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Repaso de la Escuela del Ministerio Teocrático 1. ¿Por qué no estuvo bien la forma en que Mical se dirigió a David, y qué pueden aprender las parejas casadas de este relato? (2 Sam. 6:20-23.) [11 de mayo, w11 1/8 pág. 12 párr. 1.] Incluso cuando estén a solas, no caiga en la tentación de usar lenguaje hiriente u ofensivo. En el antiguo Israel, Mical se enfadó con su esposo, el rey David, y con desprecio le dijo que se había portado “como uno de los casquivanos”. Al llamarlo casquivano, o alocado, no solo ofendió a su esposo, sino que también desagradó a Dios (2 Samuel 6:20-23). ¿Cuál es la lección? Cuando hable con su cónyuge, preste atención a lo que dice (Colosenses 4:6, nota). Felipe, que lleva ocho años casado, reconoce que él y su esposa aún tienen desacuerdos. Se ha dado cuenta de que, a veces, sus comentarios solo empeoran las cosas: “He aprendido que ‘ganar’ una discusión es realmente una derrota. Es mucho mejor hacer lo posible por llevarnos bien”. 2. ¿Cómo reaccionó el profeta Natán cuando Dios lo corrigió por decirle a David que siguiera con sus planes de construir un templo para Jehová? (2 Sam. 7:2, 3.) [11 de mayo, w12 15/2 pág. 24 párrs. 6, 7.] Puesto que Natán era un fiel siervo de Jehová, apoyó con entusiasmo el proyecto de David de construir el primer centro permanente de la adoración pura en la Tierra. Sin embargo, parece que en esa ocasión expresó sus propios sentimientos en vez de hablar en nombre de Jehová. Esa noche, Dios le mandó que llevara al rey un mensaje distinto: David no construiría el templo, sino uno de sus hijos. Ahora bien, por orden divina, Natán también le anunció que Dios hacía un pacto con él por el cual su trono quedaría “firmemente establecido hasta tiempo indefinido” (2 Sam. 7:4-16). Como vemos, la opinión de Natán respecto a la construcción del templo difería de la voluntad de Dios. No obstante, este profeta humilde se sometió de buena gana al propósito de Jehová y lo apoyó sin quejarse. Si Dios tuviera que corregirnos de algún modo, haríamos bien en seguir el ejemplo de Natán. El hecho de que siguiera ejerciendo funciones de profeta indica que no perdió el favor divino. En efecto, parece que Jehová lo inspiró, junto con “Gad el hombre de visiones”, para dirigir a David en organizar a 4.000 músicos en el servicio del templo (1 Cró. 23:1-5; 2 Cró. 29:25). 3. ¿Por qué le contó Natán a David la historia que aparece en 2 Samuel 12:1-7 en lugar de acusarlo directamente de haber pecado gravemente? ¿Cómo puede ayudarnos este relato a ser mejores maestros? [18 de mayo, w12 15/2 pág. 24 párrs. 2, 3.]

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Repaso de la Escuela del Ministerio Teocrático1. ¿Por qué no estuvo bien la forma en que Mical se dirigió a David, y qué pueden aprender las

parejas casadas de este relato? (2 Sam. 6:20-23.) [11 de mayo, w11   1/8 pág. 12 párr. 1.] Incluso cuando estén a solas, no caiga en la tentación de usar lenguaje hiriente u ofensivo. En el antiguo Israel, Mical se enfadó con su esposo, el rey David, y con desprecio le dijo que se había portado “como uno de los casquivanos”. Al llamarlo casquivano, o alocado, no solo ofendió a su esposo, sino que también desagradó a Dios (2 Samuel 6:20-23). ¿Cuál es la lección? Cuando hable con su cónyuge, preste atención a lo que dice (Colosenses 4:6, nota). Felipe, que lleva ocho años casado, reconoce que él y su esposa aún tienen desacuerdos. Se ha dado cuenta de que, a veces, sus comentarios solo empeoran las cosas: “He aprendido que ‘ganar’ una discusión es realmente una derrota. Es mucho mejor hacer lo posible por llevarnos bien”.

2. ¿Cómo reaccionó el profeta Natán cuando Dios lo corrigió por decirle a David que siguiera con sus planes de construir un templo para Jehová? (2 Sam. 7:2, 3.) [11 de mayo, w12   15/2 pág. 24 párrs. 6, 7.]

Puesto que Natán era un fiel siervo de Jehová, apoyó con entusiasmo el proyecto de David de construir el primer centro permanente de la adoración pura en la Tierra. Sin embargo, parece que en esa ocasión expresó sus propios sentimientos en vez de hablar en nombre de Jehová. Esa noche, Dios le mandó que llevara al rey un mensaje distinto: David no construiría el templo, sino uno de sus hijos. Ahora bien, por orden divina, Natán también le anunció que Dios hacía un pacto con él por el cual su trono quedaría “firmemente establecido hasta tiempo indefinido” (2 Sam. 7:4-16).Como vemos, la opinión de Natán respecto a la construcción del templo difería de la voluntad de Dios. No obstante, este profeta humilde se sometió de buena gana al propósito de Jehová y lo apoyó sin quejarse. Si Dios tuviera que corregirnos de algún modo, haríamos bien en seguir el ejemplo de Natán. El hecho de que siguiera ejerciendo funciones de profeta indica que no perdió el favor divino. En efecto, parece que Jehová lo inspiró, junto con “Gad el hombre de visiones”, para dirigir a David en organizar a 4.000 músicos en el servicio del templo (1 Cró. 23:1-5; 2 Cró. 29:25).

3. ¿Por qué le contó Natán a David la historia que aparece en 2 Samuel 12:1-7 en lugar de acusarlo directamente de haber pecado gravemente? ¿Cómo puede ayudarnos este relato a ser mejores maestros? [18 de mayo, w12   15/2 pág. 24 párrs. 2, 3.]

Piense en la razón por la que Natán abordó el problema de esa forma. No es fácil que alguien vinculado emocionalmente a otra persona analice su situación con objetividad. Además, los seres humanos tendemos a justificarnos cuando hacemos cosas que no están del todo bien. Pero con su relato, Natán impulsó a David a condenar su propia conducta sin darse cuenta. El rey vio con claridad que el comportamiento del hombre rico era deplorable. Ahora bien, fue solo después de la indignada respuesta de David cuando Natán le reveló que él mismo era ese hombre. El rey pudo así comprender la gravedad de sus pecados, y eso lo preparó mentalmente para aceptar la reprensión. Reconoció que en verdad había despreciado a Jehová con su conducta y aceptó la merecida censura (2 Sam. 12:9-14; Sal. 51, encabezamiento).

¿Qué nos enseña este relato? Que el objetivo del maestro de la Biblia es que sus oyentes lleguen por sí mismos a conclusiones correctas. Natán respetaba a David, por eso le habló con tacto. Sabía que, en su interior, el rey amaba la justicia y la rectitud, y con su ilustración apeló a esas cualidades. Nosotros también podemos apelar al sentido de la justicia de las personas de buen corazón para ayudarlas a entender los puntos de vista de Jehová. Pero debemos hacerlo sin adoptar aires de superioridad moral o espiritual, ya que para determinar lo que está bien o mal nos basamos en la Biblia, no en nuestras opiniones.

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4. ¿Por qué pudo engañar Absalón a los israelitas, y cómo nos protegemos hoy de quienes son como él? (2 Sam. 15:6.) [25 de mayo, w12   15/7 pág. 13 párr. 7.]

Cómo es que se dejaron embaucar tan fácilmente aquellos israelitas? Tal vez deseaban lo que Absalón les prometía, o quizá fue que se dejaron deslumbrar por su imponente presencia. Sea como fuere, una cosa es indiscutible: no eran leales a Jehová ni al rey que él designó. Hoy día, Satanás continúa valiéndose de personas que son como Absalón para tratar de ganarse el corazón de los siervos de Jehová. Algunos dicen: “Las normas de Dios son demasiado estrictas”, o: “¡Los que no sirven a Jehová sí que se divierten!”. ¿Permanecemos íntegros ante tales ideas? ¿Vemos claramente que se trata de sucias mentiras? ¿Estamos convencidos de que “la ley perfecta” de Jehová, la ley del Cristo, es la única que nos hace realmente libres? (Sant. 1:25.) Demostremos que valoramos esta ley y no caigamos en la tentación de abusar de nuestra libertad cristiana (léase 1 Pedro 2:16).

5. ¿Cómo se encargó Jehová de satisfacer las necesidades de David y sus hombres en un momento difícil, y qué aprendemos nosotros? (2 Sam. 17:27-29.) [1 de jun., w08   15/9 págs. 5, 6 párrs. 15, 16.]

Cuando David y sus hombres finalmente llegaron a la ciudad de Mahanaim, se encontraron con Sobí, Makir y Barzilai. Estos tres hombres valientes le dieron todo su apoyo a David, el rey elegido por Dios. Al hacerlo se jugaron la vida, pues si Absalón finalmente se quedaba con el trono, no dudaría en castigar severamente a cualquiera que hubiera apoyado a su padre. Al ver el aprieto en que se hallaban David y los suyos, estos tres súbditos leales les proporcionaron todo lo que necesitaban: trigo, cebada, grano tostado, habas, lentejas, miel, mantequilla, ovejas, y hasta camas para que pudieran descansar bien (léase 2 Samuel 17:27-29). Aquella impresionante muestra de hospitalidad y lealtad tuvo que haber conmovido a David. Seguro que jamás olvidó lo que hicieron por él. Pero ¿quién se encargó realmente de satisfacer las necesidades de David y sus hombres? David estaba convencido de que Dios cuida de su pueblo. Si lo desea, Jehová puede hacer que sus siervos se sientan impulsados a socorrer a cualquier compañero necesitado. David siempre tuvo claro que la bondad de aquellos tres hombres fue en realidad una expresión del cariño de Jehová. Basándose en su propia experiencia, escribió hacia el final de su vida: “Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan” (Sal. 37:25). ¿Verdad que es muy reconfortante saber que Jehová siempre satisface las necesidades de sus siervos? (Pro. 10:3.)

6. ¿Qué nos enseña la forma en que David trató a Ittai, que no era israelita? (2 Sam. 18:2.) [1 de jun., w09   15/5 pág. 27 párr. 7.]

El relato de Barzilai destaca la necesidad de ser equilibrados. Por un lado, no deberíamos rechazar los privilegios de servicio ni dejar de esforzarnos por alcanzarlos porque nos sintamos incapaces de asumir responsabilidades o tan solo para llevar una vida tranquila. Si confiamos en que Dios nos dará las fuerzas y la sabiduría que precisamos, él compensará nuestras deficiencias (Filipenses 4:13; Santiago 4:17; 1 Pedro 4:11).Pero, por otro lado, hemos de reconocer nuestras limitaciones. Pongamos por caso a un cristiano que está muy ocupado en las actividades espirituales. Si rehusara aceptar por el momento más privilegios a fin de no descuidar otras obligaciones bíblicas, como la de mantener a su familia, ¿no sería eso una señal de modestia y equilibrio de su parte?

7. ¿Qué aprenden los hermanos de más edad de la congregación del ejemplo de Barzilai? (2 Sam. 19:33-35.) [8 de jun., w07   15/7 pág. 15 párrs. 1, 2.]

Y en nuestro caso, ¿se cumplirán las palabras de 2 Samuel 22:26? Recordemos que Jehová no cambia (Santiago 1:17). Él es siempre fiel a sus principios y jamás deja de cumplir sus promesas. Y una de ellas es la que registró David: “Jehová [...] no dejará a los que le son leales” (Salmo 37:28) Así es, Dios valora nuestra lealtad. Aprecia muchísimo que le obedezcamos fielmente y espera que imitemos su ejemplo siendo leales con quienes nos rodean (Efesios 4:24; 5:1). Si así lo hacemos, podemos estar seguros de

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que él nunca nos va a dejar. Puede que otros nos fallen cuando más los necesitemos, pero Jehová no: él nos ayudará a superar cualquier dificultad. Con razón la Biblia lo llama “el Leal” (Revelación [Apocalipsis] 16:5). ¿No es cierto que deseamos acercarnos cada día más a él?

8. ¿Qué seguridad nos transmiten a los siervos de Dios las palabras de David sobre la lealtad? (2 Sam. 22:26.) [15 de jun., w10   1/6 pág. 26 párrs. 6, 7.]

Y en nuestro caso, ¿se cumplirán las palabras de 2 Samuel 22:26? Recordemos que Jehová no cambia (Santiago 1:17). Él es siempre fiel a sus principios y jamás deja de cumplir sus promesas. Y una de ellas es la que registró David: “Jehová [...] no dejará a los que le son leales” (Salmo 37:28).Así es, Dios valora nuestra lealtad. Aprecia muchísimo que le obedezcamos fielmente y espera que imitemos su ejemplo siendo leales con quienes nos rodean (Efesios 4:24; 5:1). Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que él nunca nos va a dejar. Puede que otros nos fallen cuando más los necesitemos, pero Jehová no: él nos ayudará a superar cualquier dificultad. Con razón la Biblia lo llama “el Leal” (Revelación [Apocalipsis] 16:5). ¿No es cierto que deseamos acercarnos cada día más a él?

9. ¿Cómo demostró Natán lealtad a Dios, y cómo podemos ser nosotros leales? (1 Rey. 1:11-14.) [22 de jun., w12   15/2 pág. 25 párrs. 1,  4,   5 .]

Natán sabía que Salomón había de ser el siguiente rey. Por eso reaccionó de inmediato cuando Adonías intentó usurpar el trono en los últimos años de la vida de David. Como de costumbre, actuó con tacto y lealtad. Primero le dijo a Bat-seba que le recordara a David su juramento de hacer rey a su hijo Salomón. Luego, él mismo compareció ante el rey para preguntarle si había autorizado que Adonías fuera su sucesor. Al comprender la gravedad de la situación, el anciano David mandó a Natán y a otros siervos leales que ungieran a Salomón y lo proclamaran rey, frustrando así el complot de Adonías (1   Rey. 1:5-53 ).

Por los pocos detalles que se dan en la Biblia sobre Natán, está claro que fue un humilde pero enérgico defensor de las disposiciones divinas, y Jehová le encomendó grandes responsabilidades. Hacemos bien en meditar en las cualidades de Natán, como la lealtad a Dios y el profundo aprecio por sus normas, y esforzarnos por imitarlas.

Es improbable que alguno de nosotros deba reprender a algún rey adúltero o frustrar un golpe de estado. Pero, con la ayuda divina, sí podemos ser leales a Jehová y sostener sus justas normas. También podemos enseñar la verdad y defender la adoración pura con valor, y a la vez con tacto.

10. ¿En qué campos podría un siervo de Dios buscar pretextos para no cumplir con los mandatos de Dios, como tal vez hizo Salomón? (1 Rey. 3:1.) [29 de jun., w11   15/12 pág. 10 párrs. 12-14.]

La situación tomó un rumbo decididamente malo tras la coronación. “Salomón procedió a formar una alianza matrimonial con Faraón el rey de Egipto y a tomar la hija de Faraón y traerla a la Ciudad de David.” (1 Rey. 3:1.) ¿Abrazó ella en algún momento la religión verdadera, como Rut? La Biblia no indica que obrara así. Lo que sí indica es que cuando Salomón le edificó una casa (quizás también para sus doncellas egipcias), la hizo fuera de la Ciudad de David. ¿Por qué? Las Escrituras señalan que tomó esta medida porque era inapropiado que los paganos vivieran junto al arca del pacto (2 Cró. 8:11).13 Salomón tal vez contrajo matrimonio con la princesa egipcia pensando en las posibles ventajas políticas. Pero ¿se justificaba su decisión? No. Siglos antes, Dios había prohibido a sus siervos casarse con las mujeres de Canaán, enumerando específicamente varios pueblos de aquella tierra pagana (Éxo. 34:11-16). ¿Razonó Salomón que, como Egipto no aparecía en la lista, su conducta no era censurable? Si lo hizo, no tenía excusa. Estaba pasando por alto un peligro que Jehová había mencionado expresamente: ser desviado a la religión falsa (léase Deuteronomio 7:1-4).

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14 ¿Demostraremos con nuestra conducta que hemos aprendido de los errores de Salomón? Una hermana tal vez trate de encontrar alguna justificación para tener relaciones románticas con un no creyente, dejando a un lado las claras instrucciones divinas de “casarse [...] solo en el Señor” (1 Cor. 7:39). Con pretextos similares, algunos quizás participen en su centro de estudios en asociaciones y equipos deportivos fuera de horas de clase, declaren menos ingresos de los reales o mientan cuando deberían revelar acciones por las que se exponen a sufrir vergüenza. El punto es que todos podríamos caer en el error de buscar pretextos para no cumplir con los mandatos de Dios, tal como seguramente hizo Salomón.