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La política deportiva como política urbana integral Juan Manuel Murua González Economista. Consultor independiente [email protected] @juanmamurua Resumen/abstract: El deporte contribuye a la calidad de vida de las ciudades desde muy diferentes aspectos. Existe un amplio consenso sobre los efectos positivos del deporte en ámbitos como la salud de la ciudadanía, el bienestar, la convivencia, la educación, o la economía de las ciudades. En la última década el trabajo en materia de actividad física y salud, el turismo deportivo o el impacto económico del deporte son líneas de trabajo cada vez más presentes en políticas y estrategias del deporte en las ciudades. Un caso a destacar es el de la ciudad de Bilbao cuyo Ayuntamiento plantea su política deportiva como una política urbana integral, una política orientada a mejorar la ciudad y la calidad de vida de toda su ciudadanía. Palabras clave: Política, ciudad, integral, transversalidad, 1

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La política deportiva como política urbana integral

Juan Manuel Murua González

Economista. Consultor independiente

[email protected]

@juanmamurua

Resumen/abstract:

El deporte contribuye a la calidad de vida de las ciudades desde muy diferentes

aspectos. Existe un amplio consenso sobre los efectos positivos del deporte en ámbitos

como la salud de la ciudadanía, el bienestar, la convivencia, la educación, o la economía

de las ciudades.

En la última década el trabajo en materia de actividad física y salud, el turismo

deportivo o el impacto económico del deporte son líneas de trabajo cada vez más

presentes en políticas y estrategias del deporte en las ciudades. Un caso a destacar es el

de la ciudad de Bilbao cuyo Ayuntamiento plantea su política deportiva como una

política urbana integral, una política orientada a mejorar la ciudad y la calidad de vida

de toda su ciudadanía.

Palabras clave:

Política, ciudad, integral, transversalidad,

1

1. Introducción

El deporte ha alcanzado una importante relevancia en la actualidad, hasta el punto de

que numerosos trabajos lo consideran como el fenómeno cultural más relevante de la

sociedad contemporánea. Las diferentes formas en las que se manifiesta el deporte son

capaces de exteriorizar relaciones sociales menos visibles entre grupos e individuos

(Elias, Dunning 1992). En palabras de Augé (1982:16), el deporte es un «hecho social

total».

Esta capacidad del deporte para representar la sociedad en la que se desarrolla se debe

por una parte a su carácter dinámico y multidimensional. Si por algo se ha caracterizado

el deporte moderno es por su capacidad de adaptación y cambio. Las diferentes

manifestaciones deportivas, bien de práctica o de espectáculo, se han adecuado

rápidamente a las preferencias y gustos de las personas. Constantemente surgen nuevas

prácticas y nuevas representaciones deportivas. De hecho, podría afirmarse que no sólo

se han adaptado sino que se han adelantado y han creado nuevas preferencias. Además,

el deporte viene observándose desde muy diferentes dimensiones: la social, la

educativa, la económica, la sanitaria, la tecnológica, la cultural, etc. Por otra parte, el

deporte se manifiesta en todas las escalas de la sociedad, desde una escala individual,

pasando por la comunitaria, la urbana, la territorial, la nacional hasta una escala

internacional.

Esta realidad multidimensional del deporte contrasta con las formas y las herramientas

con las que se gestiona. Las administraciones públicas se han dotado de estructuras y

modelos de gestión sectorizados como si las áreas de trabajo de cada una no tuviesen

relación con el resto. De este modo, puede observarse que en la mayoría de los casos el

deporte es gestionado como un ámbito independiente, aunque se le reconocen efectos en

otros ámbitos -salud, educación, socialización, economía...- que son considerados como

externalidades positivas.

En un contexto regional/local se han demostrado evidencias (Sport England, 1999) de

que el deporte contribuye a:

– La regeneración de comunidades

– La seguridad en dichas comunidades

– La involucración del voluntariado

– La salud

2

– El desarrollo y la educación de los jóvenes

– Las economías locales

– El medio ambiente

El modelo de gestión pública sectorial, heredero de los postulados iniciales de la Nueva

Gestión Pública, no incorpora todas las dimensiones del deporte ni en sus estrategias ni

en sus modos de gestión, lo que lleva a no aprovechar las posibles contribuciones del

deporte en esos ámbitos que quedan fuera de la delimitación funcional del 'Área de

Deportes'.

Para incorporar todas estas dimensiones y maximizar sus contribuciones es necesario un

cambio de los modos de entender el deporte y sus impactos en la sociedad. Para ello

deberán adecuarse las políticas, estrategias, estructuras y modos de gestión desde las

instituciones públicas. Del ‘Deporte para Todos’ de la Carta Europea del deporte para

todos de 1975 se ha alcanzado la ilusión poco fundamentada del ‘Deporte para Todo’ de

principios del siglo XXI. Sin un cambio en las políticas y modos de gestión es probable

que la política deportiva municipal alcance la abstracción del ‘Deporte para Nada y

Nadie’ (Aldaz, Vozmediano y San Juan, 2015)

2. Fortalecer la política deportiva

El surgimiento del deporte local en España y la política deportiva municipal puede

establecerse a partir del proceso de transición política de finales de los años setenta.

Junto a los procesos de modernización de la administración pública y especialmente de

las estructuras municipales desde Europa se diseña un marco sobre el que se apoyarán

los esfuerzos promotores de la práctica deportiva en la ciudadanía. La Carta Europea del

deporte para todos de 1975 definirá las bases sobre las que se sustentará la política

deportiva municipal en España. El deporte para todos, en ausencia de un tejido

asociativo horizontal y de una red comercial desarrollada, será asumido prácticamente

en su totalidad por el deporte municipal.

Durante las décadas de los años ochenta y noventa se produjo un importante

crecimiento en la oferta de instalaciones y servicios deportivos públicos locales con el

claro objetivo de crear una necesidad deportiva entre la población. A diferencia de otras

políticas no se orientaba a cubrir unas demandas o necesidades sino que trataba de

crearlas.

3

A pesar de esa la histórica utilización del deporte con fines políticos, el discurso político

del deporte siempre había sido secundario dentro del discurso político general (Ibern,

2002). Sin embargo, en sus primera etapa la política deportiva municipal tenía claro su

propósito, alejándose de los usos propagandísticos que han estado históricamente

presentes en la relación política-deporte. El deporte, las instalaciones y sus servicios

formaban parte de lo que podríamos denominar ‘derecho a la ciudad’ (Lefebvre, 1975) y

las instalaciones fundamentales para la promoción del deporte para todos comenzaron a

surgir en las ciudades.

En esas dos décadas el número de instalaciones y servicios deportivos públicos locales

aumentó fuertemente, lo que llevó aparejada una mayor complejidad de sus

organizaciones. La gestión adquirió un peso relevante en el deporte público local debido

esencialmente al elevado volumen de gasto que suponía el mantenimiento de estas

estructuras. Los ayuntamientos abrazaron con fuerza los postulados de la Nueva Gestión

Pública, aplicando principios de economía, eficiencia y eficacia tanto en los

instrumentos políticos como en programas (Leeuw, 1996).

En el Deporte Municipal la Nueva Gestión Pública y sus métodos entraron con fuerza

en la segunda mitad de los años 90. La crisis económica de 1993 puso en alerta a todas

las administraciones y obligó a implantar medidas rigurosas para el control del gasto y a

reducir las inversiones públicas. Los presupuestos de las áreas de deporte municipal se

congelaron, se tomaron medidas para aumentar los ingresos por servicios públicos y

comenzaron las primeras externalizaciones de los Servicios Deportivos Municipales. La

gestión pública no sólo se centraba en el cumplimiento de la legalidad y los

procedimientos y se orientaba también a la eficacia y la eficiencia de su actuación

(Blanco y Subirats, 2012)

A partir de esta los años 90 el Deporte Municipal pareció dejar de lado objetivos

políticos, quedando huérfano de ideología y sin capacidad de orientarse de un modo u

otro a la sociedad.

El deporte, como ámbito cultural, educativo y social que es y con la amplitud de

herramientas que maneja, precisa de posicionamiento ideológico. Los criterios para

apoyar a las asociaciones y clubes, la inversión en instalaciones, la ubicación de las

mismas, el nivel de calidad de servicios públicos, sus precios, los objetivos y contenidos

de los programas de deporte en edad escolar, etc. En todas estas cuestiones y en muchas

más, el posicionamiento político debe estar presente.

4

Las consecuencias de la falta de discurso político en torno al deporte son muy nocivas

para el deporte en general y especialmente para el servicio público deportivo. Se olvida

la capacidad que el deporte tiene para transformar la sociedad, para equilibrarla,

cohesionarla y mejorarla. El deporte tiende a limitarse a una cuestión a gestionar con un

criterio meramente técnico, más centrado en sus aspectos de sostenibilidad económica

que a sus capacidades sociales. Pasa a orientarse hacia unos clientes (reales o

potenciales) de servicios deportivos y se aleja de los intereses ciudadanos, de sus

opiniones y sus capacidades. “¿No tendrá la tesis del apoliticismo alguna relación con la

defensa de los privilegios y comodidades de los grupos nacionales o sociales

dominantes?” (Meynaud, 1972)

Es necesario relanzar la necesidad de una política deportiva local como actividad

orientada a la resolución de los problemas que plantea la convivencia colectiva. La

ciudadanía tiene derecho a entender la lógica que se esconde tras las propuestas

políticas en materia deportiva, lo que puede esperar de cada partido en función de su

ideología. “Creemos que el ciudadano debe tener la opción de discernir entre una

política de izquierdas y otra de derechas, entre una concepción conservadora de otra

progresista. Distinguir entre matices que aboguen por la expansión, por mejorar la

autogestión o por apostar por la conquista nuevos sectores sociales” (Solar, 2011)

En este sentido, una clave básica será la formación de las agendas políticas, los

problemas a los que se orientará la política pública deportiva porque se consideran

prioritarios y que permitirán conocer los roles que cada opción política asigna al deporte

en la sociedad.

3. Orientación ciudadana y nuevos retos para la agenda política deportiva

Asumir las diferentes contribuciones que el deporte puede ofrecer a la calidad de vida, a

las estructuras sociales y al desarrollo económico de las ciudades permite entender que

toda la ciudadanía es afectada por las decisiones tomadas en materia deportiva,

practique o no deporte.

La creación de infraestructuras supone costes y beneficios para todas las personas de la

ciudad. El impulso al capital social local mediante proyectos deportivos puede ayudar a

la creación de nuevas relaciones, aumento del sentido comunitario, la mejora de la

5

convivencia o el surgimiento de nuevas empresas, más allá de las personas que

directamente practican deporte.

La política deportiva local debe así orientarse a toda la ciudadanía y apoyar al proyecto

general de ciudad. Debe incluir una responsabilidad social, tratar de ordenar la

convivencia y las actividades en función del bien común y responder a las

contradicciones y desigualdades que el desarrollo de la ciudad ha podido generar.

La potencialidad del deporte en el desarrollo social y económico de una región o ciudad

es el gran atributo de una política pública deportiva. Pensar el deporte en términos

integrales y transversales orientándose a toda la ciudadanía reorienta la política

deportiva local hacia nuevos objetivos. Sin embargo nos encontramos con políticas

deportivas municipales centradas casi exclusivamente en la gestión de sus instalaciones

y servicios, en la concesión de subvenciones y en la organización o “compra” de

eventos sin un criterio claro para su selección.

Al considerar todas las posibles contribuciones del deporte y tomando como objetivo

toda la ciudadanía se amplía notablemente el abanico de retos que entran a formar parte

de la agenda de política deportiva y del papel del deporte en el resto de agendas

políticas.

4. Transversalidad y redes

Junto a los nuevos objetivos entran en juego nuevos actores con nuevas necesidades,

recursos y capacidades de acción. Esta ampliación del marco sobre el que se

desarrollará la nueva política deportiva local requiere de un modelo de gestión distinto,

adaptado a una realidad compleja. Organizaciones y agentes habitualmente ajenos a la

promoción deportiva incluyen actividades deportivas entre sus actuaciones ya que

observan su potencialidad para alcanzar sus propios propósitos. Instituciones de

diferentes niveles administrativos se encuentran trabajando sobre una misma población

y cada cual con diferentes objetivos. La propia ciudadanía entra con fuerza como actor

tanto consumidor como productor de actividades deportivas, conformándose como

auténticos prosumers deportivos (Solar, 2011).

Este enfoque pluralista trata de reflejar la diversidad de actores y la necesidad que los

gobiernos tienen de generar consensos y buscar puntos de acuerdo para que sus políticas

sean aceptadas. Además los gobiernos tratarán de dinamizar los recursos necesarios para

6

la elaboración e implementación de las mismas y muchos de ellos estarán en manos de

otros actores.

Nos encontramos con que la agenda política municipal es mucho más compleja que lo

que era hace años. La administración local debe hacer frente a una complicada

interrelación de cuestiones económicas, sociales, culturales, medioambientales,

urbanísticas que configuran la calidad de vida de sus ciudadanos y para quienes la

administración local es la primera puerta institucional a la que llamar para expresar sus

necesidades y descontentos. Por otra parte, como es lógico, las administraciones han

modificado sus modos de trabajo, bien sea por decisión propia o por presiones internas

y externas, hacia modelos más abiertos y colaborativos con otras administraciones,

agentes sociales y ciudadanía, hacia un modelo que se ha denominado la ‘gobernanza

local’.

El desafío es importante: hay una serie de problemas y presiones globales, unas

tendencias políticas basadas en un relato neoliberal tendentes a la privatización de los

servicios públicos (Brenner y Theodore, 2002), unas tendencias de consumo

globalizadas y muy cambiantes. Sin embargo, ambas tendencias generan problemas

locales y personales reales, cercanos, y una serie de demandas concretas para las que se

pide solución a los gobiernos locales.

A medida que la complejidad ha aumentado y los recursos disponibles se han reducido

han quedado al descubierto las insuficiencias del modelo de política deportiva local. En

este modelo los municipios han adquirido una serie de responsabilidades que no se

contemplaban y para las que no cuentan con financiación suficiente. Hasta el comienzo

de la crisis han podido mantener este sistema gracias a los ingresos provenientes del

modelo económico-urbanístico; sin embargo, una vez agotado este modelo se

encuentran con una realidad muy exigente y con pocos recursos con los que hacerle

frente. Es evidente que existe una asimetría entre las necesidades y los recursos de los

que disponen.

La política estrictamente institucional no alcanza a cubrir todas esas necesidades, por lo

que resulta necesario un nuevo modelo basado en la colaboración, tanto con otras

instituciones como con empresas privadas, agentes sociales y ciudadanía, para tratar de

lograr los objetivos que en política deportiva y de promoción de la actividad física

puedan establecerse.

7

En este sentido es inexcusable salir del paradigma desarrollista de las décadas anteriores

en el que aún continúan muchas entidades locales y para las que la orientación básica

sigue siendo la construcción y/o ampliación de instalaciones y la producción de

servicios. Es necesario entender que una nueva política deportiva local basada en la

gobernanza deberá apoyarse en una gestión relacional, con otras áreas municipales ya

que los problemas y necesidades de la ciudadanía son complejos e interrelacionados;

con otras esferas de gobierno territoriales, autonómicos o estatales; con empresas

privadas; con agentes sociales y con la ciudadanía, con la que será necesario abrir

nuevos cauces de participación mucho más allá de los mínimos contemplados por las

leyes actuales.

Bajo este modelo de gobernanza el Servicio de Deportes Municipal pasa así de un papel

de proveedor o gestor de recursos para la provisión de servicios, a un papel relacional de

facilitador y dinamizador del deporte local, apoyándose en:

Transversalidad. Los problemas de la ciudadanía son complejos y los motivos

por los que practica deporte o no lo hace, por los que el deporte escolar funciona

bien o mal o los eventos deportivos tienen efectos positivos o son deficitarios,

dependen de numerosos factores y afectan a diferentes ámbitos. En este sentido

será necesario fomentar las relaciones entre departamentos que en muchas

ocasiones trabajan bajo lógicas sectoriales. Será indispensable la construcción de

una organización en red, coherente, flexible y abierta que fomente la interacción

continua y las relaciones de confianza entre las diferentes especialidades.

Multinivel. Con relaciones de colaboración entre los diferentes niveles de

gobierno y en el que cada cual aporte sus diferentes recursos y capacidades en

busca de los objetivos comunes. En la mayoría de las políticas deportivas

influyen distintos niveles de gobierno que trabajan desde lógicas competenciales

y sin relacionarse con el resto. Este modelo de gobernanza se orientará a generar

relaciones de colaboración entre ellas en busca de objetivos compartidos y

proyectos comunes.

Participación. Entendida de un modo profundo, no sólo como proceso

consultivo sino como cesión de poder de decisión y empoderamiento en asuntos

que afectan a su propio bienestar. Este cambio supone modificar el

funcionamiento de la administración, sus modos de trabajo e incluso los propios

perfiles profesionales, que se orientarán más a gestionar relaciones que recursos.

8

5. Ejes de actuación de una política deportiva para la ciudad

El planteamiento de una política deportiva como política urbana integral debe partir de

entender la gran variedad de manifestaciones y funciones que son abarcadas por el

concepto de deporte. El deporte municipal no es sólo lo que gestiona el área de deportes

sino que es empleado también por otras áreas. El área de juventud puede incorporar en

sus programas algunas actividades deportivas. El área de desarrollo económico puede

organizar o financiar eventos deportivos que considera que tienen un impacto

económico positivo para la ciudad. El área de movilidad puede fomentar la movilidad a

pie o en bicicleta con el consiguiente aumento de la actividad física.

Nos encontramos pues con una realidad compleja en la que el deporte es un fin en sí

mismo, por su capacidad de mejora de calidad de vida, y también un instrumento para

alcanzar otros fines como la igualdad, la sostenibilidad, el desarrollo económico, etc. El

Sistema Deportivo Municipal pasa a entenderse como un subsistema dentro del Sistema

Urbano.

Con la conciencia de que el subsistema deportivo forma parte del sistema urbano, la

política deportiva deberá alinearse con el resto de políticas urbanas municipales con el

objetivo de mejorar la ciudad. Incluir estos objetivos será el primer paso para que el

deporte pueda maximizar sus potenciales beneficios para la ciudad.

En la práctica supone analizar, comprender y asumir otros enfoques; dialogar con

personas que se encuentran en otros escenarios y tienen otros objetivos, tratando de

buscar puntos de encuentro y sinergias.

En el caso de Bilbao, el Ayuntamiento de Bilbao y su Instituto Municipal de Deportes,

Bilbao Kirolak, plantearon que su política deportiva debía ser una política urbana

integral. Desde el área de deportes se buscaron puntos de encuentro con las siguientes

áreas municipales:

- Juventud

- Salud y Consumo

- Acción Social

- Movilidad y Sostenibilidad

- Obras, Servicios, Rehabilitación urbana y Espacio público

- Planificación urbana

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- Atención ciudadana, Participación y Distritos

- Desarrollo Económico, Comercio y Empleo

- Euskera y Educación

- Igualdad, Cooperación, Convivencia y Fiestas

Por otra parte, una política deportiva como la propuesta debe adaptarse y complementar

la estrategia general de la ciudad. De este modo, la Estrategia del Deporte para Bilbao

se alinea con el Plan de Gobierno del Ayuntamiento de Bilbao para el 2015-2019.

A partir del diálogo con las diferentes áreas municipales, desde el Área de Deportes del

Ayuntamiento de Bilbao establece una serie de ejes estratégicos con las acciones que se

desarrollarán por parte de las diferentes áreas y las que se realizarán en colaboración

entre varias. Cada ciudad debe establecer sus propios ejes estratégicos, si bien a

continuación se desarrollan las bases de algunos ejes estratégicos que pueden servir de

referencia a la mayoría de ciudades.

Eje 1: Promoción del deporte

Los municipios han sido los grandes impulsores de la práctica deportiva entre la

población. Durante el proceso de transición a la democracia en España fueron los

municipios los agentes encargados de fomentar el deporte, apoyados en la Carta

Europea del deporte para todos de 1975. El Deporte Municipal surge bajo la lógica de

impulsar la demanda deportiva de la ciudadanía, cubriendo un espacio que los clubes

deportivos tradicionales habían dejado vacío.

Los municipios asumieron el desarrollo de las principales infraestructuras para la

práctica deportiva y crearon las estructuras organizativas para la gestión de las mismas y

la promoción de la práctica entre toda la población.

Tras más de tres décadas de desarrollo del Deporte Municipal se ha alcanzado una

realidad en la que el deporte es entendido como parte fundamental de la calidad de vida

en las ciudades y un derecho de todas las personas.

Esta evolución y el papel protagonista en el “deporte para todos” no debe llevar al

abandono de otros tipos de práctica como el deporte federado o el deporte escolar, que a

pesar de ser responsabilidad de otras administraciones, es en el municipio y en las

instalaciones deportivas municipales donde habitualmente se desarrollan.

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Plantear la política deportiva como una política urbana integral nos lleva a reconsiderar

y fortalecer el concepto de Sistema Deportivo Municipal, teniendo en cuenta que

existen otras realidades deportivas más allá del deporte para todos y que también

contribuyen de modo notable a la calidad de vida de la ciudadanía y a la estrategia de la

ciudad.

En consecuencia, la política deportiva para la ciudad debe continuar con la promoción

del deporte desde un enfoque amplio, entendiendo sus diversas formas y trabajando con

el resto de agentes implicados en la promoción deportiva, bien sean públicos, privados,

asociativos o ciudadanía en general. En la política deportiva para la ciudad el Servicio

de Deportes Municipal supera su clásico papel de proveedor de servicios y adopta el rol

de dinamizador y facilitador dentro del Sistema Deportivo de la ciudad.

Con respecto a la promoción del deporte para todos, a pesar del importante desarrollo

del sector comercial, el municipio sigue siendo el principal garante de un acceso

universal al deporte, del deporte como derecho. Ese papel debe mantenerse, si bien es

necesario reconsiderar los modelos de gestión en los que se ha apoyado hasta el

momento y orientarse a generar nuevos sectores de demanda, impulsar una verdadera

colaboración con la iniciativa privada y generar una política de precios solidaria más

allá de subvencionar indiscriminadamente la práctica deportiva.

Dentro de ese marco, la política deportiva municipal debe entender la importancia del

deporte en edad escolar. Si bien este suele quedar fuera de las atribuciones que le asigna

la legislación, es esencial entender que los primeros años son fundamentales para

generar hábitos deportivos entre la población y, en consecuencia, una mayor demanda

deportiva en el futuro. Es importante que el ayuntamiento se implique en la

organización y gestión del deporte en edad escolar. A pesar de que al estar fuera de sus

atribuciones no cuente con financiación específica para ello, debe al menos trabajar de

forma coordinada con las administraciones que lo gestionan para buscar posibles

mejoras en el sistema y facilitar la transición de niñas y niños una vez terminada la

etapa de deporte escolar a otros tipos de práctica.

Por último, la política deportiva para la ciudad debe revisar su modelo de relaciones con

el tejido asociativo deportivo del municipio. La tradicional relación de financiación y

cesión de instalaciones debe pasar a una relación de colaboración más estrecha, tratando

de impulsar conjuntamente estrategias y actuaciones que fortalezcan el tejido asociativo

y, muy importante, se alineen con las estrategias propias de la ciudad.

11

Eje 2: Vida activa y salud

La Encuesta Nacional de Salud en España 2011/12 destaca que “En España cuatro de

cada diez personas se declaran sedentarias en su tiempo libre. El 44,4% de la población

de 15 y más años afirma que no hace ejercicio y que ocupa su tiempo de ocio de forma

casi completamente sedentaria” (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad,

2014) Pero el problema va más allá del uso del ocio sedentario y de la capacidad

individual de elección que las personas tienen sobre su tiempo.

La ciudad que trabaja para mejorar la calidad de vida reconoce la importancia de la

salud y el papel fundamental que juega la actividad física en la salud de las personas.

Estas ciudades trabajan para crear y mejorar oportunidades en los entornos construidos

y sociales que hagan que la ciudadanía incorpore la actividad física en su vida cotidiana,

en sus desplazamientos, en sus actividades en el espacio público o en sus relaciones

sociales. La OMS define la Ciudad Activa como aquella que “Conoce y fomenta el

valor de la vida activa, la actividad física y el deporte. Proporciona oportunidades para

la actividad física y una vida activa para todas las personas” (Edwards y Tsouros, 2008)

La política deportiva para la ciudad debe ampliar su enfoque e incorporar la perspectiva

de la promoción de la actividad física más allá de los tiempos de ocio, trabajando junto

con otras áreas municipales para fomentar la vida activa. Es responsabilidad del

Servicio de Deportes adoptar un papel proactivo en el impulso de estilos de vida activos

de la ciudadanía y el diseño de entornos que la faciliten. La colaboración con las áreas

de salud, urbanismo, espacio público, educación y servicios sociales resulta

fundamental para acometer estas políticas multicomponente.

A este respecto, la política deportiva para la ciudad que fomenta estilos de vida activos

deberá trabajar sobre tres entornos:

Entorno físico: incorporando la promoción de la actividad física como criterio en

el diseño urbano y el entorno periurbano de la ciudad. El impulso de modelos de

movilidad activa, el diseño de una red adecuada de parques y espacios abiertos,

la incorporación de equipamientos para la actividad y otras muchas medidas

pueden ser incorporadas en el entorno físico (Center for Active Design, 2010)

Entorno sociocomunitario: el entorno social más cercano tiene gran importancia

a la hora de optar por estilos de vida más activos. Es importante que la ciudad

12

facilite e impulse procesos comunitarios de promoción de la actividad física en

colaboración con clubes y asociaciones vecinales a nivel de barrios.

Política y gestión: es importante tener en cuenta los diferentes usos sociales del

tiempo y las dificultades que muchas personas encuentran a la hora de conciliar

sus tiempos. Estas dificultades para conciliar el tiempo laboral, el familiar, el

cuidado y poder dedicar tiempo a la actividad física debe ser considerado en las

políticas y gestión del deporte en la ciudad. La inclusión de servicios

coordinados de adultos y niños, las actividades conjuntas o en familia, la

ampliación de horarios o los servicios de cercanía facilitan la conciliación para

la práctica de actividad física entre la población.

Eje 3: Deporte para la igualdad

Las encuestas sobre práctica deportiva muestran que en el deporte se manifiestan

importantes desigualdades de género (Consejo Superior de Deportes, 2015) Es

primordial que la política deportiva para la mejora de la ciudad incorpore la perspectiva

de género en todas sus estrategias. Con esa finalidad la política deportiva debe

incorporar los criterios que se marquen desde los planes de igualdad generales de la

ciudad y, a su vez, plantear cómo el deporte puede ayudar en la consecución de los

objetivos de esos planes.

Como se puede inferir, las estructuras organizativas y de gestión deben incorporar la

perspectiva de género en sus propios sistemas de funcionamiento como son los derechos

laborales, la comunicación o la formación específica del personal en materia de

igualdad de género.

Por otra parte, como es lógico, deberá fomentar la participación igualitaria de mujeres y

hombres en las actividades deportivas en todas sus dimensiones, tanto escolar, federada

o en las actividades de deporte para todos.

En esta misma línea, además de la organización y gestión de las actividades, también las

infraestructuras y equipamientos deben incorporar la perspectiva de género en su diseño

y gestión, incluyendo criterios de accesibilidad, seguridad y calidad que faciliten la

práctica deportiva de las mujeres. Admitir los diferentes usos sociales del tiempo en la

gestión de servicios y equipamientos tiene un importante efecto sobre las facilidades

para la práctica deportiva de las mujeres (Rueda, Artazcoz y Cortés, 2009)

13

Pero además de incorporar la perspectiva de género entre sus objetivos, su organización

y gestión, el deporte también puede ser una magnífica herramienta para fomentar la

igualdad en otros ámbitos. Los canales propios del deporte pueden servir para la

comunicación y promoción de las políticas de igualdad. La imagen y repercusión del

deporte puede ser empleado para impulsar estas políticas y la participación del tejido

asociativo deportivo en redes a favor de la igualdad puede facilitar el empoderamiento

de las mujeres.

Eje 4: Deporte para la cohesión social

Una política deportiva como política urbana integral debe plantearse fundamentalmente

como política social, entendida como disciplina que contribuye a aumentar o disminuir

el bienestar de individuos o grupos (Adelantado, 2000).

Las formas de exclusión social son múltiples, no sólo se reducen a aspectos económicos

y entran en juego cuestiones sociodemográficas y culturales. El servicio deportivo debe

tratar de alcanzar a todas las personas, especialmente a aquellas con mayores

dificultades para acceder a la práctica deportiva. En esta línea se entienden los esfuerzos

necesarios a realizar para la inclusión de práctica de deporte adaptado a personas con

discapacidades y la importancia de considerar criterios de accesibilidad en instalaciones

y equipamientos deportivos, áreas de recreo y parques.

En su papel de dinamizador del Sistema Deportivo Local, el servicio de deportes

municipal debe impulsar los criterios de inclusión y accesibilidad en el resto de agentes

que participan en el sistema, ya sean clubes, negocios privados, centros escolares u

organizadores de eventos deportivos.

En lo relativo a la integración de personas provenientes de otros países y culturas, el

deporte se presenta como un instrumento perfecto para favorecer la integración. El

deporte tiene especial incidencia en la formación y desarrollo de capital social mediante

las relaciones y acuerdos que se producen en ellas y que fortalecen la relación entre

hijos de inmigrantes extranjeros y autóctonos (Maza, 2004). Por este motivo, es

necesario diseñar estrategias innovadoras con este objetivo, orientadas a facilitar esas

relaciones. Estas estrategias no deberían limitarse a favorecer que las personas de origen

extranjero puedan practicar deportes locales; también debería facilitarse en la medida de

14

lo posible las prácticas deportivas de esas culturas de origen y el conocimiento de las

mismas por parte de la población de origen local.

Por otra parte, el nivel económico tiende a ser inversamente proporcional a la práctica

de actividad física en el tiempo libre. Este hecho se explica porque las personas con

bajos ingresos tienen jornadas laborales más largas, menos tiempo libre disponible y

menores posibilidades de acceso a instalaciones o a otros lugares que fomentan un estilo

de vida saludable, tales como calles y aceras seguras, parques, senderos y jardines

comunitarios (McNeill, Kreuter y Subramanian, 2006). La política deportiva debe

incluir esta consideración en toda su gestión, tanto en tarifas, localización de

instalaciones y servicios, líneas de subvención y cualquier otro ámbito susceptible de

incorporar una discriminación positiva para grupos desfavorecidos.

Eje 5: Deporte e identidad cultural

Entendiendo el deporte como una manifestación cultural que representa en parte la

identidad de la sociedad en la que se desarrolla, la política deportiva debe incorporar

esta dimensión cultural en sus ejes estratégicos.

Debido a la constante presencia de algunas modalidades deportivas en los medios de

comunicación de prácticamente todo el mundo y unida a los procesos de

comercialización globalizados de las últimas tendencias deportivas, puede observarse un

proceso de homogeneización deportiva en los diferentes territorios.

Sin rechazar estas modalidades con repercusión internacional ni las prácticas que

temporalmente se ponen de moda en todo el mundo para luego desaparecer y dar paso a

otras nuevas, la política deportiva para la ciudad debe cuidar los elementos culturales

propios de su práctica deportiva.

Los valores compartidos de la ciudad deben ser incorporados a la política deportiva. En

el caso de Bilbao, por ejemplo, el Ayuntamiento está trabajando el proyecto “Bilbao

Ciudad de los Valores” que trata de establecer y fomentar los valores comunes que

conforman el carácter de la ciudad y mejoran el bienestar y el bienser de la ciudadanía.

El área de deportes participa activamente en el desarrollo del proyecto e incorpora esos

valores fundamentales de la ciudad en la política deportiva.

15

Sin duda otra cuestión clave en algunas ciudades y territorios en los que se hablan una

lengua propia es el fomento de las mismas. La política favorecerá el uso y difusión de

las lenguas propias en el ámbito deportivo; pero también el deporte puede ser una

importante palanca y un altavoz para la promoción del uso de estas lenguas en otros

ámbitos no deportivos.

Pero esta defensa y promoción de la lengua y cultura autóctonas no deben hacer perder

el sentido abierto y dinámico de las culturas locales. Las ciudades son abiertas y en ellas

hay importantes flujos de personas con orígenes culturales diversos. Esta entrada e

incorporación de nuevas tradiciones culturales generan cambios, dinamismo, de modo

que lo que en estos momentos es la cultura local es diferente a lo que era hace unas

décadas y a lo que será dentro de unos años. La cultura no debe entenderse como un

sistema cerrado y esencialista sino en términos de fluidez y apertura (Isar, Y., 2005)

Relacionado con la estrategia de cohesión social e integración de personas de origen

extranjero, la política deportiva debe reflejar esa realidad fluida que supone la cultura,

incorporando esas prácticas de la nueva ciudadanía que llega a vivir a la ciudad y que

forman parte de la cultura real de la ciudad en ese momento.

Eje 6: Deporte y desarrollo económico

El deporte como sector económico, el impacto económico del deporte, es uno de los

argumentos habituales a la hora de financiar diferentes actividades deportivas, desde

eventos hasta la financiación de equipos de élite. Sin embargo, es necesario que este

impacto económico se concrete en una estrategia acorde a la propia de la ciudad.

Es importante que la política deportiva para la ciudad trabaje activamente en la

dinamización económica mediante el deporte más allá del impacto económico habitual

de los eventos o de los equipos destacados. Estos criterios de impacto o de legado se

muestran limitados y en muchas ocasiones no obedecen a las directrices económicas

generales de la ciudad. Por este motivo la ciudad debe establecer unas directrices

fundamentales a la hora de seleccionar sus inversiones en deporte para que tengan el

efecto deseado y puedan ayudar al desarrollo del tejido productivo.

Un posible enfoque es el de la generación de Capital Social en la ciudad, incluyendo

actividades muy apoyadas en la participación de la ciudadanía y dinámicas de apoyo al

asociacionismo, el voluntariado y la innovación social. En torno a una serie de

16

proyectos comunes como son los eventos, capaces de movilizar a la ciudadanía, se

deberá trabajar en crear condiciones favorables a la cooperación social-pública-privada.

La puesta en marcha de actividades conjuntas es clave para generar confianza que podrá

ser mantenida después de los eventos. Incluir un Plan de eventos para la ciudad en el

que se establezcan las directrices para la selección y organización de eventos es

fundamental para que estos se adecuen a la política económica de la ciudad.

Por otra parte, la política debe fomentar el aprovechamiento del conocimiento con

motivo de estos eventos. El conocimiento tecnológico y organizativo, el relacional con

agentes económicos de otros lugares, juegan un papel fundamental en este modelo. Los

planes de formación con cursos, talleres, conferencias, encuentros entre empresas y con

empresas foráneas, son algunas de las herramientas para impulsar esta perspectiva del

legado. El objetivo es generar nuevas empresas locales en algunos de los sectores que se

consideran claves en la propia estrategia de ciudad; así como apoyar la regeneración de

cierta parte del tejido productivo que se esté quedando obsoleto.

En definitiva, la política de eventos debe ser coherente consigo misma y con la

estrategia de ciudad. El concepto de legado debe ser visto desde un enfoque más amplio

al habitual, orientándose hacia una verdadera economía ciudadana (Sunyer, 2015), con

una visión más ambiciosa y social que la que habitualmente se plantea en las estrategias

de eventos.

En lo relativo al turismo, es necesario ampliar el enfoque y no limitar el concepto de

turismo deportivo. El deporte y la actividad física pueden formar parte de una estrategia

de Turismo de Salud habitual en muchas ciudades. También debe incluirse el enfoque

del deporte para el turismo, de modo que el deporte mejore la experiencia turística de

las personas que acuden a la ciudad por cualquier otro motivo ajeno al deporte.

Eje 7: Deporte y diseño urbano

Relacionado con la estrategia de vida activa, la política deportiva y de promoción de

actividad física debe colaborar con el área de urbanismo y la de movilidad para aportar

su conocimiento y recursos en la generación de un entorno urbano que facilite la vida

activa.

La movilidad, el diseño de parques o la incorporación de equipamientos para la

actividad física siguiendo criterios de diseño activo facilitan la vida activa.

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Por otra parte, la ubicación de las instalaciones e infraestructuras deportivas generan

impactos clave en la trama urbana. Las instalaciones deportivas pueden ser focos de

actividad que generen nuevas centralidades en el espacio urbano, siendo un elemento

importante en la regeneración de barrios menos favorecidos por el desarrollo de la

ciudad.

Una de las líneas estratégicas más habituales en los planes deportivos de las ciudades es

el impulso a la práctica deportiva en el espacio público. Esta línea de trabajo es muy

interesante por la capacidad de dinamización del entorno urbano que tiene el deporte y

la accesibilidad prácticamente universal de muchos espacios públicos para la práctica

deportiva. Sin embargo, el crecimiento de la práctica deportiva en el espacio público no

está exento de conflictos por los distintos usos del mismo. La política deportiva para la

ciudad debe impulsar esta práctica deportiva en el espacio público pero teniendo muy en

cuenta los límites de ciertas prácticas y colaborar con las áreas de espacio público,

seguridad y policía municipal para reducir estos conflictos asociados.

Eje 8: Deporte en la Smart City

Son muchas las ciudades que se están sumando al movimiento de las Smart Cities,

Ciudades Inteligentes. Si bien el término es confuso y genera rechazo en algunos

sectores aquí se emplea para facilitar su comprensión.

Más allá de la incorporación de los sistemas de sensores y de la captura y tratamiento de

gran cantidad de datos, la política deportiva puede favorecer el proceso de digitalización

de la ciudad.

Por una parte, el propio Servicio Deportivo Municipal deberá adaptar su estructura y

funcionamiento a una nueva realidad digital en la que la ciudadanía cuenta con una

mayor información y capacidad de participar activamente en las políticas deportivas. El

desarrollo de las TIC conlleva un fenómeno que supera las meras cuestiones de

hardware y software, afectando de lleno en aspectos políticos y organizacionales. En la

medida que la tecnología se incorpora más profundamente en las organizaciones se

modifican las estructuras jerárquicas, se transforman los procesos de trabajo, se

redistribuyen los recursos y se replantean los flujos de información.

El área de deportes de la ciudad puede facilitar los procesos de “alfabetización” digital

ciudadana, mediante la formación a los agentes del tejido asociativo deportivo, de las

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personas que emplean los servicios deportivos o facilitando el acceso a internet desde

sus propias instalaciones.

Es necesario trabajar con el área responsable de los proyectos de digitalización o de

Smart Cities para explorar las posibilidades que estos proyectos abren al deporte local.

Las capacidades del Big Data y la importancia del Open Data deben ser tenidas en

cuenta a la hora de diseñar la nueva política deportiva para la ciudad.

Relacionado con el eje de desarrollo económico, el deporte puede ser un nicho de

mercado interesante para aquellas empresas que trabajan en tecnologías digitales. Una

política deportiva coordinada con la política de desarrollo económico de la ciudad puede

facilitar la creación de nuevas empresas o nuevos nichos mediante la colaboración de

empresas con agentes deportivos de la ciudad.

6. A modo de conclusión

Una política deportiva entendida como política urbana integral debe enfocarse mucho

más allá de la promoción del deporte en la ciudad. Reconocer los efectos que el deporte

puede tener sobre la calidad de vida de la ciudadanía en muy diferentes dimensiones,

debe llevar a trabajar en la búsqueda de un correcto aprovechamiento de dichas

potencialidades.

La tendencia a la transversalidad es clara en la mayoría de las ciudades. Si las

necesidades de la ciudadanía son complejas y no se dividen en departamentos estancos,

tampoco las soluciones sectoriales podrán dar respuesta a esas necesidades. En este

sentido, es lógico que la política deportiva deba adecuarse a la estrategia general de la

ciudad y trabajar en colaboración con otras políticas cuyos objetivos son diferentes pero

deben ser compatibles.

Bajo esta premisa se ha desarrollado la Estrategia del Deporte PARA Bilbao, una

estrategia que entiende el deporte no sólo como un fin en sí mismo, si no como un

medio para alcanzar otros objetivos; pero que para hacerlo debe incorporarlos en sus

políticas y planes.

Un proceso de este tipo conlleva la revisión y comprensión del trabajo de todas las áreas

municipales, de la lectura de sus planes y programas para la incorporación de esos

objetivos y criterios en la política deportiva.

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Conlleva también un proceso de diálogo ya que una política deportiva orientada a la

mejora de la ciudad no puede limitarse a recoger acciones sectoriales que incluyan el

deporte. Es importante detectar nuevas oportunidades de actuación, tanto propias de

cada área como conjuntas entre varias áreas municipales.

Una política deportiva para la ciudad debe afrontar los desafíos propios de la ciudad, lo

que conlleva nuevas modos de planificar y ejecutar las funciones de la administración

pública. Conlleva pasar a un modelo de administración relacional basada en el

establecimiento de objetivos compartidos. Pasar un modelo en el que la especialización

sectorial pierde sentido en favor de una orientación ciudadana. Pasar a un modelo en el

que la propia administración es un agente más dentro de un sistema tan complejo como

es el que conforma una ciudad, un agente dinamizador, pero un agente al fin y al cabo.

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