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La educación infantil en España

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Primera edición: abril de 2015.

© Pepa Alcrudo, Alicia Alonso, Mercedes Escobar, Alfredo Hoyuelos, Ángeles Medina y Alicia Vallejo, 2015.© de los anexos, sus autores, 2015. © de la ilustración de cubierta, Marcos Guardiola, 2015.© de la presente edición, Escuela de Fantasía, S. L.

Editorial FantasíaTel. (34) 918 434 [email protected]

Colección Causas JustasDiseño de la colección: Rafa Turnes.Coordinación editorial: Inés Arias de Reyna.Tipografía de cubierta: «Valentina», de Pedro Arilla.

ISBN: 978-84-941430-4-5.Depósito legal: M-12044-2015.Impreso en España.

LICENCIA CREATIVE COMMONSReconocimiento-No Comercial-Sin obras derivadas 4.0

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Sin obras derivadas: si remezcla, transforma o crea a partir de esta obra, no puede difundir el material modificado.

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Colección Causas Justas

1

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Plataforma Estatal en Defensa del 0-6

Pepa Alcrudo | Alicia Alonso | Mercedes Escobar | Alfredo Hoyuelos | Ángeles Medina | Alicia Vallejo

La educación infantil en España

Planteamiento, situación y perspectivas de la educación de 0 a 6 años

Editorial Fantasía2015

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| Índice |

Justificación 19

1. Introducción 21

2. El derecho a la educación como derecho de lainfancia: confluencia de ejes

27

3. La importancia de la educación desde elnacimiento para un adecuado crecimiento personal: lo educativo y lo asistencial

33

3.1. Las ciencias descubren cuándo se desarrollan las potencialidades

33

3.2. Asistencialidad frente a educación: sus implicaciones38

3.2.1. Confusión entre lo educativo y lo académico 39

3.2.2. Establecer los horarios en virtud de lo asistencial 41

3.2.3. La creencia de que los niños deben estar con su madre

43

3.3. Romper estereotipos 45

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4. Calidad y más allá de la calidad 47

4.1. Contexto educativo, sociofamiliar y comunitario de calidad. Proyecto educativo abierto y flexible y propuestas didácticas realistas y respetuosas con la cultura de la infancia

49

4.1.1. Amplia participación democrática 50

4.1.2. Transparencia 50

4.1.3. Proyecto común y planificación interactiva 51

4.1.4. Organización de experiencias globalizadoras que favorecen interacciones entre criaturas de distinta edad y promueven la participación de la comunidad educativa

53

4.1.5. La no jerarquización de propuestas en un ambiente de calidez

54

4.1.6. Documentación y evaluación 55

4.1.7. Coordinación y continuidad entendidas en sentido amplio

55

4.2. Proyecto desarrollado por profesionales de la educación

56

4.2.1. Profesionalidad 56

4.2.2. Formación específica 57

4.2.3. La especial atención al equilibrio personal del profesional de infancia

58

4.2.4. Dignidad profesional 59

4.2.5. La estabilidad del personal 60

4.2.6. La formación permanente 61

4.2.7. Investigación permanente 62

4.2.8. La procedencia cultural de los y las profesionales 62

4.3. Una comunidad educativa que ofrece un estilo de vida saludable

63

4.3.1. Familiaridad 63

4.3.2. Compatibilidad de derechos 64

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4.3.3. Medios humanos suficientes 64

4.3.4. Recursos ambientales (espaciales y materiales) idóneos

67

5. Leyes de educación y reales decretos 71

5.1. Introducción 71

5.2. Un poco de Historia hasta la LOGSE 72

5.3. La LOGSE 80

5.3.1. Algunos conflictos que nacieron con la LOGSE 82

5.4. La LOCE 88

5.5. La LOE 88

5.5.1. Gestión y organización del primero y del segundo ciclo

88

5.5.2. Regulación del ciclo 89

5.5.3. Oferta del primer ciclo (0-3 años) 90

5.5.4. El artículo 15.4 de la LOE 93

5.5.5. El artículo 14.7 de la LOE 96

5.5.6. Autorización y adaptación de centros 97

5.5.7. Las enseñanzas mínimas 97

5.5.8. La cualificación de profesionales 98

5.5.9. Reacciones de agentes sociales de ámbito estatal

100

5.5.10. Otras respuestas institucionales que derivan de la LOE

103

6. Los decretos y órdenes autonómicas 115

7. La situación de la educación infantil en el Estado español

121

7.1. Introducción 121

7.2. El primer ciclo (0-3 años) 130

7.2.1. Centros «educativos» y «no educativos» 131

7.2.2. Centros educativos públicos o privados 132

7.2.3. Currículo 134

7.2.4. Políticas de recortes 135

7.2.5. Ratios 136

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7.2.6. Espacios 136

7.2.7. Condiciones laborales y salariales 137

7.3. El segundo ciclo (3-6 años) 137

7.3.1 Tipos de centros 138

7.3.2. Escolarización 138

7.3.3. Titulación y condiciones laborales 138

7.3.4. Aulas 139

7.3.5. Ratios 139

7.3.6. Currículo 140

7.3.7. Organización del tiempo escolar 140

7.3.8. Profesionales 141

7.3.9. Comedores 141

7.3.10. Inspección educativa 141

7.3.11. Derechos educativos especiales 142

7.4. Conclusiones 142

8. Tendencias en la oferta de los centros deeducación infantil (0-3) en los últimos años (2008-2012); reflexiones críticas

145

9. «Cuando los niños dicen basta» 153

10. Las exigencias concretas 161

Para terminar… 167

ANEXOS

1. Resumen del manifiesto por la defensa dela etapa de educación infantil: peticiones al Gobierno

172

1.1. Presentación 173

1.2. Justificación legal y desarrollo 174

1.2.1. En relación con las enseñanzas mínimas conte-nidas en el currículo

174

1.2.2. En relación con los requisitos mínimos de los centros, las ratios y las titulaciones de sus profesionales

176

1.3. Conclusión 178

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2. Informe técnico sobre los requisitos necesarios para impartir una educación infantil de calidad

187

2. 1. Introducción 189

2.2. La importancia de impartir una educación infantil de calidad

192

2.2.1. Razones de índole neurológica 192

2.2.2. Razones de índole sociocultural: necesidad de compensar las deficiencias en los entornos sociocul-turales más desfavorecidos

193

2.2.3. Razones psicosociales: necesidad de optimizar el desarrollo de los niños con alteraciones del desa-rrollo o con riesgo de padecerlas

196

2.2.4. Razones psicopedagógicas 200

2.3. Requisitos para impartir una educación infantil de calidad

203

2.3.1. La formación de los maestros de educación infantil

204

2.3.2. Ratios profesor/alumno y tamaño de las clases 209

2.3.3. La estabilidad de los maestros 212

2.3.4. La procedencia cultural de los maestros 213

2.3.5. El espacio 214

2.3.6. La presencia de un currículo como directriz del programa

215

2.3.7. La regulación de la escuela infantil 215

2.4. Conclusiones 215

Apéndice final al anexo 2 217

Bibliografía 219

3. Un recorrido histórico por la educación infantil: de la dictadura a la democracia (1970-2012)

233

3.1. Introducción 235

3.2. De los años 80 a los 90: leyes educativas nuevas (LODE y LOGSE); Congreso de los Movimientos de Renovación Pedagógica

248

Page 15: La educacion infantil en e

3.3. Del 90 al 2000: la implantación de la LOGSE; mapa autonómico

253

3.4. De la LOCE a la LOE (2002-2006) 257

3.5. Y para acabar… 266

4. Las características de los niños por debajo de losseis años desde la perspectiva del pediatra: impor-tancia del buen trato, la estima, el afecto y la com-prensión de los adultos; la familia y los educadores

267

4.1. Crecimiento y desarrollo en los distintos periodos 270

4.1.1. El recién nacido 270

4.1.2. El primer año de vida 271

4.1.3. De los dos a los cuatro años 272

4.1.4. Los primeros años escolares (5 a 7 años) 272

4.2. Importancia del buen trato, la estima, el afecto y la comprensión de los adultos

273

4.3. El papel del juego en el desarrollo infantil 275

4.3.1 Estrategias para estimular el juego en los niños 276

4.4. Asistencia a escuelas infantiles 277

Bibliografía 278

5. Objetivos de calidad en los servicios infantiles 281

5.1. Introducción 283

5.1.1. La calidad en los servicios para la infancia: la dimensión europea

283

5.1.2. El objetivo de este informe 284

5.1.3. El alcance de este informe 286

5.1.4. La posición del informe 288

5.1.5. Elaboración del informe 291

5.2. 40 objetivos de los servicios para la infancia 292

5.2.1. Resumen de los puntos básicos de la introducción

292

5.2.2. Objetivos para el marco político 293

5.2.3. Objetivos financieros que deben incluirse en el marco político

297

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5.2.4. Objetivos para los niveles y tipos de servicios que deben incorporarse en el marco político

303

5.2.5. Objetivos de educación 309

5.2.6. Objetivos para la ratio personal-niño 315

5.2.7. Objetivos de contratación y formación del personal

319

5.2.8. Objetivos del entorno y de salud 324

5.2.9. Objetivos para los padres y la comunidad 328

5.2.10. Objetivos de funcionamiento 331

5.2.11. Conclusión 335

6. Colectivos que conforman la Plataforma Estatal en Defensa del 0-6

339

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Sin el futuro no se puede alimentar ninguna espe-ranza, y esto el niño lo sabe. Al igual que nosotros, los niños necesitan vivir junto a un trayecto físico, de al-gún modo material e inmaterial, cuyo recorrido tienen que estar seguros de poder realizar mañana; pero esta trayectoria que va hacia el mañana reclama la autenti-cidad y la concienciación efectiva de un futuro dispo-nible para todos.

Loris Malaguzzi

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| 19 |La educación infantil en España

Justificación

La Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 nace con el de-seo de ser un grupo integrador para desarrollar el derecho a la educación que tiene todo niño o niña desde el nacimiento1.

Este informe recoge análisis y reflexiones sobre cómo es la edu-cación infantil en el Estado español y propone líneas de actuación concretas para llevar a cabo una adecuada oferta de calidad para los niños y las niñas de estas edades.

Al elaborarlo nos hemos apoyado tanto en el análisis de las declaraciones a favor de los derechos de la infancia como en las ideas básicas acerca de la calidad educativa en materia de educación in-fantil; aquellas más generalizadas entre los profesionales que desde los años setenta han venido prestando sus servicios en los centros de educación infantil; o de aquellos que se han venido dedicando a la formación permanente del profesorado, a la orientación educativa y a la formación inicial de los profesionales que trabajan en este tipo de instituciones. Ideas apoyadas en la tradición pedagógica del país en materia de educación infantil, pero también en las prácticas más innovadoras de otros países y en las ciencias de la educación que su-

1. En el anexo 1 se presenta el «Resumen del Manifiesto», elaborado por la Plataforma, que pretende unas mejores condiciones mínimas para todos los niños y las niñas del Estado. Resaltamos que la CGT, que forma parte de la Plataforma, desea incluir una puntualización en el Mani�esto relacionada con el preámbulo que se verá reflejada en dicho resumen.

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ponen la aplicación directa de aquellos descubrimientos biológicos, neurológicos, antropológicos, psicológicos, arquitectónicos, estéticos, sociológicos, médicos2 y, por supuesto, pedagógicos que han confor-mado una idea nueva acerca de la infancia.

Se consideran también las características sociológicas que exis-ten actualmente en nuestro país en relación con la compatibilización de la vida laboral y familiar. La diferencia con el planteamiento que se está estableciendo es la convicción de que es posible complementar todo lo anterior con los derechos reales de esta sociedad de la que forma parte la primera infancia.

2. Véase anexo 4: «Las características de los niños por debajo de los seisaños desde la perspectiva del pediatra».

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1Introducción

Desde hace más de doscientos años, quienes han pretendido una innovación educativa en la atención a la infancia han tenido que redescubrir a la criatura humana, el complejo contexto del desarro-llo, su particular mundo interior, su manera de mirar e interpretar el ambiente en el que se mueven y crecen, a la búsqueda de una res-puesta adecuada, planteándose el problema del «hacer» y del «bien hacer» de una intervención educativa respetuosa con la diversidad humana, las leyes del desarrollo y los derechos de niños y niñas.

Incluso el arte ha tardado siglos en entender la primera in-fancia y, hasta el Renacimiento, el niño o la niña, el bebé aparece como objeto de cuidado, de gozo o de embeleso; pero no se presenta con la entidad de ser humano independiente, con una forma perso-nal de mirar y habitar el mundo, acaso hasta la obra de Leonardo.

En este proceso es preciso considerar que la psicología educativa es ciencia reciente, y que lo son aún más las neurociencias3; las pro-pias ciencias de la educación ni siquiera han tenido apenas en cuenta

3. Genética, Biología Celular, Biología Molecular o Neurobiología, entre otras, son ciencias específicas que integran las neurociencias. Según Kandell et. al (2000: 5-6) su tarea es: «Aportar explicaciones de la conducta en tér-minos de actividades del encéfalo, explicar cómo actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están influidas por el medio ambiente, incluida la conducta de otros individuos».

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al niño y a la niña de cero a tres años hasta hace pocas décadas, y las políticas educativas de los distintos países han venido incluyendo con timidez a los de tres años, considerándolos casi de modo exclusivo como un preescolar ampliado de cuatro y cinco. Es por este motivo que, históricamente, los centros que han acogido criaturas entre 0 y 4 años, en la mayoría de los casos, han tenido un carácter asistencial exclusivo.

Con la llegada de la etapa democrática a España, y recogiendo algunas experiencias pedagógicas anteriores, empezaron a surgir al-gunas escuelas infantiles que trataban de desterrar el mero carácter asistencial que habían marcado muchos centros de la época franquis-ta para los niños y las niñas pequeños.

A partir de este momento, surge la necesidad de empezar a legis-lar con carácter educativo la primera etapa de la vida como parte del sistema general y hacerlo de modo que integrase las distintas opcio-nes que habían venido componiéndola, es decir, abarcando el tramo que va desde el nacimiento hasta los 6 años de edad4.

La LOGSE fue un avance en la consideración de la educación infantil (0-6 años), ya que esta ley reconoció —por primera vez— esta etapa como el primer tramo del sistema educativo. Y cuando, tanto educadores y educadoras como familias y profesionales dedi-cados a la investigación, tenían nuevas expectativas, cuando ya se vislumbraba ese hito que el arte presentó en la obra de Leonardo, la Administración educativa —sin terminar de aplicar la LOGSE en el tramo 0-3, ni de evaluarla adecuadamente— dio un paso atrás con la aparición de la LOCE.

En mayo de 2006, fue aprobada la LOE y esta es la ley que marca la vida educativa de los centros escolares. A pesar del recono-cimiento de la identidad de la etapa y de su consideración educativa, por desgracia no ha significado más que una declaración de intencio-nes en relación con la educación infantil, pues ha supuesto la división definitiva de la misma y la cesión del primero de sus ciclos a las dife-rentes comunidades autónomas. La dispersión total y la desigualdad

4. El error inicial que supuso marcar el límite en los seis años se ha mante-nido en numerosos sistemas educativos, a pesar de que, psicológicamente, el final de este primer periodo evolutivo global se cifra en la edad de siete años, momento en el que concluye el periodo preoperacional según la ter-minología utilizada por Piaget.

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de planteamientos es la situación legal que en estos momentos rige la edad de 0 a 3 años.

El segundo ciclo, a pesar del establecimiento de esos mínimos, ha perdido mucho de su identidad, sin que hayan mejorado los re-quisitos de sus centros desde el año 1991. Los motivos económicos, priorizados sobre los educativos, han estado y están detrás de estas decisiones que, remarcando estos preliminares y sin que ni siquiera sepamos en la actualidad si otras legislaciones más lesivas aún puedan instaurarse, se han traducido en las declaraciones del nuevo ministro de Educación del Gobierno del Partido Popular, Sr. José Ignacio Wert, que afirmó al inicio de su legislatura que «en el primer ciclo no puede hablarse de educación sino tan solo de conciliación».

Si se considera que la Convención sobre los Derechos del Niño establece que las legislaciones que se realicen sobre la infancia han de inspirarse en el interés superior de las criaturas, comprobamos como, una vez más, no se ha tenido en cuenta esta exigencia.

Y es que las preguntas que deberían haber estado en el trasfon-do de toda consideración legislativa debieran haber sido: ¿quiénes y cómo son las criaturas de estas edades?, ¿cómo aprenden?, ¿qué con-sideración tienen como ciudadanos y ciudadanas de una sociedad de-mocrática?, ¿qué tipo de profesional realmente cualificado e idóneo debe velar por el derecho a la educación de niños y niñas desde que nacen?, ¿cómo compaginar las necesidades, derechos y deberes de la familia con los derechos y deberes de las criaturas (a tener y a gozar de su familia, a jugar, a la salud, a la educación)?, ¿cómo compaginar ambos derechos teniendo en cuenta el deber del Estado de proteger a la familia, incluidas las criaturas, y la obligación de propiciar edu-cación a toda la población, de forma permanente, no solo durante determinados periodos de la vida del individuo?, ¿qué características espaciales, temporales y materiales contribuyen al desarrollo de estos derechos y cuáles no?, ¿qué implicaciones educativas tienen sus con-notaciones grupales e individuales?, etc.

Las específicas características de los seres humanos durante su primera infancia y la repercusión en el desarrollo integral de las ex-periencias hacen de la educación infantil una etapa en la que es fun-damental la perspectiva y el objetivo del desarrollo pleno y armónico de la persona; en cualquier caso no se trata de enseñar en un sentido académico clásico. Este es un modelo que la educación tradicional

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prioriza sobre el resto de aspectos educativos relacionados con el de-sarrollo global de la persona, del niño y de la niña.

Así pues y con carácter general, partiendo de que niñas y niños son seres inteligentes, dotados de un cerebro humano, con especiales características de acción, derivadas del proceso de desarrollo, es decir, seres con vida cultural propia, es la persona adulta, formada y sufi-cientemente capacitada quien debe aprender a entenderlos, gracias a las innumerables aportaciones que va ofreciendo la ciencia, y darles las respuestas que solicitan de forma constante, tanto desde el punto de vista de la organización de las políticas adecuadas a la primera infancia como de los y las profesionales que los educan.

En el sustrato de lo anterior se encuentra la oportunidad de pasar de una infancia considerada como débil estamento social nece-sitado de asistencia social, a una reivindicación real de sus derechos humanos. Derechos y dignidad que debemos reconocerles, así como sus capacidades, con lo que contribuimos a su desarrollo.

Esto supone pasar de la infancia de las necesidades a la infancia de los derechos. El derecho es por definición «la facultad natural del hombre para hacer legítimamente lo que conduce a los fines de su vida» y también la «facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor». Los niños y las niñas no necesitan la caridad ni la generosidad de nadie; como ciudadanos y ciudadanas, abogan por que la sociedad los reconozca como sujetos portadores de derechos, y los adultos han de ser su voz.

Entre ellos está el derecho a una educación digna que, desde el nacimiento, les permita ser protagonistas de su propio desarrollo, en condiciones de calidad5, iguales para todo el Estado. No puede atri-buírseles solo la necesidad de contemplación, mimo y cariño, cuya cobertura está supuestamente relacionada con la condición femeni-na, lo que, desde un punto de vista profesional y en el mejor de los casos, puede ratificarse con la afirmación de Bruno Bettelheim: «Con el amor no basta». Son los derechos de la infancia y las ciencias de la educación los que deben guiar las actuaciones concretas. No son buenas prácticas aquellas que llevan a infravalorar los recursos y las potencialidades de los niños y de las niñas desde el nacimiento o las

5. Más adelante, en el capítulo 4, se definirá adecuadamente lo que se en-tiende por calidad para evitar ambigüedades innecesarias.

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| 25 |La educación infantil en España

que aceleran aprendizajes propios de otras etapas, lo que se refleja en políticas educativas en consonancia.

Esta idea llama a una ética de la calidad de los servicios para la infancia que se debe reclamar y exigir a los gobiernos.

Sin embargo, la respuesta de las administraciones no siempre está inspirada en estos principios; aquí es oportuno recordar las pa-labras de Peter Moss (profesor y catedrático de Atención para la Primera Infancia en el Instituto de la Universidad de Educación de Londres y excoordinador de la Red de Atención para la Infancia de la Comisión Europea): «Los gobiernos vigilan más la calidad de los detergentes que la calidad de las escuelas». Del mismo modo se po-dría decir que los gobiernos vigilan más las demandas sociales de los contribuyentes y las necesidades del mercado, que los derechos de la infancia, en especial en lo que hace referencia a la conciliación de la vida familiar y laboral6.

El reconocimiento de estos derechos constituye un imperativo democrático.

Pensad —decía Malaguzzi— que todos los que en estos últimos cuarenta años se han puesto, seriamente, a investigar sobre los niños han terminado siempre por descubrir no tanto las debilidades y los límites, cuanto la fuerza sorprendente y extraordinaria de sus potencialidades. Pero pensad, también, que esta increíble acreditación de las capacidades de los niños pequeños no ha modificado para nada las elecciones económicas, políticas y legislativas de los gobiernos nacionales y de los centros de poder internacionales. Y pensad, por tanto, que el destino y los intereses de los niños permanecen en los últimos puestos en la escala de las prioridades de financiación y de intervención en cualquier país de la Tierra7.El establecimiento de políticas de infancia de calidad es impe-

6. Como en una época de industrialización actualizada, de nuevo los niños y las niñas parecen abocados a soportar condiciones de espacios, horarios y falta de cualificación apropiada de los profesionales, que en nada responden a sus necesidades y derechos. Aunque hayamos evolucionado desde enton-ces, siguen siendo los derechos del mercado y la situación sociolaboral de las familias las que determinan horarios y requisitos de centros a la baja, para permitir aumentar el número de puestos escolares.

7. Malaguzzi, L. (2001): La educación infantil en Reggio Emilia. Barcelona: Octaedro-Rosa Sensat.

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rativo porque «(...) no es verdad que todo sucede después —como afirma Tonucci—. Es verdad exactamente lo contrario, es decir, todo sucede antes. El largo periodo más importante de toda la vida, en el cual se asientan las bases sobre las que se construirán la personalidad, la cultura, las habilidades de la mujer y del hombre, es el de los pri-meros días, los primeros meses y los primeros años (…). Por ello es correcto pensar que las mayores y mejores inversiones deben dedicar-se a los primeros estadios de vida, de aprendizaje y de experiencias»8.

8. Tonucci, F (2003): Cuando los niños dicen «¡Basta!». Madrid: Fundación Germán Sánchez Rupérez, 255-257.

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| 27 |La educación infantil en España

2El derecho a la educación

como derecho de la infancia: confluencia de ejes

Si se realiza un breve repaso por la historia reciente de la edu-cación, vemos que el gran educador Janusz Korczak ya reclamaba a la Sociedad de Naciones en los años veinte una carta para la pro-tección de los niños. Las necesidades económico-culturales generales de esa sociedad, a pesar de las aportaciones entonces ya realizadas por Rousseau y otros muchos pedagogos del siglo anterior, minimi-zaban o incluso no reconocían la situación de malos tratos en que, de modo natural, se mantenía a muchas criaturas, a las que casi no se las consideraba personas y, mucho menos, sujetos de derechos.

En 1924, Eglantyne Jebb y la Union International Save the Chil-dren divulgó lo que se conoció como la Declaración de Ginebra, la primera Declaración de los Derechos del Niño, entre los que se inclu-yó el derecho a la educación. En 1947 se incorporaron los Derechos del Niño en la proclamación de los Derechos del Hombre que hizo la Asamblea General de las Naciones Unidas, reconociéndose el de-recho a la educación de toda la población. Desde 1989, momento en que es aprobada la Convención sobre los Derechos del Niño, se introduce un matiz crucial en el proceso al reconocerse que ese de-recho lo es de todo niño y toda niña desde el momento en que nace.

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Así pues, si la educación es un DERECHO de todos y cada uno de los SERES HUMANOS, el estado democrático debe facilitar un sistema que asegure la calidad educativa desde su nacimiento. Desde esa perspectiva la sociedad debería reclamar a las administraciones educativas una educación de calidad para estas edades también.

En todos los textos mencionados se enfatiza la consideración fundamental que debe atenderse a la hora de promulgar leyes con este fin: el interés superior del niño. Debe reclamarse, pues, una edu-cación que permita desarrollar todas las potencialidades humanas individuales, centrada en los derechos de los niños y de las niñas en todos los tramos de edad y, por supuesto, en la primera infancia. Solo así no se desperdiciarán esas potencialidades, se favorecerá la apari-ción de conductas apropiadas y se contribuirá a educar a niñas y a niños emocionalmente equilibrados, activos, creativos, autónomos y protagonistas de su propio desarrollo. Niños y niñas, ciudadanos y ciudadanas, que, en un futuro, puedan luchar por un mundo más hu-mano, más justo y más solidario, por un mundo mejor, en definitiva.

Así se plantea que es preciso reformar la perspectiva actual se-gún estos criterios para que las escuelas puedan cumplir su misión compensadora, inclusiva, pluralista y polifacética.

En este proceso ha de tenerse en cuenta que la confluencia de investigaciones antropológicas, biológicas, fisioneurológicas, pedagó-gicas y demás ciencias vinculadas a lo humano permiten afirmar cada día con mayor evidencia empírica las siguientes conclusiones:

• La educación infantil es fundamental para una correctaorientación y un correcto funcionamiento de los procesosevolutivos, madurativos y de desarrollo del niño, factores queposibilitan y condicionan su educación posterior.

• Las carencias, dificultades o insuficiencias educativas de esteperiodo inicial se corresponden, en paralelo, con disfuncionesespecíficas y procesos de desarrollo inconveniente, quizáirreversibles o de difícil recuperación posterior.

• La calidad de las acciones en educación infantil puedecondicionar, en buena medida, toda la potencialidad del procesoeducativo posterior (estilo cognitivo, desarrollo aptitudinal yconfiguración de la personalidad), lo que es un hecho probado

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| 29 |La educación infantil en España

por multitud de investigaciones realizadas desde numerosos campos relacionados9.

Por otro lado, y paralelamente al interés de la investigación cien-tífica, la educación infantil es objeto de una creciente preocupación y demanda por parte de la sociedad. No es aventurado afirmar que todas las circunstancias culturales y sociales confluyen hoy para que la etapa de educación infantil sea protagonista principal y constituya una de las reivindicaciones sociales, aún sin satisfacer, de los actuales sistemas educativos.

Nuestro país no es una excepción a esta realidad. De la encues-ta de 2005, del Centro de Investigaciones Sociológicas10, se concluye que la sociedad española demanda un mayor incremento de las ins-tituciones de educación infantil temprana, por las siguientes razones:

• Entiende que la convivencia de niños y niñas con otros de su misma edad, en un mundo cada día más interdependiente desde el punto de vista social, es positiva, a la vez que las exigencias

9. Apoyadas en las múltiples aportaciones que están realizando las neuro-ciencias en los últimos años (Ibarra, L., 1997; Tomatis, 1997; Newman, F., 1997; Power, C., 1999; NELSON, C., 2000; Ramos, C., 2002; Stock, B., 2003; Friedrich y Preis, 2003; O. E. C. D., 2003), las concepciones «cons-tructivistas» del aprendizaje entienden que es el proceso educativo inicial el que regula los procesos madurativos y evolutivos del niño, y no a la inversa como antes se creía. Así, en la línea de lo afirmado con anterioridad, dife-rentes procesos educativos pueden generar procesos madurativos y evoluti-vos distintos; los que son deficitarios se deben, en buena parte, a no haberse proporcionado en su momento las acciones educativas adecuadas. Lo cual equivale a decir que hay que tener en cuenta la incidencia de estos proce-sos en el aprendizaje y construcción de la personalidad. Las intervenciones educativas que el niño reciba en la etapa de educación infantil pueden in-fluir en su capacidad ulterior de aprendizaje y de progreso en su desarrollo personal. Por poner un ejemplo, podemos observar que a los dos años se produce la selección de conexiones entre neuronas, las que dan lugar a las funciones que estas permiten. Aquellas sinapsis que, aunque potenciales, no han sido entrenadas y afianzadas por la práctica y no han podido establecer el circuito de aprendizaje correspondiente se pierden. ¿Cuántos Leonardos, Einsteins, Mandelas, Freires, se han perdido por ello?

10. Estudio del CIS n.º 2621 (octubre 2005): «Actitudes y opiniones sobre la infancia»

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formativas para esa convivencia rebasan las posibilidades de la vida familiar.

• Considera imprescindible que los niños y las niñas desarrollen yadquieran en ese periodo conocimientos y destrezas necesariaspara el ulterior aprendizaje escolar y para su desarrollo global.

• Los padres y las madres que trabajan disponen así de entornoseducativos adecuados en los que dejar a sus criaturas.

En este proceso de confluencias de derechos, es preciso reflexio-nar para que no sean, en especial, los de los más vulnerables los que queden sacrificados. Es cierto que los cambios inducidos en la vida familiar —sobre todo en las sociedades industrializadas—, como con-secuencia de las transformaciones económicas, sociales y culturales ocurridas en su seno, han traído un vacío de acompañamiento, de tutela hacia el niño y la niña pequeños, y ello precisamente en mo-mentos clave de su dependencia familiar. Estos cambios tienen que ver con la incorporación de la mujer a la población laboral activa, el aumento de las familias monoparentales, el frecuente fenómeno de la desestabilización familiar, la reducción de las relaciones familiares propia de la familia «nuclear» o la crisis económica. Es cierto que esto ha generado una conciencia extendida de la necesidad de inter-vención social en procesos de cuidado, guarda y educación, antes en manos de las familias nucleares o extensas.

Es preciso revisar un hecho central: las circunstancias derivadas de la conciliación de la vida familiar y laboral no pueden ser la causa fundamental que determine cómo debe ser un centro, cómo debe fun-cionar y cuántas horas ha de hacerlo, dónde debe erigirse, el número de criaturas que debe acoger o la cualificación de sus profesionales. La respuesta institucional debe serlo desde la responsabilidad edu-cativa y de protección que tiene el Estado frente a las criaturas. La rebaja de requisitos no puede ser la respuesta a la ampliación de la oferta de los necesarios puestos escolares, justificada en una demanda economicista que la sociedad busca canalizar. Deben contemplarse a la vez políticas laborales más racionales y respetuosas con el derecho de la familia a decidir, sin que esta decisión venga condicionada por no saber qué hacer con sus criaturas. Debe existir la oferta pública suficiente, pero con la calidad necesaria, para dar respuestas variadas y flexibles a estas decisiones.

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Así y desde esta perspectiva, un centro educativo infantil puede ofrecer, además, un apoyo, un recurso para la tarea educativa que se desarrolla en las situaciones habituales de la vida cotidiana; tampoco se debe olvidar, entre otras cosas, la importancia de que sea muy fa-miliar y próximo a su domicilio.

¿Por qué? Porque eso es lo que necesita una criatura para que sus derechos queden satisfechos y pueda desenvolverse con el mayor grado de orientación y autonomía, en un entorno cercano, pensado y diseñado para ofrecerle variadas experiencias y amplias posibilidades de desarrollo y aprendizaje, a la medida de sus capacidades.

La realidad social y la respuesta a sus derechos deben realizarse, como afirman las sucesivas declaraciones y la Convención sobre los Derechos del Niño, a la luz del derecho superior de los niños y las niñas a desarrollarse como personas, teniendo en cuenta su capacidad y dignidad humanas, con la entidad y las características que les son propias.

Niños y niñas deben poder crecer educados, no por intrusos, sino por profesionales específicos que, al conocerles, respeten sus grandes capacidades y peculiar cultura, entendida esta como la creación o ge-neración de significados y no solo como el aprendizaje y consumo de cultura adulta. Es imprescindible que los niños y las niñas de cero a seis años crezcan protegidos por sistemas educativos, que los gobier-nos han de estructurar con la activa participación de los profesionales y expertos de las ciencias de la educación, es decir, siguiendo los cri-terios científicos que nos revelan su personalidad específica, los que confluyen desde todas las disciplinas, las que informan sobre cómo son, qué necesitan y qué derechos tienen. En esta estructuración, el intrusismo profesional también ha de ser erradicado.

Por todas las consideraciones expuestas, hoy se reclaman con insistencia decisiones de nuestros responsables de los gobiernos es-tatales, autonómicos y locales, orientadas al desarrollo de políticas de primera infancia racionales y respetuosas con los derechos de la infancia. Políticas orientadas a consolidar la educación infantil de 0 a 6 años como una etapa inicial, prioritaria, sustantiva del sistema educativo, previa al periodo de escolarización obligatoria, pero no por ello exclusivamente preparatoria para otras etapas. La educación infantil no puede ser considerada tampoco como de menor rango o subsidiaria del derecho al trabajo de las familias. Debe ser una edu-

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cación infantil de la calidad requerida, universal, gratuita y volun-taria para las familias, en igualdad con las demás etapas del sistema educativo, imprescindible para la mejora de la educación de nuestra compleja sociedad actual.

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3La importancia de la educación desde el

nacimiento para un adecuado crecimiento personal: lo educativo y lo asistencial

El ser humano, desde que nace, tiene derecho a la educa-ción, a una educación digna de verdadera calidad. Pero calidad es un término ambiguo que puede llevar a engaño y que puede —si no existe un control específico— referirse tanto a un servicio de guardería pernicioso como a un buen servicio de educación.

El interés y el derecho educativo nunca es «guardar» a las cria-turas —aunque protegerlas sea una responsabilidad compartida por todas las personas adultas, que debe quedar garantizada por el Esta-do—: es educarlas con un tipo de educación coherente con sus mu-chas capacidades.

Por ello, es prioritario que los países y las comunidades locales piensen en proyectos de educación que aseguren el futuro de las mis-mas. Está en juego el porvenir de la sociedad.

3.1. Las ciencias descubren cuándo se desarrollan las potencialidades

¿Qué o quién es un niño, una niña? La infancia es un concepto

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que revolucionó las aportaciones de Rousseau, pero ha sido durante el siglo xx cuando ha cambiado en mayor profundidad y, con ella, la educación de los niños y de las niñas.

Por desconocimiento o por un planteamiento nacido de la asis-tencialidad11, hasta el primer cuarto del siglo xx, el bebé vivía sus primeros meses con el cuerpo físicamente fajado, para que se moviera poco, para que no se «malformara». Ha costado siglos entender que su cuerpo se desarrolla sin malformaciones sin necesidad de inmovi-lizarlo. Las investigaciones realizadas en todo el mundo12 demuestran la relevancia de educar y no de asistir; sus repercusiones lo son para toda la vida de los individuos. Desde que nacen se están educando, con independencia de que quien educa tenga o no consciencia de ello en su relación con estas criaturas.

Para educar bien hay que entender además cómo son los niños y las niñas, cómo es su peculiar cultura y su modo de enfrentarse al mundo, para no imponerles retos desde marcos exteriores, ajenos a ellas y a ellos. Esto es necesario para que no se genere la confusión sobre la que advierte Penny Ritscher13 (2002: 19): «En esta situación encontramos una confusión entre los conceptos enseñar (lo que ha-cen los adultos) y aprender (lo que estos querrían que hicieran los niños). La propia cultura de los adultos les impide valorar la cultura de los pequeños».

Los seres humanos somos consumidores y productores de cul-tura. En la infancia no falta la capacidad de creatividad, inventiva, de elaboración del propio mundo semiótico. El cerebro humano fun-ciona desde muy pronto dirigiendo el propio comportamiento con cierta intencionalidad, atribuyendo significados, elaborando sus pro-pias hipótesis y tratando de explorar y descubrir la validez de las mismas. Las interacciones con el espacio, los objetos, los iguales, la naturaleza y los adultos con quienes comparten la vida cotidiana son factores de desarrollo individual y propician la autoconstrucción de

11. Este concepto será desarrollado más adelante para exponer las conse-cuencias que esta perspectiva ha tenido en la infancia.

12. Véase el anexo 2.

13. Ritscher, Penny. (2002): ¿Qué haremos cuando seamos pequeños? Bar-celona: Octaedro.

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las representaciones básicas de sí mismo, de los otros, de lo otro, en un proceso de formación de los propios conceptos acerca de uno mismo y del universo circundante. La educación se desarrolla en el proceso de humanización. Educar, por tanto, no es adiestrar. La edu-cación inicial favorece el desarrollo de la conciencia, la voluntad, la autorregulación personal, la libertad, el lenguaje, la sensibilidad hacia el rico patrimonio cultural y artístico de la humanidad, por lo que se considera un factor imprescindible para esa humanización.

Entender a la infancia y educarla desde los presupuestos que se defienden en este informe requiere de profesionales especializados que, con una formación excelente, desarrollen su actividad en con-textos adecuados. Sin embargo, esto cuesta tiempo y dinero. Cuidar, fajar intelectualmente es más barato, pero no ofrece calidad: male-duca y puede contribuir a un desarrollo negativo que llegue a im-pedir el desarrollo de capacidades fundamentales del ser humano. Educar bien ahorra gastos sociales futuros; aquellas niñas y aquellos niños que no reciben durante los primeros años lo que necesitan, y no ven atendidas sus demandas, pueden presentar dificultades escolares, conductas antisociales, desventajas que ocasionarán gastos seguros a una sociedad que deberá reeducarlos, que intentará protegerse de ellos o que, en el mejor de los casos, habrá perdido para siempre los beneficios sociales de las potencialidades no desarrolladas que mu-chos adultos hubieran podido aportar. Así pues, una buena educación infantil, aunque cara, es una gran inversión y, por tanto, rentable para la sociedad14.

Durante los primeros años de vida se establecen las bases de la personalidad, de la inteligencia, de las emociones y de las actitudes sociales de los seres humanos. Es en este momento de la vida cuando se configuran la mayoría de las células cerebrales y de las conexio-nes neuronales. Está reconocido que para que este acontecimiento se consolide son necesarias una alimentación y una salud apropiadas; algunos de los trabajos realizados en nueve países demuestran que una nutrición adecuada, una buena salud, el amor, el afecto y el cui-

14. El País (1-2-2011), artículo sobre los recortes del gasto educativo en España y las medidas recomendadas para reducir el abandono escolar tem-prano.

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dado corporal son importantes, pero insuficientes para un desarrollo adecuado del ser humano15.

Hace falta algo más. Ese algo más es una educación de calidad: diversas investigaciones16 han desvelado fundamental que los niños y las niñas dispongan, desde el nacimiento, de un tipo de interacción social y un ambiente intencional, adecuado y competente, de apren-dizaje, que les ayude a desarrollar esas enormes potencialidades con las que llegan al mundo.

Desde las neurociencias se están aportando continuamente nue-vos datos que avalan la importancia de un ambiente educativo inten-cional, al revelarnos la enorme plasticidad cerebral en los primeros años. Estos evidencian la influencia del ambiente que interactúa con las criaturas, tanto para la consolidación de las reacciones químicas que se desencadenan como en la aparición de los nuevos circuitos que estas abren gracias al aprendizaje. Los cambios se producen en la calidad y la cantidad de conexiones neuronales que pueden o no desarrollarse de forma estable y sistemática.

María Victoria Peralta17 cita en este sentido a M. Nash: «Du-rante los primeros años de vida, el cerebro pasa por una serie de cambios extraordinarios. Comenzando poco después del nacimiento en muestra de exuberancia biológica, produce trillones de conexiones entre neuronas adicionales entre las que posiblemente podría usar. Después, a través de un proceso que se asemeja a la competencia de Darwin, el cerebro elimina conexiones o sinapsis que no son usadas o lo son raramente».

El Informe sobre la satisfacción de las necesidades de los niños pequeños, de la Fundación Carnegie Corporation (2005: 94-95), con-cluye: «El ambiente afecta no solo al número de células cerebrales y al número de conexiones entre las mismas, sino también a la forma en que estas se afirman o cablean. El proceso de eliminación del exceso de neuronas y de sinapsis del cerebro denso e inmaduro, que continúa ya avanzada la adolescencia, es más notable en los primeros años de

15. Rivero, J. (1998): La Educación Infantil en el siglo XXI. IV CongresoMundial de Educación Infantil. AMEI, Unesco, MEC.

16. Véase el anexo 2.

17. Peralta, M. V. (2005): Nacidos para ser y aprender. Buenos Aires: In-fanto-Juvenil.

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vida, y se guía en gran medida por la experiencia sensorial que tiene el niño del mundo exterior. El estrés, en la primera infancia, puede afectar a la función cerebral, al aprendizaje y a la memoria de for-ma negativa y permanente... los niños que presentan excesivo estrés en sus primeros años están en mayor riesgo de desarrollar dificul-tades cognitivas, conductuales y emocionales en etapas posteriores de su vida».

Desde la psicopedagogía, como afirma José Rivero18, aquellos niños y aquellas niñas que disfrutan de una interacción estimulan-te con otros —además de con juguetes y de una buena nutrición— muestran un mejor desarrollo de las funciones del cerebro a la edad de 15 años.

Otro importante estudio desarrollado en Estados Unidos desde el año 1962 y publicado en 1998 por la Fundación High Scope19 desvela que se pusieron en marcha programas en centros infantiles para menores de cinco años y sus familias procedentes de los guetos y suburbios de Chicago y Nueva York y en otros barrios pobres de otras grandes ciudades de EE.UU. Estos programas establecieron una metodología con los niños y las niñas, consistente en planear, actuar y revisar a diario las actividades, facilitando un ambiente afectivo, rico y variado que proporcionase oportunidades a la acción libre y espontánea. Recibieron, en suma, una educación adecuada desde las primeras edades. Se les siguió durante treinta años y comparados con un grupo representativo de la población escolar del mismo barrio, con quienes compartieron la educación primaria en los mismos cen-tros. Estos niños y niñas consiguieron, en comparación con el otro grupo, un nivel de escolarización significativamente superior, sala-rios más altos y una menor dependencia de los servicios sociales (encontraron antes trabajo, no tuvieron embarazos no deseados, no tuvieron problemas con la justicia…) que los jóvenes que no habían tenido la oportunidad de acudir a centros educativos durante los primeros años.

El informe que la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo xxi (en general conocido como el Informe Delors) emi-

18. Op. cit.

19. Programas Early Training y Perry Preschool, de la Fundación High Sco-pe, supervisados por Kagan (1989).

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tió para la Unesco subraya la importancia de la educación de la pri-mera infancia; en él se afirma que «se ha podido comprobar que los niños a los que se imparte una educación destinada especialmente a esas edades están más favorablemente dispuestos hacia la escuela y es menos probable que la abandonen prematuramente que los que no han tenido esa posibilidad».

Así pues, la educación de calidad es determinante y requiere resaltar otra de sus variables: la intencionalidad de la perspectiva des-de la que se parte. Educar supone la sabiduría de conducir fuera, de manera equilibrada y sin falsas precocidades, las capacidades de los niños y de las niñas desde el nacimiento. Riquezas que, cada vez más, sorprenden a educadores, psicólogos, pedagogos e investigadores. Esa sabiduría para «conducir fuera» no se obtiene solo por experiencia, sino que requiere una adecuada capacitación para interpretar las ob-servaciones, para poder tomar decisiones pertinentes y potenciadoras de la capacidad de autorregulación infantil, de la capacidad personal para pensar e irse forjando una autonomía personal. La educación infantil de calidad requiere por ello de profesionales especialistas que deben poseer una sólida formación.

3.2. Asistencialidad frente a educación: sus implicaciones

La educación se opone, por naturaleza y función, a la asisten-cialidad (incluso los asistentes sociales se cambiaron el nombre por el más adecuado de trabajador social, que no tiene connotación peyo-rativa). Se asiste o auxilia al pobre, al necesitado, al que se le ofrece caridad ante una llamada de socorro. Es lo mínimo que se da para tranquilizar la conciencia. Al contrario que la concepción educativa, lo asistencial parte de una imagen de infancia pobre de recursos, que por el hecho de ser menor (y cuanto menor sea, más débil) se debe contentar con poco, con el mínimo.

Lo asistencial nos sitúa delante de una criatura tabla rasa— re-pleta de necesidades que hay que satisfacer. La asistencialidad ofrece lo mínimo a quienes en realidad deberían recibir lo máximo: supone un derroche económico y cultural porque desprecia la perfectibili-dad educativa del ser humano y debe ser eliminada desde la raíz. Lo asistencial contempla al niño o la niña como sujetos sin derechos. Tan solo son seres objeto de atenciones y cuidados, pero vacíos de

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derechos, de capacidades. La improductiva asistencialidad cierra una rueda sobre sí misma. Todo acaba ahí. No hay más. Es el emblema de la falta de consideración y de respeto contra toda la humanidad.

¿Pero por qué solo se habla de lo asistencial cuando hay que referirse a los servicios para niños y niñas pequeños y no en edades posteriores? Si se une este aspecto con la consideración que tiene la edad de tres a seis años como una etapa preparatoria para la poste-rior escolaridad, quizá se podrían dar algunas respuestas. Existen al menos, tres ideas populares que inducen a error. Estas son las ideas y las respuestas educativas a cada una de ellas:

3.2.1. Confusión entre lo educativo y lo académico

La primera de estas ideas es confundir lo educativo con lo aca-démico o instructivo, lo que suele asociarse con las tradicionales dis-ciplinas escolares, en especial en el segundo ciclo. En este supuesto, se entiende por educación —con exclusividad—: hacer matemáticas, leer y escribir, pintar, montar puzles, etc.; mientras que el cuidado corporal —dar de comer, limpiar al niño o la niña—, corresponderían a una concepción meramente asistencial. Nada más equivocado. En estas edades, el control de esfínteres, aprender a comer juntos, lavar-se, etc. son propuestas mediante las cuales siguen educándose y que, llevadas a cabo con intencionalidad y consciencia, son privilegiada-mente educativas. Las criaturas exigen y tienen derecho a ser educa-das bien, en todas sus actuaciones vitales, por profesionales con la titulación y formación apropiadas para educar en cualquier momen-to del día; profesionales que sepan, por ejemplo, que los formatos de interacción establecidos durante estos momentos, como diría Bruner, se enriquecen por una activación de la sensorialidad y están mediados por los afectos que en ellos tienen lugar. El bienestar y las emociones positivas, que incluyen reacciones mímicas, tónicas y viscerales, se asocian así a los aprendizajes globales que acontecen, baluartes fir-mes que determinan cuáles son valiosos para ser retenidos.

La ausencia de este conocimiento en la sociedad en general y en profesionales sin formación adecuada hace que se minusvaloren esos momentos críticos referidos a la alimentación, la higiene o el descan-so en el primer ciclo. Al mismo tiempo, como consecuencia derivada, provoca que en el segundo ciclo, cuando se les considera con un mí-nimo de posibilidades para alcanzar lo valorado como aprendizajes

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clásicos, planteamientos legislativos y profesionales sin la formación adecuada se lancen a poner en marcha una fase preparatoria para la etapa posterior, al sentir como ajena la cobertura de estos requeri-mientos afectivo-biológicos20.

En esta misma línea, Bowman, Donovan y Burns (2000), tras describir las sorprendentes y no siempre reconocidas capacidades que poseen los niños, nos aconsejan no caer en el error de adoptar métodos y currículos propios de la educación primaria y nos recuerdan que, durante esta etapa, la enseñanza globalizada y la integración de los contenidos curriculares en áreas de experiencia estimulan mejor el aprendizaje de los alumnos y mejoran su preparación para afrontar las demandas más complejas que plantea posteriormente la escuela21.

La enseñanza en la infancia debe responder a las caracterís-ticas peculiares de esta etapa de la vida y ajustarse a su modo par-ticular de aprender, de explorar el mundo y de relacionarse con los demás. En este sentido, desde un enfoque neurológico, Peralta (2005: 96) recuerda:

20. La resolución de 7 de junio de 1995 de la Secretaría de Estado de Edu-cación (BOMEC 1276/95) establece en el punto 5 los criterios metodoló-gicos y de organización: «Las condiciones de seguridad e higiene de los niños y niñas en los centros constituyen aspectos que ya son tenidos ade-cuadamente en cuenta por la mayoría de los equipos de educación infantil. Conviene, no obstante, plantear la importancia de estos aspectos en los dis-tintos niveles de decisión de los centros docentes. Entre otros, debe incluirse en esta etapa la planificación cuidada de la entrada y salida cotidianas de los niños y niñas, a fin de evitar riesgos de desorientación y situaciones de soledad no deseables, así como de cara a facilitar un contacto más estrecho entre el profesorado y las familias. Asimismo, desde la consideración edu-cativa de la consolidación de hábitos de higiene, en aquellas situaciones que así lo requieran, será responsabilidad de la maestra o maestro ayudar a los niños en su limpieza personal y en el cambio de vestuario, implicándoles en una realización cada vez más autónoma de estas tareas, proporcionándoles seguridad y confianza, y potenciando sentimientos de autoestima en rela-ción con su cuerpo». A pesar de la permanencia en vigor de esta normativa sigue existiendo, en buena medida por defecto en la formación inicial, una negativa de muchos y muchas profesionales del segundo ciclo de educación infantil a considerar estos cuidados como educativos y a considerar, por tanto, que su cobertura y valoración esté dentro de sus competencias.

21. Véase el anexo 2.

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La influencia del afecto es crucial también para el desarrollo cerebral. (...) [Este desarrollo] se genera por experiencias de calidad oportunas... en las cuales los niños y niñas tienen posibilidad de interactuar en contextos afectivos y asertivos a sus requerimientos de toda índole, donde se les conversa permanentemente, con ambientes que son interesantes sensorialmente y donde se les ofrecen situaciones de exploración y descubrimiento desafiantes, lo que permite un mejor desarrollo afectivo, cognitivo y motor.

Más adelante y, en apoyo del segundo de los aspectos, el referi-do a la anticipación de aprendizajes, esta misma autora (2005: 119) cita al neuropediatra Pérez Olarte (2002: 41) que afirma:

(…) podemos acelerar la maduración de ciertas zonas cerebrales pero, corremos el riesgo de romper el equilibrio y la relación entre funciones neurológicas. La maduración neurológica es muy delicada y la prudencia al introducir elementos artificiales es fundamental… La inteligencia es fruto de diferentes factores (genéticos, integridad cerebral, experiencias físicas, sensoriales, emocionales…) y su comprensión profunda es todavía limitada. La mejor forma de favorecer el desarrollo es tener una comprensión global e individual de cada pequeño, para ofrecerle lo que necesite en el proceso de crecimiento.

Al contrario de lo que aconsejan todas estas constataciones cien-tíficas, a las criaturas del primer ciclo se les «roba» la posibilidad de aprender a investigar, proponer y aprender, privándoles con frecuen-cia de ellas en el resto de una actividad cotidiana empobrecedora. En el segundo ciclo se ignoran estos aspectos corporales, dejándolos la mayoría de las veces en manos de personas sin ninguna cualificación o al abandono, forzándolos a centrar esa actividad en la aceleración de aprendizajes parcelados propios de una primaria trasnochada, im-puestos con enfoques metodológicos ajenos a las características de las criaturas.

3.2.2. Establecer los horarios en virtud de lo asistencial

La segunda de estas ideas es considerar horarios y calendarios escolares y extraescolares ligados a una concepción asistencial. No es

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casualidad que existan algunos centros de educación infantil y pri-maria que ofrezcan un servicio de 7.30 a 9 horas a los que se llama «guarderías» (porque no los atiende la tutora ni forman parte de la organización reglada de la escuela). Pero los niños y las niñas no distinguen entre momentos educativos y no educativos; cualquier momento del día, de la semana o del año es educativo, y será un factor de buena educación si se encuentra organizado por profesio-nales adecuados (titulados, formados y con idóneas competencias profesionales), en espacios y con materiales idóneos, así como con ratios óptimas.

Recibir a una criatura y a su familia, ofrecerle posibilidades y recursos variados, entablar relaciones y amistades no depende de ho-rarios ni de estaciones, tiene que ver más con la consideración del servicio infantil como una oportunidad educativa para los niños y las niñas. El padre y la madre tienen el derecho al trabajo, circunstancia que influye en la profusión de horarios extraescolares; legalmente, se debería permitir flexibilizarlo por el hecho de tener hijos e hijas. La escuela infantil de 0-3 o de 3-6 o de 0-6 debe adaptar su organización para hacer compatibles las circunstancias familiares con las laborales, lo que no quiere decir que los niños y las niñas deban permanecer excesivo tiempo en la institución educativa pues también tienen de-recho a estar con su padre y con su madre. Diversos estudios afirman que los alumnos y las alumnas incrementan su desarrollo cognitivo y comunicativo, y mejoran su calidad de apego con sus padres y sus madres, con proyectos de calidad en los centros escolares, siempre que la jornada escolar no sobrepase las ocho horas.

Pues bien, esta función de la escuela es social, pero nunca asis-tencial. Lo educativo debe incluir lo social y debe huir de la indigen-cia de lo asistencial.

Si esto es así en el primer ciclo de la educación infantil, no deja de serlo menos en el segundo ciclo en el que, si bien los profesionales del horario lectivo tienen la titulación de Magisterio, en el resto de tiempos no siempre es así. Resulta curioso observar que la sociedad, y con frecuencia los propios profesionales, está satisfecha con el planteamiento para el horario lectivo (aquí no hay variedad de titulaciones inapropiadas) y que haya aceptado con toda naturalidad que criaturas de 3 a 6 años sean atendidas por todo tipo de personas, en la higiene y en el comedor. También resulta curioso

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que admitan que puedan permanecer un elevadísimo número de horas, en tiempos anteriores y posteriores a ese periodo académico, bajo la responsabilidad de quienes, con frecuencia, no poseen ninguna formación educativa, hacinados y sin criterios de ratio alguna y que durante este tiempo estén desarrollando actividades empobrecedoras y con frecuencia alienantes, para tenerlos más o menos entretenidos (ver televisión, colorear fichas y fichas o aburrirse sin motivación adulta alguna, con escasez de material y sin ningún criterio educativo explícito).

3.2.3. La creencia de que los niños deben estar con su madre

La tercera idea, todavía vigente a pesar de los avances científi-cos, tiene que ver con la consideración —muchas veces política— de que los niños y las niñas tan pequeños, especialmente los del primer ciclo, deberían estar con su madre (que es, por encima de todo —se piensa— con quien mejor se supone que están). La creencia popular, de la que se ha hecho eco un tipo de psicología y un tipo de política, cree que si estos niños y niñas tienen la desgracia de tener una madre que trabaja fuera de casa, lo mejor es que sean atendidos, con mucho afecto, por personas o en centros que puedan asistir a estas criatu-ras «desgraciadas»; eso es lo más importante. Esta idea, apoyada en algunos casos por legislaciones inadecuadas22, se refuerza con la de pensar que para educar a niños y niñas de estas edades, sobre todo de cero a tres años, vale cualquier persona con tal de que les ofrezca ese cariño, de lo que ni siquiera se tiene garantía en muchos casos. Así, es suficiente con que tenga experiencia en el cuidado de niños y niñas y que, con preferencia, sea mujer; elemento fundamental que autoriza, al parecer, para educar. El mismo argumento se utiliza para tiempos extraescolares en el segundo ciclo. Con ello se favorece, por un lado, la pervivencia de estereotipos de sexo, asociados a roles tradicionales que dificultan mucho la emancipación de la mujer y la valoración de

22. El Real Decreto 1224/2009, de 25 de agosto, sobre el reconocimiento de competencias profesionales, acorta el tiempo de acceso a las titulaciones de formación profesional, establecidas tras la evaluación de su experiencia práctica en el cuidado de niños y niñas pequeños, ancianos o discapacita-dos. Se sustituye así formación por experiencia, con criterios de valoración diferentes y en todo caso dependientes de las distintas comunidades. Años de experiencia no son sinónimo de buena experiencia. Esto es inadmisible.

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tareas tradicionalmente femeninas; esto se asocia con la dificultad para romper otro estereotipo: el que minimiza las cualidades reque-ridas para ejercer como profesional educativo en estas edades. Por otro lado, se posibilita la pervivencia del concepto y el nombre de «guarderías», nombre que la sociedad atribuye a todo tipo de esta-blecimientos que acogen a estos niños y niñas. Desde esta perspectiva popular que une los tres elementos, es normal que la valoración con-secuente sea que siempre es mejor que las criaturas estén en su casa, educados por su propia familia.

Diversas investigaciones demuestran las ventajas, para los niños y las niñas, de acudir a centros educativos de calidad en todos los aspectos (también los contextos socioafectivos); centros que comple-menten la importante educación y el cariño familiar, lo que no signi-fica que no se puedan compatibilizar ambos contextos. Las escuelas infantiles y otros formatos similares, que no las guarderías, no solo tienen como función ofrecer espacios y ambientes que potencien el desarrollo integral de niños y niñas, sino que permitan su encuentro, desde una perspectiva diferente a como lo hacen con sus familias, con otras criaturas y adultos.

Estos centros, además, demuestran una gran eficacia porque permiten la integración y la socialización de las familias, y represen-tan una ayuda vital para no sentir la soledad en la importante tarea de educar a los hijos y las hijas con un gran sentimiento de solidaridad23. No se puede olvidar que todos los contextos familiares no son ade-cuados para el desarrollo de niños y niñas (todavía, por desgracia, no se ha erradicado el maltrato infantil físico y psicológico). Los centros educativos posibilitan —para estas criaturas— compensar carencias o integrar diferentes planteamientos de origen, en contextos afectiva-mente seguros para poder crecer y ámbitos con estímulos suficientes para poder desarrollarse en armonía.

En cuanto a otras opciones alternativas, han de tener la posibili-

23. Constituyen, igualmente, una vía fundamental para muchas familiasque aportan múltiples diversidades a la escuela: inmigrantes, otras comu-nidades étnicas, circunstancias socioeconómicas difíciles, familias con cria-turas que presentan derechos especiales (es preferible este concepto al de necesidades educativas especiales de semántica mucho más pobre para la defensa de los derechos de todos los niños y niñas) y que encuentran en el centro de infantil la primera oportunidad de inclusión real en una sociedad más amplia que la formada por su propio núcleo familiar.

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dad del control educativo que garantice la calidad contrastada de sus servicios en todos los aspectos (espacios, formación inicial, número de criaturas por adulto).

3.3. Romper estereotipos

Ha llegado el momento de romper con estos estereotipos so-ciales y hacer ciencia de la educación desde las primeras edades, de desarrollar todas las capacidades infantiles por medio de proyectos pedagógicos explícitos, aunque procedan de la educación no formal, que tengan claro y den respuesta a todos los derechos de los niños y las niñas de estas edades.

El peligro de lo asistencial es que es un modelo omnipresente que complace con rapidez a algunas familias y a la sociedad cuando los niños y las niñas son pequeños. Permite, además, que los políticos se laven las manos porque estos servicios, en el fondo, son conside-rados sin relevancia de voto, aunque son precisamente las criaturas que no pueden votar quienes sufren sus efectos. En todo caso, se ven como una posibilidad de resolver la necesidad que tienen las familias de dejar a los hijos y las hijas pequeños en algún lugar.

Detrás de todo este planteamiento hay una desconsideración de los derechos de la infancia24. La única manera de salvar esta discrimi-nación es ofrecer centros de calidad para satisfacer toda la demanda, lo que requiere cuidar con rigor, mediante leyes y decretos adecuados, que ningún centro abierto sea asistencial o educativo-asistencial (re-visando de forma exhaustiva la organización de los centros, instala-ciones, titulaciones del personal, medios materiales, ratios, etc.).

La única posibilidad de conseguir estos propósitos es que el Es-tado asuma su responsabilidad al respecto y que regule con la calidad necesaria los contenidos educativos y los requisitos de todos los cen-tros que acogen a la infancia de estas edades. Y esto no es solo una necesidad sino un derecho.

24. Las investigaciones muestran que los centros educativos que están re-gulados por el Estado obtienen índices de calidad superiores y que sus pun-tuaciones son tanto mejores cuanto más estricta es la legislación. (Véase el anexo 2).

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4Calidad y más allá de la calidad

La definición de calidad adquiere especial importancia porque, por lo general, existe una gran divergencia entre los supuestos de calidad en los que se sitúa tanto la percepción ordinaria (lo que la gente normal piensa al respecto) como la visión burocrática (lo que las administraciones educativas tienden a considerar calidad). Como dice Miguel Ángel Zabalza, podemos referirnos a lo útil, a lo va-lioso, a lo eficaz, a lo rentable, a lo bien organizado, a lo preferi-do por la gente, etc. para referirnos a calidad. Podemos hablar de calidad en términos cuantitativos o cualitativos aunque nos encon-traremos con pocas posibilidades de saber a qué se está haciendo referencia en cada caso. Tampoco resulta fácil relacionar estimacio-nes surgidas de una u otra consideración de la calidad (el mismo aspecto que desde una de esas perspectivas puede resultar valioso, puede merecer, desde otra perspectiva, una apreciación negativa).

Es por ello que los teóricos de la educación insistimos en resaltar componentes básicos de la calidad educativa (visión profesional) pero no es menos cierto que, incluso en este campo concreto, existen diferentes puntos de vista. Estos tienen que ver con lo que se considera valioso en educación, y lo que no, para según qué concepto de ser humano educable25.

25. Zabalza, M. A. (1998): Criterios de calidad en educación infantil. Po-nencia presentada en el IV Congreso Mundial de Educación Infantil. Ma-drid.

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Más allá de la calidad26 es el título de una interesante y brillante investigación sobre el concepto de calidad en educación realizado por Gunilla Dahlberg (investigadora sueca), Peter Moss (investigador de la Universidad de Londres y excoordinador de la Red de Atención a la Infancia de la Comisión Europea) y Alan Pence (investigador canadiense). Estos autores ponen en crisis el concepto tan extendido de calidad, que proviene de una tradición filosófica positivista, mo-dernista, neoliberal, gerencial y economicista. Esta tradición trata de imponer un significado unidireccional y tecnológico al concepto de calidad que, de tan manido, puede ser usado de forma perversa y deja fuera las perspectivas conocidas como democráticas, humanísticas o sociocríticas.

Dichos investigadores defienden, como salida paradigmática y terminológica, el concepto de «construcción de significado», que tra-ta de contextualizar cada ámbito, en este caso el educativo, desde los valores de la ética, de la complejidad, de la diversidad y de las pers-pectivas múltiples.

Hablar, de esta forma, de una escuela, experiencia o normativa de calidad es arriesgarse a entrar en un terreno resbaladizo, ambiguo y, muchas veces, proselitista. Desde esta perspectiva, cuando se habla de calidad, hay que tomar conciencia de los conceptos antropológicos, neurológicos, psicopedagógicos, estéticos, sociales, éticos o médicos de los que se parte; hay que saber definirla muy bien y poner sobre la mesa los criterios que están involucrados en la propia definición. La validez o no de los indicadores de esa calidad dependerán de ello.

A continuación, se ofrecen una serie de elementos (sistémica-mente entrelazados) que, desde diversas investigaciones consolidadas, hacen que un centro de educación infantil sea considerado de calidad. Para ello se parte de seis experiencias-estudios-documentos27 que, con

26. Dahlberg, G.; Moss, P.; y Pence, A. (2005): Más allá de la calidad. Bar-celona: Graó.

27. 1) Objetivos de calidad en los servicios infantiles, de la Red de Atención a la Infancia de la Comisión Europea (v. el anexo 5); 2) el estudio Calidad de los servicios para la primera infancia y estimación de la demanda, de la Universidad de Vic; 3) Informe técnico sobre los requisitos necesarios para impartir una educación infantil de calidad, del Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad Autónoma de Madrid (v. el anexo 2); 4) la ex-periencia educativa de Reggio Emilia, reconocida internacionalmente como una experiencia de extraordinaria calidad y propuesta en por la Fundación

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suficiente aval investigador, proponen criterios concretos para hablar de contextos de calidad.

Se exponen estas condiciones, criterios o indicadores de cali-dad, que organizamos en tres grupos, con subapartados, que pueden configurar el sentido de una experiencia educativa significativa para niños, niñas y personas adultas (profesionales, padres y madres). En esta concreción, tal vez se pueda encontrar una salida no retórica al problema.

4.1. Contexto educativo, sociofamiliar y comunitario de calidad. Proyecto educativo abierto y flexible y propuestas didácticas realistas y respetuosas con la cultura de la infancia

La educación infantil pretende ser un recurso social y cultural para la comunidad en la que esté ubicado el centro infantil. Se rela-ciona con el pueblo, el barrio o la ciudad, al que oferta iniciativas de formación que favorecen el desarrollo personal y el intercambio de las diversas generaciones. Debe poseer unas señas de identidad cultu-rales estrechamente vinculadas con la tradición oral, el folclore y las manifestaciones artísticas de la comunidad; debe incorporar el multi-culturalismo de las familias y propiciar la generación de la intercultu-ralidad; también debe utilizar los recursos socioculturales y naturales del entorno próximo, y convertirse en un foco cultural comunitario que sirva de altavoz a los «sin voz».

Debe ser un centro diseñado, creado y desarrollado para atender las cuestiones educativas detectadas en el contexto y debe funcionar como factor de protección, prevención y contribución al desarrollo pleno y armónico de cada niño o niña.

Si integramos todos estos aspectos, las notas que deben carac-terizar un centro infantil para acercarse a un modelo de calidad son

Avanza como posible candidata a los premios Príncipe de Asturias en Cien-cias Sociales; 5) El documento de diciembre de 2007, elaborado por la Junta de Portavoces de la Red Pública de Educación Infantil de la Comunidad de Madrid; y 6) Las amplias bases a las que dio lugar la reforma educativa lle-vada a cabo durante los años noventa en España, inspirada en la tradición de prácticas educativas innovadoras, organizadas en planes experimentales que habían ido desarrollándose y que fueron editados en las distintas co-munidades autónomas.

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la amplia participación democrática, la transparencia, el proyecto común, la organización de experiencias globalizadoras, la no jerar-quización de propuestas, la documentación y evaluación y la coordi-nación y la continuidad.

4.1.1. Amplia participación democrática

En este aspecto, en el centro infantil, han de tener cabida todas las niñas y los niños, con independencia de sus capacidades, origen familiar o cualquier otro factor, es decir, sin discriminación. Su fun-cionamiento ha de estar estrechamente relacionado con el entorno social, cultural y natural, y ser gestionado de forma democrática. Debe pretender el desarrollo integral del alumnado, diseñarse, desa-rrollarse y evaluarse de forma comunitaria. Comprometerse a la per-manencia de las familias a lo largo de seis años (etapa completa), lo que facilita el desarrollo de sentimientos de pertenencia y vinculación necesarios para una activa participación en la institución.

Es imprescindible favorecer y encauzar la participación e impli-cación de las familias y de los ciudadanos y de las ciudadanas —a tra-vés de una deseable representación democrática— en las decisiones que afectan a la gestión y gobierno del centro educativo.

Como afirma el mencionado informe de la Universitat de Vic, es importante incorporar las iniciativas de las familias en la dinámica del centro para que estas se sientan miembros activos de la comuni-dad educativa. Claustro, consejo escolar y asociaciones de padres y madres son imprescindibles para canalizar esta participación demo-crática y su organización.

4.1.2. Transparencia

Los padres y las madres —esta es otra característica genuina de la calidad educativa— han de tener acceso abierto, organizado y coti-diano a las diversas dependencias del centro y así deben poder entrar en familiaridad con las diversas personas que habitan esa pequeña comunidad educativa para intercambiar opiniones y experiencias, principalmente, con las educadoras que van a estar con sus hijos y sus hijas durante toda la jornada y con quienes realizan una comuni-cación afectiva cotidiana.

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Es la concepción de una escuela abierta al entorno que pro-mueve la participación cotidiana de las familias a través de la libre accesibilidad, la información diaria y la comunicación.

La escuela, y así lo resalta el informe de Vic, se concibe como un apoyo a las familias en la educación y la crianza de los hijos y las hijas; les ofrece espacios de información y autoformación, a través del intercambio horizontal de experiencias y la orientación educativa en un clima amistoso de diálogo. El proyecto y la investigación educati-va llevada a cabo por el equipo educativo del centro, debe ser cono-cido por las familias y compartido por ellas, permitiendo así valorar juntos el realismo y respeto a la cultura de la infancia como el eje del proyecto educativo, del currículo y de la propuesta pedagógica.

Por otro lado, la escuela debe ser un lugar en el que también las madres y los padres ejerzan su derecho a ser informados de mane-ra regular y metódica respecto al proceso de desarrollo de sus hijos y sus hijas y a las decisiones adoptadas por los profesionales para favorecerlo. Al tiempo, tienen el derecho y el deber de utilizar el co-nocimiento adquirido acerca de la criatura, desde la perspectiva de su relación parental, en las informaciones que les proporciona la edu-cadora a lo largo del proceso educativo. Se trata de buscar juntos la confluencia de la acción educativa y la complementariedad.

4.1.3. Proyecto común y plani�cación interactiva

Es fundamental que exista un documento escrito que recoja el proyecto de la escuela infantil, para que pueda ser revisado y discu-tido. La forma democrática de llevar adelante la propuesta educativa debe tener en cuenta las características del contexto en el que se de-sarrolla, sus límites y posibilidades; variables esenciales para poder canalizar las dificultades cotidianas e intentar convertirlas en oportu-nidades posibles, para ofrecer respuestas y propuestas de mejora con-cretas a las necesidades específicas de cada comunidad escolar. Sobre el proyecto de intervención que los profesionales se plantean con an-terioridad, es importante realizar los ajustes precisos para actuar con el mayor grado de espontaneidad, teniendo en cuenta las demandas, intereses y situación actual de las criaturas, que faciliten en todas las ocasiones un respeto al ritmo individual.

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Es necesario articular un proyecto educativo que incluya un currículo y unas propuestas pedagógicas que lo desarrollen y que respeten las capacidades de los niños y las niñas, su cultura y su globalidad (sin separaciones rígidas en áreas). Un proyecto educativo que respete la peculiar manera que tienen los niños y las niñas de establecer las relaciones sociales desde comportamientos de apego seguro; que entienda la realidad social y atienda no solo criterios de calidad, sino también de calidez; que valore las capacidades extraordinarias que tienen de aprender por sí mismos en contextos idóneos —con una imagen de infancia optimista, considerando al niño y a la niña capaces desde que nacen—, donde puedan desarrollar y expresar dichas capacidades diferenciadas.

La vida cotidiana debe ser el eje del proyecto educativo como fuente de aprendizaje constante.

La propuesta educativa proyectada y realizada favorecerá el juego, la alegría y el placer que supone explorar e investigar, apren-der, que muestre a niños, niñas y adultos encontrando fuentes de sa-tisfacción personal y colectiva. Una propuesta educativa que valore el aprendizaje en un contexto social que tiene sus propios valores y normas derivadas de la vida compartida.

Es fundamental que sea un proyecto respetuoso con la diversi-dad, la diferencia y la individualidad, incluyendo la forma de evaluar, diagnosticar, apoyar y acompañar también a los niños y las niñas con derechos educativos especiales, propiciando experiencias integrado-ras, compensadoras de desigualdades, normalizadoras e inclusivas. Esta perspectiva marcará el tratamiento dado a la diversidad en cada centro, la forma de educar sin discriminaciones, el respeto a las carac-terísticas individuales y la originalidad, y la atención al diagnóstico y al tratamiento temprano de posibles dificultades de desarrollo.

Según señala el estudio de la Universidad de Vic, es importante establecer las bases para llevar a cabo este proyecto común y coordi-nado, en el que participen todos los trabajadores y trabajadoras de la escuela (personal docente, cocineras y auxiliares de limpieza). Este aspecto da coherencia, solidez y bienestar al proyecto educativo. No es posible hacer realidad la «escuela inclusiva», como preconiza la propia Ley Orgánica de Educación en diversos apartados, sin incor-porar este indicador.

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Solo un proyecto común, realizado en equipo con las aporta-ciones de las familias, como fruto de un trabajo cooperativo que se proyecta, implementa y supervisa28, puede ser compartido entre niños y niñas, familias, profesionales y personal no docente.

4.1.4. Organización de experiencias globalizadoras que favore-cen interacciones entre criaturas de distinta edad y promueven la participación de la comunidad educativa

Otro elemento a tener en cuenta es el carácter globalizador de esta etapa, que entiende el desarrollo de niños y niñas de forma inte-gral en la que se atienden todos los aspectos emocionales, afectivos, cognitivos, motrices, de lenguaje, etc., en la que se valoran sus apren-dizajes como consecuencia de sus experiencias y en la que se ofrecen un conjunto de situaciones diversas para responder a los intereses infantiles.

No hay en esta etapa, o no debe haber, parcelaciones o ruptu-ras disciplinares en las propuestas de actividades que se presenten a las criaturas; por el contrario, se favorecerá la realización de expe-riencias signi�cativas para que desarrollen su dimensión física, social, afectiva e intelectual.

En la interacción entre iguales, la observación e imitación de criaturas algo mayores, el cuidado y respeto a los más pequeños en actividades cotidianas no parceladas por materias, se observa como un estímulo al desarrollo de mayores y menores cuando tienen oca-sión de participar en experiencias comunes. La diversidad de con-textos de aprendizaje y el control compartido por distintas personas adultas de la comunidad educativa, del que también se debe aprender, se contempla como un indicador de calidad: la organización de talle-res familiares, la invitación a expertos de la zona para organizar ta-lleres en el centro, la celebración de fiestas escolares o la organización de salidas con las familias, son notas que revelan una mayor calidad educativa en el desarrollo de los proyectos de centro.

28. Cuando los proyectos son elaborados y supervisados por un tipo de profesionales (maestros y maestras) e implementados por otros (educadores y educadoras), tal como propone la actual normativa, no producen más que desafección, por parte de estos últimos, hacia una propuesta pedagógica que no ha surgido de los conocimientos, la experiencia y las intenciones educativas, y de la que solo deben implementar los proyectos.

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4.1.5. La no jerarquización de propuestas en un ambiente de calidez

El proyecto educativo ha de contemplar este indicador impor-tante. Y es que, hablando de calidad, son tan fundamentales activida-des con agua, barro, pintura, cuentos, como las cotidianas referidas a la alimentación, baño, sueño, etc. Nada es banal ni rutinario. Cada momento contiene, en sí mismo, una calidez educativa que privilegia la autonomía y el ritmo personal de cada niño o niña. Pero es que, además, las experiencias lógicas, motrices, biológicas, sociales, estéti-cas y comunicativo-afectivas se dan en todo momento, sobre todo en aquellas que se repiten de forma sistemática por su vinculación con el más elemental derecho a la calidad de vida.

Todo proceso debe contemplarse de forma holística, también desde una dimensión de comunicación afectiva que ha de presidir la vida cotidiana y la propuesta curricular de esta etapa. Este criterio debe impregnar todos los momentos, sin que unos sean subsidiarios de los otros. Ello constituye el fundamento de la construcción de la personalidad en la interacción con el medio, la adquisición de actitu-des de comprensión, seguridad y autoestima. La creación de un clima de seguridad y confianza, en relación con toda la actividad de la es-cuela, constituye una de las tareas básicas del equipo educativo para favorecer el desarrollo de una autoimagen positiva, un autoconcepto ajustado, una autoestima elevada, una progresiva autonomía perso-nal y una identidad sexual.

Y es que el proceso educativo está en toda la actividad infantil; todo educa y por tanto todo debe ser cuidado con igual mimo. Los niños y las niñas están en permanente desarrollo y este es producto del crecimiento, pero también del aprendizaje que se da de forma continua, que a su vez modula el propio crecimiento neuronal. La educación global está en el centro de este proceso; la parcelación de áreas y la jerarquización de propuestas están fuera de él. Por la misma razón, los tiempos previos y posteriores al horario general, lo que se entiende como tiempo extraescolar, han de ser cuidados con el mismo esmero y por profesionales titulados y cualificados, y con la misma categoría laboral29.

29. Por desgracia, la evolución de la situación real no va en esta dirección y ello constituye un grave peligro para los niños y las niñas, que no dejan de educarse en estos momentos tan especiales, pero con escaso o nulo control de las influencias que actúan durante esas interacciones con personas adultas.

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4.1.6. Documentación y evaluación

Los centros (las paredes, las puertas, las ventanas…) deben ser soportes documentales (a través de imágenes y escritos) que narren las diversas e interesantes experiencias que realizan los niños y las ni-ñas para dar publicidad a las capacidades inteligentes del ser humano desde que llega a este mundo. Aquí se manifiesta una parte importan-te de su transparencia.

La documentación de lo realizado es uno de los valiosos instru-mentos que posibilitan llevar a cabo una evaluación y una reflexión sobre la práctica como soporte imprescindible para mejorar la reali-dad.

Hablar de calidad exige que exista una referencia simultánea a la evaluación formativa que permite reajustarse a las demandas que surgen en el mismo momento en que se producen, chequear con pe-riodicidad cómo van las cosas y la eficacia de las medidas adoptadas, para dar la oportunidad de detectar problemas, planificar y actuar para solucionar o mejorar la situación. Los proyectos de mejora e innovación diseñados, desarrollados y evaluados en equipo dan con-tinuidad al proceso de búsqueda permanente de la calidad educativa, es decir, son una auténtica investigación en acción.

4.1.7. Coordinación y continuidad entendidas en sentido amplio

Como desarrollo de los anteriores apartados, pero con especi-ficidad propia, se resalta el indicador de calidad que supone la conti-nuidad, como fruto de la coordinación pedagógica vertical y horizon-tal. Tanto la que se produce entre los miembros del equipo del centro como la que se ha de establecer, en el caso de que este solo contemple el primer ciclo, con el centro donde se desarrolle el segundo ciclo. Las dificultades inherentes a la continuidad, seguimiento y coordinación cuando la etapa transcurre en centros separados, indican que las con-diciones de calidad son mayores en aquellos centros que realizan un proyecto de etapa completa.

En este sentido, el Informe sobre el estado y situación del sis-tema educativo: curso 2009-2010, de octubre de 2011, del Consejo Escolar del Estado, manifiesta su preocupación e insta al Estado a realizar las investigaciones precisas para que, de no garantizarse la continuidad de la etapa en condiciones óptimas, se modifiquen in-cluso las legislaciones que han permitido esta dispersión del primer y

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segundo ciclo en instituciones diferentes30. En las actuales circunstan-cias, para favorecer esa coordinación y facilitar el paso de los niños y las niñas al ciclo siguiente, se propicia la relación y participación en actividades con el alumnado de los centros de primer ciclo y segundo ciclo, que garantice una continuidad de proyectos educativos de am-bos centros.

Entendemos, al igual que M.ª Paz Ovejero31, el concepto de con-tinuidad como un indicador de calidad que alude a la coordinación horizontal de las actuaciones educativas llevadas a cabo por los dife-rentes agentes educativos; tanto las del centro (los distintos docentes, conserjes, cocineros, jardineros, etc.) como las de los agentes externos que acuden a él (miembros de equipos de atención temprana, trabaja-dores sociales, talleristas, etc.). Incluye, de modo amplio, la coordina-ción que se establece con los diversos contextos o ambientes de vida de la criatura (escuela, familia, parque, barrio, servicios de salud). Se trata de propiciar la construcción comunitaria de entornos respetuo-sos con la infancia. Todo ello evidencia la consideración que la insti-tución da en sus propuestas educativas a la riqueza y la variedad de experiencias y relaciones que se le ofrecen al niño y a la niña en cada uno de esos ambientes, con el fin de ofrecer un ámbito de experiencias que se complementen.

4.2. Proyecto desarrollado por profesionales de la educación

Este planteamiento necesita de unas características que es im-prescindible incorporar a las expuestas con anterioridad:

4.2.1. Profesionalidad

Trabajar en educación infantil exige profesionales preparados y, por tanto, titulados, con las exigencias que requiere el debido cono-cimiento de estas edades. Esto es algo vital para asegurar una expe-riencia educativa de calidad para los niños y las niñas. No es suficien-

30. Consejo Escolar del Estado (2011): Informe sobre el estado y situación del sistema educativo: curso 2009-2010. Ministerio de Educación. Aparta-do 1: Educación Infantil, punto 3.º.

31. Ovejero, M.ª P. (1993): «La Educación Infantil» en La continuidad en la Educación Infantil. Madrid: Uned.

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te, ni mucho menos, el conocimiento intuitivo o las propias pautas de crianza para ser competentes profesionales de la escuela infantil. Zabalza afirma que «suele ser una consideración bastante común, y pese a ello equivocada, la de que enseñar a niños pequeños no supone mucha ciencia. Como son tan pequeños, parece pensarse, lo que hace falta es paciencia y ser afectuoso, lo demás es menos importante. Ese es un grave error y una notable injusticia con respecto a los docentes y a los niños y las niñas de esta etapa educativa»32.

Recursos, espacios, implicación de las familias, etc. son factores que condicionan la calidad del centro, pero son los profesionales, con sus conocimientos específicos, los que pueden o no rentabilizar todo ello en beneficio de las criaturas, porque aportan su perspectiva cien-tífica y especializada.

4.2.2. Formación especí�ca

«La formación de los maestros y maestras —afirma el informe de la Universidad Autónoma33— es una de las variables que determi-na la calidad de la enseñanza que imparte un centro. Los centros que puntúan más alto en la calidad de su atención educativa tienen pro-fesionales con una formación más amplia y especializada en Educa-ción Infantil. Estos maestros y maestras cualificados promueven con mayor acierto la salud, la seguridad y el desarrollo cognitivo, lingüís-tico, social y emocional de los niños; tienden a ser más constructivos y menos críticos en sus valoraciones, diseñan mejores actividades y ambientes de aprendizaje, participan y se involucran más en los jue-gos infantiles, y establecen relaciones más sensibles y afectuosas con sus alumnos (…). Por ello no resulta válida cualquier tipo de forma-ción. Tras revisar las investigaciones existentes sobre el tema (…)» concluyen que solo los y las profesionales que tenían una formación universitaria especializada en Educación Infantil obtuvieron puntua-ciones situadas entre bien y excelente, y son estas las que produjeron efectos positivos duraderos. Quienes no recibieron esta formación tendían a implicarse menos en las actividades y en los juegos de los niños y las niñas. En estas situaciones las criaturas se muestran más

32. Zabalza, M. A. (1998): IV Congreso Mundial de Educación Infantil. Madrid.

33. Véase el anexo 2.

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descontentas, lloran con frecuencia y establecen vínculos de apego más inseguros.

La formación permanente complementa, compensa en muchos casos, una formación inicial que es, en general, deficitaria. Esta posi-bilidad, en modo alguno, justifica la rebaja de formación inicial do-cente para ejercer en estas edades más allá del límite que supone la titulación de Magisterio o la de Técnico Superior en Educación Infan-til. Diseñar y regular adecuados contextos óptimos de investigación, acción libre y aprendizaje, saber reconocer las características de cada criatura, observar con profesionalidad, saber interpretar lo observa-do y tomar decisiones apropiadas que respeten los ritmos de aprendi-zaje individuales, requiere una capacitación previa insoslayable. Para hacerlo posible resulta imprescindible, además, desarrollar actitudes adultas que tengan en cuenta las características afectivo-emocionales de la infancia, para asegurar las interacciones personales de calidad que constituyen la base de la acción educativa en estas edades.

4.2.3. La especial atención al equilibrio personal del profesional de infancia

La intervención con criaturas de estas edades se desarrolla a través de una relación personal con cada una de ellas, que reclaman y demandan una aproximación, unas actitudes y aptitudes que van más allá del rol y configura el establecimiento de un vínculo. Cuando no se dispone de las actitudes y aptitudes precisas, es necesario de-sarrollarlas gracias a una formación específica de calidad, pues en la actuación profesional queda implicada la propia identidad, la emo-cionalidad, las vivencias personales, en definitiva, la propia historia personal34.

34. Por desgracia, este apartado específico está aún ausente de los progra-mas de formación inicial y es preciso adquirirlo en formaciones posteriores, muchas de las cuales se ligan a la realizada en campos específicos. A conti-nuación reproducimos las afirmaciones de A. Bañarán (2009:22) desde la perspectiva de la intervención psicomotriz: «A mi entender, en la forma-ción de las educadoras y educadores del 0-3 (y también del 3-6) es necesa-ria la existencia de una formación en este sentido, pues si no se tiene una mínima conciencia de las propias capacidades y límites, de los placeres y displaceres en cuanto a su propia persona, difícilmente se podrá diferenciar qué es de las niñas y de los niños y qué es propio en el torbellino emocional y de vivencias de todo tipo (que tocan a lo más profundo del ser humano: la

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Además, en las relaciones con el alumnado a lo largo del proce-so que va de la heteronomía a una progresiva autonomía personal, los profesionales son más vulnerables y, si se evita su soledad, se favorece la calidad35. Esta es una de las razones que avala la apuesta por la pa-reja pedagógica que se desarrollará más adelante; desde esta perspec-tiva la propuesta de la pareja educativa facilita situaciones para co-mentar, compartir la incertidumbre, superar la propia inseguridad, etc.

4.2.4. Dignidad profesional

Cualquier profesional que trabaja en una escuela infantil debe estar pagado de acuerdo a su alta responsabilidad y sus derechos la-borales tienen que ser convenientemente reconocidos como una for-ma de valorar su importantísima labor educativa con los niños y las niñas desde el nacimiento. La situación actual, por el contrario, evi-dencia otra realidad. No solo se paga poco por este trabajo, sino que se establecen diferencias insoportables entre las distintas categorías y en las distintas zonas del territorio, en donde los y las profesionales del primer ciclo son quienes peores condiciones laborales y económi-cas sufren36. La valoración económica de los y las profesionales de

base de su existir, las raíces de su deseo, y todo lo relacionado con la separa-ción y la autonomía) que surge en la relación con la primera infancia. (….) Cuando trabajamos con los niños y niñas de 0-3 años estamos tocando las bases de su persona, y ello resuena en nuestras propias bases, influyendo, en gran manera, a la hora de relacionarnos con ellos y ellas, y en nuestras ca-pacidades para comprender y ajustar nuestra pedagogía a sus necesidades. (…) La formación personal es el lugar en que poder centrarnos en nuestra propia persona, para poder así descentrarnos luego con mayor facilidad». Escucharnos para escucharles. Revista Infancia, n.º 113.

35. «Los programas educativos de calidad y las escuelas que los gestionan han de establecer dispositivos que permitan mantener encuentros entre co-legas de la propia escuela, o con personal de otras, con vistas a disminuir la tensión emocional propia de las interacciones profesional-criatura y favore-cer el intercambio. En algunos países se ponen a disposición de los docentes (sobre todo para los de educación infantil y educación especial que mantie-nen un tipo de implicación personal más intenso en el trabajo) unos grupos de formación que tienen como uno de sus objetivos principales el posibilitar una especie de “supervisión” colegiada y estrategias de apoyo mutuo entre los profesionales (a veces, ayudados también por un experto o facilitador)», M. A. Zabalza (v. n. 33).

36. Las nuevas tablas salariales del convenio privado de educación infantil para los años 2011-2012 prevén para los centros de educación infantil de

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la educación infantil está relacionada con la valoración social de su trabajo, más baja cuanto menos se cobra, a pesar de que el horario sea con frecuencia superior y las responsabilidades similares o incluso mayores. En estas condiciones, es imposible hablar de dignidad pro-fesional. Este es un lastre que es preciso corregir pues este criterio de calidad es fundamental por las conexiones que tiene con otros, entre ellos el de la necesidad de estabilidad del personal que se desarrolla en el punto siguiente.

4.2.5. La estabilidad del personal

Es muy contundente el informe de la Universidad Autónoma de Madrid37: «(…) los cambios constantes de personal sobre los ni-ños: terminan experimentando grandes dificultades para adaptarse a la escuela, presentan un vocabulario más limitado, se relacionan peor con sus iguales, tienden a presentar conductas más agresivas e, incluso, pueden llegar a establecer con sus madres vínculos de apego inseguros».

Las condiciones laborales y salariales y las privatizaciones del sector hacen que existan cambios constantes de un personal con el que, con frecuencia, es difícil conformar un grupo de trabajo, adqui-rir compromisos a medio y a largo plazo, establecer vínculos afec-tivos con los niños y las niñas, adquirir el compromiso de formarse de modo permanente y dar continuidad cualificada a cualquier pro-yecto educativo.

Este problema es muy acuciante en el primer ciclo de la educa-ción infantil donde, al amparo de legislaciones inadecuadas para la infancia, con frecuencia actúan profesionales de baja cualificación o que se contratan como tales para disminuir el coste a las empresas, lo que compromete la estabilidad.

En el segundo ciclo, sobre todo en el sector público, la inestabi-lidad de las plantillas de los centros, marcada por el carácter interino de muchos y muchas profesionales, dificulta también la consolidación de equipos educativos. Hace algunos años la posibilidad de realizar

gestión indirecta un salario bruto para auxiliares de educación infantil de 682,08 euros más 16,32 de CPP, la contratación como educador o educado-ra supone 858,17 € más 21,78 de CPP y, como maestro o maestra, 1376,30 € más 29,34 de CPP.

37. Véase el anexo 2.

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proyectos educativos por equipos de profesionales que optaban por una línea innovadora, y la garantía de estabilidad en el centro, posi-bilitaba esa consolidación. Por desgracia, este tipo de oportunidades son cada vez más limitadas y escasas.

4.2.6. La formación permanente

Afirma Loris Malaguzzi que disponer de profesionales bien formados es un derecho del niño y de la niña. La puesta al día debe ser una de las obligaciones de las profesionales que trabajan en edu-cación. Por este motivo, no puede ser algo dejado a la voluntad de cada cual.

El derecho a la formación es permanente a lo largo de toda la vida y cada profesional debe tener acceso y tiempo estipulado para actualizar sus conocimientos, a la vez que debe existir una maximi-zación de este planteamiento en este campo profesional, donde la in-vestigación está cada vez más centrada en la realidad y ofrece mayor número de respuestas científicas para entender y adecuar la interven-ción a los nuevos descubrimientos.

La formación permanente es el gran recurso para la mejora de los procesos educativos. Es poco previsible que las cosas mejoren por arte de magia o que lo hagan por un simple acto de voluntad de los interesados (lo que significaría, por otra parte, que si antes no lo hacían mejor era porque no querían). Lo normal es que los y las do-centes «lo hagamos lo mejor que sabemos». Lo que significa que si se quiere introducir una innovación, o si se quiere mejorar el desarrollo de lo que ya se viene haciendo, resulta imprescindible recibir informa-ción que prepare para ello.

Los y las profesionales que componen el equipo de la escuela deben disponer de momentos obligatorios (estipulados por convenio) de no trabajo directo con los niños y las niñas para recibir formación, estar al día, preparar las propuestas educativas, reunirse entre ellos, con los equipos de atención temprana, encontrarse con las familias, realizar informes individuales, entrevistas, etc. Este tiempo nunca de-bería ser inferior a la décima parte que conforma la semana laboral.

4.2.7. Investigación permanente

Los y las diversas profesionales desean aprender si, además de lo anterior, disponen de los medios materiales y humanos suficientes para poder observar, reflexionar e investigar sobre las capacidades

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infantiles o la forma que tienen de aprender los niños y las niñas, de manera que puedan ayudarles —a través de la escucha y del respe-to— en su proceso de desarrollo social, afectivo, cognitivo, sensorial, estético, motor, etc.

El o la profesional de la educación aprende de los niños y las ni-ñas y, en su práctica, va desarrollando competencias que le permiten aplicar la teoría, descubrir la validez de la misma, conocer el ritmo de evolución de cada criatura, las exigencias del desarrollo y del apren-dizaje, la validez y oportunidad de distintos enfoques. A través de la reflexión rigurosa y sistemática sobre su práctica, y del diálogo con compañeros y compañeras, máxime si el equipo puede contar con asesoría pedagógica externa o con agentes colaboradores, se produ-cen cambios efectivos en la práctica y en la calidad de las escuelas. Un grupo formado por profesionales de la educación tiene que aprender a investigar, a generar pensamiento grupal, cultura, significados com-partidos38. En equipo producen ideas nuevas, que permiten profun-dizar en el sentido de la acción educativa, mejorar la adecuación y respuesta a la infancia. En esto consiste la investigación en acción de carácter crítico.

4.2.8. La procedencia cultural de los y las profesionales

Diversas investigaciones señalan que la diversidad del alumna-do existente debe reflejarse en la composición del equipo docente. Esta es la manera de que todos los niños y las niñas, y sus familias, encuentren referencias vinculantes y culturales en los propios centros. Además, esta diversidad de profesionales ayuda a la comprensión em-pática de características culturales y sociales de los usuarios de las escuelas. Asimismo, esta diversidad puede lograr proyectos de com-prensión multiculturales que provocan formas de escucha y respeto en centros con familias inmigrantes.

4.3. Una comunidad educativa que ofrece un estilo de vida saludable

Niñas y niños aprenden de lo que viven. Tienen derecho a recibir, en un ambiente cálido y afectuoso, una atención reflexiva y adecuada

38. Kemmis y Mactaggart (1988) ofrecen una guía para que las propiascomunidades educativas propongan cambios en el aula y en la escuela me-diante la utilización de métodos de investigación-acción.

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de las personas adultas con quienes comparten sus primeros años de vida. Tienen derecho a aprender a vivir junto a personas adultas, capaces de disfrutar de una vida valiosa organizada en cooperativa, capaces de una resolución pacífica de los conflictos cotidianos.

Por otro lado, la intervención educativa es una tarea compar-tida por el centro y las familias, por lo que aquel debe estar organi-zado con recursos humanos y materiales suficientes, compatibilizar los derechos de todos y asegurar unas señas de identidad y un estilo de calidad que puedan valorarse por los siguientes indicadores: fa-miliaridad, compatibilidad de derechos, medios humanos suficientes, recursos ambientales idóneos.

4.3.1. Familiaridad

Una comunidad educativa pequeña invita al diálogo, a la parti-cipación, al intercambio (los centros grandes tienden a ser más buro-cráticos y normativos), al conocimiento mutuo y, sobre todo, rechaza el anonimato. La escuela debe ser un lugar acogedor y cercano para promover las relaciones sociales. En este centro pequeño es más fácil crear un buen ambiente de trabajo, un marco afectivo de relaciones, un trato individualizado y una sensación adecuada de bienestar, segu-ridad, respeto y libertad.

En el caso de que el centro de infantil esté situado en un colegio que abarque otras etapas debe asegurarse que los ciclos de educación infantil que incorporen lo estén al completo, y ser diferenciados del resto de dependencias utilizadas por las otras etapas, para preservar estas características y posibilitar con ello una integración adecuada en la comunidad escolar mayor a la que pertenecen39.

39. Con frecuencia, muchos macrocentros concertados, y algunos públicos, incorporan parte o todo el primer ciclo de infantil con las mismas carac-terísticas masificadas que para las etapas superiores. En el primero de los casos, suelen separar, además, el primer ciclo, gestionado con frecuencia por una empresa filial de la que regenta el colegio, considerando a este servicio guardería. El segundo ciclo suele estar incorporado al mismo centro, debi-do en gran medida a la posibilidad que se ofrece actualmente de concertar en las mismas condiciones que la primaria o parte de la secundaria. Como puede apreciarse son los motivos económicos los que determinan esta frag-mentación, generalmente masificada en ambos casos y alejada del criterio de calidad que se expone.

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4.3.2. Compatibilidad de derechos

Es también necesario coordinar y combinar los derechos inalie-nables de los niños y las niñas a la educación, con los derechos de pa-dres y madres y con los de las y los profesionales de la escuela infantil. Para ello, es preciso considerar horarios y calendarios flexibles, sin permitir al mismo tiempo que los niños y las niñas estén demasiadas horas o días anuales en un centro, pues si bien padres y madres tienen derecho a trabajar, también lo tienen a estar con sus hijos y sus hijas y estos tienen, a su vez, derecho a estar con su familia y a descansar.

4.3.3. Medios humanos su�cientes

Ratios adecuadas

La escuela infantil, además de disponer de personal cualificado (de tutoría, de cocina, de asesoría y orientación…), ha de mantener suficientes medios y personas (sin contar con el personal en prácticas) para que exista una adecuada relación adulto-niño, para atender con dignidad e individualidad a todos y cada uno de los niños y las niñas (ratios muy alejadas de las que plantea la legislación española).

La ratio de personal que aconseja la Red de Atención a la Infan-cia de la Comisión Europea es la siguiente:

1 adulto: 4 plazas para niños menores de 12 meses (0-1 año).1 adulto: 6 plazas para niños de 12 a 23 meses (1-2 años).1 adulto: 8 plazas para niños de 24 a 35 meses (2-3 años).1 adulto: 15 plazas para niños de 36 a 71 meses (3, 4 y 5 años).

En este sentido, el Consejo Escolar del Estado, en su Informe sobre el estado y situación del sistema educativo: curso 2005-2006, de 2007, propuso como medida de mejora la elaboración de un plan especial de educación infantil que contemplase una regulación de mí-nimos para todo el Estado. Dicha regulación debería incluir también al primer ciclo de la etapa, además de la necesidad de una rebaja sustancial de la ratio para el segundo ciclo: «Con el objeto de incidir en la mejora de la calidad y atención a la etapa infantil, instamos a las distintas administraciones, a reducir las ratios actuales en el 2º ciclo de educación infantil a 15 alumnos por aula. Esta ratio será reducida cuando se escolarice alumnado con necesidades educati-

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vas especiales»40.Proponía también: «Asimismo, se insta a las administraciones

educativas a incluir en los catálogos de puestos de trabajo la dotación de un maestro especialista de apoyo por cada tres unidades».

Las especificaciones sobre el segundo ciclo y la conveniencia de no sobrepasar quince alumnos o alumnas aparecen en el mencionado informe del Consejo Escolar (2008)41.

La pareja pedagógica

Con anterioridad se ha hecho referencia a una característica de la relación educativa adulto-criatura: la atención individualizada en muchos momentos del día aconseja evitar la soledad del o de la profesional y facilitar medidas que ofrezcan la cooperación. Primero en Italia y después en España, se ha implantado el modelo de «tres para dos»: tres profesionales atendiendo dos clases, lo que supone una estrecha coordinación para desarrollar el proyecto y ofrece la posibilidad de estar juntos, en la misma sala, en momentos puntuales.

En la actualidad, experiencias educativas europeas muy valora-das por su calidad, como la de Reggio Emilia, desarrollan la idea de la pareja educativa. Esta concepción organizativa, analizada e investiga-da por Loris Malaguzzi, consiste en que dos personas (con la misma categoría profesional, igual calendario, con las mismas funciones e idéntico sueldo) comparten, sin divisiones nominales, un único grupo de niños y niñas, durante la mayor parte de la jornada laboral. Dos profesionales que se reparten la responsabilidad de la relación con las criaturas, con las familias y que tienen el mismo poder de decisión.

La pareja educativa rompe con un modelo tradicional de una maestra con un grupo de niños y niñas, o con una agregación de dos personas en la que hay una maestra o un maestro, o una persona au-xiliar con diferentes funciones y categorías.

40. Consejo Escolar del Estado (2007): Informe sobre el estado y situación del sistema educativo: curso 2005-2006. Ministerio de Educación. Aparta-do 1, punto 7.º.

41. Consejo Escolar del Estado (2008): Informe sobre el estado y situación del sistema educativo: curso 2006-2007. Ministerio de Educación. Aparta-do 1, punto 5.º.

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La copresencia (y en un sentido más amplio la concepción de un trabajo cooperativo) que existía desde el principio ha supuesto una consciente ruptura con el tradicional aislamiento de los educadores que malentienden su libertad didáctica y, de esta manera, legitiman su soledad humana y, también, la profesional y cultural. Esto es un hecho que, en realidad, empobrece y marchita muchas potencialidades y recursos que son importantes para cualificar y hacer eficaz la tarea educativa (…).El trabajo en pareja y, después, el de las parejas en grupo han ofrecido enormes beneficios, para niños y adultos, tanto en el plano educativo como en el psicológico. Pero, además, este trabajo en pareja, que se incluía en un proyecto interaccionista y socio-constructivista constituía el primer ladrillo que, junto con otros, formaba un puente que nos llevaba hasta la idea de gestión social y de participación de los padres.Los niños, que están naturalmente disponibles, no se hacen amigos o maestros entre ellos, recogiendo los modelos del cielo o de los libros. Recogen e interpretan los modelos de los maestros y adultos: tanto más, cuanto más saben estos trabajar, discutir, pensar e investigar juntos42.

La pareja educativa cualifica el trabajo educativo de toda la escuela.

Los grupos reducidos43

La metodología debe adaptarse a las características y a los rit-mos individuales. Es imprescindible trabajar con grupos reducidos para poder atender las demandas particulares y contribuir al desa-rrollo de cada uno, al satisfacer sus necesidades humanas básicas. Este constituye otro de los ejes que permiten desarrollar la calidad, favorecer que el personal pueda ser más sensible para que responda con un acierto mayor a las señales de niños y niñas, y crear con ellos vínculos de apego seguro, que son los que generan en los pequeños la confianza necesaria para jugar, explorar el mundo y desarrollar su

42. Malaguzzi, L. ( 2001): La educación infantil en Reggio Emilia. Barcelo-na: Rosa Sensat-Octaedro.

43. Véase el anexo 2.

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competencia social.El grupo reducido podría parecer que es contradictorio con la

idea, antes mencionada, de la pareja educativa, ya que esta supone juntar dos unidades de alumnos y alumnas en el mismo espacio (aun-que no todos los niños y las niñas de un grupo tengan que compartir el mismo espacio durante todo el día), pero no es así. Es necesario equilibrar el tamaño del grupo con las ventajas incuestionables de la pareja educativa y que ambos puntos se complementen, en especial para aquellos momentos del día que así lo propicien.

4.3.4. Recursos ambientales (espaciales y materiales) idóneos

Los centros han de poseer una arquitectura propia con espacios suficientes (los espacios inferiores a 7,6 m2 por alumno incrementan, al parecer, los niveles de agresión, destrucción y la realización aleato-ria de actividades físicas) y de calidad ambiental (luminosos, aireados, seguros…) para la realización de propuestas diversas (aulas, talleres, música, etc.), en zonas adecuadas, separadas y ventiladas para el re-poso, la comida, el baño de niños y niñas, para que los profesionales se reúnan entre ellos y también lo hagan con las familias. Esta es una de las condiciones que aseguran el trabajo educativo. También es im-portante disponer de patios adecuados (cubiertos y sin cubrir) para que las criaturas tomen el aire, el sol, etc.

Reggio Emilia ha indagado44 sobre las características de un pro-yecto arquitectónico espacio-ambiental. Estos son algunos de los cri-terios a tener en cuenta a este respecto: la adecuación de la parcela y la urbanización para una propuesta relacional de los espacios; la suficiente cantidad de zonas exteriores diversificadas; la armoniza-ción y equilibrio de los espacios interiores y sus relaciones; la funcio-nalidad, seguridad y ergonomía de los espacios; las características del paisaje luminoso (un equilibrio entre las diversas fuentes de luz); las características no estresantes del paisaje cromático; la adecuación del paisaje olfativo; el cuidado no contaminante del paisaje sonoro y el cuidado del microclima (entendido como ecología y flexibilidad del propio edificio).

44. Hoyuelos, A (2006): La estética en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi. Barcelona: Rosa Sensat-Octaedro.

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Las propuestas de mejora de los diversos informes del Consejo Escolar del Estado que se vienen citando han contenido instancias para la definición de mínimos de calidad referidos a este aspecto, acordados por todas las administraciones para todo el Estado.

Por otra parte, la alimentación y los espacios relacionados con ella son importantes desde el punto de vista educativo para favo-recer el desarrollo físico y promover la salud. Los momentos de la alimentación son muy especiales para la comunicación humana y el establecimiento de los vínculos y sentimientos de pertenencia. Todo lo que vive una criatura la educa, deseduca o maleduca, sobre todo las experiencias repetidas. La alimentación y su elaboración tienen un especial interés para niñas y niños de estas edades, así como co-nocer los procesos de transformación de alimentos y a las personas implicadas. Mantener una relación diaria, interactuar en el proceso facilitador del alimento y en las tareas es fuente de descubrimiento del medio social y físico en el que se desarrolla la vida. La afectivi-dad ligada a la preparación de los alimentos, la presentación de los mismos a las criaturas y su implicación en las tareas de preparación del comedor y recogida, según sus propias capacidades, y el acompa-ñamiento durante las horas de la comida son fuente de experiencias educativas que no proporciona un servicio de catering, ni cuidadores o cuidadoras de comedor ajenos al proyecto educativo del centro. Por ello, los centros de calidad educativa disponen de una cocina propia en la que un cocinero o una cocinera (perteneciente al equipo de la escuela) elabora todos los alimentos y cuida la calidad de los mismos.

Todo ello requiere un comedor escolar adecuado a estas carac-terísticas, con las mismas connotaciones de familiaridad expuestas en puntos anteriores, alejado de la realidad masificada y ruidosa actual que ni siquiera contempla, en la mayoría de los centros, un espacio separado e independiente para los niños y niñas de infantil, quienes sufren sus consecuencias con los consiguientes desajustes emociona-les y alimentarios que deberían estar fuera de estos momentos privi-legiados.

Por último, la limpieza es un aspecto esencial por lo que, para la calidad de los centros, también es importante contar con un número de personal (componente del equipo de la escuela infantil) suficiente y adecuadamente cualificado, que se encargue de limpiar y de ayudar en las tareas de cocina para favorecer, junto con el personal educador,

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la propia tarea educativa.Todos estos aspectos deberían ser recogidos en la legislación

actual (leyes, reales decretos, decretos autonómicos, órdenes y reso-luciones), de modo que permitan asegurar la calidad educativa en la que están escolarizados los niños y las niñas de educación infan-til. Deberían especificarse, además, aquellos otros que han de que-dar excluidos por su manifiesta inadecuación, lo que solo aparece en algunas legislaciones autonómicas. Esto permitiría que no fueran posibles algunos extremos que se han dado al amparo de la tolerancia otorgada por el hecho de que aquello que la ley no prohíbe, queda autorizado.

Esto no ocurre en el desarrollo normativo actual.

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5Leyes de educación y reales decretos

5.1. Introducción

Las diferentes visiones de la educación infantil son, en general, consecuencia de diversos, y a veces contradictorios, puntos de vista. No se puede obviar que los cambios sociales y culturales producidos en las últimas décadas, así como la investigación en el campo de las neurociencias, de las ciencias humanas y sociales han extendido ideas sobre la infancia en nuestra sociedad que han modificado la forma de entender y atender los primeros años de la vida.

Algunas referencias importantes:

• La Convención sobre los Derechos del Niño plantea que, para ser verdaderos ciudadanos y ciudadanas, han de ser considerados como tales, por parte de los adultos, desde el primer día de su vida.

• Entender la educación como un proceso continuo a lo largo de toda la vida, una educación, una escuela que, como plantea la Comisión Internacional de la Unesco, tiene cuatro principios básicos: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir juntos.

• La trascendencia de los primeros años de vida para el desarrollo posterior de la persona.

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• Es necesario concebir el crecimiento como un complejo entramado de interacciones entre los aspectos psiconeuro-biológicos, sociales, afectivos, donde el niño y la niña ocupan un papel activo en su propio desarrollo. El adulto ocupa un papel fundamental para generar un clima de afecto y seguridad, como facilitador de una cultura que no solo se reproduce, sino que sigue produciéndose. El adulto se convierte en un intermediario entre el mundo, con sus situaciones, objetos y seres, y el niño. Todo ello supone empezar a mirar a niños y niñas de otra manera. Las criaturas no son proyectos de persona, a las que hay que formar, enseñar, modelar, llenar, a quienes hay que enseñarles todo.

La primera infancia es un momento de la vida dentro de la cons-titución de la persona, pero es una etapa que tiene importancia en sí misma no solo por lo que vendrá después; es una etapa que hay que aprovecharla y vivirla con intensidad.

El papel de la escuela también empieza a cuestionarse. Ya no es solo un espacio para la transmisión de aprendizajes y conocimien-tos, sino un espacio para apoyar y desarrollar las capacidades de los más pequeños, que se complementa así con la familia. Se trabaja con niños y niñas que vivirán en una sociedad diferente a la que hoy co-nocemos. Es preciso considerar la educación como un compromiso social, para garantizar el desarrollo personal integral y equilibrado, el bienestar de toda la ciudadanía.

5.2. Un poco de Historia hasta la LOGSE

En 1959, las Naciones Unidas aprobaron la Declaración de los Derechos del Niño que incluía 10 principios. Aunque no tenía carác-ter obligatorio ni era suficiente para proteger los derechos infantiles, sin duda influyó en diversos movimientos pedagógicos de base en el Estado español. Las tradiciones pedagógicas más innovadoras45 des-

45. Entre los enfoques y corrientes pedagógicas que los fundamentaron es-tán Fröebel y sus jardines de infancia, el método Montessori, la Escuela Ac-tiva, la Escuela Nueva, Dewey, Decroly, la ILE, las prácticas libertarias —es-pecialmente las llevadas a cabo por Mujeres Libres y la Escuela Moderna—, Freinet, Neil. También lo hace una nueva visión ofrecida por las teorías del

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de finales del siglo xix trataban de orientar la atención educativa de la primera infancia, impulsaban la creación de centros educativos y denunciaban las instituciones asistenciales y los comercios que se en-cargaban de atender a niñas y niños, mientras que sus madres y pa-dres acudían al trabajo; también impulsaron la innovación pedagógi-ca que posteriormente quedó recogida en la gran reforma educativa de los años 80-90.

Desde la década de los sesenta se había producido la creación de centros, en su mayoría asistenciales, promovidos por el INAS (Ins-tituto Nacional de Asistencia Social), la Sección Femenina, guarderías laborales reguladas por el Ministerio de Educación o por Cáritas, junto con la proliferación de locales comerciales privados, inscritos en el Sindicato de Comercio, que vendían el cuidado de menores por horas. El planteamiento era dar respuesta a la demanda social que, con motivo del despegue industrial, produjo el éxodo masivo a las grandes ciudades, la incorporación de la mujer al mundo laboral, en especial a las empresas textiles, y el creciente número de población rural que emprendió el camino hacia la emigración, y dejaba en mu-chos casos a sus hijas e hijos pequeños al cuidado de las mujeres de la familia46.

Pero también hay que resaltar que muchos de los centros que hoy existen en nuestro país, en no pocos casos, tienen una estrecha relación con aquellos otros que, en diferentes lugares de España, crearon durante los años sesenta, setenta y ochenta los movimien-tos vecinales y culturales, movimientos de mujeres que impulsaron y crearon centros educativos para niñas y niños de 0 a 6 años. Estos adoptaron en muchas ocasiones la forma de cooperativas de educa-dores o familiares y de centros municipales que promovieron otro tipo de instituciones no asistenciales. Pretendían desarrollar modelos cuyo proyecto educativo concibiera la educación como un derecho de niñas y niños desde el nacimiento. Intentaron desterrar ese carácter asistencial exclusivo que se daba, organizando el centro en función

aprendizaje nacidas de las teorías cognitivas de Piaget, Wallon, Eriksson, los enfoques neurofisiológicos de Luria, los ecológicos de Bronfenbrenner y los constructivistas (Bruner, Vygotski). Estos centros fueron produciendo un giro de lo meramente asistencial hacia lo educativo, emprendido por iniciativas de profesionales en la práctica y equipos educativos.

46. Véase el anexo 3.

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de unos principios psicopedagógicos, y recogiendo las mejores expe-riencias históricas y la tradición pedagógica. Muchas de estas expe-riencias fueron recogidas por los planes experimentales desarrollados en educación infantil que cimentaron la mencionada reforma (80-90) para esta etapa.

La propia Ley General de Educación de 197047 reconoció con la denominación de educación preescolar lo que entonces se consideró como nivel educativo, pero sin incluirlo en el sistema general. Tenía «como objetivo fundamental el desarrollo armónico de la personali-dad del niño» (art. 13.1). En su artículo 13.2, afirmaba que este tenía carácter voluntario, que alcanzaba hasta los cinco años de edad, y fijaba su división:

(…) en dos etapas que se desarrollarán:a. En el jardín de la infancia, para niños de dos y tres años. La formación, aunque estará originada sistemáticamente, tendrá un carácter semejante a la vida del hogar.b. En la escuela de párvulos, para niños de cuatro y cinco años, la formación tenderá a promover las virtualidades del niño.

Sin embargo el esfuerzo oficial por organizar este «nivel», con la correspondiente dotación de recursos humanos y materiales, fue muy escaso. La prioridad fue el «sistema general» en el que no se encontraba la educación infantil.

La LGE (1970) dictó para la etapa de párvulos un programa de enseñanzas preescolares que recogió la corriente más extendida en los parvularios. Estos, muy influenciados por las teorías del aprendizaje conductista, estaban basados en la realización de actividades repeti-das de prelectura, preescritura, precálculo, ignorando por completo las investigaciones psicoevolutivas del desarrollo. Así promovieron modelos escolares que escasamente tenían en cuenta el modo particu-lar de aprender de las criaturas menores de seis años. Desarrollaron

47. El artículo 13.3 reconocía que «en los centros estatales la educación preescolar será gratuita y podrá serlo también en los centros no estatales que soliciten voluntariamente el concierto». En el artículo 14.1 establecía que «la educación preescolar comprende juegos, actividades de lenguaje, incluida, en su caso, la lengua nativa, expresión rítmica y plástica, obser-vación de la naturaleza, ejercicios lógicos y prenuméricos, desarrollo del sentido comunitario, principios religiosos y actitudes morales».

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unos programas consistentes en actividades de presentación, ejercita-ción y refuerzo, repetitivas y realizadas por todos los niños y todas las niñas de un mismo grupo a la vez, cuya ratio estaba en torno a los 40 alumnos y alumnas por grupo.

La no inclusión en la ley de niños y niñas menores de cuatro años y, en particular, el hecho de que las instituciones generalmente tuvieran a niñas y niños de 2-6 en los centros existentes, llamados antes guarderías y después escuelas infantiles, influyó en una toma de conciencia, por parte de los y las profesionales que trabajaban en esos centros, de la necesidad de impulsar proyectos educativos que hicie-ran llegar a la ciudadanía información acerca de su tarea educativa y del derecho de niños y niñas a ser educados desde el nacimiento.

Los y las profesionales que pensaban que otra escuela era posi-ble tomaron conciencia de la necesidad de cambiar y formarse, em-pezaron a organizarse y así fueron apareciendo los Movimientos de Renovación Pedagógica. Durante los años setenta, la Asociación de Maestros Rosa Sensat de Cataluña, el Movimiento Cooperativo en Castilla y León y Andalucía, el Concejo en Castilla y León, la Fe-deración de Movimientos de Renovación Pedagógica de Valencia, el entorno educativo de Editorial Kapelusz, después Acción Educativa (que luego pasaría a formar parte de la Federación de Movimien-tos de Renovación Pedagógica de Madrid), y otros movimientos que surgieron por el territorio español, pusieron en marcha escuelas de verano y de otoño para formación permanente del profesorado. En estas escuelas de verano se organizaban cursos para profesionales del tramo 0-6, en respuesta a la creciente demanda que surgía de los esta-blecimientos encargados de la educación de los menores de seis años y de los y las profesionales que los acogían. En el ámbito de la edu-cación infantil de cero a seis años tuvieron especial importancia Rosa Sensat, la Escuela de Jardineras de Infancia de Barcelona, la Escuela de Expresión de Barcelona, los cursos organizados por Madrisas en Madrid y los cursos Montessori celebrados en todo el Estado, entre otros.

Revistas especializadas, como Cuadernos de Psicología o Cua-dernos de Pedagogía, y las editoriales Pablo del Río, Fontanella, Fundamentos u Hogar del Libro sirvieron como foro de formación e intercambio de las experiencias que se venían realizando y como difusión de la reciente investigación psicológica y pedagógica.

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Así fue como surgieron los primeros intentos por hacer que los centros infantiles tuvieran un carácter netamente educativo. De estos centros y de esta tendencia educativa partió la Comunidad de Madrid para crear su red de escuelas infantiles. La Coordinadora Estatal que reunía a profesionales de diferentes regiones españolas y el INCIE (Instituto Nacional de Calidad e Investigación Educativas) promovie-ron dos Simposium Nacionales (1976-1977), que recogieron el sentir y las bases psicopedagógicas de la intervención educativa explicitada por quienes, desde todo el Estado, participaron de forma activa en el establecimiento consensuado de las mismas. En ellos se exigió el reconocimiento de la etapa 0-6 como la primera etapa educativa y la creación de una titulación propia para la correcta profesionalización de los trabajadores y las trabajadoras que atendían este tipo de insti-tuciones. Se reclamó una formación inicial y permanente para todo el profesorado que venía trabajando en los centros existentes, así como el establecimiento de unos requisitos mínimos que evitaran la existen-cia de centros-aparcamientos de niños y niñas48.

En otras CC. AA., fueron las escuelas municipales, y la creación de patronatos en algunas ciudades, las que intentaron la puesta en marcha de escuelas infantiles municipales que apostaron por la inno-vación y la investigación educativa. Es el caso del Patronato de Gra-nada, del Patronato de Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona, del Patronato de Aragón o del Patronat Municipal D’escoles Bressol de Barcelona.

Cuando en 1984 se crea la Red de Centros de Recursos y de Formación del Profesorado, se genera un movimiento de reflexión e intercambio de experiencias en las zonas, que va elaborando, en las distintas CC. AA., anteproyectos y alegaciones a los borradores presentados por el MEC, que ponen de manifiesto una cultura com-partida, respecto a lo que se considera educativo en los primeros años de la vida de una criatura.

En 1989, el Congreso Internacional de Educación Infantil, orga-nizado por la Comunidad de Madrid, con la asistencia de asesores y asesoras de los diferentes centros de profesorado y recursos del Esta-do, ponentes europeos e internacionales, vuelve a poner de manifiesto

48. Vallejo, A. (1977): Informe Guarderías Infantiles. Madrid: Cuadernos de Psicología.

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las diferentes corrientes y enfoques a nivel internacional de lo que tendría que ser considerada la primera etapa del sistema educativo.

Diferentes congresos en Murcia, Barcelona y Madrid propicia-ron la elaboración de un modelo de educación infantil y las condicio-nes que debería tener un centro educativo, así como la elaboración de un futuro currículo que recogiera las ideas más extendidas y conside-radas como innovadoras y específicas de la etapa49.

De esta manera se fueron configurando unos principios psico-pedagógicos de intervención, estrechamente relacionados con la tra-dición pedagógica más «puntera», que constituyen una cultura com-partida por muchos de los y las profesionales conscientes de su tarea, que han venido trabajando en esta etapa educativa. Estos principios psicopedagógicos de intervención son:

1. Considerar la educación infantil como una tarea compartida entre el centro y la familia, y al centro como un centro paidocéntrico, es decir, creado, diseñado y desarrollado para satisfacer las necesidades educativas de niños y niñas, con una concepción integradora.

2. El principio de individuación, como guía de intervención, por el cual se respeta el ritmo individual de cada niña y niño, y se da respuesta a sus demandas y se satisfacen sus necesidades básicas.

3. El principio de actividad, entendiendo como tal la idea probada de que niños y niñas aprenden haciendo, por medio de experiencias multisensoriales de primera mano, en contextos seguros donde puedan realizar una acción exploratoria libre y espontánea.

4. El principio psicopedagógico del juego, como canalizador central de la actividad infantil, como derecho de la infancia, terapia natural, patrimonio estético y folclórico de la humanidad, factor de desarrollo y maduración cerebral.

5. El principio de globalización, entendido como la necesidad de atender por igual todos los aspectos del desarrollo mental, afectivo, emocional, social, psicomotor, físico, del lenguaje, del

49. Balaguer, I. (1983). Ponencia presentada en el primer Congreso de Mo-vimientos de Renovación Pedagógica en Barcelona en nombre de Rosa Sen-sat, de Cataluña.

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equilibrio personal y la autonomía. Principio que afecta también al hecho de entender que en todo momento, toda acción, interacción o relación del niño o la niña con su propio cuerpo, el espacio, los objetos, la naturaleza, los iguales o con los adultos, son experiencias que educan, deseducan o maleducan. El papel del educador o educadora es organizar las características de una intervención respetuosa, que contribuya al desarrollo integral y pleno de la criatura, partiendo de la confianza en las capacidades infantiles.

6. El principio de creación de un clima de seguridad y confianza. Supone la creación de un vínculo del adulto con cada uno de los niños y las niñas. Realizar, partiendo de la confianza en las capacidades infantiles, el diseño de un ambiente de aprendizaje, en el que las criaturas puedan moverse con seguridad física y emocional, en el que se les proporcionen ricos y variados materiales y se le asegure el acompañamiento, la empatía y la escucha activa. El clima cálido, amistoso y de aceptación de las diferencias individuales estimula el desarrollo de las capacidades infantiles.

7. La observación y la actitud evaluadora del o la profesional que facilita la detección de dificultades en el desarrollo y en el aprendizaje, que permite escuchar demandas, descubrir necesidades y llevar a cabo una intervención interactiva.

8. La pedagogía de la vida cotidiana, educar para la vida y a través de la vida, basada en hábitos y ritmos significativos y flexibles, planificados para dar posibilidades de desarrollo y aprendizaje, centrados en situaciones cotidianas que promueven la seguridad y autonomía personal. La diferencia radical con otras etapas educativas tiene que ver con considerar toda experiencia de vida educativa, en la que se potencia el aprendizaje en las situaciones habituales de vida. El papel del educador o educadora es organizar y mediar.

9. El trabajo en equipo y la coordinación entre el personal docente y no docente del centro. Se valoran los contactos diarios del niño o de la niña con las personas adultas del centro como un hecho de gran potencia educativa.

10. Investigación de la propia práctica y formación permanente del profesorado, lo que desde un enfoque constructivista se

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complementa con la búsqueda de un aprendizaje significativo y funcional.

Estos diez principios quedaron recogidos en los anteproyectos que se presentaron al Ministerio de Educación y Ciencia antes de la LOGSE y que formaron parte del modelo de educación infantil previo a la misma. Estaban expresados con claridad en los cursos de habilitación que, a partir de 1985, se iniciaron en la Comunidad de Madrid y en otras comunidades autónomas; cursos que, cuando se implantó la nueva formación profesional, después de 1990, constitu-yeron la base de las competencias profesionales que inspiraron el di-seño del currículo del Módulo III, el que dio origen al Ciclo Superior de Educación Infantil. Hay una amplia bibliografía publicada por las distintas consejerías de educación de las comunidades autónomas, que recogieron proyectos educativos y curriculares, propuestas didác-ticas, experiencias educativas, orientaciones metodológicas, etc., que desarrollaron estos principios desde un enfoque constructivista del desarrollo y del aprendizaje.

La participación activa de muchos y muchas profesionales de infantil en la elaboración de los anteproyectos de ley y en las alegaciones a los borradores del diseño curricular base, previos a la LOGSE, permitió que fueran parte de los equipos seleccionados por el MEC, encargados de la mejora, difusión del modelo y formación del profesorado.

Así pues, de 1970 a 1990 (de la LGE a la LOGSE), fueron profe-sionales de la educación, con el apoyo de las familias y los vecinos de los barrios obreros, quienes lucharon por el reconocimiento de esta etapa como educativa y por su inclusión dentro del sistema educativo general.

La Administración empezó a cambiar su visión de la infancia, aunque muy despacio. En 1989 se firmó la Convención sobre los Derechos del Niño y, como consecuencia de esa ratificación, se creó la Dirección General del Menor dentro del Ministerio de Asuntos Sociales. La Comunidad de Madrid legisló la Ley de Garantías de la Adolescencia y del Menor y como mandato jurídico el IMAIN (Ins-tituto Madrileño de la Infancia). También se promovió una iniciativa pionera en la historia de los municipios españoles: la creación de la Concejalía de la Infancia en Coslada (Madrid).

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Esta lucha provocó el cambio de concepto de «guardería» a «escuela infantil». El apoyo que representó a nivel institucional la publicación de los Programas Renovados de Educación Preescolar y el Ciclo Inicial de la Educación General Básica50 supuso, aunque solo para la edad de cuatro a cinco años, un espaldarazo importante en el camino hacia la consideración realmente educativa de, al menos, parte de la etapa que hoy conocemos. Sin embargo la edad de cero a cuatro años aún tuvo que esperar.

La LOGSE recogió gran parte del movimiento social y peda-gógico que había ido creciendo y extendiéndose antes de finalizar la dictadura y durante la transición, lo que facilitó la participación activa de la ciudadanía en la elaboración y puesta en práctica de los proyectos de anticipación de la reforma y, en concreto, en la elabora-ción del currículo de educación infantil en los años ochenta.

A ello contribuyó la existencia en Europa de un movimiento se-mejante, que solicitaba un cambio en las administraciones educativas respecto a la concepción del derecho a la educación de los niños y las niñas de 0 a 6 años, el periodo de obligatoriedad de la educación inicial, el reconocimiento de las características de la infancia y la ne-cesidad de una respuesta educativa eficaz y adaptada a la luz de las nuevas investigaciones psicopedagógicas. La Comisión Europea fue dictando directrices que condujeron a un proceso de cambio, no solo en las instituciones escolares europeas, sino también en las adminis-traciones educativas iberoamericanas.

La promesa no cumplida, por parte de la Administración, de lle-var a cabo una ley de escuelas infantiles (Congreso de Murcia, 1985), que reconociera la educación infantil de forma específica, derivó en que la etapa se integrara en el sistema general de educación con la LOGSE.

5.3. La LOGSE

La LOGSE, del año 1990, fue un avance conceptual para la edu-cación infantil (0-6 años) ya que reconoció esta etapa, por primera vez, como el primer tramo del sistema educativo general. Le reconocía una identidad y características propias y la dividía en dos ciclos, el

50. Se estructuraron mediante la Orden 1355, de 17 de enero de 1981 (BOE de 21 de enero de 1981).

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primero de los cuales abarcaba hasta los 3 años y el segundo hasta los 6. Otorgaba a esta etapa «carácter voluntario» y delegaba en las administraciones públicas la obligación de garantizar la existencia de un número de plazas suficientes para asegurar la escolarización de la población que la solicitase; también fijaba que las administraciones educativas coordinasen, con las distintas administraciones públicas, la oferta de plazas suficientes y propiciaba la relación entre los equipos pedagógicos de los centros que impartían los distintos ciclos (art. 7).

Al tiempo, los desarrollos legislativos, mediante reales decretos, establecieron unos mínimos curriculares comunes para el conjunto de la etapa, con especificación para ambos ciclos, que recogían la tra-dición y lo contemplado en los planes experimentales (Real Decreto 1330/1991). También se fijaron los requisitos mínimos comunes de los centros en donde había de impartirse y se incorporaron en un real decreto (1004/1991) junto con el resto del sistema educativo, lo que fue un auténtico hito.

La LOGSE tuvo en cuenta lo que había hasta el momento e intentó adaptarlo a las nuevas exigencias. Así, a medida que las CC. AA. fueron recibiendo las transferencias en materia educativa, tuvo lugar el intento de crear redes de escuelas infantiles públicas; muchas de ellas se iniciaron al agrupar los centros que ya funcionaban, al rea-lizar mejoras en los edificios y las dotaciones, al unificar los modelos a partir de los más innovadores, al colaborar con los equipos para la elaboración de sus propios proyectos educativos y curriculares, y al poner en marcha planes de habilitación de trabajadores y trabajado-ras de los centros con el objetivo de ajustarse a las titulaciones que marcaba la LOGSE.

Como consecuencia de esta ley se impulsó, en todo el Estado, una capacitación profesional del personal que, titulado o no, había estado trabajando en las escuelas infantiles para adaptarse a los nue-vos requisitos profesionales fijados en el R. D. 1004/1991 (maestros o maestras y técnicos superiores en Educación Infantil). Dado que hasta 1990 solo existía una formación profesional relacionada (téc-nico en Jardín de Infancia) y ninguna reglamentación acerca de la titulación necesaria para ejercer en el primer ciclo de educación in-fantil, se recibió con alegría la modificación de la misma. Dio lugar al nuevo título de técnico superior y a la especialización en Educación Infantil de maestros y maestras con diplomatura universitaria. Para

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facilitar el acceso al trabajo de los profesionales con las titulaciones más bajas, no se permitió que licenciados y licenciadas en Pedagogía, Psicopedagogía y Psicología formaran parte, como tutores y tutoras, de los equipos educativos ni del primero ni del segundo ciclo de in-fantil. Se consideraba que la tarea de asesoramiento y orientación, de atención al diagnóstico, elaboración de dictámenes, tratamiento, etc. debía hacerse desde los equipos de atención temprana que formaban parte de los EOP (Equipos de Orientación Psicopedagógica).

Esta ley supuso un avance para la educación infantil, aunque surgió con la existencia de dos ciclos (0-3 y 3-6) que no fueron trata-dos con igualdad y fue el germen de conflictos derivados que llegan hasta la actualidad. Se apostó por la universalización del segundo ciclo, pero razones económicas determinaron que el primer ciclo no alcanzara este privilegio. La mayor demanda escolar de las edades de tres a seis años y el hecho de ser estas edades precursoras de la etapa de primaria fueron básicas para esta priorización. A pesar de ello, fue el comienzo de una valoración progresiva de la igualdad de toda la etapa y la comunidad educativa lo recibió con esperanza.

5.3.1. Algunos con�ictos que nacieron con la LOGSE

Diferentes titulaciones para cada ciclo

El primer conflicto tiene que ver con incluir dos titulacio-nes en el primer ciclo, diplomatura y formación profesional, y fi-jar solo una, la diplomatura, para el segundo ciclo fue el inicio de problemas en los equipos de las escuelas infantiles de 0 a 6 años.

En los centros donde se contrataron profesionales, como maestras o maestros de infantil para el segundo ciclo y como edu-cadoras o educadores, aunque tuviesen la misma titulación, para el primero se gestaron problemas. Las maestras y los maestros que se contrataron como tales disfrutaban de mayor salario, me-nor horario y más vacaciones, lo que con frecuencia se vivió en los equipos como un agravio comparativo con quienes poseían la misma titulación pero eran contratados con la categoría inferior.

Los convenios y la gestión indirecta

Surgió otro conflicto relacionado con los convenios entre admi-nistraciones y entidades privadas: el problema de la gestión indirecta.

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La LOGSE lo sancionó gracias al artículo 11.2 y al artículo 7 y su desarrollo en el RD 1004/199151: «Las administraciones educativas desarrollarán la educación infantil. A tal fin determinarán las condi-ciones en las que podrán establecerse convenios con las corporacio-nes locales, otras administraciones públicas y entidades privadas, sin fines de lucro» (artículo 11.2).

Con ello se ratificó la práctica, que ya se había iniciado, de es-tablecer convenios con entidades privadas que ofrecieran el servicio de educación infantil y que gestionaran, de modo indirecto, edificios de titularidad pública.

Las posibilidades que ofrecía esta práctica se intensificaron en comunidades como la de Madrid, que había sido pionera en la crea-ción de una red pública de escuelas infantiles y casas de niños en la etapa previa a la implantación de la LOGSE (1986). Esta tendencia fue desarrollándose con el paso de los años en muchas consejerías de distintas administraciones públicas (asuntos sociales, bienestar social, infancia, familia, educación) de las CC. AA.

También se establecieron convenios para el segundo ciclo de la educación infantil, con colegios que ya disfrutaban de concierto económico en la enseñanza obligatoria o que se estaban concertando.

Se establecieron convenios con los ayuntamientos, en virtud de lo fijado en la LOGSE, para creación y sostenimiento de centros de educación infantil de nueva creación. En la Comunidad de Madrid esta opción, que permitió la ampliación de la red pública, facilitó la construcción de nuevos centros de titularidad municipal, en suelo mu-nicipal; los gastos de construcción, montaje del centro y equipamiento eran sufragados con financiación de la Comunidad. Muchas de estas escuelas fueron licitadas en concurso público al que concurrieron todo tipo de asociaciones, organizaciones, sociedades laborales, cooperati-vas y empresas de servicios que elaboraron proyectos educativos y de gestión para presentarse a esos concursos. De esta forma, se produjo un incremento de las plazas públicas en escuelas infantiles gestionadas

51. El artículo 2 establecía que los centros docentes públicos que impar-tiesen educación infantil habrían de llamarse escuelas infantiles. Nada se decía acerca de los que no decidían impartir las enseñanzas de educación infantil. Esto permitió que apareciesen otras denominaciones que, más allá del nombre empleado, tenían como especificidad la no exigencia de cumplir lo establecido en el mencionado real decreto de mínimos.

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con fondos públicos (comunidad autónoma y ayuntamientos), ya que la Comunidad tenía la capacidad de evaluar la gestión, de establecer el calendario escolar, los criterios de admisión de nuevos alumnos y alumnas, el seguimiento de los proyectos pedagógicos y la capacidad de fijar los baremos para el pago de cuotas.

Los primeros concursos públicos, a mediados de los años ochen-ta, ya supusieron una desigualdad entre centros de gestión directa y centros de gestión indirecta por el coste económico anual de cada criatura. Se pretendió ofrecer el mismo servicio que el de una plaza en una escuela de gestión directa, pero a menor precio; se hizo a cos-ta de una clara rebaja de las condiciones laborales de profesionales, de las dotaciones y del material didáctico. Esta rebaja vino facilitada por la aparición del Primer Convenio para Centros Infantiles que fue discriminatorio respecto a los convenios ya existentes, para el perso-nal contratado directamente por la Comunidad, o con respecto a las condiciones laborales de profesionales que, con la misma titulación, ejercían su profesión en otro ciclo o etapa educativa. No obstante, el criterio prioritario siguió siendo el proyecto educativo.

Lo que al principio se concibió como una opción laboral para quienes no pudieron optar a plazas de gestión directa, por la inexis-tencia de oposiciones, cambió de forma importante cuando los plie-gos de condiciones y el baremo de los proyectos presentados varió; el presupuesto económico era cada vez más determinante frente al proyecto educativo, a la valoración de la experiencia profesional y a la formación del equipo educativo.

Los centros «no docentes»

El modelo de centros de titularidad municipal con gestión edu-cativa indirecta se extendió a otras CC. AA., a partir de las posibili-dades que ofrecía la propia LOGSE para los centros que no se reco-nocían como escuelas infantiles y que, por ello, estuvieron regulados con legislaciones autonómicas que rebajaban las exigencias estable-cidas para las escuelas y que eran dependientes de otras consejerías. Son los llamados centros de infancia, puntos de infancia, centros de atención de la infancia, que funcionaron desde los años setenta u ochenta y que han ido sufriendo distintas adaptaciones a las condi-ciones cambiantes de las administraciones de las que han dependido. Consejerías de educación, asuntos sociales, bienestar, familia o salud

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han dado un servicio de muy desigual calidad en muchas CC. AA., con el criterio de ofrecer una rápida respuesta a una demanda so-cial cada vez más urgente; por impulso de los vecinos, con apoyo de alguna ONG o abriendo solo cuando se recibían subvenciones del Ministerio de Asuntos Sociales y cerrando cuando no se recibían. En las distintas CC. AA., se fueron dictando ordenanzas para regular la apertura de los centros, aunque no eran las mismas que para aquellos que se consideraron escuelas infantiles y que se inscribían u obtenían el permiso de apertura de la consejería de educación.

En la evolución anterior, además de las circunstancias que con-currieron para el desarrollo de la gestión indirecta de centros públi-cos, se sumó la falta de exigencia de las características educativas que habían de tener. El desarrollo del artículo 7 de la LOGSE permitió a diferentes administraciones públicas crear centros no docentes, aun-que pudiera considerárseles educativos, para la atención a niños y niñas menores de tres años, sin exigirles que cumplieran los requisitos establecidos en los posteriores decretos de mínimos. Fueron así apa-reciendo centros de ocio o tiempo libre que, sin identificarse como educativos, funcionaban como «guarderías», sin profesionales con la adecuada formación y titulación acreditada, sin proyecto educativo ni curricular y sin cumplir los requisitos mínimos propuestos por el MEC, excepción hecha de las ordenanzas municipales que son las que regulan la actividad con criterios similares a los establecidos para cualquier actividad comercial.

Sin embargo, la disposición adicional sexta de la LOGSE, que modifica el artículo 24.2 de la LODE, había establecido que «por ra-zones de protección a la infancia, los centros privados que acogen de modo regular niños de estas edades, correspondientes a la educación infantil, quedarán sometidos al principio de autorización administra-tiva a que se refiere el artículo 23».

En el artículo 23 de la LODE se especificaba:

La apertura y funcionamiento de los centros docentes privados se someterá al principio de autorización administrativa, la cual se concederá siempre que reúnan los requisitos mínimos que se establezcan con carácter general, de acuerdo con lo dispuesto en el

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artículo 14 de esta ley. La autorización se revocará cuando los centros dejen de reunir estos requisitos.

El mencionado artículo 14 de esta misma ley establecía:

1. Todos los centros docentes deberán reunir unos requisitos mínimos para impartir las enseñanzas con garantía de calidad. El Gobierno establecerá reglamentariamente dichos requisitos.2. Los requisitos mínimos se referirán a titulación académica del profesorado, relación numérica alumno-profesor, instalaciones docentes y deportivas y número de puestos escolares.

En esos momentos, a pesar de lo establecido en las leyes, siguie-ron abriéndose centros públicos y privados que acogieron a criaturas de estas edades sin la autorización administrativa requerida y sin que tuviera ninguna consecuencia punible.

Quedaban muchos lugares en los que siguió ignorándose la Convención sobre los Derechos del Niño, así como posteriores infor-mes, ya citados, donde se precisaba con toda claridad que todo cen-tro al que acudiera un niño o una niña menor de seis años, de forma regular, debía tener carácter educativo.

Ni el MEC ni las consejerías de educación de las CC. AA. es-tablecieron ni una sola norma de obligado cumplimiento para evitar que se abrieran centros no educativos dedicados a la primera infan-cia, puesto que se encargaron solo de aquellos que solicitaban el per-miso de apertura y la homologación como centro educativo.

Mantener un largo periodo para aplicar la ley

El periodo tan dilatado en la aplicación de la LOGSE para que los centros se adaptasen a la nueva ley y a los reales decretos y en es-pecial al de los requisitos mínimos fue ampliado una y otra vez. Esto conllevó a una no adecuación de los centros a la ley y a la nueva pro-liferación de unos modelos asistenciales que parecían ya desterrados, irrespetuosos con la propia ley y, sobre todo, con los derechos de los niños y las niñas. Esta realidad ocurrió, por desgracia, no solo me-diada por el color político que interpretó la aplicación de la LOGSE en las diferentes comunidades, sino por las diferentes sensibilidades

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personales, o también por su ausencia, que concurrieron en los dife-rentes gobiernos autonómicos.

Realidad de la división de la etapa

Aunque esta ley concebía la unidad de la etapa de infantil, se abrió en dos mitades. Esto propició la creación de centros dedicados a cada uno de ellos, por lo que la Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 cree que le faltó decisión, valentía política y una previsión eco-nómica adecuada para poder hacer realidad lo que se escribió en el papel:

La educación infantil surgió con una grave carencia: la falta de apuesta política por el primero de sus ciclos, motivada por razones de priorización económica. Universalizar el ciclo 3-6 ya era un reto enorme y se apostó por ello, dejando en segundo lugar al cero-tres. La demanda era además muy superior en el segundo ciclo, y ser precursor de primaria fue otra de las justificaciones. Pero se perdió una oportunidad de oro para cimentar una auténtica etapa de infantil y las razones no fueron educativas. Esto provocó que el primer ciclo dependiese de todo tipo de administraciones, en gran parte vinculadas a lo asistencial, mientras que el segundo ciclo solo se vinculó a las administraciones educativas. La inicial apuesta política y pedagógica por su pleno desarrollo se vio así fracturada y desequilibrada52.

Las nuevas situaciones sociales y la necesidad urgente de res-puesta educativa consolidaron un cambio en el modelo de las escue-las infantiles de nueva creación y en la readaptación de las antiguas, conforme fue implantándose en esta etapa el nuevo currículo. Se asentó la concepción de la escuela infantil pública, con independen-cia del tipo de gestión directa o indirecta, como escuela integradora y compensadora de desigualdades. Pero al tiempo, y según las mujeres fueron ganando derechos laborales, se produjo un gran aumento de la demanda de plazas escolares, lo que reveló que en el primer ciclo de cero a tres años existía una clarísima insuficiencia frente a un se-

52. Alcrudo, P. y Alonso, A. (2009): «La educación infantil: una etapa cas-tigada» en Revista Padres y Madres de Alumnos y Alumnas. CEAPA. N.º 102.

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gundo ciclo que se estaba universalizando en los colegios.A pesar de todo era el comienzo de un proceso y la esperanza

estaba justificada.

5.4. La LOCE

Sin terminar de aplicar la LOGSE, ni de evaluarla de forma adecuada, en el año 2002 apareció la LOCE, que destruyó la filosofía que identificaba a toda la educación infantil: el derecho a una educa-ción digna para todos los niños y las niñas desde el nacimiento.

Esta ley contempló como sinónimo de educación infantil tan solo el segundo ciclo, que perdía las características propias de la eta-pa para convertirla, de nuevo, en una educación preparatoria para la educación primaria. El primer ciclo, de nuevo denominado como preescolar y excluido del sistema educativo general, fue relegado a la categoría de asistencial y el objeto fundamental de su existencia fue la conciliación de la vida laboral y familiar: tener lugares en los que dejar a las criaturas para que sus padres y madres pudiesen seguir produciendo. Quedaba anulado el derecho a la educación como fin primordial, con ello se volvió a épocas anteriores.

5.5. La LOE

La aparición de la LOE, publicada en el BOE el 4 de mayo de 2006, dio lugar a esperanzas de recuperación para la educación in-fantil, pero las concesiones realizadas a los planteamientos más con-servadores, en la práctica, dieron al traste con las mismas.

La ley recupera la unidad de la etapa de educación infantil de 0 a 6 años y establece para toda ella (artículo 12) los mismos principios generales. Pero la ley no ha sido valiente: ha repetido uno de los fallos de la LOGSE al mantener la división en dos ciclos y ha rebajado el estatus del primero respecto al planteamiento de la LOGSE, de la que supuestamente es continuadora.

La LOE revela, por una parte, algunos riesgos ya detectados en la LOGSE y, por otra, empeora las condiciones planteadas por esta.

5.5.1. Gestión y organización del primero y del segundo ciclo

El número de centros públicos de gestión indirecta de primer ciclo de educación infantil ha ido creciendo. Al tiempo, las variacio-

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nes de las condiciones iniciales de los concursos, con unos pliegos de cláusulas de contratación que priorizan las condiciones económicas sobre las pedagógicas, han dado lugar a una mayor proliferación de empresas mercantiles de ocio, socioculturales y socioeducativas, que han ganado los concursos para gestionarlas de forma indirecta. Esto ha supuesto que han subcontratado personal en inferiores condicio-nes y establecido categorías y funciones que abaratan costes a cambio de rebajar la calidad pedagógica de los centros. En la actualidad, es-tos cambios auguran que, en un futuro próximo, serán incluso fran-quicias y empresas multiservicios, inicialmente licitadoras a los con-cursos de limpiezas, los que se harán cargo de gestionar el pretendido servicio educativo de este tipo de centros. Ya está pasando.

5.5.2. Regulación del ciclo

Por lo que respecta a la regulación de este primer ciclo, el Mi-nisterio de Educación se inhibe a la hora de establecer una serie de requisitos mínimos obligatorios con la excusa de conceder esta po-testad a las diferentes comunidades. Este peligro, que sanciona el ar-tículo 14.7, supone un enorme paso atrás en la reivindicación de los derechos de la infancia. Desde el marco legal actual, y por los motivos arriba expuestos, estamos en una situación de contradicción; las leyes anteriores (LODE y LOGSE) han protegido este ciclo considerándolo educativo y le han otorgado todos los derechos, al igual que al resto de niveles y etapas educativos. Uno de ellos fue el de ser regulado en sus aspectos mínimos por el Estado. El problema se hubiese resuelto publicando un real decreto que, como el 1004/1991, derivado de la LOGSE53, contemplase en un solo texto legal la regulación de los re-quisitos mínimos de todos los centros que impartieran enseñanzas de

53. El Real Decreto 1537/2003, derivado de la LOCE, sustituyó al Real De-creto 1004/1991, para regular los requisitos mínimos de los centros de 3 a 16 años. Sin embargo, fue anulado por una sentencia del Tribunal Supremo el 14 de marzo de 2007 por lo que, para no producir una situación de va-cío legal, siguió en vigor como legislación supletoria el anterior R. D. 1004 para todo el 3-6 y, como legislación sustitutoria, para aquellas comunidades que aún no hubiesen promulgado sus propios decretos u órdenes específi-cas. El Real Decreto 1004, que regulaba el conjunto de etapas del sistema educativo, contemplaba la etapa de infantil de 0 a 6 años. Sin embargo, el nuevo Real Decreto 132, de 12 de febrero de 2010, vuelve a mantener lo establecido por el 1537/2003, es decir, mantiene la exclusión del tramo 0-3 de una regulación estatal.

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régimen general no universitario. Esto debería incluir todos aquellos que acogieran a niños y niñas comprendidos entre las edades que abarca el primer ciclo de infantil (0-3 años). Pero no es lo que final-mente se ha hecho.

Esta regulación por real decreto, donde se incluye el sistema educativo completo y con mínimos para todo el Estado, es una tarea pendiente y muy necesaria. Debe hacerse, además, por las razones de protección a toda la infancia expuestas en los primeros apartados de este documento, en el espíritu de lo establecido en el artículo 24.2 de la LODE, y comentado con anterioridad.

La ausencia de esta legislación específica, y la autorización ex-plícita de la LOE para que sean las administraciones educativas quie-nes decidan, está llevando a una desregulación incontrolada, desin-tegrada y discriminatoria en las diversas comunidades autónomas54.

5.5.3. Oferta del primer ciclo (0-3 años)

La LOGSE obligaba a ofrecer, al menos, los ciclos completos, incluido el primero. Esto hubiese ilegalizado las aulas de dos años, o de un año —ya presentes en algunas comunidades—, que empañan el panorama de la educación infantil porque destruye la unidad, incluso en este tramo. En cambio, y por desgracia, el artículo 15.4 de la nueva ley señala que «el primer ciclo de la educación infantil podrá ofrecer-se en centros que abarquen el ciclo completo o una parte del mismo». Esta potestad de trocear el ciclo es muy peligrosa al legitimar, por ejemplo, la idea de centros 2-12 o 1-16 años, sin que se garanticen unos mínimos comunes a todo el Estado y sin consideración a la in-tegralidad del primer ciclo.

Por otro lado, y viendo cómo se ha realizado en general la in-corporación de la edad de 3 años a los colegios de infantil y prima-ria, hay que desconfiar de la extensión de esta propuesta porque, además, creará centros masivos, monstruosos, poco amables con el derecho de los niños y las niñas pequeños a no caer en el irrespetuoso anonimato. Esto abre, también, la posibilidad incontrolada de que los centros privados se hagan de forma unilateral con el mercado de

54. Véase el anexo 1.

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las matrículas escolares55.Múltiples son ya las aulas de dos años abiertas en algunas co-

munidades, sobre todo, en colegios privados. También hay algunas de un año. Ahora quedan legitimadas por la nueva legislación estatal y autonómica. Y esto es un retroceso en la consideración de la identidad de la educación infantil. Los colegios privados, haciendo una política del miedo, están vendiendo con falsedad la idea de que si las familias no escolarizan en sus aulas a los niños y las niñas de dos años, a los tres años, que es la edad en la que comienzan los conciertos, se pue-den quedar sin plaza. Es necesario conocer públicamente la ilegalidad de esta afirmación: todas las escuelas públicas y privadas concertadas deben establecer un baremo de entrada para niños y niñas de tres años, pues el segundo ciclo de educación infantil es gratuito y univer-sal. Este baremo ha de contemplar criterios de admisión estandariza-dos y establecidos por las administraciones educativas, que son las que valoran si el centro cumple con los requisitos para ser sostenido con fondos públicos. No se contempla la figura del concierto para el primer ciclo, aunque el centro lo ofrezca en todo o en parte, sino la de convenios y otras ayudas como los cheques escolares, cheques guardería o cheques-bebé. Esto supone que el segundo ciclo en los colegios concertados ha de ofrecer las mismas oportunidades genera-les para todas las solicitudes56. Por la misma razón, se podría dar el caso real de que un niño o una niña que se ha escolarizado a los dos años en un centro perdiese la plaza al curso siguiente en el mismo; la razón estaría en que hubiese criaturas que, con mayor puntuación por diversas razones, tuvieran prioridad sobre quienes ya están en ese centro. Esta política del miedo es ilegal.

Si esta realidad no se detiene de forma inmediata —la propuesta

55. Hay que recordar, como señala Nico Hirtt (2003) en Los nuevos amos de la escuela: el negocio de la enseñanza (Minor Network), que «para el conjunto de los países miembros de la OCDE, la enseñanza representa el último gran mercado, un fabuloso tesoro de 875.000 millones de euros al año, es decir, tanto como el mercado mundial del automóvil».

56. Los centros concertados tan solo pueden disponer de un punto en la admisión, que será concedido con el criterio acordado por el consejo esco-lar del mismo, por lo que es una pequeña proporción respecto al resto de criterios del baremo.

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es que estas aulas se cierren ya—, ni se regula adecuadamente, las pre-visiones a corto y a medio plazo son muy pesimistas. Por asegurar la matrícula con engaño, estas aulas proliferarán —en centros privados y públicos— hasta que todos los niños y las niñas de dos años, y nos tememos que después los de uno, tengan una mala escolarización, como apéndices, en los centros de segundo ciclo de educación infantil y primaria.

Existen dos precedentes:

• El primero, que ya hemos mencionado antes, es la escolarización, hace algunos años y por las mismas razones, de todos los niños y todas las niñas de tres años en estos centros.

• El segundo es que esta realidad ya existe, de forma irreversible, en comunidades autónomas como País Vasco, Cantabria, Madrid, Baleares o Cataluña.

Mientras tanto, hay que saber que las aulas de dos años no son un invento de ahora. Incorporadas en el ciclo 0-3, muchos niños y ni-ñas de dos años se han escolarizado y se escolarizan, desde hace años, en escuelas infantiles públicas, en especial de titularidad municipal, en modelos mucho más coherentes con los derechos de la infancia y de sus familias. Es esta una realidad que es necesario no olvidar y apreciar. Existen en el Estado español suficientes prácticas de calidad, realizadas por profesionales de gran experiencia, como para no te-nerlas en cuenta. Experiencias que dan la medida y las posibilidades (sin separaciones sociales, funcionales y educativas) para el primer ciclo de educación infantil y, ¡ojalá!, para el segundo. El problema es por tanto serio y exige un adecuado debate político, sindical y social, además de algunas reflexiones; es prioritario pensar antes que decidir.

Las aulas de dos años de educación infantil y, en general, las de 3, 4 y 5 años en los macrocentros de primaria suponen en la actua-lidad una anticipación irresponsable y una solución poco original; tiene que ver con el escaso prestigio que los derechos de la infan-cia tienen en esta sociedad dominada por el mundo de las personas adultas y sus intereses, principalmente económicos. Es necesario en-contrar soluciones que escolaricen a los niños y las niñas cuyas fa-milias lo requieran. Pero es preciso hacerlo en situaciones dignas, en

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instituciones de calidad, no como apéndices que se añaden de forma precipitada a un entramado escolar existente que es inadecuado para la identidad cultural de la educación infantil.

Por las distintas experiencias realizadas en Europa, sabemos cuánto ganan el niño y la niña con una escuela pequeña, «familiar», cercana a ellos y a sus familias, donde la participación de estas sea una ocasión de actuar: es la democracia de la gente, sin necesidad de entrar en situaciones —como las de los grandes centros— que favorecen el anonimato y la indistinción. Por desgracia y con dema-siada frecuencia, las aulas de infantil en los actuales centros públicos o privados de educación infantil y primaria suponen una situación injusta para cualquier niño o niña, y para la realidad social y laboral, real o potencial, de las familias. Se trata de una organización espacial y temporal inadecuada para los derechos de las familias y es una es-tructura escolar académica que separa funciones y actividades según un modelo que, con frecuencia, es precedente de la educación prima-ria, con asignaturas que tienen una carga lectiva incoherente con el respeto de los derechos de la infancia. Trata de anticipar y acelerar la instrucción, creyendo ilusoriamente que, si se enseñan antes ciertos contenidos programados por y desde el adulto, la criatura crece me-jor. Esto es una simplificación reduccionista de un problema mucho más complejo.

Un problema de este tipo tampoco se puede reducir a un tema de competitividad público-privado o de competencia desleal a la hora de asegurarse los usuarios. Es necesario, ante todo, ser honestos y res-petuosos con los niños y con las niñas. Si esto ya es así en tres años, la anticipación de la instrucción, ahora también en las aulas de dos años, supone una solución aberrante para las criaturas, una superfi-cialidad que demuestra, una vez más, cómo el poder de la persona adulta manipula omnipotentemente a la infancia.

Como se puede comprobar, el problema de los dos años está lle-no de razones sutiles, enmascaradas de mercantilismos, de no querer reformar la escuela, sino de repetir y aumentar los problemas existen-tes, extendiéndolos a edades más tempranas.

5.5.4. El artículo 15.4 de la LOE

El artículo 15.4 de la LOE afirma también que «aquellos cen-tros cuya oferta sea de al menos un año completo del citado ciclo

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deberán incluir en su proyecto educativo la propuesta pedagógica a la que se refiere el apartado 2 del artículo 14», que afirma que «el carácter educativo de uno y otro ciclo será recogido por los centros educativos en una propuesta pedagógica y deberán contar con el per-sonal cualificado…».

La Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 no puede admitir, de ninguna manera, este punto que puede ser, incluso, contrario al espí-ritu de la propia ley y al derecho a la educación, sancionado por el artículo 27 de la propia Constitución.

Este artículo es perverso porque es ambiguo y deja abiertas tres posibilidades, todas ellas lesivas de los derechos de la infancia de es-tas edades:

Centros educativos sin requisitos de espacios y ratios

Deja abierta la posibilidad de que haya centros que ofrezcan al menos un año completo de educación infantil y que, sin embargo, no tengan que cumplir más que el mandato de realizar la propuesta pedagógica y asumir los requisitos referidos a titulaciones. De ello se deriva que, acogiéndose a esta posibilidad, haya colegios que ofrez-can una parte del primer ciclo de educación infantil y no tengan que cumplir los requisitos de espacios y ratios que establezca cada admi-nistración educativa, lo que constituye una rebaja de mínimos impro-cedente e injustificada.

Hay que incidir en el hecho de que la forma de asegurar el ca-rácter educativo de los centros no solo depende de que estos dispon-gan de una propuesta pedagógica, sino también de que haya profe-sionales con la titulación y formación adecuadas que puedan llevarla a cabo. Han de tener el reconocimiento de su formación inicial y la obligación de realizar una formación continuada o permanente. Estos centros deberán reunir, además, requisitos apropiados de espacios y ratios.

Centros educativos que impartan menos de un año del primer ciclo

Cabe preguntarse qué es lo que se autoriza en realidad a los centros que están registrados como educativos e imparten un tramo del primer ciclo de la educación infantil, sin acoger a las criaturas «de modo regular durante al menos un año completo». Gracias a este apartado no tendrán que cumplir ningún requisito de los establecidos

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para los centros educativos. Estos centros serán solo asistenciales, es decir, sin intencionalidad educativa. No respetarán el derecho a la educación de los niños y las niñas, de la que hablan tanto la LODE como la LOE —parece que retóricamente—. No obstante, la pro-puesta pedagógica es imprescindible para la consideración del carác-ter educativo de un ciclo, tal como lo recoge el artículo 14.2 de la LOE, por lo que supone una flagrante contradicción introducida por la propia ley.

Si se realiza un análisis de las posibles interpretaciones que pue-den derivarse de esta redacción nos encontramos con que, a causa del señalado artículo 15.4, pueden quedar legalizados centros de primer ciclo de educación infantil con propuesta pedagógica y con requisitos de titulaciones, pero sin exigencias referidas a ratios y a espacios, y otros que ni siquiera contemplen estos aspectos, a pesar de haberse registrado como educativos en el tramo impartido del primer ciclo de la educación infantil.

Por otro lado, la regularidad de al menos un año puede referirse tanto al tiempo de apertura de los centros como al tiempo de perma-nencia del niño o la niña en dicho centro. Tampoco sabemos si «un año completo» se refiere al año natural o al curso escolar. Todos los centros disponen de un periodo vacacional, tanto por razones organi-zativas de los mismos como por vacaciones de las familias, y podrían darse justificaciones torticeras para salvar el cumplimiento de este artículo. ¿Cuántos podrán argumentar, para escapar al cumplimiento de estos requisitos ya «rebajados» y reducir así los costes empresaria-les, que no están funcionando un año completo y que, por tanto, no tienen la obligación de cumplirlos?

La picaresca puede dar lugar a múltiples situaciones que, de forma paradójica, estarían en la legalidad al amparo de este artículo de la LOE.

Instaura una doble red educativo-asistencial

El artículo 15.4 crea, en lo que parece ser una legalización del camino entreabierto por la LOGSE y ya comentado, una doble red de centros: los educativos y los que abiertamente decidan no ser edu-cativos. Estos, gracias a ello, no tendrán que estar registrados como tales ni cumplir más requisitos para su apertura que solicitar y ob-tener una licencia de concurrencia municipal. El balance económico

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para quienes abren un negocio de guardería, con ánimo de lucro, es contundente: es preferible no declararse centro educativo y no de-pender de requisito alguno, que hacerlo y tener que adecuarse a un costo económico superior y, por tanto, a unas ganancias menores. Por culpa de este artículo podrán estar legalizados, como ya existen, «chiringuitos» asistenciales para niños y niñas menores de tres años, sin propuesta pedagógica y sin inspección educativa de sus caracterís-ticas físicas. Estarán incontrolados, desde el punto de vista educativo, en sus formas de apertura, funcionamiento, calendario… Este artí-culo da legitimidad a este cáncer que debería extirparse de nuestra sociedad: la selva descontrolada de los centros indignos para los ni-ños y las niñas menores de tres años. Dejar este punto suelto con los centros que, no declarándose educativos, acogen a niños y niñas de modo regular, es muy grave, pues hay que tener en cuenta su enorme dependencia del adulto, lo que hace imposible que no sean educados por quienes los acogen, aunque sea mal. Con todo ello se infringe el derecho constitucional, no solo a la educación, que ocurre desde el nacimiento, sino a la protección más elemental.

En definitiva, este artículo confunde flexibilidad con indignidad de modelos de centros o servicios para niños y niñas menores de tres años y entra en contradicción con la disposición transitoria novena de la propia LOE.

5.5.5. El artículo 14.7 de la LOE57

El artículo 14.7 establece una discriminación entre el primer ciclo de educación infantil y el segundo (al igual que con respecto a otras etapas educativas), al plantear que el tramo de cero a tres será legislado, en exclusiva, por las CC. AA.

De esta forma, una ley educativa, la LOE, navega en la ambi-güedad rompiendo la unidad de una etapa que solo con buena volun-tad, aunque sin hechos reales, estaba establecida en su artículo 12. La legislación autonómica se convierte en la excusa para traicionar los

57. «Las administraciones educativas determinarán los contenidos educa-tivos del primer ciclo de la educación infantil, de acuerdo con lo previsto en el presente capítulo. Asimismo, regularán los requisitos que hayan de cumplir los centros que impartan dicho ciclo, relativos, en todo caso, a la relación numérica alumnado-profesor, a las instalaciones y al número de puestos escolares».

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derechos de la infancia, de los y las profesionales que trabajan en este ciclo y las extraordinarias experiencias educativas que existen en el mismo.

5.5.6. Autorización y adaptación de centros

La LOE, en su disposición transitoria novena, afirma que «los centros que atiendan a niños menores de tres años y que a la entrada en vigor de esta ley no estén autorizados como centros de educación infantil, o lo estén como centros de educación preescolar, dispondrán para adaptarse a los requisitos mínimos que se establezcan del plazo que el Gobierno determine, previa consulta a las comunidades autó-nomas».

Esta disposición parece particularmente importante porque de-bería apoyar, de forma legal, la desaparición de todos los centros que acojan a niños y niñas de estas edades y que, tras el plazo contem-plado, no asuman los requisitos mínimos establecidos. Serían ilega-les aquellos que no respeten esta normativa. Sin embargo, debería adecuarse la posible incompatibilidad entre lo que se declara en esta disposición transitoria y lo establecido en el artículo 15.4 sobre la autorización de centros que optan por no impartir el primer ciclo y que, sin embargo, acogen a criaturas de estas edades. Los desarrollos legislativos autónomos han preferido acogerse a la primera de las posibilidades ofrecidas por el artículo 15.4.

5.5.7. Las enseñanzas mínimas

Por lo que respecta a las enseñanzas mínimas contenidas en el currículo, el real decreto que las desarrolla para todo el Estado, el 1630/2006, de 29 de diciembre, solo se refiere al segundo ciclo de educación infantil. Esta incoherencia debería ser enmendada con la publicación de un real decreto para el primer ciclo de infantil en el que se incluyeran los contenidos educativos como parte del currículo, y cuya determinación parece que el Gobierno central pretende omitir. Hace así dejación de un deber que asumió cuando publicó el Real Decreto 1330/1991, de 6 de septiembre, por el que se establecieron los aspectos básicos del currículo derivado de la LOGSE para la etapa de educación infantil completa.

Debería dictarse, del mismo modo, un real decreto que fijase los aspectos básicos del currículo para el primer ciclo, no tan solo

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una «propuesta pedagógica» y que se relacionase de forma explícita con el Real Decreto 1630/2006, el establecido para el segundo ciclo. Además debería realizarse en virtud de los principios generales de la etapa, reconocidos en el artículo 14 de la ley actual58.

Por otra parte, el Real Decreto 1630/2006, en sí mismo, no ha tenido en cuenta la identidad propia que reconoce la LOE a esta eta-pa de infantil. Ha ofrecido unos planteamientos curriculares para el segundo ciclo que dan prioridad al tratamiento, en especial en el último curso del mismo, de la lectoescritura, las matemáticas, la in-troducción de una lengua extranjera y las TICS; se desequilibra así el carácter global del proceso de enseñanza-aprendizaje. La Consti-tución de 1978 afirma que el objeto de la educación es el desarrollo integral de la persona. Difícilmente se podrá conseguir este objetivo si, a una edad en que la perspectiva global es más necesaria que nun-ca, se priorizan aprendizajes preparatorios para la siguiente etapa, en vez de desarrollar de modo equilibrado aquellos que le son propios y que ya no se podrán recuperar en etapas posteriores.

5.5.8. La cuali�cación de profesionales

Otro de los puntos discriminatorios de esta ley es el que se re-fiere a la cualificación requerida a los y las profesionales de la etapa de educación infantil.

Para el segundo ciclo se contempla que sean profesores con el título de maestros en Educación Infantil o título de grado equivalente quienes lo impartirán y establece que podrán ser apoyados, en su labor docente, por maestros de otras especialidades cuando las enseñanzas impartidas lo requieran. (Artículo 92.2).

La LOE especifica que «la atención educativa directa a los niños del primer ciclo de educación infantil correrá a cargo de profesionales que posean el título de Magisterio, con la especialización en Educa-ción Infantil o el título de grado equivalente y, en su caso, de otro personal con la debida titulación para la atención a los niños y niñas de esta edad». (Artículo 92.1).

58. Véase el anexo 1.

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Algunas consecuencias de esta incoherencia:

Primero, no parece consecuente, con el carácter único y educa-tivo de la etapa, que en el primer ciclo sea suficiente «otro personal con la debida titulación para la atención a las niñas y los niños de esta edad». En referencia ese «otro personal», hay que manifestar que a los primitivos técnicos especialistas en Jardín de Infancia y técnicos superiores en Educación Infantil se han ido añadiendo un rosario de cualificaciones, nuevas y cada vez más degradadas, que ni siquiera permite que sean identificadas como «profesionales» sino como «per-sonal». Si relacionamos lo anterior con que, en el primer ciclo, quien elabora y supervisa la propuesta pedagógica a la que alude la ley ha de ser un maestro o maestra, en lugar de la persona responsable de su implementación, ya tenemos servido un enorme desatino. ¿Cómo es posible que se considere cualificada a una persona que no puede elaborar y supervisar su propia propuesta de acción educativa y que no pierda con ello parte de su dignidad, responsabilidad y autono-mía como profesional? Por otro lado, si solo puede intervenir en el primer ciclo y no en el segundo, ¿no presupone que se le considera capacitada solo para desarrollar una intervención atencional? ¿Sería aceptable esto en otro ciclo o etapa?

La redacción que especifica que este personal se encargará de «la atención a los niños y las niñas de esta edad» contiene el carác-ter asistencial implícito, puesto que ni siquiera se sigue del adjetivo «educativa».

Segundo, la referencia inicial del artículo a la expresión «aten-ción educativa directa a los niños del primer ciclo…» corrobora el último apartado del punto anterior. Se está contemplando que exista un tipo de atención que no se considera educativa y que, al parecer, puede «impartir» personas con titulaciones rebajadas. Sería preciso recordarles a nuestros gobernantes que es imposible no educar «en todo momento» cuando nos referimos a estas edades. La dependencia que las criaturas tienen de los adultos es enorme y su influencia edu-cativa es trascendental; tengan o no intencionalidad educativa, esta siempre se produce, lo que no sabemos es si es la adecuada. En todo caso, sin formación suficiente no es posible una educación de calidad.

Por otro lado, con esta peligrosa redacción, posiblemente, se introduce también en el primer ciclo la polémica que ya se ha comen-

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tado y que existe en el segundo: ¿qué profesionales han de asumir los momentos de cuidados (higiene, alimentación, etc.) relacionados con los niños y las niñas? La pregunta siguiente es si con estas medidas no se está consolidando la creencia de que la tutora o el tutor habitual en el primer ciclo no debería cambiar a las criaturas o darles de comer y que otro personal de menor cualificación deba hacerlo. ¿Qué lectura implícita harán los niños y las niñas acerca de la jerarquización que se otorga a según qué necesidades-derechos deban ser cubiertos por se-gún qué profesionales? Si esto es así, ¿dónde quedan las declaraciones de intenciones de la ley acerca del carácter educativo integral, la iden-tidad de la etapa, los planteamientos globalizadores? ¿Esto contesta de forma adecuada al derecho a la dignidad de las criaturas? Siguen siendo preguntas que, de momento, quedan sin respuesta y muestran que, en la práctica, lo atencional y lo educativo están claramente se-parados desde la propia propuesta de ley.

Además, en el desarrollo legislativo autonómico de muchas co-munidades, esta brecha entre ambos ciclos, marcada por el carácter sobreinstructivo del ciclo 3-6 y por el ninguneo del primer ciclo 0-3, se está abriendo cada vez más. Respecto a los y las profesionales, no se camina hacia el cuerpo único del profesorado y no se abre una vía para la habilitación de los educadores y las educadoras actuales; cada vez se está más alejado de este planteamiento.

5.5.9. Reacciones de agentes sociales de ámbito estatal

El Consejo Escolar del Estado, para la elaboración del Informe sobre el estado y situación del sistema educativo, de 2008, recibió múltiples propuestas de los distintos miembros para que se estable-ciese una normativa de base igual para todo el Estado en la educación infantil, como ocurre con el resto de etapas y niveles. En este sentido, el sindicato STES-Intersindical realizó una propuesta de modifica-ción, el 15 de junio de 2008, que incluyó en el mencionado informe, en el apartado de educación infantil, página 30, línea 16, el siguiente texto: «(…) aunque el consejo escolar considera que deben existir unos requisitos mínimos comunes para todos los centros del Estado, como ocurre con el resto de etapas educativas».

En su informe de 2008, el Consejo Escolar del Estado propone como medida de mejora de la educación infantil: «Este Consejo Es-colar del Estado propone a las administraciones educativas autonó-

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micas y a la Administración educativa del Estado la colaboración en la elaboración conjunta de un plan especial de educación, en el seno de la Conferencia Sectorial de Educación, que contemple el carácter educativo del conjunto de la etapa, establezca los requisitos mínimos comunes referidos al primer ciclo que deben cumplir los centros que lo impartan, incluyendo los de titulación y formación permanente de sus profesionales, y ofrezca las orientaciones necesarias para que estos elaboren su propuesta pedagógica en virtud de lo dispuesto por la Ley Orgánica de Educación, teniendo como referencia las compe-tencias básicas y el calendario para la consecución de objetivos y la fi-nanciación destinada al logro de los mismos» (capítulo 1, apartado 5).

Esta propuesta de mejora del Consejo Escolar del Estado se ha ido reiterando año tras año en los sucesivos informes; se volvió a incluir en el informe de octubre de 2011: «El Consejo Escolar del Es-tado reitera nuevamente a la Administración del Estado la necesidad de iniciar el proceso necesario de reformas legislativas que permita contar en el primer ciclo de la educación infantil con los marcos mí-nimos que garanticen la calidad y la equidad para todo el alumnado en una etapa con carácter plenamente educativo y que conduzca, si-multáneamente, a que las competencias de toda la etapa dependan, en exclusiva, de administraciones educativas»59.

La propia Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), en el documento que analiza el de-sarrollo de la LOE en las comunidades autónomas, entregado en no-viembre de 2008 a Mercedes Cabrera, Ministra de Educación, Polí-tica Social y Deporte, recuerda que «esta Confederación denuncia el signi�cativo aumento de los conciertos educativos en la etapa de bachillerato, FP y educación infantil en algunas comunidades autó-nomas. Además, lamenta que el Gobierno no haya desarrollado un decreto de mínimos de ámbito estatal para la educación infantil, lo que está propiciando la existencia de escuelas sin unos estándares mínimos de calidad».

El grupo parlamentario Esquerra Republicana - Izquierda Unida - Iniciativa Per Catalunya Verds elaboró una propuesta no de ley que

59. Consejo Escolar del Estado (2011): Informe sobre el estado y situación del sistema educativo: curso 2009-2010. Ministerio de Educación. Aparta-do 1, punto 2.º.

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fue presentada el 23 de abril de 2008 ante la Comisión de Educación y Ciencia en el mismo sentido:

Al amparo de lo establecido en el Reglamento de la Cámara, el grupo parlamentario de Esquerra Republicana-Izquierda Unida-Iniciativa Per Catalunya Verds presenta la siguiente proposición no de ley sobre la universalización de plazas públicas del primer ciclo de educación infantil (…).

Proposición no de leyEl Congreso de los Diputados insta al Gobierno a realizar las reformas legislativas necesarias en colaboración con las comu-nidades autónomas para garantizar, a lo largo de esta legislatu-ra, la universalización del primer ciclo de educación infantil a través de la su�ciente oferta de plazas dentro de la red pública, que garantice unos requisitos mínimos y un currículo base para acompañar los mínimos comunes de calidad en todas y cada unas de las comunidades autónomas.Palacio del Congreso de los DiputadosMadrid a 23 de abril de 2008

Las peticiones que la Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 rea-liza al Gobierno en este sentido, resumidas en el Mani�esto por la defensa de la etapa de educación infantil60, son apoyadas por las si-guientes organizaciones de ámbito estatal:

• Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA).

• Área Federal de Educación de Izquierda Unida.• Confederación de STES-intersindical.• Federación Estatal de Enseñanza de CCOO.• Federación de Enseñanza de la Confederación General del

Trabajo (CGT).• Secretaría General de FETE-UGT.• Sindicato de Estudiantes.• ONG Liga Española de la Educación y La Cultura Popular.• Asociación Pro Derechos Humanos de España.

60. Véase el anexo 1.

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• Revista Infancia.• Revista Aula.

5.5.10. Otras respuestas institucionales que derivan de la LOE

El Plan Educa 3

Elaborado por el Ministerio de Educación, Política Social y De-porte, aprobado en el verano de 2008, para el «impulso de la educa-ción infantil 0-3», como figura en su subtítulo, ha pretendido ser un programa integral que estimulase la creación de nuevas plazas edu-cativas para niños y niñas de cero a tres años: mil millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado a repartir hasta el año 2012 entre las diferentes comunidades autónomas. Pretendía cumplir con el objetivo, previsto en la cumbre de Lisboa, del aumento de la oferta de plazas de educación infantil existentes, mediante la construcción de nuevas escuelas, la adaptación de algunas o la ampliación de otras que alcanzasen la escolarización del 33% de la población menor de tres años.

Este Plan no ha cumplido con las expectativas despertadas y mucho menos con las promesas que doña Rosa Peñalver, directora general de Evaluación y Cooperación Interterritorial, hizo a las repre-sentantes de la Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 en la reunión mantenida el 16 de junio de 200861. Rosa Peñalver aseguró que el mencionado Plan, entonces en trámite de elaboración, requería que los más de mil millones de euros destinados al mismo, en un progra-ma que se iba a gestionar durante cuatro años (130 millones serían canalizados durante el año 2009), estuvieran condicionados a una serie de prerrequisitos en el reparto que se iba a hacer entre comuni-dades. Entre estos se encontraba el establecimiento de unos mínimos comunes que, fijados por el Gobierno, tenían que ser respetados de respetarse por las comunidades que aspirasen a percibir esta ayuda.

Después de publicado, este Plan puso el acento, al final, en la necesidad de aumentar plazas para conciliar la vida laboral y familiar, y aunque siempre afirmó, en términos genéricos, la necesidad de que

61. Ese mismo día se depositaron en el registro del Ministerio 85.169 firmas de todo el Estado dirigidas a la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, con copia a la secretaria de Estado de Educación y Formación, Eva Almu-nia, en apoyo a las peticiones de la Plataforma Estatal en Defensa del 0-6.

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las plazas escolares fueran de calidad, no contempló más requisitos prescriptivos que la mención a las titulaciones de los y las profesio-nales, y solo en relación con la «atención educativa directa»62. Los criterios de reparto nada han tenido que ver con criterios educativos, sino con otros como el número de niños y niñas de este segmento de edad (94 %), la dispersión de la población de la comunidad autóno-ma (1,2 %), la insularidad (0,6 %) o la superficie total de la comuni-dad (4,2 %)63. Para el resto de requisitos, que sí inciden directamente en la educación (espacios y mobiliario, ubicación, ratios y currículo), no se estableció más exigencia que la de adaptarse a la normativa vigente en cada comunidad, utilizando la denominación genérica de «adecuados» a lo prescrito en cada territorio y con recomendaciones generales.

Tampoco se tuvo en cuenta si las ayudas eran destinadas a es-cuelas en régimen de gestión directa o indirecta, que variaban de for-ma sustancial según las distintas comunidades64. Se puede concluir que de las promesas que se realizaron en la reunión mantenida con Rosa Peñalver no queda prácticamente nada. No ha habido ni res-puesta ni acción alguna que muestre una variación de los plantea-mientos iniciales del Gobierno; más bien ha empeorado su desarrollo.

Este Plan fue implementado mediante el desarrollo de dos re-soluciones (de 18 de septiembre y de 8 de octubre de 2008). Ambas, además de aclarar lo que antes se ha resumido, añadieron un nuevo problema que, en la entrevista mantenida, se aseguró que no existiría: el mantenimiento de la dependencia de centros infantiles de admi-nistraciones no educativas. Esa posibilidad no era directa, pero las

62. Esta matización y su controvertida significación ya han sido explicita-das con anterioridad.

63. Secretaría de Estado de Educación y Formación Profesional (2009): «Resolución de 24 Abril por la que se aprueban los criterios de distribución del crédito para el impulso del primer ciclo de educación infantil Educa3, aprobados por la Conferencia Sectorial de Educación» (BOE 14-5-2009). Según estos criterios, las comunidades más beneficiadas con el reparto de este dinero público son Andalucía, Cataluña, Madrid y Comunidad Valen-ciana, lo que supone el 60 % del presupuesto total.

64. Por ejemplo, la Comunidad Valenciana cuenta con solo ocho escuelas infantiles públicas de gestión directa. El resto de centros son de titularidad municipal y autonómica, con gestión indirecta, y centros privados.

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resoluciones abrieron el camino hacia la misma. La crisis económica que padece el país en la actualidad ha llegado, por otro lado, a evitar el último de los compromisos que las administraciones asumían al ser receptoras de las ayudas, el de la cofinanciación. En mayo de 2011 el Gobierno central informó que los fondos se podían obtener sin que la comunidad correspondiente tuviera que aportar un solo euro; es de-cir, dinero gratis para desarrollar sus propios designios. La inequidad, dispersión y desigualdad han quedado favorecidas con esta medida.

El Real Decreto 132/2010, de 12 de Marzo

A pesar de las peticiones y acciones que tanto los diversos agen-tes sociales mencionados como esta Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 venían realizando, el 12 de marzo de 2010 se publicó en el BOE un real decreto que derogaba el 1004/91, de 14 de junio, por el que se establecieron los requisitos mínimos de los centros que imparten las enseñanzas del segundo ciclo de la educación infantil, la educación primaria y la educación secundaria. Esto suponía que el Gobierno de la Nación optaba por excluir al primer ciclo de la educación infantil de este documento, que hacía referencia tan solo a los profesionales y a que su regulación iba a llevarse a cabo por las comunidades autónomas. También dejó en la ambigüedad otros aspectos antes concretados e introdujo otros nuevos que representan potenciales peligros que se están desarrollando con el tiempo. No solo no es el real decreto que se demandaba, sino que ha empeorado la situación.

En relación con la educación infantil, resaltamos que en la ela-boración del real decreto:

Primero, se han desoído por completo todas las recomendacio-nes; tanto las realizadas por el Consejo Escolar del Estado en sus su-cesivos informes, como por muchos sindicatos que, desde el ámbito estatal, han apoyado el Mani�esto por la defensa de la etapa de edu-cación infantil. No se han tenido en cuenta las de los partidos polí-ticos, fundaciones y asociaciones, que han solicitado una regulación única, mediante un real decreto, que permitiese establecer requisitos mínimos comunes para todo el Estado, incluido el primer ciclo.

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El último informe del Consejo Escolar del Estado (2011)65 recomendaba:

Como se indicaba en la propuesta de mejora realizada en el curso pasado sobre este mismo aspecto, la determinación de los requisitos mínimos de los centros que imparten el primer ciclo de educación infantil corresponde por mandato legal a las distintas administraciones educativas. Ello ha conllevado una heterogeneidad en los distintos territorios donde no siempre se garantizan los necesarios niveles mínimos de calidad en la educación impartida…66

Esta reflexión vuelve a desvelar la necesidad de un marco míni-mo común a todo el Estado; pero sigue sin escucharse esta petición.

Segundo, se pierden aspectos fundamentales de los artículos 10 y 11 del R. D. 1004/1991 referidos al segundo ciclo.

En relación con lo contenido en el artículo 10 del mismo R. D. 1004, existían especificaciones para el primer ciclo que siempre fue-ron reclamadas para el segundo y que siguen sin aparecer en este real decreto. Entre ellos estaba el acceso independiente al centro67, la sala

65. Consejo Escolar del Estado (2011): Informe sobre el estado y situacióndel sistema educativo: curso 2009-2010. Ministerio de Educación. Aparta-do 1, punto 2.º.

66. En el apartado 1, punto 5 del informe presentado en 2010 podía leerse:«Aunque la LOE determina en su artículo 14.7 que los requisitos que deben reunir los centros del primer ciclo de educación infantil deben ser regulados por las administraciones educativas, dada la importancia que la escolariza-ción en edades tempranas tiene para garantizar el principio de igualdad de oportunidades, el Consejo Escolar del Estado insta a la Administración del Estado a iniciar el proceso de reformas legislativas necesarias, con el fin de poder contar con los marcos estatales precisos, sobre los requisitos mínimos de los centros y las enseñanzas mínimas, en particular, del primer ciclo de educación infantil. Asimismo, propone a las administraciones educativas autonómicas y a la Administración educativa del Estado que, en el seno de la Conferencia Sectorial de Educación, se acuerden los requisitos mínimos comunes que deben cumplir todos los centros que impartan este ciclo, desde la perspectiva del carácter educativo que la ley atribuye a esta etapa».

67. Art. 10: «a) Ubicación en locales de uso exclusivamente educativo y conacceso independiente desde el exterior».

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de usos múltiples con posibilidad de ser utilizada como comedor68, incluso la existencia misma de comedor, o la especificación respecto a la ubicación y dotación de aseos para el personal del centro, separa-dos de las unidades y servicios de los niños y las niñas69.

En relación con lo contenido en el artículo 11 del real decreto de 1991, el actual Real Decreto 132/2010 no establece el número de metros mínimos de cada sala70, lo que puede llevar a que, en centros que acojan a pocos niños y niñas, el espacio sea ínfimo. Una sala de uso educativo ha de tener unos metros cuadrados mínimos, aunque haya pocos niños y niñas, porque de otra forma no es practicable para la actividad educativa requerida. También se pierde la especifi-cación del tamaño y características del patio de juego71.

Tercero, la referencia a los niños y a las niñas con necesidades educativas especiales, con «derechos especiales» según lo entende-mos, queda diluida en la mención de recursos humanos y materiales de apoyo.

No menciona la obligación de determinar su número según establece la propia LOE, evade la posibilidad de reducir la ratio por su presencia en cada aula y nada especifica acerca de la atención adecuada a estos niños y niñas y a la clase en la que se integren. El

68. Art. 10: «d) Una sala de usos múltiples de 30 metros cuadrados que, en su caso, podrá ser usada de comedor».

69. Art. 10: «g) Un aseo para el personal, separado de las unidades y de los servicios de los niños, que contará con un lavabo, un inodoro y una ducha». Este aspecto se trata actualmente de modo general, sin especificar, en el art. 2, punto e, del actual Real Decreto 132/2010.

70. Art. 11: «Para impartir el segundo ciclo de educación infantil, los cen-tros deberán contar con un mínimo de tres unidades, sin perjuicio de lo dispuesto en la disposición adicional cuarta del presente real decreto, y reu-nir además de las condiciones señaladas en las letras a), d) y g) del artículo anterior, las siguientes: “a) Un aula por cada unidad con una superficie de dos metros cuadrados por puesto escolar, y que tendrá, como mínimo, 30 metros cuadrados”».

71. Art. 11: «b) Un patio de juegos, de uso exclusivo del centro, con una superficie que, en ningún caso, podrá ser inferior a 150 metros cuadrados. En el caso de que el centro cuente con un número de unidades superior a seis, la superficie del patio de juegos se incrementará en 50 metros cuadra-dos por unidad».

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R. D. 1004, al menos, establecía en su artículo 13.3:

Las administraciones educativas competentes determinarán el número máximo de alumnos para las unidades que integren a niños con necesidades educativas especiales.

Ahora desaparece esa referencia y se menciona tan solo que esos recursos humanos y materiales quedan en manos de las adminis-traciones competentes, lo que evita, además, de forma intencionada, el adjetivo de «educativas».

Cuarto, no se reducen las ratios a pesar de todas las recomenda-ciones aparecidas en estos 20 años.

En la práctica se aumentan por dos razones:

1. Porque no establece ninguna relación con el número de niños y niñas de derechos educativos especiales que cada clase pueda acoger. Esto supone además que su presencia, como sí se hacía hasta ahora, no significará la disminución de la ratio para aquellas comunidades que así lo decidan, pues se ha delegado en ellas para que puedan hacerlo72. Ninguna de ellas ha establecido, en sus órdenes o decretos de requisitos mínimos, esta ratio73 (normativa que debería desarrollar lo prescrito en

72. Artículo 87 de la LOE sobre el equilibrio en la admisión de alumnos: «1. Con el fin de asegurar la calidad educativa para todos, la cohesión social y la igualdad de oportunidades, las administraciones garantizarán una ade-cuada y equilibrada escolarización del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo. Para ello, establecerán la proporción de alumnos de estas características que deban ser escolarizados en cada uno de los centros públicos y privados concertados y garantizarán los recursos personales y económicos necesarios a los centros para ofrecer dicho apoyo».

73. La Plataforma de Madrid en Defensa del 0-6 incluyó este punto dentro del recurso interpuesto contra el Decreto 18/2008, que establece los requi-sitos mínimos de los centros de educación infantil de la Comunidad de Ma-drid. La sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (Sala Octava de lo Contencioso-Administrativo), reconoce a esta Plataforma que la omi-sión, en dicho decreto, de ratios de niños y niñas con necesidades educativas especiales no acata lo establecido en el artículo 87 de la LOE. Establece la sentencia en su página 22: «(…) el incumplimiento es flagrante, y de otra

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la ley con carácter general), lo que demuestra la ineficacia y la dejación que ha supuesto delegar en las administraciones, sin el prescriptivo control, un tema que tendría que garantizar, desde el Estado, la equidad en todos los territorios.

2. Porque la actual LOE, en su artículo 87.2, autoriza el aumento de un 10 % de la ratio establecida en los casos en que sea preciso acoger a alumnado de incorporación tardía74, lo que, en la práctica, ha dado cobertura legal a los aumentos de ratios que, antes, eran ilegales, punto que se salvaba denominándolas medidas «circunstanciales y provisionales».

Quinto, el artículo 8.1 del R. D. 132 mantiene la dispersión de titulaciones para los y las profesionales del primer ciclo, pues estable-ce lo siguiente:

La atención educativa en el primer ciclo de educación infantil correrá a cargo de profesionales que posean el título de grado que habilite para el ejercicio de la profesión de maestro de Educación Infantil, el título de maestro con la especialidad de Educación Infantil o el título de técnico superior en Educación Infantil, regulado en el Real Decreto 1394/2007, de 29 de octubre75.

Lo que en apariencia es un logro esconde el desarrollo de una perversión subliminal que se evidencia si se analiza y compara dicho

parte resulta igualmente lógico establecer dichas proporciones en relación con los centros que imparten cada una de las diferentes etapas educativas, pues en cada una de ellas existen unas concretas necesidades a este respecto. Procede por lo tanto estimar el recurso de este apartado».

74. Artículo 87 de la LOE: «2. Para facilitar la escolarización y garantizar el derecho a la educación del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo las administraciones educativas podrán reservarle hasta el final del periodo de preinscripción y matrícula una parte de las plazas de los centros públicos y privados concertados. Asimismo, podrán autorizar un incremento de hasta un diez por ciento del número máximo de alumnos por aula en los centros públicos y privados concertados de una misma área de escolarización para atender necesidades inmediatas de escolarización del alumnado de incorporación tardía».

75. El subrayado es nuestro.

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párrafo con al artículo 92 de la LOE (ley orgánica de rango legislati-vo superior al real decreto):

1. La atención educativa directa a los niños del primer ciclo de educación infantil correrá a cargo de profesionales que posean el título de maestro con la especialización en Educación Infantil o el título de grado equivalente y, en su caso, de otro personal con la debida titulación para la atención a las niñas y los niños de esta edad. En todo caso, la elaboración y seguimiento de la propuesta pedagógica a la que hace referencia el apartado 2 del artículo 14 estarán bajo la responsabilidad de un profesional con el título de maestro de Educación Infantil o título de grado equivalente76.

El primer subrayado hace referencia a las titulaciones necesa-rias para la «atención educativa directa», pero no rechaza la existen-cia de otros y otras profesionales (segundo subrayado) para la «aten-ción» de estos niños y estas niñas. Se mantiene pues la distinción entre ambas. En estas condiciones debe entenderse que lo exigido por el presente real decreto es solo para la atención educativa, tal como realmente especifica y como aclara el siguiente apartado, en relación con la función de llevar a cabo la «elaboración, seguimiento y eva-luación» de la propuesta pedagógica. La única interpretación posible, verificable en la práctica, es que muchos de los decretos y órdenes autonómicos correspondientes o se encargan ya o se encargarán de permitir que otro rosario de titulaciones o de personal no titulado pueda dedicarse a la atención de los niños y las niñas.

El Real Decreto 1004 era claro a este respecto, pues introducía en el artículo 15 un apartado que establecía:

3. Los niños serán atendidos en todo momento por el personal cualificado a que se refiere este artículo77.

Este personal era el que ahora se destina solo a la «atención educativa», lo que significa un retroceso al no existir ni tiempos ni propuestas no educativas.

76. El subrayado es nuestro.

77. Ídem.

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Sexto, los apoyos educativos se han perdido en la práctica, pues con este decreto se crea una ilusión confusa, la de que se contempla-rán un número mayor de profesionales, los apoyos, cuando en rea-lidad está refiriéndose solo a especialistas y a su función respecto a la materia que imparten. El Real Decreto 1004 contemplaba apoyos para el primer ciclo78 y se estableció una vinculación consuetudinaria para el segundo. Al no contemplarse ahora referencia alguna al pri-mer ciclo también se pierde esa vinculación y dejan de fijarse o se re-ducen, en la práctica, para ambos ciclos hasta niveles insoportables79.

Séptimo, se da la posibilidad de reducir drásticamente las condiciones exigidas a los centros que atiendan a poblaciones de especiales características sociodemográficas, condiciones que ya es-taban mermadas en el articulado respecto al Real Decreto 1004 y que se enfatizan en la disposición adicional tercera de este nuevo real decreto. Serán las comunidades autónomas las que desarrollen este aspecto también, añadiendo nuevas situaciones de desigualdad entre territorios.

Octavo, los centros que decidan no impartir el primer ciclo de educación infantil no habrán de cumplir requisito alguno. Son cen-tros sometidos al derecho común y aparecen en la disposición adi-cional séptima. Esta disposición desarrolla lo establecido en el ar-tículo 15.4, ya comentado con anterioridad, y permite la existencia de centros que, a pesar de acoger a niños y niñas de esas edades, no impartan educación infantil. El sistema educativo se desentiende así de estas criaturas, como también se ha mencionado, y sigue desarro-llando legislación derivada de la LOE que los discrimina, sin ofrecer protección educativa (requisitos mínimos, inspección educativa…) a las criaturas que a ellos acuden. Es posible que este artículo pueda aplicarse para niños y niñas más mayores, para jóvenes o para adul-tos que pueden desarrollar enseñanzas no regladas, pero, por todas

78. Art. 15: «1. Los centros de educación infantil en los que se imparta, exclusivamente, el primer ciclo deberán contar con personal cualificado en número igual al de unidades en funcionamiento, más uno».

79. Ya en 2007, el Consejo Escolar del Estado, en su informe sobre el cur-so escolar 2005-06, proponía como mejora, sin éxito por lo que podemos comprobar, incluir un maestro especialista de apoyo por cada tres unidades (apartado 1, punto 5).

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las razones expuestas, no debería contemplarse en ningún caso para centros infantiles, como en la práctica se viene haciendo.

Noveno, se prohíbe el desarrollo de nuevos procesos de habili-tación para profesionales que no tengan la formación inicial adecua-da, lo que aparece en la disposición adicional octava sobre profesio-nales habilitados.

En el pasado, incluso en la actualidad, las comunidades que se han acogido a este proceso para el primer ciclo de la educación infantil han sido las que han aumentado la exigencia de cualificación para trabajar con niños y niñas de estas edades. Como lo hicieron Cataluña o Madrid o como lo ha hecho Baleares. Esto ha ocurrido, bien porque habían de adecuarse a las exigencias que estableció la LOGSE (formación profesional o Magisterio) para impartir este primer ciclo (sin distinción entre tiempos educativos y no educativos) o bien porque comunidades que no tenían escuelas infantiles, sino centros de atención a la infancia, dependientes de consejerías que no eran las de educación, ahora han pasado a ser escuelas infantiles (caso de Castilla-La Mancha) y necesitan esa titulación para poder cumplir la LOE en los aspectos de atención educativa directa. En la actualidad, al haber establecido la LOE esa distinción entre tiempos de «atención educativa» y tiempos de «atención», y haber previsto que para los segundos puede acceder otro personal, de nuevo se han incorporado profesionales con otras titulaciones, incluso en comunidades que habían desarrollado procesos de habilitación como Madrid.

Debido a esta disposición, muchos y muchas profesionales se verán imposibilitados para seguir ejerciendo su puesto de trabajo, ya que no habrá nuevos procesos de habilitación. Esta disposición será un impedimento añadido para aumentar la exigencia y lograr que cualquier profesional que trabaje en el primer ciclo de educación infantil tenga la titulación adecuada.

Subyace pues una condena de por vida a la educación infantil del primer ciclo que, a pesar de las retóricas declaraciones guberna-mentales de quienes promulgaron la LOE acerca de su carácter edu-cativo e integral, jerarquiza para siempre la actividad de los adultos con estos niños y estas niñas, separándola en «atención educativa» y «atención» e impidiendo que alguien con sentido común pueda rever-tirla en un futuro.

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Las declaraciones del ministro Wert80, miembro del Gobierno del Partido Popular, que ha afirmado que la edad de cero a tres años no puede ser considerada como educativa sino solo como motivo de conciliación, no han hecho más que confirmar y aumentar nuestros temores.

La única solución sería impedir que cualquier profesional no cualificado como maestro o maestra o como técnico pueda educar, en cualquier momento, a niños y niñas de estas edades en los centros que los acojan y durante todo el tiempo de estancia en los mismos.

Una vez más, y esta es siempre la penúltima, la Administración defrauda, porque no se muestra competente: legisla para no legislar, declara sin responsabilidad y no asegura el derecho educativo de los niños y las niñas.

80. Comisión de Educación del Congreso de los Diputados el 31 de enero de 2012. Interpelación de la señora Fernández Dávila (Bloque Nacionalista Galego): «Tampoco ha mencionado usted nada en relación con la educa-ción de 0 a 3 años. Esto no está implantado en todo el territorio del Estado y nos parece que es una pieza fundamental para poder llevar a cabo la com-patibilización de la vida laboral, familiar, social, etcétera y por lo tanto es algo importante que nos gustaría que usted nos dijera». Contestación del Sr. Ministro de Educación: «Me plantea usted —y me parece muy interesante el planteamiento— la cuestión de la educación de 0 a 3 años. Se lo voy a decir con toda franqueza, señora Fernández Dávila, yo creo que eso no es educación, creo que es básicamente conciliación».

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6Los decretos y órdenes autonómicas

Poco a poco, han ido goteando decretos y órdenes autonó-micos, tanto para los requisitos que deben reunir los centros como para el currículo que deben cumplir. La inmensa mayoría de ellos no han cumplido los plazos establecidos por la ley y el Real Decreto 806/2006, por el que se obligaba a las distintas comunidades autó-nomas a realizar estos desarrollos antes del 31 de diciembre del año 2007. De nuevo, y sobre todo en el ciclo 0-3, encontramos un pano-rama enormemente desigual, debido al vacío legislativo irresponsable creado por el propio marco legal. Es difícil generalizar, aunque no puede dejarse de lado una actitud crítica con lo que ya está publica-do en los diferentes boletines oficiales de las distintas comunidades.

Estas son algunas de las tendencias que parecen más peligrosas:

• Los decretos referidos al 0-3 no siempre provienen de los departamentos o consejerías de educación ya que este ciclo, que pretende ser educativo, está incluido de manera inadecuada en otras consejerías. En los casos que sí provienen de cualquier administración educativa, hay desarrollos que han mostrado que, cuando concurren sensibilidades responsables en sus titulares y en los equipos asesores, pueden hacerse planteamientos

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de calidad. Junto con lo anterior, hay ejemplos de todo lo contrario. Esto supone un continuo de una enorme amplitud que está sumiendo a la educación infantil, sobre todo al primero de sus ciclos, en una situación de enorme falta de equidad de la que saldrán perjudicadas las criaturas de muchas comunidades autónomas.

• Los diversos borradores de decretos y órdenes aprobados en diversas comunidades autónomas confirman una doble red: una educativa, y una no educativa y descontrolada. Significa que estas normativas dividen a los ciudadanos y ciudadanas menores de tres años en dos categorías: a quienes considera sujetos de educación y a quienes no lo son ni les importan, ya que les dejan sin protección administrativa y en condiciones de desigualdad educativa.

• Algunos decretos distinguen, de forma inadecuada, entre educación, atención y cuidado con lo que establecen una jerarquía cualitativa que segrega a los niños y las niñas, y que rompe con la cohesión social y con el concepto de igualdad de oportunidades. Y esto es muy grave.

• Al lado de planteamientos y declaraciones por una educación inclusiva, se han reducido de manera sustancial las acciones y provisiones concretas que permiten desarrollar esta acepción de la equidad. Todo ello enmarcado en la reducción real de la importancia que se otorga a una educación de calidad en estas primeras edades81.

81. OCDE (2012): «Equidad y calidad en la educación (apoyo a los estu-diantes y escuelas en desventaja)». Esta organización económica, ajena en principio a los estrictos intereses de la educación, define los diez pasos que son necesarios para caminar hacia la equidad en educación, para luchar contra el fracaso escolar desde una perspectiva que quiere rentabilizar las inversiones realizadas, apostando por aquellas que pueden revertir más ge-nerosamente en la propia sociedad. Como no podía ser de otro modo, una de las recomendaciones centrales trata sobre la trascendental importancia de apostar por una educación temprana de calidad y con equidad: «Las políticas requieren invertir en los estudiantes desde la educación temprana hasta la educación media superior. En el camino de la recuperación econó-mica, la educación se ha convertido en un elemento central de las estrate-gias de crecimiento de los países de la OCDE. Para ser eficaces en el largo plazo, las mejoras en la educación necesitan garantizar el acceso de todos los estudiantes a una educación temprana de calidad, que permanezcan en

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• Existe una discrepancia absurda entre la declaración de principios y buenas intenciones contenidas en el preámbulo o las introducciones de dichos decretos y órdenes, y la articulación que conlleva una imposible, incoherente o inadecuada puesta en práctica de dichos principios. Es muy difícil, por ejemplo, conocer —como proponen algunos decretos— a cada criatura y respetar su ritmo de desarrollo, al tiempo que se produce una adaptación individual a ella, con las ratios excesivas que plantean los propios decretos y órdenes, que duplican, en el mejor de los casos, las señaladas por el objetivo 21 de los Objetivos de calidad en los servicios infantiles, de la Red de Atención a la Infancia de la Comisión Europea82.

• En general, el tratamiento de los espacios (metros cuadrados) en los decretos y órdenes que contemplan los requisitos mínimos de los centros, no llegan a los mínimos recomendados por todas las directivas europeas.

• Algunos decretos y órdenes, en su parte de desarrollo curricular, hablan rígidamente de objetivos y competencias básicas sobreinstructivos, conceptos peligrosos, de corte programatorio, que ven al niño y a la niña, una vez más, como meros vasos vacíos a llenar y no seres competentes desde el nacimiento. En algunos, incluso se incorporan criterios de evaluación en el primer ciclo con características similares a los del segundo ciclo o en etapas posteriores. ¿Qué haremos si no los superan? ¿Les mandaremos repetir?

• Los decretos, de esta manera, abogan por un tipo de paradigma «técnico», por el que al parecer se sigue apostando. Entre

el sistema al menos hasta el final de la educación media superior, y que re-ciban las habilidades y conocimientos que necesitarán para una integración social y al (sic) mercado laboral eficaz. Una de las estrategias educativas gubernamentales más eficaces es invertir desde la educación temprana y hasta el nivel medio superior. Los gobiernos pueden evitar el fracaso escolar y reducir la deserción mediante dos enfoques paralelos: la eliminación de las prácticas a nivel del sistema que entorpezcan la equidad, y dirigirse a las escuelas en desventaja con desempeño deficiente. Sin embargo, las políticas educativas necesitan alinearse con otras medidas gubernamentales, como vivienda o bienestar social, para garantizar el éxito estudiantil», (http://www.oecd.org/dataoecd/4/34/49620052.pdf).

82. Véase anexo 5.

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otras cosas y desde el punto de vista de la teoría curricular, es imposible compatibilizarlo con el planteamiento «inclusivo» que la LOE dice defender en múltiples apartados. En este tipo de currículo, los objetivos, contenidos y criterios de evaluación están marcados, deductivamente, por el mundo adulto, algo que puede impedir la escucha de los propios objetivos que tienen los niños y las niñas. En este planteamiento no caben prácticas investigadoras o de observación permanente que permitan comprobar formas imprevistas que tienen de aprender los niños y las niñas cuando profesionales con la adecuada cualificación tienen la capacidad de verlos y apoyarlos. En este sentido, no se puede hablar, como encontramos en algunos documentos, de «limitaciones» porque siempre se refieren a una incapacidad de la persona adulta para ver al niño o la niña de otra manera. Esta perspectiva ignora su carácter competente y capaz, sobre todo en el ciclo 0-3, que constituye un momento de la vida en el que el crecimiento biológico, fisiológico, emocional, motriz y cognitivo es más intenso, sin que la sociedad lo conozca y comprenda en su plenitud.

• Hay decretos que han mostrado su total desprecio por este ciclo enunciando tan sólo una lista de «ámbitos» de desarrollo, sin especificar contenido educativo alguno83.

• En relación con el segundo ciclo, la mayoría son sobreinstructivos y desarrollan, en consonancia con lo planteado por el Real Decreto 1630, un enorme desequilibrio entre las distintas áreas, priorizando, como hemos expuesto anteriormente, la lectura, la escritura, las habilidades lógico-matemáticas, las TIC (tecnologías de la información) y la lengua extranjera (el idioma inglés).

• Los diversos decretos no promueven una adecuada participa-ción democrática de las familias en la toma de decisiones y en la gestión de los centros. En muchos de ellos ni siquiera se mencio-nan los órganos de participación en el gobierno y la gestión de los centros (consejos escolares, asociaciones de padres y madres —las AMPA—).

• Desde la realidad práctica que sancionan los diversos decretos

83. Decreto 17/2008 de la Comunidad de Madrid.

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y órdenes y, sobre todo, a través de los requisitos físicos, de titulación de personal y de participación y autonomía de los centros que estos establecen, se constata una falta de calidad educativa que no corresponde con los criterios expuestos en el capítulo tres de este informe.

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7La situación de la educación infantil

en el Estado español

7.1. Introducción

La situación actual de la educación infantil en el Estado español es diversa. Por este motivo, es complicado establecer un panorama común, porque cualquier generalización es injusta con las situaciones particulares. Estas diferencias vienen dadas por la diversidad geográ-fica, cultural, histórica, legislativa, lingüística y política de las comu-nidades autónomas y también por las diferencias pedagógicas que existen en las concepciones del trabajo individual o colectivo de las y los distintos profesionales de la educación infantil. Con todas estas precauciones y con el máximo respeto a quien no sienta identificación con esta imagen, trazamos un «mapa» que ayude a entender y a re-flexionar sobre la realidad de la etapa de cero a seis años en el Estado español.

Estos son algunos elementos a tener en cuenta:

• La etapa de educación infantil está dividida en dos ciclos: 0-3 y 3-6. El primer ciclo presenta una gran dispersión ya

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que el artículo 14.7 de la LOE delega en las administraciones educativas; el segundo ciclo, en cambio, está regulado en sus mínimos curriculares por el Real Decreto 1630/2006 y en sus requisitos mínimos por el Real Decreto 132/2010.

• El segundo ciclo depende de las administraciones educativas en todo el territorio. En cambio, el primer ciclo presenta una gran diversidad según las diferentes comunidades autónomas. Presenta, además, una peculiaridad propia: la existencia de centros que acogen a niños y niñas de 0 a 3 años y, si los centros así lo deciden, sometidos al derecho común y no a regulación educativa alguna (red «asistencial» frente a red «educativa»); la diferencia estriba en si deciden o no impartir el primer ciclo de educación infantil.

• En la actualidad quedan muy pocos centros que impartan la etapa completa de cero a seis años. Lo más frecuente es encontrar centros de 0-3 años (escuelas infantiles) y colegios de infantil y primaria que acogen el segundo ciclo de infantil (3-6) y la educación primaria (6-12 años) en el mismo recinto escolar.

• Existe una gran diferencia en las formas de titularidad84 y gestión entre los dos ciclos. En el primer ciclo, el 50,7 % de los niños y las niñas están escolarizados en centros de titularidad pública, en los que la gestión indirecta va en aumento, especialmente en algunas CC. AA. como en la de Madrid. En el segundo ciclo (3-6 años), esta cifra aumenta hasta el 68,5 % de escolarización en centros públicos85.

• En el informe de la Universidad de Vic (2008), la oferta de plazas para el primer ciclo en el curso 2008-2009 se situaba en el 32,2 %86, de las que el 15,3 % correspondían a niños y

84. El 69 % de los centros públicos del primer ciclo es de titularidad mu-nicipal, mientras que el 31 % restante es de titularidad autonómica, según el informe de la Universidad de Vic y el Ministerio de Educación, Política Social y Deporte (2008): La situación de la oferta de servicios de atención a los menores de tres años.

85. MEC (2012): Datos y cifras: curso escolar 2010-2011. Madrid.

86. Universidad de Vic y MEPSD (2008): La situación de la oferta de ser-vicios de atención a los menores de tres años. Curso 2008-2009. La con-trapartida a la tasa de escolarización del 32,2 % es la cifra del 67,8 % que correspondería a la demanda potencial de plazas no atendidas.

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niñas escolarizados en centros privados y concertados. En el curso escolar 2011-2012, sobre un total de 8.062 centros de educación infantil, la proporción de centros públicos es del 48,88 %, mientras que los concertados y privados de educación infantil es del 51,12 %. Pero cuando se toman los datos de forma global, los centros que imparten la totalidad o parte de la etapa de educación infantil (CEIPS y centros concertados de infantil y primaria) se elevan a 21.130 centros, de los que 14.112 son públicos, es decir, el 66,78 % del total87. Puede concluirse así que, mientras que el primer ciclo está escolarizado de forma preferente en centros privados y privados concertados, en buena medida por falta de suficientes plazas públicas, en el segundo ciclo la proporción se vuelca claramente hacia los centros públicos. Todo ello, de nuevo, con grandes diferencias entre comunidades.

• La tasa de escolarización es, asimismo, desigual si nos referimos al primero o al segundo ciclo. En este último, la escolarización es prácticamente del 100 %, con ligeras diferencias entre CC. AA. Si el primer ciclo presentaba una tasa del 32,2 % de escolarización, con gran diversidad entre autonomías en el año 2008; en la actualidad, la previsión realizada por el informe del Ministerio de Educación para el curso 2011-2012, es del 7,6 % para los menores de un año, del 27,8 % para los de uno a dos años y del 44,8 % para los de dos a tres años, lo que supone una tasa del 26,73 %88. Esta cifra representa una reducción importante si se compara con el informe de Vic (hay que señalar que en el año 2008 se produjo un importante aumento de la población infantil menor de tres años. De ahí la fuerte presión y demanda de más centros y mayor escolarización de dicha población, hecho que no sucede en la actualidad). En el segundo ciclo, solo la edad de 3-4 años, registra una escolarización menor, situada en el 99,1 %, algo inferior a las que se producen en los otros dos cursos del mismo (4 y 5 años, donde se alcanza el 100 %).

• La escolarización del primer ciclo es muy inferior a la del

87. MEC (2012): Datos y cifras: curso escolar 2010-2011. Madrid.

88. Ídem.

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segundo89, prácticamente universal en estos momentos. El hecho de que este ciclo no sea gratuito, como lo es el segundo, es, sin duda, un factor determinante para ello. Esto influye en las posibilidades de equidad respecto del segundo ciclo para los niños y las niñas del primero, en especial en un momento de agudización de la crisis económica que padecemos y de los recortes presupuestarios.

• El Plan Educa 3 no ha cumplido los objetivos previstos en el aumento de las tasas de escolarización. Si se hace el análisis, tomando en consideración los datos de Vic del año 2008, deberíamos concluir que la tasa de escolarización en el primer ciclo incluso ha bajado. No se pudieron alcanzar los objetivos planteados por la Unión Europea para el año 2010 (33 %), un porcentaje que se encuentra aún más alejado del de países como Suecia o Dinamarca (45 %).

• Lleva ya un cierto tiempo escolarizándose a niños y niñas de dos a tres años en grandes centros educativos, sobre todo privados concertados y privados. En algunas comunidades autónomas, la escolarización de estos tramos de edad se está extendiendo a los centros públicos de educación infantil y primaria, con distinto nivel de consolidación (caso del País Vasco y de Cantabria).

• Las tarifas que abonan las familias son también desiguales. En el segundo ciclo, la escolarización es gratuita, aunque los servicios de comedor, horarios ampliados, actividades extraescolares y transporte escolar no lo son; además hay diversidad de precios. Estas diferencias son mayores si se trata de centros privados. En el primer ciclo, la escolarización no es gratuita. Las escuelas infantiles públicas tienen cuotas diversas, que dependen de los baremos que se aplican en cada comunidad y el nivel de

89. En los datos que sobre escolarización suelen ofrecerse oficialmente, los cómputos de la misma se realizan considerando a los menores de un año, a los de uno, a los de dos y a los de tres para ofrecer estadísticas que luego se comparan con las tasas de otros países. Esto significa que, cuando se ofrecen datos sobre escolarización hasta los tres años, se incluyen a los niños y niñas de tres años, que en realidad forman parte del primer curso del segundo ciclo de infantil. Esto permite aumentar las mencionadas tasas de forma engañosa. Si se consideran solo los tres primeros cursos estas descienden considerablemente.

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financiación de la administración correspondiente90. Los centros privados tienen aun mayores oscilaciones en los precios91.

• Los maestros y maestras de educación infantil tienen la posibilidad de formación continua en los centros de profesorado que ofertan cursos, seminarios, jornadas de formación reglada, y que suelen computar con el número de horas realizadas, para los sexenios y complementos salariales. Los y las profesionales no tienen siempre a su disposición esta red, en especial los del primer ciclo, ya que los cursos suelen orientarse a profesionales de otras etapas y edades, con otros contenidos e intereses. Esto choca con otra característica general que muestra el gran empuje de los y las profesionales de la educación infantil, tanto del primero como del segundo ciclo: la masiva asistencia a los cursos ofertados, cuando tienen la suerte de disponer de ella, en general fuera del horario escolar e, incluso, en los fines de semana. La disminución, incluso la desaparición masiva de estos centros de profesorado en los últimos años, en especial en algunas comunidades como las de Madrid o Castilla La Mancha, ha empeorado un panorama que, en los lugares en que se mantienen, han visto reducidos recursos y ofertas formativas de modo drástico.

• La participación democrática de las familias en la vida de los centros está regulada por la LODE (1985), todavía en vigor, y por la propia LOE (2006). Resulta significativo que los consejos escolares en los centros de educación infantil tengan una regulación propia (artículo 126.7). La referencia global a esta participación se encuentra regulada en el artículo 12.3. Es habitual que en los colegios exista una asociación de madres y padres (APA o AMPA) y que las familias de infantil puedan participar en ella, por la inclusión de este segundo ciclo en los colegios. No es tan frecuente encontrar asociaciones de madres y

90. Revista Consumer Eroski (2009): Investigación: las plazas en las guar-derías públicas siguen siendo insu�cientes. País Vasco: Fundación Eroski.

91. El informe de la revista Consumer Eroski (2009 aporta como precio medio 310 euros mensuales más 127 en concepto de matrícula. Entre las escuelas estudiadas, Barcelona tiene el precio máximo con 465 € mensuales y un mínimo de 370 €, mientras que Zaragoza es, con 270 € de máximo y 130 € de mínimo, la que tiene el precio más bajo.

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padres ni consejos escolares en los centros de educación infantil de primer ciclo, en especial, en los centros privados; aunque es mayor la presencia de estos órganos de participación colectiva en las escuelas infantiles públicas.

• La formación inicial de los y las profesionales está sometida a exigencias distintas. En el primer ciclo, la variedad es mayor (Magisterio o técnico superior de Educación Infantil y otras titulaciones inferiores reintroducidas últimamente) que en el segundo (solo Magisterio), a pesar de que la experiencia positiva que han aportado países como Dinamarca, Alemania, Noruega o Suecia podría haber avalado una equiparación. En estos países, se exige el mismo nivel profesional y de formación para trabajar en las primeras edades (de 0 a 6-7 años).

• La inclusión de niños y niñas con derechos educativos especiales92 se encuentra muy desequilibrada según los centros sean públicos o privados93 y según las comunidades, sobre todo en el primer ciclo, en el que los centros privados ni siquiera entran a formar parte de las correspondientes comisiones de escolarización para la admisión de alumnado; gracias a ello no son receptores equitativos de niños y niñas de estas características, aun cuando reciben subvenciones, cheques escolares de las familias o convenios subvencionados con dinero público. Los medios humanos y materiales arbitrados por la Administración para una adecuada integración de estas criaturas son del todo insuficientes y van en retroceso, además

92. Nomenclatura compatible con la denominación en vigor en la actual legislación como «niños y niñas con necesidades específicas de apoyo edu-cativo». En este grupo se encuentran incluidos los definidos como «niños y niñas con necesidades educativas especiales», además de aquellos que pre-sentan altas capacidades y los que pertenecen a poblaciones sociodemográ-ficamente desfavorecidas e inmigrantes.

93. El informe Datos y cifras, del Ministerio, para el año 2011-2012, ofrece como únicos datos a este respecto los referidos al curso escolar 2009-2010. Este cálculo incluye también el alumnado de educación especial específica por lo que las cifras reales se engrosan, puesto que en los colegios que re-ciben a este tipo de alumnos y alumnas todo el alumnado del centro (edu-cación especial) tiene estas características. Si consideramos esta puntuali-zación, se aprecia que la enseñanza pública tiene un 1 % de alumnado con «necesidades educativas especiales» —así descrito—, la privada concertada un 0,6 % y la privada no concertada un 0,1 %.

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de presentar el mencionado desequilibrio entre los diferentes territorios.

• Es difícil encontrar equipos de trabajo que quieran y puedan llevar un único proyecto educativo con coherencia. La misma realidad escolar, favorecida por la soledad de los maestros y maestras y de los educadores y educadoras, impide este trabajo conjunto. También se ha reducido el espíritu político-administrativo que permitía la elaboración de proyectos con equipos estables en los colegios públicos de infantil y primaria. En las escuelas infantiles esta posibilidad ha disminuido, debido a que muchas de las de titularidad pública se conceden para su gestión a distintos tipos de empresas y cada vez es menor la presencia de cooperativas de trabajo y sociedades anónimas laborales que pueden garantizar un proyecto cooperativo. La presencia cada vez mayor de empresas de ocio y tiempo libre, incluso de servicios, que obtienen las adjudicaciones refleja la realidad de estilos educativos directivos y jerárquicos, en los que no existe un verdadero proyecto educativo compartido. Los centros privados que siguen proyectos cooperativos son una minoría excepcional.

• El informe El estado mundial de madres 2009, de la organización no gubernamental Save the Children, que analiza, entre otras, cuestiones relacionadas con el progreso de los niños y las niñas menores de cinco años en diferentes países, afirma que España figura en la cola de los 25 países más ricos analizados; sobre diez indicadores presentados94 solo cumple tres (servicios acreditados y financiados suficientemente, nivel mínimo de capacitación de profesionales y proporción mínima del personal de atención infantil con un alto nivel de educación y capacitación). Estos tres indicadores se cumplen a costa de la unificación desde los cero a los cinco años. Al estar el segundo ciclo en un nivel de escolarización cercano al 100 % y las titulaciones exigidas para los y las profesionales que lo atienden (Magisterio) en un 100 %, se eleva la media adjudicada a toda la etapa, lo que camufla la dejación existente en el primer ciclo. A pesar de este análisis

94. Este informe analiza en todo el mundo cuestiones fundamentales imple-mentadas en los diferentes países, tanto desarrollados como en vías de de-sarrollo, para el adecuado progreso de niños y niñas menores de cinco años.

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global, los criterios exigidos se tornan insuperables cuando se refieren al ámbito específico del primer ciclo. Un ejemplo puede constituirlo la baja por maternidad en nuestro país, tan solo de 16 semanas para las madres y de 15 días para los padres, inferior a países como Reino Unido o Dinamarca con 52 semanas, Italia con 20 o Portugal con 17; en Suecia es de 68 semanas con un 80 % e incluso un 90 % del salario y lo pueden elegir mujeres y hombres de forma indistinta.

• España tampoco cumple el máximo de quince niños o niñas por persona cualificada a su cargo en la educación de 0 a 5 años, o la inversión de, al menos, el 1 % de PIB en servicios de atención a la primera infancia, como tampoco dispone de un plan estatal de servicios con medidas específicas que prioricen la atención a la población infantil en situación desfavorecida. En el mismo informe para 201195, España no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado, ya que ha bajado un puesto en el ranking mundial.

• En todo este panorama, un dato preocupante, que ofrecía ya en 2008 el Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2008, editado por la fundación FOESSA, era la tasa de pobreza infantil en el Estado español una de las más altas de la UE-25 (uno de cada cuatro menores de quince años vive con rentas por debajo del umbral de pobreza); en particular, más visible en el caso de los hogares monoparentales o las familias numerosas. Tras la realidad de la crisis económica que padecemos en la actualidad, el último Informe sobre exclusión y desarrollo social en 2011, de la misma fundación, alerta para España del riesgo espectacular de ese aumento, como consecuencia de los recortes que se están imponiendo y su influencia en la infancia96.

95. http://www.savethechildren.es/docs/Ficheros/440/SOWM_2011_ESP_WEB.pdf

96. FOESSA (2012): Análisis y desarrollo social. Exclusión y perspectivas 2012. «El Pacto por el Euro Plus, al reforzar la orientación de las políticas económicas hacia el control de los desequilibrios fiscales, está contribuyen-do a fragilizar los sistemas de protección social, que, como señalan los pro-pios datos de Eurostat, sacan de situación de riesgo de pobreza y exclusión a más de 35 millones de personas en la UE. Así, por ejemplo, las recomen-daciones del Consejo para España indican que la reducción acumulada del déficit equivalente al 7,1 % del PIB —unos 70.000 millones de euros— se

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• En sentido similar se manifiesta Save The Children en las recomendaciones que hace a España para garantizar los derechos de la infancia en su Agenda Infancia 2012-201597. En ella alerta sobre la necesidad de revertir esta situación98 y adquirir, con carácter imprescindible, el compromiso de mantener una inversión adecuada en educación. Explicita que esta ha de asegurar los recursos humanos y materiales necesarios para garantizar el derecho a la educación de calidad de todos los niños y las niñas que viven en España. Para ello entiende que es preciso:

- Promover un pacto social y político sobre educación que involucre a todas las administraciones públicas y agentes políticos y sociales, basado en un compromiso con la estabilidad y la calidad de la educación pública, como un motor de desarrollo social y económico.Garantizar una inversión económica y presupuestaria sostenida, suficiente y solidaria para garantizar una educación de calidad y en condiciones de igualdad para todos los niños y niñas que viven en

haga por el lado de los gastos; es previsible que aumente la población en riesgo al menos en medio millón de personas al año. (…) Pero estas con-sideraciones son ajenas a las preocupaciones de los partidarios del ajuste estructural (de los presupuestos públicos y de los mercados de trabajo)». En el documento de trabajo citado se señala que «la falta de guarderías infantiles a un precio abordable es un factor significativo que provoca in-actividad o trabajo a tiempo parcial no deseado, influyendo en la pobreza infantil». Pero en ningún momento se señala que no es el trabajo a tiempo parcial o temporal en sí mismo, sino los bajos salarios que se pagan en ese tipo de trabajos los que generan un aumento del riesgo de pobreza en Espa-ña, que alcanza al 14,4 % de la población ocupada (y no al 11,4 % como dice el informe, que es la tasa que había en 2006) y al 23,7 % de los niños menores de seis años.

97. Save The Children (2011): Agenda de Infancia 212-15: propuestas de Save The Children para la X legislatura (2011). [en línea]. <http://www.savethechildren.es/docs/Ficheros/462/Agenda_de_Infancia_2012-2015.pdf>. [Consulta: septiembre 2011].

98. En la página 61 de este informe se puede leer: «Resulta preocupante, en el actual contexto económico y financiero, que en España se hayan anun-ciado recortes presupuestarios que afectan a los recursos destinados a edu-cación. El gasto público en educación, como porcentaje del PIB, asciende en la Unión Europea a una media del 5 %, mientras que en España es del 4 %, aproximadamente».

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España, que llegue al menos al 5 % de la media europea.- Promover la educación pública gratuita de cero a tres años y la creación de escuelas infantiles para esa edad.- Diseñar directrices comunes para la atención e integración en el sistema educativo formal de los niños y niñas en situación de especial vulnerabilidad o con necesidades especiales, como los inmigrantes, gitanos, niños y niñas con discapacidad o con problemas de salud, niños y niñas en riesgo de exclusión social99.

Vuelve en este punto a recalcarse la urgencia de que las polí-ticas educativas sean coherentes con otras políticas sociales de apo-yo a las familias, de lucha contra la pobreza y la exclusión social, y de promoción de la parentalidad positiva y la participación infantil.

7.2. El primer ciclo (0-3 años)

La primera infancia, la de 0 a 3 años, debería recibir la atención prioritaria de los gobiernos responsables, plasmada en leyes, programas y recursos. No obstante, estos son los años en los cuales reciben la menor atención y esto es una tragedia, tanto para ellos como para los países.

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Existe una enorme cantidad de centros para niños y niñas de estas edades, con denominaciones e intereses muy diversos: colegios; guarderías; ludo-guarderías; centros de educación infantil; centros de atención a la infancia; escuelas infantiles; establecimientos de aten-ción, cuidado y ocio; escuelas de jornada completa; escuelas de me-dia jornada; minutos pequeños; respirotecas; bebetecas; aulas de dos años; guarderías en empresas; casas amigas; guarderías en polígonos industriales, hospitales, cuarteles y ministerios; escuelas maternales; jardines de infancia; kindergarten; pisos; mamás canguros; centros 0-3 de mañana, de tarde… Todas estas denominaciones «de origen» ofrecen diversos servicios para niños y niñas menores de tres años. Se trata de un mercado a la carta que, bajo el concepto —específico o genérico— de flexibilidad o conciliación, disfraza y confunde la

99. Save The Children (2011). Opus cit., págs. 59 y siguientes. El subrayado es nuestro.

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diversidad con la política del «todo vale», en especial si se trata de menores de tres años.

Existen además centros no autorizados que salen con cierta fre-cuencia a la luz pública, como consecuencia de situaciones luctuosas o por denuncias de trabajadores o familias, debido a las vejaciones o malos tratos que infligen a los niños y niñas de menor edad. Estos centros proliferan para dar servicio a las capas sociales más deprimi-das económicamente, con la tolerancia encubierta de muchas admi-nistraciones.

En el caso de algunos no educativos, pero sí autorizados, y en todos los casos de aquellos que no tienen ninguna autorización, al ha-berse permitido su descontrol legislativo, se plantean como negocios sin regulación con el enorme perjuicio que conlleva para las criaturas.

7.2.1. Centros «educativos» y «no educativos»

Existen dos categorías de centros, según sean «educativos» o «no educativos»: los primeros, generalmente denominados escuelas infantiles, cuya regulación (requisitos de centros y currículo) recae en las administraciones educativas de las CC. AA. y los segundos, también llamados asistenciales, categoría que autoriza la propia LOE (artículo 15.4) y que están sujetos al derecho común.

Los llamados centros no educativos o asistenciales son los que deciden no impartir el primer ciclo de educación infantil en su tota-lidad (0-3) o en parte. Para su apertura no se requiere más que una licencia de concurrencia pública otorgada por la correspondiente ad-ministración autonómica o municipal. La Administración educativa y la inspección no tienen acceso a los mismos. Son centros que tienen requisitos rebajados en sus exigencias, a pesar de lo establecido por la LODE (Ley Orgánica del Derecho a la Educación, de 1985) en su artículo 24.2.

Los centros educativos que deciden impartir el primer ciclo completo de educación infantil han de ser autorizados por las admi-nistraciones educativas. Estos centros han de cumplir con los dife-rentes requisitos mínimos establecidos en las distintas legislaciones autonómicas, aunque dependan de diferentes consejerías según las comunidades autónomas: educación, salud, igualdad y bienestar so-

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cial, familia y servicios sociales, política social, mujer e inmigración, juventud y vivienda…

Los centros educativos pueden ser, a su vez, públicos o privados.

7.2.2. Centros educativos públicos o privados

Existen variedad de centros según su titularidad y gestión, que puede ser pública con gestión directa, pública con gestión indirecta o privada y centros privados.

Centros de titularidad pública

Los centros de titularidad pública tienen, en general, mejores indicadores de calidad, porque están sometidos a mayores controles e inspecciones. Disponen de espacios adecuados y, en algunas comu-nidades, de ratios reducidas que superan los mínimos establecidos para la privada. Los centros públicos suelen tener mayor exigencia de titulación de sus profesionales y mayores dotaciones de inmuebles y materiales.

Son gestionados en dos modalidades:

• Gestión indirecta: la titularidad es de los ayuntamientos y las consejerías que otorgan la gestión de estos centros públicos a empresas que se presentan a concursos públicos. Estos se encuentran regulados por pliegos de cláusulas administrativas, regidos por el Real Decreto 2/2000, por el que se aprueba el Texto Refundido de la ley de contratos de las Administraciones Públicas. Son menos costosos para la Administración, lo que repercute en las condiciones laborales y económicas de trabajadores y trabajadoras que se rigen por convenios de la educación privada. Estas concesiones han de reducir costes de escuela para poder ser viables en condiciones de igualdad con la gestión directa. En muchas comunidades, se ha pasado de dar preferencia a las empresas cooperativas y sociedades laborales a abrir el campo a todo tipo de empresas. Es fruto del endurecimiento de las condiciones de los concursos, en los que se ha reducido, e incluso ha desaparecido, el módulo económico de la plaza escolar, lo que ha dado prioridad al proyecto económico sobre el pedagógico. De esta forma, se está produciendo una privatización encubierta progresiva, a costa

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de rebajar gravemente la calidad educativa del servicio.• Gestión directa: son los más costosos desde el punto de vista

económico para la administración titular, aunque son los de mayor inversión educativa, cultural y social. Dependen de los ayuntamientos, consejerías o de algunos ministerios. Tienen mejores condiciones laborales para sus profesionales, que suelen ser funcionarios o personal laboral fijo. Las ratios suelen ser variables, dependiendo de los decretos autonómicos, aunque la mayor variación se produce en el grupo de 2 a 3 años, que oscila entre los 16 y 20 niños y niñas por profesional.

Centros de titularidad y gestión privada

Los centros de titularidad y gestión privada están aumentan-do de forma alarmante en muchas comunidades autónomas ante la escasez de oferta pública y su encarecimiento. Cada vez con más fre-cuencia disfrutan de apoyos económicos de las administraciones, a través de diferentes modelos. El propio cheque escolar, convenios o modalidades similares según las distintas comunidades son prácticas que se están generalizando. Las administraciones ofrecen así dinero público para que puedan mantenerse centros privados que, en rea-lidad, tienen peores condiciones que los públicos. En general, y me-diante diversas estrategias, los requisitos de los centros suelen estar más ajustados (espacios, ratios, titulaciones profesionales, sueldos) y la dotación del centro suele ser más pobre que en los centros públicos.

Se puede concluir al respecto que los actuales gobiernos au-tonómicos, con diversas tendencias políticas, están disminuyendo la inversión en escuelas públicas de gestión directa para estas edades100, con lo que dan viabilidad a plazas privadas que se benefician de ce-siones públicas y a gestiones indirectas y a bajo coste, todo ello en la selva neoliberal del mercado. Por otra parte, aumentan las ratios de los centros para satisfacer la demanda existente, la que se nutre de la desesperación de las familias que buscan un lugar donde dejar a sus

100. Por ejemplo, la Comunidad Valenciana pasó de sufragar el 30 % de la plaza escolar al 10 %, por lo que quedó el resto (90 %) a cargo de los ayuntamientos y las familias. En la Comunidad de Madrid, se subastan los centros de titularidad pública de 0-3 años (procedimiento de concurso pú-blico por medio de los pliegos de condiciones) con una reducción inicial del 24 % del coste por niño o niña/año para quien quiera optar por su gestión.

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criaturas, abrumadas por la falta de plazas públicas. En este sentido, los datos e informaciones de la Comunidad de Madrid, donde fun-cionaba una red pública de escuelas infantiles y casas de niños de alta calidad, son un ejemplo de la destrucción del tejido de la educación infantil pública. Otro ejemplo puede encontrarse en Castilla y León, pues la Ley 8/2009, de transferencias de competencias entre la Junta y las entidades locales, da pie a la privatización general de sus escuelas infantiles por la incapacidad económica de los ayuntamientos para sufragarlas.

7.2.3. Currículo

Desde el punto de vista curricular también existe una gran di-versidad, a lo que se añade que la escolarización para niños y niñas de 0 a 3 años no está desarrollada como un modelo educativo, aunque existen numerosas escuelas infantiles (en especial municipales y auto-nómicas) con buenos proyectos. En general, la concreción del currí-culo del primer ciclo en las distintas comunidades, término didáctico que se le ha sustraído y que se ha sustituido por el de «contenidos educativos», presenta una enorme variedad; el problema es que no hay base común que desarrollar más allá de los objetivos generales de la etapa. De nuevo podemos establecer un continuo que va desde Ma-drid, donde solo se ha establecido el título de siete ámbitos (áreas), hasta Baleares, que ha propuesto un modelo de alto nivel psicopeda-gógico. Entre ambas fluctúa una enorme variedad de planteamientos que, según los casos, relegan el ciclo a la categoría de asistencial o proponen contenidos absolutamente alejados de las posibilidades in-fantiles101.

La realidad es que la inversión realizada por muchas adminis-traciones y las declaraciones institucionales en cuanto a la importan-cia del ciclo no acaban de incorporar la trascendencia educativa de estas edades.

Esto hace que, en la práctica, el 0-3 siga siendo tratado como ciclo asistencial en muchas comunidades, con el peligro de que este planteamiento inspire las políticas estatales102.

101. Alcrudo, P. y Alonso, A. (2009): Opus cit., pág. 24 y ss.

102. Son un ejemplo de ello las declaraciones (31 de enero de 2012) del mi-nistro de Educación, Sr. Wert, que se han comentado anteriormente, acerca

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En relación con el resto de centros no educativos, la consolida-ción del concepto asistencial o de ayuda a la conciliación laboral y familiar plantea una situación aún más grave103.

Asistimos, al tiempo, a un contagio desde el segundo ciclo, en la tendencia a aumentar el uso de libros de texto para niños y niñas del primer ciclo, que requieren la realización de un sinnúmero de fichas, planteamiento alejado por completo de las necesidades psicopeda-gógicas de esta etapa, pero sobre todo de este ciclo, al que se le ha quitado tiempos preciosos para la metodología y para los enfoques que deberían ser específicos en estas edades104.

7.2.4. Políticas de recortes

Las actuales políticas de recortes, que incluyen la educación como uno de sus grandes «yacimientos», en especial a la educación infantil, han sido ya contestadas; numerosas instituciones y organi-zaciones nacionales e internacionales alertan del peligro que suponen para nuestro país estos recortes. Recordamos aquí lo planteado por la ONG Save The Children que, en especial sobre el primer ciclo, entien-de que un modo de luchar contra la pobreza infantil, la exclusión y la inequidad, incluso contra las tasas de fracaso escolar, es promover «la educación pública gratuita de cero a tres años y la creación de

del carácter de conciliación de este ciclo.

103. Arrillaga, A.: Igualdad de género: ¿con qué educación infantil?. Revis-ta Infancia n.º 113, pág. 36-37. «El carácter representativo de este pensa-miento podemos encontrarlo en distintas declaraciones institucionales que mezclan lo educativo y lo asistencial. Por ejemplo, el Sr. Mur del Partido Aragonesista Regional (PAR) que con ocasión del debate de la LOE en el Senado, afirmó que “pretendemos que la educación infantil de cero a seis años, además de ser considerada etapa educativa, se considere también asistencial (…). La finalidad está en poder prestarla sin los requisitos forma-les que se requieren cuando se trata de una etapa plenamente educativa”» (MUR 2006: 4664). El subrayado es del autor del artículo.

104. El uso de lo que muchos y muchas profesionales denominan «método» ha llevado a que algunas editoriales oferten este material, erróneamente lla-mado didáctico, incluso para menores de un año. El problema no está en la oferta sino en la demanda, pues cada vez más escuelas y centros infantiles, especialmente privados y con convenios, los que emplean estos materiales que, en todo caso, son muy frecuentes en las aulas de 2-3 años.

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escuelas infantiles para esa edad»105.

7.2.5. Ratios

Las ratios están demasiado alejadas de las recomendaciones europeas y tienen gran variabilidad debida a las distintas órdenes y decretos de las diferentes CC. AA. «La falta de legislación común ha llevado la diversidad en el primer ciclo hasta tal punto que comunida-des como la de Castilla-La Mancha ni siquiera ha establecido la ratio más allá de la exigencia de no sobrepasar los 20 alumnos por grupo, sin especificar edad»106. Además, no se establece la proporción de ni-ños y niñas con derechos especiales que han de formar parte de las mismas y tampoco se especifican los medios con los que deben contar. Las oscilaciones son mayores en el grupo de edad de dos a tres años (de 16 a 20 niños), ya que se mantiene el número de bebés por aula (8 niños y niñas), aunque con diferencias del número de personas adul-tas que quedan a cargo. En el grupo de uno a dos años, la variabilidad oscila desde los 11-12 niños y niñas hasta los 13-14. Estas ratios, combinadas con la disminución de profesionales de apoyo, presentes en muchas normativas autonómicas, representan un empeoramiento sustancial. La situación se agrava en el caso de las aulas mixtas para niños y niñas de diferentes edades, donde existe una oscilación entre los 10 niños y niñas que, como máximo, plantea Canarias, hasta los 15 de la mayoría de las comunidades. Todo ello acompañado a veces de la proporción de edades y a veces sin ella, a veces con exigencia de apoyos y a veces sin ella. Baleares es la comunidad autónoma con menor ratio por el momento.

7.2.6. Espacios

En general, el tratamiento de los espacios de centros y escuelas infantiles en los decretos y órdenes que contemplan este aspecto no llega a los requisistos mínimos recomendados por todas las directivas europeas y fluctúa de modo significativo, debido a la inexistencia de un marco estatal común. Puede apreciarse, por ejemplo, que el núme-ro de metros cuadrados requeridos por niño o niña fluctúa entre 1,5,

105. Save The Children (2011): Opus cit.

106. Alcrudo, P. y Alonso, A. (2009): Opus cit.

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(la mayoría) y 2,5; el patio oscila desde los 100 aprobados inicial-mente y modificados a la baja en Baleares con posterioridad, hasta la posibilidad de usar espacios públicos para el mismo uso, como ocurre en Madrid. Lo mismo podríamos enumerar respecto al resto de instalaciones y equipamientos. El conjunto resulta todavía más perjudicado, como el resto de requisitos mínimos, si nos centramos en los denominados «centros de especiales características», los que atienden a poblaciones desfavorecidas y suelen aparecer, sin llamar la atención, en las disposiciones de las normativas, donde se plantean situaciones que recortan lo que en apariencia se ha explicitado en los artículos que las preceden. En algunas comunidades ha habido un claro retroceso general frente a la situación anterior. Solo Baleares ha despuntado con claridad en esto.

7.2.7. Condiciones laborales y salariales

Las condiciones laborales y salariales de los y las profesiona-les son muy distintas, aunque abundan los sueldos miserables y los abusos laborales. Con frecuencia no ven reconocida ni dignificada su labor, lo que provoca el descontento personal y profesional y una inestabilidad alarmante de las plantillas de trabajo. La adjudicación de los centros a través del procedimiento del concurso público con pliegos de concurso que han ido hacia la baja en el aspecto económi-co y el convenio estatal del sector permite que estas situaciones sean posibles107.

7.3. El segundo ciclo (3-6 años)

Cada dólar destinado a educación infantil de alta calidad genera una tasa de rendimiento anual de entre el 7 y 10%. Una rentabilidad mucho más elevada que los fondos de inversión o la de la mayor parte de las inversiones en el mercado de valores.

James Heckman,Premio Nobel de Economía

107. Con variaciones entre comunidades por los tipos de titulaciones exi-gidas, el trabajo se desarrolla en jornadas completas de 32 horas semanales (maestros y maestras), 38 horas semanales (educadores y educadoras) y 39 horas semanales (asistentes y auxiliares). El tope máximo de horas diarias trabajadas en un centro infantil es de 9 horas. Como puede apreciarse, las diferencias con el segundo ciclo son muy significativas.

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El segundo ciclo de la etapa de educación infantil es voluntario, al igual que el primero, pero es gratuito y universal: una diferencia considerable entre ambos.

7.3.1 Tipos de centros

Se imparte en tres tipos de centros: colegios públicos de educa-ción infantil y primaria, colegios privados concertados (sostenidos con fondos públicos) y colegios privados a los que hay que añadir, aunque con una presencia mínima, algunas escuelas infantiles que imparten la etapa de cero a seis años completa.

7.3.2. Escolarización

En el curso 2011-2012 se han escolarizado casi el 100 % de niños y niñas de 3 a 6 años y, aunque con diferencias entre comunida-des autónomas, predomina la asistencia a los centros públicos (66,5 %)108. El mayor porcentaje de escolarización del segundo ciclo en centros públicos se sitúa en la ciudad autónoma de Melilla, seguida de Castilla-La Mancha y Extremadura. En el otro extremo se encuen-tra el País Vasco, seguido de Madrid y Navarra.

7.3.3. Titulación y condiciones laborales

Los y las profesionales que trabajan en este ciclo son maestros y maestras con titulación universitaria (diplomatura)109. El trabajo directo con niños y niñas, considerado como tiempo lectivo, corre a su cargo; es funcionariado o personal laboral (enseñanza pública) o personal fijo (privada concertada y privada), con unas condiciones laborales y salariales aceptables si se compara con el primer ciclo. En la enseñanza concertada se ha conseguido dignificar el trabajo profesional con el avance de la equiparación de los salarios de maes-tros y maestras con los de la enseñanza pública. En cualquier caso,

108. Informe Datos y Cifras, del Ministerio de Educación para el año 2011-12. Opus cit.

109. Artículo 92.2 LOE: «El segundo ciclo de educación infantil será im-partido por profesores con el título de maestro y la especialidad en Educa-ción Infantil o el título de grado equivalente y podrán ser apoyados, en su labor docente, por maestros de otras especialidades cuando las enseñanzas impartidas lo requieran».

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y a pesar de ser mejorables, las condiciones de trabajo son mucho mejores si las comparamos con las que tienen los y las profesionales del primer ciclo.

7.3.4. Aulas

Las aulas para niños y niñas de 3 a 6 años, en la inmensa mayo-ría de los colegios, están integradas en los mismos edificios —grandes y poco familiares— y recintos que la educación primaria. En algu-nos centros, existen módulos específicos para las aulas de educación infantil, así como patio propio separado del resto de edades. Las adaptaciones del espacio y las instalaciones se regularon por el R. D. 1004/1991 de requisitos de los centros y se pusieron en marcha en los primeros años de aplicación de la LOGSE, aunque no llegaron a extenderse ni a desarrollarse en la totalidad de los colegios, en espe-cial, las que se relacionaban con la higiene (aseos accesibles y visibles desde las aulas o puntos de agua en el aula…). El actual Real Decreto 132/2010, de 12 de marzo, por el que se establecen los requisitos mínimos de los centros que imparten enseñanzas no universitarias, como ha quedado analizado, incluso ha dejado en la ambigüedad aspectos antes concretados, como por ejemplo el número de metros cuadrados que deben tener las aulas, el del patio y su existencia, lo que reduce así las exigencias de calidad requeridas.

7.3.5. Ratios

La ratio que estableció el R. D. 1004/1991 era de 25 niños y niñas por aula en todos los grupos del segundo ciclo, al igual que en la educación primaria y secundaria. Estas ratios son excesivas por la temprana edad a la que se aplican, aunque esta circunstancia ha empeorado desde la entrada en vigor de la LOE (artículo 87.2), que permite el aumento de la ratio en un 10 % «para atender necesidades inmediatas de escolarización del alumnado de incorporación tardía», lo que posibilita, de forma habitual, que se escolaricen 27 e incluso 28 niños de 3, 4 y 5 años. La excepción se ha convertido en norma.

Esta masificación de las aulas de infantil provoca que las prác-ticas educativas y la organización escolar responda más a un tipo de escuela primaria donde se prima la instrucción y la preparación para etapas posteriores, lo que ha sido explícitamente contemplado en mu-chos desarrollos legislativos en las diferentes CC. AA.

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7.3.6. Currículo

Respecto al currículo, existe una legislación estatal común (el R. D. 1630/2006, de 29 de diciembre, que regula las enseñanzas míni-mas del segundo ciclo de la educación infantil). Las administraciones educativas la han adaptado dentro del marco de sus competencias (artículo 6.3 de la LOE)110 y, dependiendo de su historia cultural, geográfica, social o política, han apostado por considerar el segundo ciclo o con una identidad y características propias o como el tiempo preparatorio de la etapa posterior.

En este sentido hay que añadir que, como fruto de la aplicación de numerosos desarrollos legislativos autonómicos, la metodología propia de la educación infantil se ha perdido (globalización, educa-ción activa, flexible, cooperativa). Se apuesta ahora por llevar a cabo, en muchos casos, programaciones rígidas, fichas o actividades especí-ficas y diferenciadas de lecto-escritura y de cálculo, así como el apren-dizaje de la lengua extranjera (inglés), además de la oferta obligato-ria, aunque de asistencia voluntaria, de las clases de religión católica. Todo esto en detrimento del juego, la psicomotricidad o la música. Además, se ha perdido, en parte, la referencia del tutor o tutora. La introducción de especialistas en materias, a modo de la enseñanza primaria y secundaria, ha roto la metodología propia, basada en las relaciones privilegiadas entre el tutor o la tutora y los niños y niñas.

7.3.7. Organización del tiempo escolar

La organización del tiempo escolar separa los diversos momen-tos de la jornada escolar: hay un tiempo para las maestras y los maes-tros dentro del aula, hay un tiempo para comer o para el descanso, o para el desarrollo de las actividades extraescolares o del desayuno (horario ampliado), así como del transporte escolar. La jornada lec-tiva, entendida como el tiempo de permanencia del niño o niña en el aula con las maestros o los maestros, suele ser de cinco horas en horario de mañana y tarde (si no hay jornada continua generalizada como el caso de Castilla-La Mancha, Canarias y otras comunidades

110. «Los contenidos básicos de las enseñanzas mínimas requerirán el 55 % de los horarios escolares para las comunidades autónomas que tengan lengua cooficial y el 65 % para aquellas que no la tengan». Artículo 6.3, de la LOE.

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autónomas). El resto de la jornada, desde que entran al colegio hasta que salen, es tiempo no lectivo, repartido, con carácter general, de 7.30 a 9 de la mañana, de 12.30 a 14.30 y de 16 a 18 horas si asiste a las actividades extraescolares. Si se cumple el horario completo, hay niños y niñas de infantil que pueden pasar en el colegio entre siete y diez horas.

7.3.8. Profesionales

En la jornada lectiva, los niños y niñas están a cargo de varios maestros o maestras, dependiendo del número de especialistas. En el tiempo no lectivo, están a cargo de monitores de tiempo libre o personal auxiliar (actividades extraescolares, desayunos y comedor) contratados, en general, por las mismas empresas de servicios que gestionan el comedor escolar. Existen también otras personas que, sin ninguna titulación conocida, se «encargan» de la higiene personal de los niños y las niñas; estas son contratadas por la asociación de ma-dres y padres, muchas veces a petición del claustro de profesores o del equipo directivo. Cuando esta figura no existe, en caso de algún con-tratiempo, se llama a las familias para que dejen su trabajo y vayan a cambiar a sus hijos e hijas. Todo ello constituye otra gran pérdida de la pedagogía propia de la educación infantil, que entiende que no hay separación entre mente y cuerpo y que afirma que, cuanto más peque-ñas son las criaturas, existe mayor exigencia de vínculos personales y emocionales estables para ofrecerles equilibrio y seguridad en todos los momentos de la jornada.

7.3.9. Comedores

Por otro lado, los comedores se han masificado de forma inso-portable. La mezcla con los niños y las niñas de primaria, también masificados, produce un ruido ensordecedor en muchos centros que hace de la comida y del patio cualquier cosa menos un entorno edu-cativo favorable.

7.3.10. Inspección educativa

Los centros de infantil y primaria tienen inspección educati-va. Esta vigila que se cumpla la normativa general y la relativa a las instrucciones que cada curso escolar emiten los departamentos

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de educación. La inspección controla las enseñanzas que se impar-ten en los centros así como otras circunstancias de organización o participación.

7.3.11. Derechos educativos especiales

Los niños y las niñas con derechos educativos especiales inte-grados con normalidad en el grupo de referencia, como en el primer ciclo, no computan ya como dos plazas escolares, sino como una. De esa forma, se produce el caso de que en el segundo ciclo de infantil puede haber un grupo de más de 25 criaturas, con la inclusión de niños y niñas con derechos educativos especiales o sin diagnosticar todavía, pendientes de su abordaje por los equipos psicopedagógicos. El maestro o maestra de apoyo tiene la función de dar soporte a todos los grupos de educación infantil de los colegios en determinadas acti-vidades o momentos, dependiendo del número de grupos de infantil (línea 1, 2, 3 o más, es decir, un grupo por cada tramo de edad o dos o tres y así sucesivamente), convierten el trabajo de estos y estas pro-fesionales en una tarea muy ardua.

7.4. Conclusiones

A través del análisis de la situación de la educación infantil en el Estado español, comprobamos las diferencias entre el primer ciclo y el segundo. Se ha fracturado una etapa educativa, a pesar de las «teóricas buenas intenciones» explicitadas en el campo jurídico y le-gislativo. La realidad es que el primer ciclo, a pesar de todos los mo-vimientos de renovación pedagógica y los sectores más directamente implicados (colectivos profesionales, federaciones de padres y ma-dres), es un ciclo subsidiario de las necesidades y derechos sociales; y el segundo ciclo, por su inclusión en los colegios, está sometido en su metodología, organización y gestión a la educación primaria, que es la educación obligatoria.

Las esperanzas que tantos y tantas profesionales de la educa-ción infantil depositaron en la LOGSE y en la LOE han resultado truncadas. En el primer caso, porque no se pudo desarrollar ade-cuadamente la ley en todos sus aspectos y matices, y consolidar un modelo pedagógico propio; en el segundo, porque no se ha cumplido ninguna de las promesas con las que apareció la Ley Orgánica de

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Educación. La educación infantil, englobada como etapa voluntaria dentro de las competencias autonómicas, sin ningún mínimo común que, con posterioridad, cada comunidad y territorio hubiera desa-rrollado, ampliado, matizado o agregado, ha supuesto un retroceso cualitativo de gran importancia.

No es suficiente con asegurar una plaza escolar a las familias que la demandan (que por otra parte, nunca son suficientes, porque se demandan muchas más plazas públicas por su mayor solvencia). Hay que ir un poco más allá de la cantidad: la mejor inversión social es la que se dirige a la primera infancia. Es la garantía de la formación integral y del éxito educativo personal. Es el futuro, pero sobre todo es el presente de niños y niñas pequeños, de sus familias y de los pro-fesionales que los acompañan en su recorrido vital.

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8Tendencias en la oferta de los centros de

educación infantil (0-3) en los últimos años (2008-2012); reflexiones críticas

Para analizar la evolución de la oferta de plazas de educación infantil hay que partir de la situación actual.

La primera tendencia que se observa, como fruto de los dife-rentes informes citados, es que la oferta privada predomina sobre la oferta pública.

La segunda hace referencia a la creciente municipalización de los servicios educativos de la primera infancia. Entre los centros pú-blicos, dos de cada tres son de titularidad municipal. Este proceso ha sido significativo en Castilla y León a través de la ley de transfe-rencias, aprobada en junio de 2009 con el rechazo de la comunidad escolar, en especial de las familias y de numerosos ayuntamientos. La municipalización de los centros de cero a tres años, que es una ten-dencia que se revela como consolidada, plantea en la actual situación económica el grave problema de la financiación del servicio.

Los municipios pequeños, sin capacidad tributaria, no pueden sufragar los gastos corrientes ni las cargas laborales que representan las escuelas infantiles. Tampoco pueden hacerlo los municipios me-dianos y grandes que están padeciendo una grave crisis; esta se debe, además de a la situación coyuntural que atravesamos, al déficit en la

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financiación de servicios públicos que cubren por delegación de la co-munidad autónoma, como es el caso de la educación infantil. Sin una financiación pública, la extensión de la oferta de servicios educativos para la primera infancia es inviable. Este tipo de servicio no puede ser sufragado por la oferta privada, en condiciones de calidad, si llega a plantear la exclusividad; el coste mensual de una plaza educativa eleva las tasas que, difícilmente, pueden cubrir las familias que la so-licitan. Al ser un ciclo no gratuito, ni siquiera las ayudas directas en forma de becas o cheques-escolares, muy recortadas en estos momen-tos, cubren parte de los gastos originados. El menor coste del servicio se realiza a costa de la precariedad laboral de los y las profesionales que trabajan en los centros y que externalizan el servicio. La titulari-dad es pública, pero la gestión no.

Otra tendencia es el aumento de la ayuda pública a la oferta privada. Con respecto al número total de centros privados, el 90 % del total tiene autorización autonómica y de este porcentaje, el 30 % recibe algún tipo de subvención; cuando esta ayuda pública no existe, los centros privados se ven abocados a la quiebra, como sucede en la Comunidad Valenciana, en Canarias y Galicia. Es destacable reseñar que, de este 100 % de centros privados, hay un 10 % de los que no consta ninguna información.

Por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, las ayudas a la esco-larización en centros privados de 0 a 3 años es de 34.000 €. El número de niños y niñas escolarizados en estos centros es de 93.182. Si los be-neficiarios de ayudas escolares son 31.000 menores, se puede afirmar que las reciben el 65,76 % de las familias que las solicitan y que estas alcanzan el 50,45 % del total de ayudas para la escolarización. Pero estas ayudas, que nunca alcanzan el total de la cuota mensual pagada por las familias (entre 100 € y 160 € mensuales), no hacen más que incrementar la dependencia económica o el subsidio de una deficiente escolarización pública. A finales del curso 2010-2011, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid disminuyó drásticamente estas ayudas escolares al incrementar los requisitos para el acceso a las mismas.

Con respecto a la oferta de los centros públicos, en la Comuni-dad de Madrid, el crecimiento es menor que la oferta privada, aunque se ha incrementado el número de puestos escolares por efecto de los

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Decretos 17 y 18/2008, debido al aumento del número de niños o niñas por aula.

No obstante, hay que referirse a una característica especial de la oferta pública de plazas: esta oferta se realiza con un cambio cua-litativo en las condiciones económicas y educativas. La externaliza-ción de servicios, que ha ido aumentando en los últimos 16 años de forma inequívoca, ha variado el panorama de la oferta de plazas y de centros, por lo que se puede afirmar que la llamada «oferta pública» (titularidad y gestión públicas) será residual en breve. Esta tendencia se está generalizando en todas las comunidades autónomas. Existe un porcentaje muy reducido de centros concertados en el primer ci-clo en todas las comunidades autónomas. La polaridad entre centros públicos (bien de titularidad municipal o de titularidad autonómica) y, frente a lo que ocurre en el segundo ciclo, la no universalización de este no da margen para la enseñanza concertada en el mismo. Por ello, el primer ciclo se nutre de ayudas directas, en forma de becas o cheques escolares.

Otra tendencia es el gran desequilibrio de oferta, dentro del pri-mer ciclo de la etapa, a favor de la edad 2-3 años y el mantenimiento de una demanda que está muy por encima de la oferta global.

La oferta de plazas y la cobertura de los grupos de edad es des-igual, con tendencia a incrementarse en la edad de 2 a 3 años, sobre todo en las comunidades que lo están incluyendo en los colegios de infantil y primaria. País Vasco y Cantabria son las comunidades au-tónomas que plantean un modelo de escolarización universal para los niños y las niñas de dos años dentro de los centros de educación infantil. La tasa media de escolarización de los menores de cero a tres años en todo el Estado es del 26,69 %, de la cual la de los menores de un año es del 7,6 %. En el grupo de edad de uno a dos años, la tasa es el 27,8 % y en el grupo de dos a tres años, la cifra aumenta al 44,8 %111. Al ver la tendencia que se produce en torno a la escolarización según grupos de edad, podría deducirse que dentro de unos años, la universalización del grupo 2-3 años sería una realidad si las conse-cuencias de la crisis económica no lo frenan, tal como sucede con el grupo de 3 a 4 años (99’1%), lo que no significa que esta escolariza-

111. MEC (2012): Datos y cifras: curso escolar 2009-2010. Madrid.

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ción se produzca en condiciones semejantes de calidad a las que se dan en las escuelas infantiles.

La demanda de plazas de cero a tres años es muy elevada. Según el Ministerio de Educación, la tasa neta de escolaridad por CC. AA.112 se sitúa en torno al 26,69 %. Este dato encubre diferentes realidades: el País Vasco (50,22 %), Madrid (39,34 %), Cataluña (33,47 %), Castilla-La Mancha (32,90 %), Aragón (30,15 %), Navarra (28,90 %), Andalucía (26,94 %) son las comunidades que más cubren la de-manda. Si se analiza el caso de la Comunidad de Madrid, la tasa neta de escolaridad está situada en el 39,34 % (datos referidos al curso 2009-2010). La evolución de los grupos de edad es la siguiente: 0-1 año (13,3 %), 1-2 años (42,6 %) y 2-3 años (63,7 %). Como se puede comprobar, la mayor tasa de cobertura aumenta con la edad de las criaturas, llegando a más del 60 % la del grupo de edad que aumentó su oferta con el incremento de plazas (de 16 a 20 niños y niñas por grupo), como consecuencia de la aplicación del Decreto 18/2008.

Se calcula que serán necesarias más de 300.000 plazas para atender la demanda de todos los niños y las niñas de cero a tres años, cuyas madres o padres sean trabajadores activos fuera de casa (indi-cador sobre el que se asienta la demanda estimada). En estos momen-tos, un alto porcentaje de familias con hijos e hijas menores de tres años no pueden recurrir a los servicios educativos y menos si se trata de oferta pública. No se incorpora aquí a quienes desearían llevar a sus hijos e hijas a la escuela infantil, en función de las necesidades de estos y por tiempos inferiores al horario total ofrecido, entre quienes estarían también familias en las que el padre o la madre no trabaja. Sigue habiendo un déficit y todo ello a pesar del incremento del nú-mero de plazas ofertadas.

Por otro lado, la población menor de tres años ha crecido un 1 % desde el año 2003, mientras que el resto de la población lo ha he-cho en un 8,5 % desde el mismo año, con lo que se puede afirmar que crece más la población de los menores de tres años que la población en general. Ello se relaciona con la edad de fecundidad de quienes nacieron en los años 70 y la llegada de la inmigración. Este dato pa-rece que empieza a atenuarse, debido al menor número de personas

112. El concepto se refiere a los alumnos escolarizados en centros autoriza-dos por las administraciones educativas en los grupos de edad de 0-1, 1-2 y 2-3 años.

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inmigrantes y el descenso efectivo de su propia tasa de natalidad. Andalucía, Cataluña, Madrid y la Comunidad Valenciana son las co-munidades que tienen el mayor porcentaje (60 %) de la población de 0 a 3 años del Estado.

En un análisis cualitativo de la situación de la educación in-fantil, otra tendencia es la creciente feminización y la precariedad laboral de los y las profesionales que trabajan en los servicios edu-cativos para los menores de tres años. Estas dos características serán importantes en los próximos años. Si la tendencia a la privatización y externalización del servicio continúa y no se corrige la preferencia a exigir una menor formación académica, que debería ser finalmente de carácter común con el resto de etapas, también para el ciclo 3-6 años, la educación del primer ciclo puede desaparecer y la educación infantil no tendrá peso educativo.

Por último, una preferencia consolidada es la enorme disper-sión y desigualdad de la regulación del ciclo según las diferentes le-gislaciones de comunidades autónomas que varían, incluso, en sus propios territorios; se constata la variabilidad del tipo de centros y servicios a la primera infancia, que asienta una doble red asistencial y educativa. Castilla y León es un ejemplo de ello. Esta Comunidad Autónoma tiene escuelas infantiles propias y otras dependientes de las corporaciones locales que conviven con guarderías y con ludote-cas dependientes de los ayuntamientos, junto con dos programas de corte asistencial, uno propio del medio urbano («Juntos») y otro del medio rural («Crecemos»); a su lado proliferan una gran cantidad de centros privados con escaso control administrativo en general y nulo desde el educativo.

En la Comunidad Foral de Navarra hay escuelas infantiles dependientes del Departamento de Política Social del Gobierno de Navarra, junto con escuelas infantiles municipales gestionadas por ayuntamientos y otras que lo están por empresas privadas (coopera-tivas y otras), aunque su titularidad es municipal. A su lado conviven guarderías privadas, guarderías de empresas, centros que solo atien-den a niños y niñas de dos a tres años, algunos adscritos a colegios en que se imparten otras etapas educativas, centros que extienden la oferta a la edad de un año y el modelo llamado «Casas amigas» o «Madres del día».

En el ámbito de las políticas públicas, las decisiones que se to-

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men ahora, y las que se seguirán tomando en los próximos años, so-bre el incremento del número de plazas de educación infantil de cero a tres años tendrán consecuencias como estas:

• El incremento del número de plazas de cero a tres años debe realizarse con unos criterios y requisitos mínimos de calidad, y basarse en los objetivos e indicadores que la Red Europa de Atención a la Infancia difundió en su informe de 1996 porque, de lo contrario, las políticas públicas, en materia de educación infantil, serán responsables y causantes de la desigualdad, entre territorios autonómicos.

• Aunque el fomento del número de plazas de cero a tres años fue significativo (30 %) en el curso escolar 2008-2009 como efecto del Plan Educa 3, este se ha reducido drásticamente en la actualidad. A pesar de ello, hay que reconocer que ha supuesto un cierto aumento de la tasa de empleo femenino que, sin embargo, no tiene una cualificación de alta calidad por la falta de formación académica inicial rigurosa exigible para el desempeño del concepto «atención» a los niños y las niñas.

• La inversión en educación infantil por sí misma no puede paliar la escasa respuesta pública a las necesidades laborales de las mujeres. Se han de incentivar políticas de ayudas familiares, ampliar los permisos parentales y maternales, flexibilizar el empleo y el acceso a los varones, en condiciones de igualdad, al cuidado y crianza de los hijos y de las hijas.

• La consideración de «cuidados» ligados a la crianza desmantelará el concepto de «servicio educativo» de los centros infantiles que, aunque de forma incipiente, se había conseguido alcanzar en los últimos años.

• La falta de inspección, de supervisión y de control público del Ministerio de Trabajo sobre los centros privados de la «red asistencial» provoca un grave fraude a la Seguridad Social, por el escaso número de establecimientos dados de alta y las irregularidades que se producen en la contratación.

• Las trabajadoras y los trabajadores contratados en los servicios infantiles de titularidad pública y gestión privada y

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en los servicios infantiles privados sufren condiciones laborales indignas e impropias del trabajo que realizan113.

Ha de añadirse que la crisis económica, ya instalada en España durante el proceso de elaboración de este informe, no había produ-cido tantas consecuencias colaterales para la primera infancia en sus primeros momentos. En la actualidad, comprobamos con malestar que la crisis se ha cebado con la infancia y la educación, lo que puede corroborarse en informes externos ya mencionados como los de Save The Children o los de la fundación FOESSA.

Los ayuntamientos, titulares de los centros infantiles de cero a tres años, tienen una fuerte restricción presupuestaria, así como las comunidades autónomas. No se les permite endeudarse más allá de las normas que marca el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, en estos momentos tutelado por las directrices europeas. Ello implica la prioridad de los gastos corrientes de los municipios que, con frecuencia, están llevando a impagos de suministros esen-ciales y a cortes de los mismos. Pero lo que está claro es que entre estos gastos prioritarios no se encuentran los servicios de educación infantil, a pesar de que sean muy valorados y demandados por los ciudadanos y las ciudadanas; y es que no son referentes sociales prio-ritarios. Por ello, la restricción ya es evidente en la cobertura de servi-cios básicos como la calefacción, la luz, el teléfono, la limpieza, en el deterioro de las instalaciones, la falta de respuesta de las necesidades laborales de los trabajadores que ven que incluso las nóminas legales se acumulan por impagos, la pasividad ante las demandas de las fami-lias, la desidia en la aplicación racional de los escasos recursos pues-tos a disposición de las escuelas (equipos de orientación, trabajadores sociales, logopedas), la falta de formación, las reducciones de ayudas a las familias necesitadas, la atención a niños y niñas con derecho de apoyo educativo.

Hay un nuevo dato que viene a enturbiar la situación: la es-pectacular caída de la natalidad (de nuevo) en todo el Estado. La ficción que vivimos durante los últimos diez años con el repunte de la natalidad gracias a la fertilidad de las mujeres inmigrantes se ha des-

113. Véase el XI Convenio Colectivo de ámbito estatal de centros de asis-tencia y cuidado infantil.

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plomado y volvemos a ser el segundo país mundial con menor tasa de natalidad (1,3 niños), lo que no asegura el recambio demográfico necesario para invertir la pirámide de edad. Se prevé que para el año 2020 se producirán 190.000 defunciones más que nacimientos, un hecho gravísimo que evidencia una sociedad enferma. Tampoco ayu-da la abrumadora tasa de paro que padecemos, que se ceba tanto en hombres como en mujeres jóvenes que no tienen independencia eco-nómica y mucho menos pueden plantearse tener descendencia dentro de un proyecto personal, debido a una situación laboral penosa para ellos.

Todos estos indicadores no auguran un buen panorama para la primera infancia en España. No existen políticas incentivadoras de la natalidad, no existen políticas de igualdad para las mujeres, no exis-ten políticas económicas que favorezcan la maternidad-paternidad… Las escuelas infantiles y los servicios de atención a la infancia ya no son una prioridad social. El precio de las escuelas no está al alcan-ce de todos. La política de becas se ha reducido drásticamente. Las familias, los abuelos y las abuelas son los sustentadores de los más pequeños que no pueden acceder a los centros.

Los niños y las niñas no cuentan.

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9«Cuando los niños dicen basta»

Así se titula un libro de Francesco Tonucci, en el que de-nuncia que el mundo de las personas adultas traiciona —con frecuencia— los derechos de niños y niñas. Ha llegado el mo-mento de ser intolerantes ante la dejación de los poderes pú-blicos y poner el límite en alguna parte, en algún horizonte.

Cualquier «modelo» u organización para niños y niñas meno-res de tres años no puede olvidar que es primordial respetar el de-recho a la educación que todos los niños y las niñas tienen desde el nacimiento. Algo que ha olvidado la actual Ley de Educación y, en su ninguneo, muchos gobiernos de las diversas comunidades autóno-mas. Educar, en su sentido etimológico, significa conducir fuera las capacidades o potencialidades de niños y niñas desde el nacimien-to. Respetar su ritmo, su cultura, sus ideas y su particular forma de aprender. Instruir, en cambio, es tratar de llenar —desde fuera— al educado de conocimientos, algunos inútiles para la cultura que sí pre-cisa desarrollar la infancia.

Corresponde a los departamentos o consejerías de educación vigilar con rigor, periodicidad e intensidad el cumplimiento de los requisitos en todo tipo de centros para que el derecho a la educación quede asegurado en todo momento. En este sentido, son muy claras las palabras de la defensora del pueblo de Navarra, en un informe

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enviado el 31 de enero de 2007, en respuesta a algunas quejas plan-teadas —desde la Plataforma Ciclo Educativo 0-3 años en Navarra— por la falta de control y de regulación del sector por parte de la Ad-ministración Pública; responde sobre la parquedad normativa para los niños y las niñas menores de 3 años:

La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la personalidad. No existe ninguna razón que justifique el establecimiento de un límite de edad del cual pueda hablarse de un derecho pleno a la educación y por debajo del cual el reconocimiento de este derecho se difumine (…).En este contexto, conforme a las actuales concepciones debe entenderse ya superada la idea de una infancia de necesidades que hay que atender o asistir en pro de una infancia de derechos que hay que respetar y garantizar (…).Se esgrimen también razones de no obligatoriedad de este tramo educativo, no obligatoriedad que debe naturalmente entenderse referida a la voluntad de los padres no a la de los poderes públicos, para explicar supuestos en que la oferta de plazas resulta insuficiente (…) El carácter voluntario de la etapa educativa debe así ser entendido como una posibilidad para los padres y como una obligación o deber para los poderes públicos, en el sentido de ofertar la existencia de plazas suficientes y en condiciones tales que se garanticen, en todo caso y para todo tipo de centros, unos requisitos mínimos que aseguren el carácter educativo del ciclo114.

Derecho que no puede ser manipulado ni ocultado en retóricas legislativas, entelequias o eufemismos ministeriales o de las conseje-rías respectivas. Debe articularse en la realidad cotidiana con condi-ciones dignas de escolarización. Es cierto que es necesario ampliar la oferta para atender la creciente demanda existente para niños y niñas menores de tres años, pero nunca esta necesidad social puede llevar a la irresponsabilidad de no respetar el derecho a la educación, que queda, con frecuencia, olvidado y no reconocido en situaciones indig-nas y descontroladas de escolarización.

Fermín Barceló, responsable del Área del Menor del Defensor

114. El subrayado es nuestro.

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del Pueblo del País Vasco, habla de las debilidades de un sistema que hace vulnerables los derechos de la infancia. Para él, son varias las causas que hacen que esto suceda. Citamos algunas:

• (…) los problemas de coordinación entre servicios que pertenecen a diferentes administraciones o departamentos (desconexión entre intervenciones, lagunas, duplicidades, ausencia de criterios comunes, etc.).

• La ausencia de marcos normativos claros que delimiten las responsabilidades de todos los agentes intervinientes (administraciones, profesionales, asociaciones que gestionan servicios, etc.).

• La ausencia de evaluaciones (públicas, periódicas, participativas…) que permitan valorar la utilidad de las intervenciones (…).

• La escasa sensibilización social respecto a los derechos de la infancia.• La debilidad de los instrumentos de defensa y garantía de tales

derechos.

De la misma manera, es necesario articular medidas oportunas para que a niños y niñas se les respete el inalienable derecho de es-tar el mayor tiempo posible, también y de forma compatible con los centros de educación infantil, con sus padres y madres. Y que estos y estas tengan derecho a un trabajo digno —con condiciones laborales y salariales flexibles y adecuadas— y a estar el mayor tiempo posible con sus hijos e hijas.

También son claras, en este sentido, las palabras del informe del Consejo Escolar de Menorca:

Los servicios (de cero a tres años) no son una buena medida de conciliación desde el punto de vista educativo si no posibilitan más «tiempo familiar». Dicho de otra manera, podemos entender como malas políticas de conciliación aquellas que permiten cuadrar los horarios de trabajo y de la escuela, pero que no dejan espacio —o sea, tiempo— a la familia para que actúe educativamente. En la conciliación familiar, laboral y escolar tendría que existir un tiempo para la familia, si no, no es posible la conciliación real115.

115. Informe 1/2005 sobre la Intervenció per a la conciliació de la vida familiar, escolar i laboral (informe aprovat pel plenario del CEME el 08-06-2005).

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El niño y la niña, por todo lo dicho con anterioridad, tienen de-recho a que la sociedad disponga de ámbitos educativos que el entor-no familiar y la calle no pueden ofrecerle. Tienen derecho a ámbitos educativos, no a lugares de recogida. Necesitan una educación en la que tenga cabida el mundo social, en la que sus nacientes identidades se desarrollen ante retos ofertados desde su propia cultura, no im-puestos externamente, y para ello hay que saber quiénes son el niño y la niña, no solo pensar qué hacemos ahora con él o con ella, con ese ser tan pequeño cuya educación —según nos dicen desde la política administrativa— cuesta más que la de un universitario.

Malaguzzi —ideador del mejor modelo reconocido a nivel mun-dial de educación infantil 0-6— dice que un único profesional con 8 lactantes, o con 11 niños de uno a dos años, solo puede hacer una pe-dagogía bucólica, la de contener a las ovejas en un redil116. Este sí que es un verdadero derroche económico, porque es una inversión que no respeta los derechos de la infancia, sus potencialidades. Diversos go-biernos ya se están dando cuenta del enorme fracaso de los recursos que invierten en educación117.

Estas posibilidades de la infancia que ahora narramos chocan con unas pobres expectativas sociales. La educación infantil —y prin-cipalmente la de 0-3— tiene escaso prestigio incluso para las familias. Estas tienen también que aprender qué es calidad de enseñanza. La fi-gura de la familia hay que complementarla hoy con los servicios edu-cativos para la infancia. Estos servicios no solo son necesarios para hacer posible la formación y el trabajo femenino, deben ser contextos educativos complementarios a la educación familiar. La escuela debe estar preparada para ser un lugar de intercambio y socialización entre familias (y se está constatando como un extraordinario recurso de integración adecuada y temprana para la población inmigrante), en el que se amplíen, enriquezcan y diversifiquen los distintos puntos de vista que las familias tienen sobre la educación de sus hijos y sus hijas

116. En este momento, las ratios más generalizadas en las diferentes norma-tivas autonómicas están en 13 a 14 criaturas en uno a dos años.

117. En un estudio realizado entre los países de la OCDE se afirma que es necesario primar la educación infantil, entre otras cosas reduciendo las ratios, para conseguir una deseable calidad educativa. Calidad educativa inexistente si las aulas, debido a las fuertes ratios actuales, son almacenes de niños y niñas, y no auténticos ámbitos educativos.

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(familias que en ocasiones se sienten solas en la importante tarea de su educación).

Una escuela, con profesionales bien preparados, puede concien-ciar a las familias de que la infancia, desde sus primeros meses de vida, tiene la enorme facilidad de construir e interpretar papeles muy variados en el escenario de la vida. Los niños y las niñas van constru-yendo sus primeras identidades del abanico de posibilidades que el mundo les ofrece, estableciendo su papel más definitivo. Y debemos exigir que ese abanico sea amplio y rico y, sobre todo, educativo. La sociedad y la Administración deben exigir que maestros y maestras, educadores y educadoras, que trabajan con las primeras edades, estén preparados para su rol profesional y que tengan una titulación que ofrezca unas garantías de su formación, de su cultura. Esta prepara-ción exige que sean capaces de tener fluidez en el cambio de formas de pensamiento, en los modos de interpretación de la realidad tanto desde lo verbal como desde lo gestual. Deben entender la divergen-cia, actuar desde la complejidad, aceptar la incertidumbre, vivir en la pluralidad, es decir, se necesitan profesionales con buena preparación y en continua formación teórico-práctica. Estos y estas profesionales ya existen en muchas escuelas y suponen ejemplos a ser reflexionados e investigados para descubrir potencialidades a desarrollar sistémica-mente en otros lugares. Allá donde existan iniciativas y deseos de ir en una misma dirección, aunque sea por caminos diversos.

La escuela infantil —como lo demuestran tantas y tan adecua-das experiencias históricas y actuales en algunas de nuestras comuni-dades— es un ámbito en el que se desarrolla, de forma privilegiada y complementaria a la familia, el derecho a la educación. Y este dere-cho depende —entre otras cuestiones— de las infraestructuras, de los espacios, de las ratios, de la cualificación y de la dignidad profesional, de tiempos para pensar y proponer, y de su formación.

Por otra parte, se habla —desde las instancias políticas— de que estos servicios son caros. Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, en la Universidad Pompeu Fabra, es contundente cuando afirma lo siguiente:

El Estado del bienestar español de los primeros años del siglo xxi se caracteriza por su escaso desarrollo, siendo uno de los más retrasados de la UE. Si consideramos, por ejemplo, el porcentaje de la población

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adulta que trabaja en los servicios del Estado del bienestar (…) vemos que en España se sitúa en un 6 % comparado con el 11 % de promedio en la UE-15 y el 17 % de Suecia, el país europeo que tiene los servicios públicos más desarrollados de Europa118.

En 1993, año en que se iniciaron los pasos más importantes para alcanzar la integración monetaria de España en la UE, nuestro país tenía el gasto público (como porcentaje del PIB) más bajo de la UE-15. Más de trece años más tarde, en el año 2006, España no solo continuaba siendo el país con el gasto público (38,5 % del PIB) más bajo de la UE-15, sino que tal gasto público como porcentaje del PIB era mucho más bajo en 2005 que en el año 1993 (45 %). Una situación semejante aparece cuando analizamos el gasto público por habitante. España no solo continúa estando a la cola de gasto público en la UE-15, sino que la diferencia de gasto público por habitante entre España y el promedio de la UE fue mayor en el año 2005 que en el año 1993 (…). España, cuyo PIB per cápita es ya el 92 % del PIB per cápita de la UE-15, tiene un gasto público per cápita que es solo un 65 % del promedio de la UE-15. El otro capítulo del gasto público que muestra un gran retraso es el del gasto público social, es decir, gasto en las transferencias públicas (como, por ejemplo, ayudas a las familias) y en los servicios públicos (tales como sanidad, educación, vivienda, servicios de ayuda a personas con discapacidades, servicios sociales, servicios de prevención de la exclusión social e integración de la inmigración), que juegan un papel fundamental en configurar la calidad de vida de la ciudadanía y en garantizar la cohesión social. En el año 1993, el gasto público social por habitante era el más bajo de la UE-15. Años más tarde, continuamos a la cola de la misma, con el agravante de que el crecimiento de tal gasto social por habitante en España también ha sido menor que el crecimiento promedio de la UE-15119.

Un buen indicador del nivel de desarrollo de tal Estado es el gasto

118. Navarro, V. (2006): El subdesarrollo social de España. Barcelona: Anagrama.

119. Navarro, V. (2007): Los costes de la integración de España a la UE. Madrid: El País.

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público social por habitante. Tal indicador mide lo que el Estado se gasta en pensiones, en sanidad, en educación, en escuelas de infancia, en servicios de dependencia, en vivienda social, en servicios sociales y en otras transferencias de fondos y servicios públicos que impactan en la calidad de vida de la ciudadanía (…). Durante el periodo 2004-2008 el déficit de gasto público social de España con el promedio de la UE-15 se comenzó a reducir debido a las políticas sociales desarrolladas por el PSOE, con el apoyo de IU-ICV y ERC. Esta reducción, sin embargo, fue lenta e insuficiente para cubrir el enorme déficit de gasto público social que tenemos en nuestro país y que se traduce en que, mientras el PIB per cápita de España ya es el 96 % del promedio de la UE-15, el gasto público social per cápita es solo el 67 %, siendo el nuestro uno de los más bajos de la UE-15120.

El Ministerio de Educación y, en convergencia, muchas comuni-dades autónomas, demuestran con sus actos legislativos (por alusión u omisión), con sus políticas y con sus rácanas declaraciones econó-micas y presupuestarias su intención de no seguir dignificando las condiciones en las que vive la infancia. Una vez más.

120. Navarro, V. (2008): Las consecuencias electorales y sociales de la Tran-sición. Temas para el debate.

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10Las exigencias concretas

Estas son, para terminar, las exigencias concretas que la Pla-taforma Estatal en Defensa del 06 presenta para su consideración:

1. Todo niño y toda niña tienen, desde su nacimiento, derecho a la educación. Educar, en su sentido etimológico, significa conducir fuera las capacidades o potencialidades de los niños y las niñas desde el nacimiento. Respetar su ritmo, su cultura, sus ideas, y su particular forma de aprender. Instruir, en cambio, es tratar de llenar —desde fuera— al educado de conocimientos, algunos banales. Esto requiere profesionales bien formados, con suficiente cualificación y con posibilidades de desarrollar una formación permanente de calidad que permita llevar a cabo en un trabajo en equipo, en el que participen las familias, y que sea estimulado, apoyado y dotado de recursos, materiales y humanos, por la propia Administración.

2. Exigencia de un real decreto sobre enseñanzas mínimas que las regule, en todos los aspectos contemplados como currículo por la propia LOE, incluidos los contenidos educativos específicos y apropiados a las edades de los niños y las niñas (no supeditados a otras etapas educativas), así como avalados por las investigaciones recientes sobre el desarrollo temprano,

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y que este se ligue al Real Decreto 1630/2006 para 3-6, en el que se reconozca el carácter unificado de ambos ciclos para dar respuesta educativa a la etapa completa de educación infantil.

3. Exigencia de un real decreto sobre requisitos mínimos digno (que salve todas las inoportunidades del que ya está publicado) para todos los centros docentes de enseñanzas no universitarias, incluidos los de 0-3, que sustituya y derogue el Real Decreto 132/2010.

4. La modificación del artículo 15.4 de la LOE que sanciona la doble red educativa y asistencial. Cualquier servicio ofrecido a la primera infancia debe tener la característica de educativo, sin que esté vinculado a la decisión privada de ofrecer o no el primer ciclo de educación infantil y con posibilidad de contemplar propuestas no formales que integren las necesidades y derechos infantiles por igual. Que todos los centros estén regulados e inspeccionados por las administraciones educativas.

5. Que todos los departamentos o consejerías de educación desarrollen y regulen mediante ley o decreto una etapa completa de educación infantil, así como las propuestas de educación no formal para la etapa de cero a seis años, y que se adecúen a sus características propias.

6. Que las comunidades autónomas vigilen con rigor todos y cada uno de los centros abiertos para niños y niñas de 0 a 6 años para que cumplan —en un plazo máximo de tres años y sin prórrogas posibles— con una serie de requisitos mínimos. Estos requisitos mínimos se concretan en los siguientes puntos:• Ubicación de los centros en locales de uso exclusivo y con

acceso independiente desde el exterior.• Una sala por cada unidad con una superficie de dos metros

cuadrados por puesto escolar y que tenga, como mínimo, 30 metros cuadrados. Las salas dispondrán de áreas diferenciadas para el descanso, higiene-baño y comida del niño y de la niña, así como una sala (para dar biberones con intimidad) para los más pequeños.

• Una cocina propia en la que elaborar los alimentos que se coman en la escuela y un almacén de cocina.

• Una sala de usos múltiples de, al menos, 30 metros cuadrados en el primer ciclo y 50 en el segundo. Esta podrá hacer, en

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su caso, el servicio de comedor cuando no exista de modo independiente en los centros. Todo ello además del comedor o de la sala de usos múltiples existente en los colegios de infantil y primaria de los que formen parte el segundo ciclo.

• Un patio de juegos propio del centro, incluido dentro del recinto, no inferior a 100 metros cuadrados en el primer ciclo y de 175 en el segundo, con acceso independiente y con seguridad de uso.

• Un patio cubierto de, al menos, 60 metros cuadrados para asegurar la oxigenación diaria de niños y niñas.

• Una sala para guardar las sillitas, cochecitos y carritos de bebés.

• Una sala para material de patio.• Aseos infantiles adaptados, visibles y accesibles desde cada

aula para los niños y las niñas del segundo ciclo, con al menos tres inodoros y tres lavabos, y con pileta para las situaciones que requieran aseo complementario.

• Dos baños completos para el personal.• Un despacho y una sala de reuniones.• Una sala de reuniones para las familias y sus posibles

necesidades asociativas.• Una sala para el equipo de atención temprana.• Por lo que respecta a las ratios, estas son las recomendaciones

que establece la Red de Atención a la Infancia de la Comisión Europea, a través de los Objetivos de Calidad en los Servicios Infantiles:

— Un adulto por 4 plazas para niños menores de 12 meses.— Un adulto por 6 plazas para niños de 12 a 23 meses.— Un adulto por 8 plazas de 24 a 35 meses.— Un adulto por 15 plazas de 36 a 72 meses.

• Un cocinero o cocinera, sin perjuicio de las necesidades complementarias que requieran los colegios de infantil y primaria.

• Un auxiliar de limpieza-cocina por cada 25 niños o niñas.• Profesionales suficientes y con la titulación mínima de

técnico en Educación Infantil para convertir los tiempos de comidas también en momentos educativos. Las titulaciones del personal educador deben provenir solo del ámbito

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educativo y cifrarse en los mínimos de técnico superior en Educación Infantil o grado de Educación con la especialidad de Educación Infantil. Podrán trabajar otros u otras profesionales en los centros que acojan a niños y niñas de 0-6 años, debidamente titulados y tituladas, que en ningún caso rebajen los niveles antes expuestos para desarrollar algunas especialidades (bellas artes, música, psicomotricidad, etc.), siempre en relación complementaria y coordinada con el resto de profesionales.

• Al menos una décima parte del tiempo que conforman las horas laborales anuales debe ser tiempo de trabajo sin niños y niñas, dedicado a la preparación, formación continua (esta con un mínimo de 35 horas anuales pagadas) y relaciones con las familias.

• Todo el personal debe recibir un salario digno correspondiente al nivel profesional establecido por la Administración Pública.

• A los 55 años debe existir una reducción significativa de la jornada laboral y, a los 60, la posibilidad de jubilarse. También se debe ofrecer la posibilidad de que estos profesionales realicen trabajos de asesoría o formación de otros educadores y centros.

• Debe existir siempre un servicio adecuado de apoyos y de suplencias para mantener, en todo momento, las ratios establecidas.

• Los procesos de toma de decisiones de los servicios deben ser participativos, e implicar a padres y madres en la gestión del centro, a través de diversos órganos de participación.

• Todos los centros ofrecerán un servicio educativo del ciclo completo; de 0-3 años, en los centros que impartan exclusivamente este ciclo; de 0-6, en las escuelas infantiles que aún lo mantienen; y de 3-6, en los colegios.

• La educación de los niños de 0 a 3 años debe ser, como ya lo es la de 3-6, universal, pública y gratuita. Pero, si los padres y las madres han de contribuir económicamente en los servicios financiados con fondos públicos, sus aportaciones no deben sobrepasar e, incluso, deben ser inferiores al 15 % de los ingresos mensuales del cabeza de familia, para lo que

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se tendrán en cuenta los ingresos per cápita, el número de miembros y otras circunstancias relevantes.

7. Que los equipos de orientación educativa y psicopedagógica de atención temprana, conocidos como equipos de atención temprana, sean suficientes y dispongan de los recursos físicos y humanos, así como de materiales precisos para desarrollar con dignidad la importantísima labor que les compete, tanto en la orientación y asesoramiento de profesionales y familias, como en el apoyo preciso para que los niños y las niñas con «derechos especiales» puedan desarrollar en plenitud sus potencialidades, todo ello inspirado en los criterios de normalización e inclusión.

8. Que los diversos gobiernos de las diferentes comunidades autónomas oferten y financien el número de plazas públicas suficientes, a través de convenios con las entidades locales (sin que estas se ahoguen económicamente, como en la actualidad ocurre para mantener el servicio público, o recurran a contratas con empresas privadas), y satisfagan toda la demanda real en el primer ciclo de educación infantil.

9. Que, asimismo, se atienda la demanda de plazas en las diversas lenguas oficiales en el Estado español y las necesidades de reducción de ratios y dotación de los servicios precisos para los derechos especiales de niños y niñas con necesidades específicas de apoyo educativo.

10. Que el Gobierno del Estado español se comprometa a seguir la tendencia marcada por la Red de Atención a la Infancia de la Comisión Europea para cumplir con los diversos objetivos de calidad (formación de profesionales, condiciones laborales de trabajadores y trabajadoras…) establecidos por dicha comisión.

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Para terminar…

Esperamos que los planteamientos contenidos en este documen-to puedan servir de reflexión a los grupos parlamentarios, a los parti-dos políticos, a los sindicatos, a los responsables municipales y auto-nómicos, a los colectivos sociales, a los miembros del Consejo Escolar del Estado y a todas aquellas personas que, directa o indirectamente, tienen la responsabilidad de decidir la política educativa para los ni-ños y las niñas más pequeños, nuestros ciudadanos y ciudadanas del futuro y, sobre todo, del presente.

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Anexos

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1Resumen del manifiesto por la defensa

de la etapa de educación infantil: peticiones al Gobierno

Plataforma Estatal en Defensa del 0-6

Septiembre 2008

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1.1. Presentación

La Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación ha su-puesto, en relación con la LOCE, recuperar cotas importantes de li-bertad, equidad, democracia y desarrollo integral en el sistema edu-cativo. Sin embargo, si la comparamos con los niveles de la LOGSE, en concreto respecto de la educación infantil, representa un retroceso y, sobre todo, la pérdida de una gran oportunidad para consolidarla, que todavía es remediable, lo que constituye el objeto de la presente petición.

Creemos que, después de ser incluido, de nuevo, el primer ciclo de educación, en esta etapa educativa, la cesión a las administracio-nes educativas de su regulación, referida tanto a currículo como a requisitos mínimos de los centros, ratios y profesionales, constituye una discriminación para este que no tiene parangón en ningún otro ciclo o etapa del sistema educativo general.

Consideramos que, una vez pasados los plazos legales para re-currir los apartados que lo permiten, tanto la propia ley como el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de educación infantil, es aún posible:

• Que el Gobierno elabore y publique un real decreto en el que se contemplen los derechos que reclamamos los y las profesionales de educación infantil y sus familias, en especial para 0-3,

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ligándolo al publicado R. D. para 3-6 y reconociendo el carácter unificado de ambos.

• Que el futuro real decreto que determine los requisitos mínimos de los centros, ratios y profesionales, en sustitución del Real Decreto 1537/2003, incluya la etapa completa de educación infantil.

1.2. Justificación legal y desarrollo

1.2.1. En relación con las enseñanzas mínimas contenidas en el currículo

La Ley Orgánica del Derecho a la Educación (junio 1985), LODE, establece en su disposición adicional primera, apartado 2, le-tra c, que el Estado es quien fija las enseñanzas mínimas:

2. En todo caso, y por su propia naturaleza, corresponde al Estado:c) La fijación de las enseñanzas mínimas y la regulación de las demás condiciones para la obtención, expedición y homologación de títulos académicos y profesionales válidos en todo el territorio español.

La Ley Orgánica de Educación (mayo de 2006), LOE, establece qué es el currículo y que al Gobierno le corresponde su fijación en relación con las enseñanzas mínimas, estableciendo con exactitud el porcentaje de estas que le compete:

LOE Artículo 6. Currículo. 1. A los efectos de lo dispuesto en esta ley, se entiende por currículo el conjunto de objetivos, competencias básicas, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada una de las enseñanzas reguladas en la presente ley.

2. Con el fin de asegurar una formación común y garantizar la validez de los títulos correspondientes, el Gobierno fijará, en relación con los objetivos, competencias básicas, contenidos y criterios de evaluación, los aspectos básicos del currículo que constituyen las enseñanzas mínimas a las que se refiere la disposición adicional primera, apartado 2, letra c) de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora del

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Derecho a la Educación.3. Los contenidos básicos de las enseñanzas mínimas requerirán el 55 por ciento de los horarios escolares para las comunidades autónomas que tengan lengua cooficial y el 65 por ciento para aquellas que no la tengan.

En el artículo 3.2 la LOE considera a la educación infantil, sin distinción de ciclos, como una enseñanza que ofrece el Estado. En el artículo 6.1, se contemplan los elementos que componen el currículo, referido a las enseñanzas reguladas en esta ley y establece que lo ha de fijar el Gobierno. En el capítulo I del título primero, artículos 12 a 15, se contempla como una etapa comprendida dentro de tales ense-ñanzas a la educación infantil.

Sin embargo, la LOE delega en las administraciones educativas, en su artículo 14.7, la determinación de una parte de ese currículo, la referida a los contenidos educativos del primer ciclo de la etapa, lo que entendemos que es una dejación de sus competencias:

Las administraciones educativas determinarán los contenidos educativos del primer ciclo de la educación infantil de acuerdo con lo previsto en el presente capítulo. Asimismo, regularán los requisitos que hayan de cumplir los centros que impartan dicho ciclo, relativos, en todo caso, a la relación numérica alumnado-profesor, a las instala-ciones y al número de puestos escolares.

El Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, cuyo desarro-llo afecta solo al segundo ciclo, ratifica lo anterior al establecer en su artículo 5, referido a los contenidos educativos y currículo:

1. Las administraciones educativas determinarán los contenidos educativos del primer ciclo de la educación infantil de acuerdo con lo dispuesto en los artículos anteriores.2. Las administraciones educativas establecerán el currículo del segundo ciclo de la educación infantil, del que formarán parte, en todo caso, las enseñanzas mínimas fijadas en este real decreto.

Esta situación crea un enfrentamiento de signi�cado entre los artículos 3.2 y el 6 de la LOE y la disposición adicional primera, ar-

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tículo 2, letra c, de la LODE, con lo prescrito en el artículo 14.7 de la LOE y en el artículo 5 del R. D. 1630/2006, del que sale desmembra-da la etapa de infantil y, en concreto, el primero de sus ciclos.

Pretendemos que esta incoherencia sea enmendada con la publi-cación de un real decreto para el primer ciclo de infantil en el que se incluyan los contenidos educativos como parte del currículo, cuya de-terminación parece que el Gobierno central pretende omitir, haciendo así dejación de su deber. Queremos igualmente que este futuro real decreto se relacione explícitamente con el Real Decreto 1630/2006, establecido para el segundo ciclo, y que se haga en virtud de los prin-cipios generales de la etapa, reconocidos en el artículo 14 de la ley actual.

1.2.2. En relación con los requisitos mínimos de los centros, las ratios y las titulaciones de sus profesionales

La Ley Orgánica del Derecho a la Educación (1985), LODE, establece en su artículo 14 que los requisitos mínimos se refieren a ratios, titulaciones profesionales y requisitos de espacios y que es al Gobierno de la Nación a quien corresponde establecerlos:

1. Todos los centros docentes deberán reunir unos requisitos mínimos para impartir las enseñanzas con garantía de calidad. El Gobierno establecerá reglamentariamente dichos requisitos mínimos.2. Los requisitos mínimos se referirán a titulación académica del profesorado, relación numérica alumno-profesor, instalaciones docentes y deportivas y número de puestos escolares.

En su artículo 23, describe, además, que los centros privados han de someterse a la misma normativa y, en el artículo 24, ratifica que los que se acojan a niveles no obligatorios serán determinados reglamentariamente por el Gobierno en sus condiciones mínimas:

Artículo 23: la apertura y funcionamiento de los centros docentes privados se someterá al principio de autorización administrativa, la cual se concederá siempre que reúnan los requisitos mínimos que se establezcan con carácter general de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 14 de esta ley…Artículo 24.3: el Gobierno determinará reglamentariamente las

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condiciones mínimas en que se deban impartir las enseñanzas en los citados centros docentes… haciendo referencia a los centros que impartan niveles no obligatorios, como es el caso de infantil.

Entendemos que todo lo anterior entra en colisión directamente con lo contemplado en el mencionado artículo 14.7 de la LOE, en el que se establece que son las administraciones las que fijarán los crite-rios al respecto para el primer ciclo de educación infantil.

Entendemos que, desde el marco legal actual, y por los motivos arriba expuestos, estamos en una situación de contradicción legal que puede resolverse publicando un real decreto que, como el 1004/1991, contemple en un solo texto legal la regulación de los requisitos míni-mos de todos los centros que impartan enseñanzas de régimen gene-ral no universitario, incluidos los del primer ciclo de infantil.

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1.3. Conclusión

Entendemos que hay base jurídica suficiente para afirmar que los artículos 14.7 y 92.1 de la LOE y el artículo 5 del Real Decreto 1630/2006 atentan directamente contra el artículo 3.2 y el 6 de la misma LOE y contra el artículo 14 y la disposición adicional primera, apartado 2, letra c, de la LODE, en la que se fundamentan. Creemos que la realidad creada por la LOE y el R. D. 1630/2006 constituye una interpretación legal que menoscaba e imposibilita el objetivo de la Administración general del Estado: el de tratar de marcar unos mínimos generales para todo el Estado español.

Exigimos que esta contradicción, al parecer no recurrible por simple cuestión formal (haberse pasado el plazo para ello), sea resuel-ta mediante la publicación de lo siguiente:

1. Un real decreto sobre enseñanzas mínimas que las regule, en todos los aspectos contemplados como currículo por la propia LOE, incluidos los contenidos educativos, y que este se ligue al Real Decreto 1630/2006 para 3-6, reconociendo el carácter uni�cado de ambos para dar respuesta educativa a la etapa completa de educación infantil.

2. Un real decreto sobre requisitos mínimos para todos los centros docentes de enseñanzas no universitarias, incluidos los de 0-3, que sustituya y derogue el Real Decreto 1537/2003.

Madrid, 15 de septiembre de 2007

Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Madrid

Plataforma Estatal en Defensa del 0-6

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Suscriben, por orden alfabético de CC. AA.121:

AndalucíaColectivo 0-6 de CórdobaPlataforma en defensa de Servicios Educativos Municipales de GranadaConsejo de la revista InfanciaProfesorado y familias de escuelas infantiles y colegios públicos

AragónFederación de Enseñanza de CC.OO de AragónFamilias y profesionales

AsturiasAsesores y asesoras de CPRProfesorado y familias de colegios públicos escuelas infantiles e institutos de educación secundaria

BalearesPlataforma 0-6 de BalearesEquipo de Atención Temprana de Manacor-CamposAlumnado y profesorado de la Universidad de las Islas BalearesProfesorado, familias y alumnado de escuelas infantiles y de colegios públicosMiembros de la Fundació Espla i de les IslesMiembros del Patronat Escoles Municipals

CanariasFamilias y profesionales

CantabriaFamilias y profesionales

Castilla-La ManchaAsociación de Profesionales del 1º Ciclo de la Educación Infantil (APEI-CLM)

121. Actualizado a 14 de septiembre de 2008.

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Secretaría de Educación de la CGTFederación de Enseñanza de CCOOProfesorado y familias de escuelas infantiles y colegios públicosCastilla y LeónPlataforma de Castilla y León por la Defensa del 0-6Concejo Educativo de Castilla y León (MRP)F. S. P.-UGT de Castilla y LeónSindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Castilla y León STECyL-STES-iSindicato CGT de CyLJunta de Personal Docente de Centros Públicos no universitarios de ValladolidFederación de Enseñanza de CCOO de Castilla y LeónProfesorado y familias de colegios públicos de BurgosEquipo de atención temprana de SegoviaEquipos de atención temprana n.º 1, 2 y 3 de ValladolidEscuela Infantil Ntra. Sra. Fuencisla de SegoviaEscuela Infantil Solete de ValladolidAMPA de la Escuela Infantil Peter Pan de TordesillasProfesorado y alumnado de las facultades de Educación y Psicología de la Universidad de SalamancaCONFAPACAL (Confederación de Padres y Madres)Profesorado, alumnado y familias de colegios públicos, escuelas infantiles, institutos de educación secundaria de SalamancaComité de Empresa del personal laboral de educación, cultura y escuelas infantiles de Castilla y León en Valladolid

CataluñaCol·lectiu de Treballadores i Treballadors de l’Escola Bressol Municipal de BarcelonaConsejo de la Revista In-fàn-ciaAssociació de Mestres Rosa Sensat (MRP)Revista Guix infantil, de editorial Graó

CeutaProfesionales y familias

EuskadiProfesorado y familias de escuelas infantiles de Vitoria

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Consejo de la revista Infancia

ExtremaduraAsociación de Técnicos Superiores de Educación Infantil

GaliciaDepartamento de Pedagogía e Didáctica de la Facultad de Educación de A CoruñaFederación de Ensino de CCOO de Galicia (Secretaría de Acción Sindical Pública)Profesorado y familias de escuelas infantiles y colegios públicos

MadridPlataforma de Madrid en Defensa del 0-6 (Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Madrid, Secretaría de Educación de la CGT, Secretaría de Educación de Izquierda Unida, FAPA Giner de los Ríos, Consejo de la revista Infancia, AMPA del CEIP Buenos Aires de Pinto, Sindicato de Estudiantes, equipos de atención temprana de Madrid, profesorado de casas de niños, escuelas infantiles y colegios públicos)Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Madrid STEM-STES-iFederación Regional de Enseñanza de CCOODepartamento de Psicología Evolutiva y de la Educación y alumnado de la Facultad de Educación de la Universidad AutónomaDepartamento de Didáctica y Organización Escolar y Alumnado de la Facultad de Educación de la Universidad ComplutenseDepartamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Alcalá de HenaresAsociación de Vecinos La Flor del Barrio del PilarAsociación de Mujeres del Distrito de RetiroJunta de Portavoces de Escuelas Infantiles y Casas de NiñosEquipo de Atención Temprana de Colmenar Viejo y Tres CantosProfesorado y familias de escuelas infantiles y casitas de niñosProfesorado, alumnado y familias de colegios públicos e institutos de enseñanza secundaria

MelillaFamilias y profesionales

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MurciaFamilias y profesionales

NavarraPlataforma por el 0-3 (Consejo de redacción de la revista Infancia; las escuelas infantiles municipales de Villava, Ansoáin, Estella, Baztán, Cendea de Olza y Barañáin; las trabajadoras y los trabajadores de las escuelas infantiles municipales de Pamplona y de las escuelas infantiles del Gobierno de Navarra; otras trabajadoras, padres y madres de otros centros 0-3 años abiertos en Navarra; el Decanato de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, y el Departamento de Psicología y Pedagogía de la Universidad Pública de Navarra; la Asociación de Padres y Madres Herrikoa; el colectivo Sortzen-Ikasbatuaz; las asociaciones de padres y madres de las escuelas infantiles municipales Egunsenti, Haurtzaro y Mendebaldea de Pamplona y las asociaciones de padres y madres de la escuela infantil de Zizur, de la Escuela Infantil Arieta de Estella, de la Escuela Infantil Baztán y de la de Cencea de Olza; y los sindicatos ELA, la Federación de Enseñanza de CC. OO., la Federación de Enseñanza de UGT, LAB y STEE-EILAS); Asamblea de Ayuntamientos del 0-3 y Agrupación Electoral Iniciativa por Tafalla)

RiojaFamilias y profesionales

ValenciaProfesorado y familias de la E. I. Montichelvo y del C. Público El Castell

Ámbito estatalÁrea Federal de Educación de Izquierda UnidaConfederación de STES-intersindicalFederación Estatal de Enseñanza de CCOOFederación de Enseñanza de la Confederación General del Trabajo (CGT)Secretaría General de FETE-UGTSindicato de EstudiantesONG. Liga Española de la Educación y La Cultura PopularAsociación Pro Derechos Humanos de España

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Revista InfanciaRevista Aula

Apoyos personales al Mani�esto mediante cartas expresas, ordenados por orden alfabético según el nombre:

Alicia Vallejo Salinas (Lic. en Filosofía y Ciencias de la Educación)Alfredo Hoyuelos Planillo (doctor europeo en Filosofía y Ciencias de la Educación)Ana Baraja Miguel (directora del EAT de Villanueva de la Cañada)Andrés Ocaña Rabadán (teniente alcalde del Ayuntamiento de Córdoba)Ángeles Medina de La Maza (directora del Equipo de Atención Temprana de Colmenar Viejo-Tres Cantos de Madrid y profesora asociada del Departamento Interfacultativo de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid)Antonio Bautista García Vera (catedrático de Universidad y profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid)Antonio Díaz Narváez (profesor titular del Departamento de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid)Cintia Rodríguez Garrido (profesora titular de Universidad en Psicología Evolutiva y de la Educación; Facultad de Formación de Profesorado y Educación de la Universidad Autónoma de Madrid)Carmen León Fernández (Portavoz de la Plataforma de Córdoba contra la violencia de las mujeres)Concepción Sánchez Blanco (profesora titular en el Departamento de Pedagogía y Didáctica de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña)Carlos Esteban Sainz de la Maza (jefe de sección de Educación de Personas Adultas de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, miembro de la Sociedad Española de Pedagogía y experto universitario en Educación de Adultos)Carmelo Tovar Carravilla (médico psiquiatra, jefe de servicio del Centro Asistencial San Juan de Dios de Palencia, exprofesor de la Universidad de Valladolid)Elena Cortés Jimena (concejala de Educación e Infancia del Ayuntamiento de Córdoba)Elena Martí Ortega (profesora titular del Departamento

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Interfacultativo de Psicología Evolutiva y de la Educación. Facultad de Psicología de la UAM)Enrique Aguilar Benítez de Lugo (vicerrector de Política Científica de la Facultad de Medicina de Córdoba)Fernando Cembranos Díaz (psicólogo y sociologo. Cooperativa IC Iniciativas)Francesco Tonucci (Ricercatore dell’Istituto di Scienze e Tecnologie della Cognizione [ISTC] del Consiglio Nazionale delle Riscerche [CNR] di Roma, Italia)Francisca Majó i Clavell (psicopedagoga, miembro de la Associació de Mestres Rosa Sensat, de Catalunya, excodirectora de la revista Infancia)Francisco Tejada Gallegos (concejal del Ayuntamiento de Córdoba)Gema Paniagua Valle (orientadora del EAT de Leganés)Gerardo Echeíta Sarrionandía (director del Departamento Interfacultativo de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid)Hortensia Navarro Bravo (jefa del Departamento de Educación e Infancia del Ayuntamiento de Córdoba)Isabel Cabanellas Aguilera (profesora emérita de la Universidad Pública de Navarra)Isidro Moreno Herrero (profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid)Julia Angulo Romero (vicerrectora de EEES y Estudios de Grado de la Facultad de Ciencias de la Educación de Córdoba)José Antonio García Fernández (director del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid)José Gimeno Sacristán (catedrático de Didáctica y Organización Escolar en la facultad de CC. de la Educación de la Universidad de Valencia)José Luis Linaza Iglesias (catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid)Jurjo Torres Santomé (catedrático de Universidad de Didáctica y Organización Escolar y director del Departamento de Pedagogía y Didáctica de la Universidade da Coruña)Kevin Van Der Meulen (profesor contratado doctor en el Departamento de Psicologia Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid)

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Leonor Margalef García (profesora titular del Departamento de Didáctica de la Universidad de Alcalá de Henares y directora del profesorado universitario del Vicerrectorado de Formación Académica y Profesorado)Luis Javier Eguren Gutiérrez (profesor titular de Lengua Española del Departamento de Filología Española de la Universidad Autónoma de Madrid)Manuel Torralbo Rodríguez (vicerrector de Coordinación Institucional de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba)María Antonia Riera Jaume (profesora titular del Departamento de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la Universidad de las Islas Baleares; coordinadora de los Estudios de Magisterio Educación Infantil y miembro de la Plataforma 0-6 de Baleares)María Isabel Cuevas Fernández (profesora titular de Universidad en la Facultad de Psicología; Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid)M.ª Vicenta Pérez Ferrando (miembro del Consejo Escolar de Andalucía y profesora titular de la Universidad de Córdoba, Facultad de Ciencias de la Educación)Marta Casla Soler (profesora Asociada Lru, Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid)Moisés Garcia Crespo (director del EAT de Alcorcón)Pilar Pérez Llorente (directora del EAT de Alcobendas-San Sebastián de los Reyes)Primitivo Sánchez Delgado (profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid y subdirector del ICE de la UCM)Raúl García Medina (profesor del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Complutense de Madrid)Rosario Mérida Serrano (directora general de EES de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba)Rosa Aguilar Rivero (alcaldesa del Ayuntamiento de Córdoba)Rosa M.ª Candelario Ruiz (teniente alcalde del Ayuntamiento de Córdoba)

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2Informe técnico sobre los requisitos necesarios para impartir una educación infantil de calidad

Cintia RodríguezAsunción González Del Yerro

Departamento de Psicología Evolutiva y de la EducaciónFacultad de Formación del Profesorado y de la Educación

Universidad Autónoma de Madrid

Octubre 2008

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2. 1. Introducción

La humanidad tardó muchos siglos en descubrir la infancia. Delval (1994) narra, con indudable acierto, ese proceso lento por el que la sociedad empezó a tomar conciencia de su importancia y de las características peculiares de esta primera etapa del desarrollo, hasta entonces ignorada o considerada como una especie de adul-tez en miniatura. Fue un avance determinado, en gran parte, por la progresiva aparición de sociedades cada vez más complejas, que dio fin al tradicional proceso por el que los niños se incorporaban al proceso de producción y que obligó a institucionalizar un periodo de preparación para la vida adulta, que durante muchos años se ha estado iniciando a los seis/siete años de edad. No obstante, la inercia de esa forma tan simplista y trasnochada de percibir la infancia, a la que se refiere Delval, se sigue dejando sentir en algunos sectores de la sociedad actual.

Son tantos, tan espectaculares y rápidos los cambios que se pro-ducen en los primeros años de la vida, que es fácil caer en la ilusión o en el espejismo de creer que, en estas primeras fases del desarrollo, los niños y las niñas evolucionan de cualquier manera, con independen-cia de cuáles sean sus circunstancias, sus experiencias y sus contextos de crianza. Se tiende a pensar que el desarrollo temprano es un proce-so espontáneo e inexorablemente rectilíneo, como si solo la biología estuviese involucrada en la actualización del proyecto humano, pero la realidad se aleja de estos postulados de marcado carácter madura-cionista. Un niño no es un vegetal que crece en cualquier campo, ni

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un sujeto egocéntrico, solitario e inmune a las inclemencias que pue-da sufrir su contexto social inmediato, sino que es, por el contrario, un ser frágil y vulnerable que, efectivamente, necesita el cuidado y la protección necesaria para satisfacer sus necesidades fisiológicas, pero que precisa, del mismo modo, un contexto interpersonal que le invite a emprender el desarrollo cultural que nos constituye como personas (Rodríguez, 2003, 2006, 2007a).

La acción educativa no comienza en la escuela primaria con el dominio de los grandes sistemas semióticos como la lectura, la es-critura o el cálculo. La educación, como condición necesaria para el desarrollo psicológico y como «puerta de la cultura» (Bruner, 2007), comienza su larguísimo camino en el inicio de la vida. Los niños son desde el nacimiento sujetos de experiencia (de hecho, lo son desde el periodo prenatal) y necesitan procesos interactivos de carácter edu-cativo para construir los cimientos sobre los que se asentará su vida mental y los modos de relacionarse consigo mismos y con el mundo, tanto con los objetos como con las personas.

Piaget afirma con rotundidad que los primeros años constituyen un periodo de máxima creatividad, sin parangón con ninguna eta-pa posterior de la vida del individuo (Bringuier, 1977). Es entonces cuando arrancan las grandes construcciones del psiquismo humano, como la semiótica prelingüística con su amplio abanico de gestos, sig-nificados compartidos y convenciones que sustentan la comunicación con las otras personas cuando aún no hay palabras, y que permiten a los niños trascender la realidad física y percibir en los objetos los usos sociales que explican su presencia en la cultura e, incluso, co-menzar a regular su propia acción (Rodríguez y Palacios, 2007). Los contextos de relación posibilitan la aparición de los primeros sím-bolos, verdaderos instrumentos culturales que liberan los intercam-bios comunicativos de las ataduras espaciotemporales que impone el presente, posibilitan el desarrollo de la autorregulación, multiplican las posibilidades de comunicación y prestan al pensamiento un ins-trumento que expande sus posibilidades de razonamiento y afina su forma de aprehender la realidad. No nacemos con las herramientas propias de los humanos, nos hacemos humanos gracias a la acción educativa intencional de otros congéneres. La humanización es un proceso lento que requiere la confluencia de muchas interacciones, de muchas presencias, de muchos ajustes y de muchas correcciones. No

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ocurre ni en el vacío, ni en la periferia de la cultura (Bruner, 2001; Rodríguez y Moro, 1998, 2008), sino en el epicentro de un contexto interpersonal que inicia a los más pequeños en la comprensión y uso de las herramientas y de las redes de significado propias de la socie-dad que los acoge.

El descubrimiento social de la infancia y el reconocimiento de la necesidad de mimar este primer periodo de la vida condujo a la de-fensa de sus derechos, reconocidos legalmente en 1989 por la Asam-blea General de las Naciones Unidas, cuya declaración, la Conven-ción sobre los Derechos del Niño (UNICEF, 2006), se convirtió en la primera ley internacional sobre los derechos de todos los niños y niñas menores de 18 años, de carácter obligatorio para los Estados firmantes, entre ellos, España. Trece años más tarde, tras adherirse a los propósitos y principios manifestados en la Convención, la Asam-blea General se reunió para debatir temas relacionados con el desa-rrollo y el bienestar de la infancia, y los jefes de Estado y de Gobierno se comprometieron a seguir las directrices que permitieran crear «un mundo apropiado para los niños», en un plazo que culmina en 2010 (Asamblea General, 2002). En la III Conferencia Intergubernamental por una Europa y Asia Central Apropiadas para los Niños y las Ni-ñas, se constata la existencia de retos pendientes, especialmente, en áreas como la pobreza y la exclusión social de la infancia y se insta a la sociedad civil a movilizarse para avanzar en favor de los derechos de la infancia (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2006).

En España, siguiendo las directrices marcadas por la citada conferencia, un conjunto de entidades y organizaciones, respaldadas por un amplio sector de la sociedad y lideradas por la Plataforma de Madrid en Defensa del 0-6 están protagonizando campañas y manifestaciones para exigir al Gobierno promulgar la legislación necesaria para crear una escuela apropiada para los niños durante sus primeros seis años de vida y para invitar a la población a to-mar conciencia del empeoramiento progresivo que está sufriendo en nuestro país la educación de los más pequeños. Es una iniciativa loable, pues, a pesar de que la educación infantil es en España la eta-pa educativa no obligatoria más demandada por la sociedad actual (Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación y Ciencia, 2006), la firmeza con la que se defiende la necesidad de elevar la ca-lidad de la educación en las etapas educativas posteriores se debilita

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con frecuencia al hablar de la primera infancia.Con este documento queremos sumarnos a esta iniciativa, ex-

poniendo las bases psicopedagógicas que respaldan sus demandas acerca de la necesidad de impartir una educación de calidad en el pri-mer tramo educativo, presentando cuáles son los requisitos mínimos que deben cumplir los centros que asuman esta responsabilidad.

2.2. La importancia de impartir una educación infantil de calidad

Si queremos hacer de los centros educativos un mundo apro-piado para los niños, debemos asegurar que imparten una educa-ción infantil de calidad; vamos a defender esta necesidad esgri-miendo razones de índole neurológica, sociocultural, psicosocial y psicopedagógica.

2.2.1. Razones de índole neurológica

El cerebro es el órgano que experimenta un crecimiento mayor durante los primeros años de vida. Durante este primer periodo, el tejido neuronal se estructura, se organiza, se establecen las conexio-nes entre las neuronas que posibilitan el aprendizaje y el desarrollo de las funciones psicológicas (CONIN, 1998). La neurología actual considera que este desarrollo es el resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales, y subraya el papel que desempeña el contexto al ofrecer el estímulo necesario para que se formen las sinapsis, estos vínculos neuronales, y las experiencias necesarias para que se mantengan, pues las sinapsis que no se utilizan se pierden (Ei-senberg, 1999; Mulas y Hernández, 2005; Siegel, 2001).

Del mismo modo, afirman, basándose en la imposibilidad para aprender el lenguaje, observada en las personas que fueron abando-nadas en la infancia, en la pérdida sensorial que sufren los individuos que se vieron privados de las experiencias necesarias en los primeros años de vida y en las dificultades de aprendizaje que experimentan los niños procedentes de medios empobrecidos emocional, material o culturalmente, que existe un periodo crítico para este desarrollo cerebral que se sitúa en los primeros años de vida (CONIN, 1998; Eisenberg, 1999; Junqué, Rabassa y Mataró, 2004).

Naturalmente, los niños no necesitan ir a una escuela infantil para recibir el estímulo que su desarrollo neurológico precisa, pero

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los centros que no presten una atención educativa de calidad, sí po-drían inhibir este crecimiento neurológico y llegar a producir, como los ambientes empobrecidos previamente descritos, dé�cits perma-nentes (Bloom, 1968, citado por Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young Children, 1994). Las experiencias que los adultos proporcionan a los niños durante los primeros años de vida no solo constituyen un factor determinante del desarrollo neurológico, sino que pueden desempeñar una papel decisivo en la recuperación de le-siones corticales y de anomalías neurológicas debido a la plasticidad que caracteriza el sistema nervioso infantil (Asociación Mundial de Educadores Infantiles, 2000; Eisenberg, 1999; Mulas y Hernández, 2005; Siegel, 2001).

La neurología evolutiva muestra que la recuperación funcional derivada de intervenciones tempranas puede afectar a una gama de funciones psicológicas extensa. Hernández-Muela, Mulas y Mattos (2004) y Mulas y Hernández (2005) presentan casos de recuperación de niños afectados por anomalías motrices, sensoriales, lingüísticas y cognitivas, explican los mecanismos neurológicos que lo posibilitan y enfatizan la importancia de que la intervención sea temprana. La escuela infantil no siempre podrá desarrollar por sí sola estos pro-gramas de intervención temprana, pero sí debe detectar precozmente a los niños que la precisan, pues la edad de inicio de los programas de recuperación determina la cuantía de los logros conseguidos, y colaborar en su aplicación (Asociación Mundial de Educadores In-fantiles, 2000).

2.2.2. Razones de índole sociocultural: necesidad de compensar las de�ciencias en los entornos socioculturales más desfavorecidos

La investigación muestra que los niños que viven en condicio-nes de pobreza alcanzan un rendimiento académico escaso, abando-nan con frecuencia la escuela, tienen una probabilidad mayor de ser padres en la adolescencia, de consumir drogas ilegales, de engrosar por tiempo indefinido las listas del paro y de cometer actos de delin-cuencia (FPG Child Development Institute, 2007; Reynolds, Mann, Miedel y Smokowski, 1997). Los resultados que muestran estas in-vestigaciones no son realmente novedosos. De hecho, los programas de atención a la infancia se iniciaron con el objetivo de compensar las deficiencias existentes en los entornos socioculturales desfavorecidos.

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La iniciativa parte de Estados Unidos, donde se empezaron a aplicar los conocidos programas Head Start, dirigidos a optimizar el desarro-llo de los niños que vivían en condiciones sociales de pobreza y a me-jorar el papel educador que desempeñaban sus familias. El desarrollo de estos programas desencadenó a un tiempo el diseño y la aplicación de programas similares, y la realización de investigaciones dirigidas a valorar su eficacia. Los resultados de estos últimos estudios, revisados por Eming (1996), le permiten ser contundente al seleccionar el títu-lo con el que publicó su trabajo: «Desarrollo del niño en la primera infancia: una inversión en el futuro»; sus datos muestran los efectos positivos que estos programas consiguen a corto plazo (Schweinhart, 1992) y a largo plazo siempre y cuando promuevan adecuadamente la participación de las familias (Zigler y Muenchow 1992).

Su conclusión se ratifica en años posteriores. Los programas edu-cativos de calidad dirigidos a los niños que se encuentran en condicio-nes de pobreza, mejoran su lenguaje, su madurez social y emocional, su autoestima, sus pautas de atribución, sus habilidades sociales, la capacidad para regular su propio aprendizaje, su motivación, sus as-piraciones académicas y su rendimiento posterior; reducen el absen-tismo escolar, la posibilidad de que presenten necesidades educativas especiales, repitan curso, abandonen la escuela y sean arrestados a los 18 años por crímenes violentos; promueven una mayor colaboración con las familias y mejoran las actitudes que estas muestran hacia el entorno escolar y las expectativas relacionadas con el futuro de sus hijos, y, junto con otros servicios de apoyo a la infancia, contribuyen a prevenir situaciones de abuso y maltrato (Barnett, 1998; Bryant y Maxwell, 1997; California Childcare Health Program, 2006; Cot-ton y Faires, 2001; Fisher, Thompson y McHugh, 2000; Matthews y Ewen, 2006; Oden, Schweinhart y Weikart, 2000; Ou y Reynolds, 2004; Reynolds, Temple, Robertson y Mann, 2001). Es importante destacar que la eficacia de estos programas es tanto mayor cuanto menor es la edad en la que los niños comienzan a beneficiarse de ellos (Reynolds y Wolfe, 1997).

Los estudios realizados sobre la atención educativa de los niños que se encuentran en situación de riesgo social no nos deben resultar ajenos. El Instituto de la Infancia y Mundo Urbano (2006) constata que en España una cuarta parte de los niños menores de quince años se encuentra en riesgo de pobreza y, del mismo modo, la III Conferen-

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cia Intergubernamental, a la que antes nos referíamos, señala que uno de cada cinco niños europeos vive por debajo de las líneas nacionales de pobreza y alienta a las políticas nacionales a hacer de la escuela uno de los instrumentos clave para erradicar la pobreza infantil y fo-mentar la inclusión social (Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2006).

No obstante, no todo tipo de escolarización previene los efectos perniciosos asociados a las condiciones de pobreza. Los programas educativos mediocres no resultan �nalmente e�caces, ni reducen la delincuencia a largo plazo, ni mejoran las actitudes y la competen-cia de los niños que se encuentran en riesgo de marginación, ni fa-vorecen su inclusión social, según afirman Reynolds, Mann, Miedel y Smokowski (1997), tras revisar los estudios sobre los efectos que tienen este tipo de programas sobre la población infantil en riesgo. Y nosotros nos tememos que sean estos programas mediocres los que, por su bajo coste, terminen implantándose de forma generalizada en España, si no se promulga una legislación que lo impida y garantice que no quedan en el abandono algunas CC. AA.

En España tendemos a buscar soluciones a corto plazo para resolver los problemas que se plantean sin valorar las perniciosas consecuencias que esas soluciones pueden presentar en el futuro. Un ejemplo de esta afirmación la encontramos en la respuesta educa-tiva dada al alumnado inmigrante; se ha optado por escolarizarlo en escuelas que concentran porcentajes muy elevados, a veces hasta el 100%, de poblaciones en situaciones de marginación y exclusión social122 (según los datos presentados por el Defensor del Pueblo en 2003). Estas escuelas-gueto no proporcionan a la infancia en riesgo, que ya de por sí encuentra mayores dificultades para adaptarse al contexto escolar (Díaz Aguado y Martínez, 2006), la posibilidad de conocer y de relacionarse con un mundo diferente al suyo y, por lo tanto, la condenan a reproducir o a incrementar en sus propias vi-das la situación de desventaja que sufren sus familias. Los niños que «se educan» marginados serán adultos marginados, y la marginación, como no podía ser de otra manera, conduce a la violencia y a la de-

122. Solo en Madrid, por ejemplo, en el año 2004, el porcentaje de alumnos inmigrantes en casi medio centenar de centros educativos variaba entre el 50 y el 75 %, según la noticia publicada el 26 de enero de 2004 por el De-fensor del Menor.

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lincuencia (Defensor del Pueblo-UNICEF, 2000, 2007; Díaz Aguado, 1996, 2005; Díaz Aguado y Martínez, 1996; Echeíta y otros, 2002).

España no ha sido el único país que ha cometido el error de crear aulas infantiles segregadas; sigue la línea de otros países que, al menos, han tenido el acierto de evaluar la calidad de la educación que estos centros imparten. Pianta, Howes, Burchinal, Bryant, Clifford, Early y Barbarin (2005) observan que la calidad de la educación im-partida en las aulas preescolares, en las que el 60 % de los niños viven por debajo del umbral de la pobreza, es inferior a la calidad de la educación impartida en el resto de las aulas. Los niños que pertene-cen a familias que se encuentran en situaciones difíciles se educan en escuelas de peor calidad. La psicología ecológica defiende que el desa-rrollo no puede ser comprendido con independencia de los contextos en los que se produce. De hecho, define el desarrollo como un cambio perdurable en el modo en que una persona percibe su ambiente y se relaciona con él (Brofrenbrenner, 1979). Cuando los contextos más relevantes del desarrollo, la familia y la escuela, se encuentran mer-mados, las posibilidades de desarrollarse «con éxito» se reducen al mínimo (Rodrigo y Palacios, 1998).

2.2.3. Razones psicosociales: necesidad de optimizar el desarrollo de los niños con alteraciones del desarrollo o con riesgo de padecerlas

En este apartado vamos a justificar la importancia que tiene mantener altas cotas de calidad en los contextos en los que los ni-ños con discapacidad desenvuelven sus vidas (Galofre y Lizán, 2005). Para ello, queremos empezar recordando que nuestra legislación de-fiende el derecho a la normalización123, postula que todos los niños, con dé�cits y sin ellos, tienen derecho a ser educados en los centros educativos ordinarios y a encontrar en estos centros una respuesta adecuada a sus necesidades educativas y, del mismo modo, les recono-ce el derecho a recibir atención desde el momento en el que se detecta

123. Tal y como dispone la Ley 13/1982, de 7 de abril, de Integración Social de los Minusválidos, el Real Decreto 696/1995, de 28 de abril, de ordena-ción de la educación de los alumnos con necesidades educativas especiales y la Ley 2/2006, de 3 de mayo, de Educación, Ley 51/2003 de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad.

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la discapacidad.Desde hace ya varias décadas, y siguiendo las directrices mar-

cadas en 1992 por la antigua American Association on Mental Re-tardation (Asociación Americana de Retraso Mental, 2000), en la actualidad, American Association on Intellectual and Developmental Disabilities, se reconoce el carácter interactivo de la discapacidad, es decir, se afirma que la discapacidad (o la restricción o ausencia parcial o total de la capacidad o habilidad para realizar o desarrollar una actividad o tarea124), derivada de las deficiencias (anomalías o mal-formaciones, congénitas, adquiridas o sobrevenidas por accidente, que afectan a la estructura o normal funcionamiento de un órgano o conjunto de ellos125), depende tanto de las condiciones de la persona, como de las condiciones del contexto físico y social (Shalock, 1999; Tamarit, 1995; Verdugo, 2003). Todo centro educativo tiene el deber, por tanto, de reducir la discapacidad, tal y como proclamaba, hace ya 30 años, Mary Warnock y para ello deben ser muy exigentes con respecto a la calidad de la educación que imparten.

La atención temprana es el conjunto de intervenciones, dirigi-das a la población infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen como objetivo dar respuesta lo más pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen riesgo de padecerlos (Federa-ción Estatal de Asociaciones de Profesionales de Atención Temprana, GAT, 2005).

La perspectiva teórica actual sobre la atención temprana defien-de, como Warnock (1978), la necesidad de plantear la optimización de los contextos en los que los niños desenvuelven sus vidas como el objetivo esencial de su intervención. Afirma, con Rodríguez (2003), que es la educación la que permite, con frecuencia, impedir que una discapacidad se instaure y la herramienta que promueve mejor el de-sarrollo. Cuando la biología no ha hecho su trabajo, la educación es la mejor herramienta. Como afirman Shonkoff y Marshall:

(...) concepciones previas sobre la inmutabilidad del daño cerebral, han dado paso a una apreciación mayor del impacto mutuo de la

124. Según definición de la Organización Mundial de la Salud (1983).

125. Ídem.

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naturaleza y de la educación. Los daños biológicos del sistema nervioso central presentan efectos variables para el desarrollo del niño. Dicha diversidad de resultados refleja el impacto de las diferencias individuales en la resiliencia constitucional del niño, así como la influencia crítica de los cuidados del medio en el desarrollo temprano (2000, pág. 36, el subrayado es nuestro).

Vamos a revisar algunos argumentos situados en la perspectiva de la psicología ecológica. Sameroff y sus colaboradores (Sameroff y Chandler, 1975; Sameroff y Mackenzie, 2003) consideran que el de-sarrollo es el producto de la interacción entre la dotación genética y el contexto, y que, consecuentemente, los problemas que muestran los niños con daño neurológico no se deben tanto al daño en sí mismo, como a las repercusiones que tiene este daño sobre el medio social, que responde de una forma diferente a la conducta peculiar, desco-nocida e inesperada que muestra el niño, determinando, a su vez, sus conductas posteriores; se generan así, con frecuencia, pautas de inte-racción anómalas que son, finalmente, las responsables de la forma de actuar que el niño manifiesta.

La gravedad de la discapacidad depende, por lo tanto, de la actuación del contexto social. Los interlocutores capaces de detectar las señales de los niños que presentan déficits, de ofrecerles la oportu-nidad de intervenir, de alentar el cambio de turnos, de interpretar sus conductas comunicativas y de mostrarse sensibles a sus demandas, establecen pautas de interacción que, en muchos casos, impiden que la discapacidad se instaure y, en todos, reduce su impacto.

La actuación del contexto social en los primeros años de vida no ejerce solo un papel determinante en la situación actual, sus efectos perduran a lo largo de toda la vida. La intervención en estas etapas clave puede prevenir la aparición de discapacidades en los casos de vulnerabilidad biológica, promover patrones de desarrollo alternati-vos que permitan superar algunas dificultades ya manifiestas y evitar la aparición de los trastornos secundarios que, irremediablemente, aparecen acompañando los déficits cuando la intervención temprana se ausenta o resulta inadecuada (Vidal y Díaz, 2002).

De hecho, como ocurre al disparar un cañón, los efectos de una intervención temprana de calidad parecen ir incrementándose con el tiempo (Reynolds y Wolfe, 1997), como si solo la distancia permitie-

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ra captar el alcance de una actuación que en los momentos iniciales modificó el ángulo con el que se iba a lanzar el desarrollo.

Es una práctica habitual, sobre la que nos alerta Rodríguez (2003), comenzar a alarmarse cuando los niños se van haciendo mayores y no hablan, como si no estuvieran dando signos de alarma y mostrando que «algo va mal» antes de que aparezca el lengua-je. Una discapacidad conduce a otra discapacidad (que podemos llamar secundaria) si no se produce una intervención eficaz en el momento adecuado.

La evidencia científica reunida en los últimos diez años, revisa-da por Candel (2003), demuestra que una atención temprana inten-siva, focalizada en el niño y en la familia, y que procura los apoyos necesarios conduce a una mejoría en el pronóstico de la mayoría de los niños y niñas con alteraciones del desarrollo, y que puede mejorar el cociente intelectual, el lenguaje y la integración social en la escuela, reduciéndose, así, la necesidad de educación especial.

Para Guralnick (2001, 2006) el desarrollo es el resultado de tres pautas de interacción: a) las pautas de interacción y comunicación que los niños establecen con sus padres (y otros agentes educativos), al estilo de Sameroff y su equipo; b) el conjunto de experiencias que los padres procuran a sus hijos entre las que incluye la calidad del ambiente físico, los juguetes que compran, la red social familiar, la ayuda que prestan a la formación del grupo de iguales, las experien-cias y servicios comunitarios y, especialmente, la selección de la escue-la infantil; y c) los cuidados relacionados con la salud y la seguridad del niño (nutrición, vacunas, protección contra la violencia, etc.). Y afirma la necesidad de centrar la intervención temprana en optimizar los tres patrones de interacción señalados, entre los que, como hemos visto, la escuela infantil ocupa un puesto prioritario.

Por ello, actualmente, se aconseja iniciar la escolarización a edades muy tempranas a los niños con discapacidad, de alto riesgo o de patología no evidente, pues se considera que la acción de la escuela infantil constituye un elemento que promueve su desarro-llo y proporciona a las familias modelos de conducta y pautas de actuación que repercuten favorablemente en el desarrollo del niño (Candel, 2003). La necesidad de que la educación impartida sea de calidad en estos casos se agudiza (Committee on Early Childhood, Adoption and Dependent Care, 2005a).

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Naturalmente, este proceso requiere la actuación eficaz de una red de intervención temprana de calidad. Tenemos que lamentar que la legislación española en vigor, en particular la de la Comunidad de Madrid, no la garantice y que estemos asistiendo a un deterioro alarmante de la misma y, quizá, a su desaparición como servicio so-cioeducativo.

Por último, queremos destacar que el carácter funcional con el que se pretenden diseñar los programas de intervención temprana en la actualidad genera, del mismo modo, la necesidad de optimizar la calidad de la educación que se imparte en el contexto escolar (y fa-miliar). Un ejemplo de esta aproximación teórica es la «Intervención basada en la actividad», liderada por Bricker (1991), quien invita a los responsables del diseño de los planes de atención temprana a in-sertar los objetivos de intervención en las rutinas características del contexto, en actividades que planifica el adulto para ser desarrolladas en la escuela o en la familia y en actividades iniciadas espontánea-mente por el niño.

La atención temprana adopta en la actualidad una aproxima-ción naturalista y funcional, encuentra en la optimización de los con-textos la clave que propicia el éxito de su intervención y, por lo tanto, insta a la escuela a impartir una educación infantil de máxima cali-dad, pues constituye, junto con la familia, el contexto más importante de la vida de un niño.

2.2.4. Razones psicopedagógicas

La escolarización infantil, como la del resto de las etapas, ha surgido como respuesta a una necesidad social. En España, el número de alumnos de esta primera etapa educativa se ha ido incrementando en los últimos años hasta llegar a superar, en el curso 2006-07, al de los estudiantes de bachillerato y formación profesional, a medida que ha ido disminuyendo la cantidad de escolares de la ESO, desde el curso 2001-2002126.

La demanda en otros países ha experimentado una progresión similar. Esta tendencia alcista ha generado en las últimas décadas una inquietud también creciente por conocer los efectos que los diferentes

126. Según datos previstos por la Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación y Ciencia (2006).

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programas tenían sobre el desarrollo de los niños y, por lo tanto, al desarrollo de numerosas investigaciones dirigidas a valorar las con-secuencias de los programas y a identificar las variables responsables de las mismas.

Sus resultados muestran que, efectivamente, los programas de alta calidad repercuten positivamente sobre las familias, sobre el de-sarrollo cognitivo, social, afectivo y lingüístico y sobre su prepara-ción para ir al colegio (Vandell, 1996; California Childcare Health Program, 2006; Clifford, Peisner-Feinberg, Culking, Howes y Kagan, 1998; Committee on Early Childhood, Adoption, and Dependent Care, 2005; Howes y Brown, 2000; Peisner-Feinberg y Burchinal, 1997; Sterling, 2003).

Howes y Brown (2000), tras revisar las investigaciones existen-tes sobre el tema, explican con detalle estas repercusiones positivas: los niños que asisten a centros de calidad establecen interacciones más positivas con sus compañeros, participan mejor en actividades cooperativas, obedecen con una frecuencia mayor, presentan menos problemas de conducta, adquieren un vocabulario más amplio y se encuentran mejor preparados para el aprendizaje de la lectura y de las matemáticas que los alumnos de programas educativos mediocres.

Debemos señalar que estas investigaciones son complejas desde el punto de vista metodológico pues, generalmente, se basan en el análisis de las correlaciones existentes entre el nivel de desarrollo de los niños y el nivel de calidad del centro educativo y que, junto a las correlaciones señaladas, los investigadores encuentran correlaciones positivas entre los centros educativos de calidad y los contextos fami-liares favorables. No obstante, la revisiones realizadas constatan que los efectos positivos de los programas de calidad se mantienen inclu-so cuando se controla esta última variable (Vandell y Wolfe, 2000; NICHD, 1998), aunque la evidencia empírica que avala las conse-cuencias positivas, apreciables y duraderas que tienen los programas educativos de calidad sobre el desarrollo de los niños cuyas familias viven en situaciones de pobreza es mayor (Patten y Ricks, 2000).

En la actualidad, nadie duda del papel que juega la educación infantil en el desarrollo de los más pequeños. El problema es que no todo tipo de acción pretendidamente educativa es válida, ni todo contexto es capaz de favorecer el desarrollo, algunos pueden incluso dificultarlo. La investigación muestra que los programas mediocres

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preparan peor a los niños para las demandas escolares, pueden resul-tar nocivos para su desarrollo lingüístico, social y afectivo, e incre-mentar los niveles de agresión y desobediencia en años posteriores (Belsky, 1992; Hayes, Palmer y Zaslow, 1990; Committee on Early Childhood, Adoption and Dependent Care, 2005a; NICHD, 1998, Ronald, Griffin, Fenichel, Segal, Santón y Weissbourd, 2003).

Una de las investigaciones más ambiciosas sobre las repercusio-nes que tienen los programas educativos sobre el desarrollo infantil fue la realizada por el National Institute of Child Health and Human Development (NICHD, 1998). Se trataba de un estudio longitudinal en el que se efectuó un seguimiento del desarrollo de 1364 niños que asistían a diferentes centros diurnos, durante sus siete primeros años de vida. Los resultados obtenidos muestran que los efectos de los programas impartidos en el primer ciclo están determinados por el nivel de calidad de la educación impartida. Los programas educativos de calidad incrementaron el nivel de desarrollo cognitivo y comuni-cativo de los niños que se beneficiaron de ellos, y su preparación para ingresar en la escolaridad obligatoria, redujeron la presencia de pro-blemas de conducta y mejoraron la calidad del apego que establecían con sus madres, siempre y cuando, señala Sterling (2003), refiriéndo-se a niños menores de dos años, la jornada escolar no sobrepasara las ocho horas. Mientras que, por el contrario, los niños que asistían a centros de baja calidad mostraron un número mayor de problemas de conducta y establecieron relaciones más conflictivas con sus madres (que tendían a mostrarse menos sensibles con sus hijos a medida que se incrementaba el número de horas diarias que los niños pasaban en el centro).

Queremos hacer constar que los efectos positivos o negativos que ejercen los programas educativos sobre los niños se intensifican cuando se dirigen a niños con necesidades educativas especiales y a los que se encuentran en situación de riesgo psicosocial (Committee on Early Childhood, Adoption and Dependent Care, 2005b). Esta es una razón más que nos obliga a resaltar la importancia de que el Estado establezca un currículo básico de educación infantil, que sea común a todo el territorio nacional y que garantice que los decre-tos curriculares que presenten las distintas comunidades autónomas cumplan con los requisitos mínimos de calidad que establezca; y a denunciar el Decreto de 17/2008, presentado por el Consejo de Go-

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bierno de la Comunidad de Madrid, por omitir los contenidos curri-culares del primer ciclo de educación infantil y por presentar, para el segundo ciclo, una oferta curricular que ni en su contenido ni en su estructura respeta los principios psicopedagógicos que deben regir la enseñanza en esta etapa educativa; pues la propuesta organiza los contenidos por bloques curriculares, en lugar de hacerlo por ámbitos de experiencia para ajustarse a la forma con la que los niños perci-ben la realidad y a sus procesos de aprendizaje, establece contenidos que no se ajustan a su nivel de desarrollo (especialmente, en las áreas instrumentales) y omite otros que resultan esenciales para asegurar el desarrollo armónico de su personalidad.

En esta misma línea, Bowman, Donovan y Burns (2000), tras describir las sorprendentes y no siempre reconocidas capacidades que poseen los niños, nos aconsejan no caer en el error de adoptar mé-todos y currículos propios de la educación primaria y nos recuerdan que, durante esta etapa, la enseñanza globalizada y la integración de los contenidos curriculares en áreas de experiencia estimula mejor el aprendizaje de los alumnos y mejora su preparación para afrontar las demandas más complejas que plantea posteriormente la escuela.

Estamos afirmando la importancia de impartir una educación de calidad; veamos ahora qué requisitos debe reunir la escuela para poder hacerlo.

2.3. Requisitos para impartir una educación infantil de calidad

Los investigadores interesados en identificar los factores sobre los que se asienta la calidad educativa han analizado las posibles co-rrelaciones existentes entre el nivel de desarrollo de los alumnos y las variables consideradas relevantes que suelen dividirse, como explica Lera (2000), en dos grupos: 1) las variables estructurales o política-mente regulables, como la ratio, el espacio y la formación y experien-cia de los docentes y 2) las variables vinculadas al proceso educativo, como la relación con las familias, el clima del aula, el tipo de activi-dades desarrolladas, la estimulación de los niños y el uso del espacio y los materiales. Las variables que han resultado más relevantes en dife-rentes estudios (Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young Children, 1994; Frede, 1998; Lera, 2007; Clarke-Stewart, Gruber y Fritzgerald, 1994) son las siguientes:

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• La formación y la experiencia del profesorado.• La ratio y el tamaño de las aulas.• Las variables implicadas en el proceso educativo, como el estilo

educativo, el carácter lúdico de las actividades, la capacidad del profesor para crear ambientes que promuevan relaciones cálidas y positivas entre los niños y el personal, la relación con las familias, etc.

Los estudios sobre calidad educativa realizados a nivel interna-cional parecen, del mismo modo, confirmar la importancia de estas variables. Así, los resultados del informe Pisa muestran que son preci-samente los países que como Finlandia optimizan las variables estruc-turales en la etapa de la educación infantil, aquellos cuyos alumnos obtienen mejores resultados en etapas educativas posteriores.

Dados los objetivos de este informe, y el progresivo empeora-miento que están sufriendo las variables estructurales en España, va-mos a centrar nuestro análisis en estas variables, porque, como afir-man Howe y Brown (2000) tras revisar las investigaciones existentes sobre el tema, la carencia de unos mínimos estructurales impide man-tener con calidad las variables de proceso y porque, como también señalan dichos autores, las variables de proceso mejoran cuando me-joran las estructurales. Aunque consideramos que, siendo estas un requisito necesario, no siempre resultan suficientes.

2.3.1. La formación de los maestros de educación infantil

Antes de exponer los resultados que aportan las investigaciones sobre este tema, queremos tratar de responder a una pregunta que, de forma algo intuitiva, todos nos podríamos plantear: ¿por qué resulta tan necesaria la formación del profesorado para educar a los niños?

El bebé humano es la criatura más débil que existe sobre la tierra. Bruner (1972) nos enseñó que la evolución había seleccionado extremar y prolongar el periodo de inmadurez en la especie humana, depositando, en esa debilidad y dependencia, la flexibilidad necesaria para que el desarrollo de sus funciones psicológicas se ajustase a las necesidades de su grupo social que, a su vez, lo moldea y posibilita (Linaza, 2007). La psicología sociocultural mostró que el medio so-

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cial no solo actúa estimulando el desarrollo, sino que, como decía Ri-vière (1996), lo conforma, determina su formación, dibuja el camino que recorre su ontogenia (o desarrollo de cada individuo).

Esta peculiar disposición al aprendizaje con la que nace la espe-cie humana se acompaña de una inclinación a la enseñanza. La obser-vación de diferentes actividades, juegos y rutinas diarias ha permitido constatar que la actuación materna (y paterna) posee los rasgos que parecen conducir a un buen aprendizaje, integran desde el principio al niño en la tarea, proponen actividades ajustadas a su nivel de desa-rrollo, proporcionan las ayudas que requieren, administrándolas en función de las dificultades que sus hijos experimentan y a los progre-sos que realizan, etc. (Rogoff, 1990). Sin embargo, este conocimiento pedagógico de carácter intuitivo que se pone de manifiesto en el con-texto familiar e, incluso, la sensibilidad y la capacidad de responder con acierto y prontitud a las demandas infantiles, aun siendo carac-terísticas importantes en la educación de los niños, como señala del Barrio (1994), no nos capacitan para actuar como maestros en una escuela de educación infantil. Veamos los porqués.

En primer lugar, por las diferencias existentes entre el contexto escolar y el contexto familiar consideradas desde un punto de vista institucional. La escuela, como entidad responsable de la educación formal de los niños, constituye una organización con sus propios pro-fesionales, regulaciones y dinámicas de funcionamiento que se deben conocer para poder participar activa y eficazmente en el diseño, desa-rrollo y evaluación de un proyecto educativo válido como miembro de un equipo docente.

En segundo lugar, porque la escuela es uno de los agentes más relevantes de la atención temprana (Galofre y Lizán, 2005). Tiene la obligación de compensar las carencias asociadas a entornos sociales empobrecidos y de prevenir y detectar posibles dificultades, proble-mas y retrasos en el desarrollo, y ello requiere conocer en profundi-dad las características de las distintas etapas del desarrollo, dominar los procedimientos de observación sistemática para determinar si el proceso evolutivo se ajusta o no a lo que debemos esperar en función de la edad y tener la capacidad para convertir la escuela en un espa-cio de intercambio, que promueva la participación de las familias y establezca espacios de colaboración que conduzcan a un continuo

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enriquecimiento mutuo. Y esto es algo que no puede improvisarse, sino que requiere una esmerada capacitación previa.

En ausencia de una preparación previa, existe una tendencia generalizada a utilizar en la enseñanza los modelos que hemos experi-mentado siendo niños, que suelen ser modelos excesivamente forma-listas que sobrevaloran la importancia de los contenidos académicos. Esta tendencia resulta nefasta cuando se aplica a la escuela infantil (Trevarthen, 2002). La enseñanza en la infancia debe responder a las características peculiares de esta etapa de la vida y ajustarse a su modo particular de aprender, de explorar el mundo y de relacionarse con los demás.

En esta misma línea, Cotton y Faires (2001) afirman la nece-sidad de evitar aplicar en la escuela infantil el tipo de programas propios de etapas educativas posteriores, pues ni su metodología se ajusta a las características evolutivas propias de la etapa 0-6, ni res-ponden a sus necesidades educativas, ni han conseguido conducir a los centros infantiles que las aplican a obtener puntuaciones altas en la calidad de la educación que imparten. Las investigaciones revisa-das sugieren que la posibilidad de que los alumnos se impliquen en conductas sociales negativas en años posteriores se incrementa cuan-do los centros a los que asistieron de niños impartían programas educativos «para mayores» (y nos tememos que sean de este tipo los programas que terminen implantándose en los segundos ciclos de educación infantil que se imparten en los colegios de educación infantil y primaria). La propuesta a debate presentada por el Minis-terio de Educación y Ciencia en 2004 se pronuncia en esta misma línea, como también lo hacen la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (2000) y Ronald, Griffin, Fenichel, Segal, Szanton y Weiss-bourd (2003), entre otros.

El conocimiento intuitivo de la enseñanza propio de nuestra es-pecie no nos capacita para actuar de forma competente en la escuela infantil que es, en la actualidad, un contexto caracterizado por la di-versidad: diversidad de hábitos, procedencias, culturas, capacidades, intereses, experiencias previas, contextos de socialización, etc. Dise-ñar y regular contextos de aprendizaje que respondan a las necesida-des de cada uno, que inviten a valorar la diferencia, que promuevan la inclusión y que enseñen explícitamente las habilidades y actitudes necesarias para la convivencia requiere una capacitación previa.

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Realmente también la requerirían contextos escolares más sen-cillos por las propias diferencias existentes entre la escuela y la fa-milia. Son diferencias que afectan a las pautas de interacción con adultos e iguales, a las actividades realizadas, al lenguaje utilizado, a la cantidad y tipo de normas que regulan la conducta de los niños, al espacio, etc. (Asociación Mundial de Educadores Infantiles, 2000).

Convertir este contexto peculiar en un entorno de aprendizaje adecuado requiere asegurar el bienestar emocional de los niños, crear un entorno seguro que promueva las relaciones sociales y el senti-miento de pertenencia al grupo, asegurar la participación y la cola-boración de todos en todas las actividades de la escuela y transmitir confianza en uno mismo y en las propias posibilidades (Ford, Davern y Schnorr, 1999). Y participar activa y eficazmente en el diseño del entorno físico (los espacios del aula, los centros de aprendizaje, el mobiliario, las paredes, los materiales), de las actividades (y de los tiempos de transición de unas actividades a otras), de los horarios y las rutinas127, y hacerlo en función de las necesidades de los niños, de los intereses que expresan y de los apoyos necesarios para asegurar su éxito y el bienestar individual y social requiere una formación previa especial.

Por lo tanto, no pueden extrañarnos los resultados que las investigaciones sobre la calidad de la educación infantil han obte-nido con relación a la formación de los profesores. Veamos estos resultados.

La formación de los maestros es una de las variables que de-

127. Muchas de estas rutinas, especialmente, la alimentación, la siesta y el baño o cambio de pañales, requieren, del mismo modo, poner en práctica procedimientos que protejan la salud y la seguridad de los niños. California Childcare Health Program (2005) menciona algunas de estas prácticas sa-ludables como, por ejemplo, la necesidad de lavarse las manos tras cambiar los pañales (aun cuando se utilicen guantes), el riesgo de infecciones que presenta esta actividad cuando se realiza en el suelo, la necesidad de avisar a los padres de que las cremas que usan sus hijos contienen plomo (en el caso de que así sea), la conveniencia de utilizar guantes de vinilo en lugar de látex, pues este material dificulta la expansión de gérmenes, y, del mismo modo, orienta sobre la manera de diseñar el espacio para reducir el peligro físico, el procedimiento y los criterios que se deben seguir al acostar a los niños, métodos a aplicar para prevenir caries e infecciones de oído y un largo etcétera relacionado, entre otros, con las prácticas saludables relacio-nadas con la alimentación, que no parece que puedan ponerse en práctica de manera intuitiva.

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termina la calidad de la enseñanza que imparte un centro. Los cen-tros que puntúan más alto en la calidad de su atención educativa tienen maestros con una formación más amplia y especializada en Educación Infantil (Whitebook, 1995; Howes y Brown, 2000; Ster-ling, 2003). Estos maestros cuali�cados promueven con mayor acier-to la salud, la seguridad y el desarrollo cognitivo, lingüístico, social y emocional de los niños, tienden a ser más constructivos y menos críticos en sus valoraciones, diseñan mejores actividades y ambientes de aprendizaje, participan y se involucran más en los juegos infantiles, y establecen relaciones más sensibles y afectuosas con sus alumnos (especialmente con los del primer ciclo, según la revisión de Kontos y Wilcox-Herzog, 2003) que, a su vez, se muestran más sociables, cooperativos y persistentes en la realización de las tareas (Bowman, Donovan, Sand y Burns, 2000; Burchinal, Howes y Kontos, 2002; Fiene, 2002; Howes, 1983; Howes y Brown, 2000; Howes y Stewart, 1987; NICHD Early Child Care Research Network, 1999; Sandfore y Fiene, 2004; The Trust for Early Education, 2006; Vandell y Wolfe, 2000).

No obstante, no resulta válida cualquier tipo de formación. Tras revisar las investigaciones existentes sobre el tema, Howes y Brown (2000) concluyen que solo los maestros que tenían una formación universitaria especializada128 en Educación Infantil obtuvieron pun-tuaciones situadas entre bien y excelente, y son estas las puntuaciones que realmente produjeron efectos positivos duraderos. Los maestros que no recibieron esta formación tendían a implicarse menos en las actividades y en los juegos de los niños, y en estas situaciones los ni-ños se muestran más descontentos, lloran con frecuencia y establecen vínculos de apego más inseguro (Vandell y Wolfe, 2000).

Las habilidades necesarias para impartir una educación de cali-dad no se improvisan, no son innatas, son el producto de una buena formación y se van refinando en el trabajo con el paso del tiempo (The Trust for Early Education, 2006).

La propuesta a debate presentada por el Ministerio de Edu-

128. Es curioso constatar que en los hogares de cuidado infantil con licen-cia que existen en EEUU, la capacitación del personal predecía la calidad del cuidado infantil, mejor incluso que las ratios (proporción adultos/alum-nos por aula) —al menos, cuando la ratio es 1/6 (Honig y Hirallal, 1998, citado por Sterling, 2003)—.

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cación y Ciencia en 2004 se pronuncia en esta misma línea. Como también lo hace Gil Traver (1999), como asesora técnica del Instituto Nacional de Calidad y Evaluación en España, al afirmar que el profe-sorado sigue siendo el recurso más relevante en el sistema educativo y del que parece demostrado que dependen, en mayor medida, los resultados obtenidos por los alumnos.

En la Comunidad de Madrid, la formación de los maestros apa-rece regulada en el capítulo 3 del Decreto 18/2008, de 6 de marzo129.

2.3.2. Ratios profesor/alumno y tamaño de las clases

Estos son dos de los indicadores que predicen con mejor acier-to la calidad del centro educativo (Fiene, 2002). Las razones que lo explican son muy intuitivas y están, a la vez, respaldadas por la in-vestigación científica. Las ratios inferiores (como 3:1 para bebés, 4:1 para 1-2 años y 9:1 para 3-4 años) permiten al tutor establecer rela-ciones más individualizadas y cercanas con los alumnos, dedicarles más tiempo, disfrutar con ellos de juegos, conversaciones y activi-dades, promover mejor el razonamiento y el desarrollo conceptual, alentar la comunicación, observar mejor a cada niño, seguir de cerca sus progresos, conocer sus intereses y abandonar el uso de métodos coercitivos para controlar la conducta; la apatía tiende a desaparecer de estas aulas, en las que los monólogos del profesor disminuyen en frecuencia, los niveles de estrés y ansiedad se reducen al mínimo y se alcanzan niveles superiores de competencia social (Bowman, Do-novan y Burns, 2000; NICHD Early Child Care Research Network, 1996; Sandford y Fiene 2004).

La ratio permite estimar el tiempo que el profesor puede de-dicar a cada niño o la frecuencia de sus episodios de interacción; y el tiempo dedicado a cada niño no es un factor suficiente, pero sí necesario para establecer esa relación de confianza que proporciona la seguridad necesaria para lanzarse a explorar el mundo físico, para relacionarse con los demás y para permitir que el niño acceda a ese universo de significados compartidos que constituye la cultura.

Las ratios elevadas dificultan el establecimiento de un víncu-lo de apego seguro entre el niño y el adulto. Hace ya muchos años que la psicología del desarrollo defiende que la formación de este

129.Véase el apéndice final.

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vínculo afectivo constituye una necesidad tan básica, primaria y ne-cesaria para la supervivencia como la necesidad de beber o de tomar alimento. Bowlby (1958), siguiendo la teoría psicoanalítica, señala que el apego se constituye como un modelo que determina el tipo de relación que los bebés entablarán con las demás personas; una representación que determina las expectativas que generarán sobre la conducta de los demás hacia él, y sobre sí mismo, como ser capaz de generar conductas de protección y cuidado, como alguien con dere-cho a ser amado (Delval, 1994).

Los estudios de Ainsworth y Bell (1970) mostraron que solo los lazos de apego seguro proporcionaban la seguridad necesaria para lanzarse a la exploración del mundo físico y para relacionarse con los demás. Observaron que los niños que mantenían este tipo de apego sentían una gran curiosidad por el medio, incrementaban sus conduc-tas de exploración y se relacionaban mejor con las otras personas; estos pequeños mostraban una confianza grande en sí mismos, y esta confianza les permitía establecer relaciones adecuadas con el medio. Por el contrario, el establecimiento de vínculos afectivos inseguros o ambivalentes generaba inestabilidad, dependencia y reducía el interés por explorar el mundo físico y social.

Desde entonces, los estudiosos del apego afirman la importancia que tiene esta primera relación afectiva en el desarrollo intelectual y socioafectivo. Thompson (2002) lo explica con claridad. Las relacio-nes sociales constituyen el prisma a través del cual los niños observan el mundo, incluyendo su propio yo y el mundo de las demás personas, por ello la calidad de estas relaciones sociales ejerce, sin duda, una influencia mucho más significativa sobre el desarrollo del niño que el material educativo o el currículo escolar.

Curiosamente, la literatura muestra una relación estrecha entre el nivel de formación de los profesores y la calidad de la relación que establecen con los niños (California Childcare Health Program, 2006). Sandford y Fiene (2004) explican esta alta correlación seña-lando que, durante el periodo de formación, los estudiantes aprenden a valorar la importancia de mimar el desarrollo socioafectivo de los niños, a establecer pautas de relación apropiadas a su edad y a com-prender que su papel en la escuela no se reduce a cuidar a los niños, sino que debe dirigirse a optimizar su desarrollo.

Naturalmente, los apoyos que con frecuencia requieren los

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alumnos con necesidades educativas especiales deben obligar a re-considerar las ratios de manera que tanto los alumnos que presentan estas necesidades como el resto del aula reciban una respuesta de calidad.

Las ratios que aconseja la National Association for the Educa-tion of Young Children (Bredekamp y Copple, 1997) es de 1:8 para niños de 3 años y de 1:10 para niños de 4, aunque se han llegado a encontrar centros de calidad con ratios 16:1, ratio considerada como la máxima que debería permitirse en este tramo educativo (Cotton y Faires, 2001). En la tabla 1 contrastamos los indicadores que es-tablece la Comunidad de Madrid en el Decreto 18/2008 con los que propone Head Start (2005, 2006), aunque su propuesta no es la más exigente. Ratios130

Nivel educativo

Comunidad de Madrid(Decreto 18/2008, de 6-3)*

Head Start

Ratios Tamaños del grupo

Ratio130 Tamaño máximo

del grupo

0-1 1:8 8 15 (para unidades con niños de edades distintas)

1:4 8

1-2 1:14 14 1:4 8

2-3 1:20 20 1:8 15-17

3-4 1:25 25 1:9 18-20

4-5 1:25 25 1:9 18-20

5-6 1:25 25 1:9 18-20

Tabla 1. Contrasta indicadores sobre ratios y tamaño del grupo

* El Decreto 18/2008, que regula los centros del primer ciclo de educación infantil, establece una ratio de 15 alumnos para los centros que tengan menos de 3 unidades y que agrupen a niños de diferentes edades. ¿Qué ocurriría en el caso de que admitieran a ocho niños

130. Recomienda que en todas las clases haya un profesor y un ayudante o dos profesores y, a a ser posible, un voluntario.

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menores de un año y siete menores de dos? El resultado sería que una sola persona y sin apoyos tendría que acoger una ratio imposible, incluso desde la lógica que utiliza el decreto para establecer las ratios de las distintas edades.

Otro factor relevante que influye en el comportamiento infantil es el tamaño del grupo. Clarke-Stewart, Gruber y Fitzgerald (1994) observan que, manteniendo la ratio constante, los niños que perte-necen a grupos de 12-14 alumnos tienden a ser más creativos, re-flexivos, obedientes y cooperativos que los que pertenecen a grupos de 24-28. En las clases grandes, el ruido y los niveles de actividad se incrementan (Torelli y Durrett, 1996).

El personal que trabaja con grupos reducidos se involucra más en las actividades del aula, ajusta mejor sus demandas a las capacidades de los alumnos, se muestra más sensible y responde con un acierto mayor a las señales de los niños, y consigue crear con ellos vínculos de apego seguro que generan en los pequeños la con�anza que necesitan para jugar, explorar el mundo y desarrollar su competencia social. Mientras que, por el contrario, los alumnos que pertenecen a grupos mayores reciben menos atención individualizada, presentan una motivación menor pues se les plantean demandas que superan sus posibilidades y terminan estando peor preparados para iniciar la escolaridad obligatoria (como muestran Sandford y Fiene 2004 y las investigaciones revisadas por NICHD Early Child Care Research Network, 1996). Las ratios pequeñas y los grupos reducidos disminuyen igualmente el riesgo de accidentes y de contraer infecciones y enfermedades en las aulas (NICHD Early Child Care Research Network, 1996).

2.3.3. La estabilidad de los maestros

Sin embargo, los efectos positivos de las ratios y de las clases de tamaño reducido desaparecen si el personal de las aulas no es estable (Sandford y Fiene, 2004).

El Cost, Quality, and Outcomes Study Team (1995) muestra que la inestabilidad de los maestros de los centros que imparten pro-gramas educativos mediocres es muy superior a la de aquellos que trabajan en los centros de alta calidad. Las investigaciones han ob-servado las repercusiones que tienen los cambios constantes de per-

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sonal sobre los niños: terminan experimentando grandes di�cultades para adaptarse a la escuela, presentan un vocabulario más limitado, se relacionan peor con sus iguales, tienden a presentar conductas más agresivas e incluso pueden llegar a establecer con sus madres vínculos de apego inseguros (Howes y Brown, 2000; Howes y Stewart, 1987). Los cambios de personal interrumpen la familiaridad del entorno y deterioran la calidad de la atención educativa (California Childcare Health Program, 2006), impiden a los bebés (0-2 años) establecer un vínculo afectivo apropiado y, por ello, se aconseja asignar a cada niño un mismo tutor o figura de referencia durante un cierto periodo de tiempo.

Whitebook, Howes y Phillips (1989), Howes y Brown (2000) y Committee on Early Childhood, Adoption and Dependent Care (2005), entre otros, constatan la influencia que ejerce la cuantía de las nóminas sobre la estabilidad del equipo docente y que estas son inferiores en los centros que tienen un carácter lucrativo (Saluda, Early y Clifford, 2002).

El Decreto 18/2008, por el que el Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid establece los requisitos mínimos de los cen-tros que imparten el primer ciclo de educación infantil, señala que los titulares de estas aulas podrán ser, entre otros, cualquier profesional que esté habilitado por la Administración educativa para impartir di-cho ciclo. La titulación exigida al personal responsable de este primer tramo educativo no se explicita en su totalidad; sus salarios quedan así a merced de las precarias condiciones laborales acordadas por los convenios colectivos para los trabajadores de menor nivel o de nivel no especificado.

El Decreto 18/2008 olvida la necesaria formación de los maes-tros de los alumnos menores de tres años y renuncia a regular las condiciones que favorecen su estabilidad. Permite así que las dos variables estructurales que determinan la calidad educativa de estos centros infantiles adquieran su mínimo valor.

2.3.4. La procedencia cultural de los maestros

Dada la heterogeneidad cultural que caracteriza en la actuali-dad nuestras escuelas, nos parece interesante recoger las sugerencias de Horm-Wingerd and Hyson (2000), a quienes citan Saluda, Early y Clifford (2002), sobre la necesidad de que la diversidad del alumnado

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presente en las aulas se refleje, del mismo modo, en la composición del equipo docente.

2.3.5. El espacio

El entorno físico ejerce una enorme influencia sobre los niños, los maestros y las interacciones que se establecen en el aula (Torelli y Durrett, 1996). El espacio debe ser accesible para todos y estar dise-ñado para propiciar el aprendizaje, la autonomía, el juego, facilitar el desarrollo de actividades apropiadas al nivel educativo (Steenhagen, Azevedo y Vasconcellos, 2007), apoyar la interacción de los alumnos con los materiales y las personas, ofrecer seguridad, especialmente, para los alumnos con discapacidad y responder a las necesidades pro-pias de la infancia (Head Star Bureau, 2000).

Aunque las investigaciones sobre las repercusiones que tienen las variables estructurales relacionadas con el espacio sobre la calidad de la educación que imparten los centros son menos numerosas, la revisión realizada por Moore (1996) muestra los beneficios derivados de las buenas condiciones acústicas, luminosas, térmicas y cromáticas, las consecuencias positivas derivadas de la estructuración del aula en zonas y centros de aprendizaje bien definidos y delimitados (que fa-cilitan el desarrollo de la autonomía, promueven la colaboración y las interacciones positivas entre iguales y la implicación del profesor en las actividades infantiles); y los efectos perniciosos que producen los espacios pequeños (en relación con el número de personas que lo ocupan), pues agobian a los niños, elevan la probabilidad de que se produzcan conductas destructivas y agresivas e impiden reservar un «espacio privado» al que puedan acudir los alumnos para aislarse de la estimulación excesiva (la presencia de este espacio constituye un buen predictor del desarrollo cognitivo). Todo ello requiere, entre otros, disponer de un espacio de tamaño suficiente. Por ello, Head Start Boureau (2006) recomienda que los centros tengan al menos 10.647 m2 útiles para cada niño. Los espacios inferiores a 7,6 m2 incrementan, al parecer, los niveles de agresión, destrucción y la rea-lización aleatoria de actividades físicas (Sterling, 2003). (El Decreto 18/2008 exige que las superficies de las unidades sean superiores a solo 2 m2 por alumno).

Por no alargar en exceso este informe, remitimos al lector a las

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directrices que, hace ya un par de décadas, propuso Clarke-Stewart (1984) o a las más recientes del Head Star Bureau (2005), pues ambas ofrecen unas sugerencias muy interesantes sobre el diseño del entorno de la escuela infantil.

2.3.6. La presencia de un currículo como directriz del programa

Dada la coyuntura actual, explicitamos esta variable que, en otras circunstancias, asumiríamos como parte del conocimiento compartido. Las investigaciones ofrecen los resultados que cabía esperar: los programas educativos que siguen la directriz marcada por un currículo alcanzaron puntuaciones de calidad mayores que los que funcionan sin partir de esta reflexión previa. La presencia de un currículo fue la variable que Bergsten y Fiene (2004) encontraron más relevante tanto en los centros como en los hogares educativos, y la que permitía prever mejor la calidad de las variables de proceso (Sandford y Fiene, 2004).

2.3.7. La regulación de la escuela infantil

La dificultad real a la que se enfrenta la implantación de una educación de calidad se encuentra en la ausencia de una infraestructu-ra que la apoye, de una legislación que dicte los requisitos que deben reunir los programas educativos con relación a las variables estruc-turales más relevantes, que son la formación de profesores, las ratios, el tamaño del aula, el espacio y el currículo (Committee on Early Childhood, Adoption and Dependent Care, 2005b). La investigación muestra que los centros educativos que están regulados estatalmente obtienen índices de calidad superiores y que sus puntuaciones son tanto mejores cuanto más estricta es la legislación (Howes y Brown, 2000; Sterling, 2003).

2.4. Conclusiones

La investigación actual muestra tanto la importancia que tiene impartir una educación de alta calidad en los primeros años de la vida como los efectos perniciosos que tienen para los niños los pro-gramas mediocres (Barnett, 1998). La diferencia entre unos y otros programas se encuentra, en gran parte, en las variables estructurales: en la formación del profesorado, en las ratios, en el tamaño del gru-

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po, en el currículo, en definitiva, en la legislación.Por ello, nos sumamos a las reivindicaciones que presenta la

Plataforma de Madrid en Defensa del 0-6 , inscritas en las que reivin-dica la Plataforma Estatal en Defensa del 0-6, y exigimos al Gobierno que, asumiendo los compromisos adquiridos en la Asamblea General de Naciones Unidas, haga de las escuelas un mundo apropiado para los niños.

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Apéndice final al anexo 2

La formación de los maestros en la Comunidad de Madrid

La regulación de la formación de los maestros en la Comunidad de Madrid

Capítulo 3 del Decreto 18/2008, de 6 de marzo, del Consejo de Gobierno, por el que se establecen los requisitos mínimos de los centros que imparten primer ciclo de educación infantil en el ámbito de la Comunidad de Madrid.

Capítulo IIIRequisitos de titulación del personal educativo

Artículo 9Titulación de profesionales

La atención educativa directa a los niños correrá a cargo de profesionales con las siguientes titulaciones:a) Técnicos superiores en Educación Infantil o técnico especialista Educador Infantil (módulo de nivel III) o técnico especialista en Jardines de Infancia o profesionales que estén habilitados por la Administración educativa para impartir primer ciclo de educación infantil.b) Maestros con la especialidad de Educación Infantil o profesor de Educación General Básica con especialidad de Educación Preescolar o maestros de Primera Enseñanza o diplomado o licenciado con la especialidad de Educación Infantil debidamente reconocida por la Administración educativa.

Artículo 10Número de profesionales

1. Los centros que tengan 3 o más unidades deberán contar con personal cualificado en número igual al de unidades en funcionamiento más uno. Los centros que tengan menos de tres unidades deberán contar, como mínimo, con personal cualificado en número igual al número de unidades autorizadas.

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2. Por cada 6 unidades o fracción deberá haber, al menos, un maestro especialista en Educación Infantil o grado equivalente.

3. Las zonas de casas de niños contarán, al menos, con un maestro de Educación Infantil por zona.

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3Un recorrido histórico por la educación infantil:

de la dictadura a la democracia (1970-2012)

Pepa AlcrudoColectivo Infancia

Dolores DíazColectivo Infancia

Nuria PereaCasa de Niños Jaramita

(S. Fernando de Henares)

Marzo 2012

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| 235 |La educación infantil en España

3.1. Introducción

Los movimientos sociales tienen una historia que merece la pena ser contada, por su influencia, por su repercusión en las vidas de las personas, por su fuerza y por su independencia del movimiento político, económico y laboral. Dentro de los movimientos sociales, el de la educación ha sido uno de los más reivindicativos y persistentes en el tiempo.

En España, el movimiento educativo ha sido muy constante y aún continúa. Las reivindicaciones no han sido cubiertas en su totali-dad por las leyes y el desarrollo legislativo de las mismas. La concien-cia social sobre la educación indica que sigue habiendo insatisfacción, demandas y necesidades sin cubrir. En este apartado, la educación de los niños pequeños es una cenicienta: siempre en la vanguardia de las reivindicaciones, de la búsqueda de la calidad, y siempre traicionada.

La historia de la educación infantil es reciente en España, aun-que tiene antecedentes históricos en la Segunda República Española (1931-1939) y a principios del siglo xx con la introducción de las ideas de la Escuela Nueva y Activa (Pablo Montesinos, la Institución Libre de Enseñanza, los Movimientos de Renovación Pedagógica con la Dra. Montessori, Ferrer y Guardia).

La educación de los niños pequeños es un concepto moderno,

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ya que solamente se ha considerado al niño como ciudadano en el si-glo xx. Después de la Segunda Guerra Mundial, con la declaración de los Derechos Humanos en 1948 y posteriormente, la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y la Convención sobre los Derechos del Niño en 1989, la infancia entra de pleno derecho en la historia más reciente.

El cuidado y atención a los más pequeños es un hecho tan natu-ral y antiguo como la humanidad misma. A lo largo de los tiempos, cada cultura ha ido asumiendo distintas formas de proceder de acuer-do a sus criterios. Un largo y complejo proceso, en el que han interve-nido las formas culturales y las aportaciones científicas, ha llevado al descubrimiento de las criaturas como personas, como sujetos activos, con unas características de vida distintas a las del adulto. Pero no fue hasta finales del siglo xviii, cuando se inicia el reconocimiento de la infancia como fenómeno colectivo social nuevo. Surge como preocupación por el bienestar y la educación de sus ciudadanos más pequeños: los niños y las niñas.

En el siglo pasado razones pedagógicas y sociales impulsaron dos tipos de instituciones distintas para la primera infancia:

• Las escuelas maternales, jardines de infancia, parvularios o kindergartens y

• las llamadas guarderías, casas cuna o asilos.

Las primeras surgieron de la propia concepción de renovación pedagógica y su valoración por la educación en los primeros años, previos a la escolaridad obligatoria. Estas instituciones se fundamen-taron en las nuevas concepciones de la educación activa.

Las guarderías nacieron para atender necesidades asistenciales y con una preocupación de atención social. Tan solo cuidaban los aspectos nutritivos, sanitarios y de higiene de los niños.

En la España del siglo pasado y en su primer tercio, el tejido industrial y social no tenía como prioridad la educación en general y la infantil, en particular. Solo los movimientos de la ILE (Institu-ción Libre de Enseñanza) y los MRP (Movimientos de Renovación Pedagógica) fueron los pioneros en propagar la idea de la infancia como etapa de la vida a tener en cuenta. Los maestros y las maestras de la Segunda República fueron los encargados de recoger y difundir

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las ideas de los impulsores de la renovación educativa. Pero perdida la guerra civil española, la depuración de las ideas republicanas fue total. Los que no murieron en el frente fueron asesinados en la pos-guerra; los más afortunados tuvieron que marchar al exilio y los que permanecieron fueron depurados sin poder ejercer el magisterio.

La etapa más negra de la educación española es la que trans-curre del año 1939 al 1975, con distintas etapas. La primera (1939-1957) fue la más dura, con miles de huérfanos desasistidos, analfa-betos, que engrosaban las colas del Auxilio Social. No había ni tejido educativo ni interés por la educación. Solo los hijos de los próceres franquistas tenían acceso a la escolarización.

La segunda etapa de la dictadura obliga a modernizar los planes de estudio (año 1957), aunque la enseñanza consistía en un poco de cultura general que comenzaba a los seis años y duraba muy poco tiempo. No existía una educación infantil, por supuesto. Había pocos colegios y existía sobreabundancia de niños y niñas en las escasas aulas. Los parvulitos correteaban sin dar mayores problemas a los maestros y maestras.

La sociedad española empezó a cambiar lentamente. Con una incipiente industrialización, la población pasó del campo a los arra-bales de las grandes ciudades, en un fenómeno migratorio masivo. Al mismo tiempo, el franquismo, en su necesidad de expansión econó-mica, obligó a una emigración a los países europeos, fundamental-mente a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y a los países de ultramar (Venezuela, Argentina, Uruguay, Cuba…). En muchos casos, las fami-lias que emigraron y que tuvieron hijos fueron los primeros en poder obtener grados y títulos que, en la España de la dictadura, hubieran sido impensables.

A finales de los 60, la educación da un vuelco: el Gobierno del Opus Dei, liderado por Laureano López Rodó, ve la necesidad de un mayor crecimiento industrial y económico por medio de la necesaria adecuación de la educación a esta nueva fase de la historia española. A principios del año 1970, se promulga la Ley General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa (ley Villar Palasí).

La Ley General de Educación sitúa la educación preescolar como primer nivel del sistema educativo; concreta que el objetivo fundamental del preescolar es el desarrollo armónico de la personali-dad del niño, afirma su carácter voluntario que se extiende de los dos

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a los cinco años. Dice que el preescolar se divide en jardín de infancia para niños de dos y tres años y en escuela de párvulos para niños de cuatro y cinco años. Añade que la formación, organizada sistemática-mente, tendrá un carácter semejante a la vida del hogar y desarrollará las virtualidades del niño. Con la ley de educación, el Ministerio hace una incursión hacia las edades más tempranas, iniciando la escolari-zación desde los dos años, aunque omite el reconocimiento al derecho a la educación desde el nacimiento, al no incluir a los más pequeños en el sistema educativo.

Paralelamente a la ley de educación, se da más fuerza a las guar-derías infantiles. Poco tiempo después de la publicación de la ley, aparece la Ordenanza Laboral para Guarderías Sin Ánimo de Lucro, como un mundo separado y aislado del sistema educativo. Sucesivas órdenes, siempre del Ministerio de Trabajo, fueron definiendo el ca-rácter asistencial y de custodia de estos centros. A partir de aspectos laborales y económicos, se pretendió regular los centros aunque no se consideraron los criterios educativos y se fue estableciendo una vía paralela, respecto a la educación preescolar.

Por ejemplo: la ordenanza llamaba jardín de infancia a las guarderías que acogían niños de 3 a 6 años. En cambio, con esa de-nominación, la ley de educación se refería a las edades de 2 y 3 años. Todo ello produjo confusión y desconcierto. Con los Fondos de Asis-tencia Social y Protección al Trabajo (FONAS), recién creados, co-menzó una política de subvención a las guarderías privadas para que pudiera cumplir los fines de guarda y asistencia.

En realidad, las guarderías infantiles surgieron como una pro-puesta asistencial para subvenir las necesidades laborales de las pri-meras mujeres trabajadoras. Nunca se concibieron como un derecho educativo de los niños. Esto condicionó su reglamentación y su finan-ciación, que siempre provino de los Ministerios de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, Cultura, Obras Públicas.

La fuerte presión social de las mujeres que se fueron incorpo-rando a las distintas actividades profesionales no fue suficiente para que la Administración atendiera esta demanda. Y, ante el vacío que no llenó la Administración, surgió un buen número de guarderías, jardines de infancia y parvularios de iniciativa privada en las que, por faltar, faltó hasta el mínimo control oficial que indicara la forma co-rrecta de llevar a cabo una función social tan importante como la que

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debían cumplir esos centros. Es en ese instante cuando se produce la regulación de las guarderías infantiles dependientes de instituciones que no perseguían fines de lucro, aunque fue una regulación que dejó muchas lagunas sin cubrir; entre ellas, y como la más importante, la de dejar en la ambigüedad el hecho de si esos centros eran docentes o educativos o meramente asistenciales.

El artículo 15 de la citada reglamentación, al definir la misión de las cuidadoras, manifiesta que «bajo la supervisión de las maes-tras, colaborarán en las clases y en el recreo de los niños, procurando que exista el mayor orden».

Se habla de dar clase y proporcionar enseñanza preescolar, pero no se especifica qué clase de enseñanza es la propia de las guarderías que acogen a niños de cero a cuatro años. Choca frontalmente con la reglamentación que a las guarderías privadas con afán de lucro, para las que no existe reglamentación concreta, apenas si se les exigía otros requisitos para su puesta en marcha que los exigidos para cualquier otra actividad mercantil. Las guarderías privadas con fines de lucro quedaron encuadradas en la Ordenanza de Actividades Diversas.

Sin embargo, para niños mayores de tres años, los centros de-bían estar autorizados por el Ministerio de Educación y encuadrados en el Sindicato de Enseñanza. Son los centros denominados de prees-colar y parvularios.

Esta diferencia entre una etapa y otra llegó a plantear una si-tuación extraña en aquellos centros privados que atendían los dos niveles en los que convivían educadores que, por la diferencia de edad de los niños con los que trabajan, estaban sujetos a reglamentaciones y condiciones laborales distintas, referidas a los sueldos y horarios.

Este era el panorama general que se produjo en un contexto rápido y acelerado de cambios sociales y políticos. Las organizacio-nes clandestinas de los partidos políticos, de movimientos vecinales, sindicales bullían en frontal oposición a la dictadura. Las mujeres, que se iban incorporando cada vez más al mundo laboral, se unieron a las reivindicaciones de espacios y lugares donde dejar a sus hijos. No era todavía una reivindicación general, porque las mujeres en la última etapa del franquismo mayoritariamente estaban dedicadas al cuidado del hogar y de los hijos, pero aparecen los primeros signos del cambio tan espectacular que iba a sufrir la sociedad española. Las asociaciones de amas de casa se agruparon en movimientos que

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forzaron la apertura de más guarderías y jardines de infancia y come-dores escolares.

De estos movimientos reivindicativos surgió el movimiento de «escuelas infantiles», cuyo primer encuentro se llamó Encuentro de Jardines de Infancia, Guarderías y Preescolares en 1974 y que fue el germen de la Coordinadora de Escuelas Infantiles. Esas primeras mujeres hablaban de temas organizativos en general, desde el precio de las patatas a cómo agrupar a los niños de forma más racional, em-pleando el concepto de ratio, por entonces desconocido.

Llega el año 1975 y muere el dictador. La época es convulsa. Se suceden los acontecimientos rápidamente. Suárez es designado presi-dente del Gobierno; se produce la legalización del Partido Comunista de España, la ley de amnistía y las primeras elecciones generales y de-mocráticas del año 1977, con la presencia de los primeros diputados constituyentes, que marcan el rumbo para desarrollar la Constitución democrática de 1978.

Comienzan a retornar los exiliados políticos que habían sobre-vivido. En el año 1979, se producen las primeras elecciones munici-pales. España empieza a cambiar y la educación también.

Las elecciones municipales democráticas y la constitución de los primeros gobiernos municipales de izquierdas abrieron nuevas espe-ranzas al débil y frágil sistema educativo. Se dio un nuevo impulso al sector de educación infantil, consolidando y ampliando lo ya exis-tente, con la creación de patronatos municipales y especialmente se tomó una decisión de notable trascendencia política y simbólica: los servicios de escuelas infantiles pasaron a depender de las concejalías y departamentos de educación. Un hito muy importante fue la conse-cución en 1977 del Patronato Municipal de Guarderías Infantiles de Barcelona, conquista realizada frente a un ayuntamiento que carecía de la legitimidad de una elección democrática y que mostraba las contradicciones existentes en los restos de las instituciones franquis-tas. A este patronato siguieron el de Granada, Valencia, Getafe, Mós-toles, Pamplona, Gijón…

La democracia creó expectativas y esperanzas en la llamada «transición democrática». En este periodo, hubo la oportunidad de profundizar en el contenido del concepto de educación infantil y de establecer unos mecanismos de comunicación e intercambio de ex-periencias entre trabajadores que, desde diversos lugares del Estado,

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trabajaban por la consecución de los mismos objetivos y que propició la creación de la Coordinadora Estatal de Escuelas Infantiles.

En el mes de marzo de 1975, más de trescientos trabajadores de jardines de infancia, parvularios, guarderías, kindergarten…, pro-cedentes de diversas zonas del Estado, se reunieron en Madrid en un primer simposio para estudiar la «Problemática y contenidos de los jardines de infancia». Uno de los frutos más renombrados de este primer simposio fue acuñar el término «escuela infantil» para desig-nar un concepto institucional nuevo y hacer educativo el proceso que expresaba dicho concepto.

La escuela infantil fue la alternativa a los centros de preescolar: centros que tenían programaciones saturadas de aprendizajes densos y desencarnados, concebidos como preescuela, como una EGB pero para más pequeños. También fue la alternativa de las guarderías, jar-dines de infancia, casas de asilo, parkings de niños… dedicados solo a acoger y «guardar».

En 1976, se reúne en el INCIE (Instituto Nacional de Ciencias e Investigación Educativas, dependiente de la universidad) un grupo numeroso de trabajadores de guarderías y jardines de infancia que ya estaban agrupados en torno a la Coordinadora Estatal, con el tema «Organización y contenidos educativos de los jardines de infancia». Al año siguiente, 1977, también en el INCIE, se organizaron las si-guientes jornadas en torno al tema «Problemática pedagógica de las guarderías».

El siguiente encuentro tuvo lugar en Granada (1979), aprove-chando la colaboración del primer y recién estrenado municipio de-mocrático, y se planteó la presencia activa de la Administración local en la educación infantil.

En 1978, se creó en Madrid la Comisión de Guarderías del Gobierno Civil, bajo la presidencia del Sr. Rosón (por entonces go-bernador civil de Madrid, después ministro de Interior), en la que participaron personas pertenecientes a entidades relacionadas con la primera infancia. Dicha comisión redactó un modelo de interpelación remitido por el gobernador civil al Gobierno y distribuido a represen-tantes de los grupos parlamentarios.

Se recoge a continuación, un fragmento de este documento que refleja la realidad de las guarderías infantiles por entonces:

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La atención del sector público a las guarderías infantiles resulta totalmente insuficiente para satisfacer mínimamente la demanda existente, tanto por la carencia de tales establecimientos como por la precariedad de las subvenciones que el Estado otorga a las guarderías, promovidas por entidades ajenas al mismo, cuya creación ha sido estimulada por el propio Estado; responsable, por tanto, de la situación de menesterosidad en que se encuentran las escasas guarderías que funcionan. Esta desatención se ve agravada por la descoordinación de los organismos oficiales competentes, por la inexistencia de una normativa legal que regule la creación y funcionamiento de estos centros, por la lentitud burocrática en la publicación de las convocatorias de ayudas y en la tramitación de los correspondientes expedientes y por la falta de información y transparencia de las actuaciones estatales.

En un escrito aprobado el 28 de abril de 1978 y remitido por el gobernador civil a los ministros de Interior, Trabajo, Sanidad y Segu-ridad Social, la Comisión de Guarderías del Gobierno Civil de Ma-drid proponía que «por la Presidencia del Gobierno se constituya una comisión interministerial integrada por los ministros de Interior, Edu-cación y Ciencia, Trabajo, Sanidad y Seguridad Social, Obras Públi-cas y Urbanismo y Cultura, en la que participarán aquellas entidades públicas y privadas relacionadas con las guarderías que se consideren de interés. Dicha comisión tendrá como finalidad básica la elabora-ción de un proyecto de programa general, encaminado a estructurar y a coordinar la política del Gobierno en orden a la promoción de las guarderías infantiles en toda su dimensión»131.

De esta comisión nunca más se supo y lo mismo de la Comisión de Guarderías del Gobierno Civil.

Y, mientras tanto, la vida siguió. Con la formación de los pa-tronatos municipales, la expansión y creación de nuevos centros, la presión de la Coordinadora y los Movimientos de Renovación Peda-gógica, se crea un campo de cultivo favorable a la educación infantil, muy incipiente todavía, pero apoyado por el movimiento vecinal o similar, y se avanzó en la lucha democrática por los derechos de los más pequeños.

131. Frabboni, F. (1984): La educación del niño de cero a seis años. Ma-drid: Cincel. (Véase el prólogo a la edición española de Juan Vioque).

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Fueron años de andar de despacho en despacho, de ministerio en ministerio, de director general a director menos general… Perdidos por los largos pasillos de la Administración, las reivindicaciones de los educadores y de las familias fueron constantes: «Regulación del sector, reconocimiento como etapa educativa, adscripción al MEC y en el ínterin creación de una comisión interministerial, soporte tanto económico como humano», para seguir adelante.

En la introducción de la Proposición de Ley sobre Escuelas In-fantiles, presentada por el Grupo Socialista del Congreso, de 23 de febrero de 1982, con el número 11.148, se señala la importancia de la educación integral de los niños desde los primeros momentos de su vida, así como de la necesaria articulación con el sistema educativo, sin olvidar la relación con los servicios de sanidad y sociales existen-tes.

El artículo primero define la escuela infantil «como la institu-ción que atiende al niño en los seis primeros años de vida con el objetivo principal de contribuir a su educación en convivencia con los iguales en edad, en colaboración con los padres y mediante una estructura y una orientación pedagógica. (...) La educación de las es-cuelas infantiles se desarrollará en dos etapas, una de cero a tres años y otra de tres a seis años. Las escuelas infantiles podrán acoger a ni-ños de ambos grupos de edad o de uno solo de ellos».

El artículo segundo señala como «las guarderías infantiles, sin perjuicio de su función asistencial, se integrarán plenamente en el sistema educativo —nivel de educación preescolar— con la denomi-nación de escuelas infantiles para niños de 0 a 6 años».

El artículo sexto, apartados b y c, dice: «El profesorado que ingrese en las mismas, a partir de la entrada en vigor de la nueva re-gulación, deberá poseer el título de diplomado universitario de EGB, especialidad de educación preescolar. El personal no titulado que preste sus servicios, a la entrada en vigor de la nueva regulación, con-servará sus derechos profesionales, pero deberá efectuar sus cursos de formación y perfeccionamiento que el Ministerio de Educación, establezca».

Al hablar de la financiación, la proposición de ley solo se refiere a los programas de construcción de escuelas infantiles, sin que se men-cione el tema de la gratuidad o no de estas instituciones (artículo 7).

La Coordinadora, mientras tanto, seguía planteando encuen-tros. El del año 1982 se realizó en Gijón, bajo el lema «Aprendemos

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jugando» y planteó la organización de los centros, su gestión demo-crática, la integración de las minusvalías en la escuela infantil, el reco-nocimiento de la etapa 0 a 6 años y una legislación específica.

En el año 1983, se realiza el primer Congreso de los Movimien-tos de Renovación Pedagógica en Barcelona, bajo el impulso de la Asociación de Maestros Rosa Sensat y de Marta Mata, la gran lu-chadora pedagógica del siglo xx. Los principales Movimientos de Renovación Pedagógica del país (Acción Educativa en Madrid, Rosa Sensat en Cataluña, Axarquía de Granada, MECP, Plataforma Astu-riana) junto con organizaciones como la Coordinadora fueron par-ticularmente beligerantes con el tema de la educación infantil, conci-biéndola como una etapa crucial en el desarrollo de la personalidad de los niños y las niñas.

Los Movimientos de Renovación Pedagógica empezaron su an-dadura en la última etapa del franquismo, en la clandestinidad. En la Escuela de Verano de Rosa Sensat del año 1976, bajo el influjo de Marta Mata, se debatió el documento Por una escuela nueva, que abrió el camino a una escuela renovada, democrática, participativa, laica, científica y abierta al entorno.

En el año 1985, la Coordinadora se reunió en Murcia. Habían pasado casi diez años del primer encuentro y ya había una abundante información y mucha experiencia sobre educación infantil. En esta ocasión se volvió a hablar de una formación específica y del reconocimiento de la etapa 0 a 6 años con una ley propia y específica de escuelas infantiles. Pero la esperanza se volvió a truncar, también, en esta ocasión. No hubo ley de escuelas infantiles, sino la promesa de la inclusión de la educación infantil en una nueva ley educativa (LOGSE) que el Gobierno socialista estaba preparando.

En el siguiente encuentro, que tuvo lugar en 1988 en Girona, se insiste en la profesionalización del personal de las escuelas infantiles, auténtico caballo de batalla, aunque rodeado de un cierto optimismo por la puesta en marcha del Plan Especial de Magisterio en el que participaron 14 escuelas normales y el llamado Plan Experimental de Educación Infantil en el que se implicaron muchos centros públicos de preescolar junto con escuelas infantiles. El camino de la LOGSE estaba preparado.

La última reunión tuvo lugar en Ávila en 1994 y se planteó si era necesaria la existencia de la Coordinadora en el nuevo momento

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que planteaba la implantación de la LOGSE. Después de este último gran encuentro, la Coordinadora no tuvo más relevancia a nivel estatal.

Merece la pena que detengamos este recorrido histórico para hablar de la creación del Patronato Municipal de Guarderías Infanti-les del Ayuntamiento de Barcelona, como reflejo de lo que sucedió en la década de 1970 a 1980. La creación de los patronatos municipales es un ejemplo de lo que el movimiento social y educativo consiguió en las primeras décadas de la transición democrática.

Los educadores y educadoras de muchas guarderías recién crea-das tenían muchas inquietudes, tanto en la renovación pedagógica que querían aplicar como poder mejorar su propia formación, de ma-nera que repercutiera directamente en el trabajo con niños. Hacían cursos, seminarios y sobre todo, escuelas de verano (escoles d’estiu).

En esos encuentros, donde coincidieron muchos trabajadores y trabajadoras de las guarderías, se fueron conectando y exponiendo los problemas, dificultades, avances pedagógicos… Por otro lado, la lucha por la supervivencia les encaminaba siempre a los mismos luga-res para conseguir ayudas económicas: ayuntamiento, Cáritas, cajas de ahorro, diputación. Estas diferentes situaciones, y el hecho de vivir unos problemas parecidos, les llevó a buscar soluciones conjuntas.

Se realizó una primera asamblea donde se decidió crear la Coor-dinadora de Guarderías de Barcelona. Era el año 1973. En sus inicios se agruparon 13 guarderías de Barcelona. De 1975 a 1977, entraron algunas más, pero, al mismo tiempo, cerraron otras por imposibili-dad de seguir adelante.

En el año 1977, ya eran 31 las que siguieron juntas. Finalmente, las que aguantaron todo el proceso hasta ser absorbidas por el Ayun-tamiento fueron 27.

En el momento de la creación de la Coordinadora, las trece guarderías que se coordinaban y, después las que se añadieron, tenían siete puntos iniciales y comunes:

1. Objetivos pedagógicos: educar (no almacenar).2. Trabajo en equipo de los educadores (trabajadores).3. Colaboración con los padres y el barrio.4. Servicio no lucrativo.5. Apertura económica.

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6. Apertura ideológica y lingüística.7. Colaboración con otras guarderías.

En las trece escuelas existía la misma situación de fondo:

a. Estaban implicadas en la problemática de tener que resolver la insuficiencia de guarderías en los barrios.

b. Todas eran escuelas sin finalidad de lucro y, por tanto, con dificultades económicas de subsistencia; los padres pagaban cuotas elevadas y los educadores cobraban poco y, en la mayoría de los casos, sin Seguridad Social.

c. Las responsabilidades eran compartidas por padres y educadores.d. Las personas que estaban al cuidado de los niños eran conscientes

del trabajo educativo que llevaban a cabo.

Durante algunos años, se fueron elaborando documentos unifi-cando y acordando diversos temas, al mismo tiempo que se fue am-pliando el número de guarderías interesadas.

Se trataron muchos temas de funcionamiento, ratios y número de niños por edad, pedagogía, organización, formación, seguridad laboral, edificios escolares, vacaciones, cuotas, difusión, relación con las familias, sueldos, suplencias, prácticas, horarios, salidas por la ciudad, por el barrio y fuera del barrio (al mar o a la playa), las colo-nias-campamentos de verano, presupuestos, criterios de admisión de alumnos…, en innumerables reuniones, hasta altas horas de la noche, y también en jornadas pedagógicas (fuera del horario escolar o en días no lectivos), trabajando en cada escuela, poniendo todo este tra-bajo en común en la Coordinadora: así se fueron unificando criterios.

Retrocedamos hasta el curso 1974-1975. Después de dos años de ingente trabajo de sensibilización de la población hacia las guar-derías y también de los estamentos públicos, demostrando y procla-mando la importante tarea pedagógica que se realizaba en aquellos centros, se buscaron soluciones económicas en los Ministerios de Tra-bajo y de Gobernación, en las cajas de ahorro y, sobre todo, en los ayuntamientos. Al mismo tiempo, la coordinadora trabajó profunda-mente en grupos de trabajo, para coordinar y concretar los objetivos pedagógicos a conseguir en cada una de las escuelas.

Se tuvieron muchas entrevistas con el alcalde de Barcelona, el Sr.

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Enric Masó, que se comprometió de forma verbal a crear un patrona-to que acogiera la problemática de las guarderías de Barcelona. Pero cesó sin llevar a cabo la promesa y su sucesor, el alcalde Sr. Viola, no se comprometió, y se siguió insistiendo.

Las quince guarderías de la Coordinadora se encerraron en sus respectivas escuelas con niños, familias y trabajadores de las escuelas. Lo llevaron a cabo desde el 24 de Mayo al 2 de junio de 1976 con un buen eco en la prensa y en la radio. La reivindicación tenía como objetivo denunciar el estado en que se encontraban las escuelas.

Los puntos comunes eran:

• «Cubrimos una necesidad pública».• «Pedimos que la Administración nos reconozca legal y

económicamente».• «Nuestra existencia está en peligro».• «Queremos guarderías gratuitas para todos, públicas y

democráticas».

La sensibilidad de la población y las asociaciones de vecinos se hizo sentir y provocó que, por primera vez, se sentaran en la misma mesa el gobernador civil, Sr. Sánchez Terán, la delegada del Minis-terio de Educación y Ciencia del Gobierno central, Sra. López del Castillo, y la delegada municipal de Acción Social, Sra. Muñoz, con los representantes de la Coordinadora para hablar de guarderías. Se llegó a un primer acuerdo de negociaciones y promesas de ayudas mínimas.

Este encierro ha sido recordado como uno de los más importan-tes de la época predemocrática.

El día 3 de diciembre de 1976, fue nombrado nuevo alcalde de la ciudad de Barcelona el Sr. Josep Maria Sòcies (1976-1979). Fue el último alcalde nombrado por la Delegación del Gobierno. El Sr. Sòcies se entendió con las asociaciones de vecinos y con las fuerzas democráticas del país. Aprovechando este cambio, se volvió a insistir y a reivindicar, con más luchas y más negociaciones, la recuperación de las antiguas promesas.

El alcalde prometió que muy pronto se crearía un organismo gestor propio para este sector. En el año 1977 se obtuvo el compro-

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miso de creación de un patronato municipal que se hace realidad en diciembre de 1977 y que entra en funcionamiento en enero de 1978.

A partir de ese momento, el PMGI (Patronato Municipal de Guarderías Infantiles) de Barcelona, dependiente del Ayuntamiento, comenzó una andadura tan fructífera que el organismo se integró en una nueva estructura educativa muchos años después (1993): el IME (Instituto Municipal de Educación), que gestionaba los centros educativos de cero a 18 años (guarderías, colegios, institutos) y las diversas escuelas de oficios y de arte, escuelas de música, conserva-torio municipal, hasta el año 2002, en el que se creó el Consorcio de Educación (ente público gestionado por la Generalitat y el Ayunta-miento), para gestionar actividades y servicios en materia educativa, intentando cubrir no solo las demandas de plazas escolares, sino un marco global de atención a la infancia y la adolescencia, similar a la estructura que se inició durante el Gobierno de la Generalitat republi-cana, que compensara desigualdades sociales y desequilibrios territo-riales, reforzando la red pública como promoción de la participación, la innovación y la mejora de la acción educativa dentro de la ciudad de Barcelona, como ciudad educadora.

3.2. De los años 80 a los 90: leyes educativas nuevas (LODE y LOGSE); Congreso de los Movimientos de Renovación Pedagógica

La década de los ochenta comenzó muy convulsa tanto a nivel político como social. La desintegración de la UCD acaba con Suárez. Se presenta un nuevo presidente del Gobierno (Leopoldo Calvo So-telo). En el momento de su investidura (23 de febrero de 1981), la guardia civil, al mando del coronel Tejero, y el ejército de tierra, al mando del general Milans del Bosch y del general Armada, cercan el Congreso de los Diputados. Se produce un golpe de Estado que afor-tunadamente se desactivó, gracias a la enorme presión de la ciudada-nía, de los gobiernos europeos y americano y de la corona.

En octubre de 1982, triunfa el PSOE con Felipe González y Al-fonso Guerra. Hay un nuevo impulso ciudadano. La izquierda go-bierna en el Estado y en los municipios. Las primeras comunidades autónomas comienzan su andadura. Las comunidades autónomas llamadas históricas (Navarra, País Vasco, Galicia y Cataluña) lo ha-cen directamente por mandato constitucional. El resto de CC. AA. se

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formaron mediante el artículo 148 como la Comunidad de Madrid, excepto la Comunidad Andaluza, que se formó como consecuencia de la aplicación del artículo 151 de la Constitución (Andalucía).

La Ley General de Educación (1970) se quedó corta para el cambio social rápido que quería el Partido Socialista. Y después del triunfo rotundo del año 1982, se trazaron rápidamente los pla-nes para el diseño de una ley marco acorde con el nuevo orden constitucional, que regulara el derecho a la educación, para pos-teriormente introducir una nueva Ley de Ordenación General del Sistema Educativo.

En el panorama educativo de los años sesenta, setenta y ochen-ta, habían surgido, no sin muchas dificultades, colectivos de enseñan-tes que plantearon en las primeras escuelas de verano declaraciones de principios y alternativas a un sistema educativo autoritario, clasis-ta, libresco, discriminador, adoctrinador… Desde esta perspectiva, las escuelas de verano se expanden como pieza clave de un objetivo: una alternativa democrática a la enseñanza.

Estos colectivos, que de forma asamblearia y espontánea plan-tearon las escuelas de verano como lugares de encuentro y platafor-mas unitarias para dar respuesta a la problemática sociopolítica y sindical de la enseñanza y como espacios de formación y «reciclaje» del profesorado no cubiertos por la Administración, se convirtieron en los Movimientos de Renovación Pedagógica actuales, siendo los más renombrados e importantes de la etapa de la transición la Aso-ciación de Maestros Rosa Sensat de Cataluña, Acción Educativa de Madrid, Adarra del País Vasco, Concejo de Castilla y León, Axar-quía de Andalucía. A partir del año 1982, se acelera el proceso de institucionalización de los colectivos que organizan las escuelas de verano y la relación con el MEC y las administraciones educativas autonómicas.

En aquellos momentos iniciales, la Administración educativa socialista toma dos tipos de medidas que iban a afectar a todos los movimientos:

1. Adoptó elementos del lenguaje y los objetivos de los movimientos.2. Integró, a título individual, a algunas personas de los colectivos

y sus equipos. Esto implicó para los MRP un periodo difícil.En el primer Congreso de los MRP (Barcelona, diciembre de

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1983), se pusieron de manifiesto algunos de estos rasgos. Se concibió y se desarrolló con el beneplácito del MEC. Sirvió como primer in-tento de formulación amplia de criterios filosóficos y organizativos, pronunciándose suficientemente sobre los aspectos básicos. Las dife-rencias entre la política del MEC y los planteamientos de los MRP, fueron surgiendo con dificultad a medida que los sucesivos intentos de reforma fueron tomando concreción, entre ellos la no salida a la luz de la ley de escuelas infantiles, intento fracasado que se gestó en diciembre de 1985 en Murcia, en el V Congreso de Escuelas Infanti-les.

A todo ello se añadió el desarrollo de una oferta institucional de formación del profesorado, que compitió en un espacio que hasta ese momento habían desatendido el MEC y las administraciones au-tonómicas.

Pero mientras los MRP se debatían entre la independencia fren-te al MEC o una colaboración estrecha que implicara la absorción de ese espacio de renovación por parte de las estructuras del poder, la Administración socialista, con el ministro Maravall, plantea la prime-ra de las grandes leyes educativas de la democracia en España.

La Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, Reguladora del Derecho a la Educación (LODE) se orienta a la modernización y racionaliza-ción de los tramos básicos del sistema educativo español de acuerdo con lo establecido en la Constitución.

La Ley General de Educación de 1970 estableció la obligato-riedad y gratuidad de una educación básica unificada. Concebía esta como servicio público y responsabilizaba prioritariamente al Estado de su provisión. Ello, no obstante, reconociendo y consagrando el carácter mixto de nuestro sistema educativo, abría la posibilidad de que centros no estatales pudieran participar en la oferta de puestos escolares gratuitos en los niveles obligatorios, obteniendo en contra-partida un apoyo económico del Estado.

En la LODE se definen los grandes fines de la actividad educa-tiva y los derechos y libertades de todos los integrantes de la comu-nidad escolar; se clasifican los centros docentes; se establecen los me-canismos de la programación de la enseñanza; se regulan los órganos de gobierno de los centros públicos y concertados.

Los fines principales de la actividad educativa que recoge la LODE son los mismos que recoge posteriormente la LOGSE:

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• El pleno desarrollo de la personalidad del alumno.• La formación en el respeto de los derechos y libertades.• La adquisición de hábitos intelectuales y técnicas de trabajo,

conocimientos científicos, técnicos…• La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad...

Para llevar a cabo estos fines, la ley añade los siguientes puntos:

• Los profesores tienen garantizada la libertad de cátedra.• Los padres o tutores tienen derecho a que sus hijos reciban una

educación conforme a los fines establecidos en dicha ley.• Se establecen los cauces de participación democrática de

las familias en los centros educativos (consejos escolares, asociaciones de padres y madres).

Desde que en junio de 1987 se publica el primer proyecto para una reforma de la enseñanza, hay un amplio debate que se prolonga hasta el 30 de marzo del año 1990, en el que se promulga la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) el 3 de octubre de 1990.

En 1989 el Gobierno presentó el Libro blanco para la reforma del sistema educativo. Además de la reforma, incorporaba un trabajo de planificación y programación. La LOGSE dio forma jurídica a la propuesta contenida en dicho libro y se convirtió, de esa manera, en el instrumento esencial de la reforma.

Hasta el año 1990 en que se aprueba la LOGSE, en nuestro país existían de forma simultánea dos modelos diferentes de atención a la infancia: el modelo asistencial y el modelo escolar.

El modelo asistencial pretendía dar un servicio a las familias mientras los padres de los niños trabajaban (atender las necesidades relacionadas con la higiene, el sueño y la alimentación). Los centros no tenían proyecto educativo y sus trabajadores no disponían de una formación específica.

El modelo escolar, surgido del antiguo preescolar, pretendía an-ticipar los contenidos de la educación obligatoria en el campo de la lecto-escritura y el cálculo. La metodología era pasiva (fichas, mucho papel, plastilina, tijeras y punzones), los profesionales eran maestras

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y maestros de los colegios y el proyecto educativo correspondía a edades más avanzadas.

La LOGSE fue la primera ley educativa general que promulgó que la educación infantil era una etapa de pleno derecho, dentro del sistema educativo. La afirmación de que la educación comienza desde el nacimiento fue muy novedosa, aunque la partición en dos ciclos de la misma (0-3 años y 3-6 años) fue más bien una aplicación de tipo organizativo y económico, no de carácter pedagógico, ya que los co-legios escolarizaban a los párvulos de cuatro y cinco años y, a partir de la LOGSE, fueron incorporándose los grupos de tres a cuatro años.

Esta fue la primera fractura en la etapa. De hecho, aunque mu-chas escuelas infantiles tenían la etapa completa, siempre con carácter voluntario, fue desapareciendo aquella primera ordenación natural de la educación infantil, para separarla en dos. La separación fue más allá de lo aconsejable. A medida que la demografía iba decreciendo, los colectivos de maestros y maestras veían como desaparecían sus puestos de trabajo. Ello supuso que miraran con buenos ojos, aunque no siempre con la debida preparación, el nuevo ciclo de educación in-fantil 3 a 6 años. Esto sucedió en los años posteriores a la aplicación de la LOGSE.

Pero el natural optimismo de los y las profesionales de infantil impidió que el movimiento se resintiera, aunque las bases de la grie-ta ya estaban consolidándose. Asimismo, con la promulgación del Real Decreto 1004/1991, sobre los requisitos mínimos de los centros educativos, la aparición de nuevos profesionales y nuevas titulacio-nes distintas a las de Magisterio, se abrió de nuevo otra grieta en la educación infantil, a la que contribuyó el número máximo de niños por clase, la ratio o proporción de puestos escolares por profesional (8 bebés de 0 a 1 años, 13 niños de 1 a 2 años, 20 niños de dos a tres años y 25 niños de tres, de cuatro y de cinco años).

Los Movimientos de Renovación Pedagógica, la Coordinadora y todos los colectivos de educación infantil afirmaron que esas ratios eran excesivamente altas. Y aunque el decreto se llamó de mínimos, en algunas comunidades autonómicas se aplicó el número máximo de niños y en otras se mantuvo un criterio más acorde con los objetivos de los colectivos de renovación, como, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid (Decreto 60/2000).

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Al mismo tiempo, el plazo de adecuación de los requisitos míni-mos aplicables a los centros de educación infantil que no los cumplie-ra (la mayoría de titularidad privada), de más de diez años (el plazo expiraba en el 2001), creó un campo de cultivo muy nefasto para la educación infantil. Los centros privados se agruparon en patronales (CECE, ACADE), que presionaron fuertemente para que el tiempo de moratoria se ampliara, con el objetivo de que no se cumpliera nunca. Al mismo tiempo, la petición de los grandes centros concertados de aplicar el concierto a la educación infantil de segundo ciclo, para ase-gurar la presencia de las familias en sus centros desde los tres años, fue atendida cuando el Partido Popular accedió al poder en 1996, con José María Aznar como presidente de Gobierno y Esperanza Aguirre como primera ministra de Educación, de un ministerio que todavía no había realizado las transferencias educativas y tenía plenos pode-res legislativos y de desarrollo.

3.3. Del 90 al 2000: la implantación de la LOGSE; mapa autonómico

El gran problema de la LOGSE fue la falta de financiación para su implementación. En los primeros años de la década, con un Go-bierno socialista exhausto económica y políticamente por los fastos de la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona y acosa-do por la corrupción, con una sucesión de leyes que empeoraron la LOGSE, que la hicieron más restrictiva en su aplicación, la educación infantil no tuvo el pleno desarrollo con el que soñaron los Movimien-tos de Renovación Pedagógica. El R. D. 1004/1991 no fue un modelo de implantación general para la educación infantil; sí lo fue para el 3-16, no para el 0-3. En algunas comunidades autónomas, el 1004 fue implantado en su totalidad. En otras, en cambio, aplicaron sus propias órdenes, decretos y normas que mejoraban las ratios, como, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid o en los patronatos muni-cipales de Barcelona, Granada o Pamplona.

Hay que aclarar algunas precisiones sobre las competencias au-tonómicas. Recordemos que el Ministerio de Educación tenía com-petencias plenas sobre el sistema educativo, excepto en cuatro comu-nidades llamadas «históricas». Este término proviene de la propia Constitución española. Las llamadas comunidades autónomas histó-

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ricas (con gobiernos y constituciones implantados en la República de 1931) eran Cataluña, País Vasco y Galicia, a las que se añadió Nava-rra con su régimen foral. En el diseño del mapa autonómico posterior a la promulgación de la Constitución, se definieron las comunidades en función de dos vías constitucionales: la vía del artículo 148 y la vía del artículo 151 de la Constitución. Andalucía quedó vinculada a esta última y el resto de comunidades accedieron a la otra vía, incluida la Comunidad de Madrid.

A mediados de los ochenta, las comunidades que tenían competencias educativas eran todas las nombradas más las islas Canarias, por su condición de insularidad. Por tanto, el Ministerio tenía y mantenía la red del sistema educativo de 6 a 14 años, hasta que la LOGSE la amplió de 6 a 16 años. La educación infantil era una etapa no obligatoria, aunque el ciclo 3-6 años fue cubierto en su totalidad por el MEC, no así el ciclo 0-3 que estaba en manos de la Administración autonómica y de los municipios. Este mapa autonómico cambió el año 1999, cuando el Gobierno del Partido Popular cedió la gestión y las competencias del Ministerio de Educación (incluida la educación infantil 0-3) a las comunidades autónomas, a excepción de Ceuta y Melilla.

La consumación de la fractura y grieta entre etapas educati-vas (obligatorias y no obligatorias) y entre los ciclos de la infantil se ahondó, porque pasó a depender de la Administración autonómica en su totalidad, sin ningún tipo de competencia estatal.

Pero antes de continuar con el desarrollo autonómico, la educa-ción infantil continuó su difícil historia con la implantación del 1004 en los territorios que no tenían una red propia de escuelas infantiles y con las dificultades de la implantación del ciclo 3-6 en los colegios de primaria.

A finales de los ochenta, con la dificultad de la titulación de los profesionales de la educación infantil, tal y como la concebía la LOG-SE (maestros especialistas en Educación Infantil), la red de profesio-nales del primer ciclo era contradictoria. La mayor parte de los traba-jadores eran mujeres, la mayoría sin ningún tipo de formación inicial, que habían suplido sus carencias académicas con mucha dedicación y aprendizaje continuo, ayudadas por otras compañeras maestras, por los cursos de los movimientos de renovación y por la recién creada estructura de los centros de profesores, que actuaron de promotores

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de la formación continua. Antes de la implantación de la logse, desde el año 1986 al 1990, se implementó una formación experimental de los profesionales de la educación infantil, el llamado Plan Experi-mental que fue puesto en marcha por algunas escuelas de Magisterio y que sirvió como referencia para la posterior transformación de la diplomatura de profesor de Educación General Básica en maestro con especialidad en Educación Infantil. Esta nueva titulación reforzó el cambio de la carrera de Magisterio.

El abandono de la idea de un único docente para la etapa de cero a seis años se vio reforzado por la inclusión en el R. D. 1004 de otras titulaciones en el ciclo 0-3, dejando a los maestros con especia-lidad en Educación Infantil solo para el ciclo tres a seis. La otra titu-lación era la de especialista en Educación Infantil (técnico superior) de carácter no universitario y con un perfil ligado a la educación pos-tobligatoria después de la etapa de educación secundaria obligatoria (formación profesional de segundo grado, en el caso de la educación infantil).

El Plan Experimental tuvo una importancia fundamental en la extensión de una idea de educación infantil nueva: fue una magnífica obra de formación de formadores.

Pero, de nuevo, las expectativas no se cubrieron. La enseñanza de la carrera de Magisterio adoleció de un mal común en las dife-rentes carreras universitaria: una falta de conexión con la realidad de la etapa en su totalidad; el ciclo 0-3 casi desaparecido del plan de estudios y el ciclo 3-6 convertido en una enseñanza de tipo cognitivo y conceptual, más que de adecuación a un nuevo marco educativo.

La situación fue deteriorándose de forma progresiva. La polí-tica neoconservadora del Partido Popular no favoreció el desarrollo de una escuela infantil pública, más bien al contrario: ahondó en las diferencias entre ciclos y entre redes. La pública frente a la privada. La LOGSE era muy explícita en que los centros privados que no cum-plieran los requisitos del R. D. 1004 desapareciesen al cabo de diez años de moratoria; los intereses de las grandes agrupaciones patrona-les de la escuela privada y concertada presionaron hasta la saciedad para que se concertasen los niveles no obligatorios (especialmente el 3-6 para asegurar la continuidad de las familias y de los alumnos en sus centros) y para que desapareciera la obligatoriedad del 1004. Por ello, a finales de la década (1999) ya apareció en el horizonte la

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amenaza de una nueva ley educativa que pusiera en marcha los me-canismos de defensa de la educación privada.

Con la nueva victoria en el año 2000 del Partido Popular, esta vez con mayoría absoluta, el Gobierno de Aznar se sintió libre para zafarse de la LOGSE y de todos sus compromisos anteriores. Pero, primero, tuvo que asegurar que la educación no iba a representar ningún problema para el Gobierno central. Durante el año 2000, se completó el mecanismo de cesión de la educación, sin ningún tipo de criterio o de principio general, a todas las comunidades autónomas, dejando al ciclo 0-3 años en la más absoluta indefensión, ya que no se había logrado su implantación generalizada en todo el Estado, ni a través de las administraciones propias de las comunidades ni con los convenios con los municipios.

En el año 2002, con el MEC gobernado por Pilar del Castillo, se promulgó la LOCE (Ley Orgánica de Calidad de la Educación), que supuso el zarpazo definitivo para la definitiva construcción de una etapa de educación infantil con características propias, sin dependen-cias ni subordinaciones a las otras etapas, es decir, con el perfil de etapa no obligatoria, voluntaria, gratuita, adecuada a las necesidades educativas de los niños y las niñas, y complementaria a la responsa-bilidad de las familias.

Con la LOCE se volvió al planteamiento más antiguo de la edu-cación preescolar de los años 70, cuando todavía vivía Franco. La intención de retirar el ciclo de cero a tres años del sistema educativo (educación preescolar), de asignar al ciclo la categoría de asistencial, frente al concepto educativo e instructivo del 3 a 6 años (educación infantil), retrae de nuevo al inicio de la historia, de una historia de tejer y destejer, como el personaje de Penélope en la Odisea.

Mientras tanto, los Movimientos de Renovación Pedagógica clamaron en el desierto frente a tanto desatino, pero su grito fue soli-tario. También habían sido vencidos. Su campo de acción e influencia quedaron reducidos. La casi eliminación de las escuelas de verano en muchas comunidades autónomas, la dinámica tecnocrática que sufrieron quedando reducidos a muy poca voz o bien incorporándose en las redes oficiales causaron una gran desorientación y sentimiento de soledad de muchos profesionales.

Otros movimientos como los de la Coordinadora se vieron des-membrados de su cohesión por la atomización de políticas divergentes

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en cada territorio, en tanto que las soluciones parciales que se apli-caron no pudieron superar el propio marco de la organización. Los movimientos sindicales, más preocupados por encarrilar las diferen-tes reivindicaciones de sus afiliados, dispersos en diferentes sectores (públicos-privados, administraciones públicas-enseñanza, funciona-rios-laborales), que por establecer un marco sociolaboral de referen-cia con las coordenadas de unos principios básicos de igualdad y de las nuevas necesidades sociales, hicieron inviable la articulación co-herente del sector de la educación infantil.

Las movilizaciones contra la LOCE fueron la espoleta para sa-car a la calle a la educación en general y también a la infantil. Pero no fue suficiente. La mayoría absoluta del PP y la cesión de la educación a las CC. AA. eran intocables. Todo estaba a su favor, aunque, en el año 2004, el control político del Estado y del Gobierno dio un vuelco inesperado: el PSOE vuelve a gobernar y su primera medida edu-cativa es la de aplazar el calendario de aplicación de la LOCE para dar tiempo a revisar las leyes educativas que permitieran un carácter menos clasista, menos segregador y menos excluyente que el de la LOCE. Pero el mal ya estaba consolidado. El margen de maniobra del Ministerio de Educación era ya muy escaso. El verdadero control educativo estaba en manos de las comunidades autónomas que desde el año 2000 tejieron una red de leyes, decretos, normas y órdenes técnicas que consolidaron una dispersión absoluta en la educación infantil de primer ciclo: ya no hay vuelta atrás.

3.4. De la LOCE a la LOE (2002-2006)

La LOCE estaba a punto de implantarse. Pero, inesperadamen-te, en marzo de 2004, el PSOE gana las elecciones generales tras el gravísimo atentado en Madrid el 11 de marzo. Y, con el triunfo, llega de nuevo una reforma educativa. Después de la gran oposición a la LOCE, el PSOE elaboró de inmediato un real decreto, paralizando el calendario de implantación de la LOCE y dio un compás de espera para rehacer una nueva ley. Planteó un documento de debate para ser analizado entre los colectivos profesionales, sindicales, de padres y madres, de movimientos de renovación pedagógica y ciudadanos en general, con una serie de preguntas clave. El documento se tituló Una educación de calidad para todos y entre todos.

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En educación infantil, las preguntas clave hacían referencia a tres núcleos, destacados del conjunto de cinco propuestas:

• ¿Está usted de acuerdo con la finalidad educativa en los dos ciclos de la educación infantil?

• ¿Cree conveniente que toda la etapa esté a cargo de maestros especialistas, aunque puedan colaborar otros profesionales con la debida cualificación en el primer ciclo?

• ¿Le parece positiva la iniciación a la lecto-escritura, a la lengua extranjera y al uso del ordenador en esta etapa?

Después de este proceso inicial, se propuso un documento base que admitió enmiendas y, en mayo del 2006, apareció la LOE (Ley Orgánica de Educación).

La LOE ha sido y es una ley muy contradictoria. Recupera par-cialmente y, de forma anónima, algunos aspectos de la LOGSE. En otros temas, refuerza aspectos básicos de la LOCE.

En educación infantil, el enunciado parecía prometedor. Recu-peró el carácter educativo de la etapa completa (0 a 6 años), aunque se limitó a regular el segundo ciclo y a dejar en manos de las adminis-traciones educativas de las comunidades autónomas el primer ciclo (en consonancia con las transferencias educativas que el Gobierno del PP realizó en 1999).

En realidad, la educación infantil ha vuelto al pozo oscuro. Las teóricas «buenas intenciones» de la LOE con respecto a la infantil han chocado con una realidad que el Ministerio de Educación no quiso abordar en su primera legislatura (2004-2008): como las com-petencias educativas ya no están en manos del Gobierno central, sino descentralizadas, solo una dirección política consensuada podría ha-ber enmendado una realidad que ahora ya está consolidada.

Ahondando en esta contradicción, el movimiento de educa-ción infantil, desde hacía tiempo, derivaba peligrosamente hacia una concepción de «guarda y custodia» bajo el epígrafe de la «concilia-ción laboral y familiar». En ninguna comunidad autónoma se estaba abordando una política pública e integral de educación infantil que recogiese las experiencias pedagógicas, de gestión, de participación, de financiación, que se habían ido acumulado en los años anteriores.

Por un lado, las necesidades económicas y de distribución del

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alumnado de 3 a 6 años obligaron a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos a incluir este ciclo en los colegios públicos, con-virtiendo a estos centros en colegios de infantil y primaria (CEIPS), manteniéndose los conciertos económicos para este ciclo en la educa-ción concertada.

Pero el primer ciclo seguía siendo terreno abonado para la ma-yor heterogeneidad en su tratamiento132. Variedad y dispersión que en el caso de la Comunidad de Madrid no existía al soportar ya muy débilmente el entramado de una agotada red pública de escuelas in-fantiles y casas de niños.

Después de la aprobación de la LOE (3 de mayo de 2006), la ministra de Educación, María Jesús San Segundo (2004-2006), es cesada fulminantemente y sustituida por Mercedes Cabrera (2006-2009). El secretario general de Educación, Alejandro Tiana, ocupó su cargo desde 2004 hasta 2008 y fue unos de los artífices de la LOE. Dicho cargo fue ocupado después por Eva Almunia, antigua conse-jera de Educación del Gobierno de Aragón y, con posterioridad, por Mario Bedera, hasta las elecciones generales de 2011. Después de Mercedes Cabrera, el Ministerio de Educación fue ocupado por Án-gel Gabilondo (2009-2011) que planteó un pacto educativo (2010), que no llegó nunca a buen puerto.

En ningún momento, a pesar de las entrevistas con Alejandro Tiana y con Rosa Peñalver, y de las firmas recogidas, no se pudo con-seguir que el R. D. de requisitos mínimos, que finalmente se promulgó en 2010, tuviera en cuenta el primer ciclo de educación infantil. La perspectiva de una legislación común entre CC. AA. se pierde defini-tivamente.

La aparición del R. D. 132/2010, sobre requisitos mínimos de los centros educativos, marcó la decepción. Se regulan los requisitos mínimos desde el segundo ciclo de educación infantil hasta el bachi-llerato y la formación profesional, excepto el primer ciclo de educa-ción infantil (0-3 años), que queda regulado por las leyes autonómi-cas (decretos, órdenes, normas…), excepto también en el apartado de la titulación de los profesionales de este ciclo, en los que se remite a los artículos 92.1 y 92.2 de la LOE

132. Alcrudo, P. y Alonso, A. (2008): «Una mirada al ciclo 0-3 años» en Revista Infancia, número 107.

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Los artículos 14.2, 14.7, 15.4, 92.1 son letales para la educa-ción infantil, sobre todo para el primer ciclo. En la práctica, las situa-ciones de desamparo de muchos centros, profesionales y familias son clamorosos. Un caso a tener en cuenta, por su especial virulencia, es el de la Comunidad de Madrid.

En virtud de sus competencias, la Comunidad de Madrid publi-có, el año 2008, dos decretos que regulan la educación infantil 0 a 6 años. El 17/2008 regula las enseñanzas mínimas de educación infantil de la etapa completa y el 18/2008 regula los requisitos mínimos para el ciclo 0-3 años.

La competencia del Ministerio de Educación es promulgar le-yes orgánicas y reales decretos que desarrollen aspectos concretos de dichas leyes. En la etapa de educación infantil, se publicó el R. D. 1630/2006, sobre desarrollo curricular y enseñanzas mínimas, re-feridas exclusivamente al ciclo 3-6. La Comunidad de Madrid, en función de su competencia autonómica, se reserva un 35 % de los contenidos, aunque, en el primer ciclo, tiene la responsabilidad legis-lativa de establecer el currículo en su totalidad.

De ahí derivan las diferencias entre ambos decretos. Desde el año 1983, en que se proclama el Estatuto de Autonomía, Madrid fue la primera comunidad autónoma que incorporó en enero de 1986 las guarderías infantiles transferidas, procedentes del Ministerio de Trabajo, del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INAS), del Ministerio de Cultura (las guarderías de la Sección Femenina), del Ministerio de Obras Públicas, de todo tipo de administraciones pro-cedentes todavía del franquismo, tanto las subvencionadas como las laborales.

Por ese motivo, la Comunidad de Madrid tuvo bajo su batuta y responsabilidad la regulación de la etapa de cero a seis años desde su inicio como comunidad autónoma.

El Gobierno del primer presidente de la Comunidad, Joaquín Leguina, junto con el consejero de Educación, Jaime Lissavetzky, y la directora general de Educación, Aurora Ruiz, acordaron un plan para la transformación y creación de las antiguas guarderías en verdaderas escuelas infantiles.

La experiencia de algunos ayuntamientos, que mucho antes del año 1986 ya habían apostado por la educación infantil, se tradujo en una red que poco a poco fue incrementando el número de centros y

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de plazas.La peculiaridad de Madrid fue la creación de escuelas infantiles

con la etapa completa, es decir, de cero a seis años. Abarcaban los dos ciclos que se denominaron así por la nomenclatura de la LOGSE. En realidad, los colegios de EGB, dependientes del MEC, tenían un preescolar de cuatro a seis años, con una escolarización incompleta, mayor en cinco que en cuatro años. El incremento de plazas fue en aumento en la red de escuelas infantiles de Madrid, siempre mayor en el primer ciclo que en el segundo, a medida que los colegios iban absorbiendo a los niños de cinco, cuatro y tres años. La configura-ción de las escuelas infantiles que empezaron siendo de cero a seis fue disminuyendo para dar paso a centros que abarcaban las edades de cero a cuatro años, que convivieron largo tiempo con las escuelas 0-6 y con el segundo ciclo 3-6, hasta que las escuelas de cero a cuatro se convirtieron en escuelas de cero a tres.

Con la LOGSE, los colegios absorbieron la escolarización com-pleta de los niños de tres, cuatro y cinco años. Hoy se puede decir que existe escolarización casi al 100 % de los niños y las niñas de estas edades.

Al mismo tiempo que se creó la red de escuelas infantiles, entre 1986 y 1987, apareció un nuevo servicio de creación propia de la Comunidad de Madrid: las casas de niños, un programa complemen-tario a la escuela infantil para zona rural y destinada a niños de cero a cuatro años.

La red pública de escuelas de educación infantil se creó en 1986, mediante el decreto de 11 de septiembre y la orden de 8 de noviembre de la Consejería de Educación y Cultura, que conformaban el marco jurídico por el que los ayuntamientos y otras instituciones de carácter público podían solicitar y suscribir convenios para la gestión y finan-ciación de proyectos e instituciones destinados a la educación de los niños de 0 a 6 años. En el año 1994, la Comunidad de Madrid tenía firmados convenios con 23 ayuntamientos, uno con la Universidad Autónoma (escuela infantil UAM) y otro con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (escuela infantil del CSIC); la red pública contaba también con el apoyo de varios equipos psicopedagógicos de atención temprana, integrados por profesionales procedentes del MEC, de la Comunidad de Madrid y de los ayuntamientos.

Como dato estadístico, en el curso 1984-1985, había diez escuelas

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infantiles; en el curso 1994-1995, ya habían 115 (63 de gestión directa y 50 de titularidad municipal). Las casas de niños pasaron de nueve en el curso 87-88 a 55 en el curso 94-95133.

El Decreto 88/86 de 11 de septiembre regulaba los convenios con ayuntamientos para la atención educativa de la población infan-til de cero a cinco años. El decreto define la red pública de escuelas de educación infantil como integrada por centros de la Comunidad y de los ayuntamientos e incluye en su introducción los siguientes principios:

• La importancia de la educación de los niños y niñas desde los primeros momentos de su vida.

• La necesidad de que los poderes públicos contribuyan, con las familias y la sociedad, a la tarea de la educación de la infancia.

• La necesidad de que las instituciones planifiquen conjunta y coordinadamente y de que racionalicen sus recursos.

• Especificidad pedagógica de la etapa educativa de cero a 5 años.

Establece las bases para la suscripción de convenios con los ayuntamientos que deseen integrar sus escuelas de educación infantil en la red pública que son las siguientes:

1. El equipo educativo estará integrado por maestros y educadores.2. Los espacios docentes y de servicios deberán reunir condiciones

higiénicas, arquitectónicas, funcionales que hagan posible la calidad del servicio educativo.

3. El equipamiento de las escuelas será el adecuado para la actividad que desarrollan.

4. Las escuelas infantiles tendrán órganos de gobierno que garanticen la participación de todos los sectores de la comunidad educativa.

5. Los criterios de admisión del alumnado se definirán teniendo en cuenta los objetivos sociales que pretende la red de escuelas de educación infantil.

6. Las cuotas de las escuelas las regulará la Consejería de Educación.

133. Ruiz, A. (1994): ponencia de Aurora Ruiz —directora general de Edu-cación de la Comunidad de Madrid— en Temas de Infancia: políticas y acciones educativas, volumen II. Barcelona: Congreso de Infancia, 1994.

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7. La inspección de la red corresponde a la Consejería de Educación.

Habría que explicar con más detenimiento el punto 1: las guar-derías que fueron transferidas a la Comunidad de Madrid desde los distintos ministerios tenían entre su personal a maestras y otras cate-gorías como cuidadoras, ayas, hijas de la casa, etc.

Para integrar esta diversidad de categorías, se comenzó a de-mandar una titulación profesional más apropiada, para lo que la Co-munidad programó cursos de especialización de maestros o módulos profesionales de nivel III (educador infantil), en horario compatible con la jornada laboral y en colaboración con las universidades y el MEC. También se realizaron cursos, como el caso del Plan de habili-tación de educadores infantiles, a través de la escuela de educadores de El Valle, para aquellas personas que no disponían de más titula-ción que la educación básica y que no pudieron o no quisieron pasar por las anteriores posibilidades o el acceso a la universidad para ma-yores de 25 años.

En colaboración con el MEC, se programaron y llevaron a cabo, para profesionales de escuelas infantiles de la red pública, cursos para la obtención del título de educador infantil (Plan Experimental). El Plan Especial de Magisterio fue un convenio entre comunidades au-tónomas y las universidades, destinado solo a trabajadores de las es-cuelas infantiles. También en ese gran plan de «adaptación» se contó con las ofertas de los centros de profesores (CEP) recién creados y los Movimientos de Renovación Pedagógica de la Comunidad.

Con estos planes, que tuvieron una gran aceptación entre el sec-tor, se consiguió pasar del 20 % al 80 % de titulados en el sector.

Los maestros y maestras de los colegios, a pesar de realizar la formación para la obtención de la especialidad de Educación Infantil, consideraron que dicha formación seguía siendo insuficiente, espe-cialmente en las necesidades educativas que ha de atender la escuela y los procesos de aprendizaje.

Se planteó como un posible avance poder compartir formación con profesionales de instituciones diferentes (escuelas infantiles y co-legios), como marco de experiencias distintas. Aunque con muchas dificultades, ya que los maestros disponían de la hora de exclusiva en un horario que los profesionales de escuelas infantiles no podían asumir porque estaban trabajando con niños.

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Desde 1996, en que se construyó la última escuela infantil de gestión directa de la Comunidad de Madrid, todas las construcciones han sido con el modelo de gestión indirecta. Únicamente se han abier-to muchas casas de niños municipales de gestión directa y alguna escuela infantil municipal, como la de Torrejón de Velasco134.

Las nuevas escuelas infantiles de gestión indirecta se han regido por los pliegos de condiciones que han ido variando desde los prime-ros contratos hasta la actualidad y por la ley de contratos del Estado. En todos los concursos públicos para la concesión de una escuela infantil, el requisito fundamental ha sido la valoración del proyecto pedagógico, además del proyecto de gestión. El tema de la financia-ción siempre ha estado subordinado al tema pedagógico. Hasta 1998 la financiación se rigió por la política de tercios, idea que viene gene-rada de los primeros años de la red pública; aportación de tercios por parte de las administraciones y usuarios (1/3 comunidad, 1/3 ayunta-miento, 1/3 familias), en convenios de colaboración.

Según la Orden 3936/1998, de 11 de diciembre (BOCM 21-12-1998), de la Consejería de Educación y Cultura, por la que se regulan las bases para la suscripción de convenios con ayuntamientos para la creación y funcionamiento de centros integrados en la red pública de educación infantil de la Comunidad de Madrid, se modificaron los porcentajes anteriores, pasando a ser el 43 % la aportación de la Comunidad de Madrid, el 24 % por parte de los ayuntamientos y el 33 % el porcentaje de las familias.

En 2004, se modificaron los porcentajes para los municipios con menos de 6.000 habitantes. Uno de los objetivos de esta orden fue el de eliminar las casas de niños con comedor. Por ese motivo, se dio más dinero a los ayuntamientos para que crearan escuelas infan-tiles y no casas de niños con comedor. Los porcentajes pasaron a ser del 56 % C. M., 15 % ayuntamientos y 33 % familias135.

134. Los Arcos de Colmenar Viejo se construyó en 1996.

135. Orden 59/2004, de 8 de enero (BOCM 20-1-2004), de la Consejería de Educación, por la que se modifica la Orden 3936/1998, de 11 de diciembre (BOCM 21-12-1998), de la Consejería de Educación y Cultura, por la que se regulan las bases para la suscripción de convenios con ayuntamientos para la creación y funcionamiento de centros integrados en la red pública de educación infantil de la Comunidad de Madrid.

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Hasta el año 2008, con la modificación de los pliegos de con-tratación, las escuelas de gestión indirecta cobraban el 100 % de los módulos, el 67 % a través de pagos directos de la administración ti-tular y el 33 % restante de las cuotas de las familias. Si la suma de las cuotas era menor, cobraban la diferencia y, si cobraban más, tenían que devolverlo.

Esta situación se ve radicalmente afectada por el Decreto 134/2008, de 28 de agosto, del Consejo de Gobierno, por el que se regula la financiación del primer ciclo de educación infantil en la Co-munidad de Madrid (BOCM n.º 214, de 8 de septiembre de 2008.

Este decreto se carga el modelo de la red pública, deroga el Decreto 88/1986, de 11 de septiembre (BOCM, 24 de septiembre de 1986) por el que se regulan los convenios con ayuntamientos para la atención educativa a la población infantil de 0-5 años.

En el curso 2010-2011, el número total de escuelas infantiles y casas de niños en la Comunidad de Madrid es de 482136.

Uno de los mayores logros de la red pública de escuelas infan-tiles y casas de niños fue la creación de un grupo de técnicos que, dependiendo del servicio de educación infantil, supervisaban, dina-mizaban y evaluaban las escuelas infantiles y las casas de niños de sus demarcaciones territoriales. Con las transferencias, se realizó el tras-paso a la inspección educativa y, desde el curso 2000-2001, fueron los inspectores los que se hicieron cargo de esa tarea. La inspección educativa no contaba ni con los suficientes conocimientos ni con los recursos humanos necesarios para ejercer esa labor y ahí se perdió gran parte de la innovación y de las investigaciones educativas que caracterizaron, durante años, los proyectos pedagógicos de las escue-las infantiles y la red de formación permanente.

Durante el mandato de Alberto Ruiz Gallardón (1996-2003), se mantuvo el modelo, se incrementó el número de centros, pero, sobre todo, se mejoraron las condiciones económicas en relación con la fi-nanciación municipal y en el incremento de los módulos económicos y se dotó de educadores de apoyo a todas las casas de niños.

Durante el mandato de Esperanza Aguirre (2003-2012), se han incrementado considerablemente el número de centros construidos, aunque, a partir del año 2006, el diseño arquitectónico ha empeora-

136. MEC (2012): Datos y cifras: curso escolar 2011-2012. Madrid.

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do e incluso, en la actualidad, las escuelas se construyen sin equipa-mientos básicos, como la cocina, aunque hay que recordar que mu-chas de estas escuelas se han construido a cargo del plan PRISMA, fondo de inversiones que sirvió para financiar a los ayuntamientos. Cada ayuntamiento decidía el destino del presupuesto. No obstante, la Comunidad ha seguido realizando convenios con los municipios por los que estos ceden suelo público, la Comunidad construye el equipamiento y el mantenimiento corre a cargo del ayuntamiento, que licita la gestión, mediante los pliegos de concurso público.

3.5. Y para acabar…

La situación de la educación infantil en el momento presente vuelve a ser muy preocupante. No solo se han deteriorado las condi-ciones cuantitativas, sino que la educación infantil se ha vuelto a car-gar con un estereotipo injustificado después de tantos años de buen trabajo educativo: el de la asistencia, que ahora se denomina, con un cierto sesgo no casual, «conciliación». La necesidad de políticas públicas es innegable. Sin la voluntad política de los ayuntamientos, administraciones autonómicas o de la Administración central y sin una adecuada financiación, las escuelas infantiles no pueden sobre-vivir. Los centros privados no pueden ofrecer el mismo servicio que los centros públicos por el coste que ello supone. Hay servicios pri-vados, pero son la antítesis del trabajo educativo. Son almacenes de criaturas. Y la provisión de servicios no puede limitarse únicamente a la escuela infantil como único modelo. Deben implementarse muchas más medidas que, vistas en su conjunto, favorezcan, por un lado, la maternidad-paternidad responsables (permisos maternales, de lactan-cia, flexibilidad del trabajo de las madres y padres) y que, por otra parte, respete el derecho educativo de los menores de tres años. Servi-cios de calidad, con asentamiento territorial, con diversas tipologías, con criterios de admisión lo más abiertos y democráticos posibles, sin estratificación, sin creación de reductos cerrados, con transparencia de gestión, de funcionamiento, de apertura, con un trabajo educativo reflexivo, de investigación, de acción, documentado. Hacer visible el trabajo de las escuelas y de los niños de cero a seis años es siempre el mejor antídoto contra las ideologías y estereotipos absolutistas, dogmáticos e inflexibles.

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4Las características de los niños por debajo de los seis

años desde la perspectiva del pediatra: importancia del buen trato, la estima, el afecto y la comprensión de los

adultos; la familia y los educadores

Dr. José Manuel Moreno Villares

Médico pediatra. Unidad de Nutrición Clínica. Hospital Universitario 12 de Octubre.

Universidad Complutense. Madrid

Julio 2008

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El crecimiento y el desarrollo en el niño son procesos di-námicos. Los aspectos físicos, cognitivos, sociales y emocionales interactúan de tal modo que no es posible estudiarlos separada-mente. Las influencias ambientales actúan en este contexto que tiene en cuenta los componentes genéticos del temperamento y las habilidades cognitivas en un formato neurobiológico. Aunque existen unos hitos en el desarrollo, cada niño camina a su paso.

El estudio del desarrollo en el niño ha sido y es objeto de estu-dio por parte de diversos profesionales. Parecería que es tarea fun-damental del pedagogo o del educador, en su más amplia acepción, atendiendo a las necesidades específicas de cada grupo de edad. Por otra parte la tarea del pediatra en el pasado se encaminaba más a la detección, tratamiento y seguimiento de aquellos niños con altera-ciones del desarrollo que al seguimiento del niño sano. Con el desa-rrollo de la pediatría preventiva, se dio un salto de calidad. El papel del pediatra no se centraba solo en diagnosticar y tratar enferme-dades, también en prevenirlas. Estos aspectos se concretaron en un primer momento en la prevención de la desnutrición y enfermedades carenciales, así como en la prevención de enfermedades infecciosas transmisibles mediante las vacunaciones. En la medida en que estos objetivos iniciales se fueron cumpliendo —al menos en los países desarrollados—, los campos de actuación del pediatra en actividades preventivas se han ido ampliando: prevención de los accidentes en

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el hogar o en las actividades deportivas, atención a los niños en los vehículos de motor, prevención del maltrato infantil, etc. y la atención especial a niños de grupos de riesgo (prematuros, déficits sensoriales, discapacidad física, etc). Un amplio abanico de actividades preven-tivas para el pediatra de atención primaria se puede encontrar en PrevInfad/PAPPS Infancia y Adolescencia.

Estamos probablemente en plena transición, también para los pediatras, en cuanto a su papel en el contexto de la prevención. Por una parte se reconoce el papel primordial que tienen los primeros años de la vida del individuo en el establecimiento de hábitos saluda-bles y, por lo tanto, en la prevención de las enfermedades del adulto (teoría de la programación metabólica o del origen fetal de las enfer-medades del adulto, conocida también como teoría de Barker), pero también en el establecimiento de buenos hábitos relacionados con la vida cotidiana. Estos primeros años de la vida, de una gran plastici-dad, constituyen un periodo crítico del desarrollo.

Revisaremos, de una forma breve, algunas de las característi-cas del desarrollo psicoevolutivo, bien conocidas por todos, antes de atender a algunos de los aspectos más específicos de lo podríamos considerar «el buen trato» al niño.

4.1. Crecimiento y desarrollo en los distintos periodos

4.1.1. El recién nacido

Los recién nacidos nacen con una serie de reflejos encaminados a facilitar su supervivencia, como por ejemplo el reflejo de succión. El recién nacido nace con una serie de potencialidades genéticas, pero también con una serie de debilidades que se reflejan en el tempera-mento, la adaptabilidad, la capacidad de respuesta y la interacción con el medio.

Los recién nacidos tiene unas capacidades sensoriales sobresa-lientes, por ejemplo en lo que se refiere al sentido del oído. El lactante reconoce mejor las voces femeninas con tonos agudos que las mascu-linas más graves. Por el contrario, el tono más grave de la voz mascu-lina parece calmar mejor al niño. También está bien desarrollado al nacimiento el sentido del olfato. El niño responde positivamente a los

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olores agradables y rechaza los repugnantes. A los pocos días de vida reconocen el olor de su madre. También el gusto está desarrollado al nacimiento, con preferencia por los sabores dulces. El desarrollo de la visión es más lento. La fijación y la búsqueda están desarrollados a los dos meses de edad y la agudeza visual se desarrolla rápidamente en los seis primeros meses de vida.

4.1.2. El primer año de vida

Durante las primeras semanas de vida el llanto constituye un acompañante habitual al niño. Aumenta de forma gradual durante las primeras 6 a 12 semanas. Es su forma de manifestar la respuesta a estímulos, tanto positivos como negativos. Puede significar que tenga hambre o el pañal mojado o que esté cansado. La sobreestimulación puede ser también negativa. Es preciso saber reconocer las claves que cada niño emite, para actuar en consecuencia.

Piaget describió los dos primeros años de vida como el periodo sensoriomotor, durante el cual los niños aprender con una sofistica-ción progresiva a responder a los estímulos del ambiente con una respuesta motora. La repetición de la respuesta acaba conformando un esquema progresivamente más complejo. En el primer año de vida la percepción de la realidad se resuelve en el entorno del niño, lo que puede ver o tocar. El niño sigue la trayectoria de un objeto a lo largo del campo de visión, pero una vez que abandona este deja de existir. Alrededor de los 9 a 12 meses, comienza a comprender que existen objetos aunque no los vea (permanencia del objeto). El segundo año de vida aprende a manejar instrumentos, con los que manipulan los objetos. Primero lo realizan por imitación y luego por ensayo y error.

En cuanto al crecimiento físico, tras unos primeros meses ini-ciales muy similares para todos los niños, a partir de los 6 meses co-mienzan a influir los factores genéticos. Hasta los 18 meses de edad se experimentan grandes cambios, para posteriormente alcanzar un pe-riodo de estabilidad. El niño triplica su peso del nacimiento al año de edad y mide alrededor de una vez y media su longitud al nacer. Como hemos comentado, a los 2 años de edad la curva de crecimiento se ha estabilizado. La ganancia entonces es de 2 a 3 kg por año y 5 a 7 cm.

El niño se sienta solo alrededor de los seis meses y comienza a caminar al año, aunque el rango de normalidad varía entre los 9 y los 17 meses. A los dos meses de edad el lactante comienza a vocalizar

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y a emitir respuestas ante los estímulos de la madre, a modo de un «diálogo» de sonidos entre la madre y el niño. Aunque la repetición de sonido (barruntos) ocurre desde un poco antes, a los 12 meses alcanza su culmen. A los 18 meses son capaces de manejar entre 20 y 50 palabras. El lenguaje receptivo se desarrolla más rápidamente que el expresivo. Comienzan a comprender las palabras a los 9 meses y a los 18 entienden entre 20 y 100 vocablos.

4.1.3. De los dos a los cuatro años

En el segundo año de vida se pone de manifiesto la autonomía del niño. Es la edad del «no». Comienza a caminar solo, puede alejar-se de su madre y explorar por su cuenta el entorno.

En la medida que desarrollan el sentido del «yo», comienzan también a comprender y querer a los demás. Se abrazan por ejemplo a un niño que llora o se preocupan si otro se hace daño. Comienzan a darse cuenta de cuando hacen las cosas mal.

Después de los 18 meses hay un gran salto en el vocabulario, tanto receptivo como expresivo. A final del 2º año hay un verdadero florecer del lenguaje, incluyendo el uso de verbos y preposiciones. Para Piaget entre los 2 y los 6 años nos encontramos en la etapa preopera-cional. El niño comienza a crear imágenes mentales y a manipular un mundo simbólico. En este mundo tienen cabida los sueños y las fanta-sías, pero también los temores y los terrores. Ese pensamiento mágico tiene su mayor esplendor entre los 3 y los 5 años, a medida que el pensamiento mágico se enriquece con fantasías más elaboradas. La edad en la que comienzan el control de esfínteres es a partir de los 18 meses. Es preciso no imponer restricciones severas en este momento, que pueden llevar a conductas retentivas más adelante.

El juego participativo comienza también a desarrollarse en este momento.

4.1.4. Los primeros años escolares (5 a 7 años)

La incorporación a la guardería o al colegio marca una ace-leración en el proceso de separación-individuación que ya se había iniciado en los años previos. El niño está preparado para relacionarse con sus iguales de una forma más interactiva. El desarrollo cerebral, al menos en cuanto a tamaño, alcanza el 90 % del que será como adulto. Las habilidades sensoriomotoras maduran y es posible que

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participen en tareas que exijan el uso de un lapicero o que practiquen deportes.

Las habilidades cognitivas todavía son preoperacionales y el niño se ocupa de una sola variable en un problema cada vez. Cuando llegan a los seis años, muchos niños son ya capaces de realizar ope-raciones mentales que incluyen más de una variable. El pensamiento mágico ha disminuido considerablemente y se manejan mejor en las relaciones causa-efecto que ocurren en la realidad, aunque todavía la fantasía y la imaginación están presentes en sus temas de juego.

4.2. Importancia del buen trato, la estima, el afecto y la comprensión de los adultos

El 22 % de los niños y adolescentes españoles padece algún tipo de trastorno psiquiátrico a lo largo de esta etapa de la vida. Las en-fermedades psiquiátricas representan, por tanto, un importante pro-blema sociosanitario no solo por el trastorno en sí, sino también por las importantes secuelas que pueden prolongarse en la edad adulta si el problema no se diagnostica a tiempo y no se trata adecuadamente. Este aumento de enfermedades psiquiátricas en niños y adolescentes «se debe sobre todo a cambios familiares y sociales, al ambiente que nos rodea y a la forma en la que ha evolucionado la sociedad», en palabras de la Dra. María Jesús Mardomingo, jefa de la Sección de Psiquiatría Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. De entre todos los trastornos, los más comunes son los relativos al déficit de atención e hiperactividad, los trastornos del comportamiento y los trastornos de ansiedad. Menos frecuentes y más graves son los tras-tornos generalizados del desarrollo —como el autismo— o la esqui-zofrenia. También son frecuentes —y en aumento— las enfermedades psicosomáticas, la depresión, los trastornos del aprendizaje y los pro-blemas de personalidad. Muchas veces se manifiestan inicialmente como síntomas físicos, que son los que motivan la consulta al espe-cialista. Bien es cierto que los picos de incidencia se sitúan el primero entre los 7 y los 10 años, momento que coincide con una nueva etapa de sus vidas, caracterizada por mayores exigencias académicas, y un periodo de socialización más pronunciado; y otro pico alrededor de los 14 años con la entrada en la adolescencia. Sin embargo, cada vez se diagnostican trastornos en edades más tempranas.

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El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es una de las alteraciones neuroconductuales más frecuentes en la infancia y la adolescencia. Afecta aproximadamente al 5-10 % de los niños de todo el mundo y, frecuentemente, algunos de sus síntomas persisten en la edad adulta. Además de una excesiva actividad motora y proble-mas cognitivos, las personas con TDAH frecuentemente sufren otras dificultades que pueden estra relacionadas con el desarrollo motor, el lenguaje, el rendimiento escolar, la motivación o la emoción. Quizá se ha prestado una atención casi exclusiva a los aspectos cognitivos del trastorno y solo más recientemente a las alteraciones emocionales. Los síntomas del TDAH tienen un gran impacto en el desarrollo del individuo e interfieren en su funcionamiento social, emocional y cog-nitivo, y causan una importante morbilidad y disfuncionalidad tanto en el niño como en su grupo de compañeros y en su familia.

Un abordaje racional de este problema debe centrarse en tres aspectos:

a. Preparar al pediatra de atención primaria para el diagnóstico precoz de los problemas y crear las estructuras de atención sanitaria donde canalizarlos, en especial unidades o equipos de psiquiatría infanto-juvenil.

b. Orientar a los padres sobre los síntomas cuya duración y repercusión deberían alertar sobre trastornos de esta naturaleza, como pueden ser el aislamiento o la falta de relación con otros niños de su edad tanto en el ámbito escolar como en el social, el retraimiento y la falta de comunicación en casa o la ruptura brusca de la evolución normal de un niño y adolescente.

c. La tarea de prevención debe abarcar también varias facetas. Indudablemente en el ámbito familiar, puesto que las situaciones de adversidad en el núcleo familiar pueden condicionar su aparición, pero también en la escuela. La escuela infantil cumple una importante tarea de socialización, de interrelación.

Esta labor preventiva en la familia y en la escuela estaría enca-minada a asegurar una infancia más feliz, a disminuir la incidencia de trastornos de la conducta y las alteraciones psiquiátricas precoces y a contrarrestar el efecto que algunas tecnologías de la comunicación pueden ejercer en esta etapa de la vida. Los niños norteamericanos

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menores de 6 años dedican alrededor de dos horas diarias a estar delante de una pantalla: alrededor de media hora de televisión y el resto de DVD y vídeos y juegos de ordenador. La mayoría de progra-mas no están dirigidos específicamente a población infantil y pueden representar un riesgo para los niños más pequeños. De hecho se ha encontrado una asociación entre ver programas violentos en la edad preescolar y el desarrollo posterior de conductas antisociales.

4.3. El papel del juego en el desarrollo infantil

El alto comisionado sobre los derechos humanos de la ONU re-conoce que el juego es tan importante para el desarrollo del niño que puede considerarse como un derecho de todos los niños.

Reconocer el papel del juego en el desarrollo de los niños es un punto clave. Jugar es esencial para el bienestar intelectual, físico, social y emocional de los niños y de los jóvenes. En palabras del psi-quiatra Paulino Castells, «el niño necesita del juego casi tanto como de la alimentación: el juego viene a ser su alimento espiritual durante los primeros años de vida. Además es necesario que el niño juegue para aprender de forma que llegue a conocerse a sí mismo y a com-prender a los demás».

El juego permite que los niños usen su creatividad mientras de-sarrollan su imaginación, su destreza y sus habilidades físicas, inte-lectuales y emocionales. A través del juego los niños, desde edades tempranas, se involucran e interactúan con el mundo que los rodea. El juego espontáneo permite que los niños aprendan a trabajar en grupo, a descubrir sus propias áreas de interés, a compartir, a nego-ciar, a resolver conflictos.

Jugar es parte integral en el ambiente académico. Asegura que la escuela atiende no solo al desarrollo intelectual, sino también a su desarrollo social y emocional. Jugar y dejar tiempo libre que permi-ta la interacción con sus iguales es un componente importante del aprendizaje socioemocional. Lamentablemente ha existido en los úl-timos años una tendencia a disminuir el tiempo de juego para ocupar su lugar con más actividades académicas o con más actividades ex-traescolares. Lo cierto es que esos niños superocupados tienen poco tiempo para jugar.

La Academia Americana de Pediatría señala unas estrategias en-

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caminadas a apoyar a los niños para que tengan mayor capacidad de adaptación (mayor resiliencia) y para reducir los factores estresantes en sus vidas. El juego es una de las partes más agradables de la infan-cia que ofrece a los niños beneficios para su desarrollo y ofrece a los padres la oportunidad de verse comprometidos con sus hijos.

4.3.1 Estrategias para estimular el juego en los niños

1. Debemos promover el juego como parte esencial de la infancia.2. Deben enfatizarse las ventajas del juego activo y desanimar a

los padres sobre el uso excesivo de entretenimientos pasivos (TV y ordenadores).

3. Debe hacerse hincapié en que el juego activo centrado en el niño es una manera de conseguir individuos sanos y en forma.

4. Promocionar el uso de verdaderos juguetes que fomenten la imaginación, sobre los juguetes sofisticados.

5. El juego y el tiempo libre tienen la capacidad de favorecer la resiliencia.

6. Debemos recordar a los padres que el mejor legado que les pueden hacer a sus hijos no procede de sus exigencias académicas o extracurriculares, sino de criarse en un ambiente donde se vea el amor parental, el ejemplo y el consejo.

7. Debemos recordar con insistencia que la educación de los hijos, incluyendo el disfrutar de buenos momentos con ellos, constituyen los predictores de una adultez exitosa y feliz.

8. Debemos ayudar a los padres a evaluar con rigor los mensajes sobre actuaciones o productos diseñados para producir «superniños».

9. Debemos remarcar la importancia de la lectura desde edades tempranas.

10. Debemos estar disponibles para aconsejar a los padres sobre las necesidades específicas de los hijos.

11. Podemos apoyar a los padres en la organización de grupos de juego desde la edad preescolar, facilitando el proceso de socialización.

12. Debemos actuar como abogados del niño y la familia, solicitando espacios libres en la vecindad para el disfrute del tiempo libre.

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4.4. Asistencia a escuelas infantiles

Todos los niños deberían tener la oportunidad de desarrollar de la mejor manera posible su potencial físico, intelectual y social. Para la mayoría de niños esos cuidados y atenciones se recibirán en el seno de su familia. Pero indudablemente es cada vez más frecuente que niños pequeños, incluso desde los primeros meses de vida, tengan que estar al cuidado de terceras personas. Se define como «cuidado por terceras personas» a un arreglo por el que los padres delegan el cuidado del niño en una persona fuera del ámbito familiar durante más de 10 horas a la semana.

Los servicios de escuela infantil deben actuar como un comple-mento a la familia, no como un sustituto, pues la familia constituye el agente principal en el cuidado del niño y su desarrollo.

Para cubrir las necesidades de cada niño estos servicios debe-rían proporcionar:

• Un medio para que los niños se enriquezcan cuando no están con sus padres y, para los padres, un medio para compartir las experiencias de los niños.

• Una oportunidad para que los niños exploren y aprendan a su propio ritmo en un ambiente seguro, y para los padres una oportunidad para entender las necesidades de desarrollo de sus hijos.

• Un apoyo social y, en ocasiones, emocional para la familia. Especialmente en el niño con necesidades especiales.

Cuando se trata de una solución distinta de una niñera tradicio-nal, como es el caso de una escuela infantil, lo mejor para los niños pequeños es la consideración de una baja proporción de niños para cada cuidador (menos de 8:1) según recomienda la Academia Ame-ricana de Pediatría. Para los niños mayores de 4 años son aceptables unas proporciones mayores, especialmente si la duración de la estan-cia es corta.

En resumen, cada vez se le otorga mayor importancia a la aten-ción del niño en periodos críticos del desarrollo por su repercusión en edades posteriores de su vida. Esta atención hace referencia tanto a los aspectos puramente médicos como a los educativos y sociales.

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5Objetivos de calidad en los servicios infantiles

Red de Atención a la Infancia de la Comisión Europea

Enero 1996

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5.1. Introducción

5.1.1. La calidad en los servicios para la infancia: la dimensión europea

La Unión Europea (UE) ha desarrollado su interés por los ser-vicios para la infancia a lo largo de varios años. El principal moti-vo para desarrollar esta dimensión europea es el compromiso de la Unión con la igualdad de oportunidades de los hombres y las mujeres en el mercado laboral y el reconocimiento de que este objetivo exige, entre otras condiciones, una atención sana y segura de los niños cu-yos padres están trabajando. Con el tiempo, las diferentes institucio-nes de la UE han ido poniendo cada vez más atención en los aspectos cualitativos y también cuantitativos de los servicios para la infancia:

• En abril de 1991, el Parlamento Europeo aprobó una Resolución sobre la Atención a la Infancia y la Igualdad de Oportunidades, haciendo un llamamiento para establecer «una directiva que constituya el marco donde se inscriben los servicios de atención a la infancia (...) [para garantizar] el desarrollo de servicios financiados con fondos públicos, disponibles en todas las zonas, y de calidad para todos los niños, como mínimo hasta la edad de 10 años» (enfatizado por la Red).

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• En noviembre de 1991, la opinión del Parlamento Europeo sobre la propuesta inicial de la Comisión para una recomendación sobre la atención a la infancia corroboraba la necesidad de «poder acceder a los servicios locales de calidad» (enfatizado por la Red).

• En marzo de 1992, el Consejo de Ministros aprobó una Recomendación del Consejo sobre atención a la infancia, que recomendaba a los Estados miembros desarrollar servicios para la infancia y enfatizaba que al hacerlo «es esencial promover el bienestar de los niños y de las familias, asegurando que se cubren las necesidades que estos requieren».

5.1.2. El objetivo de este informe

En 1986 la Comisión creó una Red de Atención a la Infancia, como parte del Segundo Programa de Igualdad de Oportunidades de la Comunidad. Esta Red, formada por un coordinador y un grupo de expertos de todos los Estados miembros, ha estado especialmen-te interesada en el desarrollo de servicios para la infancia. La Red ha continuado su labor dentro del Tercer Programa de Igualdad de Oportunidades de la Comunidad que se inició en 1991, con un nuevo nombre: la Red de Atención a la Infancia y otras Medidas Destinadas a Reconciliar el Empleo y las Responsabilidades Familiares de las Mujeres y los Hombres (por razones de espacio, en adelante nos refe-riremos a la misma como la Red de Atención a la Infancia de la CE).

Este informe ha sido redactado para la Comisión Europea por la Red de Atención a la Infancia de la CE. El Tercer Programa de Igualdad de Oportunidades de la Comunidad delega en la Red de Atención a la Infancia unos trabajos específicos, uno de los cuales consiste en «establecer criterios para la definición de la calidad en los servicios para la infancia». La Red ha tomado la Recomendación del Consejo sobre atención a la infancia como base para este informe, puesto que representa la más clara expresión de la política de la UE sobre los servicios para la infancia y ha sido adoptada por todos los Estados miembros. La Recomendación propone un número de obje-tivos específicos para el desarrollo de los servicios para la infancia:

• que sean asequibles;• oferta adecuada de servicios, tanto en las zonas urbanas como

en las rurales;

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• oferta adecuada de servicios para niños con necesidades especiales;

• atención sana y segura, combinada con un enfoque pedagógico;• relación estrecha y sensible con los padres y las comunidades

locales;• diversidad y flexibilidad de servicios;• incremento de la posibilidad para escoger de los padres;• coherencia entre servicios.

Todos estos objetivos juntos forman la base para la definición de un sistema de servicios de calidad; si se alcanzan estos objetivos totalmente se asegura la igualdad de acceso y la calidad de los servi-cios. No obstante, estos objetivos no llegan a alcanzarse de manera espontánea, sino que son necesarias una serie de condiciones específi-cas que son las que harán posible la consecución de dichos objetivos y que incluyen:

• un marco político para la provisión de servicios;• coordinación de las competencias sobre los servicios;• un marco curricular;• contratación de personal y condiciones laborales adecuados

(salarios y formación);• entornos físicos adecuados;• infraestructura para la planificación, el control, apoyo,

formación, investigación y desarrollo de los servicios;• financiación adecuada de los servicios y de la infraestructura.

El objeto de este informe es proponer unos criterios para valo-rar los progresos hacia la consecución de los objetivos y condiciones definidos en la Recomendación que harían posible su consecución. A estos criterios también les hemos denominado «objetivos». El informe propone unos objetivos que la Red cree que pueden ser alcanzados en la Unión Europea en un plazo de diez años (hacia el año 2006).

Algunos objetivos concretos de este informe implican la conse-cución completa de un objetivo o condición; otros implican su con-secución parcial y, en estos casos, la Red no cree que un objetivo o condición pueda ser completamente alcanzado en la UE para el año 2006, teniendo en cuenta la situación actual y la previsión real a diez

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años vista. Por ejemplo, el objetivo de un acceso igualitario a los servicios de calidad exige la existencia de servicios financiados con fondos públicos para todos los niños cuyos padres lo deseen. Sin em-bargo, dado el bajo nivel de provisión en muchos países, el «objetivo propuesto» para los niños de 0 a 3 años es un mínimo de cobertura del 20 % en 10 años.

En resumen, los objetivos que se proponen en este informe re-presentan la opinión de la Red sobre qué es necesario de cara a lograr una progresión real en los próximos 10 años en cuanto a la consecu-ción de los objetivos establecidos por la Recomendación y en cuanto a la creación de las condiciones necesarias para alcanzarlos; y qué es realizable.

A algunos países les resultará más difícil que a otros alcanzar los objetivos de este informe, por diversas razones históricas, financieras políticas y otras. En ciertos casos concretos, la UE podría intervenir, apoyando la consecución de estos objetivos mediante la utilización de los fondos estructurales. Para otros países, será fácil lograr los obje-tivos o ya habrán alcanzado algunos o muchos de ellos. Estos países pueden desear mejorar aún más sus servicios. Este informe no propo-ne una visión de la calidad estática y definitiva, sino que se basa en la perspectiva de que los objetivos de los servicios han de estar cons-tantemente abiertos a la revisión y al desarrollo. Por tanto, nada de lo que aquí se expone puede justificar la detención o la marcha atrás en el desarrollo de servicios en los Estados miembros más avanzados en este terreno. El objetivo debe ser siempre lograr un nivel más alto.

Por último, debemos destacar que los objetivos del informe (y los objetivos y condiciones a los cuales hacen referencia) forman un todo. No tendría ningún sentido considerar a cada uno de ellos por separado. Todos son interdependientes, por lo que un objetivo puede resultar inalcanzable si no va acompañado de la consecución de otro. Por ejemplo, los objetivos educativos están relacionados con los obje-tivos de formación y contratación de personal y con los del entorno.

5.1.3. El alcance de este informe

El informe y los objetivos del mismo hacen referencia a los «ser-vicios para la infancia». ¿Qué quiere decir esta «etiqueta»? Bajo este nombre se engloban todos los servicios de atención y educación para niños que no alcanzan la edad de escolarización obligatoria que, en

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la mayoría de Estados miembros, es a los 6 años137. Estos servicios incluyen los centros infantiles (guarderías, kindergartens, escuelas in-fantiles, centros de edades integradas, etc.) y los servicios de atención familiar.

La competencia legal de la UE se limita a los niños cuyos padres trabajan. La Red es de la opinión de que, desde la perspectiva de un servicio, no es de desear, ni necesario, tratar a este grupo de niños y padres por separado de los demás niños. El desarrollo de servicios para la infancia debe basarse en una política que tenga en cuenta a todos los niños y a todas las personas encargadas de su cuidado, así como a todas sus necesidades. Aunque este informe, con sus objeti-vos, es aplicable a los servicios dirigidos concretamente a niños cuyos padres trabajan, también se ha preparado de manera que pueda apli-carse a todos los servicios para la infancia.

La Red omite deliberadamente el término «servicios de aten-ción a la infancia», ya que, para los niños, «cuidado» y «educación» deben ir siempre juntos y muchos centros «educativos» (como las escuelas infantiles) contribuyen en gran medida al «cuidado» de los niños. Intentar hacer una distinción entre «servicios de atención a la infancia» y «servicios de educación para niños de 6 años» no es una práctica útil ni conceptualmente válida. En este informe se ha elegido el término general «servicios para la infancia» para englobar a todas las diferentes modalidades de servicios.

Así pues, el informe propone un marco común de objetivos apli-cables a todas las modalidades de servicios; una combinación de «di-versidad» y «coherencia» a la que hacía referencia la Recomendación del Consejo sobre atención a la infancia.

No obstante, existe una restricción importante en este amplio enfoque. Los objetivos descritos en este informe, idealmente, debe-rían poder ser aplicados a todos los servicios, ya sean públicos o privados. Muchos servicios privados de la UE ya son financiados, o reciben otro tipo de ayuda, por parte de las autoridades públicas, y

137. A la Red le gustaría ver el compromiso de un ejercicio similar para de-finir los objetivos de calidad para los servicios de atención y ocio para niños en edad escolar. Existe un informe de la red sobre Atención a la infancia en edad escolar en Europa (1996), disponible en inglés, francés, alemán y español. Este y otros informes de la Red, mencionados en este documento, están disponibles en la European Commission (DGV/D/5), 200 rue de la loi, B-1049 Brussels, Belgium.

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estos servicios pueden ofrecerlos tanto entidades públicas como pri-vadas. Pero los servicios privados que no reciben apoyo del sector pú-blico, incluido el financiamiento, no pueden conseguir los objetivos propuestos en este informe, a no ser que apliquen unas cuotas muy elevadas a los padres. Exigir a estos servicios que cubran todos los objetivos conllevaría un aumento de las desigualdades entre las fami-lias, ya que su coste estaría fuera del alcance de muchos padres, o el cierre o funcionamiento «clandestino» de muchos servicios privados que no pueden, o no quieren, aplicar las cuotas necesarias.

En tales circunstancias, todos los objetivos propuestos en este informe se refieren únicamente a los servicios financiados con fondos públicos (dirigidos por entidades públicas o privadas). De los servi-cios privados que no reciben financiación de fondos públicos ni otros apoyos solamente puede esperarse que cubran unos estándares míni-mos (por ejemplo, aquellos que garanticen unas condiciones básicas de seguridad y sanidad y una filosofía educativa). Este doble sistema que resulta insatisfactorio solo puede erradicarse asegurando el acce-so de todas las niñas y niños a los servicios financiados con fondos públicos.

5.1.4. La posición del informe

El enfoque de la calidad que adopta la Red se basa en una serie de premisas:

• la calidad es un concepto relativo que se basa en creencias y valores;

• el proceso de definición de la calidad es importante por sí mismo, proporcionando oportunidades para compartir, discutir y comprender valores, ideas, conocimientos y experiencias;

• el proceso debe ser participativo y democrático, implicando a diferentes grupos, incluidos los niños, los padres, las familias y los profesionales que trabajan en los servicios;

• las necesidades, perspectivas y valores de estos grupos pueden, a veces, diferir;

• la definición de la calidad debe contemplarse como un proceso dinámico y continuo que implica establecer unos «objetivos» revisables periódicamente y que nunca son definitivos.Estas premisas influyen sobre la forma en que la Red enfoca este

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informe. El informe no intenta establecer unos estándares o sistemas universales en toda Europa. La Comisión Europea, a quien va dirigi-do este informe, tampoco tiene la competencia ni el deseo de hacerlo así. Un enfoque prescriptivo y estandarizado tampoco sería compati-ble con el enfoque adoptado por la Red.

En este sentido, el informe de la Red supone una contribución importante, aunque limitada, que muchas organizaciones y personas pueden encontrar útil. Ofrece unas ideas y ejemplos basados en los conocimientos y experiencias de toda Europa. Para la mayoría de los objetivos del informe, como mínimo se ofrece un ejemplo de un Es-tado miembro que ya lo ha alcanzado (aunque dado que el informe se preparó antes de la entrada de Austria, Finlandia y Suecia a la UE, no se dan ejemplos de estos tres Estados miembros). Sin embargo, ningún país ha alcanzado todavía todos los objetivos.

Algunas personas podrían no estar de acuerdo con los objeti-vos que proponemos. La Red no tiene el monopolio del saber pero espera que el informe estimule la discusión, constituya una tentativa de prueba, pero real, y apoye el proceso de la definición de objetivos, condiciones y criterios.

La Red también espera que el informe contribuya al desarrollo de la futura política de la UE, y en particular a dos objetivos impor-tantes y relevantes propuestos recientemente por la Comisión Euro-pea:

• valorar «el uso de los objetivos cuantitativos y cualitativos para la mejora de la provisión de atención a la infancia» (Libro blanco sobre la política social europea, 1994, capítulo V, párrafo 12);

• proponer medidas con el objetivo de establecer estándares más altos para la atención a la infancia y otras personas dependientes (Cuarto programa de acción a medio-término de la Comunidad sobre igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, (1996-2000), 1995, sección 3.1).

El informe puede parecer contradictorio. Por una parte, se basa en la idea de que la calidad es un concepto relativo, que implica el reconocimiento de la diversidad, que refleja unos valores y creencias pluralistas. Por otra parte, el formato del informe propone una serie de objetivos comunes.

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En realidad, el informe, tal y como está planteado, da amplia cabida a la diversidad entre las distintas modalidades de servicios, tanto para la definición de nuevos objetivos como para la interpre-tación de algunos de los objetivos propuestos en este informe. Por ejemplo, el apartado que trata sobre los objetivos educativos propone un contenido extenso y da amplia cabida a la diversidad de proyectos educativos propuestos para cada servicio. Es importante que cada servicio, y los sistemas de servicios, reflejen las aspiraciones y priori-dades locales, establezcan sus propios objetivos y los evalúen. La Red también considera que los objetivos de este informe, y los de otros informes, deben estar sujetos a revisiones y controles regulares.

Una vez hechos estos comentarios, la Red opina que los inte-reses de los niños, los padres y la sociedad en general exigen la defi-nición y aplicación de unos objetivos comunes, como mínimo para todos aquellos servicios financiados con fondos públicos. Estos obje-tivos comunes reflejan valores y principios considerados de absoluta importancia en toda sociedad, y proporcionan unos puntos de refe-rencia por medio de los cuales se pueden medir los progresos y las deficiencias. En resumen, debe lograrse el equilibrio entre un enfoque completamente abierto y relativo, y ciertos valores y objetivos esen-ciales, y unas condiciones que se consideran necesarias para lograr dichos objetivos.

Sin embargo, este equilibrio y el contenido de los valores y ob-jetivos esenciales deben ser el núcleo de un debate abierto y democrá-tico y, con el tiempo, pueden modificarse. De aquí la enorme impor-tancia del proceso de definición de la calidad. Este proceso necesita ser dinámico y continuo. También debe ser multinivel, complejo y democrático porque el proceso de definición necesita involucrar a una amplia gama de grupos con interés por los servicios infantiles, que incluya niños, padres, personal laboral, comunidades locales y autoridades públicas.

Este complejo aspecto sobre el equilibrio destaca aún más la im-portancia de alcanzar un punto final. Los servicios de calidad exigen un alto grado de preparación técnica por parte de las personas que trabajan directamente con los niños, los directivos, los investigadores y otros profesionales cualificados, aplicando técnicas efectivas y un amplio repertorio de habilidades para favorecer el aprendizaje y desa-rrollo de los niños. Pero los servicios de calidad y el proceso continuo

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de definición de la calidad también exigen una cultura favorable e in-formada, lo cual implica «un alto grado de concienciación pública y política sobre las necesidades de los niños, los padres y las familias; el reconocimiento de la importancia social y económica que comporta cubrir estas necesidades; comprender los aspectos que contribuyen a llevar a buen término estos fines; y una sociedad que fomente y apoye el debate abierto, el análisis, las experiencias y las innovaciones sobre la filosofía, los objetivos, los métodos y las prácticas de los servicios».

5.1.5. Elaboración del informe

Este informe se ha ido elaborando a lo largo de dieciocho me-ses. Un pequeño grupo de expertos se ha encargado de redactar los borradores y los miembros de la Red se han reunido para discutirlos. Hemos intentado trabajar de manera abierta y democrática.

El informe es el resultado de diez años de trabajo de la Red. Desde su creación, en 1986, la Red ha considerado la calidad tan importante para la infancia como para la igualdad de género, ya que los servicios de baja calidad restringen las oportunidades de empleo de las mujeres con hijos y generan unas condiciones laborales pobres para el elevado número de mujeres que trabajan en los servicios in-fantiles. El primer informe de la Red, La atención a la infancia y la igualdad de oportunidades, publicado en 1988 concluía lo siguiente:

Los servicios deben ofrecer no solo cantidad sino también calidad y es necesario trabajar de inmediato para definir, controlar, desarrollar y mantener la calidad» (pág. 270).

En 1990, la Red celebró en Barcelona un Seminario Europeo sobre la Calidad en los Servicios de Atención a la Infancia, del cual se publicó, el mismo año, un informe y, un año más tarde, un docu-mento de debate, La calidad en los servicios para la infancia, que fue traducido a todos los idiomas de la Comunidad y divulgado amplia-mente. Este documento ha generado mucho interés y numerosos de-bates no solo en los Estados miembros, sino también en otros países.

La Red distribuyó el documento de debate a más de tres mil or-ganizaciones internacionales europeas, nacionales, regionales y loca-les interesadas en los servicios para la infancia, la igualdad de oportu-nidades y otros temas importantes relacionados con la reconciliación

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del empleo y el cuidado de los niños. Esta distribución proporcionó la base para un ejercicio de consulta: se pidió a las organizaciones que hicieran sus comentarios sobre el documento en cuestión y se les facilitó un pequeño cuestionario estructurado de forma que pudieran ordenar sus respuestas. Los resultados se resumen en el informe anual 1993 de la Red.

Este proceso ha sido importante, sirviendo como modelo (aunque limitado e imperfecto) de cómo pensamos que el tema de la calidad ha de ser enfocado y, asimismo, porque ha permitido a los miembros de la Red aprender los unos de los otros, así como de las organizaciones que participaron con sus respuestas. Ha mostra-do con más claridad dónde existen diferencias de enfoque (sobre los niños, los servicios y sobre otros aspectos relevantes) y también nos ha demostrado que muchos valores, ideas y métodos de trabajo se comparten y se utilizan en diferentes Estados miembros más de lo que esperábamos.

5.2. 40 objetivos de los servicios para la infancia

En este apartado se definen los 40 objetivos que la Red propone, los cuales se han agrupado en áreas o bloques: política, financiación, niveles y tipos de servicios, educación, ratios personal-niño, contra-tación y formación, sanidad y entorno, los padres y la comunidad, y funcionamiento. El apartado comienza con el resumen de los puntos más importantes tratados en la introducción que constituyen un con-texto esencial para los objetivos.

5.2.1. Resumen de los puntos básicos de la introducción

• Este informe se ha elaborado dentro del marco de la Recomendación del Consejo sobre la atención a la infancia. La Recomendación propone un número de objetivos específicos para el desarrollo de los servicios para la infancia que forman la base para una definición de calidad.

• El informe propone criterios —objetivos— para evaluar el progreso en la consecución de los objetivos de la Recomendación, estableciendo las condiciones necesarias para poderlos conseguir.

• «Los servicios para la infancia» comprenden todos aquellos servicios dedicados al cuidado y a la educación de los niños que

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no alcanzan la edad de escolarización obligatoria, incluidos los centros infantiles (guarderías, kindergartens, escuelas infantiles, centros de edades integradas, etc.) y los servicios de atención familiar.

• Los objetivos son aplicables a los servicios financiados con fondos públicos (ya sean gestionados pública o privadamente). De los servicios privados que no reciben financiación pública u otro tipo de subvención, solo puede esperarse que cumplan unos estándares mínimos. Este doble sistema es insatisfactorio y solo será erradicado cuando todos los niños tengan garantizado el acceso a los servicios financiados con fondos públicos.

• Los objetivos definidos deben alcanzarse en un plazo de diez años, hacia el año 2006.

• Los objetivos son interdependientes; forman un todo. Considerar a cada uno de ellos por separado no tendría sentido alguno.

• La calidad es un concepto relativo basado en valores y creencias, y definir la cualidad debe ser un proceso dinámico, continuo y democrático. Debe encontrarse el equilibrio entre definir ciertos objetivos comunes, aplicables a todos los servicios, y apoyar la diversidad entre servicios individuales.

• No puede haber un punto de vista final y estático de la calidad. Los países que alcancen, o ya hayan alcanzado, todos o la mayoría de los objetivos querrán continuar desarrollando sus servicios. Este informe no justifica ir hacia atrás o detener los desarrollos en los Estados miembros que cuentan con unos servicios más avanzados.

5.2.2. Objetivos para el marco político

Discusión:

El principio general de una política infantil comprensiva es pro-porcionar unos servicios de alta calidad, flexibles y coherentes, que garanticen el acceso igualitario para todos los niños, independien-temente de la situación laboral de sus padres. Como ocurre con la provisión de otro tipo de servicios educativos o sociales cuya política se organiza y controla desde un marco nacional-regional para ga-rantizar el beneficio de todos los ciudadanos, los servicios de calidad accesibles para todos los niños solamente pueden lograrse dentro de

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un marco político nacional, sea cual sea el modelo de servicio, tan-to del sector público como del privado. La mayoría de los Estados miembros de la Unión ya han iniciado el proceso de desarrollo de este marco.

Una política nacional es una tentativa comprensiva de enfocar y resolver los asuntos relacionados con los servicios para la infancia, la diversidad dentro de un marco coherente y de calidad dentro de unos parámetros económicos. Esta política define principios y objeti-vos para los servicios, establece un programa para llevar a la práctica dicha política, señala estrategias para la puesta en práctica, propone unos objetivos específicos y, todo ello, dentro de un marco de recur-sos bien definido. Para que la política funcione es necesaria la acción legal administrativa y política nacional y regional-local. Mientras que el formato específico del marco político y de la forma de implantarlo son claramente temas de competencia nacional y regional, los servi-cios equitativos y de calidad solo se han alcanzado —y realmente solo pueden lograrse— con la existencia de este marco político general.

En un sistema fragmentado, aparte de las desigualdades de acce-so, los problemas y la duplicidad, existen muy pocas normas, apenas hay intercambio de información o comparaciones y no se propicia la discusión o el desarrollo sistemáticos. Puede que existan ejemplos puntuales de buena practica sin la presencia de un marco político comprensivo, pero no existen garantías de que lo que se desprende de dicha provisión pueda ser comprendido e investigado, o incluso llegar a ser conocido. La misma reflexión puede aplicarse a una provisión poco satisfactoria.

Desarrollar una política que atraviese las fronteras instituciona-les tradicionales y que trate sobre aspectos que pueden haber estado olvidados, o que simplemente nunca se han tratado, o que, por pri-mera vez, van a estar coordinados, es un ejercicio muy complejo. La puesta en práctica de toda política nueva exige apoyo y asesoramien-to, organización y control138, investigación y desarrollo, y un personal que realice estas actividades con eficacia.

138. Un informe de la Red —Control de los servicios de atención a la infan-cia para los niños (1994)— incluye recomendaciones sobre la información necesaria para un sistema de control efectivo.

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La Red propone los siguientes objetivos para el marco político:

Objetivo 1: los gobiernos deben recurrir a la opinión pública y a la de los profesionales para facilitar una declaración de intenciones pública y coherente de los servicios de atención y educación de los niños de 0 a 6 años, ya sean públicos o privados, a nivel nacional y regional-local. Esta política debe establecer principios, especificar ob-jetivos y definir prioridades y explicar cómo se van a coordinar estas iniciativas entre los distintos departamentos o ministerios.

Objetivo 2: a nivel nacional debe existir un departamento o mi-nisterio responsable de la puesta en práctica de la política, ya sea directamente o a través de otro organismo. A nivel regional-local, también debe existir un departamento similar responsable de dicha política, tanto si los servicios dependen directamente de la autoridad regional-local como si son contratados a otras entidades.

Objetivo 3: los gobiernos deben definir un programa para llevar a cabo la política, que indique estrategias para la puesta en práctica, establezca objetivos y especifique los recursos. De la misma manera, los departamentos regionales-locales competentes deben definir sus programas para implantar la práctica.

Objetivo 4: deben crearse unos marcos legales que garanticen el cumplimiento de todos los objetivos dentro de unos límites de tiem-po específicos y regularmente revisados y deben, asimismo, señalar las competencias del gobierno regional o local en lo que se refiere al cumplimiento de los objetivos.

Objetivo 5: el ministerio o departamento del gobierno con com-petencia en el marco nacional debe crear una infraestructura, con la existencia de unas estructuras locales paralelas, para la planificación, control, revisión, apoyo, formación, investigación y desarrollo de los servicios.

Objetivo 6: el sistema de planificación y control debe incluir medidas relacionadas con la oferta, la demanda y la necesidad de provisión para todas las modalidades de servicios para la infancia a nivel nacional, regional o local.

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Ejemplos:

España: en 1990, después de cinco años de investigación y deba-tes, se introdujeron en España importantes reformas educativas con la aprobación de la nueva ley de educación (LOGSE —Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo—). Esta ley establecía la reforma de todo el sistema educativo y, según la misma, los servi-cios educativos cubren a todos los niños de cero a dieciocho años. En consecuencia, todos los servicios infantiles (de 0 a 6 años) quedan in-tegrados dentro del marco educativo, dependiendo de las autoridades con competencia en educación. Estos servicios pueden organizarse como sistemas separados de centros de educación infantil para niños de 0 a 3 años, y que dependen de una escuela primaria para niños de tres a seis años, o bien como centros infantiles independientes para niños de 0 a 6 años. Las regiones-ciudades gozan de considerable autonomía para poner en práctica la ley. La formación básica que se exige a todas las personas que trabajan con niños de tres a seis años, y aparte de aquellos que se ocupan de niños de cero a tres años, es una diplomatura universitaria y las universidades han reorganizado los cursos para ofrecer una formación adecuada.

Dinamarca: todos los servicios infantiles (para niños de cero a seis años) se han integrado bajo la competencia de un único ministerio (Asuntos Sociales), tanto en el marco nacional como local. La filosofía que queda recogida en la ley es que los servicios y el hogar-familia deben complementarse. Los nombres que reciben los servicios en danés (vuggestue, ‘salón’, bornehave, ‘jardín’, fritidshjem, ‘hogar’) destacan su conexión con el hogar más que con la escuela. Existen diferentes modalidades de servicios financiados con fondos públicos, de los cuales cerca de un 60 % son administrados directamente por las autoridades locales y los demás funcionan independientemente, pero tienen convenios políticos con las autoridades locales. La toma de decisiones se ha descentralizado lo más posible, concediendo mucha autonomía a los centros, pero dentro de un marco común legislativo, de responsabilidad administrativa y de financiación y formación y condiciones salariales del personal. El sistema combina la coherencia en ciertas áreas claves con la flexibilidad y la diversidad.

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5.2.3. Objetivos �nancieros que deben incluirse en el marco político

Discusión:

Las políticas, aunque bien intencionadas, son irrealizables si no cuentan con el apoyo de unos recursos para su implantación. Como ya hemos señalado en la introducción, el precio de los servicios para la infancia solo puede afrontarse en el mercado a costa de la equi-dad. Muchas familias no podrían afrontar el precio de mercado fijado para los servicios y, por ello, las diferencias entre familias trabajado-ras y familias en paro se acentuarían, así como las injusticias de acce-so y la discontinuidad para los propios niños. En casi toda Europa se ha aceptado este principio sobre la financiación con fondos públicos como mínimo para una parte del sistema de servicios para la infancia, es decir, para los centros de educación infantil o los servicios para niños mayores de tres años, pero el apoyo financiero varía considera-blemente para otras modalidades de servicios.

Es ampliamente reconocido que la edad infantil de 0 a 6 años constituye un periodo muy importante para el aprendizaje, ya sea formal o informal. En algunos países la etapa de 0 a 3 años se consi-dera como el primer nivel de educación. Otros países opinan que los niños no están preparados para la educación infantil o la asistencia a centros infantiles hasta la edad de tres años. Si la política, sea cual sea el sistema adoptado, asume, tal como nosotros sugerimos, que los servicios infantiles son un importante componente de la educación o del sistema educativo y de bienestar social, ello debe quedar reflejado claramente en la parte del presupuesto público que se les asigna.

Nosotros proponemos que estos presupuestos, en los próximos diez años, no deben ser inferiores al 1 % del PIB (Producto Interior Bruto) y recalcamos «no inferior» ya que pensamos que difícilmente este 1 % del PIB será suficiente para cubrir «una financiación ade-cuada de los servicios y de la infraestructura». Esta cantidad fijada como objetivo se destinaría a cubrir: los gastos de inversión y funcio-namiento de los servicios, la infraestructura, es decir, la planificación, control, revisión, apoyo, formación y desarrollo de los servicios. Para poder establecer un criterio de comparación entre los Estados miem-bros, nosotros proponemos que este objetivo de un mínimo de un 1 % del PIB destinado a los servicios infantiles se aplique a todos los servicios que se ocupan de niños hasta los cinco años de edad (no solo los niños que no alcanzan la edad de escolarización obligatoria) y,

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por tanto, se incluyan los costes de la escolarización obligatoria antes de los seis años, como ocurre en algunos países.

En los Estados miembros, la inversión pública en educación (in-cluidas la educación infantil, primaria, secundaria y superior) oscila entre un 4-6 % del PIB. Así pues, el 1 % del PIB representa, en la ac-tualidad, cerca de una quinta parte del presupuesto publico destinado a la educación en los Estados miembros. Sobre esta base, el objetivo de los servicios infantiles para niños menores de seis años puede con-siderarse como una parte modesta y mínima de los recursos públicos destinados a un grupo de edades que representa una tercera parte del total de la población infantil.

En el cuadro que figura al final de esta discusión, se ofrecen los datos de todos los Estados miembros que nos indican qué represen-ta este 1 % del PIB desde un punto de vista financiero, así como la inversión pública en educación en relación con el total del PIB. Al considerar esta información y el objetivo propuesto, debemos recor-dar que de la inversión pública en servicios infantiles se derivan im-portantes beneficios sociales, económicos y educativos tanto en favor de los niños como de los padres y de las familias, así como de toda la sociedad en general, gracias a una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral y a una mejor utilización de sus conocimientos y experiencia. La inversión pública en estos servicios no solo com-portará considerables devoluciones, sino que, además, el coste neto para los fondos públicos resultará menor que el 1 % del PIB, como consecuencia del aumento de las rentas y de la disminución de los gastos de bienestar social.

Debido a la fragmentación de los servicios infantiles y a la di-visión de responsabilidades y de financiación entre los diferentes mi-nisterios y niveles de gobierno, es prácticamente imposible establecer comparaciones sobre el total de la inversión pública en servicios in-fantiles en los Estados miembros. No obstante, por lo menos en un Estado miembro, que ha desarrollado con relativo éxito unas políti-cas que reconocen la importancia de la provisión de servicios infan-tiles, se estima que el objetivo de un mínimo del 1 % del PIB ya se ha cubierto e, incluso, se sobrepasa (véase Dinamarca, en el apartado correspondiente a los ejemplos).

La asignación de recursos va unida a una planificación financie-ra más rigurosa. Sin un sistema coherente y coordinado de financiación

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pública, en el cual todos los aspectos relacionados con los gastos en los servicios para la infancia se consideren como una unidad conti-nua, resultará más difícil poner en práctica las políticas, no se alcan-zarán los objetivos, la valoración será incompleta y se acentuarán la ineficacia y las duplicidades en el sistema.

En algunos países es posible establecer unos criterios financieros detallados y precisos sobre los gastos en los servicios para la infancia; en otros países las cifras son poco fiables o inexistentes.

Como ya se ha comentado en el apartado anterior, la infraes-tructura para la implantación es considerable. También deben finan-ciarse el apoyo y el asesoramiento, la planificación y el control, así como la investigación y el desarrollo. Los objetivos financieros indi-can la manera de llevarlo a cabo.

En los Estados miembros algunas escuelas infantiles son gra-tuitas, mientras que existen otros servicios infantiles financiados con fondos públicos que requieren una contribución económica por parte de los padres. El porcentaje de los costes del servicio que cubren las aportaciones familiares varía entre los Estados miembros, pero, en general, oscila entre el 15 % y el 25 %139. Sin embargo, hay que hacer una distinción importante entre el porcentaje de los costes totales de los servicios que se cubren con las aportaciones familiares y el por-centaje de los ingresos familiares que se destina a estas aportaciones. Si nos centramos en nuestro objetivo sobre el porcentaje de los in-gresos familiares que debe destinarse a las contribuciones parentales, nosotros nos basamos en el principio de un servicio asequible.

En general, las aportaciones parentales se comprueban, aunque los sistemas de comprobación varían considerablemente, al igual que las aportaciones económicas de los padres a los servicios financiados con fondos públicos. Normalmente no resulta fácil encontrar una ra-zón que justifique la política impositiva que se ha adoptado. Nuestros ejemplos demuestran la necesidad de un sistema de cuotas explicable y que tenga una buena base. La fórmula de contribución que se adop-te deberá tener en cuenta los ingresos y otras circunstancias familia-res, y prestar especial atención a las necesidades de las familias con pocos recursos económicos, así como a las familias monoparentales.

139. Para más información sobre la contribución familiar al coste de los servicios, véase el informe de la Red Costes y financiación de los servicios para la infancia (1995), disponible en inglés y francés.

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Producto interior bruto (miles de millones de ecus) (1992)140

1 % del PIB (miles de millones) (1992)141

Inversión pública en educación (% del PIB)142

Alemania 1498,5 14,99 ecus (DM 30,3)

4,1

Austria 143,2 1,43 ecus (CA 203,1)

5,8

Bélgica 169,1 1,69 ecus (FB 66,1)

6,0

Dinamarca 110,1 1,10 ecus (CD 8,6)

7,6

España 444,1 4,44 ecus (PTS 588,3)

4,6

Finlandia 81,9 0,82 ecu (MF 4,8)

8,3

Francia 1020,2 10,20 ecus (FF 69,8)

5,5

Grecia 60,1 0,60 ecus (ORA 148,2)

Sin información

Holanda 247,6 2,48 ecus (FH 5,6)

5,6

Irlanda 38,7 0,39 ecus (LI 0,3)

5,6

Italia 944,8 9,45 ecus (L 15082,2)

5,1

Luxemburgo 8,2 0,08 ecus (FB 3,3)

Sin información

Portugal 74,3 0,74 ecus (ESC 129,3)

5,5 (1991)

Reino Unido 805,6 8,06 ecus (L 6,0) 5,2

Suecia 190,7 1,91 ecus (CRS 14,4)

7,7

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La Red propone los siguientes objetivos �nancieros:

Objetivo 7: el gasto público en servicios infantiles para menores de 6 años no puede ser inferior al 1 % del PIB con el fin de alcan-zar los objetivos establecidos para los centros, tanto para los que se ocupan de niños menores de tres años como para los que atienden a niños mayores de tres años.

Objetivo 8: una parte de este presupuesto debe destinarse al desarrollo de la infraestructura de los servicios. Ello implica una can-tidad no inferior al 5 % del presupuesto, destinada a unos servicios de apoyo y asesoramiento, incluida la formación continuada y en el servicio, y una cantidad no inferior al 1 % del presupuesto, destinada a la investigación y al control.

Objetivo 9: debe existir un programa de inversiones para fi-nanciar los proyectos de construcción y renovación de centros, en relación con los objetivos del entorno y de sanidad.

Objetivo 10: si los padres han de contribuir económicamente en los servicios financiados con fondos públicos, sus aportaciones no de-ben sobrepasar y pueden muy bien ser inferiores al 15 % de los ingre-sos mensuales del cabeza de familia, teniendo en cuenta los ingresos per cápita, el número de miembros y otras circunstancias importantes. P (1992)140: 1 % del PIB (miles de millones) (1992)141; 1 % del PIB (miles de millones) (1992)142

Ejemplos:Dinamarca: el Ministerio danés de Bienestar Social estima que

la inversión pública total en servicios para niños menores de seis años será de 10,93 billones de coronas en 1994 (5,4 billones para los centros para niños menores de tres años y 5,6 billones para niños

140. Basado en ratios de intercambio promedio anual para 1992 (ibid., tabla 2.29).

141. El gasto público en educación cubre todos los niveles, incluyendo el su-perior; e incluye subsidios públicos al sector privado. Fuente: OECD (1995) Education at a Glance: OECD Indicators. Paris: OECD. Tabla F0l.

142. Fuente: Eurostat (1994): Estadísticas Básicas de la Comunidad, edi-ción n.º 31. Luxemburgo: Oficina para Publicaciones Oficiales de las Co-munidades Europeas. Tabla 2.1.

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de 3 a 6 años). Esta cantidad equivale al 1,2 % del PIB previsto para 1994. No obstante, dicha cantidad no incluye los costes de inversión o de infraestructura (por ejemplo, el coste de los tres años y medio de formación básica de los trabajadores de los servicios infantiles).

Francia: los costes de los servicios financiados con fondos públi-cos para niños menores de 3 años (con la excepción de los niños de 2 años que asisten a las écoles maternelles, que son gratuitas) se repar-ten entre los padres, los gobiernos locales y las aportaciones de los empresarios. La Caisse Nationale d’Allocations Familiales (CNAF) es la organización nacional que ha ido adquiriendo cada vez mayor relevancia en lo que se refiere a determinar las políticas y a fomentar el desarrollo de servicios. Los padres pagan unas cuotas, recomen-dadas por la CNAF, que corresponden aproximadamente al 10-15 % de los ingresos netos del cabeza de familia. En general, las cuotas parentales cubren el 28 % de los costes de los servicios financiados con fondos públicos y el porcentaje restante lo cubren, en gran parte, las autoridades locales (46 %) y las CAF (23 %), que son las delega-ciones regionales de la CNAF, financiadas a través de aportaciones de los empresarios.

España: la ciudad de Barcelona encargó, en 1988, un estudio para determinar cuáles eran los efectos de los diferentes tipos de po-lítica contributiva sobre diferentes tipos de organización familiar y hasta qué punto las cuotas parentales contribuían a cubrir los costes de los servicios. El estudió analizó el sistema contributivo adoptado por diversos gobiernos locales de España y del extranjero. Como re-sultado de la investigación, los ingresos se agruparon en tres bandas, según el promedio de los ingresos familiares y teniendo en cuenta otras circunstancias familiares. De este manera, se pudo establecer el nivel de las cuotas en cada banda, teniendo en cuenta los ingresos y otras circunstancias familiares y garantizando, además, que el total de las cuotas parentales cubría aproximadamente el 30 % de los cos-tes de los servicios.

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5.2.4. Objetivos para los niveles y tipos de servicios que deben incorporarse en el marco político

Discusión:

La mayoría de países industrializados han asumido que los ni-ños que todavía no alcanzan la edad de escolarización obligatoria se benefician con la asistencia a unos centros infantiles, ya sea como una preparación previa a la escuela, como una oportunidad para re-lacionarse con otros niños y adultos fuera del ámbito familiar o bien para permitir a los padres seguir trabajando. La necesidad de que los niños de tres a seis años puedan acceder a servicios con un contenido educativo también ha sido ampliamente admitida, aunque la función de «atención» que ejercen estos centros no siempre se reconoce.

No existe tanto consenso en lo que se refiere a la necesidad de que dicha provisión se adapte a las necesidades de las madres y pa-dres trabajadores. En algunos países, solamente se han creado servi-cios de media jornada, considerándose las necesidades de las madres y padres que trabajan como un aspecto irrelevante o como un tema que no tiene nada que ver con las necesidades de los niños. En estos países, la provisión de servicios de media jornada se considera, con frecuencia, como la más adecuada para los niños.

En otros países, los servicios no solamente son lo suficiente-mente flexibles para adaptarse a las necesidades de las madres y los padres que trabajan, sino que, además, los servicios a tiempo parcial se consideran insuficientes para cubrir las necesidades de los niños, sobre todo porque la escolarización de media jornada no se considera satisfactoria en la etapa primaria. Estos países tienen una imagen de los niños más robusta y consideran que, en esta primera etapa, los niños son capaces de establecer contactos de diversa índole con los demás y desarrollar relaciones interpersonales con las personas que se ocupan de ellos. De este punto de vista, han surgido los servicios para niños menores de tres años que destacan los beneficios y la im-portancia de las experiencias diarias estables con otros niños y con los adultos, en un contexto meticulosamente pensado para ello, más que unos contactos específicos de corta duración.

Existen considerables divergencias entre los países en lo que se refiere a la definición de la jornada completa y a tiempo parcial. Parece denotarse una demanda de algún tipo de posibilidad de elec-ción sobre la flexibilidad de los horarios y de asistencia, para poder

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satisfacer las demandas de los padres y las necesidades de los niños, tanto más cuanto más pequeños son los niños. La definición de jor-nada completa que aquí hemos adoptado equivale a la jornada labo-ral, y ello puede ofrecerse de distintas maneras como, por ejemplo, centros de educación infantil que ofrecen al mismo tiempo servicios de guardería o centros infantiles de atención durante toda la jornada o bien una combinación de centros de atención familiar y centros de educación infantil.

La oferta extensa de servicios para los niños menores de tres años, aunque ambiciosa para algunos países, en otros ya se ha con-seguido. La provisión, a su vez, estimula la demanda, ya que las fa-milias tienen un mayor conocimiento de las posibilidades que ello les brinda. En los países o regiones con una alto nivel de provisión de servicios, se ha aceptado directamente la participación de la mujer en el mercado laboral, así como la necesidad de apoyar esta participa-ción mediante una serie de servicios y beneficios. En otros países, los gobiernos no han considerado las consecuencias humanas de la par-ticipación de la mujer en el mercado laboral, por lo que la provisión de servicios públicos para este grupo de niños ha quedado limitada a los niños de familias con muy pocos recursos económicos y los pa-dres que trabajan han tenido que recurrir al sector privado, donde el principal criterio de admisión es el poder adquisitivo de las familias.

Para los niños menores de tres años, aunque la flexibilidad y la diversidad son objetivos deseables para todos los servicios y sistemas de servicios, debido a las opiniones firmemente sostenidas sobre lo que es mejor para los niños, así como al elevado coste de los servicios, es necesario un enfoque más amplio. En algunos países, una alter-nativa a los centros infantiles son los permisos laborales parentales. Las bajas por maternidad y los permisos parentales remunerados y flexibles tienen un papel importante a desempeñar, pero deben com-paginarse con la provisión de servicios, para que los hombres y las mujeres tengan la posibilidad de elegir y cuenten con flexibilidad a la hora de cubrir sus necesidades de atención infantil143.

Es una realidad que las necesidades y circunstancias individua-les varían considerablemente. Los servicios deben tener en cuenta las

143. Para más información sobre permisos parentales, véase el informe de la Red Leave Arrangements for Workers with Children (1994), disponible en inglés, francés y alemán.

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necesidades y preferencias de los padres que trabajan, de los que no lo hacen, de las personas dedicadas a la atención infantil y de los niños, así como las diferentes circunstancias de cada familia. En algunos países, la provisión de servicios es amplia, pero constituye un siste-ma relativamente inflexible y los servicios se hallan disponibles para todos, pero son uniformes y de alcance limitado. Como los servicios están estandarizados, a sus administradores les resulta difícil poder ofrecer unos horarios irregulares o atender las peticiones de alargar la jornada. Por el contrario, en otros países la provisión es fragmentada y escasa dentro de todo el sistema nacional, pero cuenta con grandes innovaciones y diversidad en determinadas localidades o en determi-nadas modalidades de servicios.

Debemos destacar que la flexibilidad de horarios, concretamen-te para los niños más pequeños, no significa que se adopte un plantea-miento casual. Para estos niños es muy importante un nivel mínimo de estabilidad, regularidad y continuidad en los contactos con los adultos y los compañeros de grupo.

El concepto de diversidad puede interpretarse de diferentes ma-neras: variedad de edades y forma en que estas se integran; diversidad en la participación diaria o semanal de los padres, abuelos y otras personas implicadas en la atención infantil; diversidad en las formas de gestión, por ejemplo, las formas colectivas; facilidades de servicios mixtos como, por ejemplo, personas dedicadas a la atención familiar que utilizan centros de educación infantil; imaginación en cuanto a la localización y a los medios de transporte, especialmente en las zo-nas rurales; incorporando servicios adicionales como la formación de adultos; etc. Un servicio imaginativo y variado puede combinar distintas formas de provisión.

En algunos países el aislamiento de las zonas rurales es un as-pecto a tener en cuenta tanto o más que las presiones a las que se hallan sometidas las zonas urbanas. La necesidad de encontrar un empleo puede ser muy acuciante, pero la falta de medios de trans-porte dificulta mucho la organización. O quizá sean necesarios unos servicios itinerantes con el fin de garantizar un acceso igualitario para todos los niños.

Los aspectos referentes a la raza, diferencias de sexo y discapa-cidades han recibido diferente grado de atención en cada uno de los

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Estados miembros. En algunas regiones o países el nacionalismo, por ejemplo, es un concepto positivo e integrador, mientras que otros lo consideran un concepto negativo y exclusivista. En uno o dos países, las leyes que regulan los servicios para la infancia y el empleo son ex-plícitas en cuanto a la necesidad de tener en cuenta los antecedentes culturales, lingüísticos y religiosos de todos los niños; en otros países, este aspecto todavía no se ha considerado.

De manera similar, la discapacidad ha recibido mayor atención en unos países que en otros y existen opiniones muy diversas respecto a la necesidad de crear servicios integradores o servicios especiales para estos niños. Hay quienes opinan que los niños discapacitados, especialmente aquellos con discapacidades profundas, deben contar con todos los recursos necesarios y recibir la ayuda concreta y por separado de un especialista; otros aducen que la tolerancia mutua y la valoración solo se podrán lograr a través de la integración total de to-dos los servicios y que estos deben ofrecer el apoyo necesario. Como objetivo, hemos insistido en esta opción última y hemos especificado que estos niños deben tener derecho a acceder a los servicios locales y a compartirlos con otros niños. Por otra parte, entendemos que este es un asunto particularmente delicado.

En los servicios, la cuestión de la diferencia de sexos no se ha tratado tanto como los aspectos relativos a los orígenes étnicos o las discapacidades y, al igual que en el caso de estos dos últimos aspectos, los servicios pueden desafiar o reforzar los estereotipos. Su discusión se ve dificultada por el hecho de que, en todos los países, el trabajo en los servicios infantiles ha estado tradicionalmente dominado por las mujeres y, en ocasiones, abrir los servicios a los hombres se contem-pla como una pérdida de poder por parte de estas. Los roles masculi-nos y femeninos que se presentan a los niños mediante el currículo y cambiando las formas de empleo deben retar a los estereotipos tradi-cionalmente asignados a cada sexo.

Los principios igualitarios, bien interpretados, también han con-ducido a tratar la diferencia de género, la raza y las discapacidades como aspectos que deben ignorarse si se quiere conseguir tratar «a todos los niños por igual» y, por tanto, se ha restringido la discusión sobre lo que es considerado como práctica normal y posible.

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La Red propone los siguientes objetivos para los niveles y tipos de servicios:

Objetivo 11: los servicios financiados con fondos públicos de-ben ofrecer plazas de jornada completa:

• como mínimo para el 90 % de los niños de 3 a 6 años de edad y

• como mínimo para para el 20 % de los niños menores de 3 años.

Objetivo 12: los servicios deben ofrecer flexibilidad de horarios y de asistencia, incluida la provisión de acuerdo con los horarios la-borales y el calendario laboral si los padres lo requieren.

Objetivo 13: deben existir diferentes modalidades de servicios para que los padres gocen de la posibilidad de elección.

Objetivo 14: todos los servicios deben reivindicar positivamente el valor de la diversidad y ofrecer, tanto a los niños como a los adul-tos, una provisión que reconozca y apoye la diversidad de idiomas, raza, religión, género y discapacidades y que desafíe los estereotipos.

Objetivo 15: todos los niños discapacitados deben tener dere-cho a acceder a los mismos servicios que los demás niños, contando con la asistencia de un personal adecuado y la ayuda de especialistas.

Ejemplos:

Dinamarca: Dinamarca posee el índice de empleo de mujeres más elevado de toda la Unión Europea y los servicios se han hecho eco de esta demanda. En 1992, existían plazas en diferentes servicios financiados con fondos públicos (centros infantiles, kindergartens, centros de edades integradas, servicios de atención familiar) para el 58 % de los niños de 6 meses a 3 años de edad y para el 82 % de los niños de 3 a 6 años (además casi todos los de niños de 6 años asistían a clases preescolares en las escuelas). También había plazas para el 62 % de los niños de 7 a 10 años en servicios financiados con fondos públicos que ofrecían atención y juego a niños en edad escolar. En 1993, el Gobierno se comprometió a garantizar que a finales de 1995

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todos los niños mayores de 12 meses tendrían una plaza en los servi-cios financiados con fondos públicos.

Bélgica: los servicios financiados con fondos públicos ofrecen plazas para todos los niños de 3 a 6 años y para el 13 % de los niños menores de 3 años (excluidos los niños de 3 años que asisten a los parvularios). En la comunidad de habla francesa funciona un progra-ma de financiación subvencionado por la Oficina Nacional de Presta-ciones Familiares que ofrece flexibilidad a los servicios para la infan-cia, como, por ejemplo, atención a los niños enfermos en sus propias casas y subvenciones extraordinarias si los centros abren antes de las 7 horas y no cierran hasta después de las 18 horas. Los niños disca-pacitados o con problemas sociales o psicológicos pueden acceder a todos los servidos, los cuales reciben una subvención del 150 % por cada niño y cuentan con la ayuda de especialistas.

Holanda: existen diversos proyectos multirraciales holandeses. Por ejemplo, el centro SESAM, en Utrecht, acoge a niños de 0 a 12 años y permanece abierto desde las 7 horas hasta las 17,45 horas, reduciendo escasamente su horario durante los periodos de vacacio-nes escolares. Existen grupos de edades integradas para niños de 0 a 4 años y se ofrece atención extraescolar para niños de hasta 12 años. Los niños se agrupan según su idioma y sus orígenes. Existen, por ejemplo, grupos formados por niños holandeses y marroquíes, ho-landeses y surinameses, u holandeses y turcos. En todos los grupos la educación es bilingüe y los educadores hablan ambos idiomas.

Francia: desde 1975 se ha reconocido legalmente el derecho al acceso a la educación de todos los niños discapacitados y, especial-mente, de los niños menores de seis años. Ello ha comportado un re-planteamiento de todas las barreras arquitectónicas que dificultan el acceso a los centros infantiles. En determinados centros, ya se había dado prioridad o reservado unas plazas para niños discapacitados debido a que contaban con unos accesos adecuados, pero, actualmen-te, se está intentando mejorar el acceso a todos los centros con el fin de evitar la segregación de los niños discapacitados en unos centros especiales.

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Italia: una ley nacional, aprobada en 1992, establece que los niños discapacitados de edades comprendidas entre los 0 y los 3 años «deben tener garantizado el acceso a los servicios infantiles», así como el «derecho a la educación de todos los discapacitados dentro del sistema educativo general, desde los centros de educación infantil en adelante». Esta ley pretende un plan educativo diseñado en fun-ción de las necesidades individuales y preparado en colaboración con los padres, los asistentes sociales y sanitarios y los educadores de los centros infantiles y de las escuelas.

5.2.5. Objetivos de educación

Discusión:

En la mayoría de países, casi todos los niños de tres a cinco años pueden acceder a centros de educación infantil, es decir, a unos servicios con una orientación educativa específica. Existe la opinión generalizada de que la educación infantil no solo es importante por los beneficios inmediatos que comporta tanto para los niños como para los padres, sino que, además, contribuye a disminuir los posibles futuros fracasos escolares. Aunque no desechamos esta última opi-nión, nosotros pensamos que la importancia reside en la calidad de la educación infantil, su filosofía y los beneficios que esta aporta y que pueden apreciarse en el presente.

Los centros de educación infantil pueden ofrecer horarios de jornada completa, ya sea dentro de sus propios esquemas o como un servicio complementario extraescolar disponible para aquellos padres que trabajan, o bien, en algunos casos, ofrecer únicamente un servicio relativamente corto cada día, sin ninguna consideración ofi-cial por la situación de los padres que trabajan. En este último caso, pueden existir otros servicios paralelos y no integrados, destinados únicamente a cubrir las necesidades de los padres que trabajan, o para niños socialmente muy necesitados. Estos servicios omiten o no reconocen la necesidad de un entorno educativo estimulante para el niño.

Algunos Estados miembros, en lugar de crear centros de educa-ción infantil, o de la misma manera que estos, han optado por am-pliar la escolarización, disminuyendo la edad de admisión en la es-cuela primaria, pudiendo admitir a niños a partir de los cuatro años. Ello puede parecer una forma viable y menos costosa de extender el

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acceso a la educación y, dada la inexistencia de otro tipo de servicios, esta opción podría ser muy bien aceptada por los padres. Sin em-bargo, los costes aumentarían considerablemente al tratar de ofrecer unas instalaciones del mismo nivel y estándares que las de los centros infantiles. Un entorno de escuela primaria, sin las garantías de contar con un personal más numeroso, o con un currículo más relajado, es, con frecuencia, una situación difícil de afrontar para los niños y la mayoría de los expertos lo considera poco satisfactorio para estos.

Independientemente del sistema que actualmente impere en los Estados miembros, existe consenso en cuanto a la importancia del aprendizaje para los niños mayores de tres años, así como el recono-cimiento de la capacidad y del afán de aprender de los niños, lo cual, en la práctica, se ha traducido en unos servicios con un contenido educativo explícito y ofrecido por un personal con formación sobre métodos pedagógicos y educativos.

Aunque las opiniones sobre la educación infantil y su filosofía se han desarrollado ampliamente en la mayoría de países, todavía existen ambigüedades en lo que se refiere al equilibrio entre el cui-dado y la educación de los niños menores de tres años. En muchos países, la educación infantil es competencia del ministerio de educa-ción, pero los servicios para niños menores de tres años todavía son administrados independientemente y se contemplan principalmente como servicios de atención o de sanidad. Aspectos como la conti-nuidad y la sensibilidad del personal, que son propios de la atención que ofrecen los servicios para niños menores de tres años, se han analizado y desarrollado cuidadosamente en algunos países, pero, en general, el contenido educativo de estos servicios no ha sido motivo de tanto debate. En algunos países, la capacidad de aprendizaje y de socialización de los niños a esta edad ha sido objeto de un profundo estudio. En otros países, el desarrollo intelectual y social de estos ni-ños no se considera un factor a tener en cuenta a la hora de planificar los servicios, o se considera que puede adquirirse mejor en el seno de la familia o del hogar, o bien, si existen servicios infantiles, con fre-cuencia se piensa que un régimen centrado en el cuidado y la salud es suficiente a esta edad.

Hay otros países que han considerado la etapa 0-6 años como una fase reconocible y diferenciada del desarrollo del niño, creando servicios de edades integradas para este grupo de edades, ofrecidos

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dentro del marco de bienestar social. Este es el modelo que rige en Escandinavia y que también se ha fomentado en algunas zonas de Alemania.

Aunque la situación es cambiante y pueden producirse impor-tantes variaciones en cuanto al contenido y a la metodología, en función de las prioridades y contextos culturales locales regionales y nacionales, se hace necesario un marco explícito pedagógico general para los niños mayores de tres años y, en nuestra opinión, también queda justificado para los niños menores de tres años.

Creemos que para este último grupo, normalmente existen opi-niones implícitas, más que explícitas, sobre cuáles son las actividades más importantes y qué métodos se utilizan para presentarlas y ayudar a los niños a familiarizarse con las mismas, y nosotros consideramos que, si estas opiniones fueran organizadas y discutidas, serían de gran valor para los niños, el personal de los servicios y los padres.

Reconocemos que existen opiniones muy diversas en lo que se refiere a la estructuración del entorno de aprendizaje a la amplitud del currículo o a la realización de actividades dirigidas o elegidas libremente por los niños, y en lo que se refiere a hasta qué punto los adultos que se ocupan de los niños deben intervenir activamente y participar en el proceso de aprendizaje. Algunos servicios conceden mucha importancia al juego libre y sin impedimentos y a la posibili-dad de elegir libremente por parte de los niños. Otros servicios adop-tan un enfoque más didáctico y, en otros, se ha adoptado un enfoque proyecto que insiste en la complejidad de las relaciones y capacidades que afectan tanto a los adultos como a los niños. Un marco educativo explícito pone de manifiesto y clarifica el valor de la educación y el aprendizaje que se está realizando, a la vez que amplía el debate.

Debemos resaltar que aquí la educación se utiliza como un con-cepto amplio que va más allá de la «escolarización». No solamente se trata de empezar a comprender el significado de un entorno rico en caracteres escritos y numéricos, sino también de la necesidad de ad-quirir autonomía personal y autosuficiencia y saberse valer por uno mismo, así como unas normas de actuación social y en grupo. Casi todos los niños adquieren estas capacidades, independientemente de sus circunstancias personales. Se trata de averiguar de qué manera los centros infantiles pueden fomentar este desarrollo y permitir que los niños sean autónomos, disfruten de sus vidas y se diviertan apren-

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diendo. Cada país ha enfocado este aspecto de una manera diferente.En la Unión Europea, existen una gran diversidad de lenguas,

culturas y religiones. Muchos de los países miembros poseen ante-cedentes históricos coloniales y existen importantes muestras de inmigración de países de la mayor parte del mundo, con los cuales continúan relacionándose. Estas relaciones también han tenido como consecuencia la ampliación y el enriquecimiento de los conceptos reli-giosos y culturales, y han contribuido aún más a la diversidad lingüís-tica europea. Los servicios para la infancia, además de otros servicios educativos, deben ser capaces de asumir esta diversidad y combatir activamente el racismo y cualquier otra forma de fanatismo. De la misma manera, los servicios deben hacer frente a otro tipo de prejui-cios y estereotipos como, por ejemplo, aquellos que se refieren a la diferencia de género y a los comportamientos estereotipados entre los niños en función del género y, asimismo, los servicios deben jugar un papel muy activo en lo que se refiere a fomentar la igualdad en todos estos aspectos. Si todos estos aspectos no se tienen en cuenta y no se consideran unas políticas activas y explícitas al respecto, los servicios corren el riesgo de reforzar (aunque de manera involuntaria) los pre-juicios y los estereotipos en lugar de contribuir a su erradicación.

La formación inicial del personal profundiza sobre el entendi-miento del desarrollo del niño y amplia las ideas sobre el tipo de acti-vidades que son adecuadas a cada etapa de desarrollo infantil. Ambos aspectos deben actualizarse continuamente, como ocurre en todos los terrenos profesionales. Por tanto, un aspecto esencial para mantener el currículo es ofrecer al personal las posibilidades de actualizar y am-pliar o mejorar sus métodos, mediante la discusión, la planificación y la formación continuada (tal como se especifica en los objetivos de contratación y formación del personal de los servicios).

La Red propone los siguientes objetivos de educación:

Objetivo 16: todos los centros infantiles para niños de cero a seis años, tanto públicos como privados, deben tener unos valores y objetivos coherentes que incluyan una filosofía educativa explícita y definida.

Objetivo 17: la filosofía educativa debe ser elaborada y desarrolla-da por los padres, el personal de los centros y otros grupos interesados.

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Objetivo 18: la filosofía educativa debe ser amplia e incluir y promover entre otros:

• la autonomía y el concepto del «yo» de los niños;• las relaciones sociales de convivencia entre los niños, y entre los

niños y los adultos;• interés por el aprendizaje;• técnicas orales y lingüísticas, incluida la diversidad lingüística;• conceptos matemáticos, biológicos, científicos técnicos y

ambientales;• expresión musical y técnicas estéticas;• teatro, mímica y títeres;• coordinación muscular y control corporal;• higiene y salud, alimentación y nutrición;• conocimiento de la comunidad local.

Objetivo 19: la manera de llevar a la práctica esta filosofía edu-cativa debe establecerse explícitamente. Los servicios deben tener un programa organizativo que abarque todas sus actividades, incluidos su enfoque pedagógico, la distribución del personal, la manera de agrupar a los niños, los perfiles de formación del personal, la utiliza-ción del espacio y la forma de utilizar los recursos financieros para poder llevar a la práctica el programa.

Objetivo 20: el entorno educativo y de aprendizaje debe reflejar y valorar a todas las familias, hogares, idiomas, creencias, herencia cultural, religiones y género de cada niño.

Ejemplos:

España: la LOGSE (ley sobre educación de 1990) integra dentro del sistema educativo a las edades de 0 a 18 años, estableciendo dos etapas de la educación infantil: la etapa 0-3 años y la etapa 3-6 años. Para ambas etapas, se señalan unos objetivos pedagógicos generales, los cuales son replanteados en el marco regional-local y se espera que los centros infantiles públicos y privados, ya sean para niños de 0 a 3 años o bien de 0 a 6 años, elaboren su propios planes educativos. Las comunidades autónomas de España apoyan la diversidad lingüística

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y las lenguas y las culturas catalana, gallega y vasca quedan incluidas en los planes educativos regionales y locales.

Reino Unido: la educación infantil en este país, aunque se ofre-ce principalmente en régimen de media jornada para los niños de 3-4 años, es ofrecida por educadores cualificados (cuya categoría y nivel de formación son iguales que los de los profesores de enseñanza pri-maria y secundaria), junto con auxiliares de los centros infantiles. El currículo de los centros, para el cual existen, normalmente, unos pro-gramas escritos, se anticipa a muchas de las exigencias del currículo nacional del Reino Unido, en lo que se refiere al lenguaje, las matemá-ticas, las artes y la biología. También se promueve un enfoque mul-ticultural mediante el apoyo de la identidad cultural con actividades importantes, libros y otro tipo de materiales. De cualquier forma, este completo currículo se aplica a la práctica mediante una metodología que se centra en el juego libre y la elección autónoma de los niños.

Alemania: bajo el lema entpadogisierung (no a los métodos pe-dagógicos) se esconde el concepto que se basa en acompañar a los ni-ños en sus vidas cotidianas y ayudarles a aprender cómo desenvolver-se. No existen, o son muy pocos, los planes oficiales y los programas se desarrollan espontáneamente, en función de lo que va ocurriendo. Se anima a los niños a que practiquen el juego libre y la intervención del personal se estructura por la interacción que tiene lugar entre los niños. El objeto de este sistema es evitar parecerse a una «escuela» y proporcionar a los niños un entorno social de apoyo.

Portugal: una escuela de educación primaria situada cerca de Lisboa (Santa Casa da Misericordia de Cascais) ofrece un servicio para niños de 0 a 11 años y funciona desde las 7 hasta las 19 horas. Su extenso currículo, basado en el «movimiento moderno», de Celes-tin Freinet, se ha diseñado de manera integrada para todos los grupos de edades y durante toda la jornada de asistencia de los niños, de manera que las actividades extraescolares forman parte de un modelo continuo de educación y atención dentro de la escuela. Este centro de educación primaria está dirigido por una organización católica, La Misericordia, y está financiado con fondos públicos, contando con la asistencia de niños de clases sociales muy diversas, desde los más

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pobres a los más ricos de la comunidad. Tanto los niños como las per-sonas que componen el personal del centro son de diversos orígenes étnicos. Los niños discapacitados que asisten al centro cuentan con la ayuda de especialistas.

Italia: en 1991, el Ministerio de Educación redactó las nuevas Directrices sobre las actividades educativas en los centros de educa-ción infantil estatales. Estas directrices no tienen un carácter pres-criptivo, pero ofrecen una guía para el diseño curricular y la planifi-cación de los centros, y destacan el derecho de todos los niños a ser respetados y reconocidos, así como el respeto a su identidad indivi-dual, familiar, étnica, lingüística, cultural y religiosa. Asimismo, las directrices definen unos objetivos generales y específicos de todas las actividades educativas de los centros, relacionados con la identidad, la adquisición de autonomía, la autoconfianza y el desarrollo de las capacidades cognitivas, emocionales y sociales de todos los niños.

5.2.6. Objetivos para la ratio personal-niño

Discusión:

El objetivo de establecer unos criterios para la contratación de personal es crear una serie de condiciones que favorezcan o maxi-micen la calidad de las relaciones entre los adultos y los niños, entre los niños y entre los adultos que trabajan o que utilizan el servicio. Algunos sostienen que unas relaciones positivas contribuyen a crear el clima más favorable para que los niños crezcan, se desarrollen y aprendan. Todos los objetivos señalados se encuentran dentro de un contexto, pero, en el caso de las relaciones adulto-niño, el contexto global es, probablemente, más crítico. Este objetivo no puede consi-derarse aisladamente. La idea de que una ratio adulto-niño alta ya constituye por sí misma una garantía de calidad es muy simple. El concepto que se esconde bajo la noción de unas ratios personal-niño altas, de que los niños aprenden más a través de la seguridad emocio-nal que conlleva una relación con el adulto, es un concepto específico desde el punto de vista cultural y no es compartido por igual en todos los Estados miembros. Existen diferencias notorias en lo que se refiere a la forma de agrupar a los niños, sobre quiénes son las personas más adecuadas para cuidar de ellos y sobre otros aspectos que atañen a las circunstancias en que los niños reciben la atención. Debemos destacar

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que estos puntos de vista, así como los conceptos en que se basan, deben ser explícitos y, por tanto, estar abiertos al debate.

Además de la formación y condiciones laborales del personal de los servicios, que se tratan más adelante, el número de niños por grupo es el primer punto a tener en consideración a la hora de deter-minar las ratios. Algunos países prefieren hacer grupos de niños cuya diferencia de edad no exceda de los doce meses. En otros países los grupos de edades integradas se consideran la mejor manera de orga-nizar a los niños, siendo los más mayores los que apoyan y animan a los niños más pequeños. Hay otros países que no conceden tanta importancia a las relaciones de grupo, los niños tienen libertad para moverse de un grupo a otro y las responsabilidades del personal se enfocan hacia áreas o bases dentro de esta organización abierta, más que centrarse en un grupo determinado de niños o en un niño en concreto.

El número de niños por grupo, la variedad de edades, el tama-ño y la distribución del edificio o local, las características del centro, el tipo de niños que asisten al centro (por ejemplo, el porcentaje de niños discapacitados o con necesidades sociales extremas), así como los horarios de asistencia y si las plazas son de media jornada, com-partidas por dos niños, o de jornada completa, son aspectos que han de considerarse a la hora de determinar las ratios.

La regularidad de la asistencia de los niños a los centros, o a otras modalidades de servicios, así como los horarios y ritmos diarios varían considerablemente. En algunos países, y en algunos servicios, la ratio varía considerablemente durante la jornada. Por ejemplo, un grupo de quince niños de tres años de edad puede estar a cargo de cuatro educadores durante determinadas horas, por ejemplo, a la hora de la comida y durante otras horas, como, por ejemplo, a la hora de la siesta, solo contar con la presencia de un miembro del personal. Es importante el despliegue variable de personal para reflejar estas variaciones en el ritmo de las actividades de la jornada.

Las relaciones laborales del personal, su apoyo mutuo y su cola-boración se contemplan, en algunos países, como factores esenciales para fomentar unas buenas relaciones con los niños. En estos países, existe una marcada tradición por los colectivos de personal y la au-sencia de una organización de tipo jerárquico, ya que opinan que la organización cooperativa del personal promueve, a su vez, la coo-

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peración entre los niños. En otros países, la organización y el apoyo del personal del centro han sido objeto de una menor atención y se aceptan plenamente las organizaciones marcadamente jerárquicas. Sea cual sea el tipo de organización, conceder una parte del tiempo para el desarrollo de las relaciones entre el personal es un elemento esencial para crear tanto unas buenas relaciones entre los miembros del personal como para la evaluación crítica progresiva del currículo que se ofrece a los niños.

De la misma manera, existen otros trabajos, como la cocina, la limpieza y la vigilancia, que no están directamente relacionados con el cuidado y educación de los niños. Las formas de integrar estas tareas en las rutinas diarias con los niños pueden variar considerable-mente e, incluso, los niños pueden participar en algunas de ellas, por ejemplo, en los trabajos de jardinería, pero el tiempo que los adultos dedican a estos trabajos se calcula, normalmente, independientemen-te de las ratios.

En la mayoría de países, cuando las ratios están por debajo de los estándares aceptables, existen unos sistemas de suplencias. Con frecuencia, el personal considera que la falta de suplencias deteriora sus esfuerzos y disminuye la calidad de aquello que ofrecen. Ya que la consistencia y la continuidad del personal se han aceptado como condiciones esenciales para el desarrollo de unas buenas relaciones con los niños; las políticas de contratación y empleo deben tener muy en cuenta los aspectos relacionados con la rotación del personal, así como sus ausencias por enfermedad.

La Red propone los siguientes objetivos para la ratio personal-niño:

Objetivo 21: la ratio de personal en los centros infantiles debe reflejar los objetivos del servicio, así como su contexto general y es-tar directamente relacionada con el número de niños y las edades en cada grupo. En general, estas ratios deberían ser superiores, pero no inferiores a lo siguiente:

• 1 adulto: 4 plazas para niños menores de 12 meses.• 1 adulto: 6 plazas para niños de 12 a 23 meses.• 1 adulto: 8 plazas para niños de 24 a 35 meses.• 1 adulto: 15 plazas para niños de 36 a 71 meses.

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La ratio en atención familiar no debe ser inferior a 1 adulto por 4 plazas para niños por debajo de la edad de escolarización obli-gatoria y la ratio debe incluir los propios niños de los cuidadores familiares.

Objetivo 22: al menos una décima parte del tiempo que confor-ma la semana laboral debe ser tiempo de no trabajo con los niños, dedicado a la preparación y a la formación.

Objetivo 23: debe existir siempre un servicio adecuado de su-plencias para mantener las ratios.

Objetivo 24: el personal debe contar con unas horas a tiempo, destinadas al trabajo administrativo, doméstico y de vigilancia, ade-más de las horas dedicadas a estar con los niños.

Ejemplos:

Italia: en este país, el nuevo convenio laboral de los trabaja-dores de los servicios infantiles (asilo nido) establece un ratio de 1 educador por cada 6 niños (0-3 años) y una jornada laboral de 36 horas semanales, de las cuales 30 son horas de contacto directo con los niños y las otras 6 se destinan a la formación continuada, a los contactos con los padres y la comunidad local, así como a la plani-ficación y preparación del trabajo. En muchos servicios para niños de 0 a 3 años, los grupos reducidos de niños con escasa diferencia de edad se contemplan como la mejor forma de organizar el centro, con el fin de maximizar el desarrollo de unas buenas relaciones entre los niños. La noción de grupo y la manera de apoyar las relaciones entre compañeros de grupo han sido conceptos clave a la hora de organizar los servicios. Un equipo de trabajadores del centro que alterna sus tu-mos de trabajo trabajará con un mismo grupo de niños durante toda la jornada. El ratio adulto-niño oscilará, en general, entre 1:6 en los centros infantiles, disminuyendo para los niños menores de 12 meses (1:4) y sobrepasando la media en el caso de niños de 2 a 3 años de edad.

Además de los educadores que trabajan directamente con los niños, los servicios también cuentan con personal de cocina, limpie-za y otros auxiliares, normalmente 1 persona por cada 12-15 niños.

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A veces, el personal auxiliar también trabaja directamente con los niños, junto con los educadores, dentro de un marco planificado de integración y cooperación.

Portugal: existen unos servicios denominados creches familiar que son grupos formados por unos 12-20 profesionales dedicados a la atención familiar y que dependen de centros infantiles financiados con fondos públicos. Estos grupos reciben el apoyo de al menos 2 profesionales, generalmente un asistente social y un educador infan-til. Estas personas se ocupan en sus casas de 4 niños menores de 3 años, reciben formación y apoyo técnico y financiero del centro in-fantil y pueden usar sus instalaciones en caso necesario.

Reino Unido: la ratio recomendada por el Gobierno para par-vularios y otras instalaciones colectivas de los servicios sociales son 1 adulto por 3 plazas para niños de 0 a 23 meses, 1:4 para niños de 24-35 meses y 1:8 para niños de 36-59 meses, mientras que la aten-ción familiar no debería ser superior a 3 niños menores de 5 años, incluyendo sus propios hijos. La ratio recomendada para servicios de atención a la infancia de 36-59 meses es 2 adultos por 26 plazas, con 1 adulto 1 maestro cualificado y otro asistente cualificado.

5.2.7. Objetivos de contratación y formación del personal

Discusión:

Aunque los servicios diversos y de calidad pueden organizarse y recibir subvenciones de muchas maneras, la investigación ha demos-trado claramente que cuanto mejores son las condiciones salariales, de formación y de apoyo del personal, mayor es la calidad del ser-vicio. La continuidad y el interés del personal, así como su relación consistente con el mismo grupo de niños, se logran más fácilmente si todos los trabajadores reciben un salario por encima del salario mí-nimo establecido, tienen la formación adecuada y gozan de unas bue-nas condiciones laborales. Si no se aplican estas condiciones, como ocurre en los centros infantiles de Estados Unidos, se ha demostrado que la rotación de personal alcanza más del 40 % anual.

Se está llevando a cabo un debate activo sobre el contenido y la duración de la formación del personal de los servicios para la infan-cia. En algunos países, se exige a la mayoría de los trabajadores de

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los servicios una formación básica de grado superior (como mínimo 3 años de estudios superiores a los que se accede a partir de los 18 años), tanto si trabajan con niños menores de 3 años como con niños mayores de 3 años. Hay sistemas que son menos rigurosos, especial-mente cuando se trata de trabajar con niños menores de 3 años, y solo se exige, por ejemplo, dos o tres años de formación profesional, accesible a partir de los 16 años, o bien una calificación que se ob-tiene con la evaluación de la preparación de los trabajadores en el puesto de trabajo, sin necesidad de cursar unos estudios. Se argumen-ta que estos enfoques favorecen a las mujeres que tienen una larga experiencia práctica con los niños y que no podrían acceder a unos programas de formación superior más rigurosos por haber dejado los estudios demasiado pronto o que, por otros motivos, no poseen los títulos académicos pertinentes. También existen diversas opiniones en lo que se refiere al nivel de formación que se exige a las personas dedicadas a la atención familiar contratadas a través de servicios fi-nanciados con fondos públicos.

El compromiso entre estas dos posiciones, discutido en un semi-nario de la Red celebrado en Leiden en 1990144 y que aquí se adopta, reconoce que un nivel superior de formación es necesario, tanto para aquellos que trabajan con niños pequeños como para los que lo hacen con niños más mayores, pero el acceso a dicha formación debe ser abierto y modular, de manera que sea posible adquirir la formación necesaria de diferentes formas (por ejemplo, mediante la asistencia a un curso con dedicación completa, mientras se está trabajando, o bien entre contrato y contrato), a diferentes ritmos, con diversas vías de acceso y que sea posible detenerse en diferentes etapas del proceso de formación. Teniendo en cuenta la situación especial de los trabaja-dores dedicados a la atención familiar, una formación modular puede ofrecerles titulaciones de distinto grado, en función del número de módulos que se vayan superando. Las personas que han cursado estu-dios de formación profesional de los 16 a los 19 años y que trabajan en un servicio desde hace tiempo deben tener la oportunidad de alcan-zar el nivel de formación superior exigido, dentro del mismo sistema gratuito, elegible y modular, valorándose su experiencia profesional.

144. Existe un informe sobre el seminario Trabajadores dedicados a la aten-ción infantil con niños menores de cuatro años (1990) disponible en todos los idiomas excepto en finlandés y sueco.

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Además, como en cualquier lugar de trabajo bien organizado, la formación debe considerarse como un proceso continuo. El per-sonal debe contar regularmente con unas horas para la discusión, organización y la formación continuada, y ello debe hacerse en ho-rario laboral de no trabajo con los niños. Todo el personal, incluido el personal auxiliar, debe tener acceso a la formación continuada. El personal responsable del servicio de cocina, por ejemplo, también debe tener acceso a la formación continuada sobre temas dietéticos, nutritivos, sanitarios y de seguridad y participar regularmente en la planificación de las dietas de los niños, en función de sus exigencias religiosas y culturales.

En Europa, también se ha abierto un debate activo sobre la contratación de hombres en los servicios. El objetivo que propone-mos se basa en una recomendación expresada en un seminario de la Red celebrado en Glasgow en 1990145 que hace referencia a los hom-bres como trabajadores de los servicios en todos los niveles, tanto en el trabajo directo con los niños como en los puestos directivos.

Al formular este objetivo, somos conscientes de que este aspec-to es muy delicado. En algunos países, la contratación de hombres ha despertado la inquietud sobre los abusos de menores. Nosotros reco-nocemos estos problemas, pero no los aceptamos como excusa para no contratar hombres en los centros. Otro aspecto a tener en cuenta es que la contratación de hombres en una esfera laboral tradicional-mente dominada por las mujeres podría reducir las oportunidades de empleo de estas últimas. Sin embargo, nuestros objetivos pretenden un aumento considerable de las distintas modalidades de servicios, garantizando un aumento de la contratación de hombres sin reducir las oportunidades laborales de las mujeres. También creemos que una mayor presencia de los hombres en los servicios infantiles debe ir acompañada de un programa paralelo que facilite el acceso de las mujeres en áreas laborales tradicionalmente dominadas por los hombres.

145. Existe un informe del seminario Los hombres y el cuidado de los niños disponible en todos los idiomas, excepto en finlandés y sueco. Existe otro documento de discusión especifico sobre el tema del empleo de los hombres en servicios para la infancia, Los hombres como trabajadores en los servi-cios de atención a la infancia, disponible en inglés, danés, francés, holandés, italiano y español.

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La mayor presencia de los hombres en los servicios, trabajando directamente con los niños, se contempla como un medio de poner en tela de juicio los papeles estereotipados adjudicados a cada sexo, considerándose también que es bueno para los niños y una manera de favorecer una mayor participación de los padres. Así pues, a pesar de los problemas y dificultades, consideramos que este objetivo es importante y está justificado.

La Red propone los siguientes objetivos de contratación y formación del personal:

Objetivo 25: todo el personal titulado que trabaja en los servi-cios debe recibir un salario no inferior a la base salarial nacional o local establecida y debe ser comparable al salario de los maestros que estén plenamente formados.

Objetivo 26: un mínimo del 60 % del personal que trabaja di-rectamente con los niños en los centros deberá gozar de un periodo de formación gratuita, hasta un máximo de tres años de formación superior accesible a partir de los dieciocho años, que incluya teoría y práctica sobre pedagogía y desarrollo del niño. Esta formación debe-rá ser modular. Todo el personal de los servicios (tanto de los centros como aquellos dedicados a la atención familiar) que no posean este nivel de formación deberá poder acceder a la misma, incluso mientras trabajan.

Objetivo 27: todo el personal de los servicios que trabaja con los niños (tanto de centros como aquellos dedicados a la atención familiar) deben tener derecho a la formación continuada en horas de trabajo.

Objetivo 28: todo el personal, tanto del sector público como privado, debe tener derecho a afiliarse a un sindicato.

Objetivo 29: un 20 % de los empleados de los centros infantiles deben ser hombres.

Ejemplos:

Dinamarca: existen diversas modalidades de servicios, como los

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centros infantiles, kindergartens y los centros de edades mixtas, tanto dirigidos por las autoridades locales públicas como financiados con fondos públicos y gestionados por entidades privadas. La formación mínima exigida son tres años y medio de estudios a los que se accede a partir de los 18 años y que pueden cursarse de manera modular. Muchas personas inician el curso de formación después de haber tra-bajado como auxiliares en centros infantiles. Aproximadamente el 60 % de los trabajadores de los centros en Dinamarca tienen esta for-mación de base y son titulados y, además, tienen derecho a la forma-ción continuada. Existen sindicatos para trabajadores de los centros titulados y sin titulación, así como para las personas dedicadas a la atención familiar y la mayoría de los trabajadores de los centros están afiliados a los mismos.

España: la LOGSE exige que todas las personas que trabajan con niños de 3 a 6 años de edad y el 50 % de aquellas que se ocupan de niños menores de 3 años sean diplomadas en Magisterio. Las uni-versidades han puesto en marcha una serie de cursos piloto de forma-ción, los cuales brindan la oportunidad de obtener la titulación oficial en régimen de formación continuada a aquellos trabajadores de los servicios con amplia y larga experiencia práctica pero sin la titula-ción pertinente. La LOGSE establece esta formación continuada para todos los trabajadores de los servicios educativos. En Barcelona, por ejemplo, en cinco años, el número de trabajadores titulados en los centros para niños menores de 3 años ha aumentado de un 20 % a un 80 %. La jornada laboral de los trabajadores de los centros infantiles es de 35 horas, 5 de las cuales se destinan a la formación continuada y a las reuniones. Los centros reciben un presupuesto para realizar la formación permanente.

Italia: en la región de Emilia-Romana, los centros infantiles se organizan como colectivos de carácter no jerárquico y la formación continuada se considera extremadamente importante. Cada año, la región organiza, en colaboración con las autoridades locales, un pro-grama de formación continuada para todos los trabajadores de los servicios infantiles. En 1993, por ejemplo, se organizaron 246 cursos de formación financiados por la región y los municipios. Participaron unos 7.000 trabajadores, de los cuales 3.900 trabajaban en escuelas

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de 0 a 3 años (asili nido) y 2.900 en escuelas infantiles (scuole dell’in-fanzia) de 3 a 6 años.

En algunas regiones del país, los servicios infantiles ofrecidos por las autoridades locales reciben apoyo de los «coordinadores pe-dagógicos». Estos coordinadores poseen una formación especiali-zada, además de experiencia directa del trabajo en los servicios. En Emilia-Romana, existen uno 150 coordinadores, cada uno de los cua-les se ocupa de 5 o 6 escuelas infantiles, siendo responsables directos de la organización de los cursos de formación continuada para los trabajadores de los centros, así como de desarrollar proyectos para mejorar la calidad y actuar de intermediarios entre la comunidad lo-cal, los servicios y los centros de investigación.

5.2.8. Objetivos del entorno y de salud

Discusión:

Los estándares correspondientes al entorno se conocen también como «objetivos materiales». Son los aspectos como, por ejemplo, las dimensiones de las salas y el número de lavabos, que son fáciles de medir y contar. Como ya ofrecen un nivel de estandarización indis-cutible, algunas veces no se les concede la importancia que merecen en las normas reguladoras. Creemos que, aunque estos objetivos son necesarios, el enfoque, como en el caso de las ratios, ha de ser más general. La discusión sobre los estándares del entorno debe basarse en comprobar que dicho entorno se adapta a los objetivos pedagó-gicos del servicio y que cumple unas exigencias básicas de sanidad y seguridad.

«El espacio es libertad». Esta es una opinión muy extendida so-bre las necesidades de desarrollo de los niños. La libertad para explo-rar su entorno, tanto interior como exterior, de moverse libremente y de tener un tiempo suficiente para descansar, es importante tanto para el desarrollo motriz como social e intelectual del niño. En algu-nos países, concretamente en Italia y Dinamarca, existen puntos de vista muy claros en lo que se refiere a la forma en que los objetivos pedagógicos deben condicionar el entorno para los niños. Desde estos puntos de vista, la distribución de la luz, del espacio y color modelan las actividades que se van a desarrollar, a la vez que configuran la atmósfera ideal para poder realizar dichas actividades.

En estos países, las inversiones en el diseño y la adquisición

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de locales han sido importantes. El diseño y la distribución de los centros se ha convertido en una cuestión de interés arquitectónico, de diseño y de planificación, ya se trate de edificios prefabricados, de nueva construcción o reconvertidos a partir de edificaciones anterio-res. En otros países este interés no es tan evidente. Los edificios desti-nados a los servicios son estrictamente funcionales, prefabricados en condiciones pobres o bien se tratan de construcciones ya existentes reconvertidas de forma inadecuada. En algunos casos, la necesidad de cumplir las exigencias de espacio no ha generado ningún tipo de inversión en servicios. También en otros países, mientras que al sec-tor público se le exige cumplir dichos requisitos, el sector privado no está obligado a ello. Las necesidades de seguridad en algunas áreas con riesgo de vandalismo se consideran por encima de los aspectos estéticos u otras consideraciones.

La provisión de locales que cumplan las exigencias de espacio y otras características con frecuencia requiere una inversión importan-te y en algunas zonas urbanas resulta difícil de conseguir, debido a la presencia de edificios medievales, renacentistas o de interés histórico, zonas con gran densidad de población o zonas en las que se corre un gran riesgo de vandalismo. Por el contrario, en las zonas rurales, don-de la población se halla dispersa, es difícil justificar las inversiones y deberán hallarse soluciones más flexibles. Los objetivos sugeridos reflejan la necesidad de tener en cuenta todos estos factores.

Nuestros objetivos también asignan más espacio para los niños menores de 3 años que para los niños mayores de 3 años, debido a la necesidad de adaptarse a las necesidades más complejas de los niños más pequeños en lo que se refiere a la alimentación, limpieza y des-canso, así como a sus necesidades de juego y aprendizaje.

Los niños y aquellos que se dedican a su cuidado deben tener derecho a disfrutar de un entorno que cumpla unas normas públi-camente aceptadas de salud e higiene, así como de seguridad y con-tra incendios. Por otra parte, algunas veces estas normas han sido concebidas para cubrir circunstancias muy diversas y se aplican de forma muy rígida y poco adecuada en los servicios infantiles. Los inspectores encargados de efectuar las inspecciones pertinentes debe-rían tener conocimiento de los objetivos y propósitos de los servicios que supervisan. Las normativas referentes a la sanidad, seguridad e higiene también difieren considerablemente y reflejan las diferencias

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culturales y económicas entre países.Como ya se ha mencionado, la investigación demuestra clara-

mente que las condiciones laborales del personal influyen sobre la calidad del servicio. El trabajo con los niños es muy exigente y, en la mayoría de países, los servicios reconocen la necesidad de que los adultos dispongan de su propio espacio. Este espacio es necesario para el descanso, para el trabajo administrativo, así como para las reuniones y para uso de los padres. En resumen, es un espacio desti-nado a planificar y organizar la vida colectiva.

El significado cultural y social de la preparación y consumo de los alimentos varía considerablemente entre los diferentes países. En algunos países, no exageramos si afirmamos que la comida constitu-ye el elemento central del día. La variedad, calidad y frescura de los alimentos se tiene constantemente en cuenta, el hecho de comer en sí constituye un importante acontecimiento social y la nutrición, así como un tiempo y lugar para la digestión, se consideran aspectos sa-ludables. En otros países, la comida es un aspecto secundario y, en los centros que disponen de este servicio, suele estar preparada o envia-da del exterior y se consume lo más rápidamente posible, prestando poca atención a su potencial nutritivo, educativo o social. Las exigen-cias culturales, dietéticas y nutritivas de los niños deben considerarse, aunque sea mínimamente.

La Red propone los siguientes objetivos del entorno y de salud:

Objetivo 30: todos los servicios, tanto públicos como privados, deben cumplir las exigencias de sanidad y seguridad nacionales y lo-cales.

Objetivo 31: la planificación del enlomo y su organización es-pacial, incluidos la distribución, el mobiliario y el equipamiento, debe reflejar la filosofía educativa del servicio, así como tener en cuenta la opinión de los padres, el personal y de otras partes interesadas.

Objetivo 32: debe existir normalmente espacio suficiente, tanto interior como exterior, que permita a los niños jugar, dormir y utilizar los lavabos y aseos, así como un espacio destinado a los padres y al personal. Esto, normalmente, comporta lo siguiente:

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• un mínimo de 6 metros cuadrados de espacio interior para cada niño menor de 3 años y un mínimo de 4 metros cuadrados para los niños de edades entre 3 y 6 años (excluidos los espacios destinados a almacén y los pasillos);

• acceso directo al espacio exterior que debe ser de como mínimo 6 metros cuadrados por niño;

• Un 5 % adicional de espacio interno para uso de los adultos.

Objetivo 33: los locales deberán disponer de instalaciones de cocina y deberá ofrecerse una comida adecuada desde el punto de vista nutritivo y cultural.

Ejemplos:

Alemania: en 1985, la ciudad de Frankfurt encargó un progra-ma de construcción de 35 nuevos centros infantiles, algunos de los cuales debían ubicarse en zonas muy irregulares y difíciles. Se celebró un concurso arquitectónico en el que los participantes, arquitectos recién titulados, debían presentar sus diseños originales de los centros con la condición de que estos fueran atractivos para los niños y de que la estructura del espacio estructural favoreciera el aprendizaje de los niños desde el punto de vista social y sensorial. Todos los proyec-tos debían incorporar una buena utilización ecológica del calor, la luz y el agua, estar en concordancia con el entorno y reflejar las priori-dades de la zona en que estaban ubicados. Uno de los proyectos, di-señado por un arquitecto y pintor, parece un castillo de un cuento de hadas, con sus cúpulas en forma de cebolla y rincones acogedores, y todo el edificio está rodeado de un campo arbolado. Otro de los pro-yectos era un edificio de cuatro pisos y la falta de espacio al aire libre se había compensado con la construcción de unas terrazas a distintos niveles en la parte trasera del edificio, resguardadas del ruido y de la contaminación causados por el tráfico de la calle principal.

Dinamarca: actualmente, en Dinamarca existen unos 120 woodland kindergartens (centros situados en el campo). Este servicio innovador, que acoge a niños de 3 a 6 años de edad, cuenta con un autocar especial que opera diariamente, con personal especializado, que recoge a los niños en las ciudades para llevarlos al campo donde pasan todo el día. En estos centros hay campamentos, cabañas cons-

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truidas por los niños y los trabajadores del centro organizan activida-des acordes con la estación del año.

5.2.9. Objetivos para los padres y la comunidad

Discusión:

Los estilos de vida y las estructuras familiares han evolucionado considerablemente durante los últimos veinte años y en muchos paí-ses se admite que los padres y aquellas personas dedicadas al cuidado de los niños son diferentes y que las estructuras familiares varían. El primer paso que han tenido que afrontar los proveedores de servicios ha consistido en aceptar esta diversidad y reflejarla en la oferta que hacen para y con los padres. Ha aumentado considerablemente el re-conocimiento del derecho de los padres a recibir información sobre el progreso de sus hijos, así como a participar de la información y en la toma de decisiones sobre las actividades que se realizan en los centros, lo que es fundamental para ellos, así como sobre los recursos que se utilizan.

En muchos países, existen acuerdos mediante los cuales los pa-dres juegan un papel formal o semiformal como representantes en los órganos de gestión de los centros infantiles locales. En algunos países, se ha concedido especial importancia a los trámites de reclamaciones, es decir, al derecho de los padres a recurrir o quejarse si piensan que ellos o sus hijos han sido tratados injustamente, así como a las diligen-cias sistemáticas para investigar dichas reclamaciones.

Normalmente los niños mantienen una relación muy estrecha con sus padres y la asistencia a los servicios constituye para ellos la primera experiencia de separación. En la mayoría de países, se acos-tumbra a hacer algún tipo de presentación para los niños que van a utilizar por primera vez un servicio, y a mantener un contacto infor-mal al comienzo y al final del día.

La mayoría de servicios infantiles son locales y los niños que asisten a los mismos provienen del vecindario que puede ser muy di-verso desde el punto de vista étnico y social, aunque esta diversidad puede no quedar reflejada en las condiciones de admisión del servicio, en las actividades que se realizan o en el personal que integra el centro. Los servicios deben participar del vecindario y actuar más allá del mis-mo, por ejemplo, utilizar las piscinas o gimnasios, visitar las exposicio-nes locales, museos, parques u otros lugares de interés, participar en la

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organización de fiestas locales o carnavales, visitar lugares de trabajo, comprar en tiendas de la localidad y viajar en los medios de transporte públicos. En los barrios más necesitados y vandálicos de las ciudades, aunque probablemente existen más recursos fuera de la zona que en el vecindario, la realidad diaria de la comunidad local no debe quedar olvidada y el centro infantil puede jugar un papel de apoyo importan-te, ayudando a articular las presiones y las luchas locales.

En algunos países, se intenta explícitamente evitar la segregación de edades y considerar a los servicios como un medio para que los adultos y los niños disfruten de su mutua compañía. Los servicios in-fantiles pueden también abrir sus puertas a otros grupos, de adultos o jóvenes, durante el día o los fines de semana y durante las vacaciones.

En muchos países, existe una estrecha relación entre los servi-cios infantiles y otros servicios educativos, sociales o cívicos y todos los servicios, sean del tipo que sean, se adaptan a las exigencias del sistema global contribuyendo también a ampliar sus programas polí-ticos y organizativos. En algunos países, se ha debatido públicamente la necesidad de establecer más vínculos de unión entre los centros de educación infantil y el sistema escolar regulado, pero son muy raras las ocasiones en las que el sistema escolar intenta contactar, reconoce su aportación y continúa sistemáticamente el trabajo emprendido por los servicios para la infancia.

La Red propone los siguientes objetivos para los padres y la comunidad:

Objetivo 34: los padres son colaboradores y participan de los servicios infantiles y, como tales, deben tener derecho a dar y a reci-bir información y a expresar sus opiniones, tanto de manera formal como informalmente. Los procesos de toma de decisiones de los ser-vicios deben ser participativos, implicando a los padres, a todo el personal y, en la medida de lo posible, a los niños.

Objetivo 35: los servicios deben establecer vínculos de unión formales e informales con la comunidad local o con las comunidades o barrios.

Objetivo 36: los servicios deben adoptar medidas de empleo que destaquen la importancia de la contratación de personal que re-fleje la diversidad étnica de la comunidad local.

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Ejemplos:

Francia: durante los últimos años se ha experimentado un rápi-do aumento del número de centros infantiles gestionados por asocia-ciones de padres (crèches parentales). Además de dirigir los centros, hay padres que también trabajan en contacto con los niños junto con los trabajadores profesionales contratados por el centro. El número de plazas que ofrecen las crèches parentales ha aumentado de 1.630 en 1986 a 8.300 en 1993 y este crecimiento ha sido promovido por el Gobierno, otorgando subvenciones mediante el programa contrats enfance y otros medios de financiación pública. Los padres aportan aproximadamente el 35 % de los costes y el porcentaje restante se financia con fondos públicos.

Portugal: la escuela de educación infantil St. Amaro (St. Amaro nursery school) se halla situada en una zona rural de difícil acceso. El maestro responsable es un hombre que trabaja con una ayudante, una mujer. La escuela está abierta desde las 9 hasta las 16, con una hora para el almuerzo. Este centro acoge a 14 niños de 3 a 6 años. Los niños editan su propio periódico escolar que se distribuye en el pueblo, elaboran su queso y participan en otros proyectos agrícolas. Asimismo, realizan visitas a las tiendas, granjas y fábricas de la loca-lidad. Los padres participan y trabajan con sus hijos en las activida-des de cosecha y recolección, así como en las fiestas tradicionales. El objetivo es conseguir la integración del centro en la comunidad local.

Dinamarca: existe una larga tradición de estrecha colaboración entre los padres y el personal de los servicios en lo que se refiere a los niños y a la rutina diaria de los centros. La cooperación entre los padres y el personal se realiza mediante discusiones diarias, reuniones con los padres y entrevistas informales (por ejemplo, una comida, una salida o una conferencia) y todas estas actividades gozan de gran popularidad. Desde 1993, los padres gozan de una mayor influencia legal sobre los servicios que utilizan. Los servicios dirigidos por las autoridades locales, que son el 60 % de servicios infantiles, deben tener un comité en el cual los padres deben constituir la mayoría. Es-tos comités toman decisiones referentes al presupuesto y a la política pedagógica general y participan en decisiones que hacen referencia a la contratación de personal nuevo.

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Italia: muchos municipios han concedido gran atención al papel de los padres en los servicios infantiles. En el ámbito legal, se eligen unos cuadros directivos, de acuerdo con unas reglas municipales, con representantes del personal de los centros y de los padres, se cele-bran reuniones de grupo o clase, así como asambleas o reuniones ex-traordinarias. De una manera informal, se organizan fiestas, salidas, talleres nocturnos y entrevistas individuales entre los miembros del personal y los padres, así como comunicaciones y contactos diarios.

Reino Unido: la provisión en el Reino Unido es muy diversa, pero algunos centros financiados con fondos públicos, normalmen-te aquellos dirigidos por organizaciones de carácter no lucrativo, se definen como «centros infantiles de la comunidad». Todos los niños y el personal son de la comunidad local. Los centros están dirigidos a los padres que trabajan y ofrecen oportunidades educativas a los padres que no trabajan, mediante cursos y clases informales de temas diversos como yoga, la experiencia de ser padres o clubes de escrito-res. Los centros son gestionados por comités directivos formados por los padres, personal del centro y por representantes de la comunidad. El comité directivo tiene control total sobre la financiación y la con-tratación de personal y puede decidir los objetivos pedagógicos y las políticas de igualdad de oportunidades. Estos centros pueden esta-blecer relaciones de colaboración con otros grupos de la comunidad local, como las personas dedicadas a la atención familiar o los centros de actividades extraescolares o, incluso, con centros sociales para las personas mayores, ofreciéndoles ayuda práctica y espacio para sus actividades.

Holanda: el Ministerio de Bienestar Social ha creado y financia-do una asociación nacional de padres usuarios de los servicios infan-tiles, BOinK (Belangen vereniging van ouders in de Kindergarten). La BOinK representa los intereses de los padres en el marco nacional y proporciona asesoramiento e información.

5.2.10. Objetivos de funcionamiento

Discusión:Medir cuantitativamente el progreso, en términos de asistencia

de niños, costes, etc. es relativamente fácil. Las medidas cualitativas del progreso, igual o más importantes que las anteriores, son mucho

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más difíciles de obtener. En un documento anterior al presente (La calidad en los servicios para la infancia), intentamos plantear algunas cuestiones sobre la calidad (qué es la calidad y cómo puede medirse). Estas medidas cualitativas deben ser el centro de todo programa de evaluación y valoración. ¿Cumple sus objetivos el servicio? ¿Es el cu-rrículo suficientemente rico? ¿Cómo podemos valorarlo de la mejor manera? ¿Cómo se ponen al corriente los trabajadores y los directi-vos de los problemas o progresos del servicio?

Al principio de este informe, hemos mencionado que los obje-tivos que presentamos son interdependientes. La calidad se consigue prestando atención a una gran variedad de criterios y no únicamente a las cualidades o actividades de los trabajadores individualmente, por muy importantes que estas sean. En algunos países, tanto el pú-blico en general como los profesionales, han concedido especial aten-ción a una serie de aspectos relacionados con la calidad de los ser-vicios para la infancia (razón por la cual algunos países se destacan más que otros en nuestros ejemplos). En otros países, aunque existan ejemplos prácticos destacables, estos son atípicos y constituyen casos excepcionales.

Los niños son el punto de mira de los servicios, y la evalua-ción, normalmente, se centra en el niño que asiste al servicio. Puede realizarse una evaluación de los progresos de los niños, aunque de maneras muy diferentes, en función de la perspectiva que se adopte, que puede ser educativa o social. Algunas veces la evaluación se lleva a cabo con la ayuda de los padres, pero, con frecuencia, se trata úni-camente de una evaluación profesional. Un control riguroso de cada niño ocupa mucho tiempo y no siempre resulta útil. Sin embargo, una medida del progreso y la discusión entre los padres y los miembros del personal, ya sea formalmente o de manera informal, sobre la evo-lución del niño diaria, semanal o mensual, suele ser muy bien acogida entre los padres, ofreciéndoles una perspectiva necesaria sobre el fun-cionamiento correcto o incorrecto del servicio. En algunos casos, no solo se controla el progreso de un niño en particular, sino el progreso y la cohesión de todo el grupo al que pertenece. En otros países, la no-ción de grupo y el progreso del mismo no se consideran importantes.

En un servicio, o sistema de servicios, organizado de manera colaborativa, en la que tanto los padres como el personal se hallan involucrados en una empresa conjunta, la valoración del servicio por

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parte de los padres es muy importante y ello puede realizarse de va-rias maneras, mediante unos métodos de evaluación conjunta o me-diante cuestionarios dirigidos a los padres.

En algunos casos, las medidas de evaluación incorporan una retroalimentación periódica del personal de los centros. El horario laboral semanal del personal de los servicios incluye un porcentaje de tiempo dedicado a la formación tanto individual como en grupo, y parte de este tiempo se dedica a la autoevaluación colectiva o del equipo. En otros sistemas, si se lleva a cabo, la evaluación se con-templa como un aspecto jerárquico y personal, siendo un miembro veterano del personal quien aconseja y supervisa a otro más joven utilizando como modelo un caso práctico.

Los coordinadores, inspectores, supervisores, asesores, investi-gadores pueden ofrecer una evaluación del progreso formativa y des-de fuera. Algunos servicios insisten especialmente en la investigación y han desarrollado relaciones de colaboración con centros de inves-tigación locales, con el fin de facilitar un análisis crítico imparcial y riguroso acerca del funcionamiento de los servicios.

Los servicios en algunas áreas practican una gestión colectiva y han rechazado deliberadamente nociones jerárquicas de gestión. Todo el personal disfruta de un nivel similar respecto a las condicio-nes salariales y laborales del servicio y todos tienen la misma respon-sabilidad frente a los trabajos. En otros países, se han desarrollado sistemas más jerárquicos, adoptando unos sistemas directivos reco-nocidos internacionalmente y copiados del sector industrial. Sea cual sea el sistema que se practique, debe existir una supervisión o gestión de todos los objetivos y estándares para desarrollar y mantener el «ethos» de los centros infantiles.

Otros países consideran que la mejor forma de mantener los estándares de los servicios es mediante un sistema de registro e ins-pección externos al centro. Como este sistema dependerá del marco de estándares aprobado para la inspección y de los recursos con los que cuentan los centros para mejorar los estándares, y como ambos son limitados, ninguna inspección conseguirá aumentar los estánda-res por encima de un cierto punto.

Como ya hemos dicho al principio, en el apartado correspon-diente a los objetivos financieros, las políticas, aunque bien inten-cionadas, no son practicables sin la existencia de unos recursos que

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faciliten su puesta en práctica. Una inversión más grande no siempre implica un mejor servicio. Sin embargo, en los servicios que cuentan con escasos recursos económicos, situados en edificios destrozados o en ruinas, con un personal poco adecuado y cuyas condiciones sa-lariales no son satisfactorias y con pocos recursos prácticos, las pre-siones diarias son intensas. Por otra parte, unos recursos económicos generosos pero mal administrados también pueden desembocar en una mala práctica.

Calcular los costes de los servicios no es nada sencillo. Uno de los argumentos normalmente lanzado en favor del sector privado es que todos los costes, por necesidad, se calculan meticulosamente y que el balance de gastos e ingresos siempre se conoce, por lo que el servicio es más eficaz. Por el contrario, en el sector público los costes no se calculan tan meticulosamente; algunos costes son históricos, están o se incluyen dentro de otros conceptos o se calculan para el servicio en su totalidad y no fraccionadamente. Los cálculos comprensivos son normalmente difí-ciles y los trabajadores del servicio, y algunas veces los administradores, no tienen conocimiento sobre los gastos incurridos, lo que dificulta en gran medida hacer una valoración del coste per cápita de cada niño. A pesar de estas dificultades, mostrar cómo se utiliza el dinero y ofrecer a los padres y usuarios de los servicios un balance financiero es respon-sabilidad del servicio y lo mínimo que puede ofrecerles en este terreno.

La Red propone los siguientes objetivos de funcionamiento:

Objetivo 37: los servicios deben demostrar mediante un informe anual o cualquier otro tipo de sistema, cómo están cumpliendo sus ob-jetivos y principios, así como la forma en que han invertido sus presu-puestos.

Objetivo 38: debe evaluarse regularmente el progreso de los niños en todos los servicios.

Objetivo 39: las opiniones de los padres y de la comunidad deben formar parte del proceso de evaluación.

Objetivo 40: el personal del servicio debe evaluar periódicamente su actuación, utilizando métodos objetivos y la autoevaluación.

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Ejemplos:

Italia: algunos municipios del norte y centro de Italia han cola-borado con la Universidad de Pavía y con otros centros educativos para establecer unos parámetros de calidad, los cuales incluyen pro-yectos piloto de autoevaluación, así como unos sistemas de evalua-ción que incorporan aspectos relacionados con la educación, la orga-nización y la dirección. Además, algunos municipios han efectuado un análisis de los costes de los servicios, que ofrece un desglose de diferentes aspectos del servicio y hace posible, desde el punto de vista directivo, establecer una ratio calidad-coste.

Bélgica: el Kind en Gezin, organismo público que, en nombre del Gobierno de la Comunidad Flamenca, dirige y financia los ser-vicios infantiles no integrados en escuelas, ha creado una escala de medidas para evaluar el entorno educativo de los centros, teniendo en cuenta diversos parámetros de calidad. Esta escala de medidas es uti-lizada por los inspectores del Kind en Gezin, que practican la obser-vación participativa durante periodos de unas 4 horas de duración en cada centro. Este sistema se ha estado utilizando hasta mediados de 1992 y se está preparando una evaluación de los resultados en 1994.

5.2.11. Conclusión

Objetivos de calidad en los servicios para la infancia es la res-puesta de la Red de Atención a la Infancia de la Comisión al trabajo que se le encomendaba en el Tercer Programa de Acción de Igualdad de Oportunidades para Mujeres y Hombres de la Comunidad: «Es-tablecer criterios de definición de la calidad en los servicios para la infancia». El informe señala 40 objetivos, agrupados en nueve apar-tados, que la Red cree que todos los Estados miembros pueden alcan-zar en los próximos 10 años. Cada uno de estos objetivos es realista y, como se demuestra con los ejemplos, algunos ya han sido alcanzados por uno o más Estados miembros. Los objetivos son interdependien-tes, forman un todo y no han sido pensados para ser considerados o desarrollados por separado.

Los objetivos son el resultado de 10 años de trabajo de la Red, cuyos miembros han aportado sus diferentes experiencias y perspecti-vas. Este trabajo ha constituido un ejercicio único de intercambio in-ternacional de experiencias y de colaboración. Los objetivos reflejan

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la convergencia de todos los Estados miembros sobre unos principios y objetivos de los servicios infantiles. Esta coincidencia, sin embar-go, se combina con el reconocimiento de la diversidad y el valor de esta diversidad a todos los niveles, desde los niños, los padres y las familias, hasta los Estados miembros. Los objetivos no implican la estandarización de los sistemas de servicios, las filosofías o los méto-dos de trabajo, pero sí que comportan el apoyo de unos objetivos y principios y el compromiso de trabajar para su puesta en práctica en los servicios.

Alcanzar estos objetivos no ha de constituir el final de la bús-queda de la calidad. Se trata de un proceso dinámico y continuo que implica la reflexión y revisión periódicas. Lograr estos objetivos irá en gran medida encaminado a garantizar el acceso igualitario de to-dos los niños a los servicios de calidad en toda la Unión Europea. Los servicios infantiles de calidad constituyen una parte necesaria de la infraestructura económica y social. El acceso igualitario a dichos servicios es fundamental para lograr la igualdad de oportunidades de los hombres y de las mujeres, el bienestar de los niños, las familias y la comunidad, así como para las economías productivas. Se trata de un objetivo que debe adoptarse en todos los niveles —local, regional, nacional y europeo— y por el cual todos estos niveles deben y pueden trabajar conjuntamente.

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6Colectivos que conforman la

Plataforma Estatal en Defensa del 0-6

Plataforma Estatal en Defensa del 0-6

Diciembre 2014

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La Plataforma Estatal en Defensa del 0-6 está formada por los siguientes miembros:

El Colectivo 0-6 de CórdobaPlataforma en Defensa de Servicios Educativos Municipales de GranadaAsociación de Profesionales del Primer Ciclo de la Educación Infantil de Castilla-La Mancha (APEI- Castilla-La Mancha)Secretaría de Educación de la CGT de Castilla-La ManchaPlataforma de Castilla y León en Defensa del 0-6Col.lectiu de Treballadores i Treballadors de les Escoles Bressol Municipals de BarcelonaAsociación de Mestres «Rosa Sensat» de CataluñaAsociación de Técnicos Superiores de Educación Infantil de ExtremaduraDepartamento de Pedagogía e Didáctica de la Facultad de Educación de A CoruñaPlataforma de Madrid en Defensa del 0-6Junta de Portavoces de Escuelas Infantiles y Casas de Niños de MadridPlataforma Ciclo Educativo 0-3 de NavarraAsamblea de Ayuntamientos del 0-3 de NavarraAgrupación Electoral Iniciativa por TafallaÁrea Federal de Educación de Izquierda UnidaConfederación de STES-intersindicalFederación Estatal de Enseñanza de CC. OO.Federación de Enseñanza de la Confederación General del Trabajo (CGT)Sindicato de Estudiantes,Revista InfanciaAsociación Colectivo Infancia

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Este libro se terminó de imprimir en abril de 2015.

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