con "bao de inmersin templado o frio, y el de chorro ascendente o descendente, el oblicuo, as como el de aspersin y de lluvia"20, pero tambin propaganda en forma de prospectos publicados regularmente donde se expona el Reglamento del centro y se insista sobre las enormes posibilidades de xito teraputico. No deja de resultar esclarecedor que mientras en el folleto de 1857 se dan unas cifras de curacin del 28 %, en el de 1877 se asegure que el porcentaje de curaciones sobrepasaba el 70%21. Se debe tambin a A. Pujadas la que con cierta exageracin ha sido denominada la primera revista espaola dedicada monogrficamente a temas psiquitricos. La afirmacin sin duda es cierta, pero habra que matizar que La Razn y la Sinrazn, cuyo primer nmero apareci en febrero de 1865, no pas de ser una especie de crnica interna del establecimiento, de muy escaso valor cientfico y, en mi opinin, de nulo inters desde el punto de vista de la institucionalizacin de la especialidad, en comparacin con otros rganos de expresin que, como ms tarde veremos, s jugaron un importante papel en este sentido. Aunque con mayor solidez cientfica, Juan Gin i Partagas (1836-1911) tampoco renunci a la divulgacin y popularizacin

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de los logros alienistas. Como director del Manicomio de Nueva Beln desde 1864, el que fuera insigne catedrtico de la Universidad de Barcelona22, consigui aunar en un inteligente discurso la promocin de su establecimiento con el intento de legitimacin cientfica y social de la medicina mental como disciplina con personalidad propia. En un folleto de propaganda donde se especificaban los "principios fundamentales en los que se basa el tratamiento de los enajenados en Nueva Beln" se apuntaba que "por fortuna, el litigio entre somaticistas y psicologistas solo puede sostenerse desde los respectivos bufetes: en el Manicomio, en el terreno clnico, la cuestin est definitivamente resuelta, y no hay alienista en nuestros das que no convenga en que el tratamiento de la enajenacin mental debe ser un ordenado complejo de agentes fsicos y de influencias morales"23. Es interesante destacar que el tratamiento moral no constituye en Espaa un motivo de polmica24, sino que es asumido tanto por idealistas como por materialistas. Es conocido el comentario de Gin con respecto a Pi i Molist, en que admite que "en el ambiente clnico, en donde nos codeamos casi todos los das, el Dr. Pi y yo jams hemos discrepado en lo ms mnimo (...). Diagnosticamos, pronosticamos y establecemos el tratamiento psiquitrico con la mayor armona (...). Nuestro desacuerdo viene de ms arriba (...), el Dr. Pi pertenece a la escuela idealista. Yo soy positivista"25. El eclecticismo del que se hace gala tendra, como es obvio, la irrenunciable pretensin, al margen de modas o de escuelas ms o menos doctrinales, de conseguir los mejores resultados prcticos. En las ltimas pginas del mencionado folleto, dirigido a los familiares de posibles pacientes, se asegura que en Nueva Beln "aspiramos a realizar el mayor bien posible para los enajenados, a beneficio de un rgimen de libertad y de expansin, compatible con su estado frenopti-

co, de una vigilancia no interrumpida ni de da ni de noche, de un conjunto de condiciones higinicas escrupulosamente estudiadas, y sobre todo, por la adopcin de un plan curativo, sujeto no a un orden de cosas generales, sino a cada una de las condiciones individuales que presentan los enfermos"26. Este intento de crear un pblico sensible y esperanzado ante la nueva ciencia psiquitrica llega en Gin a sus ms altas cotas cuando recurre a la novela para combatir "la equivocada idea que el vulgo tiene de la locura"27. En Los misterios de la locura, subtitulada novela cientfica, el doctor Libe, director del Manicomio donde ingresa Eulogio, el protagonista del relato, pontifica sobre la curabilidad de las enfermedades mentales en los siguientes trminos: "-Va por el mundo un error muy perjudicial: la incurabilidad de la locura. Cierto que hay enfermedades mentales cuya curacin est por encima de losrecursos del arte; pero, por fortuna, stas no son las ms. Hay muchas, no obstante, que no se curan porque se pierde el tiempo en remedios que no van al caso (...)....echando mano de los muchos remedios (...) morales y materiales de que dispone el manicomio, puedo prometer a ustedes que en un plazo relativamente breve, Eulogio habr recobrado la razn (...) Les suplico visiten detenidamente el Establecimiento, y una vez se hayan convencido de que aqu no hay rejas, ni cadenas, ni palos, ni castigos morales ni corporales para los enfermos; una vez hayan formado el concepto de que ste es un Manicomio que no lo parece (...) estar yo ms satisfecho de la confianza que en m han depositado"28. En un tono menos divulgativo y ms centrado en los cnones de la ciencia positiva de la que l mismo es abanderado, Gin, esta vez desde su Tratado de Frenopatologa (1876), llega a afirmar que "esta especialidad, esencialmente clnica, hyase hoy da en un periodo constituyente y encaminada a mayores perfeccionamientos, desde que ha

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tomado por punto de partida la Anatoma, la experimentacin fisiolgica y los estudios psicolgicos", reclamando explcitamente que "si existen poderossimas razones que legitiman el cultivo de especialidades prcticas, tales como la Oftalmologa, la Dermatologa, la Sifilografa, etc., ningn ramo de la clnica tiene tanto derecho ni tanta necesidad de especializarse como la Freno-patologa"29. Con un enfoque eminentemente clnico, Gin dedica un amplio captulo de su Tratado a la curacin de la locura. Adems de llevar a cabo una amplia revisin de los distintos agentes teraputicos -desde las emisiones sanguineas y la hidroterapia, hasta los narcticos o los arsenicales-, expone con detalle los resultados obtenidos de su propia prctica; refirindose al sulfato de quinina, por ejemplo, afirma que "nunca hemos dejado de obtener excelentes resultados de este agente en las manas intermitentes"30. Llegado a este punto, no puede extraarnos que la teora de la degeneracin, a pesar de su indudable atractivo (papel de la herencia biolgica, estigmas fsicos, incurabilidad, etc.) y de su enorme influencia en otros lugares, tuviera dificultades para ser asumida por el alienismo espaol31. Los autores degeneracionistas franceses son escasamente citados e incluso Gin critica la clasificacin etiolgica de las enfermedades mentales propuesta por Morel al considerarla "inaplicable como gua de diagnstico" e "inadmisible, pues en ella se asocian estados frenopticos muy diversos y resultan disociados otros que presentan notables analogas"32. Es obvio que el enfoque eminentemente clnico del mdico cataln le impide aceptar teorizaciones sobre la naturaleza de la locura que no le garanticen resultados prcticos inmediatos, mxime cuando uno de los postulados fundamentales de la doctrina moreliana era la incurabilidad de los degenerados.

No deja de resultar esclarecedor que las pocas referencias expresas a la degeneracin en la produccin psiquitrica espaola de la poca surjan de alienistas de segunda fila con experiencia en establecimientos pblicos. Mateo Bonafonte (1862-1940), mdico alienista del Manicomio Provincial de Zaragoza present en 1900, su tesis doctoral sobre Degeneracin y locura, en la que asegura que "la degeneracin mental tiene una existencia indudable", atrevindose a afirmar que "La inmensa mayora de locuras, son sintomticas de la degeneracin mental" , pero en la que no hay una sola referencia al tratamiento, aunque s a aspectos preventivos como la eugenesia y la educacin. Vemos, pues, cmo el discurso predominante en el alienismo espaol se centra en destacar que la psiquiatra puede curar, que dispone de medios para ello, pero tambin que en los establecimientos adecuados los pacientes pueden estar perfectamente cuidados y libres de los malos tratos a los que secularmente haban estado sometidos. Dos retricas legitimadoras parecen entremezclarse aunquecon intensidad diferente, una, la del paternalismo y el buen trato a los enfermos (de pago y generalmente no violentos) acogidos en el establecimiento privado; otra, la que seala las capacidades tcnicas de los especialistas, que acaba convirtindose en la hegemnica y en el argumento central de los intentos institucionalizadores.

LAS ESCUELAS Y EL SISTEMA DE PATRONAZGOA la hora de estudiar los distintos elementos que intervienen en el proceso de consolidacin de una determinada disciplina mdica, es tradicional estudiar, entre otros, la aparicin de centros asistenciales y/o docentes, la celebracin de foros especficos de discusin (Congresos, Reuniones) o la creacin de asociaciones y de rganos de ex-

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presin que garanticen tanto la organizacin corporativa como la difusin limitada de informacin. Junto a ello, con frecuencia se hace hincapi en el papel jugado por las grandes figuras como catalizadoras de dichos elementos. No es el momento para discutir, desde el punto de vista metodolgico, el valor de la biografa en la historia de la medicina34, pero lo que s parece evidente es la necesidad de tener en cuenta, no tanto las "genialidades individuales" -todo descubrimiento, toda aportacin cientfica es el fruto de un complejo proceso-, como de la existencia de un cierto "carisma individual" capaz de aglutinar gentes y empresas y, en definitiva, de "crear escuela". Jan Goldstein, refirindose a la psiquiatra francesa de la primera mitad del siglo XIX, ha utilizado el trmino "politics of patronage" para definir una estructura organizativa informal, pero muy efectiva, en la que una figura suficientemente reconocida en las instituciones y en la comunidad cientfica, se convierte en "patrn" y en "protector" de un pequeo grupo de discpulos y compaeros que, compartiendo sus ideas cientficas, se ocuparan de desarrollarlas y difundirlas, recibiendo a cambio apoyo en su promocin profesional35. No resulta difcil identificar esta dinmica con lo que en nuestro medio hemos llamado, y seguimos llamando, "escuelas"; con la particularidad de que el "maestro", convertido en ese "lider carismtico" , juega un papel sobreaadido en la recepcin de determinados paradigmas, sobre todo en pases, como el nuestro, cientficamente dependientes36. En la Espaa del ltimo tercio del pasado siglo, solo puede hablarse con propiedad de una "escuela psiquitrica", la formada en Catalua en torno a Juan Gin i Partags. La llamada "escuela madrilea" comienza, en mi opinin, a tener entidad suficiente con nombres como Achcarro, Lafora o Sacristn que se sitan ya en un paradigma

bien distinto al del alienismo decimonnico, al incorporar, por un lado, los principios de la psiquiatra alemana y, por otro, las aportaciones de la brillante escuela neurohistopatolgica de Cajal. Personalidades tan importantes como Pedro Mata (1811-1877) o Jos Esquerdo (1842-1912) pueden ser considerados, sin duda, pioneros o, incluso, maestros de la psiquiatra espaola "a ttulo individual", pero no en el sentido, antes aludido, de "creadores de escuela". Me refiero, claro est, a los aspectos estrictamente clnicos y asistenciales de la psiquiatra, no a la Medicina Legal donde P. Mata s fue un punto de referencia indiscutible. Tampoco quisiera olvidar figuras como el valenciano Juan Bautista Peset y Vidal (1821-1885)37 o el cataln Emilio Pi i Molist (1824-1892)38, todava partidarios de una visin psicologista e idealista de la locura, frente al organicismo y materialismo de las generaciones inmediatamente posteriores. Es lgico que, al no poder competir con el atractivo de la nueva ciencia positiva, no llegaran a contar con un grupo importante de seguidores. Me centrar, pues, en la figura de Juan Gin que s reuni, a mi juicio, las citadas caractersticas de "patrn" y "protector". Catedrtico de Clnica Quirrgica en la Facultad de Barcelona, Acadmico, miembro de diversas sociedades cientficas, autor de una obra mdica nada desdeable,..., llega a poseer el suficiente prestigio como para asumir ese liderazgo cientfico que le permitir, desde la direccin de un establecimiento privado pero con una cobertura pblica suficiente, impulsar el desarrollo de una disciplina que aun no contaba con un estatuto acadmico reconocido. No puede olvidarse, en este sentido, adems de su produccin escrita y de su actividad clnica, su labor como inspirador y mximo responsable de empresas como la Revista Frenoptica Barcelonesa, fundada en 188139, el Primer Certamen Frenoptico Espaol,

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celebrado en 188340, o los cursos libres de psiquiatra impartidos en Nueva Beln. En torno a todas ellas, va aglutinando un nmero importante de colaboradores como Ribas Pujol, Mart Juli, Moles, Gin Marriera -su hijo- y, sobre todo, Arturo Galcern (1850-1919) y Antonio Rodrguez Morini (1863-1937)41, que se convertirn en dos de las figuras ms destacadas de la psiquiatra catalana, y espaola, del cambio de siglo y que, como miembros ms aventajados de la "escuela", no solo disfrutaron del apoyo de su maestro, sino que representan la ms estricta continuacin del positivismo psiquitrico de Gin. Un breve repaso a la trayectoria profesional de ambos nos permite comprender la ampliacin institucional del alienismo cataln. Formados ambos en la clnica de Gin, activos colaboradores de las empresas de su maestro, suponen la continuidad y difusin del espritu de Nueva Beln, tanto en el plano de las ideas psiquitricas -organicistas y positivistas- aplicadas a la clnica, a los peritajes forenses, etc., como en ese empeo institucionalizador que encontrar en los primeros aos del siglo XX un caldo de cultivo especialmente rico en proyectos y realizaciones. Es de notar que tanto A. Galcern como A. Rodrguez Morini pasan por la direccin de San Baudilio de Llobregat, el primero en 1885, hacindose cargo de una difcil situacin42, el segundo en 1903, ao en que Galcern asume la codireccin del manicomio de Reus. Tampoco es una casualidad que, precisamente, ambos psiquiatras funden sendas publicaciones especializadas que pretenden ser rganos de expresin y eco de las actividades llevadas a cabo en los establecimientos que dirigen. Es de sobra conocido, pero merece la pena recordar que Rodriguez Morini funda en 1903 la Revista Frenoptica Espaola, claro recuerdo de la de Gin, y que, en 1904, Galcern saca a la luz sus Archivos de Teraputica de las Enfermedades Nerviosas y Mentales.

Un estudio en profundidad del contenido de dichas revistas, ausente todava en nuestra historiografa, nos revelara, sin duda, buena parte del camino recorrido por el pensamiento y la realidad psiquitrica espaola (particularmente la catalana), durante el ltimo tercio del siglo XIX y la primera dcada del XX. Realidad que no parece sufrir excesivos cambios a lo largo de este tiempo, a juzgar por el editorial del primer nmero de la Revista Frenoptica Espaola cuando, al explicar el propsito de la misma se lamenta de que "Precisamente en nuestra nacin este orden de estudios [de frenopatologa] est tan poco cultivado, que apena el nimo al considerar que con dificultad encontraramos dos docenas de mdicos que presten la debida atencin al avance prodigioso de la Psiquiatra. Y de hecho en s no tendra nada de particular (...) si el desconocimiento de las portentosas conquistas de la Frenopatologa no entraara la imposibilidad de resolver atinadamente, en la prctica diaria, innumerables e importantes problemas clnicos y sociales"43. Han pasado veintids aos de la fundacin de la Revista Frenoptica Barcelonesa y veinte del Certamen, pero la necesidad de legitimacin y de oferta de eficacia teraputica sigue siendo la misma. La nueva publicacin nace con un viejo objetivo: "hacer comprender que el loco es el ms infeliz y el ms desgraciado de los enfermos, y que la locura es de las dolencias ms dignas de atencin y respeto (...) difundir y vulgarizar el conocimiento de los estados pticos de la mente"44. No en vano, tras el editorial, la revista se estrena con un artculo del maestro Gin publicado con anterioridad, y que da muestra del espritu de continuidad con la escuela de origen45. Voluntad de continuidad y respeto al maestro pero tambin propsito innovador de una revista que, convertida en el rgano de los manicomios de la Orden de San Juan de Dios en Espaa, no se contenta con ofrecer referencias clnicas o estadsti-

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cas de estos centros sino que representa un proyecto algo ms ambicioso al dar cabida, en su seccin de trabajos originales, a aportaciones de autores extranjeros46, y al reservar una parte importante de la revista a recensiones bibliogrficas y a informacin detallada sobre Congresos internacionales. Existe, no cabe duda, la nada desdeable pretensin de "estar al da". Es verdad que la ciencia psiquitrica espaola careci de originalidad hasta la segunda o tercera dcada del siglo XX, cuando la llamada generacin de los Archivos de Neurobiologa toma el relevo47, pero no es menos cierto que no pocos alienistas anteriores a "era de Cajal" se informaron de los progresos neurolgicos y psiquitricos extranjeros, buscando en ellos utilidades prcticas que aplicar en sus respectivas clnicas. No podemos dejar de mencionar, en este sentido, el comienzo de una tmida proyeccin internacional de la psiquiatra espaola. La presencia de alienistas espaoles en Congresos internacionales se inicia, tal vez, con la de A. Pujadas en una Reunin de la Socit Mdico-Psychologique celebrada en 1867 que cont con una nutrida y prestigiosa participacin internacional48, aun cuando esta espordica aparicin de un mdico espaol en semejante foro parece ser debida ms a su amistad personal con Brirre de Boismont (1797-1881) que a los propios mritos cientficos de Pujadas49. De manera distinta habra que interpretar las aportaciones de los discpulos de Gin al Congreso de Miln de 190650, as como el estudio de R. Morini sobre la PGP presentado en el XV Congreso Internacional de Lisboa, celebrado tambin en 190651. Es de destacar, para terminar, que en Miln se acord la creacin de un "Instituto Internacional para el estudio de las causas de las enfermedades mentales", quedando constituido el comit espaol del mismo por A. Gin i Masriera y A. Rodriguez Morini. Existe, en efecto, a comienzos de siglo,

una incipiente pero progresiva presencia de la psiquiatra espaola en los foros nacionales e internacionales52, pero esta circunstancia, unida a la creciente madurez de ciertas empresas, como la reseada Revista Frenoptica Espaola, o al prestigio de algunos profesionales, no fue suficiente para conseguir un reconocimiento oficial de la disciplina. Es evidente que no existe mecanismo de institucionalizacin ms contundente para una disciplina cientfica que contar con la aceptacin y el beneplcito del mundo acadmico, siendo condicin imprescindible, para ello, su incorporacin por derecho propio a la enseanza oficial universitaria. Fue esta, sin duda, una de las ms claras y persistentes reivindicaciones -as como su ms rotundo fracaso- del alienismo decimonnico, como lo fue ms tarde en el primer tercio del siglo XX. La bsqueda de la mencionada legitimacin acadmica puede rastrearse con relativa facilidad, unas veces, de manera sutil, como cuando Gin firma sus trabajos como "Director del Manicomio de Nueva Beln y Catedrtico de la Facultad de Medicina de Barcelona" o, como cuando, invita a otros profesores totalmente alejados de la psiquiatra a participar en la organizacin del Certamen Frenoptico. Otras veces, la reivindicacin docente se traduce en iniciativas como la creacin de una Ctedra libre de Frenopata, una vez ms en Nueva Beln. La enseanza de algunos temas psiquitricos quedan contemplados, y diluidos, en asignaturas diversas como la Patologa General e Interna, la Higiene, la teraputica y, naturalmente, la Medicina Legal, con variaciones a veces muy ostensibles segn el Plan de Estudios que se considere. Es de notar que son, precisamente, los mdicos legistas o los alienistas especialmente dedicados a la actividad forense los que suelen abanderar el discurso de la necesidad docente especfica de la psiquiatra53. As, Ignacio Valent Viv, catedrtico de Medicina Legal

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en Barcelona, en un escueto pero significativo artculo publicado en la Revista Frenoptica Barcelonesa en 1885, define las Ctedras de Psiquiatra existentes en el extranjero, "las que tienen por sujeto la investigacin y demostracin de los estados mentales, y por objeto la formacin de mdicos alienistas o frenpatas"54. Para que la creacin de estas ctedras en Espaa fuera una realidad se invocan razones de progreso cientfico pero, sobre todo, la necesidad de dar respuesta cumplida a cuestiones "que afectan al orden social y a la seguridad de los individuos; por cuanto la fijacin del estudio mental es un problema mdico-jurdico arduo"55. Sin embargo, a juzgar por los pobres resultados institucionalizadores, las razones de orden pblico, de servicio al Estado, etc., no parecen, al menos en un primer momento, tener ms peso que las eminentemente profesionales en el desarrollo de la especialidad psiquitrica en Espaa. No insistir ms sobre este aspecto, que tambin podra ser objeto de una investigacin monogrfica detallada, tan solo cabe indicar que esta ausencia de la psiquiatra en la enseanza oficial se prolongar durante muchos aos, volviendo a ser lamentada y denunciada con especial intensidad durante los aos veinte y treinta56.

FUNCIN Y LEGITIMACIN SOCIAL: HACIA LA PSIQUIATRA PBLICAUna vez establecido el ncleo o los ncleos de origen responsables de una autodefinicin profesional, se hace necesario -en cualquier proceso de especializacin- el afianzamiento de una "cultura profesional" que consolide el mercado y que facilite los procesos de negociacin (de legitimacin) con otros colectivos mdicos y con la sociedad en general. La aparicin de sociedades

cientficas, capaces de aglutinar intereses, de difundir selectivamente la informacin y de vehicular actividades y propuestas, tanto en el plano cientfico como en el poltico y corporativo, desempearon, y siguen hacindolo, un papel fundamental en esta dinmica. El asociacionismo psiquitrico nace en Espaa con la creacin en 1911 de la Sociedad de Psiquiatra y Neurologa de Barcelona. Con ello se da un salto cualitativo de gran trascendencia en la oferta que los especialistas hacen a la sociedad y a los poderes pblicos, ya que no se insistir exclusivamente en las posibilidades teraputicas sobre los individuos enfermos sino que se indicarn las capacidades de intervencin sobre patologas sociales -pauperismo, vagancia, prostitucin, etc.- mostrando la voluntad de la psiquiatra en entrar de lleno en el campo de la defensa social57. Pero la voluntad de esta primera Sociedad, que pretende reunir a neurlogos y mentalistas, va ms all de una pura ampliacin de competencias tcnicas. En el discurso inaugural del nuevo foro cientfico su Presidente, Arturo Galcern, identifica objetivos y prioridades que dejan patente la intencin de los profesionales organizados en intervenir en reformas asistenciales y legislativas que empiezan a considerarse imprescindibles; en otras palabras, los alienistas ya no se conforman con sus limitados crculos intelectuales formados en torno a establecimientos privados de mayor o menor envergadura, sino que se creen capaces de asesorar a la ciencia legislativa y a la Administracin pblica. As, entre los objetivos de la Sociedad se incluye la racionalizacin de los establecimientos asistenciales para "conseguir la creacin y desarrollo de las instituciones nosocomiales adecuadas a los distintos grupos de enfermos correspondientes a la Psiquiatra y Neurologa"58. Se insiste, en este sentido, en que "no existen en Espaa

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asilos especializados, ni para los llamados psiconeursicos, ni para los epilpticos, ni para los atrasados, (...) a causa de esta deficiencia deben ser internados todos ellos en los Manicomios, con grave dao para s mismo y para los propiamente vesnicos", concluyendo en que "la separacin en grupos similares constituye primordial indicacin de teraputica psquica"59. Llama la atencin la coincidencia de esta propuesta con los planteamientos reformadores de V. Magnan ((1835-1916) en Francia, quien, en ese mismo momento, propugna la distincin entre locura propiamente dicha y todos aquellos estados mixtos situados a medio camino entre la patologa general y la psiquiatra, abogando por el traslado de los individuos que "no deliran" a otros lugares o instituciones a los que llama asilos especiales -de epilpticos, de alcohlicos, de seguridad, etc.-60. Adems, este inters por la red asistencial pblica y por la proteccin del enfermo mental pobre y desvalido se traduce en la pretensin, por parte de la Sociedad de Psiquiatra y Neurologa, de "gestionar la fundacin de patronatos para los alienados pobres salidos del frenocomio, curados o convalecientes, socorrindoles pecunariamente hasta que encuentren trabajo o procurndoselo y facilitar el pronto ingreso de los recidivantes y extender igual beneficio a los anormales y abandonados"61. La idea, como es bien sabido, ser retomada y desarrollada algunos aos ms tarde cristalizando en un movimiento de Higiene Mental, cuyos principios fueron pieza clave en la reforma republicana62. Es obvio, por otro lado, que las reformas asistenciales, la creacin de infraestructuras y la modernizacin y medicalizacin de los asilos pblicos ya existentes implicaba la necesidad de profesionales competentes que hicieran frente a las mltiples demandas cientficas y tcnicas que tales reformas generaran, de ah que se considere prioritario

la "creacin de un cuerpo de mdicos alienistas, revestidos de todas aquellas atribuciones que son propias de la especialidad, a fin de estimular el estudio de la misma y recompensar los esfuerzos en misin tan espinosa como la prctica manicomial"63. Los tiempos estn cambiando, la sociedad liberal espaola ha iniciado ya una profunda crisis, muy pronto se empezar a hablar de "nacionalizacin" de la psiquiatra y de otras facetas del ejercicio mdico64, no tanto como alternativa poltica al modelo sanitario imperante sino como estrategia de incorporacin de todo un grupo profesional a las nuevas exigencias de una sociedad en crisis. El Estado aparece entonces, como bien ha indicado Francisco Villacorta, "como referencia abstracta del creciente protagonismo de los factores colectivos de la vida social y de la redefinicin, desde ese espacio colectivo, de las funciones desempeadas por los distintos grupos sociales"65. Sociedad corporativa frente a sociedad liberal, intervencionismo estatal frente a mercado; tabla de salvacin en la que apoyarse para adaptarse a la crisis econmica y conjurar el desprestigio social, pero tambin, caldo de cultivo imprescindible para poner en marcha reformas que, de otro modo, hubieran resultado imposibles66.

A MODO DE EPLOGOEn las pginas precedentes he intentado repasar los, a mi juicio, ms sobresalientes hitos del proceso de institucionalizacin de la psiquiatra en la Espaa del siglo XIX. Varias son las reflexiones que podemos ofrecer a modo de conclusin. Durante bastante tiempo se ha asumido que "Ni un solo nombre espaol puede figurar con relieve medianamente satisfactorio en la historia de la Psiquiatra del siglo XIX"67, pero no se trata de recurrir a santorales laicos sino de analizar procesos. Es evidente que la pro-

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duccin psiquitrica espaola no supone ninguna contribucin original a la ciencia psiquitrica pero no por ello debemos dejar de considerar una serie de aportaciones que nos permiten comprender la verdadera dimensin del alienismo espaol decimonnico. En primer lugar, su orientacin eminentemente prctica, buscando la eficacia teraputica por encima de consideracines tericas o doctrinales. Se ha destacado, en este sentido, la similitud de la psiquiatra espaola con la estadounidense de ese mismo perodo, al carecer ambas de una produccin original suficientemente slida y darle prioridad al desarrollo prctico de la especialidad68. En segundo lugar, el intento de legitimacin de la disciplina trajo consigo un empeo por popularizar el conocimiento de la enfermedad mental que pretendi, por un lado, una mentalizacin colectiva con respecto a la responsabilidad social -con la consiguiente respuesta legal- sobre el enfermo mental y, por otro, combatir la apata generalizada que, en general, los mdicos demostraban por la patologa psiquitrica. Finalmente, en tercer lugar, la psiquiatra espaola finisecular a pesar de sus limitaciones encarna, en mi opinin, un intento de reconstruccin material e intelectual que, junto al aludido progreso en la prctica, prepara el terreno para el gran momento de esplendor de los aos veinte que culminar en la II Repblica. Se van preparando, en

efecto, las condiciones de mentalidad cientfica y de voluntad institucionalizadora que hicieron posible la rpida asimilacin, por parte de generaciones posteriores, de las novedades iniciadas por hombres como Luis Simarro (1851-1921)69 o Santiago Ramn y Cajal (1852-1934). No cabe duda que las investigaciones de la escuela neurohistopatolgica espaola sern definitivas en la irrupcin de la orientacin experimental y en la recepcin, con todas sus consecuencias, de la psiquiatra alemana; rupturas epistemolgicas innegables, propiciadas, en parte, por una labor previa que fue introduciendo, poco a poco y por motivos diversos, la necesidad de una reforma psiquitrica en profundidad que apuntalara la medicina mental como una disciplina cientfica suficientemente reconocida. Todo ello, sin olvidar que, independientemente del propio desarrollo interno del saber psiquitrico, los cambios en la consideracin de la locura y en la forma de abordarla se deben en muy buena medida, a acontecimientos externos a la propia prctica psiquitrica; de ah que debamos tener en cuenta -si no fuera as, la presente ponencia quedara incompleta- el fundamentalsimo papel jugado por la cristalizacin de toda una problemtica social y poltica -ubicada histricamente en la crisis final de la Restauracin y en la II Repblicaque hizo posible los mencionados cambios, tanto en los saberes dominantes como en las pautas asistenciales.

1 Este modelo ha dado pie, incluso, a investigaciones bibliomticas que han valorado el aumento de las publicaciones cientficas consagradas a un tema especfico como uno de los rasgos definitorios del establecimiento de la especialidad; vase, a modo de ejemplo, MARSET, P. (1971), "La especializacin en psiquiatra en la Valencia de principios de siglo", Medicina Espaola, 66, 199203.

2 La teora weberiana del monopolio, ntimamente relacionada con otras categoras, como la de clausura social, ha sido aplicada al estudio de las profesiones y, en particular, de la profesin mdica. Vase, por ejemplo, FREIDSON, E. (1970), Profession of Medicina. A Study in the Sociology of Applied Knowledge, N. York, Harper and Row; BERLANT, J. (1975), Professions and Monopoly, University of California Press, Berkeley; SAFARTTY, M. (1979), The Rise of professionalism: A Sociological Analysis, University of California Press, Berkeley; TURNER, B. (1987), Medical Power and Social Knowledge, London, SAGE. Un reciente anlisis, que sintetiza con acierto los distintos acercamientos metodolgicos al estudio de las profesiones, puede encontrarse en GONZLEZ LEANDRI, R. (1999), Las profesiones: Entre la vocacin y el inters corporativo. Fundamentos para su estudio histrico, Madrid, Catriel.

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Son de gran inters, en este sentido, los trabajos de HALPERN, S.A. (1988), American Pediatrics. The Social Dynamics of Professionalism, 1880-1980, Berkeley, University of California Press.; GRITZER, G. y ARLUKE, A. (Ed.), The making of rehabilita-

Estrategias profesionales y retricas de legitimacin de la medicina mental espaola del siglo XIX

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tion. A political economy of medical specialitation, 1890-1980, Berkeley, University of California Press. MEDINA, R. (1996), Curar el cncer?.Los orgenes de la radioterapia espaola en el primer tercio del siglo XX, Granada, Universidad de Granada. Sobre el particular puede verse tambin MEDINA, R. y RODRIGUEZ OCAA, E. (1994), "Profesionalizacin mdica y campaas sanitarias. Un proceso convergente en la medicina espaola del primer tercio del siglo XX", Dynamis, 14, 77-94.5 Vase ROSEN, G. (1944), The specialitation in Medicine with particular reference to ophtalmology, N. York; reimpreso en Arno Press and The New York Times, 1972. Este trabajo de G. Rosen, punto de referencia obligado en cualquier estudio sobre el especialismo mdico, ha influido directamente en estudios ulteriores como, entre los realizados en Espaa, GARCIA BALLESTER, L., OLAGE, G. y CIGES, M. (1978), Classic in Modern Otology, Granada. Tambin GARCIA BALLESTER, L. (1980), "Factores sociomdicos en el proceso de constitucin de las especialidades mdicas: el caso de la otologa" En ALBARRACIN, A., LPEZ PIERO, J.M. y SANCHEZ GRANJEL, L. (Ed.), Medicina e Historia, Madrid, Universidad Complutense, pp. 321-338.

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HOFOSS, D. (1986), "Health Professionals: The Origins of Species", Social Science and Medicine, 22, 201-209, p. 205.

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El fracaso del tratamiento moral y el auge de las teoras somaticistas, motiv un talante de pesimismo y de nihilismo que impregn buena parte del quehacer psiquitrico, al menos hasta la aparicin de las nuevas terapias (psicofrmacos, tratamientos de choque, etc.) del siglo XX. Para una visin general sobre los tratamientos de la locura vase MOREL, P. y QUETEL, C. (1987), Les mdecinesde la folie, Pars. Sobre la reaccin del alienismo francs ante sus propias dificultades teraputicas, LANTERI-LAURA, G. (1972), "La chronicit dans la psychiatrie franaise moderne", Annales, 27: 548-568. Tambin HUERTAS, R. (1993), "Entre el nihilismo teraputico y la higiene social: la asistencia psiquitrica en el positivismo francs" En GONZALEZ DE PABLO, A. (coord.), Enfermedad, clnica y patologa. Estudios sobre el origen y desarrollo de la Medicina Contempornea, Madrid, Ed. Complutense, pp. 301-314. El caso ingls ha sido estudiado por ALVAREZ, R. (1993), "La fisiologa cerebral y el desarrollo de la psiquiatra en el siglo XIX" En GONZALEZ DE PABLO, A. (coord.), pp. 315-328; encontrando, en los autores sajones, una mayor esperanza en la curacin de la locura, pero el reconocimiento de la escasa utilidad del tratamiento mdico.

8 As define E. Goffman el segundo tipo de "institucin total" en el que incluye, adems de los manicomios, los hospitales de infecciosos o los leprosarios. GOFFMAN, E. (1987), Internados. Ensayos sobre la situacin social de los enfermos mentales, Madrid, Amorrortu, p. 18. Traduccin de Mara Antonio Oyuela [la edicin original en ingls es de 1961]

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LAING, R.D. (1987), Razn, demencia y locura. La formacin de un psiquiatra, Barcelona, Crtica, p. 13. Traduccin de S. Furi y A. Ramn. Aunque no siempre bien acogidas, este tipo de interpretaciones, de corte foucaultiano, siguen ocupando un lugar los estudios histricos y sociolgicos sobre la locura. Dos de los trabajos ms clsicos en este sentido son el de CASTEL, R. (1980), El orden psiquitrico. La edad de oro del alienismo, Madrid, La Piqueta [el original en francs es de 19..] y, en Espaa, el de ALVAREZ-URIA, F. (1983), Miserables y locos. Medicina mental y orden social en la Espaa del XIX, Barcelona, Tusquet.

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De hecho existen trabajos recientes que siguen insistiendo en esta cuestin, SCULL, A. (1991), "Psychiatry and social Control in the Nineteenth and Twentieth Centuries", History of Psychiatry, 2, 149-169. Sin duda, el ms notable estudio sobre el nacimiento de la psiquiatra como profesin en Francia es el realizado por GOLDSTEIN, J. (1987), Console and Classify: The French Psychiatric Profession in the Nineteenth Century, Cambridge-New York,

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No deben olvidarse, sin embargo, los fallidos proyectos de construccin de manicomios "modelo" -de nueva planta- que acabaron devalundose hasta el punto de adaptar un viejo palacete para albergar el Manicomio de Santa Isabel de Legans que, a pesar de la contradiccin, sigui recibiendo el apelativo de "modelo". Un anlisis del amplio movimiento de reforma asistencial, basado en el concepto de manicomio "modelo" y capitaneado por Pedro M Rubio en los aos centrales del siglo pasado, y de las dificultades polticas y financieras que imposibilitaron su desarrollo, puede encontrase en ALVAREZ-URIA (1983), pp. 104 y ss. Tambin ESPINOSA, J. (1966), La asistencia psiquitrica en la Espaa del siglo XIX, Valencia, Ctedra e Instituto de Historia de la Medicina, pp. 59 y ss.

14 Resulta interesante valorar, en este sentido, el papel de la Iglesia y de las Ordenes religiosas en la gestin y administracin de la asistencia pblica. Al comienzo de la segunda mitad del siglo XIX, las Hermanas de la Caridad se introducen en los hospitales y asilos y, muy pronto, la Orden de San Juan de Dios comienza a controlar una asistencia en la que los mdicos ocuparn, sistemticamente, un lugar secundario.

15 Para Francia, vase LAMARCHE-VADEL, G. y PRELI, G. (1978), L'Asile, Pars [monografa editada por la revista Recherches]; HUERTAS, R. (1992), Del manicomio a la salud mental. Para una historia de la psiquiatra pblica, Madrid, FISss.; y el ya citado CASTEL, R. (1980).

BERTOLIN, J.M. (1993), "Dispositivos de asistencia psiquitrica en la Espaa contempornea del periodo de 'entresiglos'", Asclepio, 45 (1), 189-216.16 17 COMELLES, J.M. (1988), La razn y la sinrazn. Asistencia psiquitrica y desarrollo del Estado en la Espaa contempornea, Barcelona, PPU. 18 As, "la percepcin de nuevas posibilidades cientficas justificaran la creacin de unidades de organizacin especializadas que junto con los nuevos roles ocupacionales aceleraran el acmulo de conocimientos y la produccin de innovaciones que facilitan a su vez la nueva organizacin" [MEDINA, R. (1993), p. 23.]

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19 Sobre este alienista, vase REY, A. (1984), "Clsicos de la psiquiatra espaola del siglo XIX", Revista de la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra, 4: 73-91. Puede tener inters histrico, por ser de uno de sus colaboradores, el opsculo de RODRIGUEZ MENDEZ, R. (1908), "El Dr. Pujadas Mayans", Revista Frenoptica Espaola, 63 (3): 67-75. Sobre San Baudilio, ESPINOSA (1966), pp. 110 y ss.

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REY (1984), p. 77. De Pujadas se conserva en la Academia de Medicina y Ciruga de Barcelona, sin fecha y manuscrita, una Memoria en la que se estudia en qu casos y bajo que condiciones son tiles los baos de vapor en el tratamiento de las enfermedades. Asimismo, en La Razn y la Sinrazn public algunos pequeos trabajos sobre "Efectividad teraputica de la msica sobre los orates". El primero de los mencionados folletos apareci en 1857 y se titul Prospecto y Reglamento del Instituto Manicomio de San Baudilio de Llobregat, Barcelona, Imp. El Porvenir. Posteriormente, siempre con el ttulo El Manicomio de San Baudilio de Llobregat. Sucinta historia de la ciencia mental, se publicaron distintas entregas en los aos 1858, 1871, 1872, 1875 y 1877.

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Sobre este autor vase SANCHO SAN ROMAN, R. (1960), La obra psiquitrica de Gin y Partags, Salamanca, Ed. Seminario de Historia de la Medicina de la Universidad de Salamanca. Tambin DOMENECH, E. y CORBELLA, J. (1969), "Las vertientes principales en la obra mdica de Gin y Partags", Asclepio, 21, 173-178.

23

GINE, J. (1874), Descripcin, Marcha funcional y Reflamento orgnico del Manicomio de Nueva Beln, Barcelona, Imprenta de Antonio Palau, p. 17.

24 Sobre los enfrentamientos suscitados en Francia con motivo de los diferentes enfoques del tratamiento moral, puede verse HUERTAS, R. (1988), "Asilos para locos: teraputica mental y poltica sanitaria", Asclepio, 40 (2), 131-150.

25 GIN, J. (1903), "Primores de Don Quijote...Juicio crtico de la obra de Pi y Molist" En Obras Escogidas, Barcelona, Tip. La Academia, p. 380.

26

Ibid, p. 23. GIN, J. (1890), Los misterios de la locura, novela cientfica, Barcelona, Imp. de Henrich y Cia, p. 6.

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Ibid, p. 157, 158 y 159. Lo que parece evidente es que estos establecimientos privados estn ms cerca de las instituciones inglesas del non-restraint que de los grandes asilos franceses de inspiracin esquiroliana, aun cuando la influencia de Esquirol en la prctica clnica sea predominante. Tan solo el Proyecto mdico razonado para la construccin del Manicomio de la Santa Cruz (1860), de Emilio Pi y Molist, concibe el asilo pblico como un gran espacio medicalizado donde se exponen con gran rigor, no solo las caractersticas arquitectnicas de lo que debera ser el edificio, sino su adecuacin a los principios fundamentales del tratamiento moral. Un mgnfico anlisis de dicha obra puede verse en COMELLES (1988), pp 53 y ss. Vase tambin PESET, J.L. (1993), "Entre el gabinete y el manicomio: reflexiones sobre la psiquiatra espaola del fin de siglo" En GONZALEZ DE PABLO, A. (coord.), Enfermedad, clnica y patologa. estudios sobre el orgen y desarrollo de la medicina contempornea, Madrid, Ed. Complutense, pp. 281-299.

29 GIN, J. (1876), Tratado terico-prctico de Freno-patologa o estudio de las enfermedades mentales fundado en la clnica y en la fisiologa de los centros nerviosos, Madrid, Moya y Plaza, p. 3. Adems de este libro, son de destacar, como granes obras psiquitricas de conjunto escritas en la Espaa del siglo XIX, el de MATA, P. (1864-1878), Tratado de la Razn humana, Madrid, Imp. Bailly-Bailliere, que agrupa an tres tomos una amplia serie de lecciones impartidas por su autor en el Ateneo de Madrid; de particular inters resulta el tercer volumen cuyo ttulo completo es Tratado de la Razn Humana en estado de enfermedad o sea de la locura y sus diferentes formas, aparecido dos aos despus del Tratado de Gin. Tambin, aunque algo posterior, la obra de GALCERAN, A. (1895), Neuropatologa y Psiquiatra general, Barcelona, Imp. C. P. Caridad.

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Ibid, p. 275.

Me refiero estrictamente a la clnica psiquitrica, no ocurre lo mismo en otros mbitos de la "higiene social" en los que el degeneracionismo jug un papel fundamental en la medicalizacin de comportamientos antisociales como la criminalidad o el alcoholismo. La recepcin del degeneracionismo en Espaa ha sido objeto de recientes trabajos en el seno de nuestro grupo, HUERTAS, R. y MARTINEZ, J. (1993), "Disease and crime in the spanish positivist psychiatry", History of Psychiatry, 4: 459-481; CAMPOS, R. y HUERTAS, R. (1991), "El alcoholismo como enfermedad social en la Espaa de la Restauracin: problemas de definicin", Dynamis, 11, 264-286; CAMPOS, R. y HUERTAS, R. (1992), "Alcoholismo y degeneracin en la medicina positivista espaola", Revista de la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra, 12, 125-12931 32

Ibid, p. 240.

33

BONAFONTE, M. (1900), Degeneracin y locura, Zaragoza, Tipografa de Manuel Ventura, p. 109. A este respecto podr verse HUERTAS, R. (1995), "Sobre la recepcin del degeneracionismo psiquitrico en Espaa: La obra de Mateo Bonafonte", En ARQUIOLA, E. y MARTINEZ. J. (coords.), Ciencia en expansin. Estudios sobre la difusin de las ideas cientficas y mdicas en Espaa, Madrid, Ed. Complutense, pp. 521-534.

34 Sobre el particular, puede verse TATON, R. (1987), "Las biografas cientficas y su importancia en la historia de la ciencia" En LAFUENTE, A. y SALDAA, J. J. (coords.), Historia de las Ciencias, Madrid, CSIC, pp.73-85.

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GOLDSTEIN (1987), p. 120. Este sistema de "apadrinamiento" ha sido comentado por Jos Martinez al analizar el desarrollo de

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la Medicina del Trabajo en Espaa; vase MARTINEZ, J. (1992), "La salud laboral en la II Repblica: la actitud de los mdicos ante la Ley de Accidentes de Trabajo en la industria" En HUERTAS, R. y CAMPOS, R. (coords.), Medicina Social y clase obrera en Espaa (siglos XIX y XX), Madrid, FIM, tomo I, pp. 349-369.36 Cabe recordar, en este sentido, el proceso de recepcin de la psiquiatra francesa y de la antropologa criminal italiana por parte de la escuela positivista argentina creada en torno a la figura carismtica de Jos Ingenieros. Sobre el particular, puede verse, HUERTAS, R. (1991), El delincuente y su patologa. Medicina, crimen y sociedad en el positivismo argentino, Madrid, CSIC.

37 Vase LOPEZ PIERO, J.M. (1961), "Juan Bautista Peset y Vidal y las 'generaciones intermedias' del XIX espaol", Medicina Espaola, 46: 186-203 y 321-327. Tambin REY, A.M. (1985), "Clsicos de la psiquiatra espaola del siglo XIX (IX): Juan Bautista Peset y Vidal (1821-1885)", Revista de la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra, 5:87-98.

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Sobre este autor, SANCHO, R. (1959), "La obra psiquitrica de Pi y Molist",Publicaciones del Seminario de Historia de la Medicina de Salamanca, 2: 225-247.; REY, A. M. (1983), "Emilio Pi y Molist (1824-1892)", Revista de la Asociacin Espaola de Neuropsiquiatra, 3: 111-121.

39 Vase CORBELLA, J. y DOMENECH, E. (1965), "La 'Revista Frenoptica Barcelonesa' y en manicomio de Nueva Beln", Bol. Ins. Med. Psicol, 6: 9-16. Reeditado en DOMENECH, E., CORBELLA, J. y PARELLADA, D. (Eds.) (1987), Bases histricas de la Psiquiatra catalana moderna, Barcelona, PPU, pp. 209-218.

40

Vase CORBELLA, J. y DOMENECH, E. (1966), "El primer congreso espaol de psiquiatra (1883)", Bol. Ins. Med. Psicol., 7: 914. Reeditado en DOMENECH, CORBELLA, PARELLADA. (Eds.) (1987), pp.201-208.

41 Para una aproximacin a la obra de ambos autores puede encontrarse en DOMENECH, E. y CORBELLA, J. (1969), "La obra psiquitrica de Arturo Galcern Grans", Asclepio, 21, 157-171. y CALBET, J.M. y CORBELLA, J. (1970), "La obra psiquitrica del doctor Antonio Rodrguez Morini", Actas I CIHMC, T. 3, pp. 218-325. Los dos trabajos han sido reeditados en DOMENECH, CORBELLA y PARELLADA. (Eds.) (1987), pp. 223-238 y 239-248 respectivamente.

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Los ltimos aos de A. Pujadas al frente de San Baudilio fueron, al parecer, nefastos en cuanto a gestin. La aceptacin de pacientes pobres procedentes de las Diputaciones, a precio de Beneficencia, se ha argumentado como la principal razn del deterioro del establecimiento; as, RODRIGUEZ MENDEZ (1908), p. 72 y ss. Sobre los abatares del establecimiento tras la muerte de Pujadas, vase ANTON, P. (1983), Almacn de razones perdidas, Barcelona, Cientfico-Mdica, pp. 53 y ss. "Nuestro Propsito", Revista Frenoptica Espaola, 1, 1-2, 1903, p. 1. Ibidem.

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Se trata del artculo titulado "De la necesidad de popularizar el conocimiento (diagnstico) de la alienacin mental", y haba sido publicado con anterioridad en Revista Frenoptica Barcelonesa en 1885 y en La Independecia Mdica en 1886. La Redaccin explica la publicacin de este viejo artculo reconociendo, por un lado, la pertenencia a la "escuela" y, por otro, destacando la "actualidad" de sus contenidos: "La REVISTA FRENOPTICA ESPAOLA, que considera al sabio alienista [Gin] como la personalidad ms saliente de los que en nuestra patria se dedican al estudio de las enfermedades mentales, quiere honrar sus columnas insertando, a la cabeza del primer nmero, un artculo del Dr. Gin y Partags, que aunque publicado hace diez y siete aos (Revista Frenoptica Barcelonesa, 1885), conserva el mismo inters e identica oportunidad que el da ya lejano en que fue escrito".45 46 Esta es, sin duda, una diferencia interesante con respecto a la Revista Frenoptica Barcelonesa, cuyos artculos estaban firmados en un altsimo porcentaje por Gin o Galcern.

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El apelativo ha hecho fortuna y es empleado con bastante frecuencia, se debe a GRACIA, D. (1971), "Medio siglo de psiquiatra espaola (1885-1936)", Cuadernos de Historia de la Medicina Espaola, 10, 305-339.

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Bajo la presidencia de Paul Janet y la vicepresidencia de Briere de Boismont, intervinieron en dicha reunin los ms destacados representantes del alienismo francs, alems ingls e italiano. Vase REY (1984), p. 81. Una amplia resea sobre este evento apareci en "Psychiatrische Congrese und Versammlungen (1868-1869)" Archiv fr Psychiatrie und Nerverkrankheiten, 1, 182-199 y 735-745.

49 La amistad personal con el alienista francs le report ser aceptado como associ tranger de la Socit mdico-psychologique e, incluso que sta llegara a tomar partido en favor de Pujadas con motivo del caso judicial a Juana Sagrera ingresada ilegalmente en San Baudilio. Vase MARTINEZ PEREZ, J. (1992), "Locura y criminalidad", Historia-16, n 192, pp. 70-78.

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GALCERAN, A. (1907), Cmo deben ser los asilos para los enfermos de la mente, Barcelona, Imp. La Acadmica; publicado casi sumultneamente en Archivos de teraputica de las enfermedades Nerviosas y mentales, en 1906, Revista Frenoptica de Barcelona en 1907.; RODRIGUEZ MORINI, A. (1906) "La asistencia a los alienados criminales en los manicomios espaoles y especialmente en el manicomio de San Baudilio", Revista Frenoptica Espaola, 4: 293-302. No es de extraar que las comunicaciones presentadas a Congresos internacionales se publiquen en las revistas propias, nica manera de difundir sus contenidos y dar a conocer, en el interior, la proyeccin internacional de la medicina mental.

51 RODRIGUEZ MORINI, A. (1906), " Contribution l'tude clinique de la paralysie gnral en Espagne", Revista Frenoptica Espaola, 4: 102-123.

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A lo ya citado habra que aadir la presencia de trabajos y comunicaciones, firmadas por alienistas, en revistas mdicas no especficamente psiquitricas o en Congresos como el de Medicina de Valencia de 1910 o en Primer Congreso Espaol Internacional de la Tuberculosis, celebrado en Barcelona ese mismo ao.

53 Una slida formacin de los mdicos que haban de participar en actividades forenses era fundamental en el rduo intento de prestigiar a los mismos ante los Tribunales de Justicia. Sobre las relaciones entre mdicos y juristas vase PESET, J.L. (1987), "Medicina y poder: las etapas de un largo dilogo" En HUERTAS, R., ROMERO, A.I. y ALVAREZ, R. (Coords.), Perspectivas psiquitricas, Madrid, CSIC, pp. 151-160. Sobre el desarrollo de la psiquiatra forense en la Espaa del siglo XIX, puede verse HUERTAS, R. y MARTINEZ PEREZ, J. (1993), "Disease and crime in Spanish positivist psychiatry", History of Psychiatry, 4: 459-481.; para el mismo tema en la poca republicana y prerepublicana, HUERTAS, R. (1987), "Psiquiatra forense" En HUERTAS, ROMERO, ALVAREZ. (coords.), pp. 161-176.

54

VALENTI, I. (1885), "Las ctedras de Psiquiatra", Revista Frenoptica Barcelonesa, 5, 149-152, p. 149. Ibid, p. 151.

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56 En 1931 se crea una Ctedra de Psiquiatra en la Universidad Central de Madrid, adscrita al doctoradoen Medicina, sin que llegara a ser provista. En 1934 se incluye en la Universidad Autnoma de Barcelona como asirgatita de la licenciatura siendo su primer catedrtico Emilio Mira. El resto de las Ctedras de Psiquiatra en las universidades espaolas datan ya de la postguerra.

57 Nuestro grupo ha prestado una especial atencin a este aspecto, analizando el papel de la psiquiatra positivista como gran ciencia normativizadora de conductas. Vanse, a modo de ejemplo, PESET, J.L. (1975), Lombroso y la escuela positivista italiana, Madrid, CSIC; HUERTAS, R. (1987), Locura y degeneracin. Psiquiatra y sociedad en el positivismo francs, Madrid, CSIC.; ALVAREZ, R., HUERTAS, R. y PESET. J.L. (1993), "Enfermedad mental y sociedad en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX", Asclepio, 45 (2), 41-60.

58

GALCERAN, A. (1911), "Sociedad de Psiquiatra y Neurologa de Barcelona. Discurso inaugural del Presidente Dr. D. Arturo Galcern y Grans", Revista Frenoptica Espaola, 85-94, p. 90. Ibid, pp. 89-90. MAGNAN, V. (1913), Discussion du Rapport de M. Thoinot, sur une demande de M. ministre de l'Interieur concernant certaines dispositions de la proposition de loi relative au rgime des alins, Pars, p. 7 y ss. Insiste en la necesidad de diferenciar, clnica y legislativamente, la "alienacin mental" de las enfermedades que provocan alteraciones mentales. GALCERAN (1911), p. 91.

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Tanto Sacristn como Lafora insistirn en ello, el primero proponiendo la creacin de una Liga para la defensa del enfermo mental [SACRISTAN, J.M. (1921), "Para la reforma de la asistencia a los enfermos mentales en Espaa", Archivos de Neurobiologa, 2, 115], y el segundo abogando, ya en la poca repblicana por asociaciones creadas con el mismo fin [LAFORA, G.R. (1936), "Las directrices modernas de las Asociaciones protectoras de los enfermos mentales", Archivos de Neurobiologa, 16: 127-143]. Un estudio pormenorizado del movimiento de Higiene Mental en nuestro pas est por hacer; un aspecto parcial del mismo puede verse en HUERTAS, R. (1995), "El papel de la higiene mental en los primeros intentos de transformacin de la asistencia psiquitrica en Espaa", Dynamis, 15: 193-210; y HUERTAS, R. (1998), "Mental Health and psychiatric care in the Second Spanish Republic", History of Psychiatry, 9: 51-64. GALCERAN (1911), p. 91.

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As, la nacionalizacin del ejercicio m