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Inicio > 7CVC > Cardiopatía Isquémica Aspectos Epidemiológicos de la Obesidad en la Enfermedad Cardiovascular Antonio J. Pasca Federación Argentina de Cardiología. Buenos Aires, Argentina. Julio C. Montero Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA). Buenos Aires, Argentina. Introducción Numerosos estudios han asociado la ganancia de peso y la Obesidad (O) con mayor mortalidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró que en el año 2.000 la O había sido la segunda causa responsable de las muertes, después de la hipertensión [1,2]. La OMS define a la O como una anormal o excesiva acumulación de grasa en el tejido adiposo, que con el tiempo perjudica la salud [3]. Nuestro grupo la define como una enfermedad sistémica, multiorgánica, metabólica- inflamatoria crónica, multiderterminada por la interrelación entro lo genómico y lo ambiental, fenotípicamente expresada por un exceso de grasa corporal, que conlleva mayor riesgo de morbimortalidad. [4]. Ambas definiciones hacen presumir al “exceso de grasa’ como el actor principal fisiopatológico, aunque, evidencias experimentales, epidemiológicas y clínicas últimamente parecen demostrar también que el comportamiento adiposo frente a la sobrecarga grasa, más que la magnitud de esta, es lo que llevaría al dismetabolismo sistémico. La respuesta disfuncional adiposa, es decir, la perdida de la homeostasis del conjunto de células que constituyen el tejido graso y su consecuente desregulación, hacen que la ganancia de peso y la adiposidad (en especial la abdominal) se tornen riesgosos para la salud en general y particularmente para el miocardio y la vasculatura, obrando más bien como indicadores de tales consecuencias [5]. La cantidad de grasa se relaciona con el peso, siendo indirectamente ponderada por el índice de masa corporal (IMC), utilizado en la práctica para definir Sobrepeso (S) y O. La prevalencia de O se ha elevado notablemente en las últimas décadas, tanto en niños como en adultos [6-21], con todo lo que ello acarrea en sufrimiento humano y en impacto económico sobre los presupuestos en salud de las diversas comunidades. Lo ha hecho singularmente en Occidente [6, 8, 10, 14, 19, 20] y en Oriente [16-18], en los países desarrollados como en vías de desarrollo, especialmente en las regiones urbanas pobres de América Latina y Asia, [22-25]. Allí, suele coexistir con desnutrición, conformando la “Carga Sanitaria Dual del Siglo XXI”. A la tradicional malnutrición y enfermedades infecciosas de varias generaciones, ahora se suma la punzante contribución del exceso de reservas grasas potenciada por la disminución de la actividad física a niveles de sedentarismo. Figura 1. Obesidad y aumento de la morbi-mortalidad 7mo. Congreso Virtual de Cardiología - 7th. Virtual Congress of Cardiology

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Inicio > 7CVC > Cardiopatía Isquémica

Aspectos Epidemiológicos de la Obesidad en la Enfermedad Cardiovascular

Antonio J. Pasca

Federación Argentina de Cardiología. Buenos Aires, Argentina.

Julio C. Montero

Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA). Buenos Aires, Argentina.

Introducción Numerosos estudios han asociado la ganancia de peso y la Obesidad (O) con mayor mortalidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) consideró que en el año 2.000 la O había sido la segunda causa responsable de las muertes, después de la hipertensión [1,2]. La OMS define a la O como una anormal o excesiva acumulación de grasa en el tejido adiposo, que con el tiempo perjudica la salud [3]. Nuestro grupo la define como una enfermedad sistémica, multiorgánica, metabólica-inflamatoria crónica, multiderterminada por la interrelación entro lo genómico y lo ambiental, fenotípicamente expresada por un exceso de grasa corporal, que conlleva mayor riesgo de morbimortalidad. [4].

Ambas definiciones hacen presumir al “exceso de grasa’ como el actor principal fisiopatológico, aunque, evidencias experimentales, epidemiológicas y clínicas últimamente parecen demostrar también que el comportamiento adiposo frente a la sobrecarga grasa, más que la magnitud de esta, es lo que llevaría al dismetabolismo sistémico. La respuesta disfuncional adiposa, es decir, la perdida de la homeostasis del conjunto de células que constituyen el tejido graso y su consecuente desregulación, hacen que la ganancia de peso y la adiposidad (en especial la abdominal) se tornen riesgosos para la salud en general y particularmente para el miocardio y la vasculatura, obrando más bien como indicadores de tales consecuencias [5]. La cantidad de grasa se relaciona con el peso, siendo indirectamente ponderada por el índice de masa corporal (IMC), utilizado en la práctica para definir Sobrepeso (S) y O. La prevalencia de O se ha elevado notablemente en las últimas décadas, tanto en niños como en adultos [6-21], con todo lo que ello acarrea en sufrimiento humano y en impacto económico sobre los presupuestos en salud de las diversas comunidades. Lo ha hecho singularmente en Occidente [6, 8, 10, 14, 19, 20] y en Oriente [16-18], en los países desarrollados como en vías de desarrollo, especialmente en las regiones urbanas pobres de América Latina y Asia, [22-25]. Allí, suele coexistir con desnutrición, conformando la “Carga Sanitaria Dual del Siglo XXI”. A la tradicional malnutrición y enfermedades infecciosas de varias generaciones, ahora se suma la punzante contribución del exceso de reservas grasas potenciada por la disminución de la actividad física a niveles de sedentarismo.

Figura 1. Obesidad y aumento de la morbi-mortalidad

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Los "nuevos obesos pobres" se contraponen con los "tradicionales obesos ricos" como dos modelos de enfermos [26-28]. Sobre este punto, es interesante traer a colación la hipótesis de Barker [29-30]: un atrayente e intrincado, y a la vez controvertido modelo, el cual explica el desarrollo de la O, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes mellitus en la etapa adulta, a partir de la desnutrición durante el periodo prenatal, así como la exposición a infecciones en la temprana infancia. En síntesis, esta teoría presenta tres etapas: 1) Inicial: Las carencias nutricionales maternas originan una desnutrición fetal que causa modificaciones estructurales y funcionales en diversos sistemas y aparatos. 2) Intermedia: Cambios clínicos y bioquímicos que contribuyen a la evolución de las Enfermedades Cardiovasculares y 3) Final: instauración definitiva de las Enfermedades Cardiovasculares. Los tradicionales obesos ricos son el resultado de un exagerado aporte alimentario que conlleva a una situación de sobrenutrición, pero además éstos se distinguen porque además gozan de la posibilidad de elegir y acceder a los servicios de salud de primera línea para poder intentar dar solución a la problemática que los afecta. En 2.008, la OMS informó que el exceso de peso (EP) afectaba a unos 1.500 millones mayores de 20 años en todo el mundo, de los cuales 200 de hombres y cerca de 300 mujeres presentan O. En 2.015 el EP afectará a 2.300 millones y más de 700 millones desarrollarán O. Al menos 43 millones, menores de 5 años presentan S, que de mantenerse reducirá su expectativa de vida entre 4 y 10 años [31]. Sobre estas estadísticas la OMS afirmó que la O es una pandemia, configurando el primer caso en que una enfermedad crónica no transmisible posee características epidémicas**.

La pérdida de 2.500.000 vidas por año, atribuible a la O, se duplicaría en el año 2.020 [6] en función de los riesgos que para la salud implica, teniendo en cuenta que la O conlleva complicaciones posibles como la hipertensión arterial; se calcula que el 26% de los individuos obesos la padecen, así como el 42% que padecen cáncer de mama y de colon. El 80% de los casos de diabetes mellitus tipo II, el 70% de los cardiovasculares y el 30% de los de la vesícula biliar están vinculados con la O. Estos datos estadísticos asumen una trascendencia fundamental, ya que las enfermedades cardiovasculares, son afecciones crónicas que constituyen la principal causa de morbimortalidad en el mundo actual (17,5 millones de muertes anuales en el 2005), representando un 30% de todas las muertes registradas en el planeta. La cardiopatía coronaria es la primera etiología cardiovascular de óbitos con 7,6 millones. Las enfermedades cerebrovasculares son responsables de 5,7 millones [2]. La diabetes mellitus es una epidemia mundial en ascenso, los trastornos ocasionados por las enfermedades del aparato locomotor (especialmente la artrosis) y los ocasionados por algunos de los canceres (ginecológicos y colon) son una realidad preocupante. Es importante señalar que el 80% de las muertes por enfermedades crónicas se evidencia en los países de bajos y medianos ingresos, donde reside la mayor cantidad de habitantes de la población mundial.

Figura 2. Porcentajes de Obesidad en adultos en varios países del mundo

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El Institute of European Food Studies (IEFS) en 1997 [32], realizó un ensayo en la unión europea con datos autoreferidos, cuya finalidad fue establecer la proporción y las características sociodemográficas de la población obesa en aquél momento. En él participaron 15 países seleccionando muestras representativas de aproximadamente 1000 residentes mayores de 15 años en cada nación, enrolando un total de 15.239 sujetos. El porcentaje superior de O se observó en el Reino Unido (12%), y el menor en Italia, Francia y Suecia (7%). Cuando se analizaron S y O juntos, España, Alemania y Grecia ostentaban la prevalencia más significativa. Las estimaciones variaron, según el sexo: alrededor de la mitad de los varones y un tercio de las mujeres presentaban S, en cambio estas últimas eran un poco más obesas que los hombres; y el nivel socioeconómico: cuanto más elevado era este menor eran los guarismos de O. A pesar que últimamente la prevalencia de otros factores de riesgo y estilo de vida no saludables (hipertensión arterial, dislipidemia, etc.) está descendiendo, la de O y S, en cambio están expandiéndose firmemente. En Noviembre de 2006 en la Ciudad de Estambul, se llevo a cabo una conferencia interministerial y la International Obesity Task Force (IOTF) [33] informó que en Europa la prevalencia de la O se intensificó tres veces en los últimos 20 años; la mitad de la población adulta y 1 de cada 5 niños tienen S, y de estos 1/3 es obeso, siendo la región mediterránea y del este, en donde se halla el predominio mayor, en comparación con las zonas norte, centro y oeste del continente, señalando que en algunos países la proporción de infantes con S estimada es del 30%. Del 0,2% en los años 70 se ha pasado al 2% al año en la actualidad, lo cual expresa que esta fracción de la población europea incrementa en 400.000 el número de individuos con S y O, dando paso a una nueva carga sanitaria, afectando la calidad y esperanza de vida en las futuras

Figura 3. Distribución Global de causas de muerte en el mundo

Figura 4. Defunciones previstas por causas principales. Todas las edades (2005)

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descendencias. Asimismo 1.000.000 de óbitos ocurren anualmente en el viejo mundo debidos a enfermedades relacionadas con el EP, perjudicando esencialmente a las personas de más bajos recursos, marcando aún más la desigualdad existente y las amplias diferencias culturales y sociodemográficas que caracterizan a los habitantes de este territorio. Se calcula que los costos directos por gastos de salud debidos a O y S en adultos ascienden casi al 8%, porcentaje que se duplica en los indirectos. En el 2005 la Unión Europea publico el Libro Verde bajo el titulo: Fomentar una alimentación sana y la actividad física: una dimensión europea para la prevención del EP, la O y las enfermedades crónicas [34]. En Setiembre de 2008, el parlamento europeo resuelve acoger positivamente el Libro Blanco “Estrategia europea sobre problemas de salud relacionados con la alimentación, el sobrepeso y la obesidad”, como una herramienta valiosa para contener el auge de la O y el S, enfrentar de esta manera las enfermedades relacionadas con la dieta en Europa, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer [35].

Es interesante puntualizar la preocupación de las autoridades de la eurozona por los problemas de salud que acarrea el EP, y el abordaje preventivo integral, en donde incluye sectores o actividades relacionados con la industria, la alimentación, la educación, el transporte, los medios de comunicación, los servicios sanitarios, el ámbito político y la sociedad civil. En la región asiática y en el Pacifico occidental la escasez de datos epidemiológicos en un no despreciable número de países del área y la falta de uniformidad en las normas de referencia hacen muy difícil obtener informes fidedignos [36]. Además posiblemente sea una de las zonas del globo terráqueo con las mayores disparidades en el ámbito social, cultural, étnico y económico. Aquí, como en otras regiones del planeta el EP coexiste con la desnutrición. En Filipinas un registro de 1998 muestra un predominio de S en los jóvenes, mientras que en los adultos es a la inversa. Las cifras de S y O son más significativas en los sectores urbanos que en los rurales, en los grupos socioeconómicos eminentes de las comunidades, y en las mujeres de mediana edad [37]. En Indonesia la O en las ciudades es alrededor del 21,5%, en contraposición al 7,5% en el medio rural. El nivel socioeconómico en varias naciones es determinante, fundamentalmente en la niñez; por ejemplo los alumnos de las escuelas privadas de Manila el S y la O poseen índices superiores que los de las escuelas públicas, siendo al revés cuando la variable es la malnutrición. La dispersión en los porcentajes es abismal. En Vietnam el valor de S y O tomados en conjunto es inferior al 2% mientras en Nauru el 83,2% de los hombres y el 78,8% de las mujeres son obesos. Es necesario destacar que en muchas islas del Pacifico occidental la corpulencia es considerada un símbolo de belleza y de elevado status social, que acoplado a otras circunstancias favorecen la expansión de la O, transformándose en la epidemia mayor [38]. En Australia se estimó que el 67% de los varones adultos y el 52% de las mujeres padecen S ú O, o sea alrededor de 8 millones de australianos. Los porcentajes de O eran más altos en el sexo femenino con un estimado 22% frente al 10% en los varones [39]. Asimismo, en Nueva Zelanda los valores eran 19,2% para las mujeres y 14,7% para los hombres [40].

Figura 5. Sobrepeso y Obesidad en niños de 7 a 11 años (Europa)

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Es conveniente señalar aquí, que los resultados de una investigación sobre una etnia determinada no deben ser extrapolados a otra, ni siquiera los de IMC publicados por la OMS pueden ser aplicados a otra que no sea la caucásica, debido a que sujetos con el mismo IMC pueden diferir en la cantidad de grasa si pertenecen a razas distintas. Por ejemplo, en los chinos de Honk Kong la prevalencia de O para un IMC de 30 kg/m2 fue 3,4%, pero cuando se la consideró en función de la cantidad de grasa ésta subió a 26,9%. Japoneses y chinos desarrollan síndrome metabólico con valores de IMC de 25 kg/m2 a diferencia de los oriundos del Cáucaso, en que la prevalencia comienza a elevarse a partir de esta cifra, para hacerlo francamente al alcanzar el valor de 30 [41], demostrando más vulnerabilidad ante igual cuantía de grasa, con mayor tendencia a la localización abdominal. Por este motivo, el Comité de Expertos de la OMS dispuso en 2002 se considere para la población asiática el IMC “saludable” entre 18,5 y 23,0 kg/m2 [42-43]. En contraste, los polinesios tienden a ser más musculares y poseer menores niveles de grasa corporal que los europeos, de ahí que se debiera emplear valores de IMC más altos, aunque tienen mayor propensión a la diabetes que estos. África, es sin duda fiel reflejo de un mundo de contrastes, paradójicamente coexisten la desnutrición (32% de la población hambrienta mundial habita en la región subsahariana), el HIV, la tuberculosis, la malaria y la O. A pesar de ser el continente menos urbanizado, sus ciudades están creciendo a un ritmo sin precedentes, y con ello se observa un paso abrupto de la malnutrición a la ingesta de alimentos económicos con un alto contenido en grasas y azucares, sin haber pasado por una mínimamente alimentación saludable. Ziraba y col. [45], en un reciente análisis demostró que el S y la O se ha incrementado en casi un 35% en 10 años en siete países de África subsahariana, siendo mayor entre los más pobres (>50%) que entre los más ricos (>7%). Según este estudio la prevalencia del S y la O aumento en un 5% anual. En Marruecos, el 40% de la población tiene S, en Kenya el 12% y en Nigeria se estima que entre un 6% y un 8% son obesos. En Sudáfrica, uno de cada tres hombres (29,2%) y más de una de cada dos mujeres adultas (56,6%) tienen S ó son obesos. La O abdominal es de 9,2% en el sexo masculino y 42% en el femenino [46]. El emblema del estilo de vida occidental, sin lugar a duda lo representa los Estados Unidos, en donde las estadísticas arrojadas por el ente de Salud y Nutrición Nacional (NHANES 2005-2006) [47], refiere que un 32,7% de los adultos de aquella nación mayores de 20 años de edad tiene S, el 34,3% O y 5,9% son extremadamente obesos. En los últimos 10 años (1999 – 2008) la prevalencia de la O no evidenció ninguna tendencia significativa entre mujeres y posiblemente para los hombres [48]. Los adultos pertenecientes a la raza negra presentan mayores índices de O, seguidos por los de origen hispano y blancos. En 2007 dicha institución notificó que alrededor del 32% de la población infantil tiene S, 16% son obesos y 11% son extremadamente obesos, dibujando una curva ascendente en las últimas décadas [47]. Obviamente la O se ha transformado en un problema sanitario sumamente importante en Norteamérica por las implicancias actuales y futuras que ello conlleva, incluso en los costos económicos (actualmente: $79.438 millones de dólares anuales). Con el 70% de los adultos con S ú O (45-60% de hace 40 años), el desenlace obligado es un bombardeo en los próximos años de las complicaciones de la O, en especial de las enfermedades cardiovasculares. Teniendo en cuenta según estimaciones 2006, 81.100.000 personas poseen una ó más formas de afección cardiovascular en ese país [49]. Stewart y col. [50] expresaron en un artículo reciente que el aumento de la expectativa de vida en USA logrado por la disminución del hábito tabáquico se disminuirán en 0,71 años hacia el año 2020 en una persona de 18 años debido al incremento del IMC en la población general.

Figura 6. Obesidad en mujeres 25 – 69 años. Poblaciones del Pacifico y el OcéanoIndico. Población general

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Los resultados de la Agencia Canadiense de Salud comunitaria en 2004 indican que alrededor del 58,8% de los adultos canadienses - 65,2% de los hombres y el 52,4% de las mujeres – presentan S ú O. En los niños de 7 a 13 años, los índice de S ú O aumentó en un 200% - 300% entre 1981 y 2001 [51]. Un ensayo canadiense en el 2005 halló que un tercio de las personas que correspondían a la categoría de peso normal en los años 1994-1995 pasaron al sector de S en el periodo 2002-2003, y casi una cuarta parte de las que tenían S fueron clasificadas como obesas luego de un periodo de 8 años. Escasamente un 10% de las personas que padecían S en 1994-1995 habían progresado al peso normal en 2002-2003 [52]. América Latina con una superficie de casi 21.100.000 km2. y alrededor de 570.000.000 de habitantes, es unas de las regiones más homogéneas de la era actual, no solo desde el punto de vista lingüístico, sino también por historia y raíces culturales. En las últimas décadas la “transición demo-epidemiológica y nutricional”, está modificando los dominantes índices de bajo peso por los de O [53-54]. O sea, el cambio de un patrón de insalubridad y hambrunas con alta prevalencia de enfermedades infecciosas y de desnutrición, a otro de altas prevalencias de Enfermedades Crónicas No Transmisibles [55]. Migración, urbanización, crecimiento económico, medios masivos de comunicación y avances tecnológicos en las tareas cotidianas y laborales, han contribuido al cambio de estilo vida y hábitos alimentarios [56]. El alza en el consumo de alimentos de elevada densidad de energía y el sedentarismo, serían los principales elementos en el desarrollo de la epidemia de O en la región [24], con una gran variación entre los países constitutivos, oscilando entre 9,9% a 35,7% [25], siendo el sector más vulnerable el de menor nivel socioeconómico y educacional de las poblaciones [57]. La coexistencia de las condiciones de déficit y exceso en América Latina, genera un escenario complejo para su abordaje [58]. Es importante destacar que el 75% de la mortalidad total en la región, en adultos, se debe a enfermedades crónicas [59] siendo la enfermedad cardiovascular la principal causa de mortalidad no traumática [60]. En México, los resultados de la ENSANUT 2006 [61] los porcentajes de O se han intensificado vigorosamente (13% en los últimos seis años), así como también la diabetes tipo II (6 millones), la hipertensión arterial (17 millones) y la enfermedad coronaria; especialmente en la zona norte en donde existe la mayor actividad industrial. Los índices de S en el sexo masculino es de 42,5% y en el femenino 37.4%; en cuanto a O para el primero es de 24.2% y para el segundo 34.5%. O

Figura 7. Prevalencia de Sobrepeso y Obesidad en USA

Figura 8. Prevalencia de Sobrepeso y Obesidad en niños y adolescente en USA

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sea S y O reúne al 66.7% de los hombres y 71.9% de las mujeres mayores de 20 años. En niños y adolescentes, los registros también son preocupantes: Uno de cada tres adolescentes tiene S ú O, es decir, 5.757.400 habitantes. Entre 1999 y 2006, el S y la O en niños de 5 a 11 años de edad pasaron del 18.6 al 26%. En Colombia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN 2005), realizada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el 32,3% de la población adulta se encuentra en S (hombres: 31,1%; mujeres: 33,0%) y el 13,8%, en O (hombres: 8,8%; mujeres 16,6%). En niños de 5 - 9 años: el S es de 4,3%, de 10 - 17 años: 10.3% (hombres: 8.1%, mujeres: 12.3%. [62].

En Paraguay, según la Sociedad Paraguaya de Estudio de la Obesidad (SPEO) la prevalencia de S y O en adultos es de 69,5%, unos de los porcentajes más altos de Latinoamérica (Hombres: S: 52%, O: 9,8%; Mujeres: S: 60,6%, O: 22,5%). El 14% de niños y adolescentes tienen S y el 20% O [63]. Siendo las principales causas de mortalidad en adultos las enfermedades cardiovasculares y cererobrovasculares, representando el 25% de la mortalidad general [64]. En Uruguay, la segunda Encuesta Nacional de Sobrepeso y Obesidad (ENSO 2) informó que el 54% de los adultos tiene S y 20% O. Es decir, uno de cada dos adultos uruguayos padece S ú O y uno de cinco es obeso [65]. La ENSO niños, revela que el 26% de esa franja de la población (9 a 12 años) presenta S y O el 9% [66]. En Cuba, la II Encuesta Nacional de Factores de Riesgo y Enfermedades Crónicas (2001) reporta que el 42.46% de la población padece S y el 11,81% O, con un predominio del sexo femenino en ambos grupos. Alrededor del 13% entre los niños de 1 a 14 años acusan S [67].

Figura 9. Tasa de Mortalidad proporcional por causas en América Latina

Figura 10. Transición Demo-Epidemiologica y Nutricional

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En Brasil, el Instituto Brasileiro de Geografía y Estadística (2004) informó que el S afecta al 41,1% de los hombres y al 39,2% de las mujeres, en cambio, la O el 8,9% de los primeros y el 13,1% de los segundos respectivamente [68]. En Chile, la Encuesta Nacional de Salud (2003) señala que el 22% de la población es obesa, el 38% padece de S y el 1,3% padece de O mórbida, más en mujeres que hombres. En niños 2-5 años 22,7% en S y 10,3 % O. La hipertensión arterial está presente en el 33,7% de las personas; el colesterol elevado en y el tabaquismo en un 42% [69].

Magnitud y repercusiones del problema en la Argentina Para 1.999, la Encuesta de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA) registró, en la población adulta de la ciudad de Buenos Aires, un EP de 38.0% en mujeres y de 55.2% en varones, para S de 27.6% y 43.1%, y para O 10.4 y 12.1, respectivamente [70]. Tabla 1.

PREVALENCIA DE EXCESO DE PESO EN POBLACIÓN URBANA ADULTA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. ARGENTINA. SAOTA. 1999.

Índice de masa corporal Mujeres Varones

25.00 – 29.90 (sobrepeso) 27.63 43.10

> 30.00 (obesidad) 10.44 12.18

Sobrepeso + obesidad 38.07 55.28

Tabla 1. La tabla publicada en 2.003 por la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), de población de todo el país, indica que el 29% presentaba S y el 27% O, según su

categoría pondoestatural*** [71]

DESCRIPCION Y ANÁLISIS DEL INDICE DE MASA CORPORAL Y CATEGORIA PONDOESTATURAL (CPE) POR EDADES, EN UN REGISTRO DE 10.338 INDIVIDUOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA.

SEXO CATEGORIA 1 (peso normal y bajo)

CATEGORIA 2 (sobrepeso)

CATEGORIA 3 (obesidad) TOTAL

Femenino 2.980 (43.2 %) 1.990 (28.9 %) 1.922 (27.9 %) 6.892

Masculino 1.509 (43.8 %) 1.008 (29.2 %) 929 (27 %) 3.446

TOTAL 4.489 (43.4 %) 2.998 (27.6 %) 2.851 (27.6 %) 10.338

Tabla 2. La Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS) del Ministerio de Salud de la Nación de2.006, sobre población femenina de 10 a 49 años, registra para todo el país un 22.7% de S y 15.3% de O[72]

PREVALENCIA DE SOBREPESO Y OBESIDAD EN MUJERES DE 10 A 49 AÑOS. (PROPORCION CON IMC SUPERIOR A 25 KG/M2 O EQUIVALENTE SEGUN IOTF).

Región

Grupo etario (años)

10 a 14.9 15 a 19.9 20 a 29.9 30 a 39.9 40 a 49.9 TOTAL G. Buenos Aires 26.1 19.0 32.4 45.9 58.0 37.3 Cuyo 23.0 15.5 30.2 35.7 61.5 34.6 Noreste 16.8 12.9 22.8 43.0 70.1 32.8 Noroeste 23.3 21.0 30.4 55.9 74.3 39.7 Pampeana 21.2 24.0 34.4 45.2 64.3 39.4 Patagonia 30.4 21.3 37.5 50.9 63.2 42.2 TOTAL 23.5 19.9 32.2 46.2 62.9 38.0 Tabla 3. Prevalencia de Sobrepeso Y Obesidad en Mujeres de 10 A 49 Años. (ProporciónCon Imc Superior A 25 Kg/M2 O Equivalente Segun Iotf)

PREVALENCIA DE OBESIDAD DE MUJERES DE 10 A 49 AÑOS. (PROPORCION CON IMC SUPERIOR A 30 KG/M2 O EQUIVALENTE SEGÚN IOTF).

Región

Grupo etario (años)

10 a 14.9 15 a 19.9 20a 29.9 30 a 39.9 40 a 49.9 TOTAL Gran Buenos Aires

6.9 4.8 10.9 19.3 29.9 14.9

Cuyo 6.8 5.7 9.3 16.5 26.1 13.5 NEA 3.4 1.6 7.0 24.5 39.5 15.0 NOA 6.3 2.4 10.9 21.3 39.0 15.2 Pampeana 3.8 9.1 15.9 18.2 31.5 16.8 Patagonia 10.6 7.9 17.7 25.7 26.2 18.6

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Las estadísticas tomadas como referencia para Argentina, si bien difieren en el momento de su realización y metodología no dejan duda de la tendencia al aumento ponderal. La ENNyS realizada sobre población femenina de 19 a 49 años, de todo el país indica que el IMC promedio es 25 kg/m2 para una talla media aproximada de 1.60 mts, por lo que corresponde a un peso aproximado de 64 kg. En otros términos, el conjunto poblacional femenino se encuentra en el límite entre "peso normal y S". De cumplirse las afirmaciones para la población caucásica se deduce que algunos problemas de salud promovidos o disparados por el exceso de grasa / peso son circunstancias amenazantes. Si a esto se agrega que el perímetro de la cintura para el grupo de 15 a 49 años es de 90 cm. queda claro que la centralización de la grasa es otro de los hechos destacados ya que también se encuentra por sobre la normalidad según las estimaciones de la International Diabetes Federation. El aumento de la grasa total y su centralización suelen asociarse con mayor frecuencia de diabetes, enfermedad cardiovascular y canceres de mama postmenopausico y uterino, en correlación con el aumento de factores de crecimiento (insulina) y diferenciación (estrógenos producidos por el tejido adiposo). Estos riesgos serian mayores para la población del norte en el 70% de la población femenina cercana a la menopausia presenta EP. Este grupo justifica una vigilancia especial, al igual que el de las mujeres en edad fértil que presentan un elevado porcentaje de EP y que corren el riesgo de comenzar el embarazo en condiciones inconvenientes para el desarrollo del propio embarazo y para la programación fetal que afectará a futuras generaciones. Según esta misma encuesta, el ingreso energético fue de unas 1650 kcal por persona, o sea unas 26,00 kcal por kg de peso, cifra notablemente baja ya que es la que corresponde al gasto en estado de reposo. Esta consideración pone en duda la precisión del registro alimentario aunque no deja de sugerir la puesta en juega de nuevos factores que faciliten el aprovechamiento energético (mayor eficiencia) producto de cambios ambientales o de adaptaciones genéticas en los últimos años. El origen de la energía aportada en función de los macronutrientes clásicos respeta las clásicas recomendaciones para glúcidos, proteínas y grasas ya que los valores porcentuales informados por la Encuesta son: más del 50% para carbohidratos, alrededor de 30% para las grasas y cerca del 15% para las proteínas.

La fuente de los macronutrientes es mayoritariamente vegetal con 40% proveniente de cereales, 19% de azúcares, 8% de frutas y hortalizas, que suman un 67%. Si a este valor se agrega el correspondiente a los aceites [englobados bajo el término de grasas (grasas agregadas)] se podría afirmar que el reino vegetal aporta un 70% de las calorías de la dieta. Tal vez un porcentaje algo elevado si se lo compara con los modelos alimentarios de culturas preneoliticas (más de 10.000 años atrás). De confirmarse el efecto de ese aporte energético sobre los datos de corpulencia según la ENNyS estaríamos en presencia de un fenómeno de mayor aprovechamiento que podría vincularse con factores tal vez no detectados todavía optimizantes del metabolismo energético y de la acumulación de reservas.

TOTAL 5.8 5.7 12.4 19.7 31.5 15.6 Tabla 4. Prevalencia de Obesidad de Mujeres De 10 A 49 Años. (Proporcion Con Imc Superior A 30 Kg/M2 O Equivalente Según Iotf)

Figura 11. Proporción de macronuntrientes. Mujeres total país.

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Conclusión

Es palpable que la O está incrementándose a pasos agigantados en todo el mundo, pero ella representa la punta del iceberg en donde se entremezclan diferentes procesos anómalos que están ocultos bajo esta entidad, como lo son predominantemente la estimulación del sistema nervioso simpático y del sistema renina angiotensina aldosterona, trastornos metabólicos, estados protrombóticos e inflamatorios crónicos y la respuesta cardiovascular alterada, además de la insulinoleptinoresistencia, que debemos conocer y tener en cuenta al momento de evaluar y tratar a un paciente obeso. El incentivar cambios de estilo de vida será muy beneficioso para estos pacientes, fomentando buenos hábitos higiénicos - dietéticos, el ejercicio físico, la reducción de peso corporal, abandono del habito tabáquico, y evitar situaciones de stress. Dado a la gravedad reinante la OMS ha lanzado un Plan de acción 2008-2013, una estrategia mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles con el objetivo claro de socorrer a esta franja en ascenso de la población mundial, que enfrentan estas dolencias, las cuales perduran en el tiempo y traen un sinfín de complicaciones secundarias.

REFERENCIAS * Relación peso (kg) / talla (mts)2 que guarda buena relación con la grasa corporal, utilizada para clasificar a los sujetos según su corpulencia en: bajo peso (< 18.5), normopeso (18.5 – 24.9); sobrepeso (25.0 – 29.9) y obesidad (> 30). ** En realidad, endemo – epidemia. *** La magnitud de la categoría pondoestatural se relacionó con morbimortalidad: categoría 1 (rango de IMC menor a 25 kg/m2); categoría 2 (rango de IMC entre 25 y 29.9); categoría 3 (rango de IMC igual o mayor a 30).

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Figura 12. Distribución energética según fuente

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Curriculum del Dr. Antonio J. Pasca

- Estudios Universitarios: Médico. U.B.A. 1974 - 15 de Enero de 1980. - Especialista en Cardioangiología, U. del Salvador, 1985 - 26 de Diciembre de 1986. - Curso Superior Médico Especialista en Cardioangiologia, Universidad del Salvador. 1985-86. - Curso Superior de Cardiología de la Municipalidad de Bs. As, 1982-1985 (2500 Hs.) Hospital Gral. De Agudos Cosme Argerich. - Curso Anual en Cardiología. Sociedad Argentina de Cardiología. Año 1982-83. - Titulo de Especialista en Cardiología. Colegio Médico de la Prov. Bs. As. Distrito IV. - Título de Especialista en Cardioangiología. Ministerio de Salud y Acción Social (Secretaria de Salud). - Médico Concurrente. Servicio de Cardiología del Hospital Gral de Agudos Dr. Cosme Argerich. Desde el 3 de Mayo 1982 al 31 de Agosto de 1987 en forma ininterrumpida. - Curso Anual de Medicina Interna (595 hs). Hospital Gral. de Agudos R. Mejía 1981. - Miembro Titular del Consejo de Ergometría y Rehabilitación de la SAC. (1986). - Curso Anual de Eco – Doppler Cardiaco (200 hs). Hospital Dr. Luis Güemes. FAC – UBA. - Recertificación de Título de Especialista en Cardiología (Sociedad Argentina de Cardiología) (1998 – 2003) (2003 – 2008) (2008 – 2013). - Recertificación de Título de Especialista en Cardiología (Federación Argentina de Cardiología) (1998 – 2003) (2003 – 2008) (2008 – 2013). - Jefe de Cardiología del Hospital Privado Ntra. Sra. de la Merced 1986 –2008. - Jefe del Servicio de Ecocardiografía Hospital Privado Ntra. Sra. de la Merced 1992 –2006. - Jefe del Servicio de Ecocardiografía Nuevo Sanatorio Hurlingham 2007 – 2010. - Presidente del Comité de Miocardiopatías de la FAC 2000 – 2002. - Asesor del Comité de Miocardiopatías de la FAC 2002 – 2004. - Presidente de la Sociedad de Cardiología del Oeste Bonaerense 2002 – 2004. - Director Asociado de la Revista de la Federación Argentina de Cardiología. 2003 –2006. - Prosecretario Mesa Directiva 2005 la Federación Argentina de Cardiología. - Secretario General Mesa Directiva 2006 la Federación Argentina de Cardiología. - Presidente del Comité Organizador del XXVII Congreso Nacional de Cardiología de la Federación Argentina de Cardiología 2009. Buenos Aires.

Curriculum del Dr. Julio C. Montero

- Médico Nutricionista Universitario. Universidad de Buenos Aires. Argentina. - Presidente de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios (SAOTA). - Docente Adscripto en Nutrición. Universidad de Buenos Aires. - Co-Director de la Escuela Postgrado de Obesidad, Trastornos Alimentarios y Fundamentos de Nutrición de la Asociación Médica Argentina (AMA). - Miembro del Comité de Recertificación en Nutrición de la AMA.

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Publicación: Octubre 2011

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