el mundo de sophia 51

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Rennes-le-Château Un pueblo lleno de secretos La mecánica del Dolor Cuentos Gravitatorios No es posible comprender el destino humano y el modo específico de ser del hombre en el universo sin conocer las fases arcaicas de la experiencia religiosa. Mircea Eliade

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Page 1: El Mundo de Sophia 51

Rennes-le-ChâteauUn pueblo lleno

de secretos

La mecánica del Dolor

Cuentos Gravitatorios

No es posible comprender el destino humano y el modo específico de ser del hombre en el universo sin conocer las fases arcaicas de la experiencia religiosa. Mircea Eliade

Page 2: El Mundo de Sophia 51

Contenidos

Pág. 38 Cartas a un joven idealistaSobre la felicidadHerminia Gisbert

Pág. 5 Poema...Nuestra verdadera identidadIsabella Di Carlo

Pág. 12 EnsayoEl pensamiento jurídico primitivoAina Tébar

Pág. 8 HistoriaRennes-le-Château, un pueblo lleno de secretosXavi Bonet

Pág. 25 Libros y películas

Pág. 26 Reflexión

Lápiz y papel en menteLaura Etcheverry

Pág. 6 FilosofíaEl divino arte de la dialécticaTheo Laurendon

EL MUNDO DE SOPHIA

2015

Nº 51

DIRECTOR:Francis J. Vilar

JEFE DE REDACCIÓN:Elena Machado

REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN:Elvira Rey

Rafel BallesterIsabel Salvà

DISEÑO GRÁFICO:Isabel Salvà

Rafel Ballester

HAN COLABORADO:Francis J. Vilar

Herminia GisbertElena MachadoXavi Villanueva

Laura Etcheverry([email protected])

Isabel SalvàTheo Laurendon

Aina TébarCatalina Simonet

Xavi BonetIsabella Di Carlo

Una publicación de:Fundación Sophiac/ Jaime Ferrer, 3

Palma de Mallorca (Baleares)www.fundacionsophia.com

Tel: 971 72 15 55

[email protected]ó[email protected]

www.mundosophia.comD. L. PM-2099-98

Los artículos firmados expresan únicay exclusivamente la opinión de su

autor, quien se hace responsable dela vercidad y autoría de los

contenidos expuestos.

Pág. 16 NeurocienciasLa mecánica del dolorIsabel Salvà

Pág. 19 Lo que algunos dijeron sobre...El Voluntariado

Pág. 20 EgiptologíaLos misterios de Osiris IIFrancis J. Vilar

Pág. 30 CienciaCuentos GravitatoriosXavi Villanueva

Pág. 34 Sabiduría Perenne

I Ching, El libro de las mutacionesCatalina Simonet

Pág. 33 Cuentos de la Magnolia

Page 3: El Mundo de Sophia 51

EL MUNDO DE SOPHIA 3

Editorial

Elena Machado Licenciada en

Filosofía

Leí una vez, no recuerdo dónde, que algunos estudiosos afirmaban

que la historia de la filosofía es la historia de los comentaristas de Platón1, tanto a su favor como en su contra. Quizás sea una observación exagerada, pero tras ella sin duda hay una gran verdad: que la

figura de Platón es clave en la evolución del pensamiento occidental. Y si tenemos en cuenta que Platón, a su vez, fue un extraordinario receptor y renovador de la filosofía pitagórica, podremos hacernos una idea de la gran influencia que el misterioso Pitágoras ha tenido en la filosofía de Occidente.

Platón, en la República, alaba el modo de vida pitagórica en estos términos (600 B):

¿Oímos, acaso, que Homero, durante su vida, llegara a ser para cierta clase de gente un guía personal de su educación? ¿Hay algunos que los admiraron, como admira un discípulo a su maestro, y transmitieron a las generaciones venideras un modo de vida homérico, a la manera de Pitágoras, que fue especial y

personalmente amado por este motivo y cuyos discípulos, hasta nuestros días, son famosos entre el resto de los hombres por el modo de vida pitagórico, como ellos lo llaman?

Y es que para Pitágoras la filosofía era, en última instancia, la búsqueda de una excelencia personal que llevase al hombre a ponerse en armonía con su verdadera naturaleza, su verdadero ser, y para hallar esta armonía indagaba en la naturaleza a fin de conocer sus leyes y vivir acorde a ellas. Esta máxima,

Busto del filósofo griego

Pitágoras

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4 EL MUNDO DE SOPHIA

está en el hombre, lo único que hay que hacer es desvelarla, retirarle el velo de la ignorancia; de ahí que la búsqueda de la verdad, en Pitágoras, sea un viaje de índole íntimamente espiritual. Nadie con nombre y apellidos puede agenciarse de esa verdad como si fuera un descubrimiento individual, de ahí que todos los pitagóricos firmasen sus obras con el nombre de su maestro.

Parentesco entre todas las criaturas que pueblan la naturaleza, desvelamiento del ser, la búsqueda del conocimiento como viaje a las profundidades de la propia alma... Creo que la filosofía pitagórica es de una actualidad incuestionable, y es que cuando el amor a la verdad (φιλοσοφία, «amor por la sabiduría») es auténtico, los tesoros hallados brillan a través de las edades sin perder jamás su capacidad de dar luz. m

atribuida a Pitágoras, creo que ejemplifica perfectamente esta idea:

Vivir de acuerdo con la naturaleza es vivir según los

dioses

Que el padre de las matemáticas y de la cosmología filosófica no olvidara en ningún momento que esa búsqueda racional/filosófica tenía un fin que iba más allá de ella misma es uno de los aspectos que más me admiran de este gran filósofo. De sus observaciones deduce que el universo es un cosmos ordenado, una armonía de la que emana una belleza perfecta. Esa belleza está implícita en todo lo manifestado: en las estrellas, en el hombre, en las plantas, en los animales... Para el pensamiento pitagórico existe una estrecha relación de parentesco entre todo lo manifestado, pues

compartimos una misma alma manifestada en múltiples formas.

Toda su búsqueda gira en torno a una concepción de la verdad como aletheia, como desvelamiento de aquello que permanece en las sombras. La verdad no es algo que está fuera del hombre, está en su naturaleza, en su alma emparentada con el alma del mundo. En este sentido la verdad como aletheia hace referencia al desvelamiento del ser. Dado que la sabiduría

Nuestra verdadera identidad

Notas:1 “Toda la filosofía occidental es una serie de notas a pie de página de la filo-sofía platónica”, North Whitehead.

El Pensador de Rodin

Page 5: El Mundo de Sophia 51

EL MUNDO DE SOPHIA 5

Si le decimos que sillegaremos a donde él nos aguarda;nos aguarda en un lugar singular,

donde todo se invierte.

Nos aguarda allí donde se unen el cielo y la tierra,donde la nube da a luz a la lluvia,

que da a luz en la tierra a los aromas, los trinos y las danzas.

Si le decimos que siviviremos en ese vórtice del universo

donde todo deja de ser, para ser realmente.Donde morir es nacer;

y sólo se tiene, lo que se ha dado.Dónde sólo de rodillas alcanzamos nuestra altura,

y sólo poseemos lo que no ansiamos.

Si le decimos que si llegaremos al lugar al que los sabios han llegado.

Y porque no compiten, nadie en el mundo puede competir con ellos;y porque no se exhiben, alumbran eterno.

El punto donde todo se invierte,es el lugar donde la oscuridad se ilumina,donde el mal ocupando por fin su lugar,

revela ser la materia prima del bien.Donde lo irreal da paso a la verdad,

y la muerte a la vida eterna.

Ese lugar no es un elevado altar del Tibet,ni es el sol origen de toda vida,

centro en torno al cual todo orbita.El punto donde todo se invierte

es el lugar donde decimos que si al amor,es altar, sol y centro…

Es nuestro corazón abierto.

Nuestra verdadera identidad

Isabella Di Carlo

Page 6: El Mundo de Sophia 51

La palabra dialéctica proviene del griego διαλεκτική (dialektiké) y τέχνη (téchne), que significa literalmente «técnica de la conversación», con igual significado

en latín (ars) dialéctica. Se trata de un ejercicio de conversación, o de reflexión interior, en el cual se busca la solución a un problema filosófico a través del arte del diálogo. Podríamos pensar en este arte como la mística de la razón, pues une cabeza y corazón, intuición y razón. La dialéctica es un hermoso viaje del alma donde, gracias al buen uso de la razón, sus practicantes

se van asombrando y enamorando cada vez más de los misterios

del Universo y de la divina arquitectura que lo sostiene. Esta sublime ciencia permite abrir nuestros jardines interiores a los demás para disfrutar del milagro de caminar juntos por el sendero de la vida, de igual a igual, rozando las ideas celestes con nuestros pensamientos. Se podría

decir que la dialéctica es hija de la philia, una de las hijas de la diosa Concordia, ese sentimiento de

amor fraternal tan importante para los griegos antiguos,

d e la mano del cual los

que han participado de la conversación salen enriquecidos, dado que la dialéctica pretende elevarse al cielo para poder iluminar mejor nuestra vida cotidiana.

Históricamente debemos a Sócrates y a Platón, en la Atenas del siglo V a. C., la expansión y el máximo desarrollo de esta forma de dialogo. Llegados al final de ese siglo V la sociedad ateniense vivía una fuerte crisis de valores, donde al materialismo reinante se añadió el cinismo y escepticismo filosófico provocado por unos personajes llamados sofistas, comerciantes migrantes que en vez de vender objetos vendían sus conocimientos. Ante el auge de este grupo y de su forma de entender el conocimiento, el filósofo Sócrates empezó a desarrollar un método de conversación que permitiría encontrar la verdad con autenticidad, destruyendo así toda forma de sofismo. La dialéctica nace, pues, de la necesidad de proteger la Verdad, el Bien, la Justicia, la Belleza y todas las cualidades luminosas del alma humana que la cultura sofista ponía en peligro.

Creo que, al igual que la Atenas de finales del siglo V a.C., vivimos una época dominada por los sofistas y que, más que nunca, la dialéctica es imprescindible. Nos permite purificarnos y protegernos de los pensamientos erróneos, de

Busto del filósofo griego Platón

Theo LaurendonLicenciado en Psicología

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EL MUNDO DE SOPHIA 7

las manipulaciones externas y del esclavismo interior; pero también nos permite salvaguardar esos ideales de verdad, bien, justicia y belleza, pues aquel que sabe encontrar la verdad a través de una elevación racional/vivencial está también capacitado para derrotar la mentira y la ilusión.

Como he mencionado anteriormente, el proceso dialéctico es, ante todo, un proceso interior, que con lleva el ejercicio de una serie de facultades:

1) La auto-conciencia, pues requiere un trabajo de observación de los propios pensamientos y de las propias ideas. 2) El discernimiento, porque requiere de un trabajo de reflexión sobre esas ideas de las que hemos tomado conciencia: si son reales, si son objetivas o una simple percepción subjetiva de la realidad nacida de nuestras pasiones, deseos, ilusiones, o por la simple falta de conocimiento. Nos permite elevar nuestra conciencia desde una mente meramente práctica, concreta, hasta verse liberada de ataduras temporales.

3) La des-identificación con nuestras circunstancias personales, pues incluye un trabajo de distanciamiento respecto a las propias ideas y pensamientos. Para que se alumbre un verdadero dialogo “mayéutico” el dialéctico tiene que saber reconocer cuando se equivoca. Esa des-identificación personal puede despertar lo que Platón llamó «reminiscencia», recuerdos que pertenecen a un yo más amplio que el individual.

4) La humildad, porque no se trata de luchar por «nuestras» ideas, como si nos pertenecieran, enfadándonos cuando alguien las refuta o intentando imponerlas a los demás; tampoco se trata de sentirse «orgulloso» de ellas cuando parecemos tener razón; de lo que se trata es de llegar a una verdad más profunda que aquella de la que partimos al iniciar el diálogo, y de reconocer que esa verdad tímidamente atisbada no nos pertenece. La dialéctica engendra más preguntas que respuestas y nos hace tomar conciencia de lo poco que sabemos.

5) El equilibrio interior, pues nos enseña a buscar con la razón y con el corazón a la vez.

6) Sed de saber y capacidad de descansar en el misterio, pues aunque la dialéctica nos permite encontrar respuestas, cada respuesta es una puerta abriéndose a otras muchas más preguntas, al mismo tiempo que muchas de nuestras reflexiones dialécticas se acaban con una aporia o ausencia aparente de respuesta. Lo que realmente importa es el camino recorrido y no donde llegamos.

7) Libertad, puesto que aprendemos a pensar por nosotros mismos dejando de lado una actitud mental pasiva que muchos hemos aprendido de niños y que consiste en dejar a los demás pensar, elegir, opinar..., por nosotros.

Hagamos de la dialéctica una vía de desarrollo personal, un entrenamiento cotidiano, una actitud de vida; pero no nos olvidemos nunca de que como dice el Principito, «Conocer una verdad tal vez sea contemplarla en silencio.»m

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8 EL MUNDO DE SOPHIA

Fue en enero de 1956, en una serie de artículos de prensa, cuando Francia conoció la fabulosa historia del cura de los millardos, un cura rural que se hizo

multimillonario de la noche a la mañana.

Nadie pensaba que su fama alcanzaría nivel mundial, ni el heredero de los bienes, un tal Nöel Corbu, que convirtió los dominios del sacerdote en un hotel-restaurante y fue el responsable de esos artículos que situaban al pueblo -y su recién estrenado negocio- en el punto de mira de la sociedad francesa bajo el pretexto del hallazgo, por parte del cura, de un tesoro de millones de francos en aquel pueblecito del Aude francés.

La historia de aquel cura llamado Bérenger Saunière ha servido para la publicación de

centenares de libros, pero no es hasta unos cincuenta años después, en 2003, con la novela El código Da Vinci de Dan Brown, quien utiliza para su conspiración la leyenda de aquel cura, que alcanza una fama mundial.

Pero, ¿qué sucedió? ¿Qué hizo aquel párroco para que merezca la pena conocer su historia?

Pues bien, Bérenger llegó a Rennes-le-Château en 1885 y se encontró una iglesia destrozada cuya patrona era María Magdalena. Se propuso modernizarla y en 1887, tras realizar el cambio del viejo altar, es cuando empieza la leyenda… Según algunos, el sacerdote halló una pequeña olla llena de monedas de oro, que él mismo comentaría con cierta ironía que se trataba de «medallitas de la virgen», pero antes de finalizar los trabajos un peón realizó otro hallazgo, halló oculto en uno de los balaustres del coro de la iglesia un tubo sellado que contendría una serie de pergaminos de los que procedió a dar parte al alcalde.

Los hallazgos levantaron la curiosidad de los habitantes de lo que antiguamente fue la capital del Razés, Redhae, de unos treinta mil habitantes en época visigoda pero que en 1887 apenas superaba las doscientas almas.

Xavi BonetEscritor

Diablo tallado en madera; Pila bautismal

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EL MUNDO DE SOPHIA 9

Imaginaos un pueblecito francés del siglo XIX que no supera la treintena de casas y que en aquel momento se encontraba dividido en dos frentes irreconciliables: los partidarios de la república y los de la monarquía. La cuestión es que cualquier hallazgo histórico o de valor en una iglesia debía ser inmediatamente comunicado a las autoridades republicanas, quienes gestionaban las iglesias como una propiedad del estado. Pero, ¿qué pensáis que hizo el joven cura con las medallitas de la virgen?, pues no existe documentación al respecto pero os aseguro que desde aquel momento la vida de aquel joven curé cambió por completo…

Desde aquel instante las mejoras para la parroquia y para su vida personal no dejaron de ir en aumento, así como también para quien sería su sirvienta, Marie Dénarnaud, quien prestaría servicio al sacerdote desde los 18 años (1892) hasta la muerte del mismo. La joven fue vista con hermosas joyas sobre los mejores vestidos de la moda parisina, que lucía el domingo mientras «su Bérenger» oficiaba misa para una parroquia compuesta por una veintena de devotas mujeres.

Aquel fue el inicio de las aventuras del cura, que remodeló por completo el jardín, la iglesia, el cementerio y compró uno de los iconos de esta historia, el diablo de la pila del agua bendita. También realizó obras en la casa parroquial pues, no cansado de sus gastos «públicos», el sacerdote vivía con todo tipo de lujos: importaba decenas de barriles de ron desde Isla Martinica, adquiría cajas de los mejores puros habanos y en su mesa siempre se gozaba de la mejor comida y el mejor vino.

Pero el afán constructor del sacerdote acababa de empezar: adquirió los terrenos colindantes y construyó una suntuosa mansión, Villa Bethania, una casa señorial con un enorme jardín interior en el cual

construyó una pequeña torre neogótica, la Tour Magdala, en honor a su patrona y que tenía su contrapuesto en un invernadero de cristal sobre un belvedere que recorría toda la cara sur de la Villa

Todo esto no pasó por alto al obispo de Carcassona, Monsignor Beauséjour, que en 1909 le llamó para rendir cuentas de su situación financiera ante un tribunal eclesiástico. Es en

Pergamino de Bergere

Retrato de Bérenger Sàuniere

Retrato de Marie Dénarnaud

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10 EL MUNDO DE SOPHIA

ese momento cuando se destapa una trama de «tráfico de misas» -sí, tal como podéis leer, «tráfico de misas»- y es que las diócesis con mayor afluencia de feligreses recibían encargos de misas para difuntos, el purgatorio, los jóvenes soldados en el frente o cualquier carestía que un alma cristiana encontrara necesaria. El Vaticano permitía un máximo de unas 3 ó 4 misas al día. Una iglesia de ciudad, como Saint Sulpice en París, recibía cientos de «peticiones de misas» en un solo día. Dado que era imposible satisfacer todos los encargos la Iglesia permitía la «venta de misas», es decir, un cura con sobrecargo de misas podía enviar «misas» a los curas rurales que las solicitaran y que por falta de feligreses en el entorno rural permanecían durante toda la semana cruzados de brazos, así ganaban las dos

parroquias y los sacerdotes rurales completaban su escaso sueldo (noventa francos mensuales) mientras el Vaticano hacia la vista gorda a esta cantidad ingente de dinero que se movía ajeno al estado.

Bérenger llegó a realizar más de cien misas en un solo día. Solicitaba misas a multitud de iglesias y obtenía un sobresueldo «no declarado» que sobrepasaban los seis mil francos mensuales. Durante el proceso judicial presentó gastos a la baja como haría cualquier buen defraudador, que no contemplan los gastos reales que debieron ser mucho mayores. El tribunal nunca logró que presentara facturas de todos los gastos por lo que, tras dos años de intentos fallidos, lo sentenció a un «Supensis a Divinis» y le negó la posibilidad de oficiar misa. Fue expulsado de su parroquia.

¿Da respuesta este tráfico ilegal a los gastos realizados a lo largo de su vida? La verdad es que no, el dinero ganado durante años por las misas no justifica ni la mitad del dinero que gastó a lo largo de su vida…

Al inicio mencioné a Nöel Corbu, quien dio a conocer la historia pero no se la inventó. En 1936 tenemos la primera mención realizada por un periodista, J. Girou, que informa que los habitantes del pueblo le cuentan que las excéntricas construcciones que veía eran obra de un cura que había encontrado un tesoro.

A partir de 1956, con los artículos de Corbu aparecidos en el periódico La Depêche, lo que en

Nöel Corbu; Heredero de las propiedades

Intentos de Expolio, después de conocerse la noticia

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1936 era solo «un tesoro» ahora era el tesoro de la reina Blanca de Castilla. Se desencadenó una fiebre del oro. Cada fin de semana el pueblo se llenaba de buscadores de tesoros armados con detectores, picos, palas y dinamita. Perforaron, literalmente, el pueblo en busca del tesoro. Tales fueron las «hazañas» de estos buscadores que en 1965 se prohibió excavar en todo el término municipal.

En 1967, el libro «L’or de Rennes» (G. de Sede) coloca el enigma bajo la sospecha de sociedades secretas que movían los hilos del sacerdote. Se publican por primera vez los supuestos pergaminos, pero es en 1982, en el libro «El enigma sagrado», donde el tesoro es descrito como un hallazgo que comprometía de pleno al cristianismo y que escondía el secreto de la supervivencia de Jesús, del matrimonio con María Magdalena y de su descendencia, emparentada con los reyes merovingios que habrían sobrevivido bajo el auspicio de una organización secreta llamada «El priorato de Sión».

Todo este asunto llegó a sorprenderme tanto que decidí tratar de descifrar los pergaminos y comprobar el resultado. Con esta labor, realizada junto a Alex Loro (quien realizó un programa

informático para revelar el verdadero contenido oculto), se dio a la luz unos textos llenos de errores. Nuestro trabajo quedó plasmado en un libro, «El caballo del diablo, jaque mate a los pergaminos de Rennes-le-Château», donde demostramos la falsedad de esta parte del mito.

Lo curioso es que ese mismo año salieron a la luz dos libros más sobre este mismo tema, «Prohibido excavar en este pueblo» de Óscar Fábrega, quien narra cómo se forja «el mito»; el otro libro es de Enric Sabarich, «El secreto de Rennes-le-Château», donde plantea una nueva teoría acerca del origen de la riqueza de Saunière. Y es que no os he hablado de la cripta que existiría debajo de la iglesia… en 2001 unos escáneres revelaron dos zonas con cavidades justo debajo del pavimento central y que corresponderían a la supuesta cripta que podría haber descubierto nuestro cura, un mausoleo que contendría los cuerpos de los nobles, o tal vez incluso reyes de la zona, seguramente desde los siglos V hasta el XVI… Lo cierto es que aunque existe un halo de mentira que recubre la historia, no obstante no conocemos el origen de la fortuna del cura. Todavía quedan muchos secretos ocultos que esperan ser revelados en Rennes-le-Château. m

Vista panorámica de la capilla

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12 EL MUNDO DE SOPHIA

A la luz de las nuevas teorías antropológicas basadas en el reconocimiento del principio de

empatía, debemos considerar la actualización y difusión de nuevas ideas que sustituyan las desfasadas concepciones despectivas que se han realizado acerca de los sistemas de organización sociales y jurídicos de la antigüedad. Hasta esta reciente tendencia, se había venido considerando que el hombre antiguo había desarrollado la «mentalidad mágica» como vía para hallar consuelo ante una realidad que no podía comprender debido a su inferioridad intelectual. Sin embargo, acudiendo a la misma fundamentación, se podría cambiar el enfoque diciendo que el hombre moderno ha desarrollado el paradigma materialista para hallar consuelo a través de la negación de todo aquello que no puede comprender con los medios de que dispone.

Igualmente absurdas resultan ambas

afirmaciones, pues el estudio de una sociedad que vivió hace milenios no puede realizarse a través de la comparación con las ideas vigentes en la actualidad, ni viceversa. Está ya demostrado que el hombre actual tiene exactamente las mismas capacidades intelectuales y emocionales

que tenía ya el hombre de cromagnón. Simplemente, una diferencia

en el paradigma, en la forma de concebir el mundo, ocasionaba intereses radi-calmente distintos.

Se ha afirmado en teoría del derecho que en los pueblos primitivos no existía el derecho,

sino que se regían por usos fundamentados en

repeticiones irracionales de creencias supersticiosas infantiles

y en el uso de la fuerza física. Estas afirmaciones se basan exclusivamente en

la inexistencia de «normas civilizadas» tal y como las concebimos a día de hoy. Es decir, preceptos escritos a través de la convención y enfocados a una concreta idea de justicia que anudan a un hecho, una consecuencia jurídica,

Aina TébarLicenciada en Derecho

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EL MUNDO DE SOPHIA 13

y se imponen coactivamente a los miembros de un grupo humano bajo la amenaza de una condena. Sin embargo, al huir de la comparación y observar con la mayor objetividad posible las culturas antiguas, podemos ver que fue la falta de necesidad y no la falta de conocimiento el motivo de la inexistencia de preceptos escritos de naturaleza coercitiva.

Si nos adentramos un poco en el paradigma de un hombre «primitivo» podemos observar que concibe el universo como un ente superior al hombre, con una tendencia natural al orden que le lleva a una continua lucha contra los elementos del caos. Su cosmovisión dicta que él no es algo distinto de la naturaleza que le rodea: es un ser más dentro del universo que se enfrenta en pequeña escala a las mismas dualidades. El ser humano, a diferencia de los animales y plantas, tiene capacidad de elegir (autoconciencia). El libre albedrío lleva como consecuencia ineludible la responsabilidad por las decisiones tomadas. Si hay un don es porque necesariamente, hay una misión que hacer a través de la aplicación de esa cualidad. Si el pez tiene branquias es porque su naturaleza es vivir bajo el agua.

Por otro lado, el ser humano está de acuerdo con la gran mayoría de tradiciones y religiones, emparentado con Dios o con los dioses. Lo sagrado no se concibe como algo ajeno, impuesto desde el exterior por un dios que vive en algún lugar lejano del universo. El ser humano puede

elegir conscientemente entre elevarse hacia Dios o brutalizarse hasta el extremo de volver a ser una bestia sin conciencia de sus actos.

De ello se deduce que la misión del hombre en la creación no era otra que colaborar conscientemente (por voluntad y no por obligación o instinto) con la obra de Dios. El hombre tenía la misión de elevarse, alcanzar la divinidad y llevar constantemente a la existencia el mundo.

Es una ley física que todo lo que nace, crece, se reproduce, se desgasta, finalmente muera. Por ello existe una ancestral batalla entre el Caos y el Cosmos, el orden y el desorden, la vida y la muerte, el bien y el mal, la luz y la oscuridad. De este modo, y de acuerdo con la concepción que exponemos, Dios crea el mundo y crea al ser humano a su semejanza para que continúe la obra iniciada.

De este paradigma, se sigue, lógicamente, que todos los actos que realizaba el hombre en las sociedades con una cosmovisión sagrada, tenían el sentido de «actualizar la obra de Dios al traer el mundo a la existencia»; los ritos tenían la misión de alejar el caos, de mantener la vida, el orden, el cosmos, en estado de existencia.

Así pues, las leyes no eran algo ajeno a las personas que por ellas se regían. Eran una manifestación externa de la misión inmanente a todo ser humano. No necesitaban ser escritas,

Pintura rupestre Toro de Altamira

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14 EL MUNDO DE SOPHIA

pues no era algo inventado por el hombre e impuesto desde el exterior. Estaban escritas en la misma naturaleza y se manifestaban a través de diferentes procesos (oráculos, símbolos, hierofanías o manifestaciones de lo sagrado). Por la misma razón, no necesitaban ser impuestas a través de sanciones, pues el cumplimiento de ese deber no difería en nada de la moral interna de las personas. Si un individuo dentro de la sociedad se desviaba de ese plan cósmico recaía sobre él el reproche de todos sus conciudadanos al hacer con sus actos que el caos entrara en su recinto sagrado. Consecuencia de ello, esa persona era apartada o marginada y no tenía acceso a los altos cargos dentro de la tribu que, al contrario, estaban reservados para las personas excelentes (individuos que por haber cultivado sus cualidades potenciales, tenían el don de comunicarse con lo sagrado y decidir conforme a ello el futuro de todo el colectivo). Se trataba de una «meritocracia» en el sentido etimológico estricto.

Toda ley era una «imitatio dei», una emulación de la obra de Dios, con la cual se renovaba la energía que este puso en funcionamiento en tiempos míticos; era la «reactualización de una ley primordial revelada in illo tempore por la divinidad». Esas leyes se transmitían de generación en generación, por un lado a través de la imitación por los jóvenes de las conductas excelentes por parte de padres, madres, familiares, maestros de oficios, preceptores, etc., quienes se encargaban

de forma natural de su transmisión; por otro lado, se transmitía el conocimiento del contacto con lo Sagrado a las personas más aptas para ello. De este modo se aseguraba la pervivencia del Cosmos por doble vía. Cuando esta cadena se corrompe a causa de la degeneración que es propia de la materia y se pierde el conocimiento para renovarla, se requiere la intervención de un «civilizador» que traiga de nuevo las leyes originales a la humanidad y logre someter de nuevo a las fuerzas del Caos.

El Caos no desaparece, no es eliminado por el héroe civilizador, sino que es sometido; se trata de una parte de la manifestación. No hay luz sin sombra y no existiría el día sin la noche. La existencia del Cosmos no depende de que desaparezca el Caos, sino de que este ocupe el lugar que le corresponde en la creación. En este sentido el Caos es algo que debe ser controlado, mantenido a raya para que el orden exista. Es en este punto muy gráfico el ejemplo del «temenos» egipcio, la muralla que literalmente separaba su Cosmos, del caos exterior.

Por último, cabe destacar que esta ley tenía una triple manifestación (a nivel cósmico, a nivel colectivo como civilización y a nivel individual). Cada individuo de la sociedad tenía la responsabilidad de combatir sus propias tinieblas, contribuyendo así al bien de toda la comunidad. Es de destacar en este sentido la función de asesoramiento que ejercitaban los hombres sabios, chamanes y hombres medicina, que amén de sus conocimientos del cuerpo físico, contribuían con su sabiduría al orden colectivo del grupo o tribu. En las culturas o civilizaciones antiguas más desarrolladas observamos ya la figura del gobernante como «garante del orden», como es el caso del faraón en Egipto que recibe el título de «Campeón de la Justicia». m

Page 15: El Mundo de Sophia 51

EL MUNDO DE SOPHIA 15

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16 EL MUNDO DE SOPHIA

Se dice que nunca valoramos lo que

tenemos hasta que lo perdemos y que

nunca valoramos la salud hasta que

enfermamos o hasta que sentimos dolor, pero...,

¿qué sabemos realmente sobre el dolor?

Primero de todo, para hablar de dolor

debemos diferenciar dos tipos: el dolor agudo

y el crónico. El dolor agudo es un mecanismo

de defensa, nos indica la existencia de una

posible lesión y pone en marcha las respuestas

necesarias para protegernos.

En cambio, el dolor

crónico es aquel que

ha dejado de cumplir

su función defensiva

para convertirse en

un problema en sí

mismo, haciendo que

sintamos dolor sin

la presencia de un

estímulo lesivo.

Si queremos com-

prender mejor cómo consigue protegernos este

mecanismo defensivo tenemos que conocer

su funcionamiento. Para captar los estímulos

que pueden ser lesivos poseemos una serie de

nociceptores, receptores que captan información

sobre la localización, intensidad y naturaleza

del estímulo. Los nociceptores responden ante

un estímulo repetido sensibilizándose, es decir,

cada vez se necesita que ese estímulo sea de

menor intensidad para que los nociceptores lo

consideren dañino y transmitan la información

a la médula espinal. Desde la médula, la

información debe viajar hasta los centros

superiores y llegar hasta el cerebro y, para ello,

el mensaje proveniente de los receptores debe

seguir dos caminos.

¿Alguna vez os habéis fijado en que,

al darnos un golpe o hacernos una herida

tenemos una primera sensación de dolor, en

una zona bien definida y de forma intensa e

inmediata; después un pequeño momento de

calma y, acto seguido, una segunda sensación

de dolor, menos intensa y de forma tardía? Esto

Isabel SalvàDiplomada en Fisioterapia

Page 17: El Mundo de Sophia 51

EL MUNDO DE SOPHIA 17

ante una lesión, también puede perpetuar la

sensación de dolor, puede conseguir que ese

estímulo, en un principio agudo y de función

defensiva, se cronifique, perdiendo su función

protectora.

Los pensamientos y emociones que tengamos

respecto al dolor y la lesión pueden contribuir

de forma significativa en su perpetuación o

en su velocidad de recuperación; por tanto, si

tenemos una actitud victimista frente al dolor,

dedicándole de forma continua nuestra atención

y dejando que nuestro día a día gire en torno a

esa sensación, estaremos retroalimentándolo y

provocando que pierda su función útil y sigamos

sintiendo dolor sin que esté presente ningún

estímulo nocivo.

El hecho de que la cognición entre en juego

en el procesamiento del dolor es una ventaja

notable, ya que nos permite adelantarnos a

los acontecimientos y evitar un proceso lesivo

antes de que se produzca y de que nuestros

nociceptores empiecen a alertar al cerebro del

potencial peligro. Pero cuando nos encontramos

ante un dolor crónico donde nuestro sistema

nervioso está exageradamente sensibilizado por

el continuo estímulo que recibe, el cerebro puede

considerar perjudiciales estímulos que no los

son en absoluto, llegando incluso a provocarnos

dolor solo por pensar en aquello que nos lo

causa.

Como se puede observar, el dolor no siempre

es un sencillo mecanismo de causa-efecto, sino

es consecuencia de ese doble viaje que debe

realizar la información nociceptiva desde la

médula espinal hasta el cerebro. En el primer

caso, la información debe recorrer el camino

por fibras nerviosas de alta velocidad y sin

pararse en las llamadas «estaciones de relevo»,

es el dolor como percepción y su función es que

interrumpamos de forma inmediata el contacto

con aquello que se considera un peligro. En el

segundo dolor, la información viaja por fibras

nerviosas más lentas y haciendo paradas en las

ya nombradas «estaciones de relevo» (como

serían el tálamo y la corteza pre-frontal, entre

otros) que se encargan de dotar a esa información

nociceptiva de características emocionales,

experiencias previas, expectativas hacia el

dolor, etc., otorgándole una categoría cognitivo-

emocional al dolor. Es el dolor como respuesta

y nos sirve para garantizar la inmovilidad de la

zona lesionada y evitar mayores daños.

Lo que esto significa es que el dolor que

sentimos depende de nuestras emociones,

memoria, aprendizaje, experiencia, contexto,

medio ambiente, razonamiento..., es decir,

las redes neuronales evocan pensamientos,

sentimientos y conductas con una función

protectora que modula nuestra sensación

de dolor. Sin embargo, este mecanismo de

procesamiento y modulación de los estímulos

nociceptivos pensado para minimizar los daños

Page 18: El Mundo de Sophia 51

18 EL MUNDO DE SOPHIA

factores, como los relacionados con nuestra

genética, que no podrán ser modificados, pero

podemos deshacernos de aquellos que forman

parte de nuestros hábitos de vida (como el nivel

de ejercicio o la higiene postural) hasta que

dejemos de sentir dolor.

Además, el hecho de que tengamos

presentes esos factores no es razón suficiente

para que sintamos dolor, pues eso depende

también de la capacidad que tenga nuestro

cuerpo para soportar esos estímulos sin dar

la señal de alarma; es lo que se conoce como

umbral de dolor. Nuestro cerebro, que es quien

tiene la última palabra sobre si debemos o no

sentir dolor, aún sabiendo que poseemos dichos

factores, puede que considere que no son

suficientes para causarnos daño y, por tanto, no

desencadenará ninguna respuesta dolorosa.

Con toda esta información es fácil darse

cuenta de que, hasta cierto punto, somos

responsables de nuestras afecciones dolorosas

y que, en mayor o menor medida, podemos

disminuirlas o, incluso, hacerlas desaparecer

pues, como muy sabiamente dijo Buda «El dolor

es inevitable, el sufrimiento es opcional.» m

que hay situaciones en las que su aparición no

puede atribuirse a un solo estímulo, sino que es

una combinación de diversos factores, ya sean

biológicos, emocionales o cognitivos que, por sí

solos no son nocivos pero que, combinados entre

sí, pueden llegar a producir o perpetuar el dolor.

Para entender este concepto podemos

imaginar el proceso doloroso como un vaso de

agua, empezamos con el vaso vacío y vamos

llenándolo poco a poco, añadiendo una gota

por cada factor que poseemos y que provoca

o perpetúa el dolor: presencia de contracturas,

movimientos repetitivos, malas posturas,

sedentarismo, tipo de alimentación, causas

hormonales o genéticas, pensamientos negativos

y circulares sobre la sensación dolorosa,

ansiedad, estrés, etc.; poco a poco vamos

llenando el vaso hasta que de forma inevitable,

se desborda. Es decir, lo que le ocurre a nuestro

cuerpo ante un cuadro de dolor recurrente o

crónico (como podría ser el dolor de espalda) es

que vamos sumando elementos potencialmente

causantes de dolor hasta que acabamos por

sentir dolor. Cuando llegamos a este punto, lo

que debemos hacer para disminuir o acabar con

la sensación dolorosa es, gota a gota, ir vaciando

ese vaso hasta que deje de rebosar. Habrá

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EL MUNDO DE SOPHIA 19

Lo que algunos dijeron sobre....

El voluntariado

Si enciendes una lámpa-

ra para otro, iluminarás tu

propio camino.

Proverbio budista.

Nunca dudes de que un peq

ueño grupo de

personas pueden cambiar e

l mundo. De

hecho, siempre se ha conse

guido así.

Margaret Mead

Para que el mal triunfe, solo se

necesita que los hombres buenos

no hagan nada.

Edmund Burke

Todo lo que hacemos es una gota en el oceano, pero si no lo hacemos, esta gota siempre va a faltar. Teresa de Calcuta

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos

años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los

imprescindibles.Bertolt Brecht

Es importante entender que si cada uno

de nosotros es perfecto, el mundo será

perfecto (...) Si quieres que el mundo sea

perfecto, empieza primero por la persona

que tienes más cerca: tú mismo.

Bernard Benson La acción más pequeña es mejor que la intención más grande.

Jiddu Khrisnamurthi

Page 20: El Mundo de Sophia 51

Francis J. Vilar Egiptólogo y Presidente de la Fundación Sophia

Para poder interpretar de forma coherente el simbolismo del dios Osiris y saber cuál era su función y su significado dentro

de la Cosmovisión Sagrada del antiguo Egipto, tal y como nos hemos propuesto en esta serie de artículos, debemos primero conocer bien el Mito de Osiris, pues es ahí precisamente donde se hallan implícitas las claves hermenéuticas fundamentales que necesitamos, para poder desvelar, al menos hasta donde seamos capaces, los divinos misterios del Culto Osiriano.

El Mito de Osiris tiene una evolución tan larga y dilatada

como la propia historia de Egipto, y si bien sus fuentes son muchas y muy variadas, la versión más acabada y

completa que ha llegado hasta nosotros se encuentra en el libro De Isis y Osiris escrito por el historiador y filósofo griego Plutarco. En cualquier caso,

conviene destacar que el Mito Osiriano es uno de

los mitos troncales del panteón egipcio ya que, desde el punto de vista del culto

popular, es el mito divino por excelencia que inspiraba el sentimiento de devoción, amor y reverencia religiosa en el corazón del pueblo egipcio. De hecho, es de él del que extrae el hombre egipcio su concepto del bien, de la bondad, de la justicia, del amor filial, de la belleza espiritual, de la rectitud moral, de la eternidad divina y de la inmortalidad del alma humana, pues más allá de cualquier interpretación hermenéutica, algo que es incuestionable es que el dios Osiris encarna en el pensamiento egipcio la esperanza en la vida eterna y la resurrección del alma después de la muerte.

Por otro lado, como bien aparece reflejado en el mito, Osiris personifica el modelo ejemplar del faraón; el arquetipo perfecto del rey egipcio, soberano de toda la tierra que gobierna el mundo que ha recibido en herencia como hijo primogénito de su padre Geb y su madre Nut. Herencia que desde ese momento será conocida como el Testamento de los Dioses1. Por eso, a partir de Osiris, el rey egipcio será considerado siempre como el heredero legítimo del trono de Geb, que gobierna el mundo por derecho divino. Podemos decir entonces que Osiris fue el primer rey de la humanidad que gobernó el mundo con justicia, bondad, sabiduría y prudencia durante la Edad de

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EL MUNDO DE SOPHIA 21

Oro, dejando tras de sí el dulce recuerdo de una bella era de prosperidad, abundancia y felicidad. Fue él quien enseñó a los hombres los principios esenciales que rigen el orden natural de la existencia a través del movimiento periódico de los cuerpos celestes, especialmente del Sol y de la Luna, que regulan los ciclos de la vegetación, la siembra y la cosecha. Fue también quien les instruyó en los principios de la astronomía, el calendario, la agricultura, la geografía y la navegación. Quien les enseñó a fabricar cerámica, herramientas, instrumentos musicales y utensilios de labranza; a tallar las piedras y la madera, a armar barcos, fabricar presas, canales hidráulicos y a construir ciudades. Quien les inició en la ciencia de dictar leyes humanas como reflejo de las leyes divinas y les enseñó los principios de conducta que ponen la vida del hombre en armonía con el orden natural de la existencia que ellos llamaban Maat.

No satisfecho con civilizar la tierra de Egipto, Osiris se marchó a transmitir sus enseñanzas a otras tierras lejanas, dejando el gobierno de Egipto a cargo de su esposa-hermana Isis, que gobernó el país en su ausencia. Pero su envidioso hermano Seth, que ambicionaba el trono y odiaba su bondad, su sabiduría y su grandeza, aprovechando que Osiris estaba ausente, urdió un plan junto con otros setenta y dos conspiradores, entre los que se hallaba la reina de Kush (Etiopía), llamada Aso.

Después, en secreto obtuvo las medidas exactas del cuerpo de su hermano y fabricó un cofre de maderas nobles, ricamente adornado de joyas y piedras preciosas digno de un rey, que se ajustaba perfectamente a las medidas del cuerpo de Osiris. Mientras tano este, que odiaba la violencia, se dedicó durante este tiempo a difundir los beneficios de la paz y la civilización por todo el mundo, conquistando el corazón de los gobernantes y las gentes de todos los países que visitó, con su bondad, su amor y su sabiduría.

Cuando Osiris volvió por fin a Egipto, después de haber civilizado a la humanidad, se encontró el país en perfecto orden gracias a Isis, que había sabido gobernar en su ausencia con sabiduría y prudencia. Pero entonces, su envidioso hermano Seth decidió aprovechar la ocasión y organizó un fastuoso banquete para celebrar su veintiocho aniversario. La fiesta de Osiris, a la que no faltó ninguno de los setenta y dos conspiradores, fue todo un acontecimiento. Llegado el momento, cuando los corazones de los invitados estaban jubilosos, Seth desveló el cofre y anunció: «Este cofre divino será para aquel cuyo cuerpo encaje perfectamente en él». Entonces, los invitados se lo fueron probando uno a uno, pero a ninguno le ajustaba bien, porque para algunos era demasiado largo y para otros demasiado corto o demasiado estrecho. Al final Osiris, deslumbrado por la sublime belleza del cofre, se acercó y dijo: «Dejadme probar a mí». Entonces entró en él y viendo que encajaba perfectamente dijo: «Visto que está hecho a mi medida, será mío para

Grupo arquitectó-nico de Philae

Columnas sumer-gidas del templo

de Philae

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22 EL MUNDO DE SOPHIA

siempre», a lo que Seth respondió «Tuyo es hermano y, de hecho, lo será para siempre»; y cerrando la tapa rápidamente, la clavó con ayuda de los conspiradores y la selló con plomo fundido. Acto seguido, Seth y sus secuaces transportaron el cofre hasta el brazo Tanítico del Nilo, en el Delta, que desde entonces fue considerado por todos los egipcios como el lugar maldito donde Osiris fue arrojado a las aguas del Nilo.

Estos acontecimientos tuvieron lugar en el día 17 del mes Athor, (Septiembre), cuando el Sol pasa por el signo de Escorpio, durante la celebración del veintiocho cumpleaños del dios Osiris. Y según nos cuenta Plutarco en su libro Isis y Osiris, los panes, así como los sátiros2 que viven en las cercanías de Chemnis3 fueron los primeros en conocer este hecho y en divulgar por todas partes la trágica noticia, por lo que hasta hoy se conoce como terror pánico el pavor súbito de una muchedumbre y su espanto repentino. En cualquier caso, con este primer magnicidio o golpe de estado, terminó la Edad de Oro de la humanidad y el mal y la injusticia hicieron por primera vez su aparición bajo el gobierno del malvado y envidioso Seth. Según cuenta el mito, las aguas del Gran Verde4 arrastraron el sarcófago del dios hasta las playas de la ciudad de Byblos, en la

costa de fenicia, donde las olas lo depositaron con suavidad al pie de un tamarindo. Este arbusto creció hasta llegar a convertirse en un grandioso árbol, con el cofre incrustado en su tronco, y al final acabó siendo

el pilar que sostenía

e l

techo d e l

Palacio del Rey de Byblos.

Ignorando todo esto, nada más conocer la noticia de que Seth había asesinado a Osiris para arrebatarle el trono, Isis, llorando desconsolada, salió en busca del cadáver de su amado esposo y comenzó a deambular por todas partes presa de total angustia y desesperación, preguntando a todos los que se cruzaban en su camino si conocían el paradero del cofre de Osiris, pero no había

hombre ni mujer que supiese darle información, hasta que por fin unos niños que jugaban en la ribera del

río le indicaron cual era el canal del Nilo por la que había sido arrojado al

mar. Isis prosiguió incansable su búsqueda, hasta que un misterioso viento divino le reveló que el cofre había llegado flotando

Dios Seth

Dios Anubis

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EL MUNDO DE SOPHIA 23

hasta las costas de la ciudad de Byblos.

Isis acudió a esta ciudad, averiguó que el cofre de Osiris se hallaba dentro de la gran columna de palacio, y para poder estar cerca del sarcófago de su esposo se disfrazó de sirvienta real y consiguió granjearse la amistad y la confianza de la reina Astarté. Más tarde, cuando los reyes de Byblos conocieron por fin su divina identidad, se sintieron honrados y le ofrecieron los más bellos regalos que puedan imaginarse, pero ella solo pidió una única cosa: el gran pilar de tamarisco que sujetaba el techo de palacio y todo lo que en él hubiera. Cuando se lo entregaron, Isis lo abrió sin esfuerzo y sacando el cofre le devolvió el pilar al rey cubierto por una fina tela ungida de flores y esencias. Este trozo de madera se mantuvo en Byblos como el pilar que una vez albergó el cuerpo del dios Osiris y como tal fue venerado durante mucho tiempo.

Cuando Isis estuvo por fin a solas ante el precioso cofre que contenía el cuerpo de su amado esposo, sintió entonces una infinita pena y desconsuelo y, dejándose caer sobre él, lo abrazó llorando, mientras de su corazón surgía un lamento tan agudo y lastimero5 que la tierra entera se estremeció

de dolor. Isis cargó entonces el cofre en un barco y, al llegar a Egipto, lo escondió en un lugar secreto de los pantanos del Delta. Pero desgraciadamente Seth, que se hallaba cazando jabalíes, una noche encontró el cofre y lo reconoció. Encolerizado por el funesto hallazgo, tomó el cuerpo de Osiris y lo despedazó en catorce trozos6 que esparció a todo lo largo y ancho del Nilo, para que sirviese de alimento a los cocodrilos. «¿No decían que es imposible destruir el cuerpo de un dios? Pues yo lo he hecho... Yo he destruido al dios Osiris» dijo Seth riendo de forma estruendosa... y su risa se escuchó en todos los rincones de la tierra, y los corazones de todos cuanto la oyeron temblaron, estremeciéndose de terror.

Enterada de la tragedia, Isis subió a una barca hecha de papiros y comenzó a buscar los trozos del cuerpo de Osiris recorriendo el Nilo. Dicen que a su paso los cocodrilos respetaban su duelo y en reverencia a la diosa no tocaban su barca. Por eso en épocas posteriores, cuando alguien navegaba por el Nilo en una barca de papiro, se creía a salvo de los cocodrilos, pues se pensaba que estos todavía creían que era la diosa Isis en busca de los trozos del cuerpo de Osiris. Pero esta vez Isis no estaba sola, pues además de la

Diosa Isis

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24 EL MUNDO DE SOPHIA

Notas:

1 En lengua egipcia “Imyt Netcherw”.

2 Sátiros y Panes son genios de la mitología griega que sirven al dios Pan, o sea, genios o espíritus invisibles de la naturaleza.

3 Antigua ciudad egipcia conocida por los griegos como Panópolis, que significa “la ciudad del dios Pan”.

4 El “Gran Verde” o en lengua egipcia Wadj-Ur, es como los antiguos egipcios llamaban al mar Mediterráneo.

5 Este llanto desconsolado es el que desde entonces reproducen las Divinas Plañideras, acompañando al difunto en su funeral.

6 El número de fragmentos varía según las distintas fuentes del mito.

7 Según las versiones del mito, el falo de Osiris fue engullido por el pez siluro, el lepidoto, el oxirrino,... etc.

8 Los antiguos egipcios sentían una profunda aversión hacia estos peces.

9 Por eso cuando los textos se refieren a los reyes antepasados, les llaman el “Osiris tal” o el “Osiris cual”, y al rey vivo “el Horus tal” o el “Horus cual”.

10 Es decir, la Verdad, la Justicia y el orden natural.

protección mágica de siete escorpiones, contaba con la ayuda de su hermana Neftis, esposa de Seth, y con Anubis, el hijo que Neftis había concebido de Osiris cuando este la había confundido con su esposa.

Poco a poco Isis fue recuperando cada uno de los trozos del cuerpo, envolviéndolos en cera aromatizada, y en cada lugar donde hallaba un trozo, Isis entregaba a los sacerdotes una figura para que le levantaran una tumba y le venerasen. Sólo un pedazo quedó por recuperar, el miembro viril que fue engullido por cierta especie de peces7 que quedaron malditos a partir de ese momento8. Y así es como la sangre y el esperma de Osiris empaparon la tierra y como cada nomo albergó un fragmento del dios. Esto explica por qué son tantas las ciudades de Egipto que se disputaban el honor de albergar la tumba del dios Osiris.

Finalmente, con ayuda de Thot y de Neftis, Isis fue recomponiendo de nuevo el cuerpo de Osiris. Con ayuda de Anubis unió mágicamente sus pedazos con vendas, haciendo el primer ritual de Osirificación. Iniciada por Thot a los misterios de Heka (la Magia Divina), Isis regó con sus propias lágrimas de amor el cuerpo de Osiris y lo reanimó con su magia, practicándole el rito de apertura de la boca, los ojos, etc., y después, tras haber fabricado con sus propias manos un falo artificial, adoptó la forma de un milano sagrado, y aleteando sobre el cadáver de Osiris quedó embarazada de Horus.

Asimismo, el mito nos cuenta un hermoso pasaje de esta historia sagrada, que a partir de entonces será representada en los relieves de muchos templos y que actualmente todavía podemos contemplar en el mamisi, o «sala de nacimientos» de algunos santuarios como el de Déndera, Abydos o Philae. Se trata de la escena que representa a la diosa Isis escondida en los pantanos del Delta del Nilo, acunando en sus brazos al niño divino, o la del joven Horus creciendo sano y fuerte en medio de los cañaverales, mientras las dos divinidades heráldicas de la realeza faraónica, que son la diosa cobra Wadjet, protectora del Bajo Egipto, y la diosa buitre Nejbet, protectora del Alto Egipto, otean el

horizonte, una encaramada sobre un junco y la otra desde lo alto del cielo, vigilando incansablemente para mantener a salvo al pequeño Horus de las salvajes hordas de Seth, que lo buscan para asesinarlo.

Finalmente, Osiris regresó de los infiernos y resucitó de entre los muertos, siendo el primero en alcanzar la inmortalidad. Más tarde, el propio Osiris se encargó personalmente de instruir al joven Horus, que cuando se hizo adulto, reunió un ejército y tras múltiples batallas y enfrentamientos, logro por fin vengar el asesinato de su padre y someter al malvado Seth, al que le cercenó los testículos, para que nunca pudiera procrear. De esta forma, Osiris se convirtió en el arquetipo del rey divino que vive eternamente en el más allá, gobernando el reino de los muertos, y Horus en el modelo del rey vivo que gobierna la tierra de los hombres9, arquetipo perfecto del legítimo heredero del trono de Egipto, restaurador de la Maat,10 y héroe por excelencia. m

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EL MUNDO DE SOPHIA 25

lo que algunos dijeron sobre...

Director: Jonathan TeplizkiAventuras. 2013. EEUU.

Esta película, basada en hechos reales, cuenta la historia de Eric Lomax (Colin Firth), que durante la Segunda Guerra Mundial fue capturado por los japoneses en la campaña de Singapur (1942) y enviado a un campo de trabajo. Allí, consiguió sobrevivir a pesar de las terribles condiciones de vida y de las torturas que sufrió. Muchos años después, instalado en el norte de Inglaterra con su esposa (Nicole Kidman), averigua que el soldado japonés que tanto lo maltrató sigue vivo.

Se trata de una conmovedora historia sobre el perdón que deja atrás los tópicos sobre los buenos y los malos y muestra con sensibilidad que para perdonar «de verdad» hace falta realizar todo un ejercicio de transformación interior que alumbre algo nuevo y, ¿por qué no?, hermoso.

Un Largo viaje

Autor: Pierre Hadot

El filósofo Pierre Hadot dedicó un gran esfuerzo a rastrear la tradición de los ejercicios espirituales en las distintas escuelas y movimientos filosóficos de occidente. En esta obra, Hadot se sumerge con pasión en las Meditaciones de Marco Aurelio para mostrar como, utilizando sus propias palabras, un hombre de acción busca la serenidad porque es la condición indispensable de la eficacia.

Pese a la gran erudición de Hadot, esta obra, como todas las del filósofo francés, se centra en exponer de forma clara su personal búsqueda de una clase

de verdad íntima y útil para vivir. Recomendable a todo aquel que esté interesado en avanzar un paso más en el arte de vivir.

La ciudadela interior

Autor: Pierre Hadot

Con el paso de los siglos y los milenios, buena parte de la filosofía se ha ido convirtiendo en un conjunto de «tratados intratables»: reflexiones enrevesadas, especulaciones oscuras, fórmulas abstractas y alejadas de la vida… Sin embargo, la filosofía antigua no era otra cosa que un arte de vivir: una guía para que cada individuo realizara su propia elección vital y conformara una existencia plena y dichosa. En esto consiste el Manual de Epicteto. Este volumen es por tanto una exhortación a la vida buena. Un ejemplo más del extraordinario rigor a

la hora de comentar la filosofía antigua, que tiene Pierre Hadot.

Manual para la vida Feliz.Epicteto

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26 EL MUNDO DE SOPHIA

Cuando era niña, las jugueterías no eran mis tiendas preferidas. Adoraba las que ofrecían artículos

de librería: crayones, lápices, témperas, pero sobre todo… papel. En forma de cuaderno, bloc, afiche, cartulina, en el molde que fuese, pero papel. Ese olor que esconde pulpa de celulosa, fibras vegetales aguadas, madera, árboles, que me remite al mítico papiro del Antiguo Egipto en las riberas del Nilo, ese olor...

debe haber perfumado mis cromosomas desde

el momento de mi concepción.

Cada vez que veo una resma flamante de papel, no imagino

cartas comerciales, aburridos desarrollos de teorías, desvaríos de la ciencia egocéntrica…

La relaciono al instante con la mejor de las novelas, la más reparadora antología de cuentos, el poemario más luminoso. Y sobre todo, imagino el desafío apasionante, el tiempo perfecto, el reposo del alma, la introspección fabulosa de dedicarme a escribirlos.

Y ahí surge el problema. El agotamiento atrapa mi mente con apenas garabatear las primeras ideas y redactar un comienzo de párrafo frente al cual el juez que llevo dentro se vuelve pesimista, descreído, desconfiado, implacable. Entonces la tarea, que se suponía agradable, se convierte en un tormento. Todo pasa por el tamiz de un supuesto interlocutor que sistemáticamente censura las frases que, tímidas y titubeantes, intentan desembarcar en los renglones. Nada lo convence, nada lo conforma, y entonces me pregunto si vale la pena exprimir

Laura Etcheverry

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con tanto vigor las propias fuerzas, hasta deshidratarme de ideas y hacer tambalear en baldosas flojas, bajo la lluvia resbaladiza del desánimo, la poca autoestima literaria que supe conseguir cuando era una inconsciente autora de «poemas» adolescentes o algún profesor de la Facultad o de talleres literarios me convenció de que tenía «estilo propio».

Uno quisiera escribir «la canción más hermosa del mundo» y ese deseo nos debilita hasta consumirnos, necesitando desesperadamente un suero de vitalidad y energía que se traduce en abandonar la silla y prepararnos un café, salir a caminar, hacer un llamado, todas excusas para abandonar el barco y dejar de surfear con las palabras por unos piadosos minutos.

Cuando escribo una carta para una amiga o comparto códigos con un receptor individualizado y concreto, las palabras me surgen naturalmente, se sientan con gusto sobre el renglón, no dudan, no tiemblan, fluyen como una

corriente de catarsis que hace bien al alma y su relectura deleita y cobija.

Pero cuando intento escribir «de verdad», el duelo conmigo misma es devastador. Las palabras que esperaba huyen y aparecen otras, tan insistentes como insulsas, que no entienden la amargura del delete y bullen como hormigas voladoras, llevándome al país helado de las tachaduras y la resignación… «Después de Borges los adjetivos se han vuelto inmanejables». Y sí.

Entonces recuerdo entrevistas en las que los escritores de verdad hablan de horas y horas de disciplina y trabajo, insisten en que la inspiración es un mínimo porcentaje del asunto, que el quid de la cuestión está en transpirar, en insistir, en tallar la piedra de la hoja en blanco hasta que aparezca la escultura y recién ahí emprolijar sus bordes, acentuar sus gestos, limar las sutilezas y concentrarnos en las filigranas…

Y sé que lo seguiré intentando, porque uno quiere camuflarse en personajes para esquivar la fugacidad de los instantes, plasmar por escrito lo vivido para que no se escape, para eternizarlo, para darle valor. Y agradece desde el último tendón cansado del alma a los que también han

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28 EL MUNDO DE SOPHIA

confesado ese oscuro caos que los atrapa, para tratar de encontrar una linterna y compartirla. Y agradece novelas como la del peruano Jeremías Gamboa, que acaban por «Contarlo todo»:

«Y de pronto todo resultó natural. La canción hablaba de una suerte de epifanía, de la llegada de la luz y del inicio de un proceso que sólo podía ser creativo, pero además había algo en la ejecución de la pieza, en la forma en que estaba interpretada, que Gabriel entendió como la posibilidad remota de su propia voz. Y entonces fue que supo de una vez por todas que su voz y la de Reed estaban en medio de una fiesta que podría llamarse el centro de la libertad, un espacio privilegiado en que todo era sencillo, esa era la palabra, sencillo y realizable. Gabriel fue consciente de la manera en que las guitarras dejaban escapar notas y desafinaban, del modo en que Reed disparaba su voz sin ningún tipo de dique de contención o sin ningún tipo de preocupación por las propias consecuencias de su voz. (…) No tengo palabras para explicarlo, como el mismo

Reed no tendría, pero en ese momento sentí yo, Gabriel, sentí que todo eso era como un rayo de comprensión que descendía directamente sobre mi cabeza y me decía que esa voz en verdad no era de él sino mía, y que había estado oculta dentro de mi cuerpo, agazapada. Supe con total seguridad que si había una maldita manera de escribir para mí en este mundo entero solo podría ser de la maldita manera en la que Reed cantaba esa maldita canción». m

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EL MUNDO DE SOPHIA 29

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30 EL MUNDO DE SOPHIA

Retrato de Albert Einstein

Cuentan que, hace ya muchos años, un alumno especialmente inquisitivo le preguntó a su maestro qué

era en realidad la fuerza de la gravedad. Se había devanado la mente para entenderlo pero, por mucho que lo intentaba, él no veía ningún hilo microscópico que estirara de las cosas en dirección al centro de la Tierra y nunca había oído hablar de ninguna cuerda extraña y misteriosa que mantuviera unidos los planetas al Sol. Incluso esa idea, le parecía ridícula...

El maestro era Isaac Newton, el sabio que en aquel convulso siglo XVII había deducido matemáticamente y de forma incuestionable de qué manera actuaba aquella fuerza en todos los cuerpos del universo conocido. Newton lo miró de

soslayo, casi como si le perdonara la vida pero, en cierta manera azorado ante la única pregunta que era incapaz de responder a su alumno. Entonces sir Isaac le decía que no había que preocuparse demasiado por aquello y que, en cierto modo, la gravedad era la manifestación del poder y la gracia de Dios Padre en nuestro universo.

Dos siglos más tarde, allá por los comienzos del más convulso todavía siglo XX, un señor llamado Albert Einstein dio un espaldarazo fuera de lo común a la idea de Newton. Y lo hizo de una manera con la que es difícil no rendirse ante la evidencia del genio. Después de haber dejado boquiabierto a medio mundo con la confirmación de la existencia de los átomos a partir del movimiento browniano o deleitar a propios y extraños con las travesuras de un espacio tiempo que se alargaba y contraía según el punto de vista de observadores distintos que, además, podían ver sucesos simultáneos en diferentes momentos; mientras el tiempo dejaba de ser una medida absoluta del transcurrir de las cosas; solo después de todo esto, Einstein se puso a imaginar...

Imaginó que el espacio por donde todos nos movemos es una especie de suntuoso manto invisible y flexible que cualquiera podía deformar con su sola presencia:

Xavi VillanuevaAstrónomo y divulgador científico

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EL MUNDO DE SOPHIA 31

La deformación del espacio a cau-sa de la presencia

de una estrella

Arthus Stanley Eddington

Newton

nosotros mismos, la Tierra y los planetas a lo largo de sus órbitas, el Sol en su posición en el centro del Sistema Solar o los agujeros negros en el núcleo de las grandes galaxias espirales en los rincones más alejados del cosmos. Contaba, por ejemplo, que el espacio donde se halla el Sistema Solar es una suerte de sábana negra y sin límites que al tener en su centro un cuerpo con tanta masa como el Sol, se deforma, transformándose en un pozo dentro del cual tienen tendencia a caer los planetas. Este deseo de caer, esta tendencia a dejarse llevar por la forma del espacio, decía Einstein, esto es la gravedad. Ello explicaba a su vez que los planetas más cercanos a la estrella giraran a mayor velocidad que los que se hallaban más lejos, ya que su giro debía compensar la mayor inclinación del espacio en las cercanías del Sol.

Asimismo, los planetas forman pozos, tanto más profundos conforme más masivos son. Por esa misma razón, todos nosotros y nuestros objetos cotidianos caemos hacia el centro de la Tierra y solo el suelo bajo nuestros pies evita un viaje tan extraño y terrible.

Así pues, viajar a través del espacio sería como hacer un recorrido donde nos encontraríamos baches y agujeros gravitatorios, en el fondo de los cuales estarían los astros celestes: el Sol, los planetas y, más allá, las estrellas, los agujeros negros y las galaxias...

Desde el futuro, el maestro Einstein le hablaba al alumno con una voz que transmitía la paz de sentirse iluminado por la profunda belleza del universo, escondida incluso en los recovecos más inusitados del paisaje nocturno.

Le decía: «...la materia le cuenta al espacio cómo se ha de deformar y el espacio le dice a la materia cómo se ha de mover...». Esas eran las razones y consecuencias de la gravedad que tan acertadamente había

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32 EL MUNDO DE SOPHIA

dilucidado su maestro Newton...

Por la misma razón, la luz de las estrellas seguiría los caminos dictados por la deformación del espacio, doblándose, caracoleándose y proyectando sombras de la realidad que no estaban allí donde se veían. Nuestros ojos estaban siendo engañados por una ilusión que se dibujaba en un escenario infinito...

Al poco tiempo de publicarse la teoría que encerraba estas y otras ideas sorprendentes sobre el universo, Eddington y otros osados científicos se fueron de viaje por el mundo y, aprovechando la oscuridad de un eclipse de sol, confirmaron aquella maravillosa locura conceptual que sería uno de los pilares que iban a poner fin a la intuición..., incertidumbres que no permitían la predicción, partículas virtuales que nacían y dejaban de existir en un parpadeo, juegos de azar cósmico que desafiaban todas las

reglas y virutas de fantasmas encajadas en dimensiones tan pequeñas como una mota de nada...

La ciencia tan bien calibrada por el maestro Isaac, se paseaba ahora entre los pilares de un imperio de fantasmas.

El alumno del profesor Newton se hubiera quedado atónito ante estas ideas tan sobrecogedoras, se hallaría asombrado y perplejo ante la fuerza de su sencillez y elegancia pero a la vez tan alejadas de la intuición y la verdad que parecía emanar de sus pobres sentidos. Tal vez habría respirado profundamente, hubiera mirado hacia el futuro, encerrado en los ojos azules del maestro Albert y, no sin cierta emoción y reverencia, le hubiera dado las gracias por haber descargado de tanta responsabilidad a su dios omnipotente.

Entonces se dio cuenta de que quedaba mucho por hacer... m

Representación artística de un pozo gravitatorio causado por la presencia de una galaxia espiral

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EL MUNDO DE SOPHIA 33

Cuentos de la Magnolia

En un país remoto, hace ya muchos años, un hombre muy ansioso, cansado de buscar la verdad por distintos medios decidió pedir la guía de un maestro que había alcanzado la iluminación.

Solicitó seguirlo a todos lados para observarlo y poder adquirir de su conducta el poder del conocimiento.

El maestro, le dijo que difícilmente le bastaría observar y que sería muy raro que pudiera contar con la suficiente paciencia para no hacer ninguna pregunta ni emitir ningún juicio previo sobre lo que tuviera oportunidad de ver, sin embargo accedió a su pedido después que el hombre prometió mantenerse en silencio sin cuestionar ni criticar nada.

El maestro y su discípulo partieron en una barca para atravesar un caudaloso río y poder continuar el viaje en la otra orilla.

Una vez cruzado el río y antes de abandonar el barco, el sabio hizo una perforación en el piso hasta lograr hundirlo.

Al ver esto, su acompañante, no pudo evitar señalarle a su maestro, que había destruido sin ninguna razón la embarcación que tan gentilmente le habían ofrecido.

Éste le contestó que sabía que no podría contenerse para juzgar su conducta a la luz de sus propios prejuicios sin conocer los motivos ni los propósitos que él tenía, de modo que su alumno se disculpó y volvió a prometerle que en adelante cerraría la boca.

Finalmente llegaron a un palacio, donde el rey los colmó de honores y donde fueron invitados a participar de una cacería para acompañar al hijo del poderoso monarca.

En un momento en que el sabio se encontró a solas con el príncipe, se abalanzó contra él y le rompió un tobillo; huyendo posteriormente con su discípulo hacia la frontera para ponerse ambos a salvo.

Su alumno no pudo contenerse y reprochó al sabio su conducta hacia quienes lo habían colmado de atenciones.

Éste, sin perturbarse, le dijo que estaba llevando a cabo su trabajo y que él en cambio, sin saber nada, se empeñaba en seguir juzgándolo sin aprovechar la experiencia para aprender.

Volvió a pedir perdón el discípulo y ambos continuaron viaje.

Al poco tiempo llegaron a una ciudad en la que no consiguieron que nadie los ayudara ni les diera ni siquiera un trozo de pan, y donde la muchedumbre le lanzó los perros para que se fueran.

Una vez que se encontraron a salvo del inesperado ataque y habiendo llegado a las afueras de la ciudad, vieron a la vera del camino una pared derruida; entonces, sorpresivamente, el maestro le pidió a su acompañante que lo ayudara a repararla.

Una vez completamente restaurada, el alumno no pudo contenerse y comenzó con su repertorio de juicios, extrañado como siempre de la conducta del sabio que se empeñaba en devolver bien por mal y mal por bien.

Viendo que su discípulo era incapaz de no proferir juicios y de no hacer preguntas, el maestro decidió despedirlo, pero antes intentó explicarle su conducta.

El barco que había hundido no pudo ser utilizado por el tirano de esa comarca para invadir el territorio de sus vecinos, como era su intención; el joven a quien le torció el tobillo no era el hijo del rey sino un usurpador que había tomado su lugar con la intención de apoderarse del reino; y el muro restaurado ocultaba un tesoro que les legó el padre a dos huérfanos que vivían en esa inhóspita ciudad de donde fueron expulsados, quienes ahora tendrían la oportunidad de tomar el poder, reformar la ciudad y expulsar al perverso rey.

El joven principiante, comprendió la lección y se retiró avergonzado, dándose cuenta que aún no estaba preparado para estar dispuesto a elevarse, y estar en condiciones de conocer la verdad. m

La Cueva

Cuentos del Sufismo, Guido Tavani

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A lo largo de la historia, los sabios han ido transmitiendo, de generación en generación, todo un legado de

conocimiento y experiencia que ha quedado inmortalizado a través de los textos sapienciales.

Uno de estos tesoros es un libro muy antiguo que ha servido y sigue sirviendo de inspiración para todos aquellos que se acercan a él en busca de consejo y palabras de sabiduría. Se trata del I Ching, un libro escrito en China en una

época mítica indeterminada y que algunos ubican

alrededor del 2800 a.C. Sin embargo, lo

más importante de él no es su origen, sino la impresionante repercusión que ha tenido desde entonces.

F i l ó s o f o s de la talla

de Lao Tsé y Confucio han basado su pensamiento en él y diferentes personajes lo han ido ampliando de manera que lo han convertido en un libro peculiar. Un libro vivo que ha ido creciendo en la medida que todas estas aportaciones han permitido desentrañar su significado velado en gran parte debido a su lenguaje críptico y repleto de metáforas.

Otra cualidad que le distingue de otros textos de su naturaleza es su doble función. Por un lado, como libro oracular y, por otro, como libro de sabiduría propiamente dicho, que nutre a todo aquel que lo consulta sin más finalidad que aportar enseñanzas acerca del pensamiento oriental chino.

En Occidente tuvimos acceso a él gracias a un sinólogo, Richard Wilhelm, personaje religioso de finales del siglo XIX y principios del XX, de visión amplia y clara, que viajó a China y estableció contacto con la sabiduría oriental a través de su relación con un maestro llamado Lau Nai Süan. Los

Catalina SimonetLicenciada en Pedagogía y Profesora del CES

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EL MUNDO DE SOPHIA 35

Antiguo manuscri-to que contiene

uina versión del I Ching

dos emprendieron, no sin grandes vicisitudes, la traducción del I Ching a Occidente para, de este modo, crear un puente entre la civilización occidental y la oriental compartiendo sus tesoros.

La primera edición cuenta con un prólogo de C.G.Jung en la que según el psicólogo: «... el libro insiste en la necesidad de conocimiento de sí mismo. No está destinado a la gente inmadura y de mente frívola; tampoco es adecuado para intelectuales y racionalistas. Sólo es apropiado para gentes pensantes y reflexivas a quienes les place meditar sobre lo que hacen y lo que les ocurre...»

Y es que el libro es una invitación a indagar sobre nuestro propio carácter, actitud y motivaciones que nos impelen a las decisiones que tomamos para no dejarnos llevar por los acontecimientos sin rumbo. Es una exhortación a hacernos responsables de nuestras decisiones. Eso sí, teniendo la visión profunda de todas las circunstancias que están ligadas entre sí y afectan directa o indirectamente cada movimiento en el tablero de la vida.

Origen del librO

Cuentan que el mítico emperador Fu Shi contempló la creación del Universo, siendo testigo de la separación del Cielo y la Tierra. Como premio, los dioses le regalaron el «Ba gua»: los ocho trigramas que representan las ocho principales tendencias de la naturaleza en toda acción.

En el I Ching el acento se pone en la eterna transición entre estos ocho signos y su relación entre ellos. La mira está puesta, no en el ser de las cosas, sino en su constante tendencia al cambio.

Aquí se refleja la columna vertebral del pensamiento chino: la ley del cambio y la ley de la correspondencia.

Todo en la Naturaleza está en constante cambio, todo fluye de la relación entre los elementos vivos que coexisten. Nada permanece intacto y sin variaciones para siempre. Pero este cambio no es caótico sino que se rige por unos patrones que

tienen causa y efecto y que, a su vez, están sujetos a multitud de variables y ritmos diferentes.

Esta sincronicidad existente en el universo provoca una red de relaciones invisibles que conectan todas las cosas de una misma especie y que se ven

I ching de Richard Wilhelm

Richard Wilhelm

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36 EL MUNDO DE SOPHIA

afectadas cuando una de ellas cambia. Por ejemplo: si dos troncos, uno mojado y otro seco, se colocan en el fuego, éste evita el primero y enciende el segundo. Y es que todo en la naturaleza rechaza lo que es diferente y se atrae por lo que es similar. En el sonido ocurre lo mismo: una determinada nota provoca la activación de ese sonido en objetos cercanos que están en la misma vibración.

Es por ello que el pensamiento chino se basa en el «Li», el orden al afirmar que la identidad de una cosa depende de su posición y de su naturaleza.

Los ocho trigramas, m e t a f ó r i c a m e n t e hablando, están representados como el padre, la madre y los seis hijos. El padre representa lo creativo, la madre lo receptivo. Los tres hijos simbolizan el elemento movilizador en sus diversos estadios: el comienzo de algo, el fragor del movimiento y la consumación del movimiento. Las tres hijas representan el elemento de entrega y de abnegación hacia los cambios: primero una suave penetración a la acción, segundo la claridad y adaptación a la situación y,

por último, la serena calma que surge de la total aceptación de la acción en cuestión.

En nuestro devenir podríamos establecer en todo momento estas ocho situaciones que nos posicionan en un determinado trigrama que de forma inexorable tiene tendencia a otro. El saber en cada período de nuestra vida

en qué momento estamos nos permite sintonizarnos con

la naturaleza y con las circunstancias para que, aplicando nuestras virtudes y nuestra sabiduría, podamos sacar siempre el mayor provecho de cada etapa y

así superarla con experiencia y plenitud.

La no aceptación de esta realidad cambiante nos puede

sumergir en la lucha contra lo inevitable y en la no aceptación de muchas cosas que nos ocurren y que hemos sido incapaces de prever simplemente por carecer de esta visión global y madura de la vida.

Estos ocho trigramas se combinaron entre sí y el resultado fueron los 64 hexagramas que amplían con más precisión las diferentes situaciones

Carl G. Jung

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EL MUNDO DE SOPHIA 37

típicas en las que puede verse el ser humano.

La genialidad del libro es que, al revelar los signos las diferentes situaciones vitales en sus gérmenes, si estos se reconocen en el inicio de la acción se puede actuar de manera que la acción esté coronada por el éxito. Las explicaciones de las imágenes dictaminan de qué maneras se puede enfrentar la situación y qué consecuencias traerá cada una de ellas.

Ventura o desventura. Sería como escuchar un viejo amigo sabio que te expone la situación y te muestra a donde conducen cada una de las diferentes reacciones que podamos adoptar.

Y aquí es donde pasa de ser un libro oracular a ser un libro de sabiduría, pues el lector se implica y tiene la posibilidad de elegir de entre todas las opciones según su implicación moral y su necesidad de actuar según el Tao.

Acercarse al I Ching con curiosidad y respeto puede desvelarnos mucho acerca del comportamiento de la naturaleza y nuestra interacción con ella, propiciando

una participación activa en este misterio llamado vida.

extractO de c.g. Jung:

«El I Ching no se ofrece acompañado de pruebas y resultados, no alardea ni es fácil de abordar. Como si fuera una parte de la naturaleza espera hasta que se lo descubra. No ofrece hechos ni poder, pero para los amantes del autoconocimiento, de la sabiduría, si los hay, parece ser el libro indicado. Para alguno su espíritu aparecerá tan claro como el día. Para otro, umbrío como el crepúsculo; para un tercero, oscuro como la noche. Aquel a quién no le agrade, no tiene porque usarlo, y aquél que se oponga a él no está obligado a hallarlo verdadero. Dejémosle salir al mundo para beneficio de quienes sean capaces de discernir su significado». 1949. m

Los ocho trigra-mas del I Ching y

su significado

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38 EL MUNDO DE SOPHIA

Querido Jorge:

¿Cómo no intentarlo, si va nuestra vida en ello?... Sí, la búsqueda de la felicidad. El primer derecho del hombre y el fin último de nuestra vida; aquella que considero que es la motivación esencial para vivir, el propósito fundamental de nuestra existencia, el asunto que mejor y en mayor medida nos hermana a todos los seres humanos, pues todos sin excepción anhelamos un poco más de bienestar, de paz, de prosperidad, de tranquilidad de espíritu…, de dicha. Todos, tanto si estamos inundados de la luz del día próspero, como si en la soledad de nuestra noche sin estrellas nos hallamos, necesitamos encontrar claves que nos

ayuden a ser un poco más felices.

Muchos y muy grandes pensadores

nos han hablado de la felicidad, y también

múltiples han sido

las herramientas que nos han aportado para conseguirlo. Enseñanzas prácticas y útiles avaladas por la propia experiencia y confirmadas por una vida feliz. Tal vez os preguntéis, ¿por qué yo también hablo o escribo sobre ello? Pues sencillamente os diré que porque me considero una mujer feliz y aquellos que me conocen saben que esta felicidad es una realidad vital que pueden palpar ellos mismos cuando están conmigo, y porque me pidieron que compartiera aquellos hallazgos que a lo largo de mi vida tuve en tan hermosa y satisfactoria búsqueda. Por supuesto, no puedo salvo aportar mi propio aprendizaje, que más allá de que sea mucho o poco, sí puedo decir que lo he hecho mío.

Me encantaría poder decir que la felicidad es tal o cual cosa, pero no es tan sencillo. Más bien pienso que es un conjunto de elementos armónicamente sincronizados, cuya característica común es que todos ellos dependen de uno mismo y no de factores o circunstancias externas. Y por aquí tal vez

«¡Es imposible!», dijo el orgullo. «¡Es arriesgado!», dijo la experiencia. «¡No tiene sentido!», dijo la razón. «¡INTÉNTALO!», susurró el corazón.

Herminia GisbertEgiptóloga y Vicepresidenta de la Fundación Sophia

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EL MUNDO DE SOPHIA 39

es por donde debiéramos empezar, pues muchas veces buscamos ese bienestar que nos falta fuera de nosotros mismos, con la ilusión de que si lo tuviéramos todo en la vida seriamos felices. Sintetizándolo en una frase hecha diríamos: «si tuviera salud, dinero y amor sería feliz». Sin embargo en esta misma afirmación está gran parte del sufrimiento, pues realmente ¡cuán difícil es tenerlo todo!, y más difícil todavía: cuán difícil es tenerlo todo…, para toda la vida… Sin olvidarnos las veces que hemos podido observar personas que aparentemente cubren estas tres expectativas y, sin embargo, están lejos de haber alcanzado la felicidad.

Es cierto que tal vez, en algún momento de nuestro recorrido por el sendero de la vida, hemos podido disfrutar de estos tres grandes bienes, pero, ¿cuánto tiempo han permanecido estables? ¿No es cierto que en esos fugaces instantes de felicidad en donde al alcanzarlos sientes un nudo que te atenaza el alma, porque en el fondo de tu corazón anida el temor a perderlos? Y eso, ¿no es también dolor?

Por otra parte, ya no solo intervienen en la felicidad factores propios, sino también ajenos, de aquellas personas con las que estás unido. ¿Cuántas veces las dificultades propias pesan menos que las de aquellos a quienes más amas?, amigos, hijos, padres, pareja… Y es que el Amor es así, va hilvanando con sus luminosas hebras, corazón con corazón, creando el más hermoso de los tapices, pero también el más vulnerable, pues la felicidad de las personas que amas tampoco depende de ti.

Lo mismo ocurre cuando nos van mal las cosas y pretendemos arreglar nuestras dificultades actuando desde el exterior, es decir, tratando de modificar o controlar las circunstancias, sin darnos cuenta que nuestro dominio del mundo externo es limitado por lo sujeto que está al tiempo perecedero y a los pormenores cambiantes.

Lo cierto es que la seguridad económica, la salud, la profesión, la educación, la estabilidad emocional…, o algunas otras cosas similares pueden condicionar

favorablemente a la hora de alcanzar estados de bienestar y felicidad, pero pienso que esto solo no es suficiente. Se necesita algo más, algo que no dependa de la fortuna o de factores externos, algo que se encuentre al alcance de todos y que nos faculte para relacionarnos satisfactoriamente con nosotros mismos, con los que nos rodean y con la vida misma. Y pienso que esa herramienta no es otra que la mente. Es nuestro mejor instrumento de trabajo a la hora de construirnos la vida que queremos vivir, puesto que, como nos confirman los nuevos avances en neurociencias, la mente es el gran procesador de todas las circunstancias en las que nos vemos inmersos.

Sí, es la mente la que filtra todas las sensaciones provenientes de nuestros sentidos interpretando la realidad, una realidad que estará condicionada en gran medida por las características de la mente que procesa. Esto ya lo conocían los antiguos sabios cuando nos decían que en la mente están todas las claves, que pensando o actuando con una mente positiva, educada y equilibrada la felicidad nos seguiría como su inseparable compañera, y viceversa. Con una mente negativa, enjuiciadora, poco o mal educada y sujeta a prejuicios y condicionantes, lo único que podemos esperar es desgracia e infortunio. Por eso, no es menos cierto que la felicidad dependerá en gran medida de cómo interpretemos esa

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realidad y de la postura mental que adoptemos, incluso ante las peores adversidades de la vida.

Allan Wallace, un maestro occidental de budismo tibetano, pone un ejemplo que considero muy gráfico. Él nos propone imaginar a un hombre que va por la calle cargado de bolsas de la compra cuando, de repente, le sale alguien al paso tropezando con él y haciendo que todas sus bolsas se desparramen por el suelo con el consiguiente desastre: huevos rotos, zumo de tomate esparcido por el suelo, vidrios y líquidos derramados, etc. Inmediatamente la mente procesa tal accidente encontrándose presta para reaccionar con un insulto hacia la persona causante del suceso: «¿Estás imbécil, que no ves por dónde vas?», o,«¿Acaso estas ciego?».Y en ese momento observa que, efectivamente, la persona que acaba de chocar con él es una persona ciega que se encuentra también en el suelo en medio de líquidos, vidrios y comida desperdigada. Rápidamente la mente realiza una nueva interpretación del hecho, mucho más empática y bondadosa, reaccionando esta vez de un modo completamente diferente: «¿Se ha hecho daño?, lo siento mucho,

¿puedo ayudarle?». Así, vemos cómo en unas fracciones de segundo, esa mente puede variar su interpretación generando diferentes respuestas en relación a «su» interpretación de los hechos.

Tal vez por eso, el segundo y no menos importante requisito para hallar la felicidad es el de conocer y educar nuestra propia mente pues, ¿no es ella la que traduce en felicidad o sufrimiento las sensaciones que le vienen a través de los sentidos?, ¿no son sus hábitos y mecanismos inconscientes las que la llevan a reaccionar instintivamente, en lugar de responder con libertad y buen

discernimiento?, ¿no son sus tendencias tóxicas o saludables las que la pueden llevan a interpretar la vida con una sombra de infelicidad o con un rayo luminoso de esperanza? Lo cierto es que, diariamente, nos e n c o n t r a m o s con personas que viven en un paraíso exterior repleto de lujos y comodidades

y que, sin embargo, mantienen continuas pesadillas internas; mientras que otros están rodeados de condiciones realmente adversas y, sin embargo, conservan un corazón sereno , ecuánime y pacífico en medio de las tempestades de la vida. Cuánta razón tenía el Buda cuando dijo que con nuestros pensamientos hacemos el mundo…

El Dalai Lama lo explica así: «Cuando se carece de serenidad mental no importan las posesiones o condiciones externas, ya que estas nunca proporcionarán a la persona la sensación de alegría y felicidad que busca. Por otro lado, si se posee serenidad mental y estabilidad interior, es posible tener una vida gozosa, aunque falten las posesiones materiales que uno consideraría normalmente necesarias para alcanzar la felicidad.»

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Por eso, deberíamos indagar en nuestra alma con la «mirada del principiante», es decir, con curiosidad e intención, acerca de cuáles son las cualidades de la verdadera felicidad y cuáles son aquellas que la dañan; qué estados mentales y emocionales saludables nos conducen a la felicidad y cuáles son los pensamientos y emociones tóxicas que la destruyen. Obviamente, una vez observado, nuestra inteligencia espiritual consistirá en cultivar las unas para que, por la ley de la inhibición en la balanza, se disuelvan las otras.

Amor, compasión, perdón, ecuanimidad, alegría empática, serenidad de espíritu, apreciación de la belleza, contemplación de la naturaleza, cultivo de la sabiduría, humildad y gratitud; considero que son los pilares esenciales de la verdadera felicidad. Realizar un acto generoso sin que nadie lo sepa, desprenderse de algo que te gusta y hacer feliz a alguien, olvidarte de ti mismo para acordarte de los demás, ayudar a alguien que lo necesita sin esperar aprobación ni reconocimiento, entender los porqués de la existencia, contemplar con arrobamiento una noche cuajada de estrellas, elevar cada mañana una plegaria de gratitud a la vida, robarle con tus actos una sonrisa a los dioses… ¿Te has dado cuenta de qué buen sabor nos deja en el alma el hacer las cosas bien por el bien en sí

mismo?, ¿te has fijado en cómo duermes esa noche y en cómo te levantas por la mañana?, ¿has observado cuáles son los efectos que provocas en las personas que te rodean? Cuando consigues por algún momento rozar uno de esos estados benéficos del alma, sinceramente, ¿cuánto pagarías por quedarte así para siempre?

Sin embargo, y por el contrario, ¿has observado como la ira, la envidia, los celos, la crítica, el reproche, la obsesión, el deseo compulsivo, el apego a lo que tú quieres o deseas, el control sobre los sucesos, la fragilidad de los instantes buenos, el no poder mantener los estados que anhelas, etc., aunque tan solo sea en sus grados más ínfimos, te dejan un amargo sabor en el alma que se traduce cuanto menos en inquietud, impaciencia, resquemor, opresión en el pecho, remordimiento, sentimiento de culpa, insatisfacción…, en una palabra: infelicidad? Y así, constantemente, nos podemos ver atrapados por una pasión, capturados por un estado dañino, raptados por uno de esos enemigos internos que, agazapados en un rincón de nuestra alma, acechan constantemente para arrancarnos la paz y que, como un ladrón, nos roban el alma dejándonos en un estado lastimoso que perjudica también la felicidad de quienes nos rodean. Lo cierto es que, cuanto más nos penetran esos estados dañinos en

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el alma, más mezquinos, atormentados e infelices nos sentimos.

¿Es eso lo que queremos?..., tú eliges.

Y siguiendo con nuestras reflexiones, también pienso que para conquistar el preciado tesoro de la felicidad sin confundirnos y sin errar en nuestra elección de vida, es importante distinguir entre el placer y la felicidad, al igual que es necesario diferenciar entre el dolor y el sufrimiento, pues no son lo mismo.

El placer es un estado fugaz del alma asociado a una emoción efímera y vulnerable puesto que depende de las circunstancias externas y por lo tanto está esclavizado a ellas. Un rayo de sol acariciando tu rostro es muy placentero, pero conforme va pasando el tiempo empiezas a sentir como te empieza a quemar la piel y el placer se convierte al instante en dolor. Podríamos decir que el placer se consume a sí mismo en el momento que experimenta su propia autosatisfacción, dejándote un vacío en el alma.

Mientras que la felicidad considero que es un estado global de plenitud, de conexión profunda con uno mismo, de unidad de intenciones, pensamientos, deseos y actos, de armonía entre el tú y el Todo. O dicho de otra manera, es un estado de fusión entre el espíritu, la mente, el corazón y el cuerpo. Desde mi punto de vista, la vivencia continuada y estable de esta unificación genera un estado de serenidad luminosa en el que están contenidos todos los demás estados, abrazándolos como solo una madre

sabe abrazar a sus hijos: dicha combinada con momentos de dolor, alegrías y risas que compensan tristezas y llantos, tiempos de bonanza alternados con tiempos de tempestad, sombras que ponen de relieve nuestras luces generando el más hermoso de los paisajes interiores, expansión y contracción de la vida misma en un ir y venir constante… y todo ello enmarcado en la maravillosa estampa de la aceptación consciente, la confianza y la gratitud…

Mientras que la infelicidad se produce cuando hay una desconexión con nosotros mismos, cuando hay lucha, desasosiego, intranquilidad, frustración, remordimiento, temor…. Cuando los distintos yoes que actúan en nuestro interior entran en desacuerdo, peleados, rivalizando o compitiendo…

Una vez más la decisión está en tus manos: tú eliges…

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Y por la otra parte, si enfocamos hacia el dolor, veremos también que es consustancial a la vida, pues como ya decía el Buda, «es vehículo de la conciencia». Es la herramienta que la vida ha puesto a nuestra disposición para avisarnos que algo está funcionando mal, ya sea a nivel físico como psicológico o mental, para que de esa manera podamos poner remedio y solucionar el problema. Sin embargo, el sufrimiento es dolor añadido, pues al hecho desagradable en sí, se añade la mente que enjuicia, que compara, que rechaza, que teme o que desea que las cosas hubieran sido de otro modo. Mientras que el dolor puede llegar a convertirse en un gran Maestro de vida, el sufrimiento genera multitud de estados tóxicos, que envenenan y matan el alma.

Una vez más la decisión de abrazar o no la felicidad esta en tus manos:

tú eliges.Por eso considero que una vida feliz

es fruto de una libre y acertada elección de vida, de años de entrenamiento en el desarrollo y cultivo de la mente, y de vivir cada paso del camino con total plenitud, aceptación y confianza, haciendo prevalecer el Ser por encima del tener, del estar, del hacer o del parecer.

Y aunque mucho podríamos seguir reflexionando juntos, para finalizar, tan solo deciros que estoy convencida de que la felicidad es posible, puesto que siento que es consustancial al alma humana. Es su propia naturaleza.

Yo la siento latir en todas las células de mi ser cuando naturalmente coinciden mis anhelos profundos con mi mente que interpreta, mi corazón que siente, mis palabras que expresan y mi cuerpo que ejecuta. Cuando sin darme cuenta, me encuentro haciendo aquello que considero que es mi leitmotiv. Cuando siento que paso a paso mi vida va encaminándose hacia su «legítimo propósito» o, como diría Viktor Frakl, «hacia el sentido de mi existencia» mientras cultivo en paz y armonía conmigo misma, con los demás y con la Vida, aquello que más amo: la Sabiduría del Corazón.

Dicen que no vemos las cosas tal como son, sino tal y como somos…

Dicen que aquello en lo que se cree firmemente, aunque no exista, se crea…

Dicen que nuestros actos de hoy han sido forjados en el corazón del tiempo y que nuestro mañana será lo que hoy queramos que sea…

Dicen que en el ejercicio de la sabiduría el hombre alcanza el mayor grado de felicidad y llega a rozar lo divino…

Dicen que el agradecimiento es la memoria del corazón…

Dicen que la gratitud da la felicidad y que la felicidad es gratitud.

Y yo os digo: INFINITAS GRACIAS…. Si me preguntáis ¿eres feliz? Os diré que sí… Si me preguntáis ¿siempre? Os tengo que decir …, todavía no…, pero estoy en ello. m

El Maestro Dolor:Todo lo que te cuesta o te molesta te enseña paciencia.

Todo el que te abandona te enseña a mantenerte en pie solo.

Todo lo que te enfada te enseña compasión y perdón.

Todo lo que tiene poder sobre ti, te enseña cómo recuperar tu poder.

Todo lo que odias, te enseña a ejercitarte en el amor incondicional y la compasión.

Todo lo que temes, te enseña coraje para sobrepasar tus miedos.

Todo lo que no puedes controlar te enseña a soltar y dejar ir.

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