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EL MUNDO DE SOPHIA

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Revista de difusión cultural de la Fundación Sophia

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El mundo de Sophia

12 LIBROS, PELÍCULAS...

8 PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA

Hipatia de AlejandríaFue matemática, astrónoma y filósofa. Destacó como una de las figuras relevantes durante el ocaso del Mundo Antiguo.

11 PARA REFLEXIONAR...

La tecnología,un arma de doble filo

17 LO QUE ALGUNOS DIJERON SOBRE...

18 HISTORIA

Los trovadores,poetas del eterno femeninoEn la convulsionada Edad Media surgieron estos artistas que, con sus cantos, ensalza-ron las cualidades más nobles de la dama.

14 PSICOLOGÍA

¿Qué es el desarrollo interior?

22 ARQUEOLOGÍA

Alejandría, la bella durmientedel MediterráneoLa arqueología submarina rescata de las aguas un antiguo tesoro: la ciudad de Ale-jandría, símbolo del conocimiento.

3644

Contenidos

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26 EGIPTOLOGÍAEl libro egipcio de los muertos

30 PSICOLOGÍA

El buen humor,una visión positiva de la vida

38 ARTE

La escultura griega

43 POESÍA

Enrique González

32 ACTUALIDAD

La influencia de las radiacionessobre nuestra salud

36 ENTREVISTA

José Lull, egiptólogo

44 CARTAS A UN JOVEN IDEALISTA

Lo sagrado y lo profano

El mundo de Sophia

FundaciónSOPHIA

· Difusión del pensamiento y el arte de las culturas tradicionales.

· Mecenazgo de artistas.· Promoción del voluntariado.

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Desde el siglo XIX ha im-perado en la sociedad occidental una interpre-

tación lineal de la historia, que nos dice que partiendo de una etapa primitiva, arcaica e infantil, propia de la prehistoria, el hom-bre ha ido evolucionando de forma progresiva e inexorable hacia el pleno desarrollo de la civilización, la ciencia y el progre-so. Esta concepción, basada en la teoría histórica lineal de Augusto Compte, establece tres etapas o estados de la evolución humana que podemos resumir como: 1º. El estado teológico o etapa má-gico-religiosa. 2º. El estado meta-físico o etapa filosófico-racional y 3º. El estado positivo o etapa científico-empírica. A la primera etapa corresponden las culturas arcaicas de discurso mítico y las civilizaciones teocráticas, tanto politeístas como monoteístas. El segundo estado se relaciona principalmente con la civilización griega y el desarrollo de la filo-sofía especulativa. Finalmente, la tercera etapa, considerada como el único estado real y definitivo del progreso humano, corres-ponde a la civilización occidental a partir de la revolución científica e industrial. Esta última fase trae consigo el desarrollo de la cultu-ra materialista a través del positi-vismo, el empirismo, el racionalis-

mo, el mecanicismo y toda la rica familia de «ismos». Según esta teoría todas las manifestaciones y formas religiosas de expresión –la hierofanía, la teofanía, el sím-bolo, el mito, el rito, la iniciación etc.– pertenecen a la etapa primi-tiva de la humanidad y, por tanto, el sentimiento de «lo sagrado» es propio de la ingenua menta-lidad «infantil» que caracteriza la cosmovisión mágico-religiosa del hombre arcaico, la cual, según esto, ha sido ya ampliamente su-perada por la ciencia empírica y el progreso tecnológico de nues-tra sociedad actual.

Sin embargo, a lo largo del siglo XX toda una serie de antropólo-gos, psicólogos e historiadores de las religiones como Rudolf Otto, Georges Dumezil, C. G. Jung o Mircea Eliade, han enfocado el estudio de los mitos, los símbo-los y las concepciones religiosas que caracterizan el pensamiento mito-poético de las sociedades tradicionales y las culturas prein-dustriales, desde un punto de vis-ta mucho más abierto, ecléctico y respetuoso que sus homólogos

El Valor de«lo Sagrado»en el Pensamiento Humano

EL MUNDO DE SOPHIA

2010

Nº 40

DIRECTOR:Francis J. Vilar

JEFE DE REDACCIÓN:Víctor Vilar

REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN:Elvira Rey

Francisca BustamanteFelipe Aguirre

FOTOGRAFÍA:Nacho ValentiaDiana Hirsch

HAN COLABORADO:Francis J. Vilar

Herminia GisbertAntonio MaríVíctor Vilar

Nati SánchezElvira Rey

Cristina GavilánFelipe AguirreJosé Luís GílPilar Pujol

Fernando CelliMónica Gutiérrez

Una publicación de:Fundación Sophiac/ Jaime Ferrer, 3

Palma de Mallorca (Baleares)www.fundacionsophia.com

Telf. 971 72 15 55

[email protected]ó[email protected]

www.mundosophia.comD.L. PM-2099-98

Los artículos firmados expresan únicay exclusivamente la opinión de su

autor, quien se hace responsable dela veracidad y autoría de los

contenidos expuestos.

1Mircea Eliade. Imágenes y Símbolos. Ed. Taurus. Madrid 1986.2 Mircea Eliade. Op, Cit.3 Mircea Eliade. Lo Sagrado y lo ProfanoEd. Labor. Barcelona 1985.

Francis J. VilarDIRECTOR

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de la centuria anterior, es decir, sin prejuzgar de antemano, como habían hecho Tylor o Frazer, que «todo cuanto el hombre de las so-ciedades arcaicas ha pensado o imaginado, todos sus mitos y ritos, todos sus dioses y sus experiencias religiosas, no son más que un con-junto monstruoso de locuras, cruel-dades y supersticiones felizmente abolidas por el progreso racional1.» Gracias a ellos, la antropología y la psicología actual –al menos una parte de ellas– han empeza-do a comprender la importante función que cumplen los mitos y los símbolos en la psique huma-na. De hecho hoy sabemos que el inconsciente emplea un lenguaje simbólico para transmitirle a la conciencia cierto nivel de infor-mación, que es vital para poder concebir y asimilar todas aque-llas realidades fundamentales de la existencia que están más allá de la lógica racional. Ya que, tan-to el lenguaje del mito y el sím-bolo, como el de la imagen y la alegoría, pertenecen al plano de la conciencia intuitiva y no de la conciencia racional. Dos niveles del pensamiento claramente dife-renciados, (inteligencia racional-inteligencia intuitiva) que, según los estudios realizados, corres-ponden a su vez con el mayor o menor desarrollo de los dos lóbulos principales del cerebro (derecho e izquierdo).

Los excelentes trabajos de in-vestigación publicados por todos estos autores demuestran, sin lu-gar a dudas, que «el pensamiento simbólico pertenece a la sustan-cia de la vida espiritual del hom-bre»2, y por tanto «lo sagrado es un elemento de la estructura de la conciencia, no un estadio de la historia de esa conciencia»3. En primer lugar, hoy sabemos que el hombre de las civilizaciones an-tiguas y las culturas tradicionales tenía tan desarrollada su capa-cidad de observación empírica, análisis lógico y discernimiento

racional como el hombre actual, pero dado que su visión del mun-do, su escala de valores y su ideal de vida, eran muy distintos de los que propone la moderna cultu-ra materialista, toda su atención, su pensamiento y su inteligencia estaban orientadas hacia la bús-queda de respuestas metafísicas y la vivencia de lo sagrado, a fin de alcanzar su plena realización es-piritual, y no hacia una insaciable búsqueda del confort, el bienes-tar y la autosatisfacción hedonis-ta. De ahí que, si no desarrollaron más la tecnología y el progreso material es porque no le daban el valor que le damos hoy, ni te-nía para ellos tanta importancia como tiene para nosotros. De hecho, si un sabio antiguo como Ptahotep, Confucio, Pitágoras, Patanjali, Tson-Kahpa o Epícteto pudieran contemplar nuestra ac-tual forma de vida, con las graves contradicciones que existen en el seno de la sociedad moderna y los insensatos extremos a los que nos ha conducido el racionalismo, el materialismo, el mercantilismo y el escepticismo metafísico; nos dirían que no entienden por qué perdemos tanto tiempo y ener-gía en multitud de cosas artifi-ciosas y absurdas que no tienen ninguna importancia mientras descuidamos aquellas otras cues-tiones esenciales de la vida que son mucho mas reales, valiosas e imperecederas, tanto para nues-tra sociedad como para nuestra realización individual como seres humanos. En segundo lugar, nin-gún necio se atrevería a afirmar que la ciencia moderna ha hecho a todos los hombres del siglo XX o XXI más inteligentes, ni que el progreso tecnológico nos ha convertido en mejores personas de lo que eran los hombres an-tiguos, pues en lo que respecta al progreso humano y al verda-dero desarrollo cultural, moral y espiritual, posiblemente saldría-mos perdiendo. En tercer lugar, es obvio que el sentimiento de

«lo sagrado» no es incompatible en absoluto con la ciencia ni con la inteligencia racional, y buena prueba de ello es que muchos de los más grandes genios de la ciencia moderna como Leonardo, Newton, Einstein o Heisemberg, eran hombres profundamente re-ligiosos. Por último, no debemos perder de vista que aún en una sociedad materialista, pragmática y desacralizada como la nuestra, detrás de muchas de las conduc-tas, modas y costumbres, que a simple vista parecen totalmente profanas, se esconden en el fon-do, aunque muy camufladas, unas profundas motivaciones religio-sas y una inconsciente búsqueda de lo sagrado, lo extraordinario, lo mágico y lo insólito, como de-mostró perfectamente en su obra Mito y Realidad, el historiador de las religiones Mircea Eliade. m

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En 1967 la noticia del primer trasplante de corazón en humanos sorprendió al mundo. La proeza fue realizada por los doctores Christian Barnard y Hamilton Naki; sin embargo, de ellos tan sólo Barnard recibió los honores pues la ope-ración tuvo lugar en el hospital Groote Schuur de Ciudad del Cabo, en la Sudáfrica racista del apartheid. La partici-pación de Naki violaba las leyes de segregación racial del país, según las cuales los negros no de-bían recibir entrenamien-to médico, ni mucho me-nos tener contacto con pacientes blancos. Esta

La historia de Irena Sendler se difundió rá-pidamente a través de internet a raíz de su fa-llecimiento, acaecido en 2008, cuando tenía 98 años de edad. Su nom-bre no tendría mayor relevancia si no fuese porque salvó la vida de 2.500 niños en el Ghetto de Varsovia.

Personajes singulares

historia sorprende aún más cuando se conocen los detalles de la biogra-fía de este médico «clan-destino», cuya vida fue un constante ejemplo de superación personal y de entrega a la medicina. Hamilton Naki nació en 1926 en una aldea del antiguo protectora-do británico del Transkei (provincia de El Cabo). Era de origen humilde y nunca terminó la escuela primaria. Sin embargo, en el campo de la medicina, según Barnard, «Tenía mayor pericia técnica de la que yo tuve nunca. Es uno de los mayores investigado-res de todos los tiempos en el campo de los trasplantes y habría llegado muy lejos si los condicionantes socia-les se lo hubieran permiti-do.»

Empezó limpiando jau-las de animales de labo-ratorio. Más tarde pasó a anestesiar, operar y fi-nalmente hacer trasplan-tes en perros, conejos y pollos. Poco a poco y gracias a sus capacidades, se le fueron otorgando puestos de responsa-bilidad, pero siempre desde el anonimato. Se-gún explicaba el mismo Naki, fue a partir de la mera observación que se convirtió en un experto cirujano de manos preci-sas y firmes, aunque esto sólo lo sabían quienes compartían quirófano con él, pues, de cara al mundo, seguía siendo un jardinero. En 2002 recibió la or-den de Mapungubwe –uno de los mayores ho-nores de su país– por su

Hamilton NakiEl cardiólogo anónimo

contribución a la ciencia médica. Al año siguiente se le concedió un título honorífico de medicina, en reconocimiento por los años dedicados al en-trenamiento de jóvenes médicos. Hasta sus últi-mos días sobrevivió con una modesta pensión de jardinero...

Irene SendlerUna heroína silenciosa

Durante la 2ª Guerra Mundial, Irena, que tra-bajaba como enfermera en el departamento de Bienestar Social de Var-sovia, aprovechó el te-mor de los nazis a una epidemia y se las ingenió para conseguir un per-miso de trabajo en el Ghetto. Son embargo, sus propósitos iban más

lejos pues, siendo alema-na, conocía los verdade-ros planes de los nazis. Una vez dentro, se las arregló para liberar de aquel horrible lugar a to-dos los niños que pudo. Comenzó a sacarlos en ambulancias como víc-timas de tifus, aunque pronto se valió de todo tipo de artimañas: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, car-gamentos de mercan-cías, bolsas de patatas, ataúdes... En sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape. Pero su gesta no quedó ahí; realizó un registro de los nombres de todos los niños y lo mantuvo enterrado en su jardín hasta que aca-bó la guerra, momento en el que intentó loca-

lizar a aquellos padres que habían sobrevivido para reunirlos con sus hijos. Lamentablemente su hazaña no duró todo lo que ella hubiera querido: tras salvar a 2.500 niños, fue descubierta, tortura-da y condenada a muer-te. No obstante, el des-tino le tenía reservado otro final, pues, cuando iba de camino a su eje-cución, un soldado ale-mán le ayudó a escapar.Un año antes de morir, Irena fue propuesta para recibir el Premio Nobel de la Paz, pero no fue seleccionada. El galardón fue concedido a Al Gore, por su trabajo sobre el calentamiento global.

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Recientemente un equipo de arqueólogos egipcios ha hecho un importante hallazgo en Alejandría. Se trata de los restos de un templo ptolemaico que estaba dedicado a la diosa Bastet y pertenecía a la reina Berenice, esposa de Ptolomeo III. En el des-cubrimiento se encontraron además seiscientos objetos de la época, entre ellos tres estatuas de la diosa Bastet, así como figuras de loza y bronce como las de Horus niño y Ptah. Durante la excava-ción también salieron a la luz diversas estructuras: una cisterna de agua de la era romana, un grupo de pozos de 14 mt de profundidad, canales de piedra y los restos de un antiguo baño.

El campo de la investigación científica no tie-ne fronteras y abarca aspectos de nuestra vida inimaginables en otro tiempo. La nanotecnología, por ejemplo, empieza a abrirse paso también en la rama de la alimentación. A través de estos expe-rimentos se manipulan materiales y estructuras a una nanoescala –siendo un nanómetro la milmillo-nésima parte de un metro-, lo que posibili-ta la creación productos de consumo diario con nuevos colo-res, sabores y características nutritivas y energéticas.

¿Quién no se ha preguntado alguna vez cómo es po-sible que una bandada de pájaros vuele sin romper su formación? Si este hecho por sí solo ya es asom-broso, más aún lo es cuando estos bellos animales nos sorprenden con figuras como la de la fotografía, una recreación de ellos mismos a gran escala.

Hay amores que ni la misma muerte puede separar. Eso es lo que debió pensar el equipo de arqueólogos cuando se descubrieron, en la zona de excavación de San Fernando (Cádiz), dos esqueletos que habían per-manecido abrazados durante 6000 años. Los cuerpos, que se encontraron en el cementerio de un poblado neolítico, han sido bautizados como “los enamorados” y, junto con los “amantes de Valardo”, hallados en la localidad de Mantua en el 2007, forman parte de los pocos casos de este tipo de enterramientos. Las teorías acerca del vínculo entre esta pareja son muchas pues, según los estudios antropomórficos iniciales, se trata de un varón de unos 35-40 años y una mujer de 12-14 años. «No hay duda acerca de la intencionalidad por parte de los que efectuaron el enterramiento de que hubiese contacto físico entre ambos individuos, debido a que debió existir entre ellos un fuerte vínculo afectivo», asevera Eduardo Vijande, director del equipo arqueológico.

Egipto vuelve a descubrirnos otro de sus templos

La Naturaleza siempre nos sorprende...

Seis mil años abrazados

Nanoalimentos

Noticias, descubrimientos, curiosidades...

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Con la reciente producción cine-matográfica sobre la vida de Hipa-tia, ha salido a la luz un personaje

histórico conocido por muy pocos. Esta notable filósofa jugó un papel crucial en la época de la caída del mundo clásico; su vida nos revela la importancia que tuvo la sabiduría para la Antigüedad.

Una vida para la filosofía

El siglo IV d.C. fue testigo de una mujer adelantada a su tiempo. Hipatia de Ale-jandría1, la última directora de la Escuela neoplatónica de dicha ciudad, vivió una vida intachable dedicada a la enseñanza de la sabiduría perenne. En un mundo en el que empezaba a sentirse cada vez más la tensión entre las distintas facciones re-ligiosas, instruía tanto a cristianos como

a paganos que rendían culto a los dio-ses, pues sus enseñanzas trascendían las doctrinas y creencias.

Una de las fuentes más importantes sobre Hipatia y los hechos ocurridos en torno a ella proviene de Sócrates Esco-lástico (306-439). El historiador cristia-no nos narra que «había una mujer en Alejandría que se llamaba Hipatia, hija del filósofo Teón, que logró tales alcances en li-teratura y ciencia que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiendo sucedido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filo-sofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción. Debido a su majestuosa franqueza que, como resultado de su educación, la caracte-rizaba, mantenía unas relaciones muy dig-nas con las principales personalidades de la ciudad, porque todos la tenían en gran estima y la admiraban por su prudencia y moderación.» Por su parte, Sinesio de Cirene, discípulo de Hipatia hasta que fue nombrado obispo de Pentápolis en

Cristina Gavilán

1 Alejandría fue fundada por Alejandro Magno en el 332 a.C. Destacó como centro del saber y fue el punto de encuentro de diversas culturas, etnias y modos de pensamiento, convirtiéndose en uno de los primeros núcleos cosmopolitas de la historia.

Reconstrucción de la antigua biblioteca de Alejandría.

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el año 395 -cinco años antes de la muerte de su maestra-, se refiere a ella como «la más santa y reverenciada de los filósofos, la profesora que iluminó nuestras almas.»

Como digna heredera de la filosofía platónica, transmitía las enseñanzas con gran entrega y entusiasmo, desvelando a sus discípulos el sentido sagrado de la investigación filosófica. Les enseñaba a re-conocer en sí mismos al «hijo luminoso de la razón», el ojo interior como unidad indisoluble de su mundo trascendental, capaz de romper las cadenas de la mate-ria. Dentro de la tradición neoplatónica se otorgaba la apelación de «guía autén-tica» a aquellos que se distinguían por su santidad personal o conquista; siguiendo este concepto, se la puede considerar como una auténtica guía en el camino que conduce a los misterios de la Sabiduría. Según dicen las cartas de Sinesio, la chis-pa de la Sabiduría encendida por el «guía divino» se convierte en una gran llama de conocimiento, concluyendo así el viaje del alma que Plotino denominaba anagoge, la ascensión hacia el cielo, hacia la divinidad.

Además de enseñar ontología (parte de la Metafísica que trata del ser trascen-dental) y Ética, instruía en Matemáticas y Astronomía. Sobre esta última expresa Sinesio que «es por sí misma una forma di-vina de conocimiento; se trata de disciplinas a las que se puede llamar propiamente una medida fija de la verdad.»

El principio dEl fin

En el año 385 a.C., tras el edicto del em-perador Teodosio I que prohibía las prác-ticas paganas, el Patriarca Teófilo (ante-cesor del Obispo Cirilo) lleva a cabo en Alejandría una campaña contra el paga-nismo, eliminando paulatinamente los cul-tos religiosos todavía existentes. En ella la Iglesia se apropia de templos paganos y, por orden de Teófilo, ataca el Serapheo y manda destruir la estatua de Seraphis.Ta-les circunstancias sociales y religiosas no impedían que Hipatia siguiera rodeada de un círculo de alumnos fieles a sus ense-ñanzas. Mientras tanto, Cirilo lucha por la pureza de la fe que culmina en una campa-ña contra los grupos que sostienen ideas heterodoxas. Orestes2, fiel a su política de tolerancia religiosa, se niega a cooperar

«Hipatia es una filósofa auténtica, puesto que practica sus enseñanzas con el mayor rigor y

perfección, dando ante todo ejemplo con su propia vida. Establece altos requisitos en materia de

purificación interior mediante la práctica de las virtudes...» «Estaba dotada por una singular belleza,

enorme inteligencia y vitalidad y su voz eradivinamente dulce.»

(Damascio, Diccionario Suda)

Hipatia, representada porel pintor Rafael en su obra La Academia de Atenas.

Protagonistas de la historia

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con él. Profundamente indignado, culpa a Hipatia por la influencia que ejerce sobre el Prefecto e idea un plan de propagan-da negativa entre el populacho urbano. Según nos cuenta Juan de Nikiu, Hipatia es presentada como bruja, lo que pro-voca un miedo irresistible entre la gente supersticiosa. Esta calumnia produce re-sultados en un grupo de monjes llamados «parabolanos» que llevan a cabo la orden de dar muerte a la filósofa: un triste día del año 415 la asesinan brutalmente, des-pedazando su cuerpo y quemándolo en las afueras de Alejandría.

Juan de Nikiu dice que después del asesinato de Hipatia «todas las personas se rinden al patriarca Cirilo y lo consagran como ´el nuevo Teófilo´, porque ha destruido los últimos restos de idolatría en la ciudad.» El Obispo Cirilo, por su parte, es consa-grado doctor de la Iglesia y posterior-mente santo.

2 Orestes, que asistió como oyente a las conferen-cias de Hipatia, era Prefecto imperial de Alejan-dría, gobernador civil entre los años 412-415 y figura clave en los incidentes relacionados con la muerte de la filósofa.

Contemplando estos hechos desde nuestro momento actual, cabe preguntar-nos si hemos aprendido la lección des-pués de mil quinientos años. Junto a mu-chos discursos que hablan de solidaridad, tolerancia, pluriculturalidad y respeto, se siguen oyendo las voces de las víctimas de la intolerancia que claman justicia y el sufrimiento callado de aquellos que se ven marginados por sus creencias. Quizás esté llegando el momento de reflexionar sobre la distancia que separa las palabras de la realidad y con decidido afán poner-nos a trabajar en ello, con la certeza de que podamos hacer del mundo un fiel re-flejo de nuestros sueños e ideales. m

Una de las aulasque podrían haber

pertenecido a laEscuela de Alejandría.

· DZIELSKA, María. Hipatia de Alejandría. Ed. Siruela.· CHOTJEWITZ, Peter O. Der Fall Hipatia (El caso Hipatia). Ed. Eva Sabine Groenewold.· MAEGER, Annemarie. Hipatia die Dreiges-taltige (Hipatia la de las tres presencias). Ed. Reuter & Klöckner· FROZE, Hermann Tragödien der Weltgeschi-chte (Tragedias de la Historia de la Humani-dad). Ed. Hermann Paetzmann.· ZITELMANN, Arnulf. Hipatia. Arnulf Zitel-mann. Ed. Belz & Gelberg

BIBLIOGRAFÍA

v Nació hacia el año ��0 a.C.

v Fue la última di-rectora de la Bibliote-ca de Alejandría.

v Inventó el astrola-bio (instrumento que se usaba para deter-minar el movimiento y la posición de las estrellas), la esfera plana, y el aerómetro (para medir la densi-dad del aire u otros gases).

v Murió asesinada, víctima de la into-lerancia, en el ��� a.C.

HIPATIA

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José Luis Gil Miró

que conduzcan a un desarrollo psíquico y humano, necesarios para crecer correcta-mente como individuos y como sociedad. Nos encontramos frente a una paradoja: la tecnología puede ser positiva, pero, en algunos casos también negativa. Es buena porque permite comu-nicarnos a través de un teléfono móvil o de un ordenador en cualquier momento y lugar; des-plazarnos rápidamente de un lugar a otro sin importar la distancia; también nos facilita el trabajo y nos cura más eficazmente de dolen-cias y enfermedades; además, nos entretiene y reporta un razonable confort. Asimismo, es mala cuando sirve de pretexto o de cohecho para la incomunicación, el aislamiento y la falta de relaciones humanas; cuando se utiliza o está dirigida a causar daño a otros o para despro-veer de las necesidades básicas para la subsis-tencia; cuando conta-

mina nuestro planeta, nuestro aire, nuestras vidas y nuestra mente, haciéndonos creer que somos mejores por po-seerla, o por tomar por real aquello que es vir-tual. Es mala, en suma, si impide pensar, imaginar, soñar o discernir por nosotros mismos.

Lo que debemos hacer es simple: se trata de establecer un diálogo interior con nosotros mismos; pre-guntarnos si tal o cual aparato me hace mejor o, por el contrario, me provoca un problema que puede ir desde lo físico a lo psíquico; si yo tengo el control o estoy controlado y esclavizado; si dejo de hacer aquello que debería, o no soy capaz de apagar y seguir con otra cosa.Todo se reduce al uso coheren-te y responsable de la tecnología, al hecho de saber que es un medio y no un fin, una herra-mienta sin conciencia, ya que ésta –entre otras cosas– es propia del individuo. m

Para reflexionar...

La tecnologíaun arma dedoble filo

Las preguntas que debemos plantearnos a continuación son: ¿Ha mejorado la tecnología nuestras vidas a costa de algo importante que ha sustituido en su galopante desarrollo? o por el contrario ¿ha sido natural su expan-sión y asentamiento en todos nuestros ámbitos cotidianos, comple-mentándose con todos los valores que como seres humanos debe-mos tener en cuenta, ofreciéndonos más herramientas con las que desenvolvernos en el difícil arte de vivir? La respuesta está ahí fuera, ante nosotros, y requiere de eclecticis-mo y discernimiento. El sentido común tiende a señalarnos dos posibi-lidades evidentes. Por un lado, negar que la tecnología ha consegui-do prodigios y ha me-jorado el mundo que nos rodea en muchos aspectos, sería faltar a la verdad e insultar nuestra inteligencia. Por otro lado, es más que probable que esta haya generado nuevos conflictos entre los seres humanos y pre-tendido suplantar e incluso desintegrar muchos valores y conductas vitales

Hay que hacer un ejercicio de sinceridad con

nosotros mismos y aceptar que en la ma-yoría de los casos es-tamos «enganchados», de una u otra manera, al apabullante universo de la tecnología. Éste ha llegado a alcanzar tal desarrollo en tan dispares aplicaciones, disciplinas y entrete-nimientos que es casi imposible no caer en sus seductores brazos. Hay muchos tipos de tecnología susceptibles de consumirse: en mú-sica, transportes, vídeo-juegos, cine, televisión, radio, bricolaje, jardine-ría, telecomunicaciones, carpintería, diseño, arte, cocina, arquitectura… trate de lo que se trate, lo ha invadido todo con el fin de mejorar y hacer más fácil la vida diaria.

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

Director: Liz Friedlander

Reparto: Antonio Banderas, Dante Basco, Laura Benanti, Rob

Brown, Katya Virshilas y Jenna Devan.

Distribuidora: Tri Pictures

Si quieres pasar un rato divertido y disfrutar con una de esas

películas que te dejan un buen sabor de boca, esta es una buena

opción. Aunque el baile es el tema principal de este film, tras él

aparecen otros elementos que lo hacen todavía más interesante.

El largometraje está basado en la historia de Pierre Dulaine, un

profesor de baile que decide ofrecer clases gratuitas a los alum-

nos más conflictivos de un instituto.

De la mano de la danza, poco a poco,

va logrando romper los prejuicios,

barreras y miedos de un grupo de

jóvenes marginados. La película

muestra cómo la educación, cuando

se tiene una verdadera vocación, es

capaz de transformar la vida de las

personas.

DÉJATE LLEVAR-Take the lead- 2006

Autor: Dan BrownEditorial: Planeta Interna-cional

«Es imposible dejarde leer El símboloperdido.»The New York Times.

Una nueva y trepidan-te aventura del experto en simbología Robert Langdon. El protagonista de El código da Vinci y Ángeles y demonios se enfrenta a un nuevo enig-ma inmerso en un mundo clandestino de secretos masónicos. El autor sabe desvelar, en medio de una trama vertiginosa, un gran número de reflexiones acerca de los misterios, la sabiduría oculta y la difícil y olvidada relación entre mística y ciencia. Con esta emocionante novela Dan Brown consolida su grado de maestría como escritor de thriller.

El símboloperdido

Autor: Jean M. AuelEditorial: Maeva

Es una apasionante novela que nos transporta hacia el ��.000 antes de Cristo, una época en la que el hombre de Neandertal y el Homo Sapiens habitaron

nuestro planeta. Este libro nos cuenta la vida de una niña sapiens rescatada tras un terremoto por un grupo de neandertales pues, como se sabe, ambas saciedades convivieron en paz aunque de forma independiente. Aunque con el tiempo llegará a formar parte del Clan, siempre será una niña diferen-te, con facilidad para el manejo de la honda y otras habilidades más propias de los hombres. Entre página y página se puede disfrutar de la re-creación de aquellas cere-monias y rituales mágicos que se celebraban cuando todavía la humanidad se encontraba en su infancia.

El clan delOso cavernario

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

Al mismo tiempo, un sinfín de métodos han aparecido recogiendo el legado de los místicos hindúes y los vanguardistas americanos: Coaching, psicología Gestalt, Rebhirthing, PNL (Programación Neuro-linguística), terapia holotrópica, desblo-queo energético, etc. Estas técnicas, hijas algunas y compañeras otras de la psico-logía humanista, han sido introducidas en el mismo gran saco que la meditación, el Zen, el Yoga y otro tipo de ejercicios que al llegar a Occidente se desposeyeron de su elemento místico-religioso, convirtién-dose en métodos para alcanzar un equili-brio interior.

Como consecuencia de esta irrupción en el panorama occidental, el modelo de bienestar o felicidad ha ido reorientándo-se hacia nuevos valores. Conceptos como autoestima, serenidad, ternura, salud, vi-vir sin ansiedad, empatía, energía perso-nal, paz, equilibrio, estabilidad, aparecen en nuestro horizonte como metas para alcanzar ese nuevo modelo y poder así

ser felices. Sin embargo no somos cons-cientes de que los estados internos son consecuencia de nuestro estilo de vida, de lo que hacemos, deseamos y sentimos. Y precisamente la vorágine de las grandes ciudades, el ritmo incesante de nuestro devenir, la exigencia continua e inagota-ble de un progreso centrado en el poseer y no en el ser, en definitiva el estilo de vida competitivo y consumista occidental (es decir, el nuestro), conllevan un modo de estar en el mundo diametralmente opuesto: estrés, insatisfacción, ansiedad, egoísmo, preocupación, depresión, inesta-bilidad… y un largo etc.

Si queremos «sentir» – «estar» de otra manera, sólo nos caben dos posibilidades, o cambiamos de mundo o cambiamos nosotros, y ambas cosas son verdadera-mente difíciles. Deseamos unos estados de ánimo que nuestra forma de vida no puede brindarnos. Este desajuste se tra-duce en un desequilibrio emocional que tratamos por todos los medios de frenar.

El siglo XXI ha visto el amanecer de todo un impulso hacia el despertar de la conciencia y el crecimiento interior. En las librerías se amontonan títulos, abarrotando las estanterías: El

secreto, Las claves del éxito, El pensamiento positivo, Inteligencia emo-cional, El despertar de la conciencia, Coaching para uno mismo, etc…

Víctor VilarProfesor del C.E.S.

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Por este motivo, las técnicas y métodos antes descritos se han convertido en una especie de terapia compensatoria, o me-dicina para la psique, de tal suerte que, cuando nos sentimos descontentos, es-tresados o perdidos, nos aplicamos esta terapéutica para el alma que vuelve a ni-velarnos. Es como si fuéramos enfermos que nos tomamos una pastilla cada día, o como las dietas que se comienzan cuan-do la báscula nos indica que hemos en-gordado un poco. Sin embargo ¿es esto desarrollo interior? ¿el despertar de la conciencia es solamente no tener es-trés, o sentirse bien consigo mismo? Ante esta pregunta tendríamos que responder, rotundamente,«no».

El desarrollo interior es mucho más que eso. Bucke lo definió como un despertar de la conciencia ligado a una iluminación o ilustración intelectual que sitúa al indi-viduo en un nuevo plano de existencia, en el cual se produce una exaltación moral

que provoca una sensación y certeza de inmortalidad. Las personas que alcanzan un alto grado de este nivel de conciencia no pueden conceptualizar su vivencia, pues este estado es inefa-ble y sólo se nos desvela a través de la experiencia personal. Sin embargo, aun-que no se pueda explicar, no puede ser negado, pues está atestiguado por la biografía de aque-llos hombres que lo alcanzaron.

Otra definición, más psicológica, nos puede indicar no sólo la meta del desarrollo interior sino también los márgenes en los que trabajar: «Firmeza en la voluntad, acompa-ñado de rectitud en los dictámenes que irradien sobre ella de forma lúcida, concre-ta e invariablemente; ideas morales, claras y comprensivas, hincadas con inquebranta-ble persuasión en el entendimiento. Voluntad firme templada por el esfuerzo repetido de obrar conforme a aquellos dictámenes; pasio-nes hechas a llevar el jugo de una orientación hacia el bien absoluto; Imaginación abasteci-da de recursos nobles para las sorpresas y exaltaciones de los agentes que externa o internamente le asedian… he aquí lo que elevará a un hombre de carácter.» (Espasa Calpe. Entrada. Educación del carácter).

Todas las definiciones que subrayo apun-tan a la integridad del individuo. Voluntad, pensamiento, emoción y acción, dirigidos hacia el bien. Una sinergia, o acción unida, en cada uno de los estratos en los que normalmente estamos divididos. La inse-guridad, el estrés, la depresión, etc., nacen precisamente de esos conflictos internos entre el pensar, sentir, hacer y el querer; del desconocimiento de lo que nos suce-de en nuestro mundo interior y de la in-capacidad, fruto de la ignorancia, de cómo solucionar esos trances.

El desarrollo interior se nospresenta como un senderofascinante y no como una

simple terapia paraestar bien.

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El desarrollo interior se nos presenta como un sendero fascinante y no como una simple terapia para estar bien. Un verdadero viaje alquímico que transmu-ta; un recorrido que cambia los paráme-tros vitales y convierte al peregrino en responsable de sí mismo y de las accio-nes que realiza, exonerando al devenir y a los demás de los propios errores; un despertar de conciencia que permite ver con claridad el camino recorrido, lo que queda por andar y la maravillosa dicha de caminarlo en compañía de un universo que avanza; el sentimiento de libertad y ataraxia nacido del sincero desapego de lo «propio», pues en realidad no hay nada que podamos calificar de «nuestro».

Ésta es una búsqueda en toda regla. Los tesoros se encuentran en lo profundo, no en la superficie. Para el verdadero creci-miento interior no basta con abrir un «power po-int», de esos que se envían a cientos, pues al leerlo uno no se convierte en más espiritual, de la mis-ma forma que si uno lee un libro de cocina no se alimenta. No es suficiente con hacer algo de medita-ción u otra terapia com-pensatoria. Por desgracia,

hoy se utiliza como placebo, la dosis justa para volvernos a sentir bien con nosotros mismos y convencernos de que estamos desarrollando nuestro interior. Debería-mos tener en cuenta una advertencia mé-dica: los medicamentos que atacan a los síntomas sin remediar las causas, con el tiempo dejan de causar efecto y la enfer-medad sigue su curso, convirtiéndose en crónica.

La paradoja es que hemos sustituido el objeto de posesión, pero no el método de cómo lograrlo. Queremos tener sereni-dad, paz interior, etc., de igual manera que antes queríamos un chalet o un BMW. Me-jor dicho, al mismo tiempo sí es posible. Podemos adquirir las estatuas de buda y el incienso, propios de altares orientales, en tiendas de hogar, y adorarlos en gari-tos «chill out», mientras una música neo-

oriental nos hace sentir es-pirituales. Nuestro mundo «consumista» sabe mucho de empaquetar y vender; sin embargo, el sentido co-mún nos dice que aunque estas «terapias y técnicas» nos permiten sentirnos mejor por un tiempo, son insuficientes si en verdad queremos trabajar por el desarrollo interior. m

... Hemossustituido el

objeto deposesión, pero no el método

de cómolograrlo.

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lo que algunos dijeron sobre...

la SolidaridadHemos aprendido a volar como lospájaros, a nadar como los peces,

pero no hemos aprendido el arte devivir juntos, como hermanos.

Martin Luther King

Hay que unirse, no paraestar juntos, sino para

hacer algo juntos.

Juan Donoso Cortés

La unión nos hace tan fuertes

como débiles la desunión.

Esopo

Nadie ha aprendido el significado de la vida, hasta que ha logrado vencer su ego a favor del servicio a sus semejantes.

Beran Wolfe

Mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el

pan, la poesía de todos. Roque Dalton

Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos.

Gandhi

Hemos nacido para colaborar, al igual que los

pies, las manos, los párpados, las hileras de

dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues,

como adversarios los unos de los otros es

contrario a la naturaleza.

Marco Aurelio

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De una misteriosa forma que la his-toria aún no logra aclarar del todo, surgió a finales del siglo XI, en Oc-citania, el «arte de los trovadores».

Ellos lo llamaron Gaya Ciencia (o Gay Saber) y su influencia se extendió durante las dos cen-turias siguientes hacia el norte de Francia, Ale-mania, Italia, España, Portugal y parte de Hun-gría. Se sabe que perduró hasta Ausias March, el último trovador conocido del siglo XV. Sin embargo, fuese cual fuese su destino histórico, lo cierto es que logró plasmar de forma tan genuina el ideal del amor cortés que aún pa-rece seguir vivo

El cUlto a lo fEmEnino

Para explicar el origen de este ideal desde una perspectiva que no sea sólo histórica, sino también antropológica, psicológica y religiosa, es necesario contextualizar la figura femenina dentro de la sociedad medieval. Empezaremos, para tal fin, delineando brevemente los princi-pales avatares de este arquetipo en Occidente, hasta el apogeo del culto mariano.

En la Antigüedad el principio metafísico y teológico que encarnaba la Vida se expresa-ba ante todo a través de la Naturaleza y es-taba representado por una figura divina: la Diosa Madre. Este concepto, relacionado con lo inmanente y lo «femenino» que anima la Creación, fue trasmitido bajo infinidad de as-pectos1. Esto explica que hasta finales de la época clásica, la Tierra y las fuerzas fecundas que rigen sus frutos estuviesen profundamen-te sacralizadas. Por encima de este aspecto,

LOS TROVADORES

1 Al decir de C. Jung, la Diosa Madre constituye un ar-quetipo, una figura primordial de carácter numinoso que subyace en el inconsciente colectivo de la huma-nidad, influyendo en los comportamientos psíquicos del hombre.

Poetas del Eterno Femenino

Felipe AguirreDirector de orquesta

por el Conservatorio de VIena

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lasdiosas femeninas eran en sí mismas símbolo de adoración y devoción: Isis-Hathor en Egip-to, Inanna-Ishtar en Mesopotamia, Deméter en Grecia, Cibeles en Roma, son algunos de los nombres y formas que adoptó su culto cu-yos primeros testimonios arqueológicos datan de época paleolítica (la diosa de Laussel, ca. 22.000 a.C.) Es un hecho indudable, pues, que al ser uno de los tres pilares metafísicos que sostienen el trípode de la religiosidad humana –las trinidades arcaicas–, la Diosa Madre y sus múltiples manifestaciones garantizaron duran-te milenios el vínculo sagrado del hombre con la Naturaleza y la vida.

Al producirse la caída del Mundo Clásico, la tríada original –mantenida aún por los gnósti-cos durante las convulsiones del cristianismo primitivo– fue modificada de forma paulatina por la llegada del concepto monoteísta y pa-triarcal que propuso la nueva fe. En las pos-trimerías del siglo IV, por medio del sello del emperador Teodosio, se reprimió uno de los últimos vestigios de la devoción antiguo: la de Diana-Ártemis. Con ésta y otras acciones se había desterrado temporalmente a la Diosa; el principio femenino iniciaba, pues, una creciente desvalorización respecto a su forma origina-ria.

Si unimos este hecho a otros elementos de índole sociocultural, se explica por fin la desafortunada situación que vivió la mujer en la Europa medieval. A la luz de la visión jungia-na, se podría afirmar que, como respuesta a la «desmitificación» de lo femenino, la psique colectiva buscó un «movimiento compensato-rio» que supliera la falencia. No parece extra-ño, por tanto, que a partir del siglo XI miles de devotos empezaran a abrazar la figura de Ma-ría como una nueva esperanza religiosa y aca-so escatológica. Pero ¿hubo un factor históri-co que desencadenó el auge del culto mariano, motivando además la asombrosa proliferación de catedrales e iglesias que entre 1170 y 1270 se erigieron en su nombre? Tal vez la respues-ta esté ligada al surgimiento casi paralelo de dos organizaciones medievales: los Templarios y los Cátaros. Ambos jugaron un papel esencial tanto en la restitución del culto a la Virgen ma-dre como en la necesaria revalorización de la dama. Si bien no ahondaremos en la fascinante historia de estas órdenes, sí cabe mencionar la estrecha vinculación que tuvo la fe cátara con el ideal trovadoresco. A pesar de la escasez de pruebas escritas, sería casi imposible ignorar

los numerosos pun-tos de convergencia entre los dos fenómenos. El hecho de que muchos trovadores fueran cátaros, que am-bos movimientos surgieran en la misma época y región, y que se desarrollaran a través de idéntica lengua, son sólo algunos ejemplos de su relación. Tampoco es desconocido el noble trato que recibían las mujeres cátaras per se y la «apertura religiosa», propia de dicho cul-to, que les permitía acceder a altas instancias dentro de la jerarquía de su Iglesia.

contExto histórico

El arte trovadoresco nació de la mano de Guillermo IX de Poitiers, duque de Aquitania (1071-1127), noble, músico, poeta y erudito francés que fue el primero en dar forma a un canto que exaltase a la dama. Para definir el término, acudiremos a uno de ellos, el narbo-nés Guiraud Riquier, quien dice que los tro-vadores son «hombres dotados por Dios de un gran saber, hechos para dar claridad al universo, estimables por su conducta como por su ciencia». Estas tres concisas frases, a la vez que nos re-cuerdan la naturaleza del aedo griego, definen a este artista en sus tres aspectos principales: el espiritual, el intelectual y el ético: el cantor provenzal pasó a la historia y se distinguió por su erudición, su talante espiritual y su intacha-ble conducta moral. Es importante, sin embar-go, recalcar que dicha aristocracia no excluía a

2 Al respecto, es muy sugerente la afirmación de uno de los Padres de la Iglesia, Epifanio: «Que María sea honrada, pero que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean adorados.»

Demeter, una de las representaciones de la Diosa Madre en la Antigüedad (arriba).

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hombres de clases bajas; los registros nos ha-blan de un buen porcentaje de personajes que lograron ser reconocidos pese a su origen hu-milde. En esta especie de hermandad no tenían peso las distinciones de títulos nobiliarios; más aún, eran los méritos individuales, tanto como

el talento poético y la nobleza de alma, los que demarcaban la jerarquía dentro de su círculo.

Antes de seguir, es necesario dife-renciar entre trova-dores (troubadours), troveros (trouvères)

y juglares (jongleurs). Los primeros cantaban en lengua provenzal (d’oc), y su arte se difun-dió principalmente en el sur de Francia. Eran compositores de canciones y dominaban el arte de la armonía y la poesía. Los segundos, surgidos un siglo después al norte de dicho país –y, en cierta forma, continuadores de los primeros–, cantaron en lengua francesa (d’oíl). De los juglares –también conocidos como mi-nistriles– se sabe que eran los intérpretes que ejecutaban las obras escritas por los trouba-dours. Eran músicos profesionales y polifacéti-cos que, además de tocar con destreza el arpa, la viola y la zanfonía, tenían habilidades para las acrobacias y el malabarismo.

La tradición trovadoresca se difundió tam-bién en otros países dando lugar al Minnesang

(Minne= amor cortés y Sang= canto), en Alemania; a las Lau-

de, influidas por la poesía dantesca, en Italia; y, en España, a la famosa re-copilación que realizó Alfonso X el Sabio, las Cantigas de Santamaría, con textos en lengua ga-laico-portuguesa.

Por su parte, la palabra trobar tiene dos acep-ciones: la de «inventar, crear, descubrir»3, y la de expresarse por «tropos», es decir, em-plear las palabras en sentido diferente del suyo habitual o, como menciona la tradición,

entrebescar les motz (enredar el sentido de las palabras). Se definieron así dos estilos poéti-cos, determinados por el grado de hermetis-mo en su redacción:

1- El trobar plan o leu (trova plana, leve), que se caracteriza por la sencillez de su composición, tanto en lo literario como en lo musical.

2- El trobar clus o ric (trova cerrada, rica), de marcado carácter simbólico, que busca tras-mitir un mensaje relacionado con aspectos secretos del amor, elementos doctrinarios del catarismo o la naturaleza oculta de lo feme-nino.

Una de las motivaciones que llevaron a la utilización de un lenguaje hermético reside en la imposibilidad para definir el concepto de dama que se estaba gestando. «Luz verdadera», como la llama el trovador Guiraud de Bor-neih, es uno de tantos sobrenombres poéticos destinados a describir a esa «dama simbólica». Vemos en el siguiente poema de Guillaume de

3 Esto la pondría en relación con «poetizar», del griego poieīn= «ser creativo, hacer». Asimismo, el poeta medieval alemán Gottfried von Strassburg (autor del célebre Tristan und Isolde) acuñaría para el mismo concepto el término Finder= «el que encuentra».

Wolfram von Eschenbach, uno de los principales Minne-Sänger de

la Edad Media

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Poitiers, no la alusión a una mujer concreta, sino el símbolo oculto de la renovación y la conquista de la eternidad que confiere la Sa-biduría:

«Yo quiero retener mi Señoraen orden para refrescar mi corazón

y para no envejecer.Vivirá cien años quien exitosamente posea

la alegría de su amor.»

Surge, en relación con ese idealismo, una na-tural imposibilidad de alcanzar a la dama; ella suscita un halo de pureza, belleza y perfección que alienta en los poetas la idea de un amor sublimado, cuya finalidad no es su consuma-ción. La célebre frase «D’amor mou castitatz» (De Amor nace castidad) del tolosano Mon-tanhagol, nos describe el nacimiento de un tó-pico que alcanzará su cima poética en las obras de Cervantes y Rostand. Vemos así aparecer la historia de un trovador, Jaufré Rudel que, cual Quijote, se enamoró «de oídas» de una mujer muy hermosa pero que sólo pudo ver poco antes de su muerte y en cuyos brazos exhaló su último aliento:

«Nunca olvidaré un amor lejano...pero ignoro cuándo lo contemplaré.

Todavía creo en la sinceridad de Dios,por eso sé que algún día contemplaré

ese amor lejano…»(Jaufré Rudel a la princesa de Trípoli)

En este asunto, nuestra mente evoca con prontitud al Caballero de la Triste Figura cuan-do reprende a Sancho por desconfiar de la nobleza de su señora:

«¿No te he dicho mil veces que entodos los días de la vida

no he visto a la sin par Dulcinea,ni jamás atravesé los umbralesde su palacio, y que sólo estoy

enamorado de oídas (…)»

… O al imbatible Cyrano de Bergerac, que borda la idea poéticamente cuando, vislum-brando la imposibilidad de su amor, roza el misterio…

«Dejad que aproveche un poco…esta ocasión que se me ofrece… de poder

hablarse dulcemente, sin verse.(…) apenas uno se adivina.

Vos veis de una larga capa que cae la negrura,yo percibo la blancura de una túnica de estío:¡yo sólo soy una sombra, y vos una claridad!»

(Cyrano de Bergerac)

¿Qué lograron cambiar los trovadores en los asuntos del amor? No es difícil de responder si leemos en las páginas de la historia. El fin amor (amor espiritual) de los poetas galantes dotó de un cortejo romántico al impulso instintivo predominante; refrenó las pasiones desborda-das y las sublimó a través de un verso, una palabra, un canto… En suma, el concepto que conocemos de romanticismo proviene, de for-ma directa o indirecta, de aquella época.

Nada hacía pensar que este noble ideal lle-gara a su fin. Sin embargo, pasado poco más de un siglo desde su surgimiento, el movimiento trovadoresco –junto con el catarismo– empe-zó a ser perseguido por el fanatismo religioso y las envidias políticas. En 1245 el Papa Hono-rio III prohibió la lengua de Oc, llamándola la «lengua de la herejía». En 1277 la Iglesia con-denó de manera oficial la doctrina del amor cortés, relegando así su expresión al norte de Francia y pocos países más. No obstante, desde la perspectiva histórica, vemos que el esfuerzo de aquellos cientos de poetas-músi-cos no fue en vano: sus cantos devolvieron a la Europa medieval la imagen arquetípica de la dama. Su eco aún resuena en los castillos pro-venzales, recordándonos un aspecto de aquel principio cósmico que Goethe llamaría, tan acertadamente, el eterno femenino. m

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Casi una centuria des-pués de la aparición de la tumba de Tutanka-mon, la arqueología

sigue demostrando lo poco que conocemos de nuestro pasado, incluso respecto a civilizaciones tan estudiadas como la que flo-reció en el valle del Nilo. Aquella tierra que tantos tesoros ha cus-todiado en el desierto hace gala de su versatilidad orientando los picos y palas a un medio nuevo: las aguas del Mediterráneo. Su azul abrazo silenció las voces de una serie de ciudades que hasta ahora sólo conocíamos por citas perdidas en fuentes clásicas: Ca-nopo, Heraclión-Tonis y Menutis,

así como una parte importante de la prestigiosa Alejandría. Esta última nunca dejó de estar habi-tada, pero su esplendor dormía aletargado a pocos metros de la costa, dejando en entredicho si existieron alguna vez sus míticos monumentos.

Frank Godio es la cabeza visi-ble del equipo que ha llevado el método de la excavación suba-cuática a la excelencia. En 1992, equipado con la mejor tecnolo-gía, inició su actividad en la zona de Alejandría, detectando y ex-trayendo restos que se hallaban a unos seis metros de profundi-dad. Las primeras inmersiones

debieron ser inolvidables. Las aguas de la bahía no destacan por sus tonos cristalinos y el ar-queólogo se sumerge siguiendo apenas la intuición que ofrece la tecnología. Mas la Fortuna les sonrió y no tardaron en locali-zar las primeras losas de un gran conjunto arquitectónico. Lenta y metódicamente fueron perfilan-do el trazado del Portus Magnus, que cobijó en la Antigüedad un ingente comercio marítimo a la sombra del Faro; de éste, por desgracia, no queda ni rastro. Al mismo tiempo se trabajó en el barrio real: localizaron un pala-cio ptolemaico, el Cesareum y un templo que creen dedicado

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a Isis. Allí recuperaron la imagen de un sacerdote que protegía con devoción al dios Osiris-Canopo entre sus brazos.

Tras explorar las ruinas de la capital ptolemaica, Godio se propuso descubrir si otras ciudades hermanas eran sólo le-yendas o existieron alguna vez. Prendió los motores, levó anclas y puso rumbo al este, hasta la bahía de Abukir. Allí duer-men enclaves que un día conocieron el batir del aire. Canopo fue una ciudad griega del delta. La referencia a ella más antigua que conservamos proviene de un poema de Solón (siglo VI a.C.) Fue famosa por su templo dedicado a Seraphis, que era un lugar de sanación, y por sus gran-des festivales religiosos de origen egipcio. Al sumergirse en el puerto moderno de Abukir, el equipo de Godio se topó con un gran templo de 103 m de longitud. En el fondo marino descubrieron una cabe-za de Seraphis de hermosa factura, que habría correspondido a un cuerpo de al menos 4 m de altura. Estaban, por tanto, en el hogar del viejo dios sanador, que no debe confundirse con el serapheum de la parte alta de Alejandría.

También robaron a las aguas una reina ptolemaica que estremece por su perfec-ción escultórica y que se ha hecho muy célebre. Sin embargo, la pieza más impre-sionante del lugar es la Naos de las Déca-das, una capilla de granito negro dedicada por Nectanebo I (378-361 a.C.) al dios Shu. Tiene 178 cm de altura, 88 de ancho y 80 de fondo. Algunos fragmentos se en-contraron en 1817 en tierra firme y aho-ra se ha podido reconstruir. Esta divinidad solar que suele presentarse separando la Tierra (Geb) y el Cielo (Nut), aparece aquí como un león sentado. Su importan-cia para el estudio de la astronomía del antiguo Egipto es vital, pues se trata de un «calendario que divide el año egipcio en pe-ríodos de diez días, llamados décadas, defi-nidos por la salida sucesiva de determinadas estrellas, que reciben el nombre de decanes. Hay treinta y seis grandes compartimentos o recuadros consagrados a cada una de las treinta y seis décadas del año» (GODIO & FABRE, 2008). En cada compartimento se repiten cinco imágenes, relacionadas con las diferentes fases de las estrellas deca-nes: ave con cabeza humana, esfinge con

cabeza de halcón blandiendo un arco, carnero en movimiento, momia de pie y momia tendida. Shu es el Señor de estos astros y por tanto el patrón de las interpretaciones astrológicas. A tra-vés de esta capilla los sacerdotes po-dían decidir qué días eran más o menos propicios para determinadas activida-des, como emprender una campaña militar o fundar un templo, entre otras muchas.

Por último hablaremos de los traba-jos realizados en Heraclión-Tonis, a 6 km de la costa en la bahía de Abukir. La ciudad custodiaba el acceso al brazo ca-nópico del Nilo, enlazando directamente con la gran colonia griega de Naucratis, en el interior del Delta. Un muro de 150 m de longitud ha sido identificado como el templo de Amón del Gereb, divinidad responsable de entregar al faraón recién coronado el legado de sus antepasados. La naos sagrada de Amón ha sido rescatada junto a nu-merosas estatuas bellísimas, tres de ellas colosales por sus 5 m de altura: un rey, una reina y una representación de Hapy. Una imagen feme-nina llama la atención por su extraordinaria belleza: la rei-na isíaca de piedra negra. En cuanto a ejemplos epigráfi-cos destacan la estela bilin-güe de Ptolomeo VIII y la lla-mada «de Tonis-Heraclion», de Nectanebo I, tallada en granito negro y datada en el año 378 a.C., con una altura impactante de 195 cm.

Frank Godio, Presidentey fundador del Instituto Europeo de Arqueología Submarina, contemplan-do la estatua de una reina ptolemaica.

Buzo rescatando un Ibis (arriba) y esfinge sumergida (abajo).

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Del estudio de los distintos monumen-tos y objetos conservados se constata que gran parte de la destrucción se debió a la acción humana, sobre todo en lo que se refiere a los templos y estatuas. Los restos que sobrevivieron a la barbarie fa-nática de los siglos III y IV sufrieron como colofón un tsunami (21 de julio de 365) y una serie encadenada de terremotos. Después de estos avatares, todo este es-plendor habría desaparecido bajo las olas en la segunda mitad del siglo VIII de nuestra era, descansando silencioso con-vertido en leyenda, y hoy, en historia.

la UnivErsidad dE

alEjandría

En tierra firme y desde hace cuarenta años, un equi-po polaco ha trabaja-do sin descanso en la zona de lo que durante muchas décadas se ha con-siderado un teatro o un odeón greco-latino, pero que ha resultado ser un auditorio universi-tario. El director de las excavaciones, Gr-

zegorz Majcherek, del Centro de Arqueo-logía Mediterránea de la Universidad de Varsovia, comunicó a la prensa en 2004 el hallazgo de catorce salas contiguas al cita-do odeón. Tienen doce metros cuadrados cada una, bancos de piedra escalonados en forma de herradura y una gran piedra plana frente a ellos. Se trata de las aulas de uno de los centros del saber más cé-

lebre de todos los tiempos, cuya capacidad total estaba prepa-rada para cinco mil estudian-tes. El hallazgo, aún pendiente de publicación, ha supuesto un verdadero paso adelante en la reconstrucción de Ale-jandría como capital cultural del Mare Nostrum.

El sEraphEUm y la

BiBliotEca hija

El lector me perdo-nará que una de las primeras campañas arqueológicas la haya dejado para el final, invirtiendo los cánones tem-porales. Hay que remontarla al siglo XIX y estuvo lide-rada por el italia-

no Giuseppe Botti,

Hapy, divinidadasociada al río Nilo.

Algunas de laspiezas más famosasencontradas: una

reina isíaca y la estela «de Tonis-Heraclion»,

de Nectanebo I.

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fundador del Museo de Alejandría. Traba-jó intensamente en la zona que hoy es la postal más emblemática del Delta, pues conserva la imponente columna romana mal llamada «de Trajano» (en realidad es de Diocleciano) con un grupo de esfinges. Aquí se alzó hace dos mil años uno de los templos más importantes del Imperio Romano: el Serapheum, erigido en honor de Osiris-Apis en su versión grecolatina. Cobijaba la Biblioteca Hija de Rakotis, po-pularizada con la película Ágora de Ale-jandro Amenábar y heredera de la Gran Biblioteca creada por los Ptolomeos. Este conjunto místico-erudito fue destruido el año 391 d.C. por hombres enardeci-dos por el obispo Teófilo, apoyados por el Decreto de Teodosio que clausuraba los centros de culto pagano que aún estuvie-sen abiertos. Cirilo, poco después, se ocu-pó de los últimos supervivientes, incluida la filósofa Hipatia.

El trabajo de Botti sacó a la luz un testi-monio significativo de los postreros acon-tecimientos que allí tuvieron lugar: «Toda-vía tiemblo ante el horror de los muertos que

he encontrado en las excavaciones alrededor de la Columna, y especialmente hacia el Este en la segunda terraza. He contado esqueletos a centenares bajo los cascotes de los muros y los bloques rotos de granito que fueron arro-jados desde arriba. Hacia la derecha habían excavado una larga trinchera y la habían llenado hasta arriba de cadáveres, apilados unos sobre otros (…) Podíamos ver allí una escena de la carnicería que se produjo con el descalabro final de los fieles de Serapis y el saco del Serapeum». (BOTTI, 1897).

Con estas palabras acabamos nuestra visita arqueológica. Sentimos el salitre de los siglos en las piedras robadas a estas costas que fueron un día la puerta al má-gico país de los faraones. Estas ciudades florecieron durante la Época Baja, que no fue sino el fin, la agonizante grandeza de un ciclo que se cerraba… y aun así nos sobrecoge su esplendor. Nos quedamos con la esperanza de llevarnos una re-flexión importante como conclusión de este capítulo de la historia: el fanatismo y la ignorancia lo arrasan todo a su paso. Por su parte, constante y silenciosa, la Sa-biduría construye. m

Naos de las Décadas, en granito negro.

Giuseppe Botti, fundador del Museo de Alejandría.

· BOTTI, G. (1897). Fouilles á la colonne théodosienne, 1896. Alexandrie: Société Archaelogique d’Alexandrie.· GODIO, F., & FABRE, D. (2008). Tesoros sumergidos de Egipto. (F. GODIO, Ed.) Madrid: Prestel.· JEVENOIS, P. d. (2009). Biblioteca de Alejandría. El enigma desvelado. Badajoz: Esquilo.

BIBLIOGRAFÍA

Zona donde se ubicó en la Antigüedad el Serapheum, espacio místico-erudito de la última etapa del Imperio Romano.

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El principal problema para la lectura del presente corpus es la falta de unidad y conti-nuidad entre los capítulos que lo conforman. Sus contenidos beben de fragmentos de tex-tos anteriores al Reino Nuevo4, pero con una diferencia esencial: los capítulos del Libro de los Muertos están dedicados a un conjunto más amplio de la población. El camino espiritual, durante todo el Reino Antiguo, había estado reservado a la realeza y a una pequeña elite; en el Reino Nuevo es asequible, de modo más

generalizado, gracias a la concesión de prerro-gativas religiosas que tuvo lugar a raíz de las profundas transformaciones sociales acaecidas a partir del Primer Periodo Intermedio5.

Muchos de los textos están grabados en escritura jeroglífica, organizada en líneas ver-ticales con títulos resaltados en rojo, en lugar del negro habitual. Los papiros fueron ilustra-dos con pequeñas viñetas, primero en negro y a partir de la Din. XIX se generaliza el uso del

EL LIBRO EGIPCIODE LOS MUERTOS

Pilar Pujol

Licenciada en Historia por laUniversidad de las Islas Baleares

Una aproximación al más famoso textofunerario del Antiguo Egipto

El Libro de los Muertos es la primera obra ilustrada que agrupa una serie de textos funerarios escritos mayoritariamente en papiros del Reino Nuevo, del III Período Intermedio y Baja Época1, ade-

más de otros muchos soportes2. En realidad, su nombre se podría tradu-cir como los «capítulos de la salida al día» (prt m hrw), título que alude a los poderes de las inscripciones que permiten al individuo salir de la tumba tras su muerte3 y circular libremente entre los dos mundos a fin de lograr el renacimiento del alma. Para los antiguos egipcios, el Más Allá representaba un nuevo estado de existencia espiritual donde el difunto, a través de la transformación, se iba uniendo a diversas divinidades para ir avanzando en el camino.

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color. En la Din. XXI y XXII6 hallamos las viñe-tas en lugares sin conexión respecto al texto.Cada papiro era confeccionado a partir de la selección de los capítulos por parte del indivi-duo que lo encargaba. El ejemplar personaliza-do era colocado en la tumba en el momento del entierro y, a menudo, aparecía entre las piernas del difunto para aportar seguridad y evitar los obstáculos que se podían encontrar en el Más Allá7. De esta forma, lo localizamos entre las vestiduras y vendajes de la momia, en sarcófagos de las primeras fases del Reino Nuevo y más tarde en los muros de las tum-bas y otros soportes.

A principios de la dinastía XVIII el corpus textual del Libro de los Muertos aún está en formación; a esa incipiente compilación se la denomina la «recensión tebana». Se trata de fórmulas recopiladas sin orden aparente y en número variable. A partir de este momento, se difunden por todo Egipto hasta la época de Amenhotep IV, cuando la producción es brevemente interrumpida. Tras el período de Amarna, a la selección tebana8 le seguirá la saíta (c. 650 a. C. Din. XXVI), quizá la mayor revisión de que disponemos hasta la fecha. En este período se realiza la versión definitiva, que Lepsius (1842) dividió en 165 capítulos, a los cuales Pleyte (1881) añadió hasta el 173 y Naville (1886) hasta el 186. Finalmente, E.A.W. Budge (1898) incluyó el papiro de Nu, que completaría la obra hasta sumar 1909 capítu-los. El considerado 191, que incluye Barguet10 en su recopilación, se basa en la versión de Goyon11.

Tales capítulos fueron divididos en grandes apartados: textos de oración y preparación de la ceremonia (1-16), de regeneración12 (17-63), de transfiguración13 (64-129), de purificación y de Solarización (130-162). Siguen los llamados «capítulos suplementarios» (163-174). Los ensalmos eran recitados por los Sacerdotes-lectores, pronunciados en primera persona; después, los familiares recitaban en tercera persona «el Osiris N.» identificado con un dios.

En los textos funerarios, la persona muer-ta se convertía en una manifestación particu-lar del dios y se la solía evocar como, «Osiris [nombre del difunto]». Se identifica primero con Osiris por pasar a través de los rituales de embalsamamiento y purificación que le otor-gan la eternidad. A pesar de alcanzar un status divino, el difunto mantenía su personalidad te-rrenal.

Ra y Osiris, ambos «Señores de Maat», en-carnan la justicia por la que el alma será juzga-da ante el tribunal de los muertos en su viaje por el Más Allá y que le otorgará tras la muer-te el estado ideal de pureza.

El papiro dE ani

El papiro de Ani14 fue descubierto en 1887 en la región de Tebas por el inglés Sir E.A.W. Bud-ge. Se trata de una de las composiciones más completas de las halladas hasta hoy y su con-servación es muy buena, tal y como se puede observar actualmente en el British Museum (comprado en 1888 EA 10470). En su origen,

Egiptología

Papiro de Ani, contiene

escenas que describen el destino del

alma del difunto en su viaje por

el Más Allá(Izquierda y pág.

siguiente).

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

El pilar djed se erige en el horizonte como símbolo de Osiris, la vida que renace igual que el Sol cada mañana. Las diosas hermanas Isis y Neftis, le acompañan como protectoras del difunto en el Más Allá.

En el Juicio del alma en el Más Allá, el corazón del difunto, sede delos pensamientos e intenciones, es pesado con la pluma de Maat,la verdad-justicia ante los �� dioses-jueces del inframundo.

Tras el juicio favorable y haber evitado una segunda muerte, el difunto seconvierte en un «justo de voz», lo que le permite acceder al Reino de Osiris.«Yo vengo hacia tí Unnefer. Yo te traigo al Osiris Ani. Su corazón es justo.»

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l

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EL MUNDO DE SOPHIA ��

el papiro medía 23 mt de largo por 39 cm de ancho; sin embargo, con el objetivo de preser-varlo y poder exponerlo, Budge lo cortó en 37 hojas que fueron enmarcadas por separado y no siempre coincidieron con el final de un capítulo; de esta forma, algunas de las viñetas fueron separadas de los capítulos correspon-dientes e incluso cortadas en dos.

Este ejemplar de la XVIII Dinastía fue encar-gado especialmente para su propietario; tanto sus nombres como sus títulos ostentados en vida aparecen nombrados en el texto. De titu-laciones como las de «Escriba Real», «Escriba contable de las ofrendas divinas para todos los dioses», «Jefe de los graneros de los Señores de Abidos», «Escriba de las ofrendas divinas de los Señores de Tebas», se desprende que era un hombre de gran importancia, miembro de la administración asociado a Osiris y otras divinidades de la región de Abidos. Su esposa, de nombre Tutu aparece ostentado el título propio de las damas de alto rango del Reino Nuevo, el de «Cantora de Amón». El Capítulo 16 generalmente sigue al Himno solar del Capítulo 15. En la viñeta en la que se representa el Ciclo solar desde su amanecer hasta el ocaso, se plasma la estrecha relación entre Osiris y Ra que queda manifiesta en el Himno a Osiris que aquí se representa. Éste pone especial énfasis en la realeza del dios: «Señor de la doble corona», «soberano de los dioses y de los hombres después de que haya tomado posesión del cetro heqa y el flagelo neheh (col 2-3) y sirve de introducción al Jui-cio del alma del difunto Ani en el Más Allá, en la «Sala de las dos verdades» ante los cuarenta y dos dioses-jueces.

En la viñeta, sobre una colina que representa el horizonte ajet, se observa un pilar djed que simboliza el renacimiento de Osiris. Represen-ta la espina dorsal del dios que se erige para volver a la vida, pues estar en pie es estar vivo, y aparece flanqueada a ambos lados por las diosas hermanas y protectoras en el inframun-do, Isis y Neftis.

El reencuentro entre Ra y Orisis en el in-framundo permitirá a éste último su renova-ción y renacimiento, la vuelta a la vida –anj con brazos elevados– al amanecer en el horizonte oriental del cielo, donde es recibido alegre-mente por los babuinos que acogen y aclaman al Sol, la vida que renace. m

1 HORNUNG, E., El uno y los múltiples. Trota Ed. Madrid, 1999. p. 11-13. BAR-

GUET, P., El Libro de los Muertos de los Antiguos Egipcios. Editorial Desclée de

Brouwer S. A. Bilbao, 2000. 2 Op. Cit. BARGUET. 2000. p. 6. De forma muy fragmentaria en los muros

interiores de las tumbas y sobre material funerario. A partir del reinado de

Merenptah aparece en los muros de su tumba el capítulo 125 que será comple-

tado por otras fórmulas en tumbas reales de la Din. XX. También sobre cuero,

bandas de lino, amuletos y figurillas. La mayoría en jeroglíficos, escritura hie-

rática y escritura demótica. 3 ASSMANN, J., Egipto. Historia de un sentido. Abada. Madrid, 2005. p. 144.4 c. 1567-1085 a.C.5 NAYDLER, J., El templo del cosmos. Siruela S.A. Madrid, 2003. 1996. p. 116.6 NIVINSKY, A., The solar osirian unity an principle of the theology of the

«State of Amun» in Thebes in the 21th dynasty. JANES 30. 1989. p. 89.7 Op. Cit. ASSMANN. 2005. p. 143.8 Supone el centro más importante. Escritos sobre papiro primero en jeroglífi-

cos y a partir de la Din. XX en hierático.9 Op. Cit. HORNUNG. 1999. pp. 8-14.10 Op. Cit. BARGUET. 2000. p. 276.11 GOYON, J.C., La veritable attribution des soi-disant chapitres 191-192 du Livre

des Morts. Studia Aegyptiaca. 1974. pp. 117-127. BELLIO, M., Catalogue des ma-

nuscrits hiéroglyphiques et hiératiques et des dessins, sur papyrus, cuir ou tisú. Pu-

blies ou signales. París, 1987. p. 481. Para el Cap. 191 en: BM 9915, 9963, 10252,

10317, 10319; Leyden T31; Chicago 9787; Louvre N 3108 y N 3129.12 Del Cap. 18 al 20: Fórmulas de justificación. Del Cap. 26 al 30: Fórmulas del

Corazón. Del Cap. 31 al 40 Fórmulas de encantamiento contra reptiles. Del

Cap. 42 al 47: divinización de los miembros del difunto.13 Del Cap. 77 al 88: Fórmulas de transformación. Del Cap. 107 al 116: Fórmu-

las que hacen conocer las almas de los lugares santos.14 BUDGE, E.A.W., El Libro egipcio de los Muertos. El papiro de Ani. Ediciones

Sirio S.A. Madrid. 2007.

NOTAS

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�0 EL MUNDO DE SOPHIA

Desde la década de los años 80 hasta nuestros días, mé-dicos, psicólogos e investi-

gadores han realizado numero-sos estudios sobre la influencia del buen humor en nuestras vidas, llegando a descubrir mu-chos beneficios tanto a nivel físico como emocional que po-drían mejorar la convivencia con los demás seres humanos y con nosotros mismos.

La risoterapia, la terapia del hu-mor, los talleres y clubes de la risa, los médicos payasos que ha-cen reír a los niños en los hos-pitales, empresas que integran

el humor en sus programas de formación de los trabajadores, etc., son algunas de las técnicas modernas que promueven, esti-mulan y reconocen la influencia que tiene este estado de ánimo. Existen incluso algunas ONGs que están realizando campañas para que la UNESCO declare a la risa patrimonio de la huma-nidad, pues parece que éste há-bito tan sano y natural se está perdiendo cada vez más en los tiempos que corren.

Pero ¿Que es el humor? ¿Cua-les son sus beneficios? y ¿En que puede ayudarnos? El humor es definido normalmente en psico-logía como un estado de ánimo o disposición del carácter, por lo que está relacionado con nues-tras emociones y afecta de for-ma positiva o negativa directa-mente sobre ellas; es un estado del alma es universal e inherente a la especie humana.

Los especialistas aseguran que sus beneficios son muchos y diversos, pero para sentir sus

efectos, obviamente hay que te-ner primero sentido del humor. Su esencia está en la capacidad de reírse de uno mismo; este es su aspecto más terapéutico. «Bienaventurados los que se ríen de sí mismos porque nunca les fal-tará motivo de qué reírse», dice un refrán popular. Esta actitud se revierte, para quien la posee, en inteligencia y buena salud men-tal. Nos permite conocernos y aceptarnos tal cual somos. Se dice que es de sabios tomarse las cosas con buen humor y ser optimista ante el infortunio, lo que genera una visión positiva de la vida, de que nada es tan importante como para hacernos

El buen humor

«Uno no deja de reír por hacerse viejo, se hace uno viejo por dejar de reír»

«El buen humor es undeber que tenemos para con nuestros prójimos

y semejantes»

Fernando Celli

unavisiónpositivade la vida

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EL MUNDO DE SOPHIA ��

perder la ilusión de vivir. Esta respues-ta ante los retos y situaciones difíci-les, nos hace estar siempre radiantes y

con una sonrisa, ser agradables en el trato

con los demás e incluso contagiarles nuestra alegría.

EfEctos fisiológicos

w Fortalece el sistema inmuno-lógico porque aumenta el nivel de «células T», que defienden al organismo de tumores y virus.w Minimiza los niveles de hor-monas relacionadas con el es-trés, como el cortisol y la epi-nefrina.w Relaja los músculos y reduce el ronquido.w Estimula el rejuvenecimiento.w Mejora el sistema cardiovas-cular, aumenta la circulación de oxigeno, e incrementa la pro-ducción de endorfinas.w Alivia el dolor, es analgésico.

EfEctos psicológicos

w Nos ayuda a desconectar de la rutina diaria.w Es un buen antídoto contra el miedo; reírnos de las cosas que nos asustan les resta trascen-dencia.w Sirve como una válvula de es-cape por la cual se liberan las tensiones.w Aumenta la sensación de feli-cidad y, en general, la estabilidad emocional.w Es un antidepresivo natural que ayuda también a controlar la ansiedad y las obsesiones.w Mejora la autoestima.

EfEctos En las rElacionEs

hUmanas

w Elimina barreras, aumentando la comprensión y la solidaridad, y disminuyendo la agresividad y la intolerancia:«la risa es la dis-tancia más corta entre dos per-sonas».w Libera de emociones como la tristeza, la culpa y la vergüenza, favoreciendo la apertura hacia los demás.w Facilita la comunicación y fa-vorece el aprendizaje.w Cohesiona a los equipos hu-manos permitiéndoles trabajar mejor y más eficazmente.

«Con una sonrisa puedo comprar todas aquellas cosas que no se ven-den», cantaba hace tiempo José Luís Perales, y quizá esta frase resuma de manera magistral los beneficios que tiene el buen hu-mor a un nivel mas profundo.

Mientras los especialistas ana-lizan los efectos que produce el buen humor, seguimos buscando el secreto de la tan ansiada felici-dad, de algo que nos devuelva un

poco la esperanza y nos per-mita convivir con los demás

seres de manera armónica. Tal vez una sonrisa, que

no cuesta dinero e ilu-mina el rostro, sea la respuesta a muchos de nuestros proble-mas. m

«La función química del humor es ésta: cambiarel carácter de nuestros

pensamientos»

«Una sonrisa produce alegría en el hogar, buenas vibracionesen el trabajo y es la cortesía de la amistad. Además de lo

anterior, da sosiego al intranquilo, combate el desconcierto,da luz a la tristeza y es el antídoto a las peleas»

GANDHI

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

La antigua tradición china desarrolló durante varios milenios un sistema para armonizar la vida humana con

las energías de la Naturaleza: el Feng Shui. Para los sabios chinos, la tierra, el cielo y el hombre, poseen redes de energía o chi que interactúan constantemente, produ-ciendo influencias benignas y nocivas para la salud. El Feng Shui, inmerso en la cos-movisión taoísta, propone que el entor-no circundante nos afecta en virtud de la orientación, el magnetismo, los materiales, los colores, la disposición, la funcionalidad del espacio, etc., a través de las vibracio-nes que nos aportan. El especialista en

esta materia bus-ca armonizar las energías del en-torno, potencian-do, conduciendo o bloqueando sus características.

En Occiden-te, durante el último siglo, en-

contramos también algunos científicos e investigadores de distintas ramas que han profundizado en el estudio de este campo singular. Sus hallazgos han dado nacimien-to a la Geobiología, ciencia incipiente que hereda los co-

nocimientos de la sabiduría tradicional y añade los nuevos descubrimientos sobre las interrelaciones entre los seres vivos, las energías de la Tierra, las radiaciones cósmicas y aquellas provenientes de las creaciones humanas derivadas del elec-tromagnetismo. Esta amplia amalgama de radiaciones muestra también un aspecto negativo, pues ha despertado cierta alar-ma social al aparecer cada día más estu-dios serios que ven en ellas la causa del desarrollo de las más diversas enferme-dades. De esta manera, la acción central de la Geobiología se suele orientar al entorno residencial y laboral, espacios en los que pasamos la mayor parte de nues-tro tiempo, con el consiguiente riesgo a exposiciones perjudiciales para nuestra salud.

A las enfermedades provocadas por un exceso de radiación, sea natural o arti-ficial, durante un periodo prolongado de tiempo, se les denomina geopatías. La mayor influencia detectada hasta la fecha se centra en el sistema inmunológico. El espectro de enfermedades se amplía con-siderablemente, desde las leves, como el insomnio, migrañas o trastornos intesti-nales, hasta las graves, como el cáncer, la leucemia o la esclerosis. Las geopatías de origen natural se pueden considerar aque-llas producidas por corrientes de agua (las más nocivas), por la influencia de las

La influencia de las radiaciones

sobre nuestrasalud.

Antonio MaríDirector del C.E.S. y

Máster en Psicoterapia Gestalt

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EL MUNDO DE SOPHIA ��

líneas Hartmann y las Curry o por fallas geológicas. Menos frecuentes son aque-llas ocasionadas por radioactividad natu-ral o por gas radón. Las de índole artificial tienen su origen en los campos electro-magnéticos producidos por los aparatos (televisión, ordenador, microondas, etc.) y las redes eléctricas (tendidos de alta y media tensión, estaciones y subestaciones eléctricas), además de las ondas de radio-frecuencia producidas por las antenas de telefonía móvil, radio y televisión.

Pero ¿cuáles son los síntomas de una geopatía? Teniendo en cuenta que otras muchas causas pueden provocar estos síntomas –y por lo tanto no debemos substituir un buen diagnóstico médico– los más frecuentes en este tipo de enfer-medades pueden ser: insomnio, cansancio al levantarse, dolores de cabeza y/o es-palda, dolores reumáticos, cansancio cró-nico, problemas circulatorios y cardíacos, nerviosismo, irritabilidad, depresiones, etc. Probablemente muchos lectores es-tén pensando que tanto él mismo como sus allegados, sufren o han sufrido este tipo de síntomas. Este hecho tiene su ló-gica, pues vivimos en una sociedad que ha convertido en imprescindibles para la vida cotidiana las fuentes antes mencionadas.

Apuntemos, pues, al-gunos consejos básicos para protegerse del electromagnetismo.

1. Con respecto a la telefonía móvil, para las personas que hablan con mucha frecuencia, sería recomendable utilizar un manos libres, de forma que el apara-to y su antena estén lo más alejados posibles del cerebro, una de las partes más sensibles a las radiaciones de nuestro cuerpo.

2. Evitar aparatos eléctricos cercanos al cabezal de la cama.

3. Mantener la cabeza a una distancia prudencial de tubos fluorescentes o lám-paras, del televisor o monitor.

4. Vigilar los lugares en los que pasamos mucho tiempo y en los que la pared ocul-ta aparatos como microondas, frigoríficos, hornos eléctricos, o electrodomésticos de gran consumo.

5. Evitar el trabajo con ordenadores por-tátiles sobre nuestro cuerpo. La lista pue-de ser muy amplia y hoy en día se pueden conseguir fácilmente recomendaciones mucho más exhaustivas. Las fuentes productoras de radiacio-nes nocivas creadas por el hombre son

Actualidad

Plano de la Tierra desde la perspectiva de la Geobiología.

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

bien fáciles de encontrar, pero ¿qué pasa con las naturales, las que provienen de la Tierra? Este tipo emisiones vienen a ser líneas de fuerza del campo terrestre que recorren toda la superficie de nuestro planeta, son invisibles y las podemos clasi-ficar en tres grupos: la rEd dE hartmann

Descubierta por el médico alemán Ernst Hartmann y su equipo de colaborado-res a mediados del siglo XX, estas líneas de radiaciones terrestres tienen un an-cho aproximado de entre 20 a 100 cm. (se conocen importantes variaciones, por ejemplo durante un eclipse solar o un movimiento sísmico). Su disposición paralela está organizada a intervalos de

aproximadamente 2,5 m. en las orienta-das norte-sur y de unos 2 m. en las orien-tadas este-oeste (su trazado también tiene variaciones por ondulaciones, con-tracciones, accidentes diversos e incluso interrupciones puntuales). El Dr. Hartmann y su equipo midieron la resistencia del cuerpo humano y las variaciones que ésta experimentaba al desplazarse una persona dentro del área estudiada. Fueron marcando sobre un plano los puntos donde se encontraban alteraciones bruscas. Para su sorpresa, descubrieron que formaban una especie de cuadrícula por la intersección de unas hipotéticas líneas de fuerza, dispuestas en forma de malla o red. También cons-tataron que éstas no están solo pegadas al suelo, sino que conforman paredes in-visibles que se elevan a toda la biosfera. Las podemos imaginar como paredes de energía sutil que, emanando del subsuelo, se extienden verticalmente hasta una al-tura de 2.000 metros, detectables en to-das partes: llano, montaña, agua, interior de las viviendas, etc.

La red Hartman se descompone en tres partes, cada una con un tipo diferente de radiación. Por un lado, longitudinalmente, las paredes cuya intensidad es demasiado débil para molestar al hombre. Por otra parte, la zona neutra, delimitada por las paredes de la cuadrícula. En su interior se encuentra el área más benéfica, que ayu-da a armonizar las constantes biológicas del individuo. Por último, están las cruces Hartmann, las intersecciones de las líneas de fuerza, donde la energía es más intensa y perjudicial.

Ernst Hartmann,descubridor delas líneas de

radiaciones que llevan su nombre.

Las cruces

Hartmann son

intersecciones

de las líneas de

fuerza, donde la

energía es más

intensa y

perjudicial.

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EL MUNDO DE SOPHIA ��

la rEd cUrry

Fue descubierta por el médico alemán Manfred Curry, como continuación de los trabajos de Hartmann. Se trata de franjas de radiaciones de 15 cm de ancho orien-tadas en diagonal con los puntos cardi-nales y con una distancia aproximada de 0.85 cm entre sí. las vEtas dE agUa o ríos sUBtErránEos

Se trata de cursos de agua que recorren el interior de la Tierra, pero cuya ubica-ción se suele desconocer. Un alto riesgo para la salud derivaría de dormir en una cama que se encuentra ubicada a lo largo de una veta de agua. La emisión provoca-da por la corriente de agua afecta direc-tamente el flujo sanguíneo, haciendo que las células se despolaricen.

Se ha descubierto que las culturas anti-guas jamás construían sus viviendas ni sus templos sobre los nudos formados por estas líneas de fuerza. En aquellos tiem-

pos carecían de grandes adelantos tecno-lógicos para descubrir su emplazamiento, simplemente aprovechaban la agraciada capacidad de percepción de las radiacio-nes que tienen algunos seres humanos, con la ayuda de una horquilla de madera, una rama, un péndulo, etc. Estos zahorís o radiestesistas siguen siendo útiles hoy en día, pues los sistemas electrónicos empleados en los laboratorios, son de muy compleja aplicación. El Dr. Hartmann mismo ideó un sencillo instrumento que recibe el nombre de varilla Har-tmann, que cuenta con la sens ib i l idad humana como medio de de-tección de las líneas. m

Influencia de la radiación solar en relación con el

campo electromagnéticode la Tierra

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

w ¿Cómo nació su interés por la astronomía en el Antiguo Egip-to?

Realmente esta curiosidad ha-cia el mundo de las estrellas me venía de mucho tiempo atrás ya que desde niño la Astronomía me fascinó. En el caso de Egip-to he compaginado mi profesión como egiptólogo con esta, mi gran pasión.

w Hoy conocemos los estudios de Astronomía actuales pero, en el viejo país de Kemet ¿dónde aprendían a plasmar el orden celeste que vislumbraban bajo las noches estrelladas?

Tenemos muy poca informa-ción a ese respecto. Debemos entender que las Escuelas de Sabiduría como la Casa de la Vida o la Casa del Libro, serían las fuentes principales para los interesados, pero siempre en relación con el mundo de la reli-gión porque es desde esa esfera donde nace el interés por la As-tronomía en el Antiguo Egipto. A partir de esos documentos, que desgraciadamente no tenemos, es como un egipcio interesado

en este conocimiento podría empezar a estudiar y hacer el cielo útil y práctico dentro del ambiente religioso.

Existen algunos títulos de libros astronómicos como por ejem-plo en la biblioteca del templo de Edfú. De estos papiros, hoy desparecidos, se conservan los títulos inscritos que muestran el interés por la Astronomía en el recinto del templo egipcio y, so-bre todo, por el movimiento y la mecánica celeste de los cuer-pos.

w Viendo las representaciones más conocidas en el Templo de Dendera y en la tumba de Se-nenmut, nos damos cuenta de que son imágenes muy diferen-tes. ¿Qué representa cada una de ellas?

El caso del techo astronómico de Senenmut es el ejemplo más antiguo de una representación astronómica plasmada en una superficie plana, en una tumba. En este caso tenemos un cielo partido en dos mitades indepen-dientes completamente. Por una parte una mitad con un listado

EntrevistaEntrevista

José LullEgiptólogo

Por Pilar Pujol

José Lull es licenciadoen Egiptología por laUniversidad de Tübingen (Alemania) y licenciado en Geografía e Historia, en la especialidad de Arqueología, por la Universidad deValencia, además deprofesor en el MásterOficial de Egiptología dela Universidad Autónomade Barcelona de historiade Egipto.

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EL MUNDO DE SOPHIA ��

de estrellas y constelaciones de-canales (del ámbito meridional de la bóveda celeste) a las que se suman varios de los planetas visibles; por la otra, una mitad del techo donde, a parte de los doce meses lunares represen-tados mediante circunferencias divididas en veinticuatro secto-res, tenemos un pequeño lista-do de constelaciones boreales o cercanas a la esfera boreal de la bóveda celeste.

Asimismo, encontramos el mal llamado zodíaco de Dendera, que es un planisferio de la bóve-da celeste, es decir, un conjunto homogéneo de constelaciones visibles a lo largo de un año, tanto en la parte septentrional como en la meridional.

Cabe tener en cuenta que es-tos dos ejemplos pertenecen a épocas muy alejadas en el tiem-po. El modelo de Dendera, ade-más de ser una muestra tardía que incluye constelaciones, no sólo de origen egipcio sino que también plasma otras de origen mesopotámico, es el único testi-go que se convierte en una bella ayuda para la identificación de las constelaciones egipcias en comparación con planisferios actuales.

w ¿Qué explica-ción tiene ese inte-rés por este tipo de representaciones?

Todas las conste-laciones son útiles desde el punto de vista práctico y re-ligioso. El caso de la tumba de Senenmut es el primer ejemplo hallado en el techo de una tumba, pero existen casos anteriores: conocemos restos mal conservados de un ataúd del Imperio Medio. A pesar de la fragmentación de dichos hallaz-gos, se observan partes corres-pondientes a lo que es en el te-cho de la tumba de Senenmnut donde las constelaciones borea-les y el significado es muy claro: se trata de un ámbito celeste.

En diecisiete representacio-nes del Imperio Medio tenemos referencias de constelaciones decanales útiles para medir el tiempo y contar las horas de la noche. Simbólicamente es lógico que un egipcio quisiera rodearse de las constelaciones conocidas por él, ya que le serían útiles en el viaje por el Más Allá. La pre-gunta sería ¿por qué Senenmut tiene ese primer ejemplo? Y eso tiene una difícil respuesta.

w ¿Podría contarnos qué pro-yecto se encuentra desarrollan-do actualmente?

En este momento sigo con mis investigaciones dentro de la his-toria y la cronología del Tercer Período Intermedio, entre las di-nastías XXI y XXII, basándome en linajes de sacerdotes y sacer-dotisas. En la parte astronómica estoy realizando un estudio lo-cal arqueo-astronómico. Se trata de un rayo de luz que entra por un arco natural de una montaña cercana a la ciudad de Alicante, hecho que está relacionado con la tradición del día del solsticio de invierno. El día de Santa Lucía, el Sol entra por ese arco e ilumi-na una parte del pueblo y estoy estudiando todo lo referente a esa tradición. m

Fragmento del zodiaco en el templo de Hathor

en Déndera

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�� EL MUNDO DE SOPHIA

Aquellos que añoramos la Grecia clásica hemos imaginado con la ayuda de los textos de sus sabios y

poetas aquella ciudad hija de la belleza. A través de sus quebradas columnas levan-tadas en honor a la verdad, de sus ruinas y de sus vivas estatuas que agudizan nues-tro ensueño, hemos volado a una época que fue faro para la humanidad. Si pudié-ramos presenciar a sus gentes dialogando sobre la vida y la naturaleza o descubrir en sus esculturas un mito, un héroe o un dios, nos recordaría que compartimos con ellos un hermoso legado.

El «duende» griego quedó impreso en-tre las grietas del mármol, que tímidamen-te muestra la perfección lograda en cada ángulo. Él inspiraba en los talleres nuevos modelos, originales modos de esculpir y dotaba al escultor del poder úni-co de reflejar la vida interior de las figuras representadas. El filósofo Sócrates recomen-daba a los artistas «trasmitir los movimientos del alma»; en ello radica quizás uno de los más profundos secretos del genio helénico. Una notoria sensación de admi-ración nos sorprende al contemplar sus esculturas, hay algo en ellas que las dota de vida: tal vez la naturalidad y la sencillez, el realismo impactante, la armonía de sus medidas y proporciones, el desafío del es-pacio o la conquista del movimiento. Un profundo estudio de la figura humana se convertiría en el fundamento esencial de toda la estética griega. Como Luis Racio-nero explica en su libro Atenas de Pericles:

«El arte para los griegos es siempre una forma de Sofía o sabiduría y una tecné o técnica con reglas que se deben aprender.» La sabiduría permitía al artista acercarse a su ideal de belleza al fusionar ciencia y sentimiento en su creación. Este ahonda-miento en la naturaleza de las cosas revo-lucionaría el arte de aquella época.

Estas características, en suma, constitu-yen la síntesis de una evolución que con-vierte la plástica griega en precedente del arte occidental y en modelo de perfec-ción estética. Para el escultor de la Hela-de cada descubrimiento se trasformaba en un escalón y en una experiencia que le conducía a alcanzar su ideal.

Mónica GutiérrezDirectora de la Academia de Artes Renacimiento

Estatua de la diosaAtenea (derecha).

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EL MUNDO DE SOPHIA ��

dEsarrollo histórico

En el siglo VII a.C. comenzaron los grie-gos a esculpir, basándose en lo que el arte egipcio les había legado: el orden de en-cajar siguiendo un patrón geométrico, el hieratismo y la verticalidad. Todo ello se aprecia en los Kouroi o las Korai, figuras de atletas desnudos o de mujeres vestidas. Son las primeras estatuas con una clara herencia del país del Nilo que nos ofre-cen un modelado sencillo, la típica posi-ción frontal con las piernas adelantadas, los brazos pegados al cuerpo y los puños cerrados. Sus grandes ojos almendrados y una sonrisa arcaica se mantienen fijos en el horizonte como si vislumbraran el futuro.

Tras las invasiones persas del siglo V a.C., Pericles lideró la reconstrucción de Atenas y con motivo de celebrar la vic-toria descubrió nuevas formas y artistas, convirtiendo a esta ciudad en núcleo de una de las épocas de mayor esplendor. Surgieron artistas como Critos, que se inició con el «contraposto», es decir: la ro-dilla levemente doblada, autor de los Tira-nicidas y el Efebo atleta; Mirón, broncista, que conquista el movimiento y el espacio al captar el instante del famoso Discóbo-lo. Otros escultores, como Polícleto, ba-saron la estética de sus creaciones en el estudio de las proporciones, haciendo de la cabeza la medida de todas sus obras (en una relación de siete veces la altura total del cuerpo) cuya aplicación se ve re-flejada en el Dorifero, el Portador de la lanza y Diadumeno.

Pocas son las esculturas en bronce en-contradas, dado que se fundieron cuando el metal escaseó durante el Medioevo. A pesar de todo, quedó como ejemplo, protegido por las arenas de la montaña, el famoso Auriga del santuario de Delfos, que con su penetrante mirada de cristal, muestra un realismo que impacta al es-pectador.

El gran artífice de dioses espectacula-res fue Fidias y aunque sus obras hoy no existen, su inmortalidad perdura en los relatos que las recuerdan y que nos hacen intuir su maravilla. Dio vida a las dos es-culturas criselefantinas: Atenea Parthenos y Zeus de Olimpia. La pimera, diosa de la

Estatua de Kore, la «doncella». Esta figura, por su vinculaciónmitológica, fue objeto de numerosas representaciones.

Reconstrucción de un detalle del Partenón.

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�0 EL MUNDO DE SOPHIA

El método para crear la

belleza era infundir vida al

antiguo caparazón pétreo,

retocarla paulatinamente

hasta que la superficie del

mármol pareciese respirar.

Afrodita de Cnido

Apolo sauroctono

Kouroi de Anaphe

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sabiduría, de doce metros de altura y que custodiaba la capital ática desde el inte-rior del Partenón. Como patrona de los atenienses, con su coraza, su casco, su es-cudo y una figurilla de la Victoria de tama-ño natural en la mano, alentaba a su pue-blo con su presencia. El segundo, padre de los dioses, tenía unos quince metros de altura; sentado en su trono con una Victoria en la mano derecha y un cetro en la izquierda, inspiraba a los vencedores de los más famosos juegos de la historia.

En los frisos del Partenón, la conquista del movimiento y el espacio se muestran de forma majestuosa. Realmente no co-nocemos hoy las manos que lo crearon, pero sí las que le devolvieron la vida, a través de Fidias.

La época que sigue provocará un cambio de ac-titud: el artista es consciente de su poder y eso le da seguridad en su maestría. Es ca-paz de captar el momento divino y traerlo al pre-sente, hacernos

sentir el viento, cual si fuese real, al con-templarlo juguetón entre los pliegues de un peplo de la diosa Victoria. Tal es el caso de la estela del friso del templo de Atenea Niké, cuyo realismo nos hace enmudecer.

El gran artista del siglo IV a.C. fue Praxí-teles que, junto a otros, hizo del conoci-miento su punta de cincel. Destacó por la delicadeza, la elegancia y las superficies suaves, que imprimían un carácter amable y sugestivo a sus creaciones. Era capaz de dotar al cuerpo de toda su gracia y hacer desaparecer cualquier huella de rigidez. De sus manos afloraron el Hermes de Olimpia, el Apolo Sauroctono, la Afrodita de Cnido y la Afrodita de Arles.

El método para crear la belleza era in-fundir vida al antiguo caparazón pétreo, retocarla paulatinamente hasta que la superficie del mármol pareciese respirar. En la última etapa, las figuras empiezan a moverse bajo las manos del hábil escultor,

apareciendo ante nosotros acabadas re-presentaciones del cuerpo humano como el Apolo del Belvedere de Leócares.

Alejandro Magno inauguró la época he-lenística, que influyó en el realismo del último periodo al extenderse por medio mundo. El arte quería resultar impresio-nante y tal vez es más violento en sus es-cenas, pues el objetivo que prevalece es llamar la atención antes que trasmitir un mensaje moral, mítico o mágico. Expresión e intensidad emotiva era lo que valoraban del artista en ciudades como Alejandría y Pérgamo. Ejemplos conocidos son los relieves del Altar de Zeus en Pérgamo, donde las figuras buscan escapar del friso; o el conjunto de Laoconte, famoso por su expresividad y la repre-sentación del dolor mediante una anatomía en tensión por el esfuerzo físico.

Dotar de alma las escul-turas; ver los movimien-tos detrás de cada forma convierte una simple este-la en una obra de arte. Impreso en-tre las grietas, el ser más profundo del artista nos habla en un lenguaje único que despierta en nues-tro interior el amor a algo inapresable, de es-curridiza definición: la belleza. m

Altar de Zeus dePérgamo, detalle.Museo de Berlín

Apolo del Belvedere,una de las creacionesmás acabadas de laescultura griega.

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P ara cualquiera que ame o admire la poesía, el nom-bre de Enrique González

Martínez puede no representar una figura de la familia lírica uni-versalmente conocida, pero es que su vida estuvo volcada en muchas y no poco importantes vertientes, de las cuales la poesía sólo fue una.

Se dedicó a ella como medio de plasmar sus pensamientos más íntimos y humanistas y de devol-ver a su país parte de sus tradi-ciones olvidadas. Por ello, en los círculos poéticos de su tiempo rectificó algunos aspectos del Modernismo de su época para rescatarlo de excentricidades y sentimentalismos innecesarios, de adjetivaciones suntuosas y superfluas, como ya había inten-tado Amado Nervo.

Ese otro abanico en el que también dio lo mejor de sí se abre con acierto y alto grado de responsabilidad hacia la medici-

na y la enseñanza, la diplomacia, como divulgador cultural, escri-tor y poeta, cauces de actuación y de expresión impregnados de un profundo humanismo.

Enrique González Martínez nació en Guadalajara, capital del estado de Jalisco, el 13 de abril de 1871, donde estudió Medici-na, ejerció y fue profesor adjun-to de Fisiología en la Escuela de Medicina e ingresó en la Acade-mia mexicana de la Lengua.

En 1903 aparece su primer li-bro, Preludios; con Silenter, abre silenciosamente su alma y Sen-deros ocultos. Otros títulos re-levantes son: La muerte del cisne, La hora inútil, El libro de la fuerza, de la bondad y del ensueño, Parábo-las, La palabra del viento, El romero alucinado, Poemas truncos, Ausen-cia y canto, El diluvio de fuego y El nuevo Narciso y otros poemas. En uno de sus últimos libros, Babel, denuncia el holocausto atómico de la II Guerra Mundial.

Pedro Henríquez Ureña lo describe como poeta prolífico elegante, profun-do y humanista, «uno de los siete dioses mayores de

la lírica»; «buscó una poética de la profundidad, de la intimi-

dad, meditando continuamente sobre el origen, la evolución, las formas de los seres humanos y de las cosas, reflexionando y profun-dizando sobre las sensaciones, los sentimientos humanos y penetran-do en las honduras del alma»; «… su autobiografía lírica es la historia de una ascensión perpetua, una as-censión en escalera de caracol en busca del yo más íntimo, de la sere-nidad y de la rectitud en busca del más estricto y austero sentido de la vida y del más profundo meditar».

Dirigió y fundó dos revistas li-terarias: Arte y Argos; fue miem-bro del influyente grupo Ateneo de la Juventud, volcado en la re-novación de la identidad mexi-cana, divulgar el conocimiento y el cultivo de las humanidades; profesor de Literatura francesa y de Literatura mexicana y reci-bió el premio Avila Camacho en 1944 «… por su profundo sentido humano y altísimas cualidades lite-rarias y por ser acaso el valor más representativo de la sensibilidad y el espíritu mexicano en la actua-lidad.»

Desde esta ventana dedicada a la poesía, he hallado un poeta que profundizó en el alma hu-mana proyectando sus palabras al corazón de sus lectores; y detrás se ha hecho presente el verdadero hombre, responsable, polifacético y brillante orientan-do su trabajo hacia la búsqueda de la propia identidad y de la de su país, México. Y qué mejor manera de conocer realmente a Enrique González Martínez que con dos de sus poesías escogi-das:

Enrique González Martínez (1871-1952)

Por Elvira Rey

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BUSCA EN TODAS LAS COSAS

Busca en todas las cosas un alma y un sentidooculto; no te ciñas a la apariencia vana;husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,escudriñante el ojo y aguzado el oído.

No seas como el necio, que al mirar la virgínea imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,queda sordo a la entraña de la piedra, que entonaen recóndito ritmo la canción de la línea.

Ama todo lo grácil de la vida, la calmade la flor que se mece, el color, el paisaje.Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje. . . ¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,un dolor inefable o un misterio sombrío.¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;al acento lejano corresponde otro acento.¿Sabes tú donde lleva los suspiros el viento?¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

No desdeñes al pájaro de argentina gargantaque se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.Es un alma que canta y es un alma que llora. . .¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

Busca en todas las cosas el oculto sentido;lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;cuando sientas el alma colosal del paisajey los ayes lanzados por el árbol herido. . .

A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA

A veces una hoja desprendidade lo alto de los árboles, un llorode las ninfas que pasan un sonoro trino de ruiseñor, turban mi vida.

Vuelven a mí medrosos y lejanos suaves deliquios, éxtasis supremos; aquella estrella y yo nos conocemos, ese árbol, esa flor son mis hermanos.

En el abismo del dolor penetra mi espíritu, bucea, va hasta el fondo, y es como un libro misterioso y hondo en que puedo leer letra por letra.

Un ambiente sutil un aura triste hacen correr mi silencioso llanto, y soy como una nota de ese canto doloroso de todo lo que existe.

Me cercan en bandada los delirios... ¿Es alucinación..., locura acaso? Me saludan las nubes a su paso y me besan las almas de los lirios.

¡Divina comunión!... Por un instante son mis sentidos de agudeza rara... Ya sé lo que murmuras, fuente clara; ya sé lo que me dices, brisa errante.

De todo me liberto y me desligo a vivir nueva vida, de tal modo, que yo no sé si me difundo en todo o todo me penetra y va conmigo.

Mas todo huye de mí y el alma vuela con torpes alas por un aura fría, en una inconsolable lejanía, por una soledad que espanta y hiela.

Por eso en mis ahogos de tristeza, mientras duermen en calma mis sentidos, tendiendo a tus palabras mis oídos tiemblo a cada rumor, naturaleza;

Y a veces una hoja desprendida de lo alto de los árboles, un lloro de las linfas que pasan, un sonoro trino de ruiseñor, turban mi vida.

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Cartas a un joven idealista

Herminia GisbertVicepresidenta de laFundación Sophia y Doctoraen Filosofía de la Educación

lo sagradoy lo profano

Querido Jorge:

Hoy me gustaría que nos adentrásemos en una de las polaridades más importantes de la existencia, puesto que abarca toda una mane-ra de ser, de pensar, de sentir y de actuar. Son dos semillas que florecen tanto en el interior del hombre como en el alma de los pueblos y que lógicamente generan dos tipos de árboles diferentes con sus frutos característicos.

En realidad podríamos decir que lo sagrado y lo profano representan dos momentos de la vida una. Son como la respiración del Uni-verso, con sus dos movimientos naturales, uno de inspiración o de retorno hacia el centro y otro de espiración o alejamiento; una fuerza centrípeta que hace que todo regrese al ori-gen de donde partió y otra centrífuga que ale-ja las cosas de su punto inicial. La energía centrípeta está en relación con lo sagra-do, pues es aquella que atrae y se ab-sorbe en el centro, reintegrándose en lo Uno. Es una mentalidad unificadora, inclusiva y trascendente. Por su par-te, la centrífuga se relaciona con lo profano, ya que se expande hacia la multiplicidad y la diferenciación de las formas y, por lo tanto, es un poder disolvente, separa-tista y excluyente. Y entre esas dos potencias complementarias se mueve la vida en su totalidad: emanación, expansión, desarrollo, regeneración, concentración, uni-ficación y reabsorción… permi-tiendo así que la vida se renueve constantemente.

Continuando con la línea del gran antro-pólogo Mircea Eliade, podríamos afirmar que lo sagrado y lo profano constituyen «dos mo-dalidades de estar en el mundo» y de vivir. Son dos contextos existenciales aceptados por la humanidad a lo largo del tiempo. En ellos, la concepción sobre la posición que el ser huma-no ocupa en el Universo es lo que determina una u otra mentalidad: el hombre integrante y partícipe del gran plan de la evolución, propio de la mentalidad sagrada; o el hombre mate-rial, individualista, alejado de la corriente de la vida y, por lo tanto, aislado y separado de la fuente del Ser, que establece la mentalidad profana, cuyo significado etimológico (pro-fanus) es «fuera del templo». A nivel individual

esto significa que todo aquello que nos de-vuelve a nuestro centro de conciencia,

reintegrándonos con nuestra esencia espiritual y unificándonos con nues-tro propio dios interior, pertenece al ámbito de lo sagrado. En cambio, aquello que nos dispersa, aleján-donos de nuestra columna de la estabilidad –como dirían los

antiguos egipcios– y que nos separa de nuestro eje interior y de los demás seres vivos, cabría considerarlo dentro de la esfera de lo profano. Si

lo miramos a escala civilizatoria, encontramos también dos cos-movisiones confrontadas o dos

modelos sociales específicos, fundamentados en ambas posturas.

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Siguiendo el patrón de todas las polaridades de la existencia que estamos tratando, es obvio que tampoco en este caso vamos a encontrar un hombre o una cultura en la que imperen, úni-camente, los elementos de corte sagrado o los de corte profano, con absoluta exclusión de cual-quier valor de su contrario. Pero nuestra propia evidencia histórica nos muestra que sí podemos ge-neralizar en torno a dos visiones del mundo contrapuestas, que ge-neran dos tipos de mentalidades. Una de corte materialista, más característica de las sociedades modernas y del mundo occi-dental, que se interesa fundamentalmente por un progreso de índole económico y material. Y otra trascendente, más común entre las anti-guas civilizaciones y culturas de Oriente, cuya máxima preocupación ha sido, hasta hace muy poco, el crecimiento y la transformación inte-rior. O dicho de otra manera: en contraste con la visión materialista, basada en los principios de progreso tecnológico, desarrollo industrial, racionalismo, empirismo, status social, confort y bienestar, nos encontramos con la sagrada, que está orientada hacia toda una serie de realidades espirituales y valores humanos mu-cho más elevados.

Cada una de estas mentalidades está ligada también a una determinada manera de conce-bir el paso del tiempo, empezando por el que llamamos «profano», que tiene una dimensión lineal y uniforme; avanza inexorable hacia el futuro, devorando minuto a minuto la breve existencia presente en pos de un crecimiento cuantitativo. Por su parte, el tiempo «sagra-do» es cíclico y la vida es un «eterno retor-no» hacia aquellos valores fundamentales que le dan un sentido espiritual, trascendiendo el aspecto banal y efímero del simple transcurrir de las horas que todo lo desgasta y destruye; tal es el motivo de que genere un crecimien-to cualitativo, pues conviene no olvidar que la clave de la maestría está en la repetición cons-ciente. El tiempo profano toma su modelo de una línea, cuyo origen se pierde en las brumas del pasado, continuando hacia el futuro en un progreso indefinido. La cosmovisión sagrada, en cambio, se inspira en el aspecto cíclico de la propia Naturaleza. En cada «re-evolución», aunque las experiencias se repitan, siempre lo hacen como la primera vez, ya que conectan

con la fuente de energía germinal de los orígenes, permitiendo así la renovación constante.

Para la mentalidad trascenden-te, el hombre es un ser vivo más dentro de la gran sinfonía de la creación. Comparte con miría-das de seres un mismo hábitat, la madre Naturaleza y un mismo destino en el plan de la evolución. Como parte integrante de ese Universo, pone su objetivo no sólo en encontrar su lugar y sen-tido de vida como ser pensante,

sino también en descubrir su parte de misión dentro del plan general. Para él, por tanto, el conocimiento de las leyes que rigen el cosmos, los ciclos de la vida y la muerte, la dualidad que permite la armonía de los opuestos, la ley de renovación constante, etc., son una nece-sidad vital. El conocimiento y la comprensión de esas leyes le permiten obrar en armonía con ellas al no contravenir el orden natural, cuyo desconocimiento o trasgresión ha lleva-do al hombre moderno a tantas calamidades existenciales, catástrofes naturales, accidentes y enfermedades.

En las tradiciones de mentalidad trascenden-te lo que prima es el «Ser», en contraposición con el «tener» que propone la cultura mate-rialista de la vigente sociedad de consumo, en la que el dicho «tanto tienes, tanto vales» se

En las tradiciones de mentalidad trascendente

lo que prima esel «Ser», en

contraposición con el «tener» que propone la cultura

materialista.

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ha convertido, por desgracia, en una verdad generalizada. Para la cosmovisión sagrada, de-trás de todo lo visible subyace ese misterio inabarcable que hace que la Naturaleza y el cosmos no sean algo frío y mecánico, sino un torrente desbordante de imaginación en don-de el gran Artista, con su paleta de mil colores, pintó una pléyade de aromas y armonías, vis-tiendo con exquisitos detalles las inexorables leyes que rigen lo grande y lo pequeño, al Uni-verso y al hombre... A ese misterioso Ser, por indefinible, se le han puesto multitud de nom-bres a lo largo del tiempo: Causa Primera, Uno sin segundo, Demiurgo, Espíritu del Universo, Divinidad, Gran Arquitecto, Dios… y más allá de los seudónimos que le demos, según nos dice un viejo texto hindú: «En verdad nadie lo-grará con su “mente perecedera”conocer su ver-dadera naturaleza, a pesar de cuanto sobre Él se ha enseñado, dicho o pensado». Sin embargo, mi querido amigo, no puedo sino seguir la lógica natural de pensar que donde hay un espacio ordenado debe haber un ordenador y donde hay unas leyes establecidas debe haber un le-gislador. Pienso también que en este argumen-to lo que menos importa es el nombre con que se le designe o la forma que se le dé a ese gran misterio que, según nos dicen los grandes maestros y sabios, es el primero al que nos enfrentamos y el último que desvelaremos.

Llegados a este punto: sagrado y profano, mentalidad trascendente y mentalidad mate-rialista, tiempo cíclico y tiempo lineal, mundo antiguo y mundo moderno, Oriente y Occi-dente… tal vez debamos preguntarnos ¿Acaso puede existir un misterioso arte de vivir que unifique lo sagrado y lo profano? ¿Podemos encontrar en la propia Naturaleza el arque-tipo para que cada una de esas concepciones ocupe el lugar idóneo dentro del plan evolu-tivo? ¿Existe una calidad de tiempo que pue-da sintetizar los movimientos lineal y cíclico en uno solo que los trascienda? ¿Es posible reconciliar la postura concéntrica de Oriente con la excéntrica de Occidente en una unidad fértil, mejorada y engrandecida por los dife-rentes matices? La verdad es que siento en lo más profundo de mi corazón, no sólo que sí se puede, sino que además es tiempo de hacerlo. Pienso que es necesario conciliar ambas orientaciones

para ser capaces de crecer y progresar cuan-titativa y cualitativamente, para enriquecernos con las diferencias y para vivir en el ahora, haciendo cada instante único y a la vez eter-no. Tal vez esa forma de fusión entre las dos posturas existenciales y las dos calidades de tiempo nos conduzcan a descubrir otro de los grandes misterios: el arquetipo con el que el divino Constructor modeló el mismo Univer-so: un todo perfectamente armonizado, nacido de un centro y que se desarrolla en espiral. Como muy bien dice el humanista Teilhard de Chardin: «la evolución es un camino en espiral ascendente, hasta llegar al “Punto Omega”.» Recuerdo una antigua narración oriental se-gún la cual cuando un niño nacía, se le daba como responsabilidad sembrar dos semillas

A ese misterioso Ser,por indefinible, se le han

puesto multitud denombres a lo largo del

tiempo: Causa Primera,Uno sin segundo, Demiurgo,

Espíritu del Universo,Divinidad, Gran

Arquitecto, Dios…

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de grandes árboles en parejos recipientes, colocados uno al lado del otro. Cuando las plan-tas comenzaban a brotar, debía colocar, sujetándose entre am-bas, una vara de bambú para que fuera elevándose a medida que crecían los dos arbolitos. La res-ponsabilidad del niño era velar para que ambas plantas crecieran por igual, ya que de este modo la vara se mantendría equilibrada en constante elevación. Como ya habrás supuesto, estos arboli-tos representaban las dos facetas complementarias de la existen-cia: vida interior y vida exterior, los dos aspectos de la Vida una, siendo la vara la personificación del alma del niño…

Sinceramente, creo que el hombre es un ser de naturale-za espiritual en cuyo interior

subyacen latentes unas poten-cialidades extraordinarias. Un ser consciente de su propia existencia que es capaz no sólo de luchar para sobrevivir y para desvelar los misterios que encie-rra la materia, sino también de amar esa vida que fluye dentro y fuera de sí mismo, extrayendo la perfección que se halla latente en el corazón de todas las cosas. Un ser pensante y sensible, cuya inteligencia le permite conocer y comprender las leyes de la Na-turaleza y cuya alma es capaz de conmoverse ante la sublime con-templación de la divina armonía del Universo.

Todos, en algún momento de nuestro peregrinaje por la vida, nos hemos quedado absortos contemplando el crepitar de las llamas del fuego o hemos juga-

do en la playa ensimismados apretando entre los dedos un puñado de arena mientras escu-chábamos el canto mantrámico de las olas. Muchos nos hemos extasiado con la contemplación de un cielo estrellado presidido por la reina de la noche, o hemos vertido lágrimas de emoción al admirar los colores con los que se viste el cielo en el amanecer del astro rey o en su ocaso… ¿Y quién no pidió un deseo cuan-do al alzar la mirada vio cruzar una estrella fugaz en el firma-mento?... Y es que hay cosas que embelesan el alma, despertando ecos dormidos, desde no sabe-mos qué época ni en qué lugar… pero intuimos que más allá de las formas y de las eras, más allá de los escenarios, hay cosas que no cambian, pues son tan viejas como la humanidad misma. m

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