ediciÓn de marzo 2016

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MARZO 2016 GAVIOTA CAHUIL, de lo común a lo extraodinario PAPA NATIVA CHILOTA, más de 10 mil años CHONCHI Y SU IGLESIA, la ciudad de los tres pisos EL PULSO DE LA NATURALEZA, señora de cuatro alas VIDA EN EL PAPEL, el Chucao

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A pesar de que tenemos en esta edición temas muy interesantes, que no tienen menos importancia, me quiero referir detenidamente al reportaje de la Gaviota Cahuil, pero no a ella exclusivamente, sino más bien a la acción conservacionista que nos mueve. Apoyemos las campañas para la conservación de especies y hábitats en peligro, pero protejamos también con las mismas o más energías lo que nos rodea, lo que hoy esta bien, lo que es abundante por que mañana podría comenzar su cuenta regresiva.

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MARZO 2016

GAVIOTA CAHUIL, de lo común a lo extraodinarioPAPA NATIVA CHILOTA, más de 10 mil años

CHONCHI Y SU IGLESIA, la ciudad de los tres pisosEL PULSO DE LA NATURALEZA, señora de cuatro alas

VIDA EN EL PAPEL, el Chucao

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GAVIOTA CAHUIL, de lo común a lo extraordinarioEn ocasiones nos encontramos en distintas zonas del país, buscando historias de las especies que de alguna forma sus vidas son extraordinarias, ya sea por su estado de conservación...

PAPA NATIVA DE CHILOÉ, más de 10 mil añosCuando se habla de domesticación, viene a la mente el proceso de amasamiento de un animal que genéticamente a estado de una u otra forma vinculado al ser humano...

58VIDA EN EL PAPEL, El Chucao Scelorchilus rubecula, ¿lo conoces? es una pequeña ave curiosa, inquieta y bellamente decorada de tonos contrastantes, su garganta y pecho superior rufo, y su bajo pecho con líneas negras y blancas...62

PULSO DE LA NATURALEZA, Señora de Cuatro AlasLa grandeza o la pequeñez de las cosas, dependen de la perspectiva desde donde se miren. Hace algún tiempo mientras caminaba a campo abierto...

UNA MIRADA DE CHONCHI Y SU IGLESIADonde la sorprendente isla de Chiloé se hace más delgada, pareciera que el viento que proviene bajando de la cordillera de los Andes...

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EditorialA pesar de que tenemos en esta edición temas muy interesantes, que no tienen menos importancia, me quiero referir detenidamente al reportaje de la Gaviota Cahuil, pero no a ella exclusivamente, sino más bien a la acción conservacionista que nos mueve.Chile es un país delicado en cuanto a su biodiversidad biológica y geografía, se habla mucho por un lado de la ecología, el reciclaje y la conservación de la naturaleza, en acciones incluso preventivas de estas, pero Revista BIOMA quiere hacer hincapié en su misión educadora, de mucho no sirve embanderarse con campañas de rescate por especies de las cuales ya sólo quedan cien individuos en el mundo, obviamente no es que no las apoyemos, al contrario las alentamos y rogamos para que se sostengan y cumplan todos sus objetivos de recuperación poblacional de la especie en riesgo.El tema nuestro pasa más por la educación o como hemos definido, la Conservación temprana urgente que hace referencia a la observación y acción conservacionista por las especies, ya sea de reino animal o el vegetal, que se encuentran en buen estado poblacional, incluso que sus hábitats están fuera de peligro, suena ridículo o sin sentido… por que preocuparse por ejemplo, por las gaviotas “si hay tantas”.Pero el razonamiento para esto es sencillo, basta con hacer un viaje imaginario al pasado… aunque a decir verdad no hay que ir muy atrás para encontrar buenos argumentos para defender nuestras aseveraciones… hubo en el planeta especies que abundaban o simplemente nada tenían que preocuparse por sus hábitats, así los vimos, así los conocimos… y así los extinguimos…El pez Timo de Nueva Zelanda 1927, el Nesofonte roedor de las Antillas, el

Estornino de la Isla Lord Howe 1925, la rata Buldog de la Isla Navidad 1900, el Potoro de Gilbert marsupial de Australia 1900, el Borrego cimarron de los paramos de Canadá 1925, la Avestruz de Arabia habito el desierto de Sinai hasta las orillas del Eufrates 1941, el Zorro volador el mayor de los murciélagos de la Isla de Wam 1968, la Gallina silvestre un primo de los faisanes de Nueva Inglaterra 1932, el Loro Amazónico culebra que vivió en una isla del caribe 1912, el Onagro Sirio un asno que vivió en el desierto de Siria, Arabia e Irak que nunca pudo ser domesticado 1927, la Boa de Rondaisland 1974, el Solitario verde de la Isla de Hawai y en sólo 8 años el hombre destruyó su hábitat 1900, la Rana leopardo, el Walabi australiano, la Libelula de Santa Helena, la Iguana de Jamaica, el Tilasino etc. etc. etc.La lista no termina ahí, eso está claro, en la actualidad tenemos tigres siberianos, elefantes, leones, guepardos, pudúes, cóndores, pumas, gatos andinos, el abejorro chileno, ballenas, oso polar, y más etcéteras. Apoyemos las campañas para la conservación de especies y hábitats en peligro, pero protejamos también con las mismas o más energías lo que nos rodea, lo que hoy esta bien, lo que es abundante por que mañana podría comenzar su cuenta regresiva.

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n ocasiones nos encontramos en distintas zonas del país, buscando historias de las especies que de alguna forma sus vidas son extraordinarias, ya sea por su estado de conservación o por lo apartado de su hábitat o por que deben compartir sus espacios con voraces depredadores.Sin embargo, en esas rutas también vemos otras especies no tan extraordinarias, que tu has visto con toda seguridad, pero son tan comunes que prácticamente nadie se detiene a admirar su bella simpleza.Por eso, en este reportaje queremos hacer una reflexión además de contar una breve historia, la historia de un personaje de estos que a pocas personas preocupan.Hablamos de la Gaviota Cahuil (Larus maculipennis) también conocida como Caulle o Gaviota de capucho café, lue-go de regresar de hacer un reportaje anterior en la región de los ríos, nos de-tuvimos a admirar la bella panóramica desde la rivera del río Valdivia. Y nos de-jamos hipnotizar por el ir y venir de una agitada y diversa comunidad de aves, tales como Pelícanos (Pelecanus tha-gus), Jotes de cabeza colorada (Cathar-tes aura), Gaviotas Dominicanas (Larus dominicanus), Yecos (Phalacrocorax brasilianus), todos ellos han adaptado su diario vivir en estos muelles urbanos y a modificar sus hábitos alimenticios por que prácticamente dependen de los desperdicios que los pescadores arrojan a las aguas de río, el menú dia-rio incluye cabezas de pescado, espina-zos completos con colas e interiores.

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No sabemos a ciencia cierta que tan beneficioso sea esta “domesticación” no planificada de estas aves, es verdad que es una escena común en todas las costas del mundo donde el hombre a construido muelles o terminales pes-queros, la fauna pelágica hace de estos lugares su hábitat permanente.Toda esta comida gratis también sig-nifica una constante batalla, al menos cuando están ahí los pescadores. Vue-lan, nadan, se cambian de lugar, van y vienen es una vorágine voladora que no termina, nuestra Gaviota Cahuil no está exenta de este ajetreo, tiene un grito que parece de batalla, que no le permite pasar desapercibida, cuan-do parece estar a punto de coger un buen bocado, aparece de la nada un piño de Yecos y se lo arrebatan, pero es persistente y luego regresa por más, pero la refriega no termina con ellos, lobos marinos también toman su parte y la gaviotas dominicanas son hábiles oportunistas y no dejan pasar la chan-ce de comer algo.A pesar de esto, la gaviota Cahuil tiene la costumbre culinaria de dirigirse a los prados interiores recién arados, para cambiar el menú fluvial por lombrices que quedan expuestas al voltear la tie-rra o también como lo hace la Gaviota dominicana van a basurear carroña a los frigoríficos, son sobrevivientes bus-cando recursos donde el ser humano a colonizado, probablemente las gavio-tas dirían que “la basura de un hombre es el tesoro de nosotras”.

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Con 38 cms de largo la gaviota Cahuil se distribuye por todo Chile y prácticamente por todo el cono sur de Sudamérica, este amplio posicionamiento geográfico, hace que sea fácil de confundir con su pariente la Gaviota de Franklin (Larus pipixcan) pero una gran diferencia las separa, ya que en la temporada de invierno la Gaviota Cahuil muda sus plumas de la cabeza de negro a blanco.Esta especie que anida en colonias de noviembre a diciembre entre plantas acuáticas colocando entre 3 o 4 huevos de color café (de 52 mm aprox) lleva una vida tranquila, nos referimos a que no está considerada como especie en estado vulnerable ni menos en algún nivel de peligro de extinción.Queremos dar a entender que cuando oímos la frase “en buen estado poblacional” o “sin riesgo”, sabemos que en la naturaleza es sinónimo de que cierta especie tiene una buena salud poblacional… que hay muchos individuos y se reproducen eficientemente, y respecto a sus depredadores naturales estos no afectan en nada al grupo o simplemente no los tienen.Por ende, estas especies no entran en nuestras prioridades de conservación para velar o vigilar necesariamente ya sea su hábitat o su salud física.

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Pero esta “despreocupación” nos ha llevado muchas veces a provocar, directa o indirectamente, que los animales o plantas pasen al salón de las listas rojas de conservación, si contaminamos los ríos o lagos o vertemos químicos en la tierra, la cadena que sostiene esta abundancia puede cortarse.El mensaje es simple, siempre hay detenerse a observar y meditar como la conservación debe ir más lejos que el acto tardío de correr a hacer campañas por las especies que ya prácticamente bien poco o nada se puede hacer por ellos, a sucedido antes y si no lo asumimos cabalmente, volverá a suceder.Esta claro que estas campañas sí deben hacerse, por cierto que las apoyamos, pero no debemos esperar a que queden pocos especímenes para comenzar a preocuparnos por ellos y sus hábitats, mucho del daño se puede evitar con una frase que hemos adoptado CONSERVACIÓN TEMPRANA.

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Cuando se habla de domesticación, viene a la mente el proceso de amasamiento de un animal que genéticamente a estado de una u otra forma vinculado al ser humano, pero en este caso hablamos de un tubérculo que prácticamente permitió el progreso y evolución de las sociedades donde este tuvo éxito en su cultivo.La papa desde los orígenes de la agricultura conciente, es decir no accidental donde se siembra para luego esperar pacientemente la cosecha, hace unos 10.000 años a.p. a estado presente en el desarrollo de los grupos humanos que encontraron hábitats adecuados para asentarse y fortalecer su sustentabilidad en el tiempo.Sin una certeza exacta, el hombre pudo haber domesticado alrededor de tres mil especies de plantas para su alimentación y otros usos, de ese enorme número hoy sólo quince especies son significativas como fuente alimenticia a escala global.Lo curioso de esta página de la historia humano-natural es que no hay explicación en torno a la emergencia de especies cultivables en algunos lugares del mundo, y más sorprendente aún, estas se dieron en las zonas más pobres socio económicamente desarrolladas, como por ejemplo el Arroz en la basta e indómita Asia, el maíz en el colorido México y en la golpeada Etiopia se dio el Trigo, estos tres mega productos de la tierra dieron estabilidad a las economías pero, claro está también trajeron ambiciones desmesuradas para variar en la actitud humana.

Pero para no alejarnos de nuestra propia narrativa histórica, Chile posee también un ápice en el guión evolutivo alimenticio humano, según estudios biogeográficos en la zona de Chiloé la Madia (Madia sativa), la frutilla –blanca- (Fragaria chiloensis) y la papa cultivada o nativa (Solanum tuberosum) son actores importantes que portaron con su presencia –especialmente la papa- a la diversidad biológica de cultivo en el planeta.A la llegada de los conquistadores o mejor dicho “saboteadores” españoles a las regiones australes, los pueblos originarios cultivaban orgullosamente en aquel entonces más de mil variedades de papas en las tierras insulares de Chiloé, generando así mismo en esta enorme variedad también subespecies de tubérculos que derivaban en un variopinto desfile de formas, colores, texturas y por cierto sabores de papas, que fácilmente se podían encontrar hasta en las islas más apartadas e ignotas del mágico archipiélago de Chiloé.Sin ir más lejos, en una reciente publicación de nuestra revista, hablamos del sitio de Monte Verde, una maravilla arqueológica de importancia mundial, en lo que a antigüedad de poblamiento americano se trata, ahí precisamente fueron encontrados casi de forma inexplicable vestigios de más de catorce mil años de 11 tipos de papas silvestres (Solanum maglia) que sirvieron como alimento a estos pueblos nómades de las regiones australes.

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Regresando al presente, nos encontramos en el sector Cayucan, península de Lacuy en Ancud, con la señora Alba Torres y su esposo José Vargas, quién es un avezado carpintero de rivera, en tanto ella entre sus quehaceres ha dedicado buena parte de su tiempo a no sólo conocer sino que aprender del cultivo de la papa nativa en su predio, como un medio de abastecimiento y una fuente de ingreso adicional para su familia.Mientras el viento arrasa con la copas de los árboles en la península de Lacuy, revisamos nuestras notas y descubrimos como los cronistas Jesuitas de la época dedicaban líneas en sus registros, que datan desde el 1670, citando “En Chiloé todo el mantenimiento de los naturales se reduce a unas raíces de la tierra, que se llaman papas…” así mismo estos registros continúan en la década del 1700 hasta la llegada del gran naturalista Claudio Gay, a quién, por cierto debemos mucho de los conocimientos de referencia en torno a nuestra historia natural, escribió en 1886 que a pesar de que consideraba que la tierra del archipiélago no era de buena calidad, por su humedad y de temperatura suave era una biomasa perfecta para el crecimiento de raíces del tipo de tubérculos, reconociendo ya en esa época la gran variedad e incluso el bouquet de este valioso alimento silvestre.

En Chiloé la papa no es sólo un producto más de la tierra, que se vende por melgas o kilos, sino es más bien un arte, el arte del cultivo de sus selectivas semillas que propician especies nativas que son celosamente guardadas, como nos cuenta la señora Alba mientras caminamos por sus plantaciones, se trata finalmente de un símbolo de la cultura chilota, un ícono culinario que es reconocido internacionalmente y que en torno este gira un patrimonio inmaterial incalculable… un Milcao, una Chochoca, el Yoco o un Chapalele tienen que ver directamente con la conversación en torno a una cocina a leña, donde las leyendas, los mitos y la herencia genética de nuestros antepasados cobran vida y claro está dan el carácter tan especial que tiene el Archipiélago de Chiloé.Ciertamente hay mucho que hablar sobre la papa y su biodinámica, su productividad y beneficios, su pasado y su futuro como producto de la tierra, sólo nos queda de manifiesto que gracias a personas como la señora Alba y su familia y tantos agricultores de los pueblos originarios que no les basta con cultivarla en la tierra para su consumo, sino que también cultivan y alimentan su espíritu… el espíritu de la Ñuke Mapu, la madre tierra.

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“Transmit id la cultura a t odo e l mundo, sin dist incion de razas ni de categor ias.”

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CHONCHI y SU IGLESIAla ciudad de los tres pisos

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D onde la sorprendente isla de Chiloé se hace más delgada, pareciera que el viento que proviene bajando de la cordillera de los Andes, y que se divide encrespando las aguas del golfo de Ancud y el Golfo del Corcovado, entra raudo en la costa oriental a la ciudad de Chonchi, un rincón insular lleno de mística que los españoles llamaron el “Fin de la cristiandad”.La zona de Chonchi fue escogida por los jesuitas como puesto de avanzada para su misión concientizadora que dejo una sola huella o herencia positiva, y que hoy es claramente agradecida por todos y cada uno de sus habitantes, las bases de la arquitectura chilota.En 1767, fue fundada por orden del gobernador Guill de Gonzaga la otrora Villa San Carlos de Chonchi que vería más tarde como su primera iglesia se erguiría en 1769. Sus calles que suben y bajan por estar emplazada en tres terrazas naturales que dan sinuosidad a su forma y configuración urbana, coronaron finalmente la Plaza de Armas con la construcción de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario en 1893 con su campanario de 23 metros de alto.

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Este bello templo fue construido con piedras y resistentes Cipreses que darían la estabilidad para dominar el paisaje hasta nuestros días, al entrar en una noche fresca de verano, lo primero que magnifica su existencia y nos empuja a una reflexión, no religiosa sino más bien de admiración creativa, es su nave principal decorada con un cielo azul y un centenar de estrellas blancas, que dan la sensación que su enorme bóveda no existe y la mirada se dirige directo al cielo estrellado del hemisferio sur.Los 45 metros de largo que parecen no terminar, están sembrados de rincones de madera con historias y huellas de fe de personas que por más de ciento veinte años la han visitado, el mágico silencio ennoblece su imaginería que posa inerte al paso de los feligreses, es cierto que en el interior el silencio es profundo, pero gracias a estos momentos de descubrimiento de nuestro patrimonio material, confirmamos que el silencio es un ente constantemente presente en todo el Archipiélago de Chiloé, mismo ente que hace de estas islas un imán para nuestras cámaras.Sólo en noviembre, para ser más especifico cada 4 de noviembre el silencio de la iglesia es corrompido por la celebración de la fiesta religiosa de San Carlos de Borromeo, que por cierto es el patrono de Chonchi.

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Monumento Nacional (1971) y Patrimonio de la Humanidad (2000) es un polo atractivo para el turismo, pero Chonchi tiene una suerte de fábula mítica en su atmosfera, sobre al caminar por sus calles en la hora azul, un momento en que su arquitectura parece querer cobrar vida y hablar con quien la admira, una hora en que el crepúsculo ya se ha marchado y el manto trata de vencer al cielo aún azul.Son momentos para entender de mejor manera los lugares que visitamos, no con la fugas mirada del día, respirar su mutismo en un atardecer y recorrer su historia por las calles observando sus detalles, hace de emblemas patrimoniales como Chonchi un lugar no para visitar, sino para llevarse en la retina.

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“La naturaleza no hace nada en vano”

La grandeza o la pequeñez de las cosas, dependen de la perspectiva desde donde se miren. Hace algún tiempo mientras caminaba a campo abierto, tuve la posibilidad de introducirme en un mundo pocas veces visto, probablemente inducido por lo que podría denominarse un estado de ánimo especial; se me abrieron las puertas al mundo de los insectos.Un suave y persistente zumbido que se escuchaba entre la vegetación, llamó poderosamente mi atención: por un momento me pareció saber el lugar exacto desde donde provenía. Mi certeza me llevó al extremo de creer que había identificado la rama en donde se encontraba el autor del casi inaudible sonido, sin embargo en breve me di cuenta que el zumbido provenía de distintos lugares a la vez; en ese momento me percaté de que estaba en presencia de un diálogo.Sí, era un diálogo entre langostines de antenas largas cuyas tonalidades

se fundían con el color del follaje, de las plantas que los albergaban. De inmediato me dispuse a ser testigo de una ininteligible conversación entre miméticos chapulines. Al cerrar los ojos, francamente el murmullo de los Ortópteros adquirió otra dimensión, la monotonía del sonido que captaba mientras mantenía los ojos abiertos, se llenó de tonos altisonantes y hasta me pareció captar algunos énfasis en la indescifrable conversación.Repentinamente un ronco zumbido que aumentó gradualmente su intensidad, sobreponiéndose al suave murmullo de los langostines, me sacó del trance y me indujo a abrir los ojos para averiguar quién era el dueño de esa poderosa voz, pero mis dilatadas pupilas sorprendidas por el repentino repliegue de los párpados, se encandilaron con el exceso de luz encegueciéndome por un instante dilatando el misterio.Cuando por fin pude normalizar la

Señora de cuatro alas...

visión, el vuelo lento y pesado de un peludo y enorme abejorro rojizo me sorprendió gratamente. Un gigante del mundo de los insectos irrumpió en la escena y pasó a pocos centímetros de mí, sobrevolando a menos de un metro de altura, dejándome con su sola presencia casi sin capacidad de reacción.Este gran polinizador, pasó por mi lado invadiendo mis sentidos con su impresionante zumbido y luego se alejó hasta que la distancia apagó gradualmente el fragor de sus poderosas alas. Con su innegable sello de poder me dejó la sensación de que acababa de ver a un gran señor patrullando sus dominios. Había tenido un repentino encuentro con el sorprendente abejorro nativo gigante, conocido como Bombus dahlbormii, que en la actualidad se encuentra en alto peligro de extinción. Por el tamaño se trataba de una hembra de la casta de las reinas, que alcanzan más de cuatro

centímetros de longitud.La vi alejarse hasta desaparecer entre la vegetación, despertando en mí una mezcla de admiración e incertidumbre… sí, la incertidumbre de que quizás este sea mi último encuentro con este sorprendente insecto. La modificación de su hábitat, la creciente presencia de abejorros introducidos y el uso de pesticidas agrícolas lo tiene al borde de la extinción. Si no somos capaces de revertir esta lamentable situación, probablemente no volveremos a tener la suerte de sorprendernos y porque no decirlo, hasta de asustarnos al observar patrullando sus dominios, a esta gran señora de cuatro alas.

Texto: Mario Ortiz LafferteIlustración César JopiaRevista BIOMA 2016

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CHUCAO (Scelorchilus rubecula)

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Scelorchilus rubecula, ¿lo conoces? es una pequeña ave curiosa, inquieta y bellamente decorada de tonos contrastantes, su garganta y pecho superior rufo, y su bajo pecho con líneas negras y blancas, han hecho de su presencia, un ícono tan reconocible de los bosques del sur, que no serían lo mismo sin ellos. El Chucao, habita desde la región del Maule hasta Aysén, incluso hay registros de su presencia en la región de Magallanes y el oeste de Argentina.De tan sólo 18 o 19 centímetros, el Chucao, nuestro invitado de este mes, virtuosamente ilustrado por Amalia, es una de nuestras especies favoritas dentro del variopinto ramillete de la avifauna chilena, su nombre viene del Mapudungún “chukaw” que se podría traducir como “ave del monte”.No se puede caminar por los hirsutos senderos de los bosques lluviosos tipo valdivianos donde vive, sin sentir como el silencio, que se confabula con los rayos de luz que penetran en follaje del bosque, es quebrantado por su tan particular vocalización.De inmediato se entiende que no estamos solos.El Chucao, que es pariente del Tapaculo (Scelorchilus albicollis), tiene otros nombres vernáculos que lo distinguen de igual forma; Tricao o Tourco, pero como sea, es inconfundible su estampa al tener la fortuna de divisarlo.Así mismo, tiene un pariente en la lejana

y prístina Isla Mocha, el Chucao de la Mocha (S.r. mochae) que se alimenta igual que su primo del continente, de insectos e invertebrados que escarba en el suelo de forma similar como lo hacen las gallinas.Nidifica cuando el aroma de la últimas lluvias aún no se ha extinguido del todo, la tierra húmeda le permite escarbar diminutas cuevas en barrancos escarpados llenos de vegetación, donde deposita entre 2 a 3 huevos blancos que curiosamente son muy grandes si se compara el tamaño del ave con este redondo futuro hijo, que mide 28 por 23 mm aproximadamente, todo un logro para un ave tan pequeña.Felizmente se puede afirmar que no es una especie amenazada, ni se encuentra en las listas rojas… claro está, siempre y cuando protejamos su hábitat siendo cuidadosos para evitar incendios forestales, rechazando proyectos de cualquier tipo que destruyan la espesura verde que lo alberga a él y a todas las especies chilenas.

Si puedes y si lo has oído antes, cierra los ojos y lo volverás a oír,

seguro te transportará de inmediato… de nuevo… al bosque.

Arte: Amalia Guerrero FrugonePara Revista BIOMA2016

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