separata medios, abril 2016

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Artículos de interés Tiempo de negociaciones Malos y buenos augurios La Policía y el Ejército habrían sabido que el M-19 se tomaría el Palacio de Justicia De secuestrado de las Farc a sicólogo de guerrilleros desmovilizados Frank Pearl:el hombre que no tiene un plan B Ocho preguntas sobre el ELN De marchas y crispaciones ¿Un acto de desesperación? “Los Úsuga no son simples" delincuentes” Dislates Proceso de paz con ELN: Claves para entenderlo Ocho preguntas sobre el ELN ISSN 0123-2894 Circulación nacional ABRIL 2016 SEPARATA SEPARATA ESPECIAL 55 años ACORE PATRIA - UNIÓN - PROGRESO 55 años ACORE Artículos y notas de interés publicados en los medios de comunicación sobre el anuncio de conversaciones con el ELN, el Palacio de Justicia, Los Úsuga y otros temas coyunturales. Página 2 Página 2 Página 3 Página 3 Página 4 Página 5 Página 6 Página 6 Página 7 Página 8 Página 8 Frank Pearl: el hombre que no tiene un plan B Las Farc debieron sentir un alivio con la vinculación del ELN a la paz. La persistencia de los ‘elenos’ en la guerra complicaba mucho el desarme de los ‘farianos'. El martes, cuando el gobierno y el Eln dieron a conocer la decisión de pasar a la fase pública de las negociaciones de paz en la ciudad de Caracas, llovieron preguntas sobre esta guerrilla y las características de su negociación. Ensayo mis propias respuestas a riesgo de ser refutado por el gobierno y también por el ELN. Pasa pág. 5 A Frank Pearl le tocó bailar con la más fea. Y quizás solo alguien con tanta confianza en que todo sale bien en la vida como la que tiene el jefe negociador del gobierno con esa guerrilla, podía haber persistido hasta sentar al ELN en la mesa de negociación con una agenda difusa pero con la decisión explícita de que debe conducir a la dejación de las armas. Pasa página. 4 AMÉRICA COLOMBIA “Los Úsuga no son simples delincuentes” El investigador del Centro de Memoria Histórica hace una radiografía de la organización ilegal y llama la atención sobre la necesidad de entender la dimensión de los grupos neoparamilitares en el contexto actual del país. Cinco personas muertas, bloque- os en 36 municipios de ocho de- partamentos y un mar de dudas y temores dejó el paro armado decretado esta semana por el de- nominado clan Úsuga, que logró demostrar, en tan sólo dos días, el alcance de sus redes y la consoli- dación de un poder que se viene gestando desde hace varios años. Álvaro Villarraga Sarmiento, di- rector de la Fundación Cultura Democrática e investigador del Centro Nacional de Memoria Histórica, hace una radiografía del grupo criminal y explica por qué los Úsuga no pueden entrar en la categoría de bandas crimi- nales. Pasa página. 7

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Frank Pearl: el hombre que no tiene un plan B. Ocho preguntas sobre el ELN. "Los Úsuga no son simples delincuentes". Tiempo de negociaciones. Malos y buenos augurios. De secuestrado de las Farc a sicólogo de guerrilleros desmovilizados. De marchas y crispaciones. ¿Un acto de desesperación? Dislates. Proceso de paz con el ELN; Claves para entenderlo.

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Artículos de interés

Tiempo de negociaciones

Malos y buenos augurios

La Policía y el Ejército habrían sabido que el M-19 se tomaría

el Palacio de Justicia

De secuestrado de las Farc a sicólogo de guerrilleros desmovilizados

Frank Pearl:el hombre que no tiene un plan B

Ocho preguntas sobre el ELN

De marchas y crispaciones

¿Un acto de desesperación?

“Los Úsuga no son simples" delincuentes”

Dislates

Proceso de paz con ELN: Claves para entenderlo

Ocho preguntas sobre el ELN

ISSN 0123-2894 Circulación nacional

ABRIL 2016SEPARATA

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ACOREPATRIA - UNIÓN - PROGRESO

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Frank Pearl: el hombre que no tiene un plan B

Las Farc debieron sentir un alivio con la vinculación del ELN a la paz. La persistencia de los ‘elenos’ en la guerra complicaba mucho el desarme de los ‘farianos'.

El martes, cuando el gobierno y el Eln dieron a conocer la decisión de pasar a la fase pública de las negociaciones de paz en la ciudad de Caracas, llovieron preguntas sobre esta

guerrilla y las características de su negociación. Ensayo mis propias respuestas a riesgo de ser refutado por el gobierno y también por el ELN. Pasa pág. 5

A Frank Pearl le tocó bailar con la más fea. Y quizás solo alguien con tanta confianza en que todo sale

bien en la vida como la que tiene el jefe negociador del gobierno con esa guerrilla, podía haber

persistido hasta sentar al ELN en la mesa de negociación con una agenda difusa pero con la decisión

explícita de que debe conducir a la dejación de las armas. Pasa página. 4

AMÉR

ICA

COLOMBIA

“Los Úsuga no son simples delincuentes”

El investigador del Centro de Memoria Histórica hace una radiografía de la organización ilegal y llama la atención sobre la necesidad de entender la dimensión de los grupos neoparamilitares en el contexto actual del país.

Cinco personas muertas, bloque-os en 36 municipios de ocho de-partamentos y un mar de dudas y temores dejó el paro armado decretado esta semana por el de-nominado clan Úsuga, que logró demostrar, en tan sólo dos días, el alcance de sus redes y la consoli-dación de un poder que se viene gestando desde hace varios años.

Álvaro Villarraga Sarmiento, di-rector de la Fundación Cultura Democrática e investigador del Centro Nacional de Memoria Histórica, hace una radiografía del grupo criminal y explica por qué los Úsuga no pueden entrar en la categoría de bandas crimi-nales.Pasa página. 7

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2 SEPARATA MEDIOS/ Abril / 2016

Malos y buenos augurios¿Qué tal las respuestas de 'Antonio García', al decir, que no habían ido a hablar de secuestrados?

Autor: María Isabel Rueda | Medio: El Tiempo | Fecha: 2 de abril de 2016

¿Por qué no se firmó la paz el 23 con las Farc en La Habana? Según el Presidente, porque un buen acuerdo justificaba un mayor tiempo. De acuerdo. Las cosas que han salido peor en el proceso han sido producto de una carrera para el espectáculo internacional. Pero al fracaso del 23 le han sa-lido dos teorías nuevas.

La primera, que los cubanos se atravesaron porque querían a Obama para ellos solos, y el ‘show’ se les aguaba compartié-ndolo con la firma de una paz colombiana.

Pero también es posible que se haya retrasado por el in-minente anuncio de la etapa pública de negociación con el Eln. Que no por lo incierta que parece, por lo gaseosa que se ve, con cinco sedes de conversacio-nes y consejos comunales por todas partes, debemos dejar de mirar con esperanza. Porque sin

el Eln en el proceso de paz, este sería un acuerdo prácticamente imposible de cumplir; las Farc dizque habían expresado esa preocupación en voz baja.

El escenario de tener a las Farc en un lento proceso de desarme sin fecha límite para su finalización, y al Eln activo y armado hasta los dientes, pro-duciría tanta confusión en el Ejército colombiano que le que-daría muy difícil proteger el ter-ritorio nacional.

Hasta se habla de correos in-terceptados en los que, por otro lado, se estaba cuadrando inter-cambio de insignias entre los dos grupos guerrilleros, para hacer sus pilatunas.

La pregunta es si ahora la firma con las Farc queda suspen-dida, en espera de que avance lo del Eln, común en algunos temas como la justicia transicional

(incluyendo su componente de máxima impunidad posible para los delitos más graves), pero de todas maneras un proceso que se adelantará en dos mesas dis-tintas, con dos guerrillas de dis-tinto origen y objetivos, como lo recalcó el presidente Santos, lo cual tiene un riesgo: que entre los dos grupos guerrilleros terminen emulando sobre las concesiones que le concederán a cada cual.

¿Por qué las Farc van a tener de negociador a un exvicepresi-dente y precandidato presiden-cial y el Eln no, por ejemplo? Ni siquiera el exvicepresidente Gustavo Bell –en quien estarían pensando como negociador– cumple tantos requisitos. ¿Y dónde encontrarán equiva-lentes de los generales Mora y Naranjo? ¿Y quién robará más pantalla en los medios?

¿Serán capaces las Farc de firmar un acuerdo definitivo

de desmovilización y desarme mientras que con el Eln se co-mienza apenas a negociar, lo que le permitiría a este grupo ganar más tiempo, explotando los millonarios negocios ilícitos del narcotráfico y la minería, y apropiándose de territorios que hoy dominan las Farc?

Varias cosas auguran la difi-cultad de negociar con los ‘ele-nos’. La primera, su cinismo y torpeza. ¿Qué tal las respues-tas de alias Antonio García en la rueda de prensa en Caracas, cuando, al preguntarle la pren-sa sobre cuántos secuestrados tenían, respondió, revelando su talante, que allá no habían ido a hablar de secuestrados y que esa pregunta tenían que ha-cérsela a la inteligencia militar? ¿Y qué tal cuando justificó el delito abominable del secuestro argumentando que, a diferencia del Estado colombiano, al Eln no le prestan plata en los ban-cos ni le donan recursos los EE.

UU. para “hacer la guerra”? Su compañero, alias Pablo Beltrán, sonó más consciente de la oca-sión y menos descarado.

Quizás la apuesta más pre-cisa sobre el futuro de este pro-ceso la hizo el padre Francisco de Roux, quien dijo: “Con el Eln habrá mayores dificultades que en el proceso con las Farc porque tiene elementos más oscuros, más difíciles de trans-parentar... aunque también tiene muchos elementos de luz”.

Lo que, traducido, supongo que quiere decir: con el Eln nunca se sabe.

Entre tanto: ¿cómo justificará el secretario de Estado Kerry ante el Congreso de los EE. UU. su reunión con un grupo de ter-roristas-narcotraficantes que no han firmado ningún acuerdo de desmovilización?http://www.eltiempo.com/opinion/column-tas/malos-y-buenos-augurios/16553201

Tiempo de negociacionesAutor: Alfredo Molano Bravo | Medio: El Espectador | Fecha: 2 de abril de 2016

Hace una semana las cosas se veían negras: la firma del 23 de marzo entre el Gobierno y las Farc se aplazaba; el Eln tenía secuestrado a un personaje de la Administración de Norte de Santander, los paramilitares amenazaban con un paro ar-mado y el uribismo preparaba una movilización contra el Gobierno.

Pero, porque somos como so-

mos, el río cambió de curso y en el llanito nos encontramos. Así, de golpe en golpe, las cosas van saliendo al otro lado.

En La Habana los negocia-dores –todos– se han transfor-mado en profesionales del mu-ñequeo y han dejado atrás los gestos apocalípticos. La mesa está en las dificultades del fin del conflicto armado, pero las delegaciones están seguras de que con carpintería fina se lle-gará al acuerdo final antes de que Obama sea expresidente. La razón es simple: el paramili-tarismo de motosierra fue arma de la guerra fría que terminó el pasado 22 de marzo con el partido de béisbol entre Cuba y Estados Unidos.

Los rumores que corrían so-bre el misterio de la negociación con el Eln quedaron hechos humo en Caracas con el inicio de conversaciones públicas,

aunque, como se sabe, donde hubo candela, queda humo. El Eln modificó, pero no cambió, su propuesta hecha en 1998 en Maguncia de democratizar para la paz. Habrá problemas por las líneas rojas que el Gobierno ha subrayado de no negociar el modelo económico. El peligro será, de todas maneras, que las negociaciones se enrumben por la vertiente de los pliegos –¿pliegues?– de peticiones. El Eln tiene raíces profundas en el sindicalismo, en sectores de la Iglesia de los pobres y en comu-nidades campesinas. Ha tenido peligrosos enfrentamientos con las Farc, pero hoy es claro que lo acordado entre los comandan-tes de ambas fuerzas –mesas separadas, proceso conjunto– se ha cumplido a cabalidad.

La semana pasada se temió que la posición del Eln afectara un acuerdo sobre el cese bilate-ral de fuego entre las Farc y el Gobierno. Despejado el interro-gante, sigue vigente la función que cumple el paramilitarismo en el último punto del acuerdo de La Habana: con paras, ni pío. La clave del destrabe quedó, como se entrevió en la reunión de Kerry con los negociadores de las Farc, en manos de los gringos, que, según parece, no tolerarán más el vínculo de miembros de la Fuerza Pública y empresarios con el paramili-

tarismo. Hay que recordar el papel que cumplió la Enmienda Leahy en el control de la llave manzanas podridas-castaños oscuros. Las unidades de las Fuerzas Militares de Colombia no podían recibir apoyo del gobierno de EE. UU. donde hu-biera evidencia creíble de que “alguno de sus miembros había violado los derechos humanos”. Bush desconoció la enmienda. Pero ella es una muestra de la “evidencia creíble” de que hubo tolerancia del gobierno de EE. UU. al papel cumplido por la fuerza pública con los paramili-tares en la década sangrienta de 1998-2008.

La amenaza de paro armado del paramilitarismo se llevó a cabo sin control por parte de las fuerzas del orden en Urabá, bajo Cauca, Sucre, Córdoba, sur de Magdalena. Parte de nor-malidad declaró un coronel de la Policía el viernes. No sé, por supuesto, qué habrá pasado cuando esta columna se publi-que. Con la muerte de un capi-tán del Ejército y dos policías, los paramilitares –que una vez se llaman gaitanistas, otras ura-beños y que el Gobierno insiste en llamar clan Úsuga, como si la cosa fuera un movimiento fa-miliar– amenazan con el terror al declararle la guerra al Estado para ganar derecho a una “nego-ciación digna”, tal como sugiere

el “gerente designado de paz” de la Gobernación de Antioquia, Luis Guillermo Pardo. O mejor, para acabar de negociar lo que dejó a medio cocinar Uribe. De ahí que no pareciera una mera coincidencia que mientras unos declaraban un paro armado, los otros –los uribistas– organiza-ban una movilización política el 2 de abril.

Punto Aparte: Un señor Botero escribió un largo artícu-lo sobre mi crónica del robo a la laguna de Sonso y a los humedales y madreviejas por parte de los cañeros en el valle medio del Cauca. Dice que soy un mentiroso porque Lauchlin Currie no es gringo sino cana-diense y que no fue el padre de la CVC. Cierto. Concedido. Pero eso no quita que el embalse de Salvajina haya sido construido

en beneficio de los ingenios azucareros. Por lo demás, yo le sugiero al señor Botero que en lugar de asistir a tanto coc-tel con cañeros, dedique ese tiempo a leerse obras como Esclavitud y libertad en el Valle del Cauca, de Michael Taussig, profesor de antropología ‎de Columbia University de Nueva York; el estudio de Hernando Uribe Castro Sugarcane geo-graphic expansion in river Valley of Cauca and community in re-sistance (Colombia); el texto de Carlos Eduardo Madriñán Palomino Compilación y análi-sis sobre contaminación del aire producida por la quema y la re-quema de la caña de azúcar en el valle geográfico del río Cauca. O simplemente, los informes de Asocaña.http://www.elespectador.com/opinion/tiem-po-de-negociaciones

Foto: hersaestrategia.com

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Page 3: Separata medios, abril 2016

3Edición 558 /SEPARATA MEDIOS

La Policía y el Ejército "habrían sabido" que el M-19 se tomaría el Palacio de Justicia

Durante décadas las auto-ridades castrenes han negado haber tenido conocimiento so-bre los planes del M-19 para tomarse el Palacio de Justicia como finalmente lo hicieron en noviembre de 1985.

Sin embargo, cada vez hay más elementos de prueba que demostrarían que las auto-ridades sí sabían de las inten-ciones de la guerrilla y que to-maron todas la medidas para enfrentar un combate de esa na-turaleza de manera exitosa. Sin embargo, parece que nunca se tuvo en cuenta la vida de mag-istrados, empleados y demás civiles.

Semana.com tuvo acceso a un informe inédito del entonces lla-mado Departamento de Policía de Bogotá que demuestra que el Ejército sabía que el mov-imiento insurgente se tomaría el complejo judicial para tomar como rehenes a los magistrados y hacer "fuertes exigencias al Gobierno". Fuerzas Militares, de Policía y organismos de inteli-gencia habrían sido advertidos.

El informe cita una cir-cular 16 del octubre que re-cibió la Policía de la capital procedente del Comando Operativo de Inteligencia y Contra Inteligencia (Coici) y la Brigada 13 del Ejército, titu-lada ‘Operación Inmediata‘. En ella se retransmite un mensaje de la Dirección de Inteligencia (Dinte) en el que se da cuenta de la información que tenía el Comando General de las Fuerzas Militares sobre el plan del M-19.

También se hace referen-

Semana.com conoció un informe del entonces Departamento de Policía de Bogotá, que da cuenta de que la toma de la sede de la justicia colombiana estaba anunciada.

cia a un cablegrama del 17 de octubre en el que la Policía de Bogotá y el DAS son los que alertan a la unidades de in-teligencia de la Brigada 13 del Ejército. Además, se cita un poli-grama del Comando Operativo de la Policía del 16 de octubre, en el que se le pide a las uni-dades de distrito, estaciones, Sijín y Departamento de Policía de Bogotá "tomen medidas a fin evitar sorpresas".

Y así lo hizo el organismo con sede en la capital. En el descon-ocido documento al que tuvo ac-ceso este portal, se informa que el Departamento elaboró un plan táctico y de entrenamiento para defender el Palacio y la Plaza de Bolívar. Tan seria fue la tarea de planeación que subo-ficiales, oficiales y agentes de todas las estaciones realizaron recomendaciones para fortal-ecer la estrategia. Todo quedó consignado en un videocasete, dice el informe.

Aun cuando se ha dicho que la vigilancia que tuvo el com-plejo donde funcionaban las altas cortes estaba planteada como medida preventiva por las amenazas del narcotráfico a los magistrados que juzgaban la constitucionalidad del tratado de extradición, el texto señala expresamente que se trataba de una estrategia para proteger a los togados, "en vista del sin-número de informaciones sobre

posible toma de la Corte por parte de bandoleros del M-19".

Adicionalmente, se especifica que, dado el riesgo de que los guerrilleros materializaran su plan, el director de la Policía ordenó a la jefatura de la Dijín hacer un estudio de seguridad del Palacio de Justicia. Según el informe, la orden se cumplió y quedó plasmada en las ex-plicaciones que rindió ante el Consejo de Gobierno de Justicia de la Corte el entonces capitán Óscar Naranjo, el mismo que co-mandara la Dirección Nacional años después y pasara a inte-grar el equipo negociador del Gobierno en La Habana (Cuba).

El plan de las autoridades comprendía también una re-visión tendiente a la detección temprana de posible armamen-to y explosivos. Contaba con la asistencia de personal unifor-mado y civiles encubiertos de la Dijín y el DAS.

Otro de los elementos reve-ladores del informe es que con-tiene la lista de los supuestos 35 guerrilleros que participaron en la toma. Sorpresivamente, allí se citan los nombres de Yolanda Santo Domingo, Eduardo Matson y Orlando Quijano, que son tres de las personas que so-brevivieron a las torturas que se habrían cometido en la Escuela de Artillería y en el Coici, en contra de los sospechosos de

Autor: Nación | Medio: Semana | Fecha: 4 de abril de 2016

pertenencer al movimiento ar-mado.

Esto último desdiría de la te-sis que han defendido algunos militares según la cual no hab-rían podido identificar a ningún guerrillero que saliera con vida del asalto al Palacio de Justicia. Al contrario, parece hacerse casi irrevatible que había un plan para que quienes eran señala-dos como posibles guerrilleros fueran sometidos a tortura.

Pero eso no es todo. Semana.com también conoció un in-forme sobre la dolorosa tra-gedia publicado en noviem-bre de 1985 por la Executive Intelligence Review de Washington (Estados Unidos). La revista, fundada en 1974 con el propósito de conformar una red global de inteligencia, hizo pública una muy exhaustiva ex-plicación de los acontecimien-tos cinco días después de ocur-ridos, cuando aún eran más las preguntas que las respuestas, a nivel interno.

Entre los muchos aspec-tos analizados por la revista, se trae a cuento una declara-ción del magistrado de la Corte Suprema, Humberto Murcia Ballén, en el que afirma que fue "una masacre anunciada y permitida", entre otras cosas, porque un mes antes leyó cartas de oficiales y del Ministerio de Justicia en las que se decía que se había decubierto un plan del

M-19 para tomarse el edificio donde operaban las altas cortes.

Así las cosas, lo que parece quedar demostrado es que muchos de los protagonistas de estos hechos le habrían mentido al país cuando negaron haber tenido certeza sobre el propósi-to de la guerrilla. Y no sería la primera prueba palpable alred-edor de esta convicción.

En el 2013 fue dado a con-ocer a la opinión pública otro informe del D-3 del Ejército en el que se hace referencia a que las autoridades tuvieron cono-cimiento previo sobre el que-rer del M-19. En ese documento también aparece un mapa que tendría con los lugares estraté-gicos alrededor del Palacio, que deberían ser tenidos en cuenta a la hora de la batalla.

Semejantes hallazgos ten-drán que ser examinados por la Fiscalía, para determinar si la llamada ‘teoría de la ratonera‘ tiene asidero. Es decir, debe es-clarecer si el retiro repentino de la vigilancia tenía la intención de forzar a los guerrilleros a que retomaran su plan, como una especie de carnada para asegu-rarse la aniquilación de los in-tegrantes más emblemáticos de esa guerrilla, como Luis Otero y Andrés Almarales.

http://www.semana.com/nacion/articulo/palacio-de-justicia-policia-y-ejercito-habrian-sabido-que-el-m-19-haria-la-toma/467982

De secuestrado de las Farc a sicólogo de guerrilleros desmovilizados

"Mi misión en la vida es ayudar", dice el hombre que fue enfermero de Íngrid Betancourt.

Autor: KienyKe | Medio: KienyKe | Fecha: 28 de marzo de 2016

El soldado profesional William Pérez Martínez y la excandidata presidencialÍngrid Betancourt, son el símbolo de la Operación Jaque, la estrategia militar con la que el ejército logró rescatar a 15 secuestrados que estaban en poder de las Farc. Pasaron siete años desde entonces.

La historia del rescate fue cinematográfica. Lo que se supo después también. Pérez fue identificado entonces como el enfermero de Íngrid Betancourt. El hombre que en varias ocasiones le salvó la vida.

“Con Ingrid permanecí cu-atro años. La recuerdo como una mujer muy fuerte, pendien-te del mensaje de su familia”, dice Pérez a Testigo Directo.

En este diálogo, el uniforma-do revela que no solo atendió médicamente a sus compa-ñeros de cautiverio. También atendió a los guerrilleros, los hombres que los tenían se-cuestrados en las selvas del Guaviare.

“Un día me pidieron que atendiera al comandante de

ese grupo guerrillero que es-taba enfermo (Alias Gafas) Me quitaron la cadena, lo atendí, él se mejoró y después de eso cada vez que llegaban medica-mentos y no sabían para qué era, yo les explicaba”.

Atender a sus verdugos, a los hombres que todos los días lo amenazaban con matarlo si intentaba fugarse, lo hicieron ganador del Premio Nacional de Paz de 2008. “Nunca dudé en ayudarlos. Mi misión como en-fermero era atender y ayudar”, reflexiona.

Tras su liberación le hicieron promesas de las que hoy habla. Empezó a estudiar medicina pero tuvo problemas con la beca. Abandonó esa carrera y empezó a estudiar medicina.

Hoy ejerce lo que estudió. Atiende a guerrilleros desmovi-lizados.

“Les da mucho temor. Llegan asustados y tristes. Allá (en la guerrilla) les dicen que el

ejército les va a asesinar. Una vez acompañé el proceso de un guerrillero que me dijo: ‘Costeño, yo me porté bien con usted no me haga nada'”, se ríe.

“Hay que tener un corazón grande para atenderlos el país se tiene que preparar para per-donar”.

http://www.kienyke.com/historias/farc-si-cologo-william-perez-martinez/

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4 SEPARATA MEDIOS/ Abril / 2016

Frank Pearl:el hombre que no tiene un plan B

Autor: Juanita León | Medio: La Silla Vacía | Fecha: 2 de abril de 2016

A Frank Pearl le tocó bailar con la más fea. Y quizás solo alguien con tanta confianza en que todo sale bien en la vida como la que tiene el jefe negociador del go-bierno con esa guerrilla, podía haber persistido hasta sentar al ELN en la mesa de negociación con una agenda difusa pero con la decisión explícita de que debe conducir a la dejación de las ar-mas.

Pearl, de 54 años, es un yupi bogotano con el cargo de con-ciencia que tienen muchos de su clase social por haber crecido en medio de privilegios en un país con tanta carencia.

Pero a diferencia de otros, él un día tomó la decisión de tra-bajar activamente por construir un país para los otros más pare-cido a aquel en el que estaba criando a sus hijas. Y así, en la última década, pasó de ser uno de los hombres claves del Grupo Santodomingo a sentarse a la mesa a negociar con las Farc y el Eln.

Un viraje en el camino

A Pearl le gusta decir que nació en “una casa chiquita con una ventana grande”.

Esa casa quedaba en Santa Ana en el norte de Bogotá, un barrio tradicional bogo-tano de clase alta. Tradicional como el colegio – el Gimnasio Campestre- en el que estudió desde kínder. Tradicional como la infancia que tuvo de niño

‘bien’ bogotano, en una familia de cinco hermanos, conectada socialmente, pero no adinerada. Su única particularidad era su apellido extranjero.

Su abuela había viajado a

Estados Unidos muy joven, se había casado con un canadiense y regresado años después sola con su hijo, que se crió como co-lombiano pero con algo de otro lado que quizás imprimió en su nieto la intuición de que no todo estaba ya escrito para él.

La austeridad anglosajona de su papá con el catolicismo de la familia de su mamá, donde hay varios tíos provinciales jesuitas, contribuyeron a darle una es-pecial sensibilidad social. Pero ésta solo se manifestó décadas después cuando ya llevaba su-ficientes años garantizándose la estabilidad económica de la que no gozó cuando niño.

Comenzó a trabajar a los 18 años, cuando estaba en primer semestre de economía de la Universidad de los Andes, y se encargó de la distribución de periódicos y revistas extran-jeras que llegaban a Colombia. Era un negocio que había re-chazado su papá, en ese enton-ces representante de Gallup en Colombia, pero que Frank pen-só que le podía generar unos ingresos.

Así, recogiendo periódi-cos y revistas temprano en el aeropuerto y repartiéndolos por la tarde, Pearl incursionó en el mundo de los negocios.

Cuando terminó, se especializó en Finanzas y luego hizo una maestría en Administración de Negocios del Richard Ivey School of Business, una de las mejores escuelas de Canadá.

Con esa preparación, su pista de aterrizaje de vuelta a Colombia también era obvia: la consultora McKinsey, en esa época una cofradía importante de formación de talento empre-sarial cuya oficina en Colombia fue abierta por el ahora direc-tor de la Agencia Nacional de Infraestructura Luis Fernando Andrade. Pearl fue un producto de esa empresa.

“Frank es muy McKinsey: le entregas un desafío y él entrega resultados”, dice una persona que trabajó con él.

El primer gran desafío lo tuvo a finales de los noventa, cuando el grupo Santodomingo entró en crisis y estuvo a punto de quebrarse por el pasivo de Avianca y Comcel. En la tran-sición entre Augusto López y Andrés Obregón, la banquera Violi McCausland entró a eva-luar las empresas y tras decidir que había que salir a vender la mayoría de ellas decidieron montar Valorem para reestruc-turar las empresas del grupo. Frank Pearl fue el escogido para dirigir esa nueva empresa.

El reto era grande pero para Pearl el único indicador que le interesaba para su vida no era el económico y logró negociar con Valorem que le permitieran dedicar un tiempo a trabajar en

proyectos sociales.

En 1998, cuando trabajaba para Dow Química, el vice-presidente de esa empresa era Mauricio Rodríguez, el ahora Primer Cuñado de la Nación, y a través de él conoció a Pacho Santos y a su esposa.

Era la época de las marchas del No Más! organizadas por Santos contra el secuestro, y Frank entró a formar parte de la junta y a trabajar en ese movi-miento ciudadano. Cuando las negociaciones en el Caguán se dañaron, y al suegro de Frank lo secuestraron, Pearl sintió que marchar no hacía gran diferen-cia y que tenía que haber otro camino.

“Sentí que ese movimiento se había agotado”, dice Pearl. “Le dije a Pacho si quiere hacer algo métase a la política y me llama”.

Pacho hizo eso. En 2002, cuando ganó como vicepresi-dente de Álvaro Uribe, lo llamó para que le ayudara a formu-lar el plan para su entidad. Lo mismo le pidió la primera dama Lina Moreno para sus progra-mas sociales. Eso hizo a través de un consejo consultivo con McKinsey una vez al mes.

Cuatro años después, y con los mismos amigos de McKinsey con los que había montado el Consejo Privado de Competitividad, decidieron que el siguiente reto era cómo podía contribuir el sector privado a la reinserción de guerrilleros, una política que ya en ese momento era bandera del gobierno de Uribe.

Estaba en ese tema cuando en un consejo consultivo con Lina Moreno, la Primera Dama le preguntó qué haría frente a la reinserción. Como llevaba meses trabajando en ese tema, tenía un plan muy concreto. Y a los pocos días, lo llamó Uribe y le ofreció montar el programa de Reintegración como su Alto Consejero.

Pearl dice que tuvo dudas. Tenía una hija de cinco meses y sentía que le faltaba trabajar unos cinco años más para ga-rantizar la seguridad económica de su familia. Pero dijo que sí. Una imagen de uno de sus viajes con la esposa de Uribe inclinó la balanza: era una escena que había visto en el Putumayo de una familia que vivía al lado de un cultivo de coca, en un rancho miserable, lejos de todo salvo de un río sucio. Una niña con un vestido azul, raído, sin agua y sin comida. Es la persona en la que piensa cuando siente que quiere tirar la toalla. En ella y en sus tres hijas y en el país en el que le gustaría que vivieran las cuatro.

Fue una decisión que lo cam-bió de carril pero que lo puso en la dirección a la que quería ir y de la que considera que no tiene ya vuelta atrás.

Su carrera política

Como Consejero de Reintegración, logró definir una política pública para la re-integración que quedó consig-nada en un Conpes 3554, crear centros de servicio que permi-tieron atender de manera de-scentralizada más de 700 mu-nicipios y vincular cientos de empresas privadas al programa. Metió el tema en los planes de desarrollo de muchas goberna-ciones y más de 100 municipios. Y logró condicionar el subsidio mensual a los desmovilizados a compromisos concretos.

Sin embargo, como lo destacó en su momento un informe de Verdad Abierta, Pearl (aunque no solo él) “no logró resolver el problema de fondo: que los desmovilizados realmente se reinserten en la sociedad como ciudadanos de bien.”

De los un poco más de 50 mil desmovilizados durante el go-bierno de Uribe, la Consejería de Pearl estimó que un 7,4 por ciento habían vuelto a delin-quir (una cifra que otras fuen-tes consideran que era más alta en la realidad y que se habría visto reflejado en que las ban-das criminales comenzaron a retoñar en donde se habían des-movilizado los paras) y la OEA calculaba que se desconocía el paradero de unos 7 mil. A pesar de las empresas privadas que vinculó, siete de cada 10 des-movilizados terminaron en em-pleos informales.

Era, en todo caso, una tarea que desbordaba a cualquiera, y Pearl pasó de allí a convertirse en el Alto Comisionado de Paz de Uribe cuando Luis Carlos Restrepo renunció.

En ese cargo fue que comenzó a buscar contactos secretos con miras a abrir una negociación tanto con el ELN como con las Farc. En 2010, después de un año de visitas al eleno preso Juan Carlos Cuéllar firmaron un documento que establecía los lineamientos de un eventual proceso con esa guerrilla, que nunca floreció.

Con las Farc también logró el contacto a través del empre-sario Henry Acosta, amigo de Pablo Catatumbo. Como contó Semana, meses antes de que Santos se posesionara, la agen-cia de noticias Anncol publicó un comunicado dirigido a Pearl en el que mostraban su interés por conversar “de cara al país”.

Al día siguiente de ser elegi-do presidente, Santos lo llamó para que le contara todo sobre esos contactos secretos. Y ya posesionado, le envió a las Farc con Acosta una carta diciendo que Pearl sería uno de sus de-legados.

Dado su papel protagónico en la fase exploratoria junto con Sergio Jaramillo, la gente

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cercana a él, y quizás él mismo, asumieron que Santos lo nom-braría Alto Comisionado de Paz. Pero Santos nombró a Jaramillo, que venía de ser su viceminis-tro de Defensa y era el entonces Consejero de Seguridad.

“Fue un golpe por el voto de confianza porque el Presidente oye mucho a Jaramillo. Pero Frank se recuperó rápido de eso”, contó a La Silla una per-sona que lo conoce.

Gente cercana a él cree que también pagó un precio porque al principio del gobierno se filtró un chat de él con Uribe hablando sobre León Valencia, que Frank dice que fue editado y sacado de contexto, pero que al Presidente le molestó mucho.

Pearl tenía, además, la limi-tación de que era ministro de Medio Ambiente y no tenía tan-to tiempo disponible para la ne-gociación de la agenda secreta como Jaramillo.

En efecto, en ese momento, Pearl era ministro de Medio Ambiente y uno muy criticado porque aparecía episódica-mente en el ministerio, y como la negociación era secreta, na-die sabía dónde estaba el resto del tiempo.

La gente que lo conoce dice

que Pearl tiene problemas para concentrarse en un tema durante mucho tiempo y quizás eso expli-que que una constante en su vida profesional haya sido que está en un sitio pero a la vez en otro. Lo hizo en McKinsey, lo hizo en el Ministerio y también en la mesa de negociación con las Farc.

Su rol en La Habana

Ya en la fase pública de la nego-ciación en la Habana, Pearl ha jugado un papel menor aunque importante de representar de alguna forma al sector empre-sarial y ser un vaso comunican-te con la élite bogotana.

También, dado que “es una persona muy cálida y cercana al jefe negociador Humberto de la Calle, logra tener comunicación más fluida con el general Mora en los momentos álgidos de las discusiones y eso no es fácil”, según le dijo a La Silla una per-sona que conoce la mesa de la Habana por dentro. “Producto de su trabajo con el ELN, que se intensificó mucho en la recta final, sus idas a la Habana han sido más espaciadas aunque ha tratado de estar en los momen-tos más estratégicos”.

Aunque las2orillas publicó recientemente una nota en la que hablaban de la “soledad de

Frank Pearl” y su mala relación con Jaramillo, Pearl la desmin-tió a La Silla.

“Mi tema con Sergio es más inventado por la gente”, dijo. “Para nada tenemos una en-emistad. En La Habana hay un juego de roles y yo tengo el mío”.

Uno de sus roles principales a medida que se fueron consoli-dando las negociaciones con el ELN es que las dos agendas tu-vieran relación y pudieran con-verger conceptualmente.

Porque una de las cosas difíciles que le ha tocado a Pearl y al equipo negociador con el ELN es lograr un acuerdo para arran-car que no vaya a descarrilar la negociación principal con las Farc –que es la que más le interesa a Santos- y que opere bajo los mis-mos principios y que al mismo tiempo sea aceptable para una guerrilla que se resiste a recibir un tratamiento de segunda.

¿Jefe negociador?

El día que se anunció la agenda de negociación con el ELN la se-mana pasada hubo dos omisio-nes que no pasaron desaperci-bidas para los observadores informados.

La primera fue la ausencia del Alto Comisionado de Paz, quien ya se sabe que no estará

presente en las negociaciones con el ELN. Y la segunda, fue que el Presidente Santos no anunció –como sí lo hizo cuando sucedió lo mismo con las Farc- quiénes serían los negociadores en esta nueva mesa.

Pearl sería uno de los can-didatos obvios pues tiene var-ias ventajas a su favor: lleva negociando con ellos desde el 2010; conoce las entrañas del proceso con las Farc; tiene unas relaciones personales excelen-tes; es ecuánime y persistente; pertenece al Establecimiento; tiene carácter; y logró que fir-maran un papel que dice que el objetivo de la negociación es el fin del conflicto armado.

Pero también tiene cosas que juegan en contra: no tiene el peso de estadista de un Humberto de la Calle; su plena confianza en el lado luminoso de la vida y de los seres huma-nos puede limitar su capacidad de anticipar las malas jugadas de una guerrilla que no se ha caracterizado por su buena fe. “Le falta un poco de maldad”, dijo una fuente; su falta de at-ención a los detalles y sus ambi-ciones políticas.

La agenda de negociación an-unciada esta semana es un poco el reflejo de esas virtudes y esas debilidades: logró sentar a una

guerrilla que no tiene un mando único y claro después de una negociación extenuante de más de tres años y remando en con-tra de medio mundo.

Pero, al mismo tiempo, la agenda pactada ha suscitado mil dudas entre expertos en el tema porque no es claro sobre qué es que van a negociar y el énfasis en la participación de “la sociedad civil” parece una conc-esión y una apuesta demasiado arriesgada que podría poner en riesgo los avances con las Farc. Quizás porque da la impresión de que el gobierno se dejó me-ter un golazo, el anuncio de que finalmente arrancarían las ne-gociaciones con esta guerrilla pequeña pero con una capacid-ad de daño enorme generó poco entusiasmo en los medios.

Pearl está tranquilo. Sabe que lo que viene será compli-cado pero cree que la partici-pación de la sociedad civil le-jos de entorpecer el proceso lo enriquecerá. “Tengo muy pocas dudas de que las cosas van a salir bien”, dice.

Si las tuviera no sería él. “Frank nunca tiene plan B”, dice una amiga.

http://lasillavacia.com/historia/frank-pearl-el-hombre-que-no-tiene-un-plan-b-55318

Ocho preguntas sobre el ELNLas Farc debieron sentir un alivio con la vinculación del ELN a la paz. La persistencia de los ‘elenos’ en la guerra complicaba mucho el desarme de los ‘farianos'.

Autor: León Valencia | Medio: Semana | Fecha: 2 de abril de 2016

El martes, cuando el gobierno y el Eln dieron a conocer la decisión de pasar a la fase pública de las negociaciones de paz en la ciudad de Caracas, llovieron preguntas sobre esta guerrilla y las caracte-rísticas de su negociación. Ensayo mis propias respuestas a riesgo de ser refutado por el gobierno y también por el ELN.

¿Por qué hicieron el anuncio en Venezuela?

El ELN se había empeñado en que fuera Venezuela la sede de las negociaciones y el go-bierno no estaba de acuerdo por las complicaciones políticas del país vecino; como solución al impase surgió la idea de que los diálogos transcurrieran en cinco países y su arranque fuera en Caracas. En todo caso, es un reconocimiento al apoyo que el gobierno de Maduro le ha dado a la paz de Colombia.

¿Por qué no estaba presente Sergio Jaramillo?

El alto comisionado para la Paz se ha desentendido un poco

de las negociaciones con el ELN o por lo menos no ha mostrado el mismo interés y la misma atención que ha puesto en los diálogos de La Habana.

Se demoraron 28 meses para pasar a la fase pública. ¿Por qué la gran demora?

Al principio, el gobierno no le paró muchas bolas a esta nego-ciación dedicado como estaba a buscar un acuerdo con las Farc. Después, cuando quisieron acel-erar, se encontraron con la difi-cultad de entender la lógica del ELN, esa cosa intrincada de poner como punto primero y principal la participación ciudadana en el proceso de paz, algo tan distinto a lo acordado con las Farc. Pero otro factor indiscutible de la fati-gante lentitud fue la complicada búsqueda de consensos entre las diferentes tendencias del ELN.

¿Cuáles son las principales diferencias entre las dos guerrillas?

El ELN tiene raíces en la Iglesia, en la rebeldía estudi-

antil de los años sesenta, en la teología de la liberación, en las enseñanzas de Camilo Torres Restrepo, un cura excepcional, en la Revolución cubana, en la idea de resistir y acompa-ñar más que en la urgencia del poder; las Farc, en la autode-fensa campesina, en el encuen-tro con el Partido Comunista, en la experiencia política que desarrolló en los años ochenta a través de la Unión Patriótica, en la genialidad militar de Manuel Marulanda Vélez que las con-virtió en un ejército y en una amenaza real de poder en los años noventa.

¿Qué tanta distancia tendrán con las negociaciones de La Habana?

Al principio, el ELN se es-forzará hasta el cansancio por darle identidad a su negociación y acentuar las diferencias con La Habana, pero luego se abrirá paso la idea de que son dos me-sas y un solo proceso de paz; el enlace de las dos negociacio-nes empezará cuando el ELN y el gobierno decidan empezar a

desescalar la confrontación y entren en la dinámica del cese de hostilidades; cuando el en-torno social y político de las Farc se vincule a las iniciativas de participación ciudadana que jalonará la negociación con el ELN; y cuando el ELN entre en el aro de los acuerdos sobre jus-ticia, víctimas y fin del conflicto que se cocinan en La Habana.

La negociación con el ELN ¿ayuda o entorpece el proce-so de La Habana?

Las Farc debieron sentir un alivio con la vinculación del ELN a la paz, la persistencia de los ‘elenos’ en la confrontación complicaba mucho el desarme de los ‘farianos’. La experien-cia colombiana muestra que quienes se quedan en la guerra ocupan los territorios de los que se deciden por paz, se apropian de sus rentas, les quitan mili-tantes y en muchas ocasiones terminan por agredirlos.

¿En qué terminará la exigen-cia de Santos de abandonar el secuestro y entregar los

secuestrados para iniciar en firme las negociaciones?

Lo mejor que puede hacer el ELN es proclamar de inmediato el abandono del secuestro y de-volver sin condiciones a los se-cuestrados. La realidad es que esta práctica, además de hundir en el horror a miles de familias, le ha hecho mucho daño a la propia guerrilla, porque en los últimos años se convirtió en el delito más repudiado por la opinión. Si el ELN no se apura a salirse de esta grave trama, se verá obligado a responder en cada rueda de prensa por el fenómeno y tendrá que afrontar reclamos reiterados de las vícti-mas con lo cual empañará la dis-cusión sobre los temas políticos y sociales que le interesan.

¿Cuál es la importancia de la negociación con el ELN?

Hay algo obvio: sin esta guer-rilla la paz es coja o incompleta y, al menos, durante un tiempo, si se queda el ELN, serán inevi-tables dolorosas oleadas de vio-lencia en muchas zonas del país y crudas manifestaciones de terrorismo. Pero hay algo más trascendental: una paz que in-volucre las dos guerrillas cierra un ciclo doloroso de la vida co-lombiana, da paso por fin al siglo XXI. Hay más: dobla la página de la emergencia de guerrillas en América Latina y deja muy atrás, también, la proliferación de dictaduras militares en la región.

http://www.semana.com/opinion/articulo/leon-valencia-proceso-de-paz-con-el-eln-ocho-preguntas/467671

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De marchas y crispacionesEn esta marcha, el Gobierno y sus aliados hicieron campaña para deslegitimarla y buscar que fracasara. Pero todos debemos buscar la manera de contribuir a un debate en el que las diferencias permanecen.

Una marcha o unas marchas son eventos especiales que unen unos sectores so-ciales en una causa común. Lo sé porque en 1996 promoví las marchas contra el secuestro y en 1999 las marchas del No Más contra las Farc, el Eln y los paramili-tares.

Sentí algo en común con aquellos movimientos, la fraternidad y la fuerza colectiva. Pero, más preo-cupante, sentí algo que puede despedazar a este país, un nivel de crispación que si sigue por este camino va a tener consecuencias irre-versibles que todos vamos a lamentar.

Sabíamos en la marcha que íbamos a tener opositores. Vimos en las redes so-ciales invitaciones. Por eso pedí flores en Bogotá para entregar a quienes en su espacio democrático nos gritaban ‘paramilitares’ y cuanto epíteto ya cono-cemos. A eso hemos llegado, a aceptar

Autor: Francisco Santos | Medio: El Tiempo | Fecha: 6 de abril de 2016

ese discurso radical e incendiario.

En la 7.ª con 34 había un grupo al otro lado de la calle como el mencionado. Me atravesé para ir a entregar las flores. No lo pude hacer. En medio de los gritos de “paracos asesinos” por un lado, escucha-ba por el otro “nada a esos babosos gue-rrilleros”. Solo pude, desde la acera que divide la 7.ª, arrojar una rosa. Fracasé en el intento de tender la mano, lamen-tablemente.

Luego de la manifestación pacífica, en la que un grupo hasta limpió la plaza de Bolívar, dando ejemplo, empezaron desde los medios a incrementar esta crispación. Un caricaturista de un diario bogotano hizo del signo nazi un marchan-te, es decir que todos los que asistimos éramos unos nazis. Esto es algo que en otras épocas un director habría botado al cesto de la basura, a donde pertenece.

Que un fracaso, decía un director. Que ante la pírrica cobertura, sorprendente por cierto, de la mayoría de los medios había que minimizarla para no perder la ‘mermelada’, decían desde la otra orilla. Que me puede costar el puesto, decía otro comunicador. Y esto por una marcha que era una expresión pacífica de un grupo ciudadano hastiado de lo que considera un mal gobierno, apoyado por un partido con fuerza política que ha sido acorrala-do a través de decisiones judiciales.

No es nada anormal en una democra-cia expresarse de esta manera. Que antes solo lo hacía la izquierda es algo a lo que estábamos acostumbrados. Ahora se de-mocratizó el uso de ese espacio social. ¿Acaso eso es malo?

Lo cierto es que la marcha muestra la debilidad de la discusión democrática y

el mal llamado debate moderno, en el que las redes sociales generan un acelerador de agresividad que actúa como una caja de resonancia, llevando esta crispación y este enfrentamiento a niveles incendi-arios.

No pretendo tirar la piedra y esconder la mano. Asumo mi propia responsabi-lidad. Con un ilegal proceso judicial en-cima y permanentes seguidores que no me bajan de ‘paraco’ y asesino de moto-sierra cada vez que me pronuncio en re-des sociales. No he bloqueado a ninguno, y leo sus insultos con indiferencia y res-ignación. Pero lo de este fin de semana me preocupa, pues veo que las cosas van a más.

En esta marcha, el Gobierno y sus aliados hicieron campaña para deslegiti-marla y buscar que fracasara. Ha elevado sus apuestas para silenciar la oposición, que con la marcha logra un respiro. Pero todos debemos buscar la manera de con-tribuir a un debate en el que las diferen-cias permanecen y, estoy seguro, no van a cambiar, pero no hacen de mi opositor un enemigo.

El Presidente de todos los colombia-nos debe dar ejemplo. ¿Y qué dijo de esta marcha? Que era una marcha de nostál-gicos de la guerra. Mal augurio para este país.

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/de-marchas-y-crispaciones/16556896

¿Un acto de desesperación?

¿Un paso adelante para la paz o una me-dida desesperada del gobierno? ¿Cómo catalogar el lanzamiento de las nego-ciaciones públicas con el Eln? Todos quisiéramos que fuera lo primero, aunque temo que es lo segundo.

No cabe duda de que un acuerdo con las Farc y sin el Eln dejaba cojo el pro-ceso. De hecho, hay información que muestra que, por un lado, el Eln ha em-pezado a copar espacios que han sido tradicionalmente farianos y, por el otro, unidades de las Farc, que se sienten traicionadas con las negociaciones o que simplemente han decidido continuar en el crimen, se han unido al Eln. Además, la permanencia del Eln en la subversión le proporciona a la izquierda radical un escenario ideal donde las Farc hacen política “dentro de la legalidad” y apro-vechan las prebendas y ventajas que Santos les regala en los acuerdos y el Eln la sigue haciendo con fusil y pistola. La combinación perfecta. De manera que sí, la “paz” exige que ambas organizaciones dejen de matar.

Pero todo parece indicar que en reali-dad el asunto con el Eln está crudísimo y que el lanzamiento de las negociaciones fue prematuro. Las distancias quedaron patentes en el tema del secuestro, por ejemplo. El presidente dijo que las con-versaciones no se iniciarían sino hasta que el Eln no tuviera más secuestrados. Y los comandantes guerrilleros han dicho que no ven problema en liberar soldados que han privado de su libertad, a los que llaman “prisioneros de guerra”, pero que los secuestrados “por motivos políticos,

Autor: Rafael Nieto Loaiza | Medio: El Colombiano.com

económicos, muchas veces sociales, no lo hemos considerado” (sic). Es decir, podrían pasar meses antes de la “insta-lación formal” de la mesa.

Y entonces ¿por qué el lanzamiento público de las negociaciones? Al menos por tres razones: una, se había incum-plido el ultimátum del 23 de marzo y los diálogos en La Habana están em-pantanados y con “diferencias impor-tantes” en los puntos de concentración, desarme y refrendación, entre otros (los temas pendientes de los acuerdos an-teriores también siguen sin resolverse. Y en ellos hay asuntos esenciales); dos, los racionamientos eléctricos que se nos pueden venir encima; y tres, la caída abismal de Santos en las encuestas (en la última solo tiene el 13 % de aproba-ción. Es la peor calificación entre todos los presidentes latinoamericanos, Dilma Rousseff incluida. Y también la más baja a la que haya tenido presidente alguno en nuestro país). En esas condiciones la distracción era indispensable: un acto de supervivencia. Se gira la atención del fra-caso de La Habana a darle esperanzas a la gente y noticias a los medios.

Ahora, como siempre hay cosas inex-plicables. Una es que se haya escogido Caracas para lanzar los diálogos. ¿El presidente y la canciller olvidaron que Maduro cerró la frontera, estableció el estado de excepción y ha perseguido y maltratado a los colombianos que viven en el área? ¿Y que no para de insultar y acusar de criminales a Pastrana y Uribe, expresidentes de la República? No creo. Ocurre más bien que no les importa.

Además, le dieron oxígeno a Maduro, cada día más contra las cuerdas. Un fa-vor a cambio de nada, porque en la fron-tera todo sigue igual para nuestros com-patriotas, aunque ya no sean noticia en los medios nacionales. De nuevo, para Santos y Holguín todo, soberanía y la dig-nidad nacionales incluidas, se subordina a firmar con la guerrilla.

Finalmente, las negociaciones con el Eln suponen unos riesgos adicionales a los de La Habana. Uno es el efecto espejo. El Eln llega en su bolsa con todo lo que el Gobierno les ha entregado a las Farc. Y las Farc recibirán también lo que se les dé a los elenos. Las ventajas y preben-

das que reciban en un lado se trasladan automáticamente al otro. Es previsible una acción coordinada entre las dos para exprimir aún más a Santos.

El otro es la prolongación indefinida en el tiempo. Farc y Eln solo ganan con las negociaciones. Y les conviene demo-rarse. Han probado que la presión del tiempo es solo para Santos y que este cede tanto en plazos como en condicio-nes. Con la excusa de la “participación de la sociedad civil” en la paz, los diálogos pueden ser inagotables.

http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/un-acto-de-desesperacion-YN3861067

Foto:otrasrelecturas.com

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7Edición 558 /SEPARATA MEDIOS

“Los Úsuga no son simples delincuentes” Álvaro Villarraga Sarmiento

El investigador del Centro de Memoria Histórica hace una radiografía de la organización ilegal y llama la atención sobre la necesidad de entender la dimensión de los grupos neoparamilitares en el contexto actual del país.

Autor: Marcela Osorio Granados | Medio: el espectador

Cinco personas muertas, bloqueos en 36 municipios de ocho departamentos y un mar de dudas y temores dejó el paro armado decretado esta semana por el denominado clan Úsuga, que logró demostrar, en tan sólo dos días, el alcance de sus redes y la consoli-dación de un poder que se viene gestando desde hace varios años. Álvaro Villarraga Sarmiento, director de la Fundación Cultura Democrática e investigador del Centro Nacional de Memoria Histórica, hace una radiografía del grupo criminal y explica por qué los Úsuga no pueden entrar en la ca-tegoría de bandas criminales.

¿Cuánta influencia tiene el clan Úsuga actualmente en el país?El grupo que a sí mismo se ha denomi-nado Autodefensas Gaitanistas de Colombia, que popularmente tiene des-de hace varios años el reconocimiento en muchas regiones como Urabeños y que ahora se hace llamar clan Úsuga, tiene un potencial muy alto en la actualidad. Tras años de disputas con herederos de anti-guos dominios paramilitares, en especial con los Rastrojos, logró una hegemonía clara. Es un grupo de poder, una mixtura entre lo ilegal y lo legal, no puede su-bestimarse y no puede entenderse como un simple fenómeno delincuencial. Es una delincuencia de un potencial tal que guarda nexos y herencias de alianzas en lo político, de ciertos niveles de inciden-cia en redes sociales, económicas y con posibilidades de ejercer niveles de con-trol, incluso político, con aliados en ám-bitos locales y regionales.

¿Por qué se presentan como Autodefensas Gaitanistas?Los Úsuga tienen una línea directa como proveniencia del paramilitarismo, y eso es muy conocido. Se trata de grupos que permanecieron y que, en el caso de ellos, se reactivaron teniendo como eje el Atrato, Urabá y el sur de Córdoba. Luego se expandieron hacia la región Caribe y el andén del Pacífico e incursionaron en el Catatumbo, llegando incluso a partes del Magdalena Medio y el Llano. Eso de-muestra que no se trata de un fenómeno reducido al bandidaje delincuencial, sino que desafía el poder institucional, lo coopta, lo penetra y lo pone a su servicio.

¿Hay un cálculo aproximado de cuántos hombres hacen parte de la organización?Cualquier cifra que se diga es una aproxi-mación, por el mismo carácter ilegal y el tipo de actuación del grupo. En el informe que publicamos en el Centro de Memoria Histórica a finales de 2015, viendo va-rios estimativos de fuentes oficiales y de organizaciones que hacen seguimiento a este tipo de agrupaciones, veíamos que aproximadamente puede tener unos 6.000 efectivos. Con una particularidad: su actuación no es como la de las guerri-llas, con grupos permanentes, uniforma-dos o dedicados, por ejemplo, a acciones subversivas de la guerra. Sin descartar con ello el hecho de que mantengan en algunas subregiones agrupaciones ar-madas con cierto potencial militar. Aquí se trata más bien de redes complejas, en-cubiertas, de asociaciones y contratacio-nes de servicios integradas por sicarios y bandas locales y regionales que dominan determinados enclaves, como el caso

de cultivos ilícitos, el procesamiento y transporte de cocaína, así como otras economías legales. Penetran mucho, por ejemplo, el mototaxismo.

Usted habla de relaciones con economías legales y de nexos con la institucionalidad. ¿Existe también connivencia de la Fuerza Pública?Hubo un cambio significativo del ante-rior paramilitarismo a lo que hay ahora. Ya no estamos hablando de los niveles na-cionales de permisividad, colaboración o no actuación de la Fuerza Pública que se presentaban en los años 90 y hasta las desmovilizaciones de las Auc. Este tipo de grupos mantienen niveles de alianzas, corrupción o intimidación con autori-dades, sobre todo en el ámbito regional y local. Sin embargo, hay casos de agentes locales que establecen compromisos con este tipo de grupos.

Hay quienes dicen que, en el paro ar-mado, los Úsuga dejaron ver un dis-curso con tintes políticos...De alguna manera, en este llamado paro armado, en los panfletos que circularon y en los pronunciamientos, hay una clara intencionalidad por parte del grupo. Pareciera que están tratando de mandar un mensaje de reconocimiento político. Llaman la atención frases en las que ha-cen referencia a compartir el proceso y la dinámica de paz que se da en el país y argumentan, en sus panfletos, que cumplirían las condiciones de control territorial, capacidad de actuación mili-tar y de tener un mando responsable. También llama la atención que son argu-mentos en los que ellos buscan —a la luz del derecho internacional humanitario— una especie de reconocimiento como grupo armado del conflicto y de allí un reconocimiento político. Yo no comparto ese reconocimiento al estilo de las guer-rillas. No son grupos de carácter político, como lo son las insurgencias de las Farc y el Eln. Estos grupos son expresión de economías ilegales, sectores emergentes y alianzas desde la ilegalidad, desde el lu-cro y el atesoramiento y la expropiación violenta de recursos y bienes a través de ataques sistemáticos.

Entonces, ¿cuál debe ser la estrategia: combatir o negociar?El Gobierno tiene la necesidad y la opor-tunidad ahora de revisar su estrategia de combate frente a este tipo de agru-paciones, y está en la obligación de re-cuperar el control territorial, combatir las economías ilegales y emplearse en una lucha a fondo contra su presencia, que no es desestimable y que en buen grado mantiene nichos de poder que han sido en las últimas dos o tres décadas tradición de rezagos paramilitares. Esto no excluye el que puedan darse algu-nos manejos tendientes, por ejemplo, al sometimiento a la justicia. Pero lo cierto es que la estrategia militar utilizada has-ta el momento, de persecución directa, ha sido insuficiente y defectuosa, porque no hay un entendimiento de las dimensio-nes del fenómeno.

Porque vale la pena señalar que los Úsuga son tan sólo una parte del problema...

Exacto. El asunto de fondo es que el fenó-meno paramilitar no ha sido cabalmente superado y estamos en una fase de para-militarismo más degradado que, aunque debilitado en ciertos aspectos, lamen-tablemente sigue vigente en distintos niveles. Aunque se ha acuñado en los medios y se ha popularizado el uso del concepto “bacrim”, se trata de un térmi-no equivocado por cuanto reduce el tema a un fenómeno solamente delincuencial. Estos grupos que permanecen resul-tan ser, en los últimos años, los princi-pales responsables de las violaciones de derechos humanos. Están cometiendo más de 600 violaciones e infracciones por año, de manera que no es un factor desestimable. Además, si bien ya no es-tamos en el pico de los 90 en masacres, preocupa mucho que algunas violacio-nes no descendieron e incluso algunas han ascendido bajo la vigencia de estos nuevos grupos rearmados. Por ejemplo, el desplazamiento forzado: la tendencia no es al descenso y mantiene volúmenes altísimos, cercanos a los 300.000 des-plazados anuales.

¿Existe una relación directa entre la consolidación de estos grupos y las recientes denuncias de atentados y amenazas contra líderes de movi-mientos políticos de izquierda y de-fensores de derechos humanos?Hay que ser claros en una cosa: la doctri-na de la Seguridad Nacional está vigente en el país. Es la doctrina de enemigo in-terno y de atacar personas civiles —llá-mense hoy Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos o reclamantes—, porque se consideran de alguna manera afines o relacionados con la insurgencia. Quisiéramos que no, pero lamentable-mente eso sigue teniendo expresión. Por ejemplo, las amenazas se han incremen-tado. Lo ocurrido en los últimos meses es que, lamentablemente, al ritmo del pro-ceso de paz vuelven a aparecer asesina-tos con claro sentido político de líderes civiles, activistas políticos y personas cercanas al proceso de paz. Es grave para el país que Marcha Patriótica esté dicien-do que tiene ya 120 víctimas. También hay muertos del Congreso de los Pueblos, de reclamantes de tierras, de mujeres y de defensores de derechos humanos.

¿Se puede hablar entonces de nexos de estas organizaciones con grupos políticos?Muchos estudios académicos, informes de ONG y aproximaciones al tema en-cuentran que estas expresiones de-rivadas del fenómeno paramilitar sin duda alguna guardan mucho nexo con

la llamada parapolítica y, aunque hay menor volumen y altos niveles de desle-gitimación, no puede desconocerse que todavía, en administraciones locales y en ciertas instancias de Estado, hay presencia de capitales de narcotráfico, de economías ilegales o de economías legales instrumentalizadas por esa se-rie de fracciones políticas y sociales que entremezclan intereses. No nos digamos mentiras, aún eligen gobernadores y al-caldes, aún controlan y crean fracciones políticas. No son suficientes las accio-nes judiciales. Hay herederos directos, esposas, hijos, familiares de personas que están presas y han sido condenadas. Estamos en esa realidad.

Retos del Gobierno tras la firma de los acuerdos¿Cuál es el principal riesgo que repre-sentan estas nuevas estructuras de cara a un escenario de posconflicto tras la firma de la paz con las guerrillas de las Farc y el Eln?

Si se logra el desarme de las guerri-llas y los procesos de paz llegan a buen término, el Gobierno tendrá un reto grandísimo. El Estado no puede darse el lujo de fracasar institucionalmente como en los pasados procesos, cuando fue in-capaz de recuperar los territorios. Ahora está absolutamente obligado a recupe-rarlos y no desde el punto de vista de la guerra, sino desde la vigencia del Estado constitucional, con la presencia garan-tista del Estado, cortándoles el paso a las economías ilegales con políticas sociales y efectivas de sustitución de cultivos. Son tareas de alta magnitud, pero ahí estará el corazón de los procesos de paz. No queremos a los amnistiados del pacto de paz de las Farc y el Eln con la misma ruta que tuvieron los del M-19 y el Epl, que tuvieron que salir en masa de las regio-nes porque los estaban matando y des-plazando. Eso no puede pasar esta vez, hay que brindar garantías, ante todo, a las propias comunidades, al tejido social y a la población amnistiada.

La misma matriz de los acuerdos de paz ya da un marco de compromisos de Estado para hacer viable esta situación.

Cifras339 municipios del país tienen presencia de grupos armados ilegales posdesmovi-lización, según cifras del Centro Nacional de Memoria Histórica.119 de esos municipios tienen pre-sen-cia del denominado clan Úsuga, 76 de los Rastrojos y 39 de las Águilas Negras.

http://www.elespectador.com/noticias/politica/los-usuga-no-son-simples-delincuentes-alvaro-villarraga-articulo-625078

Foto:El E

spectador

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8 SEPARATA MEDIOS/ Abril / 2016

DislatesAutor: Gustavo Gómez | Medio: El País | Fecha: 2 de abril de 2016

El presidente Nicolás Maduro, regio anfitrión de terroristas, asegura que “no pasará” en su país una ley de amnistía que dejaría en libertad a quienes considera terroristas. Es el mismo Maduro que saca pecho deseándole lo mejor al pueblo de Colombia en sus procesos de paz, mientras mantiene restric-ciones de frontera que perjudi-can a millones.

Luis Carlos Restrepo, otrora depositario del tuétano uribista, le pide por vía epistolar a Uribe que apoye a quienes creen en la paz, porque “es mejor culmi-nar con un acuerdo el proceso en marcha, que exponernos a una ruptura que podría desatar

nuevas dinámicas de violencia”. Había escrito en 1997 que “solo es tierno quien accede a la vez a una explicitación de la violencia”.

Uribe monta en cólera por una columna de Yohir Akerman y lo califica de “desteñido mili-tante del ELN”. Yohir es hijo de Moris, quien ayudó a Restrepo en calidad de garante del nunca concretado proceso de paz de aquellos años.

Hollman Morris sale del ca-pullo periodístico con alas de funcionario-empresario sin despeinarse.

La familia de Ramón Cabrales, desesperada, accede

a pagar a los secuestradores del ELN para que se produzca su liberación. El gobierno se mo-lesta. A punto tal, que el minis-tro Juan Fernando Cristo sugie-re con palabras oblicuas que en Colombia las acciones legales son hoy para las víctimas y no para los criminales.

Néstor Pérez, gerente de Trecsa, filial de la Empresa de Energía de Bogotá en Guatemala, ocupaba su tiem-po libre visitando prostíbulos cuyas cuentas cancelaba con la tarjeta de crédito empresarial.

La laguna del Sonso termina convertida, gracias al trabajo de un ejército de retroexcavadoras, en agua para el uso de intereses particulares. Los funcionarios que no hicieron nada para de-tener el desastre, ¿amenazados, untados o sonsos?

Los niños del colegio Sagrado Corazón de Jesús, en Aguachica, César, posan con un plato de

alimento. En realidad les ti-ran la comida en la mano y les sirven bebidas que vienen de un balde con más aspecto de adminículo de aseo que de re-ceptáculo aseado. Como dijo en Twitter Juan Lovera: “Aguachica es el Hollywood colombiano; el presupuesto es millonario y la comida es de utilería”.

La Contraloría asegura que, mientras se descuidó la asig-nación de recursos para las zonas rurales de Bogotá, Gustavo Petro fue generoso con campesinos e instituciones educativas de Meta y Tolima. En la Bogotá Humana despegaba la Colombia Humana.

Las auditorías del Ministerio de Educación descubren que en Cali hay 6.406 niños que no existen, pero reciben aportes del gobierno. Lo único tran-quilizante es que los niños “fan-tasma” están al esmerado cui-dado de 642 maestros de igual condición. Cada aula espectral cuenta con un profesor y menos

de diez alumnos… ¡mejor que en cualquier colegio privado!

Los propietarios de medio millón de predios en Bogotá reciben la buena nueva de que su avalúo catastral ha bajado. La emoción les dura lo que un suspiro: baja el avalúo, pero se trepa el predial. Les dan explica-ciones oficiales tan claras como las del álgebra de Baldor.

Queja generalizada porque nadie dará vueltas del billete Lleras, que solo llegará a ma-nos de quienes tienen ape-llidos tan sonoros como el del expresidente.

Ultimátum: Loable inten-ción la del ELN, en el sentido de que la participación de la sociedad sea fundamental en la construcción de su proceso de paz. Valdría la pena que de-jaran de extorsionar, secuestrar y asesinar a esa sociedad que tanto los anima.

http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/co-lumna/gustavo-gomez-cordoba/dislates

periodicocorreo.com.m

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Proceso de paz con ELN: Claves para entenderlo

A cuatro años de haber iniciado conversaciones con las FARC, Colombia anunció un segundo proceso de paz, esta vez con el ELN. Aunque ambas negociaciones son parecidas, el éxito de una no garantiza el éxito de la otra

Autor: Ana Carolina Griffin | Medio: Portal de las Américas | Fecha: 31 de marzo de 2016

La negociación del ELN con el Gobierno colombiano tiene ca-racterísticas propias que hablan por sí solas de la condición y particularidad del segundo gru-po guerrillero del país, aunque ha tomado como base las con-versaciones que se desarrollan desde el 2012 en La Habana con las FARC.

Los secuestrados como punto de honor para el ELN

El presidente Juan Manuel Santos ha dicho que no iniciará el proceso con el ELN hasta tanto se hayan liberado todos los secuestrados que están en poder de ese grupo guerrillero. La insistencia presidencial se debe a que el ELN tiene en el secuestro su principal fuente de financiamiento y es el gru-po armado que más capturas de personas hace en el país en comparación con su capacidad militar.

De acuerdo con el Centro de la Memoria Histórica de Colombia, entre 1978 y 2002, ese grupo secuestró más de 6.000 personas en los 9.000 delitos que cometió.

El jefe negociador por parte del Gobierno, Frank Pearl, dijo que el Ejecutivo desconoce el número de secuestrados que tiene actualmente en sus manos el ELN.

A diferencia de las FARC, este no fue un punto de controversia para iniciar el diálogo, en cam-bio sí lo fue el tema que tenía que ver con la solicitud de des-militarización de una zona de-terminada, lo cual fue rotunda-mente negado por el Gobierno colombiano, alegando el fracaso que se había producido en las negociaciones con esa guerrilla durante el Gobierno de Andrés Pastrana, entre 1998 y 2002.

Por otra parte, para el mo-mento en que las FARC ini-cian sus conversaciones con el Gobierno, ya habían liberado casi la totalidad de los se-cuestrados de ese grupo.

¿Por qué ahora y no antes con el ELN?

A pesar de que este jueves se anunció en Caracas la decisión del Gobierno colombiano de entablar un proceso público de paz con el ELN, las conversacio-nes se venían dando en forma privada desde el año 2014. Este proceso exploratorio es casi un prerrequisito en todos los pro-cesos de paz formales. Ejemplo de ellos fueron las conversacio-nes secretas que precedieron al inicio del proceso de paz en Irlanda del Norte, entre el Sinn Fein y el Gobierno, y las más recientes las conversaciones entre las FARC y el Gobierno de Santos que desencadenaron en

el inicio del proceso de paz en el año 2012.

El Gobierno colombiano no ha explicado claramente porque no había iniciado los diálogos con el ELN, pero de acuerdo con las características y las dimen-siones, es posible presumir que obedece a varios factores, entre ellos que al alcanzar un acuerdo de paz con las FARC, que es el mayor grupo guerrillero de ese país con unos 7.000 hombres armados se ataca el problema de la violencia en una mayor di-mensión y se logran resultados que sobre esa base permitan negociar con grupos de menor tamaño.

Los temas a negociar con las FARC y el ELN son diferentes

Los temas a negociar marcan, en ambos casos, la particulari-dad de la negociación y vienen dados por las características de cada grupo guerrillero. En el caso de las FARC, el acento es-tuvo puesto en las dimensiones de reforma del medio rural y el ataque al narcotráfico, además de los temas que tienen que ver directamente con la incorpo-ración del grupo a la vida civil y la reparación de las víctimas.

En el caso del ELN, los temas están orientados básicamente al aspecto político, porque esta guerrilla que tiene unos

1.600 hombres en armas, tiene una mayor presencia urbana, está conformada por menos campesinos, y su principal fuente de ingresos no es el nar-cotráfico ni el cultivo de drogas, sino el secuestro.

El proceso de las Farc, incluyo cinco temas a discutir: 1. Política de desarrollo agrario integral, 2. Participación Política, 3. Fin del Conflicto, 4. Solución al prob-lema de las drogas ilícitas, 5. Determinar quiénes son vícti-mas del conflicto.

En el caso del proceso con el ELN son seis puntos: 1. La participación de la sociedad en la construcción de la paz. 2. Democracia para la paz. 3. Transformación para la paz. 4.

Víctimas. 5. Fin del conflicto ar-mado. 6. Implementación.

Cinco países sedes

A diferencia de proceso de las FARC, el del ELN se desarrollará en cinco países diferentes que a su vez serán garantes del proce-so. Ecuador, Cuba, Brasil, Chile y Venezuela. A estos se suman Noruega en calidad de garante más no de sede.

El cambio en la estrategia le permite a los negociadores menores posibilidades de fil-tración de información y en al-gunos casos mayores medidas de seguridad.

http://www.diariolasamericas.com/5051_portada-america-latina/3721088_colombia-eln-proceso-paz-farc.html