resúmen de teorías iii - eci 2014

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TEXTO 1 Culturas populares, recepción y política. Genealogías de los estudios de comunicación y cultura en la Argentina. Alejandro Grimson y Mirta Varela Las críticas a la visiones totalizantes y apocalípticas de los medios se comenzaron a plantear en América Latina hace más de tres décadas. Las teorías hipodérmicas y de manipulación impedían analizar muchos conflictos socioculturales que atravesaban la vida cotidiana y las esferas públicas. Se perdía de vista el conflicto y se invisibilizaban los actores sociales y los agenciamientos políticos. La recepción significó una vía de exploración de las significaciones y la producción de sentido en los sectores populares. Esto, sumado a una búsqueda de politizar la cultura y demostrar la relevancia de los procesos simbólicos en la política, rechazando el determinismo tecnológico y el determinismo textual. Ahora, reconstruiremos la historia de las líneas de investigación sobre las audiencias en la Argentina. Aunque acá se plantearon aportes y debates a los estudios culturales anglosajones, estos fueron ignorados. Antecedentes Los trabajos pioneros sobre los medios de comunicación constan en analizan el lugar del público en relación a los mismos. Los medios se problematizan a partir del funcionamiento de las masas. Esto a partir del peronismo. o En 1956 Adolfo Prieto publica Sociología del público argentino, también la Revista Sur desde noviembre y diciembre 1955, publica “por la reconstrucción nacional”. Hasta ese entonces predominaba el estilo ensayístico con La rebelión de las masas de Ortega y Gasset, la cabeza de Goliath (1946) de Estrada. -El trabajo de Prieto se basa en la encuesta realizada por Gino Germani en 1943. Su pregunta se basa en lo que él percibe como un divorcio entre los escritores y el público y si existía en Arg una una literatura y un público lector. Parte de la división del público entre intelectuales, público culto y un tercer grupo, el de la clase media (este se diferencia de la clase obrera por los libros que lee). Llega a la conclusión de que los libros de alta cultura tienen el mismo público que lee a los escritores argentinos. -El trabajo de Prieto parte de una clasificación cultural tajante: la literatura forma parte de la alta cultura y el resto es subliteratura. Esto es clave para entender al público lector, ya que presupone un trabajo sociológico de construcción y porque el reconocimiento de los lectores lleva implícito el análisis del público y las preferencias por los autores extranjeros. -Aunque el trabajo de Prieto se concentra en la forma en que los medios podrían ampliar al público lector, es significativo el análisis en correlación con los mismos y la consideración del público en la intersección de experiencias culturales diversas. Finalmente la valoración cultural en sus interpretaciones también afecta a la definición del público argentino, ya que la cultura sería vivda como espectáculo, por lo q se trataría de el “público-espectador”, donde la cultura sería un juego que entretiene o divierte pero que no afecta al mundo real del espectador. Es decir, el público es un elemento insoslayable para analizar las prácticas culturales, pero no por su actividad o participación. (Esto va cambiando a medida que comienza a reubicar la discusión sobre el público en un marco comunicacional). o Otro antecedente se puede encontrar en Regina Gibaja sobre el público asistente a una exposición de pintura moderna en el Museo Nacional de Bellas Artes, realizada en 1961 por el instituto Di Tella. La investigación

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Resúmen de Teorías III - ECI 2014

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Page 1: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

TEXTO 1

Culturas populares, recepción y política. Genealogías de los estudios de comunicación y cultura en la

Argentina.

Alejandro Grimson y Mirta Varela

Las críticas a la visiones totalizantes y apocalípticas de los medios se comenzaron a plantear en América

Latina hace más de tres décadas. Las teorías hipodérmicas y de manipulación impedían analizar muchos

conflictos socioculturales que atravesaban la vida cotidiana y las esferas públicas. Se perdía de vista el conflicto

y se invisibilizaban los actores sociales y los agenciamientos políticos.

La recepción significó una vía de exploración de las significaciones y la producción de sentido en los

sectores populares. Esto, sumado a una búsqueda de politizar la cultura y demostrar la relevancia de los

procesos simbólicos en la política, rechazando el determinismo tecnológico y el determinismo textual.

Ahora, reconstruiremos la historia de las líneas de investigación sobre las audiencias en la Argentina.

Aunque acá se plantearon aportes y debates a los estudios culturales anglosajones, estos fueron ignorados.

Antecedentes

Los trabajos pioneros sobre los medios de comunicación constan en analizan el lugar del público en relación a

los mismos. Los medios se problematizan a partir del funcionamiento de las masas. Esto a partir del peronismo.

o En 1956 Adolfo Prieto publica Sociología del público argentino, también la Revista Sur desde noviembre y

diciembre 1955, publica “por la reconstrucción nacional”. Hasta ese entonces predominaba el estilo ensayístico

con La rebelión de las masas de Ortega y Gasset, la cabeza de Goliath (1946) de Estrada.

-El trabajo de Prieto se basa en la encuesta realizada por Gino Germani en 1943. Su pregunta se basa en lo que

él percibe como un divorcio entre los escritores y el público y si existía en Arg una una literatura y un público

lector. Parte de la división del público entre intelectuales, público culto y un tercer grupo, el de la clase media

(este se diferencia de la clase obrera por los libros que lee). Llega a la conclusión de que los libros de alta

cultura tienen el mismo público que lee a los escritores argentinos.

-El trabajo de Prieto parte de una clasificación cultural tajante: la literatura forma parte de la alta cultura y el

resto es subliteratura. Esto es clave para entender al público lector, ya que presupone un trabajo sociológico

de construcción y porque el reconocimiento de los lectores lleva implícito el análisis del público y las

preferencias por los autores extranjeros.

-Aunque el trabajo de Prieto se concentra en la forma en que los medios podrían ampliar al público lector, es

significativo el análisis en correlación con los mismos y la consideración del público en la intersección de

experiencias culturales diversas. Finalmente la valoración cultural en sus interpretaciones también afecta a la

definición del público argentino, ya que la cultura sería vivda como espectáculo, por lo q se trataría de el

“público-espectador”, donde la cultura sería un juego que entretiene o divierte pero que no afecta al mundo

real del espectador. Es decir, el público es un elemento insoslayable para analizar las prácticas culturales, pero

no por su actividad o participación. (Esto va cambiando a medida que comienza a reubicar la discusión sobre el

público en un marco comunicacional).

o Otro antecedente se puede encontrar en Regina Gibaja sobre el público asistente a una exposición de pintura

moderna en el Museo Nacional de Bellas Artes, realizada en 1961 por el instituto Di Tella. La investigación

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procuraba plantear los problemas de la cultura en la sociedad moderna y de la interacción de las formas de la

cultura superior con las masivas. Los interrogantes se vinculan a definir el impacto real de la cultura mediocre

en que consiste la amenaza para la cultura superior y cómo puede constituir un espacio positivo en el ascenso

cultural de las clases menos educadas. Apunta a mostrar cómo la cultura de masas penetra todas las capas

sociales y todos los niveles culturales. Llega a la conclusión que la cultura de masas ha roto barreras que

diferenciaba a los públicos.

-El estudio de esta mina es considerado como uno de los primeros modos en que la televisión y la cultura

masiva impactan en las ciencias sociales institucionalizadas en la Argentina.

La recepción en la constitución del campo de estudios en comunicación

´60-´70-´80

Es en esta época en donde se comienza a conformar el campo de estudios en comunicación y cultura. Es

un contexto marcado por el estructuralismo y la teoría crítica pero también por una perspectiva político-

cultural que atraviesa las tendencias que empiezan a delimitarse como el reconocimiento y resistencia de

los sectores populares y la lucha por el sentido; desde estos lugares, las líneas de investigación fueron la

sociosemiótica, la sociología de la comunicación y el análisis cultural.

A comienzo de esta época hay 3 corrientes agrupadas en las siguientes revistas:

1. Lenguajes: publicada por la Asociación Argentina de Semiótica. Entre todos los capos, está Verón. Se

empieza a publicar en 1974. Definía como su campo específico “los lenguajes sociales”, el campo de la

producción social de la significación, con un énfasis particular en las “comunicaciones masivas”. Estaba en

contra de la “sociología de la cultura” o la “investigación de las comunicaciones masivas. Dicen que la

cultura debe ser entendida desde la producción social de la significación pq no puede estar aislada de la

sociedad. Realizaban una crítica a lo que consideraban 4 reduccionismos: el contenidismo, el esteticismo,

el tecnologicismo y el economicismo.

2. Comunicación y cultura: Shmucler, a través de su artículo “La investigación sobre comunicación masiva

en 1975”entabla un debate en donde aparece la figura del receptor. En este artículo dice que Lenguajes

opone ciencia e ideología. Propone que no solo es indispensable atender a las condiciones en que circulan

los discursos sociales, sino también a las condiciones de recepción de los mismos, es decir, a partir de las

condiciones históricas sociales, tener en cuenta la experiencia socio-cultural de los receptores. Dice q lo

primero a indagar es la forma del encuentro entre el msj y el receptor, desde dónde, desde qué ideología,

desde qué relación con el mundo. Esta revista se autodefine desde una revista cultural en sentido

Gramsciano. En Argentina, la recepción es pensada desde la recuperación del conflicto simbólico en su

dimensión político-cultural.

Desde la segunda mitad de la década del 70aparecen los problemas teóricos alrededor de la

sociosemiótica, que constan de las diferencias entre las condiciones de producción de un discurso y las

condiciones de reconocimiento que no pueden coincidir. Verón dice que existen varias lecturas posibles de

los conjuntos textuales que circulan en el interior de una sociedad.

La teoría, entonces, gira alrededor del problema de la institución del sentido en la sociedad. La vinculación

con lo político cultural no aparece explicitada, pero desarrolla una relación entre la concepción de la

producción y el reconocimiento de los discurso con una concepción de sujeto y sociedad. Así, Verón se

distancia del estrucuturalismo y se vincula con las ideas de la Escuela de Palo Alto.

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3. Crisis : Al igual que en la revista Com y cult hay relación entre las cuestiones específicas del campo y las

problemáticas teóricas y políticas que las atraviesan. Esta línea es más “nacional”, hacen lecturas marxistas

del peronismo. Epistemología que continúa la genealogía de Scalabrini Ortiz, Jauretche, Fermín Chavez y

Hernandez Arregui. Estos construyen una corriente historiográfica de construcción de identidad cultural

propia y reivindicaciones de un patrimonio olvidado, una memoria histórica popular y la defensa de una

cultura popular.

Aquí se encuentran los trabajos de Aníbal Ford sobre Homero Manzi, Jorge Rivera sobre el folletín,

Eduardo Romano sobre los letristas de tango; se plantean la recuperación de una industria cultural

considerada como parte de un patrimonio cultural que había sido menospreciado por la cultura de elite.

Romano, específicamente, destaca cómo los cambios en la industria nacional tienen que ver con la

diferencia entre una etapa nacional y otra transnacional. En “Neocapitalismo y comunicación de masas” de

1074, Muraro discute el tema de la manipulación del receptor. Para él la manipulación falla porque

confunde al público con una masa informe y porque los sujetos manipulados suelen tener intereses

convergentes con los grandes monopolios, por lo que habría que buscar la relación en los hábitos y no en

los medios de comunicación, es decir, en estructuras capitalistas más profundas. El problema de los

sentidos q surge de la recepción de los mensajes mediáticos es asociado a una posición en la estructura

social y a una dimensión ideológica.

A partir de 1976 con la dictadura, se interrumpen los debates marcados x estas 3 revis. Hasta quee….

▒☼♫♣☻

80-90

4. Punto de Vista: apareció en el 78 y a partir del 81 estuvo dirigida por Beatriz Sarlo. Privilegió los temas

de la cultura popular, la historia cultural, la sociolog de la literatura y la discusión de ciertos autores como

Hoggart, Raymond Williams, y la traducción de autores relacionados con la estética de la recepción.

La década del 80: la consolidación de la recepción y su “campo de efectos posibles”

Acá hay un desplazamiento teórico que tiene como objetivo reconstruir el lugar de los sujetos, ya que no

se había respondido a la pregunta acerca de los impactos de los medios sobre la sociedad. Acá se consolida

la problemática de la recepción y pierden peso aquellas contra las cuales polemizaban las posturas

recepcionistas (pierden sentido el textualismo de Schmu o la teoría de la manipu de Muraro).

Hay una contemporaneidad entre los debates políticos y teóricos. Se retoma la figura del receptor, al

haber sido el emisor valorado como parte del discurso autoritario durante la dictadura. La capacidad de

bloquear, desviar o invertir esos mensajes, fue leída como una instancia de poder de la cultura popular.

-Oscar Landi plantea la cuestión de la resignificación y del saber leer bajo la acción de la censura y que esto

atentaba con la supuesta omnipotencia política y mediática. En el 84 y 85 Landi con Muraro estudian la

recepción en el discurso informativo de la televisión; en los 90 centra el interés por la resignificación y las

gramáticas de desciframiento como parte de las luchas por la hegemonía, hacia el estudios de las

costumbres, comportamientos y gustos en el consumo de medios y la identificación de los distintos

públicos con la oferta comunicativa y cultural (acá va tomando un rumbo más sofisticado teórico y

metodológicamente, pero desplazado del componente político- él inaugura una nueva etapa con

devórame otra vez)

-Muraro se ubica acá también y desarrolló una crítica a la teoría de la manipulación, pero también señaló

su oposición a la moda de la resematización de los mensajes. Plantea q es necesario analizar la

convergencia entre los intereses de las empresas y los intereses de los sectores populares en un

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determinado contexto histórico. Así, por ej analiza la convergencia entre los intereses de las empresas de

productos para el hogar y las necesidades de las mujeres latinoamericanas q encontraban un discurso afín

a la liberación femenina como acceso al trabajo, educación, etc. Para él los medios en manos de las

transnacionales operaron como aliados ideológicos para la mujer argentina.

Desplazamientos y convergencias con América Latina

Los cambios en Argentina deben ser comprendidos a la luz de los diálogos con diversos investigadores de

América Latina. La creciente presencia de la escuela de Birmingham y de la Historia social son re

importantes como referencias. Los debates de la primera parte de los 80 tiene que ver con lo producido en

el Seminario de la Comisión de Comunicación del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales en Buenos

Aires en 1983 que proponía como eje el tema de “comunicación y culturas populares en Latinoamérica” y

donde el lugar de la recepción ocupaba un lugar importante.

Barbero dice que la revalorización de la dimensión cultural se plantea como percepción de dimensiones

inédita de lo social y la formaicón de nuevos objetos y formas de rebeldía. Se coloca en cuestión la

incapacidad del modelo dominante, construido desde el paradigma de la información y se da cuenta de la

comunicación como comportamiento colectivo y cotidiano. Durante todo este seminario se hace hincapié

en la revalorización de la capacidad de los receptores populares para construir sentidos diferenciados a los

propuestos por la cultura hegemónica.

Canclini dice que la discusión de lo popular debe considerar la investigación sobre el consumo porque es

allí donde los bienes y mensajes hegemónicos intereactúan con los códigos perceptivos y los hábitos

cotidianos de las clases subalternas. Dice que las clases populares seleccionan y combinan los materiales

recibidos en la percepción, en la memoria y en el uso.

Las nuevas propuestas para repensar la circulación cultural, la recepción y el consumo se instalan en un

proceso más amplio de transformación de la teoría social (x ej, tomando “usos y consumos” de De Certau,

hábitus de Bourdieu)

Barbero, intenta pensar a la comunicación desde lo popular, pretendiendo cambiar el eje del análisis y su

punto de partida, donde el problema se ubicaría no en los medios, sino en las mediaciones y los modelos

culturales.

Igual, hay tensiones en debate como con la falta de consenso sobre el paradigma hegemónico y los ejes

polémicos en torno al tema. Barbero x ej, trata de denunciar los riesgos del mecanicismo del paradigma

informacional como modelo dominante; Sarlo, entiende la “reivindicación del lector y la recepción como

polo activo.

En síntesis, la presencia de la problemática de la recepción está instalada en la agenda de discusión

aunque con matices distintos. La recepción es un modo de analizar y debatir en torno a lo popular. Por eso

no se trta de una revisión simple del modelo comunicacional, sino de un desplazamiento hacia el

reconocimiento cultural. X eso, Barbero y Canclini alerten contra los riesgos de un desvío culturalista.

1987 Barbero publica “De los medios a las mediaciones”, como ya estaba instalada la discusión en torno a

la recepción, un debate que se propone polémico, se convierte en un objeto de culto. Barbe sistematiza los

desplazamientos teóricos a partir de una doble hipótesis de interpretación y construcción histórica. Dice

que lo popular no puede ser pensado como algo exterior o distinto de lo masivo pq uno se conviertió en lo

otro históricamente.

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A esto, Canclini le responde que no hay que caer en la tentación por lo popular y no aplicar un estilo crítico

a la cultura urbana, y dice que hay q preguntarse de qué modo los sectores populares reproducen

estereotipos de la ideología hegemónica. Cancli dice que Barbe idealiza a las clases sublaternas porque

percibe en ella sólo sus actos cuestionadores e interpreta la diferencia simbólica como impugnación.

Canclini propondrá, las reivindicaciones populistas de la recepción sostenidas desde un empirismo

epistemológico, donde utilizará a la investigación-acción o participante.

Barbero le responde a su crítica y muestra la posición teórica disímil en los modos en los que construyen

modelos para analizar los contestos. Tienen adversarios diferentes, por eso sus relaciones con lo

hegemónico y lo popular tamb lo son. El reafirma q su debate es con la mayoría de los estudios de

comunicación y cultura q niega q aquello q viven las clases subalternas en la ciudad, tenga q ver con su

cultura y q lo q les pasa a las masa tenga q ver con el pueblo.

Canclini en 1991 propone una teoría del consumo (del libro Consumidores y ciudadanos). En donde

consumir es participar en un escenario de disputas x lo q la sociedad produce y las maneras de usarlo. El

consumo es un lugar de distinción entre clases y grupos cuya racionalidad posee una dimensión simbólica

y estética.

Líneas de investigación y crítica al recepcionismo

A partir de los 80, con Barbero previamente habiendo condensado y sistematizado el cambio de signo de

los modelos en com y cult en AL, se comienzan a desplegar tendencias recepcionistas q tuvieron la

pretensión de nuevo paradigma. Las críticas llegaron.

Los Mattelart señalaban como uno de los factores más íntimos en la industria del entretenimiento al

placer, como el elemento q renueva los enfoques de la cultura mediática. En su perspectiva, la

rehabilitación de la subjetividad en los estudios de medios constituían una de las dimensiones en donde se

expresaba un cambio del paradigma dominate: de la mecánica a lo fluído. Por eso, ellos advierten de

ciertos riesgos en el nuevo paradigma, en donde se minimiza el papel estratégico q desempeñan los

medios en la reproducción de las relaciones sociales. Esta advertencia, se relaciona con el riesgo populista

q decía canclini.

Caletti si bien valoraba los cambios q trajo los estudios de recepción, decía q había q dar un salto pq ya

había dejado de ser un programa de invstigación estimulante para ser una “ideología de la recepción” que

convertía a los interrogantes en respuestas.

Se plantean dos desplazamientos paralelos. Por un lado, la preocupación política característica de los 70 y

notoria en el seminario de CLASCO (qué nos dice la recepción sobre las luchas x el significado y poder, de la

construcción de la hgemonía?) comienza a perder peso frente a una creciente preocupación metodológica

(cómo se investiga la recepción, qué técnicas? Blablá). Por el otro lado, la recepción se comienza a diluir

como instancia desde donde pensar a las culturas populares para ser un objeto especializado.

Marita Mata y su investigación q relaciona la memora de los sectores populares y la radio, es un ejemplo

de esta tensión entre audiencias, cultura y hegemonía. Ella dice q las memoras de la radio dejan ver

rastrosde heterogeneidad y conflictividad del mundo popular y de la sociedad en general. Dice q los

sectores populares tienen una manera de hacer radio q multiplican el uso del teléfono, de programas

abiertos a las demandas, como mecanismos de participación y recreación de vínculos.

Consumos, mercado y política: reaparece el debate

90-2000

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En 1992 Oscar Landi publica Devorame otra vez. Qué hizo la televisión con la gente. El centro del debate

se corre al medio y no a los sectores populares, pero q además han sido redefinidos como “gente”. Landi

se ubica en frente del televisor como intelectual televidente, reconoce q las críticas a la pasividad de las

audiencias se ubica en una tradición apocalíptica sobre los efectos de la tele.

Las perspectivas críticas quedan descalificadas como anacrónicas y su posición no exige aval teórico sino

que impone la empiria de la televisión contemporánea. Una de las hipótesis de Landi consiste en q el

zapping es representativo como posibilidad creativa para las audiencias, y posee las virtudes de la

interactividad asimilando el control remoto al mouse de una compu y ve en la tele las caract de una

máquina inteligente. El concepto de interactividad es re importante pa este autor, ya q lo saca de la masa

uniforme y coelctiva y lo individualiza. O sea, usa un argumento descalificado x populista a partir de una

justificación tecnológica.

Este libro trae muchas polémicas: el director teatral Alberto Ure dice que es el 1° texto de un pensador q

piensa a la tele desde su propia materia. Esto es visto como con una falta de distancia. También Sarlo

descalifica con un artículo bastante subido de tono en donde die que Landi utiliza una argumentación falaz

(lee la tele desde su materia, pero apela a la vanguardia p legitimar, propone un libro de la tele sin

ocuparse de las condiciones de la producción), de no poner a prueba su propios presupuesto, etc. Pero

además, le reprocha su desdibujamiento como intelectual, dice que se autoexime de cualquier

distanciamiento crítico y lo llama neopopulista.

En 1996 Sarlo dice que la relación medios-cultura popular se basa en un uso adaptativo de Michel de

Certau q construye escenarios optimistas y conclusiones triunfalistas. Sarlo dice que De certau es un

teórico de los usos desviados que define la poética de un tipo de lector dispuesto a contradecir el camino q

pretende imponérsele. Pero ella dice q el problema no es “qué hacen los sujetos con los objetos, sino qué

objetos están dentro de las posibilidades de acción de lo sujetos” y que esos objetos junto a las

instituciones establecen horizonte de las experiencias de los sectores populares como de los letrados.

Shmuckler señaló una serie de críticas al clima recepcionista y también a la teoría de Landi a través de la

revisión de las teorías de los efectos que habían sido descartadas, diciendo q habíamos negado los efectos

de la comunicación masiva, deslumbrados x los fuegos con q la cultura mediática celebraba su turno. En

1994 revisa su obra de 20 años atrás en Lenguajes y sus dichos de que “la significación puede ponerse en

contradicción o no con el sistema de decodificación del receptor y que el poder de los medios puede ser

nulo e incluso revertirse en la medida que el mensaje es recodificado”. A esto, dice q debería

contextualizarse esto en un marco donde “desde una experiencia política fuerte, el msj político es

resignificado”, por lo q la remodificación depende de que haya experiencias contradictoria al mensaje

siendo así el mensj “no creíble”. Acá se hace énfasis en cómo actúa la cultura de la época, el encuentro de

emisor y receptor habilitados x un espacio ideológico. Shmu distingue la decodificación del mensaje

político, él cuestiona la equiparación de la “libre elección del consumidor” con “libertad”. Retoma un

toque a Mattelart y analiza cómo se ejerce esa voluntad. Dice que en el receptor q usa de diversas formas,

con distintas significaciones la cultura masiva, no habría disfuncionalidades, sino “armonía total”.

Un saber sobre la recepción, un saber sobre política

En AL y en Arg ningún reduccionismo es posible en cuanto al estudio de audiencias, pero sí hay 2

problemas:

1) En nuestra búsqueda x reconstruir la historia teórica de la recepc en Arg sí o sí debemos recurrir a

AL. Las influencias de Barbero y de Canclini son muy notorias. Por otra parte, la dictadura, la

precaria consolidación universitaria posterior y las peculiaridades del campo han hecho q los

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estudios aflojen un toque en los años 80 y 90 (exceptuando el plano empresarial) Así, ha habido 20

años en q se ha respondido a las demandas del mercado.

2) Los nuevos consenso teóricos q expulsaron el reduccionismo parece una especie de “paranoia de

mecanicismo”. Acá se desdibuja un toque la noción de hegemonía y desaparece de muchos

estudios contemporáneos de la recepción, pq se evita insistir en q la desigualdad estructura las

relaciones sociales con la tv (desigualdad en el acceso a la oferta, de condiciones de recepción, de

la palabra en los medios)

Este proceso debe estar relacionado con el de la institucionalización de los estudios culturales

británicos y la exportación a otros países. En los 90 comienzan fuertemente los Estudios Culturales

Latinoamercianos. Por su parte, la existencia de una historia en común en LA debe funcionar como una

provocación a la discusión acerca de cómo la exigencia de una identidad intelectual configura un mapa

de producción intelectual y esto x el proceso de institucionalización o de exportación. En los 70 y

pcipios de los 80 se ingresa todo el tema de la recepción para conceptualizar a las culturas populares y

cómo introducir la perspectiva de los sujetos populares en relación al poder y los medios; pero en este

proceso la discusión de lo popular fue perdiendo peso x plantear las relaciones entre cultura y

subcultura, xej.

Los estudios sobre audiencia se comenzaron a consolidar como campo a través de diferentes maneras

de institucionalización (papers, seminarios, grupos de trabajo) , así como tmb redujeron la discusión en

torno a las audiencias de tv. X otro lado, poco han sido los trabajos s/ literatura popular, aunque sí

sobre las audiencias radiales.

En AL a diferencia de EE UU, la invención de la noción de recepción y el intento de elaborar una teoría

adecuada tiene q ver con la lucha x la reposición del conflicto social, la reivindicación de los

agenciamientos de los actores y sujetos sociales vs variantes del objetivismo y el funcionalismo. La

clave es q el dominio simbólico se constituye a través de hegemonías, de la imposibilidad de una

homogeneidad en la circulación de las significaciones, a través de una disputa constante x el poder. Por

eso, las versiones neopulistas q dicen q la recepción encuentran formas de celebrar una supuesta

libertad q reina en las sociedades neoliberales se opone a la concepción gral de los 70 y parte de los 80.

Por otro lado, hay un riesgo de la anulación de la dimensión del conflicto x un pesimismo terminal. La

lectura de la cultura contemporánea como totalidad, implica una lectura de oposiciones y resistencias

como funcionales a la reproducción del sistema.

Dice que actualmente (imagino q en el 2000) lo más preocupante es el neopopulismo recepcionista.

Uno de los problemas q se vincula con el efecto teórico derivado de una dificultad metodológica de las

investigaciones sobre audiencias. Las versiones empiristas de la etnografía y el análisis cualtitativo

confunde 2 niveles: qué opinan los sujetos sobre su relación con los medios y como considerar las

transformaciones socioculturales q puedan haber producido en parte los medios en la vida de esas

personas, lo reconozcan o no. Las mejores investigaciones combinan las dos cosas, pero el empirismo

miente cuando dice q los sujetos expresan exactamente la relación q tienen con los medios. Entonces,

este empirismo renuncia fácilmente a la noción de hegemonía, ya q para dar cuenta del placer de una

manera placentera necesita renunciar a explicitar la desigualdad que lo estructura.

CONCLUSIÓN: En los 70 las teorías q daban cuenta de la importancia del receptor ya son

resquebrajadas, a fines de los 80 y pcipios de los 90 aparece un subjetivismo radical y absolutista

contra los q quieren reintroducir algún elemento de la estructura o sistema de relaciones sociales. Se

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partió de un sujeto colectivo, posción de identidad cultural o política, grupo familiar hasta un usuario y

consumidor.

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Texto 2: Una mirada otra. La cultura desde el consumo. Guillermo Sunkel.2002

(Plantea un análisis entre la propuesta de Canclini y Barbero)

Canclini se preguntaba en los noventa: “¿Porque el consumo cultural es uno de los temas menos

estudiados de América Latina? Carecemos de los datos básicos y la reflexión teórica sobre

quienes asisten o no a los espectáculos, quienes se quedan en su casa a ver televisión, que ven,

escuchan o leen, y cómo relacionan esos bienes culturales con su vida cotidiana”.

Desde entonces la situación ha variado. En varios países se cuenta con los datos básicos y se ha

generado una reflexión teórica respecto a los modos en que los públicos ven, escuchan y leen,

respecto a los usos que le dan a los bienes culturales y a las maneras en que ellos relacionan esos

bienes con su vida cotidiana.

Investigadores en diversos países de la región han contribuido a darle gran relevancia al tema del

consumo en la agenda de estudios culturales latinoamericanos. Los aportes fundamentales, y

fundacionales, de Barbero y Canclini detectaron la importancia de la temática del consumo en un

momento en que la preocupación dominante en los estudios sobre cultura y comunicación en

América Latina todavía era el análisis de los mensajes. Estos autores definieron una aproximación

conceptual desde la cual sería posible abordar empíricamente el estudio del consumo. Sin

embargo, entre ellos, hay diferencias que son significativas.

En los noventa la ubicación temática del consumo se encontrar asociada al reconocimiento de

que una política cultural democrática requería superar las formulaciones dirigistas y vincular

orientaciones globales con demandas reales de la población.

Canclini toma como punto de partida las dificultades político-institucionales y teóricas para

avanzar en el estudio del consumo, situando este proceso como parte del ciclo de producción y

circulación de los bienes. Este autor descarta la definición conductista del consumo, es decir,

aquella donde este queda reducido a una simple relación entre necesidades y los bienes creados

para satisfacerlas, es decir, la simple relación entre necesidades y bienes. Esto supuso la

concepción naturalista de las necesidades biológicas, que implica reconocer que estas son

construidas socialmente y difieren entre culturas, y la concepción instrumentalista de los bienes,

que supone tienen un solo valor de uso para necesidades concretas.

Canclini examina distintos modelos que se han utilizado para explicar el consumo, como aquellos

que lo definen como lugar donde las clases compiten por la apropiación del producto social o

como lugar de diferenciación social. Pero estos modelos no son autosuficientes.

Por ello Canclini retoma la perspectiva de Douglas e Isherwood que relevan el “doble papel” de

las mercancías, quienes consideran al consumo como una práctica cultural. Los papeles son:

proporcionadores de subsistencias y establecedores de las líneas de las relaciones sociales que

son necesarios para hacer visibles y estables las categorías de una cultura. Con lo cual se va

destacando los significados sociales de las posesiones materiales. Canclini dice: “la racionalidad

del consumidos será la de construir un universo inteligible con las mercancías que elija”.

Finalmente Canclini va a definir el consumo como: el conjunto de procesos socioculturales en

que realiza la apropiación y los usos de los productos. Una práctica sociocultural en la que se

construyen significados y sentidos del vivir. Es esta perspectiva la que devuelve el interés al

análisis del consumo y de otros productos culturales.

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En tanto Barbero, en su libro De los medios a las mediaciones, llega al tema del consumo por un

camino distinto: a través de la crítica al medio centrismo. La conceptualización de consumo que

realiza este autor, estará relacionada con la de Canclini. En primera medida, propone el

desarrollo de una concepción no reproductivista del consumo, la que permite una comprensión

de os osos de apropiación cultural y de los usos sociales de la comunicación. Este autor

considerará al consumo como producción del sentido. Habrá una reivindicación de las prácticas

cotidianas como espacios que posibilitan un mínimo de libertad. También hizo énfasis en la

dimensión constitutiva del consumo, donde supone una concepción de los procesos de

comunicación como espacios de constitución de identidades y de conformación de comunidades.

Barbero resalta además la dimensión estratégica de la investigación del consumo en un contexto

en que la globalización de los mercados se encuentra unida a la fragmentación de los consumos.

Por último, plantea que el consumo implica un cambio epistemológico y metodológico: cambia el

lugar desde el cual se piensa el proceso de comunicación.

Canclini se preguntaba ¿Tienen los consumos culturales una problemática? Luego decía: “Si la

apropiación de cualquier bien es un acto que distingue simbólicamente, integra y comunica,

objetiva los deseos y ritualiza su satisfacción, si decimos que consumir en suma, sirve para

pensar todos los actos de consumo terminan siendo hechos culturales”.

La delimitación del “consumo cultural” se justificaría por la parcial independencia alcanzada por

los campos artísticos y culturales durante la modernidad. Estos campos habrían superado la

heteronomía que tenían en relación a la religión y la política. Pero además, el consumo cultural

se constituiría como una práctica específica por el carácter particular de los productos culturales.

Los bienes culturales se distinguen porque son bienes en los que el valor simbólico predomina

por sobre su valor de uso o cambio.

Canclini dice: “Los productos denominados culturales tienen valor de uso y de cambio, pero en

ellos los valores simbólicos prevalecen sobre los utilitarios y mercantiles”.

Así el consumo cultural llega a ser definido como: el conjunto de procesos de apropiación y usos

de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y cambio, o donde

al menos estos últimos se configuran subordinados. Esta fue la definición operante en

Latinoamérica durante los 90.

Barbero, por su parte, percibía la importancia del consumo por medio de su crítica al medio

centrismo, y decía: “Lo que nos interesa es la propuesta de una teoría social de la comunicación

basada en el paradigma de la mediación. Que es aquel modelo que ‘trabaja con intercambios

entre entidades, materiales, inmateriales y accionales’ adecuado para ‘estudiar aquellas

prácticas en las que la conciencia, la conducta y los bienes entran en proceso de

interdependencia’”. Este planteamiento supone una concepción sustantiva de la mediación. La

mediación no implica una relación neutral o instrumental, ni tampoco una relación indirecta o

distorsionadora. Por el contrario, considera que la mediación es una actividad directa y necesaria

entre distintos tipos de actividad y la conciencia. La mediación es positiva y en cierto sentido

autónoma: lo que se trata es de comprender la relación entre dos fuerzas como algo que es

sustantivo por sí mismo. Lo que se intenta pensar son los modos de interacción e intercambio en

el proceso de comunicación: las formas de mediación entre la lógica del sistema productivo y las

lógicas de los usos sociales.

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Barbero desarrolla una propuesta metodológica para estudiar la telenovela, donde las

mediaciones son entendidas como “ese ‘lugar’ desde el que es posible percibir y comprender la

interacción entre el espacio de la producción y el de la recepción: que lo que se produce en la

televisión no responde únicamente a requerimientos del sistema industrial sino también a

exigencias de la trama cultural y los modos de ver.

Barbero propone partir la investigación desde las “mediaciones”, es decir, de los lugares que

provienen las constricciones que delimitan y configuran la materialidad social y la expresividad

cultural de la televisión”. ¿Cuál es la mediación que estos lugares cumplen en la configuración de

la televisión? Se trataría de una doble mediación: por un lado, la mediación familiar inscribiría

sus marcas en el discurso televisivo forjando los dispositivos básicos de comunicación; por el

otro, la cotidianeidad familiar media los usos sociales de la televisión. Para Barbero la familia es

la unidad básica del consumo televisivo.

Canclini conecta con la indagación sobre los modos de ver, aunque sin asumir las implicancias

metodológicas de la categoría analítica de las mediaciones. Su investigación se pregunta por los

cambios en los modos de ver cine al pasar de las salas a la exhibición doméstica. Lo que el

estudio sugiere es que está cambiando la figura de espectador, y se está produciendo una

reorganización de los consumos culturales donde lo que tiene a primar es el consumo doméstico.

Canclini observa una atomización de las practicas asociada a una baja asistencia a los centros

comunes de consumo, una pérdida de peso de las tradiciones locales, donde se produce el

reforzamiento del hogar y a través de esto la conexión con la cultura trasnacionalizada y

deslocalizada.

Barbero dijo en 1987: “Si el medio está en trance de sufrir numerosos cambios, la mediación

desde la que ese medio opera social y culturalmente no parece estar sufriendo modificaciones de

fondo”. Se puede apreciar un cierto cambio del análisis de Barbero en sus escritos más recientes,

donde perece sugerir que los cambios en el contexto socio cultural estarían alterando una de las

mediaciones fundamentales, que es la relación de los públicos con la televisión.

Barbero denomina des-ordenamiento cultural al proceso que “remite al entrelazamiento cada

día más denso de os modos de simbolización y ritualización del lazo social con las redes

comunicacionales y los flujos audiovisuales. Proceso en el cual va a ser la televisión el medio que

más radicalmente va a desordenar. El proceso de desordenamiento cultural es lo que lleva a

Barbero a plantear el tema de os nuevos de ver/leer asociado a la formación de un nuevo

sensorium, donde en ese movimiento entra en crisis el espacio de lo nacional y de la cultura

nacional.

Los aportes de estos autores no pueden ser considerados como simples estudios

comunicacionales, sino que forman parte de los llamados “estudios culturales”. Contribuyeron a

generar la inflexión teórico-metodológica desde el énfasis en el mensaje como estructura

ideológica a los procesos de consumo. El proyecto consiste en “pensar la comunicación desde la

cultura”.

El consumo pasa a ser pensado como un espacio clave para la compresión de los procesos

sociales. La investigación de consumo significa un cambio teóricos-epistemológico en el lugar

desde el cual se mira sobre el proceso de comunicación.

La investigación sobre consumo cultural es un proyecto inacabado y en pleno desarrollo que

requiere enfrentar un conjunto de inquietudes tanto desde el punto de vista teórico. Existen dos

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ejes de reflexión en torno a los usos de la investigación del consumo cultural: el primer lugar, a la

fecundidad teórica de este tipo de estudios se opone el escaso uso que se ha dado en otros

campos que no sea el de la propia investigación social. En segundo lugar, la necesidad de

profundizar en la relación entre consumo y acceso.

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TEXTO 3

Panorama de la investigación, el análisis y la crítica de la comunicación masiva y la cultura popular en la Argentina- Jorge Rivera

1. Medios, cultura popular: El problema “Chandala”

Para una inteligencia formada en la atmósfera de los medios y en la paulatina reivindicación de la cultura popular, o si se quiere: de la cultura de masas, tal vez resulte insólita la generalizada indiferencia que demuestra la bibliografía de los años ‘50, apenas alimentada por unas pocas contribuciones (locales o traducidas) que marcaban algo así como las fronteras del tema, a pesar de que ya por entonces sus distintos objetos y fenómenos poseían una tradición en muchos sentidos añeja.

Ejemplos: La rebelión de las masas, de Ortega y Gasset. Colaboraciones de Francisco Ayala aparecidas en Sur. Es posible incluir a la lista a los tempranos comentarios cinematográficos de Jorge Luis Borges en Sur.

En líneas generales se trata de enfoques que revelan la posición subalterna y controvertida de los fenómenos o productos implicados; que si abordan un “género menor”, privilegian ante todo su carácter de “evasión inteligente”, nunca su carácter estentóreo y brutal. Ningún texto significativo de la cultura académica o “cultivada” se aventura en terrenos más espinosos, como pueden serlo los específicos de los medios masivos, que quedan reservados a los diarios y magazines populares.

¿Quién se hubiese atrevido, en esos años en los que hasta la profesión periodística era padecida por muchos intelectuales como un estigma vergonzante, a pronunciarse (sin prejuicios, inclusive con prejuicios) sobre los radioteatros de Armando Discépolo, e humor gráfico de Oski, la galería de personajes de Niní Marshall, los “cartoons” sociológicos de Calé y Medrano, el teatro de revista, etc?

hay un módulo impugnador que tipifica, entre otros, las retóricas del abordaje crítico de la nueva cultura: el que propone Ezequiel Martínez Estrada en algunos de los textos de La cabeza de Goliath (1946), como “La voz del diablo”, dedicado a la radiotelefonía, y “El mundo de los fantasmas y los simulacros”, referido al cine; textos en los que flotan la suspicacia y la subestimación por lo grosero, cursi, mercantil, bárbaro, insensato, sentimentaloide, estólido, estereotipado y mediocre que el autor cree advertir tópicamente en los medios, en esos “alcoholes desnaturalizados” que sirven para satisfacer “las concupiscencias y los ideales mixtelados de mucamas y porteros.

2. Algunos antecedentes históricos

La historia de la industria cultural argentina, sin embargo, es relativamente larga, si la comparamos con la de otros países latinoamericanos e inclusive con la de algunos europeos. Comienza, puede decirse, hacia el último cuarto del siglo XIX, con la aparición de un periodismo de características más “modernas” que la prensa política de la etapa anterior (1810-1870). Ejemplos: La Nación, Caras y Caretas.

Junto con el advenimiento de una nueva prensa (en la que ganan espacio el noticioso, el entretenimiento y la divulgación), se detecta la aparición de otros factores relacionados con las

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transformaciones urbanas y estructurales de la Argentina finisecular, como la configuración de un nuevo público, la fundación de imprentas y editoriales, el desarrollo de ciertos géneros narrativos, la paulatina profesionalización del escritor, la alfabetización, la creación de formas vinculadas con la cultura urbana, el éxito de proyectos editoriales destinados a nuevos mercados de lectura, etc.

Desde esta perspectiva se puede hablar de una incorporación relativamente temprana de avances tecnológicos vinculados, al mismo tiempo, con la industria cultural y con la producción simbólica, como el cine, la grabación de discos y la radiotelefonía.

Hacia el centenario de 1910, una industria grabadora incipiente trata de realizar algunas producciones locales, vinculadas en su mayoría con la música nativista, el tango y el género “chico” criollo, y es sabido que el debut de la radiotelefonía argentina se localiza en el primer quinquenio de los años 1920, casi contemporáneamente con el desarrollo comercial de la radio norteamericana.

Escasa es la reflexión suscitada entre nosotros, durante ese período fundacional y altamente creativo, por los nuevos medios tecnológicos y por la no menos novedosa irrupción de productos y fenómenos que tienen que ver con la industria cultural o con lo que solemos denominar como cultura popular urbana.

Como ejemplo: un escritor “profesionalista” como Horacio Quiroga, aporta numerosas e interesantes reflexiones críticas sobre las condiciones de producción literaria y el mercado de la lectura.

Más cercanas en el tiempo, pero no menos significativas como aportes precursores de ciertas categorías de análisis político-cultura, son las críticas radiotelefónicas de Homero Manzi en la revista Micrófono (1934-35), en plena eclosión del cine sonoro y los radioteatros seriales. En estos textos, como señala Aníbal Ford, Manzi “comenzará a ejercitar la crítica del aparato de producción, a denunciar trust, a pedir la estatización. comienza a pensar la cultura popular desde el punto de vista económico, como industria nacional, como fuente de trabajo”.

3. Esbozo de un marco bibliográfico referencial

Si la industria cultural argentina puede reivindicar viejos antecedentes fundacionales, algunos de ellos auténticamente pioneros, no ocurre lo mismo con la bibliografía sobre los medios, cuyas obras más importantes son sensiblemente tardías.

Pero no se trata de un destiempo atribuible al desajuste cultural y erudito de la Argentina periférica. Los mismos centros emisores del desarrollo tecnológico exhiben idénticas falencias y no pocos destiempos semejantes, por lo que vale la pena un sintético repaso por el contexto histórico y teórico-metodológico sobre el que se apoya un importante segmento de la primera reflexión nacional sobre los medios y la cultura popular, que no es otro que el contexto brindado fundamentalmente por la ciencias sociales y espacialmente el funcionalismo norteamericano y la mass communication research.

Desde fines de siglo pasado la escuela “relacionista” de Chicago se interesó por la cuestión del “control social”, por lo que no resulta aleatorio que buena parte de la sociología norteamericana de la primera mitad del siglo XX haya volcado un esfuerzo apreciable a la medición y control de la opinión, las actitudes y los mitos sociales.

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Para muchos la ya clásica emisión radial La guerra de los mundos, dirigida por Orson Welles (Oct 1938) significó el despertar de una realidad hasta entonces inédita y el comienzo de una línea de análisis que en algunos casos culminará en un reduccionismo mecanicista y pseudo-científico, y en otros alimentará desde fantaseos autoritarios hasta prejuiciosas impugnaciones sin auténtica sustentación empírica.

Hacia fines de la década del ‘50 una ojeada sobre el panorama de las ciencias sociales, en su relación con las comunicaciones masivas, arrojaba aprox los siguientes resultados, que tienen validez testimonial tanto para el centro como para la periferia científica del sistema.

Muchos investigadores norteamericanos comienzan a advertir que la problemática de los medios no alude a una dimensión única y uniforme, sino a una serie de fenómenos interconectados y de alta complejidad, integrados en un sistema de características específicas, que requieren la implementación de herramientas conceptuales y metodológicas particulares, Dichas herramientas, en la mayoría de los casos, eran fundamentalmente formas de medición empíricas, destinadas a cuantificar el “impacto” de los medios sobre el público, y a responder, por lo menos en hipótesis, a la pregunta sobre por qué los medios provocan determinado efecto sobre oyentes y lectores.

Se plantea ya la estrecha relación existente entre la información que vehiculizan los medios, los canales de difusión que éstos emplean y el conjunto de las pautas y valores sociales de la comunidad; relación examinada como un sistema de interacciones sistemáticas entre comunicación y conducta socio-institucional.

Otra de las preocupaciones de la época precisamente es la correcta delimitación del concepto “masas” en tanto opera como atributo casi permanente de los nombres básicos “medios”, “comunicación” y “cultura”.

La investigación norteamericana del campo comunicacional puede sintetizarse:

Se han logrado los exámenes tendientes a fijar los datos empíricos más gruesos y generales sobre los medios, tales como análisis de contenidos, organización de los materiales, lectura, proceso de la comunicación, etc. Ej: Lazarsfeld, Merton. Mientras que otra línea examinada con rigurosa exhaustividad es la que se vincula con la medición de las reacciones del público y la eficacia de los medios.

En gran medida esta tendencia estaba revelando la preocupación de los centros de poder económico y político que vehiculizan la propia existencia de los medios: saber hasta qué punto los mensajes de los medios pueden influir sobre el comportamiento de los consumidores o de los votantes: esto es, conocer las dimensiones, composición y reacciones del público de diferentes medios y de ellos en su conjunto.

Ya a comienzos de la década de 1950 los trabajos de los especialistas sintetizaban y daban respuesta, en cierta forma, a las preocupaciones y requerimientos señalados: quién dice, qué dice, a quiénes, con qué efecto, preguntas que resumen un tipo o conjunto de tipos de investigación centrados fundamentalmente en el análisis de los medios, contenidos, públicos, circuitos y efectos que serán las líneas dominantes durante una larga e influyente etapa.

Hacia comienzos de la década del ‘60 las referencias explícitas al modelo de análisis funcionalista, propuesto por Merton son prácticamente universales. El problema de los “efectos” suele ser

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tratado desde esta perspectiva, en términos de relaciones funcionales con el entorno social, y abundan en los trabajos de la época ciertos forzamientos a nítidas categorías “funcionalistas.

Entre estas contribuciones se destacan Edgar Morin en su ya clásico El espíritu del tiempo(1962), tal vez uno de los ensayos más importantes e influyentes de la década, por las iluminaciones que aporta al encuadramiento y al conocimiento de la cultura de masas.

Otro de los importantes innovadores, dentro de esta etapa, es el italiano Umberto Eco, cuyo Apocalípticos e Integrados (1964) aporta enfoques de gran riqueza conceptual por sus inéditas vinculaciones con la estética, la filosofía y la lingüística. En un plano igualmente destacado cabe concluir a Roland Barthes, introductor de una vía de análisis semiológico que renovaba las perspectivas de indagación y abría posibilidades más seductoras, desde el punto de vista teórico e interdisciplinario, que las implicadas en los estrechos carriles del funcionalismo norteamericano.

En los Estados Unidos, entre tanto, se replantean las cuestiones inherentes a los “efectos” y se agudiza el interés por la problemática del “receptor” de mensajes, en algunos casos en términos que demuestran cierta evolución respecto de las posiciones clásicas: Klapper sugiere la vía de análisis de las disfunciones o conductas sustitutivas desempeñadas por los medios.

La producción teórica de Marshall Mc Luhan (The Gutemberg Galaxy- Understanding Media) convertidos en “espectáculos” de la comunicología y en booms socio-proféticos de los años ‘60, con su reconversión del clásico “análisis de efectos” en un análisis de los medios en sí mismos” y sus famosas tesis-slogans (“el medio es el mensaje”)

Denostado y alabado, parece indudable que muchas de sus aportaciones, y la mayoría de sus slogans, contribuyeron a remover una atmósfera académica viciada por el encierro, aportando problemáticas e hipótesis que no habían sido examinadas por los clásicos de la Communication research.

4. Década del ‘60: Umbrales de la problemática comunicológica.

La creación de la carrera de Sociología en el ámbito de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1957, es indudablemente un hito a tomar en consideración para historiar el desarrollo de la investigación de las comunicaciones masivas y la cultura popular.

Hasta este punto, predomina en la Universidad una sociología de corte fundamentalmente filosófico, apoyada en una bibliografía en muchos sentidos envejecida, por lo cual la llegada de Gino Germani y su entusiasta introducción de la sociología empírica y funcionalista norteamericana tuvo las características de un auténtico revulsivo académico, que suscitó muchas expectativas y cuyo desarrollo estuvo pautado por dosis parejamente considerables de elogios y de diatribas.

Durante la primera etapa del Instituto y del Departamento de Sociología, los recursos aportados por la Universidad y por la UNESCO fueron derivados, fundamentalmente a la realización de investigaciones sobre estratificación social, procesos de urbanización y fenómenos de migración e inmigración.

Ese punto de partida tipifica, en cierta forma, la orientación global de la carrera y la temática dominante en las investigaciones a ella ligadas, y explica el relativo desinterés por otro tipo de

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fenómenos que preocuparon, en mayor medida al propio modelo funcionalista: entre ellos las culturas populares y los medios masivos, cuyo tratamiento se desplazará por otros carriles no estrictamente académicos.

A comienzos de los años ‘60 comienza a ganar espacio una nueva necesidad que tiene que ver con el notable crecimiento local del medio televisión y con cierta redefinición estructural de la economía y de las pautas del manejo del, mercado argentino: la necesidad, pragmática por cierto, de conocer con mayor detalle el comportamiento del público frente a los medios en términos de eficacia e ineficacia de ciertos mensajes específicos.

En 1959 y 1961, para dar satisfacción a esa demanda, que se vincula a sí mismo con la introducción de los estudios de mercado y la nueva filosofía “gerencial”, comenzaron a operar en nuestro medio dos institutos dedicados a la investigación de Ratings televisivos: IPSA, y poco más tarde IVA.

El funcionamiento de estos centros de investigación dará lugar a algunos trabajos de envergadura: la encuesta colectiva de IPSA (‘68) destinada a medir la exposición de la población de Buenos Aires a los diferentes medios, la encuesta del ‘72 de Mercados y Tendencias sobre lectura de diarios y revistas en el área metropolitana, o la investigación de la misma empresa sobre tiempo promedio de exposición a radio y televisión en hogares, o el estudio sobre investigación publicitara 1960-1962, de la Cámara Argentina de Anunciantes, etc.

Hacia mediados de la década del ‘60 la productividad académica de los Institutos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires no se inclina, espontáneamente, hacia las cuestiones de la comunicación social y la cultura popular entendidas en un sentido moderno. Un libro bastante característico de las tendencias dominantes en la investigación y el trabajo monográfico universitario es Argentina, sociedad de masas (‘65), realizado por Torcuato Di Tella, Gino Germani, etc. La segunda parte del volumen pone el acento, en cierta forma, en la pugna entre tradicionalismo y cambio por lo que llama la atención que prácticamente no se aborden allí las cuestiones candentes de lo comunicacional y lo político-cultural, especialmente cuando se trata de explicar desde una perspectiva científica y modernizadora la aparición de fenómenos como el “nacionalismo popular” y sus expresiones culturales y políticas conexas.

Parece evidente, que la carrera de sociología no es, a comienzo de los ‘60, el ámbito más indicado para la indagación pionera del tema que nos ocupa, por lo menos con la fuerza, el rigor y la extensión que justificaban una industria cultural y un mercado de consumo de bienes simbólicos con cierta tradición, o la existencia de fenómenos de cultura popular perfectamente definidos. Dos aportes precursores: en 1961 la editorial Sur publicó un volumen colectivo sobre treinta años de vida política y cultural argentina. El apartado dedicado a cultura de masas aparece precedido por un ensayo de José Enrique Miguens, que por muchos conceptos podemos considerar como una paráfrasis crítica de cierta posición que se encabalga sobre el modo ”Orteguiano” de ver la cuestión, y algunos aportes más o menos notorios del funcionalismo norteamericano.

Miguens parte, de una descripción fragmentada de las “masas” como entidades colectivas elementales, espontáneas, heterogéneas, pasivas, receptivas, anónimas, aisladas, anómicas, y no interactuantes; y al propio tiempo de una descripción estructuradora del proceso comunicacional que privilegia la función del emisor y de sus redes, medios y modos, frente a un receptor pasivo y atado a comportamientos unilineales, previsibles y escasamente dinámicos.

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El autor sostiene que en la Argentina el ascenso de las masas y la prevalencia de su correlativo modelo cultural es, ante todo, un típico fenómeno de concentración urbana que se verifica en el área metropolitana bonaerense. Fenómeno que se relaciona de manera simultánea con la declinación del liderazgo social de la clase alta como grupo de referencia y con el ascenso del proyecto sectorial industrialista, al que acompañan

los fenómenos de la migración interna y la acomodación de los saldos inmigratorios producidos durante el período de que se trata.

Frente al imperio y la compulsividad de esa cultura masiva, el autor parece privilegiar cierta versión individualista del dinamismo creativo de “cada singular persona”, y proponer la convivencia de “mecanismos propios” de selección intelectual y cultural. Sus propuestas finales, sin embargo, y pese al sesgo generalmente pesimista y desvalorizador que se advierte en su diagnóstico, destacan como mecanismos correctivos la necesidad de fomentar la interacción social, la creatividad, la pluralidad cultural, la agrupación institucional, etc.

Jaime Rest, autor de “Situación del arte en la era tecnológica”, trabajo contemporáneo del de Miguens, sobre producción artística y difusión mecanizada, impacto social de los medios masivos, manipulación de mensajes, consecuencias estéticas de los medios de comunicación, incidencia de la tecnología, etc.

Este aporte tiene la virtud de ser una temprana sistematización, en nuestro medio, de la problemática y de las reflexione suscitadas por los medios de comunicación masiva a lo largo de las décadas del ‘40 y el ‘50. El autor resume su posición de entonces advirtiendo que los medios son meros instrumentos, cuyos efectos “positivos” dependen prioritariamente de una adecuada socialización y de una acción pedagógica concebida en términos de estricta racionalidad.

A mediados de setiembre del ‘61 una breve visita del profesor Irving L. Horowitz sirvió para actualizar algunas ideas sobre las nuevas orientaciones de la sociología norteamericanas.

Surgía con claridad, de aquella exposición, la crisis de cierto concepto de la sociología, y al propio tiempo de la emergencia de un nuevo corpus integrativo, que atendía, con mayor vacuidad, la problemática del mundo cotidiano, a la vez que reivindicaba lo histórico, la reflexión epistemológica, el papel de lo político y las contribuciones tanto de la antropología como de la psicología social, considerado en su conjunto y en forma interdisciplinaria como aportes esenciales para el análisis social.

Valorizaba y actualizaba, algunas cuestiones científicas y culturales candentes.

En primer término: las cuestiones de la neutralidad y objetividad del conocimiento científico, opuestas, en la óptica de algunos al enrolamiento político o ideológico de las ciencias sociales. En segundo lugar: la crítica de la concepción antiestructural del funcionalismo, en tanto su afirmación de la “neutralidad valorativa” concluían por relativizar la posibilidad de un análisis que privilegiase la interactuación de los distintos componentes que integran el conjunto de los fenómenos sociales.

A su vez, las cuestiones de la neutralidad y lo ideológico remiten a algunos investigadores y científicos argentinos (Eliseo Verón) hacia nuevos campos del conocimiento y hacia líneas de análisis que suponen una diferenciación bastante notable frente a los criterios teóricos y metodológicos del funcionalismo.

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Con respecto a las ciencias sociales norteamericanas se censura, por ejemplo, la creciente relevancia que en ellas adquiere la función de control social, y la consiguiente burocratización e instrumentalismo que dicha función conlleva, en tanto convierte al conocimiento en un mero apéndice practicista de grande corporaciones económicas y de los centros del poder político.

Para muchos investigadores argentinos, a la problemática del control social se suma otra, tal vez de mayor trascendencia y envergadura desde nuestra específica perspectiva nacional: nos referimos a la supuesta pureza, neutralidad y transideologicidad de las ciencias sociales en la promoción y justificación global de los proyectos del desarrollismo económico, tal como los instrumentan, en este marco de comienzos de la década del ‘60, el capitalismo norteamericano e instituciones como CEPAL.

Hacia mediados de la década del ‘60 el modelo de la sociología norteamericana tocaba uno de sus puntos de crisis: la apoteosis del “rigor metodológico” y de la sofisticación académica puesta muchas veces al servicio de la trivialidad e inclusive de la ambigüedad conclusiva.

La idea de la no neutralidad ideológica de la sociología norteamericana llevaba por entonces a un replanteo de los supuestos teóricos metodológicos vinculados con la ideología del denominado “cambio social”, replanteo que de manera prioritaria debía atender a un profundo sinceramiento sobre las auténticas direcciones y finalidades de mejoramiento social buscado.

El punto de crisis de la sociología norteamericana revelaba su pobreza y su radical incapacidad para reformular, con un criterio auténticamente coherente, desde el punto de vista de la ciencia, sus propios presupuestos teóricos y metodológicos. Estas puntualizaciones históricas permiten comprender algunas particularidades del desarrollo de las ciencias sociales en la Argentina y ayudarán, a su vez, a contextualizar la orientación de algunos de los trabajos.

A la luz de este panorama no resulta difícil advertir o imaginar la adopción de diferentes conductas: algunos investigadores buscarán la “neutralidad científica” y una axiología menos comprometedora en otras sociologías o en otros campos de las ciencias humanas.

Otros más radicalizados, se embarcarán directamente en una instrumentación de las ciencias sociales y humanas como “herramientas” de la revolución, y cabe mencionar una línea universitaria que reformulará las cosas desde una perspectiva epistemológica, política y cultural de signo definitivamente nacional.

Durante el segundo quinquenio de los años ‘60 se verifica entre nosotros la difusión de obras y análisis que tienen que ver con la ideología desarrollista y con nuevos rumbos reflexivos emprendidos por las ciencias políticas, económicas, sociales y humanas.

La teoría de la comunicación humana de Gregory Bateson ingresa durante los años ‘60 de una manera específica, a través de la investigación sobre esquizofrenia e interacción lingüística.

La influencia de Bateson, y de manera dominante la idea de compatibilización entre comunicación y psiquiatría psicoanalítica, está presente en los trabajos conjuntos de Eliseo Verón y Sluzki sobre comportamiento lingüístico en los trastornos neurológicos, reunidos hacia 1970 en el volumen Comunicación y neurosis.

Están en el aire en esos productivos años de la década del ‘60, las ideas y los textos de la Escuela de Frankfurt, que surgen en cierta forma como propuesta alternativa frente al funcionalismo, con su revaluación de la “instrumentalidad” de la razón y su crítica de fondo a la nueva opresión

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tecnológica, que encierra una apocalíptica y para muchos sugestiva denuncia sobre la decadencia de la genuina civilización humanística.

Ejemplos: El texto de Walter Benjamin sobre la obra de arte en la era de la reproducción tecnológica. Obras de Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Horkheimer, etc.

5. Actualizaciones: La óptica estructural.

Hacia 1959 algunas ideas antropológicas de Lévis-Strauss eran incorporadas por Gino Germani a su cursos de sociología sistemática.

Puede afirmarse que durante el período 1959-1966 la gravitación y la productividad académica del estructuralismo fue extremadamente parca, frente a la resistencia de los sectores más tradicionalistas y conservadores, y frente, asimismo, a la orientación de los sectores “tecnocráticos” y “desarrollistas” del cientificismo liberal-modernizador.

Uno de los introductores más consecuentes del estructuralismo en el ámbito académico será, precisamente, Eliseo Verón, un joven sociólogo que había realizado estudios de post-grado con Lévis Strauss y cuya posición era crítica en relación con las líneas predominantes en las denominadas “carreras nuevas”.

Es necesario señalar el papel cumplido en este proceso de actualización por ciertas instituciones ubicadas al margen de los marcos oficiales, como el Instituto Di Tella, cuyo Centro de Investigaciones Sociales organizará algunos eventos capitales para el asentamiento y práctica de las nuevas corrientes estructurales y semiológicas. De hecho esta dinámica convergencia de campo o problemas, preanunciadas por Verón, formará la trama misma de un trabajo de reflexión en el que se amalgamarán “ideas” estructuralista extraídas de la etnología, aportes del psicoanálisis, retazos de la lingüística jakobsoniana, de la teoría de la comunicación, de la semiología, del estudio del comportamiento social, de la cuestión de la ideologías, de los conceptos marxistas de infraestructura y superestructura, de la psiquiatría, etc.

A lo largo de los años ‘60 el afianzamiento del campo lingüístico (desde su fundación moderna Saussure) y en especial del desarrollo de nuevas líneas teóricas y metodológicas provocaron una suerte de viraje desde el

funcionalismo de corte norteamericano hacia investigaciones y reflexiones más emparentadas con el estudio de los sistemas significantes, los contenidos ideológicos, los análisis semiológicos, etc.

El lugar de la neutralidad científica será re-ocupada por una masa argumental que no difiere, de la esgrimida en la etapa anterior por los ortodoxos funcionalistas de las ciencias sociales, toman en consideración de las cuestiones fundamentales de la dependencia económica y cultural, tema que se hace dominante desde la caída del peronismo en la reflexión de pensadores e investigadores procedentes del marxismo o de la línea nacional.

Se reactualiza la vieja polémica entre ciencia e ideología. La “condición de verdad” problematizará de manera severa el campo de lo político, y buscará una última legitimación universal en los territorios de la ciencia, recomponiendo de esta manera los viejos fantasmas de la neutralidad científica.

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En este punto radicará la clave de las polémicas y discusiones que sostienen semiólogos y estructuralistas con críticos que provienen del marxismo y del pensamiento nacional.

El campo estructural-semiótico se reservará frecuentemente el privilegio de la “cientificidad” frente a la mera ambigüedad, la retórica difusa y la falta de “sistematicidad” del discurso de pensadores nacionales como Jauretche. En tanto ”militante” ( y por consiguiente “ ideológico”) ese discurso no puede ser “científico”, ni “productor de conocimiento”, ya que carece de la sustentación suficiente que brindan el marco teórico, la práctica metodológica y la base empírica implementada según los cánones de la ciencia. en tanto “militante”, a este conjunto de intuiciones, interpretaciones y “tanteos” ya no le interesa el problema del método ni la cuestión del marco teórico, que están al margen de la ideología y por consiguiente de la política. Un discurso no cruzado por estas preocupaciones y recaudos se convierte, automáticamente, en sospechoso.

Hacia fines de la década del ‘60 el estructuralismo había superado entre nosotros las barreras del cenáculo de especialistas para adquirir ciertas condiciones de popularidad; una popularidad difusa, marginal, hecha mas de recortes que de seguimientos orgánicos de los sutilísimos meandros trazados por un campo en sí mismo vasto y complejo.

Junto con el estructuralismo hace su aparición hacia los años’60, la problemática semiológica, en una versión, que muchas veces confunde sus raíces con ciertos desarrollos particulares del propio del estructuralismo. Verón considera a su investigación con Carlos Sluzki como un trabajo de inspiración semiológica al que en cierta medida se puede brindar estatuto pionero.

Contemporáneamente (oct’70) se crea en Buenos Aires la Asociación Argentina de Semiótica, bajo la presidencia de Eliseo Verón. Una de las contribuciones más significativas de la asociación en su primera etapa fue la publicación de la revista Lenguajes, cuyo primer número apareció en abril del ‘64.

Así como Lenguajes pone el acento en el análisis semiológico de la producción social de la significación, una revista contemporánea, Comunicación y cultura privilegiará, en cambio, una actitud más frontalmente “socio-política”, en relación con los fenómenos, procesos y prácticas de la comunicación masiva y de la cultura en general, frente a las presiones tutelares y magistrales de los centros internacionales del poder.

No es arbitrario que Lenguajes se subtitule, muy técnicamente, “revista lingüística y semiológica”, en tanto que Comunicación y Cultura adopta el subtítulo de “La comunicación masiva en el proceso político latinoamericano”.

En un artículo de Héctor Schmucler aparecido en Comunicación y Cultura podemos agrupar las objeciones en media docena de áreas complementarias:1) La invocación de la neutralidad científica como justificación autosuficiente; 2) La sistemática impugnación de lo político como fuente de conocimiento; 3) El reflotamiento anacrónico de la oposición ciencia/ideología; 4) La “ceguera” frente a la imposibilidad profunda de compatibilizar condiciones de producción de conocimiento en un contexto dependiente con técnicas metropolitanas de alta sofisticación; 5) La generación de un campo semántico político que, en la práctica, aparece negado por la realizaciones teóricas propuestas, y 6) la negación de lo “político” desde el prestigio del “saber”.

En ese mismo texto crítico Schmucler, que es a la vez, co-director de la revista, junto con Hugo Assmann y Armand Mattelart, comienza por afirmar que la significación de un mensaje debe

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indagarse a partir de las condiciones históricas y sociales en que circulan, tomando principalmente en cuenta la particular experiencia sociocultural de los receptores.

Si el mensaje “comporta significación”, ésta sólo se “realiza” en el lugar del encuentro con el receptor, por lo que resulta indispensable inquirir la “forma” en que se verifica tal encuentro privilegiado y muchas veces decisivo.

Si admitimos, como señala Schmucler, que “en el momento de la decodificación, cuando la significación surge, se pone en contradicción o no el sistema de decodificación del emisor con las condiciones de decodificación del receptor”, puede ocurrir (como en la práctica ocurrió en la Argentina en relación con el peronismo) que el “poder” de los medios se vea profundamente relativizado, e inclusive jaqueado, por imprevistos mecanismos de “recolección” en los que resultan preponderantes las experiencias vitales e ideológicas del receptor, siempre que estas experiencias sean distintas u opuestas a los modelos que proponen las clases dominantes.

Schmucler se inclina por la investigación de las condiciones reales en que se verifica la recepción de tales mensajes, en la convicción de que sólo por este conducto se pueden obtener datos satisfactorios sobre su significación. De ahí su interés por los marcos socio-económicos en que circula el mensaje y por la situación política del receptor, en tanto factores estructurales en los que se instala el “comunicador” y se legitima o justifica la emisión de tales o cuales mensajes.

para concluir Schmucler afirma que el objeto de investigación es más bien una función que otra cosa: “la circulación de ideología en condiciones particulares de decodificación”, lo que implica que tal objeto se va elaborando de acuerdo con el proyecto político cultural que lo define.

6. La otra “orilla” de la ciencia.

En un contexto político-cultural como el argentino la discusión de fondo sobre cultura popular debe mucho a libros o análisis que cuestionaron los recetarios “cientificistas” tradicionales y recortaron la problemática desde una perspectiva muy diferente, y en muchos sentidos más rica en sugerencias y puntos de partida. Una perspectiva fundada menos sobre la vieja repetición de modelos teórico-metodológicos (centro-periferia) que sobre la reivindicación de nuestra peculiaridad de la relativa construcción de una gnoseología propia, actuante sobre los concretos y distintivos fenómenos culturales en específico marco histórico-social. A esta categoría pertenecen tres libros fundacionales. Civilización y Barbarie (‘56) de Fermín Chávez, Los profetas del odio (‘57) de Arturo Jauretche y Imperialismo y cultura (‘57) de Juan José Hernández Arregui.

Escritos con posterioridad a la caída de Perón en el ‘55, cada uno de ellos se propone explicar las claves de estas fuerzas históricas que operaron desde el ‘45,y de manera especial las razones profundas de su vitalidad y creatividad político-cultural. Son textos de proscripción, escrito en una etapa de repliegue y profunda crisis de la línea nacional.

Se los puede considerar, de manera indudable, como “textos políticos”, y de hecho cumplieron ese papel, tanto para la militancia intelectual de signo nacional como para las fuerzas de la inteligencia liberal, que trataron de descalificarlos rebajándolos al nivel de mera producción folicularea.

Pero son algo más si los consideramos en el contexto político- cultural en el que corresponde ubicarlos. Son verdaderos puntos de partida para una nueva epistemología, para una metodología de análisis cultural que señala los riesgos de la colonización pedagógica y propone nuevas herramientas de conocimiento y transformación de la realidad.

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En estos contextos, Chávez, Jauretche y Hernández Arregui piensan más en fenómenos y productos que se parecen a los elaborados por el sincretismo criollista que en los generados por la nueva civilización tecnológica.

Los aportes que debemos tomar en cuenta se refieren, a la reformulación de la concepción historiográfica, a la impugnación del modelo pedagógico colonial, a la reivindicación del denostado o ignorado patrimonio

cultural criollo, a la defensa de la memoria popular histórica, a la lucha por la identidad cultural, a la defensa de la creatividad popular, a la crítica de la élites culturales, a la reivindicación del conocimiento territorial, al análisis de la dependencia, a la revalorización de lo regional, etc., todo lo cual contribuirá a redefinir al sujeto y al objeto de la cultura nacional y popular, y a dilucidar, de paso, nuevos criterios teóricos y metodológicos de valorización, recuperación y análisis, en una dirección que había sido escamoteada o deformada por la tradicional concepción eurocentrista y epigonal de la cultura argentina.

Se recupera la producción de autores cuyos aportes son considerados como objetivamente pertinentes para la dilucidación de cuestiones de muy variado y complejo carácter.

basta con pensar en el tipo de análisis emprendido por Eduardo Romano desde mediados de la década del ‘60 sobre la generación poética del ‘40, la cultura popular durante el peronismo, los letristas de tango y otras zonas de la cultura popular rioplatense, o la múltiple recuperación político-cultural que hace Aníbal Ford, hacia comienzo de los años ‘70 de la figura de Manzi, o los trabajos de investigación emprendidos por Jorge Rivera sobre formas precursoras de la literatura gauchesca, sobre el auge de la novela de folletín en el Río de La Plata y posteriormente sobre diversas formas de producción simbólica vinculadas con la industria cultural.

Una etapa que parece impostergable para comprender algunos procesos de polémica gravitación en los umbrales de la década del ‘70 son las denominadas “Cátedras Nacionales” que la carrera de sociología cubrió, entre los años ’68 y ’71.

Durante esa etapa un conjunto de docentes de muy diversa extracción ideológica pero unificados por su acercamiento al peronismo, se proponen redefinir los viejos lineamientos funcionalistas de la carrera y esbozar el programa de una sociología nacional, que diese cuenta de los problemas concretos de la realidad argentina.

Horacio González, entre tantos, protagoniza y delinean un proyecto que trata de implementar el pensamiento doctrinario de la línea nacional (Perón, Jauretche, Hernández Arregui, Scalabrini Ortíz y los revisionistas..) en función de una realidad político-cultural a la que juzgan escamoteada por la sociología funcionalista, por el marxismo y por las expresiones remanentes del liberalismo tradicional.

Están latentes en ese contexto, algunas problemáticas internas y externas para comprender la época: la Revolución Argentina, la proscripción de peronismo, el plan de lucha de la CGT, la radicalización revolucionaria de algunas líneas del movimiento nacional, Cooke, el foquismo, las propuestas alternativas, la discusión sobre liberación y dependencia, los desarrollos de la doctrina social de la iglesia, Medellín, la Revolución Cultural China, el auge del concepto de Tercer Mundo, el colapso de la Alianza para el Progreso, la lucha de Argelia, los avances de la descolonización en Asia y África, las tesis de Fanon, las luchas del mundo Árabe, el apogeo de los grandes líderes populares, el concepto de socialismo nacional, etc.

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Impugnados o criticados, los animadores de las Cátedras Nacionales procuran abordar desde una nueva perspectiva la historia social argentina, el pensamiento de los clásicos de la sociología, la teoría de la dependencia, el papel de las identidades culturales en los procesos emancipatorios del tercer mundo, etc., y si en conjunto no producen un aporte convencionalmente significativo en la dirección específica de los medios y la cultura popular, las polémicas que suscitan, sus reconceptualizaciones más maduras y su instrumentalización de ciertas líneas de procesamiento del pensamiento deben ser tomadas en cuenta para un análisis integral de los marcos teórico-metodológicos y políticos-culturales en que se mueve la discusión y la producción del conocimiento en los años ‘60 y ‘70.

La producción, la crítica y la polémica dentro del marxismo aparecen hacia los años ‘60 y ‘70, como un doble reflejo del deshielo post- stalinista y a la vez de las crisis estratégicas y coyunturales por las que atraviesan el partido comunista argentino y la izquierda en general.

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TEXTO 4.

“Comunicación, Medios y Cultura.

Líneas de inv. En Argentina. 1986-1996”

Jorge B. Rivera

Capítulo III: Las Líneas

III.I EL ESPACIO SEMIÓTICO

Oscar Steimberg y Oscar Traversa crean la Asociación Argentina de Semiótica (1970) y la revista Lenguajes (1974). Allí, hay autores como

* Mario Carlón: Inv. las tensiones e interacciones que se establecen entre las imágenes artísticas y las periodísticas. Uno de sus aportes es la propuesta de una clasificatoria que opera con el tipo de representaciones (icónico-inicial) y el estatuto (real-imaginario) de la representación.

* José Luis Fernández: trabaja sobre los lenguajes de la radio, en procura de una definición de las especialidades del lenguaje radiofónico. Abandona la perspectiva historicista para adentrarse en las relaciones entre discursos y dispositivos tecnológicos, los modos de enunciación, las características específicas y diferenciales del texto radiofónico, etc.

* Marita Soto: inv. sobre telenovelas. Se propone superar barreras analíticas relacionadas con la búsqueda de la singularidad genérica de la telenovela, y que elige para ello la perspectiva de la desmultiplicación conclusiva.

Los autores, profundizan en la dirección de las cuestiones de cambio y permanencia genérica, de las diferencias entre género y estilo, de la circulación intermediática de los géneros, de la recepción de géneros, etc.

Cabe mencionar los aportes de Eliseo Verón.

* Fines de los sesentas: se proponía la construcción de una teoría de la comunicación social, basada sobre todo en la inv. empírica y en el rechazo de la vaguedad y generalidad ideológica (por esos años, de Althusser).

La confluencia de materiales y saberes de la lingüística, la teoría de la información, la semiótica y el estructuralismo levi-straussiano, permitían por primera vez un tratamiento científico de los fenómenos de significación que formaban la trama del universo comunicológico y mediático.

* Ochentas: sus intereses derivarán hacia productos en tiempo real, como entrevista televisiva, reality shows, etc. Realiza un análisis cuya práctica, en relación con los receptores y con el propio fenómeno de la recepción, supone un posicionamiento de

campo basado en herramientas no textuales, como las entrevistas, grupos de observación, etc.

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Para él, la emergencia de la problemática de la recepción obligaría a extremar los recaudos teóricos y metodológicos, para no incurrir en discursos vagos. La herramienta básica es este caso sería, una vez más, el trabajo de campo.

III.2 LA INTERSECCIÓN COMUNICACIÓN/CULTURA

Analistas e investigadores arg, entre los 80’s y los 90’s, tienen por objeto de estudio y reflexión lo estrictamente mediático. Indagan el papel que cumplen los contextos culturales en las interacciones que se establecen entre medios, mensajes de los medios y sus receptores. También lo engloban en algo más amplio, la CULTURA, interesa el modo en que la cultura participa como marco referencial en la conformación de los procesos de comunicación mediática y no mediática.

Son enfoques más culturalistas que estructuralistas, de perspectiva cualitativa.

A nivel internacional, los estudios culturales surgen en el campo investigativo comunicacional como resultado de una tensión que se relaciona con el despegue de la atención teórica hacia las estructuras sociales y el contexto histórico como factores esenciales para comprender la acción de los medios.

La línea, analiza y describe las interrelaciones del conjunto de las prácticas de una sociedad a partir de un concepto de cultura como amalgama de significados, valores y prácticas sociales.

Podemos ubicar en el contexto de los años 80 y 90 la influencia de la escuela de Birmingham, los estudios de Stuart Hall en los años 70, las reformulaciones de esos estudios propuestas por David Morley y Ien Ang, los trabajos antropológicos de Cliffort Gertz sobre la diversidad y sobre la misma naturaleza del quehacer antropológico en los nuevos marcos de época, etc.

Conviene recuperar cierta idea de especificidad contextual y de sintonía discretamente diferencial que constituye la marca de muchos trabajos locales.

Aníbal Ford, propuso una reconceptualización de lo cultural y político cultural que involucraba revisiones de conceptos teóricos funcionalistas todavía activos a comienzos de los 80, al mismo tiempo, la revalorización de lo micro histórico, de los saberes no institucionales, de la percepción territorial y de las estrategias pertinentes en los contextos de crisis, entre otras cuestiones epistemológicas abordadas.

Aníbal Ford, 1994, señala la existencia de confusiones entre los términos comunicación y medios, cosa que no ocurriría con dos términos antropológica y semiológicamente indisociables como comunicación y cultura, y de ahí la necesidad de recuperar la larga data de los estudios

culturales en A. Latina, junto con la constitución del campo comunicación-cultura en los 60s, no como disciplina académica, sino como discusión en el campo intelectual.

Institucionalizados, el campo y los propios estudios culturales pueden perder su densidad crítica y su autonomía, y transformarse apenas en buenas y calificadas herramientas de trabajo. Desde esa óptica los estudios culturales pueden ser “represivos” o “transformadores” según como se lo utilice, y por esa misma razón resulta riesgoso que se desagreguen de los compromisos políticos que deben servirles de marco.

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Si algo quedó trunco en América Latina en los últimos años, fue ese modo de percepción y procesamiento político-cultural que debía mediar entre el tiempo largo y sistemático de las investigaciones académicas y el tiempo corto de los análisis y la acción política.

Eduardo Romano ha trabajado activamente en la línea del análisis cultural y político-cultural, desde textos de encuadre histórico-conceptual como los producidos a comienzos de la década del ´70 sobre cultura y dependencia. Sus investigaciones sobre géneros populares contribuyeron de manera sostenida a lo largo de los ´70 y ´80 a la documentada erosión de la vieja concepción elitista de alta cultura, desde una perspectiva de reposición de esos patrimonios y del concepto de cultura popular.

El desplazamiento hacia nuevos objetos y fenómenos culturales multidimensionales (insertados en lo mediático, pero no generados necesariamente en esa esfera) tiene algunos representantes significativos; Pablo Alabarces entre ellos.

El tema de las tribus y los consumos de la cultura juvenil urbana como otro fenómeno ubicado en la mira de los inv. de base etnográfica, comunicacional o sociológica, ha sido abordado por Mario Margulis y un equipo de investigadores en la cultura de la noche.

III.3COMUNICACIÓN CULTURA Y POLÍTICA.

* Oscar Landi en los comienzos de los 80

Desde esa perspectiva teórica, en la que predomina el criterio pragmático más que el semántico, Landi define el carácter político de un discurso por su realización de actos transformadores de las relaciones intersubjetivas, y por su capacidad para otorgar “lugares” autorizados, instaurar deberes y generar confianzas.

Creciente interés del autor por la interacción de los sistemas políticos y los problemas culturales y comunicacionales en el contexto del retorno de la democracia.

Por la misma época, el sesgo comunicológico y sobretodo mediático de la trayectoria de Landi se acentuará con la inv. sobre la recepción del discurso informativo de la tv, emprendida en colaboración con Heriberto Muraro.

El tema abordado suponía un examen de las principales corrientes en uso para el estudio de recepción de medios, entre ellas, la de efectos de los medios y la de usos y gratificaciones.

El texto sugiere que las operaciones activas de la recepción son posibles porque el emisor también está supeditado “al doble juego del alcance y el límite del lenguaje y la producción del sentido”.

El trabajo de Landi se integra en la oportunidad con otros 4 que complementan el abordaje de los temas implicados y lo hacen desde la perspectiva global de Las Políticas Culturales.

La producción de Landi tiene en cierta forma un punto de remate expositivo en su libro “Devórame otra vez”.

A partir de los 80, constata Landi la tv ha asumido un protagonismo hegemónico en relación con lo político.

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En su doble condición de escenario de la política y constructora de lo político, la tv ha diseñado una ingeniería que depende de su existencia y de sus estilos, y que favorece la emergencia de toda una generación de especialistas que producen ante todo espectáculos políticos para la pantalla chica.

Landi, prefiere pensar en un receptor interactivo, que frente a la idea de una homogeneización manipulatoria opera con la tecnología de pequeño formato del control remoto haciendo zapping, o con una concepción más amplia de la recepción que postula la existencia de múltiples modos de construir la noción de realidad.

El libro de Landi provocó en su momento una dura réplica de Beatriz Sarlo desde las páginas de la revista “Punto de Vista”, donde reinstaló las cuestiones de la reflexión crítica sobre lo real y del intelectual crítico frente al diseño de los medios.

III.4. COMUNICACIÓN Y MARKETING POLÍTICO

La nueva emergencia del interés investigativo por lo político se corresponde ahora con una industria de las comunicaciones tecnológicamente más amplia y diversificada con públicos que presentan simultáneamente caract de masividad y fragmentación, y con la existencia de prácticas profesionales antes ignoradas como especialidades con cierta autonomía.

Un factor a considerar es que muchas operaciones mediáticas realizadas en un sentido constrictivo o liberador se verifican en un contexto en el cual la elaboración de categorías de interpretación de la realidad social responde sobre todo a una cosmovisión centrada en vínculos difusos y afectivos, que desde la perspectiva del marketing político obligan a sondear recursos estéticos, de género, de atmósfera, de lenguaje, y estrategia altamente complejos y sofisticados, y no solo discursividades políticas e el sentido tradicional.

La metodología cuantitativa de la encuesta y el sondeo de opinión solo brindará un encuadre provisional.

Oscar Landi: los procesos que se están operando en la arg desde el retorno de la democracia, y en especial desde la denominada postransición son indicativos de un “cambio de mentalidades políticas”. Y a la vez, de una reformulación de las relaciones que la gente tiene “con sus propias ideas”.

Una de las síntesis más ilustrativas sobre el campo de la inv. realizada desde el punto de vista del marketing y publicidad políticos, fue “Poder y comunicación” (1991) de Heriberto Muraro.

El tema se expande de manera sostenida como consecuencia directa de demandas de experticie planteadas por la corporación política y por las agencias gubernamentales específicas, sorprendidas en cierto modo por la irrupción aparentemente inadvertida de nuevos dispositivos tecnológicos y de estilos comunicacionales inéditos o poco explorados.

La casuística desplegada por Muraro en Poder y Comunicación, es una buena muestra de supervivencia de la metodología cuantitativa heredada del campo de las inv de mercado, lo que no implica necesariamente un juicio de valor abstractamente formulado.

La existencia de un segmento de conductas inicialmente impredecibles pone sobre el tapete las dificultades del trabajo investigativo empírico, fundado en datos extraídos de encuestas de opinión de sesgo clásico. El territorio ocupado por los “indecisos”, en suma, configura para esta

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clase de investigaciones lo que puede definirse como simplificaciones heroicas de las opiniones de los encuestados, a la hora de realizar una predicción o recomendar un curso de acción operativa.

Para Muraro, la cuestión de los indecisos plantea en este sentido un punto metodológico relevante: la percepción de un segmento no como totalidad uniforme y congruente sino como variable continua caracterizada por un porcentaje elevado de grabaciones y matices particulares.

Es llamativo que fuera de las agencias operativas puntuales y de las lógicas de rentabilidad mencionadas no se haya evidenciado en la esfera académica una preocupación más sostenida y metódica frente a comportamientos que nos están señalando modos sociales e individuales de intervención percepción y selección política.

Tal vez la tarea de inv deba orientarse en este caso hacia metodologías más cualitativas que cuantitativas, por lo menos para captar esos matices que parecen tan significativas a la hora de procesar una decisión valorizada como la electoral.

El interés académico investigativo tendría que ver, por el contrario:

a) Con la construcción de la convivencia democrática en un contexto de fuertes transformaciones.

b) Con los cambios de mentalidad política

c) Con la emergencia de ideologías espontáneas de los votantes.

d) Con la reformulación de las propias ideas.

Como remate de sus inv., Muraro afirmaba que si el electorado “móvil” constituía la masa de maniobra del marketing y la publicidad política, este género comunicacional habría irrumpido en la escena cultural con el sostenido propósito de quedarse, aunque acotaba que al propio tiempo su perduración y sus resultados escapaban en el fondo “a los cálculos de los ingenieros de la políticas”.

La perspectiva elegida e primer término permitió advertir la heterogeneidad y a veces inconsistencia del compromiso con las normas, valores y reglas de juego del sistema político.

El texto saluda la reacción de algunos investigadores contra lo que llama “La estadístico-manía”.

III.5. LA CONDICIÓN “HÍBRIDA”

García Canclini aborda el tema de lo popular en procura de un deslinde específico de sus atributos y comportamientos en la escena contemporánea. Trata de discriminar en qué forma elaboran los llamados sectores populares la cultura hegemónica y de qué manera desarrollan frente a ella su organización y su capacidad autónoma de réplica.

La condición híbrida de las nuevas culturas latinoamericanas, en las que se cruzan lo tradicional y lo masivo, el museo y el mercado, las nuevas tecnologías y los viejos patrimonios, exigen a su vez para Canclini, un cruzamiento disciplinario en el que incluye la antropología, la sociología, la historia del arte y los estudios comunicacionales.

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En los últimos años, el autor ha volcado su interés investigativo hacia el tema de los consumos culturales y el sondeo de las características y conformación de los públicos de cine y video.

III.6. PERSPECTIVAS CRÍTICAS

Tanto para la mirada de la vieja comunication reserch, como para la visión crítica de la Escuela de Frankfurt, se privilegia el tratamiento de lo comunicacional en dos direcciones:

* La del control social

* La correspondiente a la función crítica, presidida por una voluntad liberadora y reformuladora.

III.6 A. Las marcas de Frankfurt

El campo Franckfurtiano razonó sus problemáticas entre contextos sucesivos:

* El de la república liberal burguesa de Weimar

* El que corresponde al ascenso y entronización del fascismo

* El de los umbrales de la sociedad postindustrial, en cuyos márgenes se propuso la indagación de la progresiva desintegración del sujeto y la reitificación de la vida.

Persiste la idea de conclusiones subyacentes con el poder y de las estrategias de manipulación sustentadas por estructuras multiestratificadas de mensajes.

III.6 B. Situacionismo

La perspectiva situacionista fue expuesta por Guy Debord. Sus ideas de lo espectacular como maquinaria discursiva y como ley social que establece densos vínculos de poder entre deseo y obligación, por oposición a la posibilidad utópica de convertir a la vida cotidiana en un subproducto del aire

III.6 C. Pensamiento Postmoderno

La actitud postmoderna se plantea como el modo de ser de la cultura en el nuevo contexto postindustrial y globalista, sobre la base de una fórmula que supone: el agotamiento del modelo modernizador, el fin de los grandes relatos ideológicos y totalizadores, la pura ilusoriedad de la conciencia individual autónoma, el borramiento de los límites entre saberes.

La actitud postmoderna tiene consecuencias epistemológicas, teóricas y metodológicas más extensas que las reflexiones ensayísticas que ha suscitado.

III.6 D. Baudrillard

Las ideas de una relación inversamente proporcional entre información y sentido y entre institución y sociedad. Las mayorías silenciosas que expresan la agonía o la muerte de lo político serían, desde esta perspectiva, la última consecuencia negativa de la racionalidad instrumental.

III.6 D. Habermas

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Desde la perspectiva habermasiana la coacción social resulta en estos tiempos más evidente que en otras instancias contextuales e históricas, puesto que se ponen simultáneamente de manifiesto:

a) La incapacidad para una producción administrativa de sentido

b) La implicación de la cultura como territorio estratégico de la contradicción

Para Habermas es necesario tender un puente entre el discurso del conocimiento y el discurso de la ética y la política. Entonces puede entenderse como una propuesta de reintegración de la unidad de la experiencia, de unidad sociocultural entre vida y pensamiento.

III.6.F La perspectiva crítica en Argentina

En las filas de la perspectiva crítica se encuentra Héctor Schmucler, que alienta una reubicación argumentativa de los puntos de vista de la Teoría Crítica, que rompe de cierto modo con una línea de oposición a la Escuela de Frankfurt instalada en nuestro medio.

Schmucler, adhiere indirectamente a las críticas frankfurtianas contra la pura investigación cuantificacional.

Frente a las postulaciones posmodernas sobre pertinencias de pensar todavía en términos de utopía, su posicionamiento constituye una alternativa congruente, porque tiende a reivindicar alguna forma de fe y trascendencia más que la propia idea de utopía.

El tema de la utopía le permite plantear el del intelectual crítico para confrontarlo con el perfil actual del intelectual convertido sobre todo en técnico, experto, o funcionario o mero instrumento de una realidad no sujeta “a crítica”.

La reflexión de Schmucler parece tender a un examen y ordenamiento no demasiado optimista de problemáticas que forman parte de las agendas comunicológicas académicas, investigativas e institucionales.

La visión de Schmucler se inclina más bien por considerar críticamente a la massmediatización política como vulneradora de las posibilidades de una exposición y confrontación de ideas para la construcción de la democracia, en beneficio de su especularización y polarización valorativa. De ahí, que considere a la homologación bastarda de democracia con mercado como una amenaza para la supervivencia de la ética en el campo de la política.

El lugar crítico expresa sobre todo un “malestar” que puede alimentarse de fuentes diversas entre sí: la banalización mediática, el uso de los medios como herramientas para garantizar la hegemonía del poder, la obliteración de los genuinos patrimonios culturales a manos de los medios o de la industria cultural, la utopía de una transparencia y verificabilidad comunicacional absoluta.

Uno de los últimos libros de Beatriz Sarlo es un buen ejemplo de ensayo crítico que construye objetos culturales y comunicacionales para polemizar con algunas supuestas pertenencias del campo analítico y académico.

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Los análisis de Beatriz Sarlo, escogen temas puntuales como videoculturas populismo y mercado, para discutir sobre el papel de los intelectuales, el papel de los medios masivos, y las posibles políticas del Estado en un contexto que percibe como “postmoderno y contradictorio”.

Más que un rico abanico de diferencias y heterogeneidades temáticas, genéricas, informativas y discursivas, lo que ofrece la tv de aire, por ej., es un juego de espejos en abismo en el que se repite de modo constante y estereotípico la similaridad.

Casullo, se pregunta si con lo cultural “se aspira a reabrir de manera comprometida una memoria espiritual y teórica vencida, una crítica a la sociedad tecnomasiva como condición histórica de dominios, o esta fiebre culturalista, por el contrario, es parte de un armonioso cementerio de la crítica, audible como espacio de léxico massmediático”.

Casullo, ve a lo cultural como una reinscripción de la cultura cultivada una sacralización laica, no ajena a la actitud postmaterialista, o como una compactación interpretativa, que reemplaza leyes de la historia por metadiscursividades. Pero también, como artefacto distractivo y espectacularizador que a través de la palabra vaciada, la interpretación banalizadora, los flujos informativos y genéricos, etc., sustrae “lo que importa” medularmente.

La posición de Casullo supone implícitamente una propuesta investigativa que debería describirse como la búsqueda de una crítica de la historia moderna, la propuesta de una contrahistoria de la injusticia y de la profanación de los sentidos graves y trascendentales, junto con el debate de la tradición del pensamiento negativo, en procura de un teorizar culturalmente contrahistórico.

Los intelectuales expertos han pasado a constituir una categoría más de la estética televisiva, establecida por el mercado para anular toda diferencia “entre palabra y mundos instituidos”.

En una posición igualmente crítica se ubica el pensamiento de Christian Ferrer, quien propone actuar a contracorriente de la propia metodología y de las propias certezas cada vez que un campo de conocimiento se “satura de discursos consagrados institucionalmente”.

Ferrer se tensiona constantemente con la academia y el universo institucional.

Horacio Gonzáles, coloca su reflexión sobre página 12 en una doble perspectiva que coincide con su programa de lectura: recíprocamente la de subjectum, en tanto lector, y la de objectum, en tanto crítico.

III.7. Perspectivas y aportes

En la última década se mantuvo un interés constante por la inv. histórica de los medios. En la mayoría de los casos señalados el rubro “radios alternativas” aparece como un horizonte abordado pero todavía en disponibilidad para sistematizaciones y teorizaciones más productivas.

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Texto 6 Memoria de la Comunicación

De Héctor Schmucler

¿Para qué investigar sobre los medios masivos de comunicación?

Apunta al lugar común, como un movimiento impetuoso de los estudios sobre comunicación

masiva. La observación tiende a convertirse en verdad apodíctica y difícilmente se exija una

demostración a quien la formule.

Es necesario indagar sobre algunos aspectos de la afirmación tantas veces cargada de sorpresa a)

no es casual que los estudios hayan crecido en los últimos tiempos puesto que la comunicación

masiva adquiere un papel manifiestamente importante en estos años, sobre todo por la

presencia dominante de la televisión b) casi contradiciendo el punto anterior, es preciso destacar

el lugar privilegiado que le otorgaron a los medios masivos (aunque no los llamaran así) los

pensadores políticos mucho antes de la ola actual.

Se habla sobre los estudios de “efectos de la comunicación” y que estos están orientados en el

mismo sentido que la instalación de emisoras de radio o la venta de aparatos receptores; así

como la literatura “funcionalista”, que domino las publicaciones hasta hace apenas diez años,

sirve de ordenamiento “teórico” para justificar los mecanismos de la sociedad donde las

empresas propietarias de los medios realizan sus negocios c) En la última década, se han visto

florecer nuevas tendencias en la investigación, consecuencia del entusiasmo por el estudio de los

sistemas significantes que tienen a la lingüística como referente y donde los análisis semiológicos

ocupan un lugar destacado. Se devela una oposición a las corrientes norteamericanas clásicas y

se muestra útil para develar los contenidos ideológicos de los mensajes. Los medios masivos

como instrumentos de las estructuras sociales dominantes en los países capitalistas y

dependientes.

La vinculación con nuestra realidad latinoamericana. La necesidad de reflexión no se produce

caprichosamente sino estimulada, al menos, por tres razones: 1) una práctica social directa o

indirecta (es decir, realizada por otros y asumida por mi) que fue modificando concepciones que

teníamos hace algunos años sobre el papel de los medios masivos de comunicación 2) la

polémica desatada en los últimos tiempos sobre la oposición ciencia versus ideología (que

comporta la de ciencia versus política) y que, si bien en estos momentos languidece ante el

ostensible deterioro de los partidarios de la oposición, no deja de expresarse abierta o

residualmente en numerosos trabajos aparecidos o que se realizan actualmente. El debate

acerca de la metodología a aplicar en los estudios sobre el tema y con la legitimidad de algunos

de ellos 3) el proceso político que durante estos años a sacudido a américa latina y que ha

generado nuevas condiciones de pensamiento, a la vez que ha verificado o desechado la verdad

de algunas de las hipótesis esgrimidas hasta ahora.

Corrientes semiológicas dentro del acontecer latinoamericano y sus diversas postulaciones:

1) La metodología semiológica (con diversas variantes) ha sido propugnada como valor en si

que justifica las investigaciones. Al invocar su situación “científica” encuentra un objeto

valido en los mensaje lanzados por los medios, donde se instala para descubrir los

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mecanismos estructurales que determinan su significación por lo tanto la ideología que

encierran.

2) Nosotros pretendemos encontrar justificaciones exteriores a la investigación misma, en la

realidad socio-política, y establecer objetivos de acuerdo con las necesidades surgidas de

un proyecto general de transformación de esa realidad. No se obvia el problema de

método, pero este se vuelve funcional al objetivo y se legitima en virtud de la eficacia y

no de su pureza intrínseca. La elección del método tampoco es gratuita y tiene que ver

con el objetivo general antes planteado. La semiología es uno de los caminos de abordaje

correcto, condición de limpiarla de la propaganda que pretende constituirla en la ciencia

de las ciencias y que cumpla el papel asignado dentro del conjunto de aproximaciones

que permita volver eficaz un estudio de los medios masivos. Entonces, situación histórica

y método son coordenadas a tener necesariamente en cuenta para encarar el objeto

“comunicación masiva”.

3) Solo es “científico”, elaborador de una verdad, un método que surja de una situación

histórico-política determinada y que verifique sus conclusiones en una práctica social

acorde con las proposiciones histórico-políticas en las que se pretende inscribirlas. Le

guste o no al científico, siempre su ciencia se vincula a una política. Toda política

condiciona una ciencia.

La revista argentina Lenguajes: Ciencia versus ideología

Líneas de fuerza:

a) El reconocimiento de las “condiciones de producción del conocimiento” en la Argentina

marcadas por la dependencia económica y cultural.

b) La necesidad de elaborar un saber acorde con los requerimientos del Tercer Mundo en

que la Argentina está inserta.

c) La imprescindible diferenciación entre el hacer político y el hacer científico y por lo tanto

la rotunda afirmación de que de la práctica política no surge el conocimiento.

d) El hostigamiento a las producciones culturales latinoamericanas que confunden los

campos (mezclan lo político-ideológico con la ciencia).

e) La condescendencia benevolente hacia aquellos bienintencionados que, sin embargo, no

han alcanzado la cumbre de la ciencia.

f) La mostración de las más sofisticadas indagaciones que actualmente se realizan en

Europa (Francia preferentemente) por nativos de esos países o por latinoamericanos

residentes.

Diferenciación fundamental del discurso político y la “producción de conocimientos” y las

condiciones impuestas por la investigación en contraposición a la demanda social en relación a

las aplicaciones prácticas. Por el contrario, Mattelart y Dorffman afirman que la práctica política

es condición de verdad para las ciencias sociales.

Se habla de los riesgos de engaño que lleva implícita la división antagónica entre ciencia e

ideología.

La elección de un camino

Page 35: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

a) Se considera a los “Medios como generadores de ideología”, “Medios alienantes”,

“Medios manipuladores de la conciencia”. La significación de un mensaje podrá indagarse

a partir de las condiciones histórico-sociales en que circula. Estas condiciones significan,

en primer lugar, tener en cuenta la experiencia socio-cultural de los receptores.

Indagación sobre la forma en que se da el encuentro entre el mensaje del receptor, desde

donde se lo recepta, desde que ideología, es decir, desde que relación con el mundo.

b) Se describen distintos mensajes, niveles diversos de experiencias, capacidad de

convicción de los medios está estrechamente ligada a los varios planos ideológicos que

conviven en un receptor único. En el momento de la decodificación, cuando la

significación surge, se pone en contradicciones de decodificación del receptor. El “Poder”

de los medios puede ser nulo e incluso revertirse en la medida en que el mensaje es

“recodificado” y sirve de confirmación del propio código de lectura.

c) Se deduce que, según el criterio de los autores, es inútil comenzar el estudio por el

mensaje (lo que nos descarta su análisis), que es preciso bucear en las condiciones de

recepción de ese mensaje para obtener datos reales sobre su significación y que esas

condiciones tienen sustancialmente un referente político.

d) Consecuentemente, cualquier investigación que intente ser útil deberá partir de la

situación socio-económica en la que el mensaje circula. La situación política del receptor

condicionara la acción (la significación) del medio. La caracterización económica del

propio medio ofrecerá pistas útiles para entender las razones que determinan la emisión

de uno u otro mensaje. Política y economía constituyen la estructura donde se instala el

llamado “comunicador” y que establece el condicionamiento para la producción de

mensajes.

e) La “utilidad” de la investigación por la cual se concibe a los medios masivos como

instrumentos de transmisión ideológica. Los autores conciben su acción en el campo de

una lucha que atraviesa toda actividad humana.

f) La investigación sobre los medios masivos adquiere un carácter estrictamente

instrumental que presupone la posibilidad de utilizar las formas de comunicación masiva

en uno y otro sentido. El marco de la investigación queda definido por las necesidades del

nivel de desarrollo de la conciencia popular dentro de un proyecto general.

Los corolarios de una tal posición son diversos:

a) El punto de partida para investigar en los medios masivos de comunicación es un

proyecto político-cultural al servicio del cual se intenta colocar la comunicación masiva.

b) El instrumental (metodología) a utilizar depende del objetivo a conseguir. Esto no

significa que creamos en la neutralidad de los métodos, sino por el contrario, en la

absoluta pertinencia de algunos de ellos o de varios a la vez en función del objetivo

diseñado.

c) La aceptación de los medios como producto natural del desarrollo tecnológico enmascara

una falacia, pues siempre son instrumentales a un proyecto de sociedad. Su utilización,

modificación o negación depende del proyecto que respalda la construcción de otra

sociedad.

d) Todo utopismo izquierdista sobre la modificación de los medios que no tenga presente la

correlación de fuerzas actuantes en el ámbito social o que preconice “ideales” al margen

Page 36: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

de la experiencia del pueblo, esta llamado no solo a fracasar sino a reforzar las

instituciones vigentes.

La definición del objeto de investigación, que caracteriza una de las facetas constitutivas de la

ciencia de acuerdo con los criterios en vigencia, no cristaliza, en nuestro caso, en un corpus

determinado. El objeto en estudio es más bien una función: la circulación de la ideología en

condiciones particulares de decodificación. El objeto, por lo tanto, se va elaborando de acuerdo

con el proyecto político-cultural que lo define. Si se comprende que la instancia ideológica no es

una variable dependiente de la llamada estructura, subestimar la importancia de los medios

masivos es tan funesto como agigantarlos. Pretender autonomizar su función social al margen

del proceso de una sociedad es tan defectuoso como despreciar el papel específico. El lugar de la

comunicación masiva (y por lo tanto de la investigación que la toma como objeto) queda

correctamente definido desde el interior de un proyecto global de sociedad.

La investigación (1982): Un proyecto comunicación/cultura

Historia colectiva y saberes individuales se combinaron para construir esta nueva lucidez crítica,

de cuyo cuestionamiento no escaparon los temas vinculados a la comunicación y la cultura. Para

los que negaban el funcionalismo dominante, el auténtico conocimiento tenía otro rostro: La

materialidad del lenguaje, la materialidad de las ideas, las estructuras de la significación que se

ocultaban bajo la superficie del discurso y que debían ser develadas de manera implacable.

Aquello, lo otro, era ideológico: construcción falsa de las apariencias del mundo; esto, lo propio,

era la realidad sustantiva, profunda, descubierta a través de las trampas sembradas por la ilusión

de transparencia que ofrecían cosas. La ciencia del funcionalismo era un simulacro; la sustentada

en el materialismo, se decía, representaba la realidad objetiva.

La “Teoría de la dependencia” fue en algunas circunstancias la matriz sobre la que se montaron

acciones concretas. La teoría no pasaba a través sino que estaba en el drama.

Hoy ya sabemos que no existe una verdad, previa a nuestro conocimiento, que está esperando

ser revelada, que el conocimiento es un proceso de construcción y no de descubrimiento. Hemos

aprendido que las realidades son infinitamente más complejas que las enunciadas por algunas

matrices teóricas. El individuo, la subjetividad, no es solo una consecuencia: Es componente

decisivo que actúa en condiciones físico-naturales cuyo funcionamiento también admite el azar y

lo imprevisible. Hemos aprendido a reconocernos como seres humanos cuyos deseos y placeres

están en el origen de sus acciones (incluidas las colectivas). Los seres humanos no deberían estar

después sino antes de los modelos sociales y económicos que se proponen en la actualidad. Estas

ideas constituyen el motor de cualquier acción contemporánea que intente superar la crisis de

esta civilización que creía avanzar hacia algo y que parece lanzada a la destrucción, a la nada.

Un proyecto de comunicación/cultura no podría continuar sin asumir esta lacerante conciencia.

Deberíamos establecer conceptualmente, una barra entre los dos términos (comunicación,

cultura) que ahora articulan y destacan sus diferencias con una copula. La barra genera una

fusión tensa entre elementos distintos de un mismo campo semántico. La barra acepta la

distinción, pero anuncia la imposibilidad de un tratamiento por separado. Venimos de un

obstinado fracaso: definir la comunicación.

El concepto de comunicación, así, carga la culpa del racionalismo que intenta formular leyes

únicas para explicar el funcionamiento de fenómenos plurales. La versión cibernética de

retroalimentación está en el centro de esta corriente explicativa que totaliza su visión en la

Page 37: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

teoría de sistemas. Todo se comunica, quiere decir estrictamente, que todo se autorregula, que

todo tiende a un fin (Falta aún una historia que vincule la construcción de los conceptos de

comunicación y energía, que remplazan a la “causa primera” en la metafísica moderna). El

estudio de la comunicación se convierte, con frecuencia, en el aprendizaje del uso de

instrumentos en la evaluación de las consecuencias de uso de determinadas tecnologías. En uno

u otro caso, el instrumento aparece como un mediador más o menos neutro. Hay una historia de

los usos de algunas técnicas; hay otra historia, la de la técnica, que se muestra como un proceso

de evolución natural, condicionado, en todo caso, por otros hechos científico-técnicos. Uso e

instrumento suelen mostrarse como realidades aisladas, cuando no son más que momentos

indisociables de un mismo fenómeno. La razón tecnocrática, meramente instrumental,

encuentra su negación en la versión ontológica-moral de la comunicación, consagrada desde sus

orígenes: Comunicar es comulgar. Más allá de su connotación religiosa, la acción comunicativa es

un hecho ético, es decir, política, no instrumental. La relación comunicación/cultura es un salto

teórico que presupone el peligro de desplazar fronteras. La comunicación no es todo, pero debe

ser hablada desde todas partes; debe dejar de ser un objeto constituido, para ser un objetivo a

lograr. Desde la cultura, desde ese mundo de símbolos que los seres humanos elaboran en sus

actos materiales y espirituales, la comunicación tendrá sentido transferible en la vida cotidiana.

La investigación (1996): Lo que va de ayer a hoy

Cuando se observa el mapa actual de las investigaciones sobre comunicación en América Latina y

se lo compara con el inventario ofrecido hace apenas 7 años (para no mencionar lo que

acontecía hace veinte), es difícil evitar la sensación de que un desanimado viento de obviedad y

resignado conformismo corre por el continente.

El gran salto: De la política al mercado

La investigación latinoamericana en comunicación, fatigada de entusiasmos libertarios, un día

descubrió que había un camino despojado de ideologías atenazantes. El mercado estaba allí,

despojado de los atavíos diabólicos con el que las ideologías lo habían arropado convirtiéndose

en un lugar para todos. Bajo el signo de la globalización cuyos atributos riman con la

postmodernidad, se abrieron paso dos conceptos que se entrelazan y, en conjunción, adquieren

resonancias premodernas: Aldea y mercado. El punto de encuentro es la inmediatez con la que

circula la información Las distancias son enormes: En la aldea y el mercado global los seres

humanos son solo datos a tener en cuenta para el sistema funcione correctamente. Se llama a

abandonar la denuncia y cambiarla por el corregir, proponer, formular reparos, lo cual no es

oponerse. El hombre interconectado, convertido en el ideal de la comunicación, no se diferencia

del ideal del mercado, que aspira a una transacción incesante. Consumidores y ciudadanos

confundieron los lugares y el consumo se transformó en el espacio adecuado para que la

ciudadanía se construya. Fueron necesarios dos pasos sucesivos: primero hubo que aceptar que

el ser del ser humano se realizaba como ciudadano. Luego, que consumir era la forma más

legitima de existencia.

El poder de los consumidores

Se considera la condición salvífica del mercado, El receptor posee un poder antes insospechado

para la crítica cultura,: resemantiza, recicla, reacomoda, rechaza; ejerce el zapping, se reapropia

de los objetos ofrecidos por los otros. La alienación ha concluido.

Los riesgos de la pancomunicacion

Page 38: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

Comunicación como matriz productora de la sociedad contemporánea; la crítica como crisis.

¿Cómo se pasó de la comunicación a la “tecno comunicación” en la que la raíz tecno adquiere

valor hegemónico?

La técnica “en esa sociedad fragmentada” en la vivimos, sirve de tejido conectivo: núcleo de

certidumbres objetivantes, lugar comúnmente compartido. “Tecnología”, como termino y como

discurso generalizado y generalizante, no solo incluye todas las técnicas particulares, sino que

“pretende sobredeterminar la sociedad y sujetar a su propio criterio técnico la eficacia de todas

las actividades del mundo terrestre”. Los otros discursos se subordinan, girar alrededor de este

“absoluto” que condensa las expectativas de un presente que, a su vez, es producto de ese

predominio tecnológico. “Las sociedades con memoria se sirven de la historia, las sociedades sin

memoria, de la comunicación”, la comunicación es el recurso de una colectividad pobre en

símbolos históricos.

La “teología Frankenstein” es aquella que asume como Dios a un mundo de máquinas, a un dios,

“Nuestro doble”, creado por nosotros mismos y que amenaza con dominarnos.

Los procesos de “globalización” que caracterizan la cultura contemporánea y, antes que nada, las

características universales del actual modelo económico capitalista. La apropiación tecnológica

del mundo es la forma de la apropiación material de él. Una y otra se reconocen en un mismo

espíritu y, en ese sentido, la “norteamericanización” del planeta es la manera histórica de su ser

actual. La universal fascinación por la ciencia y la técnica, en algunos lugares adquiere un sesgo

sacralizante.

El “tautismo”, autismo y tautología, incapaz de pensar en otro-incluso capaz de pensar en sí

mismo como algo reconocible-y condenado a repetir lo mismo de lo mismo, es totalitario. Tal es

el rasgo de la verdad mediática que solo confía en los sondeos de opinión. El “tautismo” oculta

su propio triunfo: El fin de la comunicación en cuanto atributo humano de poner en común, en el

necesario reconocimiento de otro con quien comulgar. Por otro lado, se piensa que el objeto de

la comunicación todavía existe lo cual se enfrente a la otra postura, la cual afirma que en

realidad a desaparecido. La pancomunicacion ha matado a la comunicación. Para que la

comunicación humana sea posible solo queda el camino de renegar de lo que actualmente se

llama comunicación y que no es otra cosa que la visión de un ser humano sin interioridad.

Se habla de cooperación y la autora habla de interpretación como camino contra el encierro

“tautista” de la comunicación, “esta pura representación de un acervo del saber” o “auto

constitución circular”. Ni deducción lineal, ni lazo de realimentación. El tautismo se vuelca se

vuelca unilateralmente del lado del símbolo o del signo. El símbolo es “una reserva por la cual el

signo puede cobrar sentido”. Esta antes, aunque no existe sin el signo. La comunicación

“tautista” niega la separación, se obliga a la transparencia, condición de la inmediatez. La

interpretación presupone opacidad, pero la “real presencia” de sentido. La comunicación

tecnológica reniega del sentido, es puro contacto. La otra, sin la cual lo humano deja de ser tal.

La “critica de la comunicación”, en cuanto critica a la tecnología que atraviesa muestra época, se

vuelve un cuestionamiento del mal. “El tautismo es el mal absoluto, absolutamente”.

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La condición comunicacional contemporánea. Desafíos latinoamericanos de la investigación de las interacciones en la sociedad red.

Múltiples formas de estar y de ser audiencia hoy en día, en el umbral de la sociedad red, polémica y emergente de manera desigual los distintos países y regiones.

INVESTIGACIÓN SOBRE LAS INTERACCIONES CON LAS PANTALLAS La investigación de la recepción desde la academia en la región latinoamericana. Las audiencias y los procesos varios de audienciación (dimensión que caracterizó el

intercambio social, en los 50’, con la inserción social de la TV) continúan en el siglo XXI de manera diversificada; los modos de estar siendo audiencias no se agotan con las nuevas pantallas ni se vuelven obsoletos en la era digital, conviven con los nuevos; ni siquiera estos últimos garantizan una verdadera participación horizontal.

Un estudio en 2008, en países iberoamericanos, arroja que del 30% de niños y adolescentes usuarios de internet, menos del 10% son realmente productores, aquí los denominaremos “comunicantes”: visitantes frecuentes de los productos y sitios creados por otro. Los estudios de consumo de internet, no plantean de manera explícita esta diferenciación entre un consumo ampliado y una verdadera producción, se sigue entendiendo el consumo de manera monolítica.

En el estar siendo audiencia caben diversos modos de interacción; uno de los desafíos no sólo científico sino político, educativo y sociocultural es esclarecer dónde terminan los consumos y dónde empieza la verdadera producción. Ya que controlar el consumo o personalizarlo no es necesariamente un acto productivo, innovador y trascendente, ni conlleva una mutación de consumidor-receptor a productor-emisor. Esto sin olvidar, como dice Canclini, que el “consumo también sirve pa’ pensa’ ”. El desafío es que sirva más que para pensar; que sirva para crear, para producir, y que eso sea detonante de otras comunicaciones en una espiral ascendente de creatividad y empoderamiento.

Lo que sí ha cambiado y sigue transformándose en los procesos de recepción es la ubicación de las audiencias: la recepción se puede hacer diferida, colectiva o personalizada. Se puede ver en otra pantalla lo que se ha producido y transmitido en otra (transmedialidad en la recepción). Pero esto, y la ubicuidad de las audiencias y su híper conectividad han reforzado a veces la impresión de que el consumo mediático se volvió productivo, pero no indefectiblemente es así.

Captar la complejidad de las interacciones con las pantallas requiere combinar las cuatro vertientes de investigación que en América Latina se ha desarrollado:

La primera es académica, donde los estudios son de corte cualitativo, y en su mayoría desde una perspectiva crítica, como el modelo de efectos, la mediación múltiple, los usos sociales de los medios y los estudios culturales.

La segunda, financiada y realizada por agencias de medios, se han enfocado en lo cuantitativo de manera administrativa, es decir, sin cuestionar fines o intereses de los patrocinadores, han hecho estudios de audiencia o rating; convirtiendo este campo de análisis en uno de los pilares del sistema mediático y mercantil actual.

La tercera vertiente, los estudios de mercado, que se enfocan en ver las preferencias de consumo de todo tipo a través de focus groups. Su lógica requiere ser entendida por la influencia significativa que tiene en toda la dimensión cultural y política contemporáneas (en la construcción del gusto popular, por ejemplo)

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La última, donde las agencias internacionales y organismos gubernamentales han generado estadística (sobre educación, vivienda, consumos culturales, etc.), que rara vez se toma en cuenta para los estudios de recepción. El desafío investigativo de la recepción, sus audiencias, sus múltiples interacciones y sus

procesos suponen la triangulación de perspectivas de investigación para combinar resultados. Han hecho falta en los anteriores diseños de investigación formas de involucramiento de diferente tipo y alcance con aquellos sectores a los que pueda servir dicha investigación.

COMUNICACIÓN PODER EFECTOS DE LOS MEDIOS EN SUS AUDIENCIAS Desde las ciencias sociales, se ha regateado históricamente a la comunicación y a sus

medios, y en especial a las perspectivas medio-céntricas su importancia explicativa de lo societal; esta discriminación se ha debido a que en la investigación de la recepción se ocultó esa relación fundamental entre comunicación y poder, al reducirla funcionalmente a los famosos efectos de los medios en sectores específicos de audiencia. Efectos que en América Latina se constituyeron en metas prioritarias de mucha de las investigaciones académicas, con diferentes cargas ideológicas (imperialismo cultural, consumismo, etc.).

Pero por otra parte, hubo resabios de una Ilustración en algunos autores que abordaron la comunicación y critican sus medios, e investigadores que no reconocen la influencia significativa que tienen sobre sus audiencias.

Encontramos entonces una paradoja en la concepción sobre los medios en la investigación de la recepción en América Latina: por un lado, estudios que minimizan el asunto del poder mediático y del poder como tal, por otro lado, se ha supuesto y criticado, sin datos empíricos, el papel todopoderoso y negativo de los grandes medios masivos.

Lo comunicativo no se ha sabido vincular al poder y su ejercicio en la mayoría de estudios de recepción realizados en los países latinoamericanos. Lo cual se ve como uno de los desafíos prioritarios de una investigación de interacciones comunicativas que pretenda ser relevante para sus audiencias y pertinente para un cambio social.

Hoy recién se vuelve a reconocer la centralidad de lo comunicativo y su relación específica con el poder. Centralidad que engloba el nivel estructural (centralización excluyente del control de los medios y tecnlogías), nivel interpersonal (el poder se conecta con lo emocional de las audiencias desde lo discursivo), nivel racional (agencia de las audiencias en tanto ciudadanía).

Castell lo dijo, chicos: “El poder en la sociedad red es el poder de la comunicación”. Lo que marca nuestro estar y ser como sujetos sociales es lo comunicativo y su lógica de intercambio (reactivo o no), subyacente a la mayor parte de nuestras interacciones sociales, tengamos o no acceso sistemático y adecuado a todas las pantallas.

Lo comunicativo conlleva condiciones/mediaciones para su realización, de las que los estudios de recepción y audiencias deberían hacerse cargo. Mediación tecnológica: medios, canales, interfaces. Mediación cultural: se hace visible la producción de sentido y significado a partir de estar en red. Mediación política y económica: permean los anclajes en el mundo y muchas de las decisiones estructurales sobre las dimensiones, proporciones y desarrollo que va teniendo la conectividad actual en lugares y con actores determinados, y que están determinando el desarrollo futuro de lo digital en distintos países.

La CONDICIÓN COMUNICACIONAL CONTEMPORÁNEA consiste en:

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Recentralización de lo comunicativo.

Asunción del poder como intercambio en las interacciones, especialmente a través del discurso, sus géneros y sus formatos.

Reconocimiento de las audiencias como agentes activos, cada vez más creativos en la producción y emisión comunicacional.

Es esta “condición comunicacional” la que permite a los participantes en los procesos

comunicativos mediados por pantallas deconstruir de manera real, y no solo reinterpretar o deconstruir simbólicamente, los objetos y referentes de su intercambio comunicativo. Y es también esta condición comunicacional la que modifica las posibilidades de transformación, creación y participación real de los sujetos audiencia desde y a partir de sus interacciones con las pantallas.

El cambio de papel o estatus de las audiencias se manifiesta en un tránsito y luego quizás en una mutación, de audiencias a usuarios/prosumidores, ya que se trata de una interacción real y no sólo simbólica.Este cambio es uno de los cambios societales más significativos hoy en día y será el epicentro de otros cambios en el “estar como espectadores”, en la conformación y negociación de identidades y, finalmente, en la producción informativa y cultural mismas.

Este tránsito de audiencias receptoras a audiencias productoras, no es lo mismo que el proceso de “migración digital”. Ser “migrantes digitales” tiene como referencia la dimensión digital como detonante del cambio, pero excluye el estatus anterior de la dimensión analógica, plataforma de partida de los cambios posteriores para la mayoría de los comunicantes que no han nacido en la era digital. El tránsito de audiencia a usuario, al conllevar como referente la dimensión analógica permite aprovechar y capitalizar las comprensiones sobre las interacciones de agencias y pantallas antes de lo digital, que no acaba de desaparecer en las sociedades red. Y es precisamente por esto que se pueden aprovechar las investigaciones anteriores con las viejas pantallas, y conectar para explicar de manera más realista lo que sucede con las nuevas. La condición comunicacional no es excluyente, es un proceso inclusivo con dimensiones siempre complementándose.

En la actualidad, tanto la producción de identidades como la de ciudadanías, pasan necesariamente por las pantallas porque son condición de la cotidianeidad y del intercambio social en su conjunto. La conformación de identidades como producto del intercambio convergente con las pantallas se posibilita tanto por el uso mismo de éstas, como por el consumo y la producción de los usuarios a partir de ellas. La audiencia en interactividad se convierte en usuario, y serlo conlleva una diferencia cualitativa en relación con el sólo estar como audiencia: implica la agencia de la audiencia, y agencia supone reflexión no sólo acción.

Desde la dimensión de interactividad hay que entender en la investigación que se realice que la convergencia no es en un solo sentido, no es solo tecnológica sino también una convergencia cultural, cognoscitiva, lingüística, situacional y estética, que se da en la confluencia de los dispositivos materiales o tecnológicos-digitales. Además, el cambio en los modos de actuar, ya no como receptores sino como usuarios y emisores es lo que constituye la nueva cultura de la participación, la cual se llevaría a cabo en el marco de la “auto-comunicación masiva”. En la auto-comunicación masiva los procesos de comunicación se forjan tanto por los mismos medios como por las audiencias.

VIOLENCIAS CIUDADANÍAS VISIBILIZACIONES PUBLICIDAD

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El tema de la violencia también ha sufrido falta de visión y emoción académicas. Son muy escasos los estudios empíricos sobre violencia y comunicación realizados en países de América Latina.

Hay una creciente exhibición de violencias en todas las pantallas de los países de América Latina, hasta en la ficción. La gravedad del asunto es que, además de la proliferación de la violencia en pantalla, se aprecia una legitimación de ciertos tipos de violencia, como la violencia de género o la violencia de Estado. La violencia de género se trata de aquella infringida por el sexo masculino hacia las mujeres, pero no viceversa. ¿Habrá alguna relación entre el incremento de feminicidios reales con el incremento de violencia en la ficción transmitida en las diferentes pantallas?

También existe un malestar por la violencia en los videojuegos de niños y jóvenes. ¿Y por qué, estando en las conversaciones sociales, no se considera un tema de investigación? Sólo hay algunos análisis sobre el potencial educativo y pedagógico de los videojuegos, con el propósito de aprender cómo aprovecharlo para producir aprendizajes deseados en los estudiantes.

Con respecto a las ciudadanías, va quedando claro, desde algunos estudios de recepción y prácticas mediáticas, que lo ciudadano “pasa” cada vez más abiertamente en las pantallas. Incluso diríamos que las nuevas ciudadanías, siempre en plural, se construyen o se destruyen en interacción con las pantallas. Desde ellas se ha conformado una manera de hacer sentido de lo público-privado y de proponerlo a las audiencias.

Tradicionalmente, la producción televisiva ha invisibilizado una serie de temas, personajes, situaciones, épocas y movimientos sociales. La pregunta queda abierta: ¿Qué invisibilizan nuestros medios y qué no?, o por el contrario ¿a qué le dan exagerada visibilidad? ¿Qué se va cultivando en los comunicantes con el juego de visibilidades? Faltan estudios sobre esto y también análisis de contenido respecto a las visibilizaciones/invisibilizaciones.

La publicidad ha sido un tema usualmente analizado en los estudios de recepción y audiencia, casi en todos los países. El desafío actual al respecto estriba en captar la transformación que la misma publicidad ha tenido recientemente, y cómo eso es apropiado o consumido por las audiencias. Existe una tendencia a la naturalización de la publicidad mercantil y la propaganda política en y desde las pantallas, lo cual debe tener diversos tipos de repercusiones en las audiencias.

De lo anterior se desprende la necesidad de investigar formas, marcos de acción, efectos, imágenes, palabras, reglas intrínsecas de los géneros y los formatos, como aspectos centrales en la conformación de los discursos actuales a través de los cuales se ejerce el poder.

El capitalismo contemporáneo necesita de los medios y tecnologías, de todas las pantallas para poder existir y desarrollarse; la “condición mercantil” define en gran medida la condición comunicacional; a su vez esta condición mercantil necesita particularmente de la ficción para hacerse visible y hacer realidad su potencial de influencia y multiplicación en las audiencias.

CIERRE Desde América Latina, lejos de los centros de poder mercantiles y geopolíticos

contemporáneos, se hace cada vez más importante explorar los procesos de “domesticación” de las nuevas tecnologías, en pos de ir comprendiendo las maneras diferenciadas de insertarlas en las sociedades red y perfilar estrategias plausibles para situarse adecuadamente en la cultura de participación.

Las diversas maneras de asumir la relación de lo público-privado en las pantallas, por parte de los que tiene la posibilidad de poseerlas y hacerse visibles en ellas, constituyen un campo necesitado de investigación-acción ya que es desde esta dimensión en la que se manifiestan y condensan los modos de inclusión o exclusión, así como de interpelación y

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enmarcamiento de distintos sectores, acontecimientos e informaciones desde donde se van imponiendo, negociando y forjando nuevos tipos de ciudadanía.

¿Cómo se van forjando las opiniones públicas y qué contratos participativos se van logrando en las sociedades red en el flujo de la “auto comunicación masiva”?

Uno de los desafíos de esta nueva cultura es asumir las convergencias múltiples y desde allí posibilitar los varios alfabetismos que se requieren para hacerse realidad.

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Texto 7: Diccionario de Estudios Culturales Latinoamericanos.

Coordinación: Mónica Szurmuk y Robert Mckee Irwin Este diccionario es un intento de codificar, unificar y ordenar. Hacer un retrato de un

momento en los estudios culturales latinoamericanos (sobre todo los relacionados con México y EEUU)

El término estudios culturales se usa para referirse a un abanico de metodologías

interdisciplinarias de investigación. El diccionario se ocupara específicamente del área de los estudios culturales latinoamericanos (de manera abarcadora que incluye hispoamérica, Brasil y el caribe).

El énfasis de las entradas de está en la genealogía de los términos y también de su

influencia de la praxis de los estudios culturales en el continente (términos como: “cultura”, “industria cultural”, “género”, “modernidad”, “poscolonialismo”, “hibridez”, “latinoamericanismos”, “heterogeneidad”). Nos interesa resaltar la trayectoria de los estudios culturales latinoamericanos y también su potencial político, izquierdista, antihegemónico y transformativo. La otra característica fundamental de los ECL es que se ocupan de las culturales o subculturas tradicionalmente marginadas, incluyendo grupos subalternos o de comunidades de alguna forma desprestigiadas por su raza, sexo, preferencia sexual y toman como objeto de estudio a toda expresión cultural, desde las más cultas hasta las culturales populares.

1) GENEALOGÍAS ORIGINES DE LOS ESTUDIOS CULTURALES LATIONOAMERICANOS. Los EC surgieron como un campo interdisciplinario en el mundo angloparlante en los

años ’50, como parte de un movimiento democratizador de la cultura. En américa latina es mucho más reciente el uso de EC.

Los EC se presentan como un campo intelectual diverso, interdisciplinario y político. En

AL la marca de lo político a partir de los años treinta ha sido tradicionalmente marxista y se institucionalizo en 1959 con la revolución cubana y los movimientos revolucionarios en los años sesenta y setenta. Éstos últimos crearon una narrativa continental que imagina a AL como unidad. La marca de lo cultural en los movimientos revolucionarios latinoamericanos determina tanto lo político como lo literario. Un vínculo entre la política “revolucionaria” y la producción artística.

La genealogía de los ECL es múltiple. Se lo puede pensar como un proceso de

retroalimentación entre diferentes grupos de la sociedad civil, modos culturales populares, instituciones culturales, estados nacionales, corrientes de pensamiento internacional y continental.

Algunos momentos importantes de los ECL y su desarrollo son: * La tradición ensayista Latinoamericana del siglo XIX y XX: Los ECL tienen su origen en

la rica tradición ensayista. A lo largo del s XIX y XX, se debatían temas decisivos: “cuestiones de

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lo nacional y lo continental, lo rural y lo urbano, la tradición contra la modernidad, momeria e identidad, subjetividad y ciudadanía y el papel de los intelectuales y las instituciones en la formación de discursos y de prácticas sociales, culturales y políticas”(Ríos, “Forerummer”: 16). (las idiosincrasias que distinguen la cultura latinoamericana de la europea o la estadeunidense, la transculturación y la heterogeneidad, entre otros temas). Algunos de ellxs son: Sarmiento, Martí, Mariátegui, Fernández Retamar, Martínez Estrada, Octavio Paz, Ribeiro, etc.

Los EC se presentan como una práctica de intervención política. Estos textos fundadores

crearon una práctica intelectual que podríamos llamar EC avant la lettre, o sea una interrogación multidisciplinaria.

* La recepción de la E. de Frankfurt, de Birmingham y el posestructuralismo francés:

Estas tradiciones tuvieron recepciones en diferentes momentos en AL. La apropiación, traducción y reformulación de teorías de la cultura surgidas en la Europa posguerra, especialmente los trabajos de la EF (Adorno, Benjamin, Horkheimer), el nuevo marxismo (Gramsci, Althusser), los EC británicos (Williams, Hoggart, Stuart Hall) y el posestructuralismo francés (Foucault, Lacan). Otros intelectuales francés que han impactado los estudios culturales latinoamericanos son Michel Certau (tácticas cotidianas que no obedecen a las instituciones hegemónicas), Deleuze (conceptos como la desterritorializacion y la exquizofrenia), Bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras sociales y las prácticas de los sujetxs dentro de ellas)

* La relación horizontal –sur/sur-. Desarrollos intelectuales y proyectos académicos de

otras áreas geográficas. (como los estudios subalternos y el poscolonialismo): Edward Said en su libro Orientalismo (1978) considera dos campos fundamentales dentro de los EC: el poscolonialismo y los estudios del subalterno. El oriente como una unidad discursiva inteligible que funge como espejo que refleja una Europa racional y triunfante. El concepto gramciano de hegemonía es central en este estudio.

La subjetividad inherente a la tarea investigativa es fundamental para lxs intelectuales

que los sesenta y setenta han pensado la realidad del tercer mundo desde diferentes áreas geográficas y también desde los centros metropolitanos diaspóricos.

Lo poscolonial surge como rama de los EC en la academia de EEUU recogiendo una seria

de preocupaciones y textos surgidos en África, Asia, Caribe y América Latina. Los estudios subalternos, considerados a veces como parte de los estudios

poscoloniales, surgen como trabajo colectivo de un grupo de historiadores de formación gramsciana en

el sudeste asiático que estudian la historia de los subalternos para construir una nueva

lectura de la relación entre hegemonía y subalternidad. * El desarrollo de una agenda de investigación de ECL en EE.UU. (relacionada con

movimientos sociales de políticas de identidad: feminismo, movimientos chicano y afroamericano, militancia gay): La queja que se escucha a menudo por parte de intelectuales latinoamericanos- “nosotrxs ya hacíamos EC antes de que se pusieran de moda en EEUU”-

Jean Franco indica, los discursos metropolitanos sobre el tercer mundo han adaptado

generalmente una de tres operaciones:

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i) Exclusión, el tercer mundo es irrelevante a la teoría ii) Discriminación, el tercer mundo es irracional y por consiguiente está subordinado al

conocimiento racional producido por la metrópolis iii) Reconocimiento, el tercer mundo es únicamente visto como el lugar de lo instintivo. Los ECL son organizados como tales en la academia estadounidense, en dialogo con los

EC anglófilos, el posestructuralismo francés, el poscolonialismo, los estudios subalternos y la seria de movimientos locales surgidos en los movimientos de derechos civiles de los años ’70 (feminismo, movimientos chicano y afroamericano, militancia gay, queer, etc).

LOS ESTUDIOS CULTURALES EN MÉXICO Gracias a la relativa estabilidad ofrecida desde los 1920 por el sistema de partido único

y el compromiso del PRI con la cultura nacional, México propició y fortaleció un sistema de promoción y apoyo a la cultura sin comparación en américa latina.

Este apoyo gubernamental obviamente implica una falta de independencia en el arte

que recibe subvención y la política cultura mexicana muchas veces depende de la política, de lxs que ocupan oficinas ejecutivas y sus nombramientos de funcionarios culturales. Censura, amiguismo, nepotismo, caudillismo, discriminación racial y misoginia han sido elementos característicos de la gran maquina cultural mexicana en diferentes momentos históricos, consecuencia inevitable. No obstante estas fallas, la inversión del gobierno mexicana ha posibilitado una infraestructura de producción y diseminación cultural impresionante.

México también dio asilo, durante los setenta y sesenta, a miles de intelectuales

exiliados del resto de américa latina que se insertaron en la academia y en la administración cultural estatal con relativa facilidad, y pensaron de manera más orgánica fenómenos culturales y políticos latinoamericanos.

En su calidad de país refugio México albergo y posibilitó el trabajo de algunas de las

figuras más destacadas del campo de los EC en AL, como son Néstor García Canclini y Jesús Martin Barbero, todos colegas de los mexicanos Carlos Monsiváis y José Manual Valenzuela.

Canclini, culturas hibridaz (1989), propuso ahí la practica de cs sociales (nomadas) para

tomar en cuenta su nueva concepción “hojaldrada del mundo de la cultura”. La hibridez, término desarrollado por Canclini, no solo refleja “heterogeneidad multitemporal” sino también la imposibilidad de comprender las expresiones cultas, populares y masivas como categorías discretsa de producción cultural. Su teoría de la hibridez en particular ha tenido influencias significativas más allá de los estudios latinoamericanos.

Martin Barbero, nacionalizado colombiana ha desarrollado una parte importante de su

trabajo intelectual como investigador y docente de México. Algunas de sus obras más destacadas sobre los medios masivos y la globalización. Afirma que el público latinoamericano no es mera victima pasiva de una propaganda ideológica de las industrias culturales, sino interlocutor activo de los productos culturales.

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Carlos Monsiváis, es investigador en el instituto nacional de antropología e historia en la cuidad México. Es pionero en aplicar una crítica aguda y teóricamente informada, no solo a la alta cultura sino también a la cultura popular (fiestas y santos populares), a la masiva (música popular, cine, tv, deportes). Reconoció temprano el peso de la industria cultural y de los ritos comunitarios en la esfera pública mexicana.

José Manual Valenzuela, investigador en el programa de EC, tiene publicaciones sobre

la cultura fronteriza, la popular urbana y la de lxs jóvenes. Otrxs figuras latinoamericanas se destacan por su influencia por abrir nuevos espacio de

crítica en los últimos años (por ej, Beatriz Sarlo y Silviano Santiago). Otra razón por la cual los EC encontraron un terreno tan fértil en México ha sido el

poder de las Ind. Culturales mexicanas. La continuidad política en México ha permitido que la influencia de la cultura mexicana en el exterior fuera constante. En la época del cine mexicano (1936-1955) el cine nacional se exportaba a muchos paisis hispanoparlantes que no tenían industria propia.

En lo ’60 y ’70 la época del auge de la historieta latinoamericana, las empresas

mexicanas como editorial, exportaron títulos populares a muchas partes de AL. Hoy en día televisa, empr. Mexicana de emisión y producción televisiva, se cuenta entre las corporaciones de mayores ganancias en Latinoamérica. La industria musical también tiene una historia larga de ser una de las mas prolíficas del continente. Su importancia como medio para moldear gustos y transmitir valores a todo el hemisferio. La influencia de la cultura de los medios masivos mexc. A través de AL es innegable.

Los estudios culturales existen más como practica individual que como campo

institucional en la Academia mexicana, lo que evidencia la tradición disciplinaria en el país. Los ECL siguen exhibiendo cierto sabor subversivo por la acogida fría que les han dispensado desde los espacios

de las disciplinas tradicionales. Según Valenzuela, los EC en México han tomado forma

“una comunidad interpretativa” que de “una nueva disciplina”. LOS ESPACIOS DE LOS ESTUDIOS CULTURALES LATINOAMERICANOS Los EC son practicados en general por intelectuales formados en disciplinas

tradicionales como la literatura, la antropología e historia, aunque hay investigadores formados en otras disciplinas. También hay investigadores que se formaron en programas interdisciplinarios o formaron parte de colectivos interdisciplinarios o revistas de interpretación cultural.

La forma más “tradicional” de los EC es de la crítica cultural. La crítica de la cultura a

diferencia del uso por algunos críticos para referirse a una práctica critica muy particular, en las que se aplican metodologías y teorías multidisciplinarias la crítica de la producción y consumo de la cultura, como parte de un proyecto político de interrogar jerarquías culturales y sociales, y mecanismos de comunicación y manipulación ideológica. Estos programas se basan en los diferentes hilos genealógicos de teoría crítica metropolitana, y también como ya lo elaboramos en la parte en la tradición del ensayo latinoamericano. Introducen diferentes metodologías disciplinarias para preparar a lxs estudiantes para revisar archivos, entrevistar e interpretar

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textos escritos y visuales. Para formar nuevas generaciones de críticos es imprescindible un programa de estudio con bases sólidas en la teoría crítica. Tales programas de posgrado se organizan por ciertas temáticas o ramas de teorías críticas, las que ponen en juegos diálogos teóricos de la actualidad. Se ordena el campo alrededor de este tipo de temáticas al observar algunos de los títulos como “globalización y multiculturalidad”, “márgenes sociales: género, ciudadanía”, “Intelectuales, esfera pública y políticas culturales”, “culturalismo y crítica del canon”, “saberes locales, movimientos sociales y construcción de sujetxs”. Las nuevas maestrías y doctorados de EC en Universidades Latinoamericanas tienden a basarse en discusiones teóricas sobre tales temas.

Dada la implícita perspectiva política de la teoría crítica que da forma a estos

programas, la que señala una necesidad de familiarizar a los estudiantes con las actividades en la esfera pública de los movimientos de resistencia comunitarios. Favorece la participación en sus actividades de intelectuales de fuera de la academia y el desarrollo de relaciones de colaboración con otrxs actorxs sociales.

Los objetivos pedagógicos de los programas y cursos de estudios culturales

latinoamericanos son diversos. Comparten algunas pautas metodológicas como el carácter implícitamente político (el espíritu izquierdista) o el aspecto multidisciplinario. Sin embargo algunos programas han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar profesionales que se desempeñan en agencias o fundaciones culturales y en las industrias culturales.

El concepto que da forma a estos programas es el de “gestión cultural”, materia de

capacitación promovida por la UNESCO desde los años setenta y actualmente fomentada en AL por la Organización de Estados Iberoamericanos. Esta visión utilitaria no refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical con que se asocie históricamente los EC y para muchos es un proyecto totalmente ajeno al de la ECL.

Los programas ortodoxamente críticos de EC que se enfocan en la teoría crítica serian

más abarcadores y completos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la cultura, enfatizados por los programas de gestión.

En AL los EC han servido como telón de fondo para los debates sobre la formación

primaria y secundaria en lo que respecta a los objetivos “modernos” de la educación, y de los nuevos objetivos posmodernos para formar trabajadores para el mercado global. Muchos funcionarixs proponen modelos educativos más interdisciplinarios y el abandono de las disciplinas tradicionales de la transmisión de lo nacional como son la literatura y la historia. Si bien ésta propuesta no parte directamente de los EC tiene como base algunos preceptos desarrollados en el campo.

POLÉMICAS Y DEBATES Lo que se presenta como “multidisciplinariedad” en realidad puede ser un mero

“pensamiento no disciplinado”, y se ha vuelto lugar común criticar los EC por su “ligereza epistemológica”. Sus defensores han dicho que los EC no son una antidisciplina libre si no un área común de conocimiento que ha contribuido a una retroalimentación de las disciplinas. Hay quienes ven en los EC demasiado “populismo consumista” y “metodologías flojas”.

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En algunas partes del mundo ya se aseveran que en cuanto a su historia, sus valores y su orientación metodológica, los EC si son una disciplina distinta en AL.

Nelly Richard se preocupa por la apariencia de una “versión burocratizada de los EC”

que persigue una ecuación satisfecha entre la gobernabilidad de la política, la administración de lo social, la maniobrabilidad de lo cultural, la aplicación de los haberes: todo esto cruzado por un deseo de traducibilidad. Su institucionalización puede perjudicar lo que ha sido el poder subversivo de los EC por lanzar sus interrogaciones siempre desde los márgenes de la academia.

Beatriz Sarlo critica justificadamente el elitismo de la expresión literaria; ahora, con el

auge de los EC, se ha visto la redención social de la crítica literaria a tal vez del análisis cultural y las cuestiones sociales han asumido el lugar central antes ocupado por las estéticas en la crítica literaria.

La oposición centro-periferia ubica a AL siempre lejos del centro. La academia

estadounidense se ha posicionado al centro del campo de los ECL y el inglés se ha vuelto para muchos su lengua franca. Sin negar la existencia de éstas jerarquías institucionales y lingüísticas, la pugna entre lxs latinoamericanistas estereotipados del sur y los del norte es una pelea simulada. El latinoamericanista latinoamericano, no tiene un derecho autentico de apropiarse de la representación de la negación subalterna porque éste también piensa desde el discurso colonial. La academia latinoamericana solo se puede entender como subalterna en relación con la academia metropolitana.

Los problemas del “latinoamericanismo” – las jerarquías del saber sobre latinoamerica

que favorecen lo expresado en inglés y lo articulado desde instituciones de EEUU, se magnifican cuando se habla de la teoría crítica en general y del saber “universal”. AL es válida como espacio de investigación social pero no como centro de producción teórica.

Otra área problemática para los ECL ha sido el campo de los estudios sobre las culturas

(latinas) de EEUU, y se enfoca en la cultura de la identidad “latina” o “hispana” de EEUU. La población hispano parlante de ese país ha crecido en una velocidad tremenda. Esto quiere decir que EEUU se ha vuelto una zona de contacto de dos idiomas, el español con un estatus no oficial de segundo idioma pero de importante presencia en los medios, la educación, la política, en casi todo el país.

Muchas veces solo porque lxs estudiantes “latinos” de las universidades de EEUU han

exigido espacio institucional para el estudio de sus culturas, se formaron departamentos independientes de “estudios latinos”.

La falta de consenso sobre todas estas complicaciones persistirá mientras no haya

lugares para presentar soluciones institucionales. Pero la fundación de nuevos programas en ECL en los últimos años empieza a dar una forma improvisada al campo.-

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TEXTO 10

La preocupación central que mueve a la autora es determinar como se expresa la apropiación de

las TIC en el uso que los sujetos de educación hacen de las mismas.

La apropiación de los medios y las tecnologías de la comunicación es un tema recurrente

encarado por los estudios culturales tanto europeos como latinoamericanos de las audiencias.

Se plantea la necesidad de pensar identidades colectivas desde lo cultural y los modos de

vincularse estas identidades con la cultura masiva que los medios van amalgamando con

creciente omnipresencia. Así, existe un movimiento de desplazamiento de los estudios de

comunicación: pasan de interesarse por los medios a interesarse por las audiencias. Es decir, de

los medios y sus productores a los públicos entendidos como marcados por la cultura,

entendidos como “protagonistas”.

¿Cuál es el verdadero peso de los medios en la formación de estereotipos culturales,

comportamentales, ideológicos y de opinión? El problema no reside solamente en la

disponibilidad y el acceso a las TIC, sino sobre todo en la apropiación de sus significaciones y su

potencia para fines asignables, que no son otros que proyectos de autonomía colectiva e

individual.

Los modelos de consumo subyacentes en los estudios de las audiencias

Consumo (según García Canclini): conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la

apropiación y los usos de los productos.

Néstor García Canclini enumera seis modelos desde donde entender el consumo como una

práctica cultural:

Modelo 1: el consumo es el lugar de reproducción de la fuerza de trabajo y de expansión del

capital. Así, todas las actividades que las personas desarrollan en su vida cotidiana son

organizadas desde los imperativos mercantiles de grupos hegemónicos que tiene como objetivo

la expansión del capital. En este modelo, el autor ubica los estudios marxistas sobre consumo y

los estudios comunicacionales de las décadas del ’50 al ’70.

Modelo 2: el consumo como el lugar donde las clases y los grupos compiten por la apropiación

del producto social.

Modelo 3: el consumo como lugar de diferenciación social y distinción simbólica entre los grupos.

Las diferencias de clase no se expresan en los objetos que se poseen, sino en el modo de

consumirlos y usarlos. Encuadra aquí los trabajos de Bourdieu, Apparudai y Ewen.

Modelo 4: el consumo como sistema de integración y comunicación. El consumo no sólo

diferencia a las clases sociales, sino que también las integra generando sentidos de pertenencia a

partir del consumo de los objetos. Podemos ubicar aquí al propio Canclini.

Modelo 5: el consumo como escenario de objetivación de los deseos. Así como la gente consume

para satisfacer necesidades básicas, lo hace para satisfacer deseos inconscientes que no siempre

pueden ser satisfechos con los objetos disponibles.

Page 51: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

Modelo 6: el consumo como proceso ritual. Una sociedad se organiza a través de los rituales que

dan curso a lo que considera valioso un grupo humano. El consumo es también objeto de

ritualización dotado de significados.

Luego, en el texto “Consumidores y ciudadanos”, de 1995, Canclini propondrá (teniendo en

cuenta que ya a fin del siglo XX las sociedades se reorganizan para hacernos consumidores del

siglo XXI) que el nuevo modo de ser ciudadanos es ser consumidores. “Recordar que los

ciudadanos somos también consumidores lleva a encontrar en la diversificación de los gustos una

de las bases estéticas que justifican la concepción democrática de ciudadanía”. (García Canclini;

1995).

Un punto de partida: Michel de Certeau, John Thompson y Roger Silverstone

La autora plantea que Certeau propone algunos desafíos políticos a los estudios de la cultura.

El primero es desplazar de la mirada científico-académica la producción cultural durable

destinada al museo, para mirar lo efímero: la expresión cultural en el lugar de la obra. Aquí

reside la segunda apuesta política: el análisis de la cultura, el interés de comprender las

operaciones culturales que habitan la creatividad supone rechazar la idea de ‘recepción’ como

limitante de una creatividad distinta que la de los productores en el poder o en un medio

favorecido. Rechaza entonces la premisa que en algunos estudios se ha naturalizado: el hecho de

que los consumidores reciben lo que otros han creado. Finalmente, el alcance político-ideológico

de sus ideas reside en el reconocimiento de la dimensión inventiva de las operaciones culturales,

su capacidad creadora de la cultura y la vida cotidiana, puesto que implica un rechazo a las

determinaciones absolutas, una afirmación a que la historia es indeterminada, es creación, no

solo imposición, es movimiento.

Por otra parte, Certeau recorre en toda su obra la construcción de un campo de análisis

articulado en tres determinaciones: (1) la atención puesta en las maneras de emplear los

productos que el orden económico impone, (2) la elucidación de la creatividad que la mayorías

marginadas ponen en juego para generar un ambiente anti-disciplina y (3) la formalidad de las

prácticas, es decir, las reglas que subyacen a las operatorias y que conforman una lógica de

prácticas. De esto modo los productores son los fabricantes y los consumidores los practicantes.

Además, concibe las operaciones culturales como trayectorias indeterminadas que los sujetos

inscriben a partir del despliegue de dos lógicas: la estrategia (en tanto cálculo de relaciones de

fuerza en un escenario o lugar propio) y la táctica (como acción que se desarrolla en un lugar que

es de otro).

Desde otra perspectiva, Thompson propone prestar atención a lo que denomina “apropiación

cotidiana de los productos mass-mediáticos”. Para él la apropiación consiste en hacer propiedad

de uno algo que es nuevo, ajeno o extraño. El proceso de “hacer propiedad de uno” debe

entenderse como relación con los individuos particulares que, en el curso de sus vidas diarias,

reciben mensajes mediatizados, hablan acerca de ellos con los demás y que a través de un

proceso continuo de elaboración discursiva los integran a sus vidas.

(Ver seis aspectos que para el autor pueden señalar un camino de comprensión de los procesos

de apropiación. Páginas 106, 107 y 108).

Page 52: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

Roger Silverstone emprende un análisis de la vida cotidiana pero centrado en la relación de los

públicos con las tecnologías comunicaciones, en especial con la televisión. Describe así 6

momentos del consumo:

1. La mercantilización se vincula con los actos de intercambio de mercancías, pero también con

los procesos ideológicos y culturales a través de los cuales la sociedad otorga a esas mercancías

tal estatus.

2. La imaginación es el proceso por el cual las personas otorgan el sentido del objeto a partir de

unos deseos a satisfacer con la obtención del mismo.

3. La apropiación representa el proceso de consumo en su conjunto y el momento en que el

objeto pasa a ser propiedad de alguien. En la apropiación se pone en evidencia una tensión entre

el valor atribuido por el mercado y el atribuido por el sujeto.

4. La objetivación expresa la exhibición del objeto, es decir que está vinculada a cuestiones

espaciales.

5. La incorporación se manifiesta en el uso en particular de las finalidades y las temporalidades

de ese uso. Tanto en la objetivación como en la incorporación el consumo reproduce/materializa

las diferenciaciones de status, género y edad pre-existentes en el ámbito doméstico y social.

6. Conversión: prácticas discursivas donde los objetos, los discursos y los sentidos que ellos

transportan son a su vez objetos de conversión y conversación.

Otro aspecto relevante en la propuesta de Silverstone es la condición de doble articulación

presente en la televisión y que hace extensiva a las tecnologías comunicaciones en general. Los

medios y las tecnologías poseen un nivel de significación en tanto objeto (significación que

también se inscribe en los discursos sociales acerca del objeto) y un nivel de significación en

tanto a medios: sus discursos, sus narrativas, sus retóricas, sus géneros. Las tecnologías

comunicacionales están doblemente articuladas a la cultura y a la sociedad a través de

significados atribuidos a los objetos en tanto a tales y de los significados que ellos transportan.

La apropiación de TIC: una perspectiva

La apropiación no es sólo un acto cuya sustancia es meramente subjetiva, sino también material

y objetiva. Es poseer (o disponer), es saber, es actuar y es usufructuar.

¿Por qué apropiación y no consumo? La autora rechaza este término porque este nos sugiere el

momento cúlmine, el momento de triunfo de toda la energía puesta en juego en la sociedad

mercantil capitalista: precisamente el consumo. Tampoco puede concebirse la apropiación como

uno de los momentos de consumo, ya que en las audiencias puede haber actividad, puede haber

incluso creatividad en los usos no prescriptos del objeto, pero no necesariamente habrá

conciencia de la necesidad de subordinar al objeto a los fines de una creciente autonomía. La

apropiación no es sólo una categoría explicativa, sino una apuesta política posible, pero

fundamentalmente necesaria.

Si tomamos la idea de doble articulación podemos decir que habría un nivel de apropiación del

objeto y un nivel de apropiación de los significados que el objeto vehiculiza, posibilita o

desencadena. En relación con el primer nivel son condiciones de posibilidad para la apropiación

del objeto la disponibilidad y el acceso, en tanto son parte de la apropiación del objeto el

conocimiento, la reflexividad, la competencia, el uso y la gestión de las TIC. En el nivel de

Page 53: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

apropiación de los significados que las TIC posibilitan, vehiculizan o desencadenan,

dimensionamos la elucidación, la interactividad, la interacción y el proyecto.

Hacemos seguidamente un punteo inicial de estos aspectos.

En relación con el objeto:

-conocimiento: supone superar la visión del objeto tecnológico como caja negra, cuya

materialidad se reduce a su funcionalidad, al resultado y no al proceso. Supone adquirir

conciencia de que el objeto es producto de una historia y que el objeto y sus componentes

tienen potencialidades y limitaciones que es necesario explorar y determinar.

-Reflexividad: el hecho de que la mayoría de los aspectos de la actividad social y de las relaciones

materiales con la naturaleza –y por lo tanto con las tecnologías- están sometidos a revisión

continua a la luz de nuevas transformaciones o conocimientos. Esta revisión continua tiene por

objeto también los actos de consumo de las teconolgías, a través de la cual expresamos, tanto

nuestra dependencia respecto a ellas como el aprovechamiento que hacemos en el despliegue

de nuestras capacidades creadoras de la cultura y la sociedad.

-Competencia: nos referimos con este aspecto de la apropiación a las habilidades y destrezas

necesarias para operar las tecnologías y operar con ellas.

-Uso: la apropiación se expresa en el uso. Aquí reparamos en si la tecnología disponible y

accesible es usada por los sujetos, cuando es usada y para qué. También cuan variado y creativo

es este uso.

-Gestión: significa estar en condiciones de tomar decisiones frente a diferentes alternativas de

uso de objetos tecnológicos.

En relación a las significaciones:

-Elucidación: es saber lo que pensamos y pensar lo que hacemos. Elucidar los significados de los

mensajes que las TIC vehiculizan no supone sólo su comprensión, sino que implica una serie de

operaciones. Significa que los sujetos puedan encontrar sentido a los datos con los que toman

contacto, que desarrollen un método de búsqueda, de ordenamiento, de análisis de la

información; que aprendan a interpretar los mensajes y su componente imaginario, para estar en

condiciones de proponer alternativas a las situaciones sociales en que están insertos.

-Interactividad: este término nos abre las puertas para pensar en la capacidad creadora y

productora del usuario. Para Bettetini afirma que la interactividad se trata de “un diálogo

hombre-máquina que haga posible la producción de la producción de objetos textuales nuevos,

no completamente previsibles a priori”.

-Interacción: en la medida en que nos producimos como sujetos y como sociedad en relación con

otros, es decir intersubjetivamente, la posibilidad que nos brindan las nuevas tecnologías de

multiplicar exponencialmente nuestros contactos cotidianos y nuestras relaciones con los demás,

abre las puertas a producir tambièn identidades individuales y colectivas normas y valores

compartidos o confrontados, reconocimientos de diferencias y similitudes culturales, ideológicas,

de estilos de vida y de trayectorias.

Page 54: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

-Proyecto: la apropiación de la tecnología no es un fin en si mismo sino que debería permitirnos

la realización de proyectos de autonomía individual y colectiva.

Para finalizar, la apropiación entonces, se refiere a las prácticas a través las cuales los sujetos,

habiendo realizado una elucidación acerca de las determinaciones económicas, sociales e

ideológicas que imponen los objetos tecnológicos que los rodean, expresan en el uso

competente de esos objetos su libertad de adaptarlos creativamente a sus propias necesidades,

en el marco de la construcción de proyectos de autonomía colectiva e individual.

Page 55: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

Texto 11

NUEVAS PERSPECTIVAS EN LOS ESTUDIOS DE COMUNICACIÓN

Capítulo 1: Repensar la apropiación desde la cultura digital (Delia Crovi Druetta)

La categoría apropiación es pensada más allá de su significado cotidiano, referido a adueñarse de

algo, tomar para sí un objeto o recurso, para pensarla en torno al modo en que las prácticas

culturales de los individuos incorporan a sus actividades cotidianas las innovaciones

tecnológicas que comúnmente conocemos como tecnologías de información y comunicación

(TIC).

Lo que busca este texto es acercarse a los orígenes de la categoría apropiación para reubicarla

conceptualmente en el ámbito actual, y para ello parte de una premisa clave: la desigualdad

social produce un acceso también desigual a la digitalización y genera a su vez una apropiación

que se expresa culturalmente en formas y prácticas diferentes. Lo mismo sucede con la

capacidad de los individuos para adueñarse e incorporar los recursos digitales a su vida cotidiana.

Esto se refleja en la integración de esos individuos al “espíritu de su tiempo”, es decir, al clima

intelectual y cultural dominante que debido a las condiciones materiales en que se produce

genera exclusión.

Referentes iniciales

Los primeros referentes acerca de la categoría apropiación son dos investigadores rusos que

trabajaron juntos en la década del 20’ del siglo pasado: Leóntiev y Vygotsky. Partimos del

postulado central de Vygotsky: el origen social y cultural de la conducta individual y colectiva del

individuo. Vygotsky explica la interiorización como un proceso de autoconstrucción y

reconstrucción psíquica, lo que da lugar a un nuevo tipo de interacción además de la social: una

interacción con los productos de la cultura.

Según Vygotsky, además de ser auxiliares externos, las obras culturales contienen sistemas

semióticos, estructuras, conceptos, técnicas, etc., que podemos interiorizar, proceso que

conduce a su apropiación. Al arraigarse en los individuos, esos productos se convierten en

instrumentos personales y privados, pero al mismo tiempo constituyen un mecanismo vital para

el desarrollo y preservación de la sociedad y su cultura. Ambas dimensiones integran la

interacción sociocultural.

Por su parte, Leóntiev plantea fundamentalmente la teoría de la actividad, según la cual los

procesos humanos pueden ser observados en tres niveles: un nivel más general, conducido por la

actividad y las motivaciones; un nivel intermedio, donde se pueden observar las acciones y sus

metas asociadas; y un nivel más bajo, donde es posible analizar las operaciones realizadas por los

sujetos y que les sirven como medios para alcanzar sus objetivos mayores. Vale destacar que la

teoría de la actividad tiene carácter productivo, ya que considera que en los productos

generados por el trabajo está presente la objetivación de la actividad del individuo y de la cultura

en su conjunto.

En este sentido, el texto plantea que en el terreno de la digitalización también se pueden

observar estos tres niveles, basándose en una propuesta de Juan Martín Bonacci referida a la

producción en las redes. En el nivel general se ubican quienes tienen mayor espacio en la

Page 56: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

producción del medio; por ejemplo, los webmasters. En el nivel intermedio, están aquellos cuya

actividad es más reducida en cuanto a la creación de contenidos, pero que sin embargo

despliegan acciones asociadas a metas concretas, como quienes participan en foros. Por último,

en el nivel más bajo se ubican quienes tienen menor espacio de producción. Bonacci los llama

sufers (así dice en el libro, yo creo que es surfers), ya que sólo navegan o exploran en la red.

Otro aspecto a destacar en la teoría de la actividad es la importancia que Leóntiev da al papel

mediador de herramientas o artefactos, los cuales se crean o transforman como producto de la

actividad, proceso que tiene lugar en una cultura concreta. Las renovaciones de estos aparatos

mediadores llevan a desarrollar nuevos aprendizajes que se renuevan constantemente; esto es

una idea cercana al concepto de educación constante, lo cual puede constatarse especialmente

en la actualidad, donde lo digital y sus actualizaciones de gran velocidad exigen aprendizajes

constantes.

Leóntiev ubica a la apropiación en el ámbito sociohistórico: la dimensión personal o individual de

esta práctica sociohistórica coloca a cada sujeto frente a una realidad entendida como problema

a resolver. Para ello, debe apropiarse de los fenómenos objetivos del mundo que lo rodea. De

esta forma, el sujeto no sólo tiene acceso a las innovaciones digitales a las que asistimos en esta

época, sino que también cuenta con habilidades para usarlas y hacerlas parte de sus prácticas

sociales

En este sentido, pueden darse exclusiones en la apropiación en varios sentidos: en primer lugar,

debido a las desigualdades económicas descriptas al principio; en segundo lugar, están las

exclusiones generadas por carencias en la infraestructura que permite el acceso, derivadas de

políticas públicas e intereses económicos que llevan a concentrar la disponibilidad de estos

recursos en los centros más poblados y desarrollados; en tercer lugar, existen exclusiones

generacionales: no todos los adultos están en condiciones de adquirir estos saberes adicionales.

Por último, Leóntiev en su época plantea el factor de la voluntad, ya que cuando alguien se

adueña de un objeto técnico está manifestando un interés por él y una voluntad por hacerlo

propio.

Por último, el texto rescata algunos ejes en las propuestas de Vygotsky y Leóntiev para entender

la importancia de la digitalización como factor de cambio en los sistemas productivo, educativo,

de entretenimiento, de información y de relaciones sociales (el paradigma dominante es

construir una sociedad de la información, que tiene como uno de sus ejes principales de cambio

a estos recursos digitales):

la importancia atribuida a la comunicación;

la misión individual del sujeto para transformar la cultura material e intelectual de su

sociedad mediante el trabajo;

la existencia de un ámbito sociohistórico específico que determina el proceso de

apropiación;

la noción de educación permanente o constante;

el reconocimiento de niveles de actividad y sus objetivos;

la idea de construcción transversal (que atraviesa la historia, no es sincrónica);

el reconocimiento de la apropiación como un proceso opuesto a la reproducción

mecánica de la cultura.

Page 57: Resúmen de Teorías III - ECI 2014

Capítulo 2: Aportes sobre la apropiación mediática en la experiencia de los públicos: acceso y

confrontación (Márcio Simeone Henriques)

La cuestión de la apropiación mediática se ha postulado desde enfoques que van desde el nivel

macropolítico que implican los problemas de regulación de los medios de comunicación y la

formulación de políticas públicas hasta el nivel micropolítico, es decir, de las formas de

apropiación de los medios de interacción y visibilidad por los públicos como condición misma de

su existencia.

Si bien no alcanza con centrar nuestra atención sólo en los medios para la comprensión de los

procesos de comunicación, es preciso tener en cuenta que el sistema de los media desempeña

un papel central en la difusión de información a grandes audiencias. Es decir, los medios masivos

de comunicación son factores fundamentales en la constitución de los públicos en dos casos: el

primer caso constituye el hecho de que eligen a sus destinatarios, proyectando sus intereses en

las audiencias. En este sentido, la reducción de los públicos a audiencias genera que la función

activa de los públicos se vea restringida o reducida.

El segundo caso indica que los medios son los principales promotores de la condición de

publicidad (de visibilidad): muestran los acontecimientos y proponen temas en torno a los cuales

los públicos se pueden agrupar, opinar, debatir. Así, los medios ejercen cierta regulación sobre lo

que entra o no en circulación en el espacio de visibilidad pública. En ambos casos se generan

tensiones internas que se combinan en la gestión de los medios de comunicación: la reducción a

audiencias, bajo una lógica de mercado, obedece a una gran variedad de intereses intersectados

donde a veces prevalece un tratamiento cuantitativo, mientras que la edición de los

acontecimientos y temas es esencialmente cualitativa y, además, dependiente del análisis de las

condiciones de formación del interés público.

El interés público, por su parte, es lo que los públicos definen como tal. Por un lado, el juicio del

público reclama para sí esta distinción; por otro, los productores y editores de los medios hacen

sus distinciones según lo que presumiblemente consideran de interés de los públicos, es decir, en

nombre de los públicos (aquí es donde pueden darse ciertas ediciones distorsionadas). Entonces,

esta tensión interna se presenta como un conflicto entre la apertura/indeterminación del

sentido de público y de interés público (que siempre se encuentra bajo construcción y

reconstrucción reflexiva) y los intentos de enclaustrar este sentido, es decir, cuando se da una

resistencia al cierre y a la indeterminación. Es aquí donde entran en juego los debates acerca de

la propiedad privada de los medios, acerca de propuestas institucionales innovadores fuera de la

lógica comercial y bajo procesos autogestionados y acerca de la libertad de expresión de la

opinión pública. Pueden notarse en este sentido dos tipos de acción que los públicos, en su

dimensión activa, realizan al mismo tiempo: el acceso y la confrontación a los medios de

comunicación.

Los públicos acceden a los medios

En primer lugar, una dimensión importante de la apropiación es ubicada en términos de acceso

público a los medios de comunicación, acceso que significa no sólo la posibilidad de recibir y

producir, sino también la expresión a través de ellos. Debido a la importancia de los media en la

entrada al espacio público, hay al mismo tiempo “alguna porosidad por donde se puede

posiblemente penetrar en este lugar simbólico sin los filtros de los medios”. Esto se da ya sea por

la creación de medios de expresión propios o por la utilización de otros canales, como Internet y

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medios digitales, donde lo comunitario entra en juego como una dimensión colectiva de

compartir sentidos, expresión común y colectiva de problemas, compartimiento de valores.

Los medios capturan los movimientos que se producen en estos espacios alternativos, y además

reorganizan y reeditan a su modo el material que en ellos circulan, lo que puede observarse en la

“reverberación a través de los medios de informaciones, temas y debates que se introducen en el

espacio público” mediante Internet, grupos virtuales, sitios de peticiones públicas, etc. Aquí, el

acceso al espacio público mediatizado también implica la utilización de los recursos propios de

visibilidad que juegan dentro de una economía de atención frente al enorme volumen de

información que circula. Lógicamente, estos recursos resultan limitados para los públicos, no sólo

por la disputa de los espacios editoriales de los medios sino también por el peso que éstos

poseen en dicha economía de atención.

Los públicos confrontan a los medios

Ocurre del mismo modo que la existencia y el funcionamiento de los medios provoca todo un

conjunto difuso de interacciones sociales sobre ellos mismos. Braga llama a estas interacciones

sistema de respuesta social, ubicado en un nivel más abstracto y además distinto de los sistemas

de producción y recepción. “La sociedad se organiza para hacer frente a los medios de

comunicación, desarrollando dispositivos sociales” que proporcionan consistencia, continuidad y

perfil a ciertas modalidades de tratamiento. Esta organización está incorporada en los

dispositivos capaces de proporcionar mecanismos de retorno (feedback) y críticas a los aportes

mediáticos, pero también de activismo social y control sobre los medios. La sociedad se

organiza como sociedad para reelaborar lo que circula, o más bien para hacer circular, de modo

necesariamente elaborado, lo que los medios transmiten.

Estas acciones, que podemos caracterizar como reencuadres de sentido, no son sólo reeditoras,

sino también formas de organizar los mensajes en un amplio sistema de circulación social.

Luego, sí, pueden ser entendidas como formas de apropiación de los contenidos simbólicos por

parte de los públicos en un nivel más abstracto. Es aquí donde gana importancia un proceso de

alfabetización mediática crítica como un factor fundamental de resistencia a las situaciones de

recepción pasiva. También entra en juego el problema de la capacidad de expresión autónoma

de los sujetos bajo la condición de públicos, donde los procesos de apropiación mediática exigen

el desarrollo de habilidades y conocimientos específicos por parte de los públicos tanto en un

aspecto técnico como cultural, ya que el dominio de la técnica también implica la apropiación y

reapropiación de ciertos patrones culturales. Todo ello en pos de crear las condiciones mismas

de la autonomía a través de sus competencias (individuales y colectivas) de comunicación.

Capítulo 3: Apropiación tecno-mediática: el capitalismo en su encrucijada (Susana

Morales)

De acuerdo a las palabras de Daniel Bell en 1965, la sociedad posindustrial se caracteriza por ser

aquella en que los negocios ya no son el elemento característico, sino que el que predomina es el

intelectual. Plantea además cinco dimensiones que explican el tipo de sociedad a la que nos

estamos refiriendo: 1) el cambio de una economía productora de mercancías a una productora

de servicios; 2) la preeminencia de clases profesionales y técnicas; 3) la centralidad del

crecimiento teórico como fuente de innovación y formulación política; 4) el control de la

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tecnología y sus contribuciones, y 5) la creación de una nueva tecnología intelectual, vinculada a

la toma de decisiones y cuyo principal representante es, actualmente, la computadora.

Agrega Morales que estamos asistiendo a una mutación profunda del capitalismo que puede

resumirse con el término capitalismo cognitivo, pero que también podemos llamar capitalismo

inmaterial, sociedad de la información, revolución tecnológica, entre otras. En ella, el

conocimiento crea un tipo de valor que varía de acuerdo con la rentabilidad potencial que resulta

del intervalo entre la velocidad de la difusión y la de socialización, ya que el conocimiento genera

valor si es difuso (difundido), pero la difusión tiende a reducir su grado de apropiabilidad.

Es decir, se nos alienta a consumir conocimiento e información, pero las consecuencias de

acumular conocimiento, producir información, interactuar y producir juntos, devalúan el

conocimiento y empoderan a los consumidores. Esto plantea una encrucijada: por un lado, la

industria cultural está cada vez más presente y la técnica se incorpora de manera acrítica; por el

otro, el discurso crítico que asocia tecnología y poder aparece silenciado ante la fuerte

imposición del mercado.

Escenas de la vida posmassmediática

Usa como ejemplos el caso de Wikileaks y el del movimiento estudiantil Yo soy 132 en México

para explicar lo que Félix Guattari (1996) llama era posmassmediática. Se trata de una época en

la que se comienza a percibir un rechazo ante “los aspectos de reificación, identificación e

hipnosis que se atribuyen a los medios y sus mensajes”. Es decir, comienza a generalizarse una

desconfianza hacia lo que podríamos llamar el gran mensaje de los medios masivos de

comunicación tradicionales.

El surgimiento y masificación de las nuevas tecnologías informáticas permitió también una

especie de toma de conciencia de ese tipo de manipulación intolerable. Además, este tipo de

transformaciones tecnológicas posibilitó la presencia de nuevas experiencias y nuevos tipos de

vínculo entre los sujetos y los dispositivos tecnológicos, lo que nos obliga a generar nuevas

propuestas para analizar esta relación.

Siguiendo a Guattari, con era posmassmediática no estamos desdeñando la creciente

importancia de la producción y circulación de información, sino que afirmamos que la definición

de medios masivos de comunicación está a punto de expirar. Los massmedia tal como los

conocimos a comienzos del siglo XX constituyen hoy una radiografía incompleta, ya que la

aparición de una nueva generación de medios digitales interactivos basados en un modelo

comunicacional totalmente innovador fundado en las redes y en la colaboración de los

usuarios está desafiando nuestro conocimiento sobre los viejos medios de comunicación de

masas.

Así, podemos llegar a algunas propuestas o apuntes:

1) ya no podemos seguir hablando de recepción, sino de apropiación, ya que las personas

ahora, al mismo tiempo y con diversas herramientas, producen, expresan y difunden

información, otorgando significado a los productos culturales que dinamizan y hacen

circular y teniendo alcance e impacto sobre la reproducción o transformación del orden

social. Esto contribuye además a ampliar y consolidad nuestros márgenes de autonomía:

todos nos hemos vuelto mediadores, todos recibimos y procesamos y producimos

información. El concepto apropiación social del complejo tecno-mediático es más

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adecuado para abarcar este rol renovado del sujeto en torno a las tecnologías de la

información.

2) Ya no podemos seguir estudiando separadamente la recepción de medios tradicionales o

históricos, por un lado, y de las TIC por otro. Se hace casi imposible separar

analíticamente a cada tipo de medio/dispositivo, por lo que debemos desarrollar nuevos

marcos metodológicos para comprenderlos. Para ello, Morales propone para este

conjunto de medios y TICs el concepto de complejo tecno-mediático, articulado al de

mundo maquínico(aquel compuesto tanto por máquinas como por los conocimientos

que las hacen surgir y funcional, por el uso dado a ellas por la sociedad y por los

pensamientos e imaginarios de que están investidas”.

3) Por último, se propone desplazar el estudio de la apropiación asociada a contextos

espacio-temporales particulares (el hogar, el tiempo libre), para dar cuenta de una

experiencia mediada que invade casi todos los tiempos y lugares. Se trata de un escenario

cuyo decorado está caracterizado por la presencia de este complejo tecno-mediático. Se

trata entonces de escenarios desterritorializados o escenarios virtuales. Cabe preguntarse

aquí qué es lo que se mantiene estable en ellos: la presencia de actores (entre los que hay

diferencias de todo tipo) y objetos tecnológicos, sumados a la circulación de palabras,

textos, imágenes, sonidos que dan forma a un guión que se improvisa cada vez. La

novedad clave de este tipo de escenarios es que todos somos actores, todos podemos

ser figuras púlicas.

Se propone, en definitiva, el concepto de mediactoruniendo “mediador” y “actor” en

reemplazo de prosumidor, aquél que conjugaba productor y consumidor.

Autonomía-heteronomía-apropiación: un campo de problemas a investigar

En la sociedad contemporánea, es cada vez más estrecho el margen que poseemos los

sujetos, individual y colectivamente, para generar procesos autonómicos. Con autonomía se

refiere Morales a que nos atrevamos a cuestionar las instituciones, comprender y

caracterizar la ideología que subyace al tipo de sociedad en que vivimos, y tomar la decisión

de transformar un mundo que consideramos injusto o inequitativo. Es por ello que analizar

las condiciones de los procesos de apropiación de la subjetividad, de la ciencia, de la

tecnología, de los medios y del conocimiento puede constituir un aporte en la ampliación de

estos márgenes de autonomía. En este sentido, para los estudios de comunicación, la autora

plantea un campo de problemas por explorar:

- La producción de la subjetividad: el complejo tecno-mediático se relaciona con la

producción de subjetividad en torno a procesos de resingularización, lo que significa que

este complejo nos interpela, nos pide respuestas, y esto constituye “preguntas que ni el

diario, ni la televisión ni la radio nos había realizado con tanta intensidad”.

- La producción de significación o de sentido, que está articulada de acuerdo a diversos

aspectos: la significación asociada al uso del objeto en su dimensión material; las

significaciones imaginarias de las que están investidos esos objetos; la significación

atribuida a los discursos que circulan a través de ese complejo; la significación de

discursos que emerge a partir de las interacciones entre mediactores en el marco de

procesos de apropiación social.

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- La producción con medios, que hace referencia a que hoy los actores cuentan y hacen uso

de una batería de recursos, pudiendo crear sus propios medios y canales para hacer

públicos sus proyectos e ideas.

Capítulo 5: Nuevas interacciones en competencia digital: de la recepción al empoderamiento

(Carmen Marta Lazo – José Antonio Gabelas Barroso)

Niveles de interacción sujeto-pantalla: la apropiación basada en la competencia digital

Asistimos a un proceso de convergencia de pantallas que permite nuevas opciones de autoría

que se alejan de los paradigmas comunicativos tradicionales. En este sentido, el sujeto individual

pasa a adquirir una dimensión colectiva en sentido de intercambio con otras personas en redes

sociales. Así, en el macroescenario de la red se asiste a una polioferta de contenidos, con

múltiples posibilidades y grados de interacción, dependiendo del nivel de apropiación que el

sujeto tenga respecto a los mensajes.

En este sentido, analizando las principales corrientes que se plantearon la relación entre sujeto y

pantalla, podemos hacer referencia a tres: en primer lugar, el funcionalismo y su teoría de los

usos y gratificaciones, según la cual hay que tener en cuenta las variables psico-sociológicas del

destinatario, el cual adapta los mensajes a su contexto subjetivo. La pregunta planteada es:

“¿qué selecciona la gente, por qué motivos y para qué?”.

En segundo lugar, la teoría culturalista de la Escuela de Birmingham, principalmente a través del

modelo de codificación/decodificación de Stuart Hall, presta atención a las prácticas sociales

como contexto de la relación con los medios y, dentro de ésta, los procesos de negociación y

reconstrucción de significados que se dan entre los medios y los grupos sociales. Lazo y Gabelas

añaden, por último, la teoría de la recepción activa planteada por la corriente latinoamericana

representada por, entre otros, Martín-Barbero y Kaplún.

Basándonos en estas corrientes, puede pensarse el proceso comunicativo como “una

reapropiación de los significados que se transmiten a través de los medios y que se insertan, a su

vez, en el amplio contexto de la cultura y la sociedad”. En este contexto, la red es una fuente

particular y novedosa de aprendizaje que se relaciona con la información y conocimientos

previos del cibernauta.

Citando a Morales, Álvarez Nobell y Loyola, puede afirmarse que los TIC han introducido “nuevas

miradas en el modo de entender la relación de los sujetos con los medios, los discursos

mediáticos y las propias tecnologías". La apropiación de estas tecnologías es en este sentido una

variable clave. El cibernauta puede llegar a estadios más elevados en cuanto a interacción,

superando ya los niveles de espectador y receptor, alcanzando ahora un estadio nuevo:el ser

crítico, tanto con los mensajes que produce como con los que recibe. Esto implica una

preparación en el análisis de un lenguaje que, como ya se aclaró arriba, es novedoso.

El cuarto estadio consiste en la autoría de contenidos, que no necesariamente implica haber

superado el estadio anterior, pero que alcanzado apropiadamente significa que ahora el

cibernauta es un “perceptor participante”, ya que ha alcanzado un grado de empoderamiento

para el que es necesaria la educación mediática. Los autores hablan de una cultura de la

participación, que debe ser “nutritiva, sana y equilibrada”, y para la cual es necesaria una

educación mediática. En esta figura del participante se combinan las nociones de “partícipe” y

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“actuante”, es decir, una dimensión social y una dimensión individual, a las que se suma también

la necesidad del compromiso ético con respecto al uso de las tecnologías.

Podemos definir a la competencia mediática en comunicación audiovisual, pero generalizable a

la comunicación digital, como “la capacidad de un individuo para interpretar y analizar desde la

reflexión crítica las imágenes y los mensajes audiovisuales y para expresarse con una mínima

corrección en el ámbito comunicativo”. Para entenderla, además, debe avanzarse en varias

dimensiones: instrumental, tanto para el manejo de recursos tecnológicos como de sus

lenguajes; cognitiva, lo cual significa desarrollar habilidades de uso inteligente de la información

y la comunicación; actitudinal, es decir fomentar actitudes racionales y “actitudes sociales

positivas”; y axiológica, en el sentido de potenciar criterios para en análisis crítico de la

información.

Hay que tener en cuenta, en este sentido, que las TIC no son neutrales y que exigen para un uso

transformador el desarrollo de valores éticos de uso de la información y de las tecnologías “para

evitar conductas de comunicación socialmente negativas”. Además, esta competencia abarca

otras seis dimensiones: lenguaje, tecnología, procesos de producción y programación; ideología y

valores; recepción y audiencia; y estética. Se expresa que la combinación de todas estas

dimensiones de manera holística llevan a la construcción y desarrollo del verdadero ciudadano

digital.

El concepto de empowerment

¿A qué hace referencia el concepto de empowerment? Literalmente significa empoderar, pero

generalmente se traduce como potenciación o fortalecimiento. Este proceso de potenciación

consistiría básicamente en saber cómo acceder a los recursos, cómo utilizarlos con el fin de tener

capacidad para influir y controlar nuestras vidas presentes y futuras. Este concepto

preeminentemente aplicado para la convivencia de los adolescentes respecto a las tecnologías,

plantea una nueva relación entre el uso que aquellos le dan a las TIC y qué exige de todo esto la

escuela como institución tradicional, que ignora casi por completo lo que podríamos llamar

“cultura participativa”, algo en lo que los adolescentes han avanzado junto con las TIC: nuevas

narrativas transmedia, es decir, nuevas narrativas de la vida.

Pueden definirse algunas características de esta cultura participativa:

- Las relativas pocas barreras para la expresión;

- La potenciación del apoyo a la creación y el intercambio;

- La promoción de un tipo informal de afiliación, donde se comparten los conocimientos;

- La conciencia de los miembros de que sus contribuciones valen la pena;

- El sentimiento de cierta conexión social.