portada y texto del primer parcial de introd. a la filosofía (2)

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Análisis y comentarios explicativos solicitados sobre determinados pasajes del Capítulo I (Feuerbach) de “La ideología alemana” de K. Marx y F. Engels y examen comparativo del primer fragmento con la Tesis I de Marx sobre Feuerbach – Versión utilizada de los textos: Traducción de Wenceslao Roces.

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Page 1: Portada y texto del primer parcial de introd. a la filosofía (2)

Análisis y comentarios explicativos solicitados sobre determinados pasajes del Capítulo I (Feuerbach) de “La ideología alemana” de K. Marx y F. Engels y examen comparativo del primer fragmento con la Tesis I de Marx sobre Feuerbach – Versión utilizada de los textos: Traducción de Wenceslao Roces.

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TEMA Nº 1: Considerando el primer fragmento de “La ideología alemana” puesto a nuestra

consideración, vemos primeramente que K. Marx y F. Engels (en adelante M. y E.) consideran que

el hombre -y las colectividades que éste integra necesariamente- son en cada momento el fruto de

un proceso previo que entonces explica su estado en cada instante dado. En el pasaje aludido, se

parte del reconocimiento del ser humano en tanto proveniente del reino animal, y en todo caso

separado del mismo por un proceso de diferenciación paulatina, en el cual pueden reconocerse

algunos hitos cruciales, que introducen modificaciones cualitativamente nuevas en el hombre como

especie.

a) En primer lugar, M. y E. consideran una condición de carácter biológico indispensable: la

aparición procesual de los rasgos orgánicos que entonces serán característicos del

ser humano, permitiéndole ejecutar nuevas funciones, físicas e intelectuales, hasta

entonces desconocidas en el seno del reino animal. Presumiblemente (a pesar que M. y

E. no lo explicitan detalladamente en este trabajo, si bien sobre todo Engels se extenderá

más tarde sobre ello) los autores podían incluir entre esos caracteres esenciales un cerebro

grandemente desarrollado como única residencia disponible de la conciencia, la visión

binocular captadora por excelencia de la profundidad espacial e imprescindible luego para

muchísimas labores propiamente humanas, el bipedismo o postura erecta permanente –

inexistente en el resto de los primates- conquista evolutiva liberadora de las extremidades

anteriores, lo que dejaba así disponibles las manos como agente potencial de relación activa

con el entorno, condición necesaria por posibilitar el trabajo específicamente humano. Otra

condición previa indispensable es el gregarismo de la especie, sin el cual el proceso de

hominización (primeramente biológico, a cierta altura también social en sentido estricto)

hubiese resultado inviable. M. y E. destacan, asimismo, el rol imprescindible del lenguaje en

el proceso de hominización y como particularmente indispensable en el proceso del trabajo

colectivo, en el surgimiento de la conciencia y el de la autoconciencia. Dirán que “el lenguaje

es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real que

existe también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a existir también para mí

mismo (…)”1.

b) En segundo término, M. y E. señalan el rasgo esencial por antonomasia, propio sólo del

ser humano: su papel de sujeto productor. La peculiar organización corporal (descripta en

el literal anterior), con significar en conjunto unas diferencias notables respecto a los

animales, y más allá de operar como condición imprescindible del carácter propiamente

humano, éste se realiza concretamente sólo y a través del proceso de producir sus medios

de vida. Y es a través de esta actividad social, que el hombre (en sentido genérico) pasa a

distinguirse radicalmente de los demás animales. Se humaniza en la medida en que

humaniza su entorno, transformándolo en su beneficio mediante la producción. Los

humanos, mediante su actividad, por medio de su trabajo productivo le asignan -novedad

1 Marx, Karl y Engels, Friedrich, La ideología alemana, E.P.U., 1968, pág. 31

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primera en la historia del planeta- una finalidad consciente al entorno, hacia la cual al mismo

tiempo tienden mediante su actividad. Nace la conciencia, y nace hermanada con la actividad

productiva como iniciativa subjetiva objetivada, como previsión materializada mediante el

trabajo productivo –pero condicionada objetivamente- por transformar el medio para producir

su sustento. Pero esta actividad diferencial respecto a los animales, los que en cambio

generalmente actúan reactivamente ante el mundo -en ese único sentido similares a las

fuerzas ciegas de la naturaleza, en tanto objetos más que sujetos activos de cambio, como sí

lo es el hombre2- lo es porque entraña otras peculiaridades. Pues el trabajo humano y la

producción humana de éste resultante, se realizan mediante los medios de producción, sean

objetos y medios de trabajo. A diferencia del animal, que responde primordialmente a un

instinto, a una suerte de tropismo positivo que lo impele hacia su objeto directo de consumo

(el herbívoro a las pasturas, el carnívoro a su presa), el ser humano, desde los primeros

estadios de desarrollo de sus fuerzas productivas, realiza y concreta sus objetivos de

consumo mediante un rodeo: produce, primero, sus medios de producción, sus herramientas.

Aunque padezca hambre, y para no continuar en ese estado, se prohíbe el consumo

inmediato de unas semillas, de unos tubérculos, y los siembra en el hueco o surco que antes

cavó con herramientas artificiales adecuadas, previamente producidas por él. A un

observador desinformado podría parecerle que el ser humano se desconcentra, “se aleja” en

un primer momento del objetivo de obtención de los medios de vida: pero es sólo apariencia,

únicamente fenómeno externo que encierra una esencia inaparente. El ser humano intercala

en exclusividad una etapa intermedia en el proceso de obtención del medio de vida,

consume energías en interponer la producción previa de sus medios de producción a la

consecución del consumir, casi siempre como única vía posible para lograr satisfacer, o al

menos satisfacer mejor y a más largo plazo –en cantidad y en calidad- sus necesidades

materiales inmediatas. Necesidades que, por otra parte, no serán siempre las mismas,

primero porque el medio cambia pero también y principalmente porque lo hacen sus

necesidades humanas, que tienden a aumentar y diversificarse, sea por el aumento

poblacional pero básicamente porque avanzan sus fuerzas productivas, las mismas que

posibilitan el crecimiento numérico de individuos, es decir que fundamentalmente progresan

sus capacidades mediadas de producción, las multiplicadoras y sustitutas paulatinas de sus

esfuerzos físicos inmediatos, por crear más y nuevos recursos.

Vemos entonces que, con el inicio de la nueva era del hombre como productor directo de

sus medios de vida inmediata, es al mismo tiempo con y a través de ello que el ser humano

pasa a obrar como productor indirecto de toda su vida material, es decir aquella

constituida por una sociedad concreta de productores basada en una menor o mayor

división social del trabajo basada a su vez en el menor o mayor desarrollo del potencial

productivo de cada sociedad dada, así determinante de las formas de distribución

2 Marx, Karl, Tesis sobre Feuerbach, Op. cit., Tesis I, pág. 665.

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imperantes en cada etapa, una base material asentada en la fabricación y uso de medios

de producción, de medios de vida -generadores sus productos de consumo directo- como

parte distintiva muy importante de las fuerzas productivas, de entre las cuales, y de todos

modos, la principal será siempre la fuerza humana de trabajo manual e intelectual, el

avance de su capacidad creadora en el sentido más amplio.

En definitiva, la especie humana, desde el momento del surgimiento de la producción, esa

innovación planetaria, por la que a su vez se crea a sí mismo como ser humano en cuanto tal, la

humanidad abandona definitivamente su animalidad previa para ingresar en la historia. Con la

producción específicamente humana nace la historia humana (entendiendo aquí, con M. y

E., el término “historia” expresando un concepto distinto y más abarcativo que aquél que divide

tradicional y convencionalmente el proceso humano en períodos de “prehistoria” e “historia”).

--------------------------

En síntesis, y respondiendo explícitamente y en forma breve a las preguntas que mueven el presente trabajo, pero que se desprenden de la exposición previa desarrollada:

1) La visión de M. y E. es materialista porque entiende y explica al hombre y sus conglomerados sociales como el producto de causas residentes en la base material de su realidad, entendiendo por tal la conjunción de los condicionantes ambientales (geología, clima, orohidrografía, etc.), su constitución biológica, como así también los factores sociales previos, aquéllos con los que se halla cada nueva generación (las condiciones materiales de su producción, esto es el modo de producción, las fuerzas productivas que son parte del anterior, y de los que se deriva en general el modo de vida heredado, que es el renovado punto de partida que hace a los hombres tal como son en cada momento histórico dado).

2) y 3) Es histórica, pues ve los componentes descriptos en el punto precedente no estáticos, sino en cambio constante normado principalmente por el nivel de desarrollo tendencialmente acumulativo y creciente de las fuerzas productivas, por las también crecientes necesidades a satisfacer y en consonancia con esta base, los cambiantes modos de ser, actuar y pensar. En fin, que en M. y E. existe una evidente concepción de progreso histórico, a ciertas alturas –en las sociedades clasistas- resuelto provisoriamente en la lucha de clases, y resuelto siempre en la contradicción básica hombre-naturaleza, con la humanización creciente del entorno.

3) Efectivamente; en la obra considerada se desarrolla, al concretarla, la Tesis I de Marx sobre Feuerbach. La concepción que aquí se fundamenta, ve también y se concentra en la faceta activa, subjetiva del ser humano a través de su práctica histórica concreta, en la que al transformar al mundo externo no puede dejar de ser recreado en tanto su propio sujeto ejecutor, y se opone de este modo a las visiones idealistas y no historicistas del hombre como objeto de estudio estático, ahistórico, abstracto, fuera de sus relaciones dinámicas que lo explican, pero no como ser intemporal, dotado de una esencia inmutable y abstracta, sino al contrario, y al decir de los autores, concibiendo la esencia como algo cambiante, a la vez interna y externa a él, es decir como el conjunto de sus relaciones sociales histórico-concretas, a la vez que viendo al ser humano como ser hecho y rehecho permanentemente por las circunstancias de las que él es el constructor, resolviendo así a cada paso la contradicción entre lo objetivo y lo subjetivo de la relación, y destacando este segundo polo, el particularmente activo de dicha interacción.

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TEMA Nº 2: Para M. y E., visto en general, en las sociedades divididas en clases sociales

lo ideológico prevaleciente es la expresión ideal, supraestructural de “las relaciones

materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como

ideas”3, lo cual se manifiesta en que “las ideas de las clases dominantes son las ideas

dominantes en cada época; (…) la clase que ejerce el poder material dominante en la

sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.”4 Ello tiene parte de sus

causas y en todo caso los factores que lo posibilitan, en el hecho de que “la clase que tiene

a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo,

de los medios para la producción espiritual (…)”5. Y la función, la finalidad objetiva central

que objetivamente persigue y cumple el sector o clase dominante en y con tal estado de

cosas, es concretar la necesidad de lograr instalar en la sociedad una situación donde “se le

sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios

necesarios para producir espiritualmente.”6 Lo cual, mientras prospere, permite el

mantenimiento indefinido de su posición dominante en la sociedad, con los privilegios y

obligaciones que esto conlleve; de las últimas entre otras, continuar reelaborando y

difundiendo su ideología. Pero de ello no se desprende de modo simplista y ante todo

subjetivista que, al menos en todos los casos, la elaboración y difusión de sus teorías y en

general de su ideología constituya un acto premeditado y alevoso perpetrado por las clases

dominantes, pues “así se imagina las cosas, por regla general, la propia clase dominante”7.

Pero M. y E. no están describiendo una situación inmutable, congelada, dada de una vez

y para siempre. Pues en épocas de agudización a todos los niveles de las contradicciones

internas en las sociedades clasistas (sobre la base de las crisis emergentes que delatan la

inconsistencia estructural del régimen y cuya consideración escapa al cometido de este

trabajo), tal estado de situación tiende a impeler e incluso compele a la clase en ascenso -

pero aún no dominante- de cada época, según M. y E., a lanzarse de lleno a la liza

interclasista, en la que entonces perfora los velos ideológicos desmovilizantes impuestos

por los dominadores, supera la falsa conciencia predominante hasta ese momento. Pero en

este combate desigual por el poder entre la clase dominante y la clase revolucionaria de

cada época histórica, a la última le resulta imprescindible, es una necesidad histórico-

política, arrastrar tras de sí a los demás sectores sociales dominados: la clase revolucionaria

debe construir y levantar su propia ideología, su falsa conciencia alternativa, y lo hace del

único modo posible, esto es, como expresión ideal de las relaciones materiales alternativas,

del modo de producción que necesita extender a toda la base de la sociedad, en primer

término por la necesidad del desarrollo ulterior de las fuerzas productivas, cometido de

desarrollo histórico que dicha clase encarna.

3 Marx, Karl y Engels, Friedrich, Op. cit., pp. 50-514 Ibíd., pág. 505 Ibíd., pág. 50 6 Ibíd., pág. 507 Ibíd., pág. 52

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Es así que si en su momento la burguesía revolucionaria, en oposición al poder feudal y

aristocrático dominante hasta entonces, se levanta y luego accede efectivamente al poder, lo

hará enarbolando las ideas de “libertad, igualdad, fraternidad”, ideología que mantendrá

como su divisa ideológica tras lograr constituirse en clase dominante. Porque para alcanzar

sus metas como clase, le resultaba imprescindible dotar de objetivos sentidos como propios

también a los demás sectores –proletariado incipiente, campesinado-, introducir en sus

mentes una falsa conciencia, pues, después de todo, los intereses y objetivos históricos de

cada clase son diferentes y contradictorios, y sin embargo la suma de todos los sectores

postergados era decisiva para derribar al poder existente (ya Marx, años antes, había

comenzado a vislumbrar el rol en general decisivo de las ideas, de las teorías –reales o

falsas, no es el punto-, en la conciencia de las masas como factor ideal materializado en

fuerza real de cambio: “el arma de la crítica no puede soportar evidentemente la crítica de

las armas; la fuerza material debe ser superada por la fuerza material; pero también la teoría

deviene fuerza material apenas se enseñorea de las masas” 8 - La cursiva es mía:

R.M.F.A.) . Entonces, la función objetiva de la ideología consiste siempre, en el espíritu de

lo pensado por M. y E., en mostrar lo que es interés de una parte de la sociedad como

interés de todos, como necesario interés general. De tal manera, los objetivos de “igualdad”

y “libertad serán de cualquier modo y antes que nada la necesaria “igualdad” inicial de

oportunidades para los burgueses cuando éstos concurran al mercado a realizar sus

mercancías, sin las retardatarias exacciones y demás trabas feudales. Y la “libertad” será

primariamente la libre posibilidad de competir en la instancia mercantil, así como la “libertad”

de explotar “justamente” al proletario, esto es, legalmente –en el marco jurídico burgués –

otra impostura ideológica, según los autores que comentamos- también presentado como la

expresión de “La Justicia” universal, abstracta e igual para todos los individuos, sin

diferencias de clase. Otra cosa diferente es si realmente las consignas ideológicas de la

burguesía, “igualdad”, “libertad”, “justicia igual para todos”, “separación de poderes”,

redundaron o no en beneficio del proletariado y demás sectores postergados: En realidad sí,

primero, y porque sobre todo inicialmente la ideología burguesa contenía algunos aspectos

más de “veracidad” para los demás sectores acompañantes, en la medida en que el interés

material de la burguesía “se armoniza más con el interés común de todas las demás clases

no dominantes (…) y bajo la opresión de las relaciones existentes, no ha podido

desarrollarse aún como el interés específico de una clase especial.” 9 Segundo, porque

históricamente la abolición de privilegios feudales y aristocráticos y de algunas limitaciones

concomitantes para la población en general, significó un relativo respiro para los sectores no

burgueses. Tercero, porque -y siempre según M. y E.- el haber dotado a los explotados de

nuevas banderas, en buena parte ideológicas, sí, pero más ambiciosas, templaría y haría

más decidida y radical la lucha posterior, en la medida en que “cada nueva clase instaura su

8 Marx, Karl, Para la crítica de la “Filosofía del Derecho” de Hegel - Introducción, Edit. Claridad, 19379 Marx, Karl, Engels, Friedrich, Ibíd., pág. 52

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dominación siempre sobre una base más extensa que la dominante con anterioridad a ella,

lo que, a su vez, hace que más tarde, se ahonde y agudice todavía más la contradicción de

la clase no poseedora contra la ahora dotada de riqueza.” 10

Entonces la función ideológica –esa tarea que cumple sobre todo un sector de la propia

clase dominante, -manifestación de una división del trabajo más- el sector de los ideólogos,

misión que la cumplen a veces incluso en contradicción secundaria, adjetiva, con otros

sectores a la interna de la propia clase-, como dirán M. y E., se caracteriza en general por

“desglosar las ideas de los individuos dominantes, que dominan por razones empíricas, bajo

condiciones empíricas y como individuos materiales, de estos individuos dominantes,

reconociendo con ello el imperio de las ideas o las ilusiones en la historia” 11, presentando

dichas ideas interesadas de un sector bajo el ropaje del interés general y común a todos,

como las únicas ideas justas, racionales, verdaderas y convenientes a todos los

postergados. Es decir que, siempre dentro de la concepción de M. y E., para que un

concepto o idea posea carácter ideológico –lo cual, por defecto a partir de lo hasta aquí

expresado, supone que no todas las ideas son ideología-, para que funcione

ideológicamente, siempre será necesario que cumpla las condiciones antedichas.

06/05/2013

Trabajo correspondiente al primer parcial de Introducción a la Filosofía

Fecha límite de presentación: 06/05/2013

DATOS DEL ALUMNO:

Nombre Completo: Fumeiro Ávila, Rulber Maubert

C. I.: 1:257.235-0

Correo: [email protected]

10 Ibíd., pág. 5311 Ibíd., pág. 54