usos y costumbres - pri

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Usos y costumbres

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4 Plenas muchedumbresJOSÉ JOAQUÍN BLANCO

12 México DF, sabor a míRAQUEL PEGUERO

16 La dulce vidaSONYA VALENCIA

18 Corazón de MéxicoÁNGELES GONZÁLEZ GAMIO

20 La cultura es lo de menosJUAN SOLÍS

22 Fragmentos de ciudadROBERTO REMES TELLO DE MENESES

24 Mérida: La vida es buenaMARTINIANO ALCOCER ÁLVAREZ

26 Madrid y Barcelona: Megaciudades en España

JORGE OLCINA CANTOS

29 Al este de WashingtonJAIME HERNÁNDEZ

32 Origen y destino de la ciudadDANIEL QUINTERO PEÑA

34 Ciudad sin fronteras, Ciudad invisibleJOSÉ LUIS CORTÉS

168 Febrero de 2009

40 La crisis viaja a México DAVID IBARRA

42 Consecuencias para nuestra economía JESÚS SILVA HERZOG

38 A debate: Una nueva Constitución JOSÉ BARRAGÁN

economía

política

especial

Partido revolucionario institucional

Beatriz Paredes rangel Presidenta del Comité Ejecutivo Nacional

Jesús Murillo Karam Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional

Heriberto M. Galindo Quiñones Coordinador del Comité Nacional Editorial

y de Divulgación

Miguel lópez azuara Director General

Joel Hernández santiago Director General [email protected]

sergio a. ruiz carreraDirector de Arte

[email protected]

alberto salamanca Cultura

rolando Guzmán trujillo Asistente Editorial

delia caudillo Corrección

María de lourdes sánchez Franco Administración y Distribución

carlos salomo ariasAsistente

Examen, revista mensual, febrero de 2009.Editor Responsable: Heriberto Galindo Quiñones

Comité Nacional Editorial y de Divulgación del CEN DEL PRIInsurgentes Norte 59, Edificio 2, Subsótano Col. Buenavista, México, D.F. C.P. 06359

Teléfonos: 01(55) 5729.9600 ext. 2663, 2669 y 4632e-mail [email protected]

Número de Certificado de Reserva: 04-2007-092009272900-102Número de certificado de licitud de título: 14113

Número de certificado de licitud de contenido: 11686ISSN: En trámite

Imprenta: Lito Laser, S.A. de C.V., 1° Privada de Aquiles Serdán No. 28, Col. Santo Domingo, C.P. 02160, Deleg. Azcapotzalco, México, D.F.

Distribución: Francisco Hong Pardo, Barranquilla 117, Col. Lindavista Deleg. Gustavo A. Madero, México D.F. 07300. EGESA, Bertha 45,

Col. Villa de Cortés, Deleg. Benito Juárez México, D.F. 03500El tiraje de este número de Examen es de 10,000 ejemplares

Febrero de 2009. México

Derechos de reproducción reservados. Prohibida la reproducción parcial o total sin la previa autorización, por escrito, de la Dirección General

los artículos firmados son de la exclusiva responsabilidad de los autores y no representan

necesariamente la opinión del Pri.

Autorización como correspondencia de Segunda Clase, publicación periódica, registro No. 010-0190, características 228731209,

del Servicio Postal Mexicano

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conteniDo

46 Curazao: Una autonomía que llegaCARYL J. ELS

48 Pacto Iberoamericano sobre InmigraciónGUILLERMO DE LA DEHESA

56 Pobreza, nuestra mayor vergüenzaMARY ROBINSON Y DESMOND TUTU

58 La crisis del liderazgo de EuropaGIULIANO AMATO, ETIENNE DAVIGNON, JEAN-LUC DEHAENE Y WIM KOK

60 Europa, nuevo orden mundialJOSCHKA FISCHER

62 El Oriente Próximo de ObamaSHLOMO BEN-AMI

64 Depuración étnica en el CaribeSONIA PIERRE

66 Papa, no profetaROCCO BUTTIGLIONE

68 Tribus frente a terroristasASHLEY BOMMER

inteRnacional

salUD

59 Hacia el río tinto (Poema)MARINA AZUELA

74 La mariposa monarcaCARMEN PARRA

76 75 aniversario de su nacimiento Lecciones y virtudes de Gabriel Zaid

JUAN DOMINGO ARGÜELLES

78 Rastros de un esplendorMARÍA LUISA LÓPEZ

cUltURa

80 – Gobernantes mexicanos – La ciudad de México a debate

liBRos

núm

ero 168Febrero 2009

Examen

DiRectoR GeneRal: miGUel lÓpeZ aZUaRa

nÚmeRo 168 / aÑo XiX / FeBReRo 2009

CIUDADESque son espejo

Martiniano Alcocer José Joaquín Blanco José Luis Cortés Ángeles González Gamio Jorge Olcina Cantos Raquel Peguero

Daniel Quintero Peña Roberto Remes Tello de Meneses

ADEMÁS: Giuliano Amato Juan Domingo Argüelles José Barragán Shlomo Ben-Ami Rocco Buttiglione Guillermo de la Dehesa Joschka Fischer David Ibarra Caryl J. Els Carmen Parra Mary Robinson Jesús Silva Herzog Desmond Tutu

70 Morir con dignidad IRMA ROSA MARTÍNEZ ARELLANO

PORTADA: SERGIO A. RUIZ CARRERA

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Jamás se petrifi ca ni es idéntica a sí misma al segundo siguiente, que se acumula y se nutre

y se divide y se reúne en un espectáculo majestuoso de afi rmación vital, de jocunda energía urbana

Jamás se petrifi ca ni es idéntica a sí misma al segundo siguiente, que se acumula y se nutre

PLENASmuchedumbres

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especial

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PLENASmuchedumbres

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El principal panorama de la ciudad es su gente. En otras ciudades destacan prin-cipalmente los rascacielos o las avenidas, las plazas y los edifi cios. En la ciudad de México la presencia humana voluntariosa,

apresurada, tensa, desafi ante, ocupa y desborda todos los espacios.

Quien se levante temprano los domingos y días festivos para contemplar sin incomodidades ni estorbos los famosos espacios antiguos, los en-contrará un tanto escenográficos, como falsos e irreales: parecería que están hechos para ser no sólo habitados, sino desbordados por personas. Sin muchedumbres podrá haber maquetas, pero no panorama.

Se dirá con razón que se trata de una ciudad so-brepoblada, con espacios insufi cientes; aun así, habrá que añadir que no siempre ni necesariamente la mu-

chedumbre es padecimiento fatal para los capitalinos, es también cotidianeidad conocida y practicable.

La muchedumbre de la ciudad de México ha apren-dido a tolerarse y en ocasiones hasta a disfrutarse como muchedumbre; decir solamente que se amontona es no quererla mirar más que amontonada: no, la muchedum-bre es también fl uida y enérgica en las múltiples y rápi-das corrientes diferenciadas que pueblan el día urbano.

Hay también en la muchedumbre sensaciones de exuberancia vegetal o de plenitud de retablo en estas calles siempre llenas -se diría que aborrecen el vacío-, siempre vivas.

También hay que saber mirar la creativa exube-rancia de esta enorme muchedumbre que jamás se pe-trifi ca ni es idéntica a sí misma al segundo siguiente, que se acumula y se nutre y se divide y se reúne en un espectáculo majestuoso de afi rmación vital, de jocun-da energía urbana.

CIUDADES

JOSÉ JOAQUÍN BLANCO

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especial

El ZócaloAlta, la banderaEl Zócalo oficialmente no existe: se llama Plaza de la Constitución (y no se refiere a ninguna de las muchas mexicanas, sino a la de Cádiz de 1812); nunca tuvo ese nombre durante el virreinato, sino los de Plaza Mayor o Plaza de Armas.

Por lo demás, el Zócalo no tiene ningún zócalo, ningún “cuerpo inferior del pedestal”, ninguna “basa de una columna”.

Es casi sarcástica la suerte que ha corrido esta pa-labra -casi todas las ciudades del país han dado por lla-mar zócalos a sus plazas mayores, como también les ha gustado, ahora sí con razón y pretensiones excesivas, decirle Chapultepecs a sus jardines y zoológicos mu-nicipales-, que no tiene otro origen que un afortunado desastre cívico: el dictador Santa Anna trató de alzarse en vida (1843) una estatua en mitad de la plaza, donde había estado el Caballito de Carlos IV, y por fortuna nunca pasó del Zócalo: de la basa de su columna, de la parte inferior de su pedestal. Zócalo quiere decir: el monumento al tirano que por fortuna no se levantó.

Centro de la ciudad, del mundo y del universo para los aztecas, y del virreinato y de buena parte del hemisferio occidental para los novohispanos, el Zóca-lo no ha consentido que nadie lo use de pedestal.

Ni siquiera el rey de España, Carlos IV, fue bien recibido (se le quería poner cabeza de calabaza, o cuernos de marido célebremente burlado, en lugar de laureles) durante las escasas tres décadas (1796-1824) que logró establecerse ahí: la magnífica estatua de Tol-sá tuvo que ser encerrada -para proteger su decoro y prevenir incidentes- en una balaustrada circular de cantera (que se convirtió en respaldos de bancas de la Alameda y Reforma) y rejas (que fueron a dar a la en-trada de Chapultepec).

A la consumación de la Independencia, el Caba-llito tuvo que ser tapado -tapiado- con una especie de globo, y aun así el pueblo antigachupín trató de lazar-lo, derribarlo y fundirlo en 1824, cuando el Presidente Guadalupe Victoria lo salvó por su calidad escultóri-ca, y lo encerró en un patio de la universidad, donde estuvo hasta que en 1852 Mariano Arista se lo llevó a lo que era el Paseo de Bucareli y donde empezaría Reforma, no sin antes mutilarlo o corregirlo, pues en un principio el Caballito humillaba con sus pezuñas a un águila azteca vencida (que fue suprimida, aunque queda como resto de la alegoría original una aljaba in-dígena bajo una de las pezuñas).

Ha querido también volverse jardín, arbolarse, con su quiosco, sus linternillas, sus bancas, sus tran-vías, sus florecitas, sus paseos sabatinos (fue famoso en la segunda mitad del siglo XIX, el Paseo de las Ca-denas, a la luz de la luna: caminar de ida y vuelta, salu-

dando y coqueteando, enfrente de catedral, cuyo atrio se demarcaba con una especie de barandal de cadenas), hacerla de Alameda: pero el siglo de las masas quería las plazas rotundas, categóricas: las plazas de masas. A pasear a la Alameda, ordenó el Presidente Carranza, y derribó todos los fresnos que se habían sembrado en 1840. Que lo diga Canetti.

Sobre el Zócalo ningún prócer ni poderoso ha conseguido entronizarse, salvo la bandera nacional. Ella sí, gigantesca, proporcionada a una explanada de unos 240 metros por lado, reina en su alta asta, con todos los honores, y preside toda la vida del corazón del país, los actos de cualquier partido o ideología, los paseos y el tianguis.

Los colores de la bandera, detonantes, destacan en el ocre, ceremonioso, polvoso, amoratado -cantería y tezontle, perímetros neoclásicos, cuadrados, geomé-tricos, pesados, casi sombríos- marco arquitectónico del siglo XVIII que ha triunfado como estilo colonial en el centro del centro, en la plaza fundamental, ape-nas contradicho por las torres y algunos caprichos churriguerescos de catedral, el Sagrario, el extrañísimo panorama de los alzados cimientos del Templo Mayor, y la cúpula de Santa Teresa, que siempre se las arregla para asomarse detrás de Palacio Nacional.

El tianguis nunca muereEl Zócalo y sus alrededores conformaron el centro ceremonial de Tenochtitlán, el mero ombligo del mundo, pero en él ya se comerciaba. Y la traza espa-ñola configuró esa plaza con varios usos establecidos por la Corona para todas sus ciudades: asiento de los poderes religiosos, municipales y reales, pero tam-bién del mercado. Para los españoles, una plaza era un terreno franco para todo, incluso para que vagara y pastara el ganado.

En sus portales -Mercaderes, Agustinos, Las Flo-res- se abrían tiendas y cajones de todo tipo de mer-cancía, era una turbamulta de gente, coches, oficios, empleados, marchantes, pajes, frailes, indios (Francis-co de la Maza contó con lupa 1,283 figuras en la pin-tura de la plaza que hizo Cristóbal de Villalpando en 1695), y durante casi siglo y medio (1703-1843) reinó una especie de caja china -un edificio cuadrado que contenía otro similar, lleno de tiendas-, el Parián, a la usanza y con abundancia de mercaderías de Manila. Y donde ahora está el pardo y feo edificucho de la Supre-ma Corte existió un mercado célebre donde se corrían toros: El Volador (1782), que nunca debió desaparecer: si hubiera permanecido ahí, no tendríamos todo el Zó-calo convertido en un tianguis, desde la próxima calle de Corregidora -que siempre fue mercantil, aun como acequia: tiendas navegantes- hasta la acera misma de Palacio Nacional, y todos los alrededores de catedral.

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CIUDADES

No se piense, por ello, que como apenas en las úl-timas dos décadas -y sólo en ellas- el Zócalo se ha vuel-to el lugar donde sí se puede protestar, gritar, hablar, rollar, manifestarse sin que pasen las consecuencias que con frecuencia de inmediato se dan en cualquier otra parte del país, es exclusivamente un espacio cívi-co o político. No: sigue siendo tianguis: yerbas, arte-sanías, fritangas, santerías, fayuca, pinzas, cables, he-rramientas, aparatos eléctricos, bolsas de cuero, libros y folletos que van de Marx al espiritismo y regresan, de la mano de la perestroika, a Dale Carnegie y Cómo triunfar en los negocios; estampitas, muñequitos de plástico y peluche, sarapes, la-tas, productos embotellados (hasta detergentes)…

Las rejas de catedral son el lugar donde albañiles, herreros, peones, carpinteros ofrecen sus servicios. Las quin-ceañeras que quisieron misa en catedral -pero en El Sagrario, ni modo que en catedral-catedral- pasean como muñequitas de pastel de merengue, con sus ra-sos y tules y adornitos de azahar y zapatillas que hacen ampollas y peinadotes con harto crepé y fijador, que dejan atónitos a los turistas suecos y japoneses y les pi-den que, por favor, ahí, junto a la cantería de la fachada de El Sagrario, se sirvan posar para una foto o video que cruzará el océano.

Los portales del Zócalo siguen sirviendo para comprar y vender todo tipo de joyería, para empeñar lo que sea en el Monte de Piedad (en el terreno de las Casas de Axayácatl, donde Cortés tuvo secuestrado a Moctezuma), para comprar o alquilar trajes de no-che o ceremonia, para hacerse de un pollo rostizado, para adquirir un sombrero Tardán -de Sonora a Yuca-tán, todos usan sombreros Tardán, es uno de los slogan pioneros de la publicidad mexicana, y los anuncios de Tardán abanderan las fotos del Zócalo de principios

de siglo-, para sentirse europeo y tomar algo al aire libre en las me-sitas del Hotel Majestic (en cuyas terrazas se aposentan los curru-tacos de la política cuando hay manifestaciones, para despreciar jaibol en mano el primitivismo de la izquierda), para… ajetrearse

en las calles zocaleras -las nuevas, modernas- de 5 de Mayo, Pino Suárez, 20 de Noviembre; las antiguas pero rebautizadas de Madero, Venustiano Carranza, Brasil, Corregidora; las de Donceles, Moneda, Seminario, que entremezclan el lujo y el gran dinero de enraizarse en el lugar más exclusivo de México con la pobreza y la gran persistencia de los tallercitos y viviendas que de repente, en pleno Zócalo, en plena fachada de edificio tezontlero con cantería, asoman tamañotes tanques de gas en los balcones de hierro garigoleado…

Sobre el Zócalo ningún prócer ni poderoso ha

conseguido entronizarse, salvo la bandera nacional

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El Palacio Nacional fue casa de Cortés; su hijo Martín la vendió al virrey Velasco en 1562, pocos años antes del escándalo de su conjura, y fue construido y reconstruido, ampliado y remozado permanentemente, siempre apropiándose de los edificios aledaños para sus crecientes oficinas. Díaz lo engalanó con la Campana de Dolores; Calles con un tercer piso (1926-1928). Su uni-forme y severo aspecto frontal es totalmente diverso del posterior, donde no se ve sino una amalgama de los edifi-cios más dispares. Durante toda la Colonia y buena parte del siglo XIX fue una verdadera ciudad burocrática.

Frente a catedral, postizones, con falso colonia-lismo, se agemelan los edificios del Departamento del Distrito Federal y del Ayuntamiento o Cabildo (esto último, precisamente lo que no existe en esta ciu-dad desmunicipalizada desde la época del presidente Obregón).

Zócalo llenoDe puro miedo, el Milagro Mexicano secuestró el Zó-calo. Duró más de treinta años secuestrado. Se le con-virtió en el lugar sagrado del poder sagrado, en la plaza del servilismo corporativo al presidente en turno, en los edificios añejos que habría que cubrir con mantas colosales que reprodujeran la efigie del presiden-te y establecieran en dimensiones cósmicas que la CTM, la CNOP, el PRI estaban con Ávila Camacho, Miguel Alemán, Ruiz Cortines, López Mateos, Díaz Ordaz…

Las masas cardenistas fijaron una imagen del pueblo en el Zócalo, en las manifesta-ciones de apoyo a la expropiación petrolera, en 1938, que se quiso enterrar. Durante los siguientes treinta años el Zócalo era el lugar más peligroso para gritar o protestar. El patio privado, el mezzanine, el palco de la Gran Autoridad. No se permitía llegar al Zócalo ni siquiera a suplicarle algo al presidente (Miguel Alemán encerró a los mineros de Nueva Rosita en el Parque 18 de Marzo, por La Raza, como en un campo de concen-tración, para que no llegaran al Zócalo).

Por eso, la más visible hazaña democrática del movimiento de 1968 fue tomar el Zócalo, llenar el Zó-calo, ocupar el Zócalo. Y el gran Poder no perdonó: consideró que el Zócalo había sido profanado. Hubo tanques en el Zócalo y también pintas injuriosas al presidente, lo que no era novedad alguna, pues las ha-bía habido y sonorísimas en el siglo XVII contra los vi-rreyes, y la propia tropa de Cortés había pintado en los muros de Coyoacán. La voz existe desde que la gente habla, y las pintas desde que se inventó la escritura. En las democracias, la autoridad debe saber oír, ver, leer, tolerar muchas cosas que no le gusten demasiado.

El Zócalo fue mictlan en los dos últimos años de Díaz Ordaz, el Zócalo negro, pero en los setenta y ochen-ta el pueblo se desbordó a ocupar el Zócalo: todo el mundo tenía derecho a hacerse oír en esa plaza, izquier-das y derechas, comunistas y liberales, conservadores y progresistas, indios y juniors, trabajadores y estudian-tes, rockeros y fresas, anticuados y modernos, clerica-les y laicos. El Che Guevara reinó en efigie en el Zócalo durante el 68, para ira del presidente. Antes sólo reinaba ahí el presidente en turno. Luego, todos los candidatos de todos los partidos llegaron al Zócalo. Y llegó el Papa, en persona y en efigie. Y nada de ello le ha quitado peso ni respetabilidad: el Estado mexicano sigue saliendo al balcón en los momentos solemnes, sigue presenciando los desfiles y sus eventos, todo lo contrario: el Zócalo ha ganado vida, aunque la vida siempre tenga mucho de ruido, contrastes, contradicciones, protestas, gritos y amplia y variada humanidad.

Pero llenar el Zócalo, ocupar el Zócalo, llegar al Zócalo dejó de ser épica: se volvió cotidianeidad. Ca-ben en su gran plaza unas cien mil personas, y unas cinco mil ya se hacen ver bastante: en una ciudad de 15 millones de habitantes, la propia demografía llena

el Zócalo. Casi toda causa media-namente conocida alcanza a cu-brirlo. De hecho, casi siempre está a punto de llenarse, tan sólo con la gente que continuamente sale de la estación del Metro y va y viene por las calles del Zócalo.

El mérito de llenar el Zócalo sin acarreos fue de la izquierda: a

principios de los ochenta se habló del Zócalo rojo. Pero pronto todas las tonalidades del espectro político-social pudieron aspirar a otro tanto. Se puede hablar del zócalo rock, del zócalo grito, del zócalo Papa, del zócalo PRI, del zócalo PAN, del zócalo Salinas, del zócalo Cuauhtémoc, del zócalo UNAM: todos los zócalos son el Zócalo.

El único zócalo que ya no puede existir es el pro-hibitivo, el reservado para las ceremonias exclusivas de una autoridad monologadora e intolerante. Existe ya incluso el Zócalo no sólo masivo, sino meramente grupal: las manifestaciones de veinte o treinta perso-nas con un problema muy particular, y finalmente se ha llegado al Zócalo individual: se han dado las mani-festaciones, protestas y huelgas de hambre de una sola persona, que desde luego tiene tanto derecho cívico como una agrupación. Es una voz en el Zócalo.

Visite el Templo Mayor En Innocents Abroad, el divertido antídoto de Mark Twain contra los libros de viajes -un verdadero Qui-jote contra la literatura del turismo-, alguna ricachona gringa se exaspera porque los Pueblos Antiguos -en

Lo distintivo del Zócalo es que se trata de un

espacio para ser libres. Todo el mundo debe ser

libre en el Zócalo

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CIUDADES

ese momento todos, a excepción de los Estados Uni-dos- se dedican a edificar puras ruinas, y se pregunta: ¿No hubiera sido más razonable construir edificios ter-minados en lugar de edificar puras ruinas en pedacería, puros cimientos truncos, estorbosos y como bombar-deados, puros hoyancos y pedregales?

El islote central donde convergían las dos gran-des calzadas prehispánicas, Iztapalapa (Pino Suárez) y Tacuba, y donde se asentaba un centro ceremonial casi cuadrado (de unos 320 metros por lado) con nada menos que 72 templos (Sahagún), fue un espectacular centro ceremonial del que quedan maravillosos testi-monios escritos y un desconcertante montón desasido de cimientos rescatados, un caos de albañilería.

Fue sin duda muy difícil y polémica la decisión de autorizar las obras del Templo Mayor. Sus beneficios es-tán a la vista: la Coyolxauhqui, el viejo Chac Mool, infi-nidad de datos y piezas que se exhiben en su museo; sus perjuicios también: se rompió la plaza que, a pesar de todo, había conservado su uniformidad dieciochesca; se le enclavó una zona bombardeada de cimientos dispares revueltos con láminas, tubos, andamios, y se perjudicó el equilibrio de catedral, al derrumbar edificios que co-laboraban con su peso a conservar el equilibrio.

El Zócalo es también la Plaza del Hundimiento, desembocan a él calles curvas, ondulantes, como líneas acuáticas cubiertas de asfalto. Y los cimientos del Templo Mayor suben absurda y antihistóricamente -claro que los cimientos no llegaban a tal altura; lo que subía unos 100 metros era el templo, que no existe-, mientras otros edifi-cios de importancia y valor se tuercen o se hunden.

Nadie, sin embargo, podrá negar la gran majes-tad de esas vísceras y raíces de piedra, la gran fuerza de esa herida urbana abierta en pleno Zócalo, como llaga histórica que no permite que sobre ella se pre-tendan imponer con toda comodidad y uniformidad órdenes nuevos.

Es como cierta apelación histórica contra el vi-rreinato-de-filigrana: nada surgido de tanta matanza, explotación y esclavitud, puede aspirar a dejar tranqui-lamente una imagen tan serena, sobria y majestuosa como la que pretendía la civilización novohispana de los enriquecidos mineros del siglo XVIII. Una sub-versión del subsuelo contra la imagen idealizada de sí mismo que en cantera y tezontle dejaba el virreinato.

Hay un caos abajo, un volcán histórico, un gran desorden de la cultura y la conciencia, que siempre ha asomado su sonrisa terrible de piedra, lo mismo cuando en catedral y en la plaza se descubrieron la Coatlicue, la Piedra de Tizoc y el Calendario Azteca, como ahora, cuando el subsuelo histórico -el fondo del Zócalo- ha abierto los labios pétreos de su herida, con deslumbramientos cósmicos y marinos.

Prohibido prohibir en el ZócaloLo distintivo del Zócalo es que se trata de un espacio para ser libres. Todo el mundo debe ser libre en el Zócalo.

Su origen no es otro que el del único islote en todo el densamente poblado valle de México, donde los aztecas -a quienes reprimían tepanecas, texcoca-nos, coyohuaques, tlatelolcas, culhuacanes- pudieron establecerse con libertad.

Ora sí que los aztecas, como en ningún lado les resolvían nada, agarraron y se vinieron en manifes-tación al Zócalo, presididos -precedidos- por el águila que devoraba una serpiente. Casi los imagino gritan-do: “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”, con Hui-tzilopochtli de agitador ideológico.

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especial

Hay un horrible cromo de calendario, pero en bronce, a un lado del edificio del Departamento del Dis-trito Federal, que celebra aquella manifestación de fugi-tivos y reprimidos que vinieron llenos de esperanza al Zócalo, el lugar adonde, por lo demás, siguen llegando -cargados de banderas patrias, de recuerdos de Zapata y de Cárdenas- los indios y campesinos de todo el país, para hacerse ver y oír frente a la puerta (mariana, por Mariano Arista) y a la ventana del señor presidente.

Al declinar de la tarde, cuando espléndidos do-rados recorren con sus brillos los edificios de cantera, destacando ahora una almena, una estatua, un cam-panario, una hilera de ventanas, un alminar, salen los soldados de Palacio Nacional para arriar la Bandera -la Bandera del Zócalo-, en un acto que es al día cívico lo que el toque del ángelus al religioso.

Entonces se van prendiendo los faroles, la ilu-minación decorativa de los edificios y surge el Zócalo eléctrico, perfilado de luces, vastos perímetros en el nocturno antiguo del corazón de la ciudad de México, la trabazón de sus misterios, el chirriante silencio de su historia y sus mitologías.

Los misterios del MetroYa venía de antes, de Egipto y de Creta, de las catacumbas romanas y de los monasterios y castillos medievales, el miedo muchas veces cumplido a las construcciones ocul-tas y subterráneas: cámaras funerarias, hipogeos, pasadi-zos, túneles. En ocasiones, como lo ha divulgado El nom-bre de la Rosa, de Humberto Eco, la finalidad de un edifi-cio era la de ocultar otro. Alguna construcción escondía tras pisos, muros y techos otra edificación clandestina.

Pero lo peor de todo se hizo sentir en París a me-diados del siglo pasado, con la invención del desagüe urbano y otros servicios subterráneos: ahora, cada ciu-dad iba a tener, debajo, otra urbe cenagosa y secreta.

Eugenio Sué y sobre todo Víctor Hugo hicieron sonar en sus novelas la alarma contra esa otra ciudad -tan parecida, tan hermana, tan demoniacamente me-lliza- que iba proliferando en su red de túneles y duc-tos, caños y alcantarillas, como leal y corpórea imagen del espejo, conforme irremediablemente se ampliaban y multiplicaban las poblaciones modernas.

La ciudad inferior: excrementicia, negra, fétida, os-cura, viva reproducción industrial del Hades; amplia, ex-tendida hasta el infinito por las miasmas y las sombras, an-fibia y escatológica, protegida por ratas, lagartijas, arañas y demás fauna de guardianes del submundo escamoso.

Se le concibió como ciudad del hampa, de la rebe-lión; reino abierto a todos los indigentes y perseguidos por la justicia, a todos los conspiradores (incluyendo a Luthor, enemigo de Supermán), a todos los monstruo-sos y espectrales prófugos de la luz, que investidos de vagos prestigios (el clochard, el hombre lobo, el jorobado sepulturero, el hombre rata, el anticristo, el fantasma de la ópera, el gólem, Frankenstein, la mujer araña), hacían del submundo su fraternal reino de las sombras.

A veces el submundo es liberador: por el desagüe escapa un personaje carcelario de Revueltas; o evocador de terrores pasados, como en algún cuento de aztecas en el Metro, de Pacheco; a veces, como los metros de París o de Nueva York, de antes de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad-de-abajo se constela de prestigios nostálgicos.

El Metro del Distrito Federal es un submundo luminoso y multitudinario: el hogar subterráneo de la juventud desempleada, semiexpulsada y mortal-mente aburrida de sus pequeños hogares, saturados de familiares angustiados y nerviosos. Si la ciudad exterior de la luz y de los automóviles desconfía de la vagancia y le pone obstáculos, la del Metro a veces puede tolerarlos unas horas.

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CIUDADES

Cuando no hay nada qué hacer ni a dónde ir, siem-pre se puede entrar al Metro, rolarla por los andenes, ir a ver qué pasa por Pantitlán o Tacubaya; ir y venir o sentarse un rato, curiosear los puestos establecidos o am-bulantes, dejarse ir y traer, o solamente mirar las oleadas de gente, entre la que siempre predominan los pobres, y entre éstos los jóvenes.

La camiseta, el peinado, las roturas de los jeans, el tipo de tenis trazan infalsificables credenciales. Desde su perfil solitario, humildemente hierático, más bien como ido o indiferente, y sin embargo hecho todo ojos, un chavo-del-Metro va pasando revista a las multitudes; sólo es cuestión de paciencia encontrar o formar efímeras bandas, ligues, tríos, cuartetos, para ir gastando dentro de la subciudad del Metro las horas lentas sin nada.

Ciertamente, el mundo de la luz envía sus persone-ros, con uniforme de policía o trajesucho de incógnito, para reglamentar el modo de Arriba la vida de Abajo. Y con frecuencia aparecen denuncias de los abusos de la autoridad en el Metro. Pero en comparación con los gandayas, tiras y guaruras de la Ciudad Superior, los po-licías del Metro parecen las más de las veces un tanto encogidos y desplazados.

Porque Abajo fluye inconte-niblemente la multitud. Uno siem-pre puede esconderse entre la gen-te. Incluso, en los despliegues más vistosos de autoridad, cuando cin-co o seis uniformados persiguen macana a mano a dos señoras que vendían fayuca, chocolates o cal-cetas, sin haber pagado la mordi-da, qué inocentes y hasta pacíficos se ven frente a los policías con metralleta de los bancos y tiendas de lujo y autoservicio, las patrullas y moto-cicletas de rambos motorizados, los altavoces de las patrullas y las aspas de los helicópteros, los mastines que arrojan contra los manifestantes, los judiciales en automóviles sin placas, los halcones y granaderos, los guaruras de los funcionarios potentados.

En la ciudad-de-abajo se mueve menos riqueza: uno va por ella entre menos violencia, entre menos hu-millaciones y ostentación de poder.

El mundo-de-abajo es desde luego infinitamente más barato que el de arriba: hay menos que vigilar. Y la propia gente se cuida sola y lo cuida todo.

En el nuevo urbanismo que detesta la vida de la calle, de las plazas y los parques, y aspira solamente al invernadero vecinal, comercial u oficinesco de los malls, o de las torres de conjuntos habitacionales y burocráticos, el Metro es la nueva calle.

Ahí triunfa la gente que camina. Gente entre la gente, y siempre (sobre todo en horas pico y cuando

hace mucho calor), con mucho “olor de existencia” (Aleixandre).

En su laberinto, la gente es más gente que en cual-quier otra parte; recobra la solidez, la rotunda existen-cia que en la ciudad-de-arriba ha perdido en beneficio de los automóviles y los buildings. Todo el Metro es una sola plaza.

Diría Aleixandre que “hermoso es, hermosamen-te humilde y confiante, vivificador y profundo”, sentir-se bajo los resplandores eléctricos del Metro, “entre los demás, impelido,/ llevado, conducido, mezclado, ru-morosamente arrastrado”; diría también que “es puro y sereno arrastrarse en la dicha/ de fluir y perderse,/ encontrándose en el movimiento con que el gran cora-zón de los hombres palpita extendido”.

Bajo su sol eléctrico, entre anuncios de calzon-cillos y cigarros, productos naturistas y posters de los ídolos de la canción, “era el serpear que se movía/ con su único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,/ pero existente y perceptible, cubridor de la tierra”.

Si la ciudad-de-arriba nos pela los dientes, queda la muchedumbre de la ciudad-de-abajo; y si el hastío o la desdicha lo ponen a uno arisco y hasta la ciudad-

de-abajo nos suelta vibraciones de erizo, entonces uno, sentado en el andén -en el piso, en cual-quier parte-, puede pasarse toda-vía un buen rato viendo asomar y perderse a las lucecillas de los convoyes.

E imaginar que en un pinche mundo exterior sin océanos don-de perderse ni islas que descubrir, no estaría mal cavarse una gruta

en mitad de algún túnel. Tener guarida -así sea ideal, ensoñada, imaginaria- para cuando uno quiera esfu-marse.

Y ahí oscuro y cenagoso, casi piedra, nomás mirar los relámpagos de los convoyes. Por lo menos un rato, ¿no? Nomás mirarlos.

Debe sentirse bien loco: como si uno fuera un es-pectro o una rata, nomás mirarlo con ojos enrojecidos, je, y brillantes.

Además, si de casualidad queda algún gólem, al-gún Frankenstein, algún ángel, algún Luthor, algún jo-robado-de-Nuestra-Señora, algún sepulturero hamle-tiano, algún-hombre-lagarto, alguno de los Miserables o raza de los sué-zolá-céline-genetqueneau, algún an-ticristo, algún trovador-de-veras (rumbero y jarocho con alma de pirata), alguna mujer araña por acá, ¿dón-de crees que les gustaría tener su guarida, eh?a

Periodista y escritorJosé Joaquín Blanco, Los mexicanos se pintan solos (fragmento),

Pórtico de la ciudad de México, México, D.F., 1990.

Si la ciudad exterior de la luz y de los automóviles desconfía de la vagancia

y le pone obstáculos, la del Metro a veces puede

tolerarlos unas horas

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especial

A la ciudad de México el invierno la colo-rea de gris, pero los destellos dorados, esos que despide el solecito que no ca-lienta pero sí quema, la vuelven bailarina y risueña.

Lo que el frío consigue es que todo el mundo ca-mine con bufanda al cuello, abrigo y guantes que se cargan como un lastre inevitable, a pesar de que la bu-fanda sirva ahora para algo más: evitar que el polvo inunde los pulmones junto con el aire helado, porque el DF está levantado por todos lados con obras de Me-trobús, arreglado de drenajes, hoyos del pavimento, gas natural…

No importa por dónde se deambule, “el gobierno de la ciudad trabaja” dice el comercial, que no tapa el destripadero metropolitano que se vive. Necesario, sí. Agobiante, también. Es tan inabarcable que por todos lados se realiza una obra que atasca el tráfico, suma las bocinas de los autos a las mentadas de madre y al estruendo de las radios a todo volumen con música tan diversa como incomprensible, que más que armonía parece ruido, caos, locura.

Es esa misma locura que hace que nadie mire a nadie, quizá el talón de los zapatos de enfrente para no atropellar ni chocar, mientras se camina de prisa para llegar a quién sabe dónde, tarde casi siempre, porque la previsión del tiempo no sirve de nada si se descom-pone el Metro, cambian la vialidad, la energía eléctrica no es suficiente y se atora el trolebús, hay una colisión de peseras; va a pasar alguien y el viaducto traslada el inefable estacionamiento más grande de la ciudad, a la lateral y ejes viales que lo acompañan; o es la hora de comer del taxista y no quiere alejarse de su rumbo porque “la tripa es primero, aunque la papa llegue des-pués”, pues sabe bien que “Dios aprieta pero no ahor-ca”, como dice un sonriente don Julián.

Lo que ahora ahorca es el humo del cigarro. Fren-te a la prohibición de hacerlo en lugares cerrados, los fumadores han optado por la calle y es más común verlos, sentirlos y olerlos, con ese gesto de fastidio que les impide el relax de degustarlo tranquilamente frente a una taza de café o una copa, y logran compar-tir su angustia que se descubre después impregnada en la ropa.

El olor del tabaco se suma más frecuentemente al de la garnacha, el cilantro, la cebolla, la carne, el tamal, que el aceite quemado de los centenares de puestos am-bulantes de comida, que se esparcen sobre todo a las salidas del Metro, invitan a echarse un tentempié sin importar la hora, el aroma del gas que se escapa, lo prin-goso del piso, las moscas que sobrevuelan alrededor, después de haberse posado en las heces caninas no re-cogidas por inconscientes dueños, que hacen como que no ven que su perro levanta la pata o se encuclilla.

En las 16 delegaciones que integran la ciudad de México los contrastes son enormes y llegan a ser obs-cenos. De una colonia a otra las murallas invisibles bordean sus colindancias que se despliegan en facha-das bien arregladas, frente a descarapeladas que se mi-ran tembleques pero se niegan a desplomarse, como si el orgullo fuese lo único que les queda. Pero eso sí, casi ni una se salva de los puestos de fritangas. Es la demo-cracia de la panza que hace que toda esa población en tránsito que sólo va a trabajar a las zonas exclusivas, busque la opción que se acomode a su bolsillo, con rapidez y sabrosura, mirando de reojo los caros res-taurantes que los residentes suelen usar y nada tienen que ver con los changarros de comida corrida a que acuden los flotantes y sólo abren entre semana.

Las áreas verdes escasean en las zonas populares y hay apenas uno que otro jardincito mugroso con juegos infantiles o canchas de futbol rápido que compiten con las calles como pistas de patinaje, terrenos de cascarita o velódromo, convirtiéndose también, en ruedos para toreo de coches. Gimnasios, centros sociales de esparci-miento donde imparten clases de aerobics y yoga, mú-sica, actividades manuales; escuelas públicas y una que otra privada; infinidad de barrocos salones para fiestas son de igual forma parte de su rostro sin firma de arqui-tecto, que las hacen parecer sin maquillaje.

No pretendo ser tu dueño/ no soy nada/ yo no tengo vanidadA un costado de Ermita y Periférico Oriente, entre el Cerro de la Estrella y Santa Marta Acatitla, se levanta Los Ángeles Apanoaya. Pertenece a Iztapalapa, una de las delegaciones más problemáticas de la ciudad, dicen las estadísticas, a pesar de que contiene colonias clase-

RAQUEL PEGUERO

sabor a míMéxico DF,

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CIUDADES

medieras más ostentosas pegadas al sur. Pero aquélla ni siquiera llega a tanto. Sus construcciones son pe-queñas, bajitas, sin gracia, pegadas unas a otras para patentizar el esfuerzo solidario que costó levantarlas a lo largo de casi medio siglo.

Por más que se barran las banquetas, siempre pa-recen sucias. Será porque casi en cada esquina hay una tiendita de abarrotes, de papelería, de ropa, de frutas y verduras, de pollos, de carne; y los talleres mecánicos se reparten las calles, regándolas con aceite negro. Será porque las minas de arena y los panteones están cer-ca, logrando que los vivos y los muertos compartan la tierra que vuela sin descanso, posándose en donde la escoba ya pasó. Es un mundo extraño de calles angos-tas en las que revolotean los niños con la algarabía de juegos ancestrales que parecen en vías de extinción.

No es muy distinta a las otras colonias que la ro-dean, por más que en la Vicentina se ubique la Uni-versidad Autónoma Metropolitana, con sus hermosos jardines y sus murales de Belkin, o que casi enfrente esté la Jamaiquita, ese mercado de lámina de cartón que vende más barato que nadie; ni que junto a la Ca-beza de Juárez existan esos parajes de unidades habita-cionales enmohecidas y desguazaderos de autos, que nada tienen que ver con la Iztapalapa centro y sus ca-lles añejas de tabicón, con construcciones tan modes-tas como antiguas que recuerdan tiempos mejores.

Sobre Ermita corre la línea 8 de un Metro ele-vado, de Francisco del Paso a Periférico oriente. Las moles de sus estaciones y trenes compiten en la aglo-meración puestera que a uno y otro lados se desplie-gan en toda clase de comercios, muchos outlets que van de ropa a artículos electrodomésticos, zapatos a granel, supermercados, bancos que apenas se ven, tapados casi siempre por los ruidosos camiones y pe-seras que invariablemente están hechos bolas, dispu-tándose el pasaje.

Se parecen un poco a la avenida de los 100 Me-tros, a la altura de la Progreso Nacional, en la delega-ción Gustavo A. Madero. Aunque ahí no hay Metro que nuble la vista porque termina en el Politécnico, las muchas fábricas que la habitan, los camellones secos, en el olvido, los cerros que parece que se echan enci-ma, la ponen también polvosa.

La Pobrezo Nacional como la llama don Alfon-so, un tendero que lleva 35 años viviendo ahí, se her-mana en la distancia con las casas iztapalapeñas, en cuanto a que se construyeron arrimando cuarto con cuarto, a medida que la familia iba creciendo. Su ven-taja es que sus habitantes son sus dueños y todavía no hay muchos edificios que le alarguen la nariz ni demeriten los colores opacos de las fachadas, en sus grises y vinos, como si fuera un acuerdo vecinal y no gustos particulares.

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especial

Su mercado está en la calle. Es un tianguis perma-nente de puestos de madera y pisos de cemento siem-pre resbalosos por el agua, que se parece mucho al de Pantitlán, allá en la Venustiano Carranza, un poco más chico, pero con pasillos más anchos. Una amplia igle-sia luminosa y modesta, sin altas torres que la señalen, bendice desde el costado oriente a los marchantes que nunca dejan sin fl ores el altar. Siempre tiene gente, co-menta con sorpresa un monaguillo con cara de pícaro, porque las señoras cuando van a sus compras, apro-vechan para rezarle al santo de su devoción, desde “la casa de Dios para que la línea sea directa y no se corte”. Su limpieza contrasta con la de afuera y su olor a in-cienso oculta el del fango exterior.

No es el mismo que se percibe desde las alturas de un modesto departamento de la colonia Doctores, en la delegación Cuauhtémoc, donde el balcón descubre a su alrededor los grandes edifi cios que se han construi-do en los últimos tiempos. Parece el primer mundo. Desde hace tiempo ya no es sólo la Torre Latinoameri-cana la que se ostenta como la más alta edifi cación y se alcanza a ver desde ahí. No. También se ven el edifi cio ecológico del HSBC, la Torre de Pemex y la Torre Ma-yor con su copete de blancas luces, el WTC, la ex pirá-mide de Banobras, junto a la de ING y otras grandes construcciones que quién sabe a qué pertenecen, pero de cualquier forma, sólo muestran que son esos mu-chos mundos que pueblan la ciudad de México, pero no pertenecen al populoso barrio de vecindades aban-donadas, velatorios, abarrotes, tortillerías, locales don-de producen aparatos ortopédicos y donde el humo de los crematorios ha puesto nerviosos a los vecinos que piden los saquen de ahí, porque ensucian sus fachadas, que de por sí no se han remozado en años, y dejan fl o-tando un extraño aroma a muerte.

Tanta vida yo te di/ que por fuerza tienes ya/ sabor a míRigo Tovar se asoma por la pantalla de un viejo televi-sor pidiendo perdón por ser tan guapo, con esa tonada aguda que lo caracteriza. Un par de mariachis lo miran y luego van a ofrecer sus servicios a otro lado. Sobre el Eje Central, a un costado de Bellas Artes, los tianguis son la máscara que oculta los locales establecidos que, acercándose a Garibaldi, se colorean sórdidamente. La plaza del placer nocturno a ritmo de son, de cumbia, de guaracha, abre sus puertas de par en par mostrando cuerpos femeninos semidesnudos, bebidas baratas, dis-cos y dvds de cualquier ritmo que se quiera comprar.

En la plazuela, con sus arcos desteñidos, la media-noche parece el mediodía, por la romería que impera. Su esplendor de antaño sólo se ve ya en las películas de Pedro Infante, y el gentío se desplaza ansioso de encontrar ese algo que le falta para ser feliz. Las sexo-servidoras no se miran en fi la, como sí son frecuentes

en Sullivan, en la tradicional colonia San Rafael o en Calzada de Tlalpan, entre San Antonio Abad y Xola. Ellas son parte del paisaje de esas edifi caciones que se antojan en ruinas y que, aunque tiritando de frío, no dejan de sonreír a sus posibles clientes.

Por todas esas avenidas la arquitectura es difícil de mirar, pues por lo amplias que son y la oscuridad que reina de manera perenne, hacen que el atisbo se convierta en un juego de sombras que se contonean. Es lo mismo si son frente a los hoteluchos beige de Tlal-pan, que con paisaje del monumento a la madre, con todo y jardín, en Sullivan, pero no donde los morado-res de los 100 pueblos mostraron sin pudor sus cuer-pos desnudos durante cuatro meses. Ese campamen-to asentado en Insurgentes, no fue competencia para ellas, “nos trajeron más clientes”, ríe Maritza, “porque aquí hay un fogón encendido que algunos no conocían y supieron de él al tratar de esquivar las carnes guangas de los otros”.

Pero esos escapistas descubrieron también los teatros de la calle Villalongín o de la misma Sullivan, o los de Antonio Caso, que pululan con sus comedias pícaras de tradicional acartonamiento, así como los edifi cios de antiguo señorío donde comienzan las ca-lles con nombre de ríos en la colonia Cuauhtémoc, o ese boliche que parece que nunca cierra y los domin-gos presume su fachada pintada de pinos, frente a los cuadros que el mercado del arte instala ahí, aunque muchos de ellos no ostenten genio, sino plastas multi-colores o copias forzadas de los grandes artistas de este globo terráqueo.

La San Rafael se ha resistido y mantiene una so-briedad que su vecina, Santa María la Ribera, ha per-dido en los alrededores de ese centro maravilloso que tiene. En mucho porque la avenida México-Tacuba que los une, se ha convertido en uno de los mercados más populares de ropa, de discos, de tenis, como si to-dos los desalojados del Centro Histórico se hubieran ido para allá, aun antes de que los corrieran.

Esa zona rafaeleña, antaño de enormes cines art decó, devenidos en templos de “Pare de Sufrir” o tea-tros como el Ópera, de loncherías inmensas con las mejores birrias, pozoles y tostadas de pata, parece de-tenida en el tiempo, con sus amplias y cuasi limpias calles, su arquitectura uniforme, heredada de sus tiem-pos porfi ristas, salteada apenas por algunos edifi cios nuevos para vivienda, posee una sobriedad que ya no se ve ni se siente ni se vive en otras zonas populares. Los años han pasado a su lado con gran indiferencia/ sus ojos ni siquiera/ voltearon hacia mí, como dice un bolero que se escapa por la ventana abierta de una casa, sabedora de que ni los colapsos del corazón de la tierra, la cambiarán.a

Periodista YUCATÁNMérida

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YUCATÁNMérida

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Alguna vez le dijo el escritor y periodista estadounidense Ernest Hemingway al también escritor Scott Fitzgerald: “La di-ferencia entre ricos y pobres es que los ri-cos tienen más dinero.” Y es que el “dine-

ro mata carita, educación, cultura y hasta abolengo”; el dinero es la llave del mundo, como diría el comercial de una tarjeta de crédito.

“En México, si tienes varos vives súper bien. Pue-des ir a los mejores restaurantes, comer los mejores platillos, tomar los vinos más caros, vivir en una gran mansión con muchos sirvientes, guaruras y carros blindados; pero si no lo tienes ¡uff! Yo acabo de regre-sar de España y te digo que es más jodido vivir aquí como pobre que allá. Aquí si no tienes varos la pasas muy mal, y allá tienes ayuda del Estado, seguridad so-cial y hasta apoyos económicos”, dice Sofía.

Según una encuesta realizada en 2006 por la co-rreduría estadounidense, Merrill Lynch, en México hay 70 mil 700 millonarios, los cuales forman parte de un pequeño y privilegiado grupo de personas que no conocen límites en sus tarjetas de crédito, que viajan por el mundo sin importar que el dólar o el euro suban o bajen, que no saben que existen las tarjetas de débito; que llaman a los teléfonos de tarjeta “teléfonos de po-bres” y que en muchas ocasiones no necesitan trabajar y a veces ni estudiar, para ocupar un lugar preponde-rante dentro de la punta de la pirámide poblacional que cada vez se hace más angosta.

Pero ¿en dónde viven, qué hacen y cómo se di-vierten los ricos?

Con una población de 8.6 millones de habitantes en el Distrito Federal y otros 9.2 millones de personas en los municipios conurbados de la zona metropolita-na, México alberga muchos Méxicos.

Así, por ejemplo, al sur del DF se ubican varias colonias elegantes como San Ángel, un antiguo barrio cuya vecindad con Ciudad Universitaria, el Pedregal de San Ángel y Coyoacán, ha fortalecido su identidad de colonia vital, elegante y hermosa. En sus calles, de aspecto señorial, se mezclan tiendas de diseñadores de fama internacional, restaurantes, bares y discotecas de lujo que conviven con casonas antiguas habitadas por familias de abolengo, e incluso nobles, como la prin-cesa Miriam de Habsburgo de Corcuera, nieta del re-cientemente santificado Carlos I de Austria.

Esta zona está dividida en tres añejos sectores: Tlacopac, lugar de antiguas haciendas y casas de vera-neo; Tizapán, zona de talleres artesanales, y Chimalis-tac, frontera entre Coyoacán y San Ángel.

Y aunque los habitantes de estas colonias sureñas todavía prefieren permanecer dentro de su perímetro, en los últimos años, y debido al denominado Puente de los Poetas, construido en el cruce de avenidas Cen-tenario y Las Águilas, ya se trasladan con facilidad a Santa Fe, hoy la zona más elegante y de mayor plusva-lía en el Distrito Federal.

“Lo más chido es ir al C.C. Arcos (un nuevo cen-tro comercial ubicado en el edificio conocido como El Pantalón, en Bosques de las Lomas, Cuajimalpa). To-dos los fines voy con mis amigos. Primero vamos a ce-nar al Rívoli o a Puerto Madero y después nos vamos al Hyt”, comenta Miguel, un chavo que vive en San Ángel y se divierte y estudia en Santa Fe.

Miguel es el típico chavo fresa de esos que abun-dan en el sur y poniente de la ciudad de México y cu-yas características los hacen parecer a todos iguales: asisten a colegios como el Cumbres o a universidades como la Anáhuac, Tec de Monterrey, Iberoamericana e ITAM. Visten ropa de marca, van a los mejores res-taurantes, bares, antros y discotecas; son prepotentes y traen una escolta de guaruras.

“Pero no todos los fresas son iguales, algunos son menos prepotentes que otros. Por ejemplo, hay unos que son sencillos y a los que no les gusta apa-rentar lo que tienen; pero hay otros que de plano son muy mamones, que sí hacen ostentación del dinero de sus padres”, dice Gabriela.

Enrique es hijo de un arquitecto. Por cuestiones laborales de su padre nació en San Francisco, Califor-nia, pero cuando era muy pequeño llegó a la ciudad de México. Desde entonces vive en el poniente de la ciudad, donde creció. Estudió en el Instituto Cumbres y cuando terminó la preparatoria ingresó a la Univer-sidad Iberoamericana. Al terminar su carrera, Admi-nistración de Empresas, su padre le consiguió trabajo en un banco, también de la zona poniente.

Una sola vez en su vida, cuando tenía cinco años, lo llevaron a recorrer el centro de la ciudad. Jamás ha regresado, porque “está lleno de nacos”. Sus lugares fa-voritos son los restaurantes y antros que están en el C. C Arcos. Jamás va siquiera a la Condesa, a tomar un café.

SONYA VALENCIA

Ladulcevida

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“Este chavo es el típico fresa de flojera”, dice Kar-la. “Su mundo es su casa, sus padres, su trabajo, sus amigos y su novia, por cierto ésta tiene que ser la más guapa del grupo para que todos lo admiren”.

El otro ejemplo de chavo es Luis. Hijo de uno de los hombres más acaudalados de México y aunque anda con una escolta “invisible”, dice su padre, por te-mor a los secuestros, él mismo maneja su camioneta blindada, suele traer al chofer a un lado o atrás, viste con pantalón de mezclilla, tenis, camisa de manga cor-ta y sudadera, todas de marca.

Durante toda la semana va a la universidad por las mañanas y por las tardes va a comer o a tomar café a la Condesa. Los viernes y sábados por la noche son de an-tro, pero al contrario de Enrique, sus sitios favoritos son el Bull Dog, ubicado en avenida Revolución; el Zinco, en el Centro Histórico, o el PM, en la Condesa.

“Luis, al igual que yo, es un chavo alternativo”, dice Sofía, quien lo considera como su me-jor amigo. “A los dos nos encanta ir a buenos restaurantes, a antros como el Hyt, pero llega un momento en que ya nos dan flojera y preferimos irnos al Bull Dog, la música está chidísima, o al Zinco, a escuchar jazz, ¡ah! y por su-puesto a comer tacos del “Borrego Viu-do”, que está en avenida Revolución.

En estos lugares, al igual que en los antros fresa, las camionetas blin-dadas, guaruras y choferes forman parte del paisaje urbano. Gordos, morenos, vestidos con traje oscuro, camisa blanca y corbata esperan hasta altas horas de las noche a que salgan sus patrones. Ellos no se sientan en los buenos restaurantes ni beben en las discotecas, ni siquiera entran a los tacos cuando están sus jefes; comen tortas encima de los coches, beben refresco y fuman cigarros baratos.

Son muy pocos los chavos que comparten su mesa con sus guardaespaldas, aunque sí los hay. “En la mesa que yo esté comiendo siempre estará el Gordo”, dice Raúl, quien considera a su guarura como una exten-sión de sí mismo.

Pero del millón 505 mil 921 jóvenes, según cifras del INEGI, que habitan en la ciudad de México, los ricos por lo regular, sobresalen siguiendo los pasos de sus pa-dres ya sea manejando la empresa familiar, el despacho de abogados e incluso hasta llegan a ser una extensión de su carrera política. Prueba de ello son tres jóvenes considerados como fresas que pretenden llegar a la je-fatura delegacional de Cuajimalpa: Carlos Orvañanos, a quien su padre, el dueño de Casas Geo, apoya moral y

económicamente con la participación de los empresa-rios de la zona y por supuesto la suya propia.

Otro es Adrián Ruvalcaba, quien pretende llegar a la delegación apoyado por el PRD, un chavo acauda-lado a quien también su padre y algunos empresarios apoyan, y Jaime Ochoa, hijo de Jaime Ochoa, ex pro-curador del estado de Guerrero, quien, contrario de los otros dos, tiene más experiencia en la administración pública y, entre otras cosas, ha sido precandidato del PRI a diputado federal.

Pero, ¿qué hacen los padres de estos jóvenes mien-tras ellos trabajan o se divierten? Pues básicamente lo mismo que sus hijos, sólo que en lugar de ir al “Le Cluv”, otro antro de moda, se quedan en la casa club del fraccionamiento donde viven, en el cual por una módica suma de 25 mil pesos mensuales de manteni-miento, más las cuentas por consumir en el bar, el res-taurante y usar el campo de golf, se divierten y pasan

largas horas de ocio e incluso cierran negocios con sus vecinos que son, en su mayoría, políticos, empresarios de renombre y artistas.

Circulan en camionetas blinda-das con uno o varios coches de gua-ruras muy pegados a ellos, algunos hasta traen patrullas oficiales y no son pocos los que tienen como es-colta a militares en activo que dan la vida por sus patrones, porque de lo contrario les cuesta la vida a sus familiares.

Las esposas de esos magnates también son un caso aparte. Rodea-das de sirvientes, por lo menos tie-nen recamarera, cocinera, nana, así los hijos ya tengan más de 20 años, chofer y cuatro escoltas, pasan toda la mañana en el club o en el gimna-

sio y en las tardes toman café con sus amigas. Por las noches, cuando el marido tiene cena, cambian el café por una visita al estilista, quien las deja listas y guapí-simas para el evento.

Aunque su espectro de vida algunas veces se am-plía: se organizan en clubes, como el de la Flor, donde compiten entre ellas para ver quién hace el mejor arreglo floral, o se involucran con algunas obras sociales como en la Cruz Roja o la Asociación Gilberto, esta última considerada como la más elitista de todas las que existen en México, porque alberga a las esposas o ex esposas de empresarios y políticos, como Cecilia Ocelli.

Y así, este estilo vida se repite en todas las ciuda-des de la República Mexicana, donde la extrema po-breza convive con la riqueza extrema. a

Periodista

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El ahora llamado Centro Histórico fue, hasta principios de este siglo, la ciudad de Méxi-co. Aquí se desarrolló la vida del gran im-perio mexica y tras la conquista fue la sede del gobierno virreinal. Consumada la Inde-

pendencia, permaneció como capital de nueva nación libre y soberana. Así, la muy noble y leal ciudad de México, ha sido siempre el corazón del país; aquí se ha venido forjando la identidad nacional; es el espejo donde nos miramos.

Su rica historia se plasma en su arquitectura, en sus calles, en sus espacios públicos, caracteriza la per-sonalidad de sus habitantes. Emociona advertir las huellas del pasado prehispánico, en edificios como el virreinal Palacio del Conde Santiago de Calimaya, actualmente Museo de la Ciudad de México, que en la esquina de su elegante fachada virreinal, luce una magnífica cabeza de serpiente mexica.

A la par de las opulentas construcciones virrei-nales, encontramos las obras del siglo XIX; ahí están plasmadas la Independencia, el primero y el segundo Imperio, la República, la Reforma y el Porfiriato, que en el siglo XX nos dejó algunos edificios imponentes, como el Palacio de Correos, el antiguo de Comunica-ciones y el esplendoroso Palacio de Bellas Artes.

En la avenida Cinco de Mayo, se pueden apreciar las modas arquitectónicas que imperaron en las prime-ras décadas de esa centuria: el art noveau, el art deco, el eclecticismo, el neocolonial y el funcionalismo.

Esta ciudad hermosa, que asombró a los viajeros europeos en siglos pasados, comenzó a decaer al de-rruirse soberbios templos y conventos, como resultado de las leyes de expropiación de los bienes de la Iglesia. En su lugar se construyeron viviendas y comercios de estilo afrancesado.

En la década de los cuarenta del siglo XX, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, se emi-tió en la ciudad de México un decreto de congelación de las rentas; el conflicto armado concluyó y el decre-to continuó vigente durante casi cincuenta años. Esto tuvo como efecto, que el monto de las rentas se vol-viera insuficiente, incluso para cubrir los gastos más elementales como agua o predial.

El resultado fue que los propietarios dejaron que los inmuebles fueran cayendo en el deterioro y los

inquilinos, al no ser los dueños, tampoco se hicieron cargo del mantenimiento, aunado a la pobre condición económica de muchos de ellos. Así, se gestaron las que conocemos como vecindades, que en el pasado fueron viviendas dignas, ocupadas por familias industriosas.

En los años cuarenta y cincuenta, un poco con la influencia europea de la posguerra, se demolieron an-tiguas casonas, para construir edificios de poca calidad y peor gusto, obedeciendo a una mentalidad mercanti-lista malentendida.

El decaimiento de los inmuebles de esa zona vi-tal de la ciudad se reflejó en la vida social y urbana: las calles se deterioraron, los profesionistas y empresas cambiaron sus oficinas y negocios, y sólo permanecie-ron los que no tenían los medios para mudarse, o los que le tenían un gran amor al tradicional lugar. Ello se acentuó con la salida de la Universidad Nacional, de San Ildefonso y Justo Sierra, que se trasladó a la Ciu-dad Universitaria, en los años cincuenta.

En 1980, el corazón de la ciudad comenzó a ser revaluado: fue declarado Zona de Monumentos His-tóricos y se creó el Consejo del Centro Histórico. Para alojarlo, se restauró el antiguo Palacio del Conde de Heras Soto, maravillosa construcción del siglo XVIII, que cobijó los primeros pasos que se dieron para recu-perar la grandeza de la otrora esplendorosa ciudad.

Nueve años más tarde, en diciembre de 1987, la zona fue declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad, por decreto de la UNESCO, Organización de las Nacio-nes Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

En los inicios de los años noventa, finalmente se eliminó el decreto de congelación de rentas y se creó el Fideicomiso del Centro Histórico, que apoyó de manera efectiva las acciones de revitalización de ese sitio fundamental para todos los mexicanos. El Fideicomiso proporcionaba importantes beneficios fiscales y apoyos técnicos a las personas que adqui-rían un inmueble para restaurarlo, tales como: exen-ción del 100% en el impuesto predial, en el de ad-quisición de bienes inmuebles y el trámite gratuito ante el Registro Público de la Propiedad. Asimismo, elaboraba planos y proyectos de restauración y rea-lizaba los trámites en el Instituto Nacional de An-tropología e Historia, INAH, delegación política y demás dependencias involucradas. Esto, aunado a la

ÁNGELES GONZÁLEZ GAMIO

Corazónde México

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reubicación de vendedores ambulantes y el arreglo de calles, motivó a muchos particulares a restaurar valiosas construcciones antiguas.

Desafortunadamente, durante el gobierno del se-ñor Andrés Manuel López Obrador, el Fideicomiso se transformó y cambió su función, dejando de apoyar a los ciudadanos que querían recuperar inmuebles, lo que prácticamente limitó la inversión a la que llevó a cabo el señor Carlos Slim. Ahora, el Fideicomiso nue-vamente se está modificando y parece que va a retomar sus antiguas funciones; esperamos que así sea, para alentar nuevamente a los particulares a que inviertan en restaurar.

Actualmente, el gobierno capitalino ha llevado a cabo dos acciones: desalojar a los vendedores ambulan-tes y renovar las calles e imagen urbana. Sin embargo, ello se ve contrarrestado por la carencia de control de marchas, plantones y manifestaciones de toda índo-le que cotidianamente dificultan el acceso, a lo cual se suma el cierre constante de calles por eventos que orga-niza el propio gobierno del Distrito Federal, como los paseos dominicales o la pista de hielo invernal.

Es indudable que el Centro Histórico es el lugar que tiene más riquezas que ofrecer a sus habitantes y a los que lo visitan: alrededor de 50 museos, ofrecen todo tipo de manifestaciones estéticas: una visión completa del arte de México se aprecia en el Museo Nacional de Arte, sin mencionar que la sola vista de la soberbia plaza Manuel Tolsá, en que se encuentra ubicado, es ya un banquete de arte; partiendo de ahí podemos pasar al de Bellas Artes, con la extraordinaria obra mural de los cuatro grandes y varios otros de primera línea, al igual que en el antiguo Colegio de San Ildefonso. El Museo José Luis Cuevas, con lo contemporáneo; el Palacio del Arzobispado, con el arte mexicano actual; el de las Culturas, con lo de todo el mundo; bueno, existe hasta un Museo del Zapato.

En materia de gastronomía, hay para todos los gustos y presupuestos; desde la tradicional cantina con sus sabrosas botanas, que son gratis con la bebida, pa-sando por las fondas de comida corrida, en donde por 35 pesos hay menú completo, en lo que compiten los cafés de chinos, para llegar a los restaurantes de espe-cialidades; aquí encuentra lo mejor de la cocina liba-nesa, mexicana, española, argentina, china, italiana, y para los de gusto decadente también hay McDonalds y pollo frito Kentucky.

En cuestión de esparcimiento, hay para satisfa-cer todos los gustos. Bellas Artes casi diario tiene algo espléndido: conciertos, opera, ballet, con las mejores compañías de México y del mundo. Ahora igualmente muchos museos ofrecen conciertos, como el Nacional de Arte, la Pinacoteca Virreinal, el José Luis Cuevas y el majestuoso San Ildefonso, con sus maravillosos murales. En el rumbo se encuentra Garibaldi, con su

oferta de mariachis y variedad de sitios para solazarse con la música mexicana. Si prefiere bailar al ritmo de una buena danzonera u orquesta gupachosa, acuda al tradicional Salón Los Ángeles, cuyo lema reza: “Quien no conoce Los Ángeles, no conoce México”.

Sobre compras, se podría hacer una crónica de 20 páginas y no acabar, creo que su relevancia se resume con la frase, totalmente cierta, que dice “si no lo en-cuentra en el centro es que no existe”. Baste recordar sus calles de comercios especializados: Victoria, con lo eléctrico e iluminación; Ayuntamiento, con lo que se le ocurra para los baños; Artículo 123, en donde seguro encuentra la pieza que le falta a la licuadora de la abuela, descontinuada hace 30 años. En el rumbo de San Juan, se encuentra el famoso mercado que ofrece exquisiteces de todo el mundo, y otros de artesanías, flores, y uno más popular, pero con oferta de calidad y buen precio.

Pero además de todas estas ventajas, el Centro His-tórico tiene la belleza de su arquitectura; es de los prime-ros del mundo en el número de construcciones de valor histórico, según declaración de las Naciones Unidas. Y ahora, en virtud de todas las acciones que se han tomado y de un despertar de conciencia de la ciudadanía que está revalorando este tesoro, se está recuperando el orgullo por el que es núcleo de identidad de todos los mexicanos. El Centro Histórico de la ciudad de México, como corazón del país y Patrimonio de la Humanidad, merece el mayor cuidado, amor y respeto de todos los mexicanos: gobier-no y ciudadanos hagamos cada quien nuestra parte.

La antigua capital del imperio mexica, del gobierno virreinal y del México actual, no puede entrar a la mo-dernidad sin haber recobrado su corazón, que como nos recuerda Miguel León Portilla, en sus raíces se finca el ser histórico de México y el de esta ciudad, cuyo profético destino es perdurar, en tanto que exista el mundo. a

Cronista del Centro Histó[email protected]

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Prefiere que le llamen El Borrego. Vive en el norte del Distrito Federal, entre el polvo y el salitre que dejó por herencia el Lago de Texco-co. Por alguna extraña razón le gusta eso que llaman cultura, o sea los libros, los museos, la

danza, el teatro, la ópera, el cine y todas esas cosas de las que ha oído hablar en los canales 11 y 22 de televisión.

No obstante, para él, como para la mayoría de los 1.3 millones de habitantes de la delegación Gustavo A. Madero, el acceso al goce y la práctica de las disciplinas artísticas es un lujo, más que un derecho.

El 2 de octubre del año pasado la Cámara de Dipu-tados aprobó por unanimidad que el derecho a la cultu-ra se elevara a rango constitucional. Un mes después los senadores avalaron el proyecto de decreto que pretende agregar al artículo cuarto de la Constitución que “toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la mate-ria, así como el ejercicio de sus derechos culturales”.

El documento agrega que “el Estado promoverá los medios para la difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus mani-festaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acce-so y participación a cualquier manifestación cultural”.

Como El Borrego no nació en Coyoacán o Cuauhtémoc, el panorama cultural en su demarca-ción es tan árido como el suelo que pisa con sus Con-vers azules. Según datos del Sistema de Información Cultural del Conaculta, la GAM -una de las delega-ciones más pobladas del DF- cuenta con 5 museos, 23 librerías, 28 bibliotecas y 4 centros culturales.

De los 5 recintos museísticos el buen Borrego nunca había oído hablar. Salvo el Planetario Luis Enri-que Erro, que visitó cuando iba en tercero de primaria, ni por enterado estaba que había un Museo del Tequila y el Chile, un Museo de Figuras de Cera y uno más en la Basílica de Guadalupe. Este último, quizá, el único que satisface sus intereses visuales.

Según las autoridades, las cosas van mejorando. El pasado mes de diciembre se abrió con bombo y platillos el Centro de la Juventud Arte y Cultura Fu-turama, un elefante blanco que estaba planeado desde 2003. El centro cultural, ubicado en lo que fueran las instalaciones del antiguo cine Futurama, ofrece salas

de exposiciones, auditorios, talleres y salas de cine, dis-tribuidos en 11 mil metros cuadrados.

Para el gobierno del Distrito Federal, el comple-jo, cuyas actividades se anuncian en pequeños carteles pegados en avenida Politécnico, constituye un ejercicio de equidad. No obstante, el beneficio inmediato será para los habitantes de la colonia Lindavista, una de las zonas de lujo de la GAM. En cambio, los habitantes de la deprimida zona de Cuautepec se quedaron en este año sin la Fábrica de Artes y Oficios (Faro). El motivo del cierre fue la inaccesibilidad de las instalaciones (se encontraba arriba de un cerro, en una reserva ecoló-gica). Como si fueran las responsables de la ubicación de la Faro, las 170 personas que acudían a los talleres pagarán las consecuencias de una mala planeación y tendrán que esperar a la reubicación de la misma.

Las Faros de Milpa Alta, Tláhuac y la de oriente se han constituido en una opción para jóvenes que como El Borrego, no tienen acceso a la oferta cultural que otorga el Estado. A sus 20 años, el chavo de cabeza al rape nunca ha asistido a un concierto sinfónico, menos a la ópera.

Los conciertos de la Orquesta Sinfónica del Insti-tuto Politécnico Nacional, en el Centro Cultural Jaime Torres Bodet, cuentan con muy poca difusión. Trasla-darse al centro de la ciudad a ver a la Sinfónica Nacio-nal en el Teatro Hidalgo implica una hora de camino para el joven. Si pretende escuchar a la Orquesta Filar-mónica de la UNAM (OFUNAM) en la sala Nezahual-cóyotl, el periplo es de al menos una hora y media.

La Filarmónica de la Ciudad de México, cuyo presu-puesto anual de 80 millones de pesos es subsidiado por to-dos los capitalinos, y que debería tener actividad constante en todas las demarcaciones del Distrito Federal, concentra la mayoría de sus actividades en la sala Silvestre Revueltas del conjunto cultural Ollin Yoliztli, en Cuicuilco.

El centro y el sur mandan en lo que toca a infraestruc-tura cultural. De los 125 teatros que el Sistema de Infor-mación Cultural (SIC) registra en el DF, 50 están en Cuau-htémoc y 25 en Coyoacán. De los 143 museos, más de la mitad (81) está repartida en estas dos demarcaciones.

La institución que más ha buscado el equilibrio geográfico en su oferta cultural es la UNAM. El Centro Cultural Universitario (tres foros teatrales, uno de dan-za, una sala de conciertos y dos salas de cine) creció con la inauguración del Museo Universitario de Arte Con-

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es lo de menosLa cultura

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temporáneo (MUAC). Al norte de la ciudad, en la que fuera la torre de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Universidad abrió el año pasado el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, que incluye el Memorial del 68 y una sala para la colección Blastein, además de salas de cine y de usos múltiples. De nueva cuenta, la difusión ha fallado a la hora de atraer público.

En materia de cine, la UNAM también es referencia. Mientras que el Conaculta concentra sus actividades de exhibición cinematográfica -en lo que al Distrito Fede-ral se refiere- en la Cineteca Nacional, la Filmoteca de la UNAM mantiene un circuito de 5 salas distribuidas en el sur, centro, norte y poniente de la capital (Julio Bracho, José Revueltas, Chopo, Fósforo y Casa del Lago), en don-de fueron exhibidas 1,071 películas durante 2008.

En 2009 la UNAM abrirá las puertas del renovado Museo del Chopo, en la colonia Santa María la Ribera, espacio juvenil por excelencia, en donde han surgido nú-cleos de resistencia como el Tianguis del Chopo, cocktail social variopinto donde cada sábado convergen punks, darks, cholos, metaleros y derivados. Bajo la vigilancia constante de la policía capitalina, el gueto de tribus ur-banas ejerce su derecho a la diferencia a un costado de la Biblioteca Vasconcelos, patético or-gullo de la política cultural foxista.

La así llamada Mega Biblioteca, planeada para ser un referente cul-tural en el norte de la ciudad y punta de lanza de las 409 bibliotecas capi-talinas, cerró sus puertas a los pocos meses de inaugurarse. Tras un largo proceso de rehabilitación, el pasado 1 de diciembre volvió a poner a disposición de los lectores chilangos los 550 mil títulos de su acervo.

Pese a su mala distribución, la infraestructura cul-tural capitalina es vasta. Según datos del SIC hay 125 tea-tros, 45 auditorios, 490 librerías, 143 museos y 176 centros culturales. Gran parte de esta infraestructura pertenece a la iniciativa privada. La otra parte está dividida entre la que ofrece el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (que agrupa a su vez al Instituto Nacional de Bellas Ar-tes y al Instituto Nacional de Antropología e Historia), la perteneciente a la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y la que está en manos de la UNAM.

El INBA administra complejos teatrales como el de la Unidad Cultural del Bosque y el Palacio de Bellas Artes. A cargo del INAH están los museos con más convocatoria en la capital y el país: el Museo Nacional de Antropología y el Museo Nacional de Historia, así como la zona arqueológica del Templo Mayor. Estas instituciones también tienen a su cargo recintos menos visitados como el Museo Nacional de Arquitectura, el Museo Nacional de las Intervenciones y las zonas ar-queológicas de Cuicuilco y Tlatelolco.

Pero cantidad no es calidad. La oferta no parece satisfacer las demandas ni los intereses de los habitan-tes de una de las ciudades más pobladas del planeta. Según datos de la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumos Culturales, realizada en 2004, sólo 40% de los chilangos asistió a museos en el año anterior a la aplicación de la encuesta, ubicándose por debajo de los regiomontanos (50%).

La misma fuente arroja que hace cuatro años, uno de cada cuatro capitalinos había visitado un sitio ar-queológico. Si bien 90% de los capitalinos va al cine, sólo 2.4% asiste con frecuencia a ver cine de arte.

Ante este panorama, las autoridades culturales espe-tan sus optimistas cifras anuales. La Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal asegura que en 2008 más de 285 mil personas asistieron a actividades cultura-les organizadas por el gobierno capitalino (exposiciones, talleres, funciones de teatro y cine).

El Borrego no recuerda haber asistido a uno solo de estos eventos. No obstante, una fugaz travesía por Reforma pudo haber bastado para considerarlo entre los asistentes a alguna de las exposiciones de fotografía en las rejas de Chapultepec.

Asiste con regularidad a re-uniones de raperos urbanos. Junto con su grupo compone canciones que posteriormente interpretan y graban en estudios indepen-dientes. En alguna tocada pueden vender material. Su actividad está fuera de las estadísticas, se realiza al margen de las instituciones, se

desarrolla sin ningún apoyo de tipo oficial.Pertenecen a esta red underground los cilindre-

ros que se distribuyen por toda la ciudad, los baila-rines que hacen piruetas a un costado de la Catedral Metropolitana o los payasos que entretienen a los asistentes al Bosque de Chapultepec; los mariachis de Garibaldi, los mimos de Coyoacán y los trovadores que le dan un sentido a la noche en las peñas; los gru-pos de rock que tocan en el Chopo o en el Circo Volador, los neo-aztecas que le rinden culto a Huitzilopochtli en el Zócalo y hasta los voladores de Papantla que descien-den frente al Museo Nacional de Antropología.

El Borrego encuentra en su grupo de rap una manera de darle rienda suelta a su creatividad. Si no hay lana para el cine, se da una vuelta al Chopo, a pepenar películas pi-rata de a 25 pesos. Ahí consiguió una copia de “Leolo”, de Jean Claude Lauzon. Le latió tanto, que hasta intercaló un fragmento del guión en una rola. Compra los libros que le interesan en Librerías de Viejo o en el tianguis dominical de la San Felipe de Jesús, ahí también se hace de discogra-fías completas en MP3 de sus grupos favoritos. a

Periodista

La oferta no parece satisfacer las demandas ni los

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Hago un esfuerzo muy grande por encon-trar una única ciudad de México y no la hallo. Trato de pensar en otros referen-tes mundiales y, tal vez porque ninguno conozco tanto como el Distrito Federal,

me cuesta trabajo identificar una ciudad tan diversa como la capital mexicana.

Tiene sus implicaciones esta diversidad. Discri-minación, colorido, temor, bluff, actividades, esferas.

Llegar a la ciudad de México, luego de unas va-caciones, particularmente si éstas fueron en un país desarrollado, representa un gran choque cultural. Uno aterriza casi en la ciudad y ve cómo el avión está rozan-do las azoteas antes de pisar la pista 05 derecha. Hasta allí no empieza México. México empieza, en el caso de la terminal 1, con las largas filas de migración... aun-que en el caso de la terminal 2, mucho mejor organiza-da en migración y aduana, hay una zona de gracia que culmina con la confusión para tomar un taxi.

A la ciudad de México se puede llegar también por tierra. Cada una de las cuatro terminales de autobuses tradicionales ofrece una atmósfera distinta. Las termi-nales del Norte y el Oriente ofrecen al visitante una ur-banización interminable, mientras que las del Sur y el Poniente simplemente ofrecen una probadita del caos.

Llegar por automóvil no se limita a las cinco auto-pistas históricas, Pachuca, Puebla, Cuernavaca, Toluca y Querétaro. Hay otras entradas menos socorridas y en algunos casos hasta ignotas, como las carreteras que ter-minan fungiendo como la libre a Querétaro, la carretera a Villa del Carbón, los caminos de Espíritu Santo que nos pueden conducir casi a cualquier punto del noroes-te del Estado de México, la terracería hacia Tlalnepant-la, Morelos desde San Salvador Cuauhtenco o las bre-chas que desde Parres o Ajusco nos pueden llevar hasta Cuernavaca sin entrar a un camino pavimentado.

Un día paseaba por el Centro Histórico. Acudí a realizar unas impresiones a Santo Domingo y en lo que estaban listas caminé hacia la Lagunilla. Encontré la oportunidad de apreciar arquitecturas de distintas épocas, en muchos casos olvidadas, descuidadas, afec-tadas. Por las pocas calles peatonales de nuestro centro veía cientos de cabezas delante de mí. Un mundo de población desbordado. Cada uno con su propia ruta.

Esa mañana habría encontrado un paisaje simi-lar, pero en el mercado de plantas de madreselva, en Xochimilco. Una hora para atravesar en vehículo las tres calles que componen el mercado. La velocidad peatonal no era mucho mayor. Cientos de personas trazaban su propia ruta. Se olvidaban de los demás. Todos se estorbaban, el uno al otro. Cada uno tenía su misión.

Los pretextos para llegar tarde a cualquier lugar, sobran. Las manifestaciones y las obras son los más so-corridos. También puede uno pretextar que el auto se lo llevó la grúa, que suspendieron el servicio del Metro en algunas estaciones, que no había taxis o que no ha-bía dónde estacionarse.

Ese es uno de los puntos donde todos coincidi-mos. La impuntualidad la llevamos en las venas. Pero cada delegación es distinta. Y vivir en el Estado de México puede lo mismo dar un aire de superioridad para algunos, que de humillación para otros. No todos los que habitan en la “ciudad de México” habitan en la misma ciudad. Para unos Tultitlán es un municipio conurbado, para otros es ciudad Tultitlán, para otros más es una cabecera tan distante mentalmente que de-mandan su autonomía como si San Pablo de las Salinas fuera una pequeña República.

¿Se puede vivir mejor con una ciudad tan com-plicada? ¿Se puede vivir mejor en un mundo de trá-fico, prepotencia, violencia, aglomeraciones, servicios insuficientes, salarios no proporcionales a los gastos? Es una pregunta pertinente.

El Producto Interno Bruto del Distrito Federal ha crecido a un ritmo menor que el promedio nacional. Pero los autos ya no caben en las calles. Las estadísticas nos han dejado en los últimos años con incertidumbre respecto a la cantidad exacta de vehículos que circu-lan. Pero hay una cantidad menos exacta y más tangi-ble: muchos. Sin duda.

Cualquiera que lleve varios años manejando en esta ciudad se ha dado cuenta de que el tráfico se ha incrementado sensiblemente. Hace poco más de 12 años, cuando salí del hogar familiar para vivir solo, mostré a mi madre el nuevo departamento. Era domingo. Hicimos 7 minutos, contando con la pru-dencia que me exigía manejar con ella. Reduciendo

ROBERTO REMES TELLO DE MENESES

Fragmentosde ciudad

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la prudencia ganaba uno o dos minutos. El tiempo me ha quitado tiempo; tan sólo en domingo, varios minutos en la misma ruta.

Pero las tiendas se han llenado, los tianguis han crecido, aun en los malos tiempos hay dinero en todos lados, si bien no en todos los individuos. Hay créditos, pero el precio del suelo en las zonas centrales expulsa a muchos hacia la periferia. Más que antaño. Ahora las ciudades se inventan. Donde antes había Sosa y Cal hoy existe un centro comercial, la caseta de una autopista urbana y una ciudad de 50 mil habitantes; donde había campo habitarán 200 mil personas: héroes que habita-rán en Los Héroes, Tecámac; y hasta lo que nadie imagi-nó, el desarrollo de una unidad habitacional en torno a un club de golf, simulando la realeza de un bosque, pero realizando una cruda discriminación social aún dentro del desarrollo inconcluso que prometió mejores accesos a la ciudad, y sólo ofreció un suburbio más en caos.

Las grandes avenidas creadas a fines de los se-tenta, mediante el sacrificio de palmeras e historia, comienzan a transformarse en vialidades para el trans-porte. Podría ser el parteaguas de una ciudad mejor, pero también puede ser una isla más o una esfera más. Para unos, andar en bicicleta los domingos por Paseo de la Reforma o por algunas otras avenidas, es la con-quista de un pedazo de ciudad; para otros es y será una monserga tomar las desviaciones; o quizá para los más, será un evento ignorado. Pero en algún lugar del mundo alguien presentará estos logros ignotos como la transformación de nuestra ciudad.

Millennium Park es el éxito que Richard M. Daley anuncia por el mundo para presumir el nuevo Chica-go; Transmilenio y la recuperación de espacios son los éxitos de Antanas Mokus y Enrique Peñaloza, en Bo-gotá; así como los programas contra la inseguridad de Leoluca Orlando y Rudolph Giuliani dieron la vuelta al mundo. La verdad es que la mayoría de los habitantes de Chicago no habitan ni habitaban en torno a lo que hoy es Millennium Park; la mayoría de los que viven en Bogotá no usa el Transmilenio, y los éxitos en materia de seguridad fueron menores a los cambios en la per-cepción que tenían los neoyorquinos antes de Giuliani.

Es decir, no hay fórmulas mágicas, pero sí hay quien cree en las fórmulas mágicas y quien comunica fórmulas mágicas. Los habitantes del Distrito Federal somos para el mundo seres capaces de vivir en una ciu-dad conflictiva, contaminada y violenta a más de 2,200 metros sobre el nivel del mar. Pareciéramos distintos a los de otras partes del mundo, pero sólo somos la mues-tra de la capacidad de adaptación del ser humano.

El Metrobús de Insurgentes podría haber transfor-mado el transporte de la ciudad de México, pero sólo está modificando la vida de 150 mil personas que cada día hacen algo así como 300 mil viajes, los mismos -quiero

decir, la misma cantidad- que se suben todos los días al segundo piso del Periférico. Hay más de 8 millones que no nos subimos diario al Metrobús o al segundo piso. La tarifa del Metro lleva estancada 7 años en 2.00 pesos. Cada día se suben al Metro 2.3 millones de personas que hacen 4.6 millones de viajes. Hay más de 6.5 millones de habitantes del Distrito Federal que no abordan el Metro con regularidad, así que el subsidio queda dirigido a las minorías. Claro, no se puede todo en la vida. O se subsi-dia la operación o se subsidia la expansión. O se subsidia a los 2.3 millones que ya lo usan, o se busca la forma de subsidiar a los que hoy no lo usan. Las mismas esferas en las que se vive en el Distrito Federal.

Cada obra representa una gran solución para al-gunos, la perdición para otros, lo irrelevante para la gran mayoría. Esta ciudad se conforma por fragmen-tos de ciudad. Empeora para todos, mejora sin embar-go para algunos, permanece igual de vez en cuando. Es

tantas ciudades a la vez, que mientras Santa Fe mejora día con día en un soberbio “skyline” primermundista, la miseria que oculta emana de las montañas, de las banquetas inacabadas, de la falta de agua, del olor féti-do del viejo tiradero y de las conexiones viales inexis-tentes con los extremos opuestos de la ciudad.

Esta ciudad recuerda mucho el departamento que Alberto Cortés nos presentó en 1990 para Ciudad de Ciegos. Si en un solo departamento vimos 10 historias tan distintas una de la otra, qué no vemos en este con-glomerado de cavernas de Platón.

Y sin embargo hay la visión o el sueño de un aire más limpio, calles seguras, empleo, transporte, desarrollo, proyectos ambiciosos, salud, educación, turismo y por qué no, ofertas... pero nunca en mi patio trasero, pues mi ciudad no es la misma que la tuya... ¡Ni se te ocurra! a

Escritor

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La vida en Mérida es buena y de eso presumi-mos los yucatecos. Quien viene a esta ciudad se enamora de ella por tres eses: seguridad, solidaridad y servicios médicos, las tres cuali-dades en niveles de excelencia, opinan exper-

tos urbanistas, políticos, yucahuaches como el caricatu-rista Efrén y hoteleros.

-A mí me llama mucho la atención una cosa -dice Verónica Suárez, joven gerenta de ventas del Hotel Ovie-do, un establecimiento al que llegan muchos visitantes del Sureste-: todos elogian la calidez de la gente. No hay quien venga que no hable de esa cualidad de los yucate-cos. De hecho, mi familia se cambió a Mérida, porque a mi papá le enamoró ese trato humano y solidario de los yucatecos. “Muchos de nuestros huéspedes vienen de estados del Sureste en busca de atención médica y todos quienes se hospedan con nosotros se van contentos del trato recibido. Conozco un caso de una familia que co-menzó a venir para consultar el médico y le gustó tanto Mérida que se cambió a vivir a la ciudad”, señala.

Verónica es del Estado de México y trabaja desde hace dos años en el céntrico hotel que ocupa una casona colonial.

Pero exactamente opinan el ingeniero Humberto Sauri Duch, coordinador del Plan Estratégico de Méri-da, y el licenciado Nerio Torres Arcila, coordinador de la Zona Metropolitana de Yucatán. Ambos, igual que la licenciada Verónica Suárez, quien vivió su infancia en la capital, han pasado parte de su vida en otras ciudades -Sauri, muchos años como alto funcionario de Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y Torres Arcila como estudiante de posgrado en España- y saben de lo que hablan.

Efrén Maldonado, diez años después de que deci-dió huir de la contaminación en México, “por la salud de mi hijo Emilio”, afirma que ha sido una buena deci-sión el traslado.

Efrén, uno de los fundadores de la revista Proceso, ex colaborador de El Universal y desde hace años cola-borador del Diario de Yucatán, considera que en Mérida “se vive bien”, es una ciudad moderna y al mismo tiempo provinciana, donde “lo más grave que ocurre, salvo epi-sodios indeseables, es la plaga de mosquitos con las llu-vias, la amenaza de los huracanes (que afortunadamente llegan pocas veces) y que no pasen por la basura a tu casa”. Es, afirma, una ciudad segura, con habitantes cálidos y amables. “Aquí quiero acabar mis días”, suele repetir.

-Aquí se tiene algo que es muy difícil encontrar hoy en otras ciudades -afirma Sauri Duch-: solidaridad. Mérida es una ciudad donde aún puedes encontrar a vecinos que se apoyan, se ayudan, se quieren y tienen un sentido de pertenencia a una comunidad. Además, es una ciudad segura y tranquila, donde la gente puede caminar por sus calles sin temor.

Y calidad de vida, servicios médicos de alto nivel y gran especialización a muy bajo precio comparados con los de otras regiones, una vida cultural intensa y exten-sa, una gastronomía cuya fama ha recorrido el mundo y servicios educativos profesionales, modernos y eficientes en sus universidades públicas y privadas. La Universidad Autónoma de Yucatán, UADY, por mencionar la de más raigambre y tradición, hunde sus raíces centenarias en el Colegio de San Ildefonso y sus facultades de Medicina y Derecho tienen sus antecedentes en la Colonia. Hoy es una de las más reconocidas de México, por la calidad de las carreras que ofrece en licenciaturas y posgrados.

Mérida tiene hoy varias clínicas privadas que ofre-cen tratamientos de especialidad para todas las dolen-cias conocidas: la Clínica de Mérida, la más antigua; el Centro Médico de las Américas, Star Médica, las tres con servicios de avanzada y en las que se hacen cirugías de corazón abierto y trasplantes renales, entre otros tra-tamientos sofisticados; un Hospital de Especialidades del IMSS, una moderna clínica del ISSSTE, el Hospital Regional de Alta Especialidad, que vino a revolucionar la atención hospitalaria en la Península, y el más antiguo de todos, el Hospital General Agustín O’Horán, hoy en proceso de modernización para hacer frente a la deman-da de sus servicios por enfermos que vienen incluso de Centroamérica y el icono de la medicina yucateca, por ser la escuela de la que surgió la mayoría de los galenos yucatecos hoy día en ejercicio.

También cuenta con universidades públicas y priva-das de primer orden: la UADY, en primer término, pero también la Universidad Anáhuac Mayab (antes del Ma-yab), la Universidad Marista y la Universidad Modelo, entre las mayores, y la Universidad Tecnológica Metropo-litana, la Universidad del Desarrollo, la Tec Milenio que este año abrió sus puertas, un campus de la del Valle de México que también comenzó a funcionar este año...

Y grandes, modernas y confortables plazas co-merciales -y se siguen abriendo más- siempre llenas de visitantes: la Gran Plaza, Plaza Fiesta, Plaza Altabrisa,

MARTINIANO ALCOCER ÁLVAREZ

es buenaLa vidaMérida:

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Plaza de las Américas, Plaza Dorada (al lado de aqué-lla), City Center y la más nueva de todas, Plaza Sen-deros, apenas hace unos meses abierta, y la más anti-gua y hoy la más pequeña, Plaza Oriente, así como sucursales de todos los bancos que operan en México, de las grandes cadenas comerciales nacionales y ex-tranjeras (Wal-Mart, Cotsco, Sam´s Club, Soriana, Comercial Mexicana, Aurrerá y las que usted quie-ra), instalaciones deportivas que han albergado even-tos nacionales e internacionales, clubes y gimnasios... Sauri Duch opina que en Mérida, cuya población, se-gún cifras oficiales, no alcanza el millón de personas, hay tantas y tan concurridas plazas comerciales porque son “los nuevos espacios de convivencia” de los habitan-tes. “En otros lugares, la gente va a esos sitios a comprar; aquí no, va a convivir y en segundo lugar a comprar. To-dos conocemos la frase y la hemos dicho muchas veces: Nos vemos en tal o cual plaza…”

La alta calidad de vida que se alcanza en Mérida es también un atractivo especial para jubilados especial-mente de Estados Unidos de América y Canadá, que hoy día han acaparado las casas del centro histórico, uno de los más grandes de Latinoamérica, según presumen los urbanistas del patio. Decenas de casas del casco antiguo de la ciudad fueron ya compradas y remozadas por ex-tranjeros llegados de esos países y de otros de Europa.

Hay quien dice, medio en broma y medio en serio, que dentro de poco se va a exigir pasaporte a los meri-danos para entrar al centro.

La vida cultural es intensa y extensa: Mérida tiene en el Teatro Peón Contreras, una joya arquitectónica de inspiración francesa, la sede de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (que ha acompañado a Plácido Domingo en dos recitales en Chichén y la Riviera Maya), un mu-seo de antropología e historia en el imponente Palacio Cantón en el Paseo de Montejo, dos teatros modernos y funcionales en el centro -el Mérida y el Daniel Ayala-, festivales populares gratuitos todos los fines de semana -desde el jueves- en el centro, que se cierra al tránsito de vehículos desde las 8 de la noche de jueves a sábado y el

domingo queda al libre disfrute de peatones y ciclistas (la bicirruta) todo el día…

En fin, por atractivos no paramos, y eso no dicho por los meridanos, sino por los visitantes y quienes es-cogen a esta ciudad para vivir.

Nerio Torres, joven político a cargo de la Coordi-nadora Metropolitana de Yucatán (la Comey), conside-ra que “Mérida es el centro cultural de nuestro estado, reconocida por propios y ajenos como una de las ciuda-des más seguras y pacíficas del país. La infraestructu-ra, ubicación y educación son algunas de las diversas y singulares ventajas comparativas que Mérida tiene con respecto al resto de la península de Yucatán”.

- De Mérida sobresalen muchas cosas, tenemos acceso a los principales servicios públicos, una produc-ción cultural y de entretenimiento importante, pero so-bre todo un dinamismo económico que nos convierte en la principal ciudad del Sureste -afirma.

Sauri Duch, con su ojo de urbanista avezado, pone el dedo sobre algunas llagas de la ciudad. Señala, por ejemplo, que hay cada vez menos espacios para la con-vivencia (por eso, explica, se buscan tanto las plazas). “En vez de ir nosotros a la ciudad”, señala, “metemos a la ciudad en nuestra casa y nos encerramos detrás de los muros a disfrutar en forma egoísta”.

También hemos perdido espacios verdes, sigue. Hasta hace unos años, llamaba la atención la alfombra interminable de árboles que se veía desde las alturas. Hoy cada vez menos se ven, porque ya no hay espacios en la casa para sembrarlos.

Otro problema de Mérida, en opinión del profesio-nal, es la falta de cultura vial. “No sabemos manejar ni sabemos para qué sirven las calles. Nomás se constru-ya una avenida amplia y moderna y se le llena de topes (ahora la policía los llama reductores de velocidad, pero para el caso es lo mismo). Este problema, que parecería trivial, ha alejado importantes inversiones de Yucatán”.

La contaminación por ruido no escapa al análisis de Sauri Duch, sobre todo en calles del centro.

El profesional propone que las autoridades pongan más atención en barrios y colonias de la ciudad, donde aún se conservan los valores más importantes de Méri-da, y no permitan que eso se extinga, como ha pasado con muchas otras cosas. “Esos espacios de convivencia vecinal que aún hoy se mantienen deben ser protegidos y apoyados para que la calidez humana siga siendo el principal activo de esta ciudad”, advierte.

Humberto, Verónica, Efrén, Nerio y todo hijo de vecino, con las autoridades a la cabeza, estamos obliga-dos por el amor a preservar esta joya urbanística para que siga siendo atractiva para los visitantes y, sobre todo, para quienes bajo sus aleros sigamos acunando nuestras vidas y nuestros sueños. a

Periodista, coordinador de opinión del Diario de Yucatán

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especial

En 2008 se produjo un hecho histórico para el planeta Tierra. La cantidad de seres hu-manos que viven en las ciudades ha supe-rado, por vez primera, a la población rural. Algo más de 3,300 millones de personas ha-

bitan en espacios urbanos. Transcurridos 6,000 años desde la aparición de los primeros núcleos urbanos en Mesopotamia, la ciudad ha adquirido protagonismo principal frente al campo como espacio esencial de la acción civilizadora del ser humano. El urbano, pese a ocupar una extensión menor de la superficie terrestre, es el medio geográfico que organiza la vida económica y la acción sociopolítica en gran parte de los territorios del mundo. El mundo habitado (oikumene) de los grie-gos es hoy en día el mundo urbano; la vida en la Tierra es, en gran medida, vida en las ciudades… y lo va a ser mucho más en el futuro.

Aunque el fenómeno urbano no es reciente, el dinamismo y empuje que ha adquirido en las últimas dos centurias han sido impresionantes. Y los últimos cincuenta años han asistido al crecimiento de las gran-des urbes, de las ciudades enormes, donde se concen-tra lo esencial de la población y las actividades de una región, de un país o de un espacio continental. Si el siglo XIX fue el siglo de la industrialización de la ciu-dad y el siglo XX ha sido el de la terciarización de sus actividades, el nuevo siglo va a proporcionarnos un nuevo proceso urbano: la consolidación de las grandes capitales del mundo globalizado. Son las denominadas megaciudades, megalópolis o ciudades globales.

Si se analiza la evolución de las grandes ciudades del mundo en el último siglo, se aprecia un dato signifi-cativo: la pérdida de protagonismo de las megaciudades europeas en beneficio de las grandes aglomeraciones de América y Asia. En efecto, París o Londres, que jun-

to con Nueva York eran las capitales más pobladas del mundo a comienzos del siglo XX, ya no se encuentran ni entre las veinte ciudades mayores en 2008. Y en la actualidad el fenómeno comienza a extenderse también en África, donde algunas capitales han experimentado un crecimiento tan acelerado en los últimos veinte años que rozan ya o han superado incluso la barrera de los 10 millones de habitantes, entrando a formar parte de la red de megaciudades mundiales (Lagos).

Las megaciudades son espacios de atracción, de relación, de multiculturalidad; y son también espacios de contradicción, donde en pocos kilómetros coinci-den estructuras urbanas diversas, contrarias. Todos los “mundos” están reunidos en las megaciudades: las ofi-cinas de las multinacionales que compiten en altos edi-ficios, los barrios residenciales de lujo, como símbolo de la opulencia del capitalismo global, las viviendas de los asalariados que, en muchos casos, repiten modelos arquitectónicos creando trivialidad urbanística... y la pobreza más absoluta, que representa la autoconstruc-ción marginal, el chabolismo más degradado.

No todo es abundancia y riqueza en las megaciu-dades. Por lo común, la consolidación de una megaciu-dad no respeta el medio natural a la hora de planificar el crecimiento, y a ello se unen los efectos derivados de la actividad humana (contaminación, degradación). La gestión del transporte, los servicios sanitarios y educa-tivos, la seguridad ciudadana, la distribución y trata-miento del agua potable, la distribución energética, la contaminación atmosférica y acústica, la gestión de re-siduos, la planificación de los riesgos naturales y la ges-tión de las emergencias, son algunos de los problemas más acuciantes de las megaciudades. En las existentes en países emergentes -las de estructura más caótica-, suelen coincidir todos estos problemas que dan lugar a

JORGE OLCINA CANTOS

Megaciudadesen España

Madrid y Barcelona:

“La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza.”

Ítalo Calvino, Las ciudades invisibles

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CIUDADES

espacios insalubres, cursos fluviales y acuíferos conta-minados, barriadas en áreas de deslizamiento o inun-dación, macrovertederos de basura donde encuentra sustento la población más marginal, atmósferas irrespi-rables con ciudadanos que cubren su nariz con másca-ras... Es la cara más radical del mal desarrollo urbano.

El reto de una gran ciudad es la ordenación de su territorio, la planificación racional, sensata y sostenible de sus actividades e infraestructuras; aspecto siempre complejo por las propias dimensiones de estas aglome-raciones. La propia redacción de un plan de ordena-ción urbana obliga a sectorizar el espacio urbanizado y requiere figuras de mayor escala (planes metropolita-nos, planes subregionales).

En España, las grandes estructuras urbanas existen-tes no alcanzan el nivel de una megaciudad. El cuadro adjunto (Tabla 1) muestra el tamaño poblacional de las áreas metropolitanas mayores en España. Tan sólo Ma-drid y Barcelona pueden competir con las principales ciudades europeas en dimensión, población y concen-tración de actividad económica e internacionalización.

Pero a pesar de no alcanzar el rango de una me-gaciudad, participan de los beneficios y de los aspectos negativos de la gran ciudad. Los beneficios de la con-centración de un volumen importante de población se materializan de su elevado nivel de conectividad interna y externa, y de la satisfacción de necesidades sociales, educativas y culturales. Por el contrario, la destrucción de territorio en los procesos de crecimien-to urbanístico, la gestión sostenible de elementos del medio natural (agua, atmósfera, espacios naturales), el tratamiento de residuos y la planificación de los riesgos naturales y tecnológicos son los retos principales de las grandes ciudades en España. En los últimos años, la Unión Europea ha promulgado una serie de normati-vas (directivas) para la gestión sostenible del territorio, que son de obligado cumplimiento en todos los países miembros. Destacan, entre otras, las directivas de de-puración de aguas residuales, de residuos, de agua, de espacios naturales, impacto ambiental y de gestión de espacios inundables.

Área metropolitana Población (hab.)Madrid 5.952,153Barcelona 4.481,559Valencia 1.671,199Sevilla 1.341,844Bilbao 950,155Málaga 897,563

Fuente: Instituto Nacional de Estadística

Tabla 1. Población en las áreas metropolitanas mayores en España (2007)

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Todas ellas están obligando a adaptarse a los prin-cipios de sostenibilidad a la hora de planificar los usos en el territorio. Pero hay cuestiones que deben mejo-rarse. Por ejemplo, el nivel de depuración de las aguas residuales urbanas en Madrid o Barcelona alcanza va-lores superiores a 90%; sin embargo, apenas se reuti-liza 10% del volumen total depurado para otros usos urbanos (riego de zonas verdes, baldeo de calles, uti-lización en espacios de ocio) en unas zonas donde el agua no sobra. Asimismo, es incipiente el tratamiento que se hace del paisaje en los medios urbanos, cues-tión a la que obliga la Declaración de Florencia sobre el paisaje de 2000. La reciente Ley del Suelo española (2008) incorpora un documento nuevo en el proceso de tramitación de un plan urbanístico, el denomina-do “informe de sostenibilidad”, que debe suponer un avance importante para la gestión sostenible de los es-pacios urbanos.

Otro aspecto fundamental para el buen funcio-namiento de las grandes ciudades es la aplicación de medidas de “gobernanza” en sentido moderno. En Es-paña hay una carencia grande de cultura del territorio en relación con otros países europeos que llevan años aplicando medidas de nueva gobernanza territorial. En esencia, la gobernanza supone cooperación entre administraciones (estatal-regional-local), transparen-cia en la toma de decisiones territoriales y participa-ción de los ciudadanos en los procesos territoriales. En esencia, una cosa es “gobierno” y otra “gobernanza” del territorio y ello es especialmente claro en la escala local (urbana), donde la opinión de los colectivos de ciudadanos debe ser una pieza esencial para el funcio-namiento correcto de una ciudad.

Mientras, se deben solucionar estos aspectos de funcionamiento interno en la gestión territorial de las grandes ciudades españolas, para las próximas décadas, el Observatorio Europeo de Ordenación del Territorio (ESPON) ha definido las grandes ciudades que van a ser protagonistas del desarrollo en Europa. Para el caso español, Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bilbao y Palma de Mallorca están llamadas a ser las Grandes Áreas de Crecimiento Metropolitano (MEGAs), con capacidad de organización (económica, social, territo-rial) de un amplio espacio regional.

La gran ciudad va a ser protagonista del proceso de globalización, también en Europa. En la actualidad tan sólo cuatro ciudades europeas (Londres, París, Ámsterdam y Luxemburgo) merecen la consideración de ciudades internacionalizadas. En España, sólo las ciudades de Madrid y Barcelona están incluidas en el proceso de globalización, aunque de modo incipiente. La mejora de las redes de transporte y de telecomuni-caciones va a resultar esencial para poder mejorar el nivel de internacionalización de las grandes ciudades españolas.

En suma, la gran ciudad va a ser protagonista de la organización económica, social y espacial sobre la su-perficie terrestre a lo largo del siglo XXI. La integración de parámetros ambientales en la planificación de estas grandes aglomeraciones -y, en general, en todos los espa-cios urbanos- es el gran reto del gobierno de lo urbano. La ordenación sostenible de lo urbano se erige en el ma-yor reto de la humanidad en las próximas décadas. a

Miembro de grupo de expertos del Año Internacional del Pla-neta Tierra 2008-2009, Comité Español del Año del Planeta Tierra.

Catedrático e investigador de la Universidad de Alicante

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Jonathan Harris es un hombre negro, mal hablado y corpulento. De día entrena como boxeador en el gimnasio que rodean pandilleros, drogadictos y prostitutas en el barrio negro de Anacostia, uno de los más violentos de la capital. De noche,

Harris conduce un taxi que lo lleva por las exclusi-vas zonas de Georgetown o de Dupont Circle, donde los diplomáticos, los cabilderos, los funcionarios del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI) suelen alternar en los bares de moda o degus-tar cenas por encima de los 150 dólares la sentada:

- No creo que la situación cambie mucho con la lle-gada de Barack Obama. Los negros y los hispanos seguiremos arrinconados en nuestros guetos, mien-tras la gente que maneja al país seguirá gozando de los privilegios que los convierten en una clase apar-te. En la clase que tiene el poder, dice Jonathan, sin poder ocultar la decepción y el escepticismo que le reconcome por dentro.- La situación económica no mejora. Encontrar trabajo es cada vez más difícil y la violencia si-gue aumentando en las partes más deprimidas de la ciudad, dice, mientras recuerda la noche del pasado 30 de mayo, cuando se produjeron siete asesinatos en cadena en distintos puntos de la ciudad.

La noticia pasó inadvertida para los más importantes medios que se encontraban enfrascados en la cober-tura de las primarias demócratas. Lo mismo que la sentencia histórica emitida casi un mes más tarde por la Suprema Corte de la Nación, para declarar anticons-titucional y abolir la ley que prohibía la posesión de armas -considerada la más restrictiva del país-, y pro-teger el derecho de todo individuo a poseer un arma para su defensa.

La batalla perdida ante la Suprema Corte provo-có que un descorazonado alcalde de la capital, Adrian Fenty, advirtiera que la abolición de esa ley permitiría que más revólveres causarán más violencia. Una pre-monición que, al fin de año, se cumplió con un saldo de más de 100 muertes violentas.

Durante décadas, el clima de violencia en la capi-tal de Estados Unidos de América se ha circunscrito a ese microcosmos del gueto. Un sector donde el hombre blanco casi nunca pone un pie y que se encuentra a no más de 15 minutos en automóvil desde la Casa Blanca, la futura residencia de Barack Obama, en el 1600 de la avenida Pennsylvania.

El costado este de la capital es el flanco abierto de la discriminación, de la pobreza endémica que se remonta desde los años de la segregación de la déca-da de los 50 hasta nuestros días. A diferencia de los barrios de la zona noroeste, donde se concentran las oficinas gubernamentales, las mejores boutiques y res-taurantes, el sureste y el noreste de la capital tienen un aspecto alicaído, con las aceras y las avenidas rotas o sembradas de baches y con edificios clausurados con tablones de madera en las ventanas para evitar a los okupas y a los paracaidistas.

Las iglesias de distintas denominaciones y las li-corerías dominan el paisaje, donde el patrullaje policial se ha convertido en una obligada estrategia de disua-sión para evitar los constantes brotes de violencia que se han traducido en continuos toques de queda desde la década de los 90.

Cada día, un ejército de indigentes se desplaza desde estos distritos para ir en busca de un desayuno caliente en los locales del Ejército de Salvación, para poco después dedicarse a pedir limosna por los par-ques de la capital antes de regresar a sus barrios por la tarde-noche, y de que la oscuridad los convierta en objetivos de los patrullajes constantes de la policía o en carnaza para las pandillas.

La vida en los guetos es una realidad que discurre a espaldas de la imagen que los medios de comunica-ción reflejan desde la capital de la nación más podero-sa del planeta. Una forma de vida que deja entrever las contradicciones de la sociedad estadounidense. Hace apenas medio siglo atrás, mientras Estados Unidos li-braba una batalla feroz contra el comunismo y se auto-proclamaba como la nación líder del mundo libre, las escuelas de los distritos ricos habían conseguido que los niños negros fueran confinados a las sobrepobladas escuelas de los guetos.

JAIME HERNÁNDEZ

WashingtonAl este de

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Desde entonces, la segregación que antes se prac-ticaba por ley, ha pervivido en la práctica. Y el hombre blanco sigue dominando los barrios desde donde se ges-tionan el poder y las finanzas, donde el precio por un departamento de dos recámaras oscila entre los 3 mil y los 4 mil dólares. Una renta que sólo quienes devengan un salario de 150 mil dólares al año, pueden darse el lujo de sufragar, mientras que la clase trabajadora, que hace funcionar desde el sistema de transporte hasta las cafeterías y los comercios, se desplaza desde la zona este, donde un alquiler ronda los 1,500 dólares.

Cuando Barack Obama llegó por primera vez como senador por Illinois a Washington, decidió que su lugar de residencia temporal sería el distrito nores-te, muy cerca de la Union Station y del Congreso, don-de viven muchos de los trabajadores que mantienen en marcha a la capital. El departamento, de una sola recámara, no tenía nada que ver con las residencias de hasta cuatro millones de dólares que algunos de sus colegas, como Hillary Clinton, poseen en la zona más exclusiva de la capital.

Para muchos, el hecho de que Obama haya deci-dido vivir en la zona noreste -rodeado de la clase tra-bajadora que le es tan familiar desde sus años de estu-diante en Nueva York, cuando se acostumbró al paisaje dominado por inmigrantes, traficantes de drogas, pan-dilleros, prostitutas y limosneros-, refleja el carácter del nuevo Presidente de Estados Unidos de América.

Un Presidente incómodo con la segregación de facto que aún sigue perviviendo en gran parte del país, con la inequitativa repartición de la riqueza. Y nada conforme con una ciudad que se cae a pedazos por la in-

diferencia del Congreso (teóricamente encargado de su administración) y en la que 80% de la población es ne-gra y vive confinada en inmensos guetos que empiezan justo donde acaban las oficinas gubernamentales y los museos y monumentos que visitan millones de turistas.

Ahora que Barack Obama juró como Presidente de Estados Unidos, la comunidad negra, que ha vivido confinada en los guetos de Washington y en todo el país, espera que la saque de la exclusión y la margina-lidad. De la desigualdad de oportunidades y de la se-paración entre blancos y negros, que hoy sigue siendo más mental que económica o social.

A manera de ejemplo, hoy cuatro de cada 10 blancos creen que los ingresos medios de un negro son iguales a los suyos. Pero las estadísticas oficiales reve-lan que los afroamericanos tienen una renta menor en un casi 30%. Aunado a ello, la tasa de desempleo de los negros duplica la de los blancos y la mayoría de ellos devenga sueldos situados en la zona del salario míni-mo, lo que les obliga a emplearse en más de dos sitios para poder llegar a final de mes.

En cualquier caso, los negros son pobres: uno de cada cuatro vive por debajo del umbral de la pobreza. Y esa pobreza ha creado una subcultura de delincuencia que destruye una generación tras otra. Hoy, 10% de los niños negros vive con sus abuelos, 70% son hijos de madres sol-teras y el número de negros en la cárcel rivaliza con el de los que han conseguido ingresar a la Universidad.

Ese es el vecindario y la realidad con la que Ba-rack Obama tiene que lidiar como Presidente de Esta-dos Unidos. a

Periodista

especial

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BAJA CALIFORNIALa Bufadora

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La gente se agrupa para los intercambios de todo tipo: sociales, comerciales, informati-vos, educativos, defensivos, de comunica-ción, de seguridad, de creencias, de produc-ción y de satisfactores de todo tipo. Se jun-

ta y se agrupa por necesidades socio-antropológicas. Busca elevar sus niveles de vida; así, surge el fenómeno urbano.

¿Pero, por qué crecen las ciudades?Factores demográficos: La humanidad está en conti-nuo desarrollo, por lo tanto, las ciudades tienen creci-mientos naturales en sus sociedades.

El factor migración: En el siglo XVIII la población ur-bana era de menos de 10% de la población mundial; sin embargo, la Revolución Industrial alteró ese orden. La industrialización en Europa Occidental generó en los siglos XVIII y XIX una gran migración del campo hacia la ciudad y hacia América, particularmente. En Estados Unidos ese fenómeno se dio a finales del XIX y principios del XX.

En América Latina la industrialización se produjo de forma acelerada de 1940 a la fecha. Así, experimen-tó en sólo 60 años un fenómeno de:

Industrialización acelerada y urbanización extensiva en forma tal que las ciudades crecieron de manera ver-tiginosa, a una velocidad muy superior a la capacidad de respuesta por parte de las autoridades. Se puso en evidencia así, la falta de una estructura que permitie-ra planear para que las ciudades crecieran de manera ordenada. Así, surgió en el llamado Tercer Mundo un nuevo modelo de ciudad en vías de industrialización, con una economía subdesarrollada y dependiente.

Entre otras características este fenómeno presen-ta cíclicamente tasas de crecimiento económicas infe-riores a las de crecimiento demográfico y con ello de regresión y progresión discontinuas.

Decisiones políticas, económicas y sociales: Si bien hay que reconocer que los “factores demográficos y migracional” son las principales causas del ace-lerado crecimiento urbano, ante lo cual el Estado

mexicano tiene capacidad, y la ha tenido a través de su historia, de inducir y conducir nuevos polos de desarrollo regional, tendiente a influir en un sistema urbano más equilibrado.

Las ciudades mexicanas han crecido en forma acelerada, principalmente en la segunda mitad del si-glo XX. Sin embargo, su desarrollo no ha corrido a la misma velocidad de su crecimiento.

Ante esta situación, los gobiernos de las ciudades son incapaces de satisfacer las necesidades urbanas en la forma y los tiempos cuantitativa y cualitativamente re-queridos por sus habitantes, esto plantea un primer reto de suma importancia a las instituciones del Estado.

El segundo reto para el Estado mexicano consiste en la capacidad de crear políticas públicas que garanti-cen una economía más fuerte, que asegure crecimiento global de la economía y que permita destinar recursos de inversión suficientes y oportunos a la dotación y operación de la infraestructura, equipamiento, vivien-da y servicios que se ha hecho referencia en donde se incremente el nivel y calidad de vida de los habitantes de estas áreas urbanas.

Las instituciones encargadas de llevar a cabo la planeación deben dirigir, orientar y alentar el desarro-llo urbano mediante la participación ordenada del sec-tor público, sector social y privado, y lograr un pacto que permita orientar el crecimiento urbano haciendo que prevalezca el interés general sobre el particular.

Sólo a partir de una política conjunta entre el Es-tado rector, el capital privado y, sin duda, la ciudadanía, se logrará un desarrollo urbano corresponsable, soste-nible, sustentable y viable a largo plazo, éste parece ser el modelo del desarrollo corresponsable a futuro.

Hacia dónde van las ciudadesEn una visión pesimista, la ciudad del siglo XXI y del futuro parecería seguir la inercia del caos, de la aglomeración desordenada, productora de desecono-mías* urbanas, el origen de la problemática ambien-tal, generadora del transporte caótico y de los tras-

DANIEL QUINTERO PEÑA

Origen y destinode la ciudad

*[Una deseconomía es un factor externo que afecta al funcionamiento normal de la economía, como un aumento en los precios medios de la producción que aparece cuando el nivel de producción se incrementa. Existen dos grandes tipos de desecono-mías: las externas y las internas.]

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CIUDADES

lados torturosos, cuna de la disposición espontánea de vivienda (no hábitat), sin relación a un correspon-diente equipamiento y estructura vial y de transporte, y centro generador de la creciente inseguridad, delin-cuencia y desempleo.

En una visión optimista, la ciudad será por mu-cho el centro generador del intercambio de informa-ción, de riqueza económica, motivador e inspirador de la inversión, alimentador de intensas relaciones socia-les y cuna de oportunidades.

Las ciudades del futuro van a promover, motivar y hacer indispensable nuevas formas de participación política entre los distintos órdenes y niveles de gobier-no, dentro de un marco de coparticipación corres-ponsable, financiera y presupuestal, en torno a nuevas visiones, proyectos y soluciones compartidas ante la magnitud de los retos futuros.

La ciudad va hacia una toma de decisiones más locales que tienen que ver con la definición por ellas mismas de necesidades en infraestructura, servicios, equipamiento y demás satisfactores, así como la acti-tud más proactiva de los gobernantes locales para la generación de los recursos económicos y financieros, así como la inventiva de ingeniosas formas y fórmulas de coparticipación que involucren al sector público, social y privado.

La ciudad va, sin duda, a hacer más eficiente su in-fraestructura, su equipamiento y sus espacios públicos.

Va a concentrar la oferta de servicios urbanos y a hacer uso de la tecnología para la prestación de los servicios, pagos, información, contratación, comuni-cación y redes de información urbana.

Sin duda, la ciudad va a concentrar la localización de densidades altas de construcción y más preparada para la oferta de servicios complementarios.

El gran reto de la ciudad es, sin embargo, el del entorno urbano, su gobierno y sociedad, que serán finalmente, lo de aumentar la calidad de vida de la gente, generar y transformar los espacios urbanos, ha-ciéndolos más habitables en donde el hombre pueda desarrollar a plenitud sus actividades.

Los diez países altamente desarrollados se ca-racterizan por una población urbana superior al 90% (EUA, 90%; Francia, 96%; Inglaterra, 94%), en México, la población urbana es de 78%, pero es indudable que está incrementándose año con año.Vamos hacia un México urbano, aunque tardaremos en alcanzar los niveles de calidad de vida de los 10 grandes.

Finalmente, la mala noticia en México: parecería que vamos hacia grandes metrópolis y campos devas-tados por la migración urbana y el bracerismo con los problemas sociales que ello implica (familias desin-tegradas, abandono de jóvenes, de padres de familia y de fuerza laboral agrícola), desempleo masivo en el campo y desabasto alimenticio, caída de la producción agropecuaria, dependencia alimenticia del exterior, desnutrición creciente y falta de oportunidades en las ciudades, particularmente en el campo.

Paradójicamente se necesita garantizar un desa-rrollo urbano a partir de:

a. Reducir o mitigar la migración campo-ciudad.

b. Un desarrollo rural justo y equilibrado que garanti-ce el abasto alimenticio a las grandes ciudades y am-plíe oportunidades a la gente que vive en el campo.

c. Llevar los satisfactores urbanos a las comunida-des de agricultura de sobrevivencia y consolidar las ventajas competitivas de la agricultura comercial de exportación.

Sólo con un campo sólido, productivo y con oportuni-dades podemos garantizar una ciudad con crecimiento demográfico y migratorio moderado, crecimiento eco-nómico y desarrollo urbano sostenidos.

Solamente con una economía urbana y rural en crecimiento sostenido se garantizarán los recursos eco-nómicos para abatir rezagos urbanos históricos de todo tipo y prever los satisfactores de un futuro próximo.a

Doctor en planeación urbana. Egresado de la Universidad, París IV, Sorbona, Francia

[email protected]

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El habitante de la ciudad de México en el siglo XXI tiene como mayor desafío res-ponder al desbordante crecimiento ur-bano que se está viviendo. El reto de la sociedad civil es cómo administrar de

manera inteligente la gran ciudad; en la actualidad la división jurídico-administrativa de la zona metropo-litana comprende el Distrito Federal y varios munici-pios conurbados del Estado de México, cuya capital se encuentra en Toluca, a 70 kilómetros del centro de la ciudad de México. Actualmente ya hay más ha-bitantes viviendo en las zonas conurbadas que en el Distrito Federal y esto se agudizará de manera crítica en las siguientes décadas.

A principios del siglo XX había en el mundo alre-dedor de 10 ciudades con aproxi-madamente un millón de habitan-tes: para el año 2000 habrá cientos de ciudades con ese tamaño, entre las cuales se estima que alrededor de 28 tendrán más de 8 millones de habitantes cada una. La man-cha urbana más grande es Tokio, con cerca de 30 millones; sin embargo, en pocos años probablemente sea la magalópolis de México.

Paradigmas de la ciudad de México en el siglo XXI En pocas décadas la ciudad de México estará integrada a la era de la telemática y la información tecnológica. ¿Cómo adoptar los paradigmas de la nueva era tecno-lógica? ¿Será posible formar parte de ese estatus de la comercialización y de muchas más innovaciones ba-sadas en estos nuevos paradigmas tecnoeconómicos, con las formas tradicionales de la administración de la ciudad?

La zona metropolitana de la ciudad de México tie-ne enormes ventajas potenciales en relación con otras muchas ciudades del mundo. Para entender su pers-pectiva y no dejarse llevar por escenarios sesgados nos preguntamos: ¿Quién va a definir las estrategias? ¿Quién va a establecer las ideas que se propongan? ¿Cuál es el mecanismo o el sistema de gobierno que lo-gará que la zona metropolitana de la ciudad de México realmente se desarrolle?

Los administradores públicos están absortos en el dilema entre la planeación y la operación, aunque or-dinariamente este segundo aspecto los rebasa y les deja poco tiempo para atender el primero. Asimismo, en muchos casos se habla de grandes proyectos de infra-estructura, pues se entiende que ésta hace una ciudad más sólida, pero se descuida el mantenimiento y fun-cionamiento de la ya existente.

En el marco de la economía global, muchos de los gobiernos de la magalópolis de México no tienen muy claro cuál es su función en la administración de la ciudad y en la vida nacional. Esto se debe a que sólo administran un fragmento pequeño de la estructura económica y en este sentido, por lo regular, hay una contradicción entre el desarrollo económico que se

desea y las facilidades normativas existentes en la gran ciudad para poder establecerlo.

Hoy en día, y más en el futuro, la ciudad cumplirá una función de extraordinaria importancia en la economía nacional, ya que es el centro más dinámico de las

innovaciones contemporáneas y se considera que los ajustes estructurales en la economía internacional y su relación con la nación podrían tener efectos radicales en la economía urbana.

La investigación sobre la ciudad es básica para la toma de decisiones y para poder aprovechar opor-tunidades que quizá sean únicas. De esta manera se contribuye a lograr la flexibilidad necesaria para las futuras circunstancias. La ciudad debe ofrecer el mayor número de oportunidades posibles para todos los sectores, en materia de empleo, vivienda, transporte, tierra, instituciones de enseñanza, re-creación y cultura.

La organización de la actividad económica ha entrado en una etapa de múltiples transformacio-nes, que han tenido un efecto diferente en cada parte de la ciudad y han alterado la relación con la economía internacional debido a múltiples fac-tores, como la rápida industrialización del ámbito financiero dentro de una red de transacciones su-mamente amplia.

JOSÉ LUIS CORTÉS

Ciudad sin fronteras,Ciudad invisible

El reto de la sociedad civil es cómo administrar

de manera inteligente la gran ciudad

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CIUDADES

La combinación de la dispersión espacial y la in-tegración global han creado una nueva función estra-tégica para los principales centros urbanos, los cuales ahora funcionan como centros de control de grandes fuentes de recursos. Además, han cambiado su estruc-tura económica y social a través de diferentes vertien-tes, ya que son la sede de las principales organizacio-nes que guían la economía y los poderes políticos, así como lugares clave para el establecimiento de servicios especializados que han reemplazado las manufacturas como guía del desarrollo económico, sitios de produc-ción de innovaciones, centros de actividades culturales y lugares de alto consumo de los avances tecnológicos. Todos estos aspectos han influido en la forma de la ciudad y demuestran que un nuevo tipo de ciudad está apareciendo: “La ciudad sin fronteras”, que trae consi-go otro nuevo paradigma: “La ciudad invisible”.

Las diferentes partes que conforman la ciudad desempeñaron papeles muy distintos a lo largo de la historia, pero los fenómenos contemporáneos, con cambios impresionantes, nos hacen pensar que dichas áreas urbanas, con sus diferencias en cuanto a historia, manifestaciones culturales, características geográficas

y economía, experimentan transformaciones simila-res. En un corto lapso ha cambiado su función en la economía municipal, estatal, federal e internacional, en relación con la posición que ocuparon a lo largo de muchos años.

La dispersión territorial de la población y de la acti-vidad económica están creando la necesidad de demo-cratización del poder y, por otra parte, se están concen-trando la administración de grandes empresas o cade-nas comerciales; es decir, al parecer y contrariamente a lo que podría pensarse, también se está concentrando el capital en muy pocas de esas empresas financieras y comerciales; no se está generando una mayor distribu-ción de los beneficios y de la propiedad.

En relación con las manifestaciones físico-espacia-les de las empresas comerciales, se observa que la sede de dichas empresas está en las zonas más privilegiadas de la ciudad y muchos de los diseños arquitectónicos de los edificios que las representan se deciden en luga-res muy lejanos a la ciudad de México y se repiten de manera indefinida, lo que provoca una alteración de los contextos urbanos y la pérdida de identidades de muchos barrios.

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Otro efecto físico-espacial en la zona metropolitana es la alta densidad de construcción en lugares específi-cos, entre lo que resaltan especialmente los centros co-merciales y de negocios en puntos estratégicos, como los nuevos desarrollos en las periferias, que alteran zonas agrícolas e inducen el crecimiento de la mancha urbana, o en centros o subcentros históricos ya esta-blecidos, donde se modifica la estructura existente y se propicia el traslado de la población a otras áreas más lejanas. Todo este fenómeno provoca que la mayoría de los habitantes viva lejos de su fuente de empleo y tenga que pagar altos costos monetarios para transportarse y altos costos sociales por el tiempo que pierde en sus desplazamientos. Es importante reflexionar sobre el paradigma de la forma que se desea para la ciudad y la que está resultando por las fuerzas del mercado.

Conocer el nuevo orden urbano y la composición de la estructura social debería ser más importante para la administración de la ciudad que la administración mis-ma de las infraestructuras, los equi-pamientos y los servicios; es decir, la incorporación de la población y de las diferentes organizaciones y empresas en el proceso de la administración de la ciudad es de suma relevancia. Los administradores saben cada vez menos lo que ocurre dentro de los edificios, de la ciudad oculta, mane-jada por la telemática y los medios de comunicación contemporáneos del mundo globalizado. En muchas ocasiones, hay pequeños espacios que pueden tener un valor estratégico mu-cho mayor del que puede imaginarse.

Llegar a captar la estructura de la zona metropolitana requiere que se tome en cuenta que es el lugar donde ciertos tipos de trabajos se pueden realizar. Esto va mucho más allá de la dicotomía entre manufacturas y servicios, pues, además de tener servicios muy especializados que necesitan las grandes organizaciones para coordinar y administrar múltiples negocios dispersos en el país o en el extran-jero, también ahí se da la mayoría de las innovaciones creativas en los campos de la ciencia, la tecnología, el comercio, las finanzas, la política y la cultura, y ahí se concentran los grandes mercados de consumo.

Otro punto clave respecto a las megalópolis es enten-der su capacidad para competir con otras ciudades en el control de diversas actividades comerciales, financieras, económicas y culturales. En este sentido es importante reconocer el poder de las grandes organizaciones pri-vadas, nacionales e internacionales sobre los gobiernos de las ciudades y el desarrollo económico. También se

puede analizar hasta qué punto el Estado puede con-tribuir a definir el rumbo del crecimiento económico y a capitalizar el potencial existente en cada zona de la ciudad, para ayudar a conformar el perfil físico-espacial requerido para responder a las necesidades de sus ha-bitantes en el futuro próximo. Debe estudiarse cómo administrar la ciudad con una visión estratégica que permita consolidar la estructura existente y evitar inver-siones efímeras que generen confianza en la población y en las organizaciones privadas y públicas para colaborar en el diseño de una mejor ciudad, y cómo establecer normas e incentivos adecuados para el desarrollo social y económico, a fin de competir con otras ciudades en diferentes mercados.

Los gobiernos de la ciudad de México se enfrentan a la necesidad de contar con una administración mu-cho más compleja, acorde con los avances tecnológicos

que requieren mayor calidad en la información y el control de la misma. Por otra parte, tienen el problema de seleccionar y financiar asesorías nacio-nales e internacionales en campos muy especializados que desconocen, lo que hace más difícil la administración.

Los gobiernos deben preocupar-se en ayudar a desarrollarse a las pe-queñas industrias y a los comercios menores, pues ahí se genera la ma-yoría de las innovaciones, junto con el sector informal de la economía; su impacto económico, social, político y físico-espacial en las ciudades es gran-de. Asimismo, la multiplicidad de los mercados que se han incorporado al sistema global de la economía ocasio-na que muchos de los negocios estén fuera del control de las grandes orga-

nizaciones financieras que dominan a escala interna-cional, aunque es cierto que existen por la transnacio-nalización de la economía y la proliferación de bancos e instituciones financieras de diversa índole.

Es importante prepararse para enfrentar los desa-fíos de la siguiente era tecnológica y en el caso particu-lar de la ciudad de México es prioritario el poder desa-rrollar investigación permanente que permita conocer cada uno de sus problemas en su verdadera magnitud, y una vez que se tenga pleno conocimiento de su pro-blemática importa saber definir prioridades para po-der abordar con mucha inteligencia las circunstancias que se presentan y así diseñar un plan estratégico que permita mejorar la calidad de vida de sus habitantes de la ciudad de México en el siglo XXI.a

Director de Arquitectura y director de Educación Continua de la Universidad Iberoamericana, ciudad de México

especial

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Estado de MéxicoValle de Bravo

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políticapolítica

JOSÉ BARRAGÁN

Es obligado empezar diciendo que celebramos un aniversario más de nuestra Constitución. Sería el 92 para quienes sostienen que la de 1917 es una nueva Constitución y para otros, sería el 152, ya que consideran que lo que se

hizo en 1917 fue una reforma, amplia y masiva, pero re-forma al fin y al cabo de la Constitución de 1857.

Noventa y dos años son muchos años, pero claro que 152 serían muchísimos más años. Y, como sabemos, nunca pasan en balde. Los años producen en nosotros y en nuestras cosas, envejecimiento, deterioro y muerte, de manera que, por ejemplo, el proyecto de reforma de Venustiano Carranza dio por muerto al texto original de 1857; así como las innumerables reformas que se le han hecho al texto original de 1917 han terminado por dar muerte a dicho texto.

Podemos decir que México no se rige ni por el texto original de 1857 ni por el texto original de 1917, aunque mejor fuera decir que los mexicanos, en estos precisos momentos, no nos regimos por ningún texto constitu-cional, debido a que el texto vigente, lo quebrantamos todos los días grave y masivamente, sin que podamos garantizarnos a nosotros mismos que vivimos bajo las bondades de un Estado de Derecho.

Aunque a menudo se afirma lo contrario, ni la Constitución de 1857, con su declaración de derechos del hombre y los juicios de amparo, ni la Constitución de 1917, con sus avances en materia de derechos sociales, son las mejores constituciones que ha tenido México. Y, desde luego, no han sido, de hecho, la solución oportuna de todos y de cada uno de los casi insuperables proble-mas que se propusieron resolver.

Resulta impensable que entre los festejos de este nuevo aniversario alguien proponga darnos una nueva Constitución, que es lo que realmente necesitamos en los contextos, bastante falsos, de la llamada transición, por un lado; y de la también llamada Reforma del Estado, por otro lado; o en los contextos en que se dieron las ahora festejadas.

Entre asonadas y proclamas militaresNos han mentido nuestros constitucionalistas, haciéndo-nos creer en que ambos textos son de lo mejor que hay en el mundo y que, desde luego, son constituciones legítimas.

En efecto, nos hablan de convocatorias previas para reunir al respectivo Congreso Constituyente, nos

muestran sus libros de actas de sesiones y, finalmente, nos entregan el producto aprobado por dichos con-gresos, a saber, el texto constitucional con lo mejor del mundo, como serían los juicios de amparo y las decla-raciones de derechos del hombre y de garantías indi-viduales, y las promesas de las mejoras sociales para campesinos y obreros.

La verdad de las cosas es que las convocatorias se hicieron después de las acostumbradas asonadas y pro-clamas altisonantes de unos militares en contra de otros, para conocimiento del pueblo.

La convocatoria para el Congreso Constituyente de 1857 fue expedida por D. Juan Álvarez, el 16 de octubre de 1855. De conformidad con el Plan de Ayutla, ratificado en este punto por el de Acapulco, la convocatoria utilizada fue la de 10 de diciembre de 41, en palabras imparciales de don Felipe Tena Ramírez.

El propio maestro Tena Ramírez, luego nos habla de Madero: eludir el problema social, defraudar las pro-mesas del Plan de San Luis al imponer a sus candidatos, haber traicionado desde Ciudad Juárez a las tropas de la insurrección, fueron las principales causas aducidas por la serie de levantamientos que se produjeron en el seno del maderismo en contra del caudillo. De ellos, los más graves fueron el de Emiliano Zapata, en el Sur y su Plan de Ayala; y el de Pascual Orozco, con el Pacto de la Empacadora, frente a los levantamientos de los antiguos jefes porfiris-tas, Bernardo Reyes y Félix Díaz.

Nos habla del cuartelazo de la Ciudadela, de Manuel Mondragón, de Victoriano Huerta, de la rebelión del en-tonces Gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza; del Plan de Guadalupe, de la convención itinerante de jefes militares y del decreto reformatorio de algunos artículos del Plan de Guadalupe, por medio del cual se formaliza la convocatoria para reunir al Constituyente de 1916.

Este proceso, apenas reseñado con palabras de Tena Ramírez, culmina con la entrega de un proyecto de reformas elaborado por don Venustiano Carranza y entregado a un congreso de adeptos y amigos, algo así como lo hizo don Agustín de Iturbide, con su Proyecto de Reglamento del Imperio Mexicano y su famosa Junta Nacional Instituyente, aunque con dispar fortuna, por-que a don Agustín le salieron peor las cosas, ya que la reacción en su contra impidió que su proyecto se con-virtiera en constitución.

ConstituciónUna nueva

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Ambos textos son producto de asonadas y de pro-clamas previas. En ninguno de los dos casos se siguió procedimiento alguno que los legitimara bien a bien, ni para la convocatoria a sesiones de un genuino Congreso Constituyente ni para llegar a jurar por parte de la po-blación los textos aprobados como constituciones. El pueblo, que es el soberano genuino, estuvo ausente de estas formalidades.

No fueron juradas por el puebloAsí fue. Vistas en perspectiva histórica, lo que más llama la atención es que ni el Constituyente de 1857 ni el de 1917, por decirlo con las fechas de aprobación de sus respectivas constituciones, fueron nunca juramentados por el pueblo, en cuanto representación de la soberanía popular, tal como sí se hizo, por ejemplo, con las cor-tes españolas de Cádiz, los dos congresos constituyentes mexicanos de 1822 y 1824, y los mismos 19 constituyen-tes locales del periodo de 1824 a 1827.

Quizá por eso mismo, tampoco se presentaron al pueblo dichos textos constitucionales, una vez que fue-ron aprobados, para su debido juramento, tal como sí se hizo con la Constitución española de 1812; la mexicana de 1824 y cada una de las 19 cons-tituciones locales de ese primer pe-riodo de 1824 a 1827.

En el fondo y en esa misma perspectiva histórica, estamos ante dos textos impuestos por la misma fuerza de las asonadas y las procla-mas militares, como también son im-puestas cada una de las subsecuentes reformas de que han sido objeto, más que nada, para dejar impresa la huella autoritaria del presidente en turno.

Lo cierto es que sentimos que no son nuestras ni nos atañen gran cosa. Peor es, desde luego, estar obli-gado a obedecer y a hacer obedecer dicha Constitución, como lo están todas y cada una de las autoridades y fun-cionarios públicos, y quebrantarla cuantas veces se ten-ga que quebrantar, como ha venido sucediendo siempre, incluso con las reformas mismas, que parecen otras tan-tas violaciones y quebrantos al texto original.

Contrastan muchísimo, entre sí, las circunstancias históricas, no obstante que haya un débil hilo conduc-tor por el que discurre nuestro país. Desde luego, las constituciones son hijas de esas circunstancias, como lo son también las adiciones y reformas de que luego son objeto.

Ni las asonadas ni las proclamas golpistas son las mejores circunstancias para la discusión y aprobación de un instrumento estable y consensuado de gobierno, como tiene que ser un texto constitucional.

Ahora, o en estos momentos, vivimos la fiebre de la llamada Reforma del Estado, sin duda alentados por las

esperanzas de los cambios y las alternancias en el poder que se han venido dando en los últimos años.

Idealmente, al hablar de la Reforma del Estado, o al insistir en que vivimos una etapa de transición, se piensa en la necesidad de hacer cambios profundos sobre las estructuras de organización y funcionamiento del poder público, o del poder del Estado.

Ya se ha discutido todo, o casi todo. Se emitió una ley para encauzar de la mejor manera los propósitos y las mismas acciones de reforma. Y si bien, ha habido muchas reformas, no son las que necesitamos para resolver la in-gente y peligrosa problemática que tenemos encima.

Se mantiene la pugna entre las iglesias y el Estado por falta de una verdadera libertad religiosa, que nunca hemos tenido en México; el proceso de concentración de los bienes y de la riqueza pública es tanto o más acen-tuado que el de mediados del siglo XIX y principios del XX, que motivaron la Revolución de 1910.

Las mejoras al campesinado mexicano han fracaso por completo, como han venido deteriorándose y fraca-sando el Instituto Mexicano del Seguro Social y los de-más sistemas de salud y de la seguridad social.

La delincuencia y la criminalidad ahora no son me-nores que la que enfrentó con éxito don Benito Juárez y sus leyes de ex-cepción y se asemejan mucho a los estados y circunstancias de verda-dera beligerancia.

Dadas estas circunstancias y muy a pesar de quienes tienen temo-res fundados, lo conveniente es que los mexicanos hagamos el esfuerzo

por intentar darnos una nueva Constitución, como se hizo en la primera etapa de nuestra vida independiente, después de haber superado muchísimos males, ocasionados por el mismo proceso de emancipación de España; por el mismo hombre fuerte del momento, don Agustín de Iturbide, y por el mismo proceso de formación del federalismo mexicano.

Los conocimientos del constitucionalismo, por así decirlo, son precisos y preciosos. Podemos preparar, dis-cutir y aprobar el mejor texto constitucional, que será siempre aquel que una a todos los mexicanos, mediante la renovación de nuestro pacto de convivencia política y social; mediante la aprobación del mejor y más completo capítulo de derechos humanos y garantías individuales; mediante el perfeccionamiento de nuestros sistemas de educación, de salud y de la seguridad social; mediante la conveniente adecuación de nuestro sistema de gobierno, federalista o no federalista; presidencialista, parlamenta-rio o semiparlamentario; mediante la toma oportuna de las medidas adecuadas para resolver esa enorme proble-mática, de toda índole, que nos está poniendo al borde de una nueva revolución.a

Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas - unam

Resulta impensable que entre los festejos

de este nuevo aniversario alguien proponga darnos una nueva Constitución

A debate

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economía

Hace unos meses celebramos otro ani-versario de la Revolución mexicana. Recordemos, esa Revolución fue la reacción popular frente a las des-igualdades del primer liberalismo

ultraconservador que cobra vida en México con el autoritarismo del régimen de Porfirio Díaz. A un siglo enfrentamos una situación distinta, pero tam-bién crítica. El neoliberalismo de hoy no tiene los rasgos dictatoriales del anterior, opera más sutil-mente, acotando la soberanía nacional y los alcances de la democracia, de las políticas públicas de benefi-cio colectivo. Por eso, la pobreza afecta a 40% de las familias; por eso, el grueso de la población trabaja-dora carece de protección social; por eso, emigran 400 mil mexicanos al año; por eso, nos encontramos inermes a los contagios de la crisis del libertinaje fi-nanciero de los países del Primero Mundo. Hoy, no nos amenaza una guerra civil, pero sí la descompo-sición social nacida de la inseguridad económica o de un crimen organizado retroalimentado en la falta de oportunidades de trabajo. Contribuir a atajarla es tarea ineludible del PRI, en tanto es la principal fuer-za política del país.

No me referiré a las causas de la debacle fi-nanciera en el Primer Mundo, sino a la necesidad de atemperar sus repercusiones en México. Los contagios de la crisis nos llegan por varios con-ductos que no alcanzan a compensar la pasividad gubernamental. EI primero y más importante proviene de la falta de crédito que ya abarca a casi todos los sectores productivos y a casi todas las empresas, independientemente de su tamaño. La banca comercial poco presta a la producción y mucho al consumo, poco a los corporativos grandes, casi nada a la agricultura. La cartera de créditos a los sectores productivos se encuentra muy por debajo de las cifras reales de más de diez años atrás.

La pequeña y mediana empresas industrial y agrícola ya se habían acomodado a la exclusión casi total de la banca, a pesar de desempeñar un pape1 crítico en el sostenimiento del empleo. La empresa grande aprendió a financiarse en los mercados ex-ternos, tomando crédito, vendiendo participacio-nes accionarias o flotando bonos. Por eso, la deuda privada externa representa alrededor de 70% de la deuda total del país. Hoy, ante la cerrazón de los mercados internacionales de capitales, el sector corporativo, el de las empresas líderes de México, se ha quedado, al igual que la agricultura y los ne-gocios pequeños, sin fuente de financiamiento a sus operaciones, inversiones y vencimientos.

No obstante, la banca comercial registra grandes utilidades prestando al consumo con tasas descomu-na1es de interés que las autoridades no aciertan a re-gular. En los hechos, la nacionalización, la apertura financiera, la reprivatización y, luego, la extranjeriza-ción de los bancos comerciales han creado un sector financiero parasitario, a lo que se ha unido la esteri-lización de la banca de desarrollo para divorciar casi por entero a la intermediación financiera nacional de la producción. Por eso, el contagio externo de la crisis se traduce en anorexia financiera al sistema produc-tivo mexicano. La situación es doblemente grave por cuanto la banca comercial, ante el alza de sus carteras vencidas, restringe el financiamiento, mientras sube márgenes, tasas de interés, comisiones y multiplica los requisitos a los pocos créditos que otorga.

Es difícil esperar que ese tipo de banca ante la crisis pueda asumir el reto de proveer fondos al sector de las empresas mayores y menores del país, y hacerlo, además, en términos internacionalmen-te competitivos. Este es el origen de los estremeci-mientos cambiarios recientes -1a falta de fondeo a obligaciones privadas externas-, desde luego, mez-clada con errores u operaciones especulativas, defi-cientemente reguladas o vigiladas.

DAVID IBARRA

viaja a MéxicoLa crisis

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El segundo mecanismo de contagio está rela-cionado con la balanza de pagos. El sector exter-no se hunde. En la medida en que cancelamos la política industrial y desaprendimos a producir, las importaciones, sean de bienes de capital, insumos intermedios o artículos de consumo, crecen des-mesuradamente. En cambio, los principales pila-res de los ingresos externos se debilitan: ventas de petróleo, exportaciones de maquiladoras, remesas de transterrados, turismo, préstamos externos e inversión extranjera directa. Desde 2007, 1os sín-tomas eran inequívocos al crecer el déficit comer-cial casi 80%, duplicarse el de la cuenta corriente y cerrarse o subir el costo de acceso a los merca-dos internacionales de capitales. La situación sigue empeorando día con día. En el mes de septiembre pasado, el déficit de la balanza comercial (2,680 millones de dólares) se cuadruplicó con relación al mismo periodo del año anterior.

Flaquean 1os flujos conjuntos de la inversión extranjera en que se habían puesto grandes esperan-zas. Frente a la marcada iliquidez de los centros del Primer Mundo, hay y habrá salidas netas de capitales extranjeros, como ocurre en el grueso de los países emergentes. Peligran las inversiones de cartera con saldos de 20 mil millones de dólares de papel gu-bernamental, a lo cual se añaden los vencimientos de corto plazo en dólares de las empresas mexicanas (otros 20 mil millones) y la remisión de utilidades de las filiales establecidas en México.

El tercer mecanismo de transmisión recesiva a la producción es más indirecto, pero no menos efi-caz. Está relacionado con el resquebrajamiento de las cadenas industriales que arrastrará a la peque-ña y mediana industrias, y a las maquiladoras. Y también a la grave reducción real y de expectativas del poder de compra de la población. La situación se deteriora. Ya en el tercer trimestre del año, 40% de la población trabajadora carecía de las presta-ciones de ley, mientras la generación de empleos en 2008 ampara a menos de 20% de los jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo.

En suma, la recesión ha comenzado a cobrar enorme fuerza ante las magras respuestas guber-namentales. Se debilita con rapidez el consumo privado con toda su fuerza depresiva de arrastre. A su vez, los ritmos de ascenso del producto se comprimen de 4.9% en 2006, a 3.2% en 2007; a 2% en el año en curso, y a una previsión de 1.8% Hacienda (o de 0.5% Banco de México) y otra más realista entre 1% y -1% para 2009.

Entonces, urge tomar medidas de emergen-cia, hacer los ajustes legislativos indispensables, mediante los cuales se atemperen los contagios

de la crisis y de sus mecanismos de transmisión: impedir la generalización recesiva del sector pro-ductivo y de sus empresas líderes, mediante la aplicación de acciones directas o indirectas de res-paldo gubernamental y de compromisos privados de corresponsabilidad; segundo, limitar los daños a la economía de las pequeñas empresas, de las fa-milias, de los pobres, de los depositantes y de los prestatarios inmobiliarios; y, tercero, asentar las políticas públicas en la prioridad principalísima, dominante, frente a cualquier otro objetivo, de contener el desborde de las crisis en desempleo, involución inversora o volatilidad cambiaria.

Las respuestas a las cuestiones aludidas no son ajenas a la reconstrucción del sistema crediticio y fi-nanciero, a la producción, a la reanimación de la mo-ribunda banca de desarrollo y al reinicio de la política industrial. En suma, con audacia, debe irse bastante más allá de repetir que la economía es só1ida o que la banca está bien capitalizada. Por contraste, las res-puestas norteamericanas al receso ilustran la timidez propia. Ahí, el plan de Paulson, compuesto por 22 programas, compromete gasto público a cargo del contribuyente en 5 millones de millones de dó1ares (un tercio del producto). Y el correspondiente a la Reserva Federal, por 800 mil millones de dó1ares, está destinado a comprar carteras hipotecarias o tar-jetas de crédito, ondeado mediante la simple emisión monetaria. En tiempos de crisis sobran los escrúpu-los neoliberales, los países deben abrazar políticas decididamente más atrevidas. Aquí, lejos de caer en otro rezago nacional de ideas y de acción, el PRI bien podría encabezar cambios que resguarden al país de precipitarse de lleno, inerme, a la primera crisis hon-da y posiblemente prolongada del mundo.a

EconomistaDiciembre 3 de 2008

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economía

Hace unas semanas, la reina Isabel de Inglaterra hizo una visita a la famo-sa London School of Economics y lanzó una pregunta inocente y llena de contenido: ¿Cómo es posible que

nadie hubiera anticipado el problema actual? En efecto, fueron muy pocas las voces que alertaron sobre los peligros que venían y la gran mayoría, so-bre todo, en los centros de decisión, coincidía en un ascenso continuado de la expansión económica y del sector financiero.

Todos sabemos que el problema empezó con una explosión en el crédito hipotecario y en la burbuja en el valor de los bienes raíces en Estados Unidos y en otros países europeos. La tasa de interés se mantuvo muy baja y por un largo periodo.

Debajo de esos hechos, encontramos procesos de gran trascendencia y que representan el verdadero ori-gen de la crisis, tal vez, la más severa y profunda desde la gran depresión de 1929-1932. El común denomina-dor de estos procesos es el exceso:

- Exceso en el endeudamiento del gobierno, em-presas, bancos y familias, principalmente en Estados Unidos, el gran deudor del mundo. Permítanme unos cuantos datos: el déficit del gobierno de Estados Uni-dos será en 2008 de alrededor de 1.0 trillón (con 12 ceros), su deuda pública alcanzará 10 trillones y su deuda externa será superior al 100% de su PIB. Algo similar ocurre con las familias norteamericanas que se han acostumbrado a vivir de prestado y por encima de sus propios medios.

Por su parte, algunos bancos europeos presentan una situación dramática: el Deutsche Bank tiene un apalancamiento que equivale casi al 80% del PIB de Alemania, en el Barclay’s es de 60% del PIB del Reino Unido y en el Fortis de Bélgica, la relación equivale a tres veces el PIB de ese país.

- Exceso en la desregulación y falta de una ade-cuada supervisión del mercado financiero, siguiendo el dogma neoliberal.

- Exceso de arrogancia de las autoridades en no reconocer la gravedad del problema.

- Exceso de codicia de los actores y las institucio-nes financieras.

Excesos, excesos, excesos. Se olvidó el viejo dicho popular yucateco: “Todo exceso es mucho”.

Cuando la explosión continúa se incorporan los créditos llamados subprime, es decir, deudores de dudosa capacidad de pago. Se otorgan créditos a los “ninjas”. En el proceso, los bancos introducen una serie de innovacio-nes financieras respaldadas por hipotecas y el mercado de “derivados” crece de manera exponencial. Entramos en un sistema financiero a la sombra y sin regulación. Alguien lo ha llamado “la banca irresponsable”.

Warren Buffet: “Instrumentos financieros de des-trucción masiva”.

George A. Soros: “Nadie entiende cómo funcio-nan en realidad”.

Cuando la tasa de interés se eleva, los deudores hipotecarios encuentran imposible continuar con sus pagos a los bancos, los precios de las casas se derrum-ban y todo el proceso se revierte. La debacle. Hay, en la actualidad, alrededor de 25 millones de casas en subas-ta en Estados Unidos.

Las pérdidas y castigos actuales y potenciales en-tre las principales entidades financieras se estiman en la actualidad en 1.4 trillones de dólares, según el Fon-do Monetario Internacional.

Lo que hemos visto en las últimas semanas es algo que nunca hubiéramos imaginado. Parecía una pelícu-la de terror.

El rescate de Bearn Sterns, la bancarrota de Leh-man Brothers, el rescate de Merryl Linch, el apoyo de 200,000 md a Fannie Mae and Freddie Mac, el derrum-be de la compañía de seguros más grande del mundo, AIG y el soporte de 85,000 md y 40,000 adicionales en los últimos días del Tesoro norteamericano; el paque-te de rescate financiero más importante en la historia, 700,000 md, rechazado inicialmente por el Congreso de Estados Unidos, para comprar “activos tóxicos” de

JESÚS SILVA HERZOG

para nuestra economíaConsecuencias

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la banca y convertido después en aportaciones de ca-pital, equivalente a una nacionalización, siguiendo el ejemplo del Reino Unido, Churchill decía que “Estados Unidos siempre hace lo correcto, después de tratar to-das las otras alternativas.”

Por otra parte, la crisis financiera se ha exten-dido a todo el mundo, incluyendo China y los paí-ses emergentes.

En las últimas semanas hemos presenciado una muy elevada volatilidad en los mercados de valores del mundo, pero con una pérdida acumu-lada en el año de más de 30%. Además, el precio del petróleo hoy en día es menos de un tercio de su pico de hace sólo unos cuantos meses. El flujo de crédito está paralizado.

En mi opinión, el problema actual ya no es la quiebra del sector financiero. Los gobiernos han mostrado una clara voluntad política para evitarlo. El monto de recursos de los bancos centrales y de las tesorerías para apoyar a su sistema financiero es asombroso. Permítanme otras cifras. Los planes de rescate de algunos países son los siguientes: Es-tados Unidos, 700,000 md iniciales más 800,000 md del FED anunciados hace unos días; Alemania, 645,000 md; Reino Unido, 590,000 md; Francia, 450,000 md; Rusia, 210,000 md. Incluso, China acaba de anunciar un apoyo extraordinario de más de 500,000 md. El problema fundamental es hoy, el riesgo de caer en una recesión o depresión de la eco-nomía global. El Fondo Monetario Internacional ha hecho, recientemente, sus pronósticos de crecimien-to para 2009: Estados Unidos (-0.7%), Reino Unido (-1.3%) y la zona del euro (-0.5%). Su profundidad y duración son interrogantes difíciles de contestar.

La crisis financiera y económica se originó en el centro de poder del mundo y, probablemente, tendrá tres consecuencias fundamentales:

- Un resurgimiento de la regulación gubernamental en el mundo financiero y en otros sectores de la economía.

- La supremacía del mercado ha quedado en entredicho.

- El liderazgo y autoridad intelectual de Estados Unidos se ha visto disminuido.

El mundo, en particular el sector financiero, será di-ferente. El otoño de 2008 marca el fin de una era, dijo The Economist hace un par de semanas. Vamos a ob-servar un largo proceso de desapalancamiento, desen-deudamiento. Vamos a presenciar numerosas quiebras -grandes dudas sobre la industria automotriz en Esta-dos Unidos- y en tanto renace la confianza, el mundo se va a manejar con mayor prudencia, mayor aversión al riesgo y con menos especulación.

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economía

Dentro de este panorama sombrío, cuáles son las perspectivas económicas de México para el año 2009.

No hay duda que la crisis global tendrá conse-cuencias negativas para nuestra economía. Nuestra elevada interdependencia con Estados Unidos nos hace particularmente vulnerables a lo que acontezca en la economía de nuestro vecino del norte.

Es muy probable que Estados Unidos vaya a atra-vesar por una franca recesión en los próximos tri-mestres. Es decir, la economía norteamericana puede crecer muy poco o incluso tener crecimiento negati-vo. La demanda de productos mexicanos se verá dis-minuida y las exportaciones verán una reducción, las oportunidades de trabajo para nuestros compatriotas serán menores, lo cual puede traducirse en una repa-triación importante de trabajadores hacia México, las corrientes de turistas, al disminuirse el ingreso dispo-nible, pueden reducirse y lo mismo puede decirse de la inversión extranjera directa. Dicho de otra manera, nuestros ingresos en dólares en 2009 serán inferiores a los de este año de 2008.

Por otra parte, una consecuencia fundamental de la crisis ha sido la parálisis de la corriente de cré-dito en todos los países directamente afectados. An-tes, confianza en todo y en todos. Hoy, desconfianza generalizada. Muchas empresas mexicanas -grandes y medianas- que obtenían financiamiento en bancos norteamericanos van a enfrentar grandes dificultades para renovar sus líneas de crédito u obtener nuevos recursos. Proyectos nuevos o en proceso se verán en-torpecidos. La banca mexicana, es decir, extranjera, está transfiriendo recursos para apoyar los problemas de sus matrices, con poco apoyo a las necesidades de nuestro país.

Dos mil nueve no será un buen año económico. Creo que conviene reconocerlo.

El Gobierno Federal envió al Congreso su presu-puesto de gastos para 2009, el 8 de septiembre pasado. Era otro mundo. Ha habido necesidad de revisarlo. Hace unas semanas fue aprobado por una gran mayo-ría de la Cámara de Diputados, con un incremento de 13% en términos reales. Por primera vez en muchos años, se prevé un déficit presupuestal de 1.8% del PIB, como una medida anticíclica, muy razonable.

El proyecto original del gobierno establecía un precio promedio del petróleo mexicano de 80 dólares el barril, revisado después a 70 dólares. Posteriormen-te, la cotización fue de 35 dólares. El anuncio del se-cretario de Hacienda, sobre la cobertura de los precios del petróleo para este año, es digno de reconocimiento. Por otra parte, la plataforma de exportación, por el de-clive del yacimiento de Cantarell, es demasiado opti-mista y los ingresos tributarios serán menores, dado el menor ritmo esperado de actividad económica.

La economía crecerá poco en 2009. La estima-ción original era de 3%, revisado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a 1.8% y ahora, la mayor parte de los analistas coincide en que es posible un avance menor al 1%, incluso nulo o crecimiento nega-tivo. México, en 2008 y en 2009, será el país con menor crecimiento económico en América Latina.

Todo lo anterior apunta a perspectivas económicas para 2009 nada halagadoras. Habrá que estar preparados.

El gobierno de la República anunció un programa de apoyo económico, que incluye mayores facilidades financieras de la banca de desarrollo y de la sociedad hipotecaria federal, así como programas complemen-tarios en infraestructura. Son pasos en la dirección co-rrecta, pero -a mi juicio- no serán suficientes para re-vertir el panorama descrito en los párrafos anteriores.

Ahora bien, todas estas consecuencias van a de-pender de cuatro factores:

1. La profundidad y duración de la recesión en Es-tados Unidos y Europa. Las medidas adoptadas -a pesar de su magnitud- no están dando los resulta-dos esperados.

Además, existen todavía incógnitas por aparecer. Por ejemplo, nadie sabía de las operaciones de deri-vados en tipo de cambio en México y en Brasil que han afectado a los mercados cambiarios (Comerci y Grupo Durango).

2. ¿Cómo van a responder Estados Unidos y Euro-pa a la crisis? Buenas señales: mayor cooperación internacional y esfuerzo interno sin precedente.

3. ¿Cómo va México a responder a la crisis? El problema no se ha reconocido en su verdadera dimensión; asimismo, los recursos disponibles para una política anticíclica son escasos. No se reconoce que en estas circunstancias más vale pecar de exceso que de defecto.

4. Repercusiones en el plano social y político. És-tas pueden dificultar los programas de ajuste y en 2009 tenemos elecciones intermedias.

Por encima de todo ello, hay que tener presente que la crisis del otoño de 2008 es diferente a las demás. Es un problema global que tiene sumidos a los grandes países industriales en una parálisis del crédito, esca-sez de recursos para la inversión, caída de los mer-cados, mayor desempleo y un futuro incierto.a

EconomistaDiciembre 3 de 2008

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Una autonomíaque llegaLa más grande y poblada de las islas de las

Antillas Neerlandesas, Curazao (bauti-zada como Isla de las Curaciones por los portugueses asombrados al ver cómo los marinos, con escorbuto, se aliviaron por

la cantidad de frutas que consumían al desembarcar ahí), va a comenzar a lograr su autonomía en el Reino Holandés. Un acontecimiento largamente esperado y, sin duda, extremadamente importante para quienes aquí vivimos.

La negociación ha estado plagada de escollos y momentos amargos, pero una cosa es evidente: la vo-luntad, expresada por 68 por ciento de los 150,000 cu-razoleños en el referéndum de abril de 2005, de lograr

un estatuto autónomo, dentro del reino, como ya lo tienen Aruba y las Antillas Holandesas.

Ubicada en el mar Caribe, a 50 kilómetros de la costa de Venezuela, Curazao es anhelada escala de los cruceros turísticos, lamentablemente con más fama por el licor de cáscaras de naranja que lleva su nom-bre que por la tenaz lucha por alcanzar la autonomía. Este esfuerzo no aparece en las pantallas de la tele-visión internacionales, ni tiene los tintes dramáticos del auge liberador de los países africanos en los años sesenta del siglo XX.

Después del referéndum por la autonomía, el Rei-no de Holanda puso como condición mantener en sus manos el manejo de la justicia y las finanzas de Cura-

CARYL J. ELS

Curazao:

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zao. Esa pretensión dejaría sin efecto la autonomía.Precisamente, la búsqueda de nuestra autonomía

se debe en parte al manejo discrecional de los dineros nacionales por parte de burócratas adeptos al gobierno de La Haya, que impide a Curazao resolver sus proble-mas de deuda.

El sector adinerado, que se beneficia con el actual estado de cosas, y la dependencia de Holanda han pro-vocado una tensión en este país que ha querido reco-rrer su ruta de la autonomía sin sobresaltos, animado por el Movementu Antia Nuevo (MAN), miembro de la Internacional Socialista, pero sin que se hagan sentir la opinión y el apoyo de las demás naciones caribeñas y de Latinoamérica.

Durante una manifestación del movimiento, un comando paramilitar arrestó a la hija de un popu-lar músico curazoleño y maltrató a la esposa y al hijo del líder del MAN; el 15 de diciembre pasado, fecha en la que se firmó el Acuerdo Transitorio, también hubo este tipo de manifestaciones adversas cuando se detuvo a parlamentarios y concejales del Movementu Antia Nuevo.

Junto a esas muestras de in-tolerancia y de represión, los cura-zoleños invocamos los derechos a la libre determinación de los pue-blos, sostenidos por las Naciones Unidas, para superar una situa-ción anacrónica e injusta. Eso no se consigue, como se pretende, con dinero, ni manteniendo las rien-das de la justicia y de las finanzas, que significarían una recolonización.

Holanda colonizó a la isla desde 1638, durante más de 350 años; más que los españoles a México, y que los ingleses a lo que ahora son los Estados Unidos de América.

Curazao tiene alternativas para resolver sus pro-blemas económicos, pero para ello necesita consolidar su autogestión económica y política.

Con México, por ejemplo, ve atractivas posibili-dades de cooperación en los terrenos de la educación y de capacitación técnicas, así como en el desarrollo de planes de radio, televisión y cine que sirvan para su proceso de integración nacional.

El sector turístico ofrece diferentes formas de co-laboración de turismo dual, lo mismo que el variado espectro de la cultura y el arte.

También es posible la comercialización de pro-ductos agropecuarios y proveer servicios de infraes-tructura urbana, como fontanería, albañilería y car-pintería. Quizá no sean proyectos espectaculares, pero sí viables y de rápida ejecución. Después, se buscaría firmar algunos acuerdos comerciales y de servicios fi-

nancieros internacionales o de joint-ventures de nego-cios en el Caribe.

El aspecto educativo es sumamente impor-tante. Un intercambio entre México y Curazao en esta materia enriquecería a las dos partes y deter-minaría una muy larga relación cordial, basada en el conocimiento, en la inteligencia y en una eta-pa histórica que habría de iniciarse en los recintos universitarios.

Con todo, el pueblo curazoleño aspira a ser tra-tado con respeto y a que se le proteja de todo abuso, en concordancia con los altos propósitos que dan sus-tento a la Organización de las Naciones Unidas, para beneficiarse como integrante, por derecho propio, de la comunidad internacional.

Apela, en consecuencia, a que le sea reconocida su plena dignidad, como base de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.

Curazao tiene más o menos la dimensión y la estructura administrativa y política de un municipio mexicano, con la diferencia de que cuenta con su pro-

pio Parlamento, con facultades li-mitadas por el poder de su majes-tad, la reina Beatriz, de los Países Bajos. Tiene un gobernador y un primer ministro.

En 1499, una expedición es-pañola comandada por Alonso de Ojeda y en la que iban Juan de la Cosa y Américo Vespucio, desem-barcaron en la que llamaron Isla de los Gigantes, por la notable ta-

lla de sus habitantes indígenas.Conforme la conquista se extendía por el conti-

nente, la isla fue abandonada, hasta que en 1621 los holandeses se instalaron aquí en 1638, para abaste-cerse de sal y madera. Luego arribaron colonos judíos sefardíes. Temporalmente la ocuparon los ingleses por tres años y después, de nueva cuenta, los holandeses hasta que durante la Segunda Guerra Mundial los Es-tados Unidos establecieron en la isla una refinería de petróleo venezolano que transportaban a Europa.

Durante el año 1969 hubo estallidos de protesta por los efectos económicos de la contracción petrolera y la exclusión de los curazaleños de la misma.

En el año 2010, las Antillas Neerlandesas dejarán de existir, pero dentro del reino de los Países Bajos. La autonomía será un triunfo y, sin duda, se espera más para el pueblo de Curazao, que lo merece en aspectos democráticos.a

Secretario de Asuntos Internacionales del Movementu Antia Nuevo (MAN), miembro de la Internacional Socialista. Doctor en

Negocios Internacionales por la Universidad de Columbia, [email protected]

Es anhelada escala de los cruceros turísticos,

lamentablemente con más fama por el licor de cáscaras de naranja que por la lucha por alcanzar la autonomía

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Pacto Iberoamericano sobre

Inmigración

Hace pocos meses, en el Consejo Euro-peo informal de Cannes, todos los mi-nistros de Asuntos Exteriores y de In-terior de los 27 miembros de la Unión Económica (UE) apoyaron unánime-

mente el Pacto Europeo sobre la Inmigración y el Asilo propuesto por la presidencia francesa. Es la primera

vez que se intenta avanzar algo en una coordinación de las políticas inmigratorias en la UE, cuando es una necesidad imperiosa del acuerdo de Schengen para eli-minar todas las fronteras dentro de la UE, al que hoy se han adherido ya 24 países, con la excepción del Reino Unido e Irlanda, pero con la adición de tres países no miembros: Suiza, Noruega e Islandia.

GUILLERMO DE LA DEHESA

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Es decir, 23 años después de la firma de dicho acuerdo y 13 años después de que entrase en vigor en 1995, se ha dado el primer paso, cuando dicho acuerdo hacía necesaria desde su inicio una política común de inmigración. Pero lo que es peor es que no se acuerda un reglamento o una directiva para conseguir una po-lítica común de inmigración, sino que se dejan, como de costumbre, todas las competencias en política inmi-gratoria en manos de los estados miembros y se intenta que éstos se pongan de acuerdo en un pacto (con una eficacia legal precaria) para que resuelvan los enormes problemas que ya plantea actualmente.

Este pacto ha venido precedido por la reciente-mente aprobada Directiva sobre el retorno de inmigran-tes de terceros países. La Directiva establece un proceso de retorno compuesto de dos fases. La primera se inicia con la emisión de una “orden de retorno” y el estable-cimiento de un periodo de hasta 4 semanas, para el re-torno voluntario de los nacionales de terceros países en situación ilegal. Una segunda que empieza transcurrido dicho plazo de retorno voluntario, en la que los estados miembros podrán emitir una “or-den de expulsión” con especifica-ción del tiempo para su ejecución y el país de destino, y cuya aplicación puede generar medidas coercitivas (como el internamiento temporal).

Este proceso de retorno puede acortarse bien cuando, ante el ries-go de fuga, el periodo de retorno voluntario sea interrumpido por una orden de expul-sión o bien, se dicten en un solo acto ambas órdenes. Tanto una como otra pueden contener una prohibición de reingreso en el territorio de la Unión de hasta cinco años, ampliable cuando concurra una grave amenaza para la seguridad y el orden público.

Hoy, se calcula que existen 7 millones de inmigran-tes irregulares o ilegales de terceros países no miembros viviendo en la UE (frente a 12 millones en EUA), de los que unos 600,000 están en España, además hay unas entradas anuales de medio millón y se esperan muchas más en el futuro, ya que la diferencia de salarios entre la UE y sus vecinos del este y del sur, al otro lado del Medi-terráneo, son todavía mayores que entre EUA y México, Centroamérica y el Caribe.

La solución adoptada para la inmigración ilegal en el pacto, que tendrá que ser refrendado en el próximo Consejo Europeo formal de Octubre, consiste: en pri-mer lugar, en que hay que controlar policialmente mu-cho más las fronteras externas de la UE, exigir visados biométricos y dar mayores medios a la Agencia Fron-tex. En segundo lugar, en que hay que conseguir, eso sí, ordenadamente, que salgan, del territorio de la UE, los aproximadamente 7 millones de irregulares proceden-

tes de países terceros, bien voluntariamente, mediante incentivos para que regresen y no vuelvan al menos en cinco años y de forma legal o bien, forzadamente, me-diante su expulsión o deportación, a sus países de ori-gen, lo que lleva consigo una estrecha colaboración con estos últimos. En tercer lugar, que hay que, conjunta-mente unos y otros países, combatir duramente la mafia creciente de traficantes de seres humanos y aplicarle las mismas penas que a los traficantes de drogas.

Esta situación pone a España en una situación muy delicada frente a los países de origen de la inmigración iberoamericana, ya que ésta alcanza 60 por ciento del total de los inmigrantes de terceros países no miembros de la UE, que son 3.2 millones y quizá un porcentaje mucho menor de los inmigrantes de terceros países que han entrado irregularmente en España, que se calculan en otros 600,000, ya que muchos de ellos fueron legali-zados en la regulación masiva que hizo España en 2005. Además de los que haya en otros países de la UE, que deben ser también numerosos.

A comienzos de 2008, la composición de los ex-tranjeros por región de nacimien-to de acuerdo con el INE es la si-guiente: los más numerosos son los que provienen de la UE a 27 con un 40.1 por ciento (de los que el 14 por ciento son rumanos), se-guidos de los de América Latina y el Caribe, con un 33.1 por ciento del total (de los que 8.0 por ciento

son ecuatorianos, 5.4 por ciento colombianos y 4.6 por ciento bolivianos); en tercer lugar, los procedentes de África, con 17.9 por ciento (del que Marruecos repre-senta 12.3 por ciento); luego, los procedentes de Asia, con 4.9 por ciento (del que los chinos alcanzan 2.4 por ciento); los del resto de Europa, con el 4 por ciento (de los que 1.5 por ciento son ucranianos), y los del resto del mundo, con 3 por ciento.

De acuerdo con el INE, la composición por nacionali-dades de los veinte primeros países de origen es la siguiente: los primeros son los procedentes de Rumania (729,000), se-guidos de Marruecos (645,000), Ecuador (420,000), Reino Unido (352,000), Colombia (281,000), Bolivia (240,000), Alemania (181,000), Italia (158,000), Bulgaria (154,000), Argentina (146,000), Portugal (127,000), China (124,000), Perú (120,000), Brasil (116,000), Francia (113,000), Po-lonia (79,000), Ucrania (78,000), República Dominicana (77,000), Paraguay (67,000) y Venezuela (58,000).

Esta misma clasificación puede hacerse, asimismo, por el porcentaje de la población total de país de origen de los residentes extranjeros. Los veinte primeros son: Rumania, con 3.20 por ciento de su población total; Ecuador, con 3.10 por ciento; Bolivia, con 2.70 por cien-to; Bulgaria, con 2.10 por ciento; Marruecos, con 1.90 por

Este pacto ha venido precedido por la

recientemente aprobada Directiva sobre el retorno de inmigrantes de terceros países

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ciento; Portugal, con 1.20 por ciento; Paraguay, con 1.03 por ciento; República Dominicana, con 0.84 por ciento; Colombia, con 0.70 por ciento; Reino Unido, con 0.60 por ciento; Argentina, con 0.45 por ciento; Perú, con 0.40 por ciento; Italia, con 0.30 por ciento; Venezuela, con 0.22 por ciento; Polonia, con 0.20 por ciento; Alemania, con 0.20 por ciento; Francia, con 0.18 por ciento; Ucrania, con 0.17 por ciento; Brasil, con 0.07 por ciento, y China, con 0.01 por ciento.

El asunto es grave. Los países de América del Sur y del Centro acogieron, durante la tercera mitad del siglo XIX y buena parte del XX, a nuestros emigrantes, casi to-dos irregulares; huían de las hambrunas, de los salarios de miseria, de la falta de trabajo o de la persecución polí-tica durante la Guerra Civil Española. Y ahora, nosotros, vamos a devolver a sus países de origen a todos los ibe-roamericanos que han entrado recientemente como han podido en España por razones muy similares. Estos paí-ses amigos podrían decidir tomar medidas contra nues-tros todavía abundantes ciudadanos residentes en dichos países y contra sus intereses en sus territorios o contra las empresas españolas ubicadas allí o solamente asumir una actitud negativa generalizada frente a España.

Creo que la Fundación Barcenillas, aprovechando esta coyuntura tan oportuna que surge del Pacto Euro-peo sobre la Inmigración, debería estudiar una propuesta de Pacto Iberoamericano sobre Inmigración para todos los inmigrantes que ya viven en nuestro territorio o que vengan en el futuro, que se firmaría entre España y todos los países de la región que tienen inmigrantes en nuestro país, que son casi todos. Las razones económicas y so-ciales son claras: estos inmigrantes irregulares actuales o legales futuros conocen perfectamente la lengua española o se hacen entender, están mejor calificados que los de los demás países terceros, no miembros de la UE, se integran y asimilan con mucha mayor facilidad y además estamos en deuda histórica con sus países de origen.

No conozco, porque no soy un experto, si el Pac-to Europeo nos permitiría hacerlo, pero creo que sí ya que la competencia inmigratoria sigue siendo nacional y el Pacto Europeo prevé que se firmen acuerdos con los países de origen de los inmigrantes irregulares, median-te los cuales se permitiría más inmigrantes legales pro-cedentes de éstos y más ayuda al desarrollo, a cambio de que acepten el retorno y la absorción de sus irregulares, que no podrían volver hasta pasados 5 años y de forma legal, bien temporal, circular o definitiva, dependiendo de las circunstancias.

Si la decisión del Consejo Europeo sobre política in-migratoria hubiese sido hacer una directiva, quizá Espa-ña no hubiera podido discriminar entre los inmigrantes de terceros países; sin embargo, al no serlo, creo que esto sería posible, ya que es lo que más interesa a ambos, tanto a los países de origen iberoamericano como al de destino

español. Ellos preferirían que vengan más inmigrantes en el futuro a España, especialmente ahora que la política en Estados Unidos de América (EUA) también se está endu-reciendo, con el intento de expulsar a los 12 millones de ilegales, en su mayoría mexicanos, y de levantar una valla de protección a todo lo largo del Río Grande. Nosotros preferimos recibir inmigrantes iberoamericanos que de Asia o de África, por las razones expuestas.

* Este escrito forma parte del sustrato del que se ha lle-vado a cabo la “Declaración de la Fundación Barcenillas”.

La Directiva sobre el retorno de inmigrantes ilegalesEl pleno del Parlamento Europeo aprobó, en junio de 2008, con relativa facilidad, una nueva Directiva, relati-va al retorno de los nacionales de terceros países en si-tuación ilegal que antes había generado importantes re-servas en el seno de los grupos socialistas (PES), ecolo-gista (Green/EFA) y de la izquierda unida (GUE/NGL). Esta Directiva pretende armonizar el procedimiento de retorno de los inmigrantes ilegales, ya que existe una enorme variedad y diversidad de sistemas entre los es-tados miembros, tanto en la terminología como en las medidas sustantivas aplicadas al retorno, entre ellas la duración o las causas que provocan el internamiento temporal o la prohibición de reentrada de los inmigran-tes expulsados.

Esta Directiva plantea varios problemas.El primero es que su fin está en controlar el retorno de los ilegales de países no comunitarios, ya que los que han entrado ilegalmente procedentes de los ahora nue-vos estados miembros son ya ciudadanos tan europeos como los anteriores. Esto significa que se aplica exclu-sivamente a los ilegales procedentes de terceros países que se calcula que son, en promedio, el 1 por ciento de la población total de la UE; es decir, aproximadamente unos 5 millones.

El segundo es que el hecho que desencadena la apli-cación del procedimiento de retorno es la situación de ilegalidad de nacionales de terceros países. Los casos de estancia ilegal derivan de supuestos tales como la expi-ración o revocación de un visado o de un permiso de residencia, como la denegación de una solicitud de asi-lo, la retirada del estatuto de refugiado o la mera entra-da ilegal. Todos estos casos de ilegalidad no se definen ni regulan por la Directiva, ya que es competencia del derecho interno de cada Estado miembro, lo que pue-de ocurrir que sean diferentes en cada Estado miembro. Dada la disparidad de los sistemas nacionales en cues-tiones como la residencia, el acceso a la nacionalidad, la regularización o el control de los flujos migratorios, que en unos está basado en cuotas y en otros en puntos, ha limitado los estándares comunes a las fases de detención y expulsión.

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El tercero es que en esta Directiva se hace referen-cia a su respeto del convenio Europeo de Derechos Hu-manos y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 2000, así como el reconocimiento del “interés superior del menor” conforme a la Convención de Naciones Unidas sobre Derechos del Niño de 1989 y a los derechos y obligaciones establecidos en el Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados de 1967. Sin embar-go, ha sido muy criticada por ampliar el periodo de in-ternamiento temporal de los 6 meses hasta un máximo de 18 meses. Esta ampliación se intenta justificar sólo en aquellos casos en los que la ejecución de la orden de expulsión pueda demorarse debido a la falta de coope-ración del Estado del que es nacional el inmigrante ile-gal, en la tardanza en la obtención de la documentación necesaria o en el caso de que dicho inmigrante ilegal re-presente una amenaza para la seguridad nacional.

Sin embargo y sin discutir la necesidad de interna-miento en algunos casos ya que las alternativas dispo-nibles como la retención de documentos o el depósito de una fianza pueden no tener efecto, parece despro-porcionado castigar un hecho ilícito de carácter admi-nistrativo con una privación de libertad que se reserva exclusivamente a los delitos, salvo que realmente se trate de una persona que represente una amenaza para la se-guridad nacional.

El cuarto es que la posibilidad de establecer una prohibición de entrada al territorio de la Unión Europea podría limitar el derecho de asilo, al no tener las circuns-

tancias políticas cambiantes del país al que ha sido re-tornado. Aunque, en este caso, la Directiva considera la posibilidad de retirada o suspensión de la prohibición.

Los defensores de la Directiva de Retorno estiman que ésta representa el único acuerdo posible de míni-mos dentro de la composición política del Parlamento Europeo. Con ella se ha logrado una clara armonización de las situaciones tan dispares que existían entre los países de la UE, en donde imponían retenciones de in-ternamiento más largas que las aprobadas y además ha incrementado notablemente las garantías para los inmi-grantes irregulares que ahora todos los estados miem-bros deben respetar.

El nuevo Pacto Europeo sobre la Inmigración y el AsiloA mediados de julio de 2008, la Presidencia francesa de la Unión, durante la reunión del Consejo Europeo In-formal celebrado en Cannes, presentó un proyecto de Pacto sobre la Inmigración y el Asilo, que ha sido res-paldado por los 27 países de la Unión.

Este Pacto es el primer paso serio para intentar una política inmigratoria común en la zona Schengen a la que ya se han adherido 24 países, todos los de la Unión Europea salvo Reino Unido e Irlanda, pero con el añadi-do de Islandia, Noruega y Suiza, que no son miembros, además de algunos de los nuevos estados miembros. Lamentablemente, llega trece años tarde ya que tendría que haber estado aprobado antes de su entrada en vigor en 1995, que fue diez años después de que se firmara.

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En su preámbulo, se considera que los flujos inmi-gratorios anuales están aumentando a un fuerte ritmo, pasando de 1.9 millones en 1999 a 2.8 millones en 2004, lo que hace que Europa reciba más inmigrantes que EUA. Aunque se dice que ningún líder europeo es par-tidario de inmigración cero, ya que existe un acuerdo generalizado en que se necesita por motivos económi-cos, también existe consenso en que Europa no tiene los medios para recibir a todos aquellos que quieren entrar de países terceros y que hay que conseguir que dichos flujos se adapten a la capacidad de absorción europea, tanto en términos de empleo y de acomodación, como de educación, sanidad y servicios públicos.El Pacto contiene 5 compromisos: El primero es proteger a Europa mejor, a través de con-trolar sus fronteras externas con un espíritu de solida-ridad. Para ello, se propone emitir visados biométricos para el 1 de enero de 2011 y crear progresivamente cen-tros conjuntos o consulados europeos conjuntos para emitirlos. Dar a Frontex, la agencia policial encargada de la vigilancia de las fronteras externas europeas, los medios necesarios para asegurar sus fines. En todo caso, cada Estado miembro desplegará los medios necesarios para asegurar un control riguroso de la parte de frontera exterior de la que es responsable, recibiendo ayuda de la Unión aquellos más expuestos. Desplegar el 1 de enero de 2012 herramientas tecnológicas modernas para un sistema de registro automático de todas las entradas y salidas del territorio europeo, y una interoperabilidad de los distintos sistemas de vigilancia.

El segundo es organizar la inmigración legal de acuerdo con la capacidad de cada Estado miembro para recibir con un espíritu de responsabilidad. Cada Estado miembro tiene la prerrogativa de decidir qué número de inmigrantes será autorizado a establecerse en su territorio y en qué condiciones. En el futuro se evitarán las regulari-zaciones masivas que producen un fuerte efecto de atrac-ción de otros inmigrantes ilegales. Las regularizaciones deberán ser examinadas caso por caso, en situaciones ex-cepcionales y humanitarias, con objetivos precisos. Para ello, los estados miembros deben equiparse con estadísti-cas armonizadas para poder evaluar los movimientos mi-gratorios y tomar decisiones en conjunto con los demás.

Existen elevadas diferencias de nivel de educación y formación entre los inmigrantes de Oriente Medio y Norte de África, que viven y trabajan en Canadá y EUA, de los que un 54 por ciento tiene título universitario, y los que viven en la UE, procedentes de las mismas re-giones, de los que 87 por ciento no ha completado sus estudios primarios o secundarios. Por ello, es necesario que los estados miembros escojan a sus inmigrantes de forma profesionalizada y teniendo en cuenta sus nece-sidades y demandas del mercado, y el talento y compe-tencias requeridas, para lo que es conveniente que las

reglas de admisión de residencia de los trabajadores por categorías estén armonizadas.

Los estados miembros deben promover la integra-ción de los inmigrantes a través de su inserción profe-sional, especialmente las mujeres. Para ello, deben pro-mover el empleo o el reempleo de los extranjeros con políticas activas como la enseñanza de la lengua nacional y la evaluación de sus competencias. También será ne-cesaria una mejor regulación de la integración familiar en los inmigrantes. Finalmente, todos los que sean ad-mitidos como residentes de largo plazo deberán firmar obligatoriamente un contrato de integración en el que se comprometan a aprender la lengua nacional, los valores e identidades nacionales, el respeto por la integridad fí-sica de los demás, la igualdad de hombres y mujeres, la tolerancia y la educación y escolarización obligatoria.

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El tercero es organizar un retorno o salida efectiva y ordenada de todos los inmigrantes ilegales que están en la UE, dentro del respeto de la ley y las reglas jurídi-cas. En este momento sólo se termina ejecutando una de cada tres decisiones de retorno de inmigrantes ile-gales en Europa. Hay, por lo tanto, que conseguir que se aplique el principio, adoptado en 2001, por el que una medida de retorno o expulsión tomada por un Estado miembro es aplicable en cualquier lugar del territorio de la UE. Además, es necesario organizar viajes conjuntos por parte de dichos estados en colaboración con Fron-tex y con los países vecinos para realizar el retorno a sus países de origen. Asimismo, es necesario que cada Esta-do miembro tenga un instrumento legal para ejecutar dichos retornos a sus países de origen, bien a través de un acuerdo alcanzado a nivel de la Unión o a través de un acuerdo bilateral de un Estado miembro o utilizan-do el alcanzado por otro, para lo que hay que concluir acuerdos cuanto antes con todos los países de origen.

Por otro lado, es necesario dar incentivos a los inmigrantes para que retornen voluntariamente, pero también lo es asegurarse de evitar su reentrada una vez que los han apercibido e intentar dar dichos incentivos coordinadamente para evitar un arbitraje de los ilegales entre los que da cada país. Por úl-timo, es fundamental que todos los estados miembros actúen con firmeza contra los empleadores nacionales de dichos ilegales, así como contra los traficantes de se-res humanos, haciendo las sanciones administrativas y penales más duras, más estrictas en su aplicación, si-milares a las del tráfico de drogas y armonizadas entre todos ellos. Esta política tiene que ser, asimismo, coor-dinada con los países de origen y con organizaciones como Europol, para que sea eficaz.

El cuarto es construir una Europa de asilo. Es ne-cesario continuar armonizando las distintas políticas de asilo de los estados miembros con mayor ímpetu que has-ta ahora, pero sin que por ello se menoscabe el derecho que tienen los refugiados de otros países a ser reconoci-dos como tales. Para ello, los estados miembros se com-prometen a establecer una oficina europea de ayuda a los refugiados, un sistema de garantías comunes de asilo y finalmente un estatuto uniforme del refugiado en 2010.

Además, en un espíritu de solidaridad con los esta-dos que están sujetos en mayores medidas a estas situa-ciones, los estados miembros se comprometen a esta-blecer equipos conjuntos para evaluar las demandas de los que piden asilo capaz de intervenir en situaciones de llegadas masivas de refugiados. Asimismo, la Comisión Europea estudiará antes de 2010 el mecanismo para

permitir que las personas que requieran protección in-ternacional puedan solicitar el asilo fuera de las fronte-ras de la UE a través de ACNUR y sus delegaciones.

El quinto y último es promover en mayor medida el desarrollo. De acuerdo con las conclusiones de la con-ferencia de Rabat, de julio de 2006, la UE y sus estados miembros están convencidos de que la solución de los problemas relacionados con la inmigración pasa por el desarrollo de los países de origen y de que los flujos migratorios no pueden ser manejados y gestionados sin una colaboración y asociación estrecha con los países de origen y de tránsito. Por lo tanto, vale la pena considerar la inmigración como parte de la cooperación y la ayuda al desarrollo y para ello, la UE y sus estados miembros movilizarán recursos significativos en sectores clave como educación, sanidad y buen gobierno, para gestio-nar mejor la inmigración.

Los estados miembros se comprometen a ofrecer a sus socios de origen posibilidades de inmigración legal para trabajar y educarse, a cambio de una mayor coope-ración en la lucha contra la inmigración ilegal y el trá-

fico de seres humanos. Asimismo, los estados miembros evitarán la atracción de talento de estos países cuando esto suponga privarles de un recurso indispensable para su propio desarrollo o para sus vidas diarias, tales como doctores o pro-fesores o tener que compensarles por ello. La Comisión tendrá que presentar un estudio sobre posi-bles medidas compensatorias y so-

bre las mejores prácticas en este sentido antes de 2010.La UE y los estados miembros se comprometen

a un nuevo sistema de movilidad y de circulación mi-gratoria que permita a los profesionales de los países de origen venir a Europa a mejorar su formación y su ex-periencia antes de utilizar su conocimiento en beneficio del desarrollo de su país y el bienestar de sus habitan-tes. Asimismo, el Consejo Europeo invita a los estados miembros a equiparse, antes de 2011, con los instru-mentos más sofisticados, tales como incentivos fiscales y productos financieros para permitir a los inmigrantes participar en el desarrollo de sus países de origen con la ayuda de la Comisión Europea. Ésta, además, esta-blecerá medidas para facilitar la transferencia de dinero entre la UE y dichos países, y estudiar propuestas para convertir el ahorro de los inmigrantes en inversión pro-ductiva en sus propios países.

Declaración de la Fundación Barcenillas sobre la necesidad de la creación de un “Espacio migratorio iberoamericano”Durante varios siglos se fue produciendo una emigra-ción recurrente de Europa a Iberoamérica. Estos flujos

Los países iberoamericanos acogieron a nuestros

emigrantes, casi todos irregulares, durante la

tercera mitad del siglo XIX y buena parte del XX

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migratorios han sido sustituidos, en las últimas décadas, por otros en sentido inverso, de Iberoamérica a Europa y especialmente a España. La inmigración a España proce-dente de Iberoamérica representa hoy ya más de 60 por ciento del stock de flujo migratorio total procedente de los países no miembros de la Unión Europea. Este nue-vo fenómeno demográfico, social y económico plantea desafíos que hacen necesaria una respuesta democrática adecuada por parte de las instituciones europeas.

Uno de los desafíos más delicados que han plantea-do recientemente es un deterioro de la mirada afectiva desde Europa hacia este fenómeno migratorio, que no es advertido por las opiniones públicas como una opor-tunidad de equilibrar las envejecidas pirámides de la po-blación del continente, sino como una amenaza social y laboral, algo a lo que, sin duda, ha contribuido la falta recurrente de unos mecanismos adecuados de control de estos procesos migratorios a nivel europeo.

Tras el análisis detallado de los tratados bilaterales existentes y la constatación de la ausencia de una res-puesta común a este fenómeno por parte de las institu-ciones europeas, se hace necesaria ahora más que nunca la articulación de propuestas por parte de la sociedad civil de ambos lados del Atlántico que contribuyan a este debate y que intenten convertir estos desafíos en oportunidades. Algunas iniciativas que dinamizan los lazos comunitarios “prácticos”, como la propuesta de un Convenio Latinoamericano de Seguridad Social, van en la dirección adecuada.

Para España esta cuestión es especialmente sen-sible. Los países iberoamericanos acogieron a nuestros emigrantes, casi todos irregulares, durante la tercera mi-tad del siglo XIX y buena parte del XX, huyendo de las hambrunas, de los salarios de miseria, de la falta de tra-bajo y de horizonte o de la persecución política durante la guerra civil. En virtud de la especial relación de Es-paña con el resto de las naciones iberoamericanas es ya hora de que la sociedad civil española aporte propuestas positivas que contribuyan a encauzar adecuadamente estos procesos migratorios en beneficio de todos.

Haciéndose eco de este debate, la primera propues-ta que la Fundación Barcenillas quiere plantear tras su primer encuentro celebrado en su sede de Barcenillas (Cantabria) los días 12 y 13 de septiembre, sobre “la rea-lidad y el futuro del mundo iberoamericano”, es la crea-ción de un “Espacio migratorio común” entre la Unión Europea y la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Recientemente, trece años después de entrar el acuerdo de Schengen en vigor, se han dado por fin los dos primeros pasos para avanzar en una coordinación de las políticas inmigratorias en la Unión Europea. La aprobación reciente por el Parlamento Europeo de la Directiva Europea sobre Retorno de Inmigrantes y el “Pacto Europeo sobre la Inmigración y el Asilo” pro-

puesto por la Presidencia francesa en el Consejo Infor-mal Europeo de Cannes, que se va a ratificar en el de octubre, hacen más necesario que nunca un examen profundo de los movimientos migratorios y sus efectos en los países de origen y de destino, y la creación de un nuevo marco que favorezca la movilidad dentro de la Comunidad Iberoamericana de Naciones.

La Fundación Barcenillas, aprovechando la coyun-tura tan oportuna que surge del Pacto Europeo sobre la Inmigración, quiere proponer asimismo un “Pacto Ibe-roamericano sobre Inmigración” para todos aquellos in-migrantes que ya viven en nuestro territorio o que pue-dan llegar en el futuro. Un pacto que debería firmarse entre España y todos los países de la región iberoame-ricana que tienen inmigrantes en nuestro país, que son prácticamente todos. Las razones económicas y sociales son claras: estos inmigrantes irregulares actuales o legales futuros conocen perfectamente la lengua española o se hacen entender en ella, están en promedio mejor cuali-ficados que los de los demás inmigrantes países terceros, no miembros de la UE, se integran y asimilan en nuestra sociedad con mucha mayor facilidad y además tenemos una gran deuda histórica con todos sus países de origen.

El primer paso a tomar debe ser determinar si el “Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo” admitiría la firma del Pacto Iberoamericano que se está planteando, toda vez que las competencias sobre inmigración siguen siendo nacionales y el Pacto Europeo al que se ha hecho referencia prevé que se firmen acuerdos con los países de origen de los inmigrantes irregulares, en virtud de los cuales se aceptarían más inmigrantes legales pro-cedentes de estos países y se les concedería más ayuda al desarrollo a cambio de que aceptasen el retorno y la absorción de sus emigrantes irregulares, que no podrían volver a Europa hasta pasados cinco años y siempre de forma legal, bien temporal, circular o definitiva, depen-diendo de las circunstancias.

Si la decisión del Consejo Europeo sobre política inmigratoria hubiese sido hacer una directiva, quizá Es-paña no hubiera podido discriminar entre los inmigran-tes de terceros países; sin embargo, al no haber sido así, dicho Pacto Inmigratorio Iberoamericano sería posible, con lo que saldrían ganando tanto los países de origen iberoamericano como España, como país de destino.

Esta propuesta se ha acordado en el Primer Encuen-tro en el que han participado: Francisco Pérez Gonzá-lez, Presidente de la Fundación Barcenillas; Julio María Sanguinetti y los ponentes Martha Canessa, José Ignacio Wert, Carlos Pagni, Emilio Lamo de Espinosa, José Juan Ruiz, Guillermo de la Dehesa, Miguel Ángel Cortés, así como los miembros de su Patronato: Rosa Bernal, Fran-cisco Pérez Arauna, Jorge Pérez Arauna, Fernando Cruz Pérez, Antonio Tornel y Enrique Bolado.a

Presidente del Centre for Economic Policy Research

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CoahuilaSaltillo

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Pobreza,El diez de diciembre pasado se cumplieron

sesenta años de que las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la primera proclama-ción internacional de la dignidad y la igual-

dad de derechos inherentes a todas las personas. Aun hoy la Declaración Universal sigue siendo el punto de referencia más importante para el examen de los va-lores éticos, por encima de las divisorias nacionales, ideológicas y culturales.

Sin embargo, la ilustrada concepción de la liber-tad individual, la protección social, la oportunidad económica y el deber para con la comunidad sigue sin cumplirse. Resulta trágico que vuelva a haber genoci-dios, esta vez en el Sudán. Un programa de seguridad intensificada desde los ataques a los Estados Unidos de América, en septiembre de 2001, ha comprendi-do el intento de legitimar el recurso a la “entrega ex-traordinaria” (el traslado entre países de prisioneros y sospechosos sin el debido procedimiento judicial) y la tortura.

En el caso de las mujeres de todo el mundo, la vio-lencia doméstica y la discriminación en el empleo son una realidad cotidiana. Las minorías padecen estigmas, discriminación y violencia en los países desarrollados y en desarrollo. Se deniega el derecho a la información a millones de personas, mediante la censura y la inti-midación a los medios de comunicación.

La pobreza es nuestra mayor vergüenza. Al me-nos a mil millones de personas muy pobres, el 20 por ciento de la humanidad, se les deniegan diariamente los derechos básicos a una alimentación suficiente y al agua potable. Mientras persistan enormes desigualda-des entre ricos y pobres, no podremos afirmar que es-tamos logrando avances hacia el cumplimiento de las ambiciones establecidas hace sesenta años.

Al señalar este aniversario, la cuestión que se nos plantea es la de cómo proteger la dignidad y la igualdad de derechos inherentes a todas las personas. Una parte

decisiva de la respuesta radica en sistemas más eficaces de rendición de cuentas, de modo que se reconozcan los derechos y se imponga la aplicación de las leyes. Sin embargo, si examinamos detenida y rigurosamente lo que se ha logrado en los últimos sesenta años -y lo que sigue resistiéndose a todas nuestras medidas-, resulta claro también que no será suficiente.

No se pueden abordar los problemas más profun-dos de la discriminación, la opresión, la injusticia, la ignorancia, la explotación y la pobreza mediante leyes o políticas exclusivamente. Para hacer reformas sosteni-bles y velar por que protejan de verdad los derechos hu-manos, necesitamos instituciones de gobierno eficaces.

Las instituciones mal equipadas o corruptas son un obstáculo primordial para la protección y la pro-moción eficaces de los derechos humanos. En los últi-mos años, los gobiernos, las empresas y los filántropos privados han invertido miles de millones de dólares para luchar contra la pobreza en los países pobres. Mi-llones de personas se han beneficiado de ello. Aun así, los participantes han reconocido públicamente que, sin una capacidad institucional muy mejorada -por ejemplo, sistemas nacionales y locales de salud compe-tentes y dotados de recursos suficientes-, no se logra-rán grandes avances.

Asimismo, miles de millones de personas care-cen en la actualidad de disfrute y protección de sus derechos jurídicos, porque los sistemas judiciales y de imposición del cumplimiento de las leyes carecen de medios suficientes o de integridad. Para cambiar esa situación, harán falta inversiones en gran escala en tri-bunales, funcionarios judiciales, policía, sistemas peni-tenciarios, ministerios sociales y parlamentos, además de en instituciones nacionales pro derechos humanos y otros organismos oficiales de vigilancia.

Nada es más importante en este aniversario que instar a nuestros dirigentes a que reconozcan la escala de la tarea y se comprometan a adoptar medidas sos-tenidas para crear capacidades institucionales, a fin de

MARY ROBINSON Y DESMOND TUTU

nuestra mayor vergüenza© Project Syndicate 2009

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57proteger los derechos humanos, empezando por sus propios países. Cuando los dirigentes mundiales se apresuran a abordar la actual crisis económica mun-dial, puede parecer poco realista pedir grandes inver-siones a largo plazo de este tipo.

Pero, si bien es importante estabilizar el sistema financiero internacional, con ello no se resolverán los problemas más amplios en materia de gestión de los asuntos públicos. A falta de instituciones eficaces, no se pueden hacer realidad los derechos humanos. Allí donde los tribunales y la policía sean corruptos e inefi-cientes por estar sobrecargados con un gran volumen de asuntos, se violarán los derechos humanos básicos. Allí donde los ministerios sociales carezcan de recursos su-ficientes, de autoridad o de personal competente, segui-rán sin cumplirse los derechos básicos a una atención de salud, a una educación y a una vivienda adecuadas.

Incluso, el país más rico del mundo, Estados Uni-dos, tiene que esforzarse para aplicar reformas muy necesarias de algunas de sus instituciones sociales más importantes, incluidos los sistemas de salud y de edu-cación. Piénsese en lo mucho más difícil que resulta ese imperativo para las naciones en desarrollo del mundo. El logro de avances es una gran prueba de madurez po-lítica. No obstante, es esencial para que logremos que los derechos sean una realidad para todos.

Durante el último año, como miembros de The Elders, grupo de dirigentes formado a instancias de Nelson Mandela, hemos colaborado con diversas orga-nizaciones asociadas para enviar un mensaje en pro de los derechos humanos al mundo, mediante la campaña “Todos los seres humanos tienen derechos”. Gracias a esa empresa colectiva, decenas de miles de individuos -y millones más mediante las escuelas, los grupos co-munitarios, los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil- han llegado a identificarse de nuevo -o por primera vez- con las metas de la Declaración Uni-versal de los Derechos Humanos. Es una razón para abrigar esperanzas.

Tenemos mejores instrumentos para comunicar y exigir justicia que ninguna generación anterior a la nuestra. Tenemos metas mundiales y destinos com-partidos que nos unen. Lo que ahora se necesita es capacidad de dirección, recursos, una mayor con-ciencia de la urgencia y compromiso con las medidas a largo plazo, encaminadas a velar por que no sólo sean reconocidos universalmente los derechos con-sagrados en la Declaración Universal, sino también respetados.a

Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda y ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos; Desmond Tutu,

Arzobispo Emérito de Ciudad del Cabo y Premio Nobel de la Paz

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del liderazgo de EuropaLa crisis

La crisis financiera global ya ha puesto de ma-nifiesto las fortalezas y las debilidades de la Unión Europea (UE). Si no hubiera sido por el euro, las ondas expansivas generadas por la crisis de septiembre y de octubre se ha-

brían propagado a los mercados monetarios, creando tensiones que habrían hecho retroceder décadas la in-tegración política y económica de Europa, tal vez po-niendo en peligro todo el proyecto.

Desde una perspectiva mucho menos positiva, los estados miembro de la UE demostraron lentitud para actuar en concierto. Al principio fue la Comisión Eu-ropea la que recibió críticas por su lentitud a la hora de formular propuestas para aunar a los gobiernos nacio-

nales y a sus estrategas políticos. Ahora son los estados miembro los que están resistiendo la necesidad urgen-te de una respuesta coordinada, a nivel de la UE, a la crisis que se agrava.

La velocidad y la gravedad de la desaceleración económica son mucho mayores que en cualquiera de las crisis de posguerra de los últimos 60 años. En Europa, en términos generales, no le prestamos atención a las señales de advertencia de la crisis de las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos de América, que estalló a fines del verano de 2007, y por consecuencia no estábamos preparados cuando la siguiente fase de la crisis también absorbió a los bancos europeos. La lección que debe extraerse es

GIULIANO AMATO, ETIENNE DAVIGNON, JEAN-LUC DEHAENE Y WIM KOK © Project Syndicate 2009

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que la UE tiene que actuar con más celeridad y con mayor determinación de lo que ha hecho hasta el momento.

En toda la UE la gente se pregunta: “¿Qué está ha-ciendo Europa para encauzar la crisis?” La respuesta es “no lo suficiente” y el precio político puede ser alto en las elecciones del Parlamento Europeo del próximo verano.

Las semanas son cruciales para los esfuerzos eu-ropeos por recuperar la iniciativa e intentar atenuar los efectos de la crisis, mientras se abordan simultá-neamente los problemas irresueltos en la agenda de re-forma de la UE. Como síndicos de Friends of Europe, instaríamos a las instituciones europeas y a los líderes políticos de la UE a renovar sus esfuerzos en relación con el Tratado de Lisboa y la Agenda de Lisboa.

La Presidencia francesa de la UE ha hecho mu-cho por mejorar la coordinación entre las respuestas de los estados miembro ante la crisis financiera, y la Comisión Europea también comenzó a desempeñar el papel más activo que Friends of Europe reclamó el 10 de octubre. El desafío ahora es que la Presidencia y la Comisión le den un ímpetu político fresco a la inicia-tiva encallada de reforma de la UE.

El Tratado de Lisboa es un paso hacia la adaptación de los mecanismos de toma de decisiones de la UE al si-glo XXI y a una membresía de 27 países o más. La natu-raleza global de la crisis actual deja en claro que Europa tiene que poder decidir de manera rápida y coherente, o atenerse a consecuencias adversas. Parece que existen pocas dudas de que la opinión pública en toda la UE cada vez más está llegando a las mismas conclusiones.

El derecho soberano del pueblo irlandés a deci-dir su propio futuro es indiscutible. Pero Irlanda tam-bién debería permitir que otros estados miembro de la UE procedan con el Tratado de Lisboa si eso es lo que desean. Incluso, si se llevara a cabo otro referen-do en Irlanda, el gobierno irlandés debería prever un procedimiento que, más allá del resultado, les permita a otros estados miembro poner en práctica las partes esenciales del Tratado de Lisboa.

Ahora la Comisión necesita emprender la acción para asegurar que los estados miembro redoblen sus esfuerzos con respecto a la Agenda de Lisboa para re-acondicionar la competitividad global de Europa. En 2000, la UE estableció un programa de diez años de objetivos de reforma consensuados; sin embargo, en muchos casos sus estados miembro no tuvieron la vo-luntad política de aplicarlos. Las perspectivas cada vez más sombrías de Europa hacen que estas reformas sean más necesarias que nunca.a

Giuliano Amato, ex primer ministro de Italia; Etienne Davignon es presidente de Friends of Europe y ex vicepresidente de la Comisión

Europea; Jean-Luc Dehaene, ex primer ministro de Bélgica; Wim Kok, ex primer ministro de Holanda

Hacia el río tintoAraña formas tu telay te vas tragando cada pálpitode suspiro que respiraun corazón agonizante.

¡Ternura, ternura!asfixiándose se ahoga.Eres la araña fría y vorazque no entiende lenguaje de cariño y versoapenas un soplo de rencor agazapadotan sólo una heridaen la memoria ancianaque en la infancia cual canalperenne abrieron en tu huella inexorable.

Y yo perdida en la voráginede tu maldita red.¿Alcanzarte y estirar mi almahasta tu sino?¿Abrazar la sangre de tu dolor?Es la súplica vanaUn dame una pera señora buganviliaUn llévate mi amor donde tu tela no me al-cance, Un canto de cigarra al páramo de la soledad.

¿Vendrá del otro lado del mar?Un río tinto que corra mansoApenas una tenue brisa, Portentoso aroma que desafié tu orfandadY al fin libere este sueño silenteQue me ahoga en tu red Cada día más. a

Marina Azuela

POEMA

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Europa,

El 15 de noviembre de 2008 es una fecha para recordar, porque ese día se hizo historia. Por primera vez, el G-20 -las veinte prin-cipales economías del mundo- se reunió en Washington, D.C., para encontrar una res-

puesta a la crisis financiera y económica global. Si bien este primer encuentro no resultó en otra cosa que en declaraciones de intención, aun así marca un punto de inflexión histórico.

Frente a la crisis financiera y económica mun-dial más grave desde los años 1930, las naciones in-dustriales occidentales (incluida Rusia) que anterior-mente dominaban la economía mundial ya no son capaces de ofrecer una respuesta efectiva. Es más, las esperanzas de mitigar o, de hecho, superar la crisis económica global dependen exclusivamente de las potencias económicas emergentes, siendo China la primera y la principal.

JOSCHKA FISCHER © Project Syndicate 2009

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nuevo orden mundialEn consecuencia, el G-8, que excluye a los países

más importantes de los mercados emergentes, ha per-dido su importancia para bien. La globalización resul-tó un cambio perdurable en la distribución del poder y de las oportunidades, sentando las bases para un nue-vo orden mundial para el siglo XXI.

Una vez que se supere la actual crisis global, nun-ca nada será lo mismo. Occidente -Estados Unidos de América y Europa- está experimentando una relativa caída, mientras que las potencias emergentes de Asia y América Latina están entre los ganadores.

Estados Unidos de América (EUA) respondió al desmoronamiento de su fortaleza global de una manera impresionante, con la elección de su primer Presidente afronorteamericano, Barack Obama. En medio de una de las crisis más graves de su historia, EUA puso en evi-dencia, ante sí mismo y ante el mundo, su capacidad de reinventarse. Y aun hoy resulta evidente que esta deci-sión tendrá tres consecuencias a largo plazo.

Primero, la elección de un Presidente negro pon-drá fin al trágico legado de es-clavitud y la Guerra Civil nor-teamericana. De ahora en ade-lante, las cuestiones del color de piel, la forma de los ojos o el género ya no jugarán un papel decisivo para que un candidato llegue a un cargo alto, o incluso al más alto. El sistema político estadouniden-se ahora refleja los cambios demográficos del país, en un momento en que las secciones no blancas de la po-blación son las que crecen más rápido.

Segundo, la elección de Obama conducirá a una re-orientación de la política exterior norteamericana en el mediano plazo. En particular, el foco transatlántico/euro-peo de la política exterior norteamericana, que anterior-mente caía de su peso, cada vez más será algo del pasado.

Tercero, el realineamiento interno de la perspec-tiva político-cultural de Estados Unidos de América se verá reforzado por el traspaso global en curso de la riqueza y el poder de Occidente hacia Oriente.

Las potencias del noreste del Pacífico -China, Ja-pón y Corea del Sur- ya son por lejos las principales acreedoras de Estados Unidos de América, y su impor-tancia aumentará aún más como resultado de la crisis financiera. En el futuro previsible, las mayores oportu-

nidades de crecimiento residen en esta región y tanto por razones económicas como geopolíticas, Estados Unidos de América se inclinará cada vez más hacia la región del Pacífico, restándole importancia, en conse-cuencia, a su orientación transatlántica.

Todas estas son malas noticias para Europa, por-que una vez que esta crisis global haya terminado, los europeos simplemente se habrán vuelto menos impor-tantes. Y, desafortunadamente, Europa no sólo no está haciendo nada para tener a raya o revertir su caída, con su propio comportamiento no hace más que ace-lerar el proceso.

Con la elección de Obama, Estados Unidos de Amé-rica viró hacia el futuro dentro de un mundo globalizado y multipolar; Europa, en cambio, está redescubriendo la acción nacional en este tiempo de crisis y, por ende, afe-rrándose al pasado. La constitución europea fracasó, el tratado de reforma de Lisboa está en el limbo, después de que Irlanda lo rechazara, y la gobernancia económi-ca más fuerte de Europa está bloqueada por la desunión

germano-francesa. La reacción de los estados miembro de la Unión Econó-mica (UE) ante este actual callejón sin salida infligido es inequívoca: en lugar de intentar volver a energizar el proce-so de una mayor integración política

y económica, actúan básicamente de manera individual para intentar llenar el vacío que se produjo.

En rigor de verdad, existe una coordinación entre los estados miembro, y por momentos hasta resulta exi-tosa, pero sin instituciones europeas fuertes, estos éxitos singulares no perdurarán.

Existe el peligro muy real de que Europa simple-mente deje pasar un giro estratégico histórico hacia un mundo multipolar -y a un costo alto-. Después de la cumbre en Washington, los europeos en todas partes -incluso los euroescépticos de las Islas Británicas- de-berían haber entendido que este realineamiento estra-tégico se está produciendo en este preciso momento. Si los europeos no pueden comprender el hecho de que el siglo XIX terminó, la caravana global seguirá avanzan-do hacia el siglo XXI sin ellos.a

Miembro prominente del Partido Verde de Alemania durante casi 20 años. Ex ministro de Relaciones Exteriores y vicecanciller

de Alemania desde 1998 hasta 2005

Una vez que se supere la actual crisis global,

nunca nada será lo mismo

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El Oriente Próximo de

ObamaLos planes del Presidente electo Barack Oba-

ma, para Oriente Próximo, región donde las políticas de su predecesor hicieron trizas en todo el mundo la reputación de Estados Unidos de América como superpotencia

benévola, representan un esperado alejamiento del pomposo propósito del Presidente Bush, de corregir los males de la región a través de “caos constructivo”. Lamentablemente, las amplias promesas de Obama podrían resultar siendo igual de poco realistas.

El programa de Obama es apabullante. Incluye salir de la trampa de Irak y quitar la carga que significa para la política exterior estadounidense, solucionando el enconado conflicto palestino-israelí al tiempo que se enfrenta a los grupos de presión de línea dura de Israel, utilizando el diálo-go para poner freno a las ambicio-nes nucleares de Irán, y hacer que Siria abandone su agenda radical -con lo que se disolvería el “eje del mal” de la región (Irán-Siria-Hezbolá-Hamás)-, libe-rando al Líbano del control sirio y dando impulso a una paz entre Siria e Israel. También a esto se le puede agregar una reorientación del esfuerzo militar de Esta-dos Unidos de América hacia la guerra en Afganistán.

La magnitud de este programa se debe ver en el contexto del deprimente legado de la región, que está sufriendo un peligroso proceso de “somalización” con una creciente cadena de agentes no estatales, princi-palmente grupos islámicos radicales que cuestionan la idea del Estado casi en todos los países.

Este es el caso en el Líbano con Hezbolá, en Palestina con Hamás, en Irak con el ejército Mahdi de Moqtada al Sadr y varios otros grupos, con los talibanes y los señores de la guerra tribales en Afganistán, y con los movimien-

tos separatistas en Pakistán, que se han envalentonado con la renuncia de Pervez Musharaf. El fin inminente del largo gobierno del Presidente Hosni Mubarak en Egipto podría dar lugar al surgimiento de una formida-ble competencia por el poder en El Cairo por parte de la Hermandad Musulmana, posiblemente obligando al sucesor de Mubarak ya sea a alcanzar un modus vivendi o a librar una lucha a muerte.

Puede que Obama pronto caiga en cuenta que su cronograma para la retirada de Irak no es realista. Una rápida retirada de Estados Unidos de América podría provocar la desintegración del país y convertirlo en un puñado de entidades políticas fragmentadas, una de

la cuales sería probablemente una república islámica controlada por Irán.

El resurgimiento de los taliba-nes en Afganistán requiere de una respuesta militar más sólida, pero con el Ejército estadounidense em-pantanado en Irak y la renuencia

de los aliados occidentales a enviar más tropas, el des-membramiento del país por parte de los señores de la guerra locales no es un escenario exagerado. Y, puesto que las operaciones militares de los aliados desgastan la legitimidad interna del Presidente Hamid Karzai, Obama podría considerar el consejo del Ministro de Asuntos Exteriores, francés Bernard Kouchner, quien advierte que la respuesta en Afganistán tendrá que ser más política que militar.

En cuanto a Irán, Obama podría tener que re-currir a una estrategia de presión militar antes de lo que quisiera. Como lo ha demostrado el prolongado diálogo encabezado por el representante especial de la Unión Europea, Javier Solana, en nombre de los miem-bros permanentes de Consejo de Seguridad y de Ale-

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Puede que Obama pronto caiga en cuenta que su

cronograma para la retirada de Irak no es realista

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mania, Irán no tiene ninguna intención de abandonar su aspiración de convertirse en un país con capacidad nuclear. A menos que Obama llegue a un difícil enten-dimiento con Rusia -lo que requeriría la revisión de acuerdos estratégicos Posguerra Fría- las posibilidades de imponer un régimen de sanciones estricto sobre Irán son escasas. No se puede descartar el fantasma de una carrera armamentista nuclear en Oriente Próximo, en que los rivales sunníes de Irán en la región -Arabia Saudita, Egipto y otros- redoblarían sus esfuerzos por alcanzar el estatus nuclear.

Obama enfrenta en Oriente Próximo la tarea casi imposible de corregir arraigados males históricos y políticos. Mientras tanto, hereda un Estados Unidos de América que ya no posee una hegemonía indiscu-tible y que, junto con sus aliados, está inmerso en la más grave crisis económica desde 1929. Luchando con una crisis que sacude los cimientos del capitalismo y el estilo de vida estadounidense, con una carga de 10 billones de dólares de deuda nacional y un déficit pre-supuestario de un billón, Estados Unidos está obligado a optar por una política exterior realista que se aleje del altanero desprecio hacia la historia, la tradición y la religión que caracterizó a la administración Bush.

El ascenso de Obama a la Presidencia represen-ta un hito revolucionario en la historia de Estados Unidos de América, pero no debemos dejar que eso lo convierta en víctima de expectativas excesivas. Su idealismo debe ser atemperado por los límites del po-der estadounidense. El reto de su política exterior no es cambiar el Oriente Próximo, que es la tarea de largo plazo de los pueblos de la región-, sino reparar la da-ñada reputación de Estados Unidos de América en el mundo musulmán.

Para lograr este objetivo Estados Unidos de Amé-rica necesita solucionar el conflicto árabe-israelí, en particular el problema palestino. Esta es la verdadera herida que infecta toda su política exterior, particu-larmente su prestigio en el mundo árabe y musulmán. Durante la visita el pasado mes de julio a la región, Obama se comprometió a abordar el conflicto pales-tino-israelí “desde el minuto en que jure posesión del cargo”. No tiene tiempo que perder en sus esfuerzos por hacer realidad esa promesa.

A diferencia del lío insoluble que hereda en el Oriente Próximo como región general, el camino a una solución integral de la disputa árabe-israelí ya ha sido allanado, y no habría que reinventar la rueda. Se necesitan liderazgo y compromiso, y la campaña del “sí, podemos” de Obama ya ha demostrado que posee ambas cualidades.a

Ex ministro de Relaciones Exteriores de Israel. Vicepresiden-te del Centro Internacional Toledo para la Paz. Autor de Scars of War,

Wounds of Peace: The Israeli-Arab Tragedy

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étnica en el Caribe Depuración

Yo soy una ciudadana nacida en República Dominicana. Crecí, fui a la escuela, for-mé una familia y crié a mis hijos en tie-rra dominicana. Este es el único lugar al que alguna vez llamé hogar. Sin embargo,

después de más de 45 años en este país, se está cuestio-nando mi nacionalidad -junto con la de miles de otros dominicanos.

Al igual que muchos dominicanos, tengo ances-tros haitianos. Mi familia llegó a República Dominica-na desde el vecino país de Haití en busca de trabajo. Su viaje no fue atípico, tampoco desalentado. Cientos de miles de haitianos llegaron a trabajar a este país con el permiso expreso del gobierno dominicano.

Pero los dominicanos como yo siempre hemos pagado un precio por nuestros ancestros. Durante más de un siglo, el gobierno promovió una política de discriminación racial patrocinada por el Estado. Hemos sido utilizados como chivos expiatorios para desviar la atención de los problemas económicos y políticos del país.

Aun así, una lección que aprendí mientras crecía fue que toda persona nacida en República Dominicana

es un ciudadano dominicano. Esto era algo que nadie cuestionaba. Esto era algo de lo que nadie dudaba. La Constitución de República Dominicana dice explíci-tamente que cualquiera que nace en el territorio del país, excepto los hijos de padres que son diplomáticos o extranjeros “en tránsito” -algo que, durante décadas, quiso decir por menos de 10 días en el país-, es un ciu-dadano dominicano.

Por ende, nunca me preocupó que alguna vez se pusiera en duda mi condición de ciudadana. Estaba equivocada.

Hace dos años, el gobierno de mi país intentó despojarme de mi nacionalidad y hoy intenta hacer lo mismo con otros miles de dominicanos de ascenden-cia haitiana. El gobierno lanzó este esfuerzo con una reinterpretación curiosa de la Constitución. Ahora considera que los individuos de ascendencia haitiana nacidos en República Dominicana no tienen derecho a la nacionalidad dominicana, porque sus padres o abuelos, muchos de ellos residentes durante años, si no décadas, supuestamente estaban “en tránsito”.

El gobierno ordenó a las autoridades de los re-gistros civiles que dejaran de emitir cualquier docu-

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mento de identidad para las personas que nacieron de “padres extranjeros” y recibieron certificados de nacimiento dominicanos, bajo lo que el gobierno ahora llama “circunstancias irregulares”. Es más, los documentos de identidad que el Estado dominicano ya emitió están siendo declarados inválidos con re-troactividad.

Sólo se está señalando a los dominicanos de as-cendencia haitiana. La discriminación por parte del gobierno de mi país contra mi grupo racial y étnico es tan evidente que algunas oficinas de registro civil dis-tribuyeron listas de “nombres haitianos resonantes” de manera que el personal pueda reconocerlos. Hay quie-nes incluso fueron señalados sólo por su apariencia. La crudeza de la campaña del gobierno sería casi cómica si no estuviera condenando a tantos dominicanos de ascendencia haitiana a la incertidumbre de la falta de nacionalidad.

Por cierto, las implicancias de perder la propia ciu-dadanía son enormes. Sin documentos de identidad, la gente no tiene acceso a las escuelas, se le niega atención sanitaria, se le impide casarse y no se le otorgan do-cumentos oficiales como certificados de nacimiento y licencias para conducir.

Peor aún, el gobierno está considerando una en-mienda constitucional que despojaría a miles de do-minicanos de ascendencia haitiana de los derechos de ciudadanía de manera permanente. La situación ahora es incluso más peligrosa que antes.

Durante 30 años trabajé para garantizar la igual-dad en materia de derechos humanos y civiles para los dominicanos de ascendencia haitiana. Me topé con muchas dificultades personales y profesionales. Las autoridades estatales me difamaron. Informantes intentaron infiltrarse en mi organización y socavar mi trabajo. Recibí amenazas de muerte en más de una ocasión y mis hijos y yo tuvimos que huir de nuestra tierra natal.

Sin embargo, a pesar de todo lo que tuve que so-portar, nunca perdí las esperanzas de que el cambio fuera posible.

Tal vez la campaña contra los dominicanos de ascendencia haitiana cese cuando el sistema judicial dominicano reconozca que el rechazo retroactivo de la ciudadanía viola la ley fundamental de derechos hu-manos. Quizá cese cuando la comunidad internacional se pronuncie abiertamente en contra de las políticas discriminatorias de República Dominicana. Pero algo es seguro: no cesará hasta que todos los dominicanos que valoran la democracia y el régimen de derecho se paren junto a sus compatriotas y declaren que el tiem-po del trato desigual terminó. a

Directora del Movimiento de Mujeres Dominico-Haitianas. Recibió el Premio de Derechos Humanos Robert F. Kennedy en 2007

ZACATECAS

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no profetaPapa,Una vez más, la reputación del papa Pío

XII está bajo escrutinio y es blanco de ataques. De hecho, tan indagatorios son los interrogantes y tan encendidas las discusiones sobre el Pontífice de la Igle-

sia Católica Romana durante la Segunda Guerra Mun-dial que el Papa actual, Benedicto XVI, recientemente anunció que tal vez posponga la beatificación de Pío hasta que se abran y examinen los archivos del Vatica-no para los años de guerra.

¿Por qué Pío XII es acusado con tanta frecuencia de haber sido casi un cómplice de la Alemania nazi cuando durante su papado la Iglesia Católica en Roma protegió y escondió a miles de judíos? Esta es una de las preguntas históricas más complejas de nuestros tiempos.

Durante varios años después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Pío XII gozó de una gran populari-dad, incluso dentro de la comunidad judía. La corrien-te cambió durante los años 1960, siendo la obra de Rolf Hochhuth, The Deputy, el punto de partida para el cuestionamiento encendido de la reputación de Pío.

Ahora bien, para entender cómo empezó a cues-tionarse la reputación de Pío, debemos analizar la obra de Hochhuth dentro del contexto de las grandes insu-rrecciones sociales y culturales de los años 1960. La iz-quierda alemana quería modificar la interpretación de la historia alemana que fue el cimiento para la Alemania occidental democrática y capitalista creada por el can-ciller Konrad Adenauer. Esa interpretación consideraba los horrores del nacionalsocialismo de Hitler como una consecuencia de la abjuración de Alemania.

En los años 1920 y 1930, la cultura y los valores cristianos tradicionales de Alemania se habían colap-sado bajo el ataque de dos ideologías ateas: el comunis-mo y el nazismo. Ambos destruyeron la República de Weimar, al actuar como una especie de mellizos mal-vados que se odiaban mutuamente, pero que compar-tían un odio común: la cristiandad y la democracia.

La nueva interpretación que vino de la mano del movimiento juvenil alemán radicalizado de 1968 sos-tenía que la era de Hitler no fue un quiebre tajante con

la historia alemana, sino más bien una continuación de ella. La única dirección para la cultura alemana que no llevaba al abismo espiritual del nazismo -según esta nueva in-terpretación radical- era el mar-xismo. No el marxismo fosilizado de la República Democrática Ale-

mana, por supuesto, sino el nuevo marxismo “crítico” asociado con figuras como Herbert Marcuse.

Dada la distorsión de la realidad que reside detrás de esta visión es fácil entender por qué sus defensores llegaron a considerar a Pío XII como un aliado de Hitler. Por cierto, sobre esta misma base, Adenauer podía ser considerado (y de hecho lo era) un nacionalsocialista.

Es cierto, Pío XII no condenó al nazismo durante la guerra. Pero su antecesor, el papa Pío XI ya lo ha-bía hecho, en la Encíclica Mit Brennender Sorge (“Con viva preocupación”). Pío XI también había condenado al comunismo, en la Encíclica Divini Redemptoris . De manera que las enseñanzas de la Iglesia sobre los males del nazismo eran transparentes para todos.

Ahora bien, ¿por qué Pío XII no reiteró esta con-dena del nacionalsocialismo durante la guerra? Para

ROCCO BUTTIGLIONE© Project Syndicate 2009

El Papa creía que podía condenar a ambas

potencias totalitarias o no condenar a ninguna de ellas

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responder esta pregunta necesitamos analizar la situa-ción a través de los ojos del hombre que lideraba la Iglesia católica durante esos años. Es una visión muy diferente de la nuestra.

Para un observador neutral en los años 1940, la guerra era principalmente una guerra de nazismo versus comunismo. Europa era el premio. Las demo-cracias occidentales, como reconocen hoy la mayoría de los historiadores, desempeñaban un papel relativa-mente menor en la gran lucha militar. El Papa creía que podía condenar a ambas potencias totalitarias o no condenar a ninguna de ellas. Pero toda condena del comunismo por parte de Pío habría sido explotada por la propaganda nazi para respaldar el esfuerzo bélico de Hitler. Y una condena del nazismo podría haber sido malinterpretada como un ataque no contra el nazismo, sino contra Alemania, en su lucha de vida o muerte contra el régimen comunista de Stalin.

Muy pocos en el Vaticano -de hecho, en Europa en general- tenían un conocimiento real en esos días del vasto poderío industrial de Estados Unidos de Améri-ca. E incluso, quienes sí conocían algo sobre el poder norteamericano dudaban de que los norteamericanos aceptaran los peligros y el gasto que implicaba defen-der a Europa del comunismo después de que la Alema-nia nazi fuera derrotada. Nadie podía imaginar que la invención de la bomba atómica le daría a Estados Uni-dos de América una ventaja militar tan extraordinaria como para que defender a Europa se volviera posible y aceptable para el pueblo estadounidense.

Pío XII era un Papa, no un profeta. No sabía nada de todo esto y razonablemente no podría ha-berlo sabido.

Entonces, ¿cuál era la visión del Papa durante los años de la guerra? A pesar de ser un germanófilo de larga data, Pío XII era antinazi. Esperaba que Alema-nia pudiera separarse del nazismo, que se pudiera des-truir el nazismo sin destruir a Alemania, preservando así a la gran nación como un bastión contra la Unión Soviética.

Esta era exactamente la visión que tenían los pa-triotas alemanes que participaron en la conspiración para asesinar a Hitler, el 20 de julio de 1944. La ma-yoría de ellos pagó con sus vidas y hoy se les rinde ho-nores en Occidente por su coraje y sus principios. Sin embargo, a Pío se lo condena de forma ritual.

La Alemania de Klaus von Stauffenberg, no de Hitler, era la Alemania que amaba Pío XII. De hecho, los diplomáticos papales no sólo estaban al tanto del complot contra Hitler, sino que intentaron mediar en-tre los conspiradores y las potencias aliadas.

La esperanza de quebrar el poder nazi preser-vando al mismo tiempo a Alemania del destino de la destrucción total, y el derramamiento de sangre que la aguardaba en los últimos meses de la guerra, era una esperanza noble, incluso si al final demostró ser poco realista. Si Pío pecó al albergar esta esperanza, el suyo fue un pecado noble. a

Ex ministro de Asuntos Europeos de Italia. Profesor de Derecho en la Universidad San Pío V, en Roma

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Tribus frente a

terroristasSentado junto a una pipa de agua de 1.2 metros

de altura, le pregunté al líder tribal que esta-ba frente a mí: ¿Qué significa la victoria para él? Echando bocanadas de humo, levantó sus tupidas cejas blancas y dijo: “Victoria. ¿Cómo

puede tener victoria aquí?” Estados Unidos de América fue a Afganistán

a destruir a Al-Qaeda. Sin embargo, siete años más tarde, ¿qué ha conseguido? Ha gastado más de 170 mil millones de dólares en Afganistán y no obstante Al-Qaeda y los talibanes siguen creciendo. Sabemos que el camino que va al corazón de Al-Qaeda ahora conduce las áreas tribales bajo administración federal (FATA, por sus siglas en inglés) en Pakistán. En el úl-timo mes, el vicepresidente electo Joe Biden, refirién-dose al liderazgo de Al-Qaeda dijo: “Ahí es donde viven, ahí es donde están. De ahí vendrán. Y en estos momentos [la amenaza] reside en Pakistán.”

Sin embargo, Estados Unidos de América no tiene presencia en las FATA. Tiene poco contacto o comunicación con su gente y sus líderes. Proporciona poco apoyo, asistencia sanitaria o ayuda a la población que vive allí. Estados Unidos de América envía misiles y ataques aéreos que enfurecen a la gente, más que la ayuda y emisarios necesarios para hacerla partícipe. No es ninguna sorpresa que Estados Unidos de América no haya ganado su apoyo, pero hay una forma de con-seguirlo. La gente que tiene influencias en el área tribal “inestable” vive cerca, en áreas estables. Estos miembros de tribus se desplazan a las áreas estables por razones económicas y de seguridad, y ellos son el sustento de sus aldeas natales. Es necesario establecer un diálogo y prestar servicios a estas personas influyentes para cons-truir un puente de comunicación con los miembros de las tribus de las áreas inestables de las FATA. Estos lí-deres ya conocen a los jefes de las tribus y sus líderes espirituales, y están familiarizados con las costumbres

y los códigos tribales. También saben quién es el ene-migo y pueden jugar un papel en la tarea de aislar a los militantes, separándolos de la gente local.

Un amigo de la región describió a las FATA como “una era olvidada”, donde sólo prevalece la “ley de la jungla”. Estas áreas inestables se han visto infiltradas por una red terrorista multinacional antiestatal (Al-Qaeda, los talibanes, la red haqqani y aproximada-mente 14 elementos antiestatales identificables que operan sólo en esa zona), lo que el gobierno estadouni-dense llama las “milicias anticoalición”, y son mucho más siniestras y están más interconectadas de lo que occidente imagina. Con cinco años de experiencia en Irak -y un poderoso sistema de comunicación y apoyo financiero tras ella- esta red crece rápidamente.

Los miembros de las tribus de las FATA están completa-mente al tanto de esta situación. Cuando les pregunté “¿si Osama bin Laden estuviera en la casa vecina, avisarían a las autorida-des?”, la respuesta de los hom-bres con los que interactué fue

un rotundo “no”. Como el oficial colonial británico Frederick Mackeson observara sobre estos hombres en 1850, “su fidelidad se mide por el largo de la bi-lletera de sus benefactores, y trasfieren su obedien-cia según la generosidad de la donación.”

Mientras el enemigo entra y sale de las áreas tri-bales, viviendo e interactuando con la gente, Estados Unidos de América combate a Al-Qaeda superficial-mente, a través de ataques aéreos y operaciones espe-ciales secretas que destruyen casas y matan personas. Y, puesto que EUA no tiene ninguna presencia en te-rreno bajo ninguna forma, se ve a los estadounidenses como los agresores y a los militantes fundamentalistas como los protectores. Hay unas pocas excepciones; en Bajaur, por ejemplo, algunos miembros de tribus con-sideran a los militantes como el enemigo, y los están combatiendo... por ahora.

ASHLEY BOMMER © Project Syndicate 2009

Al-Qaeda ahora conduce las áreas tribales

bajo administración federal en Pakistán

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De acuerdo con el Centro Pakistaní de Investiga-ción y Estudios de Seguridad, 90% de los habitantes de las FATA vive bajo la línea de la pobreza, pues ganan menos de dos dólares al día. Para un recién nacido, la vida será una lucha por sobrevivir en una zona de gue-rra. No es sólo que falte la presencia estadounidense, sino que el gobierno pakistaní provee muy pocos o ningún servicio en esta área, y la comunidad interna-cional está también ausente.

Los vínculos entre las áreas estable e inestable co-menzaron hace más de cien años. Frente el malestar tribal y las luchas incesantes, los británicos propusie-ron entonces relocalizar las tribus de Waziristán (hoy en día Waziristán del Norte y del Sur) en territorio británico. El secretario de Estado escribió a la reina Victoria: “Es más probable que la pacificación de las tribus de la frontera a través de la aplicación constante de influencias humanizantes sea más permanente que lo que se lograría con su sometimiento mediante fuer-zas militares… [y podría] dar una perspectiva razona-ble de convertir a los pueblos que habitan en las líneas fronterizas entre nuestros territorios y Afganistán en vecinos pacíficos y amistosos”.

Los británicos movieron a algunos de los miembros de las tribus del área inestable de la frontera a las áreas seguras (coloniales). Antes de esta política, los británicos habían gastado 15 años e incontables fondos en reprimir y castigar a las tribus, sin resultado alguno. La esencia de la política británica continúa hoy en día en las FATA.

Hay organizaciones locales eficientes, como el Pro-grama de Apoyo Rural de Sarhad (SRSP), con el cual Estados Unidos de América podría cooperar inme-diatamente en las áreas estables, para comenzar. Estas organizaciones trabajan con la gente para evaluar sus necesidades y luego crear las instituciones necesarias para entregar la ayuda. El SRSP tiene la capacidad; sólo necesita dirección y apoyo financiero para ampliarse. Una vez que se establezcan un diálogo y la cooperación con los miembros de las tribus en las áreas estables, será posible abrir caminos hacia las áreas inestables.

Sí, los británicos fueron a la larga derrotados, pero dejaron una vía de gran valor para acceder a las FATA a través de las áreas estables colindantes. Es tiempo de volver a ocupar el asiento del conductor.a

Miembro temporal del Consejo de Asuntos Exteriores. Escribe una novela ambientada en las áreas tribales de Pakistán

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salud

Cien mexicanos tomaron la decisión y la pusieron por escrito. Tienen claro cómo desean pasar los últimos momentos de su existencia, en caso de ser diagnosticados de una enfermedad terminal con un pro-

nóstico de vida no mayor de 6 meses. De manera an-ticipada expresaron su voluntad y tanto médicos como familiares deberán respetar su decisión de no prolongar su agonía cuando ya no exista forma de curación.

Esos 100 mexicanos han ejercido el nuevo de-recho que consagra la Ley de Voluntad Anticipada en el Distrito Federal, que ya tiene un año en vigor; muy pronto podrá ser federal, por la Ley de Cuida-dos Paliativos, que ya fue aprobada por el Congreso de la Unión.

No se trata de eutanasia. Las leyes citadas no plantean el derecho a la terminación de la vida del paciente, cuando éste la desea. Se trata de ortotana-sia, es decir, suspender posibles tratamientos que no curan, que son invasivos, que agreden al paciente y que no le ofrecen esperanza alguna de resolver el problema. Son leyes que hacen posible cancelar esos tratamientos y procurar una mejor calidad de vida para el enfermo a través de cuidados paliativos que le permitan evitar el dolor en la medida de lo posible, aun cuando ello pudiera acortar su vida. Cuando el paciente lo desee, puede ser trasladado a su domicilio y, por lo menos en teoría, ser atendido ahí por perso-nal del Gobierno del Distrito Federal. Eso es lo que señala la ley.

IRMA RosA MARTÍNEZ ARELLANo

Morir condignidad

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Soledad Escamilla, titular de la Coordinación Especializada en materia de Voluntad Anticipada del GDF, informó que de esas 100 personas, 87 lo hicie-ron en condiciones de salud y ante un notario público. Otras 13 expresaron su voluntad anticipada después de que les fue diagnosticada la enfermedad en etapa ter-minal, y lo realizaron ante autoridades hospitalarias. Ocho de ellos ya fallecieron.

En general, se trató de enfermos de cáncer y algu-nos de ellos se encontraban en hospitales privados.

Hay coincidencia entre diversos sectores de que la promulgación de estas leyes es un avance, pues re-suelve situaciones que suelen ser muy conflictivas para los familiares, pues plantean la obligación de respetar la decisión del paciente y, al hablar sobre el tema en familia, se propicia un periodo de duelo colectivo que suele ser mejor que cuando no se quieren tocar asun-tos relacionados con la muerte.

La diputada local Paula Soto, quien presentó la iniciativa de ley ante la Asamblea Legislativa del DF, afirma que el documento de Voluntad Anticipada ayu-da a los familiares a tener la certeza de que lo desea su paciente, aun cuando él ya no pueda expresarlo por causa de la enfermedad. También es una forma de evitar a la familia la necesidad de tomar decisiones difíciles. Tiene otra ventaja, pues en el documento de Voluntad An-ticipada cada persona puede de-terminar la donación de sus órga-nos, y es una determinación que tiene que ser de obligado cumpli-miento por parte de la familia y de las autoridades.

La psicóloga Soledad Escamilla destaca otra de las virtudes de la Ley de Voluntad Anticipada: a pesar de todo lo que se afirma del mexicano en su relación con la muerte, la gran cantidad de rituales que tenemos respecto de ella dan cuenta del bloqueo que sufrimos al hablar del tema. Y es por ello que cuando una per-sona toma la decisión de definir cómo quiere pasar sus últimos días, y lo transmite a su familia (algo que tie-ne que socializar para que se pueda cumplir), el tema de la muerte comienza a ser abordado, deja que los familiares pasen por el trauma de la enfermedad sin desacuerdos y sin desgaste, y permite a los familiares asumir la muerte con un poco de mayor tranquilidad.

Cien personas puede ser una cifra no muy alta si se considera que la ley ha estado en vigor un año. Ha faltado difusión y existe mucha confusión. Incluso, entre los médicos se ha dado la necesidad de realizar trabajos de capacitación para que conozcan los verda-deros alcances. Ha habido resistencia entre algunos de ellos, pues pensaban que se trataba de la eutanasia. Y entre la población en general prácticamente no existe

conocimiento de ello, o lo tienen tergiversado. Auto-ridades de salud del DF informaron que recientemente habían acudido a ellos los familiares de un paciente solicitando “una pastilla” o alguna forma de que su ser querido pasara a mejor vida y dejara de sufrir.

Pero no. La eutanasia no es un tema que esté a discusión en nuestro país. Aunque debiera serlo, se-gún algunos especialistas, pues la Ley de Voluntad An-ticipada puede no ser suficiente para un paciente con dolores extremos o condiciones de vida no dignas; es también una ley poco clara en cuanto a qué tipo de tratamientos se deben suspender, como alimentación o respiración artificiales, por ejemplo.

La doctora Asunción Álvarez del Río, miembro del Departamento de Psicología Médica, Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, considera que el espíritu de la ley es bueno pero no siempre los cuidados paliativos alivian el sufrimien-to de un paciente que puede no querer ya seguir vi-viendo. “Es ahí donde debería entrar la eutanasia y las leyes deben garantizar las acciones que resulten necesarias, como la muerte médicamente asistida”.

Los lineamientos incluidos en la ley vigente, admitidos hasta por la Iglesia ca-tólica, como es el caso de los cui-dados paliativos, que al evitar el dolor pueden acortar la vida del paciente. Pero nada más. No sólo para la doctrina católica, sino para otras diferentes creencias religiosas la idea de acabar con la vida de una persona constituye

una de las mayores afrentas. Pero hay teólogos católicos que le encuentran

virtudes. José Vico Peinado, quien es sacerdote y pro-fesor de ética, es crítico de los argumentos de la Igle-sia. Señala que sólo a Dios corresponde quitar la vida a través de procesos naturales, pero advierte que la medicina, al alargar la existencia en casos en los que ya no hay cura posible, actúa contra esos procesos. Afirma que la eutanasia supone un conflicto entre el valor de la vida y la dignidad de la muerte, y el médi-co no puede actuar por cuenta propia. Debe tener en cuenta la decisión del enfermo.

En su libro Dolor y muerte humana digna (San Pablo, Madrid, 1995), Vico Peinado subraya que no hay obligación de prolongar la vida por el hecho de que sea posible hacerlo. Considera que la vida que se prolonga debe ser una vida humana y no vegetativa, y tiene que hacerse un balance entre la prolongación de la vida y los sufrimientos que ello puede causar. Hace hincapié en que la eutanasia se distingue del homici-dio porque se trata de acortar un proceso de muerte que ya ha empezado.

La eutanasia no es un tema que esté a discusión en nuestro país. Y debiera

serlo, según afirman algunos especialistas

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Asunción Álvarez del Río considera que la eu-tanasia tiene que ser una llave de salida para situa-ciones de vida no digna o sufrimiento que no sólo puede ser físico. “Debe ser un acto de libertad total, pero requiere de la solidaridad de otros. Los suici-dios suelen ser violentos y nadie merece esta forma de muerte, menos cuando lo que quiere es terminar con su sufrimiento. Por eso se requiere el apoyo de los médicos, pues además son quienes tienen acceso a los medicamentos que pueden hacer que la muerte ocurra sin dolor”.

Para el médico e investigador mexicano de patolo-gía, Ruy Pérez Tamayo, de acuerdo con el código ético médico, un deber del profesional es evitar las muertes prematuras e innecesarias. En el libro Eutanasia, ha-cia una muerte digna, en el que participaron diversos autores del Colegio de Bioética, Pérez Tamayo afirma que ese código no dice nada de las muertes oportunas e inevitables, y menos de las deseables y benéficas.

“En pacientes con enfermedades terminales, o de edad muy avanzada, o las dos cosas, que han caído en coma varias veces y en los que tanto la medicina terapéutica como la paliativa ya no tienen nada más que ofrecer, en los que nuevos esfuerzos de terapia intensiva no van a prolongarles la vida, sino sólo la inconsciencia, además de mantener la espera angus-tiosa de la familia, y no pocas veces a sumar a esta tragedia la de la ruina económica, la muerte se trans-forma en deseable y benéfica para todos, y en especial para el enfermo”.

Quienes se oponen a la eutanasia han señalado que la solicitud de un paciente para que el médico termine con su vida, puede ser resultado de una depresión tran-sitoria y, por otro lado, que es muy difícil para el médico estar completamente seguro de que un enfermo en es-tado terminal no puede salir adelante, aunque sea por poco tiempo. Pérez Tamayo reconoce que ambas obje-ciones son reales y deben tomarse mucho en cuenta. Sin embargo, señala que aun tomándolas en cuenta, tarde o temprano se llega a situaciones en las que el suicidio asistido o la eutanasia son las únicas formas de ayudar al paciente a acabar con su sufrimiento y a morir en forma digna y de acuerdo a sus deseos.

La diputada Soto, de extracción panista, afirma que no existe interés alguno de entrar al debate de la eutanasia, por lo menos en la Asamblea Legislativa del DF, pues incluso los partidos que la habían pro-puesto estuvieron de acuerdo en trabajar sólo en la Ley de Voluntad Anticipada. Pero para la psicóloga Asunción Álvarez, a pesar de que eutanasia es una palabra cargada negativamente y desacreditada por la Iglesia, “si la gente sabe en qué consiste, puede que le vea sus ventajas”. a

Periodista

salud

La eutanasia se aplica de manera legal en Holanda y en Bélgica.

– En Suiza y en los estados norteamericanos de Oregon y Washington, se permite el suicidio asis-tido de manera legal.– En Japón es legal la eutanasia pero difícilmente se aplica.– En Italia, el Tribunal Supremo autorizó a una familia que su hija ejerciera el derecho a no reci-bir la alimentación artificial que la mantenía con vida desde hacía más de 16 años. Eluana Englaro quedó en estado vegetativo irreversible en 1992, tras un accidente vehicular.– En Londres, una chica de 13 años rechazó que le practicaran un trasplante de corazón. Desde los 5 años padece leucemia y los tratamientos de qui-mioterapia le provocaron un hoyo en el corazón, por lo que los médicos querían obligarla a some-terse al trasplante. La cirugía no le garantiza la salud, pues los medicamentos para que su cuerpo no rechace al nuevo órgano le podrían provocar el resurgimiento de la leucemia y se requerirá un nuevo trasplante en algunos años. El asunto fue llevado a tribunales y no se ha llegado a una resolución, pero los médicos ya desistieron de su empeño.– Una cadena de televisión británica transmitió en diciembre pasado un documental llamado “¿De-recho a morir?”, en el cual se muestra el suicidio asistido del ciudadano inglés Craig Ewert, ocurri-do en septiembre de 2006. El señor Ewert sufría de una grave enfermedad neuromotora degenerativa que lo condenó a vivir con un respirador artificial y ya no se podía mover. Con el paso del tiempo, ya no podría hablar siquiera. Después de tomar la decisión y compartirla con su esposa e hijos, viajó a Suiza, en donde la organización Dignitas llevó a cabo el procedimiento. En la imagen se observa a una persona que prepara un compuesto líquido y le advierte que una vez que lo tome morirá. Ewert dice estar consciente de ello y lo bebe. Su esposa se despide amorosamente de él y muere en pocos minutos. El documental ha generado una gran polémica en Gran Bretaña.– En YouTube aparece un extracto del documental británico, así como la muerte asistida de una mu-jer cuya nacionalidad no es clara. Se le ve recos-tada y a pesar de que el médico insiste en que está a tiempo de reconsiderar su decisión, se mantiene firme y bebe el medicamento que le ha preparado el doctor. La muerte también transcurre frente a algunos familiares.

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CHIHUAHUA

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cultura

monarcaLa mariposa

CARMEN PARRA

La mariposa es una joya de Dios y ha sido para todas las culturas primigenias un ideo-grama de la inmortalidad del alma, una me-táfora de la vida humana, ya que a través de la metamorfosis que sufre a través de su vida

evoca en los hombres profundos significados filosófi-cos y religiosos.

Así como este insecto ha tenido a través de la historia un sinfín de significados y simbolismos, para mí, la mariposa, y en especial la mariposa monarca, se ha vuelto una obsesión, ya que ha sido el tema de diferentes expo-siciones, cuadros, instalaciones, desde que en 1982 me convertí en la primera artista mexicana que realizó una exposición ecológica en la Galería Sloane Rakota, en San Ángel, la cual titulé: “40 mil años papalotl”, y que fue el parte-aguas de muchas más exposicio-nes sobre la mariposa monarca en todo México, Canadá, Estados Unidos de América, Brasil, Co-lombia, Japón y otros países.

Mi pasión por la naturaleza se avivó con la mariposa monar-ca y los bosques de oyamel don-de vienen a hibernar, ya que fue ahí donde descubrí junto con unos amigos, un santuario que me atrapó de por vida en este manto de mariposas. Me quedé totalmente enamorada del es-pectáculo y todavía recuerdo la experiencia que me acompaña y sigo sintiendo cada vez que soy partícipe de ese fenómeno, que te hace sentir un Dios en medio de un ciclo perfecto de la vida, donde uno se encuentra rodeado de mariposas vivas como detenidas en el tiempo descansando bajo la sombra de los árboles, sus protectores y receptores, y llegan a ser como racimos entre grises y naranja que cuel-gan de los árboles y los cubren completamente, pero que al momento en que el sol las toca, las hace re-

volotear y volar llenando el cielo y cubriéndote las manos, piernas y cabeza, todo el cuerpo, de modo que entre las mariposas vivas en el aire y las muertas como un gran tapiz extendido en el piso, hacen que te sientas parte del Universo y así comprendas que estamos hechos de polvo de estrellas.

Es tan intenso y tan profundo el sentimiento que te evoca ese espectáculo, que atrapa todos tus sentidos: visualmente los colores naranja, negro, blanco y plata de la mariposa, como sensorialmente el contacto cuando

posan sobre ti y te cubren como la agitación que producen sus millo-nes de alas en movimiento; como el olor a bosque y vida infinita; como el sabor del polvo de la tierra, creando una experiencia mística in-olvidable. Algunas veces, mi mente me transportó a la forma como las culturas prehispánicas lo eviden-ciaban: cuando un azteca de alto rango moría su cuerpo era lavado y vestido con atuendos ceremonia-les que incluían una capa llamada manto de la mariposa; el bulto era atado cuidadosamente y después de 4 días de exequias era quemado; se creía que mediante el poder de la magia el espíritu del muerto era liberado por las llamas para con-vertirse en mariposa. Mientras la llama ardía quemando el cuerpo, y se alzaba al cielo, los observado-res sentados alrededor de la fogata veían en las llamas parpadeantes el símbolo amoroso de la perpetua metamorfosis, del espíritu a la ma-

teria y de la materia al espíritu; la mariposa. El fenómeno de la mariposa monarca fue descu-

bierto recientemente por un biólogo canadiense, que le ponía un pequeñísimo mensaje de papel para que la gente que se la encontrara le dijera donde se localizaba, y así poder descubrir su ruta de vuelo, ya que él veía que las mariposas iban y venían, pero no sabía cuál era su destino.

Mi pasión por la naturaleza se avivó con la mariposa monarca y los bosques

de oyamel donde vienen a hibernar

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Su nombre científico Danaus plexippus, que viene de la mitología griega, donde Danae es la Diosa que fecunda Zeus en forma de lluvia de oro; siendo la me-táfora de la experiencia de ser partícipe de este espec-táculo en el bosque, hice una interpretación basada en un cuadro de Tiziano que está en el Museo del Prado, “La Diosa Danae” bañada de la luz dorada de miles de mariposas en el bosque Oyameles.

El ciclo vital de las monarcas se inicia cuando una hembra deposita cientos de huevecillos en las hojas de las asclepsias. Las larvas eclosionadas dan lugar a una oruga o crisálida que al cabo del tiempo se metamorfo-sea en mariposa. Ésta tiene un gramo de peso, un par de antenas para la orientación, dos complejos oculares y un cerebro en el que se acumula la información ge-nética que le permite, entre otras cosas, hallar el sitio preciso donde hibernaron sus ancestros 5 o 6 genera-ciones atrás.

Lo extraordinario de la hibernación de las mo-narcas es que toda la población del norte de Estados Unidos de América y el sur de Canadá se concentra en esa etapa, en unas cuantas hectáreas de bosques mexicanos, formando colonias que permanecen todo el invierno en los llamados santuarios de los estados de México y Michoacán.

Desgraciadamente, la tala de árboles, las prácti-cas agrícolas, el crecimiento de los centros urbanos, el uso indiscriminado de herbicidas y la erosión aten-tan seriamente contra la preservación del bosque y amenazan la vida de las mariposas. Por ello, una de las estrategias de conservación fue la fundación Pro Mariposa Monarca, A.C., en 1984, y poco después, la conversión de 16,000 hectáreas en reserva ecológica. Además, se han establecido acuerdos con los ejidata-rios locales para crear fuentes de trabajo que no al-teren las condiciones del entorno. Los investigadores mexicanos, canadienses y estadounidenses, estudiosos de la mariposa monarca, constituyen hoy una especie de hermandad científica que permite aprovechar al máximo los recursos disponibles.

Si bien la monarca ha sobrevivido durante siglos cuidándose por sí misma, es innegable que requiere de los bosques de pino y oyamel que hacen posible su ciclo vital. Sin ellos, el fenómeno migratorio de las maripo-sas podría convertirse en historia biológica.

Como artista mexicana estoy muy agradecida de participar en este movimiento de concienciación para proteger a la mariposa, con ello los bosques y finalmente el agua sagrada, que es el gran reto para el siglo XXI, siento que todo mi trabajo ha tenido sentido y que finalmente se logró considerar este fe-nómeno migratorio como parte de los tesoros de la humanidad.a

Pintora

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cultura

Gabriel ZaidLecciones y virtudes de

JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Si Gabriel Zaid no fuese mexicano, tendría-mos que importarlo. Su lucidez, su pasión crítica, su emoción inteligente y su proceder ético, además de su humildad humanista, son las virtudes de un pensador y un poeta muy

difíciles de encontrar juntas.Gabriel Zaid es un escritor excepcional que ha

roto todos los paradigmas, en México, del intelec-tual como gurú y como figura pública. Él no desea ser ni un gurú ni una figura pública; lo que busca es dialogar con los lectores a través de sus libros y sus artículos. Y esto es lo más parecido al ideal de la lectura. El autor está en lo que escribe, no al margen de la letra.

Si Gabriel Zaid escribiese no en español, sino en una lengua extranjera, lo tendríamos en México tra-ducido, porque es un autor a la altura de los mejores, cuyos dones socráticos nos hacen placenteros el pen-samiento y la reflexión, incluso en su poesía.

Cuando evoco a Gabriel Zaid (1934), lo imagino siempre en diálogo, junto a pensadores y escritores de la dimensión intelectual de Paul Goodman (1911-1972), Ivan Illich (1926-2002), Noam Chomsky (1928), George Steiner (1929), Edward W. Said (1935-2003), Stephen Vizinczey (1933) y André Comte-Sponville (1952), entre otros. Quiero decir con esto que Zaid es un lujo mexicano en medio de tanta impostura y tanto simulacro protagónico que nos agobian.

75 aniversario de su nacimiento

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Si Evtushenko afirmaba en 1963 que la autobiogra-fía de un poeta son sus poemas y el resto es sólo comen-tario, en el caso de Gabriel Zaid él está en sus libros, ínte-gramente, y todo lo demás es marginal. Su vida privada es eso: privada, pero es que, en realidad, si somos lectores atentos, veremos que un escritor inteligente y apasiona-do, como lo es él, está siempre entre nosotros dialogando y sembrando dudas, como lo hacían en el ágora los anti-guos pensadores que merecían tal nombre.

Es difícil jerarquizar de una manera precisa en dónde están las aportaciones más relevantes de Zaid dentro de una obra que abarca la poesía, el ensayo lite-rario y, especialmente, sobre poesía, así como la crítica del mundo cultural (en particular lo que atañe al libro y a la lectura), el análisis y la reflexión sobre la políti-ca y la economía, y su labor de lector y antólogo de la poesía mexicana.

De cualquier forma, no creo que Zaid privilegie unas cosas sobre las otras. Hombre de letras, pero tam-bién de cordialidad vital y de gentileza intelectual, este ingeniero de las letras ha beneficiado sin duda al medio cultural mexicano, con una congruencia pocas veces vista. Aborda con pasión y lucidez todo aquello que le interesa y lo conmueve, con una prosa esplén-dida y con una claridad de expo-sición que nada tienen que ver con el género aburrido de mucha prosa académica y burocrática.

Según nos ilumina Guido Gó-mez de Silva, en su Breve diccionario etimológico de la lengua española, “ingeniero” probablemente es traducción del italiano in-gegnere que a su vez deriva de ingegno (habilidad, destreza, inteligencia) y del latín ingenium (talento natural, habili-dad, inteligencia). Nada más apropiado que esta tríada (ta-lento, habilidad e inteligencia) para definir las herramien-tas con las que ha venido trabajando el ingeniero Zaid. Sus lecciones y sus virtudes están en cientos de páginas que pueblan sus libros y en otros centenares más, aún no re-cogidas en libros, que constituyen sus colaboraciones coti-dianas en diarios, revistas y suplementos culturales.

Como si esto fuera poco, Gabriel Zaid es gentil como persona. La pedantería no tiene sitio en su ac-titud, y muestra un interés siempre abierto y sincero a lo que hacen los otros escritores, incluidos los de las generaciones jóvenes. (Por ejemplo, su Asamblea de poetas jóvenes de México sentó un precedente no sólo recopilatorio, sino también analítico e investigativo, que aún no ha sido igualado.)

Exigente lector, su propia obra poética no ha sido excluida de su mirada crítica. Más que crecer, esta obra ha disminuido, pues la vigilante autocrítica de su autor, sumada a la atención que pone en el parecer de sus lec-

tores, lo condujo a dejar en su mínima expresión el vo-lumen de sus poemas, luego de suprimir ¡141 textos!

¿Qué revela todo esto? Fundamentalmente, una congruencia, pues lo que pide a los demás se lo exige a sí mismo, incluso con mayor severidad. No es un fal-so elogio cuando afirma que “la lectura de mis lecto-res me ayudó a distanciarme de los poemas, verlos con otros ojos y cuestionarlos en conjunto y en detalle”. Y así como cree y confía en la lectura de sus lectores, los que lo leemos creemos en él porque nunca ha traicionado su vocación crítica en aras de quedar bien con nadie.

A sus lectores no les da concesiones, porque él mismo como escritor no se las permite: prefiere la ver-dad por encima del consuelo y, en contra de cierta cos-tumbre muy arraigada y extendida en México, se niega a asumir la crítica como una obra de caridad. La crítica auténtica, cuando lo es, ilumina los caminos del lector y refuerza la confianza ética del ciudadano.

A la fecha, El Colegio Nacional (institución a la que pertenece) ha publicado cuatro tomos de sus Obras: el primero abarca su poesía (Reloj de sol); el segundo, sus Ensayos sobre poesía (La poesía en la

práctica, Leer poesía y Tres poetas católicos); el tercero, su Crítica del mundo cultural (Los demasiados libros, Cómo leer en bicicleta y De los libros al poder), y el cuarto, su crítica social, que redujo al volu-men El progreso improductivo y que nos dejó pendientes (segura-mente por afán de revisión) los libros La economía presidencial y

Hacen falta empresarios creadores de empresarios.Sus recopilaciones y antologías poéticas (Ómni-

bus de poesía mexicana y Asamblea de poetas jóvenes de México) tendrán seguramente el lugar que merecen en estas reediciones revisadas.

Para Gabriel Zaid “la esencia de la vida literaria está en leer, que es una actividad mental y solitaria, aunque puede vivirse como un diálogo”. Esto se opone a lo que tanta gente cree, equivocadamente: que la ver-dadera vida literaria está en las actividades colaterales al libro, entre brindis, canapés, volovanes, chismes y vanidades de quienes saben que leer libros es bueno pero que no tienen mucho tiempo para hacerlo, ocu-pados como están en “la vida literaria”.

De cualquier modo, Gabriel Zaid es un sabio optimista (con un pesimismo bien informado), pues cree “inocentemente, que si el mundo del libro no se reduce a la circulación de celulosa, es porque nunca faltan lectores de verdad”.

El 24 de enero, el maestro Gabriel Zaid cumplió 75 años.a

Escritor

“La esencia de la vida literaria está en leer, que es una actividad mental

y solitaria, aunque puede vivirse como un diálogo”

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La sencilla delicadeza de su imagen contrasta con el peso de su historia.

Es un antiguo oso de peluche confec-cionado hacia principios del siglo XX, y que perteneció al Zarévich Alexis Nicoláyevich

en la época de la corte imperial rusa.Dicho juguete -que trae a la memoria las viejas

historias populares rusas, sobre los orígenes de estos juguetes, como representaciones simbólicas de algún acuerdo o tratado en un marco político o diplomático- seduce desde la vitrina en que se encuentra en exhibi-ción, en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo Nacional de Antropología e Historia.

Junto con más de 500 piezas, este muñeco forma parte de la muestra de corte histórico: Zares. Maravi-llas de la Rusia Imperial. Colecciones del Museo Esta-tal del Ermitage, que lo mismo nos abre las páginas de la historia aterciopelada de la vestimenta infantil hasta el mobiliario, la joyería y otros objetos de vida coti-diana, que datan de entre los siglos XVII y justo hasta principios del XX.

Cobijada por una acertada museografía, estas Maravillas de la Rusia Imperial acompañan al visitan-te durante su recorrido por sala, con una adecuada y agradable ambientación musical que va de Stravinsky o Tchaikovski hasta Rachmaninov o Prokofiev.

Las cédulas brindan apoyo informativo en rela-ción con cada apartado del recorrido, con diseño bien resuelto y breves datos adicionales que refuerzan la contextualización de época, en cada periodo, abar-cando importantes acontecimientos o personajes y sus aportaciones en ámbitos diversos que van de la litera-tura a la ciencia, de la danza a la pintura o de corrien-tes y movimientos que se produjeron a lo largo de tres siglos en Rusia. Dostoievski, Tolstoi…

Caracterizada por una iluminación adecuada que recrea un tiempo de claroscuros, la muestra prove-niente de uno de los museos más grandes y relevantes del mundo -ubicado en San Petersburgo-, incluye ex-cepcionales atractivos que a partir de su uso cotidia-no otorgan pistas de lo que fue la época imperial de la Rusia antigua, y que puede referirse, en gran medida, por el periodo en que los zares y zarinas estuvieron al mando de la dirección política, social y económica de esa nación.

Con apoyo de elementos multimedia, como cua-dros de pintura multimedia; es decir, marcos antiguos de pintura sobre los que se proyectan imágenes de ma-nifestaciones artísticas, como la danza o la pintura, en video, o la proyección en video a través de pantallas de formato medio, de pincelazos de contexto histórico, que logran romper con la posible pesadez de un tema histórico, y logran atraer la atención de espectadores de diferentes edades.

El montaje destaca la presencia de la dinastía Ro-manov, que en este periodo sobresalió significativa-mente, dada su larga permanencia en el poder, de 1613 a 1917, y documenta la opulencia y diversidad de sus gobernantes que, por 80 años, fueron mujeres, tema que sin duda provoca reflexiones sobre las razones.

La exhibición que forma parte del Ciclo de Ex-posiciones Internacionales Grandes Civilizaciones, nos recuerda en su conjunto las reflexiones de Jaime Torres Bodet -impulsor de la construcción del espacio arquitectónico que hoy alberga esta muestra-, en rela-ción con la importancia de la memoria histórica para comprender nuestro presente, el de cualquier pueblo.

Zares… transporta al visitante en el tiempo y re-crea los aires de época imperial. Es así que sillas, cha-rolas, pinturas, huevos de pascua, una silla con brazos que perteneció a Catalina II, jarrones, escritorios, ca-napés, trineos, cajas, grabados, bustos escultóricos, es-tatuillas, vestidos, trajes o tarros de cerveza, entre mu-chos otros objetos, cobran vida y nos cuentan historias dentro de la historia.

Como pocas, esta muestra logra mantener el foco de atención en la historia, sin caer en el aburrimiento, dejando abierta la posibilidad de la sorpresa y también del goce estético.

Es una buena opción para aprender o releer la his-toria sin sentir que nos cae encima un ladrillo, como en el caso del historial del propio Ermitage -desde sus inicios en 1764 bajo iniciativa de la emperatriz Catali-na II-, y su valioso acervo que incluye obras de Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci.

El mundo de los Zares… llegó a México como en-tretenida y a la vez interesante caja de Pandora, don-de habitan historias como la de Iván el Terrible, pero donde al final siempre en el fondo de ella, quedará la esperanza de tiempos mejores para un pueblo y para cada individuo.

La exposición está divida en cuatro núcleos te-máticos, dedicados a las estaciones del año. Abre con la Primavera, a manera de homenaje al compositor Stravinsky, y abarca la época de consolidación del gran imperio. Continúa con la etapa de la maduración del imperio, Verano. En tanto que al periodo que abarca de Pablo I a Alejandro II -este último el primer zar ase-sinado, marcando con ello una ruptura en el concepto de la voluntad divina-, ubicado como el Otoño. Final-mente, el área del trágico Invierno, que corresponde al final de la dinastía Romanov, cuando Nicolás II, el último zar de Rusia, fue asesinado con toda su familia en 1917.

Estas Maravillas de la historia de Rusia se podrán visitar en el Museo Nacional de Antropología e Histo-ria en Chapultepec hasta el próximo 31 de marzo. a

Periodista

MARÍA LUISA LÓPEZ

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libros

Gobernantes mexicanos

La vida constitucional de México tiene casi 200 años y, sin embargo, una mayoría de mexicanos continúa viendo la figura del presidente en términos casi mesiánicos, como si la solución a todos los problemas

del país pudiera depender de la voluntad o el talento de un solo individuo, comenta el historiador norte-americano Will Fowler en la presentación del libro Gobernantes Mexicanos I y II (Fondo de Cultura Eco-nómica, edición 2008), obra de la cual es coordina-dor y en la que reunió a un grupo de especialistas para estudiar la naturaleza del presidencialismo en nuestro país.

Esta ambiciosa investigación académica iniciada en el año 2000 dio como resultado dos tomos (“pro-vocadores, intrigantes y eruditos” sobre todo lo que ha significado ser gobernante mexicano a lo largo de dos siglos) destinados a ser libros de cabecera sobre la po-lítica gubernamental mexicana.

Fowler, historiador especializado en la política del siglo XIX en México y América Latina, y también profesor de Estudios Latinoamericanos en la Univer-sity of St. Andrews, en Escocia, compara las políticas de quienes gobernaron el país a lo largo de los siglos XIX y XX, con hincapié en su relación con el Poder Legislativo.

El primer tomo está dedicado a los gobernantes del siglo XIX. Así, Guadalupe Victoria, Antonio López de Santa Anna, Benito Juárez, Porfirio Díaz son pro-tagonistas de capítulos donde, sin ignorar los rasgos biográficos, se explican los contextos sociopolíticos en que gobernaron.

Y el segundo hace alusión a quienes gobernaron México en el siglo XX, de 1911 a 2000, y toca a per-sonajes tan contradictorios como fascinantes: Álva-ro Obregón, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz y Carlos Salinas de Gortari. Al estudiarlos, se indica, es ineludible analizar la nación que los ayudó al subir al poder.

La ciudad de México a debate¿Por qué la ciudad de México sigue siendo un polo de expansión, si la ciudad más allá de su importancia histórica, política y social, se ha convertido en un espacio de grandes contra-dicciones, problemáticas y conflictos? ¿Existen

alternativas de solución? ¿Qué se ha hecho? ¿Cuál es el futuro de la ciudad de México?, son las interrogantes que aborda La ciudad de México a debate, obra coordi-nada por el arquitecto y urbanista Jorge Legorreta y en el que participan junto con él otros 18 autores.

La obra, publicada por Ediciones Eón-UAM, nos introduce a una de las urbes más grandes y pobladas del mundo, con alrededor de 2 mil kilómetros cuadrados y 22 millones de habitantes; pero también de las más complejas de entender y gobernar. De acuerdo con el coordinador, que fue delegado en Cuauhtémoc, la ciudad de México adolece de una aguda saturación vial y la ausencia de un transporte público, con tasas de crecimiento vehicular de entre 6% y 7% anual, que la convierten en una de las urbes de mayor conflicto social, a pesar de los dobles pisos via-les, trenes radiales y líneas de Metrobús y Metro.

Pensar nuestra ciudad con perspectivas hacia el año 2040, es uno de los objetivos de este libro, que contiene dos ópticas, según indica Legorreta: la primera es parte del debate hacia finales de la primera década del siglo XXI, respecto a la histórica situación jurídica del Distrito Federal como sede de los poderes federales y sus pers-pectivas de autonomía, entre ellas, la de convertirse en un estado más de la Federación mexicana. La segunda óptica son las diversas miradas que nos brindan diferen-tes especialistas sobre la ciudad de México, también lla-mada Zona Metropolitana del Valle de México.

Adrián de Garay, Rector de la Universidad Autóno-ma Metropolitana-Azcapotzalco, afirma en la presenta-ción del libro que éste va dirigido al ciudadano común, empleado, comerciante, estudiante, profesor, ama de casa, profesionista, funcionario y a todo aquel interesa-do que vive y padece la ciudad, logrando con gran éxito su propósito, el interés de sus interlocutores. a

Rolando Guzmán T.

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