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El heredero del imperio cervecero Skol y su mujer, creadora de una de las redes de escuelas de informática más grandes del mundo, cuentan su historia de amor y posan en su refugio campestre fundado en 1800 Construida en el siglo XVIII, tiene más de 400 hectáreas CHIQUINHO SCARPA Y MARLENE NICOLAU ABREN LAS PUERTAS DE SÃO JOSE, SU MAJESTUOSA FAZENDA EN LA CAMPIÑA DEL SUR DE BRASIL Considerada una de las construcciones más representativas de la arquitectura colonial portuguesa del siglo XVIII, tiene ochenta empleados, produce maíz y porotos y tiene ganado vacuno. Abajo: Marlene y Chiquinho disfrutan de hacer largas caminatas por el campo al atardecer.

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El heredero del imperio cervecero Skol y su mujer, creadora de una de las redes de escuelas de informática más grandes del mundo, cuentan su historia de

amor y posan en su refugio campestre fundado en 1800

Construida en el siglo XVIII, tiene más de 400 hectáreas

CHIQUINHO SCARPA Y MARLENE NICOLAU

ABREN LAS PUERTAS DE SÃO JOSE, SU MAJESTUOSA FAZENDA EN LA CAMPIÑA DEL SUR DE BRASIL

Considerada una de las construcciones más representativas

de la arquitectura colonial portuguesa del siglo XVIII, tiene

ochenta empleados, produce maíz y porotos y tiene ganado vacuno.

Abajo: Marlene y Chiquinho disfrutan de hacer largas caminatas por el

campo al atardecer.

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“Desde que tenía 17 años, siempre veía a

Chiquinho en las revistas y crecí enamorada de él”

(Marlene)

La dueña de casa, con un vestido de la diseñadora brasileña Adriana Degreas

y grandes argollas de oro con brillantes, posa con Mademoiselle, una yegua de raza

American Paint, su favorita. Izquierda, arriba: la caballeriza, de grandes dimensiones y estilo

colonial, fue una de las obras que Marlene agregó a la propiedad. Izquierda, abajo:

Chiquinho, considerado uno de los hombres mejor vestidos de San Pablo, posa distendido

y sonriente.

L as hélices del helicóptero se detienen. Abri-mos la puerta de la aeronave y dos hileras de cipreses nos conducen a la casa principal,

bajo un sol brillante que refleja su luz en la enorme pileta. Nos informan que los dueños de casa nos están esperando y que nuestro equipaje ya está en las habitaciones. Hemos llegado a São José, la fazenda de los Scarpa, una exquisita joya del siglo XVIII rodeada por un cuidadísimo jardín estilo italiano y un parque repleto de árboles traídos de todas partes del mundo. Escondida en el corazón de la campiña brasileña y alejada del molesto y perpetuo rugido del tráfico, esta propiedad ca-fetalera fundada en 1800 por el barón de Mota Paez fue, por décadas, el motor económico de Espírito Santo do Pinhal –un pequeño poblado de Campinas–, y hoy es el refugio de Chiquinho y Marlene Scarpa, una de las parejas más conocidas de la alta sociedad paulista y eximios representan-tes de la hospitalidad brasileña.

Ubicado a 200 kilómetros de San Pablo, este paraíso de enormes proporciones es un verda-dero tesoro arquitectónico. Su imponente cons-trucción logra que los visitantes se transporten en el tiempo y sientan lo que fue el estilo de vida de los ricos hacendados cuando Brasil era todavía una colonia portuguesa. Porque donde quiera que la vista se detenga, es evidente la ar-moniosa relación que existe entre el casco y sus alrededores. Y no podía ser de otra forma: sus dueños se han empeñado en que São José ja-más pierda la atmósfera multifacética de la vida campestre colonial. Por eso le encomendaron al reconocido arquitecto Cacau Esteves que se en-cargara de remodelarla y de construir una pileta cubierta inspirada en la del Hotel Ritz de París.

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EL DANDY DE SAN PABLOMiembro emblemático del jet set y heredero del imperio

cervecero Rio Claro –fabricantes de Caracu y Skol, la primera cerveza envasada en lata de aluminio en América Latina, en 1967–, Chiquinho es uno de los anfitriones brasileños más fa-mosos del mundo. Ya sea en su monumental casa de San Pablo, en su refugio de playa de Guarujá o en Madonna, su yate, siem-pre recibe a sus invitados con un meticuloso ceremonial digno de la nobleza. Por eso, a nadie sorprende que cuando era joven se lo relacionara sentimentalmente con mujeres como Christi-na Onassis y Carolina de Mónaco, y que hoy siga integrando la lista de invitados de las fiestas más exclusivas del mundo.

En pareja desde 2011 con la millonaria Marlene Nicolau –di-vorciada, una hija y fundadora de Microcamp, una de las redes de escuelas de informática más grande del mundo con 150 mil alumnos y 180 sedes repartidas entre España, Portugal, Fran-cia, Argentina y Brasil y cinco mil empleados–, recibe a ¡Hola! en su histórica fazenda para hablar de su historia de amor junto a “la mujer de su vida”.

“TARDE VEINTICINCO AÑOS EN CONQUISTARLO”–¿Cómo y dónde se conocieron?–Desde que tenía 17 años, siempre veía a Chiquinho en las

revistas y crecí enamorada de él. Iba de boîte en boîte buscán-

Con treinta habitaciones para huéspedes, la fazenda de los Scarpa ha sido el escenario de muchas fiestas y es el lugar en el que Chiquinho y Marlene disfrutan sus fines de semana en contacto con la naturaleza. Abajo, izquierda: fiel exponente del

neoclasicismo italiano, cada uno de sus espacios refleja el amor de la anfitriona por las antigüedades. Abajo, derecha: el busto de mármol tallado es italiano y forma parte de

la enorme colección que Marlene cosechó en sus viajes por todo el mundo.

Derecha: el comedor está totalmente fabricado con maderas de la región de Campinas y tiene una capacidad

para dieciocho comensales. Las sillas, tapizadas en brocado capitoné, son estilo Luis XVI, la vajilla, fabricada

en Bavaria, y las copas de Baccarat, Marlene las heredó de su madre.

La araña es de cristal y los dos trinchantes de los costados son

portugueses del siglo XIX.

Cada uno de los salones de São José refleja la historia, las tradiciones y el esplendor del Brasil del siglo XIX

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dolo para poder conocerlo. Porque aun-que me lleva quince años, siempre supe que era el hombre de mi vida. Pero eso jamás sucedió, hasta principios de 2011, cuando ya divorciada de mi primer ma-rido organicé una gran fiesta para cau-trocientas personas para inaugurar mi nuevo departamento y un amigo en co-mún lo trajo para que lo conociera. Yo no podía creerlo, ya que siempre busqué

la forma de llamar su atención. ¡Con de-cirte que un día hasta intenté atropellar-lo! [Risas]. Pero esa noche todo cambió, porque a los pocos días me llamó para invitarme a almorzar y desde entonces jamás nos separamos.

–Marlene, ¿qué fue lo que más te ena-moró de Chiquinho?

–Sin duda, su manera de ver y vivir la vida. Es un verdadero caballero y un

hombre de los que ya no existen. Un ro-mántico empedernido que jamás deja de sorprenderme. Es muy sofisticado, pero sumamente sencillo. Por eso todo el mundo lo quiere y lo estima sin importar la clase social. Tiene el don de lucir algo carísimo sin parecer ostentoso. Cada vez que me ve me dice una palabra linda, me llena de joyas todo el tiempo y siempre me manda flores. Con él aprendí a cul-

“Chiquinho es un caballero y un hombre de los que ya no existen: siempre me dice una palabra linda, me llena de joyas y me manda flores” (Marlene)

Considerada una de las empresarias más exitosas de Brasil, Marlene es fanática de la moda. Una de sus diseñadoras favoritas es Martha Medeiros, la creadora de este vestido y quien hizo famosos los trajes hechos con encajes brasileños tejidos a mano. En la otra página: el imponente living principal de la hacienda, en el que conviven muebles de estilo victoriano, rococó y español, aporta un carácter distintivo con su enorme araña de

cristal de Murano y un par de esculturas de bronce. El piso damero, el casetonado y la gran cúpula remiten a una película de época.

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“Me di cuenta de que Marlene era la mujer con la que quería pasar el resto de mis días cuando vi el gran cariño con el que trata a su hija y a su madre” (Chiquinho)

En el sótano del edificio principal Chiquinho armó una cava para guardar su extensa colección de vinos y licores y, cada vez que recibe invitados, ahí se sirve el copetín. Lo decoró

con un comedor estilo imperio, una vitrina estilo español y varias barricas antiguas.

Arriba: uno de los pocos ambientes que se mantienen desde que el barón de Mota Paez fundó la fazenda, en 1800, es este patio morisco decorado con mayólicas portuguesas. Abajo: cada una de las treinta

habitaciones de huéspedes está decorada con camas antiguas de latón y roperos de roble.

tivar el amor, la seducción y a ser agradecida, porque cuando alguien te quiere tanto retribuirlo es lo míni-mo que podés hacer.

–¿En que cambió tu vida desde que te convertiste en la señora Scarpa?

–Mi vida dio un giro de 180 grados. Porque salís a tomar un café con él y todo el mundo lo reconoce. Es in-creíble que apenas pone un pie afuera de su casa tiene un paparazzi encima. Hace-mos todo juntos, desde ir al dentista hasta organizar co-midas íntimas con amigos. La vida es muy corta, por lo que aprovechamos cada momento que tenemos para disfrutar nuestro amor.

“LES PRESENTO A MI FUTURA MUJER”

–Chiquinho, sos un refe-rente del playboy brasile-ño… ¿Qué viste distinto en Marlene respecto de otras mujeres que conociste?

–Antes que nada, su inteli-gencia y su determinación. Es

una mujer que desde nuestra primera cita me sorprendió no solo por su belleza, sino por su educación y su don de gentes. Es una persona con una moral íntegra, cosa muy difícil de encontrar hoy en día. Y me di cuenta de que era la mujer con la que que-ría pasar el resto de mis días cuando vi la excelente rela-ción que tiene con su familia y el gran cariño con el que trata a su hija y a su madre. Marlene es una mujer que creció rodeada de cariño, y eso la hace única. Fue tal mi sorpresa que, cuando sali-mos de ese primer almuerzo, la llevé a casa de mis padres [N de la R: el industrial Fran-cisco Scarpa y la socialité de origén escoces Diamantina “Patsy” McClelland] para presentárselos y para que ella se diera cuenta de mis bue-nas intenciones. Recuerdo que ellos aún estaban almor-zando, pero no me importó. Entré al comedor tomándola de la mano y con voz firme les dije: “Les presento a mi

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Cuando Marlene le encomendó al arquitecto Cacau Esteves que se

encargara de remodelar São José le pidió que tomara como referencia la

pileta cubierta del hotel Ritz de París

futura mujer”. Sorprendi-do, mi padre le preguntó a Marlene: “¿Quiere usted realmente comenzar una re-lación con mi hijo?”. Ella le dijo que llevaba veinticinco años tratando de conquistar-me y que nada la haría más feliz en este mundo.

–¿Tienen planes de boda?Chiquinho: Le he pedido

casamiento sesenta y tres veces y hasta ahora solo he recibido una negativa. Pero seguiré insistiendo hasta que podamos caminar jun-tos al altar.

Marlene: Creo que no te-nemos que casarnos para vivir a pleno nuestro amor. Porque aunque él tiene su casa y yo la mía, nuestra rela-ción es fantástica. Estoy con-vencida de que cuando uno se casa, el amor se termina. Además, nos vemos todos los

días porque nuestras ofici-nas están en el mismo edifi-cio, llevamos una vida social muy agitada y siempre orga-nizamos comidas y fiestas. Y cuando queremos tener un momento solo para nosotros dos, elegimos un destino en cualquier parte del mundo para irnos de viaje.

CONDE POR DECISION DEL PAPA PIO XII

–Chiquinho, ¿es cierto que es conde?

–Así es. Se trata de un tí-tulo pontificio que fue con-cedido por el papa Pio XII a mi padre en 1948 por su ar-dua labor para ayudar a los más necesitados. A lo largo de toda su vida contribuyó a la construcción de hospita-les, universidades y edificó una iglesia en la localidad paulista de Sorocaba, el

De monumentales proporciones, está decorada

con un inmenso mosaico y varias estatuas italianas.

Ahí también hay un gimnasio y varios salones

de juegos. En la otra página, arriba: la capilla es

una réplica de las iglesias del barroco portugués. El

altar, que le rinde homenaje al Sagrado Corazón de

Jesús, está hecho en azulejo y el techo, pintado a mano y decorado con oro de hoja. En la otra página, abajo: vista externa de la capilla.

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pueblo en el que nació. El Sumo Pontífi-ce, en su calidad de soberano temporal, tiene la facultad de otorgar títulos de nobleza a hombres o mujeres extraordi-nariamente destacados en el servicio a la Iglesia y a la fe católica. El título que le fue otorgado a mi padre es hereditario en línea recta y masculina. Sin embargo, la Santa Sede, a diferencia de otras mo-narquías, se reserva siempre el derecho de examinar la conveniencia, dignidad y méritos de los posibles herederos. Hoy en día sigo ayudando a 112 entidades fi-lantrópicas en todo Brasil, por lo que la Santa Sede sigue otorgándole a mi fami-lia ese privilegio.

–Marlene, hablemos de esta fazenda…–La compré en el año 2000 con la in-

tención de tener un refugio para des-cansar los fines de semana. Quería algo cerca de Campinas, la ciudad en la que pasé toda mi infancia y en la que mi pa-dre hizo su fortuna en la industria del ce-

mento. Y encontré esta fabulosa propie-dad de 400 hectáreas en medio del cam-po y con un casco del siglo XVIII. Como estaba un poco deteriorada, le pedí al arquitecto Cacau Esteves que se encarga-ra de remodelarla y construyera treinta habitaciones para huéspedes. También le pedí que construyera una pileta cu-bierta similar a la del hotel Ritz de París, que es una de las más lindas que conocí en mi vida, y una gran cabelleriza para todos mis caballos, otra de mis pasiones. Su trabajo fue realmente increíble.

–¿En qué se inspiró para decorarla?–Más que nada, en el estilo que te-

nían las fazendas de los siglos XVIII y XIX. Soy una fanática de las antigüe-dades, por lo que fui comprando cual-quier pieza que podría encajar con el estilo de la casa. Así me hice de la gran mayoría de los muebles que hoy de-coran tanto mis habitaciones privadas como las de huéspedes. También traje

un par de vajillas y varios juegos de co-pas que heredé de mi madre.

–¿Son felices?Chiquinho: Marlene me hizo ver la vida

de otra forma. A su lado todo es maravi-lloso. Y aunque no parezca, soy un hom-bre simple que disfruta de las pequeñas cosas. A mis 62 años puedo decir que soy muy privilegiado porque siempre he he-cho lo que quise, pero eso sí, respetando las reglas, ya que creo que el respeto es el inicio para alcanzar la verdadera feli-cidad. Mis padres me dieron una educa-ción privilegiada y su mayor enseñanza fue la de respetar al prójimo.

–Marlene: Chiquinho vino a llenar un espacio que estaba vacío en mi vida. Con él a su lado me siento una mujer completa. Creo que nunca fui tan feliz como ahora.•

Dueños de una apretada agenda, Chiquinho y Marlene –en la imagen con un caftán de

Pucci–siempre se trasladan en helicóptero. Considerados una de las parejas más

conocidas de la alta sociedad paulista, atraviesan su mejor momento después de

tres años de relación.

“A mis 62 años puedo decir que soy muy privilegiado por tener a una mujer tan maravillosa a mi lado, que me hizo ver la vida de otra forma” (Chiquinho)

Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Tadeo Jones