sarabia - historias de vida

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    HISTORIAS DE VIDA

    Bernab Sarabia

    1. Introduccin: El empleo de las historias de vidaLa utilizacin de historias de vida como mtodo de investigacin e ins-trumento de reflexin y anlisis por parte de historiadores, antroplogos, psi-clogos sociales, socilogos, y escritores, entre otros, tiene una larga tradi-cin. Sin embargo, como es sabido, tras la Segunda Guerra Mundial, la veloz

    expansin de mtodos y tcnicas de investigacin de corte cuantitativo, alejla atencin de historiadores y cientficos sociales de los documentos y testi-monios de carcter oral o escrito, que constituyen la base de datos a partir dela cual se construyen las historias de vida.En los ltimos aos, el uso cientfico de memorias, biografas, autobio-grafas, o historias de vida, se est replanteando desde perspectivas ontolgicasy metodolgicas de gran inters. Desde ciertas perspectivas, las historias devida como instrumento de anlisis social y de construccin terica, plantean

    problem as meta tericos, tericos y metodolg icos a las creencias tradiciona-les existentes en las ciencias sociales en torno a la comprobabilidad de lasteoras generales y su utilizacin con propsitos de prediccin y control.No es, pues, de extraar, que en reas tan diversas como la psicologasocial o la literatura, se est despertando un inters que va desde las vidasde fama a lo Alonso Contreras de las celebridades, a los estudios sobre

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    obesidad inspirados en el mtodo de Bruselas. O, dicho de otro modo, desdetrabajos como el de Roy Pascal (1960), Design and Truth in Autobiography,al desarrollado en la actualidad por un grupo, cada vez ms numeroso, defeministas alemanas que, como ha sealado E. M. Sotelo (1984), consideralas historias de vida como un mtodo y una tcnica que se adeca a sus ne-cesidades de investigacin en torno a la mujer (recurdese el trabajo de Gr-noset. (19 75 ), Anna, relato de la vida de una campesina noruega), no ha hechosino aumentar la discusin en torno a las historias de vida.

    Aunque el material biogrfico haya tenido un mayor empleo en la antro-pologa, su uso, tanto en construcciones tericas, como en anlisis empricos,ha sido un comn denominador en campos tan diversos como la ciencia po-ltica, la historia, la psiquiatra, la psicologa, la sociologa, la medicina yla literatura.En literatura, tanto las biografas como las autobiografas, han tomadoforma, tanto de novelas como de relatos cortos. La produccin anglosajonacontina siendo muy abundante, recordemos la magnfica obra de BoswellThe Life of Samuel Johnson, o Las confesiones, de Rousseau, por no citarsino dos brillantes obras.

    Curiosamente, la autobiografa en Espaa e Hispanoamrica ha sido ungnero escasamente cultivado. E. Surez-Galvn (1973) ve en ello, desdeuna perspectiva orientalista, la influencia de la cultura rabe, impregnada detrascendentalismo, sobre un catolicismo espaol que, dado el marco histricoy social en el que ha venido desenvolvindose nuestro devenir, tendera apropiciar una extraversin hacia el ms all, ms bien que a dirigir la intimi-dad personal hacia los coetneos. El recato autobiogrfico de los espaolestendra, de este modo, su refugio en una intimidad y en una soledad, pro-pensa slo a egresarse sacramentalmente. Esta perspectiva, alimentada enlos escritos de Amrico de Castro, necesita, en todo caso, complejizarse conla reflexin en torno a ciertos aspectos de carcter macro y microestructural,en nada ajenos al arcasmo de las estructuras en que ha venido desenvolvin-dose la vida social y personal de los espaoles. El autoritarismo, si nos dete-nemos en un rasgo de personalidad vinculado a la estructura social, marcauna tendencia antiintrospectiva en cuya formacin, como es sabido, concurrennumerosas variables que contribuiran a explicar la notoria falta en la lite-ratura espaola de un gnero, el autobiogrfico, o de memorias, tan abundan-te , no ya en la literatura anglosajona, sino en la cultura europea en general.Pero examinar todo esto nos llevara demasiado lejos.Como han sealado Georg Misch (1951) y Paul Thompson (1978), elregistro de narraciones con carcter autobiogrfico y con fines cientficosarranca desde el trabajo de los primeros historiadores. Dejando aparte la his-toria concebida como anlisis de las biografas de los grandes hombres, lahistoria oral se est desarrollando en la ltima dcada como un verdadero

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    subcampo de la disciplina, gracias en parte a las facilidades de grabacin ydifusin del magnetofn y del vdeo.La psicohistoria, o la psicobiografa, constituyen intentos interdisciplina-res, en muchos casos, de analizar figuras histricas que no han dejado delevantar inters y polmica. Empresa de carcter psicoanaltico, o, en trmi-nos ms generales, estudio en el que se emplea alguna teora de la personali-dad, aun cuando en la actualidad se han diversificado los enfoques. Fue elpropio Fred, con su trabajo sobre Leonardo Da Vinci, quien puso la primerapiedra de una hilera de estudios como el de Graf sobre Ricardo Wargner, oel de Smith sobre Martn Lutero. Un buen nmero de estos primeros tra-bajos de carcter psicobiogrfico estn recogidos por Dooley (1916), en sutrabajo Psychoanaiytic Studies of Genius.En los aos veinte continu la produccin de biografas psicoanalticasen torno a personajes como Goethe, Nietzche, Tolstoy, Dostoyevsky, Poe,Alejandro el Grande o Napolen. A finales de los aos treinta, el nmero depersonajes clebres o famosos, estudiados desde la ptica psicolgica era abun-dante, no obstante lo cual, en los aos cuarenta, el gnero entr en deca-dencia, en parte por razones que habremos de examinar ms adelante.En los aos cincuenta, obras como la de Erik H. Erikson (1958), YoungMan Luther, tambin de corte psicoanaltico, registraron la bsqueda de un

    mayor rigor metodolgico. En los ltimos aos no ha hecho sino aumentar elnmero de publicaciones, tanto desde una perspectiva psicoanaltica comodesde un enfoque ms apoyado en teoras de la personalidad, que en muchoscasos han presentado sus anlisis engarzados con la ciencia poltica.Recordemos que en el rea de la psicologa de la personalidad se desarrolllo que H. Murray y Kluckhohn denominaron desde finales de los aos trein-ta el estudio de vidas. Se trataba de comprender y analizar problemas con-cretos a partir del estudio de pocos sujetos, cuyas historias de vida se inda-

    gaban a travs de entrevistas, tests o cuestionarios, en una sntesis de pers-pectivas nomotticas e ideogrficas que, aos ms tarde, sera analizada en lasignificativa obra de Gordon W. Allport (1942), The Use of Personal Docu-ments in Psychological Science.En Medicina existe una larga tradicin de recogida de informacin decarcter biogrfico con fines teraputicos. El estudio de casos ha sido unmtodo compartido con la psiquiatra y la psicologa clnica. En los ltimosaos, reas como la enfermedad mental se han visto iluminadas por estudiosde carcter biogrfico, tal es el caso de obras como la de Peter J. Wil-

    son (1975), Osear: An Inqu iry Into the Nature of Sanity.En Antropologa, las historias de vida conforman, sobre todo inicialmen-te , un intento de comprender la vida de los pueblos primitivos. En este sen-tido, los libros de los primeros antroplogos, como ha sealado Juan F. Mar-sal (1975), no diferan en exceso en cuanto a sus garantas de Habilidad y va-lidez de los relatos de misioneros, exploradores y viajeros en general, muchos

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    de los cuales ofrecen una minuciosidad, exactitud y veracidad, equiparablesa los relatos de los primeros antroplogos profesionales. Conviene sealar,no obstante, que muchos de estos relatos fueron en unos casos proporciona-dos por terceras personas, o se referan a aspectos parciales de las biografasconsideradas.Los indios norteamericanos fueron, a la vez que expulsados de su terri-torio, objeto de estudio sistemtico, de manera que con el paso de los aos,perdidas las urgencias iniciales de los pueblos en vas de extincin, los estu-dios biogrficos inicialmente descriptivos, comenzaron a sistematizarse. Lasobras de P. Radin (1920), The Autobiography of a Winnebago Indian, y lade 1926, Crashing Tunder, fueron continuadas posteriormente por obras talescomo las de W. Dyk (1938) , Son of Od Man Hat; C. Ford (1941), Smokefrom their Fires, o L. W. Simmons (1942), Sun Chief, constituyen peldaosde una construccin ms sistemtica, en la que la descripcin se trata de en-globar en marcos tericos de cierta envergadura no exenta de preocupacionesmetodolgicas y de reflexin sobre anteriores publicaciones.

    En 1945, Clyde Kluckhohn public The Personal Documents in Anthro-pological Science, notorio estado del arte especialmente referido al conjuntode investigaciones sobre los indios norteamericanos. Entre otros aspectos,subray la necesidad de un mayor rigor metodolgico y de una mayor insis-tencia en el anlisis frente a la descripcin.Veinte aos ms tarde, L. L. Langness (1965), en su obra The Ufe historyin anthropological science, realiz un balance crtico, posteriormente renova-do (Langness y G. Frank, 1981), insistiendo igualmente en la necesidad de unmayor rigor metodolgico en el anlisis de los materiales biogrficos.

    A partir de 1945, el estudio de vidas vinculado a indios norteamericanosse estanca, y el trabajo de antroplogos, como Osear Lewis, se orienta haciaotras culturas o se desvanece con el empleo de tests, cuestionarios cerrados otcnicas de tipo clnico.Como ha sealado F. Morin (1980), la influencia de obras como CrashingThunder, de Radin, o Sun Chief, de Simmons, se reflej, sin provocar inters,tanto en Marcel Mauss como en Claude Levi-Strauss. El primero de ellos re-comienda el mtodo autobiogrfico en su clebre Manuel d'ethnographie yel segundo, en una recensin de Sun Chief, aparecida en UAnne Socilogi-que, aunque interesado en la obra, afirma la subsidiaridad de las historiasde vida para, finalmente, afirmar que tal tipo de material, al descansar sobrela experiencia individual, no puede transformarse en objeto de la ciencia.Contina F. Morin, en el trabajo que comentamos, Anthropologie et his-toire de vie, sealando que es, sin embargo, Roger Bastide quien, desde laperspectiva del hombre total , se ha mostrado siempre favorable a la utilizacinde las historias de vida tomadas all donde se desarrollan, como una formaidnea de considerar en todas sus dimensiones la relacin de lo social y lopsicolgico.

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    Desde una perspectiva sociolgica, la obra de Thomas y Znaniecki (1918),The Polish Peasant in Europe and America, marca el arranque del inters dela sociologa, o de la psicologa social, por las historias de vida.

    La obra de W. I. Thomas y F. Znaniecki narra, como es sabido, la his-toria de un polaco emigrado a Estados Unidos, Wladek Wisniewski, escritajusto antes de la Primera G uerra M undial y publicada en tre 1918 y 1929 .En ella, Wladek describe los primeros aos de su vida en el pueblo polacode Lubotyn. Hijo de un herrero, narra sus primeros aos de colegio, suentrada en el gremio de panaderos, su marcha a Alemania en busca de tra-bajo, y su llegada a Chicago. Ambos autores trataron de examinar ciertosaspectos de la relacin entre estructura social y carcter individual. Buscabanaveriguar cmo ciertas pautas de socializacin caractersticas de la vida ruralpolaca, eran alteradas por la nueva vida en Norteamrica. No se trataba, comoha sealado Jan Szczepanski (1973), de meras descripciones, sino de intentarexplicar los procesos psicolgico-sociales, subyacentes a dichos cambios.

    Para ello, junto a la narracin biogrfica, se utiliz la correspondenciaintercambiada entre familiares que vivan en Polonia y en Estados Unidos.A travs de un anuncio en un peridico de Chicago, en el que se prometaun pequeo pago por carta enviada, se reunieron 764 misivas, que fueronanalizadas y utilizadas con carcter inductivo para llegar a establecer carac-tersticas de carcter simblico en muchos casos.

    Aos ms tarde, Gordon Allport (1965), Letters from ]enny, utiliz unepistolario intercambiado desde 1926 a 1937, entre una mujer de edad y dosjvenes amistades de su hijo y, aunque la utilizacin de correspondencia noha sido frecuente, existen otros brillantes ejemplos de dicho uso, tal comoes el trabajo de Strauss (1974), Escape from Custody.

    Aunque la obra de Thomas y Znaniecki tiene claridad en sus plantea-mientos y un uso notable del material emprico, su influencia sociolgica fuems bien escasa. A ello contribuy, en Estados Unidos, un conjunto de ele-mentos que, en el estricto plano de las tcnicas de investigacin, tuvo quever con la facilidad de manejo del survey Por otro lado, W. I. Thomas tuvoque hacer frente a ciertas dificultades personales que pudieron entorpecer sulabor acadmica.

    No obstante, el hecho de que la monumental obra de Thomas y Znanieckino diera lugar a trabajos semejantes y sufriera crticas desde dentro, comoen el caso de Blumer (1939), parece obvio que existe un conjunto de concep-tualizaciones significativas, tales como el concepto de definicin de la situa-cin, la evolucin del concepto de personalidad social y la clarificacin de lasnociones de desorganizacin social y de desorganizacin personal. No puedenegarse que stas y otras conceptualizaciones han jugado un papel relevanteen la teora sociolgica norteamericana, e, incluso, en lo que se refiere a la

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    psicologa social. Recordemos que la definicin de la situacin fue muy influ-yente en el trabajo de Merton sobre la profeca que se autocumple y tambinen el trabajo de algunos etnometodlogos, como McHugh.Slo en Polonia, como ha sealado J. Szczepanski (1973), la obra recibi

    un m ayor rec ono cim iento, deb ido en par te al prestigio de Zn aniecki, el cualorganiz en 1921 un concurso destinado a reunir diarios de trabajadorespolacos en Polonia y en el extranjero. En 1934, 1936 y 1956 se repitieronestos concursos, cuya aportacin de materiales autobiogrficos permiti laedicin de varias monografas sobre trabajadores, dirigentes campesinos y j-venes acadmicos. De este modo, el diario, denominado por G. Allport (1942),el documento de vida par excellance, se convirti en sujeto de una atencinanaltica insospechada hasta entonces. En los ltimos aos, dos etnometod-logos, Zimmerman y Wieder (1975), han utilizado en el estudio de la contra-cultura californiana diarios reducidos a actividades semanales, obtenidos apartir de pequeas recompensas monetarias, los cuales proporcionaran guasde entrevista y material de discusin.

    Juan F. Marsal (1975), en Historias de vida y ciencias sociales, advierteque la utilizacin de materiales provinientes de relatos o documentos biogr-ficos debe vincularse en sociologa, y no slo en sociologa diramos nosotros,a las circunstancias histricas en que tales materiales se transforman en uncorpus terico y metodolgico abierto al consumo cientfico y pblico.

    De este modo, The Polish Peasant in Europe and America sera el reflejode la atencin sociolgica enfocada hacia el hombre de la calle, como expre-sin de fe en el hombre comn y su capacidad de mejorar a travs de refor-mas la estructura social en que se desenvuelve la vida de tales hombres. Esteintento de Thomas y Znaniecki de interesar a la sociologa por la vida coti-diana del hombre corriente, habra de dar paso ante el embate de la depre-sin, en palabras de J. F. Marsal (1975), al abandono de ideales progresistasy de reformismo social y a la bsqueda de lo cientfico, entendido como labsqueda de lo ms concreto e inmediato.

    Interaccionistas simblicos y etnometodlogos han utilizado historias devida completas o parciales en varias de sus investigaciones. Garfinkel (1967),en su obra Etnomethodology, utiliza la vida de Agnes, un transexual, paraestudiar procesos de toma de roles y etiquetado. Strauss y Glasser (1977),analizan la vida de la seora Abel enferma terminal de cncer. Bogdan (1974),estudia el paso del gnero masculino al femenino a partir de la vida deJane Fry.

    Foucault se sirve de la vida de Pierre Riviere, asesino, en la Francia delsiglo xix, de una familia; y de la de Herculine Barbin, hermafrodita, cuyavida transcurri el siglo pasado, para ilustrar su teora sobre sexualidad ysociedad.

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    2. Las historias de vida en la actualidadComo acabamos de ver en pginas anteriores, el trmino historias de vidaha sido tomado en un sentido amplio que ha englobado las autobiografas de-

    finidas como vidas narradas por quienes las han vivido, o informes produci-dos por los sujetos sobre sus propias vidas, y las biografas, entendidas comonarraciones en las que el sujeto de la narracin no es el atuor final de lamisma. D. Bertaux (1981), denomina memorias a las biografas obtenidas apartir de concursos pblicos, procedimiento tpico polaco, como ya hemosvisto.Asimismo, hemos tomado historias de vida para designar tanto relatos detoda una vida como narraciones parciales de ciertas etapas o momentos bio-

    grficos. Adems, conviene sealar que el trmino se refiere, no slo al relatoen s, sino a toda la informacin acumulada sobre la vida objeto de estudio;informacin procedente de etapas escolares, de fiantes sanitarias, etc., y,obviamente, a la labor de anlisis realizada por el, o los investigadores.Esta polisemia del trmino historias de vida, est directamente vinculadaa la diversa utilizacin que, desde las diferentes disciplinas, y aun desde di-ferentes enfoqes dentro de cada una de ellas, se ha venido haciendo de esteinstrumento de investigacin.D . Bertaux (1981 , 202) seala que, despus de treinta aos de abando-

    no, los estudios apoyados en recits de vie narrados por el propio sujeto,han comenzado a reaparecer, sin continuidad con los trabajos realizadosanteriormente por los interaccionistas simblicos que, en su opinin, al nointeresarse por los aspectos estructurales y sociohistricos, habran limitado elinters de este instrumento de anlisis. Esta reaparicin estara marcada, y enello estamos de acuerdo, por un alto grado de diversidad, apreciable ya enel IX Congreso Mundial de Sociologa, celebrado en Uppsala en 1978.En efecto, junto a la variedad de enfoques, hallamos la multiplicidad de

    posibles objetos de estudio y la diversidad de orientaciones. Como advierteD . Bertaux (1981 , 202) :Lo que llama la atencin al primer golpe de vista es una granvariedad, que persiste aunque se repartan estas investigaciones segn laescuela de pensamiento, el tipo de objeto sociolgico o la poblacininterrogada. As, las escuelas de pensamiento van del marxismo sartriano(Ferrarotti) , neomaterialismo (Wallerstein), estructuralismo (Bertaux yBertaux-Wiame), o simplemente emprico (Kemeny, Lefebvre-Girouard,Karpati, Lomant) a la teora de roles (Luchterhand) y a la hermenuti-ca (Kohli) pasando, por supuesto, por el interaccionismo simblico(Denzin) y otras varias corrientes tericas inspiradas en los trabajos deMax W eber (Cam argo), Louis Du mo nt (Catani), Fernand Dum ond(Gagnon). Pero esta diversidad se enriquece todava ms por la partici-pacin de investigadores que utilizan los recits de vie en el contexto de

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    otras disciplinas, tales como la antropologa (Elegoet), la historia so-cial (Thompson, Synge, Bertaux-Wiame), la psicologa social (Hankiss),la psicohistoria (Eider).Contina Bertaux haciendo referencia a la diversidad de medios socialesencuestados, y de objetos tericos estudiados para acabar criticando lo que

    l denomina el monocromatismo del interaccionismo simblico en cuanto aeleccin de objetos de estudio, los cuales giraran en torno a la desviacin.En la posicin de Bertaux subyace una crtica al interaccionismo simblicopor no haber sido capaz de evitar los treinta aos de abandono de las histo-rias de vida. Convendra sealar que Bertaux parece no tener en cuenta lasdiversas corrientes que han ido conformando, a veces con grandes diferenciastericas y metodolgicas, el interaccionismo simblico, a la vez que parecenecesario matizar tambin el origen del colapso que han sufrido las historiasde vida a fin de no ser injusto con las aportaciones de Blumer, Becker oDenzin.

    Seala Bertaux ( 1 9 8 1 , 199) que la Segunda Guerra Mundial tuvo comoconsecuencia el desplazamiento, en lo econmico, hacia formas oligoplicasque, a su vez, empujaran a la sociologa norteamericana hacia el funcionalis-mo parsoniano en lo terico, y hacia la survey research en lo emprico, redu-ciendo, de este modo, a un estado precario el resto de perspectivas tericasy metodolgicas.

    En mi opinin, Bertaux vuelve a un esquematismo equvoco. La SegundaGuerra Mundial supuso para la ciencia social norteamericana, en general, unacontribucin considerable al esfuerzo blico y ciertos temas fueron prioritarios,tales como propaganda, construccin de la moral civil, etc. Si tomamos unadisciplina, la psicologa social, como ilustracin del predominio de lo cuanti-tativo sobre lo cualitativo, veremos (Sarabia, 1983) con claridad la compleji-dad que conduce al punto de inflexin marcado por la guerra y por el climacientificosocial que le sigui durante dos dcadas.

    Fue necesaria la crisis de las ciencias sociales, en general, y de la psicolo-ga social, en particular, acaecida a finales de los aos sesenta y principios delos setenta, para que la hegemona del paradigma neopositivista diera pasoa una concepcin ms flexible que permitiera, por otro lado, abordar proble-mas sociales acuciantes que estaban insuficientemente analizados.

    La situacin actual ha cambiado, la crisis, desde un punto de vista epis-temolgico, ha sido la crisis del paradigma neopositivista, en ello coincido,entre otros, con Bertaux (1981), y una perspectiva ms amplia en los diversosniveles tericos y epistemolgicos, permite a un instrumento de investigaciny construccin terica, como es el de las historias de vida, resolver muchosde los problemas que plantea su utilizacin.

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    3 . Lo ideogrfico y lo nomottico en las historias de vidaDesde un punto de vista antropolgico, sobre todo, las historias de vidahan tendido a recoger lo extrao, lo peculiar, o lo raro, y aunque la corriente

    culturalista encabezada por Kardiner se ocup de relacionar personalidad ycultura, muchos de los estudios biogrficos han buscado ms bien lo indivi-dual, olvidando con frecuencia que una vida, una biografa por consiguiente,se construye entre personas y se sostiene en una estructura social. No es, pues,de extraar que, quienes como Ferrarotti ( 1 9 8 3 , 1983a), se plantean la con-veniencia de utilizar las biografas como instrumento de investigacin, hayande ocuparse del problema de la transformacin de la subjetividad, que en smisma constituye todo relato autobiogrfico o biogrfico, en conocimientocientfico. De ah, la necesidad de plantear ciertos aspectos de un problemacon mucha literatura detrs y que, si cobra inters, es debido, en nuestrocaso, a la revitalizacin, desde nuevas perspectivas, de las historias de vida.

    Si, como deca Duns Scoto, scientia non est individuorum, cmo esposible hacer ciencia a partir del individuo, o ms bien, de lo individual?Responder esta pregunta implica adentrarse hasta las mismas races de la filo-sofa de la ciencia para entrar en un debate que, como han sealado G. Bu-rrell y G. Morgan (1982), tiene al menos cuatro lneas de discusin. Laprimera de ellas, referida a la distincin ontolgica entre nominalismo e idea-lismo y realismo. La segunda, planteada en la disputa epistemolgica entreantipositivismo y positivismo. La tercera, girando en torno a la concepcinde la naturaleza humana y de la sociedad, entre voluntarismo y determinismo.La cuarta, entre planteamientos metodolgicos de carcter ideogrfico y nomo-ttico, o, dicho de otro modo, entre lo que podramos denominar la perspec-tiva cualitativa y la cuantitativa.

    No es nuestra intencin entrar en un debate tomado como juego de sumacero que ha derramado ros de tinta y que, en sus posicionamientos extremos,se muestra irresoluble. La perspectiva naturalista, la de la unidad de la cien-cia, con sus propias metforas, sus modelos normativos, su ideologa y sumodelo de hombre y de sociedad, no puede, en sus versiones extremas, tenerpuntos de engarce con una perspectiva interesada en el estudio intensivo deun caso, en la negacin de cualquier proposicin causal y en la insistencia dela intencionalidad del actor social como fuente de las descripciones de sucomportamiento.N o parece fructfera ni la desc onex in, ni la subord inaci n sin ms de la

    perspectiva idiogrfica a la nomettica, concebida aqulla como primer pel-dao o instrumento exploratorio en manos de la verdadera ciencia. Recor-demos que, como ha sealado Epstein (1983), los procedimientos nomotticosy los idiogrficos, ms que representar soluciones diferentes al mismo proble-ma, lo que ofrecen son soluciones a diferentes problemas. Si volvemos a lapsicologa social como ejemplo de una disciplina que apenas ha resuelto esta

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    tensin, y que ha gravitado, como el clebre manual de Lindzay y Aronsonsobre el enfoque nomottico, veremos, sin embargo, que los procedimientosnomotticos pueden ser relevantes para investigar diferencias individuales enla accin de grupos d e sujetos, sin que po r ello propo rcionen informacinsobre los procesos internos del individuo. Los procedimientos idiogrficos sproporcionan este tipo de informacin, pero no la referente a las diferenciasindividuales generales. Cada procedimiento tiene sus ventajas e inconvenientes;De ah que nuestro inters se dirija hacia las reflexiones de quienes, comoBrown y Lyman (1978), Cook y Reichardt (1979), Franck (1982), Alvira(1983), Runyan (1983) o Bryman (1984), entre otros, plantean la posibilidado conveniencia de una sntesis.A travs de una reflexin sobre The Polish Peasant, Alvira (1983 , 73) ,

    traza el discurrir de la polmica cantidad-cualidad en ciencias sociales, paraafirmar ya al final de su trabajo:Resulta evidente que ambas perspectivas han llevado a cabo un pro-ceso convergente y de reconocimiento mutuo. La perspectiva cuantita-tiva ha aflojado en alguna medida el nfasis en la verificacin y haaumentado el nfasis en la construccin de teoras a travs de la mo-delacin y simulacin; la cualitativa ha seguido con su nfasis en laconstruccin y generacin de teoras, aumentando el aspecto verifica-tivo y confirmativo.

    Alvira finaliza su reflexin sealando dos lneas posibles de superacinde la dicotoma. En primer lugar, aquella que considera que lo relevante no esla fractura cualidad-cantidad, sino el paradigma desde el que se opera. Ensegundo lugar, afirmando:... no existe una conexin lgico-necesaria entre datos cualitativos, con-ceptos sensibilizadores y generacin de teora, al igual que no existeuna conexin lgico-necesaria entre datos cuantitativos, conceptos ope-racionales y contrastacin de teoras. La relacin es una relacin em-prico-histrica e imperfecta, que puede ser modificada y lo est siendocada vez ms.

    A Bryman (1984), ejemplifica la dicotoma cantidad-cualidad en dos desus tcnicas de investigacin, la encuesta y la observacin participante, en laque incluye las historias de vida, y hace dos observaciones capitales que en-garzan con las de Alvira, y con la propia lnea argumental de este trabajo.La primera, es sealar que el viejo dictum de Trow: el problema dicta elmtodo, ha de entenderse en un nivel de tcnicas de investigacin, no enun nivel epistemolgico. La utilizacin de una tcnica de investigacin depen-dera de aspectos como la propia biografa, tan frecuentemente vinculada auna prespectiva metodolgica y tcnica. Y as, las tcnicas de investigacin

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    podran circular de un lado a otro de la dicotoma y no seran mutuamenteexclusivas, lo cual no implicara que los aspectos epistemolgicos implicadosen el debate queden reconciliados de inmediato, como, por ejemplo: adecua-cin causal frente a adecuacin en el nivel del significado.Al trasladar la dicotoma cantidad-calidad al nivel epistemolgico, Brymanya no se atreve a llegar ms lejos, dejando, sin embargo, una lnea de ex-ploracin, la cual indica que supuestos de carcter filosfico, epistemolgicoe idiolgico en torno al mundo social, deberan ser considerados para com-prender mejor el problema.Ahora bien, si volvemos a la cuestin con la cual comenzbamos este apar-tado, que es otra sino la posibilidad o no de generalizar a partir de lashistorias de vida tomadas como investigacin de carcter idiogrfico el

    carcter idiogrfico no es esencial a las historias de la vida nos encontra-mos con la ingeniosa respuesta de Runyan (1983) al problema, el cual inviertela pregunta para sealar: cmo es posible particularizar a partir de un es-tudio que comprenda un grupo o una poblacin numerosa? Runyan apuntaque el desarrollo de generalizaciones causales no es el nico objetivo de laciencia, y pasa de inmediato a ofrecer ocho mtodos de carcter idiogrficoque no hacen sino ofrecer vas de solucin, encajadas dentro de la perspectivamarcada por el trabajo de Alvira (1983 , 72), el cual recoge una significativaafirmacin de D. Campbell, a propsito del trabajo de Becker y otros cuali-tativistas: Esto muestra que el estudio de casos intensivo tiene una disci-plina y una capacidad de rechazar teoras, que fueron olvidadas en la carica-tura que hice de dicho mtodo.

    A lo largo de pginas anteriores me he referido a la caracterstica bsicade las historias de vida, un alto grado de polimorfismo derivado, por unlado, de las caractersticas propias de su objeto de estudio, y, por otro, del altonmero de disciplinas interesadas en dicho objeto. De este modo, el materialde carcter biogrfico puede ser abordado desde diversas reas y con diversasmetodologas, lo cual da lugar a un buen nmero de tcnicas de investigaciny de anlisis.J. Szczepanski (1973), ofrece una clasificacin de mtodos y tcnicas,confunde ambas cosas en ocasiones, que, en mi opinin, puede resumirseen dos grandes apartados. El primero de ellos, tomara las autobiografasdesde una perspectiva constructivista. As, un conjunto de historias de vida,tomadas cada una de ellas como si de una pieza de un mosaico se tratase(recurdese Cicourel, 1964), reciben coherencia y poder analtico, a la luz

    de un posicionamiento terico determinado, ms o menos explcito.Este ha sido el mtodo empleado por Dollard, K. Young y Lemert, talcomo Denzin (1978) presenta sus pautas metodolgicas. El estudio de lapobreza, emprendido por F. Ferrarotti (1983, 1983a), en las grandes ciudades,a partir de historias de vida, queda amalgamado desde una perspectiva mar-xista.

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    J. Balan y E. Jelin (1975), ofrecen una variante de este mtodo al utilizarelaboraciones estadsticas en su estudio sobre la mobilidad residencial y ocu-pacional de las relaciones individu o familia en la ciudad de M on terre y. Ma-nejaron historias de vida, no exhaustivas, de 1.640 sujetos.O. Lewis (1983) acu el trmino cultura de la pobreza recurriendoal constructivismo, por ms que su utilizacin de apoyos tericos se apro-xime al grado cero.El segundo gran apartado corresponde a la utilizacin de historias de vidacomo ilustracin y fundamentacin de la, o las, hiptesis del investigador.Han de incluirse aqu todo el conjunto de historias de vida que se destinana iluminar y describir o enunciar algn problema relevante para el investi-gador. El trabajo de J. F. Marsal (1969) y el de K. Plummer (1983) en Do-

    cuments of Life ofrecen un considerable nmero de estudios que pueden serincluidos en este apartado, muchos de ellos llevados a cabo por interaccionis-tas simblicos.Dentro de esta segunda clasificacin, cabe incluir la reflexin sobre laoperacionalizacin de rasgos de carcter, dentro del estudio de tipologas,tal como seala K. Abuljanova-Slavskaia (1984). Tambin pueden aadirseciertos trabajos con materiales biogrficos, como el de A. Avila Espada (1984).Parcialmente incluido en este segundo apartado, aparece el mtodo de

    Bruselas, o de la autobiografa asistida, el cual combina el estudio intensivode un caso con el recurso a un equipo de investigadores, a modo de jueces,y la administracin de pruebas, como el Kelly Repertory Gryd Test.

    4. Un modelo de reconstruccin autobiogrficaEl fundador de la etogenia, Rom Harr, y el psiquiatra belga, De Waele,

    iniciaron este mtodo tratando de estudiar aquellos aspectos individuales queconstituyen la historia personal, que no debe ser tratada como una desviacino varianza. Dichos aspectos, los propios de la biografa de un determinadoindividuo, entrecruzados con el cambiante medio social y su condicionamientohistrico, constituiran una fuente de datos adecuada al anlisis de los prin-cipios generales de la organizacin y funcionamiento de la accin social.Conviene sealar que Harr (1982) no es tan ingenuo como para supo-ner que la base de una teora de la actuacin pueda ser exclusivamente elrelato, el habla que acompaa a la accin. Considera la narracin del actorcomo un aspecto necesario, de un lado, y el punto de vista del cientficocomo observador, por otro, para sentar las bases del conocimiento de la ac-cin social.Harr (1976, 210), necesita explicar cmo el actor y el cientfico queparticipan en una investigacin emprica, manejan la estructura cognitivadel evento en que estn envueltos. Para ello, ha creado una matriz cog-

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    nitiva del individuo socialmente competente, la cual estara compuesta decuatro columnas que agruparan la definicin de la situacin social; las cos-tumbres y reglas del significado y de la accin; las personas, y los jueces oarbitros del comportamiento.De este modo, se estara en condiciones de comprender mejor la inter-accin sujeto-cientfico social, dad o que este ltim o prese nta sus hiptesissobre el significado de las acciones del primero al segundo, a fin de sabersi las considera legtimas como narraciones. Conviene volver a aclarar que,,con ello, Harr no pretende conocer las reglas, pongamos por caso, que haseguido el actor, sino ir construyendo una rplica de la realidad social, quesea til para ir organizando la simulacin del episodio examinado en formade modelo.Parece claro que la narracin del actor no sera suficiente para aclararmuchas de las intenciones y reglas menores que ste emplea para alcanzarciertos fines mayores. La instrospeccin no podra recoger intenciones yreglas no representadas con claridad y que, en terminologa psicoanaltica,podran denominarse no conscientes.La solucin a este problema, solucin parcial como veremos inmediatamen-

    te , la toma Harr de ciertos trabajos de Von Cranach, en los que el desarrollode una determinada operacin implica un desafo. Se tratara de romperla continuidad de una operacin. Cuando se rompe, seala Harr (1980), lacontinuidad de una operacin, parece que se procede a una reparacin, almenos a veces por una representacin consciente del actor a s mismo delos pares intencin-regla, que estn en juego en ese momento. Los actoresseran capaces de hacer conscientes errores o equivocaciones.

    De este modo, una ruptura constante en la que hay un enfrentamientocontinuo, obligara al actor a realizar la accin de acuerdo con las reglas quel mismo ha producido en forma de respuesta al desafo. El enfrentamientohara emerger los pares intenciones-reglas a travs de un procedimiento que,en nuestra opinin, tiene muchos puntos de contacto con el Garfinkellingy las mismas dificultades de orden prctico de produccin. Como veremosms adelante, ser tambin empleado por el mtodo de Bruselas.

    La concepcin de la nocin de actor social reposa sobre la idea de quecada ser humano acumula en su biografa una existencia personal, en la quesus recursos d e actuacin social se van complej izando , a la vez que estru ctura nla matriz cognitiva. Desde un punto de vista etognico, la definicin de lassituaciones forma parte integral de la matriz cognitiva, a travs de la cualla interaccin y, en un momento dado, la solucin de un problema, se ex-presan (Harr, 1979, 232). El estudio de las situaciones, sus requisitos po-sibles y sus significados, son inseparables del estudio de la personalidad indi-vidual. Esto no es slo un principio terico, sino metodolgico, lo que sig-nifica que en el estudio de una personalidad individual no deben darse porsupuesto generalizaciones de actuaciones sociales almacenadas como solucio-

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    nes estandarizadas en la matriz cognitiva del individuo. Por ello, las inves-tigaciones sobre material biogrfico deben, para Harr, empezar desde lamuestra ms amplia posible de situaciones sociales, a fin de descubrir culesson particularmente relevantes a un individuo determinado y cmo puedenser agrupadas en un esquema situacional ms general.Parece claro que el estudio de las biografas, estructura aspectos meto-dolgicos y tericos en los que es necesario detenerse.En su artculo Autobiography as a psychological method, escrito conel psiquiatra belga J. P. De Waele, Harr (1979), comienza por distinguirsu mtodo de la biografa habitual, basada en informacin obtenida del propiobiografiado a travs de sus propias declaraciones, o mediante documentosescritos, tales como diarios, cartas, etc. En estos casos, las interpretaciones

    de quin realiza la biografa se basaran en un sistema de conceptos que,a modo de parrilla clasificatoria, es superpuesto al material informativo, msbien que obtenido a partir de l.Harr (1979, 177) distingue la autobiografa del diario. Este sera un con-junto de informacin recogida en el tiempo que los sucesos registrados ocu-rrieron mediante las categoras cognitivas, el sistema de creencias y el contextohistrico del momento. La autobiografa tratara de recoger e interpretar losepisodios de una vida y la relacin del autor con los mismos desde una pers-

    pectiva temporal.Los informes biogrficos son, en general, como muy bien sealan Harry De Waele (1979, 178), autoconcepciones y presuponen algn tipo de auto-presentacin, cuyo carcter es bsicamente sincrnico, a la vez que no acos-tumbran a presentar material adyacente que permita al lector contrastar laveracidad del relato. Una autobiografa asistida, incorpora elementos dia-crnicos y fabrica un marco de contrastacin.El proceso de construccin de una autobiografa, segn Harr y De Waele,

    comienza tras la seleccin del sujeto, en el momento en que ste ha concluidode escribir el relato de su propia vida y lo pasa al examen del equipo deexpertos, dando as lugar a un proceso de negociacin, que ser ya constante.Con este proceso de negociacin se pretende evitar la superimposicinde estructuras cognitivas a priori a la interpretacin de la vida estudiada,es decir, se trata de establecer un respeto mutuo moral y poltico que, de-jando aparte los aspectos ticos, implique a los participantes en el xito deltrabajo, como no acostumbra a hacerlo el empleo de cuestionarios o de ex-periencias de laboratorio. Por otra parte, facilitara la aparicin de una ampliagama de mecanismos interactivos, buscando evitar que quien acta comoanalista de un relato ajeno imponga su estructura cognitiva instrumental.Antes de entrar de lleno en la tcnica de la autobiografa asistida, Harrse refiere a dos aspectos metodolgicos de inters, el de la historicidad delas biografas y el de ideografa.Respecto de la historicidad, hay que sealar siguiendo a Harr que, as

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    como el diario est construido en la proximidad del evento descrito, la auto-biografa reconstruye a distancia los sucesos que narra, a la vez que, comooportunamente seala Harr (1979, 188), el destinatario puede cambiar y,por supuesto, el propio carcter de quien escribe la autobiografa y, por tanto,sus intereses respecto de su autopresentacin. La perspectiva de una vidapuede alterarse segn el propio individuo la contemple desde un momento uotro de la misma. Por otro lado, no puede olvidarse el efecto reflexivo quela reconstruccin autobiogrfica ejerce sobre el sujeto. Tener un conocimien-to ms detallado de la propia autobiografa aadido a la interpretacin delos otros, es indudable que ejerce un efecto sobre la autopercepcin.Una autobiografa (Harr, 1979, 189) es una historia de vida de un serhumano, el cual es el personaje central del drama de la vida, tal como es re-

    presentado en el texto. Con esta definicin, lo que se plantea al lector es elaspecto idiogrfico de las biografas.Aqu volvemos a encontrarnos con la lgica de los diseos intensivos fren-te a la lgica de los diseos extensivos. Harr (1979, 198) expresa as la con-traposicin: La intensidad vara inversamente respecto de la extensin.Cuanto ms profundamente es estudiado un individuo, menor nmero de elloses posible examinar. El ideal del diseo extensivo sera examinar todos los in-dividuos de una misma clase. Cuando eso no es posible, se recurre a una

    muestra, a partir de la cual, el investigador deriva un tipo a travs de prome-dios de caractersticas derivadas de s muestra. Con este procedimiento siem-pre se obtienen resultados, aunque se corra el riesgo de que si los individuosque constituyen la extensin de la clase son altamente variables en sus carac-tersticas, los resultados de la investigacin son fcilmente triviales, dado queexistirn pocas propiedades en comn a todos los miembros de la extensin deesa clase. Harr (1979, 190).El diseo intensivo supone el examen de un miembro tpico, la extensin

    de la clase se deriva de las propiedades comunes, pertinentes a otros miem-bros. La ventaja de los diseos intensivos es que un gran nmero de propie-dades pueden ser investigadas conjuntamente, detalladas en sus relaciones es-tructurales y sus interacciones, y propuesta una descripcin de tipos muy de-tallada (p. 180). El inconveniente no es slo la lentitud de tal tipo de tra-bajos, sino, lo que es peor an, que el tipo elegido resulte no representativo,o que se construya un ejemplar distorsionado, no tpico de su clase. Es igual-mente posible definir analticamente la clase como un conjunto de personasen el que est adecuadamente incluido el tipo elegido y que la clase resultemuy pequea y trivialice el trabajo. O, como dira Goffman (1970), que den-tro de las posibles biografas de un individuo, elijamos la equivocada.

    Aprovechar las ventajas de ambos diseos sera identificar a un miembrotpico incluido en una extensin determinada. Una vez seleccionado el sujeto,ste sera sometido a un examen intensivo que permite obtener un conoci-miento detallado del tipo. Esta combinacin, extensiva-intensiva, puede con-

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    trastarse escogiendo cualquier miembro de la extensin inicial, y tras some-terle al mismo proceso que al anterior, comparar los resultados. De este modo,los dos estudios intensivos actuaran para Harr (1979, 191) como falsea-dores potenciales de las hiptesis de las cuales cada uno es tpico.Sin embargo, Harr, apoyndose en los trabajos de Mixon y De Waele,entre otros, muestra su desconfianza acerca del valor del diseo extensivoinicial para perfilar uno o varios de los tipos ideales; de este modo, la contra-posicin de diseos se inclina hacia el intensivo. El hecho de que en laprctica, el diseo intensivo parezca predominar sobre el extensivo como unmtodo emprico viable, nos conduce a dudar de la idea de que hay rangosamplios de categoras de seres humanos, al menos como actores sociales (p-gina 191).Para ilustrar esta contraposicin desde la dicotoma nomottico-idiogrfi-co, Harr recoge de Du Mas (1955) una triple distincin, que nos parece muyilustrativa.La primera de las distinciones corresponde a un dominio en el que estnrepresentados todas las personas y todas sus propiedades en un determinadomomento. Este es un dominio nomottico.La segunda distincin representa todos los individuos a lo largo del tiem-po , pero con slo una propiedad. Igualmente es un dominio nomottico.La tercera distincin tiene todas las propiedades en cada momento de unsolo individuo. Este es un dominiio idiogrfico cuyo estudio es semejante alde la biografa.Como vemos, cierta informacin slo puede obtenerse a travs de un es-tudio idiogrfico o intensivo si, (Harr, 1979, 192), se aade la hiptesis deque el sujeto estudiado es un representante tpico de parte o de todo el co-lectivo considerado. De acuerdo con los principios de la psicologa etognica,Harr (1977), el mejor mtodo para explorar biografas es la construccinasistida de biografas, dado que tienen el status de informes personales.La supuesta tipicidad del sujeto estudiado intensivamente dara un carc-ter curiosamente nomottico a una investigacin que tropieza con la dificultadde encajar dentro de una forma comn las vidas de diversos individuos, ypoder realizar anlisis estadsticos. Metodolgicamente, slo nos es permi-tido comparar vidas ya analizadas en sus propios trminos, aade Harr(1979 , 193).

    5. El mtodo de Bruselas: Autobiografa asistidaCuando Harr y De Waele escribieron el artculo objeto de nuestra re-flexin, su mtodo haba sido aplicado a asesinos convictos, seleccionados poreste ltimo a partir de los reclusos del Centro Penitenciario de Orientacinde Bruselas, ciudad que da su nombre al mtodo de investigacin biogrfica,llamado desde entonces el mtodo de Bruselas.

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    Harr, o sus discpulos, caso de D. Weissman-Stec (1982), han aplicadosu mtodo a otro tipo de poblacin no cautiva. Como veremos, sin referirnosa ningn caso concreto, el mtodo ha sido simplificado al reducir el equipo deanalistas, aunque el procedimiento es, bsicamente, el mismo.La construccin de una autobiografa (Harr, 1979, 193) implica una ne-gociacin entre el actor y un equipo que idealmente reuna, en el mtodo deBruselas, doce personas, cada una de las cuales estudia la vida objeto deanlisis, desde su propia perspectiva profesional. El mdico, el psiclogo, elsocilogo, el trabajador social, y los dems, enfocan la biografa desde susesgo profesional, si es que ste existe.Lo que podramos llamar el mtodo de Bruselas simplificado, en cuanto ala composicin del equipo de investigacin, prev la participacin de cuatro

    personas de diferentes edades. Dos hombres y dos mujeres, de los cuales dosdeben tener algn tipo de entrenamiento, tal como el recibido por enfermeras,psiqiatras, mdicos, etc. Los dos restantes no habrn recibido ningn tipo deenseanza previa que pueda facilitarles el anlisis.El mtodo de Bruselas estimula al sujeto pagndole una cantidad deter-minada, como si ste fuera un miembro ms del equipo.Negociar es necesario para De Waele y Harr (1979, 193). En primerlugar, porque quien ha vivido la vida sobre la que se trabaja es el sujeto, por

    ello, es conveniente respetar con humildad su forma de vida y sus recursoscognitivos. En segundo lugar, porque la enorme cantidad de conocimientosque son dados por supuestos, que permanecen implcitos entre el actor y losmiembros del equipo, requiere un proceso continuo de reelaboracin, de re-confirmacin, de ajuste, en definitiva, a travs de la negociacin.Una vez seleccionado sujeto y equipo de analistas, el primero debe descri-bir su autobiografa. Este texto se divide entonces (De Waele y Harr, 1979,194) en segmentos, atendiendo a razones temporales y temticas. A cada

    miembro del equipo se le entrega un segmento para su anlisis para que apartir del segmento recibido imagine y reconstruya la vida del sujeto.Por tema se entiende un conjunto particular de pautas de pensamiento ode accin, que se extienden a lo largo del tiempo. Los temas se caracterizanpor ciertas propiedades longitudinales, estructurales y por su singularidad.La parcelacin en temas tendra por objeto sistematizar la reconstruccinde la vida estudiada desde un punto de vista sincrnico y diacrnico. Paraello, De Waele y Harr (1979, 210-223) han construido un catlogo temtico

    muy detallado, del que reproducimos a continuacin sus grandes categoras: Marco microsociolgico:

    1; Perspectiva temporal.2. Ecologa social.3. Condiciones socioeconmicas de vida.

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    Pautas psicosociolgicas de vida:4 . Familia y grupos.5. Pautas culturales de valores, normas, expectativas y roles.6. Situacin institucio nal.

    Caractersticas individuales: s mismo (self) y personalidad:7. Autodescripciones e interpretaciones.8. Int ere ses ; actividades ocupacionales y de tiem po libre.9. Fine s, aspiraciones y conflictos.

    El objetivo de este esquema sera identificar sistemticamente los temasmencionados por el autor en la biografa escrita al comienzo del proceso, ypercibir posibles lagunas en dicha biografa, e indagar las razones de talesomisiones, siempre a travs de un proceso de cooperacin.De Waele y Harr (1979, 195) han confeccionado un esquema extremada-mente detallado, contenido en ms de seiscientas pginas, cuya finalidad esestablecer comparaciones analticas a partir de la biografa ingenua, y no,como ambos autores advierten, proceder a un anlisis cuantitativo utilizndo-lo para confeccionar tablas de frecuencias. No se tratara de hacer una tra-duccin numrica, sino de hallar el significado de los datos para el sujeto y losparticipantes del equipo de investigacin.

    Aunque en el trabajo de De Waele y Harr no est muy claro si losmiembros del equipo leen la biografa original entera, el propio Harr meha sealado que no lo hacen a fin de que los conocimientos implcitos, lodado por supuesto, emerja y quede reflejado en la reconstruccin de la vidadel sujeto.En este punto del anlisis, el equipo todava no conoce fsicamente alsujeto y debe enfrentarse con el problema de los contenidos implcitos, de loscontenidos latentes de la narracin. Todava no se ha entrevistado con elautobiografiado y, por tanto, no ha podido negociar con l, aunque s hapodido establecer hiptesis y conclusiones de carcter longitudinal.El siguiente paso se inicia con un proceso de negociacin que comienzacuando los miembros del equipo presentan sus reconstrucciones al sujeto yafirman o modifican sus supuestos a travs de una o varias entrevistas, en lasque utilizan procedimientos de enfoque sobre aspectos concretos de la primeranarracin producida por el sujeto.Una situacin de entrevista focalizada, tal como la que se desarrollaraentre el sujeto y los miembros del equipo que ya tienen confeccionada labiografa inicial del primero, debe realizarse bajo la condicin de que elinvestigador haya previamente estudiado los componentes significantes de lasituacin o los episodios sociales, as como el modelo utilizado por los sujetospara expresarse. t)e este modo (De Waele y Harr, 1979, 199), el analista

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    tiene, como ya hemos visto, a su disposicin un esquema que le puede servirde gua durante la entrevista. A lo largo de la misma, las experiencias del su-jeto, con sus consiguientes ejemplos, as como sus definiciones y el significadoatribuido a los componentes de los episodios sociales a los que se est refi-riendo, son las grandes lneas que marcan la entrevista.De las citadas entrevistas, aquellas en que cada miembro del equipo ne-gocia con el sujeto la reconstruccin biogrfica preparada para la segmenta-cin en pocas y temas del primer relato, se efectan grabaciones y sus co-rrespondientes transcripciones, a partir de las cuales el director de la investi-gacin construye la primera autobiografa asistida. Tras ello, el sujeto sobrecuya biografa se trabaja, el equipo y el director del mismo, se renen para, atravs de discusiones y negociaciones, confeccionar una segunda autobiografa

    en la que se ha prestado especial atencin a los temas longitudinales que apa-recen en ella.Pero, como acertadamente sealan De Waele y Harr (1979, 205), las

    vidas humanas atraviesan perodos de turbulencia, cuyos remolinos dejanen ocasiones profundas huellas que, sin embargo, deben permanecer en secre-to . El problema para un bigrafo es agarrar, si puede, la estructura de talessituaciones, tal como son concebidas por el participante, adems del modoen que ste contempla sus propios in tentos de solucin (p . 205 . El mtod ode Bruselas aborda estos segmentos autobiogrficos, pidindole al sujeto quelos identifique en sesiones en las que, artificialmente, se ha creado un climatensionado.

    Este emotional mnemonic, como lo ha definido Harr, se podra provocarreproduciendo las situaciones conflictivas con las tcnicas de role playing.Lo que se busca es que la tensin emocional acte como estimulante evoca-dor. Estas zonas emocionales deben servir de contraste con las partes msracionales y arrojar luz sobre la vida que se est estudiando.

    En esta fase de la reconstruccin autobiogrfica se administran el KellyRepertory Grid Test y el Performance Self Esteem Scale (PSES), y con lainformacin obtenida a travs de estos tests y del emotional mnemonic, debecontrastarse en un proceso de negociacin con la segunda autobiografa, quees definida como el intento de encontrar un mapa cognitivo de cmo el indi-viduo representa en la actualidad su vida a s mismo, y cmo representa losrecursos que le han servido o le han hecho fracasar frente a los problemas ycrisis que se le han presentado en la vida.No es difcil percibir y De Waele y Harr (1979, 206) lo sealan muyclaramente por su parte, que la preparacin de una autobiografa asistida esuna construccin larga y compleja. Un perodo de tiempo dilatado, aadido ala intensa dinmica cooperativa, ejerce una influencia considerable sobre elindividuo estudiado, de modo que el final representa el mundo del participan-te y sus esquemas interpretativos, tal como existen tras todo el proceso.

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    A modo de resumen, conviene subrayar la variada utilizacin del materialbiogrfico, que puede ir, como hemos visto, desde la combinacin del anlisisde cohortes con el ciclo de vida realizado por Balan y Jelin (1979), al estudiointensivo de un caso, tal como acabamos de ver.

    Cada vez son ms los cientficos sociales que, apoyados o no en los argu-mentos para triangulizar las tcnicas de observacin, sealan la artificialidadde distinciones tales como idiogrfico-nomottico, o calidad-cantidad. Cadavez son ms los cientficos sociales para quienes ya no son apropiadas lasinvestigaciones de un solo mtodo. Las historias de vida ofrecen la posibilidadde concebir y desarrollar investigaciones que consideran ambas perspectivas.

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