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ISSN 0123-2894 Circulación nacional 551 JULIO 2015 ANEXO Artículos Destacados Otros Medios Cese unilateral SEPARATA ESPECIAL FOTO: primiciadiario.com • Arde Venezuela y puede quemar a Colombia • Crónica de la tensa negociación en La Habana • Ningún buen patriota queda sin castigo en Colombia • Santos prisionero de las Farc • Nuestros soldados a la cárcel y los terroristas al Congreso • Esto es terrorismo • Cese unilateral... ¿Paso hacia la paz? • ¿Los victimarios, juzgando a sus víctimas? • ¿Cuatro meses para qué? • El país de las maravillas • ¿Silencio de los fusiles? • No todo está resuelto

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Cese Unilateral: Arde Venezuela y puede quemar a Colombia Crónica de la tensa negociación en La Habana Ningún buen patriota queda sin castigo en Colombia Santon prisionero de las farc Nuestros soldados a la cárcel y los terroristas al Congreso Esto es terrorismo Cese unilateral...¿Paso hacia la paz? ¿Los victimarios, juzgando a sus víctimas? ¿Cuatro meses para qué? El país de las maravillas ¿Silencio de los fusiles? No todo está resuelto

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ISSN 0123-2894 Circulación nacional

551JULIO 2015

ANEXO

Artículos Destacados Otros MediosCese unilateral

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• Arde Venezuela y puede quemar a Colombia• Crónica de la tensa negociación en La Habana• Ningún buen patriota queda sin castigo en

Colombia• Santos prisionero de las Farc• Nuestros soldados a la cárcel y los terroristas al

Congreso• Esto es terrorismo• Cese unilateral... ¿Paso hacia la paz?• ¿Los victimarios, juzgando a sus víctimas?• ¿Cuatro meses para qué?• El país de las maravillas• ¿Silencio de los fusiles?• No todo está resuelto

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2 SEPARATA MEDIOS/ julio 2015

Arde Venezuela y puede quemar a ColombiaColumna de Juan Manuel Santos, en abril de 2004, sobre Chávez

Publicado originalmente en la revista DinersEdición No. 409 / año 2004 / Páginas: 14 - 24

Venezuela vive una de las etapas más dramáticas de su histo-ria contemporánea. La demo-cracia ha sido secuestrada por Hugo Chávez. Desde la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958, sus instituciones no habían estado tan amenazadas y vio-lentadas. Todo esto tiene indu-dables repercusiones políticas y sociales a escala continental, y muy particularmente para no-sotros los colombianos. Frente a los últimos acontecimientos no se puede seguir siendo indife-rente, porque en situaciones como ésta, la indiferencia se vuelve cómplice.

Nada de esto es fortuito. Chávez, un teniente coronel profesionalmente gris, con ino-cultables resentimientos so-ciales y cuyos antecedentes lo señalan como el producto de la infiltración de la izquierda en las Fuerzas Armadas venezola-nas iniciada desde los años 70, se dio a conocer en febrero de 1992 con la rebelión militar que trató de derrocar el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Pero los planes de Chávez venían desde su época de subteniente, y se comenzaron a materializar en 1982 cuando organizó una logia militar en el Ejército. Algunos de sus antiguos compañeros re-cuerdan los solemnes juramen-tos y el uso manipulado de la memoria de Bolívar con el obje-tivo de irrumpir contra el orden constitucional. Fue así como, aprovechando el descontento popular por ciertas medidas que tomó el gobierno del presi-dente Pérez, Chávez se lanzó a encabezar el cruento intento de golpe en febrero de 1992, tras el cual fue encarcelado. El intento tuvo un segundo capítulo, con la complicidad de sus compa-ñeros, en noviembre de ese año. Sin embargo, en el juego político propio de las democracias dé-biles, al asumir Caldera el poder en 1994, y en un acto de estu-pidez histórica, se le concedió a Chávez el sobreseimiento de la causa: dejó sin mancha su expe-diente y con ello el camino libre para aspirar al poder por la vía electoral.

Ante el desgaste de un bipar-tidismo corrupto que había ejer-cido el poder durante 40 años sin mayores resultados sociales

en un país tan rico, Chávez en-contró el terreno abonado para proclamar un mensaje popu-lista de cambio, que terminó dándole la victoria electoral en diciembre de 1998. La mayoría de los venezolanos le concedió a Chávez el beneficio de la duda. Se pensó que bajo su liderazgo se podía generar un verdadero proyecto nacional. Muchos em-presarios e intelectuales cre-yeron que sería un mandatario respetuoso de las leyes y le die-ron su apoyo. El típico “Mesías” latinoamericano había llegado a Venezuela… ¿Cuándo aprende-remos de la historia?

En el fondo, Chávez habría preferido llegar al poder por la vía del golpe de estado y no por caminos democráticos, hacia cuyas instituciones siente des-precio porque, como a todo ti-rano, le significan una camisa de fuerza. No en vano ha ejercido el poder con un estilo típicamente autocrático y cada vez más ale-jado del estado de derecho. Nadie duda de que Chávez fue legítimo en el origen. Como lo fueron Hitler, Mussolini, Aristide, Fujimori… y tantos otros demagogos convertidos en tiranos, o tiranuelos como diría Carlos Fuentes. Pero se ha deslegitimado completamente en su desempeño.

Un Plan por EtapasTodo obedece a un plan fría-mente calculado. Desde 1995, el Movimiento Bolivariano Revolucionario fundado por Chávez, mejor conocido como MBR-200, se afilió al Foro de São Paulo, que congregó a los movimientos más radicales y revolucionarios de América Latina, incluidas las Farc. En 1994, recién salido de la cárcel, Chávez hizo su primera visita a Cuba, donde Castro lo recibió con honores propios de un jefe de Estado. Desde ese momento y con un gran acto organizado por Castro en la Universidad de La Habana, se selló entre am-bos una alianza que crece con el tiempo y que ha alcanzado una simbiosis total en objeti-vos geopolíticos y estratégi-cos. Cuba recibe un cuantioso apoyo energético y financiero que supera las subvenciones que en sus mejores tiempos le

concedió la Unión Soviética. Por su parte, Fidel ha desple-gado un contingente de más de 20.000 hombres en Venezuela. Es la mayor movilización de cubanos después de la guerra de Angola. Se presentan bajo la figura de maestros, alfabetiza-dores, entrenadores deportivos y médicos, pero se sabe que una buena porción asumió rápida y directamente tareas de lucha política y entrenamiento militar. Muchos resultaron ser asesores de la temible G-2 y del Ejército cubanos, y hoy se encuentran cómodamente infiltrados en el mundo castrense y en los cuer-pos de seguridad del Estado venezolano. No se exagera al señalar que Chávez ha facilitado el establecimiento de la prime-ra base cubana en Suramérica, verdadera cabeza de playa en un país importante y rico, una vieja y muy ansiada aspiración de Castro. Ninguna decisión se toma en Venezuela sin asesoría del régimen cubano, que le pro-porciona a Chávez el beneficio de sus 45 años de experiencia como la más longeva dictadura del mundo.

En el plano político, al asumir el poder en febrero de 1999, Chávez inició la primera etapa de su proceso revolucio-nario: la etapa constituyente. Gracias a que ganó las eleccio-nes en medio de una altísima abstención, logró una mayo-ría absoluta en la Asamblea Nacional Constituyente y con ello imponer en el lapso de tres meses un nuevo texto cons-titucional, elaborado a la me-dida de sus designios. Como ha ocurrido con los otros poderes, la Asamblea actuó de manera subordinada a la voluntad del caudillo. Lo insólito es que, luego de aprobada, Chávez ha manejado la Constitución a su conveniencia: evadió olímpica-mente los procedimientos que la Carta establece para la de-signación del Tribunal Supremo de Justicia, el Fiscal General, el Contralor, el Defensor del Pueblo y el Poder Electoral. Lo mismo sucedió con el control de los tribunales y la designación de los jueces, todos ellos electos por el “dedo omnipotente” del Teniente Coronel. En 2001, el Poder Legislativo le concedió al Ejecutivo poderes extraordina-rios para legislar. Fue así como impuso 48 es decretos-leyes en temas fundamentales que van desde la propiedad de la tierra hasta el manejo del petróleo, lo cual generó gran reacción na-cional y las primeras protestas masivas. En las marchas y los paros se involucraron, como pocas veces antes, la sociedad civil y la mujer venezolana. Fue un primer punto de quiebre.

Chávez se negó así a unificar al país en torno a su “proyecto nacional de cambio”. Falló en la misión principal de cualquier mandatario, como bien lo se-ñaló Felipe González en reciente reportaje. Pelando el CobreA partir de ese momento mostró las uñas: se dedicó más bien a imponer sus criterios en forma excluyente, a fracturar la so-ciedad, a sembrar odios y a fo-mentar, por todos los medios, la lucha de clases. Se enfrentó con la Iglesia, los empresarios, los sindicatos, los partidos políticos y los medios de comunicación. Es que bajo su concepción au-tocrática, concertar era una tra-ición al ideal revolucionario.

En abril de 2002 se produjo el fugaz y fracasado intento de removerlo, que irónicamente lo fortaleció. Se cometieron erro-res crasos: la disolución ilegal de la Asamblea Nacional y de otros poderes públicos; la falta de coordinación entre civiles y militares; no haber enviado a Chávez a Cuba, por discrepan-cias entre los propios militares, pues los más radicales querían que se quedara en Venezuela para ser juzgado; la ingenuidad del general Vásquez Velasco, co-mandante del Ejército, que de buena fe y para preservar las apariencias, se negó a cambiar al Comandante de la Guardia de Honor del Palacio de Miraflores y al general García Carneiro, co-mandante en ese entonces de una importante guarnición y hoy ministro de la Defensa… En fin, fue una triste historia.

Lo que poca gente recuerda es que Chávez, durante su de-tención en la Isla La Orchila, se arrodilló ante el presidente de la Conferencia Episcopal y ante el cardenal Velasco y pidió perdón, demostró contrición de corazón y prometió propósitos de enmienda. Resultaron lágri-mas de cocodrilo y juramentos que el viento se llevó.

Otra vez en Miraflores, Chávez se echó para atrás en todo lo que había ofrecido. ¡Los revolucionarios no se arre-pienten! Se negó a aceptar la relegitimación de los poderes, la revisión de las leyes y el es-tablecimiento de una Comisión de la Verdad sobre la masacre que había precipitado su relevo. Como era de esperarse, los áni-mos se caldearon.

Ante esa grave situación, la OEA, el Centro Carter y el PNUD actuaron como facilita-dores del acuerdo político que finalmente se logró en mayo de 2003 después de muchos meses de negociación, para centrar la salida de la crisis en la figura del referéndum revo-

catorio del mandato presiden-cial, figura incorporada por el chavismo en el artículo 72 de la Constitución. No sobra recordar que meses antes, la oposición había intentado sin éxito la convocatoria de un referéndum consultivo, que fue anulado por el Tribunal Supremo de Justicia y que coincidió con el final del famoso paro, tan dañino para la economía y para la causa de la oposición.

A partir de allí se inició el calvario para invocar el referén-dum y el propósito del régimen de Chávez de obstaculizarlo a toda costa. Se deslegitimaron en dos ocasiones los casi tres millones y medio de firmas presentados, con argucias ju-rídicas y procesales por parte del poder electoral de mayoría chavista. Se conocen muy bien las trampas y triquiñuelas con que el gobierno ha procedido, el enfrentamiento entre las salas electoral y constitucio-nal, y la decisión final de esta última de imponer arbitraria-mente su voluntad para frenar el referendo. Con razón se dice que seis personas, tres de la Corte Electoral y tres de la Sala Constitucional, forman, junto con su comandante Chávez, la nueva dictadura venezolana. Una Olla de PresiónTodo esto ha sumido a Venezuela en nuevas y graves tensiones y protestas callejeras de las fuerzas de la oposición, y en el inicio de una despro-porcionada represión guber-namental, causante de muchas muertes, cerca de 1.400 heridos y centenares de detenidos que han sufrido maltratos y tortu-ras como lo denuncian tantos venezolanos y las organizacio-nes de derechos humanos. Por supuesto, también hay desapa-recidos. La represión evidencia el desespero del gobierno y sus métodos violentos e ilegales acentúan el desconocimiento del estado de derecho. Los áuli-cos del oficialismo han cerrado filas al lado del caudillo para de-fender su “proceso” sin reparar en los métodos para lograrlo. Los fines justifican los medios, como en casi toda revolución. No se podía de forma alguna repetir el error de los sandi-nistas.¿Qué recursos ha utilizado Hugo Chávez para tratar de atorni-llarse en la silla presidencial? Después de abril de 2002 de-capitó a las Fuerzas Armadas (FAN), pasó retiro a cientos de altos oficiales e inició una política de ascensos en función de la lealtad y no de los méritos. Las FAN actúan ahora como un brazo político armado, y sus lí-

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"En el seno de las fuerzas armadas de Venezuela la situacion es grave, muy grave. No sólo por la purga y la politización, sino por los planes de convertida en una fuerza miliciana y adoctrinada"

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deres hablan como voceros del chavismo, además de promover despiadadas represiones contra un pueblo disidente que protesta ante las arbitrariedades del go-bierno. De otro lado, Chávez im-puso la politización de Petróleos de Venezuela (PDVSA), principal fuente de ingresos fiscales del Estado, expulsó a 20.000 traba-jadores que se sumaron a la huel-ga a comienzos del año pasado, y la convirtió en dependencia oficialista y en caja menor para el proselitismo político. Como si fuera poco, Chávez y el vicepresi-dente Rangel han acentuado la presión sobre los órganos del poder público para asegurar su apoyo incondicional. Además, al fracasar en la intimidación con-tra funcionarios públicos para que no suscribieran la solicitud del referéndum, desató una ca-cería de brujas contra los que firmaron: han sido despedidos bajo la acusación de que firmar era un acto de subversión, con-virtiéndose de manera insólita un recurso constitucional en un delito. Todo aquel que firmó es un ciudadano de segunda, privado de sus derechos: no pue-den contratar con el Estado y a muchos se les ha negado hasta el pasaporte.

Los golpistas de 1992 acusan hoy a los disidentes de te-rrorismo y de golpismo. ¡Vaya ironía! Hace pocos días se dictó orden de detención contra el alcalde Henrique Capriles, uno de los más jóvenes y destaca-dos líderes del Partido Primero Justicia y quien junto a otros dirigentes como Carlos Melo, militares y cientos de jóvenes detenidos, son víctimas de las represalias y políticas de terror desatadas para acallar la ira de la población venezolana, que ve frustrado su anhelo de en-contrar una solución pacífica, democrática y electoral, como lo proclamó la Resolución 833 de la OEA.

En el seno de las Fuerzas Armadas la situación es grave, muy grave. No sólo por la purga y la politización, sino también por los planes de convertirla en una fuerza miliciana y adoctri-nada. Hoy, el número de hom-bres incorporado al 7º Cuerpo de Reservistas de las FAN llega a 60.000, subirá a 150.000 a fi-nales de este año, y los planes anunciados son incrementarlo a por lo menos 500.000 hombres. Es decir, en pocos meses el con-tingente regular en las FAN será

inferior al de los mercenarios, ocho mil de los cuales han sido entrenados en Cuba y otros en campamentos especiales en Venezuela. De Tumbo en TumboEn materia económica, el go-bierno de Chávez ha sido un estrepitoso fracaso. Estableció control de precios y un rígido control de cambios que ha manejado con absoluto interés político. Ha estimulado la crea-ción de gremios paralelos, mien-tras que la mortalidad empre-sarial creció vertiginosamente. Sólo en el sector manufacturero el número de empresas es 55% inferior al que existía en 1998, y otro tanto ocurre en el sec-tor terciario, sin contar la caída de la inversión, que hoy no re-presenta ni el 2% del PIB, que a su vez ha decrecido en 20% en los dos últimos años. El de-sempleo se desató, en más de la mitad de la población entró a la informalidad, la inflación creció como espuma, el bolívar se desplomó… Todo esto en una situación de bonanza petrolera.

En materia de política inter-nacional se han estrechado cada vez más las relaciones con Cuba (Chávez acaba de nombrar a su hermano como embajador en La Habana) y con países árabes fundamentalistas. La hostilidad contra los Estados Unidos se ex-acerba día a día, ya no sólo con insultos personales de alto cali-bre contra el presidente Bush y su gobierno, sino con amena-zas de cortar el suministro de petróleo y denuncias de inter-vención en los asuntos internos. Con Chile las relaciones estuvie-ron a punto de ruptura ante la imprudente decisión de Chávez de enarbolar la bandera de la salida al mar de Bolivia, hasta que la intervención de los presi-dentes Lula y Kirchner lo obligó a silenciar sus arengas. Muchos chilenos hablan también de la intervención de dinero chavis-ta en el paro de los educado-res contra el presidente Lagos. Con la República Dominicana, Chávez también utilizó el petróleo como instrumento de chantaje. Con Costa Rica, España y México, las relaciones han sufrido un indudable dete-rioro. En el juego demagógico, Chávez ha tratado de ganarse la voluntad de los países del Caricom con su inagotable che-quera petrolera y modificando la tradicional posición venezo-lana sobre la explotación de la Guayana Esequiba —previen-

do un eventual debate sobre la situación venezolana en la OEA—, lo cual le ha merecido duras críticas internas.

Y a propósito de la OEA, es pertinente señalar lo que dice Humberto De la Calle, quien presidió las sesiones de dis-cusión de la Carta Democrática Interamericana: “Es claro que a Chávez no le gustó nunca la idea de una Carta Democrática. Sentía que en el futuro podía serle aplicada a su Gobierno. Jugó con mucha habilidad bajo la batuta del embajador Valero, curtido y avezado negociador que se dio sus mañas para no aparecer de frente en contra de la idea. Cada día surgía una objeción, un reparo, una inquie-tud. Primero objetaron la men-ción exclusiva de la democracia representativa como eje central de la Carta, argumentando que su democracia era participativa, copiada por cierto de Colombia, como lo reconoció el canciller Dávila. Luego vino el elemento crucial, el de los procedimientos para excluir a un gobierno del sistema interamericano en caso de una ruptura del orden con-stitucional. La innovación era que la sanción sería aplicable no sólo frente al golpe de estado clásico sino en caso de auto-gol-pes, abiertos o sutiles, consti-tuidos estos últimos por la vio-lación de elementos democráti-cos esenciales como la libertad de prensa o la autonomía de las Cortes. Venezuela puso toda suerte de frenos y cortapisas. Finalmente se logró el consen-so, en gran medida porque la reunión de Lima coincidió con el fatídico 9/11 lo que obligó a abreviar al máximo la dis-cusión por el regreso de Powell a Washington, cancelando de paso su visita a Colombia”. Los Socios del PlanPor otro lado, la relación con los grupos radicales de América Latina se incrementa día a día. Las manos de Chávez estuvi-eron presentes en Bolivia en apoyo al movimiento cocalero que llevó a la renuncia del pre-sidente Sánchez de Lozada. En agosto de 2003, en el marco de una visita de Chávez a Paraguay, Uruguay y Argentina, éste ex-presó que Venezuela estaba presente en América del Sur con su proyecto revoluciona-rio. En el marco del Congreso Anfictiónico Bolivariano, rea-lizado en Buenos Aires en noviembre del año pasado, se incorporó a su seno por ini-ciativa de Chávez a los movi-mientos Sin Tierra del Brasil, a los Piqueteros argentinos, a los de Evo Morales y Felipe Quispe (Pachacuti) en Bolivia, al Pachakutek de Ecuador y a otros grupos revolucionarios del con-tinente. A todo esto se añaden las excelentes relaciones que Chávez mantiene con el MLN de Uruguay, el Ollanta del Perú, el sandinismo de Nicaragua, el Frente Farabundo Martí de El Salvador y el Rafael Alegría de Honduras, y por supuesto la amistad y el apoyo brindado a las Farc y el Eln en Colombia.

Los recursos y respaldo a esos movimientos forman parte medular de las estrategias de Chávez para la región. Los abun-dantes ingresos producto de los altos precios del petróleo y la total falta de control en cómo gastarlos, lo facilitan. ¡Oh coinci-dencia!, nombró a Lenin Ramírez Sánchez, hermano del famoso terrorista “El Chacal”, director en el Ministerio de Minas, y a Alí Rodríguez, un radical agita-dor político, ni más ni menos que en la presidencia de PDVSA. Por otro lado, las exportaciones de petróleo a Cuba por encima de su consumo doméstico, per-miten triangular los excedentes hacia estos movimientos por los canales secretos que Fidel con-oce tan bien. Cerrando el CercoDe otra parte, Chávez alista la aprobación de leyes que per-mitirán legitimar la dictadura en Venezuela tras lograr que las leyes orgánicas se aprueben por mayoría simple en la Asamblea. Estas incluyen leyes como la del Tribunal Supremo de Justicia para consolidar el dominio del organismo, la Ley de Contenidos (Ley Mordaza) contra los me-dios, las leyes “Antiterroristas” o de “Propaganda de Guerra” para eliminar la disidencia, y la Ley de Policía Nacional para suprimir las autónomas policías estatales y municipales y crear un cuerpo controlado política-mente por el gobierno central. Chávez niega o restringe re-cursos a gobernadores y alcal-des que no comparten la línea oficialista. Muchos temen que el régimen prepara un fraude electrónico para las próximas elecciones regionales, donde ya hay tres militares de candida-tos a importantes gobernacio-nes, al contratar una firma de procesamiento de datos de du-dosa solvencia. ¡Es fundamen-tal sacar a los representantes de la oposición de cualquier posición de mando y asumir el control absoluto del poder! En las etapas siguientes del pro-ceso revolucionario, las piezas fundamentales son la profun-dización —con apoyo cuba-no— de las llamadas misiones “Robinson”, “Barrio Adentro”, “Sucre” y “Vuelvan Caras”, todas de aparente contenido social y educativo pero de alta factura político-ideológica. Se trata de un componente de la fase de radicalización del proceso revo-lucionario, que incluye la mate-rialización de la ruptura social, de los planes de confrontación FAN-Círculos Bolivarianos-Cuerpos Paramilitares, la im-plantación de las leyes revo-lucionarias, el control de los factores de producción, y la confiscación de tierras, de los medios de comunicación y de la propiedad privada.

Respecto del papel esperado de las FAN, hay que reconocer que está mediatizada, vigilada por comisarios políticos y su capacidad operativa está sensi-blemente disminuida. Se estima que un 25% de la oficialidad está con Chávez, y un 25% en

contra, y que el otro 50% asume la postura de cuidar sus carreras y privilegios, pues Chávez les ha concedido bonos, jugosos au-mentos de sueldos y toda clase de beneficios. En el seno de la sociedad civil, la correlación se mantiene en dos tercios en con-tra, y un tercio en favor, pero en ese tercio hay grupos armados, beneficiarios del reparto y beli-gerantes como pocos. ¿Segundo Punto de Quiebre?

Ante ese cuadro, si se con-solida el desconocimiento del referéndum como es de pre-ver, se exacerbará la confron-tación interna y se podría llevar a Venezuela hacia una guerra fratricida. Ante la negativa de Chávez a medirse por vías constitucionales y respetar las reglas del juego, el recurso que muchos proclaman es la resis-tencia activa y la desobediencia civil, camino impredecible hacia el cual Chávez empuja inexora-blemente al país. Por lo demás, la población percibe que las dos banderas que enarboló Chávez —la lucha contra la pobreza y contra la corrupción— han sido burladas, y que el totalitarismo antidemocrático es ya una reali-dad, apenas matizada con bar-nices de una legalidad mania-tada e ilegítima.

El proceder de la oposición ha sido en general pacifista, frente a tácticas no convencio-nales del oficialismo, lo cual plantea —utilizando la jerga estratégica— un contraste de visiones simétricas vs. asimétri-cas. La oposición tiene el reto de aglutinarse y organizarse mejor, mientras que el régimen chavis-ta va traspasando la “franja ama-rilla” de la tolerancia y conduce al país hacia etapas más com-plejas e inciertas, que a muchos hacen predecir salidas cruentas. Por las razones expuestas, se descarta un papel proactivo de las Fuerzas Armadas. El cuadro descrito es grave, amenazante y apenas emerge como la punta de un inmenso iceberg. Ello debe significar un grito de alerta para las organizaciones democráticas del continente y motivar un análisis y segui-miento más cercano y compro-metido del caso venezolano, no sólo como expresión de soli-daridad con el pueblo hermano, que sufre hondamente los efec-tos de un totalitarismo que aún no ha tocado fondo, sino incluso por razones de supervivencia. Soldado avisado no muere en guerra. Chávez ha dicho que vi-ene la internacionalización de la revolución bolivariana. Para ello cuenta con ingentes recursos y aliados en Cuba, en el mundo árabe y en los movimientos radicales e indigenistas de América Latina, que ven en el eje Caracas-La Habana la posi-bilidad de materializar las vie-jas aspiraciones de una América revolucionaria. Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que oiga, como acostumbra se-ñalar reiteradamente Chávez en sus interminables y tediosas proclamas en ¡Aló Presidente!

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Crónica de la tensa negociación en La HabanaAutor: NaciónPublicado: semana.comFecha: 2015/06/27 www.semana.com

Estas son las rutinas, los mie-dos, las percepciones, la si-cología y las estrategias que rodean a los negociadores del gobierno y las Farc.

En febrero pasado, cuan-do Kofi Annan estuvo en La Habana, les dio un consejo a los miembros plenipotenciarios de la Mesa de Conversaciones: que compartieran más espacios in-formales, a lo mejor un partido de fútbol, o una tarde en la pla-ya, o un almuerzo de domingo.

Seguramente lo que buscaba Annan es que entre guerrille-ros y miembros del gobierno aflorara el factor humano que fue definitivo por ejemplo en Sudáfrica, hace dos décadas, cuando en plenas negociacio-nes Mandela y De Klerk salían a pescar o hablaban de sus nie-tos, para tender puentes de hu-manidad. Para pasar de tratarse como enemigos, a tratarse como adversarios. Pero ni siquiera la Copa América ha hecho que las delegaciones suden jun-tos la camiseta de la Selección Colombia. Cada delegación cele-bra de manera aislada los goles, en casas a las que las separan apenas unos metros.

Dos años después de haber iniciado las conversaciones y con 38 rondas agotadas, esto es 450 días de estar juntos, to-davía se tratan como alieníge-nas de planetas diferentes. En 20 meses solo han tenido dos cenas informales, con coctel in-cluido, en casa del embajador de Noruega. El fantasma del Caguán sigue vivo y el miedo a compartir un whisky o un trago de ron es latente.Planetas distintos Gobierno y guerrilla se alojan en El Laguito, un lujoso com-plejo de 100 mansiones donde vivían los millonarios cubanos y extranjeros en la época del dictador Fulgencio Batista, hoy convertido en casas de proto-colo para diplomáticos. El go-bierno colombiano ocupa tres casas, una para los plenipoten-ciarios, y dos para asesores. El equipo negociador desayuna y almuerza junto todos los días durante el ciclo. Cada uno tiene sus añoranzas en mate-ria de comida. El general Jorge Enrique Mora lleva en una ne-vera de icopor lechugas fres-cas sembradas por su nuera en Tabio. “Es como un caviar en La Habana”, dice uno de los de-legados. Sergio Jaramillo, por su parte, siempre carga un frasco de tabasco en su maleta, pues en Cuba no se encuentra mucho el picante. Mientras Frank Pearl carga con sus cereales, y De la Calle algunos vegetales pues sigue una dieta rigurosa baja en grasa y harinas.

Para los miembros del go-

bierno, ir a Cuba es un sacrificio personal, extrañan sus casas, la vida privada y las familias después de casi tres años de negociación. No tienen lujos y aunque salen a veces a cenar o a beberse un trago o comprar antigüedades, la vida en general es de claustro: lectura, ejercicio, diálogo y, claro, negociación.

La delegación de las Farc, por su parte, vive en tres casas, la principal es llamada Casa de Piedra, una construcción gi-gante que fue del hijo de Batista y donde, por cierto, se negoció durante la fase confidencial del proceso. Ellos mismos cocinan y tienen la vida colectiva de un campamento, aunque con me-nos rigor. A las seis todos están en pie, desayunan y a las siete de la mañana hacen una reu-nión para poner en común lo que se hará ese día, quién leerá el comunicado ante la prensa.

Las salidas de El Laguito exi-gen un aviso a la seguridad cu-bana, encargada de protegerlos, y suele hacerse, para los ciclos, en carros oficiales de alta gama, tanto para el gobierno como para la guerrilla.

A pesar de que los cubanos han sido excelentes anfitriones, unos y otros se sienten lejos de casa. Cuentan que por ejem-plo los ‘abuelos’ de las Farc que están allí, como Isaías Trujillo, se aburren mucho y añoran la selva. Aunque para los guerrille-ros ir a Cuba ha sido una opor-tunidad de escapar a la ame-naza constante de la muerte y tratarse las dolencias que han producido los rigores de la selva tropical. La diabetes es la dolencia más común, así como los problemas de próstata, en el caso de los hombres veteranos.

Casi todos hacen deporte en las tardes. Los miembros de las Farc juegan fútbol –es-pecialmente ‘Marcos Calarcá’ y ‘Rodrigo Granda’–, y otros como ‘Iván Márquez’ prefieren la bicicleta para aprovechar los 1.2 kilómetros de diámetro que tiene El Laguito, afición que tiene en común pero no a las mismas horas con el negocia-dor Frank Pearl. Algunos del go-bierno como De la Calle y Mora van al gimnasio. Hasta ahora las delegaciones no han hecho ni un partido ni una carrera juntos. Es más, salvo las sentadas a negociar no han hecho casi nada juntos.

Los de las Farc han ido am-pliando su delegación de acuerdo con las necesidades de la Mesa, y al que se sale de la disciplina impuesta por la delegación lo mandan a hacer pedagogía a las selvas, como ocurrió, al parecer, con ‘Andrés París’. Otros son devueltos cuando han cumplido tareas puntuales en La Habana. Es lo que ocurrió con ‘Jairo Martínez’ y ‘Emiro’, quienes re-gresaron a Colombia en octu-bre y encontraron la muerte en mayo pasado en sendos bom-bardeos del Ejército en Chocó y Cauca. Ese día hubo llanto y do-

lor en la casa de las Farc. “Uno no se acostumbra a la muerte”, dicen. También vivieron con in-tensa tristeza la muerte de alias Becerro, en marzo, pues era uno de los más antiguos militantes de esa guerrilla, tanto que se incorporó el mismo día que lo hizo ‘Timochenko’ hace ya cua-tro décadas.

Ambas delegaciones tienen internet, televisión por ca-ble y leen mucho. Muchos de ellos, como Yira Castro, o Alexandra Nariño, o el propio ‘Pastor Álape’ tienen cuentas de Twitter que usan con fre-cuencia. El Facebook ha sido un descubrimiento para algunos de ellos que han logrado encontrar a familiares a través de esta red.

En las tardes el jefe guerri-llero Carlos Antonio Lozada les da clases de lecto-escritura a los guerrilleros que tienen menos escolaridad. Aunque sus salidas son restringidas, ellos pueden recorrer La Habana, en bus o taxi. Alguno de ellos se manifestó confundido con lo que ha visto en las barriadas, la pobreza y la escasez. ¿Este es el socialismo por el que luchamos nosotros?, se pregunta con asombro.

En el caso del gobierno es muy diferente. Mientras los guerrilleros llevan 40 años jun-tos, comparten una historia y un ideario en común, estos apenas si se conocían entre ellos antes de empezar a convivir en una especie de ‘casa estudio’. Hay respeto pero no familiaridad. O por lo menos no entre todos. Aunque han aprendido a co-nocerse y a tolerarse. Cuando hay tensiones fuertes los ru-mores llegan hasta el presiden-te, quien también ha usado la fórmula de mandar a hacer pe-dagogía como le ocurrió al gene-ral Mora. Días en los que lo extra-ñaron sus colegas porque no solo lo respetan por su trayec-toria sino por su sentido del humor. Y días, también, en que su ausencia generó todo tipo de preocupaciones en varios círcu-los de poder en Colombia que ven en el general un factor de-terminante para la generación de confianza en el proceso.

La guerrilla percibe a la de-legación del gobierno como aris-tocrática y digna representante del Establecimiento. Esta idea se reforzó con la llegada de la can-ciller María Ángela Holguín y el empresario Gonzalo Restrepo, quienes para la delegación del gobierno en cambio han sig-nificado un aire fresco.

De la Calle es muy respetado, y Sergio Jaramillo considerado un hombre lejano y misterioso. Fluyen mejor las relaciones con Mora y Naranjo, porque posible-mente son menos ‘aristócratas’ y menos políticos, y porque vie-nen directamente de la guerra.

La delegación del gobierno, por su parte, sufre con el es-tilo acartonado y retórico de ‘Márquez’, al que de todos mo-dos lo reconocen como estrate-

ga; y la radicalidad de ‘Santrich’, de quien destacan su inteli-gencia. ‘Santrich’ además de ideólogo en todo el sentido del término es músico –toca flauta y saxofón– y pintor.

Hasta ahora había reinado entre las dos delegaciones el respeto, la prudencia y la reser-va sobre lo que opinan unos y otros. Episodios como el de esta semana en el que Jaramillo trató de cínicas a las Farc, y el pos-terior reclamo de estas, no se habían presentado, y son mues-tra del deterioro de la confianza entre las partes.¿Cómo se negocia?Cada ciclo dura 12 días, de los cuales se trabajan tres y se ‘des-cansa’ uno. En realidad, ese día de intermedio se hacen reunio-nes, se preparan documentos, se lee y escucha a invitados especiales. Las sesiones co-mienzan a las ocho y media o nueve de la mañana. En la mesa se sientan rigurosamente de un lado el gobierno y del otro las Farc. Trabajan hasta la una de la tarde, y luego del almuerzo cada delegación prepara lo suyo para el día siguiente. Pocas veces hay mesa plena, pues cada vez más se trabaja en subcomisiones.

Las más constantes son la subcomisión técnica para la finalización del conflicto, com-puesta por seis generales, encabezados por el general Javier Flórez, y en la que par-ticipan ‘Carlos Antonio Lozada’ y ‘Romaña’. Esta avanza rápido, de manera paralela a la mesa de plenipotenciarios y, según ambas partes, se ha construido un lenguaje común. Pero esta subcomisión no decide nada y con frecuencia los acuerdos a los que llegan son devueltos o frenados por los plenipoten-ciarios. El esfuerzo actual es por encontrar fórmulas para volver a desescalar el conflicto, ya que ambas partes saben que nego-ciar bajo fuego se está volviendo insostenible, y hasta allí llegan los vientos de pesimismo que hay en el país. Según un miem-bro de las Farc, hay que buscar una fórmula audaz, que sea su-perior a lo que se tenía antes de mayo, cuando el cese unilateral había bajado la intensidad del conflicto a niveles históricos.

La otra subcomisión cons-tante es la de género que cada vez cobra más relieve, especial-mente por el peso que tiene en la comunidad internacional. Ese se puede decir que es el enano que se creció en La Habana. Tanto Victoria Sandino, de las Farc, como María Paulina Riveros, del gobierno, han encontrado muchas más coincidencias que desacuerdos en materia de vio-lencias de género y en asuntos como la participación de las mujeres en todos los espacios de las conversaciones y de un eventual posconflicto.

Otro enano que se creció es el noticiero que producen los guerrilleros cada semana, y

que aunque empezó de manera rudimentaria se ha ido sofisti-cando. Se podría decir que por lo menos una cuarta parte de la delegación de las Farc se dedica a labores de comunicación y propaganda.

Los plenipotenciarios tra-bajan desde hace meses, para avanzar más rápido, en grupos de dos por dos, tres por tres o cuatro por cuatro; con miem-bros de un lado y otro, donde se preacuerdan aspectos que lu-ego se llevan a la mesa en pleno.

Suele pasar mucho tiempo en intercambios de ideas antes de que cada una de las partes presente su propio documento. Y sobre la base de sendos docu-mentos empiezan a construirse los acuerdos. Cada vez que se acuerda algo se va redactando.

La redacción, que es lo más difícil y crítico, está a cargo, casi siempre, de Sergio Jaramillo y de ‘Jesús Santrich’, por parte de las Farc, quien se ayuda de un programa de computador que lee su voz. Filólogo el uno, abo-gado el otro, discuten cada pa-labra, cada concepto para que nada quede al azar.

En el anterior ciclo (el 37), en medio de la crisis del pro-ceso se logró un avance sobre la Comisión de la Verdad porque se trabajó de largo dos días has-ta lograr un contenido digno de presentar ante el país.

La regla de que nada de la guerra afecte el proceso se ha cumplido, al parecer, en un racional pragmatismo que para algunos raya en la insensibili-dad. Cuando los guerrilleros de las Farc mataron a 11 soldados en Cauca, violando su propio cese del fuego, los comandan-tes de las Farc no se atrevieron a hablar del tema. Del otro lado tampoco hubo reclamos. Solo en la subcomisión técnica para el fin del conflicto, los guerri-lleros dijeron que lamentaban esas muertes, que eran parte de la guerra que querían acabar. Luego, cuando las Fuerzas Militares mataron a 40 guerri-lleros en una racha de bombar-deos tampoco hubo disculpas ni reclamos. Apenas en los pasi-llos, mientras tomaban el tinto de la media mañana, hubo un par de condolencias y la rea-firmación, de nuevo, de que hay que terminar la guerra.

Estos episodios, más la ola de sabotajes reciente, han sembra-do una gran cizaña en la Mesa, que amenaza con tragarse todo lo construido hasta ahora. Será difícil seguir adelante mientras el país se inunda de sangre y los ríos de petróleo. Los miembros de cada delegación han vuelto a verse como enemigos en guerra y no como adversarios políticos. Algo que de alguna manera ya se había logrado. Y los puentes de humanidad que ayudan a la política, a los que tanto apeló Kofi Annan haciendo referencia al proceso de Sudáfrica, están más lejanos que nunca.

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5Edición 551 /SEPARATA MEDIOS

Ningún buen patriota queda sin castigo en Colombia

Autor: Mary O’GradyPublicado en: lat.wsj.comDomingo, 28 de Junio de 2015www.lat.wsj.com

Alfonso Plazas Vega es un coro-nel del Ejército retirado que estuvo al frente de la Dirección Nacional de Estupefacientes de Colombia. Cumple una condena de 30 años por la desaparición de dos personas que presunta-mente se encontraban dentro del Palacio de Justicia en Bogotá cuando fue atacado por el M-19, un grupo guerrillero marxista respaldado por Cuba, en 1985.

En 2011, la declaración del testigo clave usada para conde-nar al coronel Plazas quedó ex-puesta como fraudulenta, pero a eso me referiré más adelante. En diciembre, un juez penal de la Corte Suprema que tenía la tarea de revisar los hechos en la apelación recomendó que Plazas fuera liberado y declara-do inocente. Sin embargo, siete meses después, sigue detenido en una base militar en Bogotá, donde lo entrevisté en febrero.

El caso Plazas sugiere que un patrón de testimonios falsos y abusos de la fiscalía se han em-pleado en los juzgados colom-bianos para condenar a oficiales

del ejército que luchan contra el narcoterrorismo. Su condena es también útil para aquellos que buscan un acuerdo de paz con los terroristas de las Farc en La Habana, ya que apoya su enga-ñoso argumento de que los mili-tares son igualmente culpables de cometer atrocidades.

El 6 de noviembre de 1985, la Corte Suprema de Colombia estaba reunida en el Palacio de Justicia en Bogotá para decidir si la extradición de los capos de la droga a Estados Unidos era permitida por la Constitución. El M-19, burló la seguridad y tomó como rehenes a los magis-trados y a otros que estaban en el edificio.

El coronel Plazas lideró la operación de rescate con la que el Ejército irrumpió en el Palacio, conduciendo un tanque de guerra por la puerta princi-pal. Los guerrilleros llamaron a una emisora de radio exigiendo que el entonces presidente, Belisario Betancur, diera la or-den de cese al fuego a las tropas. Luego, ejecutaron al presidente de la corte al aire. Durante la confrontación, los rebeldes prendieron fuego a los archivos de la corte y pronto un incendio

de grandes proporciones se ex-pandió por el edificio.

Había más de 360 personas en el Palacio al inicio del día. Cerca de cien murieron en el in-cendio o fueron ejecutadas por los guerrilleros. Las otras fue-ron rescatadas por el Ejército. El coronel Plazas fue elogiado por su coraje.

Fue un duro golpe para el M-19, que perdió a su coman-dante durante la batalla. En 1990, el grupo firmó un acuer-do de paz con el gobierno, con el que obtuvo un indulto general por sus horrorosos crímenes y el derecho a formar un partido político. El bajo mundo, alimen-tado por el consumo estadoun-idense de cocaína, siguió pros-perando.

Plazas se retiró del Ejército y encabezó la Dirección Nacional de Estupefacientes entre 2002 y 2004. Se ganó una reputación por aplicar enérgicamente las leyes de incautación colombi-anas contra los traficantes de drogas. Según informes de pren-sa, decomisó bienes valorados en cerca de US$100 millones.

Plazas fue detenido en 2007 y condenado en 2010. La fiscal Ángela María Buitrago se apoyó

fuertemente en un documento que dijo era el testimonio del soldado Edgar Villamizar, quien aseguraba que estuvo presente cuando el coronel Plazas dio la orden de asesinar a civiles rescatados del Palacio. Según informes de prensa, a la parte defensora no se le permitió re-unirse con Villamizar, ni mucho menos interrogarlo durante el juicio.

No obstante, el periodista Ricardo Puentes Melo encon-tró y entrevistó a Villamizar. Puentes llevó a Villamizar a un popular programa de radio de Bogotá, donde dijo que estaba en una base militar en el de-partamento del Meta, y no en el Palacio de Justicia, el día del ataque del M-19. Registros mili-tares presentados en el tribunal durante el juicio en 2009 habían confirmado esto, pero el juez los ignoró.

Villamizar también le dijo a Puentes que nunca había cono-cido al coronel Plazas, nunca presentó declaración ante Buitrago y que nunca había firmado ningún testimonio acusando al coronel Plazas. El soldado aseguró que la fiscalía le había advertido que se man-

Colombia gira en torno a la Mesa de La Habana, dice en tono triunfal, “Horacio Duque”, uno de los ideólogos de Anncol, el portal que las Farc emiten desde Suecia. Razón no le falta.

Santos prisionero de las FarcAutor: Darío Acevedo CarmonaPublicado en: El EspectadorFecha: 13/07/2015www.elespectador.com

tuviera callado durante el juicio.La fiscalía dice que Villamizar

cambió su relato. Sin embargo, fue claro que no podía haber es-tado presente durante la toma del Palacio. Hace dos semanas, se informó que Villamizar mu-rió repentinamente de un paro cardiaco.

Hay muchas otras circuns-tancias extrañas que rodean este caso.

Grupos de derechos huma-nos alegaron inicialmente que el Ejército “desapareció” a 12 personas. Sin embargo, el go-bierno, no los militares, había enterrado rápidamente en una fosa común a muchas víctimas no identificadas encontradas dentro del edificio. De acuerdo con una entrevista que Puentes hizo con el jefe de antropología de la Universidad Nacional, cuan-do los cuerpos fueron exhuma-dos bajo su dirección a partir de 1998, 27 fueron retenidos por el fiscal general.

Pruebas posteriores de ADN en uno de esos cuerpos fueron dadas a conocer y mostraban que pertenecía a una de las presuntas víctimas “desapare-cidas”. La fiscalía general nunca suministró un informe comple-to de ADN de los otros.

Esa y muchas otras incon-sistencias obligaron a los tres jueces del Tribunal Superior de Bogotá a reducir en 2012 el número que Plazas presunta-mente “desapareció” a dos. Una era una integrante del M-19, quien si hubiera salido del edifi-cio habría sido interrogada por el servicio de inteligencia, no Plazas.

La estrategia fariana se impone gradual e inexorablemente. Consiste en burlar las condicio-nes acordadas, darle un nombre diferente a los hechos, decir una cosa en la Mesa y otra ante los medios y la opinión pública. Si hay un cerebro detrás de todo lo que han logrado a lo largo de estos tres años, habría que reco-nocerle un alto grado de lucidez. Han combinado a la perfección el ataque con la defensa, dosi-fican el dolor aumentándolo o disminuyéndolo según las cir-cunstancias. Confunden al rival y lo van arrinconando, cediendo en punticos sin trascendencia y siendo intransigentes en los temas nodulares. Una pizca de sensatez y bultos de cinismo.

Lo primero que ganaron fue ampliar la agenda de cinco pun-tos a la totalidad de la Agenda Nacional. De nada vale que los negociadores oficiales y el pre-

sidente Santos digan que eso no es cierto. Lo es, y lo grave es que ya parece irreversible. Lo se-gundo es que lograron poner de parte de su consigna de cese bi-lateral del fuego a las Naciones Unidas y a los países “garantes”, la primera a través del atrevido y ofensivo escrito de su dele-gado Fabrizio Hoschschild (el-tiempo.com 07/07/2015) y los segundos rompiendo descara-damente su condición de neu-tralidad. Ninguno de ellos hizo condena explícita de la reciente ofensiva terrorista de las Farc y los terribles daños causados al medio ambiente y a la población civil.

En tercer lugar, por vía de sus chantajistas acciones de terror, lograron cambiar la discusión sobre Justicia, en la que no esta-ban saliendo bien librados, por el del cese bilateral, que es, pre-cisamente, uno de los fines de su “ofensiva”.

Y en cuarto lugar, les está sa-liendo a las mil maravillas, gra-cias a la debilidad y a las ambi-valencias del Gobierno, la dosi-

ficación del dolor. Para entender lo que hacen, es necesario que dejemos de ver sus “gestos” (cese unilateral) como demos-tración de “voluntad de paz”. El cese del fuego inicial tuvo, en principio, móviles electorales. Jugaron a favor de la candida-tura Santos calculando que con él obtendrían muchísimo más que con Zuluaga. Con la matan-za de soldados en el Cauca pro-vocaron su ruptura a sabiendas de que llevaría a una fuerte respuesta. La reanudación de los bombardeos oficiales se convirtió entonces en la excusa para la andanada desatada.

Ante el intenso clamor de los colombianos contra los atrope-llos, sacaron a relucir su as bajo la manga, el cese bilateral, ale-gando que la culpa de sus accio-nes terroristas es del gobierno por no aceptarlo. Se salen así del libreto acordado en prin-cipio. Colocan a la defensiva a quienes se oponen al cese bila-teral tildándolos de guerreristas. Entonces, para pasar por volun-tariosos, sacan el puñal que nos

tenían enterrado y lo dejan a flor de piel en la herida abierta.

Ganaron para su punto de vista a la ONU y a los países garantes, que gracias a Santos les dan trato de contraparte. Internamente pusieron en fun-ción el aparataje civil y con la bandera del cese bilateral, congresos del pueblo, marchas patrióticas, comisiones de paz, colectivos de derechos huma-nos, conferencias arzobispales, chamanes, dictadores que posan de demócratas, teólogos y columnistas que más pare-cen quintacolumnistas, quieren opacar con bulla y banderas blancas el descrédito que tienen hoy la guerrilla, el presidente Santos y el proceso de conver-saciones.

En su táctica, proceden al es-tilo mafioso de Pablo Escobar, agudizando al máximo el su-frimiento para que se acepten sus propuestas como “gestos de paz”. De otro lado, el Gobierno es cada vez más prisionero de los tiempos, de las encuestas y de la cercanía de las elecciones,

las guerrillas saben que cuando Santos dice “no” es porque al fi-nal dirá “sí” y ni se inmutan ante las bravuconadas del doctor De la Calle. Ya llegaron con la nueva dosis, declaran cese unilateral de un mes, al cabo del cual, re-tornarán a sus andanzas si no se acoge el “cese bilateral” y ame-nazarán sabotear las elecciones regionales.

Atrás quedaron los destrozos o “consecuencias indeseables” de sus actos “heroicos”, “human-itarios”, “ecológicos” y “pacifis-tas” contra la población civil. Pocas y tímidas voces críticas contra ellos en la nueva retórica del cese bilateral. Lo malo del terrorismo, según hemos leído en algunos escribanos, es que fortalece a la extrema derecha.

Las Farc tienen bien asida la manija del proceso de La Habana. Santos acaba de se-llar en Medellín (10/07/201) su posición claudicante al decir que la guerrilla no será de-rrotada por la vía militar, ofen-diendo de paso a las FF. MM. de las que se supone es el máximo comandante (nunca los jefes de la guerrilla han dicho que no podrán derrotar al Estado). Santos, al confesar su derro-tismo, parece estar justificando la firma del cese bilateral en las condiciones de las Farc con tal de que el título del documento diga “Acuerdo para la Paz de Colombia”.

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6 SEPARATA MEDIOS/ julio 2015

Nuestros soldados a la cárcel y los terroristas al Congreso

Jaime Eduardo Botero GómezPublicado en: verdadcolombia.orgFecha: 25 de junio de 2015 www.verdadcolombia.org

En una emisora colombiana, el 24 de junio de 2015, después de entrevistar a José Miguel Vivanco, con motivo del último informe de Human Rights Watch (HRW) sobre falsos positivos en Colombia, un refrito infame que se publica periódicamente cada que se requiere un im-pacto mediático, y a propósito de la “coincidente” noticia, del día anterior, en la que afirma la Fiscalía que llamó a dar explica-ciones a cuatro generales, entre ellos al general Mario Montoya, excomandante del Ejército, los periodistas de la emisora se despacharon a gusto contra los

oficiales sin ocultar, ni un poco, su odio contra los militares.

Frases como “es claro que hubo una política de conteo de cuerpos” y otras infames afir-maciones, sirven de refuerzo a la campaña de desprestigio que, de tanto en tanto, presenta un nuevo aberrante capítulo en esta historia que busca derro-tar jurídica y mediáticamente a las FF.MM., acabar con la moral de las tropas, deslegitimar a la institución militar y con ello socavar el apoyo y la confianza que siempre han tenido entre la población. Por años las FF.MM. han ocupado el primer lugar de favorabilidad y aprecio de los colombianos, en las encuestas que se hacen periódicamente.

Buena parte de las afirmacio-nes hechas por HRW están basa-das, en acusaciones hechas por

el coronel retirado Robinson González del Rio, de quien se sabe tiene mala reputación y ha reconocido la Fiscalía que se ha descubierto que muchas de sus afirmaciones son falsas, este es, ni más ni menos, otro de esos presuntos delincuentes, que en la búsqueda de beneficios jurídicos, enlodan a todo aquel que pueda parecer un buen botín para la justicia.

Le escuchamos decir a Vivanco, curiosamente coincide de nuevo con las afirmaciones de la Fiscalía, que los milita-res investigados por los “falsos positivos” no pueden ser objeto de la justicia transicional en el proceso de paz. Los periodis-tas afirmaban que los generales mencionados, por el hecho de haber sido comandantes, deben responder por los presuntos delitos cometidos por algunos de los hombres bajo su mando.

Recientemente supimos que la Corte Suprema de Justicia ratificó una absolución, dada por un Tribunal en Medellín a ‘Timochenko’ y a ‘Iván Márquez’, por el delito de reclutamiento forzado de menores, dice par-te del fallo: “Se absolvió a los procesados del delito objeto de acusación, al aplicar el prin-cipio de resolución de duda en su favor ante los vacíos proba-torios al no haberse esclare-

cido quienes, cómo, y dónde habían reclutado los menores”, cuando es una “verdad sabida”, como que hay un Dios, que las Farc tienen en sus filas a miles de niños y niñas, reclutados a la fuerza, vejados sexualmente y utilizados como escudos hu-manos contra las tropas del Ejército Nacional.

Pero en cambio sorprende que, por ejemplo, sean conde-nados sin pruebas que vinculen directamente a ciertos milita-res, por el hecho de haber sido comandantes o incluso sin serlo de ciertas zonas, veamos algu-nos ejemplos:

El coronel retirado Alfonso Plazas Vega fue condenando a 30 años de cárcel, bajo la teo-ría de la responsabilidad me-diata (por comandar una ope-ración) de unas desapariciones de las cuales no hay una sola prueba, en contrario si se afir-mó, por el Tribunal Especial de Instrucción que investigó los hechos en 1986, de las personas que hoy se catalogan de desa-parecidas, que murieron en el cuarto piso del Palacio de Justicia. Curiosamente, contra el Coronel Plazas hubo tres testigos falsos, cada que se desenmascaraba al testigo inmediatamente apa-recía otro. El último negó haber rendido la declaración con la que fue condenado el Coronel,

Esto es terrorismoAutor: Santiago Montenegro Publicado en: El EspectadorFecha: 29/06/2015www.elespectador.com

El terrorismo es definido como un acto violento, o como la amenaza de un acto violento, perpetrado con un fin político, ideológico o económico, y que, con el propósito de crear mie-do o terror, deliberadamente, destruye, amenaza o menospre-cia la seguridad de no combati-entes, ya sean civiles o personal militar no involucrado en un de-terminado conflicto.

En este sentido, volar torres de transmisión de energía y, por lo tanto, cortar o amenazar con cortar el fluido eléctrico a ciudades y pueblos es un acto terrorista porque afecta la vida cotidiana de miles de civiles que nada tienen que ver con un con-flicto. Esto lo ha hecho la gue-rrilla desde hace mucho tiempo. Pero, en las pasadas semanas, estas acciones alcanzaron un nivel casi jamás visto. Según distintas fuentes, desde el pasa-do 22 de mayo, cuando las Farc

anunciaron el levantamiento del llamado cese unilateral del fuego, han derramado al menos unos 14 mil barriles de petróleo en ríos, humedales, nacederos de agua y cultivos, producto de la voladura de oleoductos.

Y, según El Espectador de ayer, sólo este mes, los ríos Catatumbo y Tibú, en Norte de Santander; Caunapí, Rosario, Mira y Sucio, en Nariño, y Cuembí, en Putumayo, se han visto gravemente afectados por derrames de petróleo que han ocasionado daños irreparables a su fauna y flora, poniendo en riesgo la seguridad alimenta-ria y económica de aproxima-damente 84.000 campesinos, indígenas y pescadores que de-penden de estos ecosistemas. El último de los atentados, y el más grave, fue en la madruga-da del 22 de junio, en Tumaco, donde más de 410.000 galones de petróleo llegaron al río Mira y dejaron sin agua a los habitan-tes del municipio.

Estas acciones representan un escalonamiento inaudito del terrorismo porque no afecta solo a las actuales, sino a las futuras

generaciones de civiles. Según expertos que han declarado a diferentes medios, los daños causados sobre los ecosistemas son irreparables, destruyendo, así, la seguridad alimentaria y el bienestar económico y social de miles de colombianos que todavía no han nacido. Por es-tas razones, es absurdo afirmar, como lo hacen algunos, que “el conflicto armado se ensaña con la población civil,” o que el me-dio ambiente es otra “víctima de la guerra.” Estas acciones terroristas no las cometió ni el “conflicto,” ni la “guerra.” Las cometieron las Farc. Y, más ir-racional aún, es equiparar estos atentados terroristas con la ex-plotación legal de petróleo que efectúa Ecopetrol en asocio con algunas multinacionales.

En realidad, la guerrilla ha acudido a este tipo de accio-nes desde hace mucho tiempo. Pero la diferencia crucial es que, ahora, estamos en medio de unas negociaciones. En ellas se acordó que se negociaría en me-dio del conflicto, pero, de la de-claración de Oslo, no es posible inferir que se aceptó negociar

en medio del terrorismo. Las Farc acordaron negociar en me-dio del conflicto y ahora piden negociar en medio de un cese al fuego bilateral, y creen que pue-den presionarlo incrementando sus acciones terroristas.

Así mismo, habiéndose com-prometido a una negociación de

unos pocos meses, ha dilatado un proceso que pronto va a al-canzar los tres años de dura-ción, los mismos de San Vicente del Caguán. Por estas razones, el proceso de negociación de La Habana está en estado crítico. Si fracasa, las Farc serán los únicos responsables.

el cabo Edgar Villamizar -quien murió recientemente-. Por los mismos hechos fue condenado el general Arias Cabrales, por ser su comandante.

El general Jaime Uscátegui fue condenado a 37 años de cárcel, por una supuesta omis-ión, por los hechos ocurridos en Mapiripán, 19 y 20 de julio de 1997, cuando esa zona no estaba bajo su mando porque no era parte de su jurisdicción. Curiosamente los muertos de-nunciados en Mapiripán fueron cincuenta y nueve por las cu-ales fue condenada la Nación a pagar millonarias indemni-zaciones, pero sorpréndanse, recientemente se descubrió que los muertos fueron realmente seis, los demás resultaron falsas víctimas..

Con los argumentos como que fueron comandantes, serán acusados los generales que han sido llamados por la Fiscalía. En un país donde las leyes son interpretadas según convenga, hay un gran riesgo de que sean condenados, no los cuatro de la reciente noticia, sino vein-ticuatro que se vienen mencio-nando desde hace unos meses, incluidos el general Juan Pablo Rodríguez, comandante de las FF.MM., y el mayor general Jaime Lasprilla, Comandante del Ejército Nacional.

¿Habrá justicia transicional para asesinos en serie, como los cabecillas de las Farc, con excarcelación y curules en el Congreso, y cárcel para los héroes, de esta sufrida Patria, que han dedicado sus vidas a defender a los colombianos? Creo que sí, lo hemos advertido muchísimas veces.

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7Edición 551 /SEPARATA MEDIOS

Cese unilateral... ¿Paso hacia la paz?Autor: Carlos Holmes Trujillo Publicado en: El Nuevo SigloFecha: 28 de junio de 2015www.elnuevosiglo.com.co

El momento es tan difícil, que aun corriendo el riesgo de ser calificado como repetitivo, re-sulta necesario reiterar algunos planteamientos.

Con respecto al futuro de las conversaciones en La Habana, entre el Gobierno y las Farc, es indispensable tener claro que, históricamente, no ha sido po-sible concluir acuerdos con esa organización por culpa de sus acciones y de sus posiciones.

‘Timochenko’ y sus hombres dicen otra cosa, desde luego, así como lo hizo ‘Tirofijo’ en el pasado.

Ellos insisten en que este es un proceso con profundas ca-

racterísticas políticas y el prin-cipal responsable es el Estado, y que las conversaciones se ce-lebran entre dos partes iguales.

Lo que pretenden, entonces, es que se reconozca la legitimi-dad de lo que han hecho en ejer-cicio del derecho a la rebelión.

Esto quiere decir que su propósito consiste en que la nación, que ha sido ultrajada y victimizada con todos sus crímenes, les acepte que han tenido y tienen el derecho a cometer todo tipo de delitos y actos terroristas.

En esto hay que insistir hasta el cansancio, toda vez que la brecha que produce tal posición es inmensa.

Por eso afirman que el Estado no puede ser juez y parte, que no pagarán un solo día de cárcel, que toda la “maleza jurídica”, es

decir, las normas nacionales e internacionales, debe ser erra-dicada, y que la verdad hará que se les reconozca su calidad de víctimas y no de victimarios.

Están en procura de constru-ir una nueva legalidad que se ajuste a su lectura unilateral de la historia y a sus intereses para que, al final, se diga que el te-rrorismo tenía la razón cuando hizo lo que hizo.

La inmensa mayoría de los colombianos jamás aceptará tamaña pretensión arrogante.

También es claro, de otra parte, que, no obstante la gran cantidad de cicatrices y dolores que ha causado el terrorismo, Colombia siempre tiene abierta la puerta de la reconciliación en la medida en que a ella se lle-gue mediante la verdad, justicia, reparación y garantías de no

repetición.Ir construyendo los puentes

para superar los abismos con-ceptuales toma tiempo y requie-re la participación de otros ac-tores.

Por esa razón, el mayor reto hoy es edificar las condiciones para que sea posible continuar conversando en Cuba, o en otro lugar.

Y la única manera de que se tenga algo de credibilidad, por parte de los colombianos, en las posibilidades de los diálogos, y paciencia para esperar los re-sultados, es que ellos se cele-bren sin que las Farc hagan, al mismo tiempo, terrorismo.

En esa convicción se origina la insistencia en el cese unilate-ral de fuego y hostilidades de las Farc con concentración y verifi-cación capaz y experimentada.

Lo que se busca es que el país tenga seguridades, que las dis-frute el proceso y que las reci-ban las Farc.

Un mecanismo de monitoreo o vigilancia con credibilidad y músculo político y económico sería, de hecho, una escala hacia el cese bilateral.

En las circunstancias actuales no se requiere que el Presidente tenga más facultades innece-sarias, ni papeletas para poner plazos, con el fin recóndito de interferir en las elecciones re-gionales.

Tampoco se necesita bus-car en octubre una sentencia política que ordene concluir los diálogos este año. Nada de eso se precisa, ni sería útil.

Urge sí que no haya violencia mientras se conversa. Ese sería un verdadero paso hacia la paz.

¿Los victimarios, juzgando a sus víctimas?

Autor: José Darío Salazar Cruz Publicado en: La RepúblicaFecha: 29/06/2015www.larepublica.co

Hace pocas semanas, con bom-bos y platillos, al unísono, el gobierno nacional y las Farc, anunciaron desde La Habana, la creación de la Comisión de la Verdad, que será la encargada de recibir testimonios de las víctimas y sacar conclusiones para contarle al país, porque se han sucedido los hechos vio-lentos que por medio siglo han lacerado a los colombianos y a la patria.

Entre los reparos que le

hacemos a la Comisión de la Verdad, es que el nombre de sus integrantes sea producto de una negociación entre el grupo subversivo y el gobierno nacio-nal que como siempre, termina cediendo a las pretensiones de aquellos. ¿Qué derecho tienen quienes han cometido crímenes de lesa humanidad para im-poner nombres que integren la Comisión? Si así fuera, el mismo derecho debería concederles a quienes siendo agentes esta-tales han delinquido y hoy, a diferencia de los subversivos, pagan penas de cárcel. También se les podría otorgar ese derecho a los agentes del para-militarismo, porque a pesar de que el proceso de paz se negocia

con las Farc, a la mesa de los vic-timarios, gobierno y Farc, han llevado y llevaran víctimas del paramilitarismo.

Pero por encima de todo, las víctimas de las Farc, debían estar representadas en dicha Comisión para que defiendan su verdad de los hechos. ¿Por qué otorgarle ese derecho exclusivo a un grupo que ha cometido crímenes, continua haciéndolo y no se ha desarmado? ¿Qué grado de independencia e im-parcialidad puede tener dicha Comisión?

En el mandato a la Comisión de la Verdad que se cree, se le obliga a tener como punto de referencia, las conclusiones de la Comisión Histórica y de las

La semana abrió con una noticia nueva: el presidente Juan Manuel Santos salió el domingo pasado a hablar de “la luz al final del túnel” que ve en el proceso de paz que negocia en Cuba con la guerrilla de las Farc.

¿Cuatro meses para qué?Autor: Editorial Publicado en: El Espectador Fecha: 14/07/2015www.elespectador.com

víctimas. Este trabajo orien-tado por los simpatizantes del proceso de paz tal como lo conciben las Farc, produjo una serie de informes acorda-dos para concluir responsabi-lizando al Estado colombiano de la violencia que consume al país. Estas conclusiones, serán bases sobre las que debe traba-jar la Comisión de la Verdad y por supuesto son insumos para condenar al Estado, tal como lo vienen sosteniendo los jefes de las Farc.

¿Se pretende desconocer con la Comisión de la Verdad, los límites que a la “impunidad” le impusieron las sentencias de la Corte Constitucional cuando le hizo control de constitucio-nalidad a la ley que contiene el marco jurídico para la paz?

¿Cómo tendrá el país, la certeza de que los victima-rios cuenten la verdad de los crímenes que se han cometido, si las versiones recibidas las

evalúan los propios represen-tantes de las Farc que integran dicha Comisión? ¿Cómo se ga-rantiza imparcialidad frente a los hechos que se le van a re-latar al país?

No se puede pretender, como se desprende de la inte-gración por parte de las Farc de la Comisión de la Verdad que, los hechos violentos a los que fueron sometidas las víctimas, ahora sean juzgados y acomo-dados a su amaño por sus pro-pios victimarios. Esto sería una infamia mayúscula contra las víctimas y contra la verdad que reclamamos conocer.

La verdad no se negocia, no puede haber una verdad oficial acomodada a la verdad de los victimarios. La verdad es una sola y, solo una Comisión inte-grada por colombianos eminen-tes, que gocen de credibilidad y confianza, no por delincuentes, puede ofrecer la verdad impar-cial, fruto de un trabajo patrióti-co, desinteresado y autónomo.

Sin duda, después de que las Farc volaran oleoductos y redu-jeran de una sola pisada el de-bate de lo que se negocia, era necesario un pronunciamiento profundo y sereno. Un parte de tranquilidad al menos simbóli-co. Eso es, se nos antoja, lo que salió a decir el presidente.

Dijo cosas viejas: recordó los tiempos que lleva la negociación en una mesa de diálogos, sus lineamientos principales (como eso de negociar en medio de la

guerra) y lo que se ha logrado de los cinco puntos que conoci-mos desde el principio. Dijo co-sas que no sorprenden mucho: su escepticismo inicial, la frus-tración y el desaliento ante los últimos ataques de la guerrilla, y aseguró que a la paz no tenía-mos que tenerle miedo (pero a la guerra sí). En medio de todos estos refuerzos harto evidentes y repetitivos de lo que el proce-so de paz significa, añadió una cifra que no se había atrevido a aventurar nunca: cuatro meses.

De ella, empero, no pueden derivarse malentendidos. Esto no quiere decir que lo restante del proceso (a nuestros ojos, su parte más intrincada) durará

apenas 120 días. Por el con-trario, es, sobre todo, un anuncio a futuro, el prolongamiento de la toma de una decisión. Léase mejor: “Y en cuatro meses a par-tir de ahora, dependiendo de si las Farc cumplen, tomaré la de-cisión de si seguimos con el pro-ceso o no”. ¿Que cumplan qué? Más bien una serie de requisitos abstractos (“frenar las muertes, la destrucción y el dolor”) que redundan en un objetivo claro: la suspensión unilateral de todo tipo de ofensivas. Ya con eso en la bolsa de noticias, el Estado iría bajando la intensidad de la guerra, que no constituye un cese bilateral del fuego, como tuvo a bien advertir el presiden-

te: eso por ahora sigue siendo una eventualidad. Sin embargo, muy contrario a lo que prego-nan los enemigos de la paz a diestra y siniestra, que ambas fuerzas dejen de dispararse es sin duda la aspiración final, lo que debe suceder.

Cuatro meses, entonces. Pero ¿para qué? Así como el presi-dente Santos dijo que metería el acelerador, también hay que barnizar el proceso con la le-gitimidad que por hoy le sigue haciendo mucha falta. Es muy importante que todo este es-fuerzo de verificación pegado al cese unilateral, y todo lo que allá se discute, tan lejos de acá, aterrice por fin en la ciudadanía que sigue mirando de manera distante este proceso. Llegó la hora de que se den cuenta de algo que resulta tan obvio. Lo

demás no son más que anuncios y esperanzas que no le dicen mucho al ciudadano.

El primer paso, por supuesto, es salir a aclarar las dudas a quienes ya empezaron a hacer cuentas: de aquí a cuatro meses son las elecciones regionales. ¿Pura coincidencia? ¿Estrategia política para blindar con algún mecanismo democrático el acuer-do de La Habana? ¿Para poner las elecciones de nuevo en clave de plebiscito para la paz?

Sabemos del anuncio presi-dencial, más las explicaciones que ayer dieron el jefe nego-ciador y el comisionado de Paz. Pero, para la salud del proceso de paz, los ciudadanos deben entender en qué consistirá, con pelos y señales, lo que va a su-ceder en estos cuatro meses y, sobre todo, después.

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8 SEPARATA MEDIOS/ julio 2015

El país de las maravillasAutor: Saúl Hernández Bolívar Publicado en: El Tiempo Fecha: 14/07/2015www.eltiempo.com

Mientras el Presidente Santos habla del país de las maravillas, Amnistía Internacional le grita que Colombia aún no está en el posconflicto.

Qué suerte de cosas raras las que suceden en este país. Una falsa víctima de la masacre de Mapiripán le pide perdón al general Uscátegui y admite que fue inducida por el colectivo de abogados José Alvear Restrepo. Sin embargo, el general sigue preso. Algo similar le ocurre al exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos: al falso testigo que lo acusa le ofrecen el prin-cipio de oportunidad para que confiese quién lo indujo a men-tir, pero Ramos sigue preso.

Los que no tendrán “rejas ni piyamas rayadas” son los te-rroristas de las Farc, como se lo confirmó el doctor De la Calle a Juan Gossaín. También se sal-varán los capturados por los ataques terroristas en Bogotá, algunos de los cuales tenían contratos con la administración Petro. No hay que estigmatizar, pero se sabe que muchos sub-versivos se esconden tras las fachadas de ONG, la máscara del activismo político y los mu-ros de universidades públicas, eso no es novedad. Es como si pertenecer a una ONG diera in-munidad; una vieja coartada que funciona, y esta vez no será la excepción.

Por cierto, el gobierno de Santos se apresuró a inculpar al Eln de los atentados en la capital y el Presidente regresó del Perú a capotear la situación. Días an-tes hubo hechos peores, pero él

continuó su periplo por Europa como si nada. ¿Será cosa de las encuestas o de ese anacrónico centralismo que desprecia la provincia?

La Policía tiene pruebas que involucran a los 13 capturados con viejos atentados del Eln, pero no con los últimos. Y la ac-titud de Santos y de su escudero Montealegre genera muchas du-das: ¿por qué la pretensión de ocultar el terrorismo en Bogotá? Darle micrófono a Montealegre para amenazar con cárcel a los ciudadanos por publicar videos de actos terroristas es propio de una dictadura, un camino muy avanzado por los vecinos, al que también nos quieren llevar.

Y es que el nerviosismo en la Casa de Nariño es enten-dible: hace 15 días Gallup la es-tremeció, y la semana anterior Datexco la puso al borde del co-lapso: la favorabilidad de Santos es de tan solo el 24 por ciento, ci-fra que ya no es coyuntural, sino una tendencia en franco declive. Hasta hay quienes se atreven a pedirle la renuncia, como el es-critor Álvarez Gardeazábal.

Es tal el desconcierto en Palacio que solo atinan a man-dar a la más reprobada de las ministras a decir tonterías que chocan contra toda evidencia. ¿Que Uribe les dio impunidad a sus “amigotes”, los ‘paras’? Quiero ver a 1.500 jefes guerri-lleros pagando ocho años tras

las “rejas y con piyamas raya-das”, como los paramilitares. Quiero ver al Secretariado ex-traditado a EE.UU., como los cabecillas de las Auc. Quiero que las Farc confiesen sus miles de crímenes, como los ‘paras’… Esto no aguanta comparacio-nes: Santos está a punto de ca-guanizar el país, iniciando con un ‘desescalamiento’ de cua-tro meses que tiene evidentes propósitos electoreros.

Mientras Santos habla del país de las maravillas, Amnistía Internacional le grita que Colombia aún no está en el posconflicto. Los camioneros y buseros se quejan del abandono de las carreteras. Y la economía cae mes tras mes.

Eso sí, aumenta la produc-ción de coca en 44 por ciento y la de cocaína, en 52 por ciento. ¿Alguien cree, seriamente, que las Farc van a dejar sus cultivos, sus laboratorios, sus minas de oro y coltán y demás negocios ilícitos?

También ha subido como espuma la deuda externa, que llegó a 106.000 millones de dólares, el 33 por ciento del PIB. Aún estamos lejos de Grecia, que con solo 11 millones de ha-bitantes debe 350.000 millones. Pero preocupa que 3,7 millones de bogotanos reciban algún tipo de subsidio. ¡El populismo de izquierda se puede tomar el país como se tomó Bogotá!

No todo está resueltoAutor: Rafael Nieto Navia Publicado en: El Nuevo Siglo Fecha: 14/07/2015www.pensamientocolombia.org

El último decreto número 1859 venezolano no es, en términos de derecho internacional, res-puesta a nuestra nota de protes-ta que aún no ha sido publicada. Como en cualquier comedia de equivocaciones, el incidente de los decretos fue una panto-mima. No porque el Gobierno venezolano hubiera modifica-do su posición inicial y mani-festado que “las descripciones de áreas geográficas no consti-tuyen ningún pronunciamiento sobre territorios, áreas marinas y submarinas de la República Bolivariana de Venezuela que queden pendientes por definir” (si hay algún responsable de este galimatías, es la Ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela), sino por la super-ficialidad con que la noticia fue recibida en Colombia. El presi-dente Santos la recibió “con regocijo” por haber resuelto el “malentendido” “sin insul-tos” – aunque no se sabe con certeza si se refería o no a los de Maduro-. La Cancillería co-

lombiana dijo que esperaba que el gobierno venezolano confor-mara la Comisión Presidencial Negociadora (Coneg) para reiniciar “las conversaciones en busca de una solución nego-ciada, definitiva y satisfactoria” sobre el problema.

Por si los lectores no lo sa-ben, la Coneg fue creada en 1990, durante los gobiernos de Barco y Pérez, con el propósito de llegar a un acuerdo sobre la delimitación del golfo de Coquivacoa luego del incidente de la corbeta Caldas en 1987. En un comunicado conjunto de mayo de 2001, Pastrana y Chávez resolvieron re-activarla. En el 2007 Uribe y Chávez la re-reactivaron. Probablemente de esta reunión salió un proyecto colombiano en el que renun-ciábamos al triángulo que se forma entre la línea media que penetra en el golfo y la proyec-ción del paralelo de Castilletes, no obstante lo cual Chávez no dijo ni pío.

Han sido veinticinco años de

existencia de la Coneg y cero pollitos. Nada de nada. Y los go-biernos quieren re-re-reactivar ese ente anodino y amorfo para que el estatus quo continúe otros veinticinco años hasta una nueva re-re-re-reactivación.

El Tratado de No Agresión, Conciliación, Arbitraje y Arreglo Judicial, suscrito entre Colombia y Venezuela en 1939, contempla una Comisión de Conciliación para resolver las diferencias entre los Estados y dice que, si las decisiones de esa Comisión no fueren aceptadas por los Estados, se debe acudir a una solución judicial. Es cierto que el artículo dos exceptúa de este tipo de solución los dife-rendos “que atañen a los intere-ses vitales, a la independencia o a la integridad territorial de los Estados Contratantes” y és-tos han afirmado que los tienen. Pero si se trata de resolver las diferencias que, por lo demás, no pueden durar eternamente, hay que acudir a mecanismos contractualmente efectivos.

¿Silencio de los fusiles?

Gerardo Quinterowww.elpais.com.co

El anuncio de las Farc, en el sen-tido de que retomarán el cese unilateral del fuego a partir del 20 de julio, le da a las negociacio-nes de paz una bocanada de aire, por lo menos durante el mes que la guerrilla silenciará sus fusiles. Cuando el proceso navegaba en medio de un mar embravecido, llegó como un bálsamo la pro-puesta de los países garantes de hacer todo lo posible por deses-calar el conflicto y la posterior aceptación tanto del Gobierno Nacional como de las Farc.

Sin embargo, detrás de esta decisión de las Farc está el cla-ro interés de forzar un cese al fuego bilateral, que genera un inmenso temor entre los colom-bianos, ante la posibilidad de que el grupo guerrillero utilice ese tiempo para reagruparse, armarse e incrementar el núme-ro de sus hombres. Sin embargo, también hay que ser claros que la fórmula de negociar en medio del conflicto, tal como lo planteó desde el principio el presidente Santos, ya se desgastó. Tal vez funcionó al principio, pero los absurdos ataques de las Farc a la infraestructura energética y los derrames de petróleo en ríos dinamitan el proceso y dejan sin argumentos a sus de-fensores. Es claro que la guerri-lla, con sus demenciales actos, buscó llevar las negociaciones a este punto. Es decir, ya dieron una prueba a los colombianos, durante su pasada tregua uni-lateral, que aún tienen control de mando sobre su tropa y que podían darnos un ‘brochazo’ de

cómo era vivir en paz. Rota la tregua, ahora quieren hacernos ver cómo es incendiar un país a punto de terrorismo.

Qué dilema para el presiden-te Santos y sus negociadores. El cese bilateral del fuego se muestra como una alternativa real para el desescalamiento del conflicto y recuperar la con-fianza entre las partes. Pero por otro lado, es indudable que esta opción desatará la feroz resis-tencia de quienes no están de acuerdo con el proceso de nego-ciación, que consideran que de-clarar un cese bilateral es equi-parar las Fuerzas Militares con la guerrilla y que lo que se pro-ducirá será el escenario ideal para que las Farc prolonguen in-definidamente las conversacio-nes y reagrupen sus cuadros para hacerse más fuertes ante la falta de asedio del Ejército.

Una salida intermedia puede ser retomar la propuesta del ex presidente Uribe, quien ha planteado una concentración de los frentes de la guerrilla, pre-via verificación internacional y poner un tiempo consensuado que permita llevar a buen puer-to las negociaciones y firmar de una sola vez el fin del conflicto con la Farc. Se viene un mes cru-cial para el gobierno Santos y el futuro de los diálogos de paz, la guerrilla acepta que no ha exis-tido en el pasado un momento más propicio para terminar el conflicto que ahora, entonces esperemos que esto se ratifique con gestos definitivos de de-sarme.

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