el mundo de sophia 49

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La alegoría de la caverna El espíritu del Romanticismo Hipótesis Gaia Hacia una ecología más espiritual Aunque un hombre, venza mil veces en batalla a otros mil hombres, quien se vence a sí mismo es el mayor guerrero. Dhammapada

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Revista de difusión cultural.

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Page 1: El mundo de sophia 49

La alegoría de la caverna

El espíritu del Romanticismo

Hipótesis GaiaHacia una

ecología más espiritual

Aunque un hombre, venza mil veces en batalla a otros mil hombres, quien se vence a sí mismo es el mayor guerrero. Dhammapada

Page 2: El mundo de sophia 49

Contenidos

Pág. 36 Cartas a un joven idealista La Fe y su hija ConfianzaHerminia Gisbert

Pág. 5 Poema...¿Cuándo llamar amor al amor que sientes?Isabella Di Carlo

Pág. 14 PsicologíaLa necesidad de una cartografía interiorMª Dolores Cantero

Pág. 10 FilosofíaLa alegoría de la CavernaElena Machado

Pág. 35 Libros y películas

Pág. 28 Cultura

El espíritu del RomanticismoPepa Vélez

Pág. 6 EcologíaHipótesis GaiaJessica Hermoso

EL MUNDO DE SOPHIA

2015

Nº 49

DIRECTOR:Francis J. Vilar

JEFE DE REDACCIÓN:Elena Machado

REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN:Elvira Rey

Rafel BallesterIsabel Salvà

DISEÑO GRÁFICO:Isabel Salvà

Rafel Ballester

HAN COLABORADO:Francis J. Vilar

Herminia GisbertVíctor Vilar

Elena MachadoDolores CanteroJéssica Hermosso

Xavi VillanuevaPepa Vélez

Laura EtcheverryIsabella Di Carlo

Una publicación de:

Fundación Sophia

c/ Jaime Ferrer, 3

Palma de Mallorca (Baleares)

www.fundacionsophia.com

Tel: 971 72 15 55

[email protected]

redacció[email protected]

www.mundosophia.com

D. L. PM-2099-98

Los artículos firmados expresan única

y exclusivamente la opinión de su

autor, quien se hace responsable de

la vercidad y autoría de los

contenidos expuestos.

Pág. 18 EgiptologíaLa cosmovisión mágica de los antiguos egipciosFrancis J. Vilar

Pág. 17 Lo que algunos dijeron sobre...La Libertad

Pág. 22 EntrevistaXavi Villanueva

Pág. 32 ReflexiónCon el pretexto del mar...Laura Etcheverry

Sobre antiguos misterios...

Page 3: El mundo de sophia 49

Editorialmotivo Zeus organizó el rapto que permiti-ría a Hades llevarse a Perséfone al más allá.

Una mañana Deméter se despidió de

su hija, dejándola entre ninfas de su corte-jo, y acudió a una llamada de Zeus. En ese momento, en el que la joven se encontra-ba desprotegida de su madre, fue cuando Hades llegó para raptarla. Su carro, tirado por feroces caballos que escupían fuego, emergió de las profundidades; y ese rin-cón hermoso, en el que las jóvenes recogían flores y festejaban la vida, se vio envuelto de la triste y terrible ponzoña de la muer-te. Perséfone no pudo hacer nada contra la poderosa fuerza del dios del más allá. El carro volvió a hundirse en la tierra con su implacable auriga, mas esta vez, custodiando el tesoro más preciado.

La tierra perdió de repente la vida y todo en derredor se mar-chitó; las cosechas se perdieron, los campos se volvieron estériles y yermos. Deméter comprendió que algo terrible le había suce-dido a su hija. La búsqueda fue muy larga y, en todo ese tiem-po, la tierra estuvo sumida en una suerte de muerte y tristeza. Buscó y buscó durante muchos años y, al fin, descubrió en Eleusis1 quién había sido el causan-te de su pérdida. En ese

Una vez más el invierno se repliega, lenta pero inexorablemente, para dejar, como un regalo la primave-

ra. La naturaleza reverdece, y los campos se visten de flores y del alegre canto de los pajarillos. Perséfone regresa de su palacio en el Hades y Deméter, la madre tierra, ale-gre por el reencuentro con su adorada hija, lo festeja con todos los seres de la creación.

Cuenta el mito que Hades, dios del más allá, cansado de su soledad en el inframun-do, pidió a su hermano Zeus una esposa. Sin embargo, ¿qué diosa o mortal querría desposar al que habita siempre en el país de los muertos, entre las terribles cordilleras del Tártaro y la laguna Estigia? Nadie en su sano juicio querría habitar de por vida en tan tenebroso lugar, aunque fuese en cali-dad de reina. Zeus, temiendo que, ante una negativa, Hades desatara todos los fantas-mas y espectros del más allá devastando el mundo de los hombres, se retiró a reflexio-nar quién podría ser la adecuada para con-vivir con el dios de la muerte. Su conclu-sión fue que la ideal para tan gran energía debía poseer del mismo poder y, por lo tanto, decidió que la mejor esposa para la Muerte era la Vida. Zeus pensó que esta solución satisfaría a Hades, pero sabía que en modo alguno sería aceptada por la ma-dre de la novia, pues no quería que su hija contrajera nupcias con nadie. Deméter nun-ca permitiría que Perséfone, la Vida, aban-donase la tierra, ya que sería una tragedia para todos los seres que la habitan. Por ese

Sobre antiguos misterios...

Víctor VilarLicenciado en

Filosofia

Representación escultórica de la diosa Deméter.

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4 EL MUNDO DE SOPHIA

momento decidió bajar al inframundo para rescatar a su hija, pues la vida debía volver a la tierra. Las aven-turas de Deméter hasta en-contrar a Perséfone fueron muchas, ya que caminar por el más allá no es tarea fácil, ni siquiera para una diosa; sin embargo, su fe y constancia la llevaron al mismo palacio de Hades. Allí rescató a la joven, pero el destino, más sabio incluso que los mismos dioses, quiso que el matrimonio ya se hubiese realizado. Lejos de estar asustada y temer el en-lace, Perséfone se había enamorado de su raptor. ¿Quién, si no el misterio de la Muerte, podría enamorar a la Vida? Perséfone no quería dejar a su marido ni abandonar la tierra, así que con-vinieron que se dividirían el año para estar un tiempo con su esposo y otro con su madre. Seis meses la Vida volvería a la Tierra y otros seis meses se replegaría en su interior ocupando el trono del más allá. Deméter y Hades estuvieron satisfechos con tan ecuánime solución, y el ma-trimonio fue bendecido por los demás dioses.

Perséfone trae consigo la primavera, la vida, el florecimiento y la juventud cada vez que regresa a la tierra. En otoño, cuando vuel-ve con su esposo, lleva al más allá la esperan-za de la vida eterna y la inmortalidad. Ella acoge en los Campos Elíseos2 a quien descu-bre el gran misterio de la Vida y de la Muerte.

Ahora llega la primavera y, los seres huma-nos, al misterioso son de los ritmos vitales, senti-mos correr por nuestras venas una savia nueva, una especie de elixir vitae alquímico que hace re-juvenecer nuestros impulsos, anhelos y alegrías; alterando, como suele decirse, nuestra sangre.

Demos la bienvenida a Perséfone. Sintonice-mos con este latido vital que trae alegría y juven-tud, esperanza y felicidad. Hagamos la conexión de nuestro ser interior con la divina energía de la vida para que todos los proyectos, anhelos y

retos tengan en esta etapa nuevo y renovado im-pulso. Enamorémonos de la Vida. Ella llega ca-balgando un rayo de sol, en la caricia fresca de la espuma del mar, en la brisa con aroma de flores y en la lluvia que preña la tierra. Ella llega en el canto del pájaro y, sobre todo, en tu sonrisa. m

Notas:1 Por este motivo en Eleusis se realizaban los misterios de Deméter y Perséfone.2 Los Campos Elíseos o las Islas de los Bienaventurados son un lugar sagrado de la geografía del más allá, don-de las almas inmortales de los hombres virtuosos viven la eternidad en una existencia dichosa y feliz. Es el Cielo de la simbología cristiana, o el Devachan de la simbología hinduista.

El rapto de Perséfone

¿Cuándo llamar amor al amor que sientes ?

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EL MUNDO DE SOPHIA 5

Cuando aprendes de todo y de todosy todo te completa.

Cuando desatas dependenciasdesvaneces apegos,te liberas y liberas.

Cuando sabes que nadie se va del corazónaunque se aleje, o se muera.

La presencia, es pura consciencia.Cuando eres el mismo fuego

y en un instante intensolos océanos habitan una de tus lágrimas.

Cuando tus deseos ya no te apresany amas el bien, por el bien

más allá de toda recompensa.

Cuando descubres que vinimos a unirnosy a tejer con nuestra esencia

la red de consciencia que llamamos huma-nidad.

Cuando eres confiable a toda prueba,es confiable el alma.

El amor avanza siempreel amor siempre le espera.

¿Cuándo llamar amor al amor que sientes ?

Isabella Di CarloVALORES QUE CURAN –Anahata Ediciones

Page 6: El mundo de sophia 49

¿Qué pasaría si un día los gran-des científicos del mundo descu-brieran que el ser vivo más gran-de de la Tierra es ella misma?

En la actualidad nadie es ajeno a los pro-blemas ambientales: las catástrofes natu-rales y la contaminación afectan a nuestra sociedad sin distinguir naciones ni estratos sociales. Nos quejamos de que la situación está cada vez peor y que nadie hace nada al respecto; sabiendo que tanto las institu-ciones como las personas somos los que

generamos los impactos ambien-tales negativos, y que so-

mos nosotros a la vez los que podemos eli-

minarlos. Nos pre-guntamos, ¿qué es lo que hay que cambiar para que de-jemos de ser los causantes

del problema y seamos parte

de la solución?

Hace miles de años las culturas de la an-tigüedad no se sintieron amenazadas por el poder de la naturaleza, sino todo lo contra-rio. Estos pueblos la admiraban e, incluso, la veían como una madre protectora que es-taba ahí para brindarles todo lo que necesi-taran. Dichas civilizaciones eran conscientes de la gran inteligencia que había detrás de la naturaleza y, por eso, la estudiaban con respeto, tratando de aprender y emular sus sabias formas. No conocían el concepto de ecología y, sin embargo, descubrieron una manera adecuada de relacionarse con su entorno: una ecología espiritual en donde reconocían que la Tierra era un organis-mo vivo y que ellos formaban parte de él.

Con el paso del tiempo la mentalidad fue cambiando. En el siglo XVII, con las postulaciones de Descartes y Bacon, sur-gió la doctrina mecanicista. En sus trabajos, Bacon aseguraba que “«la Naturaleza tenía que ser «acosada en sus vagabundeos», «some-tida y obligada a servir»” (Carolyn Merchant, 1980). Por su parte, Descartes decía que «El universo material era una máquina y sólo una máquina. En la materia no había ni vida, ni me-

Jéssica Hermoso - Ingeniero medioambiental

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EL MUNDO DE SOPHIA 7

tas, ni espiritualidad» (Fritjof Capra, 1982) y afirmaba que “podía utilizarse el conocimien-to para «convertirnos en los amos y dueños de la Naturaleza»” (Fritjof Capra, 1982). Esta idea permea nuestra cultura materialis-ta, hace que el ser humano crea que sabe exactamente cómo funciona el mundo y que se sienta su legítimo dueño, aunque la realidad sea completamente opuesta.

Afortunadamente, la ciencia está re-descubriendo aquel conocimiento que los hombres de la antigüedad ya poseían: una forma diferente de entender a la crea-ción y de relacionarse con ella. Esta nueva visión es conocida como Hipótesis Gaia o Teoría Gaia y fue ideada por James Love-lock, un químico inglés que publicó los resultados de su investigación en 1979.

En la cultura griega Gaia era la Diosa de la Tierra, la Gran Madre que dio a luz a todo lo que existe y cuyas leyes estaban escritas en su obra. Haciendo referencia a esta diosa, la Teoría Gaia plantea que nuestra esfera azul está viva y que todos los seres que habitamos sobre ella formamos parte de un complica-do mecanismo que le permite desarrollarse.

Para comprobar algo de tal magnitud es indispensable definir lo que es la vida. Des-de un punto de vista científico, este fenóme-no podría explicarse a través de la armonía y el orden en contraposición a la entropía, la cual puede ser entendida como la me-dida de desorden de un cuerpo. Si obser-váramos la estructura molecular de un ser vivo y la de un cuerpo en descomposición,

veríamos que los componentes del primero están mucho más ordenados (tienen menor entropía) que los del segundo. Desde este punto de vista, los seres vivos son sistemas capaces de mantener un orden interior a pesar del desorden que hay a su alrededor (Figura 1). Para lograrlo utilizan la energía de su ambiente, la cual debe ser suficiente para permitir que la vida exista. La tenden-cia natural de todo organismo, por lo tanto, es que esa energía que lo mantiene vivo se disipe al medio que lo rodea, hasta que un día acabe muriendo y reintegrándose com-pletamente a él. Desde esta perspectiva, la vida se podría definir como esa fuerza que mantiene un equilibrio dinámico dentro de un espacio en desorden, y siempre cam-biante, que permite al organismo modifi-carse para persistir ante tales condiciones.

Lovelock intenta comprobar la existen-cia de Gaia haciéndonos conscientes del or-den existente dentro de un ambiente que tiende naturalmente al desorden, el cual es posible gracias a este gran ente que man-tiene las condiciones adecuadas para el desarrollo de todo lo que en él crece. Así, todos los seres vivos dejamos de ser consi-derados como simples organismos y somos reconocidos como piezas de un sistema complejo que, como órganos que trabajan en conjunto, permiten que la armonía vital se mantenga, haciendo constar que la Vida es mucho mayor a la suma de sus partes.

Podríamos decir que el perfecto equili-brio es resultado de la suerte, de la misma

Arriba; René Descartes

Izquierda; Francis Bacon

Abajo; (Figura 1)

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8 EL MUNDO DE SOPHIA

manera que una bacteria en nuestro esto-mago podría asegurar que la entrada de alimentos es fruto del azar. Sin embargo, esto sería desconocer la existencia del ser humano que ha decidido comer. Conscien-tes de la realidad, los griegos y muchas otras culturas antiguas veneraron a esa fuerza supra-humana que alimenta y man-tiene vivos a todos los seres de la creación.

Si la ciencia moderna y aquellas culturas de visión trascendente nos muestran que, en efecto, el ser vivo más grande de la Tierra es ella misma, ¿por qué man-tener una concepción me-canicista?, ¿por qué pensar como esa bacteria en nuestro estómago que delega todo a la casualidad? Y, más aún, ¿por qué creer que el ser humano es superior e inde-pendiente al lugar donde habita? Si somos capaces de ver más allá, ¿por qué no re-conocer en nuestro entorno a esa criatura inteligente que ha cuidado la vida durante

tantos millones de años? ¿Por qué no crear una cosmovisión en la que el hombre pueda ponerse nuevamente en sintonía con “ella”?

Si en nuestro intento de eliminar los problemas ambientales no erradicamos esa idea de superioridad, por la que creemos que está en nuestro poder el salvar a la na-turaleza, nunca vislumbraremos que es real-mente Gaia la que nos mantiene con vida.m

Arriba; James Lovelock, Autor de la Hipótesis Gaia.

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funda el mundo sensible. En la Alegoría de la Ca-verna, Platón no sólo nos instruye sobre estos dos tipos de conocimiento, sino que muestra cómo se puede pasar de un tipo de conocimiento a otro.

Para entender esto, haciendo uso de un símil más actual, debemos imaginar que desde niños hemos vivido encadenados a la butaca de una os-cura sala de cine, que nuestra única relación con el mundo han sido las películas que los amos de la caverna han proyectado sobre la blanca panta-lla a la que estamos obligados a mirar. Imagine-mos que todo lo que creemos que es verdad son sólo sombras deformadas de la realidad. Esta desfiguración puede ser el resultado de distin-tos prejuicios, del impulso de pasiones diver-sas, de creencias no reflexionadas, de modas...; distorsiones de toda índole que nos mantienen con la mirada fija en una sola dirección, sin ver nada más. No somos conscientes de nuestra falta de libertad porque no hemos conocido otra cosa.

Los prisioneros encadenados, faltos de liber-tad, representan a esa gran parte de la humani-dad que permanece durante toda su vida en un estado de ignorancia, viendo sólo sombras de la realidad y oyendo únicamente ecos de la verdad. Sus cadenas son sus apegos a las cosas sensibles, a las cosas de este mundo; en lenguaje budista «el Deseo»: deseo de dinero, de placeres, de poder, de

Elena Machado Licenciada en Filosofía

La Alegoría de la Caverna, creada por el filósofo griego Platón, está considerada como una de las más célebres narra-ciones metafóricas de la historia de la

filosofía. La alegoría es una figura literaria que busca representar mediante el lenguaje una idea, dar forma inteligible a algo que por su abstrac-ción puede resultar difícil de entender. En el caso de la Alegoría de la Caverna nos encontramos ante una especie de fábula que aparece al principio del VII libro de La República, uno de los diálo-gos más importantes de Platón, en la que el filó-sofo griego escenifica la situación en que se en-cuentra el ser humano respecto del conocimiento.

En el también llamado Mito de la Caverna, Platón nos habla de dos realidades: un mundo sensible (la caverna) y un mundo inteligible (el mundo de la luz), explicando cómo a cada tipo de realidad le corresponde un tipo de conoci-miento. Así, si nuestra mirada está puesta sólo en el mundo sensible, el mundo que captamos mediante los sentidos, nuestro conocimiento se moverá en el ámbito de la Doxa, de la opinión. Cuando nuestra mirada está puesta en aquello que está más allá del mundo sensible, del mun-do de lo efímero, de lo que nace y muere, nuestro conocimiento será Noesis, que significa «intuición, penetración», un conocimiento capaz de captar las esencias, lo eterno, aquella realidad en la que se

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EL MUNDO DE SOPHIA 11

prestigio, de reconocimiento... Esos son los eslabo-nes de nuestras cadenas, aquello que nos mantie-ne en un estado de oscuridad mental y emocional. Podemos llegar a estar tan confundidos y tan cie-gos, que nos convencemos de que nuestras cade-nas no son tales, que ellas son la única realidad y que nuestro éxito en la vida, nuestra felicidad, deviene de concentrarse exclusivamente en ellas.

Esa es la parte más oscura de la caverna, la de la más absoluta ignorancia, pero dentro de ella pasan más cosas. Tras los hombres encadenados hay unos misteriosos y terribles personajes; «sombras» los llama Platón, que son los que deciden en qué cosas han de creer o dejar de creer los prisioneros, de qué cosas tienen que hablar, etc. ¿Quiénes son? ¿Son hombres también que, conociendo cómo funcionan las cosas, utilizan la situación en su propio provecho? Se ha especu-lado mucho sobre la naturaleza de los amos de la caverna. Lo cierto es que, de alguna manera, tienen un mayor conocimien-to que los encadenados. Ellos no ven sólo el re-flejo de la luz del fuego, ni sólo las sombras de los objetos, por lo que creen tener mayor poder, incluso algunos pueden creerse «sabios» con de-recho a decidir sobre la vida de los encadenados. Pero no olvidemos que, más allá de su aparente poder, ellos siguen viviendo dentro de la caver-na, en el ámbito de la opinión. El verdadero amo de la caverna es, y será siempre, la ignorancia.

Platón nos enseña con este mito que liberarse de las cadenas no es suficiente, que si el prisione-ro liberado desea dejar atrás el mundo oscuro y opresivo de la ignorancia debe transitar un largo camino, escarpado, difícil, empinado, que le lle-vará de las tinieblas a la luz. Esto es así porque contemplar la Verdad no es fácil, reconocer la ver-dadera naturaleza de nuestras cadenas es duro, comprender que somos responsables de nosotros mismos asusta. Durante nuestro trayecto debere-mos abandonar muchas creencias que nos permi-tían echarles las culpas a los políticos, a los ricos, a nuestros padres, a las circunstancias..., y hacer esto requiere de un valor que ha de ser conquista-do. De ahí que, en la alegoría, Platón diga que el prisionero creerá haberse vuelto loco y querrá volver a la tranquilidad de la caverna donde todo era conocido.

Finalmente, el prisionero podrá co-nocer la verdadera naturaleza de la Rea-lidad, plenamente iluminada por una luz que no deja lugar a ninguna sombra. Esta luz de la verdad, la verdad pura, la verdad con mayúsculas, simboliza-

da por el Sol, Platón la asimila a la idea de Bien. Bien, entendido como la esencia real del mundo, el corazón impulsor de toda la manifestación. Se trata del conocimiento de quienes somos, de dón-de venimos y a donde vamos, de nuestro lugar en el infinito universo. Es justo desde este puro conocimiento de lo Real de donde nace el Bien.

Hay una frase en la narración que siempre me ha parecido especialmente dolorosa y triste, esa en la que Platón dice que Los hombres que viven enca-denados en la caverna nunca se han visto a sí mismos, ni los unos a los otros. No existe mayor ignorancia que esa. Si nos viésemos realmente, lo que somos en esencia más allá de todas las sombras de la ca-verna, si fuésemos capaces de captar al otro como otra forma de mi mismo, el Bien haría acto de pre-sencia de inmediato. Por eso, el duro ascenso de la oscuridad de la caverna a la luz del sol es el cami-no que todo hombre deberá recorrer si quiere ser verdaderamente libre. Platón lo tiene claro, el co-nocimiento de las esencias, la mirada profunda ca-paz de ver el corazón íntimo de todo cuanto exis-te, eso, y no otra cosa, es lo que otorga la libertad.

Y justo en este punto es cuando Platón habla de la importancia de la educación como forma de enfocar la mirada hacia la Verdad, tema que dejo para la segunda parte de este artículo. m

Arriba; Fragmento de una

copia griega de la República de

Platón.

Centro; Portada del libro

IV de los diálogos de platón publica-dos por la editorial

Gredos.

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12 EL MUNDO DE SOPHIA

Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su ex-

tensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en derredor la cabeza. Más arriba y mas lejos se ha-lla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un cami-no más alto, junto al cual imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.

–Me lo imagino.–Imagínate ahora que, del otro lado del ta-

bique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros anima-les, hechos en piedra y madera y de diversas cla-ses; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.

–Extraña comparación haces, y ex-traños son esos prisioneros.

–Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?

–Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.

–¿Y no sucede lo mismo con los ob-jetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?

–Indudablemente. –Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te

parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?

–Necesariamente.–Y si la prisión contara con un eco desde

la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?

–¡Por Zeus que sí!–¿Y que los prisioneros no tendrían por real

otra cosa que las sombras de los objetos artificia-les transportados?

–Es de toda necesidad.–Examina ahora el caso de una liberación de

sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué pasaría si naturalmente les ocurriese esto; que uno de ellos fuera liberado y forzado a le-

vantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que

El Mito de la CavernaREPÚBLICA. Platón

Editorial Gredos. Introducción, traducción y notas de Conrado Eggers Lan.Libro VII. 514a-517a.

Centro; Representación renacentista (1604) del Antrum Platónicum o la Caverna de Platón.

Abajo; Representación Moderna de la Caverna de Platón.

Page 13: El mundo de sophia 49

EL MUNDO DE SOPHIA 13

son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?

–Mucho más verdaderas.–Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma,

¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla, vol-viéndose hacia aquellas cosas que podía perci-bir, por considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?

–Así es. –Y si a la fuerza se lo arrastrara por una es-

carpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le im-pedirían ver uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?

–Por cierto, al menos inmediatamente.–Necesitaría acostumbrarse, para poder

llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lu-gar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y los objetos mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.

–Sin duda.–Finalmente, pienso, podría percibir el sol,

no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito.

–Necesariamente.–Después de lo cual concluiría, con respec-

to al sol, que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto.

–Es evidente que, después de todo esto, arri-baría a tales conclusiones.

-Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?

–Por cierto.–Respecto de los honores y elogios que se

tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilados habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fue-ra siervo de un hombre pobre» o soportar cual-quier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?

–Así creo también yo, que padecería cual-quier cosa antes de soportar aquella vida.

–Piensa ahora esto: si descendiera nueva-mente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar re-pentinamente del sol?

–Sin duda.–Y si tuviera que discriminar de nuevo aque-

llas sombras, en ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cade-nas, y viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber su-bido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y condu-cirlos hacia la luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?

–Seguramente. m

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14 EL MUNDO DE SOPHIA

Las personas que son felices coinci-dirán conmigo en que para llegar a la felicidad hace falta conocerse a sí mismo. La felicidad no se com-pra puesto que es un estado inte-

rior que se debe ganar; incluso algunos dirían que la felicidad ya es nuestra, siempre que se-pamos desprendernos de miedos, dudas, ren-cores, odios, vergüenzas, etc. Como decía, esa felicidad puede conquistarse si uno conoce sus anhelos más profundos, las virtudes a trabajar para superarnos y aquello que nos entorpe-ce de cara a conseguir los objetivos deseados.

El silencio es uno de los primeros pasos que nos llevará a este autoconocimiento. Hay que restar en silencio para prestar atención a lo que pasa por dentro: qué es lo que pensamos, qué

es lo que sentimos, qué es lo que soñamos... No obstante, también coincidiréis conmigo en que si empezamos a escuchar nuestro mundo interior podemos volvernos locos en el inten-to, ya que podemos llegar a identificar más de una voz. Por ejemplo, es una tarde de domin-go con un cielo que augura una puesta de sol maravillosa, de pronto, una vocecita procedente de nuestro interior dice «¿por qué no vamos a dar un paseo por la playa?» y, de repente, sur-ge otra voz que nos dice «Uff ¡qué pereza, con lo bien que se está aquí tirado en el sofá ha-ciendo zapping!»; es más, si seguimos obser-vando, podemos llegar a pensar que tenemos doble personalidad, porque algunos días nos sentimos los reyes del mundo y otros unos mi-serables. Ahora bien, ¿quién soy de todos estos personajes?, ¿a qué voz tengo que hacer caso?

La necesidad de una

Cartografia Interior

Mª Dolores CanteroLicenciada en Psicología

Page 15: El mundo de sophia 49

EL MUNDO DE SOPHIA 15

La Psicología ha investigado durante años esta problemática. Sigmund Freud, quien dio origen al psicoanálisis, afirmó que el aparato psíquico está constituido por tres instancias: el consciente, el preconsciente y el inconsciente. Esta teoría recibe el nombre de primera tópica, la cual será reformulada en la segunda tópica, que incluirá términos más personales y subje-tivos: el yo, el ello y el superyó. El ello es aquella parte de nues-tra psique que contie-ne las emociones más básicas: pulsiones, deseos e instintos. El superyó es considera-do por Freud como la conciencia moral, la capacidad de au-toobservación y de formación de idea-les, es decir, sería un juez o censor del yo. ¿Y qué es el yo? El yo sería aquella parte de nosotros que se en-cuentra en medio de esas dos fuerzas. Es el mediador, el que tiene que bregar entre lo que quiere el ello y lo que ordena el superyó.

Jung, discípulo de Freud, tendrá conceptos similares, como el de ego, que equivaldría al yo de Freud, pero complementa las instancias de éste añadiendo los conceptos de sombra, de persona o el sí mismo, entre otros. La sombra es aquello que no queremos reconocer, que nos avergüenza, y que debe ser aceptada con el fin de negociar con ella para que no se interponga en nuestros objetivos. También utiliza Jung el término persona, tomado del vocablo latín que designa a la máscara que llevaba el actor en el teatro de la Antigua Grecia. La importancia que tiene para nosotros y para la psicología, es que designa a aquella parte de la personalidad que desarrollamos para integrarnos en la sociedad e interactuar con el medio. Hay diferentes tipos de máscaras: el gracioso, el intelectual, la vícti-ma, el donjuán, etc. Por último, el sí mismo que sería, al mismo tiempo, centro y totalidad de la psique, o elemento espiritual que según diversas tradiciones místicas y religiosas todos tenemos.

Edward Bach, el descubridor del sistema terapéutico «Flores de Bach», intentó clarifi-car estas tendencias presentes en el hombre de una forma muy sencilla. Afirmó que el hom-bre está compuesto de una personalidad y un

alma, según sus pro-pias palabras. «Mientras nuestra Alma y nuestra personalidad estén en buena armonía, todo

es paz, alegría, felicidad y salud. Cuando nuestras personalidades se desvían del camino trazado por nuestra Alma, ya sea por nuestros deseos mundanos o por la persuasión de otros, surge el conflicto. Este con-flicto es la raíz, causa de la enfermedad y de la infelicidad.» El Dr. Bach muestra, de mane-ra muy simple, una forma de llegar a la felici-dad: que alma y personalidad estén en armonía.

Platón, casi 2000 años antes del nacimien-to de la psicología, ya expuso que el hombre se constituye de tres partes fundamentales: soma (cuerpo), psique (alma) y nous (espíritu). Soma sería el cuerpo propiamente dicho y sus necesidades básicas, como comer, reproducir-se o dormir; psique, el conjunto de emociones, pensamientos y sentimientos; y nous esa par-te divina presente en cada uno de nosotros.

No sólo la psicología y la filosofía, dos de las disciplinas más relacionadas con el ser hu-

Arriba; Alegoría del carro

alado.

Centro; Escena del

Bhagavad-Gita.

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16 EL MUNDO DE SOPHIA

Notas:Sí mismo de Jung = ser superior o gran yo interior o alma de BachYo o Ego = Personalidad de Bach*La felicidad en las pequeñas cosasLey de ciclicidad

mano, han hablado y puesto nombre a estas realidades. La mitología, de una forma simbó-lica, también ha plasmado este universo subje-tivo. En el Bhagavad Gita, un capítulo de la gran epopeya hindú Mahabharata, se narra una gran guerra entre dos familias, los Kurús y los Panda-vas, para conquistar la región de Hastinapura. En este capítulo podemos encontrar referencias a nuestro mundo interior en forma de símbolos universales como el del guerrero, el de la encru-cijada, el sabio, etc. El guerrero, guiado por su maestro o voz interior, debe elegir entre luchar como partidario de los Kurús, forma simbólica de nuestros defectos, o junto a los Pandavas, que representan virtudes como la responsabi-lidad, la dignidad, la generosidad o el honor.

A modo de resumen final, para que poda-mos llevarnos una imagen más clara de la es-tructura de nuestra personalidad, me gustaría hacer alusión a una misma metáfora expresada por dos autores de gran renombre ya mencio-nados en este artículo: Platón y Freud. Platón cuenta la Alegoría del Carro Alado, que apare-ce en su obra Fedro, y Freud narra la metáfora del caballo y el jinete en El yo y el ello. El caba-llo haría referencia a aquella parte más animal presente en nosotros (la lujuria, la ira, la rabia, la envidia, el odio...). El jinete o auriga refleja-ría el poder de controlar al animal, para que éste no se deje llevar por dichas emociones instin-tivas y llevarlo por un camino más luminoso.

Volviendo al inicio de este artículo, don-de afirmaba que la felicidad pasa por el cono-cimiento de uno mismo, toda esta «cartografía interior» que he desarrollado tiene un único objetivo: ser un primer paso en el camino de aprender a reconocer, dentro de nosotros mis-mos, la voz del caballo y la voz del jinete. m

Arriba; Sigmund Freud

Centro; Carl Gustav Jung

Page 17: El mundo de sophia 49

EL MUNDO DE SOPHIA 17

Lo que algunos dijeron sobre....

La Libertad

La felicidad está en la libertad, y la

libertad en el coraje.

Pericles

Las cadenas de la esclavitud

solamente atan las manos: es la

mente lo que hace al hombre

libre o esclavo.

Franz Grillparzer

•La libertad no la tie

nen los

que no tienen su se

d.

Rafael Alberti

La libertad comienza allí donde acaba la ignorancia.Victor Hugo

No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido,

en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna.

Mahatma Gandhi

¿Preguntas qué es la libertad?

No ser esclavo de nada, de nin-

guna necesidad, de ningún ac-

cidente y conservar la fortuna

al alcance de la mano.

Séneca

Page 18: El mundo de sophia 49

18 EL MUNDO DE SOPHIA

Hay un lugar especial entre la tierra y el cielo, un lugar an-tiguo y ancestral, cuyas soli-tarias ruinas resisten todavía hoy el implacable embate

de los siglos como testigos mudos y si-lenciosos de un pasado remoto… Un

tiempo mítico y legendario, en el que los grandes sabios, héroes

y magos, hicieron su primera aparición en el escenario de la historia. Un tiempo fuerte y sobrenatural, saturado de energía creadora1, en el que los hombres fueron capaces de levantar pirámides, tem-

plos y obeliscos, en ho-nor al divino principio de «armonía universal» que rige los mundos2. Un tiempo mágico en el que los dioses realizaron

un pacto con los hombres, revelando entonces algu-

nos de los más poderosos se-cretos de su «ciencia divina». Según declaran los egipcios en sus textos y algunos au-tores griegos como Platón o Plutarco, fueron los propios

dioses egipcios los que

iniciaron a los hombres en los herméticos conocimientos de la magia, la medicina, la astronomía, las matemáticas, la arquitectu-ra, la geometría, los símbolos y el lenguaje escrito. Con ello se hizo posible el nacimien-to de una de las más grandes y longevas ci-vilizaciones de la historia: la egipcia.

Egipto es el nombre que los griegos usaron para referirse al legendario país del Nilo. El término Aegyptus deriva del voca-blo griego Aegeon-Uptyos, que significa «la tierra que está más allá del Egeo», lo que en su mentalidad era una forma de aludir al misterio de lo desconocido, de aquello que está «más allá del mundo conocido». Sin embargo, su nombre egipcio original era Khemet, que significa «la tierra negra», pues ése era el color que adquiría la tierra egip-cia después de la inundación. El limo fértil del Nilo traía la vida, la prosperidad y la abundancia al «País de las dos Tierras», o el País de Ta-Mery, como llamaban los propios egipcios a su «tierra amada».

Lo cierto es que desde la aurora del «tiempo primero», en esta tierra bendecida por el Ka3 de los dioses, acunada por la luz el sol y amamantada por las aguas del Nilo, reinó la paz y el silencio. Todavía hoy, mu-chos siglos después de que sus antiguos mo-

Francis J. VilarEgiptólogo y Presidente de la Fundación Sophia

Representación hipostática del dios Horus.

Page 19: El mundo de sophia 49

EL MUNDO DE SOPHIA 19

radores abandonaran estos lugares, la cáli-da brisa que acaricia las viejas piedras de sus capillas, sus templos y sus tumbas, trae hasta nosotros el intemporal perfume de lo sagrado. Hace largo tiempo que ya no hay sacerdotes ni sacerdotisas que depositen sus ofrendas en los altares, ni cantoras sagradas que entonen al alba sus himnos de alabanza al «Señor de la vida y el orden de los mundos», sin embargo, aquí en Egipto el mis-terio de la crea-ción se reprodu-ce cada día.

Cada nuevo amanecer el «Se-ñor de la Luz» emerge triunfante del Nun, el océano primordial de tinieblas, como Jeper-Ra, el Sol «eternamente joven», y con él trae la renovación, la vida y la alegría. Cada ma-ñana Ra se eleva desde el horizonte oriental en su barca diurna (mandyet) hasta alcanzar el cenit del cielo como Hor-Ajty (el Rey, Hor, en su trono de luz, Ajty). Y cada día al caer la tarde, Ra, bajo su forma de Atum (el sol anciano), se oculta majestuoso tras la mon-taña de occidente y desciende al reino del misterio convertido en Osiris, el «Señor de la Resurrección», «Juez de las almas» y «Rey del Inframundo», que gobierna con supre-ma bondad y justicia el reino invisible del más allá. Y así, mientras el padre Ra atra-viesa el firmamento nocturno en su barca nocturna Mesjetet y, auxiliado por su divina tripulación, recorre las 12 horas del Amduat derrotando cada noche a las oscuras po-tencias del caos que pretenden aniquilar la creación, aquí, en la tierra de los vivos; cada día al caer la noche, el vientre estrellado de la madre Nut4 resplandece de gozo mientras los «Señores de Eternidad» navegan por su cuerpo infinito en sus plateadas «barcas de millones de años», sosteniendo la Maat en el universo.

Esta forma mágica de ver y entender el mundo, que desde un punto de vista

puramente racional podría calificarse de extremadamente sim-bólica, incluso inge-nuamente romántica, en el antiguo Egipto era una realidad vital e incuestionable; para

ellos los dioses no eran símbolos, ni abstrac-ciones teóricas, sino realidades vivas cuya esencia, cuya energía y cuya presencia esta-ba inmanente en todos los ámbitos de la na-turaleza. Se manifestaba en el curso diario del sol y en el fluir de las aguas del Nilo; en la circunvolución periódica de las estrellas y en el cambio cíclico de las estaciones; en el eterno retorno de la inundación y en el flo-

Arriba;Esquema del viaje del dios Ra por el

firmamento.

Centro;Esquema de las

doce horas.

Abajo;Dios Horus

Page 20: El mundo de sophia 49

recer de la vegetación; en el poder germinal de las semillas y en la inmutable armonía del mundo celeste. No hay ningún paisaje egipcio, ninguna fuerza o proceso de la na-turaleza, ningún aspecto de la vida o de la muerte, en el que no participaran o estuvie-ran presentes sus dioses.

Al estudiar la cosmovisión mágica y la geografía sagrada del antiguo Egipto, tal y como se ve reflejada tanto en los relieves y pinturas de sus templos y sus tumbas, como en la orientación celeste de sus monumen-tos, nos damos cuenta de que, para los anti-guos egipcios, el eje ontológico de referencia que orientaba su existencia era «lo divino» y «lo eterno». Para ellos todo cuanto existía en la tierra no era más que el reflejo mate-rial, o doble corpóreo, de un modelo celeste. Entender la geografía sagrada del antiguo Egipto pasa por conocer su geografía celes-te, por eso en el Discurso de Iniciación vemos que el dios Thot le dice a su discípulo Es-culapio: «¿Acaso ignoras tú, oh Esculapio, que Egipto es la imagen del Cielo? ¿La pro-yección aquí abajo del orden que reina en el mundo celeste?»

En efecto todo en Egipto toma su mode-lo de referencia del mundo celeste y divi-

no. De este modo, el Faraón asume la mis-ma función que el Sol en el cielo pues, de igual forma que Ra gobierna en el mundo celeste y mantiene el cosmos en perfecto orden y armonía, su hijo, el Rey (Sa-Ra) lo hace también en la tierra como garante de la «Justicia Divina» (Maat) entre los hombres. Asimismo, dentro de esta cosmovisión sa-grada, el Nilo era el doble terrestre del Nilo celeste o Vía Láctea. De hecho, ellos creían que las aguas del Nilo provenían del Nun, el océano primordial del que había surgido la vida en el principio de los tiempos. Por eso el sabio griego Heródoto decía que Egipto era un «don del Nilo» y tenía mucha razón, ya que sus aguas atraviesan el país egipcio de sur a norte, como una columna vertebral de más de 1000 kilómetros, fecundando la vida a su paso. Así, cada año al llegar el ve-rano, el Nilo se desbordaba inundando los campos con sus «aguas de vida», y fecun-daba la tierra con el oscuro limo fertilizante que arrastraba en su seno. Era el fenómeno de la crecida, que señalaba el comienzo del Año Nuevo y el inicio del calendario egip-cio y dividía el año en tres estaciones: Ajet «la inundación», Peret «la siembra» y Shemu «la cosecha».

Las aguas del Nilo, por si solas, no son

Dioses estelares en sus barcas de millones de años.

Page 21: El mundo de sophia 49

suficientes para sostener y renovar la vida; hace falta también la potencia generatriz del Sol para poder fecundar las semillas, ha-ciendo florecer la vegetación y las cosechas. Es por ello que, para los antiguos egipcios, estas dos divinas potencias de la naturaleza eran las que ordenaban el mundo egipcio dándole un sentido teleológico y sagrado. Hapy, el Nilo, y Ra, el Sol, eran los dos ejes primordiales que orientaban su geografía sagrada, dinamizando sus recursos natura-les y ritmando sus ciclos vitales en armonía con el cosmos. De esa forma, al atravesar el país egipcio de sur a norte, las aguas del Nilo mantienen unidas «las dos tierras« (el Alto y Bajo Egipto).

El Nilo divide la tierra egipcia en dos ri-beras, la oriental y la occidental, y dado que el Sol renace cada día por el horizonte orien-tal y desaparece cada tarde tras el horizonte occidental, dentro del pensamiento egipcio la orilla oriental del Nilo se convirtió en la «tierra de los vivos» y la orilla occidental en la «tierra de los muertos». Esto explica porqué prácticamente todas las ciudades, los palacios, las «Casas de la Vida» (escue-las de sabiduría) y los templos, se edificaban sobre la ribera oriental; mientras que todas las necrópolis, con sus respectivas tumbas, pirámides, templos funerarios y escuelas de embalsamadores, se encontraban en la ribe-ra occidental del Nilo. En cualquier caso, no cabe duda que en la Cosmovisión mágica de los antiguos egipcios el Nilo y el Sol, junto con las demás divinas potencias de la natu-raleza, interactuaban entre sí de una forma tanto complementaria como interdepen-diente para que los antiguos egipcios pudie-ran vivir su existencia en perfecta armonía con el cosmos. m

Notas: 1 Heka es el dios de la Magia, y también la poderosa ener-gía que usaron los dioses para crear el universo. 2 Maat es la diosa egipcia que personifica el orden cós-mico de la existencia, el equilibrio natural y la armonía universal. 3 Ka es el “doble luminoso” o cuerpo energético de todas las cosas vivientes. Según los egipcios, todos los seres tie-nen un ka. 4 La diosa Nut personifica el firmamento estrellado.

Al estudiar la cosmovisión mágica y la geografía sagrada del antiguo Egipto, tal y como

se ve reflejada tanto en los relie-ves y pinturas de sus templos y sus tumbas, como en la orienta-ción celeste de sus monumentos, nos damos cuenta de que, para los antiguos egipcios, el eje onto-lógico de referencia que orienta-ba su existencia era «lo divino»

y «lo eterno».

Page 22: El mundo de sophia 49

22 EL MUNDO DE SOPHIA

ErEs un Enamorado dE la ciEncia En gE-nEral y dE las EstrEllas En particular, pEro tus comiEnzos fuEron como biólo-go, ¿qué tE hizo ElEgir la biología?

Lo mismo que a muchos jóvenes de mi genera-ción, me fascinaron los programas de Félix Ro-dríguez de la Fuente. Era el único programa de naturaleza, y un poco científico, en este país; de hecho creo que él fue uno de los primeros eco-logistas mediáticos de España. Me llamó espe-cialmente la atención todo lo relacionado con los animales y eso me hizo decantarme por la biolo-gía, aunque finalmente no he ejercido mucho en este campo.

¿fuE tu amor por la vida lo quE tE conquistó dE EsE otro bios más grandE, El univErso?

Sí. Siempre me ha gusta-do mirar el cielo. Recuer-do que, cuando tenía unos diez años, vi una película que me impactó mucho: La guerra de los mundos, la versión de 1953; a partir de ahí me empezó a en-ganchar todo el tema de la astronomía. Años más tarde, en una fiesta en Barcelona, llevaba una re-vista de astronomía ame-

ricana que acababa de comprar y que dejé por ahí. Había una persona en la fiesta que la vio y dijo: «¿Quién es el friki al que le gustan estas cosas?». Entablamos conversación, resultó que esta persona hacía divulgación de la astronomía en colonias juveniles, y me ofreció la posibilidad de trabajar con chavales.

¿tE habías plantEado antEs la posibilidad dE EnsE-ñar a jóvEnEs tu pasión por la astronomía?

No. De hecho yo era de los que afirmaba, cuando era estudiante, que jamás me dedicaría a la edu-cación. Estaba convencido de que la educación tenía que ser vocacional y, en ese momento, yo no lo vivía así. Estaba estudiando la carrera, y para mí fue una decepción. De todos los profe-sores que tuve podría rescatar, no sé, a dos o tres. La carrera me resultó como un enorme dinosau-rio difícil de mover. En tercer año de carrera em-pezábamos a hacer zoología, y las prácticas que yo hice fueron todas con animales disecados. Yo que venía de Félix Rodríguez de la Fuente y sus imágenes del lobo, del águila… fue un shock. Y justo entonces conocí a esta persona y empecé un nuevo camino, casi sin darme cuenta. He ido generando verdadera pasión por lo que explico, creo que eso es lo que me hace conectar con la gente y no tanto lo que yo pueda saber.

la pasión sE contagia.

Yo es que creo que en cualquier área de la vida, si no tienes pasión por lo que haces, no vamos

Cartel de la pelicula La Guerra de los Mundos, basada en la obra de H.G. Wells

Page 23: El mundo de sophia 49

EL MUNDO DE SOPHIA 23

bien. Reconozco que en este sentido me sien-to un privilegiado, porque estoy trabajando en algo que me gusta. Ahora vengo de CaixaForum Palma, de hacer talleres de astronomía con niños de tres, cuatro y cinco años y, evidentemente, poca astronomía puedes explicarles pues a du-ras penas saben en qué mundo viven.

sí, El univErso ya sE lEs quEda un poco grandE.

Así es, pero juegas, hablas de formas y la cara que ponen, cómo te transmiten esa ilusión… no tie-ne precio. Yo me siento, como he dicho, un au-téntico privilegiado. Recientemente lo hablaba con una profesora de primaria. Ellos vienen a CaixaForum, o voy yo a las escuelas, y se que-dan fascinados. ¿Por qué, qué pasa? En el currí-culum de primaria no se enseña astronomía, que me parece una locura más de nuestra educación. ¿Cómo es posible que no se les enseñe, no se les ponga un poco en el contexto del lugar dónde viven? Claro, en el momento en que les explicas un poco, con imágenes, alucinan. Salen conten-tísimos.

EntoncEs, tú Estás trabajando, En gEnEral, con niños.

Sí, la mayoría de gente con la que trabajo son niños, tanto de primaria como de secundaria. Yo me ofrezco a las escuelas a través de un progra-ma que se llama Viu la cultura, de la Conselleria d’Educació, que es un programa que subvencio-na actividades en las escuelas.

cambiando un poco dE tEma, para ir adEntrándo-nos En los mistErios dEl univErso, ¿cuál crEEs quE

Es ahora El mayor Enigma al quE sE EnfrEnta la ciEncia?

El mayor, ahora mismo, es el de la energía oscura, sin duda.

¿puEdEs darnos una dEfinición sEncilla dE lo quE Es la EnErgía oscura?

La energía oscura es una especie de fuerza anti-gravitatoria. La gravedad, por el contrario, lo que hace es acercar las cosas con masa, como si fuera un imán. A raíz del Big Bang, el universo se comenzó a expandir y se creía que, en deter-minado momento, esa expansión se pararía por la fuerza de la gravedad, como mínimo, se ra-lentizara. Ahora bien, lo que se ha descubierto es que la expansión no sólo no se está parando, sino que se está acelerando. Cada vez las ga-laxias se alejan con mayor rapidez. Eso da un es-cenario futuro muy oscuro, nunca mejor dicho, porque, ¿qué pasa? Dentro de unos cuantos mi-les de millones de años desde la tierra, si la tierra aún existiera, se vería muy poca cosa porque los objetos estarían muy lejos.

Esa Es la EnErgía oscura.

Sí, una especie de fuerza contraria a la de la gravedad. Vendría a ser una energía que llena-ría todo el espacio y lo que hace es acelerar el movimiento de las galaxias, y de eso nadie sabe nada. Hay que tener en cuenta que existe un lí-mite a nuestra observación, a partir del cual no podemos ver más, y ese límite es la edad del universo. El universo tiene catorce mil millones de años, eso quiere decir que la luz de cualquier galaxia o estrella ha tenido, cómo máximo, esa cifra de tiempo para viajar. Si existe una galaxia que está, por ejemplo, a cincuenta mil millones de años, no sabemos de su existencia porque su luz no ha tenido tiempo de llegar hasta nosotros. Es decir, el universo puede ser muchísimo ma-yor de lo que nosotros somos capaces de perci-bir. De hecho, actualmente, se habla de que el universo es infinito.

Arriba:Momento de la

entrevista.

Centro:Colisionador de

particulas del CERN.

Abajo:Representación

gráfica de la teoría del multiverso.

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24 EL MUNDO DE SOPHIA

¿qué implica, ExactamEntE, quE El univErso sEa infinito?

Es algo que los científicos plantean, yo diría que para salir del paso. Un universo infinito impli-ca, entre otras cosas, que haya otra tierra exac-tamente igual que ésta, y otras personas como nosotros que están haciendo exactamente lo mismo, pero en un lugar mucho más lejano. El infinito es eso: las cosas, las personas, se pueden repetir infinitas veces. Eso a mí no me cabe en la cabeza. Es una locura, pero una locura basada en una teoría física y matemática muy potente, muy rigurosa. La tecnología cada vez más nos está acercando a poder observar cosas mucho más lejanas, con más precisión, etc. Ya se está cambiando el concepto que tenemos de nuestro lugar en el universo. Se han observado cerca de 1500 planetas nuevos y algunos son… raros no, lo siguiente.

¿por qué raros, siguEn lEyEs distintas?

No, no es eso. La realidad supera la ficción. Los autores de ciencia ficción de todos los tiempos han sabido imaginar mundos increíbles, y lo que está pasando ahora es que se están encontran-do esos mundos y más. Esa famosa escena de la primera película de La guerra de las galaxias, por ejemplo, en que Luke Skywalker sale de su granja y mira hacia el atardecer y ve dos soles, yo recuerdo que las teorías científicas de aquel momento explicaban que no podía ser que exis-tiesen planetas en sistemas dobles, binarios. Y ahora eso está superadísimo.

Eso Es como las grandEs mEntEs imaginativas, como la dE julio vErnE, quE son capacEs dE vEr cosas quE ExistEn o Existirán, pEro quE todavía no sE han probado.

Sí, es cierto. Yo ahora estoy leyendo una biogra-fía de Johannes Kepler, y era una de estas men-tes. Un hombre muy religioso que supo conjugar su misticismo con lo que estaba encontrando en el campo de la ciencia, que además iba en contra de lo establecido desde la época de Aristóteles. Contemporáneo a Kepler está Giordano Bruno, el cual tuvo la malísima suerte de nacer antes de tiempo, porque él es el que más se acerca y bien, a las teorías actuales de cómo funciona el univer-so: universo infinito, lleno de planetas, el Sol no es el centro de nada... ¿Resultado? Lo quemaron. Claro, no entendían nada, para su época estaba loco. Estaba conectadísimo, no sé con qué. Y Ke-pler igual, planteó las tres leyes del movimiento planetario sin observar con un telescopio y con una enfermedad llamada poliopía que es, bási-camente, que de un mismo objeto tú puedes ha-cer varias imágenes distintas. Con lo cual él veía

Arriba:Escena de la pelicula La Guerra de las Galaxias (Los dos soles de Tatooine).

Abajo:Felix Rodriguez de la Fuente.

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EL MUNDO DE SOPHIA 25

Venus del tamaño angular del Sol, por ejemplo. A nivel visual era imposible que Kepler pudiera hacer algo, no obstante, fue capaz de darle un vuelco a la historia de la ciencia. No sólo explicó cómo se movían los planetas, sino que puso las bases para que más tarde, Newton desarrollase su teoría de la gravedad. Yo creo que esta gente está en otra realidad y dicen «venga, vamos a bajar y a echar una mano» (risas).

hablando dE tEcnología, hE lEído quE sE va a vol-vEr a ponEr En funcionamiEnto El famoso acElEra-dor dE partículas.

Sí, se van a continuar haciendo experimentos para acercarse un poquito a las condiciones que, se supone, se dieron al principio. Yo siempre re-cuerdo una frase de Stephen Hawking que decía que para conseguir las condiciones reales que se cree había en el momento del Big Bang, se ten-dría que construir un colisionador de partículas tan grande como el sistema solar.

Es dEcir, si la última vEz quE sE puso En funciona-miEnto El colisionador lhc sE dEscubrió El bosón dE higgs, ahora sE quiErE dar un pasito más.

Sí, un pasito más. ¿En el fondo, qué es lo que está hacien-do está gente? Están buscando el perquè de tot plegat, como se dice en catalán, el por qué de todo. Es-tán yendo al alma de la materia.

Eso Es ya filosófico puro.

Cierto. El Bosón de Higgs es una partí-cula que se encarga de dar masa a las partículas, por decir-lo de alguna manera, de darle una forma física. Y claro, estamos tratando de saber cuáles son los entresijos de la materia, ¿por qué la materia es como es y tiene las propiedades que tiene? Y otro de los grandes misterios tiene que ver con la pregunta de por qué las partículas subatómicas tienen las características que tienen, y no tienen otras.

podría sEr un univErso totalmEntE distinto.

Sobre esta cuestión tenemos un problema muy serio y es que, si tu coges cualquier constante de la naturaleza (nuestro universo se puede explicar con doce o quince constantes) y la varias, un poqui-to por encima o un poquito por debajo, el universo tal y como se conoce deja de existir. Con lo cual se concluye que vivimos en un universo cuyas leyes son muy pre-cisas.

Eso mE rEcuErda lo quE dEcía El fi-lósofo gottfriEd W. lEibniz “vivimos En El mEjor dE los mundos posiblEs”.

En el fondo es así. Y un planteamiento así, ¿a qué te lleva? Si vivimos en un universo con un dise-ño tan perfecto, milimétrico, de reloj, eso te lle-va a la idea del relojero. Para evitar esto, y para evitar una cosa que se llama principio antrópico1

, lo que se dice es que no hay un universo, hay multitud de universos y nosotros vivimos en el

Arriba:GIordano Bruno.

Centro:J. Kepler.

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26 EL MUNDO DE SOPHIA

único posible, que es la teoría de los multiversos que está ahora muy de moda.

también lEía quE El conocimiEnto quE posEEmos dEl univErso Es dE aproximadamEntE un 5%.

No llega al 5%. De la composición del universo, el 4% son los átomos que forman galaxias; un 24-25% es materia oscura, que es materia que ejerce gravitación pero no se sabe qué es porque no se ve, aunque se notan las influencias que tiene; y el 75% restante es la energía oscura. En realidad desconocemos totalmente al menos el 96% del universo que habitamos, lo cual dice mucho del lugar en el que estamos a nivel de conocimiento científico.

tE propongo hacEr un EjErcicio dE imaginación, quE piEnsEs quE sabEmos cómo funciona El univEr-so En un 20%, por EjEmplo, ¿cómo crEEs quE EsE co-nocimiEnto rEpErcutiría En El hombrE? ¿sEríamos más Egocéntricos dE lo quE somos, o sEríamos más humildEs?

Yo creo que el conocimiento debería generar hu-mildad, porque, precisamente, en el momento en que sabes más cosas, eres más consciente del milagro del lugar en el que vives. Si aumenta mucho nuestro conocimiento de cómo funciona el universo y de la tecnología para llegar a ese universo…

… y El podEr quE Eso implica…

Claro, ese mayor conocimiento podría implicar, entre otras cosas, haber podido contactar con formas de vida fuera de la tierra. Yo creo que eso sería un golpe de humildad importante. Sería una de las grandes noticias de la historia, no sólo por el hecho en sí de encontrar otras formas de vida, sino porque al fin dejas de estar solo.

ya no ErEs El cEntro, ni El univErso Está hEcho para ti, como una EspEciE dE campo dE juEgos para El hombrE.

Enseñar astronomía me conecta con la humil-dad. Y conforme más vamos sabiendo, más im-presiona, más nos damos cuenta de lo conectado que está todo, de lo entrelazados que estamos unos con otros. Esto enlaza con una teoría que hace mucho tiempo que funciona, de James Lo-velock, que es la de Gaia.

y acErca dE tu motivación por la pEdagogía, ¿qué Es lo quE tE impulsa a transmitir EsE amor por El univErso?

Tiene que ver con todo esto que ahora hablába-mos. Pienso que nos tomamos demasiado en se-rio. Creo que es muy importante el humor que en cierta manera, también nace del conocimien-to. No sé si me explico.

Representación gráfica de la evolución del universo.

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EL MUNDO DE SOPHIA 27

si, Es una condición casi paralEla.

Sí. No es que yo, de una forma consciente y calculada, vaya de alma concienciadora, pero si me preguntas qué hay detrás de todo esto sí que está la idea de «os explico lo maravilloso del lugar donde vivimos para que podamos tomar conciencia de que tenemos que cuidarlo.» En el concierto que estrenábamos hace poco, «Mira-das al Universo», en el que explicábamos toda la historia del universo, una de las reflexiones que surgen es la de que estamos todos muy interre-lacionados y que acabamos yendo todos a la par. Vamos todos juntos, aunque no nos lo parezca, y si algo falla se puede destruir todo. Reciente-mente un amigo mío me decía que una de las grandes preguntas que nos debemos hacer es «¿por qué nos merecemos el lugar donde vivi-mos?». Y a mí me parece una pregunta de una profundidad tremenda. Vamos a ir para adentro, vamos a ser un poco más inquisitivos con noso-tros mismos; vamos a buscar en la luz y en las sombras, vamos a ver por qué estamos haciendo todo lo que estamos haciendo.

¿sE trataría dE pasar dE Esa idEa dE «yo mE apro-vEcho dE mis conocimiEntos acErca dEl funciona-miEnto dE la naturalEza» a «yo formo partE dE… ¿mE mErEzco EstE rEgalo, Estoy haciEndo algo En agradEcimiEnto?»

Sí. Estamos a punto de estrenar el espectáculo «Los planetas» que, al igual que «Miradas al Universo», está enfocado en ese sentido. Es un proyecto que queremos llevar a todos lados por-que aparte de explicar cómo funciona el univer-so, hay toda una reflexión muy relacionada con todo lo que hemos hablado aquí.

conocistE la ciEncia a través dE un programa dE divulgación y tú ahora tE dEdicas también a Esa labor dE difusión.

En el fondo sí. En eso no había caído nunca. Qui-zás tiene algo que ver. A mí me admiraba mucho la manera que tenía Félix Rodríguez de la Fuen-te de hacerlo, el cómo llegaba. Se ponía delante de la cámara y explicaba con auténtica pasión, a veces con imágenes y a veces a través de dibujos y, seguramente, es eso lo que a mí me quedó de este hombre. m

Notas:1 En cosmología el principio antrópico establece que cual-quier teoría válida sobre el universo tiene que ser consis-tente con la existencia del ser humano. Wikipedia.

Representación gráfica de lo que

podria ser la materia oscura.

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28 EL MUNDO DE SOPHIA

Hoy quiero traer al presente una época con la que siem-pre me he sentido identifi-cada: el Romanticismo; un momento histórico fasci-

nante y que tiene grandes similitudes con nues-tra época actual. Nació en Alemania a finales del siglo XVIII y su albor iluminó las luces y las sombras del agitado siglo XIX. Surge del movi-miento llamado Sturm und Drang, que significa «Tempestad e ímpetu». Si analizamos el pen-samiento que imperaba en esta época, veremos que eran las ideas del Siglo de las Luces, bajo el dominio de la razón y con una ciencia positi-vista que se había erigido como nueva deidad;

mientras que en el arte, un frío y medido estilo neoclásico reinaba en los salones. Surge entonces el Romanticismo como revulsivo que inclina el péndulo de la historia hacia el otro extremo.

A nivel filosófico, el hombre se encuentra solo, huérfano de Dios, desprovisto de trascen-dencia, separado de la naturaleza y asistido solo por la fría razón. El impulso dionisíaco del ro-manticismo opone a ello la fuerza de los senti-mientos, de la intuición, del entusiasmo desbor-dante y de la imaginación creadora.

Es una época convulsa de cambios y revo-luciones sociales y políticas que no acaban de concretarse y, en medio de este torbellino de acontecimientos, el Romanticismo nace con un espíritu de universalidad, revolucionando no solo las artes como la pintura, la música y la li-teratura; sino también la religión, la filosofía y hasta la política.

¿Cuáles fueron las características que iden-tificaron este espíritu? El romántico siente que posee todo un mundo de sentimientos e intui-ciones que bullen en su interior, y un alma que necesita expresarse. De ahí surge un sentido de individualidad que les hace buscar la originali-dad, huir de lo vulgar y prosaico, y sumergirse en las profundidades de su psique en busca de

Pepa Vélez Licenciada en arte dramático y Rapsoda

Miranda (La tempestad):Waterhouse

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EL MUNDO DE SOPHIA 29

nuevos caminos.

A la imaginación la con-sideraban como algo subjeti-vo que se movía en la esfera del ensueño, siendo la crea-tividad ese don que les daba la libertad para escapar del mundo real, de modo que los sueños inspiraron mu-cho la creación literaria ro-mántica. Los románticos ya no describen el mundo, sino que crean un nuevo mundo que consideran más real y auténtico. Novalis afirmaba: «Se erige en demiurgo de un mundo fantástico, pura crea-ción de la magia poética. El poeta es el vidente que conoce el sentido oculto de las cosas y de los seres, que desposa el miste-rio, penetra en el absoluto y reinventa la realidad».

Tienen grandes ansias de conocer, lo que les hace buscar comprender el misterio del univer-so que les rodea. Esa búsqueda de la verdad se traduce en autenticidad, en ser uno mismo, con-secuente con sus ideales hasta las últimas conse-cuencias, llegando a arriesgar sus vidas innece-sariamente: retóricamente, batiéndose en duelo o luchando en guerras ajenas que creen justas, como hizo Lord Byron. Víctor Hugo decía «No es la necesidad de innovar lo que atormenta los espí-ritus, sino la necesidad de verdad, y ésta es inmensa».

Por eso surge aquí el género fantástico. No olvidemos que es en el siglo XIX cuando co-mienza el ocultismo, las sesiones de espiritismo, hipnosis y magnetismo. De aquí emergen los cuentos de Poe y Hoffman, o la novela de Mary Shelley, «Frankenstein o el nuevo Prometeo».

Una de sus fuentes de inspiración fue la his-toria, sobre todo la Edad Media, ya que consi-deraban que en ella se fraguaron los más altos valores humanos, como el código caballeresco. Rescataron así la tradición del amor cortés y la poesía trovadoresca. De aquí surge también su arquetipo del amor, un amor puro, apasionado, que no conoce límites; el culto a su amada como símbolo de la conquista de su propia alma y del amor como un camino de perfeccionamiento in-terior y de inspiración artística.

Los románticos suspiraban también por una Edad de Oro que identificaban con la época clá-sica y el esplendor de Grecia. Un tiempo en que la esfera de lo divino y de lo humano convivía en armonía; veían a la naturaleza como un reflejo de esa divinidad, de la inocencia perdida, por lo que la utilizaban como símbolo en sus escritos.

Su rebeldía, ir contra las normas del sistema establecido, les hizo adquirir un cariz de margi-nalidad. Pero entre ellos había verdaderos hom-bres cultos, aristócratas, empresarios, profesores que trabajan en universidades, periodistas que ayudaron a expandir las nuevas ideas e idealis-tas que pensaban que, a través del arte y de su pluma, podían reescribir las páginas de su pro-pia historia. Víctor Hugo escribió: «Su amor por

Arriba:Victor Hugo.

Centro:Novalis.

Abajo:La Libertad guian-

do al Pueblo de Delacroix.

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la libertad les hizo hacerse eco de las ideas innova-doras que se iban asomando tímidamente al balcón de la historia, abanderando las posiciones liberales y utilizando su pluma como arma de combate».

El espíritu de aventura está presente en es-tos jóvenes románticos. Su sed de heroísmo les lleva a adentrarse en peligrosas doctrinas polí-ticas, a enamorarse siempre de quien no deben, a renunciar a fortunas y privilegios... De ahí la necesidad de viajar a lugares lejanos y de buscar hazañas adentrándose en lo desconocido.

Del desbordante optimismo de los primeros románticos se pasó al desengaño cuando vieron las dificultades para alcanzar sus ideales. De ahí surge el llamado Mal del siglo, del regocijarse en el pesimismo, la melancolía y la desidia. La so-breabundancia de energía y sentimientos que te-nían no encontraron un cauce para manifestarse en toda su plenitud, que unido a su excesivo ilu-sionismo, acabaron por devastar la sensibilidad de los románticos. Hay también una fascinación

por la muerte a la que parecen desafiar, temer y desear a la vez. Morir es como dormir y no des-pertar, o despertar a una revelación y a la res-puesta a todas sus preguntas.

Después de adentrarnos en el espíritu del Romanticismo, no puedo evitar pensar sus similitudes con nuestro siglo XXI, lleno también de inconformismos y descontentos, de luchas sin sentido, de movimientos anti sistema, de una necesidad de humanizar el mundo que nos rodea, de restablecer nuestro vínculo con la na-turaleza y nuestra propia esencia. Si como decía Rubén Darío, todos somos un poco románticos, ¿no deberíamos recoger lo mejor de ese espíritu para inspirarnos en nuestro propio tiempo?.m

«…Románticos somos... ¿Quién que Es, no es romántico?

Aquel que no sienta ni amor ni dolor,aquel que no sepa de beso y de cántico,

que se ahorque de un pino: será lo mejor...

Yo no. Yo persisto. Pretéritas normasconfirman mi anhelo, mi ser, mi existir.¡Yo soy el amante de ensueños y formas

que viene de lejos y va al porvenir!»

Arriba:Escena de Frankenstein.

Abajo:Abadía en el Robledal de Caspar David Friedrich.

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Hace tiempo descubrí una de esas perlas que recortamos de los periódicos para preservar-las entre las hojas de la agenda: «El mar en todas partes», de

Fabio Morabito. El texto era breve pero infinito: «Cuando era niño creí firmemente que el mar dejaba de producir olas al terminarse las vacaciones. Ente-rarme de que no era así, que seguían rompiendo en la playa cuando nosotros estábamos de vuelta en la escuela, me dejó atónito. No podía entender semejante desperdicio de energía y belleza. (…)

Tal vez, me dije, alguien en la orilla se quedaba vigilándolas mientras nosotros estudiábamos inclina-dos sobre nuestros cuadernos, alguien se encargaba

de no dejar el mar solo. (…) Porque un mar cuyas olas no rompen para nadie es como un mar que no las tie-ne, al revés de aquel que las guarda tan pronto como el últi-mo veraneante le ha dado la espalda, que

era como yo lo imaginaba de niño. Tal vez ahí comen-zó mi ateísmo y cuando tuvo titubeos, me bastó ima-ginar el mar en ese trance de ser más mar que nunca cuando nadie lo ve, para saber que nuestra vida es como la suya: sin testigos y abandonada a su suerte. De este primer pasmo metafísico debió de venirme mi propensión a buscar el mar en todas partes, presente en cada cosa y cada objeto, un mar incubado que para permearlo todo ha recogido, en efecto, sus olas.

Así, quizás, mi creencia infantil no era tan erró-nea. El mar no está abandonado a su suerte porque cuando le damos la espalda lo llevamos con nosotros y las olas, que de niños creíamos mudas durante casi todo el año, no dejan de trabajarnos en secreto hasta nuestro próximo encuentro con él, y al verlas romper de nuevo en la orilla entendemos atónitos, maravilla-dos, que ninguna rompió durante nuestra ausencia sin que lo supiéramos y que el mar nunca está solo».

Morabito aludía a temas que siempre me apasionaron, no sé si a consecuencia de las cir-cunstancias que he vivido y que conforman el collar de mi más íntima garganta, o de los ge-nes que me hicieron nacer con ella. En realidad creo que es esto último, porque desde niña sentí que la nostalgia era un gigante que con sus aspas

Laura Etcheverry

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EL MUNDO DE SOPHIA 33

de molino lastimaría muchas de mis horas, aun cuando no existieran razones poderosas para provocarla. Nostalgia: la conciencia de la fuga-cidad de la vida en todo su esplendor, repartida en múltiples pretextos cotidianos. El dolor de abandonar lo que amamos, aunque sea tempo-ralmente, inventando fórmulas para que la tris-teza no se vuelva crónica ni llene nuestros patios de hojas secas.

Después, el destino me reservó por varios años una vida nómada, en la que comprar un pa-saje de regreso era una operación con inmediata terapia intensiva para el alma. Y en la que hubie-se dado todo por no partir, por volver a las mis-mas paredes como si recién llegara, a tomar el café en el mismo pocillo y a ver salir el sol por el mismo ventanal. Sabía que me perdía algo muy

valioso dejando aquel lugar solo y a las personas solas en él, aunque el día siguiente amaneciera con la promesa de un retorno fechado.

Y por encima de cada episodio, asomaba la nostalgia por la plenitud de la infancia, cuando vivíamos el aquí y ahora, cuando podíamos des-cuidarnos de los conflictos y la naturaleza nos enseñaba que la primavera regresa.

La otra gigantesca cuestión es el desperdicio de la energía y de la belleza del mar en plena soledad. No sé si existe desafío mayor para el ser humano que aprender a vestirnos de gala por dentro y por fuera cuando nos sentimos solos (que no es lo mismo que estarlo) y quitarnos la idea primitiva del autor: «un mar cuyas olas no rompen para nadie es como un mar que no las tiene». Pero lo cierto es que las tenemos y somos ricos por eso, responsables de su espuma ante el resto del universo y ante nosotros mismos, aun en plena oscuridad. Ya lo dice Silvio Rodríguez, «debes amar la hora que nunca brilla».

En esos tramos de nuestra existencia, debe-ríamos recordar que la soledad es un huésped trashumante, que la distancia no nos separa, que seguimos vivos en el otro y sobre todo, vivos en nuestra propia y prioritaria compañía.

Somos continentes de recuerdos, de viven-cias que se van desprendiendo de nuestro pre-sente como los témpanos fracturados de un glaciar. Avanzamos por la vida con ese talón de

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Aquiles. Al instante las perdemos, al instante ya son pasado, recuerdos. Y viajan con nosotros, nos definen, nos contienen, nos proyectan en busca de otros nuevos, en busca de nosotros mismos, y son más reales y poderosos que el tránsito por los rincones de un presente tangible y apático, sin la intensidad para la que fuimos creados.

Si no contamos con el mar ausente, si no sabemos que está en nosotros y nosotros en él, nuestra vida se empobrece con una marea dema-siado baja, demasiado reseca y gris. En la dimen-sión que sea –que todo es misterio para el alma humana- aún sigo caminando cada mañana por

el borde del canal que acariciaban los sauces, con la cordillera que tanto amé besándome las pupi-las; aún sigo riendo con mi abuela en el banco de su vereda vistiendo a Dulcinea, mi muñeca preferida; aún sigo oyendo el repicar de la lluvia en el techo de chapa de mis tías que me entibia-ban la infancia; en este mismo momento escu-cho a Alberto Cortez por primera vez con mis siete años, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires; aún sigo comprando una trufa al paso frente a la Puerta del Sol; conozco la nieve; siento el abrazo de mi padre cuando presenté mi libro; inaugu-ro la danza de mi corazón con el primer amor adolescente; descubro aquella canción que se me hizo lema con los años. Veo el Sol de mi niñez, tan Sol como ninguno…

Nos robamos los momentos, los seres que-ridos, son nuestros más allá del tiempo y de la muerte. Nos tatuamos en nuestro ADN la esen-cia de todo cuanto hemos amado.

Veo a la derecha de mi ordenador mi foto frente al Mediterráneo, yo de espaldas a la cá-mara y sus olas de frente, con su sublime ma-jestuosidad y misticismo. Ninguna volvió a ser agua sin tenerme en cuenta. Ahí estoy. Para siempre.m

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lo que algunos dijeron sobre...

Director: Mike CahillAventuras. 2015. EEUU.

Ian Gray, un estudiante de biología molecular especializado en la evolución del ojo humano, conoce a una misteriosa mujer cuyo iris es multicolor. Años después, su investigación lo lleva a hacer un descubrimiento asom-broso, que podría cambiar la forma en que percibimos nuestra existencia. Una interesante propuesta que, de la mano de la ciencia ficción, da pie a interesantes reflexiones acerca de ciencia y/o espirituali-dad, reencarnación e inmortali-dad del alma; todo ello flotando alrededor de la pregunta ¿Qué pasaría si algo de componen-te espiritual refutase nuestras creencias más científicas?.

Orígenes

Autor: Patrick Harpur

Patrick Harpur nos embar-ca en un deslumbrante viaje por la historia de la Imaginación. Transporta nuestra mente a través de aquellas culturas cuyo mundo giraba en torno a la simbología y, para ello, se introduce en temas tan diversos como los mitos griegos, el chamanismo, la ciencia moderna e, in-cluso, la alquimia. Y, a tra-vés de este recorrido, nos muestra la importancia de la imaginación y el simbo-lismo para comprender el mundo que nos rodea.

El fuego secreto de los filósofos

Autor: Byung-Chul Han

“La sociedad del cansan-cio” nos adentra en el cambio de paradigma que parece estar viviendo el mundo occidental. Al ha-ber superado paradigmas pasados, basados en la amenaza de las enferme-dades físicas, nos encon-tramos a las puertas de patologías originadas en nuestra psique: desde la depresión, al trastorno lí-mite de la personalidad. Byung-Chul Han hace hin-capié en la importancia de frenar el acelerado ritmo de la sociedad en la que vivimos y dedicarnos a vivir

realmente, pues la salud psicológica está en nues-tras manos.

La sociedad del cansancio

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36 EL MUNDO DE SOPHIA

Querido Jorge:

Cuentan las leyendas que cuando el Gran Padre del Universo observó la creación desde su trono luminoso y contempló la vulnerable condición de los mortales y su impotencia para alcanzar la perfección de las realidades eternas, se apiadó de nuestras almas. En lo más hondo del corazón nos dejó, envuelta entre dulces pa-ños de esperanza, la más sutil y poderosa de sus divinas hijas: la fe. Ígneo rayo de luz que, sur-giendo del corazón, es capaz de quebrar en dos las tinieblas; espíritu de victoria aun en medio

de la derrota, latido de amor des-interesado aun en medio de la

ingratitud y del desa-mor, sonrisa de espe-ranza ante los reveses

del infortunio, puente luminoso que pro-

yecta la conciencia hacia un destino que nos pertene-

ce, pero que to-davía se halla envuelto entre las nieblas del futuro…

Sí, mi querido Jorge, hoy me gustaría re-flexionar contigo sobre esta divina cualidad que abarca numerosos aspectos. Si apuntamos hacia su significado etimológico vemos que la palabra «fe» proviene del latín fides, que tiene una larga familia de hijos, a cada cual más hermoso: con-fianza, fidelidad, fehaciente, fiar, fidedigno…

No obstante es importante clarificar algunas cuestiones, pues en el terreno social en el que me muevo de filósofos, psicólogos, artistas, libre-pensadores…, hay algunas palabras que causan cierto rechazo y un poco de temor. Una de ellas es justamente la de la fe ya que, en términos ge-nerales, se la suele relacionar con la creencia en una u otra forma religiosa o ideología, con el apego visceral a unas creencias «x», con todo tipo de fundamentalismos o con esa forma de ceguera emocional que llamamos fanatismo. Y, para colmo, pegada a sus pasos como si de su sombra se tratara, la fe va seguida del cali-ficativo «ciega», que denota un estado total de irracionalidad y de aceptación irreflexiva. Nada más alejado de la realidad para todos aquellos que abogamos y trabajamos por el despertar de la conciencia y la libertad interior. No, la Fe, con mayúsculas, no es nada de eso. Eso sería como identificar el sentimiento del Amor (también con mayúsculas) con la adicción o la obsesión emo-

Herminia GisbertEgiptóloga y Vicepresidenta de la Fundación Sophia

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EL MUNDO DE SOPHIA 37

cional, con los estados pasionales incontrolables, o con las cientos de formas de apegos posesivos egocéntricos. De la misma manera que todas es-tas tendencias tóxicas o psicopatías son distor-siones monstruosas del maravilloso sentimiento del amor, las anteriores citadas son tremendas deformaciones del hermoso sentimiento de la fe.

Habiendo clarifi-cado esto, ¿qué te pa-rece si, para empezar, reflexionamos juntos sobre la fe y su hija primogénita la con-fianza? Y la llamo ma-dre porque considero que la fe es de índole mas íntima y espi-ritual, mientras que su hija, la confianza, necesita de un sujeto o un objeto en quien depositar la fe. De he-cho su etimología nos habla de confidentia con-fides-nt-ia que significa-ría «el que actúa con total fe hacia algo».

La confianza la utilizamos más en el contex-to de las relaciones inter e intrapersonales, es de-cir, en relación a nosotros mismos y a los demás; mientras que la fe es un sentimiento consustan-cial al espíritu humano, difícil de conceptualizar. No obstante merece la pena intentarlo. La fe es la fusión entre voluntad de ser, anhelo del alma y cer-teza interior. Por eso es tan difícil de definir, por-que es una mezcla de sentimientos muy íntimos, muy profundos y poderosos.

Como volun-tad de ser, la fe se convierte en el escultor de nues-tro mañana. La fe comunica nues-tro presente con nuestro futuro; es el puente en-tre lo que somos o hacemos hoy,

y lo que queremos llegar a hacer o ser mañana. Bajo este aspecto, la voluntad de ser tiene el má-gico poder de abolir el tiempo, corregir errores y pulir nuestras imperfecciones. Como anhelo del alma, la fe dibuja en nuestro corazón un ho-rizonte luminoso que orienta nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestros propósitos. Es como un poderoso imán que atrae hacia nues-tra vida todo aquello que vibra en su misma fre-cuencia. Y como certeza interior, la fe se convier-te en la sabiduría innata del corazón, fruto de la gran experiencia acumulada por el peregrino inmortal que todos llevamos dentro.

En suma, se trata de voluntad de ser, anhelo de ser y certeza de ser. Si como voluntad de ser nos impulsaba un firme propósito o determina-ción, como anhelo de ser lo que nos mueve es un sentimiento de amor hacia aquello que soñamos alcanzar, y como certeza de ser es causa y efecto de una tranquila confianza en el destino: de sa-ber que si hacemos lo que está de nuestra parte llegaremos a donde tenemos que llegar.

De ahí que podemos decir que la fe en el mundo de lo material es ciega pues no es su há-bitat natural; es como un pez sacado del agua. No obstante, en el mundo de las realidades su-tiles y de las creaciones espirituales, la fe es cla-rividente, es la eternidad sembrada en el tiempo

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38 EL MUNDO DE

que nos permite realizar el futuro en el aquí y en el ahora.

Hay una diosa en la cosmovisión del Anti-guo Egipto a la que tengo mucho cariño, la diosa Selkit, cuyo epíteto es «la que facilita la respira-ción». Se la representa como una mujer que lleva sobre la cabeza un escorpión con la cola levanta-da en actitud de atacar. Como sabrás, la picadura del escorpión produce la muerte por asfixia, de ahí que ésta diosa fuese venerada por su poder protector contra el veneno mortal del escorpión. Pero, como hemos hablado en anteriores oca-siones, y si bien en Egipto había muchos escor-piones de los que debían protegerse de todas las maneras posibles, no debemos olvidar que todos sus dioses personificaban una cualidad de la na-turaleza o un proceso psicológico. En este caso, la diosa Selkit es la personificación de la fe. Por eso, para los sabios egipcios, la fe es aquella fuer-za espiritual que permite el paso del aliento vital hasta el alma. Ella es la que otorga la posibilidad de la respiración, necesaria para poder vivir, y el veneno letal de los escorpiones que causan la muerte no son otros que la duda corrosiva, la desconfianza, la susceptibilidad, el escepticis-mo, la cínica ironía, el recelo… que en mayor o menor grado inoculan veneno en las almas de los hombres ignorantes y descuidados, pudien-do llegar a causar la muerte del alma por asfixia. ¿Cuántas veces hemos escuchado decir, a perso-nas que están pasando por momentos de crisis internas agudas, «me estoy ahogando»? ¿Te has fijado en como la inseguridad, la indecisión o la desconfianza provocan una opresión en el pecho que no deja respirar? ¿Has sentido dentro tuyo la falta de aliento en momentos de dudas sobre tí mismo o sobre algo o alguien muy querido? Pues sí, Selkit, «la que facilita la respiración», puede venir en tu ayuda si la sabes convocar.

La vida de los hombres que han realizado algo grande está plagada de pruebas de una fe para-racional. Y si tengo que serte sincera, te diré que mis mayores logros y conquistas han estado cimentados sobre esa fe que despierta al gigante dormido que todos llevamos en nuestro interior. Cada vez que he respirado el divino aliento de Selkit he sentido una imbatible determinación cuyo poder espanta a todas las legiones de mie-dos, dudas, incertidumbres e inseguridades que han tratado de cerrarme el paso. Y aunque esta fe conlleva un riesgo, y se necesita valor para creer en ella, vale la pena convocarla pues… ¿alguna vez has conseguido algo grande en tu vida, algo que valiera realmente la pena, sin riesgo? ¿cono-ces algún estado de conciencia sublime del hom-bre que no requiera fortaleza, decisión y valor?

Es cierto que vivimos en gran parte inmersos en el mundo material, en donde todo es blanco y negro a la vez, todo es bueno y malo según se mire, donde todo es relativo según el grado de despertar del sujeto en cuestión… Y ahí debo admitir que muchas veces las personas llaman fe a un sentimiento de credulidad infantil, pálido y desvaído reflejo de la Fe, que generalmente les conduce por el camino resbaladizo de la es-tupidez y la inconsciencia. Obviamente esa no es la fe «que mueve montañas», no es la fe clari-vidente del mundo de las realidades sutiles, con la que podemos llegar a cualquier lugar que nos propongamos; esa no es la fe visionaria capaz de crear aquello en lo que uno cree, aunque no exis-ta. Por eso, prefiero no usar la palabra fe para el mundo de las cosas cotidianas, sino mejor la

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palabra confianza, término que se acerca más a la verdad y deja cada cosa en su lugar: usar la fe para mover montañas y la confianza para llegar hasta la montaña.

La confianza es uno de los rayos en los que se manifiesta la fe. Tal vez podríamos decir que es convertir la fe en una actitud viva y presente. Mientras la fe es consustancial al espíritu huma-no y sólo tienes que descubrirla en tu interior para poder usarla, la confianza la vamos cons-truyendo día a día con los mejores materiales de eternidad: certeza interior, lealtad a los princi-pios superiores, tranquila seguridad, capacidad de recursos y convicción en la bondad original que subyace en tu interior. Y así, utilizando sus grandes aliados (como son la prudencia, la re-flexión, el discernimiento, la constatación y el va-lor), creciendo día a día en base a la experiencia acumulada, al tiempo que va poniendo a prueba tus certezas, y al discernimiento que va seleccio-nando en quien depositamos tan sagrado don, vamos construyendo una escala de oro que nos puede conducir desde la tierra hasta el cielo.

Hay una frase de Kant que me enamora, y que dice que no vemos a los demás ni a la vida como es, sino como somos; desde nuestras luces o desde nuestras sombras, desde nuestra con-fianza o desde nuestra desconfianza. Por eso es imprescindible poder confiar en nosotros mis-mos, para sentar bien las bases de la confianza en los demás y, desde ese lugar, lanzarnos a vivir la vida que soñamos. Porque cuando miramos la vida con confianza, se genera un campo de ener-gía lumínica a nuestro alrededor que hace que

quien se encuentre dentro de su radio de acción extraiga su propia luz interior. Seguro que algu-na vez has pensado, ¿por qué delante de tal o cual persona saco lo mejor de mí mismo? ¿Qué hay en la otra persona que me ayuda a ser bri-llante, elocuente, ingenioso, seguro de mi? Muy sencillo, te mira con admiración y respeto; te ob-serva desde su propia atalaya interior, desde su luminosa esencia; no te juzga, confía en ti. Y con su actitud está honrando y revelando lo mejor que hay en ti.

Por eso, antes de que se pueda con-fiar en nosotros, debemos verificar que somos confiables o dignos de con-fianza. Necesitamos mirarnos cara a cara al espejo de la propia conciencia, vernos honesta y sinceramente, sin mascaras ni mentiras, sin huidas ni subterfugios. Fíjate que la palabra sinceridad, tan importante para los temas que estamos tratan-do, tiene una his-toria muy suge-rente. Viene del l a t í n sin serum, es decir «sin cera», y está en relación a una historia de comercian-tes tramposos y deshonestos muy ejemplificadora. Como sabrás, en la antigüedad el agua se recogía, trans-portaba y almacenaba en recipientes de barro. Obviamente estas vasijas debían estar en perfectas condiciones para que el agua no pudiera escaparse por ninguna grieta o fisura. Existían al-gunos vendedores que, cuando ponían

Representación escultórica de la

diosa egipcia Selkit.

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sus vasijas a la venta, se encargaban de cubrir previamente cualquier desperfecto que tuvieran con cera para que cuando el comprador las llena-se de agua comprobando su calidad, las encon-trara en perfecto estado para su uso. El problema era que, cuando el calor derretía la cera, éstas se volvían inservibles para su fin. De ahí que era costumbre habitual mirar las vasijas a contraluz para detectar si había cera en cualquier posible grieta, pues la luz del sol las ponía de manifiesto. Por supuesto las vasijas sin serum eran aquellas que no escondían defectos ocultos, se podía con-fiar en ellas y, por ende, en el vendedor.

Una historia que ilustra lo que muchas per-sonas hacen consigo mismas: tras una «masca-ra de cera» ocultan sus propias fisuras, a veces hasta a ellas mismas. Sin embargo, más tarde o más temprano, la vida se encarga de descubrir las grietas al exponerlas bajo la luz del sol de la verdad. Por eso, a la hora de mirarnos con sin-ceridad, al trasluz, debemos ser capaces de ver nuestras debilidades y nuestras fortalezas, nues-tros posibles puntos de fisura y, por encima de todo, nuestros poderes espirituales. Sólo enton-ces estamos preparados para decir con total con-vicción «soy confiable» y podemos comenzar a construir relaciones de confianza con los demás.

Pienso que la confianza es la base funda-mental de una convivencia sana y próspera. Na-die puede caminar junto a los demás, compartir, avanzar, crecer, crear…, sin tener la certeza de que puede confiar en el otro. Es más, considero

que la confianza es el asiento de la vida, una hermosa y delicada flor que hay que cuidar con cariño y responsabilidad todos los días de nues-tra vida: regarla, alimentarla, ayudarla a crecer sana y protegida de los gélidos vientos de la duda, la suspicacia, el recelo, el mal pensar, los prejuicios, y un largo etcétera de secuaces de la desconfianza pues, ¡cuesta tanto que crezca y tan poco que se deshaga!

Por eso pienso que, ante todo, necesitamos asirnos con todas las fuerzas a nuestra esencia original, a nuestra bondad divina, y desde allí invocar y convocar a la Selkit que habita en no-sotros, pues como dice Francis J. Vilar:

La fe es el divino poder que insuflaron los dioses en el alma de los mortales, que le permite crear lo que todavía no existe, ver lo que es en verdad invisible, contemplar un futuro que está más allá del horizonte, hacer posible lo imposible, y fácil lo difícil. Pues cuan-do el hombre embraza su fe con férrea determinación no hay miedo, ni amenaza, ni dolor, ni espanto, ni obstáculo, ni penuria, ni sufrimiento, ni desgracia, ni demonio, ni infortunio, ni maleficio alguno que pueda doblegar su presencia de ánimo, velar su mirada u obligarle a dar la espalda a las dificultades, abandonar al caído o huir en medio del combate abandonando a los suyos.

Mi querido Jorge, una brisa de inmortalidad recorre mi ser, ¿la puedes sentir tú también?. m

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EL MUNDO DE SOPHIA 41

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El Rincón del Principito

¡Oh!, la maravilla del hogar

donde nacimos no consiste en

que nos cobija y calienta, ni en el

orgullo de poseerlo. Adquiere su

valor porque atesora reservas de

felicidad, porque concentra en lo

más hondo del corazón esa masa

oscura que es la fuente de la que

manan los sueños.

••Cuando se qui

ere

ser ingenios

o ocurre

que se miente

poco.

No encontrarás la paz si no cambias las cosas. Si no te conviertes tú mismo en el vehículo, vía y movimiento.

Conocer una verdad es tal vez contemplarla en

silencio.

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PROGRAMA DE ACTIVIDADES ABRIL-JUNIO 2015

CONFERENCIAViernes 10 de Abril a las 20,30h.Paradigma vigente, paradigma emergente A cargo de Fernando Celli, profe-sor del CES.

CONFERENCIAViernes 24 de Abril a las 20,30h.Alquimia EspiritualA cargo de Francis J. Vilar, Presi-dente de la Fundación Sophia.

CONFERENCIAViernes 17 de Abril a las 20,30h.El Dalai Lama y el arte de ser feliz A cargo de Herminia Gisbert, Vicepresidenta de la Fundación Sophia.

PRESENTACIÓN DE LIBROViernes 8 de Mayo a las 20,30h.El secreto del dragón dorado A cargo de Antonio Mari, Profesor del CES y director de la Fundación Sophia.

CONFERENCIAViernes 15 de Mayo a las 20,00h.Presentación campaña arqueoló-gica del Instituto de Estudios del Antiguo EgiptoA cargo del Dr. Francisco Mar-tín Valentín. Doctor en religión egipcia, Director del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto.

CONFERENCIAViernes 22 de Mayo a las 20,30h.Pitágoras, filósofo y matemático A cargo de Elena Machado, licenciada en Filosofia y profesora del CES.

CONFERENCIAViernes 29 de Mayo a las 20,30h.El Kybalion. Claves herméticas A cargo de Catalina Simonet, Lic. en pedagogía musical, y profesora del CES.

CONFERENCIAViernes 5 de Junio a las 20,30h.Mitos griegosA cargo de Ignacio Vilar, profesor del CES.

RECITAL DE MÚSICA Y POESÍA Viernes 12 de Junio a las 20,30h.

ABRIL

MAYO

JUNIO

Curso de Liderazgo

Sábado 25 de Abril - Motivar e inspirar Sábado 23 de Mayo - La excelenciaA cargo de María Mateo.Executive Coach PCC ICF.Horario: de 11:00h a 13:30h.Precio de cada clases: 35 €

Curso de Egiptología

Sábado 18 de Abril - La medicina en EgiptoSábado 16 de Mayo - Osiris, Señor del más AlláSábado 13 de Junio - Isis, Señora de la Magia Fecha: Un sábado al mes con la posibilidad de realizar seminarios sueltos. Horario: de 11:00h a 13:00h. 16 de Mayo 10 - 14h.Clases sueltas: 25 €

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