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Ella Fontanals Cisneros posa en el salón principal de su casa con un libro editado por CIFO, su funda- ción, en sus manos. Detrás, sobre la chimenea sobresale una obra hecha en plata sobre gelatina, del japonés Hiroshi Sugimoto. En la otra página, amplio vestíbulo, pre- sidido por una gran obra (a la de- recha en la foto) del italiano Um- berto Manzo. A la izquierda, un par de grandes esfinges griegas. Al fondo, obra del célebre artista ve- nezolano Jesús Rafael Soto, fabri- cada en madera pintada, metal y cuerdas de nailon 4

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Ella Fontanals Cisneros posa en el salón principal de su casa con un libro editado por CIFO, su funda-ción, en sus manos. Detrás, sobre la chimenea sobresale una obra hecha en plata sobre gelatina, del japonés Hiroshi Sugimoto. En la otra página, amplio vestíbulo, pre-sidido por una gran obra (a la de-recha en la foto) del italiano Um-berto Manzo. A la izquierda, un par de grandes esfinges griegas. Al fondo, obra del célebre artista ve-nezolano Jesús Rafael Soto, fabri-cada en madera pintada, metal y

cuerdas de nailon

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ELLA FONTANALS CISNEROSLA MAYOR COLECCIONISTA DE ARTE LATINOAMERICANO

CONTEMPORÁNEO, EN SU CASA MADRILEÑA, DONDE VIVE CON SUS SESENTA OBRAS PREFERIDAS

Ha donado a España parte de las tres mil piezas de su multimillonaria colección y es cada año un nombre imprescincible en la feria de arte ARCO, que se acaba de

celebrar en Madrid

Conocida como la «Peggy Guggenheim» de Hispanoamérica, administra desde su fundación una de las colecciones más

grandes del planeta

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E LLA Fontanals Cisneros, la mayor coleccionista de arte latinoamerica-

no contemporáneo del mundo y uno de los personajes más importantes del arte a escala global, nació en Cuba poco antes de que estallara la revolución de 1959. Creció y se educó en Venezuela, donde conoció al magnate Oswaldo Cisneros, miembro de una de las dinas-tías más ricas y poderosas de América Latina, con el que se casó en 1968. Des-pués de criar a sus tres hijas, Marisa, Claudia y Mariela, y de involucrarse en varías causas filantrópicas, Ella, que ha donado a España parte de las tres mil piezas de su multillonaria colección, fue descubriendo el mundo del arte, un universo que le cambió su destino y que le ha dado enormes satisfacciones. La presencia de Ella, una mujer con alma española, es imprescindible en la feria de arte ARCO, que se acaba de celebrar en Madrid, donde tiene una fabulosa casa en la que nos ha recibido.

—Ella, ¿cuáles son sus primeros re-cuerdos de Madrid?

—Era un Madrid diferentísimo al de hoy en día. Durante dieciocho años

tuve una casa en el centro de París, pero decidí venderla porque nunca sentí ese clic, esa cosa que te dice «tú perteneces aquí». También vendí la de Nápoles, porque iba muy poco. Sin embargo, con Madrid todo fue diferente. Al prin-cipio alquilé un piso detrás del edificio del Ayuntamiento para comenzar a vivir la ciudad, y muy pronto me di cuenta de que Madrid encajaba a la perfección con mi forma de ser y con mi estilo de vida. En dos mil ocho alquilé esta casa, que pertenecía a la familia March y que, después de un tiempo, decidieron ven-dérmela. Acepté de inmediato, ya que iba a ser imposible conseguir un piso tan maravilloso como este. Con Madrid he vivido un proceso muy diferente a los que he experimentado en otros lu-gares en los que tengo casa, como son Nueva York, Gstaad, La Habana y Mia-mi. A Madrid la siento mía. Cada vez que aterrizo en Barajas siento que he llegado a casa.

—Su vida es muy vertiginosa y no descansa ni un minuto…

—Así es. Por ese motivo, este año

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«La casa pertenecía a la familia March y después de un tiempo de alquiler deci-dieron vendérmela. Acepté de inmediato, ya que iba a ser imposible conseguir un

piso tan maravilloso como este»

Izquierda, Ella en su biblioteca con unos pendientes de plata diseñados por Jesús Rafael Soto. La biblioteca (sobre estas lienas) atesora una importante cantidad de libros de arte, diseño, historia y arquitectura. Decorada en tonos grises, en ella destacan varias piezas nór-dicas de los años setenta y una gran chimenea de mármol, sobre la que se aprecia una obra del italo-venezolano Nedo Mion Ferrario. Al

lado, obra del escultor vasco Manu Muniategiandikoetxea

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Ella junto a las puertas de su comedor antes de recibir a sus invitados. Amante de las joyas, luce un gran co-llar antiguo con grandes piezas de cuarzo. Su es-pectacular piso se ha con-vertido en uno de los luga-res para ver y ser visto para las decenas de coleccionis-tas, marchantes y celebri-dades que cada año visitan Madrid para asistir a ARCO, una de las ferias de arte más importantes de Europa

quiero hacer algo por mí y no dedicarme tanto a los demás. Creo que es algo que me merezco. Necesito tener un poco de paz y de tranquilidad para poder leer, escribir y viajar al lugar que yo quiera sin que mis compromisos me lo impidan. He estado muy apartada de mis hijas y de mis nietos ya que las visitas que hago a Miami son es-porádicas. Como añoro no estar cerca de mi fa-milia quiero encontrar la manera de poder estar un poco más de tiempo con ellos.

—Así que planea tomarse un año sabático… —Después de haber dedicado una importante

parte de mi vida a mi fundación, CIFO, me he dado cuenta de que como el tiempo vuela es el momento de mimarme un poco. He dado todo de mí para poder formar mi colección siempre pensando en el público, porque desde que co-mencé a recorrer este camino estuve convencida de que la donaría para el disfrute de la gente. Y como eso ya lo he conseguido, creo que llegó el momento de hacer otras cosas. Por supuesto, la fundación seguirá adelante haciendo exhibicio-nes itinerantes en diferentes partes del mundo. Mis hijas han sido un apoyo fundamental para mí tras haber tomado esta decisión. Además, siento que llegó la hora de que ellas sigan transitando este camino. Por supuesto, yo estaré siempre apo-yándolas en todo, pero ahora creo que mi foco debe estar en otra etapa de mi vida. Quiero hacer

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Claudia, una de las tres hijas nacidas de su matrimonio con su exmarido, el poderoso magnate venezolano Oswal-do Cisneros, estuvo casada con Javier Macaya, hijo de Cristina Macaya, la anfitriona más famosa de Mallorca

cosas que me diviertan. Me divierte mucho el arte, sí, pero ese mundo te lleva a adoptar una cantidad de compromisos que te absorben por completo. Este año, por ejemplo, he viajado tanto que ya estoy agotada (risas). Por eso tomé la deci-sión de hablar con todos los museos a cuyos con-sejos pertenezco para pedirles que me excusen, pero que necesito tiempo para estar con mis seres queridos. Eso no quiere decir que no seguiré en el arte, sino que lo haré de otra manera.

—¿Qué grandes lecciones le ha dejado el co-leccionismo?

—Ha sido sido una escuela fantástica que me ha dejado una cantidad impresionante de cosas buenas. Pero más que nada me ha regalado grandes experiencias y una infinidad de anécdo-tas. Por eso es que voy a empezar a escribir mis Memorias. Mi vida ha sido muy intensa, pero no solamente del lado del coleccionismo, ya que comencé a trabajar muy joven, cuando las muje-res, sobre todo en América Latina, no lo hacían, sino que pude hacer cosas en espacios como la Organización de las Naciones Unidas y en el mundo de la filantropía. Y me encantaría poder compartir mis vivencias y aprendizajes. Y ahora que lo pienso, tengo tantas anécdotas en el mun-do del arte que creo que tendré que escribir otro libro solamente para contarlas. (Risas)

(SIGUE)

Arriba, salón principal, con una obra de la es-pañola Elena Asins (a la izquierda de la foto) y una del argentino Tomás Espina (a la derecha), realizada en hollín sobre papel. La hoja de pla-ta que hay sobre la mesa, al fondo a la izquier-da, es de la artista venezolana Emilia Azcárate. Junto a estas líneas, Ella posando en una pieza diseñada por el artista brasileño Ernesto Neto. Sobre estas líneas, «The eye of the collector»,

del artista cubano Noel Leon

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El comedor está revestido con un tapizado color ma-genta y decorado con dos grandes arañas de Baccarat. Las sillas, de estilo Reina Ana, tapizadas con un moder-no y colorido «chenille». El arte tampoco podía faltar en este ambiente, para el que Ella eligió varias obras de la brasileña Rivane Neuenschwander. La mesa, decorada con elefantes dorados (a la derecha con mayor detalle), está vestida con un mantel de lino bordado a mano, copas de Baccarat con gran ribete en oro y vajilla de

Limoges confeccionada por CH Field Haviland

«Con Madrid he vivido un pro-ceso muy diferente a los que he experimentado en otros lu-gares en los que tengo casa, como Nueva York, Gstaad, La Habana y Miami. A Madrid la

siento mía»

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—¿Compartiría con nosotros alguna de esas anécdotas?

—Una vez, mientras me dirigía con mi sobrino hacia mi avión en la pista de un aeropuerto, en Nueva York, divisé a lo lejos un par de religiosas de baja estatura caminando hacía mí con sus impolu-tos hábitos blancos. Cuando llegó el momento de cruzarnos, una de ellas me dijo muy dulcemente: «Dios la bendiga». Yo me di la media vuelta para agradecerle y cuando la vi con detenimiento me di cuenta de que era ¡la Madre Teresa! Ni mi sobrino ni yo podíamos creerlo. La paz que transmitía esa mujer era única.

—Hace un año decidió donar parte de su colec-ción a España.

—Así es. Fue una decisión muy meditada. Con los años me fui dando cuenta de que la simbiosis que existe entre la cultura española y la latinoame-ricana es única. También quería un lugar donde las obras pudiesen estar cuidadas y al que pudiese ir a verlas gente de todo el mundo. No obstante, debo decir que lamentablemente las cosas van muy des-pacio. Hace año y medio que se inició el proceso para realizar la donación y las cosas no han avanza-

do como lo tenía pensado. El panorama político del país cambió y, día de hoy, aún siguen muchas cosas por resolverse.

—Entonces, ¿la donación podría no concre-tarse?

—Por ahora sigo a la espera de respuestas concre-tas. Como dije, deseo empezar un nuevo capítulo en mi vida y, por tanto, quisiera que todo saliera lo an-tes posible y de la mejor manera posible. Me he puesto como fecha límite el treinta y uno de marzo, y si para entonces no se han aclarado las cosas, hay varios museos que están esperando mis obras para anexarlas a sus colecciones. Ahora bien, para mí, España y los españoles están antes que nada, por lo que espero que todo se resuelva pronto.

—¿Hay algo que le gustaría hacer solo por diver-sión?

—¡Tantas cosas! Varios de mis sobrinos, que son unos genios de los ordenadores, me propusieron comenzar a hacer vídeos en los que dé consejos sobre «lifestyle» y enseñarle a la gente cosas tan sencillas como poner una mesa, ordenar una bi-blioteca, arreglar un salón… Mis sobrinos estuvie-

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ron en casa y se quedaron maravillados con detalles tan tontos como la forma en que cuelgo un albornoz o la manera en que doblo las toallas. ¡Y me propusieron hacer lo mismo! Hoy por hoy hay mucha gente con mucho dinero que no sabe en qué gastarlo, por lo que la idea es muy buena. La idea me pareció brillante, pero, por ahora, habrá que esperar un poco.

—¿Fue muy complicado el proceso de decorar esta casa?—Cuando la compré llamé a Luis Bustamante, a quien co-

nozco hace quince años y quien me ha decorado todas mis últi-mas casas. Él ya sabe cómo me gustan las cosas: desde la distribu-ción de los cajones del baño hasta las divisiones de la biblioteca de mi estudio. Porque antes de pedirle a un interiorista lo que quiero, ya tengo todos los detalles pensados en mi cabeza. Cuan-do me mudé ya tenía todo listo y elegido. En algún momento de mi vida trabajé en bienes raíces por lo que tengo muy claro cómo deben hacerse las cosas al momento de reformarse una propiedad.

—¿Cuáles son sus reglas de oro como anfitriona?—Lo primero es que la gente siempre se sienta cómoda. Lo

segundo, mantener el ritmo. Es decir, empezar dando un cocte-lito fuerte, así la gente se anima rápido. Las comidas o cenas sentadas me gustan, aunque solo las organizo cuando tengo algo formal. No me gusta que todo termine cuando concluyó la cena, por lo que me encanta armar grandes mesas de bufé para

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«Mi madre era una mujer muy refinada y detallista que siem-pre estaba pendiente de que todo estuviera perfecto. Lo que sé lo aprendí de ella: me encantaba verla vistiéndose o po-

niendo una mesa para recibir invitados»

Página de al lado, cuarto de planchado de la ropa de cama y los manteles, que se guardan perfectamen-te doblados (junto a esa foto) en unos armarios especiales preparados para ello. Sobre esa foto, el pa-sillo que comunica las habitaciones con la zona de estar es un pequeño museo en el que se pueden apreciar obras del brasileño Vik Muniz (derecha en la imagen), la italiana Loris Cecchini (centro) y el rumano-cubano Sandu Darie (izquierda). Junto a estas lineas, la elegante cocina, en tonos grises y blancos. «Creo que vine por primera vez a Madrid a finales de la década del setenta —recuerda Ella—, y luego seguí viniendo con el tiempo como turista, pero en el año 2002 me di cuenta de que la energía de esta ciudad había cambiado: la gente era más cosmopolita y muchos amigos se habían mudado aquí»

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Arriba, habitación de huéspedes, decorada con dos grandes tablones italianos de la escuela sienesa del siglo XVII. Abajo, Ella en su sala de estar, donde pasa tardes enteras leyendo sobre arte y donde recibe a sus amigos más íntimos. «Siempre pienso en volver a Venezuela. Tengo unos terrenos precio-sos en isla Margarita donde me encantaría construirme una casa. Espero que pronto llegue un cam-bio. Somos muchos los que queremos volver a ver de pie a Venezuela y lo haríamos, en un principio, llevando nuestro patrimonio al país para ayudar a reconstruirlo». En la otra página, dormitorio princi-pal, decorado con fibras naturales y los colores neutros. Sobre la cama destaca un gran óleo del mexicano Rufino Tamayo, de 1946, titulado «Hombres asombrados de la aviación». Amplio baño prin-

cipal en «suite» ( bajo esa foto), empapelado en azul rey y con tarima de roble de Eslovenia

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que cada uno coma cuando quie-ra. Las flores son otro detalle fun-damental, pero lo más importante es la música. Saber cuándo bajar el ritmo y cuándo volver a subirlo. Si tú quieres una fiesta duradera, piensa muy bien la música que vas a pasar. Cuando hago cenas me gusta no recibir a más de dieciséis invitados, porque así tengo tiempo de hablar con todo el mundo. Me encanta mezclar gente: artistas con músicos, personalidades de la televisión con grandes escritores.

—Tiene diez nietos. ¿Cómo es la Ella abuela?

—Tengo una relación fantástica con todos mis nietos, a pesar de que no estamos tan cerca. Como fui madre muy joven, también soy una abuela joven y eso me encanta. Me divierte ir a los eventos escola-res de mis nietos y ver que soy de las abuelas menos viejas. De hecho, uno de mis nietos dice: «Mi abuela es como un ángel volador. No está nunca aquí, pero está; porque ella vuela y desaparece, pero vuelve. Es la abuela más chévere, monta es-quí y siempre me llena de regalos».Realización y texto: RODOLFO VERA

CALDERÓN Fotos: ANDREA SAVINI

«Uno de mis diez nietos dice: “Mi abuela es como un ángel volador. No está nunca aquí, pero está, porque vuela y desaparece, pero vuelve. Es la abuela más

chévere y siempre me llena de regalos”»

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