el mundo de sophia 45

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La Ciencia ante el misterio de la muerte Bioética Una nueva ética para la vida Entrevista: Satish Kumar No te ufanes de tu saber, ni presumas demasiado de tu condición de hombre instruido. Toma consejo tanto del ignorante como del docto. Ptahotep

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Revista de difusión cultural

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Page 1: El Mundo de Sophia 45

La Ciencia ante el misterio de la muerte

BioéticaUna nueva ética

para la vida

Entrevista: Satish Kumar

No te ufanes de tu saber, ni presumas demasiado de tu condición de hombre instruido. Toma consejo tanto del ignorante como del docto. Ptahotep

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Contenidos

Pág. 44 Cartas a un joven idealista La SabiduríaHerminia Gisbert

Pág. 5 Para reflexionar...El elefante encadenadoJorge Bucay

Pág. 14 Para saber más... Sabiduría PolularMª Dolores Cantero Tornero

Pág. 6 DanzaAlohaAlejandra Flores

Pág. 10 HistoriaDescubriendo a SafoTanya García Armas

Pág. 29 Libros y películas

Pág. 30 PersonajesJoan MascaróUn viaje a la patria del almaRafel Ballester Coll

Pág. 9 Poesía«Entre» de Víctor Vilar

Pág. 26 Entrevista:Satish Kumar

Pág. 34 La ciencia ante el misterio de la muerteFernando Celli

EL MUNDO DE SOPHIA

2013

Nº 45

DIRECTOR:Francis J. Vilar

JEFE DE REDACCIÓN:Felipe Aguirre

REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN:Elvira Rey

Rafel Ballester

DISEÑO GRÁFICO:Víctor VilarJosé Luís Gil

HAN COLABORADO:Francis J. Vilar

Herminia GisbertVíctor Vilar

Elena MachadoElvira Rey

Fernando CelliCristina Gavilán

Mª Dolores Cantero TorneroRafel Ballester Coll

Alejandra FloresTanya García Armas

Una publicación de:

Fundación Sophia

c/ Jaime Ferrer, 3

Palma de Mallorca (Baleares)

www.fundacionsophia.com

Tel: 971 72 15 55

[email protected]

redacció[email protected]

www.mundosophia.com

D. L. PM-2099-98

Los artículos firmados expresan única

y exclusivamente la opinión de su

autor, quien se hace responsable de

la vercidad y autoría de los

contenidos expuestos.

Pág. 22 EgiptologíaLa Magia de los Antiguos Egipcios IDioses, mitos, magos y leyendasFrancis J. Vilar

Pág. 18 FilosofíaBioética: una nueva ética para la vidaElena Machado

Pág. 38 Lo que algunos dijeron sobre...El alma

Pág. 40 LiteraturaAnna AjmátovaElvira Rey

Page 3: El Mundo de Sophia 45

EL MUNDO DE SOPHIA 3

Como observador de la conducta humana y aprendiz del difícil arte de vivir, una de las cosas que más me han llamado siempre la aten-

ción es la omnipresente y casi omnipotente autoridad que tienen las modas del mo-mento, y las hoy llamadas «últimas tenden-cias», para imponer su criterio sobre la vida y la conciencia del común de las gentes. En este sentido, nunca dejará de sorprender-me cuán pocos «individuos», en el sentido platónico de la palabra, tienen la voluntad necesaria, el discernimiento suficiente y la fortaleza de carácter que hace falta para no quedar atrapado en el hechizo de las modas del momento, de lo que se lleva y lo que no se lleva, de lo que está bien visto y lo que no está bien visto.

En última instancia, si el inapelable y todopoderoso tirano de la moda se limi-tase únicamente a dictar sentencia sobre nuestra forma de vestir, la decoración de nuestro hogar, los lugares más fashion para ir o los artistas, toreros, cantantes y depor-tistas más famosos del momento, la cosa no trascendería y las modas no pasarían de ser una cuestión superficial, con cierta influencia para modelar nuestros gustos y aficiones personales. Pero lamentablemen-te, su poder va mucho más lejos, llegando a definir no sólo la estética de nuestra casa, nuestro coche o nuestro atuendo, sino tam-bién nuestra forma de pensar, de sentir, de hablar y de vivir. Y es que realmente es muy difícil separar la estética de la ética, ya que todo estilo artístico y toda tendencia esté-tica refleja siempre, de una u otra forma, la mentalidad, los valores y creencias de la sociedad en un periodo histórico determi-nado. De hecho, el arte nunca miente, pues en esencia no es más que la expresión for-mal de lo que sueña, piensa y siente el alma humana.

Según esto, podríamos hablar también de «modas mentales» o corrientes de opinión; de tendencias políticas, ideológicas o reli-

giosas; de cos-tumbres socia-les, de tribus urbanas e inclu-so de «argots» o «modas verbales» del mo-mento. Hay palabras, por ejemplo —como tolerancia, integración, empatía, sinergia, pluriculturalidad, diversidad, cooperación, comunicación, libertad—, que últimamente se han puesto de moda. Otras, como valen-tía, nobleza, bondad, pureza, integridad, fortaleza, lealtad, veracidad, idealismo y generosidad, que se han ido quedando un poco como desfasadas u obsoletas. Y otras, como fe, honor, disciplina, rectitud, auto-dominio, sacrificio, templanza, aplicación, cortesía y obediencia, que incluso están un poco «mal vistas». Pero el gran problema surge cuando nos damos cuenta que estas palabras expresan ciertos principios éticos,

VALORES HUMANOS YÚLTIMAS TENDENCIAS

Todo estilo artístico y todatendencia estética refleja siempre,

de una u otra forma, la mentalidad, los valores y creencias de la

sociedad en un periodohistórico determinado.

Editorial

Page 4: El Mundo de Sophia 45

virtudes del carácter o cualidades del alma humana que no pueden ser expresadas de otra forma, sin perder al menos una parte fundamental del su contenido semántico. Y tampoco existen otras palabras equivalen-tes que puedan reemplazar su significado y que además estén de moda… Entonces ¿qué hacemos? ¿Cómo lo decimos? ¿Cómo nos expresamos?

Realmente el lenguaje tendría que ser intemporal y estar más allá de las modas y corrientes de opinión, para servir única-mente a la comunicación, a la información, al conocimiento y a la verdad. Pero como no es así, nos encontramos ante un verdadero problema que no es tan sólo sociocultural, sino también ético, moral y espiritual, pues lo que no podemos hacer es ir perdiendo por el camino aquellos valores éticos y espiri-tuales que son inherentes al alma humana, simplemente porque hoy no están de moda. Pues se trata de cualidades y principios que son tan universales como intemporales, ya que pertenecen al hombre y a la mujer de todos los tiempos, todas las naciones, todas las culturas y todas las creencias.

¿Qué pueblo hay sobre la faz de la Tie-rra, que no haya ensalzado en sus mitos, su arte y su literatura el valor y la audacia de sus héroes, la bondad y pureza de sus san-tos, la justicia y rectitud de sus reyes, el ho-nor y la nobleza de sus caballeros, la virtud

y la belleza de sus mujeres, la piedad y la devoción de sus místicos o la sabiduría y la prudencia de sus sa-

bios?

Si esto es así, deberíamos pre-guntarnos: ¿por qué la educación actual, salvo honrosas excepciones, no promueve en los jóvenes el conocimiento y comprensión de todos estos valores? ¿Por qué las palabras que los nombran no están hoy de moda? ¿Por qué pertenecen a la épo-ca de nuestros abuelos? ¿Por qué están mal vistas? ¿Por qué los escritores del momen-to no las usan? ¿Por qué ya no se llevan? ¿Desde cuándo la verdad, el valor, la nobleza, la bondad, la justicia, la generosidad, el amor, la belleza, la amistad o la integridad pertenecen exclusivamente a una época, una religión o una cultura determinadas?

Lo que sí es cierto es que hace falta mu-cho valor, una gran libertad de criterio, una sólida fortaleza de ánimo y una verdadera independencia de carácter para atreverse a hablar hoy abiertamente de aquellos va-lores que son, fueron y serán siempre tan auténticos y verdaderos como universales y atemporales, sin dejarse hechizar por la vo-luble, frívola y pasajera opinión de la moda del momento, en la que lo que hoy es ver-dad… mañana será mentira, y viceversa.

Sinceramente, creo que más allá de la última moda, las últimas tendencias y las últimas corrientes de opinión, debe haber algo en nosotros que sea un poco más fir-me, más sólido y más real…, algo que no gire y gire constantemente según sopla la brisa del momento, como un frágil molino de viento…, algo mas sereno, luminoso e intemporal, que sea capaz de alzarse tran-quilo en medio de tanta frivolidad, tanta confusión y tanto desatino, y proclamar cla-ramente la validez de aquellas palabras que designan unos principios éticos y unos va-lores humanos que nos pertenecen a todos por igual, porque forman parte del patrimo-nio espiritual del género humano. m

Verdad

Valor Bondad

JusticiaGenerosidad

Page 5: El Mundo de Sophia 45

EL MUNDO DE SOPHIA 5

El Elefante Encadenado

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante

siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: el elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impo-tencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impo-tencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestio-nar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer monto-nes de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y graba-mos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosostros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.

Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:No puedo y nunca podré.

Para reflexionar...

Jorge Bucay

Page 6: El Mundo de Sophia 45

6 EL MUNDO DE SOPHIA

Alejandra FloresDirectora del grupo de danza Polinesia Tehani

En el corazón del océano Pa-cífico se haya la Polinesia, un territorio poco conocido, cobi-

jado por el mar y la lejanía, por sus tradiciones y su autenticidad, que alberga una gran sabiduría preservada y transmitida a tra-vés del Aloha. Coloquialmente, muchos hemos oído esta palabra hawaiana que tiene múltiples definiciones en diversos niveles de comprensión: en lo cotidia-no se utiliza para expresar amor, saludar o despedirse, sin embar-go, significa mucho más, es una filosofía de vida que nos conecta entre nosotros y con todo lo que existe.

La palabra Aloha está com-puesta a su vez por tres pala-bras: Alo, que significa compartir en el presente; Oha, júbilo, y Ha, la energía o el aliento de la vida. Por tanto, cuando nos dirigimos a alguien y le decimos Aloha, ha-cemos explícito que somos cons-cientes de la dicha de compartir el mismo aliento en ese particular momento y le invitamos a ser par-te de él junto con nosotros. Du-rante generaciones, los hawaianos han sido guiados por este princi-pio que marca una manera de ver y formar parte del mundo a par-tir de cinco valores; este código se deriva de los significados del acróstico del Aloha:

AkAhi. Amabilidad, expresada con ternura. Cuando te relacionas con las personas, lo haces con guantes blancos, están limpios y sin manchas, no dejas tus huellas; tratar a los demás con gentileza es hacerlos parte de ti. Una de las conductas que más se valora en la Polinesia es el dar, pues se cree

firmemente en la idea de la causa-efecto, es decir, si se entregan con-ductas cordiales y consideradas, se recibirán conductas de la mis-ma naturaleza. Sin embargo, no se deberá dar amor con el afán de re-cibirlo, implica ofrecerlo de modo incondicional pues, de lo contra-rio, en esencia no sería sincero ni tendría valor alguno. Asimismo, la palabra tiene un gran poder en este sentido, de tal forma que el Kumu Hula (maestro de danza) Ray Kahikilaulani Fonseca señaló: «piensa que todas y cada una de tus palabras y de tus actos son un bumerang y, así como emergen de tu boca con una in-

Dedicado a Auntie Pilahi Paki,

respetada kumu (maestra) y

kahu (guardiana) de la

sabiduría de Hawai’i.

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EL MUNDO DE SOPHIA 7

tención y deseo, asimismo regre-sarán a ti».

Existe una actitud muy ligada a esta idea: Kôkua. Dedicar tiempo o esfuerzo a personas a las que no conocemos tiene una consecuen-cia sobre el alma; Kôkua es ayudar o apoyar a los demás, nuestros antepasados sabían que la mejor manera de crecimiento interior es disipando el ego o el «Yo» y entregan-do una parte de él. «Dar a tu familia es automático, debes hacer-lo aunque suela resul-tar muy can-sado o difícil; dar algo a los demás, más aún cuando son extraños, requiere de un esfuerzo. La recompensa en forma de buen ánimo es muy fuerte y proviene de hacer de los extraños parte de nuestras vidas» (Kumu Hula Ray Kahikilaulani Fonseca). Con el medio ambien-te sucede lo mismo, hoy en día ¿cómo se trata? Lo dañamos, no lo cuidamos, dejamos en él tintes que lo lastiman y que por tanto, no podemos estar en equilibrio con él. Los antiguos hawaianos se mantenían en comunión con su tierra, el mar, los árboles y toda la naturaleza, pues eran parte de ellos, y su preservación implicaba la salvaguarda de su gente.

LokAhi. Unidad, expresada armonio-samente. ’Ohana es la palabra hawaia-na que hace refe-rencia a la familia. En este contexto, tiene una connota-

ción de hospitalidad que permite que los sentimientos y actitudes que aparecen dentro de este cír-culo se expandan e incluyan a nuevos miembros más allá de los lazos sanguíneos o culturales. En realidad se refiere a la humanidad misma, así, este amor incondicio-nal no sólo se dirige a este género, incluye al resto del universo. En su sentido más profundo, repre-senta el continuo ininterrumpido de lo Uno, el poder divino que busca unir aquello que está desar-ticulado en el mundo; Hookahi, es hacernos uno con la unidad, con el todo. Actualmente, nuestro sis-tema político, económico, social y educativo nos muestra como se-

res únicos y diferentes, distancia-dos por el lenguaje, los orígenes, la posición social y las creencias, promoviendo la exclusión entre los hombres y limitando la capa-cidad de reunirnos con nosotros mismos, con los demás y con lo eterno. Quien está en una búsque-da continua, vive en el espíritu Aloha.

‘oLu’oLu. Cordialidad, expre-sada como cortesía. La palabra ‘olu’olu procede de un término que significa: flexible y tranqui-lo, es lo contrario a la hostilidad. Los polinesios están convencidos de que cuando nos relacionamos con los demás tenemos que crear paz y tranquilidad a través de lo que pensamos, lo que decimos y lo que actuamos. Por ello tienen en cuenta el perdón; primero ha-cia nosotros, pues no somos per-fectos, y luego hacia los demás, pues la ira y el rencor sólo perju-dica a uno mismo y a quienes nos rodean.

hA’AhA’A. Humildad, expre-sada con modestia. Se refiere a sabernos importantes, pero no por ello minimizar a los demás; ser conscientes tanto de nuestros potenciales como de nuestras de-bilidades. Es el compromiso de aceptar a los otros y dignificar lo que son y lo que pueden llevar a cabo, mostrarnos tolerantes hacia los demás es parte de esta virtud. Así también está relacionado con el respeto y la admiración hacia

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8 EL MUNDO DE SOPHIA

la grandiosidad de todo lo que nos rodea. Por ejem-plo, cuando se corta una flor o se caza un animal, se le pide permiso, se le agra-dece por lo que nos brinda o para lo que nos servirá y se ofrenda algo a cambio. Implica un sincero sentido espiritual de agradecimiento na-cido desde lo más profundo de nuestra alma. En la Polinesia, la presunción es considerada como una ofensa, «Presumir es como toser sin taparse la boca, porque de esa manera se esparcen los vi-rus de la separación y la arrogan-cia por todas partes y se debilita a todos» (Kumu Hula Ray Kahikilau-lani Fonseca).

Ahonui. Paciencia, expresada con perseverancia. Literalmen-te simboliza «el gran aliento», la energía que lo sustenta todo y a nosotros mismos; por tanto, quien carece de paciencia también se priva del aliento vital, de apro-vechar el instante en el que pue-de transformarse a sí mismo, de evolucionar en mente, cuerpo y espíritu.

Seguramente has descubierto que el secreto del Aloha radica en que una persona no puede llevar a cabo alguno de estos principios si deja de lado a los otros. Si te privas de cumplir con uno, faltas a todos los demás. En estos pue-

blos el Aloha se experimenta en cada momento del día y, por ello, es habitual ver ofrendas en escul-turas, templos y lugares sagra-dos, recibir un collar elaborado con frescas y perfumadas flores como muestra de agradecimiento o cariño, sentirse cobijado al ser tratado con cortesía y simpatía, escuchar palabras dedicadas a la luminosa belleza que les rodea. Para los hawaianos este código tiene tal importancia que está in-cluido dentro de la ley, pues de esta manera buscan exaltar la re-ciprocidad y el amor que natural-mente se encuentra en todos los seres humanos, sólo que, en este caso intentan incorporarlo a su experiencias en lo cotidiano, no desde los libros, sino desde el corazón.

Por tanto, el Aloha no debe ser usado ni entendido como un es-logan artificial que res-ponde a beneficios co-merciales o lúdicos. Es una palabra de poder, un

principio espiritual que transmi-te la más profunda expresión de la relación con nosotros mismos, de las fuerzas creativas y dadoras de vida, es una actitud del alma que busca compartir con todo lo que te rodea el infinito amor di-

vino que existe en noso-tros y que se expresa en el universo. El Aloha es una energía en expan-sión que se mantiene for-talecida, porque tanto en Hawai’i como en el resto del planeta existen almas que, bajo otros nombres, lo reconocen y vibran en la misma sintonía. m

«Aloha es la promesa

de que el sol brillará

de nuevo, trayendo

consigo nuevas

esperanzas y

sueños en cada día

que comienza»

(Auntie Pilahi Paki).

Parau api («Qué hay de nuevo»).De Paul Gauguin (1892). Oleo sobre

lienzo realizado durante la primera estancia del pintor en Tahití.

Page 9: El Mundo de Sophia 45

Poesía

EntreEntre Por Víctor Vilar

Entre los dos abismos,

el del átomo intangible

y la galaxia lejana,

entre los electrones

y agujeros negros,

fuerzas inasibles

y órbitas planetarias,

entre el cielo

y el infierno...

una conciencia rasga

el cosmos, un rayo

de luz que trae el día.

El bien persigue,

la verdad anhela.

Entre el pensamiento

que comprender

todo pretende

y la emoción

que dominar ansía,

¿quién gobierna el timón

de mi presente?

¿A quién agradecer

la conciencia

que me habita?

Page 10: El Mundo de Sophia 45

10 EL MUNDO DE SOPHIA

C. Sin embargo, pasó gran parte de su vida en Mitilene, la ciudad principal de la isla. Su madre fue una noble y digna dama lla-mada Cleis; a su padre, Escamandrónimo, lo perdió cuando tenía seis años. Y con se-guridad ella misma tuvo a una «linda niña igual en hermosura a las flores de oro» (132 LP). Algunos dicen también que estuvo ca-sada con Cercilas, un apuesto y rico comer-ciante de Andros, como se menciona en la Suda, la gran enciclopedia Bizantina.

Su familia era una de las más importan-tes de Lesbos y se vio envuelta en las luchas internas por el poder que se desenvolvieron sobre todo en Mitilene. Como consecuencia fue exiliada a Sicilia del 604 al 596 a. C. Esta información nos ha llegado por medio de una tabla cronológica hecha en mármol si-tuada en la isla de Paros, que habla sobre

Acercarse a un autor clási-co, ya sea griego o latino, es adentrarse en un mun-do que podría resultar lejano o ajeno, debido en

parte a la distancia tanto cronológica como geográfica que nos separa de él. Sin embar-go, sus obras han perdurado durante miles de años, no sólo por el valor de su belleza y de su conocimiento, sino porque aún hoy es posible reconocer en ellas lo que las hace inmortales y universales: la sabiduría.

Algo particular sucede con Safo, una poetisa de quien tal vez hemos oído ha-blar, pero a la cual no conocemos en detalle. Sobre su vida sabemos —y además gracias a sus propios versos— que nació en Éreso, en la costa occidental de Lesbos, una de las islas griegas, aproximadamente en el 630 a.

Tanya García Armas

Page 11: El Mundo de Sophia 45

EL MUNDO DE SOPHIA 11

héroes míticos, reyes clásicos griegos y di-versos eventos de importancia que van des-de el año 1582 hasta el 264 a. C.

Existen además cientos de mitos en tor-no a ella, debido en parte a la gran fama que alcanzó con su arte entre sus contemporá-neos e, incluso, algunos años después, ya en época clásica y romana. Es bien sabido que el mismo Catulo, un poeta romano de la etapa republicana, imitó algunos de sus poemas alabando su maestría y gracia. Es más, su fama fue tal que su nombre apare-ce en restos de textos antiguos y en mone-das, por lo cual no queda duda de que fue leída en todo el periodo de la Antigüedad. No obstante, a pesar de los numerosos ha-llazgos de papiros, no poseemos más que pequeñas partes de su obra lírica, que son principalmente monodias o «cantos en soli-tario», breves estrofas de métrica variada que se cantaban acompañadas con la lira, repitiendo la melodía para cada estrofa. Disponemos además de epitalamios, los can-tos que acompañaban a la novia en su viaje a la nueva patria y eran entonados delante del aposento de los recién casados. En ellos se celebraba la felicidad del novio y la belle-za de la novia con las más bellas metáforas. De esta forma, con la misma naturalidad y sensibilidad con que nos habla de su vida, nos deja ver su propio corazón y el mundo que la rodea. Su vida fue, pues, estar al servicio de las Musas, consagrándose a ellas y al círculo de jóvenes doncellas que estaba a su cargo para ser instruidas en poesía y música.

Se sabe que en Lesbos la juventud femenina de los es-tratos sociales superiores se asociaba en organizaciones de culto (Thiasoi) que eran instituciones vivas en las que las jóvenes, bajo la dirección de una mujer, se entrenaban en una vida feliz y decorosa para sí mismas, para su futuro marido y para la sociedad. En los Thiasoi se educaban en las artes, disfrutaban de compa-ñía y amistad, honraban

a los dioses con cantos y danzas, no sólo en festividades, sino en cualquier ocasión, estando la vida del grupo bajo la especial protección de Afrodita, la diosa griega del amor y la belleza. De esta forma, Safo se desempeñó como sacerdotisa y las mucha-chas a su alrededor aprendieron de ella a cantar y los demás dones que brindan las generosas Musas a la humanidad.

De su biografía mucho podemos fanta-sear, pues ha sido desde hace siglos una de las figuras inmortales de la literatura griega. Siempre despertó gran interés y controver-sia, no sólo por la hermosura de sus formas, que se entregan a la gracia y sobre todo a la armonía, sino porque también cada uno de

sus versos muestran, sin temor, a una mujer que ama la vida y que

en cada momento ha sido au-téntica. De modo que lo que realmente trasciende de su paso por este mundo es todo aquello que nos ha dejado y

que incluso hoy puede ilumi-nar nuestro camino, como la visión de la vejez para una no-

ble y sabia mujer, en continuo contraste con la juventud y

lo que con ello se tiene.

Panorámica de la isla de Lesbos.

Safo fue considerada en

la Antigüedad como la

«décima Musa»

Safo fue considerada en

la Antigüedad como la

«décima Musa»

Page 12: El Mundo de Sophia 45

12 EL MUNDO DE SOPHIA

El poema comienza con una exhortación a apreciar la belleza y el talento musical, a la fe-minidad y al encanto de las artes; sin embargo, resulta más importante percatarse de que toda la primera parte está impregnada de alusiones a la juventud y a la belleza femenina. Para empezar, el elemento más importante es el sujeto a quien se esta dirigiendo, las jóvenes (ymes, ustedes… páides, niñas), al mostrarse tanto al inicio como al final del primer verso, dando a entender que en ese momento se encuentra admirando la lo-zanía ajena. Enseguida la mención de las Musas trae una imagen de frescura y belleza imperece-dera, que incluso el adjetivo iokólpon, «ceñidas de violetas» vigoriza, al ser las flores símbolo

universal femenino de adorno y encan-to natural. Los hermosos dones

(los cantos, la música y las artes otorgadas por ellas) hacen no-

tar que dicha belleza no trata tan sólo de la apariencia, sino que, al anhelarlos impacien-temente y con profundo in-terés (spoudázete: vehemente)

se busca la más profunda y cercana a lo divino, más bien,

producto divino, una belleza eterna e inigualable.

Así nos acercamos ya a Safo, pues en los cua-tro versos siguientes encontramos que habla de sí misma, ya no como espectadora, sino como el ser que vive y siente; y al iniciar el tercer verso, un émoi «para mí» hace hincapié a lo que tratará desde ese momento, así como el éde, al final, ata-ñe al ahora, al instante en que se encuentra can-tando. En principio describe los cambios físicos que se dan con la vejez, aquello exterior que de inmediato surge a la vista de los demás, al ser el cuerpo lo que nos pone en contacto tangible con el mundo. No obstante, describe a continuación los cambios en cuanto al ánimo y la fuerza que ha perdido, refiriéndose entonces a lo interior e íntimo, posiblemente lo más doloroso, ya que no sólo considera que su ánimo se ha vuelto pesa-do, grave, penoso, difícil y torpe (bárys), sino que ha sido además privada de todo lo maravilloso que guarda el pasado láipser «ágil»; está cansada, sus rodillas ya no la soportan, pero tampoco —y aún peor— la transportan y se ha limitado a la quietud.

En este punto, llegamos a la cumbre del poe-ma: el contraste entre la añoranza y el lamento por lo pasado, la evocación de lo magnífico de la juventud; y la dulce y suave aceptación de la vejez como algo propio de la humanidad, en la cual radica la misma beldad de esta tierna edad.

¡Niñas, de las Musas ceñidas con violetas, perseguid

con impaciencia bellos dones y una lira melodiosa!

Mi piel antes lozana, hoy la vejez la apresó

y de negros en blancos se convirtieron mis cabellos;

mi ánimo se abruma, las rodillas no me sostienen,

ésas, antes ágiles al danzar cual cervatillos.

Cuán fuertes esas cosas añoro, pero ¿qué puedo hacer?

Imposible no envejecer cuando se es humano.

Cuentan que Eos, de brazos de rosa, alguna vez,

por amor a Títono, con él marchó al fin del mundo,

pues era joven y hermoso... igual al fin lo capturó

grísea vejez, aún teniendo inmortal consorte.

Fragmento 58, SaFo de LeSboS (edición de WiLLiam S. anniS,traducción de La autora deL artícuLo)

Page 13: El Mundo de Sophia 45

EL MUNDO DE SOPHIA 13

Mostrando que sus lamentos son frecuentes (Thameos), les cede gran importancia, dando a entender que no es que no le importe o no le duela envejecer, sino que es consciente y acepta que la vida humana es así, efímera y llena de cambios, como si se tra-tase de un bello y justo sacrificio que le permite apreciar en mayor grado esos momentos dulces y feli-ces de la vida, cambios por los que nada se puede hacer para evi-tar que sucedan.

Finalmente, recurriendo al mito, se sirve de la figura divina de la Aurora, que es el símbo-lo ideal para la belleza, la frescura y la dulzura, al ser el nacimiento del día. Declara que la her-mosura y la mocedad son efímeras e imposibles de conservar para los mortales, pues el tiempo es más poderoso incluso que la voluntad de los mismos dioses (Crónoi, «el tiempo», al inicio, contrapuesto a áloitin «consorte», al final obvia-mente referida a Aurora). Así mismo, no puede dejar de mencionarse que la razón por la que Eos se lleva a Títono es el amor, que aparece fu-sionado con la juventud y el encanto, puesto que según el mito —aunque Safo no lo menciona—

cuando estos dones son apresados por la vejez, Eos lo abandona en

una habitación, olvidándose de él.

La vejez es gris y no hace solamente alusión al color del cabello cuando se llega a edad avanzada. El color nos lleva a ima-ginar tristeza, nostalgia y melancolía. Safo utiliza maravillosamente el con-

traste en los colores para señalar a los ojos indiscretos y

curiosos del que esté interesado en escucharla —ver y escuchar con la

mente—, el contraste entre lo divino, que será rosa como Eos (brodópajyn «de dedos de rosa») o violeta como las Musas (iokólpon), y lo mortal que en algún momento llegará a ser gris (pólion) por haber disfrutado de los colores de la vida. Es el precio que debemos aceptar por haber nacido humanos, pero más que un precio o un «castigo» es un motivo más para valorar el tiempo eque existimos, vivimos, disfrutamos y padecemos en la tierra, pues al saber que el tiempo no volverá, se convierte en único e inigualable; además, de ser eterno caería en lo monótono. Que la vida tenga un tiempo límite, junto con las tiernas y felices etapas, nos permite encontrarnos con el asombro a cada momento. m

Page 14: El Mundo de Sophia 45

C uántas veces nos hemos sor-prendido, de que cuando nuestro problema parecía no tener solución, en el momen-to en que queríamos tirar la

toalla, en que ya no sabíamos qué más hacer, al-guien (que por lo general suele ser una persona de mayor edad) nos dice un proverbio o un re-frán que es capaz de arrojar luz sobre los obstá-culos que hasta ahora nos mantenían en tensión.

Todos nosotros disfrutamos de las tradicio-nes del lugar donde vivimos, sus fiestas, su gas-tronomía, su arquitectura, etc., pero en realidad, no somos conscientes del significado profundo que encierran esas culturas, las costumbres de un país, una comunidad, un pueblo. Actualmen-te no conocemos ese significado porque las tra-diciones suelen tener una base mítico-simbólica y no todos poseemos las claves para desvelar esos símbolos. Pero otras tradiciones, como el refranero popular, sencillo, fácil de recordar y a la vez cargado de sabiduría, ha perdurado en el tiempo y éste puede servirnos como guía en el sendero de la vida, en nuestra andadura hacia la felicidad.

¿Hemos tenido una mala experiencia y no sabemos cómo afrontarla? ¿Tenemos du-das sobre cómo educar a nuestro hijo? Inclu-so, ¿queremos tener una orientación sobre el tiempo que hará en un determinado mes? La sabiduría popular tiene respuestas para todo ello y para mucho más.

Los refranes, según la Real Academia Espa-ñola, son dichos agudos y sentenciosos de uso co-mún. Esa es la peculiaridad de los refranes, que tanto un abogado, un ingeniero de la NASA,

Mª Dolores Cantero TorneroLicenciada en Psicología

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como el charcutero del barrio pueden utilizarlos, ya que a través de metáforas aluden a las cosas de la vida, a las experiencias del quehacer coti-diano que todos vivimos independientemente de nuestro grado de conocimiento. Además son cortos, por lo que son fáciles de memorizar para decirlos en el momen-to oportuno.

Por cierto, ¿eres ca-paz de pensar en cinco refranes diferentes? «No hay mal que por bien no venga», «Perro ladrador poco morde-dor», «La primavera la sangre altera», «A quien madruga Dios le ayuda», «Una vez al año no hace daño»…Seguro que sí, y puede que hasta te surjan más, puesto que nuestro vocabulario cotidiano está repleto de estas sencillas máximas. En el refra-nero popular podemos encontrar diferentes ti-pos de refranes: algunos dan una indicación de cómo se debe proceder ante una determinada situación, ya sea frente a un dilema moral o una determinada situación o enfermedad: «A caba-llo regalado no le mires el diente», «Más vale prevenir que curar». Otros, advierten de las cir-cunstancias que conllevan ciertas acciones: «Cría cuervos y te sacarán los ojos», «Quien siembra vientos recoge tempestades». O incluso, algu-nos simplemente describen la realidad, como el tiempo atmosférico de un mes: «Marzo ventoso y abril lluvioso hacen de mayo florido y hermo-so», «Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo».

Los refranes son trans-mitidos oralmente, si bien hay compendios escritos actualmente y también existe una gran cantidad de proverbios accesibles a través de Internet. No sabemos quiénes fueron

sus autores, y puede que algunos de los refra-nes que decimos en España fuesen traídos hace mucho tiempo de otro rincón del mundo, pero en algunos casos podemos deducir cuál fue su origen. Cuentan que el dicho «En boca cerrada no entran moscas» viene de cuando Carlos V pa-saba por Calatayud y un aragonés le dijo: «Ce-rrad la boca majestad, que las moscas de esta tierra son insolentes».

Los que más los utilizan son tal vez las per-sonas mayores, aquellos que tras una larga vida llena de vivencias han podido extraer unas en-señanzas vitales y que se ven reflejadas en estos dichos. También puede que ello se deba a que antiguamente la educación no era la misma que hoy en día. No todos nuestros abuelos fueron al colegio para aprender matemáticas, historia o lengua. Su conocimiento versaba sobre las cosas

de la vida o de un oficio en particular, no sobre datos, fechas o reglas de acentua-ción.

Los refranes, segúnla Real Academia

Española, son dichos agudos y sentenciosos

de uso común.

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Si bien, estas frases con significado vital son importantes para mí, creo que no le ocurre lo mismo a la juventud actual. Es una pena que los jóvenes no sean conscientes de todo este cono-cimiento vital que tienen al abasto. Me imagino por qué no lo utilizan: seguramente lo ven como un vocabulario antiguo o porque hoy en día pri-ma más acumular datos sobre alguna rama del conocimiento que atesorar experiencias de la vida.

¿Por qué no empezamos a ver a los refranes como frases cargadas de sentido, y algunos ade-más con sentido profundo?

Actualmente, donde todo debe ser inmedia-to y rápido, ¿por qué no se puede rescatar esta

tradición tan interesante, útil y que promete soluciones rápidas? Pues en un momento, un refrán puede darte una información que antes no tenías o hacerte cambiar la percepción de las cosas.

La sociedad actual, demandante de un co-nocimiento científico y técnico, cada vez más perfeccionado, no sólo para desempeñar una profesión sino también para afrontar los pro-blemas vitales, se olvida de que el conocimiento más importante es aquel que se adquiere con la experiencia, y que sólo entonces deja de ser co-nocimiento para convertirse en sabiduría.

Y, nunca mejor dicho…

El saber no ocupa lugar

El conocimiento mas importante es aquel que seadquiere con la experiencia, y que solo entonces deja de

ser conocimiento para convertirse en sabiduria.

, ,

,

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Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Más vale pájaro en mano que ciento volando.

El amor es ciego.

Pereza no es pobreza pero por ahí se empieza.

El que la sigue la consigue.

Practicar hace maestro; que no leer en el cuaderno.

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.

De bien nacidos es ser agradecidos.

Al mal tiempo buena cara.

Cada loco con su tema.

Del dicho al hecho hay mucho trecho.

A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Lo bueno se hace esperar.

Todos obedecen con gusto si el que manda es justo.

Dime con quién andas y te diré quién eres.

A falta de pan, buenas son tortas.

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18 EL MUNDO DE SOPHIA

Desde el amanecer del siglo XX vivimos en un mundo que cam-bia constantemente y a una velocidad que,

a veces, dificulta enormemente una adecuada reflexión sobre esas transformaciones: de dónde vie-nen y a dónde nos llevan. Con el siglo XXI, la realidad de la globa-lización y las nuevas tecnologías, este fenómeno se ha ido incre-

mentado. Toda esta tormenta de variaciones sin asimilar, y que muchas veces suponen rupturas de esquemas so-ciales, religiosos, políticos, educativos, etc., han ge-nerado una profunda cri-sis de valores de la que se habla desde la irrupción de

las dos guerras mundiales. Una crisis es una coyuntura

de cambios, es decir, una serie de modificaciones que provocan una transformación, a veces en un cor-to espacio de tiempo, y otras en un lapso temporal, dramáticamente largo para el que lo está viviendo. Cuando la crisis es de las convic-ciones profundas que orientan una determinada forma de ser, de vivir y de actuar (es decir, de los valores que mueven a un grupo humano) estamos ante una «Cri-sis» con mayúsculas, salpicada de multitud de pequeñas y grandes crisis en todos los ámbitos de la sociedad. Existe una disciplina fi-losófica que se ocupa del estudio racional de los valores para ayu-dar a dilucidar cuáles son los que deberían regir a una sociedad, a una profesión, a un ser humano, etc.: la ética. Lamentablemente, dicha rama de la filosofía no ha

Elena MachadoLicenciada en Filosofía

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sido aún capaz de moverse con la agilidad que los tiempos requieren, ni de dar respuestas ade-cuadas al hombre moderno. No obstante, si la ética no ha logrado dar con la gran respuesta a la crisis de la modernidad, algunas de sus herma-nas menores están trabajando con ahínco para dar pequeñas respuestas a problemas más mo-destos. Están esforzándose por no perder el tren del momento, del aquí y el ahora.

Nuestro mundo está plagado de dilemas éticos que nos tocan a todos muy directamente, y es ahí donde algunas ramas de la ética están haciéndose un pequeño hueco en nuestras so-ciedades. Ética empresa-rial, profesional, médica, medioambiental, social, etc., son temas de actuali-dad porque una conducta errónea en dichos ámbitos nos puede causar mucho daño. Y, querámoslo o no, ahondar en tales temas conduce, ineludiblemen-te, a cuestiones profunda-mente éticas como si exis-ten derechos inalienables que no deben ser violados jamás, o si los fines justi-fican los medios. Por más atajos que queramos coger, por más incómodo que pueda resultar hablar de ética en su sentido más general y profundo, por poco de moda esté, las cuestiones deontológicas son vitales para que una sociedad se desarrolle y se exprese con un mínimo de coherencia.

Una de las especialidades de la ética de las que más se habla, que más repercusión social tie-ne, es la bioética. Ésta se dedica a proveer los principios para la correcta conducta humana res-pecto a la vida, tanto de la hu-mana como de la no humana. Esto es lo que la diferencia de la ética médica, por ejemplo, ya que le incumben también las cuestiones relacionadas con el medio ambiente y el trato debi-do a los animales. Ciencia, medi-cina, animales, naturaleza… su radio de acción es muy amplio, y a veces complicado. ¿Por qué? Porque los dilemas conductua-les no se pueden resolver de

forma científica, no son cuantificables y objeto de experimentación. Tienen que ver con valores, y éstos suelen ser subjetivos. La bioética no tiene poder fáctico de acción, su trabajo es más de asesoramiento y de concienciación, de intentar establecer un diálogo o acer-camiento entre ciencias de la vida y valores humanos.

La bioética trata de dar respuesta a cuestio-nes morales derivadas de la profesión sanitaria, como son la eutanasia, el aborto o la reproduc-ción asistida. En relación con la investigación científica trata de concienciar tanto a científicos

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como a las sociedades que apoyan dichas in-vestigaciones, de las consecuencias de la ma-nipulación genética, la clonación humana, o el uso indiscriminado de animales de laboratorio. Lo mismo ocurre con los problemas ecológicos: ¿qué puede pasar, a la larga, con el uso de la energía nuclear?, ¿y con el crecimiento descon-trolado de la población?; ¿es factible un desarro-llo sostenible?, ¿se está invirtiendo en ello todo lo que se podría y se debería?; ¿entendemos, la población y los políticos, las consecuencias rea-les de nuestros actos, a nivel global?, etc., etc.

Veamos algunos ejemplos de lo cercanas que pueden sernos las cuestiones que aborda esta disciplina. En general el campo donde más ha fructificado es en el de los tratamientos médicos y la innovación tecnológica. Es ahí donde una persona puede encontrarse con verda-deros problemas, derivados del choque entre una cultura fuertemente científica y sus derechos como ser humano:

derecho a no sufrir dolor físico, derecho a vivir aunque sea en estado vegetativo, derecho a mo-rir dignamente si tus condiciones físicas o men-tales llegan a deteriorarse y tú dejas de ser tú. En 1978 nació el primer bebé probeta del mundo. Mucho ha llovido desde entonces, y a día de hoy la reproducción asistida se considera un trata-miento estándar de fertilidad. Todo parece muy bonito, pero lo cierto es que no se conocen bien los costes y los riesgos que conlleva. Uno de los riesgos: el alto índice de bebés prematuros. En De la vida a la muerte. Ciencia y bioética uno de los autores advierte que «un reciente informe sobre los resultados a largo plazo de bebés prematu-ros con un peso al nacer inferior a 750 gr. que sobreviven hasta la edad escolar es que hasta el

20 por ciento de estos niños sufren una o más minus-valías funcionales graves y la mi-tad sufre una o más minusvalías funcionales me-nos graves, pero importantes. Por otra parte, estos niños presentan

un riesgo elevado de sufrir disfunciones neuro-conductuales y bajo rendimiento escolar». Y éste es sólo uno de los muchos peligros que conlleva el uso de la tecnología de reproducción asistida. No es posible ya mencionar, en un breve artículo como este, alguno de los riesgos de los embara-zos múltiples o de las técnicas de reproducción que conllevan sutiles cambios genéticos.

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Otro ejemplo sería el de la donación de órga-nos para trasplantes. Que alguien decida que a su muerte, quiere donar sus órganos para salvar vidas es ciertamente loable. No obstante, el nú-mero de órganos que se obtiene mediante este medio es escaso, en relación con la demanda. En muchos países la única posibilidad de impedir la muerte por enfermedad renal es tener la suerte de que un familiar vivo lo done, o poder pagar para que alguien lo ofrezca. ¿Qué repercusiones puede tener esto? Que los miembros más pobres de la sociedad ya son vistos como una fuente de adquisición de órganos, y si en Europa eso está mal visto y es legalmente complicado, las miras viran hacia los países en desarrollo. También se han dado casos de que el consentimiento para una donación de un donante vivo ha sido dado por el responsable o tutor de un menor o de una persona psíquicamente incapacitada. En casos así las dudas sobre la moralidad de dichas prác-ticas se disparan.

Algunos países occidentales están intentan-do legalizar un mercado de órganos. Esto choca con la visión médica tradicional de que un órgano es un regalo, y debe ser siempre un acto altruista. Quienes defien- den la crea-

ción de dicho mercado apoyan la idea de que los individuos deben tener plena li-bertad de decidir si quieren o no vender sus órganos. Eso es cierto, pero también

es cierto que esto deri-vará, casi con seguridad,

a que sean los más pobres, los marginados o aque-

llos que les falte la educación necesaria para en-tender realmente lo que supone el hecho de do-nar un órgano, los que terminen convirtiéndose en mercancía de dicho mercado. ¿Dónde está la libertad en estos casos? Para muchos especialis-tas en ética hacer algo así supone dividir la so-ciedad en ricos (los receptores de los órganos) y pobres (los donantes). Un problema espinoso, como todos los que trata la especialidad ética de la que estamos hablando.

La ciencia y La tecnoLogía son herramientas que deberían estar a disposición de una civiLización,

no dirigiéndoLa.

Debería ser evidente que la ciencia, en sí misma, no puede señalar los objetivos correctos de una civilización. La ciencia y la tecnología son herramientas que deberían estar a disposi-ción de ella, no dirigiéndola. ¿Por qué? Porque es importante diferenciar lo que se puede hacer (las posibilidades que ofrecen la ciencia y la tec-nología) de lo que se debe hacer. Y si las razo-nes éticas no nos parecen suficientes, pensemos de forma egoísta en la mera supervivencia. ¿De verdad creemos que una civilización cuyos ob-jetivos vitales están determinados por valores científicos, por lo que se puede hacer, y no por lo que debería hacerse, es una civilización desti-nada a durar? No sólo eso: ¿está creando esta ci-vilización un mundo en el que es deseable vivir? Y todo esto nos lleva nuevamente a la ética, a su importancia, a la necesidad de que ésta ocupe el lugar que le corresponde: ser ese cimiento sóli-do y consensuado que esclarezca lo que se debe hacer, por encima de todo lo que podría llegar a hacerse. m

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22 EL MUNDO DE SOPHIA

Desde la más remota antigüedad, Egipto1 tuvo fama de ser la cuna ancestral de la sabiduría, la tie-rra de la magia y la patria de los misterios. Ya en aquel entonces,

hablar de Egipto era hablar de un mundo enig-mático y fascinante, habitado por sabios legen-darios, poderosos magos y grandes faraones, cuyos templos, tumbas y pirámides reflejaban con su portentosa técnica las sublimes propor-ciones de lo divino y lo eterno. Es por eso que todo aquel que anhelaba conquistar la sabidu-

ría y desvelar los ocultos secretos de la vida y la muerte, viajaba a Egipto en busca de su ciencia, su magia y sus misterios. De hecho, los tres sa-bios más famosos del mundo griego, que fueron Orfeo, Pitágoras y Platón, estudiaron su ciencia en las Escuelas de Sabiduría del Antiguo Egip-to. Pero además de ellos, parece ser que Solón, Tales, Anaxágoras, Anaximandro, Demócrito, Heráclito, Licurgo, Eudoxio de Cnidos, Plutar-co, Eratóstenes, Amonio Saccas, Plotino, Teón de Alejandría, Hecateo de Mileto, Estrabón, Apo-lonio de Tyana, Jámblico, Diodoro de Sicilia y

Francis J, VilarEgiptólogo y Miembro Académicode la Escuela Europea de Arqueología,Antropología y Estudios Clásicos.

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EL MUNDO DE SOPHIA 23

Apuleyo, entre otros, bebieron también de las inagotables fuentes de la sabiduría egipcia.

El viajero griego Herodoto, que visitó Egipto hacia el año 465 a. C. habla de los egipcios como «los hombres más antiguos del mundo», y reco-noce que «cultivaban y ejercitaban la memoria más que los demás hombres». Es más, entre to-dos los pueblos que Herodoto cita en sus cró-nicas, no duda en calificar a los sabios egipcios como «la gente más hábil y erudita que hasta el presente ha podido encontrar», refiriéndose es-pecialmente a los sacerdotes de Heliópolis como «los más sabios y letrados de todo el Egipto». Además de manifestar su asombro por sus avan-zados conocimientos de Astronomía (calendario egipcio) y de Medicina, Herodoto afirma que los egipcios fueron los que instruyeron a los demás pueblos sobre los misterios de la vida y la muer-te, sobre la reencarnación de las almas o me-tempsicosis y sobre la inmortalidad del alma2.

Por su parte, Clemente de Alejandría que vivió en el siglo II-III d. C. decía que los egip-cios guardaban en los templos una enciclopedia con todo su saber sagrado y secreto, un corpus de sabiduría escrito por el dios Thot que estaba compuesto de 42 volúmenes, de los cuales al me-nos seis de ellos trataban de medicina, otros se ocupaban de la magia y algunos también de ma-temáticas y geometría, mientras que el resto de libros abarcaba «desde las leyes, la educación de los sacerdotes, la historia del mundo, la geogra-fía, los jeroglíficos, la astronomía, la astrología y la religión»3.

Platón también atribuye a los egipcios, en concreto a Thot, que era el dios de la sabiduría

y de la magia, la invención de los números, el cálculo, la geometría, la astronomía y la escritura4. De hecho, en la literatura egipcia encontramos frecuentes alusio-nes a un libro legendario de magia y sabiduría que contenía «las En-señanzas Secretas del dios Thot». Un libro tan antiguo como miste-rioso que según la tradición ances-tral había sido escrito por el propio Thot cuando transmitió su ciencia divina a los primeros sabios egipcios. Según el Mito: «Thot escribió el libro con su propia mano y en él estaba con-tenida toda la magia del cosmos. Si leías la primera página podías encantar al cielo, a la tierra, al abismo, a las montañas y al mar; podías comprender el lenguaje de los pájaros del aire; conocer todo lo que dicen las cosas que hay sobre la tierra y ver a los peces en las oscuras profundidades del mar océano. Si leías la segun-da página, aunque estuvieras muerto e incluso en el mundo de los fantasmas, podías regresar a la tierra con la apariencia que tenías estando vivo. Y además de todo esto, podías ver al sol resplandeciendo en el cielo con la luna llena y las estrellas, y contemplar las maravillosas silue-tas de los señores de la eternidad (los dioses)»5.

El origen del «Libro Secreto de thot» se pier-de en la noche de los tiempos, pues sabemos que a comienzos de la IV Dinastía, el rey Keops le pidió al mago Djedi que le dijese dónde estaba oculto, para poder usar su ciencia secreta en la construcción de su templo funerario. Lo cual

significa que ya en el

Fragmento del Papiro Westcar.

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24 EL MUNDO DE SOPHIA

2.600 a. C. (Imperio Antiguo) el Libro de Thot era un texto ancestral de la época remota en la que los dioses gobernaban la tierra. Lo cierto es que a lo largo de la historia egipcia fueron muchos los sabios y príncipes que emprendieron la bús-queda del misterioso Libro de Thot, teniendo que enfrentar múltiples pruebas, peligros y di-ficultades para poder llegar hasta él. Nombres de personajes legendarios como el mago Djedi o Nefer-Ka-Ptah; de reyes como Keops, Men-Kau-Rá o Amenhotep III; de príncipes como Hordje-def, Herutataf o Ja-Em-Waset y de célebres sabios como Amenhotep hijo de Hapu, aparecen de una u otra forma vinculados a él en diversos textos y narraciones literarias como el Papiro Westcar o el Ciclo de Setne-Jamuas. Incluso hay algunos ca-pítulos del Libro de los Muertos, como el Nº LXIV, que dice «Este capítulo (del Libro de Thot) fue hallado en tiempos del rey Men-Kau-Rá, en la ciudad de Khemenu, bajo los pies de una esta-tua del dios Thot. Estaba grabado en un bloque de hierro y la inscripción estaba incrustada con auténtico lapislázuli. El hallazgo fue hecho por el príncipe real Herutataf con motivo de su viaje de inspección a los templos».

Pero no todo es literatura, del Libro de Thot existen también testimonios de carácter históri-co-arqueológico, como los textos biográficos de las estelas funerarias. Algunas de ellas por ejemplo, son bastante explícitas, como la del célebre sabio Amenhotep Hijo de Hapu, cuando declara: «Yo fui instruido con el libro de Thot y conocí los ins-trumentos mágicos del dios; yo fui iniciado en las secretas enseñanzas que son inaccesibles al común de las gentes y exploré todos sus pasajes difíciles»6. Otras sin embargo, lo dejan entrever de forma más bien implícita, como la del Rey Horemheb cuando dice: «Veneremos y aclame-mos al dios del conocimiento [Thot] (…) el escri-ba en funciones que preserva el rollo del secreto (…) el que hace regresar lo que estaba olvidado, (…) aquel cuyas palabras duran eternamente»7.

La búsqueda del «Libro de Thot» es un re-lato cuya estructura argumental es muy clara: el protagonista se encuentra de pronto ante un misterio que casi nadie ha podido resolver y que supone todo un desafío. Se trata de un «Libro Secreto de Magia» escrito por el propio dios Thot, que está escondido en algún lugar remo-to y perdido, cuya situación exacta es práctica-mente imposible encontrar. Dicho libro otorga a quien lo posee la sabiduría, el poder e incluso la inmortalidad, pero está eficazmente protegido por poderosas fuerzas invisibles. De tal forma que aunque consiguiera descubrir su paradero y llegar hasta él, tendría que enfrentarse a múl-tiples trampas mortales, terribles criaturas del inframundo, potentes escudos mágicos y al final de todo, un poderoso guardián del umbral que es inmortal, la serpiente sagrada que custodia el Li-

Estatua del sabio Amenhotep hijo de Hapu. Museo de Luxor, Egipto.

El príncipe Hordjedef junto al mago Djedi.

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bro de la Sabiduría Divina. Ante este panorama, lo mas fácil para él sería pensar que se trata solo de una antigua leyenda y darlo por imposible. Pero hay algo en el alma del buscador que le impulsa a desafiar las leyes de lo posible en un loco afán de conquistar lo inalcanzable, lo prodigioso y lo extraordinario.

Desde un punto de vista literario, no hay duda que la leyenda del Libro de Thot es un mito de estructura iniciática, cuyo argumento fundamental es tan universal como atemporal, ya que de una u otra forma lo encontramos re-flejado en la mitología de casi todas las culturas tradicionales con distintos nombres y persona-jes. La principal diferencia es que en el caso del Libro de Thot estamos posiblemente ante la ver-sión original del mito, o al menos la más antigua conocida, mientras que las demás serían versio-nes tardías o copias inspiradas en él. No obstan-te, el argumento esencial no varía, se trata de la gran búsqueda de la sabiduría, el poder y la magia, por parte de un joven príncipe, un aprendiz de mago o un rey sabio que busca descubrir el secreto poder de la creación, desvelar los misterios de la vida y la muerte, do-minar las fuerzas y seres invisibles de la naturaleza o conseguir el divino don de la inmortalidad.

En cualquier caso, la Gran Búsqueda es siempre un camino plagado de obs-táculos, trampas y peligros. Un sendero que muchos comienzan y pocos termi-nan. Un desafío espiritual que lleva al protagonista más allá de sus propios lími-tes. Una prueba de valor, inteligencia y coraje, que le obliga a enfrentarse a sus propios miedos, dudas y debilidades. Un verdadero Peregrinaje Iniciático en el

que lo más significativo no es tanto la consecución de la meta final, sino el proceso de transformación y aprendizaje que vive el candidato mientras va recorriendo el camino. Por eso en algunas ver-siones posteriores de este mito, cuando por fin consigue llegar hasta el Libro se encuentra con que tiene sus hojas en blanco, o como en el caso del príncipe Jamuas, que después de haberlo conseguido tuvo que devolverlo a su escondite secreto.

Sea cual sea la versión que elijamos, «la le-yenda del Libro Secreto de Thot» es por tanto el modelo original de un mito iniciático, a partir del cual se desarrolló toda una tradición litera-ria que logró perdurar a la propia civilización egipcia, gracias a la labor de los sabios de la es-cuela de Alejandría. Un símbolo de la magia y la sabiduría divina del dios Thot que, encarnando en la figura de Hermes Trimegisto, sobrevivi-rá a la caída del Mundo Clásico y al cierre de las escuelas de sabiduría a través de la tradición hermética, inspirando a lo largo de toda la Edad Media a aquellos espíritus despiertos y audaces que, arriesgando sus propias vidas, se atrevieron a buscar la luz de la sabiduría y el conocimiento en medio de un mundo regido por la ignorancia, la superstición y el fanatismo religioso. m

Notas:

1 Egipto es el nombre griego; los egipcios le llamaban Kemet (tierra negra) y Ta-Meri (tierra amada). 2 Heródoto, Los nueve libros de la historia. Ed. Porrúa. México 1974. 3 Robert Armour. Dioses y mitos del Antiguo Egipto. Alianza Editorial. Madrid. 2004.4 Platón. Fedro. En Diálogos. Ed. Porrúa. México. 1998. Pág. 658.5 Robert Armour. Op. Cit. 6 Estatua biográfica o de los ochenta años. Museo del Cairo Nº 42127. Hallada en el Séptimo Pilono del Templo de Karnak.7 Estatua de Horemheb. Metropólitan Museum de Nueva York

Hay algo en el alma del buscador

que le impulsa a desafiar las

leyes de lo posible en un loco afán

de conquistar lo inalcanzable, lo

prodigioso y lo extraordinario.

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Fundación Sophia:Usted empezó su propio camino de autorealización siendo monje jainista y posteriormente siguió las enseñanzas de Gandhi y rea-lizó un peregrinaje por la paz. ¿Diría que la educación religiosa que ha recibido ha sido una parte esencial de su formación?

SatiSh Kumar:La religión tiene dos aspectos: uno es la institución religiosa y el otro es la experiencia religiosa.

Cuando me hice monje, viví nueve años en una orden monás-tica y aprendí a meditar, a andar descalzo cuidadosamente, a estar en silencio, a escuchar; me formé en todas estas técnicas.

A través de estas técnicas aprendí la belleza y la serenidad del silencio, y la calma que viene a través de la meditación. Ésta fue mi experiencia religiosa entonces. Ahora, siempre que estoy haciendo algo en mi vida cotidiana, sea coci-nando, arreglando el jardín, hablan-

do, caminando, escribiendo, sea lo que sea, lo hago conscientemente; y cuando haces algo conscientemen-te estás presente en el instante. No estás pensando en el pasado ni en el futuro, sino en el momento pre-sente. Vivir ese presente, el aquí y ahora fue el entrenamiento que re-cibí durante mi infancia como mon-je. Ahora ha llegado a formar parte de mi, y me preocupo más por la experiencia religiosa de vivir el mo-mento, de apreciar, celebrar y ala-bar la vida, siendo agradecido por todos los regalos que recibimos del universo. Ésta creo que es la expe-riencia religiosa.

h Usted habla de la importancia de conectar ciencia y religión, es-píritu y materia. En la Fundación Sophia trabajamos por una educa-ción integral en la que se parte de la base de aunar estos conceptos. ¿No cree que es tan importante como los valores ecológicos, que se enseñe también una educación dedicada al espíritu, que pueda

EntrevistaEntrevista

Satish Kumar

Educador, pedagogo y místico Promotor de la ecología profunda

Cristina Gavilán

SatiSh Kumar fue monje Jainista, y ahora es uno

de los mayores defensores del desarme nuclear. Ac-tualmente edita la revista Resurgence & Ecologist, y es el fundador y Director del Programa del Schumacher College, centro internacio-nal de estudios de ecolo-gía, y del The Small School.

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EL MUNDO DE SOPHIA 27

transmitir valores como la genero-sidad, la solidaridad, la compasión, y el amor?

S. K. Sí, el famoso científico Eins-tein dijo que «la ciencia sin religión es ciega y la religión sin ciencia está coja». Por eso necesitamos ciencia y espiritualidad (religión).

La ciencia es el paisaje exterior, la religión y la espiritualidad son el paisaje interior, y cuando se puede ser consciente del paisaje exterior a través de la ciencia y del paisaje interior a través de la religión y la espiritualidad, entonces se encuen-tra un buen equilibrio.

El universo está hecho de ar-monía: el Sol está en armonía con la Tierra, la Tierra está en armonía con los árboles, los pájaros están en ar-monía con las ramas, el aire está en armonía con nuestra respiración. Estamos viviendo en un mundo de armonía, y el conocimiento de la armonía es la ciencia, y su práctica es la espiritualidad. La religión y la espiritualidad son un aspecto, y la ciencia y la tecnología son otro. Cuando van juntos tenemos un cuadro completo. Si tienes ciencia sin religión, ética o espiritualidad, puedes tomar el camino equivo-cado: producir armas nucleares, ingeniería genética, tecnología que no sirve a la humanidad ni a la Tie-rra, pero que las explota. Entonces es necesaria la espiritualidad en la ciencia.

Si no se tiene a la ciencia, la espiritua-lidad también puede convertirse en dogmá-tica y uno puede vol-verse estrecho de mi-

ras y hacerse fundamentalista: y de aquí surgen los fundamentalistas islámicos, los hindús, los cristianos o los budistas. Este tipo de funda-mentalismo dogmático y estrecho es el resultado del pensamiento no científico; por eso yo creo que cien-cia y espiritualidad son dos brazos del mismo cuerpo. ¿Por qué querer sólo un brazo cuando se pueden te-ner los dos? Por eso, la ciencia y la espiritualidad deben ir juntas.

Si enseñas ciencia y espiri-tualidad juntas a los niños, van a desarrollar su paisaje interior y aprenderán a amar, a respetar, a ser

generosos, a tener confianza, a cui-dar el uno del otro y a tener com-pasión. Todas estas son cualidades del paisaje interior, del paisaje espi-ritual y religioso; y después, si la enseñanza científica está unida a la ética y a la compasión, ellos harán cosas bonitas, cuidarán de los árbo-les y sabrán cómo todo se entrete-je, porque todo está relacionado y conectado. Si se forman científica-mente, ellos verán la interconexión e interdependencia. Si tienen espi-ritualidad, aprenderán a venerar y sentir reverencia, respeto y compa-sión por la vida. Por eso, estas dos cosas son una combinación maravi-llosa.

Necesitamos una danza de es-piritualidad y ciencia. La espiritua-lidad es el principio femenino y la ciencia es el principio masculino; entonces, si tienes un baile mas-culino y femenino, un baile entre ciencia y espiritualidad, tendrás una vida bonita y la disfrutarás con alegría y festejo.

h ¿Qué sugerirías a los jóvenes que tienen una profunda necesidad de descubrir el sentido de la vida, que necesitan responderse preguntas so-bre la vida y la muerte, sobre para qué estamos aquí y cuál es nuestro dharma como humanidad?

S. K. Los jóvenes, cuando están en la escuela o en la universidad de-berían empezar cada clase con un periodo de silencio, porque cuando uno está en silencio la imaginación empieza a funcionar: como escribió John Lennon, el Beatle, en su can-ción «Imagine». Tienes que ima-ginar que la vida no es solamente

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conseguir un trabajo, obtener dine-ro o encontrar un sitio para vivir. La vida es más profunda y grande, y eso sólo se puede entender cuan-do utilizas la imaginación. El es-píritu interior y la imaginación no pueden trabajar atareados todo el tiempo. Por eso, para la gente joven es muy importante un periodo de silencio y de meditación. Yo pienso que las escuelas no deberían conce-bir la meditación como algo iluso, de poca importancia y no muy útil; que solamente el conocimiento fác-tico y materialista es bueno y que todos los demás tipos de conoci-miento no lo son suficientemente.

Los jóvenes deberían apren-der a meditar, y todas las escuelas deberían enseñar la meditación, la contemplación, el estar en silencio, en quietud e imaginando. A través de esta imaginación surgen la poe-sía, el arte, la pintura, la literatura, la ciencia, cosas bellísimas… En-tonces, la compasión, el amor y la generosidad se pueden desarrollar cuando uno está sereno, en quie-tud, y puede enfocar en la respira-ción, conectando con el universo en su silencio. Una simple técnica para los jóvenes es practicar el silencio.

h ¿Dónde crees que se encuen-tra la verdadera fuente de inspira-ción, de creatividad, generosidad y amor?

S. K. Para mí, la verdadera fuente de inspiración está en mi relación con el otro, con las otras personas,

con los árboles, con el Sol, con las flores, con los animales y los pájaros.

Cuando estoy en una profun-da relación con el otro y encuentro la fuente de la unidad, me siento como el pájaro en el cielo, o como el ciervo en el bosque, o la flor en el jardín. Estoy en relación con ellos y eso me inspira y me llena de ener-gía. Cuando me siento aislado, des-conectado, «yo, yo, yo», sin nadie que me ayude, no tengo relaciones ni amistades, no hay nada más allá; es cuando me siento deprimido y decepcionado, y me falta inspira-ción. Pero cuando estoy en relación con otros, estoy inspirado.

h ¿Qué es lo más importante que ha aprendido de la vida de Gand-hi?

S. K. Mahatma Gandhi fue también mi inspiración. Cuando yo era un joven de dieciocho años, leí la Au-tobiografía de Mahatma Gandhi, y su enseñanza decía que debemos convertir actividades ordinarias en prácticas espirituales extraor-dinarias, y que es posible hacerlo cambiando la motivación. La jardi-nería puede ser una práctica espi-ritual si la motivación es cuidar de la Tierra, y producir comida para servir a otra gente. Mientras uno está sirviendo a otros, mantiene la calidad e integridad de la tierra poniendo abono y cuidándola. Co-

cinar puede ser una práctica espiri-tual, escribir puede ser una práctica espiritual, no para expresarse uno mismo, ni por el nombre o la fama, el dinero o el prestigio. Si escribes para inspirar a otros, para conectar-te con ellos, entonces puede llegar a ser una práctica espiritual. Rea-lizando las actividades cotidianas y convirtiéndolas en actividades extraordinarias, espirituales, llenas de sabiduría y compasión, se pue-de vivir la vida cotidiana como una vida espiritual.

Para mí Gandhi enseñó que espiritualidad y religión no están sólo en los templos, en las iglesias o en las mezquitas, ni sólo en li-bros, ni detrás del uniforme mo-nástico. La espiritualidad está en cada momento, cómo vives con tus hijos, con tu marido o con tu mujer, con tus padres, con tus ve-cinos, con los árboles, con los pája-ros, con la jardinería, con la cocina. Esta relación espiritual transforma lo cotidiano en algo extraordina-rio. Mahatma Gandhi solía decir: «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo»; así que debes serlo. No es suficiente simplemente con hablar de religión o de espirituali-dad, tienes que ser espiritualidad, ser religión, y cuando seas quien eres, y estés en una relación con todo, entonces serás un ser espiri-tual. Ésa fue la enseñanza inspira-dora de Mahatma Gandhi. m

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lo que algunos dijeron sobre...

Director: And LeeConciencia. 2012. EEUU.

Una extraordinaria interpretación del fantástico best-seller del canadiense Yann Martel. Una fábula que nos transporta desde el paisaje idílico de lo inimaginable a la insondable llanura de las certezas. Pi Patel, un muchacho cuyo padre es el dueño de un zoológico, se ve obligado a abandonar la India y a marcharse rumbo a Canadá, pero una tormen-ta hace naufragar el barco en el que viajan. Pi consigue salvarse gracias a una barcaza en la que también hay otro «pasajero», un tigre de Bengala al que el joven intentará domar para poder sobrevivir. Una trama emocionante, un paisaje de ensueño, y un mensaje capaz de cambiarte la vida.

La vida de Pi

Autor: Santiago Posteguillo

La Trilogía de Escipión es una lectura imprescindible para todos los aficionados a la historia de Roma.La novela recrea la época romana y se sitúa en un gé-nero resultado de la mezcla de la novela histórica y la novela negra. Aunque toda la trama de estas novelas se desarrolla en torno a una figura histórica, la de Publio Cornelio Escipión, no se trata de una biografía, sino más bien de una interpreta-ción libre de la vida de este personaje, que respeta e indica los hitos más impor-tantes de la misma, pero sin pretender ser un reflejo

fiel de lo que pudo ser en realidad la existencia de dicho personaje.Santiago Posteguillo ha reflejado en su trilogía una época muy complica-da del periodo de domi-nación romana: por una parte, está el gran Imperio

La saga de Escipión:

Romano, que se ve ame-nazado por potencias extranjeras y se debe volcar para defenderse y proseguir su expansión; por otra, la vida política del interior de ese impe-rio, donde predominan las intrigas, los misterios

y las traiciones. El rigor histórico y la excelente recreación de la Roma del siglo III a. C. que realiza Posteguillo, hacen de esta trilogía una obra a la altu-ra de las grandes obras de la narrativa.

- Africanus, El hijo del cÓnsul - - Las Legiones malditas - - La traición de roma -

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Son escasos los hombres que pa-san por el mundo dejando tras de sí el aroma de la admiración, y más lo son aún aquellos que tras su aparente vida sencilla lo-

gran impresionar al mundo sembrando con el esfuerzo y el ejemplo una semilla de espe-ranza para el futuro. Joan Mascaró, filólogo, místico, poeta y sanscritista a quién debe-mos una de las más preciadas traducciones al inglés de algunos de los textos orientales más sublimes que se conservan, logró, sin proponérselo, coronar su existencia con la aureolada dicha de tan distinguido triunfo.

Nuestro hombre, nació un 8 de diciem-bre de 1897 en el rural ambiente de Santa Margalida al nordeste de la isla de Mallor-ca. Criado por su tío, inició sus estudios en la Escuela superior de Comercio, donde a los quince años ya destacaba por su inteli-gencia y su dominio del alemán. El conoci-miento de las lenguas europeas le abrió mu-chas puertas en el mundo laboral, tanto es así que en el año 1915 entró a trabajar como interprete para el secretario del consulado británico en Palma y un año más tarde, de profesor de inglés en la escuela de comer-cio.

Para sus biógrafos ésta es probablemen-te la época de su vida que más controversia

ha provocado. Al parecer, se intuye que de-bió conocer a alguien o trabar relación con algún tipo de círculo intelectual, ya que es precisamente en este breve lapso de tiempo donde entró en contacto con Oriente. Joan Miquel Mut García, Doctor en Filosofía por la UIB, en su tesis doctoral «El Ioga de Joan Mascaró i Fornés» comenta que Mascaró conoció antes el Bhagavad Gita que la Biblia. Esto nos da una breve idea del carisma que debía tener este joven mallorquín para el resto de pueblo de la isla. Tanto es así que, en el año 1924, el celebérrimo banquero Joan March Ordinas «En Verga», vecino de Santa Margalida y por el entonces conside-rado por algunos el hombre más listo de la tierra, posó sus ojos sobre Joan Mascaró para proponerle que acompañara a su hijo Joan March Servera a estudiar al extranjero. Mascaró, tras una larga temporada de via-jes por toda Europa, propuso a Joan March O. que le mecenara sus estudios, junto con los de su hijo en Cambridge. Según se dice, el poderoso banquero no lo dudó ni un ins-tante.

Como es lógico, son muchos los mo-tivos que empujan a una persona a tomar las decisiones importantes de su vida, pero ¿cuán grande debió de ser la impresión que causó en Mascaró la lectura del Bhagavad

Rafel Ballester Coll

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Gita en su adolescencia, para que le moti-vase a emprender el sagrado viaje en bus-ca de lo divino?; ¿qué comprendió tras su lectura, para dedicar el resto de su vida a querer transmitir su mensaje?; ¿cómo debía ser de grande el amor de este joven por la sabiduría, para llegar a jugarse la vida en varias ocasiones para poder seguir su cami-no?; ¿qué maravillas le revelaron todos esos textos para que convirtiese su vida en una ofrenda al mundo, enseñándonos que no hay sino un única verdad inefable que ad-quiere, a lo largo del tiempo, la forma con la que va a sernos más útil?.

Mascaró inició sus estudios de inglés y de lenguas orientales (sanscrito y palí) en Cambridge, tal como se lo había propuesto, de las cuales obtuvo la licenciatura «Bache-lor of arts» en 1929. Fue tal el prestigio con el que terminó su licenciatura que en 1930 fue nombrado vicedirector en el Colegio Pa-rameshvara de Jaffna (Sri Lanka, la antigua Ceilán).

En sus escritos nos cuenta que durante su estancia en la India conoció el Yoga. Al parecer, la tradición milenaria de este país consiguió otorgar a Mascaró aquel sutil te-soro del alma, conocido con el nombre de Sendero o Sadhana, el camino que conduce al reino del espíritu. Mascaró se sintió toda su vida discípulo de los antiguos Maestros de sabiduría, de quienes des-cubrió la voz interior de las grandes escrituras.

Su primera gran obra, a la que tituló Lámparas de fuego, es un fiel reflejo de su amor por la sabiduría. Una recopilación de frag-

mentos espirituales cuyo mensaje de unión nos enseña que no hay religión más elevada que la verdad. Lámparas de fuego se constitu-ye de tres capítulos: Luz, Amor y Vida, tres conceptos que todas las culturas han visto como el camino que conduce a la divinidad. Mascaró quiso plasmar la esencia de esta enseñanza, inspirándose en las profundas raíces del hinduismo. En uno de los libros sagrados más importantes de esta religión, el Bhagavad Gita, se aprecia en las palabras de Krishna, el auriga de Arjuna, su Maes-tro, una enseñanza primordial. Existen tres caminos que el discípulo debe recorrer a lo largo de su vida para poder liberarse de este mundo de dolor y volver a ser uno con Dios: el Jnani Yoga, o la vía del cono-cimiento y del estudio; el Bhakti Yoga, o la vía de la devoción divina hacia lo sagrado y hacia el Maestro; y el Karma Yoga, o la vía

de la acción recta y del servicio. Como podemos ver, la triada Investigación, Devoción y Servi-cio, se asemeja bas-tante a la tríada de Mascaró Luz, Amor y Vida. Quizás se propuso transmitir a Occidente el ca-mino esencial que todo discípulo debe

recorrer para lograr ir a favor de la corriente natural de la vida.

En 1932 fue nombrado profesor de lengua y literatura inglesa en la Universidad Autó-noma de Barcelona. A partir de ese momento Mascaró dedicó todo su tiempo a su pasión, que no había sido otra que la

Panorámica de Santa Margalida, Mallorca,

localidad donde nació.

El financiero Mallorquín, Joan March Ordinas.

Universidad deCambridge, donde ejerció como supervisor de inglés

después del exilio.

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Y no es para menos el dedicar un elo-gio a un hombre que confesó haber tarda-do en traducir el Bhagavad Gita veinte años. Su labor humana iba más allá de la simple idea de confeccionar unas obras que sirvie-sen al mundo. Él se propuso ser un autén-tico transmisor de la sabiduría de Oriente, y consiguió transmutar el farragoso mun-do de la escritura en un verdadero lengua-je universal. Mascaró se aprendía de me-moria los fragmentos de texto que debía traducir y los cantaba siguiendo el verso original, reflexionaba sobre su verdadero significado durante semanas y sólo cuan-do sentía que había comprendido un atis-bo del profundo mensaje que escondían, se atrevía a escribir en otra lengua lo que sus letras ocultaban. m

de poder mostrar al mundo los tesoros li-terarios de Oriente. Al parecer, estando en la UAB realizó para una revista local, «La Nostra Terra», la primera traducción Sans-crito-Catalán del capítulo XI del Bhagavad Gita, hecho que marcó la trayectoria para el resto de su vida.

En 1936 estalló la guerra civil y, al ha-berle sido denegada su petición de incorpo-rarse al ejército republicano para colaborar en su causa, decidió exiliarse en el extranje-ro. De regreso a Inglaterra terminó instalán-dose en Cambridge, donde pudo continuar con su labor de traducción de los libros sa-grados de Oriente, a partir de entonces lo haría en inglés. En 1938 se publicó su tra-ducción de los Upanishads, en 1962 la del Bhagavad Gita y, finalmente, en 1973 tradujo directamente del pali el Dhammapada.

Sin duda alguna la labor de Masca-ró marcó filosófica, espiritual y moral-mente a toda una generación de cultu-ra. Su traducción de los Upanishads fue elogiada por el Premio Nobel Rabin-dranth Tagore y también por Jorge Gui-llén. Consiguió calar en lo más profun-do del alma de un jovencísimo George Harrison, integrante de la legendaria banda The Beatles, inspirando varias de sus famosas canciones, entre ellas «The Inner Light», un fragmento del texto taoísta Tao Te Ching, que Mascaró tra-dujo personalmente para ellos. Incluso consiguió despertar excelentes vocacio-nes como lo fueron Luís Racionero, del que mencionó: «Joan Mascaró me inició en los senderos de Oriente, en un en-cuentro inolvidable en Cambridge».

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La muerte es uno de los temas cruciales de la existencia, ya que nuestra mane-ra de concebirla nos hace adoptar dife-rentes actitudes en la vida. De ahí que

todos los grandes sabios, pensadores y filósofos que cultivaron el gran arte de vivir, se hayan pre-guntado por el tema y lo hayan abordado desde diferentes ángulos.

De esa preocupación por intentar compren-der uno de los grandes enigmas que nos plantea la vida han surgido diversas teorías que dieron una respuesta seria a este problema trascenden-tal, como la de la reencarnación, la transmigra-ción de las almas, la vida eterna, la inmortalidad del alma, relatadas en textos como los Upanis-hads en la India, el Papiro de Ani en Egipto, el Libro tibetano de los muertos o los Diálogos de Platón, entre otros. También cabe mencionar la creencia en la resurrección de las almas de la re-ligión cristiana, o la creencia, propia y reciente de nuestro mundo moderno, de que más allá de la muerte no hay nada.

Pero, realmente, ¿qué hay más allá de la muerte? ¿Es posible seguir viviendo o ahí se acaba todo? Esta es la cuestión fundamental, el enigma trascendental que nos surge cuando nos atrevemos a mirar a la muerte cara a cara, y uno de los grandes retos a los que se enfrenta nues-tra ciencia moderna es dar respuestas a través de sus medios y métodos de investigación, a pre-guntas que son universales.

La cosmovisión materialista-mecanicista de nuestra ciencia clásica lleva más de tres siglos afirmando que el ser humano consiste en una serie de combinaciones físico químicas, que vive una serie de años y cuando muere, todo eso vuelve de nuevo a la naturaleza y por lo tanto, ahí se acaba todo.

Esta visión un tanto fría del hombre se gene-ró allá por el siglo XVII con las teorías de New-ton, Descartes y Bacón, después de que se hu-biera liberado la ciencia del yugo, de la camisa de fuerza que le había impuesto el dogmatismo religioso, que hasta entonces había imperado

«En última instancia, es nuestra concepción de la muerte la que decidenuestra respuesta a todas las preguntas que la vida nos hace».

Dag Hammarskjöld

Fernando Celli

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durante siglos, dando su visión particular de la vida y de la muerte.

Cuando se separó definitivamente la ciencia de la religión, aquélla dio una interpretación to-talmente contraria al paraíso del Más Allá pro-metido por ésta. El universo se presentó como una gran máquina de engranajes —incluyendo al hombre—, se cuestionó la existencia del alma y se postuló que no hay nada después de la vida y que todos los procesos, tanto internos como externos, están re-gidos por instancias biológicas que fun-cionan a través de reacciones químicas y que con la muer-te desaparecen para siempre. Esto generó una determinada vi-sión sobre nosotros mismos: primero, que somos el cuerpo, y segundo, que cuando el cerebro deja de funcionar y se produce la muer-te, el ser humano cesa de existir, porque es en el cerebro donde se sitúa nuestra identidad. Esto explica por qué los seres humanos modernos nos hemos centrado tanto en tener, consumir, probarlo todo y aprovechar al máximo la vida, pues se acaba pronto.

Hoy en día, esta tendencia materialista-me-canicista está cambiando. Un nuevo paradigma más holístico, que incluye otros aspectos de la vida que se habían dejado de lado, está emer-giendo en base a los nuevos descubrimientos y métodos más avanzados de experimentación. Como afirma el investigador Pim Van Lommel, «aceptar nuevas ideas científicas requiere tener una mente abierta y renunciar a dogmas… Al tiempo que abrimos nuestra mente a las incóg-nitas universales sobre la vida, la muerte y la conciencia, nuestro modo de ver a la humanidad puede sufrir una enorme transformación».

Lo que se llama «la nueva ciencia» o cien-cia de vanguardia, esta empezando a considerar seriamente y a estudiar elementos que rompen con nuestra actual forma de entender la vida, y que aunque son en gran parte desconocidos para nosotros concuerdan totalmente con la ciencia y la visión del mundo que tuvieron los sabios de la antigüedad. El reconocido físico austriaco Fritjof Capra lo formula de la siguiente mane-ra: «Los paralelismos con el misticismo oriental están apareciendo no sólo en el campo de la fí-sica, sino también en la biología, en la psicolo-

gía y en otras ciencias. Ésta es una impresio-nante evidencia de que la filosofía de las tradiciones místicas, también conocida como filosofía perenne, cons-tituye la base filosófica muy consistente para nuestras teorías científicas modernas».

Debemos tener en cuenta que hasta hace cincuenta años, para cerciorarse de la muerte de una persona los médicos se fijaban en la pérdida del pulso, acercaban algún espejo a la boca para ver si aún respiraba, daban algunos golpes bus-cando reflejos, proyectaban luz en las pupilas o dejaban caer cera en los párpados para buscar alguna reacción. Después de los años 60, estos criterios de verificación dejaron de ser ya sufi-cientes debido a los avances tecnológicos. Nues-tra forma científica de percibir la muerte cambió y se empezó a considerar como criterio valido la muerte cerebral, es decir las funciones vitales del cerebro, que cesa de enviar pulsos eléctricos cuando la persona fallece. A partir de ahí se con-sideró muerte clínica a la ausencia de respira-ción, latido cardiaco y función cerebral.

Sin embargo, este avance daría pie a otro mucho más importante y que aún se sigue in-vestigando: las llamadas ECM (Experiencias cercanas a la muerte). En 1975 se produjo una verdadera revolución científica, donde esta vi-

Representaciones de diversas culturas del

misterio de la muerte.

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36 EL MUNDO DE SOPHIA

sión de la muerte se puso también en revisión. Por entonces, el doctor Raymond Moody, cientí-fico, psiquiatra, médico y filósofo, publicó su li-bro Vida después de la vida, provocando una gran reacción por parte de la comunidad científica, ya que planteaba la posibilidad de que la muerte fuera un punto y seguido y no un punto final, como hasta ese momento se creía. El problema que había tenido nuestra ciencia objetiva y expe-rimental, basada en todo lo que se puede ver, to-car y pesar, es que nadie había vuelto para con-tárnoslo. Este libro puso al alcance de todos una experiencia compartida por miles de personas de diferentes lugares y que no se conocían entre ellas, y de las que los médicos aseguraban que estuvieron clínicamente muertas, aunque sea por breves segundos, y que volvieron a la vida a través del proceso de reanimación. Muchos pacientes, después de pasar por esta experiencia cercana a la muerte (en donde se veían fuera de su cuerpo y podían escuchar lo que decía el mé-dico, y algunos incluso ver toda la operación), entre muchas de las vivencias que tuvieron, dicen y aseguran que la muerte es una ilusión, que sí hay vida más allá y que ya no temen a un supuesto final. Para ellos ya no era una posi-bilidad abstracta, sino un hecho experimentado. «Según la gente que ha pasado por una ECM —comenta Van Lommel—, la muerte no es sino un modo diferente de existir, con una conciencia mejorada y ampliada, presente en todas partes al mismo tiempo, dado que ya no está atada al cuerpo». Estas experiencias proporcionaron una

ventana abierta al estudio y comprensión de la muerte y reabrieron el debate sobre lo que hay después de la vida, al menos en Occidente, ya que en Oriente jamás se ha puesto en duda la existencia de un Más Allá, que el hombre es algo

más que un cuerpo físico y que existen otras realidades que si bien no percibimos con los ojos físicos, están ahí. Científicos, físicos, biólogos, car-diólogos, psiquiatras, neuroanestesistas, psicólogos, pedia-tras, médicos, etc., to-

mando como base este proceso, han trabajado y continúan investigando, por separado o en con-junto, para poner un poco de luz en el tema y clarificar el sentido de estas experiencias.

Si bien la ciencia reconoce la existencia de las ECM, lo que cuestiona es su naturaleza, ge-nerando dos posturas dentro de la comunidad científica y médica internacional. Aquellos que son partidarios de que las experiencias cercanas a la muerte aportan indicios serios de que la con-ciencia sigue existiendo en el Más Allá y aque-llos que son partidarios de que esas experiencias no son más que simples alucinaciones que se producen durante el proceso de la agonía del ce-rebro. De ahí que una parte de los científicos más conservadores, a través de la neurociencia bus-can explicar estos fenómenos apostando porque las ilusiones generadas por el cerebro están rela-cionadas con la liberación de neurotransmisores vinculados con la memoria, el estrés y el miedo. Según el neurólogo Marcelo Perelló, «este fenó-meno de disminución progresiva y gradual de la oxigenación cerebral desencadena múltiples mecanismos, entre los cuales está la desconexión de la corteza cerebral, independizando el control del tronco cerebral y núcleos muy profundos que están relacionados con la emoción y la memoria. En su autonomía, se pueden desencadenar sen-saciones de centésimas de milésimos de segun-do que son percibidas como largas experiencias de minutos».

Otros han abierto sus mentes a nuevas po-sibilidades, como la doctora Elisabeth Kübler-Ross, que impulsó la disciplina de la tanatolo-gía, considerada la «ciencia de la muerte» y que forma parte de la medicina forense. La investiga-dora asegura que «la vida física es una escuela, donde venimos a aprender a dar y a recibir. Y cuando lo hemos hecho debemos prometer en-señar… La muerte es el examen final de nuestra graduación».

Grandes expertos en el tema, como el doc-tor Pin Van Lommel y los doctores Sam Parnia y Peter Fendwick, investigaron estos casos de manera separada e hicieron estudios exhaus-

Isaac Newton, René Descartes y Francis Bacon,

sus pensamientos sirvieron de funda-

mento epistemo-lógico y filosófico

para la ciencia moderna.

Muchos pacientes aseguran que la

muerte es una ilusión...

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EL MUNDO DE SOPHIA 37

tivos intentando comprender lo que es la mente, el ce-rebro y la concien-cia. Esto les ha lle-vado a emprender un gran proyecto a escala mundial llamado AWARE

(que es liderado por una Universidad del Rei-no Unido que nació bajo el auspicio de la ONU, allá por el año 2008), donde se intenta a través de diferentes medios científicos verificar si la con-ciencia reside en el cerebro y si estas experien-cias extracorporales son autenticas o no. Como señala el doctor Parnia, «La muerte es un proce-so que comienza cuando el corazón deja de latir, los pulmones dejan de trabajar y el cerebro para de funcionar. Luego sigue un período de tiempo, que puede demorar entre pocos segundos y una hora o más, en que los esfuerzos médicos pue-den recuperar el corazón y revertir el proceso de muerte… lo que ocurre en ese lapso es lo que estamos estudiando».

En caso de conseguir comprobaciones rele-vantes, este proyecto se convertiría en una de las más grandes revoluciones científicas, des-pués de las que hicieran estudios como los de Einstein respecto a la relatividad de la materia, pues con ello se demostraría científica y defini-tivamente de que hay vida después de la vida. Las primeras conclusiones a las que ha llegado el Dr. Van Lommel son las siguientes: «La me-dicina oficial considera que la conciencia es un

producto del cerebro y por lo tanto desaparece cuando desaparecen las funciones cerebrales. ¡Pero la realidad y mi experiencia lo desmienten! Estos enfermos con sus ECM demuestran que hay conciencia después de la muerte y la tenían cuando ya estaban clínicamente muertos y sus funciones cerebrales eran inexistentes».

Mientras nuestra moderna ciencia avanza en torno a este tema, crece nuestra esperanza como seres humanos de que pueda desvelarse el enig-ma de la muerte, que tanto nos preocupa y con-diciona. Algunos, sin embargo, tienen puestas las esperanzas en que la medicina se perfeccione tanto que termine por volvernos inmortales en vida, y muchos piensan que congelando nues-tros cuerpos, en base a utilizar métodos como la criogenización, podremos traerlos de nuevo a la vida. Lo cierto es que la muerte sigue generan-do preguntas en nuestro interior, y la ciencia y nosotros mismos tenemos aún un gran misterio por resolver…m

BiBliografía

d RAyMonD MooDy, Vida después de la vida. Edaf, 2002.

d ELisABETh KüBLER-Ross, La muerte, un amanecer. Luciernaga, 2008.

d PiM VAn LoMEL, Consciencia mas allá de la vida. Atalanta, 2012.

d FRiTjoF CAPRA, El tao de la física. sirio, 2005.

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el Almalo que algunos dijeron sobre...

El enamorado de un a

lma bella

permanecerá fiel durante toda

su vida,

porque ama una cosa permanente.

Platón

Las almas superiores no tienen miedo más que de una cosa:

de cometer una injusticia. amado nervo

El alma se conoce

por sus actos. Santo tomáS de aquino

El dolor es para el

alma un alimento fecundo.

theodore de Banville

Usé siempre hacer muchos actos de amor,

porque encienden yenternecen el alma..

Santa tereSa de JeSúS

Un cuerpo sano es cosa buena; pero un alma sana vale más que todo lo que el hombre puedadesear.

thomaS Carlyle

Un alma se mide por las

dimensiones de sus deseos,

como se juzga una

catedral por la altura de

sus campanarios.

Gustave Flauvert.

Un templo debe adorarse con dones, pero el alma con disciplina.

JámBliCo.

El alma humana se avergüenza

de sí mism

a cuando se deja vencer

por el placer o el dolor.

marCo aurelio

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Anna Ajmátova

Rusia1889-1966

Elvira Rey

Nuestro oficio sagradoexiste hace miles de añosy sólo con su luz le basta al mundo.

Pero ningún poeta ha dicho aúnque no existe la sabiduría, ni la vejez,

y que pueda que no exista ni la muerte.

El corazón del hombre es el semillero de la poesía. Allí permanece antes de nacer hasta que es despertada por alguna razón o inspiración para la cual darle forma y alas y llegar donde proyecte conscientemente su autor. Muchas ve-ces, las circunstancias sociales inciertas han obli-gado a los poetas a salvaguardarla, restituyén-dola a donde vino, al mismo corazón del hombre y a su memoria, donde no pueda ser asaltada ni reprimida por ninguna realidad hostil.

Rusia es uno de los países que más autores importantes ha regalado a la humanidad. Ana Ajmátova (1889-1966) fue una de las principales poetisas de esta extensa nación cuando experi-mentó convulsa revoluciones y guerras. Vivió a caballo entre la Primera Guerra Mundial, el decadente régimen zarista y la Revolución rusa

encabezada por Lenin, además de sufrir muer-tes, condenas y exilios de todos sus seres queri-dos. La mirada de esta mujer poeta abarca duras épocas de tránsito que no sólo no le impidieron hacer poesía, sino que pudo dar fe de todo lo que vio y vivió: «Para mí, escribir poesía es un víncu-lo con el tiempo, con la nueva vida de mi pueblo. Documentarla me permitió vivir al compás de los mismos ritmos que resonaban en la heroica historia de mi país. Me siento feliz de haber vi-vido estos años y haber sido testigo de aconteci-mientos sin parangón en la historia».

Unos van por sendero recto,otros caminan en círculo,

añoran el regreso a la casa paternay esperan a la amiga de otros tiempos.

Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,llevo conmigo el infortunio,

voy hacia nunca, hacia ninguna parte,como un tren sobre el abismo.

Anna Andréyevna Górenko era bisnieta de una princesa tártara. De ella tomó el apellido Aj-mátova porque su padre no quería ver ningún

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ría de artistas y poe-tas no estaban a favor de la revolución, el poder interpretó que «estaban contra él», los persiguió y censu-ró. En este escenario

se recrea una vez más la máxima evangélica, no exenta de intolerancia, de «Quien no esté con no-sotros está contra nosotros». Ante esta situación, algunos poetas se exiliaron por voluntad propia para proteger su vida; otras veces fueron expul-sados y los que se quedaron fueron asesinados y otros deportados a Siberia a los campos de «re-educación», es decir, casi todos silenciados. En este delicado escenario, Ajmátova decidió per-manecer en su país con su gente, como dice en su Requiem:

Jamás busqué refugio bajo cielo extranjero, ni amparo procuré bajo alas extrañas. Junto a mi pueblo permanecí estos años,

donde la gente padeció su desdicha.

Esta dura decisión le trajo una serie de con-secuencias. Su poesía fue criticada por ser «hos-til al pueblo soviético»; fue excluida de la Unión de Escritores Soviética. La impresión de un volu-men de poemas fue destruida y durante más de tres años no se le publicó trabajo alguno; también le cancelaron el derecho a la tarjeta de alimentos y en los planes de estudios de las escuelas, varias generaciones de estudiantes aprendieron que Ajmátova fue una poeta decadente.

Se casó cuatro veces. Primero, con Nikolái Gumiliov, una figura romántica, poeta y aventu-rero enamorado de África del Norte, y promotor del acmeísmo, corriente literaria que se sumaba al renacimiento intelectual de Rusia a principios del siglo XX. Resumiendo, el acmeísmo tiene su origen en la palabra griega akme («cima», «per-fección» «momento de mayor intensidad»). Se oponía a la supuesta vaguedad de la poesía sim-

verso impreso bajo su «respetable» apellido. Re-sulta que Anna fue muy precoz, pues a la edad de once años comenzó a escribir poesía y fue una adolescente ávida de lectura, sobre todo de los escritores clási-cos rusos. Estudió derecho, latín, his-toria y literatura en Kiev y en San Petersburgo.

La obra de Aj-mátova vivió un período intimista en el que canta-ba al amor, al que pertenece «No-che», «La Tarde», «Rosario» (libro con el que consiguió su verdadera consagración como poetisa), «La Blanca Bandada» y «Llan-tén»; y otro cívico social estaba inspirado por sus profundas desavenencias con el régimen sovié-tico. A este momento corresponde los poemas recogidos en «Anno Domini MCMXXI», «Viento de guerra», cuyos versos reflejan las numerosas angustias causadas por la guerra, y «Réquiem», compuesto en memoria de las víctimas de Stalin, donde plasma el compromiso moral adquirido de contar lo vivido, personal y colectivamente. «Poeta sin héroe» fue su último trabajo y el más grande. Fue publicado póstumamente e intentó hacer conciliar sus preocupaciones existenciales y metafísicas con su necesidad de testimoniar la realidad social.

En los años anteriores a la Revolución de 1917, en la época de apertura política, a la poesía se la valoraba e incluso se la reverenciaba. En el momento que comienza la represión y el terror del régimen soviético, los versos tenían que ser pasados de mano en mano en copias manus-critas o aprendidos de memoria y recitados en reuniones privadas de amigos. El sometimien-to político hizo que la poesía en papel escrito

fuera destruida por su propia seguridad y que volviera a la semilla de la que nació, pero nunca conseguiría que desapa-reciera.

La literatura y el arte debían defender y servir a la Revolución, si no, se consideraba «crimen de estado». Como la mayo-

Anna Ajmátova

Rusia1889-1966

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bolista y propugnaba un regreso al origen de la palabra y significó la aspiración de llevar a su florecimiento y plenitud a la poesía: «La creación poética ha de ser una construcción armoniosa y equilibrada entre palabra (mensaje) y sonido (rítmica), noble mezcla de razón y música». La más importante filosofía de los acmeístas era: «Amad más la existencia de una cosa que a la cosa misma, y vuestra vida más que a vosotros mismos». Anna escribió bajo la influencia del ac-meísmo reflejando su experiencia personal y su dolor en el mencionado Réquiem, que dista de la imagen idílica oficial del paraíso soviético canta-do por los propagandistas del régimen.

El Don apacible, fluye apacible,la luna amarilla entra en la casa.

Entra, con gorra ladeada,la luna amarilla ve una sombra.

Esta mujer está enferma,esta mujer está sola.

El marido en la tumba, el hijo en la cárcel,

No, no soy yo, es otra la que sufre. Yo no podría soportarlo. Que un

velo negro cubra lo ocurridoy que se lleven las farolas…

Noche

Su segundo marido fue el prominente asiriólo-go Vladímir Shileiko, un famoso arqueólogo preo-

cupado por la cultura del antiguo Egipto, de Asiria y Babilonia. Su unión duró solo cuatro años. Se casa-ría después con el historiador de arte Nikolái Punin.

Anna presenció cómo todos sus amigos y familia emigraron o fueron reprimidos. Su pri-mer marido Nikolái Gumiliov fue acusado de conspiración y fusilado. Más tarde, su hijo Lev Gumiliov fue víctima de múltiples, brutales e in-justas condenas por el terror estalinista.

Diecisiete meses de clamar,a la casa te convoco,

a los pies del verdugo me he arrojado,mi hijo y mi horror.

Todo se ha dañado para siemprey ahora no puedo discernir

quién es la bestia y quién el hombre,ni cuánto he de esperar para la ejecución.

Y sólo las bellas flores,el incienso, las campanas

y las huellas en algún lugar de la nada.Y una enorme estrella me mira

firmemente a los ojos y con una muerteinminente me amenaza.

Y su último marido, Punin, moriría de ago-tamiento en un campo de concentración. En el mismo Réquiem explica que en aquella Unión Soviética los únicos que estaban en paz eran los difuntos y que los vivos pasaban su vida yendo de un campo de concentración a otro.

Retrato de la autora y una de sus publicaciones junto con algunas imágenes de la casa-museo que lleva su nombre. Arriba se ve el carné que utilizaba para entrar en la

Fontanka, casa comunal en la que vivía y lugar de encuentro de intelectuales

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Ajmátova también rinde homenaje a todas aquellas madres y esposas con quienes coincidía a las puertas de la cárcel de Leningrado. Cuando Alemania declaró la guerra a Rusia, Ajmátova dio un discurso por radio en 1941, instando a las mujeres de Leningrado a ser valientes.

«En los terribles años de Yezhov hice fila durante diecisiete meses delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me “reconoció”. Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con el frío azul en sus labios y que, evidentemente, nunca había oído mi nombre, despertó del desasosiego habitual en todas nosotras y

me preguntó al oído(allí todas hablábamos entre susurros):

-¿Y usted puede describir esto?Y yo dije:-Puedo.

Entonces algo similar a una sonrisa se asomó en lo que una vez había sido su rostro».

Durante el tiempo en que su poesía estaba prohibida, Ajmátova se ganó la vida traducien-do al ruso las obras de Víctor Hugo, Rabindra-nath Tagore, Giacomo Leopardi, y varios poetas armenios y coreanos. Escribió además varias memorias y publicó ensayos de Aleksandr Pus-hkin.

La imagen de Anna ha pasado a nuestros días gracias a que el poeta Brodsky, que la co-noció cuando ya tenía sesenta años, la definió así: «Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar».

El mismo Brodsky describe el retrato que le hizo Nathan Altman: «Alta, delgada, negros ca-bellos lacios recogidos en un moño, ojos soñado-res, tristes, casi ausentes. Posa sentada, reposa-da, largas piernas extendidas, cruzadas, brazos también delicadamente cruzados por los que cae, indolente, la inevitable mantilla española».

Kuzmin, quien más contribuyó al surgimien-to de Ajamátova, dijo de ella: «Anna Andréievna me sorprendía con su apariencia. Ahora, en lo que se escribe sobre ella, a veces la llaman una belleza. Era algo más que una belleza. Nunca vi a otra mujer que, por su rostro y su aspecto, por su fuerza expresiva, por su genuina inspiración, que de inmediato llamaba la atención, se distin-guiera entre todas las mujeres. Cuando Ajmáto-va se paraba en el estrado, con su pseudoclási-co chal que le caía de los hombros, parecía que ennoblecía y elevaba todo lo que estuviera a su alrededor».

Después de la muerte del dictador, Anna Aj-mátova fue galardonada y agasajada con nume-rosos premios. En realidad nunca fue olvidada y había llegado el momento de corresponder a esta heroína-poeta. En Oxford, en 1965, recibió el doctorado honoris causa. En 1962, Ajmátova estuvo nominada al Premio Nobel de Literatu-ra, pero no lo consiguió. En 1964 fue galardona-da con el Etna Taormina, Premio Internacional de Poesía otorgado en Italia. En 1964, a los 74 años, Anna Ajmátova fue elegida presidenta de la Unión de Escritores Soviéticos.

A pesar de la terrible persecución y censu-ra por parte del Estado, su poesía dio voz al pueblo ruso en momentos de gran conmoción en la sociedad. Lo hizo con su verso nacido de un desdoblamiento de la poeta, pues a la expe-riencia del sufrimiento tiene que responder una contemplación estética, la de la propia creación poética. Ajmátova sobrevivió a sus perseguido-res, y su vida se ha convertido en un símbolo de la verdad y la integridad. Poco antes de morir (1966), en un librito autobiográfico que deno-minó Un poco sobre mí, la gran poeta rusa nos confiesa: «no he dejado nunca de escribir ver-sos». m

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naturalmente encaminemos nuestros pasos hacia la búsqueda de respuestas. Una actitud franca-mente útil y práctica, no exenta de curiosidad y pasión, que dista bastante de la concepción teóri-ca, fría y racional que normalmente se tiene hoy en día de la filosofía. Pero es que muchas veces, con el paso del tiempo, las palabras y las ideas van perdiendo una parte de su esencia, su valor y su significado, pues, por desgracia, hoy en día asisti-mos a un triste divorcio entre filosofía y sabiduría, ya que el amor a la sabiduría ha sido reemplazado por el amor al conocimiento.

Pero, ¿qué te parece si intentamos clarificar las diferencias que puedan existir entre sabiduría y conocimiento? Aunque muchas veces usamos estos conceptos como sinónimos, debemos saber que ambas nociones difieren en algunos aspectos de crucial importancia. Ya desde tiempos de Sidd-harta Gautama, el Buda, se habla de la diferencia entre la sabiduría de la cabeza y la sabiduría del corazón, haciendo referencia justamente a dos ac-titudes bien distintas. Una más racional, otra más intuitiva; una más formal, otra más esencial; la una nos informa, mientras que la otra nos trans-forma; la una nos acerca a las cosas y a los seres, pero la otra nos permite fusionarnos con ellos. Con la sabiduría de la cabeza observamos y en-

En nuestro repaso por aquellas cualidades que considero, desde mi humilde opinión, las claves necesarias para vivir una vida plena, quiero conti-nuar con aquella virtud que pienso que las englo-ba a todas y que es la fuente de una existencia en armonía con la vida. Se trata de la sabiduría, mo-tivo de inspiración y meta a alcanzar por todos los que nos consideramos buscadores de certezas…

Ante todo, recordemos que la sabiduría ha sido considerada, a lo largo del tiempo, el objeto de la filosofía, de ahí su propio nombre philos-sophía: amor a la sabiduría, es decir, la actitud natural del alma humana que anhela comprender

el Gran Misterio del Ser. Y la verdad es que siem-pre he pensado que todo ser humano es por naturaleza filósofo, porque, más allá

de títulos universitarios y conoci-mientos especializados, todos llevamos en nuestro interior el «estigma» del buscador. De una

manera más o menos consciente y en mayor o menor medida, todos necesitamos encontrar el sentido de

nuestra existencia y anhelamos desen-trañar los misterios que nos rodean. De ahí que

Cartas a un joven idealista

Querido Jorge:

La Sabiduria,

Herminia Gisbert

Vicepresidenta de la

Fundación Sophia

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tendemos la vida, pero es sólo con la sabiduría del corazón como podemos vivirla y comprenderla plenamente.

Por ese motivo, no debemos entender a la sabiduría como la simple adquisición de conoci-mientos; ni como la suma de ideas y conceptos, incluso de aquellos que pudieran clarificar los grandes misterios de la vida; ni tampoco como cuerpo de doctrina o teoría de las ideas. La sa-biduría es algo mucho más completo, global, in-tuitivo, trascendente y sobre todo vivencial. Sólo cuando el conocimiento desvela una experiencia transformadora se convierte en sabiduría. Por ello pienso que la verdadera sabiduría no es una capacidad racional sino una facultad del espíritu inmortal del hombre, que permite ver y compren-der la esencia que habita en el interior de los seres. La sabiduría ilumina con su luz todo lo que toca. Por eso decimos que saber es ver, puesto que sólo ella nos despierta la visión para poder contemplar la Realidad. De ahí que sea una potencia del Ser, aunque todavía se encuentre en el interior del ser humano, en gran parte, en estado latente.

Pero la verdad es que, ya que hablamos de la sabiduría del corazón, también a mi me gustaría hablarte desde mi propio corazón…

Para mí la sabiduría es esa claridad de pensa-miento que me permite conocer la identidad de cada ser; que me ayuda a entender el proceso de todo lo viviente, desde su origen hasta su finali-dad, pasando por su desarrollo y transformación. Para mí la sabiduría es la revelación a la concien-cia de esa esencia íntima de las cosas, que se halla latente en toda la creación, ya que todos los seres y criaturas llevamos impreso en nuestra natura-leza el sello de la divinidad. Esta impronta no es otra que el propósito a realizar, la razón de ser y de existir. Sólo cuando desvelamos ese propósito, cuando cada ser cumple su propia ley, es decir, ser fiel a sí mismo, a su propia naturaleza intrínseca y esencial, es cuando hacemos la sabiduría dentro nuestro, y aunque sea por un instante nos conver-timos en hombres sabios, en símbolos de la expre-

sión de Dios en la tierra, en reflejos de la propia divinidad. Paradójicamente, justo en ese preciso instante dejamos de existir para lo particular y na-cemos para lo universal.

Singularidades de la vida, es curioso que pre-cisamente cuando desaparecemos para el Yo per-sonal, nacemos para la Unidad. Por este motivo una vieja enseñanza del Mahabharata dice: «lo que es verdad para los dioses es mentira para los hombres. Tal es la diferencia de Visión».

Lo cierto es que cuando logro elevar mi con-ciencia y fundirme con lo Eterno que late en el in-terior de cada ser, por ejemplo, cuando contemplo un hermoso amanecer asistiendo al gran misterio del nacimiento de un nuevo día, y con los ojos del alma, sin apenas darme cuenta, mi conciencia se eleva y capta otras realidades no cotidianas, en-tonces percibo otros colores más luminosos, una energía pletórica de luz, unos sonidos que mi mente no entiende, y sin embargo, es el lengua-je de la vida que me habla desde el corazón de los seres vivientes a mi propio corazón. En ese sublime instante siento cómo mi ser se expande, se fusiona con el paisaje y con el momento, y se disuelve en la luz de la aurora. Entonces, dentro mío experimento el poder de la luz absolutamente renovado, despojado de todo añadido, de todo lo que, por el constante roce con la vida, se ha ido adhiriendo pero no le pertenece. En ese mágico momento, aunque sea tan difícil de explicar como de entender, siento que no existo, y curiosamente, en ese preciso y todavía fugaz segundo me sien-to más «Real» y más viva que nunca, y también más feliz, pues aquellos elementos personales que obstruyen de forma cotidiana el paso de la luz, se desvanecen y en ese No-ser reconozco al Ser. Las barreras desaparecen. La energía se hace solo una. Entonces, en ese instante que tiene el mágico po-der de dilatarse hasta «lo eterno», puedo sentirme árbol y piedra, flor que se abre y pájaro que canta, mar que susurra y nube que pasa. Puedo sentir en mis entrañas el calor y la sequedad de la tierra; la preocupación del halcón que busca comida para sus crías y no la encuentra; y el anciano roble que agoniza, dejando su viejo tronco como alimento

Para mi la sabiduria es la

revelacion a la conciencia de

esa esencia intima de las

cosas, que se halla latente

en toda la creacion

Para mi la sabiduria es la

revelacion a la conciencia de

esa esencia intima de las

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para otras especies que lo devoran sin ninguna culpa ni piedad, pues ya cumplió su ciclo vital. Pero junto a todo ello, mi corazón también siente la más inmensa gratitud por tanta belleza disuelta en el todo, por tanto amor conectando al todo, por tanta sabiduría armonizando al todo.

Sí. Pienso que la sabiduría es el luminoso po-der espiritual que permite al hombre colocarse en disposición de comprender y vivir el plan univer-sal de la creación. Y aunque mis razonamientos no sean del todo «razonables», tengo la certeza inte-rior de que la sabiduría es la senda universal de la vida, en armonía con el Universo; la brújula que señala el rumbo de nuestro destino y el camino mismo de retorno a nuestro divino origen. Como los grandes maestros enseñaron, hasta que no lo-gremos fundir el camino y el caminante, el pere-grino y el peregrinaje, la ofrenda y ofrendante, no podremos llegar a vivir realmente la Sabiduría del Corazón.

Así me lo dice mi voz interior, esa que habla desde el centro de mi propio Laberinto: «La ver-dadera sabiduría consiste en liberar la divinidad que hay en tu interior y por ende en el interior de cada ser».

Por este motivo, cuando nos alineamos con el Plan Universal, sentimos cómo el viento divino infla nuestras velas, llevándonos cual ligero na-vío que surca la eternidad hacia nuestro destino celeste. Ahí, en esa cúspide interior, en ese esta-do —como dirían los místicos «de gracia»—todo se hace fácil y sencillo, todo tiene sentido, todo se conecta con el todo, pues sentimos que somos uno con el Universo, y hasta aquello que otrora pudie-ron ser dudas y confusiones desaparecen, disol-viéndose en el sereno océano de la certeza.

Es por eso que la sabiduría, al ser la conciencia de la Unidad de todo lo viviente, está íntimamen-te ligada al Amor: la fuerza universal que cohesio-na todas las cosas atrayéndolas hacia la unidad. Por este motivo todas aquellas enseñanzas de

vida que nos ayudan a reintegrarnos en lo Uno podemos considerarlas claves de sabiduría. El amor atrae, la sabiduría fusiona; el amor inflama, la sabiduría ilumina; el amor inspira unión, la sabiduría disuelve las dife-rencias que nos separan de la unidad. Por eso son inseparables: la sabiduría del amor y el amor a la sabiduría.

En síntesis: yo siento que todo en la creación responde a un plan uni-versal. Pienso que la vivencia cons-ciente de ese plan es lo que llamamos

Sabiduría. Por eso, la sabiduría implica un cierto estilo de vida. De este modo el hombre sabio vive las ideas que predica, y en su propia vida se en-cuentra la demostración de la validez o invalidez de esas ideas.

La voz de los sabios se escucha a través de sus enseñanzas. Ellos destilaron el néctar de la sabi-duría de su propia experiencia y nos lo legaron como guía para la vida, este difícil y maravilloso camino que todos transitamos. Recordar sus pala-bras es actualizar su legado; es volver a darles voz y por lo tanto que resuenen en nuevos oídos, que un nuevo corazón les preste latido.

Recuerda que en la educación y desarrollo del mundo mental, se recomienda mantener en la conciencia frases inspiradoras, máximas de poder, consignas útiles, oraciones o mantrams sagrados, como soporte para diferentes funciones. En pri-mer lugar y ante todo, son como fórmulas mágicas que despliegan el poder de la idea que encierran, pues la mente funciona como un imán atrayendo todo aquello que es de su mismo signo. Rodearse en la vida de buenos aliados es uno de los gran-des secretos para una existencia plena y feliz. En segundo lugar, aprender algunas máximas de me-moria, nos permite poderlas usar a modo de escu-do protector en las duras batallas que la vida nos depare. En los momentos de «combate», cuando

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se agolpan en nuestra mente ideas perturbadoras, temores inciertos o pensamientos indeseables, cual negros nubarrones que amenazan convertirse en tormenta, es cuando necesitamos que acudan en nues-tra ayuda algunas de esas máximas de los grandes maestros que apren-dimos de corazón. Y si están bien asentadas en nuestra conciencia, de forma natural y sin que medie nuestra voluntad, acudirán pres-tas en nuestro auxilio, disolviendo la oscuridad para que nuevamen-te vuelva a brillar el sol. En tercer lugar, aprenderlas sencillamente para deleite del espíritu en esos mágicos momentos de paz y sere-nidad, en donde uno siente estallar su pecho de amor y gratitud por tanta sabiduría vertida, cual ma-nantial de aguas puras y cristalinas que calma nuestra sed…

Así es que, si me lo permites, te voy a revelar alguno de mis gran-des secretos de vida, pues voy a transcribir algunas frases que hil-vané en mi alma con sublimes hilos dorados enredándose en el tejido de mi existencia, para que forma-ran una vestidura de luz digna de albergar a tan alto morador. Ojala te puedan inspirar

Quiero empezar por esa máxi-ma que, cual estrella polar de mi universo, orienta mis pasos y que dice así: «Honra las verdades con la práctica». Es en la aplicación sobre la materia donde las ideas ejercen su magia de transmutación alquímica…

Así que, veamos una selección de doce máximas, una por cada mes del año:

1. Jamás seré un obstáculo para mí mismo. (Agripino)

2. No os queJéis, porque lo que os parecen sufrimientos y obstáculos suelen

ser en realidad los misteriosos esfuerzos de la Naturaleza para ayudaros en

vuestra obra si sabéis aprovecharlos. Considerad todas las circunstancias con

la gratitud de un discípulo. (H.P.B)

3. NuNca te caNses del vacío y la quietud. Quieto uno puede entender los

movimientos de las cosas innumerables, vacío uno puede recibir diez mil

mundos en su interior. (Su Tung Po)

4. el progreso sin principios, la ciencia sin espiritualidad, el consumismo

sin conciencia, el dinero sin ética y el conocimiento sin sabiduría destruyen

la vida. (Satish Kumar)

5. la felicidad no consiste en hacer lo que te gusta, sino en hacer que te guste

lo que haces. (Yamín)

6. si posees la sabiduría de comprender una verdad, pero no tienes el valor de

vivirla y atesorarla, la perderás. (Confucio)

7. a cualquier hora del día cumple cada acto de tu vida como si fuese el último

de tu existencia. (Marco Aurelio)

8. No es fácil dejar de cometer faltas, pero sí lo es tratar por todos los medios

de no cometerlas. Y no poca cosa es esta ininterrumpida atención que dis-

minuye el número de nuestros errores impidiendo caer en muchos de ellos.

(Epícteto)

9. para que triunfe el mal, basta que los hombres de bien no hagan nada.

(Edmund Burke)

10. el valor nos hace vencedores, pero es la concordia la que nos vuelve

invencibles. (Sabiduría Atemporal)

11. aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas,

fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea

necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas

te somete, lo que aceptas te transforma. C.G. Jung

12. de todos los caminos de realización espiritual que pueden elegir el

hombre en la vida, el «Sendero de la Sabiduría» es el más noble y elevado

de todos, y también el más escarpado y difícil. Escalar sus abruptas laderas

en pos de alcanzar las cimas del conocimiento de lo Real, es todo un viaje de

transformación interior, un peregrinaje que nos pone a prueba a cada paso

del camino, exigiendo lo mejor de nosotros mismos, hasta que el espeso

barro de nuestra personalidad mortal se transmute en el diamantino cristal

capaz de reflejar la luz de las estrellas. (Francis J. Vilar)

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